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Forma dialogada y visión del mundo en el Libro de los estados de don Juan Manuel Por Jacqueline SAVOYE DE FERRERAS (Universidad de París X) El "diálogo conceptual", también llamado "humanís- tico", que tanto éxito conoció en el siglo XVI, constituye un auténtico género que obedece a leyes de composición precisas (1). Estas normas, si bien obligan poco (de ahí la diversidad de los textos), explicitan el principio rec- tor de todo diálogo : la Dialéctica. Este principio corresponde a una visión del mundo, visión individualista e inmanente, propia de la Antigüe- dad pagana y que recoge, matizándola, el Renacimiento. Nuestro estudio del género, a partir de la producción de diálogos humanísticos españoles del siglo XVI, nos llevó (1) Véanse C. Sigonio, De Dialogo liber (Venecia, 1562, en latín) y Espinosa de Santayana, Arte de retórica (Madrid, Guillermo Drouy, 1578), cuya tercera parte está dedicada al diálogo.

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Forma dialogada y visión del mundo

en el

Libro de los estados de don Juan Manuel

Por Jacqueline SAVOYE DEFERRERAS

(Universidad de París X)

El "diálogo conceptual", también llamado "humanís-tico", que tanto éxito conoció en el siglo XVI, constituyeun auténtico género que obedece a leyes de composiciónprecisas (1). Estas normas, si bien obligan poco (de ahíla diversidad de los textos), explicitan el principio rec-tor de todo diálogo : la Dialéctica.

Este principio corresponde a una visión del mundo,visión individualista e inmanente, propia de la Antigüe-dad pagana y que recoge, matizándola, el Renacimiento.Nuestro estudio del género, a partir de la producción dediálogos humanísticos españoles del siglo XVI, nos llevó

(1) Véanse C. Sigonio, De Dialogo liber (Venecia, 1562, en latín) yEspinosa de Santayana, Arte de retórica (Madrid, Guillermo Drouy, 1578),cuya tercera parte está dedicada al diálogo.

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a poner de manifiesto la relación interna que une eldiálogo conceptual con el marco mental qué Ib estructural 2).

¿ Qué pensar entonces de la obra de don Juan Manuel,el Libio de. loa ZAtadoi, escrita en forma dialogada en laspostrimerías de la Edad Media ? Su estudio nos ha pareci-do interesante, ya que 'permite,- esta vez a contrario, ha-cer resaltar esta misma relación interna entre fondo yforma a la que aludimos antes, relación esencial, si bien,y quizás por eso mismo, implícita (3).

Uno de los atractivos del Libio de. loi Zátadoi, y noel menor, proviene, a nuestro parecer, de la atención quepresta don Juan Manuel a la forma, y del especial cuidadocon que diversifica la expresión de una materia que, depor sí, muy bien hubiera podido hacer el objeto de un tra-tado.

Testimonio de esta voluntad didáctica de amenizarel tema es la misma declaración del autor :

Et pon. que. loa omnzi non puzázn tan blzn [zntzn-dznj tu coicu> pon, otna manzna como pon alguna* ÍZ-mzjançoi, conpuó eó-te lihno en manzna de. pne.Qu.ntaA ztn&puutai que. Razian zntn.z i¿ vn nzy zt vn ¿n^antz, ÍUiL zt vn cavalillo que. avio al ¿n&antz <tt vn phiZo-

... (4)

Ahora bien : si la intervención de varios persona-jes implica diálogo, la expresión "forma dialogada" puede

(2) Jacqueline Ferreras, Les dialogues espagnols du XVIe siècle oul'expression littéraire d'une nouvelle conscience. Tesis defendidaen Burdeos en 1981.

(3) Resultan superficiales y a veces discutibles las lineas que dedi-ca J.R. Araluce Cuenca a este aspecto de la obra de Don Juan Manuel{El Libro de loe estados. Dn Juan Manuel y la sociedad de su tiempo.Madrid, Porrúa, 1976).

(t) Véase Ir-a parte, cap. II, en Obras completas, ed. de J-M. Blecua(Madrid, Gredos, 1981) t. I, p. 208.

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aplicarse a obras muy diversas, y conviene por lo tantopuntualizar las diferencias que median entre el diálogoen la novela o en el teatro y el diálogo filosófico oconceptual.

Características del diálogo de novela o de teatro

Tanto en la novela como en el teatro, los persona-jes se relacionan entre sí por medio de su conversación,procuran influirse mutuamente, viven a través de esta re-lación que instauran con los demás; su dialogar es un re-lacionarse con vistas a una acción : las más de las vecesse trata de convencer, si no de engañar, al otro, de unaforma o de otra, o de ponerse de acuerdo con él para con-seguir algo, y podríamos decir que las palabras son lasarmas de un combate vital, que cada.uno libra a la reali-dad en la que se encuentra inmerso. En todo caso, la ac-ción no se puede separar de la comunicación, que pone enjuego a los personajes en cuerpo y alma. (Temprano y mag-nífico ejemplo de ello es La C¿£e¿*¿na) .

Igualmente consubstanciales al diálogo novelescoo teatral son el tiempo y el espacio. La relación que tra-ban los personajes a través del diálogo se inscribe en eltiempo —tiempo natural, tiempo histórico., tiempo perso-nal— lo mismo que se sitúa espacialmente, pudiendo corres-ponder la localización tanto a un lugar real como a un lu-gar de ficción.

Características del diálogo filosófico o conceptual

De muy distinta índole es el diálogo filosófico oconceptual, que podríamos definir como una conversaciónentre unos pocos personajes sobre una materia conceptual,conversación en la que se ventilan grandes problemas filo-sóficos, cuestiones morales, o se exponen conocimientosteóricos. Este tipo de conversación no implica ninguna ac-ción, no siendo los personajes sino los portavoces del au-tor, para exponer un tema de orden conceptual y materiali-zar, merced al diálogo, una progresión del pensamiento.En el diálogo conceptual, los personajes no traban rela-ciones entre sí, y las que existen previamente al diálo-go son las mínimas necesarias para dar verosimilitud a laconversación. Dicho de otra manera, los personajes no vi-ven — n o "sienten ni padecen"—, sólo tienen un papelfuncional. Así mismo su conversación se nos da en el ins-

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tante. El tiempo como categoría vital no interviene, yaque el único tiempo implícito o explícito es el de laconversación; el tiempo de los personajes — s u pasado,su futuro en forma de proyectos e intenciones— es inne-cesario, ajeno al desarrollo de la conversación, y, asímismo, las posibles alusiones a un tiempo histórico for-man parte del decorado, que cumple una función ornamental.

