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59 ARJÉ Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 3 Nº 5. Diciembre 2009 / 59-84 RESUMEN Se argumenta sobre ciertos presupuestos que otorgan a la cultura una condición genuina dentro del paradigma que construye una comunidad académica. Siguiendo a Kuhn (2004), Latour (1995) y Malinowsky (1978), se configuró un conjunto de ideas que sitúan la cultura de la investigación como el eje sobre el cual giran las concepciones-formas que orientan el tránsito de la producción cognitiva, ya sea como superestructura simbólica que dictamina lo que es o no científico, ya sea como marco dentro del cual se ejerce la coerción sobre las dinámicas investigativas. Se coincide con Vessuri (1984), cuando se entiende que la cultura investigativa aparece como un entramado ámbito de representaciones, creencias, símbolos, lenguajes, tradiciones, y estilos cognitivos, que penetran todos los espacios y esferas del saber. Palabras clave: cultura investigativa, comunidad académica, ciencia. Gerardo Ruiz Campos Recibido: 12/11/2008 Aceptado: 20/05/2009 LA CULTURA DE LA INVESTIGACIÓN COMO CATEGORÍA FUNDAMENTAL DEL ESTUDIO SOCIAL DE LA CIENCIA

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La cultura de la investigación como categoría fundamental del estudio social de la ciencia

ARJÉ Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 3 Nº 5. Diciembre 2009 / 59-84

RESUMEN

Se argumenta sobre ciertos presupuestos que otorgan a la cultura una condición genuina dentro del paradigma que construye una comunidad académica. Siguiendo a Kuhn (2004), Latour (1995) y Malinowsky (1978), se confi guró un conjunto de ideas que sitúan la cultura de la investigación como el eje sobre el cual giran las concepciones-formas que orientan el tránsito de la producción cognitiva, ya sea como superestructura simbólica que dictamina lo que es o no científi co, ya sea como marco dentro del cual se ejerce la coerción sobre las dinámicas investigativas. Se coincide con Vessuri (1984), cuando se entiende que la cultura investigativa aparece como un entramado ámbito de representaciones, creencias, símbolos, lenguajes, tradiciones, y estilos cognitivos, que penetran todos los espacios y esferas del saber.

Palabras clave: cultura investigativa, comunidad académica, ciencia.

Gerardo Ruiz Campos

Recibido: 12/11/2008 Aceptado: 20/05/2009

LA CULTURA DE LA INVESTIGACIÓN COMO CATEGORÍA FUNDAMENTAL DEL ESTUDIO

SOCIAL DE LA CIENCIA

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ARJÉ Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 3 Nº 5. Junio-Diciembre 2009 / 59-84

THE CULTURE OF RESEARCH AS A FUNDAMENTAL CATEGORY OF THE SOCIAL STUDY OF SCIENCE

Abstract

It is argued on certain budgets that give the culture a genuine condition inside the paradigm that builds an academic community. Following Kuhn, Latour and Malinowsky, a set of ideas were configured that place culture research as the axis around which revolve the conceptions-forms that guide the transition from the cognitive production. It could be as a symbolic superstructure that dictates what is or is not scientific, or as a framework within which coercion as a investigative research is practiced. It coincides with Vessuri, when it is understood that the investigative culture appears as a network area of representations, beliefs, symbols, languages, traditions, and cognitive styles that penetrate all areas and spheres of knowledge.

Key words: cultural research, academic community, science.

LA CULTURA DE LA INVESTIGACIÓN

Se entiende como cultura de la investigación al conjunto de significados en permanente acumulación que una comunidad de investigadores asigna al trabajo de la producción intelectual a partir de las formas de hacer y entender la ciencia, de esta manera, los modos de producción del trabajo intelectual se fundamentan sobre la base de las significaciones contenidas en los paradigmas al cual están sujetos los miembros de la comunidad.

Las tradiciones, así como los paradigmas, van configurando la cultura, le dan forma, la relegitiman constantemente y además, reproducen los símbolos y significados que la comunidad asigna a sus productos. Lo expuesto, ya había sido planteado por Kuhn (2004), cuando señalaba que los paradigmas de la comunidad son puestos de manifiesto en los libros de texto, en las clases y en las prácticas investigativas, mientras que los “miembros de la comunidad correspondiente aprenden el oficio estudiándolos y practicando con ellos” (p. 89).

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En esa misma tónica, para Morin (2002, p. 125), el “paradigma reina sobre las mentes porque instituye conceptos soberanos y su relación lógica (...) que gobiernan de manera oculta las concepciones y las teorías científicas que se efectúan en su imperio”.

La cultura de la investigación es una construcción, que reproduce y legitima “los modos de entender y ordenar el mundo compartido de una comunidad aunque no sean necesariamente explícitos para algunos –o muchos– de los miembros de la comunidad” (Rubio, 1999, p. 2).

La cultura de investigación refiere todo aquello que constituye el ámbito de la producción de la ciencia, desde los individuos hasta las macro estructuras tangibles e intangibles, además de lo que subyace en las racionalidades múltiples como fruto del ejercicio intelectual, en tanto lo ha construido y lo permite, condiciona, produce y transfiere. Tiene una connotación de código. “Todos los llamados o autonombrados investigadores poseen una cultura de investigación, la que tienen, la que les permite hacer y pensar lo que entienden y perciben como su oficio” (Galindo, 2003).

