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Gamboa-Mi Diario 1

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escritor mexicano Federico Gamboa

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  • MI DIARIO

  • POR EL MISMO AUTOR:Del Natural. Esbozos contemporneos,

    2a. edicin, Guatemala, 1889. . . 1 vol.Apariencias, J. Peuser, editor, Buenos

    Aires, 1892 1 vol.Impresiones y Recuerdos, A. Moen, edi-

    tor, Buenos Aires, 1893 1 vol.Suprema Ley, V. de Ch. Bouret, editor,

    Pars-Mxico, 1896 1 vol.Metamorfosis, Guatemala, 1899. . . . 1 vol.Santa, R. de S. N. Araiuce, editor, Bar-

    celona-Mxico, 1903 (9,000). . . 1 vol.Reconquista, E. Gmez de la Puente,

    editor, Barcelona-Mxico, 1907. . 1 vol.TEATRO:

    La Seorita Inocencia, arreglo del vau-deville-opereta "Mamz'lle Nitou-che," Mxico, 1888 agotada

    La Moral Elctrica, arreglo del vaude-ville ';'L fiacre 117,'' Guatemala,1^89.

    , . . . . . . agotadaLa Ultima Campaa, comedia original,

    en tres actos y en prosa, Mxico,1894; segunda edicin, Guatema-la, 1900 1 vol.

    Divertirse, monlogo en prosa, origi-nal, Mxico, 1894 1 cuad.

    La Venganza de la Gleba, drama enprosa, original, 3 actos, Washing-ton, (E. U. de A.), 1904 1 vol.

    A buena cuenta, drama en prosa, origi-nal, 3 actos, San Salvador, 1907. 1 vol.

    PRXIMO A PUBLICARSE:Mi Diario. Intimidades, Literatos y Li-

    teratura, lia. serie 2 vol. msEN PREPARACIN:

    Todas estas obras se hallan de venta en las principaleslibreras; para pedidos al por mayor, dirigirse la casa edi-torial del Sr. D. Eusebio Gmez de la Puente, calle de Nue-vo Mxico nm. 1, en la ciudad de Mxico, calle de Bai-len nm. 107, en la ciudad de Barcftlona.

  • C. DE LA REAL ACADE^VIA ESPAOLA

    MI DIARIOPRIMERA SERIE

    I

    mis escritos no buscanla aprobacin de un ministro, nimi pluma se gua por miras perso-nales; no aspiro ms que la ver-dad, y escribo como escriban losantiguos: con el in nico de ase-gurar mis pensamientos unaexistencia duradera.

    A. SCHOPENBAUBR

    To you:Stranger! if you, passing, meet

    me, and desire to speak to me,why should you not speak to me?

    And why should I not speak toyou?

    Walt Whithan

    ^

  • Quedan asegurados los derechos de ptoined^dliteraria y artstica, conforme la ley.

    De esta obra han sido impresos 2^5 ejeiti;^lare9en papel especial de lujo, numerados por l autor.

  • IPA^KTA ISXT HIJO,

    GUANDO SEPA LEER

    ^^inca, lo que s llama nunca,segn podrs cer^'Clorarte con la lectura ele Mi Diario,me preocupael pblico para m,is actos para mis escritos; primero,porque como inerrogaha Larra: Quin es el pblico$f dnde se encuentra?^ y segundo, porque cuando in^fortunadamente se tropieza con alguno algunos detfs que se diputan y d mi^hisima honral por repre-sentantes suyos, pirdese una ilusin y se gana unadesesperanza.

    VerdSy pues, que mis escritos y mis actos siempreobedecieron mis propias inspiraciones; por lo que endcfos y escritos, ms que los buenos abundbalos ma"los. Y por mucho que todos los hombres prodiiseamoslo mismo: ms malo que bueno, somos poqiiisimos losque lo confesamos.

    Ignoro si saldrs literato; confio y deseq gue sjalgasartista. Be cualquier modo, jams conocer tu. juiciorespecto de mi obra; pero si quiero conocefloajunqueya me haya muertorespecto de mis obras.

    Mi obra ha venido siendo juzgada porpropios jy ex-traos, casi desde que ifnprimi la primera linea, quedio suelta mi primer pensamientoj hnme llg,fnadodesde ignaro hasta maestrotoda la gama de la cen-sura y del elogio!y yo, sin amedrentarme ni creer-me, he continuado sembrando ntis pobres libros d a

  • VI

    buena de Dios, con pausado ademn de obrero imper-fecto, por los contrarios caminos de mi vida. A lafuerza, las pginas de los ms habrn sido pisoteadasy polvo reducidas, cual tantas hojas secas que ca-da otoo caen y se olvidan; mas, algunas, habrn pren-dido en la tierra, cerca lejos da mi que s yo! y flore-cido un dia, un minuto, un siglo, en razn de la saviaque contuvieran y no obstante el tiempo y la distancia,

    en inteligencias que con la mia simpatizaron y en ami-gos espritus remotos.

    Por lo que mis obras mira, el asunto varia: he si-do malo.

    Oh! un malo normal, con mis tropiezos y cadas,con mis ascensiones y triunfos, como todos. No metengo por arquetipo de bondad ni de maldad, y asi ntehe sentido bien, completo, humano, hombre en fin!

    Escucha, ahora, lo que atribuyo mi maldad.Desde luego, mi temperamento, y .quin sabe qu

    leyes de herencia,ntete averiguar si en m resu-citaron debilidades y vicios ancestrales! ..... Des-pus, que yo perd mi madre siendo muy nio, yaunque tu abuelo quien quise ms que mi madreen razn que ms lo tratse esmer en suplir aque-lla falta, no pudo lograrlo; que no se ha descubiertohasta hoy ni parceme fcil que nunca se descubra unsubstituto de nuestra madre, especialmente cuando fucomo la ma, una mujer virtuosa y santa.

    Por ser yo hijo de hombre honrado, y pobre consi-guientemente, en uno de los tantos tumbos que le impri-mi la suerte, con l fui aplayas de Nueva Yorh y en ellasdesembarcaron, de bracero, mi temperamento y mi or-fandad. Observador por instinto, precoz por latinoy amoroso j)or dicha ma, ah me tienes mordiendo plena boca, destiempo, en CosmpoHs tan cori'omjnda inmoral, todos los frutos del rbol de la Vida; enca-ramndome en todas sus ramas; ajando todas sus ho-ja^; gustando de sus frutos en sazn y de sus frutos en

  • TI

    flor an, los permitidos y los prohibidos todos! .... Demis labios corri en ocasiones la sabrosa miel de al-guno de los primeros, y de mis ojos de adolescente, es-capronse las veces, las lgrimas con amargo dejoque los otros los ms! nos proporcionan

    A poco, los dieciocho aos, qued hurfano del to-do, sin Rey ni Roque que obedecer, pero tambin ay!sin canas amadas que respetar, sin dolorosa experien-cia en que aprender y acurrucarme, sin sabios y des-interesados consejos que seguir .... Nada eran la sole-dad de mi persona y la de mi cuerpo, si d la internade mi alma en formacin comparbalas. E imaginamis tristezas de sentir por compaeros nicos y pornicos guias, dentro de mi, recuerdos de recientes ter-nuras perdidas para siempre, amotinamiento de bue-nos y malos instintos, una voluntad pequeina, tiran-do enferma, balbuceante, torpe, y una ausencia totalde dineros, de ropa, de casa, teniendo que alimentar yque vestir toda una juventud libre! ....

    En mis noches, oa yo la descomunal pelea, que nodur mucho, n; pues al igual de lo que en el mundoacontece, tambin dentro de mi vencieron los malos los buenos. Es la ley!

    Hubieras visto los efectos de la rota?. ..ni la de Mara-tn, d pesar de las tropelas de Bario que la sucedieron.Los vencedores, impusieron tremendas condiciones dmis humildes vencidos, y stos, desertaron mi coraznjuvenil y mi despierto cerebrosu patria antigua!vacilantes y sin consuelo. Fu un exilio trgico.

    Presa de los malos, me abandon todos los oleajesy prob de todas las espumas, llnme doblegado mu-chos huracanes y sin piedad me han azotado no menostempestades Muy de cuando en cuando, los alisiosbuenos han oreado mi alma

    Por mi ventura, te apareciste en mi vida; partirde aqu, tni espritu sernase y confia; pues tu apare-cimiento, que con ansia tanta esperaba asomado d la

  • VIII

    de mi Arca, para saber si se haban cerrado los ma-NANTIALES DEL ABISMO^ ntS tndlC QUe LAS AGUAS HABANCESADO DE CUBRIR LA TIERRA, y que era ya tiempo de queyo edificara mi altar al Seor.

    Slo una parte publico altora de este Mi Diarioque por entero te pertenece y que ti nicamente inte-resar en su totalidad. Cuando yo muera, haz del res-to lo que mejor te cuadre; desde leparlo la ligera y ol-vidarlo, hasta sacarlo d la luz, integro, y defenderlo sies atacado. Hoy por hoy, de antemano me alzo de hom-bros con que la parte que se imprime agrade n, conque la tachen de vacua, de insoportablemente egotista,BT sic DE coeteris Qudomc tan tranquilo como siem-pre me qued al venir al mundo mis damas libros.Bah!

    Juzga t de mi, solamente t. y dentro de tu criteriode hombre.cuando lo seas, condname si crees quelo merezco. Pero atiende esta splica: si el hombre mecondena, que el hijo me absuelva!

    Despus de que fe hayas penetrado de mi fisonomiamoral, anda d mi sepulcro, si, conforme d mis anhelos,duermo el sueno de la paz en nuestra tierra de M-xico; si no, anda d tu memoria,que, calculo yo, lamemoria de un hijo ha de ser el ms dulce sepulcro deun padre,y en la manera cmo poses tus flores fi-liales sobre la tumba que encierre mis despojos paracasi todos olvidados, en la manera cmo en mipienses,lo que hay en mi de inmortal, adivinar tu fallo, y seaste el que fuere, seguir velando por ti y bendicindo-te d pesar de la muerte! cul ahora velo y bendigo,ngel mo, tu inteligente cbecita rubia.

    Federico Gamboa

    Washington: 21 de marzo de 1903

  • MI DIARIO

    BUENOS AIRES

    1892

    7 de mayoVisito esta noche una seoraque vive con un amigo sin estar casados. Es ellauna persona de aspecto distinguido, joven y linda,italiana, y creo que hasta noble. Tomo el t conellos, y noto que en medio de su exquisita amabi-lidad, en medio del gran cario que demuestrapor M , . . hay en ella un fondo de dulce y acentua-da melancola; me complazco en llamarla "seo-ra," y me parece que avalora mi delicadeza.

    La llamo as, porque para m lo es. Hace muchotiempo que soy indulgente para con las locurasde amor. Por qu no llamarla "seora," si talvez lo merece de veras? ....

    9 de mayoAcompao un conocido mo laSecin 2a. del Registro Civil, para hacer la pre-sentacin de su recin nacida. Voy de testigo. Alpreguntarme por miis generales, olvdanse, aquno se estila, de inquirir mi nacionalidad y mi pro-fesin.

    La ocina, igual las de todo el mundo: mez-quina, apestando , colillas de cigarro, polvo yal fastidio de los empleados, ms altivos mientrasms subalternos. El portero parece el jefe; lee undiario, fuma y suministra informes de mala gana.No me gusta la estadstica, aunque reconozco

  • 2

    su utilidad .... relativa. Es triste cosa, por ejem-plo, hundir los que nos vienen y los que senos van, en esos abismos talonarios. De la amantecategora de seres queridos, pasan la de guaris-mos positivos 6 negativos.

    10 de mayoHace ya un ao que tengo miservicio una francesa de los Vosgos, que me hasalido inmejorable. Entrada en aos, no hay peli-gro de que inspire tentaciones mi celibato. Algu-nas noches, cuando me sirve el caf, despus de lacomida, la hago charlar; me encanta, por toscoque sea, el buen sentido del pueblo. Esta nocheme cuenta que Napolen III mand envenenar Cavour, porque ste, en lugar de repartir unos di-neros entre los mutilados de la campaa de Italiade Napolen I, guardse aqullos para su provecho.Muy convencida me lo dice todo, y me obliga reir por su manera de denominar Napolen III: lollama "l'Empereur III." Dnde habr odo seme-jante fbula?

