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Virgilio, un poeta romano, cantor del campo Manuel Domínguez Merino unque sea a vuela pluma, me he propuesto dedicar hoy un recuerdo a la figura de un poeta romano, Virgilio, que, entre otras cosas, dedicó al campo y a sus variadas circunstancias una especial atención, en su gran obra titulada Geórgicas, específicamente relacionada con la tierra y su cultivo. No obstante el amor a la naturaleza siempre va inherente y manifiesto en sus Eglogas u odas bucólicas, inclusive, en la magna e imponderable Eneida, obras todas escritas en una época coetánea al florecimiento de nuestra tierra emeritense. Estamos tan vinculados - en esta parte de la Hispania romana, llamada Lusitania en que vivimos, y Emérita Augusta, su capital - y tan unidos al mundo romano y a su cultura que, aunque nos lo propusiéramos, no podríamos olvidarnos de esas nutricias raíces, que continúan aún tan vivas y presentes. omo las encinas, somos recios, rurales y nobles, “pardos, del coló de la tierra”, en palabras de nuestro poeta Chamizo ; de porte sereno y austero, enraizados en profundidad, con evidencia de las dificultades, entre las que, a veces, se desarrollan ellas y navegamos nosotros. Son los encinares, como el lucus latino, arboledas sagradas, sombríos y llenos de misteriosos ecos divinos, en el reseco y luminoso horizonte. Virgilio las cantó en sus Bucólicas como “las duras, negras y sonoras encinas”. ada la finalidad de esta revista dedicada a san Isidro, no quiero extenderme ; pero, no obstante, he de aprovechar la oportunidad de estas páginas para proporcionar a los que las lean algunas noticias de divulgación sobre la obra poética titulada Geórgicas, escrita hace más de dos mil años, debida al genio del inmortal Virgilio y dedicada al campo, con unas someras notas biográficas del autor, poeta que supo de la fundación de Mérida y que vivió los mismos días de gloria de su fundador Augusto. oy se llama Piétole el pueblecito, cercano a Mántua, entonces denominado Andes, donde vio la primera luz, el día 15 de octubre del año 70 a. de Cristo, Publio Virgilio Marón, hijo de una familia de campesinos. Allí, en aquella dulce campiña, que tanto amó, y cuyas aguas surcaban blancos cisnes, que, años más tardes, lejos de su tierra nativa, los evocaría y lloraría. Inició sus estudios en Cremona, después pasó a Milán y, en el año 55, a Roma donde trabó amistosos lazos con los más notables de la época. Diez años después se dirigió a Nápoles, donde estudió la filosofía griega, regresando a Mantua para contemplar de nuevo las campiñas en que discurrió su infancia ; pero aquellas tierras habían sido repartidas entre los veteranos de Octavio, porque sus propietarios habían sido partidarios de Bruto, después del asesinato de Julio César ( 100-44 a C.). Virgilio también perdió sus propiedades, por lo que una tristeza y una nostalgia invencibles velaron para siempre su alma y su poesía. A los 33 años era ya famoso - situación que nunca le resultó agradable -. El ambiente en que el poeta se formó lo hizo sensible al frescor profundo de un manso paisaje verde y como durmiente : el susurro de los blondos enjambres en los sauces, el canto lejano del leñador que bajo el alto risco da su sonora voz al aura ; el arrullo de las torcaces en el olmo. Virgilio ama esta manera de vivir silenciosa y tranquila, esta monotonía propicia al ensueño. Años más tarde culminará sobre todo en la pintura de los grandes paisajes. Por estas fechas compuso las Bucólicas, que escribió a instancias de Asinio Polión (75 a C. al 4 de nuestra Era), y en cuya composición invirtió tres años. Son diez églogas, es decir, diez idilios pastoriles, escritos los más en forma de diálogo y llenos de inefable musicalidad. Estas exquisitas obras le procuraron fama, amigos y protectores : principalmente Mecenas (69-8 a C) y Augusto (68-14 a C.), que le encargaron sendas composiciones. Fue Mecenas quien le propuso el tema tan romano, tan patriótico y tan pacífico de las Geórgicas, compendiadas en cuatro libros, en que consumió siete años, (del 37 al 30 a. A C D H

