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1 Foto: Gabino Jove Número 163 / Mayo de 2015 HAMBRE DE GOL

GijónSport 163

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Carlos Castro es nuestro protagonista en la portada de mayo. Hablamos con el joven delantero sobre una temporada que está siendo muy especial para él. Además Isidro Fernández, el boxeador Jonathan Alonso y el nadador Matthew McManemy también se pasan por nuestras páginas.

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HAMBRE DE GOL

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Se acerca el final de la temporada pero por delante nos quedan muchas citas que seguro que os tienen tan ilu-sionados a vosotros como a nosotros. Para empezar hablamos del Sporting. El equipo sigue manteniendo el tipo y cada vez está más cerca el sueño de regresar a la Primera División. Un objetivo muy complicado y con el que apenas nadie contaba a principio de temporada.

Pase lo que pase lo que sí está claro es que tanto Abelardo como su ves-tuario habrán firmado una excelente temporada. Con un equipo lleno de gente joven y sin apenas experiencia en el fútbol profesional los rojiblancos están demostrando que con ganas, lucha y entrega se pueden conseguir muchas cosas.

Un ejemplo de ello es nuestro prota-gonista de portada. Carlos Castro se había pasado hace ya algunos años por GijónSport siendo una de las pro-mesas de las categorías inferiores. Ahora el delantero se ha convertido en una realidad en el primer equipo y vive en primera persona una tem-porada que también le está sirviendo para crecer en lo personal y en lo pro-fesional.

GijónSport - Editorial

SEMANAS IMPORTANTESEdita:El Tajalápiz Media

Contenidos:David González@DavidGonzalezzz

Marcos Martín@MarcosMartin87

Marta Tejerina@MartaTeje

Fotografías:Gabino [email protected]

Cris Valle

Maquetación:El Tajalápiz S.L.

Publicidad: El Tajalápiz Media

Contacto:[email protected]@gijonsport.es

Y es que en el vestuario del Sporting se une la juventud de chavales como Carlos Castro con la veteranía de téc-nicos como Isidro Fernández. Por eso también hemos querido que el entre-nador de porteros del Real Sporting sea otro de nuestros protagonistas de mayo.

En esta ocasión el boxeo y la natación son también otros deportes que he-mos querido incluir en GijónSport ha-blando con dos de sus protagonistas. Sin embargo no queremos olvidarnos de otra cita histórica que tendrá lugar en Gijón en las próximas semanas: la Final de la Copa del Rey de Balonma-no. Un acontecimiento que traerá a la ciudad a personas de toda Espa-ña y que nos permitirá vivir de cerca la fiesta del balonmano. Desde aquí solo nos queda desear al Juanfersa Gijón Jovellanos toda la suerte que le ha faltado esta temporada para que al menos pueda verse las caras en una hipotética final ante el F.C. Barcelona.

‘Se acerca el momento más importante de la tempora-da para el Sporting. Pase lo que pase hay que poner en valor el mérito del equipo‘

GijónSport es una publicación digital de caracter mensual y gratuita. Queda expresamente prohibida la reproducción total o parcial de los textos, fotografías y otros elementos sin la expresa autorización.

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18. Carlos CastroEl joven delantero rojiblan-co nos habla este mes so-bre una temporada que está siendo muy especial para él.

06. Isidro FernándezRepasamos con él toda una vida dedicada al fútbol. El entrenador de porteros del Real Sporting habla este mes con GijónSport.

04. Análisis deportivoLa periodista Marta Tejeri-na nos ofrece su particular anánalis de la actualidad ro-jiblanca. 31. Pablo ÁlvarezEl jugador nos ofrece sus vi-vencias profesionales como cada mes en GijónSport.

32. Jonathan AlonsoHoras antes de viajar a Nueva York hablamos con el boxea-dor. Él nos acerca a la reali-dad de su deporte.

44. Matthew McManemyHijo de un inglés y de una ga-ditana, andaluz y nadador del Club Natación Santa Olaya. Este mes también es prota-gonista en GijónSport.

NÚMERO 163, MAYO DE 2015

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Especiales

C O N T E N I D O S

Otros temas

Y además...

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www.eltajalapiz.com

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El Molinón rugió. El último partido, ante el Mallorca, el estadio se hizo notar de verdad, con la fuerza y el entusiasmo tan añorados en otros encuentros. Silbó con furia cada posesión del rival, abucheó cada pérdida de tiempo. Aplaudió con convencimiento cada intento de los guajes, cada llegada al área (fueron muchas), cada pase acertado, tam-bién cada error. Agradeció con palmas la templanza de Meré, el chico recién llegado que parece un veterano en la zaga; alentó a Hugo Fraile y celebró con locura su gol de penalti. Merecidísimo. Gran noticia su regreso, su voluntad y su entrega. Pero la ovación de la tarde se la llevó Nacho Cases, emblema del sportinguismo, en su regreso al fútbol tras la lesión. Fue un domingo de buenas noticias.

