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Franois Rabelais:de la risa acrtica a la utopa ldicaFragmento seleccionado del libroJess G. MAESTRO Genealoga de la Literatura. De los orgenes de la Literatura, construccin histrica y categorial, y destruccin posmoderna, de los materiales literarios, 2012

La obra de Rabelais,Pantagruel(1532) yGarganta(1534), es uno de los primeros y ms expresivos testimonios de Literatura sofisticada o reconstructivista de la Edad Moderna. Con antecedentes muy claros en Luciano de Samsata, cuya lectura se acusa de forma explcita en sus pginas, junto con otras puntuales fuentes grecolatinas, como Plutarco, este inslito autor ofrece una obra fuertemente cmica, violenta y escatolgica, en la que determinados destellos de crtica hacia la religin, el humanismo y la poltica, convierten aGargantay aPantagruelen construcciones literarias singularizadas por sus competencias ldicas, ms que crticas, fiscalizadoras de la sociedad y la cultura europeas del siglo XVI. La obra de Rabelais es clebre por la formalizacin de la materia cmica que la intervencin y expansin acrtica de Bajtn dej reducida al carnaval, y solo secundariamente por la formalizacin de la materia crtica que en ella pudiera contenerse. La mayor parte de sus pasajes, as como la fbula nuclear adjunta a la vida de Garganta esa guerra inslita, inverosmil y ridcula entre Grangaznate y Picrcolo, resultan de una hilaridad y una comicidad completamente inofensivas y acrticas. El lector tiene la sensacin de estar asistiendo a una suerte de cmic o tebeo del siglo XVI, donde las escenas, secuencias o vietas se suceden verbal y plsticamente con risa escatolgica, irona poltica y religiosa, caricatura constante y extremada hiprbole, chiste sexual, lo grotesco deshumanizado, la parodia del humanismo, el ridculo incesante, la stira amoral y dgase aunque slo sea por la memoria de Bajtn (1965) el carnaval. Es la escatologa, y en menor medida el humor y la comicidad, lo que dota de heterodoxia a la obra de Rabelais. La historia protagonizada por los gigantes Garganta (padre) y Pantagruel (hijo), adems de que puede leerse como una autntica parodia de un supuestoBildungsromanrenacentista, constituye toda una muestra de Literatura sofisticada o reconstructivista desde el momento en que sus personajes principales son dos trminos completamente idealistas sendos seres descomunales, parsimoniosos y medio pnfilos, que simulan una vida social, pedaggica y polticamente normal en todas sus anomalas, extravagancias y caricaturas.No por casualidad la obra se inspira en toda una tradicin de Literatura sofisticada o reconstructivista, cuyo intertexto ms reciente puede identificarse en la literatura artrica, las canciones de gesta y los libros de caballeras. Rabelais es, en cierto modo, un divertimiento verbal y revertido del erasmismo. Creo que acierta muy bien Alicia Yllera cuando escribe que es la forma lo que constituye la grandeza de Rabelais y no sus ideas humanistas sobre la religin, la guerra, la educacin, expresadas de modo mucho ms contundente por otros contemporneos como Erasmo[1]. El objetivo de la obra de Rabelais no es elprodesse, sino eldelectare, y no precisamente de la forma ms decorosa, sino ms bien escatolgica y procaz. Aunque el contenido poltico y religioso subyacente en buena parte de su obra tiene sus ms definidos referentes en Erasmo y Vives, niGargantaniPangruelson un eptome de doctrinal moral, pedaggica o religiosa. La obra de Rabelais fue ms bien un divertimiento incomprensible para el racionalismo francs de los siglos XVI, XVII y XVIII acaso con la excepcin, ms que singular, de Mme de Svign, y an ms sorprendente, si cabe, de La Fontaine[2]. Slo con el triunfo del Romanticismo francs Rabelais dej de ser considerado en su pas un escritor indigno y grosero desde el punto de vista delesbelles lettres.El racionalismo romntico y posromntico de Chateaubriand[3], Hugo, Nodier, Balzac, Musset, Nerval, Gautier, Flaubert, admir y penetr sin reservas la obra de este inslito autor renacentista (Boulenger, 1925: 82-168).:2. La interpretacin alegrica en la obra de Rabelais

