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12 12 12 12 12 Revista Casa de las Américas No. 277 octubre-diciembre/2014 pp. 12-25 HECHOS/IDEAS E n julio de 2014, con la reunión en Brasil de los países miem- bros del grupo Brics y su creación de un nuevo Banco y de un Fondo para el Desarrollo, se dio un nuevo paso hacia la construcción de un mundo multipolar. A ese encuentro siguió una reunión conjunta del Brics, Unasur (la Unión de Naciones Sudame- ricanas) y Celac (la Comunidad de Estados de la América Latina y el Caribe). Todo ello ocurrió sin la participación de la Tríada (Esta- dos Unidos, Europa y Japón). Se trata, por supuesto, de un paso positivo, ya precedido por acuerdos sumamente importantes sobre energía entre dos miem- bros del grupo Brics: China y Rusia. El objetivo de las nuevas ins- tituciones es fomentar el crecimiento y eliminar la pobreza. La ini- ciativa reúne, en una relación Sur/Sur, a «países emergentes» con importantes reservas financieras y a otros que tienen una situación menos privilegiada. La América Latina fue escogida como el nuevo escenario, y tanto el presidente de Rusia como el primer ministro de China aprovecharon la oportunidad para reforzar sus lazos con los países progresistas del subcontinente. No obstante, la concepción básica de las relaciones Sur/Sur aún se expresa dentro del marco clásico del desarrollo, con los mismos conceptos e instrumentos de medida, y se les presta poca o ninguna FRANÇOIS HOUTART Cooperación Sur-Sur para un paradigma poscapitalista y una nueva modernidad* * Texto presentado en Hanoi el 13 de agos- to de 2014, en un seminario sobre rela- ciones Sur/Sur y soberanía de los Es- tados nacionales, organizado por el Instituto por la Paz y el Desarrollo de Vietnam y presidido por Thi Binh, exvi- cepresidenta del país.

FRANÇOIS HOUTART Cooperación Sur-Sur para un paradigma ...€¦ · reunión conjunta del Brics, Unasur (la Unión de Naciones Sudame-ricanas) y Celac (la Comunidad de Estados de

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HECHOS/IDEAS

En julio de 2014, con la reunión en Brasil de los países miem-bros del grupo Brics y su creación de un nuevo Banco y deun Fondo para el Desarrollo, se dio un nuevo paso hacia la

construcción de un mundo multipolar. A ese encuentro siguió unareunión conjunta del Brics, Unasur (la Unión de Naciones Sudame-ricanas) y Celac (la Comunidad de Estados de la América Latina yel Caribe). Todo ello ocurrió sin la participación de la Tríada (Esta-dos Unidos, Europa y Japón).

Se trata, por supuesto, de un paso positivo, ya precedido poracuerdos sumamente importantes sobre energía entre dos miem-bros del grupo Brics: China y Rusia. El objetivo de las nuevas ins-tituciones es fomentar el crecimiento y eliminar la pobreza. La ini-ciativa reúne, en una relación Sur/Sur, a «países emergentes» conimportantes reservas financieras y a otros que tienen una situaciónmenos privilegiada. La América Latina fue escogida como el nuevoescenario, y tanto el presidente de Rusia como el primer ministro deChina aprovecharon la oportunidad para reforzar sus lazos con lospaíses progresistas del subcontinente.

No obstante, la concepción básica de las relaciones Sur/Sur aúnse expresa dentro del marco clásico del desarrollo, con los mismosconceptos e instrumentos de medida, y se les presta poca o ninguna

FRANÇOIS HOUTART

Cooperación Sur-Surpara un paradigma poscapitalistay una nueva modernidad*

* Texto presentado en Hanoi el 13 de agos-to de 2014, en un seminario sobre rela-ciones Sur/Sur y soberanía de los Es-tados nacionales, organizado por elInstituto por la Paz y el Desarrollo deVietnam y presidido por Thi Binh, exvi-cepresidenta del país.

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atención a las externalidades (ecológicas y socia-les); en otras palabras, se trata de una moderniza-ción presa de la lógica del mercado. Es por elloque el grupo Brics puede reunir sociedades orien-tadas por un proyecto capitalista (la India), un paíssocialista con un mercado regulado (China), y va-rias formas de sistemas socialdemócratas, que acep-tan el capitalismo como un instrumento para el «cre-cimiento» al tiempo que implementan políticas deredistribución del ingreso (Brasil, Sudáfrica).

En este artículo adoptaré deliberadamente untono provocativo, a fin de llamar la atención haciala urgente necesidad de una transformación radical(que vaya a la raíz) y de dar los primeros pasos deuna transición.

Un mundo multipolar con la mismaconcepción de la modernidady el desarrollo

El énfasis fundamental de la iniciativa del grupo Bricsconsiste en crear un nuevo polo contra una globali-zación monopolista dominada por una nación im-perialista y con instituciones internacionales que es-tán en lo fundamental al servicio de ese polo único(Banco Mundial, FMI, OMC, etc.). No es el decrear un nuevo modelo de desarrollo tras la muertedel actual. Por supuesto, existe conciencia acercade sus contradicciones internas, y de ahí la adop-ción de algunas medidas encaminadas a aliviar lapresión ambiental y a ayudar a las personas a salirde la pobreza, pero en varios sentidos se trata deuna continuidad de la misma visión.

En general, se cuestiona muy poco el conceptode la modernidad como progreso lineal en un pla-neta inagotable, y el empleo de una economía «sa-crificial» para alcanzar ese objetivo. Eso significaque estos países se unen al club del desarrollo in-

sustentable, solo que de una manera diferente. Enel mejor de los casos, su iniciativa se presenta comoun paso necesario para preparar otra era. Se acusaal Norte capitalista de ser responsable de los da-ños ambientales y del «subdesarrollo del Sur» (nosin razón, por supuesto). Pero esta es una manerafácil de evadir las responsabilidades propias.

Se pueden poner muchos ejemplos. El desequi-librio sistemático del metabolismo entre el medioambiente y los seres humanos provocado por losritmos diferentes de reproducción del capital y lanaturaleza fue denunciado por Carlos Marx, perono ha sido resuelto por el socialismo, como él pre-viera. Por el contrario, el desarrollo de las fuerzasproductivas ha conllevado una creciente destruc-ción de ecosistemas, el incremento de los gasesnocivos y el envenenamiento de las fuentes de lavida (el suelo, el agua).

El Sur del planeta reproduce hoy el mismo tipode relaciones con la naturaleza, y eso de tres mane-ras: transformándola en mercancías según una lógi-ca puramente capitalista, como en la India; o, enuna nueva perspectiva, extrayendo riquezas natu-rales a fin de obtener los medios para instaurar Es-tados de bienestar, como ocurre en los países pro-gresistas de la América Latina; o llevando adelanteun nuevo proceso de acumulación orientado por elEstado, como en China. De ahí que la actual filoso-fía de las relaciones Sur/Sur no solucione el proble-ma. Por el contrario, a pesar de que se sostienenverbalmente algunas posiciones ecológicas fuertes,se sigue el mismo rumbo.

Los discursos pronunciados en las reuniones ce-lebradas en las ciudades brasileñas de Fortaleza yBrasilia, y los objetivos trazados para las nuevasinstituciones, como el Banco y el Fondo de De-sarrollo, no se apartan de las definiciones clásicasdel crecimiento como aumento del PIB y del

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desarrollo como resultado fundamentalmente delprogreso tecnológico: esas ideas son instrumentosintelectuales creados por una modernidad que hasido secuestrada por la lógica capitalista. Esta críti-ca, como veremos más adelante, no implica unavuelta romántica al pasado ni la propuesta de unanueva versión de socialismo utópico. Lo que sí im-plica es redefinir la vida colectiva de la humanidaden la Tierra respetando la capacidad de regenera-ción del planeta y rechazando un concepto de de-sarrollo que tiene su base en el sacrificio de millo-nes de seres humanos.

Relaciones con la naturaleza

Consideremos la dimensión ambiental antes de abor-dar la social. Por supuesto que tanto el mundo capi-talista como los países socialistas están genuinamentepreocupados por algunas de las consecuenciasecológicas del actual modelo de desarrollo. En lassociedades dominadas por la «ley del valor», laconciencia acerca de la necesidad de un cambiocreció cuando los daños ambientales comenzarona afectar las tasas de ganancia y el proceso de acu-mulación. Ese es el origen de la llamada «economíaverde». En los países de orientación socialista laspreocupaciones son de otro orden: la destrucciónde la naturaleza se considera un obstáculo para eldesarrollo racional planificado.

En ambos casos se proponen soluciones. Noobstante, la mayoría se concibe a partir del mismoabordaje filosófico, que implica, entre otras cosas,acciones limitadas en un campo específico (la pro-ducción, la salud, la educación, el bienestar, etc.), sinuna visión de la totalidad (holística). De hecho, unode los efectos de la modernidad derivados de unalógica del progreso económico definido como unproceso de acumulación ha sido la pérdida de dicha

perspectiva. El lucro inducido por la ciencia y la tec-nología equivale a progreso, que, a su vez, se identi-fica con la modernidad. Se echan a un lado lasexternalidades y no se toma en cuenta su costo. Lasegmentación de la realidad le resulta muy funcionala un progreso definido exclusivamente en términoseconómicos. No se niegan otros aspectos de la vidacolectiva, como la simbiosis con la naturaleza, el co-nocimiento y la cultura, pero se relegan a un segundoplano. Es el reino del homo economicus.

Por más extraño que resulte, las economías so-cialistas planificadas, que podrían haber adoptadootro enfoque, siguieron un camino similar. Solo rem-plazaron la ganancia privada por la colectiva y au-mentaron hasta cierto punto el espacio de los bie-nes inmateriales. Ello probablemente se debió a lanecesidad de esos países, que estaban en los már-genes del desarrollo económico capitalista, de de-sarrollar fuerzas productivas capaces de emular conel desempeño de las capitalistas. Y quizá también aque se vieron obligados a poner en pie economíasde guerra, dadas las políticas agresivas de las po-tencias occidentales.

El creciente abandono por la modernidad de lavisión holística, a partir del siglo XVI, ha conducidogradualmente a la adopción de perspectivas exclu-sivas en todos los campos del conocimiento huma-no y el desarrollo económico, con muy poca consi-deración para sus repercusiones en la totalidad. Elloha sido resultado de la segmentación de la realidad,considerada una condición necesaria para el pro-greso de la ciencia y las aplicaciones tecnológicas.La economía de mercado capitalista, entendidacomo el motor impulsor de la modernidad, ha do-minado el proceso con creciente eficiencia desdesu época mercantil y durante su fase industrial, has-ta llegar en nuestros días a su dimensión monopóli-ca y financiera global.

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Veamos algunos ejemplos de las relaciones conla naturaleza. El primero tiene que ver con el cam-po energético. Se han hecho esfuerzos para reducirlas emisiones de gases nocivos de los motores delos automóviles, pero, a la vez, la producción deautomóviles crece con tal rapidez que el nivel gene-ral de las emisiones sigue creciendo. Se anuncia la«energía verde» como un progreso significativo,dado que no agrede el medioambiente, pero no setienen en cuenta sus condiciones de producción: losagrocombustibles se obtienen a partir de monocul-tivos que destruyen ecosistemas enteros y conta-minan los suelos y las aguas, provocando la defo-restación y abatiendo la soberanía alimentaria.1 Sesupone que la electricidad es una energía limpia,pero se genera en plantas que consumen carbón,una de las fuentes fundamentales de emisiones deCO2,

o en grandes presas que inundan vastas re-giones boscosas y agrícolas, expulsan a las po-blaciones locales (especialmente a los pueblos in-dígenas) y destruyen el equilibrio natural y ladiversidad de plantas y animales. Esas situacionesse dan en todos los países: los capitalistas, los so-cialdemócratas y los socialistas.

Otro ejemplo es el de los monopolios capitalis-tas en el terreno de la agroindustria. Un pequeñonúmero de empresas multinacionales que domina elmercado está reduciendo el número de granos quese cultiva en el mundo, haciéndose del control delas semillas, usando de manera masiva la modifica-ción genética y estandarizando los alimentos paraobtener ganancias. Entre otras cosas, son respon-sables del precario estado de salud en áreas ruralesy de las dietas nocivas y la obesidad en los ambien-tes urbanos. Están activamente presentes en los

procesos productivos y en el consumo (comidachatarra), no solo en los centros del mundo capita-lista, sino también en los países miembros del Brics,China incluida.

Relaciones sociales

Las consecuencias sociales son también el preciode este tipo de desarrollo. El progreso como únicovalor justifica el sacrificio de generaciones enteras.Esa ha sido la lógica del capitalismo desde sus ini-cios. La acumulación primitiva se ha llevado a caboa costa de la desposesión desde la época de los«cercados», y ha dado por resultado la destrucciónfísica y social de comunidades. Además, su de-sarrollo ha estado intrínsecamente asociado a laguerra. La explotación del trabajo humano ha esta-do presente en muchas formas de relaciones socia-les, desde la esclavitud hasta la venta de fuerza detrabajo a un precio de miseria. Todo ello ha costa-do millones de vidas. Hoy en día la explotación delpetróleo, la minería y el monocultivo provocan cán-cer y enfermedades de la piel y de los pulmones, loque no parece preocupar a las corporaciones res-ponsables. Incluso en países progresistas y socia-listas, esa lógica gobierna el desarrollo de las fuer-zas productivas. Miles de hombres mueren cadaaño en las minas de carbón de China. Más de unmillón de chinos muere anualmente debido a la con-taminación del aire.

