Fred · Web viewLas Tres Leccionesdel Prisionero del Camión Una obra basada en Sí Pa: Lecciones de Carácter por Fred W. Sarkis Versión 2 Duración: 15 min Profesores de educación

Las Tres Leccionesdel Prisionero del Camión

Una obra basada en

Sí Pa:Lecciones de Carácter

por Fred W. Sarkis

Versión 2Duración: 15 min

Profesores de educación de carácter regionales y nacionales, organizaciones de mentoría y oficiales de correccionales ofrecieron su asistencia de manera significativa para el desarrollo de este programa gratuito de construcción de carácter. Estudios independientes con estas instituciones reflejan resultados positivos. Sí Pa es provisto electrónica y gratuitamente por Yes Pa Foundation, una corporación sin fines de lucro 501 (c) (3). Visite www.urnewman.org/yespa para descargar de manera gratuita los PDF de los diferentes documentos de educación de carácter, testimonios, etc., que completan este programa de construcción de carácter.

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Yes Pa: Lessons in Character

Las Tres Lecciones

del Prisionero del Camión

LECCIONES DE RESPONSABILIDAD PERSONAL

El currículum Sí Pa está basado en el libro de Fred Sarkis, Prisionero del Camión, y en las lecciones reales que aprendió de su padre cuando era niño. Esta historia real empieza con la percepción de Fred del camión de frutas y verduras de su padre inmigrante libanés como una prisión infantil. Era un trabajo de 6 días y 100 horas a la semana mientras el padre de Fred iba de puerta en puerta vendiendo las frutas y verduras que había adquirido de granjeros.

A los 8 años, mientras otros niños jugaban en las banquetas y calles de Rochester, Nueva York, Fred tenía que trabajar en el camión. Durante los meses de escuela, Fred especialmente odiaba trabajar los sábados. La jornada era de las 5:00 am a las 11:00 pm, antes de que el bar cerrara.

En la escuela, a Fred no le gustaba que lo insultaran por su apariencia física (llamándolo “pigeon-toed, bow-legged, knock-kneed”) o que lo llamaran “de piel oscura”. Odiaba la escuela y no le iba bien. Se enfurruñó desde que tenía 8 años hasta que cumplió 12. La única comunicación que tuvo con su padre fue simplemente contestar “Sí, Pa” cuando su padre le daba órdenes. A los 12 años, tres conversaciones de 5 minutos con su padre cambiaron la actitud y la vida de Fred.

Consejos para la presentación de Las Tres Lecciones:- es mejor para estudiantes de 4to a 6to grado - sean directos- sean tan creativos como quieran con el escenario y utilería- actores, hagan su papel suyo - sean auténticos- hagan la historia real

REPARTO DE PERSONAJES ESTUDIANTILES: SUGERENCIAS DE VESTUARIO:

Fred Sarkis de adulto De camisa y corbataNarrador Vestuario apropiadoFred Sarkis de niño Camiseta de trabajo, pantalones

vaqueros, y gorraMike (el padre de Fred) Camisa de franela y pantalones

vaquerosLa clienta (mujer) Vestuario apropiado

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*Usen su propia creatividad.

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INTRODUCCIÓN

(Fred se acerca como un adulto, de camisa y corbata)

FRED

Me llamo Fred Sarkis. Me hice millonario y una persona responsable gracias a las lecciones de responsabilidad personal que aprendí de mi padre. Una vez que acepté estos tres mensajes, empecé a sobresalir en la escuela, y obtuve una educación de negocios a los 16 años. A los 17, le compré una casa a mi madre. Me uní a la Marina a los 18. Siendo el mayor de 10 niños, a la edad de 24 años me convertí en el jefe de la familia cuando mi padre falleció a sus 54 años. Gané mi primer millón de dólares cuando tenía 34. Construí un área de esquí y un pueblo en el lago. Lo perdí todo, y me recuperé.

Me retiré a los 65 y me convertí en autor y en orador público. Durante los últimos 26 años, con la ayuda de profesores en educación de carácter y otros, creé el Programa de Educación Sí Pa basado en mi experiencia como el Prisionero del Camión.

Se estarán preguntando, “¿cómo consiguió ser tan exitoso?” En este punto, se los diré.

