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Sebastian Delgado Alonso Flores Sergio Tirado Adriana Zea La construcción de la identidad: el caso de Facebook Introducción La gente antes vivía en el campo, luego pasó a vivir en ciudades, y ahora viven en Internet (extracto de la película The Social Network, 2010). Lo que antes eran los álbumes de fotos de los high-school’s norteamericanos se han plasmado, gracias a Mark Zuckerberg y compañía, en el ciberespacio, con una serie de agregados. No encontramos mejor definición de la palabra que la brindada por Wikipedia. El Facebook es un sitio web de redes sociales creado originalmente para estudiantes de la Universidad de Harvard. Ahora está abierto a cualquier persona con cuenta de correo electrónico. Este sitio web inicialmente recreaba virtualmente la vida social universitaria, y ahora, cada vez más, a la vida social en general. Si antes era el mail (este aún no ha sido desplazado por Facebook), el Messenger o el Hi5 (casi obsoletos hoy en día gracias al Facebook y su función de chat), ahora el Facebook es el instrumento de comunicación más importante en el mundo, con casi 700 millones de usuarios a escala global. Es debido a esto que decidimos centrar nuestro trabajo en él, buscando reintepretar la teoría de los autores clásicos de teoría sociólogica (Goffman, Blumer, Becker, Mead, Garfinkel), para enriquecer nuestro análisis. Ahora, quisiéramos enfatizar que lo que estamos haciendo es una suerte de “reciclaje”, de estos autores. Queda claro que el contexto en que ellos formularon sus teorías fue otro (Estados Unidos, post-segunda guerra mundial), y que quizá nunca hayan podido imaginar que surgiese algo parecido al

Goffman y su modelo dramatúrgico

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Sebastian DelgadoAlonso FloresSergio Tirado

Adriana Zea

La construcción de la identidad: el caso de Facebook

Introducción

La gente antes vivía en el campo, luego pasó a vivir en ciudades, y ahora viven en Internet (extracto de la película The Social Network, 2010).

Lo que antes eran los álbumes de fotos de los high-school’s norteamericanos se han plasmado, gracias a Mark Zuckerberg y compañía, en el ciberespacio, con una serie de agregados. No encontramos mejor definición de la palabra que la brindada por Wikipedia. El Facebook es un sitio web de redes sociales creado originalmente para estudiantes de la Universidad de Harvard. Ahora está abierto a cualquier persona con cuenta de correo electrónico. Este sitio web inicialmente recreaba virtualmente la vida social universitaria, y ahora, cada vez más, a la vida social en general.

Si antes era el mail (este aún no ha sido desplazado por Facebook), el Messenger o el Hi5 (casi obsoletos hoy en día gracias al Facebook y su función de chat), ahora el Facebook es el instrumento de comunicación más importante en el mundo, con casi 700 millones de usuarios a escala global. Es debido a esto que decidimos centrar nuestro trabajo en él, buscando reintepretar la teoría de los autores clásicos de teoría sociólogica (Goffman, Blumer, Becker, Mead, Garfinkel), para enriquecer nuestro análisis.

Ahora, quisiéramos enfatizar que lo que estamos haciendo es una suerte de “reciclaje”, de estos autores. Queda claro que el contexto en que ellos formularon sus teorías fue otro (Estados Unidos, post-segunda guerra mundial), y que quizá nunca hayan podido imaginar que surgiese algo parecido al Facebook. Es por esto que de antemano quisiéramos pedirles disculpas si es que interpretamos mal sus posturas. Definitivamente no ha sido adrede.

“En las calles ya no hay niños, internet los atrapo en sus redes…”

Esta frase del rapero y sociólogo español Nach (Ignacio Fornés Olmo) nos sirve para iniciar a comprender el fenómeno del Facebook y la interacción. Es un tanto paradójica en realidad, lo cual enriquece la discusión; como señala Westlake, una profesora de teatro que ha estudiado a la red virtual, mientras que más gente ha pasado de las calles, o los parques para conectarse a la computadora, en realidad están más conectados entre ellos que nunca gracias a la tecnología. En este caso gracias a Facebook. De hecho, esto ha generado polémica, sobre todo entre los científicos sociales, quienes (algunos) postulan que el hecho

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de que el tiempo conectado a Facebook puede mermar ciertas habilidades sociales. Sin embargo, estudios realizados revelan que el Facebook no reduce el contacto cara a cara o telefónico, ni ninguna otra actividad social; únicamente remplaza horas que se pasarían durmiendo o viendo la televisión (Boase en Westlake, 2008: 31).

