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SBH EL PEDmiEnn cómo LH Lfllfifl y LH i Público SflSflfl La politóloga Susan George (1935) es una de las principales figuras del movimiento altermundista. Es vicepresidenta de la organización Attac -grupo de presión a favor de introducir una tasa a las transacciones financieras- y autora, entre otros libros, de "El Informe Lugano", "Pongamos la OMG en su sitio" y "Nosotros, los pueblos de Europa".

George - Pensamiento Secuestrado 1.1

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SBH

EL PEDmiEnn

cómo LH Lfllfifl y LH

i

Público

SflSflfl

La politóloga Susan George (1935) es una de

las principales figuras del movimiento

altermundista. Es vicepresidenta de la

organización Attac -grupo de presión a favor de

introducir una tasa a las transacciones

financieras- y autora, entre otros libros, de "El

Informe Lugano", "Pongamos la OMG en su

sitio" y "Nosotros, los pueblos de Europa".

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I FABRICAR SENTIDO COMÚN O HEGEMONÍA CULTURAL RARA PRINCIPIANTES1

Una de las características más importantes de cual­

quier grupo que se esté desarrollando hacia la domi­

nación es su lucha por asimilar y conquistar «ideo­

lógicamente» a los intelectuales tradicionales. Pero

esta asimilación y conquista es más rápida y eficaz

cuanto más éxito tenga el grupo en cuestión en fa­

bricar sus propios intelectuales orgánicos.

A N T O N I O G R A M S C I , Cuadernos de la cárcel

La doctrina

Tomar la cultura requiere estrategia, astuciay resistencia, pero

antes de todo eso está la creencia. Para hacer explícitos los su­

puestos y las ideas principales del actual «sentido común» esta­

dounidense, hay que empezar por la doctrina. Puesto que es u n

sistema de creencias, podemos compararla con una religión y,

al igual que las demás religiones, rara vez se practica en su forma

más pura. S i fuera así, observaría principios m u y parecidos a los

siguientes:

i . Este capítulo comenzó como una aportación al libro del Instituto Transna­

cional (TNI) titulado Selling US Wars, editado por Achin Valaik, miembro del

T N I , con un prefacio de Tariq Ali (Olive Branch Press, de Interlink Publishing

Group, Northampton, Massachusetts). Esa contribución se ha ampliado ex­

tensamente y revisado.

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L a solución del mercado siempre es preferible a la regu­

lación y a la intervención del Estado.

L a empresa privada supera al sector público en criterios

de eficiencia, calidad, disponibi l idad y precio.

E l l ibre comercio podría tener desventajas temporales

para algunos, pero en última instancia será mejor que el

proteccionismo para toda la población de cualquier país.

Es normal y aconsejable que actividades como la aten­

ción médica y la educación sean lucrativas.

Unos impuestos más bajos, sobre todo para los ricos, garan­

tizarán una mayor inversión y, por tanto, la prosperidad.

L a desigualdad es inherente a cualquier sociedady proba­

blemente es genética, cuando no racial.

Si las personas son pobres, sólo pueden culparse a sí mis­

mas porque el trabajo duro siempre es recompensado.

U n a sociedad auténticamente libre no puede existir sin u n

mercado libre; de donde se sigue que el capitalismo y la

democracia se apoyan mutuamente.

Unos gastos de defensa más elevados y u n sector mil i tar

fuerte garantizarán la seguridad nacional.

Estados Unidos , en v i r t u d de su historia, sus ideales y su

sistema democrático superior, debería usar su poderío

económico, político y mil i tar para intervenir en los asun­

tos de otras naciones con el fin de promover el l ibre mer­

cado y la democracia.

Los ciudadanos de otros países recibirán estas interven­

ciones con los brazos abiertos porque librarán al mundo

de elementos indeseables y perturbadores en la comuni­

dad internacional y, en última instancia, beneficiarán a

todos.

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Aunque los sindicatos rechazan los acuerdos de l ibre co­

mercio y otros grupos de intereses podrían cuestionar uno u

otro de estos principios, la mayoría de los ciudadanos estadou­

nidenses estaría de acuerdo con la mayor parte de estas afirma­

ciones. Las dos últimas, relativas a la intervención en el exte­

rior, han quedado terr iblemente invalidadas, una vez más, en

Iraq (para quienes habían olvidado V i e t n a m , Camboya, C h i l e ,

Nicaragua o cualquier o t r a intervención estadounidense),

donde el legado es, de nuevo, la agitación, las matanzas y, en úl­

t ima instancia, la derrota. L a mayoría de los estadounidenses

está en contra de laguerra en Iraq, aunque esto no signifique for­

zosamente que hayan rechazado la noción del excepcionalismo

estadounidense y el pr incipio intervencionista en sí.

A los estadounidenses corrientes no se les an ima a exami­

nar el lugar que ocupa su país en el o r d e n internacional , algo

sobre lo que suelen estar espectacularmente mal informados,

y mucho menos a reconocer los derechos, los intereses y el l u ­

gar de otros. Tampoco se les anima a hacerse preguntas tan bá­

sicas como: «¿Para qué es la economía? ¿Debería proporcionar

enormes ganancias para algunos o debería funcionar para cu­

br ir mis propias necesidades, las de m i famil ia y las de todos?»

«¿Cuál es la verdadera función del gobierno? ¿No debería ha­

cer más p o r la gente?» Si los ciudadanos no hacen estas pre­

guntas, no es culpa suya. Todo en la cultura —desde los medios

de comunicación a la mayoría de las escuelas, pasando por la

práctica rel igiosa g e n e r a l i z a d a — disuade del pensamiento

crítico.

S i n embargo, no es que los estadounidenses carezcan de

debates enérgicos y puntos de vista firmes, generalmente sobre

temas que yo denomino de «política del cuerpo» (aborto, homo­

sexualidad, matr imonio homosexual, investigación con células

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madre, eutanasia) y la definición de «derechos fundamenta­

les». Pero, ¿incluyen éstos el derecho a llevar u n arma de fuego,

a rezar en las escuelas públicas, a enseñar educación sexual en

contra de la voluntad de los padres? También suelen estar m u y

preocupados por su salvación personal y la suerte que correrán

en la otra vida, en la que la gran mayoría son fervientes creyen­

tes, como veremos más adelante. Puede que muchos estadou­

nidenses sean incultos y que a menudo estén engañados, pero

no son estúpidos. Saben exactamente, por ejemplo, qué es lo

que piensan de George W . Bush. Dos veces al año, el C e n t r o de

Investigación Pew pide a una muestra representativa de la

población la palabra que, en su opinión, mejor describe al pre­

sidente. E n febrero de 2005, las dos palabras más citadas fueron

«honrado» y «bueno». Dos años después, en febrero de 2007,

fueron «incompetente» y «arrogante».

¿Por qué los pr incipios doctrinales que he enumerado al

pr incipio , actitudes carentes de sentido crítico y creencias pe­

culiares han triunfado en las últimas tres décadas? ¿Refleja esta

tendencia una evolución natural y la simple conformidad ante

la realidad o intervienen fuerzas más profundas y explícitas?