Es a eso a lo que llamamos economía «sacrificial»:una versión moderna de los sacrificios humanos quese ofrecían al dios de la fertilidad para asegurar bue-nas cosechas en el Medio Oriente de la Antigüedad,o en las sociedades maya y tolteca. Las cosmovisio-nes son diferentes, por supuesto, pero los mediosson similares: sacrificios humanos para lograr un ob-jetivo futuro al que se considera un valor superior. En

1 Ver François Houtart: Agrofuels, big profits, ruined livesand ecological destruction, Londres, Pluto, 2010.

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las sociedades de la Antigüedad, la legitimación es-taba dada por la necesidad de sobrevivencia del grupoen el marco de una reproducción social circular quedependía de los ciclos de la naturaleza. En las socie-dades modernas –tanto capitalistas como socialis-tas–, en las que un cierto dominio sobre la naturalezapermite tener una visión lineal de la historia, el ele-mento legitimador es el progreso, aun si la noción deprogreso es diferente entre unas y otras (el interés delas minorías en el primer caso y el de las mayorías enel segundo).

En las sociedades de la Antigüedad y las capi-talistas, con su desprecio por el grupo sacrificado–prisioneros de guerra en las primeras, proletariosy campesinos pobres en las segundas–, la cultura(la lectura de la realidad) contribuía a la consolida-ción del sistema. En los países socialistas, donde sesupone que los obreros y los campesinos están enel poder, la economía «sacrificial» se consideraun período de transición aceptado voluntariamentepara construir la sociedad igualitaria del futuro.

Objetivamente, el resultado es el mismo: las ca-pacidades de regeneración de la Tierra se ven pro-fundamente afectadas. A las víctimas, en amboscasos, no les importa cuál es el progreso por el quemueren o ponen en peligro su integridad física y si-cológica. Traducido a los términos de las actualesrelaciones Sur/Sur, ese progreso significa extracti-vismo y adquisición de tierras por los países que«emergen» más rápidamente en los territorios delos más débiles. No se diferencia tanto de las rela-ciones Norte/Sur, excepto en el terreno político.

En los países socialistas, cuando se reintroducela lógica del mercado para impulsar el crecimientoeconómico y el desarrollo de las fuerzas producti-vas, surgen nuevas burguesías que tratan de influirsobre el sistema político para hacer valer su podersocial y económico. En teoría, el Estado regula con

mano firme el mercado, pero en la práctica, el Es-tado puede llegar a estar regulado por los nuevosgrupos sociales, por medios legales o ilegales. Enese punto, la «economía sacrificial» de los paísessocialistas se transforma en un vehículo para la acu-mulación privada. No podemos olvidar que el mer-cado es una relación social, y no solo un mecanis-mo económico. Ello incide también sobre lasrelaciones Sur/Sur.

Las actuales relaciones Sur/Sury la reproducción de la modernidadcapitalista

Durante la pasada reunión del grupo Brics en Brasilse introdujo, sin dudas, una nueva dinámica en lasrelaciones Sur/Sur, con proyectos de infraestructu-ra, facilidades de crédito e intercambios de conoci-mientos. No obstante, estuvo ausente o fue muyescasa la transformación de la filosofía sobre el de-sarrollo. Se abogó por el crecimiento, los intercam-bios comerciales, la prosperidad, con muy pocapreocupación por sus costos ecológicos y sociales.

Describamos el asunto en términos concretos. Máscomercio internacional significa más transportación,mayor uso de energía y recursos naturales, más emi-siones de gases nocivos, una contaminación crecientede los océanos.2 La exportación de materias pri-mas a los países miembros del Brics o entre ellossignifica para la América Latina, por ejemplo, laexpansión de las actividades extractivas, con nue-vos métodos que agreden la naturaleza y que sonaltamente perjudiciales para las poblaciones loca-les (como las minas a cielo abierto). También dapor resultado una «reprimarización» de las econo-

2 Todos los días surcan los océanos veintidós mil buquesde gran tonelaje dedicados al comercio internacional.

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mías y un incremento de la dependencia internacio-nal. Se potencia la adquisición de tierra en gran es-cala en África, no solo por corporaciones multina-cionales, sino también por países miembros delBrics, como la India en Etiopía, China en Filipinas yBrasil en Mozambique. Miles de hectáreas se de-dican al monocultivo y se expulsa de sus tierras alas poblaciones locales. A los pueblos indígenas dela América Latina no les importa si los que dañansus territorios son los Estados Unidos, consorcioslocales o empresas de los países del grupo Brics.

Se brindan facilidades de crédito para proyec-tos económicos, pero en algunos casos estos tie-nen tasas de interés mayores que las del mercadocapitalista.3 Las multinacionales indias y brasileñasno son mejores que las europeas o las norteameri-canas en lo que toca al respeto a la naturaleza o laexplotación del trabajo. Las empresas chinas, pri-vadas o públicas, adoptan rápidamente una con-ducta similar a las de Occidente.4 La mayor dife-rencia se ubica en el terreno político: mientras quelas potencias occidentales actúan a impulsos de suspropósitos neocoloniales tradicionales, China, sal-vo quizá en su esfera de influencia inmediata, notrata de intervenir en los asuntos de política internade los países.

Todas estas consideraciones pueden parecerdemasiado contundentes y pesimistas, precisamenteen el momento en que se producen interesantestransformaciones en el terreno de las relaciones Sur/Sur. No obstante, son necesarias no para promoveruna visión apocalíptica del futuro ni para desalentar

los esfuerzos encaminados a crear un mundo mul-tipolar, sino para llamar la atención hacia la crisisfundamental del modelo de desarrollo vigente. Ne-cesitamos señales claras de nuevas vías de acción,iniciadas en el Sur y aplicadas en el marco de lasrelaciones Sur/Sur. No se trata de fundamentalis-mo ecológico ni de socialismo utópico. Es ciertoque toda relación con la naturaleza deja una huellaecológica, pero el problema consiste en restable-cer el equilibrio metabólico (intercambio de mate-riales). Toda iniciativa colectiva de nuevo tipotambién entraña riesgos que deben ser democráti-camente definidos. La responsabilidad humana enambos terrenos es el centro de la nueva ética. Unnuevo Bandung no tendría sentido sin una búsque-da común de un nuevo paradigma para la vida co-lectiva en el planeta o sin la formulación de políticaspara la transición hacia él. Ello exige una crítica dela construcción histórica del concepto de moderni-dad, a fin de entender cómo fue posible el surgi-miento de tales contradicciones y cómo resulta posiblesuperarlas para crear una nueva modernidad.

Cómo ha sido absorbida la modernidadpor la lógica del mercado

En un artículo breve solo resulta posible proponerhipótesis basadas en la obra de muchos autores quehan reflexionado desde distintos ángulos sobre lahistoria del capitalismo y la modernidad, como MaxWeber, Fernand Braudel, Walter Benjamin, MichelBaud, Maurice Godelier, Eric Hobsbawn, Imma-nuel Wallerstein, Jorge Beinstein, Samir Amin yotros. En Europa, el desarrollo de la modernidadsiguió al prolongado período que medió entre lasociedad medieval y el nacimiento del capitalismomercantil, entre los siglos XII y XVI. En los siglos XII

y XIII se desarrollaron formas de protocapitalismo,

3 En Ecuador, las tasas chinas oscilan entre el 7 y el 8 %,mientras que las del FMI están entre el 3 y el 4 %.

4 En el Congo, los contratos mineros entre el gobiernolocal y las empresas chinas estipulan la prohibición dehuelgas de los trabajadores.

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sobre todo en las ciudades del norte de Italia, gra-cias al incremento de las actividades comercialescon Europa Oriental (los bogomiles). En socieda-des dominadas por culturas religiosas no es extra-ño que las instituciones y los actores religiososdesempeñaran un papel central en esta evolución.

En el siglo XIII, Tomás de Aquino (1225-1274)introdujo la racionalidad aristotélica no solo en elterreno de la teología, sino también en el del pensa-miento socioeconómico acerca de la organizaciónpolítica de las sociedades, con lo que creó un vínculoentre la Edad Media y una modernidad que fue rá-pidamente absorbida por la lógica del mercado.El papel de los grandes pensadores árabes fuedeterminante en ese momento, ya que eran verda-deros puentes culturales entre las tradiciones filo-sóficas griegas y la Europa medieval. En centros detransformación económica y social (Boloña y Pa-rís), Tomás de Aquino fue particularmente sensiblea la necesidad de un nuevo enfoque intelectual yuna adaptación del pensamiento cristiano.

Francisco de Asís (1181-1226) y sus seguido-res habían reaccionado contra las relaciones socia-les surgidas de la consolidación de la burguesía ur-bana. A la vez, la legitimación religiosa de lasconquistas occidentales, desde las Cruzadas hastael posterior «descubrimiento» del Nuevo Mundo, eincluso la justificación de la esclavitud africana (parano mencionar el papel de árbitros desempeñado porlos papas en la definición de los límites de los terri-torios imperiales), fortaleció la identificación entrela modernidad (a la que se denominaba civilización)y la expansión económica. El derecho internacionalnació como derecho al comercio internacional, justi-ficado por el precepto divino de desarrollar la Tierra.Similares argumentos emplearon después los colo-nos de la América del Norte para exterminar a laspoblaciones indígenas.

La reforma calvinista del siglo XVI fue el resulta-do de la necesaria adaptación de la ética religiosa alas necesidades del nuevo grupo dominante: la bur-guesía urbana. Max Weber mostró con claridad laafinidad existente entre la ética protestante y el es-píritu del capitalismo, pero no logró descifrar el ori-gen social del fenómeno. La posterior seculariza-ción del concepto de progreso económico comoexpresión de la modernidad no cambió su filosofíafundamental. Por el contrario, aumentó su fuerza alabandonar una referencia religiosa considerada pre-moderna y verse obligado a encontrar una nuevalegitimación ideológica. La modernidad se definióentonces como progreso humano, lineal en su orien-tación, impulsado por la acumulación capitalista,fruto de la laboriosidad y fuente de un avance inin-terrumpido. Desde el punto de vista político, el puntode giro fue la Revolución Francesa.

En ese proceso resultó central el papel de la cien-cia y la tecnología. El conocimiento, liberado delabordaje holístico de sociedades previas, fue ca-paz, al emanciparse gradualmente de los ciclos dela naturaleza, de avanzar autónomamente en mu-chos terrenos. Ese fue el inicio de una tremendaexpansión científica, absorbida rápidamente por laley del valor y, como la mayoría de las actividadeshumanas, instrumentalizada por intereses capitalis-tas. Sometidas al valor de cambio, la ciencia y latecnología contribuyeron a la expansión sin frenosdel capitalismo, que se identifica con la moderni-dad y que contribuyó, a su vez, con la desatencióna las externalidades (en especial los daños ecológicosy sociales) típica de la lógica capitalista y resultadode la pérdida de un abordaje holístico de la realidad.Ello contribuyó a hacer de la ciencia «el paradig-ma de todo conocimiento» y a extinguir un «huma-nismo auténtico que quería salvar la vida», comoseñalara Bolívar Echeverría (1941-2010).

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Las reacciones contra la modernidaddominadas por el espíritu del capitalismo

La identificación entre modernidad y desarrollocapitalista ha provocado, por supuesto, muchasreacciones, sobre todo a partir del siglo XIX. EnOccidente, el socialismo utópico ha sido una deellas, pero también ha habido muchas otras, nosolo en el pensamiento filosófico, sino también enel arte, la arquitectura, el urbanismo e incluso enmovimientos sociales (feministas). El propio CarlosMarx hizo una contribución a un enfoque crítico,sin emplear el concepto de modernidad como uneje de su reflexión. Marx desentrañó los mecanis-mos de la acumulación capitalista basada en la leydel valor y mostró las contradicciones generadaspor la ruptura del metabolismo entre la naturaleza ylos seres humanos, así como por las relaciones so-ciales de producción, las manifestaciones concre-tas de la modernidad capitalista. Sin embargo, enlos países socialistas el concepto siguió entendién-dose como un progreso lineal en un planeta inago-table. Es necesario explicar las razones de que ellofuera así, porque sus consecuencias perviven inclu-so en las actuales relaciones Sur/Sur.

Continuando este rápido panorama de la esferadel pensamiento social y filosófico, cabe citar lacontribución de Antonio Gramsci (1891-1927),quien subrayó que la cultura era un elemento cen-tral de la construcción social y la transformación delas sociedades. Según Gramsci, la hegemonía de lalógica capitalista no puede explicarse por su podermaterial: necesita colonizar las mentes. Por tanto,su identificación con el progreso y la modernidad leresulta vital. El enfoque más crítico a la modernidadcomo parte integral del sistema capitalista ha sidoel de la Escuela de Frankfurt, en especial el de WalterBenjamin (1892-1940).

Para Benjamin, la modernidad es la marcha dela humanidad hacia un progreso externo a sí mis-ma, al que llama «modernidad capitalista», que secaracteriza por el papel primordial que ocupa enél el valor de cambio. De ahí que la recuperaciónde la modernidad implique la reintroducción delvalor de uso. El reto consiste en construir una mo-dernidad no capitalista, «que restaure los realesavances que ha logrado la humanidad en los últi-mos cinco siglos, y que han sido, a la vez, someti-dos a la deformación capitalista, cada día másinvasiva».5 La dimensión sicológica de la moder-nidad fue estudiada posteriormente por MichelFoucault en Francia y Eric Fromm, el siquiatramarxista, en los Estados Unidos.

