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En esta segunda entrega de la GAZ nos dimos a la tarea de reflexionar sobre los nuevos espacios públicos en la ciudad de Chihuahua. A partir de este tema desarrollamos algunos textos y obtuvimos fotografías, así como invitamos a Federico Campos a compartir una entrevista con uno de más connotados artistas del espacio público de México, el arquitecto Fernando González Gortazar. Sin más por el momento, esperamos que la disfruten. 02 GA.Z. . 2005.01.31 Editores: Rodrigo Seáñez Quevedo, Manuel Llaneza Sandoval, Gabriel Díaz Montemayor. Corrección de Ortografía y estilo: Karina Manríquez Moreno. Fotografía: Rodrigo Seáñez Quevedo. Dirección:Calle 2da. No. 1415, Zona Centro, Chihuahua, Chih, MX. [email protected]

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revista digital reflexiones urbanas en Chihuahua

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En esta segunda entrega de la GAZ nos dimos a la tarea de reflexionar sobre los nuevos espacios públicos en la ciudad de Chihuahua. A partir de este tema desarrollamos algunos textos y obtuvimos fotografías, así como invitamos a Federico Campos a compartir una entrevista con uno de más connotados artistas del espacio público de México, el arquitecto Fernando González Gortazar. Sin más por el momento, esperamos que la disfruten.

02GA.Z. .

2005.01.31

Editores: Rodrigo Seáñez Quevedo, Manuel Llaneza Sandoval, Gabriel Díaz Montemayor. Corrección de Ortografía y estilo: Karina Manríquez Moreno. Fotografía: Rodrigo Seáñez Quevedo. Dirección:Calle 2da. No. 1415, Zona Centro, Chihuahua, Chih, MX. [email protected]

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LA FAMILIAPor Manuel llaneza Sandoval

ÉL

No supe muy bien lo que estaba haciendo. Creo que me detuve porque no tenía nada que hacer. Me entusiasmó descubrir que había una nueva estatua en la ciudad. Ya la había visto antes, pero esa noche que soplaba un fuerte viento, me dieron ganas de bajarme y contemplarla. Una de esas cosas que uno hace buscando placer. Pero ¿cual es el placer que produce una estatua enclavada en una intersección de dos semáforos? En una ciudad donde en los últimos años se han construido casi más de 80 estatuas, me resulta difícil no encontrar risible una nueva, exactamente en la calle donde más transito. La ciudad se esta convirtiendo en un museo de cera (o de fantasmas) que se puede admirar a gran velocidad desde el carro, o con detenimiento cuando el carro está inmóvil en un semáforo (o también cuando se nos ocurra bajarnos del carro y admirar otra nueva “obra de arte”, como hice yo a altas horas de la madrugada).

La estatua aún estaba cubierta por una lona negra que vibraba con el viento emitiendo un sonido agradable. Parecía que estaba ansiosa por romper la placenta que la separaba de la luz pública. Traté de adivinar qué se escondía detrás de la lona. A diferencia de otras, ésta era más voluminosa e imponente; seguramente se trate de un ídolo me dije -, pues las estatuas son eso, ídolos que bien habitan el imaginario colectivo de la sociedad o son prefabricados por los políticos. Crucé la calle y traté de averiguar levantando la lona qué había detrás; pero fue imposible, sólo pude sentir la dureza del material con que estaba hecha. Y pensé: este tipo de estatuas que conmemoran la historia y los valores de una sociedad, tienen que ser duras para que no las destituya el tiempo, y para que nadie se atreva a cuestionarlas. (aunque la verdad es que a las estatuas sí las destituye el tiempo por otras nuevas y así sucesivamente).

Unos policías pasaron lentamente y reprobaron con su mirada el hecho de que estuviera a esas horas de la noche fisgoneando el patrimonio de la ciudad. Me hice el desentendido, crucé la calle y conduje hasta mi casa, donde dormí como un bebe.

Esa noche tuve un sueño extraño que no me causo desasosiego, todo lo contrario. Las estatuas de la ciudad cobraban vida. Se desprendían de sus bases y caminaban por la ciudad. Una mujer desnuda y voluptuosa cargando un arco recorría los supermercados cubriendo sus pechos con su larga cabellera plateada; un jinete entraba con su

caballo a un rodeo y lazaba a un becerro despavorido; un político caminaba por las calles feliz de poder cambiar de postura. Sin embargo, a estos personajes no los podía ver nadie. El pueblo era completamente indiferente a su presencia. Después de unos días su piel de metal se oxidaba. El sueño terminaba con los personajes regresando a sus bases, en donde retomaban su postura y volvían a contemplar el lenguaje del tiempo, de los carros.

ELLA

Hoy me levanté con el cuerpo cortado. La cabeza pesaba más de lo normal, y los orificios de la nariz estaban congestionados. Me vi en el espejo y mi imagen me pareció triste. Pensé quedarme en la casa y guardar reposo, pero tenía que ir a la oficina. Me auto receté un tylenol, una gotas de afrín y un té caliente. En el carro, me vi por última vez en el espejo retrovisor; seguía viéndome fatal: tenía un gallo que intenté someter infructuosamente. Me entró mucha tristeza. ¿Por qué no podía faltar al trabajo si me sentía mal? Ni siquiera era importante en la oficina, nadie iba a extrañarme, y sin embargo, tenía que ir porque soy mujer, y las mujeres son fuertes y no faltan al trabajo. Además soy soltera.