Este capítulo examinará el aspecto laico de lo que Estados

Unidos , o gran parte de él, piensa actualmente. Pese a que hay

elementos significativos en común, dejaremos los aspectos re­

ligiosos para más adelante. Aquí encontraremos a los fabrican­

tes y agitadores de ideología y examinaremos su consecución

creciente — c u a n d o no t o t a l — de la «hegemonía cultural»,

como lo denominó el p ionero pensador m a r x i s t a i ta l iano

Antonio Gramsci , que sacó a la luz este concepto que resume la

capacidad de la clase dominante para ocupar el terreno elevado

de la ideología. L a élite neoliberal de Estados Unidos en con­

creto, pero con frecuencia en E u r o p a y también en muchos

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otros lugares del planeta, ha logrado penetrar en nuestras ins­

tituciones públicas y privadas una detrás de otra. Estas élites dis­

frutan ya prácticamente del monopol io de las mentes de los es­

tadounidenses de a pie y, por tanto, del poder político.

Su éxito refleja una estrategia a largo plazo que los progre­

sistas apenas han advertido, y mucho menos contrarrestado.

U n a minoría de extrema derecha, acaudalada y activista, ha

puesto en marcha esta estrategia conscientemente, cultivando

cuidadosamente su ventaja a partir de las semillas que plantó en

las décadas de 1940 y 1950. A principios del siglo x x i , las semi­

llas se habían convertido en enormes árboles. Nuestro it inera­

rio ahora es seguir el rastro del avance de esta transformación

ideológica desde sus raíces filosóficas hasta su maduración

completa en nuestra propia época, identificando a los principa­

les actores, sus motivaciones y sus métodos.

Algunos dirán básicamente: «No hay de qué preocuparse:

todo volverá a su sitio en cuanto George Bush y sus adláteres de­

jen libres los asientos del poder». Este optimismo me parece pe­

ligrosamente infundado. D e l m i s m o modo que hic ieron falta

años para construir la actual hegemonía cultural , harán falta

años para derribarla... si es que se derriba algún día.

Los amigos de Peten

ahora todos thatcheristas

Peter Mandelson, íntimo amigo y asesor de Tony Blair, está con

Anthony Giddens, el inventor de la «Tercera Vía». Desde 2004

es comisario europeo de Comerc io y conserva su poder en el

Partido Laborista. Así, quizá resulte sorprendente que en junio

de 2002 declarase ante u n público entre el que estaba la flor y

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Page 5: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

nata del laborismo británico y diversas lumbreras visitantes,

como B i l l C l i n t o n : «Ahora todos somos thatcheristas». 2

¿Parodiaba a propósito Mandelson una famosa portada de la

revista Time, que había proclamado al final de 1965: «Ahora to­

dos somos keynesianos»? E l semanario icono puramente esta­

dounidense decía a sus lectores:

Unos veinte años después de su muerte, las teorías [de John

Maynard Keynes] son una influencia primordial en las eco­

nomías libres del mundo, especialmente en la de Estados

Unidos, la más ricay expansionista [...] [Sus ideas han llevado

a] la prosperidad más considerable, prolongada y repartida

de la historia. 3

Time tenía razón: en 1965, en Estados U n i d o s , casi todo

aquel que importaba era keynesiano o alguna otra variedad de

socialdemócrata. L a idea de ser thatcherista, que es lo m i s m o

que decir «neoliberal», era r idicula, pero quince años después

de esa portada del Time, el equivalente más afable de la Dama de

Hierro , Ronald Reagan, estaba en la Casa Blanca.

Sean cuales fueren las referencias de Mandelson, s in duda

merece elogios por su franqueza. N i siquiera cuarenta años

después de las pródigas alabanzas del Time a Keynes, la «iz­

quierda» daba oficialmente al pobre hombre u n segundo entie­

rro y lo enviaba al l imbo. E l razonamiento en el que se basaba la

asombrosa afirmación de Mandelson es éste: E n abri l de 2002,

L i o n e l Jospin, candidato socialista a la presidencia francesa,

2. Mandelson hizo estas declaraciones en un seminario del Partido celebrado

en junio de 2002 y publicó su aportación poco después en The Times, 10 de

junio de 2002.

3. Time Magazine, reportaje de portada del 31 de diciembre de 1965.

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sufrió una humillante derrota al quedar en tercer lugar y redu­

cir la segunda vuelta a una elección entre la derecha (Chirac) y

la extrema derecha (Le Pen). Ese m i s m o año, hubo más líderes

socialdemócratas europeos a quienes les bajaron los humos.

George Bushyáhabía derrotado al sucesor natural de C l i n t o n ,

A l Gore... o al menos (con la ayuda de su hermano, gobernador

de Florida) , manipuló a los votantes de F lor ida y al Tr ibunal

Supremo para proclamarse victorioso.

Parece que a Mandelson no se le ocurrió que estas derrotas

podrían haber sido voces de protesta contra el desplazamiento

hacia la derecha de estos gobiernos supuestamente progresis­

tas. Mandelson concluía, por el contrario, que el electorado pe­

día a gritos una «reforma» antikeynesiana tras las huellas de la

que Margaret Thatcher había impuesto en una reticente G r a n

Bretaña, incluida la privatización sistemática de los servicios pú­

blicos y la «flexibilidad» para los mercados de bienes, servicios,

capital y especialmente de mano de obra. Estados Unidos , con

B i l l C l i n t o n , ya había perfeccionado u n programa de este t ipo,

logrando sobre todo reducir el número de beneficiarios de las

prestaciones sociales, al m i s m o t iempo que se multipl icaba la

población penitenciaria.

L a ideología de la Tercera Vía se basa en la proposición de que

es inútil luchar contra las fuerzas del mercado, y de que nadie

debe desearlo siquiera. L a globalización capitalista es u n hecho

sencillo, no u n problema que necesite una solución, n i una situa­

ción que haya que criticar, mucho menos cambiar. Puesto que las

fuerzas del mercado no se pueden contrarrestar y se impon­

drán, lo único que pueden hacer las personas inteligentes y los

políticos socialdemócratas es aceptar la realidad y repetir el

grito de batalla de Santa Margaret: «No hay alternativa».

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Page 6: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

Las raíces filosóficas

del neoliberalismo

¿Qué es, entonces, el thatcherismo y quiénes son los thatcheris­

tas, incluidos los reaganistas, los bushistas, etc., si todos los

amigos de Peter se han sumado a sus filas? ¿Cuál es el contenido

de su doctrina y qué hay detrás de su pensamiento? ¿Por qué se

ha convertido esta doctrina en la dominante, no sólo entre los

seguidores de la derecha tradicional o la extrema derecha, sino

dentro del Partido Demócrata estadounidense y también entre

numerosos socialdemócratas europeos? Estos profundos cam­

bios exigen una explicación.

Casi todo el mundo conoce ya la respuesta a la pr imera pre­

gunta. E l thatcherismo es la doctr ina que dice que deposite­

mos nuestra fe en la l ibertad de mercado, las economías mone-

taristas, los gastos de defensa elevados, la privatización de los

servicios públicos, los recortes fiscales para los tramos de ingre­

sos superiores, los frenos a los sindicatos, la oposición general

al Estado del bienestar, la simpatía general hacia el sector de las

grandes empresas y, como declaraba reiteradamente la, espero

que ya difunta, Constitución europea: «una competencia l ibre

y s in distorsiones».

