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Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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NN FREUD 

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NORM LID D

 

P TOLOGI

.

EN L

N

.

biblioteca

de psicología profunda

editorial pai lós

 

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NORM LI Y P TOLOGI

L NIÑEZ

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BIBLIOTEC DE PSICOLOGI PROFUND

1. Karen Horney

LA PERSONALIDAD NEUROTICA

DE NUESTRO TIEMPO

2. Anna Freud

EL YO Y LOS MECAN ISMOS

DE DEFENSA

3. C. G. Jung

PSICOLOGIA y RELlGION

4. C. G. Jung

PSICOLOGIA y EDUCACION

5. J. C. Flügel

PSICOANALlSIS DE LA

FAMILIA

6. C. G. Jung

LA PSICOLOGIA

DE LA TRANSFERENCIA

7. C. G. Jung

SIMBOLOS DE TRANSFORMACION

8. C. G.

Jung

ENERGETICA PSIQUICA

y

ESENCIA DEL SUEÑO

9. E. Kris

PSICOANALlSIS

y

ARTE

1 C. G.

Jung

  R. Wi lhelm

EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO

11. O. Rank

EL MITO DEL NACIMIENTO

DEL HEROE

12. C. G. Jung W. Pauli

LA INTERPRETACION

DE LA NATURALEZA Y LA PSIQUE

13. E. Neumann

ORIGENES E HISTORIA

DE LA

CONCIENCIA

14. C. G. Jung

ARQUETIPOS E INCONSCIENTE

COLECTIVO

15. O. Rank

EL TRAUMA DEL NACIMIENTO

16. C. G. Jung

FORMACIONES DE LO INSCONSCIENTE

17. H. Racker

ESTUDIOS SOBRE TECNICA

PSICOANALlTICA

18. A. Garma

PSICOANALlSIS DEL ARTE

ORNAMENTAL

19.

L.

Grlnberg

CULPA

y

DEPRESION

Estudio psicoanalitico

2 A. Garma

PSICOANALlSIS DE LOS SUEÑOS

21. O. Fenichel

TEORIA PSICOANALlTICA

DE LAS NEUROSIS

22. Mar ie Lange r

MATERNIDAD y SEXO

23. Harry Guntrip

ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD

E INTERACCION HUMANA

24.

Hanna

Segal

INTRODUCCION A LA OBRA

DE MELANIE KLEIN

25. W. R.

Bion

APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA

26. E. Jones

LA PESADILLA

27. L. Grinberg M. Langer

y E. Rod rigu é

PSICOANALlSIS EN LAS AMERICAS

El

proceso

analítico

Transferencia y contratransferenc ia

28. Carlos A. Paz

ANALlZAB ILlDAD

29. C. G. Jung

PSICOLOGIA

y

SIMBOLlCA

DEL ARQUETIPO

3 A. Garma

NUEVAS APORTACIONES

AL

PSICOANALlSIS

DE LOS SUEÑOS

31. Arminda Aberastury

APORTACIONES AL PSICOANALlSIS

DE NIÑOS

32. A. Garma

EL PSICOANALlSIS

  eoría clínica y técnica

33. R. W. White

EL YO Y LA REALIDAD

EN LA TEORIA PSICOANALlTIC

A

34. M.

Trac

tenbe rg

LA CIRCUNCiSION

Un

estudio

psicoanalítico sobre las

mutilaciones genitales

35. W. Reich

LA FUNCION DEL ORGASMO

36. J. Bleger

SIMBiOSIS

y AMB IGüEDAD

37. J. Sandler Ch. Dare y A.

Holde

r

EL PACIENTE Y EL ANALISTA

38. M. Abadi y

otros

LA FASCINACION DE LA MUERTE

Panorama dinamismo y prevención

del suicidio

39.

Sandor

Rada

PSICOANALlSIS DE LA CONDUCTA

4 Anna Freud

NORMALIDAD Y PATOLOGIA EN LA NIÑEZ

Volumen

 

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  FR U

NORM LI

Y P TOLOGI

N L NIÑ Z

Evaluación del desarrollo

  ers ión   stell n de

Humberto Nágera

EDITORI L P IDOS

 uenos ires

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ítulo del original inglés

NORMALITY AND PATHOLOGY IN

 HILDHOO

D

Assessments of Development

Copyright 1965 by Internatíonal Universities Press lnc.

© 1971 by Arma Freud

Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Queda

hecho el depósito que previene la ley 11.723

  ;¡ edición 1973

La reproducción total o parcial de este libro en cualquier forma

que

sea

idéntica o modificada escrita a máquina

por

el sistema Multígraph

mimeógrafo impreso etc. no autorizada

por

los editores viola de-

rechos reservados. Cualquier utilización

debe

ser previamente solicitada.

©

Copyright

de

todas las ediciones en castellano by

EDITORI L

PAIDOS

S.A.I.C.F.

Defensa 599 3er. piso Buenos Aires

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IN I E

Reconocimientos

Nota del traductor 10

1.

El

criterio psicoanalítico de la

infancia: en

el

pasado   el

presente 11

Las reconstrucciones en los

análisis

de los adultos y sus

aplicaciones 11

El

advenimiento del

análisis de niños y sus consecuencias

15

La

observación directa al servicio de la psicología psicoa

nalítica

del

niño 16

Ir.

Las relaciones

entre el

análisis de

niños

 

el

de

adultos

27

Los principios terapéuticos 27

Las tendencias curat ivas 28

Técnica 29

La

dependencia

infantil como un factor en

el

análisis de

adultos

  niños

40

El equilibrio

entre

las fuerzas internas y externas obser

vado

por

el

analista

de

niños

y por

el

de adultos 44

lIT

La

evaluación

de la normalidad

en

la niñez 49

El descubrimiento temprano de los agentes patógenos: pre

vención

y

pronóstico

49

La

traslación de los hechos externos a las experiencias

internas

50

Cuatro campos diferentes

entre

el niño y el

adulto

52

El

concepto de las líneas del desarrollo 54

La regresión como

un

principio del desarrollo normal 76

IV. Evaluación de la patología. Parte 1.

Algunas

consideraciones

generales

89

La evaluación

descriptiva

y

la

evaluación

metapsicológica

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Terminología estática   terminología evolucionista 93

Criterios para

evaluar la severidad

de la

enfermedad

96

La evaluación basada

en

el desarrollo  

su

significación 100

La

evaluación

por

medio

del tipo de ansiedad

 

de conflicto

105

La evaluación

por

medio de características generales 107

Un

perfil

metapsicológico

del

niño 110

V Evaluación

de

la patología. Parte II Algunos preestadios

infantiles

de

la

psicopatología

adulta

119

Las neurosis infantiles 119

Los t rastornos del desarrollo 123

Asocialidad delincuencia

 

criminalidad como categorías

diagnósticas

en la niñez 131

La

homosexualidad

como

una

categoría

diagnóstica en

los

trastornos

de la infancia 145

Otras

perversiones

 

adicciones

como

categorías

diagnós

ticas en la

infancia

155

VI Las posibilidades terapéuticas 167

La terapia

psicoanalítica clásica

para

adultos:

su

extensión

y definición 168

La terapia psicoanalítica para

niños:

su fundamento 170

Conclusiones 181

BIBLIOGRAFÍA 183

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R ONO IMI NTOS

Puesto que la mayor

parte

de este libro está basada

en las

experiencias

clínicas

obtenidas

en

los

distintos

departamentos

de la Hampstead Child-

Therapy

Clinic,

tengo

una enorme

deu-

da de gratitud con la

señorita

Helen Ross, la

doctora

Muriel

Gardiner y el doctor

  R Eissler

por haber establecido, orde-

nado y ayudado incansablemente a esta organización y con

la Field Foundation, la Foundations

Fund

for Research

in

Psy-

chiatry,

el

Freud

Centenary

Fund, la Grant Foundation, el

Flora

Haas

Estate, la Newland

Foundation,

la Old Dominion

Foundation,

el

William Rosenwald

Family Fund y la Taco-

nic Foundation, por el generoso

apoyo

que han brindado a lo

largo

de

muchos años.

Tengo

una

deuda s imila r

con

los anal is tas

y

terapeutas

de niños

de

la Clínica

por haber

puesto a

mi

disposición el

material

de análisis obtenido de sus pequeños pacientes.

Una sección del libro,  Un perfil metapsicológico del n iño

que figura en el capítulo 4

fue

presentada a la

consideración

del National

Institute

for Mental Health en Washington, en

1961, como base posible para futuros estudios en la Hampstead

Clinic y tal investigación,

bajo

el título de

 Evaluación

de la

patología infantil ha sido

subvencionada desde entonces

por

el Publ ic

Health

Service Grant N9 M-5683, MH  1, 2, 3).

Otras

secciones,

compiladas

y

completadas

para

servir

a

este pro-

yecto, son:  El concepto de las l íneas del desarrollo capítulo

3

y

 Asocialidad, delincuencia y

criminalidad

como categorías

diagnósticas en la

niñez

capítulo

5).

Las

secciones  La evaluación

de

los trastornos de la ni-

ñez

y  El concepto de las líneas del desarrollo

aparecieron

como

comunicaciones

preliminares en

The

Psychoanalytic

Study

of the Child volúmenes XVII y XVIII,

mientras

que

 La

regresión

como

un

principio del desarrol lo

mental

fue publicada en el

 ulletin

of

the   enninger Clinic vol

XXVII.

·

 

F.

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 ota del raductor

He

aceptado la

responsabilidad de traducir este libro

de

Anna Freud, como

un modesto

homenaje de admiración y gra-

titud

a su

persona,

de quien he

tenido

la fortuna de ser discí

pulo

y colaborador

ya por

varios años en la Hampstead Child

Therapy Clinic and Course Londres) que ella dirige.

Es por esto que tengo la esperanza de que la traducción

castellana

haga

justicia a la

edición orig inal inglesa

de esta

importante contribución al

psicoanálisis

en general

y más es

pecialmente

al

psicoanálisis

de

niños.

Me resta sólo

decir

que en el caso de un número limitado

de términos he encontrado ciertas

dificultades

en la traduc-

ción

por

no existir equivalentes en español  tal como sucede

por

ejemplo, con el

término inglés  toddler . En el

caso del

término

 cathexis , que es usualmente traducido como

 carga

he

decidido

introducir

el

término

 catexis como una corrup-

ción

del

inglés dado

que  carga resulta

una

traducción insa-

t isfactoria en

muchos

contextos

.

En

cuanto

a las citas de Sigmund

Freud

que

aparecen

en la

obra,

he

utilizado

la

edición española

de

sus

Obras ompleto»

traducida

por

Ballesteros. Citas

de

otros autores las

he

tradu-

cido

directa

y

libremente del

inglés.

HUMBERTo NÁGERA

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I

EL CRITERIO PSICO N LITICO DE   INF NCI

EN EL P S DO Y EL PRESENTE

LAS RECONSTRUCCIONES

EN LOS

ANALISIS

DE LOS ADULTOS Y SUS APLICACIONES

Desde el

comienzo

del

psicoanálisis,

cuando

se

determinó

que

los  histéricos padecen

principalmente por causa

de sus

recuerdos ,  los

analistas

han manifestado más interés en

el

pasado de sus pacientes que en sus experiencias presentes,

y

más aún

en

las etapas

de crecimiento y desarrollo

que

en

aquélla

de

la

madurez.

Esta preocupación por las primeras experiencias de

la

vida

hizo

pensar que se convertirían

en

expertos

especialistas en

problemas de la

niñez,

aun cuando se ocuparan solamente del

tratamiento de adultos. Sus conocimientos de los procesos

de

la evolución mental y

su

comprensión

de

la interacción

entre

las

fuerzas

externas

e

internas que forman

la

personalidad del

individuo,

permitían suponer que estarían

capacitados

automáti-

camente

para entender en todos aquellos casos en

que

se du-

dara del normal funcionamiento

de

-Ia estabilidad emocional

del

niño.

En

lo que

respecta

a la

primera etapa del

psicoanálisis,

un

examen de

la

bibliografía

demuestra que

muy poco

se

hizo,

concretamente,

para

confirmar

estas esperanzas. En aquella

época, los esfuerzos se dedicaron totalmente a la

búsqueda

de

información

y a

perfeccionar la técnica que ponía al

descu-

bierto

nuevos hechos, tales como la secuencia

de

las fases

del

desarrollo

de

la libido oral, anal, fálica , el complejo de

 

Véase

Breuer y Freud, On the Psychical Mechanism of

Hysteri-

cal Phenomena:

Preliminary

Communication 1893 . Standard Edition,

vol.

Ir, pág.

7.

 

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Edipo y el de castración

la

amnesia

infantil et

cétera. Puesto

que

estos

importantes

descubrimientos tuvieron origen en

de-

ducciones efectuadas en el análisis de adultos el

método

de

 reconstruir los

acontecimientos

de la infancia se estimaba

suficiente y era empleado

coherentemente para obtener

los

da-

tos

que constituyen

el

núcleo de la psicología

psicoanalítica

del

niño

en el

momento presente.

Por otra parte

después

de una o dos décadas de ese tra-

bajo algunos analistas se aventuraron más

allá

de

la

obtención

de

datos

y comenzaron a aplicar el nuevo conocimiento al

campo de la crianza del niño. La tentación de realizar esta

ex-

periencia

resultaba

casi irresistible. Los análisis terapéuticos

de

adultos neuróticos no dejaban

ninguna duda sobre

la

in-

fluencia

negativa

de muchas de

las act itudes de

los

padres

y

del

ambiente y de acciones tales como

la

falta de fidelidad en

materia

sexual los niveles

de exigencias

morales excesivamente

altos

irrealistas

la

severidad

o

indulgencia extremas las frus-

traciones los castigos o la conducta seductora.

Parecía

posible

extirpar

algunas

de

estas amenazas

de

la siguiente generación

de niños mediante la educación de

los

padres

y

la

modificación

de las condiciones de crianza y planear por lo

tanto

  lo que se

llamó

 educación psicoanalítica que

serviría

para

prevenir

la

neurosis .

Los intentos por alcanzar

este objetivo

han

continuado

hasta

ahora a

pesar

de que algunas veces sus resul tados fue-

ron confusos y difíciles .

Cuando

los observamos retrospectiva-

mente

después de

un

período de más de

40 años los

considera-

mos como

una

larga serie de ensayos y

errores.

Mucha de

la

incertidumbre que

acompañaba

estos experimentos resultaba

inevitable.

En aquella época no era

posible tener

un

profundo

insight

de

toda la

complicada red de impulsos afectos

rela-

ciones objetales aparatos

del

yo con

sus

funciones y defensas

internalizaciones e ideales con

las

interdependencias recíprocas

entre

el

ello y

el

yo y

las

deficiencias resultantes del desarrollo

las regresiones las

angustias

formaciones de compromiso

y las

distorsiones

del

carácter. El

caudal

de conocimientos psicoana

líticos

fue

en

aumento

gradual al

sumarse

cada pequeño des

cubrimiento

al

efectuado anteriormente.

La

aplicación

de

los

conocimientos pertinentes

a los

problemas de

crianza y a

la

prevención de las enfermedades mentales tuvo que efectuarse

también paso a paso siempre siguiendo atenta y lentamente

el

trabajoso

camino. A medida

que

se realizaban nuevos descu

brimientos de los agentes

patógenos

en la labor clínica o se

arribaba a ellos mediante

cambios

e innovaciones en el pen-

samiento teórico eran

convertidos

en consejos y

preceptos

para

padres

y

educadores

y

llegaban

a

formar una

parte

integrante

de

los conceptos psicoanalíticos para

la

crianza.

La

secuencia

de estas extrapolaciones

es

ahora bien

co

12

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nocida. Así

en la época en que el

psicoanálisis puso

gran énfasis

en

la

influencia seductora que ejercía

el compar tir

el lecho

de los padres y en

las

consecuencias

traumáticas

de presen

ciar las

relaciones

sexuales

entre

ellos se les aconsejó

qu

e

evi taran la intimidad

física con sus hijos y

también realizar el

acto sexual en

presencia aun

de

los más

pequeños.

Cuando

se

comp

robó

en

el

análisis

de

adultos que

vedar

el acceso a

la

información

sexual

era

responsable de muchas inhibiciones inte

lectuales se

aconsejó

brindar

una completa información se

xual

desde

una edad temprana. Cuando al

buscar

la causa de

los

síntomas

histéricos

la

frigidez la

impotencia

etcétera se

los

vinculó con las

prohibiciones

y las

consiguientes

represiones

del sexo en

la

niñez la

educación

basada

en el psicoanálisis in

cluyó en su

programa una actitud permisiva

y benévola

en

relación con las manifestaciones de

sexualidad pregeni ta l in

fantil.

Cuando la nueva

teoría

de los

instintos

definió que tam

bién

la agresión es

un

instinto básico se aconsejó que la tole

rancia

se

extendiera

a

las

tempranas

manifestaciones

de violenta

hosti lidad del niño a

los

deseos agresivos y de

muerte

mani

festados

contra

padres y hermanos etcétera. Cuando se reco

noció que la ansiedad jugaba

un

papel

primordial

en la for

mación sintomática se hicieron todos los

esfuerzos

posibles

para

tratar de

disminuir

el

temor de

los hijos

frente

a la au

toridad de los padres. Cuando se

demostró

que al sentimiento

de culpabilidad correspondía un determinado grado de tensión

de las

estructuras

internas la respuesta

fue

una

eliminación

de

todas aquellas

medidas educacionales que conducían a

la

formación de

un

superyó

severo.

Cuando el nuevo punto de

vista estructural

de

la

personalidad responsabilizó

al

yo

del

mantenimiento del equilibrio interno se destacó la

necesidad

de propiciar en el niño el

desarrollo

de fuerzas en el yo lo

suficientemente intensas como para resistir las

presiones

de

los

instintos.

Finalmente en la época

actual

cuando

las

investigaciones

analíticas se dirigen hacia los

acontecimientos iniciales

del

primer

año

de vida

destacando

su

importancia estos insights

específicos

son

traducidos

en nuevas

y

en

algunos aspectos

revolucionarias

técnicas

para

el cuidado

de los niños.

Este

lento y elaborado proceso hizo

que

la educación psico

analítica careciese de sistematización. Más aún

sus

preceptos

cambiaban de

dirección

continuamente enfatizando en un prin

cipio la libre expresión de los instintos más tarde la fortaleza

del yo para

luego

insistir

nuevamente

en la normalidad de

las

relaciones

libidinales. En esta incesante búsqueda de los

agentes patógenos y de las medidas

preventivas siempre

pa

recía que

el último

descubrimiento analí tico

prometía una

mejor y definitiva solución de los problemas. .

De

los consejos dados a los

padres

durante todos estos años

13

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unos eran coherentes

entre

sí; otros

resultaban

contradictorios

y

mutuamente excluyentes

y algunos de ellos

demostraron

ser

mucho más beneficiosos de lo esperado. Así por ejemplo, la

educación

psicoanalítica cuenta entre sus éxitos la mayor co-

municación y confianza

entre padres

e hijos, a las cuales se

llegó

gracias

a la

que

la educación sexual se había iniciado

con

mayor

honestidad.

Otra

victoria se obtuvo respecto

de

la terquedad y el negativismo de los

primeros

años

que

des-

aparecieron casi completamente tan

pronto

como fueron re-

conocidos los

problemas

de la fase anal, y el

control

de los

esfínteres comenzó a

plantearse

no tan

precozmente

ni con tanto

rigor como en épocas anteriores. También ciertos trastornos re-

lacionados con la alimentación infantil dejaron de existir des-

pués que los problemas alimentarios y del des tete fueron mo-

dificados para adecuarlos más

apropiadamente

con

las

necesi-

dades orales. Asimismo,

al quedar atenuados los

conflictos en

relación con la masturbación,

la

succión de los dedos y

otras

actividades auto

eróticas,

fueron resueltas algunas perturbacio-

nes del

sueño

 por

ejemplo, las dificultades para conciliarlo .

Por otra

parte,

no faltaron d es il us ion es y sorpresas. Fue

algo inesperado comprobar que hasta las informaciones sexuales

mejor

planteadas

y formuladas

con

las palabras más simples

no eran inmediatamente aceptadas por

los niños, y

que se

afe-

rraban persistentemente a lo

que tuvimos que

reconocer como

sus

propias

teorías sexuales, en las cuales se

traduce

la

genita-

lidad adulta en lo s

términos

adecuados

de

oralidad, analidad,

violencia y m ut il ac ió n.

Igualmente inesperado resultó

el hecho

de

que

la

desaparición

de los confl ict os

acerca de

la

masturba-

ción

tenían, además

de sus consecuencias beneficiosas, algunos

efectos colaterales indeseables en la formación

del

carácter, al

eliminar

problemas

que, a

pesar

de sus aspectos patógenos,

servían también como campo de

entrenamiento

moral  Lampl-

de

Groot, 1950 .

Sobre

todo,

librar

al

niño de la ansiedad re-

sultó una tarea imposible. Los

padres dieron

10

mejor de sí

mismos

tratando

de

disminuir

el

temor

que

inspiraban

a los

hijos,

para encontrarse con que

lo

que estaban logrando

era

aumentar los sentimientos de culpabilidad de

éstos, es decir,

el miedo exagerado del niño

en

relación

con

su

propia con-

ciencia. Por otra parte,

cuando

se atenuaba

la severidad del

superyó, se

producía

en lo s niños la más profunda de todas las

a nsi ed ade s, es d eci r, la

ansiedad

de los

seres humanos

que se

sienten

sin protección

frente

a la presión de sus instintos.

Resumiendo:

a

pesar de numerosos avances .parcíales, la

educación psicoanalítica

no

logró

convertirse en el instrumento

profiláctico que todos esperábamos. Es

cierto que

los niños

que crecieron bajo

su

influencia

son

en muchos aspectos dife-

rentes de

las

generaciones anteriores, pero

no

están más

libres

de

ansiedad o

de

conflicto, y

por

consiguiente

no

menos ex-

14

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puestos a

sufrir

de

trastornos

neuróticos u otras formas de

enfermedades mentales.

En

realidad esto

no hubiera

debido

sorprendernos si no

fuese

que en algunos autores el optimismo

y

el

entusiasmo por

el

trabajo profiláctico predominó

sobre

la

aplicación

estricta de

los principios psicoanalíticos.

De acuerdo con estos últimos, no existe la posibilidad de

la

 prevención

de

la

neurosis .

La

división

misma

de

la

perso

-

nalidad en

ello, yo y

superyó

se nos

presenta con una

estruc-

tura

psíquica

en

la

cual cada

parte

tiene sus

derivaciones,

sus

alianzas, sus

fines

y

su

modo

de

funcionamiento específi-

cos. Por definición,

las

distintas fuerzas psíquicas

se encuen-

tran en

conflicto

entre

sí, lo

cual da lugar

a los desajustes

in-

ternos que

se

manifiestan en

nuest ra mente consciente como

conflictos mentales. Estos últimos existen por consiguiente,

donde

quiera

que el desarrollo de la

estructura

de la persona-

lidad

alcanza

un cierto grado de

complejidad.

Naturalmente

que hay

casos

en que  la educación psicoanalítica ayuda al

niño

a

encontrar

soluciones

adecuadas que contribuyen

a

su

salud mental;

pero también

existen

muchos otros en los

que

los desajustes internos no pueden prevenirse convirtiéndose

luego en

el punto de

partida

de distintas manifestaciones de

desarrollo patológico.

EL ADVENIMIENTO

DEL

ANALISIS

DE

NIÑOS

Y SUS CONSECUENCIAS

Algunas dudas

e

incertidumbres que imperaban en este

campo

se desvanecieron

mediante

la

aplicación

del psicoaná-

lisis de niños,

que

de esta

manera

se acercó así

un

poco más al

ideal

fijado

desde su comienzo: un servicio de especialistas

en

niños. Con la ·aparición

del

psicoanálisis

infantil

surgió

una

fuente complementaria de material para el desarrollo de una

psicología psicoanalítica de la niñez y para

la

integración de

los dos tipos

de

información,

directa

y reconstruida

que

con-

virtió así a esta disciplina

en una

tarea

sumamente

provechosa:

al

mismo tiempo que la reconstrucción de los sucesos de la

infancia a

través del análisis de

los

adultos

conservaba

su lugar

se

añadieron

las reconstrucciones de los análisis de los niños

mayores y los hallazgos

de

los

análisis de

los niños

en

edades

más t iernas.

Pero el

análisis de niños aportó

mucho

más. Ade-

más de

estudiar

las interacciones entre el ambiente concreto

del

niño

y el desarrollo

de sus

capacidades , facilitó

el estudio

 de una gran cantidad de

información

de carácter

íntimo con-

cerniente

a la

vida

del

niño

, de

manera tal que

 las fantasías

de éste así como sus experiencias diarias se hicieron accesibles

a la observación . No todos .estos datos eran exclusivos; algunos

eran ya familiares a los

educadores

y

observadores

analítica-

15

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mente

orientados, pero

la entrevista

analítica

con los mnos y

el uso adecuado de la información

por el

especialista prove-

yeron

el

contexto

en

el

que las ensoñaciones y los temores

nocturnos, los

juegos

y otras creaciones

expresivas

del niño

se

hicieron

comprensibles en su exacta posición dentro del devenir

de

su

experiencia diaria

en el hogar y en la escuela, y

fueron

definidos en una forma mucho más concreta que

nunca.

Afor-

tunadamente, en

el

análisis del niño pequeño, los complejos

infantiles

y

las perturbaciones que

éstos crean en sus

mentes

son todavía accesibles a la observación directa y no alejados

de

la

mente

consciente

por obra de

la amnesia

o de la

distorsión

debida

a

recuerdos encubridores.

El ajustado y prolongado

estudio

de la niñez basado en el

análisis

de

niños

le ofrece al

especialista

analítico un

criterio

sobre

el

desarrollo de la personalidad, que

difiere

sutilmente

del de

los

colegas que

conocen

al niño sólo a través

del análisis

de

adultos. Los

analistas de

niños, por consiguiente, no

solamente

ofrecen

confirmaciones

de ciertas

proposiciones

analíticas

, como

se

esperaba

que

hicieran

desde

el

principio,

sino que también

ayudan

a

decidir

en

aquellos

casos en

que

 se han

propuesto

hipótesis

alternativas por los

métodos reconstructivos ;

2 y

pue-

den

intentar cambiar, con éxito, el énfasis puesto erróneamente

en

determinadas cuestiones y en corregir ciertos puntos de

vista

(véase A. Freud, 1951 . Además, como

espero

demostrarlo

posteriormente,

el analista hace su propia contribución a

la

metapsicología

y a

la teoría

de la terapia psicoanalítica.

LA

OBSERVACION DIRECTA

AL

SERVICIO DE

LA

PSICOLOGIA

PSICOANALITICA DEL

NIÑO

En sus escritos teóricos, los analistas tardaron

cierto

tiem-

 

para llegar a la conclusión de que la psicología psicoanalítica

(y

especialmente

la psicología psicoanalítica del niño no

está l imitada a lo que puede descubrirse mediante el empleo

del método psicoanalítico

(Heinz

Ha

rtmann, 1950 a No fue

as í

en

el

terreno práctico. Inmediatamente

después

de la pu-

blicación

de

los

 res ens yos sobre un teorí sexu l

 S.

Freud,

1905 , la primera

generación

de analistas comenzó a

hacer

observaciones e

informar

sobre la conducta de sus

pacientes

en

relación

con

detalles

tales como la sexualidad infantil, el

complejo

de

castración y el de

Edipo.

Algunos maestros

y asis-

tentes sociales

(maestros jardineros, maes tros de

primaria y

1 Estas referencias

provienen

de

Ernst Kris

 1950, pág. 28); véase

también

Ernst

Kris  1951 .

2

Ernst

Kris  1950 ,

refiriéndose

a

un

trabajo

de Robert Waelder

 1936 .

16

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encargados de

delincuentes

y

criminales

juveniles) trabajaban

en

este

sentido

en las

décadas

de 1920

y

1930 mucho antes de

que estos

estudios

llegaran a abordarse

en

forma

sistemática,

tal

como aconteció

después

de la

Segunda

Guerra Mundial.

No

obstante,

en

lo

referente

a

la observación

fuera

de la

situación

psicoanalítica, el analista que

está acostumbrado

a

trabajar

con

material reprimido

e

inconsciente

tiene que

sobre-

ponerse

a

ciertas dudas

antes de

desplazar su

interés

hacia

la

conducta

manifiesta.

En este

sentido,

puede resultar út

el

recordar de qué

manera se

han

desarrollado

a

través

de

los

años las relaciones

entre

el

psicoanálisis

y la observación di-

recta. El interrogante

de

si la observación directa

superficial

de la mente puede penetrar dentro de la estructura, funciona-

miento y contenido de la personalidad, ha sido contestado en

diferentes épocas

de

dis tintas maneras , pero de modo cada

vez

más

positivo,

especia lmente en cuanto concierne al insight de

la

evolución

del

niño.

Aunque no puede rastrearse

una

secuen-

cia his tórica clara,

existen

numerosos

aspectos

y factores que

de

modo

consecutivo o simultáneo

han

sido importantes a

este

respecto.

La

exclusiva concentración

del analista en las motivaciones

inconscientes ocultas

En los inicios

del

trabajo psicoanalítico y antes de la apli-

cación

del

análisis

de

niños,

existía

una fuerte

tendencia

a

mantener

el carác ter

negativo y

hostil

de las relaciones

entre

el análisis y las observaciones

superficiales

directas. Era aquélla

la época del

descubrimiento

del inconsciente y del desarrollo

gradual

del

método psicoanalítico, factores ambos

que

se en-

contraban íntimamente ligados

entre

sí. La tarea de los

pio-

neros analíticos consistía

más

en remarcar

la

diferencia

entre

la conducta observable y 10s impulsos ocultos

que

en señalar

las

similitudes,

y lo que es aun más importante,

en

confirmar,

ante todo la

existencia de

esas

motivaciones inconscientes

ocul-

tas. Todavía más,

este

trabajo debía llevarse a cabo a pesar de

la oposición de un

público

que se negaba a aceptar la

existencia

de un inconsciente

al cual

la

conciencia no

tiene l ib re acceso

o la

posibilidad

de que

ciertos factores

pueden influir en

la

mente sin que estén

expuestos

a la observación.

Los

legos

tendían

a confundir las trabajosas interpretaciones del

material

que ocurren durante

el

proceso analí tico con una supuesta

ca-

s Véase Bernfe1d Aichhorn, Atice Balint,

  Freud

  así como las

numerosas publicaciones en

el Zeítschríft

für psychoanalytísche   iida

o ik

Viena,

Internationa1er

Psychoana1ytischer Verlag,

1927-1937.

4

Véase

también

Heinz

Hartmann

 1950

a

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pacidad

sobrenatural para

descubrir los más recónditos se-

cretos de un desconocido por medio de una

simple mirada,

creen-

cia en la que persistían a pesar de todas las aseveraciones en

sentido contrario. El

analista

depende de su laborioso

y lento

método

de observación,   sin él

no irá más allá que un bacte-

riólogo

que, privado de su microscopio, pretende

ver

los ba-

cilos a simple vista.

Los psiquiatras clínicos

olvidaban un

poco las

diferen

ciacio-

nes, por

ejemplo,

entre la

manifiesta violación

sexual de una

niña por su padre psicótico   las tendencias inconscientes la-

tentes del complejo de Edipo, al

referirse

al primero   no al

segundo como

un

 hecho freudiano . En un recordado caso cr í-

minal,

un

juez

llegó

a utilizar la

ubicuidad

de los deseos de

muerte de los hijos

en

contra de sus padres

como parte

de la

acusación, sin tener en cuenta la

existencia

de las

alteraciones

mentales que

pueden

convertir los impulsos inconscientes y

reprimidos en una intención consciente   descargarse en acción.

Los

psicólogos

académicos

por su

parte

trataron

de

ve

ri

ficar

o

negar la validez

del complejo de Edipo por

medio de inves-

tigaciones

y

cuestionarios,

es decir, utilizando

métodos que

por

su

misma

naturaleza

son incapaces

de franquear las barreras

que

median entre el consciente y

el

inconsciente y de llegar as í

a descubrir en los adultos

el

sedimento de la represión de los

impulsos emocionales de la infancia.

Tampoco se hallaba la nueva generación

de

analistas

de

ese período

totalmente exenta de

la tendencia a confundir

el

contenido

del inconsciente con sus der ivados manifiestos. Por

ejemplo,

en

los cursos sobre

la

interpretación

de

los

sueños

una

de

las

tareas

más

difíciles para los profesores,

que

persistió

durante años, fue demostra r la

diferencia

entre

el

contenido

latente

  el manifiesto de un

sueño;

que el deseo inconsciente

no

aparece

en

el

contenido manifiesto

sin

antes disfrazarse me-

diante una elaboración onírica, y

que

el contenido consciente

es representativo del contenido oculto solamente de manera in -

directa. Aun más; en

su

ansiedad por traspasar los

límites

de

lo consciente y de

cubrir

el espacio existente entre la superficie

y lo profundo, muchos analistas trataron de descubrir, por me-

dio del estudio de las manifestaciones superficiales, a los que

experimentan

impulsos inconscientes

específicos, o

fantasías

in -

cestuosas

o sadomasoquistas, angustia

de

castración, deseos de

muerte, etc.,

intento

que en aquella época no era factible

 

por

consiguiente originaba

conclusiones

erróneas. No es sorprendente,

entonces,

que

en estas condiciones todos los

estudiantes

de psi-

coanálisis fueran aconsejados en contra del método de obser-

vación

superficial,

enseñándoseles a no eludir

el

proceso de

desenvolvimiento de

las

represiones del paciente

 

a desintere-

  El

caso Halsmann.

 véase

S. Freud  1931).

 

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sarse de métodos que solamente podían constituir una

amenaza

contra

la

tarea principal del profesional, consistente

en

per-

feccionar

la

técnica analítica.

 

os deriv dos

  l

inconsciente como m teri l

p r l observ ción

Con

el

transcurso del tiempo, el

aporte

de nuevos descu-

brimientos y

factores

importantes contribuyó a modificar la

firme

actitud

que existía hacia

la observación

superficial. Des-

pués

de

todo, lo

que

el analista explora

con

el

propósito

de

intervenir terapéuticamente no es

el

inconsciente mismo sino

sus derivados. El medio analítico contiene, por

supuesto,

los

elementos

necesarios

que

incitan

y favorecen a

la

producción

de estos

derivados

mediante

el completo relajamiento al que

el

paciente

se

somete;

 la

suspensión

de

sus facultades críticas

que

posibilitan las

asociaciones

libres;

la

eliminación del

movi-

miento,

que permite verbalizar aun los impulsos más peligrosos

sin ningún riesgo; el

ofrecimiento del

analista para recibir la

transferencia de

sus

experiencias,

etcétera.

A pesar de que

con

estas

disposiciones técnicas los derivados del inconsciente apa-

recen en

mayor

número   se manifiestan

con

una secuencia más

ordenada,

las eclosiones del inconsciente profundo y

las

in-

cursiones

en el

consciente no

ocurren

sólo

durante

las sesiones

analíticas. En cuanto

el

analista se

apercibe

de

esta

presencia

constante, opta por incluirlas

también

como  material . En los

adultos, encontramos los

lapsus verbales,

los actos fallidos y

sintomáticos

que revelan impulsos

preconscientes

o inconscien-

tes; los símbolos oníricos y los sueños típicos

cuyo

contenido

oculto se puede develar sin necesidad de laboriosas interpreta-

ciones. En los niños, más fácilmente aún, encontramos los sim-

ples sueños

de

realización

que revelan los deseos

subyacentes;

también

las

ensoñaciones conscientes, que nos informan

con muy

poca distorsión sobre su desarrollo libidinal. Las fantasías he-

roicas o de rescate constituyen ejemplos que

demuest ran que

el niño

ha

alcanzado

la

cumbre

de

sus

impulsos masculinos;

el romance familiar

y

las fantasías

que

lo

acompañan  Dorothy

Burlingham, 1952 que caracterizan el proceso

de desilusión

del niño con

respecto a sus

padres,

en el

período

de latencia;

las

fantasías de recibir castigos físicos que evidencian

la

fijación

sadomasoquista de

la

fase

anal en

la

sexualidad

infantil.

Siempre exist ieron

analistas

dispuestos

más

que otros a

utilizar estos signos tal como se manifies tan

para a rribar al

contenido inconsciente.

Incidentalmente

esto los puede l imitar

como terapeutas, ya que

la

facilidad

con

que

interpretan

tales

indicadores

suele tentarlos a continuar su tratamiento

sin

una

colaboración

total del paciente

y a

tomar

atajos hacia

el íncons-

19

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ciente ignorando las

resistencias; en definitiva, aplicando

un

procedimiento

que

se opone a la

mejor t radición del

psicoaná-

lisis. Pero

esta intuición

para lo inconsciente

 qu

puede con-

vertir a un buen

analista

en

un analista

 descabellado - es

el

atributo

más

útil

del observador

analítico quien,

por su me-

dio,

puede

utilizar

manifestaciones

superficiales,

áridas

y

sin

interés

como

material

significativo.

Los mecanismos de defensa como material de observación

La imagen

que

manifiestan

los niños y los adultos se

hace

aun

más

transparente

para el

analista

cuando

extiende su

aten-

ción desde el contenido

del

inconsciente y sus derivados  im-

pulsos, fantasías, imágenes,

etcétera hacia

los métodos

em-

pleados por el

yo para

mantenerlos alejados de la

conciencia.

Aunque

estos mecanismos

son

automáticos

y no

conscientes

en

mismos, los

resultados

que

producen

son manifiestos y fá-

cilmente

individualizados por el observador.

Por supuesto,

si

la represi

 ó es

el mecanismo de defensa

del yo

escudriñado, nada puede observarse en la superficie

excepto la

ausencia de

aquellas tendencias que,

de acuerdo

con la concepción

de normalidad del

analista,

serían ingredien-

tes necesarios de la personalidad. Cuando,

por

ejemplo, los

padres

describen

a

su pequeña

hija como cariñosa, resignada,

dócil ,e1

analista

observará la

notoria

ausencia de

las

exigen-

cias,

avaricias

y

agresiones propias

de

la

niñez.

En

donde

los

progenitores remarcan el  cariño hacia

los

bebés

de

sus hijos

mayores, el

analista

deberá

investigar

el destino

de

los celos

ausentes. Cuando

un

niño es descripto

apropiadamente por

los

padres

como  falto

de

curiosidad y desinterés en cuestiones

tales

como las diferencias

de

los sexos, el

origen de

los bebés,

la

relación entre los padres ,

resulta

obvio

que

una batalla

in-

terna

ha tenido

lugar con el resultado, entre otros,

de

la

extin-

ciónen la

mente

consciente

de

una normal curiosidad sexual.

Afortunadamente,

existen

otros mecanismos

de defensa

que

posibilitan lograr al

observador resultados

más sustanciales.

Entre

ellos

se

encuentran

en primer

término

las denominadas

form iones re tiv s

que,

por

definición, atraen

la

atención

del

observador

a

la contraparte reprimida de

aquello

que se

exhibe de manera

manifiesta. La excesiva preocupación

de un

niño pequeño  porque su padre tiene que

ausentarse

por la

noche,

cuando

hay neblina , etcétera, es una clara indicación

de

la

existencia de repr imidos

deseos

de

muerte; como lo es

también su ansiosa vigilia nocturna escuchando la respiración

de los

hermanos

que quizá

 puedan

morir inadvertidamente

mientras duermen .

Cualidades

tales como vergüenza,

disgusto

y

compasión sabemos que

el niño llega

a

adquirirlas

como

re-

20

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sultado de luchas internas

contra el

exhibicionismo,

el placer

en

la

suciedad y la crueldad;

la

aparición de

éstas

en l a super -

ficie son, por consiguiente, un valioso indicador

para

diagnos-

ticar

el destino

de estos

componentes

de los

impulsos

instintivos;

De modo

similar, las

su lim ciones pueden interpretarse

con

facilidad

en

los

significativos

impulsos

primitivos de

los

que

son desplazadas.

Las

proyecciones en los niños

pequeños de-

muestran su sensibilidad frente a una

no

deseada multitud

de

cualidades, actitudes, etcétera.

Educados

en

la

experiencia que adquirieron dentro de su

profesión, los analistas se manifiestan cada vez más atentos

a

la aparición

de ciertas particulares combinaciones de acti-

tudes; es decir, de determinados tipos de personalidad que

pueden ser

identificados

mediante

la observación

directa y de

los que

se

pueden extraer valiosas deducciones.

Estos cauces

hacia

la

comprensión se

abrieron

paso a través del insight ob-

tenido sobre

las

raíces

genéticas

del carácter

obsesivo,

en donde

la

manifestación de

la tendencia a l

orden, a

la

limpieza, a la

obstinación, a

la puntualidad,

a la parsimonia, a la indecisión,

al atesorar, al coleccionar, etcétera, pone al descubierto las ten-

dencias

sádico-anales

inconscientes, de las que der ivan las in-

clinaciones anteriormente nombradas. No había razón

para

su-

poner

que

este

particular aspecto,

el

primero que

fue

estudiado,

sería el único ente comunicante entre la superficie y lo

pro-

fundo.

Pero

era razonable esperar  que también

otras

cuali-

dades del

carácter

se nos

muestran

como

residuos

o productos

reactivos

de

determinadas

formaciones

pregenitales

de

la

libido

S. Freud, 1932, vol. Il .

En

efecto,

desde

la época en que se escribió el pasaje arriba

citado, muchas de

estas

expectativas fueron confirmadas,

sobre

todo

las

pertenecientes a tipos de carácter oral y uretral, y

es-

pecialmente aquéllas

relacionadas con los niños.

Si

un

pequeño

exhibe fallas

tales

como insaciabilidad,

voracidad,

avidez,

ape-

gamiento,

es

exigente

y

egoísta

en SUS

 

relaciones

objetales,

desarrolla temores de ser envenenado, siente repulsa hacia

ciertos

alimentos, etc.,

resulta

obvio que el punto crítico

en

su

desarrollo y que amenaza a

su

progreso, es decir, su

punto

de

fijación, yace en la fase oral. Si exhibe vehementes ambiciones

asociadas con una conducta impulsiva, el

punto de

fijación

debe

ser localizado

en

la zona

uretral.

En todos estos casos, los

lazos entre

el

contenido

reprimido

del ello y las

estructuras

manifiestas

del

yo son

tan

fijos e inmutables que una simple

ojeada de la superficie es suficiente para permitir al analista

llegar a conclusiones relacionadas

con

los

hechos

y actos pre-

sentes o

pasados

en los, de otro modo, ocultos repliegues de

la

mente.

21

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Items de

la conducta

infantil

como material para observación

A través

de

los años surgió

 una

creciente concientización

apreciativa

sobre

el valor que la función de los signos y

de

las señales de

la

conducta pueden tener para

el

observador

Hartmann,

1950 a Como un derivado del análisis infantil,

muchas

de

las

acciones y

preocupaciones propias

del

niño

se

tornaron comprensibles, de

tal

manera que

cuando se

aprecian

pueden descifrarse,

de la

contraparte inconsciente

de

la cual se

derivaron, a su

correcta

interpretación. La claridad de las for

maciones reactivas ha estimulado a los especialistas analíticos

a coleccionar

elementos complementarios

que tienen iguales

e inalterables

relaciones f ijas con

impulsos específicos del ello

y sus derivados.

Tomando

una

vez

más como punto de

partida

el hecho de

que   tendencia al orden a la exactitud a la puntualidad a

la limpieza y la falta de agresividad

son

indicaciones

manifies-

tas de pasados conflictos con

las

tendencias anales es posible

señalar

indicadores

de conflictos similares en

la

fase fálica. Estos

son

la timi z

y

la modestia que

representan formaciones

reac-

tivas y como tales son una reversión completa de

las

tendencias

exhibicionistas

previas; existe además una conducta descripta

comúnmente como bufonada o payasada que

en

los análisis se

ha

revelado como una

distorsión

del exhibicionismo fálico con

tendencia

a

lucir

desplazada del aspecto positivo

del

individuo

y hacia

alguno

de

sus defectos. La exagerada masculinidad y

la

agresión ruidosa

son

sobrecompensaciones

que

delatan

al te-

mor subyacente de la castración.

Las

quejas de maltrato y dis

criminación representan

una clara

defensa contra

los

deseos

y

fantasías propias

del carácter

pasivo. Cuando el

niño

se queja

de un excesivo aburrimiento podemos estar

seguros

que ha re-

primido enérgicamente

las fantasías

masturbatorias

e incluso

la masturbación misma.

El

estudio

de la conducta infantil durante la enfermedad

orgánica

también

permite arr ibar a conclusiones con respecto

a su

estado mental.

Un

niño enfermo

puede

tratar de

buscar

alivio

en el

medio

o

evadiéndose

a través

del sueño; uno

u

otro

tipo

de

reacción delata

algunos

aspectos

relacionados

con el

estado de su narcisismo mensurado

con

la intensidad de su

in-

terés

y su relación con

el

mun o de los objetos. La sumisión

pasiva a las órdenes del médico aceptando las

restricciones

de la dieta, del

movimiento,

etc. que a menudo se atribuye

erróneamente

a una

supuesta

madurez,

es la

resultante del

placer regresivo

que

se

experimenta al ser cuidado

y atendido

mientras

se

permanece

pasivo o bien es un sentimiento de culpa

o sea del

significado

que

el

niño le da a su enfermedad aceptán-

dola

como un castigo que sus actitudes previas han originado

y

que

bien

se

merece. Cuando

un

niño enfermo

se

atiende

impa-

22

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cientemente a sí mismo como un hipocondrí co

el

hecho indica

de modo palpable su sentimiento de que

su

madre no se interesa

lo suficiente

por él

y

de encontrarse

insatisfecho con

la

pro-

tección y atención que se le

brinda.

  observación de

las

actividades infantiles típicas durante

los

juegos

también permite recoger información en

cuanto

a

su

mundo

interno.

Las conocidas ocupaciones sublimadas de

pint r model r y jug r con gu y   ren señalan

que

el punto

de fijación está ubicado hacia las zonas anal y uretral. El

desar-

mado de los

juguetes para tratar de ver

lo que

tienen   dentro

delata la curiosidad

sexual. Es incluso significativa

la manera

en

que el ,infante

juega con

sus

trenes:

sea

que su mayor

placer

se der ive de escenificar choques  como símbolo

de

las relaciones

sexuales

de los

padres), o cuando se concentra preferente-

mente en la  construcción de túneles   vías subterráneas (ex-

presando de

este modo su

interés por

el

interior

del

cuerpo

humano);

sea que

sus

automóviles

y

ómnibus ti enen que trans-

portar

grandes

cargas

 como un

símbolo

del

embarazo

de la

madre),

como cuando la velocidad y el

funcionamiento

ade-

cuado son su

mayor

interés  símbolos de la

eficiencia fálica).

  posición favorita del niño en la cancha de fútbol indica

sus

particulares relaciones

con

los

otros niños

en el lenguaje sim-

bólico del ataque, la defensa, la habilidad o incapacidad para

competir,

para

desempeñarse con

éxito, para adoptar un rol

masculino, etc.   locur

por

los c b llos de

algunas

niñas

señala

sus deseos autoeróticos

primitivos

 si su placer se encuentra

circunscrípto

al

movimiento

rítmico

sobre

el

caballo);

a

su

identificación con

la tarea

protectora

de la madre

 si lo

que

disfruta

especialmente

es

el

atender al b ienesta r

del

caballo);

a

su

envidia

del

pene

 si se identifica con el grande y poderoso

animal y 10 trata como si

fuera

una parte

de su

propio cuerpo) ;

a sublimaciones fálicas  si su ambición consiste en dominar al

caballo

en

exhibir

sus habilidades

al

montarlo,

etcétera).

La

conducta

de

los

niños

con

respecto

a

la

 omid

revela

mucho

más

al

observador

entrenado que una simple

 fijación

en la fase oral , con la que

se

relaciona

comúnmente a la

mayoría de

los

displaceres

ante

ciertos alimentos

y

en la

cual

el

apetito exagerado

hasta la

gula es

la manifestación que

más

obviamente la representa. Examinando en detalle la conducta

infantil

son notorios

también

otros elementos por igua l de

signi-

ficativos. Sobre todo dado

que

los desarreglos

con

respecto a

la

alimentación

son trastornos del desarrollo 6 relacionados con

fases

particulares y con los niveles

de

desarrollo del ello y

del yo

su

observación y discriminación detallada

llena

a

la

perfección el cometido como señal indicadora de los desniveles

de la conducta.

6 Véase el capítulo

V.

23

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Aún quedan por analizar

las manifestaciones

dentro del

área de la

vestimenta de

la que se

puede

extraer valiosa orien-

tación. Es bien sabido que el exhibicionismo

puede trasladarse

del cuerpo hacia las

ropas

apareciendo superficialmente

como

una act itud

vanidosa.

Si está reprimida la

reacción es

opuesta

y se

manifiesta

como

negligencia

en

el

vestir.

Una

sensibilidad

exagerada con respecto al material para vestimenta

que

es

rígido y

 pincha

indica un erotismo

reprimido de

la piel.

En

las niñas

 

el

disgusto

ante su anatomía se revela por la manera

con

que ev itan

las ropas femeninas los volados los adornos

o si no

como

lo opuesto: un deseo excesivo

por ropas

osten

tosas y caras.

Esta

multitud

de actitudes

atributos

y reacciones se

ma-

nifiesta abiertamente en la vida diaria del

niño

dentro del

ho

gar

en

la

escuela

o en

todo lugar que

el

observador

elija. Dado

que cada

uno

de

estos

elementos se encuentra

relacionado ge

néticamente con el derivado específico

del

impulso del

cual

se originaron permiten la deducción de

formulaciones

directas

partiendo

desde

la

conducta

del niño en relación

con

los con

flictos e intereses

que juegan un papel

central en

la

parte

oculta

de su mente.

De hecho

existe tal cantidad de

datos relacionados

con

la

conducta que pueden utilizarse provechosamente que

los

ana-

listas

de

niños

deben

evitar la confusión

que determinan.

Por

un lado

este

tipo de

deducciones no

son

aptas para su empleo

terapéutico

o

para expresarlo

con

mayor claridad son inútiles

desde

el punto de vista

terapéutico.

Fundamentar

con

ellas

las

interpretaciones

simbólicas

equivaldría

a ignorar las defensas

del

yo contrapuestas

a los contenidos inconscientes;

estosig-

nifica incrementar las

ansiedades del

paciente

y endurecer sus

resistencias para cometer en corto

término

el error técnico de

omitir

la

interpretación analítica propiamente

dicha.

En

segundo lugar

la

extensión de este insight no debe

sobrevalorarse.

Al lado de

elementos de conducta

que

nos

resul-

tan claros

existe

una

multitud de otras

motivaciones

que

se

derivan

no

de

una fuente específica e

invariable

sino a veces

de uno

u

otro

impulso subyacente

sin

que estén relacionadas

específicamente con

ninguno

de ellos. Por consiguiente

sin

el

análisis

estas formas de conducta no

son

concluyentes

.

 l

 

b jo observ ción

Dentro de

los campos estudiados y

con

el solo

empleo

de

los métodos descriptos

anteriormente el observador

directo

se encuentra

en

notoria desventaja comparado

con el analista

pero

con la inclusión

de la

psicología del yo en

la

tarea psico

analí tica su situación mejora

decisivamente.

Por

cuanto

el

yo

24

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y

el

superyó son

estructuras

conscientes e inequívocas,

la

obser-

vación

superficial se convierte en un instrumento de explora-

ción idóneo que colabora

en la

investigación de lo profundo.

No existe controversia

alguna en

cuanto

al

empleo de

la

observación directa,

fuera de la

sesión analítica,

con

respecto

a

la

esfera

libre de

conflictos

del

yo, es decir, los

distintos

apa

ratos del yo para

la

percepción y recepción de estímulos. A

pesar

de

que

el resultado

de sus funciones es de

primordial impor

-

tancia para la

internalización, identificación

y formación del

superyó,

por ejemplo, para procesos que son accesibles sola-

mente

durante el

trabajo

analítico, el observador externo

puede

medirlos,

así

como el nivel de maduración que han alcanzado.

Aun más,

en

lo que

respecta

a las funciones del yo el ana-

lista

logra

similares satisfacciones

tanto

por medio de

la

ob-

servación

interna como externa

de la condición analítica. Por

ejemplo,

el

control del yo sobre las funciones motrices y el

desarrollo del

lenguaje

por

parte

del

niño,

pueden

evaluarse

a

través

de la simple observación superficial. La m mori se

mide

por medio

de tests en cuanto a su eficiencia y extensión,

mientras

que

se

requiere la

investigación analítica para medir

su dependencia

del

principio

del placer  para

recordar

lo pla-

centero y olvidar lo desagradable . La

integridad

o las defi-

ciencias de

esta

prueba de la realidad se revelan

en

la conducta.

La

función de síntesis por otra parte,

no

es

aparente

y su

daño

debe

determinarse

mediante el análisis,

excepto

en los casos

de fallas graves y notorias.

La

observación directa

o

superficial

y

la

exploración ana-

lítica o

de

profundidad

se

complementan también en

relación

con aspectos vitales como las distintas formas de funcionamiento

mental. El descubrimiento de un proceso primario y secunda-

rio

 el primero gobierna al

mecanismo

del

sueño

y la

formación

de

síntomas

y el

segundo

el

pensamiento consciente

y

racional

se debe,

por

supuesto, a

la

investigación analítica. Pero una vez

establecidos y descriptos,

la

diferencia

entre

ambos procesos

puede determinarse rápidamente, por

ejemplo

mediante

la

ob-

servación

extra

analítica

de niños en su

segundo

año de vida,

o de

púberes

y adolescentes con inclinaciones delictivas.

En

estas dos situaciones infantiles se pueden observar

rápidas

al-

ternancias

entre estos dos tipos de funcionamiento:

en

los

perío-

dos de

calma

mental la conducta es gobernada por los procesos

secundarios,

pero cuando algún impulso

 de

satisfacción

sexual,

de agresión, de posesión, etc. se vuelve urgente,

son

los pro-

cesos primarios de funcionamiento quienes toman el control.

Finalmente, existen campos

donde

la

observación directa,

en contraste

con

la

exploración analítica, es

el

método de elec-

ción. Las

limitaciones

al análisis 7 están determinadas, en par te ,

7

Véase

también

Heinz

Hartmann

 1950

a

25

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por los

medios

de

comunicación

que se encuentran a dísposición

del niño   y

en parte

por lo que hay

de recuperable en la trans

ferencia analítica adulta y

que puede

utilizarse para

la

re

construcción

de

las experiencias infantiles.

Aun

más

importante

que ese

enunciado

es la

carencia

de un

camino

que

conduzca

desde

el

análisis hasta

el

período

preverbal. En

años

recientes

la

observación directa

en esta área

ha ampliado el conocimiento

del analista

con respecto a la relación madre hijo y

al

impacto

que las

influencias

ambientales producen en el niño durante

su primer

año de vida. Es necesario

destacar

que las variadas

formas de

la

angustia inicial

por la

separación se detectaron

por

vez primera en los

internados

casas cuna hospitales etc. y

no en

las

sesiones

analíticas

.

Estos

insights hablan a

favor

del

método de observación directa. Por otra parte

conviene re

cordar que

los observadores no lograron ninguno de estos

ha

llazgos sino después de haber sido entrenados analíticamente

y

que

hechos

vitales como

la secuencia del desarrollo de

la

libido

  los complejos infantiles a

pesar

de sus derivados ma-

nifiestos no fueron

detectados

por los partidarios de la obser-

vación

directa antes de ser

reconstruidos

a través del

trabajo

analítico

.

También existen

otras áreas  en donde

la

observación di-

recta los estudios longitudinales y el análisis de niños trabajan

en estrecha

colaboración. Puede obtenerse una

mayor cantidad

de

información si los cuidadosos registros de

la

conducta en

la

época

infantil

se

comparan

posteriormente con los resultados

de

la

observación analí tica del ant iguo

bebé

ahora infante;

o

si el análisis del

niño

pequeño sirve

como introducción

para

un

estudio longitudinal

detallado de

la

conducta

manifiesta.

Constituye otra ventaja el

hecho

de que en tales experimentos

la

aplicación de los dos métodos

  l analítico

en oposición al

de la observación directa sirve para determinar su necesaria

evaluación

8

Véanse a este respecto

los estudios

realizados por

Ernst

y

Ma

rianne

Kris en el Child Study Center Yale University

E.U.A.

y en la

Hampstead Chi ld Therapy

Clinic

Londres

Inglaterra.

 

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L S REL IONES ENTRE EL N LISIS DE

y EL DE DULTOS

LOS PRINCIPIOS

TERAPEUTICOS

Aunque las

diferencias

entre el análisis de

niños

1

 

el de

adultos

se

hicieron notorias

de manera

gradual,

los analistas de

niños

no

se apresuraron a

proclamar

su independencia de los

procedimientos

técnicos clásicos. Por

el

contrario,

la

tendencia

definida

que se seguía, normalmente, consistía en enfatizar la

similitud o

cuasi-identidad

de los dos procesos.

Era

casi

una

cuestión

de

prestigio

para los analistas que

también

administraban

tratamiento

a los niños,

sostener que

los

principios

terapéuticos 2 eran idénticos a los que se

utilizaban

en el

análisis

de adultos.

Referidos al

análisis de

niños,

estos

principios involucraban:

1. no

hacer

uso de

autoridad

y eliminar,

en la medida

de

lo posible,

la

sugestión como un elemento del trata-

miento;

2.

descartar la abreaccíón

como

un

instrumento terapéutico;

3. mantener

la

manipulación manejo de los pacientes

en

un

nivel

mínimo

, es decir, interferir solamente en

la

vida del niño cuando existen influencias de naturaleza

lesiva

o potencialmente traumática  seductivas ;

4.

considerar

como legítimos instrumentos

del

proceso

te-

 

Todo

lo

que en

es ta obra expongo ace rca del

análisis

de

niños

,

se ref iere

solamente

al

método con

el cual estoy relacionada

y

no

a

nin-

guna otra técnica, teoría

o variedad

derivada de aquél.

2

Véase

Edward

Bibring

 1954 .

27

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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rapéutico

al análisis

de la resistencia y de

la transfe

-

rencia

y a

la interpretac ión del mater ia l

inconsciente .

Con la técnica del análisis de niños gobernada

por

estas

consideraciones, los

profesionales

podían

sentirse

satisfechos

de que

no

hubiera mejor

definición

para

sus

actos

que la em-

pleada en

el análisis clásico:

analizar

las resistencias del yo

antes

que

el

contenido del ello, permitiendo el

libre

movimiento

entre

el ello

y

el

yo de

la

labor de interpretación a medida

que se va

obteniendo

el material;

accionar desde la superficie

hacia

lo profundo; ofrecerse como objeto

de transferencia

para

la

revivificación e

interpretación de

fantasías y actitudes in-

conscientes; analizar ,

en la

medida de lo posible, los impulsos

en

estado de frustración evitando así que

sean

actuados y sa-

tisfechos; esperar que disminuya la tensión no a través de

una catarsis sino mediante e l material que surge

desde el

nivel

de funcionamiento de

los

procesos

primarios hasta

los procesos

secundarios del pensamiento;

en

suma vertiendo el contenido

del ello en

el contenido

del yo.

LAS

TENDENCIAS CURATIVAS

Aun

si

el

análisis de niños fuera idéntico al de adultos

en

relación

con

los principios que regulan

el

manejo de

la

si-

tuación

ambos

permanecen

distintos

en lo que

concierne

a

otras

condiciones

terapéuticas

básicas.

De acuerdo

con

una

feliz formulación de E. Bibring  1937 , el psicoanálisis de adul-

tos

debe

su buen resultado terapéutico a

la

liberación de

ciertas

fuerzas que normalmente

están

presentes dentro de la estruc-

tura de la personalidad y

que

actúan espontáneamente para

lograr

la

curación. Estas tendencias curat ivas como

las

de-

nomina

ese autor

se activan bajo la influencia

del tratamiento

en beneficio del

análisis

, y

están representadas

por .

las ape-

tencias

innatas del

paciente

tendientes

a

completar

su desarro-

llo, a

obtener satisfacción

de los impulsos y a repetir expe-

riencias emocionales; por su preferencia hacia

la

normalidad;

por

su

capacidad

para

asimilar

e

integrar

experiencias

y

por

proyectar

en

los objetos

parte de su

propia personalidad.