    Los martes en la noche, retnense en mi casa va-rios literatos. Rafael Obligado, cuya mejor biogra-fa es mencionarlo; Calixto Oyuela, quien fun-dadamente se compara a Marcelino Menndez Pe-layo, por su inmensa erudicin, rectitud de crite-rio y exaltado catolicismo; Joaqun V. Gonzlez,el aplaudido autor de "La Tradicin Nacional" yd "Mis Montaas;" Domingo D. Martinto, poeta ysobre todo sonetista casi impecable. En ocasiones,tambin vienen Juan J. Garca Velloso, escritor yeducacionista espaol, y Carlos Vega Belgrano, unode los ms altos espritus que me ha sido dado en-contrar por el mundo.

    Con objeto de vernos durante la semana entera,hemos jado nuestras reuniones en la siguiente

  • forma: Los martes, en mi casa; los mircoles, eula de Oyuela; los viernes, en la de Martinto, y lossbados, en la de Obligado. Hablamos de cuantonos ocurre, y de literatura muy especialmente; lle-gando librar verdaderas batallas en "ismo." Obli-gado y Gonzlez, con su americanismo; Oyuela,con su clasicismo; Martinto, con su escepticismo,

    y yo con mi naturalismo.Justo es consignar que la reunin de Obligado,

    religiosamente mantenida de lustros atrs, y porla que han desfilado todos casi todos los argen-tinos y extranjeros, amantes correspondidos re-chazados de las letras, era la pricipal y ms fre-cuentada. En ella conoc y trat al Buenos .viresintelectual y artstico de mi tiempo, y diversoschilenos ilustrados, como de l.i Barra, .Tuan Agus-tn Barriga y Gruillermo Puelma Tupper. Dbeseprincipalmente, tal importancia, que Rafael Obli-gado tiene el raro privilegio de darse querer decuantos se le acercan. A pesar de ser, adems dsmillonario en talento, millonario tambin en dine-ro, es la modestia andando, y en su gabinete detrabajo, atestado de libros y de unos bustos de ye-so muy feos, se olvida uno de que arriba, el hogardel poeta, es un palacio, donde suelen darse (y noempleo "suelen" en el sentido de " acostumbrar,")fiestas de tono con los refinamientos y requiloriosde rigor en las grandes casas. En el gabinete, flo-ta una atmsfera de simpata; se siente uno gus-to hasta para lanzar la paradoja ms descabella-da, la ms disolvente teora, con la certeza deque Rafael, por ms que se supone honradamenteun creyente convencidsimo, no ha de enfadarse nide poner mala cara; lo sumo, y vctima de susnervios,

    que lo traen siempre inquieto,abando-

    nar el asiento, encender dos tres cigarrillos la vez, y pasendose en la estancia, envuelto enhumo, rebatir con energas lo que acaba de ma-nifestarse. A las 11, que sirven el t, hay tregua.

  • Digo 'Que Rafap} se supone un creyente, y as toetemo quie suceda, pues ms parece un pagano in-teligente que maneja el verbo su antojo, crean-do cuadros pagapos por sus cuatro costados y porsus ciiairp costados soberbios. Pero l asegura quees cr9yente, y no hay que disgustarlo, es tan bueno!

    14 (dp fiiayoLeo en los peridicos que nos vie-nen d^ Mxico, que los Estados Unidos nos darnlas banderas que nos arrebataron cuando la guerradel 47, A cambio de las suyas que nosotros les qui-tamos en nobilsima lid. Ignoro lo que haya resuel-to el Gobierjip, y le pido Dios que se niegue.Qu fiaramos con ellas? No es afrentoso el ha-berlas perdido en el campo de batalla; y en cam-bio, ahora, nos llegaran mancilladas por su per-manencia entre extraos, pobres vrgenes que enun agajto de encrucijada cayeron, contra su vo-luntad,

  • 19 de mayoConcluyo esta hbciii d copiarmis manuscriptos de"Apariencias." PiensOi al con-cluir, en la labor que un libro simboliza; en lascontrariedades y dolores que nos cuesta; en elamor que nos inspira; en el temor en que nos sume,durante su elaboracin, de que la muerte nos sor-prenda y deje trunca la obra. Pienso, asimismo,en lo que le espera cuando lo compren; en los lec-tores que por $16 2 que pagan, se erigen en au-toridades crticas, y all donde uno se esmer, enla frase rebelde al principio y que al fin creemoshaber vencido, en la teora noble y levantada, enel efecto artstico, all ceban su ignorancia vani-dosa, al nos hieren con sus sedimentos de bur-gueses hipcritas y viciosos. Sin contar los quele llaman uno "inmoral," plegando desdeosa-mente los labios; ni las personas graves que de-claran slo leer los libros serios y nunca nove-las! ....

    22 de mayo^Despus de almorzar, Belisario J.Montero me hace acompaarlo visitar sus hi-jas en el convento de la Divina Providencia. Muyabrigados, que el fro se explica, nos lanzamos entranva hasta la calle de Cochabamba.

    Salen sus tres hijitas, las abraza, las besa, ynos sentamos conversar en un banco del jardn,junto la farmacia. Un sol de invierno baa lafachada del edificio, penetra por sus ventanas ypuerta principal y acaricia castamente una queotra toca de las "hermanas" que asoman de tiem-po en tiempo. Por el jardn se pasean algunas edu-candas, acompaadas de sus fjmilias. De repente,nos dejan solos. Una campana reclama las alum-as, y las hijas de Montero corren incorporarse sus divisiones respectivas; todas stas desfilanpor delante de nosotros, que permanecemos res-petuosamente de pie. Las seguimos y nos instala-

  • mos en la capilla. Se da principio al serviciodivino: primero, una plegaria rezada; despus,un amionium, abajo, con los cantores, y arriba, enel coro, un segundo armonium invisible. Mirado elgrupo como yo lo miro: las nias vestidas de ne-gro, con una pluma azul en el sombrero, y res-guardadas por las Hermanas de la Caridad, cuyasinmensas tocas se mueven blandamente cada mo-vimiento de la cabeza, arrodilladas todas, las niasme parecen trtolas, gaviotas las hermanas; aqu-llas, temblorosas y dbiles; stas, vigilantes, fuer-tes, blancas. . . Baja del coro un canto, que, en susencillez, me remueve muchas reminiscencias em-polvadas, hace tanto tiempo que no frecuentotemplos!las notas que escucho me incitan laternura:

    Quin canta?

    pregunto. Les hurfanas!me responden.Y yo, que adoro los nios, al saber que can-

    tan nias y nias hurfanas, no puedo ms. El r-gano me arrulla, el incienso me desvanece, y esasvocecitas me retrotraen mi infancia, mi madre,al santuario de Guadalupedonde ella me lleva-bay salgo de la iglesia con lgrimas en los ojos,que hay que ocultar como una mala accin.

    24 de mayoAsisto esta noche al T que da enPalacio el Presidente Pellegrini. Muy concurridoslos salones, pero en la caldeada atmsfera, por en-tre las cortinas, espejos y luces elctricas, hasta enlas faces sonrientes de los invitados, ese fastidiovago que informa todas las fiestas oficiales delmundo entero.

    El Ministro de Chile me presenta al GeneralCanto, el hroe vencedor de la ltima revolucinchilena, de trnsito aqu en su viaje Europa. Apesar de que se cuentan de l hazaas en los cam-pos de batalla, y de que ha muerto mucha gen-

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    te, habla con voz reposada y agradable, sonre menudo, y slo el labio inferior, que de una mane-ra especial contrae de cuando en cuando, as comola mirada acerada y penetrante que por excepcinse le escapa, lo obliga uno pensar que, enefecto, debe de ser un hombre bravo al frente desus tropas.

    25 de mayoDe uniforme desde temprano. Ala 1 de la tarde, al Te Deum, en la catedral, paraconmemorar la Independencia argentina. No aprue-bo estas solemnidades "poltico-religiosas." Lapresencia de los altos funcionarios, de los milita-res, del Cuerpo diplomtico, de los soldados cu-biertos y con armas, ofenden al culto. Es indis-pensable y es moral que todos los pueblos tenganalguna religin; los gobiernos no debieran tenerninguna. En el templo, slo debemos orar.

    En seguida del Te Deum, y en regular procesin,nos encaminamos al Palacio, para presenciar desdesus balcones la parada militar. Un regimiento decaballera, que pasa al trote, lleva vanos dragonesfuera de filas; y el Ministro de Relaciones, que sehalla explicando la revista la esposa de nuestrodecano, dice en son de broma:Esos son los dispersos.

    31 de mayoConcurridsimo mi "martes" dehoy. Vienen Joaqun V. Gonzlez, Rafael Obligado,Soto, Domingo D. Martinto, un pintor bonaerenseSchiaffino, premiado con diploma y medalla en Pa-rs; Calixto Oyuela, Belisario J. Montero y JuanJ. OaTca Velloso. Pdenme la lectura de loque llevo escrito en este "Diario," y Rafael Obli-gado, al enterarse de que consigno la broma delMinistro de Relaciones, relativa los dragones queiban atrasados en la formacin del da 25, salta de

  • su asiento, acciona, se pasea por la estancia; aso-ma su patriotismo exagerado, el insigne cantor de"Santos Vega" me amenaza con la horca.El ejrcito que pintas podr ser el ejrcito de

    la luna, pero nunca el libertador de un mundo,el que mandaba San Martn, el que cruzO los An-des! Pon al fin de la hoja, una nota que diga:"Al oir esto, Rafael Obligado protest."

    2 de junioConozco en la casa del Duque de Li-cignano, Ministro de Italia y decano del Cuerpodiplomtico, al celebrado pintor de marinas Eduar-do de Martino. Es napolitano, de Sorrento, y aun-que lleva diecisiete aos de vivir en Londres noha perdido el sello de su nacionalidad: gesticula ygrita cuando habla; menciona todos los monar-cas europeos, quienes ha pintado uno 6 mscuadros; cita dos princesas que visitaron su ta-ller; nos declara que ha de encontrarse en Lon-dres, la fuerza, para el prximo 6 de agosto. Nohay forma de privarlo del uso de la palabra. Char-la, charla con un lenguaje pintoresco y fogoso,soltando frases en dialecto que hacen reir mucho los que las entienden, y que l tra-duce luego "inlingua toscana."

    Concluye ofrecindome una tarjeta grabada ar-tsticamente en Inglaterra, para que pueda yo con-currir una exposicin de cuadros, de brere dura-cin, que abrir aqu dentro de poco.

    4 de junio^Conozco otro pintor, Ballerini,quien, pesar de haberse pasado en Italia mediavida, suspira an por volver all y pasarse la otramedia, no obstante que es argentino. Esta atrac-cin eterna que Italia ejerce en cuantos la cono-cenespecialmente entre los artistas intelectua-leses elocuentsima; demuestra que es el ltimo

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    reducto de lo bello; la nacin que ms se defiendede esta oleada invasora que ahoga los antiguosdioses; que sus ciudades no transigen con lo querepresenta el ideal de las ciudades modernas y na-cientes, en las que el templo se llama "Bolsa," ylos monumentos, "Hipdromos."

    7 de junioPocos concurrentes mi tertuliasemanaria de esta noche: Martinto, Schiafno yMontero.

    Mal dispuestos, sin duda, slo censurar nosdedicamos.

