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GATO h ANDALUZ Infancia Old School

Gato andaluz infancia old school

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En este número, se habla de la niñez, tanto en nuestra generación, como en la actualidad. Se dan datos específicos sobre temas curiosos; por ejemplo, de los dulces que los niños han consumido por años, cantidades obre la natalidad y mortalidad. Consideramos que este tema es de interés, pues lleva al lector a recordar una etapa importante de la vida, hablando desde las caricaturas hasta los juguetes.

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GATO h ANDALUZ

Infancia Old School

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¿QUIÉNES SOMOS?

Gato Andaluz surge como una alternativa para los jóvenes estudiantes que se ven interesados por temas de interés cultural o social. La publicación, al ser total-mente temática, expone acontecimientos, hechos pas-ados o actuales, lo que importa es tratar de mostrar

artículos e imágenes con las que se vea identificado el público lector al que nos dirigimos.

En este número, se habla de la niñez, tanto en nuestra generación, como en la actualidad. Se dan datos espe-cíficos sobre temas curiosos; por ejemplo, de los dulces

que los niños han consumido por años, cantidades obre la natalidad y mortalidad.

Consideramos que este tema es de interés, pues lleva al lector a recordar una etapa importante de la vida,

hablando desde las caricaturas hasta los juguetes.

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COLABORADORES

DISEÑO

Guillermo Orta Bonilla

Berenice De Rosas Rico

CORRECCIÓN DE ESTILO

Erick Ponce Dimas

FOTOGRAFÍA

Edgar Ivan Ramírez Hernández

REDACCIÓN

Berenice De Rosas Rico

Guillermo Orta Bonilla

Erick Ponce Dimas

Edgar Ivan Ramírez Hernández

ÍNDICE

TOP 5 PROGRAMAS INFANTILES

TOP 5 DE CARICATURAS

MUJAM, UN RECORRIDO AINFANCIAS PASADAS

BOSQUE MÁGICO

¡ESO SÍ QUE ERA VIDA!

INOCENTE DOLOR

MUNDO DE AZÚCAR

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¿Te acuerdas cuando pasabas horas fren-te al televisor mirando monitos? Porque se piensa que toda época anterior ha sido me-jor, en Gato Andaluz nos dimos a la tarea de hacer un ejercicio editorial, en el que enlista-mos cinco caricaturas dignas de mención, he-chas entre las décadas de los 90 y los 2000.

Top 5 de Caricaturas

Por Guillermo Or ta

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Si de satirizar hablamos, Ren y Stimpy seguramente quedarían en primer lugar. Es una caricatura que para nada es de niños,

por ser grotesca y rara. La decisión de incluirla como recomen-dación, es por ese humor ácido que emplea, característico de

programas que nos acompañaron en la adolescencia y que actualmente consumimos. La psicodelia y rareza ha influido en

animaciones como Bob Esponja.

The Ren & Stimpy SHOW

Los japoneses saben cómo mostrarnos violencia y causar que algunas madres satanicen a las caricaturas. Ya sea porque pre-fieras los inicios menos censurados de Las esferas del dragón, te gusten las peleas de la Z, o sepas la cancioncita de la GT; es un hecho que “no tuviste infancia” si no llegaste a ver la crea-ción de Akira Toriyama. Es un programa que dejó huella en la infancia de los nacidos en los 90, tanto así que todo friki que

se respete fue a ver la última película en este año.

Dragon Ball

Si bien, de niños no todos entendían por completo las refe-rencias y la sátira a la sociedad estadounidense que hace Matt

Groening; Los Simpson son una serie animada que nos ha acompañado a lo largo de nuestra corta existencia. Desde su primera aparición en México, en el año de 1990 por Canal 5;

hasta pasar a manos de Imevisión, quién después se converti-ría en TV Azteca, la familia amarilla ha creado referencias que

hacen que siga siendo favorita del público.

The Simpsons

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Disney no sólo hace cursilerías y programas doble moralistas, lo demostró con El recreo. En él podemos ver las diferentes situaciones que pasa un grupo de amigos, durante ese mo-mento en que suena la chicharra y te alejas de los libros por un momento. Aunque abunda el mensaje gringo de la amis-

tad, hay una identificación al ver estereotipos de los distintos personajes.

