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Folleto Albeniz

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XX aniversario albeniz

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Índice3 Presentación

5 Fundamento de Nuestra Intervención: Algunas Reflexiones

11 Los Proyectos: Reseña Histórica

19 Conclusión

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Presentación

La Asociación Albéniz cumple este año su XX aniversario y hemos querido cele-brarlo con unas Jornadas de Inserción Social que llevan por subtitulo “Metodolo-gías y Ética en la Colaboración”.

Hemos aprovechado estas Jornadas para redactar un pequeño folleto donde hacemos un repaso histórico de la Asociación y de sus proyectos así como unas pequeñas reflexiones sobre el fundamento de nuestra intervención educativa. Este folleto es el que tienes entre tus manos.

No pretendemos hacer un estudio exhaustivo de nuestra fundamentación teórica, nuestras metodologías, evaluación o de la forma de entender el equipo educativo y la educación social. Son unas notas rápidas que quieren ser un punto de partida para hablar, reflexionar y compartir.

Si leemos el programa de las Jornadas podemos observar que ninguna persona de la Asociación Albéniz participa como ponente. No es casualidad. Hemos querido que sean otros los protagonistas de las ponencias y las mesas redondas porque quisimos invitar a gente amiga que diera su punto de vista sobre la realidad de la exclusión. Nuestra aportación a estas Jornadas es la coordinación de este espacio y la redacción de este pequeño folleto.

20 años no parecen muchos pero todos-as somos 20 años más viejos-as que no más sabios-as. A lo largo de este tiempo nos hemos encontrado con mucha gente. Algunos ya no están: socios, colaboradores y personas que participaron de nuestros proyectos debido a su situación de exclusión. Sirvan estas líneas como recuerdo y homenaje.

A pesar de que estamos entrando en una zona muy gris de la historia con dema-siadas crisis: ambientales, financieras, políticas, sociales, etc. en Albéniz segui-mos pensando que la última palabra de la Historia será la justicia.

Sirvan también estas líneas como agradecimiento a las Instituciones y personas que nos han apoyado a lo largo de este tiempo.

La Asociación Albéniz

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La Asociación Albéniz nace para dar res-puesta a una necesidad que se percibe desde los albergues: ofrecer a personas jóvenes transeúntes una residencia estable para que puedan afrontar con éxito su proceso hacia la autonomía personal.

Un grupo de jóvenes que durante muchos años desarrollan funciones de apoyo a los albergues de una forma voluntaria, ante la necesidad ob-servada, deciden poner en marcha un recurso que facilite a dichas personas la consecución de sus derechos de ciudadanos-as (su estatuto de ciudadanía).

Si hacemos referencia a los orígenes es por-que, en buena medida, marcan nuestra meto-dología de intervención, que no es, por tanto, un artificio o un instrumento, sino la natura-leza misma de nuestra forma de situarnos en esta sociedad.

Las personas que participan de la Asociación Albéniz defienden un modelo de intervención crítico, que nace desde la participación en la comunidad, desde la esencia de la ciudadanía.

No nace, pues, de una idea descontextualiza-da, sino de una necesidad real vivida y sentida tanto por las personas que viven las dificulta-des como por las personas que voluntariamen-te colaboran con ellas.

Como diría paulo Freire1:

“Las afirmaciones sostenidas a lo largo de este ensayo, desposeídas de todo carácter dogmático, no son fruto de meros devaneos intelectuales ni el sólo resultado de lecturas, por interesantes que éstas fueran. Nuestras afirmaciones se sustentan siempre sobre situaciones concretas.”

Y no se plantea, en ningún caso, “ajustar” a perso-nas “fracasadas” a una sociedad que es generado-ra de exclusión, sino colaborar con las personas en que analicen su realidad y la de la sociedad para que fortalezcan su conciencia crítica y parti-cipen plenamente del estatuto de ciudadanos-as.

“La realidad social, objetiva, que no existe por casualidad sino como el producto de la acción de los hombres, tampoco se transforma por casualidad. Si los hombres son productores de esta realidad y si ésta en la ‘inversión de la praxis’, se vuelve sobre ellos y los condiciona, transformar la realidad opresora es tarea histórica, es la tarea de los hombres.”2

Y todo ello nos lleva, por obligación, por cohe-rencia, a adoptar como método de trabajo el del desarrollo de procesos de reflexión-acción, que de forma continua van configurando la práctica y construyendo el corpus teórico, en una relación dialéctica.

Fundamento de Nuestra Intervención: Algunas Reflexiones

1 Freire, P. La pedagogía del oprimido Ed. Siglo XXI. Madrid, 1992. 43ª Edición. p. 29.

2 Ibidem p. 48.

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“Educadores y educandos, (...), cointencio-nados hacia la realidad, se encuentran en una tarea en que ambos son sujetos en el acto, no sólo de desvelarla y así conocerla críticamente, sino también en el acto de recrear este conocimiento.