Hemos tratado de formular una suerte de marco teórico del Facebook para sustentar nuestro interés en investigarlo. Tengamos o no una cuenta activa, tenemos que reconocer que esta red social, se ha convertido en uno de los fenómenos sociales más importantes en lo que va del milenio. En el presente trabajo, pretendemos responder dos preguntas que nos ayuden a responder el tema de la construcción de la identidad en Facebook. La primera pregunta, sería de qué manera la información publicada (fotos, videos, comentarios) en interacción influye en la construcción de la identidad. La segunda pregunta sería de qué manera las teorías de los autores podrían ser reinterpretadas a partir de este relativamente nuevo fenómeno social: Facebook.

El muro y el perfil: la construcción de la fachada y la realización dramática en el Facebook desde Erving Goffman

En Facebook podemos encontrar diversos elementos que pueden ser leídos a partir del modelo dramatúrgico de Erving Goffman. Cabe mencionar, que este autor elabora su teoría pensando en la interacción cara a cara; sin embargo consideramos que muchas de las ideas que Goffman escribiera en 1959, en “La Presentación del Actor en la Vida Cotidiana” son sumamente útiles para analizar un fenómeno que ocurre casi 50 años después: el Facebook.

En primer lugar, nos gustaría afirmar que entre todos los “features” de Facebook; hay dos componentes que consideramos básicos para analizar la interacción virtual en Facebook: el perfil y el muro. El perfil sería aquella página que revela nuestra identidad: cuándo es nuestro cumpleaños, dónde estudiamos, dónde trabajamos, ciudad en la que vivimos, idiomas que hablamos. Hay personas que incluso publican en su perfil sus libros favoritos, películas, autores, música, series de televisión etc. Hay personas que incluso van más allá y publican sus números de teléfono o direcciones; aunque esto no sea común ya que supone un riesgo dar a conocer a toda nuestra red de “amigos” (que en realidad no siempre lo son) información tan personal como el número de teléfono.

Por otro lado, estaría el muro, en el cual nosotros podemos publicar actualizaciones de estado (qué estamos pensando, haciendo, dónde estamos, etc), fotos, enlaces, videos, etc. Sin embargo, no solo nosotros seríamos quienes conformamos nuestro “muro”, sino que nuestros amigos también desempeñan un rol fundamental en la composición de nuestro muro. En otras palabras, son nuestros “amigos” los que pueden, y de hecho lo hacen, postear videos, fotos, enlaces y hacer comentarios que van desde una simple coordinación como “revisa tu mail” o “te llamo a las 10pm, ten tu celular prendido” hasta comentarios más extensos como por qué alguien está triste.

Es interesante resaltar que al no controlar lo que otras personas nos escriben en nuestro muro – a veces pueden postearnos comentarios incómodos o que revelan demasiada información, más de lo que nos gustaría dar a conocer a toda nuestra red social – es muy

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fácil perder el control expresivo; que es justamente un factor clave en el modelo dramatúrgico de Goffman.

Sumado a esto, tenemos las fotos en las que nos etiquetan los amigos de la universidad donde podemos salir en bikini o tomando mucha cerveza en algún bar; sin embargo, no tenemos control si es que esta foto llega a ojos de nuestro profesor o nuestro jefe (a quien también podríamos tener en Facebook). Es necesario mencionar que la foto en bikini o tomando mucha cerveza per se no tiene nada de malo, sino que deviene un factor clave en tanto expresa algo distinto a la imagen que pretendemos proyectar.

Por ejemplo, tomar cerveza no tiene nada de malo; y tener fotos tomando cerveza en la playa o en algún bar tampoco es algo que deba ser censurado. No obstante, si es que lo que proyectamos a través de nuestra información de perfil, o nuestros comentarios, o incluso en nuestra vida cotidiana proyectamos la imagen de ser personas tranquilas, que no consumen cerveza y mucho menos, que se emborrachan…el hecho de tener fotos tomando cerveza sí se convierte en un factor al que se le debe prestar más atención.

De esta manera, Facebook deviene en esta gran vitrina donde estamos expuestos a todos: a nuestra familia, amigos, novio, compañeros de trabajo, jefes, alumnos, profesores, etc. Todos estos “auditorios” de Goffman confluyen en este gran escenario que vendría a ser nuestro muro.