THE

POWERPUFF GiRLS

RECESS

Patear traseros no sólo es actividad de hombres, hasta las niñitas de prescolar lo hacen. Probablemente es un gusto cul-poso, pero si no sabes quiénes son Bombón, Burbuja y Bello-ta, seguramente creciste en un pueblito bicicletero donde no llegaba la señal de televisión. Las chicas superpoderosas fue-ron influidas por otros súper héroes como Batman, y si no lo has notado, en muchos capítulos hay referencias a más series

animadas.

Si de satirizar hablamos, Ren y Stimpy seguramente quedarían en primer lugar. Es una caricatura que para nada es de niños,

por ser grotesca y rara. La decisión de incluirla como recomen-dación, es por ese humor ácido que emplea, característico de

programas que nos acompañaron en la adolescencia y que actualmente consumimos. La psicodelia y rareza ha influido en

animaciones como Bob Esponja.

The Ren & Stimpy SHOW

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¡Eso sí que era vida!Es extraño intentar comprender, cuando dejamos algo en el pasado y la corriente lo trae al presente en el momento menos esperado. De alguna manera, sea con agrado o inconsciente desdén, uno de los mejores instantes de la vida se esconde en un diván muy especial y que, repentinamente, toca puerta en alguna conversación: la niñez.

Por Ivan Ramírez

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Es un soplo muy espe-cial. Aquí, las preguntas de la vida revolotean en la mente pues uno, a esa edad, es filósofo en entrenamiento. Otras veces, esta época nos alejaba de esas preocupa-ciones y responsabilidades mayores que un adulto debe cumplir; nos preocupaba más saber cómo planear una alguna travesura, por muy ingenua que pareciera, al mismo tiempo que intentábamos escapar de pe-queños castigos.

En la escuela, los maestros nos sorpren-dían con cuentos, experimentos, juegos interactivos y celebraciones, y en ocasio-nes, hasta regaños. Mundo de colores. Pero siempre impulsándonos una cosa: ser buenos niños. Eso sí que era vida, un lindo recuerdo.

Si bien, siempre buscábamos ser felices y nuestros padres no se salvaban de nuestras exigencias. No conformes, éramos seres hambrientos de una tierna ilusión. SÍ, nues-

tra fiesta de cumpleaños. ¿Quién no recuerda con

detalle un festejo? Razón justa para suspirar y sonreír. Reunión

de personas para celebrar un aconte-cimiento o divertirse. Buen concepto, pero éste va más allá de simples palabras en el diccionario, más bien, es cosa de memorias imborrables. Los nervios nos corrían por el cuerpo y la mirada se postraba el algún calendario que diera cuenta de que la fecha se aproxima-ba. Por fin, el día había llegado. Desde muy temprana hora, las felicitaciones comenza-ban y los primeros en expresarlas eran los papás quienes en algunos casos se dirigían al reproductor de discos para dedicarte Las mañanitas. Te daban tu abrazo, al mismo tiempo que recitaban palabras de afecto y cariño como sólo ellos saben hacerlo. Pos-teriormente, el teléfono sonaba. Del otro lado de éste solía oírse la voz de algún fa-miliar, incluso varios, que nada despistado supo en tiempo y forma que la celebración por un plazo más de tu vida estaba

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presente. Era un día en el que hasta darse un baño causaba emoción, seguramente alguna ropa sería estrenada.

Aunado a ello, los prepara-tivos frente a tan anhelada fiesta, comenzaban a tomar forma y uno quería, tal vez por capricho infantil, que todo saliera excelente; sin embargo, papá y mamá posi-blemente deseaban lo mismo bajo la sospecha de que sólo era para cumplir el deseo del niño. Aunque fuerzas mayo-res podrían desmentir este supuesto y dirían que el amor los orillaba a verte feliz. Tan es así que en ocasiones hasta te dejaban faltar a la escuela.

La mayoría de las veces, las cosas materiales que serían empleadas durante el día, eran compradas con antici-pación como si se tratase de un ritual. Nunca podían ha-cer falta las piñatas, dulces, gorritos, serpentina, globos, invitaciones, listones, algunos juguetes, incluso, si era con disfraces, mejor aún.

Mamá, por ejemplo, ponía el toque hogareño y su fuerte era la comida. Mole, tostadas de tinga y pata, bocadillos, sándwiches cortados a la mi-tad, agua de sabor y refresco o cualquier platillo favorito del cumpleañero. En ocasio-nes, la comida no era tomada tanto en cuenta por el infante, pues su mente estaba más enfoca-da en los juegos y risas con sus invitados, niños de edad símil con quien estar divirtiéndose.