Al alcanzar este conocimiento de la rea-lidad, a través de la acción y reflexión en común, se descubren siendo sus verdaderos creadores y re-creadores” 3

E implícitamente estamos afirmando que ni la persona es un ser estático ni la sociedad lo es. Ambas partes mantienen una relación dia-léctica, cambiante, en la que, por tanto puede haber múltiples formas de interacción.

En este sentido, discrepamos de aquellos plan-teamientos de intervención en los que se parte de la idea de que la persona excluida, carente de determinadas habilidades o medios, tiene que integrarse en la sociedad.

Mas bien entendemos con J. Valverde4, que la inadaptación o adaptación depende del contex-to social en el que nos fijemos. Lo que para una persona que vive en la calle es adaptativo, para una que quiere conservar un puesto de trabajo no lo es, como tampoco puede interaccionar de la misma forma una persona que regenta un establecimiento hostelero que otra que trabaja como procesadora de datos.

Valverde, que aplica sus reflexiones al ámbito penitenciario, afirma:

“En mi opinión, y aunque parezca para-dójico, la conducta del inadaptado es un permanente intento de adaptación a las

distintas situaciones con las que se enfren-ta, y es la anormalidad de esas situaciones la que determina la anormalidad de su comportamiento. Por tanto, y éste es un error que frecuentemente han cometido los investigadores, su conducta sólo nos parecerá anormal si la analizamos des-de nuestros propios parámetros, válidos para nuestra vida pero no para la suya (la parcialidad de la observación a que ya me he referido). Sin embargo, si estudiamos el fenómeno de la inadaptación procurando dejar a un lado en lo posible nuestra propia subjetividad, la conducta del inadapta-do nos aparecerá no sólo adaptada sino incluso coherente. Desde esta perspectiva, subrayando la paradoja a que antes aludía, una vez más podemos definir al inadaptado como un individuo tan adaptado que se inadapta para adaptarse, (...)”.5

En síntesis, salvo casos excepcionales, las per-sonas no tienen o dejan de tener habilidades sociales, sino que en cada contexto y situación tienen o tenemos que desarrollar aquellas que nos permiten interactuar en función de nuestros fines, nuestra concepción del mundo y de la persona.

Nada es inocuo, cualquier intervención tiene un componente ideológico detrás que debe ser explicitado. Cualquier decisión está marcada por nuestros valores, nuestros planteamientos de vida y, si queremos ser respetuosos-as en la colaboración con las per-sonas con las que nos implicamos, tenemos que ser claros-as en este aspecto.

Valverde6 nos ofrece un claro ejemplo de la carga ideológica de cualquier decisión cuando afirma:

3 Ibidem p. 72.

4 Valverde Molina, J.: El proceso de inadaptación social. Ed. Popular. Madrid, 1988. 1ª Edición..

5 Op. Cit. en nota 4. Pag. 130.

6 Valverde Molina, J.: La cárcel y sus consecuencias. Ed. Popular. Madrid, 1997 (2ª Edición). Pp. 44-45.

“Es decir, si yo me planteo investigar sobre las características de la ‘personalidad de-lincuente’ y para hacerlo utilizo el test EPQ-A, cuyo autor es H. J. Eysenck, he de ser consciente de que estoy partiendo al menos de los siguientes supuestos previos:

1º) Estoy vinculándome a una peculiar concepción de la personalidad, basada en el concepto de rasgo, con unas profundas connotaciones genéticas y biológicas, que lleva a una determinada concepción de la personalidad.

2º) La utilización del concepto de ‘persona-lidad delincuente’, unida al punto anterior, me va a llevar a individualizar el fenómeno de la conducta desadaptada, buscando en el propio individuo y no en el marco social la etiología de la misma.

3º) No estoy tratando de encontrar cuáles son los rasgos de personalidad que definen al individuo que manifiesta una conducta que, con mayor o menor acierto, definimos como delincuente, sino que estoy predeter-minando cuales son las dimensiones, los ras-gos que voy a estudiar, y me voy a limitar a esas dimensiones para definir el concepto de personalidad delincuente. Si aplico el instru-mento a que me he referido como ejemplo, sabré que únicamente voy a saber donde se sitúa el individuo al que se lo aplique en las dimensiones que mide ese test, y no en otras, posibles y tal vez más importantes.

4º) Además, haré todo lo anterior desde el particular punto de vista que transmite el test, en función de la teoría de la que surge y desde la perspectiva de su autor, desde su propia visión del mundo, presumiblemente muy diferente a la del individuo al que pre-viamente hemos definido como delincuente.

Por el contrario, en el futuro la investiga-ción sobre la personalidad ha de tratar de

describir al individuo concreto en relación a sus concretas condiciones de vida, en su propio entorno. Es decir, hemos de esfor-zarnos en estudiar ‘personas en situaciones’ y ‘situaciones percibidas por personas’, no normas preestablecidas aplicadas a individuos, que interactúan en ambientes a veces muy diferentes al que representa el test. Hemos de estudiar, como dice MIS-CHEL, ‘organismos activos interactuando en ambientes activos’.”