Las subculturas que constituyen una cultura, según Malinowsky (1978), se presentan como todos integrados, funcionales y coherentes. Por lo tanto, cada elemento aislado o subyacente de la subcultura sólo puede analizarse considerando las demás partes. Malinowsky, como precursor de la sociología funcionalista-estructural concibe un enfoque holístico de la cultura, donde todos los elementos poseen una función que le dan sentido y hacen posible su existencia. Pero esta función no es dada únicamente por lo social, sino por la historia del grupo y el entorno geográfico, entre muchos otros elementos.

La cultura de la investigación incluye esta situación y la configura en un espacio tiempo reflexivo, los investigadores miran su oficio, lo sistematizan y lo reorganizan, lo intervienen, lo mejoran, lo complejizan. ¿Cómo?, abriéndose como sistema de conocimiento y de acción práctica, nada les es ajeno, de todo aprenden para reordenar su oficio, al respecto Galindo (Op. cit.), señala que “todo conocimiento tiene un elemento constructivo que puede ser agregado o integrado al oficio de investigación”.

Lo cual significa que en todas sus acciones, los científicos siempre tienen por lo menos una doble dimensión en juego, la que dirige sus

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pasos hacia el conocimiento de un objeto (dimensión metodológica), y la que reordena sus visiones sobre los pasos constructivos del objeto (dimensión epistemológica), pero ambas, supeditadas a una macro dimensión: la cultural-paradigmática.

La cultura investigativa de una comunidad académica adquiere su completa organización, cuando se comprende desde su propia esfera, se complejiza cuando se reorganiza en grupos, cuando se asume la comunicación y sistematización de información en redes, cuando los flujos de conexión entre todos los sujetos académicos permean las instancias y los espacios del mundo de la vida de la cultura de la ciencia académica.

Se ilustra a continuación, el ámbito de la cultura científica, donde se evidencia la influencia del paradigma en los códigos, símbolos y significados que producen y re-producen una comunidad de investigadores. De forma tal que el ethos científico, las tradiciones, las normas y protocolos, la institución y la academia representan el contexto matriz de toda cultura investigativa, no obstante, existen otras condiciones y particularidades que no se perciben a simple vista, sino que permanecen solapadas en la prácticas investigativas: las nociones de ciencia, las lógicas, las formas, los estilos, y los mundos de vida de los sujetos académicos.

Figura 1

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Categorías fundamentales de la cultura de investigación

En este punto se establecen los significados centrales que sostienen la cultura de la investigación: creencias, valores, normas, lenguajes, símbolos, representaciones, tradiciones y estilos cognitivos. Se toma como referencia la definición de cultura investigativa que se ha venido elaborando a partir de la indagación teórica, las características de la cultura que proponen Gelles y Levine (1996), y fundamentalmente se consideran los aportes de Vessuri (1985), y de Rubio (1999), quien formula una noción de cultura de investigación como caracterización general de cualquier comunidad de investigadores, por ello, se toman sus planteamientos como base para el desarrollo del apartado que se expone. Se describen a continuación, los aspectos clave que constituyen y dan significancia al sistema cultural propio del contexto de la producción de la ciencia académica.

Creencias

Gelles y Levine señalan que las creencias de una cultura son “ideas compartidas acerca de cómo opera el mundo” (1996, p. 87). Una comunidad de investigación que comparte un objeto de estudio también ha de compartir creencias básicas sobre la naturaleza onto-epistemológica del fenómeno cognoscente y los modos de aproximarse a éste.

La creencia fundacional de una disciplina es la aceptación de parte de los miembros de una comunidad científica, de la existencia del fenómeno que es su objeto de estudio. En el paradigma propio de una comunidad científica particular, el investigador es entrenado bajo la creencia de que el mundo de los fenómenos que estudia se caracteriza por ciertas propiedades (ontológicas, axiológicas, gnoseológicas, epistemológicas, teleológicas) y ha aprendido a observar los comportamientos que sostienen sus presupuestos reales, ideales y esenciales-existenciales.

Valores

A partir de los años sesenta, el surgimiento de una contra-corriente sociológica que inauguró los estudios sociales de la ciencia planteó con vigor el problema de los factores sociales que participan en la

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construcción del conocimiento científico. Contra la postura clásica de la filosofía de la ciencia de la primera mitad de siglo trazada y defendida a ultranza por el llamado “Círculo de Viena”.

Los sociólogos de la ciencia desmitificaron la imagen del científico, mostrándolo susceptible de pasiones e influencias de su entorno. En este punto, es fundamental señalar los aportes de Latour, Woolgar, y Knorr-Cetina (Estudios constructivistas y estudios de campo dentro del laboratorio), Mulklay, y Gilbert (Análisis del discurso de la ciencia), y de Garfinkel y Linch (Etnometodología).

Sobre la base de este recorrido que bifurca la historia de la ciencia, el elemento axiológico como componente fundamental de la ciencia se convierte en el criterio de verdad por oposición al de falsedad, al respecto señala Rubio (1999), que todos los valores operan en oposición a su contraparte (bipolaridad de los valores), de este modo, la verdad es el concepto rector de la producción de conocimientos; otros valores epistémicos de menor jerarquía: sencillez, claridad, poder, predictividad, entre otros, pueden ser ocasionalmente transgredidos sin alterar irreversiblemente el curso de la investigación, pero la transgresión de la verdad subraya Rubio (Op. cit.), “es el pecado mortal en una comunidad científica: no se puede mentir en aras de la ciencia”.

