Gramsci l 02

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  • Gramsci

  • Centro de Investigacin y Desarrollode la Cultura Cubana

    Juan Marinello

    Ctedra de Estudios Antonio Gramsci

    Gramsci

  • Edicin: Lic. Rosario Esteva y Rosario ParodiRealizacin computarizada: Rosario Parodi

    Diseo de cubierta: Hugo Vergara FernndezObra original de Marcelo Pogolotti: El cielo y la tierra, 1934.

    Centro de Investigacin y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003

    Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar suopinin por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.

    ISBN 959-242-037-8

    Centro de Investigacin y Desarrollode la Cultura Cubana Juan MarinelloAve. de Rancho Boyeros Nm. 63, Plaza de la Revolucin,Ciudad de La Habana, 10600, Cuba

  • 5Presentacin

    Al pensar en Gramsci, se me impone ante todo esa dignidadprofunda, y viene a mi mente una idea de Fichte que repeta unviejo profesor. Deca aqul, poco ms o menos, que si en un solohombre el pensamiento y la accin se funden en un todo nico,en ese hombre, y slo en l, la Filosofa ha cumplido su misin.No es necesario demostrar, en este sentido, que la Filosofa cum-pli su misin en Gramsci, cuya vida representa todo un para-digma tico.

    "Se piensa como se vive", expresa la conocida mxima, y nole falta razn. Pero no menos cierta es la aseveracin contraria:"Se vive como se piensa"; no como se dice pensar, sino comorealmente se piensa. En sentido riguroso, el pensamiento es elmodo de accin del ser humano, la serie de sus actos. Por susfrutos los conoceris--dice la mxima bblica. El pensamientode Gramsci es la serie de sus actos, su obra toda, en primer lugar,su obra como revolucionario, la obra de un comunista que en-carna la idea que l preconiza del intelectual orgnico, aquel quelate con el corazn de su clase y de su pueblo; distante, comouna galaxia de otra, del intelectual institucionalizado o de acade-mia. Son conocidos el esfuerzo y las energas que dedic a lacreacin del Partido Comunista de Italia y a la organizacin en laTercera Internacional. Si su rostro era plido como el de algunosintelectuales institucionalizados, las sombras de la crcel fueronculpables de ello.

    Gramsci es uno de los hombres infinitos del pensamientocomunista de nuestro siglo. Subrayo esta determinacin deci-

    Rubn Zardoya Loureda

  • 6siva --la de comunista-- porque tampoco Gramsci ha escapadoal desdibujamiento poltico y acadmico de la gran tormentacontrarrevolucionaria que nos azota. Todos conocemos losabusos diversos que se hacen en su nombre, all donde elpensamiento hegemnico no ha podido silenciarlo del todo, oha preferido, a travs de sus tericos de cierta izquierda resba-ladiza, mellarle todos los filos anticapitalistas y enrumbarlo,no slo contra consabidos vicios antidemocrticos de la ex-periencia histrica de construccin socialista, sino contra elpropio ideal comunista, hasta convertirlo en un mueco fun-cional al sistema de dominacin burgus.

    El Gramsci que no es nuestro se ensea en institutoselitistas donde el nombre de Carlos Marx apesta, invita a losintelectuales de academia a especular con categoras aladas ya las fuerzas revolucionarias a renunciar a la toma del poder,en nombre de la construccin de una hegemona abstracta, encondiciones ideales que no existen, ni existirn por largo tiem-po en ningn rincn del Planeta. Nuestro Gramsci es un sm-bolo del marxismo revolucionario, configura todo un modelocultural que encierra en s, de forma condensada, las poten-cias sociales y culturales de la revolucin comunista, orientala conciencia y los sentimientos hacia la idea de esta revolu-cin, y los coloca en una relacin tan estrecha con ella quehace desaparecer toda diferencia entre ambos. Nadie mejorque l para comprender la potencia colectiva y el valor socialde los smbolos revolucionarios, esos cogulos de sentidocultural que revelan a la conciencia el significado de una po-ca histrica, de una posicin de clase y de una actitud ante lavida, y que constituyen principios generales para la construc-cin de este sentido, esta posicin y esta actitud.

    Pero Gramsci no es slo un monumento vivo a la dignidadhumana y un smbolo del marxismo revolucionario, sino tam-bin un pensador de talla singular.

    En tiempos de calma, pensaba Hegel, el espritu se ve incli-nado a concentrarse en s mismo, a hurgar en sus categoras y

  • 7formas de existencia; en cambio, en tiempos de turbulencia, elespritu se vuelca sobre la realidad e intenta comprender lascategoras que vertebran aqulla. Gramsci vive en una pocade turbulencia, estudia las categoras que la vertebran y, sinembargo, convierte el espritu en objeto permanente y casiobsesivo de su atencin. Me refiero al espritu universal yobjetivo que tiene en la actividad prctica su alfa y su omega.Distante de toda afectacin sabichosa, no slo centra su aten-cin en problemas perentorios de la prctica poltica inmedia-ta, tales como las condiciones cambiantes de la accin revolu-cionaria y las formas de organizacin de la vanguardia comu-nista, sino tambin con un detenimiento admirable (cada frag-mento de sus escritos parece el centro de su vida y de suobra), en cuestiones tan diversas como la Historia de la Filo-sofa y del Pensamiento Poltico, el arte, la religin, la culturaen sentido amplio, la historia en el significado tradicional dehistoria de la poltica.

    Su obra es un ejemplo acabado de lo que podemos llamarun marxismo creador y, si se me permite, a un tiempo anti-dogmtico y antisnobista, opuesto por igual a las corrientespoderosas --en trminos prcticos, sociales, culturales-- delmarxismo vulgar, que congela en el tiempo la teora clsica confines apologticos, y a la recepcin acrtica o semicrtica de lasmodas de turno que la burguesa promueve a travs de sus in-telectuales institucionalizados, y que suelen asumirse bajo laconsigna de la "amplitud" y la "flexibilidad" del pensamiento.

    Deca el joven Gramsci, con cierta imprecisin, que la Re-volucin de Octubre haba sido realizada contra El capital.Tena en cuenta, sin dudas, las previsiones clsicas acerca deque, en virtud de la lgica objetiva del movimiento econmi-co, la revolucin comunista habra de estallar en las condicio-nes de un alto desarrollo capitalista. Sin embargo, en estaasercin se expresa su solidaridad con la rebelda bolchevi-que ante el llamado "curso natural de los acontecimientos", lacomprensin del papel insustituible de lo que se ha dado en

  • 8llamar factor subjetivo, subjetividad, voluntad organizada,caracterstica de quienes, al decir del Che, "no se disponen aesperar a que el cadver del imperialismo pase tendido cuanlargo es por delante de la casa, y conocen que el capitalismono se muere solo, sino que es preciso matarlo". La determina-cin objetiva, cuya importancia Gramsci subraya sin descan-so, slo puede crear las condiciones necesarias para la orga-nizacin de la voluntad revolucionaria, de una subjetividadcolectiva capaz de conquistar el poder y dar al traste con elsistema de compraventa de la fuerza de trabajo.

    En esta asercin se revela tambin un poderoso pensa-miento antidogmtico, que lo identifica con Vladimir Lenin: lacomprensin de que el marxismo no vive desligado del tiempoy de que no hay crimen mayor para la prctica revolucionariaque la superposicin lineal de esquemas sobre los hechosconcretos y sobre la multiplicidad de situaciones que se pre-sentan ante los revolucionarios. Bien saba Gramsci que elMarxismo es mtodo, es gua para la accin, aunque no sloes eso. Slo puede ser mtodo y gua para la accin por cuan-to constituye un cuerpo terico de valor universal para lasCiencias Sociales y la prctica revolucionaria; entendida estauniversalidad no como un repertorio de frases generales, en elcual desaparece toda distincin entre la esencia y la aparien-cia, entre el fundamento y el movimiento histrico, sino comocomprensin terica de la esencia del antagonismo social y,en particular, del antagonismo social inherente al modo deproduccin capitalista. Si as no fuera, y Gramsci lo saba,nuestra tarea sera desandar sin fin el camino abierto por Car-los Marx, a contrapelo de aquella mxima formidable: Cami-nante, no hay camino, se hace camino al andar. Gramsci abricaminos con un modo de pensamiento enraizado en el pensa-miento humanista universal, de poderosa raigambre marxistay leninista; asumi con fuerza desacostumbrada la idea deque en cada momento, cada generacin, cada fuerza revolu-cionaria, estn obligadas, con el sudor de su frente, a abrir su

  • 9propio camino en la Historia, un camino en que el intelectualorgnico constituye un momento sustancial e inseparable.

    Poco importa que profesores aspticos y fantoches enar-bolen su nombre al construir nuevas esquemticas del mun-do e intentar inhibir la accin revolucionaria. Para nosotros,pensar en Gramsci, en su vida y en su obra es, en buena medi-da, pensar en la infinitud del marxismo como modo de pensa-miento y teora de la revolucin comunista; recorrer con esp-ritu rebelde esa infinitud en crculos concntricos que se abreny se cierran en el antagonismo social, en la explotacin deltrabajo asalariado y la exclusin social, en la enajenacin detodos los productos de la actividad humana con respecto asus propios productores y en la alternativa permanente quese alza ante la Humanidad desde hace siglo y medio: "Socialis-mo o barbarie".

    Tal vez no logremos decir la nueva palabra sobre nuestroGramsci. No obstante, la propia convocatoria a este Taller cons-tituye un aporte al relanzamiento del Marxismo revoluciona-rio, en medio de tanto descreimiento, tanta farndula concep-tual, tantos deslizamientos de sentido lgico, y tantas megato-neladas de papel producidas en el mundo para publicar infa-mias y tonteras, empobrecer el espritu, enterrar la esperanza,convencer a hombres y mujeres de que ste es el mejor de losmundos posibles, e inspirar un culto servil ante lo inexorable.

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    Gramsci desdeGramsci desdeGramsci desdeGramsci desdeGramsci desdeMxicoMxicoMxicoMxicoMxico

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    Por qu hablar, hoy, de subjetividad y cultura y no tanslo, o preferentemente de condiciones objetivas, de proble-mticas econmico social, de tecnodependencia, de globa-lizacin internacional? Por qu el tema de la subjetividad? oPor qu unir subjetividad y cultura, cuando el mundo que sepretende transformar es ese enorme edificio social que esthecho de materialidades tcnico-econmicas, de institucio-nes blicas --hoy terriblemente presentes-- de entramados po-lticos y econmicos, donde al parecer lo que menos importaes el mundo de la interioridad, del valor de las culturas espec-ficas, stas y diferenciadas.

    Por qu cultura y por qu subjetividad, cuando hoy lo quenos pesa, sobre todo, es la maquinaria de los sistemas en muchode los campos, a veces algunos terriblemente globalizadoresque necesitaran, tal vez, otros tantos sistemas como antdoto,pero que exigen que lleven el signo de la piedra fundamental, laestructura tcnico-econmica para no caer en idealismo espe-culativo o en subjetividad estriles? No tendr acaso subjetivi-dad y cultura un acento fuertemente idealista que alimente, unavez ms, el viejo humanismo abstracto?No nos quedaremos denuevo en el mundo de las nuevas intenciones, en esa filosofaque hermana a fin de cuentas a Marco Aurelio con eptetos, peroque olvida sus propias cadenas? No estaremos olvidando lomejor de las aportaciones del Marx, de los manuscritos y de ElCapital, aquel que nos ense uno de los materiales fundamen-tales con los que podemos construir la Historia?

