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Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales ISSN: 0186-0348 [email protected] Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora México Gómez Álvarez, Cristina El liberalismo en la insurgencia novohispana: de la monarquía constitucional a la república, 1810-1814 Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 89, mayo-agosto, 2014, pp. 7-26 Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319131309001 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Gómez Álvarez, El liberalismo novohispano

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Secuencia. Revista de historia y ciencias

sociales

ISSN: 0186-0348

[email protected]

Instituto de Investigaciones Dr. José María

Luis Mora

México

Gómez Álvarez, Cristina

El liberalismo en la insurgencia novohispana: de la monarquía constitucional a la república, 1810-1814

Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 89, mayo-agosto, 2014, pp. 7-26

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319131309001

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Page 2: Gómez Álvarez, El liberalismo novohispano

Cristina Gómez Álvarez

Doctora en Historia por la UNAM (1993), es profesora titular de la Facultad de Filosofía y Letrasy del posgrado en Historia de la misma universidad. Desde 1987 es miembro del Sistema Nacionalde Investigadores. Ha dirigido varios proyectos de investigación y ha realizado estancias de inves-tigación en el extranjero. Asimismo cuenta con numerosas publicaciones sobre historia política ycultural del siglo XIX mexicano, entre las cuales destacan los siguientes libros: El alto clero poblanoy la revolución de independencia, 1808-1821 (UNAM/BUAP, México, 1997); Censura y revolución. Los librosprohibidos por la Inquisición de México (1790-1819) (Trama editorial/Consejo de la Crónica de laCiudad de México, Madrid, 2009), y Navegar con libros. El comercio de libros entre España y la NuevaEspaña. Una visión cultural de la independencia, 1750-1820 (Trama editorial/UNAM, Madrid, 2011).Recientemente este libro recibió mención honorífica en el Premio Antonio García Cubas, otorgadopor el INAH el 27 de septiembre de 2012.

Resumen

El trabajo aborda la presencia del liberalismoen el proyecto político de la insurgencia novo-hispana. El tema está inscrito en un problemacomplejo: estudiar el tránsito de las ideas a laacción política. Se parte de la consideración de que la lucha iniciada el 16 de septiembre de1810 tenía como propósito la independencia y a partir de entonces se elaboró un proyecto

político para lograr la ruptura con España, elcual transitó de monarquía constitucional arepública. Con este planteamiento se debatecon la historiografía revisionista que niega laimportancia de la lucha insurgente. El trabajose basa en los principales documentos escritospor los jefes y gobiernos insurgentes.

Fecha de recepción:febrero de 2013

Fecha de aceptación:abril de 2013

Palabras clave:Liberalismo; Nueva España; independencia; insurgencia;

monarquía constitucional; república; Constitución.

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Ph. D. in History from UNAM (1993). She is a full professor at the Faculty of Philosophy andHistory and in the graduate program in History at the same university. Since 1987, she has beena member of the National System of Researchers. She has directed several research projects andengaged in research stays abroad. She has also published several books on the political and culturalhistory of 19th century Mexico, including the following: El alto clero poblano y la revolución de inde-pendencia, 1808-1821 (UNAM/BUAP, México, 1997); Censura y revolución. Los libros prohibidos por laInquisición de México (1790-1819) (Trama editorial/Consejo de la Crónica de la Ciudad de México,Madrid, 2009), and Navegar con libros. El comercio de libros entre España y la Nueva España. Unavisión cultural de la Independencia, 1750-1820 (Trama editorial/UNAM, Madrid, 2011). This bookrecently earned honorable mention in the Antonio García Cubas Prize, awarded by INAH onSeptember 27, 2012.

Abstract

The paper examines the presence of liberalismin the political project of the Novo-Hispanicinsurgency. The issue is part of a complex prob-lem: studying the shift of ideas to politicalaction. It is based on the premise that the strug-gle begun on September 16 1810 was designedto achieve independence and thereafter a polit-ical project was developed to achieve the break

with Spain, which transitioned from a constitu-tional monarchy to a republic. This approachis used to discuss the revisionist historiographythat denies the importance of the insurgentstruggle. The article is based on the main doc-uments written by the insurgent leaders andgovernments.

Final submission:February 2013

Acceptance:April 2013

Key words: Liberalism, New Spain; independence; insurgency; constitutional monarchy; republic; Constitution.

Liberalism in the Novo-Hispanic Insurgency:from Constitutional Monarchy to Republic,

1810-1814

Cristina Gómez Álvarez

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Secuencia [9] núm. 89, mayo-agosto 2014

El liberalismo en la insurgencia novohispana:de la monarquía constitucional a la república,

1810-1814

Cristina Gómez Álvarez

En la mayoría de los trabajos publi-cados en el marco de la conme-moración del bicentenario de la

independencia mexicana se puede apreciarun gran ausente: el estudio de la revolu-ción insurgente.1 Esta situación se explicaen gran parte porque en la historiografíaactual (llamada revisionista) ha predomi-nado la interpretación de que el libera-lismo gaditano fue el que constituyó laverdadera revolución y que provocó lastrasformaciones políticas que dieron lugara la independencia y a la construcción delEstado y de la nación mexicanos.2 Se haconsiderado que esta nueva interpretaciónes un “cambio de paradigma”, necesariopara acabar con el dominio ejercido duran-te muchos años por los “insurgentólogos”.3Por esta razón, esta corriente historiográ-fica sostiene que la insurgencia mexicanano fue más que una serie de movimientos

inconexos que tuvo poco impacto sobreel proceso político que logró la indepen-dencia. Además, se presenta a la causainsurgente sin ideas, ni proyecto político,salvo el expresado por el Congreso deChilpancingo (1813) y la Constitución de Apatzingán (1814).4 De esta manera,se quiere negar que en 1810 se iniciarauna revolución social que lucharía porponer fin a la dominación española.

Debido a que esta interpretación hatendido a prevalecer en la historiografíareciente, es muy pertinente y necesarioprofundizar el estudio de la revolucióninsurgente y reflexionar sobre su signifi-cado, aunque se corra el riesgo de calificardespectivamente a esos estudios como“insurgentólogos”. Este concepto se asociaa la historia oficial, tradicional o de bronce,tres formas diferentes que no logran dis-tinguir los historiadores que impulsan un“nuevo paradigma”. No desconocemosque el poder hace uso político de la histo-ria y construye mitos para legitimarse,asunto que no es peculiar de México; entodos los países se presenta este fenómeno.Y en ese sentido, los gobiernos mexica-nos han utilizado la revolución insurgente

1 Un primer balance historiográfico sobre lasconmemoraciones se encuentra en Granados, “Inde-pendencia”, 2010, pp. 11-26. En una tesis de gradose realiza una excelente revisión historiográfica sobrelas independencias hispanoamericanas, véase Linares,“Color”, 2012.

2 Uno de los principales historiadores que sos-tienen esa interpretación es Rodríguez, Nosotros, 2009.

3 Chust, “Rebeliones”, 2010, p. 471. 4 Rodríguez, “Dos”, 2007, t. I, pp. 227-242.

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con ese fin, pero ese hecho no puede negarla transcendencia que para nuestra histo-ria tuvo ese acción revolucionaria. Caberecordar que la tarea del historiador pro-fesional es comprender y explicar loshechos históricos. En esta dirección con-sideramos que la revolución de indepen-dencia fue un proceso muy complejo ypara contar con una explicación de con-junto es necesario examinar factores deorden político, social, económico y cultu-ral; y no perder de vista la época en queestá inserta la cual ocasionó grandes tras-formaciones en Europa, incluyendo Espa-ña y sus colonias en América.