Cuando iba a cruzar la intersección que está cerca de mi casa, llamó mi atención la estatua que había estado varios días cubierta, y ahora por fin sabía qué era: se trataba de una “familia”; sí, una “familia”, de eso no había duda. Pero una “familia” de otra época. El hombre era de un físico imponente, llevaba a su hijo en brazos y apuntaba al cielo (definitivamente al porvenir); y la mujer, atrás del hombre, inclinada, le enseñaba a la hija pequeña a regar una árbol - con una regadera que bien podría ser una reliquia - . Las mujeres viendo hacia abajo la semilla, el origen de la vida - , y los hombres hacia arriba como forjadores del futuro. Me dieron ganas de llorar y no pude contenerme. ¿Por qué era así? Las mismas imágenes de una familia modelo que mis padres tuvieron, 40 años después eran las mismas.

Creo que mi reacción fue excesiva. Imagino que debido a mi resfriado. Lo que más me afectó fue la imagen de una “familia feliz”. En todas partes hay imágenes que representan lo que supuestamente somos. Y casi siempre se trata de fantasías. Es como si nadie hablara de lo real. Me pregunto porque no hacen una estatua a mi resfriado, a mi soledad, a los huevos

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que tengo de trabajar en una oficina con puros hombres y dos secretarias sumisas. Porque no hacen una estatua de una mujer que quiere ser amada, pero por alguna razón que va más haya de su comprensión, no hay hombres que la convenzan.

EL

Tuve que darme una vuelta en “u” para cerciorarme que lo que había visto de soslayo desde mi carro, se trataba de la escultura de una “familia”. Lo primero que me vino a la mente fue la publicidad que se hacía en los años cincuenta en estados unidos, promoviendo los valores tradicionales, que con el paso de los años se reveló como una de tantas profanaciones de la verdad que la televisión acostumbra hacer. Y lo segundo que pensé, es quiénes son en verdad estos miembros de la “familia”: por un lado tenemos al niño, el benjamín de la “familia”, demasiado pequeño para tener conciencia, que sin embargo, ya es capaz de hacer travesuras próximas a los límites de la maldad, por ejemplo: a su hermana le atisba manotazos ante cualquier amague que amenace la exclusividad que tiene sobre sus juguetes (¡muchos juguetes!, pues el padre y la madre lo quieren ver feliz); o su indecorosa actitud a la hora de la comida, donde acostumbra regresar los alimentos de la boca de una manera lenta como si fuera lava de un volcán, desatando la ira de la madre: ¡compórtate como un niño grande Alfonso¡ - le dice con una cara de espanto ante semejante actitud bestial.

Pero el niño, Alfonso, es aún muy pequeño, y no sabe lo que hace. El caso de Eva en cambio es diferente, ya está en edad de nombrar la realidad, por eso reza todas las noches - como le enseñó su madre -, y le pide a Dios por su familia y sus amigos de la escuela, y de vez en cuando por los pobres del mundo. Aunque a este respecto tiene sentimientos encontrados, pues si bien los pobres sufren y pasan frío, también huelen mal, lo que ella ha constatado conviviendo con Socorro (la mujer que nos ayuda como dice su madre). Acostumbrada a la pulcritud del cuerpo y la vivienda, a sudar sólo en la clase de deporte, el olor que expide Socorro le parece insoportable, hasta el punto de haberle preguntado un día “¿Por qué hueles tan feo Socorro?”. Socorro no pudo contener su enojo a pesar de que la pregunta se la formulaba una niña de 11 años. Desde aquel día acostumbra robarle a la señora de la casa jabones aromáticos y cremas para el cuerpo, con la

justificación que a ella le hacen falta, y a la señora le sobran.

Y están ellos dos: pareja, cómplices, amantes. Quince años de casados. Se conocieron gracias a amigos mutuos que los presentaron. ¿Amor a primera vista? No necesariamente. Pero se puede afirmar que sí se enamoraron. Hasta que él conoció a otra mujer más joven que trabajaba en su oficina. Divorcio inminente. Ella jamás pensó en salir con otro hombre, la educación que recibió no se lo permitía. Ahora no sabe qué va a ser soltera de nuevo, cómo va a relacionarse con otro hombre. Aunque lo va hacer, más temprano que tarde va a conocer a otro hombre de economía pujante, gracias (entre otras cosas) a su excelente cuerpo. Él en cambió fracasará con dos o tres mujeres más jóvenes que él, hasta encontrar, cuando Ema y Alfonso estén en la universidad y la preparatoria, una mujer a la que ya no será tan fácil engañar. ¿Es el amor de su vida? No, es la mujer con la que va morir.

ELLA

En estos últimos meses pienso lo mismo cuando me levanto, cuando estoy con alguien, cuando me duermo. No puedo quitarme la misma idea de la mente. Me he dado cuenta que ya no soy la misma y no se por qué. Nada ha alterado mi rutina, mi vida sigue igual que antes. Tengo los mismos padres, los mismos amigos, el mismo trabajo, vivo en la misma casa: todo es lo mismo pero me siento diferente. A lo mejor es eso: que toda mi vida es siempre lo mismo. Por eso tengo esta idea en la mente que no me deja en paz. Y también me hace olvidar la monotonía. Lo único que me sorprende en el día es esa idea, que va creciendo y se apropia de mi hasta dejarme vacía; como si mi cuerpo se llenara desde las uñas del pie hasta la cabeza de la sustancia de esa idea.

Cuando paso todos los días por la intersección donde está la inmaculada estatua de la “familia”, es cuando más pienso en esa idea. Es tan intenso como el sonido de un taladro cercenando el pavimento. Me llena, me consume, clarifica mis pensamientos.

La idea que no puedo quitarme de la mente es la siguiente: Qué hace una mujer sola en esta ciudad.

EL

Una de mis novelas preferidas es Leviatán de

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Paul Auster. En uno de sus pasajes, el protagonista presa de un desequilibro mental decide poner explosivos en todos los monumentos que conmemoren los valores de la patria. Es su forma de protestar contra la hipocresía de la sociedad, y los valores que nos oprimen. Claro que hay una gran diferencia entre resentir el malestar y poner explosivos. La verdad es que no se puede hacer nada contra las estatuas. Al menos que llegue el día en que hayan caducado. Y tengo la sensación que eso pasa en otros países: ya no se construyen más estatuas.