    Subjetividad y Cultura:Gramsci un nuevo tipo de intelectual

    Francisco Pin Gaytn

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    Pero por qu subrayar el tema de la subjetividad, particu-larmente dentro de los marcos del pensamiento de Gramsci?No acaso el Marxismo se le ha acusado de ser una especie depan-objetivismo? No ofrece la subjetividad, como afirmanalgunos, un marcado acento idealista y ah tal vez el peligro dequedarse en ese idealismo? No se quiere coincidir Marxismoy objetividad, excluyendo la subjetividad? No se pretendeaprender la realidad social sin el concurso de sta ltima, comosi en el anlisis cientfico no desempeara tambin un papelsocial? No se ha intentado descubrir los hechos sociales yde escribirlos como si stos fuesen hechos desnudos de todaideologa?,No se ha machacado, tergiversando textos que elmtodo de Carlos Marx no parte del Hombre, ese lenguajetpicamente, por lo menos en la Universidad mexicana de losaos 70, donde entraban los chamaquitos a las aulas univer-sitarias, de mi universidad nacional y decan "la historia no lahacen los hombres, sino lo pueblos", pero marginando a nivelde lenguaje la actividad individual del Hombre quecotidianamente debe construir su propia Historia. Pero a finde cuentas el Hombre es el creador --lo dijo Gramsci--de to-dos los valores, el Hombre total del que habla tambin elfilsofo Jean Paul Sartre.

    Cuando hablamos de subjetividad, no la entendemos comola finalidad en ltima instancia de todo el quehacer humano;sino la subjetividad que es ese mismo quehacer realizado porel Hombre, en un determinado momento de su Historia y den-tro, por supuesto, de unas determinadas y fundamentales re-laciones sociales.

    Afirmamos, cuando hablamos de subjetividad, no la sim-ple oposicin entre sujeto y objeto, para resaltar el sujeto ydespus, tal vez, sufrir el peligro de quedarnos en un solipsismo,si no hablamos de la unidad de la prctica entre sujeto y sunecesario determinado objeto, algo as como la crtica que lehiciera Hegel a Kant, cuando este Kant encerraba, precisa-mente en sus a priori, en sus formalismos de la ley, en su

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    universalidad, la piedra angular de la obligacin, y tena mie-do, como dijera Hegel de mancharse las manos con los he-chos, miedo a acercarse a la objetividad, esa objetividad quellamaba Hegel es la del nio, la del sentido comn, y que, porconsiguiente, era Kant. Segn Hegel, el chiquillo que tiene lastijeras y no se atreve a cortar y, precisamente, ese ir a loshechos, ir a esa objetividad era recibir la espontaneidad de lasverdades del sentido comn, las que va a heredar y a sistema-tizar nuestro filsofo Antonio Gramsci, de esa unidad, de esasubjetividad, de ese hombre que es no fragmentado, de esehombre que integra al mundo, porque se integra con el mundopara hacer su anlisis, es lo que yo entiendo por la subjetivi-dad en sentido gramsciano.

    Cuando valoramos sta, la subjetividad, su realidad, nopretendemos separar al Hombre de sus circunstancias mate-riales de vida, de su modo de produccin correspondiente, nisera posible su estudio, sino en determinadas estructurasmateriales y stas no existen sin las instituciones y las ideascorrespondientes, unas y otras no se pueden separarmetodolgicamente; por lo menos, subrayar su unidad, es elpensamiento de Gramsci, y ya para Marx --como Marx lo escribaen La ideologa alemana.

    Cuando tratamos de valorar la subjetividad dentro del pen-samiento de Gramsci --ya que no el subjetivismo--, lo que in-tentamos es poner al Hombre en su lugar, como lo hizo elmismo Gramsci, dueo de su destino histrico; que no sola-mente padezca el pasado y sufre el embate de la objetividaddel presente, que no se presente como el tonto remolcado porla Historia, o se sienta prisionero de leyes sociales.

    Con esto no abogamos por un voluntarismo, o por unbergsonismo o, al final, por un actualismo gentiliano, tampo-co por el hombre solitario que, solitariamente, pretende hacerla Historia, ni podra hacerla. No existen los hombres solita-rios, como no existen los lenguajes individuales. Todos sonlenguajes colectivos.

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    No negamos, por otra parte, ni lo que se ha llamado ladeterminacin social de las ideas, ni, en otro orden de cosas,la cultura, como la configuracin general de los comporta-mientos aprendidos y de sus resultados, cuyos elementosson adaptados y retransmitidos por los miembros de una so-ciedad dada.

    No queremos cancelar, ni la Sociologa del conocimiento,cuando hablamos de subjetividad, ni la Sociologa de la cultu-ra; ni siquiera intentamos una filosofa de la personalidad, oun personalismo que todo se pretende explicar y encerrar elno yo en el objeto, ni que el yo sujeto devore al mundo, ni queel mundo objeto-objetividad, aniquile al sujeto yo. Ni afirmartampoco con esto que solamente las grandes ideas, un tantocroceana, hacen la Historia, ni dualismo, ni maniquesmos; loimportante en este aspecto --ya lo deca Gramsci-- es la activi-dad concreta del Hombre, ni el monismo materialista --como lafirmaba-- ni el idealista, ni materia, ni espritu, evidentementeseparados; sino, segn l, Materialismo Histrico, o sea --yaqu lo explica su concepto de Materialismo Histrico--, quees, para mi gusto, un concepto no tan feliz, porque uno ten-dra que explicar, qu entendemos por materialismo y qu en-tendemos por histrico; sobre todo el concepto de materiaentrara all en su bellsima y compleja ambigedad, peroGramsci lo dice: "...el materialismo histrico sea la actividaddel hombre-historia, en concreto, o sea aplicada a una ciertamateria organizada, fuerzas materiales de produccin, a lanaturaleza transformada por el hombre".

    Ah prcticamente est explicando dentro de su visin ro-mana, maquiaveliana, galileana, ese ir a los hechos, y los he-chos vistos de la manera en que ya se vea en la vieja univer-sidad napolitana a principio del siglo XVI, a una naturalezatransformada por el hombre, filosofa del acto, que es exacta-mente la praxis, pero no del acto puro; sino propiamente delacto impuro, o sea, real en el sentido ms profano de la pala-bra.

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    Cuando hablamos de subjetividad es el Hombre como sercreativo, como sujeto de la Historia, punto esencial de la filo-sofa de Antonio Gramsci,

    No ha sido acaso el ideal en la Historia de la filosofa,sobre todo a partir de Descartes, el dominar la Naturaleza?

    No ha sido para Carlos Marx la historia humana,retomando la frase de Giovanni Vico, la historia hecha pornosotros en oposicin a la historia natural que no hemos he-cho, y no es cierto adems lo que el mismo Vico afirmaba deque an la misma ciencia no se construa a partir del mundo,sino a partir de la tradicin, no del cosmos, sino de algo quenosotros llamamos medio artificial, un medio ya humanizado?

    No es el Hombre, siguiendo el pensamiento de Marx, ade-ms de ser un ser natural, un ser que se ha ido diferenciando dela Naturaleza y por esto mismo ha llegado a ser un ser social,llegando con esto a la vieja definicin del no ms viejoAristteles? En una palabra, lo que queremos subrayar siguien-do el pensamiento autntico de Carlos Marx y de Antonio Gramsci,es una verdad muy simple, y tal vez por esto escondida en dema-siados subterfugios academicsticos que le quitan, hasta ciertopunto su peligrosidad, que es lo siguiente:

    Que es el hombre, en su trabajo concreto, el que constru-ye a fin de cuentas la Historia. El hombre concreto dentro desus culturas, y la Historia que es la libertad del Hombre --comoescribe Gramsci-- en contra de todos los positivismos yeconomicismos, la fuerza inmanente de la Historia, que hacesaltar todo esquema preestablecido, libertad que no est porencima, ni debajo de la Historia; sino que es esa misma Histo-ria que tiene de ruptura y oposicin. Libertad que no es indivi-dualista, ni reservada a minora, ni nada ms un fenmeno inte-rior porque est basada en condiciones sociales determina-das, que postulan tambin una respuesta social de libertad.

    Libertad que no es la propia de los regmenes burgue-ses, aquella democrtica reformista ya que el estado socia-lista --segn Gramsci-- no contina el Estado burgus.

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    Aqu, obviamente, habra que aadir toda esa complejateora gramsciana sobre la sociedad civil, que hoy, inclusive,como concepto, estara demasiado actual; el problema demo-crtico de hoy es volver de nuevo a descubrir esas pequeascasamatas, esos pequeos escalones con los que Gramsci yatrataba de ir cimentando cotidianamente construyendo la trans-formacin de una sociedad y no esperar para el gran golpefinal, no esperar la catstrofe del mundo y despus como re-galo de los dioses esperar el socialismo. Gramsci, en este sen-tido, bajo el concepto de sociedad civil, bajo la gida del con-cepto hegeliano tambin de sociedad civil, pero rebasndoloy trascendindolo en su crtica al idealismo hegeliano, espe-culativo, tambin estara presente.

    Libertad, por lo tanto que es lucha, crtica, penetracincultural, que no se detiene inclusive ni en el socialismo, enuna determinada etapa, ya que la sociedad socialista no debe-r ser otra cosa --dice Gramsci-- sino la organizacin de lalibertad de todos y para todos, que no tendr ningn carcterestable y definitivo. De ah el concepto del historicismogramsciano heredado de su maestro Croce; ser una bsque-da continua de formas nuevas, de nuevas relaciones que siem-pre se adapten a las necesidades de los hombres y de losgrupos, en orden a que todas las iniciativas sean respetadas--dice Gramsci-- con tal de que sean tiles.

    El olvido del factor subjetivo con todo lo que ello implica,de las diferentes clases o estados de la conciencia, del estudiode los sentimientos, ideas, valores, por juzgarlos a veces, ele-mentos supraestructurales, en sentido peyorativos, es decir,irracionales, como idealistas, simples predicados, condujo, enocasiones, por lo menos en mi pas, a considerar algunos te-ricos marxistas el abandono de una lucha, centrada tambinen el campo ideolgico, y creo que Gramsci expres perfecta-mente bien este problema.

    Se tachaba esa lucha de subjetiva de idealismo burgus, yobviamente dejbamos el campo libre a los leones que s crean

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    en la ideologa, que s crean en la lucha de las consciencias yse apoderaban de ellas, y algunos tericos marxistas, profeso-res marxistas en contra del concepto del Hombre y de la sub-jetividad, construan un marxismo, a uso de una ctedra exclu-sivamente para escribir ciertos libros, y de una manera indirec-ta dejaban el mundo que fuese construido; de hecho, el mun-do se construye a base de la actividad concreta --como diceGramsci-- de los hombres concretos, con sus determinadasculturas y determinadas condiciones sociales.

    La creencia de que lo subjetivo, los elementos todos de laconciencia, de la cultura no eran sino resultados ms o me-nos mecnicos de la dinmica objetiva en el campo de la es-tructura econmica de la sociedad, les hizo marginal el conti-nente de la subjetividad y, especficamente, el terreno de lasideologas, no slo en su gnesis; sino sobre todo en suefectividad.