El movimiento de Mayo del 68, protagonizadofundamentalmente por estudiantes, tuvo lugar enEuropa hacia las postrimerías del auge económicodel período de posguerra. Ese movimiento puso demanifiesto las contradicciones entre un sistema ca-pitalista próspero y los valores culturales de la li-bertad, la estética y la espiritualidad. Se extendió agrupos sociales similares de todo el mundo, perono logró llegar a las raíces de lo que era, de hecho,una «modernidad vulnerada». Se había despejadoel camino en Occidente para el despliegue de laposmodernidad en sus versiones radical y modera-da. La primera rechazaba todos los aspectos es-tructurales de la realidad, y se convirtió en la mejorcompañera ideológica del neoliberalismo. La segun-da contribuyó de diversas maneras a formular unenfoque crítico sobre la modernidad occidental aso-ciada con la hegemonía global del capitalismo.

5 Carlos Antonio Aguirre Rojas: Introducción a BolívarEcheverría, Siete aproximaciones a Walter Benjamin,Bogotá, Desde Abajo, 2010.

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Reacciones en la periferia del capitalismocentral

En toda la periferia del capitalismo mundial se de-sarrollaban procesos críticos similares, según lasdiferentes condiciones de cada lugar. Al principiose produjo una verdadera fascinación con una eco-nomía capaz de producir bienes y servicios comonunca antes, lo que creaba nuevas oportunidadespara que las elites gobernantes locales reprodujeransu hegemonía social, e incluso para que se sumaran aellas algunos individuos inteligentes y dinámicos delos estratos más bajos de la sociedad. Era la moder-nidad (en la India, el brown sahib), que, entre losintelectuales, se vio acompañada por un buen co-nocimiento de los elementos culturales de la filoso-fía, el arte y la literatura occidentales. El filósofoecuatoriano Bolívar Echeverría la ha llamado «lamodernidad de lo barroco».6 También tuvo reper-cusiones en el terreno político, con la adopción denuevas formaciones políticas, como la de Sun Yat-sen (1866-1925) –considerado el padre de la Chi-na moderna–, a inicios del siglo XX en ese país. Ini-ciativas de modernización política y social similaressurgieron en casi todos los países asiáticos, comoel Congreso Nacional de la India, fundado en fechatan temprana como 1885; la Liga Awami (1949) enBangladesh; el Partido Nacional Unido (1946) y elPartido de la Libertad (1951) en Sri Lanka; el SokaGakkai (1930) en Japón, y, tras la independencia,en muchos países africanos.

Pero simultáneamente, la destrucción de estruc-turas sociales y culturales previas también provocóreacciones. En muchas sociedades se realizaronesfuerzos intelectuales para reconciliar la moderni-

dad occidental con los valores tradicionales. Esefue el caso en la India, por ejemplo, de Vivekanan-da (1863-1902) y de Sri Aurobindo (1872-1950).Sin embargo, todos ellos aceptaban implícitamentela superioridad de Occidente. Similar orientaciónpuede encontrarse en las grandes culturas y religio-nes orientales; en la tradición budista mahayana deSri Lanka o en las diversas formas de budismo ha-nayana de China y Vietnam, e incluso en el budis-mo tántrico de Tibet. El confucianismo ha sufridomuchas adaptaciones sutiles a la modernidad occi-dental, hasta el punto de poner en jaque la singula-ridad del papel de la ética protestante como pro-motora del espíritu del capitalismo. En el mundoislámico de los países árabes y de Irán, Paquistán eIndonesia, se aprecian tendencias similares.

En otros casos, el énfasis se ha puesto en la ca-pacidad de resistencia de las culturas no occiden-tales a la penetración de la colonización mental queha acompañado a la dominación económica y po-lítica. Tolstoi (1828-1910) y muchos otros inte-lectuales rusos, junto a innumerables movimientosreligiosos y campesinos, son ejemplos de tal re-acción. En la India, Gandhi (1869-1948) promo-vió un regreso a formas tradicionales de vida y, a lavez, un renacimiento de ahimsa (respeto por la vida)como un instrumento para la acción política (la noviolencia). En África, el concepto de negritudpropuesto por Leopold Senghor (1906-2001)para reconstruir la identidad africana era una ma-nifestación de la misma tendencia. Frantz Fanon(1925-1961) fue aún más allá con su denuncia dela devastación cultural producida por el colonialis-mo como resultado de la lógica del capitalismo.

En Irán, la obra del filósofo y sociólogo Ali Shariati(1933-1977) abogaba por una nueva lectura del Is-lam asociada con una crítica al capitalismo. Shariatihabía sido amigo de Fanon y estaba influenciado

6 Bolívar Echeverría: La modernidad de lo barroco, Méxi-co, Era, 1999.

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por el egipcio Jodat al-Shahhar. Murió muy joven,probablemente asesinado por la policía secreta delsha. El ingeniero sudanés Mahmoud Mohamed Taha(1909-1985) fundó un partido de orientación so-cialista y propuso una nueva interpretación del Co-rán. Fue ahorcado en Jartum por sus ideas socialesy religiosas no convencionales.7 En la India, el filó-sofo y sociólogo Ashis Nandy (1937), inspirado enRabindranath Tagore, propone construir un nuevoproyecto social a partir del contexto histórico y cul-tural del país a fin de promover una liberación co-lectiva del neoliberalismo opuesta a hindutva (elnacionalismo indio). También en la India, estudio-sos marxistas de Kerala (Namboodiripad) y Ben-gala Occidental (Bagshi) han elaborado posicionesmás radicales, aunque en ocasiones menos relacio-nadas con las raíces culturales históricas del país.

En la América Latina, el reavivamiento de lospueblos indígenas a fines del siglo XX le planteó unfuerte desafío a la modernidad occidental. Paraellos, esta había significado quinientos años de opre-sión y destrucción cultural. Se recuperaron concep-tos como los de Sumak Kawzai (quechua) y SumaOamaña (aimara), que significan buen vivir, paraexpresar la necesidad de establecer una armoníaentre la «madre tierra» y los seres humanos, entrelas comunidades y el bienestar personal. La basefundamental de esa visión del mundo es un aborda-je holístico de la realidad ante las dramáticas con-secuencias de la modernidad capitalista.

También en la América Latina, la filosofía de laliberación8 y la teología de la liberación elaboraron

posiciones críticas sobre el sistema capitalista, alque consideraron «periférico» y dependiente en elsubcontinente. En fecha más reciente, ello ha con-ducido a una mayor conciencia sobre las dimensio-nes ecológicas de la modernidad y su destrucciónde ecosistemas y del medio ambiente natural.9

Uno de los filósofos marxistas que mejor ha abor-dado el tema ha sido el ya mentado Bolívar Eche-verría, quien estudió en Alemania y trabajó en laUniversidad Nacional Autónoma de México. Ins-pirado en Benjamin, habló sobre las «ilusiones dela modernidad»10 debido a su absorción por el ca-pitalismo. El resultado es que la crisis del capitalis-mo conduce a la crisis de la modernidad. Esta esuna realidad global, porque la historia reciente haconsistido en «la modernización capitalista y “euro-peizante” del planeta».11 Ha globalizado «la expe-riencia del mercado como lugar privilegiado de so-cialización». Ello se explica porque el valor de uso,o «la real presencia de las cosas en el mundo [...]depende de su existencia como valor económico».12

Para Echeverría, el sistema de satisfacción de lasnecesidades construido por el capitalismo solo pue-de mantenerse gracias a un sistema de capacidadesproductivas que lesiona a la sociedad como un todoy agota sus bases naturales. Ese sistema social cíni-co, orientado por el incremento infinito de los be-neficios del capital, no solo es resultado de unmodo de producción, sino de toda una civiliza-ción.13 Por tanto, la modernidad capitalista tieneque ser puesta en jaque, tanto intelectualmente

7 Mahmoud Mohamed Taha: Un Islam a vocation libéra-trice, París, L’Harmattan, 2002, con prefacio de SamirAmin e introducción de François Houtart.

8 Enrique Dussel: Philosophie de la Libêration, París,L’Harmattan, 1999.

9 En particular, la obra del teólogo brasileño Leonardo Boff.10 Bolívar Echeverría: Las ilusiones de la modernidad,

México, UNAM, 1994.11 Bolívar Echeverría: Siete aproximaciones..., p. 21.12 Ibíd., p. 41.13 Ibíd., p. 40.

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como en la práctica, y el Sur es un lugar estratégi-co para librar esa lucha.

Todas esas experiencias que han tenido lugar enel Sur –y podrían añadirse muchas otras– evidencianla necesidad de un nuevo paradigma que se expresede diversas maneras. Las revoluciones socialistasocurridas en la periferia del sistema capitalista cen-tral han constituido un desafío para el imperialismocolonial y la organización específica de las relacionessociales de producción de ese sistema económico.Han introducido una respuesta más universal a lasnecesidades sociales e individuales. Pero no han cam-biado el concepto de modernidad como progresolineal en un planeta inagotable. No se han emancipa-do de una visión históricamente introducida por lalógica del capitalismo. Ahora que esa lógica nos con-duce a una crisis fundamental e irreversible, la tareaprincipal debería ser la de concebir otra manera dedesarrollar las fuerzas productivas: una manera queno tenga como base el sacrificio y la supremacía delvalor de cambio, sino que responda a las necesida-des sociales.

Ha llegado el momento de cambiar de perspecti-vas. En La gran transformación, Karl Polanyi de-mostró con suma efectividad que el capitalismodesarticulaba la economía del conjunto de la socie-dad y luego imponía su ley (la ley del valor) como laforma básica de organización y funcionamiento de lasociedad. Hay que reinsertar la economía en la so-ciedad como un todo, incluidas sus relaciones con lanaturaleza. Si de eso se trata el socialismo, entonces,es más que un cambio de las relaciones sociales deproducción. Exige un cambio en la visión del mundo.Esto es mucho más que una regulación del sistemacapitalista o la adaptación de la lógica del mercadopara que responda a nuevas exigencias ecológicas ysociales. Necesitamos un cambio de paradigma, unnuevo acercamiento holístico a la realidad.

Es por eso que el neokeynesianismo, o las pro-puestas de la Comisión Stiglitz sobre la crisis mo-netaria y financiera (2009), o las soluciones suma-mente parciales propuestas por Thomas Pikettypara reducir las distancias sociales sin una lucha declases,14 así como la llamada «economía de merca-do social», son respuestas insatisfactorias. Puedeque inspiren algunas medidas para la transición, perosolo a condición de que estén guiadas por otra con-cepción de la vida colectiva de la humanidad en elplaneta, y ello supone una reconstrucción de lamodernidad.

Hacia una modernidad poscapitalista

Si el capitalismo es un paréntesis en la historia de lahumanidad y ya se encuentra al final de su ciclo esporque se ha tornado más destructivo que cons-tructivo, para usar las categorías de Schumpeter. Sies verdaderamente «senil», como afirma SamirAmin, o si ya ha muerto, como sugiere ImmanuelWallerstein, debemos idear una alternativa y cons-truir los instrumentos para la transición. Esta no estarea que competa solamente a los intelectuales,incluso los «orgánicos», sino que les correspondetambién a los movimientos sociales y políticos y atodos los experimentos sociales que se desarrollanen el mundo para promover la agricultura campesinay orgánica, la economía social, la democracia par-ticipativa, el interculturalismo.

Ello no significa una simple vuelta al pasado, almundo que precedió a la apertura del paréntesis capi-talista. Aunque las sociedades precapitalistas teníanvisiones holísticas del mundo, estaban circunscritas

14 Thomas Piketty: Capital in the XXIth Century, Cam-bridge, Londres, Bellknap Press of Harvard University,2014.

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históricamente y tenían un débil desarrollo de lasfuerzas productivas, una manera de pensar que iden-tificaba la realidad con los símbolos, y algunas for-mas de estructuraciones de clase en las más avan-zadas materialmente y una organización socialcomunitaria en otras. Revisitar su legado cultural nosignifica adoptar su cosmovisión. Ni tampoco po-demos aceptar los intentos de reconstruir un pasa-do ilusorio como base de la identidad, como hacenlos movimientos político-religiosos fundamentalis-tas, en particular el islamismo político.

Una modernidad poscapitalista no puede significarrefugiarse en proyectos utópicos de una economíasin mercado, una sociedad sin instituciones, una his-toria humana limitada a las iniciativas individuales,una educación sin escuelas. Nada de eso conducea verdaderas transformaciones. A lo sumo, recuer-dan la necesidad permanente de un pensamientocrítico. La contribución de la ciencia y la tecnologíano puede ignorarse, pero su desarrollo debe estarsometido al valor de uso entendido como el biencomún de la humanidad y la naturaleza, y no al valorde cambio. La producción cultural de todas lassociedades del mundo ha sido relativamente autó-noma, incluso en los más abyectos y opresivos regí-menes sociales y políticos, y ha hecho contribucio-nes al patrimonio colectivo de la humanidad. Puedecontribuir también a la construcción de un paradig-ma poscapitalista.

No se trata de un sueño, por supuesto. Debeaplicarse mediante pasos sumamente concretos atodos los aspectos de la vida colectiva de la huma-nidad en la Tierra. Cada sociedad debe respondercuatro preguntas fundamentales para promover ymantener su existencia: ¿Cómo relacionarse con lanaturaleza? ¿Cómo producir la base material de suexistencia? ¿Cómo organizarse colectivamente?¿Cómo leer la realidad y elaborar normas éticas

de conducta? Es sobre estos cuatro pilares quepuede asentarse un nuevo paradigma, que será unautopía en el sentido positivo del término, o sea, unobjetivo a alcanzar mediante un esfuerzo prácticopermanente.