De la misma manera, el decorado espacial no serelaciona exactamente con los personajes; puede existiro no : al no haber acción, no es preciso el espacio. Deexistir, no pasa de ser un adorno : es el marco de la •conversación, pero la conversación puede darse sin quesepamos dónde, y esto no afecta para nada su contenido.

El Ubna de. ¿o& Utadai, y la forma dialogada

Enfocaremos ahora el Libio de. ¿06 Zàtadoi a la luz deesta distinción entre forma dialogada novelesca —novela—y diálogo conceptual.

7 - La nov&ta

El Libio de. ¿06 U-tadoi se presenta, primero, comouna novela, que integra los elementos siguientes :

- el relato de los orígenes de la predicación cristiana,que permite presentar a Julio, y sirve en cierto modo deintroducción;- la historia del Infante Joñas, que se encuentra con unmuerto, y los consiguientes problemas de su maestro Turin;- la conversación del Infante con el Rey Moraban;- el relato de la actuación de Turin, después de su con-versación con el Rey, para satisfacer la petición del In-fante. A nuestro modo de ver, termina ahí la primera par-te de la "novela" ;- la presentación de Julio, que le cuenta su historia per-sonal al Rey Moraban;- la decisión del Infante de convertirse como resultado dela enseñanza de Julio, su bautizo. Podríamos decir que"culmina" la novela en estas acciones, tan precisas quedon Juan Manuel, como para darles más realidad, las sitúaen la actualidad histórica contemporánea, fechando los dosacontecimientos en 10 y 17 de octubre de 1376 (era de César)

Esta "novela" se nos da en estilo indirecto, comoque sirve de justificación a la exposición de la doctrinacristiana que constituye la parte conceptual de la obra.

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2 - El diátogo iU.o60iA.ao •. t>u¿ ofU.ge.nu

Antes de abordar las características del Libiodz Lo U-tadoi como obra conceptual, cabe recordar rápidamen-te los orígenes del diálogo filosófico, de manera a tenercriterios de referencia para enfocar mejor la obra de donJuan Manuel, y poner de manifiesto su especificidad.

Si bien se han conservado textos de la remota Anti-güedad que son auténticos diálogos filosóficos(5),se sueleconsiderar que el diálogo,en cuanto género especifico.decontenido filosófico y expresión l i terar ia , es invencióngriega. Nace con los sofistas (siglo V antes de Cristo)y aparece como la consecuencia necesaria de la reflexiónfilosófica y de la enseñanza oral : se trata, por mediode la discusión y de pareceres contrastados, de superarla opinión subjetiva y de acceder, por medio de la razón,a una verdad que se imponga a todos, aunque esa verdadsea relativa, y, por lo tanto, pueda cambiar según el pun-to de vista escogido. Se debaten cuestiones que tocan ala religión, a la política, a la moral, siempre desde elpunto de vista del hombre y de la conciencia que puedetener de las cosas.

Conocida es la importancia de Sócrates en la his-toria del diálogo : para él se trata, por medio de lamayeútica, de deshacerse de la ignorancia y llegar al co-nocimiento, del que depende el obrar bien, y, por consi-guiente, la felicidad humana. Parte de la obra de Platónestá dedicada a los sofistas, que dan su nombre a variosd iá logos : TnotágoiM), Goiglcià, Hippiai, y, en e l Soí¿&ta, P l a -tón in ten ta dar un fundamento metafísico a la d i s t i nc ión

(5) Cabe citar el Diálogo entre el amo y el criado, título dado porlos especialistas a una composición que pertenece a la literatura dela antigua Mesopotamia, en la cual se demuestra que las cosas presen-tan a la vez aspectos positivos y negativos, que lo mismo convieneactuar que no actuar, ya que el Bien y el Mal varían con el punto devista escogido. Editado por Ebeling, Leipzig, 1919 -.Quellen sur Kennt-nis der babilonischen Religion. Véase Laffont Bompiani : Diccionariode las obras. Y también el Diálogo del desengañado con su alma, textoque pertenece a la l i t e r a t u r a egipcíaca sobre papiro del museo deBerl ín, antiguo imperio, entre 2385 y 2337 antes de J .C. Véase LaffontBompiani, i d .

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entre el sofista charlatán y embaucador y el filósofoque busca la verdad.

Algunos diálogos de Platón se relacionan con acon-tecimientos históricos : B¿ Ba.nqu.eXe. se da como la recons-titución de los discursos que se hicieron en el banquete •que dio el poeta Agatón para celebrar su triunfo en elcertamen de tragedia, el Fedón se relaciona con la muertede Sócrates. La verdad histórica^ preside a la obra deTucídides (471-402 a. de C.) (ViátoQO de loi tínLLoi con ¿Oi

Mientras el diálogo socrático se modelaba sobre lavida, a partir del encuentro casual con los personajes,con Aristóteles reaparecen la práctica de la discusiónsobre la tesis como sobre la antítesis, y la actitud escép-tica : el maestro propone un tema y los discípulos, unotras otro, opinan. El Estagirita se pone a sí mismo en es-cena, rasgo que será común a todos los diálogos imitadosde Aristóteles.

Entre los Latinos —Varrón,Bruto, Cicerón—, esteultimo (106-43 a.de C.) tiene el mérito de haber recogidola tradición griega en una síntetis que une la filosofíacon la historia, y responde a la vez a una intención di-vulgadora y ar t í s t ica . Se pueden considerar los diálogosciceronianos como una serie de conversaciones entre per-sonas discretas (6).