    La burguesa aprovech en aquel tiempo tal marginacin;se olvidaron las implicaciones terico-metodolgicas, polti-cas y psicolgicas de ese lado activo del conocimiento delcual hablaba Marx y se senta orgulloso de heredar de la Filo-sofa idealista.

    Por todo lo anterior, deberamos de nuevo subrayar, una vezms en la filosofa poltica de Gramsci, ese lado activo del cono-cimiento, esa perspectiva dialctico fenomenolgica existencial,no meramente antolgica vaca, no materialista en sentido, comosi el materialismo fuese una especie de continente aparte, despe-jada de todo el mundo de la interioridad y de todo el mundo dela cultura; por lo menos, se es el intento de una nueva lectura,por lo menos para m, de la obra de Antonio Gramsci.

    Creo que el insistir en la subjetividad me lleva a insistir enel otro campo importante que es la cultura.

    Cul sera la heredad de Antonio Gramsci, precisamentebajo el concepto de cultura? Aqu retoma, de una manera muyclara, la aportacin y el magisterio de ese otro filsofo italianoque, por lo menos en Mxico se olvid mucho, que es Benedetto

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    Croce. Cuntos tiempos perdidos, cuntas disquisiciones sehubieran evitado si hubisemos ledo lo que l escribi sobreHegel, sobre el esquematismo del marxismo de la SegundaInternacional, especficamente de Turatti en Italia, si hubise-mos ledo la crtica de principios de siglo del filsofo Croce?Creo que Gramsci intuy su importancia y por eso dijo: "Hayque hacer las cuentas, no slo con Hegel; sino tambin conCroce, el Papa laico en Italia." Ese Papa laico en Italia, Croce,ense tambin la lectura que Gramsci hizo de la filosofanapolitana que era exactamente la influencia hegeliana en lapennsula.

    Lo que Gramsci retoma es el valor de los hechos cultura-les, el valor del hombre individual como creador de su propiahistoria y no es mera retrica, el valor del hombre individualcomo creador de su propia historia, y aqu retomo definitiva-mente ese pleito tan grande que en Filosofa tiene Kierkegaarden contra de Hegel. Aqul ve el peligro de que la visin deHegel de hermanar el Dios cristiano con el griego, puedaperderse, segn Kierkegaard, el valor y la dimensin de loindividual, de lo particular, de lo existencialmente concreto, yobviamente all hay toda una discusin filosfica entre am-bos.

    Gramsci de una manera muy espontnea cree encerrar quelos hechos de cultura pasan siempre a travs del mundo de lareforma intelectual y moral de una sociedad. Esa frase "la re-forma intelectual y moral de una sociedad", que es concomi-tante tambin, al mismo tiempo, con una reforma econmica,de la misma sociedad lo integra en su concepto de cultura enmovimiento, y cultura, no la de los grandes escritores, sino talvez tambin, y, a veces, ms importantes --piensa Gramsci--delos medianos escritores, de los pensadores-escritores de me-diana fama; porque est consciente de que a veces los gran-des escritores tienen medios y tienen instrumentos, y tieneninfraestructuras que les permiten ser conocidos y obviamenteel que no tiene esa infraestructura se convierte en mediano

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    escritor, y Gramsci piensa que stos son demasiado importan-tes. De la misma manera que baja a beber de las culturas popu-lares.

    Si hablamos de cultura en Gramsci, su aportacin funda-mental es haber resaltado --y hoy, por lo menos, en Mxico losentimos de una manera terriblemente presente-- el problemade las culturas de los pueblos, de las culturas indgenas enparticular.

    Ese folklor, ese sentido comn, ese traspaso del sentidocomn, ese rescate de confundir, en el buen sentido de lapalabra, Filosofa o Historia o, por lo menos, de no separarfilosofa-historia y hacer que el Hombre, al estudiar la realidad,no trate de captar la Filosofa por un lado y la Historia por elotro, es herencia, definitivamente de la Filosofa, en primerlugar, Alemana y, en segundo lugar, la de Benedetto Croce,quien identific Historia con Filosofa y Filosofa con Histo-ria.

    Particularmente en Mxico, en este campo es Gramsci quienha sido sumamente rico por lo siguiente: nosotros hemos he-redado trmites de la ilustracin y trmite de los diversos plan-teamientos de las diversas planificaciones o pseudo planifica-ciones de la educacin mexicana un acentuado --mido mispalabras--, acentuado racionalismo filosfico, un acentuadosubrayar que la cultura es eminentemente racional, ms an,lo cristalizamos en un artculo importantsimo en la culturamexicana, en la Constitucin, que es el artculo tercero. Lacultura, la educacin debe ser eminentemente positiva, emi-nentemente cientfica y, es obvio, all vena todo el bagaje dela educacin racionalista europea y no de la mejor, y se viocon la crtica que haca luego la Escuela de Frankfurt, en parti-cular; despus todo el sentido de decadencia, el sentido depesimismo que leemos en las pginas de Adorno y Horkheimer.

    En la educacin mexicana cristalizada en el artculo tercerose acentuaba este racionalismo que captaba nicamente alHombre en su racionalidad, y la verdad obviamente en lo que

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    se poda captar dentro del mtodo, as llamado cientfico y, porlo tanto, el bagaje del sentido comn, de las culturas popula-res, de la religiosidad popular, qued al margen del estudio dela verdad, o del estudio de lo til, de lo positivo, de lo valiosode la cultura de los pueblos. Entre otras cosas, porque la aca-demia mexicana no ha producido relevantes estudios histri-cos, por la gran ignorancia de la mayora de los profesoresmexicanos.

    Hicimos una revolucin y pareciera que la cultura empieza dela revolucin para ac y, por eso, precisamente la politologamexicana pareciera que arranca de la casa del obrero mundial, deLombardo Toledano para ac y, obviamente no hay unapolitologa mexicana que se nutra de las tradiciones histricasde los diversos pueblos que conforman la nacin mexicana.Gramsci al identificar Historia, Filosofa y Poltica, nos lanza ipsofacto la historia de los diversos pueblos, y que la poltica no esexactamente la ciencia poltica del funcionamiento nada ms delos partidos polticos sino tambin, la ciencia poltica que implicael estudio de los fenmenos histricos. De ah, el concepto deEstado ampliado en Gramsci, el concepto de cultura poltica, y elconcepto de cultura-cultura, y el concepto tambin obviamentede eso que en Mxico, y en toda Latinoamrica es demasiadoimportante: el estudio de los fenmenos religiosos.

    Nos hace falta de nuevo poner el nfasis en este terreno, elmes pasado estuve en un Congreso en California. Particular-mente confluyeron literatos, historiadores, filsofos, novelis-tas de las culturas chicanas, no la cultura chicana, sino lasculturas chicanas, y se vea la necesidad perentoria, si es quehablamos de la latinidad, si es que hablamos de las culturaslatinoamericanas, y si es que hablamos de conservar la digni-dad, esa que ya nuestro Rubn Dario nos cantaba en los Can-tos de amor y desesperanza, para enfrentar al len, salvaje delNorte.Tenemos que volver de nuevo, gramscianamente a es-tudiar las culturas populares, tal cual como estn all, y esevidente que all est muy presente el problema de la religin.

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    En Mxico, desde hace tiempo, nos hace falta, porque pordesgracia cuando queremos saber que pensbamos los mexi-canos en el siglo XVI, en el siglo XVII, en el siglo XVIII, tene-mos todava que importar a profesores ingleses, profesoresalemanes, profesores italianos, porque los mexicanos, gene-ralmente, imbuidos de ese racionalismo filosfico partamos,en todo caso, de la Escuela del Positivismo de Gabino Barredapara ac, del siglo pasado para ac, y la ignorancia de todosnuestros fenmenos histricos antes.

    Cuando Gramsci ampla el espectro de la realidad, paracaptar los hechos histricos o identificar la Filosofa con laHistoria, obviamente estaba pensando en los arreos, o losinstrumentos que le prestara nuestro Benedetto Croce. Creoyo que esto ser tambin un estudio de Gramsci, precisamenteel estudio de un Gramsci que nos arroja a la Fenomenologa.De ah tambin su aporte a la crtica que la filosofa, as llama-da de Husserl para ac, o de Dilthey nos critica la filosofaracionalista, en trminos polticos. En trminos histrico-po-lticos, en trminos filosfico-polticos, nuestro Gramsci sinmuchos aspavientos nos pona el dedo en el rengln.

    Al hablar de cultura en Gramsci, por lo menos, en lo que aMxico se refiere, es entender el gravsimo problema que tene-mos en estos momentos de las culturas indgenas, problemasgraves porque hemos hecho un estado nacional con los rubros,con los arquetipos de la cultura occidental, pero cultura occi-dental no la rica cultura occidental que se les olvida a algunoshistoriadores, porque la rica cultura occidental implica el sen-tido de democracia, la rica cultura occidental tambin implicael sentido de equilibrio, el sentido de frnesis Aristotlica, elsentido de pesos y contrapesos del viejo Cicern, o sea, notodo lo que nos lleg de Europa, y estamos hablando espaol,tendramos que rechazarlo, es decir, que hemos construido enMxico un estado nacional bajo los rubros, repito, y los ar-quetipos del Estado nacin, supuesto lo siguiente: que el Es-tado nacin se cimentaba y se fundamentaba en la defensa del

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    individuo, de los derechos del individuo y, por consiguiente,declamados, declarados, fundamentados esos derechos delindividuo, y sacralizado bajo el concepto de derechos casidivinos del individuo, y toda la armazn, todo el edificio, todala legislacin, toda la jurisprudencia estaba cimentada en losderechos del individuo, y adems eran derechos naturales delindividuo, y yo me pregunto: Existen los individuos solos?Existen, se pueden dar, los lenguajes solitarios? El hombrenace en una sociedad, el problema en estos momentos enMxico es que existen y se reclaman las culturas colectivas,existen, se exigen y se reclaman los derechos de las colectivi-dades de los pueblos, y esos indios que, supuestamente, in-clusive el liberalismo decimonnico haba marginado, inclu-yendo al benemrito Jurez, resurgen ahora.

    All estaban los indios, ah estn sus derechos colectivos,ah estn sus necesidades histricamente acentuadas, escon-didas, solapadas en un momento dado. Y ahora viene el pro-blema, es exactamente lo que creo va a pasar, y no falta mucho,en lo que hoy se llama los Estados Unidos de Norteamrica,hay millones de gentes que ya no conforman, ni pueden ha-cerlo, como hacan unos 40 aos, el modo de vida americano;va a surgir otra nueva raza, otro nuevo pueblo y ah llevanellos la carga histrica de las identidades colectivas de losdiversos pueblos. Es un campo que Gramsci intuy o, por lomenos, nos dio los elementos para que nosotros socilogos,filsofos, historiadores lo pensemos de nuevo y lo retomemosde nuevo, el valor de las culturas populares. La importancia delo que hay detrs del sentido comn, el sentido comn contodos sus prejuicios pero estudiarlos, valorarlos y de ah cons-truir con esos materiales el buen sentido, pero dentro tambinde una historia o de unas historias nacionales.