Es pues el momento de que definamos nuestra posición. para ello ofrecemos el siguiente cuadro resumen (página 8) cuya autoría corresponde al Equipo Educativo de la Asociación Albéniz. En él pueden observarse de una forma sintética las dos líneas hacia las que pueden tender los distin-tos s y programas que participan de la interven-ción social. En coherencia con todo lo expuesto, la Asociación se sitúa en la 2ª postura.

La coherencia con nuestra metodología nos si-túa en la intervención de una manera concreta:

1.- Como no entendemos el modelo social como algo acabado y perfecto, en cada proceso no nos cuestionamos sólo qué le falta a la persona para poder adaptarse a esta sociedad, sino que exploramos con ella su forma de interactuar con el mundo, analizando tanto los pasos que cada persona va dando como la respuesta que obtiene y preguntándonos por los pasos que dan las personas pero también por las estructuras sociales que facilitan o perjudican

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dichos pasos. No partimos de estigmatizar a la persona que se encuentra en situación de exclusión, pero tampoco defendemos esa postura “paternalista” de que la sociedad es la culpable de todo lo que le pasa al individuo.

2.-Como no existe una percepción única de la realidad, ni un modelo de sociedad acabado y perfecto, no podemos ofrecer a las perso-nas que participan de nuestro programa un modelo estandarizado de intervención.

Mas bien, tenemos que colaborar con la persona en la construcción de su propia propuesta de interactuar con la sociedad. Nuestra labor profesional es, pues, no la de la persona “experta” que le dice a la usuaria, lo que tiene que hacer, sino la de la persona que sabe dinamizar procesos de reflexión-acción y que colabora con la usuaria propo-niéndole las herramientas para que pueda analizar su realidad y construir su propio plan de vida.

En palabras de p. Freire:7

“En cuanto educador progresista no puedo reducir mi práctica docente a la enseñanza de puras técnicas o contenidos sin implicar-me en el ejercicio de la comprensión crítica de la realidad.”

3.- El hecho de entender la realidad como algo dinámico nos obliga a desarrollar nuestro trabajo como algo procesual. Nos lleva di-rectamente a la necesidad de analizar de for-ma continuada los cambios que se producen en la sociedad, en las personas usuarias o en nosotros-as mismos-as, para poder ejercer nuestra función de una forma eficaz.

Cuestionaremos, pues, las dinámicas sociales que contribuyen o no a la cohesión y justicia social; cuestionaremos también nuestras visiones, actitudes, etc. y cómo repercuten en nuestra dimensión educadora. Colaboraremos, por último, con las personas que participan de nuestros programas para que mantengan una postura frente al mundo, para que se cuestio-nen su forma de interactuar con él y para que cuestionen nuestro propio trabajo.

4.- Y no podemos ejercer nuestra función dinamizadora si no tenemos el respaldo de un Equipo Educativo que, a su vez, a través de la reflexión-acción, sea capaz de analizar los procesos de forma conjunta. Equipo Educativo que no existe porque sí, sino que es la esencia misma de la metodología y la línea ideológica de nuestro . No será, de acuerdo con esto, una reunión de educado-res-as para compartir tareas y redistribuir-las, sino que será el contexto propicio para facilitar los procesos de reflexión-acción. Y cada miembro no aporta sólo su formación o sus conocimientos, sobre todo aporta sus experiencias, sus vivencias, porque, en el fondo, son éstas las que configuran su forma de entender la realidad y sólo com-partiéndolas pueden servir de base para un análisis de cómo nuestros preconceptos y prejuicios interfieren en los procesos. No podemos olvidar que no existe la neutrali-dad en educación. J. L. Rebellato8 dice de Freire:

“De la práctica de esos pueblos en la construcción de sus s políticos aprendió que el acto educativo, en cuanto acto de conocimiento, no es nunca neutral. La acción cultural –como él la denominaba–

7 Freire, P.: A la sombra de este árbol. Ed. El Roure. Esplugues de Llobregat, 1997. 1ª Edición. Pag. 36.

8 Rebellato, J. L.: Paulo Freire: educación y proyecto ético-político de transformación en pp. 93-107 Documentación Social nº 110. Ed. Cáritas Española. Madrid, 1998. pg. 100.

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va unida a una teoría del conocimiento. Comprender el acto de conocer significa que nos preguntemos: conocer para qué; conocer con quién; conocer a favor de qué; conocer contra qué; conocer a favor de quién; conocer contra quién.”

Toda persona o grupo, consciente o inconsciente-mente está aportando unos valores, desechando otros, etc. El eclecticismo es también una posi-ción en el mundo y las corrientes del postmoder-nismo tienen mucho que decir en ese sentido.

5.- Y en la medida en que colaboramos con las personas en sus procesos, tenemos la obli-gación de implicarnos, de acompañarles en sus dificultades, en sus éxitos y fracasos. Y podemos afirmar, desde la experiencia, que cuando las personas se sienten apoyadas de forma real, se atreven a cambiar su forma de enfrentarse a la sociedad. Un apoyo que tras-ciende lo técnico, pero no lo educativo, porque ellos-as y nosotros-as participamos de una misma realidad y nos enfrentamos desde una u otra situación a lo mismo: buscar nuestra forma de interactuar con el mundo y de luchar por la transformación social.

