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Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte I JULIO 8, 2011 tags: Biblia, Charles Finney, Cristo, Dios, Herejía, Jonathan Edwards,reforma, westminster Hace unas semanas un hermano y ministro en una iglesia en Australia, llamado Luis Jovel, escribió una entrada en su blog llamada, Finney, un enemigo o amigo del evangelio?, que hizo que en su página de Facebook se escribieran algunos buenos y muy malos comentarios. El propósito de esa entrada, según pude entender, era criticar a los reformados y neo-calvinistas que han criticado tan duramente a Finney y hasta le han llamado un hereje. Luis escribe, Horton, como muchos otros neo-reformados/calvinistas, confunden la santificación con la justificación, y por lo tanto, ven en Finney, y en todo aquel que cree que debe uno de buscar la santidad, como en un semi, o total pelagista. Esto es un síntoma de los neo-reformados/calvinistas, que ven que todo aquel que no se apega a su interpretación del calvinismo, no tiene el cristianismo completo, o no es cristiano.” Yo no sé como puede afirmar alguien que Horton y los neo-reformados confunden la santificación con la justificación. He leído mucho de Horton y lo he escuchado en muchísimas ocasiones y tanto él como aquellos que le siguen y se adhieren a las mismas confesiones de fe creen en la doctrina de la justificación ortodoxa, así como en la doctrina de la santificación que ha sido

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Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte IJULIO 8, 2011

tags: Biblia, Charles Finney, Cristo, Dios, Herejía, Jonathan

Edwards,reforma, westminster

Hace unas semanas un hermano y ministro en una iglesia en Australia, llamado Luis Jovel, escribió una entrada en su blog llamada, “Finney, un enemigo o amigo del evangelio?,” que hizo que en su página de Facebook se escribieran algunos buenos y muy malos comentarios.

El propósito de esa entrada, según pude entender, era criticar a los reformados y neo-calvinistas que han criticado tan duramente a Finney y hasta le han llamado un hereje. Luis escribe,

Horton, como muchos otros neo-reformados/calvinistas, confunden la santificación

con la justificación, y por lo tanto, ven en Finney, y en todo aquel que cree que

debe uno de buscar la santidad, como en un semi, o total pelagista. Esto es un

síntoma de los neo-reformados/calvinistas, que ven que todo aquel que no se apega

a su interpretación del calvinismo, no tiene el cristianismo completo, o no es

cristiano.”

Yo no sé como puede afirmar alguien que Horton y los neo-reformados confunden la santificación con la justificación. He leído mucho de Horton y lo he escuchado en muchísimas ocasiones y tanto él como aquellos que le siguen y se adhieren a las mismas confesiones de fe creen en la doctrina de la justificación ortodoxa, así como en la doctrina de la santificación que ha sido mantenida por la iglesia a lo largo de los siglos. El punto es todo lo contrario.

Luis, en los comentarios dijo que lo que Finney hizo fue criticar al “Presbiterianismo muerto” que había encontrado en los Estados Unidos. Ciertamente Finney criticó a los presbitarianos del pasado y de su tiempo, pero cualquiera que lea los escritos de Finney se puede dar cuenta que este hombre criticó a

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los presbiterianos que redactaron la Confesión de fe de Westminster y al mismo Jonathan Edwards, por lo que creía él, eran doctrinas falsas y heréticas.

Me pregunto: puede decir alguien que Edwards o los que redactaron la confesión de Westminster eran cristianos muertos? Jamás!

Finney criticaba la posición doctrinal reformada en todos sus aspectos. Negó la doctrina del pecado original, la doctrina de la expiación sustitutiva de Cristo, la doctrina de la justificación por medio de la fe, la doctrina de la regeneración como un acto monergístico, etc. Para Finney la enseñanza calvinista de una imputación de la justicia de Cristo a un pecador redimido era una herejía. Ahora, no es esta doctrina la base del evangelio? No es el evangelio las buenas nuevas de que por medio de la fe en Jesucristo un injusto puede ser declarado justo por Dios? Si esto es así, como lo afirmamos los que creemos en las doctrinas calvinistas, entonces Finney era claramente un enemigo del evangelio.

El fin de esta y las próximas entradas es citar la Teología Sistemática de Finney en algunos puntos importantes que forman parte de doctrinas fundamentales en el cristianismo, con la intención de que ustedes puedan juzgar si Finney era o no un hereje. Espero, este resumen de citas pueda mostrar la verdad acerca de este hombre tan alabado por muchos cristianos que ignoran sus enseñanzas y que nada más conocen-por boca de otros-sus “maravillosos” avivamientos habiendo predicado un falso evangelio. Si Finney no predicó el verdadero evangelio, pudieron haber verdaderas conversiones?

Veamos, entonces, que creía Finney. Mi deseo es que esto sirva para aclarar la verdadera identidad de un hombre que ha sido ingenuamente tan exaltado dentro del evangelicalismo contemporáneo.

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Los reformados a los que criticó Finney decían lo siguiente con respecto al estado natural del hombre,

I. Nuestros primeros padres, seducidos por la sutileza y tentación de Satanás,

pecaron al comer del fruto prohibido. Quiso Dios, conforme a su sabio y santo

propósito, permitir este pecado habiendo propuesto ordenarlo para su propia

gloria.

II. Por este pecado cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con

Dios, y por tanto quedaron muertos en el pecado, y totalmente corrompidos en

todas las facultades y partes del alma y del cuerpo.