E l concepto de thatcherismo requiere todavía u n poco más

de excavación arqueológica para dejar al descubierto sus c i ­

mientos. Margaret Thatcher no nació totalmente armada de la

cabeza de u n Zeus amigo del mercado, y no era, estrictamente

hablando, una thatcherista, sino una «hayekiana». L a historia

cuenta que u n día, en la Cámara de los Comunes, sacó u n l ibro

de su cartera, lo golpeó con energía y anunció a los parlamenta­

rios: «En esto es en lo que creemos». E l l ibro en cuestión era La

constitución de la libertad, de Fr iedr ich v o n Hayek.

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Hayek fue u n economista, jur is ta y filósofo austríaco sor­

prendentemente productivo. Desde Austr ia , había observado

los comienzos del nacional socialismo y se exilió en Inglaterra

ya en 1932. Enseñó en la L o n d o n School of Economics hasta que

partió a la Universidad de Chicago, donde disfrutaría de una ca­

rrera profesional larga y sumamente influyente. Puesto que

escribió más de una veintena de obras e innumerables artícu­

l o s ^ influyó en generaciones de estudiantes, sólo puedo hacer

aquí el más breve e insuficiente resumen de su pensamiento y

su actuación.

Según la creencia popular entre los historiadores económi­

cos, Hayek perdió la gran batalla teórica contra J o h n Maynard

Keynes en la década de 1930. E n consecuencia, las políticas eco­

nómicas keynesianas dominarían no sólo la teoría, sino también

la práctica, de las décadas siguientes, comenzando por la N e w

Deal de Frankl in D. Roosevelty las resueltas intervenciones de

su gobierno para superar la G r a n Depresión. Tras su derrota i n ­

telectual, Hayek prácticamente dejó de escribir sobre los te­

mas económicos que le harían ganar tardíamente el P r e m i o

N o b e l en 1974.*

E n lugar de textos sobre economía, Hayek empezó a produ­

cir abundantes artículos sobre política y alcanzó la fama en

1944 con El camino a la servidumbre. E l Reader's Digest publicó va­

rios pasajes del l ibro, que llegó así a mil lones de hogares esta­

dounidenses y sigue siendo u n clásico entre los neoliberales.

Thomas Sowell , miembro negro de la derechista Institución

Hoover, de la Universidad de Stanford, dice: «Hayek fue la figura

* El Premio Nobel de Economía no existe, estrictamente, como tal. E n 1969, el

Banco Real de Suecia decidió conceder un premio anual «en memoria de Alfred

Nobel»; la mayoría de los galardones han sido otorgados a economistas ne­

oliberales. Amartya Sen y Joseph Stiglitz son excepciones.

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Page 7: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

pionera central en el cambio de rumbo del pensamiento en el s i ­

glo xx». Los progresistas siempre pensaron que era Keynes...

E n El camino a la servidumbre, Hayek desarrolla los siguien­

tes argumentos:

E n todo sistema grande, el conocimiento está, por naturaleza,

fragmentado y muy disperso; depende en concreto de demasia­

dos factores y demasiados actores para que una autoridad central

pueda ser lo bastante omnisciente como para planificar una eco­

nomía nacional. Toda intervención del Estado en la economía será

arbitraria, perniciosa y tenderá necesariamente hacia la tiranía.

Hay que confiar en el mercado, pues el orden surgirá espontánea­

mente de la expresión de millones de preferencias individuales.

A d a m S m i t h había sido el pr imero en expresar esta idea en

La riqueza de las naciones. Recuerden la famosa cita en la que de­

cía que no esperamos cenar gracias a la benevolencia del carni­

cero, del panadero y del cervecero, sino de su búsqueda egoísta

de sus propios intereses. Hayek subraya que el interés personal

individual es, como guía para satisfacer las necesidades huma­

nas, mejor que cualquier clase de planificación económica o i n ­

jerencia de una autoridad centralizada, por benigna y bieninten­

cionada que sea. Los precios nos darán toda la información que

necesitamos sobre lo que el público desea. N o incumbe al go­

bierno decidir en lugar del público.

Hayek va más lejos que A d a m S m i t h al subrayar la impor­

tancia de la ley en una sociedad l ibre, pero sólo en lo que se re­

fiere a la ley negativa. L a función de la ley es declarar lo que está

prohibido, punto. N o debe dar a nadie el poder posit ivo de rea­

lizar ninguna acción intervencionista. L a libertad consiste en la

ausencia de coacción. Ser l ibre es ser l ibre de la vo luntad de

cualquier otra persona, incluida la del legislador, salvo cuando

el legislador decrete que ciertos actos son ilegales.

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Las consecuencias humanas de esta doctr ina son inmedia­

tamente obvias. L a doctrina de la l ibertad negativa dice, por

ejemplo: «Yo puedo comer, tú puedes comer» porque ninguna

ley lo prohibe, así que somos libres para comer. N o dice absolu­

tamente nada de la presencia tangible de alimentos sobre la

mesa, que es lo único que podría hacer efectivo el «derecho» a

comer. E l derecho positivo (y la política progresista) dice que,

contrariamente a lo que afirma Hayek, la «libertad» para comer

carece de sentido y de valor sin u n acceso práctico y concreto a

la comida. L a tarea del gobierno y el propósito de la sociedad es

crear u n marco dentro del cual todos tengan la capacidad para

comer, no sólo la posibilidad teórica. Ante esto, cabe considerar

todo el conjunto del derecho de los derechos humanos una es­

pecie de manifiesto antihayekiano. 4

Si l levamos la teoría de Hayek a su conclusión lógica se

puede entender mejor lo que quiso decir la señora Thatcher

cuando exclamó: «Eso que llamamos sociedad no existe». Así es

también como Hayek ve su mundo ideal: no como una sociedad

en la que las personas t ienen intereses y metas comunes y bus­

can, por medio de sus instituciones, alcanzar el bien común, sino

como u n conjunto atomizado de individuos, todos los cuales eli­

gen lo que consideran mejor para sí mismos, sin estar someti­

dos a u n marco preceptivo salvo el pequeño conjunto de accio­

nes legalmente prohibidas.

P o r si doy una impresión errónea, es importante señalar

que Hayek no era una especie de monstruo moral . Veía su filo­

sofía totalmente compatible c o n u n Estado que garantizaría

que todos tuvieran al imentos, cobijo y ropa suficiente para

4. Especialmente, por ejemplo, el artículo 25 de la Declaración Universal de

Derechos Humanos de 1948.

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Page 8: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

no perecer de hambre o de congelación. S in embargo, no acep­

taba que u n gobierno pudiera, digamos, gravar a los ricos para

proporcionar escuelas y hospitales a los pobres. N o concierne

al Estado dec id ir que u n grupo pague para que o tro grupo

pueda disfrutar de ciertos beneficios. Según Hayek, la just ic ia

social es una ilusión perniciosa. H a y que oponerse a las medi­

das redistr ibutivas — l a característica d is t int iva de l Estado

del b ienestar— porque serán s i n duda puramente arbitrarias,

y todo lo que sea arbi trar io l leva, en última ins tanc ia y de

forma inevitable, a la tiranía, la «servidumbre» de su obra más

conocida.