La primera pregunta tiene que ver con el restable-cimiento del equilibrio metabólico entre la naturalezay los seres humanos (quienes, por supuesto, son laparte conciente de la naturaleza). Ello implica aban-donar el concepto de la naturaleza como provee-dora de recursos naturales a ser explotados comomercancías (la visión capitalista) y adoptar, por elcontrario, una actitud de respeto, porque la natu-raleza es la fuente de toda la vida física, cultural yespiritual. Las aplicaciones concretas de ese princi-pio son numerosas, desde el carácter público de lariqueza natural hasta la no mercantilización delos elementos naturales que son esenciales parala vida, como el agua y las semillas. Ello impe-diría el comercio irracional de bienes solo debido alas ventajas comparativas, que crea una fuerte de-pendencia de las materias primas y la energía, ycontamina los mares y la atmósfera.

La segunda pregunta se refiere a la manera de pro-ducir la base material de la vida y responder al siste-ma de las necesidades. Recuperar la prioridad delvalor de uso sería el instrumento fundamental del cam-bio, con todas las consecuencias que ello tendría enel terreno de la propiedad de los medios de produc-ción, el fin del predominio del capital financiero, laabolición de los paraísos fiscales, etcétera.

El tercer pilar es la generalización de los proce-sos democráticos en todos los sectores de la vidacolectiva. Un primer paso es promover un Estadoparticipativo y descentralizado, en vez de la con-cepción centralizadora, necesaria para facilitar laconcentración capitalista o para promover el mo-nopolio de facto de las decisiones por una elite

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burocrática, dejándoles muy poco espacio a la in-tervención y la iniciativa populares. No obstante,dicha orientación general también debe aplicarse enmuchas otras instituciones, como la económica, yen los terrenos de la cultura, el deporte, la comuni-cación social y la religión, así como en todas lasrelaciones sociales como, por ejemplo, las existen-tes entre hombres y mujeres.

Por último, el interculturalismo, esto es, la posi-bilidad de todas las culturas, filosofías y espirituali-dades de contribuir al cambio de paradigma, es lamanera de promover el intercambio de conocimien-tos, la multiplicidad de expresión de los valores ymejores comunicaciones. La modernidad no puedehacerse equivaler a la cultura occidental, especial-mente en su versión capitalista. Las aplicaciones prác-ticas del pluriculturalismo y el interculturalismo sonmúltiples, por ejemplo, en el terreno de los patronesde vida, pero también en los de la educación y losmedios de comunicación social. La elaboración co-mún de una ética colectiva que se corresponda conlos nuevos objetivos forma también parte esencialde la dimensión cultural.

Esos cuatro pilares constituyen el contenido prác-tico de un paradigma poscapitalista al que podría-mos llamar el Bien Común de la Humanidad,15 por-que asume un abordaje holístico de la realidad, unsentimiento de solidaridad entre todos los sereshumanos, un comportamiento responsable con res-pecto a la naturaleza, en resumen, un mundo de ar-monía en el que el propósito fundamental es la re-producción y el mejoramiento de la vida, poroposición a un sistema de muerte, construido a partirde la destrucción de la naturaleza y una concepción

sacrificial del desarrollo humano. Pero ese para-digma puede tener muchos nombres, en correspon-dencia con las diversas referencias culturales de lospueblos del mundo.

La prueba de que no es una quimera son los mi-llares de iniciativas que se adoptan en cada uno deesos pilares para la construcción de un paradigmaposcapitalista. Aún están dispersas, sus dimensio-nes son limitadas y el sistema a menudo las reprimecon fuerza, pero existen y nos indican el caminohacia las soluciones. Sin embargo, el tiempo de quedisponemos para alcanzar varias de esas metas eslimitado. Sabemos también que el sistema capita-lista todavía no ha muerto, aun si las señales de sudebilidad son cada vez más numerosas y eviden-tes. Las clases dominantes presentarán una ferozresistencia, y, en su cinismo, estarán dispuestas asacrificar a media humanidad para prolongar suexistencia. Es por ello que el paso a un nuevo pa-radigma poscapitalista no tendrá lugar sin luchassociales. El papel de los movimientos sociales y lasorganizaciones políticas sigue siendo central.

Sin embargo, aun si la transformación no puedeser sino un paso revolucionario, debemos estar con-cientes de la necesidad de efectuar transiciones. Elviejo debate entre revolución y reforma se revive amenudo en este punto, pero Rosa Luxemburgo te-nía razón al considerar que esa dicotomía era unfalso problema. Toda la cuestión reside en la axio-logía de las transiciones. Pueden implicar una adap-tación del sistema capitalista ante nuevas presio-nes, o pueden ser pasos para construir el nuevoparadigma. En ocasiones, las mismas medidas con-cretas pueden servir para los dos propósitos. En elprimer caso, serían simples regulaciones del siste-ma económico a fin de evitar catástrofes naturaleso sociales que afectarían el proceso de acumula-ción. En el segundo, serían decisiones provisiona-

15 Birgit Daiber y François Houtart: A Postcapitalist Pa-radigm. The Common Good of Humanity, Bruselas,Fundación Rosa Luxemburgo, 2012.

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les que anticiparían otros pasos, debido a la impo-sibilidad física o política de actuar de otra maneraen las circunstancias presentes.

En la América Latina los gobiernos progresistasson posneoliberales, pero no poscapitalistas, y soloexisten algunas iniciativas más radicales, como el Albao las organizaciones comunales en Venezuela. Engeneral, casi no se les puede considerar verdaderastransiciones. En países socialistas como China y Viet-nam, la reintroducción de mecanismos de mercadopara fomentar el desarrollo de fuerzas productivastambién está reintroduciendo relaciones sociales deproducción contrarias a la construcción del socialis-mo, aun si se supone que el Estado las controla y seconsideran provisionales. Además, la continuidad delconcepto de modernidad como progreso lineal enun planeta inagotable no ayuda a cambiar la prácti-ca. Afortunadamente, también se desarrolla el pen-samiento crítico, y el discurso oficial comienza a adop-tar nuevas perspectivas para el largo plazo, aunqueello tiene muy poco efecto sobre el corto plazo.

Las relaciones Sur/Sur como una víapara construir un paradigmaposcapitalista

Volviendo a las relaciones Sur/Sur, debe quedarclaro que solo serán completamente genuinas si seconvierten en un mecanismo para cooperar en laconstrucción del paradigma poscapitalista y crearformas prácticas de transición. Este es un asuntourgente que no admite más demoras. Se ha abiertoun enorme campo para hacerlo que debe ser siste-máticamente investigado. Puede incluir medidascomunes de transición para combatir el dominio delcapitalismo monopolista, tales como la imposiciónde regulaciones colectivas de protección contra lasprácticas de las empresas multinacionales en la mi-

nería, el agronegocio y el sector financiero. Perotambién puede adoptar formas positivas como elintercambio de conocimientos, el financiamiento a laagricultura familiar campesina, la protección de lasminorías indígenas, nuevas maneras de desarrollarfuerzas productivas sin destruir la capacidad rege-nerativa de la Tierra, la democratización de las or-ganizaciones internacionales, la valorización de lasvisiones holísticas tradicionales de la sociedad ca-paces de desarrollar una cultura poscapitalista, parasolo mencionar algunos ejemplos.

Las sociedades del Sur pueden desempeñar unpapel importante en el cambio de paradigma por dosrazones fundamentales. Primero, debido a su situa-ción de dependencia, han sido las principales vícti-mas del sistema mundial y, por tanto, pueden ser mássensibles a la necesidad de un cambio de fondo. Se-gundo, todavía están relativamente próximas a unavisión holística de la realidad y a la importancia delconocimiento tradicional, aun si el paso de las gene-raciones tiende a borrarlo. Las semillas de la trans-formación existen y deben ser cultivadas. Ello es unatarea de primer orden para las relaciones Sur/Sur.

La creación de un mundo multipolar podría con-vertirse en una medida encaminada a la transiciónhacia una modernidad poscapitalista a condición deque no se limite a reproducir la misma concepcióninterna e interrelacional de la modernidad capitalista.El verdadero reto consiste en proponer un paradig-ma que no esté contaminado por la ley del valor. Deesa forma, las relaciones Sur/Sur podrían significarun esfuerzo común para cerrar el paréntesis del ca-pitalismo en la historia humana. Ello es esencial parala sobrevivencia del planeta y de la humanidad.

Quito, 25. 07. 2014

Traducido del inglés por Esther Pérez

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Podríamos empezar con una afirmación radical: la escritura –yla lectura– de diarios está en el origen de lo que tradicional-mente consideramos literatura hispanoamericana. Un diario, el

de Colón –leído y transcrito por Las Casas–, se tiene, a veces, porel texto fundacional de esa tradición. Cuba es uno de los primerosterritorios que allí aparece escrito: por ese texto sabemos que, cre-yéndolo el Cipango perseguido, lo venía previendo desde el domin-go 21 de octubre de 1492, y que, finalmente, lo descubriría, elsábado 27, hacia la puesta del sol. Y que llovía.1 Colón pone pie en laIsla, al día siguiente, domingo: «[...] Dice el Almirante que nunca tanhermosa cosa vido [...]» (40). Pero, nadie se engañe: este diario –másallá de la confusión y de la admiración que embargan al Almirante–poco tiene de personal (incluso va escrito a menudo en tercera per-sona) y no puede considerarse, en puridad, el antecedente del tipo delectura que propongo. Y, sin embargo, aunque no sirvan de patrón,algunos de los rasgos de los diarios colombinos tienen una curiosapervivencia en los diarios cubanos que aquí me van a ocupar: la com-pleja trasmisión, la eventual censura –autoral u otra–, la recurrenciadel viaje como circunstancia de la escritura, el conflicto generado porel presentimiento de un nuevo mundo (o la voluntad de crearlo)...

DANIEL MESA GANCEDO

La escritura diarística en Cubadurante el siglo XIX

1 «Andubo ocho millas por ora hasta la una del día al Sursudueste, y avríanandado 40 millas, y hasta la noche andarían 28 millas al mesmo camino, yantes de noche vieron tierra. Estuvieron la noche al reparo con muchalluvia que llovió» (39-40). En lo sucesivo, para todas las citas de los textosse dan las páginas de las ediciones consignadas en la bibliografía final.Re

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La historia de los diarios personales en Cuba esun capítulo de la historia –todavía por escribir– delos diarios hispanoamericanos. Y es un capítulo sin-gularmente importante, porque la propia historia dela Isla encuentra en ese género de escritura algunosde sus episodios fundamentales: es indudable quelos insoslayables diarios de Martí y el Che Guevarahacen y dicen esa historia en momentos cruciales y,así, constituyen dos pilares básicos en los cimientosde una cierta imagen de la nación.

De algún modo, podría resultar difícil hablar de laescritura diarística cubana sin dedicarse solo a losDiarios de campaña de Martí y al conocido comoDiario de Bolivia del Che: hasta tal punto esos tex-tos parecen ocupar el género por sí solos. Esos dosdiarios –fragmentarios, póstumos, leídos, releídos,venerados y también censurados– pudieran presen-tarse como vía de acceso privilegiado hacia una cier-ta concepción del «sujeto americano». Y ello sucedeen un muy preciso contexto, marcado por la conflic-tiva historia de la Cuba moderna.

Si se admite semejante punto de partida –apenashiperbólico–, emerge como semilla del género unaconexión clave para comprender dicha escritura eneste preciso ámbito cultural: dicho simplemente,en los diarios de Martí y el Che entran en tensa dia-léctica la escritura de la intimidad y la de la guerra.Esto puede ser común a muchos diarios de soldados(tan abundantes en México, de 1848 a 1910, o enEuropa, de 1914 a 1945). Pero los diarios de Martíy los del Che son, además, crónica y testimonio desucesos trascendentales en el proceso de formaciónde una identidad nacional que se pretende –digamos–transamericana. A pesar de diferir en su marco dereferencia (Cuba / Bolivia, declinación que marca –enmi lectura– el giro transamericano que señalo), sonanálogos en un rasgo tal vez controvertido que acen-túa ese giro: sus autores, en rigor, no eran cubanos.

Martí nace y muere como español, en una Cuba so-metida todavía al poder colonial; el Che, nacido ar-gentino y nacionalizado como cubano –en virtudde una ley hecha a su medida–, renuncia sin embar-go a esta condición justo antes de salir de Cuba pararetomar su actividad como guerrillero.

Por eso, estos diarios son también huella fechadadel derrotero privado de dos hombres singulares, que,aun concientes de su «misión» trascendental, seaferran a la escritura como mecanismo de constitu-ción de la identidad personal, a tal punto que, tantoen un caso como en el otro, esa escritura solo cesacon la muerte. En medio de la guerra, en medio deun proceso de transformación radical del mundo, enel que toda ley anterior ha sido puesta entre parénte-sis, en medio de la epojé histórica que supone todarevolución, la escritura cotidiana sigue y da cuentade lo que el sujeto experimenta, y construye, así, unpunto de vista que, aun siendo personal, aspira aconvertirse justa y explícitamente en histórico.

Por estar relacionados con la fundación de unaidentidad colectiva que pasa por el sacrificio de susautores, con frecuencia estos dos diarios se hanconsiderado casi textos sagrados, lo que –desdeluego– ha orientado en buena medida su recepcióny su comprensión. Pero lo que –modestamente– megustaría probar aquí es que esos diarios canónicos(casi en todos los sentidos) distan mucho de ser tex-tos aislados en la tradición cubana. No lo son en elconjunto de la escritura de sus autores –que escri-bieron diarios a lo largo de casi toda su vida adulta–y tampoco lo son en el campo literario cubano. Latradición –aún poco estudiada– es mucho más am-plia, y su repaso incluso parcial tal vez pueda reve-lar hasta qué punto la peculiar conexión entre inti-midad y conflicto que caracteriza a estos dos diariosque han dado pie a mi reflexión es una marca delgénero en su realización cubana.