    Yo censuroy todos me dan la raznla cos-

    tumbre que se observa en el cementerio de la Re-coleta de esta ciudad, para las inhumaciones. Aquno entierran (propiamente hablando); hay unasbvedas subterrneas de fcil acceso, donde se de-positan los atades; el dueo del sepulcro puedever sus muertos cuando le parezca, con sloabrir la tapa del cajn .... Aparte la ofensa lahigiene, encuentro irrespetuosa y horrible la fa-cultad de ir presenciar los progresos de la des-composicin. Por fortuna, nadie lo hace, que yosepa; limtase todo el mundo, segn entiendo, depositar flores sobre los cajonea mismos, sin si-quiera moverlos de sitio.Hay bvedas que encierran cincuenta y sesenta

    ocupantes.Les narro, entonces,^y certifico la autenticidad

    del ofrecimiento,^que cierto individuo me dijoen una ocasin en que por enfermo ya, l me vi-sitaba: i,

    "Si Ud. le sucediera una desgracia por ac,le aseguro y ofrezco un lugar en la bveda de mifamilia."

    En todas partes le ofrecen uno algo! ....

  • 10

    9 de junioAcompaado de Martinto quienestn imprimindole sus "Poesas" en la casa dePeuser,voy por segunda vez hasta los talleresde la imprenta; y mientras Martinto, con la debi-lidad imprescindible en todo autor, se extasa, ycon razr, ante los cuadernos concluidos que desu libro le muestran, yo elijo el papel especial pa-ra los ejemplares de lujo del mo. Llena la mentede ideales y de libros nuevos, que apenas se dise-an %R la atmsfera y que nos comunicamos medias Martinto y yo, abandonamos los talleres yseguimos pie lo largo de la avenida de Montesde Oca, en donde codeamos numerosos grupos deobreros, que, la pipa en los labios y la chaquetaabotonada sobre la blusa, debido al mucho fro quehace, se encaminan sus hogares sin hablar entres, con ese silencio meditativo y triste que originaen ellos su ruda labor. Y nosotros, charlamos,charlamos, mientras Venus, all arriba, en el fon-do de un cielo invernal y despejado, dice adis la tarde que se muere y parece que sonriera nuestros libros que nacen.

    De vuelta mi casa, ncuntrome una cartaacabada de llegar del Brasil, de mi jefe SnchezAzcona. Al final me narra cmo muri el Doctordel V. . . en Ro de Janeiro; y es el asunto tan pa-ttico, hcele tanto honor del V.'. . ., que quieroconsignarlo aqu.

    Era del V. . . . inspector de sanidad, y comisio-nado por el Gobierno argentino pas Ro de Ja-neiro, har un mes, despus de haber estado de-safiando con bravura la temible fiebre amarilla enlos lazaretos y estaciones cuarentnarias de estepuerto durante todo el verano pasado. Haba tra-do de Europa una muchacha francesa, que, porseguirle abandon cuanto tena. Se adoraban, alpunto, que ella viva con l bordo de un lazaretoflotante estacionado mitad de la baha exteriorde Buenos Aires. De consiguiente, ni quien pensa-

  • li-ra en separarse cuando le ordenaron l pasar alBrasil. Juntos siempre, instalronse en un barrioperdido y antihiginico de la homicida capital flu-minense (el verdadero amor se halla contento encualquier parte!) y del V. . . . dio -en el consuladoargentino un domicilio supuesto para que no fue-ran los extraos y los indiferenteslas personasde buena moral!- enturbiar su dicha. Cumplaconcienzudamente con su peligroso deber; de s-bito, falt un da, y falt cinco. Bscanle donde di-jo que viva y no lo encuentran; ni de nombre loconocan ah .... Un desconocido presntase pe-dir la correspondencia del doctor del V....; sfcle pregunta por la direccin de ste, la suministra,y el cnsul no da con ella. A los dos das, un agen-te de polica comunica al cnsul que en determi-nado sitio ha muerto un argentino; van verquin era, y result ser del V, . . .

    Los acontecimientos acaecieron de la siguientemanera: La amante de del V. . . . cay con la fie-bre amarilla, muriendo de ella en cinco das; poreso se ausent l del consulado. La atendi comoenamorado, sin separrsele ni un instante, y al en-cajonarla, le cort los cabellos, para guardarlos co-mo reliquia. En seguida, cay l con la ebre tam-bin, porque continu durmiendo y cubrindosecon las sbanas que ambos cobijaron, pesar dela enfermedad y de la muerte! .... Enteramentesolo, sin nadie que le diese una gota de agua, mu-ri su vez, las cuarenta y ocho horas. ... Aldescubrir su cadver, encontraron que oprima en-tre sus labios exanges la trenza de cabellos de suamada. . . .

    Opina Snchez Azcona que es ste un gran ar-gumento de novela, aunque la tal parecera dema-siado romntica, y nadie quizs creera posible elhecho: esa caricia de ultratumba.

    Yo, yo no opino nada; quedme bendiciendo alamor que tamaos prodigios engendra!

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    J4 de jniiioPaseando por la calle de Floridaque es el boulevard de esta ciudad,-tengo unagrata sorpresa: en la vidriera de un repertorio demsica no se ven ms que ejemplares y ejemplaresdel vals mexicano "Sobre las olas," de JuventinoRosas. Y aunque el incidente, en s, no sea sobre-natuial, ni mucho menos, m me lo parece. Peg-me al cristal y tarareo mentalmente las harmonasde la pieza que me s de coro; en tropel asltanmerecuerdos de mi tierra, ecos de risas que amo, aro-ma d^ das de campo, en San ngel, de noches debaile que concurr; siento que la vidriera, noobstante su mutismo, me sonre y acaricia, y noresisto, penetro en el establecimiento:De dnde le ha venido Ud. este vals?De Alemania.Sabe U'd. ya que es mexicano? S, seorY qu tal? se vende? agrada?Comienza venderse; lo conocen apenas. Ud.-

    viene de Mxico?Hace tiempo que vine, pero soy de all,digo'

    con orgullo, cual s se tratara de probar que soycompatriota de Wagner . . . . ; con todo, querrayo comunicar Juventino Rosas que su composi-cin ha llegado hasta el Plata, algo es algo!

    No obstante ser martes, nadie viene por la no-che. Hallme solas, encerrado en mi saloncito,junto la chimenea en que arde un sabroso fuego.S que es pueril escrilDr lo que pienso en estos mo-mentos, mas qu importa, si las obras de la ndole'de "Mi Diario" no son, en definitiva y en la ma-yora de sus pginas, sino puerilidades y egotis-mos?. ... la chimenea me tiene encantado, porque^es ma! las que hasta ahora me calentaron en losEstados Unidos y en Europa, por ser de hospede-

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    ras, nunca me satisficieron lo que sta me satis-face.

    Bien sabido es que toda chimenease ha dichoy escrito tantoconcluye siempre por imponer si-lencios momentneos en los que la rodean, assean muchos, y por monopolizar todas las miradas,que convergen hacia las brasas, aunque en reali-dad se vuelvan al pasado 6 se aventuren al futurode cada cual. La desptica atraccin, m me ha-laga esta noche. Clavo mi vista en los carbones en-cendidos y miro lo que mejor me parece: mi hogaresfumado en las brumas de la distancia y de laausencia; rostros caros, familia, nios que me tu-tean y se me encaraman porque me saben su pa-riente consentidor; una virgen enamorada cuyosojos yo s que me buscan en las negruras de la se-paracin; y luego, algunas facciones de mujeresque me quisieron, alternando con otras de las queme quieren ahora. Todo mezclado, confuso; y yoavivo el fuego, lo atormento y atenaceo, como paraque cumpla mi evocacin 6 para que con su flamala desvanezca y evapore, . . .

    15 de junioEn la catedral, visitar el monu-mento del general San Martn. Bastante bueno;con una ligera imitacin en su urna superior alsarcfago de Napolen el Grande, en los Invlidos.

    Figuran en el zcalo los escudos de las tres na-ciones las que San Martn dio vida independientey propia: Argentina, el Per y Chile.

    'Sintese respeto,yo, lo menos, lo sent,

    cerca de estos restos; las glorias de Hispanoam-rica nos pertenecen todos los hispanoamericanos.San Martn, para mi modo de ver, es mucho msgrande en su clebre entrevista de Guayaquil, queen todas sus victorias de armas, juntas, al resignarel mando en jefe del ejrcito libertador en Bolvar,ese otro astro americano de primera magnitud,

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    San Martn, entonces raya en lo sublime; resulta, ms de guerrero egregio, patriota y filsofo! Pres-cinde de una gloria vana, doma sus ambicionespersonales, las que como hombre y como generalha de haber posedo fatalmente, realiza la msgrande y difcil de las victorias: vencerse .' smismo! ! ! todo renuncia en ahorro de peligrosincalculables para sus pases ( que despus de loejecutado, no slo era argentino, era tambin chi-leno y peruano! ) y manca su obra, y va y muere, so-litario, expatriado l, que haba derramado pa-trias! en Boulogne-sur-Mer. . . .

    Su vida, su obra y su muerte, encirranse en dospalabras:

    Pro patria!

    A la noche, en casa de Oyuela, conozco Mar-tn Coronado, el aplaudido autor dramtico de laArgentina. Manifistame su asombro ppr el movi-miento literario que ha encontrado en Buenos Ai-res, despus de cinco aos de ausencia. Se marchal campo, vivir, con la resolucin firme de no es-cribir ms para el teatro. Y ahora ha vuelto, tieneun nuevo drama casi concluido, que har repre-sentar dentro de poco; antes ha de lernoslo.

    18 de junioEn la estacin del "Central," las 7 de la maana, transido de fro y con una es-copeta en mi equipaje.

    Parto una cacera, invitado por el Dr. D. Er-nesto Fras, Ministro Plenipotenciario del Uru-guay. Vamos con l, Bernard Bedout, Secretario dela Legacin de Francia, y yo.

    El viaje en el camino de hierro, sin ningn inte-rs; inmviles nueve horas dentro de un compar-timento "reservado." En un punto que se llamaMercedes, almorzamos.

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    Lleva el Dr. Fras un finsimo pointer, que meatrae por lo obediente y carioso.

    A entrambos lados de la va herrada, la Pampa,con poblados y casas intermitentes.

    Agurdannois en el paradero con un carruaje dela "estancia," en la que vamos alojarnos. (Las"estancias," en la Argentina, equivalen nuestras"haciendas" en Mxico; aqu se denomina "ha-cienda" al ganado.)

    Ya es de noche, por lo que no me entero ni jotadel aspecto de los contornos que vamos atravesan-do. Llegados la "estancia," nos sale al encuentroun mayordomo excesivamente urbano, que nosmuestra nuestros respectivos aposentos y en se-guida nos hace pasar al comedor, en el que sernossirve improvisado refrigerio. A los postres,es undecir, qu postres ni qu hojarascas!manifiestoyo mis viejos deseos de conocer, para con las demi tierra compararlas, lo ms que se pueda de fae-nas y costumbres campesinas; y mi mayordomo,solcitamente, en cuanto se levantan los manteles,presntame un genuino y legtimo "gaucho," quearmado de guitarra, cntanos una infinidad de to-nadas nacionales: "cifra," "giieya," "gato," "mi-longa," "baile de dos," qu s yo cunto ms. . .