E l razonamiento de Hayek ha inf luido en generaciones de

neoliberales, y nunca tanto como hoy. L a solidez de su doc­

tr ina depende, sin embargo, de la refundición de varios concep­

tos diferentes de l ibertad que la filosofía occidental , y sobre

todo la anglosajona, ha intentado mantener separados por lo

menos durante tres siglos. E l pr imero es el concepto de liber­

tad política, que es la base de la democracia porque permite a

los ciudadanos intervenir activamente en la decisión de cómo

se van a organizar la sociedad y el gobierno. Después v ienen la

libertad intelectual y religiosa y la libertad de expresión

(incluida la prensa libre), que son corolarios necesarios de la l i ­

bertad política. Estas libertades permiten que todos piensen,

expresen opiniones por impopulares que sean, y crean l ibre­

mente, siempre que estas expresiones no afecten a la l ibertad

de otros y, por tanto, perjudiquen a la sociedad. 5 U n a tercera ca­

tegoría de l ibertad, que se suele definir como libertad perso-

5. Por tanto, la «libertad de expresión» no incluye el derecho a gritar: «¡Fuego!»

en un teatro lleno de público, como dejó claro una famosa sentencia del Tribu­

nal Supremo estadounidense.

38

nal o individual, subraya el derecho a tener propiedades y se

refiere a la protección de la famil ia y al derecho a la privacidad

de la v ida privada.

L a mayoría de los pensadores considera que existe una

cuarta categoría, la libertad económica, que tiene una natura­

leza diferente a la de la l ibertad política, la intelectual y la per­

sonal. Los hayekianos (o thatcheristas o reaganianos) se niegan,

sin embargo, a hacer esta distinción, y creen que el derecho de

una persona a disponer de sus ingresos y propiedades es invio­

lable y que ninguna autoridad pública o privada, inc lu ido el

Estado, tiene derecho a injerirse.

Aquí llegamos al núcleo de la oposición ideológica entre

progresistas y neoliberales. Los primeros creen que la gober-

nanza democrática y la supervivencia de la propia sociedad de­

pende de la imposición de límites a la l ibertad económica. Sólo

el «soberano» puede determinar esos límites (la mayoría de los

pensadores, desde Hobbes en adelante, otorgan esta función al

Estado, que puede ser benévolo, popular y democrático o auto­

ritario, coactivo e incluso tiránico. Por eso las constituciones de­

rivadas de las revoluciones americana y francesa en adelante han

dejado claro que elpueblo es soberano.)*

L o ideal es que la soberanía popular arbitre entre los intere­

ses en conflicto con el fin de llegar al bien común. E n cualquier

caso, en una democracia, el pueblo debe tener libertad para ele

gir la naturaleza del Estado bajo el cual va a vivir. Ésta es también

la razón por la que uno de los Padres Fundadores de Estados

Unidos como James M a d i s o n tenía tanto apego a la separación

de poderes y al gobierno constitucional de modo que ninguno

* Aunque no la propuesta de Tratado Constitucional europeo, que rechazaron los votantes franceses y neerlandeses.

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Page 9: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

de ellos, fuera el ejecutivo, el legislativo o el judicial , pudiera ad­

quir ir demasiado poder y privar así al pueblo del suyo.

Si , no obstante, el soberano no es u n Estado más o menos be­

névolo, n i el pueblo, sino el mercado, entonces la sociedad y el go­

bierno estarán organizados de ta l modo que la l ibertad econó­

mica invalidará todas las demás clases de l ibertad. L a sociedad

quedará en última instancia reducida a una suma de individuos

no vinculados entre sí o, si se prefiere, «consumidores». Poco a

poco, la erosión y, finalmente, la ruptura de la cohesión social

hará que la v ida apenas valga la pena ser vivida, n i siquiera para

los r icos. 6

E n la práctica, por supuesto, el saldo será el resultado de las

presiones procedentes de las fuerzas sociales presentes en u n

momento dado: de eso trata la política. M a r x fue el exponente

más destacado y radical de esta teoría, al definir la propia histo­

ria como el resultado de luchas constantes entre clases sociales.

S in embargo, al aceptar la l ibertad económica como p r i ­

mordial , Peter Mandelson y aquellos que «ahora son todos that­

cheristas» han elegido una ladera resbaladiza: más resbaladiza

incluso que la que, según Hayek, llevaba de la intervención del

Estado en la economía a la tiranía políticay la «servidumbre».

H a n tomado el camino que lleva a la concentración de dere­

chos en manos de las únicas personas que pueden disfrutar

realmente de su «libertad», es decir la minoría de los ricos, que

por tanto son también los poderosos. Su «derecho» a comer (o

a ser propietarios de u n yate y de u n avión privado) no es sólo

una posibi l idad teórica, sino también una realidad práctica. E n

6. E l huracán Katrina reveló las consecuencias sociales y ecológicas de la «li­

bertad económica» para aumentar el calentamiento globaly dejar a los pobres

a su suerte.

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u n sistema de derecho negativo, la r iqueza es forzosamente

igual a poder: el poder de expresar los propios deseos, de orde­

nar a otros, de imponerse. Quizá la m u l t i t u d «ahora todos that­

cheristas» presente en la fiesta del Nuevo Laborismo de 2002 no

conocía este desplazamiento radical por pereza intelectual; es

la explicación más benévola. Quizá Mandelson decidió sin más

apelar al interés personal desnudo.

Sea cual fuere el camino que el «Nuevo Laborismo» y sus

equivalentes en otros países hayan escogido, este concepto de

sociedad y de derecho es el adversario doctr inal que deben tra­

tar de derribar los progresistas. C o m o declaró el sacerdote do­

minico francés y gran reformista del siglo x i x H e n r i Lacordaire:

«Entre los fuertes y los débiles, entre los ricos y los pobres, en­

tre el amo y el esclavo, está la l ibertad que oprime y la ley que l i ­

bera». L a libertad de mercado oprime de hecho al débil; la tarea

de los progresistas es, por tanto, esforzarse por que haya u n

marco de derecho positivo en los ámbitos nacional e internacio­

nal que garantice el respeto a los derechos y la dignidad de todos

los seres humanos.

¿Quiénes son los neoliberales?, ¿los neoconservadores?,

¿cuál es la diferencia?, ¿a quién le importa?

C o m o decían Butch Cassidy y el Sundance K i d cuando les per­

seguía u n misterioso grupo: «Total, ¿quiénes son estos tipos?»

L a respuesta en cuanto a los neoliberales y los neoconservado­

res no es sencilla y exige u n poco de base histórica. Podría con­

llevar infinitas distinciones que no intentaré hacer. Pero la pre­

gunta: «¿A quién le importa?» es fácil de contestar: le importa al

mundo entero, o debería importarle , porque ninguna parte del

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Page 10: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

planeta ha quedado indemne de las doctrinas que defienden

estas personas.

Aquí nos ocuparemos sobre todo de la historia de cómo lo­

graron el poder para poner en práctica sus creencias. Su amplia

agenda nacional profundiza y refuerza, de forma visible y de­

mostrable, las desigualdades y sirve a las necesidades de los

más favorecidos. Todas las élites han aprovechado con entu­

siasmo estas políticas hechas en Estados Unidos . L a agenda de

la política exterior de estos mismos arquitectos políticos sigue

causando u n sufrimiento inenarrable en el exterior y, en el inte­

rior, coloca a personas peligrosas a las que nada les importa la

Constitución o la separación de poderes en cargos de gran i n ­

fluencia.