Durante el trans-curso del día los demás fa-miliares iban llegando. Tíos, primos, abuelos, bisabuelos, nietos, sobrinos, yernos y uno que otro colado; esos nunca faltan. En fin, todos dispues-tos a pasarla bien seguramen-te, pero la verdad, era más

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Las sorpresas seguían. El timbre de la puerta sonaba: “Buenas tardes, ¿es aquí la fiesta?” ¡Genial!, el payaso, o a veces un mago, estaba ahí. Ahora él sería el centro de atención. Un inolvidable espectáculo mantenía embo-bados a los niños. Era emo-cionante ver como el ilusio-nista aparecía y desaparecía objetos a su antojo. Era cosa de unas palabras mágicas; su varita y sombrero nunca faltaban. En tanto, el payaso tomaba todo a broma y gene-raba que hasta el más amar-gado de los invitados se riera. Los adultos eran víctimas de sus chistes y cuando pedía la participación de alguien “voluntario” para su show, el niño solía decir ¡Mi papá!, y éste no tenía opción, había que ver feliz al hijo.

Los juegos no podían olvi-darse. Concursos se ponían en práctica. Las sillitas eran de los que más destacaban. Quién pensaría que un acto tan simple hiciera reír tanto. La música sonaba. Era genial

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importante verlos llegar con las manos atascadas de rega-los.

Correr de aquí para allá, presumir a todo mundo que ese día, ese día era único y se notaba en las frases que arti-culaban los inocentes labios:

¿Ya viste lo que me regalaron?, ¡Vamos

a abrir los regalos!, ¡Qué padre, era

lo que quería!, ¡Qué rico

pastel, está bien gran-

dote!

Por cierto, el pastel tenía que

ser único sin im-portar nada. Tan es-

pecial era, que poder leer nuestro nombre o

el simple hecho que tuviera algún personaje que admirá-ramos como decoración; nos robaba una enorme sonrisa en el corazón, sí, sabíamos lo mucho que le importábamos a nuestros padres. Como ellos no hay otros en la vida.

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ver como los participantes, a veces hasta los padres, cami-naban alrededor de unas sillas ansiosos por ganar un lugar sin importar tirar al otro; vaya sencillez.

Qué decir de los globos, cuando amarrarse uno de és-tos al tobillo e intentar tronar el del oponente era divertido. Otra manera de diversión lo era el trampolín. Todo un reto brincar en él. Empujones, carcajadas, jaloneos, sacadas de lengua, zapes y caídas da-ban vida a dicho elemento de diversión. Subirse, según los

reto hacerlo pues por costum-bre uno solía ser arrojado al pastel (un misterio saber por qué). ¡Al fin! El clímax del festejado llegaba. La hora de abrir los regalos ya estaba presente. Mientras los adultos se ocupaban de sus asuntos y platicaban de cosas aburridas como el trabajo, uno se em-pleaba en romper envolturas y moños. Obsequios por aquí y por allá.

Sin embargo, hoy, es com-plicado, y a la vez triste, ver como lo versado en estas líneas se ha ido perdiendo. Ha

padres, podía ser permitido hasta que uno terminara de comer. Más chistoso aún, nos pedían que cuidáramos nues-tro calzado, luego de habér-noslo despojado para estar dentro de dicha plataforma. Que ingenuos, ¿se les olvida-ba que uno era un niño?

La hora del pastel llegaba. Nuevamente las mañanitas se escuchaban salvo que ahora con una porra. Consecutiva-mente, los aplausos exigían soplar las velitas. ! Qué le muerda!, ¡qué le muerda!, todos reclamaban. Era un

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cambiado en muchas cosas. Esa vieja tradición ya no es la misma. El tiempo es hostil. Un niño de hoy es más feliz si puede presumir de tener el mejor iPod, el mejor celular o cualquier aparato capaz de matar a los juguetes de made-ra y plástico.