Georgicas de Virgilio

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Page 1: Georgicas de Virgilio

Virgilio, un poeta romano, cantor del campo

Manuel Domínguez Merino

unque sea a vuela pluma, me he propuesto dedicar hoy un recuerdo a la figura de un poeta romano, Virgilio, que, entre otras cosas, dedicó al campo y a sus variadas circunstancias una especial atención, en su gran obra titulada Geórgicas, específicamente relacionada con la tierra y su cultivo. No obstante el amor a la naturaleza siempre va inherente y manifiesto en sus Eglogas

u odas bucólicas, inclusive, en la magna e imponderable Eneida, obras todas escritas en una época coetánea al florecimiento de nuestra tierra emeritense. Estamos tan vinculados - en esta parte de la Hispania romana, llamada Lusitania en que vivimos, y Emérita Augusta, su capital - y tan unidos al mundo romano y a su cultura que, aunque nos lo propusiéramos, no podríamos olvidarnos de esas nutricias raíces, que continúan aún tan vivas y presentes.

omo las encinas, somos recios, rurales y nobles, “pardos, del coló de la tierra”, en palabras de nuestro poeta Chamizo ; de porte sereno y austero, enraizados en profundidad, con evidencia de las dificultades, entre las que, a veces, se desarrollan ellas y navegamos nosotros. Son los encinares, como el lucus latino, arboledas sagradas, sombríos y llenos de misteriosos ecos divinos,

en el reseco y luminoso horizonte. Virgilio las cantó en sus Bucólicas como “las duras, negras y sonoras encinas”.

ada la finalidad de esta revista dedicada a san Isidro, no quiero extenderme ; pero, no obstante, he de aprovechar la oportunidad de estas páginas para proporcionar a los que las lean algunas noticias de divulgación sobre la obra poética titulada Geórgicas, escrita hace más de dos mil años, debida al genio del inmortal Virgilio y dedicada al campo, con unas someras notas

biográficas del autor, poeta que supo de la fundación de Mérida y que vivió los mismos días de gloria de su fundador Augusto.

oy se llama Piétole el pueblecito, cercano a Mántua, entonces denominado Andes, donde vio la primera luz, el día 15 de octubre del año 70 a. de Cristo, Publio Virgilio Marón, hijo de una familia de campesinos. Allí, en aquella dulce campiña, que tanto amó, y cuyas aguas surcaban blancos cisnes, que, años más tardes, lejos de su tierra nativa, los evocaría y lloraría. Inició sus

estudios en Cremona, después pasó a Milán y, en el año 55, a Roma donde trabó amistosos lazos con los más notables de la época. Diez años después se dirigió a Nápoles, donde estudió la filosofía griega, regresando a Mantua para contemplar de nuevo las campiñas en que discurrió su infancia ; pero aquellas tierras habían sido repartidas entre los veteranos de Octavio, porque sus propietarios habían sido partidarios de Bruto, después del asesinato de Julio César ( 100-44 a C.). Virgilio también perdió sus propiedades, por lo que una tristeza y una nostalgia invencibles velaron para siempre su alma y su poesía. A los 33 años era ya famoso - situación que nunca le resultó agradable -. El ambiente en que el poeta se formó lo hizo sensible al frescor profundo de un manso paisaje verde y como durmiente : el susurro de los blondos enjambres en los sauces, el canto lejano del leñador que bajo el alto risco da su sonora voz al aura ; el arrullo de las torcaces en el olmo. Virgilio ama esta manera de vivir silenciosa y tranquila, esta monotonía propicia al ensueño. Años más tarde culminará sobre todo en la pintura de los grandes paisajes. Por estas fechas compuso las Bucólicas, que escribió a instancias de Asinio Polión (75 a C. al 4 de nuestra Era), y en cuya composición invirtió tres años. Son diez églogas, es decir, diez idilios pastoriles, escritos los más en forma de diálogo y llenos de inefable musicalidad. Estas exquisitas obras le procuraron fama, amigos y protectores : principalmente Mecenas (69-8 a C) y Augusto (68-14 a C.), que le encargaron sendas composiciones. Fue Mecenas quien le propuso el tema tan romano, tan patriótico y tan pacífico de las Geórgicas, compendiadas en cuatro libros, en que consumió siete años, (del 37 al 30 a.