En este sentido Gelles y Levine (1996, p. 88) sostienen que “los valores son amplias normas compartidas, abstractas, de lo que es correcto, deseable y digno de respeto”. Los valores son mecanismos de decisión que operan en abstracto porque se mantienen en un territorio semántico impreciso, es decir, todo valor que se conciba desde un espacio-mundo concreto, con una historia cultural particular que lo defina, concebirá el valor desde el marco de construcción cognitiva y epistémica de los sujetos sociales que lo constituyan.

normas

Gelles y Levine (Op. cit., p. 90) proponen que las normas son “reglas acerca de lo que la gente debe o no debe hacer, decir o pensar en una situación determinada”. Contrario a los valores, que tienen un carácter abstracto, las normas tienen como referencia situaciones prácticas que se realizan siguiendo procedimientos bien definidos. El propósito de las normas no es garantizar el bien moral, sino

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operacionalizar la continuidad arquetipal del sistema cultural donde se generan. Las normas como convenciones podrían ser cambiantes, en tanto los valores son constantes culturales; aunque paradójicamente indefinidos (Rubio, 1999).

La investigación científica se soporta en convenciones relativas a los contextos específicos donde se escriben los tránsitos investigativos. El espacio universitario, es el espacio que define las normas para garantizar que el nivel de un estudiante sea suficiente para realizar trabajos de investigación y con ello generar algún tipo de conocimiento (preferentemente científico). Sobre este aspecto, Rubio (Op. cit.), señala que “la acreditación de cursos y los exámenes de postgrado son procedimientos claramente reglamentados que ponen a prueba el dominio de una disciplina y otorgan licencia para realizar investigación”.

Por otro lado, estos espacios universitarios han instituido mecanismos de comunicación los cuales definen las normas para someter la investigación, en un primer momento, al juicio de expertos y árbitros, y posteriormente, al juicio del público especializado. Las reglas de validación de la investigación científica operan en una comunidad de académicos que trasciende los límites de los espacios universitarios. De acuerdo con Rubio (Op. cit.), “las investigaciones sobre un ámbito disciplinar especializado, por ejemplo, se realizan en muchas universidades y centros de investigación del mundo, y los investigadores de esta disciplina se mantienen en estrecho contacto comunicacional a través de los journals y publicaciones especializadas”.

Los comités editoriales y examinadores de las revistas especializadas, editoriales científicas y comités de congresos son los encargados de evaluar y filtrar el trabajo de investigación. Los integrantes de tales comités de evaluación se eligen en función de su historia en la propia comunidad, garantizando la autoridad intelectual de las evaluaciones; de ahí su fundamental importancia dentro de la cultura, y la fundamental importancia de la norma dentro de la organización de la cultura investigativa.

Lenguaje

Los campos cognitivos de la ciencia se estructuran con lenguajes especializados que alcanzan grados de complejidad cada vez mayores.

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La cultura científica se constituye desde una serie de disciplinas cuya categoría diferencial más evidente es la del lenguaje. Aunque existe una serie de significados compartidos y universalizados por las comunidades de investigadores de cualquier disciplina científica; los lenguajes de cada dominio trazan fronteras notorias entre los distintos campos cognitivos.

El hecho investigativo requiere del razonamiento epistemológico en áreas fenoménicas con lenguajes estructurados de manera lógica, en este sentido, las teorías como cuerpos de proposiciones racionalmente generadas, son los lenguajes estructurales de la ciencia y la formación de investigadores requiere del dominio de esos lenguajes, aun si el propio paradigma en el cual han sido formados, los conduce a rechazar tales cuerpos de proposiciones y formular otros.

En este punto, es importante citar a Follari (2001) quien habla sobre “la cuestión de la diferencia del lenguaje entre teorías”, ya que, “el lenguaje no refiere inmediatamente a lo real, sino lo hace por mediación de condiciones socioculturales específicas”; sobre lo cual se interpreta que, el lenguaje científico como código semiótico estructurado y particularizado, responde a paradigmas y marcos culturales compartidos por los sujetos de la comunidad.

De este modo, la cultura investigativa como categoría fundamental del estudio social de la ciencia se concibe desde la naturaleza misma del lenguaje inter-compartido por los miembros de la comunidad académica, en una suerte de interacción que dialécticamente va generando nuevos saberes y concibiendo así el carácter simbólico del lenguaje como código fuente para la generación de conocimientos y la comprensión de los sujetos sobre su hacer individual y colectivo.

símbolos

La producción de símbolos como representación del marco cultural de una comunidad académica particular, está asociada a cualquier forma de actividad propia de la cultura, la que es concebida por Geertz (1973, p. 89) como “un sistema de concepciones expresadas en formas simbólicas por medio del cual las personas se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y actitudes hacia la vida”.

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Los símbolos se constituyen en la esfera de los imaginarios de la producción cognitiva, y se trasladan desde el universo ideal al espacio real y concreto de la cultura. En este sentido, se supone que los símbolos generados por una comunidad académica particular, son convenciones perceptibles plasmadas de manera pictográfica (escrita), y con significado propio (el que la comunidad le asigna).

La producción y comunicación simbólica que se genera desde la ciencia está expresada en productos elaborados por la cognición (conjeturas, argumentaciones, reflexiones) y representada en formas, lo que Bordieu (2000, p. 6) denomina “estructuras estructurantes” que define como “Instrumentos de conocimiento y de construcción del mundo objetivo”.

