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  • Editorial Madreselva

    Gabriela Costanzo

    Los indeseables:las Leyes de Residencia

    y Defensa SocialEstudio preliminar de Christian Ferrer

  • Los indeseables: las leyes de Residencia y Defensa Social

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    Esta edicin se realiza bajo una licencia Creative CommonsAtribucin-No comercial 2.5 Argentina. Por lo tanto, la reproduccindel contenido de este libro, total o parcial, por los medios que laimagiNacin y la tcnica permitan sin fines de lucro y mencionando lafuente est alentada por los editores.

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina

    Los indeseables: las Leyes de Residencia y Defensa SocialGabriela CostanzoEstudio preliminar de Christian Ferrer

    Fotografa de portada: Archivo General de la NacinMil gracias Ana Clara Martnez Ramos y Pablo MozucDiseo de interiores: Martn Azcurra

    Editorial Madreselva (Buenos Aires), agosto 2009www.editorialmadreselva.com.arinfo@editorialmadreselva.com.ar

    Costanzo, GabrielaLos indeseables: las leyes de residencia y defensa social. - 1aed. - Buenos Aires: Madreselva, 2009.128 p.; 20x13 cm.ISBN 978-987-23777-3-11. Historia Poltica Argentina. CDD 320.982

    cc

  • Un hombre del pueblo de Negu, en la costa de Colombia, pudosubir al cielo. A la vuelta, cont. Dijo que haba contemplado,desde all arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar defueguitos.- El mundo es eso - revel-. Un montn de gente, un

    mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todaslas dems. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fue-

    gos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sere-no, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llenael aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni

    queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se pue-de mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

    Eduardo Galeano, El libro de los abrazos.

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    La investigacin que di nacimiento a este libro fue armndose comoun rompecabezas, el material de hemeroteca fue difcil de encon-trar, as como el acceso a las copias del Diario de Sesiones. Luego,los libros de los autores que analizaban el anarquismo a principiosdel siglo no estn vueltos a editar o no se consiguen ni en las libre-ras especializadas. Cada pieza, fue construyendo la figura que diolugar al paisaje, las claves de acceso a un universo que ya cumpliun siglo.

    Entonces, quiero agradecer primero a Christian Ferrer, pororientarme en la bsqueda, por darme las herramientas necesariaspara entrar en ese mundo fascinante de ideas revolucionarias ylibertarias, por ayudarme a encontrar mi visin del tema, y recor-darme que siempre estamos hablando de hombres y de mujeres, depersonas, de vidas que sufrieron las leyes en carne propia, con de-portacin, confinamiento a la prisin de Ushuaia o prohibiciones detodo tipo. Adems, le quiero agradecer la calidez, el respeto y lagenerosidad que tuvo conmigo durante la investigacin y la escritu-ra. Tambin, quiero hacer mencin a Martn Albornoz por todo elmaterial que me prest casi sin conocerme; luego, con las charlas,las opiniones y la amistad entend su solidaridad, rasgo que lo dis-tingue.

    Quiero agradecer a mis compaeros de la materia Teora yPrctica de la Comunicacin II, de la Facultad de Ciencias Sociales,UBA, que se interesaron y charlaron conmigo aspectos del trabajo.Mi formacin acadmica y de investigacin comenz y contina endicho grupo, a cargo de Stella Martini y Anbal Ford. Especialmente,quiero agradecer a Mara Eugenia Contursi, que ley el primer tra-bajo sobre el tema que realic y que analiz conmigo muchas de lascitas del Diario de Sesiones que incluyen el trabajo.

    El libro es el final de un camino y el comienzo de otro. Por

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    ello quiero subrayar la importancia que tuvo mi familia en esterecorrido. A mi mam, Liliana Codec, a mis hermanos, Viviana yNahuel, a mi pap, Osvaldo Costanzo, a mis abuelos, Lita y Jorge, amis primos y mis tos. A Mario Sterman y tambin a Eva Cziment, porla ayuda y por el cario. A todos ellos, mis ms profundos agradeci-mientos.

    A mis amigos, que tambin son mi familia, que supieronentender la significancia que tuvo y tiene este trabajo en mi vida, yque me apoyan con tanto cario. Gracias!

    Finalmente, quiero agradecer a Pablo Crdoba, a quien estadedicado este libro, mi pareja, mi compaero de vida, que no sloapoyo y contuvo, amorosamente, las largas jornadas de trabajo,sino que atraves la experiencia conmigo, leyendo y dando sus opi-niones, investigando y nadando en citas, escuchando ideas y ceban-do mate.

    A ustedes, a cada uno, muchas gracias por la solidaridad,por el odo atento, por el humor que libera y por haber escuchadotantas veces lo mismo.

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    A PabloPor nuestro mundo

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    Cuando una sociedad no es capaz de darse a s misma reglas debuena vecindad o conciliatorias de intereses diversos, entonces elpoder legislativo dicta leyes, que suelen ser el ndice sintomticode un fracaso comunitario. Las leyes aprobadas por el ParlamentoArgentino desde la poca de la organizacin nacional se cuentanpor miles. Muchas siguen vigentes, otras tantas han sido dadas debaja porque se volvieron irrelevantes o anacrnicas, y un racimomerece el calificativo de infames, en especial aquellas leyes queendurecieron las penas o las que promovieron la persecucin depersonas declaradas indeseables. Eso sucedi en 1902 con la Leyde Residencia y en 1910 con la Ley de Defensa Social. Ambas habi-litaron la deportacin de cualquier extranjero que pretendiera cues-tionar y perturbar el orden poltico y de ideas vigentes, y tambinprohiban la entrada de anarquistas al pas, adems de vedarles lareunin en grupo tanto como la emisin pblica de su ideario eincluso se prevea la condena a muerte en casos de acciones extre-mas.

    El destierro por la fuerza de anarquistas, sindicalistas y,ms adelante, de comunistas, no fue una especialidad argentina.Tambin fue moneda corriente en Brasil, en Estados Unidos y enmuchos otros pases, en los cules se dict jurisprudencia especfi-ca y expulsiva contra inmigrantes extranjeros. En conjuncin conello, se emitieron edictos para aislar y confinar hombres y mujeresque no eran extranjeros en islotes o en lejanas colonias de ultra-mar. Ciertos lugares ya no estn en los mapas, pero hace cien aosidentificaban destinos terrorficos: Nueva Caledonia, Guyana, la isladel Diablo, la isla de Fernando Poo, la crcel de Clevelndia en la

    CHRISTIAN FERREREl extranjero indeseable

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    remota regin nordestina del Amap brasileo, la isla de Solovki,incluso penales localizados por arriba del crculo polar rtico, obien la isla de Tierra del Fuego, cuyo presidio de Ushuaia era cono-cido mundialmente como la Siberia argentina. Los regmenes queimpusieron estas proscripciones fueron variados, pero, en torno aesta cuestin, unnimes, no importa si su credo era el imperio, ladictadura, la democracia o el socialismo. Este ltimo fue el caso dela Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, que inaugur un ex-tenso sistema de campos de concentracin conocido bajo el nom-bre de GULAG apenas el Partido Bolchevique se hizo con el poder en1917.

    Todo pas define a sus indeseables y a sus formas de cribar-los. A veces las seas de identidad del perseguido se redujeron a unnombre y un apellido transformados repentinamente en el estereo-tipo del enemigo pblico, como lo fueron Severino Di Giovanni oSimn Radowitzky en Argentina, pero tambin se ha descargado lafuerza pblica sobre minoras, chivos expiatorios o grupos acorra-lados por causa de sus actividades o de sus ideas. La lista de despre-ciados, de vejados, y de buscados vivos o muertos, es larga: elindio, el gaucho matrero, el maximalista, el judo durante la se-mana trgica de 1919, el cabecita negra y el subversivo, sin ex-cluir a los homosexuales y los polgamos, todos ellos encarnacionesde la barbarie, el cimarronismo o las costumbres exgenas y quefueron recluidos en reservas o llevados a la guerra o arrojados aergstulas o sometidos a batidas como si fueran trofeos de caza.Porque la persecucin supone la cacera. La justificacin de la mis-ma siempre es una llamada a la higiene, a limpiar la casa. En sumomento, el sayo el sambenito cay sobre los anarquistas.

    Pinsese en el sufrimiento: no solamente la eviccin, sinolas familias desmembradas, las esposas e hijos arrojados a la mise-ria o a la buena de Dios, la tarea sindical o cultural conculcada, elencarcelamiento ulterior en los pases de origen donde ya eran bus-cados por la polica desde mucho antes, para no hablar de las seviciasque debieron arrostrar antes del destierro, que de por s es uninvariante histrico argentino. Adems, el perseguido se ve compe-lido a enfrentar a su contrafigura: el fiscal de oficio, el tipo de

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    hombre pblico que se siente llamado a dirigir una cruzada. Su nom-bre era Miguel Can y los anarquistas fueron su bestia negra. Aun-que hoy en da muchas generaciones de escolares lo recuerdan ni-camente como autor de Juvenilia, sus nostlgicas memorias democedad transcurridas en el Colegio Nacional de Buenos Aires, porcierto antro de formacin de sucesivas camadas de la casta dirigen-te argentina. A fines del siglo XIX y comienzos del XX Can era con-siderado menos un literato que un hombre de la poltica tal comosta era entendida por entonces: garanta de progreso y misin deorden. El anarquismo, por el contrario, era el disturbio.

    Aunque uruguayo, Miguel Can fue embajador de la Argen-tina en Venezuela y en Austria-Hungra, intendente de la Ciudad deBuenos Aires, senador nacional, ministro del Interior y tambin deRelaciones Exteriores, Decano de la Facultad de Filosofa y Letrasde la Universidad de Buenos Aires, amn de publicista y traductorde una obra de William Shakespeare. No era un eclctico sino untpico representante de una clase social que se dedicaba a los asun-tos de Estado como si se tratara de una prerrogativa de la genteprincipal de la ciudad, y eso en la poca de las vacas gordas.Todava le sobr tiempo para ser un rabioso, ms bien virulento,perseguidor de anarquistas y promotor de la ley de expulsin deextranjeros recalcitrantes, a pesar de ser l mismo hijo de exiliadosperseguidos por el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Cumpli elrol escnico de agitador de guante blanco.

    El hombre se tena a s mismo por albacea de valorescivilizatorios y en 1899 public un folleto titulado Expulsin de Ex-tranjeros a fin de promover el lanzamiento, fronteras afuera, delos inmigrantes cuyas acciones, incluso sus ideales, pusieran en riesgoal sistema de gobierno en un tiempo en el que miles y miles deextranjeros arribaban por barco todas las semanas al puerto deBuenos Aires. El objeto de la repulsa no era el inmigrante cabezade fsforo sino el tipo humano en el que confluyen el coraje y lacultura, la voluntad y la idea, aquellos predispuestos a defenderuna idea exagerada de la libertad. Can consigui la aprobacinparlamentaria de su proyecto en noviembre del ao 1902 y fue laley nmero 4144 en ser promulgada por el Parlamento Nacional:

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    conceda al poder ejecutivo la potestad de expulsar anarquistas ysindicalistas. Quinientas personas fueron detenidas y deportadasdurante la siguiente semana. Tres aos haba bregado Can hastalograr la aprobacin de su proyecto y tres das conceda la ley alafectado para despedirse de estas tierras. Esa ley fue derogadamuy tardamente, recin en 1958, despus de ser generosamenteutilizada por sucesivos y distintos gobiernos, principalmente duran-te la celebracin del centenario de la Revolucin de Mayo. Enton-ces, el alejamiento forzado es el tema de este libro.