Es precisamente en todos estos aspectos que los

niños

di-

fieren de los adultos y estas diferencias

afectan

necesariamente

a las reacciones

terapéuticas

que experimentan los dos

tipos

tratados. El

paciente

neurótico

adulto anhela aquella

norm li

que le

ofrece

posibilidades de placer sexual y de

éxitos

profesionales

mientras que

para

el

niño  la curación no

le

causa placer ya

que

presupone

adaptarse

a una realidad desagra-

dable renunciar a una inmediata

realización

de sus deseos y

a

las

gratificaciones

secundarias

.

Las tendencias del adulto

a

28

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repetir

experiencias emocionales

que son importantes para

el

establecimiento

de

la transferencia se complican en el

niño

por

su marcado interés

en

experiencias nuevas y en

nuevas

relacio-

nes

objetales. Los procesos de

asimilación

e

integración de

gran utilidad durante

la fase de elaboración son

neutralizados

en

el

niño

por el énfasis puesto

por la

 adecuación del yo sobre

mecanismos

opuestos

tales como

la

negación proyección aisla

m nto y

desdoblamiento del yo. La apetencia

de

gratificar el

impulso  qu explica

las periódicas oleadas

provenientes del

ello y que es indispensable para la producción de material en

general- es tan

pronunciada

en el

niño

que se

convierte

en

un obstáculo y

no

en una

ventaja durante su

análisis.

En

efecto

el psicoanálisis

de

niños

recibiría

poca ayuda por parte

de

las

fuerzas curativas si

no

fuera

por una excepción

que restaura

el equilibrio. Por definición y debido a los procesos

de

madu-

ración la

apetencia por

completar el desarrollo es muchísimo

más

marcada

durante

la

inmadurez

que

en

ninguna

otra

etapa

posterior de la

vida. En el

adulto

neurótico la libido y

la agre-

sión

simultáneamente

con

lascontracatexis

oponentes

están

atrapadas en

su

sintomatología; la

energía instintiva nueva tan

pronto

como

se

produce es forzada en la

misma

dirección. Por

el contrario la

incompleta personalidad del niño permanece

en un estado

de

fluidez. Los síntomas

que

sirven para solucio-

nar

conflictos

en un determinado nivel de

desarrollo

resultan

completamente inútiles

en

la

fase

siguiente

y

son abandonados

.

Las energías

libidinal

y

agresiva están

en

continuo

movimiento

y más

fácilmente

dispuestas que en los a du ltos a

circular

a

través de

los

nuevos canales abiertos por la

terapia analítica.

Así

donde

la

patología no

es

demasiado severa el analista de

niños con

frecuencia

se

pregunta

después

de

la satisfactoria

terminación de

un

tratamiento hasta qué

punto la

mejoría

es

el

resultado

de

las medidas terapéut icas

o en

qué medida

se

debe

a los pr oce sos

de maduración

y a los progresos espontáneos

del

desarrollo.

TECNICA

Comparados con

problemas

tan esenciales las discut idas

diferencias técnicas entre el análisis

de adultos

y el de niños

aparecen

casi como

de importancia

secundaria. Es

de esperarse

que

debido a

su inmadurez

los niños no

posean muchas

de

las

cualidades

y

actitudes que en

los

adultos se consideran indis-

pensables para emplear el tratamiento psicoanalítico:

que

ca-

rezcan

de

insight con

respecto a

sus

anormalidades;

que por

consiguiente

no

experimenten

el mismo deseo

de

curarse

ni

idéntico tipo

de

alianza terapéutica;

que

habitualmente su yo

esté del

lado

de

 sus resistencias;

que

no

decidan por sí

mismos

 

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para miciar continuar o completar el

tratamiento; que

su

relación

con

el

analista

no

sea exclus iva  sino que incluya a

los padres quienes deben susti tu ir o complementar el yo y

superyó del

niño en varios aspectos.

Toda

descripción del

aná

lisis de niños es aproximadamente

sinónimo de

los

esfuerzos

necesarios para vencer y

neutralizar

estas dificultades.

  usenci de soci ciones libres

Las características de la

niñez

anteriormente mencionadas 

tan importantes como son juegan un pequeño papel dentro de

las diferencias existentes

en la

metodología del

análisis de

adultos

con respecto al de niños al compararlas con

un

factor

esencial: la incapacidad

o carencia

de inclinación

del niño para

producir asociaciones libres. Los niños

pueden

relatar sueños

y

ensoñaciones

al

igual que

los

adultos

pero en

ausencia de

asociaciones libres

falta la

vía que conduzca con cer teza desde

el

contenido manifiesto al latente. Pueden comunicarse ver

balmente

después

de hesitaciones

iniciales

  pero la carencia de

asociaciones

libres

no les permite

traspasar

los confines de la

mente consciente.

Esta

actitud irreconciliable hacia la asociación

libre se encuentra en todos los niños sea porque no confían

lo

suficiente

en la

fuerza

de su yo como para

permitir la su

presión

de

la censura

sea porque

no confían del

todo en

los

adultos como para

ser

completamente honestos con ellos .

 n

mi

opinión no hemos

encontrado

a través de los

años

una solución

para remediar

este problema.

Los

juegos con ju

guetes

el dibujo la pintura la

puesta

en escena

de

juegos

fan

tásticos

y

la

actuación en

la transferencia

han sido aceptados

en reemplazo de las asociaciones

libres

y f ute de mi ux los

analistas

de

niños

han

tratado de

convencerse

de

que consti

tuyen sustitutos válidos.  n realidad esto

no

es cierto. Una

de las desventajas consiste en

que

algunos de estos

sustitutos

elaboran principalmente material simbólico cuya interpretación

introduce en el

análisis de

niños

elementos

de

duda

de incer

tidumbre

y

de

arbitrariedad.

Otra desventaja consiste en

que

bajo la influencia de

la

presión

del

inconsciente

el

niño

  tú

en

vez

de

verbalizar

lo que

infortunadamente l imita

la

si

tuación analítica.

Mientras que la libertad de asociación

verbal

es i limitada siempre que

esté

restringida la motricidad

este

principio no es

válido

cuando se producen ciertas acciones mo

trices

dentro

o

fuera

de la transferencia. Cuando

el

niño pone

en peligro su propia seguridad o la del analista o causa daños

importantes a la propiedad o trata de seducir o forzar la se

ducción el analista no puede

evitar su

interferencia a pesar

de su paciencia extrema y de sus mejores intenciones y aun

cuando sabe

que podría recoger mucho material de naturaleza

 

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vital

a través de

esa

conducta

infantil.

Las palabras los pen-

samientos y

las

fantasías al igual que los sueños no influyen

de manera directa en la

vida real

pero no

sucede lo mismo

con las acciones.

Tampoco

ayudará prometer a los pequeños

pacientes

que

podrán liberarse de todas

las restricciones du-

rante la sesión analítica y para hablar con la

licencia

que se

concede

en

el

análisis

de

adultos

que

harán

lo

que quieran .

El niño pronto convencerá

al

analista de que esa libertad no

es factible y que no se puede mantener una promesa de ese tipo.

Otra

diferencia

entre las

dos

técnicas surge

por

sola

diferencia a

la cual

no se

le ha prestado mucha

atención. Mien-

tras

que

las

asociaciones libres parecen

liberar

las

fantasías

sexuales

la libertad

de acción   un relativa- actúa de ma-

nera similar con

respecto

a

las

tendencias agresivas. Los

niños

fundamentalmente realizan

el acting

out en la transferencia

y

por

consiguiente

la agresión

o

el

aspecto agresivo

de

sus

ten-

dencias

pregenitales que

los

lleva

a

agredir

golpear

patear

escupir y provocar al analista. Técnicamente esto

crea

dificul

tades dado que una parte del valioso

tiempo del

tratamiento

debe dedicarse a controlar

la agresión

desencadenada por la

tolerancia analítica inicial. Teóricamente esta relación entre el

acting out y la agresión puede originar una idea errónea

acerca

de la

proporción

entre

la libido y la agresión infantiles.

Es un hecho indiscutible

por

supuesto que este acting out

que no es interpretado o cuya interpretación no se acepta no

resulta

beneficioso. A

pesar

de

que

es

una expresión infantil

normal no

conduce

a

un

insight o a cambios

internos

aunque

el criterio opuesto remanente

del

período catár tico del psico

análisis haya

persistido

en el análisis de

niños

en varios países

mucho tiempo después de haber sido

abandonado

en el análisis

de adultos.

 nterpret ción

y

verb liz ción

El criterio de que

la tarea

del

analista para

interpretar el

material

inconsciente

es la misma

en

niños que en

adultos

ne-

cesita

corregirse

y

aclararse aunque obviamente

  es

cierto en

un aspecto.

También

con los niños

la

f inalidad del

análisis

con

siste

en ampliar el campo

consciente sin lo

cual

no

puede au

 

mentarse el control del yo. Esta f inal idad debe lograrse aun

cuando

la

ausencia

de asociación libre y la intensidad

del

acting

out

obstaculicen la técnica del análisis.

La diferencia

entre

las dos

técnicas

no reside entonces en

el objetivo

sino

en el tipo de

material

que se debe

interpretar.

En

los adultos el

material

para analizar

ha estado

durante

lar

 

gos períodos bajo los efectos

de la represión

secundaria es

decir

que

se

deben

derribar

las

defensas

contra

los

derivados

 

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del

ello, que se

expulsaron

de

la

conciencia

en

un

determinado

momento. Solamente

entonces

avanza

hacia

la interpretación

de los elementos que se hallan

bajo

represión primaria, que

son preverbales, que nunca han

formado

parte del yo organi-

zado y que no pueden  recordarse sino solamente revivirse

dentro

de

la

transferencia. Aunque este procedimiento es idén-

tico

para

niños

mayores, difiere

en

los

más pequeños

en

quie-

nes la proporción entre los elementos del primero y segundo

tipos, y también el

orden

de

su aparición,

se encuentra invertida.

, El yo

del

niño pequeño es el responsable, durante su des-

arrollo,

de

dominar,

por un lado, su orientación en

el

mundo

exterior   por

el

otro, los estados emocionales caóticos que

experimenta;

y

gana

sus victorias y progresa a medida

que

comprende esas impresiones, las

expresa

en pensamientos y

palabras, y

las

somete a procesos de tipo

secundario.

Los

niños más

pequeños

concurren al

tratamiento analí-

tico

con este desarrollo demorado

o

incompleto

debido

a

ra-

zones

variadas.

En ellos, el proceso de

interpretación

propia-

mente dicho

está unido

a

la

verbalización

de

muchos impulsos

de

los que

serían

capaces de tomar conciencia como tales  por

ejemplo, bajo la represión

primaria)

pero

que no han podido

alcanzar aún el estado yoico,

la

toma

de conciencia ni la ela-

boración secundaria.

Anny

Katan : 1961)

ha

señalado

la importancia de

estas

verbalizaciones

en las e tapas primarias

del desarrollo e insiste

en

que

la

fecha de formación

del

superyó depende

hasta

cierto

punto del

período

en que

el

pequeño adquiere la capacidad

de

sustituir

los procesos secundarios

del

pensamiento

por

procesos

primarios; que la verbalización es

requisito

preyio e indispen-

sable para

elaborar

los procesos secundarios

del

pensamiento;

que

la

verbalización de

las

percepciones del mundo

exterior

precede a la del contenido del ámbito

interno,

y que esto último

a su vez determina la prueba de la

realidad

y el control del yo

sobre los

impulsos

del ello. En efecto, el insight del papel que

juega

la verbalización

en el

desarrollo

no es, en modo alguno,

nuevo

en

las

técnicas

analíticas; S. Freud lo

señala cuando

dice:

 el

hombre que

por primera

vez lanzó una

palabra de

abuso a su enemigo en lugar de una lanza fue el fundador de

la

civilización 1893,

36)  

Mientras que

la verbalización como

parte

de

la

interpreta-

ción de

lo inconsciente

reprimido pertenece al

análisis de todas

las edades, la verbalización en el

sentido

señalado más arriba

juega

un papel específico en

el

análisis de

niños

muy pequeños

o

con

retraso, detención o deficiencias graves del desarrollo

del yo.

 

Traducción directa

de

la Standard

Edition.

32

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Resistencias

Con

respecto

a la resistencia resultaron fallidas las esperan-

zas

iniciales de

que la tarea

del

analista

sería fácil.

El inconsciente

del niño

no

probó

estar

menos estrictamente separado de

lo

cons-

ciente

que el de los adultos.

No

se logra

con más

facilidad la

oleada

de

derivados del ello

hacia

la superficie   hacia la sesión

analítica. Por el contrario las fuerzas que

se

oponen al

análisis

son quizá mayores en los niños

que en

los

adultos.

Las resistencias

en el análisis

de

adultos se

reconocen por

lo

general relacionadas

con los

procesos internos

o acciones

que

las determinan.

El

yo resiste

al análisis para proteger

las defen-

sas sin

las

cuales el displacer la ansiedad y el sentimiento de

culpa tendrán que volver a

enfrentarse.

El superyó se opone a

la licencia concedida por el análisis a pensamientos   fantasías

que

pueden

amenazar su

existencia.

 os deriv dos de los impulsos

dentro

o

fuera de la

transferencia

aunque liberados

por

el pro-

ceso

analítico

actúan

como

resistencias

en contra si

son

presio-

nados para

descargarse

a través

dela

acción

en

vez de controlarse

una vez que

han

servido

al

propósito del insight. El ello mismo

se resiste al

cambio

puesto que

está

unido al principio de la

re-

petición.

Los

niños comparten estas legítimas resistencias con el

adulto algunas

de

ellas intensificadas modificadas y

exagera-

das y

agregan

además las dificultades y obstáculos específicos

de las

situaciones interna y externa

de

un

individuo

en

desarro-

llo.

Se debe

tener

en cuenta:

1. Que el niño no recurre

al

análisis por propia voluntad

ni suscribe el

contrato con

el

analista por

lo tanto

tampoco

se

siente

obligado a

aceptar sus

reglas.

2.

Que el niño

no

formula criterios sobre ninguna situa-

ción entonces la molestia la

tensión

y la ansiedad

pro-

vocadas por el t ratamiento pesan más

en su mente

que

la idea de

un

provecho futuro.

3. Que siendo normal

para

su edad prefiere actuar y como

resultado

el

 acting

out

domina

el análisis

excepto

cuando se

trata

de niños

obsesivos.

4.

Que el equilibrio

del yo

inmaduro

es

inestable

entre

las

presiones

internas   externas   entonces el niño se

siente

más

amenazado por el análisis que el adulto y mantiene

sus

defensas

con mayor rigídez

Este

criterio se

aplica

a

la niñez en general pero se experimenta con mayor in-

tensidad

al

comienzo

de

la adolescencia. Para detener

3 Véase más arr iba: la acción

en

lugar de la asociación libre.

  Véase más arriba: el rechazo de la asociación libre.

33

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el

aumento

de los impulsos de la

cercana

adolescencia

el

adolescente refuerza sus defensas y por consiguiente

su resistencia

al análisis.

5.

Que

durante e l

curso de

la

niñez

los

métodos más

pri-

mitivos

de

defensa

continúan junto a los

más elabora

-

dos,

por

lo que la resistencia del yo

está

aumentada en

comparación

con el

adulto.

6. Que habitualmente el yo del

niño se

une a

sus

resis-

tencias y así

tiende

a desertar del análisis,

sobre todo

en aquellas etapas en que

aumentan las

presiones desde

el

material inconsciente o

por

transferencia negativa

intensa

y lo lograría si no fuera por la decisión y el

apoyo

de

los padres.

7.

Que

la necesidad

de

sobrepasar y rechazar el pasado es

más intensa durante algunas etapas

del

desarrollo y en-

tonces sus res is tenc ias al análisis fluctúan

en

concor-

dancia. Un ejemplo es

la fase

de

transición

entre

el pe-

ríodo

edípico y

el

de latencia.

De

acuerdo con

las

impo-

siciones

del

desarrollo el pasado infantil se clausura en

este

punto se

le vuelve la

espalda

y queda

cubierto

por la

amnesia; pero según

las reglas del

análisis ,

debe

mantenerse

la comunicación con

el pasado. De

aquí el

choque entre estos dos objetivos. Para

el niño

neurótico

o con trastornos de otro tipo la

necesidad de tratamiento

no disminuye durante esta etapa

pero

su

deseo de

continuarlo.

Lo mismo sucede durante la adolescencia,

cuando

el

adolescente necesita

separarse

de los objetos de

su

infancia

mientras que el

análisis

promueve la

revivi-

ficación

de las relaciones objetales en la transferencia.

El

paciente lo experimenta como una amenaza especial

y con frecuencia

determina

la interrupción abrupta del

tratamiento.

8. Que

todos

los niños tienden a

externalizar

los conflictos

internos en batal las con el

ambiente

y por ello

prefie-

ren las soluciones

ambientales

a los cambios internos.

Cuando esta defensa

predomina

el n iño manifiesta

una

renuencia absoluta a someterse al análisis

actitud

que

a menudo se confunde con

una

 transferencia negativa

y que  s

in

éxito  es

interpretado

como tal.

En resumen

el analista de niños debe enfrentar muchas

situaciones difíciles en el curso del tratamiento que

ponen

a

dura prueba

su

idoneidad

pero el

hecho que más le afecta es

que  ur nte

largos

períodos del análisis tiene que

proseguir

sin el

apoyo que significa la

alianza terapéutica con el

paciente.

34

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Transferencia

Como fruto de

mi

experiencia, de la

eliminación

de la fase

de

introducción

 excepto en casos seleccionados y del empleo

inicial deliberado

del análisis de las

defensas

 Bornstein, 1949

he modificado mi

opinión

anterior de que la transferencia en

la niñez estaba restr ingida a  reacciones transferenciales

úni-

cas y que

no alcanzaba

por completo el

carácter

de

una

 neu-

rosis de transferencia . No obstante, aún no estoy convencida

de que lo que

denominamos neurosis

de transferencia en los

niños equivalga

a

la

variedad adulta en todos los aspectos.

La

solución de

este

problema es

más

difícil

pues

se encuentra os-

curecida por dos de las

particularidades

del

análisis de niños

mencionadas

más arriba: la

ausencia de las asociaciones libres

impide que toda la

evidencia

de

la

transferencia aparezca en

el

material

y debido a la tendencia in fantil a actuar

en

vez

de

asociar

la

transferencia agresiva es demasiado pronunciada

y oscurece la transferencia

libidinal.

En cuanto al

tratamiento

de adultos, la posición

con

res-

pecto a

la

transferencia ha sido tema de controversia

en

los

últimos

años.

Algunos

de

nosotros

todavía

adherimos

a

la

creen-

cia

más ortodoxa de que al comienzo del t ratamiento existe

una relación real  médico-paciente)

que

de manera gradual y

progresiva se deforma a

través

de

elementos

regresivos agresi-

vos y libidinales acoplados que son transferidos desde el pasado

del paciente hacia

el

analista,

y que este proceso continúa

hasta

que en la neurosis

de

transferencia definitivamente

establecida,

la

relación irrealística sumerge por completo a

la

real.

Esperamos que se restablezca la primera relación

al

fina-

lizar

el tratamiento,

después

de separados los elementos infan-

tiles por medio de la

interpretación,

y

después

que el

fenómeno

de la transferencia haya

alcanzado

la

meta

que se

propone:

proveer

de insight

al

paciente.

Una

opinión

más

corriente

espera

poner

las manifestaciones

transferenciales

en

evidencia desde el comienzo del análisis

con el requisito de interpretarse como tales y no solamente en

comparación con las actitudes realísticas

que

reemplazan. Desde

que se consideran de

primordial

importancia,

acaban por

ocupar

el

lugar de casi todas

las

demás fuentes del material analítico

y se convierten en el  camino real hacia

el

inconsciente , un

título de honor

que

en el

pasado estaba reservado

a los sueños.

En algunos

casos extremos, el compromiso

del

analista con

estos

aspectos del tratamiento es tan

grande

que corre

el

riesgo de

olvidar que la transferencia constituye un medio y no

un

fin

terapéutico.

Considero que

este

último criterio

acerca

de la transferencia

está basado en tres

presunciones:

35

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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a que todo lo que sucede en la

estructura

de la personali-

dad de un paciente puede

analizarse

según

sus

rela-

ciones objetales

con el

analista;

b

que

todos los niveles de las

relaciones

objetales son

igualmente accesibles a la

interpretación

a los

que

puede modif icar hasta idéntica medida;

e que la única función de

las

f iguras ambientales es la

de

recibir las catexis libidinales   agresivas.

Al

examinar

estas presunciones a la luz de la

experiencia

del analista

de

niños, quizá puedan aclarar a su

debido

tiempo

su importancia en los

adultos.

  l analista de niños como

un

objeto nu vo

En

el análisis de

niños más que en

el

de

adultos

resulta

obvio que la persona del analista es utilizada de diversas

ma-

neras por el paciente.

Como se ha dicho anteriormente todos los individuos a me-

dida que se desarrollan y maduran sienten la necesidad de

experiencias

nu v s que

es

tan intensa

como la

apetencia

a la

repetición La

primera

es

parte

importante del

equipo

normal

del niño; no obstante los

problemas

neuróticos

alteran

la ba-

lanza

en favor

de la segunda. El

niño sometido al

análisis

ve

en

el

analista un objeto nuevo y lo trata como tal en

tanto

exista

una parte

sana de su

personalidad y utiliza al analista para

la repetición

es

decir

para la

t ransferencia toda vez que su

neurosis u

otros trastornos

entren a

discutirse.

Esta

doble

re-

lación es de difícil manejo para

el

analista: si acepta la condi-

cíón de

objeto

nuevo diferente de los padres

está indudable-

mente

interfiriendo con

las

reacciones

transferenciales. Si, en

cambio ignora o

rechaza este

aspecto de la relación desencanta

al pequeño en

sus

esperanzas que

él considera legítimas.

Tam-

bién puede ser que el

analista

interprete

ciertos aspectos

de la

conducta del niño como

transferenciales

lo que en realidad

no

es así. Dos

de

los elementos

esenciales

del entrenamiento téc-

nico

de

todos

los

analistas

de

niños son

aprender

a

distinguir

esta superposición   a actuar

cuidadosamente según

los

papeles

que le

son impuestos.

Este elemento del  objeto nuevo es decir, de acti tudes

hacia

el

analista que

no son el

resultado de

transferencias

tam-

bién se

observa

en el análisis de adultos y es

útil

destacarlas.

Pero

la

necesidad

de

experiencias

nuevas en

el individuo

ma-

duro no es tan central n i tan poderosa como en el niño. Cuando

5 Véase

el capítu lo Las tendencias curativ-as .

36

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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esta

necesidad

es parte

integrante

de su relación con

el

ana-

lista, por lo

general está al

servicio

de la

función

de resistencia.

 l n list de niños como objeto de l tr nsferenci

libidin l

 

gresiv

En

relación con

la

transferencia propiamente dicha

y

du-

rante el curso del

análisis

los niños,

al

igual que los adultos,

repiten y escenifican alrededor de la persona del analista por

medio

de la regresión,

sus

relaciones

objetales provenientes

de

todos

los niveles de su

desarrollo.

El narcisismo, la fase

de

la unidad

biológica

con

la

madre, de la satisfacción

de las

ne-

cesidades, de

la

constancia objetal , de

la

ambivalencia, las

fases oral, anal y fálico-edípica, todas contr ibuyen con ele-

mentos que

forman

parte de la situación de tra tamiento en

un

momento

determinado, a

menudo en

un

orden

invertido,

pero

también de

acuerdo con el tipo de trastorno,

es

decir,

con

la profundidad de la regresión

en

que el

niño

se encuentra al

comenzar

el

tratamiento. Además de suministrar información

con

respecto a los

niveles

o fases que han

tenido un

papel im-

portante en la patogénesis individual, cada una de

las diversas

tendencias

transferidas colorea la situación analítica de una

manera

especial. La autosuficiencia

narcisista

se

manifiesta

bajo la forma

de una separación del

mundo de

los objetos,

in-

cluido

el

analista,

es decir, como una barrera opuesta al esfuerzo

analítico. Las act itudes simbióticas reaparecen como el deseo

de una

completa e ininterrumpida

unión con el

analista;

en

los adultos

esto

se

expresa

a

menudo con

el deseo

de

ser hipno-

tizado. La re-emergencia de

la

dependencia anaclítica consti-

tuye una dificultad de

carácter

especial durante

el

análisis, y

se disfraza

con el deseo

de

ser ayudado,

pero hace

recaer

toda

la

responsabilidad de esa ayuda en

la persona del

analista. El

paciente  (niño o adulto

r

su parte,

está

pronto a interrumpir

la relación emocional

con

el analista cuando

éste

le impone

esfuerzos y sacrificios.

El

retorno a

las

actitudes orales

reem-

plaza las

exigencias del paciente

frente

al

analista,

tanto

como

el

descontento

por todo lo

que éste le

ofrece en el niño, con

respecto al

material para

el juego, etc. ;

en

el adulto, con respecto

a la

atención

que se

le

brinda ;

la transferencia

de las

tenden-

cias anales es la responsable

de la

obstinación

del

paciente,

la

retención

del

mater ial , las provocaciones,

la

hostilidad y los

ataques sádicos que dificultan

la

tarea del

analista,

no con las

asociaciones libres del

adulto pero

sí con

el

acting

out

de los

pequeños.

La

necesidad de ser

amado

y

el temor

a

la pérdida

del objeto también se transfieren bajo

la

manifestación de una

sugestibilidad y

complacencia hacia

el analista; a

pesar de su

apariencia

superficial posit iva, el

analista teme

a

ambas ten-

dencias , y

este

 

temor

es justificado pues son responsables

de

 

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las

falsas mejorías transfer

en

ciales. En suma, la pregenitalidad

y

las

tendencias preed ípicas introducen en la relación de trans-

ferencia una gama complet a de

elementos

cuasi  resist entes y

negativos. Por

otro lado

están los el

emen

tos beneficiosos

que

aportan

la aparición de

trans

ferencias de la

constanc

ia objetal

y

las

actitudes que pertenecen al

comple

jo de Edipo positivo

y

negativo

coordinados

con

el

logro

alcanzado

por

el yo de

auto

observación

, insight y fun

cionamiento

de los procesos se -

cundarios.

Todo esto consolida

la alianza

terapéutica

con

el

analista

ayudándola a soportar las v icisitudes

del

tratamiento.

De acuerdo con

el

razonamiento

anterior

, los elementos

preedípicos de la transferencia deben interpretarse antes que los

edípicos, lo que

quizá

se considere como

una

variación de la

técnica

inicial

de Fr

eu

d, q

ue

recome

ndaba

analizar la tran sfe-

rencia

en

el

punto en que es empleada con

pro

pósitos de re-

sistencia. Este criterio es válido, por supuesto , t anto para el

análisis

de

niños

como

de

ad

ult

os.

Para

el analista de

niños, esta situación explica algunas

de

las

dificultades técnicas que se presentan con los más pe-

queños antes de que hayan

alcanzado

el nivel fálico-edípico, y

con

los mayores cuyo desarrol lo se ha detenido  en

contraste

con

las

regresiones) en uno

de

los niveles preedípicos . Ninguno

de estos niños responderá a un

método basado

en

la

coopera-

ción voluntaria con el

analista

es decir, actitudes que aún no

han adquirido

y,

por lo t ant o, d et ermin an para su beneficio

la

introducción de modificaciones

en la

técnica.

En

este aspecto

mucho se

ha

aprendido del

tratamiento

de los

niños que

han

soportado intensas privaciones que han carecido de

hoga

r y

del

cariño

maternal

y de los

qu

e

han

estado

confinados en

los

campos de concentración. Los

pacientes

que no

alcanza

ron nun-

ca

la constancia

objetal en

sus relaciones

demostraron ser in-

capaces de establecer alianzas firmes y

perdurables

en

la

trans-

ferenciacon

sus analistas  véase

Edith Ludowyk

Gyomroi, 1963) .

  n list de niños como o jeto p r l x rn liz ción

No todas las relaciones establecidas o transferidas por un

niño

durante

el

tratamiento

analítico

son

relaciones objetales

en el sentido de

que

el

analista

es catectízado

con la lib

ido o

con

la agresión

.

Muchas se

deben a

externalizaciones

es

decir

,

a procesos en los que la persona

del

analista es utilizada para re-

prese

ntar una u

otra

parte de

la

estructura

de la

personalidad

del paciente,

En

la

medida

que

el

analista

 seduce   al n

iño

al

to lerar

su

6 Al

respecto

véanse los estudios de Warren

M. Brodey  1964 )

quien apoya este

criterio en

-relación con las relaciones patológicas infan-

tiles dentro de la familia ,

38

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libertad de pensamiento, de fantasía y acción  esta

última

den-

tro de

ciertos

límites , se convierte en el representante del

ello del

paciente,

con

todas las inferencias

positivas   negativas

que se der ivan en su mutua relación. En tanto que verbaliza y

ayuda

al

niño

en su lucha contra la ansiedad, se convierte en

un

yo au iliar al

que se aferra el pequeño

para

protegerse. De-

bido

a

que

es

un

adulto,

el

niño

considera

y

también

trata

al

analista como si fuera

un

superyó externo es decir, paradóji-

camente como el juez moral de los mismos

derivados instintivos

que se han liberado

gracias

a

sus

esfuerzos.

El

niño de

este modo re-escenifica sus conflictos

internos

 intersistémicos

en

batallas

externas

con

el

analista, procedi-

miento

que

provee

mater ia l de

gran utilidad. Sería erróneo in-

terpretar

estas externalizaciones

como

relaciones objetales den-

tro de la

transferencia,

aunque originalmente todos los conflic-

tos

dentro

de

la

estructura se producen

en

las relaciones más

tempranas. En

el

curso del tratamiento, no obstante,

su

impor-

tanciaconsiste en que revelan lo que

sucede

en el mundo interno

del

niño, en

la

relación

entre

sus diversas

actuaciones

internas,

opuestas

a sus

relaciones

emocionales con los objetos del mundo

exterior.

El

analista

de adultos también está familiarizado con

el

mecanismo de externalización de los conflictos intersistémicos

e intrasistémicos de

sus

pacientes. Pacientes

con

neurosis obse-

sivas severas escenifican

querellas

entre sí y su

analista,

provo-

cadas

por asuntos

sin

importancia, para escapar de las indeci-

siones internas penosas

originadas

por su ambivalencia. Los

conflictos

entre

las tendencias activas

y pasivas,

masculinas

y

femeninas, se

externalizan

cuando el paciente atribuye al ana-

lista la

preferencia por una de las dos posibles soluciones y

lo combate como si fuera el representante de aquélla. En el

análisis de los adictos a las drogas,

el

analista

representa

al

mismo tiempo

o

rápida sucesión,

sea

el objeto deseado

ar

-

dientemente, es decir, la droga misma, sea el yo auxiliar cuya

ayuda

se requiere para luchar contra

la

droga.

El rol

del ana-

lista como yo auxiliar es

bien

conocido también en relación

con

el tratamiento de pacientes al borde de

la

esquizofrenia.

Un

paciente

confuso,

asustado

por

sus propias fantasías

para-

noídes

empleará la

presencia

del

analista para fortalecer su salud

mental. El tono

de la

voz

del

analista, las

palabras

utilizadas

en un interpretación

 antes

que

el

contenido pueden determi-

nar que los procesos primarios

del

pensamiento se desvanezcan

en el olvido. Estos pacientes se aferran al analista como a

un

yo externo, pero

esta

situación es

completamente diferente del

apego del

paciente

histérico

que

desea

al analista

como el objeto

de su pasión.

Entendida

de esta manera,

la

externalización es una sub-

especie de

la

transferencia. Tratada como tal

en

las

interpreta-

39

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ciones y mantenida al

margen

de la transferencia propiamente

dicha, es una valiosa fuente de insight dentro de la

estructura

psíquica.

LA

DEPENDENCIA

INFANTIL

COMO UN

FACTOR

EN

EL

ANALISIS DE ADULTOS

Y

NIÑOS

Algunas de las más animadas controversias concernientes

a

la

especificidad

del

análisis de niños corresponden a si los

padres deben

incluirse

y hasta qué

punto,

en el proceso tera-

péutico. Aunque

este

es un problema manifiestamente técnico,

el punto en discusión

es de

naturaleza

teórica, es decir,

la

de-

cisión de si el niño debe, y

en

qué momento,

ser

considerado

no

como un producto dependiente de la

famil ia sino

otorgán-

dole el status de una entidad

separada,

de una estructura psí-

quica

con

derecho

propio.

La dependencia

infantil

como

un

agente

en la

formación

del carácter y en la neurogénesis es un   oncepto familiar en

los trabajos de Freud, donde se la

considera

como un  hecho

biológico y

responsable

de

la

mayoría de los logros de la per-

sonalidad

del

ser humano en desarrollo. Por el

miedo

de la

pérdida

del objeto, de la

pérdida del amor

del objeto, de los

cast igos a que se encuentra

expuesto

debido a su dependencia,

el

niño

dependiente

acepta

el

 somet

imiento educacional del

mismo modo

que

el

adulto

convierte el

temor

de ser

rechazado

por la

comunidad,

en

 sometimiento social . Al temor de la

conciencia  culpabilidad) como residuo y

producto

final

del

período de dependencia infantil, adopta la tendencia a conver-

tirse en

neurótico. El

adulto

considera

que

la

prolongada depen-

dencia del retoño de la especie humana también es responsable

de

cuestiones tan

vitales como la capacidad de formar relacio-

nes

objetales

en

general y el complejo de Edipo en

particular;

la

lucha

cultural contra la

violencia y

la

necesidad de

la

reli-

gión;

en

resumen, la humanización del

individuo,

su socializa-

ción y sus necesidades éticas.

7 Véase a este respecto los siguientes comentarios en los

traba-

jos de S.

Freud:

  del hecho biológico

de

que

el infante de la especie humana

pasa a

través de un

largo

período

de dependencia

[de los

padres] y

sólo muy lentamente alcanza la madurez

.

. .

  (1919, pág. 261).*

 

que el

complejo

de

Edípo es

la contraparte psíquica

de

dos

hechos biológicos fundamen tales: el largo período de dependencia del

infante de la especie

humana

  (1924, pág. 208).*

 El factor

biológico

es

la

larga invalidez y dependencia

de

la

criatura humana.

La existencia

intrauterina del

hombre es

más breve

que la de los animales, ,siendo

as í

echado al mundo menos

acabado

que éstos

. Con

ello queda

intensificada

la

influencia

del

mundo

exte-

rior

real

e

impulsada muy

tempranamente

la

diferenciación

del

yo y

 

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La

dependencia

como un

factor

en el análisis de adultos

A

pesar de

que

nunca

se

dudó

de

la

importancia de esta

dependencia en los

pacientes adultos, se refería

solamente a

los antecedentes, es decir, a los

aspectos

 

genéticos del

problema.

Con respecto a los aspectos dinámicos, topográficos

y

econó-

micos, los

pacientes

eran

considerados seres independientes,

con acciones y

estructuras

internas propias y

con conflictos

neuróticos localizados dentro

de la

personalidad y, sólo

de

ma-

nera secundaria, relacionados y

conectados

con

el ambiente.

La

consecuencia

de este criterio en relación con el trata-

miento fue ineludible. La técnica analítica fue

diseñada

estric-

tamente

para

su

empleo dentro de la estructura: el

material

es ofrecido por el propio paciente y

acerca

de

sí mismo; el medio

se observa

desde un punto de vista

subjetivo, es

decir,

a

través

de

los ojos del paciente;

las

relaciones

entre

el analista y

el

paciente

son

privadas

y

exclusivas;

las

relaciones objetales

pa-

sadas y

presentes del paciente

serán

restablecidas en

esta con-

dición privada.

A pesar de

algunas

opiniones disidentes, todo esto perma-

neció como la

estructura

sobre

la cual continuó

desarrollándose

la técnica para

el

anál isis de

adultos.

La

dependencia como un factor en el análisis de niños

Obviamente,

nada de

esto

es

útil para

el ana li sta de

niños,

quien

se

enfrenta

con

la

dependencia

mientras es

un

proceso

activo. A él le

corresponde

la evaluación de los distintos grados

de inf luencia que puede

ejercer

sobre su paciente en lo que

del ello, elevada la significación

de los

peligros del mundo exter ior y

enormemente incrementado el valor del ob jeto único que puede

servir

de

protección contra tales pel igros y sustituir la

perdida vida

intraute-

rina. Este factor biológico

estab lece , pues, las

primeras

 

situaciones

pe-

ligrosas

y crea

la

necesidad de

ser amado, que ya no abandonará

jamás al hombre

(1926,

Obras ompletas

vol.

1 .

 La

defensa

contra

la

indefensión

infantil

presta

a

la

reacción

ante la impotencia

que

el adulto ha de reconocer, o sea precisamente

a la

génesis

de la re ligión, sus rasgos carac terí sti cos (1927, Obras

  ompletas

vol. I

El motivo para la

lucha de

la

civilización contra

la

violencia

 es

fácilmente descubier to

en

el desamparo del niño y

su

dependencia

de otras

personas y

puede ser mejor

designada

como el temor

a

la

pérdida del

cariño (1930,

pág.

124).*

8 Véase por ejemplo, los comentarios de

R

Laforgue (1936) en

relación con

las

neurosis

familiares y

la

necesidad de

tratar

a varios

miembros de la

familia .

  Traducción

directa de la

Standard Edition

41

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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respecta al nivel de su desarrollo a la

etiopatogenia

y al tra

tamiento.

Con

respecto al nivel

de

desarrollo

del

paciente es

decir

,

los

pasos dados para

alcanzar su individualidad es necesario

que

el

analista se informe sobre cuáles son los aspectos

vitales

en que

el

niño depende de los padres y

hasta

qué punto los ha

superado. Podemos

evaluar aproximadamente

si

el

estado de

  dependencia o independencia, está en

relación

con

su edad

cronológica a través de los siguientes servicios que

el

niño

requiere

consecutivamente

de sus

padres:

-

para

la unión narcisista

con una

figura

materna

a una

edad

en

que no puede distinguirse a sí mismo del medio;

- para emplear la

capac

idad de los padres en comprender

y

manipular

las

condiciones externas de tal manera

que

pueda sat isfacer las necesidades corporales y -los deri

vados instintivos;

-

como figuras

en el

mundo

externo a las que puede

vincu

lar

su libido

narcisista inicial

y donde

ésta

puede

con

ver ti rse en libido objetal;

..

- para que actúen como

agentes

limitadores

de

la

satis

facción

de

los impulsos y en consecuencia, iniciando el

control

del ello por medio de

su

propio yo;

para -pr oveer los patrones de identificación

que

el

niño

necesita

para la const rucc ión de una estructura

inde

pendiente.

Con

respecto al rol de

los

padres en la causación de enfer

medades

el analista

de niños

debe

tener gran cuidado para

que

las apariencias superficiales

no

lo

desorienten

y sobre todo

para

no confundir los

efectos

de la anormalidad

infanti l sobre

la

madre con

la

influencia patógena

de la

madre

sobre el nífio.

El

método más seguro y laborioso para evaluar estas interac

ciones es

el

análisis simultáneo de los padres

con

sus hijos.t?

De estos

análisis

surge

un

número de

hallazgos

concernientes

a las

relaciones

patógenas entre padres e hijos,

tales

como

las

siguientes:

Existen padres cuyo

apego

al hijo depende de que el niño

represente

una

figura

idealizada

de sí m

ismos

o

una

figura de

su

pasado. Para retener

el

amor

de

los padres

en

estas condi

ciones, el

niño

permite que su

personalidad sea moldeada de

acuerdo con patrones que no son los

propios

y queconflictúan

o no toman en cuenta sus propias potencialidades innatas.

9 Esto

puede suceder

con facilidad, especialmente en el autismo

infantil. _  1f 1

10 Como se están realizando en la Hampstead

Child Therapy

 

Clinic, así como en

otros

lugares.

42

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Algunas

madres

o

padres as ignan

al niño un

rol dentro

de

su propia

patología, estableciendo

sus

relaciones sobre esta

base

y no

sobre

la

de las

necesidades

reales del

niño.

Muchas madres realmente

trasvasan sus síntomas a sus

pequeños y luego los escenifican conjuntamente a la manera de

una

folie

a

 eux

 véase

Dorothy

Burlingham y otros,

1955 .

En todos los casos mencionados, las consecuencias patoló-

gicas

para el niño son más pronunciadas

cuando los

padres ex-

presan su relación anormal con éste por medio

de acciones en

lugar de fantasías. Cuando esto

sucede

, sólo el tratamiento si-

multáneo

de los

padres

es capaz de

aflojar

suficientemente la

tensión

entre ellos,

actuando

como una

medida

terapéutica

para

el

niño.P

Los

padres

pueden

también jugar

un

papel en

el m nteni 

miento

de

los

trastornos

infantiles. Algunas de

las

fobias de

la

niñez, el disgusto por

ciertas

comidas, los

rituales

para

dor

-

mirse son mantenidos

por

el

niño solamente

en

connivencia con

la madre. Debido a

que ella teme

los

ataques de

ansiedad

del

.

niño tanto como él mismo,

participa activamente

en el mante-

nimiento

de las defensas, precauciones, etc., y

por

consiguiente

disimula

la

extensión de

la enfermedad infantil.P

Ciertas

ac-

ciones sintomáticas,

especialmente

de

carácter

obsesivo, son lle-

vadas

a cabo por la

madre

y

no

por el niño. Algunos

padres por

razones patológicas propias, parecen necesitar un niño enfermo,

con trastornos o retrasado   infantilismo y así mantienen el

statu

quo con este propósito.

Respecto

de la

conducción

del

tratamiento

está bien justi-

ficada la envidia

del analista de

niños porque sus colegas

que

tratan

adultos pueden establecer

una

relación de persona-a-

persona

. En

el

análisis

de

niños,

el

comienzo, la continuación y

la posibilidad

de terminación del tratamiento depende

no

del

yo

del paciente

sino

de

la

comprensión

e

insight de

los padres.

En este sentido, la

tarea

de los padres consiste

en

ayudar al

yo del niño a

vencer

las resistencias y los períodos de trans-

ferencia negativa

sin

que

descuiden las sesiones

del

análisis

de

su niño. El analista se verá imposibilitado

de

cumplir con

su

tarea

si los

padres

apoyan

las

resistencias del pequeño.

En

los

períodos

de transferencia

positiva los

padres

a

menudo

agravan

el

conflicto de lealtad

que invariablemente

padece el

niño

con

respecto al

analista

y sus progenitores.

Las técnicas del analista de niños en cuanto a la manera

11

Véase

en este sentido,

Dorothy

Burlingham y otros  1955 ;

Ilse

Hellmann y otros  1960 ; Kata

Levy

 1960 ; Marjorie

Sprince

 1962 .

12 Véanse las

experiencias

realizadas

durante la última guerra

cuando muchos trastornos neuróticos se descubrían después que los

niños habían sido separados de sus hogares distintos de

los producidos

por esta

separación

.

43

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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de

tratar

con los padres

varían

ampliamente desde excluirlos

por completo de la int imidad del t ra tamiento,

mantenerlos

in-

formados, permitirles participar en las

sesiones

 en los casos

de

niños

muy

pequeños , tratarlos o analizarlos de modo simul-

táneo

aunque

separadamente

del hijo, hasta llegar al extremo

opuesto de tratarlos a ellos solos

debido

a los tras tornos del

niño,

en

vez

de analizar

a

éste.

Estudios sobre l dependen i

Dos trabajos

importantes

sobre la teoría de la relación

padres-hijos resumen la posición del

analista

a este respecto: el

de Phyllis Greenacre

  1960)

que unifica el

material sobre los

procesos

de maduración

y

el de

Winnicott   1960) sobre los

he-

chos y

consecuencias

del cuidado maternal Tomados

en

con-

junto,

estos

trabajos

ofrecen

una

descripción

comprensiva

de

la fase preverbal de absoluta dependencia, de las influencias

internas y externas que actúan sobre ella y del

papel

que jue-

gan

en

la formación de la normalidad o

anormalidad

futuras.

Existen

muchos otros estudios analíticos derivados de

in-

vestigaciones realizadas durante y aparte

de

la sesión analí-

tica, cada uno enfocando

aspectos diversos

tales como la

empatía

entre madre e hijo durante la fase

de

dependencia absoluta

 Winnicott,

1949);

el aporte de esta

fase a

la

constitución

del

individuo  Mar tin James ,

1960); las consecuencias

lesivas de

omitir

o

interrumpir

el

estado

de dependencia

 A.

Freud

y

D.

Burlingham, 1943, 1944; John Bowlby y otros, 1952; James Ro-

bertson,

1958;   Spitz, 1945, 1946); la influencia

de largo

al -

cance

de

las preferencias y actitudes

de

la madre duran te el

período

de completa dependencia Joyce Robertson,

1962).

 EL EQUILIBRIO ENTRE LAS FUERZAS INTERNAS

Y EXTERNAS OBSERVADO POR

EL

ANALISTA

DE NIÑOS

Y POR EL

DE

ADULTOS

La constante

relación

con la dependencia emocional del

niño respecto

de sus padres tiene

consecuencias

trascendenta-

les para las

perspectivas

teóricas

de

su analista.

En cambio,

el analista

de

adultos, debido a las

impresiones

que recibe en su trabajo diario; no corre el

riesgo

de

conver-

tirse en

un

ambientalista. El

poder

de

la mente

sobre la

ma-

teria, es

decir, del mundo interno sobre

el externo,

se le

pre-

senta

en

una

serie

inacabable de ejemplos que le brindan sus

pacientes: en los

aspectos

cambiantes de la descripción

de

cir-

cunstancias

vitales originada por

las modificaciones del

estado

44

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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de ánimo desde la

elación

a la depresión; en el empleo

que

hace

el paciente

de los elementos

ambientales

para

acomodar-

los o alimentar sus fantas ías

inconscientes;

en sus proyeccio-

nes que

convier ten en

perseguidores a las personas

incapaces

de hacer daño, indiferentes o benévolas; en la distorsión de la

imagen del analista

que

sirve a los propósitos de

una

transfe-

rencia irracional  

a

veces

delirante  Little,

1958 etc.

Es

es-

pecia lmente esta

última la

que explica

la predisposición del

analista a creer que también

durante

la niñez del paciente ope-

ran fuerzas similares y que los responsables del origen de

su

enfermedad son los factores internos y

no

los externos.

En suma,

el

analista de

adultos

cree f irmemente en la

realidad psíquica en oposición a la realidad externa. Si acaso

está

demasiado dispuesto

durante el tratamiento

a conside-

rar

los hechos corrientes como resistencias y transferencias y

por consiguiente, a desestimar

su

valor como componentes de

la

realidad.

Para

el

analista

de

niños por otra parte, todas las indica-

ciones señalan la dirección opuesta,

atestiguando

sobre la po-

derosa

influenc ia del

ambiente. En el tratamiento, especial-

mente los

más

pequeños revelan

hasta

qué punto se encuentran

dominados

por

el mundo objetal, es decir, la medida en que

el

ambiente

llega

a influir para determinar

su

conducta y

su

pa-

tología tales

como

las actitudes protectoras o

de

rechazo, ca-

riñosas o

indiferentes,

críticas o

de

admiración por los padres,

as í

como

la armonía o la discordia en la vida matrimonial de

los

progenitores.

El

juego

simbólico

del

niño

durante

la

sesión

analítica

no

comunica sólo sus

fantasías

internas; también es su

forma simultánea

de

comunicar los hechos

familiares

habitua-

les como

las relaciones sexuales

entre los padres, sus desacuer-

dos

 

peleas,

sus

actos frustrantes o

que provocan ansiedad,

sus

anormalidades y expresiones patológicas.

El analista

de

niños que toma en cuenta sólo el

mundo

interno

de

su

paciente

corre

el

riesgo

de

f racasar al

interpretar

en las

comunicaciones

del pequeño, la actividad re lacionada con

sus

circunstancias

ambientales, que en esa etapa

vital

es igualmente importante.

Pero a

pesar

de que las pruebas acumuladas

evidencian

que las

circunstancias ambientales

desfavorables desembocan

en

resultados

patológicos nada debería convencer

al analista

de

niños

de

que

las modificaciones de la realidad externa

pue-

den

lograr la curación, con excepción quizá cuando

se

trate de

13

Sus

 gestos

testificantes de acuerdo

con

el término intro-

ducido

por

Augusta

Bonnard,

También

en

el

análisis

de

niños mayores

donde las

palabras

reem-

plazan al juego simbólico son los hechos

externos habituales

los

que

a

menudo dominan

el

material. Pero este uso

de la

realidad

externa

tiene en la mayoría de los casos carácter

defensivo

y sirve a los pro-

pósitos

de

una

cantidad de

resistencias

.

45

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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pacientes

que cursan los períodos

más

tempranos de

la

infancia.

Esta

creencia significaría

que los

factores

externos por sí mis-

mos pueden ser

agentes

patógenos y que podría desestimarse

su interacción con los factores internos. Esta consideración es

opuesta a la experiencia del analista. Todas

las

investigaciones

psícoanalít

ícas

demuestran que

los factores patogénicos

actúan

desde

ambos lados y

que

una vez

entremezclados,

los procesos

patológicos impregnan

la

estructura de

la

personalidad y sólo

pueden extraerse

por

medio

de las

medidas te apéuticas

que

tienen

efecto sobre la

estructura.

Mientras que los analistas de adultos deben recordarse a sí

mismos las causas

externas frustrantes que

precipitaron los

t rastornos del

paciente,

para no encandilarse con las

fuerzas

del mundo interior, el analista de niños

ha

de

recordar

que los

factores

nocivos externos que pueblan su criterio adquieren

significación

patológica

cuando

interactúan

con

la

disposición

innata y

adquirida

y con las act itudes internalizadas de

natu-

raleza Iibidinal

y yoica.

Ambos procedimientos

  el análisis de adultos y el de

niños

tomados en

conjunto,

pueden

ayudar a mantener la perspectiva

equilibrada, requerida

en

la fórmula etiológica de Freud de

la

escala

variable

de influencias internas

y externas: que existen

personas

cuya

 constitución

sexual

no habría producido

la neu-

rosis sin

la

intervención de

influencias

nocivas y estas

influen-

cias

no habrían sido seguidas

de

un efecto

traumático si

las

condiciones

de la

libido

hubieran

sido

diferentes

S

Freud,

1916 1917 Obras Completas vol.

II .

A pesar de sus convicciones teóricas los

analistas

de

niños

están

siempre tentados a explorar la extensión en que actúa 

la

ecuación

etiológica es decir a probar si existen límites cuan-

titativos más allá de los

cuales la

influencia patógena puede

considerarse unilateral. Estas investigaciones pueden llevarse

a cabo si se seleccionan para el anál isis

niños situados

en los

dos extremos de la

escala

etiológica es decir aquellos en quie-

nes

el

daño determinado por el

factor

congénito

o

el

ambiental

es

de carácter

masivo. Los

individuos

que

pertenecen

al p rimer

grupo manifiestan

importantes

contraindicaciones

innatas para

el

desarrollo normal, tales

como

severas

carencias de naturaleza

física o

sensorial

 ceguera

sordera,

deformaciones etc. ; los

que integran el otro grupo son niños

severamente traumatiza-

dos,con padres psicóticos huérfanos o criados

en

instituciones

es

decir

aquellos

cuyas

condiciones

complejas

externas para

su

desarrollo

normal

no existieron.

Pero

hasta ahora el material

obtenido

de estos casos tampoco

ofrece un cuadro

clínico que

haya

sido

determinado por un

solo

tipo

de factores. Aunque

ciertas formaciones patológicas son inevitables cuando las

in-

fluencias

patogénicas tanto

internas

como

externas alcanzan

tal

46

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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m gnitud

su v ried d y l s det ll d s c r cterístic s

de l s

person lid des inf ntiles dependen como en los casos menos

gr ves

de l inter cción

entre

los dos

f ctores

es decir de l

m ner

en que re ccion un constitución

p r ticul r f rente

a

determin d serie de circunst nci s extern s 

47

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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L

EV LU ION DE

LA

NORM LID D

 N L

EL

DESCUBRIMIENTO

TEMPRANO

DE

LOS

AGENTES

PATOGENOS:

PREVENCION   PRONOSTICO

Para

el analista

de

nmos, la reconstrucción

del

pasado

del paciente

o el

rastreo de

los síntomas

hasta

sus orígenes en

los

primeros

años de

vida constituye

una tarea muy

diferente

de la detección de los agentes patógenos

antes

de

que

éstos

hayan

comenzado

su

tarea nociva;

de la evaluación

del

grado

de progreso

normal de

un

niño pequeño; del

pronóstico

de

su

desarrollo; de

interferir

con el tratamiento del niño; de

guiar

a los padres; o en

general

de prevenir las neurosis, las psicosis

y

la

asocialidad.

Mientras

que

el

entrenamiento

reconocido

para

la terapia

psicoanalítica

prepara al analista

de niños para

llevar

a cabo

las primeras tareas

señaladas,

aún no se

ha

preparado

un

plan de

estudios oficial para

que

logre

cumplir todas

las

demás.

El

interés

en los

problemas del

pronóstico o

de la preven-

ción conduce

inevitablemente al estudio de

los procesos

men-

.

tales

normales opuesto

al

estudio

de

los patológicos, o a la

tran-

sición insensible entre los dos estados

que

concierne

al analista

de

adultos. Este conocimiento de lo

normal al que

Ernst

Kris

  1951)

denominó campo  subdesarrollado

o

 problemático

del

psicoanálisis,

se ha ampliado considerablemente

gracias a

las extrapolaciones teóricas

de

los hallazgos clínicos realizados

por Heinz Hartmann y Ernst Kris. También

se

debe mucho a

la

creciente importancia

de los principios y

presunciones de

la

psicología psicoanalítica

del niño dentro

del

pensamiento meta-

psicológico,

que  comprende

el campo total del desarrollo, nor-

mal

y

anormal

 :

Ernst

Kris, 1951, pág. 15).

El analista

de

adul-

tos

en su trabajo

clínico

tiene

poco

interés

en

el concepto

de

49

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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normalidad, excepto de manera marginal,

en

cuanto se refiere

al

funcionamiento

 en

el

amor

,

el sexo

y

en el buen rendi-

miento en

el

trabajo

 .

En contraste,

el analista de niños

que

considera el

desarrollo

progresivo como

la

función más esencial

de un

inmaduro,

está

profunda y centralmente

comprometido

con

la integridad

o el

trastorno, es

decir,

la

normalidad

o

anor-

malidad de este proceso vital.  

Como

ya

lo

he

indicado desde

hace

varios años  1945 se

puede eva luar el

grado

de

desarrollo

y las necesar ias indica-

ciones terapéuticas

en

el niño a través del escrutinio, por un

lado, de los impulsos libidinales y agresivos, y por

el

otro, del

yo y del superyó de la personalidad infanti l por

medio

de signos

que

indiquen,

según la

adaptación del yo, su precocidad o su

retardo. Con

la

secuencia

de

las fases de

la

libido y

una

lista

de las funciones del yo en el trasfondo de

su

mente, esta tarea

no

es

en

modo

alguno

imposible ni siquiera difícil de realizar

para

el analista de

niñ

os. Pero las indicaciones que así

se

ob-

tienen

son

más útiles para establecer el diagnóstico y

para

re -

velar

el pasado que para decidir las cuestiones relativas a lo

normal

o las perspectivas futuras, y

demuestran

de manera sa-

tisfactoria las formaciones y soluciones de compromiso que se

han

logrado

en

la personalidad

del paciente;

pero

no

incluyen

señales de cuáles son las

oportunidades que

existen

para

man-

tener,

mejorar

o disminuir su nivel de

rendimiento.

LA

TRASLACION

DE

LOS

HECHOS

EXTERNOS

A LAS EXPERIENCIAS

INTERNAS

Los analistas, en

la

medida

en

que se los considera expertos

en

niños,

deben enfrentar una mul ti tud

de interrogantes que

el público les plantea,

acerca

de la

crianza

de los niños y de

las decisiones

que

los padres

deben tomar en

relación con

la

vida de sus hijos y

que

pueden resultarles conflictivas.

El

hecho

de que las consultas se

refieren

a situaciones de la vida diaria

no

es razón para delegar las respuestas

en

quienes carecen de

entrenamiento

analítico

y

se ocupan

habitualmente

de

la

vida

mental normal  tales como los mismos

padres,

los pediatras, las

enfermeras, las maestras jardineras, las maestras , los funcio-

narios

de bienestar social, las autoridades educacionales, etc. ,

En efecto, los interrogantes planteados

circunscriben

precisa-

mente aquellos campos

en

que pueden aplicarse con gran

pr

vecho las teorías

psicoanalíticas

desde

el punto

de vista preven-

tivo. Los siguientes constituyen algunos ejemplos.

¿Debe

la madre cuidar en

forma exclusiva a su pequeño, y

la

madre

sustituta

significa un peligro

para

el desarrollo del

niño?

Si

el

niño está al

cuidado exclusivo

de

la

madre,

¿cuándo

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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puede comenzar a dejarlo

durante

cortos períodos

para

tomarse

un descanso o para atender

al

esposo, a los hijos mayores , a sus

propios

padres,

etc.? ¿Cuáles son

las

ventajas

de

amamantarlo

comparadas

con

la alimentación a biberón o de la alimentación

según

la

solicite el apetito

del

niño frente

al

sis tema de horarios

ríg idos de

comidas?

¿

Cuál

es la

mejor edad

para

comenzar

el

entrenamiento del control de esfínteres? ¿A qué

edad

es bene-

ficiosa

la inclusión de

otros adultos o niños como

compañeros

de

juegos?

¿Cuál

es la edad adecuada para su

ingreso al

jardín de

infantes?

Si

se requiere una intervención

quirúrgica

 hernia,

circuncisión, amigdalectomía, etc. y si existe

la

posibilidad de

elegir el momento, ¿es

mejor l levarla

a cabo

cuando

el niño es

muy pequeño o ya m

ayorcito?

¿Qué

tipo de

escuela  formal o

informal) es

más

adecuada

para qué

tipo de niño? ¿Cuándo

debe comenzar su educación sexual?

¿Existen edades

determi-

nadas para tolerar con mayor

facilidad

el

nacimiento

de un

hermano?

¿Qué

actitud tomar

frente

a

sus

actividades auto-

eróticas? ¿Debe

permitírsele

el

chupeteo

del dedo,

la mastur-

bación, etc.,

sin control

y ser ía vál ida la misma act itud

en

re-

lación con los juegos

sexuales

infantiles?

¿Debe permitirse

li-

bremente la expresión de agresión? ¿

Cuándo

y de qué manera

debe

informarse al

niño

adoptivo de su adopción? y

en

este caso

¿se les debe

hablar

de sus padres

verdaderos?

¿Cuáles son las

ventajas

y

desventajas

de las escuelas

para alumnos

externos

e internos? Y

finalmente, ¿existe un momento

específico

du-

rante el proceso de

la

adolescencia en el que sea conveniente

para

el

joven

 alejarse Anny Katan,

1937

de su

hogar

co-

rrespondiendo al distanciamiento emocional de sus padres?

Frente a cualquiera de estas preguntas,

aun

las que

en

apariencia

son

más

simples,

la

reacción

del

analista tiene un

doble carácter. Como resulta obvio, no basta con señalar que

no existen respuestas

generales

aplicables para todos los niños,

sino

solamente respuestas particulares que se adaptan a

un

niño específico; ni tampoco

que

no

pueden

basarse tales res-

puestas en la edad cronológica, dado que los niños difieren tanto

en la rapidez de su

crecimiento

emocional y social como en el

momento

en que

empiezan a

sentarse, caminar,

hablar, etc ., y

en

sus edades

mentale

s; o incluso

que

no es

suficiente

evaluar

el nivel del

desarrollo

del

niño

cuya conducta es consultada.

Consideraciones de este

tipo

constituyen sólo una parte de su

tarea y quizá sea

la más

simple. La otra parte, no menos esen-

cial, consiste

en

la

evaluación del

significado psicológico de la

experiencia o de

las

e

xigencias

a

las

que los

padres

intentan

someter al niño.

Mientras los padres consideran sus

planes

a la luz de

la

razón, la lógica y las necesidades prácticas, el niño los expe-

rimenta según su

realidad

psí

quica

, es

decir

de acuerdo con los

complejos, afectos,

ansiedades

y

fantasías

que

esos mismos

pla-

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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nes

origman y que

corresponden

a las dist in tas fases de su

desarrollo. La tarea

del

analista consiste

por

consiguiente

en

señalar a

los padres las discrepancias que

existen entre

la in

terpretación

del

adulto y la que hace el niño de

estos

hechos

explicándoles las formas y niveles específicos de funcionamiento

que son característicos de

la

mentalidad infantil.