La ciencia como constructo simbólico abarca todos los usos de símbolos encaminados a la comunicación, razón por la cual, la construcción de lenguajes como elementos simbólicos asociados a las representaciones del marco cultural de los sujetos académicos, constituyen el fundamento que otorga carácter y sentido a toda acción de la ciencia: la investigación.

representaciones

De acuerdo con Moscovici (1979, p. 18), la representación es un proceso en el cual los individuos juegan un papel proactivo en la construcción de sentido (que es ideal), sobre una realidad material concreta. Las representaciones emergen en la dialéctica que se establece entre las interacciones cotidianas de los sujetos, su universo de experiencias previas (marco cultural como mundo de vida) y las condiciones del entorno. Las representaciones de la cultura de la investigación académica se construyen en el contexto de las comunidades académicas que desarrollan investigación.

Desde esta perspectiva, se asume la representación como la entiende Moscovici: sistemas cognitivos con una lógica y un lenguaje propio, que abarcan desde la construcción de íconos, y símbolos que encarnan la producción cultural, hasta las maneras de comportarse y relacionarse de los sujetos.

Valores, normas, creencias, ideas, tradiciones, símbolos, y prácticas, entre otros elementos del complejo de la cultura, figuran como

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componentes del sistema social de representaciones culturales de la ciencia, en cuanto a ordenamiento y comunicación; ambas dimensiones orientan la construcción del mundo social y material de los sujetos académicos mediante códigos que tienen vinculación inmediata con los valores de la ciencia.

La representación se funda en el terreno de la psicología social, ya que por sí misma es una acción psicológica, que desde la cognición conlleva a una elaboración simbólica, cuyo significado se concibe como una especie de gnoseología de la ciencia. Lo fundamental de la representación como categoría de la cultura de la investigación, radica en el hecho subjetivo del sujeto, es decir, su situación, comprensión y activación en el mundo de la vida, en este caso académico-científico.

tradiciones

Las tradiciones investigativas se entienden como el legado de representaciones, creencias, símbolos, lenguajes, y estilos cognitivos, generados y re-generándose, transmitidos y asimilados por los actores sociales. Así como la cultura, las tradiciones se sitúan gnoseológicamente en un espacio semántico impreciso, que tiende a abarcar espacios-tiempos ideales y territoriales, que por acumulación van fraguando un entramado complejo de interacciones causales y generadoras del hecho cultural.

La herencia como el complejo trans-histórico de bienes culturales es un acervo mutable que se re-genera en una especie de espiral en dialéctica ascendente. Para Bordieu (1979), la acumulación de tradiciones materiales y símbolos dan lugar al capital cultural, que en este caso, se asume como el patrimonio intelectual que conforma el acervo cultural de la ciencia.

De este modo, la elaboración de artefactos cognitivos es la tradición prevalente y aparente fundamental de la academia, no obstante, la herencia también trae consigo otras prácticas que manifiestas o solapadamente son transmitidas y asimiladas por los sujetos de la comunidad. En este punto, la herencia de la cultura investigativa es una complejidad de nodos ontológicos, epistemológicos y metodológicos que dialécticamente generan tensiones en los marcos de existencia, reflexión y convivencia de quienes se sitúan en un territorio académico determinado.

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Las tradiciones traen consigo las costumbres «el ethos», que desde la comprensión cultural de la ciencia, es el elemento básico, el trasluz desde donde se cotidianizan las normas, los valores, las creencias, el lenguaje, la identidad y el conjunto de estilos cognitivos que se transmiten consciente e inconscientemente, y se manifiestan como herencia en la tradición de los códigos, los símbolos, los discursos que se van sedimentando en cada comunidad académica.

estilos cognitivos

El estilo cognitivo está definido por el ethos que asume un investigador o un grupo de investigadores en el desarrollo de su hacer científico. En este punto, el estilo cognitivo se asocia a la identidad investigativa/científica, cuyo signo es la expresión de los valores simbólicos-culturales. Los estilos cognitivos se circunscriben a paradigmas, marcos culturales, y tradiciones epistemológicas que demarcan las fronteras estilísticas y se sitúan en el encuadre configurativo de una racionalidad caracterizada por modos de percibir, transitar y construir la realidad desde el hacer científico.

En este punto, es importante señalar que el estilo cognitivo que asume un individuo o grupo que hace investigación, contrario a lo que aduce Merton, desde el funcionalismo sociológico del estudio de la ciencia –cuando hace referencia al ethos normativo de la ciencia y la neutralidad del investigador–, viene asociado a una ideología. Acá es preciso citar, desde las corrientes estructuralistas y constructivistas de la ciencia a Latour y Woolgar (1995) [original 1979], Callon (1980), Chalmers (1992), también a Knorr-Cetina (2005), y fundamentalmente a Varsavsky (2006) [original 1974], cuando se refiere al sustrato ideológico que desde el territorio de la producción simbólica cognitiva, tienen los hombres y mujeres de ciencia de determinado espacio contextual.

De este modo, los estilos cognitivos son asimilados desde el mismo momento en que el estudiante es incorporado a un espacio de creación o de re-producción cognitiva, con lo cual va asumiendo valores, formas, representaciones, y marcos de construcción desde la racionalidad de los miembros-referentes de la comunidad académica.

Las categorías presentadas constituyen el núcleo de presupuestos que distinguen la cultura de la investigación académica; en el cuadro

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que se muestra, se sintetizan descriptivamente las categorías desarrolladas, estableciéndose las significaciones y supuestos que han guiado el tránsito de la construcción teórica.

Cuadro 1: Supuestos de las categorías fundamentales de la cultura de la investigación

Categorías Acepción Supuestos

Creencias Ideas compartidas acerca de cómo opera el mundo.