Cada vez que paso y veo la “familia” me vienen a la mente las fotografías que mi familia (en especial mi madre) tomó durante años. Son muy similares entre sí: en casi todas aparecemos alineados y sonriendo a la cámara. No puedo dejar de pensar en que no existen símbolos para describir una familia, pues cada una es tan diferente, que sería muy difícil representarlas a todas. Lo que agravia de la “familia” es precisamente lo prosaico de su mentira, al tratar de representar lo que es o debería ser una familia, de una forma incompatible con la realidad, además de tener una carga de malicia al dar por sentado que los hombres son los encargados de construir el porvenir, y las mujeres las encargadas solamente de proveer las semillas (entiéndase como hijos).

Sin embargo, aunque la escultura me parece aberrante, no puedo dejar de pensar qué se sentirá tener una familia. Aunque romper con las estructuras establecidas suene muy divertido, la verdad es que casi todos estamos encaminados a tener una familia. Pero de ahí a decir que es la ley de la vida, me parece una exageración. El matrimonio y la familia no son mandato divino, son simples compromisos que se adquieren por comodidad, por la simple razón que nadie (o casi nadie) quiere estar solo. Pero cualquier ruptura con esta tendencia a tener familia es tan natural como su opuesto.

ELLA

Hice todo lo que debe hacer una mujer en sus veintes para dejar esta ciudad: hablar con mis padres, avisar en el trabajo, despedirme de los amigos, conseguir una beca en una universidad, calcular cuanto tiempo mis ahorros me permitirían subsistir. Una vez que decides que te vas a ir, miras la ciudad con la tranquilidad que producen ciertas despedidas. “La familia” ya no me inquieta. Incluso me parece risible, inofensiva, tan pasajera como nuestros recorridos en

carro por la ciudad, a través de calles, monumentos y edificios, sin reparar que ahí están y existen, que cuentan historias, por la simple razón de que queremos llegar a nuestra casa para regocijarnos con nuestra privacidad.

EL

Hace unos días me topé con el amigo del hermano de un amigo que no frecuento. O sea con nadie. Sin embargo me saludó efusivo como si él fuera mi verdadero amigo. Lo primero que me dijo sin preámbulos fue: “¿Ya te casaste?”. ¿Porque para los jóvenes de esta ciudad es tan importante casarse? ¿ Es lo que les dicen sus padres desde chiquitos o tienen un miedo atávico a estar solos? ¿O será que si te casas te conviertes en un verdadero hombre? Si es así, yo soy un hombre a medias. Pero no quiero hablar de estas cosas, el que se quiera casar que lo haga. En el fondo todos quieren compañía, lo molesto es que se convierta en una regla, solemne, anticuada y perversa.

Pero creo que este relato (o lo que se le parezca) ya tiene que llegar a su fin. Se está haciendo demasiado largo y lo único que se vierte por sus páginas es el descontento, la amargura, y una serie de contradicciones. ¿No te parece?

ELLA

Bueno, me parece que hay que decir lo que pensamos, especialmente las mujeres, pero durante mucho tiempo y no de un jalón. Déjame contar a mí el final.

EL

Cómo quieras.

ELLA.

Salí de mi casa apurada. La última semana había estado llegando tarde al trabajo. En la intersección de la familia fui la primera en quedar en la línea esperando el verde del semáforo. Cuando se puso el verde arranque bastante rápido lo admito, y no volteé hacia los lados. De la nada un carro negro entró

en mi campo de visión y no pude frenar. Por un momento el tiempo se alaró. El cinturón de seguridad impidió que mi cara se estrellara contra el vidrio delantero. Después del impacto pasó un momento en el que no supe qué había pasado. Cuando recuperé la noción de la cosas, vi que el carro negro estaba a unos metros de mi carro, cerca de la estatua de “la familia”. Y ahí fue cuando te vi por primera vez con las manos en la cabeza como no creyendo lo que había pasado. Te acercaste a mi carro y me dijiste que había sido tu culpa.

Lo demás sobra contarlo. Cancelé mi viaje, me cambié de trabajo y decidí dejar de pensar en los mensajes subliminales de la ciudad. Y creo que éste es el final.

EL

Bueno, no son subliminales. Son simplemente los mensajes de la ciudad.

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2005 01 15-31Chihuahua, Chihuahua, MX.

CRUZ VERDE, FUERZA INDÓMITA, Y ESTUDIANTESPor Gabriel Díaz Montemayor

Recientemente se inauguraron dos espacios públicos en el centro de la ciudad, que sustituyen algunos inmuebles, y que también despliegan un par de estatuas adicionales. El punto específico es la articulación entre las calles Aldama, Victoria, y el “Boulevard” Díaz Ordaz. Es aquí donde antiguamente fluía la tierra a lo largo del arroyo que posteriormente fue también sustituido por lo que en su momento fue el Díaz Ordaz, mismo que definía y define parte del límite percibido del centro urbano de la ciudad.

Para los que vivimos en una zona de Chihuahua que nos hace aproximarnos al centro por la avenida Zarco, y después la avenida Cuauhtémoc, la placita de la Cruz Verde marcaba el punto de acceso al centro de la ciudad. Como un islote en medio de las calles Aldama y Victoria, justo anterior a un semáforo, con una escala discreta, con una cruz que aparece si fuera necesario, o si fuera buscada piadosamente, más bien antiguamente. La recuerdo así desde que era niño. Siempre me pareció bella la función original de la Cruz, la de recordar el encomendarse o agradecer a Dios en la culminación o inicio de un viaje. El momento de santiguarse.