(Fred se quita la camisa formal y se pone la camisa de trabajo)

NARRADOR

El papá de Fred, Mike, era un vendedor. Cargaba la parte trasera de su camión con frutas y verduras frescas en la madrugada. Se pasaba el día vendiendo los productos desde su camión para poder mantener a su familia. Desde que Fred tenía 8 años hasta que cumplió 14, trabajó en el camión con su padre.

FRED

Estuve en mi Camión-Prisión desde los 8 hasta los 14 años. Desde que tuve 6 hasta los 11, no me gustaba quien era. Era un niño triste y solo. Solía sentir lástima por mí. Me ahogaba en autocompasión. Mi papá y yo apenas hablábamos, y yo siempre contestaba la mayoría de sus preguntas con “Sí, Pa”. Esta es mi historia.

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PRIMERA LECCIÓN

NARRADOR

La primera lección se presentó temprano en el verano justo después de que terminara la escuela. Para entonces, había siete niños en su familia. Era temporada de fresas y el padre de Fred, Mike, quería ganar algunos dólares extra para su familia. Durante las tres semanas de la temporada de fresas, compraba varias cajas de fresas en el mercado. Junto con Fred, Mike también traía al hermano pequeño de Fred, Joe, para ayudar a vender las fresas del camión con clientes del pueblo.

FRED

Alrededor de las 7 en la noche, empezábamos en una estrecha calle en el centro de Rochester. Joe y yo teníamos dos canastas, una para cada mano. En cada canasta, poníamos tres paquetes de fresas. Mi padre me dijo que cubriera un lado de la calle, y que Joe se haría cargo del otro lado. Mientras llamábamos a las puertas, mi padre manejaba el camión lentamente, un poco más adelante y gritando:

MIKE

“¡Fresas! ¡Fresas! ¡Fresas caseras!”

FRED

No gritaba como lo hacía cuando estaba enojado. Gritaba como si cantara su canción a los posibles compradores. En mi mente, todavía puedo oler aquellas fresas, y escuchar su voz llenar el aire mientras pasábamos entre las filas de casas, en aquellas calurosas tardes de verano. Esa tarde en particular, después de llamar a unas 30 casas, regresé al camión por más cajas de fresas. La voz de mi guardia estaba brusca y enojada. Dijo,

MIKE

Fred, ¿dónde has estado? Debes estar haciendo algo mal.

FRED

¿A qué te refieres, pa?

MIKE

Tu hermano sólo tiene ocho años, tú tienes 12 y aún así él viene a recoger más fresas cuatro veces más que tú. ¿Qué estás haciendo mal?

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NARRADOR

Sólo unos meses antes de la temporada de fresas, Fred había recibido su Confirmación en la Iglesia Católica. Esto significaba que debía recibir los Siete Dones del Espíritu Santo. Uno de esos dones era fortaleza, o valor. Había aprendido que la valentía hizo posible que los 12 apóstoles pudieran esparcir la Buena Nueva de Cristo por el mundo. Fred quería mostrar valentía, y esta era su oportunidad. Con la voz más fuerte que pudo encontrar, dijo,

FRED

¡Tal vez es porque él tiene el mejor lado de la calle!

MIKE

No Ba, estás haciendo algo mal. Te estaré observando.

NARRADOR

A pesar de que “Ba” significa “padre” en árabe, era un término usado por muchos padres libaneses para referirse a sus hijos, o incluso cuando se les hablaba a ellos.

FRED

Quería que la tierra se abriera y me tragara. Mi guardia me había dado órdenes por cuatro años. Me despertaba a las 4 de la mañana. Me hizo prisionero por más de 100 horas a la semana. Me hizo sentarme en la parte trasera de la Camión-Prisión hasta la noche, incluso en invierno. Todo lo que hice fue obedecer. Todo lo que dije fue “Sí, Pa”, y ahora iba a humillarme frente a un cliente al pararse detrás de mi para asegurarse de que vendiera bien las fresas. Estaba amargado y enojado. No estaba feliz con esto, pero no tenía otra opción. Fui a la siguiente casa mientras él se paraba detrás de mí. Llamé a la puerta. La señora finalmente apareció en la puerta y dijo,

LA CLIENTA

Buenas tardes jovencito, ¿qué tienes ahí?