Si bien Goffman caracteriza el escenario como fijo e inmóvil, también reconoce que en situaciones excepcionales este puede moverse con los actores (tal como el caso de un cortejo fúnebre). Dado que estamos analizando la interacción en el ciberespacio, podríamos afirmar que el escenario es semi – móvil. Es decir, no tiene un lugar fijo geográficamente ya que podemos acceder a nuestro muro desde la computadora de nuestra casa o de la universidad. Es decir, la manera en la que accedemos a nuestro muro en Facebook es sumamente variable. No obstante, una vez que ya estamos ahí, encontraremos nuestro muro con toda su historia precedente (comentarios previos, fotos posteadas anteriormente, etc).

Nos gustaría retomar la idea que en el muro confluye una multiplicidad de auditorios. En este contexto, se entiende que tengamos múltiples máscaras para los distintos escenarios. Por ejemplo, con nuestra familia proyectaremos una imagen; con nuestros amigos, otra. Sin embargo, estas máscaras no pueden ser tan distintas una de otra; consideramos que hay una “súper máscara” que de alguna manera hilvana todas nuestras otras máscaras.

Aun así, nos parece necesario mencionar que los seres humanos presentamos contradicciones y tensiones al interior de nosotros mismos; pero no podemos caer en la incoherencia de estar en los dos extremos del espectro. Además, tampoco es tarea sencilla situarse en los extremos de comportamiento.

Entonces, en Facebook se desdibuja el límite entre la región delantera y la trasera. No está claro cuál es la actuación que se quiere mostrar y qué está “tras bambalinas”. De hecho, en Facebook todo es “actuación”, todo pasa a estar en esta vitrina en la que queremos mostrar “nuestra mejor cara”, esta versión editada y mejorada de nosotros mismos; pero donde también salen a flote nuestras contradicciones.

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En este contexto, surge nuestro postulado de la “super máscara” que sería aquella que alberga nuestra esencia, conduciendo a nuestras otras mascarillas, cuyos contenidos serían más accesorio y podríamos usarla en distintas situaciones sin que eso comprometa nuestra fachada.

La fachada en Facebook vendría a ser todo aquello que ayuda a modelar nuestra “super máscara” y nuestras mascarillas: qué comentarios escribimos y nos escriben nuestros amigos, qué video posteamos y nos postean, qué imágenes subimos (sobre todo a nuestra foto de perfil1) y en las que nos etiquetan, a qué páginas damos “me gusta”, etc. A partir de esto, vamos modelando una cierta imagen de nosotros, por ejemplo darle “me gusta” a la página de “No a Keiko” e iremos creando una cierta impresión tanto en los simpatizantes de esta página como en los no tan simpatizantes. Además, esta sería solo una de las aristas que van definiendo nuestra imagen. Usamos el término “imagen” y no “comportamiento” porque lo que proyectamos en Facebook no tiene necesariamente una correspondencia absoluta con la vida real.

Por ejemplo, si ponemos “asistiré” a algún evento, no quiere decir necesariamente que iremos; pero sí significa que todos nuestros contactos en Facebook ven que hemos puesto “asistiré”; y pueden (y de hecho, ocurren) interpretar nuestra pretensión de asistencia. En caso que este “evento” sea una obra de teatro independiente; esto puede leerse como una persona que está enterada de la movida teatral, una persona que gusta del teatro; aun cuando no vayamos a ir.

Ahora bien, si esa fuera una práctica recurrente por parte de nosotros, podríamos recibir comentarios de tipo “siempre pones que vas a asistir y nunca vas” o “deja de poner ASISTIRÉ a todo, si al final nunca vas”. Esto, podría dejarnos en evidencia que le damos un “sí” a todo indiscriminadamente (sea para demostrar que tenemos una gran vida social, o para proyectar que somos chicos que tienen fines de semana bastante variados). La manera de “salvar la cara” en este caso, podría ser borrar el comentario.

Sin embargo, es curioso que no sea el “otro” (el auditorio) quien intente salvarnos la cara; sino que en Facebook tendemos a ser nosotros mismos quienes salvamos nuestra propia cara. Un mecanismo sería el de borrar el comentario; sin embargo, la persona que efectuó el comentario puede ver que su comentario ha sido borrado y así corroborar que el comentario, le afecta a la persona. En este caso, podrá insistir replicando algo como “oye, no borres mis comentarios” o dejarlo ahí y no obstaculizar el proceso de salvar la cara. Estos dilemas a los que los usuarios nos enfrentamos ocurren principalmente con los comentarios y las fotos.