Mención aparte merece Luciano de Samosata (125-192),creador del diálogo sat í r ico. No pretende tanto difundirideas o conocimientos como atacar los vicios del hombrey de la sociedad por medio de una escenificación humorís-tica y satírica a veces cruel. El diálogo se convierte en

(6) véanse M. Ruch, Le proemivm philosophique chez Cicerón, signifi-cation et portée pour la genèse et l'esthétique du dialogue (Strasbourg,Faculté des Lettres de Strasbourg, 1958); Ana Vian Herrero, Dialogo yforma narrativa en el "Crótalon" : estudio literario, edición y notas(Madrid, Universidad Complutense, 1982); Mustapha Kémal Benouis, Ledialogue philosophique dans la littérature française du XVIe siècle(Université d'Hawaii, Paris/The Hague, Mouton, 1976); A. Castro Díaz,Los "coloquios" de P. Mexia (Sevilla, 1977).

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una pintura de costumbres, al reunir voluntariamente Lucia-no la comedia y el diálogo, innovación encaminada a dargusto al público (7), con la cual este autor introduce enla tradición del dialogo filosófico un elemento que le esdel todo ajeno.

Mas tarde los Padres de la Iglesia utilizan eldiálogo con una finalidad doctrinal para difundir el c r i s -tianismo y luchar contra detractores y herejes, pero yano se trata de diálogos filosóficos propiamente dichos (8).

El último de los filósofos paganos será Boecio,cuya Ve. con&otcutLone. pk¿¿o¿oph¿ae., diálogo inspirado en la t r a -dición griega, representa una autoridad para la Edad Mediay el Renacimiento.

En cuanto al debate medieval, escrito en verso, nonos interesa aquí por cuanto se relaciona con la escolás-tica y está más próximo al género poético-lírico.

3 - €t cLiátogo conc&ptuat en eZ Libro de los estados

Si tomamos por referencia el diálogo filosófico dela Antigüedad pagana, la obra de don Juan Manuel se presen-ta como un diálogo vaciado de su contenido dialéctico, ycabe relacionar esta desaparición de la discusión con as-pectos específicos de dicha obra.

Podríamos resumir la idea básica del LUoKO de. £o-4 Z&-•tadoi diciendo que es una exposición de la verdad cristianay de su aplicación a dos estamentos : la realeza y noblezay la clerecía. Es decir que tenemos, de entrada, una visiónteocrática del mundo, junto con una concepción estamental

(7) Véanse los diálogos siguientes : A uno que le dijo : eres un Prome-teo en tus discursos; Zeuxis o Antíoco; La doble acusación (Luciano,Obras completas, traducción de D. Cristóbal Vidal y F. Delgado, Madrid,1882);y Ana Vían Herrero,Diálogo en forma narrativa en el "Crótalon",oí>. c i t .

(8) Pueden c i t a r s e e l Dialogo con Trifón de Just ino (hacia 160 desp.de Cr i s to) , los Diálogos de San Agustín, e l Dialogo sobre el alma yla resurrección de Gregorio de Niza ( s . IV) , y los Diálogos de San Gre-gorio Magno (hacia 593).

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de La s o c i e d a d , que i n c i d e n en l a misma e s e n c i a d e l d i á l o -go de v a r i a manera.

a) La visión teocrática del mundo

La verdad cristiana, y la obligación de cada hom-bre de conocerla y acatarla, constituyen la razón de serdel lÁbio dz loi Zitadoi :

... ninguna gzntz non ¿e. puzdz zicuian. pon. dzzin.que non iopizAon ta ¿zy zt ta cAzznçia dz nazitn.o&znnon. Jhziu Ch/Uito, ca zn todai ¿ai tiztAai dzt mm-do zt a todai tai gzntzi faz petOUcado zt m zvangztiopon. toi apoitotzi . Et dzipwte que. zlLai {ina/uan, ¿cn-cwion ÍUÍ diidputoi zt andu.dizn.on pzdnicando pon. ztmxndo, zt dzitonçz, ̂ aita zt tiznpo dz agona., iizmpuzhinco aii acoitunbnado,

escribe en el capítulo tercero, capítulo que dedica a dar"la razón del libro" (9). Y efectivamente la interpreta-ción cristiana de la muerte sirve de punto de partida ala reflexión sobre la vida y sobre la conducta que se hade tener. Sabido es que don Juan Manuel recoge del Ban.-tam y Joia£at el tema de los tres encuentros de Buda, conel Leproso, con el Viejo y con el Cadáver, uniéndoles enuno solo . Kl Infante, al no comprender lo que le ocurreal cadáver que llevan a enterrar los familiares, recibede Turin una explicación ya religiosa : el cuerpo estainerte porque por voluntad divina el alma que animaba alhombre se separó del cuerpo (cap.IX). La revelación de lamuerte y la consiguiente afirmación de la existencia inmor-tal del alma lleva al Infante a plantearse el cómo "guar-dar" mejor su alma : planteamiento de entrada religioso(y de expresión cristiana) con la afirmación de la inmorta-lidad del alma. A continuación y lógicamente se enfoca .lavida desde la muerte y la creencia en la vida sobrenaturaldel alma; a partir del capítulo XVI, la única preocupacióndel Infante, su única pregunta serán : cómo salvarse eter-namente. O sea que toda la conversación va a desarrollarsedesde el enfoque religioso, y sólo se va a hablar de estavida desde y en función de la creencia en el más allá.

(9) Ed. cit., p. 211.

