Gestion Ambiental Urbana[1]

Embed Size (px)

Citation preview

  • GESTIN AMBIENTAL DE CIUDADESTeora crtica y aportes metodolgicos

    1a edicin

    Roberto Fernndez

    Serie Textos Bsicos para la Formacin Ambiental

    6

  • Primera edicin 2000 Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

    Red de Formacin Ambiental para Amrica Latina y el CaribeBoulevard de los Virreyes 155, Colonia Lomas de Virreyes11000, Mxico D.F., Mxico

    ISBN 968-7913-12-6

  • CONTENIDO

    PRESENTACININTRODUCCINBREVSIMA RELACIN DE LA DESTRUCCIN DE LAS INDIAS

    Captulo 1HABITAR AMRICA: SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL DE LASCIUDADES LATINOAMERICANAS

    Captulo 2LOS LMITES DE LA CIUDAD: CRTICA AMBIENTAL Y POSTURBANIDAD

    Captulo 3APOGEO Y DECADENCIA DEL PLAN: CRTICA Y SUPERACINCONCEPTUAL E INSTRUMENTAL DEL DESARROLLO URBANO

    Captulo 4LA UTOPA AMBIENTAL: NUEVA MIRADA AMBIENTAL DELDESARROLLO URBANO

    Captulo 5AMBIENTE Y CATSTROFE: APORTACIONES PARA LA EVALUACIN DEIMPACTO AMBIENTAL DE ACTIVIDADES Y PROYECTOS URBANOS

    Captulo 6AMBIENTE Y PROYECTOS URBANOS: APORTES CRTICO-METODOLGICOS DE LASEIA A LA PRODUCCIN DE CIUDAD

    5

    7

    17

    77

    131

    169

    235

    271

    3

  • Anexo ILINEAMIENTOS PARA UN TALLER DE APLICACIN: ELABORACIN DE UNAAGENDA CONSENSUADA PARA LA GESTIN AMBIENTAL URBANA

    Anexo IIGUA DE ESTUDIO

    309

    325

    4

  • PresentacinLa formacin ambiental es la construccin de nuevos saberes y prcticas

    que permitan comprender y resolver los complejos problemas socioambientalesde nuestro tiempo, as como construir una nueva racionalidad ambiental paratransitar hacia el desarrollo sustentable. En este sentido, la formacin ambientalimplica la elaboracin de nuevas teoras, mtodos y tcnicas, su incorporacinen los programas curriculares en la educacin formal, y su difusin a todos losactores sociales, que tanto en el campo acadmico como en el de la administra-cin pblica y de la empresa privada, en el terreno de la produccin y de laaccin ciudadana, son responsables de la gestin ambiental del desarrollo sus-tentable.

    Los cambios ambientales han adquirido una dimensin global; sin embar-go, los problemas socioambientales se caracterizan por su especificidad regio-nal y local, ecolgica y cultural, econmica y poltica. Las estrategias del desa-rrollo sostenible estn siendo definidas sin un diagnstico suficiente de los pro-blemas ambientales y sin incorporar propuestas alternativas basadas en las prio-ridades de los pases de la regin. Asimismo, la mayor parte del conocimientosobre los temas ambientales emergentes se produce en los centros de investiga-cin y desarrollo tecnolgico del norte, registrndose una falta de capacidadde autodeterminacin cientfica y tecnolgica para alimentar las polticas dedesarrollo sustantable de nuestros pases. Todo ello est limitando la capacidadendgena de los pases de la regin para enfrentar los probemas de la sustenta-bilidad con un conocimiento propio de su problemtica ambiental.

    Respondiendo a este reto, el programa editorial de la Red de FormacinAmbiental para Amrica Latina y el Caribe del PNUMA est orientado a cons-truir, sistematizar y difundir conocimientos, saberes, mtodos y tcnicas para lagestin ambiental, que sirvan como materiales bsicos para los programas deformacin ambiental y como un instrumento para apoyar las polticas de desa-rrollo sustentable de la regin en los diferentes niveles de gobierno, as comopara capacitar a los diferentes sectores sociales, tanto en los niveles profesiona-les como en las acciones ciudadanas y los programas de desarrollo comunitario.

    En este sexto ttulo de la serie Textos Bsicos para la Formacin Ambiental,Roberto Fernndez aborda uno de los problemas ambientales ms crticos de

    5

  • esta regin: la sustentabilidad de las ciudades y del proceso de urbanizacin. Enefecto, Amrica Latina alberga a las grandes megaciudades del planeta, carac-terizadas por un proceso desordenado de crecimiento que no slo se manifiestapor los altos niveles de contaminacin urbana, sino por la extensa huella eco-lgica que ha dejado en el espacio rural nacional y transfronterizo. El procesourbano ha externalizado sus costos ecolgicos, sobreexplotanto los recursosnaturales, hidrolgicos, energticos y humanos de su entorno, socavando lasbases para un desarrollo sustentable y un ordenamiento ecolgico del territorio.

    Este texto bsico sobre Gestin Ambiental de Ciudades: Teora Crtica yAportes Metodolgicos ofrece un anlisis crtico de los problemas ambientalesdel desarrollo urbano, en particular de Amrica Latina, en cuanto a su falta debases de sustentabilidad y propone una serie de lineamientos tcnico-metodolgicos para generar formas de gestin tendientes a resolver dichos pro-blemas. Desde la perspectiva de una racionalidad ambiental, Fernndez planteauna genealoga de las ciudades latinoamericanas y una etiologa de sus crisis decrecimiento; hace un recuento de la historia de la construccin de las ciudades,de sus fallas de planificacin, planteando las condiciones ecolgicas, culturalesy sociales de habitabilidad necesarias para alcanzar un desarrollo sustentabledel proceso de urbanizacin.

    Los captulos de este libro son resultado de una larga experiencia del autoren la investigacin y la docencia de estos temas, tanto en universidades argenti-nas donde dirige el Centro de Investigaciones Ambientales de la Universidad deMar del Plata, sede de la Maestra en Gestin Ambiental del Desarrollo Urbano,como en universidades latinoamericanas (Colombia, Mxico, Paraguay, Per yUruguay) y europeas (Alcal, Barcelona, Granada, Madrid, Tenerife, Vallado-lid, Londres y Miln). Estos textos se basan en materiales elaborados para cla-ses en diversas Maestras universitarias abocadas a la formacin de especialis-tas en la gestin ambiental de ciudades, as como en numerosos trabajos deconsultora a gobiernos locales. De esta manera, este libro podr servir paraextender esta experiencia y para apoyar la formacin continua de gestores urba-nos y de ciudadanos interesados en el futuro sostenible del ambiente de susciudades.

    Fernndez aborda las influencias tericas y las experiencias de Europa yEUA y reorienta criterios para reconstruir la ciudad, replanteando el hecho ur-bano desde la perspectiva de una sustentabilidad global y una gestin local.Ofrece asimismo una amplia bibliografa terica y documental de casosparadigmticos de urbanizacin, instrumentos de anlisis y tcnicas de inter-vencin, as como un anlisis del discurso terico poltico que hoy da moviliza

    6

    Presentacin

  • las acciones para la gestin ambiental urbana, arriesgndose a esbozar la ideade un posible posurbanismo, como una salida a la inercia de urbanizacin, quepermite repensar las formas de asentamiento y construccin de urbanidad ycivilidad.

    Este libro ofrece as un tratamiento comprehensivo y propositivo del fen-meno de la urbanizacin a partir de los criterios de sustentabilidad territorial.Ms que un manual de saberes aplicados y de procedimientos para la gestinambiental urbana, aporta anlisis y argumentos para repensar el hecho urbanocomo el asentamiento de la ciudad en el territorio y las condiciones ecolgicasdel hecho urbano, explorando desde diversas metodologas los espacios de re-ajuste, rehabilitacin y reordenamiento de las ciudades (ciudades intermedias),y abriendo vas para remodelar las ciudades en las que habrn que habitar loslatinoamericanos del siglo XXI.

    Red de Formacin Ambiental paraAmrica Latina y el Caribe

    7

    Presentacin

    Enrique Leff

  • Introduccin

    BREVSIMA RELACIN DE LA DESTRUCCIN DELAS INDIAS

    Si Las Casas viviera probablemente le quedara ser ecologista, activista dealguna ONG fuertemente cuestionadora del abatimiento del capital natural ame-ricano indios incluidos o incluso miembro del Ejrcito Zapatista, que no ca-sualmente se asienta en los antiguos territorios chiapanecas catequizados por eldominico.

    Pero este uso del ttulo de su clebre opsculo no pretende ms que aludir ala ms moderna de las consecuencias del proceso histrico del despliegue de lasformas avanzadas del capitalismo globalizado: la crisis de la sustentabilidad,tal cual se manifiesta en los territorios americanos, escenario sustantivo de aquldespliegue y ahora nominado, con evidente benevolencia, uno de los espaciosemergentes. Porque francamente dudamos de tal emergencia (salvo que se useel trmino como referido a la situacin de peligro), preferimos hablar de nau-fragio, que significa lo opuesto, lo que no emerge o que se sumerge. A losnumerosos testimonios que aqu se incluirn acerca de la riqueza expectantede la regin americana en cuanto a su supuesta propiedad y tenencia de uno delos mejores stocks de recursos naturales se le debe oponer, no slo la constata-cin de una creciente desgobernabilidad como manifestacin de prdida deautonoma nacional y regional inserta en los movimientos globalizantes (aho-ra s, las mariposas econmicas de las bolsas de Tokio o Sel causan maremo-tos reales en Buenos Aires o San Pablo) sino tambin, el deterioro acelerado dela calidad de vida social y el ingreso desenfrenado de amplsimas capas de po-blacin en el mundo de la pobreza.

    La sociedad americana, por otra parte, se ha urbanizado de manera violenta,con las consecuencias derivadas de aculturaciones imperfectas y escaso desa-rrollo de la infraestructura urbana, tanto por la velocidad del proceso como desu descapitalizacin real. Lo que en Europa se llev sus buenos cinco siglos elconstituir una identidad entre cultura y vida urbana entre nosotros result ser

    9

  • un proceso de menos de tres cuartos de siglo, y tal velocidad equivale a imper-fecciones, incompletamientos, injusticias y carencia de las maduraciones nece-sarias, incluso aquella de derivar parte de la acumulacin de capital en inver-sin social urbana.

    El entusiasmo, casi deportivo, con que se celebran los primeros puestos enel ranking de ciudades de Mxico D.F. y San Pablo, que junto con Buenos Airesy Ro forman parte de las diecisis primeras aglomeraciones del mundo actual,decae cuando se comprueba que tambin se incluyen en esa nmina ciudadescomo Shangai, Calcuta, Bombay, Pekn, Yakarta, Delhi, Lagos, Sel y Tianjin:es decir, que salvo Tokio, Nueva York y Los ngeles (que tambin comienzana experimentar cierto subdesarrollo, una especie de sur interno de pobreza) setrata de aglomeraciones de radical condicin de pobreza y agravada expresinde descalificacin ambiental.

    Si agrandamos la nmina a las 30 ciudades ms grandes, 24 de ellas perte-necen a la doble periferia sur-este, es decir en verdad, a los bordes del capitalis-mo, o bien donde ste en su actual fase de globalizacin, est exacerbando susprincipios de desarrollo desigual y agudizacin de las brechas de apropiacindiferencial.