Una comunidad de investigación que comparte un objeto de estudio también ha de compartir creencias básicas sobre la naturaleza onto-epistemológica del fenómeno cognoscente y los modos de aproximarse a éste.

Valores

Amplias normas compartidas, abstractas, de lo que es correcto, deseable y digno de respeto. Operan en abstracto porque se mantienen en un territorio semántico impreciso.

El elemento axiológico como componente fundamental de la ciencia se convierte en el criterio de verdad por oposición al de falsedad. La transgresión de la verdad “es el pecado mortal en una comunidad científica: no se puede mentir en aras de la ciencia” (Rubio, 1999).

NormasConvenciones relativas a los contextos específicos donde se genera la producción cognitiva.

El espacio universitario, es el espacio que define las normas para garantizar que el nivel de un estudiante sea suficiente para realizar trabajos de investigación y con ello generar algún tipo de conocimiento (preferentemente científico).

Lenguaje

La cultura de la investigación se forma de una serie de disciplinas cuya diferencia más evidente es el lenguaje que corresponde a cada una.

La ciencia se estructura mediante lenguajes especializados que alcanzan grados de complejidad cada vez mayores.

Símbolos

La esfera de los imaginarios de la producción cognitiva, y se trasladan desde el universo ideal al espacio real y concreto de la cultura

Los símbolos generados por una comunidad académica son convenciones perceptibles plasmadas de manera pictográfica (escrita), y con significado propio (el que la comunidad le asigna). La producción y comunicación simbólica que se genera desde la ciencia está expresada en productos elaborados por la cognición y representada en formas.

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Representaciones

La representación es un proceso en el cual los individuos juegan un papel proactivo en la construcción de sentido (que es ideal), sobre una realidad material concreta

Las representaciones emergen en la dialéctica que se establece entre las interacciones cotidianas de los sujetos, su universo de experiencias previas (marco cultural como mundo de vida) y las condiciones del entorno.

Tradiciones

Se entienden como el legado de representaciones, creencias, símbolos, lenguajes, y estilos cognitivos, generados y re-generándose, transmitidos y asimilados por los actores sociales.

La herencia como el complejo trans-histórico de bienes culturales es un acervo mutable que se re-genera en una especie de espiral en dialéctica ascendente. Las tradiciones traen consigo las costumbres «el Ethos»: trasluz desde donde se cotidianizan las normas, los valores, las creencias, el lenguaje, la identidad y el conjunto de estilos cognitivos que se transmiten consciente e inconscientemente.

Estilos cognitivos

Se circunscriben a paradigmas, marcos culturales, y tradiciones epistemológicas que demarcan las fronteras estilísticas y se sitúan en el encuadre configurativo de una racionalidad caracterizada por modos de percibir, transitar y construir la realidad desde el hacer científico.

Los estilos cognitivos son asimilados desde el mismo momento en que el estudiante es incorporado a un espacio de creación o de re-producción cognitiva, con lo cual va asumiendo valores, formas, representaciones, y marcos de construcción desde la racionalidad de los miembros-referentes de la comunidad académica.

Fuente: Gerardo Ruiz Campos / Cuadro analítico descriptivo

La idea de ciencia versus la idea de investigación

La idea de investigación está vinculada a la búsqueda de la verdad, por tanto, no existe ciencia sin investigación. históricamente la idea de ciencia ha acaparado el debate en torno al desarrollo y la innovación, así lo esbozó Latour (1998), cuando al referirse a la comprensión social de la ciencia en los últimos años, señala que ésta ha transitado por cambios dramáticos, específicamente los que tienen que ver con la transición desde la cultura científica a la cultura de investigación.

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Latour (Op. cit.), relaciona la idea de ciencia con certeza y, la idea de investigación con incertidumbre; de esta manera, para Latour, la ciencia es asociada con la imagen fría, lineal, y aislada de la verdad; mientras que la idea de investigación está vinculada al entusiasmo, interacción, riesgo e incertidumbre.

Latour aviva la confrontación entre ciencia e investigación, cuando postula que la ciencia pone fin al capricho de las disputas humanas, mientras que la investigación crea controversias y disensos. La ciencia produce un pensamiento cargado de objetividad que escapa tanto como sea posible de los grilletes de la ideología, las pasiones, y emociones; la investigación se nutre de aquellos elementos y representaciones que se construyen desde la cotidianidad.

El autor, aduce que lo anterior es producto de una elaboración propia desde el ámbito de la filosofía de la ciencia, pero desafortunadamente no desde una filosofía de la investigación. De este modo, existen muchas representaciones y “clichés” que dan carácter a una ciencia egoísta, fundada en mitos, con lo cual se evidencia que todavía se ha hecho muy poco para “iluminar la investigación”, que al fin y al cabo, es el vehículo para llegar a la ciencia.

En este orden de ideas, Latour, planteó en el año de 1998, en el marco de los 150 años de la creación de la american association for the advancement of science (AAAS), la siguiente interrogante: ¿Por qué no se ha constituido una Asociación para el Avance de la Investigación? (Actualmente la AAAS cuenta con 162 años).