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Correlativa de esta concepción es el juicio negati-vo emitido sobre los placeres ligados a la vida natural,y los bienes de este mundo; escribe don Juan Manuel _:

SQ.run.on. ¿niante., vo¿ óabe.deA que. ningún pmn& nonpuede. ZócuoaA en ei-te mundo de. toman, en WL pta.zeA.zi ...toda& listen, coica, pon. que ion ncUan.aZ.Zi non ¿e puedee¿cu&aA que. naXuAoJL me.rvtz tomín Lot> ome¿> piazeAUen eZítu. (10)

Los placeres naturales aparecen más bien como trabas, comoestados del ser que hay que aceptar con resignación y des-confianza, y corrobora este juicio la aserción siguiente:"los bienes de este mundo son como la sombra del cuerpo",expresión característica de la visión teocrática medieval,según la cual esta vida no es sino camino hacia la otravida, y este mundo espejo de lo invisible, es decir delmundo divino. Esta vida sólo es comprensible desde la reve-lación cristiana, no tiene más sentido que el que le con-fiere la religión, como si no se pudiera enfocar la vidanatural desde la experiencia humana del vivir terrestre .

Al nivel del contenido el LÀbn.0 de. toi ísitadoA presen-ta así una diferencia esencial con los diálogos filosófi-cos de la Antigüedad, en los que el punto de referenciaes el hombre, y en que se tratan unas cuestiones relacio-nadas con la vida en este mundo a partir del hombre y desu experiencia. Esta postura inmanente, propia de la Anti-güedad pagana, la recogerán los dialoguistas del siglo XVI:un López Pinciano, entre otros, subrayará repetidas vecesque habla "de las tejas abajo" (11). Así mismo, mientrasdon Juan Manuel sitúa en primer lugar entre los bienes deeste mundo el servicio de Dios, los autores cristianos delRenacimiento establecerán claramente una distinción entrelos bienes de este mundo y los bienes celestiales. Mien-tras don Juan Manuel expresa el orden cristiano que deberegir el mundo, insistiendo en la importancia, para el

(10) Véase cap. LXXXII, pp. 364-365.

(11) Philosophía antigua poética (ed. de A. Carballo Picazo, Madr-id,C.S.I.C, 1973) t. I, p. 20. Más adelante escribe : "Toda mi vidafui amigo de no ir a mendigar al Cielo las causas de las cosas quepuedo haber más acá abajo" (p. 223).

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hombre, de adquirir buenas costumbres para "guardar lo quedeve a Dios et ai mundo" (12), en el siglo XVI un P. deLujan, para convencer a los maridos de que les convieneser virtuosos, recurre inicialmente a argumentos meramen-te mundanos, viniendo el argumento religioso tan sólo areforzar los primeros (13).

El tema religioso de por sí escapa del terreno dia-léctico al tratarse de una verdad revelada —recordemosla re-orientación que Santo Tomás le impone a la filosofíaaristotélica que, de esencialmente "natural", adquiere conel Doctor Angélico una nueva dimensión (14)-— y, conse-cuencia lógica, interviene la fe como categoría necesariaprevia a la elección de la conducta :

Se.nnot infante. —aUxo JÍLLLO— bizn zntizndo que.vo6 ¿abladte muy con lazon-, peto en tai leyt, pataóalvat zí alma, la pt¿mzta coda, qui a mes-te* en ellau ¿e. Et (fi. ¿ que. quiete, d&zit ? Que. atea et omne ¿oque. non vee n¿n puedz alcançat pot nazon... Et aii.,aonwizne. que. ta phÁmvia coi a que. VOÍ ¿agadu pata to-man, ta í&i/ [t¿] que. ayadu <Je, e-t que. apmmizdu vue¿-VLO znte.ndimLejrUo pana, CAOBA ¿OÓ COÍOA que. ion de. taley. ( 15 )

Importancia de la fe, sobre la que vuelve Julio en la se-gunda parte del libro :

. . . eX la nayi de. ta ley, ae phueua con nazon, haen la nuut&tna ley ot/uu, COÍCH, que. dz&paú que. üuzadulo que. voi yo moi fíate, pon. tazón, que. (¡otçada minte.

(12) Primera parte, VI, p. 213.

(13) Véanse en los Coloquios matrimoniales (1550) el Coloquio III :"Vicio es el jugar que no sólo destruye cuerpo y hacienda, mas tambiénel ánima"; y al recomendar, antes, fidelidad al recién casado Marcelo,Dorotea le dice :"Si no tenéis piedad de vuestra ánima, tenedla devuestra hacienda" (Madrid, Atlas, 19t3, p. 79 y 78).

(m) Véanse A. Koyré, Etudes d'histoire de la pensée scientifique (Pa-ris, Gallimard, 1973), pp. 2i*-49, y E.Bréhier : La philosophie du MoyenAge (Paris, Albin Michel, 1937 y 1971), cap. IV.

(15) Primera parte, XXXII, pp. 251-252.

FORMA DIALOGADA EN EL LIBRO VE LOS ESTADOS 107

izuzdzi coratAznido a. cizzn. aquzULaa quz ion ¿ue/ta de.tazón. ( 16) .

La fe constituye el eje del U.bn.0 do. Lot, Ziíadoi, la base so-bre la que se funda la "demostración" racional de la supe-rioridad de la religión cristiana (17).

b) La concepción estamental de la sociedad

La visión teocrática del mundo implica correlativa-mente una jerarquía social exclusivamente gobernada por lasangre, es decir, en fin de cuentas, concebida como laexpresión de la voluntad divina; cada uno debe cumplir conel destino social que Dios le ha asignado al nacer, segúnnace de alta o baja sangre, y. el nacimiento determina deantemano el espacio social que le corresponde a cada uno,así como las responsabilidades que es o no capaz de asumir.Resumiendo brutalmente : uno,por noble, lo puede todo, porvillano nada, y asi escribe don Juan Manuel (habla Julio):

SennoA. Undante.... CA cÁznXo izzd que. vno dz ¿oimayoizi yznjioi dzl mundo <¿¿> acomzndaA. loi gianizi £z-choi e omnu dz vaxo lA.na.jt, eX acomzndan. loi pzquznnoia otnnzi de. QKant iangie.. Ca tommo qwizA que. &t vioo zl mute*, ¿aga. a loi omnu obian. en loi ¿ecnos que.ion confufiíoi de lo quz dexiian obhah. izgand ¿u ian-giz, çJLzAXo i&ed quz cominaí mzntz me.jon. vian loi om-nzi oblando cada uno izgund iu naXuAatzza. (18)

La restricción, que se debe seguramente a la obser-vación de la realidad, no invalida el principio rector.El esquema estamental es el resultado directo de este con-cepto político-religioso de. la sociedad; es el esquematripartita característico del pensamiento medieval :

. . . digo voi quz todoi loi Zitadoi del mundo quz•4e znçWi/ian en -Ciei : al vno llaman dz^znioiíi-, ztal oVio, oiadoiu; eX al o&io, labn.adon.zi. ( 19 )

(16) Segunda parte, VI, p. 432.