NARRADOR

Con los brazos caídos, Fred sostuvo las dos cajas de fresas. Sabiendo que ella probablemente no quería comprar Fresas de todos modos, con una mirada dudosa y moviendo la cabeza, Fred dijo:

FRED

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Usted probablemente no quiere comprar fresas, ¿o sí, señora?

NARRADOR

Mientras el negaba con la cabeza, la señora, mirando confundida al guardia de Fred parado detrás de él, empezó a negar con la cabeza.

LA CLIENTA

Creo que hoy no, hijo.

FRED

Después de todo, pensé, si ella quisiera fresas, hubiera preguntado cuánto cuestan. Y si ella pensara que el precio era justo, hubiera comprado la cantidad que quisiera, ¿verdad? Me alegraba que papá no me humillara frente a la señora. Caminamos de vuelta al camión.

MIKE

¿Quieres ir a casa temprano o prefieres quedarte aquí fuera toda la noche?

FRED

Sí, Pa, quiero ir a casa temprano.

MIKE

Iremos a casa cuando terminemos de vender todas las fresas. Hay una manera inteligente de vender fresas, y luego está la tuya. Te mostraré la forma inteligente. ¿Listo para aprender, Ba?

FRED

Sí, Pa.

NARRADOR

Mike tomó los dos paquetes de fresas de las manos de Fred y caminó a la siguiente casa. Puso los paquetes en el pórtico y eligió la canasta con las fresas más rojas. Entonces se limpió los pantalones, se paró derecho, puso una sonrisa en su cara, y llamó a la puerta.

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Estaba listo para la señora de la casa. Después de unos segundos, una mujer apareció en la puerta.

MIKE

Buenas tardes, señora. Estas fresas fueron recogidas temprano esta mañana en una granja no muy lejos de aquí, en Webster, Nueva York.

NARRADOR

Mientras acercaba los paquetes de fresas a la cara de la señora, dijo,

MIKE

Mire. Vea lo frescas que son.

NARRADOR

Entonces movió su cuerpo y volteó la canasta para que la señora viera que no había fresas malas en el fondo. Y entonces dijo con entusiasmo,

MIKE

Vea, no hay una sola fresa mala en toda la canasta. Sin moho, sin fresas verdes. No hay malas.

FRED

Con una sonrisa de gato en su cara, Pa dijo,

MIKE

Sólo cuestan diez centavos el paquete, o 25 centavos por tres paquetes. ¿Quiere uno o tres, señora?

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FRED

La señora solo tenía opción entre uno y tres paquetes, en vez de un sí o un no. Para mi asombro, ella dijo,

LA CLIENTA (2)

Tomaré tres, señor.

FRED

Mientras bajábamos los escalones del pórtico, mi padre dijo,

MIKE

Ahora, ¿crees que tuve suerte o que este es simplemente el mejor lado de la calle?

FRED

Pensé que había sido suerte, pero sólo dije: “No lo sé”. “Okay”, me dijo, “intentaremos la siguiente casa”. Dio el mismo discurso a la siguiente señora, y ella también compró tres. “¿Y ahora?, me preguntó.

MIKE

Haz esto de ahora en adelante, e iremos a casa más temprano. ¿Me oyes, Ba?

FRED

Sí, Pa.

Ahí mismo me convertí en creyente del discurso. Practiqué y perfeccioné la nueva habilidad que había aprendido. Incluso a pesar de que mi hermano era naturalmente extrovertido, y yo era más tímido, aprendí rápidamente el arte de vender fresas. Alcancé e incluso sobrepasé las ventas de mi hermano, Joe. Esta primera lección de cinco minutos de mi guardia tuvo una gran influencia en mi vida. Cambió mi actitud de lo negativo a lo positivo. Inmediatamente dejé de ser tímido. Me volví más amigable y alegre. Aquellas señoras compraban frutas y verduras de un pequeño niño que mostraba entusiasmo por la vida y por el producto que vendía. Ya no veían a un niño escuálido y triste. Veían una personalidad brillante de un niño que creía en sí mismo. Y no era un trabajo de prisionero. Las frutas y verduras que mi padre vendía eran las mejores de Rochester. Yo era un joven bueno, trabajador, y un buen vendedor. Desde entonces, traté de recordar e

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incorporar esa lección de vida en todo lo que hacía o decía. Estaba agradecido con mi padre por aquella lección de cinco minutos que cambió mi manera de ver la vida.