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C) - Cinco años antes de ser fundada Emérita -. Hay quien dice que fue para comunicar a los soldados veteranos, puestos en posesión de las tierras confiscadas, el gusto y el amor a la agricultura, ya que la mayoría de ellos no habían cultivado las tierras de que se habían incautado, sino que las habían vendido y disipado su precio. Tratábase de reconciliarlos con los trabajos del campo, tan queridos por sus abuelos. En este enorme trabajo de las Geórgicas canta las labores del campo, el cultivo de los árboles y de la vid, la cría del ganado y el cuidado de los panales y las abejas. Es un poema de elevada y admirable poesía, palpitante de admiración y de amor por la tierra. Con este canto Virgilio enalteció el trabajo que redime, construye y consuela. No era Virgilio, ni mucho menos, un escritor rápido. Se dice que limaba las líneas tan pacientemente que les dio forma “lamiéndolas como la osa con sus cachorros”, según sus propias palabras. Pero ni las floridas enramadas del reino de Media ni el orgulloso Ganges ni las fuentes de Lydia, que fluyen cargadas de oro, pueden igualar las glorias de Italia... Salve, ¡oh tierra de Saturno, madre de todos los buenos frutos y ricas cosechas, madre de los hombres

l resumen de las Geórgicas, obra en la que quiero centrar la atención de mis lectores, tiene el argumento siguiente, distribuido en cuatro libros o tratados. Son los versos más técnicamente perfectos que produjo :

Libro primero.- Argumento del poema. Dedicatoria a Mecenas y enunciado del tema de cada uno de los libros. Invocación a los dioses protectores del campo y a Augusto, que quiere hacer que renazca en Italia y el imperio romano el amor de la vida campestre. Las varias maneras de cultivo ; orígenes de la agricultura, de los instrumentos de labranza y razones varias del cultivo de la tierra ; pronóstico del mal tiempo. Prodigios que precedieron y siguieron al asesinato de Julio César y estragos de la guerra civil. ”Pedid, labriegos, húmedos solsticios y serenos inviernos, que invierno con polvo da muy ricos panes y da a los campos alegría”.

Libro segundo.- Invocación a Baco, protector de la viña e inspirador de este canto, dedicado a los árboles. Sus variadas especies y su cultura varia ; dónde prosperan mejor; como se puede conocer la naturaleza del suelo. La viticultura, la olivicultura, el cultivo de otros árboles. Alabanzas de la vida campestre. “¡Oh labradores bien afortunados, si conociesen su fortuna !, para quien, justísima, la tierra, lejos de las armas en discordia, ofrece a manos llenas su sustento... No les falta segura quietud y vida que ignora el engaño... ¡Félix qui potuit rerum cognoscere causas... ! - ¡dichoso aquel que pudo conocer las causas de las cosas y sometió bajo sus pies todos los miedos !

Libro tercero.- Invocación a los dioses protectores del ganado ; loores de Octavio Augusto, salutación a Mecenas. De los bueyes y de los caballos ; de las ovejas y de las cabras ; de los perros ; lo que es nocivo al ganado y, principalmente, las epidemias que pueden atacarlo. Descripción de la epizootia que diezmó los Alpes. - Así describe al caballo : - “El potro cuya sangre es generosa, al entrar en el campo, gallardea y mueve en orden los flexibles brazos. Es el primero que se aventura a andar su camino y a vadear ríos amenazadores y a confiarse a un puente no probado ; no se espanta de un ruido en vano. Es cuellierguido y de cabeza aguda, corto de vientre y de carnosa grupa, y retoza en las yerbas el animoso pecho. Buenos son los bayos y alazanes... Si acaso oyó lejano son de armas, no puede en su lugar tener sosiego ; levanta las orejas al ruido y se estremecen sus miembros, relincha y bufa y de las narices echa fuego, densa es su crin y le cae al diestro lado..., cava la tierra y suena grave su casco de macizo cuerno”.