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Si las anotaciones de Colón sobre Cuba sonanecdóticas y, como dije, no constituyen nada pa-recido a un diario personal, el siguiente texto dereferencia no puede ser sino virtual. Probablemen-te ese texto –de haber existido– se hubiera acerca-do algo más al género; se trata de la escritura de unprecursor de la independencia hispanoamericana:Francisco de Miranda (1750-1816). Pero el casoes que del período que el venezolano pasó en Cuba(1780-1783, con interrupciones), no quedan tex-tos semejantes a sus diarios de viajes por España,los Estados Unidos o Europa, a menudo muy ricosen anotaciones de carácter privado. La mayor par-te de sus escritos «cubanos» son inventarios, infor-mes o cartas relacionadas con su labor como agen-te de la monarquía española.2 Sea como fuese, másallá de sus ocasionales referencias a Cuba, de Co-lón a Miranda se establece el estrecho vínculo de laescritura diarística en su origen con el relato de via-jes: el «jornal» (como a veces llama Miranda a sudiario) se corresponde con las «jornadas».

Esta condición itinerante será también esencialpara los inicios de los diarios cubanos: muchos delos diarios de campaña, que serán los primeros tes-timonios propiamente adscribibles al género, ade-más de establecer el ya mencionado vínculo entreintimidad y guerra, son diarios de viaje, porque elconflicto exige el desplazamiento.3

Algo semejante ocurre en el primer texto que hayque situar en esta eventual «prehistoria» del diariocubano, el primero –hasta donde conozco– que,desde su título y desde el interior del texto, se adscri-be al género. Se trata del famoso Diario del ran-cheador Francisco Estévez (Villaverde, 1982), que

es, también, una obra de singular estatuto textual. Setrata del relato de las andanzas entre 1837 y 1842del personaje del título, un cazador de esclavos ci-marrones. Sin embargo, no es él quien escribe día adía sus «jornadas» por la zona de la Vuelta Abajo(en la parte más occidental de la isla), sino que, deregreso a su casa, una vez al mes, dictaba a su hija unresumen retrospectivo de los hechos, con explícitamención de las fechas (que nunca aparecen en epí-grafe exento). La hija de Estévez es, entonces, laprimera autora de un texto que la borra, puesto queel «yo», propiamente, no se refiere a ella sino a supadre.4 Pero hay más: la versión conocida del diariodel rancheador no es la transcrita por la hija de Esté-vez, sino la que el célebre novelista Cirilo Villaverdecompuso, en un larguísimo proceso de más de cua-renta años, sobre ese original, el cual obraba en po-der de su propio padre, un hacendado de la zona,propietario de esclavos.5

2 Ver <http://www.franciscodemiranda.org/colombeia>.3 Tal vez conviniera recordar el «caso» de las cartas-diario

de José María Heredia por los Estados Unidos en 1824

(Heredia, 2005), pero eso abriría el género hacia otras con-sideraciones. Lo mismo ocurre con las cartas amorosasde Gertrudis Gómez de Avellaneda (2000), que algún edi-tor moderno calificó como «diario». En uno y otro caso,no hay una voluntad de escritura «privada», sino siem-pre la previsión de un lector ajeno.

4 Esa complejidad enunciativa vincula este diario no solocon el ya mencionado diario colombino (en tercera perso-na, transcrito por Bartolomé de Las Casas), sino con otrasrelaciones coloniales más tardías, en las que a menudo elinformante no era el autor del texto: La Florida del Inca,por ejemplo.

5 Villaverde declara haber hecho ya una primera copiaen 1842, que con toda probabilidad comportaría altera-ciones, pero tampoco es esa la versión final, sino unainiciada hacia 1884, con intención de editarla, para lo cualse sirvió también de otros textos que cita. Al parecer,hubo transcripciones fragmentarias del original tambiénpor manos distintas de las de Villaverde. Sin embargo, elproyecto se frustró y el texto no se publicó hasta 1973.

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El relato de Estévez, por otra parte, tiene muypoco de personal: monótona sucesión de tres ac-ciones (perseguir, disparar, matar), se dirige expre-samente a los «señores» de la Junta de Fomento,con una función casi «comercial» o «contable»: Es-tévez deja constancia de su «productividad» comocazador de esclavos, para que le paguen lo quemerece (98-99, 120, 127). A veces, no obstante,se permite observaciones de carácter ideológicoque ya inscriben su propia subjetividad, como cuan-do declara su convicción de que el objetivo de sutarea ha de ser el «exterminio total» de los cimarro-nes, para lo cual reivindica la necesidad de una aluci-nante «partida perpetua» (89, 92, 115, 118). En unaspocas ocasiones inscribe sentimientos más íntimos,como es la clara conciencia de que su trabajo le re-porta enemigos o el deseo final de dimitir por consi-derarse ya incapacitado para la tarea (107, 136). Elpaisaje –protagonista en cualquier diario de viaje–en este caso solo le interesa como obstáculo para lapersecución (29 y ss.) y las relaciones humanasapenas se reflejan en los conflictos que generan lasdelaciones o las peleas (62, 71).

Este primer diario confirma que el género naceen Cuba con un conflictivo estatuto textual –¿quién,en realidad, habla, a quién se dirige, por qué lohace?– y como parte de un discurso no menos con-flictivo: el debate abolicionista que ocupa buenaparte de la segunda mitad del siglo XIX.6 Pero tam-bién este diario es una escritura de guerra: el «ran-

cheador» es –así lo admite– un exterminador de«rebeldes», cuyo relato, coherente con la convic-ción de vivir en una «partida perpetua» contra loscimarrones, está plagado de escenas violentas.

Los primeros diarios cubanos que podrían con-siderarse verdaderamente personales surgen liga-dos al proceso de independencia, a partir de 1868.En ellos, el nexo entre discurso privado y conflictopolítico-bélico en aras de la construcción de unaidentidad nacional es ya evidentísimo. Los textosque conocemos son todos obra de autores que sesingularizaron en esas reivindicaciones independen-tistas y tienen un extraordinario valor testimonial.

Por sus fechas, el primero que hay que mencio-nar es el conocido como «diario de la emigración»,del «patricio bayamés» Francisco Vicente Aguilera(1821-1877), corresponsal y amigo de otro impor-tantísimo diarista: el puertorriqueño Eugenio Maríade Hostos. El texto abarca el período de exilio delautor en los Estados Unidos entre el 17/7/1871 ysu muerte el 27/2/1877,7 y comienza como un dia-rio de viaje retrospectivo, pero a partir del 16/11/1871 la enunciación cambia al presente bajo el títu-lo «Memorandum que empieza hoy». A partir deese momento se encuentran detalladas anotacionessobre conversaciones con otros independentistas

6 En ese debate se incluyen en el mismo período algunostextos de viajeras norteamericanas (citados por Valdés,2004): Matilda Charlotte Fraser Houston: Texas and theGoulf of Mexico; or Yachting the New World (1844);The Journal of Rachel Wilson Moore (1867) o ElizaMcHatton-Ripley: From Flag to Flag. A Woman’s Ad-ventures and Experiences in the South During the War,in Mexico, and in Cuba (1889).

7 Aunque el autor se refirió al texto como «memorias», setrata de doce cuadernos de anotaciones. Se publicó re-cientemente (Aguilera, 2008, todas las citas subsiguien-tes son de esta edición) al lado de sus cartas, y los edito-res han destacado la importancia documental del conjunto,escrito, según ellos, ex profeso para rendir cuentas de suacción en ese momento trascendental: «No conocemoshasta hoy en la historia de Cuba otro documento queposea, como este Diario, tantos detalles, trascripcionesliterales de conversaciones, encuentros, descripcionesde reacciones de distintas personas y situaciones, valo-raciones personales de lo que está viviendo y lo que estáocurriendo alrededor de todos y con todos» (18).

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en Nueva York y cuestiones de organización delmovimiento de exiliados. En realidad, tampoco sonabundantes las anotaciones personales y casi siem-pre se refieren a la salud.8 El autor escribe casi to-dos los días, incluso cuando no pasa nada («Junio26 [1872]. Sin novedad»; II: 93), pero es muy con-ciente de que lo que anota es información quepuede tener valor en el futuro.9 Se aproxima, porello, al tipo de diario-acta, al que se puede recurrirpara dar fe de determinadas decisiones.10 Desde lue-go, no puede obviarse que muy probablemente estacondición documental de los diarios es la que hapropiciado en muchas ocasiones su conservación ysu eventual publicación, lo cual puede distorsionarun tanto la imagen que nos hacemos del corpus. Enel caso de Cuba, por lo relativamente breve y con-vulso de su historia nacional a lo largo de más de unsiglo, el testimonio de parte es muy importante en losdiarios y ello ha influido en su trasmisión.

Más que al diario de Aguilera, esta circunstanciaafecta a otro texto casi estrictamente contemporá-neo, pero mucho más importante: el de Carlos Ma-nuel de Céspedes (1819-1874), otro «patricio ba-yamés» que sería el primer presidente de la«República en armas» (1869) y primero de los dia-ristas conocidos cuya escritura cesó con la muerteviolenta, como en los casos de Martí y el Che. A

pesar de lo relativamente breve del período abarca-do por el diario (de julio de 1872 a febrero de 1874,en dos etapas que suman trece meses), el texto re-sulta relativamente extenso, lo que da cuenta de unaescritura sostenida, aun en circunstancias difíciles.11

Formalmente, es el primer texto de la serie que sepresenta inequívoca e íntegramente como un diario:se nombra como tal y se escribe al hilo de los días,en presente y en primera persona, en entradas bre-ves y con numerosas abreviaturas. Es también elprimer diario estrictamente «de guerra»: relato deexpediciones y de vida de campamento, y apuntesnoticiosos sobre las circunstancias políticas en Es-paña o en el Caribe. Pero, además, las notas per-sonales tienen ya un cierto peso en la escritura: seconsignan afecciones físicas, sueños, recuerdos de

8 «Marzo 6 [1872]. Hoy he amanecido con la calentura quehe tenido toda la noche. El Dr. Cisneros me ha recetadounos papelillos sudoríficos y un vomitivo para mañana»(147).

9 Así, tras una noticia sobre el (ingente) patrimonio de unemigrante que no quiere contribuir a la causa, anota:«Apuntes para la historia» (24/5/1872; II: 34).

10 «[...] no solamente Ramón y yo nos acordábamos delreferido plazo, sino que así lo tenía escrito en midiario o libro de memorias, y con respecto al terceroy cuarto [temas] también se lo podría enseñar en elmismo libro [...]» (14/5/1872; II: 14).

11 Los dos conjuntos fueron publicados por separado: elprimero de 24/7/1872 a 1/1/1873 (publicado en 1964 comocomplemento al epistolario con su esposa Ana de Que-sada); y el segundo, conocido como el «diario perdi-do», que abarca de 25/7/1873 a la víspera de su muerteel 27/2/1874 (publicado en 1992). Es necesario conside-rar la minuciosa descripción que han dado los editores(especialmente los del «diario perdido» en 1994) y al-gunos otros estudiosos como Fernando Portuondo delPrado y Hortensia Pichardo Viñals (Céspedes, 1982:12-15): «De este diario sólo se conoce un pequeñofragmento que fue donado al Archivo nacional por lanieta del héroe, Alba de Céspedes. [...] Pero aún estaparte del diario no está completa; le faltan las páginascorrespondientes del viernes 6 al sábado 14 del mes dediciembre de 1872. De estas páginas desglosadas seconocen unos párrafos del día 13 que Céspedes repro-dujo en una carta dirigida a Anita el 26 de diciembre deese año. [...] Por una carta de Céspedes a Anita, comen-zada en el mes de enero de 1872, se sabe que Céspedestenía escrito y pensaba enviarle una libreta del diarioque comprendía hasta “el día último de diciembre delaño próximo pasado” es decir, que dicha libreta com-prendía todo o parte del año 1871, el año crítico de larevolución» (13).

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familia o aun más privados (como alguna antiguaamante):

Lunes 2 [2/1874]. [...] No puedo menos q. traerhoy á C... fuerteme. a mi memoria. Me temo q.se halle enferma y pobre, viendo padecer ne-cesidades á sus hijos. Cuando pienso en q. detantas personas interesadas en denigrar su con-ducta, ninguna me da de ella malos informes, creoq. se comporta bien y no da lugar á ellos, á pesarde sus cortos años y mas cortos alcances. Si esasi, Dios la premie y me perdone á mi el habercorrompido un corazon de q. pudo haber brota-do una buena esposa y una buena madre. En re-paracion y sin embargo de q. la amo tanto, juroq. en adelante la respetaré como á una hermanay me esforzaré en labrar su dicha y la de sus ino-centes hijitos. [...] [Céspedes, 1994: 269].

Tampoco rehúye la deriva lírica que a veces pa-rece recordar los maravillados apuntes de Colón (yquizá sus mismas confusiones):

Miercoles 9 [10/1872]. Hasta ahora no habia-mos oido ruiseñores en este campamto. po. hoydesde muy temprano una bandada de ellos sepresentó casi encima de ntros. ranchos y empe-zó con sus cantos á llenar de armonias el espa-cio. Como es la vispera del inolvidable aniversa-rio de ntro. glorioso alzamto. esta galanteria delos ruiseñores de Cuba se recibió con espresivasmuestras de alborozo y á guisa de los antiguosromanos, se interpretó como un feliz presajio[Céspedes, 1994: 238].