6.- El compromiso con la persona que está im-plicada en un proceso de cambio nos lleva a la necesidad de respetarla, de tenerla en cuenta en todas las decisiones que vayamos tomando: no es objeto, es sujeto de su propio proceso.

Todos estos principios metodológicos e ideológi-cos de los que partimos y que vienen sintetizados en la columna derecha de la tabla antes presen-tada, determinan nuestra forma de trabajar.

Y esta forma de trabajar nos obliga a dar respuesta a las necesidades reales, a adaptar nuestro recurso a éstas y no crear necesidades para que nuestro recurso se perpetúe.

Por eso existe una gran flexibilidad en nuestra metodología: no tenemos normas preestable-

cidas, protocolos estandarizados ni criterios invariables.

Esto ha permitido que, según las necesidades, hayamos asumido colaborar con personas con realidades muy diversas (menores, mujeres con hijos-as, inmigrantes, chicos, chicas, personas mayores de 45 años, reclusos, ex reclusos, etc.). Cada persona presenta su historia, sus proble-mas, sus capacidades, sus necesidades, y la Asociación busca cómo puede colaborar con ella en el desarrollo de su proceso personal y único.

Pero a la vez que somos flexibles en nuestro trabajo, también somos firmes en la defensa del derecho de las personas a disponer de los me-dios adecuados a sus procesos. Y esto nos exige denunciar las incongruencias, las ineficacias, así como buscar la forma de colaborar en buscar la mejora de los distintos recursos, de las políticas, etc. que se proponen desde la comunidad.

Somos una entidad que trabaja por la inserción de las personas y esto nos obliga a ser muy cuidadosos-as en los procesos de selección. Si ninguna persona querría que en su casa entre a vivir alguien que no conoce, es evidente que en nuestros domicilios tampoco debe de entrar cual-quier persona sin tener un conocimiento previo de su realidad (sería una falta de respeto hacia las personas con las que estamos colaborando).

podríamos pensar que estamos en una posición equivocada, pero nuestro modelo de interven-ción, fundamentado en la experiencia de 20 años de trabajo, tiene tras de sí un corpus teórico que lo sustenta (desde la sociología, la psicología, la metodología del trabajo social, y cómo no, desde la educación y pedagogía social).

Todo ello nos obliga a seguir esforzándonos en el proceso de construcción de un modelo ade-cuado de intervención social que permita a las personas en situación de exclusión disponer de los medios necesarios para afrontar con éxito su camino hacia su ciudadanía plena.

A la hora de redactar este apartado nos hemos decantado por hacerlo de una manera des-criptiva y cronológica de tal manera que se refleje la naturalidad con la que han surgido los diferentes proyectos a lo largo de estos años. Los proyectos surgen de una realidad detectada y siempre han sido una respuesta a demandas de Instituciones que han reclamado nuestra presencia en el desarrollo de los mismos.

La Asociación Albéniz se constituye en el año 1991 para unir los esfuerzos de diversas personas que, desde distintos ámbitos desarro-lla labores de voluntariado con instituciones relacionadas con las personas “sin techo”.

A principios de los noventa se percibe ya de forma clara un aumento de la población joven que se convierte en usuaria de los recursos para los “sin techo”. Aunque en buena medida este aumento se debe a los problemas de adicción, no podemos olvidar, por ejemplo, el caso de muchas personas que por no tener un respaldo

familiar caen en una situación crítica por la dificultad de mantenerse en el mercado laboral.

Partiendo de este diagnóstico, la Asociación centra toda su atención en elaborar un Pro-yecto de Domicilio de Larga Estancia para Jóvenes Transeúntes, en el municipio de Oviedo. Dicho proyecto se hace realidad en abril de 1991 y en estas fechas de 2011 celebra-mos los 20 años de su existencia.

El objetivo del mismo es el de ofrecer a per-sonas jóvenes sin domicilio o con una realidad familiar que no aconseja la permanencia en el contexto residencial de procedencia, una estabilidad que les permita afrontar su situa-ción de exclusión de una forma más adecuada: posibilidad de acceso a formación, a relaciones más estables, a trabajos más cualificados, etc.

El proyecto se destina a un máximo de 6 personas, hombres y/o mujeres, fundamen-talmente entre 18 y 35 años, que por distintas

Los Proyectos: Reseña Histórica

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razones se hallen en una situación de indomici-liadas y precisen de colaboración para afrontar su proceso de socialización y de consecución del estatuto de ciudadanos-as. No se admiten personas que requieran una atención especiali-zada (alcohólicas, toxicómanas, con trastornos psiquiátricos, etc.): se les deriva a un servicio especializado previamente a su participación en nuestro proyecto.