    En este sentido, el concepto de cultura en Gramsci hoysera demasiado importante para los pueblos, no digo slolatinoamericanos, sino para todos los pueblos, lo que estpasando en Europa en estos momentos, lo que va a pasar en

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    los Estados Unidos con el problema de las culturas, Gramscinos puede servir en esos apuntes, en esos rubros, en esascuestiones con la que l quiso encerrar su filosofa puestacomo una cosa por hacer en sentido de ver, en sentido dedeber-ser, en sentido de estudiar porque queremos construirun mundo nuevo.

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    Jorge Luis Acanda:Francisco Pin nos ha entregado una conferencia rica

    en ideas y en provocaciones: su idea acerca de la necesidaddel enfoque supradisciplinar y cmo est presente en el pen-samiento de Antonio Gramsci, la importancia de esta com-prensin del concepto de cultura, y eso que l llamaba comouna lgica dialctico-fenomenolgica-existencial en la inter-pretacin del individuo y de la cultura.

    Entonces para discutir todo esto que l ha expresado,ustedes tienen la palabra: preguntas, criterios, desacuerdos.

    Rigoberto Pupo:Primero, quisiera darle las gracias al doctor Francisco Pi-

    n por habernos presentado, en esta conversacin, como lla llama, una ponencia tan interesante, y quisiera hacer nfa-sis fundamentalmente en un aspecto que plante: el proble-ma de la subjetividad en Antonio Gramsci, y de verdad queme interes mucho esta idea, porque como ustedes saben,generalmente, en el pensamiento filosfico se analizan algu-nas cosas a manera de oposicin slo y de anttesis, en algu-nos casos. Entonces hay una idea muy importante que elprofesor aborda a partir de Gramsci, que es la idea de que lasubjetividad presupone la objetividad.

    Me interes mucho el enfoque de analizar, siguiendo tam-bin como es lgico el espritu de las Tesis sobre Feuerbach deCarlos Marx, el problema de la subjetividad a travs de la praxis.

    Debate

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    Este es uno de los elementos de orden terico-meto-dolgico y prctico tambin muy importante en el sentido deasumir la subjetividad a partir de la praxis, porque sabemosque a partir de Carlos Marx, de Gramsci y de Vladimir Lenin enlos Cuadernos Filosficos, se concibe la praxis como esen-cial relacin subjeto-objeto, en la que lo ideal y lo material seconvierten recprocamente; y eso es un momento esencialporque, en primer lugar, da cuenta del valor metodolgicoque tiene el concepto de subjetividad, como un conceptointegrador en la medida en que se sustenta en la praxis comoproceso y, en ese sentido, integra todo un proceso de asun-cin de la realidad como necesidad, intereses, fines y resul-tado de la actividad humana.

    En este sentido, tambin lo vinculo con el problema de lacultura --como deca el profesor-- porque este conocimientoprofundo de la subjetividad humana es lo que lleva a CarlosMarx, a Antonio Gramsci y a otros, a concebir la cultura deuna nueva forma, o sea, a ver la cultura como proceso y resul-tado de la actividad del Hombre y, al mismo tiempo, comomedida de su desarrollo. Paralelamente, propicia tambin algomuy importante en la obra de Gramsci, y es esa forma deasumir la realidad a partir siempre del prisma sociocultural-antropolgico, lo cual es algo que en algunos momentos seolvida y que tiene un valor extraordinario; o sea, a partir de larealidad, partir del Hombre, de su actividad y de su cultura.

    Por otra parte, tambin quera hacer alusin a algo que he-mos visto y es como esta concepcin --en cierta medida, comoes lgico hay que tener en cuenta el tiempo histrico-- est pre-sente tambin en Jos Mart; y recordaba, en 1875, una discu-sin muy dura, en el Liceo Hidalgo en Mxico, con un amigo, ycmo Mart defiende la subjetividad, defiende la imaginacin,defiende la creacin, defiende los sentimientos del Hombre y seopone a aquella concepcin y quiere abordar la realidad a partirde anttesis, en la que lo objetivo prcticamente se encuentrafuera del Hombre y no se mira la realidad subjetivamente.

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    Pero es que eso se repite despus en el 78, casi en el 79, serepite aqu en el Liceo de Guanabacoa, en la oposicin quetiene Jos Mart con los positivistas. Aqu tambin, l defien-de la subjetividad y eso lleva a Mirta Aguirre a establecer unparangn entre las Tesis sobre Feuerbach y la polmica delidealismo --como le llamara Mart--, del idealismo contra elnaturalismo positivista.

    O sea, que lo que quera en s es darle las gracias al profe-sor Pin por haber abordado un problema que es central enestos momentos por el valor que contiene y ver adems to-das las posibilidades, porque tiene muchsimas todava paracontinuar desarrollndolo, pues es algo central, tanto para laFilosofa, la Historia y la Sociologa.

    Francisco Pin:Cuando el profesor Pupo hablaba, se me estaba ocurriendo

    lo siguiente:Definitivamente una subjetividad est basada en una praxis

    y el concepto de praxis es central en una filosofa gramscianaque, precisamente, por influencia de Labriola, se ha llamado feliz-mente Filosofa de la praxis.

    Cuando dije que el concepto de Materialismo Histricoes un concepto que est all,en la Historia, pero que hay queexplicarlo para no caer, precisamente, en lo que AntonioGramsci criticaba: el positivismo histrico o una concepcinmecnica de la Historia.

    El concepto de materia inclusive es ambiguo desde Car-los Marx. No sabemos si Marx usa a veces el concepto demateria resumiendo el viejo concepto materia de los griegos,o resumiendo el concepto de materia de los clsicos alema-nes, msticos alemanes. E s decir, sabemos que el conceptode materia Marx no lo endios, no lo sacraliz, y us el con-cepto de materia de lo histrico, precisamente porque en esemomento contrarrestaba la concepcin especulativa e idea-lista de la Historia.

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    El concepto de praxis es cierto: implica el recurrir a la ma-terialidad de las condiciones de existencia. Pero hay una cosaimportante que se est discutiendo en Filosofa: es el proble-ma de la fundamentacin tica; desde Heidegger, inclusive,para ac est latente all el problema de la fundamentacintica. En este momento se conjugan problemas tan gravescomo pasar del conocer al hacer .Tal es el concepto de praxisque late en las pginas del pensador italiano Antonio Gramsci.

    Veo en l exactamente el problema demasiado claro: su praxises el rescate del Hombre, en trminos kantianos como personadigna, toda persona es una persona digna; obviamente Gramscino cae en ese milenarismo poltico, en el que todo lo resume laespecie y, tal vez, algn da llegar cuando los hombres seamos algo.

    Gramsci recibe, en este sentido, la herencia kantiana deque todos los hombres son dignos, y por eso se deben trans-formar porque hay que conservar en la praxis la dignidad delos hombres. Cuando habla, por ejemplo, de la libertad perso-nal, cuando habla de lo que l entiende por democracia, obvia-mente es una democracia y es una praxis que est fundamentadaen condiciones objetivas, en las condiciones reales de las cultu-ras de los pueblos; pero dice: "Nunca sern definitivas, nuncavamos a llegar a un status definitivo", lo cual quiere decir quela praxis gramsciana es la concepcin de un devenir, es laconcepcin del devenir hegeliano, es un devenir que se esthaciendo, la verdad no es, se est haciendo, pero en el fondoes el problema tico, cuando l encerraba la reforma intelec-tual y moral de la sociedad, es el problema tico del deber-ser,y all entra un grave problema en Filosofa que es exactamen-te por qu el hombre debe, por qu yo debo compartir miqueso, mi pan y mi vino, por qu yo debo transformar larealidad, es el problema que, por lo menos, Gramsci se planteaen los mismos lineamientos de Hegel, no sufre sobresaltos deconciencia como Kant; cul es el problema de pasar del ser aldeber-ser, de pasar del yo que mira la formalidad de la ley, perodespus el Kant histrico pasa al deber-ser basndose en la

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    dignidad de la persona y entonces el viejo Kant olvida lo que elhaba afirmado en la Crtica de la razn pura, y lo afirma eldeber-ser por la dignidad de las personas, en la fundamentacina la metafsica de las costumbres; pero si esto es as, enton-ces Kant regresa al viejo escolasticismo, por lo menos deSanto Toms de Aquino, el concepto de persona.

    Ese concepto de praxis que el profesor sealaba, vienedentro, obviamente, de las condiciones objetivas, de las con-diciones materiales de los pueblos, pero siempre los intelec-tuales, o el que haga la funcin de intelectual, que puede sercualquiera, tenemos que vigilarnos a nosotros mismos en nodesviarnos de nuestro propio camino, porque si hay un hom-bre, un animal raro en el mundo que se tropieza con la piedraque se tropez antes, somos exactamente nosotros los hom-bres, y si ya Dante en el proemio al canto general de La Divi-na Comedia se preguntaba por qu la Humanidad ha perdi-do el camino? qu nos pas? por dnde perdimos la direc-cin?, revisando o no el concepto de praxis pero siemprecules son los rubros, cules son los puntos de direccinque la Humanidad debe siempre, como un buen piloto, tenerpresente, porque las cosas no se dan solas, es lo que se meocurre con la aportacin del profesor Pupo.

    Luis Toledo:Voy a decir algo muy elemental, pero voy a aprovechar antes

    de que tome vuelo el coloquio, porque cuando tome vuelo y secompliquen las cosas ya lo elemental no cabe, entonces hay queaprovechar al principio para decirlo.

    He odo con mucha atencin la conferencia del profesorPin Gaytn y quizs no es exactamente a su conferencia a loque me voy a referir, sino un poco a la concepcin de estosencuentros y sobre los caminos por donde quizs deban llevar-nos stos y para lo que deben servir.

    Desde luego los que somos o creemos que somos marxistas,pues est bien que tratemos de defender el Marxismo, pero

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    no siempre le hacemos muy buen servicio, creo yo, si todoslos textos los leemos o los enfrentamos o los sustentamos eimpugnamos demasiada finura, y no es demasiado grande elservicio que le hacemos al Marxismo cuando nos quedamosatascados ah. Si lo que dice Marx sirve, sirve y si lo que dijoMarx no sirve para algo, no sirve para ese algo, y si lo que dijoalguien antes o despus de Marx sirve, sirve, si no sirve, puesno sirve; esto no quiere decir que nos atasquemos en un criteriopragmtico de la Textologa, o que caigamos otra vez en otro tipode biblismo, pero si vamos a aprovechar las enseanzas de An-tonio Gramsci y vamos a tener en cuenta su llamado a considerarlas culturas locales, todas las culturas son locales --la culturafrancesa es una cultura local, de una cualidad que se llama Fran-cia, y la cultura italiana es una cultura local de una cualidad quese llama Italia, y la cultura alemana es una cultura local de unacualidad que se llama Alemana--, entonces los que cargamoscon el ttulo de locales somos los que no pertenecemos a esasculturas llamadas centrales que, asimismo, se hacen llamar cen-trales y despus nosotros hablamos del centro y la periferia ycargamos cuando no pertenecemos a la periferia y Dios mo!,no hay ni Dios ni diablos que nos salve de ser perifricos.

    Quera, no referirme a la ponencia brillante de Pin Gaytn,sino a la concepcin de estos encuentros. El profesor deca quecuando se iba a estudiar lo que se pensaba en Mxico en elsiglo XVI, haba que invitar a profesores austracos, viene-ses, profesores de Berln que fueran a Mxico a hablar deestas culturas, y yo creo que estos encuentros sobre Anto-nio Gramsci, sobre quien sea desde Latinoamrica, quizspudieran salir dando un poquito de ganancia si pensramosque hay una tradicin de pensamiento latinoamericano y quehay pensadores latinoamericanos importantes. No voy amencionar al que ya mencion Pupo y que me parece que esla gran ausencia en estos encuentros.