    Es este gaucho un tipo soberbio de hombre, fsi-camente hablando: alto, fuerte, moreno, con bue-na barba y muy expresivos ojos; con un detalleque siempre me ha seducido en los hombres quelo poseen: mira su interlocutor con simptica al-tanera. Su pergeo es el clsico, el que se halla punto de perderse para siempre, pesar de lo pin-toresco y de lo caracterstico que es: sombrero defieltro, pequeo y portado un tanto hacia la coro-nilla, cranement; despeinado el luengo cabello quecubre la nuca, medio oculta las orejas y se junta la barba sedea, descuidada y neptuniana; cha-queta recia y camisa deshilada; alrededor del cue-

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    lio, las sueltas puntas desempeando oficios deguas de corbata, un anudado pauelo de seda; la cintura, el "tirador," que es idntico en elcorte y en lo ancho, y en los bolsillos que escon-de, los cinturones de cuero que gastan nuestrosarrieros la antigua,salvo la profusin de mo-nedas que esmalta el "tirador:" (de plata por locomn,) pesos duros y medios pesos; en ocasiones,oro, doblones, onzas, centenes, si el dueo es adi-nerado; en la cintura, por atrs, el "facn," que estrmino medio entre daga y machete, corto paramachete y largo para daga, el cual, es fama, sabeel gaucho manejar con rara destreza; los panta-lones, amplsimos, tirando pantalones de zuavoy llamados "chirip," recogidos la mitad de lapantorrilla por la bota de potro, que no estila sue-la ni costuras, que se amolda por desecacin al piey la pierna los que abriga y defiende ma-ravilla,desde que se calza'por primera vez, cuan-do se sacrific el potrillo recin nacido, antes,hasta que por inservibles se desechan. La insepa-rable y necesaria espuela, de ancha rodaja, aunquemucho menor que la de nuestros vaqueros y cha-rros, suele ser de plata. Embrocado al hombro,el poncho de vicua, impermeaible, terso, abrigadory un solo color, por lo general claro, con grandesflecos. Raramente, la manta, de vicua tambin, pe-ro ms angosta que el poncho y sin bocamanga.En la mueca, el rebenque, un azote de verga, deplateada empuadura homicida, rellena de plomo.Por extraordinaria excepcin,-la regla es cargar-las caballo,las "boleadoras" la cintura, sobreel "tirador;" tremenda arma arrojadiza, que lomismo "manea" una res, un caballo, un avestruz,que mata un hombre; el arma legendaria de los"mazorqueros" de Rosis; uno de los prodigios dela habilidad humana cuando bien se maneja.

    Si son como ste todos los gauchos que an per-sisten en vivir, deben ser, en efecto, cautivante

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    tipo masculino de una raza que se va, b no se haido ya. . . .A rengln seguido del gaucho, un hermano del

    mayordomo, Polinisio de nombre, en serio!coge la guitarra y nos regala con canciones crio-llas; nos canta una "milonga" patritico-narrati-va de la revolucin del 80. Obligmosle que larepita por lo que ha gustado los oyentes abor-genes; la letra les hace cosquillas, pesar de lomedianeja que es,en el inquieto sitio en que nosduele todos los que de godos descendemos: el si-tio de las revoluciones y pronunciamientos:

    ". . . . revolcndose en su sangre,

    "antes de expirar, decan:"

    Viva, viva Buenos Aires!...."

    A los pocos instantes, e que Bedout y yo nosalistamos para acostarnos, confisame Bedout queno ha entendido ni palabra de lo conversado, can-tado y redo:^Et, pourtant, ca avait Fair d'tre trs drole,

    pas?. . .

    .

    Doyle por respuesta apagar la vela y aconsejarleque se emboce hasta los ojos. En la habitacin rei-nan las tinieblas y el fro del Polo!

    Bedout ha pasado cinco aos en el Japn, de se-cretario diplomtico tambin, instigado por mcomienza charlarme sobre aquel interesantsimopas. Cuntame muchas cosas que yo ignoraba, ymuchas que ya saba, por ejemplo: que nadie toma mal el que los individuos de las legaciones ex-tranjeras vivan en pequeo serrallo de japonesas:dos, tres ms, segn sus posibles respectivos.Despus, habame con entusiasmo del arte japons,en el que me parece bastante versado; luego, de losterremotos y de los siniestros que los acompaan.Con espeluznantes detalles nrrame uno, que setrag varios kilmetros de superficie; gente, anl-

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    males, rboles, edificios, todo desapareca dentrode las fauces del enloquecido gigante Atlas. El,Bedout, durante sus cinco aos de permanencia,padeci ms de ciento y cincuenta! !!....Y oir narracin semejante al travs de las den-

    sas sombras del aposento, teniendo que adivinarel rumbo de donde parte la voz que horrores tama-os me cuenta, mientras afuera, en la Pampa in-conmensurable, silba huracanado viento y un rumorimponente y ronco de caballos en carrera lejana ysalvaje, estremece la tierra, prodceme un pavorartstico, cual si viera yo, con fantstica luz ilu-minadas, las obras de Edgard Alian Poe, ilustra-das por un Gustavo Dor imposible. , . .

    19 de junio (Estancia de "El Dorado.") Le-vantado desde muy de maana, bajo una tempera-tura que hara honor Irkutsk y sin otros mediospara combatirla que los abrigos que hemos tradoy el ejercicio corporal que nos entregaremos lue-go; de chimenea 6 estufa, ni asomos! Los habitan-tes de la casa, habituados lo's extremos de su cli-ma, entran, salen, discurren por el jardinillo cualsi se encontrasen dentro de un invernadero, y opi-nan que la maana "est fresca." Vaya si estfresca!

    Invtanme desayunar una carne que lla-man "churrasco," y renuncio; nunca he podido to-mar nada con grasa en las maanas temprano;reclamo una taza de t.A poco, instalados en rstico breaJk y diz que en

    traje de carcter, partimos la cacera.Voy resuelto no cazar, porque no s y porque

    a priori me ha repugnado siempre el noble y feu-dal ejercicio, que, se me antoja, propio exclusiva-mente de crueles y primitivos, legado de nuestroexcelentes choznos, los moradores de cavernas, y

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    quienes yo, sin embargo, les beso las manos.. . .

    De repente, detinese el carruaje: Ab estn las perdices! . . .

    gritan nuestros

    guas y acompaantes.Hay unos segundos caticos; confundidos, nos

    precipitamos Fras, Bedout, yo, las escopetas y elpointer "Len;" ste ltimo corre frentico, la na-riz rozando la hierba, volviendo el rostro hacia suamo.

    . . . unas cuantas varas, prase rgido, sinapartar ya su mirar del amo, inquieta la cola,en el aire la mano derecha, fiexionada; una postu-ra inteligente y primorosa. Azzale Fras, vuelauna ave azorada, suenan dos disparos, cae heridala perdiz y "Len" vinese depositarla nues-tros pies sin causarle dao, entre las fauces abier-tas, con delicadezas de nurse britana de dogo deSan Bernardo. Yo he permanecido inmvil, con miescopeta cargada; asegranme los dems que lacacera ha principiado y que el da promete sermagnco.No tardan dos perdices ms en ver interrumpido

    su vuelo libre por otros tantos disparos certeros;contino sin tirar. Entonces Bedout aconsjame,atenta mi virginidad cinegtica (ay! la postrimeravirginidad que me queda! ) que ensaye yotirando primero alguno de los pajarracos de ra-pia que por cima de nuestras cabezas rondan lasperdices que vamos sacrificando. Me echo el fusil la cara, disparo, y en lugar de doblar pajarracoalguno por poco me mato! . . . Inexperto en es-tos achaques, he disparado simultneamente losdos caones de la escopeta.

    Resulvese que nos despleguemos en tiradores,y tcame en suerte el ala derecha; Fras, con superro, queda en el centro, y Bedout parte por laizquierda. Benito, criado de Fras y caballero enmenguado rocn, es comisionado para recorrer lalnea y atendernos en lo que ofrecrsenos pue-da

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    Miro, lo lejos, pacer ganado vacuno, infor-mme con el mayordomo que nos acompaa de sino ofrecen peligros vecindades semejantes.

    ^No, ninguno; estn acostumbrados vergente!Al hombro, armas! y adelante.Camino, camino mucho, hollando csped y sin

    vislumbre de perdices.Hallme en medio de la Pampa y me siento im-

    presionado.La Pampa, sobre todo en el primer momento, es

    majestuosa, severa, infinita; por doquier rece layerba con ondulaciones y rumores casi poticos.La vista se asombra ante la verde inmensidad dela llanura, el horizonte queda distancia y mi- ce-rebro piensa en cosas gigantescas, grandiosas:aquello es un ocano de tierra! Luego, el asombrocede el puesto la tristeza. ... ni un rbol, niuna mata, ni un cerro, ni una casa; nada, nada,nada....! A lo sumo, puntos negros y movedi-zos: es el ganado que pace 6 se recuesta. Y lo queal principio me entusiasm, ahora me amilana; vl-nenme ideas de persecuciones horrendas, de tor-mentos inquisitoriales; la sombra misma de Rosasy de su "mazorca," como que an cruzara porall, acompaada de la desolacin y del espanto.Hasta el csped, que gracias al viento que lo aca-ricia y doblega, inclnase hacia un lado, pareceque conmigo opinara y que asintiera cuanto voypensando ....De improviso, descubro una perdiz hambrienta

    y confiada, que picotea cerca de m en el pasto se-co y enhiesto. Vienen por tierra mis humanitariospropsitos, algo raro experimento que me impele destruirla; apuntle contra toda regla, sin aguar-dar que alce el vuelo, y tan boca de jarro ledisparo, que slo sus plumas la sobreviven, revo-loteando por los aires. La he deshecho, y reconz-come brbaro y salvaje. Sigo avanzando, y otra

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    |;)eriz, en circunstancias idnticas, sleme al paso.Vuelvo empuar mi arma, estoy ms lejos, dis-paro y la derribo. Oficiando de perro, aproximme4 levantarla pues la creo bien muerta, y n, estagonizante, con un ronquido dbil que coge el al-ma, sus ojillos tristsimos vueltos la altura.Mi mano izquierda la sirve de lecho mortuorio, allexpira, mirndome con dulce mirar de bestia in-ofensiva y pequea que no coinprende lo que le su-cede ni por qu le sucede. . . . me juro no cazarms perdices!

    Despus del almuerzo en la estancia, salimosde nuevo al campo en busca de venados, armadosnosotros de rifles en esta vez.

    De veras gozo con este gnero de cacera, llenade emociones y en la que no se presencian los re-sultados inmediatos de los disparos, A cada ratohay que correr pie, caballo, en carruaje; loavenados, heridos, se levantan, caen, huyen, lo de-jan uno sin consuelo y no se asiste su agona.Fras ha dado muerte un venado y una ga-ma; casi al partir de la tarde, yo le rompo unapierna honrossima distancia un venadode tres aos, segn rezan sus astas. Van traer-lo los de caballo, y cuando el mayordomo lo de-gella, procuro no hallarme junto al bicho que llo-ra y patalea, y mucho menos degollarlo yo en per-sona como me lo aconsejan los circunstantes, porser de ritual, lo que parece, que el que dobla una pieza la ultime por mano propia. Todos mefelicitan, mas al notar mi ningn entusiasmo opi-nan que no servir para cazador.

    Estamos en el instante ms solemne de la Pam-pa: el crepsculo vespertino! Con la tarde que seva, domnanos una sensacin extraa: respeto, pie-dad y recogimiento; hasta parceme que todoshablamos en voz baja, temerosos de romper la har-mona grandiosa del conjunto fsico indescripti-ble. La mstica hermosura nos subyuga, aunque^

  • 22tan respetada en el mundo cientfico, no es de l>es de un espaol tronado que le vendi los manus-

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    criiptos en das de miseria. Llega llamarlo, en elcalor de la controversia que con los dems argentinossostiene Vega Belgrano causa de su valiente afir-macin, un ignorante y un vulgar! . . . .Ante miamenaza de que consignar en este "Diario" mosus palabras, se crece y entusiasma:

    "Dgalo Ud.,exclama,la verdad antes quela patriotera! y agregue que yo sostengo lo si-guiente: Carlos Calvo podr ser un nombre peron un hombre!"

    8 de julio-Como esta noche en la casa de unadama italiana, que, los postres y por va de pasa-tiempo, obsequame con decirme la buena ventura,leyendo en la palma de mi mano las lneas de lavida. . . Resulta que morir, all por los cin-cuenta aos, y que los cuarenta y cinco, ms menos, un suceso anormal y grave pondr mis dasen serio peligro

    . . . Todos remos de la prediccinquin cree en esas cosas?. . . . pero en el fondo,en ese fondo infantil y medroso que todos posee-mos por ignorantes imperfectos, yo creo algo enla profeca y quedo preocupado, con malestar mo-nos fsico que moral, en el resto de la mundanavelada.

    9 de julioSegunda y ltima fiesta anual ar-gentina; hoy es el aniversario de la consumacinde su independencia.

    Por continuar de Encargado de Negocios, asistoen unin de Adolfo Mujica y Syago,segundosecretario,al Te Deum en la Catedral y presen-ciar desde los balcones de la Casa de Gobierno elmilitar desfile.