Una de las características que se han manteni-do a lo largo del desarrollo del proyecto ha sido la del número de personas que participan del proyecto. El Equipo, en su análisis, interpreta que la labor del domicilio es permitir un lugar de estabilidad a personas que en un momen-to de crisis (o en una situación de exclusión casi permanente) no disponen de los apoyos sociales “normalizados” a los que nos dirigimos la mayoría de las personas: los familiares, las amistades, etc. Por ello, no debe convertirse en un macrocentro, puesto que la situación requiere un seguimiento individualizado y, a la vez, una calidez en la relación que permita la estabilidad.

Cuando se elaboró el proyecto inicial se plan-teaba una duración máxima para la perma-nencia en el domicilio. Entendíamos que las personas tienden a acomodarse a las situacio-nes y que debía ponerse un plazo para que no ocurriera.

El tiempo nos empezó a quitar la razón. Nos encontramos con que cada proceso es tan dis-tinto que los tiempos pierden todo su sentido en la individualidad.

Entendemos que el proceso completo que cierra el periplo desde la exclusión a la incor-poración social conlleva la superación de tres etapas diferenciadas. Estos hitos no pueden ser preestablecidos en su duración temporal puesto que cada persona es diferente y única, por lo que su propio proceso, se construye de forma diferente y única. Señalar que la

diferenciación de las fases –sobre todo la 2ª y 3ª– no supone que cada una constituya un compartimiento estanco, sino más bien lo contrario. Dado el dinamismo intrínseco a la praxis educativa, todas se interrelacionan.

A continuación detallamos las tres etapas.

Fase de derivación y conocimiento

Todo comienza a partir de la realización de una demanda personal que se canaliza mediante un informe emitido por el recurso que considera adecuada la derivación. La colaboración con el persona se inicia mediante entrevistas personales encaminadas a poner en práctica nuestra teoría. Pa-samos pues, por un lado, a poner en conocimiento de los interesados el funcionamiento del Domicilio de Inserción, y cual es nuestro planteamiento de colaboración educativa; y por otro lado, a descubrir si existe un interés real de los aspirantes por iniciar un proceso de cambio. Señalar aquí que es funda-mental recordar que el acceso a nuestro domicilio es voluntario, por lo que se vuelve imperioso mos-trar una disposición clara –una vez que se conoce el funcionamiento– a reconocer la necesidad de ayuda para llevar a término el deseado proceso de cambio.

La batería de entrevistas se suceden, dejan-do transcurrir un tiempo prudencial entre las mismas, a fin de que se de lugar a una reflexión y maduración sobre la información recibida y emi-tida. En el transcurso de los nuevos encuentros se intentará profundizar en el conocimiento de las partes y se procurará generar entre ellas un vínculo que nos ayude a coperfilar el esbozo de la futura colaboración.

Es de vital importancia este periodo previo al ingreso en el Domicilio de Inserción, dado que de su buen desarrollo dependerá que el desembar-co en este nuevo puerto no conlleve un choque traumático para quien llega, ni una alteración de la convivencia que suponga interferencias en los procesos educativos de quienes reciben. Unos y

otros deben de haber asumido como primordial el respeto inherente a un trabajo que se fundamenta en el individuo bajo las normas más elementales que rigen la comunidad.

Como quiera que este primer periodo no apareja la presencia continua de los educadores de nuestro equipo, en él se ejerce un especial contacto y coor-dinación con el recurso de derivación. Se trata de llevar a los interesados a un trabajo de motivación y análisis reflexivo que les proporcione elementos de criterio para llegar a una decisión que se exige seria y de compromiso.

Hay que decir que no desde todos los recursos se entiende la importancia y enjundia que este periodo tiene para posibilitar el futuro éxito de la empresa, aunque se va constatando un cambio en cuanto a esta percepción y cada vez entienden mas la necesi-dad de cumplimentar, en toda la extensión que cada caso precise, esta etapa.

Fase de análisis de la realidad

Cuando se da el paso decisivo, por ambas partes, de iniciar un proceso educativo, es el momento de llevar a cabo un profundo análisis de la realidad. El recorrido personal solo podrá realizarse si se asu-me la necesidad de cambio tras la visualización clara de los problemas. Y los rudimentos empleados para la superación de los mismos y la reconstrucción total han de salir de su propio acervo. Se poten-ciará las capacidades inherentes y se fomentará la adquisición de otras nuevas que incrementen su habilidad social como miembro de pleno derecho de la colectividad.

Para todo ello es muy relevante la motivación, palanca indiscutible para reactivar los principales recursos personales que garanticen el afrontamien-to de la situación y la sostenibilidad de la voluntad de cambio en el tiempo. Desde la afectividad como elemento transversal que lubrica y sazona el trabajo educativo. Se afrontan los problemas y se van tejien-do las estrategias de modo consensuado mediante continuas aportaciones mutuas. De este modo se

vislumbran las posibilidades reales de diseño de un nuevo futuro. Esto no sería posible sin una averigua-ción de cuales han sido las decisiones y actitudes que le han llevado a la situación que le hace objeto del recurso.