    La dedicacin de Gabriela Costanzo a estas congojas mere-ce gratitud y reconocimiento, pues pocos, casi nadie, se ocuparonde hacer lo que ella: revisar, releer e interrogar archivos, diarios,revistas, discursos publicados en diarios de sesiones del Parlamen-to, y el texto mismo de las leyes. Es llamativa la escasez de indaga-cin. Fuera de los mbitos libertarios, apenas menciones al pasar yalgn artculo en una revista de historia popular. Casi ningn histo-riador ha dedicado tiempo a estas leyes. No se las concibi comoantecedentes brbaros de persecuciones posteriores, ni siquieracomo una vergenza ms de la Nacin argentina. Quizs en todopas opere una resistencia a confrontar hechos del pasado que re-sultan desagradables o que yacen sepultados bajo varios sellos. Perolos deportados del pasado se transmutan en los maltratados de laactualidad: inmigrantes reenviados a sus pases de origen, pobla-ciones desplazadas por motivos de limpieza tnica, personas se-cuestradas y transportadas por servicios secretos a lugares de de-tencin situados en limbos jurdicos. Son los indeseables del mun-do. Por eso mismo este libro no es fruto de un inters acadmicosino de un or. Gabriela Costanzo ha escuchado el lamento de quie-nes fueron obligados a decir adis sin querer decirlo.

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    A principios del siglo XX en Argentina fueron sancionadas por elCongreso Nacional dos leyes de una trascendencia fundamental parala historia en general y para la lucha obrera en particular: la Ley deResidencia en 1902, y la Ley de Defensa Social en 1910. Era unapoca marcada por la llegada de miles de inmigrantes europeos,fundamentalmente italianos y espaoles, que ingresaban al mundolaboral argentino. Estos hombres y mujeres haban escapado de ladesocupacin, de la hambruna, de las guerras, de la pobreza y creanencontrar en esta nueva Nacin, otra oportunidad. La clase dirigen-te con ideas conservadoras, pero reformista en algunos casos, ha-ba comenzado un proyecto de modernizacin del pas que incluala civilizacin, la expansin del territorio y la conformacin de launidad nacional.

    Las argumentaciones que componan el discurso de la clasedirigente, particularmente en los debates parlamentarios, estabainspirado en ideas europeas, especialmente del romanticismo, comotambin en las teoras de Spencer, Comte, la nueva disciplina deno-minada criminologa que intentaba explicar las causas de la delin-cuencia, entre otras. La mirada hacia Europa y Estados Unidos tam-bin implicaba el traspaso, en muchos casos idnticos, de las leyesy los principios que la componan.

    En Argentina, desde fines del siglo XIX, se desarrollaba ycreca el anarquismo. Los trabajadores que se insertaban al merca-do de trabajo, sufran las consecuencias de los medios de produc-cin en poder de una sola clase. Las jornadas laborales eternas ybajo condiciones deplorables, o los sueldos que no alcanzaban paracubrir las necesidades bsicas como: alimento, alquiler y abrigo,comenzaban a conformar muchas voces pero con los mismos recla-

    Introduccin General

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    mos y exigencias. El anarquismo se fue convirtiendo en el represen-tante de los trabajadores encarnando dichas reivindicaciones. Lallegada de intelectuales y militantes anarquistas de gran trascen-dencia e importancia como Pietro Gori y Errico Malatesta, posibili-taron la propaganda de la teora en todo el pas, a partir de lasconferencias que brindaban. El alcance del movimiento crata noterminaba en la organizacin de huelgas y manifestaciones. A tra-vs de las sociedades de resistencia, centros culturales, centros deestudio y, claro, la organizacin de los sindicatos,1 el anarquismoprosperaba y se conformaba en un movimiento poltico, social, cul-tural.

    En 1902, los conflictos laborales recrudecieron: se desen-caden una seguidilla de huelgas que concluy en una huelga gene-ral que paraliz el puerto de Buenos Aires. El Estado reaccion, atravs de las Cmaras del Congreso, con la sancin de la Ley deResidencia el 22 de noviembre de aquel ao. Esta ley permita laexpulsin de los extranjeros que alteraran el orden y la seguridadnacional. Las persecuciones se multiplicaban, las deportaciones serealizaban todos los das, y las divisiones familiares producto deldestierro eran un hecho. El senador Domingo Tefilo Prez, duranteel debate parlamentario que aprob la ley de Residencia, deca:

    Es una ley eminentemente poltica, porque no puede ser deotra manera, desde que se trata de tomar medidas ejecutivas,de carcter policial, para salvar la tranquilidad social, com-prometida por movimientos esencialmente subversivos; queno son los movimientos tranquilos del obrero trabajador, ni delextranjero honrado, que buscan en la huelga el medio de sa-tisfacer justos anhelos; sino de agitaciones violentas, excesosy perturbaciones producidas por determinados individuos queviven dentro de la masa trabajadora para explotarla, abusan-do as de la hospitalidad generosa que les brinda el pas, don-de el extranjero goza de tantas franquicias y disfruta de tantalibertad.2

    1 Gori y Malatesta contribuyeron a fortalecer la corriente organizadora delanarquismo que termin prevaleciendo, como se observar ms adelante, sobrela individualista.2 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 23 de noviembre de 1902, Pg. 657.

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    El movimiento anarquista continu desplegando sus ideas,con momentos de agitacin y revuelta, y otros de reagrupacin yreflexin. Sin embargo, los conflictos obreros continuaban, as comolas condiciones inhumanas de trabajo. Entonces las huelgas siguie-ron, los boicots, los reclamos. La huelga de Inquilinos, la masacrede Plaza Lorea, el asesinato del Coronel Ramn Falcn, en 1909, lasrepercusiones de las manifestaciones por los festejos del Centena-rio, fueron algunos de los sucesos que antecedieron a la sancin dela segunda ley represiva, en 1910, que terminaba de prohibir y per-seguir a los anarquistas que la primera ley no haba alcanzado. En eldebate parlamentario que sancion la Ley de Defensa Social comocomplemento de la Ley de Residencia, el diputado Carls, sostena,quiero, pues, significar bien claramente que el anarquismo, el te-rrorismo, la obsesin, la cobarda, la bomba y la traicin, son sin-nimos ante la consideracin de nuestras leyes de seguridad social.3

    Este libro comienza con la reconstruccin de los orgenesdel movimiento anarquista principalmente en Buenos Aires, en elcontexto poltico y social que posibilit su formacin y que influencien la estructura gubernamental y legislativa. Contina con la expli-cacin de las Leyes de Residencia y de Defensa Social, qu fueron,qu implicaron, qu sostenan. Luego, en el captulo dos, profundi-za en el anlisis de las diferentes representaciones sobre el anar-quismo por parte de la clase dirigente en el momento de: los deba-tes parlamentarios sobre las sanciones de las dos leyes, determina-dos estados de sitio, as como en la discusin por el proyecto dederogacin de la ley de 1902 presentado por el diputado AlfredoPalacios. Y finaliza, en el captulo tres, con la exploracin de lavisin del pensamiento libertario, por medio del diario La Protesta,sobre la estructura poltica y sobre dichas leyes, as como la impli-cancia, extensin y efectos que tuvieron sobre el anarquismo.

    La importancia y la pertinencia del trabajo consisten enrecuperar un tema olvidado, y muchas veces negado: como si lasleyes hubieran sido, solamente, una medida legislativa tomada por

    3 Diario de Sesiones, Cmara de Diputados, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 27 de junio de 1910, Pg. 297.

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    el Congreso, sin la eventual decisin poltica que la posibilit, y sintener en cuenta todas las representaciones, los sentidos y las im-genes que las acompaaron y produjeron la persecucin del movi-miento crata como el enemigo interno.

    La bsqueda del material constituy meses de investiga-cin en diversas bibliotecas y centros de estudio para poder armarun paisaje acabado. Incluso, la lista completa de deportados, porlas dos leyes, sigue siendo informacin inaccesible, historiadorescomo Oved o Zaragoza pudieron obtener slo algunos nombres. Escmo si el Estado quisiera continuar perpetrando los nombres de losexpulsados, luego de ms de 100 aos.

    Los indeseables, construye las visiones de los legisladores ydel anarquismo, sobre las leyes, sobre los otros y sobre el universode sentido que le asignan: lo inadmisible y lo admisible. A manerade desenterrar de las profundidades del olvido una historia, que pornegada no ser maldita, sino una muestra de las luchas socialesocurridas en la Argentina y que tuvieron un alcance y una importan-cia desconocidas para la actualidad.

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    La historia y el anlisis de un pensamiento, sea poltico, social,cultural, religioso o econmico, implica descubrir, explorar, investi-gar y trazar un recorrido donde muchas veces los caminos se abren,se cruzan o vuelven, se alargan, se acortan o continan en otrolugar. Pero, Qu sera de los caminos sin los hombres que lo habi-tan?

    El anarquismo hacia fines del siglo XIX y principios del XX,fue el inicio de un camino de luchas sociales, reivindicaciones, per-secuciones, tambin triunfos, que slo adquieren sentido si la his-toria se relata con nombres y apellidos, no slo con nmeros queden cuenta del fenmeno sino con el relato de las vidas que encar-naron esas ideas.

    Eran las ltimas dcadas del siglo XIX, inmigrantes, en sumayora espaoles e italianos, llegaban a la Argentina y se ibanintegrando a un universo laboral, donde no existan los derechos deltrabajador. Los puertos, los comercios, la construccin, las tareasagropecuarias eran algunos de los destinos que ofreca la ciudad deBuenos Aires; jornadas extensas, sueldos mseros, condiciones la-borables deplorables, as transcurran los das sin descanso, don-de el sueldo promedio rondaba los 55 pesos, cuando una familia de4 necesitaba para subsistir 63. A ello se agregaba que del 30 al 50%era destinado al alquiler de una habitacin en un conventillo.1 Elhacinamiento y la falta de higiene, terminaban siendo las causas de

    Captulo I.Historia de los inicios del anarquismo

    en la Argentina.

    1 Oved, Iaacov (1976). El trasfondo de la Ley N 4144 de Residencia, DesarrolloEconmico, Buenos Aires, N 61, Vol. 6.

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    diversas enfermedades.Esos aos, vieron nacer un pensamiento libertario, una con-

    cepcin que contrapona prcticas descentralizadas culturales, so-ciales, a todo sistema autoritario, de desigualdad y represin. Eranhombres y mujeres que profesaban las ideas cratas a travs deexperiencias solidarias, ticas, modernas, que apuntaban a la for-macin del hombre libre, en el que cada uno disfruta de la mxi-ma libertad, sin gobernar ni ser gobernado por nadie, sin restriccio-nes ni ataduras, ya que era la nica manera de consagrar y concre-tar la verdadera relacin entre los hombres. Se oponan al consumode alcohol y al juego entre los trabajadores, porque crean que,como el carnaval, eran vicios burgueses, entonces proponan unestricto autocontrol para evitar perjuicios como estos.