    Por la noche, al teatro de la Opera, en el palcodel Presidente de la Repblica.

    El espectculo da comienzo con el himno nado-

  • so-

    nal argentino que todo el pblico escucha de pie,mientras lo cantan los artistas en traje de hu-gonotes!

    porque en seguida cantarn la partitura

    de este nombre. No transijo con ese disfraz que enmi sentir amengua la solemnidad del himno. Qutienen que hacer unos hugonotes convencionalescon la epopeya suramericana, que el himno argen-tino ensalza en su msica y en sus versos? B infr-manme que esta costumbre es ya inveterada; losartistas entonan siempre el himno nacional vis-tiendo el traje de que han de echar mano paracantar la pera anunciada, sea la que fuere.No muy bien dispuesto de nimo, con nadie ha-

    blo en el palco y distrado escucho la particin deMeyerbeer; las mismas seoras y seoritas queadornan el local con su presencia, atractivos perso-nales y galas, no me halagan la vista como enotras veces; en cambio, despirtanme estrafala-rias ideas. Desde hace tiempo que las grandesagrupaciones femeninas de cualquiera parte,noobstante mi idolatra ciega poT ese sexo,me ins-piran algo que no es precisamente repugnancia,aunque mucho se le asemeje; sin quererlo, piensoen las miserias de todos rdenes que se hallansujetas, y ocrreseme que slo debiramos adorar-las como las obras maestras (ninguna hay com-parable con la mujer) de los museos: con la vistay distancia! ....

    Cuando las bailarinas aparecen en el escenario,y que los anteojos, encendidos casi, convergen itraicionando la rabiosa concupiscencia de los mas-culinos, yo no imito mis congneres, los observo,porque nunca he encontrado artstico ni siquieraprovocativo un cuerpo de baile. Las piernas ner-vudas y deformes de las toiles, por causa de sugimnstico ejercicio profesional; los corpinos yenaguillas, que nada ocultan; los movimientos dis-locados y funambulescos que se entregan, dis-gstanme sobre manera. Prefiero los orienta-

  • si-les; tumbados sobre cojines, miran bailar mujeresvrgenes poco maltratadas por las refriegas deamor, de intachables formas, que una gasa, lavez muestra y oculta, como en los sueos! . . . Lue-go, una seal, las poseen en el misterio perfuma-do del harem, mientras los eunucos insensiblescuidan de su seor, y con algo de nostalgia por elplacer que desconocen, sonren, sonren de que lamateria las bestias nos equipare. . .De pronto, en el palco, hace irrupcin un coro-

    nel britnico, de uniforme. Ignorante de que hayaen Buenos Aires fuerzas de la Gran Bretaa, pre-gunto quin es:Es el coronel Goldschmidt, antiguo edecn del

    prncipe de Gales y actual representante del barnde Hirsh, el que coloniza con judos.Y me huele el palco libras esterinas amasadas

    con lgrimas

    12 de julioMuy concurrido mi martes litera-rio. Algunos nuevos, entre ellos un francs, Alfre-do Ebelot, establecido en la Argentina hace vein-tids aos. Siempre fu literato y republicano; es-tuvo mucho tiempo de secretario de redaccin enla conocidsima "Revue des Deux Mondes," de Pa-rs; es autor de varios libros; el ltimo es "LaPampa," en castellano, con el que personalmenteme obsequia ponindole afectuosa dedicatoria. Va ser mi crtico en la "Revista" de Carlos VegaBelgrano; ha ledo mi "Del Natural" y juzgar"Apariencias."

    Es simptico y parece franco; ya es de algunaedad. Carlos Vega Belgrano me lo encomia comoilustrado y competente.

    16 de julioEn casa de Rafael Obligado; so-mos pocos.

  • A media noche retranse los concurrentes y mequedo yo solas con el poeta, en un momento deexpansin ntima. Me lee versos suyos, de los vie-jos; confisame que est enamorado de su compo-sicin intitulada: "Las quintas de mi tiempo," ydespus, nos comunicamos mutuamente nuestrasdebilidades artsticas, esos cultos momentneos portal cual detalle de la obra en ei yunque, los de-leites solitarios ante una estrofa harmnica 6 unapgina terminada gusto. Confisame luego, quees perezoso para la labor literaria; hasta se memanifiesta un tanto escptico; y al separarnos quefusivo nuestro apretn de manos, tutendonossiempre, unidos y bien unidos por una corrientede recproca simpata! Lo quiero mucho.

    17 de julio^En una reunin de confianza conoz-co al hermano de Balmaceda, el presidente de Chi-le que se suicid cuando el triunfo de la recien-te revolucin del partido parlamentario en aque-lla Repblica.. Disimuladamente interrogo al her-mano del muerto sobre la tremenda y recin apa-gada lucha, y me la narra toda, con detalles horri-bles, sus recuerdos muy vivos an, sus heridas sinesperanza de cicatrizar, pceme que aunque suhermano nunca fu partidario en teora del suici-dio, l s crey que se matara al verse derrotado;que era un hombre de gran carcter, encumbradogracias sus mritos y propios esfuerzos.

    Estos chilenos, en sus luchas, son ms impla-cables y crueles que el resto de los hispanoameri-canos,

    que ya lo somos de sobra!Ser por lo

    mucho que de araucanos conservan?. . .

    18 de julioCon el Ministro de Austria, barnde Salzberg, de visita en el estudio transitorio delclebre de Martino, en la calle del General Lava-

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    lie. Nos muestra algunos cuadres al leo,dos doellos magnficos!

    -y muchas acuarelas. Salzberg,al fin, compra una de ellas, y de Martino me ofre-ce de regalo un boceto suyo que me pintar en unatarjeta; exgeme que sta le ponga yo marco.

    Tiene un momento de intimidad; nos ensealos retratos de su esposa y de sus hijos, asegurn-donos que Romeo, su nico varn, est salindole.artista, un artista que superar al padre. Luego,nos comunica que se halla por terminar su granobra: la Vida de Nelson! Lleva ya siete cuadros,slo tres le faltan, y cuando los concluya podrretirarse vivir tranquilo de sus rentas y de sustriunfos.

    Tambin l lleva un "diario;" nos lee una delas ltimas hojas, el naufragio de la "Rosales"^elbu^que de guerra argentino perdido hace poco,

    y

    en cada lnea asoma su temperamento de viejo ma-rino que se conmueve ante uno de estos siniestros,y me su pesar, se acuerda de los peligros con-jurados, de los compaeros muertos, de las borras-cas y averas, de los esponsales con la muerte quetodo marino celebra al embarcarse; esponsales queen la mayora de las ocasiones, quedan por cimade la novia, de la madre, de la esposa, de los hi-jos, de la patria. . .

    Despus de una hora, salimos del estudio; deMartino nos acompaa hasta la puerta y en ellanos despide con su pintoresco acento napolitano:Ciao, carissime, cao! Trnate pronto.

    Comenc y conclu el prlogo de mis "Impresio-nes y Recuerdos." Conozco, sin embargo, que hmenester de dos tres meses de reposo

    19 de julioTristsimo- aniversario el del da dehoy! No puedo consagrarle todos m.is recuerdos,

    -- ' '. :

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    22 de julioA bordo del "Equateur," rumbo Ro de Janeiro, con las molestias y trastornos con-siguientes todos los viajes. Por escasez de aguaen el puerto, se pospone la partida hasta las 5 dela madrugada.

    Ar obscurecer comemos, en la mesa del coman-dante, mi secretaria de legacin,no yo!y fren-te de ella, dos religiosas francesas que se persig-nan al principiar su sopa. Luego de comer, bajo caminar en tierra firme; decididamente, la tierr.inos atrae por ms que maldigamos de ella. Resuel-to acostarme, vuelvo al "Equateur" en dondeme avisan que un oficial de la marina chilena meespera hace rato. Hablo con l, lo enva AdolfoGuerrero, el Ministro de Chile en la Argentina, des-de el derrocamiento de Balmaceda por el parla-mentarismo, para que vaya yo conocer el aco-razado "Presidente Pinto," entrado en el puertoesta misma tarde. Y lo largo de la drsena ne-gra, con sus "pescantes" gigantescos, sus embar-caciones atracadas como inmensos pulpos que enlas sombras y medio salir de las aguas acecha-ran su presa, caminamos el oficial y yo, hablandoapenas. Cruzamos, primero, la cubierta de un va-por carbonero; en seguida, una insegura tabla nosda acceso al "Presidente Pinto."

    Presntame Guerrero al capitn y la esporade ste que por excepcin lo ha acompaado deEuropa ac; y consignndome despus otro ofi-cial de bordo, visito de arriba abajo el flaman-te acorazado chileno.

    Lo hallo odioso, como odiosas resltanme todaslas perfeccionadas mquinas modernas de destruc-cin humana; mientras ms terribles son, msantipticas se me antojan, as sean mexicanas extranjeras. Todo el respieto que me infunde el pa-cfico y civilizador vapor mercante, trucase eninquina al contemplar estos monstruos hambrien-

  • tos y homicidas que denominamos buques deguerra.

    Mas como yo no he de corregir el mundo, de de-clarar tengo que el "Presidente Pinto" rene cuan-to este respecto se ha descubierto y mejorado;es una maravilla de. . . crueldad! Lo visito n-tegro; lo mismo la torre de combate que los ca-ones de tiro rpido y de 15 centmetros de dime-tro; los sitios en que yacen, erectos, los rifles Man-licher, los revlvers y los sables de abordaje, quela sala en que conversan y ren los Guardias-ma-rinas; los camarotes de la oficialidad, (con retra-tos de mujeres algunos, retratos que no pueden de-terminarse en la rapidez de la visita pero que re-parten un perceptible perfume del amor femeninoen todas sus manifestaciones, desde el de la madreel ms santo!^hasta el de la prostitutael m^sespantoso y temible! Lo mismo visito,

    deca,esos camarotes ique el lugar en que duermela tripulacin, abajo, (entrepuente?), ciento ycincuenta individuos que parecen amortajados den-tro de las suspendidas hamacas que ahora mecensus sueos y que, durante las travesas, han deoscilar con encrespamientos . A la escasa luz conque yo diviso el cuadro, antjaseme ste un flotan-te cementerio egipcio; y si no mirara de vez encuando el pie desnudo de alguno de los durmien-tes un torpedo en su forma de desarrollada an-guila, ni oyera ronquidos vigorosos, la ilusin se-ra completa.

    Luego, en la cubierta, los proyectores elctricoslanzan sus rayos luminosos inquisidores, hastacinco millas de distancia. Y por unos instantes,aquello es fantstico: los dos chorros de luz tanpronto se posan en las cofaserizadas de ametra-lladoras,como azotan el ro; tan pronto sorpren-den las apiadas casucas ribereas, como alcanzanun buque que se marcha lentamente en las ne-gruras de la noche; tan pronto se cuelan por las

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    calles de Buenos' Aires, como se estrellan -en las c-pulas de los templos metropolitanos. . . Bajamos;el 2o. co'mandante manda servir una botella deChampagne, y, ya al despedirnos, observo en losdepartamentos del comandante en jefe

    puesto

    con gran lujoun piano y una gorra de chiquillo,Trae usted nios, comandante?S, mis hijos que fueron conmigo Europa

    4 recibir el barco; por eso tambin viene la se-ora.

    Los cuatro nios durmiendo en el acorazado lavida junto lo que siembra )a muerte! me hacenaugurarle al "Presidente Pinto" que se muera depolilla y Tejez en a;lgn puerto de su patria; queestos nios que en su vientre conduce, lo librende nunca mancharse con sangre humana.