(17) Pr-imer-a par-te, XXXIII-XLI.

(18) Ibíd., LI, p; 288.

(19) Ibíd., XCII, p. 395.

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Esquema que ya no c o i n c i d e con l a r e a l i d a d que l e d e s b o r -da, como bien percibe el autor, que siente la necesidadde recalcar que los ruanos y los mercaderes entran de l le-no por sus actividades en el estado de los labradores (20).

La característica de tal sociedad es su inmovilis-mo, tanto horizontal como vertical : la tierra donde senace representa el lazo más fuerte que pueda existir entrelos hombres, arraigándose la noción de vasallaje en laconsideración de la oriundez del vasallo que nació en latierra del señor y comparte con él esta "naturaleza" :

Et la nazon pon. que la omnei ion natwialei de loi¿emoiei, ei pon. [que] elloi et loi donde eUoi vienenion pobladoi et v¿¿qu¿en.on en ÍU hen&dat. Et poi queiegund dLzen todoi loi iabloi que el luengo v/óo ¿e toi-na en natuAaleza, pon, ende ¿OÍ que de luengo tienponabcA.en.on et v¿uien.on et nwUeton en vn iennonXo, etnon iaben de otn.o, ei le[i] ya natuAaleza. Et pon. quela natuAaleza ei tan {¡uenXe coi a que non puede du£azen.pon. ende tienen que el mayon. deudo que ei entn.e loi om-nei que ei la natuAaleza. (21)

Estamos muy l e j o s , excusado es dec i r lo , de los plan-teamientos de los diálogos de la Antigüedad; dentro de lamisma sociedad peninsular , los d ia loguis tas del s ig lo XVIemitirán, sobre es tos mismos temas/ opiniones radicalmenteopuestas, que obedecen a una visión del mundo mucho máscercana a la de los Antiguos. Así, los autores del XVI—Vi l l a lón ,Cas t i l l e jo , Miranda Villafañe, D. de Hermosillaentre otros— ensalzarán el mérito personal, diciendo conAntonio de Torquemada que "todos somos hijos de un padrey de una madre, todos sucesores de Adán, todos somos igua l -mente sus sucesores en la t i e r r a . . . " (22), y erigiendo lal iber tad personal en valor supremo, base necesaria de lapropia dignidad. Así, un Sabuco de Nantes escoge como lemala d iv isa antigua "Honos in manos t u i s " (23), deseando ex-

(20) Ibíd., XCIII, pp. 396-397.

(21) Ibíd., LXXXVII, p. 379.

(22) N.B.A.E., t . 7, p. 545.

(23) Coloquio de las cosas que mejoran este mundo ( B.A.E.,LXV,p.376).

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presamente que el rey y el Papa edicten una ley que pre-mie socialmente a cada uno según sus méritos (sin teneren cuenta para nada el nacimiento) . Así también, el autordel Oiótaton llega a decir que si los villanos no se vande la tierra del señor aunque en ella se mueran de pobre-za, es por su natural cobardía... (24).

El contenido político-religioso del LLbn.0 de. Loi U-tado-í) no permite evidentemente la discusión y, así, no senos propone sino una apariencia de discusión.

c) Las modalidades del diálogo

La verdad revelada no admite discusión y de hechoel Infante da el primer paso sin discutir, oída la expli-cación de Turin acerca de la muerte, acude a su padre,la máxima autoridad, para comprobar la verdad de las pa-labras de su ayo y, ante la confirmación paterna, pide quese le enseñe lo que debe hacer para "guardar el alma". Elproblema filosófico de fondo —la inmortalidad del alma,que le inspirará su más célebre tratado a Pomponazzi (25)-no se plantea siquiera.

A continuación,el Infante acepta sin discutir lademostración por Julio de la insuficiencia de la ley na-tural y de la necesidad de una ley religiosa, y precisadon Juan Manuel que Turin —que por su madurez y su saberaparece como el personaje idóneo del opositor— compartela actitud del joven Infante ante Julio; el Infante y Tu-rin le piden a Julio "que les mostrase la ley en que lasalmas se pudiesen salvar" (26). Luego el Infante pedirámás aclaraciones, más detalles, pretendiendo poder compa-rar entre sí las varias leyes religiosas . Julio expone laverdad cristiana, partiendo de la Santa Escritura, y ponede relieve la superioridad de la ley cristiana sobre lade Mahoma y la judaica; y contesta el Infante :

JuJLLo,... me pcneace quz intuz üu, ofuu, ¿e¿/6,

(24) Crótalon, canto IV.(2b) De immortal-Ltate animas, Bolonia, 1516.

(26) Primera pa r t e , XXVI, p . 241.

110 Jacqueline SAVOYE DE FERRETAS Criticón, 28, 1984

que. u Zita la mijon.... Mai i¿ VOÍ queA.zdzi que. yoquz tova, ¿a tzy de. loi cJvúAtAxinoi, moitnad me na-zon mani£¿uta quz zntlznda yo pon. m¿ zntzndimlzntoque. u me.jo* Izy que. quoi quizn. de tcu, otnxu, zt to-man, ¿a hz. (27)

A lo que le responde Julio haciendo intervenir lanecesidad de la fe (28). El Infante insiste pidiendo ra-zones para justificar su elección, admitiendo a un tiem-po la necesidad de la fe. O sea que la insistencia delInfante no atañe, una vez más, el fondo de la cuestióntratada — n o pone en tela de juicio la superioridad de laley cristiana— : sólo es un procedimiento de tipo retóri-co, que le permite al autor ampliar el tema sin cansar allector, el cual se puede identificar con el Infante porejemplo. Otro procedimiento de diversificación de la ex-posición consiste en poner luego en boca de Julio las pre-guntas y las respuestas (29). A las razones de Julio, elInfante accede convancido.