III. Siendo ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado les fue

imputada, y la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se

transmitieron a la posteridad que desciende de ellos según la generación

ordinaria.

IV. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente impedidos,

incapaces y opuestos a todo bien, y enteramente inclinados a todo mal, proceden

todas nuestras transgresiones actuales.

V. Esta corrupción de naturaleza permanece durante esta vida en aquellos que son

regenerados; y, aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe en

Cristo, sin embargo, ella, y todos los efectos de ella, son verdadera y propiamente

pecado.

VI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una transgresión de la justa ley de

Dios y contrario a ella, por su propia naturaleza trae culpabilidad sobre el pecador,

por lo que este queda bajo la ira de Dios, y de la maldición de la ley, y por lo tanto

sujeto a la muerte, con todas las miserias espirituales, temporales y eternas.

Si resumimos lo que escribieron los reformados en la Confesión de Fe de Westminster fue lo siguiente, “todos los hombres, siendo descendientes de Adán, y habiendo ellos caído en pecado, sumieron a toda la raza humana en el pecado. Por medio de ellos toda la raza murió espiritualmente, es decir, que todas sus facultades morales y físicas están bajo el dominio del pecado, y por lo tanto no pueden ni quieren obedecer a Dios.”

Finney consideraba que esto era un error. Para Finney, el hombre no había sido constitucionalmente puesto bajo el dominio del pecado, sino que fue su libre albedrío o su capacidad de elegir. Finneyescribió,

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La depravación moral es la depravación del libre albedrío, no de la facultad en sí,

sino de su acción libre. Consisten en una violación a la ley moral. La depravación

de la voluntad, como una facultad, es, o sería depravación física, y no moral. Sería

depravación de la sustancia, y no de la elección libre y responsable. La

depravación moral es la depravación de la elección. Es una elección que discrepa

con la ley moral, el derecho moral. Es sinónimo de pecado o pecaminosidad. Es

depravación moral porque consiste en una violación de la ley moral y porque tiene

carácter moral.”

Y debido a que el hombre no está constitucionalmente caído, entonces tienen la capacidad de elección. Hasta que ese hombre fuera regenerado-y veremos en las próximas entradas que Finney creía que el hombre se regeneraba a sí mismo-que este podía elegir o dejar de ser egoísta. Rechazando la confesión de Westminster y la verdad bíblica escribió,

La depravación moral, como se usa el término, no consiste, ni implica una

naturaleza pecaminosa en el sentido de que la sustancia del alma humana es

pecaminosa en sí misma. No es un egoísmo constitucional. No es un egoísmo

involuntario. La depravación moral, como se usa el término, consiste en egoísmo,

en un estado voluntario de entrega de la voluntad a la gratificación de uno mismo.

Es un espíritu que va en pos de uno mismo, una consagración y entera a la

gratificación del yo. Es una intención egoísta máxima, es la elección de un fin

equivocado de vida, es depravación moral porque es una violación a la ley moral.

Es rehusar consagrar todo el ser al bienestar supremo de Dios y del universo, y a

la obediencia a la ley moral, su consagración a la gratificación del yo.”

Para Finney, el alma humana no es pecaminosa, ni está sometida al pecado. Claramente Finney estaba negando la doctrina del pecado original como ha sido entendido por la iglesia a lo largo de la historia. Noten lo que escribió más adelante,

Que la depravación moral consiste en egoísmo o en la elección de interés de uno

mismo, gratificación de uno mismo, o indulgencia de uno mismo, como un fin.

Como consecuencia no puede consistir…

(1.) En una constitución pecaminosa, o en una apetencia constitucional o deseo por

el pecado. Esto ha sido mostrado en una lección anterior sobre lo que se implica en

la desobediencia a la ley moral.

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(2.) La depravación moral es pecado en sí mismo y no la causa del pecado. No es

algo previo al pecado que sostiene a él la relación de una causa, sino que es la

esencia y el todo del pecado.

(3.) No puede ser un atributo de la naturaleza humana, considerado simplemente

como tal, pues esto sería depravación física y no moral.

(4.) A la depravación moral entonces no se explica por atribuírsele una naturaleza

o constitución pecaminosa en sí misma. Hablar de una naturaleza pecaminosa, o

constitución pecaminosa, en el sentido de egoísmo físico, es atribuirle

pecaminosidad al Creador, quien es el autor de la naturaleza. Es pasar por alto la

naturaleza esencial del pecado, y hacer del pecado un virus físico, en lugar de una

elección voluntaria y responsable.”

Es obvio que Finney no entendía la doctrina calvinista que tanto criticaba, pues creía que al afirmar la doctrina del pecado original estabamos culpando a Dios de pecado. Criticando el Catecismo Menor de Westminster, especialmente las preguntas 14, 16-19 en donde se habla con respecto al pecado, escribió,

Estas porciones muestran que los redactores y defensores de esta confesión de fe

dan cuenta de la depravación moral de la humanidad al hacerla consistir en una

naturaleza pecaminosa, heredada por la generación natural desde Adán.

Consideran la constitución heredada desde Adán como pecaminosa en sí misma, y

la causa de toda la transgresión actual. No hacen distinción entre la depravación

física y moral.”