    Hablamos de Filosofa y pensamiento y decimos: por suer-te, adems, hubo un Jos Mart, adems ha habido un Snchez

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    Vzquez, adems han habido otras personas, las que han es-crito libros, porque los libros, desde luego, se escriben enitaliano, en alemn, en ingls.

    Creo que aunque el encuentro es sobre Antonio Gramsciy a quien hay que rendir homenaje particular y conceptual esparticularmente a l, no debemos olvidar que hay una tradi-cin de pensamiento latinoamericano, que antes que Gramsci,que antes de la Segunda Internacional y que en contrapunteo,muchas veces, con el positivismo mexicano y dentro del pro-pio Mxico contribuy a llamar la atencin sobre la importan-cia del pensamiento indgena, y sobre la importancia de lasculturas locales, y sobre la importancia de las etnias que esun problema tan importante y tan significativo del mundocontemporneo.

    Entonces, no me refiero a la conferencia brillante de PinGaytn, sino el hecho de que en estos encuentros sera buenoque en nuestra mentalidad incluyeran la vocacin de tratar devincular, de una manera orgnica, la familia del pensamiento lati-noamericano con todos los dems aportes que vienen despus,de manera que en el siglo XXIV no tengamos que invitar a profe-sores japoneses a que nos expliquen qu ocurri en La Habanaen 1999, y qu estaba ocurriendo en Guadalajara en el 2000.

    Me refiero a eso, no a la conferencia de Pin Gaytn, sinode conceptos y de valores, y de limitaciones interpretativas ques, de alguna manera, nos rondan a todos, y que de los cualessera bueno que saliramos alguna vez.

    Francisco Pin:La precisin me obliga a lo siguiente: Cuando leo a

    Gramsci, casi automticamente, me obliga a leer la propia His-toria nacional. La riqueza que veo en Gramsci es que no mequedo en Europa a leerlo, inclusive, nuestro Centro Mexica-no Gramsci, no es especial y exclusivamente para estudiar aAntonio Gramsci; a una pregunta que yo le hice al directordel Instituto Gramsci, sobre cul sera el objetivo de fundar

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    un Centro Gramsci en Mxico, ste me contest: "Creo yoque ms que estudiar a Gramsci es hacer las cosas que Gramscirecomend hacer, y una de las cosas que ms recomend haceres estudiar las culturas nacionales."

    Cuando me refera a la ausencia de aportaciones a nivelhistrico del profesorado en general mexicano, su notableausencia de estudios, de produccin a nivel historiogrficoes porque realmente hemos padecido esa ausencia, de la Re-volucin mexicana para ac, as como hemos padecido la au-sencia de una buena arquitectura. Los que conozcan Mxicovyanse a conocer el Paseo de la Reforma y vern lo horribleque es el Paseo de la Reforma; es decir, todos los estilos,todos los barnices, etctera. Basta ser un buen arquitectomexicano y obviamente hacen desde Museo de Antropolo-ga --que hizo el primer rector de la Metropolitana hasta laBaslica de Guadalupe--, que yo creo que la Morena merecaalgo diferente. O sea, desde los palomares que hacen misarquitectos mexicanos, dignos de mejor causa, de la mismamanera as como no hemos creado una musical arquitectura,y podemos admirar todava o, por lo menos, en ese sentidoarquitectnico la riqueza de las formas de la Colonia, yo mepregunto qu hemos hecho despus? Demasiado abigarra-dos, demasiados caticos, demasiados fragmentados, tpicode la modernidad. Es lo mismo que pas en la Historia: tene-mos una Revolucin mexicana, una rotonda de los hombresilustres, tenemos un colegio nacional , pero y qu pasaba contodo lo dems, qu pasaba con la cultura: la cultura mexicanase planific tambin como se planifica y se planific la estruc-tura poltica de nuestro sistema poltico mexicano.

    Nos hace falta esa aportacin gramsciana --que no esegocentrista-- para estudiar nuestros problemas nacionales. Noen el sentido de un chovinismo, o de un nacionalismo encerradoque, de repente, es miope, no; sino al contrario, abierto.

    Cuando estudio a Gramsci automticamente me alienta alembate de los hechos, no es lo mismo cuando yo leo a

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    Althusser; por ejemplo, que me orienta a leer directamentelos textos de Marx, y a veces a leer lo que Marx escribi. Creoque Gramsci prefiere leer lo que Marx escribi, leer la Historiay, precisamente, leer la historia de sus intelectuales.

    Cuando en los aos 70, nos debatamos para pensar cules el concepto ms importante en Gramsci --y lo trato en elprimer o segundo captulo de mi libro--, que si es sociedadcivil, que si es hegemona, que si es bloque histrico, que sies intelectual orgnico. En realidad, nos olvidamos de leerexactamente lo que Gramsci escribi; es decir, mi preocupa-cin fundamental es escribir, delinear la historia de los inte-lectuales italianos, cmo nacen, cmo se recrean, cmo seconforman y cmo se dividen: He ah el problema gramsciano.

    En ese sentido, es muy buena aportacin la del compae-ro de aprovechar los grandes pensadores, los grandes escri-tores que, obviamente, se han dado en Latinoamrica.

    Fernando Martnez:La riqueza de la conferencia del profesor Francisco Pin

    es demasiado grande. De tantas cosas que me ha sugerido,me conformo con dos comentarios. Uno es sobre Mxico,porque somos hermanos y vale decirse algunas cosas. Hasido una conferencia admirable en ese tema, porque es muyautocrtica; sin embargo, nosotros ac, por lo menos gentecomo yo, nos hemos beneficiado mucho de la influencia cul-tural mexicana, y de verlos a ustedes luchar a pesar de losmodos cmo la dominacin en Mxico asimila, una y otra vez,las formas de protesta, dando buena muestra de su madurez.Hemos salido ganando con lo que conocemos de la actividadintelectual mexicana, incluso cuando tengo recuerdos comoel de un decano de la UNAM que estuvo ac en los aos 60,con quien tuve la oportunidad de conversar.. Me deca: "No-sotros hemos adoptado el concepto de clases de Carlos Marx,porque es muy bueno, lo que no usamos es su concepto delucha de clases." Me qued destrozado cuando o eso, pero

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    comprend que s, que tenan un desarrollo grande y comple-jo, y algunos eran capaces de todo.

    Pienso que en Mxico se ha producido una gran cantidadde trabajos de calidad en muchos terrenos de las materiassociales, y tambin en el pensamiento ms terico. Traigoslo dos ejemplos. Cuando Andr Gunder Frank lanz sustesis de Capitalismo y subdesarrollo en Amrica Latina, uninvestigador mexicano de la historia del capitalismo en Mxi-co --yo pens que para rebatirlo-- produjo una historia eco-nmica del Mxico colonial sumamente valiosa, por su conte-nido y por su vigor conceptual. Y le agradezco haberme en-viado un ejemplar, envuelto en un diario Excelsior, cuandoyo trabajaba en el INRA, por all por 1973. Por ese tiempo, unamigo mo britnico que se ha pasado la vida editando la NewLeft Review, me prest un libro de un estudioso, entoncesavecindado en la crcel de Lecumberri, que se llamaba Larevolucin interrumpida, que expona con brillantez y snte-sis aquel gran evento histrico que fue la Revolucin mexica-na, organizando una interpretacin --a lo mejor con variospuntos en el aire--, pero muy vigorosa y atrayente. Aosdespus tuve oportunidad de entablar amistad con l.

    He estado leyendo en estas dcadas una pequea partede la produccin de tu pas, con ayuda de la fuerte produc-cin editorial mexicana, de los autores contemporneos y delos que ya van siendo clsicos. Los estudios de las culturasde los pueblos autctonos y sus descendientes, del procesohistrico de la nacin mexicana, de las estructuras y luchassociales, de la economa, y de otras materias, constituyenaportes notables en el sentido de avanzar en el estudio de lacultura de los pueblos. La doctora Kanoussi nos brinda unlibro acerca de los que luchan en Chiapas. Tienen ustedes,sin dudas, mucho ms que ofrecernos todava y nos lo van aseguir ofreciendo, porque ste es un empeo latinoamerica-no. Mxico tuvo tambin la suerte --no est bien llamarle suer-te-- de sumar a sus grandes recursos intelectuales oleadas de

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    espaoles republicanos desde fines de los aos 30, que pa-saron por aqu y siguieron para Mxico, donde les ofrecieronacogida y lugar en los centros intelectuales. Y a mediados delos 70 recibi tambin a intelectuales que tenan que huir delas horrorosas dictaduras de Suramrica, los cuales tambinse injertaron en ese gran tronco mexicano de las ciencias y elpensamiento sociales.

    La segunda cuestin es acerca del problema de la culturapopular, de las culturas de los pueblos. Quisiera al menoscomentar un aspecto. Antonio Gramsci trat de poner algu-nas bases para la superacin del horizonte del capitalismo.Superar el horizonte del capitalismo constituye el problemams grave, pienso yo, de las prcticas socialistas del sigloXX, y del pensamiento marxista. No hemos logrado superarese horizonte, y hemos recado muchas veces en la reproduc-cin de las formas de pensar y de dominacin burguesas,ms o menos mejoradas, pero contradictorias con las prcti-cas libertarias de las propias revoluciones, y los avances enjusticia social de los poderes de transicin de propsitossocialistas. El marxismo ha sufrido demasiado la exigencia deempobrecerse y desnaturalizarse, al sujetarse a aquella inca-pacidad de superar el horizonte del capitalismo El pensa-miento terico dominante en la izquierda durante dcadas hasido un materialismo especulativo del siglo XVIII al que lehan sumado --como"medicina"--buenas dosis de positivis-mo. Pero hablar de esto sera demasiado.

    Gramsci me hace pensar mucho en las cuestiones centra-les, incluso cuando parece tratar cuestiones secundarias. Alescribir acerca de sus primeros tiempos de preso poltico,cuenta que dos militantes humildes de su partido se negabana creer que un hombre tan pequeo, contrahecho y enfermo,fuera el diputado Antonio Gramsci, el dirigente del partidocomunista. Ellos pensaban que su jefe tena que ser un hom-brn maravilloso. Como a Gramsci lo trasladaron prctica-mente por todas las crceles de Italia, pudo conocer a la gen-

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    te ms comn y ms desvalida de todas, que son los presos.Recuerdo una maravillosa narracin suya acerca de cmo, enuna crcel del Sur, los presos de diferentes regiones de Italiahacan una representacin teatralizada de s mismos, en laque exponan de manera humorstica cmo son las gentes decada regin (excepto los calabreses y sicilianos, porque elteatro hubiera terminado a cuchillo, dada la enemistad entrela camorra y la mafia, que tambin son formas culturales).

    Oyendo al profesor Francisco Pin, pienso que Gramscinos ofrece una gran posibilidad de ayuda para la tarea msdifcil, que es superar el horizonte burgus en cuanto a cono-cernos a nosotros mismos y conocer a nuestra propia gente.Porque en la izquierda que se dice representante del proleta-riado y de los pobres, en realidad, muchas veces participa ytiene responsabilidades un sector que es aristocrtico res-pecto al conjunto de las clases dominadas; un sector quetiene una orientacin de izquierda, pero suele padecer de co-lonialismo mental de izquierda.