    El surgimiento del llamado cuarto mundo o el sur del norte ya implica uncuarto de milln de homeless en Nueva York y una tendencia creciente a insta-lar una cuarta parte de su poblacin debajo de la lnea de pobreza: esto estaraindicando que en este modelo de desarrollo econmico las estructuras urbanasde porte metropolitano son insustentables por antonomasia y que sus respecti-vas economas regionales o nacionales no estn en condiciones ni en intencio-nes de favorecer su sostn: en todo caso migrar a esas grandes concentracionesprimer mundistas vuelve a asemejarse a las aventuras finiseculares de carctercasi pico, por su duro embate de pobreza, que tuvieron los judos este-euro-peos, los marginales irlandeses o los italianos del sur cuando emprendieron suintento de conquista de Nueva York. Y si aludimos al creciente deterioro de estaciudad, es obvio que las perspectivas de sustentabilidad (socio-cultural y eco-nmica formal) en las ciudades latinoamericanas se tornar harto ms difcil.

    En la regin latinoamericana, una de las ms urbanizadas (o pseudo-urbani-zadas, si aludimos tanto a las grandes deficiencias de urbanidad cuanto a las deciudadana) del mundo, la crisis de sustentabilidad ambiental urbana presentadiferentes matices.

    En primer lugar y dada la creciente tendencia aglomerativa cierta consoli-dacin del modelo sesentista de ciudad primada tal crisis se presenta sobre

    Introduccin

    10

  • todo en las ciudades capitales y en las organizaciones de tipo metropolitano, enparte por la velocidad y el tamao de la urbanizacin y en parte, por la precarie-dad del concepto o funcin de la condicin metropolitana.

    La velocidad est dada por la brusca reestructuracin de las poblacionesnacionales que pasaron de un 50/60 % de poblacin urbana hacia fines de los50 a porcentajes del 75/85 % a fines de los 90, con los consecuentes movimien-tos migratorios campo/ciudad intermedia/ciudad final y por crecimientos de-mogrficos anuales de un 6/9 % en promedio, incluyendo migraciones y altastasas de crecimiento ligadas a poblaciones etreamente jvenes.

    La precariedad de la condicin metropolitana se liga en parte a dicha velo-cidad y a la deficiente infraestructuracin urbano-regional, que hace que al cre-cimiento demogrfico consistente y sistemtico se le ane una cada en la pro-porcin de prestaciones de servicios urbanos (desde los servicios de red como elagua o los tratamientos cloacales, desde la calidad y cantidad de energa meta-blica y extra-metablica o el manejo de basuras hasta los vinculados a losequipamientos sanitarios, educativos o de seguridad, desde la precarizacin cre-ciente de la insercin en los aparatos productivos a la marginalizacin social deintegracin en el consumo): crece as, una suerte de magma desinfraestructurado,desplegado de manera informe aunque no carente de racionalidad especulati-va sobre los territorios de la interfase urbano/rural.

    Un aspecto de tal metropolinizacin dbil es el derrame territorial de ma-sas poblacionales muy imperfectamente abastecidas por infraestructuras de ser-vicios y tensionadas mediante una continua expansin de los radios promediode desplazamiento diario trabajo/residencia, hacia instalaciones cada vez msperifricas.

    La precarizacin en la pertenencia al trabajo estable y la marginalizacindel consumo agudiza en vez de relativizar como se pensaba desde cierto dis-curso neo-romntico de rurbanizacin, esta tendencia a la dispersin en lainstalacin peri urbana, con su secuela negativa de distorsin de la conectividady aumento promedio de los costes econmicos y temporales de traslado de per-sonas. Este doble efecto de mega-periferizacin, junto a la cada sistemtica delos estndares de servicios, supone uno de los ncleos fundamentales deproblematicidad ambiental y de consecuente crisis de sustentabilidad.

    Desde estos puntos de vista, la construccin de una nueva conceptualiza-cin de unas ciencias del hbitat no puede sino centrarse en la plataforma crti-ca que debe aportar el nuevo paradigma de la sustentabilidad ambiental. Unasciencias capaces de superar el concepto modernista de la planificacin fsica,

    Introduccin

    11

  • agotado entre su utopismo fundador, su pseudo omnipotencia socialdemcratao socialista, cuando hubo planificacin en los socialismos reales, su prima-vera keynesiana y de construccin fsico-urbana del welfare state y su finaldecadencia en pro de oportunistas justificaciones de los uses land requeridos oreclamados por el capital inmobiliario. Unas ciencias que, por la mera razn decancelar e intentar superar esa tradicin planificatoria, no pueden ser sino decarcter crtico del actual desarrollo del modo capitalista, aunque a la vez nonecesariamente utpicas o inoperantes, visto tambin el grado de irracionalidady las fisuras que ha alcanzado ese desarrollo.

    Otra caracterstica peculiar de la metropolinizacin dbil es la relevanciadel funcionamiento econmico propio de la informalidad o terciarizacin espu-ria, fundada en una lgica propia del comportamiento de agentes especficos dela fase globalizada de la economa, bsicamente en cuanto a la preponderanciadel manejo meditico del micro-consumo en un sentido, y de una tecno-manipu-lacin poltica que reelabora el viejo clientelismo populista.

    Este segundo fenmeno implica la virtual dilapidacin de los cada vez msescasos recursos econmicos pblicos en figuras rayanas en un asistencialismopaternalista que no corrige ninguna cuestin estructural de insustentabilidad (yaque no mejora ni los aparatos de produccin ni los de consumo) y tiende aconsolidar un verdadero crculo vicioso de gobernabilidad co-optativa que novacila en agudizar el crecimiento de masas poblacionales vinculables a la clsi-ca definicin de lumpen-proletariat. Este tipo de polticas, normalmente coin-cidentes con las ejercidas desde las rbitas nacionales (nunca menos precisoeste adjetivo en esta era de globalizacin), auspicia, casi como una especie desuicidio en trminos de sustentabilidad socio-ambiental, el crecimiento desme-surado de las aglomeraciones pseudo-metropolitanas, bajo el argumento incon-fesable de constituir una suerte de ejrcito de reserva ahora ya no productivosino poltico.

    A esa expresin local de la globalizacin se le une el desarrollo de unaespecie de economa popular de resistencia o adaptacin que, inserta en laslgicas generales del mercado, instaura otros matices al carcter metropolitanosingular de nuestras aglomeraciones latinoamericanas, as como balancea omodera las insuficiencias del mercado natural de servicios y recursos urbanos,desde el consumo o la alimentacin, hasta el trabajo proto-industrial o el trans-porte .

    Algunos autores encuentran en el fenmeno de escala metropolitana de laseconomas populares una de las pocas vas de reorganizacin y mitigacin de la

    Introduccin

    12

  • crisis intrnseca de sustentabilidad, y por otra parte, podra tambin pensarseque este desarrollo social subterrneo puede contener trminos crticos delmodelo macroeconmico globalizante y sus aparatos de gobernabilidad, cadavez ms criticables en orden a la imperfeccin del ejercicio de las democraciasrepresentativas excesivamente mediatizadas.

    Tambin ser caracterstico de estas organizaciones pseudo-metropolitanasla posesin del rasgo ms tpico de la condicin metropolitana, cual es la de lacomplejidad institucional dada en la superposicin de numerosas jurisdiccionesy sectores de gestin, que hace que, por ejemplo, reas metropolitanas comoBuenos Aires, Santiago, Mxico, Bogot o Lima tengan casi una treintena dejurisdicciones municipales autnomas y San Pablo cerca de 300 entidades deesa clase.

    La debilidad metropolitana estara dada en estos casos al contrario de otrosejemplos como Pars, Londres, Nueva York o Miln en la inexistencia real deinstancias efectivas de coordinacin interjurisdiccional: sin autoridades de ges-tin metropolitana crece un sntoma de debilidad cual es la ingobernabilidadconcreta de estas estructuras aglomerativas, a veces de fuerte y negativacompetitividad intrarregional.

    Una segunda y muy grave situacin de insustentabilidad tpica de las es-tructuras urbanas latinoamericanas al contrario de lo que ocurre en otras socie-dades como en Europa , EUA o China es la crisis de los asentamientos detamao intermedio los ATI y de los pequeos centros urbanos generalmenteligados a la prestacin de servicios a cuencas de agro-explotacin. Esta crisis,recientemente comenzada a investigar en detalle, enuncia por una parte la exis-tencia de masas poblacionales altas (cerca del 50 %) con situacin de NBI ne-cesidades bsicas insatisfechas y hasta un cuarto de sus poblaciones debajo dela LP lnea de pobreza: este cuadro revela la prdida de sustentabilidad decada una de estas estructuras urbanas respecto de su rea territorial de soporte,lo que seguramente debe ligarse a la cada sistemtica de retencin de valoragregado regional, otro dato de la perversa globalidad y sus efectos de acumula-cin.

    Por otra parte, estos asentamientos estn mostrando una condicin crecien-te de desfinanciamiento, manifiesta por ejemplo en las tasas per capita de re-caudacin anual municipales, que oscila de valores que van desde los 10 a los100 USD: recursos de marcada insuficiencia para el mero sostenimiento de losms mnimos servicios urbanos; hecho que supone el germen de graves proble-mticas ambientales.

    Introduccin

    13

  • Frente a este panorama, la investigacin ambiental urbana y la necesidad deconfigurar nuevos conceptos para unas ciencias del hbitat redefinidos desdeuna perspectiva latinoamericana, debe reorientarse en torno de una adaptacinde la definicin global de ambiente.

    En efecto si el ambiente puede designar a una determinada relacin entreuna sociedad y una naturaleza (o en extremo, de toda la sociedad respecto detoda la naturaleza), vemos que esa relacin, histricamente variable, ha adqui-rido en el estado actual del desarrollo del modo capitalista de produccin, unacondicin particularmente problemtica, por la cual, ms que hablar del am-biente como una nocin que expresa un cierto equilibrio sociedad/naturaleza,hoy debemos referirnos al ambiente como un concepto enunciador de la crisis oproblematicidad de tal relacin: en tal sentido, la idea de sustentabilidad (o msprecisamente, de sustentabilidad ambiental) estara denotando una especie demarco de mxima criticidad en la dimensin y cualidad de dicha problematicidad:las naturalezas, global o locales, no sostienen adecuadamente ni a plazos razo-nablemente largos, a las sociedades global o locales.

    En rigor, ciertas sociedades locales han obtenido un cierto estatus de cali-dad de vida (que no es sinnimo de sustentabilidad) a expensas de la generacinde problematicidades ambientales en otras sociedades locales y desde luego, enla naturaleza global y locales (incluso, sus propias naturalezas). Este fenmenoes una consecuencia, no suficientemente cuestionada aunque cientficamentedemostrada, de efectos emergentes o externalizados de la dinmica de los mer-cados globales y de la condicin eufemstica de su apertura, que significa me-ramente, condiciones competitivas de manipulacin econmica de las relacio-nes sociedad/naturaleza.

