Upload
morucha15
View
5
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Pizarro se asoció con Diego de Almagro y el cura Hernando de Luque para conquistar "El Birú" (palabra que después se convertiría en Perú), repartiéndose las responsabilidades de la expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la provisión de ayuda
Citation preview
Época Colonial Española
El 20 de mayo de 1524, Pedrarias autoriza la expedición de Francisco Pizarro, Diego de
Almagro y el sacerdote Hernando de Luque, la cual parte el 14 de noviembre desde
Panamá hacia la conquista del Perú.
Como resultado de las exploraciones en Centroamérica y el Perú, se produce un
despoblamiento de los principales asentamientos en el istmo. Esta situación es
mencionada por Pedro Cieza de León en 1535, en una descripción de la ciudad de
Panamá donde indica que habiendo muerto los antiguos conquistadores, los nuevos
pobladores no pensaban en habitar Panamá más tiempo del necesario para hacerse ricos,
sin miras a colonizar y establecerse en el istmo. Panamá dejó de ser el habitual centro de
exploraciones, descubrimientos y conquista para convertirse en el sitio de paso de
metales preciosos y productos americanos con destino a Europa, y a la vez de centro de
comercio de manufacturas europeas con las que el Imperio español abastecía a los
mercados de las Indias Occidentales. La función de ruta de transito fue el papel que
asumió el territorio panameño durante poco más de dos siglos en la época colonial
española.
Las ferias realizadas en la costa atlántica del istmo de Panamá, primero en Nombre de
Dios en 1544 y a partir de 1597 en Portobelo, tenían como objetivo primordial abastecer
de artículos europeos los mercados americanos y enviar con destino a España los
metales preciosos procedentes del Perú. La importancia de este evento de intercambio
comercial se pone de manifiesto en los datos suministrados que indican que entre 1531
y 1660, de todo el oro que ingresó a España procedente del Nuevo Mundo, el 60%
cruzó por el Istmo de Panamá. La última feria se realizó en Portobelo en 1737.
El camino real era casi intransitable en época de estación lluviosa por lo que se pensó en
una nueva ruta. En 1536 se autorizó a la Municipalidad de Panamá a construir un
almacén en Venta Cruz o Cruces a orillas del río Chagres, a siete millas de la ciudad de
Panamá. Ante las deplorables condiciones en que se encontraba el camino real, en 1569
el Virrey del Perú, Francisco de Toledo, ordenó construir otro camino que pasara por
Cruces, el cual fue llamado camino de cruces. El sitio del antiguo pueblo de Cruces se
encuentra bajo las aguas del Lago Gatún en el Canal de Panamá.
El río Chagres represento para las autoridades españolas una posibilidad de servir como
parte de una ruta transístmica navegable. Con este propósito, en 1527 el Gobernador
Pedro de los Ríos instruyó a Hernando de la Serna, Miguel de la Cuesta y Pedro Corso
para que hicieran exploraciones en el río Chagres, los cuales determinaron que era
favorable para ser utilizado en una vía para comunicar ambos mares.
PAGINA: «[www.destinomundial.com/visite-panama-un-lugar-para-disfrutar-todo-el-ano/
Visite Panamá, un lugar para disfrutar todo el año.]». Consultado el 26/9/10.
SOCIOS DE LA CONQUISTA
Hacia 1523, a los 47 años de edad, Francisco Pizarro estaba situado en Panamá, ciudad
de la que llegó a ser alcalde en 1522. El análisis histórico se inclina a creer que Pizarro
poseía una fortuna modesta, porque para emprender la aventura, él y Diego de Almagro,
tuvieron que asociarse con un cura influyente, Hernando de Luque, que a la sazón era
cura de Panamá. Villanueva habla de un cuarto "socio oculto": el licenciado Espinoza,
que no quiso figurar públicamente, pero que fue el financista de las expediciones. Ello
debió ser así, por cuanto nunca uno sólo de los socios decidía de manera unilateral las
acciones. Sólo Francisco Pizarro, iniciada la conquista física del Perú, tomó decisiones
de campaña o sobre acciones militares y administrativas, prerrogativas de su cargo de
Gobernador de Nueva Castilla.