También deja constancia de sus lecturas e inclu-so llega a informar de la existencia de otros diariosque circulaban más o menos públicamente, lo que

corrobora la sospecha de que la verdadera imagende esta escritura está aún lejos de ser perfilada:12

Sábado 5 [10/1872]. He leido un «diario» del«Marques de Sta. Lucia» en q. con un estilo su-mam. chabacano, me pone á mi de ambicioso, alG. Diaz de gloton, al G. Gomez de libertino, al G.Garcia Iñiguez de torpe cobarde, al Represen-tante Peña de infame egoista, al Corl. J.A. Ma-ceo de insubordinado, et sic de coeteris: solo éles valiente, sufrido y patriota. Lástima de mo-destia! [...] [Céspedes, 1994: 237].

El conflicto se da, pues, incluso en el círculo delos ideológicamente afines y, por eso, la escriturase convierte en refugio de lo más íntimo, espaciopara los temores, y también defensa de la verdadpersonal:

Martes 10 [sic, por 4] [11/1873] [...] Veo en elGbño á un imbécil mal intencionado, dirigido pr.dos bandidos... en fin, no puedo ahora escribircon claridad. Mañana presentaré mi protesta yme someteré á mi destino. [...] Este «Diario» esel mejor mentis. Por mi no se derramará sangreen Cuba [Céspedes, 1994: 152].

Podría decirse que el diario de Céspedes es elprimero que da la medida del nexo entre lo perso-nal y lo nacional en la historia de la literatura cuba-na. Algunos lectores modernos no han vacilado en

12 Entre los textos que enriquecerán esa imagen hay quecontar seguramente con el diario íntimo de la pedagogay feminista María Luisa Dolz y Arango (1854-1928), cua-renta y una libretas depositadas en 1954 en la BibliotecaNacional «José Martí» por Juan Manuel Planas y Sainz[ver <http://www.cubaliteraria.com/guaican/cronicas/planas_2.html#4>].

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conferirle literalmente aquella condición de «textosagrado» que también se otorgará a los de Martí yel Che,13 y sus editores advirtieron explícitamente:

estos papeles [...] sólo podrán ser interpretadospor aquellos que apasionadamente estén ya ini-ciados en los estudios cubanos, y que conociendola historia patria encuentren en la de sus grandeshombres, los aportes que ellos hicieron a la forjade la nacionalidad [Céspedes, 1994: 4].

Estas palabras son buen ejemplo de cómo elgénero diarístico en Cuba se ha configurado –a partirde un determinado momento– casi como un con-junto de textos «revelados» con una orientación te-leológica hacia la independencia. Y, sin embargo,como demuestra el diario de Céspedes, esa orien-tación no era fatal para sus propios autores.

Después de ese texto en buena medida inaugural,será el Diario de campaña de Máximo Gómez(1836-1905) el que venga a confirmar el género asíconfigurado. El dominicano Gómez funge comonexo de unión entre las dos guerras de indepen-dencia (la de los diez años, 1868-1878, y la defini-tiva, 1895-1898): estuvo al lado de Céspedes y es-tará al lado de Martí. Su diario une, virtualmente, losdiarios de ambos. Gómez, como Céspedes, es con-ciente de la utilidad práctica de esa escritura, peroresulta difícil cotejar los dos diarios para componeruna imagen más completa de los años de la primeraguerra, por el breve período que recubren los deCéspedes y por la ausencia casi total de mencionesrecíprocas. En cambio, la lectura paralela de los dia-rios de Gómez y Martí, a pesar de la brevedad delos de este último, es bastante fructífera y muy ilumi-nadora de la relación entre los dos líderes de la libe-

ración definitiva de la Isla del poder español. Esimportante saber, además, que la primera publica-ción del diario de José Martí en 1941 se incluyó enla primera edición completa del diario de Gómez.14

El inicio de este último diario, tal como se cono-ce, se presenta como una narración retrospectivaen primera persona, con indicación de fechas al hilodel relato. Luego, poco a poco, el pasado va ce-diendo al presente para centrarse en el relato decampañas de la primera guerra y consignar, muyescuetamente, algunos sucesos de tipo personal(nacimiento y muerte de hijos, por ejemplo) o la-mentarse de la indisciplina y la falta de solidaridadde los cubanos (septiembre de 1876), que dificul-tan la buena marcha de la revolución. Si el 15/11/1876 ya expresa su pesimismo («No es posible queesto y mucho más que como consecuencia ha devenir, dé buenos resultados para la pobre Cuba -jamás estará mi amor hacia ella expuesto a másduras pruebas que en estos momentos»; Gómez,1941: 111), a partir de 1878 el sentimiento que pre-domina es el de derrota, incomprensión y soledad.El 11 de marzo de ese año escribe: «Mi situación estristísima, no cuento aquí con ningún amigo y antespor el contrario, la inmigración cubana residente me

13 Abel Prieto (en Céspedes, 1994: IX).

14 La versión conocida del diario de Gómez al que no falta«ni una sola hoja» (según sus editores, en Gómez, 1941:XVI) abarca de 1868 a 1899. El propio autor da a su textoesa denominación y la completa hacia el final de sus díascomo «Diario de Campaña» cuando en 1905 publicó unextracto, con motivo de la erección de un monumento aMartí (en Gómez, 1941: XI). La justificación de los edito-res vuelve a dar el tono de la lectura que hasta el momen-to viene haciéndose de estos textos: «marchaban losdos grandes hombres unidos en una misma comuniónespiritual, confundidos los poderes energéticos de susvoluntades en una misma acción sobrehumana; el to-rrente de luz apostólica deslumbra y se unifica con losdestellos de la espada redentora» (en Gómez, 1941: XVIII).

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acusa de que yo soy el causante del convenio delZanjón [...]» [Gómez, 1941: 142].

Tras la derrota, Gómez se dedica al trabajo en elcampo y a escribir por la noche, aunque no tiene «niaún para el papel» (abril-mayo, 1878). En 1885, sin-tiendo las cargas familiares y el abandono de los cu-banos,15 regresa desde los Estados Unidos a Cubapara organizar una nueva rebelión, con indudableespíritu romántico,16 que le llevará a viajar por Pana-má, Jamaica o Perú. Deja constancia documental desus contactos preparatorios y de los conflictos deri-vados de ellos y, en alguna ocasión, incluso anota,de pasada, que prevé lectores para su diario [dic.

1887] («Los que sepan, al leer estos apuntes [...]»;Gómez, 1941: 232). Poco a poco, las entradas des-granan un propósito autojustificativo, en el que el yoprivado se entrevera con el público. En agosto de1888, en Haití, escribe, por ejemplo, lo que llama un«plan de vida»:

[...] me he trazado este plan de vida –procurarhacer todo el bien que pueda, no aflojarme porninguna desgracia, no ambicionar el dinero comoúnica causa del bien social y privado –puesto quenunca he podido comprarme con él los mejoresgoces de que yo he disfrutado, sino cuando lo hepuesto en manos que piden pan y no han podidoalcanzarlo, después me hubiera sido posible pa-sar sin dinero muchos días, como lo pasan multi-tud de gentes, puesto que son más los pobresque los ricos. No despeñarme en pos de un nom-bre ni una Gloria soñada que no esté en relacióny al alcance de mis aptitudes intelectuales y per-sonales –y tener mucha cuenta con esto pues, alestado de progreso y civilización a que han lle-gado ya las modernas sociedades, no es muy fácilque hombres rústicos, por más que hagan, pue-dan elevarse mucho por encima del nivel de lasmuchedumbres [Gómez, 1941: 242-243].

En ese sentido, tal vez, como he dicho, la lecturaparalela del diario de Gómez y el de Martí da bue-

15 Tras haber perdido a otro hijo, aún se queja en enero:«Con mi mujer y cinco niños –y rodeado de enemigosespañoles y americanos, los cubanos me abandonanen la empresa y se alejan de mí como de un leproso.Sólo me quedan unos pocos.– Los viejos soldados dela guerra de los 10 años» (Gómez, 1941: 188).

16 Desde el barco que lo lleva escribe una especie de odaen prosa a sus dos patrias: «Días 8, 9, 10 y 11 [abril1885] – a las 4 de la tarde hemos dado vista a las 2Antillas; Santo Domingo i Cuba, los dos pedazos detierra de mis ensueños. En la primera dejé mi cuna iquién sabe si en la segunda tendré mi sepultura. –En laprimera recibí el primer beso del amor más puro. –En lasegunda, recibí el último. –Allí enterré a mi madre. ¡OhPatria mía! 20 años hace que te dejé i no había podidomirarte ni una sola vez –errante i proscripto no he pasa-do hasta ahora junto a ti. –No me culpes de ingrato, aúnno era bastante hombre cuando mi destino me empujóhacia otras playas –i por eso quizás no supe resistir aesta tentación. –Después has vivido siempre en mi cora-zón, con todos tus recuerdos. Estos jamás se borran, no,no me creas ingrato Patria mía –por eso no quiero tierraadorada pisar otra vez tus playas, no quiero que nue-vamente las puras brisas de tus campos refresquen elcalor de mi frente, no; caiga sobre mí la luz purísima detu cielo sin nubes, mientras no lleve un nombre dignode ti. –Entonces iré amada Patria mía, i orgullosa po-drás perdonarme; yo humilde seré feliz. Y tú, oh Cubainfeliz –tierra donde tanto he sufrido i he llorado– tú

que guardas los restos sagrados de la mujer que másamó y amé– mi destino se encuentra ligado a tu destinopor un lazo de honor i de amor. –Yo lidiaré por tu reden-ción hasta triunfar o morir, para que mis restos quedentambién en la misma tierra que guarda los de mi madre,i sobre el polvo que nos cubra sea plantada la enseñade los libres; del amor y la libertad, tal cual es donde tú,oh madre, nunca olvidaré, me diste el primer beso» (Gó-mez, 1941: 191).

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na medida de la condición «transpersonal» de estaescritura en tan especiales circunstancias. La pri-mera mención de Martí en el diario de Gómez noes, precisamente, alentadora respecto de un even-tual entendimiento. Data de octubre de 1884, enNueva York: «Agregaré a esto que no falta alguien,como José Martí, que le tenga miedo a la dictadu-ra, i que cuando más dispuesto lo creía se retiró demi lado furioso según carta suya insultante, que con-servo [...]» (Gómez, 1941: 183). Tres años y me-dio después, la opinión va cambiando: el 1 defebrero de 1888, ya considera al «cabeza de loscubanos de New York» como un «hombre de ta-lento y de algún prestigio» (Gómez, 1941: 238), ysus opiniones lo hacen reflexionar sobre la orienta-ción puramente militar del proyecto independentista.Desde lejos, va siguiendo el proceso de consolida-ción del movimiento independentista en los EstadosUnidos, en torno a la iniciativa de Martí, hasta que enseptiembre de 1892 ambos mantienen una entrevis-ta, en la que Gómez le ofrece su «concurso» y sepone al servicio de «la Revolución, con el mismodesprendimiento, desinterés personal y lealtad conque la serví en el 68». En ese momento, Martí ya leparece «hombre inteligente y perseverante, defensorde la libertad de su Patria» (Gómez, 1941: 273) apesar de los desencuentros anteriores.17

A partir de esa entrevista, Gómez reconoce queya no puede pensar en otra cosa que no sea la re-volución, y seguirá anotando los encuentros prepa-ratorios con Martí (en junio y octubre de 1893),que no hacen sino incrementar su confianza:

[oct. 1893] José Martí, como delegado, conti-núa los trabajos preparatorios con tino y activi-dad que nada dejan que desear. Por eso es con-veniente dejarlo en completa libertad de acción,pues así también es más segura la reserva y elsigilo [Gómez, 1941: 275-276].

Desde el momento en que parte de Haití la expe-dición hacia Cuba, el 10 de abril de 1895, es posibleleer ya en paralelo los diarios de los dos líderes de larevolución de independencia. La coincidencia abar-ca poco más de un mes, hasta la muerte de Martí el19 de mayo, pero el cotejo detallado sería un ejerci-cio interesante para el que no hay lugar ahora, por loque me limitaré a unos pocos ejemplos.

En cuanto ponen pie en Cuba, el 14/4/1895,Gómez como «viejo guerrero» se admira «de la re-sistencia de Martí», a quien no tenía, ciertamente,por uno de los suyos: «nos acompaña sin flojerasde ninguna especie por estas escarpadísimas mon-tañas». Sus palabras corroboran el sentimiento exul-tante que el poeta Martí había expresado en supropio diario esa misma jornada:

Día mambí .-Salimos a las 5. A la cintura cru-zamos el río, y recruzamos por él: bagas altosa la orilla. Luego, a zapato nuevo, bien carga-do, la altísima loma, de yaya de hoja fina, ma-jagua de Cuba, y cupey, de pina estrellada.

17 Gómez se preocupa de anotar (conciente una vez másdel valor documental de sus apuntes) que aquellosantecedentes no habían de enturbiar el proyecto co-mún: «Muchos cubanos prominentes de nuestro Parti-do, con aparente razón, temían que ahora, guardandoyo algún resentimiento de Martí, por su conducta pa-sada, negase a la Revolución que él trata de resucitarmi apoyo moral y todos mis servicios. No debe ser así,pues Martí viene a nombre de Cuba [...]. Yo, sin tenerque hacer el menor esfuerzo, sin tener que ahogar en micorazón el menor sentimiento de queja contra Martí,me he sentido decididamente inclinado a ponerme a su

lado y acompañarlo en la empresa que acomete» (Gó-mez, 1941: 273-274).

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[...] Loma arriba. Subir lomas hermana hom-bres. [...] Gómez con el machete corta y traehojas, para él y para mí. [...] Y en todo el día,¡qué luz, qué aire, qué lleno el pecho, qué ligeroel cuerpo angustiado!