    Si bien el concepto de sustentabilidad est prioritariamente referido en elmarco de la Conferencia de Ro de 1992 a la voluntad de sostener la produc-cin capitalista, es obvio que la propia aplicacin del concepto (por ejemplo, entorno del manejo racional de los stocks de recursos naturales, de la gestin pro-resiliente de los flujos de recursos y servicios naturales o de la obtencin deparmetros conjuntos de equidad social y eficiencia productiva) tiende a de-mostrar, cientficamente sobre todo, con la ciencia de la ecologa antes quecon la pseudo-ciencia de la economa la insustentabilidad de dicho modo deproduccin.

    La ciudad, como artefacto cultural, supuso la instauracin de un mundoartificial que en su condicin originaria, no signific sino una especie de segun-da naturaleza, en tanto sus precondiciones histricas fundacionales implicaron

    Introduccin

    14

  • cierta racionalidad o lmites en el contexto de su instalacin territorial. K. Polanyiseala con precisin que esa idea de ciudad como segunda naturaleza fue avasa-llada por la omnipresencia del mercado, que progresivamente rompi todo equi-librio territorial y con la concepcin de dinmica abierta propia del mercadolejano tendi a expandir y acrecentar tanto la envergadura territorial como lacapacidad e intensidad extractiva o transformativa de cada ciudad respecto deun territorio abstracto o convertido en fuente infinita de recursos y serviciosambientales de origen natural pero cada vez ms mediatizados y locacionalmenterelativizados por la tecnologa.

    As, los asentamientos urbanos suponen una condicin ambiental dada porla relacin entre una sociedad urbana (expresada por sus demandas de habitar,o requisitos de determinada calidad de vida, por otra parte, socio-histricamen-te regulados) y una segunda naturaleza urbana (definida por sus ofertas dehbitat, tambin socio-histricamente determinadas).

    Por ello, lo ambiental urbano sera entonces la relacin entre habitar yhbitat, entre sociedad y segunda naturaleza urbanas. El hbitat, como segun-da naturaleza, sera un subsistema de oferta de servicios y recursos urbanos,que pueden considerarse como segunda naturaleza porque son , despus de cier-tas mediaciones tecnolgicas, elaboraciones transformativas de servicios y re-cursos naturales de escala territorial. Por ejemplos, ello son el agua, el aire o elsuelo urbano: subsistemas de servicios y recursos urbanos solo en tanto elabo-raciones transformativas de servicios y recursos naturales territoriales,preexistentes al hecho urbano.

    Si ello es as, la problemtica ambiental urbana, con ser especfica y reque-rir cierta clase de conocimientos tcnicos para su gestin, no es desde luegoautnoma, y parte sustancial de su anlisis implicar remontar la relacin entrelos servicios y recursos urbanos y los servicios y recursos naturales territoriales.

    Aqu est el ncleo del anlisis de la sustentabilidad urbana, y en el casolatinoamericano, tambin sus esperanzas y fortalezas. En efecto, pareciera quesi en Amrica Latina las condiciones de sus recursos y servicios naturales terri-toriales resultan satisfactorias respecto de su poblacin e incluso respecto deuna cierta parte de poblacin externa, se tratara de restablecer la racionalidadde los fenmenos de segunda naturaleza en el contexto de las condiciones destock y flujos de los recursos y servicios territoriales. Esto, que parece terica-mente sencillo, es extremadamente arduo en lo poltico y lo cultural, pero remi-te a un posible programa de trabajo y reflexin.

    Resulta pues necesario afirmar la insustentabilidad ambiental intrnseca de

    Introduccin

    15

  • la actual distribucin poblacional urbana americana en su tendencia progresi-va a la concentracin. Las polticas de desarrollo regional debern tender aestablecer nuevas relaciones entre cuencas territoriales y un espectro muchoms rico y diversificado de asentamientos urbanos.

    El rescate de la calidad y diversidad de una gama amplia y diversamentelocalizada en los territorios, de centros urbanos interconectados, debe ser unargumento central para generar polticas de mejoramiento de las perspectivasde sustentabilidad de las grandes aglomeraciones latinoamericanas. No haymanera terica de resolver la sustentabilidad ambiental metropolitana con solu-ciones endgenas; las soluciones a dichas problemticas estn fuera de esasaglomeraciones.

    Esto es demostrable incluso matemtica y financieramente: con el billn dedlares que Per vio esfumrsele en la epidemia de clera producida en Limaen 1991 podra haber capitalizado una mejora sustancial de la calidad de vida deun tercio de la poblacin de unas 6 ciudades de 100,000 habitantes. Es decir, sehabra evitado una agudizacin previsible de la sustentabilidad ambiental me-tropolitana tomando decisiones fuera de dicha jurisdiccin y reorientando losflujos migratorios.

    Ser necesario acceder a un estatus poltico posglobalizado capaz de forta-lecer posturas de reevaluacin de las condiciones de capital natural, no slopara desmercantilizar el flujo territorialmente regresivo de los servicios y recur-sos naturales, sino para encontrar nuevos y ms justos parmetros de valor queredefinan la sustentabilidad continental y regional, y dentro de ella, lassustentabilidades especficas de un vasto y diversificado sistema de asentamientosurbanos.

    A la brevsima relacin de la destruccin de las Indias que antecede y susucinto anlisis de la regresividad que la globalidad tardoindustrial somete alcontinente, se le debe contraponer un discurso tcnico y poltico sobre las po-sibilidades de nuevas y formas de sustentabilidad. Y ese discurso no podr sos-layar, al menos en la etapa crtica contempornea, el cuestionamiento acerca dela insustentabilidad de las ciudades americanas insertas en tal contexto.

    A ello se abocan los dos primeros captulos de este libro, que reelaboran dostextos presentados en foros americanos significativos: el primero en el Centrode Estudios Bartolom de Las Casas de Cusco un mbito que ha hecho ingen-tes esfuerzos para restituir valores de la sustentabilidad geo-histrica andina yel segundo en la convocatoria que el Ministerio del Ambiente de Colombiahiciera al III Seminario Universidad y Ambiente, para repotenciar la reflexin

    Introduccin

    16

  • ambiental en un territorio donde sus turbulencias tambin remiten a los conflic-tos entre el poder de las corporaciones sociales y polticas y la sempiterna de-vastacin de la naturaleza que, pese a todo, sigue aportando vida.

    Si esos primeros dos captulos se presentan como abiertamente crticos yan, propositivos de una necesaria formulacin de un escenario futuro pos-ur-bano, los ltimos cuatro captulos, reelaborando aportes de intervenciones envarias Maestras de Gestin Ambiental americanas (en Buenos Aires, Mar delPlata, Crdoba, Resistencia, Tucumn y Neuqun en Argentina, Cusco en Pery Bogot y Cartagena en Colombia) pretenden ofrecer un resumen operativopropicio para el mejoramiento de las prcticas de gestin ambiental urbana,incluyendo la consideracin crtica y metodolgica-operativa de aspectos regu-lativo-propositivos que como nuevas formas de planificacin desde el planea-miento estratgico a los planes urbano-ambientales y las agendas XXI localeso nuevos instrumentos de control como el variopinto panorama de las evalua-ciones de impacto ambiental, aparecen disponibles para actuaciones que, sibien necesarias, siempre sern insuficientes en el marco de la magnitud de losprocesos abordados en los primeros captulos .

    Dado adems el carcter formativo del programa editorial de la Red de For-macin Ambiental para Amrica Latina y el Caribe del PNUMA, en cuyo pro-yecto se inscribe la presente publicacin, hemos insertado un anexo que descri-be sumariamente la operatoria metodolgica genrica para el montaje de talle-res participativos en los que se pretende profundizar las posibles aplicacionesprcticas para la gestin de criterios devenidos de las propuestas ambientales.Tal Taller, cuyas aplicaciones fueron de orden educativo y no de gestin alconstituir instancias prcticas de las diferentes Maestras en que hemos actuadoen los ltimos 8 aos es sin embargo, susceptible de adaptarlo para tareasligadas a la gestin local gubernamental y/o no gubernamental, y por lo tantopodra ser til para montar ejercicios concretos de articulacin entre teora cr-tica y metodologas de gestin ambiental.

    La bibliografa que se va aportando a pie de pgina, a medida que emergeun tema determinado, tambin alienta la posibilidad de configurar bibliotecasde apoyo en el seno de cada situacin concreta de trabajo, sea en la gestinlocal, en la investigacin cientfico-acadmica, en la crtica, en la enseanzadisciplinar o interdisciplinar, en el trabajo de ONG y en las prcticas tcnicas ode consultora.

    Se quiere as, ofrecer argumentos ms puntuales y empricos para actuar yaen los frentes en que se despliegan los fenmenos urbanos y su gestin. Quiz

    17

    Introduccin

  • los desquicios ambientales urbanos de este avance del modo capitalista globali-zado sean irreversibles o fatales; pero como eso no lo sabemos del todo aun-que lo intuimos o lo teorizamos, debemos seguir librando los pequeos com-bates de esta guerrilla cultural pro-vida y anteponer a las estrategias del poderhegemnico y destructor, las tcticas de un saber en construccin que aspira aencarnarse en una verdadera emancipacin de una sociedad capaz de ser en ycon la naturaleza.

    18

    Introduccin

  • Captulo1

    HABITAR AMRICASustentabilidad ambiental de las ciudades latinoamericanas

    La cuestin de la sustentabilidad ambiental general y especficamente ur-bana, ha cobrado un nivel de globalidad en los debates polticos, en los contex-tos culturales y en las investigaciones cientficas, que merece cierto ordena-miento y reflexin. La crisis cuanti-cualitativa de habitabilidad en las ciudadesamericanas y a la vez, su relevancia mundial (5 de las 12 ciudades ms grandesdel mundo estn en esta regin, 10 de ellas en el sur subdesarrollado), mereceevaluar la utilidad de este concepto y considerar su aplicacin. Este captulo sepropone as, a la luz de una discusin de algunos argumentos conceptuales re-cientes provenientes de una teora de la sustentabilidad, desarrollar ciertos apor-tes ligados a los conceptos que se han generado en Amrica Latina, incluyendoalgunas referencias a las descripciones de las crisis de sustentabilidad que seestaran verificando en los territorios y ciudades de esa regin.

    Tambin intentar sostener, como una proposicin central, que en Amricano puede considerarse de manera separada la sustentabilidad general o territo-rial de la sustentabilidad urbana de cada metrpoli o ciudad, y si bien se hacepreciso constituir un discurso poltico-tcnico acerca de la sustentabilidad localo urbana, ste no podr escindirse de un discurso socio-productivo acerca de lasustentabilidad territorial o regional, debiendo ambas eventuales polaridades deuna teora de la sustentabilidad articularse mediante un complejo campo demediaciones, incluso llevando la ideologa global de la sustentabilidadhegemnica (basada en la globalizacin poscapitalista del manejo de la susten-tabilidad y biodiversidad) a una confrontacin multipolarizada alrededor delconcepto de capital y deuda natural.