CUATRO CAMPOS DIFERENTES ENTRE

EL NIÑO

Y EL ADULTO

Existen

varios

campos en la mente

del mno de

los que

parecen derivarse estos malentendidos de las acciones adultas.

Ante todo el punto de vista

 egocentrist

que gobierna

las relaciones del

infante con el mundo de los objetos.

Antes

de

que

haya

sido

alcanzada

la

fase

de

la

constancia objetal

el

objeto

es decir la persona que cumple las funciones de madre

no es

percibido

por el

niño como poseedor

de una

existencia

independiente

y

propia

sino sólo en

relación con

el

papel que

tiene

asignado

dentro del esquema de las necesidades y deseos

del niño. En consecuencia

todo

lo que sucede en el objeto o al

objeto se interpreta desde el punto de vista de la

satisfacción

o frustración

de

estos deseos.

Las preocupaciones

de la

madre

su interés

por

otros miembros

de la familia por el trabajo u

otras

cosas sus depresiones enfermedades ausencias incluso

su

muerte

son transformadas

en experiencias de

rechazo

y

deserción.

Por

la misma

razón

el nacimiento

de

un

hermano

se

interpreta como una

infidelidad

por

parte de los padres como

una

expresión

de la falta de

satisfacción

y

la crítica

de sus

padres hacia

su

propia persona; en

resumen

como un acto hos-

til al

cual

el

niño responde

a

su vez con hostilidad

y

desilusión

que

se expresa

a través

de

exigencias o en

un

retraimiento

emo

cional con sus consecuencias negativas.

Existe en

segundo

lugar la

inm urez

del  p r to sexu l

infantil

que no le

deja

al

niño

alternativa sino que lo fuerza

a traducir los hechos genitales adultos en pregenitales. Esto

explica

la

razón

de

que

las

relaciones

sexuales

entre

los

padres

se interpreten como escenas brutales de violencia y conduce a

todas las dificultades que resultan de

la

identificación con

la

supuesta víctima o el

supuesto agresor

que se revelan poste-

riormente en

la

incertidumbre

con respecto

a

su

propia

iden

-

tidad

sexual. Ello

explica

también como lo

sabemos

desde hace

mucho

tiempo

el

fracaso relativo

y la

desilusión de

los

padres

con

respecto a la

información

sexual

de

los hijos.

En

lugar de

aceptar

los hechos sexuales de la manera razonable con

que

se

les explica el

niño

no p úede

evitar

traducirlos

en

términos

que

concuerdan

con

su

experiencia

es decir

convertirlos

en

las

52

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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llamadas  teorías

sexuales

infantiles de

inse

m inac

ión

a través

de la boca   como

en

los cuentos), el nacimiento a

través del

ano, la castración de

la

mujer durante las relaciones sexua-

les, etcétera.

En

tercer lugar,

están

todas aquellas circunstancias

en

donde

la falta

de comprensión

por

parte

del niño

es

basada

no

en

su carencia absoluta de razonamiento, sino más

bien en

la

rel tiv de ilid d de los procesos secund rios del pensa-

miento

cuando

se comparan

con la

intensidad de los

impulsos

y las fantasías . Un niño pequeño, después

del segundo

afio de

vida, puede

entender

muy bien, por ejemplo, la importancia

de los hechos médicos,

reconocer

el rol beneficioso del médico

o del

cirujano,

la

necesidad

de tomar

las medicinas

al margen

de

su

sabor desagradable , de respetar cier tos regímenes die-

téticos o

hacer

reposo en cama, etc. Sólo

que

no podemos esperar

que se

mantenga esta

comprensión. A medida que la visita

de l médico o la operación se acercan ,

la

razón

naufraga

y

la

mente

del

niño se

inunda

de fantasías de mutilación,castra-

ción, asalto violento, etc. El hecho de que deba permanecer en

cama

se convierte

en

prisión, la

dieta en una

privación oral

intolerable; los padres que permiten

que

sucedan

todas

esas

cosas

desagradables

 en su

presencia

o

ausencia) cesan

de ser

figuras

protectoras y se convierten en hostiles, contra las cuales

el

niño descarga su hostilidad, enojo o agresión.

Finalmente

, existen

algunas diferencias

básicas y significa-

tivas entre

el

funcionamiento de

la

mente

infantil

y la del

adulto.

Menciono como

la

más representat iva la diferente eva-

luación

del

tiempo

en

las distintas edades. El

sentido

de

la

du-

ración

del

tiempo, largo o corto, de

un

determinado período,

parece depender de que la medida se tome por medio del fun-

cionamiento

del ello o

del

yo. Los impulsos

del

ello, por defi-

nición, no

toleran la

demora ni

la

espera; estas

últimas actitudes

son introducidas por el yo y, entre ellas, postergar la acción

 por interpolación de los procesos

del

pensamiento) es tan ca-

racterística como

la

urgencia de gratificación para el ello. La

manera como el

niño

experimente un

período

determinado

dependerá,

por

consiguiente, no sólo

de

su

duración

real

medida

objetivamente por el

adulto con

el

calendario

y el reloj, sino

de

las relaciones subjetivas

internas

del ello o

del

yo sobre

el

dominio

de

su

funcionamiento. Estos últimos factores decidirán

si los intervalos fijados

con respecto

a la

alimentación,

la

au-

sencia

de la madre, la duración de la

asistencia

al

jardín

de

infantes,

la

hospitalización, etc.,

le

parezcan co

rtos

o largos,

tolerables o intolerables, resultando por lo tanto nocivos o in

 

fensivoscon

respecto a sus consecuencias.

  Véase a este respecto Anna Freud   1952), Joyce Robert son

  1956) .

53

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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El

egocentrismo la

inmadurez

de la

vida sexual

la

prepon-

derancia de los derivados del ello sobre las respuestas del yo,

la diferente

evaluación

del tiempo son

características

de la

mente infant il

que

pueden

explicar muchas

de

las

insensibili-

dades aparentes de los padres, por ejemplo

su

dificultad para

trasladar los

hechos

externos a experiencias internas. En con-

secuencia la información de

los

padres

sobre

los

antecedentes

del

niño

en

las

entrevistas

diagnósticas es superficial y enga-

. ñosa. Los informes

pueden

contener

explicaciones

acerca  d e

una

batalla

en relación con la a limentación de pecho que duró

poco tiempo ;  del

rechazo

inicial

del

niño en el segundo

año

de

vida

de un susti tu to de la madre duran te la enfermedad de

ésta ; o del n iño

 que

desconoció a la

madre

momentáneamente

cuando ésta re to rnó de la

maternidad

con el nuevo bebé ; de la

 pasajera

infelicidad

del niño en el hospital etcétera,

Se requiere toda la ingenuidad

del

diagnosticador y algunas

veces

un

período

de tratamiento

analítico

para

poder

recons-

truir desde

las

descripciones

, los

conflictos

dinámicos que

yacen

detrás del cuadro clínico

superficial

y que a menudo son los

responsables

del cambio

de

curso

de la vida emocional infantil

desde la

relación

positiva,

el

cariño normal

hacia

los padres, al

retraimiento el resentimie

nto

y la hostilidad; del

sentimiento

de

haber

sido

altamente

apreciado al

de

ser rechazado como

un

objeto sin valo r

alguno

etcétera.

EL CONCEPTO

DE LAS LINEAS DEL

DESARROLLO

Para ofrecer respuestas

útiles a las consultas de los

padres

en

relación

con los problemas del desarrollo

las

decisiones ex-

ternas bajo consideración deben trasladarse a su significado

interno

lo cual

no

es posible, como

mencionamos más

arriba

si

se

consideran

aisladamente

el

desarrollo de

los

imp

ulsos y

del yo, aunque esto es

necesario

para el

propósito

de realizar

análisis

clínicos y disecciones t eó

ri

cas.

Hasta

ahora

en nuestra

teor

ía psicoanalítica las

secuencias

del desarrollo se han establecido solamente en relación con

ci

er

tos aspectos particulares circunscriptos de la pers

ona

lidad

del niño. Con respecto al desarrollo de los impulsos sexuales ,

por

ejemplo

poseemos la

secuenc

ia de las fases Iibid

inales

 oral ,

anal

fálica, período de

latencia pre

adolescencia, geni

talidad

adolescente) que a pesar de su considerable

supe

rposición,

2

Ejemplos tomados del

Servicio Diagnóstico

de

la Hampstead

Child-Therapy

Clinic

,

54

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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corresponden

de manera aproximada con

edades

específicas.

En relación con los impulsos

agresivos

somos menos

precisos

y por lo general nos contentamos

con

corre lacionar las expre-

siones agresivas específicas con las fases específicas de la libido

 tales como

morder

escupir y devorar

con

la- fase oral; las

torturas sádicas, golpear

patear

destruir con la fase anal; la

conducta arrogante dominante

con

la

fase

fálica;

la falta

de

consideración la crueldad

mental

las explosiones asociales con

la adolescencia, etc.) . Del

lado del

yo, las conocidas fases y

niveles del sentido de la realidad en la cronología de la activi-

dad

defensiva

y en el crecimiento del sentido moral establecen

una

norma. Los psicólogos miden y

clasifican

las funciones

intelectuales

por medio

de escalas de distr ibución relacionadas

con la edad en los diferentes

tests

de

inteligencia.

No hay duda de que necesitamos para realizar nuestras

evaluaciones

algo

más que estas

escalas seleccionadas

del

des-

arrollo

que

son vál idas

solamente

para

aspectos aislados

de

la

personalidad

del

niño y

no para su totalidad. Lo

que

buscamos

es la interacción básica entre el ello y el

yo

y sus dIs tmtos m :

v

eIe

s-dé- desarro

li

o , y

también

las

secuencias

de fas mismas  

acuerdo

con

la edad que   en importancia frecuencia y regula-

ridad

son comparables

con las secuencias de madurac ión

del

desarrollo

de la libido o

el

gradual desenvolvimiento de

las

funciones

del yo. Naturalmente es.tas secuenci?s

entre

los dos

aspectos

de la personalidad

pueden

determinarse

si

ambos son

bien conocidos, como sucede por

ejemplo

en re-

lación con las fases de la libido y

las

expresiones agresivas del

ello y las

correspondientes

actitudes de relaciones objetales del

yo .

Así

podemos

rastrear

las combinaciones

que

conducen desde

la

completa dependencia

emocional del niño hasta la compa-

rativa

autesuñciencia

madurez sexual y de relaciones

objetales

del adulto una

l ínea graduada

de desarrollo

que

provee la

base

indispensable

para la

evaluación

de la madurez o inmadurez

emocional la normalidad o la anormalidad.

Aunque

quizá

son

más difíciles de establecer

existen líneas

similares

de

desarrollo cuya validez puede demostrarse para

casi

todos

los

campos

de la

personalidad

individual. En cada

caso trazan el

gr

adual

crecimiento del

niño desde las

actitudes

dependientes irracionales determinadas por el ello y los ob-

jetos hac ia un mayor

control

del mundo in ter no y del externo

por el yo.

Estas

líneas a las que contr ibuyen

el

desarrollo

del

e

ll

o y

del

yo conducen por e

jemp

lo,

desde

las experiencias

del

lactante con la amamantación y el destete

hasta

la actitud ra-

cional, antes que

emotiva del

adulto

hacia

la

alimentación

;

desde el entrenamiento del control esfinteriano impuesto al

n iño por las presiones ambientales hasta el control más o

menos

integrado y establecido del adulto; desde la fase en que

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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el niño comparte la

posesión de

su cuerpo con la

madre

hasta

la exigencia

del

adolescente de

su independencia

y

propia deter-

minación en cuanto a

la

disposición de su cuerpo; desde el

concepto

infantil

egocentrista del mundo y de los otros seres

humanos hasta el desarrollo de sentimientos de empatía, mu-

tualidad y compañerismo con los otros niños; desde los

primeros

juegos de

carácter

erótico

con su propio cuerpo

y con

el

cuerpo

de su

madre a

través

de los objetos de

transición

 Winnicott,

1953 hasta los juguetes, los juegos, los ho i s y

finalmente

hacia

el

trabajo,

etcétera.

Cualquiera

que

sea el

nivel

alcanzado por el niño en algunos

de

estos aspectos, representa el resultado de la interacción

entre

el

desarrollo de los impulsos y el desarrollo

del

yo,

del

superyó y

de

sus reacciones frente a las influencias

del

medio,

es decir, entre los procesos

de

maduración, adaptación y estruc-

turación.

Lejos

de

constituir

aDsiracclOnes t eón cas,

as 1ñea

del desarrollo

en

el

sentido que aquí

se les

atribuye, son reali-

dades históricas

que

en

conjunto proporcionan un cuadro con-

vincente

de los logros de un

determinado

niño o,

por otro

lado,

de los fracasos en

el

desarrollo de

su

personalidad.

  rototipo de una línea del desarrollo desde la dependencia hasta

la autosuficiencia emocional

y

las relaciones objetales adultas

Para establecer el

prototipo,

hay una línea básica de desa-

rrollo sobre

la

que

han

dirigido

su

atención

los

analistas desde

las

etapas

iniciales.

Se

trata

de

la secuencia

que

conduce desde

la

absoluta dependencia del recién nacido de los cuidados de la

madre, hasta

la

autosuficiencia, material y emocional, del adulto

joven, para

la

cual las fases sucesivas

del

desarrollo

de la

libido

 o ral, anal, fálica

simplemente

forman la

base

congénita

de

.

maduración. Estas

etapas

han sido

bien

comprobadas en los

análisis

de adultos y de

niños

y también a través de la obser-

vación analítica directa

de niños, y se

pueden enumerar apro-

ximadamente

en

la forma

siguiente:

1.

La unidad

biológica de

la pareja madre-hijo,

con

el

nar-

cisismo

de la madre extendido al

niño, y

el hijo inclu-

yendo

a

la madre

como

parte

de

su mili u n r isist

interno  Hoffer, 1952 , período

que

además se subdivide

 de

acuerdo

con

Margaret Mahler, 1952 en

las

fases

autistas, simbióticas y

de separación-individuación con

ciertos riesgos específicos del

desarrollo

inherentes

a

.cada una

de

estas fases;

2. la

relación

anaclítica con

el objeto parcial

 Melanie

Klein o

de

satisfacción de las necesidades,

que está

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basada

en la

urgencia

de

las necesidades somáticas del

niño y en los

derivados

de los impulsos, y que

es

inter-

mitente

y

fluctuante,

dado que la catexis del objeto

se

l ibera bajo

el impacto de deseos

imperiosos

y es vuelta

a re tr ae r tan

pronto

como se los

ha satisfecho;

3.

la

etapa

de constancia objetal, que

permite el mante-

nimiento de una imagen interna  

positiva

del

objeto,

independiente de la satisfacción o no

de

los

4. la

relación

ambivalente de la fase

preedípica

sádico-

anal, caracterizada

por las

actitudes del

yo

de

depender,

torturar,

dominar

y

controlar

los

objetos amados;

5. la fase fálico-edípica completamente centralizada en el

objeto,

caracterizada

por una actitud posesiva hacia

el

progenitor del

sexo contrario

 o

viceversa),

celos por

rivalidad

hacia

el

progenitor

del mismo

sexo

, tende

ncia

a

proteger,

curiosidad,

deseo

de ser admirado

y

actitudes

exhibicionistas; en las niñas la relación fálico-edípica

 masculina) hacia la madre precede a la relación edí-

pica con el padre;

6.

el

período de latencia, es decir, la disminución postedí-

pica de la

urgencia

de los impulsos y la transferencia

de la

libido

desde la figura

paterna

hacia sus compañe-

ros, grupos comunitar ios, maestros,

líderes,

ideales im-

personales e

intereses

de obje tivo subl imado e inhibido ,

con fantasías que demuest ran la desilusión   denigra-

ción

a

su

respecto

  romance

familiar

,

fantas ías equi-

valentes, etcétera);

7. el preludio

preadolescente

de

la  rebeldía de la

adoles-

cencia ,

es decir, el retorno a conductas y

actitudes an-

teriores,

especialmente del

objeto

parc ia l, de la satisfac-

ción de las necesidades   del tipo ambivalente;

8. la lucha del adolescente por

negar,

contrarrestar, aflojar

y cambiar los vínculos con sus objetos infantiles, defen-

diéndose

contra

los impulsos pregenitales

 

finalmente

estableciendo la supremacía genital con la

catexis

Iíbí-

dinal

transferida

a los objetos del sexo

opuesto,

fuera

del

círculo

familiar.

Mientras

que

los detalles de estas

posiciones

han formado

par te durante mucho

tiempo del conocimiento común

en los

círculos analíticos,

su

importancia

en

relación

con

los problemas

prácticos está siendo investigada cada vez

más

en los

últimos

años. Por

ejemplo, con

respecto a las

controvertidas

consecuen-

cias

de la separación del niño de la madre, de los padres o del

hogar,

una

rápida mirada al

desenvolvimiento

de

esta línea

57

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de desarrollo será suficiente para demostrar de

manera

convin-

cente la razón de

reacciones comunes a

las respectivas

conse-

cuencias patológicas

frente a

hechos tan variados

como lo de-

muestra la

experiencia

y

que están relacionados con las reali-

dades psíquicas variables del niño

en los

diferentes

niveles

.

Las interferencias con

el

vínculo

biológico

de la

relación madre-

hijo

 fase

1), debidas

a

cualquier

motivo,

darán

lugar

a

una

separación de la ansiedad propiamente dicha  Bowlby,

1960) ;

la

incapacidad

de la

madre para

cumplir

con su rol como

orga-

nismo estable para

la satisfacción de

necesidades y para brindar

confort  fase

2)

determinará trastornos

en

el proceso de indi-

viduación  MahIer,

1952) o una

depresión anaclítica Spitz

,

1946) u

otras manifestaciones carenciales Alpert,

1959) o el

precoz

desarrollo

del yo James, 1960) o lo

que se ha denomi-

nado

un

 falso

yo Winnicott, 1955).

Las

re

laciones libidinales

insatisfactorias con objetos inestables

o

por cualquier razón

inadecuados durante

la

fase

de

sadismo

anal

 fase

4)

trastor-

narán

la fusión equilibrada entre la libido

y

la agresión

y darán

origen

a una agresividad, una destrucción, etc.,

incontrolables

 A. Freud, 1949).

Es solamente después

que se ha

alcanzado

la constancia objetal  fase

3)

que la ausencia

externa del

objeto

se

sustituye,

al

menos

en

parte, con la presencia de una imagen

interna que permanece estable; para

fortalecer

esta determi-

nación pueden

extenderse las

separaciones temporales, en pro-

porción al progreso de la constancia

objetal, Por consiguiente,

aun cuando sea imposible

señalar

la edad cronológica

en

que

pueden tolerarse

las

separaciones,

aquélla puede establecerse

de acuerdo con

la

línea

del

desarrollo cuando

las

separaciones

se

adecuen

al

yo

y

no sean traumáticas, un punto de importancia

prác tica en

relación

con las vacaciones de los padres, la hos-

pitalización

del niño, la convalecencia, el

ingreso al

jardín

de

infantes, etcétera.

También hemos

aprendido

otras lecciones de carácter prác-

tico gracias a

esta secuencia

del desarrollo,

tales

como

las

si-

guientes:

- que la actitud de marcado apego durante el segundo

año

de la vida

 fase 4) es

el resultado de la ambivalencia pre-

ed

ípica,

y

no

de

los

exage

rados mimos

maternales;

- que no es

realista,

por parte

de

los

padres, esperar

du-

rante el período preedípico

 hasta

el final de la fase

4)

las

relaciones objetales

mutuas que pertenecen sólo

al

siguiente

nivel de desarrollo  fase 5) ;

3 Si por

 duelo entendemos

no las diversas manifestaciones de

la ansiedad, la aflicción

 

la s

di

sfunciones que acompañan

a

la pér-

dida

del

objeto en sus fases inicia les, s ino

el

proceso doloroso y gradual

de la separac ión de la

libido

de la imagen interna, es

claro

que no

podemos espera r que esto ocurra antes de establecerse la constancia

objetal  fase 3).

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- que ningún niño se puede integrar completamente con

un grupo hasta que la libido se haya transferido

desde

los

pa-

dres a

la

comunidad  fase 6). Cuando

la

resolución

del complejo

de Edipo se

demora

y

la

fase 5 se prolonga como resultado

de

una neurosis infanti l, serán comunes los

trastornos

de adap-

tación al grupo, la pérdida de

interés, las

fobias escolares es-

colaridad diurna)

y

la

extrema

añoranza del hogar  alumnos

internos)

;

- que las reacciones en relación

con

la adopción son más

severas durante la

última parte

del

período

de latencia

 fase

6

cuando,

de

acuerdo con

el

proceso de desilusión

normal

de

los padres, todos los

niños

sienten como si

fueran

adoptados y

las

emociones

relacionadas

con la adopción real se mezclan

con

la

presencia del

 romance

familiar ;

- que las sublimaciones vislumbradas

en el

nivel edípico

 fase

5 y desarrolladas durante

el

período de latencia  fase 6

pueden

desaparecer en la

preadolescencia  fase 7 no a

través

de trastornos del desarrollo

o

de

la

educación,

sino

debido a

la

fase

que

corresponde a

la

regresión hacia niveles anter iores

 fases 2, 3 Y 4);

- que es tan antirreal por parte de los padres

oponerse

a

la l iberación del vínculo

existente

con

la

familia o a

la lucha

contra

los impulsos pregenitales

del

adolescente  fase 8 como

quebrar

el

vínculo biológico durante

la

fase 1 u oponerse a las

manifestaciones autoeróticas

pregenitales durante

las fases 1, 2,

3, 4 Y 7.

Algunas

líneas del desarrollo

hacia

la

independencia corporal

El hecho

de que el yo

del individuo comienza

inicialmente

y

sobre

todo como

un

yo corporal, no significa que él

niño alcanza

la independencia

en

cuanto al cuidado de

su

cuerpo

con

anterio-

ridad a su

autosuficiencia

emocional o moral. Al contrario:

la

posición narcisista de

la

madre

con

respecto al cuerpo de su hijo

coincide

con

los deseos arcaicos del niño de sumergirse en la

madre, y

la

confusión de los

límites corporales

que se der iva del

hecho

de que

en

las etapas vitales iniciales

la

distinción entre

el mundo interno

y

el externo

se

basa

no

en

la realidad objetiva,

sino

en

las

experiencias subjetivas de placer y displacer. Por

consiguiente, mientras que el

pecho

de la madre, su

cara,

sus

manos, su pelo

pueden

ser tratados  o maltratados) por el infante

como si fueran par tes de sí mismo, el hambre, el cansancio, la

falta de confort

del

niño le conciernen a

la madre en

igual me-

dida.

Aunque

durante

la

época de la primera

infancia

la vida

del

niño

está

dominada por sus

necesidades

corporales

y

deriva-

dos, la cantidad y

calidad

de

las

gratificaciones y

frustraciones

están determinadas no por el niño sino por

influencias

ambien-

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tales

.

Las únicas

excepciones a

esta reg la son las gratificaciones

autoeróticas

que desde

el

principio

están bajo su control y por

consiguiente le

conceden

una independencia limitada del

mundo

objetal. Contrapuestos

como lo demostraremos

más adelante se

encuentran los

procesos de la alimentación

del

sueño de la eva-

cuación

de la higiene

corporal

y

de

la

prevención

de daño o

enfermedad

procesos

que

deben

sufrir

un

complicado

y

largo

desarrollo antes de convert ir se

de

interés propio

del

individuo

en crecimiento.

 esde l l ct nci l liment ción r cion l

El niño debe superar una larga

línea

de desarrollo

antes

de

alcanzar

el punto en que es capaz por ejemplo de regular

de

modo activo y

racional la inges tión de al imentos tanto en

cantidad

como en

calidad de acuerdo

con

sus propias necesi-

dades y apetito y

de

manera

independiente de

sus

relaciones

con la persona que

lo

alimenta

y de

sus fantasías

conscientes

e

inconscientes.

Los

pasos

.

que sigue son aproximadamente

los

siguientes:

1.

La

etapa

de

la

lac tancia de pecho

a biberón según un

horario

fijado o de acuerdo

con

su exigencia con

las

dif icultades comunes debidas

en parte a

las

fluctuacio-

nes normales del

apetito

y a

los trastornos intestinales

y en parte a las act itudes y ansiedades

de

la madre ;

la

interferencia

en la satisfacción de sus necesidades

originada

por

períodos

de hambre

por

largas

esperas

para comer

por el racionamiento de la comida

o

por

la ingestión

forzada

de alimentos

que

determinan los

primeros trastornos   menudo perdurables-

en

la

relación

positiva

del niño

con

la

alimentación. El placer

en el chupeteo

aparece

como

un

predecesor

un

producto

colateral un sustituto

o una

interferencia con respecto

a

la alimentación;

2.

el destete

iniciado

por el niño

o

por la

madre. En

el

último caso y especialmente sí

tiene

lugar en forma

abrupta

la

protesta del

niño

por

la

privación

oral

pro-

duce resultados

negativos

con

respec to al

placer

normal

en la comida. Pueden presentarse dif icul tades con la

introducción de

sólidos

cuyos nuevos sabores

y consis

tencias se reciben con agrado

o rechazo;

3.

la

transición de que lo

alimenten

a comer por sí

mismo

empleando utensilios o no cuando comida y  mamá

aún

se

identifican

entre

sí ;

4. comer

por

sí solo

usando

cuchara tenedor etc.

con

el

desacuerdo de la

madre

acerca de la cantidad

a

menudo

 

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desplazado hacia

el problema de los modales en la

mesa;

las

comidas

como un

campo

de batalla

general

en el

que

tienen

lugar las dificultades de la relación madre-

hijo; el deseo ardiente por caramelos como una fase sus-

titutiva

adecuada

para

los

placeres

orales

;

el

rechazo de

ciertos alimentos como

resultado del entrenamiento

anal,

es decir,

de la recientemente adquirida

formación

reac-

tiva de disgusto;

5. la desaparición gradual de la razón

comida-madre

en

el

período edípico. Las act itudes ir racionales hacia la co-

mida

son determinadas ahora

por

las

teorías

sexuales

infantiles, es decir, las

fantasías

de la

inseminación

a

través de la

boca

 el

temor

de

ser envenenado ,

del em-

barazo

 el

temor de engordar ,

de los

partos anales  te-

mor

de

ingestión

y

evacuación , así

como

por

formacio-

nes

reactivas contra

el

canibalismo y el sadismo;

6. la gradual desaparición de la sexualización de la

comida

durante el período

de latencia, con abstención

o

con el

aumento del placer

que acompaña

al acto de comer. Al

aumentar las actitudes racionales hacia la comida y la

propia determinación en todo lo

que

a ella

concierne,

son

decisivas las primeras

experiencias

en esta

línea

de desarrollo para determinar

los hábitos de

la alimen-

tación

adulta,

los gustos, preferencias, así como las adic-

ciones ocasionales o las avers iones re lac ionadas con la

comida y la bebida.

Las reacciones del

infante

en la

fase

2 es

decir, el

destete

y la introducción de alimentos con sabores y

consistencias

nue-

vos reflejan por primera vez sus inclinaciones, bien

hacia el

progreso y la intrepidez  que ve con gusto todas las

experien-

cias

nuevas

o la tenaz

aferración

a los placeres ya existentes ·

 que hace que todos los cambios y nuevas experiencias

se

per-

ciban como peligros y privaciones . Cualquiera que

sea

la

actitud que domine los procesos de la alimentación, ésta también

ejercerá influencias importantes

en

otros

campos

del

desarrollo.

La relación comida-madre que persiste durante las

fases

1 a 4

fundamenta la convicción subjetiva de la madre de que

el

rechazo

del

niño hacia

la

comida está dirigido personalmente

en contra de ella, es decir, expresa e l rechazo del niño por la

atención

y los cuidados

maternos,

convicción que origina una

hipersensibilidad

durante los procesos

alimentar ios sobre

la

que

se

basan las batallas de la

alimentación con

respecto a la

madre. También explica

por

qué en estas

fases

el rechazo y

el

extremo

disgusto

demostrado con

respecto

a

ciertos alimentos

desaparecen

por la sustitucíón temporaria de la

madre

para

alimentar al

niño.

Entonces

los

niños comen

cuando están

en

 

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el hospital, en la escuela o de visita, sin que esto

varíe

en modo

alguno

las dificultades en el

hogar

a

este

respecto cuando la

madre está

presente

. También

esta

observación explica

la razón

de que

las separaciones traumáticas de la madre sean seguidas

a menudo por rechazos del alimento  rechazo

del sustituto

ma-

terno

o

por

excesos

alimen

tar

ios

 cuando

el

niño

consi

dera

a

la comida como un

sustituto

del cariño

maternal .

Los

trastornos de la

alimentación de la fase 5

que

no

están

relacionados con o

bjetos externos pero que

se

originan en

con-

flictos

estructurales

internos, no se

afectan por

la presencia .

o ausencia física de

la

madre,

hecho que

puede utilizarse para

establecer el diagnóstico diferencial.

Después de la fase 6,

cuando

la

personalidad madura

es

la

responsable de

la alimentación, las dificultades

previas

con

la madre pueden ser reemplazadas

por

un desacuerdo interno

entre

el deseo manifiesto

de comer

y

la incapacidad

inconscien-

temente determinada

de

tolerar

ciertas

comidas, es

decir

los

diversos

trastornos

digestivos y el disgusto por ciertos alimen-

tos, de carácter neurótico.

De l in ontinen i l ontrol de los esfínteres

Puesto que la finalidad

expresa de esta

línea de desarrollo

no es

la

supervivencia relativamente intacta

de

los

deriva

dos

de los impulsos sino

el

control, la modificación y

transforma-

ción

de

las

tendencias uretrales

y anales,

se pueden observar

claramente

los conflictos

entre

el

ello, el yo,

el

superyó

y las

fuerzas ambientales:

1.

La

duración de

la primera fase, durante la

cual

el n

o

tiene

completa libertad con respecto a la evacuación, se

determina no

por

el grado de

maduración

alcanzado, sino

por

influencias ambientales, es decir, por la decisión

materna de

interferir,

también a su vez presionada

por

necesidades personales, familiares, sociales y médicas.

En

las condiciones actuales,

esta

fase

puede durar

desde

unos pocos días  el

entrenamiento

comienza

inmediata-

mente

después

del nacimiento

y

está

basado

en

reflejos

condicionados hasta los dos o tres años el

entrenam

iento

basado en

la

relación

con

los objetos y en el control

del

yo .

2.

Encontraste con

la fase

primera,

la

segunda

fase

se

inicia por un

avance

en la maduración. El

papel

domi-

nante

en

la actividad de los impulsos se

traslada

desde

la zona

oral

a la

anal

y debido a

esta transición

el

niño

,

aumenta su

oposición a

cualquier

interferencia relacio-

nada

con sus emociones vitales.

En

esta fase, los

pro-

ductos

de la evacuación

se

encuentran grandemente

ca-

 

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tectizados con

la libido

y como se consideran objetos

preciosos el

niño

les otorga un

carácter de

 regalo q

ue

entrega a la madre como un signo de

amor;

puesto que

reciben también una carga agresiva, constituyen ins-

trumentos por

medio de los cuales se descargan

las

desilusiones

la rabia

y

la agresión

en las relaciones

con

los objetos. En correspondencia con esta doble carga

de estos productos, la

actividad

del niño hacia

el

mundo

objetal,

alrededor del

segundo año de

la

vida, está do

minada por la

ambivalencia, es decir

por

violentas

fluc-

tuaciones

entre

el

amor

  el odio  libido y agresión

no

. fusionadas entre

sí).

Este hecho

está

equiparado

con

respecto al yo por la curiosidad dirigida hacia el interior

del organismo, por el placer en la suciedad  

el

desorden 

en modelar, en los

juegos de

retención

como

vaciar y

llenar,

acumular

objetos as í como dominar,

poseer,

des

truir,

etc.

Mientras que

las

tendencias

observadas

du-

rante

esta

fase son bastante uniformes, los hechos reales

varían de

acuerdo con

la actitud de la

madre.

Si man-

tiene

su

sensibilidad con respecto a las necesidades

del

niño con las que

está

tan identificada como en lo refe-

rente a la alimentación, entonces podrá media r

hábil-

mente

entre las exigencias higiénicas del medio y

las

tendencias uretrales o anales opuestas

de

su niño; en este

caso

el

entrenamiento

del

control

esfinteriano

progresará

gradualmente, con tranquilidad y

sin

trastornos. Por

otra

parte , establecer esta empatía

con

el niño durante

la fase anal

puede se r

imposible para la madre debido

a

su

propio

control

de esfínteres, sus

formaciones reac-

tivas

de disgusto la

tendencia

al orden, la minuciosidad

u otros elementos obsesivos en

su

personalidad.

Si estos

elementos la dominan, la

madre

impondrá las exigencias

para

el

control esfinteriano de manera

severa

y s

in

concesiones

dando

origen al comienzo .de una batalla

en la que

el

niño está tan determinado a defender su

derecho a

evac

uar caundo lo desee como la m

adre en

entrenarlo

para

que

logre

la

limpieza

y

la regularidad,

es decir, los rudimentos sine qu a non de la sociali

zación.

3. En

una tercera

fase

el

niño acepta e

incorpora

las

acti-

tudes de

la madre

y el

ambiente

con respecto al

entre-

namiento esfinteriano convirtiéndolas por medio de iden-

tificaciones, en

una parte

integral

de las exigencias de

su

yo

y superyó; desde

ese

momento

en adelante

el

control

de esfínteres será un precepto interno y se crea-

rán

barreras

internas contra los deseos uretrales y

ana-

les

a

través

de

la actividad

defensiva

del

yo

en

las for-

 

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mas famil iares bien

conocidas de

represión

y

forma-

ciones reactivas.

La repugnancia,

el orden,

el

aseo, el

disgusto por las manos sucias, etc.,

protegen contra

el

retorno de

lo reprimido; la

puntualidad,

la escrupulo-

sidad

y

la fidelidad son productos laterales de

la

regu-

laridad anal; la

inclinación

al ahorro

y a coleccionar

son evidencias del alto

valor

de

las

materias

fecales

desplazado

hacia

otros objetos.

En

suma, en este período

tiene

lugar

la

modificación y

transformación de largo

alcance

de

los derivados

de

los impulsos

pregenitales

anales

que

  s i se mantienen dentro

de

límites norma-

l s suministran a

la personalidad

una

estructura de

cualidades sumamente valiosas.

Es importante recordar, en relación

con

estos

pro-

gresos,

que

se

basan

en identificaciones e

internaliza-

ciones y como tales, no son

totalmente

seguros antes

de

 

l:esCllu.d6n

del

cample a

<le

 E<li po

El

control anal

preedípico permanece vulnerable  

en

especial al co-

mienzo de la te rcera

fase

depende de los objetos y de

la

estabil idad de

las relaciones positivas del

niño

con

ellos. Por ejemplo, el niño

que

se entrena en el uso

del

orinal

o del

inodoro

en su

casa

no quiere utilizarlos en

lugares

extraños, lejos de

la

madre. Un niño

que

está

seriamente

desilusionado

de su madre

o

separado de

ella, o

que

sufre de cualquier

forma de

pérdida de

objeto

puede no sólo perder la apetencia

internalizada

de estar

limpio, sino que puede reactivar el empleo agresivo de

la incontinencia.

Ambas

tendencias,

conjuntamente,

pue-

den originar

incidentes

de incontinencia que se

consi-

deran

como accidentes .

4. Sólo durante la

cuarta

fase

se asegura por

completo el

control

de

los esfínteres, cuando éste ya no

depende de

las relaciones objetales y alcanza el estadio

de

intereses

totalmente neutralizados

y autónomos

del

yo

  del su-

peryó.

De

l irrespons ilid d h ci l respons ilid d

en ei cuui do corpor l

La satisfacción de las necesidades fí sic s esenci les t les

como la alimentación y la evacuación 5 que permanece durante

años bajo el

control externo

y

que surge tan lentamente,

co-

rresponde

con la manera lenta y gradual con que el niño asume

la

responsabilidad del

cuidado

 

la

 9ratecci..6n. de  i> J }>l:Cl }>\ Cl

4 Véase H. Hartmann  1950 b) sobre la  autonomía secundaria

del

yo .

5

También

el sueño.

64

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cuerpo contra posibles

daños.

Como ya

lo

he descripto en detal le

anteriormente  A. Freud

1952) ,

el

niño

que está bien atendido

por su madre deposita

en

ella la

mayoría de

estos

cuidados

,

mientras

adopta act itudes indiferentes

y desinteresadas o

de

absoluta indiferencia

,

como un arma que utiliza

en

las batallas

contra su madre.

Sólo

el niño

que

no

disfruta

de

una

adecuada

atención maternal

o

el

huérfano

adoptan

el

rol de

la

madre

en lo

que

se

refiere

a

los hábitos higiénicos saludables y

juegan

 a la mamá con sus

propios

cuerpos

como los

hipocondríacos.

Con respecto

a

la línea de desarrollo positivo

y

progresivo

también

aquí existen varias

fases

consecutivas que deben dis-

tinguirse

entre sí, aunque

nuestro

conocimiento

actual no

es

tan detallado

como en

otros

campos.

1. Durante

los

primeros meses  

debido

al progreso

de

maduración la agresión

se

dirige desde el propio

cuerpo

hacia el mundo exterior. Este

paso

vital limita

la

auto-

lesión por morderse rasguñarse

etc., aunque

también

pueden observarse indicios

posteriores

de estas tenden-

cias en

muchos

niños, como

remanentes de esta

fase.

El progreso normal

se

debe

en

parte

al

establecimiento

de barreras contra el

dolor, en

parte

como

la respuesta

del

niño a

la catexis

libidinal

de la

madre

con respecto

a su cuerpo

con una

catexis

narcisista de

sí mismo  se-

gún

Hoffer

,

1950).

2. A

continuación se producen avances

en

el funcionamien-

to

del

yo,

tales

como

la

orientación

en el mundo exterior

,

la comprensión de causa

y efecto,

el

control

de

deseos

peligrosos en beneficio

del principio de la realidad.

Junto

con las

barreras

contra el dolor

y

la catexis

narcisista

del cuerpo estas funciones

del

yo

reciente-

mente

adquiridas pro tegen a l

niño

de

los

peligros ex-

ternos tales

como

el

agua

,

el

fuego,

las

alturas

, etc.

Pero

existen muchos

casos

en los cuales -debido

a

la defi-

ciencia de cualquiera de estas funciones

del

y este

progreso

se

retarda

y

el niño permanece vulnerable

y

expuesto

si

no es

protegido por

los adultos.

3.

La última fase normalmente está

caracterizada

por la

aceptación voluntaria de

las

reglas de

higiene

y

sani-

tarias. En

lo

que

concierne

a

evitar alimentos

nocivos,

a

comer

en

exceso

y a mantener

el cuerpo

aseado

no

es

concluyente

desde

que las act itudes importantes en este

sentido pertenecen

más bien a

las vicisitudes de

los

6 Estos remanentes no deben confundirse con el

posterior

 vuelco

de la agresión contra sí mismo que no constituye

una

deficiencia de

la

maduración sino un

mecanismo

de

defensa

utilizado

por

el yo bajo

el impacto

de

conflictos.

 

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componentes instintivos orales y anales   que a

esta

línea

de desarrollo.

Esta

situación

es diferente

con

respecto a

la

salud y a

la

obediencia

de las

órdenes

del

médico

sobre la ingestión de medicinas o restricciones motrices

o

dietéticas.

El miedo el sentido

de

culpa la angustia

de

castración

pueden

por

supuesto

motivar

a

todo

niño

a

cuidar

 es decir

temer la

seguridad de

su cuerpo.

Cuando no están bajo la influencia de estos factores 

los niños normales son

irresponsables

  rebeldes en lo

que

a la

salud se

refiere. A juzgar por

las frecuentes

quejas

de las madres

los niños se comportan como

si

consideraran un derecho personal el poner en peligro

su

salud mientras que le dejan

a

la madre la responsa-

bilidad

de

protegerlos y sanarlos actitud ésta que a

menudo

persiste

hasta el final de la adolescencia   que

quizá represente

los

últimos vestigios de la simbiosis

original

entre madre

e

hijo.

 tros ejemp

los

de líneas del des rrollo

Hay muchos otros ejemplos de líneas de desarrollo como

las dos descriptas más arriba de las que el analista conoce cada

paso y

que pueden

seguirse sin dificultad

bien

hacia

de trás por

medio de la

reconstrucción del cuadro adulto

  o

hacia

adelante

por medio de la

exploración analítica longitudinal

y la obser-

vación del niño.

 esde el egocentrismo l comp ñerismo

Cuando se describe el desarrollo infan til en este aspecto

se

puede

establecer

la

siguiente

secuencia:

1. Una

perspectiva egoísta y narcisista

orientada

hacia

el

mundo objetal en la que los otros niños no figuran en

absoluto o son percibidos

solamente

en sus roles como

perturbadores de la

relación

madre-hijo y como rivales

en el

amor

de

los

padres

.

2.

Los

otros niños considerados como objetos inanimados

es decir como juguetes

que

pueden ser

manipulados

 

maltratados buscados

o

descarta

dos

según

sus

estados

de

humor

sin esperar respuesta positiva o negativa a

este tratamiento.

3. Los otros niños considerados como colaboradores para

realizar una actividad determinada tal como

jugar

cons-

t ruir destruir cometer travesuras  etc.

La

duración de

esta sociedad está

determinada

por la

tarea

a realizar

 

es

secundaria

a

ell

a.

 

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4. Los otros runos considerados como socios y objetos con

derecho propio

a

quienes

el

niño

puede admirar , temer

o competir

con

ellos, a los cuales

ama

u odia,

con cuyos

sentimientos se identifica ,

cuyos

deseos reconoce y a

menudo respeta, y

con

quienes  puede compart ir pose-

siones

sobre

una

base

de

igualdad.

Durante

las

primeras

dos fases,

aun

cuando el bebé sea

estimado

y tolerado por los hermanos mayores, es asocial por

necesidad, a

pesar

de todos los esfuerzos que

realice

la

madre

en sentido

contrario; puede to lerar la vida

comunitaria

con

otros niños

en esta

etapa, pero no será provechosa. El tercer

estadio

representa e l requerimiento

mínimo de socialización,

bajo la

forma de aceptación de los

hermanos dentro

de

la

co-

munidad hogareña o de ingreso al jardín de infantes integrando

un

grupo

de su misma edad. Pero sólo

la

cuarta

fase

equipa al

niño

para

el compañerismo

y

para

entablar

amistades

y

ene-

mistades

de

todo tipo y duración.

 esde el cuerpo h ci los ju u t s

y

desde el juego

h ci el tr b jo

1. El

juego

es al principio una actividad que proporciona

un placer erótico,

comprometiendo

a la boca, los dedos,

la

visión,

la

total superficie de

la

piel. Se lleva a cabo

en el

propio cuerpo  juego autoerótico o en

el

cuerpo

de la madre  por

lo

general relacionado con

la

alimen-

tación

sin

que

exista

una

clara

distinción

entre estos

dos campos ni un

orden

o precedencia al respecto.

2. Las propiedades

del cuerpo

de la

madre

y del niño se

transfieren a ciertas

sustancias

de consistencia

suave

ta-

les como un

pañal,

una

almohada,

una

alfombra,

un

osito

de

felpa, que

sirven

como

primer

objeto de

juego

,

un

objeto

de t ransic ión según Winnicott , 1953) catee-

tizado .tant o por la libido narcisista como por la objetal.

3.

El

apego a

un

objeto de transición específico

se

desarrolla

en

un

interés menos discriminado

por

juguetes suaves

de

varios

tipos que, como objetos simbólicos, son

acari-

ciados y maltratados

alternativamente

  catectizados

con

li bido y agresión .

Al ser

objetos inanimados y

por

lo

tanto sin reacciones, permiten al

niño

de dos años

ex

-

presar la gama

completa

de su

ambivalencia hacia

ellos.

4. Los

juguetes

suaves desaparecen gradualmente, excepto

para

dormir,

mientras que, como objetos de

transición,

siguen

facilitando el pasaje del

niño desde

la participa-

ción activa

en

el

mundo exterior hasta

el

retraimiento

n

arc

isista

necesario

para

lo

grar

el

sueño

.

 

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Durante el día son reemplazados cada vez en ma-

yor proporción por mater ial de juegos que no posee en

sí mismo

el

estado

objetal pero que sirve

a las activi-

dades

del

yo y a las

fantasías

subyacentes.

Estas

activi-

dades

gratifican

de manera directa un componente ins-

tintivo

o están investidas con energía

instintiva que

ha

sido

desplazada

y

sublimada,

y

cuya

secuencia cro-

nológica es

aproximadamente

la siguiente:

a

juguetes que ofrecen

la

oportunidad para ciertas

ac-

tividades del

yo como

llenar-vaciar, abrir-cerrar,

en-

castrar,

revolver,

etc. y cuyo

interés

se desplaza

desde los orificios

del

cuerpo y sus funciones;

b juguetes que

pueden rodar y

que contribuyen al

pla-

cer de la motricidad que experimenta el niño;

e

materiales de construcción

que

ofrecen

iguales opor-

tunidades

para

construir

y destruir  en correspon-

dencia con las tendencias ambivalentes de

la

fase

sádico-anal ;

d

juguetes que sirven para expresar tendencias

y ac-

titudes masculinas

y femeninas utilizados:

1. en juegos solitarios en los

que

el niño

gusta

repre-

sentar

un

papel

determinado,

2. para actividades exhibicionistas con el objeto edí-

pico

 sirviendo

al exhibicionismo fálico ,

3.

para la

escenificación

de

situaciones

variadas del

complejo

de

Edipo

en el

juego del grupo  siempre

que se haya

alcanzado la fase 3

de la línea

de

desarrollo

hacia

el

compañerismo .

La expres ión de

la

masculinidad puede lograrse

a

través

de

actividades

del

yo tales como la gimnasia y

la acrobacia en las que todo su cuerpo y su manipula-

ción habilidosa

representan, exhiben

  proveen el

placer

simbólico

de

actividades y

destreza

físicas.

5.

La

satisfacción

directa

o

desplazada obtenida de la

mis-

ma

actividad lúdica

va dejando

cada

vez

más lugar

al

placer por el producto final de las actividades

que

ha

sido

descripto en la

psicología académica como

el placer

de

la tarea cumplida, del

problema

resuelto, etc. Para

algunos

autores

esto

constituye un requisito

indispensa-

ble para lograr un

buen

rendimiento

escolar  Bühler,

1935 .

La manera exacta

en

que

este

placer

de la tarea

cumplida está

ligado con la

vida instin tiva del

niño es

aún un problema no resuelto

en

nuestro

pensamiento

teórico aunque

parecen

claros varios

factores

operantes,

 

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tales como la imitación y la identificación

en

la

relación

madre-hijo inicial

la

influencia

del

ideal del yo el vuelco

pasivo

a activo

como

un mecanismo

de

defensa y adap-

tación, la apetencia interna hacia la maduración, es

decir,

hacia

el

desarrollo

progresivo.

El placer en el

logro 

ligado solamente

de manera

secundaria

con las relaciones objetales

y

presente

en

todos los bebés como una capacidad latente, se demues-

tra de

manera

práctica con el método

de

Montessori.

En este

método

de

jardín

de infantes,

el material de

juego

se selecciona para brindar al

niño

la

mayor can-

tidad posible

de

autoestima y gratificación al completar

una tarea o resolver un problema independientemente,

y se puede observar

que

los

niños responden

de

manera

positiva a estas

oportunidades casi

desde el segundo año

de la vida en adelante.

Cuando esta

fuente de gratificación

no

se conecta

en el mismo grado

con

la ayuda de determinadas dispo-

siciones externas, el placer que se deriva de

su

logro

permanece directamente conectado

con el

elogio y la

aprobación

brindada

  r

el

mundo

de los

objetos;

 

la satisfacción por el

producto

obtenido

ocupa

un lugar

preponderante sólo en una fecha posterior , probable-

mente

como resultado

de la

internalización

de las fuen-

tes externas que regulaban la autoestima.

6. La

capacidad

lúd ica se convierte en laboral cuando se

adquieren varias

facultades complementarias

como:

a

el control,

la inhibición

o

modificación de

los  mpul

sos

para utilizar

determinados materiales

de

manera

agresiva o destructiva  s in arrojar los,

desbaratarlos,

revolverlos, acumularlos y

emplearlos

en forma po-

sitiva

y

constructiva

 construir, planificar, aprender,

y

  n

la vida en comunidad-e- compartir ;

b

llevar

a cabo planes preconcebidos con una

mínima

relación

de

ausencia

de

placer inmediato, las frus-

traciones

que pudieran surgir, etc. y el mayor interés

por

el placer

en

el desenlace final;

e

lograr, por

consiguiente, no sólo

la

transición

desde

el placer ins tint ivo primitivo hacia

el

placer subli-

mado

junto con un alto grado de neutralización de

la energía empleada, sino

también

la

transición

desde

el principio del p lace r hacia el principio de la reali-

7

Intentamos aquí

no

una

definición

del trabajo

con todos

sus

significados

sociales y psicológicos

sino

una simple descripción de los

progresos en el desarrollo

del

yo y el control de los impulsos que se

asemejan a los requisitos previos

necesarios

para toda

adquisición

indi-

v idu al de la capacidad

de trabajo.

 

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dad

una

evolución

que

es

esencial

para desempeñar

con éxi to el

trabajo durante

el estado de latencia,

en

la adolescencia y en la madurez.

De

la l ínea del desarrollo

corporal hacia el juguete y desde

el juego hacia

e l trabajo,

basados especialmente

en

sus fases

posteriores

  se

deriva

una

cantidad

de

importan

tes

actividade

s

para el

desarrollo

de la

personalidad,

tales como el soñar des-

pierto, las

aficiones  hobbies y ciertos juegos.

Soñar despierto:

Cuando

los juguetes y

las actividades re-

lacionados con los deseos van desapareciendo

en la profun-

didad, éstos

que

al principio se

ponían

en acción

con

la

ayuda

de objetos materiales, es decir eran satisfechos en el juego 

pueden elaborarse en

la

imaginación en forma de ensoñaciones

conscientes fantasías que pueden persist ir hasta

la

adolescencia

y

aun en etapas posteriores.

Juegos estructurados:

El origen de muchos juegos deriva

de las actividades grupales imaginativas durante el período ed í-

pico

 véase la

fase 4 d

3

del cual se desarrollan

en

expresiones

altamente formalizadas y simbólicas de tendencias hacia

el

ataque

agresivo

la

defensa

la

competencia, etc.

Desde que

están

gobernados por reglas inflexibles   s que deben some-

terse los participantes, los niños no pueden participar en ellos

hasta tanto no hayan adquirido algún grado de adaptación a

la

realidad y

cierta

tolerancia a las frustraciones y natural-

mente,

nunca

antes

de

haber alcanzado

la

fase 3 de

la línea

de

desarrollo

hacia el compañerismo.

Los juegos pueden

requerir

un equipo especial  no

ju-

guetes

y en razón de su valor simbólico fálico por

ejemplo

masculino-agresivo

son

altamente

valorados

por

el

niño.

En

muchos juegos

de

competencia el

propio

cuerpo y

la

destreza del niño se

desempeñan

como

instrumentos

indispen-

sables.

La eficiencia y el placer lúdicos son por consiguiente lo-

gros

de

naturaleza

compleja

que dependen de la

contribución

de

muchos campos

de la

personalidad infant il, tales como la

dote y

la integridad

del

aparato

motor,

una

catexis posit iva del

cuerpo

y

sus

capacidades

la

aceptación

de

compañerismo

y

actividades de grupo, el

empleo

positivo de la

agresión contro-

lada al servicio de la ambición etc. De manera

correspondiente,

la

función

en

estas

áreas está

abierta a

un gran número de

trastornos

que pueden originarse

por

dificultades e insuficien-

cias en

el

desarrollo

de cualquiera de ellas así como de

las

inhibiciones en determinadas fases del desarrollo de

la agresión

anal

y

de la

masculinidad fálico-edípica.

Aficiones: En la mitad del camino entre el

juego

y

el

tra-

bajo se

encuentran

los hobbies

que tienen

ciertos caracteres

70

 

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comunes con

ambas actividades. Con el juego

comparten

las

siguientes características:

a de ser emprendidos con propósitos placenteros y con

un

relativo desprecio a

las presiones

y necesidades

ex-

ternas;

b

de perseguir

fines desplazados, es decir, sublimados pero

que

no se

encuentran muy

alejados de la gratificación

de

impulsos eróticos o agresivos;

e de perseguir estos fines

con

una combinación de ener-

gías

instintivas

no

modificadas

y

en

distintos

estados

y

grados

de

neutralización.

Las aficiones aparecen por vez primera al comienzo del

estado de latencia  colecciones, · investigaciones primarias, es-

pecialización de

intereses , sufren todo

tipo

de modificaciones

de contenido,

pero

persisten bajo una forma específica de ac-

tividad

a lo largo

de toda la existencia.

  correspondenci

ntr

l s líne s

  l

des rrollo

Si examinamos en

detalle

nuestras nociones

con respecto

a

la

normalidad

descubriremos

que

esperamos

una estrecha co-

rrespondencia de crecimiento

entre

las distintas líneas de des-

arrollo.

En

términos clínicos, esto

significa que

para

tener

una

personalidad armoniosa el niño que

ha alcanzado

un nivel espe-

cífico en

la secuencia

hacia la madurez

emocional por

ejemplo,

coñstáiicía

objetal debería

haber

alcanzado

los

niveles corres-

pondleñtes

en -el

desarrollo

hacia la

independencia corporal

 tales

como el control de

esfínteres,

el

debilitamiento de los

vínculos

entre

la alimentación y la madre , en

la

l ínea hacia

el compañerismo, el juego constructivo, etc. Mantenemos

la

esperanza

de esta norma

a

pesar

de

que la

experiencia

nos pre-

senta

muchos

ejemplos opuestos.

Indudablemente

que un gran

número de niños se ajustan a una pauta muy irregular de cre-

cimiento. Pueden haber

alcanzado un alto

nivel

en

algunos as-

pectos

 madurez

de las relaciones emocionales, independencia

corporal,

etc.

mientras que están

at.rasados

en otros

 conti-

núan apegados a los

objetos

de

transición,

a los

juguetes afel-

pados, o

en el

desarrollo

del

compañerismo quizá persistan en

tratar a sus

compañeros

como

molestias

o como objetos inani-

mados .

Algunos hiñas

están

bien

desarrollados

en

cuanto a los

procesos secundarios del pensamiento,

la verbalización, el jue-

go,

el t rabajo

y

la

vida

en el

grupo

mientras

que permanecen

en

un

estado de dependencia con relación al manejo de

sus

procesos

corporales,

etcétera.

Esta

carencia

de

equilibrio

en

las l íneas

del

desarrollo

ori-

gina

suficientes

dificultades en

la

niñez como

para

justificar

 

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una investigación más deta llada de las circunstancias que las

motivan especialmente en 10 que concierne a la

medida

en que

intervienen

los factores congénitos   ambientales.

En

todos estos casos

nuestra

tarea no consiste

en

aislar

estos

dos factores y

en atr ibuir

a cada uno un determinado cam-

po de influencia sino

en

trazar sus interacciones

que pueden

describirse

de

la

siguiente manera:

Suponemos

que en todos

los

niños

de constitución

normal

y sin daño orgánico las líneas de desarrollo a que

nos hemos

referido más arriba están incluidas

en

su constitución como

Posibilidades ·nherentes . Lo

que la

constitución d

etermi

.na en .

el

campo

de

ello son nafiifálmente las secuencias de

la ma

 

_de .la libido y a agf sió ;] el ca:rr:po

del yo CIertas tendencias innatas no tan

claras

  tan

bien

estúdíadas hacia

la

organización defensa   estructuración;

qui-

zá también aunque a

este

respecto sabemos

menos

aún

algunas

 .

diferencias cuantitativas determinadas del

énfasis

en el pro-

greso en

una dirección

TI resto es

decir

aquello que se-

lecciona determinadas líneas

especiales durante el

desarrollo

 

tenemos

que

buscarlo

en las

influencias accidentales del am-

biente. En

el

análisis de niños mayores y en las reconstruccio-

nes de los análisis de adultos hemos encontrado

estas

fuerzas

formando

parte de

la

personalidad de los padres de sus accio

nes e ideales la atmósfera

familiar

el impacto del medio

cul-

tural

en su

totalidad.

En la

observación analítica

de

los niños

pequeños se ha

demostrado

que son los intereses y predileccio-

nes

individuales

de

la

madre los que

actúan

como

estimulantes.

En

las

etapas vitales

iniciales

por

lo

menos

el

niño parece

concentrarse

en

el

desarrollo

a lo largo de aquellas líneas

que

.reciben más ostensiblemente una

respuesta

de cariño   apro-

bación por parte de

la

madre es decir

el placer

maternal es-

pontáneo con

respecto a los logros

del hijo

y en contraposición

la negligencia hacia o tras líneas

para

las que

no

existen

estas

manifestaciones de

aprobación

y placer.

Esto significa

que las

actividades que

la

madre aplaude son repetidas con mayor fre-

cuencia reciben una carga libidinal y

son

por consiguiente

mu-

cho más est imuladas hacia un desarrollo completo.

Por

ejemplo

parece

haber

diferencias

en cuanto

a

la edad

en que el

niño

comienza a hablar y en

la

calidad de la verba-

lización

inicial

si la madre

por

razones de su propia estruc-

tura personal se

relaciona

con su

niño

no a través de canales

corporales

sino hablándole.

Algunas

madres no encuentran

pla-

cer

en la

creciente tendencia a

l a aventura

y

en la turbulencia

corporal

del

niño y sus momentos más Íntimos y felices

trans-

curren cuando

el niño

sonríe.

Hemos

visto por lo

menos

una

madre cuyo

niño

sonreía

con

exceso en sus contactos con

el

ambiente. No

ignoramos

que el contacto inicial con la madre

a

través

de

su

canto fiene

consecuencias sobre

las actitudes

72

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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posteriores

hacia la

música y

puede promover aptitudes

musi-

cales especiales. Por otra

parte,

el desinterés pronunciado

de

la

madre

por el cuerpo

de su

niño y en el desarrollo

de su

motricidad puede

tener como resultado

que

el niño

sea torpe

y falto de gracia en sus movimientos etcétera.

Mucho

antes de

estas observaciones infantiles el psicoaná-

lisis

ya

conocía

que las

depresiones de

la

madre

durante

los

dos p

rimeros

años de

vida del

niño crean

en

éste

una tendencia

a la

depresión  aunque quizá

no

se manifieste hasta

años

muy

posteriores . Lo

que

sucede es

que

estos niños logran

un senti

-

miento

de unidad y armonía con la

madre no

por medio

de

los progresos en

su

desarrollo sino reproduciendo en sí mismos

el estado de ánimo de

la

madre.

Todo esto

no

significa sino

que las

tendencias, inclinacio-

nes predilecciones  incluyendo la

tendencia

a la depresión a

las actitudes

masoquistas,

etc

.

que

se

encuentran

en todos los

seres humanos pueden erotizarse

y

estimularse

a

través del

es-

tablecimiento

de

vínculos emocionales entre el niño y

su

primer

objeto.

El desequilibrio entre las l íneas del desarrol lo as í originado

no

tiene

carácter patológico. La falta

moderada

de armonía

prepara el te rreno para las

innumerables

diferencias que exis-

te

n

entre

los individuos

desde edad temprana,

es decir

producen

una cantidad

de

v ri iones

de

l norm lid d que debemos te -

ner en cuenta.

Aplicaciones

El ingreso al jardín de infantes como

  mp

lo

Para retornar

a los

problemas

y los

interrogantes

plan-

teados

por

los padres

que

mencionamos más arriba :

Con los

argumentos

previos

in m nt

el

analista

de niños

no necesita responderlos basándose en

la

edad cronológica factor

que en

psicología no es

concluyente;

o

en la comprensión

inte-

lectual del niño de una situación determinada, que

es

un

con-

cepto diagnóstico

unilateral.

En

su

reemplazo

puede considerar

las diferencias

psicológicas básicas

entre la

madurez

y

la

inma-

durez

según las líneas

del

desarrollo.

La

disposición

con que

el niño

tiende

a enfrentar hechos

tales

como

el nacimiento de

un

nuevo hermano,

la hospitalización el ingreso a la escuela

etc. se

considera entonces como el resultado directo del

pro

-

greso

de su

desarrollo en todas

las l íneas

que están relaciona-

das con esa experiencia

específica.