La petición de Abelardo a la afición, en de-finitiva, surtió efecto. No tanto en el núme-ro de espectadores, sigue sin llegarse a los

20.000 pese a lo decisivo de estos últimos encuentros y a las iniciativas por parte del club con entradas a precios reducidos. El Molinón respondió, hizo el ruido que tanto se esperaba y alentó al equipo para con-seguir una victoria muy necesaria. Tercero, a dos puntos del ascenso directo (la pelea con el Girona se presume emocionante) y por delante seis finales: tres en casa y tres fuera.

Los dos últimos empates lejos de El Moli-nón frente a Zaragoza y Llagostera dejaron un sabor agridulce. El Sporting pudo ganar ambos partidos, pero la falta de gol, la au-sencia de un rematador que finalice las mu-chísimas ocasiones que genera el equipo, está lastrando su avance. Aún así, la solidez defensiva sigue siendo clave y la magia de Sergio en el centro, ahora con un brillante Rachid acompañándole en la creación, per-mite a los de Abelardo adueñarse del juego

Por Marta Tejerina

GijónSport

El aliento necesario

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con autoridad en la mayor parte de los en-cuentros y, por qué no decirlo, ser superior al rival. Mención aparte merece Isma López, un jugador que se ha reinventado para pa-sar de descarte a estrella de un equipo que en muchas ocasiones se echa a la espalda con galones de capitanía. Resulta injusto no mencionar uno por uno a los demás futbolis-tas de este grupo que lo es con mayúsculas porque en él todos, sin excepción, aportan y se dejan el alma. Sirva como ejemplo Hugo Fraile que, tras muchos meses recuperán-dose de una grave lesión, regresó como su-plente y regaló a Guerrero el gol de la victoria ante el Alavés con una espléndida asistencia.

El Sporting contó ante el Mallorca con el aliento que necesitaba. Pero hace falta más, mucho más en estos últimos seis pasos. Tres se jugarán en casa, y los otros tres práctica-mente también. Se prevé que la Mareona co-lonice el Anxo Carro el próximo sábado; en

la salida a Alcorcón, pese a ser de miércoles, el equipo tendrá asegurada la presencia de cientos de asturianos en Madrid; y la última jornada, en el Benito Villamarín... Qué spor-tinguista no recuerda el choque de la tempo-rada 96/97?

Si alguien temía la famosa ansiedad en los futbolistas tras los resultados de los rivales, ante el Mallorca se demostró que estos cha-vales han sabido transformar la presión, que lógicamente hay, en intensidad. Puede que los de Abelardo jugaran uno de sus mejores partidos, intratables, imparables, enchufa-dos, convencidos. El Sporting lo tiene claro: el sueño está en sus manos. La afición ya ha respondido, pero debe mantener esta actitud para lo que queda. Veremos lleno al fin El Mo-linón la próxima jornada en casa ante el Ra-cing? Aparquemos el miedo a ilusionarnos, este equipo ha demostrado que lo merece, y démosles una vez más el aliento necesario.

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Por David GonzálezFotos: Gabino Jove

Un asturiano del otro lado del Huerna

Isidro Fernández

GijónSport - Reportaje

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Un asturiano del otro lado del Huerna

Reportaje - GijónSport

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GijónSport - Reportaje

22 años en Asturias dan para ganarse el tí-tulo de asturiano. Son los que lleva más acá del Pajares Isidro Fernández, el entrenador de porteros del Sporting. Un hombre que tra-baja en la sombra, pero con eficiencia. Algo similar a lo que le ocurrió como guardameta, cuando estuvo a la sombra de Juan Carlos Ablanedo, uno de los grandes de la historia del Sporting. Esa circunstancia produjo que el leonés tuviera pocas oportunidades, pero algunas muy bien aprovechadas. Por ejem-plo, Isidro siempre podrá presumir de haber sido el portero con el que el equipo gijonés se clasificó, por última vez, para la Copa de la UEFA.

La trayectoria de Isidro estuvo marcada por los acontecimientos precipitados. Aún re-cuerda aquella llamada que empezó a con-vertirle en asturiano de adopción. Miguel Montes, que le había entrenado en la Cultural Leonesa, buscaba un portero para el Sporting B, que dirigía por entonces. Isidro aceptó en-cantado la propuesta, y todo fue muy rápido: “Llegué de León un viernes por la noche, en tren. Me alojé en El Altillo, el sábado entrené por primera vez con el equipo y ese domingo

ya debuté, contra el Erandio”. Lo que se dice ‘llegar y besar el santo’.

Desde entonces, Isidro pasó siete tempora-das como portero rojiblanco, a lo que hay que añadir los quince que lleva ahora como técni-co. Toda una vida de rojiblanco.

Isidro parecía a estar predestinado a jugar en El Molinón. Su simpatía por el Sporting ya ve-nía de antes de recibir aquella llamada. “Re-cuerdo que, de pequeño, cuando hacíamos colecciones de cromos, el Sporting siempre me tiraba mucho. No sé si sería por proxi-midad, porque no tenía ningún vínculo, pero siempre le he tenido cierto aprecio. Ahora ya, no te digo nada…”, explica.

