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gracias

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Ceutnoe scrito por una alumna de 5º de E. Primaria del colegio Virgende la Cabeza

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5º de E. Primaria Colegio Virgen de la Cabeza

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En la ciudad de Madrid vivía una niña llamada Valeria. Todos los domingos iba a comprar el periódico a su padre. Ese día, en la puerta del estanco había un hombre de apariencia un poco extraña, pero a Valeria le llamó la atención y se acercó. Era una persona agradable y con una vestimenta rara.

Tenía papeletas de un sorteo de un extraño premio. Como sólo valía un euro, Valeria pensó por un momento y se miró en el bolsillo, tenía cincuenta céntimos que le habían sobrado del periódico y otros cincuenta que tenía ella. Y se preguntó:

-¿Por que no pruebo?, igual me toca algo. Así que compró una papeleta, y se fue para su casa.

Valeria se metió la papeleta en el bolsillo de la cazadora.Y allí estuvo guardada toda la semana, porque esa cazadora, era

la única que tenía para salir los domingos, no tenía mucha ropa pues eran cuatro hermanos.

Al domingo siguiente fue a comprar de nuevo el periódico y cual fue su sorpresa: había un cartel con el número premiado del sorteo. En ese momento

Se acordó de la papeleta y la sacó. Cuando la vio se puso a chillar porque era su papeleta la premiada, aunque no sabía lo que le había tocado.

-¡Aaaaaaaahhhhhhhhh!-gritó Valeria.Todo el mundo se volvió hacia ella y le preguntaron: -¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?Valeria contestó:-Que me ha tocado algo, pero no se el que.Valeria se fijó en el cartel y vio que había que llamar a un número

de teléfono para ponerse en contacto, si quería conseguir el premio.Valeria se fue a su casa corriendo, le dio el periódico a su padre y

le contó lo que le había pasado.

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Su padre no le hizo demasiado caso pero al ver que Valeria se puso a llorar dijo:

-Bueno, dame que la miro, a ver de que se trata.-¡Menos mal! Para una cosa que me toca, vamos a mirar por lo

menos que es.Sollozó Valeria.Al final llamaron al número, salió un contestador automático que

daba una dirección y decía que si era menor de edad, tenía que ir acompañada de un adulto. Y que se trataba de un viaje.

Al día siguiente los padres de Valeria fueron a aquella dirección, aunque no se fiaban mucho.

Allí había un hombre en un despacho, que era el mismo hombre que vendía las papeletas, y también había otras cuatro personas premiadas, y además con el mismo número que yo, ¿Cómo podía ser eso?, ¡Aquí hay gato encerrado! -se preguntó Valeria.

El hombre, nos saludó y se presentó muy cortésmente, se llamaba Domingo ¡Que casualidad que yo también ganara el premio el domingo! -pensó Valeria. Parece que el destino me quería decir algo.

El hombre les dijo a todos de lo que se trataba el premio, se quedaron todos un poco boquiabiertos.

Los padres se fueron a casa con Valeria y estuvieron hablándolo, pero ellos no podían ir por que el padre tenía que trabajar y la madre tenía que cuidar de los

Otros dos hermanos pequeños. Y cómo Valeria sólo tenía doce años no podía ir sola, hasta que se les ocurrió una idea:

-¿Por qué no va tu hermana?-dijo la madre.-¡Es verdad Victoria ya tiene dieciocho años!, puede venir

conmigo.-contestó Valeria.-Pero…es que…-dijo Victoria.-Nada de pero-contestó el padre. Haz algo por tu hermana.-Bueno, vale, de todas formas no tengo nada mejor que hacer-

contestó Victoria mascando chicle.La hermana de Valeria era una de esas chicas que le gusta ir a la

última, pero no podía comprarse tantos modelitos.Llegó ese día esperado por Valeria, pues le hizo mucha ilusión el

premio, se trataba de hacer un viaje por Madrid, visitando a gente que necesitaba cariño.