Si

se

han

cumplido las etapas

adecuadas

las circunstancias tendrán un

resultado

beneficioso

y constructivo para el niño; en caso

contrario,

sea en todas o

sólo en algunas de las líneas el niño

se sentirá perplejo

y opri-

mido y

ningún

esfuerzo de los

padres, maestros

o

enfermeras

73

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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podrá prevenir

su

inquietud, su

infelicidad

y

su sentimiento

de fracaso, que a

menudo asumen proporciones

traumáticas.

Este  diagnós tico del niño normal puede ser ilustrado

con

un ejemplo práctico, tomando  uno entre tantos el problema

de

señalar

cuáles

son las circunstancias

de

desarrollo bajo las

cuales

el

niño

está

dispuesto

a ausentarse de su hogar transi-

toriamente por vez

primera

, o a

separarse

de

la madre

y

formar

parte de un

grupo en

el

jardín

de infantes sin sufrir demasiado

y con resultados beneficiosos.

 

n v l

requerido en l líne desde l dependenci h st

l utosuficienci emocion l

En

un pasado no

distante se

opinaba

que

un niño

que

hu-

biese alcanzado

la

edad de

tres

años y medio debería ser capaz

de separarse de su madre a la puerta

de

entrada del jardín de

infantes en

el día

de su

ingreso y

que podría adaptarse al

nuevo

ambiente

físico, a los

maestros nuevos

y

compañeros,

todo ello duran te la primera mañana. Se

pretendía

desconocer

la

inquietud

de

los nuevos alumnos;

se

consideraban poco im-

portantes el llanto

por sus

madres

y

su falta

inicial

de par-

ticipación y cooperación. Lo que sucedía

entonces

era

que

la

mayoría de los niños pasaban a través de una fase inicial

de

infelicidad

extrema, después de

la

cual se

adaptaban

a

la

rutina del

jardín.

Algunos

niños invert ían la

secuencia

de es-

tos hechos: comenzaban

con

un

período

de

aceptación

y de apa-

rente

placer que de

pronto,

para sorpresa de padres y

maes-

tros,

concluía

una

semana

después en intensa

infelicidad,

sin

participar de las actividades.

En

estos casos,

la

reacción demo-

rada se debía a

la

lentitud

intelectual

para

comprender

las cir-

cunstancias externas. El hecho

importante en

relación con

ambos

tipos

de reacción es

que anteriormente

no se consideraba

de modo

alguno

la forma en

que

los períodos

individuales res-

pectivos de inquietud y desolación afectaban internamente a

cada niño

y, aun

más

importante, que esos períodos eran acep-

tados como inevitables.

Examinados desde el

actual punto

de vista, sólo son inevi-

tables si se desestiman las

consideraciones

que conciernen

al

desarrollo. Si al

ingresar

al jardín un niño de

cualquier edad

cronológica

todavía

se

encuentra en la primera

o

segunda etapas

de esta línea

del

desarrollo,

la

separación del hogar y de la

madre,

aunque

sea por períodos cortos, es inadecuada y con-

traria a

sus

necesidades más

vitales;

la

protesta y el sufrimiento

en

estas

condiciones son legítimos. Si ha alcanzado al menos

const nci objet l  fase

3 , la

separación de

la madre

será

menos

desconcertante y el niño estará

preparado para

establecer

relaciones

con gente I} ueva y para

aceptar

nuevos riesgos y

aventuras. Aun entonces, el cambio debe ser gradual, en pe-

7

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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queñas dosis; los períodos de independencia

no

demasiado

pro-

longados y al comienzo

debe

dejarse librado a la decisión del

niño la posibilidad de retornar a la madre si así lo prefiere.

 l niv l requerido en la línea hacia la independencia

corporal

Algunos

runos no

se encuentran

cómodos

en

el jardín

de

infantes porque son

incapaces

de disfrutar de las comidas

o

bebidas

que le

ofrecen o de

usar el

inodoro para

orinar

o defe-

car.

Esta

situación no depende

en

realidad del

tipo

de

comida

ofrecido o de las reglas con relación al uso

del

artefacto

sani-

tario, aunque

el

niño

por lo general utiliza su falta de

familia-

ridad como una racionalización. La

diferencia

real entre la

capacidad

para su adaptación o su inadaptación corresponde al

desarrollo. En la línea de la

comida es necesario que

haya

al-

canzado por lo

menos

la

fase

4, es decir, alimentarse por sí

mismo;

en la

l ínea del control

de los

esfínteres que haya

alcan-

zado la

fase

3.

  l niv l requerido en la línea hacia el compañerismo

El

niño

que no haya

alcanzado

por lo

menos

el

nivel en

que

considera

a los otros niños como

colaboradores

en el

juego

 fase 3 será

un elemento

molesto dentro del grupo

del

jardín

y se sentirá desdichado.

Llegará

a ser un miembro constructivo

y destacado

en el

grupo tan pronto como

aprenda

a aceptar

a los

otros

niños

como socios

con derecho

propio, paso

que le

permite también formalizar verdaderas

amistades fase

4). En

efecto,

si el

desarrollo

en

este aspecto no ha superado los

niveles inferiores, no debería aceptarse

su

inscripción

en

el

jardín o si

ha

sido inscripto, se

debe

permitir que interrumpa

su asistencia habitual.

  l niv l requerido en la línea desde el juego al trabajo

El

niño por

lo

general ingresa al

jardín

de infantes al

co-

mienzo de la

fase

en que el material de

juegos

sirve

a

las

actividades

del

yo y a las

fantasías subyacentes

fase

4),

Y

asciende gradualmente

por

la escala

del

desarrollo, atravesando

la

secuencia

de

los

juguetes

y

sus materia les has ta

que

al

con-

cluir el

jardín se encuentra

en

los comienzos del  trabajo ,

que es un

requisito

previo

necesario

para ingresar a la

escuela

primaria. Al respecto, la tarea del maestro consiste

en

adaptar

las

necesidades de

trabajo

del

niño

y su expresión al

material

ofrecido, evitando

el aburrimiento

o el fracaso que se originan

por haber esperado

demasiado

antes de ofrecerlos o por

antici-

parse al nacimiento de la necesidad.

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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n cuanto a la capacidad del niño

para

 omport rse

ade-

cuadamente

en el jardín de infantes depende no sólo de las lí-

neas del

desarrollo

descriptas

sino también en

general

de las

interrelaciones entre

su

ello y su yo.

En algún lugar de su mente, aun la más tolerante

de

las

maestras

jardineras

lleva

consigo la

imagen

del alumno  ideal

del

jardín

que

no

exhibe

signos

de impaciencia

o

inquietud; que

pide

lo que

desea

en vez de

apoderarse

de ello; que puede espe-

rar

su

turno;

que queda

satisfecho con su participación;

que

no tiene

rabietas

y que puede tolerar desilusiones. Aun cuando

ningún niño desplegará todas

estas

formas

de conducta, se en-

contrarán

en el grupo, en

uno

u otro alumno, con

respecto

a

uno

u otro aspecto

de

la vida diaria. En términos analíticos

esto significa

que

durante ese período los niños aprenden a

dominar

sus impulsos y afectos en vez de

encontrarse

sometidos

a

su

merced. Los

instrumentos

del desarrollo

de que

disponen

pertenecen sobre todo

al

crecimiento del yo: el avance desde el

funcionamiento

de

procesos

primarios

a los secundarios es

decir la

capacidad de interpolar el

pensamiento, el

razonamiento

y

la

anticipación

del futuro entre

el deseo y

la

acción dirigida

a

su

logro

 Hartmann,

1947 ; el progreso desde el principio

del

placer

al

principio de la realidad. La ayuda proviene del ello con

la fase de adecuación

del

yo -probablemente determinada

por

factores orgánicos-,

que disminuye la urgencia de los impulsos.

A continuación analizaremos relacionado con la  escala de

regresión

infantil

normal Ernst Kris 1950 1951 el hecho

de que

no

debería esperarse que ningún niño pequeño mantenga

su mejor

nivel

de

rendimiento

o

conducta

durante

un

tiempo

prolongado. Estas declinaciones

temporarias

en

el

nivel

de fun-

cionamiento aun cuando ocurran con facilidad y frecuencia  

no afectan

la

selección

del

niño para

ingresar a l

jardín de in-

fantes.

LA

REGRESION COMO UN

PRINCIPIO

DEL

DESARROLLO NORMAL

Las l íneas del desarrollo

y

sus desarmonías descriptas más

arriba no

son

en

responsables de todas las complejidades

que

se presentan durante

la niñez y

especialmente de

no todos

los obstáculos y detenciones

que impiden su

curso uniforme.

Existe un progresivo crecimiento desde el estado

de inma-

durez

al

de madurez sobre líneas congénitas

determinadas pero

influidas

y

moldeadas

a

cada

paso

por

las condiciones

ambien-

tales noción con la

que

estamos familiarizados

en

el crecimiento

76

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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orgánico, donde los procesos anatómicos, fisiológicos y

neuro-

lógicos están en

constante

flujo. Lo

que

estamos acostumbrados

a ver en

el cuerpo

es

que el

crecimiento

procede

en una

línea

progresiva

y

directa hasta que se alcanza

la

edad adulta,

sola-

mente interferida por enfermedades

o -lesion es

graves

y final-

mente, por los procesos destructivos e involutivos de la vejez.

No

hay

duda

de

que

un

movimiento progresivo similar sub-

yace

al desarrollo psíquico, es decir,

que

en el desenvolvi-

miento de la

acción

instintiva,

los impulsos, los afectos,

la razón

y

la moralidad, el individuo también sigue

caminos

determina-

dos previamente y,

sujeto

a circunstancias ambientales, prosigue

hasta

su

término. Pero la analogía entre los dos campos no

puede extenderse

más

allá.

Mientras que normalmente,

en

el

lado

físico,

el desarrollo progresivo

es

la única fuerza innata

que

opera,

del

lado

mental invariablemente tenemos

que

con-

tar con un segundo conjunto de influencias complementarias

que

t rabajan en

dirección

opuesta, es decir,

las

fijaciones y

las

regresiones. Sólo el reconocimiento de ambos movimientos, pro-

gresivo y regresivo, y

de sus

interacciones,

provee

explicacio-

nes satisfactorias de

los hechos relacionados con

las líneas del

desarrollo descriptas más arriba.

 r s t ipos

 

r gr sión

En un apéndice

 1914

de   interpretaciórt

de

los sueños

 1900 se

distinguen tres

tipos

de

regresión: a topográfica

en

que

las

excitaciones

tienen dirección retrógrada,

desde

el

extremo

motor

al

sensorial

del aparato

mental, hasta que

-al-

canza

el sistema perceptivo; éste

es

el

proceso

regresivo que

produce

la satisfacción

de

deseos alucinatorios en

lugar de

los

procesos racionales

del

pensamiento; b temporal como un

salto atrás hacia viejas estructuras

psíquicas; c

formal

que

determina que

los métodos

primitivos de expresión

y

represen-

tación reemplacen

a los contemporáneos.

Se

establece en

este

sentido

que

estas  tres clases de

regresión son

en el fondo una

misma

cosa, y coinciden en

la mayoría

de los casos,

pues

lo más

antiguo

temporalmente

es

también

lo

primitivo

en el

orden

formal, y lo

más

cercano

en

la

topografía psíquica al final

de

la

percepción

S.

Freud, Obras ompletas

vol. 1 . A

pesar

de sus similitudes, para

nuestros

propósitos actuales las accio-

nes

de

los distintos tipos

de regresión

son lo suficientemente

distintas como para analizarlas y tra tarlas de manera

separada

en

relación con

los aspectos

variados de

la

personalidad del

individuo

inmaduro

y

aun cuando fuesen más

subdivididas.

Para facilitar el pensamiento en nuestro lenguaje

meta-

psicológico

habitual

comienzo

por traducir

el concepto topo-

gráfico

previo del aparato

mental en

términos estructurales más

77

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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actuales. La

referencia de

  inteypret ción de los sueños

enton-

ces debería

leerse

de la siguiente manera:

que

la regresión

puede ocurrir en cualquiera de

las

t res par tes

de la estructura

de

la

personalidad,

tanto en el

ello como

en el

yo o

en

el su-

peryó; y que

pueden

estar comprometidos no sólo el contenido

psíquico sino

también

los

métodos de funcionamiento; que

la

regresión temportü sobreviene en

relación

con impulsos de

fines determinados   con las representaciones objetales y con

el contenido de las

fantasías;

las

regresiones topográfic

y

for

m

afectan las funciones del yo los procesos secundarios del

pensamiento, el

principio

de

la

realidad, etcétera.

La regresión en el desarrollo

de

los impulsos   de la libido

La

regresión que se

ha estudiado

más estrechamente en

análisis es la temporal en el

desarrollo

de los impulsos y de la

libido. Este t ipo afecta

por

un lado

la

elección de objetos y las

relaciones con ellos con

el

consiguiente

retorno

a los que ju-

garon

un rol inicial importante y a las expresiones más infan-

tiles

de dependencia. Por otro lado

la

organización de los im-

pulsos puede

estar

afectada en su totalidad y revertida a

niveles

pregenitales

iniciales y a las manifes taciones agresivas

que

los acompañan. La regresión

en este

aspecto se considera ba-

sada

en

características específicas del

desarrollo

de los impul-

sos es decir en el hecho de que mientras la l ibido y la

agresión

se movilizan hacia adelante desde

un

nivel

al

siguiente

y

catee-

tizan

los

objetos que

deparan

la satisfacción en cada

fase

nin-

guna de

las etapas de

esta l ínea

se

abandona

por

completo como

sucede con los procesos orgánicos.

Mientras que una

parte

de

la

energía

de los impulsos sigue un curso

progresivo,

otras

can-

t idades variables permanecen rezagadas,

ligadas

a fines y ob

jetos

de épocas anteriores y

crean

los llamados puntos de fij

ción  al auto

erotismo

y al narcisismo a

las

distintas fases de

la relación madre-hijo,

a la

dependencia

preedípica y edípica 

a los placeres

orales

y

al sadismo

oral a las act itudes sádico

anales

o pasivo masoquistas a la masturbación fálica al

exhibi-

cionismo a las actitudes egocentristas etc. . Los puntos de fi

jación

pueden determinarse

por

cualquier

tipo

de

experiencia

traumática,

sea por frustración o por gratificación excesivas

en cualquiera

de estos niveles pudiendo

existir

con distintos

grados de conciencia represión o inconsciencia. Este

hecho

es

menos

importante para el desenlace

del desarrollo

que los

que

 

cualquiera

que

sea

la causa y

en

cualesquiera de los dos estados

anteriores, tengan

la

función de ligar y retener

la

energía de

los impulsos y por

consiguiente

empobrezcan su funcionamiento

y las relaciones objetales posteriores.

Las

fijaciones y

regresiones siempre

se

han

considerado

78

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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interdependientes. En

virtud

de

su

misma existencia y de acuer-

do con

la

cantidad de libido y agresión con que

están

catecti-

zados, los

puntos

de

fijación ejercen una

atracción retrógrada

constante

sobre

la

actividad de los impulsos, atracción

que se

hace senti r durante

todas

las

primeras

 etapas

del

desarrollo y

también

en la

madurez.

Las complicaciones de la regresión

s xu l

pueden demos-

trarse mejor

en

todo caso clínico que se estudie y se describa

con gran detalle,

aunque

las

consideraciones que conciernen a

este

fenómeno

están

por lo general

demasiado

abreviadas

y

por consiguiente

son

incompletas . No es suficiente decir que

un

niño en el nivel fálico-edípico

 ha

regresado a

la

fase

anal

u

oral bajo el

impacto

de la angustia de castración. Lo que se

debe describir de manera complementaria es la

forma,

el

alcan-

ce y la significación del movimiento

regresivo

que

ha

tenido

lugar.

La

consideración

anterior puede significar

en

sus formas

más

simples

nada

más

que el niño ha abandonado

la r ival idad

con

el padre y la fantasía de poseer a la madre edípica, habiendo

reactivado además su concepción preedípica de ella con

el

co-

rrespondiente

apego excesivo, exigencias, actitudes mortifican-

tes,

mientras

que todo lo demás se mantiene sin cambios; con-

tinúa considerándola como una persona

con derechos

propios

y

la

descarga

de

las

excitaciones anales

y orales relacionadas

con ella

durante la masturbación

fálica.

Este

concepto

también

puede

significar

que

la

regresión ha afectado además el nivel

mismo

de

las relaciones

objetales.

En

este

caso se abandona la

constancia

objetal

y se

reviven las

actitudes anaclíticas

 u

objeto parcial):

la

importancia personal del objeto amado es

eclipsada

nuevamente

por

la importancia de

satisfacer un com-

ponente

instintivo, relación que es no

rmal alrededor

del segun-

do año de vida pero que,

en

edades

posteriores y

en la

madurez,

produce relaciones objetales

superficiales

y promiscuas. Existe

una

tercera

posibilidad:

que

la regresión incluya

también

el

método de descarga de

la

excitación

sexual . Cuando

así

sucede,

la

masturbación

fálica

desaparece completamente

y

es reem-

plazada por los

impulsos

de comer,

beber,

orinar o defecar en

el

momento de máxima

excitación.

Obviamente,  las manifestaciones más serias son aquéllas

en que

se producen las

tres

formas simultáneas de regresión

sexual

 del objeto, del

fin

y

del

método de descarga),

8  Cuanto más

considerable

haya sido la

fijación

durante

el curso

del desarrollo, más dispuesta

s

hallará la función a eludir las difi-

cultades exteriores por medio

de la regresión,

retrocediendo hasta lo s

elementos

fijados

.

. .

  (S. Freud, 1916-16,

Obras ompletas

vol.

n

9

Durante

el

proce

so analítico de niños es

fácil

distinguir

entre

los pacientes

que

pr

oducen

(o

luchan por suprimir) la

erección

en

 

79

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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 egresiones  n des rrollo del

yo

Como

analistas nos hemos familiarizado

tanto

con la

cons-

tante interacción entre las fijaciones de los impulsos y las re-

gresiones, que debemos cuidarnos para

no

cometer el error casi

automát ico de

considerar

los procesos

regresivos

del

yo y

del

superyó

como correspondientes.

Mientras que

los primeros están

determinados sobre

todo

por la persistente adhesión de los im-

pulsos a todos los objetos y posiciones que

han

producido satis-

facción en algún momento,

este

rasgo no es

compartido por

las

regresiones

del

yo que se basan en principios

diferentes

y

s iguen reglas

distintas.

Regresiones transitorias

del

yo durante

el

desarroHo normal

El

movimiento retrógrado del desarrollo

normal

de las fun-

ciones que se

presenta

en todos los niños es

bien

conocido

para

todos aquellos

que tratan

con pequeños y su educación en

ca-

pacidades prácticas. Para éstos, la regresión funcional se da

por sentada como una

característica común

de la

conducta in-

fantíl. ?

Actualmente, cuando se estudian en detalle, se puede

de-

mostrar que las

tendencias regresivas

están relacionadas

con

todos los logros importantes del niño: en las

funciones del yo

que

controlan la motricidad, la prueba de la

realidad,

la inte-

gración, el

habla; en la adquisición del control esfinteriano; en

los

procesos

secundarios del

pensamiento

y

el

dominio

de

la

ansiedad; en los elementos de

adaptación

social, como la tole-

rancia de frustraciones,

el

control de los impulsos, los modales;

en las exigencias

del

superyó, como la honestidad, la

justicia

con

respecto a los demás, etc. En todos estos aspectos la

capa-

cidad individual de

cada niño

para actuar a

un

nivel compara-

tivamente

alto

no es garantía de que su

rendimiento

sea

estable

y

continuo. Por el

contrario:

el

retorno

ocasional

a

una

con-

ducta

más infanti l debe

ser

aceptado como un

signo

normal. Por

momentos

significativos

y aquellos

otros que deben

correr

al inodoro

para orinar

o defecar o que

necesitan

con

urgencia tomar un vaso

de

agua o

chupar caramelos.

S. Freud señaló en Historia de una neurosis infanti l 1918,

escrita en 1914) que

el método de descarga de

la

excitación sexual

es

de extrema significación para evaluar

el

estado de la constelación

sexual d el niño:

 E l

hecho de que nuestro infantil

sujeto

produjera

como

signo de

su  excitación sexual

una

deposición

debe

ser

conside-

rado como un

carácter de su constitución sexual congéni ta . Toma en

el acto una act itud pasiva

demostrándose

más inclinado a una ulter io r

identificación con la

mujer

que

con

el hombre S. Freud [1918 1914)

J,

Obras omrpletas

vol.

Il).

10 Hay

un

dicho

popular

que

dice

que  los

niños dan dos

pasos

hacia adelante

y

uno hacia atrás .

80

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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consiguiente decir tonterías o aun

adoptar

el lenguaje de un

bebé tiene

derecho a un lugar específico

en

la

vida

del niño

paralelo

al lenguaje

racional y

alternando

con éste. Los hábitos

higiénicos no se

adquieren

al instante sino que toman un largo

camino a través de una serie interminable de avances retroce-

sos y accidentes.

El juego constructivo con juguetes

alterna

con el desorden la

destrucción

y

el

juego

erótico

corporal.

La

adaptación

social se

interrumpe

periódicamente

por

regresiones

al

egoísmo puro etc.

En

efecto lo

que

nos

sorprende

no son los

retrocesos

sino los logros repentinos ocasionales y los avances.

Estos progresos pueden es tar

relacionados

con

la

alimentación

y toman

la

forma

de

un súbito rechazo del pecho

materno

y

la

transición hacia

el

biberón

la cuchara

o

la

taza o de los líqui-

dos a los sólidos; desaparecen de manera

súbita

a una edad

posterior

el

disgusto y los caprichos por determinados alimen-

tos. También

sabemos

que suceden en relación

con

los hábitos

como el

súbito abandono

de

chuparse el

dedo o

de

los

objetos

de

transición

de

las

disposiciones fijadas para

dormirse

etc.

En el entrenamiento del control

esfinteriano

existen

ejemplos

de

un cambio casi

instantáneo

de

la

encopresis y enuresis

al

control absoluto

de

esfínteres ; con respecto

a la agresión su

desaparición de un

día para

otro reemplazada por una conducta

tímida

retraída

y desconfiada.

Pero aunque

estas

transforma-

ciones son convenientes para

el

medio el diagnosticador las

observa con

sospecha

y

las

relaciona no

con

el

flujo

ordinario

del

desarrollo progresivo

sino con

influencias

y

ansiedades

trau-

máticas que aceleran indebidamente

su

curso normal.

De

acuer-

do con la

experiencia

el

método

lento de

ensayo

y error

la

progresión y

la

regresión temporaria

son

más

convenientes

para el desarrollo de

la salud

mental.

  l deterioro del funcionamiento de los procesos secundarios

durante las horas de vigilia del niño

Este

reconocimiento práctico

de

la

ubicuidad de las regre-

siones

del

yo

en la vida normal

del niño no se

relacionó durante

muchos

años

con

un tratamiento

correspondiente del tema

en

la bibliografía analítica. Personalmente me ha interesado este

problema por

largo tiempo

y lo

presenté

a la Sociedad

Psicoana-

lítica de

Viena en la

década de 1930

en

un

breve

trabajo

titulado

 El deterioro

del

funcionamiento de los procesos secundarios

mientras el niño está despierto . Concluí

entonces

que

estos

deterioros se manifiestan

en

muchas

situaciones

que comparten

un factor

común:

el control

del

yo de las funciones mentales

está disminuido

por

una

razón

u otra como

por

ejemplo:

a En

el

análisis de niños como en toda condición analí-

tica  se

toman

ciertas disposiciones con

la

intención de

apoyar

al niño

para

que reduzca sus defensas

y

controles

 

aumente

/

·81

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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la

libertad de

las fantasías

 

de

los impulsos y

de

los procesos

preconscientes

e inconscientes. En

estas

condiciones

se puede

demostrar de qué

manera

el juego infantil

y

sus expresiones

verbales

pierden gradualmente las características de procesos

secundarios del pensamiento

como

la lógica la coherencia  la ra-

cionalidad, y

despliegan

en cambio los caracteres

del funciona-

miento

de

los procesos

primarios

 

como

generalizaciones

 

despla-

zamientos, repeticiones, distorsiones y

exageraciones.

Un deter-

minado

tema de importancia que inicialmente ocupa un

lugar

lógico en una

fantasía

o

juego estructurado puede súbitamente

descontrolarse y

aparecer

conectado con

cada

elemento

de la

construcción, no importa cuán forzada e inadecuada sea la

rela-

ción; o puede intensificarse hasta el

absurdo.

Pasamos a dar

ejemplos tomados del

análisis

pasado y actual: un niño de

cinco años representaba en

sus

juegos

con muñecos

el elemento

de pelea de una

manera

tentativa y

juiciosa,

haciendo que

los

distintos

miembros

de

la

pequeña famil ia de

muñecos

se

envolvieran en discusiones los unos

con

los otros;

pero

a

medida

que

el juego

progresaba

el elemento de

pelea

se

hizo incontro-

lable y

se extendió

desde

las

personas a los objetos inanimados

hasta

que

en

el momento

de

mayor intensidad todos los mue-

bles estaban comprometidos

y

el f regadero de la

cocina

estuvo

envuelto

en

una batalla salvaje  mano

a

mano con la mesa

y

los armarios. De modo

similar

el

dibujo

de

un barco

de batal la

de

un

niño puede

incluir

uno o dos cañones colocados en po-

siciones correctas, mientras que

en los

dibujos siguientes aumen-

tan

en

número

y

están

colocados en

cualquier parte

hasta

que

todo

el

barco,

por

encima

y

por

debajo

del

agua,

está

erizado

con ellos .P Los

ítems

como morder, que aparecen primero en

fantasías

relacionadas con

algún

animal

salvaje como el tigre

o cocodrilo pueden abandonar el lugar

donde

se encuentran

 confinados por representación simbólica

y una vez

l ib res del

control del

yo

manifestarse

en

cualquier lugar ,

con todo el

mundo

y todas las cosas mordiéndose unas a otras, etcétera  

b Casi idénticas manifestaciones pueden demostrarse fuera

del

medio analí tico

en

la conducta

normal

del

niño a

la hor

de   ost rse

durante

el per íodo

de transición

desde la actividad

hasta que está

dormido,

cuando aun

los

niños

más

razonables

y bien

adaptados

comienzan a

enojarse,

gimotear,

decir

tonte-

rías, apegarse a la madre y a exigir la atención física

que

recibían cuando eran más pequeños. Aquí

también lo

que llama

la atención especialmente

es

el aumento en la desorganización

de

los procesos del pensamiento, la

perseveración de

una palabra

o frase, la

labilidad

general de los afectos demostrada en los

cambios casi instantáneos del humor que fluctúan

de

la hila-

 

Esto por supuesto

tiene

un

carácter

defensivo

que aquí

ig-

noramos

82

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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ridad hasta el llanto.

Para

el estudioso de la regreslOn, difí-

cilmente

puede existir

un cuadro más convincente

del deterioro

gradual del yo y del

fracaso

de

desempeñar

una función des-

pués de

la

otra hasta

que

finalmente

todas

las funciones del

yo cesan y

el

niño

se

duerme .

e) En

realidad,

mi primer encuentro

con estas

manifesta-

ciones sucedió

cuando

aún

asistía

a la escuela

Me recuerdo

vívidamente a mí

misma

cuando pertenecía a un grupo de

alum-

nos de sexto grado

que

se encontraba exhausto

por

el horario

continuado

de clases sucesivas sin ningún intervalo de descanso.

Aunque

éramos muy

sensibles y atentos en el comienzo de

la

mañana,

hacia la

quinta o sexta hora

esta

atención se debilitaba

y

las

palabras más inocentes de cualquier persona producían

salvajes estallidos de

risa

y de conducta descontrolada. Los

maestros que tenían

la

desgracia de

dictar

clases en esas

horas

denunciaban

indignados

a la clase de niñas como  una manada

de

gansos tontos . Yo

comprendía nuestro

cansancio

y

me sor-

prendía que

nos hic iera

comportar

tontamente, pero lo único

que

podía

hacer

entonces

era

archivar este hecho

en mi me-

moria para expl icarlo más adelante.

  tras regresiones del  bajo stress

Aunque mis descripciones

despertaron

poco o

ningún

inte-

rés

en

la

Sociedad Vienesa

en aquel momento  y no

fueron

pu-

blicadas), el tema ha sido discutido

en

fecha posterior por varios

analistas. Después de

observar la

conducta de pequeños

en

el

jardín

de

infantes,

Ernst

Kris introdujo

el

concepto

y

el

tér-

mino escala de regresión , y

demostró

con ejemplos

que mien-

tras

el

niño es

más

joven, más corto es

el

período

durante

el

cual su rendimiento

es óptimo. Esto explica el hecho bien co-

nocido empíricamente por

las

maestras jardineras,

de

que

la

actividad y la atención

de

sus alumnos es

menor

hacia el final

de

la mañana en

relación con su comienzo y

la razón de que

estas regresiones

afecten la manipulación del material de juego

 retorno desde la

fase

de

juego constructivo

dominada por el yo,

hacia la

fase

del

juego

desordenado, agresivo y destructivo do-

minada por

los

impulsos); las

relaciones

sociales

 el

retorno

desde

la

colaboración

con

los

compañeros

y la consideración

debida, hacia el egoísmo y la tendencia a

las

querellas);

y

la

tolerancia

a las frustraciones disminución

del control del

yo

sobre los impulsos con el

aumento

resul tante de

la urgencia

de

la actividad

instintiva).

Otras publicaciones señalan

situaciones

de stress además

del cansancio como factores operativos

en la

regresión funcio-

nal, aunque en estos casos la regresión del yo por lo general

acompaña la regresión

simultánea

de los

impulsos

o

la

precede

o es consecuencia de aquélla. Estos trabajos se ref ieren por una

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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parte a la influencia del

dolor somático

la fiebre , la incomodidad

física de

cualquier

tipo y

señalan

el

hecho

de

que en

lo que

respecta a

la alimentación

y los

hábitos del

sueño, el entrena-

miento del control

esfinteriano,

el

juego

y la adaptación en

general,

los

niños

enfermos tienen que

ser

considerados y tra-

tados

como

si fracasaran por

una situación potencialmente re-

gresiva,

con

una

marcada reducción

o

hasta suspensión

de

su

capacidad

funcional adecuada al

yo

 A. Freud, 1952 .

Por

otra

parte,

desde

1940 en adelante se ha prestado

cada

vez mayor

atención

al efecto resultante

del

dolor somático originado por

situaciones

traumáticas,

ansiedad

y

sobre

todo el sufrimiento

del

niño pequeño cuando es separado de sus primeros objetos

amorosos  angustia de separación). Las severas regresiones de

la

libido y del yo que se producen por

estas

causas,

han

sido

estu-

diadas

y

descriptas

en detalle en niños internados

en hogares

durante la guerra, y

en

otras instituciones residenciales, hos-

pitales, etcétera.

Existe

una característica

que

distingue a las

regresiones

del yo independiente de los variados

factores

etiológicos.

En

contraste

con

la

regresión

de los impulsos , el

movimiento re-

trógrado en

la

escala

del yo no retrocede a posiciones

previa-

mente

establecidas

puesto

que

no existen puntos de fijación.

En su Iugar vuelve a trazar, paso a paso, el camino seguido du-

rante el

curso

del desarrollo,

observación

confirmada por el

hallazgo clínico de

que

en las

regresiones del yo

el logro último

alcanzado

es el

que

invariablemente

desaparece primero.

,

Regresiones

del

yo como resultado de la actividad

defensiv

Otro tipo de

empobrecimiento

de las funciones del yo

me-

rece

describirse como

una

 regresión , aunque por lo

general

no

se

incluya en

esta categoría.

A medida que

el

yo del

niño

crece y mejora en su funcio-

namiento, su mayor tom

de conciencia

del mundo interno y

externo

lo hace entrar

en

contacto con muchos aspectos dolo-

rosos y desagradables; el dominio creciente del

principio de

realidad

disminuye la expresión del deseo; el mejor

progreso

de la

memori conduce a

la

retención

no

sólo

de

las experien-

cias agradables sino también de

las

dolorosas y

atemorizantes;

la

función

sintéti

prepara el

terreno para los conflictos entre

las distintas operaciones internas,

etc

..El

flujo

resultante del dis-

placer y de la

ansiedad

es

más intenso

de lo que

un

ser humano

puede

tolerar, y

en

consecuencia es mantenido a distancia

por

12

Véase a este respecto   Freud y D.

Burlingham

 1943, 1944 ,

John Bowlby

 1960 , James Robertson  1958 , René Spitz  1945, 1946

Y

otros

.

13 Véanse

las observaciones con respecto a

la

pérdida del habla,

del entrenamiento

esfinteriano , etc., en

niños

separados de sus

madres

.

84

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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medio

de

los mecanismos de defensa que

actúan

para

proteger

al

yo.

Por

consiguiente la neg ión interfiere en la exactitud de

las percepciones del mundo

externo por

medio de

la

exclusión

de

lo fastidioso. La represión

tiene

el mismo efecto en

el mundo

interno al retraer la

catexis

consciente de

los

elementos

des

agradables.

Las form iones re tiv s toman el lugar de las

sensaciones

ingratas

importunas. Estos

tres

mecanismos inter-

fieren

en la

memoria es decir con su funcionamiento

impar-

cial independiente del placer y del displacer. La proye ión

es

contraria

a

la

función sintética

al

eliminar de

la imagen

de

la personalidad los

elementos

que

provocan

ansiedad

atribu-

yéndolos

al

mundo objetal.

En

suma

mientras que

las fuerzas

de maduración y adap-

tación

presionan hacia el aumento de la eficiencia gobernada

por

la

realidad

en

todas las funciones del yo las defensas

contra el displacer

t raba jan en

dirección opuesta

e

invalidan

a

su

vez las funciones del yo.

En este

campo también por consi

guiente

el movimiento constante hacia adelante y hacia atrás

progresión

y regresión alternan e interactúan entre sí.

 egresiones tempor ri s   perm nentes de los impulsos del

yo

En

las consideraciones anteriores está sobreentendido

que

las regresiones

de los

impulsos

así como las del

yo

y del superyó

son

procesos

normales

que

tienen

su

origen

en

la flexibilidad

inmadura del individuo y que constituyen respuestas

útiles

frente a las tensiones

de

un determinado momento

siempre

accesibles al niño para enfrentar situaciones que de

otro modo

podrían

resultarle

intolerables.v Por consiguiente sirven simul-

táneamente a los procesos de adaptación y

defensa

y ambas

funciones contribuyen al mantenimiento del

estado

de nor-

malidad.

Lo que no se ha remarcado

de

manera suficiente hasta el

momento es

que

este aspecto beneficioso de

la

regresión se

refiere

sólo a

aquellos

casos

en que

el proceso

es temporario

y

espontáneamente

reversible.

El

empobrecimiento

de la

función

debido

al

cansancio desaparece entonces de modo automático

después del descanso o el sueño; si fue determinado por frus-

traciones dolor inquietud las posiciones de los

impulsos

de

adecuación

del yo o los métodos de funcionamiento

del

yo se

autorrestablecen

tan

pronto como se haya supr

imido

la causa

de tensión  o al

menos

poco

después. Pero

sería un optimismo

14 De

acuerdo

con

la formulación de René Spitz .

15

Después de

una

enfermedad

separación hospitalización trans-

curren

períodos

de

duración variable

entre

el

retorno

de las condicio-

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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indebido de nuestra

parte

esperar una reversión tan

favorable

en

la inmensa mayoría de los casos. A menudo son tan frecuen-

tes, en especial después de tensiones de naturaleza traumática 

ansiedades, enfermedades, etc. que una vez establecidas ;

las

regresiones

se

hacen

permanentes; la energía de los impulsos

se

desvía entonces

de

los

fines

adecuados al yo y

las

funciones

del

yo

y del superyó restan empobrecidas  de

modo

que todo de-

sarrollo

progresivo

posterior

estará severamente lesionado. Cuan-

do

esto sucede,

la regresión

deja

de

ser

un factor beneficioso

del desarrollo

normal

y

se convierte

en un agente

patógeno.

Desgraciadamente,

en nuestra apreciación clínica de las regre-

siones

cómo procesos en franca evolución

progresi

va   es casi

imposible

establecer en

el

caso de un niño determinado si

el

peligroso paso

del carácter transitorio al

permanente

ya

ha sido

dado

o si puede aún esperarse la

reinstalación

espontánea de

los niveles previamente alcanzados. Hasta

este momento

no

conozco

opinión

al

respecto,

a

pesar

de

que

la

decisión

acerca

de la anormalidad

del niño

puede

depender

de esta

diferen-

ciación.

  regresión y l s líne s   l des rrollo

Retornando

nuevamente

al

concepto

de

las

líneas del des-

arrollo:

Una vez que aceptamos la

regresión

como un proceso nor-

mal,

también

aceptamos

que el

movimiento

a lo

largo de

estas

líneas

se

produce

en

dos direcciones. Durante todo el período

del

crecimiento tenemos que

considerar

legítimo para

el

niño

la reversión periódica, la pérdida de los controles después de

haberse

establecido,

la

reinsta

lación de pautas anteriores con

respecto al

sueño

y la alimentación  por ejemplo, durante

una

enfermedad ,

la búsqueda de protección

 

seguridad

 espe-

cialmente en casos de ansiedad e intranquilidad por medio

del

retorno a

formas primitivas

de protección y confort en la

relación

simbiótica  

preedípica con

la madre

 especialmente

a la hora de

acostarse .

Lejos de

interferir

en

el

desarrollo pro-

gresivo

será

beneficioso

para

liberarlo,

si

el

movimiento

retró-

grado no se

bloquea

por

completo con

la desaprobación

del

medio y

con represiones

y restricciones internas.

Al desequilibrio en la personalidad del niño originado por

el

desarrollo en

grados diferentes

de las variadas líneas

que

progresan

hacia la

madurez, tenemos

que agregar

el desnivel

determinado

por

las regresiones de los diversos elementos de

la

estructura

y de sus combinaciones. Sobre estas bases 

resulta

nes

normales externas y el restablecimiento

de

los

niveles propios

de

la

edad

con respecto

a los

impulsos

y

al

yo.

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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más

fácil comprender por qué existen

tantas

desviaciones del

crecimiento y

del cuadro

promedio de un niño

hipotéticamente

 normal .

Con

las

interacciones

entre la progresión

y

la

regre-

sión ambas de naturaleza tan

compleja

las disarmonías los

desequilibrios en suma las complejidades del desarrollo  se

tornan innumerables las

v ri ciones de

 

norm lid d

8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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EV LU CION DE   P TOLOGI

P RTE l LGUN S CONSIDER CIONES GENER LES

Dentro de la

estructura

del

pensamiento

analítico, la tran-

sición desde las distintas variaciones

de

la normalidad hasta

el establecimiento de la

patología

se considera un

paso

tanto

de

naturaleza cuantitativa

como

cualitativa. Opinamos que el

equilibrio

mental

de los seres humanos

está

basado por una

parte en

ciertas

relaciones fijas entre las operaciones

internas

dentro

de

su

estructura

y

por otra

parte, entre

la

personalidad

y las

condiciones

ambientales . Estas relaciones

son alteradas

por

un aumento o disminución

de

los

derivados

del ello como

ocurre

espontáneamente en el período de latencia, en

la ado-

lescencia en el clímaterio:

por

debilitamiento de

las

fuerzas

del

yo y del superyó, como sucede en estados

de

tensión,

de

cansan-

cio

extremo,

en numerosas enfermedades,

regularmente

en la

vejez; y por los

cambios

en las

oportunidades

para la obtención

de

satisfacción que

son ocasionados por la pérdida de objetos

y

otras

privaciones y frustraciones impuestas

externamente.

La

facil idad con que se perturba el equilibrio

ha conducido

al

criterio

de

que

entre

niños

n rviosos

y

norm l s

 no puede

trazarse una frontera

definida, que

la enfermedad es un con-

cepto puramente

práctico,

que

han

de coincidir

la disposición

y la experiencia

para

hacer emerger la

neurosis; que en

con-

secuencia pasan continuamente muchos individuos de la salud

a la

neurosis,

y un número mucho

menor

de la neurosis a la

salud S. Freud  1909 vol. Il).

Mientras que

se

supone

que

esta afirmación se

refiere

a

personas de todas las edades  tanto niños como

adultos

ídem),

es obvio que la

l ínea limítrofe

entre la

salud

y la enfermedad

 

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mental es aun más difícil de establecer en la

niñez

que en las

etapas posteriores. En el cuadro del

crecimiento del niño

hacia

la madurez

descripto

en

el capítulo anterior

es inherente el

hecho

de que la

proporción de fuerzas

entre

el ello y

el

yo

está

en

f lujo constante; que los procesos de adaptación y defensa

beneficiosos y patógenos se mezclan entre sí; que las

transi

ciones

desde

un

nivel del desarrollo

al

siguiente constituyen

hitos

de

detención

potencial disfunción

fijación

y regresión;

que los derivados del ello y las funciones

del

yo

junto

con las

principales líneas

del

desarrollo

crecen

de manera

irregular;

que las

regresiones

temporarias pueden convertirse en perma

nentes; en

suma

que existe un número de

factores

que se com

binan

para

minar

detener

deformar y

desviar las fuerzas sobre

las que se basa

el

crecimiento mental.

Ante

este constante cambio

del escenario interno

del indi

viduo en desarrollo

las categorías

diagnósticas corrientes re

sultan

de

poca

ayuda

y

tienden

a

aumentar

más bien que

a dis

minuir

los aspectos

ya

confusos del cuadro clínico. En

años

re

cientes

el análisis

de

niños

ha

avanzado

de

manera

decisiva

en

muchas y

distintas

direcciones. En cuanto concierne a los

procedimientos técnicos ha

alcanzado

más o menos una posición

independiente a pesar de

muchos

contratiempos y .

dificultades

iniciales. En el terreno teórico se han

hecho

hallazgos reco

nocidos como

verdaderos

complementos y no

meras

confirma

cines

del

conocimiento psicoanalítico. Pero

hasta

la fecha  este

espíritu

aventurero

y hasta

revolucionario

del analista de

niños

se

ha concentrado

en el

campo de

la

técnica y

la

teoría sin

entrar a considerar

el

importante problema de la clasificación

de los

trastornos.

En este sentido se ha

empleado

una política

conservadora

en

donde no sólo el análisis

de

adultos sino

también la psiquiatría

y

la

criminología

de

adultos han tomado

a su cargo y

al por mayor

las categorías diagnósticas infantiles.

Así todas las formas de

la

psicopatología de

la

niñez se

han

adaptado de manera más o

menos forzada

a estos

esquemas

pre

existentes.

Existen muchas

razones

por

las

cuales a la larga  esta

solución de los problemas diagnósticos se demuest ra

insatisfac

toria

como

fundamento

para

la

evaluación el

pronóstico

y

la

selección de las

medidas terapéuticas.

LA

EVALUACION

DESCRIPTIVA   LA

EVALUACION

METAPSICOLOGICA

Lo mismo que en el terreno del análisis de adultos la na

turaleza descriptiva de muchas de

las categorías

diagnósticas

corrientes se encuentran

en

conflicto con

la

esencia del

pensa

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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miento psícoanalíticorpuestoque enfatiza

la

identidad o dife-

rencia entre

-Ia sintomatología .manifiesta

mientras descuida

las que conciernen a los factores

patógenos

subyacentes. Es

cierto

que de

este

modo

se

logra

una

clasificación de los tras-

tornos

que en

un examen

superficial aparenta

ser metódica

y

comprensible. Pero es te esquema no contribuye

en

realidad. a

una

comprensión más profunda

o a

promover

el dia gnóst ico

diferencial

en

términos metapsicológicos.

Al

contrario siempre

que el analista acepte j ui ci os di agnós ti cos a este nivel, se

en-

contrará

inevitablemente dirigido hacia confusiones con res-

pecto a

la

evaluación y

en consecuencia

a inferencias

terapéu-

ticas erróneas.

Para citar

unos

pocos ejemplos: términos

tales

como rabie-

tas, pataletas

vagabundeos

angust ia de separación etc., com-

prenden bajo el mismo

encabezamiento una

variedad de cua-

dros clínicos

en

los que

la

conducta y

la

sintomatología son

similares

aunque

de

acuerdo

con

la

etiopatogenia

metapsico-

lógica subyacente

pertenecen

a categorías analíticas

totalmente

distintas y requieren variadas medidas terapéuticas. .

Una

p t let

por ejemplo

puede no

ser

más

que la

des-

carga

afectivo-motriz directa de derivados instintivos caóticos

en

un

niño

pequeño;

en este caso, tiene

la

oportunidad de

desaparecer como

un

síntoma sin

necesidad

de tratamiento

tan

pronto como se hayan establecido el lenguaje y otros

canales

de descarga del yo

más

sintónicos. 0 como segunda posibili-

dad, los

berrinches

pueden representar una explosión destruc-

tivo-agresiva en

la

que las tendencias hostiles son,

en parte

desviadas

del mundo objetal

y descargadas

en forma violenta

sobre el

propio cuerpo

del

niño

y en su vecindad inanimada

inmediata

  golpeando con

la

cabeza o

pateando

los muebles

paredes etc. ; este estado sólo se calmará

al

sonsacar

la

razón

de

la

cólera y

su

reconexíón con

la

persona responsable de

la frustración o la ofensa. 0 en

tercer

lugar lo que aparenta

una

pataleta puede ser, si se examina con mayor

detalle un

ataque de

ansiedad

como ocurre en

las

estructuras de la

perso-

nalidad mejor

organizadas de niños fóbicos toda vez

que el

ambiente

inter fiere en

sus mecanismos de protección.

Privado

de

su

defensa

el

niñoagorafóbico

que

es forzado a

salir

a

la

calle o el niño

con

una fobia a los

animales cuando

se enfrenta

con el objeto

que

teme está expuesto e

impotente

a una an-

siedad intolerable y masiva que se

expresa por

medio de esta-

llidos cuya descripción puede muy bien resultar

imposible

de

distinguir de

una

simple

rabieta.

No

obstante

a

diferencia

de

esta última estos ataques de ansiedad se alivian sólo por medio

de la restitución de la

defensa

o por la

investigación

analítica

la interpretación y la disolución de la fuente

original

de la

ansiedad

desplazada.

De modo

similar

una variedad

de estados

diferentes

se

 

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señalan

con

los términos de truhanería vagancia y vagabundeo

Algunos

niños

huyen

de sus hogares porque son

maltratados

o porque no

están

atados por vínculos emocionales a sus fami-

lias; o se escapan de

la

escuela

o

la evitan porque temen

al

maestro o a sus compañeros porque su rendimiento escolar no

es

satisfactorio porque esperan ser

criticados castigados etc.

En

este

caso

la

causa

de

la conducta infantil desviada tiene

su

origen en las condiciones

externas

de

la

vida

del

niño y des-

aparece cuando éstas se mejoran. En contraste

con

esta

situación

simple hay otros

niños

que vagan

sin

rumbo

o

hacen

novillos

no por razones

externas

sino por

razones

internas.

Se

encuen-

tran

dominados

por

una tendencia

inconsciente

que

los obliga

a

perseguir una

meta imaginaria

por

lo

general

un objeto

per-

dido perteneciente al pasado; es decir

aunque

su

descripción

indica que se escapan de su medio  en un sentido más profundo

se dirigen hacia

la satisfacción

de

una determinada fantasía

.

En

este

caso

el mejoramiento

de las

circunstancias externas

no

hará desaparecer

el síntoma

sino sólo el descubrimiento

del

deseo inconsciente.

Aun el

empleo

del término más recientemente

acuñado

de

angustia de separación es más

bien de naturaleza

descriptiva

que dinámica. En los diagnósticos clínicos se 10 aplica de

ma-

nera

indiscriminada a los estados

de intranquilidad

provocados

por

la

separación del niño muy pequeño de su madre así como

a los estados mentales

que

originan las fobias a

la

escuela  es

decir la

incapacidad

de alejarse del hogar -o

la

añoranza del

hogar

 una forma de duelo

en

los niños

en

período

de

latencia.

También

aquí

emplear

el

mismo término para

los dos

tipos

de trastornos

con

manifestaciones aparentemente similares tien-

de a

oscurecer

las

diferencias

metapsicológicas esenciales que

los

caracterizan.

Separar por cualquier

razón

 

un

niño peque-

ñito

de su madre

durante

el

período

de unidad biológica entre

ellos representa una interferencia

inexcusable con

necesidades

fundamentales

inherentes.

El

niño

reacciona por

  tanto

con

un sufrimiento legítimo

que puede

aliviarse sólo

por

el

retorno

de

la madre

o a la

larga

a través del establecimiento de una

madre sustituta. No existe correspondencia

en

este caso excepto

en la conducta con

los

estados

mentales del niño que

extraña

su casa o del que

sufre

de fobia a

la

escuela.

En

este último

caso

la

inquietud

experimentada

por

separarse

de

la

madre

de

los

padres

o del

hogar

se debe a su

excesiva

ambivalencia hacia

ellos. El

niño puede

tolerar

el

conflicto entre el

amor

y

el

odio hacia los padres sólo ante su presencia tranquilizadora.

En su ausencia el

lado

hostil de la ambivalencia asume propor-

ciones temibles y

el

niño

se aferra a los padres

amados

de ma-

nera

ambivalente para

protegerlos de sus

propios

deseos de

muerte

fantasías

agresivas etc. En contraste

con

el sufrimiento

infantil

debido a

la

separación que se alivia a

través

de la

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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reunión

con el

progenitor

perdido

en

los conflictos ambiva

lentes

la reunión con los padres actúa como

un paliativo;

en

este

caso sólo el

insight analítico de

los sentimientos conflic

tivos curará el síntoma.

En suma las formulaciones descriptivas tan útiles

dentro

de su

propio

terreno se tornan

desastrosas cuando

se toman

como

punto

de

partida para

inferencias

analíticas.

TERMINOLOGIA ESTATICA

 

TERMINOLOGIA

EVOLUCIONISTA

Puesto que los términos diagnósticos tal como se emplean

en

el presente se crearon teniendo

presente

los trastornos men

tales o sociales de los adultos inevitablemente descuidan los

problemas referidos

a

la

edad

y

las

fases

del

desarrollo

y

no

aclaran suficientemente las

diferencias

entre los

síntomas

ori

ginados por diferir o

fracasar en

los logros y por

perfeccionar

ciertos rasgos específicos

de

la

personalidad

y los

síntomas

provocados por crisis o transgresiones funcionales.

Para las

evaluaciones

del analista de niños

por

otra parte estas distin

ciones son fundamentales.

Las

formas de conducta tales como

mentir y

hurtar

las actitudes agresivas y

destructivas

las

per

versiones etc. no

pueden

adaptarse adecuadamente dentro de

un

esquema normal o patológico sin el

respaldo

de una escala

razonablemente

exacta

de las secuencias

del desarrollo.

  m ntir

Por ejemplo

¿a

qué

edad

y en

qué

fase del

desarrollo

me

rece

la

falsificación de

la

verdad comenzar a recibir el

nombre

de mentira es decir

¿cuándo

asume la importancia de

un

síntoma con un color

distintivo

de desviación de

la

norma

social? Obviamente antes de que esto suceda tienen que atra

versarse una serie de

preetapas

del desarrollo durante

las

cuales

no

esperamos

veracidad

por

parte

del

niño.

Para

él

es

normal

alejarse de

las impresiones

dolorosas en

favor de las

placen

teras

tratar de disminuir la importancia de

las

primeras o igno

rarlas y hasta negarlas si son persistentes. Existen similitudes

entre esta actitud que es un mecanismo de defensa primitivo

dirigido

contra el displacer y la

distorsión de

los

hechos obje

Uvas en los

adultos

o

niños mayores.

Pero es

aún

una

cuestión

de .opinión personal la

manera

en  u se relacionan

estas

dos

formas

de conducta y si la primera

debe

considerarse precur

sora

de

la segunda en la mente

del diagnosticador. La expresión

del

deseo y el dominio del

principio

del

placer

 

en suma:

los

93

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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procesos

primarios de la función

mental,

son

las fuerzas

que

en

el

niño pequeño se

oponen a

la

veracidad

en el sentido

adulto

que tiene

la palabra. El analista

de niños debe

decidir

desde

qué momento

en

adelante empleará

el

término

menti a

en sus

formulaciones diagnósticas, y

debe basar su

decisión al respecto

sobre

nociones

claras referidas

a

la medida

de los pasos

en

el

desarrollo del

yo, como

la

transición

de los procesos

primarios

a los secundarios, la capacidad de

diferenciar

el

mundo interno

del externo,

la

prueba

de

la realidad, etcétera.

Algunos niños

necesitan

más tiempo

que

otros para per-

feccionar

estas funciones

del

yo y

por consiguiente continúan

diciendo

mentiras

 con

toda

inocencia .

Otros completan este

desarrollo normalmente, pero retornan

a

niveles anteriores

cuando

enfrentan frustraciones

y desilusiones excesivas en las

circunstancias

de

sus vidas, y

se convierten

en el

l lamado men-

tiroso

fantástico

 pseudología

fantástica ,

que

encara

realida-

des

intolerables por medio

de

la regresión

a

formas infantiles

de

la

expresión de

los deseos.

Finalmente,

hay

niños

con un

des-

arrollo

del

yo avanzado

pero

cuyas razones para evi tar o defor-

mar la

verdad

son

otras

que el nivel de

su

desarrollo.

Su

mo-

tivación es

la

ganancia

de ventajas

materiales, el

temor

a la

autoridad, la huida de críticas

y castigos,

el

deseo

de parecer

importante,

etc.

En

las evaluaciones

del analista de

niños, el

término mentira está reservado con ventaja para

estos

últimos

casos, como el de

la

llamada

mentira delincuente.

En

muchos

de

los casos

reales que se observan

en

una

clínica

infantil, la

etiología consiste en una combinación de

estas

tres

formas, es decir,

la

mentira

inocente,

la

mentira

fan-

tástica y

la

mentira delincuente, con

las

formas iniciales del

desarrollo

que

actúan como precondiciones de las posteriores.

El hecho de que estas

asociaciones

sean comunes

y

frecuentes

no significa

que el analista de

niños

esté

absuelto

de

la res-

ponsabilidad de

desenmarañarlas

y

de determinar hasta qué

grado cada

uno

de

los factores

contribuye al resul tado

sinto-

mático final.

 l hurto

Existen muchas

consideraciones

similares que gobiernan

 l

empleo

del término

hurtar

que

es legítimo en la evaluación

diagnóstica

sólo después

que el

concepto de

propiedad privada

ha adquirido

significado

para

el niño.

También aquí

es nece-

sario trazar una

secuencia

del

avance

del

desarrollo que tan

poca

atención

ha recibido hasta el momento

por

parte de los

analistas.

La actitud que hace

que

el

pequeño

se

apodere

de todo lo

que

encuentra

se

atribuye

por

lo

general

a

su

insaciable

 vora-

94

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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cidad

oral ,

que a esta temprana

edad no

está

limitada

por

ninguna

barrera del yo. Para mayor

exactitud

diremos

que tie-

ne dos raíces: una en

el

ello y

la

otra

en

el yo. Por una

parte, es s implemente el

funcionamiento

familiar

de acuerdo

con

el

principio del

placer

que incita al   Ú

inmaduro

a

atribuirse

a sí mismo todo lo placentero,

mientras

que rechaza como ajeno

todo lo

desagradable.

Por

otra

parte,

es

la

falta de distinción

adecuada al yo

entre

su

propio

ser y

el

objeto que determina

la

respuesta.

Es bien sabido que a esta temprana

edad

un niño

puede

manipular o explorar

con

su boca partes del cuerpo de

la

madre como si fueran propias, es decir, juega con ellas auto-

eróticamente  los dedos de

la

madre, cabellos, etc. ; o

le

presta

a su madre partes de su cuerpo para

jugar

 sus dedos

en la

boca

de la

madre ;

o puede llevar la cuchara a

su boca

y a la de ella,

alternativamente. Estas acciones se malinterpretan

con fre-

cuencia

como prueba de

una generosidad

temprana y espontánea

en vez

de

ser consideradas

como

10

que

son, es decir, conse-

cuencia de los límites

imprecisos

del yo.

Esta

misma fusión

indiscriminada

con

el mundo

objetal

convierte a todos los

niños

en

una amenaza

formidable,

aunque inocente, al derecho de

propiedad de los demás.

Las

ideas

de  mío y  no mío que son conceptos indispen-

sables para

el

establecimiento

de

la

 honestidad adulta se

desarrollan de

manera muy gradual

y al mismo ritmo que su

progreso hacia

el

logro de la individualidad.

Probablemente,

conciernen

en

primer lugar al propio cuerpo del niño,

después

a los

padres,

luego a los objetos de

transición,

todos los cuales

están catectizados narcisistamente

y

con amor

objetal.

De ma-

nera significativa,

tan

pronto como el concepto de lo  mío

emerge

en

la mente del niño, comienza a cuidar de sus pose-

siones

con

fiereza,

mostrándose muy

celoso de cualquier inter-

ferencia. Comprende

entonces

la noción de  haber sido privado

de o

 haber

sido robado mucho antes que la opuesta de que

la propiedad de otras personas tiene que ser

respetada.

Antes

de

que esto último

adquiera

significado,

el

niño debe

extender

e intensificar sus relaciones

con otras

personas y

aprender

a

establecer la empatía

con

la

vinculación

de aquéllas a su pro-

piedad.

Cualquiera que sea

la

escala de

progreso

al respecto, los

conceptos de  mío y

 tuyo

como tal tienen

poca

influencia

sobre

la conducta del

niño pequeño,

pues

se

encuentran en

con-

flicto

con

los poderosos deseos de apropiación. La voracidad

oral, las tendencias posesivas anales,

la tendencia

a coleccionar

y a acumular, la

abrumadora

necesidad por los símbolos fá-

licos, todo convierte

al

niño pequeño

en

un ladrón potencial

a

menos que

la

coerción

educacional, las

exigencias

del

su-

peryó y con éstos, los cambios graduales en el

equilibrio

ello-yo

95

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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· trabajen en direcciones opuestas, es decir, hacia el

desarrollo

de

la

honestidad.

Tomando

en cuenta

las consideraciones anteriores, el díag-

nosticador debe

aclarar

muchos puntos antes de as ignar un caso

determinado de hurto a una

categoría

u

otra.

Debe preguntarse

si

la

acción

se

debe

a

un

desarrollo incompleto

o

detenido

en

la

adquisición

de la

individualidad ,

de

las relaciones objetales,

de la

empatía, de

la

formación del superyó  el

hurto

en el caso

de niños retardados o deficientes mentales); o

cuando

el des-

arrollo

inicial

está

intacto,

si han

tenido

lugar

regresiones

tem-

porarias

en alguno de estos campos

vitales

 el hurto ligado a

una

fase

determinada, como un

síntoma

transitorio); o cuando

la

regresión es

permanente en

uno u otro de estos aspectos

importantes,

con

el

hurto

como resul tado de una formación de

compromiso

 síntoma

neurótico); o,

finalmente, cuando

la razón

yace exclusivamente en

un control insuficiente

del yo

sobre

los deseos normales y no regresivos de posesión, es decir,

en

una adaptación social defectuosa síntoma de delincuencia) .

Como con

la mentira ,

muchos de los actuales casos clínicos

de robos

tienen

etiología mixta, es decir,

están

originados

por

combinaciones de detenciones,

regresiones

y debilidad

en

el

control

del

yo. El hecho de que todos los

delincuentes jóvenes

comienzan

sus raterías hurtando de la car tera de la madre

indica

el

grado

en

que todas las formas de

hurto están

basadas

en

la unidad inicial de mío y tuyo,

el

propio ser y el objeto.

CRITERIOS

PARA

EVALUAR

LA

SEVERIDAD

DE

LA

ENFERMEDAD

El

analista de niños también halla

dificultades cuando pro-

cede

a medir la gravedad de los trastornos por medio de los

criterios empleados

comúnmente

con

los

adultos,

es

decir, un

examen de los síntomas existentes, una evaluación del sufri-

miento

por ellos provocado y

la

.

interferencia

resultante .

en

importantes

funciones. Ninguno de estos criterios es válido para

los

niños

a

menos

que sean

modificados

en gran

escala.