Una palabra, sin embargo, nos puede llamar la aten-ción : la palabra "duda", que para nosotros supone unapostura escéptica, actitud propicia a la discusión. Pero,si se mira su empleo de cerca, se ve que ño'tiene la mismasignificación que hoy. La palabra "duda", según la empleanJulio y el Infante, equivale a "pregunta", a "ignorancia",a "temor"; encontramos en efecto expresiones como "pregun-tar dudas", "responder a las dudas", "tomar duda" :

Se.nn.on. Ajn.ffi.ntz, a la pnÁmJia dubda que tomadzi,de. la dc&conxLLa de. loi zilzed.on.zi, VOÍ nzipondoque . . . (30) .

"Dudar" equivale también a "no ver el por qué de". DiceJulio :

(27) Ibíd., XXXI, pp. 249-250.

(28) Ibíd., XXXII.

(29) Ibíd., XXXVIII.

(30) Ibíd., LI, p. 288. Corominas, Diccionario etimológico de la len-gua castellana, confirma la acepción de "temor" en el castellanomedieval.

FORMA DIALOGADA EN EL LIBRO VE LOS ESTADOS 111

Agola, iznnon. in^antz, voí> hz h&bpondÁAo a ¿a z&-Lz.ccA.on de. toi znpznàdon.zi, quz ti una. dz tai qu.atn.0[coituj en quz dzzidzi que dubdadzi en toi zitadoide ¿04 zn.piinjaaoh.zi,. Et agohxx. tuzgo izipondzn. VOÍ hta ¿a. izgunda, qaz u ta Aazon pon. quz dziptieA quz z&e¿Zzydo a de. ¿A ÇZ/ICOA aquzt <uu>£LzZJLo. (31)

Dirá luego el Infante "como pierda dubcJa de los yerros enque pueden caer en estas cosas" (32). Otro ejemplo, enboca de Julio esta vez :

SznnoK infante., dixo JuLLo, puu du ta ptaj iodzi pagado, luponázA. yo-ó kz a tai, OVIM> fdabdaij,iZQund et m¿o znke.ndinU.znto. Et a ta tejiçzn.a dubda quztomador... a uto VOÍ> digo... (33)

Después del empleo de esta palabra en relación con aspec-tos de la realidad concreta, lo que nos confirma que nose trata de duda filosófica, encontramos el verbo "dudar"dentro de un contexto religioso :

a tot> chA¿it¿anoi quz non dubdzn en ningún aAti-CJJJLO dz toé dt ta. &z... Et a toi quz en atguna co&aZK[K]a&zn o dubda&zn, moitAa/i gzto pon. toi> dicho* [dztoi icmcíoó padKu] zt dz ta SancXa Sc/UjptuAa, ca cizn.-to Zi quz non a coi a &n quz ningún chKi&tíano puedadubda/L en ta ¿e nin zn to¿ &acAamznta&, que todo noni>z mz*tA.z ttana mznte. pon. toi dichoi dz toi ianctoiductoiu que ^uzAon dz Sonata Egtuia. (34)

Es de notar que el autor dice "dudar en " y no "du-dar de", es decir que los cristianos pueden errar en suinterpretación de los artículos de fe, por ignorancia omala comprensión de los textos sagrados, y le correspondeal clérigo corregir tales ignorancias. Luego Julio sut i l i -za su discurso como si don Juan Manuel temiera, al tocartan alta materia, dar lugar a interpretaciones erróneas.

(31) Ibíd., Lili, p. 292.

(32) Ibíd., LVII, p. 302.

(33) Ibíd., LXII, p. 313.

Segunda parte, III, p. 4-23.

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y concluye Julio que estas cosas non son para tratarlascon quien quiere disputar, sino sólo con el creyente fir-me. Si bien resulta algo ambigua tal afirmación, ya quereconoce implícitamente la posibilidad de titubeos y deinterrogaciones graves, es de notar que el autor rechazade plano cualquier discusión de fondo, pues no quierehablar con aquéllos que precisamente pudieran hacer obje-ciones graves . Desde nuestro enfoque —las modalidadesdel diálogo—/ lo que importa es este rechazo de la dis-cusión, incluso si al mismo autor le inquietan ciertascontradicciones aparentes en los textos sagrados. El dis-curso religioso no admite la discusión: en esta segundaparte del libro, Julio protagoniza solo treinta capítu-los seguidos (III-XXXIII), y cuando vuelve a intervenirel Infante es para expresar, una vez más, su convencimien-to : "entiendo por razón que es lo que devo creer porfe" (35).

Del mismo modo que la visión teocrática del mundoes incompatible con la dialéctica, la rígida jerarquíaque vertebra la sociedad estamental según el esquema tri-partita medieval también se opone a su ejercicio.

Se plantea el problema de la jerarquía también alnivel del discurso (o sea quién tiene derecho a hablar),cuando Turin sugiere al rey que reúna a sus consejeros pa-ra responder a la demanda del Infante; se niega el rey,explicando que, pasando de dos o tres consejeros, se veobligado a llamar a muchos so pena que se sientan agravia-dos y que, más de una vez, tuvo que llamar así a quienno le servía para nada. Luego, pareciéndole Julio la per-sona adecuada, le explica lo que espera de él, delegándo-le así su autoridad frente al Infante; al presentarle aéste, deja bien sentada la relación de supeditación :

F-t/o In^antz, £4-te e¿ e£ omm 6ue.no de que VOÍ yo{¡abtí, <¿X zí u chn¿it¿ano e-t muy LsÁAado, eX de. nuybuen e.ntzndÁMÍznt.0, zt eZ VOÍ daÁa tizcabdo a. todo ¿oqwi queAedzA ¿abeA mzj'oi que. ninguno OKAO omm de.quantoi ion in ta tieAAa. Et >uiz%o VOÍ e-t mando voiqueZ d

(35) Ibíd., XXXIII, p. 463.