Tan precipitado como su debut resultó el par-tido que marcó positivamente la trayectoria de Isidro, ese que nunca olvidará y por el que la afición del Sporting le recordará también. “Yo acababa de salir de una lesión de liga-mento cruzado, que me había tenido siete u ocho meses fuera de los campos. También se había lesionado Ablanedo, por lo que el Spor-ting había incorporado a Diego, procedente

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Reportaje - GijónSport

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GijónSport - Reportaje

Llegó a Gijón un viernes, entrenó el sábado y el domingo ya debutó en la portería del Sporting B, a las órdenes de Miguel Montest

Atlético de Madrid. Pero aquella semana, en la que nos jugábamos la clasificación europea, Diego también se lesionó. Ciriaco me preguntó si yo me veía para jugar y yo, en parte con la inconsciencia del momento, le dije que sí. A Ciriaco no le tembló el pulso y para allá nos fuimos, a Valencia”.

Y en Mestalla, aquel 9 de Junio del 99, todo salió a pedir de boca. “Fue un partido memorable. Nosotros necesitábamos al menos el empate para clasificarnos para Europa. Había otros equipos aspirantes, entre ellos el Valencia, que necesitaba ganarnos”. Pero ganó el Sporting, con gol de Luis Enrique y con una gran actuación del portero leonés, con una parada clave ante el exrojiblanco Eloy Olaya. “Siempre que nos vemos, Eloy se acuerda de aquella jugada, igual que Zurdi, que también militaba en el Valencia”.

Esa fue su gran tarde, aunque Isidro no tuvo la continuidad que todo portero desea por la coincidencia en el tiempo con el mítico Juan Carlos Ablanedo. “Además me tocó su mejor época, en la que ganó los trofeos Zamora. Estaba en un momento increíble. Yo no he visto

un portero mejor nunca. Para mí era, sin duda, el mejor portero de España en aquel momento”. Y lo que era un impedimento para su titularidad se convirtió, a la vez, en una convivencia y un aprendizaje al lado de una leyenda de la portería. Isidro jugó un total de 17 partidos de Liga con el Sporting a lo largo de seis temporadas.

Hubo más partidos que a Isidro se le quedaron grabados, como la derrota por dos goles a cero en el Bernabéu, frente al Real Madrid. Ese 3 de Septiembre del 89 Isidro Fernández defendió la portería rojiblanca y, unos metros por delante, tenía a un joven debutante en la zaga: Abelardo Fernández. “Íbamos con muchas bajas, así que Aranguren tuvo que tirar de gente joven como ‘El Pitu’. En los años anteriores siempre habíamos salido goleados del Bernabéu, así que aquella derrota por 2-0 casi la festejamos. De hecho, fuimos de los equipos que menos goles recibimos aquel año, porque aquella fue la temporada en la que el Real Madrid, con Toshack en el banquillo, batió el récord de goles, que ha estado vigente hasta poco tiempo”, recuerda el leonés.

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Reportaje - GijónSport

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GijónSport - En portada

C O N C U R S O

INTERNACIONAL

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Complejo Deportivo Municipal de Las Mestas

GIJÓN2015

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“Ya de pequeño, cuando hacía colecciones de cromos, me tiraba mucho el Sporting, no sé si por proximidad”

Quién les iba a decir entonces a Abelardo e Isidro que acabarían trabajando juntos en el Sporting, tratando de llevarlo desde el banquillo a la Primera División. De aquel joven que debutó en el Bernabéu, Isidro recuerda que “llegó con toda la humildad. Como ahora, pero más exagerada. Recuerdo que compartíamos mesa Emilio Blanco (que en paz descanse), Juanma, ‘El Pitu’ y yo. Bromeábamos con él diciéndole que el debutante tenía que estar pendiente de que a los veteranos no les falte el agua o encargarse de preparar la ensalada. Él lo acataba sin hablar ni una palabra, hasta que le dijimos ‘chaval, puedes hablar’. Enseguida superó la timidez y, luego, no había quien le callara”. Ahora es fácil decirlo, pero Isidro recuerda que, entre los veteranos, a ‘El Pitu’ le auguraban un gran futuro.

Antes de reencontrarse como técnicos, Isidro tuvo la oportunidad de trabajar con otros técnicos. Tremendamente especial fue la etapa de Manolo Preciado, con aquel ascenso que fue “el momento más dulce de mi larga carrera, incluida la etapa de

futbolista”. Recuerda “a la gente entregada con aquel equipo y agradecida por la alegría que les dimos. No lo olvidaré jamás”.

Ahora vive otro momento dulce, como el equipo. “El día a día con esta gente es un lujo. Entrenar a este grupo de chavales es fantástico; son la leche. Y compartir vestuario con Abelardo, Gerardo, Iñaki y Marco es una maravilla. Hacemos un grupo muy bueno”, relata. Isidro se encarga, específicamente, del trabajo con dos porteros de primer nivel, como ha quedado demostrado esta misma temporada. “Pichu está en un momento espectacular y Alberto, cada vez que ha tenido la oportunidad, ha demostrado que está a un nivel altísimo también”.

En los últimos años, la figura del portero ha ido cobrando relevancia, incluido en el Sporting, donde ya hay un trabajo específico con los guardametas. Nada que ver con los tiempos en los que Isidro ejercía, en los que el entrenamiento iba poco más allá de “ponte ahí que te tiramos unos cuantos tiros. Ahora se trabaja con más criterio y racionalidad”.