Para Finney, Adán no le heredó nada a su descendencia más que sus genes. Rechazó así la doctrina del pecado original. Y noten como critica a la Confesión de fe de Westminster. Interpretando Salmo 51:5 escribió lo siguiente,

De nuevo: Salmo 51:5: “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me

concibió mi madre”. Sobre esto observo que parecería, si este texto se entendiera

literalmente, que el salmista intentaba afirmar el estado pecaminoso de su madre

al momento de su concepción y durante su gestación. Pero, interpretar estos

pasajes como la enseñanza de la constitución pecaminosa del hombre es

contradecir la definición de Dios sobre el pecado, y la única definición que la razón

humana o el sentido común pueden recibir; esto es, que “el pecado es la

transgresión de la ley”. Esto es, sin duda, la única definición correcta del pecado.

Pero hemos visto que la ley no legisla sobre la sustancia, que requiere a los

hombres que tengan una cierta naturaleza, sino solamente sobre la acción moral

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voluntaria. Si el salmista realmente intentaba afirmar que la sustancia de su

cuerpo era pecaminosa desde su concepción, entonces no sólo se coloca él mismo

en contra de la definición de Dios sobre el pecado, sino también afirma puros

disparates. ¡Pecaminosa la sustancia de una criatura sin nacer! ¡Es imposible! Pero

¿qué quería decir el salmista? Respondo: Este versículo se encuentra en el salmo

penitencial de David. Él está profundamente convencido de pecado y estaba, como

tenía una buena razón para estarlo, muy emocionado, y él mismo expresó, como

todos lo hacemos en circunstancias similares, con lenguaje fuerte. Su mirada,

como era natural y es común en tales casos, había sido dirigida por la senda de la

vida de regreso a las memorias tempranas de su vida. Recordó los pecados entre

los actos tempranos de las remembranzas de su vida. Irrumpió en el lenguaje de

este texto para expresar, no el dogma anti escritural y absurdo de una constitución

pecaminosa, sino para afirmar en su lenguaje fuerte y poético que había sido

pecador desde el principio de ser un pecador. Éste es el lenguaje fuerte de la

poesía.”

Qué clase de interpretación es esa? Porque la Biblia no sólo habla en poesía, sino también claramente en las porciones narrativas y didácticas sobre el pecado original (ver Efesios 2: 1-5; Romanos 1: 18-25; Rom 3: 9-18, etc). Y si aún no pueden ver la claridad de sus enseñanzas noten lo que dice después,

Me opongo a la doctrina de la pecaminosidad constitucional la cual hace que todo

el pecado sea original y presente, una mera calamidad, y no un crimen. Para

aquellos que sostienen que el pecado es una parte esencial e inseparable de

nuestra naturaleza, para llamarlo un crimen, es hablar tonterías. ¡Qué! ¿Una

naturaleza pecaminosa el crimen de él al cual se le vincula, sin su conocimiento o

consentimiento? Si la naturaleza es pecaminosa, en tal caso que la acción debe ser

necesariamente pecaminosa, que la doctrina de la Confesión de Fe, entonces el

pecado en acción debe ser una calamidad, y no puede haber crimen. Es el efecto

necesario de una naturaleza pecaminosa. No puede ser un crimen, ya que la

voluntad no tiene nada que ver con él.”

Esta afirmación hace a Finney un pelagiano. No hay otra manera de decirlo. Finney, el “gran evangelista” negó la doctrina del pecado original y enseñó que el hombre en su estado natural es capaz de elegir entre el bien y el mal, y que en su estado natural se encuentra en un estado casi neutral, con una inclinación hacia el egoísmo que puede ser opuesta por su libre voluntad. Creyó, como Pelago, que si la

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doctrina del pecado original era cierta, entonces Dios no podía culpar al hombre por su pecado.

Les pregunto con respecto a este tema en particular: era ortodoxo o era un hereje como Pelagio?

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Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte IIJULIO 12, 2011

tags: Biblia, Charles Finney, Cristo, Dios, evangelio, Expiación, Herejí

a,Pecado, salvación

Evangelio quiere decir “buenas nuevas o buenas noticias.” En la antigüedad el evangelio era el mensaje llevado a un pueblo declarando la victoria sobre sus enemigos. Cuando se escribió el Nuevo Testamento el término se utilizó para declarar lo que Dios había hecho. Ahora, la pregunta que sigue es la siguiente: Buenas nuevas de qué?

La Biblia declara que Dios, el Creador del universo, es infinitamente Santo y Justo. Él es el soberano! Pero además, y quizás con demasiada claridad, afirma que el hombre, Su criatura, se rebeló en Su contra. Dejándose engañar por Satanás en el Edén violó el mandamiento divino y se sometió voluntariamente a Satanás, trayendo la muerte espiritual a toda su descendencia. Es por ello que

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David pudo decir, “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51: 5). El rey de Israel sabía lo que había ocurrido en el Edén; el pecado original había llegado hasta él.

Como Dios Justo, Él merecía castigar a todos los transgresores, sin embargo, con el propósito de mostrar Su gloria, decidió, desde el principio, mostrar Su misericordia hacia los pecadores. Dios, entonces, no destruyó a Adán como lo había prometido, sino que le mostró Su gracia y le vistió con vestiduras aptas para poder cubrir su pecado. Estas vestiduras, sin embargo, eran tan sólo una sombra.

Y en lugar de destruir a todos los hombres que violan Su ley, como lo hizo su padre Adán, les muestra misericordia. Desde el inicio la Biblia nos muestra la misión de este Dios Santo y Justo de rescatar pecadores, a los cuales describe como “muertos en delitos y pecados” (Ef. 2: 1-3), “enemigos de Dios”(Rom. 5:10), muertos, que viven en su carne y que no pueden hacer nada para ganar el favor de Dios (Rom 8: 7-8; Ef. 2: 1-5). Es Dios quien sale con una misión: glorificarse a Sí mismo rescatando a sus criaturas enviando a Su Hijo, y lo puso “como propiciación por medio de la fe en su sangre” (Rom 3: 25).