    LA NOCIN DE CAPITAL NATURALSi bien, en el contexto europeo, el discurso de la sustentabilidad aparece

    19

    karenballesterosHighlightSupremacia que un Estado ejerce sobre otro

  • 20

    Habitar Amrica

    como una reaccin ligada a una crisis de desarrollo de la expansin capitalistauna adquisicin de una conciencia de lmite en cuanto a la capacidad naturalde sostener indefinidamente el volumen de poblacin y sus estilos de desarro-llo y por lo tanto, a una forma post o hipercapitalista de redefinir el modoproductivo que tiende, en la prctica, a que este concepto, a pesar de la retricahumanista, se fundamenta sobre todo en la propuesta de una sustentabilidadeconmica del modo productivo y poltica de la apropiacin diferencial de pro-ductos y plusvalores, desde Amrica Latina uno de los reservorios principalesde recursos naturales la nocin de sustentabilidad necesariamente debe serdivergente.

    En efecto, si el discurso dominante de desarrollo sostenible propone unsalvataje global del modo capitalista insinuando que posteriormente podr ha-ber cierta redistribucin de los beneficios transformativos de un capital naturalmejor manejado (gestionado con base en acuerdos internacionales), desde nuestraperspectiva en preciso centrar la sustentabilidad no en la defensa del modo pro-ductivo sino de su soporte natural. Dice E. Leff 1 en unos de sus trabajos:

    La produccin ya no se reduce a una medida de masa y energa ni a un clculocuantitativo de valor (de un quantum de tiempo de trabajo socialmente necesa-rio). Es resultado de la articulacin de la productividad ecolgica, tecnolgicay cultural; del balance de la produccin neguentrpica de biomasa a travs dela fotosntesis; y de la produccin de entropa generada por la transformacintecnolgica de la materia y la energa en los procesos productivos. En estaperspectiva, el desarrollo sustentable encuentra sus races en las condiciones dediversidad ecolgica y cultural. Esos procesos materiales y singulares y noreductibles, dependen de las estructuras funcionales de los ecosistemas quesostienen la produccin de recursos biticos y servicios ambientales; de la efi-ciencia energtica de los procesos tecnolgicos; de los procesos simblicos ylas formaciones ideolgicas que subyacen en la valorizacin cultural de losrecursos naturales; de los procesos polticos que determinan la apropiacin dela naturaleza.

    Es decir, que desde la perspectiva geopoltica americana, en tanto reservorionatural principal, la teora de la sustentabilidad debe redefinirse completamentedesde la base del capital de los recursos naturales, reorientando la dinmicapura del mercado respecto de tales recursos y redefiniendo los conceptos de

    1 E. Leff, De quin es la Naturaleza?. Sobre la reapropiacin social de los recursos naturales, enrevista Gaceta Ecolgica 37, Mxico, 1995. Una reelaboracin de este texto figura, como cap-tulo 5 La reapropiacin social de la naturaleza de su libro Saber ambiental: sustentabili-dad, racionalidad, complejidad, poder, Siglo XXI Editores, Mxico, 1998.

    karenballesterosHighlight

    karenballesterosHighlight

    karenballesterosHighlight

  • 21

    Habitar Amrica

    propiedad y funcin que a tales recursos le asigna el Estado, emergiendo unanueva situacin de derechos comunes acerca de dichos recursos, o del papel dela comunidad como renovado sujeto eminente en la definicin del manejo sus-tentable de dicho capital natural.

    Estas nociones alternativas de sustentabilidad pueden generar confrontacio-nes intranacionales (comunidades vs. estados nacionales globalizados) yextranacionales (comunidades eventualmente asociadas a estados vs. empresasde mercado eventualmente asociadas a estados) y hacen reemerger nocionesdivergentes de desarrollo que implican transformaciones de las relacioneshegemnicas del poder global (el pasaje de la bipolaridad a una multipolaridadcompleja, superada la transicin del fin de la historia o supuesta unipolaridadomnicapitalista) y hasta una nueva forma de conflictividad social:

    La reapropiacin de la naturaleza sigue Leff trae de nuevo la cuestin casiolvidada de la lucha de clases, esta vez no por la apropiacin de los mediosindustrializados sino de los medios y las condiciones naturales de la produc-cin. Pero a diferencia de la apropiacin de los medios de produccin, guiadapor una concepcin unidimensional del desarrollo de los medios tcnicos deproduccin y de las fuerzas naturales constreidas por la tecnologa, el ambien-talismo plantea la apropiacin de la naturaleza dentro de un nuevo concepto deproduccin que orienta estrategias alternativas de uso de los recursos.

    En este sentido, comienza a confrontarse la racionalidad cientfica de undesarrollo sustentable basado en el manejo de los recursos naturales con el dis-curso ideolgico del desarrollo sustentable orientado a mantener el funciona-miento del modo productivo capitalista globalizado; es como si se comparara elcontenido de verdad de las leyes ecolgicas respecto del contenido de verdad delas (as llamadas) leyes econmicas.

    Por otra parte, resulta obvio indicar, que la postura globalizada de la mayo-ra de los estados nacionales americanos, con la absoluta apertura de los merca-dos, es una consecuencia de las condiciones impuestas por los acreedores dedeuda, mucho ms interesados en desacondicionar el manejo del capital naturalque en recuperar la deuda de capital econmico-financiero.

    Algunas expresiones de estas nuevas confrontaciones ya empiezan a darseen Amrica, como la reivindicacin de los derechos por el territorio de recursosnaturales del EZLN (Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional) de Chiapas, enMxico o por la lucha por la tierra del MST (Movimiento de los Sin Tierra) enBrasil, e incluso los enfrentamientos entre micro-productores como losgarimpeiros o los seringueiros brasileos con los grupos empresarios explota-

  • 22

    Habitar Amrica

    dores del oro y el caucho o el manejo diverso de reas tropicales del agricultorilegal itinerante con tcnica roza-tumba-quema respecto de las grandes empre-sas cerealeras del sud-oeste brasileo.

    En el caso de los MST brasileos, apunta J. A. Padua2 que existen unos 12millones de personas que quieren trabajar la tierra y no la tienen y que hanforzado una reforma agraria fctica al ocupar latifundios im o subproductivosbajo el lema ocupar, resistir y producir: hacia fines del 1995 haba 168 campa-mentos de este tipo ocupados por unas 37,000 familias, en lo que no slo cons-titua una reivindicacin acerca de la apropiacin de recursos naturales, sinotambin una especie de contra-urbanizacin, pues el grueso de las familias MSTdeviene de hbitats urbanos marginales. Es el productor relativamente atado alsuelo el que resulta consciente de una sustentabilidad ambiental articulada almanejo del recurso natural, respecto de la empresa relativamente traslocalizaday capaz de concebir una sustitucin eventualmente infinita y/o lejana del recur-so natural, exigida en el mejor de los casos, por una razn de sustentabilidadeconmica ligada al mantenimiento o mejoramiento de las utilidades (que po-dra tericamente, generar beneficios sociales indirectos como aumento de pla-zas de empleo y/o de ingreso per capita, etc.).

    HISTORIA Y TERRITORIO EN AMRICA LATINALa Amrica pre-europea haba alcanzado, hacia el siglo XV, el desarrollo

    de modelos sociales relativamente exitosos del tipo de las culturas agrario-hi-drulicas, con una ocupacin territorial extensiva y un desarrollo agro-produc-tivo intensivo en el caso del imperio incaico.

    La ocupacin hispana, en plena fase inicial de la expansin capitalista euro-pea, caracteriz el territorio americano como un laboratorio en el que se pudie-ran desarrollar numerosos experimentos, desde la minera de la plata relavadaal mercurio hasta las flotas de galeones, desde las empresas urbanas con repartode mercedes de tierras y naturales hasta la evangelizacin productiva desplega-da en los pueblos de indios de franciscanos, dominicos y jesuitas3.

    2 J. Martnez Alier, Entrevista a J.A.Padua.25 aos de ecologismo en Brasil, en revista Ecolo-ga Poltica 11, Barcelona, 1996.

    3 Un resumen del desarrollo histrico americano desde la perspectiva de su experimentalismoreceptor de la modernidad europea friccionada con la mega-naturaleza que segn Humboldtcaracterizaba a Amrica y luego con la formacin socio-cultural del mestizaje hbrido es trata-da en mi libro, El Laboratorio Americano, Biblioteca Nueva, Madrid, 1998.

  • 23

    Habitar Amrica

    La idea, tan plenamente moderna, de concebir un territorio como una tabularasa, como una pura naturaleza (en la que su cultura preexistente puedasubsumirse bajo la productivista nocin de recurso) idea que en la historiaamericana reaparecer reiteradamente bajo el concepto de desierto que nombra-r as a lo extrao o ajeno, no a lo no-ocupado es el prlogo inevitable para elmontaje de una expoliacin hiperproductivista que no poda ser sino regresivaen trminos ambientales.

    J. L. Romero4 desarrolla su visin de la historia urbana americana como lasucesin de modelos o tipologas de ciudades organizadas alrededor de caracte-rsticas paradigmticas de tipo socio-cultural, proponiendo as fases o capas demanifestaciones histricas que van superponiendo fenmenos materiales urba-nos en el tiempo, como las ciudades hidalgas (siglos XVI-XVII), criollas (sigloXVIII), patricias (1800-1880), burguesas (1880-1930) y masificadas (1930-1970). En esa evolucin no slo existe una dialctica campo/ciudad, basada enla creciente apropiacin de la naturaleza productiva rural por los estamentosurbanos ms o menos ligados a las sedes metropolitanas, sino un desarrolloacumulativo de las ciudades que oscilan de cabeceras de hinterlands producti-vos a puertos y ncleos de la agro-industrializacin americana y del fracaso deliluminismo tentativo de las burguesas urbanas de fines del siglo XIX, hasta laeclosin de las falsas metrpolis masificadas emergentes de la ilusin industrialde entreguerras y el despoblamiento del campo y las redes de ciudades peque-as y medianas.

    La sugerente idea de Romero es sealar la significacin de la modelacinms social que natural o ambiental del territorio americano en todo el procesode la internacionalizacin colonial y el peso trascendente de las ciudades. Des-de esta perspectiva, insuflada desde el discurso moderno de la lgica coloniza-dora, se estara incubando en la historia continental el germen de las crisis am-bientales, dado doblemente en la consideracin de la expansin socio-urbanacuasi infinita como desidertum de desarrollo y en la comprensin abstracta yproductivista de los escenarios naturales.

    El anlisis de R. Morse5 abarca la ciudad colonial hispana y portuguesa(ms de 800 y 200 fundaciones urbanas entre los siglos XVI y XVIII respectiva-

    4 J. L. Romero, Latinoamrica. Las ciudades y las ideas, Siglo XXI Editores, Buenos Aires,1978.

    5 R. Morse, Investigacin reciente sobre urbanizacin latinoamericana: examen selectivo y co-mentarios, en La Investigacin Urbana Latinoamericana: Tendencias y Planteos, SIAP, Bue-nos Aires, 1978.

  • 24

    Habitar Amrica

    mente) sealando sus diferencias y sus semejanzas, que resume en cinco puntossignificativos definidores de la cualidad de la colonizacin como instalacinterritorial de dispositivos urbanos:

    1. La colonizacin fue en gran parte una empresa urbana, llevada a cabo porpersonas de mentalidad urbana. El ncleo municipal fue el punto de partidapara la colonizacin de la tierra a diferencia de la ciudad europea occidental,que represent un movimiento de energas econmicas que alejndose de laagricultura se encaminaron hacia la elaboracin y la distribucin.