Sobre todo,

la

formación de síntomas

en la

niñez no tiene

necesariamente

la

misma significación que

en la vida

adulta

donde  estos síntomas típicos son los que

nos

sirven de guía

para fijar el diagnóstico S. Freud, 1916-1917, Obras ompletas

vol. II). Muchas de las inhibiciones, síntomas y ansiedades de

los niños son originadas no por procesos de naturaleza

real-

mente patológica sino, como demostraremos más adelante, por

las tensiones y presiones

inherentes

a los procesos del desarrollo.

Estas inhibiciones   síntomas comúnmente aparecen cuando

una

fase

particular

del crecimiento tiene

exigencias excesivas

96

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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de la personalidad

y si m

ientras tanto

no

son mal tratadas por

los

padres

pueden desaparecer

tan

pron

to como se haya

alcan

zado la adaptación al ni

vel

del desarrollo o cuando haya pasado

el momento culminante de la fase. Es

verdad que la

manifesta 

ción de

una

dificultad traiciona la vulnerabilidad del

niño

; que

a menudo las llam

adas curas

espontán

ea

s preparan simplemente

el

camino par a un nuevo conjunto de

trasto

rnos que aparecen

en la fase siguiente; tambi

én

  que éstos

habitualmente

no de s

aparecen sin dejar puntos débiles en uno u

otro

campo  que

resu ltan

impor

tantes pa

ra la

formación sintomática en

la

vida

adulta. Pero no es en modo alguno raro  incluso para sínto

mas

bien

establecidos como

la

evitación

del

objeto fóbico

las

precauciones obsesivas

las dif icultades

en

la

alimentación y

el sueño

 

que

des

aparezcan en el intervalo entre la

consulta

y la

investigación

del caso simplemente porque las

ansiedades

sobre

las

que están basadas se

tornan

insignificantes compa

radas con la amenaza que representa la investigación clínica.

Por

la misma

razón

antes

y

durante

el

t ratamiento pueden pre

sentarse

con rapidez

nuevas

combinaciones de

la

sintomatología

manifiesta

lo que significa

que

las mejorías sintomáticas du

rante la terapia son aun menos significativas que en los

adultos

.

En conjunto 

la

sintomatología de los individuos inmaduros

es demasiado inestable para poder fundamentar la evaluación.

El

momento

en

que se

juzga que

los

adultos necesitan tra

tamiento

y se

decide iniciarlo está determinado por lo general

por la intensidad del

sufrimiento

que

provocan los trastornos.

En los niños  sin embargo 

el

factor del

sufrimiento

mental en

mismo

no

es

una

indicación

cierta de

la

presencia

o

ausencia

de procesos patológicos o de

su

severidad.

Durante

largo tiem

po

hemos estado familiarizados

con

el

hecho

de que

los niños

sufren

menos

que los adultos por sus síntomas probablemente

con

la única

e

xcepción

de los ataques de ansiedad

que

experi

mentan

con

profunda

intensidad. Muchas

otras

manifestacio

nes patológicas en especial

las fóbicas

 

las

obsesivas

logran

con

más facilidad la

evitación dolorosa o penosa

que

su

causa

ción 

mientras que

las restricciones o interferencias concomi

tantes

con la vida

ordinaria

afectan a

toda

la familia no como

en el

caso de los adultos  sino al mismo paciente. Los caprichos

alimentarios las restricciones neuróticas

de la

alimentación

los

trastornos

del sueño el apego

excesivo las

pataletas perturban

a la madre pero el niño las considera sintónicas con el yo

  síempre que pueda expresarlas libremente;

cuando

los padres

interfieren su acción

restrictiva

y no

el

síntoma es culpado de

originar

el sufrimiento

que padece.

El

niño aún

ignora

con frecuencia su enuresis y encopresis

nocturnas

y

niega

su

humillante

y

desagradable

naturaleza.

Las

inhibiciones

neuróticas

son generalmente

tratadas con

un

completo desinterés

del

campo determinado es decir 

por

una

97

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restricción

del

yo y en

consecuencia

por

indiferencia hacia

la

pérdida de placer que

determine.

Los niños

con

trastornos

más

serios

como

aquél los con deficiencias mentales o morales re-

tardos autismo o psicosis infantiles están completamente aje-

nos a su enfermedad y el

mayor

sufrimiento en estos casos

corresponde

por supuesto a los padres.

Existe

otra

razón por

la

cual

la

presencia de sufrimiento no

es

en

sí misma

un indicador confiable

de

enfermedad

mental.

Los

niños

sufren

menos que los

adultos por

su

psicopatolo-

gía pero más

ante

otras tensiones a

las que se hallan

ex 

puestos. En marcado contras te

con

las creencias convencio-

nales primeras se acepta

hoy

en

día

que

el sufrimiento

mental

es un inevitable producto colateral

de la

dependencia del niño

y de los propios procesos normales

del

desarrollo. Los

niños

muy pequeños sufren

agudamente

por

cualquier demora  racio-

namiento y por las

frustraciones

impuestas a sus necesidades

corporales y a los

derivados de

los impulsos;

suf ren por la

se

paración de

sus primeros

objetos amados cua lquiera sea la

razón

que la determine;

debido

a desilusiones

reales

o imagi-

narias.

El

sufrimiento intenso es causado naturalmente

por

los

celos y

rivalidades

que son

inseparables

de las

experiencias

del complejo

de

Edipo o por las ansiedades que inevitablemente

surgen en

relación

con el

complejo

de castración etc. Aun el

niño más

normal puede sentir una desdicha profunda por una

razón u otra

durante

períodos

cortos

o largos prácticamente

durante cada

día de su

vida.

Esto es

una

reacción legít ima cuan-

do

las

emociones del niño y

su

sensitiva

apreciación

de las

impresiones

y

hechos

externos se

han

desarrollado

de

manera

adecuada. Opuesto a lo

que esperamos

encontrar en los

adul-

tos es el niño complaciente y resignado quien despierta nuestras

sospechas

de que

están

actuando en

él

procesos anormales.

La experiencia clínica demuest ra que los niños que son dema-

siado buenos es decir que aceptan sin protestas

aun

las con-

diciones externas más desfavorables  se comportan así

debido

a enfermedades somáticas deficiencias en el desarrollo del yo

o porque son extremadamente pasivos con respecto a sus im-

pulsos.

La

explicación de por qué los niños se separan dema-

siado fácilmente de sus padres es quizá

porque

éstos han

fra-

casado para formar relaciones normales sea por razones inter-

nas

  externas.

La

ausencia

de

tensión y

ansiedad

cuando se

está amenazado de perder el cariño no es un

signo

de salud

y

fortaleza en

el

niño; al contrario es a

menudo la primera

indi-

cación de un retraimiento

autista

del mundo objetal. En etapas

posteriores de la niñez también

existen sentimientos

de

culpa

y conflictos internos

de

manera legít ima con la

resultante

ten-

sión  y que son signos indispensables del crecimiento normal

progresivo. Cuando

están ausentes

sospechamos serios retrasos

en los procesos de identificación  internalizacíón e introyección 

98

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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es

decir

en

la estructuración de la personalidad. El hecho de

que estos defectos se acompañen de una disminución de

las

tensiones internas no significa, en modo alguno,

una compen-

sación.

Obviamente debemos acostumbrarnos a

la

situación para-

dójica de

que la correspondencia

entre

la patología

y el

sufri-

miento

la

normalidad y la

ecuanimidad

como la

observamos

en los adul tos, se encuentra invertida en

los

niños.

Repito

un

argumento sobre el

que

he insistido

anteriormente

 1945 cuando aconsejo a los analistas no basar sus

evaluaciones

en

el

grado de empo re imiento de

 

fun ión a pesar de

que éste es uno de los

criterios más

reveladores en la

patología

de los adultos. En el niño

no existe

un

nivel

estable en el fun-

cionamiento de ningún campo o en ningún momento determi-

nado;

es decir, que no existen puntos de referencia sobre los

cuales

basar

la

evaluación. Como

ya

hemos descripto

en

rela-

ción

con

las

manifestaciones regresivas

el

nivel de

la

capacidad

funcional

del

niño

fluctúa de manera incesante.

Debido

a las

alteraciones producidas

por el

desarrollo y a

los

cambios

en

los grados de

las

presiones

internas y externas las posiciones

óptimas se

alcanzan se pierden y restablecen repetidamente.

Esta

alternancia

entre

la

progresión y

la

regresión es normal

y

sus

consecuencias son transitorias aunque las consiguientes

pérdidas de los

logros

y de

la

eficiencia alcanzados, algunas

veces

pueden

impres ionar a l observador como ominosas. En

general

es

conveniente insistir

en

que

los

niños

en cualquier

edad pueden a veces

manifestar

una conducta

por

debajo de

su

nivel

potencial s in que sean clasificados automáticamente

como  retrasados

inhibidos

o  en regresión .

El diagnosticador de niños

puede encontrar

esta premisa

fácil de

cumplir puesto

que es bastante

difícil

determinar

cuá-

les

son

las áreas de

las act iv idades

que deben considerarse

significativas

a este respecto. El juego la

libertad

de producir

fantasías

, el rendimiento escolar, la

estabilidad

de

las

relacio-

nes objetales,

la

adaptación social, se han sugerido

por turno

como aspectos vitales. No

obstante ninguno

puede

calificarse

a la

par

de

las

dos funciones

vitales

primordiales del

adulto:

su

capacidad para llevar una

vida sexual y

amorosa normal

y

su

capacidad para trabajar. Como hemos sugerido

anteriormente

 1945 existe sólo un factor

en

la niñez cuyo daño

puede

con-

siderarse de

suficiente

importancia en

este sentido

y nos

refe-

rimos

a su

capacidad de

avanzar en pasos

progresivos

hasta

que

la

maduración, el desarrollo

en

todos los campos de la

personalidad y

la

adaptación a

la

comunidad social hayan sido

completados. Los

desequilibrios

mentales

pueden considerarse

normales

s

iempre

y

cuando

estos procesos

vitales se conserven

99

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intactos; en cambio deben s

er tomados seriamente tan

pronto

como

afecten

al mismo

de

sarrollo,

sea

con demora, con reversión

o

con parálisis complet

a.

LA

EVALUACION BASADA EN EL DESARROLLO

Y

SU SIGNIFIC

ACION

Resulta

obvio, a la luz

de

los criterios señalados,

que

el ana-

lista de

niños debe

l iberarse de aq

uellas categorías

diagn

ósticas

rígidas, estáticas, descriptivas, o

por

ot

ras

razones,

ajena

s a su

campo

de acción. Sólo

así será

capaz de

examinar

los

cuad

ros

clínicos

con una nueva orientación

y de

evaluarlos de acuerdo

con su

significación dentro

de

los procesos

del

desarrollo. Esto

significa que

su

atención debe tomar otros

rumbos

desde

la

sin-

tomatología

del

paciente

hasta

su

posici

ón

en

la escala

del

cre-

cimiento,

en

relación con

el

desarrollo de

los impulsos, del

yo

y

del superyó, la estructuración

de

la personalidad

 

mites

estables entre el

ello,

el

yo y

el

superyó   y

las formas de fun-

cionamiento la

progresión

desde los procesos

primarios del

pensamiento hacia

los

secundarios,

del

principio

del

placer

al

principio de la realidad ,

etc.

El analista debe preguntarse

si

el niño que examina

ha alcanzado los

niveles del desarrollo

que son apropiados para su edad;

en

qué

aspectos los ha su-

perado

o está retrasado;

si

la

maduración

y el desarrollo

son

procesos activos o

hasta qué punto

están afectados como resul-

tado

de

los

trastornos

del

niño;

si

ha

padecido regresiones

y

detenciones,

 

en

este

caso

hasta

qué

profundidad

y a

qué

nivel.

Para encontrar las respuestas

a estos

interrogantes

se

ne-

cesita un esquema

del

desarrollo normal

promedio, en todos los

aspectos,

tal como

lo

hemos intentado

en

el capítulo anterior

.

Cuanto

más completo sea el esquema,

con

mayor facilidad

podrá

evaluarse

al

paciente individual en relación con

la

uniformidad

o

desnivel de

la escala

de

progreso, la armonía o disarmonía

entre

las líneas

de desarrollo y la naturaleza transitoria y

permanente de

las

regresiones

.

El desniv l en la progresión de los  m pulsos y d

 l

yo

En los casos en que el desarrollo cursa a

diferentes ve

lo-

cidades en los distintos campos

de

la

personalidad

esperamos que

surjan

consecuencias patológicas.

Una de

estas

eventualidades

con

la cual estamos familiarizados

forma parte de

la etiología

de

la

neurosis obsesiva,

donde

el desarrollo

de

l yo y

del

su-

peryó

están acelerados, mientras que el desarrollo

de

los im-

pulsos

es

más lento

por

lo

menos comparado con el anterior.

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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La

incompatibilidad

entre

las exigencias

morales

y estéticas

relativamente

intensas

del

superyó

y las

fantasías

y derivados

de los

impulsos

relativamente toscos

conduce

a conflictos in-

ternos que a

su

vez ponen en movimiento la actividad

de

la

defensa obsesiva.

El

caso

opuesto,

es

decir,

la

disminución

en la

velocidad

del

desarrollo

del yo

y del

superyó

asociada

al progreso

normal

o avanzado

de

los impulsos se observa al menos

con

tanta fre-

cuencia,

si

no

más, en la

práctica

clínica

de

nuestros días y en

parte es

responsable

de

muchos

de

los

cuadros clínicos atípicos,

manifestaciones limítrofes, etc. Cuando el

yo

y el superyó son

inmaduros

comparados

con los niveles

de

la

actividad

de los

impulsos,

no

existen relaciones

objetales

emocionales adecua-

das,

ni pronunciado

interés social y moral como para contener

y controlar los componentes

pregenitales

y agresivos de los

im-

pulsos.

En su

desarrollo

sexual,

estos

niños

alcanzan

el nivel

sádico-anal sin la

suficiente

maduración del yo

para

convertir

y

neutralizar

las tendencias

pregenitales,

que

pertenecen en

esta fase a valiosas contribuciones para la formación del ca-

rácter, es decir, a las

correspondientes

formaciones y

sublima-

ciones

reactivas.

O bien, el

nivel

fálico sin

desarrollar de ma-

nera

simultánea

las

relaciones objetales

determinadas

por el

yo,

que

normalmente

organizan

las

tendencias

fálicas desunidas

en

el cuadro coherente

del

complejo

de Edipo. O

bien, alcanzan

la

madurez física

en la adolescencia antes de

que

el

yo

esté pre-

parado para la relación emocional genital que concede signifi-

cación

psíquica

al

acto sexual ,

etcétera.

En suma, mientras

que

el

desarrollo

acelerado del

yo

con-

duce

a aumentar los conflictos, a formar síntomas neuróticos y

al

carácter obsesivo, el desarrollo

acelerado

de los impulsos

produce

pérdida

de control

de

situaciones referentes al sexo

y la agresión, integración insuficiente

de

la personalidad y

per-

sonalidades impulsivas  Michaels, 1955).

 

desarmonía entre las líneas del desarrollo

Como indicamos

más arr iba,

no esperamos que el niño

de-

muestre

una

pauta muy

regular

en su crecimiento

y

estamos

dispuestos a

hacer

concesiones si su nivel de

desarrollo

es más

avanzado

en

un campo de su vida que en otro. La

desarmonía

 

Véase

S. Freud  Obras Completas vol. 1, 1913): la antici-

pación

temporal

de la

evolución

de l yo a la

evolución

de la

libido ha

de integrarse también entre los factores de la disposición a la neurosis

obsesiva .

Otra

razón

para el desarrollo de síntomas obsesivos, es decir,

la

regresión

unilateral

de

los

impulsos, será

analizada más

adelante

.

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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entre

las

líneas del desarrollo

se

convierte en

un

agente pató-

geno sólo cuando el desequilibrio de la personalidad es excesivo.

En este caso, los n iños ingresan al servicio diagnóstico con

una larga l is ta de

quejas provenientes

del

hogar

o de la

escuela

.

Son los niños

 problemas ; su

propio trastorno

perturba

a los

demás;

no

aceptan

las

normas de

la:

comunidad

 

en

conse-

cuencia

no

se

adaptan

a

ningún

tipo de vida comunitaria.

La

investigación clínica confirma que estos niños no

per-

tenecen a ninguna de las categorías diagnósticas comúnmente

aplicadas. Una forma de aproximarse a la comprensión de

su

anormalidad es utilizar las distintas fases

de las

variadas líneas

del

desarrollo como una

escala

aproximada de valores.

Así,

nos

encontramos

que

 cada

nivel de su

progreso

está

desproporcionado

con

respecto a los otros.

Los

ejemplos más

instructivos, en este sentido, son

los

niños con cocientes

de

in-

teligencia verbal

excepcionalmente altos

y al

mismo tiempo

con

niveles

de rendimien to

extremadamente bajos,

como es

bastante habitual

(despertando la sospecha

de

lesión orgánica ,

pero también con un retraso excepcional en las

líneas

de ma-

durez

emocional,

de compañerismo,

de

manejo corporal.

La dis-

torsión

resultante

de su conducta es

alarmante, en

particular

en campos

tales como

el

acting

out de

las tendencias sexuales

y agresivas,

la

profusión

de

fantasías organizadas, la racionali-

zación

inteligente de las

actitudes delincuentes

  la pérdida de

control sobre las tendencias

anales

y uretrales. Estos casos

se clasifican,

en

la forma corriente,

como

 limítrofes

o

 pre-

ps ícótícos .

Otra combinación bastante

frecuente es la incapacidad del

niño para alcanzar las

fases

finales en la línea desde el juego

al trabajo,

mientras

que

el desarrollo

emocional y social,

el

ma-

nejo

corporal,

etc., se encuentran

intactos y,

en lo que a ello se

refiere,

el

niño manif iesta un nivel adecuado a

su

yo. Estos

niños concurren a las clínicas

por

sus fracasos escolares, a pesar

de su

inteligencia normal. En

el examen diagnóstico habitual

no

es

fácil establecer los

pasos

específicos

en

la

interacción del

ello

y

el

yo que

no

han

podido lograr,

a

menos que los

exami-

nemos para buscar los requisitos previos

de

una actitud co-

r recta para el

trabajo,

tales

como

el control y la modificación

de los componentes de los impulsos pregenitales; el funciona-

miento relacionado con el

principio

de la realidad y el placer

en los

resultados

finales de la actividad. Algunas veces todo

o

mn aspecto

u

otro

están

ausentes. Desde

e l pun to de vista des-

criptivo, estos niños generalmente se clasifican como  inca-

paces de concentrarse , con una  amplitud breve de la atención

o

 inhibidos .

  2

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Las regresiones

permanentes

  sus consecuencias

Como señalamos

anteriormente

 capítulo III),

la

regresión

cesa como factor beneficioso

en

el desarrollo si sus resu-ltados se

vuelven permanentes, en

vez

de

ser

espontáneamente rever-

sibles.

En

este

caso, los

distintos componentes

de

la estructura

 ello, yo y superyó) deben relacionarse entre sí con nuevos

términos, basados

en

el daño determinado

por la

regresión. Son

estos efectos

posteriores

de

la

regresión que originan las reper-

cusiones

más lesivas

sobre la personalidad y que deben consi-

derarse en

su

rol

de

agentes patógenos.

Las regresiones permanentes, igual que las transitorias,

pueden

tener su

punto

de partida en cualquier campo de

la

personalidad.

Una

de

las posibilidades

es que el

movimiento regresivo

comience

 n

el

yo y

el

superyó

y los

reduzca

a

un

nivel infe-

rior

de funcionamiento

y que secundariamente el

daño se

ex-

tienda

hasta

los derivados

del

ello. El yo y

el

superyó, cuando

regresan, tienen

menos

poder de control

que

se manifiesta

en

un debilitamiento de

la

 censura , es decir, en

la línea

divisoria

entre el

ello y el yo y la eficiencia

general

de

las

defensas

yoicas. Los resultados son una conducta impulsiva:

abrirse

paso entre

las tendencias agresivas y los afectos, hiatos fre-

cuentes

en

el

control

del ello, irrupciones de elementos

irra-

cionales en

la

mente consciente

del

niño y en

la

conducta

racio-

nal anterior.

Para

los padres, estos son

hechos

alarmantes que

modifican

en

gran

medida

el

carácter

del

niño

sin

que

se

conozca

una razón

aparente.

En la

investigación clínica el

de-

terioro puede rastrearse hasta encontrar la presión excesiva

a la

que

fueron sometidos

el

yo y el

superyó,

tales como un

shock traumático, hechos  internos o externos que producen

ansiedad,

separaciones, desilusiones

severas

con

el amor objetal

del

niño y con sus

objetos de

identif icación, etc. Jacobson,

1946.)

La otra

posibilidad

es que la regresión comience en

 os

de

rivados

del

 rro

y

que su influencia patógena

se

extienda en

dirección contraria. En este

caso,

el

yo

y

elsuperyó

están

afec-

tados en una de las dos formas posibles, dependiendo de si

condenan la

actividad

inferior

de los impulsos o

si la objetan.

En las entidades clínicas

que per tenecen

al pr m r caso

el

yo y

superyó sucumben a

la

presión regresiva ejercida por

los

hechos

en el

campo

de los

impulsos

y

reaccionan con

su

propia regresión, es decir, con una disminución de sus normas

y exigencias. De este modo, se evita el conflicto

interno

entre

el

ello y el yo, y los

instintos

permanecen sintónicos con el yo.

Por

otra parte, está afectada la personalidad total

del

niño

y

reducido

el nivel

global

de

maduración,

circunstancia que

conduce

a

muchas formas problemáticas

de

conducta infantil

  3

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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atípica delincuente y limítrofe. En el detalle clínico los tras

tornos

resultantes

dependen de

la intensidad

de los movimien

tos regresivos en ambos terrenos de los componentes

particu

lares de los

impulsos

o las

funciones

del yo y del superyó que

están afectadas y

finalmente

de las nuevas formas de interac

ción

entre

el

ello y

el

yo

en

e l nivel

en que

el

proceso

regresivo

se

haya

detenido.

Debido a

la

comparativa debilidad e inmadurez del yo in

fantil la extensión de

la regresión

hacia

ambos

campos

de la

personalidad es

más

característica

de

la niñez que

de la edad

adulta aunque no está por completo ausente en esta

última.

El

segundo c so se refiere a aquellos

niños cuyos

yo y su

peryó

están mejor

organizados

desde una temprana edad en

adelante

y

que

son capaces de mantenerse firmes en presencia

de

la

regresión de los impulsos. En

muchos

sentidos sus fun

ciones han alcanzado

el

estado

que designamos

con

Hartmann

 1950

b autonomía secundaria del

yo

es decir

un

grado

de

independencia de los hechos que se

producen en

el ello. En

lugar

de aceptar las crudas fantasías e impulsos sexuales y

agresivos que aparecen en

la

mente

consciente

después que

la

energía de los

impulsos ha

regresado a los puntos de fijación

estos niños se horrorizan de ellas las rechazan con

ansiedad;

bajo la presión de es ta ansiedad uti lizan primero los

variados

mecanismos de defensa y si

fracasan

recurren a la formación

de compromisos y síntomas. En suma desarrollanconflictos

internos que

conducen

a los cuadros

familiares

de

las

distintas

neurosis infantiles.

La

historia

de

ansiedad

las

fobias el

pavor

nocturno 

las

obsesiones los

rituales

los

ceremoniales

a la hora

de

acostarse las inhibiciones y las neurosis del

carácter perte

necen a esta categoría diagnóstica.

La diferencia entre la

regresión

de los impulsos tanto de

carácter

sintónico como dístónico con el yo está

mejor

ilus-

trada

con

referencia a

las regresiones

desde la fase fálica a

la

sádico-anal típica en los varones en el momento cúlmine de

su temor a

la castración motivado

por el complejo de Edipo.

Los niños en quienes la

regresión del

yo y del superyó se

presenta inmediatamente

después de

la

regresión de los im

pulsos

se vuelven

en

este

momento más sucios o más

agre

sivos o más

apegados

y posesivos o

más

pasivo femeninos en

su conducta o exhiben una

combinación

de estos

variados

atri

butos que

están

incluidos en

la

sexualidad de la

fase

anal. En

estos

pacientes

es

característico

que

no

les importe retornar a

las actitudes

que

ya

habían superado.

Aquellos otros niños cuyos productos

del

yo son tan po-

derosos como para resistir

la

regresión y que reaccionan con

típica ansiedad culpabilidad y act ividad defensiva no desarro

llan

los mismos

síntomas

o

rasgos

del

carácter

en

todos los

104

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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casos pero sí una

variedad

de ellos de acuerdo con

los ele-

mentas específicos de

los

impulsos, a los cuales

oponen

fuertes

objeciones.

Cuando

las tendencias a la suciedad, sádicas y pasi-

vas son

rechazadas por

el

yo

y el superyó con igual intensidad,

la

defensa

se ext iende sobre todo el campo y la sintomatología

es

profusa. Cuando sólo

uno

u

otro

es seleccionado

los

síntomas

estarán

restringidos a una

tendencia

a la limpieza

excesiva,

temor

a la polución compulsión de

lavarse

las

manos,

o

bien

a la inhibición de la actividad y competencia, al temor de trans-

formarse en mujer, o a estallidos compensadores de

agresividad

masculina, etc. En

todo

caso

el

resultado es indiscutiblemente

neuróti o

sea como síntomas obsesivos aislados o comienzos

de la formación de

un carácter

obsesivo.

También

es cierto

que en

estos casos el yo

está

finalmente

afectado

por la regresión y se torna

más

infanti l, pero

esto

es

un hecho secundario

debido

a mecanismos primitivos de defen-

sa

tales como la

negación, el

pensamiento mágico el aisla-

miento, la anulación  hacer y deshacer que se ponen en

acción

además

de las

represiones  

formaciones

reactivas

más ade-

cuadas al yo. También esta

regresión

está l imitada a

las fun-

ciones yoicas. Con respecto al nivel y severidad

del

ideal

del

yo y de las exigencias del superyó, no hay movimientos regre-

sivos; al contrario,

el

yo continúa realizando los

esfuerzos

más

extraordinarios

para

satisfacerlas.

LA

EVALUACION POR MEDIO DEL

TIPO DE ANSIEDAD Y

DE

CONFLICTO

En

el curso

del crecimiento

normal cada niño atraviesa una

serie de pasos

que conducen

desde el estado

inicial

de compa-

rativa indiferenciación hasta la estructuración

completa f ina l

de la personalidad en el ello el

yo

y el superyó.

La

división

entre el ello y el yovcon los diferentes tipos de funcionamiento

y los

diversos

objetivos e

intereses

válidos

para

cada

uno,

se

continúa

por la

división

dentro del yo después de la cual el

superyó,

el ideal del

yo y

el

ideal del

mismo

asumen e l papel

de guías

y

críticos

de

los pensamientos

y acciones del

yo

. La

integridad o

el

daño del crecimiento a este respecto y la po

sición exacta del niño en esta línea vital del desarrollo se revelan

al examinador por

medio

de dos tipos de manifestaciones evi-

dentes:

por

la naturaleza

de

los conflictos del

niño

y por el

tipo prevalente

de

sus

ansiedades.

Con respecto a los conflictos

hay

tres posibilidades primor-

diales

.

La primera

consiste en que el niño y el ambiente

tienen

propósitos contrarios,

lo

que sucede cuando bajo los dictados

del

principio

del

placer,

el yo

del niño se pone del lado del

ello

  5

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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en la

prosecución de

la

necesidad,

de

los impulsos y la realiza-

  ción del deseo,

mientras

que

el

control

de

los derivados del

ello está reservado

al

mundo exterior.

Este

es un estado legí-

timo en

la

niñez temprana antes

de

que el ello y

el

yo se hayan

separado decisivamente

el

uno del otro, pero se c

onsidera

como

 infantil

si persiste

en

edades posteriores

o si

el

niño

regresa

a esta situación. Las ansiedades coordinadas con este estado

y características desde el

punto

de vista diagnóstico, son pro-

vocadas por el mundo exterior y adoptan diferentes formas de

acuerdo con

una

secuencia

cronológica que se desarrolla en

la

forma

siguiente:

temor de ser

aniquilado

como consecuencia de

la pérdida

del

objeto que

lo cuida  es decir,

angustia de

sepa-

ración durante

el

período de

unidad

biológica con

la

madre);

temor de la pérdida

del

amor del

objeto

 después de haber al-

canzado el estadio de la constancia objetal); temor de

sercri-

ticado y castigado por

el

objeto  durante la fase anal-sádica

cuando este

temor

está reforzado por

la

proyección

de

la

propia

agresión infantil); temores de castración  durante el período

fálico-edípico .

El segundo tipo

de

conflicto se establece después de iden-

tificarse

con

las fuerzas

externas

y de la

introyección

de su

autoridad en el superyó. La razón de este choque puede ser

la misma que ya hemos señalado, es decir, perseguir la reali-

zación

de

impulsos y deseos, pero

el

desacuerdo se

produce ahora

internamente entre

el

yo y

el

superyó.

Con

respecto

a

las

ansie-

dades, este

choque

se manifiesta a través del

miedo

del superyó ,

es

decir,

de

sentimientos

de

culpa.

Para

el diagnosticador la

aparición de sentimientos de

culpa

es un signo

indudable

de

que

ya se ha hecho un avance extremadamente importante

en

la estructuración, es decir,

el

establecimiento de un superyó

operante.

Es característico del

tercer

tipo

de

conflicto que las con-

diciones externas no tengan influencia

sobre

ellos, bien directa-

mente, como

en

el primer tipo, o indirectamente, como

en el

segundo. Esta clase de

choques

se deriva exclusivamente de

las relaciones

entre el ello y el yo y de las

diferencias

intrín-

secas entre

sus

organizaciones.

Los representantes

de los im-

pulsos y

los

afectos

de cualidades

opuestas,

tales como

el

amor

y

el

odio, la actividad y la pasividad, las tendencias masculinas

y

femeninas, conviven

pacíficamente en el ello mientras

el

yo es inmaduro. Pero se tornan incompatibles y se convierten

en

una

fuente de conflictos tan pronto como la

función

sintética

del yo

en

proceso de

maduración

empieza a operar sobre ellos.

Por

otra parte, todo

aumento

en la urgencia de los impulsos

es experimentada por el

yo inmaduro

como

una

amenaza   u

organización y como

tal

da

origen

a conflictos, que

siendo

de

carácter interno provocan gran

ansiedad en

el niño;

pero en

contraste con

el

temor

y

la

culpa,

esta ansiedad permanece en

  6

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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las

profundidades

y no

puede identificarse

con

certeza en la

base

diagnóstica

sino sólo durante el análisis.

La clasificación de los conflictos en

externos,

internalizados

y verdaderamente internos contribuye a crear

una escala

en

cuanto al

orden

de gravedad de los tras tornos infanti les que

están

basados, esencialmente,

en

conflictos.

En

lo

que

concierne

a

la

t erapia también contribuye a .explicar

por qué

algunos

casos mejoran

con

el tratamiento de

las

condiciones ambientales

 aquellos basados en conflictos

externos ;

por qué otros son

accesibles

solamente

a la

intervención interna pero

no necesitan

más

que períodos promedios de análisis  conflictos

internali-

zados}; mientras que un

cierto

número

de niños requieren trata-

miento

analítico

intenso durante un

período

prolongado y se

presentan al analista con

dificultades

excesivas  verdaderos

conflictos internos .  Véase S. Freud, 1937.

LA

EVALUACION POR MEDIO DE

CARACTERISTICAS GENERALES

El

analista de niños que tiene

la tarea

de evaluar el

signi-

ficado de los

trastornos

infantiles también debe

dar

su opinión

con

respecto

a las perspectivas futuras de su salud o

enfermedad

mental. Este pronóstico se

basa

no sólo en los detalles del tras-

torno infantil exis tente

sino también

en ciertas

características

generales

de la

personalidad que juegan

un

papel esencial en

el

mantenimiento del equilibrio interno. Estas características son

una

parte

integrante de

la

constitución individual, es decir,

ellas son innatas o adquiridas bajo la influencia de

las

primeras

experiencias del infante.

Puesto que el

yo es

el

encargado

de

mediaren sí

mismo, y

entre

el yo y

el

medio, estos

rasgos son

en su mayor

parte

características del yo.

Estos factores

estabi-

lizadores

se

refieren

a una alta tolerancia

para

las

frustraciones;

un buen potencial

para sublimar;

modos efectivos

de enfrentar

la

ansiedad; y

una fuerte

pulsión a

completar

el

desarrollo.

  toler nci de frustr ciones

y

el potenci l de sublim ción

La experiencia demuestra que la perspectiva del niño de

mantener su salud mental está estrechamente ligada con su

reacción

al

displacer

liberada

cuando los derivados de los im-

pulsos permanecen insatisfechos. Los

niños

varían

mucho

a

este respecto, aparentemente

desde

el

comienzo. Algunos no

pueden tolerar ninguna demora

o disminución

en la

satisfacción

de sus necesidades y su protesta consiste en impaciencia, hos-

tilidad

e infelicidad;

insisten en la

satisfacción

inmodificada del

107

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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deseo

original

y

rechazan todas las

satisfacciones

sustitutivas

o

comprometidas con

la necesidad.

Por

lo general, esto se

observa

primero

en la alimentación pero se extiende

también

a las

fases

posteriores como una respuesta habitual a toda contrariedad de

sus

deseos. En contraste , otros

niños

toleran

las

mismas

can-

tidades

de frustración

con

comparativa ecuanimidad

o

reducen

de manera sistemática, cualquier tensión

que

experimentan 

aceptando gratificaciones sustitutas. Este tipo de respuesta se

lleva

a cabo desde

las

fases

más

tempranas a las

posteriores.

Obviamente,

el

primer

grupo

es el

que

está

en

peligro.

Las cantidades

no

disminuidas de tensión y ansiedad

con

que

su

yo

debe luchar

se mantienen

bajo un control muy precario

por

medio

de

defensas primitivas tales como la negación   la

proyección, o se

descargan periódicamente en

fo rma de estallidos

caóticos

de

malhumor. Hay una distancia muy

corta entre

estos

mecanismos y la patología, es decir, la producción

de

síntomas

neuróticos, delictivos

o

perversos.

Los

niños del

segundo

grupo

permanecen

normales bajo

las

mismas

condiciones,

o

encuentran alivio

a

través del

salu-

dable desplazamiento   neutralización de la energía de los im-

pulsos que dir igen hacia fines aceptables. No existe la menor

duda que esta

capacidad para sublimar actúa como una valiosa

salvaguardia

para

su

salud

mental.

 l control de   nsied d

Hay

poca

diferencia

entre los niños con

respecto

al tipo

de ansiedad que

experimentan,

pues,

como mencionamos ante-

riormente,

son productos secundarios

invariables

de las

fases con-

secutivas de la unión biológica con la madre  angustia de sepa-

ración ;

de la

de

relaciones

objetales

 miedo a la

pérdida

del

cariño

objetal ;

del

complejo de Edipo  angustia

de

castra-

ción ; de la formación

del

superyó

 culpabilidad .

No es la

presencia o

la

ausencia, la calidad  ni

aun

la cantidad

de la

an-

siedad lo que

permite

pronosticar la

futura

salud o enfermedad

mental; lo realmente significativo a este respecto es sólo la

capacidad

del

yo

para

enfrentar

la

ansiedad.

Aquí, las diferen-

cias entre un individuo y otro son muy

pronunciadas

y la opor-

tunidad de mantener e l equilibrio mental varía de acuerdo con

esta disposición.

Si las demás circunstancias son iguales, los niños que están

más predispuestos a ser víctimas

de

trastornos neuróticos en

etapas posteriores son aquéllos incapaces

de

tolerar cantidades

moderadas

de ansiedad.

En

este

caso se ven

forzados

a

negar

y reprimir

todos

los peligros externos e internos

que son

fuentes

potenciales

de

ansiedad

  o proyectar los peligros internos hacia

el mundo

exterior,

lo

que hace

a

este

últ imo mucho más te-

  8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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mible

o retirarse

fóbicamente

de

las

situaciones de

peligro

para

evitar los ataques de ansiedad.

En

suma estos niños esta-

blecen una pauta para

la vida

posterior en

la

que

la

liberación

de

la

ansiedad

mani

fiesta

debe

mantenerse a

cualquier

precio

y esto se logra por medio de actitudes defensivas

constantes

que

favorecen resultados patológicos. .

Los

niños

con

pos

ibilidades

favora

bl

es

de salud mental

son

aquellos

que

se

en

frentan con las mismas

situaciones

peligrosas

de manera activa

por med

io de los recursos del yo tales como

la

comprensión intelectual

el

razonamiento lógico

el

cambio

de

las circunstancias

externas los contraataques agresivos: los

que

tratan de dominar

la

situación

en

vez de retirarse. Puesto

que

así

pueden enfren

tarse

con

grandes cantidades de ansiedad

en consecuencia pueden

presc indir del

exceso de actividades

defensivas formaciones de compromiso

y s íntomatología.s

  s t

 n

enci s regresiv s

y

progresiv s

Mientras que en

todos los niños

existen

fuerzas tanto

re

-

gresivas como progresivas como elementos

legítimos del

des-

arrollo  

la

proporción de

la

intensidad

entre ambas varía de

uno a otro

individuo

. Existen

niños

para los cuales

desde

muy

temprano toda experiencia nueva

mantiene

la

promesa de pla-

cer sea probar gustos y consistencias

nuevos

en

la

comida;

sea

el

avance de

la

dependencia

hacia

la

independencia

en la

mo-

tricidad;

sea el

distanciamiento de

la

madre

hacia nuevas aven-

turas juguetes compañeros;

o

el avance desde el hogar hacia

el

jardín de infantes  la escuela etc. Sus vidas están dominadas

por los deseos de ser

 grande de  hacer

lo

mismo

que los

adul-

tos y

la

realización

parcial

normal de esos deseos los com-

pensa de las dificultades

las

frustraciones y las desilusiones ha-

bituales que encuentran en su camino. Los niños del tipo

opuesto

experimentan

el

proceso de crecimiento

en todos

los niveles

como una privación de las formas previas

de

gratificación. No

se destetan

de

manera espontánea como

sería

lo adecuado para

su edad sino

que

se

apegan al

pecho materno o

al biberón

 

convierten este

paso

en

un

hecho traumático;

temen

las

conse-

cuencias

de ser mayores

de aventurarse

de

conocer

gente ex-

traña y más

tarde

de

asumir

responsabilidades etcétera.

2

Este

dominio activo de la

ansiedad no

debe

confundirse con las

bien conocidas tendencias

contrafóbicas

del niño. En el

primer

caso

el yo se enfrenta directa y saludablemente con el

peligro

mismo  mien-

tras

que

en el

segundo

c so el

yo

se defiende secundariamente

contra

las act itudes fóbicas establecidas.

El

control activo de la ansiedad

fue

descripto de manera muy

efectiva

por O.

Isakower

en un informe verbal acerca de un

niño

atemorizado que expresó con envidia:  Aun

los soldados

tienen miedo;

pero

ellos

tienen suerte porque no

les

importa .

  9

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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La distinción clínica entre los dos tipos se establece

mejor

por

la observación de las reacciones infantiles con relación a

alguna experiencia importante tal como la enfermedad somática

el

nacimiento de

un

hermano

etc.

Cuando las

tendencias

pro-

gresivas sobrepasan las regresivas el niño responde a períodos

prolongados de enfermedad

con

un aumento en la madurez

del

yo o

responde

al

nacimiento de

un

bebé en

la

familia reclamando

para

sí la posición y

los privilegios

de l hermano o

hermana

 mayor . Cuando la

regresión

es más

fuerte que la

progresión

las enfermedades

somáticas hacen al

niño más

infantil

y el nací-

.miento de

un hermano

se convierte

en una

razón

para abandonar

sus logros y desear para sí el estado de bebé.

El

predominio

de las

tendencias

sean

progresivas

o regre-

sivas como

un

rasgo general de la personalidad influye

en

el

mantenimiento de

la salud mental

y

en

consecuencia

tiene

valor pronóstico. Los beneficios del

placer

que

experimentan

con

el

crecimiento

el

desarrollo

y

la

adaptación

ayudan

a los

niños del

primer

grupo. Los niños del segundo tipo

están

más

expuestos

a

detenciones en

los puntos de

transición

entre los

distintos

niveles

del desarrollo

en

especial

a

establecer

puntos

de fijación  a

sufrir

de desequilibrio emocional y a refugiarse

en la formación de síntomas.

UN PERFIL

METAPSICOLOGICO

DEL NIÑO

La investigación

durante el

proceso

de

evaluación

produce

una gran cantidad

de información constituida

por datos de di

verso

valor

y que

se

refieren a campos y capas diferentes de

la personalidad infanti l: orgánica y psíquica

ambiental

ele

mentos congénitos e históricos; hechos traumáticos y benefi-

ciosos; desarrollo

pasado

y presente;

conducta

y logros

perso-

nales; éxitos

y fracasos ;

defensa

y

sintomatología

etc. Aunque

todos

los

datos

que

se recogen

merecen

una cuidadosa inves-

tigación

incluyendo

la

verificación

o la

corrección posterior

durante

el

tratamiento

es básico

para

el pensamiento

analí-

tico

que

el

valor

de

los

distintos

ítems

de

información

obtenidos

no debe

ser

juzgado de

manera

independiente  es decir

que

cada uno se relacione con

el

conjunto al que pertenece. Los

factores hereditarios dependen para su

impacto

patógeno de

las influencias accidentales con

las

que

interactúan. Los defec

tos

orgánicos

como las anomalías

congénitas

  la

ceguera

etc.

dan lugar

a las más variadas consecuencias psicológicas de

acuerdo con las circunstancias del ambiente y los recursos

men

 

tales del niño. La ansiedad  como

ya

fuera descripto   no pue-

de evaluarse

suficientemente sobre

la base de la . calidad o

la

cantidad

 

desde

que su

impacto patógeno

depende de

los

me-

110

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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canismos o

la capacidad para enfrentarla  Murphy,

1964 y

de

los recursos defensivos

del

yo. El

mal

genio

del

niño y sus

acciones irracionales

deben

examinarse en

relación

con

las pau-

tas

de

conducta

de la

familia, y

la evaluación de

los casos

en

que el niño desarrolló

estas

formas de conducta de

manera

in-

dependiente debe diferir de

aquellos casos

en

que

las

ha

adop-

tado

por

imitación

e identificación. Los hechos

traumáticos

no

deben evaluarse superficialmente,

sino

traducirse

en

su

signi-

ficado específico en

cada

caso. Los atributos

tales

como el

heroísmo o

la

cobardía,

la

generosidad o la avaricia, la

rac ío-

nalidad

o la

irracionalidad deben comprenderse

de manera di-

ferenciada

en los distintos individuos, y

juzgarse

a la

luz

de

sus

raíces

genéticas,

de su fase

y edad

de

adecuación, etc.

Por

consiguiente,

cualquiera

de estos elementos obtenidos aunque

idénticos en

nombre

pueden

ser

totalmente diferentes en

su

significado en un marco

personal

distinto.

De

la

misma

manera

que estas

variables

no

se

prestan

para

comparaciones con otras

supuestamente

idénticas

en

otros individuos, tampoco ofrecen

una

base

confiable

para la evaluación

diagnóstica

cuando

se

examinan fuera del contexto al que pertenecen,

es decir, sin

relacionarlas

con otros campos

de

la

estructura de la

perso-

nalidad

.

En la mente del analista

todo el

material

recogido

durante

el procedimiento

diagnóstico

se organiza

en lo

que

podemos

llamar un perfil

metapsicológico

comprensible del

niño, es decir,

un cuadro

que

contiene datos de

naturaleza

dinámica, genética,

económica,

estructural

y

de

adaptación. Esto

puede

conside-

rarse

como

el

esfuerzo

sintético

del

analista cuando analiza

hallazgos muy

discordes, o

también

demuestra

su

pensamiento

diagnóstico separado

analíticamente

en sus distintos compo-

nentes.

Este

tipo

de

perfiles

puede

dibujarse en distintos momentos,

es decir, después

del

primer contacto entre el niño y

la

clínica

 fase del diagnóstico preliminar , durante e l análisis fase del

tratamiento y después de finalizado el análisis o el control

de seguimiento

. fase

terminal .

Entonces,

el perfil sirve

no

sólo como

un

instrumento para completar y

verificar el

diag-

nóstico sino

también

para

evaluar

los

resultados del

tratamien-

to, es decir, para controlar la eficacia del tratamiento psico-

analítico.

En la fase diagnóstica, el perfi l

de cada

caso debe comenzar

con el s íntoma que

motivó la consulta,

su

descripción,

su

his-

toria

y

antecedentes familiares

y una

enumeración

de las

 n

fluencias

ambientales posiblemente

significativas. Desde allí

avanza hacia el cuadro

interno

del niño

que

contiene informa-

ción acerca de la

estru tur

de

su

personalidad; las in teracciones

dinámi s dentro de

la

estructura;

algunos factores

e onómi os

que

conciernen

a

la

actividad

de los

impulsos

y

la

intensidad

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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relativa de las fuerzas del ello y

del

yo; su adaptación a la

realidad, y algunas h ipótesis de

naturaleza

genética  que

deben

verificarse durante y después del tratamiento . Entonces, divi-

dido

en

ítems, un

perfil

individual puede consist ir

en

:

E

squem

a d

el perfil

diagnóstico

l . MOTI

VO

 E CONSULT Detención del

desarrollo

, problemas

de conducta, ansiedades, inhibiciones, síntomas, etc. .

II . DES

CRIPCIÓN DEL NIÑO

 Apariencia personal,

actit

ud,

ma-

neras, etc. .

III. AN

TECEDE

NTES F MILI RES E

HISTORI

A PERSON  L

IV. POSIBLES

INFLUENCI S

  MBIENT LES SIGNIFIC TIV S .

V.

EV LU CIÓN DEL DES RROLLO

A.

  esarrollo

de

los

 mpu sos

1.

Libido

- Examinar y describir

a

en

relación con

la

fase del iiescrroüo

si

en

la secuencia de las fases l ibidinales oral, anal,

fálica,

latencia,

preadolescencia, adolescencia el

niño

ha alcanzado la adecuación

a su yo y especial-

mente más

allá

del

nivel

anal

hasta el

fálico;

si

el nivel

más alto alcanzado es

el

dominante ;

si en

el momento

de

la

evaluación, este

nivel

más

alto

se

mantiene

o

ha

sido abandonado de

manera

regresiva

por

otro anterior;

b

en

relación

con

la

distribución de la libido

si el yo se encuentra catectizado lo mismo que

el

mundo objetal y si existe

suficiente narcisismo  pr

i-

mario y secundario,

investido

en el

cuerpo,

el

yo

o

el superyó para asegurar su respeto de sí mismo,

su

autoestima

, un

sentido de bienestar

sin

llegar

a una sobreestimación de

mismo, indebida inde-

pendencia

objetal,

etc

.; describir

el

grado de depen-

dencia

de

la

propia estimación

de

las relac

iones

objetales;

c en relación con

la

li bido de los objetos

si en el nivel y calidad de las

relaciones objetales

 narcisista, anaclítica,

constancia objet

al, preedí-

pica, ed ípica, postedípica, adolescente

el

niño ha

progresado de acuerdo con su edad;

si en

el

momento de la evaluación, el nivel más alto

alcanzad?

se mantiene o

ha

sido abandonado regre-

sivamente;

112

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si

las relaciones objetales existentes se corresponden

con el nivel mantenido

o

en regresión

de

la

fase

de

desarrollo.

2.

Agresión

- Examinar las

expresiones

agresivas

que

se

encuentran

a

la

disposición

del

niño:

a de

acuerdo con su cantidad,

es decir

presencia

o

au-

sencia en el cuadro manifiesto; .

b de acuerdo

con

su

calidad

es

decir la corresponden-

cia con el nivel del desarrollo de la libido;

c

de

acuerdo con su dirección hacia el mundo objetal

o

hacia

el propio yo.

B

l des rrollo del yo y del superyó

a

Examinar

y

describir la normalidad

o las deficiencias

del aparato del

yo

que sirven

a

la

percepción

la

memo-

ria, la motricidad,

etcétera;

b

examinar

y

describir

en

detalle

la

normalidad

o

anor-

malidad de las

funciones

del

yo  memoria,

prueba de

la

realidad,

síntesis,control de

la motricidad, el habla, los

procesos secundarios

del pensamiento .

Investigar espe-

cialmente

deficiencias

primarias. Anotar la falta de uni-

formidad

en los

niveles

alcanzados.

Incluir

los

resultados

de

los

tests

de inteligencia.

c

examinar

en

detalle el

estado

de

la

org niz ción de l s

defens s y considerar:

si

la defensa es

empleada

específicamente contra los im

pulsos individu les  que deben identificarse o

por

lo

general,

contra la

actividad de

los impulsos y el

placer

instintivo

como

tal;

si

las

defensas son   decu d s l yo demasiado

primitivas

o demasiado precoces;

si

la defensa está equilibr d

es decir

si el

yo

tiene

a

su

disposición

muchos mecanismos importantes

o

si

está restringido a

utilizar

unos pocos de manera ex-

cesiva;

si la defensa es efectiv

especialmente

en el

control de

la ansiedad, si ello

resulta

en equilibrio o desequili-

brio labilidad

movilidad

o

paralización dentro de la

estructura;

si las defensas

del niño

contra los impulsos

dependen,

y

hasta qué

punto,

del mundo

objetal, o

son

indepen-

dientes

del mismo desarrollo

del

superyó .

d

anotar

toda interferencia secundaria

en

la

actividad

de-

  3

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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fensiva con los logros del yo , es decir, el precio pagado

por

el individuo

para mantener

la organización defen-

siva.

VI. EV LU IONES GENÉTI S  las regresiones y los

puntos

de

fijación)

Desde

que presumimos que las

neurosis infantiles  y al-

gunos

trastornos

psicótícos de

los niños) se

inician

en

las re-

gresiones

de

la libido

hacia

los

puntos de

fijación

en

los

 

veles anteriores, la localización de estos

puntos

problemáticos

en la historia

del niño

es

uno

de

los

intereses vitales del exami-

nador. Durante

el diagnóstico inicial

se delatan

los campos

siguientes:

a)

por ciertas formas

de

 ondu t manifiesta

que

son

ca-

racterísticas

de

determinados

niños y

que permiten arri-

bar

a

ciertas

conclusiones

con respecto

a los procesos

subyacentes

al ello

que

han

sufrido

represiones y modi-

ficaciones

pero que

han dejado una huella inconfundible.

El mejor ejemplo 10 constituye el carácter

obsesivo

ma

-

nifiesto, en

donde

la limpieza, el orden, la puntualidad ,

la

acumulación de

objetos,

las dudas, las

indecisiones,

etc.,

traicionan

las dificultades especiales

experimenta-

das por el niño cuando

luchaba con

los impulsos

de

la

fase sádico-anal, es decir

una

fijación a esa fase.

De

manera similar, otros rasgos

del carácter

o

actitudes trai-

cionan

los

puntos

de

fijación

en

otros

niveles

o

en

otros campos.

 La preocupación

por

la

salud o

seguridad

de los

padres

y

hermanos demuestra

dificultades espe-

ciales

para

enfrentar deseos

de

muerte

de

la infancia;

el temor

a las medicinas, los caprichos alimentarios, etc.,

señalan

la defensa contra

las fantasías

orales;

la timi-

dez, la defensa

contra

el exhibicionismo; la

añoranza

por el

hogar

a la ambivalencia no resuelta,

etcétera ;

b

por la   tivid d de

las

f nt sí s

del

niño,

algunas

veces

traicionadas accidentalmente durante el procedimiento

diagnóstico,

por

lo

común

accesibles sólo

por medio

de

los

tests de

personalidad.  Durante el análisis, las fan-

tasías conscientes e inconscientes proporcionan, por

su

-

puesto,

la

información más completa acerca de las partes

3

La

interacción del desarrollo de los impulsos con el desarrollo

del yo y el superyó pueden evaluarse por medio de

las líneas

del

desarro llo véase el

capítulo

III lo cual nos

da

una idea

de

qué

manera la personalidad total reacciona ante cualquiera de las situa-

ciones vitales

que plantean

para el niño un problema de control inme-

diato.

Esto

puede hacerse dentro del ámbito del perfil  como Parte

v.c.) o como

un

complemento.

114

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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importantes

desde el

punto

de

vista

patógeno de

la

his-

toria de

su desarrollo ;

e por aquellos ítems en la sintom tolo í

donde las

rela-

ciones entre

la

superficie y lo profundo es tán firme-

mente establecidas, sin

posibilidad

de variación, y fami-

liares al examinador,

como los

síntomas de las neurosis

obsesivas

con

sus puntos de

fijación

conocidos. En con-

traste,

síntomas tales

como la mentira, el hurto, la enu-

resis

nocturna,

etc.,

con su

etiología

múltiple,

no

sumi-

nistran

información genética

durante

la

etapa diagnós-

tica.

VII. EV LU IONES DINÁMI S  

ESTRU TUR LES

 conflictos

La

conducta

es gobernada por el

juego

de

fuerzas

internas

y externas o de

las fuerzas internas

 conscientes o incons-

cientes

entre

sí, es decir,

por

el desenlace

de los conflictos.

Los conflictos

deben examinarse

y

clasiñcarse en

cada caso

como:

a conflictos

externos

entre las acciones del ello-yo y el

mundo objetal

 creando un

temor del mundo objetal ;

b conflictos internalizados

entre

el yo-superyó y el ello

después

que las acciones del yo han

hecho

suyas

las

exigencias

del

mundo objetal y las representan para el

ello  provocando sentimientos de culpa ;

e conflictos internos entre impulsos insuficientemente fu-

sionados

o

sus representantes incompatibles  tales

como ·

ambivalencia

no

resuelta, actividad

y pasividad,

mascu-

linidad y

feminidad, etcétera .

De acuerdo con

el

predominio de

cualquiera de

estos tres

tipos es posible arribar a

la

evaluación de:

1. el nivel de

madurez,

es decir, la

independencia

relativa

de la estructura de la

personalidad

del

niño;

2. la severidad

de sus

trastornos;

3. la intensidad de la terapia necesaria para lograr la me-

joría

o

la remisión

de las

alteraciones.

VIII. EV LU IÓN

 

LGUN S

  R TERÍSTI S

GENER LES

La

personalidad total

del

niño

debe

examinarse

también

para conocer ciertas característ icas generales que son de pro-

bable

valor pronóstico de

la

recuperación espontánea y de reac-

ción al tratamiento. Examinar en

este

sentido los campos si-

guientes : .

a la

tolerancia

de frustraciones.

Cuando

 con

respecto

a

la

edad la tolerancia

para

la tensión

y

la frustración

es

115

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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excesivamente baja se originará más ansiedad que

la

que

se

puede enfrentar

y

la

secuencia patológica de

la

regresión la actividad defensiva y la formación

de

sín-

tomas será

puesta

en

marcha con mayor

facilidad. Cuan-

do la tolerancia a la

frustración

es

alta

el

equilibrio

se

mantendrá

o

recobrará

con

mayor

facilidad

;

b)

el

potencial de sublimación

del

niño. Los individuos di-

fieren ampliamente

en el grado en que las gratificacio-

nes

desplazadas, con fines

inhibidos

y

neutralizadas pue-

den recompensarlos

por

la

realización

frustrada de los

impulsos. La

aceptación

de estos primeros tipos de gra-

tificación o la liberación

del

potencial de sublimación

durante

el

tratamiento puede reducir

la necesidad de

soluciones patológicas;

e) la actitud

general del

niño hacia

la

ansiedad.

Examinar

hasta

qué punto las defensas del niño

contra

el

temor

del

mundo externo y de la ansiedad provocada por el

mundo interior están basadas exclusivamente en medidas

fóbicas

y

en contracatexis que están

estrechamente

re-

lacionados con la patología; y hasta

qué punto

existe

una

tendencia

a

dominar activamente las

situaciones

de

peligro

externas

e

internas

lo

que

constituye

un

signo

de una estructura

del

yo

básicamente saludable

y

bien equilibrada;

d)

fuerzas

progresivas

del

desarrollo

contra

las

tendencias

regresivas. Ambas

se

encuentran normalmente

presen-

tes

en la personalidad inmadura.

Cuando

la primera

so-

brepasa

a

la

segunda las perspectivas

de normalidad

y

recuperación espontánea están

aumentadas;

la formación

de

síntomas es

de carácter más

transitorio ya que los

movimientos pronunciados

hacia

el nivel siguiente de

desarrollo alteran el equilibrio de

las

fuerzas internas.

Cuando las tendencias regresivas predominan

las

resis-

tencias contra el

tratamiento

y

la terquedad de las

so-

luciones patológicas

serán

más formidables. Las relacio-

nes económicas entre las dos tendencias

pueden

dedu-

cirse al observar

la

lucha

del niño

entre

el

deseo

activo

de crecer

y

su resistencia

a

renunciar

a los

placeres pa-

sivos

de

la infancia.

IX.

DIAGNÓSTICO

Finalmente

es

tarea del examinador integrar

los

ítems

mencionados más arriba

y

combinarlos en

una evaluación clí-

nica significativa. Tendrá entonces que decidir entre

una

se-

rie de

posibles categorías como las

siguientes:

1. que, a

pesar

de

los

trastornos manifiestos de

la

con-

116

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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ducta

diaria, el

crecimiento

de

la personalidad del

n ño

es

esencialmente saludable

y

cae dentro de la amplia

gama

de las

 variaciones

de

10 normal ;

2. que las formaciones patológicas

existentes

 síntomas

son de

naturaleza transitoria

y

pueden

clasificarse como

productos secundarios de las tensiones del crecimiento;

3.

que existen

regresiones permanentes

de

los impulsos

hacia puntos de

fijación previamente establecidos

que

conducen a conflictos de tipo neurótico y dan lugar a

las neurosis infantiles

y a los

trastornos del carácter;

4.

que existen regresiones

de los impulsos como

en el

caso

anterior, más regresiones

simultáneas

del yo

y

superyó

que

conducen

a

trastornos

como infantilismo, condiciones

limítrofes,

delincuencia

o psicosis;

  qu

existen

deficiencias primarias

de

naturaleza orgá-

nica

o

privaciones

tempranas

que distorsionan

el des-

arrollo y la estructuración, y

producen

personalidades

retardadas,

defectuosas y atípicas;

6.

que existen

procesos

destructivos de origen

orgánico,

tóxico o psíquico,

de origen

conocido o desconocido

que

han

interrumpido

el crecimiento mental o están a

punto

de

hacerlo.

117

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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v

EV LU ION DE

L

P TOLOGI

P RTE   LGUNOS PREEST ÍnOS INF NTILES

DE

L

PSI OP TOLOGI

ULT

Para el analista

de niños,

la evaluación

del

estadio del niño

sirve a

una

variedad de finalidades. Algunos

tienen

interés prác-

tico tales

como

la decisión a favor o en contra

del

tratamiento

y la selección del método terapéutico más

adecuado.

Otros son

teóricos y representan esfuerzos

dirigidos

a comprender mejor

los procesos del

desarrollo.

Finalmente, aunque no menos

im-

portantes, están

los

esfuerzos

por

formular cuadros más

claros

de las fases iniciales de

aquellos

trastornos

mentales

que

se

conocen en sus estados finales, a aclarar el campo distinguien-

do entre las manifestaciones patológicas transitorias y perma-

nentes.

LAS NEUROSIS INFANTILES

Existen varias razones

por las

cuales el analista de

mnos

se siente

en

terreno completamente seguro

en

presencia

de

esta

categoría diagnóstica. Desde los días iniciales

del

psicoanálisis

en adelante, la neurosis infantil ha sido

considerada

no sólo a

la par

con

la

neurosis

adulta

sino

aun más:

su

prototipo

y

modelo

En la bibliografía

analítica

básica sobre este

tema,

se en-

cuentra

la afirmación de

que

la neurosis infantil tiene

el

signi-

ficado

de

ser  típica

y

ejemplar (S   Freud, 1909 Obras   om

1 De acuerdo

con

un término introducido por Liselotte Frankl,

para

estud ia r la hi stor ia natural de

los trastornos

del adulto.

119

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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pletas vol.

II) con

respecto a las neurosis

adultas

; que

el aná-

lisis de las neurosis infanti les  aportan a la exacta comprensión

de

las

neurosis

de

los adultos

tanto

como

los

sueños infantiles

a la interpretación de los sueños ulteriores (S. Freud, 1918,

Obras Completas vol.

II);

que el estudio  de las neurosis de

la

infancia [puede]

ahorrarnos más

de

un error en la

compren

-

sión de las neurosis

que atacan

al

sujeto en

épocas

más avan-

zadas de

su vida (S.

Freud,

1916-1917,

Obras Completas

vol.