También entre las calles mencionadas, y formando parte de la misma geometría, existió una manzana. Ésta respondía al eje formado por la Cruz Verde y el monumento y plaza al héroe de 3 castillos. Tensionando estos dos puntos a la avenida Cuauhtémoc, y dividiendo calles, desplazamientos, entradas, y salidas. La cuadra estuvo compuesta por edificios de un nivel o dos, compacta, con todos sus paramentos al límite. Algunos de los edificios eran de una época seguramente anterior al entubamiento del arroyo y el boulevard. No tuve la oportunidad de conocer interiormente ninguno de ellos, a excepción de presenciar en mis diarios recorridos la construcción de una efímera agencia de viajes, que contrastó con un color morado a la cruz verde. Siendo una decena de propiedades, el costado hacia el Díaz Ordaz lució deteriorado, inhóspito,

separado de la calle por una estrecha banqueta. Curiosamente era aquí donde se anunciaba una agencia de modelaje, donde a pesar del anhelo no era frecuente el contraste entre lo construido, la acera, y las modelos. Digo, también la expresión física del edificio era más cercana a un gimnasio de rudos, por su textura rústica, y una composición interpretativa del estilo posmoderno pesado de la arquitectura oficial mexicana. “Total Recall” disminuido.

Se presentaban de la misma manera en la cual también debió o pudo haber estado configurada la cabeza de manzana donde posterior al Boulevard (o provocado por él) se erigió el edificio “Pérez Rodríguez”. Del cual no tengo idea cual Pérez, ni cual Rodríguez, pero de lo que si tengo la certeza es que estuvo presente desde los 70´s, 80's, 90's, y llegó a verlo el albor del siglo XXI. Digamos una pieza algo anodina dentro del contexto estilístico “internacional”, en algunos rasgos algo improvisado, también algo fuera de lugar, y de escala. El edificio quedó como un resabio del impulso y visión inmobiliaria de lo que se pensó podía ser el potencial de su emplazamiento. Tal y como sucede. Era evidente el abandono del edificio, y de que se aisló de inicio. Sin embargo, haciendo un breve repaso, este contaba con una planta baja a doble altura, un vestíbulo con acabados recepcionistas, unas 5 o 7 plantas idénticas, libres, columnares, y abiertas completamente hacia los costados que hacían esquina. A través de esas cristaleras o se veían las columnas, las cortinas, o macetas, o el descuido más bien. En la azotea del edificio era presente un barandal que anunciaba su posibilidad de uso, además de un cubo de escaleras azul, con un coronamiento de vigía, ligero, acristalado en todo su perímetro, y accesible por una escalera de caracol, enroscada, que fue plateada, cromada, y negra. Ahora es este gesto el que extraño.

Con el bautizo de los inmuebles en similares condiciones del centro de la ciudad como “estructuras obsoletas” que deberían ingresar al programa de transformación de la ciudad, se hizo el gasto de la demolición primero del edificio Pérez Rodríguez, y ya entrados en el frenesí transformador de la manzana completa de las agencias y las viviendas. En lo personal predije para mi mismo si no la demolición, si la reubicación de la cruz verde. Y aun así creo que en ese caso no hubiera sucedido ninguna reacción colectiva.

Cuando se dio la demolición del edificio Pérez Rodríguez (EPR) lo interesante fue

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pensar en que es lo que pudiera suceder después en ese espacio. ¿Estacionamiento para los burócratas de bachilleres? ¿Mini estacionamiento público? ¿la propagación de la demolición al resto de la manzana? ¿Una cápsula del tiempo? ¿Una plaza? ¿Otra estatua? Bueno, las dudas surgían dentro del fértil cultivo del desconocimiento contínuo, y de la costumbre de la toma de decisiones efectuadas unilateralmente.

Finalmente se hizo la construcción de dos plazas y la colocación de dos estatuas. La manzana aledaña a isla de la Cruz Verde se fundió con ésta, al tiempo que se construyeron unos andadores ondulantes, se jardinó con suaves montículos enpastados, y se colocaron sendas estatuas, la de la “Furia Salvaje”, y una que apela al estudiante pero que permanece anónima. Teniendo estos dos tipos de espacios públicos contiguos y descritos, procederemos a su confrontación empleando recursos gráficos y escritos.

La plaza de la “Cruz Verde y Fuerza Indómita”, oficialmente llamada “Plaza de la Cruz”:

En la placa del muro que sostiene a la Cruz Verde se lee:

“Esta obra, fuente, y paseo se hizo sin gravamen público,

año de 1785.”

Para no hacer el cuento largo, de inicio la relación entre un espacio tradicional con un elemento simbólico de la naturaleza de la “Cruz Verde” con una escultura llamada “Fuerza Indómita” es cuando menos atípico. No imagino que en los momentos más vehementes de la furia equina podrá lograrse la evocación y función que lograba la CV. ¿Será que hemos perdido completamente el sentido del monumento? ¿Será que tenemos que creérnosla? Más bien, devaluado nuestro sentido del monumento al convertirlo en un producto más, o en una obra más, que suma, pero que no cuenta realmente. Dicha pareja de semovientes resultó disminuida por un basamento que contiene sobradamente la furia desbordaba que

endurece y retuerce los músculos de ambos animales. Es risible tanto por escrito, como realmente, como fotográficamente. La asociación visual estática de ambos elementos lo comprueba. Además, es por demás contrastante el carácter humilde, ascético, y austero de la Cruz, tanto con los caballos, como con la solución construida de la plaza. Pero bueno, finalmente lo de menos sería la selección de los ornatos. Al momento de la demolición y la apertura espacial que esto conllevó, fue de recordarse la nueva, fresca, y placentera sensación espacial. Las propiedades urbanísticas ya comentadas facilitan la adecuación y reconocimiento positivo en principio de la iniciativa. Pero. Un día en un periódico local se publicó una perspectiva dibujada a mano, torpemente, que ilustraba los planes dispuestos. Se comentó con inquietud la llegada de la “Furia Salvaje” que no se daba y se postergaba, al tiempo que en los trazos publicados se retorcían unos andadores no sé si por querer salirse al momento del dibujo o si expresaban su vacilación ante su súbita aparición en un espacio con características formales tan formales y tan definitivas. El trazo enérgico y la tensión a lo largo del eje de la Cuauhtémoc Victoria Aldama no empata con langüideces. Esto se explica con un simple vector.