Que natural era una fiesta infantil antes. Algunos padres ya no se esfuerzan en organi-zar un evento así. Sus razones, justificables incluso, los escu-dará. Ojala que las risas, como consuelo y manifiesto vivo de lo que significa una infancia imborrable, no sean víctimas de una felicidad tergiversada. Vaya paradoja. Pero, recor-dar es volver a vivir, un juego de imperativos que no debe divorciarse para poder decir ¡Feliz cumpleaños!

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To

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Programas Por Erick Ponce

Todos esos ratos frente al televisor nos llenan de nostalgia...

infantiles

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Siendo niños, nadie te escucha, nadie se preocupa de tus problemas. Tal vez, por eso, nos

veíamos tan identifi-cados con la protagonista de esta serie mexicana, tele-visada por el canal 11.

El diván

de Valentina

La bruja desas-trosa

Antes de que existieran magos con cicatrices; en la televisión podíamos ver la historia de una

bruja adolescente que siempre se metía en algún problema den-tro de su escuela.

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Posiblemente sea la primera escuela de peri-odistas que exista. Para sentirte aún más involucrado en este pro-grama, podías hacerte

miembro y ser reporte-ro. Te daban una credencial y ya podías enviar un video o cartas con lo que querías informar.

Biz-birije

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Si nuestras madres tenían sus novelas por la tarde, nosotros tenía-mos las nuestras. Histo-rias de niños con súper poderes, que podían pasar de un tiempo a

otro, incluso existiendo un romance entre los protagonistas; son sólo algunas de las temáti-cas de las historias para niños.

Novelas infantiles mexicanas

Programa familiar que ha pasado de una gen-eración a otra. Siempre nos levantábamos los domingos temprano, con un plato de cere-al en las manos, para ver como ganaban o

perdían padres y niños durante los concursos. La verdad es que nos interes-aban más los juguetes que se promocionaban en él, para agregarlos a nuestra carta a Los Reyes Magos.

En familia

con Chabelo

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B o s q u eM á g i c o

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B o s q u eM á g i c o

Por Erick Ponce GATO ANDALUZ | 19

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En la ciudad de México, hay tantos lugares para divertirse, para pasar un buen rato, un excelente fin de semana o puente vacacional. Los niños siempre son los más ben-eficiados, pero también para los padres y deshacerse de ellos un

rato; parques de diversiones, salas de cine, museos, espacios donde

jugar al aire libre y comer un buen aperitivo.

El lugar, por tradición, para llevar a los hijos, nietos o sobrinos, es el Bosque de Chapultepec. Un parque con 686 hectáreas de

terreno, repleto de árboles y una gran variedad de vegetación. Lu-gar que resguarda siete museos

importantes de México, un parque de diversiones, con una montaña rusa de más de 40 años, y el único castillo construido en el continente

americano.

Pero, ¿cuáles han sido y siguen siendo esos espacios preferidos por los niños? ¿Dónde suelen

divertirse y tener momentos mem-orables tras pasar difíciles días en la

escuela? He aquí la respuesta:

Zoológico de Chapultepec

No se sabe por qué cuando se es niño, se tiene una gran admiración a los animales, por con-ocerlos, y siempre se escoge a uno en especial, uno que se quisiera ser. Por ello, los padres llevan a sus hijos a este espacio, un

lugar que desde la época prehispánica ha servido para con-servar animales.

Pero las especies preferidas por los capitalinos, ya sea por historia o por una canción infan-til, son los pandas. La conservación de

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lugar que desde la época prehispánica ha servido para con-servar animales.

Pero las especies preferidas por los capitalinos, ya sea por historia o por una canción infan-til, son los pandas. La conservación de

estos animales en el Distrito Federal, em-pieza con los dados por el gobierno Chi-no en 1975, como un regalo y muestra de la unión entre ambas naciones.

La entrada es gra-tuita, pero si llevas una mochila, de-

berás dejarla en paquetería por una cantidad de ocho pesos. Adentro hay establecimientos de comida rápida; pero siempre, lo más recomendable, es llevar algunas tortas de jamón y queso, agua de limón, y algún

postre preparado por mamá. Al ter-minar el recorrido se puede comprar algún recuerdo, un peluche o juguete de alguno de los animales, que a pesar de estar un tanto deformes, son pedidos por los niños hasta el pun-to de hacer ber-rinche.