Desde la dcima decaslaba que abre la obra, Rabelais objetiva en la risa la esencia deGarganta.Pero lo cierto es que la risa, es decir, el efecto orgnico del placer cmico, es un impulso ms subjetivo que objetivo, es decir, ms autolgico o individual (yo) y dialgico o gremial (nosotros) que normativo o preceptivo (sistema). Y es un hecho que a los telogos contemporneos del autor, tanto catlicos como protestantes, as como a buena parte de los humanistas del Renacimiento, el Barroco y la Ilustracin, maldita la risa que les caus la historia de Garganta y Pantagruel.El propio Rabelais, ldicamente, fue el principal responsable de las interpretaciones alegricas que muchos lectores y exgetas trataron de postular sobre los deliberados absurdos y las hiperblicas caricaturas de su obra cmica. El alegorismo sugerido por el autor en su prlogo aGargantano se interpret como un retrico juego destinado irnicamente a resaltar el inters del libro, simulando encerrar sentidos ocultos y trascendentes bajo las apariencias chistosas, burlescas y escatolgicas. Y todo ello pese al descreimiento con el que el propio Rabelais se refiere en el mismo prlogo a las interpretaciones alegricas de la obra homrica:Creis de buena fe que acaso Homero, al escribir laIladay laOdisea, pens en las alegoras que le endilgaron Plutarco, Herclides pntico, Eustacio, Cornuto y lo que Policiano tom de ellos? Si lo creis, no os acercis, ni con los pies ni con las manos, a mi opinin, que decreta que Homero pens tan poco en ellas como Ovidio en susMetamorfosisen los misterios del Evangelio (Rabelais, 1534/2008: 58).El desconcierto puede estar justificado solo en un lector ingenuo, ya que el propio Rabelais se encarga de jugar repetidas veces con ideas contrarias, al afirmar que hay que abrir el libro y pesar con cuidado lo que en l se expone (56), para contraponer a continuacin un sentido literal que ha de ser trascendido o superado, para hacer legible a travs de l una interpretacin que, siguiendo a los escolsticos, podr resultar tropolgica o histrica, alegrica o moral y anaggica o espiritual:Y, suponiendo que, en su sentido literal, encontris materias lo bastante jocosas para adecuarse al ttulo, no por ello hay que quedarse en ellas, como seducidos por el canto de las sirenas, sino interpretar en un sentido ms elevado lo que acaso pensabais que se deca porque s (Rabelais, 1534/2008: 57).

De cualquier manera, en la conclusin de su prlogo Rabelais concluye con un imperativo inequvoco, indudablemente: en la medida en que lo podis, entendedme en sentido alegre (Rabelais, 1534/2008: 60). En su ludismo literario, el autor de Garganta quiere que el lector se vea cortejado por la risa y el autor salvaguardado por el equvoco irnico de la alegora. Nada ms cmico, sin duda, a fin de cuestionar los fundamentos y consecuencias de toda tradicin alegorista.La hermenutica alegrica, disponible desde la ms temprana interpretacin de los textos homricos, haba experimentado durante la Edad Media un importante impulso desde la teologa dogmtica y el agustinismo hasta la especulacin escolstica destinada a armonizar solidariamente razn y fe. Era y es, adems, la alegora, uno de los instrumentos de lectura ms socorridos en ausencia de conocimientos conceptuales o cientficos. Con frecuencia el alegorismo propone interpretaciones inverificables, acrticas y no normativas, en las que el lector dispone de la ms amplia competencia tropolgica para formular lo que su imaginacin o su fantasa librrimamente quieran enunciar. As se han construido los ms grandes sistemas retricos del siglo XX, desde el psicoanlisis freudiano, como inslita alegora de la sexualidad ms patolgica, hasta la deconstruccin derridiana, como alegorismo no menos extravagante e igualmente patolgico de un discurso nihilista o, simplemente, ldico y sofista[4].Idnticas ideas se confirman precisamente en la conclusin de la obra, a propsito del Enigma en profeca, que Rabelais toma declaradamente de Mellin de Saint-Gelais y susEnigmes en faon de Prophtie, publicado pstumamente en 1574[5]. En ellos se pone en conocimiento del oyente o lector el advenimiento de un terrible enfrentamiento entre los seres humanos, movidos por la violencia, ignorancia y necedad, de la que el ms estpido como juez ser elegido, tras todo lo cual, quienes logren sobrevivir a semejante circunstancia sern recompensados. Garganta y el hermano Juan, el monje, deliberan acerca del sentido de semejante enigma, de modo que llegan a conclusiones divergentes, cuyo contraste habla por s solo de la desmitificacin y burla de lo alegrico como forma de conocimiento de cualesquiera fuentes escriturarias:

El monje dijo:Qu creis, a vuestro entender, que designa y significa este enigma?Qu? dijo Garganta. La decadencia y defensa de la verdad divina.Por San Crodegando! dijo el monje. No es esa mi explicacin: el estilo es de Merln el Profeta. Podis hallar ah alegoras y significaciones tan serias como queris, y elucubrar sobre ello, vos y todo el mundo, tanto lo deseis. Por mi parte, no creo que encierre otro sentido que una descripcin del juego de pelota en trminos oscuros (Rabelais, 1534/2008: 356-357).3. La censura de la obra de Rabelais