Las diferencias de estilo se hacen evidentes ya, apesar de que las condiciones de escritura a menu-do eran idénticas, pues Martí nos informa: «Gómezescribe junto a mí, en su hamaca» (27/4). Poco apoco, el cotejo de los dos diarios revela que, sibien ambos son hombres de acción, Martí da mu-cha más importancia a la escritura, hasta parecer,quizá falsamente, en ocasiones, el secretario deGómez, sobre todo en ocasiones comprometidas.El 4/5/1895, por ejemplo, este anota escuetamen-te: «Antes de marchar se formó Consejo de Guerrapara juzgar al bandido Masabó que fue ejecuta-do». Martí, por el contrario, detalla:

Poco después, el consejo de guerra de Masabó.Violó y robó. Rafael preside, y Mariano acusa.Masabó, sombrío, niega: rostro brutal. Su de-fensor invoca nuestra llegada, y pide merced. Amuerte. Cuando leían la sentencia, al fondo delgentío un hombre pela una caña. Gómez arenga:«Este hombre no es nuestro compañero: es unvil gusano». Masabó, que no se ha sentado, alzacon odio los ojos hacia él. Las fuerzas, en gransilencio, oyen y aplauden: «¡Que viva!». Y mien-tras ordenan la marcha, en pie queda Masabó,sin que se le caigan los ojos, ni en la caja delcuerpo se vea miedo: los pantalones, anchos yligeros, le vuelan sin cesar, como a un viento rá-pido. Al fin van, la caballería, el reo, la fuerzaentera, a un bajo cercano; al sol. Grave momen-to, el de la fuerza callada, apiñada. Suenan lostiros, y otro más, y otro de remate. Masabó ha

muerto valiente. «¿Cómo me pongo, Coronel?¿De frente o de espalda?». «De frente». En lapelea era bravo.18

18 Cuatro días después, el 8/5, Gómez consigna una nuevaejecución, en dos líneas («Consejo de Guerra para juz-gar a tres bandoleros, que fueron sentenciados a muer-te, ejecutándose solamente uno en la tarde del mismodía»), mientras que Martí aún se explaya más, con cier-to regodeo narrativo: «En la mesa, sin rumbo, funge elconsejo de guerra de Isidro Tejera, y Onofre y José dela O. Rodríguez: los pacíficos dieron parte del terror enque pusieron al vecindario: [...] El consejo, enderezadode la confusión, los sentencia a muerte. Vamos al ran-cho nuevo, de alas bajas, sin paredes.-José Gutiérrez,el corneta afable que se lleva Paquito, toca a forma-ción. Al silencio de las filas traen los reos; y lee RamónGarriga la sentencia, y el perdón. Habla Gómez de lanecesidad de la honra en las banderas: «ese criminal hamanchado nuestra bandera». Isidro, que venía lloran-do, pide licencia de hablar: habla gimiendo, y sin idea,que muere sin culpa, que no le dejarán morir, que esimposible que tantos hermanos no le pidan el perdón.Tocan marcha. Nadie habla. Él gime, se retuerce en lacuerda, no quiere andar. Tocan marcha otra vez, y lasfilas siguen, de dos en fondo. Con el reo implora Cha-cón y entre rifles, empujándolos. Detrás, solo, sin suspolainas, saco azul y sombrero pequeño, Gómez.-Otrosatrás, pocos, y Moncada,-que no ve al reo, ya en ellugar de muerte, llamando desolado, sacándose el re-loj, que Chacón le arrebata, y tira en la yerba... mandaGómez, con el rostro demudado, y empuña su revólver,a pocos pasos del reo. Lo arrodillan, al hombre, espan-tado, que aún, en aquella rapidez, tiene tiempo, som-brero en mano, para volver la cara dos o tres veces. Ados varas de él, los rifles bajos, «¡Apunten!», diceGómez: «¡Fuego!». Y cae sobre la yerba muerto.-De losdos perdonados,-cuyo perdón aconsejé y obtuve,-uno,ligeramente cambiando de color pardo, no muestra es-panto, sino sudor frío: otro, en sus cuerdas por loscodos, está como si aún se hiciese atrás, como si huye-se el cuerpo, ido de un lado lo mismo que el rostro, que sele chupó y desencajó.-Él, cuando les leyeron la senten-cia, en el viento y las nubes de la tarde, sentados los

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Habrá otros lugares en que la variación sobre elmismo suceso sea más proporcionada,19 pero con-viene pasar ya a la última anotación de fecha co-

mún, casi la víspera de la muerte de Martí, el 17/5.Nada parece extraordinario. Gómez apunta: «Memuevo con 30 hombres (dejo a Martí en el campa-mento) sobre el camino real de la Isla, para ver sipuedo atacar con ventajas, un convoy que pasa-rá». Y Martí: «Gómez sale, con los 40 caballos, amolestar el convoy de Bayamo. Me quedo, escri-biendo con Garriga y Feria [...]». Lo demás ya esmuy conocido, pero el primer relato llegó de la plu-ma de Gómez, quien el 19/5 escribe:

[...] Pasamos un rato de verdadero entusiasmo.Se arengó a la tropa y Martí habló con verdaderoardor y espíritu guerrero; ignorando que el ene-migo venía marchando por mi rastro y que ladesgracia prepara a nosotros y para Martí, la másgrande desgracia. [...] Jamás me he visto en lan-ce más comprometido [...] Martí, que no se pusoa mi lado, cayó herido o muerto en lugar dondeno se pudo recoger y quedó en poder del ene-migo. Cuando supe eso, avancé sólo hasta don-de pudiera verlo. Esta pérdida sensible del ami-go, del compañero y del patriota; la flojera y pocobrío de la gente, todo eso abrumó mi espíritu atal término, que dejando algunos tiradores sobreun enemigo que ya de seguro no podía derrotar,me retiré con el alma entristecida. [...] Ya nosfalta el mejor de los compañeros y el alma pode-mos decir del levantamiento!...

Gómez continúa insistiendo en que él hizo todo loque estuvo en su mano para que Martí no se pusieraen riesgo y, posteriormente, para saber de cierto eldestino de Martí y aunque al principio cree que soloestá «herido y bien atendido» (20/5), poco despuésrecibe la confirmación de que «Martí es muerto y queseparada su cabeza, la reservan; y el cuerpo enterra-do en el cementerio de aquel poblado» (21/5).

tres por tierra, con el pie en el cepo de varas, se apreta-ba con la mano las sienes. El otro, Onofre, oía como sinentender, y volvía la cabeza a los ruidos. «El Brujito»,el muerto, mientras esperaba el fallo, escarbaba, do-blado, la tierra,-o alzaba de repente el rostro negro, deojos pequeños y nariz hundida de puente ancho.-Elcepo fue hecho al vuelo: una vara recia en tierra, otramás fina al lado, atada por arriba,-y clavada abajo demodo que deje paso estrecho al pie preso.-«El Brujito»,decían luego, era bandido de antes: «puede usted ju-rar, decía Moncada, que deja su entierro de catorcemil pesos».

19 El 9/5 Gómez se encuentra con unos antiguos conocidosde la guerra del 68, y anota: «Marchamos con destino aAltagracia donde llegamos en la tarde de ese mismo día;casa de mi antiguo Manuel Venero. ¡Cuántos recuerdosse avivaron en mi mente en la noche de este día! Sobretodo el de Panchita, la hija más querida de esta familia ydistinguida amiga mía; asesinada vilmente por los espa-ñoles en la guerra del 68 por un tal Federicón; una fieracon nombre de hombre. Este hombre cruel que hace pri-sionera a la familia, y por sospechar solamente que Pan-chita, la que se negó a satisfacer sus brutales deseos, lohacía porque me amaba; aquel español execrable la hacepedazos a machetazos junto con su hermanito JoséMaría, niño de 11 años. La deuda que España ha contraí-do con Cuba es tremenda, pues como éste hay miles deepisodios infames y sangrientos, que registrará su gue-rra de independencia. De ahí la Revolución, la Guerra».Martí relata el mismo suceso, desde su punto de vista:«[...] Aún está en Altagracia Manuel Venero, tronco depatriotas, cuya hermosa hija Panchita murió, de no que-rer ceder, al machete del asturiano Federicón. Con losVenero era muy íntimo Gómez, que de Manuel osadohizo un temido jefe de guerrilla, y por Panchita sentíaviva amistad, que la opinión llamaba amores. El asturia-no se llevó la casa un día y en la marcha iba dejando aPanchita atrás, y solicitándola y resistiendo ella. –“¿Túno quieres porque eres la querida de Gómez?”. Se irguióella, y él la acabó, con su propia mano».

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Martí no pudo escribir el final de la guerra y suresultado, pero Gómez sí y deja constancia inme-diata, con cierta reserva:

En este mismo punto, el 19 [/8/1898], recibimosla grata noticia de la confirmación de la paz entreEspaña y los Estados Unidos; y el reconocimientode la independencia de Cuba.[...]Se ha firmado la paz, es cierto, pero también loes que fue una lástima que los hombres del Nor-te, largo tiempo indiferentes contemplaran el ase-sinato de un pueblo noble, heroico y rico. Por finCuba es libre y toca a la Historia juzgarnos atodos.

Sus temores de una independencia precaria, la-mentablemente, se le confirman pronto, y aún ten-drá tiempo de asentar en su diario, en su última ano-tación (8/1/1899) una de las primeras denuncias dela situación neocolonial:

Los americanos están cobrando demasiado caro,con la ocupación militar del País, su espontáneaintervención, en la guerra que con España he-mos sostenido por la Libertad y la Independen-cia. Nadie se explica la ocupación. Así como todoespíritu levantado, generoso y humano –se ex-plicaba y aun deseaba la intervención.[...]Tristes se han ido ellos [los españoles] y tristeshemos quedado nosotros, porque un poder ex-tranjero los ha sustituido.

El diario de Gómez es, ciertamente, de una im-portancia extraordinaria, como documento, perotambién como testimonio de las contradicciones delproceso de independencia y de sus resultados.

La que se ha denominado «literatura de cam-paña» ha dejado otros documentos que se pre-sentan como diarios,20 pero sin duda los más im-portantes y conocidos de ese corpus son losllamados «diarios de campaña» de José Martí, alos que ya me he referido en relación con los deGómez. A pesar de su brevedad, como es sabido,suelen segmentarse en dos partes: 1) De Monte-cristi a Cabo Haitiano. Apuntes de viaje (14-2-1895 a 8-4-1895); y 2) De Cabo Haitiano a Dos

20 El término de «literatura de campaña» lo puso en circu-lación Ambrosio Fornet en 1965, como título de unaserie integrada en la Colección Cocuyo de Arte y Lite-ratura, para la Editorial Nacional de Cuba. Entre lostextos más interesantes podrían mencionarse: BernabéBoza (1858-1908): Mi diario de la guerra: desde Bairehasta la intervención americana (1895-1896, publi-cado en 1900); el anónimo Diario de campaña deun estudiante mambí (1895-1898, publ. 1945); LuisRodolfo Miranda (1878-1952): Diario de campa-ña (1895, publ. 1954); Eduardo Rosell y Malpica(1870-1897): Diario del teniente Coronel EduardoRosell y Malpica (1895-1897, publ. 1949); Fermín Val-dés Domínguez (1852-1910): Diario de soldado(1895-1898, publ. 1972). Los supuestos diarios de cam-paña de Antonio Maceo no están escritos por él, sinopor un español que fue oficial-secretario a su cargo,José Miró Argenter, que relata las campañas en pluraly siempre se refiere a Maceo en tercera persona. Eldiario del «mambí ruso» Piotr Platonovich Streltsov esun relato retrospectivo de la campaña, que se publicóen ruso ya en 1898 y en español solo en 1984. Unaconsideración más amplia de esta escritura debería aten-der quizá también a los diarios de la parte española:algunos ejemplos (si bien, a pesar de su título, suelenpresentarse como memorias retrospectivas) son Ricar-do Burguete (1871?-1937): La guerra: Cuba (diario deun testigo) (1895-1896, publ. 1902); Antonio del Rosaly Vázquez de Mondragón (1846?-1907?): En la mani-gua. Diario de mi cautiverio (1875, publ. 1876). Paramayores precisiones, conviene ver el trabajo de Ochan-do Aymerich (1998: 57-60).

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Ríos (9-4-1895 a 17-5-1895). Esas dos partesdifieren en tema (crónica de viaje y crónica deguerra) y estilo (más elaborado y descriptivo en laprimera; más sincopado e informativo en la se-gunda). La versión conocida plantea problemasde trascripción, por el orden alterado de las pági-nas en la primera parte y por la ilegibilidad de al-gunos pasajes en la segunda. Parece, además, queel diario recibió una revisión:

Martí realizó una doble escritura. Es decir, pri-mero escribió a lápiz, y –luego seguramente alreleer críticamente– escribió encima, con plu-ma, precisando, tachando frases, establecien-do cambios, creando, en ocasiones, una espe-cie de escritura paralela. Esto es algo que otrosinvestigadores han atribuido a preocupacionesde estilo. Lo cual es cierto [...] [en Martí, 1996: 8].

A pesar de esas preocupaciones estilísticas–connaturales a la escritura martiana– no suelehaber en el diario lugar para la expresión deemociones personales. Son muy pocas, y por logeneral elusivas, las reflexiones íntimas. En algu-na ocasión, incluso, Martí hace explícita su volun-tad de contener cualquier impulso de ese tipo enla escritura del diario:

El verso caliente me salta de la pluma. Lo querefreno, desborda. Habla todo en mí, lo que noquiero hablar –ni de patria, ni de mujer. A la pa-tria ¡más que palabras! De mujer, o alabanza osilencio. La vileza de nuestra mujer nos duelemás, y humilla más, y punza más, que la de nues-tro hombre [8/4/1895].