Libro cuarto.- Invocación a Mecenas. Cómo debe ser el sitio destinado a las abejas ; sus pastos, sus enjambres, sus combates, su república. Cuándo se han de castrar las colmenas. Enfermedades de las abejas y sus remedios. Episodio de Aristeo. Fábula de Orfeo y Eurídice.”...Tan pronto como el dorado sol empuja al invierno bajo tierra y en luz estiva se despeja el cielo, ellas - las abejas -, al punto, recorren bosques y selvas, cortan purpúreas flores y, en ligero vuelo sobre el río, liban la flor del agua ; y en tal sazón, no sé con qué dulzura, contentas hacen sus celdas y sus hijos crían ; en tal sazón, con arte no aprendida, fabrican cera virgen y destilan densas mieles... ¿Qué dios, oh Musas, nos mostró este arte ?”.

Final.- “Esto canté sobre labrar la tierra y sobre los ganados y los árboles, en tanto que César, rayo de la guerra, magnífico, fulmina sobre el Eufrates y vencedor da leyes a los pueblos, que gustosos le acatan, y se abre una nueva senda hacia el Olimpo”.

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rropado Virgilio por el dorado manto de la protección imperial, estuvo ocupado, ya en Roma o en Nápoles, en la composición de la Eneida, su obra cumbre, en doce libros, en la que trabajó durante diez años. En ella canta la gesta de Eneas y la gloria de Roma : la leyenda y la historia, el pasado y el futuro, el mito y la realidad ; Eneas, romanae stirpis origo - padre del

pueblo romano - y Augusto, el emperador del mundo : ”Recuerda, oh romano, que tu destino es imperar sobre el pueblo... e imponer la norma de la paz.” Después, el año 19, cuando el poema estaba ya terminado, emprendió un viaje a Grecia y Oriente. Apenas desembarcado en Brindis, murió. Quizás tuvo la premonición de ello, porque, antes de embarcar, había rogado a sus amigos que, si algo ocurriera, quemasen el manuscrito incompleto de la Eneida. Pero Augusto no quiso oír de su destrucción y ordenó que el poema fuese publicado en su estado incabado. Su amigo Horacio (65-8 a C), el otro gran poeta, lo llamó dimidium animae meae - la otra mitad de mi alma -. Estos dos poetas, juntos con Ovidio (43 a C. al 17 d C), forman el más sólido y modélico trípode en que se apoya la poesía romana de todos los tiempos. Es en estos momentos justamente cuando la política de expansión cultural del primer emperador irradiaba en todos los órdenes con esplendor extraordinario y la actividad en la construcción de la recién fundada ciudad emeritense, AUGUSTA EMÉRITA estaba en el cenit enfebrecido de los soldados veteranos y nuevos colonos : entonces se edificaban en Mérida las mayores obras, como el teatro y el anfiteatro -.

a influencia de su obra se ha dejado sentir en la literatura posterior con profundas huellas. Jacopo Sannazaro (1458-1531), poeta napolitano, crea un nuevo género literario con la Arcadia, idealización de la vida pastoril, al estilo de Teócrito (n. en el 300 a C) y Virgilio. Sólo en el siglo dieciséis se hicieron de esta obra 60 ediciones. Y en nuestras letras, el máximo poeta lírico

español Garcilaso de la Vega (1503-1536) supo asimilar como nadie el espíritu del poeta latino, imitándolo en sus Eglogas castellanas. También fray Luis de León (1527-1591), poeta místico español, realizó sus magníficas versiones métricas de las Odas de Horacio y de las Eglogas y Geórgicas de Virgilio. Para acabar esta somera reseña, he aquí una muestra de la vida serena, a imitación de Virgilio, sacada de la Vida retirada de Fray Luis :

“Qué descansada vida la del que huye del mundanal rüido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido... Oh monte, oh fuente, oh río, oh secreto seguro deleitoso... Despiértenme las aves con su cantar süave no aprendido... Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanza, de recelo. Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera de bella flor cubierto ya muestra en esperanza el fruto cierto. Y luego, sosegada, el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido ; los árboles menea con un manso rüido, que del oro y del cetro pone olvido”.

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