El evangelio son buenas nuevas precisamente por lo que la Biblia dice del hombre. Si el hombre no puede hacer nada para salvarse a sí mismo de la ira de Dios por causa de sus pecados, entonces el hecho de que Dios sea quien salve a los hombres por medio de Su Hijo, significan buenas noticias para los hombres. Pero, si el hombre no es por naturaleza un pecador, es decir, si constitucionalmente el hombre no esté atado al pecado, como decía Finney, y si el hombre es capaz de cambiar su voluntad y en lugar de decidir por el pecado decidía por la justicia, entonces no hay

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una necesidad de Cristo y por lo tanto no hay necesidad de un evangelio.

Finney, simplemente al haber desechado la doctrina del pecado original, desechó el evangelio predicado por los apóstoles y se confirmó a sí mismo como un enemigo de ese mensaje divino. Si el hombre es capaz de regenerarse a sí mismo, entonces Cristo no era necesario. Y de nuevo, vemos a Finney enemistado con el evangelio en su enseñanza sobre la doctrina de la expiación. Veamos algunas de sus citas.

Cuando se habla acerca de la expiación sustitutiva de Cristo, la iglesia ha mantenido a lo largo de la historia la doctrina de que Cristo sufrió, en la cruz, como nuestro sustituto, el castigo de Dios (Su ira) por causa de nuestros pecados, los cuales le fueron imputados a Él. Esta doctrina la obtenemos de algunos pasajes bíblicos, especialmente de Isaías 53. Dios, en Cristo, estaba castigando los pecados de Su pueblo (justicia retributiva).

Ahora, cuando Finney hablaba de la expiación decía que, “fue hecha para satisfacer la justicia pública, como ejemplo para los hombres y no para satisfacer la justicia retributiva de Dios.” Es decir, para Finney, Dios estaba castigando a Cristo para que sirviera como ejemplo de lo que Él haría a todos aquellos que se rehusaran a obedecerle. La providencia de Dios en la expiación es “manifiestamente disciplinaria y está diseñada para reformar a la humanidad.”

Como mencioné en la entrada previa, Finney, en sus escritos, no estaba criticando las doctrinas de teólogos reformados “muertos,” sino la de hombres como Jonathan Edwards y los autores de la confesión de Westminster. Y también criticó la posición de estos con respecto a la expiación. NOten lo que escribió al respecto,

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Debo mostrar que la expiación no fue una transacción comercial. Algunos han

considerado la expiación como simplemente a la luz del pago de una deuda, y han

representado a Cristo como quien compra al elegido del Padre, y que paga la

misma cantidad de sufrimiento en su propia persona que la justicia hubiera

exigido. A esto respondo:

(1.) Es naturalmente imposible puesto que requeriría que la satisfacción debe

hacerse a la justicia retributiva. Estrictamente hablando, la justicia retributiva

nunca puede satisfacerse, en el sentido de que el culpable debe ser castigado tanto

como lo merezca, porque esto implicaría que fuera castigado hasta que dejara de

ser culpable, o se volviera inocente. Cuando una vez que se viola la ley, el pecador

no puede hacer ninguna satisfacción. No puede dejar de ser culpable, o merecer

menos culpa o menos merecimiento de castigo; por tanto, es imposible satisfacer la

justicia retributiva.

(2.) Pero, como hemos visto en la lección anterior, la justicia retributiva debió

haber infligido muerte eterna en él [Cristo]. Para suponer, por tanto, que Cristo

sufrió en cantidad, todo lo que merecía el elegido, es suponer que él sufrió un

castigo eterno multiplicado por el número total de los elegidos.

(3.) Se intentó con la expiación de Cristo una satisfacción de la justicia pública.”

Cristo, para Finney no vino a morir por Su pueblo. No vino para expiar los pecados de los Suyos. Cristo, según Finney, vino a la tierra para servir como ejemplo para los pecadores, quienes tenían que ejercer su voluntad para regenerarse y poder justificarse delante de Dios. Recuerden que para Finney el pecado del hombre está en su egoísmo. El ejemplo de Cristo en la cruz es la mejor acción para acabar con ese egoísmo voluntario del hombre. Cómo lo expresa Finney?

La expiación presentaría a la criaturas los motivos más elevados posibles para la

virtud. El ejemplo es la influencia moral más elevada que puede ejercitarse. Si

Dios, o cualquier otro ser, haría benevolentes a otros, debía manifestar él mismo

benevolencia. Si la benevolencia manifestada en la expiación no somete el egoísmo

de los pecadores, su caso es sin esperanza.”

Entonces, si el evangelio significa buenas noticias de lo que Dios hizo, en Cristo, por lo hombres que no podían justificarse a sí mismos y que estaban condenados al infierno, entonces Finney con sus enseñanzas con respecto a la expiación de Cristo, era ciertamente un enemigo del evangelio. Si el hombre

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puede regenerarse a sí mismo, como dije antes, no hay necesidad de una muerte expiatoria. Por lo tanto Cristo no es necesario y lo único para lo que sirve es como un ejemplo para la humanidad. No sólo es esta afirmación una negación del evangelio, sino que es una blasfemia. Por ello puedo afirmar que Finney era un hereje.