Según los editores, en ese pasaje Martí estaríaaludiendo a la traición de su mujer, Carmen Zayas-

Bazán, de la que ya estaba separado, y que decidióapoyar a los españoles.21

Si no hay demasiado espacio para los sentimien-tos en el diario, tampoco lo hay para la literatura,igual que ocurría –físicamente– en el equipaje delsoldado. Por eso, en el texto y en el bolsillo, convi-ven emblemáticamente la lectura y las armas: «Memeto la Vida de Cicerón en el bolsillo en que llevo50 cápsulas» (17/4/1895). A veces, no obstante,encuentra Martí –y lo anota– libros que reflejan elmundo que su proyecto revolucionario pretendetransformar:

Hallo en un montón de libros olvidados bajo unaconsola, uno que yo no conocía: Les MèresChrétiennes des Contemporains Illustres. [...]El índice, más que del libro, lo es de la sociedad,ya hueca, que se acaba: «Las altas esferas de lasociedad – El mundo de las letras – El clero –Las carreras liberales» [3/3/1895].

A pesar de la constancia en la escritura diarísti-ca, que Martí practica incluso en las más difícilescircunstancias, en una carta contemporánea de laexpedición libertadora se manifiesta explícitamenteen contra de los diarios, ya que pueden perjudicar

21 Ese motivo de la traición parece ser uno de los que másafectó la sensibilidad del Martí diarista, pues lo habíadesarrollado algo más al recordar la defección del pa-trón de la goleta que llevaba a los rebeldes a Jamaica:«La ingratitud es un pozo sin fondo –y como la pocaagua, que aviva los incendios, es la generosidad conque se intenta corregirla. No hay para un hombre peorinjuria que la virtud que él no posee. El ignorante pre-tencioso es como el cobarde, que para disimular sumiedo da voces en la sombra. La indulgencia es la se-ñal más segura de la superioridad. La autoridad ejerci-tada sin causa ni objeto denuncia en quien la prodigafalta de autoridad verdadera» (3/4/1895).

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la realización del proyecto. Al poco de iniciar la sin-gladura hacia Cuba desde Cabo Haitiano, el 10/4/1895, le escribe a Carmen Miyares en Nueva York:

[...] ni antes ni después de nuestra llegada a Cubadebo dejar escrito, ni se ha de divulgar, detallealguno que indique las vías diversas que hemosrecorrido. Así lo mandan a la vez la honradez yla discreción. El alarde de lo hecho puede cerrarel camino a lo que se pueda volver a hacer. Noencontrarán, por supuesto, ni lo habrán de bus-car, detalles de persona, ni de mis actos o los delos demás. Si míos, por míos los callo. Si ajenos,son ajenos, y sólo pudiera contarlos si los pudie-se celebrar, o si el relato sincero no me obligasea la vez a la celebración, que me es grata, y a lacensura, que me es odiosa, y de que se aprove-cha luego la curiosidad maligna. En tiempos másserenos, podría ser, para servir luego a la explica-ción de los hechos públicos, casi siempre deter-minados, o torcidos, por la bondad o maldad delos caracteres personales. Hoy no fuera posible,sin saber a dónde va lo que se escribe, ni si sepierde en el viaje. Y luego, un diario suele ser unespía, y una alevosa anotación de las personas encuya intimidad vivimos [...] [Martí, 1996: 368].

El pasaje es interesantísimo porque expone cla-ramente las virtudes de la escritura diarística en uncontexto de conflicto: por un lado, puede ser testi-monio capital para un tiempo futuro en el que hayaque clarificar los sucesos; pero también, en el pre-sente de los hechos, la escritura del diario puedeser peligrosa, por revelar lo que, por el momento,debe permanecer oculto. Y, sin embargo, Martícontravino su propia norma y dejó textos que, ade-más de ser testimonio capital del proceso históricoen que se vio involucrado, han servido para cono-

cer rasgos fundamentales de su personalidad de«hombre en guerra».

La muerte puso fin a ese diario y se alzó comohorizonte de su lectura. Dadas las circunstancias deesa muerte (como en el caso del Che, según ya herecordado), el suceso cobra carácter de «sacrifi-cio» y termina repercutiendo sobre el texto al quepone fin. Pero no hay que olvidar que no era ese elhorizonte de la escritura, o solo hipotéticamente.En Martí (como en el Che), la escritura del diariose impuso en tiempos de guerra, incluso contra suspropias prevenciones, porque era una práctica sos-tenida desde mucho tiempo antes. Al parecer, exis-tió también un diario –cuyo paradero se ignora–escrito por Martí desde la salida de Nueva York(31-1-1895) hasta la llegada a Haití (Montecristi).Se conservan, por otra parte, muchos cuadernosde apuntes de entre 1871 y 1894 (algunos fecha-dos) que son imprescindibles para comprender laescritura diarística del autor y aun la configuracióntemprana del género en Hispanoamérica.22

Para darse cuenta de ello es preciso atender alas reflexiones sobre la escritura que allí se contie-nen, mucho más que a las puramente referenciales.Del magma textual que constituyen los veintidós cua-dernos de apuntes conservados23 emergen algunos

22 A pesar de la solicitud que Martí dirigió a Gonzalo deQuesada en la carta en la que le pedía que se ocuparade sus papeles en caso de fallecer durante la aventuraindependentista: «Ni ordene los papeles, ni saque deellos literaturas, todo eso está muerto, y no hay ahínada digno de publicación, en prosa ni en verso; sonmeras notas» (Martí, 1965: VII).

23 Proyectos, reflexiones, aforismos, bocetos de poemas,de cartas, comentarios de lecturas, resúmenes de filo-sofía, de geografía, de gramática, traducciones, notassobre métrica, sobre léxico, sobre historia literaria ycuestiones de estética, apuntes sobre el hijo, etc. Lasanotaciones aparecen en varios idiomas (español,

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que ayudan a entender cómo concebía Martí la es-critura de lo privado. Si en el primero de esos cua-dernos (hacia 1871) había consignado, por ejem-plo, que «hablar de sí mismo es tarea estúpida yenojosa» (Martí, 1965: 18), en el segundo, sin em-bargo, ya esbozaba un proyecto de libro basadoen la exploración de la intimidad:24

Para un libro: YO. Yo tengo algo confusas misideas sobre mis propios sentimientos. A veces,me confieso que soy bueno. A veces, me golpeocon ira y me exaspero porque creo que brotande mí malvados o egoístas pensamientos. Es pre-ciso que yo, puesto en mí, me vea por mí a mímismo. Que me analice yo en quien soy: que yome sepa a mí: que sobre la convicción de la ab-soluta independencia, con mi voluntad de mi na-turaleza valerosa o débil, funde yo mi propioconocimiento, rompa yo toda otra idea de vani-dad o de egoísmo. Yo creo en la divinidad de miesencia, toco y miro y creo en la miserabilidad demi existencia.25 - Y sin embargo a veces, involun-tariamente, como que transijo con mi miserabili-dad. ¿Qué soy yo? Una absoluta convicción.Lo que yo soy no me lo debo a mí mismo. Yo

no nací por mi voluntad. Yo no me di lo que enmí vale. Lo que hay en mí, sólo es mío, en cuantotemporalmente es ello en mí. Soy lo que soy, sinque yo sea responsable de un espíritu que nopuedo elegir; sin que yo pueda vanagloriarme deun alma que yo no creé. Ahora escribo... [Martí,1965: 68-69].

Años después, hacia 1881, en el cuaderno 7, sepreguntaba algo que afectaría claramente a su pro-sa, y que podría aplicarse a la práctica del diario,en una especie de plagio «por anticipación» de al-guna famosísima opinión borgiana: «¿Por qué en vezde diluir las ideas en largos artículos, no han de sin-tetizarse, a modo de odas, en prosa, cuando sonideas madres –en párrafos cortos, sólidos y brillan-tes?» (Martí, 1965: 211). Y en el cuaderno 9, hacia1882, ya se planteaba abiertamente los límites de laescritura diarística:

El escritor diario no puede pretender ser subli-me. Semejante pujo para en extravagancia. Losublime es la esencia de la vida: la montaña re-mata en pico: lo sublime es como pico de mon-taña. Es como quien quisiera andar a pasosnaturales por sobre picos de montaña. Cae en elabismo. Los empedrados no son de cúspides,sino de pedrezuelas. Esa perpetua actitud quedapara los que son dueños de sí mismos, y puedenesperar la hora de la inspiración, en que el cuerpose agiganta, y se hincha la vela de la vida, comovela de barco, a vientos desconocidos, y se andanaturalmente a paso de monte, y se es por un ins-tante como co-rey de la Naturaleza.- Para el queno es dueño de sí, y no puede esperar la hora, hade aprovecharla, si le sorprende, pero no ha deforzarla. – Que la inspiración es dama, que huyede quien la busca; el escritor diario, que puede ser

francés, inglés, italiano, hebreo, latín y griego) y, se-gún los editores, con una letra difícil de descifrar.

24 Un proyecto que quizá pueda relacionarse con el «plande vida» trazado por Gómez en su propio diario, segúndije antes.

25 Esta observación me parece que puede relacionarsecon otra que Lezama anota en su diario: «La recurridafrase de Valéry, en la que se alude a que se encuentrasituado entre el vacío y el suceso puro, está inspiradaen las siguientes frases de las Meditaciones filosófi-cas de Descartes: “y me veo como en un término medioentre Dios y la nada, esto es, colocado de tal suerte entreel ser supremo y el no ser”» (12/11/1939, p. 22).

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sublime a las veces, ha de contentarse con seragradable [Martí, 1965: 254].

Desde luego, es muy posible que Martí con laexpresión «escritor diario» se refiriese aquí al «pe-riodista». Y, sin embargo, resulta tentador –e intere-sante– leer el párrafo como reflexión sobre un tipode escritura que estaba él practicando entonces, sindarle aparentemente mayor importancia, pero queaños después le acompañaría en su etapa decisiva.

Los diarios de Martí constituyen, entonces, lasíntesis y culminación de lo que el género había dadoen Cuba –y en casi toda Hispanoamérica– a lo lar-go del siglo XIX: diario de guerra, que testimoniasobre un mundo en transformación violenta, y, conel mismo gesto, interviene en esa realidad. En eso,prolonga y matiza enormemente muchas de las im-plicaciones de aquel ya remoto –y para entoncesinédito– Diario del rancheador, por lo que teníade escritura con valor pragmático e ideológico, enla que confluyen –sin fundirse todavía y en una si-tuación histórica dependiente– el sujeto intelectual(Villaverde) y el sujeto en guerra (Estévez).

El de Martí también es «diario de viaje», en tantodeja huella de un periplo y un itinerario precisos. Seabre así (como también había ocurrido en la pre-historia del género: Colón, Miranda y, más cerca,Heredia) hacia otros géneros afines, como el epis-tolar; pero, justamente, por ser diario de guerra, eldesplazamiento que refleja debe permanecer ocul-to. Martí hace dialogar explícitamente al género epis-tolar con el diarístico, según se ha visto, al incluir ensus cartas advertencias sobre lo desaconsejable dela escritura privada, que más parecen tener la inten-ción de distraer toda sospecha ajena acerca de laposibilidad de que él mismo la estuviera practicando.

Y, sin embargo, en esas particulares circunstan-cias casi clandestinas, el género de lo íntimo va fra-

26 Me ocupo del desarrollo de la escritura diarística cuba-na en el siglo XX, con atención privilegiada a la del Cheen Mesa Gancedo (2013).

guando en Cuba, en torno a unos cuantos textos ca-pitales: diarios de campaña de sujetos más o menosprivilegiados, que reiteran una demanda política co-mún, la independencia. El diario de Martí debe con-textualizarse en ese marco que definen diarios comoel de Máximo Gómez, que a su vez remite al de Cés-pedes y este aún al de Aguilera. Todos ellos son,como digo, muestras privilegiadas de una «literaturade campaña» ciertamente más amplia.

Se hace evidente, entonces, que el «sujeto pri-vado» cubano va naciendo, entonces, a la par quela identidad nacional. O así lo reflejan, al menos,los textos conservados, que –no se olvide– puedenhaber merecido esa conservación y publicación jus-tamente por provenir de plumas marcadas. Pero,sin duda, si esos textos existen, es porque habíauna práctica extendida de la escritura privada queno hizo sino aquilatarse en un momento crucial,como he intentado mostrar atendiendo a la existen-cia de una escritura de lo privado en Martí que ha-bía precedido al diario más conocido.

La singular historia de Cuba independiente haráque este proceso se intensifique a todo lo largo delsiglo XX. El diario de Martí funciona como un esla-bón central en esta tradición y encontrará una reso-nancia privilegiada en el extenso y complejo cor-pus diarístico del Che Guevara, que aquí no cabeanalizar.26 Al escribir sus diarios, los dos autoressupeditan la expresión de la intimidad –que nodesaparece del todo– a una acción revolucionariaen la que están dispuestos a dejar la vida. De esatensión surge –para muchos de sus lectores– la ima-gen de un sujeto «único» que alcanzará los rasgosdel mito. Tanto en los diarios del «Apóstol», como

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en los del «Guerrillero Heroico» una identidad per-sonal muy claramente definida busca aquilatarse enguerra contra el mundo. Solo la muerte, en uno yotro caso, interrumpe –ya que no termina– un pro-ceso que, no obstante, ha dejado una profusa huelladatada, que todavía requiere numerosas lecturas.

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