    2. A pesar de las elaboradas regulaciones, la seleccin de los sitios se reali-z frecuentemente en forma arbitraria, mal aconsejada o dictada por considera-ciones momentneas. A lo largo del perodo colonial, el abandono o traslado deciudades fue muy comn.

    3. Los primeros en llegar tendan a apropiarse de las tierras que estabanalrededor de una ciudad nueva (an las tierras municipales fueron a menudoenajenadas en favor de particulares) y a reservarse privilegios para sus descen-dientes. Un momento inicial de democracia social fue seguido por la consolida-cin de una oligarqua basada en la posesin de tierras y en la fecha de llegada.Este comportamiento fue considerado excesivo por algunos gobernantes comoel virrey Toledo, del Per, que estimaba este proceso lesivo para el bien comnde la ciudades y el sustento de la comunidad (obsrvese esta temprana alusin ala sustentabilidad comunitaria a fines del XVI).

    4. La continuidad de las instituciones y actividades urbanas fue amenazadapor el desplazamiento de los lderes urbanos hacia sus dominios rurales. Ha-biendo radiado energas centrfugamente hacia el campo, todas, menos las gran-des ciudades comerciales o burocrticas, tendieron a convertirse en apndicesdel campo. La sustitucin de los grupos de parentesco por grupos de residencia,que Weber consideraba caracterstico de la ciudad europea medieval, no se pro-dujo con frecuencia en Amrica Latina. Eso signific que la ciudad no se dife-renciara polticamente del campo, no era una comuna tratando de expandir sujurisdiccin sobre un rea rural. En realidad las municipalidades incluan tierrasrurales y no haba intersticios entre las jurisdicciones municipales. El conflictoentre las oligarquas urbano-rurales locales y los agentes de la burocracia realfue ms comn que la lucha entre grupos burgueses y feudales. Esta supuestaprevalencia del campo, en la definicin de las elites locales, no significaba,como haba ocurrido con las viejas tradiciones medievales europeas de raigam-bre aldeano-germnica, una valoracin socio-ambiental del mismo (dada en latradicin europea mediante innumerables creaciones institucionales, desde la

  • 25

    Habitar Amrica

    comunidad aldeana hasta el alfoz o los common fields), sino ms bien una tem-prana ruralidad alentada por la persecucin de fines capitalistas que engendra-ran figuras regresivas de paternalismos feudales o incipientes expresiones deacumulacin agrarista como los latifundios.

    5. Las redes urbanas se desarrollaron dbilmente. Las barreras geogrficaspara el transporte entre regiones eran a menudo formidables mientras que lapoltica comercial de la Corona poco haca para alentar centros de produccineconmica complementarios. Las ciudades del Nuevo Mundo tendan a relacio-narse individualmente con la metrpoli de ultramar y se mantenan aisladas lasunas de las otras.

    La caracterizacin del momento colonial que hace Morse es sugerente, por-que avala su caracterstica urbana pero a la vez, por los trminos que la hacendivergente del proceso urbano-burgus modernizador europeo: adems, el des-plazamiento de una urbanidad irradiante hacia una apropiacin territorial ru-ral, cuyos sujetos dominarn la ciudad desde el campo, coincide con la sucesinde las ciudades hidalgas a patricias que estudia Romero. Por otra parte, estaexpresin de poder irradiante, de la ciudad hacia el campo, para volver a contro-lar la dimensin poltica de la ciudad, configura el marco del desarrollo latifun-dista y en rigor, un proceso que no supone ni una ocupacin intensiva del terri-torio rural (jzguese el escaso desarrollo agrcola americano colonial) ni unfortalecimiento socio-productivo de la ciudad (relegada a funciones comercia-les y administrativas).

    E. Van Young6 , proponiendo trminos para una historia regional, estudia lamicro-manifestacin de estos procesos genricos para Mxico, uno de los terri-torios de ms densidad de ocupacin y de desarrollo agroproductivo, propo-niendo dos metforas para tipificar el rol territorial o microrregional de las ciu-dades: la olla a presin y el embudo, que ejemplifica, con Guadalajara y Mxi-co respectivamente, como casos de fuerte presin expansiva sobre el territorio yla remodelacin de sus bases socio-productivas y de las redes de asentamientos,y de succin sistemtica de excedentes comerciales en un rol ajeno al esquemamonoproductivo regional y ligado al reprocesamiento comercial de otrasagroproducciones, incluso lejanas. Ambas tipologas se inscriben, desde luego,en la era pre-ferroviaria, definida por dimetros de unas 10 a 30 millas, en lascuales puede desplegarse, micro-regionalmente, uno u otro modelo de disper-

    6 E. Van Young, Haciendo Historia Regional. Consideraciones tericas y metodolgicas, enrevista Anuario IEHS, 2, Tandil, Argentina, 1987.

  • 26

    Habitar Amrica

    sin o succin. Ciertos discursos acerca de la sustentabilidad urbana, incons-cientemente o no, se resitan en la ideal funcionalidad perdida de esos marcosterritoriales.

    G. Kubler7 aplica su anlisis a la evolucin de este paradigma urbano-terri-torial inicial luego del momento independentista y juzga que el grado deinternacionalidad ulterior a dicho momento hizo a las ciudades americanas msprovinciales y menos metropolitanas. El concepto de metrpolis para Kubler esel de un aparato fsico nico, caro, complicado y ejemplar que opera comocentro de decisiones obligatorias que afectan una red de centros menores, mien-tras que la ciudad provincial es imitativa, derivativa y meramente tpica .

    As, si hacia fines del XVIII exista en Amrica segn Kubler cierto mar-gen de autonoma para permitir el desarrollo de ocho centros metropolitanos desegunda importancia (con dominio regional pero no internacional: Mxico, Lima,Guatemala, Bogot, Quito, Buenos Aires, La Habana y Ro de Janeiro), haciamediados del siglo XX quedaran con dicha funcin metropolitana solamentetres: Mxico, Buenos Aires y Ro. Ha ocurrido resume Kubler una disminu-cin en la diversidad cultural de la vida latinoamericana y en la variedad de lasdecisiones libres, que en cierto modo equivale al cese del modelo de ciudadesde hinterlands fuertes, dado por aquella relacin poltica de terratenientes rura-les de origen y voluntad de poder urbanos.

    Ya en la modernidad dependiente americana, las relaciones entre territorioy poder naturalmente se mediatizan y se vuelve ms abstractas, por lo menosrespecto del rol autonmico de las ciudades, perdida la tensin campo/ciudadsegn la cual los terratenientes patricios recapturaban el control urbano comombito de decisin poltica. J. Piel estudia el caso del desarrollo azucarero en lacosta peruana en las primeras dcadas de este siglo8 y propone otras claves deanlisis. Aqu el poder econmico adviene al poder poltico y desde tal sitial seutiliza el aparato de Estado para repotenciar aquel punto de partida econmicodel poder en una ciclicidad acumulativa y ascendente singular y de efectosreformuladores de la sustentabilidad a nivel del territorio nacional, pero slocomo consecuencias indirectas del proceso productivo/poltico: el presidenteLegua, llega a tal investidura desde su posicin de abogado de la British Sugar

    7 G. Kubler, Cities and culture in the colonial period in Latin America, en revista Digenes 47,Nueva York, 1962.

    8 J. Piel, Tierra y Sociedad. La oligarqua terrateniente en el Per, en revista Anuario IEHS 2,Tandil, Argentina, 1987.

  • 27

    Habitar Amrica

    Co., empresa azucarera principal de la costa peruana y desde su rol presidencialdecide en 1930 asignar 5 millones de libras del presupuesto nacional para mejo-rar la irrigacin y la productividad de los predios agrcolas del sector al queoriginariamente representaba.

    Pero centrndonos en dicho punto -la relacin entre agua y tierra y su admi-nistracin y apropiacin, y el proceso de complejizacin de las transformacio-nes territoriales que slo indirecta y mediatizadamente afectarn la sustentabili-dad urbana- no todo es meramente decisin superestructural, expresiva de di-rectas asociaciones del poder econmico hegemnico y su referencia polticaen el control del Estado. Existen en otro nivel, confrontaciones limitadas a con-flictos sociales y de propiedad en dimensiones regionales especficas.

    Es el caso que estudia R. Garca9 en sus investigaciones en la comarcalagunera y el rea de El Bajo, en Mxico, analizando las pujas por el control delos cuerpos de agua, sus manifestaciones histricas y la confrontacin entre elmodelo de agricultura de subsistencia (cooperativa, local, comunalista) y el deagricultura de exportacin (empresarial, externalizante, capitalista). En estemicronivel de conflictividad socio-productiva tambin se da una confrontacinque deviene en determinante de la cualidad de la sustentabilidad territorial, dela consolidacin de patrones de asentamientos ms o menos densos o por elcontrario, del triunfo de fuertes remodelaciones de la asignacin de la mano deobra rural y el uso o no de tecnologas, que sustenta los grandes movimientosmigratorios campo/ciudad y la consecuente crisis progresiva de la sustentabili-dad urbana.

    El estudio de M. Manzanal y A. Rofman10 sobre las economas regionalesargentinas encuadrado en el anlisis de 10 ciclos productivos: algodn, arroz,caa de azcar, fruticultura, lana, pesca, poroto, tabaco, vitivinicultura y hierbamate si bien es un enfoque sobre la racionalidad socio-productiva de estasmanifestaciones del orden monoproductivo de organizacin territorial acorde ala divisin del trabajo decidida a fines del siglo XIX y de su crisis actual,colateralmente refleja aspectos de la productividad territorial y sus consecuen-cias sociales, incluso urbanas, exponiendo entonces, en cierto sentido, las ca-

    9 R. Garca, Deterioro ambiental y pobreza en la abundancia productiva. El caso de la comarcalagunera, IFIAS-CEIA-IPN, Mxico, 1988, y Modernizacin en el agro: ventajas comparati-vas para quin? , IFIAS- UNRISD-CEIA-IPN, Mxico, 1988.

    10 M. Manzanal y A. Rofman , Las economas regionales de la Argentina: crisis y polticas dedesarrollo, CEAL-CEUR, Buenos Aires, 1989.

  • 28

    Habitar Amrica

    ractersticas y limitaciones de la sustentabilidad territorial expresada en tornode la racionalidad productiva de dichos ciclos respecto de una sociedad tantoglobal o nacional como especfica o regional y estableciendo la crisis de dichasustentabilidad al cernirse la crisis productiva en cada ciclo debido a moderni-zacin tecnolgica, cambios en la competitividad a nivel internacional y ruptu-ras en algunos de los eslabones de cada ciclo: agrcola, industrial inicial, indus-trial final, comercial, distributivo a nivel mercado interno o exportacin, etc.Los estudios de historia socio-econmica espacial que E. Fernndez Figueroarealiz para los casos de Nicaragua y Cuba11 , examinando la modelacin terri-torial y la armadura de las redes urbanas como una consecuencia derivada de lasfases histricas productivas, apunta a hacia una nocin bsica acerca de un fun-damento de sustentabilidad regional y urbana que depende del estiloagroproductivo.