(36) Primera parte, XXII, p. 235.

FORMA DIALOGADA EN EL LIBRO VE LOS ESTADOS 113

Estamos muy lejos del diálogo antiguo que reconoce,previamente a cualquier conversación, una capacidad igualpara discurr ir a cada uno de los interlocutores : sobreeste principio se basa el e jercicio socrá t ico . Los dialo-guistas del Renacimiento reanudarán con la tradición greco-lat ina y just if icarán su propósito alegando la variedadde pareceres que suscita la discusión y hace progresarla reflexión y el conocimiento : sus personajes serán ami-gos , lo que implica una relación de igualdad social (37).

Por otra parte , de. la concepción estamental de lasociedad resulta que sólo cuentan los estados, y las per--sonas no tienen más existencia que la que se les reconocea través de su pertenencia social : no existe el indivi-duo en cuanto persona par t icular , específica en el contex-to socia l . Delata esta ausencia el empleo sistemático delplural : por boca de Jul io , don Juan Manuel da reglas ge-nerales, t ra ta del estado de los emperadores y reyes, dela relación con los vasallos, del estado de los vizcondes,e tc . El esquema teocrático estamental conduce a enunciaruna teoría desligada de la experiencia v i t a l personal.

A este respecto resulta notable la diferencia detratamiento del mismo tema —el comportamiento con la es-posa y la crianza del niño— en e l Libio de. toà Zitadoi y en

(37) Véase, a modo de ejemplo,el Coloquio del porfiado de P. Mexía(Coloquios, Sevilla, 1547), en el que se pondera el provecho que sesaca de la discusión. Pero son muchos los ejemplos que podríamoscitar en los que se insiste en la ventaja —si no en la necesidad—de confrontar pareceres. Escribe L. Mexía y Ponce de León : "porqueplaticándose un negocio entre muchas personas, algunas veces ocurrea un simple lo que no ocurre a un sabio" (Apólogo de la ociosidad yel trabajo, ed. de Cervantes de Salazar, Alcalá de Henares, 1546,fol. LVII r . ) ; y dice A. de Torquemada : "Cuando alguna duda halla-redes o sentiéredes, venid a mí, que yo os satifaré a vuestra volun-tad, porque como los juicios son diversos, también son diversos lospareceres, y podría ser que lo que yo os he dicho entendiéndolo deuna manera, vosotros lo entendáis de otra dándole sentido muy dife-rente, y las cosas conferidas, dice el refrán, son muy mejor enten-didas..." (Manual de escribientes, 1552 ?, éd. de Ma. Josefa C. deZamora y A. Zamora Vicente, Madrid, 1970, pp. 260-261).

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el HQIUÜL dz ¿04 Utadoi del padre Francisco de Osuna (1531).En la obra de don Juan Manuel, Julio contesta a una pre-gunta de conjunto que le ha hecho el Infante :¿ por quées mejor el estado de los emperadores para salvar el al-'ma, si, precisamente por la preeminencia del estado, losyerros son más graves ? Entre las reglas prácticas de con-ducta, algunas atañen al comportamiento que debe tener elEmperador con su mujer y con sus hijos. El Honte, de. toi U-¿adoi, en cambio, va dedicado enteramente a "los casadosespañoles", para quienes Osuna enuncia una serie de reglasa partir de la situación particular y concreta de su so-brino Villaseñor, que acude al confesor su tío en cadatrance de su vida : antes de elegir un estado, antes decasarse, de recién casado, de futuro padre, de padre ya,y finalmente de viudo. En cada visita el sobrino expone"sus"problemas del momento : qué licencia puede tomar consu futura esposa, cómo remediar a su impotencia, cómo re-mediar luego a la esterilidad de su mujer, etc. A todas •luces el autor acumula las situaciones en la persona deVillaseñor, pero esto le permite partir siempre de la ex-periencia concreta de un individuo, con el que se podránidentificar todos los lectores que se encuentren en unade las situaciones evocadas.

Resumiendo, : desde la visión teocrática de la vida,que implica asimismo un verticalismo absoluto de la socie-dad y su inmovilismo, no interesa, por lo tanto no es po-sible, llegar a plantear problemas vitales desde la pro-pia experiencia en y de este mundo.

En el siglo XVI, las preceptivas para escribir diá-logos —la de un Carlos Sigonio y la de un Espinosa deSantayana— insistirán en la adecuación de la situación delos personajes al tema tratado : un soldado hablará de' laguerra, y no un mercader, por su oficio amigo de la pazy al que le corresponde tratar del comercio; para hablardel amor no conviene escoger a un viejo, etc. Pero laproblemática también será otra : "de las tejas abajo",procurando el individuo saber cómo vivir mejor y el mayortiempo posible (38).

(38) Véase Les dialogues espagnols du XVIe siècle..., ob. cit.

FORMA DIALOGADA EN EL LIBRO VE LOS ESTWOS 115

En ei Libio efe loi tetadoi, la forma dialogada resultaser esencialmente un recurso retórico para amenizar la ma-teria que se expone con fines pedagógicos. Y sin embargo,algunas veces parece que se rompe el molde medieval y ad-quiere el texto visos de modernidad, por donde anunciasubrepticiamente una reorientación que desembocará en eldiálogo renacentista (39).

d) Visos de modernidad del UbKO de. ÍOA <U>tadoi>

Si bien don Juan Manuel "sacrifica" pura y simple-mente al personaje que por excelencia pudiera protagonizarun auténtico diálogo —Turin, que por sus característicases el personaje idóneo para animar una verdadera discusión,(pero el autor rechaza la discusión).—, el personaje delInfante y sobre todo el estatuto del autor dentro del tex-to se salen del marco medieval.