    Se entremezclaban o se filtraban, en el anarquismo de eseentonces, rasgos de pensamientos positivistas y hasta cientificistas,junto con el paradigma de la poca que inmortalizaba el progreso yla evolucin de las sociedades a modo de ley superior y trascenden-te. La ciencia era considerada smbolo y herramienta en la lucha yla oposicin a los principios dogmticos religiosos. Segn Juan Suriano...ciencia y razn se convertan en elementos iluminadores y reve-ladores que guiaban a la humanidad desde la ignorancia al conoci-miento; desde la autoridad a la anarqua y desde la reaccin a larevolucin y libertad.2

    Los prejuicios religiosos eran considerados por losanarquistas como hiptesis de la creacin del mundo, que sirvieronpara que algunos hombres engaen, exploten, torturen y maten aotros hombres. De all que el conocimiento a travs de la cienciafuera la fuente indispensable para clarificar aquellas ideas tergi-versadas sobre la vida. La profunda preocupacin sobre las relacio-nes de desigualdad se volcaba en todo sistema o conjunto de ideasque tuviera como objetivo la supremaca de unos sobre otros. En-tonces, el anarquismo encontraba explicaciones, tambin, a otrasconcepciones como las leyes, la poltica, el trabajo, el patriotismo,

    2 Suriano, Juan (2001). Anarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Aires1890- 1910, Buenos Aires, Cuadernos Argentinos Manantial, Pg. 43.

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    la sexualidad, que chocaban con el sentido comn de la poca.Intentaban conjurar los significados de estas nociones para conver-tir al obrero en un hombre consciente y activo de la historia. Unpensamiento demasiado moderno, para una modernidad incipien-te.

    El siguiente poema titulado A la revolucin, da cuenta desentidos que van dibujando las configuraciones de las ideas cratas:

    A la revolucin

    Los obreros infelicespor un msero jornalconstruyen grandes palaciosque no pueden habitar.

    Es un amargo dolorlo que el pueblo sufre y pasa:desnudo, sin pan ni casasiendo l el productor!

    Los gobiernos opresorescon torpez sin igualhacen leyes y ms leyescombatiendo el ideal.

    Oh!Imbciles mandarinesde mezquina comprensin!sabed que las represionesengendran rebelin.

    La tierra nos hizo igualessin esclavos ni seores;esto clama, opresores,la revolucin social.3

    En el inicio del pensamiento crata existieron dos tenden-cias: la individualista y la organizadora, que representaban peque-os grupos volcados a la propaganda de ideas. Cada una tena con-cepciones propias sobre la lucha revolucionaria, sobre la visin y el

    3 En La Protesta Humana, 21 de marzo de 1903, Pg. 3.

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    papel que tena que tener el anarquismo en la escena poltica. Ascomo tambin editaban sus propias publicaciones que difundan lasdiversas opiniones. El grupo definido como individualista, proponael rechazo a la participacin en sociedades obreras. Aceptaban tansolo la funcin educativa de los conflictos o luchas obreras, quepueden llegar a crear una conciencia revolucionaria.4 Sin embar-go, teman que los trabajadores limitaran sus objetivos a las victo-rias parciales y olvidaran la meta de la huelga general, la revolu-cin, la expropiacin, la emancipacin humana.

    Gonzalo Zaragoza,5 sostiene que la tendencia individualis-ta comienza a manifestarse a partir de 1889 con la llegada de variosespaoles con experiencia previa como: Caball, Delgado, los her-manos Reguera, Victoriano San Jos, Francisco Flo, Bernado Snchez,Indalecio Cuadrado y Rafael Roca.

    Los individualistas siempre fueron una minora. Muchos tra-bajadores admiraban los planteamientos crticos, el desenfa-do y la violencia verbal individualista, pero no compartan suentusiasmo revolucionario ni su sistema de atomizacin y des-conexin. Tampoco los propios individualistas se esforzarondemasiado porque su causa fuera realmente popular; no eranecesario, ya que, una vez [que] estallara la revolucin, todosse uniran a ella.6

    El grupo reunido alrededor de la publicacin Germinal, pri-mero, El Rebelde y El Perseguido (1890-1897) despus, sostenandesde sus pginas, la visin de este grupo, como tambin, compar-tan con otras publicaciones, la constante polmica contra los so-cialistas y las otras tendencias del anarquismo.

    Segn Suriano, hacia mediados de la dcada de 1890, para-lelamente a la intensificacin de los conflictos gremiales, algunosactivistas comenzaron a insertarse espontneamente o reeditandoexperiencias previas en Espaa o Italia- en la sociedades de resis-tencia. Pronto se conform un sector partidario de la participacinanarquista en las luchas sindicales y del agrupamiento y la organi-

    4 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, Pg. 115.5 Ibd. Pg. 114.6 Ibd. Pg. 117.

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    zacin de los gremios.Entre los que llegaban a Argentina, se encontraban pensa-

    dores, como Errico Malatesta y Pietro Gori, reconocidos por su tra-yectoria, por sus ideas y que tuvieron una aceptacin abrumadoraentre los cratas locales. Fue, adems, uno de los factores queinfluyeron en el incremento de la corriente organizadora que yavena gestndose y abrindose camino. Poco a poco, la atomizacindel conflicto, como la desarticulacin que proponan losindividualistas, se torn descontextualizada y hasta contradictoriadadas las reivindicaciones que empezaban a reclamar los trabaja-dores, que necesitaban de algn tipo de sistematizacin para con-seguir la satisfaccin plena de sus necesidades.

    Errico Malatesta, desde que lleg en 1885 a Buenos Aires,realiz una ferviente propaganda de las ideas libertarias y fue unapersonalidad importante en el desarrollo e incremento de trabaja-dores a las filas anarquistas, con la creacin, por ejemplo, del Cr-culo de Estudios Sociales y del peridico La Questione Sociale.7 Con-tribuy a redactar el estatuto de la organizacin de los ObrerosPanaderos, y marc una lnea que iba a servir como criterio paraotras organizaciones obreras combativas.8 Osvaldo Bayer describetres caractersticas esenciales en la importancia del accionar deMalatesta:

    Su internacionalismo (por ejemplo, su contacto con anarquistasespaoles y criollos a su arribo a Buenos Aires es inmediato);su predisposicin a ver en los obreros y sus organizaciones elmejor medio para predicar su ideologa, y su tendenciaorganizativa y combativa.9

    Segn De Santilln:...a l se debe en gran parte la temprana prevalencia de losanarquistas en las luchas sociales de la Argentina, porque lascorrientes autoritarias del socialismo, que no haban disfruta-do nunca en el pas de grandes simpatas, no pudieron ofrecer

    7 Sin embargo, este ncleo, reunido alrededor de Malatesta, se fue diluyendotras su partida en 1889.8 En Bayer, Osvaldo (2003). Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, BuenosAires, Grupo Editorial, Pg. 126.9 Ibd.

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    una propaganda oral y escrita tan slida como la desarrolladapor Malatesta.10

    Otro impulso importante a la corriente organizadora fue lallegada de anarquistas espaoles como Antonio Pellicer Paraire,Ingln Lafarga o Jos Prat, que haban realizado su experiencia demilitancia gremial en la Federacin de Trabajadores Espaoles.11

    Algunos de los principios o conceptos que defina Pellicer Parairesobre los fines libertarios en la corriente organizadora eran:

    Acratismo, Libre Pacto, Solidaridad, de manera de mantenerlos lazos organizativos de manera voluntaria pacto desecha-ble en todo momento sobre principios claros solidarios-, sindar lugar a imposiciones que limiten la libertad individual. (...)Alerta contra las formas autoritarias de la organizacin, con-tra las direcciones absorbentes y el peligro del burocratismo.Resalta la necesidad de la descentralizacin de la actividad,de fomentar una participacin generalizada a travs del fun-cionamiento por asamblea: especie de comuna de hombreslibres que piensan, estudian, resuelven lo que ms conviene atodos.12

    La propaganda a travs de un peridico o diario era, paralos anarquistas, el instrumento principal para la difusin de las ideascratas, como herramienta para la desestabilizacin del equilibrioimperante, as como tambin, para transformar al trabajador igno-rante en consciente y, de esta forma, por medio de la huelga gene-ral vendra la revolucin social. En 1897 nacen La Protesta Humanay Ciencia Social, publicaciones creadas en su mayora por el grupopro organizador, activos en los sindicatos obreros. En sus inicios LaProtesta Humana, completaba sus columnas con la reproduccin deartculos del peridico italiano L Agitazione, en cuya direccin seencontraba E. Malatesta. Asimismo, no faltaban, en los artculos deLa Protesta, enfrentamientos con los socialistas, dado que el anar-

    10 La Protesta Humana, a partir de 1903 pasar a llamarse La Protesta, segnalgunos historiadores para competir con La Vanguardia, de origen socialista, enla difusin.11 Suriano, Juan (2001) Anarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Aires1890- 1910, Buenos Aires, Cuadernos Argentinos Manantial, Pg. 35.12 Bilsky, Edgardo (1985). La FORA y el movimiento obrero/1, Biblioteca PolticaArgentina, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, Pg. 19.

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    quismo se opona rigurosamente a la actividad parlamentaria. En1902, en sus pginas ya se leen ttulos como Trabajadores, novotis!!, El socialismo autoritario, La posesin absoluta del yo,este es el ideal del anarquismo socialista, 1 de mayo origen ysignificado, La polica contra nosotros, entre otros. En sus art-culos explicaban la necesidad de la destruccin del Estado, comode sus instituciones, que slo garantizan la explotacin y la repre-sin.

    La llegada de Gori a la Argentina, en 1898 produjo un pro-fundo fortalecimiento de los anarquistas en todo el pas. Segn DeSantilln,

    No qued una ciudad importante del pas donde no acudieraGori a dar conferencias; no se haba conocido a un orador desu talla y la popularidad que disfrut el anarquismo en la Ar-gentina se debi en parte a la labor brillante del gran propa-gandista.13

    La actividad llevada a cabo por este personaje, al que des-criban como un gran orador, con un talento en la retrica y organi-zacin del discurso poco igualable, jurista, abogado de fama, enri-queci al grupo crata. Segn Oved, la contribucin ideolgica atrajohacia el anarquismo a intelectuales argentinos como PascualGuaglianone, Felix Basterra y Alberto Ghiraldo. Poco despus de lallegada a Buenos Aires de Gori se cre el primer marco general delos crculos anarquistas en Argentina: La Federacin Libertaria delos Grupos Socialistas Anarquistas de Buenos Aires. Dicha formacindaba otro paso fundamental a la consagracin de la corriente orga-nizadora; el proceso que haba dividido lentamente las dos corrien-tes empezaba a concluir con la supremaca de una de ellas.