En este trabajo se aborda la presenciadel liberalismo en el proyecto político dela insurgencia novohispana. El tema estáinscrito en un problema complejo: estu-diar el tránsito de las ideas a la acción polí-tica. Partimos de la consideración de quela lucha iniciada el 16 de septiembre de1810 tenía como propósito la indepen-dencia y a partir de entonces se elaboró unproyecto político para lograr la ruptura conEspaña, la cual transitó de monarquía cons-titucional a república. Esta última pro-puesta fue expresada en el Congreso deChilpancingo (1813) y, sobre todo, en la Constitución de Apatzingán (1814).Con esta Constitución, los insurgentes con-taron con un estatuto político y jurídicoque regiría el Estado independiente. Noobstante, sus bases fundamentales estabanplanteadas desde el inicio de la lucha enseptiembre de 1810.

En nuestra opinión, las principalesideas del proyecto insurgente estarán ins-piradas en los principios liberales comoson la soberanía popular, el gobiernorepresentativo, la división de poderes, laigualdad de los individuos frente a la leyy demás libertades. Este pensamiento

estará también presente en otro proyectopolítico (el llamado autonomista) que, adiferencia del insurgente, no proponía ini-cialmente la ruptura con la metrópoli, sinoimpulsar reformas al interior de la monar-quía constitucional. Tal y como sucediócuando, del otro lado del Atlántico, seinauguraron las Cortes de Cádiz en sep-tiembre de 1810 y cuando se promulgóla Constitución de 1812. De esta manera,las ideas liberales sirvieron de base paraplantear opciones diferentes y, algunasveces, enfrentadas.5

LA ÉPOCA Y LA CIRCULACIÓN DE LASIDEAS ILUSTRADAS Y LIBERALES

Para comprender el proceso revoluciona-rio iniciado en Nueva España en septiem-bre de 1810 –así como el resto de las revo-luciones emancipadoras de América Latinay de la reforma gaditana– es necesario,como ya mencionamos, inscribirlo en suépoca, la que fue de grandes trasforma-ciones para la historia de la humanidad.Hobsbawm la caracterizó como la era dela doble revolución, la política (Francia)y la industrial (Inglaterra). Para este his-toriador, la época se inicia en 1789 con larevolución francesa y termina hacia la se-gunda mitad del siglo XIX (1848), lapsoen que surge un mercado mundial y unaclase activa de empresarios, así como eldesarrollo de los conocimientos científi-cos y de la ideología de una creencia en elprogreso del individuo, secular y raciona-lista. Si bien esta doble revolución ocu-

5 Las acciones principales de estas dos opcionespolíticas las analizo en Gómez, “Dos”, 2010, pp. 117-136.

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rrió en una parte de Europa, tuvo repercu-siones relevantes en el resto del mundo.6

La ideología que arropa a la época es lailustrada, caracterizada por el raciona-lismo, la riqueza, la civilización, la con-vicción del conocimiento humano. Estaideología debió su fuerza al progreso dela producción y al comercio y al raciona-lismo económico y científico, que se creíaasociados a ellos de manera inevitable. Elobjetivo principal del pensamiento ilus-trado era liberar al individuo de las cade-nas que lo oprimían: el tradicionalismoignorante de la Edad Media que todavíaproyectaba sus sombras sobre el mundo, yla irracionalidad que dividía a los hom-bres en una jerarquía de clases altas y bajassegún el nacimiento o algún otro criteriodesatinado.7

Esta literatura del Siglo de las Luces,que explica el auge de la edición europeaocurrido en esa centuria, circuló por todospartes. En Nueva España había llegadomediante el comercio monopólico espa-ñol, y sus lectores, integrados principal-mente por sectores altos y medios de lasociedad novohispana, demandaban cadavez más este tipo de libros que difundíanel conocimiento moderno y una nuevaconcepción del mundo. A partir de 1750,los libros que versaban sobre distintos pro-blemas del mundo social y material con-viven por igual con aquellos relacionadoscon el mundo espiritual y devocional, enlo que a las importaciones de libros serefiere. Esta situación indica cambios muyimportantes, pues expresa la existencia deuna cierta secularización de la lectura en lasociedad novohispana.8

A pesar de que la ideología de laIlustración puede ser considerada revolu-cionaria, pues en teoría pugnaba hacerlibres a todos los seres humanos, en lapráctica muchos ilustrados fueron mode-rados políticamente al defender las monar-quías absolutas que, a excepción deInglaterra, dominaban en el mundo. Deeste pensamiento e ideología se originóuna filosofía política radical cuyo repre-sentante más relevante fue Juan JacoboRousseau y en especial su libro El contratosocial. Su crítica a la desigualdad social ysu exaltación de la voluntad general, con-tra la cual no hay derecho particular, asícomo su tesis de la soberanía popularúnica e inajenable habrían de influir pro-fundamente en el curso de la revoluciónfrancesa.9 Así, la política y la ideologíaliberal se formaron principalmente bajo lainfluencia de esa revolución y se propaga-ron por la francmasonería y otras asociacio-nes. De esta manera podemos afirmar queen la época el liberal era un creyente enel constitucionalismo, en un Estado secu-lar con libertades civiles y garantías parala iniciativa privada, gobernado por con-tribuyentes y propietarios.

Tanto los impresos propagandísticosgenerados por la revolución francesa, lostratados filosóficos y otros textos quedivulgaban ese pensamiento atravesaronlas fronteras de España para circular enNueva España. Al respecto, basta con citarun caso, El contrato social ó Principios del dere-cho político, de Rousseau (Londres, 1799).Como se puede observar por el título, setrata de una traducción española. Su di-fusión por el territorio novohispano seconstata debido a que llegó a las manos

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6 Hobsbawm, Revoluciones, s. a., t. 1, pp. 15-19.7 Hobsbawm, Era, 1997, pp. 28-29.8 Gómez, Navegar, 2011. 9 Sánchez, Rousseau, 2011, p. 41.

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del tribunal de la Inquisición de Méxicoquien, después de someterla a examen ycalificación, la prohibió en un edicto pu-blicado el 17 de diciembre de 1803.Resulta interesante señalar que para loscensores mexicanos lo más peligroso deesta obra era el trabajo del traductor pues,“anima a los fieles vasallos de su majes-tad a sublevarse y sacudir la suave domi-nación de nuestros reyes imputándole elodioso nombre de despotismo”. Señalantambién que el texto tenía expresionesimpías, pues se llama a los fieles a rom-per las trabas y grillos del sacerdocio y dela Inquisición.10 Este caso ilustra cómolas ideas teóricas de Rousseau fueron adap-tadas a las realidad española por parte deltraductor; situación que no pierde de vistala Inquisición al mencionar que el traduc-tor fue quien exhorta a los fieles vasallos asublevarse. Los términos de esta censuranos permiten reflexionar acerca de cómolas ideas son adaptadas a las realidadesconcretas, pues no se trata simplementede copiar postulados filosóficos o de teo-ría política, sino de utilizar las ideas al ser-vicio de un proyecto político, impulsadopor fuerzas sociales que persiguen deter-minados fines.