El Infante parte de una experiencia personal — e lencuentro con el muerto—; su propia curiosidad y capaci-dad de razonar le llevan a informarse y se esfuerza poraveriguar que Turin le ha dicho la verdad, volviendo so-bre el tema con su padre. El Infante quiere saber, acti-tud que coincide con las reflexiones del autor sobre lanecesidad e importancia de aprender (40), con•ese valordado al saber que será típico del Renacimiento y contradi-ce en cierto modo las afirmaciones tajantes de don JuanManuel sobre el determinismo de la sangre : la sangre nose basta por sí sola... Pero la búsqueda personal del in-fante se centra en la salvación de su alma : su "yo" espuramente espiritual, con lo cual desaparece toda referen-cia a una situación individual y concreta.

Es más novedoso el estatuto del autor dentro de laobra. Por mediación de Julio,esbozo de personaje noveles-co, el autor aparece, aunque indirectamente, con sus cir-cunstancias, con sus características personales, con susobras : Julio se refiere varias veces a lo que le dijosu "amigo don Johán" y cita sus libros, es decir las pro-

(39) Véase el prólogo de Blecua en la citada edición de las Obrasde don Juan Manuel.

(40) Véase Primera parte, V, VI y XCI.

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pías obras de don Juan Manuel. Así resulta ser el autorel personaje que más corresponde al protagonista del diá-logo conceptual, que muy bien puede ser histórico, esdecir tener existencia real, con tal que sea, como todoslos personajes de diálogos, un interlocutor, no un actor.Julio se "autoriza", podríamos decir, con lo que le dijosu amigo don Johán, es decir el autor, que en esas conver-saciones le comunicó su experiencia personal ; está claroen varios capítulos que quien habla realmente es el pro-pio autor don Juan Manuel (41), y lo hace, como un prota-gonista del diálogo clásico y renacentista, desde su per-sonal experiencia, haciendo partícipes a sus interlocuto-res de sus reflexiones sobre la guerra, y sobre lo que élllama la "edad de un reino" .

Y es de notar la relación estrecha que aparece en-tre las características del protagonista, es decir su in-dividualidad (42) o,quizás mejor dicho, su individuación,y los temas abordados : parece hablar "de las tejas abajo",resultando notabilísima la correlación que establece entrela salud de un reino y el equilibrio o desequilibrio entrelos ingresos y los gastos del erario real. El mismo autorparece muy consciente de abordar un tema "moderno", ya querecalca Julio que, con haber sido el maestro de su amigo,tuvo que pedirle explicaciones cuando éste le expuso susideas. Parece como si, en fin de cuentas, el autor se des-doblara fugazmente en dos personajes : Julio, su portavozde mentalidad marcadamente medieval, y él mismo, en esedon Johán amigo y discípulo de Julio, es decir esa partedisconforme de su propia persona, esa parte que necesitaexpresarse en tanto que individuo y desde su propia expe-riencia, y no encuentra cabida en el personaje escogidocomo portavoz. Y, al mismo tiempo, parece fugársele eltema que constituye el objeto del libro, pues las reflexio-nes de tipo económico (que se nos perdone el anacronismo)

(ti) Véanse en particular los capítulos LXXVII, LXXX, LXXXV, LXXXVI yLXXXVII.

(M-2) Véase M.R.Lida de Malkiel, Tres notas sobre don Juan Manuel, ci-tada por A.Deyer-mond en Historia y critica de la literatura española,Edad Media (Barcelona, Ed.Cr-ítica, 1979) y J.A.Maravall, La sociedadestamental castellana y la obra de don Juan Manuel, en Estudios de his-toHa del pensamiento español (Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1973).

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nada tienenque ver con la vida eterna. En este desdobla-miento, precisamente, residirá una de las característicasdel diálogo conceptual del Renacimiento (43), pudiendolos autores exponer cuestiones para las que tienen variasrespuestas. Pero en el diálogo renacentista el autor sedesdobla en varios personajes que hablan entre sí de iguala igual; en el LÁhn.o d<¿ ¿04 utadoi, en cambio, el personajeprincipal es Julio, y, evidentemente, la intervención in-directa del autor a travos de las reflexiones referidaspor Julio y que éste atribuye a "su amigo don Johán", in-tervención por lo demás limitada, no basta a hacer del Lí-bA.o de. Í06 uiadoó un diálogo, tal como hemos definido el gé-nero .

Lo que sí hace don Juan Manuel, es emplear la for-ma dialogada, por sus evidentes ventajas l i t e rar ias ; peroen ningún momento llega a escribir un diálogo en que seestablezca una auténtica discusión. La parte "dialogal"se inserta en un todo, que une al Cielo con la Tierra, esdecir la perspectiva transcendental con planteamientos in-manentes, totalidad cuya coherencia reside en la palabrade Julio (44).

En conclusión a este estudio del LibKO de. ¿ot>cabe decir que el pensamiento cristiano medieval que loinspira fundamentalmente imprime su marca en la forma l i -teraria empleada por el autor : a pesar de las aparienciasel LLbA.o di ¿06 ZAZadoi nada tiene que ver con el diálogo hu-manístico que florecerá en el Renacimiento (si bien unospocos aspectos de la obra anuncian la modernidad).

Y volviendo al planteamiento del preámbulo —la re-lación interna entre fondo y forma en el género dialógico—,

(43) Véase Les dialogues espagnol.s du XVIe siècle, ob. c i t .

(44) Véase Peter N. Dunn, The structures of didacticísm : PrívateMyths and public Fictions en Juan Manuel Studies ed. by Macpherson(London, Taraesis Books, 1977, p . 58). Remitimos también al artículode J . Gimeno Casalduero, El "Libro de los estados" de Don Juan Manuel:composición y significado, en Don Juan Manuel, VII Centenario (Uni-versidad de Murcia y Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1982), so-bre la estructura de inspiración tomista del Libro de los estados.

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conviene subrayar que, por debajo de su apariencia híbri-da de género mitad filosófico, mitad literario, el diálo-go conceptual mantiene una fuerte coherencia entre fondoy forma, entre contenido filosófico y materialización li-teraria, coherencia que radica en la esencia dialécticapropia del género: sin "dialéctica" no hay diálogo huma-nístico posible.