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Papalote Museo del niño

Los museos no son sólo salas con exposi-ciones artísticas re-pletas de jóvenes con lentes de pasta, aun-que no les hagan falta; objetos históricos de ex presidentes corrup-tos o figuras de cera que pretenden ser ig-uales a personajes de la farándula. Hay uno en el que los chama-cos pueden tocar a más no poder, obser-var e incluso molestar a los que atienden, si, el Papalote Museo del niño.

Éste es inaugurado por el entonces pres-idente Carlos Salinas de Gortari, que no

siendo precisa-mente un niño, utilizaba a todos como juguetes, el 5 de noviembre de 1993. Su lema “Toco, juego y aprendo”, no es un albur o juego de palabras con doble sentido, es ella la resume toda su

misión, el hecho de servir como una fuente de enseñan-za interactiva para los pequeños. Ellos descubren, pregun-tan y resuelven a partir de tener un contacto directo con los objetos que se muestran.

Feria de Chapultepec

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Feria de Chapultepec

Además del Castillo donde se filmó “Romeo y Julieta”, hay algo que resalta a la vista cuando se visita el Bosque de Chapultepec; no, la con-taminación del aire no, la montaña rusa de la de feria. Este lugar, fun-dado y abierto en 1964, tiene diferentes juegos mecánicos para niños y adultos que no temen a las alturas, les guste la adrenalina y quieran salir con dolores musculares, o peor aún, vomitando el desayuno.

La entrada va desde los 90 pesos, pero si quieres disfrutar de todas las at-racciones, deberás pagar un poco más; además, si pretendes comer después

de tener el estómago revuelto, tendrás que llevar una cantidad más de dinero. A pesar de que algunos juegos parecen poco seguros e incluso viejos, es un es-

pacio que casi todos los niños de la ciudad han pisado y disfrutado junto a sus padres, amigos o en un día de pinta en la secundaria.

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Lagode

Chapultepec

Es una de la zonas más representativas de todo el bosque. A sus alred-edores, padres e hijos celebran días de campo, cumpleaños. Juegan, comen o simplemente disfrutan del paisaje, lo lamentable, es que al-gunos dejan su basura esperando que el viento la limpie.

Hace pocos años, fue restaurado y es una gran alternativa económica, rentando alguna lancha, haciendo un picnic, o

jugando a las orillas. No podría faltar este es-pacio, tan memorable, pero contaminado.

Estos son los cuatro lug-ares, que por tradición y derecho han sido alter-nativas de diversión para los niños y fuentes de descanso para los padres desde hace años, para pasar un fin de semana sin salir de la ciudad y quedarse atorado en el tráfico lento de las carreteras. El Bosque de Chapultepec se ha

convertido en parte de la cultura de todo capitalino y en zona de entretenimien-to para los niños hiperacti-vos.

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MUJAMun recorrido a infancias pasadas

Uno está acostumbrado a cierta seriedad que producen los museos, a la típica muestra de pintura, fotografía, escultura y demás artes; pero

la mayoría de las veces vemos a las obras como algo ajeno a nosotros. Podemos identificarnos con algunas historias contadas por las piezas exhibidas, pero, ¿no es posible disfrutar de una exhibición donde se

cuente nuestra propia historia?

Por Berenice De Rosas

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En la colonia Doctores se esconde una joya de la nostalgia, un lugar donde la ingenuidad y la imag-inación, propias de los niños, se quedaron estáti-cas en el tiempo. Un espa-cio para olvidarnos de la edad y recordar los prim-eros grandes momentos de diversión que tuvimos en nuestra vida.

El Museo del Juguete Antiguo Mexica-no o MUJAM, presenta la colección más numerosa de juguetes que existe en el mundo y no exhibe cualquier pieza, sino que integra sólo ejemplares fabricados en México. Esta exposición tiene la par-ticularidad de no contar con competencia, pues es única en la ciudad.

Abuelos, papás, hijos o nietos pueden ir y tener un agradable recorrido a través de las salas del MU-JAM. La colección de Ro-berto Shimizu, el creador del museo, abarca desde los inicios del juguete mexicano hasta que dejó

de fabricarse en nuestro país, para traer ejem-plares hechos en China y Taiwán principalmente.

La fachada del edificio parece que quiere es-conder al museo, pero mirando con mayor det-alle, podemos encontrar indicios desde afuera. La pared del estacionamien-to nos recibe alegremente con arte urbano que hace referencia a la infancia, el artista que responde al nombre de Roa, se encar-gó de diseñarlo.