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Valeria y su hermana se presentaron, que por cierto, su hermana estrenó unos zapatos con mucho tacón, aunque a su hermana no le agradaba mucho la idea de tener que acompañarla.

Cuando llegaron vieron a los otros cuatro premiados:Había un niño mayor que Valeria, que iba con su hermano, que

se llamaba Héctor, y sería más o menos de la edad de Victoria. El hermano parecía un poco chulo.

También había una niña más pequeña que Valeria con su abuelita, que parecía estar en plena forma, pues llegó con su chándal y sus deportivas. La abuelita tenía los dientes tan blancos que servía para un anuncio de pasta de dientes.

También un papá con su hija. Al padre le faltaba un poco el pelo y parecía muy serio, pero luego era muy simpático.

Además un niño que iba acompañado de su tía. Parecían tener un buen nivel económico, la tía iba enjoyada y llevaba un perfume que te anestesiaba.

Todos montaron en un minibús, que por cierto el conductor era Domingo, el vendedor de papeletas, ¡como no!

Dentro del minibús había unas cajas que tenían unos letreros puestos.

En una ponía hospital, en otra ponía asilo y en otra más ponía orfanato.

Domingo les llevo al hospital y les dijo que fueran cogiendo las cajas que había allí. Cuando entraron en el hospital se pusieron unas pelucas y unas narices de payasos, fueron a jugar con ellos para que se rieran y se lo pasaran bien. Los niños se pusieron muy alegres porque no esperaban aquella visita.

Luego fueron a un asilo, allí había personas de todas las clases. Había algunas que estaban enfermas o que no tenían a nadie. Allí Valeria y los demás les recitaron poesías y les regalaron rosas.

Más tarde fueron a un orfanato, allí todo el mundo trataba con mucho cariño a Domingo. Valeria se enteró por una profesora que había muy mayor, que ayudaba allí en el orfanato, que Domingo, se había criado allí.

A los niños pequeñitos les contaron cuentos y les llevaron juguetes, vieron que con pocas cosas se ponían muy contentos.

Cuando acabaron subieron de nuevo al minibús, pero esta vez fueron al lugar donde había quedado para empezar el viaje.

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Allí Domingo les dio las gracias:-Muchas gracias, a todos- dijo Domingo satisfecho.-¡Lo hemos hecho con mucho gusto!-contestó la abuelita.Se sentían como cuando tienes ganas de comerte un helado

fresquito y te lo comes, se sentían muy bien.Hasta Victoria, que venía con unas rozaduras de los zapatos

nuevos, estaba contenta y además había hecho mucha amistad con Héctor, el hermano del otro niño que también participó.

En fin entre todos ellos, hicieron una buena amistad y quedaron para juntarse algún día.

Cuando Valeria llegó a su casa les contó a sus padres el día tan especial que había tenido, y su hermana vino también muy contenta, pues Héctor le dio su número de móvil, a Victoria le había gustado aquel chico.

Pasaron dos días, a casa de Valeria y de los demás premiados les llegó una carta. Era de Domingo agradeciéndole el día tan agradable que le hubieran hecho pasar a esas personas, que muchas veces las tenemos olvidadas.

Pero dentro de los sobres venía un pequeño cheque que era el verdadero premio de las papeletas, que debían de cobrarlo antes de tres días y si no pasaría a una ONG. Ninguno de los participantes fue a recoger el premio. A la semana siguiente quedaron todos, también fueron los papás de Valeria, a pasar un día en el campo, pues hicieron una gran amistad.

Ese día era sábado terminaron ya tarde y muy cansados. Al amanecer era domingo y Valeria fue a comprar el periódico a su padre como de costumbre. Y allí estaba Domingo vendiendo de nuevo papeletas, con su aspecto raro pero agradable, Valeria vio como la gente se acercaba a comprar papeletas. Domingo miró a Valeria y le regaló una sonrisa, Valeria se la devolvió.

¡Y que haya que hacer sorteos para que a alguna gente se les de cariño! -pensaba Valeria mientras se comía una piruleta.

Autora: Lidia Díaz