En 1524 Pizarro se asoció con Diego de Almagro y el cura Hernando de Luque para
conquistar "El Birú" (palabra que después se convertiría en Perú), repartiéndose las
responsabilidades de la expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del
abastecimiento militar y de alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la
provisión de ayuda. A finales de septiembre de 1526, cuando habían transcurrido dos
años de viajes hacia el sur afrontando toda clase de peligros y calamidades, llegaron a la
isla del Gallo cansados y extasiados. El descontento entre los soldados era muy grande,
llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro
intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo la mayoría de sus
huestes quieren desertar y regresar.
FUENTE: www.centralamericadata.com. «HISTORIA PANAMEÑA » (en
español).
La conquista (tercer viaje)
Primera fase
En 1531, las tropas de Pizarro se separaron en dos; Pizarro en Coaque se dirigió hacia
Puná (en el Golfo de Guayaquil). En Puná, los españoles recibieron regalos e
instrumentos musicales por parte del curaca punaneño, que los veía como instrumento
para sus fines. Más tarde dicho curaca recurrió a los punaneños y se rebelaron por los
excesos cometidos por los españoles.[7]
Los punaneños tuvieron que enfrentarse no sólo a españoles sino también a tumbesinos,
aliados de los españoles por viejos resentimientos de guerra hacia los isleños de Puná.
Más tarde los españoles fueron víctimas de traiciones y conspiraciones por parte de sus
aliados tumbesinos; En una ocasión los tumbesinos abandonaron en una de sus balsas en
medio del mar a tres españoles.[8]
Segunda fase
Hernando de Soto con su tropa persiguió a los tumbesinos levantados durante toda la
noche y en la mañana: cayeron sobre sus campamentos, sorprendiéndolos y matándolos,
apoderándose de los campamentos. Al día siguiente continuó la persecución. El cacique
Quilimasa con las debidas garantías para su vida, se presentó ante Hernando de Soto,
quien lo llevó donde estaba el Gobernador. De la conversación con Quilimasa, se entera
que otros caciques más importantes habían ordenado la muerte de los españoles.
Otra conversación importante fue la que sostuvo Pizarro con un principal venido del
interior. Al respecto Pedro Pizarro, dice: "...pues preguntando al indio qué era el dijo
que era un pueblo grande donde residía el Señor de todos ellos, y que había mucha
tierra poblada y muchos cántaros de oro y plata, y casas chapeadas con planchas de
oro; y cierto el indio dijo verdad, y menos de lo que había..."; les informó también
sobre valles más fértiles. Además de lo anterior, informó a Pizarro sobre la situación
Inca. Todos estos informes entusiasmaron a Pizarro, quien decidió continuar con la
conquista.
En vista que no encontraron a los indios que perseguían y que los poblados tumbesinos
habían sido arrasados por los Punás, Pizarro decide continuar dejando en ella a su
teniente y abandonarla en dos grupos. La vanguardia a su mando, acompañada por
Hernando de Soto, partió hacia Poechos. La retaguardia, al mando de Hernando Pizarro,
salió de Túmbez tiempo después, porque en sus filas había enfermos: se les ordenó que
siguieran a la vanguardia.
FUENTE: http://redesdeinformacion.files.wordpress.com/2011/11/idh-ca-2011-
jpg.jpg
LOS TRECE DE LA FAMA
Sobre la escena que se vivió en la Isla del Gallo, luego que Juan Tafur le trasmitiera la
orden del gobernador Pedro de los Ríos, cuenta el historiador José Antonio del Busto:
"El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella
desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una
arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con
el arma una raya sobre la arena:
Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja
el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere.
Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros
instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas
de los valientes, que en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar
la línea, "no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de
ponelles en corazón la quedada". Sus nombres han quedado en la Historia".
José Antonio del Busto
Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los
refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando
de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la
Isla de la Gorgona, hambrientos y acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro
ordenó zarpar hacia el sur.
Pizarro no fue ni el primero ni el único que intentó la conquista del Perú. Dos años
antes, en 1522, Pascual de Andagoya fue el primero en tratar de efectuar esa aventura:
su expedición terminó en un estrepitoso fracaso. Las noticias de la existencia de "Birú"
y de sus enormes riquezas en oro y plata, debió influir en el ánimo de tales aventureros
y podría haber aportado el ingrediente decisivo para preparar la expedición no sólo de
Pizarro sino de Andagoya. Por tal razón, Pizarro, Almagro y Luque se lanzaron a la
aventura.