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Isidro protagonizó una actuación memorable en Mestalla en el partido en que el Sporting se

clasificó por última vez para la UEFA

Isidro es entrenador de porteros pero, por encima de todas las cosas, se considera entrenador. En general. Su trayectoria ha ido por un camino, pero sigue teniendo en mente la posibilidad de ejercer algún día de primer técnico. “Cuando saqué los cursos lo hice con la idea de entrenar algún día. Tuve la suerte de hacerlo en la Cultural y en la Hullera Vasco-Leonesa en cadetes y regional, siendo experiencias

muy ricas ambas y que salieron bien. Estoy encantado con lo que hago ahora, pero no descarto entrenar en el futuro”.

Pero, por ahora, en la mente de este sportinguista nacido al otro lado del Huerna sólo está el deseo de revivir aquellos momentos en los que ya participó activamente hace casi 7 años: los del ascenso a Primera.

Reportaje - GijónSport

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Que vuelva El Molinón

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El sportinguismo se la juega. Llega el último tramo de temporada con una afición volcada y unos jugadores que van a morir por un sueño. El Sporting lo tiene todo a favor, hasta un entrena-dor al que no le importa que le rompan la cara al salir como único portavoz de una institución que, fuera del terreno deportivo, sigue deambu-lando entre el ridículo y la dependencia externa de un Decreto Ley convertido en un balón de oxígeno bajo el título: “pan para hoy, hambre para mañana”.

Hoy no quiero hablar de la gestión de los due-ños, ni de las promesas que no acaban de cum-plirse porque ya me cansan ciertos juegos de despachos. Además, y como ya dije una vez, las promesas tienen toda la pinta de acabar en cortina de humo. Ojalá me equivoque. Por eso hoy sólo quiero hablar de la afición, de su apoyo y de apretar el “culo” en todos los sentidos de aquí hasta el final.

Durante el partido contra el Mallorca, como du-rante algún otro en el último mes y medio, tengo

la sensación de que El Molinón no está como debería de estar. Quizá sea por el cansancio o por la falta de motivación, no lo sé. Pero hay que animar, hay que hacer que Los Guajes se sien-tan como lo que son, unos privilegiados, y es hora de que la afición de un paso hacia el frente para empezar a meter los goles que faltan para conseguir el sueño. Se necesita un Templo que meta miedo. Incluso en las redes sociales he visto cosas que me han extrañado esta semana. Pullas a Abe-lardo por una rueda de prensa en la que sólo pedía unidad y jugadores intentando motivar a una afición que siempre ha estado ahí, pero a la que veo un poco dormida. Y hay que volver a lo que el campo era hace no muchos meses. Que cuando los rivales lleguen al “prao” les tiemblen las piernas, miren hacia la grada y no se que-den en el típico “cómo mola este estadio”. Que alucinen con el ambiente, que no se escuchen entre ellos y que miren a la grada y la frase se convierta en el recurrente “aquí es imposible ga-nar”. Llega lo serio.

Que vuelva El Molinón

GijónSport - Opinión

Rodrigo FáezPeriodista

@RodrigoFaez

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RENDIDO A SU DESTINO

Carlos Castro

Por Marcos MartínFotos: Gabino Jove

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En Portada - GijónSport

RENDIDO A SU DESTINO

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“Luis Hernández sacó de banda como lo hace él; Santi Jara la peinó; y yo me revolví bien dentro del área y le pegué con el alma”. Así narra su protagonista uno de los goles de la temporada del Sporting. Fue el tanto que le dio a los rojiblancos la victoria contra el Leganés, en El Molinón, en los últimos mi-nutos de partido y también uno de los gran-des momentos que ha vivido, en los últimos meses, un guaje de Ujo que se ha hecho mayor al ritmo de sus goles.

Porque Carlos Castro sólo tiene 19 años, pero es el máximo goleador de un equipo que está haciendo historia. Él, tan man-so fuera del campo como fiera dentro de él, prefiere vivir ajeno a ello: “No pienso en esas cosas porque me volvería loco. Soy el pichichi porque hay un trabajo diario de en-trenamientos, y compañeros que juegan por detrás de mí –centrocampistas, defensas y portero– y me dan pases para que yo pueda meter goles”.

Pero no sólo sus compañeros, el destino también juega a su favor. Nació en la mis-ma cuenca minera en la que se crió David Villa. Y comparte apellido con el futbolista que más goles ha marcado con la camise-ta del Sporting: Quini. “Las comparaciones son odiosas”, dice Carlos, pero sus simili-tudes con dos de los mejores delanteros en la historia rojiblanca obligan a ver en el ‘16’ del actual Sporting un goleador con un gran futuro. “Es un orgullo tremendo que me comparen con Villa, porque es uno de mis ídolos y referentes, pero él lo ha ganado

todo y yo acabo de empezar”, recuerda Car-los con humildad.