II);

que el análisis

 nos

revela

siempre  

que

se trata de

la

consecuencia directa

de

una dolencia

infantil

del mismo

género

 

ídem).

Además, se

ha

demostrado

repetidamente que

existe

una

correspondencia estrecha

entre

la sintomatología manif iesta de

la neurosis infantil y

de

la

adulta.

En la histeria

que

es co-

mún

a ambas,

está la

ansiedad

l ibre flotante

y los ataques

de

ansiedad;

las conversiones en

síntomas físicos; los

vómitos

y

el

rechazo

de a limentos; las fobias

a

los

animales,

la

agora-

fobia.

La

claustrofobia, no obstante,

es

rara en

niños en quienes

en

su

lugar las fobias s ituacionales tales como fobias a la es-

cuela, fobias al dentista, etc., juegan un papel prominente. Con

respecto a la neurosis obsesiva tanto los niños como los adul-

tos padecen de

sentimientos

ambivalentes magnificados peno-

samente, de

ceremonias

a

la hora de acostarse, otros

rituales,

compulsiones de

limpieza,

acciones

repetitivas,

preguntas, fór-

mulas;

ambos emplean palabras y gestos mágicos o la evitación

mágica

de ciertas palabras y movimientos; compulsiones de

contar y hacer listas,

de

tocar o evitar tocar, etc. Con las inhi

biciones

del juego

y

el aprendizaje en

el

niño

corresponden

restricciones

similares

de

actividad

en

etapas

vitales posterio-

res;

la inhibición

del

exhibicionismo, la

curiosidad, la

agresión,

la competencia, etc., produce los mismos efectos

incapacitantes

en

la

personalidad

del

individuo, lo

mismo

si ocurren

en

edad

temprana o

adulta.

En los caracteres neuróticos se encuentran

pocas

diferencias entre

el

carácter

histérico, obsesivo o impul-

sivo de la

niñez

y sus

equivalentes

posteriores, completamente

desarrollados.

Más importante aún que estas correspondencias en el n ivel

manifiesto,

es

la

identidad que puede demostrarse

entre

las

neurosis

infantiles y adultas con

respecto

a su dinámica.

La

clásica

fórmula etiológica para

ambos casos es la siguiente:

pro-

greso inicial del desarrollo

hasta un nivel

comparativamente

alto en

el

desarrollo de los instintos y del yo  por ejemplo, en

el niño hasta la fase f álíco-edípica,

para

el

adulto

hasta el

nivel genital); un

aumento intolerable

de

ansiedad o

frustra-

ción en esta posición  para el niño, la angustia de

castración

en el complejo de Edipo); regresión de los instintos

desde

la

adecuación al ¡yo hasta .los puntos de fijación

pregenitales;

emer-

gencia de los impulsos pregenitales infantiles sexuales-agresivos ,

 2

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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deseos y fantasías;

ansiedad

y culpa en

relación con

éstos

movilizando reacciones

defensivas

por parte

del yo bajo la in

f luencia del superyó; act iv idad

defensiva

conduciendo a la for

mación de compromisos;

como resultado

trastornos del

carácter

o

síntomas

neuróticos  cuyos detalles y  tipo se

determinan por

el

nivel

de

los puntos

de

fijación hacia

los

cuales ha

ocurrido

la

regresión

por el

contenido

de

los

impulsos

y

fantasías

re

 

chazados

y por la

selección de

mecanismos

de

defensa particu

lares que se están

utilizando.

En los

días

iniciales

de la

práctica analítica cuando

sólo

un

pequeño y preseleccionado

número de

niños llegaban al

analista se esperaba que la mayoría de estos

pequeños

pacien

tes

pertenecerían

a la categoría de las neurosis infantiles y   on

el

pequeño Hans y

el Hombre Lobo

como prototipos podrían

incluirse en la fórmula

etiológica

descripta más arriba. Pero

esta opinión cambió con el paso de la práctica

privada

a la

apertura

de centros

de

consulta

y

clínicas

para

niños

adonde

llega una gran cantidad

de mater ia l

no seleccionado reclamando

la atención

del

analista.

Así se

logró

al principio un hallazgo descorazonador

rela

cionado

con

una

discrepancia entre la neurosis

infantil

y la del

adulto. Mientras que en

el

adulto

el

síntoma neurótico individual

en

genera l forma

parte

de

la estructu ra de la personalidad

relacionada genéticamente no sucede así en

el niño.

Aquí los

síntomas

se presen tan

con frecuencia aislados o asociados con

otros síntomas y rasgos

de

la personalidad de diferente natu 

raleza

sin orígenes

relacionados.

Aun los

síntomas

obsesivos

bien

definidos

tales

como

los

rituales

a

la

hora de

acostarse

o

las compulsiones

de

contar

aparecen

en niños que por otra

parte

son

incontrolables

inquietos impulsivos

es decir con perso

nalidades

histéricas; o conversiones histéricas tendencias fó

bicas

síntomas

psicosomáticos aparecen dentro de estructuras

del carácter de naturaleza obsesiva. Los niños bien

adaptados

y generalmente conscientes cometen

actos

delictivos

únicos

. Los

niños

incontrolables

en el hogar se someten a la autoridad

en

la escuela y viceversa.

Otra desilusión consistió en observar que a pesar de todos

los

vínculos

existentes

entre la

neurosis infantil

y

la

del

adulto

no existe

la menor certidumbre de poder

comprobar

un deter

minado tipo de neurosis

infantil

como

el

predecesor del mismo

tipo en el adulto. Por el contrario existe una gran cantidad

de

evidencia

clínica que

señala la dirección

opuesta. Un

ejem

plo es

el

estado incontrolable de un niño de

cuatro

años seme

jante en varios puntos al del delincuente juvenil o adulto con

respecto a que ambos

liberan

sus impulsos especialmente los

agresivos y atacan destruyen y

se apoderan

de lo que

desean

sin

considerar

los sentimientos de los demás. A pesar de todas

estas simil itudes esta conducta delincuente

temprana

no se

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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convierte necesariamente en un verdadero

estado

delincuente

posterior;

el

niño en cuestión

puede

desarrollar un carácter

obsesivo o una neurosis obsesiva en lugar de convertirse en un

delincuente o criminal. Muchos niños que comienzan

con

una

fobia o histeria de ansiedad

se

desarrollan posteriormente como

verdaderos obsesivos

Muchos con

síntomas obsesivos

reales

tales

como

las

compulsiones de limpieza rituales del

tacto

detallistas etc semejantes

por

completo a los

adultos

obsesivos

mientras son pequeños

están

a

pesar de

todo predestinados a

desarrollar posteriormente no una neurosis obsesiva sino estados

esquizoides

y

esquizofrénicos.

Muchas

presunciones

sugieren la explicación

de

estas in

consistencias Ovbiamente

aun

en los casos en que los compo

nentes instintivos dominantes son los mismos como con

el

sa

dismo

anal del

neurótico delincuente

y obsesivo la elección

entre las

dos

soluciones patológicas opuestas

depende

de la

interacción

con

las actitudes del yo

y

éstas

varían

en el

curso

de los procesos de maduración y

desarrol lo. Los

deseos de

muerte agresión

deshonestidad

que

son

aceptables

para

el

in

dividuo

en

un determinado nivel del yo y del

superyó están

condenados y existen defensas contra ellos en el siguiente; de

aquí

el cambio

de rasgos delictivos a compulsivos.

De

otra

manera de nuevo

con

la maduración del yo las defensas contra

la

ansiedad que

utilizan el s is tema motor tal como la con

versión somát ica y

las retiradas

fóbicas cambian por meca

nismos de

defensa en los procesos del pensamiento tales como

contar las

fórmulas

mágicas

deshacer aislar;

esto

explica

el

paso de la sintomatología histérica a la obsesiva

Las

mezclas

de

síntomas

histéricos y obsesivos pueden

explicarse

simple

mente:

los niños que producen trastornos histéricos de carácter

permanente adquieren

no

obstante adicionalmente

un

número

transitorio de síntomas compulsivos mientras pasan a través

de

la

fase

sádico anal para los cuales

están

adecuados; en otros

en quienes

se

está

desarrollando

una neurosis

obsesiva perma

nente

las ansiedades

libres flotantes

  las fobias y

los

síntomas

histéricos persisten como

residuos

del nivel de

desarrollo que

les ha precedido  En los obsesivos

más pequeños

los conflictos

ambivalentes

y

las compulsiones

pueden considerarse

como

signos ominosos tempranos de escisiones y desarmonías dentro

de la estructura suficientemente serias como

para

conducir en

etapa

posterior a una

total

desintegración psicótica de la per

sonalidad.

Otro hallazgo que todos los analistas

pueden

confirmar en

el

servicio diagnóstico

de las

clínicas

de niños es que

el

campo de

las

alteraciones mentales en la infancia es más extenso de lo

esperado de acuerdo

con

la

experiencia

de la psicopatología del

adulto. Entre

todo

este

material

clínico se

encuentra

por supues

to

el

núcleo de todas

las

formas

t ípicas de

compulsiones

ceremo

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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niales, rituales, ataques de

ansiedad,

fobias,

trastornos

de origen

traumático y psicosomático, inhibiciones y deformaciones

del

carácter,

que

se pueden agrupar dentro del capítulo de las neu-

rosis infantiles; o los serios

retraimientos

del mundo

objetal

y

el

enajenamiento de la realidad que se clasiñca dentro del capítulo

de las psicosis infantiles. Pero esto no

constituye de n inguna

manera la

mayoría.

Habría que agregar

las

alteraciones  no

or-

gánicas) de

las

necesidades vitales del organismo, por ejemplo

los trastornos de

la

alimentación y del sueño

del

infante;

las

excesivas demoras  no orgánicas)

en

la

adquisición

de ciertas

capacidades

vitales tales como el control de la

motricidad,

del

habla,

de

los hábitos higiénicos,

del

aprendizaje;

los trastornos

primarios

del

narcisismo

2

y de las

relaciones

objetales; los estados

originados por tendencias destructivas y la destrucción de sí

mismo

de naturaleza incontrolable, o por derivados incontrola-

bles de los impulsos sexuales y agresivos; las personalidades in-

fantiles

y con

retardos. Algunos de

estos

niños

nunca

llegan

a la fase fálico-edípica, que constituye

el

verdadero punto de

partida

de

las

neurosis infantiles. En

algunos la organización

defensiva

está

poco desarrollada, es

primitiva

y defectuosa con

el resultado de que sus síntomas corresponden a irrupciones del

ello

más

que a formaciones

de

compromiso

entre

el ello y

el

yo.

En

algunos casos, la formación

del superyó

es tan incompleta

que

los juicios

morales,

la

culpabilidad y los conflictos internos

faltan como fuerzas internas

de

control.

Hasta

el

presente sólo

existen

formulaciones descriptivas

y

no dinámicas suficientemente detalladas

para

explicar la enor-

me

variedad

de cuadros clínicos que existen en este

campo.Qui-

zás

algunos

de los

trastornos

que

sobrevienen en

los

primeros

años

de la vida

representan los preestadios

del

desarrollo

neuró-

tico que serán transformados en una neurosis específica con los

avances

adecuados al yo y al superyó en la

estructuración. Otros

pueden representar neurosis abortivas, es decir, intentos falli-

dos,

incompletos

y a

corto

plazo, de las acciones

del

yo para co-

rresponder

a los

impulsos

y modificarlos.

LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO

Como

mencionamos

anteriormente, los tras

tornos

mentales

son numéricamente más frecuentes

y

más

variados

en

los niños

que

en

los adultos. Su frecuencia aumen

ta

por una parte debido

a

las circunstancias

creadas por

la dependencia

del niño y, por

otra parte, a los

esfuerzos

y tensiones relacionados

con

los pro-

cesos del desarrollo

en

sí.

2 Véase J. J . Sandler,  Trastornos del narcisismo

una

serie de

trabajos

a

publicar).

  3

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Tensiones

externas

Debido

a la incapacidad

de

cuidarse a sí mismos los niños

tienen

que

aceptar el tipo de cuidado que se les brinda.

Cuando

este

no es extremadamente sensitivo origina un número de tras-

tornos, los más tempranos de los cuales

están ligados

con el

sueño, la alimentación, la evacuación   el deseo de

estar acom-

pañado.

En estos cuatro campos las

inclinaciones

naturales

propias

del

niño no están en armonía

con

muchos de los

hábitos

cultu-

rales   sociales de la actualidad. El niño tiene

su

propio ritmo

de sueño

pero

éste generalmente no

coincide

con la

hora

  durante

el día o la

noche,

ni

con el

tiempo que la

madre

desea que duer-

ma, de acuerdo

con

las necesidades

de

su

horario. El

niño

tiene

sus propios

métodos para

hacer la

transición del estado de vi-

gilia al sueño

por

medio de actividades autoeróticas tales como

chuparse

el

dedo,

masturbarse

o

abrazar

los

objetos

de transición

 Winnicott, 1953 pero sólo puede hacerlo libremente con la

indulgencia

de

la

madre,

que

por

otra par te a

menudo

interfiere.

Es una necesidad

primitiva

del niño el

contacto estrecho   cálido

de la piel de otra persona mientras se queda dormido, pero esto

contraría

las reglas de higiene

que exigen

que

el niño duerma

en

su propia

cama

sin

compartir la de sus

padres.

Los

alimentos

que el niño apetece, la hora en

que

quiere ingerirlos o la can-

tidad, raramente dependen de su propia decisión  excepto en

el

método de

alimentación

por

solicitud

de los infantes ,

con

el

resultado

de que

se le imponen

penosos

períodos

de espera

al

hambre que padece o se lo alimenta cuando no lo desea. Excepto

en los tipos más modernos

de

crianza, el entrenamiento del con

trol

de

esfínteres comienza demasiado pronto

  es decir,

cuando

aún

ni el primit ivo cont rol muscula r ni

los

progresos de

la

per-

sonalidad hacia

el

manejo

corporal

están preparados para ello.

La necesidad biológica infantil

de

la

presencia constante de un

adulto que lo

cuide

se ignora en

nuestra

civilización occidental,

y los niños son expuestos a largas horas de soledad

debido

a la

concepción errónea de que es saludable para los pequeños dor-

mir,

descansar

y posteriormente, el jugar solos. Este desconoci-

miento

de las necesidades

naturales crean

las

primeras

dificul-

tades en el funcionamiento

normal de los procesos de

satisfac-

ción de los impulsos y de las necesidades. Como resultado, las

madres buscan consejo cuando sus niños tienen dificultades en

conciliar el

sueño

o no duermen en

toda

la noche a

pesar

de

estar cansados;

que

no

comen

lo

suficiente

o

rechazan

los ali-

mentos

adecuados, a

pesar de

la

necesidad

obvia de

nutrir

su

organismo; o que lloran excesivamente   son incapaces

de

acep-

tar

el

consuelo

ofrecido por

la madre. En

la

medida en

que estos

t rastornos se deben

a los hábitos

ambientales

  pueden

eliminarse

si

desde

el

principio

se

emplean

distintos

estilos

de

crianza.

No

124

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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obstante,

una

vez establecidos, sus consecuencias no se

pueden

eliminar fácilmente

ni s iquiera

cuando

a

través

de

ciertos

tra-

tamientos se realizan

cambios beneficiosos.

Las frustraciones

y

el displacer

experimentados

por el niño en

relación

con una

necesidad o componente instintivo parti-cular

permanecen

aso-

ciados

en

la

mente del

niño. Esto

debilita

la

efectividad

y

ur-

gencia

del

impulso, lo

hace

vulnerable y en consecuencia prepara

el camino

para

futuros trastornos

neuróticos en el área compro-

metida  véase también A. Freud, 1946).

El manejo incorrecto

de las necesidades

infantiles tempranas

tiene

repercusiones posteriores

para el

desarrollo patológico.

En

su crecimiento hacia la independencia

y autosuficiencia, el

niño

acepta

la

actitud

inicial

de

la

madre, gratificante

o

frustrante,

como un modelo para imitar y recrear en

su

propio yo. Cuando

ella comprende, respeta y satisface los deseos de su hijo en la

medida de

lo posible,

existen buenas

posibilidades

de que el

yo

del

pequeño

demuestre una tolerancia

similar. Cuando

ella

in-

necesariamente demora,

se opone o

ignora

la realización

de

los

deseos, el yo

del niño está

propenso a

demostrar

en mayor

grado

la llamada  hostilidad hacia el ello , es decir , facil idad para los

conflictos

internos, que const ituye uno de

los requisitos previos

del

desarrollo neurótico.

 ensiones intern s

En

contraste

con las tensiones determinadas

por el

mundo

externo que

en gran parte pueden evitarse, las internas son ine-

vitables y más virulentas en aquellos casos en

que

el daño previo

 de

origen externo)

ha

minado la integridad orgánica de

los

im-

pulsos y menos lesivas cuando

la actividad

de los impulsos ha

permanecido normal.

Pero,

en esencia, son tan inevitables como

los mismos procesos

de maduración

y desarrollo. En

contraste

con

las formaciones patológicas

de

la vida

adulta,

estos stresses

son

de carácter transitorio

a pesar

de su intensidad

  dejados

atrás

al

superar la

fase

del desarrollo

en

que

han aparecido.

 r stornos del sueño

Al

margen

del

cuidado   el éxito obtenido con respecto al

hábito

del

sueño del infante durante su primer año de vida,

en

el segundo año, y casi

sin

excepción,

aparecen las

dificultades

para

conciliarlo.

El niño de un

año,

una

vez

satisfechas sus ne-

cesidades corporales, no

sufre

dolores o incomodidad,

puede

quedarse súbitamente dormido

en

cualquier momento cuando

está

cansado, quizá en medio

de algún

juego o con la cuchara

todavía

en

la mano. Solamente unos cuantos

meses después,

el

mismo

niño

protestará

cuando llega la

hora

de

acostarse, a

pesar

  5

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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de

estar

cansado, moviéndose

continuamente

en

la

cama o lla-

mando para que

le

acompañen por períodos más o menos largos.

Se

tiene la impresión de que  las batallas contra

el

sueño son

tan intensas como

su

cansancio. Lo que ha sucedido es

que

dormir

ya

no es

una

cuestión

de naturaleza puramente física como la

respuesta automática

a

una

necesidad corporal en

un

individuo

indiferenciado

en quien el

yo y el ello, el sí

mismo

y el

del

mundo objetal no se han separado aún unos de otros. Con el

aumento de la intensidad de los vínculos del niño

con

los objetos

y

su mayor compromiso en

los hechos del

mundo

exterior el

retiro

de la libido y de los intereses del yo hacia sí mismo se

convierte en

un

requisito

previo

y

necesario

para

dormir. Esto

no

siempre

se

logra

sin dificultades y

la

ansiedad que produce

contribuye

a

que

el pequeño se

aferre

con

más

tenacidad

al

deseo

de mantenerse despierto.

Las manifestaciones sintomáticas

de

este estado

son las continuas

llamadas

desde

la cama

por

la pre-

sencia

de la madre por

una

puerta

abierta por un

sorbo

de

agua

etc. Todo esto desaparece espontáneamente cuando

las relaciones

objetales del niño se

hacen

más

seguras

y menos ambivalentes y

cuando el yo se estabiliza lo

suficiente

para permitir

la

regresión

al

indiferenciado

estado

narcisista necesario

para

dormirse.

De

acuerdo con

lo

ya

mencionado los

métodos espontá-

neos del niño para

facilitar la transición del

estado de

vigilia al

de sueño son las actividades autoeróticas como mecerse suc-

cionarse los dedos, masturbarse y los objetos de transición como

juguetes adecuados para abrazar objetos de materiales suaves

etc.

Cuando

estos

métodos

se

abandonan

o

cuando

años

más

tar-

de

el

niño lucha

contra la masturbación con

frecuencia

se origina

una nueva ola de dificultades para

conciliar

el sueño. Si esto

sucede

durante

el

período de

latencia

los nuevos

métodos

que

utiliza

el

niño para

combatir

el

trastorno

son

comúnmente

de

naturaleza

obsesiva tales

como la

tendencía compulsiva

a con-

tar a leer a pensar etcétera.

Aunque las

dificultades

del

niño

para dormirse son

similares

en

su apariencia manifiesta a los trastornos del sueño de los

adultos melancólicos o

deprimidos

el cuadro metapsicológico

subyacente

es

diferente

y

así este estado del

niño

no

debe

con-

siderarse precusor de

la

condición en el adulto. Ambas

tienen

en

común

la vulnerabilidad

de

la

zona del sueño.

  rastornos de la alimentación

En general

sabemos algo más con

respecto

a los

trastornos

de

la

alimentación

del

niño y los

caprichos

alimentarios

que

tienen una larga historia y pueden

ser

de muy variada

naturale-

za, Los

diversos t rastornos de la

ingestión de alimentos se re-

3 Véase el capítulo  lII

La

línea

de desarro llo desde la ama-

mantación

a

la

alimentación racional

y

 

Freud

(1946).

  6

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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lacionan

con

las

distintas fases

de la línea de desarrollo

hacia

la

alimentación

independiente,

a medida

que

las fases se

suceden

y superan unas a otras.

Desde

el

punto de vista cronológico esta

secuencia

sigue

aproximadamente

el curso siguiente .

Los

primeros trastornos

aparecen en relación con la lactancia

de

pecho y son de origen

mixto: con respecto

a

la madre puede

ser

obstáculos

físicos

re -

lacionados

con el

flujo

de la

leche

o la forma

del

pezón; o bien

psicológicos

relacionados

con una respuesta ambivalente o an-

siosa a amamantar a

su

hijo. El niño puede tener dificultades

orgánicas, como

un reflejo

de succión demorado o la urgencia

disminuida de alimento; o bien psicológicas bajo la forma de

una reacción negativa automática a la duda o la ansiedad de

la madre. El

siguiente

trastorno es el

frecuente

rechazo de ali-

mentos

en el período del destete, aunque puede prevenirse

cuan-

do el cambio se lleva a cabo de

manera

muy

gradual

y consi

derada. Cuando

estos

trastornos

son

excesivos

dejan generalmen-

te

su

huella en forma de

disgusto

por la comida,

aversión

por

sabores y

consistencias nuevos,

la

ausencia

de

intrepidez

para

comer,

y la

de

placer en la esfera

oral.

Algunas veces los tras-

tornos producen el resultado

opuesto,

es

decir,

dan origen a una

excesiva voracidad y al temor de pasar hambre.

Las batal las

del niño que está

comenzando a

caminar

para

comer los

alimentos que le

ofrece

la madre expresan sus

rela-

ciones ambivalentes con ella.

Un

ejemplo

clínico

excelente

se ob

servó en

un niño

de alrededor de

dos años

el

cual

cuando

se

enojaba con su madre, no

sólo

escupía

la

comida

que ésta le

daba, sino

que también se frotaba la lengua

para

desprender

cualquier pedacito de comida adherida.

Literalmente

 no quería

nada de ella .

Las

peleas relacionadas con la cantidad alternan

con las provocadas por

el

tipo de comida

preferido

o rechazado,

es decir los caprichos y con otras relacionadas

con

el mecanismo

de

comer,

o sea los modales en la mesa. Aun más, dentro de

la naturaleza de los síntomas, es la evitación

disgustada

de cier-

tas

formas,

olores colores y

consistencias

particulares de los

alimentos derivada de las defensas contra las tendencias ana-

les; o

el vegetarianismo que

 si

no se produce

y

mantiene

por

las influencias ambientales) es el resul tado de la defensa contra

las fantasías regresivas canibalistas y sadistas; o el rechazo de

comidas que engordan, y a

veces

de todas las comidas para pre-

servarse de fantasías como la

inseminación

oral y

el embarazo

.

Puesto que estas

formas

variadas de

conducta sintomática

son manifestaciones del desarrollo cada una

por

derecho propio

no

hay razón para temer, como los padres hacen a menudo, que

las

formas más

leves como el rechazo de

ciertas

comidas cons

tituyen las fases

previas

de

trastornos más

severos,

tales

como el

rechazo

sis temático de

todo

alimento, cuando

aquéllas

no

son

  7

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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tratadas. A menudo son por definición transitorias y susceptibles

de

curación espontánea.

No

obstante

toda alteración

excesiva

de

los procesos de la alimentación en las etapas tempranas

de

la

vida dejarán residuos que

aumentan

y complican los trastornos

de

las fases posteriores.

En general

los

trastornos infantiles

de

la alimentación

dejan

vulnerable la zona correspondiente y

pre-

paran

el terreno

para

las

afecciones

neuróticas del

estómago y

del apetito

en la

vida adulta.

 os t or s  rc icos

Antes que el

niño

desarrolle

estados

de ansiedad

coordi-

nados con el aumento

de

la estructuración de

la

personalidad

pasa

a través

de

una fase

de ansiedad

más

temprana

que es

desagradable

no sólo

para él sino también para

el observador

debido a

su

intensidad.

Estas

ansiedades se

denominan

a me-

nudo arcaicas

pues

su origen

no

puede

rastrearse

hasta

nin-

guna

experiencia previa

de

temor pero que parece

formar

parte de la disposición congénita.

De

manera

descriptiva

  son

los miedos a la oscuridad a la soledad a los extraños a

situa-

ciones y

perspectivas nuevas

a las

que no está habituado al

trueno algunas

veces al viento  etc. Metapsicológicamente no

son

fobias

pues

al

contrario

de

las

fobias

de

la fase fálica

estos

temores no

se

basan

en

regresiones

o conflictos o

despla-

zamientos.

En su lugar expresan la debilidad

del

yo

inmaduro

y

la desorientación de tipo pánico cuando se enfrentan con

impresiones

desconocidas

que

no

pueden controlarse

y asi-

milarse.

Los miedos arcaicos

desaparecen

en

proporción al aumen-

to debido al desarrollo

de

las diversas funciones

del

yo tales

como

la memoria la

prueba

de la realidad

los procesos

de

funcionamiento secundarios

la

inteligencia la lógica etc. y

especialmente

con

la

disminución de la proyección

y

del pen-

samiento

mágico.

 os tr stornos de l conduct del niño que comienz

c min r

Los trastornos

de

la

conducta del

niño

que

comienza a

caminar provocan intensa

preocupación

especialmente cuando

asumen proporciones que la madre

no puede

controlar.

Estas

manifestaciones

están

vinculadas con el nivel más alto

del

sadismo

anal

y

expresan sus

tendencias en

parte directamente

a

través de

la destrucción

el desorden

y el desaliño la

inquie-

tud

motriz y en parte

reactivamente

por medio

del

apego exce-

4 Véase el capítulo

IV

La evaluación

por

medio

del

tipo

de

ansiedad y de conflicto .

  8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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sivo, la incapacidad de separarse de

la

madre, los quejidos y

gimoteos,

la

infelicidad, los estados afectivos caóticos inclu-

yendo las rabietas .

A pesar de su

severidad

y

apariencia

patológica, el síndro-

me

es

de corta

duración.

Permanece

activo mientras no

existen

otras formas

de

descarga

que

las motrices

para

los

impulsos

y los afectos del niño, y su

intensidad disminuye

o desaparece

tan

pronto

como

se

abren

nuevas

vías de descarga, especial-

mente con la adquisición

del

lenguaje

 Anny Katan,

 96 .

Una fase obsesiva transitoria

El

orden y la limpieza excesivos, la

conducta

ritualista

y las ceremonias a la hora de acostarse que a menudo asocia-

mos a

la

neurosis obsesiva o

al carácter

obsesivo,

aparecen

en

la

mayoría

de los niños alrededor o inmediatamente después

de

culminar

la

fase anal. Corresponden

por una

parte,

a

las

defensas establecidas como resultado

del entrenamiento del con

-

trol

esfinteriano

y por la otra, a los aspectos específicos

del

desarrollo

del

yo

que

por lo general, aunque no de manera

invariable,

coinciden con los

problemas de analidad

 H.

Hart-

mann, 1950a El hecho

de

que el niño

durante este

período

se comporte como un obsesivo crea una falsa impresión pato-

lógica. Es

habitual

que las manifestaciones compulsivas desapa-

rezcan sin

dejar

huella tan pronto

como

se hayan superado

las

posiciones

del inst in to correspondiente

y

del

yo.

Por

otra

parte, las manifestaciones

obsesivas

normales

de

naturaleza

transitoria

representan

una

amenaza

patológica per-

manente si por alguna

razón

la inversión libidinal en la fase

sádico-anal ha sido excesiva,

de

tal manera que grandes can-

tidades

de

libido permanecen fijadas

en

dicha fase

.

En

estos

casos el

niño regresará

a la fase sádico-anal,

generalmente

des-

pués de

alguna

experiencia de temor

en

el

nivel fálico. Sólo

estas regresiones,

con las

defensas

respectivas

y

las

formacio-

nes

de compromiso resultantes, forman la base

de una verda-

dera y

perdurable patología

obsesiva.

  os trastornos de

 

fase fálica preadolescencia

y adolescencia

La manera en

que la

progresión de los instintos y del yo

curan o bien

originan trastornos

en el desarrollo

está

demos-

trada con mayor convicción en aquellos

puntos

de

transición

entre

las

fases, en donde

no

sólo la

calidad

sino también

la

cantidad de

la

actividad de

los impulsos se modifican. Un ejem-

plo lo

constituye

la extrema

angustia

de castración, los deseos

y

temores

de muerte

junto con

las defensas contra ellos,

que

dominan

la

escena

en

el

momento culminante

de

la

fase

fálico-

  9

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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edípica, y que

crean las bien

conocidas inhibiciones,

las

sobre-

compensaciones de masculinidad, la

pasividad

y los movimien-

tos regresivos durante

este

período. Este

conjunto

de síntomas

desaparece como por

arte

de magia

tan

pronto el niño

da

los

primeros pasos hacia

el

período

de

latencia

, es decir, como

una

reacción

inmediata

a

la

disminución de

la

actividad de

los impulsos, determinada biológicamente. Comparado con

el

niño

de la fase edípica, el

pequeño del

período de

latencia

está

sin

lugar

a dudas menos importunado por conflictos.

Sucede lo

contrario

en

el

punto de

transición

desde el

período de latencia

hacia

la preadolescencia. En este momento ,

las modificaciones en la

calidad

así

como en

la cantidad de los

impulsos y

el

aumento en las variadas tendencias pregenitales

primitivas  especialmente orales y anales) originan una falla

severa de la adaptación social, de las sublimaciones y en ge-

neral

de

los logros

de

la

personalidad

alcanzados

durante

el

período de latencia.

La

impresión de salud y de racionalidad

desaparecen

otra vez  

el preadolescente parece

menos ma-

duro, menos normal y a menudo con inclinaciones hacia la

delincuencia.

Este cuadro cambia una

vez

más con

la

llegada

de la

ado-

lescencia propiamente dicha. Las

tendencias

genitales que emer-

gen

actúan

como curas transitorias para las inclinaciones

pa

-

sivo-femeninas adquiridas

durante el complejo de

Edipo

ne-

gativo y retenidas

durante

el período de latencia y la

preado-

lescencia.

También concluyen

con

la pregenitalidad

difusa

de

la preadolescencia. Al margen

de todo

esto, como ha sido des-

cripto por varios autores por ejemplo, Eíssler, 1958; Geleerd,

1958), la adolescencia produce

su

propia sintomatología

que

en los casos más severos es de

naturaleza

cuasi-asocial, cuasi-

.psicótíca y de carácter limítrofe. Esta patología también des-

aparece

cuando se deja atrás la adolescencia.

5

En

su monografía  La neurosis infantil en prensa) el doctor

H. Nágera sugiere div id ir los trastornos de l

desarrollo

en la

forma

siguiente:

a)

interferen i s

o

trastornos

en

el desarrollo

definidos como

casos cuando el

ambiente impone

al

niño exigencias

que no

son

razonables ni adecuadas a su yo y a las cuales no

puede

con trola r sin g randes tras to rnos ;

b) conflictos

del

desarrollo definidos como experimentados por

todos

los

niños

en mayor o

menor grado, cuando

el

ambiente

impone

ciertas exigencias específicas

en las

fases

adecuadas

del desarrollo o bien

cuando

se

alcanzan

niveles de maduración

y desarrollo que

provocan

conflictos específicos;

e)  onfli tos neuróticos definidos como los que se originan entre

la

actividad

de

  s

impulsos y

la s exigencias internalizadas,

es

decir,

precursores

  del

supery ó;

d)

la

neurosis

inf n

til

3

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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ASOCIALIDAD, DELINCUENCIA

Y

CRIMINALIDAD

COMO CATEGORIAS

DIAGNOSTICAS

EN LA

NIÑEZ

EL

factor edad  n

 l

de

sarrollo social, l g l

y psi oló i o

 

Además

de

las

categorías

diagnósticas analizadas

en

las

secciones

precedentes, existen otras que

no pueden aplicarse

sin

modificaciones

a los

niños

o de los cuales ciertos períodos

de

la niñez están por completo exentos.

Son ejemplos

la aso-

cialidad, la

delincuencia

y la

criminalidad.

Las incertidumbres acerca de

su

aplicación se reflejan

claramente en el campo

legal,

en los

activos

debates relacio-

nados

con la edad límite

por

debajo

de

la

cual

el niño que

comparece ante el juez debe clasificarse simplemente

como

 sin control ,  que

necesita

cuidado y protección ; 6 o hasta

qué

edad

debe

mantenerse al

menos

la presunción de au-

sencia

de

responsabilidad criminal , la cual debe ser refutada

por medio de

evidencia,

más completas cuanto más

se

acerca

el niño a los ocho años; 7 hasta qué

edad

debe

concederse

al

joven acusado el  beneficio de la edad cuando se comprueba

la existencia

de

intención. La tendencia a las recomendaciones

aún

consideradas

en

Inglaterra y en

otros

países , es hacia

el

aumento de

estos

límites de edad y especialmente de la edad

que

implica

responsabilidad plena dentro de la ley.

Como sucede en el ámbito

legal,

también

en

el educacional

 

psicoanalítico

encontramos incertidumbre

con

respecto

a

las

edades

en

las cuales las designaciones de asocial, delincuente

y

criminal son adecuadas. Por derecho, no deberíamos apli-

carlas

a los más

tempranos

desacuerdos entre el niño pequeño

y su ambiente, aun cuando manifiesten una conducta desorde-

nada y

destructora

y sean extremadamente alarmantes para

la

familia,

es decir,

para

la

primera

comunidad social a la que

el niño

pertenece.

La presunción

de ausencia de

intención cri-

6 En Inglaterra,

hasta

la edad

de

ocho años; antes

de

la cual

se

lo considera incapaz

de

intención

criminal

y

de

cometer delitos en el

sentido

técnico.

7

En Inglaterra, hasta la edad

de catorce

años

.

8 En Inglaterra,

de catorce a

diecisiete años.

9

En Inglaterra se

recomienda

elevar la edad

para

la posibili-

dad de intento criminal hasta doce

y

posteriormente

catorce

años.

En

los

Estados Unidos la edad límite se

ha

elevado

de

siete

hasta

dieciséis,

dieciocho

y

aun veintiún

años en algunos Estados. En el continente

europeo la

edad

promedio es de

trece

o ca tor ce año s. En

el

derecho

internacional, los criminólogos han acordado

que

es d eseabl e

que

la

edad para los fines

de la

l

ey penal en

los países europeos no debe

fijarse

por debajo

 de

los

18

años .

Véase

para mayor información

T . E.

Jame

s (1962,

págs.

124, 125,

129,

158-160 .

Para

l as edades cor respondientes

en

los

Estados

Unidos

,

véase Nei l

Peck

(1962) .

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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minal

en el sentido legal es

comparable

desde el

punto

de

vista

psicoanalítico con la noción de que del niño pequeño no puede

decirse

que se comporte

de manera  social o asocial

antes

de haber adquirido por lo menos la capacidad para

percibir

y

comprender el

medio social al

que pertenece

y

pueda

identifi-

carse con las reglas

que

lo

gobiernan

.

De acuerdo con

la

ley,

creemos

que

la adquisición

de esta

capacidad es

una función

del avance

de

la edad y de la madurez, aunque esperamos

ver-

las desarrollarse antes

y no después

de

las

edades mínimas

es-

tipuladas

por

la

ley. También

de

acuerdo con el procedimiento

legal, damos al

individuo

en

desarrollo

el beneficio

de la

edad

cuando evaluamos

la

adaptación social, puesto que con-

sideramos esta

última

como

un

proceso gradual ligado con el

desarrollo de

los impulsos,

el

yo y el superyó, y

en

general

de-

pendiente de su curso.

Pero

a

pesar

de todas estas

convicciones

teóricas

y

en

com-

pleta

oposición

con el

uso legal, cuando

se trata de la práctica

clínica y educacional

no

podemos dejar

de

pensar o hablar

in-

cluso de los menores de cinco años que se comportan de ma-

nera antisocial, asocial, etc., o

que demuestran

 asocialidad la-

tente Aichhorn, 1925 . Obviamente, esta

práctica

está

basada

en la

creencia de que existen

varios niveles

intermedios

de

adaptación social que el niño debe alcanzar a

determinadas

eda-

des, y

de que tenemos derecho

a

alarmarnos si

no observamos

en

su

conducta evidencia ostensible

de este

progreso en los

momentos

adecuados, es decir, si

la esperada

cronología

del

desarrollo social

gradual está

destruida.

De acuerdo

con nuestro concepto psicoanalítico, el logro fi-

nal de la adaptación social es el resultado de un número variado

de progresos en el desarrollo.

Es

útil

enumerarlos

y

examinarlos

en detalle, porque de esta manera establecemos los requisitos

previos para

predecir

los

trastornos

masivos

futuros

cuando

sólo se encuentran presentes las indicaciones más ligeras

de

desarmonía,

de

desniveles en el crecimiento, o de una

respuesta

inadecuada

al

ambiente. Este

esfuerzo

también

dispone efecti-

vamente de

la concepción

que

considera la asocialídad como

una

entidad nosológica basada en

una

causa específica, sea ésta

considerada

interna  ta l como  deficiencia

mental

o

 insania

moral ) o externa  ta l como hogares destruidos, desacuerdos de

los padres, negligencia

del

niño, separaciones, etc.). A medida

que

dejamos

de pensa r

en

las   us s

específicas

de

asocialidad

somos capaces

de

concebir las tr nsform iones favorables o des-

favorables

de

la autoindulgencia

y

de la tendencia

asocial, y

de

actitudes

que normalmente forman parte

de la naturaleza origi-

nal del

niño.

Todo

esto ayuda a

construir las l íneas del desarro-

llo

que

conducen a

resultados

patológicos, aunque éstas

resulten

más

complejas,

menos definidas

y

con

una

gama más amplia de

132

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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posibilidades

que las l íneas del desarrollo

normal, cuyo

intento

de exposición se llevó a cabo en el capítulo anterior.

El

recién

nacido como una ley en sí

mismo

 

El

recién nacido comienza

la

vida, no

sin

leyes

sino con

sus reacciones gobernadas por un principio interno

supremo

de

acuerdo

con

el

cua l d is fruta las experiencias

placenteras, re-

chaza el displacer   lucha por reducir la tensión. Es significativo

para su

desarrollo posterior, que

consiga

operar por su cuenta

este principio del placer

en

tanto

pueda su

propio cuerpo

gratifi-

car sus necesidades

y

exigencias

instintivas,

por

ejemplo, en el

campo limitado de las satisfacciones autoeróticas. En cuanto

a

estas

concierne

 mecerse,

succionar

el dedo,

distintas formas

de

masturbación)

es y

puede

permanecer,

una

 ley en

mis-

mo .lO

  madre

como el

primer

legislador externo

Puesto

que en todos los otros aspectos el pequeño es incapaz

de satisfacer sus necesidades por sí mismo,

el

principio del

placer,

a pesar

de

ser una

ley interna

enclavada

dentro

del

propio

niño,

debe

complementarse desde el exterior por la madre que

provee

o retiene

la satisfacción.

Debido a

esta actividad, la

madre

se

convierte

no sólo

en

el

primer

objeto del niño

 anaclítico,

que

satisface las

necesidades) sino también en el primer legis-

lador externo. Las

primeras

leyes

externas

con las cuales con-

fronta

a

su

hijo conciernen

al

hor rio y a la   ntid d de sus

satisfacciones. A

este respecto,

los

diferentes

tipos

de crianza

varían de manera

amplia

en

cuanto

al grado en que toman en

cuenta las leyes innatas del niño o las violentan. Los ejemplos

extremos

de

este

último caso

son

los métodos

que no

consideran

el

sufrimiento

 

donde el

placer es mantenido al

mínimo

en

interés del entrenamiento y condicionamiento de las necesi-

dades tales

como

el método de Truby

King);

ejemplos del pri-

mer

caso

son

Jos

regímenes

basados en la declarada intención de .

seguir el principio del placer,

es

decir, de reducir e l displacer

y

las

frustraciones  

de

aumentar

las

experiencias

placenteras

hasta los

límites

de que la madre es capaz  tal como alimentar

al bebé

sólo

cuando

lo pide).

Los recién nacidos   los niños tienen poca o ninguna

alter-

nat iva para

aceptar

o

rechazar la forma

de

satisfacer

sus nece-

ro

Si no

existen

interferencias indebidas del ambiente

o

después

de la estructuración del sentimiento de

culpa.

 

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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sidades. Al ser incapaces de mantener su propia e

xi

stencia,

las

re

glas

impuestas por el ambiente reinan supremas . No obstant e,

las

prim

er

as escaramuzas

entre el

niño y el amb

ien

te t ie

nen

lugar en el campo de batalla del cu idado co

rporal,

al

mismo

ti

empo

qu

e ambas

partes

proporcionan sus p

rimeras

impresio-

nes el

uno

del otro. El

pequeño

experiment a el r é

gim

en impuesto

como

un

a

fuerza amistosa

u

hos

til

, de acu erdo con la

sen

sibili

da

d

o

inse

ns ibilidad hacia el

principio

del placer que la ma

dre

des-

pl ieg

ue en

su cuidado. La

madre

, por

su par te,

tiene

la

primera

oportunidad de experimentar a su hijo, bien

com

o un niño su-

miso, acomodaticio, fácil , bien como inflexible, voluntarioso

y  difícil según

la

gracia,

buen

a o

mala

, con

la

que forzosa-

mente

se somete a las reglas benéficas o

adver

sas y a los

regl

a-

mentos que la madre impone

en

la satisfacción de sus nece-

sidades .

El control ext

erno

ex tendido a lo s impu lsos

A medida que la infancia se deja

atrás

, las

discrepancias

entre el

principio

interno del placer y la real idad externa se

extienden gradualmente

desde el dominio de

las

necesidades

corporales básicas por

alimentos,

calor, sueño,

bienestar

cor-

poral

hacia

los princ

ipales derivados

de los

impulsos

 tales como

los sexuales-pregenitales, los agresivos-destructivos, los egoístas-

posesivos . Es tan

natural

para el niño

buscar la

gratificación

de

todos estos

instintos con urgencia,

prontitud

y

completa auto-

indulgencia como es inevitable para el mundo adulto imponer

restricciones

en la

satisfacción

de

acuerdo

con

Jos dictados de

la realidad, lo cual incluye la

evitación

de peligros para el niño

mismo, para otras

personas,

para

la

propiedad y

posteriormente,

las

transgresiones a las reglas comunes

de la

decencia social.

Los choques entre estos intereses externos e internos se mani-

fiestan

en

muchos actos

de

desobediencia, desenfreno,

travesuras

,

berrinches, etc., del niño normal.

Inter

nali

z

ació

n   l

control externo de

los

impul

sos

Cuando

la

realización de los impulsos y de los deseos, su

aceptación o su rechazo, depende de

la

autoridad externa , re-

presenta

una dependencia

moral

y como tal indica

inmadu

rez.

Casi toda la formación del

carácter

y

la

personalidad

tal

cual

la

conocemos, puede considerarse también como

remedio

de

esta

humillante

situación   como adquisición de las personas

maduras del

derecho

a

juzgar

sus

propias

acciones. Por su-

puesto , el crecimiento hacia

la

independencia

moral

no es un

134

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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proceso libre de conflictos, sino

todo

lo contrario es decir, el

resul tado de una

lucha

dinámica en la

cual

las capacidades y

energías a

disposición

del

individuo

se

depositan

en un lado u

otro

. A continuación

estas etapas

se

descubren bajo diferentes

encabezamientos según favorezcan o dificulten

el

proceso de

socialización.

 os principios regul dores del funcion miento m nt l y su

influenci en los procesos de soci liz ción

El principio

del

placer en

su

forma

original

y

su

modifi-

cación posterior el principio

de

la realidad

son

ambos leyes

internas cada una válida para períodos zonas e intereses es-

pecíficos de la personalidad.

El

principio del placer como se

describió

más

arriba es la suprema ley durante la infancia.

Después de este período aún continúa regulando todo

el

fun-

cionamiento relacionado

estrechamente

con

los

procesos

en el

ello, tales como

las fantasías inconscientes

y en menor

grado

las conscientes los

sueños

  la formación de

síntomas

en las

enfermedades neuróticas

  psicóticas. El

principio

de la

rea-

lidad gobierna

todas las finalidades normales

del

yo

durante

las últimas etapas de la niñez y en la edad

adulta

. Ambos

principios

son concepciones psicológicas que tratan de carac-

terizar

los diferentes tipos de funcionamiento mental.

Origi-

nalmente no

estaban

dirigidos a

implicar

juicios de

valor

mo-

ral

o social.

Por

otra

parte

las implicaciones

para el

desarrollo

social

y moral son demasiado obvias para ignorarlas. El funciona-

miento

de

acuerdo con el principio del placer significa la acep-

tación como f inalidad suprema

de

la inmediata e indiscrimi-

nada

satisfacción

de las

necesidades

e impulsos sin tomar en

consideración las condiciones

externas; por consiguiente esto

es sinónimo

de

la absoluta ignorancia de las normas ambien-

tales

. El

funcionamiento

de acuerdo con

el principio

de la

rea-

lidad restringe modifica y posterga la gratificación en interés

de

la

seguridad

es

decir deja lugar

a la

evitación de

conse-

cuencias

desfavorables

que pudie ran surg ir

de

los

choques con

el ambiente.

Por

consiguiente

el

principio

del

placer

está

firmemente vinculado

con

la

conducta

asocial, antisocial e

 irresponsable

así como el

principio

de la realidad es esencial

para la adaptación social y

el

desarrollo de actitudes de acata-

miento

a

las

leyes. No

obstante

sería un error asumir que la

relación

entre

el principio de la realidad y la socialización es

simple. August

Aichhorn

 1925

fue

el primero en señala r que

delincuentes y

criminales

pueden

alcanzar

un alto grado de

adaptación a la realidad sin que

al

mismo tiempo

pongan

esta

capacidad

al

servicio

de

la

adaptación

social. Es

cierto

135

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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que la

conducta

social no

puede realizarse

a

menos que el

individuo haya progresado desde

el

principio del placer hasta

el principio

de

la realidad. Pero

no

se puede afirmar

que

este

avance por

sí mismo garantiza la socialización.

El avance del niño desde el principio

del

placer hacia el

principio

de

la

realidad

significa una

tolerancia creciente para

la

frustración

de

los

instintos

y

de

los deseos

para la

poster

gación

temporal de su

ratificación

para la

inhibición

de sus

finalidades para el desplazamiento

hacia

otros fines y objetos

para la aceptación

de placeres

substitutos todo lo

cual

está

invariablemente acompañado

de

una reducción cuantitativa

de

la realización

de

los deseos.

En

efecto es este

crecimiento

del niño en la capacidad de tolerar frus traciones que mu

chos

autores

consideran

como el

factor

decisivo en el proceso

de

socialización siendo

su

ausencia o

su

insuficiencia una

razón

importante para la conducta asocial y delictiva. Esta opinión

aunque

válida

dentro de

un

l imitado marco de referencia

re

sulta una simplificación

extrema

cuando se aplica a todo el

proceso

del

desarrollo social dentro

del cual deben tomarse

en

cuenta

muchos otros elementos de

igual

importancia.

 l des rrollo de l s funciones

del

yo como un de l s

precondiciones de l soci liz ción

Si el proceso

de

socialización

del individuo depende

en

buena

medida del

progreso desde el principio del placer al

de

la realidad

esto

último

a

su

vez depende

de

las

funciones

del yo que tienen que

desarrollarse más allá de

ciertos niveles

primitivos para hacer el mayor avance

posible.

Las

sensacio

nes y percepciones por ejemplo

deben acumularse

y

almacenar

se

en la mente en forma

de huellas

mnémic s

antes que

el indivi

duo

pueda

actuar con previs ión

y

de acuerdo con su expe

riencia es decir actuar de manera

adecuada

a

las

condiciones

de

la realidad.

Las

sensaciones

que provienen del mundo

in

terno tienen que

distinguirse de las

percepciones

producidas

por estímu

los

externos

; es decir  la re lid d

de

estas

experien

cias

debe ser prob d

y

separada de

los

productos

de

la fan

tasía

antes de abandonar

la

realización de

deseos

por medio

de

la alucinación en favor

de

acciones

determinadas tendien

tes a este fin.  l

lengu je

y

con

ello

la introducción de la

r zón y la ¡ógic en los procesos del pensamiento representan

por

sí mismos

un enorme

progreso en la socialización

del

indi

viduo y significa

la

capacidad de comprender la c us y el

efecto

que antes

no

existía   sin

la

cual las reglas ambientales

resultan

simplemente

confusas para el niño como influencias

extrañas que

le

imponen una sumisión

mecánica.

También

introducen

la acción experimental en el pensamiento es decir 

6

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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hacen

posible para

el nmo el insertar

el razonamiento

entre

el comienzo

de un

deseo

instintivo

y

la

conducta tendiente a

su satisfacción. Cuando

las

 ctivid des musculares del niño son

controuui e por

el

yo sensible

en

vez de servir a los

impulsos

del

ello esto constituye otro paso importante

hacia la

socialización.

Finalmente existen avances esenciales que

ocurren

en la fun

ción

integrativa del

yo

que sintetizan

lo

que

en

el niño

cons

tituye

un

manojo

de

impulsos y de actitudes

caóticas

y los

convierte gradualmente en una unidad estructurada

con

ca

rácter

y

personalidad

propios.

Es el

desarrollo

de

las funciones

del

yo más

allá del nivel

del proceso

primario

lo que resulta

tan

importante

para la

so

cialización como cualquier

otro

avance del

desarrollo

de la

personalidad. No esperamos

encontrar

actitudes sociales

en

niños

que cursan

la

etapa preverbal o antes que la

memoria

la prueba de

la

realidad o los procesos

secundarios

del

pensa

miento

se

hayan

establecido.

Igualmente no

los

esperamos en

individuos con

un grado bajo de deficiencia mental o con

otros

tipos de

daños

del yo. También esperamos

que la

socia

lización se destruirá cuando severas

regresiones

disminuyan

las

funciones

del

yo al nivel

preverbal y

de

los procesos

pri

marios en la vida

adulta

.

 os mec nismos de yo que f vorecen   soci liz ción

Los avances descriptos  desde el principio

del p lace r al de

la realidad

y desde el funcionamiento mental

primario al

se

cundario

sirven

para

disminuir

la

distancia que existe

entre

las leyes

internas y

las

externas; pero esto

no

lo pueden

lograr

sin

la

ayuda brindada por ciertos mecanismos

del yo cuya

acción está basada en los

vínculos libidinales

del

niño con

el

ambiente. Los mecanismos más familiares que actúan

en

este

sentido

son la

imitación

la

identificación y

la

introyección.

La imit ción de las actitudes de los padres es el

primero

de estos

mecanismos que

se pone en

funcionamiento; comienza

en la

infancia y aumenta a medida que el niño

toma

concien

cia

de

l

mundo objetal.

Por

medio

de la

imitación

de los

padres

el infante logra colocarse

en el

ro l de estas

poderosas

y admi

radas

figuras

que

son capaces de

controlar má

gic

amente el

flujo

y

el

reflujo de la

satisfacción

y

las

necesidades de los

impulsos de acuerdo con

regl

as que

en

esa et ap a vi t al r esu

lt

an

misteriosas

y extrañas para el niño.

La

identific ción a estos

intento

s de

imitaciones continúa

desde

la

fase preedípica en adelante  siempre que esta

última

haya resultado

en

una experiencia placentera . Este otro me

canismo está

basado

en el

deseo de

apropiarse de

esos as

7

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pectos deseables

de

manera permanente por medio de cam

bios en

el

yo o al menos en su concepción de la imagen de los

padres. Los ideales sociales

de

los padres cualesquiera sean,

son por

consiguiente

transportados

desde

el mundo externo

hacia

el

interno

en

donde se arraigan como el ideal de la

propia persona

del

niño

y se

convierten en

precursores im

portantes del superyó.

Al

compartir este ideal

con los

padres

también se reestablece

por

lo

menos en

un terreno

moral

circunscripto

la unidad

absoluta entre el niño y su madre

  simbiosis) que existía al comienzo de la vida antes de que

el niño diferenciara entre el yo que busca placer y el mundo

objetal que lo brinda o lo

retiene.

La introyección de l a autoridad externa es

decir

de los

progenitores

se agrega a esta nueva acción interna durante

y después

del

período edípico. Por consiguiente avanza desde

el estado de un mero ideal

deseable

hacia el de

un legislador

real

y efectivo,

es

decir, el

superyó

desde

ese

momento

en

adelante podrá

regular

internamente el

control de los impulsos

por medio de

la recompensa del yo sumiso con sentimientos

de

bienestar

y autoestima y castigando

la rebeldía del

yo con

remordimientos de conciencia y sentimientos de culpa; de

esta manera reemplaza la

dependencia

de los padres y el

te

mor que éstos

despiertan

que

regulaban

la conducta

anterior.

Pero

aun con este grado

de

legislación interna establecida

el

superyó todavía necesitará

durante

un largo período

la

con-

formidad con

la autoridad

externa y el apoyo activo de ésta.

  os atributos del ello como obstáculos para la

socialización

La efect ividad del desarrollo del yo y de los

mecanismos

de· identificación e introyección pueden crear

una

impresión

errónea

esto

es, conducirnos a

subestimar

los

obstáculos

en

el

camino

de

la socialización

que deben combatir

todos los

in

dividuos inmaduros.

La

tendencia hacia

la

catexis,

aceptación

e internalización

de las normas

sociales es

ciertamente

poderosa,

debido

a los vínculos libidinales del niño con sus padres que

son sus primeros representantes.

Por

otra parte

la

tendencia

del

niño

hacia

la

satisfacción de sus

finalidades instintivas

es

igualmente imperativa. Siempre

será sumamente difícil para

el ser humano el

hecho

de que

sus tendencias

sexuales y agre

sivas,

tal

como son durante la infancia no se adapten a las

normas

culturales adultas que

deben

modificarse

antes de

que esto sea posible y que la socialización, por consiguiente

demanda del niño

no

sólo

un cierto grado

de

alienación

de los

aspectos más íntimos y legítimos de

su

yo, sino

también

una

reacción

contra

ellos.

8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Hay que aceptar, por

otra

parte, que algunas de

las

mo-

dificaciones necesarias no son

el

resultado de conflictos y es-

fuerzos

pero

se presentan más

o

menos

espontáneamente

du-

rante el

curso natural

del

crecimiento

y la

maduración.

Las

fantasías

canibalistas

tempranas, por ejemplo, parecen enfren-

tarse

con

una represión

primaria

antes de la

existencia

de un

yo o

superyó

efectivo.

Igualmente, la agresión

y

destrucción

indiscriminada del niño

están

vinculadas, dominadas y con-

troladas no por medio de manipulaciones ambientales o

internas

sino

por el

proceso espontáneo de fusión con

la

libido del niño

y puesta a su servicio. Aun algunas de

las

inclinaciones anales

hacia

los olores, atracción

por

el excremento y otras sucieda-

des, si no son mal manejadas, exageradas y perpetuadas por

el medio, siempre

invitablemente

se desplazan  

neutralizan

en

sublimaciones

que

la

cultura acepta.

No

obstante,

es de vita l importancia hacer notar

que nor-

malmente la mayoría

de los

componentes instintivos del niño

son más persistentes y

crean

  r

consiguiente

conflictos, ini-

cialmente con el

medio

y después con

las

acciones del yo

en cuanto las

mismas

están orientadas por el

ambiente. El niño

considera entonces

los

componentes

instintivos

no

como sim-

ples fuentes

de placer sino que los escudriña

para

determinar

si

son adecuados o inadecuados, aceptables o inaceptables desde

el punto de vista moral y ambiental. Es indudable que la vo-

racidad, las demandas excesivas, el deseo de posesión exage-

rado, los celos

extremos,

una tendencia marcada a

competir,

los impulsos de dar

muerte

a los rivales y a las figuras frus-

trantes, es decir, todos los elementos normales de la vida

ins-

tintiva

infantil, se

convierten en núcleos

de asociabilidad pos-

terior, si se les

permite permanecer

sin modificaciones, y que

el

crecimiento

de las tendencias sociales implica

la

adopción

de

una

actitud negativa y

defensiva

contra aquéllos. Como re-

sultado de

la

actividad defensiva

del

yo, algunos se eliminan

por completo

 por

represión);

otros

se convierten en sus ten-

dencias opuestas

que son

más aceptables por formaciones

reactivas) o son

desviados

hacia fines no instintivos por su-

blimación); otros elementos se desplazan desde el marco del

yo hacia las imágenes

de

otras personas  por proyección);

los

componentes fálicos,

más

avanzados y placenteros, se

relegan

para ser

satisfechos

en el futuro

distante, etcétera.

Los procesos

de

socialización

mientras

que protegen

al

niño

de posibles

tendencias

delincuentes, también restringen,

inhi-

ben y empobrecen su

naturaleza

original. Esto no es un re-

sultado

accidental debido, como

sugieren algunos

autores,

al

empleo

infor tunado de mecanismos de

defensa

 patológicos

tales

como represión , formac iones reactivas, etc. en lugar

de

 mecanismos de adaptación

 normales

tales como

el

  9

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desplazamiento, la sublimación); ni tampoco se debe al énfa-

sis de los padres en los procesos de

defensa

opuestos al libre

desenvolvimiento de la personalidad del niño. En realidad,

todos los mecanismos de

defensa

sirven simultáneamente pa-

ra

la restricción

interna

de los impulsos y para la

adaptación

externa

 

que

son simplemente

las

dos caras de la

misma

mo-

neda.

No

hay

antítesis

entre

desarrollo

y

defensa

 

puesto que

el

fortalecimiento del

yo y su organización

defensiva

es en sí

misma una parte esencial del crecimiento,

comparable

en

im-

portancia al

desenvolvimiento

y maduración de los impulsos.

La

antítesis

verdadera t iene

raíces

más

profundas y

de ma

-

nera

inevi table en

los mismos

fines

del desarrollo, es

decir

 

en la completa

libertad

ind ividual (que

significa

libertad en

las actividades de los

impulsos)

y la

sumisión

a las normas

sociales (que significa restricción

de

los instintos).

La

dificul-

tad para

combinar

estas

tendencias opuestas

es

considerada

con

razón

como

uno de

los

mayores

obstáculos

en

el

camino

de la socialización.'

Fallas  

l so i liz ión

La multiplicidad de factores comprometidos en los proce-

sos

de socialización

concuerda con

la

multiplicidad

de tras-

tornos

que pueden afectarla. Como se ha señalado en las pá-

ginas anter iores , la manipulación externa por parte de -los

padres

y

las

influencias

internas

en

relación

con el

desarrollo

de los

instintos, del yo

y

del superyó

contribuyen al desenlace.

11

En lugar de

diferenciar

entre

defensa

y

adaptación

y de

re

-

ferirse a los mecanismos empleados

por

el yo

como patológicos

o

nor-

males,

es preferible

diferenciar sus diversos resultados

que

dependen

de una variedad de

factores

tales como: a decuación al

yo

 Las de-

fensas tienen su

propia

cronología

aun cuando sea solamente aproxi-

mada,

y

tienden

a

determinar

resultados

patológicos

si

comienzan

a

utilizarse antes de la

edad

adecuada

o se mantienen

mucho t iempo

después. Un

ejemplo de

esto

es la

negación

y

la proyección

que son

  normales

en la infancia temprana y

tienen consecuencias

patoló-

gicas

en

los años

posteriores;

o

la

represión

y

las

formaciones

reac-

tivas

que

invalidan la personalidad

del niño

si

son empleadas en

etapas

vitales muy tempranas ; b)

  quilibrio La organización

defensiva

más

normal es

aquélla

en donde se utilizan

diferentes

métodos

para

situa-

ciones

peligrosas

distintas que surgen del ello sin que predomine nin-

gún mecanismo que excluya a los demás ; e Intensidad El que las

defensas

conduzcan

a

la

formación

de

síntomas

antes

que a la

adap-

tación social

normal

depende de

factores

cuantitativos

aun

más que

de factores

cualitativos.