Ya se había reseñado la importancia del entorno para facilitar un ambiente propicio a la reflexión. En esta etapa en concreto es donde más se mima el que sientan que se encuentran en un ambiente de estabilidad y seguridad, garantes que les habilitan para entregar la mayor parte de su tiempo al con-sabido análisis reflexivo. Este hábitat protector se configura como un terreno abonado para redes-cubrir la vida en otra dimensión. Un nuevo espacio de desarrollo vital que no ha de tener nada que ver con sus anteriores experiencias. Desde una pers-pectiva nueva, siempre es más fácil llevar a cabo un cambio. La nueva realidad le reubica y favorece que pueda descubrirse a si mismo y a un mundo que le era desconocido o le había sido negado.

Mediante la convivencia, la observación y, sobre todo el diálogo, nos vamos conociendo y mos-trando nuestras debilidades y fortalezas. Con todo lo que nos aportan estos tres mecanismos nos hacemos dueños de un saber que facilitará la trans-formación de la que saldrá una nueva conciencia de uno mismo y del mundo. Se va produciendo una revolución que culminará con el sentimiento de ser parte protagonista fundamental de nuestra propia existencia y de la historia social. Comenzaremos a estar a gusto con la vida y eso hará que aportemos más y mejor a nuestro entorno.

Recordar, por último, que esta etapa es atemporal y omnipresente en tanto que la realidad camina pareja con nuestro reloj biológico y está supeditada a ser reconsiderada de modo permanente.

Fase de transformación

No es tarea leve la de procurar la autonomía de las personas y todo esfuerzo va encaminado a la consecución de algo. Sin duda ese algo es muy superior a sus partes, pero estas juegan a veces un

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rol decisivo para completar el puzzle. Retomemos lo ya hecho; estamos ante una persona que ha realizado una introversión analítica y ha comenzado un proceso de transformación tras el estudio de sus anhelos y posibilidades. De alguna manera está encarrilado, y ahora toca avanzar con cuestiones más tangibles. Es este el momento de comenzar la acción. Es el tiempo de positivizar. Cuando nos ponemos manos a la obra a practicar de modo intenso nuestras habilidades sociales, la formación académica, la búsqueda u orientación laborales, la administración económica, la gestión afectiva o la confrontación de situaciones diversas, novedosas o replanteadas. Ahora es cuando el individuo recobra de modo integral su identidad. Hora de presentarse al mundo como alguien revestido de dignidad y en uso de libertad plena, que asume su grano de arena en la construcción social. Y ello –muy importante– de modo absolutamente independiente.

Con cada proceso nos tomamos el tiempo y la dedicación que le sean necesarios. Solo en la maldad se ha de ser cicatero. Todo lo demás exige que seamos pródigos. Nuestro campo no ha de ser la excepción.

A finales de 1993 se obtiene una primera sub-vención pública (Ayuntamiento de Oviedo). En el año 1994 se establece el primer Convenio de Colaboración con la misma entidad. Dicho Con-venio se mantiene en la actualidad, apoyado por todos los grupos políticos representados en el Ayuntamiento.

Desde 1995 se recibe, asimismo, una sub-vención de la Comunidad Autónoma para el funcionamiento de los Domicilios de Inserción.

En el año 1998, a partir del aumento de la demanda de plazas desde el municipio de Gijón y a petición de las entidades que trabajan con personas Sin Techo, la Asociación pone en marcha un 2º domicilio, estableciéndose un Convenio de Colaboración con la Fundación

Municipal de Servicios Sociales del Ayto de Gijón. Dicho Convenio también se mantiene en la actualidad.

Entre 1996 y marzo de 1998, la Asociación colabora con el Programa FENIX de for-mación sociolaboral, enmarcado en la Iniciativa Comunitaria HORIZON, llevan-do la parte educativa del mismo.

El programa se organizaba en torno a talleres ocupacionales. La base de estos talleres era el reciclaje de Residuos sólidos urbanos y otros materiales. Así los alumnos se distribuyeron en talleres: reciclaje de electrodomésticos, reciclaje de muebles y reciclaje de ropa y tejidos.

Esta formación en el oficio se completaba con una formación básica desarrollada por 2 maes-tras y una colaboración social, para compensar las carencias personales, llevada a cabo por 2 educadores sociales

La finalidad de este programa era proporcionar una formación integral a 60 personas del Mu-nicipio de Oviedo pertenecientes a colectivos desfavorecidos con el objetivo de promover un cambio de actitudes y el desarrollo de habilida-des sociales, la formación básica y la formación en el oficio así como el conocimiento y la incor-poración social.

Este programa se desarrolló en coloración con el Ayuntamiento de Oviedo, Cáritas Dioce-sana y la Asociación Ingeniería sin fronteras. La evalución externa fue desarrollada por el departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad de Oviedo

A la finalización de este programa surge la necesidad de poner en marcha un recurso que permitiera mantener el contacto con personas con grandes dificultades para la consecución de un puesto de trabajo y con situaciones socia-les precarias. Por ello, se establece un nuevo Convenio de Colaboración con el Ayuntamiento

de Oviedo para la financiación del “Centro de Día en apoyo a procesos de inserción sociolaboral”. Dicho Convenio se amplía, con la participación de la Obra Social y Cultural de Cajastur, desde el año 2000. El proyecto se ubica en Oviedo, manteniéndose en la actuali-dad con el objetivo de colaborar con personas que por su escasa formación, habilidades y há-bitos no adaptativos y entorno inmediato desfa-vorecido u otros factores personales necesitan de un apoyo para su inserción sociolaboral.

para materializar el apoyo que desde el proyecto se aporta a las personas con las que colaboramos se llevan a cabo las siguientes intervenciones:

• Información, orientación y motivación en procesos de inserción sociolaboral.