LA IMPRONTA DEL LIBERALISMO EN LASIDEAS Y ACCIONES DE HIDALGO

La revolución insurgente iniciada en sep-tiembre de 1810 generó una gran propa-ganda, especialmente proclamas y bandosmanuscritos, ya que era escasa la presen-cia de la imprenta en las filas de los revo-lucionarios; estudiar esta propaganda esuna tarea pendiente y un reto para el his-

toriador. No obstante, contamos conimportantes compilaciones documentalesque agrupan los escritos más relevantes dela causa insurgente.11 Al respecto, es per-tinente llamar la atención acerca de quenuestra revolución tiene una característicaque la diferencia del resto de las indepen-dencias de América Latina, me refiero alhecho de que únicamente elaboró unaConstitución, la promulgada en Apatzin-gán en 1814, y no varias como sucedió en aquellas regiones. Sin embargo, esaConstitución es resultado de varios añosen que se fue construyendo y afinando unproyecto que le diera estatuto político yjurídico al Estado independiente. Por elloes pertinente iniciar el análisis con las pro-puestas realizadas al comenzar la lucha enseptiembre de 1810, para después pasara examinar dos textos que tuvieron la fina-lidad de conformar un código político yjurídico (el Plan de paz de José María Cos,y los Elementos constitucionales, de IgnacioRayón, ambos escritos en 1812) y finali-zar con la Carta Magna de 1814.

Para conocer las ideas presentadas alinicio del movimiento se examinarán losdocumentos signados por Miguel Hidalgo.Al respeto, cabría señalar que al parecereste líder escribió muy poco; él admitióen su proceso efectuado en Chihuahua queúnicamente de su pluma salieron tresmanuscritos: el manifiesto en donde darespuesta a la Inquisición (Valladolid, 15de noviembre de 1810); una proclama queempieza “Es posible americanos…”(Guadalajara, diciembre de 1810), y otraque empieza “Cuando yo vuelvo lavista…” (Guadalajara, diciembre de

10 Gómez y Tovar, Censura, 2009, pp. 69-70.

11 A las obras que más adelante citaremos, es per-tinente agregar la recientemente publicada deEchenique y Cue, Miguel Hidalgo, 2009, 3 vols.

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1810).12 El examen de estos textos nospermitirá responder a varias interrogan-tes. La primera es la siguiente: ¿Hidalgose plantea la independencia? Para cono-cer esta cuestión recurrimos a la últimaproclama mencionada que, por cierto, noes muy conocida y, por ello, raramentecitada por los historiadores. En ellaHidalgo escribe lo siguiente:

Cuando yo vuelvo la vista por todas lasnaciones del universo y veo que quierengobernarse por individuos de su mismanación, no puedo menos que creer que estaes una idea impresa en ella por el Dios dela Naturaleza.

El francés quiere ser mandado por el fran-cés; el inglés, por inglés; el italiano, por ita-liano; alemán, por alemán… ¿Por qué a losamericanos se les ha de privar del goce de estaprerrogativa? Hablad, españoles injustos, ¿porqué no queréis que gocemos lo que Dios ha concedido a todos los demás hombres?

Vosotros, indignos de llamaros huma-nos, ¿por qué nos queréis privar de las dulzurasde la independencia?13

El último párrafo es contundente paraaquellas interpretaciones que niegan queHidalgo haya escrito la palabra indepen-dencia. Y para los historiadores interesa-dos en estudiar “los idiomas políticos”(lenguaje) de la época es conveniente reco-mendarles que consulten el diccionario deautoridades para conocer la acepción queentonces tenía esa palabra. Ahí encontra-mos que independencia se define como“la potencia, o aptitud de existir, u obrar

alguna cosa necesaria y libremente, sindependencia de otra”.14

Comprendiendo en esos términos laindependencia, Hidalgo en la misma pro-clama interroga a los españoles diciéndo-les lo siguiente:

¿No sois vosotros los que hacéis alarde dehaber derramado la sangre por no admitirla dominación francesa? Pues ¿por qué cul-páis en nosotros el separarnos de la dominaciónespañola? ¿Os ha concedido Dios algún dere-cho sobre nosotros? El mismo que los fran-ceses tienen sobre vosotros, es el que tenéissobre nosotros; esto es, el de la fuerza, puessi ustedes no quieren sujetarse a un gobiernoque no esté manejado por manos españolas,¿será delito en nosotros querernos gobernarpor manos americanas?15

La proclama finaliza haciendo un lla-mado a los americanos para que se incor-poren a la lucha y reitera su propósito inde-pendentista:

¿Es posible –se interroga Hidalgo– que ochoo diez mil hombres no tengan ánimo paradeshacerse de quince a veinte oficiales?Animaos del fuego de nuestros compatrio-tas para disfrutar de las dulzuras de la inde-pendencia.

Aunque Hidalgo utiliza la palabra in-dependencia para caracterizar el objetivoprincipal de su lucha, la libertad es tam-bién empleada con el mismo fin. Así, enel manifiesto que escribe en noviembrede 1810, le dice a sus conciudadanos “que

12 González, Procesos, 1953, p. 63.13 Manifiesto sobre la autodeterminación de las

naciones (borrador), en Herrera, Hidalgo, 2003, doc.30, pp. 217-218 (cursivas mías).

14 Real Academia, Diccionario, 1990.15 Manifiesto sobre la autodeterminación de la

naciones (borrador), en Herrera, Hidalgo, 2003, doc.30, pp. 217 (cursivas mías).

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si no hubiese emprendido la libertad denuestro reino”, la Inquisición no lohubiera acusado de hereje. Y, al mismotiempo, escribe que “la nación que tan-to tiempo estuvo aletargada, despiertarepentinamente de su sueño a la dulce vozde la libertad”.16

Como se puede observar en estos escri-tos, la nación es otro concepto que utilizafrecuentemente el cura de Dolores. Al res-pecto, en la proclama que empieza “¿Esposible americanos…”, el caudillo escribió:

Protestamos delante del mundo entero quenunca hubiéramos desenvainado la espadacontra unos hombres, cuya soberbia y despo-tismo hemos sufrido con la mayor pacien-cia por espacio de casi trescientos años […]si no nos constase y estuviéramos íntima-mente persuadidos de que la nación iba aperecer miserablemente y nosotros, a ser vilesesclavos de nuestros enemigos mortales.17

Por esta razón –continúa Hidalgo– eranecesario quitar el mando y el poder delos europeos: “esto es todo el objetivo denuestra empresa, para la que estamos auto-rizados por la voz común de la nación”.Aquí es pertinente interrogarnos acercade dos cuestiones: ¿qué entendía Hidalgopor nación? y ¿quién lo había autorizadopara hablar en nombre de ella? Para contes-tar ambas cuestiones, recurrimos a la cartade rendición que el jefe insurgente le diri-ge a Riaño el 28 de septiembre de 1810:

El numeroso ejército que comando me eli-gió por capitán general y protector de lanación en los campos de Celaya. La mismaciudad a presencia de cincuenta mil hom-bres ratificó esta elección, que han hechotodos los lugares por donde he pasado: loque dará a conocer a vuestra señoría queestoy legítimamente autorizado por minación para los proyectos benéficos […] yse reducen a proclamar la independencia y lalibertad de la nación.18