    Los pensadores que llegaron al pas en esos aos provenande diferentes contextos polticos, sociales, formados bajo el marcode disciplinas variadas, en definitiva cada uno con historias de viday experiencias propias, a veces intransferibles, pero que aportarone imprimieron al inicio del anarquismo argentino, opiniones, inte-reses, formas de organizacin y lucha.

    13 De Santilln, Abad (1927). Certamen Internacional de la Protesta, Buenos Aires,Editorial La Protesta, Pg. 38.

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    El anarquismo cosech y vio crecer ideas polticas renova-doras y una manera de actuar en la escena pblica nica: el poderde la palabra, de la oratoria y la necesidad de transmisin de cono-cimiento. As como el llamado y la convocatoria a todos los trabaja-dores a organizar el movimiento obrero para que lucharan por susderechos contra la burguesa que los explotaba.

    En la intervencin en la escena pblica el rol que cumplie-ron las sociedades de resistencia, los centros culturales, los crcu-los, tienen una importancia, sin la cual no podra entenderse eldesarrollo de las ideas cratas.

    Los crculos anarquistas comenzaron su actividad como pe-queos nucleamientos con claros fines ideolgicos editandofolletos y peridicos. (...) Desde medidos de la dcada de 1890evolucionaron hacia la lucha poltica clara y abierta. (...) Alfilo del siglo, los grupos se convierten en centros polticos yculturales con una propuesta integral, [que se extenda al] dic-tado de conferencias, cursos doctrinarios y formacin de gru-pos de estudio hasta las actividades recreativas, que incluanactos de declamacin, representaciones teatrales ofilodramticas, el canto revolucionario compuesto por himnos,verbenas y milongas, las fiestas campestres y finalmente elbaile o la fiesta libertaria.14

    La importancia de las actividades culturales en los centrosera esencial en el ideario libertario, el conocimiento era un armaque rompa la ceguera en la que se encontraban los trabajadores.

    Los centros libertarios tenan referencias para la designa-cin del nombre que los identificaba a travs de caractersticas:geogrficas, locales, de tendencia poltica, relacionadas con tpi-cas, con figuras importantes, con formas de lucha o genrica. Entreellos se encontraba: El Grito del obrero, Il proletario, Esclavos delmostrador, Amigos del trabajador, Hijos del Pueblo, Los deshereda-dos, Los atorrantes, Los hambrientos, El colmo de la miseria, LosVagabundos, Dolor Universal, Los cratas, Los libertarios, Libertariosde los corrales, Los cratas de Barracas, Los libertarios de Almagro,Grupo Plaza Mazzini, Centro de instruccin de Floresta, La Lucha,

    14 Suriano, Juan (2001). Anarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Aires1890-1910, Buenos Aires, Cuadernos Argentinos Manantial, Pg. 40.

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    La expropiacin, Volcn social, Agitador, La expropiacin es nece-saria, El Rebelde, La Protesta, La conquista del pan, La conquistadel ideal, Nuevos rebeldes, La porfa o rebelda, La revancha, LaVenganza, Bomba Palls, Los malhechores honrados, Los dinamiteros,Bresci o mulos de Ravachol, Carlo Caffiero, Discpulos de Zola,Eliseo Reclus, Ibsen, Alberto Ghiraldo, Florencio Snchez, EmilioZola, Francisco Ferrer, El Sol, La aurora, Fulgor, Hijos del sol, Auro-ra del porvenir, Sol de mayo, Labor y ciencia, Luz y progreso, Inicia-tiva, Adelante, Nuevos rumbos, Creacin, Aspirantes al ideal, Nue-va era, Evolucin, Libertad y amor, Amor, Jvenes amantes, Salud yfuerza, Natura, Centro natura, Amor libre, Ne Dio ni Padrone, LaEmancipacin humana, Sin Dios ni Patria, Los desertores, Luz alsoldado, El conscripto, El cuartel, Igualdad y fraternidad, Solidari-dad, Guistizia, Los Libres, Libertad, Familia universal, Destruir escrear, Destruir y edificar, Los caballeros del ideal, Los defensoresde las nuevas ideas, Los mrtires de Chicago, Las heronas del por-venir.15

    Los Crculos y los Centros de estudio iban naciendo y multi-plicndose, protagonizaban una difcil tarea: analizar y estudiar ala sociedad desde las teoras anarquistas. El primer grupo conocidoes el Centro de propaganda obrera bakunista, funcion durante losltimos aos de 1870. Luego, se fueron sumando El crculo comunis-ta anrquico en 1884 y el Centro de Estudios Sociales en 1886; Cr-culos internacionales de estudios sociales, Centros libertarios deestudios sociales, Bibliotecas cratas, Centros populares, Centrosinstructivos. Sin embargo el proyecto de mayor envergadura fue laformacin de La Casa del pueblo donde confluan las actividadesanarquistas. Segn Suriano,

    Esta iniciativa se prolong entre 1899 y 1902 y solo en algu-nos momentos parece haber funcionado a pleno, finalizando laexperiencia en un ruidoso fracaso. La Casa del Pueblo tena unfuerte valor simblico pues intentaba demostrar la capacidaddel anarquismo para ofrecer una alternativa integral a las di-versas necesidades surgidas en el mundo del trabajo.16

    15 Ibd. Pg. 42/43.16 Ibd. Pg. 48.

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    En concomitancia con la tendencia a organizar sociedadesde resistencia, centros culturales, crculos y centros de estudio,surge la necesidad de formalizar una organizacin obrera que unie-ra a los trabajadores. Una tendencia que vena desarrollndose anivel mundial, por ejemplo, en Espaa a travs de la FederacinRegional Espaola de la dcada de 1880, o el Congreso anarquistamundial convocado en septiembre de 1890 en Pars. A pesar de laprohibicin de celebrar el Congreso por parte del gobierno francs,las ponencias se publicaron, en ellas se plasmaban las recomenda-ciones a los anarquistas del mundo a la adopcin de medidasorganizativas en torno a la creacin de federaciones locales, terri-toriales, internacionales con el fin de la propaganda en los sindica-tos obreros.17

    El primer ao del siglo XX, y luego de varios intentos falli-dos de fundacin de federaciones, socialistas y anarquistas, quehace un tiempo vislumbraban la posibilidad de una federacin abiertaa ambas tendencias, crearon la Federacin Obrera Argentina.18 Lasinfluencias de Pietro Gori y Pellicer Paraire fueron fundamentales ala hora de sustanciar la unin con el socialismo, an as los libertariosocupaban los puestos claves y continuaban teniendo reticencias. Elincremento de huelgas y luchas obreras de 1901, fue el contexto enel cual surgi la FOA.

    El 25 de mayo tiene lugar la primera sesin pblica en lasala de la Societ Ligure en el barrio de la Boca (Surez 679) de laciudad de Buenos Aires. Acuden representantes de 27 sociedadesobreras, catorce de Buenos Aires y trece del exterior, de las cualestres son sociedades de panaderos y seis de albailes.19 Algunas delas sociedades obreras que participaron fueron: artes grficas, cons-truccin de carruajes y carros, ebanistas (seccin central y oeste),hojalateros, mecnicos y anexos, mimbreros, marmoleros, picape-

    17 Oved, Iaacov (1976). El trasfondo de la Ley N 4144 de Residencia, BuenosAires, Desarrollo Econmico N 61, Vol. 6, Pg. 137.18 Para profundizar sobre el proceso de formacin de la FOA y los conflictosprevios entre socialistas y anarquistas ver La FORA de Abad De Santilln yAnarquismo Argentino (1876-1902) de Gonzalo Zaragoza.19 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, Pg. 303.

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    dreros, yeseros, zapateros, talabarteros, veleros, alfombreros yanexos, obreros del puerto (La Plata), trabajadores de madera (Ro-sario), descargadores del puerto (San Nicols).

    La lista de delegados incluye nombres bien conocidos delanarquismo como Pablo Franz (albailes), Gregorio Ingln Lafargade La Protesta Humana, Pietro Gori, Ettore Mattei, F. Ciminaghi,Luis Magrassi, Jos Basalo, Dante Garfagnini... Por los socialistas seencuentran la elite obrera con Francisco Cneo, Pedro Barsanti,Pedro Ponti, Francisco Cruces y Adrin Patroni.20 En total fueron 47delegados obreros. Entre las medidas aprobadas aquel da, se halla-ban las vinculadas al funcionamiento de la Federacin como la de-signacin de un comit federal con un representante por sindicato yun Comit administrativo nombrado por el Congreso, incluan lapublicacin de un peridico mensual, La Organizacin Obrera, quereemplazara a La Organizacin (publicacin de un rgano gremialcompuesto, en ese entonces, por las sociedades de ebanistas,marmoleros, constructores de carruajes y carros, pintores, picape-dreros, mecnicos, talabarteros y de la asociacin de artes grfi-cas). Algunas de las resoluciones aprobadas eran tendientes a me-jorar las condiciones de trabajo y vida como:

    El descanso dominical, desaparicin del sistema de pago convales (truck- system), reduccin de las horas de trabajo, igual-dad de salarios para ambos sexos, aumento de salarios, oposi-cin al trabajo nocturno en caso de no ser manifiestamenteimprescindible, abolicin de las cajas de socorro obligatorias ydirigidas por los patrones. Se sealaba la necesidad de crearuna bolsa de trabajo donde fueran los propios trabajadores losque distribuiran las colocaciones y propuestas de empleo.21

    Luego se debati sobre la organizacin de la defensa legalde los obreros de forma gratuita, y finalmente, se consagr la nece-sidad de la educacin popular de los trabajadores y sus familias, atravs de escuelas propias ligadas a las organizaciones obreras, los

    20 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, Pg. 303 y Bayer, Osvaldo (2003). Los anarquistas expropiadores yotros ensayos, Buenos Aires, Grupo Editorial, Pg. 126.21 Bilsky, Edgardo (1985). La FORA y el movimiento obrero/1, Biblioteca PolticaArgentina, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, Pg. 68.

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    anarquistas las denominaban escuelas libres o escuelaslibertarias, con los aos pasaran a llamarse escuelas racionalistasy tendran una enorme importancia para la educacin en tanto nue-vos mtodos pedaggicos de enseanza y aprendizaje. En cambio,los socialistas denominaban a estas escuelas tericosprcticas.Los periodistas que acudieron a la formacin de la Federacin pro-venan de La Nacin, La Patria degli Italiani, Progreso de la Boca,Avvenire, La Vanguardia, La Protesta Humana, El Obrero, La NuovaCivilit, Giordano Bruno y La Organizacin.