Se entra al lugar subien-do las escaleras hacia el primer piso, nada nos indica que estemos en un museo, al menos no con-cuerda con la idea tradi-cional de uno. Al ingresar por fin a la primera sala, que nos recuerda a cual-quier cuarto de una casa, muchas vitrinas invaden nuestra vista, están reple-tas de juguetes.

Aunque, por un momento nos sentimos en un pro-fundo desorden, en

“Valora

tusjuguetes

”-MUJAM

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Una inmensa cantidad de juguetes típicos mexicanos se pueden encontrar en todo el museo; muñecas de trapo, baleros, carritos y trenes de madera. Otras representaciones de lo na-cional como un tradicional bicitaxi adornado, un osito Bimbo, juguetes conmemo-rativos de los Juegos Olím-picos del 68, muñecos de Cantinflas, de los personajes del Chavo del ocho y muchí-simas cosas más.

Tampoco podía faltar una sala dedicada a las Barbies, con todo tipo de

con figuras del Santo y Blue Demon. También el montón de historietas viejas como expectantes a que alguien las tome y las lea, un tipo de caleidoscopio donde uno se asoma y ve a Astro boy, a robots y naves espaciales.

realidad eso forma parte de la identidad de este lugar; es como si estuviéramos en el sótano de alguien, donde se guardan las cosas más inesperadas y de todo tipo, que se fueron rezagando en el tiempo.

En medio de dicho desor-den, irónicamente las vit-rinas muestran un orden, cada una nos cuenta una historia diferente, tiene juguetes de cierta temáti-ca y tiempo específico. Algunas de las cosas más memorables, son las áreas dedicadas a la lucha libre,

Abuelos, papás, hi-jos o nietos pueden ir y

tener un agradable recorrido.

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vestuarios, asimismo, los clásicos muñecos de El hombre biónico, de super-héroes como Batman, Su-perman, He Man, etcétera; también una vitrina con di-versas figuras de La guerra de las galaxias, entre otras.

Recorrer las salas de este lugar, es revivir por un rato el pasado, pero también es recordar y reconocer el talento de las manos mex-icanas que fabricaron la diversión de muchas gen-eraciones de niños.

Gracias a ellas, ahora como adultos tienen remembranzas felices de su infancia.

El MUJAM se encuentra en la calle de Dr. Olvera 15,entre Eje Central Láza-ro Cárdenas y Esq. Dr. Barragán, en la colonia Doctores. El precio de entrada es de $50, pero tienen promoción del 50% de descuento y abren todos los días de la semana. ¡Visítalo!

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“Nuestra vida es tal, que un niño apenas puede correr un poco y distinguir otro tanto del mundo que lo rodea, ya debe ganar-se la vida como un adulto; las zonas en que por razones econó-micas debemos vivir dispersos son demasiado extensas, nuestros enemigos son demasiados, los peligros que nos acechan, incal-culables, no podemos alejar a los niños de la lucha por la exis-tencia, hacerlo significaría para ellos una muerte prematura”.

<<Franz Kafka>>

I N O C E N T Ed o l o r

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Hablar de infancia en México actualmente es una agenda pendiente, tanto así, que los núme-ros hablan por sí mismos. Significa hablar de miles de menores que viven en las calles luchando por sobrevivir, niños acusados, señalados, estigmatizados, reprimidos, margi-nados, torturados y encerrados injus-tamente, niños a quienes se les ha negado el derecho a la dignidad, al juego, a la justicia, a la libertad, niños golpeados, mal-tratados, extorsio-nados, violados, explotados, niños que abandonan la escuela porque tienen que traba-jar.

Hay niños que duer-men en las calles, que se drogan, roban y se pros-tituyen, niños que tienen hambre, están desnutridos y enfermos, con pocas

probabilidades de tener un desarrollo físico, intelec-tual, afectivo y emocional adecuado y con esas con-diciones están condenados a sobrevivir con serias desventajas y limitacio-nes para enfrentar su vida como adultos.