El esquema de trabajo en torno a estos nuevos espacios, parece ser, fue la ejecución del proyecto en la oficina local de obras públicas, atendiendo un catálogo de expresión, materiales, y mobiliario que se dispersó por los nuevos espacios públicos contemporáneos de la ciudad. Se hizo uso del mejor y funcional color posible para el mobiliario urbano como lo es el verde empleado, así como de las especies de vegetación más acertadas en cuanto a la transmisión del mensaje de lo tradicional y lo simbólico. Se simuló una topografía y vegetación que evoca a los recuerdos de la sociedad Chihuahuense de campos de golf y de pasadas experiencias playeras. En cuanto a las bancas, se extraña en el diseño una propuesta más inventiva en cuanto a la provisión de espacios para descansar, sentarse, o platicar. Teniendo como referencia la topografía simulada de las áreas jardinadas, y teniendo en cuenta el contexto inmediato a las plazas, que está conformado por áreas estudiantiles o de paso de población joven, se pudo haber considerado la solución de bancas que se transforman en plataformas, y luego en rampas, y luego en sombras, etc. De esta manera pudiera haberse evitado la apariencia indiscriminada de un tipo de banca que recuerda a la época posmodernista internacional. No más. Esto se puede trabajar en forma por

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demás económica y con una paleta de materiales muy básica.Actualmente se le ve a la plaza con demasiadas bancas, poca gente, poca sombra, y muchas palmeras. Desde que me he dedicado a reflexionar sobre este caso he atestiguado que las bancas más empleadas son aquellas ubicadas precisamente en el área original de la anterior placita de la Cruz Verde. El diseño de la vegetación excluyó la plantación de árboles, supliéndolos por palmeras “terminadas” y diversos arbustos, sacrificando otra vez, la funcionalidad y coherencia futura, por el advenimiento del final de la administración y del ejercicio de los recursos.Por lo anterior, en general, se percibe un cierto descuido y premura en cuanto a la solución final de la plaza. El mejor ejemplo de esto es el sembrado de una luminaria justo enfrente y en el eje de la cruz verde. Tapándola, quitándole jerarquía. Ignorándola al atenderla.

La Plaza del Estudiante:

Por lo pronto, el aspecto más difícil de resolver en cuanto a la Plaza del Estudiante es la colindancia con los edificios de la propia cuadra donde se inscribe. A la plaza dan la cara muros ciegos, irregulares, que ofrecen más el riesgo de alguna publicidad política, que de un uso o actividad que se relacione con la plaza para poder inyectarle la vida de la cual carece en este momento. Es eso, o prolongar la demolición de la manzana hasta llegar a la siguiente calle. O, propiciar la inversión en los inmuebles adyacentes para que se abran hacia el nuevo espacio público. Estos muros colindantes expresan aun la escala de la calle Aldama, a diferencia de la escala de la calle paralela. Una de dos o tres niveles, y la otra de un nivel. Muros que se ven expuestos al sol, que no fueron concebidos para ello. Pienso en ellos como organismos subterráneos exiliados, encandilados, expuestos. La herida ha sido cauterizada con aplanados lisos de mortero y pintura color arena, mientras detrás espera ser ocupada una estructura para espectacular, el más visible elemento en este punto de acceso.Se prolongan a esta plaza las geometrías curvas que inician en la “proa” de la Plaza de la Cruz, aunque aquí distribuyen los flujos hacia un par de pérgolas metálicas que acogen a numerosas bancas verdes. Se conservó un gran árbol del patio de una de los inmuebles demolidos. Y como ya se había comentado se instaló una estatua sin nombre, solo apoya la placa de la fecha, los

funcionarios promotores, y los logotipos de los gobiernos.También aquí, en general, la mano de obra fue descuidada, las curvas no son curvas, más bien son segmentos de rectas (siempre salen así aquí y sin embargo insistimos en ello).

Algunas noches, a pesar del aun leve frío nocturno, he presenciado a niños jugar en el prado justo debajo del árbol. También a algunos peatones charlar, y a algún ciclista. La iluminación nocturna es buena, y creo que la luz aumentada reflejada en los muros, que no se pierde en la inmensidad oscura, permite una sensación de seguridad. Recíprocamente, durante la intensa luz del día desértico el reflejo tiende a ser cegador e inhóspito. Durante periodos de clases se ve a jóvenes estudiantes charlar sentados en algunas bancas, efímeramente. Hace un par de semanas un amigo que dejó la ciudad hace tiempo conoció estos espacios. Se asombró. Probablemente experimentó la frescura de llegar a un espacio conocido pero modificado, el momento de la imprenta de la memoria estampando lo nuevo. Que no se me olvide.

Además de lo anterior, y hablando estrictamente de un aspecto funcional, uno de los puntos pendientes más importantes aun por resolver es la accesibilidad a estos espacios para los peatones, los habitantes de estos espacios. Para llegar de una a la otra es especialmente peligroso el cruce del Díaz Ordaz. La señalización horizontal está despintada, no hay semáforos peatonales, y la sección de calle que hay que cruzar es prolongada. Tan prolongada es la sección y el crucero tan atípico, que es común ver a algunos autos que cruzan tardía y peligrosamente al flujo de la calle Aldama, pues su luz verde ha quedado muy atrás.