Tal vez para el caso de las fotos el dilema sea aún más fuerte ya que no solo sirven para reafirmar la identidad (idealizada) que deseamos presentar (no solo en la plataforma de Facebook sino también en la vida real) sino también para contradecirla. Tal sería el caso de una persona que proyecta la imagen de alguien que no sale mucho a bares, que es 1 Tal vez la imagen de perfil sea una de las piedras angulares en el proceso de construcción de nuestra fachada; debe ser cuidadosamente seleccionada y debe ir acorde a la imagen que apuntamos a construir de nosotros mismos.

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tranquilo…etc. Si esta persona tuviera a sus padres en Facebook y en las últimas 100 fotos en las que lo han etiquetado sale tomando cerveza o en estado de ebriedad; esto estaría contradiciendo la imagen que se trata de construir por otras vías.

Hay ocasiones incluso en que la tensión que se crea y la “caída de cara” no se presenta de manera tan sútil sino que por el contrario. De hecho, las actuaciones en Facebook pueden ser fallidas al punto de no solamente hacer que una escena se caiga, sino provocar despidos en el trabajo, descubrir infidelidades que resultan en rupturas, o ser descubiertos por algún superior.

Tal sería el caso del alumno que le comenta a algún amigo en el muro que se copió de alguna tarea y el amigo tiene al profesor en el muro, el cual podrá leer el comentario. Veamos el ejemplo:

Me gustaría señalar, además, que no solo se trata de lo que se escribe en Facebook sino cómo se escribe. Es decir, estamos ante una cuestión donde fondo y forma son igualmente relevantes para respaldar nuestra fachada. Dado que en Facebook la interacción es virtual, la apariencia y los modos pasan también a un plano virtual. Y en Facebook lo único que tenemos a la mano es la escritura y las fotos para ir construyendo nuestra apariencia y modos.

De ahí que sea tan importante qué fotos publicamos, y cómo escribimos, usamos correctamente las normas de ortografía y gramática (en ese caso podríamos ser tildados de intelectuales)? O por el contrario utilizamos “k” en vez de “c”, “z” en vez de “s” (si es que es así podríamos ser tildados de amixers)? Todas estas preguntas deben ser planteadas al momento de actualizar un estado o responder un comentario.

Es fascinante saber que el muro no solo forma parte de la fachada sino que también es donde ocurre la realización dramática. Afirmamos esto porque el muro no es solamente aquel albergue de fotos pasadas, comentarios a fotos o respuestas a comentarios de hace algún tiempo. Por el contrario, el muro es dinámico ya que es el espacio donde se desarrolla la interacción y también, como la idea metafórica del muro, donde pegamos cosas que

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quedan grabadas; el muro deviene no solo una línea discursiva sino una imagen donde nuestra realización dramática, al quedar grabada en el tiempo, se convierte en una fachada. El caso de los amixer: una dialéctica de la construcción de la identidad

En las siguientes líneas se verá un fenómeno particular del Facebook, que puede reproducirse en muchos contextos y modos de relacionarse entre personas, pero tomando como objeto de análisis y ejemplo el caso de la discriminación hacia lo que se ha denominado los “amixers”. Para este propósito se abarcará el tema desde las perspectivas de Becker y Blumer, utilizando las teorías del etiquetaje y del grupo de referencia, respectivamente, con su debido marco teórico y, finalmente, trazando vínculos entre estos autores que nos parecen pertinentes.

Los denominados “amixers” han surgido, junto con la aparición de las primeras redes sociales virtuales como Hi5, como un subconjunto de usuarios que se han caracterizado por un estilo estético de mostrarse a sí mismos, que se denota principalmente en su forma de escribir y en el modo en que presentan fotos de sí mismos. Con la aparición del Facebook se hizo evidente una forma de discriminación generalizada hacia personas que simpatizaran con este estilo, lo que se evidencia en la numerosa cantidad de grupos y páginas en el Facebook en donde aparecen expresiones peyorativas y discriminatorias hacia estas personas, mostrando sus fotos y comentarios como objetos de burla. Caso emblemático es el del grupo “AMIXER DETECTED”.

Para comprender el caso en el contexto de Facebook, es importante notar que estos grupos de “amixers” están frecuentemente relacionados por los “otros” con la red social Hi5. Existen páginas y grupos en los que se dice, por ejemplo que “Yo no uso Hi5 xq solo hay puros AMIX” o “que LOS AMIXER se regresen a HI5 !!”. Como estos, hay numerosos ejemplos, y denotan un cierto rechazo de parte de una supuesta comunidad de Facebook hacia la forma en que estos “amixers” se expresan, que no pertenece a esta red social y que debería estar en el ya mencionado Hi5.