    Thalia Fung:No llegu a tiempo para escuchar completa la conferencia

    del profesor Pin, pero lo que escuch me pareci, como losdems que han intervenido antes, extraordinario. Quera ha-cer una pregunta concreta, puesto que es posible que l sehaya referido antes:

    Qu es para usted el sentido comn, puesto que creoque es una de las cualidades ms complejas, an cuando sesupone que para el 2050 los robots tengan sentido comn?Eso es un punto de partida que me parece interesante paratodos.

    La otra cuestin es que usted se refiri a la Ciencia Polti-ca a partir del tan reconocido y citado Sartori, pero es precisa-mente hoy que se pretende que haya una Ciencia Poltica conun enfoque diferenciado tercermundista porque hoy la Cien-cia Poltica es absolutamente primer mundista.

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    Creo que tambin Gramsci puede darnos aporte en esa direc-cin y, en ese sentido, en Cuba se estn haciendo modestosesfuerzos que pueden tener en el prximo siglo algn resultado.

    Norma Glvez: Hay dos aspectos muy importantes para analizar: el proble-

    ma de la subjetividad y de la cultura.El tema de la subjetividad es quizs uno de los temas ms

    preocupantes y con mayor grado de incidencia en el contex-to, por lo menos, en lo que nosotros nos movemos en laactualidad por qu? Qu plantearse a partir del fenmeno dela subjetividad, cmo interpretar los fenmenos de la subjeti-vidad dentro de los procesos de creacin, dentro de los pro-cesos de desarrollo artstico, dentro de los procesos de de-sarrollo cultural, en general, y a partir de ese proceso de subje-tividad, cmo se proyect o cmo puede darse el proceso, noslo de la subjetividad particular, de la subjetividad individual;sino los procesos de subjetividad nacional, o an otros proce-sos muchos ms amplios y, en qu medida los procesos de lasubjetividad estn siendo o se estn buscando como una alter-nativa a los procesos de mundializacin, de globalizacin que seestn dando en las sociedades contemporneas.

    Es decir, qu bsqueda hay desde la cultura, desde elarte, a los procesos de la subjetividad, dentro de los proce-sos de creacin artstica contempornea, y por ah nos pare-ca muy interesante incluso la forma en que se podra ver estefenmeno.

    Muy unido a ello, por supuesto, la concepcin de la cul-tura, que creo que desde Gramsci hay un planteamiento muyinteresante, por lo menos para el anlisis nuestro, tercermun-dista, de los procesos de la cultura, y retomaba un poco loque deca el profesor Toledo Sande. Me pareca muy importan-te vincular este desarrollo de la concepcin de cultura, de culturapopular, de folcklor que hizo Gramsci con el mismo desarrollo quecontina Hctor Agosti ya en dcadas posteriores en Argentina.

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    Muy interesante tambin me parece vincularlo a este pro-ceso de tradicin, de cmo se va dando el proceso de subje-tividad americana dentro de los procesos de cultura llevadopor un escritor mexicano, que me parece de primer orden,Alfonso Reyes, cuando define toda la concepcin de cultu-ra, toda la concepcin de la inteligencia americana a partir deprecisar la subjetividad americana, con ese hbrido que se dade la subjetividad americana desde la conjuncin ms ampliade todos estos procesos y recogiendo una tradicin filosfi-ca, poltica, literaria muy importante, que a la luz de un anli-sis gramsciano, a la luz de un anlisis marxista, o a la luz de unanlisis latinoamericanista ms progresista en la actualidadnos parecan dos temas realmente muy interesantes.

    Francisco Pin:Entiendo por subjetividad todo ese mundo interior que es

    tambin la utopa, que son tambin los sueos, que son tam-bin los deseos nunca satisfechos. Me estoy refiriendo aHobbes, me estoy refiriendo a la subjetividad como a esemundo interior que es la curiosidad, que es la madre de laciencia, segn Platn y Aristteles. Me estoy refiriendo a lasubjetividad tambin como a la necesidad muy profunda delHombre moderno que siente terriblemente su soledad, en elmundo de la secularizacin. Se habl, por ejemplo, del con-cepto de globalizacin, la llamada globalizacin de los pasesaltamente industrializados y que quisieran que siguisemossu ejemplo; comporta, sobre todo, subrayar una globalizacinde tipo tcnico, de tipo tecnolgico, de tipo eminentementeindustrial-econmico, ya criticada esta globalizacin, no conestas palabras, sino refirindose al mundo de la ciencia y elmundo de la tecnologa que empez a criticar Heidegger, esdecir, cmo la ciencia moderna no tiene al mundo como ima-gen; sino la ciencia moderna tiene a s misma como imagen lamisma ciencia, y por eso hay un continuo crear instrumentos;es la instrumentalizacin y el concepto de racionalidad ins-

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    trumental, de adorno, la crtica a una ilustracin que la ve contrminos pesimistas, en decadencia, porque es una racio-nalizacin instrumental que perdi el camino, la razn perdi supropio camino y ah viene ese desconcierto, ese sentido de de-cadencia, de pesimismo que leemos en la Escuela de Frankfurt,sobre todo, en Adorno y Horkheimer, y que es muy tpico tam-bin de la crisis europea de la posguerra. Bastar leer el librofamossimo de Spengler La decadencia de occidente paraver en 1919 cmo el espritu europeo ya se sinti fracasadode todo: sus esperanzas y su optimismo eminentemente libe-ral.

    El concepto de subjetividad, que implica tambin recogerla interioridad del Hombre, de los hombres, de su cultura,estara negado por ese concepto de globalizacin, de masi-ficacin que ya Kierkegaard en el siglo pasado criticaba, lamasificacin, la numeracin, la seriacin, la tecnificacin, ennombre del progreso y en nombre de la ciencia.

    Tenemos que recuperar de nuevo ese mundo interior, no enlos trminos individualistas y egostas de cierta filosofa de laposmodernidad, tipo Lyotard o tipo Vattimo o tipo Derrida, enalgunas de sus pginas, aunque obviamente nadie ha cristaliza-do sus posiciones. Se acaban de reunir en la Isla de Capri, Vattimo,Derrida y precisan para debatir el concepto de religin Qu es lareligin? Cul es la esencia de la religin? Qu se escondedetrs de los sueos de la religin? Qu es lo salvable de lareligin? Y se preguntan en un momento dado por qu noso-tros hemos olvidado ese concepto? por qu lo vemos margina-do ese concepto? Mi respuesta es que quin lo ha olvidado, noso-tros los intelectuales los olvidamos, porque nos casamos tambincon un concepto de modernidad, de racionalidad demasiadocientificista y olvidamos todo ese concepto tan rico de sentido co-mn que preguntaba una de las compaeras, catico, fragmentado,pero rico como problema humano o como problemas humanos.

    Ciertamente el concepto de globalizacin, tal y como se prc-tica en el mundo de la mercadotecnia, en el mundo de la

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    globalizacin econmica, es exactamente la prdida de la ri-queza de la subjetividad o de las subjetividades, y creo queconviene no perder de vista este aspecto.

    Se mencion a Alfonso Reyes, definitivamente nuestroAlfonso Reyes pertenece a esa escuela antipositivista que esel Ateneo de la Juventud como secuela al fin de cuentas, yrecoge ese clamor de que la cultura oficial mexicana a finalesdel siglo pasado y principio de siglo, se senta encerrada,asfixiada precisamente en un racionalismo positivista, mera-mente tcnico, de ah que me sale literato, es un literato-litera-to, pero un literato que siente los problemas nacionales y losexpresa en forma de sus aportaciones de la literatura.

    En relacin con la posmodernidad, si algn mrito tienees que repite viejos temas, los temas, por ejemplo, del Rena-cimiento italiano, del Renacimiento italiano precisamentenombre de la nueva ciencia; Vico criticaba los conceptos uni-versales de la filosofa escolstica y obviamente ya propug-naba una ciencia de los hechos, en la Escuela Napolitana, enla Escuela jurdico-histrica que Labriola lo recuerda, preci-samente ya se estudiaba al Hombre por el Hombre mismo y alos hechos por los hechos mismos, casi presagiando la filo-sofa kantiana, de lo mejor de la filosofa de Kant.

    Si algo tiene la posmodernidad es que, tal vez, a nivelpsicolgico, subraya el sentido de la diferencia, pero ellospensaban en una diferencia no comunitaria; sino una diferen-cia a nivel, y ah viene su pesimismo y tal vez sus grandeslmites. Una diferencia a nivel del hombre solitario, el hombreindividual; entonces ya no hay grandes relatos, ya no haygrandes creencias, por consiguiente qu me queda en unmundo industrializado sino fragmentarme en la frag-mentariedad de mi vida privada, que se retrata en la industria,que es la centralizacin, la normalizacin, la uniformidad, yterriblemente en el campo de la medicina. La medicina te frag-menta totalmente, no te integra, por lo menos la medicina quenos llega de all del Norte, y la que se practica en el Norte de

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    los Estados Unidos, una medicina totalmente fragmentada, teparte, te fragmenta, fcil definirlo, el sentido comn es todo loque est all en trminos fenomenolgicos, dira Husserl, loque se me aparece, lo que se me presenta, y lo que aparece yse me presenta en la Fenomenologa es demasiado importan-te en la crtica al racionalismo, lo que se me presenta, si yohago esto es demasiado importante, pero esto no cabe en elarquetipo del paralelogramo del concepto del mtodo cient-fico, es un amigo, una mano, una caricia, un sentir la amistady practicarla.

    El sentido comn es todo lo que se me aparece en Anto-nio Gramsci, los prejuicios, los sueos, la prctica, pero notodo lo que se me aparece es bueno, o sea, en Gramsci hay uncriterio, ya no digo de utilidad, de normatividad, sino un crite-rio de moralidad, es donde veo la relacin entre Gramsci yKant, por ejemplo, el sentido de normalidad del Hombre, eldeber, se suea una sociedad justa. Por ejemplo, cuando meestn hablando sociedad-justicia con equidad, en qu hemossuperado al viejo Aristteles a nivel de lenguaje, de virtudespolticas cvicas, cuando l nos hablaba que el concepto msimportante de las virtudes polticas era lo que se escondabajo el concepto de frnesis, que es el equilibrio y es justiciacon equidad, en qu hemos superado al viejo Cicern. Esexactamente en las complejidades del mundo moderno, las sub-jetividades del mundo moderno que se transmiten bajo el senti-do comn, busquemos el sentido comn, y pasemos del sentidocomn al buen sentido, pasar el sentido comn por la criba, lacrtica, la autocrtica de las culturas, de eso que se nos va pegan-do en el camino y tenemos continuamente que revisar dentrotambin de un proyecto, de proyectos de teleologa histrica,que es otro gran problema del historicismo, los historicismosacabaron con las teleologas, ya no hay fines en la historia, lospodemos discutir en un escritorio, pero si los hombres concre-tos suean siempre en la felicidad, esta felicidad se nos olviden la Ciencia Poltica como finalidad y ya lo pona Aristteles

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    tambin. Ahora pensamos en una utilidad, en un funcionamien-to, la ciencia moderna abre puertas y ms puertas, ventanas yms ventanas, inventa cosas y nunca se detiene y nunca nospregunta si somos felices, es exactamente la pregunta primera yms importante.