    La aplicacin de la staple theory que R. Corts Conde revisa para el anlisisdel poblamiento moderno del rea pampeana Argentina12 implica la idea de undesarrollo econmico basado en una suerte de despegue vinculado a la acumu-lacin suscitada por el desarrollo agrario y por un rol significativo en el merca-do internacional de alimentos: esta especie de va de modernidad alternativa (altpico esquema basado en la evolucin de la productividad agraria a la indus-trial) desde luego no logr disear un marco de desarrollo sustentable para laregin, y menos an asegurar la sustentabilidad de sus asentamientos urbanos.

    En el caso argentino, el modelo de agrodesarrollo impuesto desde 1880 elconcepto de progreso nacional y regional apoyado en la modernizacin otorga-da por el triple aparato de la urbanizacin, las redes ferrocarrileras y la agricul-tura intensiva que unido a la recepcin de las masas emigrantes europeas en eldesarrollo de las colonias agrcolas tuvo un xito parcial slo en regiones comoel sur de las provincias de Santa Fe y Crdoba, la desde entonces llamada Pam-pa gringa, ya que en general predomin un esquema latifundista ganadero o deagricultura extensiva trigo y forrajes en el territorio frtil de la Pampa omonoproducciones intensivas regionalizadas, como se comentaba ms arriba, yen general, con un desaprovechamiento en el montaje de una red urbana mshomognea y estructuralmente dependiente de la agricultura intensiva, de laconectividad ferroviaria y de la urbanizacin preferentemente concebida como

    11 E. Fernndez Figueroa, Nicaragua. La historia como condicionante del territorio. El casoNicaragua, Principado de Asturias-Asociacin R. Daro, Madrid, 1993; Cuba. La historia comocondicionante del territorio, editorial, lugar y fecha dem precedente.

    12 R. Corts Conde, El Progreso Argentino, Sudamericana, Buenos Aires, 1979.

  • 29

    Habitar Amrica

    centros de servicio a la produccin rural intensiva. En resumen, la microhistoriaregional, desde los modelos de ocupacin y explotacin precolombinos hasta elexperimentalismo colonial, desde la especializacin agro-productiva de finesdel XIX hasta la imperfecta agro-industrializacin de mediados de este siglo,permite reconstruir los procesos de relacin entre territorios y ciudades, de na-turaleza y sociedad, en los cuales no slo debe fundarse el anlisis crtico denuestras condiciones de sustentabilidad, sino tambin el de nuestras posibilida-des futuras.

    MODERNIZACIN AMERICANA Y URBANIZACIN DBILSi bien el concepto de ciudad fue determinante de la colonizacin america-

    na, quiz su carcter ligado a una artificialidad fundacional ms que a lentasconformaciones remodeladoras de diversas fuerzas y culturas territoriales comoocurri tanto en Asia como en Europa le otorga una cierta debilidad en cuantoa la maduracin vinculada con la modernidad, debilidad tanto de la ciudad grande,cuanto de las redes de ciudades. La densidad experimental Ovando, como citaMorse, emplaza en 1504-5, 15 ciudades en La Espaola con un concepto dereducto-factora-cabeza de puente y una nocin de plan regional al vincularpuertos, reas mineras y agropecuarias y fuentes de mano de obra indgena nopodr suplir un adecuado arraigo de las ciudades en un contexto territorial y as,a mediados del siglo XX existen deficiencias estructurales en la ciudad latinoa-mericana que Morse13 define as :

    1. El flujo de poblacin hacia las ciudades grandes es desproporcionadorespecto de las nuevas oportunidades de empleo urbano estable, particularmen-te industrial. El problema no es la succin suscitada desde los polos urbanossino la incapacidad de retener poblacin de las regiones rurales y de sus redesde asentamientos: las crisis de sustentabilidad primaria (de alrededor de losaos 1945-1965) est vinculada al fracaso del desarrollo de agriculturas intensi-vas y de las redes urbanas complejas de servicio y agroproduccin; la crisis desustentabilidad secundaria (de los aos 1960-1980), manifiesta en las ciudadesgrandes de la regin, emerge como consecuencia del exceso de dicho flujo mi-gratorio y de los fracasos de las polticas de desarrollo industrial.

    2. La ciudad tiene recursos fsicos insuficientes para absorber su crecientepoblacin. Esto no significa solamente que al gobierno le falten recursos para

    13 R. Morse, Tendencias y planteos de la investigacin urbana latinoamericana (1965-1970),ensayo incluido en op. cit. nota 5.

  • 30

    Habitar Amrica

    desarrollar programas de vivienda, sino tambin que en muchas ciudades laempresa privada no satisface la demanda de alojamiento de tipo tugurio. Por lotanto, muchos emigrantes nuevos, junto con muchos que abandonan o son des-alojados de sus tugurios, tienen a la fuerza que construir su propia ciudad. Estees el proceso central del dficit de sustentabilidad de las grandes ciudades ame-ricanas: carencia de recursos, insuficiencia del Estado, desinters o imposibili-dad del mercado en la recepcin fsica de las masas emigrantes; deficienciaestructural (emergencia de la informalidad), segregacin del hbitat (construc-cin de las ciudades ocultas o villas miseria) y nueva espiral de carencialidad,conflictos sociales intra urbanos, formas de violencia, desarticulacin de lasestructuras de ciudadana, etc. En contraprestacin, eventualmente podr reco-nocerse el afianzamiento de organizaciones tendientes a la autosuficiencia y ala democracia directa, etc.

    3. La ciudad es deficiente en cuanto al rgimen de organizacin impersonal,asociacin voluntaria y servicios administrativos, aceptados como parte del ethosurbano occidental. Los emigrantes y menesterosos son lanzados a formas deasociacin primaria y rural que sirven para (a) organizar sus comunidades im-provisadas y (b) relacionar estas comunidades o sus familias componentes conlas fuentes de patrocinio urbano por medio de sistemas de clientelas. La cita deMorse, revela todava la creencia poltica y tcnica acerca de la posibilidad onecesidad de aculturar urbanamente a dichos emigrantes: el cese de las utopassetentistas revel el carcter voluntarista de aquella aspiracin y el fenmenode la informalidad debi empezar a ser reconocido no como un aborto del pro-ceso de urbanizacin-democratizacin visible en el ideal modelo de moderniza-cin propuesto paradigmticamente por G. Germani14, sino como un recursopara intentar mitigar los dficits de sustentabilidad.

    4. A la vez que millones de latinoamericanos marginales estn esforzndosepor lograr acceso a la oportunidad y seguridad urbana, su lealtad est siendosolicitada por un nuevo tipo de lder poltico populista. Debe distinguirse lasociedad urbana de masas de una nacin industrial del norte y la sociedad urba-na latinoamericana que resiste la organizacin de grupos de inters comn ogrupos cooperativos. Populismo es el sustituto para tal organizacin, llenandoel vaco entre la vida urbana y una tradicin de dependencia rural. A este apuntede los 60, deben agregrsele las regresiones de los 90, en tanto la marginalidadurbana actual ha disminuido el acceso a las oportunidades de integracin en la

    14 G. Germani, Asimilacin de inmigrantes en el medio urbano: notas metodolgicas, en RevistaLatinoamericana de Sociologa 2, Mxico, 1965.

  • 31

    Habitar Amrica

    produccin y el consumo urbanos y a la seguridad.Morse enuncia as, las condiciones del proceso institutivo de la debilidad o

    crisis de sustentabilidad de las grandes ciudades latinoamericanas, derivandode la incapacidad material de absorber la masa migratoria de origen rural haciala conformacin de una alternativa poltico-organizativa el populismo a laestructuracin vigorosa de regmenes democrticos urbanos con grupos socia-les organizados y cooperativos .

    M. Wolfe15, en la misma poca que Morse, insista en asignar dicha debili-dad de los centros urbanos, en particular las redes de servicios urbanos, a laactividad rural:

    1. Trabajadores residentes en las grandes haciendas son desplazados por lamecanizacin de la agricultura, los cambios en las cosechas y el miedo de lospropietarios de la tierra por futuras reclamaciones sobre posesin. Tpicamentese mudan a chozas junto a las carreteras o la periferia de ciudades ms pequeas.

    2. Los ncleos de pequeos agricultores independientes sufren la presindel aumento de poblacin, del agotamiento de las tierras, y de la declinacin enla demanda de mano de obra estacional en las grandes haciendas. Pueden mos-trar mayor iniciativa que los trabajadores sin tierra, incorporndose al pequeocomercio, organizando invasiones de las haciendas mayores, emigrando a laszonas tropicales de colonizacin, convirtindose en trabajadores asalariados oemigrando permanentemente a pueblos y ciudades.

    3. A pesar de la presin de la poblacin, los patrones de asentamiento ruraltienden hacia la dispersin e inestabilidad. Los asentamientos a lo largo de lascarreteras estn aumentando en nmero. El vecindario primario o el grupo pe-queo de familias sigue siendo ms tpico que la aldea agrcola grande o lacomunidad. De all las dificultades para extender al campo los servicios pbli-cos, sistemas escolares o programas de viviendas.

    4. Los pequeos pueblos de Amrica Latina siempre han sido poco efecti-vos como centros comerciales, de servicios y de administracin. Hasta esaspocas funciones estn desapareciendo. Los pueblos pequeos tienden a crecer ala misma velocidad que la poblacin rural y estn siendo ruralizados por elabandono de los elementos dirigentes y el remplazo de los mismos por familiasde trabajadores agrcolas sin tierras, quienes buscan trabajo en la ciudad.

    15 M. Wolfe, Some implications of recent changes in urban and rural settlement patterns in LatinAmerica, CEPAL, Santiago de Chile, 1966.

  • 32

    Habitar Amrica

    Este anlisis, publicado en 1965, muestra la crudeza del proceso de migra-cin del campo a la ciudad, eclosionado en aquella poca, y tanto como la ante-rior caracterizacin de Morse sobre la incapacidad receptiva (fsica y socio-poltica) de la ciudad respecto de los emigrantes, Wolfe considera la compleji-dad inherente al polo emisor de la migracin, esto es, el desmantelamiento de laproduccin agrcola intensiva con la cada de empleo y de estructuras mini-fundistas y a la vez, la debilidad de las redes urbanas primarias los centros deservicio rurales para retener emigrantes rurales, que inician sus procesosmigratorios con una primera estacin infructuosa en dichos centros. Estas citasdeben aluden a lo que podramos llamar crisis de sustentabilidad secundaria (oincapacidad de las grandes ciudades de absorber poblacin emigrante rural, se-gn los argumentos de Morse) y crisis de sustentabilidad primaria (o cada dela poblacin agro-productiva e incapacidad de reordenar poblacin rural en loscentros urbanos menores prestadores de servicios rurales y/o agro-procesamientos, segn las proposiciones de Wolfe).