En correspondencia con los planteamientos anteriores, Ledesma (2005), sostiene que la “investigación es el proceso, la ciencia (...) el producto. Así, no todo investigador es en realidad un científico. Pero adicionalmente lo que se presenta como ciencia es un producto abstracto”, el proceso de la investigación es el proceso de la ciencia, no puede entenderse la ciencia sin la investigación, con lo cual sería ilógico pensar generar un producto sin transitar previamente por un proceso. El autor, avanza un poco más sobre estas ideas al afirmar lo siguiente:

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Muchos mitos se han planteado en torno a la investigación y la ciencia, algunos de los cuales, convertidos en lugares comunes, llegan a reproducirse en los libros de texto y en la enseñanza en todos los niveles, (...) Incluso quienes se dedican a la actividad científica y no reflexionan sobre su propia práctica, muchas veces tienen una percepción confusa de la ciencia y de su propio papel como científicos. La falta de asignaturas o cursos donde se estudie la manera como se ha producido el conocimiento en la historia y se reflexione acerca de su práctica ha conducido a que, en los hechos, muchos científicos y estudiantes de ciencias tengan una visión extremadamente ingenua acerca de su quehacer.

Al igual como la idea de ciencia está asociada a la concepción de certidumbre, la idea de investigación también se conecta con la idea de verdad; razón por la cual, Zubiri (1982) llegó a revelar ante la pregunta: ¿Qué se investiga?, lo siguiente: se investiga “la verdad, pero no una verdad de nuestras afirmaciones, sino la verdad de la realidad misma. Es la verdad por la que llamamos a lo real realidad verdadera. Es una verdad de muchos órdenes: físico, matemático, biológico, astronómico, mental, social, histórico, filosófico, etc.” (pp. 5-6).

Vale decir que es la búsqueda de la verdad lo que impulsa la investigación, y ésta a su vez el avance de la ciencia. El conocimiento es una fuente inagotable, que solo se detendrá cuando el hombre deje de existir, pero mientras el hombre exista, siempre irá en busca de la verdad. Este hecho ha contribuido notablemente con el desarrollo de la cultura científica en la sociedad planetaria. Zubiri, lo recalcaba al apuntar que “tenemos que reconocer que la realidad está abierta y por eso es inagotable. Así, la investigación es una tarea sin fin”. (p. 5).

Se presenta un cuadro donde se muestra la distancia y proximidad entre investigación y ciencia, se ensaya un análisis sintético donde se establecen un orden de categorías que definen, y establecen la naturaleza, características, divergencias y convergencias de la relación dual investigación-ciencia; el propósito esencial es coadyuvar en la comprensión del hecho de la construcción cognitiva: la investigación como tránsito y la ciencia como punto de llegada. Es

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decir, desde la postura de quien desarrolla estos planteamientos, se entiende que la dualidad investigación-ciencia (I+C) es una relación complementaria que no reduce ni mutila, sino que comprende que sin investigación no hay ciencia, y por tanto no puede existir ciencia sin investigación.

Cuadro 2: Investigación Vs Ciencia

Categoría Investigación Ciencia(scientia = conocimiento)

Definición

Forma sistemática de pensar que emplea instrumentos y procedimientos con miras a la adquisición de nuevos conocimientos

Conjunto de conocimientos aceptados por los miembros de una comunidad científica

Naturaleza Acción Pensamiento

Características

SistemáticaOrganizadaObjetivaLógicaFlexibleVerificableEs el proceso

VerificableCríticaFácticaObjetivaRigurosaMetódicaEs el producto

Divergencias

incertidumbrecrea controversias y disensosse nutre de representaciones que se construyen desde la cotidianidad

Certezapone fin al capricho de las disputas humanasproduce un pensamiento cargado de objetividad

Convergencias Busca la verdad Crea la verdad

Fuente: Gerardo Ruiz Campos / Cuadro analítico-sintético

La ciencia como producto de la cultura

La producción de la ciencia no puede entenderse como un acto solamente intelectual, el proceso de la construcción de saberes transita por diversos escenarios en los cuales, el ejercicio intelectual evidentemente está implícito en la totalidad del recorrido, mas no es la condición única del acto investigativo.

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Desde los inicios de la humanidad, el hombre siempre ha tratado de buscar la explicación de los fenómenos, esa curiosidad es la que lo ha llevado al encuentro de grandes conflictos, pero también al encuentro de grandes soluciones, de manera que el hombre como “animal racional” tuvo la capacidad de utilizar la mente para evolucionar y trascender sus modos de ser, de conocer, de hacer y de convivir.

De acuerdo con lo anterior, el uso de las facultades mentales (el intelecto), ha significado para el hombre el eslabón hacía espacios inimaginados, por esta razón, la actividad intelectual no solo es producto del esfuerzo individual y colectivo por la búsqueda de soluciones para disfrutar mejores condiciones de vida, sino además, es una cualidad que se caracteriza por su complejidad y el impulso que el sujeto imprime a sus acciones de búsqueda e indagación.

La mente humana es capaz de estructurar la realidad, sin embargo, la realidad existe y es independiente, el sujeto la construye y la hace inteligible a partir de los significados que le asigna, de esta manera la cultura como un complejo “que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad” (Tylor en Kottak, 2002, p. 45), es inmanente a toda acción humana, aunque no se muestre a simple vista o subyazca en las experiencias, intereses, paradigmas y modos de quienes coexisten dentro de un entorno social.

Vessuri (1985, p. 62), en relación con lo anterior señala que “la cultura es el ámbito de esas instituciones cruciales en las cuales se producen las ideas por las cuales regimos nuestras vidas”, de manera que la cultura penetra cualquier instancia de la vida social, le asigna un significado y la convierte en producto que en la medida en que se genere y regenere mediante la transferencia, se convierte en una tradición.