Lo anterior me permito traducirlo en una analogía pues quizás es así, aquí, aun, el estado y enfoque hacia la ciudad. El estado del arte. Hacia los espacios públicos, hacia la forma de lograr consolidar las mejores propuestas, de consensarlas, de hacerlas parte de la sociedad, de dejar que las decisiones se tomen y contrasten en conjunto. Como estas plazas, sus buenas intenciones tienden a quedarse aisladas, o difícilmente entendidas como un todo, pues son proclives o quieren- a destacarse por sí solas, olvidando como articular un discurso y propuestas completas. Estas plazas, como caso único, contiguas, pero no unidas. Sub-útiles y sub-utilizadas. ¿Cuándo llegarán a unirse?

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Dentro del desarrollo del Arte Urbano en México, el arquitecto Fernando González Gortázar ha desarrollado algunos de los proyectos más destacados, entre ellos el Parque González Gallo (Guadalajara, 1973), La Gran Espiga (Ciudad de México, 1973), Plaza Fuente (Guadalajara, 1973) y en el extranjero, La Fuente de las Escaleras (Madrid, España, 1987). Personajes como Luis Barragán y Mathias Goeritz continúan siendo de gran influencia sobre la obra del arquitecto, urbanista, escultor y promotor de la historia de la arquitectura en nuestro país. El interés por el arte urbano y la relación con sus maestros son el tema central de esta conversación.

FC: Pudiéramos hablar de José Villagrán, Juan O'Gorman, Carlos Obregón Santacilia, Mario Pani, Enrique del Moral, personajes de los cuales ya casi no se habla...FGG: A mi me parece que son arquitectos realmente fundamentales. En el sentido etimológico de la palabra; fundacionales. Son los que fundaron nuestra arquitectura. Son como el cimiento. Encima de ellos hemos construido todos los demás. Si ellos no hubieran realizado lo que hicieron, que fue verdaderamente heroico, nosotros estaríamos en otro sitio, no sabemos cual, pero ellos realmente fueron unos visionarios y fueron una gente de quien no podemos olvidarnos ni un momento.

Y la influencia de las clases de teoría de Villagrán.La teoría y la obra de Villagrán. Las dos cosas. Las primeras obras de Villagrán, el Sanatorio de Tuberculosos de Huipulco, eran obras de una novedad, de una valentía y ya que mencioné la palabra valentía, fíjate el valor que necesitó Luis Barragán para que en la

Conversando con

Fernando González GortázarEntrevista Inédita llevada a cabo en Octubre del 2003 en casa del entrevistado en la Ciudad de México.

mitad del siglo XX cuando la modernidad era la mayor admiración de este país, y no me refiero a la modernidad arquitectónica nada más, sino a todo un proyecto nacional impulsado por el gobierno, proponer una arquitectura radicalmente atemporal. Una arquitectura que verdaderamente ponía en tela de juicio el sentido del progreso. El sentido de lo que era avanzado y lo que era retrasado. A mí esto es lo que más me parece importante de Barragán. Su duda acerca de una modernidad que no conduce a la felicidad.

Todos son un grupo de grandes maestros, olvidados con la llegada de nuevas arquitecturas...La arquitectura reciente indudablemente tiene méritos, pero nos ha resultado mucho mas fácil que a los arquitectos que iniciaron esto. Digamos que nos hemos partido el alma menos que ellos. Falta ver que tal resisten el paso del tiempo, y sobre todo hay una menor distancia critica para ver que tanto contribuyeron a la felicidad de los usuarios, hacer ciudad, hacer cultura, hacer identidad y hacer historia.

¿Cómo fue su formación, como nace su interés por la arquitectura?Mira, los inicios de una vocación, sea la que sea, son un misterio. Yo tuve la suerte de haber vivido en casas maravillosas, te podría decir que toda mi niñez y mi juventud. Yo nací; a mí no me parieron en hospital, a mí me parieron en casa de mis padres, que era obra de Luis Barragán. Pasábamos las vacaciones de verano en Chapala, cerca de Guadalajara, en una casa también obra de Luis Barragán. Viví primero en una granja en las afueras de Guadalajara, obra de unos de los maestros de Barragán llamado Aurelio Ceves, una obra preciosísima muy barraganiana; desde luego Barragán no nació de la nada, y posteriormente viví en una casa obra de Pedro Castellanos, otro de los compañeros de generación de Barragán.

Luis Barragán, Mathias Goeritz

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Yo iba mucho de niño al Hospicio Cabañas de Guadalajara, uno de los mejores edificios del continente americano, sin duda alguna, de tal manera que mi fascinación por la arquitectura debe venir en gran medida por estas vivencias de niñez. Después se funda la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, creación del maestro Díaz Morales y uno de mis hermanos mayores, Federico, que es ocho años mayor que yo, formó parte de la tercera generación, y ocho años después entre yo. De tal manera que mis inicios en la arquitectura no son inicios en la arquitectura, son inicios de vida; que la arquitectura es una parte fundamental en la vida, pero no es la única para mí.

¿Y el interés por el arte urbano?Yo nací a finales de 1942 y alrededor de 1953 se construyeron las torres de Ciudad Satélite. Luis Barragán era una gente muy cercana a mi casa por muchas razones, por que uno de los hermanos de Luis Barragán, Alfonso, estaba casado con una de las hermanas de mi mamá, de tal manera que yo a Luis le decía tío, sin serlo. Y Mathias Goeritz era una gente también de la cual se hablaba mucho en mi casa por que fue traído a México por invitación de mi papá y era una especie de personaje mitológico en Guadalajara, ya para esas fechas el ya no vivía en Guadalajara pero era tema de conversación familiar siendo yo muy niño, cuando tenia 10 años de edad. Y en una ocasión vine a México, solíamos ir a visitar a mis padrinos que vivían en esa zona y pedí que me llevaran a conocer las torres de Ciudad Satélite.