Incluso recordé a mi maestra de primer grado, la Hermana Theonilla, y a todos los niños de mi clase. Tal vez, si hubiera sido más positivo y abierto, hubiera hecho más amigos. Tal vez, si hubiera dejado brillar la luz de mi entusiasmo, hubiera recibido tantos regalos de San Valentín como mis compañeros. Tal vez, si hubiera sido más amigable y si hubiera sonreído, no me habría sentido tan sólo y rechazado.

Es como si todos tuviéramos este panel de control invisible en nuestros cuerpos que controla nuestra actitud y entusiasmo. Y hay una palanca que puedes poner en bajo, medio y alto. Sé que no es científico, pero he visto a muchas personas con sus palancas de actitud en muchos niveles. También sé que las personas pueden elegir mover su palanca; pueden cambiar su manera de ver la vida. Desde ese día, me di cuenta de que yo controlaba mi actitud y entusiasmo, y que podía mover la palanca tan alto como quisiera.

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SEGUNDA LECCIÓN

NARRADOR

Durante el mismo verano y poco después de la lección de las fresas, el padre de Fred tuvo otra pequeña charla con su hijo – la segunda lección. Como la primera lección, esta se refería a la manera en la que Fred hacía su trabajo. Acababa de terminar la entrega de dos canastas grandes de frutas y verduras a un cliente que vivía en el tercer piso de un complejo de apartamentos en la Avenida Este, y no había elevador. Cuando regresó al camión, se sentó junto a su padre guardián. Su padre lo miró confundido y preguntó:

MIKE

¿Dónde están las canastas vacías?

FRED

Sabiendo que veníamos con este cliente en particular cada dos días, simplemente dije, “Las olvidé, las recogeré pasado mañana, ¿está bien?

MIKE

No, ve por ellas ahora. Cada un vale $0.05 (cinco centavos).

FRED

En aquel momento, otra vez pensé en el don de la valentía – uno de los dones que había recibido cuando me Confirmaron en la iglesia. También sabía que estaba cansado y con calor. No quería volver a subir esos tres pisos sólo por dos canastas vacías. Me preguntaba si iba a poder usar el don de la valentía hablando con mi guardia. Pensé, “tengo doce años; ¿le contesto o, como siempre, simplemente obedezco diciendo Sí, Pa?

NARRADOR

Fred pensó, “esta vez, le contestaré”. Con voz suave, le dijo,

FRED

Pa, tú no me pagas ni cinco centavos por mi trabajo. En lugar, dejas que me quede las canastas vacías. Vendo alrededor de 120 canastas a la semana por cinco centavos cada una. Eso suma $6 dólares, y le doy $5.80 a mamá para que compre lo que necesite para la casa. Sólo me quedo con 20 centavos para mí. Si las canastas son mías, ¿por qué no puedo tomar la decisión de recogerlas pasado mañana?

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NARRADOR

Su Padre-Guardia no esperaba una respuesta de su normalmente callado hijo. Su rostro se volvió rojo de furia. Y dijo,

MIKE

¡No, ve a recogerlas ahora! ¡No me interesa de quien sean! ¡Cada una vale cinco centavos! Pasado mañana podrías olvidarlas, ¿me escuchas? ¡Ve por ellas ahora!

FRED

Había un poco de enojo en mi voz mientras contestaba “Sí, Pa”. (En 1938, estampillas postales eran tres centavos, una hogaza de pan eran ocho centavos, la leche costaba 14 centavos el cuartito, la gasolina eran 19 centavos el galón, y un viaje redondo de trolebús eran 10 centavos. El salario mínimo eran 30 centavos la hora. Las barras de chocolate costaban cinco centavos cada una. Un chicle era 1 centavo y una Coca Cola eran cinco. Así que, en aquellos días, los $5.80 que le daba a mi mamá cubrían muchas necesidades de la casa.)