. Los "Trece de la Fama", o los "Trece de la isla del Gallo", fueron: Bartolomé Ruiz,
Pedro Alcón, Alonso Briceño, Pedro de Candía, Antonio Carrión, Francisco de Cuéllar,
García Jerén, Alonso Molina, Martín Paz, Cristóbal de Peralta, Elias Ascoy Angulo,
Domingo de Soraluce y Juan de la Torre.
FUENTE;CRONISTA JOSE ANTONIO DEL BUSTO
La conquista del Perú
En 1531 llegó a Perú, que vivía una guerra civil por la sucesión del emperador Inca
Huayna Cápac, muerto por viruela. Había un enfrentamiento entre sus sucesores, los
Sapa Inca Atahualpa y su hermano, Huáscar. Francisco Pizarro fue invitado por el Inca
Atahualpa a encontrarse en Cajamarca, por intermedio de un emisario muy allegado a
él. El emisario se encontró con los españoles en Cajas y además de llevarle regalos
(patos desollados, vasijas en forma de fortaleza, etc.) midió las fuerzas de los españoles
y lo invitó a continuar su marcha por el valle del Chancay, cerca del pueblo de
Chongoyape hasta Cajamarca para entrevistarse con Atahualpa. Pizarro aceptó y le
envió una fina camisa de Holanda y dos copas de vidrio al Inca como regalo. Así, se
adentró en territorio Inca con 168 soldados y 37 caballos, se dirigió a Cajamarca, donde
tomó prisionero a Atahualpa (16 de noviembre de 1532). Tiempo después, a pesar de
haber recibido el rescate más alto de la historia, lo mandó ajusticiar por los delitos de
sublevación y por haber ordenado ejecutar a Huáscar, aunque Pizarro se negó a quemar
vivo al Inca.
Pizarro mantuvo una estrecha alianza con la nobleza del Cuzco, partidaria de Huáscar,
lo que le permitió completar la conquista del Perú. Tras nombrar Inca a un hermano de
Atahualpa, Túpac Hualpa, marchó al Cuzco, capital del Imperio inca, que ocupó en
noviembre de 1533. Su hermano Juan fue nombrado regidor de la ciudad. El
conquistador contrajo matrimonio bajo el rito católico con la hija del emperador Inca
Huayna Cápac, Quispe Sisa, bautizada como Inés Huaylas. Con ella tuvo dos hijos: una
primera hija que llamó como su padre, Francisca Pizarro Yupanqui y Gonzalo, que
murió joven. Francisco Pizarro ordenó la ejecución de Atahualpa, a pesar de su aparente
cariño por él mientras estuvo prisionero. El 18 de enero de 1535, fundó en la costa la
Ciudad de los Reyes, pronto conocida como Lima, y Trujillo, con lo que se inició la
colonización efectiva de los territorios conquistados. Mientras tanto, su hermano
Hernando, que había partido a España para entregar el Quinto del Rey a la corona,
regresó portando el título de marqués para su hermano Francisco, y el de adelantado
para Almagro, al cual se le habían concedido 200 leguas al sur del territorio atribuido a
Pizarro.
Guerra civil entre conquistadores
Almagro, considerando que el Cuzco estaba dentro de su jurisdicción destituyó a Juan
Pizarro y lo encarceló junto a su hermano Gonzalo. Francisco acudió desde Lima y
firmó un acuerdo con Almagro en Cuzco, tras lo cual Almagro partió para Chile.
A la vuelta de su infructuosa expedición, Almagro trata de ocupar de nuevo el Cuzco, el
cual, defendido por su regidor Hernando Pizarro, estaba resistiendo un largo cerco por
parte de los incas sublevados al mando de Manco Inca, que había conseguido huir de los
españoles.
Mientras tanto Pizarro en Lima sufrió también el cerco de dicha ciudad por parte de
Quizu Yupanqui, general y pariente de Manco Inca, quien tras estar a punto de tomar la
capital fue muerto en batalla. La victoria de Pizarro en Lima se debió a su estratégica
alianza con los señores étnicos enemigos de los Incas. En este caso en particular destacó
la alianza con la cacique de Huaylas. Estos acudieron a Lima con cinco mil hombres,
quienes pelearon junto a los hispanos en la defensa de Lima frente al cerco y ataque de
Quizu Yupanqui.