Realmente me quede muy perplejo. Me quede azorado de cómo podía hacerse una cosa tan grande que no sirviera para nada… Realmente el que el arte urbano no sirva para nada, entrecomillas, por que realmente sirve para muchísimo, es su grandeza, por que es justamente lo que te habla de que existen otros valores, de que la sociedad de consumo te ofrece un abanico muy limitado y muy mezquino de valores y que el arte te

propone otra escala en la vida. Otros parámetros con los cuales medir al ser humano y medir lo que verdaderamente importa.

Cuando entré en la escuela de arquitectura, Luis Barragán todavía no estaba de moda, de hecho, no creas que era muy aceptado en la ortodoxia escolar. Sin embargo, yo desde el principio, desde que tengo memoria, vi algo muy difícil de explicar en la obra de Barragán, que me atraía muchísimo. De tal manera que cuando ya entre en la escuela y tuve un poco más de conciencia de lo que era la arquitectura, empecé a venir mucho a México, entre otras cosas a visitar a Luis y a visitar a Mathias y a Jesús Reyes Ferreira.

Y bueno, digamos que mi inmersión en el arte urbano fue parte de un proceso natural, nunca he sentido que el arte urbano sea algo distinto a la arquitectura, creo que es uno más de los géneros de la arquitectura. De tal manera que cuando llegó el momento en que me iba a recibir y tenía que proponer un tema de tesis, propuse una obra de arte urbano.

¿Y cómo eran esas visitas con Luis Barragán?Mira, eran visitas de amor. Realmente el cariño que yo les tuve, y que ellos me tuvieron, era el principal motivo para verlos. Si a eso añadimos que se trataba de tres auténticos genios…Ya te mencione que tuve la buena suerte de vivir buena arquitectura, pero otra de mis buenas suertes es que yo he tenido muchos padres y madres y todos ellos han sido maravillosos. Y entre ellos han estado Mathias, Luis, Chucho, Díaz Morales. Realmente personajes que por sí solos llenan una época y que desde luego, le dieron a mi vida una razón de ser.

A Luis lo visitaba generalmente a desayunar. No desayunábamos ni en el ante comedor ni en el comedor, desayunábamos en la estancia. Todo era maravilloso, desde las servilletas de lino gigantescas que te ponían, un desayuno que a mi me parecía exquisito. Y bueno, platicábamos de mil cosas, no creas que nuestro tema central de conversación era la arquitectura; no, no, para nada, platicábamos desde como estaba el jardín de la casa de

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mis papas y si se habían secado las plantas o estaban reverdeciendo y los caballos y las familias y chismes de Guadalajara y la Ciudad de México y un millón de cosas. De la vida...

Con Mathias… Mathias era un personaje mucho más sofisticado, luterano, pero tampoco creas que eran conversaciones de alto vuelo, y con Chucho mucho menos todavía, con Chucho era, pues… todas relaciones muy divertidas. De cual fue la ultima película que fuiste a ver. Ese era el nivel.

Qué impresionante.Sí. Qué impresionante. Yo ahora cuando lo pienso, no lo creo. Hace unos días, uno de mis amigos más entrañables y uno de los más grandes artistas del mundo, en mi opinión, que es el pintor Vicente Rojo, me decía: “Yo la única vez en mi vida que vi a Luis Barragán fue en tu primer exposición”, cuando yo era un muchachito que exponía tonterías. Yo le agradecía infinitamente que él se ocupara en mí, de mi trabajo. Luis me regalaba libros. ¡Nos carteábamos! En esa época el correo funcionaba, tengo un montón de cartas de Luis, de Mathias, ¡Era más fácil escribirse que llamarse por teléfono!

¿Y qué opina del Museo El Eco, obra arquitectónica de Mathias Goertiz?Yo nunca conocí el Eco. Duró muy poco y es una obra acerca de la cual tengo muchas dudas. Existen proyectos para reconstruirlo. Incluso en un momento hubo una propuesta de Abraham Zabludovsky de rehacerlo en la Ciudad Universitaria. No en el campus, sino en los terrenos vecinos del espacio escultórico.

¿Cree que sería acertado recuperarlo?Yo no sé si esto llegue a hacerse algún día, francamente lo dudo mucho. Por supuesto que sería acertado. Sin embargo, yo creo que… más que creer, temo que nos decepcionará. Temo que fuera una obra que hemos idealizado y yo no sé, no acabo de darle el golpe al Eco. Me sigue pareciendo una obra un poco truco. Con fallas de escala que no entiendo bien, obviamente sus pretendidos valores funcionales son inexistentes. No sé, no me atrevo a dar una opinión. A lo que sí me atrevo, es a decirte que desconfío.Hoy en la mañana visité la capilla de las Capuchinas. Existe un comentario de Luis Barragán sobre la litografía de José Clemente Orozco que se encuentra en su casa (1). Menciona que Orozco pinta la luz donde debería estar la sombra y viceversa, y la gran lección de arquitectura que esto representa. Yo creo que esto ocurre en la capilla:

desde el crucero de fieles se observa la cruz que es del mismo color que el muro del fondo. El muro queda en luz y la cruz que está en primer plano, en sombra.Que interesante observación. Mira, el que esta cruz este ahí, que sea una cruz exenta, suelta, libre; las proporciones de la cruz que son admirables, pero sobre todo, lo que acabas de decir, el hecho de que tenga el mismo color que el muro del fondo, Y que la luz, porque es del mismo color que el vitral, eso es lo que vuelve irreal ese espacio. Eso es lo que lo vuelve indescriptible.Esa observación que tu mencionas de Luis, de que la sombra esta donde debería de estar la luz, eso te revela una manera de ver distinta a la del común de los mortales. Cuando Luis Barragán en el Fraccionamiento Las Arboledas ve un arbolito y dice: Yo le voy hacer un muro para recoger la sombra del árbol... ¡Es que eso es ser un genio! Eso es saber mirar, eso es haberse pasado la vida con los ojos bien abiertos o las orejas bien paradas como los burros para que no se te vaya nada. Es el saber mirar o saber oír poéticamente. El tener una percepción poética del universo. Lo primero que debemos de aprender a hacer los arquitectos es a mirar.