Cualquier

exceso

en la

restricción

de los im-

pulsos independiente

de los

mecanismos empleados inevitablemente

conduce

a

resultados neuróticos;

d)

Reversibilidad

La actividad de-

fensiva

instigada en el

pasado como protección

de

determinados

peli-

gros no

debe

mantenerse 

activa

en el presente cuando

éstos

puedan

haber

desanarecido.

 4

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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La

primera

varía

de acuerdo con elementos culturales fami-

liares

e individuales; las últimas están sujetas a variaciones

temporales

así como a detenciones regresiones y otras vici-

situdes del

desarrollo. En concordancia las diferencias

que

existen

entre

los individuos

con respecto

a la cronología, la

consistencia

y

la

amplitud del

desarrollo

del superyó son

con-

siderables

y

resulta

útil pensar en las variaciones de la for-

mación del superyó

más

bien que en las desviaciones de una

norma

hipotética determinada.

A estas alturas se reconocen muchos factores y

constela-

ciones

que

conducen a la asociabilidad posterior y que han

sido

así descriptos en la bibliografía.   falla en   desarrollo

de los aspectos más refinados y superiores del yo

por

las ra-

zones

dadas

anteriormente , que resulta

en una

socialización defi-

ciente

está

confirmada por el gran

número de

delincuentes y

criminales

quienes

sometidos

a

exámenes

psicológicos,

de-

muestran tener

una

mentalidad

primitiva infantil

retardada

deficiente y defectuosa con cocientes

de

inteligencia bajos.P

Muchos autores  Aichhorn 1925; Augusta Bonnard 1950 han

señalado que la asocialidad y criminalidad por parte de los

padres

son

incorporados al

superyó del

niño a través de iden-

tificaciones

normales

con

ellos.

August

Aichhorn  1925 fue el

primero en

insistir

que los trastornos severos de la socializa-

ción se originan cuando la id entificación

con

los padres se

desbarata debido a separaciones

rechazos

y

otras

interferen-

cias

en el

vínculo emocional con

ellos,

hecho confirmado

en

abundancia por John Bowlby  1944 por lo común

aceptado.

En general los factores cualitativos en la lucha del niño

.

para

alcanzar la

socialización

reciben más atención

que

los

factores

cuantitativos aunque estos

últimos no

son menos

res-

ponsables

de un

número de

fracasos que se

presentan

durante

la infancia. Cualquier a lteración de las

fuerzas

en las acciones

del ello o del yo puede trastornar el precario equilibrio social

del

niño.

Si su yo

está debilitado por cualquier

razón

será

incapaz

de

controlar la actividad

normal

de los impulsos de

manera

adecuada

 

sufrirá

la

regresión

a

actitudes anteriores

de búsqueda

de placer

y autoindulgencia

es

decir,

su conduc-

ta será asocial.

Si

la act ividad de los impulsos en general o en

un

determinado componente instintivo

en particular aumentan

los

esfuerzos

y las defensas normales de

su

yo resultarán in-

suficientes para controlarlos. Por otra parte estas alteraciones

cuantitativas están siempre presentes y forman parte de la vida

normal cualesquiera sean

sus resultados. El yo infantil

se

de-

bilita a causa

de dolores

físicos,

enfermedades

ansiedad he-

12

Véase

J. J.

Michaels

 1955

sobre

el

carácter

delictivo

im-

pulsivo.

 

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chos desagradables tensiones emocionales etc. Las modifica-

ciones de la

intensidad de

los impulsos

también están deter

minadas

bien por el ambiente a través de seduccion es

ex

pos ici ón a ob ser vac io nes indulgencia o

frustración

excesivas

bien

internamente por

las transiciones

de un nivel del

desa

rrollo al sigu

íente.v

Mientras

estos

factores cuantitativos estén

en constante flujo ninguna de

las

actitudes sociales adoptadas

por el niño

puede

considerarse como

final.

En la

bibliografía sobre

el tema encontramos que   por

lo general los componentes que se consideran como

una

ame

naza para la socialización no son los de la sexualidad infantil

sino los ag resiv os. Aunque convincente a primera vista

esta

opinión

no

resiste

un

examen minucioso. En efecto si las

ten

dencias agresivas

están

fusionadas con las libidinales como

ocurre normalmente constituyen

influencias socializadoras an

tes que lo contrario. Ellas proveen la energía

inicial

y

la

te

nacidad

con

que

el

niño

alcanza

el

mundo objeta l y allí se

sostiene.

Posteriormente

constituyen la

base de la ambición a apro

piarse de las

cualidades

y

poderes

de los

padres

así como del de

seo de ser grande e

independiente. Además

ellas prestan ener

gía y severidad

moral al

superyó

en

su s relaciones con el yo

cuando

son

retiradas de los

objetos

y puestas a

su

disposición.

La

agresión es

una amenaza para la

adaptación social sólo

cuando

aparece en

cultivo

puro

sea

por no haberse fusionado

nunca

con

la

libido

sea por haberse

separado

de ella

después

de

la

fusión. Y el origen de esto

generalmente

reside no en

los instintos agresivos sino en los p roceso s

libinales

que

quizá

no se

han

desarrollado

lo

suficiente como

para

domesticar

y

amarrar

la

agresión

o que

han perdido

esa

capacidad

en al

gún momento

del

crecimiento

del

niño

debido a desilusiones

en

el objeto amado rechazos imaginados o reales

pérdida del

objeto etc. Un

punto

de especial peligro

para la pérdida

de

fusión

es la

fase sádico anal durante

la cual la

agresión alcanza

normalmente

un

punto culminante y su utilidad social depende

especialmente

de su estrecha asociación

con iguales

cantidades

de

libido. Todo

trastorno

emocional

en esta

etapa

libera el

sadismo normal

del

niño de su mezcla libidinal de manera

que

se convierte

en

una tendencia destructiva pura y como tal se

vuelve contra

los

objetos

animados e inanimados y

también

contra

sí mismo. Lo que ocurre entonces es que las act itudes

provocativas

voluntariosas

medio en broma y medio en serio

del niño de casi dos años se fijan en la personalidad como

13 Compárese por ejemplo la intensidad de

los

impulsos

durante

e l período de latencia

con

otros per íodos anteriores   posteriores. El

descenso

de

la presión de los impulsos

en

esta etapa

corresponde con

el

a lto n ivel

de

respuestas

sociales

durante

el

per íodo de latencia.

 4

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tendencias a la querella y

la argumentación

a

conseguir

lo

que

desea a

cualquier

precio

la preferencia por relaciones

hos-

tiles antes que

amistosas

con los demás. Más importante aún

es que la agresión en esta forma separada no es

controlable

sea externamente

  r

los padres sea internamente por el yo

y

el

superyó.

Si

no se restablece

la

fusión

por medio

del re-

fuerzo de los procesos

libidinales

y nuevas catexis

objetales

las tendencias destructivas se convierten

en

la causa principal

de delincuencia y criminalidad.

Desde

los estándares familiares a los

de

la comunidad

Los procesos

de imitación

identificación

e introyección

que

tienen

lugar antes durante y después del complejo de

Edipo

conducen

al

niño

sólo a

la

internalización de

los

están-

dares

de

los

padres.

Aunque

estos

procesos son indispensables

como pasos

preparatorios

para la

futura

adaptación a la co

munidad de

adultos no

aseguran

por sí

solos que esa

adapta-

ción

será alcanzada finalmente ni siquiera en aquellos casos

afortunados

en donde

coinciden las normas familiares

con las

de la

comunidad.

Las

normas

morales sobre las

que se basa

la

vida famil ia r

son aceptables para el

niño

por dos razones: por una parte

están representadas

por la s figuras

de los padres que el niño

ama

y

con

cuyas act itudes

puede

identificarse;

por

otra

le

son

presentadas de

una manera

altamente

personal

por

los

padres que se han identificado narcisistamente con él que

sienten

simpatía

por sus peculiaridades y una

empatía

ins-

tintiva hacia sus dificultades e idiosincrasias. Su

propio

com-

promiso emocional

con el niño les impide imponer

exigencias

que

están

más allá de la capacidad de

comprensión del

niño

o

más allá de su capacidad de acceder o adaptarse a

ellas.

De

este modo en el

hogar

se da a cada

niño

no sólo el  beneficio de

la

edad

sino

también los

beneficios

de su

personalidad y

de

su

posición

específicas

dentro del marco

familiar. Es

cierto

que este estado de cosas puede convertirse en una desventaja

pues

conduce

al niño a esperar

como un derecho que se le

ofrezca una tolerancia

similar

en

su

vida adulta; pero también

es

cierto que las

acciones

del yo inmaduro necesitan esta

indul-

gencia

para

iniciar

y

aumentar su

ac

titud

receptiva y positiva

hacia el ambiente.

Como

quiera

que sea el

niño

retiene sólo unos pocos

de

estos

privilegios

iniciales

cuando ingresa a

la escuela.

Las

reglas

escolares aún conservan un

sabor

personal hasta tanto

sean representadas por la imagen del

maestro

a quien en

con-

diciones

favorables el niño ama

o

admira

y

la

utiliza en con-

 4

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secuencia como objeto

de

identificación. Por otra parte las

re-

glas de

la

escuela prestan

poca

o

ninguna atención

a las di-

ferencias individuales. Los niños están clasificados de acuerdo

con

su madurez

en el sentido

de que

diferentes

normas se

aplican a los distintos grupos

de

edades

pero

dentro

de cada

grupo se espera que

todos los individuos se adapten a una

norma

común

cualquiera

sea

el sacrificio

que

esto

pueda

sig

nificar para

sus personalidades. Por esta

razón

muchos niños

encuentran

difícil

lograr

la

transición

de los

es tándares del

hogar

a los de la escuela.

El

hecho

de

que los

primeros

se

ha-

yan

identificado y aceptado con

éxito

no

garantiza que

se

identi-

ficarán

y aceptarán con igual facilidad los segundos. El niño

bien adaptado

dentro

de

la

familia

no es

necesariamente un

niño bien ajustado en la escuela o viceversa.

Con el cambio

siguiente

en

la

adolescencia

de

la

escuela

a

la comunidad adulta

las

normas legales

se

vuelven final-

mente

impersonales.

Ser

 igual ante

la

ley

no es sólo

una

ventaja para

el individuo

también

significa

que

todas

las exi-

gencias

de

beneficios privilegios

tratamiento

preferencial

por

razones

personales deben

abandonarse.

Es

un paso difícil y

que

no todos logran aceptar que la comunidad imponga sus

leyes y castigue las

transgresiones

sin consideración

por

el

sacrificio

del placer que

esto

representa para

el individuo

sin

tomar en

cuenta

sus necesidades deseos y dificultades

personales y

sin referencia

a

su

estado caracterológico e

inte-

lec tual que

lo

capacitan

o

incapacitan para

acatar

esa

ley.

Las

únicas

dos excepciones

hasta

este momento las constituyen

dos casos

extremos

es decir

el deficiente mental

y el insano

basadas en la supuesta incapacidad para

distinguir entre

el

bien

y

el

mal.

Al margen de las

reglas morales básicas

que se

incorpo-

ran

al

superyó

los códigos

legales con su naturaleza

imper-

sonal

compleja

y

formal

no forman

parte

del

mundo

interno

de un individuo. Lo

que

se espera que el superyó asegure

no

es

la

identificación

del

individuo

con el

contenido

de todas

las leyes específicas

sino su

aceptación e internalización

de

la

existencia

de

una

norma

general

que

gobierna.

En

este

sen

tido

el

ciudadano promedio en

su actitud hacia

la ley perpe-

túa la posición

infantil de

un niño ignorante y sumiso con

frontado por

los

omniscentes

y

omnipotentes

progenitores.

El delincuente o el criminal perpetúa

la actitud

del niño

que

ignora desprecia o

resta importancia

a la

autoridad de

los

padres desafiándola.

También

existen

algunos individuos excepcionales cuyas

exigencias morales hacia

sí mismos

son mayores

y

más

es

trictas que

lo

que

el

ambiente

espera

de

ellos o

podría

impo-

nerles.

Estos

sujetos adquieren sus estándares por

medio de

la

144

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identificación con

una imagen ideal de los padres más que

con sus personas reales y las

imponen

a

través

de un superyó

excesivamente

severo

por

haber tornado

hacia

dentro casi toda

la

agresión

de que disponía. Estas personas se

sienten

seguras

en

cuanto

a la regulación y juicio

interno

de su

propia

con-

ducta

que

reconocen

superior

y más

allá

de la norma común.

En esta forma indirecta y

tortuosa, desarrollando

una forma

extrema de

carácter

 a menudo obsesivo logran convertirse

una vez más en

 

que los

seres

humanos son en la

infancia,

es decir una ley por sí mismos .

LA

HOMOSEXUALIDAD

COMO UNA

CATEGORIA

DIAGNOSTICA

EN LOS

TRASTORNOS

DE LA INFANCIA

Muchos de los argumentos que

se aplican

a la asocialidad

pueden emplearse con algunas modificaciones en el caso de

las manifestaciones

homosexuales de la infancia. Existe

una

semejante incertidumbre

en relación con

la

edad

en

que pue-

de utilizarse de manera

legítima el

término homosexualidad.

Se observan

relaciones

similares entre

las manifestaciones de

homosexualidad y las fases

del

desarrollo normal.

También

se encuentran

iguales dificultades

para pronosticar la

homo-

sexualidad

propiamente

dicha del adulto, es decir para esta-

blecer conexiones confiables entre ciertas fases preliminares

visibles en la

niñez y

el

desenlace

sexual

anormal.

Desde

la

publicación de  res ensayos sobre u teoría

sexua

en

1905 una creciente

cantidad

de bibliografía psico-

analítica se ha dedicado al

estudio

del fenómeno de la homo-

sexualidad desde varios ángulos y no todos son

de

importancia

en la

niñez. La significativa distinción

en tre la

homosexualidad

manifesta y latente, por ejemplo se puede

aplicar

a la con-

ducta sexual de

los adultos pero no de igual manera a

la

masturbación mutua

y a otros juegos sexuales de niños o

aun

de los adolescentes.

La diferenciación

entre homosexualidad

pas

iva y activa

o más

bien

entre las fantasías

sub

yacentes pasivas o activas 

se refiere a la actitud adoptada por

cada

parte en el mismo

acto sexual, es decir

en prác

ticas se

xua

les que t

ienen lugar

después

de la

adolescencia. El extenso

de

bate respecto de la

reversibilidad de estas

tendenc

ias

también

se

puede

aplicar

sólo al

adulto

para quien su forma

homosexual

de vida es o

bien distónica

y en consecuencia accesible al

anális

is o

sin-

tónica

para el yo en

cuyo

caso se

ev

i

ta

el tratamiento o se

acepta sólo

debido

a

presiones

e

xterna

s.

145

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Por otra

parte,

un

número de

problemas

relacionados

con

la homosexualidad son igualmente

prominentes

en

la biblio-

grafía y

de gran

importancia

para el

analista de

niños, pues

puede encontrar en ellas ciertas indicaciones para sus evalua-

ciones

o

contribuir con

datos para

su

solución

que

se

derivan de

sus propias observaciones.

Estos problemas

se

relacionan con

los tres aspectos siguientes: con la

elección de objeto

con las

reconstrucciones en el análisis

de

adultos   su valor para el

pronóstico

de la

homosexualidad en las

evaluaciones

hechas

durante

la

niñez; y

con la causación

de

la

homosexualidad

valorando

los

elementos constitucionales con

los

adquiridos

 

a selección de objeto factor edad

Una de

las proposiciones básicas en

la teoría psicoanalíti-

co

de la sexualidad infantil

es

que

los

niños de ambos

sexos

establecen vínculos

líbidinales

con

objetos de ambos

sexos En

cada

período de la niñez la elección

de

objeto está gobernada

por

reglas, requerimientos

 

necesidades, tal

como se

demuestra

a continuación.

Por lo tanto,

los vínculos

con las personas

del

mismo

sexo

son tan normales

como

con

los

del sexo opuesto

  no pueden considerarse

como

los precursores de la homo-

sexualidad

posteríor.>

Los niños

al

comienzo de la

vida, seleccionan

sus objetos

basados en las funciones, no en el sexo. La madre es

catee-

tiza

da

con

libido

porque

ella cuida

al

niño

y

le

provee

sa-

tisfacción

para sus

necesidades,

el padre

como

un símbolo de

poder,

de

protección,

poseedor

de la madre, etc Una

 relación

de tipo

materna se

establece

a

menudo

con

el padre cuando

éste

toma el rol de

proveedor de

las necesidades, o una  rela-

ción de tipo paterno con la

madre

cuando ésta

es la figura

dominante en la familia. De

esta manera,

el niño normal,

varón

o mujer , mantiene vínculos objetales

con ambas

figuras  

masculina

y femenina. Aunque

en el

más es tricto sentido de la

palabra el niño no es heterosexual

ni

homosexual, también se

puede

describir

como

ambas

cosas

La

t ransferencia en el tratamiento psicoanalítico confirma

también que

las funciones

y no el sexo

del

objeto

deciden

14  Para

el

psicoanálisis,

la falta de

toda

re lación de dependen-

cia entre

el

sexo del

individuo  

su elección de objeto,

 

la

posibilidad

de or ienta r indife rentemente e sta

última

hacia objetos masculinos o

femeninos hechos comprobables tanto en la infancia individual

como

en la de los pueblos),

parecen

const itui r la act itud primaria

 

original,

a partir de la cua l se desarro lla luego el tipo sexual

normal

o el in-

vertido

por

la

acción

de determinadas restricciones   según el sentido

de las mismas.

S.

Freud, 1905 nota añad ida en 1915

Obras Com

pletas

vol

J

46

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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estas

relaciones,

donde el sexo

del

analista

no representa

una

barrera en contra

del

des

pl

azami

ento

hacia su

persona de

las

relaciones paternales y maternal J.

Aparte

de esta elección de .jeto de tipo anaclítico, es ob-

vi

o que las tendencias del ce probante pregenital dependen

par

a

su

satisfacción,

no del aparato sexual

de

l c

ompañero

sino

de otras cualidades y actitudes. Si éstas existen en la madre

y si por esa misma razón la madre se convierte en

el

objeto

amoroso principal, entonces el niño

durante

las fases oral y

anal es  heterosexual , y la niña

 homosexual ;

si las cuali-

dades existen en el padre la situación se inv

ierte

. En todo caso,

la elección de objeto,

determinada

por la cualidad y los fines

del componente instintivo dominante, es fase adecuada y nor-

mal s in tener en cuenta si la r

el

ación resultante es heterosexual

u homosexual.

En contraste con las

fases precedentes,

el sexo

del objeto

adquiere

gran

importancia en la

f s

fálica

La sobreestima-

ci ón del pene,

normal

en

esta

fase,

induce

a los niños

de am-

bos sexos a buscar relaciones que   posean, o al menos que

se

supone   posean

(tales como

la

madre

fálica). Cualquiera

que sea el curso que las

tendencias

instintivas hayan tomado

en otros sentidos,

no

pueden

disociarse  de

un

tipo

de ob

jeto

definido

por

una

determinante

particular t.t

El complejo

de

Edipo en sí, en

sus

formas posit iva

y ne-

gativa, está basado en

el

reconocimiento de las diferencias

sexuales

y dentro de

este

marco el niño

hace su

elección

de

objeto a la manera

del

adulto basado en

el

sexo

de su

pareja.

El

complejo

de Edipo positivo

con

el progenitor del

sexo

opues-

to como el objeto

amoroso

preferido corresponde t

an

estrecha-

mente

con la heterosexualidad ad

ult

a, como el complejo de

Edipo

negat

ivo

con el

vínculo con

el

progenito r de l mismo

sexo corresponde a la

homosexualidad

adulta . Por ser ambas

manifestaciones normales durante

el

desarrollo, no son

sin

embargo conclu

yentes en

cuanto

a la

patología

posterior ;

ellas

meramente

sat

isfacen

las legít imas necesi

dade

s

bi

sexua

le

s del

niño. No obstante,

en al

gunos n i

ños el

énfasis

pu

ede recaer

en

las

relaciones

edí

picas

posit iv as o

ne

g

at

ivas

y

est as di fe-

r encias cuantitativas pueden co

nsid

er ar se como

in

dicaciones

de valor pr on óstico para

el

futuro, pues reve lan pre feren-

cias importantes por uno u otro

sexo que

están

enraiz

adas

en las e

xperienci

as preedípicas . Por una par t e, la

pe

r

sonalid

ad

15 .   como nu

es tr o J u anit o,

el cual se

m

uestra

ig

ua

lm

ente

ca-

r iñoso

con

lo s niños que con las ni

ñas

y en una ocasión declar a

que

su am ígu

it

o F eder ico es su  nena

más

quer ida . J u

an

ito es h omosexual

en

un

sent

id

o, en el q ue todos los n

os

pueden

ser lo.

pu sto qu no

conocen más

 u

un

clase

de

órgano qenit l

un gen ital como el

suyo.

S.

Freud,

1909,

Obras Com pletas

vo

l.

n

147

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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de los

progenitores

  sus propios éxitos o fracasos

en

sus

roles

sexuales

han dejado

su

huella

hacia

las identificaciones que

se

establecen

después de

alcanzar

la fase de amor objetal.

Por otra parte las

fijaciones a

las

tendencias

sádico-agresivas

empujan

al niño firmemente en la dirección del complejo de

Edipo

positivo  

en

etapa

posterior hacia

la

heterosexualidad

igual que

las fijaciones

a

las

tendencias

orales

y

anales pasivas

lo fuerzan hacia

el complejo

de

Edipo

negativo y

quizás

hacia

la

homosexualidad posterior.

En

conjunto la conducta

del niño

durante

el

período fá

Iico edípico

permite vis lumbrar

más

claramente

que en nin-

guna

otra

etapa sus

futuras

inclinaciones con respecto al

rol

 

a la elección del objeto sexual.

Cuando entra en

el

período de l tenci

este

aspecto par-

ticular de

la vida libidinal del niño desaparece una vez más

del

campo

de observación. Exis ten en

esta

época por

supuesto

 

remanentes

inmodificados del complejo de Edipo

que deter-

minan los lazos particularmente en los

niños

neuróticos que

no

han sido

capaces

de resolver y disolver sus relaciones edí

picas

con

los padres. Pero al

margen

existen también las

tendencias adecuadas a esta

fase

  con

fines

inhibidos despla-

zadas o sublimadas  para las cuales la identidad sexual del

objeto es de

nuevo

una

cuestión

de relativa indiferencia. Ejem-

plo de esto

son las relaciones

del

niño en

el

período de laten-

cia con

sus maestros a

quienes

ama

admira

odia o rechaza

no porque

sean

hombres o

mujeres

sino porque

los considera

figuras

bondadosas útiles

inspiradoras

o

duras

intolerantes

y

provocadoras de

ansiedad.

Las

evaluaciones del diagnosticador durante

este período

son

aun

más

confusas

debido al hecho de que la

elección

de

objeto

con

respecto a los contemporáneos procede

en líneas

opuestas a las habituales en el adulto. El niño que busca ex-

clusivamente

la compañía

masculina

y

evita

y desprecia a las

niñas no es el futuro homosexual cualquiera que sea la simi-

litud en la conducta manifesta. Todo 10 contrario

este

apego

a los varones

 

el rechazo

 

desprecio de las niñas puede

con-

siderarse

como

la marca distintiva

del niño

masculino

normal

del período de latencia es decir

el

futuro heterosexual.

En

esta

edad

las

tendencias

futuras

homosexuales son delatadas

más

bien por

una

preferencia

para

jugar con las niñas y

por

la apreciación y apropiación de sus juguetes.

Esta

inversión

de la

conducta

se

considera típica

de

las niñas

en

el

período

de

latencia que buscan la compañía de los varones no

cuando

son

femeninas

sino

cuando

son

 marimachos

por ej

emplo

por

su

envidia del

pene  

deseos de masculinidad

 

no

por sus de-

seos femeninos de

relacionarse

con el

sexo

opuesto.

Lo

que apa-

renta

en la conducta manifiesta como

inclinaciones

homosexua-

148

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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les

son

en realidad

inclinaciones heterosexuales

y

viceversa.

Se debe

recordar

a este respecto que la elección de

compañeros

de juegos en el período de latencia  es

decir,

la

elección de

ob-

jeto

entre

los contemporáneos está basada sobre

identificacio-

nes con los otros

niños,

no sobre relaciones objetales de amor

propiamente

dichas

esto

es

en

un

sentido de

igualdad que puede

inclui r igualdad del sexo o no.

Finalmente, en la pre dolescenci y la   dolescenci

se

sabe

que episodios homosexuales son

bastante

comunes y

existen

junt o a manifestaciones heterosexuales sin que sean en sí mis-

mos

signos pronósticos confiables. Estas manifestaciones deben

entenderse en parte como r ecurr encias de los vínculos

objetales

pregenitales y sexualmente indiscriminados del niño pequeño,

qu e son válidos una v ez m ás en la preadolescencia

junto con

la

reverificación de

muchas

otras ac titudes pregenita les y preedípi-

  so La elección de objeto homosexual en la adole

scencia se debe

t ambién a

la

regresión del adolescente desde la catexis objetal

hacia el

amor por su propia

persona

y la identificación con el

objeto.

En

este

último aspecto

el obje tivo del adolescente re-

presenta en muchos casos no sólo su yo real

individual

sino

su

ideal de sí mismo un concepto

que

invariablemente incluye la

noción

ideal del adolescente

de

su rol sexual. Las parejas

ado-

lescentes formadas sobre

estas

bases

exhiben todas

los signos ex-

teriores de relaciones de objeto

homosexuales

y

se

aceptan con

frecuencia como verdaderas preetapas de la

homosexualidad

adulta.

Pero, desde

el

punto de vista

metapsicológico

constitu-

yen

fenómenos de

naturaleza

narcisista,

que

como

tales

perte-

necen

a la variada sintomatología esquizoide de la adolescencia

y t ienen más

significado

como indicadores de

la profundidad

de

la

regresión

que como pronósticos del futuro rol sexual del

individuo.

 ronósti o   re onstru ión

Comparado

con el pequeño

número de indicios

pronósticos

que se encuentran cuando se

sigue

el

movimiento progresivo

de

la libido

en

el niño,

existe

en

el análisis

de homosexuales

adultos

una gran cantidad de datos valiosos

reconstruidos,

que rastrean

las

variadas

manifestaciones de la

homosexualidad

latente y

manifiesta

hasta sus raíces

infantiles.

En la importante

biblio-

grafía existente, se discute el origen de la homosexualidad en

re lación con los siguientes campos del desarrollo de la perso-

nalidad, períodos y experiencias:

las

dotes

congénitas del

individuo,

es decir  la bisexualí-

dad como la base instintiva de la homosexualidad Freud,

1905

especialmente pie de página

agregado

en

1915 1909;

149

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Bohm, 1920; Sadger, 1921;

Bryan

, 1930; Nunberg, 1947;

Gillespie, 1964 ;

- el

narcisismo

individual

que crea la necesidad de escoger

un objeto sexual

de

acuerdo con

su propia imagen

 Fe-

r enczi, 1911, 1914; Fr eud, 1914; Bohm, 1933 ;

- las relacio

nes entre la homosexualidad y las fases pre-

genitales

orale

s y

anales  Bó

hm, 1933;

Grete Bibring,

1940; Sad

ger

, 1921; Lewin, 1933 ;

- la sobr eestimación

del pene

en la fase fálica  Freud,

1909; Sadger, 1920; J ones, 1932; Lewin, 1933; Loewenstein,

1935; Fenichel, 1936; Pasche, 1964 ;

la

influencia del amor y dependencia excesivos de

la

madre

o el padre o la

hostilidad

extrema

hacia uno

de

ellos

Fr

eud, 1905, 1918, 1922; Sadger, 1921; Weiss, 1925;

Bohm, 1930, 1933; Wulff, 1941 ;

- las observaciones traumáticas

de

los genitales femeninos

y de

la menstruación

 Daly, 1928, 1943; Nunberg, 1947 ;

- la

envidia del

cuerpo

de

la

madre

 

Bohm

, 1930;

Melanie

Klein, 1957 ;

_ . los celos entre

hermanos

rivales, los cuales se convierten

en sustanciales objetos amorosos  Freud, 1922; Lagache,

1950 ;

etcétera.

A pesar de estos muchos y bien documentados vínculos

entre

la

infancia pasada

y

el

presente

adul to, el

razonamiento

no puede invertirse

y los datos

reconstruidos

no

pueden

utili-

zarse para la investigación

temprana del

desarrollo homosexual

en los niños.

La razón por

la

cual

esto no

puede realizarse resul-

ta obvia cuando examinamos

en

detal le uno

de los t ipos homo-

sexuales, por ejemplo, el

homosexual

masculino pasivo-femenino

cuya psicopatología ha sido especialmente

estudiada

en muchos

análisis terapéuticos.

Este

tipo de homosexualidad se caracteriza

por la estrecha

vinculación con la

madre

, por la falta

de

deseo o incapacidad

de

realizar el

acto

sexual

con

mujeres

y

por actividades sexua-

les con hombres,

por

lo genera l de un

orden

social inferior, esco-

gidos

porque poseen atributos

corporales masculinos

crudos tales

como una

gran fuerza

muscular,

un

cuerpo velloso, etc. Cuando

son analizados, la sintomatología homosexual puede rastrearse

hasta un apego extremadamente pasional con la madre que do-

minó la infancia y la niñez desde la fase oral, a

través

de la

fase anal y más

allá

de

la

fase fálica; hasta el horror

hacia

el

cuerpo

femenino,

adquirido

en

forma traumática

después

del

descubrimiento

de

ros genitales de la

madre

o una hermana; y

hasta

un

período de fascinada admiración del pene del

padre

.

150

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Estos elementos que

indudablemente son

influencias pató

genas

en el pasado del

homosexual no

pueden ser

no

obstante

utilizados

para

pronosticar la homosexualidad si forman parte

del cuadro clínico

de

un niño. Lejos de

ser

manifestaciones anor

males o ni siquiera poco comunes constituyen por

el

contra

rio

partes regulares

e

indispensables

del

equipo

de

desarrollo

de

todos los varones.

El

est recho vínculo con la madre

que

de

vasta al futuro

homosexual

al

incrementar

  temor

del

padre

rival

al aumentar su angustia de castración y al imponer

una

regresión a la

dependencia

anal y oral es también la bien cono

cida constelación del complejo

de

Edipo

positivo

y como tal el

precursor normal de la

heterosexualidad adulta.

El shock que

todos los

varones

experimentan cuando

son confrontados

con

el genital femenino por

primera

vez y que crea en el futuro

homosexual una aversión

perdurable por

cualquier atracción

por p rt del

sexo

femenino es un hecho habitual e inevitable

ya

que

comienzan

por

creer que

todos

los

seres

humanos

pos n

un pene como ellos.

Normalmente

el

descubrimiento

de la di

ferencia

entre

los sexos

no

significa

más

para el

varón

que un

aumento

temporario

de su

angustia

de

castración; puede incluso

actuar

reforzando de

manera

saludable sus

defensas contra sus

propios

deseos e

identificaciones

femeninas puede

fortalecer

su orgullo

en la pos sión del p y simplemente aumentar el

desprecio lastimoso por

las mujeres

castradas que es

una

de las

características

verdaderamente masculinas

del

varón en la fase

fálica. Finalmente la admiración

por

el

mayor

tamaño del

pene que

domina

la

vida amorosa de este

tipo de

homosexual

pasivo

con

exclusión

de

todo lo demás es

también

una estación

normal

intermedia en las relaciones de todos los niños varones

con

su

padre. El futuro homosexual permanece fijado en

este

pu to y continúa atribuyendo a

todos sus

objetos masculinos

todos los deseables signos de

fortaleza

y

potencia

masculinas

mientras que

el

niño normal supera es ta fase

se identifica con

el

padre

como poseedor del pene y adquiere

sus

características

masculinas y actitudes heterosexuales p r su propia persona y

para

su fu tu ra identidad sexual.

En

otras palabras

la

presencia de

ciertos

elementos en la

niñez en determinados casos que

han conducido

a

un

desenlace

homosexual

específico

no

excluye

un resultado

diferente o

incluso opuesto en otros casos. Obviamente lo que determina

la dirección del

desarrol lo no

son los

hechos

y constelaciones

infanti les más importantes

en

mismos

sino una

multitud

de

circunstancias acompañantes cuyas

consecuencias

son

difíciles

de juzgar tanto de manera retrospectiva en

el

análisis de adul

tos

como pronóstico en la

evaluación

de los niños.

Estas

con

secuencias

incluyen

factores

externos

internos cualitativos

y

cuantitativos.

Que el amor

de

un

niño por

su

madre

sea

el

primer

 

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paso en el camino

hacia

su

masculinidad

o que lo determine a

reprimir

su

agresividad masculina en beneficio de ella depen

derá

no

sólo

del

niño es decir de la naturaleza

saludable

de

sus

impulsos fálicos de la intensidad de sus temores   deseos

de

castración

y de

las cantidades

de libido

dejadas

atrás en los

puntos de fi jac ión iniciales. El desenlace también depende de

la personalidad

de

la madre  

de sus

acciones

de

la

cantidad

de

satisfacción y frustración que ella le administra oral y analmente

durante

los

procesos de la

alimentación y

el

entrenamiento del

control esfinteriano del deseo que

aquélla

tenga de

mantener

al

niño

dependiente o

su

propio orgullo para que

el hijo

logre

la

independencia

y finalmente

 

aunque no menos

importante

de la

aceptación

o el

rechazo

de manera placentera o intole

rante de los

progresos

fálicos del niño hacia ella. Los shocks de

castración

a los

que

ningún varón puede

escapar bajo

la forma

de amenazas

observaciones operaciones

etc. dependen en

pri

mer

lugar

en

cuanto

concierne

a

la

intensidad de sus

conse

cuencias del

momento en

que

se presentan

y

se

hacen sentir más

cuando coinciden

con

el acmé de la masturbación fálica los de

seos

pasivos

femeninos hacia el padre  los sentimientos de culpa

etc. Los

temores

de

castración

y las

tendencias

pasivas están a

su

vez influidas por las actitudes represivas o seductoras del padre

su capacidad

o incapacidad en el rol

de modelo

masculino etc.

Cuando

el

padre

está

ausente por

divorcio deserción o muerte

falta la restricción

del

rival edípico

circunstancia

que intensi

fica

la

ansiedad y la culpabildad en

la

fase fál ica y

favorece

la

falta de

masculinidad.

En

esta

situación

la

fantasía del niño de

que el

padre

ha sido eliminado

por

la

madre

como

castigo por

su

masculinidad

agresiva t ambién ac túa como un trastorno pa

ra

sus deseos

heterosexuales

normales.

En

última

instancia tenemos que reconocer que lo que pue

de impulsar

el desarrollo

sexual en una u otra dirección

son

hechos puramente

ocasionales

como los

accidentes

las seduccio

nes las

enfermedades las pérdidas

del objeto amoroso causadas

por

muertes

la facilidad o

dificultad

de hallar un objeto hete

rosexual en la adolescencia etc.

Ya

que

estos

hechos son im

previsibles

 

pueden

modificar

la

vida del

niño

en cualquier

momento

trastornan

los

posibles cálculos

pronósticos

establecidos

previamente.

Homosexualidad

favorecida

o

evi tada por

las

posiciones

normales   l

desarrollo

De

acuerdo con los

argumentos

previos es

preferible

consi

derar no las

preetapas

  infanti les de la homosexualidad

adulta

sino las

influencias

del

desarrollo que favorecen

o

evitan

la

ho

5

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mosexualidad. Este criterio se basa en la presunción de que du-

rante el crecimiento las inclinaciones homosexuales

alternan

re-

gularmente y

compiten

con la heterosexualidad normal y que

las dos

tendencias uti lizan

por

turno

las diversas posiciones

libidinales

por

las que el niño atraviesa.

Considerado desde este

punto

de vista el

desarrollo

homo-

sexual resulta

favorecido

por

los

factores siguientes:

1.

Las tendencias

bisexuales

que

son consideradas

como

parte integral de la constitución y

que

dotan al individuo

con rasgos

psicológicos no sólo del propio sexo sino tam-

bién

del opuesto y le permiten

tomar

objetos

amorosos

que pertenezcan a ambos sexos. Esta bisexualidad

innata

se

intensifica

en

el

periodo preedípico

por

las identifi-

caciones con

ambos progenitores y permanece como base

constitucional para cualquier inclinación

homosexual

que

pudiera surgir

en

etapas

vitales posteriores.

2. El

narcisismo

primario y secundario

del individuo

es

decir la catexis libidinal de

su

propio yo. En tanto la

elección de

objeto en

las

etapas

poster iores de la in -

fancia

sigue esta pauta narcisista original se escoge la

pareja

tan idéntica como sea posible al propio yo inclu-

yendo

la identidad

del

sexo.

Estas relaciones

homosexua-

les

o más estrictamente hablando narcisistas son carac-

terísticas del

período

de latencia y de

ciertas

fases de la

preadolescencia y la adolescencia.

3.

El

apego

anaclítico

del niño

a los

objetos

para

quien el

sexo

es de importancia secundaria. Esto

tiene

una sig

nificación especial

para la

homosexualidad femenina

ya

que la niña puede

fijarse en esta

fase como  homo-

sexual .

4.

La

libidinización

del

ano y de las tendencias pasivas ha-

bituales

de

la fase

anal

que proveen

la base física normal

para

la identificación femenina del niño.

5.

La

envidia del pene que provee la base normal para la

identificación

masculina de

las

niñas.

6.

La

sobreestimación del pene en la

fase

fálica

que hace

difícil o imposible

para el niño aceptar

un objeto amo-

roso

 castrado .

7. El complejo

de

Edipo negativo que representa una fase

normal

 homosexual en

la vida

tanto

de los

niños

como

de las niñas.

En contraste

con los

factores enumerados antes

y que

impulsan al

individuo

hacia

la homosexualidad hay otras

in-

fluencias

operantes

que

actúan en la dirección

opuesta

y prote-

 5

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gen

a determinadas personas contra la adopción de este tipo

particular de solución

sexual:

1.

Tendencias heterosexuales   homosexuales compiten

unas

con

otras de

manera

cuantitativa

durante

todo

el

período de

la

niñez.

Cualquier elemento que

favorezca

la

heterosexualidad controla la homosexualidad a

un

nivel

correspondiente. Por

ejemplo,

el aumento de las ten-

dencias heterosexuales

que

está

ligado con la entrada

del

varón

en la fase fál ica y

el

complejo de Edipo posi-

tivo, automáticamente disminuye toda inclinación homo-

sexual

que

ha quedado como residuo del

período

de pa-

sividad

anal.

La misma disminución de las

tendencias

homosexuales ocurre en

ciertas

fases de la

adolescencia

debido

al influjo de la masculinidad genital que mueve

al varón hacia la elección de objeto

heterosexual.

2.

La

misma intensidad de los temores de castración que

de termina que algunos

hombres

eviten a las mujeres

 

se conviertan

en

homosexuales, actúa

en

otros como

una fuerza contrapuesta al complejo de Edipo

negativo

y

como una

barrera

contra

la homosexualidad. Puesto

que los deseos pasivos femeninos

hacia el

padre presu-

ponen para

su

satisfacción aceptar la castración, estos

deseos son evitados

por

estos varones a cualquier precio.

Esto a

menudo

resulta en una seudomasculínídad exa-

gerada como una reacción contra la angustia de castra-

ción, y en una agresividad sexual hacia las mujeres que

niega la posibilidad de

castración

y la

presencia

de todo

deseo femenino   en consecuencia bloquea el camino

hacia cualquier manifestación homosexual.

3. Mientras que la

regresión

desamparada a la fase anal

promueve actitudes homosexuales pasivo-femeninas

en

el varón, las formaciones reactivas contra

las

tendencias

anales,

especialmente

el disgusto, de manera efectiva

bloquean

el

camino hacia la

homosexualidad

o al

menos,

de

su

expresión

manifiesta. En

el

análisis de adultos

estos

hombres

aparecen como  homosexuales fracasados ,

4. Finalmente, la  tendencia a completar

el

desarrollo y

la

 racionalidad

biológica Edward Bibring, 1936

que

hacen que el individuo prefiera la normalidad pueden

considerarse factores que se oponen a la homosexualidad.

En

conjunto,

el

equilibrio entre la

heterosexualidad y

la

homosexualidad

durante

todo el período de la

niñez

es tan pre-

cario,  

las escalas son tan

fácilmente invertidas en

una

direc-

ción

o

en

la

otra

por

una mult itud

de influencias,

que

la

opinión

 5

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todavía válida

es

que:

 La decisión de la actitud sexual defi-

nitiva tiene efecto después

de

la

pubertad

S. Freud, 1905

Obras ompletas vol. 1 .

OTRAS

PERVERSIONES

Y

ADICCIONES

COMO

CATEGORIAS

DI

AGNOSTICAS EN

LA

INFANC

IA

Otras característ i

cas diagnósticas que

no

pueden ser

utili-

zadas directamente

en

los niños son las

perversiones

como

el

travestismo, fetichismo y adicciones.

En estos casos como en el de todas las perversiones la

razón

es obvia. Puesto que la sexualidad infantil es por definición po-

limorfamente perversa   clasificar sus a spectos específicos como

perversos es en el me

jor

de los casos un uso impreciso del térmi-

no, si

no

significa además una comple

ta

ignorancia del desarro-

llo del instinto sexual. En

lugar

de evaluar ciertos fenómenos de

la

infancia

como perversos, error en

que

aun los analistas pue-

den incu rrir

fácilmente, los problemas diagnósticos necesitan

ser

reformulados en

estos

casos y debemos investigar qué com-

ponentes

instintivos parciales o en

qué

condiciones algunos de

estos

componentes

permanecerán activos

después de la niñez;

es decir cuándo deben considerarse

como

los precursores reales

de las

perversiones del adulto.

Con respecto a la conducta manifiesta, algunos

cuadros

clí-

nicos de los niños son

casi

idénticos con los

de

los

adu

ltos

per-

vertidos.

No

obstante,

esta aparente similitud

no

significa

una

correspondiente

identidad

metapsicológica.

En los

adultos, el

diagnóstico de perversión significa

que

la primacía de los geni-

tales no

se

ha establecido o mantenido nunca, es decir,

que

en

el

acto sexual los componentes

pregenitales no

se han reducido al

rol de factores contribuyentes o

meramente

preparatorios.

Esta

defin ición es necesariamente incorrecta si se aplica

antes

de

haber

alcanzado

la

madurez,

es decir, a

una edad cuando

el

act

o

sexual está fuera de la cuestión y mient ras se

da

por sent

ada

la igualdad de las zonas pregenitales y genitales. Por consiguien-

te los

individuos

q

ue

no

han

llegado

a

la

adolescencia

no son

pervertidos en el sentido adulto del t érmino y deben int

rod

ucirse

puntos

de

vista diferentes para explicar

su

sintomatología im-

portante.

La

experiencia

clínica

sugiere

que esta sintomatología puede

explicarse

como desviaciones de la norma

del

desarro

ll

o en dos

direcciones principales  es d ecir  cr onológica y cuantitativa-

mente.

La

cronología está

alterada cu

ando

la

s zonas

corporales

es-

pecíficas que proveen

estimulación

eró

tica

no funcionan en

el

orden temporal que corresponde a la secuencia

normal

del des-

155

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arrollo

de

la

libido Al margen

de la ocurrencia posterior de

las

bien conocidas regresiones

cualquiera de

estas zonas

puede

resultar extraordinariamente persistente

en

su rol

de

proveedora

de

placer

en

vez

de disminuir en

favor

de

las

zonas

que debie-

ran ocupar

su

lugar

de

acuerdo con las leyes de maduración.

En

este

sentido

el

erotismo

de

l piel

del niño

es

un ejemplo

instructivo.

Al

principio

de

la

vida

ser

acaricado

abrazado

y

satisfecho a través del contacto corporal lib id in iza diferen tes

zonas

del cuerpo

y

contribuye

a crear

una imagen corpórea

y del

yo

corporal

saludables aumenta su

catexis con

libido

de

tipo

narcisista

y

simultáneamente favorece

el

desarrollo del amor

objetal reforzando los lazos entre el niño y la madre  No hay

duda de

que en

este período la

piel en

su

rol erógeno llena

múl-

tiples

funciones

en el

desarrollo

del niño

Por o tra parte estas funciones resultan redundantes nor-

malmente después

de

la

infancia.

El erotismo

de la

piel

cambia

de

carácter

si

su

gratificación

continúa

siendo

importante para

el

niño

después de

alcanzadas

las

fases anal y fálica Entonces la

piel

continúa como fuente de estimulación erótica

mientras que

los

fenómenos

de descarga de la excitación sexual se

han alte-

rado por el desarrollo y

alcanzan

niveles diferentes. Un varón

en

la fase

edípica

por ejemplo puede anhelar

vorazmente

este

tipo de contacto

con

su madre

pero

si es gratificado

en

realidad

o en fantasía descarga su excitación a través de la

masturbación

fálica

similar

a lo

que sucede en

el adulto

pervert ido que des-

carga

la excitación de

fuentes

extragenitales a través del orgas-

mo

genital.

Es precisamente esta

discrepancia

entre

la fuente

de estimulación y la

descarga

de la excitación que

crea

el pa-

recido con la perversión

en

ciertos casos ínfantiles l

Con

respecto

al   specto cu ntit tivo es

decir las desviacio-

nes

de las intensidades

normales

de los componentes

instintivos

constituye obviamente una común  variación

de

la normalidad

dentro

del marco de la naturaleza polimorfa pervertida

del

niño.

En

cualquier

momento durante la niñez

cualquiera

de los com-

ponentes instintivos de la

sexualidad

o

cualquier

aspecto parcial

de

la agresión infantil

pueden poseer

una intensidad exagerada

y

dominar

el cuadro

de manera

excesiva

o

exclusiva. Esto

pudiera

deberse

a la constitución innata del niño. La

experiencia

clínica

demuestra

por

ejemplo

que

con

frecuencia

se encuentran

ten-

dencias orales

de marcada intensidad en los hijos de drogadictos

alcohólicos o maniaco-depresivos. También

se

sabe que los hijos

16 Este estado de

cosas

fue c la ramente ilustrado en el

análisis

de un varón t ra tado por I sabe l Paret

en

la

Hampstead

Child-Therapy

Clinic desde los

dos

años

 

medio hasta los cuatro años

 

medio. En

su caso

fue

posible determinar

el

papel

que en el deseo de

ser aca ri-

ciado jugó la in fluenc ia seducto ra del

ambiente es

decir su propia

adicción

a

la madre

en

este part

icular

contacto corporal con su hijo.

  6

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de padres obsesivos tienen

tendencias anales

poderosas

aunque

en

estos casos lo innato

está invariablemente

reforzado

por

la

manera en que los

adultos

obsesivos

conducen

el entrenamiento

del control de

esfínteres

del niño.

Por supuesto el

aumento en

la intensidad de

los componentes instintivos puede deberse

exclusivamente

a influencias

ambientales

tales como

la

falta

de idoneidad general

de los

padres

la

seducción

las

fallas

en

controlar

y guiar

al

niño  etc.

Muy frecuentemente la razón

de la excesiva intensidad de un componente instintivo reside en

la

interacción

de

factores

externos

e internos tales como la

relativa debilidad

del

yo o del superyó

en

el manejo de los

instintos o

en la

excesiva severidad del superyó que se ma-

nifiesta

en una

acti

vidad

defensiva exagerada.

Un

ejemplo

co

mún de esta

última

constelación

son los varones que

durante

la

fase fálica

viven

en constante

temor

de sus insuficiente-

mente reprimidas tendencias pasivo femeninas. Para controlar

sus temores

de

castración

que

en

estos casos

están aumentados

por deseos

simultáneos

de castración exageran abiertamente

todas

las tendencias opuestas

con

el

resultado de que

parecen

masculinamente agresivos y

con frecuencia

adoptan la conducta

de

los exhi icionist s fálicos. No obstante a pesar de esta iden-

tidad de

conducta

la diferencia más importante reside en que

su

tipo de exhibicionismo es el resultado

de mecanismos

del yo

que

sirven

a propósitos tranquilizantes y defensivos

mientras

que en

el

tipo

adulto constituye una parte genuina de la actividad

instintiva

del

pervertido

encaminada a

procurar la

satisfacción

sexual.

 di ión

También en

las

adicciones es el aumento en la intensidad de

las tendencias

por

otra parte normales

el

responsable de crear

la

impresión de una conducta  pervertida . Los niños son a

me-

nudo

excesivamente adictos a los dulces

aparentemente en

for-

ma

similar a las adicciones de los adultos al alcoholo

las

drogas.

Experimentan una

voracidad

por

los dulces

empleando

la

sa

tisfacción de este deseo como un antídoto contra la ansiedad  la

privación la

frustración

la

depresión etc. como

hacen

los

adultos

y también como ellos

están dispuestos

a

utilizar

cual-

quier

método es decir  mentir o robar para asegurarse

la

pose

sión de la sustancia deseada. Pero a pesar de

todas

estas simili-

tudes la constelación metapsicológica subyacente

a

la

manífes-

tación difiere

en los dos casos. La

inclinación

de los niños hacia

los dulces es

la

expresión relativamente simple y directa de

un

componente

instintivo. Tiene su raíz en deseos insatisfechos

o sobreestimulados durante

la

fase oral  deseos que se

han

hecho

  7

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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excesivos y que

en virtud

de su cantidad dominan las expresio-

nes libidinales del niño. Posteriormente estos deseos

por

lo gene-

ral se

desplazan

de los dulces hacia otras

sustancias

que resultan

más o

menos

inofensivas. De esta manera encuentran satisfac-

ción

en

algunos casos bebiendo grandes cantidades de agua;

en

otros comiendo con exceso en la

glotonería

o

quizá fumando.

Desde

el

punto de vista

libidinal se

expresan en

la

preferencia

por relaciones objetales de un

tipo

especial y reconfortante de

mantenimiento. Ninguna de

estas manifestaciones

por sí misma

pertenece

a

la

categoría de las adicciones. La adicción

verda-

dera

en

el

sentido

adulto del

término

es una estructura más

compleja en la que

la

acción de tendencias

pasivo-femeninas

y

autodestructivas se

añade

a los deseos orales. Para el adulto

adicto

la

sustancia

anhelada

no representa sólo

un

objeto o

materia

buena

que

ayuda

y

fortalece

como los dulces

para

el

niño sino

que

de manera

simultánea

se

experimenta

como

dañina

abrumadora

debilitante desmasculinizante

castrante

tal como sucede

con

el exceso de alcohol y de drogas. Es

la

mez-

cla de las dos

tendencias

opuestas del deseo de ser fuerte y de

ser débil

la

actividad y

la

pasividad

la

masculinidad y

la

fe

mineidad que ata al

adulto adicto

al

objeto

de

su hábito de

una manera

que

no

encuentra

paralelo con lo que sucede en

las adicciones más benignas y positivas del niño.

Travestismo

Los factores libido económicos también juegan

un

papel en

la

distorsión

y

exageración

de

ciertas

inclinaciones

comunes

a

todos los niños y en crear por consiguiente

el

fenómeno de

travestismo

como se

observa

con cierta frecuencia. En este

caso los aumentos de

intensidad

están referidos a las tendencias

masculinas o femeninas de

la

naturaleza del niño.

El

interés por las ropas que son

adecuadas

al sexo opuesto

o a los adultos de

ambos

sexos es en sí un rasgo común de la

infancia. El

juego

estructurado tan

popular

de  disfrazarse

da a los

niños la

oportunidad de imaginarse a sí mismos

en

el

rol del padre

o de

la madre del hermano

o

la hermana

o

de

escenificar cualquiera

de

las

ocupaciones que simbolizan para

ellos

el

rol de los

padres.

Un paraguas un bastón o un som

brero pertenecientes al

padre son suficientes

para transformar

al niño

en

su progenitor; una cartera

zapatos

o el uso de lápiz

labial lo

transforman

en

la

persona de la

madre.

Los cascos de

astronautas

o pilotos

las gorras

de conductores

de

ómnibus

la

vestimenta de los indios

piel roja

los uniformes de enfermera

etc

. son juguetes convencionales diseñados para

crear

la ilusión

de que puede cambiar su propia personalidad por la de aquellos

  8

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a

quienes

admiran

apropiándose

de las ropas necesarias. Las

diferencias de sexo son

fácilmente transgredidas en

estos juegos

fantásticos especialmente por

las niñas

y los

artículos

de vestir

seleccionados

para

dis frazarse

son

con f

recuencia símbolos

tanto del estado como de l sexo.

Fuera del terreno de los juegos con las niñas

en la

fase de

envidia del pene

la preferencia

por los pantalones y otras ropas

de varones es tan

familiar

que ha

pasado

a conside

rarse

adecuada

al yo . Esta tendencia

no

crea preocupación excepto

en

aquellos

casos en que la niña se niega absolutamente y r esulta en efecto

incapaz de

aceptar la

vestimenta femenina c

ualquiera que

sea

la ocasión; así esto se

interpreta

como signo de

que su

envidia

del pene sus tendencias masculinas y

el

re

ch

azo

de

su

propia

femineidad han

alcanzado

un nivel excepcional. Pero aun en

e

st

os casos

extremos

constituye un

error

considerar

esta

expre-

sión sintomática como paralela

en

significado con

la del

adulto

travestista femenino

.

La

conducta de estas niñas

no es

una

manifestac

ión

sexual propiamente dicha es decir  no está acom

pañada

por la

masturbación

o las fantasías

de la

masturbación

ni está en otros

sentidos dirigida

a obtener excitación

sexual

directa.

Más

bien cumple

el

propósito de

imitación e identifica-

ción con los varones hasta el extremo de

asumir

realmente su rol

en la conducta

cotidiana;

de

defensa

contra la envidia y la riva 

lidad 

contra

el

autodesprecio

de sentirse castrada y

contra

la

culpabilidad por haberse

supuestamente

lesionado

como

conse

cuencia de

la

masturbación. De esta manera el  travestismo de

la niña

fálica

constituye

tanto

una

función

de

su

sistema

de

fensi

vo como una

descarga para

las tendencias

masculinas

de

su

innata bisexualidad.

Del lado del niño no existe

un

paralelo completo a esta

conducta de las niñas.

Aparentemente en nuestra

cultura nin-

guna fase del

desarrollo

por sí produce normalmente

en

el

niño

el deseo de vestirse como las

niñas. En

los casos

aislad

os en que

se observa

esta

conducta se

ti

ende a

considerarlo

como algo

muc

ho más anormal y generalmente

intranquili

za a los pad

res

com

o el signo omin oso inicial de

aberraciones

sex

uale

s post e

ri

ores.

En

un pequeño número de casos de este

ti

po.t? el cuadro

clínico fue bastant e u niforme . Cuando el síntoma

rea

l

apar

ece

entre los tres y cin co años  la conducta femen in a d el niño varía

desde

la

simple expresión del deseo de ser una niña de tener

un nombre de niña de jugar

con

las niñas y sus muñecas  darle

nombre de niñas al osito etc. hasta ve

st

ir realmente la r opa

inter i

or

o l os

vestido

s de la madre  de

una

h ermana o de

una

17 Observados en l a Hampstead

Ch

ild-Th erapy Clinic durante un

pro

cedi

mien

to

diagnó

st i

co o

un

t

ratamie

nto

an a

lít

ico.

159

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mnera favorita,

con especial

preferencia por

las

ropas bonitas,

con volados, bien específicamente femeninas. Cuando el niño

no tiene a

su

alcance ropas femeninas, puede vesti r las propias

de manera que imiten la blusa de

una niña,

la c in tura

estrecha

de una mujer joven, etc. Algunas

veces

el niño lo exhibe abier-

tamente; en otros casos, oculta las

ropas

en su cama para ves-

tirlasen

secreto

durante

la

noche.

Cuando

se interfiere

con estas

actividades,

el

niño racionaliza su

conducta

o lo niega con un

sentimiento

de culpa, o

incluso

 

ll

ora patéticamente de acuer-

do con el informe de la madre,

cuando

se le quitan las vesti-

mentas ilegítimamente adquiridas.

Las

circunstancias

externas también son

parecidas

en los

distintos casos. Casi sin excepción, se

encuentra

cierta presión

hacia

la

femineidad

ejercida por la madre que

manifiesta

pre-

ferir

una hermana

mayor

o

menor

o

que admite haber

deseado

una niña antes que el

niño

naciera. Como dijo un

niño

de padres

divorciados,

a

la madre

 no

le

gustan

los

hombres porque no le

gusta papi .

Con frecuencia

se encuentra una colusión

por

parte

de la madre

hasta

el punto de complacer los deseos del

niño

  de

comprar le delanta les con

volados,

para

 mantener la

paz

entre

el hermano y la hermana , etc.

La

separación

de

una fi-

gura femenina muy

querida

 l a madre, la niñera) es

otra

cir-

cunstancia externa de importancia obvia y observada con fre-

cuencia.

Del mismo modo

que

la conducta manifiesta y

las

influen-

cias ambientales, el análisis de niños descubrió los

distintos

significados

de

los

procedimientos travestistas.

Vestir

como

una

niña

representa para algunos el intento

de

atraer el

cariño

de

la madre con

el

disfraz de l a hermana

preferida. En

otros casos,

sirve

para negar por

completo su masculinidad fálica

que,

justa

o injustamente, supone

que

no

agrada

a

la

madre.

Aun en

otros,

mantiene e l

vínculo libidinal interno con

el objeto

amo-

roso perdido

por

medio de una identificación parcial con ella.

Es

cierto

, por supuesto, que como en el caso

de

la niña, la

conducta

travestista del

niño

se basa en alteraciones cuantita-

tivas de la economía libidinal.

Sin

un refuerzo excesivo de sus

inclinaciones

femeninas,

no puede ignorarse el

orgullo

del niño

en su propio atavío masculino y

otras

manifestaciones tendrían

que

emplearse

para expresar la misma envidia, celos, rivalidad,

el

galanteo a la

madre

, la defensa contra la angustia de

sepa-

ración, etc. Además, la

conducta

travestista en niños de ambos

sexos

probablemente

se

explique

por

la fijación del niño en

un nivel en que una par te del objeto se acepta como

un

sustituto

por el

todo y en

el cual,

por   tanto, se realizan fácilmente

desplazamientos del

cuerpo  masculino

o femenino)

hacia las

ropas que lo cubren, es decir,

una fijación

a la

base

del desarro-

llo en la cual se origina

el

simbolismo de la ropa

 Flugel,

1930 .

160

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Con

respecto a la significación

pronóstica

de la

conducta

travestista, ésta no

necesita

considerarse como

más

o menos

ominosa

que

cualquiera

de las otras

expresiones

de

los conflic-

tos bisexuales del niño. Así como en el caso de la

niña

está

relacionada con el estadio de

la envidia

,

del

pene, también está

vinculada

en los niños con los componentes femeninos del

período pasivo-anal

y

con

el

complejo

de

Edipo negativo

o

con

regresiones a estas actitudes.

Mientras sirve al

propósito

de

defensa contra la

ansiedad

 angustia

de separación,

temor

de

perder

el

cariño del

objeto,

peligros

fálicos , no

hay razón

para

suponer que

el

travestismo

persistirá más

allá

de las fases donde

dominan

estas ansiedades. Sólo cuando la

conducta

travestista

es

en

misma la

descarga de la

sexualidad

infantil,

es decir,

cuando

se acompaña de

signos inequívocos

de

excitación sexual,

puede considerarse

como

paralela

y precursora de la

perversión

específica.

Probablemente,

aquellos casos en que esta actividad

se realiza

en

secreto,

en

la

cama

y

durante la

noche,

son

signi-

ficativos en este sentido. Pero

sin pruebas

directas

suministra-

das por las erecciones, la masturbación, etc., en conjunción con

esta

actividad,

el exacto

significado

del travestismo

en la

vida

sexual

del niño es de difícil evaluación y verificación, aun en

los casos

bajo análisis.

eti hismo

Como

ya

señalamos

en

las

secciones

anteriores, la conducta

pervertida manifiesta de un niño

puede

ser tanto parte de su

organización defensiva  

de

sus esfuerzos para controlar ciertas

ansiedades como también

la

expresión

de

sus necesidades se-

xuales.