Para abordar el tema y la interacción social dentro de las nuevas tecnologías de comunicación desde la perspectiva de Becker, debemos primero observar las nociones básicas de su teoría, la que para nuestros fines tomaremos principalmente desde el análisis de la desviación, en lo que aparece su famosa teoría del etiquetaje. Como premisa, Becker sostiene que la desviación no es inherente a la acción, sino que esta es una construcción social por el cual un grupo, probablemente con mayor poder, reacciona a la acción de otros de manera que lo etiquetan de “desviado”.

En este primer acercamiento, vemos que lo mismo pasa con el caso de los “amixer”. Tomándolo como un estilo estético, no podemos decir que esté en contra de las convenciones sociales. Sin embargo, este estilo ocasiona una reacción en un grupo, probablemente mayor, que lo considera como “huachafo” y poco deseable, ya que no concuerda con la valoración etnocéntrica del grupo, por lo que se vuelve objeto de burla y una estigma. Según la teoría del etiquetaje, esto se explicaría o porque los amixer no conocen las reglas del espacio social o porque son una subcultura que ha aprendido a justificar su supuesta desviación. Dudamos que se pueda considerar a los amixer como un grupo con cierta “solidez” para hacer frente a la discriminación de la que son objeto, por lo que tendemos por la primera opción.

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En el enfoque de Blumer tenemos una reinterpretación del interaccionismo simbólico de Mead en el que, en términos generales, se puede ubicar en su disputa con el estructural-funcionalismo de Parsons. Esta disputa reside en las causas de la acción, o mejor dicho en el proceso que lleva a la acción. Para el estructural-funcionalismo este es un proceso de alguna manera determinista por el modelo de la acción parsoniano. Blumer, en cambio, parte de la premisa de que la acción es llevada a cabo por la significación que los sujetos dan a los objetos que lo rodean, como, por ejemplo, otros seres humanos. Estos significados, siguiendo la coherencia del interaccionismo simbólico, se contruyen en la interacción. Una acotación importante es que la interacción no solo está dispuesta con los objetos alrededor del sujeto, sino que con el sujeto mismo.

En cuanto al caso analizado, y en cuanto a Facebook en general, podemos acotar que la interacción concebida por Blumer se transforma de manera significativa en la red social virtual. Ya no solo se limita a la interacción efímera de persona a persona, sino que se convierte en una interacción constante, cambiante y perenne ya que, primero, Facebook tiene un registro de todos los movimientos hechos por el usuarios y, segundo, que en Facebook se registran las distintas facetas que pueda tener el usuario. Así, tenemos una interacción constante pero estática al mismo tiempo, ya que si bien el “otro” está ahí en sus comentarios y fotos, no está realmente ahí como un “otro” dinámico que reacciones también al sujeto.

Aterrizando otra vez al caso específico de los “amixer” y su interacción con los demás, creemos que resulta útil la noción del grupo de referencia de Blumer. Según este enfoque, pensado para temas raciales, postula que la definición de uno mismo no es un proceso intrínseco, sino que abarca revisar la imagen del “otro” para crear una auto-imagen de mí mismo. Así, los grupos que discriminan a los amixer, al distanciarse de ellos, se están construyendo a sí mismos quitándose características como la “huachafería” y, por el contrario, ubicándose en el lado opuesto. Así tenemos a la gente “Chuls” o “Chulis”, los bacanes que tienen una estética legítima y que va acorde a la línea de los usuarios prepoderantes de Facebook.

Pero no se tiene que extrapolar tanto el modelo para aplicarlo al caso analizado. Estas disputas entre “amixer” y “no-amixer” tienen también un tinte racial. Según Nelson Manrique, en un artículo publicado en el diario La República:

“La estética que él define como amixer es claramente identificable. El crítico de arte Gustavo Buntinx la denomina “pop achorado”: una creación de los migrantes andinos en las grandes ciudades que recoge elementos de sus tradiciones culturales de origen, como los colores encendidos de la textilería andina, un uso del espacio que tiende a saturarlo, como en los mates burilados de la sierra central, etc. Lo amixer termina así equiparado con un grupo social muy específico, los jóvenes migrantes andinos que habitan las grandes ciudades: los cholos.” (Manrique 2011)

Así, el caso se acopla también al enfoque racial que le da Blumer, y por tanto no solo quitaría el estigma de “huachafo” a los no-amixer, sino que también los alejaría del cholo. Es recurrente el mostrar fotos de los amixer posando junto a alguna frase coqueta hecha en programas como Paint. Grupos como AMIXER DETECTED usan estas fotos para hacer

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escarnio de ellas, haciendo especial hincapié en que los amixer se consideran bellos cuando, para este grupo antiamixer, no lo son, a lo que suman insultos referidos a lo cholo.