Hay publicaciones que dicen que Barragán es un arquitecto silencioso, pero ese muro es el ejemplo de que su arquitectura cantaba.¡Por supuesto! Cantaba, gritaba, bailaba, recitaba, declamaba, echaba maromas; ¡No, por dios! ¿Dónde? Es que la gente que dice eso, justamente no sabe mirar. Así como los escritores aprenden a escribir leyendo y los pintores aprender a pintar viendo cuadros, los arquitectos aprendemos a ser arquitectos viendo arquitectura, pero no en los libros, sino en la realidad y no con cualquier mirada, sino con la mirada.

Quisiera hablar ahora de un proyecto suyo, el Parque González Gallo. ¿Cómo fue el proceso de diseño?Mira... Cuando tú le preguntes a un artista cual fue su proceso de diseño, para lo que sea y te sabe responder, es que te esta echando mentiras. El proceso de creación es uno de los misterios más absolutos de la humanidad. Ni se entiende por que, ni se entiende como, ni se entiende cuando. Es una especie de iluminación, de revelación que parecería que te llegara de fuera. Por eso los griegos inventaron a las musas. Obviamente como en el ramo de la arquitectura hay aspectos que entran en el terreno de la razón, si hay algo que se puede decir.

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En el caso del Parque González Gallo, es una gran arboleda en lo que era una zona pantanosa, abierta solo hacia una avenida por una pequeña plaza. Cuando se convierte en espacio público, y me encargan el proyecto, me vi en la necesidad de enfatizar ese ingreso para que la gente se percatara de que existía y de crear de alguna manera una especie de invitación a ser visitado. Eso lo intenté lograr, no se que tanto éxito haya tenido, pero lo intenté de varias maneras. Por una parte, remetí el fondo de la plaza, es decir, la plaza se metió hacia el parque de tal manera que fue un espacio cuadrado, y luego, yo necesitaba algunos elementos que te atajaran la vista, que se interpusieran a tu camino y que te condujeran visualmente hacia el interior del parque.Y ahí empezó a nacer la idea de unos elementos horizontales que además funcionaban muy hermosamente con las líneas verticales de los troncos de los eucaliptos que les servían de fondo. Las líneas horizontales de las trabes en voladizo te atrapan, la pata final te avienta la mirada hacia los árboles y todo esto remataba al fondo en un pórtico. Ahora, si tú me preguntas que si todo esto que te acabo de decir lo pensé antes de hacer el proyecto, te diría que no lo sé. Normalmente estas cosas no se hacen del todo conscientes, no las tiene uno del todo claras, hasta que se tiene el proyecto. Es retórica pura, es puro cuento.

“20 proyectos de arquitectura mexicana del siglo XX”Entrevista tomada de la tesis en proceso:

De Federico Campos [email protected]

1. “Quiero que observen esta litografía de Orozco. El pintó las sombras donde va la luz y la luz donde van las sombras, esto es algo que va más allá de lo que nosotros vemos, es algo mágico... Él puede ir más allá de las limitaciones físicas y enseñarnos lo que nosotros no podemos ver. Hay una gran lección de arquitectura que debemos aprender de ello.”Luis BarragánPublicado en “El mundo de Luis Barragán”, “Artes de México” No 23, Primavera 1994, Ciudad de México

Fotografías: Federico Campos Rubio

Litografía:José Clemente Orozco, título y datos desconocidos.

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Leyendo los cuatro artículos de su revista reclamo la falta de imágenes de lo descrito.

“2 Charlas en el Isad”, mostrar arquitectura para Chihuahua es una contribución no solo para los mismos (interesados o no) sino para una sociedad que sufre al no saber leer la claridad de las cosas construidas, (esta revista puede ser un paso para esta sociedad vendada, es por eso el reclamo de fotos para por lo menos quien no coma, huela).

“100 cajas de aluminio” texto con comedia extrañada en letras. Fantasías individuales, donde Manuel es un actor que disfruta la función del recorrido entre ovnis, alcohol, música, panza llena con comida gratis, arquitectura, arte, un lugar, una caída, una calle, un almacén, que más se puede pedir (un buen sexo o una buena droga para finalizar). Me gusta esa habilidad en tus letras, dejarme estar en un sitio que transmite ser descubierto por mi imaginación.

“Curitiba” o curativa para el hombre que la habita, datos interesantes con números para que la mente trabaje en comparaciones al menos locales. Padre leer la visión del re-uso de las cosas como una importancia olvidada en Chihuahua. Casos de Bogotá y Juárez (arriba el norte) creo requiere una probadita personal de más sabor a la comparación (en el desarrollo individual de cada una).

“Entrevista” el adoptar la posición de ser entrevistado y responder (acertados o no) hacen bien al lector para trabajar en opiniones. Los padecimientos de la sociedad chihuahuense (mexicana) donde las aportaciones son obstáculos, no hay discusión, a nadie le importa el orden, solo se benefician los propios intereses (oídos solo para nuestra voz: arquitectos), tal vez se actúa con ignorancia. Hay que hablar, debatir, consultar opinión de los que saben, darle cauce a nuestro lugar en Chihuahua (concursos para hablar y discutir).

“Tomada en cuenta para estimular el desarrollo de nuestro oficio”ADELANTE

Alejandra Ponce

CORREO A LA GA.Z:(La GAZ está abierta a colaboraciones, críticas, comentarios, sugerencias, etc.Los invitamos a participar)