NARRADOR

Fred subió corriendo las escaleras hasta el tercer piso y amablemente le pidió al cliente que devolviera las canastas vacías. Disculpándose, se las devolvió. Y corrió de nuevo hasta la Camión-Prisión.

FRED

Para entonces, estaba hirviendo por dentro. Tiré las canastas a la parte trasera del camión, abrí la puerta del pasajero, dudé, tragué fuerte, y con toda la fuerza que tenía, azoté la puerta. Me senté en silencio absoluto, temiendo represalia de mi Padre-Guardia. Después de todo, esta era la primera vez que le había hecho frente durante mi sentencia de cuatro años en mi Camión-Prisión.

Para mi sorpresa, el miró de frente, echó a andar el camión, y sin decir una palabra, siguió su camino. Estaba tan enojado con él porque siempre controlaba mi vida. Me atreví a usar uno de los dones del Espíritu Santo – el de la valentía. Mandé un mensaje. Me puse firme.

Mientras mi guardia manejaba hacia el siguiente cliente, se mantuvo completamente en silencio. ¿Sentiría mi enojo? ¿Eligió ignorarme? ¿Acaso sabía lo que estar en ese camión me hacía? ¿Estaría complacido de que su hijo haya mostrado valor? ¿Acaso le importaba?

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Mientras giraba hacia la calle Jay, finalmente rompió el silencio. En una voz muy tranquila, dijo,

MIKE

De verdad odias este trabajo, ¿no es así, Fred?

FRED

Había usado mi nombre en vez de Ba.

Esta era mi oportunidad. Este era el momento de usar otro don del Espíritu Santo – el consejo. Consejo significaba abrirse y hablar con otros, algo que nunca ocurría. Esta era la primera vez que me daba la oportunidad de decir cómo me sentía. No podía mentir. El siempre iba a la iglesia los domingos. Quería que su hijo fuera honesto. Tomé aliento y desde el fondo de mis pulmones dije, “Sí, ¡odio este trabajo!” Entonces preguntó,

MIKE

¿Qué te parecería ser vendedor como yo por el resto de tu vida?

FRED

A los doce años, durante los cuatro agonizantes años juntos en aquel Camión-Prisión, nunca le había alzado la voz a mi padre. Finalmente, esta era la oportunidad de hacerle saber cómo me sentía, y lo mucho que odiaba ser el Prisionero del Camión. Me sorprendí a mí mismo cuando dije “¡preferiría morir!” Dije esas palabras, pero no significaba nada. Sabía que no le agradaría ni a Dios ni a nadie de mi familia si hiciera algo estúpido para lastimarme. Sabía que le rompería el corazón a mi madre si algo me pasara. Sabía que mi madre, padre, hermanas, y hermanos también sabían que, no importa qué tan molesto estuviera, amaba a mi familia y no me gustaría morir. Una vez más, con una voz tranquila, mi Padre-Guardia dijo,

MIKE

¿Por qué crees que hago este trabajo?

FRED

No me esperaba una pregunta. Estaba esperando una charla larga, y me preguntaba a dónde se dirigía esta conversación. Apreté los dientes y grité, “no lo sé, ¿por qué lo haces?” Mientras sujetaba el volante del Camión-Prisión y giraba hacia la Avenida Clinton, una vez más, con voz tranquila, dijo,

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MIKE

Bueno, déjame decirte. Soy vendedor de frutas y verduras porque no tengo una educación. Este es el mejor trabajo que puedo conseguir. Te veo en este camión, y siempre tienes una cara larga cuando me esperas. Nunca te veo sonreír. Ni siquiera sé si tienes dientes. Estoy cansado de verte siempre tan cansado y enojado. Deberías traer tus libros y tu Biblia contigo. Podrías estudiar en el camión. No estás tan ocupado y tienes mucho tiempo libre. Durante el verano, puedes estudiar durante el día mientras espero a mis clientes. Puedes estudiar bajo las luces de la calle mientras hago mis llamadas vespertinas. En el invierno, puedes estudiar bajo la luz de la lámpara de queroseno en la parte trasera del camión. Abraham Lincoln solía estudiar y leer usando velas y lámparas de queroseno, y se convirtió en presidente de los Estados Unidos. Si no quieres ser un vendedor por el resto de tu vida, tienes que estudiar. Necesitas una educación para ser exitoso en la vida. ¿Me oyes, Ba?