    Entre 1900 y 1902 los movimientos huelgusticos tuvieronuna dimensin extraordinaria, tanto en Buenos Aires como en dife-rentes puertos del ro Paran. Para dar un panorama, el nuevo siglocomienza con una gran huelga de 4000 obreros portuarios. Se pro-fundiza en 1901; los marineros y foguistas de la compaa Mihanovichiniciaron una huelga de grandes proyecciones, le siguieron otras enlos puertos de San Nicols, Ramallo, Baha Blanca y Ensenada quefinalizaron con el triunfo de los trabajadores. Las huelgas se exten-dieron a diferentes gremios, entre ellos, los panaderos, obreros deBunge y Born, trabajadores de cigarrillos de Rosario, pequeas huel-gas en las fbricas de sombreros y alpargatas, trabajadores de lasvas frreas en el Ramal de Baha Blanca a Pringles (el negociadorfue Pietro Gori), y en septiembre se realiza un boicot en La Popular(cigarrillos). Hacia fines de 1901 se profundizaron los conflictos la-borales y se produjeron huelgas en los puertos en donde participa-ron obreros del Mercado Central de Frutos. En 1902, en el segundoCongreso de la FOA se produce la separacin de los socialistas, lafederacin se convierte en un instrumento anarquista revolucio-nario que adopta la huelga general como estrategia bsica.22 Larepercusin que tienen las huelgas, y el resultado favorable hacialos trabajadores de algunas de ellas, le dieron al movimiento anar-quista una magnitud y envergadura desconocida hasta el momento.El periodo que va desde enero hasta noviembre de 1902 esta sesga-

    22 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, pg. 325.23 La cronologa de las huelgas que precedieron a la sancin de la ley de residenciafue tomada de Oved, Iaacov (1976): El trasfondo de la Ley N 4144 de Residenciaen Desarrollo Econmico, Buenos Aires, N 61, vol. 6, pg. 142/143, se pueden

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    do por la intensificacin de la cuestin social.23

    El 13 de enero se produjo una huelga en solidaridad con losestibadores de Rosario que paraliz la ciudad. Hacia fines de eneropararon los ferroviarios de Baha Blanca y los obreros de tranva deBuenos Aires; en febrero realizaron una huelga los marineros yfogueros del puerto de la capital; el 4 de marzo fue protagonizadopor peones de Barracas, La Boca y el Riachuelo, aquel mes comen-zaron los conflictos en las empresas de la fundicin Vasena, que seprolongaron por dos meses; a comienzos de abril los cocheros sedeclararon en huelga contra una ordenanza Municipal que exigalibreta de trabajo; el 26 de julio los panaderos de Buenos Airesrealizaron una huelga de gran proporcin, tuvo un inicio violento,pero a los cuatros das pas a ser una de carcter parcial, que signi-fic una derrota para los trabajadores. La tensin aument luegode un crimen en la panadera La Princesa aunque los responsablesnunca fueron identificados, fue utilizado por la polica para arres-tar a los secretarios del sindicato de panaderos. El juez Navarro, el7 de agosto, orden allanar el local de la Federacin Obrera, seclausuraron las oficinas de 14 sindicatos y confiscaron documentoscomo la lista de afiliados.

    Eran los primeros das de noviembre, en plena poca deexportacin de lana y granos, la cosecha haba sido finalmente bue-na, luego de dos aos difciles. La Federacin de Estibadores, eligiaquel momento para continuar su lucha por la reduccin del pesode las bolsas a 65/70 kilogramos. La Cmara Mercantil termin ne-gociando con los estibadores. Paralelamente a los conflictos des-atados en Buenos Aires, se producen otros sobre los puertos del roParan, especficamente en Campana y Zrate, en los cuales inter-vino la polica y arrest a obreros. Otra vez en Buenos Aires, estallun conflicto laboral realizado por los peones del Mercado Centralde Frutos: exigan mejores salarios, mejores condiciones laboralesy el reconocimiento por parte de sus patrones de su asociacin. Araz de la negacin a aceptar el ltimo punto por parte de los due-os de las barracas, se paraliz el trabajo y se obstruyeron los cana-les de distribucin de mercaderas.

    encontrar all ms detalles.

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    Las apuestas eran cada vez mayores, por las presiones de laCmara Mercantil y de crculos influyentes se dispusieron rompe-huelgas para impedir la paralizacin del puerto. En solidaridad conlos trabajadores del Mercado Central, y producto de la ayuda delgobierno a los empleadores, la Sociedad de Estibadores del puertoy la Federacin de Rodados declararon la huelga el 21 de noviembrede 1902. El gobierno de Julio Argentino Roca haba intentado nointerferir en los conflictos laborales, pero cuando finalmente lo hizo,no previ las posibilidades y las repercusiones que podran tener susmedidas al intentar mantener, por ejemplo, el funcionamiento delpuerto, sin analizar las causas que creaban las huelgas. Su preocu-pacin estaba en el restablecimiento de las condiciones necesariaspara garantizar el modelo econmico. As devino la huelga generalel 22 de noviembre, la ms importante hasta ese momento en todaAmrica Latina, los barcos fondeados no fueron atendidos, en losmuelles se aglomeraron cientos de carros con productos agrcolas,ces la exportacin y la importacin, los ingresos aduaneros se re-dujeron.24 La jornada termin con la sancin de una ley inconstitu-cional.

    Un pensamiento que comenz con pequeos crculos y so-ciedades de resistencia, que fue nutrindose de grandes pensado-res e intelectuales que llegaban a la Argentina y que iban constru-yendo un collage con teoras creadas en Europa pero con caracte-rsticas porteas: creci. Fue desarrollndose a base de trabajopropagandstico, conferencias y reuniones. Logr incorporar a tra-bajadores de diferente origen pero con los mismos objetivos: laemancipacin humana, la igualdad, la solidaridad, la exigencia demejores condiciones de vida y de trabajo. Deca La Protesta el 31de enero de 1903:

    Tenemos fe en la causa que defendemos porque es la nues-tra, la causa de los buenos. Y convencidos como estamos deque toda lucha significa un triunfo, porque la lucha es smbolode fuerza y el que no lucha no vive, consideramos un deber elde levantar hoy ms alto que ayer nuestro pendn de combate(...).

    24 Oved, Iaacov (1976). El trasfondo de la Ley N 4144 de Residencia en DesarrolloEconmico, Buenos Aires, N 61, vol. 6, pg. 147.

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    Contexto Social y Poltico.

    El momento histrico y el inicio y crecimiento del anarquismo, fun-den una relacin dialctica, pero no slo a nivel discursivo. Sin caeren causalismos y determinismos, el movimiento crata se desarro-ll en un periodo especfico, de fuerte inmigracin, en pleno desa-rrollo y fortalecimiento del Estado moderno liberal, expansin de laeconoma agrcola y ganadera y la consolidacin de una nueva rela-cin de dependencia a nivel internacional. Esas circunstancias pol-ticas contextualizaron el desarrollo del anarquismo. Entonces, parapoder continuar desentraando, a ms de 100 aos de distancia, lasideas cratas es necesario vislumbrar qu pasaba en esos aos enArgentina.

    Para comprender el periodo habr que remitirse a la Presi-dencia de Julio Argentino Roca entre 1898 y 1904 (que tendr en suhaber un protagonismo central en el combate y persecucin delanarquismo a travs de la ley 4144, durante su segundo mandato).Como sostiene el historiador Eric Hobsbawm toda Nacin necesitaprimero la consolidacin del Estado, en tanto lmites, territorios, yRoca lo saba muy bien. En 1881, culmina la denominada Conquis-ta del Desierto, la cual adems de constituirse en una masacrehumana, incorpor a la Nacin 15 mil leguas de territorio, cuyapropiedad sera destinada a grandes terratenientes. En esos aos,se expanden las lneas ferroviarias, necesarias para el modelo de lapoca. El vrtice se encontraba en Buenos Aires y a travs de dichomedio de transporte se distribuan, al resto del pas, los productosque llegaban al puerto, ya federalizado en ese entonces.

    Resea Zaragoza que en 1874 haba 1331 kilmetros de rie-les tendidos, y llegaron a 16563 en 1900.1 A pesar de una crisis de

    1 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Ediciones

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    cambio de estructura en 1901, en la capital de la Repblica lasmayores industrias son las que procesan las materias primas delsector agroganadero, revelando as el papel de la ciudad como al-macn de un hinterland agrcola y su posicin estratgica en elesquema econmico de exportacin masiva.2 La aparicin de f-bricas, que iban constituyendo un nuevo ingrediente a la economarioplatense, comenzaba a disear la subjetividad proletarizada, connuevos horizontes de expectativas y deseos sobre el reconocimien-to y reivindicacin del papel que les tocaba como pieza clave en elsistema. Segn Jos G. Vazeilles,

    la expansin de la estructura agroexportadora en la Argenti-na no se hizo sobre las explotaciones de mucho tiempo atrs,pobladas y con una larga tradicin de relaciones de produc-cin efectivas precapitalistas, sino sobre una vasta extensinvaca de tierras pblicas y cuyas necesidades de ampliar laproduccin requirieron una igualmente vasta inmigracin (...)[En] el pas se configur una estructura marcadamente lati-fundista sobre la propiedad de la tierra, con la formacin derpidas y fantsticas fortunas familiares (...) Esa situacin,que fue ms aguda en la Provincia de Buenos Aires que en elresto de las provincias agropecuarias, trab decididamente elacceso a la propiedad de la tierra por parte de los campesinoseuropeos que venan a nuestro pas con esa esperanza; estoprodujo, por un lado, un abundante contingente de inmigrantesque retornaron a sus pases originarios y, por otro, una deriva-cin tambin importante de inmigrantes hacia las ciudades enbsqueda de otros oficios.3

    Desde 1853, los llamados padres fundadores como Sar-miento, Alberdi, as como la clase dirigente haban comenzado afomentar la inmigracin. La Constitucin de 1853, a travs del prem-bulo, convocaba a los trabajadores a formar parte del pas. Claroque esperaban inmigrantes anglosajones, alemanes, escandinavosque contribuyeran a modernizar o civilizar el territorio casi brba-ro; sin embargo llegaban a los puertos porteos: campesinos, obre-

    de la Torre, pg. 21.2 Ibd. Pg. 22.3 Vazeilles, Jos Gabriel (1998). Historia Argentina. Etapas econmicas y polticas1850-1983, Buenos Aires, Editorial Biblos, pg. 52/ 53.

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    ros, trabajadores mediterrneos. En 1876, la Ley Avellaneda creabaun marco legal de gran alcance y estableca un Departamento Ge-neral de Inmigracin. Segn esta ley, los recin llegados seran alo-jados, alimentados los cinco primeros das, se les dara un empleo yluego seran trasportados a un lugar definitivo de residencia.4 A par-tir de 1883, los primeros das podan ser hospedados en el Hotel delos Inmigrantes.

    Durante la presidencia de Mitre (1861-1868) llegaron a la Ar-gentina ms de 100 mil inmigrantes y durante la de Sarmiento(1868-1874) unos 200 mil. De 1871 a 1880 la inmigracin netaanual se mantiene en 8500. Durante la dcada 1881-1890 semultiplica por 8, llegando a 63800 emigrantes por ao.5

    En 1891, se produce un saldo negativo de 29835 personas,dato que da cuenta de la emigracin golondrina que lleg a laArgentina durante la poca de siega de La Pampa y que luego regre-s a sus pases de origen. En la dcada del 90 el saldo migratorio seestabiliz en 32 mil personas por ao, en la primera dcada delsiglo XX alcanz un promedio anual de 112 mil.