De lo anterior se desprende que paraHidalgo la nación eran los habitantes delos pueblos, quienes lo habían elegido paraencabezar el proyecto de la independen-cia. Para comprender esta concepción denación que tenía el cura de Dolores, espertinente recurrir al diccionario de auto-ridades que define esa voz como: “Lacolección de los habitantes de alguna pro-vincia, país, o reino.”19 Por ello, CarlosHerrejón afirma acertadamente que cuan-do Hidalgo habla de nación americana:

tiene la noción etimológica y tradicional refe-rida a los nacidos en el mismo suelo, en lamisma patria. De aquí deriva una identidadpropia de esta nación americana, diversa dela nación española. Esta nación americanatoma las armas para liberarse de la tiranía.20

16 Manifiesto que el señor don Miguel Hidalgo yCostilla, generalísimo de las Armas Americanas, yelecto por la mayor parte de los pueblos del reyno paradefender sus derechos y los de sus conciudadanos, haceal pueblo, en González, Procesos, 1953, pp. 245-249.

17 A los nacidos en América, en Herrejón, Hi-dalgo, 1987, pp. 262-266.

18 Informe de Hidalgo a Riaño sobre el obstácu-lo que representan los europeos para la causa, en ibid.,p. 211.

19 Esta acepción se utilizó hasta 1884, pues a par-tir de ese año el Diccionario de la lengua española definenación como: “Estado o cuerpo político que reconoceun centro común supremo de gobierno”. Y tambiéncomo “Territorio que comprende aun sus individuos,tomados colectivamente”. O “conjunto de habitan-tes de una provincia, país, o reino.”

20 Herrejón, “Hidalgo”, 2004, p. 285.

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EL LIBERALISMO EN LA INSURGENCIA NOVOHISPANA 15

Nosotros agregamos que el caudilloestá reivindicando la soberanía para lanueva nación, cuestión que se quiere negarpor la historiografía reciente. En los docu-mentos que venimos comentando quedaclaro que la América (llamada poste-riormente mexicana) quería ser un paísdiferente de España, reivindicando susderechos a constituirse jurídicamente ennación, algo que ya era en los hechos perose carecía de un estatuto político propio.

En efecto, durante los primeros mesesla lucha insurgente careció de una cons-titución. No obstante, se sientan las basesen esa dirección cuando Hidalgo en sumanifiesto les dice a los americanos quecon la unión de ellos “la guerra está con-cluida, y nuestros derechos a salvo”. Y rea-liza la siguiente propuesta:

Establezcamos un Congreso que se com-ponga de representantes de todas las ciuda-des, villas y lugares de este reino, queteniendo el objetivo principal de mantenernuestra santa religión, dicte leyes suaves,benéficas y acomodadas a las circunstanciasde cada pueblo.

Añade que los representantes gober-narían moderando la devastación del reino,la extracción de su dinero, “fomentaránlas artes, se avivará la industria”.21 Nocabe duda de que estas palabras tienenuna gran influencia del pensamiento ilus-trado y liberal.

Asimismo, este proyecto independen-tista traía consigo una serie de reivindi-

caciones sociales dirigidas a mejorar lascondiciones de los sectores más desposeí-dos de la sociedad novohispana que, porcierto, conformaban la base principal delejército insurgente. En esa dirección seencuentran los bandos que, por instruc-ciones de Hidalgo, promulgaron Anzo-rena,22 Rayón23 y Morelos,24 así como losfirmados por el cura de Dolores en Gua-dalajara en diciembre de 1810.25 Todosellos abolían la esclavitud, las castas, eltributo indiano.

Por último, es pertinente referirse alsignificado que tuvo el empleo de la figuradel rey Fernando VII por parte de los ini-ciadores de la revolución insurgente. Estacuestión es relevante, ya que se ha con-vertido en el argumento principal para loshistoriadores que afirman que la revolu-ción que inicio Hidalgo no quería la inde-pendencia de Nueva España, sino que úni-camente buscaba establecer un gobiernoautónomo con respecto a la metrópoliespañola.26 Para otros estudiosos, el hechode que la causa insurgente utilizara la

21 Manifiesto que el señor don Miguel Hidalgoy Costilla, generalísimo de las Armas Americanas, yelecto por la mayor parte de los pueblos del reyno paradefender sus derechos y los de sus conciudadanos, haceal pueblo, en González, Procesos, 1953, pp. 245-249.

22 José María Anzorena ordena la abolición de laesclavitud y de los tributos, en Herrejón, Hidalgo,1987, pp. 216-217.

23 Me refiero al conocido Bando de Tlalpujahuadel 23 de octubre de 1810, véase Primera procla-ma del licenciado Ignacio Rayón, en Herrejón, Inde-pendencia, 1985, pp. 235-236.

24 Bando de Morelos suprimiendo las castas y laabolición de la esclavitud, 17 de noviembre de 1810,en Lemoine, Morelos, 1991, doc. 5, pp. 162-163.

25 Los bandos, nombramientos, cartas, oficios sig-nados por Hidalgo son compilados por Herrejón,“Escritos”, 2007.

26 Virginia Guedea es la principal defensora deesta interpretación que, por cierto, actualmente tienemuchos seguidores. Uno de sus trabajos más recien-tes que contó con un amplio tiraje es Guedea, “Inde-pendencia”, 2010, pp. 147-162.

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figura del rey se debió a la necesidad deenmascarar las verdaderas causas del movi-miento iniciado en Dolores en 1810, queera la independencia.27 Marco AntonioLandavazo, por su parte, le ha dedicadoun extenso estudio a este problema utili-zando un enfoque novedoso relacionadocon el imaginario de los novohispanos deaquella época y sostiene que existía “unamentalidad monarquista, que penetrabael imaginario popular y que no veía otraforma posible de la autoridad que la mo-nárquica”.28 Recientemente Carlos Herre-jón, interesado en investigar las versionesexistentes sobre el Grito de Dolores, en-contró al examinar los escritos de Hidalgoque las menciones al rey “no ocupan elprimer plano y se asocian al resumen endefensa de la religión”.29 Fue en las pro-clamas anónimas, afirma Herrerón, queincluyeron frecuentemente el nombre deFernando VII. Para este historiador,Hidalgo era consciente de que

amplios círculos de la insurgencia seguíanaclamando al rey, y aunque él omitiera men-cionarlo en todo el resto de sus escritos insur-gentes, y hablara de la independencia abso-luta frente a sus allegados, le interesabasobremanera mantener la adhesión de sustropas, entre las que seguía habiendo nopocos para quienes la figura del rey seguíasiendo venerable.30

No cabe duda de que la interpretaciónque sostiene que el 16 de septiembre seinició la lucha por la independencia essólida y se sostiene al analizar los hechos

de aquella época. Sin embargo, por lo que atañe a la figura de Fernando VII, mepermito presentar una propuesta que, aun-que requiere una reflexión mayor, laexpongo brevemente. En mi opinión, lainclusión del rey español se debe a que seestá concibiendo una monarquía consti-tucional como forma de organización delnuevo Estado.31 Esta propuesta no le quitael carácter revolucionario a la lucha insur-gente, ni entra en contradicción con suobjetivo independentista, pues se preten-día romper la dominación española peroteniendo en el poder ejecutivo a un rey Bor-bón, que además se encontraba prisioneroen territorio francés. Modelos de monar-quía constitucional se habían exploradoen otras partes de la América española,por ejemplo, en Buenos Aires, cuando lospatriotas independentistas propusieronque gobernara Carlota Joaquina, princesade Portugal y hermana de Fernando VII.Además, no hay que olvidar la experien-cia de la revolución francesa que inicial-mente estableció ese modelo monárquico,para después instaurar la república.