No llegó a verle jugar con la camiseta del Sporting –era demasiado pequeño–, pero sí siguió la trayectoria de ‘El Guaje’ en el Va-lencia y el Barça, e incluso han podido ha-blar alguna vez: “Cuando he coincidido con él, me ha tratado fenomenal. Sabe quien soy porque es un gran sportinguista y sigue mu-cho al equipo”. Tampoco pudo ver a Quini marcar goles en El Molinón, pero sí compar-te el día a día con él y ha comprobado en primera persona las dotes de adivino de ‘El Brujo’. “No me ha dicho más que un par de veces que iba a marcar gol; pero esas dos veces, lo marqué. Siempre que voy a salir al campo me dice: ‘Demuestra ese apellido que llevas, Castro, que vale mu-cho’ e intenta animarme y darme consejos”, cuenta Carlos.

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“No me arrepiento de haber jugado en el Oviedo; si no, quizás no hubiese llegado al Sporting”

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“No me arrepiento de haber jugado en el Oviedo; si no, quizás no hubiese llegado al Sporting”

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“Me gusta que, dentro de la deportividad, haya pique entre el Sporting y el Oviedo”

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Su instinto goleador, el del depredador ca-paz de rematar a su rival cuando huele la sangre, hace el resto. “Hay mucho de intui-ción, decisiones que tomo en décimas de segundo y que se me ocurren al momento, pero no siempre sale. También tengo asig-naturas pendientes, como el salto de cabe-za o crecer un poco físicamente, pero van mejorando con los entrenamientos”, explica del delantero de Ujo.

En esa mejoría tiene que ver mucho Abelar-do. ‘El Pitu’ siempre aparece en los buenos momentos de la carrera de Castro y ha sido un resorte para salir de los malos: “Le debo todo a Abelardo y a su cuerpo técnico. Me subió al filial y me dio minutos cuando aún estaba en edad juvenil; luego me lesioné y no esperaba estar este año en el primer equipo; pero por circunstancias del club y por la confianza que me han dado ellos, aquí estoy”.

Castrín, como le llaman en el vestuario, está cumpliendo un sueño. Recibió la llama-da del Sporting, el equipo de sus amores, cuando vestía la camiseta de su eterno rival, el Real Oviedo: “Mis padres –que también son sportinguistas¬– me ayudaron a decidir, pero no me arrepiento, porque si no hubie-se pasado por allí, quizás tampoco hubie-se llegado al Sporting”. Recuerda con cari-ño la llamada del club rojiblanco: “Cuando eres niño, vives más las emociones. Sentí una alegría inmensa, era el equipo en el que siempre había querido jugar”. Ha ‘vivido’ en las dos casas, pero no niega que le gusta la rivalidad entre los dos grandes clubes del Principado: “Siempre dentro de unos límites y de la deportividad, es normal. Existen el Betis y el Sevilla, el Real Madrid y el Atlé-tico,… Me gusta que haya un pequeño pi-que entre el Sporting y el Oviedo”, reconoce Castro.

“Quini siempre me dice que demuestre que el apellido Castro vale mucho”

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Dijo una vez el escritor francés Jean de la Fontaine, que “a menudo encontramos nuestro destino por los caminos que toma-mos para evitarlo”. Ni su pasado cabayón, ni la fractura de tibia y peroné que se produ-jo en su etapa en el filial han evitado que un Castro marque goles con el Sporting. Car-los está viviendo una temporada de ensue-ño. Su gol al Leganés o su doblete contra el Zaragoza que le sirvió una convocatoria con la Selección Española Sub21 son algunos de los momentos que no olvidará.

Otros los ha vivido en la convivencia dentro de un vestuario del que él es el benjamín. “Siempre hay vaciles por ser el más peque-ño, pero yo también respondo y hago bro-

mas. Además, ahora le toca a Jorge Meré llevárselas todas”, bromea, a la vez que agradece a sus compañeros la acogida: “En un principio, pensaba que me podía costar más adaptarme a los jugadores veteranos del vestuario, pero me tratan genial. Cada uno tiene su forma de ser, pero hay un gru-po fenomenal y nos llevamos todos bien. Me toca desayunar con ‘Pichu’ Cuéllar y me trató muy bien desde el primer momento”. Castro también valora la ayuda que ha re-cibido en su aterrizaje en Segunda DIvisión: “No me pongo nervioso por estar en una categoría superior; no dudo nunca porque sé que tengo a mis compañeros y al cuerpo técnico para ayudarme”, explica.

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“Villa sabe quien soy porque es un gran sportinguista y sigue mucho al equipo”

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La ayuda y los ánimos también le llegan desde la grada, donde siempre está su familia. En la grada de El Molinón; pero también en las de El Sadar, Mendizo-rroza, Butarque o A Malata, donde de-butó con ‘La Rojita’. “Mi familia es muy futbolera y va también a muchos de los partidos fuera de casa”, justifica Carlos, quien, después de cumplir la mayoría de edad, ya no necesita que le lleven a los entrenamientos: “He liberado a mi padre –dice con una sonrisa–, ya puede hacer sus cosas entre semana”. Porque él sigue viviendo en Ujo, su pueblo, y se desplaza todos los días hasta Mareo para entrenar.