    23 de julio(A bordo del "Equateur," de lasFMensajeras Martimas.) Encallados desde esta ma-ana las 8, unas millas de Buenos Aires. Nadaparticular. Por la noche. Jas luces del puerto nosproporcionan un lindo panorama. Cree el capitn^ue partiremos maana, ora descargando un i>oco,ora fuerza de remolcadores.A pensar, en mi silla,Se habrn puesto la venta mis "Aparen-

    cip.s"? Amohname no haberlo presenciado;qu dlantre no en balde un libro nuestro nos ha-ce gozar y sufrir quince meses largo. , . . que-rramos darle los ltimos consejos y las recomen-aciones X)Strim(Bras, apercibirlo para el combate^timolarlo

    :

    "Parte, hijo mo, y ar fuerte f Ve divertiral pblico, el grueso pbMeo torpe indispensableporque tiene el criterio en el bolsillo; porque sindinero, nadie, ni los literatos viviramos, y el d-Jiero l lo posee y reparte su capricho; l, esaipasa cruel, hipcrita,, annima, mltiple, que Inun-

  • da y domina el universo; los ignorantes, las media-nas, los impotentes, los analfabetas y las mistifi-caciones; alguno que otro honrado inteligente,vale decir, la excepcin confirmando la regla, ex-cepcin que sin embargo es la amada de los auto-res aunque no la conozcan, quizs precisamentepor eso! .... Puesto que ello es preciso, saldalos,pero tambin, desprecalos si se ofrece! . . . Pocoste entendern, menos han de querer entenderte, ymenos todava habrn de amarte! ... Si los mate entendieran, leeran lo que en invisibles carac-teres escrib entre tus renglones:El nico con-suelo del literato de verdad en Hispanoamrica en-cirrase en dos cosas: en el placer inefable delengendramiento, todos los detalles y naderas queembriagan y acarician nuestro propio temperamen-to; y en la satisfaccin ntima y un tanto vanido-sa de sentirnos superiores al pblico

    oh, el p-

    blico!

    por cima de lo comn y lo groseroaun-que nosotros hayamos cado y no podamos volver levantarnos; ya nos hemos levantado antes, yahemos hecho obra (privilegio del que no todosdisfrutan por mucho que lo intenten y deseen!)por cima de los interlecutores que hay que sufrir, los que sin equivocarnos calificamos in pectorecon el solo calificativo que son acreedores:GANSOS!!! "

    24 de julio (A bordo del "Bquateur.") Varadostodo el da y la noche toda, mascando el fastidio,fumando el fastidio, respirando el fastidio.

    25 de julio(A hordo del "Bquateur.") A las6 y ^ de la maana salimos al fin de la varadu-ra, aunque para cargar de nuevo las mercancasde que ayer nos aligeramos, volvemos & detener-nos. Es hoy el tercer da que perdemos en el puer-

  • to; hasta las 9 y 5 minutos de la noche no em-prendemos la marcha.Lo que nunca me imagin, ocrreme sin embar-

    go: simpatizo tanto con las religiosas que en elbarco viajan, que charlamos menudo, en la me-jor harmona. Encantado eistoy, porque me repre-sentan un tipo que me era totalmente desconocidoy que estudio lo mejor que puedo. Los Goncourt,de cuya compaa impresa vengo disfrutando,

    estudiaron en su Soeiir Philomne la hermanade la caridad en el hospital; mas las religiosas deque yo me ocupo, mis compaeras de travesa, per-tenecen la clase de "educatrices," de conducto-ras de la niez femenina y acomodada, en esosvastos planteles modernos que son tan admirab'esen . . . .su exterior

    !

    Bien pudiera ser que me trajeran, con su tra-to, el argumento de una novela que hace tiempome inquieta el cerebro, en la que figurara mu-cho un convento, un corazn en agona, la muer-te de una monja y el nacimiento de una njujer.

    La hlice me est invitando ir la cama,' voy, acostarme, no pensar. Comienzo dis'frutarde vacaciones mentales, las que necesitaba despusde "Apariencias."

    La ociosidad de los viajes es beneficiosa para losque trabajamos con la cabeza.

    26 de julio (A bordo del "Equateur.") An-clados todo el da, frente Montevideo. A las8 de la noich'e las levamos; estamos ahora en ple-no ocano.

    30 de julio (A bordo del "Equateur.") Ho-rriblemente mareado hasta hoy, medio muerto, sinideas, ni. movimiento, ni nada, maldiciendo de es-te viejo irresponsable mar.

  • 41

    Acabamos de entrar en el puerto de Ro de Ja-neiro; nos hallamos anclados en este instante en.medio de su baha maravil'losa; el panorama es in-comparable! Surge una porcin de lucecitas de lasplayas vecinas, la luna argntea el conjunto, y, conespasmos, se baa muy blandamente en las olasinquietas. Con cunta razn es este puerto el pri-mero del mundo, despus de los Dardanelos! todol es belleza y belleza grandsima T Lstima quesea tan malsano; sin sus enfermedades, sera unparaso. Pero siempre los contrastes amargos,siempre la vida ofrecindonos cuanto de ms idealapetecemos, para otorgarnos, en cambio y al fin,un dolor la muerte. . . .Dos ocasiones van con sta que contemplo de

    noche el oriental espectculo de Ro de Janeiro,desde su oaha, y las dos me han producido im-presin idntica: el secreto deseo de arrodillarmefrente belleza tanta; belleza que hace enmude-cer, pensar en el Divino Artfice, oculto all. . .en dndie? quin sabe si no dentro denosotros mismos, en nuestra alma, la renegada delos necios y de los que se animalizan!

    Los espectculos de esta magnitud tienen quevolver creyentes an los incrdulos ms honra-dos, y por eso, por su misma honradez, ms des-venturados.La propia naturaleza grita que cree.Es el CREDO ! ! ! elocuente y mudo de las co-

    sas grandes!

    Antes de recogerme en mi camarote, realizo unatentacin. En los W. C. de bordo, hay un pobreviejo encargado de mantenerlos aseados, es decir,con el ltimo de los oficios posibles. Su nica dis-traccin, su sola amigaall donde l se conserva,sin obtener ms que una que otra mirada indife-rente de los que entran y salen,^es una pipa de

  • madera que chupa con delicia cuando nadie lo ob-serva y que oprime entre sus manos cuando al-guien se aproxima. . . Pobre viejo! Cuntas con-fidencias no le har al tenerla entre sus labios, alesconderla, al cargarla con un puado de tabacoque le significa un sacrificio! ... Y pienso en suniez,que l ha de divisar muy esfumada en susrecuerdos,cuando posea padres y afectos y di-cha. Quiz tenga familia; una familia miserableen algn rincn de su patria lejana, la cual, sinembargo, ha de trocar en da de fiesta el da desus regresos, unos regresos incoloros, sin regalos,

    sin dinero, sin propinas quin ha de obsequiarlocon stas ni por qu?

    Lo pillo en un buen momento, est dormitando,su pipa siempre entre las manos. Lo despierto, yal contemplarme, azorado por mi actitud,creerque voy exigirle mayor aseo,le regalo un fran-co Nada puede decirme al pronto, mirandola moneda; mientras, yo me escurro por los corre-dores. Tiene tiempo de serenarse; alarga el cue-llo, y su voz temblona y conmovida me halaga, mepremia, la escucho acostado an:Merci mon cher Monsieur, merci . . . .

    !

    31 de julioDespus del almuerzo, bordo,despedida del comandante y oficialidad del "Equa-teur;" de los compaeros de viaje, que vecesno nos encontraremos nunca ms, que veces sonel preludio de amistades posteriores y duraderas.En ligero remolcador cruzo la baha, que parece

    temblar de voluptuosidad extrahumana con las ca-ricias de este, sol, paradisiacamente recostado entoda ella.

    Cuadro admirable!Hay efectos de luz y claro-obscuro; hay infinidad

    de islas llenas de palmeras y bordadas de casitascomo gaviotas que descansaran; edificios que ren

  • 43

    y sin cesar se miran en las ondas que los besan ybesan con castos besos rumorosos.En la orilla, tomo un tren especial que me con-

    duce hasta Petrpol; dos horas de continua ascen-cin en camino de hierro empinadsimo, de cre-maUre, como los de Suiza; vegetacin tropical yexuberante, muy parecida la de nuestro caminode Veracruz en su parte trrida, una vegetacinque se cuela por los ventanillos de los ^coches; elambiente, impregnado de aromas, la tierra de sa-via, las plantas, congestionadas de vida y de colo-res.

    Al saltar del tren, para disfrutar de la tarde,encaminme pie al hotel de "Braganca," cos-teando el ro artificial que serpea por la ciudad yla embellece.De sobremesa, en el "Braganyn," charla ntima,

    con mi jefe y su esposa, que sazonamos con ciga-rrillos turcos y cerveza aiemana.Y ahora,Cerca de la media noche,estoy pla-

    meando en el propio cuarto que ocup el ltimoseptiembre, cuando mi primer viaje al Brasil. Cie-rro el "Diario," porque abajo, en el saln, unosportugueses cantan un flamenco, -que ni en. . . .Plandes se aguantara.

    2 de agostoRecibo y copio:'No. 12, Ra de Ollnda. (Botafogo.)"Mon cher ami:"J'apprends avec un vif plaisir votre arrive et

    "vous prie de me laisser savoir si vous comptez ve-

    "nir prochainement Rio et pour combien de temps."Outre le dsir de vous voir et de vous prsen-

    "ter quelques uns de mes amis, j'ai m'entretenir"avec vous d'un sujet qui m'occupe en ce moment*'et pour lequel j'espere vous me serez utile avec

  • ^4

    *'votre exprience littraire et votre connaissance

    **de nos pays d'Amrique."Croyez nioi tres sincerement.

    "Bien a vous."Joaquim Nabuco."

    Explicar quin es Joaqun Nabuco, pareceraocioso los suramericanos que ms cerca le que-dan, como argentinos, "orientales" 6 uruguayos, suscompatriotas los brasileos, y uno que otro, sal-teado, de los que las letras se dedican en laAmrica meridional 6 septentrional Sin em-bargo, la explicacin no huelga, pues, desdichada-mente, nos hallamos muy lejos los unos de losotros,mucho ms en lo intelectual y literario queen lo geogrfico, que ya es bastante!en estaAmrica nuestra; fuera de los pases vecinos inme-diatamente ( pesar de la vecindad inmediata ig-noran todava ms de una cosa que debieran sa-ber de como!), los dems no nos conocemos ni si-quiera al travs de la garrulera de nuestros dia-rios de la nebulosidad presuntuosa de nuestrasrevistas blancas, azules, modernas precursoras.No sabemos nada! ... Lo que es peor no que-remos saberlo!!! Que se nos hable de Europa ycosas europeas,lo que no queda nuestro alcan-ce ni por educacin ni por otra infinidad de cap-tulosy entonces aplaudimos, llegamos al pasmo

    bouche beante de los salvajes que se deslumhranpor baratijas cuyos reflejos y mecanismos descono-cen; pero hablar de Amrica, de Amrica espao-la, de nuestra Amrica! .... vamos, hombre, queno tienen perdn de Dios ni el que habla ni elque escucha.

    . . No quite usted el tiempo, no seausted cursi, ni "cargoso"! ....Y el Alma de Hispanoamrica contina vagando

    desolada y sin consuelo por nuestras esterilidadesespirituales, por nuestros solitarios bosques vrge-

  • 45

    nes, por encima de nuestras ciudades abigarradasy por entre los renglones de nuestras produccionesimitativas y reflejas, en su gran mayora.

    Digo, pues, que Joaqun Nabuco es una de lasms interesantes figuras contemporneas de laAmrica latina. Su intelectualidad, cultivadsima,descuella en la oratoria, es un verdadero prncipedel verbo; y uno de sus mejores triunfos en esalnea es nada menos que haber contribuido, pode-rosisimamente, la abolicin de la esclavitud en elBrasil! La gratitud nacional ;rara avis! lo ha pre-miado bautizando con su nombre, desde entoncesjustamente ilustre, una de las principales calles deRo de Janeiro. Es, adems, un letrado de real m-rito y lo que los brasileos denominan un "polgra-fo."

    Es de un comercio agradable y modesto, en oca-siones instructivo sin petulancia; en fsico es ca-si tan agradable como en su comercio: moreno, al-to, elegante, de palidez tropical y de modales refi-nados; hablia varias lenguas, el francs con maes-tra.