Tras la llegada de Almagro al Cuzco, Manco Inca levantó el cerco, lo que aprovechó
Almagro para encarcelar a Hernando y Gonzalo Pizarro. Tras derrotar al lugarteniente
de Pizarro, Alonso de Alvarado, en la Rota de Abanday, llega a un nuevo acuerdo con
Pizarro en Mala (1537), por el que Hernando es puesto en libertad.
La paz fue corta y ambos bandos vuelven a enfrentarse en la batalla de las Salinas
(1538), cerca de Cuzco. Los almagristas son derrotados y Diego de Almagro procesado,
condenado a muerte y ejecutado por Hernando Pizarro, en la Plaza Mayor de Cuzco (8
de julio de 1538).
Tras la muerte de Almagro, Pizarro se dedicó a consolidar la colonia y a fomentar las
actividades colonizadoras (envía a su hermano Gonzalo a Quito y a Pedro de Valdivia a
Chile)
Sin embargo, los partidarios de Almagro se agruparon en torno a su hijo Almagro el
Mozo, los cuales, bajo el mando de Juan de Rada entran en la residencia de Francisco
Pizarro en Lima y le dan muerte el 26 de junio de 1541 de una estocada en el cuello.
FUENTES: a b http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/5752.htm
Captura de Atahualpa
El Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Estete aseguran que los españoles encontraron
en Cajamarca "gente popular y algunos de la gente de guerra" de Atahualpa. Además,
que fueron bien recibidos. Otros cronistas, como Jerez, aseguran que los españoles no
encontraron gente en el poblado. Herrera dice que "sólo se veían en un extremo de la
plaza unas mujeres que lloraban la suerte que el destino reservaba a los españoles que
habían provocado la cólera del emperador indio" ("Hechos de los castellanos, Década
V").
Cuando Pizarro entró en Cajamarca, Atahualpa se encontraba a media legua del asiento,
en los Baños del Inca, donde había asentado su real, "con cuarenta mil indios de
guerra" como cuenta Pedro Pizarro. Entrados en Cajamarca y antes de apearse,
Francisco Pizarro envió a Hernando de Soto con cinco o seis y un intérprete como
embajada para decirle a Atahualpa "que él venía de parte de Dios y del Rey a los
predicar y tenerlos por amigos, y otras cosas de paz y amistad, y que se viniese a ver
con él. ". El Inca respondió a la embajada comunicando que "podían quedarse en la
llacta de Cajamarca, que él no podía ir porque estaba terminando su ayuno". El Inca,
una vez que se fueron los españoles, ordenó que veinte mil soldados imperiales se
apostasen en las afueras de Cajamarca, para capturar a los españoles: estaba seguro
que al ver tanta gente, los españoles se rendirían.
Sólo eran soldados de profesión además de Pizarro, unicamente de Soto y Gandía.
Pedro Pizarro dice "Pues estando así los españoles, fue la noticia a Atahualpa, de indios
que tenía espiando, que los españoles estaban metidos en un galpón, llenos de miedo, y
que ninguno aparecía por la plaza. Y a la verdad el indio la decía porque yo oí a muchos
españoles que sin sentirlo se orinaban de puro temor". Los conquistadores a las ordenes
de Pizarro velaron armas durante la noche, Francisco Pizarro en base a los largos relatos
que le hacía Hernán Cortés sobre la conquista de los aztecas, tenía en mente capturar al
Inca imitando a Cortés en México.
Pizarro dispuso que Pedro de Candía se colocase en lo más alto del tambo real, en el
centro de la plaza, con tres trompeteros y un falconete pequeño. Tenían la orden de
disparar cuando ya el Inca, se encontrara en la plaza. Luego del estruendo del falconete,
harían sonar las trompetas. A los de caballo los dividió en dos fracciones al mando de
Hernando de Soto, uno y de Hernando Pizarro, el otro. La orden era que cuando
escuchasen el estruendo deberían salir de sus escondites. La infantería también estaría
dividida en dos fracciones, una al mando de Francisco Pizarro y la otra al mando de
Juan Pizarro. La orden, avanzar a capturar al Inca. Todos debían estar escondidos en los
edificios que rodeaban la plaza hasta escuchar la voz de ataque: ¡Santiago!, que sería
dada por el cura Valverde, en su momento.