    Segn Zaragoza,Buenos Aires, la gran aldea, experiment un crecimiento es-pectacular, debido a la inmigracin, pasando de 200 mil habi-tantes en 1869 a ms de 300 mil en 1878, ms de medio millnen 1890, y un milln en 1905. En los tres censos de BuenosAires de 1887, 1895 y 1904, los extranjeros representaban siem-pre ms de la mitad de la poblacin.Caminar por las calles de la Boca, Barracas o Avellanada

    debi ser una experiencia intercultural extraordinaria, se escucha-ran, como bruma que sobrevuela las ciudades, las distintas len-guas, los dialectos cada uno con sus acentuaciones y tonos queemergan de las mujeres y los hombres que habitaban los cuartos delos conventillos o que compraban en los negocios.

    Los siguientes cuadros proporcionan los porcentajes deinmigrantes segn la nacionalidad de origen, las dos primeras co-

    4 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, pg. 24.5 Ibd. Pg. 25.6 Fuente: http://www.revistapersona.com.ar/11Ramella08-3.htm.

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    lectividades fueron la italiana y la espaola, con una diferencianotoria con la tercera ocupada por los franceses.

    Inmigrantes segn nacionalidad desde 1857 a 1909

    1891-19091.118.866 (53,6)616.456 (29,5)56.400 (2,7)89.194 (4,3)41.341 (2,0)60.359 (2,9)14.944 (0,7)24.715 (1,2)8.502 (0,4)3.934 (0,2)9.126 (0,4)1.621 (0,07)3.739 (0,2)2.953 (0,1)691 (0,03)33.498 (1,6)2.086.339 (100)

    1857-1870126.409 (70,7)31.497 (17,6)2.789 (1,6)1.112 (0,6)-4.415 (2,5)1.538 (0,9)2.280 (1,2)614 (0,3)8.229 (4,6)178.883 (100)

    1871-1890647.946 (58,5)203.368 (18,4)126.560 (11,4)4.155 (3,7)21.769 (2,0)25.612 (2,3)17.603 (1,6)18.322 (1,6)16.459 (1,5)1.870 (0,1)4.698 (0,4)1.472 (0,1)1.200 (0,1)789 (0,07)15.378 (1,4)1.107.201 (100)

    NACIONALIDADItalianosEspaolesFrancesesRusosAustro-hngarosSiriosInglesesAlemanesSuizosBelgasPortuguesesHolandesesDinamarquesesN. AmericanosSuecosVarios *Total %

    TOTAL1.893.221 (56,1)851.321 (25,2)185.749 (5,5)93.349 (2,8)64.222 (1,9)60.359 (1,8)44.971 (1,3)43.856 (1,3)29.104 (0,8)21.007 (0,6)10.996 (0,3)6.319 (0,2)5.211 (0,1)4.053 (0,1)1.480 (0,04)57.105 (1,6)3.372.423 (100)

    Elaborado sobre los datos de: Juan A. Alsina, La inmigracin en el primer siglo dela Independencia, Bs. As., Felipe Alsina, 1910, p.22.* En varios se incluye, entre otros, a los japoneses, blgaros, rumanos, griego,marroques, montenegrinos.

    Polacos0.6 (0,2)128.4(11)18.7(11,1)40.0(23,7)187.8(10)

    Italianos73.0 (30)535.7(46)64.1 (38)49.7 (29)721.7(41)

    Espaoles147.8(61)399.4(34)63.9(37,9)40 (23,8)652.4(37)

    AOS1915-201921-301931-351936-39TOTAL

    Alemanes9.0 (3,7)60.1 (5,2)13 (8,1)24.7(14,7)107.6(6)

    Inmigracin registrada segn nacionalidad7 en miles (% sobre totalquinquenal)

    Franceses9.8 (4)13.0 (1,1)5.2 (3,0)7.8 (4,6)35.0 (2)

    Rusos3.0 (1,2)11.5(1,1)2.8 (1,6)5.7 (3,4)23.2(1,3)

    Elaborado sobre datos de la Direccin Nacional de Migraciones, en: Vicente

    7 Ibd.

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    8 Oved, Iaacov (1976). El trasfondo de la Ley N 4144 de Residencia en DesarrolloEconmico, Buenos Aires, N 61, vol. 6, pg. 129.

    Vzquez Presedo, Estadsticas histricas argentinas II (Comparadas) Segunda Parte1914-1939, Bs. As., Macchi, 1976, pg. 31.

    La denominada oleada inmigratoria cambi para siempreel paisaje, la cultura y la cosmovisin del pas, llegaban a la Argen-tina en busca de trabajo y una nueva vida. Pero, el crisol de razasque teji las bases de la unificacin nacional, No fue a costa delsufrimiento y el esfuerzo de los inmigrantes que estuvieron destina-dos a condiciones precarias de existencia, con sueldos magros yjornadas de trabajo interminables? Los datos sobre la cantidad depersonas que arribaban al pas no dan cuenta de qu pasaba des-pus que pisaban tierras rioplatenses. Segn Oved, en 1901, en basea un estudio realizado, vivan en Buenos Aires 235 mil asalariadosentre los que se encontraban obreros, empleados, servidores pbli-cos, carreteros, etc., sin embargo, en aquel ao existan 46.500cesantes, o sea el 25 % de los asalariados. El 5,5 % de la poblacintotal de dicha ciudad padeca de escasez y precariedad materialpermanente.8

    Los gobiernos de la poca de raz conservadora, en lo pol-ticosocial, y liberal en lo econmico, tenan una principal preocu-pacin que consista en las ganancias de las importaciones y lasexportaciones. Desde la lana a la carne, el foco estaba puesto engarantizar los beneficios a la elite que manejaba dichos negocios ya los que adems representaban. Los tratados con los pases Euro-peos, como Inglaterra, estaban integrados dentro de aquel marcode inters. A principios del siglo XX los capitales estadounidensescompetan con los britnicos, especialmente en la industria frigor-fica. La Primera Guerra mundial consolid esta tendencia y, asimis-mo, modific la cantidad de inmigrantes que llegaban al pas.

    En el mismo sentido la estructura gubernamental, en unprincipio, entenda la cuestin social, as como los conflictos labo-rales, como un problema importado del viejo continente, all secumpla el laize affaire dejando librado a las leyes del mercado lascondiciones de vida de los trabajadores.

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    La poltica argentina durante ese periodo se reduce amanejos internos de los grupos dominantes y de sus estructuras declientelismo y caciquismo. Cuentan con la exclusin del inmigrante(que por otra parte, cuenta con todos los derechos civiles de losargentinos) y con la apata de la poblacin nativa. El partido quecontrolaba el poder en esa poca, el Partido Autonmico Nacionalera, en expresin de Jos Ingenieros, una sistematizacin de losintereses econmicos propios de la clase agropecuaria y conserva-dora.9

    Un nuevo movimiento poltico revolucionario del periodofue el Partido Radical, que reivindicaba algunos intereses de losobreros, pero que estaba compuesto por una divisin de los secto-res dominantes. Las presidencias de Julio Roca (1880-1886 y 1898-1904), Jurez Celman (depuesta por la revolucin de 1890), CarlosPellegrini (1890-1892), Luis Senz Pea (1892-1895), Jos Uriburu(1895- 1898), Manuel Quintana (1904-1906), Jos Figueroa Alcorta(1906-1910), mantuvieron el dominio hegemnico de la oligarqua,continuaron con el programa liberal heredado y con la mirada pues-ta siempre en Europa, fuente de inspiracin y anhelo. Losinterlocutores con los cuales dialogaban eran la Sociedad Rural Ar-gentina desde 1886, la Unin Industrial Argentina desde 1877, elCentro Industrial Argentino de 1878 y la Cmara Mercantil. Qurespuestas podan dar al crecimiento de los conflictos laborales,sociales, polticos en una ciudad que tena las caractersticas, ya,de una metrpolis? La decisin de no intervenir, en un principio, ode denominar a los problemas como importados solucionaba lascontinuas presiones de los sectores econmicos dominantes de lapoca? El modelo agroexportador que necesitaba de los puertos y eltrasporte, tambin necesitaba de los obreros para funcionar. En-tonces, las huelgas y los boicots que protagonizaban los anarquistas,comenzaban a preocupar a la clase dirigente que perciba a la cues-tin de manera totalizante. Segn Suriano, en general predominla opinin de que la represin era la solucin para un problema que

    9 Zaragoza, Gonzalo (1996). Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Edicionesde la Torre, pg. 31.

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    se consideraba importado de Europa por los inmigrantes y extraoal cuerpo social de la Nacin.10 Paralelamente al incremento de lasluchas obreras y a las huelgas, la visin de los conflictos sociales fuecambiando para la clase dirigente; haban comenzado a intentarincorporar a las clases sociales en una relacin de dominacin quegarantizara la reproduccin del sistema en orden y tranquilidad.

    Aunque empezaban a aparecer algunos proyectos sobrepoltica preventiva como la creacin del Departamento Nacional deTrabajo, o preproyectos de leyes laborales, el hincapi estaba puestoen la represin, con el supuesto de que as se terminaba con lacuestin social. Entonces, el Estado recurri a la especializacinde la polica. El incremento del nmero de comisaras de 21 en 1886a 43 en 1912, la militarizacin de la institucin para controlar losdesbordes de la lucha electoral, la formacin de la Guardia de Ca-ballera, la creacin de la Comisaras de Pesquisas o de la Oficina deIdentificacin Antropomtrica,11 tuvieron su coronario con la crea-cin en 1901 de la Seccin Especial de la Polica de la Capital. Sutarea consista en el control e identificacin de los militantesanarquistas y socialistas, a travs de la infiltracin de sus miembrosde manera secreta en manifestaciones, conferencias, reuniones,partidos, grupos, peridicos y publicaciones. En 1904, dicha sec-cin extendi sus funciones y adquiri el rango de Comisara deInvestigaciones encargada de vigilar las actividades polticas, seincorpor ese mismo ao el sistema dactiloscpico, la creacin delprontuario, y la cdula de identidad en 1907 brindaron a la policainstrumentos de control sumamente efectivos.12 El trabajo reali-zado de la moderna polica era digno de los detectives ingleses delas novelas francesas, podan formular listas de los principales diri-gentes anarquistas, con informacin sobre sus orgenes, caracters-ticas personales, profesin, grupos de afiliacin, etc. Los informesde los sucesivos jefes de polica al Poder ejecutivo, a travs del

    10 Suriano, Juan (1990). El Estado argentino frente a los trabajadores urbanos:poltica social y represin, 1880-1916 en 14 Anuario, segunda poca, Rosario,UNR Editora, pg. 110.11 Ibd. Pg. 122.12 Ibd.