FRED

Mi corazón estaba con mi padre, mi guardia, mi jefe, mi maestro. De repente me di cuenta de que el era Prisionero del Camión de por vida. No había escapatoria para él. No tenía educación y era muy tarde para que obtuviera una. Quería más para mí. De verdad me amaba. Me estaba mostrando una manera de escapar del Camión-Prisión. Mi enojo rápidamente desapareció. Con calma, determinación y simpatía en mi voz, le dije “Sí, Pa, te oigo”.

Unos momentos después, nos acercamos a la casa del siguiente cliente, y ahí terminó la segunda lección de cinco minutos más importante de mi vida. Ese día tomé la decisión más importante de mi vida. Si seguía pensando que era Prisionero del Camión, o prisionero de una vida infeliz, o prisionero de un país que me obligaba a ir a la escuela todos los días, o prisionero de la autocomplacencia, sería miserable e infeliz por el resto de mi vida. Sería un do nadie. Decidí que seguiría el consejo de mi padre. Estudiaría en el Camión-Prisión, cada que pudiera.

NARRADOR

A los doce años, esta pequeña pero poderosa lección de su Pa cambió la vida de Fred. Al hacerle frente por primera vez en sus cuatro años en el Camión-Prisión, el padre de Fred lo vio bajo una luz diferente, y le agradó lo que había visto y oído.

FRED

Entonces, de una manera simple y honesta, abrió su mente y su corazón. En aquellos minutos, compartimos sentimientos profundos. Me inspiró a cambiar mi actitud, a estudiar en todas esas horas vacías en el camión. Me hizo perseguir la excelencia en mi educación. A cambio, sentí compasión por su vida y su lucha. Me di cuenta de que su

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educación estaba limitada a su escuela en el Líbano, que era en árabe. Sabía que mi Pa quería lo mejor para mí.

NARRADOR

En la iglesia, Fred aprendió cómo Jesús animaba a sus discípulos a ser positivos en vez de negativos. Ellos eran escépticos y estaban asustados, pero tomaron su consejo y le dijeron a la gente de todos lados sobre Sus enseñanzas. Dos mil años después, el cristianismo es una religión fundamental que se ha esparcido por todo el mundo.

FRED

Como los discípulos, cambié de ser tímido a entusiasta y valiente en todo lo que hacía y decía. Además de la valentía, otros dos dones del Espíritu Santo empezaban a trabajar en mi levantamiento – el don del entendimiento y el don de la sabiduría.

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TERCERA LECCIÓN

NARRADOR

Hubo una tercera lección que Fred aprendió de su Padre-Guardia. Con su cambio de actitud, aprendió a escuchar mejor a la gente. Un sábado de primavera, en un viaje de cinco minutos hacia un cliente, el padre de Fred dijo,

MIKE

Fred, los lunes, miércoles y viernes, vamos con los mismos clientes en el lado oeste del Río Genessee; y los martes, jueves y sábados, vamos con los mismos clientes en el lado este del río. ¿Alguna vez te preguntas por qué nunca perdemos un cliente?

NARRADOR

Lleno de curiosidad, y emocionado por la respuesta, Fred contestó,

FRED

Sí, Pa.

NARRADOR

Con el mismo tono tranquilo, dijo

MIKE

¿Fred, sabes cuál es la Regla de Oro?

FRED

Sí, Pa. La aprendí en la escuela.

MIKE

A ver, dímela.

FRED

Trata a los demás como te gustaría que te traten.

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NARRADOR

Algo sorprendido pero feliz, y con una gran sonrisa en su rostro, dijo,

MIKE

¡Bien! Ahora escucha, Fred. Cada día trato de vivir de acuerdo con la Regla de Oro. Primero, cuando compro a los granjeros en el mercado, busco los mejores productos, y trato de comprar por el precio más bajo posible. Trato a todos mis clientes como me gustaría que me trataran si estuviera en sus zapatos. Soy honesto con todos. No les cobro de más. Mantengo el mismo precio para todos. Le digo a todos la verdad. Hace mi vida más simple porque no tengo que recordar lo que dije antes. A veces cometo un error, pero eso no es una mentira. Y cuando cometo un error, le digo a mi cliente que cometí un error, y lo compenso dándole crédito o una fruta o verdura gratis. Me aseguro de que mi báscula sea precisa. Cuando peso las verduras, siempre les doy la cantidad honesta, y a veces un poco extra. De esa manera, mi cliente está feliz conmigo, y es por eso que no pierdo ningún cliente. También es por eso que mis clientes me ayudan a conseguir más clientes, porque les gusta la calidad, mi servicio, los precios justos, y mi honestidad.