PRIMERAS PROPUESTAS DEL ESTATUTOPOLÍTICO Y JURÍDICO, 1812

La necesidad de contar con un gobiernorepresentativo que asumiera la soberaníanacional se llevó a la práctica el 19 deagosto de 1811, un mes después del fusi-lamiento de Hidalgo en Chihuahua. Unareunión de militares insurgentes reunidosen Zitácuaro estableció la Suprema Junta

27 Lemoine, Morelos, 1990, p. 118.28 Landavazo, Máscara, 2001, p. 163.29 Herrejón, “Versiones”, 2009, p. 53.30 Ibid.

31 El único historiador que sostiene esta idea esArnaldo Córdova, aunque desafortunadamente no ladesarrolló, pues únicamente la enunció. Véase su pró-logo al libro de García, Ideario, 1992, p. 14.

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Nacional Americana. En el bando publi-cado para informar de su erección, seencuentran varios elementos que permitenexplicar por qué en ese momento se reu-nieron las condiciones políticas necesariaspara formar el gobierno insurgente. Unade ellas atañe a la ausencia de Hidalgoquien, recordemos, había sido nombradopara defender los derechos de la nación.Así, el bando inicia señalando: “la falta deun jefe supremo, en que se depositara laconfianza de la nación, y a quienes todosobedeciesen nos iba a precipitar en la másfunesta anarquía”. Por ello se mencionaque, ante su ausencia, y para impedir laanarquía del movimiento así como para

llenar las ideas adoptadas por nuestrogobierno y primeros representantes de lanación se ha considerado la absoluta nece-sidad de erigir a un tribunal a quien se reco-nozca por supremo y a quien todos obedez-can que arregle el plan de operaciones entoda nuestra América y dicte las provi-dencias oportunas al buen orden político yeconómico.32

De esta manera se llevó a la prácticala idea de Hidalgo de establecer un “Con-greso que se componga de representantesde todas las ciudades, villas y pueblos ylugares de este reino”.33 Sin embargo, nofue posible integrar la Junta de Zitácuarocon la representación propuesta por el cau-

dillo, sino por individuos nombrados porlos principales jefes del movimiento.Seguramente las propias circunstancias dela guerra explican la imposibilidad de rea-lizar elecciones en los territorios ocupa-dos por los insurgentes. No obstante, laelección de los vocales, además de haberseefectuado en una reunión que contó con laasistencia de destacados líderes rebeldes,recayó en individuos que tenían represen-tatividad entre las filas insurgentes queoperaban por distintos rumbos del cen-tro-sur de Nueva España, escenario prin-cipal de la revolución.34

El significado político más relevantede la instauración de la Junta de Zitácuarofue el hecho de que esta se declarara sobe-rana. Así lo comprendieron muy clara-mente las autoridades novohispanas, puesun mes después de la formación del go-bierno insurgente Félix María Callejaescribió una proclama contra los cabeci-llas que “componen una junta nacionalestablecida” en Zitácuaro, ya que

este reino no tiene ni reconoce otra junta queel supremo Congreso nacional reunido enCortes […], ni otra autoridad que la quedimanada del mismo Congreso soberano, estádepositada en el excelentísimo señor virreyde estos reinos don Francisco Javier Venegas.35

32 Bando estableciendo la primera Junta Nacionalen Zitácuaro, 21 de agosto de 1811, en Torre, Cons-titución, 1978, pp. 207-208.

33 Manifiesto que el señor don Miguel Hidalgoy Costilla, generalísimo de las Armas Americanas, yelecto por la mayor parte de los pueblos del reynopara defender sus derechos y los de sus conciudadanos,hace al pueblo, en González, Procesos, 1953, p. 248.

34 La junta quedó integrada por tres vocales,Ignacio Rayón, José Sixto Berdusco, en representa-ción de Morelos, y José María Liceaga. Para conocerlos nombres de los jefes insurgentes que asistieron asu constitución y la votación para elegir a sus vocales,véase Bando sobre la erección de la primera JuntaNacional de Zitácuaro, 21 de agosto de 1811, enTorre, Constitución, 1978, doc. 13, pp. 209-210. Parael examen detallado de la actividad de este gobierno,véase Guzmán, Suprema, 2011.

35 Proclama de don Félix María Calleja en Gua-najuato, contra la instalación de la Junta de Zitácuaro,

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Más adelante, el 3 de junio de 1812, elCabildo catedralicio de México publicóun edicto prohibiendo el periódico El Ilus-trador Nacional porque este informaba quese le había otorgado la soberanía a “unajunta o conciliábulo infame, compuestade hombres traidores al rey, desobedientesa la Iglesia, perturbadores de la pazpública”.36

Vocero de la junta insurgente, esteperiódico fue editado por el padre Cos enel Real de Minas de Sultepec. El Cabildoseñaló que varios ejemplares de esa publi-cación estaban circulando en la capital delvirreinato y que por ese medio se ente-raron de que los insurgentes habían ins-taurado un gobierno soberano. Con esadecisión, en opinión del Cabildo, se habíacalumniado al virrey, pues este, “repre-senta la majestad verdaderamente legítimay soberana del señor don Fernando VII,debe ser religiosamente venerado por loshijos de la Iglesia de Jesucristo”.37

Si bien los insurgentes habían dado unpaso muy relevante al establecer un go-bierno soberano, necesitaban avanzar enla conformación de su estatuto político yjurídico, la Constitución, como lo men-cionaban en sus escritos. En este sentido,en el año de 1812 se dieron a conocer dosescritos que, en nuestra opinión, son muyimportantes para comprender el proyectode los insurgentes. Se trata del Plan de pazy guerra de José María Cos, y los Elementosconstitucionales de Ignacio Rayón. El pri-mero fue publicado logrando una ampliadifusión, mientras que el segundo fue es-crito para ser discutido con José María

Morelos y demás líderes insurgentes. Deambos documentos, reiteramos, única-mente se examinará lo concerniente a lasbases políticas y jurídicas del futuro Es-tado independiente.

Por lo que respecta al primero, noscentraremos en el Plan de paz.38 Teniendocomo fundamento los “principios eviden-tes del derecho público y natural”, Cosreitera que “la soberanía nacional resideen la masa de la nación”, principio que,como vimos, estaba establecido desde1810 por Hidalgo. El siguiente postuladoes de la mayor importancia para nuestrospropósitos ya que expresa claramente elmodelo de monarquía constitucional pro-puesto hasta entonces por los insurgen-tes. Así, escribe que: “España y Américason partes integrantes de la monarquía,sujetas al rey, pero iguales entre sí y sindependencia o subordinación de una res-pecto a la otra”. De esta manera, los insur-gentes concibieron que el rey Borbón seríacompartido por ambas naciones, pero estasserían independientes una con respecto ala otra. Por esta razón, y ante la ausenciadel rey, Cos señala que “ningún derechotienen los habitantes de la península paraapropiarse la suprema potestad, y repre-sentar la real persona en estos dominios”.De ahí se explica que para los rebeldesfueran nulas “todas las autoridades dima-nadas de este origen”, como las Cortes deCádiz que gobernaban el imperio españolen nombre de Fernando VII; por ello elconspirar contra ellas la nación americanano hacía “más que usar de su derecho”.Además, el modelo de monarquía cons-titucional está presente cuando Cos escribe

28 de septiembre de 1810, en Torre, Constitución,1978, doc. 15, pp. 212-213.