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    Ministerio del Interior, repetan la necesidad de ampliar las medi-das restrictivas, en torno a las libertades civiles y polticas, queincluan las limitaciones a la prensa y a la participacin gremial. Porejemplo, un informe del Jefe de Polica Beazley, sostena:

    La vigilancia es muy difcil, porque eligen el punto en que nohay agentes, y no es posible tenerlos en todas partes. Se impo-nen medidas radicales y eficaces. Es necesario impedir las re-uniones y la propaganda, y proceder a la prisin de los agita-dores, ya sean nacionales o extranjeros, que mantienen y fo-mentan este movimiento en su nueva forma agresiva. El mediode obtener una pronta pacificacin de los espritus, extravia-dos por una propaganda perniciosa, sera la declaracin delEstado de sitio.13

    Las multitudinarias huelgas, paros y manifestaciones conti-nuaban, a pesar de la tarea de la polica en la persecucin y prisinde los principales agitadores. La huelga general de noviembre de1902, produjo una seria sensacin de amenaza en la clase dirigen-te. Asimismo, la respuesta lleg rpido, citando antecedentes deleyes represivas de Francia, Estados Unidos o Italia, el Estado ar-gentino, a travs de las Cmaras del Congreso, sancion, en 1902,la Ley 4144, que estableca la deportacin de ciudadanos de origenextranjero que perturbaran el orden o la seguridad nacional. Eldestierro era una condena que implicaba que un hombre dejaba asu familia, a sus hijos, a sus amigos, en Argentina, y lo devolvan aun lugar que nunca le fue propio. La amenaza y el miedo que repre-sentaba para la clase dirigente las reivindicaciones obreras y losprincipios del pensamiento crata produjeron la sancin de dichaley. En 1910, la Ley de Defensa Social lleg a completar la tarea,contribuy a prohibir, sancionar, perseguir y deportar, todo lo quela primera no pudo. El Estado se haba armado con los instrumentospoltico-policiales necesarios para enfrentar una situacin, cuyoorigen, lo encontraba en los anarquistas: promotores de las agita-ciones, las huelgas y los boicots para consagrar los objetivos delmovimiento.

    13 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 1902, 23 de noviembre, pg. 683.

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    Las Leyes de Residencia y de Defensa Social.

    Los orgenes de la Ley de Residencia se encuentran en 1899, cuandoel senador Miguel Can presenta ante la Cmara un proyecto sobrela deportacin de extranjeros que alteraban el orden y la seguridadnacional. Desde 1889, como cnsul en Espaa, Can sostena la ne-cesidad de una legislacin que diferenciara la calidad de la inmigra-cin que llegaba a la Argentina, porque all se encontraba la raz delos conflictos sociales. En la eleccin del tipo de ciudadano quepudieran formar parte de la Nacin se prevenan los eventualesproblemas polticos. Explica Suriano,

    A su criterio el pas se hallaba en estado de indefensin legaly desprovisto de medios de defensa ante los nuevos enemigosdel orden. En consecuencia con la expulsin de los extranje-ros indeseables, anarquistas, vagos y prostitutas se cortaba deraz con los males que aquejaban la sociedad convertida enlaboratorio de crmenes al amparo de la ms absoluta impuni-dad de nuestro Cdigo Penal.1

    La necesidad del flujo migratorio continuaba teniendo unaimportancia crucial en el desarrollo de la economa, sin embargo,la diferenciacin entre los trabajadores que llegaran a labrar loscampos y a trabajar en las industrias y los que tenan la intencin,segn Can, de perjudicar al pas, se convirti en el factor principaly nico a tener en cuenta para prevenir futuros males. En el debatesobre el proyecto en la Cmara de senadores, Can planteaba quejunto a los hombres de buena voluntad, que llamaban para culti-var el suelo, ejercer las artes y plantear industrias, vinieron enemi-gos de todo orden social, que llegaran a cometer crmenes salvajes,

    1 Suriano, Juan (1990). El Estado argentino frente a los trabajadores urbanos:poltica social y represin, 1880-1916, en 14 Anuario, segunda poca, Rosario,UNR Editora, pg. 116.

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    en pos de un ideal catico, por decirlo as, que deja absorta lainteligencia y que enfra el corazn.2 La visin que se haba forma-do Can durante los aos que estuvo en Espaa era la misma quetenan los gobiernos de Europa. Entonces, en 1902, recordaba:

    Otra de las razones que me hizo presentar este proyecto fueque durante mi permanencia en Europa, ejercitando funcio-nes polticas en representacin de mi pas, ms de una vez seme mostraron documentos que propagaban que muchos de losanarquistas ms peligrosos, de aquellos que llevan su propa-ganda hasta el crimen, haban permanecido largo tiempo en laciudad de Buenos Aires y reunido los recursos necesarios parair ms tarde a perpetrar en Europa estos crmenes que hanproducido horror en la humanidad entera. Yo no deseo, seorPresidente, que sea dentro de nuestro pas donde se forgen(sic) las armas que han de atravesar el corazn de una mujer,como el de la Emperatriz de Austria, o de romper corazonestan nobles como el de Humberto de Saboya. Yo no deseo, seorPresidente, que mi tierra adquiera el renombre de ser el refu-gio de todos los criminales del mundo. (...).3

    El pnico ante los atentados producidos por los anarquistashaba creado en l la idea sobre la posibilidad de que dichos crme-nes se perpetraran en Argentina. Sin embargo, los pensadores crataslocales tenan en esos aos una faceta pacfica. El proyecto presen-tado 1899 pas a la Comisin de Negocios Constitucionales para sutratamiento. Y durmi all, no por mucho tiempo.

    En medio de estados de sitios permanentes, movilizacionesy huelgas generales, la Ley 4144 fue sancionada, por las Cmarasdel Congreso Nacional, el 22 de noviembre de 1902 en sesin ex-traordinaria, con la presencia de los ministros del Interior, J. V.Gonzlez, el de Relaciones Exteriores, A. Drago y el de Hacienda, N.Avellaneda (en la sesin de diputados). La ley tena 5 artculos queotorgaban al Poder Ejecutivo la facultad de expulsar del pas a cual-quier extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los

    2 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 1899, 8 de junio, pg. 135.3 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 1902, 23 de noviembre, pg. 664.

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    tribunales extranjeros, por crmenes o delitos de derecho comn, yadems, la ley aclaraba que podra ordenar la salida de todo ex-tranjero que atentara contra o comprometiera la seguridad nacio-nal, o perturbara el orden pblico. Tres das era el plazo que estipu-laba la ley para la salida del pas, pudiendo ordenar su detencinhasta el momento del embarco.

    Una respuesta del Estado contundente y que logr su obje-tivo: la expulsin de cientos de anarquistas espaoles, italianos yhasta argentinos. Solamente en la primera semana luego de la san-cin de la ley fueron 500 los deportados.4 La medida fue respondidacon una huelga general llamada por la Federacin Obrera Argenti-na. A los tres das se intensific la represin, la censura a la prensay la bsqueda de anarquistas para deportar. El Estado consigui, atravs de la campaa de persecucin, un nuevo equilibrio; en1903 se reanudaron actividades como la publicacin de peridicosanarquistas, pero bajo un rgimen limitado y bajo la amenaza deaplicacin de la ley. En 1904, luego de una pequea reforma legis-lativa, el diputado electo por la ciudad de Buenos Aires, AlfredoPalacios present un proyecto de derogacin de la Ley de Residen-cia afirmando su inconstitucionalidad, su argumentacin se basabaen que iba en contra de derechos consagrados en la Carta Magna,otorgaba poderes judiciales al Poder Ejecutivo y, adems, plantea-ba que si la ley implicaba la pena de destierro, entonces supona undelito, y en ese caso no prevea una legitima defensa del acusado.En el debate los legisladores tomaron diferentes posturas que ibandesde argumentos para demostrar la inconstitucionalidad de la ley(con enmiendas para disminuir su gravedad) hasta la disertacinsobre qu extranjeros eran convocados por el prembulo y culesno; asimismo se dibujaban representaciones sobre los anarquistasatribuyndoles caractersticas, rasgos, actitudes y prcticas signifi-cativas. La ley no fue derogada, pero el debate dur varios das.

    El transcurso de tiempo que va desde una ley a la otra,estuvo marcado por el Estado de sitio, las deportaciones a

    4 Oved, Iaacov (1978). El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina, Mxico,Siglo XXI, pg. 275.

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    anarquistas, la censura a la prensa, los cierres de centros culturalesy sociedades de resistencia. Las publicaciones anarquistas intenta-ban mantener sus ediciones, las huelgas comenzaron luego de ter-minado el Estado de sitio de 1903. Pero la amenaza de la aplicacinde la ley estaba latente. Los festejos, movilizaciones y huelgas delos 1 de mayo continuaron teniendo la centralidad de siempre. Y apesar de momentos de menor agitacin, el movimiento anarquistacontinu en la escena poltica. Ocurrieron hechos centrales como lahuelga de Inquilinos (1907), la masacre, luego de la manifestacinde Plaza Lorea en 1909, y el asesinato del Coronel Ramn Falcn.

    Entre el 27 y el 28 de junio de 1910 se sancion en el Con-greso de la Nacin la denominada Ley de Defensa Social, con lapresencia y participacin, en este caso en la Cmara de Diputados,de los ministros: del Interior, Doctor Glvez, de Relaciones Exterio-res, Dr. Victorino de la Plaza, de Hacienda, Dr. Manuel M. de Iriondo,de Justicia e Instruccin pblica, Rmulo S. Naon, de Obras Pbli-cas, Ezequiel Ramos Meja, y de Marina, Contralmirante OnofreBetbeder. Al otro da, en la Cmara de Senadores, estuvieron pre-sentes los ministros del Interior, de Justicia e Instruccin pblica, yde Obras Pblicas. La urgencia de la sancin llegaba luego de queuna bomba estallara en el teatro Coln el 26 de junio, como conse-cuencia produjo algunos heridos y una terrible sensacin de pnicoy miedo en la dirigencia poltica.

    A partir de un proyecto presentado por el diputado CarlosMeyer Pellegrini y elaborado junto con Nicols A. Calvo y LucasAyarragaray, los legisladores tuvieron la tarea de modificar y redac-tar los artculos de las tres partes que formaban la ley. Divididos encomisiones discutieron la necesidad de la medida y analizaron enpocas horas los prrafos y las inferencias. El captulo 1, formadopor 6 artculos, se centraba en la prohibicin de la entrada deanarquistas al pas, incluso los que ya haban sido expulsados por laLey de Residencia. En el caso de que retornaran al pas se estable-can penas que iban de los tres a los seis aos de confinamiento enel lugar que el Poder Ejecutivo dispusiese. Asimismo contena art-culos sobre la responsabilidad de empresarios de transponte, capi-tanes o agentes que ingresaran al pas cratas; de acuerdo al grado

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    de conocimiento o desconocimiento de los tripulantes eran fijadaslas condenas. En el captulo 2, que constaba de 5 artculos, se pro-hiban todas las asociaciones y reuniones de personas que tuvierancomo fin la propagacin de las ideas anarquistas o la instigacin acometer hechos reprimidos por las leyes de la Nacin. Las asocia-ciones que quisieran celebrar algn tipo de reunin deban pedirautorizacin, y en el caso de ser otorgada poda ser disuelta si secometiesen algunos de los hechos estipulados por la ley. De estamanera, se prohiban los emblemas, estandartes o banderasanarquistas.