La obra de Rabelais concit la reprobacin y la censura de todos los telogos y moralistas religiosos de su tiempo, fueran catlicos o reformistas (Busson, 1967; De Grve, 1961). Calvino escribi en este contexto las mayores diatribas, en particular contra la idea de libertad que se desprende de las pginas deGargantayPantagruel, como lo hace constar en pginas antolgicas de su escrito tituladoDe los escndalos, publicado en 1550 (Thuasne, 1969: 385-387). Pero la ms clebre de las censuras contra Rabelais fue la estampada por Putherbeus en suTheotimus(1549)[6]. Donatella Gagiardi ha examinado con suma atencin esta disputa en su obraLa censura literaria en el siglo XVI, donde escribe lo siguiente en relacin con el caso que nos ocupa:El veredicto de los telogos parisinos fue ratificado y llevado a sus extremas consecuencias por fray Gabriel Du Puyherbault en la clebre invectiva contra Rabelais[7][], baste mencionar la resentida (y a la vez divertida) rplica a tan feroz ataque que puede leerse en la cuarta entrega de la saga pantagrulica, donde no slo entre los horribles retoos de Antiphysie se cuentan les Matagotz, Cagotz et Papelars, les Maniacles Pistoletz, les Dmoniacles Calvins, imposteurs de Genve, les enraigz Putherbes, Briffaulx, Caphars, Chattemites, Canibales et aultres monstres difformes et contrefaicts en despit de Nature, sino que se comparan los arrebatos lujuriosos de fray Jean con las violentas embestidas de Caresta a expensas de los pobres campesinos, jugando maliciosamente con el nombre Herbault, que remite, por un lado, a la personificacin del Hambre, tal como aparece en elRoman de la Rose, y por otro, al apellido de fray Gabriel: [...] ces motz les filles commencrent ricasser entre elles. Frre Jan hannissoit du bout du nez comme prest roussiner ou baudouiner pour le moins, et monter dessus comme Herbault sus paouvres gens.No en vano un enfurecido Putherbeus haba formulado esta pregunta retrica a propsito de su antagonista: huic nostro Rabeleso quid ad absolutam improbitatem deesse potest, cui neque Dei metus inest, neque hominum reverentia? Qui omnia divina humanaque proculcat et ludibrio habet?, llorando el destino de un hombre iluminado por el claror de las letras a la par que sumido en las tinieblas del vicio (Gagiardi, 2006: 60-61).:

4. ReliginEn materia de religin, Abel Lefranc (1953) consideraba que Rabelais era un ateo, enemigo del cristianismo y de las instituciones eclesisticas. Por su parte, Yllera estima que su pensamiento se aproxim ms al primer Evangelismo, sin traspasar nunca el umbral de la Reforma[8]. Filosficamente hablando, resultaba muy difcil ser ateo en el siglo XVI. Hasta el racionalismo de Baruch Spinoza no es posible disponer de una filosofa del atesmo rigurosamente sistematizada. Se puedesentirla ausencia o el vaco de Dios algo que harn con excelentes recursos retricos y poticos los existencialistas, y mucho antes que ellos el propio Nietzsche, pero en el Renacimiento europeo no hay ninguna obra ni sistema de pensamiento capaz derazonarsobre la imposibilidad de un Dios personalista y voluntarista, como el diseado popularmente (no teolgicamente) por el Cristianismo, y an menos sobre la negacin de la divinidad como causa primera o motor perpetuo, segn la idea aristotlica de Dios (que asume la teologa cristiana). Antes de la filosofa de Spinoza no cabe hablar en rigor de atesmo en trminos racionales, conceptuales y lgicos. Cervantes construye en elQuijote, y en toda su obra literaria, un mundo sin dioses, en el que la presencia de la divinidad es operatoriamente igual a cero. No slo seculariza la tragedia, en suNumancia(Maestro, 2004), sino que podra afirmarse incluso que es el Spinoza de la Literatura, al postular formalmente una potica sin dioses. Sin embargo, ha de subrayarse que el racionalismo literario cervantino, de naturaleza explcitamente atesta, no objetiva las razones que s alcanza, como es lgico, dada su naturaleza no literaria o potica, el discurso filosfico en la obra de Baruch Spinoza.:

5. Secuencias de Literatura sofisticada o reconstructivistaGargantaes esencialmente una obra de Literatura sofisticada o reconstructivista. En su corpus textual es posible identificar determinadas secuencias extremadamente representativas y definitorias, en las que el racionalismo del escritor asume formalmente la expresin de un irracionalismo falaz, engaoso e ilusionante, tanto para extraviar al lector indeseado telogo, inquisidor, censor y sustraerse de sus reprobaciones como para ofuscar a un pblico comn, poco voluntarioso o incluso insipiente.El captulo segundo deGarganta, compuesto ntegramente en octavas decaslabas, sobre Las zarandajas antidotadas halladas en un monumento antiguo, simula la figura del enigma literario, cuya retrica parodia en toda su tradicin potica. Y con gran efecto, pues no han faltado exgetas que, como suele ocurrir ante todo tipo de manifestaciones de Literatura sofisticada o reconstructivista no hay ms que leer cuanto se ha escrito sobre los cuentos de Borges, han querido ver en estos versos todo lo posible y lo imposible. En pleno siglo XVI Thomas Sbillet condenaba el gnero del enigma literario en suArt potique franais(1548, II, 11), invocando a Quintiliano, y apelando a su oscuridad, trivialidad y esterilidad. Otros autores, como Yllera en su edicin y traduccin de la obra que nos ocupa[9], sealan la relacin intertextual entre este enigma rabelasiano y el de Mellin de Saint-Gelais, sobreLe grand vainqueur des haults monts de Carthaige, publicado en Lyon en 1535, y al que muy posiblemente tuvo acceso el autor deGarganta. Berlioz (1985-1990), por su parte, lo interpret como un texto exclusivamente ertico, cuyo tema de fondo sera la reconciliacin entre un hombre y una mujer madura tras un fracaso sexual. No ha faltado quien lo haya ledo como un poema satrico con referencias al papa florentino Clemente VII y al emperador Carlos I de Espaa. Gaignebet (1968: II, 230-242) recopila las numerosas interpretaciones propuestas histricamente desde 1697 hasta 1930 y parece decantarse por una interpretacin completamente esotrica (1968, I). La primera de las estrofas, carcomida y deturpada, no se conserva ntegramente, lo que extrava sensiblemente la pauta de lectura del enigma. El poema, en su conjunto, podra interpretarse como una construccin creacionista concebida en pleno siglo XVI, que, a modo de literatura experimental, artificiosa, sofisticada o reconstructivista, habra hecho las delicias de un Huidobro. Tomemos, como ejemplo de tan deliberado galimatas, muy anterior al trampantojo de la escritura automtica de Breton, la estrofa tercera de este poema de Rabelais (1534/2008: 66):

Cuando el momento lleg de leer el captulo,Slo encontraron los cuernos de un ternero:Siento, deca, el fondo de la mitraTan fro que me constipa el cerebro.Lo calentaron con un perfume de nabosY se alegr de estar junto al hogar,Con tal que aparejase un nuevo enganchePara todas estas gentes que estn locas de atar.

No es necesario acudir a las vanguardias histricas del siglo XX para constatar que los ms inslitos artificios literarios disponen de dilatados orgenes. El racionalismo de este texto, presentado ldicamente como enigma literario, se objetiva de modo encubierto, bajo una maraa de formas y recursos destinados a simular un irracionalismo aparente, superficial e incluso seductor. Estamos ante un fragmento escrito en clave, cuyos cdigos desconocemos completamente por el momento. Pero que ignoremos con acierto su sentido no quiere decir que estas catorce octavas decaslabas carezcan de l. El hermetismo es un recurso literario antiqusimo. Circunstancias de este tipo nos recuerdan que el fin del arte no es ni el placer ni la instruccin moral, ideolgica o solidaria: el fin del arte es el desafo a la inteligencia humana, al exigir de forma incesante la interpretacin inteligible de los materiales estticos.Otro de los episodios singularmente caractersticos de la sofistificacin delGargataes el que anuncia y describe el parto del protagonista. Resulta admirable leer cmo el autor trata de racionalizar, de forma extremadamente caricaturesca y escatolgica es decir, muy bien pensada y mejor diseada, el nacimiento de Garganta, dado a luz por la oreja izquierda de su madre, Gaznachona. El racionalismo es aqu, como en toda Literatura sofisticada o reconstructivista, de un idealismo absoluto, desde el momento en que se objetiva en la forma de una materia operatoriamente imposible en el mundo real y efectivamente existente, pero factible en la ficcin artstica, es decir, en la existencia estructural o inmanente de los referentes literarios.