Al avanzar un poco más en torno al subtitulado inicial de este punto, es necesario hacer una profunda inmersión sobre algunos aspectos histórico-contextuales que permitirán comprender cómo ha sido el desarrollo de cultura investigativa en la modernidad, al respecto Vessuri (1984), apunta lo siguiente:

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Desde la revolución científica del siglo XVII, la ciencia y la cultura han sido vistas como diferentes, inclusive como opuestas. La ruptura entre ciencia y cultura que se produjo con la revolución científica fue haciéndose cada vez más grande, a medida que avanzó la profesionalización y especialización de una nueva comunidad intelectual –la de los filósofos naturales– quienes, desde alrededor de 1840, gradualmente llegaron a llamarse científicos.La cultura fue así paulatinamente relegada al ámbito de la emoción, de las creencias más profundas, los mitos, las artes, el cultivo de la sensibilidad y el espíritu. La ciencia, en cambio, con su método experimental, transformó su propia identidad, pasando de ser la vieja ciencia contemplativa que separaba la teoría de la práctica, a convertirse en una actividad enteramente dirigida hacia la aplicación práctica de las ideas, reductora de la naturaleza a términos matemáticos y haciendo sus pruebas a través de la experimentación. (p. 300)

Un recorrido histórico contextual que permite apreciar como a partir del cambio paradigmático generado por la revolución en la ciencia del siglo XVII, ha ido permeando una forma de racionalidad inexorablemente instrumental en los modos de entender la realidad a partir de la ciencia.

Para Kuhn (2004, p. 164), las “revoluciones científicas son aquellos episodios de desarrollo no acumulativo, en los que un paradigma antiguo se ve sustituido en todo o en parte por otro nuevo incompatible con él”. Con lo cual, el cambio de dirección asumido por la cultura científica en el siglo XVII, a raíz de la perversa separación entre ciencia y filosofía desembocó en el determinismo positivista instaurado aún en el paradigma actual de la producción cognitiva.

Morin (2002), ilustra el planteamiento anterior cuando señala lo siguiente:

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La cultura no sólo está cortada en piezas separadas sino también está rota en dos bloques. La gran desunión entre la cultura de las humanidades y la cultura científica, que comenzó en el siglo pasado y que se agravó en el nuestro entraña graves consecuencias para una y para la otra. La cultura humanista es una cultura genérica que, vía la filosofía, el ensayo, la novela, alimenta la inteligencia general, enfrenta los grandes interrogantes humanos, estimula la reflexión sobre el saber y favorece la integración personal de los conocimientos.La cultura científica, de una naturaleza diferente, separa los campos de conocimiento; provoca descubrimientos admirables, teorías geniales, pero no una reflexión sobre el destino humano y sobre el devenir de la ciencia. La cultura de las humanidades tiende a convertirse en el molino privado del grano de las adquisiciones científicas sobre el mundo y sobre la vida que tendría que nutrir sus grandes interrogantes; la segunda, privada de reflexividad sobre los problemas generales y globales, se vuelve incapaz de pensarse a sí misma y de pensar los problemas sociales y humanos que plantea (pp. 17-18).

El razonamiento de Morin, intensifica un poco más la visión en torno a la disociación que han sufrido los componentes de la cultura de las ciencias; por otra parte, es necesario destacar, que desde la postura de quien desarrolla este estudio, se asume la cultura investigativa como el ámbito que abarca la totalidad de la producción científica y humanística, y que al referirse a la cultura científica no se distancia de las humanidades porque las ciencias humanas también conforman el patrimonio cultural de ésta, razón por lo cual se concibe como un todo.

Ahora bien, es necesario ir más allá y adentrarse en el núcleo del asunto, al respecto Vessuri (1984), plantea:

(...) si por fin la ciencia es entendida como una cultura sostenida por una tradición existente, se vuelve posible plantearse una cantidad de problemas (...) acerca de sus características en sociedades concretas. La cultura aparece como el inmenso y complejo ámbito de las representaciones colectivas, de las creencias profundas, de la comunicación de símbolos, de los juegos del lenguaje, de la sedimentación de tradiciones, de los estilos cognitivos; es el ámbito en el cual se producen las ideas por las cuales regimos nuestras vidas y a través de las cuales estas ideas se comunican y penetran inclusive la economía y las ciencias físico naturales (pp. 303-304).

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De allí pues que Snow (en Vessuri, Op. cit., p. 301) “identificara la cultura científica como (...) una cultura, no solo en un sentido intelectual, sino también antropológico”, con lo que a pesar de las divergencias existentes “entre sus miembros, hay actitudes y pautas de comportamiento comunes, supuestos básicos y maneras de ver las cosas que todos comparten en general”.

La ciencia como producto de la cultura de una comunidad académica asume ciertos rasgos, condiciones y particularidades que la definen en forma y contenido, donde interactúan las creencias, los valores, las normas y el lenguaje, además de otros elementos que ciertamente subyacen dentro del contexto-mundo de la comunidad.

Es en este marco que Snow discurre sus argumentos, y aduce que la cultura científica debe ser comprendida no únicamente en la apolínea razón de lo intelectual, sino que la inserción en lo antropológico es fundamental, de ahí se justifica teóricamente el tránsito metodológico que parte del ethnos, y que procura la descripción de la cultura desde el enfoque holístico –como la concibe Malinowsky– donde todos los elementos de la cultura poseen una función que le dan sentido y hacen posible su existencia. Pero esta función no es dada únicamente por lo social, sino por la historia del grupo y el entorno geográfico, entre muchos otros elementos.