Creemos que es pertinente establecer relaciones entre estos dos autores para tener un panorama más completo de lo que es este fenómeno. Si bien el lazo no es muy sólido, creemos que el fenómeno se puede vislumbrar como la construcción de la identidad en una interacción conflictiva que termina influyendo desde los dos lados. Por un lado, basándonos en el etiquetaje están los no-amixer que otorgan la etiqueta de marginal a los amixer por expresarse en una estética que no coincide con sus valores. De esta manera, no solo los están marginando, sino que además están creando al grupo de los amixer. Es muy discutible poder hablar de los amixer como un grupo sólido y cohesionado que se autodenomine así, sino individuos a los que les gusta cierto estilo de mostrarse en un espacio que se basa, principalmente, en mostrar. Con ello, se les está negando su individualidad.

A esto podemos empalmarle la teoría del grupo de referencia de la siguiente manera. Esta teoría sostiene una construcción de sí mismo desde la comparación referencial con “otro”, como una suerte de interacción. Así, podemos ligar las dos teorías para sostener que la narrativa de discriminación hacia el amixer no solo crea al grupo mismo, sino que construye la identidad del grupo discriminador mediante el rechazo a los amixer. Con ello tenemos una concepción de la narrativa del amixer muy similar al sentido del “orientalismo” que da Said en su obra del mismo título, Como mitos globalizadores que encasillan en un mismo cajón de sastre a muchas personas que son perfectamente distintas, pero que tiene en común rasgos no deseables y marginales para ciertos grupos que se quieren posicionar en la otra orilla

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La múltiple personalidad y el otro generalizado en Facebook.

Para Mead la persona es una construcción social es decir, se construye, se forma a través de la interacción social cara a cara. En este proceso de construcción intervienen elementos importantes tales como el juego y el deporte .El juego es importante ya que a través de juegos como el de la mama y el papa o la profesora y los alumnos los niños van aprendiendo, si se puede decir de esta manera, distintos roles con los que tiene contacto cotidianamente, es importante resaltar que no hay una reglamentación en este tipo de juegos y el niño puede cambiar y asumir distintos roles.

Mientras que el deporte, en el sentido que es un juego organizado, con pautas establecidas, reglas dadas y un objetivo determinado, el niño ya no tiene que tener en cuenta solo su papel y lo que le corresponde como actor de tal papel, ya que para poder hacerlo necesita ponerse también en el lugar de su compañero, es decir debe estar dispuesto a adoptar todos los demás papeles, y organizar las diversas actitudes dentro de sí mismo creando de esta manera un “otro generalizado”. Esta organización de actitudes (el otro generalizado) de la que habla Mead puede ser “la comunidad o grupo social organizado que proporciona al individuo su unidad de persona” (Mead 1972:184). Esto último interviene en el desarrollo de la persona en el sentido que es esencial que el individuo adopte las actitudes del grupo social organizado al cual pertenece.

Si bien reconocemos las limitaciones que surgen al intentar analizar el fenómeno del Facebook desde la perspectiva de Mead. Debido a que el planteo su modelo de construcción de la persona basándose en una interacción cara a cara, posiblemente sin pensar que algo como Facebook podría surgir. Creemos que hay puntos valiosos que podrían servirnos para la comprensión de este fenómeno. Uno de ellos es el de la personalidad múltiple.

Con “personalidad múltiple” Mead hace referencia a que nosotros como personas (luego de pasar por el proceso de construcción de la persona) “nos encontramos divididos en toda clase de distintas personas, con referencia a nuestras amistades” (Mead 1972:174). Es decir con un grupo de amigos nos podemos comportar de una manera y con otro grupo de amigos de una manera distinta. Es por esto, que muchas veces pueden surgir comentarios tales como “Él no es el mismo con nosotros” o “No parece el” y es que tal como señala Mead “en la conducta y la cotidianeidad un individuo no quiere significar gran parte de lo que hace y dice (…) lo cual es determinado por la experiencia social misma la cual “decide” que proporción de persona entra en la comunicación” (Mead 1972:184). Estas personalidades múltiples se encuentran todas organizadas como un todo en referencia a la comunidad a la que uno pertenece. De esta manera, la persona completa o unificada es el reflejo del proceso social completo por el cual ha atravesado.