¿Son «estos tipos» hayekianos? Sí y no. Sí, porque la filosofía

de Hayek es sin duda pertinente a la políticay a la ideología mun­

diales, además de a las nacionales, aunque sólo sea porque la

doctrina de la supremacía del mercado que propugnaba se ha ex­

tendido globalmente; está en el mismo centro de lo que ahora lla­

mamos globalización neoliberal. Instituciones internacionales

como el Banco M u n d i a l y el Fondo Monetar io Internacional,

que trabajan codo con codo con el Departamento del Tesoro es­

tadounidense, l levan décadas ocupados en aplicar políticas de

privatización, favorables al mercado y debilitadores del Estado

en todo el mundo. Las miles de páginas de los acuerdos de la Or­

ganización M u n d i a l del C o m e r c i o son minuciosamente explí­

citas sobre los derechos de las grandes empresas que hacen el

comercio, pero no contienen n i una palabra sobre la protec­

ción de los trabajadores o del medio ambiente. Neoliberales de

todas partes (incluidos países «comunistas» de nombre, como

China) intentan reducir a la ciudadanía a la condición de consu­

midor, con total deprecio de los derechos humanos.

42

Pero «estos tipos» no son hayekianos en la medida en que la

filosofía de Hayek no basta para esclarecer del todo la última

etapa de la historia de Estados Unidos y del mundo. N o explica

la propensión a la guerra, a la intervención armada, a presu­

puestos de defensa siempre crecientes que también son la carac­

terística de las élites neoliberales/neoconservadoras en el poder.

Algunos comentaristas mordaces han señalado que estas polí­

ticas son la versión estadounidense del socialismo, pues exigen

u n Estado fuerte e intervencionista y u n gran gasto público en

ciertas áreas bien definidas y limitadas que poco o ningún bene­

ficio directo t ienen para los ciudadanos. Los puestos de trabajo

que proporcionan el complejo mil i tar- industr ia l y el aparato

mil i tar existirían en otros sectores si hubiera una inversión si­

milar. Los hayekianos de pura raza —todavía hay algunos entre

los conservadores estadounidenses— quieren reducir el ta­

maño del Estado. E n los Estados Unidos de hoy día, s in em­

bargo, la supremacía del mercado y el intervencionismo costoso

y expansionista dirigido por el Estado van unidos.

Este poderoso Estado estadounidense desempeña ahora

también el papel que se le ha atribuido de imponer la ley del

mercado a víctimas reticentes fuera de Estados Unidos . Las

grandes empresas transnacionales estadounidenses han tenido

una influencia definidora en muchos de los acuerdos que juntos

constituyen la ley de la Organización M u n d i a l del Comercio. 7 E n

otro ejemplo reciente, uno de los primeros actos de Paul Bremer

como gobernador de Iraq fue derogar el código de inversión ex-

7. Véase mi Pongamos la OMC en su sitio, Icaria, Barcelona, 2002, donde se cita

al ex director de la O M C del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios

(AGCS) a tal efecto. Las empresas estadounidenses fueron también funda­

mentales a la hora de definir las cláusulas del acuerdo sobre los A D P I C (pro­

piedad intelectual).

43

Page 11: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

tranjera vigente e instaurar uno nuevo, totalmente favorable a

los intereses empresariales (mayoritariamente estadouniden­

ses) . Hayek habría rechazado sin duda la noción de que u n Estado

deba intervenir en los asuntos de otro a fin de «exportar la demo­

cracia». Hablaremos más sobre esto en el siguiente capítulo.

Cuando preguntamos: «Total, ¿quiénes son estos tipos?»

también nos encontramos con diversos problemas de vocabu­

lario. E n Estados Unidos , ser «liberal» significa ser al menos l i ­

geramente progresista. Se supone, correcta o incorrectamente,

que los demócratas son más «liberales» que los republicanos y

la derecha estadounidense siempre se hace la víctima de los

«medios de comunicación liberales». Esta es probablemente

la razón por la que la etiqueta «neoliberal» se use menos en

Estados Unidos que en Europay en otros lugares: sencillamente

es demasiado confusa. Fuera de las fronteras estadounidenses,

«neoliberal» designa inequívocamente a personas que son ha-

yekianas en sus opiniones políticas y económicas; aunque, sólo

para hacer el panorama u n poco más confuso, algunos se auto-

denominarían «libertarios».

Sea cual sea su nombre, intentan reducir los impuestos y la

intervención del Estado dedicada a proporcionar prestaciones

sociales a los ciudadanos,y quieren rescindir las leyes de protec­

ción laboral y las ayudas en caso de desempleo, enfermedad

grave, carencia de vivienday otros percances o desastres perso­

nales. E n su opinión, cualquier servicio «público» restante debe

ser contratado con empresas privadas, del mismo modo que las

escuelasy los centros médicos privados deben sustituir en su ma­

yor parte a los públicos. Estados Unidos es el único país de­

sarrollado rico que ofrece a sus ciudadanos una atención médica

pública tan mínima, por no decir inexistente. E n cuanto a las

escuelas, la derecha pide u n sistema de vales que permita a los pa-

44

dres elegir entre los centros educativos en oferta en el mercado

(el vale es u n pago fijo que hace el gobierno federal o estatal por

niño; los padres pueden elegir pagar más a cambio de escuelas de

superior calidad, u n plan de estudios confesional, etc.).

E n el área de la política exterior, los neoliberales t ienden a

apoyar las políticas exteriores intervencionistas de Estados

Unidos , incluidas las mil i tares, aunque la tradición aislacio­

nista estadounidense sigue viva, como ha dejado claro el enorme

descenso de la popularidad del presidente Bush. Los neolibera­

les apoyan la ampliación de la O T A N y rechazan de plano a la

O N U . Están de acuerdo con el «Consenso de Washington»,

pero no apoyan forzosamente a las instituciones financieras

internacionales (Banco M u n d i a l y F M I ) que i m p o n e n las polí­

ticas del Consenso en países del Sur y del Este. Casi todos res­

paldan vehementemente al Estado de Israel y lo consideran

una especie de avanzadilla para la política estadounidense en

Oriente Medio. Estos aspectos son fundamentales y el siguiente

capítulo está dedicado a ellos.

E n Estados Unidos , los neoconservadores defienden todo lo

anterior, pero también sienten una enorme preocupación por

las «políticas del cuerpo», que suelen girar en torno a las cues­

tiones relacionadas con la sexualidad. ¿Quién puede tener rela­

ciones sexuales con quién, a qué edad, en qué condiciones y

con qué educación previa sobre la reproducción y las enferme­

dades de transmisión sexual? ¿Qué derechos civiles, si es que hay

alguno, incluido el derecho al matr imonio , deben aplicarse a

personas cuya sexualidad es (en su opinión) «desviada»? ¿Qué

derechos tiene la mujer de controlar sus órganos reproductivos

y poner fin a embarazos no deseados? ¿Cuál es la condición j u ­

rídica del embrión humano en relación c o n la investigación

científica? ¿En qué momento se termina una v ida humana? ¿Se

45

Page 12: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

puede adelantar legítimamente ese momento? Todas estas pre­

guntas son útiles para los neocón.

Estas preguntas también atraen mucho más la atención de

la sociedad estadounidense y se debaten con mucha más pa­

sión que, por ejemplo, en Europa. Los neocón son también su­

mamente sensibles, en el sentido negativo, a las cuestiones re­

lativas a la igualdad racial y los derechos de la mujer. Muchos de

ellos nunca han digerido los logros de los movimientos de los de­

rechos civiles y de la mujer de las décadas de 1960 y 1970.