36 Gómez y Tovar, Censura, 2009, p. 85.37 Ibid.

38 Manifiesto que el doctor Cos dirigió a los espa-ñoles radicados en América, y “Planes de Paz y Gue-rra” con que los acompañó, en José, 1996, pp. 23-24.

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que una vez declarada y sancionada laindependencia “todos los habitantes deeste suelo, así criollos como europeos,constituyan indistintamente una naciónde ciudadanos americanos, vasallos deFernando VII, empeñados en promover lafelicidad pública”.39

El Plan de paz no ha merecido un exa-men detallado,40 a pesar de que desde ha-ce mucho años José Miranda lo calificócomo “parteaguas en el pensamiento in-surgente”. Sin embargo, para ese autor elmencionado parteaguas se debió a que Cosrecurrió a los “principios democráticos-liberales con que en Cádiz se abrió nuevocauce a la nación española” y, en conse-cuencia, se habían abandonado los argu-mentos de los iniciadores de la lucha, quese basaban en las antiguas leyes, la cons-titución tradicional del imperio español.41

De esta forma, este historiador no con-cede que el pensamiento de Hidalgo estu-viera influido por las ideas liberales. Noobstante reconoce que cuando Cos hablade independencia, esta es concebida en losmismos términos establecidos desde unprincipio por los insurgentes, a saber: laindependencia es con respecto al gobiernopeninsular, “más no la independencia conrespecto al soberano” español.42 Mirandano logró ver que el Plan de paz establece lamonarquía constitucional, la cual sería

encabezada (poder ejecutivo) por el reyBorbón, lo que no significaba de ningu-na manera que América dependiera deEspaña, como señala elocuentemente elpadre Cos.

Para Ernesto Lemoine –a quien debe-mos la compilación de la obra de Cos– enel Plan de paz, su autor se declara “fernan-dista a carta cabal”. Esta caracterizaciónexpresa cómo el maestro Lemoine tam-poco advirtió que los insurgentes estabanproponiendo la monarquía constitucionalcomo modelo de organización para elnuevo Estado mexicano. Situación quellevó a este historiador a afirmar que “laindependencia era incompatible con Fer-nando VII”.43 Esta aseveración no se sos-tiene, pues finalmente México logró suindependencia con el Plan de Iguala quea la vez que declaraba la ruptura con Espa-ña, proponía la monarquía constitucionalcon Fernando VII o cualquier miembrode su dinastía.

Por su parte, los Elementos constitucio-nales de Rayón tenía como finalidad dotaral movimiento de una Constitución quenormara al futuro Estado independiente,pero también atender la apremiante nece-sidad de definir normas de gobierno quepermitieran ampliar y fortalecer la autori-dad detentada por la Junta de Zitácuaro.Quizá por esta situación se trata de undocumento muy confuso, tal como lo re-conoció el mismo Rayón, pues resultócomplicado combinar en un solo textoambas cuestiones. Con todo, se trata deuna propuesta de Constitución que se so-metía a discusión entre los jefes rebeldes,especialmente interesaba la opinión deMorelos, como ya señalé.

39 Ibid.40 En un libro que aborda el pensamiento y la

acción del padre Cos, el Plan de paz es tratado apenasen dos páginas. Además, se distorsiona gravemente su contenido cuando se afirma que en ese documento,Cos “argumentaba los motivos por los cuales esta na-ción debía gobernarse por sí misma, independiente delsoberano español”, véase Jiménez, José, 1999, p. 97.

41 Miranda, Ideas, 1952, p. 259.42 Ibid., p. 260. 43 José, 1996, pp. XLVIII-XLIV.

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Si bien este documento, integrado por38 artículos, es mencionado por la histo-riografía, contamos con pocos estudios quelo hayan analizado en detalle.44 Para lospropósitos de nuestro trabajo, únicamenteexaminamos las bases y principios y deja-remos de lado las normas de gobierno ysus órganos (Consejo de Estado, capitanesgenerales y el protector nacional). Paracumplir con nuestro objetivo es pertinenteiniciar con el artículo 4° que establece losiguiente: “La América es libre, e inde-pendiente de toda otra nación”; de estaforma cobraba rango constitucional elobjetivo principal de la lucha insurgenteiniciada en 1810.45

En consecuencia con el punto anterior,el artículo 5° se refiere a la soberanía en lossiguientes términos: “La soberanía dimanainmediatamente del pueblo, reside en lapersona del señor Fernando 7º, y su ejer-cicio en el Supremo Congreso NacionalAmericano.” De esta manera se establecela soberanía popular cuyo ejercicio sedepositaba en el Congreso, principios delconstitucionalismo liberal y que se habíandibujado desde 1810. Sin embargo,resulta imprecisa y hasta cierto punto con-tradictoria la formulación de que en el rey“reside” la soberanía. En mi opinión, lainclusión del rey en este artículo se debea que se está proponiendo el modelo demonarquía constitucional, acuerdo con-cebido desde 1810 y plasmado tambiénen el Plan de paz de Cos.

Rayón es más claro cuando se refierea la división de poderes. Al respecto el

artículo 21 dice: “Aunque los tres pode-res legislativo, ejecutivo y judicial seanpropios de la soberanía, el legislativo loes inerrante [sic] que jamás podrá comu-nicarlo.” De la lectura de este artículo ydel 5° se desprende que el poder legisla-tivo será ejercido por el Supremo CongresoNacional, cuya soberanía “le es inerrante”(debemos leer inherente).46 Es decir, seestablece la supremacía legislativa sobrelos otros dos poderes, principio que estarámejor formulado en la Constitución deApatzingán. Como en los Elementos seomite estatuir las atribuciones del poderejecutivo y por quién estaría conformado,esta laguna ha dado lugar a que los es-tudiosos de este texto tengan diversasinterpretaciones al respecto, cuestión queveremos más adelante. Por ahora es perti-nente pasar a examinar la integración delpoder legislativo.

En el artículo 7° se norma que el Su-premo Congreso Nacional –órgano quecomo vimos ejerce la soberanía nacional–se integraría con cinco vocales

nombrados por los representantes de las pro-vincias; mas por ahora se completará alnúmero de vocales por los tres que existen envirtud de comunicación irrevocable de lapotestad que tienen, y en cumplimiento delpacto convencional celebrado por la naciónen 21 de agosto de 1811.

De esta manera, el Supremo CongresoNacional por el momento estaría inte-grado por los miembros de la Junta esta-blecida en Zitácuaro en 1811, y los tres

44 Uno de ellos es el de Morgado, “Beneficio”,2010.

45 Elementos constitucionales circulados por el se-ñor Rayón, 4 de septiembre de 1812, en Hernández yDávalos, Historia, 1985, t. VI, doc. 232, pp. 199-202.