Este

doble aspecto es aun

más

obvio en los fenómenos

descriptos como fetichismo en los niños,

que ha

sido objeto

de una atención considerable en

la

bibliografía psícoanalítíca.

Aunque existen muchos

desacuerdos en

puntos

esenciales, la

mayoría

de los

autores

comparten la

opinión

de que aunque

 el fetichismo

infantil se

parece

al

de

los adultos ,

el llamado

fetiche

del

niño es

 simplemente

una fase

de

un proceso

que

puede

conducir

o no al fetichismo

adulto

Sperling, 1963 .

Wulff

 1946 lo

expresa con gran

énfasis cuando dice

que

estas  ma-

nifestaciones

anormales

  en el período preedípico son en

su

estructura psicológica nada más

que

una simple formación reac-

tiva

de

un impulso

inhibido o no gratificado de

manera ínstíntí-

as En

este sentido

véase también la

discusión

de Charles Sa rnof f

 1963) del trabajo de Melit ta Sperl ing The Analysis of a Transvestite

Boy .

19 Véase Melit ta Sperling  1963),  Fetishims in Children ,

con

la

bibliografía adjunta.

161

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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va ,

o cuando afirma que mientras que  las

manifestaciones

fe-

tichistas

en

el

niño

pequeño son frecuentes  ,

su estructura psi-

cológica  es diferente

de

la

del

fetichismo adulto.

En

este caso,

como en otras ocasiones

ya

antes descriptas, es obvio que el

empleo

del

mismo

término

para las

manifestaciones

infantiles

y las adultas conduce a la

presunción

errónea de que la

seme-

janza de la

conducta

en

ambos

casos está equiparada por

la

co-

rrespondiente identidad metapsicológica.

Lo que el niño

tiene en común

con

el

fetichista adulto es

la tendencia a catectizar algún objeto o

parte

de su

propio

cuerpo o

el de otra

persona,

con

grandes cantidades de libido,

bien

narcisista

, bien objetal. Basado

sobre

la intensidad de esta

cate

xis, el mencionado objeto o parte del cuerpo

adquiere e l

valor de

un objeto

parcial o proveedor de

las necesidades

y se

convierte

en algo

indispensable para el

individuo.

En psicopa-

tología adulta esta situación es bien conocida por

el

analista:

el

fetichista

adulto reconoce al

objeto parcial,

simbolizado

por el

fetiche, como el pene imaginario de

la

madre fálica al cual el in-

dividuo

se

encuentra atado

para su

satisfacción sexual.

Con

respecto al

homosexual pasivo he señalado

anteriormente que

el pene

mismo de

su pareja

masculina

puede asumir

la

condición

de un fetiche,

representando

los propios atributos

masculinos

del

individuo

que

han

sido desplazados hacia la persona del otro

hombre.

También

aquí,

la

excitación y

la

gratificación sexuales

están ligados de manera

indisoluble

al fetiche, que es

buscado

compulsivamente y en cuya ausencia

el

individuo se

siente

ham-

briento de satisfacción sexual, despojado

y

castrado.

Es

en

este sentido que

la

diferencia

entre

el verdadero fe-

tiche

del

adulto y los objetos

fetichistas supercatectizados

del

niño

resulta

fundamental . Mientras que el

fetiche

adulto

sirve

un propósito

único

y juega un papel central en la vida del adulto

pervertido

sexual, el

objeto

fetichista

del

niño

tiene

diferentes

significados simbólicos y

sirve

a una

variedad

de fines del ello

y del yo, que cambian de

acuerdo

con la fase de

desarrollo

al-

canzada.

En la

época de

la

lactancia y

del

destete,

por

ejemplo,

cualquier

objeto

 como un chupete, etc.) puede ser

sobrecatec-

tizado

y

hacerse indispensable, siempre que

sirva

por

una parte

,

para

el

placer

oral

del

niño y, por

la

otra,

para evitar

o dismi-

nuir la

angustia de separación, al garan tizar

la

permanencia

ininterrumpida de

la

gratificación.

De

acuerdo con Wulff  1946),

el

valor del

fetiche

en esta etapa yace en

el hecho

de

que

 re-

presenta

un

sustituto del cuerpo de

la

madre y

en

particular,

del pecho materno . En la fase siguiente, el objeto sobrecatecti-

zado, generalmente del

tipo

de

un juguete

suave, una

almohada,

una

frazada, etc., se convierte en un

 objeto

de

transición

Winnicott, 1953), investidos igualmente con libido

narcisista

y

objetal

que,

para

los

propósitos de

la

distribución de

la

libido,

162

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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establece

un puen te entre la persona del niño y la de

la madre

.

De

acuerdo con

Winnicott,

estos fenómenos,

aunque

permitidos

y esperados por la madre, son inherentes a la propia

naturaleza

del niño y como tal, constituyen una par te del desarrollo emo-

cional

normal .

De

acuerdo con

Melit ta Sperl ing

 1963 , son

 manifestaciones patológicas de trastornos específicos en las

relaciones objetales y directamente

influenciados

y

promovi-

dos

por

los sentimientos

inconscientes

y las actitudes conscientes

de

la

madre.

Es en

las dificultades

del

niño

pequeño a la hora de acos-

tarse que estos objetos

de   transición o  fetichistas juegan

un

papel especialmente importante

en

el

establecimiento

de

las

precondiciones esenciales para

conciliar el

sueño, es decir,

en

el

retorno del

interés del

mundo

objetal

hacia sí mismo. Hay

mu-

chos niños

que

son incapaces

de quedarse

dormidos,

excepto que

tengan

a

su lado

una

de

estas preciosas posesiones,

al

mismo

tiempo

que

se

muestran

profundamente

afectados

cuando

aqué-

llas

desaparecen o se

extravían; en

tales ocasiones, muchas

madres

organizan una búsqueda frenética de tales objetos como

respuesta

al

sentimiento de

privación

evidente que el

niño ma-

nifiesta.

Melit ta Sperl ing

plantea el problema de

por qué

un

niño

 se

hace tan

adicto a un

objeto

intrínsecamente sin valor

de manera de llegar a ser más

importante

que

la

propia ma-

dre , y

concluye

que esto no sucedería

sin la

colusión activa de

la

madre.

Nosotros arribamos a

una

respuesta diferente si  de

acuerdo con Winnicot t)

le

adjudicamos suficiente

valor a las

propiedades calmantes del

objeto

de

transición

en

el cual las ven-

tajas del

amor a sí mismo se

combinan con las

venta jas del

amor objetal; aun más, para su importancia como una posesión

permanente

bajo

su control, en contraste con la madre que no

S

encuentra

bajo su control y cuya independencia para irse o

quedarse,

aparecer y

desaparecer,

amenaza constantemente al

niño con sentimientos de inseguridad y ansiedad de separación.

Contrario a este punto de vista que

sostiene

que

la

madre

juega

un

papel

 en la génesis de

la

conducta fetichista y

en la

elección

del

fetiche Sperlíng,

1963 , se puede afirmar que

todas

las

sugerencias

de

su

parte

permanecerían

sin

efecto si no coinci-

dieran

con las ascilaciones

entre el

autoerotismo , el narcisismo

y el

amor objetal determinadas

por el

propio

desarrollo del niño.

Hay

muchos

otros aspectos, más o menos obvios,

en

que

el

objeto fetichista se encuentra

relacionado

con la sexualidad po-

limorfa pervertida del niño. Las

cualidades

específicas tales

como

la

textura, unen el objeto fetichista con

el

primitivo ero-

tismo

de la piel del infante, que sir

ve

como

un objeto

para

ser

rítmicamente

frotado, acariciado, tocado, etc. Su olor, especial-

mente cualquier

tipo

de

olor relaci

onado con el cuerpo,

establece

una

importante conexión

con

las práct icas travestistas que

el

163

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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fetiche sirve al determinar el tipo de vestidos o ropa interior

escogidos para disfrazarse. En

la

fase del sadismo

anal

, el ju-

guete

de

pelusa

como ob

jeto

de

transi

ción sirve a la e

xpre

sión

abierta

de

la ambivalencia aumentada del niño al ofrecer

una

descarga sin riesgos para la sucesiva expresión

de

s

enti

mientos

afectuosos y hosti les,

dirig

idos

hac

ia

el

mismo

objeto. Es sólo

durante la

fase fálica  Wulff , 1946)

que

el fetiche se identifica

finalmente con el propio pene, el

del

padre o

con

el

imaginar

io

de

la

madre

.

Hasta

qué punto este

seudofetichismo

de

la niñez es

una

preetapa y precursor

de

las verdaderas

per

versiones posteriores,

es un

problema que hasta el momento ningún

autor

ha

podido

resolver

de

manera

satisfactoria.

Examinado

desde el

punto de

vista

de

casos

importantes

de análisis de adultos, no hay duda

del temprano origen

del fet iche

y

de su

naturaleza

persistente

,

sin relación

con

el hecho de que éste esté

representado

por un

miembro del

cuerpo,

un

modelo o

tipo determinado

de

ropas

,

un

zapato

 O

un guante,

o como en un caso especial

de

fetichismo

en un paciente adulto.s? por un

ruido

que,

se

pudo

determinar

,

fue

producido

en

primera

instancia por

la

madre. Examinado

des-

de el punto de vista de l a experiencia clínica con niños, por

otra

parte, resulta

igualmente obvio

que

el número de fetiches

en la

niñez

es siempre

mucho mayor que el de

los fetichistas

verdaderos

de los años posteriores, 10 cual significa

que

una

gran parte de los fenómenos

del

fetichismo infantil

está

aso-

ciada

con

fases específicas

del

desarrollo y desaparece cuando

se

superan

las necesidades

especiales

de

l ello o

del

yo a

las que

sirve.

Como ya lo mencionáramos

en

los casos de travestismo ,

los tipos más cercanos a

la perversión

adulta y por consiguiente

con

más oportunidad

de persistir son aquéllos en

que

las nece-

sidades

instintivas

tienen

una

importancia

primordial y no

las

del

yo o los mecanismos defensivos, es decir, aquellos casos

que

desde el comienzo se

acompañan de

signos inequívocos

de

e

xcitación sexual

y

sirven

como una mayor

fuente de

descarga ,

a

lrededor de

la cual

se organiza

toda la

vida sexua

l

del niño

.

Las descripciones de

tales

casos son

abundantes

en

la

I

íteratura.

{ Analizado

por

la autora.

21

Véase

Melitta

Sperling   1963).

Otro e jemplo

lo

constituye

el

caso de un niño de cuatro años informado

por

Anna

Freud  

Sophie

Dann   1951). Este niño era huérfano, criado sin una madre susti-

tuta

,

que

para sus gratificaciones se vio obligado a

recurrir

al chu-

peteo compulsivo

 

a la masturbación, al autoerotismo

 

los objetos

fetichistas .  Todo su

interés

se concentraba

en

las toa llas o franelas

para la cara que él chupeteaba

mientras

colgaban de sus ganchos  

trataba los baberos como

fetiches

, es decir

frotándolos rítmicamente

hacia arriba   hacia abajo en su nariz mient

ras

chupeteaba, atesorando

seis

baberos

en

sus

brazos, o apretando uno o más entre sus piernas.

Cuando

daba un

paseo

,

algunas

veces

ansiaba

estos

éxtasis

con

gran

 6

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Pronóstico

del resultado

final

:

En vista

de

la variedad de elementos

que intervienen no

es posible predecir,

con

ningún grado de seguridad, el

destino

último

de

un componente

instintivo que se

ha

desviado

de

la

norma

habitual

en

una de

las formas

descriptas. Está aún sin

resolver

el

problema de

si

el componente instintivo tomará

fi-

nalmente el

curso

normal, sometiéndose

a

la

primacía de los ge-

nitales,

o si

permanecerá independiente

convirtiéndose

por

ende

en el núcleo de una perversión verdadera. No hay certeza en

cuanto a

su

destino

último

antes de

la

adolescencia.

Aun en-

tonces el desenlace dependerá de un número

de

influencias

como

las siguientes:

si los

impulsos genitales

que aparecen

en

la pubertad

son

fuertes

o débiles

es

decir capaces o

incapaces

de

dominar

las tendencias pregenitales;

si las

cantidades

de la libido

que han permanecido rete-

nidas en los puntos

de

fijación pregenitales ejercen una

atracción

regresiva lo suficientemente

intensa

como

para

interferir y debilitar la genitalidad;

si el progresivo deseo

de

ser  grande y adulto sobrepasa

en la personalidad la

atracción

regresiva de

las primeras

satisfacciones;

- si el mundo objetal

ofrece

oportunidades para la gratifi-

cación

sexual

adulta

del individuo

o

si

se

frustran

los

primeros intentos genitales etcétera.

Son

estos factores cuantitativos

añadidos

a los

cualitativos

los que hacen difícil e incierto el pronóstico del desenlace.

excitación, corriendo hacia la casa al regresar mientras exclamaba

con

alegría

'¡Babero,

babero '

.

La

excitación fálica

  la masturbación

acompañante no estaban en

duda. Por

otra

parte, era obvio

que el

fetiche

mismo no t enía significación fálica

  el

hecho de que e ra indi-

ferente a los: mismos

baberos cuando

habían sido

recientemente

la-

vados

sugería la

posibil idad de

que su

excitación

erótica

se derivaba

del

olor

relac ionado con

su

alimentación

inicial.

 6

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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L S POSI ILID DES TER PEUTIC S

En

una

clínica psicoanalítica infantil todos los posibles

tipos

de

 tr astorn os de   niñez se examinan con fines diagnós

ticos y

el

tratamiento

comienza

en

el

extremo de

las alteracio-

nes má s comunes

del desarrollo

los fracasos escolares los retar-

dos y detenciones del

desarrollo

mental conduciendo a

través

de los casos

traumatizados

y seducidos de

una

neurosis infan-

til

específica

al

otro e xt re mo c on

defectos

graves

y atípicos

del

yo y

de

la libido

trastornos

limítrofes estados

autistas

y psi

cóticos

adolescentes

delincuentes o

cuasi

esquizofrénicos et-

cétera.

En

los casos

de

niños aceptados para análisis

la

terapia y

la recolección de

datos

son dos propósitos que se alternan y

preceden

un o

al

otro

en

distintos grados momentos y situacio-

nes. Hay casos en los

cuales

el terapeuta

después

de haberse

familiarizado con

el

paciente no

duda de

que el

análisis

no hu-

biera

sido

necesario

si se hubiese

trabajado

de manera preven-

tiva

con

los

padres

en

el

momento

adecuado o si

se

hubieran

creado

oportunidades correctas o si se

hubieran

evitado

las in-

te rf er enc ia s a mb ien ta le s m ás lesivas. Existen casos donde el

terapeuta se siente tan razonablemente seguro

del

diagnóstico

como de la indicación del método analítico aplicado de manera

conveniente.

Pero existen

también casos donde el

analista se

enfrenta c on e ni gmas

q ue d es pi er ta n

su incertidumbre acerca

de las posibilidades terapéuticas.

En

estos casos debe conten-

tarse

co n

la convicción de que el análisis de niños o fr ec e o po r-

1

Como

la

Hampstead

Child-Therapy

Clinic.

  7

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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·

unidades

sin

rival

para

explorar

sus psicopatologías especí-

ficas.

Naturalmente,

ninguna

alteración puede

clasificarse co-

rrectamente

o adaptar

su

tratamiento de elección

antes

que los

factores genéticos, dinámicos y libido-económicos responsables

se

hayan aclarado.

Cuando

el análisis no

brinda

la

mejoría esperada,

la

culpa

se atribuye

generalmente no

a la psicopatología del caso en sí,

sino a circunstancias

externas

desfavorables

tales

como la inex-

periencia o incapacidad

del

terapeuta, la falta de colaboración

de

los padres, el

no

haber dado t iempo suficiente al proceso

analítico, las

interrupciones

debidas a las enfermedades somá-

ticas, los

trastornos

en el hogar, cambio de analista, etc.

Cuando

el análisis

tiene

éxito,

sea total

o

parcial, su competencia se da

por

sentada y

no nos sorprendemos

que un procedimiento tan

definido y

circunscripto

como el análisis

de niños pueda bene-

ficiar un número tan

variado

de

trastornos,

en tanto casos tan

diferentes entre sí en cuanto

a

su estructura

y

origen

concierne.

LA TERAPIA

PSICOANALITICA

CLASICA

PARA

ADULTOS:

SU

EXTENSION y DEFINICION

La

terapia psicoanalítica se creó en

un

principio ajustada

a las necesidades de los

adultos neuróticos

y,

similarmente, la

primera adaptación del

método en niños fue hecha con la neu-

rosis

infantil presente.

 

Desde

entonces, en el

terreno

adulto

,

la amplitud

de

la

terapia analítica se

ha

hecho

mayor, y, con

alteraciones mínimas,

ahora se

aplica

además

de en las

neuro-

sis, en otros tipos de

trastornos

tales como las psicosis, las per-

versiones, las adicciones,

la

delincuencia, etc. De manera si-

milar, el análisis de niños siguió los mismos pasos, extendiendo

su

campo de aplicación en las mismas direcciones.

En el psicoanálisis de adultos poseemos

una extensa

biblio-

grafía

en

constante aumento, referida al

método psicoanalítico,

los elementos

que

contiene y los procesos terapéuticos

que

mo-

viliza.

2

Con

excepción

de Melanie Klein y

sus

discípulos, que incluye-

ron los defectos serios del yo y las psicosis

entre

sus pacientes desde

el principio.

3 Véase el Simposio  1954) con este título.

4 O

 parámetros ,

según K.

 

Eissler  1953).

5

En vez de citar el gran número

de

autores,

incluyo

la

lista

de

una serie de simposios y discusiones de

panel

que han resumido este

tema:

1936.

Congreso Psicoanalít ico Internacional, Marienbad: The

Theory

of

the

Therapeutic

Results of Psycho-Analysis

Glover,

Fe-

  8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Podemos extraer de estas publicaciones varias

definiciones

con respecto a los fines

de

la

terapia

analítica, tales como

las

siguientes:

que

 es

una de las f inalidades del análisis

cambiar

las

inte

rrela-

ciones

en tre el

ello e l yo y

el

superyó Bibring [Simposio,

1937]) ;

que

 la

terapia

analítica induce al yo a suspender o alterar las

defensas   a

tolerar

los

derivados del

ello que es tán cada

vez menos distorsionados

Feníchel

[Simposio, 1937]);

que

 el

análisis influencia

el

superyó aumentando su tolerancia 

Strachey [Simposio, 1937]);

que

 el

objetivo

del

análisis

es una

modificación intrapsíquica

del paciente Gill [Panel, 1954

b]

que  la

meta

del analista

es

proveer de ínsíght al

paciente

de

manera que pueda resolver

por

mismo sus

conflictos

neu-

róticos;

por

consiguiente, efectuando cambios

permanentes

en

su

yo, ello y superyó, y

de

este modo extendiendo el

poder y la soberanía de

su

yo

Greenson

[Simposio, 1958]) ;

Existe unanimidad entre estos

diferentes autores

 y muchos

otros

no

mencionados aquí), acerca de que

el pr inc ipal

efecto

terapéutico

del

psicoanálisis es la modificación

del

equilibrio

de

fuerzas

entre el ello,

el yo

y el superyó, un aumento de la

tolerancia

de

los fines de cada uno y, como

resultado,

de

la ar-

monía

entre ellos. Esto, por supuesto, presupone que en los

trastornos

en

tratamiento, el

conflicto

intrapsíquico figura

como

el

principal agente

patógeno

y que,

comparado

con la

suprema

importancia de este único factor, otros, como por

ejemplo

las

relaciones interpersonales

insuficientes  R. Waelder

[véase Zet-

zel, 1953]), ocupan un

lugar

secundario.

Los

procedimientos te-

nichel, Strachey,

Bergler,

Nunberg,

E. Bibring). Para las contribuciones

individuales véase el simposio  1937).

1952.

Asociación Psicoanalítica Americana,

Midwinter

Meeting,

Nueva York:  The

Traditional Psychoanalytic

Technique

and

it s Va-

r ia tions Orr ,

Greenacre

,

Alexander,

Weigert).

Para

el in forme

de

la

discusión

del panel , véase Zetzel  1953). Para los trabajos individuales

véase

panel  19541a).

1953.

Asociación Psicoanal ít ica Americana, Meeting Anual , Los

Angeles:  Psychoanalysis and Dynamic Psychotherapy E. Bibring,

Gill, Alexander, Fromm-Reichmann, Rangell) . Para

los

t rabajos indi-

viduales véase

panel   954: b) .

1954. Simposio en Arden House, Nueva York:

 The

Widening

Scope of Indications for Psychoanalysis Stone, Jacobson,

  Freud)

.

Para las

contribuciones

individuales

véase

simposio

. 1954:).

1957. Simposio,

Congreso Psicoanalítico Internacional, París:

 Va-

riations in Classícal Psycho-Analytic Techniques Greenson,

Loewen-

ste

ín, Bouvet, Eissler ,

Reich, Nacht). Para las contribuciones indivi-

duales véase

simposio

 1958).

  9

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rapéuticos se valoran

por

consiguiente de acuerdo

con

el grado

en

que

cumplen

este propósito.

LA TERAPIA

PSICOANALITICA

PARA NIÑOS:

SU

FUNDAMENTO

Aunque

ninguno

de

los pronunciamientos que hemos citado

más arriba se hicieron con

el

análisis de niños in m nt resultan

de todos modos

importantes

para

el

analista

de niños

puesto

que lo

incitan

a reexaminar

las

precondiciones de su

trabajo

clínico y a determinar el te rreno de su

legitimidad.

Lo que debe

definir con mayor

claridad

son

las relaciones

entre los conflictos

intrapsíquicos

la psicopatología infantil y la terapia analítica

de niños.

Después

de todo está

justificado

considerar el

aná

lisis

de

niños

a

la

par

6

con el

de

adultos

sólo si

ambos

métodos

al margen de

la

técnica tienen en común el campo de aplica

ción y

las finalidades terapéuticas.

Los conflictos intraps íquicos

en

el análisis de niños

 os conflictos «normales

de

la infancia y el análisis

Como se ha discutido en los

capítulos

anteriores los con

flictos intrapsíquicos como

tales

son productos secundarios nor

males del

desarrollo

estructural

comunes

a todos los

individuos

que evolucionan

en

su crecimiento más allá del

nivel

primitivo

de la no diferenciación. Se presentan tan pronto como el yo y

el

superyó se separan

lo

suficiente primero del

ello y luego

uno del otro; cada estructura

persiguiendo

sus propias

fina

lidades.

En condiciones

normales

estas

desarmonías

internas deter

minadas por el

desarrollo

son manejadas por el yo del

niño

 

asistido por el apoyo

la

ayuda y guía

ofrecida

por los padres.

Cuando esto

es insuficiente

y el

sufrim

iento del

niño

es conside

rable puede

recurri

rse

a

la

a

yuda

del

análisis

ya

que

la

clari

ficación verbalización e

interpretación

empleadas de manera

coherente reducen

las

ansiedades

a medida que se presentan

eliminan las

defensas

incapacitantes antes de que se tornen

pa

tógenas y

abren

o mantienen

abiertas las

salidas para

la

activi

dad de los

impulsos

que producen alivio . Todo esto ayuda al

niño a mantener un mejor equilibrio

mientras atraviesa

las

distintas etapas del

desarrollo

y

en esta circunstancia que

se

basa la

opinión

expresada con

frecuencia

de que todos los

6

Véase

el

capítulo

II.

 7

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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runos

podrían

beneficiarse con el análisis y no sólo aquéllos

manifiestamente

t ras tornados . De todas maneras el analista

de

niños no

puede escapar al presentimiento de que en este

caso

el método

terapéutico

se asigna una tarea

que

por derecho

debe

ser llevada a cabo, por una parte . por el yo del niño y,

por la otra

por

sus padres.

 os tr stornos del des rrollo   el  nálisis

La

situación

es diferente en aquellos casos en que

una

pro

gresión

i rr egular en el

desarrollo

de los

impulsos

y del yo altera

el equilibrio interno

en

una dirección

u otra.

Como describimos

más

arriba

los

niños con un

desarrollo

acelerado del

yo y del

superyó experimentan un gran

sufrimiento

cuando son confron

tados

con

sus

impulsos orales

y anales agresivos y

crueles.

Aun

que

esto

podría

considerarse como adecuado a la

fase desde

el

punto

de vista de la maduración

de

los impulsos es

distinto

desde

el divergente

aspecto

de

l yo, y

se inician las defensas

contra

ellos.

Un sufrimiento similar pero

por

razones

opuestas

puede

presentarse

cuando

la progresión del yo

se

retarda com

parada

con la de

los impulsos;

el

yo es,

en este

caso, incapaz

de controlar los impulsos

pregenitales

que lo invaden.

A quí tam bién la decisión de

aplicar

el tratamiento

psico-

analítico no está

claramente definida.

Después

de todo, es posible

que el progreso de desarrollo del ello

y

del

yo

pueda equilibrar

las nuevamente, aun cuando no se recurra

al

tratamiento. Por

otra parte el desequilibrio puede ser excesivo

, y en

ese

caso

sus

efectos

pueden persistir

y

lesionar

de manera permanente

el

carácter y la personalidad. El análisis de niños es

capaz

deevi

tar

10 y al m itigar los conflictos actuar no sólo

como

una

me

dida terapéutica sino también preventiva

en

el sentido más real.

El

diagnosticador

se encuentra así enfren tado a

la

difícil

tarea

de

prejuzgar el desenlace

de un

proceso del

desarrollo

q

ue aún

no

se ha

completado.

  neurosis inf n t y

 

nálisis como el tr t miento

de elección

Ninguna

de

estas

difíciles

decisiones

se plantea en

relación

con la neurosis infantil

(categoría

diagnóstica

3) y

en este

campo

terapéutico  el

ana li sta de n iños puede sen ti rse

tranquilo.

Con los conflictos del complejo de Edipo

como

causa precipi

t ante y

la sintomatología

n

eur

ótica explicada

por medio de la

fórmula

clásica

de pel igro

ansiedad regresión permanente

de

los

puntos

de fijación

rechazo de

los

im

pulsos

pregenitales

reactivados defensa formación de

compromisos ,

la neuro

sis infantil no sólo

está

más próxima

al tras torno correspon

7

Véase

el

capítulo

IV.

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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diente

del

adulto en

la

identidad

metapsicológica, sino

que

también ofrece al analista el rol

similar

al que

tiene

en los

casos adultos. Puede asumir el papel de compañero

del

yo del

paciente y

bajo

condiciones favorables es

aceptado

como

tal

por

el niño.

El problema

referente

a

la

edad desde

la

cual

el yo

del niño

es lo

suficientemente

maduro como para desear el tratamiento,

puede

resolverse en la neurosis infantil en relación con el

hecho

de la formación de

síntomas:

un yo que se opone sufi-

cientemente a los

impulsos

como para reforzar los compromisos

neuróticos

a su respecto, confirma

la intención

de mantener su

posición y esto indica, al

menos

en teoría, su voluntad

de acep-

tar

ayuda

externa.

A pesar

del

hecho,

ya antes

discutido, de

que

el sufri-

miento

provocado

por los síntomas no tiene el mismo valor

diagnóstico

en

los

niños

que

en

los adultos,

en

muchos

nmos

neuróticos

el sufrimiento motiva la terapia, por ejemplo,

las

molestias y dolores físicos causados

por

los trastornos psicoló-

gicos

gástricos

y digestivos,

las

dermatopatías, el asma, las cefa-

lalgias,

las alteraciones

del

sueño,

etc.; en

las

fobias a la escuela,

a

la calle

o a los animales,

por la pérdida

de

la libertad

de

acción, la

incapacidad

de

hacer

lo

que

otros

niños

y

la exclusión

de

sus placeres;

en los rituales y obsesiones,

por la idea

de

en-

contrarse a

la

merced de

una

fuerza desconocida y

compulsiva

que ordena la

realización

de acciones sin sentido; etcétera.

Algunas

veces, estos

sentimientos son verbalizados abierta-

mente por los

niños

como, por ejemplo, en el caso de un pa-

cíente

de

cuatro

años y medio

8 que

dijo a

su

analista

después

de

un

ataque de su conducta ritualista

compulsiva:

 Ahora tú .

puedes ver

por lo

menos

lo

que

me obligan a hacer

mis preocu-

paciones , expresando de

esta manera

el extremo desamparo

experimentado por

su

propio yo

en esa

situación; o por una

paciente

de seis años,

en las

agonías de

una

severa fobia a

la

escuela

que le dijo a

su

madre:

 Sabes,

no es que no quiera ir a

la

escuela, es

que

no

puedo ;

o por una niña en el período de

latencia,

la

mayor

en una

famil ia numerosa, con

dificultades

del

carácter

ocasionadas por

su

envidia

del

pene, los celos, la

culpa-

bilidad por la masturbación, que cantaba para sí: Todos los

otros

niños

son

buenos

y solamente yo soy mala. ¿Por qué soy

tan

mala? Ella, como los otros, expresaba

de

esta manera el

abismo

que

existía

entre

e l idea l

de sí

misma, las exigencias

de

su

superyó

y su yo impotente, junto

con

la perplejidad ocasio-

nada por

el hecho

de no

poder, por

misma,

hacer nada

para

remediar la si tuación véase también Bornstein, 1951 .

 

8

Tra tado anal ít icamente en

la

Hampstead Child-Therapy Clinic

po r Audrey

Gavshon.

172

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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Naturalmente e l analista de nmos no

esperará

que

estos

insights provean

para

el niño nada más que un

enfoque inicial

del tratamiento. Aun al margen de la interferencia normal oca-

sionada

por la resistencia y la transferencia

no se

puede contar

con

que

este interés inicial

persista

por tiempo indefinido

en

el

caso

de

los niños, o

que provea un t erreno fi rme en

el

cual

basar la técnica;

La

división

del yo en una parte que observa y

otra

que es

observada ayuda a los pacientes adultos

durante

largos perío

dos de

sus

análisis en los procesos de elaboración, y está por

completo

descartada

sólo

en

las peores

tormentas de la

neurosis

de transferencia. Esta actitud en que una parte

del

yo se iden

tifica con

el

analista, comparte

la

clarificación de los problemas

y

toma

parte

en

el esfuerzo terapéutico , fue descripta de manera

convincente por

Richard Sterba

(1934) .

Esta

introspección,

que

es

una

capacidad

normal del

yo

del

adulto

no

existe

en

los niños, quienes no

escudriñan

sus pen

samientos o hechos

internos al

menos cuando no son obsesivos.

En

este

último caso, esta

división particulares

simplemente una

entre muchas otras

tendencias similares tales como

la aumen

tada

ambivalencia

la

inclinación

a

aislar la

avidez por

explotar

el autocriticismo y la culpabilidad con

propósitos

masoquistas

etc.; es decir, en estos casos, la

introspección

sirve más

bien

a

fines

de

naturaleza

patológica que constructiva.

Al

margen de

estos casos, los

niños

no se

inclinan

a

tomarse

a sí mismos como

objetos de

su propia

observación o a

valorar honestamente

los

hechos

que ocurren en

sus mentes.

Su

curiosidad

natural

se

dirige hacia el mundo exterior alejándose

del

mundo interno y

por lo general toman la

dirección

opuesta hasta la pubertad

cuando en algunos tipos juveniles específicos

9

el

autoexamen

y

la introspección

excesiva pueden aparecer como

un

ingre

diente

doloroso del proceso adolescente.

En los

períodos

preedípíco edípico y de latencia esta au

sencia habitual de percepción del mundo interior también sirve

a la repugnancia

del

niño para exper imentar de manera con-

sistente todo confl icto como

intrapsíquíco

Es

aquí

donde el

mecanismo

de

externalízacíón.t

no solamente hacia

la

persona

del

analista

se pone en juego. Es bien

sabido

que muchos niños,

después

de transgredir de una manera u otra

sus propias

normas

internas,

huyen de

los sentimientos de culpa

resultantes

, ha

ciendo que los

padres asuman el rol de la autor

idad

que cri tica

o castiga, es decir,

una

externalización

del

conflicto con el

superyó

que

es responsable de

los incurables

actos de desobe-

diencia

que

de otra manera resultar ían

inexplicables. Esto

se

9 Por supuesto, no

en

el t ipo delincuente.

10

Véase el

capítulo

n.

  73

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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refiere

específicamente

a los rimos

en

·el período de

latencia

con un

conflicto por masturbación

activa quienes después

de

cada irrupción y

satisfacción

de sus necesidades

sexuales tratan

siempre de irritar al mundo adulto

en

su

contra por

medio de

su conducta

provocativa.

En el terreno de la asocialidad también

es un hecho

familiar

que una conciencia culpable

no

sólo sigue

al acto delictivo sino que

con frecuencia

lo precede y motiva

la

delincuencia. En todos estos casos

sentirse

criticado  acu-

sado o castigado por un agente externo

alivia

el conflicto

interno

con el superyó.

Los conflictos con los impulsos

son tratados de manera

si-

milar. Las tendencias

peligrosas

de

origen

preedípico

o edípico

tales como los impulsos orales y anales los deseos

inconscientes

de muerte de los

hermanos,

la hostilidad contra el progenitor

rival, se desplazan y

externalizan

o proyectan hac ia figuras del

mundo exteríorr.por

consiguiente éstos

se

consideran seductores

y

perseguidores con quienes

el

niño

puede

comenzar

una

batalla

exterior. Los

mecanismos utilizados

aquí

son

bien conocidos

desde las fobias infantiles  escuela calle animales

en

las cua-

les por medio del desplazamiento y la externalización 

la tota-

lidad

del

campo de batalla

interno

se transforma en externo.

Lamentablemente

para el anal is ta de niños esta tendencia

a

externalizar

los conflictos internos tiene una relación definida

con

las esperanzas del niño respecto del tratamiento. Mientras

que el adulto neurótico espera mejorar con los cambios

que

tengan lugar dentro de sí y que por lo tanto

desea

que ocurran 

el niño pone sus esperanzas

en

el

poder superior del

terapeuta

para

modificar

el ambiente, por cuanto éste

ha

sido

utilizado

para personificar sus propias acciones conflictivas internas.

u

El

niño espera en

este

sentido que cambiar de

escuela

y ale-

jarse del maestro

temido

aliviará 10 que, en realidad, son sus

propios sentimientos de culpa; o que la separación de

un

 mal

compañero pondrá fin a sus

tentaciones,

ignorando que éstas se

originan

de

sus

propios

impulsos y fantasías sexuales agresivos;

o

que la

separación

de

compañeros

del

colegio abusadores re-

mediará

lo que

en realidad

son sus tendencias pasivo-masoquis-

tas

.

El

analista

que,

con

toda

razón

  se

niega

a

aceptar

este rol

que

el

paciente

trata de

imponerle

  cambia con

facilidad en la

estimación del niño

de un

compañero apreciado

a

un adversario.

Con bastante frecuencia, los

padres

se inclinan

por la

pre-

ferencia del

niño

a modificar

el

ambiente y no

las

condiciones

intrapsíquicas, La

ausencia de la

capacidad

introspectiva del

niño y el consiguiente

insight

disminuido sobre

la naturaleza

de

sus dificultades neuróticas, no

son

idénticas con esas resisten-

cias contra el análisis que pueden comprenderse e interpretarse

 

u

Véase

el

capítulo

II

Resistencias.

 7

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dentro del

marco

de sus dependencias emocionales

y

en

los

fenómenos transferenciales. La

falta

de introspección

es una

actitud general del

yo,

característica de la niñez,

a

la

cual el

niño se adhiere

como un

efectivo

agente

preventivo de sufri-

miento

psíquico. Es sólo a través de la

identificación

con un

adulto

en

el cual

confía, y

de

su al ianza con

él,

que abandona

esta actitud y la reemplaza con desgano

por

un punto de vista

más honesto del mundo interno.

Sería válido objetar que la

negación

de la naturaleza intra-

písquica

de

los

conflictos

no

es

exclusiva

del

niño

sino que

muchos adultos la utilizan también

como

defensa. Esto

es

cierto,

pero

afortunadamente para

el

analista de adultos los

individuos

que uti lizan esta

defensa particular no

son por lo general

quie-

nes eligen

someterse al tratamiento analítico. Si en

este sentido

operan

en un nivel infantil,

también prefieren curarse por

medios

externos,

es decir,

mediante el acting out en el

medio

ambiente.

Es,

por

lo

tanto,

una dificultad especial reservada

para

el

analista de niños

el

hecho de que sus

pacientes

deban

someterse

a un

procedimiento

que no

han

escogido

por propia

decisión ni libremente y enfrentar imposiciones

que

de él se

derivan.

Una subespecie de la neurosis

in ntil

en anáLisis  

Cuando

el

niño

no

resuelve su

conflicto

con

los

impulsos

por

medio de

una

neurosis

infantil específica, pero

elimina

los

desacuerdos

por

medio

de

la

disminución de

todos

los

estándares

del

yo como

sucede en

los casos

de

infantilismo, trastornos

atípicos,

algunas

reacciones asociales se

conforma con

su

dete-

rioro,

del mismo modo que

los

adultos con su perversión, delin-

cuencia o criminalidad.

De

igual

manera

que el

adulto

, el

niño siente

que la inter-

vención

analí

.ca es

indeseable

y

que perturba su estado

de

tranquilidad

interna. Esto

sitúa

al analista en la paradójica

posición

de

que,

para tratar al

niño

,

tiene

que

favorecer y dar

la bienvenida)

los

mismos

conflictos

entre el

yo y

el

ello que

trata

de

resolver, cuando está

en

presencia

de

neurosis

infantiles.

En

la

historia

del

análisis de

n

iños

este síndrome

particu-

lar fue tomado

en dos ocasio

ne

s lo

sufi

cientemente en

serio

como

para

justificar la

introducci

ón de par ámetr os técnicos es-

pecíficos.

August Aichhorn  1925, 1923-1948 expresó la opinión

de que

no lograba progresar en el

tratamiento de

los delincuen-

tes juveniles

mientras se

mantenían rebeldes

contra el

medio

y

contra él, al mismo

tiempo

que concordaban con

sus propias

12

Véase la

categoría

diagnóstica 4.

13

Véase capítulo IV, Regresiones

permanentes.

175

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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inclinaciones asociales.

Favoreciendo la

identificación y el víncu-

lo  narcisista) primero

con

él como persona y

después con

sus

sistemas de

valores,

logró cambiar los estándares

de su

yo

y

crear,

por

consiguiente, un estado de desarmonía en

su

estruc-

tura. En

sus propias palabras,

cuando esto sucedía,  el delin-

cuente se ha vuelto   o vuelve a ser)

un

neurótico , que podría

responder ahora

a

la

terapia

psicoanalítica

más

o

menos

según

la norma habitual.

En

el sentido empleado más arriba, consi-

deraba

la presencia

del

conflicto intrapsíquicocomo sine  u

non

para la aplicación del

análisis

clásico.

La llamada  fase de introducción sugerida

por

mí en 1926,

tenía un motivo similar

 además

de

facilitar

por vez primera

la

entrada

en el mundo privado del niño).

Aunque ínterpretada

erróneamente por muchos colegas como una

ínterve

riéíon  edu-

cacional , es decir, una manera de lograr

mejorías

transferen-

ciales

injustificadas, su

verdadera

finalidad consistía en

alertar

al

niño

con

respecto

a

sus

propias desarmonías internas al

inducir

un estado del yo favorable

para

su

percepción. El

razo-

namiento subyacente era mi pretensión

de

que

el

conflicto

intra-

psíquico debe ser reintroducido en

la

estructura y experimentado

por

el

niño antes de que

su

interpretación analítica  pueda

aceptarse y resulte eficaz. Hoy en día, la interpretación consis-

tente de las defensas sirve al mismo propósito de confrontación

del ello-yo.

  sum n

Es evidente por lo antedicho,

que

en

relación

con todos los

 onfli tos de la

niñez, sean

transitorios y vinculados con

el

des-

arrollo, o permanentes y neuróticos propiamente dichos, el

trastorno y la terapia analítica están íntimamente relacionados.

Al margen

de

las bien conocidas mejorías

transferenciales ini-

ciales que no

deben

engañar al analista ni a los

padres,

es

po

sible generalmente relacionar

en

detalle las

mejorías

a medida

que

se presentan, con

las

interpretaciones consecutivas del ma-

terial, la resistencia defensa) y la

repetición transferencial,

es

decir, con e l t raba jo analítico en el

sentido

más estricto.

En las dificultades y desarmonía del desarrollo,

el

sufri-

miento se disminuye y las detenciones

se neutralizan

cuando las

ansiedades pueden claríficarse e interpretarse; las regresiones

se anulan, es

decir,

que

son transitorias

y

se

reinicia

la pro-

gresión

con la clarificación analítica

de las situaciones peligro-

sas

que las de te rminaron . En la

neurosis

infantil, los ataques

de

ansiedad,

los rituales a la hora

de

acostarse, las ceremonias

diurnas se

reducen

o eliminan

con

la interpretación de los con-

tenidos inconscientes; las compulsiones a

tocar

desaparecen cuan-

do se revela

su

conexión con la masturbación o las

fantasías

176

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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agresivas subyacentes; las fobias ceden al desenmascararse

con

las interpretaciones de los desplazamientos edípicos que las han

creado; las fijaciones a hechos traumáticos repr imidos se libe-

ran

cuando

la memoria trae el trauma a la concie

ncia

o cu ando

se

reviven e interpretan en la transferencia.

En la sintomatología de las

neur

osis inf

antile

s, un doble

daño

han

padecido

los

der ivados de

los

imp

ulsos como

también

el yo.

La contraparte terapéutica

es la do

bl

e acc ión

del aná

-

lisis. Puesto que la interpretación de la defensa altern a con

la interpretación del

contenido,

a su

turno

a

liv

ia al yo y al

impulso

duramente

oprimido

hasta

que lo inconsciente en am-

bos

se hace más superficial, se

verbal

iza,

clarific

a, in ter pr

et

a y

llega a formar par

te

de la

personalidad

integ

ra

da del niño.

 l tr t miento de   s tr stornos no neuróticos

A medida que nos alejamos de

las alte

raciones

neuróticas

basadas en conflictos  Categorías 1 a 4) y nos acercamos a las

detenciones, defectos y

deficiencia

s del desarrollo (Categorías

5-6), el

proceso terapéutico cambia

su naturaleza , aunque el

análisis

de

niños

aún es aplicable y produce

mejorías.

Los elementos terapéuticos del psicoanálisis

14

Todos los autores que han estudiado

este

tema co

incide

n

en que hay más elementos contenidos en

el

método analítico

que

la

interpretación

de

la

transferencia

y

la

resistencia

,

la

 mpl

ación del área de lo consciente a expensas de las partes

inconscientes

del ello, del yo y del

superyó

y el consecuente

aumento en

el

dominio del yo . Mientras que éstos son su s ele-

mentos

esenciales, existen también

otros cuya pres

encia es

inevitable aun en

los

casos no

intencionales.

La verbalización y

clarificación de lo preconsciente juega un rol definido, espe-

cialmente en los

niños

,

para

preparar el

camino par

a la ínter-

pretación adecuada y disminuir

el

impacto concomit

an

t e

de

la

ansiedad. Existen elementos sugestivos que son co

ns

ecuencia

inevitable de

la

posición

transitoria de poder

e

Imp

o

rtan

cia

emocional del analista

en

la

vida

emocional del paciente: con

los niños están representados por los llamados efectos sec

un

-

darios educacionales del

tratamieno

analíti

co. Ex is t e

la

ren-

dencia del paciente a emplear mal la

rel

ación t

ransfer

encíal

p '  : a la  experiencia emocional correctiva tendencia qu e

re-

.ulta más

fuerte

cuanto

mayor

sea el r ol del

an

al ista como un

objeto

 nuevo .

Finalmente

, existe seguridad que en el caso

14 Véase E. Bibring (1954).

 

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del

niño es

inseparable

de la

presencia

e

intensidad de

la

re-

lación con

un

adulto en quien confía plenamente.

Los

analistas están adiestrados para evitar

estos

elementos

no

analíticos

del

método y mantener

su

acción al mínimo,

p ro

en última instancia la elección

del

proceso terapéutico no pa

rece depender de ellos sino

de

sus pacientes.

Ferenczi

 1909,

pág

 

55

cita

a S.

Freud

como diciendo

con

r sp to

a

las

neurosis:

 Podemos tratar

a un neurótico

de

cual-

quier manera

que

se nos ocurra él

siempre se trata

a

mismo

. . .

con transferencias

es decir,

repitiendo

sus constelaciones

neuróticas reorganizadas alrededor de la persona del

analista.

Otra impresión frecuentemente expresada por Freud es la si-

guiente:  De

cualquier

modo y

por

cualquier

medio técnico

tratemos de mantener a nuestros pacientes

en

análisis, ellos

 

.r

su par te

se aferran

al

tratamiento

de distintas maneras cada uno

de

ellos

sobre la base de su

propia patología: el histérico por

medio

de su

transferencia pasional

de

amor

y odio; el obsesivo

invistiendo al

analista con poderes

mágicos en los cuales

en-

tonces él participa en la transferencia; el masoquista por medio

del imaginario sufrimiento que extrae

del

tratamiento;

el

sadista

con el propósito

de

tener

un

objeto dentro del alcance

de

la

transferencia

al

cual torturar;

el adicto, porque

convierte

a

la

persona del analis ta

en algo tan

indispensable para él

como

la droga o el alcohol

del

que depende .

Con respecto

a

la patología del

yo,

K.

 

Eissler

 1950

de

manera similar establece que

cada paciente

reacciona a la téc-

nica

analítica

de

un

modo personal

y

que

por el parámetro

que

el

anal is ta se

ve obligado a

utilizar

es posible

establecer

las desviaciones de la norma del yo del paciente. Coincidiendo

con

este

criterio

se puede decir que

la

naturaleza de

los tras-

tornos de un

niño

se

revela

a sí misma por medio de los elementos

terapéuticos

específicos

que

selecciona

para

empleo

terapéutico

cuando se le ofrece la gama completa de posibilidades conte-

nidas en el

análisis.

La

selección

de

elementos terapéuticos

de

acuerdo

con la categoría diagnóstica

Si

se

aplican

en

detalle

estos

puntos de vista al

campo

de

la psicopatología

infantil

:

Como ya lo

habíamos

señalado, los preestadios

de la neuro-

sis infantil y

de

las neurosis infantiles específicas responden

adecuadamente

a

las interpretaciones

de

resistencia

y

transfe-

rencia

, defensa y contenido es decir, a

verdaderas medidas ana-

líticas,

que

para

los

niños

se

convierten en

procesos

terapéuticos

por

cuanto inician

alteraciones y

producen

mejorías.

Ni

la su-

gestión, ni

el

apoyo

 

Ia-

experiencia correctiva

o el

tratamiento

  8

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juegan

un papel digno

de

mencionarse

siempre que

el

tera

peuta no se aparte

de

su

rol analítico.

Cuando el niño neu

rótico las rechaza

expresa

la

resistencia

en momentos en

que

huir

del

análisis es

más importante

para él

que

la adquisición

de

insight. Ninguno de

esos

elementos

aislados o

combinados

tienen un

efecto

terapéutico sobre la neurosis infantil

que se

aproxime

a lo

que

el

analista requiere

de

una

curación.

Aun

cuando

se logran

mejorías sintomáticas por tales

medios como

en la orientación y en

la

psicoterapia infantiles el equilibrio de

fuerzas entre

las

distintas

operaciones

internas

no

se

modifica

por medio de estos procedimientos.

Por el contrario los casos

no

neuróticos

se

benefician a

veces

sea con

unos

sea con otros

o con

la

combinación

de

los

elementos terapéuticos complementarios mientras que el

pro

cedimiento

analítico esencial

puede

no

brindar resultado alguno

o producirlos desfavorables o desvanecerse en el trasfondo.

Con

los casos

limítrofes

por

ejemplo

el

clásico

avance

y

retroceso entre transferencia defensa

y

el

análisis

del conte

nido

tiene

consecuencias

distintas de las que se producen

en

los niños neuróticos. La actividad

de

la

fantasía

del niño limí

trofe es prolíf ica

mínima

la

distorsión de

los derivados

del

ello y por consiguiente

la interpretación

del

analista

es

fácil

y directa.

Pero

no

se logra la mejoría habitual

ni

el mayor

con

trol del yo sobre el mundo

de

la fantasía. En su lugar las mis

mas palabras utilizadas en la interpretación analítica son

uti

lizadas

por

el

paciente

y entretejidas en

un continuo

y

au

men

tado flujo

de

fantasías provocadoras

de ansiedad.

Enfre

ntado

sólo con

interpretaciones

bien dentro bien fuera

del mate

r ial

de la transferencia

el

niño limítrofe utiliza

la

oportuni

dad para

convertir la

relación con el analista en una

especie

de

 oli

ux que le

resulta

placentera y está de acuerdo

con

sus

necesidades patológicas

pero

que no rinde frutos des

de

el

punto

de

vista terapéutico. Por otra

parte

el

tra

t

ami

ento le

sirve

para

verbalizar

y

clarificar

los peligros

in

ternos

 

exter 

nos y los afectos atemorizantes

que

percibe preconscientemente

pero

que

el

yo

débil

e

impotente

 

abandona

do a sí mismo

no

puede

integrar

y

traer

bajo

el

dominio

de

los procesos

secunda

 

rios.

Desde el punto de vista

diagnóstico por cons

iguiente

 

la

cualidad

limítrofe

de un

caso

puede

evalu

ar

se

median

te su

reacción terapéutica negativa

a la

inter

pretación

del

incons

ciente

específico.

Los niños con

graves defectos de l li ido

se relac ion

an

con

el

analista

en el nivel

más

bajo de las re laciones objetales en

que

se ha detenido

su

desa

rroll

o;

por

e

je

mplo

tran

sfieren las

actitudes

simbióticas o

de sati

sfacción de necesidades la

ausen

cia del nivel

de

constancia ob jetal etc. En estos casos la inter 

pretación

específica no

prod

uci

el efecto deseado de

reiniciar

  9

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el desarrollo, excepto en

aquellos

casos donde

la

detención

tuvo un origen traumático

o neurótico. Cuando el

defecto de

la libido se debe a

privaciones

tempranas y severas

en

las

re-

laciones

objetales,

la

interpretación

de

la

repetición

transferida

no

produce resultados terapéuticos, y en

su

lugar el niño puede

reaccionar

a la

int imidad de

la

relación

analista-paciente,

que

es favorable para el crecimiento

del

vínculo libidinal, debido a

la frecuencia

y prolongada

duración

del contacto

la ausencia

de interrupciones,

la exclusión

de

rivales

molestos etc.

Apoyado

en esta nueva y diferente experiencia emocional

el

niño puede

progresar hacia niveles más adecuados del

desarrollo

libidinal

un

cambio terapéutico iniciado

dentro

del marco del análisis

de

niños

pero

basado en una

 experiencia emocional correc-

tiva .15

Los

niños con

retardo uiteleciuol generalmente

sufren terri-

blemente

de

sus miedos arcaicos. Debido a la

inmadurez

de

las funciones

del

yo

carecen

de

suficiente orientación

y dominio

del

mundo interno y externo, y la

misma

intensidad

de

la an-

siedad

que

sufren, impide a su vez el progreso del crecimiento

del yo. En

el

anális is de

niños

este círculo vicioso está inte-

rrumpido,

con

el resultado de que el niño avanza gradualmente

por

la escala

del

desarrollo, desde los temores arcaicos

de total

aniquilación,

hacia

la

angustia de

separación, la

angustia de

castración,

el temor de

la

pérdida de

amor, culpabilidad,

etc.

Pero el elemento terapéutico responsable de la mejoría en estos

casos es el rol de apoyo del analista y no de su ayuda

analítica.

Aun en

los casos

con

defectos orgánicos

 traumatismos del

parto, daño cerebral mínimo)

pueden

lograrse mejorías en las

lesiones graves de la formación

de

la personalidad. Cuando un

yo

comparativamente

normal

ejerce

una excesiva presión sobre

una constelación

de

impulsos

empobrecidos

el niño

se bene-

ficia con

la

estimulación

de

las fantasías y la apertura de des

cargas para los

derivados

del ello que son

productos

secun-

darios de la situación analítica.

Cuando

una actividad

instintiva

promedio

está

controlada de manera insuficiente por

un

yo

subdesarrollado, el rol y

la

acción

del analista

como  yo au-

xil iar , otro producto

lateral

del

análisis

vienen en ayuda del

paciente.

Los ado escentes trastornados en tratamiento analítico

res-

ponden en

rápida

sucesión a los

distintos elementos

del proceso

15 En

contraste con

el

efecto

de

la

interpretación analítica que

no está l imitada para el niño

por

la edad u oportunidad de

la

inter-

vención,

la

experiencia

emocional

correctiva

está limitada

por

las eta-

pas de

la

maduración, y debe ocurr ir aproximadamente dentro de

la

misma fase del desarrollo  en la cual

ha

tenido lugar el

daño

de los

procesos

libidinales.

Una vez que se

han

superado estas limitaciones

en

el

tiempo,

ya

es

demasiado

tarde para

lograr

la

corrección.

 8

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terapéutico de

acuerdo

con las

necesidades

de su

psicopatología

combinada.

En un estudio de

estos casos se

ha descripto esta

observación desde el punto de vista de las frecuentes variaciones

intencionales

que hace

el

analista

con la técnica  K.   Eissler,

1958 .

Aquí

lo consideramos como un , proceso espontáneo por

parte

del

paciente es decir, la

variación de

la selección

que

va

haciendo

el

paciente de

los

distintos elementos terapéuticos

disponibles,

mientras que por

parte

del

analista el

procedimiento

permanece invariable

.

CONCLUSIONES

Dentro del terreno de las regresiones permanentes

y

de

la

sintomatología

neurótica

fijada

nada producirá

cambios en el

niño

con excepción

del

análisis

que trabaja

para

alterar el equi

librio de las fuerzas dentro

de

la

estructura.

Fuera

del campo

de las neurosis,

la

personal idad infant il permanece más f luida

y

abierta

a una

variedad

de influencias

que

se

ejercen

en la

vida

familiar en la educación o en el

tratamiento.

En el desarrollo

del

niño las potencialidades

inherentes

se

aceleran

o

demoran de acuerdo

con el

grado de

interés o desin

terés que tengan las madres

en ellas.

El

progreso disarmónico

se

equil ibra s i

los

padres

Iíbídinízan las líneas del desarrollo

en

las

cuales

el niño

se ha detenido, en

vez de cometer el error

común de estimular aun más la inteligencia del niño

con

alto

coeficiente o

el habla de

los

que

se

demuestran

muy

verbales

o

dándole

al

niño

físicamente activo

más

oportunidades para

la

acción.

Las

tendencias

destructivas que

han

aumentado de manera

excesiva por

la

defusión y agresión

de

la libido se disminuyen

y

atan de

nuevo,

si

se promueven los vínculos libidinales. Los

mismos procesos libidinales y agresivos

responden

al ofreci-

miento de un

objeto

para la

catexis.

Las actitudes del

yo se

modifican cuando existe la

oportunidad

para identificaciones o

la

pres ión del superyó disminuye

con

la oportunidad

de

exter

nalizaciones adecuadas.

En

suma las

posibilidades

de una

 n

tervención

beneficiosa en el campo del desarrollo son práctica

mente tan ilimitadas

como las de

interferencia

les

iva en el

des-

arrollo o como las infinitas variaciones de n

ormalidad

y anor

malidad.

Algunos analistas después de un estudio intensivo de cam

pos y períodos específicos del desarrollo infantil recomiendan

que para

ciertos tipos de patología

puede resultar ventajoso

si

el

trastorno

y

la

te rapia se relacionan más estrechamente;

que

en los niños

con

retardos libidinales

sus

necesidades

autistas

o simbióticas

deben

ser atendidas antes que nada; que debe

181

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darse la oportunidad

de una

experiencia

emocional correc

tiva

a los niños

que

han

experimentado

una privación materna tem-

prana  Augusta Alpert 1959; Margaret

Mahler

  1955 . Siguiendo

el

mismo

razonamiento se debería ofrecer

a los

niños con

defectos del yo exclusivamente la protección

tranquilizadora del

yo

auxiliar

que

buscan y a los niños

limítrofes

los

métodos

de

la

verbalización

y clarificación.

A primera vista esta especialización

de

la terapia

resulta

racional

y económica

puesto que reduce

el gasto

de

esfuerzo

potencial que demanda un procedimiento complejo como el aná-

lisis

de niños al

margen

del campo

legítimo

de

las neurosis

es decir

para

pacientes que en realidad utilizan una mínima

parte de los distintos elementos terapéuticos y se

concentran

en los menos esenciales. No obstante la observación

más precisa

hace

que surjan en la mente una cantidad de objeciones contra

la aplicación

de

estos métodos a la

mayoría

de los casos.

Una

de

las

objeciones

se

basa

en

la experiencia

real

de que

pacientes infantiles se presentan con un cuadro

clínico

puro

que justificaría él solo un tratamiento

dirigido

a un factor

específico.

En

la

mayoría de

los casos los

trastornos

consisten

más bien

en

mezclas y combinaciones de elementos

que contri -

buyen

en distintos grados al

resultado

patológico final: defectos

en la

libido

asociados o subsiguientes a defectos

en

el yo ; in-

fluencias

traumáticas agudas se combinan

con la

influencia

de

situaciones crónicas

perjudiciales;

rasgos delictivos y

neuró-

ticos entremezclados

igual que

los rasgos

de naturaleza

limí-

tro

fe y

atípica

con los conflictos

neuróticos; excepto

en

los casos

más graves existen siempre

zonas

normales

y

anormales

en la

personalidad del

niño.

Es esta

psicopatología mixta

que

requiere

el método comprensivo

del

análisis específico

de

niños puesto

que

sólo en

él se encuentra disponible

la

gama completa de

posibilidades

terapéuticas

para el paciente

y

cada

uno de sus

aspectos

recibe

la

oportunidad por

un lado 

de manifestarse

y por el otro de curarse.

Para la mente inquisitiva

del

analista  una

segunda

y vital

objeción es la imposibilidad

de obtener

datos de evaluación

cuando

no

se

utiliza el

método

analítico. Necesitamos tener

absoluta certeza

en la clasificación

de un

caso

determinado

an-

tes

de

que los elementos

terapéuticos

seleccionados pasen desde

el paciente

a

nuestras

manos es decir

antes

de

limitar

las

oportunidades

de la

terapia a

un

factor único.

Sin

embargo

en

el

estado

actual de nuestra capacidad de evaluación

consi-

dero

que

esta

exactitud de juicio diagnóstico es un

verdadero

ideal

que

alcanzaremos

no

con nuestros

conocimientos actuales

sino en un

futuro

distante.

 8

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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 ste li ro se t erminó de imprimi r

el 4 de Enero de 1974 en

Del Carril Impresores

Av Salvador M del Carril 2639 4

Buenos Aires

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8/20/2019 Freud Anna Normalidad Y Patologia en La Ninez

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  :  

.   efinirqué es normal y qué es patológico en el psicoanálisis infantil se

convierte en el punto de partida crucial para el especialista en esta disci-

plina. Si bien durante años se ha utilizado con los niños el mismo

criterio

que con los adultos los diagnóst icos resultantes no merecen ahora igual

confianza. Para Anna Freud deslindar lo normal y lo patológico en el niño

ha sido el centro de su tarea en esta obra .

Con tal

fin

se vale de los conceptos fundamentales del psicoanálisis que

el terapeuta emplea en relación con su trabajo los esclarece y revitaliza

con sus propias contribuciones y sobre todo establece cómo se vinculan

con la realidad cotidiana.

En esta obra Anna Freud ofrece la integración de su teoría en torno del

análisis del niño. Trata los temas siguientes: el

criterio

psicoanalítico y

la infancia en el pasado

y

el presente; reconstrucciones a

partir

del

análisis de adultos y sus aplicaciones. Las relaciones entre el análisis

infantil

y

el análisis de adultos. La evaluación de la normalidad en la

niñez; cuatro áreas de diferencia entre el niño y el adulto; la regresión

como un principio del desarrollo normal. La evaluación de la patología;

criterio

para evaluar la severidad de la enfermedad; un per fil metapsico-

lógico del niño. Evaluación de la patología; las neurosis infantiles; los

trastornos del desarrollo; asocialidad delincuencia y criminalidad como

categorías diagnósticas en la niñez; la homosexualidad como una cate-

goría diagnóstica en los trastornos de la infancia; otras perversiones

y

adicciones. Las posibil idades terapéuticas.

El lector puede consultar del catálogo Paidós las siguientes obras de la

misma autora:

Anna Freud: yo y los mecanismos de defensa.