Al poco rato empez Gaznachona a suspirar, a lamentarse y a gritar. En seguida acudieron de todas partes un montn de comadronas y, palpndola por lo bajo, descubrieron unos pellejos de gusto bastante desagradable, y pensaron que era el nio; pero era el fundamento que se le escapaba, por relajacin del intestino recto (el que vosotros llamis caera del culo), por culpa del exceso de callos que haba engullido, como antes dijimos.Entonces una repugnante vieja del grupo, con fama de gran curandera, que haba venido de Brisepaille, cerca de Saint-Genou, haca sesenta aos, le suministr un astringente tan eficaz que todos sus esfnteres se comprimieron y cerraron con tanta fuerza que, incluso con los dientes, os habra sido muy difcil soltarlos. Es cosa espantosa de imaginar, como cuando el diablo, queriendo recoger el parloteo e dos mujeres galantes durante la misa de San Martn, intent estirar su pergamino a dentelladas.Este inconveniente le provoc un relajamiento superior de los cotiledones de la matriz, por los que salt el nio, penetrando en la vena cava y, subiendo por el diafragma hasta ms arriba de los hombros (donde esta vena se bifurca), tom el camino izquierdo, y sali por la oreja siniestra (Rabelais, 1534/2008: 87-88).

No cabe, cmicamente hablando, un racionalismo ms idealista. El narrador se sirve adems, fraudulentamente, de una nomenclatura mdica, cuya profesin y enseanza universitaria ejercicio en diferentes momentos de su vida, para otorgar verosimilitud al imposible. Este es un rasgo fundamental de la Literatura sofisticada: razonar, por supuesto idealmente, la intromisin de lo imposible en un mundo supuestamente real. El procedimiento, como se ha indicado con frecuencia, se basa en una frmula muy simple, que consiste enrelacionarmediante una simulacin real (un parto) dos o mstrminosirreales, ideales o imposibles (como es el caso del gigante Garganta y sus padres Grangaznate y Gaznachona). Con todo, desde el punto de vista de la Literatura sofisticada o reconstructivista, uno de los pasajes ejemplares deGarganta, en el que podra decirse que est contenida la esencia de esta obra rabelasiana, es el que constituye el captulo 38, donde el narrador da cuenta De cmo Garganta se comi a seis peregrinos en ensalada.

La historia requiere que comentemos lo que aconteci a seis peregrinos que volvan de San Sebastin, cerca de Nantes. Para pasar la noche, se haban agazapado, por temor a los enemigos, en el huerto, sobre las matas de habichuelas, entre las coles y las lechugas. Garganta se sinti algo alterado y pregunt si le podan conseguir unas lechugas para hacer una ensalada; al or que las haba y de las ms hermosas y grandes del pas, pues eran tan grandes como ciruelos o nogales, quiso ir a buscarlas l mismo y cogi con sus manos lo que le pareci bien. Con ellas se llev a los seis peregrinos, tan muertos de miedo que no se atrevan ni a hablar ni a toser.Primero las lav en la fuente y entretanto los peregrinos se decan unos a otros, en voz baja: Qu podemos hacer? Nos vamos a ahogar aqu, en medio de estas lechugas. Decimos algo? Pero si decimos algo, nos matar como a espas. Y, mientras ellos as deliberaban, Garganta los puso con sus lechugas en un plato de la casa, tan grande como la cuba de Citeaux, y se puso a comrselos, con aceite, vinagre y sal, para retomar fuerzas antes de la cena. Ya haba engullido a cinco de los peregrinos, el sexto quedaba en el plato, escondido bajo una lechuga, salvo el bordn que sobresala. Al verlo, Grangaznate dijo a Garganta:Me parece que ah hay un cuerno de caracol. No lo comis.Por qu? dijo Garganta. Estn buenos todo este mes.Tir del bordn y con l vino el peregrino y se lo comi tan contento; luego bebi un extraordinario trago de vino pinot, y esperaron a que dispusieran la cena.Los romeros as devorados evitaron lo mejor que pudieron las trituradoras de sus dientes y pensaban que los haban echado a alguna mazmorra de una crcel y, cuando Garganta se bebi el gran trago, creyeron ahogarse en su boca, y el torrente de vino casi los arrastra al precipicio de su estmago; sin embargo, saltando con sus bordones, como hacen los miguelotes, se pusieron a salvo junto a los dientes. Mas, por desgracia, uno de ellos, tanteando con su bordn el pas para saber si estaban a seguro, golpe con violencia en el agujero de una muela picada, dando en el nervio de la mandbula, lo que produjo a Garganta un fortsimo dolor, y se puso a gritar del dao que le haca. As que, para aliviar su mal, hizo traer su mondadientes y, saliendo hacia donde el nogal cornejero, os sac, seores romeros, de vuestro escondite. Pues a uno lo enganchaba por las piernas, al otro por los hombros, al tercero por las alforjas, al cuarto por la faltriquera y al ltimo por la faja, y al pobre diablo que le haba herido con el bordn, lo agarr por la bragueta; pese a todo fue una gran suerte para l, porque le perfor un bulto chancroso que le martirizaba desde el tiempo en que pasaron Ancenis.As huyeron los peregrinos descubiertos a travs de los viedos jvenes, corriendo como descosidos, y se le calm el dolor a Garganta.En ese momento Eudemon lo llam para cenar, pues ya estaba todo dispuesto.Me voy pues a mear mi desgracia dijo.Me tan copiosamente que la orina cort el camino a los romeros, de forma que se vieron obligados a atravesar la gran acequia. De ah, siguiendo por la vera de un bosquecillo, en medio del camino cayeron todos, excepto Hallatrucos, en una trampa preparada para cazar lobos con red, de la que escaparon gracias a la industria del mencionado Hallatrucos, quien rompi las ataduras y los cordajes. Salidos de all, pasaron el resto de la noche en una cabaa cerca de Coudray, y ah fueron reconfortados en su desgracia por las buenas palabras de uno de sus compaeros, llamado Hartodir, quien les mostr que esta desventura estaba ya anunciada en el salmo de David:Cum exurgerent homines in nos, forte vivos deglutissent nos, cuando fuimos comidos en ensalada con un poco de sal gruesa;cum irasceretur furor eorum in nos, forsitan aqua absorbuisset nos, cuando se bebi el gran trago;torrentem pertransivit anima nostra, cuando atravesamos la gran acequia;forsitan pertransisset anima nostra aquam intolerabilemde su orina que nos cort el camino.Benedictus Dominus, qui non dedit nos in captionem dentibus eorum. Anima nostra, sicut passer erepta est de laqueo venantium, cuando camos en la trampa;laqueus contritus estpor Hallatrucos, ynos liberati sumus. Adjutorium nostrum, etc. (Rabelais, 1534/2008: 265-268).