46 Recientemente se ha realizado una transcrip-ción de este documento en donde se corrige la pala-bra inerrante por inherente, véase Guzmán, Suprema,2011, p. 332.

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vocales electos en aquella ocasión IgnacioRayón, José Sixto Berdusco y José MaríaLiceaga permanecerían también en el ejer-cicio de las funciones legislativas. En esteartículo se hace evidente que Rayón estápensando en las circunstancias presentesdel gobierno insurgente y no únicamenteen concebir el estatuto político y jurídicodel Estado independiente.

Esta misma situación explica por quéRayón en algunas ocasiones utiliza el término Junta para referirse al SupremoCongreso Nacional, cuestión que hace másdifícil la comprensión de esa propuestaconstitucional.47 Además, atento al ofre-cimiento de Hidalgo, introduce otra figu-ra: “los representantes de las provincias”,cuya función consiste en nombrar alSupremo Congreso Nacional (artículo 7°).No obstante, más adelante se le otorga alos representantes funciones hacendarias(artículo 15) y también deliberativas du-rante las sesiones del poder legislativo(artículo 18).48

Regresando a la cuestión del poder eje-cutivo, para Ernesto de la Torre Villar estepoder sería detentado por varios órganos:El Supremo Congreso Nacional, el Con-

sejo de Estado y el Protector Nacional.49

Para Moisés Guzmán es este último elencargado del poder ejecutivo, aunquereconoce que “Rayón no lo especifica cla-ramente”.50 Para Marina Morgado –queha estudiado con detenimiento la figuradel Protector Nacional–, no hay en losElementos nada que permita sostener laconclusión de Guzmán, pues las faculta-des de este Protector se inscriben princi-palmente en la esfera legislativa, teniendoel poder de iniciativa.51 Para nosotros, es-te poder, el ejecutivo, lo ejercería el reyFernando VII, por esa razón creemos queel modelo propuesto es de monarquíaconstitucional.

Considero que estas diversas interpre-taciones se explican por la misma dificul-tad que tiene el texto de Rayón al no sepa-rar las bases políticas y jurídicas de lasnormas de gobierno, las cuales se esta-blecían para enfrentar de mejor manera el presente. Por ello, y ante la ausencia delrey, en la práctica, es decir, al margen dela propuesta constitucional, las funcionesdel poder ejecutivo recaían en la Junta,llamada en los Elementos Supremo Con-greso Nacional. Pues no hay que olvidarque las funciones legislativas y ejecutivaslas ejercía la Junta de Zitácuaro. La mismasituación también explica que en la pro-puesta de Rayón queda como interrogantecómo se integraría el poder judicial, puesestas funciones también las detentaba lamisma junta.

En resumen, a pesar de las confusio-nes, omisiones y ambigüedades de losElementos, se trata de un intento por dotar

47 Un ejemplo lo tenemos en el artículo 13, quese refiere a los vocales del Supremo Consejo Nacionalque a la letra dice “Las circunstancias, rentas y demáscondiciones de los vocales que lo sean y hayan sido,queda reservado para cuando se formalice la cons-titución particular de la Junta, quedando sí, comopunto irrevocable, la rigurosa alternativa de las pro-videncias.”

48 Este artículo dice: “El establecimiento y dero-gación de las leyes, y cualquier negocio que interesea la nación, deberá proponerse en las sesiones públi-cas por el Protector Nacional ante el Supremo Con-greso en presencia de los representantes que prestaronsu ascenso, o descenso; reservándose la decisión a laSuprema Junta a pluralidad de votos.”

49 Torre, Constitución, 1978, pp. 428-429.50 Guzmán, Junta, 1994, p. 102.51 Morgado, “Beneficio”, 2010, p. 144.

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al movimiento de un estatuto jurídico ypolítico; lleva al papel las ideas centralesdel plan original de la insurgencia basadoen lo siguiente: la independencia con res-pecto a España; la soberanía popular, lacreación de un Congreso con representan-tes de las provincias y la monarquía cons-titucional como forma de organización delfuturo Estado independiente.

Es evidente que esta propuesta deconstitución está inspirada en algunosprincipios básicos liberales, aunque dejede lado otros como, por ejemplo, la defi-nición de la ciudadanía. Desde luego queeste documento, como otros escritos porlos insurgentes, combina tanto conceptosliberales como los provenientes del dere-cho tradicional español (ejemplo el Pro-tector Nacional), los cuales en este trabajono nos propusimos abordar. Sin embargo,esta combinación no debe extrañar, menososcurecer el planteamiento general de lalucha rebelde que es la independencia yla construcción de un Estado soberano,aunque este adopte el modelo de monar-quía constitucional.

Cuando Morelos leyó esa propuestaescribió a Rayón una carta fechada el 7 denoviembre de 1812. En ella mencionó quelos Elementos con poca diferencia eran “losmismos que conferenciamos con el señorHidalgo”. Estas palabras demuestran lacontinuidad existente entre ese documentoy las ideas expresadas en 1810. En lamisma carta, sin embargo, Morelos rea-liza una nueva proposición que salía delguión de 1810. En efecto, haciendo refe-rencia al artículo 5° de los Elementos escri-bió: “por lo respectivo a la soberanía delseñor don Fernando VII, como es tanpública y notoria la suerte que le ha cabidoa este grandísimo hombre, es necesarioexcluirlo para dar al público la Consti-

tución”.52 Esta modificación no era dedetalle, sino expresaba un problema polí-tico de la mayor importancia: abandonarel modelo de monarquía constitucionalpara implantar el republicanismo en elnuevo Estado independiente. Este viraje,que algunos historiadores lo han califi-cado como radical, en mi opinión es resul-tado del desarrollo de la lucha insurgentey de su pensamiento político. Esta pos-tura de Morelos expresada en 1812 se harárealidad un año después.

DE LA MONARQUÍA CONSTITUCIONALA LA REPÚBLICA

El año 1813 fue de gran trascendenciapara la revolución insurgente, pues logróformar un Congreso integrado por repre-sentantes de las provincias. Las discrepan-cias políticas que se presentaron por partede los miembros de la Junta fundada en1811 fue una coyuntura que facilitó darese paso. En efecto, para solucionar esosproblemas, dotar al movimiento de ungobierno fuerte y avanzar en la elabora-ción de la Constitución, el Congreso reu-nido en Chilpancingo el 14 de septiembreinauguró sus sesiones. El hecho de que el6 de noviembre esa asamblea hiciera ladeclaración formal de independencia dela América mexicana, ha llevado a algunoshistoriadores a sostener que en ese mo-mento se inicia la lucha por la emancipa-ción, pues, según ellos, los años anterioresla insurgencia no tenía ese propósito sinoúnicamente establecer un “gobierno autó-

52 Carta personal a Rayón, Morelos ratifica lasobservaciones que hizo a los Elementos de la Constitución,7 de noviembre de 1812, en Lemoine, Morelos, 1990,doc. 41, pp. 227-228.

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nomo” con respecto a la metrópoli. Conello, consideramos, se distorsionan loshechos históricos que se iniciaron en 1810y no se comprende el proyecto político delos insurgentes, ni el largo proceso de lalucha por la independencia que concluyóen 1821.