    En relacin con cul sera la gran enseanza de Gramsci, nos si por ah ira la pregunta. La gran enseanza de Gramsci esno quedarnos en Gramsci, la gran enseanza de Gramsci esno cristalizar, no momificar el paisaje, no detenernos en unestado y quedarnos ah, plcidamente quietos sino, comobuen filsofo, preguntas, estudios, no definitividad, y es exac-tamente lo que l llamaba el historicismo absoluto, es decir,un continuo devenir, nunca una definitividad y en trminosfilosficos siempre una pregunta, y un sentido de comuni-dad. Creo que Gramsci tiene la herencia de las mejores heren-cias religiosas europeas, y l siempre lo deca, por eso nosomos ni debemos ser anticlericales, ni ateos inmediatamen-te; si no nos vamos a quedar solos en Italia, tenemos queaprovechar lo que hacen los sacerdotes --obviamente losbuenos sacerdotes, se refera Gramsci--, quienes forman elsentido de comunidad y de ah en adelante --dice-- nosotrosvamos a aprovechar ese sentido de comunidad, el sentido decomunidad poltica que Gramsci recaba all s de las pginasde la filosofa de Hegel, sobre todo, en la Filosofa del dere-cho.

    Yo dira que, modernamente hablando, hay dos grandesherencias que todava podemos recoger de Gramsci, el senti-do de bsqueda, de estudio, de pregunta, de no definitividad,no sacralizar el presente porque entonces viene el problemaque notaba Fernando Martnez: Dnde quedaban mis viejosmaestros? Dnde estn los jvenes que fuimos antes y ques lo que hacemos? Y creo que cada pas sabe sus propiashistorias. En Mxico, tenemos ejemplos y, a veces, no tanluminosos en este sentido; es un viejo problema que viene yadesde San Agustin desde cuando los hijos quieren recitar

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    sus propias comedias y dicen a sus papas: "Bueno, idos,desalojar el escenario porque tambin nosotros queremosrecitar nuestra propia comedia." Creo que ah viene la pre-gunta crucial, a que se refiri Fernando Martnez, es decir:Cul es el ltimo sentido del existir? Cul es exactamenteeste drama que nos hace luchar y de repente volvemos denuevo a empezar?, pareciera que la historia de la Humanidades un eterno enterrar y desenterrar, y volver a enterrar losmismos sueos y volverlos de nuevo a crear. Creo que se haexpuesto un problema filosfico: Cul es exactamente el des-tino de la raza humana? Qu nos espera?, y con las crisis enque estamos envueltos he ah lo ms importante: no perder laesperanza; pareciera un lenguaje demasiado de la subjetivi-dad, no es pareciera, es de la subjetividad.

    Lo ltimo que nos queda y lo ltimo que tenemos queperder es, exactamente, la esperanza. No la esperanza egostaque se encierra en el mundo individual, aunque a veces esimportante lo que deca Brecht:"Es importante recoger a unvagabundo y darle techo porque la nieve que a l le deberacaer cay en la calle." Es mnimo saber que algo nosotrospodemos hacer. Gramsci en ese sentido, estando en la crcely en las condiciones en que escribi es un digno ejemplo deHumanidad, y eso no podemos perderlo de vista nosotros,los miembros de esta raza humana, que es no tan humana.

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    .Entre 1922 y 1993, John Cammett, el bibligrafo por excelen-cia de Antonio Gramsci cont ms de diez mil ttulos sobrenuestro autor.1 Gramsci es ledo ya a lo largo y ancho del Planetay existen estudiosos destacados en Australia, India, Japn yAfrica, adems de Amrica Latina, Estados Unidos y Europa,obviamente: "la lista de autores de todo el mundo cuyas obrasson ms a menudo citadas en la literatura internacional de arte yhumanidades contiene pocos nombres italianos de los cualessolo 5 nacidos despus del siglo 16. En esta lista no est ni Viconi Machiavelli mientras Gramsci es citado..." 2

    Por lo que se refiere a su pas, Italia, ah la suerte de Gramscihasta cierto punto y momento se identifica con aqulla delPartido comunista, luego con la de cierta izquierda en generaly ahora slo podemos decir que Italia es el lugar donde msadelantados estn los estudios gramscianos y donde se en-cuentran las instituciones y los acervos documentales msimportantes sobre este pensador. 3

    La izquierda italiana est dividida entre quienes conside-ran a Gramsci un clsico en el sentido de la necesidad deleerlo como tal, sin relacin con el presente y esta tendenciacoincide, en parte, con la izquierda que en la actualidad estpoltica e ideolgicamente cerca del neoliberalismo. 4 Estastendencias coexisten con aquella izquierda que se ocupa dela filosofa de Gramsci como Garin y Badaloni o los intrpre-tes muy notables de temas como el americanismo, as comolo ve Gramsci en el Cuaderno 22. 5

    La estructura filosficade Cuadernos de la crcel

    Dora Kanoussi

    I

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    En 1988 sucede en la ex URSS la rehabilitacin de NicolaiBujarin y empieza una campaa anti-PCI y anti -Gramsci por lasupuesta condena y marginacin en la crcel del ex jefe delpartido. El peridico Unita tuvo el acierto de volver a publicar ellibro de Paolo Spriano, el famoso historiador del PCI, Gramscinel carcere e il partito de 1977 con nueva documentacin , locual prueba que no hubo tal abandono ni mucho menos. Alcontrario, hubo intentos de liberacin en 1927 y en 1934.

    A pesar de las diferencias, Togliatti defendi tanto al en-carcelado como al jefe fallecido, presentando su obra durantela crcel y despus de la muerte como cercana a la ortodoxia.As, probablemente, lo salv del anatema estalinista y pudopreservar los Cuadernos... que conoca desde que stos lle-garon a Mosc, donde viva Togliatti y que pudo leer durantela guerra en Espaa: "Traicionado en la letra Gramsci fuerecuperado por Togliatti en la sustancia e introducido en lacultura italiana donde iniciara su propio, gradual y autno-mo camino."6 Hay que decir que existe tambin en Italia leidocomo postomoderno como el del nietzscheano Gianni Vattimoy de Laclau y Mouffe.

    No se puede negar la relacin estrecha entre Gramsci, la fun-dacin del partido comunista en 1921, su refundacin por l en1926, los Cuadernos... y el nuevo partido de Togliatti en la postguerra, el eurocomunismo , el compromiso histrico.

    Ms recientemente, en 1990, se publica Antigone e il prisio-nero por Aldo Natoli con 652 cartas de Tania y el libro deGerratana Sraffa, Lettere per Gramsci con 79 cartas de Sraffa, sureconstruccin puntual por Gerratana y su Introduccin.

    En 1997, Aldo Natoli y Chiara Daniele elaboran la edicincrtica de las cartas entre Tania y Gramsci en la crcel.

    La influencia de Gramsci como autor empieza con su ju-ventud, cuando como periodista poltico, antes, durante ydespus de los consejos de fbrica (Ordine Nuovo); des-pus como militante socialista y jefe del Partido comunistaitaliano en lucha contra el fascismo y el extremismo de Bordiga

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    hasta 1926 cuando es detenido, siendo diputado ,y condena-do por el Tribunal especial por la defensa del Estado, a veinteaos de crcel. (Antes haba viajado a la URSS y a Viena,haba conocido a Lenin y todo el grupo dirigente bolchevi-que).

    Su formacin fue liberal igual que la de sus interlocutoresCroce, Gentile, su amigo Gobetti, pero cambia de ideologa araz de 1917 cuando decide no practicar ms la separacin,inherente al liberalismo, entre vida y poltica. Es precisamenteentonces que funda el movimiento de los Consejos de Turn(1919) y luego junto con Terracini, Togliatti y otros, el Partidocomunista, escisin del Partido socialista.

    IIEl inicio ms reciente, etapa de los estudios gramscianos

    a nivel internacional, coincide con la era Gorbachov, y msprecisamente es en 1987 cuando se conmemoran los 50 aosde su muerte que comienza una especie de auge de estosestudios , que perdura hasta hoy. Ya para entonces se habanabierto muchos archivos en la URSS y en Italia y haba empe-zado la publicacin de estudios relevantes sobre la vida de lacrcel, su relacin con el Partido italiano, el ruso y elCOMINTERN. Con este acontecimiento, se abrieron insos-pechadas posibilidades que permiten una lectura ms correc-ta no slo de los Cuadernos de la crcel, sino tambin de lahistoria del PCI durante el fascismo y la post guerra, as comola historia verdadera de la I.C. 7

    Un viraje en la vida de la crcel, as como en el desarrollointelectual ulterior es constituido por la ruptura entre Gramsciy Togliatti a causa de la carta de Gramsci, secretario del Parti-do comunista de Italia, dirigida al Comit Central del Partidoruso, en la que ste criticaba tanto la divisin entre la mayorade Stalin y Bujarin (en un primer momento) y las oposicionesde izquierda de Trotski y sus compaeros como la actitudpersecutoria de Stalin frente a esas oposiciones.

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    Las investigaciones realizadas sobre la base de la nuevadocumentacin (como la de Pons y Daniele, incluidas en ellibro, as como la de Natoli y Vacca) , 8 llegan a la conclusinde que la diferencia entre Gramsci (jefe del Partido italiano) yTogliatti (miembro de la direccin del Partido Comunista deItalia, pero tambin alto funcionario (uno de los secretarios)de la Internacional Comunista) iba ms all del desacuerdosobre los mtodos de la mayora del PCUS y la crtica a Trotski:Era la concepcin de la revolucin como tal (rusa y mundial),as como la idea de la funcin del Estado bolchevique relati-va a esta cuestin ( la revolucin mundial) la que separaba aGramsci del movimiento comunista internacional. Hoy pode-mos decir que la causa inmediata, as como ms profunda dela ruptura fue la eliminacin de la Nueva Poltica Econmica(NEP), punto de partida definitivo para el desacuerdo, pues-to que Gramsci consideraba la alianza obrero-campesina lagaranta tanto para el proceso revolucionario interno en laURSS como para la preservacin de las posibilidades de unarevolucin a nivel mundial.

    Sin rechazar la construccin del socialismo, Gramsci seopona a todo lo que era inherente a la idea del socialismo enun solo pas (centralizacin extrema del movimiento comunis-ta internacional, cuyo centro ser la URSS, y con ello supedi-tacin de los partidos y las polticas nacionales a la IC, aisla-miento y autosuficiencia de la URSS).

    III La idea de la alianza obrero-campesina, base de la hege-

    mona proletaria, ocupa a Gramsci en su ltimo ensayo ante-rior a la crcel, La cuestin meridional. Esta cuestin en trmi-nos internacionales la llamar "la cuestin rusa", a la cualtrata ya en la reunin del Comit Central del 6 de febrero de1925, lo mismo que en la mencionada misiva al Partido rusoen noviembre de 1926. Todo ello, creemos, proviene de laconviccin de Gramsci de que la estrategia leninista del fren-

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    te nico sea la correcta tanto para la poltica interior al Estadosovitico como para los partidos comunistas fuera de ella.

    Se puede decir que Cuadernos de la crcel tienen comopunto de partida poltico la idea del frente nico leninista.Como ya se dijo, ahora se sabe que la "cuestin rusa" de laque se ocupa Gramsci desde por lo menos el CC del 6-2-25llegar a abarcar tanto el problema de la divisin del grupodirigente bolchevique como el internacionalismo de la URSS.