Se ilustra a continuación, el proceso de fragmentación de la ciencia a partir de la revolución científica del siglo XVII, el cual se registra desde la historia de la ciencia, como el momento histórico donde se produjo una ruptura paradigmática, en éste, el concepto de ciencia cualitativa fundado en la lógica silogística fue superado por el de la razón lógica experimental; esto significó la renovación del método científico cuyos precursores René Descartes, Johannes Kepler, Francis Bacon y Galileo Galilei, fundaron una tradición que incluso hoy día es venerada en las academias.

La otra parte de la ilustración, figura un intento de aproximación a la concepción antropológica de la cultura científica propuesta por Snow, e integrada al enfoque holístico de la cultura de Malinowsky, con lo cual se pretende establecer una comparación ideográfica entre la forma fragmentada como consecuencia de la razón experimentalista y reduccionista propulsada por la tradición histórica de la ciencia, y la forma integrada de la cultura de la ciencia.

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Figura 2

Categoría comunidad científica, los modos de aproximación a la realidad y el problema de la cultura científica

Desde la perspectiva de la sociología de la ciencia, la manera de encauzar los problemas, pasa por la amplitud de enfoques además de una serie de desacuerdos que permanentemente se generan entre los científicos sociales. En efecto, la percepción que el investigador tendrá sobre el objeto va a estar siempre subjetivada, por dos razones, la primera: el marco referencial o episteme de quien observa y la segunda: los modos de aproximación asumidos para conocer la realidad.

Si bien es cierto que el debate en torno a la naturaleza del conocimiento que se produce desde las ciencias sociales y, a partir de ciertos paradigmas, representa un punto de inflexión, dado que, es bien conocido que la realidad social en su totalidad no puede entenderse separada, fragmentada, ni reducida; además que, asumir un método bajo la condición de cierto paradigma podría resultar hasta contraproducente para la legitimación de algún conocimiento. En este orden de ideas, surge la siguiente interrogante: ¿Qué tipo de métodos propios de la ciencia social son legítimos para abordar los problemas de la ciencia social?

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Podría decirse que todo método que permite alcanzar un conocimiento científico tiene un alto grado de legitimidad; sin embargo, hay que preguntarse además, si con el método asumido se consigue la comprensión de dicha realidad, para luego, reflexionar en torno a los criterios de legitimidad del conocimiento producido en esa realidad contextual.

Lo anterior se plantea dado que tradicionalmente es necesario, para que un conocimiento sea legitimado universalmente, la anuencia o aprobación de una comunidad científica, de esta manera el conocimiento queda supeditado a los criterios de constatación de la ciencia que la comunidad impone bajo las condiciones de un paradigma, este se hace considerando las leyes universales que rigen la actividad científica para ese momento.

El hecho de hacer ciencia, implica que todo conocimiento generado debe contar con las propiedades de certeza y validación, además del blindaje teorético necesario para ponerse a prueba y ser confrontado, de allí, su consideración por la comunidad académica como un logro científico universal.

Kuhn (2004), en relación con lo anterior, sostenía que una comunidad científica adquiere junto con un paradigma, “un criterio para elegir problemas”. En tanto las soluciones se dan por supuestas si y solo si, el paradigma resulta aceptable ante la comunidad.

En este sentido, la comunidad científica es quien impone el recorrido de la ciencia en un momento dado, son ellos quienes orientan y ejercen coercitivamente la producción y dinámica investigativa de las comunidades académicas, ejercen su poder en función de determinar lo que es ciencia legítima, lo que es pseudo ciencia y, lo que no es ni lo uno ni lo otro.

Sus representantes más recalcitrantes personifican generalmente a los científicos de las ciencias duras, productos del germen positivista todavía instaurado en nuestras academias, dicho paradigma les permite ostentar de una grandilocuencia rigurosamente academicista, además de la capacidad de criterio para elegir los problemas que deberían ser estudiados. De acuerdo con esto, Kuhn (Op. cit.) señalaba lo siguiente:

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En gran medida son ésos los únicos problemas que la comunidad admitirá como científicos, animando a sus miembros a abordarlos. Otros problemas, incluyendo muchos que anteriormente habían sido normales, se rechazan ahora como metafísicos, como asunto de otra disciplina o incluso a veces como demasiado problemáticos para que merezca la pena perder el tiempo con ellos. Llegando el caso, un paradigma puede incluso aislar a la comunidad de aquellos problemas socialmente importantes que no son reductibles a la forma del rompecabezas, debido a que no se pueden plantear en términos de las herramientas conceptuales e instrumentales que suministra el paradigma. (Pp. 79 - 80)

Vista de esta forma, la comunidad científica es quien dictamina las reglas de la ciencia y legitima los métodos de aproximación a la realidad, ella se orienta de acuerdo al paradigma del momento y lo reproduce en función a las leyes y teorías aceptadas, los compromisos y las preferencias de los miembros reconocidos como tal.

De esta manera, se podría entender que una comunidad científica se constituye a partir de aspectos de naturaleza sociológica que le asignan un significado cultural, como fenómeno de construcción plenamente social. Finalmente, en la figura que se muestra a continuación se ilustra la relación vertical entre un paradigma, y como éste traza su influencia a las formas y estilos que asume determinada comunidad científica.

Figura 3

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Gerardo Ruiz: Licenciado en Ciencias de la Educación; Magister en Investigación Educativa; Investigador

adscrito al Centro de Investigaciones Educativas, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Carabobo.

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