    El captulo 3 estaba destinado a la apologa de los delitosestipulados por dicha ley, de un hecho o autor por medio escrito,verbal o impreso. Inclua la intencin, fabricacin o tenencia detipos de explosivos con el objetivo de infundir miedo o suscitartumultos o desordenes pblicos, con la pena de tres a seis aos. Enlos 22 artculos que componan esta parte, disponan de condenasque iban de los 3 aos a la pena de muerte segn la magnitud de laexplosin de un artefacto que implicara desde daos a edificiospblicos hasta la muerte de personas. Finalizando el captulo, elartculo 25 reprima a quienes por medio de la amenaza o los insul-tos intentaran persuadir a una persona a una huelga o al boicot. LaLey de Defensa Social no distingua sexo para la aplicacin de lacondena, solamente tena el atenuante de impedir la pena de muertea los menores de 18 aos.

    Las leyes represivas eran producto de un universo compuestode representaciones, sentidos y significados que construa la clasedirigente: sobre la figura del anarquista argentino y sobre los orge-nes de los conflictos sociales. A continuacin se intentar develaralgunos de los tejidos que compusieron y fundamentaron las medi-das.

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    Las visiones sobre un mismo fenmeno, cambian de acuerdo a quinlo presencie: un hecho puede ser desastroso para algunos y benfi-co para otros, un sentido asignado a un discurso puede quedar cata-logado de perverso en algunos grupos y de deseable o esperable enotros. Entonces, es indispensable conocer la posicin, el lugar, elinters, la historia, en definitiva la clase de quien desarrolla unaidea para entrever no solo las intenciones de lo que dice, sino losefectos, a veces indeseables, de lo que no dice. Son como ideas queestn escondidas en el discurso pero con una presin de volcn queintentan irrumpir para derramar la lava de los significados latentes.Michel Foucault deca, el discurso manifiesto no sera a fin de cuen-tas ms que la presencia represiva de lo que no dice, y ese nodicho sera un vaciado que mina desde el interior todo lo que se

    El derecho no es ni la verdad, ni la justificacin del po-der. Es un instrumento a la vez parcial y complejo. La forma dela ley y los efectos de la prohibicin que conlleva deben ser si-

    tuados entre los muchos mecanismos no jurdicos. As el sistemapenal no debe ser analizado pura y simplemente como un aparatode prohibicin y de represin de una clase sobre otra, ni tampoco

    como una justificacin que encubre las violencias sin ley de laclase dominante; permite una gestin poltica y econmica a tra-

    vs de la diferencia entre legalidad e ilegalismo.Michel Foucault. Poderes y estrategias.

    Captulo IICmo eran los anarquistas

    para la clase dirigente?

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    dice.1

    Los sentidos manifiestos y los ocultos son los elementosmateriales del discurso donde se plasman las representaciones, lasimgenes propias y ajenas, la visin de la vida y de las cosas. Ladefinicin de discurso utilizada se corresponde con la concepcinde Angenot, segn la cual, hablar de discurso social, ser, enton-ces, describir un objeto compuesto, formado por una serie desubconjuntos interactivos de elementos que migran metafricamentedonde operan tendencias hegemnicas y leyes tcitas.2

    La clase dirigente, especialmente los diputados y senado-res, en esos aos, tenan una clara definicin sobre las relacioneslaborales y las circunstancias sociales en las se encontraban los obre-ros, su nfasis estaba focalizado en reproducir las condiciones ne-cesarias para mantener el modelo econmico y continuar obtenien-do beneficios y privilegios. Pero, las huelgas, los paros, los boicotsy las manifestaciones atentaban contra ello, la nica solucin quecrean posible era el recrudecimiento de leyes, el perfeccionamien-to y especializacin de la polica, para eliminar, del contexto polti-co, al anarquismo que amenazaba una y otra vez la legitimidad delsistema y la manera en que se desarrollaba la vida cotidiana.

    Los debates parlamentarios, a travs de la trascripcin delDiario de Sesiones,3 en los momentos de las sanciones de leyes y losestados de sitios, permiten ir reconstruyendo, pieza por pieza, comoun arquelogo, las claves para acceder a las representaciones quetena dicha clase dirigente sobre los anarquistas. Caractersticas,rasgos, actividades, funciones que se les atribuan van armando,por fragmentos, una figura del crata local que intenta convertir-los, discursivamente, en un criminal a sueldo, en un asesino y alanarquismo en una enfermedad extica y as anclar el sentido enese punto. Asimismo, Es posible rastrear las ideas, los razonamien-

    1 Foucault, Michel (1970). La arqueologa del saber, Siglo XXI, Mxico, pg. 40.2 Angenot, Marc (1889). Un tat du discours social, Qubec, Editions du prambule,1989, Captulo 1, pg. 13/39.3 El Diario de Sesiones es la trascripcin del debate parlamentario, y al mismotiempo, constituye una transposicin genrica (del gnero conversacional altexto).

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    tos, las justificaciones que sostenan los legisladores en los debatesy que dieron como fruto las leyes?

    A lo largo de este captulo se intentar armar un paisaje depoca, con personajes que protagonizaron e inauguraron una etapahistrica de elaboracin de leyes represivas y un escenario nico: elCongreso Nacional. Los debates pertenecen a varios momentos: lapresentacin del proyecto de ley por Miguel Can en 1899, en laCmara de senadores; la sancin de la Ley de Residencia en 1902,en las dos Cmaras; la sancin del Estado de sitio al otro da de lasancin de dicha ley, en la Cmara de senadores; la presentacindel pedido de derogacin de la ley 4144 en la Cmara de diputados;la sancin del Estado de sitio en mayo de 1910, en la Cmara desenadores y finalmente la sancin de la Ley de Defensa Social enese ltimo ao, en ambas Cmaras del Congreso. Cada uno de loscaptulos tematiza y focaliza sobre aspectos distintos de la repre-sentacin de los anarquistas y de las leyes, por parte de la clasedirigente. De esa forma, se construye una descripcin ms profundaque no hace hincapi en la cronologa, sino en las cualidades, prin-cipios y lgicas que emergen del discurso.

    En los 11 aos que transcurrieron entre la primera presen-tacin del proyecto de Miguel Can en 1899 y la sancin de la Leyde Defensa Social en 1910, la visin sobre el anarquismo es bsica-mente la misma, en algunos discursos de los legisladores se refuerzala idea del castigo, del aumento de pena, o de la expulsin, que vanconstruyendo, en su oratoria, metforas, figuras retricas que, aveces, pareciera que Cesare Lombroso encarnara el cuerpo de unlegislador argentino en aquel momento; en otros aparecen deste-llos de miedos que impregnan al discurso la sensacin de amenazaen la que se encuentran; finalmente, ciertos discursos ms mode-rados coinciden con la necesidad de eliminar al anarquismo delmovimiento obrero, pero cuestionan las facultades atribuidas, enlas leyes, al Poder Ejecutivo, as como tambin le exigen una rendi-cin de cuentas en los resultados de determinados estados de sitiosancionados. El abanico parece amplio pero no es as, los legislado-res que participaron de los debates, a excepcin del diputado AlfredoPalacios, coincidan en alejar al anarquismo de los obreros, pero las

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    maneras que proponan, en algunos casos, diferan. Desde la expul-sin de extranjeros a la pena de muerte estipularon una graduacinde sentencias, de acuerdo al dao o perjuicio producido: difundirlas ideas cratas en peridicos, las asambleas o reuniones, los sm-bolos o las banderas, la fabricacin de bombas y el atentado contrauna institucin o persona tenan cada una penas distintas pero, to-das, pertenecan al conjunto de delitos relacionados con el anar-quismo.

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    Miedos: amenazas latentes e implcitas.Un fantasma recorre Argentina,es el fantasma del anarquismo.

    En los debates parlamentarios sobre las leyes se entrecruzan dife-rentes argumentos que intentan siempre convertirse en la verdad,con una oratoria estructurada y principios lgicos de encadenamien-tos de oraciones. En algunos casos, incluyen desde metforas o ana-logas hasta narraciones ficcionales.

    Uno de los componentes implcitos que atraviesa el discur-so legislativo en torno a las leyes es el miedo. El pensamiento cra-ta haba llegado a un nivel de difusin, de defensa y de compromisoentre los trabajadores tan grande que en el imaginario sobre estoshombres de poca se asimilaba a una avalancha sin contencin, unaamenaza, una alarma social, un fenmeno que el Estado de sitio nohaba logrado cortar. El discurso en algunos casos trasluce a modode confesin tales sentidos, deja escapar, a travs de sus enuncia-dos, las representaciones reprimidas, ocultas, lo no dicho que aprietay presiona lo dicho. Lo que no se dice, lo que no se escribe, lo queno se expresa, tiene a menudo ms importancia de lo que se escri-be, se dice o se transmite.1

    Deca el senador por la provincia de Jujuy, Domingo TeofiloPrez, en 1902:

    Esta ley no la dictamos por miedo, porque si as fuera, no ladictaramos desde que los anarquistas, que probablemente sonlos directores de la huelga, nos estn amenazando, por losmedios que acostumbran hacerlo, para impedir que los pode-res pblicos tomen medidas de defensa en favor de la tranqui-

    1 Angenot, Marc (1889). Un tat du discours social, Qubec, Editions du prambule,Captulo 1, pg. 13/39.

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    lidad y del orden pblico.2

    La declaracin es confusa y contradictoria, el senador sos-tiene que no es por miedo la sancin de la ley, pero afirma queexiste una amenaza que perturba el orden pblico. Entonces, lanegacin del principio parece convertirse en una confesin disimu-lada, el sentido escamoteado en la intencin del legislador se con-sagra en la expresin que intenta decir lo que no puede, a pesar del. En 1910, en otro debate, en otro ao, continan plasmndose enel discurso de los legisladores la misma preocupacin que supona,para ellos, el desarrollo de las ideas anarquistas.

    El senador por Catamarca Antonio del Pino deca:No soy alarmista, seor Presidente. Los hombres pblicos, losque sobrellevamos responsabilidades dictando o ejecutandoleyes, no debemos tener jams por consejero el miedo; debe-mos, s, decir la verdad; inspirarnos en las circunstancias paraobrar y proceder, diciendo al mismo tiempo al pas lo que sa-bemos, y ms an tratndose de dictar una ley de Estado desitio.3

    Para justificar y argumentar la intimidacin de la cual, tam-bin, son posibles destinatarios, el senador del Pino, agregaba:

    Hasta en los diarios de esta ciudad se ha publicado la noticiade que la polica ha sorprendido en lugares o tugurios obscurosplanos ocultos de edificios pblicos sealados especialmentepara ser fulminados por la dinamita, habiendo encontrado, almismo tiempo, cartillas de instruccin sobre la manera de pre-parar y aplicar ese elemento destructor.4

    El fantasma que representaba el anarquismo, pareca tenersus lugares oscuros donde esconderse, transitaba las ciudades peropor lo oculto, por las sombras, escondidos, especulando con loscrmenes que cometeran.

    El temor al desorden social, la amenaza contra la seguri-dad nacional, en definitiva el miedo a la anarqua, son los ele-mentos que, desparramados en la retrica legislativa, forman parte

    2 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 1902, 23 de noviembre, pg. 672.3 Diario de Sesiones, Cmara de Senadores, Congreso Nacional, RepblicaArgentina, 1910, 14 de mayo, pg. 134.4 Ibd.

  • Gabriela Costanzo

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