• Entrevistas Individualizadas.

• Acompañamiento y seguimiento educativo de procesos.

• Valoración y derivación a recursos específicos.

• Fomento, motivación y apoyo de procesos formativos.

• Intervenciones de educación para la salud, motivación para abordar problemáticas de sa-lud concretas, acompañamiento, seguimiento y coordinación con los recursos sanitarios.

• Intervenciones de educación y orientación para el ocio.

• Acompañamiento en gestiones jurídico-administrativas.

• Coordinación con los distintos recursos presentes en el ámbito de lo social: Servicios Sociales Municipales, Casa de Acogida, Pro-yectos Terapéuticos, Centros de Formación Ocupacional, Agentes Sociales.

• Apoyo educativo y/o académico a procesos formativos de enseñanza reglada desde una perspectiva de lo que debe ser la enseñanza de personas adultas entendiendo como tal el desarrollo de la capacidad de participación en la vida social, cultural, política y económica.

En el año 2000 se solicita, desde la sección de Centros del Instituto Asturiano de Atención a la Infancia, Familias y Adolescencia (IA-ASIFA) de la Consejería de Bienestar Social y Vivienda del Principado de Asturias, nuestra colaboración, con el fin de buscar una respues-ta de apoyo a la inserción para menores que están próximos-as a la mayoría de edad.

Todo se concreta en poner en marcha un nuevo recurso residencial, que se ubica en la localidad de Avilés, con el fin de poder seguir manteniendo el modelo de colaboración que hasta entonces se venía dando: menores cercanos a la mayoría de edad que volunta-riamente se acogen a lo que la Asociación les ofrece y se incorporan a nuestros recursos en los que convivirán con personas adultas. Así se trabajó desde el año 2004 hasta finales del 2007: tres recursos residenciales entre los que se distribuyen ocho plazas disponibles para menores.

En general, con este proyecto, al que lla-mamos Proyecto Rendexa, tratamos de ofrecer a menores (entre 16 y 18 años, aunque no de forma estricta), un contexto que permitiese la mejora de sus posibilidades de participar en la sociedad.

De forma más explicativa:

permitirles cubrir sus necesidades básicas de alojamiento y manutención, en un marco de seguridad y convivencia.

Ofrecerles colaboración en los procesos de análisis de su realidad y búsqueda de solución a sus problemas.

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Facilitarles la información necesaria para que puedan participar de aquellos recursos que, por su situación personal, precisen en cada momento.

Estimular y/o favorecer, en ellos-as, una cierta exigencia personal que les permita transformar mejorando su situación de partida.

Estimular y/o favorecer, de la misma manera, un cierto sentido crítico que permita la construc-ción de alternativas sociales transformadoras.

El proyecto se dirigía a ocho jóvenes de ambos sexos, preferentemente entre 16 y 18 años, en proceso de autonomía personal que por sus circunstancias personales y sociales precisen un apoyo educativo más allá de su mayoría de edad. En general, estas personas:

Están sujetas a medidas de protección

Se valora que no es conveniente que se mantengan en los Centros de Alojamiento tradicionales.

No tienen problemas de adicción o salud men-tal que aconsejen su incorporación a programas específicos.

No tienen conductas predelictivas arraigadas que requieran un trabajo educativo más especializado.

Tienen unas mínimas habilidades sociales para afrontar su autonomía personal, pero no es aconsejable todavía de forma definitiva. Pueden dar más pasos para mejorar sus posibilidades.

En el año 2007 surgen dos situaciones que generan la necesidad de un cambio en el perfil de las personas con las que colaboramos desde el proyecto Rendexa.

Por un lado, empieza a crecer la demanda de madres (menores o mayores de edad) con hijos a cargo, lo que dificulta la incorporación

de otro tipo de menores con mayor nivel de conflictividad dada la importancia de preservar un entorno adecuado al desarrollo de los más pequeños. Esto impide que algunos menores puedan incorporarse a los recursos con perso-nas adultas por lo que el proyecto inicial queda desvirtuado.

Y, por otro lado, la situación se agrava cuando al finalizar el año 2007 nos encontramos con que el nuevo Convenio Marco Estatal aprobado con fecha 19 de junio, dispone unas condicio-nes laborales que por falta de financiación no podemos asumir en todos los proyectos, por lo que nos vemos en la obligación de reducir los recursos residenciales a dos, disminuyendo las posibilidades de incorporación de personas adultas a los domicilios.