Este pasaje contiene formalmente la esencia de toda Literatura sofisticada o reconstructivista: presencia de trminos ideales (gigantes) que se relacionan de modo simuladamente real (alimentacin) con otros trminos y referentes, algunos de ellos dados como tales en el mundo efectivamente existente (lechugas, peregrinos, bordones, mondadientes, muelas cariadas). A su vez, la escena concluye con una parodia crtica y burlesca de las interpretaciones alegricas,post eventum, de las Sagradas Escrituras. El irracionalismo que relaciona al gigante con unos peregrinos, engullidos como polizones de sulactuca sativa, es, evidentemente, de diseo, y su experiencia cmica no se disuelve acrticamente, sino todo lo contrario, al desembocar, de forma inmediata, en una stira del alegorismo religioso, y, algo ms adelante, en una reprobacin del mito de laperegrinatio, cuando Grangaznate les reprocha, incluso citando a Pablo de Tarso, el abandono de sus hogares y familia so pretexto de sus peregrinas andanzas: En adelante, no os embarquis en estos ociosos e intiles viajes. Mantened a vuestras familias, trabajad, cada uno segn su vocacin, instruid a vuestros hijos, y vivid como os ensea el buen apstol San Pablo (Rabelais, 1534/2008: 301).:

6. La crticaDesde el punto de vista de la disposicin y organizacin de las ideas, en la obra es posible observar una serie de secuencias deliberadamente confusas o enigmticas (si bien de desenlace burlesco, caps. 2 y 58), escatolgicas (caps. 3-7 y 13, en torno al nacimiento y primeros aos del protagonista), pardicas (caps. 8-24, a propsito de la educacin humanista de Garganta), ldicas (de forma recurrente a lo largo de toda la obra, caps. 17-18, 25, 36, 40), puntualmente crticas (sobre todo en los caps. 26-51, durante la guerra contra Picrcolo y la victoria de Grangaznate), y finalmente utpicas (caps. 52-57, en relacin con la creacin de la abada de los telemitas, y sus revertidas ordenanzas).La paremiologa crtica de uso irnico, como ocurre en el captulo 11, De la adolescencia de Garganta, o la discreta y sutilizada burla del conocimiento y la educacin humanista que se exhibe en el captulo 14, al dar cuenta De cmo Garganta fue instruido por un sofista en letras latinas, son algunas de las referencias crticas constatables en la obra, pero el grueso ms severo se lo lleva en este punto la recurrente intervencin del narrador contra la guerra que solo sirve a intereses individuales y corporativos. As, cuando los consejeros de Picrcolo animan a su rey a una ridcula conquista de todo el orbe conocido, un hidalgo anciano, de nombre Equefrn (en griego sensato, prudente), le advierte, de forma crtica y desmitificadora:

Mucho me temo que todo este gran empeo resulte como la farsa del cntaro de leche, con el que un zapatero se enriqueca en sueos; luego, roto el tarro, no tena qu comer (Rabelais, 1534/2008: 246).