Los cronistas fijan las cuatro de la tarde como la hora en que Atahualpa ingresa a la
plaza de Cajamarca. Este dice: "A la hora de las cuatro comienzan a caminar por su
calzada delante, derecho a donde nosotros estábamos; y a las cinco o poco más, llegó a
la puerta de la ciudad". El inca comenzó su entrada en Cajamarca, antecedida por su
vanguardia de cuatrocientos hombres con "grandes cantares", ingresó a la plaza con
toda su gente, que cubría toda ella, en una "litera muy rica, los cabos de los maderos
cubiertos de plata...; la cual traían ochenta señores en hombros; todos vestidos de una
librea azul muy rica; y él vestido su persona muy ricamente con su corona en la cabeza
y al cuello un collar de esmeraldas grandes; y sentado en la litera en una silla muy
pequeña con un cojín muy rico". Jerez, escribía. "Entre estos venía Atabaliba en una
litera aforrada de plumas de papagayos de muchos colores, guarnecida de chapas de
oro y plata".
Francisco Pizarro envió al cura dominico, fray Vicente de Valverde, al soldado
Hernando de Aldama y al intérprete Martinillo. Ante el Inca, el cura Valverde hace el
requerimiento formal a Atahualpa de abrazar la fe católica y someterse al dominio del
rey de España, al mismo tiempo que le entregaba un evangelio. El diálogo que siguió es
narrado de forma diferente por todos los testigos. Según algunos cronistas, la reacción
del Inca fue de sorpresa, curiosidad, indignación y desdén. Atahualpa abrió y revisó el
evangelio minuciosamente. Al no encontrarle significado alguno a lo escrito en él, lo
tiró al suelo. Villanueva, dice que "luego le pidió (el Inca) su espada a Aldama. El
español se la enseñó, pero no la entregó". La reacción posterior de Atahualpa fue
decirle a Valverde que los españoles devolviesen todo lo que habían tomado de sus
tierras sin su consentimiento; que nadie tenía autoridad para decirle al Hijo del Sol lo
que tenía que hacer y que él haría su voluntad; y finalmente, que los extranjeros "se
fuesen por bellacos y ladrones"; en caso contrario los mataría.
A una señal de Francisco Pizarro se puso en marcha lo planificado por él. Disparó el
falconete de la artillería de Pedro de Candía y las trompetas y salieron los caballos.
Algunos cronistas dicen que los millares de indígenas apiñados dentro la plaza no
estaban con armados para defenderse de los españoles y que la mortandad se debió a su
propia estampida humana que derribó muros.
...sonaban los cascabeles atados a los caballos, disparaban ensordecedores los arcabuces; los
gritos, alaridos y quejidos eran generales. En esta confusión los aterrorizados indígenas, en un
esfuerzo por escapar, derribaron una pirca de la plaza y lograron huir. Tras ellos se lanzaron los
jinetes, dándoles alcance mataron a todos los que pudieron, otros murieron aplastados por la
avalancha humana".
Mientras tanto, en la plaza de Cajamarca Pizarro buscaba el anda del Inca y Juan Pizarro
la del Señor de Chincha. El Señor de Chincha y el Señor de Cajamarca fueron muertos
por los españoles que los capturaron. También mataron a mucha gente del entorno de
ambos señores. "Otros capitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso de
ellos, porque todos los que venían en guarda de Atabaliba eran grandes señores"
(Jerez).
Igual suerte hubiera corrido Atahualpa de no ser por Francisco Pizarro, que ya se
encontraba cerca de él, debido a que no podían derribar la litera del Inca, a pesar de que
mataron a los portadores de la litera, ya que otros de refresco se metían a cargarla. Así
estuvieron forcejeando gran tiempo; un español quiso herir al Inca, cuando Francisco
Pizarro, gritó que "nadie hiera al indio so pena de la vida...", hasta que hicieron caer el
anda y capturan al Inca, al que ponen bajo arresto en un ambiente del Templo del Sol.
Al caer la noche de aquel 16 de noviembre de 1532, habían terminado para siempre el
Tawantisuyo, el Inca estaba cautivo y con su prisión llegaba a su fin la independencia
del estado inca.
FUENTE: «[http://www.historiadel peru-incas 2010.gob.pa.pdf