NARRADOR

Inhaló del talón del cigarro que estaba fumando y siguió,

MIKE

Entonces, Fred, cuando crezcas, recuerda ser honesto y justo. Ya sea que te dediques a los negocios, que trabajes para alguien, o trabajes para el gobierno, no mientas. No robes. No engañes. Ten la valentía de defender lo que crees. Y si cometes un error, no lo ocultes. Sólo dilo, pide perdón, y trata de hacerlo mejor. Sé el mismo en la escuela, con tus compañeros, en la casa, cuando tengas novia, cuando te cases, y cuando tengas hijos. Fred, te prometo que serás más feliz y con paz si haces lo que te digo. Además, con buena educación y la ayuda de Dios, serás exitoso en todas estas cosas.

Y Fred, estas cosas toman tiempo y, como el beisbol, mucha práctica. Recuerda también que cuando un jugador de beisbol conecta más de tres hits por cada diez veces que se para a batear, es un héroe. Mira a Babe Ruth, en su vida, tuvo un promedio de 3.4 hits por cada 10. Así que, así como aprendiste al vender fresas, eres un héroe cada que vendes tres paquetes de fresas por cada diez casas. Tienes que trabajar duro, tener paciencia y, si pierdes, aprender de eso y volver a intentarlo. ¿Estás de acuerdo?

FRED

Sí, Pa, estoy de acuerdo. Y lo decía en serio. Quería crecer para convertirme en esa persona. A los 12, creía firmemente que yo era responsable por el curso que tomaría mi

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vida – mi destino. No era mi madre, mi Padre-Guardia, mis profesores, hermanos, hermanas o amigos los que determinarían mi futuro. Ellos podían aconsejar, animar y asistirme, pero dependía de mí. Creía firmemente que, si estudiaba, podía ser lo que yo quisiera en un país que, había leído muchas veces, era un país de libertad y oportunidades. Estas simples lecciones en honestidad, sinceridad, entusiasmo, comunicación abierta, valentía, perseverancia, respeto y responsabilidad quedaron marcadas por siempre en mi mente, corazón y alma.

A los doce años, tenía una creencia fuerte de que podía escapar de la prisión de la mediocridad. Aprendí la importancia de hablar abierta y honestamente. Pelearía por la buena causa con entusiasmo. Trataría de ganar mi batalla en la vida honradamente. Estaría listo para superar cualquier adversidad en mi vida. Confrontaría cualquier dificultad o problema con la paciencia que aprendí en el Camión-Prisión. Transformaría cada dificultad en una historia de éxito.

Con la ayuda de Dios, nada era imposible. Cambiaría el Camión-Prisión por un camión de aprendizaje, un ligar seguro para leer y estudiar. Mientras esperaba a mi padre fuera del mercado, mientras esperaba a que regresara de hablar con un cliente, bajo las luces de la calle durante el verano, y bajo la luz de la lámpara de queroseno durante el invierno, aprendería. Me convertiría en un discípulo de buenos hábitos y autodisciplina. Y, como lo dijo mi Padre-Guardia, si estaba mal, si me equivocaba, lo aceptaría y me disculparía cuando necesitara.

La hermana Theonilla dijo una vez, “Dios muchas veces nos habla a través de otra persona”. En esas tres charlas de cinco minutos con mi Padre-Guardia, he pensado que Dios me hablaba directamente a través de él.

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CIERRE

Fred Sarkis:- 94 años- jugador de tennis- veterano de la Segunda Guerra Mundial- comparte las lecciones que transformaron su vida cuando era un niño pobre con mala

actitud, molestado por sus compañeros por ser diferente a ellos- dedica su tiempo a ayudar a jóvenes a ser todo lo que pueden ser

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