    TERRITORIO PRODUCTIVO Y SUSTENTABILIDAD URBANAEn el contexto americano la relacin entre territorios y ciudades es la clave

    esencial de su colonizacin , entendiendo a las ciudades como dispositivos enlos que se monta el proceso productivo de caractersticas primario-extractivastanto intensivas (minas, enclaves agrarios) o extensivas: las ciudades soportanen la etapa fundacional los procesos de estructuracin de la puesta en produc-cin de vastos hinterlands territoriales e incluso, en numerosos casos, como larefundacin cortesiana de Tepeaca en 1520 bajo el nombre de Segura de laFrontera el motivo principal fue garantizar la provisin de mano de obra ind-gena al naciente polo urbano productivo de Puebla. La posterior especializacinde pueblos de indios, pueblos cabecera de frontera, pueblos mineros y puertos,no ser sino una adaptacin funcional de los centros urbanos a la prestacin deuna funcin productiva en vastos esquemas territoriales. Pero por otra parte, elulterior desarrollo del continente con base en una profundizacin de su rolagroproductivo, el escaso desenvolvimiento del sector industrial, el explosivoauge de una terciarizacin econmicamente poco desarrollada lindante con elsector informal y las migraciones campo-ciudad desnudando tanto la incapa-cidad del campo y los centros pequeos y medianos y en el otro polo, de lasciudades grandes, para acoger o sustentar el crecimiento significativo de la po-blacin urbana, tienden a presentar otras cuestiones de la sustentabilidad enAmrica Latina.

  • 33

    Habitar Amrica

    Varios autores como P. Gutman, J. Martnez Alier y E. Gosman16 handesarrollado importantes argumentos alrededor del tema de la sustentabilidadprimaria, de la regin latinoamericana. Gutman afirma que el crecimiento de laproduccin agrcola en la regin latinoamericana entre 1950 y 1980 con serimportante cerca del 3 % anual es menor que el crecimiento demogrfico,con lo cual se establece un primer aspecto generador de dficit de sustentabili-dad. Las exportaciones agrarias tambin crecieron porcentualmente, pero notan significativamente y en promedio llegan a un 40 % del total producido (al-godn y soja, un 45 %, caf un 62 %), con lo cual, el resto se destina al mercadointerno. Dicha produccin deviene del stock de 190 millones de hectreas culti-vadas (que dan una tasa per capita de 0.56 ha/habitante) y 630 millones dehectreas de praderas y pastos con aprovechamientos ganaderos, que es lo queconstituira el capital natural antropizado o tecnologizado real sobre el que seapoya la capacidad de sustentabilidad primaria de la regin. Sin embargo, elcapital natural potencial la tierra de eventual utilizacin productiva por sucualidad natural es mayor, ya que slo el 27 % de dicho potencial est enproduccin: la tasa terica per capita total ascendera as a 2.2 ha/ habitante,una cifra ms importante que la de 0.7 ha/h, que es el promedio del TercerMundo en general.

    Se puede observar as, que la tasa real actual es menor que la del TercerMundo y que la regin posee un capital explotable ligado a un corrimiento desus fronteras agropecuarias, lo cual no est garantizando una integracin soste-nible de las reas remanentes de potencial productivo. La poblacin rural comodisminuy del 60 % del total en 1940 al 40 % en 1980 y alrededor de 20-22 %en la actualidad . El potencial agrcola tiene localizaciones precisas, como un50% en los frgiles ecosistemas brasileos, un 20 % distribuido entre los pasesdel Pacto Andino, un 10 % para Mxico y otro tanto para Argentina y el restante10 % repartido entre el resto de estados de la regin. Esta distribucin compro-mete probablemente la racionalidad de su puesta en utilizacin como eventualincremento de sustentabilidad de la poblacin continental generando debatesinternacionales como el del manejo del rea amaznica que tampoco puededesvincularse de un crecimiento del destino exportable de esa eventual sobre-produccin como de sus caractersticas (ver el incremento de cultivos industria-

    16 J. Martnez Alier, La interpretacin ecologista de la historia socio-econmica: algunos ejem-plos andinos, en H. Urbano (comp.), Modernidad en los Andes, Centro de Estudios RegionalesBartolom de Las Casas, Cusco, Per, 1991. P. Gutman, Desarrollo Rural y Medio Ambiente enAmrica Latina, CEAL-CEUR, Buenos Aires, 1988. E. Gosman, El Paraso Perdido, en revistaViva, Buenos Aires, 1966.

  • 34

    Habitar Amrica

    les exportables, como la soja).Como dato adicional, en la regin latinoamericana slo el 15 % del rea

    bajo explotacin primaria est bajo regado. Tanto las reas bajo explotacincomo las del eventual desarrollo de fronteras agrcolas requieren as, inversio-nes tecnolgicas relativamente altas o alternativamente, mayor intensividad demanejo y explotacin, lo que ofrecera perspectivas de incremento terico delestndar de sustentabilidad primaria (estndar que debe desdoblarse en dosexpresiones: productividad per capita de consumo interno y captacin de manode obra directa o indirectamente vinculada con la agroproduccin.

    La tenencia de la tierra limita esta posiblidad, ya que poco ms del 60 %pertenece en la regin a predios menores a las 5 hectreas de extensin lo quepromueve la intensividad de uso/explotacin contra el 90 % en Asia, el 85 %en frica o el 70 % en Europa. Si bien la tenencia de la tierra en unidadespequeas de explotacin suele ser causa de degradacin ambiental (por sobre-explotacin, dadas las crecientes dificultades de garantizar cupos de autosufi-ciencia alimentaria de los miniproductores y saldos exportables o comer-cializables), un adecuado manejo de la misma por ejemplo, mediante estrate-gias cooperativas, como ocurre en varias regiones europeas y en experienciaslatinoamericanas, asegura mayores posibilidades de sustentabilidad primariaglobal, frenando los procesos de drenaje demogrfico campo/ciudad como ocu-rri exitosamente en muchas regiones agrarias europeas o norteamericanas, confuertes subsidios tendientes a optimizar la estabilidad rural de la poblacinminiproductora.

    Hace falta asimismo demistificar la supuesta mayor racionalidad tcnico-productiva de las grandes empresas de produccin agraria (los latifundios), almenos en lo referente a su capacidad de ofrecer parmetros adecuados de sus-tentabilidad primaria y retencin de poblacin rural. En la realidad ocurri locontrario, y tanto la disminucin de poblacin rural, el aumento de cupos expor-tables (y la desmejora de la tasa de sustentabilidad primaria per capitaintranacional o regional) y la ineficiencia en la puesta en produccin de reaspotenciales o la baja proporcin de tecnologa hdrica aplicada pueden ser atri-buidas, al menos parcialmente, al comportamiento de los sectores latifundistas,con un agravante adicional: si en algunos estados europeos Francia por ejem-plo y en menor medida Espaa e Italia hasta un 15 % del producto bruto ruralse reinvierte, por va estatal, en el fortalecimiento y tecnificacin de las redes deminiproductores, en pases de Amrica Latina como Argentina, Brasil o Vene-zuela hasta un 85 % del crdito pblico se canaliza a favor de las grandes

  • 35

    Habitar Amrica

    empresas agroproductivas, contribuyendo a agravar la inviabilidad y estrangu-lamiento financiero de las pequeas y medianas empresas agrarias.

    La regin amaznica, est considerado como un ecosistema estratgico anivel ecosfrico, con lo cual se complejiza el debate acerca de una sustentabili-dad primaria vinculada a expresiones genricas de productividad y racionalidadde la apropiacin. Segn refiere el texto citado de Gosman, en los 5 millones dekilmetros cuadrados de la regin (buena parte de los cuales compone la reser-va de stock de tierra agrcola potencial que sealbamos para Amrica y Bra-sil) se radica el 20 % de la reserva de agua dulce del planeta y reservas de hierropara 400 aos o el 34 % de las maderas tropicales; 80,000 especies vegetales o2000 especies distintas de peces en el ro Amazonas. Aparece as, mezclada lacuestin del incremento terico de agroproductividad primaria, con el tema dela biodiversidad, aspecto en el cual el propio estado nacional interviene, comoen el caso de la prohibicin de la tala de la madera de mogno decidida en 1996.

    Pero por otra parte, tanto la presin empresarial como la de agricultoresilegales itinerantes, han suscitado el abatimiento de ms de medio milln dekilmetros cuadrados de selva en los ltimos 5 aos, 160000 de los cuales fue-ron quemados para abrir campos agrcolas de enorme fragilidad de suelos, nu-trientes e irrigacin. Este proceso de quema ha suscitado en los ltimos 3 mesesde 1996 la aparicin de 400,000 focos de incendio (70 % ms que aos anterio-res) con graves e irreversibles efectos en la biodiversidad de ese ecosistema. Enalgunas reas amaznicas, como la cuenca del Maranhao por ejemplo, son muysignificativas las actividades microproductivas ligadas con la extractividad na-tural de recursos efectuada sobre el stock de capital natural, como la explota-cin de las palmeras babassu.

    Martnez Alier seala en relacin al caso peruano, que la tasa de tierra cul-tivada por habitante 0.19 H/h es baja, o al menos ms baja que en Japn,Holanda, Blgica, Alemania o Gran Bretaa, lo cual permitira inferir con-diciones favorables de sustentabilidad primaria, si no fuera que a la presindemogrfica baja sobre los recursos naturales se le une una presin productivaalta, como la tasa de 500 kilos/ao por habitante de produccin de harina depescado exportable que se registraba en 1970 y que generaba recursos de sus-tentabilidad indirecta para otras sociedades (que podan pagar el producto a losprecios en todo caso decidido por el mercado de consumidores) tanto como undeterioro de la renovabilidad del recurso (de la que no se haca cargo nadie, entanto se trata de una externalidad que los productores no pueden introducir enlos trminos del mercado.

  • 36

    Habitar Amrica

    En realidad esta dinmica que une productividad primaria consobreexportacin, no slo afirma la crisis de sustentabilidad primaria sino tam-bin la fragilidad del modelo de la staple growth, bajo el cual los estados ame-ricanos creyeron poder alcanzar una va alternativa hacia el desarrollo. Por otrolado, algunos esfuerzos supuestamente tendientes a mejorar la sustentabilidadprimaria exgena comprometen o atrasan la sustentabilidad primaria endgena:es el caso del guano, recomendado hacia 1840 por Liebig para el desarrollo deuna agricultura de restitucin y el potenciamiento de los ciclos agroqumicosorgnicos que mediante la exportacin mejor los estndares productivos euro-peos, pero que en Per, junto a las anlogas disputas del salitre, no slo estimuluna acumulacin diferencial no redundante en nueva inversin agraria sino in-cluso la desastrosa guerra del Pacfico.

    Frente a dichas situaciones ligadas a frustradas alternativas de moderniza-cin, Martnez Alier recomienda rever la exitosa experiencia andina precolom-bina, ms antigua que la euroasitica segn Grillo, y quiz la que mejor garan-tice una especie de seguridad alimentaria o nivel mnimo de sustentabilidadprimaria. Martnez Alier recuerda la magnitud de la capacidad de gestin hi-drulico-territorial del imperio incaico, que alcanzaba a 50 valles, entre ellos elsofisticado sistema de los 5 valles del rea de Lambayeque. As como el ciclodel azcar, de principios de este siglo debe ser considerado regresivo - por suscaractersticas agroexportadoras, su generacin de condiciones laborales rayanasen la esclavitud, su control ineficiente de los sistemas hdricos o su favorecimientodel latifundismo -, la recuperacin de tradiciones productivas como la agricul-tura y ganadera de altura, el desarrollo de tecnologas vernculas como el waru-waru, el manay de tubrculos variados, los camellones o las andeneras, si bienconstituiran elementos de una utopa andina retrospectiva, pueden erigirse, enprincipios para refundar y fortalecer la sustentabilidad primaria, medios deoptimizacin de la produccin bsica de subsistencia y de mercado, modos degarantizar la retencin de poblacin serrana y alternativas indirectas de mejorarla sustentabilidad urbana a travs del freno o reversin de parte de los flujosmigratorios.