    El rechazo a la idea del socialismo en un solo pas implica-ba tambin el rechazo de la idea stalinista en el sentido que laexistencia de la URSS necesariamente implicaba la divisindel mundo en dos campos. Todo este proceso en un primermomento lleva al contraste entre los partidos ruso e italiano.Pero lo determinante para la relacin entre Gramsci, su parti-do, la Internacional Comunista y Cuadernos de la crcel,ser el viraje, en 1929-1930, de la I.C. (socialfascismo) queprovocar el retiro de Gramsci de toda relacin con el partido,a no ser de aqulla con la cuada Tania, con Sraffa y la familiaen Cerdea.

    Inmediatamente despus de la entrada de Gramsci en lacrcel y poco antes de que asumiera la direccin del Partidoitaliano, Togliatti, miembro de la direccin de la I.C., una vezvencida la oposicin en el Partido ruso, escriba al PC de Italiaexigiendo (20.12-26) el acuerdo total con el PCUS. Confirmaesto, el hecho de que el COMINTERN no conceba otro modode resolver la diferencia entre los partidos ruso e italiano msque por la imposicin de la voluntad del Partido ruso. Comose dijo ya, en contraste con la centralizacin del COMINTERNcon respecto a los partidos, Gramsci exiga la autonoma destos, adems de un papel diverso de la URSS por razn de la"estabilizacin capitalista" prevaleciente.

    IV Esto en cuanto al ambiente, digamos, exterior a la crcel.

    En relacin con lo que suceda en el entorno inmediato de

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    Gramsci encarcelado, las relaciones determinantes fueronaqullas con Tania y con Sraffa. Ellos dos fueron el puenteentre Gramsci y el mundo exterior: el partido, la familia, la I.C.Esto tambin lo explica Chiara Daniele en el libro que resumeparte de sus investigaciones en la correspondencia Gramsci-Tania-Sraffa. 9

    Se puede entonces dividir la vida de la crcel de Gramscien tres fases bien distintas: una primera fase empieza con ladetencin en noviembre de 1926 y termina en el momento enque llega una carta del dirigente comunista Grieco en febrerode 1928 (desde Mosc a travs de Basel, Suiza), que, segnGramsci, era una provocacin que contribuy a la condenade 20 aos de crcel por el Tribunal especial del Estado. (Cosaque las investigaciones ms recientes probaron equivocada)La segunda fase es la vida en la crcel y, por lo tanto, desde laescritura de los Cuadernos... hasta aquella fecha de la trans-ferencia a la crcel de Turi (y a la cual Tania describe conprecisin); 10 la tercera y ltima fase de la vida de Gramsci enla crcel, sera aquella que inicia con la publicacin del docu-mento del doctor Arcangeli en Humanit (8 de mayo de 1933)sobre las condiciones de vida y de salud del detenido; estapublicacin caus la cancelacin de toda esperanza de libe-racin, hasta la muerte ocurrida el 27 de abril de 1937.

    Los tiempos polticos vividos por Antonio Gramsci, co-rrespondientes a las diversas pocas de su existencia, enton-ces seran los siguientes: Una vez terminada con la muerte deLenin la Era jacobina del 1917, viene, la divisin del grupodirigente bolchevique, la estabilizacin capitalista, el socia-lismo en un solo pas, el social-fascismo y con ello el obliga-torio abandono de parte del partido que Gramsci haba funda-do y dirigido, de su propia poltica (inspirada en el frentenico leninista) y la adhesin, ya incondicional, del PC italia-no al COMINTERN. Esto coincide con la decisin de Gramsci(1929), una vez obtenido al fin el permiso de escribir en lacelda, de pensar en algo fr ewig, por siempre, en algo en

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    trminos histricos de largo alcance; y tambin coincide estemomento con su decisin de retirarse de toda actividad pol-tica dentro de la crcel y solamente quedan las visitas deTania y Sraffa; ocasionalmente de los hermanos Carlo y Genaroy la correspondencia con ellos.

    V Sin dudas, Cuadernos de la crcel constituyen el pensa-

    miento maduro de Gramsci porque los escritos de antes de ladetencin si bien son importantes en s, para comprender eldesarrollo ulterior y contienen a ste in nuce, por s solos, noexplican mucho; ms bien como lo hubieran pensado CarlosMarx y el propio Gramsci, en realidad es el pensamiento ma-duro que da sentido a sus antecedentes

    Es en la crcel donde Gramsci se convierte de revolucio-nario internacionalista en pensador fr ewig, es decir, en uni-versal en el sentido que conscientemente inserta su revisindel marxismo como filosofa de la praxis al interior del pensa-miento crtico de la Modernidad. Creemos que ste es el sen-tido ms amplio y ms profundo de la reflexin de la crcel.

    Las trgicas vicisitudes que acompaan su vida en elladejan poco espacio para distinguir entre la vivencia personalpor una parte y la poltica por la otra; la existencia de Gramsci,por lo menos desde noviembre de 1926, cuando es detenidoilegalmente (puesto que era diputado) por la polica fascistaes un complejo entrelazamiento entre lo histrico-contempo-rneo y las vicisitudes personales. Todo ello ser el presu-puesto concreto sobre el que se construye este pensamientocrtico. Sin muchos rodeos, se puede afirmar que lo queGramsci intenta es una reelaboracin radical del Marxismo entrminos de filosofa de la praxis partiendo (y esto tambintiene su relevancia como veremos ms adelante) tanto de laversin sovitica (Bujarin) de ste como de las crticas quese le hacen por parte del idealismo post-hegeliano (Croce,pero no slo). 11 Esto ser tanto el rasgo que distingue a la

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    reflexin de la crcel como su aportacin por excelencia alpensamiento crtico de la Modernidad y no slo al Marxismocomo tal.

    VI Existe una interesante cita que Gramsci copia en el Q 1

    (prrafo76) p.83-4 que dice, entre otras cosas, que hoy sehabla de occidente como antes de cristianismo... existi unaprimera unidad del occidente, la cristiano-catlica medievalde cuyo cisma o crisis sale la Reforma y las guerras de reli-gin. Despus de la Reforma, casi dos siglos despus serealiza de hecho en occidente una segunda unidad de otrandole que culmina en los siglos 18 y 19 despus de haberpermeado profundamente toda la vida ...Las resistencias nola afectaron ms que las herejas medievales a la primera uni-dad. Es esta segunda unidad que est en crisis, ella es apoya-da en tres pilares, el espritu crtico, el espritu cientfico y elespritu capitalista o, mejor dicho, industrial, aade Gramscientre parntesis. Las dos ltimas estn slidas (si industriales igual a capitalista, aade otra vez Gramsci) en cuanto el prime-ro ya no es slida de ah el desequilibrio y falta de armona entreespritu crtico, o conciencia crtica y accin y otra vez aadeGramsci algo que valdra para hoy tambin quizs: "No estligada esta crisis a la cada del mito del progreso indefinido yal optimismo correspondiente o sea a una forma de religinms que a a una crisis del historicismo y de la concienciacrtica?" En realidad, dice Gramsci, la "conciencia crtica" erarestringida a un pequeo crculo hegemnico, el aparato de"gobierno espiritual" se rompi y hay crisis pero sta es tam-bin de difusin y esto llevar a una nueva "hegemona mssegura y estable".

    La filosofa de la praxis es as considerada parte inherentedel proceso de la misma Modernidad en crisis, es parte crticade ella, puesto que su origen lgico e histrico est en lascontradicciones de la Modernidad, en su crisis y con ello en

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    la conciencia de ellas. Gramsci est convencido de que sola-mente yendo a las races de esta crisis de la Modernidad ycon ello de la filosofa de la praxis, se podr elevar a estaltima al nivel que le corresponde (puesto que fue rebajadapor "necesidades prcticas" y al mismo tiempo se podr su-perar la crisis tanto del Marxismo como la de la Modernidad).Y si la filosofa de la praxis es resultado y crtica a la vez de launidad entre "Estado y ciencia" o "Maquiavelo y Renaci-miento" o cultura y poltica, filosofa y poltica, llamada Mo-dernidad, ella misma, la filosofa de la praxis por su propiodesarrollo puede hacer posible la superacin de esta crisishistrica y la entrada a otra unidad, a otro tipo de civilizacin.

    Gramsci va mucho ms all de sus amplsimas lecturas einvestiga cmo sucede y en qu consiste esta "disarmona"de la Modernidad: El nacimiento de la Modernidad lo inscri-be en el proceso que Gramsci llama revolucin pasiva, estoes, un proceso marcado por la dificultad e insuficiencia derelacin entre intelectuales y masas, entre "Reforma y Rena-cimiento". La revolucin pasiva explica para Gramsci el naci-miento de la Modernidad y de los Estados modernos lo mis-mo que la situacin del Marxismo Ella es inherente a la Mo-dernidad en el sentido de una ausencia en su misma forma-cin de hegemona, ausencia de una relacin estrecha entre"Reforma y Renacimiento"; quiere decir ausencia de iniciati-va popular en la formacin de los estados modernos y, porltimo, pero no menos importante, situacin actual de la filo-sofa de la praxis por haber sufrido ella una doble revisin.

    Las categoras histricas de "Renacimiento" y "ReformaProtestante" se convierten en metforas para describir el mo-vimiento que subyace y antecede a la Modernidad y, por lotanto, en conceptos explicativos de sta ltima. El Renaci-miento es visto como un movimiento cultural elitista de am-plsimos alcances y la Reforma protestante como un movi-miento popular de no menos importancia histrica. El carc-ter opuesto de ambos fenmenos fundadores de la Moderni-

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    dad consiste en el hecho de que no lograron fundirse, an sial fin desembocaron en la Revolucin francesa y la FilosofaClsica Alemana. Lo significativo para Gramsci es que elRenacimiento no logr en lo inmediato "hacerse pueblo" y laReforma protestante no pudo producir de modo directo unaintelectualidad propia, hasta la aparicin de la Filosofa Clsi-ca Alemana y, sobre todo, de Hegel.

    Este planteamiento dual del nacimiento de la Modernidady su culminacin en la Revolucin francesa y, por lo tanto,en el liberalismo (y que Gramsci expresa con la frmula deMachiavelli + capital y otras frmulas parecidas) entra encrisis por primera vez con la Comuna de Paris y luego en 1917con los bolcheviques que es justo el tiempo cuando AntonioGramsci empieza a pensar en trminos marxistas con un artculomuy famoso:"La revolucin contra el Capital" de 1918.

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    1 John Cammett. Bibliografa Gramsciana. E.R., 1991;Eric J.Hobsbawm. Per capire le classi sublaterne, Il contem-porneo. Rinascita, 1987, n. 8. Id.; Gramsci in Europa e inAmerica. Di A.A.Santucci, laterza, 1995.

    2 Per capire alle classe subalterne. En: Gramsci nel mon-

    do. Rinascita, 1987, n.8, p.23.

    3 Gramsci e il novecento.Roma,1991 (cfr. D.K); DoraKanoussi. Los estudios gramscianos hoy. UAP-Plaza y Valds,IGS, 1998.

    4 B.de Giovanni y Aldo Schiavone cit. Por Liguori en p. 227.

    5 Mario Tel de la Universi