En la próxima entrada veremos lo que enseñó Finney con respecto a la justificación.

http://sujetosalaroca.org/2011/07/12/si-finney-era-un-enemigo-del-evangelio-parte-ii/

Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte IIIJULIO 13, 2011

tags: Biblia, Cristo, Dios, evangelio, Finney, Herejía, Justificación,pelagianismo

Lo que hemos visto hasta ahora es que Charles G. Finney estaba fuera de la ortodoxia cristiana con respecto a la doctrina del pecado original y a la doctrina de la expiación sustitutiva de Cristo. Ahora, lo que debemos afirmar es que no sólo era heterodoxo doctrinalmente, sino que con sus enseñanzas se declaró un enemigo del evangelio enseñado en las Escrituras.

Como vimos en las entradas previas Finney negó la doctrina del pecado original, afirmando que la constitución del hombre no había sido afectada por el pecado, sino sólo su voluntad o su libre albedrío. El hombre, decía Finney, era capaz por sí sólo de cambiar su “egoísmo” y regenerarse (como veremos en una entrada futura). Además, negó que Cristo

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haya muerto en la cruz en sustitución por Su pueblo, sino que lo hizo para servir de ejemplo a una humanidad capaz de justificarse delante de Dios.

Y a esto es lo que vamos el día de hoy; veremos la enseñanza de Finney con respecto a la doctrina de la justificación.

Qué es la doctrina de la justificación? A lo largo de su historia, la iglesia ha entendido esta doctrina como “el acto legal instantáneo de Dios por medio del cual perdona los pecados e imputa la justicia de Cristo a los creyentes y los declara justos delante Suyo (2 Cor. 5:21).” Conociendo lo que implica esta doctrina podemos ver que ésta es la base del evangelio: que pecadores, rebeldes, y merecedores de la ira del Dios Santo y Justo, puedan ser perdonados por medio de la fe en Jesucristo (Rom 1:17), y que sean declarados justos, a causa de la imputación de la justicia perfecta de Cristo, esto son verdaderamente buenas noticias!

Lutero, uno de los grandes reformadores, amaba la doctrina de la justificación. En uno de sus tratados dijo lo siguiente,

Este es le verdadero significado [vera ratio] del Cristianismo, que nosotros somos

justificados por fe en Cristo, no por las obras de la Ley. Este es el más grande

artículo de nuestra fe, y si alguien la abandonara como lo hicieron los judíos o lo

pervierten como los papistas, la iglesia no podrá sostenerse ni Dios podrá

mantener Su gloria, que consiste en esto, que Él podrá ser misericordioso y que

desea perdonar los pecados por el bien de Su Hijo y desea perdonar. Si esta

doctrina de la justificación se pierde, toda la doctrina Cristiana se pierde. Esta

doctrina jamás podrá ser demasiado urgente o demasiado enseñada. Si esta

doctrina es desechada o desaparece, entonces todo el conocimiento de la verdad se

pierde l mismo tiempo. Si esta doctrina florece, entonces todas las cosas buenas

florecen, religión, la adoración verdadera, la gloria de Dios, y el correcto

conocimiento de todas las condiciones de la vida y de todas las cosas.” Luther and

the Doctrine of Justification.

Enseñó Finney la doctrina bíblica de la justificación? O la rechazó como lo hizo con muchas otras doctrinas bíblicas? Veamos!

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En su Teología Sistemática, capítulo 32, escribió lo siguiente,

La doctrina de justicia imputada, o que la obediencia de Cristo a la ley fue contada

como nuestra obediencia, está fundada en la más falsa y absurda suposición; es

decir, que Cristo no debía obediencia a la ley en su propia persona, y que por

consiguiente su obediencia toda junta era una obra de supererogación, y pudo ser

hecha un sustituto por nuestra propia obediencia; que pudiera hacer para nuestro

mérito, porque no necesitó obedecer para sí mismo.

Debo observar aquí que la justificación respeta la ley moral, y que debe intentarse

que Cristo no debiera obediencia a la ley moral, y por tanto su obediencia a esa

ley, siendo totalmente una obra de supererogación, es puesta para nuestro mérito

como la base de nuestra justificación bajo la condición de fe en él. Pero

seguramente esto es un error obvio. Hemos visto que el espíritu de la ley moral

requiere buena disposición para Dios y el universo. ¿Acaso estaba Cristo bajo

obligación de hacer esto? No, ¿acaso no estaba más bien bajo obligación infinita

para ser perfectamente benevolente? ¿Acaso era posible para él que fuera más

benevolente de lo que la ley requiere ser a Dios y a todos sus santos? ¿Acaso no

debía él la consagración entera de corazón y vida para el bien supremo del ser

universal? Si no, entonces la benevolencia en él no era virtud, pues no sería una

conformidad con la obligación moral. Era naturalmente imposible para él, y es

naturalmente imposible para cualquiera hacer una obra de supererogación; esto

es, ser más benevolente de lo que le requiere la ley que sea. En efecto, un ser que

no debía obediencia a la ley moral debe ser totalmente incapaz de virtud, pues

¿qué es virtud sino obediencia a ley?”

Para Finney, entonces, la doctrina ortodoxa de la justifiación era absurda! Los creyentes, pensaba Finney, no recibían la justicia de Cristo por imputación. Es más noten lo que escribió después,

Pero si Cristo debía obediencia personal a la ley moral, entonces su obediencia no

podría ser más que justificarse a sí mismo. Nunca puede ser imputada en nosotros.