A Rabelais no le basta en este pasaje solo con la burla, la irona o la parodia. Necesita la crtica verbal, objetiva y explcita. Como ha sealado la mayor parte de los comentaristas al texto, la secuencia rememora una escena de laVida de Pirro, de Plutarco, en la que Cineas aconseja gozar de la vida y evitar conquistas blicas. Con todo, en la obra de Rabelais, pese a la gran cantidad de homicidios al parecer involuntarios a que da lugar el comportamiento de Garganta, la muerte carece de todo sentido trgico, e incluso se manifiesta como la consecuencia indolente, cmica e hiperblica, del modo natural de ser del protagonista, un gigantn acomodado, parsimonioso y un tanto cachazudo. Es manifiesto que Rabelais condena la promocin de las guerras intiles, destinadas a satisfacer los intereses personales o gremiales de individuos polticamente inservibles, como Picrcolo. La guerra es una inevitable e indeseada prolongacin defensiva de la poltica, no una expansin irreflexiva del egosmo individual o colectivo de una casta dirigente. En este punto, el derrotado rey Picrcolo representa la figura del ms necio gobernante, asesorado por criaturas ridculas y flagiciosas. Su propio nombre remite en griego a la figura de un ser colrico, bilioso y amargado, que responde irracionalmente, ofuscado y turbio, a cuanto le rodea. Rabelais lo condena a una supervivencia despreciable y paranoica[10].Otro objeto puntual de crtica lo constituye el clero, particularmente en lo que atae a su ignorancia. El hermano Juan, el monje, se jacta sin rodeos de su insipiencia: Yo, por mi parte, no estudio nada. En nuestra abada nunca estudiamos, por miedo a las paperas (Rabelais, 1534/2008: 274). Hoy identificamos como un rasgo erasmista la crtica del XVI a la ignorancia del clero (magis magnos clericos non sunt magis magnos sapientes)[11]. Con todo, la crtica de Rabelais est ms en lalexisdeGarganta, es decir, en las palabras, que en lafbulao composicin de los hechos. Es una crtica msretricao referencial quepoticao literaria.:

7. Una utopa ldica

El triunfo de la guerra sobre Picrcolo desemboca en una suerte de utopa, propuesta por el hermano Juan, el monje, que supone la reversin, inversin o disolucin de la vida eclesistica. Este personaje rog a Garganta que instituyese su orden religiosa al contrario que todas las dems (328), acontecimiento que permite a Rabelais llegar muy lejos en su crtica erasmista a la vida clerical y monacal, revelando las numerosas murmuraciones, envidias y conspiraciones mutuas (328), y cmo en los conventos de mujeres no entraban los hombres si no es a escondidas y clasdestinamente (329). Se dispone de este modo la creacin de la Abada de Tlema, donde los telemitas desarrollarn una nueva forma de vida, la cual, descrita en trminos y relaciones completamente utpicas, desemboca en un idealismo pardico: porque de costumbre los religiosos hacan tres votos, a saber, de castidad, pobreza y obediencia, se estipul que all pudiesen estar casados con todo honor, que todos dispusiesen de sus bienes y viviesen en libertad (329). Evidentemente, algo as no es una abada ni una institucin eclesistica, sino la materializacin idealista de un mundo cuya sensualidad y forma de actuar tiene ms que ver con el paganismo que con el cristianismo en cualesquiera de sus formas (y no se olvide que las reformadas eran mucho ms espartanas que las catlicas, relajadas y disolutas, al pensar de Lutero). Pero esta materializacin idealista de la vida monacal, en el formato de una utopa eclesistica, que toma como referentes o trminos a seres humanos reales, a los que relaciona de forma por completo ridcula y desmesurada, desde el punto de vista de la teologa cristiana de cualquier poca, no tiene otro fin que el de desmitificar crtica y burlescamente la vida religiosa del Renacimiento. As rezaban algunos de los decaslabos de la Inscripcin colocada sobre la puerta de Tlema:No entris aqu hipcritas, santurrones,Viejos impostores, rollizos fingidores,Gazmoos, bobos, ms que lo eran los godos[]Vuestras ganancias estn en el patbulo.Id por ah a rebuznar; aqu no se hace ningn exceso,[]Trasgos, duendes, del poder servidores,Arteros, ladinos, ms de temer que lobos[12]