En este contexto y después de una larga re-flexión, la Asociación propone un cambio en su forma de colaborar con el IAASIFA, buscando aportar la experiencia y calidad de nuestros equipos en un proyecto más acorde con la nueva situación.

Seguimos manteniendo la denominación del mismo, Proyecto Rendexa, pero ahora centrándonos en la colaboración, de una forma más sistemática, con madres menores o mayores de edad con hijos-as a cargo, ofreciendo un contexto estable para favorecer la construcción de un proyecto per-sonal de autonomía que les permita alcanzar la ciudadanía plena.

Este proyecto permanece en la actualidad y se plantea en base a tres consideraciones estrechamente interrelacionadas: la exclusión social, su perspectiva de género y la protec-ción de los menores en situación de riesgo o desamparo.

En el año 2005, el Equipo Educativo de la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Cen-tro penitenciario de Villabona solicita nuestra

colaboración para la puesta en marcha de un Proyecto para el desarrollo de permisos penitenciarios. La Asociación, asume dicha demanda, poniéndose en marcha en el año 2006 y permaneciendo en la actualidad.

Los criterios manejados para la asunción del proyecto fueron tres:

• Entendemos que la demanda responde a una necesidad real que no es resuelta por otras entidades públicas ni privadas.

• Nuestra experiencia en el ámbito de los recursos educativos residenciales para per-sonas adultas puede ser beneficiosa para los objetivos que se proponen desde el Equipo de la UTE.

• Se observa una buena sintonía entre los principios de funcionamiento de la UTE y la metodología e ideología en la que se funda-menta la intervención social de la Asociación.

El recurso se destina a hombres y/o mujeres que cumplen condena en la Unidad Terapéutica y:

• Desde el Equipo de la UTE se valora que es conveniente que sus permisos carcelarios se desarrollen en el marco de un proyecto educativo.

• Sus circunstancias personales hacen prever que en el momento de su salida de la UTE requieran de un recurso residencial educativo para afrontar con garantías su proceso hacia la autonomía personal.

Los objetivos que se pretenden conseguir son estos:

• Facilitar a las personas destinatarias un recurso de carácter residencial y educativo que les permita la obtención de permisos penitenciarios.

• Generar un espacio que se convierta en una referencia de colaboración en su proceso de incorporación a la ciudadanía plena, en el momento en el que abandonen el Centro penitenciario.

• Ofrecerles y/o acompañarles en actividades de ocio a lo largo de los permisos.

• Colaborar educativamente con las personas destinatarias en la Unidad Terapéutica de Villabona, de acuerdo con lo que se establez-ca con el Equipo de la misma.

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Como puede observarse, la Asociación surge desde el voluntariado y nace para colaborar a resolver necesidades sociales, siempre desde una vocación educativa, entendida como la define Paulo Freire, y con el fin de compar-tir con personas excluidas los procesos de consecución o recuperación de su estatuto de ciudadanía (derechos y obligaciones):

“La educación problematizadora (...) se identifica con las personas como seres más allá de sí mismos –como ‘proyectos’– como seres que caminan hacia adelante, que miran al frente; como seres a quienes la inamovilidad amenaza de muerte; para quienes el mirar hacia atrás no debe ser una forma nostálgica de querer volver sino una mejor manera de conocer lo que está siendo, para construir mejor el futuro. De ahí que se identifique con el movimiento permanente en que se encuentran inscri-tos los hombres, como seres que se saben inconclusos; movimiento que es histórico y que tiene su punto de partida, su sujeto y su objetivo.

El punto de partida de dicho movimiento radica en las personas mismas. Sin em-bargo, como no hay personas sin mundo, sin realidad, el movimiento parte de las relaciones Personas-Mundo. De ahí que este punto de partida esté siempre en las personas, en su aquí, en su ahora, que cons-

tituyen la situación en que se encuentran ora inmersos, ora emersos, ora insertos.

Solamente a partir de esta situación, que les determina la propia percepción que de ella están teniendo pueden moverse las personas.

Y, para hacerlo auténticamente, incluso, es necesario que la situación en que se encuentran no aparezca como algo fatal e intrasponible sino como una situación desafiadora que sólo los limita.”9

En este sentido, la Asociación analiza y pro-fundiza en la realidad social, abre sus cinco sentidos a las necesidades y a los requerimien-tos que desde otros ámbitos se le proponen y procura, en la medida de sus posibilidades (y siempre sin ánimo de crecer por crecer), responder a éstas.

Decir también, que fruto de estas relaciones que nuestro trabajo va generando, hemos ido integrándonos en distintas coordinadoras y federaciones que trabajan en el ámbito de la intervención social y, especialmente de los “sin techo”: plataforma para la atención al Colectivo Sin Techo en Asturias, FACIAM (Federación de Asociaciones de Centros para la Integración y Ayuda de Marginados) y FEANTSA (Federación Europea de Asociacio-nes Nacionales que trabajan con lo Sin Techo).

Conclusiones

9 Freire, P.: Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Madrid, 1992. 43ª Edición. P. 97

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Primer domicilio de la Asociación en la calle Albéniz, Oviedo.

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