    Yo lo conoc y trat en las reuniones semanariasde Rafael Obligado; y me felicito ntimamente dehaber recibido carta tan cordial suya, con la cualse demuestra que no me enga entonces, al supo-ner que la gran simpata que supo inspirarme, lme la corresponde.

    7 de agosto (Petrpoli.) Una semana incolora,en el colmo de la higiene; con sensaciones fsicasen lugar de ideas, montando caballo, haciendoinmensas caminatas pie, tratando de robustecermi bestia.He ido por dos veces Ro de Janeiro y me ha

    causado la impresin mismsima que me caus elao pasado: horror invencible, profundo, irracionalpor lo enorme. Me parece que aquello no es un si-

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    *'votre exprience littraire et votre connaissance

    "de nos pays d'Amrique."Croyez mol tres slncerement."Bien a vous.

    "Joaquim Nabuco."

    Explicar quin es Joaqun Nabuco, pareceraocioso los suramericanos que ms cerca le que-dan, como argentinos, "orientales" uruguayos, suscompatriotas los brasileos, y uno que otro, sal-teado, de los que las letras se dedican en laAmrica meridional 6 septentrional Sin em-bargo, la explicacin no huelga, pues, desdichada-mente, nos hallamos muy lejos los unos de losotros,mucho ms en lo intelectual y literario queen lo geogrfico, que ya es bastante!en estaAmrica nuestra; fuera de los pases vecinos inme-diatamente ( pesar de la vecindad inmediata ig-noran todava ms de una cosa que debieran sa-ber de como!), los dems no nos conocemos ni si-quiera al travs de la garrulera de nuestros dia-rios de la nebulosidad presuntuosa de nuestrasrevistas blancas, azules, modernas precursoras.No sabemos nada! ... Lo que es peor no que-remos saberlo!!! Que se nos hable de Europa ycosas europeas,lo que no queda nuestro alcan-ce ni por educacin ni por otra infinidad de cap-tulosy entonces aplaudimos, llegamos al pasmo

    bouche beante de los salvajes que se deslumhranpor baratijas cuyos reflejos y mecanismos descono-cen; pero hablar de Amrica, de Amrica espao-la, e nuestra Amrica! .... vamos, hombre, queno tienen perdn de Dios ni el que habla ni elque escucha.

    . . No quite usted el tiempo, no seausted cursi, ni "cargoso"! ....Y el Alma de Hispanoamrica contina vagando

    desolada y sin consuelo por nuestras esterilidadesespirituales, por nuestros solitarios bosques vrge-

  • nes, por encima de nuestras ciudades abigarradasy por entre los renglones de nuestras produccionesimitativas y reflejas, en su gran mayora.

    Digo, pues, que Joaqun Nabuco es una de lasms interesantes figuras contemporneas de laAmrica latina. Su intelectualidad, cultivadsima,descuella en la oratoria, es un verdadero prncipedel verbo; y uno de sus mejores triunfos en esalnea es nada menos que haber contribuido, pode-rosisimamente, la abolicin de la esclavitud en elBrasil! La gratitud nacional rara avis! lo ha pre-miado bautizando con su nombre, desde entoncesjustamente ilustre, una de las principales calles deRo de Janeiro. Es, adems, un letrado de real m-rito y lo que los brasileos denominan un "polgra-fo."

    Es de un comercio agradable y modesto, en oca-siones instructivo sin petulancia; en fsico es ca-si tan agradable como en su comercio: moreno, al-to, elegante, de palidez tropical y de modales refi-nados; habla varias lenguas, el francs con maes-tra.

    Yo lo conoc y trat en las reuniones semanariasde Rafael Obligado; y me felicito ntimamente dehaber recibido carta tan cordial suya, con la cualse demuestra que no me enga entonces, al supo-ner que la gran simpata que supo inspirarme, lme la corresponde.

    7 de agosto (Petrpoli.) Una semana incolora,en el colmo de la higiene; con sensaciones fsicasen lugar de ideas, montando caballo, haciendoinmensas caminatas pie, tratando de robustecermi bestia.He ido por dos veces Ro de Janeiro y me ha

    causado la impresin mismsima que me caus elao pasado: horror invencible, profundo, irracionalpor lo enorme. Me parece que aquello no es un si-

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    tio adecuado para gente culta (y sin embargo, lahay, y mucha; los brasileos son inteligentes :;nsu gran mayora,) sino nica y exclusivamente pa-ra negros y aventureros de ambos sexos. Sus ca-lles tortuosas, sucias, calcinadas por un sol de fue-go, me daan; es una ciudad que me produce elefecto de una pesadilla; me deja adolorido el esp-ritu y necesito, para curarme, pasar otro medio,proponerme el no volver aqu nunca ms. Hasta elidioma se me atraviesa; tengo que recordar cadapaso que Camoens existi, fin de no declarar jer-ga lo que oigo hablar mi alrededor.

    Petrpoli es todo lo contrario, es un pueblo flo-reciente, pintoresco, simptico, con una vaga melan-cola que contribuye hermosearlo en su fisono-ma moral (la fisonoma moral que todas las ciu-dades presentan;) esa misma tristeza lo hace uno vivir dentro de s, poner en orden recuerdos yanhelos. ...

    8 de agostoPaso el da en Ri de Janeiro y reci-bo una carta de Buenos Aires, un annimo que enforma de efemride maligna me anuncia que el 29 dejulio fueron puestas la venta mis "Apariencias."Esta pequenez, de que me habra redo en cual-quiera otra parte, y el no haber podido sacar mi pa-saje de regreso, pnenme mustio y mal dispuesto;hasta la incomparable baha, que cruzo la tarderumbo Petrpoli, me desagrada, me sugiere ideasde cautiverio, y la semana que an tengo que per-manecer aqu antes de marcharme, calculla eter-na

    9 de agosto

    (Petrpoli) Termino la lectura dela "Historia de Mara Antonieta" de los Goncourt.Un primor el libro ste; me ha hecho detestar la Re-volucin y convencdom de que l fondo del pueblo

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    francs es cruel y sanguinario. Los hermanos genia-les llegan llamarlo, al hablar del 10 de Agosto,un "pueblo de asesinos". . . Y lo peor es que tie-nen razn en el desnudo calificativo.La indignacin que tal lectura me causa, est

    demostrndome que no es "mi mundo" la pseudo-democracia de nuestras repblicas; no odio la po-bre gente ordinaria^que es maleable y capaz de to-das las enmiendas si se la lleva por el buen ca-minoodio la canalla, odio la patulea quese encumbra en muchos puestos culminantes de "nospays chauds"tporque sta s que es maleante in-capaz de nunca regenerarse ni enmendarse . . . Con-cluyo, como siempre: rindome de mi indignacin,de nuestras clases directrices (?j y de m mismo;de m mismo ms que de nada ni de nadie.

    15 de agosto^A bordo del "Congo," de las Men-sajeras Martimas.

    Mi ltima impresin del Brasil, es desagradable:un infeliz, atacado de fiebre amarilla, que no admi-ten en nuestro vapor y que regresa tierra, sinprotestas, con la desgarradora pasividad que la talfiebre trae consigo; va rgido, dentro de un remol-cador, sobre sus rodillas su hato; en una mano,sus econamas presas en sucio bolso pequeo;con la otra mano defendiendo su sombrero de losembates de la brisa clida de este puerto-horno ....y hay mucho de macabro en ese paseo veloz porla baha congestionada de sol, de un hombre con-gestionado de muerte ....

    Me afirman que esta es la buena estacin ....

    10 de agostoArribo Buenos Aires.Impaciente por ver mi libro, lo primero que hago

    es ir la librera donde me lo encuentro de punta enblanco, proinetlndome mil cosas soadas mientras

  • acaricio el lomo de los ejemplares de lujo y ho-jeo los ejemplares ordinarios. . . .

    Magnficas noticias: el libro se vende!Pdeme el tprimer ejemplar de lujo, Peuser, el

    editor, y se lo dedico de buena voluntad; se lo haganado.

    Luego, pie, recorro la calle de Florida, dete-nindome en las libreras que lucen mi obra en susvidrieras:

    "Novedad!! APARIENCIAS, por FedericoGamboa.

    Inefable dicha la de estos momentos, que pre-mia mis afanes; parceme la ciudad ms bella, ge-nerosa la vida, tratables y enmendados mis se-mejantes. . . .

    .... ahora, trabajar el libro nuevo, el que co-mienza su existencia interno-cerebral.

    21 de agostoDan principio los desencantos yamarguras peores, los que hay que devorar fingien-do una filosfica indiferencia. "El Diario," de ayertarde, publica la primera crtica sobre "Aparien-cias;" result exuberante y soberanamente aburri-dor.

    23 de agostoAunque no he comunicado . na-die que me hallo de vuelta, determino no salir decasa esta noche por ser martes. Al concluir decomer, llega Domingo D. Martinto, el sonetista que mi arribo la Argentina se ocup con elogio de mi"Del Natural" en uno de los diarios de esta capitalportea. Habame de "Apariencias" en compungi-do tono, cual si me hiciese visita de psame. Enlos cuantos minutos que me consagra, slo mehabla de que "La Nacin" llam .\ "Apariencias:"triste realidad de ms de seiscientas pginis; ycuando no repite este para m inesperado pous-

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    e-caf, con calor grandsimo encomia "La Dba-cle" de Zola. . . despdese, asegurndome queleer mi libro y escribir algo acerca de l.

    Dlegan despus, Garca Velloso (un ibero bienintencionado que mucho estimo,) Vega Belgranoy Ernesto Quesada, (este ltimo ha escrito unacrtica sobre "Apariencias," que an no se pu-blica,) y naturalmente es mi obra el principiode la conversacin. Con e*l arribo del pintor Eduar-do Schiaffino, se charla de otras cosas, hasta lasdoce y media de la noche.

    Por iqu me gana un invencible desaliento cau-sa de la frialdad del pblico para con mi novela? . . .Por qu cre en el entusiasmo que provocaron al-gunos captulos cuando su publicacin en los pe-ridicos?... Y yo mismo trato de exp^licrmela;achacla mi reciente viaje al Brasil, al conflictoconstitucional argentino de estos ltimos das quetanto ha absorbido la atencin pblica, los de-fectos en que el libro ha de abundar y que yo,ay de m! no he advertido y quizs nunca advier-ta.... Hasta que por remate, voy dar con laverdadera causa, la cuestin eterna en Hispano-amrica: el profundo desdn con que se mira yconsidera todo lo que literatura se refiere. . .Por va de consuelo, pienso en que los "Cantos"de Calixto Oyuela, los "Recuerdos Literarios," deMartn Garca Mrou, y el "Quilito" de Ocantos,cayeron en el vaco pesar de ser los tres autores,argentinos esclarecidosOyuela sobre todo!

    Pienso que en Centro Amrica la cosa es peor an;pienso en mi Mxico, donde poqusimos indi-viduos importa que aparezca un libro quedesaparezcan mil. Pienso en la misma Espaa.^

    la patria madre!'en los puados de aos que P-rez Galds vivi incgnito no obstante ser el auto-razo que es; y por final, pienso en los Goncourt,n lo que lucharon y sufrieron; en la miseria deZola; en que Flaubert, si no es ciausa del imbcil

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    proceso que le intentaron por su maravilla de "MmeBovary," sus brbaros paisanos lo habran ignoradoqu s yo cuntos lustros! ... Y aunque nadieme compare en mis soliloquios no calza talespuntos mi egolatra!,^pensamientos semejantesafinzanme una melancotla acre que me invadeen la cama y me ahuyenta el sueo, como si hu-biera pensado en la muerte de alguna persona quequisiera mucho ....

    30 de agostoHan principiado aparecer cr-ticas serias sobre mi libro: una

    ,de Ernesto Que-

    s/ada, y otra, de Joaqun V. Gonz^lez. Annciansems del mismo carcter. Por cierto que me hacanbuena falta para borrar la mala impresin de ha-ce ocho das; las crticas serias,aun cuando cen-suren,compensan de los largos perodos ignora-dos de labor, son indispensables para estimularnos quedar en la brecha.A propsito de la racha por que atravieso de

    profundo y legtimo spleen, ocrreme esta pregun-ta:

    Cundo podr uno consultar, con probabili-dades de alivio, especialistas de enfermedadesdel espritu? .. . Nuestro decantado progreso I00reclama ya, y, sin embargo, no existen todava.