En Facebook, nos relacionamos de la misma manera que en la vida cotidiana. Nos movemos y mostramos nuestras personalidades múltiples según con las personas con las cuales tengamos contacto a través de ese medio. Hay casos de personas que se crean distintos cuentas de Facebook para cada grupo al que pertenecen, este usuario al que llamaremos José, tiene una cuenta para sus amigos del colegio, otra para su familia y la tercera para sus amigos de la universidad. Lo que sucede en cada uno de estos mundos virtuales, por así decirlo, es que José se va a relacionar de la misma manera en que lo hace

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en su vida cotidiana en cada uno de sus mundos virtuales, con sus amigos del colegio podría hablar sobre que van a hacer el fin de semana, o lo que paso el fin de semana. En cambio, con la familia uno tiene que a veces según tu familia y la relación que tengas con ellos, debes guardar las formas. Pero, el caso de José no es un caso muy común, si bien no tenemos cifras de eso podemos inferir de la propia experiencia que debe ser complicado manejar 3 cuentas a la vez.

Sin embargo, lo que pasa comúnmente es que los usuarios de Facebook restringimos ciertos contenidos que compartimos y los hacemos solamente visibles para un amigo, o para un grupo determinado de personas. O simplemente compartimos un video, una imagen, algo con un grupo determinado y otros tipos de videos y de imágenes con otros grupos o personas. Lo cual, podría causar cierto desconcierto en nuestros amigos de otros grupos con los cuales no mostramos ciertas cosas que con otros sí.

Otro punto, que nos parece rescatable desde la perspectiva de Mead es el de los grupos en Facebook. Hay distintos tipos de grupos, como personas distintas hay y como grupos sociales en la realidad física. El punto acá es que los grupos han traspasado esta frontera y se han instalado en Facebook. Por ejemplo, hay grupos de distintas promociones de sociología, o del colegio, de los amigos del fulbito. Estos grupos en Facebook al ser este un medio al cual puedes acceder siempre y no tienes la necesidad de quedar en encontrarte con los amigos del colegio o de la universidad que no ves hace tiempo ayuda a mantener los vínculos y fortalecer los lazos del grupo. Estos grupos de Facebook, son los otros generalizados del mundo físico trasladados al Facebook, a través de los cuales "uno va adquiriendo las actitudes del grupo social al que pertenece, hacia la actividad social organizada, cooperativa en la cual este grupo este inmerso” (Mead 1972:185). Y esto uno lo va interiorizando no solo a través de la interacción cara a cara sino que también a través de la interacción con comentarios en el “muro” del grupo, con noticias que alguien puede colgar, y que generen discusiones, videos interesantes o tal vez artículos políticos etc.

En conclusión, podemos decir que si bien existen limitaciones con Mead en relación con el facebook, hay puntos que pueden servirnos para pensar Facebook no solo desde una perspectiva de herramienta de comunicación sino como un fenómeno social.

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El caso Facebook: la identidad como un proceso desde Garfinkel

Como vimos en la primera parte del curso, Parsons creía que el estudio de la acción debería partir desde las motivaciones del actor, y en los valores que determinarían su elección entre determinados medios y fines. Como señala John c. Heritage en su ensayo titulado etnometodología:

Parsons ha insistido en los problemas motivacionales hasta el punto de excluir virtualmente cualquier preocupación por el entendimiento en función del cual los actores sociales coordinan sus acciones. (…) (Parsons) no consiguió construir una teoría de la acción; se limitó a construir una teoría de las disposiciones a actuar. La comprensión del conocimiento mediante el que los actores controlan sus circunstancias es fundamental para cualquier análisis genuino de la acción social. Para lograr esto, es necesario responder cuestiones relativas a la naturaleza y propiedades del conocimiento que ha de atribuirse a los actores sociales, a como utilizan ese conocimiento y a cómo debe tratarse analíticamente dentro de la teoría de la acción. (Giddens, 1990: 295). 2

Es entonces que aparece en escena el discípulo Garfinkel. Como señala Heritage, este autor se aparta del punto de vista parsoniano de los primeros años de la postguerra. Garfinkel rescata el conocimiento. Esto es en el sentido en que, para poder comprender la acción, hay que tomar en cuenta el contexto, y como es que el individuo utiliza de manera estratégica su conocimiento antes de actuar, ya sea de modo consciente o inconsciente. Se trae a la luz entonces el conocimiento y se deja de lado la concepción parsoniana de los actores como “idiotas que juzgan” (Garfinkel dixit: 1984).