Entre las cuestiones que no se debaten con pasión figuran la

pena capital, cuya abolición es u n requisito para pertenecer a la

Unión Europea. E n los 38 de los 50 estados del país donde aún

existe, la pena de muerte suscita pocas polémicas. Los periódi­

cos sondeos de opinión de Gal lup muestran sistemáticamente

que al menos dos tercios de los estadounidenses están a favor de

ella (con u n máximo del 74% en mayo de 2003 y de nuevo en

mayo de 2005). Sondeos similares realizados entre 2002y 2006

mostraron que entre el 47 y el 53% de los encuestados afirmaba

que la pena de muerte debía aplicarse con más frecuencia que la

actual. Desde 1976 han sido ejecutadas más de m i l personas, el

9 9 % varones y el 34% negros, y más de u n tercio de las ejecucio­

nes han tenido lugar en Texas. E n 2006 quedaban 3.370 asesinos

convictos en el «corredor de la muerte».

E l impacto del lobby de las armas de fuego es conocido y su

interpretación estricta de la Segunda Enmienda a la C o n s t i ­

tución no muestra señales de desgaste.* L a consigna de la

Asociación Nacional del Rifle es: «Las armas de fuego no matan

personas. S o n las personas las que matan a personas», y se

* «Siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien reg­

ulada, no se vulnerará el derecho de las personas a tener y portar armas.»

46

acepta generalmente, al menos en el interior del país. Incluso

después de matanzas cometidas por personas claramente des­

quiciadas, el lobby consigue controlar a la opinión pública y no

es probable que ningún representante en el Congreso que desee

la reelección lleve la contraria a la Asociación.

Así pues, algunos neocón están embarcados en u n viaje cul ­

tural , moral izador y a menudo religioso, además de político.

Para la mayoría de ellos, cul tura y política son inseparables.

Esta categoría abarca a los «cristianos convertidos»* e incluye

a George W . Bush y a muchos funcionarios de Washington. Sus

actividades hacen aún más borrosa la separación entre Iglesia y

Estado, evidente, por ejemplo, en los esfuerzos concertados

para enseñar el creacionismo o su sustituto más presentable, el

«diseño inteligente», en las escuelas públicas. C o m o veremos

con detalle más adelante, al menos setenta millones de estadou­

nidenses se incluirían en este grupo y representan una parte

considerable de las fuerzas de infantería de muchas organizacio­

nes neocón. 8

L a derecha de Estados Unidos agrupa numerosas tenden­

cias: políticay económica, r i cay pobre, religiosaylaica, externa

c interna, republicana y demócrata. Las generalizaciones son pe-

ligrosas, pero quizá podamos intentar hacer una generaliza­

ción modesta. Aunque los grupos tienen claras coincidencias, el

* Born-again Christians: denominación que se da a las personas que se convier-

1 en a una secta evangélica. [N. de la T.]

H. Aunque se hablará brevemente de la derecha cristiana en la conclusión, este

elemento de la derecha estadounidense es demasiado amplio y complejo como

para abordarlo someramente y necesita un lugar dedicado a él por completo.

(lomo tal, está más allá del ámbito de este libro del T N I . Parte de este movi­

miento cristiano es, por razones teológicas, especialmente combativo sobre el

i ema del derecho de Israel, de hecho, su deber de ocupar toda «Judea y Sama­

ría», es decir, Palestina (y tierras vecinas).

47

Page 13: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

vocabulario difiere a u n lado y otro del Atlántico (y entre ese l u ­

gar y el resto del mundo) , mientras que todos los neocón son

neoliberales, no todos los neoliberales son neocón. Más lejos no

me atrevo a aventurarme.

De izquierda a derecha

en etapas no tan fáciles

Los neoliberalesy los neocónhan promocionado sus ideas sin ce­

sar y han util izado todos los instrumentos disponibles para ello.

Estas ideas, s in embargo, necesitaban u n suelo fértil en el que

crecer y prosperar, y aquí los «liberales» y el Partido Demócrata

cayeron a menudo en su trampa. L a pura demografía también

tuvo u n gran peso. L a «evolución continental» de Estados U n i ­

dos tanto en el sentido geográfico como en el social lo ha llevado

a alejarse del este y del norte, más inclinados a la izquierda, e ir

hacia el sur, más tradicionalmente derechista, y el oeste liberta­

r io . Dos elegantes l icenciados de O x f o r d , corresponsales en

Estados Unidos y editores de The Economist, han elaborado u n in­

forme con datos del interior redactado desde el exterior sobre es­

tas transformaciones en la escena estadounidense, diseccio­

nando las tendencias de la población que han desembocado en

las actuales configuraciones de poder. J o h n M i c k l e t h w a i t y

Adrián Wooldridge ( M & W ) explican con claridad el contexto. 9

E l país se mueve, l iteralmente. L a Ofic ina del Censo esta­

dounidense mide el desplazamiento de la población hacia el

sur y el oeste a tres pies por hora o cinco millas al año. Las cifras

9. John Micklethwait y Adrián Wooldridge, The Right Nation: Conservative

Power in America, Penguin, 2004.

48

dan al sur y al oeste más m i e m b r o s en la Cámara Baja de l

Congreso y menos al este. Mientras los europeos están acos­

tumbrados a que la política se base en su mayor parte en clases

sociales e intereses de clase, la política estadounidense gira

mucho más en torno a los valores. E l sur es el paraíso de los

conservadores sociales que odian el abortoy a los gays y quieren

que su gobierno «haga el trabajo del Señor»; sus homólogos en

el oeste son más conservadores antigubernamentales y aman las

armas de fuego, odian los impuestos y desean sacudirse de en­

cima al gobierno.

Sea cual sea su habitat geográfico, ahora están todos unidos

en el Partido Republicano. Este cambio representa una revolu­

ción. Desde el final de la Guerra C i v i l , los demócratas fueron l i ­

teralmente los propietarios del «sólido sur», donde los repu­

blicanos — e l part ido de A b r a h a m L i n c o l n que liberó a los

esclavos— eran u n anatema. Las leyes de Derechos Civi les y

Derechos de Voto de 1964-65 pusieron fin a este dominio demó­

crata. C o m o predijo con exactitud Lyndon Johnson, demócrata

y oriundo de Texas, cuando firmó la Ley de Derechos Civiles, es­

taba «firmando el alejamiento del sur durante 50 años.» 1 0

E l presidente Johnson, triunfalmente reelegido en 1964, es­

taba resuelto a llevar a cabo su proyecto de G r a n Sociedad y el

país era lo bastante próspero como para pagarlo. E l Tribunal

Supremo comenzó a dictar sentencias concediendo a mansalva

nuevos derechos a grupos antes excluidos: negros, mujeres, ho­

mosexuales, discapacitados, presos, procesados en causas pena­

les, enfermos mentales... Se crearon nuevas burocracias para

programas especiales de educación infanti l temprana y aten­

ción médica para ancianos; para Humanidades y Artes, para co-

10. Micklethwait y Wooldridge, ibíd., p. 10.

49

Page 14: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

munidades minori tar ias; para sencil lamente cualquier cosa

salvo, como vieron muchos, para los estadounidenses blancos

normales y corrientes. Su vaso de resentimiento se desbordó

con el decreto federal sobre autobuses, que exigía que los niños

recorrieran largas distancias en autobuses escolares para asistir

a clase fuera de su distrito, todo en nombre de «lograr el equil i­

brio racial».

Mientras tanto, el gran momento keynesiano había pasado.