En suma, el prtico que conduce a este idealismo utpico nace de la stira, la crtica y la desmitificacin de la realidad religiosa del siglo XVI europeo. La inversin de estos valores culmina en el lema principal de la abada:Haz lo que quieras.Toda su vida [la de los monjes telemitas] estaba gobernada, no por leyes, estatutos o reglas, sino segn su libertad o libre albedro. Se levantaban del lecho cuando les pareca bien, beban, coman, trabajaban, dorman cuando les vena en gana. Nadie los despertaba, nadie los obligaba ni a beber, ni a comer, ni a hacer cualquier otra cosa. As lo haba establecido Garganta. En su regla no exista ms que este clusula:Haz lo que quieras

Tal es la suerte de comuna dehippiesaristocratizados con la que concluye la fbula deGarganta, antes de desembocar, finalmente, en la ltima y ldica desmitificacin de la alegora como forma de interpretacin de cualquier material textual, a propsito del Enigma en profeca que constituye el captulo 58. La genialidad es uno de esos hechos que acontecen antes de que se le pueda dar un nombre. En cierto modo, la genialidad es por ello mismo una forma indita de racionalismo, que exige a sus receptores contemporneos, quienes primero la reciben, en una suerte de desafo intelectual, la mxima atencin en el ejercicio de sus posibilidades de pensamiento y de interpretacin.

[1]Vid. su introduccin aGarganta(Rabelais, 1534/2008: 32).[2]En carta personal a Saint-Evremond, con fecha de 18 de diciembre de 1687, La Fontaine (1965: 49) se declara discpulo de Rabelais.[3]Acaso no sorprende que alguien como Chateaubriand, en un archicitado pasaje de susMemorias de ultratumba(1848/1951: 408), identificara a Rabelais como uno de los genios fundadores o autores matrices de la cultura francesa. En ese romntico fragmento de crtica literaria, Chateaubriand no menciona a Espaa ni cita a un solo autor espaol.[4]El lector posmoderno y la lectora posmoderna me disculparn (no s si en diferente o indistinta medida, dada la discriminacin sexual gramaticalmente exigida por las polticas autodenominadas correctas, y temo no llegar a saberlo nunca, por lo que con toda la seriedad de que soy capaz en una circunstancia de esta naturaleza pido disculpas), pero leda con gracia y con sentido del humor, la prosa derridiana es, en algunas de sus cimas ms singulares (e ilegibles, valga el oxmoron), de un divertimiento nico: pensar que innumerables personas dialogan acadmicamente o al menos eso parece y organizan congresos internacionales sobre conceptos absolutamente incomprensibles y palabras por entero trabalenguadas es uno de los espectculos cmicos ms apasionantes del mundo contemporneo. Personalmente solo puedo interpretar algo as como un neocervantino y contemporneoRetablo de las maravillas.[5]Rabelais lo public antes que su propio autor, sin duda porque accedi a una copia manuscrita. Solo los dos primeros versos y los diez ltimos de este enigma literario son de Rabelais, los dems pertenecen al de Saint-Gelais.[6]Vid. al respecto los trabajos de Droz (1966) y, recientemente, de Gagiardi (2006).[7]Como seala Gagiardi (2006: 122), la spera diatriba, que deja bien claro Rabelesus quid hominis sit, ocupa las pp. 180-183 delTheotimus, y destaca por la peculiaridad tipogrfica de estar enmarcada por comillas en el margen izquierdo del texto[8]ApudRabelais (1534/2008: 35).[9]ApudRabelais (1534/2008: 65).[10]Picrcolo, con gran desesperacin, huy hacia Ile-Bouchard y, camino de Rivire, tropez su caballo, cayendo a tierra, lo que le produjo tal indignacin que, en su rabia, lo mat con su espada []. As se fue el pobre colrico; luego, atravesando el ro en Porlt-Huault, y narrando sus desdichas, fue advertido por una vieja hechicera de que le sera devuelto su reino con la venida de las ranas con pelo. No se sabe qu ha sido de l desde entonces. Sin embargo, he odo decir que ahora es un pobre esportillero en Lyon, colrico como antes. Sigue atormentndose, preguntando a todos los forasteros por la venida de las ranas con pelo, esperando que con su llegada recuperar sin falta su reino, segn la profeca de la vieja (Rabelais, 1534/2008: 316).[11]Los mayores clrigos no son los ms sabios.[12]Se trata de versos que figuran en el captulo 54, formado por un poema de catorce estrofas de ocho versos decaslabos (Rabelais, 1534/2008: 334-340).