El documento más importante presen-tado en el Congreso de Chilpancingo,como se sabe, fue los Sentimientos de lanación, escrito por Morelos.53 En él se for-mulan de manera más clara algunos artí-culos de los Elementos constitucionales deRayón como lo concerniente a declarar laindependencia, la soberanía nacional y la división de poderes, la supremacía dellegislativo sobre los otros dos poderes,entre otras cuestiones. Aquí se elimina elnombre de Fernando VII, propuesta rea-lizada por Morelos desde 1812, diferen-cia sustancial con respecto al documentode Rayón. Además, en los Sentimientos sereiteraron los decretos emitidos en 1810concernientes a la abolición de la esclavi-tud y de las castas. También se ordenabaal Congreso que dictara leyes que obli-guen a moderar la “opulencia y la in-digencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costum-bres, alejando la ignorancia, la rapiña y elhurto”. Con estos lineamientos políticos ysociales, el Congreso aprobó redactar unaConstitución, tarea que fue asignada avarios miembros de ese órgano.54

Esta Constitución, que recibió el nom-bre de Decreto constitucional para la libertadde la América mexicana, fue promulgada enApatzingán en octubre de 1814; es, sinduda alguna, el documento político y jurí-dico más sólido generado por los insur-gentes. En él se establece la repúblicacomo forma de organización del nuevoEstado independiente, pues además deque estatuye la división de poderes (legis-lativo, judicial y ejecutivo), consigna queeste último, llamado Supremo Gobierno,sería elegido por el legislativo. Esta es unacaracterística esencial que distingue almodelo republicano con respecto al mo-nárquico, pues en este se accede al poderejecutivo por derechos hereditarios.55 Deesta Carta Magna únicamente nos inte-resa examinar la impronta que en sus prin-cipios básicos dejó el liberalismo y másespecíficamente la filosofía política deRousseau.56

Esta impronta la comprendió muy bienla Inquisición de México cuando en 1815prohibió la Constitución de Apatzingán

53 Versión original de los “Sentimientos de lanación”, el clásico texto político de Morelos, leídopor su secretario en la apertura del Congreso, 14 deseptiembre de 1813, en ibid., doc. 110, pp. 370-374.

54 Ernesto Lemoine afirma que previamente a lainstalación del Congreso, el fraile Vicente Santa Maríahabía remitido a Morelos un proyecto de Constitu-ción que fue utilizado para escribir la versión final

del código de Apatzingán. También menciona queCarlos María de Bustamante había elaborado otroproyecto constitucional. Sin embargo, ambos docu-mentos no se han localizado. Véase Lemoine, “Zitá-cuaro”, 1963, pp. 419-420.

55 Aquí es pertinente proporcionar la definiciónde república. “En la moderna tipología de las formasde Estado el término r. se opone a la monarquía: enesta el jefe de Estado accede al sumo poder por dere-chos hereditarios, mientras que en la primera el jefedel Estado, que puede ser una sola persona como uncolegiado de más personas (Suiza), es elegido por elpueblo directa o indirectamente (a través de asam-bleas primarias o secundarias)”. Véase Bobbio,Diccionario, 1985, pp. 1433-1435.

56 Esta influencia está estudiada en Miranda, Ideas,1952, pp. 349-364; Reyes, Liberalismo, 1988, t.1, pp. 23-30, y Sánchez, Rousseau, 2011, pp. 54-61.

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porque estaba inspirada en “las máximasrevolucionarias de Hobbes, Rousseau yotros llamados filósofos”. Para refutarlaescogió únicamente seis artículos de los242 que la conforman, pues esgrimió queno podía detenerse en señalar todos y cadauno de los “crasísimos errores que con-tiene ese infernal papel”.57 Entre los ar-tículos seleccionados por la Inquisición seencuentra el 2°, 4° y 5° que correspon-den al capítulo De la soberanía. En ellos esnotable cómo se utilizan los conceptosroussonianos de “soberanía” y “voluntadgeneral”. Así, el artículo 2° define la sobe-ranía como: “la facultad de dictar leyes yestablecer la forma de gobierno que másconvenga a los intereses de la sociedad”. El4° menciona que todos los ciudadanosunidos voluntariamente en sociedad “tie-nen derecho incontestable a establecer elgobierno que más les convenga, alterarlo,modificarlo y abolirlo totalmente cuandosu felicidad lo requiera”. Y el 5°, un ar-tículo central de este capítulo, textual-mente dice: “Por consiguiente, la sobera-nía reside originalmente en el pueblo, ysu ejercicio en la representación nacionalcompuesta de diputados elegidos por losciudadanos bajo la forma que prescriba laConstitución.”58

El pensamiento de Rousseau tambiéndeja su huella en los artículos 18 y 20–censurados explícitamente por la Inqui-sición– ambos pertenecen al capítulo IV

De la Ley. El primero define que: “La leyes la expresión de la voluntad general enorden a la felicidad común: esta expresiónse anuncia por los actos emanados de larepresentación nacional.” Y el segundoestablece que: “La sumisión de un ciuda-dano a una ley que no aprueba, no es uncomprometimiento de su razón ni de sulibertad; es un sacrificio de la inteligen-cia particular a la voluntad general.”59

El último artículo escogido por la In-quisición fue el 24 que encabeza el capítu-lo V intitulado De la igualdad, seguridad,propiedad, y libertad de los ciudadanos, que ala letra dice:

La felicidad del pueblo y de cada uno de losciudadanos consiste en el goce de la igual-dad, seguridad, prosperidad y libertad. Laíntegra conservación de estos derechos es elobjeto de la institución de los gobiernos, yel único fin de las asociaciones políticas.60

De esta manera, se proclamaban enApatzingán los derechos fundamentalesdel hombre, reivindicados en todas par-tes por el liberalismo de la época.

Para finalizar con la apreciación gene-ral que sobre la Constitución insurgentetuvo la Inquisición, mencionaremos que laconsideró peligrosa porque proponía“mudar el gobierno monárquico en repu-blicano”. Esto último refleja que el SantoOficio comprendió muy bien que el mo-delo propuesto por los insurgentes para elnuevo Estado mexicano era el sistemarepublicano, asunto que hoy en día confrecuencia se olvida.

La Constitución de Apatzingán, comose sabe, no tuvo buenas condiciones polí-

57 Gómez y Tovar, Censura, 2009, pp. 90-93. Lasreferencias que en adelante citamos sobre la censurainquisitorial a la Constitución de Apatzingán provie-nen de estas páginas.

58 Decreto constitucional para la libertad de laAmérica mexicana, sancionado en Apatzingán el 22de octubre de 1814, en Torre, Constitución, 1978, doc.86, pp. 380-402.

59 Ibid.60 Ibid.

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ticas para llevarse a la práctica en el terri-torio dominado por los insurgentes, puesun año después de su promulgación lalucha independentista entró en una fasede dispersión. Sin embargo, ella repre-sentó el proyecto político nacional másacabado y aprobado por los insurgentes,quienes a la par que deseaban la rupturacon España, elaboraron una visión defuturo para la nación y el nuevo Estadoque querían construir, basado en la aspi-ración utópica de lograr la igualdad y jus-ticia sociales. En esto último radica unadiferencia relevante del liberalismo insur-gente con respecto a otros liberalismos,como el gaditano y el del Estado mexi-cano que surgió a partir de 1821.

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