    PRODUCCIN GLOBAL Y CONDICIONES DE VIDAEl anlisis de M. Tapia17 sobre el caso de la sierra peruana escenario, como

    sealan Martnez Alier y Grillo de una de las ms antiguas y exitosas experien-

    17 M. Tapia, Ecodesarrollo en los Andes Altos, Fundacin Frederich Ebert, Lima, 1996.

  • 37

    Habitar Amrica

    cias agrarias ofrece nuevos argumentos para la discusin acerca de la sustenta-bilidad primaria, en tanto relaciones de produccin y supervivencia. La sierraposee unos 39 millones de hectreas relativamente productivas, de las cualesalgo ms de 1 milln se cultivan, otro tanto est en descanso, cerca de 14 millo-nes de hectreas de praderas altoandinas se asignan a usos ganaderos y de loscasi 7.3 millones de hectreas con capacidad forestable, 1 milln de ellas estnbajo regmenes de explotacin.

    El rea, si bien biogeogrficamente tiene restricciones de morfologa y tem-peraturas, posee interesantes recursos naturales cerca de 12,000 lagunas ohumano-culturales unas 5,000 comunidades campesinas, que siguen consti-tuyendo un poderoso reservorio de capacidad agro-tecnolgica. Segn diferen-tes apreciaciones y dentro de prcticas ecolgicamente controladas, se podraaumentar la productividad primaria entre un 20 y un 100 % de los volmenesactualmente obtenidos. En la regin habitan cerca de 7 millones de personas, delas que un 60 % es rural y el resto radica en instalaciones urbanas de 2,000 oms pobladores.

    La expansin productiva citada se obtendra gracias a la habilitacin y reha-bilitacin de unos dos millones de hectreas para usos agrcolas, 3 para bosquesy agroforestera y 15 para ganadera y la produccin resultante debera alcanzarpara alimentar 20 millones de habitantes. Si se considera que Per tiene unos 23millones de poblacin, mediante este desarrollo regional casi podra alcanzarsela autosuficiencia alimentaria nacional.

    M. Tapia sintetiza un conjunto de estudios realizados para el desarrollo delrea proponiendo una serie de prcticas ambientales de rehabilitacin como laconservacin de suelos, la habilitacin de waru-waru y qochas, el cercado ymejoramiento de bofedales, las terrazas de formacin lenta, los camellones ylas redes de riego, etc. Con unos 80 millones de dlares de inversin se podranrehabilitar cerca de 132,000 hectreas agrcolas, ofreciendo nuevas demandasde mano de obra agrcola-artesanal mediante la cual se obtendra una hectreade TFL (terrazas de formacin lenta) a unos 500 dlares de costo comunitario yuna hectrea de camelln regado a unos 700 dlares. Con otros 80 millones sehabilitaran ms de 170,000 hectreas de ganadera intensiva que con rendi-mientos de 18 a 30 toneladas/hectrea generara 52 millones de kilos de carneadicionales y prcticamente un equilibrio en la demanda bsica de protenas.

    Las prcticas de ganadera intensiva permitiran tambin incrementar la pro-duccin de la fibra de alpaca, la lana natural industrializable ms cara en elmercado internacional: con pocas mejoras para retener regionalmente el proce-

  • 38

    Habitar Amrica

    samiento de esta fibra se conseguira mantener a nivel local buena parte delvalor agregado que va de los 0.6 USD/kilo que recibe el pequeo productor alprecio comercial de mayoreo de hasta 40 USD/kilo que puede alcanzar la fibraprocesada.

    Si bien este enfoque de desarrollo endgeno regional, permitira obtener ungrado de desarrollo ambientalmente racional capaz de mejorar sustancialmentelas condiciones de la sustentabilidad primaria (y sobre todo la estabilizacindemogrfica de los 7 millones de pobladores del rea), tropieza tanto con laausencia de una gestin descentralizada eficaz del Estado cuanto con los cre-cientes manejos empresariales que tienden a generar saldos exportables conconcomitantes efectos de disminucin de las prcticas agrcolas intensivas, delas posibilidades de agroprocesamientos localizados, del desmantelamiento delas redes de asentamientos y de la estructura de la comunidades aborgenes, deldeterioro creciente de los recursos naturales por introduccin de tecnologasexticas, etc.

    El antroplogo argentino A. Isla18 realiz estudios sobre el rea andina ten-diendo tanto, a considerar los aspectos de la eficiencia energtica de la produc-cin agrcola (que es a la vez, una buena manera de evaluar la racionalidad de lasustentabilidad primaria) como la afectacin que a dichas condiciones le apor-tan las caractersticas poltico-institucionales extra-locales que emergen comoun factor distorsionante o de turbulencia de dicha eficiencia.

    Para ello analiza dos comunidades pertenecientes a cierta condicin naturalandina homognea incluso por comn pertenencia originaria al tronco antropo-cultural incaico y a la vez, diferenciadas por su integracin a diferentes mode-los de estado nacionales: el rea de Nuoa, en Puno (Per) y el rea de Yavi, enJujuy (Argentina), verificando que la supuesta modernidad de una mayor inge-rencia del estado y una mayor concentracin de la tierra en el segundo caso, danpor resultado una productividad harto ms baja y en definitiva una contribucina la merma de sustentabilidad primaria local. Adicionalmente, Isla compruebala diferente eficacia energtica de las prcticas agrcolas y ganaderas en el casode la regin estudiada del altiplano peruano.

    La produccin agrcola anual de una familia tipo es de 595,000 kilocaloras,basada en tubrculos (oca, ulluco, isao y fundamentalmente papa, que es la derendimiento energtico ms alto) y cereales (cebada, caihua y quinoa, stas

    18 A. Isla, Dos regiones, un origen. Entre el silencio y la furia, en A. Isla (comp.), Sociedad yarticulacin en las tierras altas jujeas, MLAL, Buenos Aires, 1992.

  • 39

    Habitar Amrica

    dos ltimas las de mejor rendimiento) y los gastos energticos (preparacin delcampo, fertilizacin, siembra, deshierbe, aporque, cosecha, trilla y preparacinde alimentos) ascienden a 51,800 kilocaloras, con lo que la tasa de eficiencia esde 11.5 kilocaloras producidas por cada kilocalora energticamente consumida.

    La produccin ganadera de una similar unidad familiar alcanza las 760,000kilocaloras (repartidas en 220,000 kilocaloras en carne de oveja y llama, y538,000 kilocaloras de lana de alpaca) pero el gasto energtico (insumido enpastoreo, esquila, faena y preparacin de alimentos o productos) asciende a384,200 kilocaloras con que la tasa de eficiencia energtica es de apenas 2.Aunque si se computa una produccin suplementaria de 2,644,000 kilocalorasobtenidas como saldo de la venta de la lana en el mercado, aquella tasa asciendea 7.5, de todas maneras es inferior a la eficiencia energtica propia de la activi-dad agrcola. Otro resultado que en trminos de sustentabilidad primaria arrojanesas cifras es que en una u otra modalidad productiva puede garantizarse unconsumo diario per capita de 1,580 kilocaloras, un guarismo no demasiadolejano al estndar de 2,000 que recomienda la FAO. La conclusin es que lasprcticas agrcolas intensivas, incluso con salidas de mercado, si estn regula-das por formas de administracin local comunitarias como cooperativas ase-guran no slo la perduracin de prcticas culturales vernaculares sino tambinun piso trfico-energtico capaz de sustentar estas poblaciones en sus territo-rios, incluyendo sus redes de asentamientos urbanos cuya poblacin sumadallega hasta ms de un tercio de la total regional, y puede garantizar relativamen-te la provisin de los servicios urbanos a las poblaciones regionales, estable-ciendo condiciones mnimas aceptables de sustentabilidad primaria.

    Se dir aqu que estos modelos de equilibrio territorial dejan fuera factoresligados a la fuerte estimulacin cultural-consumstica con que la globalizacinmassmeditica presiona e ilusiona a un campesinado en trnsito a su frgil omiserable aculturacin urbana. Pero por otra parte, movimientos originariamentesocio-urbanos como los antes mencionados del MST brasileo, estaran eviden-ciando que tras el fracaso de aquella aculturacin urbana, ingentes masas deciudadanos marginales estaran reclamando una reinstalacin territorial quepueda reformular los trminos de sustentabilidad primaria aqu analizados.

    INSUFICIENCIAS URBANAS Y METRPOLIS POBRESComo lo esbozaban los comentarios histricos de Morse y Wolfe, en Am-

    rica Latina se produce un fuerte proceso de urbanizacin:

  • 40

    Habitar Amrica

    En 1950 el 39 % de la poblacin, 61 millones de habitantes dice Morse vivaen centros urbanos de ms de 2000 habitantes mientras que el resto, 95 millo-nes, viva en reas rurales. En 1960 haba 95 millones en ciudades (46 %) y 111millones en el campo (54 %). La tasa de crecimiento urbano para la dcada fuedel 55 % y la rural del 12 % (anualmente, de 4.5 % y 1.4 % respectivamente).Morse consignaba cuando escribe su libro, una proyeccin de CEPAL para

    1975: 291 millones, 54% urbano y 46 % rural. El proceso real fue ms acelera-do: el informe de CEPAL Alojar el desarrollo, presentado en 1996 en la confe-rencia de Hbitat en Estambul19 , consigna que hacia 1970 la poblacin urbanahaba llegado en la regin al 57.2 % y en 1995 subi al 73.4 %, con 351 milloneshabitando reas urbanas. CEPAL infiere que hacia el 2025 el porcentaje habrllegado al 85%, una de las tasas ms urbanizadas del planeta.

    E. Neira20 consigna, hacia mediados de los 90, la existencia de 44 ciudadesde ms de un milln de habitantes, segn elaboracin de informacin de Nacio-nes Unidas prospectada para el 2000, incluyendo tres categoras de metrpolis:4 megalpolis internacionales de ms de 10 millones cada una (Mxico: 25.8millones, San Pablo: 23.9 , Ro de Janeiro: 13.2 y Buenos Aires: 13.1), 4 metr-polis nacionales de ms de 5 millones cada una (Lima: 9.4 millones, Bogot:6.5 , Santiago de Chile: 5.2 y Caracas: 5) y 12 metrpolis regionales de ms de3 millones cada una (Curitiba: 5.2 millones, Belo Horizonte: 5.1, Medelln: 4.7,Guadalajara: 4.1, Porto Alegre: 4, Monterrey: 3.9, Brasilia: 3.7, Recife: 3.6,Salvador: 3.4, Fortaleza: 3.3, Cali: 3.1 y Santo Domingo: 3).

    Este proceso general ha tenido varias consecuencias: la velocidad de urba-nizacin ha sido superior a la tasa de creacin de empleos secundarios/tercia-rios formales; un porcentaje del crecimiento demogrfico de entre el 40 y el 80% ha estado ligado a las migraciones campo/ciudades intermedias/mbitos me-tropolitanos; el desarrollo urbano ha sido dbil o imperfecto desde el punto devista de la instalacin fsica y funcional de los emigrantes recientes; la ausenciade polticas de planificacin nacional o regional frente a dichos procesosespon