Estaba obligado él mismo para amar a Dios con todo su corazón y alma y mente y

fuerza, y a su prójimo como a él mismo. No hizo más que eso. Fue naturalmente

imposible, entonces, para él que obedeciera por nosotros.”

O sea, si Cristo fue obediente a la ley moral de Dios, lo hizo para justificarse Él mismo, no para justificar a Su pueblo. Si esta afirmación no nos alarma, entonces no estamos pensando bien en lo que creía este hereje. Finney dice que Cristo fue obediente a la ley moral sólo para justificarse Él mismo delante de Dios!

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Entonces, si el pecador no era justificado por imputación, es decir, recibiendo como suya la justicia perfecta de Cristo, cómo es justificado según Finney? Cuáles son las condiciones para la justificación?

1. El arrepentimiento es también una condición de nuestra justificación.

Obsérvese, aquí también el uso del término condición en el sentido de un “sin la

cual no”, y en el sentido de un “aquello por la causa de la cual” el pecador es

justificado. Seguramente que el gobierno de Dios no puede indultar el pecado sin

arrepentimiento. Ésta es una doctrina de lo natural tan cierta, como la de religión

revelada. Es obvio que hasta que el pecador rompa con sus pecados mediante el

arrepentimiento o el volver a Dios, no puede ser justificado en ningún sentido.

2. La fe en Cristo es, en el mismo sentido, otra condición de justificación.

3.  La santificación presente, en el sentido de consagración plena y presente para

Dios, es otra condición, no el fundamento, de justificación. Algunos teólogos han

hecho la justificación una condición de santificación en vez de hacer la

santificación una condición de justificación. Pero esto veremos que es una postura

equivocada del tema. El error está fundado en un malentendido de la naturaleza de

justificación y santificación.

4.  La perseverancia en la fe y la obediencia, o en consagración a Dios, es también

una condición inalterable de justificación, o de indulto y aceptación con Dios. Por

este lenguaje en esta conexión, se entenderá desde luego que la perseverancia en

la fe y la obediencia es una condición, no de presente, sino de aceptación y

salvación final y última.”

Son todas estas condiciones para ser justificado? La Biblia dice que la justificación es por fe (Rom 1:17)! Es decir, el pecador viéndose a sí mismo injusto delante de Dios confía plenamente en Cristo y en Su obra perfecta en la cruz en su lugar, y por ello Dios le imputa la justicia perfecta de Cristo y lo declara justo! Eso es el evangelio! Ahora, debemos entender lo que Finney decía de los que creemos en la justicia imputada. Él escribió lo siguiente,

Quienes sostienen que la justificación contada por justicia es un acto forense

toman la postura de justificación final y última según su punto de vista de la

naturaleza de la transacción. Con ellos, la fe recibe justicia imputada y una

justificación judicial. El primer acto de fe, según ellos, introduce el pecador en esta

relación, y obtiene de él una justificación perpetua. Sostienen que después de este

primer acto de fe es imposible para que el pecador entre en condenación; que, una

vez siendo justificado, en adelante siempre será justificado, sin importar lo que

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haga; en efecto, que nunca es justificado por gracia, como para pecados que son

pasados, bajo la condición de que deje de pecar; que la justicia de Cristo es la base

para que de hecho su propia obediencia presente o futura a la ley de Dios no sea,

en ningún caso, y en ningún sentido, un sine qua non de su justificación presente o

máxima.

Ahora esto es ciertamente otro evangelio del que estoy inculcando. No es una

diferencia meramente sobre algún punto teorético o especulativo. Es un punto

fundamental para el evangelio y la salvación, si cualquiera puede ser.”

Y es aquí donde se equivoca Finney con respecto a la doctrina reformada que tanto criticó: Finney creía que la doctrina de la justificación por imputación como ha sido creída por la iglesia a lo largo de su historia, llevaba a los hombres a vivir una vida de pecado sin preocupación alguna. Es decir, si se les enseñaba a los hombres que una vez que creyeran siempre iban a ser justos delante de Dios, hicieran lo que hicieran, entonces, esto haría que los hombres pecaran sin ninguna preocupación.

Pero, estaba totalmente equivocado! La doctrina de la justificación por imputación declara que aquel que había sido justificado por fe viviría, por el poder del Espíritu Santo que le regeneró, una vida de santificación continua. Para Finney, la santificación era la base de la justificación, es decir, aquellos que vivieran santamente serían, por causa de su manera de vivir, justificados por Dios (esto no es otra cosa que justificación por obras). Por ello escribió más adelante,

La Biblia, en casi toda variedad o modo, representa la perseverancia en la fe, y

obediencia al fin como una condición de justificación máxima y final de salvación.”