Garfinkel va proponer dar por supuesta la existencia de un orden de sucesos pero trata de traer a luz el “problema cognitivo del orden”, o en palabras del mismo autor, “cómo los hombres, aislados pero al mismo tiempo en una extraña comunión, acometen la empresa de construir, probar, mantener, alterar, legitimar, cuestionar, definir un orden juntos” (Garfinkel en heritage, 1990: 300).

Este problema, fundamental para el origen de la etnometodología, será de utilidad para nuestro análisis del Facebook. Los elementos del conocimiento, las inferencias, las presuposiciones (son bastantes), y los rasgos contextuales son recursos para mantener la coherencia de la interacción. Para esto Garfinkel, estudió las actividades de la vida cotidiana y el razonamiento práctico. Nosotros nos vamos a aventurar en ponernos sus “lentes” por un momento. Tomando en cuenta antes que los lentes no son parsonianos, fijos, irremovibles, sino más bien contextuales. Analizaremos el contexto de la construcción de un perfil de Facebook de clase media limeña, tomando con referencia central el lenguaje y la interpretación y el fundamento metódico de la acción social.

Empecemos por reafirmar el carácter construido de la identidad virtual en Facebook. Esta identidad se construye a través de todo el uso de Perfil en Facebook y es una página en la que puedes responder a determinadas preguntas. ¿Creencia religiosa? ¿Edad? ¿Sexo?

2 Heritage, John C. 1990. Etnometodología, en Teoría social hoy, Giddens, Anthony. Madrid: Alianza Editorial.

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¿Estado sentimental? Puedes responder entre liberal, conservador, un tanto conservador, bastante conservador, masculino, femenino, “es complicado”, y una serie de rótulos más. Puedes indicar qué películas te gustan, qué música escuchas, qué páginas (de Facebook) te han gustado (literalmente, que les has puesto “me gusta”). Suena fácil pero en realidad es un trabajo poco complicado. ¿Por qué? Por los intereses que tienes detrás de la creación de esta identidad. Sí, es un método, una construcción, un proceso, en que se calcula.

La “anticipación reflexiva” se utiliza para saber de qué manera puedo conjugar toda la información que presento para poder re-presentar esta identidad de la manera en la que yo quiero y para lograr las cosas que yo quiero. Pocos, o ninguno se debe regir por los valores internalizados de la sociedad norteamericana sesentera presentados en Parsons. Si yo quiero conseguir una compañera sexual, voy a hacer todo lo posible para lograr este fin con los medios disponibles (mi Perfil, las actualizaciones de mi muro, los comentarios en otros muros, las páginas a las que doy “me gusta”, la manera en que chateo, las fotos que cuelgo o que me dejo tomar, el nombre que me pongo, ad infinitum).

Tampoco es tan fácil. Si para lograr este fin (conseguir una compañera sexual) quiero usar como medio una identidad intelectual, es diferente que si es que me las quiero dar de bacán. Si fuera el método del “bacán” el que empleo, quizá tenga Facebook pero no lo uso tanto. O de repente uso el chat pero no lo actualizo tanto. “No me importa lo que piensan de mi”; Uso solo el chat, y veo fotos de mis potenciales compañeras sexuales. O de repente llegó al nivel de no meterme al chat, porque si ven que estoy conectado todo el día se me cae la imagen del bacán. Esta imagen, tal como refleja el caso de Agnes en Garfinkel es algo que se tiene que trabajar y demostrar constantemente. No basta con tener órganos sexuales masculinos o femeninos, o en nuestro caso, poner que somos “Hombres” nos llamamos “Juan Perez” y escuchamos “Electrónica”. Tenemos que demostrarlo en cada interacción que tengamos. Y lo más interesante del Facebook, como hemos señalado es que las interacciones están GRABADAS. Hasta sentido histórico te da. Uno puede ver la “Amistad” que tengo con todos mis “Amigos”. Por ende, como se puede intuir, la interpretación de la imagen se hace mucho más compleja, por no decir complicada.

Every breath you take, Every move you make, Every bond you break,

Every step you take, I’ll be watching you.

Sting, 1983

(Post de usuario de Facebook ante la creación del News Feed. Tomado de Westlake, 2008).

Page 13: Goffman y su modelo dramatúrgico

Bibliografía

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