Adonde no le podrá llevar su padre es a Londres. O a Lisboa. Carlos Castro

ya ha llamado la atención de los gran-des clubes del fútbol europeo, como el Arsenal o el Benfica, pero él, parsimo-nioso, responde al interés con cautela: “De momento, no han sido más que ru-mores y yo estoy totalmente centrado en el Sporting”. Eso sí, reconoce que, llegado el momento, tener que decidir entre uno de los mastodontes del viejo continente o el equipo de sus amores “sería un marrón”.

Pero está escrito. Un Castro siempre está predestinado a triunfar en el Spor-ting y a marcar goles con la camiseta rojiblanca. Y Carlos tiene hambre de gol. Castrín quiere comerse El Molinón. Que esperen los grandes. El destino ya está escrito.

“Le debo todo a Abelardo y a su cuerpo técnico”

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PABLOÁLVAREZ

Hacía mucho tiempo que no se veía una comunión entre la grada de El Molinón y el equipo como la que

ahora se vive. Una afición entregada a un conjunto jo-ven, que sufre y se esfuerza hasta el límite y con una calidad

indiscutible. Un equipo de Mareo, hecho por necesidad, y en el que da gusto ver cómo los jugadores fichados en la temporada anterior se suben al carro y suman cada vez que tienen oportu-nidad.

Los casos de Isma López y Hugo Fraile, uno casi defenestrado en pretemporada y otro tras una larga recuperación de una lesión

demuestran implicación, trabajo en la sombra y también humildad delante de un micro; todo esto suma para que el equipo siga luchan-

do por su objetivo.

¿Y qué se puede decir del staff técnico? Poco. Creo que ya lo dicen ellos por si mismos con su trabajo, con su honestidad y con el

liderazgo de Abelardo, que ha hecho de la sensatez el timón de este barco.

El Sporting este año es sin duda un equipo para estar orgulloso, y El Molinón va a ser la llave que le abrirá

la puerta de la Primera División.

GijónSport - Opinión

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Un boxeador de película

JONATHAN ALONSO

Por David GonzálezFotos: Cris Valle

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Un boxeador de película

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Entre las cuatro paredes del gimnasio Asturbox, sin necesidad de que nadie diga nada, se respiran admiración y respeto cuando Jonathan Alonso llega, calienta o trabaja sus puños sobre el ring. Los más pequeños (algunos muy pequeños, de 11 ó 12 años) sueñan con llegar a ser como él algún día; los mayores saben que tienen el lujo de ver de cerca a una auténtica realidad del boxeo. Horas después de este reportaje, ‘Maravilla’ Alonso vuelve a tomar un vuelo rumbo a Nueva York, para participar en una velada en el mítico Hotel Hilton.

“La gloria es un sueño deseado por muchos y conseguido por muy pocos”, reza un tatuaje grabado en el costado izquierdo de ‘Maravilla’. Es la forma de recordarle cada día lo privilegiado que debe sentirse y, al mismo tiempo, los esfuerzos que debe hacer para mantenerse en el lugar al que aspiran otros muchos.

La historia triunfal de Jonathan Alonso no empezó a escribirse tan joven como esos niños que ahora entrenan a su lado. “Entonces no había chicos tan pequeños en el boxeo”,

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explica el propio protagonista. Nacido en República Dominicana en 1990, se trasladó a España con siete años y se enganchó definitivamente al boxeo con 16, a través de un amigo que ya era aficionado a esta disciplina y con el que empezó a entrenar. Un deporte que le ha dado “todo lo que soy y lo que tengo”. Él también le ha devuelto mucho: sacrificios, tiempo y una entrega encomiable. Horas de entrenamiento y de sudor, esfuerzos para alcanzar los pesos necesarios y algún que otro golpe recibido. Todo ha merecido la pena para alcanzar el profesionalismo, el momento dulce que ahora vive y el inolvidable paso por los Juegos Olímpicos de Londres.

A ‘Maravilla’ aún se le ilumina la cara cuando recuerda aquella experiencia olímpica. Guarda como oro en paño las fotos con Pau Gasol, Carmelo Anthony o Kevin Durant (LeBron James y Kobe Bryant fueron sus objetivos frustrados) y, sobre todo, acumula en su mente los recuerdos de aquella ceremonia inaugural, con un paseíllo que se le hizo “cortísimo” y, sobre todo, un momento vivido en el impresionante comedor olímpico, “tan grande como siete campos de

fútbol”. Jonathan lo recuerda: “De pronto, empezó a escucharse el sonido de las sillas al desplazarse y la gente se iba poniendo de pie para aplaudir. Me preguntaba a quién aplaudirían, si el que tenías a un lado era campeón olímpico y el de enfrente campeón del mundo. Era el tipo de los Juegos: el atleta jamaicano Usain Bolt”.

Jonathan fue uno más de aquellos Juegos, los vivió con toda la intensidad y guardará para siempre la experiencia. El salto al profesionalismo le impedirá repetir vivencia en Rio de Janeiro. Ese bagaje ya lo tiene. “Voy a ser olímpico hasta que me muera”, deja claro. Pero ahora su batalla es otra. Y, por ahora, marcha a pedir de boca.