Claramente Finney no entendía el evangelio y enseñaba lo mismo que enseñó Pelagio, su ancestro doctrinal. Como vemos en estas citas, para este hereje, Dios justificaba a los hombres que se lo ganaban viviendo una vida santa. Noten en la siguiente cita que no entiende lo que los reformadores creían,

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Si entiendo a los redactores de la Confesión de Fe de Westminster, consideran la

justificación como un estado de la relación de un hijo adoptivo de Dios, cuyo estado

se entra en la fe sola, y sostienen que la justificación no está condicionada a la

obediencia por el momento, pero que una persona en ese estado puede, como

mantienen en esta vida , pecar diariamente, e incluso continuamente, pero sin

condenación por la ley, su pecado que lo lleva sólo bajo la displicencia paternal, y

que lo sujeta a la necesidad de arrepentimiento, como una condición de su favor

paternal, pero no como una condición de indulto o salvación final. Parecen haber

considerado al hijo de Dios como ya no más bajo el gobierno moral en un sentido

tal que el pecado fue imputado a él, hagamos lo que podamos, después del primer

acto de fe es contado y tratado en su persona como totalmente justo. Si esto no es

antinomianismo, no sé qué sea, ya que sostienen que todo el que una vez cree

ciertamente será salvo, pero que su perseverancia en obediencia santa al fin es, en

cualquier caso, una condición de justificación final, pero que esto está

condicionado al primer solo acto de fe. Apoyan su posición con citas de la escritura

sobre tanto en un punto como en lo que es común para ellos. Con frecuencia

dependen de textos de prueba que, en su significado y espíritu, no tienen la más

remota alusión al punto en apoyo de lo que son citados.”

La doctrina de la justificación sólo por la fe no lleva al antinomianismo, jamás! Esta doctrina lleva a los hombres, como dije antes, a vivir una vida santa. Los que han sido justificados también han sido libertados del poder del pecado. Ya Satanás no tiene control sobre ellos. Ahora ellos han sido trasladados de las tinieblas a la luz y vivirán una vida guiada por el Espíritu Santo, en santidad. Sin embargo, esto era tan difícil de entender para Finney debido a su pésima antropología (doctrina del hombre), pues creía que el hombre no era constitucionalmente un pecador.

Cómo entendía la justificación?

La Trinidad, en el ejercicio de su compasión y amor adorables, buscaron la

salvación de los pecadores por medio de la muerte y obra mediadoras de Cristo. A

esta muerte y obra de Cristo se recurrió, no para crear, sino como resultado de la

disposición misericordiosa de Dios como un medio para asegurar el universo

contra una mala interpretación del carácter y diseño de Dios para perdonar y

salvar a los pecadores. Para Cristo, como Mediador entre la Trinidad y el hombre,

la obra de pecadores justificados y salvos es realizada. Se hizo a los pecadores

“sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Co. 1:30). En consideración

a Cristo habiendo por su muerte para los pecadores asegurado a los sujetos de

gobierno divino contra una mala interpretación de su carácter y diseños, Dios, bajo

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las condiciones posteriores de un arrepentimiento y fe que implican una renuncia

de su rebelión y retorno a la obediencia de sus leyes, libremente indulta el pecado

pasado, y restaura al pecador creyente y penitente, como si no hubiese

pecado,  mientras permanezca penitente y creyente, sujeto no obstante a la

condenación y muerte eterna, a menos que sostenga el principio de su confianza

firmemente hacia el fin. La doctrina de una imputación literal del pecado de Adán

a toda su posteridad, de la imputación literal de los todos los pecados de los

elegidos para Cristo, y de su sufrimiento por ellos por la cantidad exacta debido a

los transgresores, de la imputación literal de la justicia de Cristo u obediencia a los

elegidos, la justificación perpetua consecuente de todos quienes se convierten del

primer ejercicio de fe, cual sea la vida subsecuente–digo yo queconsidero estos

dogmas como increíbles, y que quedan mejor en una novela que en un sistema de

teología.”

Para terminar, vemos que Finney veía la justificación como una declaración de Dios a los hombres que obedecieran la ley y que fueran santos hasta el final (esto es justificación por obras). Y veía como “dogmas increíbles” la doctrina de la justificación por medio de la fe como fue afirmada en la Confesión de Fe de Westminster. Con sus propias palabras Finney demuestra que era 

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Sí, Finney era un Enemigo del Evangelio!-Parte IVJULIO 14, 2011

tags: Biblia, Charles G. Finney, Cristianismo, Cristo, Dios, evangelio,herejias, reg

eneración

Un mensaje para pecadores que diga que el hombre es esencialmente bueno, que puede justificarse a sí mismo y que no necesita de una persona que pague por sus pecados y que cumpla la ley en su lugar, no son buenas noticias. Y sin embargo, esto era, como hemos visto hasta ahora, lo que Finney enseñaba. No

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sólo negó la doctrina del pecado original, sino que negó la necesidad de una expiación sustitutiva de Cristo por los pecadores, y negó aún con más energía, la doctrina de la justificación por imputación. Queda claro que Finney era un verdadero enemigo del evangelio de Jesucristo!

En lo que vamos a ver a continuación, notaremos con mayor claridad lo que Finney creía acerca del estado del hombre natural y de sus capacidades espirituales. Veremos lo que enseñaba con respecto a la regeneración o el nuevo nacimiento y quedará más claro -si es que puede ser así- que este hombre era un hereje.

Entonces, qué dijo Finney acerca de la regeneración? En el capítulo 23 de su teología sistemática escribió lo siguiente,

No es un cambio en la sustancia del alma o del cuerpo. Si así fuera, a los

pecadores no se les requeriría llevarlo a cabo. Tal cambio no constituiría un

cambio en el carácter moral. Ningún cambio se necesita puesto que el pecador

tiene todas las facultades y los atributos naturales requeridos para rendir

obediencia perfecta a Dios. Todo lo que necesita es ser inducido a usar estos

poderes y atributos como se debe. Las palabras conversión y regeneración no

implican ningún cambio en la sustancia, sino sólo un cambio de estado moral o de

carácter moral. Los términos no se usan para expresar un cambio físico sino

moral, la regeneración no expresa o implica la creación de nuevas facultades o

atributos de la naturaleza, ni ningún cambio en la constitución de la mente o el

cuerpo. Enfatizaré más sobre este punto cuando lleguemos al análisis de las

teorías filosóficas de la regeneración.”