En 1994 los datos oficia-les ya nos hacían ver que el panorama económico estaba lejos de ser como lo quería pintar el gobier-no. El incremento de la pobreza ha dejado huellas

profundas en la población infantil. Los niños que han sufrido las consecuen-cias han sido gravemente afectados en su desarrollo. De 1988 a 1994 las esta-dísticas oficiales daban cuenta de las profundas carencias de recursos y atención hacia el sector in-

fantil. Por ejemplo, en 1990 los datos oficiales hablan de casi 460 mil niños trabajando en el país. En cuanto a la educación, de los 10.8 millones de niños entre 6 y 14 años que existen en el país, sólo el 10.5 por ciento logra terminar la pri¬ma-ria. El 75 por ciento queda sin instruc¬-ción alguna o con la primaria incompleta

Existen más de 31 millo-nes de niños. Por lo me-nos 40 por ciento de ellos tienen que trabajar y dejar de lado las condiciones de salud y educación que

Por Gato Andaluz

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todo niño debe tener para desarrollarse plena¬mente. En este año la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (El Sol de México, 3 de enero, 1994) expidió más de mil 629 permisos de trabajo a meno-res de edad. Sin embar¬go, según datos de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal (ARDF), tan sólo en el Distrito Federal el número de niños que trabajan en las calles rebasa el millón. Estos niños, a una muy temprana edad -cuando tienen menos de nueve años- se ven en la necesidad de apoyar el ingre-so familiar con su trabajo.

Los ingresos que reciben los niños trabajadores son míni-mos si es que logran que se les pague por sus actividades. Se sabe por lo pronto que el 29.4 por ciento de los niños y el 7.5 por ciento de las ni-ñas que laboran lo hacen sin percibir sueldo alguno. Otro 35 por ciento de los niños y 52 por ciento de niñas cuya edad oscila entre 12 y 14 años ganan menos de un salario mínimo, mientras que sólo 23.5 por ciento de niños y 29 por ciento de niñas perciben

entre uno y dos salarios mí-nimos (El Financiero, 20 de abril, 1994).

Otro aspecto que resulta alarmante es el crecimiento del número de menores que tiene que recurrir a la prosti-tución como único medio de sobrevivencia. Según cifras del Centro Mexicano para la Defensa de la Infancia (CE-MEDIN) un millar de niñas y jovencitas, cuyas edades fluctúan entre 14 y 16 años, se prostituyen en la ciudad

de México a cambio de canti-dades de dinero que oscilan entre los 15 y 25 dólares.

Según informes del Institu-to Nacional de Nutrición, la desnutrición afecta al 40 por ciento de los niños mexica-nos. Los mayores índices de desnutrición crónica se regis-tran en los estados sureños de Quintana Roo (96.4 por cien-to), Yucatán (96.3 por ciento), Chiapas (88.6 por ciento), Campeche (94.4 por ciento), Oaxaca (89.4 por ciento) y Guerrero (90.2 por ciento).

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La desnutrición es más aguda entre los niños. En la actualidad son 2.6 millones de niños los que presentan sínto-mas de desnutrición. La mitad de estos tienen problemas de peso y de talla. Los meno-res que logren sobrevivir a la desnutrición sufrirán irreversi-blemente un deterioro físico, mental y emocional y serán susceptibles a múltiples en-fermedades e infecciones.

De acuerdo con los datos proporcionados por UNICEF, México ocupa el decimocuar-to lugar entre los países con

mayor índice de mortalidad infantil absoluta (menores de cinco años de edad). Cada año mueren en México un to-tal de 183 mil niños menores de cinco años.

Algunas causas de mortali-dad son las relativas a ciertas afecciones originadas en el periodo perinatal provocadas en la madre principalmente por mala alimentación.

El índice de mortalidad en relación con nacimientos, es de 778 defunciones por cada 100 mil niños nacidos vivos. La tasa aumenta y alcanza 1,759 muertes por cada 100 mil niños durante los prime-

ros meses de vida. Entre las otras causas principales de mortalidad, cuatro son de origen infecto contagioso y ocasionan tres de cada 10 muertes; se incluye entre ellas la neumonía, la influenza y la septicemia.

En cuanto a la educación, la deserción durante el periodo de educación básica alcanza el 46 por ciento; es notable el creciente porcentaje de niños que en edad escolar no son presentados por sus padres o tutores para su ingreso a la escuela primaria, obligatoria y gratuita. Tan sólo en la zona metropolitana de la ciudad de México, alrededor de 224,519 niños entre 5 y 14 años de edad no asisten a la escuela. Así, del total de la población comprendida entre seis y catorce años, por lo menos dos millones 300 mil niños no saben leer.

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