Tras proclamarse campeón de España tanto junior como senior y disputar el Mundial de Boxeo de Baku en 2011, en el verano de 2014 Jonathan dio el salto al boxeo profesional estadounidense. Todo salió bien en su debut: se estrenó con victoria por KO técnico en tres asaltos al estadounidense José Gómez en el BB King Blues Club and Grill de Manhattan. A partir de ahí, todo ha venido rodado. En el pasado mes de Marzo

Alonso vive a caballo entre España y Estados Unidos. El viernes participa en una velada en el mítico hotel Hilton de Nueva York

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En Nueva York, ‘Maravilla’ entrena en el mítico Gleason’s Gym, donde se prepararon Ali o Tyson y escenario de películas como Toro Salvaje o Million Dollar Baby

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En Nueva York, ‘Maravilla’ entrena en el mítico Gleason’s Gym, donde se prepararon Ali o Tyson y escenario de películas como Toro Salvaje o Million Dollar Baby

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El paso al profesionalismo le impedirá estar en Rio de Janeiro, pero guarda como oro en paño los recuerdos de los Juegos de Londres

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El paso al profesionalismo le impedirá estar en Rio de Janeiro, pero guarda como oro en paño los recuerdos de los Juegos de Londres

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le bastaron 29 segundos para decidir por K.O técnico su enfrentamiento con Vladimir Cortez.

La condición de olímpico le ha abierto muchas puertas. No es el único factor favorable. “Cuenta que sea latino, porque eso en Estados Unidos cuenta mucho. Hay mucha tradición en Méjico, Cuba, República Dominicana… También mis buenos registros como boxeador amateur, con 98 victorias en 110 combates. Pero sobre todo esa condición de olímpico, que está al alcance de pocos. Y, por supuesto, muchas horas de sacrificio, esfuerzo y entrenamiento”. Fueron factores claves para que el famoso productor Lou Dibella, el mismo que representa a Sergio Martínez o Willie Nelson, se fijara en él y se interesara por su fichaje.

Ahora está en otro mundo. Nueva York empieza a convertirse en su tercera casa, tras la República Dominicana y Asturias. Entrena en el Gleason’s Gym, debajo del puente de Brooklin, donde se prepararon los más grandes, como Mohamed Alí, Mike Tyson u Óscar De la Hoya y escenario del rodaje de emblemáticas películas sobre boxeo como ‘Toro Salvaje’(1980) de Scorsese o ‘Million Dollar Baby’(2004) de Clint Eastwood.

El cine, ese arte tan vinculado históricamente

al boxeo y que también se ha colado en la vida de Jonathan. Acaba de rodar ‘El Rey de La Habana’, una película de Agustí Villaronga, en la que ‘Maravilla’ tiene un papel. Trabajar a las órdenes de un director galardonado con varios premios Goya es un honor y un salto de calidad para un chico interesado por las artes escénicas desde pequeño, cuando ya se aficionó al teatro. Jonathan también ha ejercido como modelo, consciente de que “el tirón mediático ayuda mucho en el deporte. Gente importante hay mucha, pero para conseguir llegar a ser una estrella influyen muchos factores. Todo cuenta y hay que cuidarlo”. Jonathan no lo considera un sacrificio; disfruta esas otras vertientes de su vida.

Siendo muy joven, un speaker le puso el apodo de ‘Maravilla’ por el gran nivel pugilístico que mostraba frente a boxeadores de más edad. “Ese chico boxea maravillosamente”, decía quienes le veían. Y se le quedó un apodo que a Jonathan le encanta y que ahora define a la perfección el momento que está viviendo. Nadie le ha regalado nada y sabe que para no despertar de este sueño debe esforzarse aún más si cabe. En este momento su vida, como su boxeo, son una maravilla. Por ahora, su manía de pasar dos veces la cuerda del ring antes de cada combate le está trayendo suerte. Es el éxito de un deportista de cine.

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El ‘swimmer’ gaditano

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Matthew McManemy

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Por Marcos MartínFotos: Cris Valle

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Que un inglés y una gaditana se enamoren y acaben formando una familia parece una sinopsis excesivamente abreviada de una de esas películas o series que últimamente tanto han triunfado en la televisión y en los cines españoles. Pero Matthew McManemy no es ningún personaje que represente un cómico de moda con acento sureño. Matthew es el hijo de esta pareja, es andaluz, tiene aspecto de británico, vive en Gijón y es nadador del Club Natación Santa Olaya.

Llegó a Asturias hace dos años. Apenas unos días antes de comenzar la temporada. Fue cuestión de horas. “Llevaba un año en Cádiz, surgió la opción de venirme –explica Matthew– y no me lo pensé. Sabía que Gijón y el Santa Olaya eran los únicos que me podían ofrecer las tres cosas que, ahora mismo, quiero en mi vida: natación, estudios y el mar”.

Su vinculación con el agua es evidente: surfea cuando quiere desconectar de las muchas horas que pasa en la piscina o estudiando Ingeniería Náutica y Transporte Marítimo. Una pasión que ha heredado de su padre, Mark, el marinero que trabajaba en una naviera de Inglaterra y que, después de enamorarse de Encarni en una

de sus paradas en el Puerto de Cádiz, acabó mudándose a España. Pero no es en lo único en lo que se parece a su padre: “Además de la apariencia, la forma de ser, la tranquilidad. Aunque también me dicen que eso es por ser gaditano, que no tenemos prisa para nada”, dice entre risas.