L a guerra de V i e t n a m se intensificaba, costando u n dineral y

causando inflación; la contracultura tomaba los campus univer­

sitarios, los delitos graves aumentaban. También abundaban los

pequeños delitos callejeros. Cada «largo y caluroso verano» del

mandato de Johnson, ciudades importantes como Filadelfia,

Los Ángeles, Cleveland, Detroit , Newark y decenas más eran

escenario, de explosivos disturbios raciales que dejaron cente­

nares de muertos y millones de dólares en daños. N a d a de esto

era del gusto de los ciudadanos del vasto interior de Estados

Unidos.

E l año 1968 fue realmente terrible. L y n d o n Johnson, que

en 1964 había ganado en 44 estados y obtenido el mayor nú­

mero de votos populares de la historia de Estados Unidos (el

23% más que su rival archiconservador Barry Goldwater), anun­

ció en marzo que no se presentaría de nuevo en 1968. Dos sema­

nas después, Robert Francis «Bobby» Kennedy declaró que es­

taba disponible y parecía probable que se c o n v i r t i e r a en el

candidato presidencial demócrata. Apr inc ip ios de abril , M a r t i n

Luther K i n g fue asesinado en Memphis ; justo u n mes después,

«Bobby» fue abatido a tiros en Los Ángeles, horas después de ga­

nar las primarias demócratas en California. Ninguno de los dos

asesinatos se resolvió n u n c a realmente. E l senador H u b e r t

Humphrey, del lejano estado del norte de Minnesota , cubrió el

50

hueco pero se negó a distanciarse de la guerra de Vietnam. E n el

Partido Demócrata, d iv idido en facciones, reinaba la confu­

sión. V i e t n a m , las relaciones raciales, la delincuencia y las gue­

rras culturales estaban desgarrando el país.

E l candidato republicano, Richard N i x o n , h i z o su agosto

con el lema de campaña «Orden público» y se distanció con fa­

ci l idad del patricio y republicano «liberal» tradicional Nelson

Rockefeller. E l sureño p o p u l i s t a y segregacionista George

Wallace, ex gobernador de Alabama, sabía lo que le gustabay lo

que no le gustaba a «la gente» del sur y entró en la carrera como

independiente. Su compañero para la vicepresidencia era el ge­

neral Curt i s LeMay, conocido sobre todo por querer «bombar­

dear V i e t n a m hasta devolverlo a la Edad de Piedra».

Las elecciones de noviembre de 1968 fueron reñidas, pues

cada uno de los partidos principales obtuvo más de 31 millones

de votos, pero N i x o n logró 5 0 0 . 0 0 0 más que Humphrey. L a

sorpresa fue Wallace, que consiguió casi 10 millones de votos, u n

13,5% del total . Entre los cinco estados que votaron a Wallace y

los 32 que votaron por N i x o n , la auténtica sorpresa fue el modo

en que los republicanos cubrían ahora el mapa del país de costa

a costa. Puede que Texas hubiera votado a los demócratas, pero

aparte de eso, Humphrey ganó sólo en la costa noreste y tres es­

tados del norte lejano. Cuarenta años después, este sigue siendo

el aspecto que tiende a tener el país.

Pero en 1968 los conservadores no habían cogido aún el

r i tmo. N i x o n , a pesar de su tr iunfal reelección en 1972 (su opo­

nente George M c G o v e r n sólo ganó en el pequeño y pobre estado

de Massachusetts), se v io obligado a d i m i t i r por el escándalo de

Watergate y con él los republicanos habían ganado poco más que

la reputación de jugar sucio. E l poco conocido demócrata J i m m y

Cárter ganó por u n estrecho margen las elecciones en 1976 al ex

51

Page 15: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

vicepresidente de N i x o n , G e r a l d F o r d , pero perdió en 1980,

cuando en el firmamento de los republicanos se encendió la

supernova Ronald Reagan. L a elección de Reagan trajo consigo

la ventaja del control republicano del Senado por primera vez en

28 años. Y con Reagan hemos llegado finalmente al verdadero

territorio neoliberalconservador, donde a partir de ahora per­

manecerán estas páginas.

Los neocón:

de red a galaxia

Veamos ahora la difusión sistemática de políticas económicas y

sociales neoliberales dentro de Estados Unidos. Estas políticas

han afectado no sólo a las vidas de los estadounidenses, sino que

también han ejercido una perniciosa influencia mucho más allá

de sus fronteras. L o primero que se observa sobre la apropiación

neoliberal del pensamiento económico y social es que las fuerzas

sociales progresistas, incluso las moderadas, dentro o fuera de

Estados Unidos, no le prestaron mucha atención. Estaba produ­

ciéndose una revolución silenciosa delante de sus narices, pero

no olieron n i siquiera que había gato encerrado, y mucho menos

intentaron buscarlo. L a derecha pudo llevar a cabo su actividad

ideológica sin que nadie lo advirtiera, la controlara o la molestara.

Los temblores premonitorios de esta revolución se produ­

jeron en la Universidad de Chicago, donde Hayek se convirtió en

profesor en 1950. Hayek reunió a su alrededor a u n pequeño

círculo de devotos seguidores que l legaron a ser conocidos

como la Escuela de Chicago y, más tarde y de forma más i n ­

quietante, en Chile y otros países, como los Chicago Boys. Antes

aún, en 1947, con la ayuda deljoven M i l t o n Fr iedman, Hayekya

52

había fundado la Sociedad M o n t Pelerin, una comunidad hermé­

t ica de economistas neoliberales puros creyentes de la que

Margaret Thatcher sigue siendo actualmente miembro.

Pese a la lent i tud de sus comienzos, estas instituciones em­

brionarias han perdurado y vienen desempeñando u n papel i m ­

portante, si b ien en gran parte oculto, en Estados Unidos y en

otros países. Entre 1985 y 2 0 0 0 , M o n t Pelerin recibió más de

500.000 dólares de varias fundaciones conservadoras y reclutó

a pensadores neoliberales de primera línea; actualmente cuenta

con más de 500 miembros procedentes de cuarenta países. Los

presidentes más conocidos que ha tenido M o n t Pelerin, además

de Hayek y Friedman, son George Stigler, James Buchanan y

Gary Becker, galardonados con el Premio Nobel .

U n o de los miembros del conservador círculo de Chicago,

Richard Weaver, había t i tulado su obra de 1948 Las ideas tienen

consecuencias. Este título podría servir como una especie de

lema para los neoconservadores. Las fundaciones familiares

de la derecha se tomaron esa afirmación en serio y pusieron en

práctica lo que ahora l lamamos teoría «neoliberal» o «neocón»

en el mapa nacional y en el internacional. Usaron estratégica­

mente su dinero y su «libertad de elección», por citar el título de

uno de los l ibros de más éxito de M i l t o n Friedman. C o m p r a r o n

y pagaron a u n enorme cuadro de especialistas y hábiles comu-

nicadores en una red de instituciones y centros de estudios aca­

démicos y no académicos. Crearon prácticamente de la nada

todo u n c l ima ideológico en el que seguimos viviendo hoy día,

tan peligroso en sí mismo para el mundo social como lo es el ca­

lentamiento global para el m u n d o natural.