    2 de septiembreDos buenas noticias: siguevendindose mi libro, y, sobre todo, es el asuntoy la conversacin del da. Al fin?. . . .

    6 de septiembre^Muy animado mi martes li-terario, que se pro'longa hasta la 1 y 30 de lamadrugada.

    Pdenme para un ilbum un planeamiento ^brela felicidad, y escribo el que sigue:

  • 51

    "La felicidad es un bibelot de los tiempos"preOiistricos; perdise el molde, y ahora slo"conseguimos falsificaciones precios muy subi-dos."Hoy apareci en la "Revista Nacional" la cr-

    tica sobre mi libro, de Alfredo Ebelot. Djamemuy satisfecho.

    11 de septiembreContinan los pedidos de"pensamientos." Trtase ahora de un seor Mon-ner Sans, publicista espaol, que soilicita mi cola-boracin para el nmero-nico que acerca de Cris-tbal Coln dart la estampa el da lo. de oc-tubre prximo. All va, aunque dudo que me lo en-tienda nadie; tant pis! no he de variarlo ni deaclararlo:

    "La Amrica debe Coln el mayor de losbienes y el mayor de los males:

    "Es aqul, la vida de la humanidad, y es ste,"la humanidad de la vida."

    16 de septiembre^Sin novedad han transcu-rrido la noche de ayer y el da de hoy, aniversariode la independencia de mi pas. Contino, interi-namente, representando Mxico.

    Esta noche recibo por escrito una propuestaque me aturde: un literato francs, Albert Bloch,solicita mi permiso para traducir "Apariencias" ypublicar su traduccin en "Le Temps," de Pars.Llama mi novela orignale et forte, y la consi-dera (all l. . . .!) entre alguna de Toflstoi ylas "Mensonges" de Pau'l Bourget.

    Ms he tardado en leer la carta que en contestarque acepto ya lo creo que acepto! ... y pngome hacer votos porque la cosa se lleve cabo. Quideal! qu realizacin de, mi ms bello ensueo li-terario: ser ledo e Pars!!!

  • 17 de septiembreRecibo de Rafael Obligado,autgrafa, la tarjeta que en seguida transcribo:

    "RAFAEL OBLIGADO

    Mi querido Federico:

    "Nunca es tarde para transmitir latidos d"corazn. Ayer fu el aniversario de la indepen- dencia de nuestro Mxico, y Rafael Obligado, e"argentino amado de los tuyos, no fu abraza]"en t tu noble patria. Ella y t perdnenme"porque los amo mucho!

    "T|C. Setbre. 17 de 1892.Charcas 634."

    Tendr que agregar que esta felicitacin es lique ms me ha halagado, por venir de quien vtene y por los trminos en que viene?

    19 de septiembreCarlos Vega Belgrano minvita comer en su casa.

    Este Carlos, que cada da me cautiva ms, tienen su vida algunos rasgos honrossimos.

    Llamndola "mi esposa" me presenta su Gretdhen, quien, sin embargo, es slo su querida; un;querida de ms de doce aos de vida marital,quien trata y considera cual si realmente fuese s^mitad legtima. Se conocieron en Alemania, desde que i lleg all de estudiante, y de entonces\& fecha no se han separado. Estoy cierto de qu"la sociedad" ha de tenerlo por inmoral y corrompido; m, por este simple hecho, me parece todo un caballero.

    Otro rasgo: Vega Belgrano es joven y es ricedescendiente de proceres, y en lugar de comprarscarruajes ropas londineiises, ha comprado 1"Revista Nacional" que amorosamente dirige co

  • 53-

    lrdida de dinero; en lugar de jugar y charlar enos clubs sociales, ha escrito dos tomos de "Pen-amientos;" en lugar de alhajas, posee una biblio-eca de 2,000 volmenes y un par de perros questima ms, y con razn, que muchsimas perso-las.

    .... despus de comer, mientras Gretchen ma-LOtea en el piano de su sa'loncito, nosotros, en laliblioteca, fumamos. Los perros de Carlos,unoe los cuales es una especie de fiera,chanse luestros pies, y Carlos me lee fragmentos de unabra suya, en proyecto, la que piensa denominar:Mis Mujeres," De pronto, se interrumpe, y pro-(sito de las novias, exclama, tristsimo:

    "Yo nunca conocer ese paraso!. .. la nia queudo ser mi novia, est casada ahora; pero anuponiendo que ella misma viniera ofrecrseme,o la rechazara . . . prefiero quererla grandsl-aa distancia, ms por m que por ella. . . Yo ne-esito de idea'l para vivir!"

    20 de septiembreJoaqun V. Gonzlez asomain la puerta de mi comedor,es martes,conm nmero de "El Oeste," diario de nueve aosle edad que se publica en la ciudad de Mercedes,'rovincia de Buenos Aires, y con la declaracinliguiente:

    Le hacen Ud. un roho que ha de alegrarlo. ? . . .

    Estn publicando "Apariencias" en el folle-n de este peridico.En efecto, sin pedir permiso Dios ni al diablo,,

    ^an ya en la parte II de mi novela, en el folletnlmero 37.Sern los folletines de diarios provincianos el

    ndicio de la popularidad?. . .

  • 54

    21 de septiembreDeseando para mis aden-tros que el asunto pase los tribunales, fin dedarle resonancia al libro, le llevo mi editor Peu-ser el nmero de "El Oeste" salteador. Ni siquie-ra se inmuta don Jacobo, antes me declara que nosera cuerdo ni econmico ei^trar en un litigio,aunque de nuestra parte se encuentre Tliems.Suframos el despojoaadey para endul-

    zarlo, sepa Ud. que de todas las libreras de laciudad me han pedido ms ejemplares de la no-veila; la venta marcha.Encaminme visitar Eduardo Schiaffino, en

    su taller.

    Siempre me han encantado los talleres de lospintores, cuando, como en el caso actual, se tratade un pintor de talento. Encuentro algunas visitas,me muestra l sus ltimos trabajos, y charlamostoda la tarde.

    Frente la puerta del estudio y recibiendo luzdel techo, cuelga el cuadro que le vali la meda-lla de bronce en la exposicin de Pars del 89; esuna mujer completamente desnuda, acostada en suflanco derecho sobre un divn de felpa y dando laespalda quien la contempla; de consiguiente, nopuede vrsele la cara, slo el peinado, una sober-bia mata de cabellos negros. La figura absarve miatencin, impdeme or la pltica de las visitas; esque, con algunas variantes .en la forma, le encuen-tro un parecido que me enloquece con la mujer quehasta hoy ms he adorado en mi vida; y la cir-cunstancia e que la pintura tenga vuelto elrostro, ayuda mi fantasa suponerle otro de mentero gusto.

    Oh, amarga y tierna poesa de los recuer-dos. . . !

    Al fin nos quedamos solos Sohaffno y yo; esla hora clsica en un taller, la hora vesperal! Yano hay luz suficiente para estimar detalles y shay, en cambio, voluptuosa media tinta que des-

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    vanece los cuadros, las telas, las armas y las cu-riosidades, que blandamente agranda las sombrasde nuestro espritu; que nos hace confundir loscontornos d-e las cosas suspendidas en los muros,con los contornos de Qos acontecimientos suspendi-dos en nuestra memoria; que evoca rostros muer-tos, fechas empolvadas y personas que idolatra-mos: trmino medio delicioso y nico entre loque somos y lo que quisiramos ser haber si-do. .. .

    . . . Me habla Schiaffino de una querida quetuvo en Pars, tres aos, la que retrat en todaslas posturas y la que quiso de todas las mane-ras. ... Y yo, predispuesto las confidencias y las expansiones, pienso, pienso mucho....

    Por fortuna, Schiafno enciende el gas, sin pre-venirme, y la transicin es tan brusca, que melastima en mi interior; mis sentimentalismos yquimeras han huido en desesperada fuga; imposi-ble alcanzarlos hoy.A la noche, el prestigiado Joaqun V. Gonzlez

    escribe en mi lbum de autgrafos"."Es esta la primera vez que voy escribir con

    "temor en un lbum. Sucdeme como al pisar los"umbrales de un templo de creencias amadas:"siento la respiracin suspendida, el alma turbada"y un leve temblor en todo mi cuerpo, cual si"entrase confesarme de veras, sin ocultarle na-"da a'l sacerdote ni Dios. . . Pero ya estoy-"adentro, y el corazn, creyndose solo en una'inmensidad, se escapa por las salidas de su cr-"cel con inquietudes impaciencias de nio pri-"sionero.

    "Yo soy as; creo en los sentimientos puros, in-"visibles, que en la humanidad son sueos y en"las religiones misticismos; los llevo dentro de"m como si yo fuera un enviado de un mundo an-"terior para comunicarlos otro por venir, con el"encargo de ocultrselos al presente, porque ha

  • "de escarnecerlos ha de crucificarlos; los llevo"en un seno recndito de mi ser, cuidando que no"les llegue una vislumbre, ni el ms vago rumor"del mundo externo, pues, como ciertas flores le-"vsimas, hijas de la noche y del roco, se enne-"grecen al contacto, siquiera sea imperceptible,"del ms tenue rayo del sol.

    "Pero veces los siento rebelarse, engrandecer-"se, tomar vigor y empujar sus murallas con ex-* traa fuerza, y me advierto incapaz de guardar"el secreto; y esto me acontece cuando entre el"confuso rodar de mis semejantes pasa junto "m alguno de esos raros espritus que despiden"luz interna, de la que se filtra travs de los"muros ms espesos, y sin quererlo yo, y an e-"forzndome por evitarlo, sus claridades penetran"en mi escondida urna, y la iluminan, y delatan"lo que en ella llevo oculto para todos y veces pa-"ra ra mismo. Me pasa con estos seres privilegia-"dos del talento y de la armona, ilo que ciertos"instrumentos de cuerda, que, sin pulsarlos na-"die, mientras reposan sobre un mueble cuel-"gan de un rbol, se ponen desprender sonidos"y melodas espontneas, como si dedos encanta-"dos posasen sobre ellos rozndolos apenas con la"tenuidad de las alas de una mariposa.

    "Oh, dueo feliz de este libro! Ma no es la"falta si mi secreto ha sido revelado; culpa es de"la lumbre traviesa que los sorprendiera, de la ar-"mona comunicativa y evocadora que hizo des-"pertar esta nota que yo mantena encadenada"en el fondo sombro de mi alma, porque cuando"la tuve en libertad, me hizo pensar como un"loco, soar con coisas imposibles, amar lo que no"haba nacido estaba agonizante, y creer en lo"que este mundo no imagina 6 no comprende; y"siempre nubl mis ojos con una lgrima para ver"lo que giraba en m alrededor, s, por eso la ten-"go prisionera y por eso advirtese su existencia

  • "slo cuanido la sorprenden la luz 6 la armona."Ahora que ha asomado, ha dicho una sola pa-

    "labra, me ha hecho ver en t oh amigo! un es-"pritu digno de amor, aunque siempre envuelto'en una niebla, sonrosada, s, pero viajera. . . All'"va tras de t, no obstante, siguiendo tus rumbos"inciertos. . . Ese es su destino: amar lo que a"muerto, lo que no ha nacido, 6 lo que pasa. .."Como yo he ido leyendo por sobre su hombro,

    al concluir l, nos damos la mano, satisfechos .an-te el descubrimiento mutuo de esta nuestra amis-tad con la que ninguno de los dos contbamos.

    22 de septiembre^De visita en casa de RafaelObligado, llega Carlos Gaido y Spano, el venerablebardo argentino dueo de una de las testas msbellas y artsticas que conozco; las canas de sucabeza y de su barba son tantas y tan blancas, queparece que despidieran luz. Luego, su traje espe-cia'l, sus mritos, sus actitudes valientes y su pa-labra mltiple inteligente trnanlo en un viejoencantad