Se considera un 99% español; y de Cádiz tiene el acento, que le delata en cuanto se presenta. “Todo el mundo se sorprende cuando me escucha hablar. Cualquier persona que no me conoce, lee mi nombre, me ve y piensa: ‘Ya viene el inglés éste a competir’. Luego llega el impacto de comprobar que soy español”.

Matthew nada desde los 7 años. Cuando empezó a ir con el colegio, los monitores de la piscina no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de que, ante sí, tenían a un chaval con un prometedor futuro por delante. Y le incorporaron a sus entrenamientos. “Por aquel entonces, no destacaba. Me gustaba ir a nadar, aprendía y me lo pasaba bien –recuerda–, era más bien un juego”. Pero con el paso de los años, la dedicación de Matthew fue en aumento. Las horas de entrenamiento fueron subiendo; y sus marcas en las competiciones, bajando.

“Gijón me ofrecía las tres cosas que, ahora mismo, quiero en mi vida: natación, estudios y el mar”

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“Soy un 99% español, pero de mi padre he heredado la apariencia y la tranquilidad de los ingleses”

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Brazada a brazada, su vida se fue encaminando hacia uno de los deportes más sacrificados: entrenamientos muy exigentes y horarios intempestivos para compaginarlos con la vida cotidiana de un adolescente. “Lo más duro de la natación es el entrenamiento, el día a día; por eso te hace madurar muy joven y pronto te vas dando cuenta de que es un mundo muy complicado”, explica Matthew.

“Mi padre siempre me dice que tenía que haber sido futbolista”, bromea el nadador. Pero en Cádiz, la ciudad del

Carranza, en la que se respira fútbol por los cuatro

c o s t a d o s ,

Matthew prefirió tirarse a la piscina. “Jugué alguna pachanga con los amigos, cuando era pequeño, pero nunca me ha gustado mucho”, reconoce. También probó con otros deportes, pero la natación siempre pesaba más en su balanza de preferencias: “Practiqué hockey sobre patines, pero duré un mes, porque llegaba tarde a la piscina y mi entrenador me echaba la bronca. Así que lo dejé”.

No es a lo único a lo que ha tenido que renunciar Matthew por nadar. “Dejas de hacer muchas cosas porque hay que entrenar muchísimas horas y los fines de semana, tienes competiciones y concentraciones. En algunos momentos –se sincera–, te planteas si prefieres estar con tus amigos y echas de menos cosas. Pero si estoy en la piscina es porque me gusta; y cuando compito, me compensa no haber hecho esas cosas”.

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“La natación te permite madurar muy joven; es muy duro entrenar y te das cuenta de que es un mundo muy complicado”

“La natación es como un reto para mí. Me gusta mejorar y trabajar para mejorar. Cuando bajo una marca en una prueba, siento que he progresado y me gusta. Eso es un reto. Además, aquí en el Santa Olaya hay un equipo, y no sólo compites por ti, compites por todo el equipo”, explica el gaditano.Su pasión heredada por el agua y su afán de superación motivan la dedicación a un deporte que le ha obligado a pensar en otras alternativas para el futuro: “No me planteo vivir de la natación, porque es muy difícil vivir de ella, y además, es sólo durante un tiempo. Por eso, mis padres siempre me han dicho que, además de entrenar, tenía que estudiar”.

Y por eso vieron con buenos ojos su llegada a Asturias: “Me echan de menos, pero en Cádiz me estaba estancando en la natación y saben que aquí he encontrado lo que me gusta. Además, mi padre lleva navegando por todo el mundo desde los 16 años; no me puede poner el impedimento de ir a la otra punta de España, que tampoco es tanto”, dice Matthew.

A sus 22 años, vive solo en Gijón. Una situación que no le es extraña, porque cuando tenía 17 años, se fue a Madrid para entrenar en el Centro de Alto Rendimiento del CSD. Además, apenas le queda tiempo para aburrirse o echar de menos Cádiz. A las 7 de la mañana, entrena; dos horas después, va a clase; y tras la comida, vuelve a la piscina para ejercitarse de nuevo: “Cuando llego a casa por la tarde, si hay fuerzas para estudiar, estudio. Y si no, a descansar”. Aprovecha las pocas veces que tiene tiempo libre para ir a la playa, sentir el mar y si las olas lo permiten, surfear. El clima no le preocupa. “Ya me lo habían dicho amigos de Cádiz; pero no me importa. Si salgo y está lloviendo, no pasa nada. Y si sale el sol, pues más contento me pongo”, dice.

Los genes británicos, más acostumbrados al clima del Cantábrico, le ganan –en esta ocasión– a los gaditanos. La mezcla de genes, la herencia de Mark y Encarni, que se conocieron en el Puerto de Cádiz, han hecho de Matthew McManemy un nadador con apariencia británica y acento andaluz. Un ‘swimmer’ gaditano.

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