Los progresistas, s in duda seguros de que sus ideas eran

fuertes y correctas, fueron increíblemente lentos en reconocer

la amenaza; apenas se dignaron a discutir siquiera hasta que

53

Page 16: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

las guerras de la cultura terminaron y ya las habían ganado los

neocón. U n a de las primeras críticas progresistas de la ideolo­

gía neoliberal fue u n análisis m u y bien fundamentado de James

A l i e n S m i t h , publicado en 1991, toda una década después de

que Ronald Reagan ocupara la Casa Blanca y ya hubiera super­

visado la transformación de decenas de propuestas neocón en

leyes. U n año antes había aparecido u n breve artículo de J o n

Wiener en el semanario The Nation y u n puñado de intelectua­

les había escrito sobre las fundaciones conservadoras; s in em­

bargo, durante demasiado tiempo, la gente, la planificación y las

instituciones que estaban tras el reaganismo y el thatcherismo

atrajeron escasa atención. 1 1

Durante la década de 1990 surgieron otras aportaciones a la

bibliografía sobre el tema, incluido, en 1997, u n breve texto del

que fui autora, publicado en Le Monde Diplomatiqueyen Dissent.

E n ese artículo intenté no sólo rastrear la historia del exitoso

cambio del centro de gravedad intelectual de la derecha, sino

también señalar a posibles donantes progresistas que come­

tían la temeridad de apoyar proyectos, pero no ideas como las

que producían mis propios colegas en el Instituto Transnacional

(TNI) e instituciones de mentalidad similar. Estos esfuerzos ob­

tuvieron pocas respuestas, al menos en los lugares donde impor­

taba. Ci tando m i artículo: 1 2

Hoy día, pocos negarían que vivimos bajo el imperio prácti­

camente indiscutido de la sociedad dominada por el mer­

cado, ultracompetitivay globalizada con su cortejo de múl-

11. James Alien Smith, The Idea Brokers, The Free Press, Nueva York, 1991; Jon

Wiener, «Dollars for Neocon Scholars», The Nation, 1 de enero de 1990.

12. Susan George, «How to W i n the War of Ideas: Lessons from the Gramscian

Right», Dissent, verano de 1997.

54

tiples iniquidades y violencia cotidiana. ¿Tenemos la hege­

monía que nos merecemos? Creo que sí,y ese «nosotros» se

refiere al movimiento progresista, o lo que queda de él... el

bando de los ángeles está descuidando trágicamente la «gue­

rra de las ideas». Muchas instituciones públicas y privadas

que creen realmente que trabajan por un mundo más equi­

tativo en realidad han contribuido activamente al triunfo

del neoliberalismo o han permitido pasivamente que este

triunfo se produzca [...] [Pero] si reconocemos que un

mundo inicuo, dominado por el mercado, no es ni natural ni

inevitable, debería ser posible crear un contraproyecto para

un mundo diferente [...] La doctrina económica ahora domi­

nante no ha caído del cielo. Por el contrario, ha sido cuidado­

samente alimentada durante décadas, por medio de pensa­

miento, acción y propaganda, comprados y pagados por una

fraternidad muy unida [...]

L a compra y el pago siempre han sido cruciales. E n su l ibro,

James Al ien Smith presenta los dramatispersonae clave que deter­

minaron y continúan determinando al m o v i m i e n t o neocón.

Describe las instituciones en las que trabajany la intrincada ma­

quinaria monetaria que los financian. Muestra cómo estos padres

fundadores (pocas madres aparecen) se separaron de la tradición

empírica estadounidense en las ciencias sociales y el periodismo

para situar su mensaje en u n marco abiertamente ideológico.

También desarrollaron una labor de promoción y técnicas

de relaciones públicas formidables, comprendiendo que los pe­

riodistas de la prensa escritay audiovisual de la corriente d o m i ­

nante utilizarían su trabajo, si se hacía con la adecuada habilidad,

en nombre del «equilibrio»... y por pereza. Las acciones que se

cotizan de cualquier negocio neocón incluyen la preparación de

55

Page 17: George - Pensamiento Secuestrado 1.1

millares de notas de prensa, comunicados y comentarios listos

para usar; y el suministro de expertos con capacidad de expre­

sión para aparecer en programas de entrevistas y cadenas de no­

ticias como C N N sobre u n ampl io abanico de temas. L a i z ­

quierda no tiene nada parecido a la maquinaria, el dinero, la

habilidad en materia de comunicaciones y el personal que pue­

den movi l izar los neocón. Ésta es una de las formas en que han

desplazado el «equilibrio» más y más a la derecha.

Irving Kristol , uno de los padrinos de este movimiento, cono­

cido por haber dicho en cierta ocasión que u n neocón era u n l i ­

beral atacado por la realidad, identificó el objetivo neocón como

la «Nueva Clase». Según su análisis, esta clase no era sólo hosti l

al sector privado, sino que había logrado tomar el bastión de las

ideas: las universidades, los centros de estudios y las fundaciones

que actuaban como «legitimadores de ideas». L a respuesta de

Kristol a lo que consideraba hegemonía ideológica «liberal» (en

el sentido moderadamente de izquierdas, estadounidense, de

la palabra) fue crear instituciones rivales propias de la derecha,

con el apoyo de la filantropía de grandes empresas y fundaciones

conservadoras. E l objetivo de Kristol de crear una red de institu­

ciones y especialistas neocón fue explícito desde el principio;

su estrategia se centró en la capacidad para influir en los debates

políticos nacionales, dentro y fuera de Washington. E l concepto

era brillante y el éxito de la estrategia es sobrecogedor.

L o que empezó como u n a red i n f o r m a l se parece ahora

más a una galaxia. Por lo que se puede juzgar desde el exterior,

la cohesión entre los diversos nodos de la red enormemente

ampliada —fuentes de financiación, centros de estudios, u n i ­

versidades, centros de desarrollo de políticas concretas, orga­

nizaciones de base, publicaciones, intelectuales y activistas i n ­

div iduales— es notable. L a mejor forma de estudiarlos sería

56

tomar una enorme hoja de papel y escribir los nombres de todos

los donantes y receptores. Abarcaría todas las subcategorías

pertinentes (como, por ejemplo, expertos individuales en cen­

tros de investigación concretos de universidades específicas,

cuando los tres reciben subvenciones económicas) y trazar las

líneas que los conectan. Se podrían usar líneas similares de co­

lores diferentes para representar, no el dinero, sino las afinida­

des: entre organizaciones, publicaciones, medios de comunica­

ción, etc. que trabajan juntos, por ejemplo. Cuantas más líneas

se dirigieran a u n nodo, más alcance e influencia de cada actor.

Después se podría dibujar u n mapa razonablemente exacto

de la galaxia, localizando las «estrellas» individuales, los «soles»

alrededor de los cuales órbita la mayoría de los «planetas»; las

«lunas» que a su vez orbitan alrededor de esos planetas y los

campos gravitacionales que existen entre ellos. Este proceso

ilustraría también el concepto de Gramsc i de la marcha hacia

una nueva hegemonía cultural y de desarrollar «intelectuales or­

gánicos» propios. E n el último cuarto de siglo, estos actores

han producido u n auténtico cambio climático ideológico, aun­

que muchos de ellos continúan fingiendo falsamente que los

medios de comunicación, las universidades y otras institucio­

nes siguen estando dominados por los «liberales», que sigue

siendo su palabra clave para «izquierdistas».

Los padres neofundadores

y las fuentes de financiación

E n el centro del mapa de la galaxia encontraríamos las fuentes

de financiación, porque sin ellas el resto de la infraestructura se

vendría abajo. Comprendieron con rapidez la importancia de las

57