Queda claro que para Finney el apóstol Pablo estaba equivocado cuando dijo que los que estaban en Cristo habían sido hecho nuevas criaturas (2 Cor 5:17). Finney no creía en una regeneración monergística, es decir, que el nuevo nacimiento era algo obrado exclusivamente por Dios como bien lo escribió el apóstol Juan (Juan 1: 12-13). Criticando esta visión de la regeneración escribió,

Quienes se apoyan en la depravación moral física o constitucional deben

sostenerse, desde luego, en la regeneración constitucional, y por supuesto, la

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consistencia los obliga a mantener que hay más que un agente empleado en la

regeneración y que es el Espíritu Santo, y que ningún otro instrumento más se

emplea porque la obra es, según ellos, un acto de poder creativo, que la misma

naturaleza es cambiada y, desde luego, ningún instrumento puede utilizarse, ni

más que en la creación del mundo. Estos teólogos han afirmado, una y otra vez,

que la regeneración es un milagro, de que no hay tendencia alguna en el evangelio,

no obstante presentado, sea por Dios o el hombre, para regenerar el corazón. El

doctor Griffin, en sus cátedras en la calle Park, mantiene que el evangelio, en su

tendencia natural y necesaria, crea y perpetúa sólo la oposición y el odio de Dios

hasta que el corazón es cambiado por el Espíritu Santo. Él entiende que la mente

carnal no es un estado voluntario, no tras la carne, sino la misma naturaleza y

constitución de la mente; y que la enemistad contra Dios es una parte, atributo, o

apetito de la naturaleza en sí misma. Consecuentemente, debe negar la

adaptabilidad del evangelio para regenerar el alma. Se ha proclamado por esta

clase de teólogos, un sinfín de veces, que no hay conexión filosófica entre el

predicar el evangelio y la regeneración de los pecadores, ninguna adaptación en el

evangelio para producir ese resultado, sino, al contrario, que se adapta para

producir un resultado opuesto. Las ilustraciones favoritas de sus percepciones han

sido Ezequiel que profetiza a los huesos secos, y a Cristo que restaura la vista al

ciego al poner lodo en sus ojos. Ellos dicen que la profecía de Ezequiel a los huesos

secos no tiene tendencia para avivarlos. Y el lodo usado por el Salvador fue

calculado en vez de destruir que restaurar la vista. Esto muestra cuán fácil para

los hombres es adoptar una filosofía perniciosa y absurda y luego creer

encontrarla apoyada por la Biblia. ¿Cuál debe ser el efecto de inculcar un dogma

que el evangelio no tiene nada que ver con regenerar al pecador? ¡En lugar de

decirle que la regeneración no es más que abrazar el evangelio, decirle que debe

esperar, y primero tener recreada su constitución antes de que posiblemente

pueda hacer algo más que oponerse a Dios! Es decirle la falsedad más grande,

abominable y ruin. Es burlarse de su inteligencia. ¡Qué! ¡Pedirle, en el dolor de la

muerte eterna, que crea, que abrace el evangelio, que ame a Dios con todo su

corazón, y al mismo tiempo representarlo como totalmente inútil y

constitucionalmente enemigo de Dios y del evangelio, y como estar bajo la

necesidad de esperar a Dios que regenere su naturaleza, antes de que sea posible

para que él haga otra cosa que odiar a Dios con todo su corazón!“

Entonces, lo que hizo Jesús con el joven rico fue una burla? El joven vino a Jesús con deseos de heredar la vida eterna, Jesús le predicó un Dios Santo, le mostró su pecado, la dureza de su corazón, la necesidad de arrepentirse y creer en Él y luego lo dejó ir. Esto para Finney era una burla. Sencillamente, según Finney, el joven rico se rehusó a cambiar. Pero la Biblia nos muestra otra cosa totalmente. Nos muestra

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que es Dios quien abre los corazones de las personas para creer. Nos dice que es la palabra de Dios la que nos regenera. Nos dice que es a voluntad del Espíritu Santo que los hombres nacen de nuevo. Pero, para Finney esto es una locura!

Cómo concebía la regeneración?

Hemos visto que el sujeto está activo en la regeneración, que ésta consiste en el

cambio del pecado en su elección soberana, intención, preferencia, en cambiar de

egoísmo a amor o benevolencia, o en otras palabras, en volverse de la elección

suprema de gratificación de uno mismo al amor supremo de Dios y el mismo amor

a su prójimo. Desde luego, el sujeto de la regeneración debe ser un agente en la

obra.”

Entonces, la salvación no es de Jehová (Jonás 2:9); pues para Finney la salvación es el logro de cada pecador. Es él quien se regenera. No es esto un mensaje totalmente opuesto al evangelio predicado por Jesucristo y los apóstoles? Entonces, cómo puede decir alguien que Finney era un cristiano si él no creía en las doctrinas que creen los cristianos? Defender a Finney es defender lo indefendible a la luz de sus propias enseñanzas. Y ese, hermanos, ha sido mi propósito en esta corta serie: mostrar la falsedad de Finney y su odio al evangelio de Jesucristo en sus propias palabras.

http://sujetosalaroca.org/2011/07/14/si-finney-era-un-enemigo-del-evangelio-parte-iv/