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1 Grandes constantes Metafísicas 1 REALISMO INMANENTISMO Dios trascendente Dios inmanente presencia y pres s/ dist distancia dist. s/ pres. orden natural mal = privación orden mal = finitud finitud libertad finitud libertad Hay que aprender a distinguir entre los grandes principios metafísicos que van en la intención, de ciertos principios técnicos. ¿Qué hay que hacer, entonces, para ver de un autor su intención más profunda? ¿Cómo se puede juzgar a un autor, qué hay que ver de un autor para juzgarlo en su intención profunda? Es importante hacer este ejercicio porque, si no, ¿cómo hace uno para hacer justicia con un autor que hable otro lenguaje que el escolástico, por ejemplo? Si uno por ejemplo aprendió técnicamente la filosofía de Tomás y va a leer a un autor contemporáneo o moderno que no hable ni de acto ni de potencia, ni de esencia, etc. ¿Cómo lo juzgamos para ver si es realista o inmanentista? El tema es que clásicamente, a partir del iluminismo y del hegelianismo, para distinguir entre realismo e inmanentismo se puso hincapié en el tema gnoseológico. Se parte del sujeto o se parte del objeto. En general se decía que hasta la edad media se partía del objeto, y a partir de Descartes con el cogito, “pienso luego existo”, se piensa a partir del sujeto. El tema es que esa divisoria van a ver que es más bien de nivel técnico que trajo muchas complicaciones, porque ¿dónde pongo a la línea agustinista que parte del sujeto sobre todo? ¿ya es es inmanentista? ¿y dónde pongo a todos los autores materialistas o empiristas que hablan de que hay una realidad distinta de mi, etc., pero que esa realidad no tiene esencias ni tiene orden, etc.? ¿serían realistas? Y eso, adoptar los criterios del iluminismo y del hegelianismo, fue lo que produjo muchas desinteligencias inclusive dentro de la filosofía cristiana misma. Vieron que hubo una pelea hace siglos entre 1 Clase del martes 4/4.

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Grandes constantes Metafísicas1

REALISMO INMANENTISMO

Dios trascendente Dios inmanente

presencia y pres s/ dist

distancia dist. s/ pres.

orden natural mal = privación orden mal = finitud

finitud libertad finitud libertad

Hay que aprender a distinguir entre los grandes principios metafísicos que van en la

intención, de ciertos principios técnicos. ¿Qué hay que hacer, entonces, para ver de un autor

su intención más profunda? ¿Cómo se puede juzgar a un autor, qué hay que ver de un autor

para juzgarlo en su intención profunda? Es importante hacer este ejercicio porque, si no,

¿cómo hace uno para hacer justicia con un autor que hable otro lenguaje que el escolástico,

por ejemplo? Si uno por ejemplo aprendió técnicamente la filosofía de Tomás y va a leer a

un autor contemporáneo o moderno que no hable ni de acto ni de potencia, ni de esencia,

etc. ¿Cómo lo juzgamos para ver si es realista o inmanentista?

El tema es que clásicamente, a partir del iluminismo y del hegelianismo, para

distinguir entre realismo e inmanentismo se puso hincapié en el tema gnoseológico. Se

parte del sujeto o se parte del objeto. En general se decía que hasta la edad media se partía

del objeto, y a partir de Descartes con el cogito, “pienso luego existo”, se piensa a partir del

sujeto. El tema es que esa divisoria van a ver que es más bien de nivel técnico que trajo

muchas complicaciones, porque ¿dónde pongo a la línea agustinista que parte del sujeto

sobre todo? ¿ya es es inmanentista? ¿y dónde pongo a todos los autores materialistas o

empiristas que hablan de que hay una realidad distinta de mi, etc., pero que esa realidad no

tiene esencias ni tiene orden, etc.? ¿serían realistas? Y eso, adoptar los criterios del

iluminismo y del hegelianismo, fue lo que produjo muchas desinteligencias inclusive

dentro de la filosofía cristiana misma. Vieron que hubo una pelea hace siglos entre

1 Clase del martes 4/4.

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agustinistas y tomistas. Sin embargo, no eran opuestas. Entonces, el criterio, más que

gnoseológico, es metafísico. Hay ciertas constantes metafísicas claves (ésta es la hipótesis)

intimísimamente unidas, o sea que se las puede enunciar , no “enumerando una yuxtapuesta

a la otra” (fijate en esto, después en aquello, etc), sino que una inmediatamente va a la otra,

y nombrando una enseguida se nombra a las otras. Es una unidad tan férrea entre esas

constantes metafísicas que yo puedo estar seguro de que si encuentro una, encuentro las

otras. Entonces, buscando esas constantes metafísicas en un autor, yo puedo sin temor a

hacerle injusticia, ver cuál es su intención profunda. O sea, no es que se equivocó

técnicamente en un problema y sacó tales conclusiones erróneas. Sino que si tiene esas

constantes metafísicas yo estoy seguro que se definió por tal cosa y tal otra. Vamos a ver

ahora cuáles son esas constantes metafísicas.

Recordemos que estamos analizando a grandes filósofos, y distingo a los grandes

filósofos de los mediocres por la unidad que deviene de su intención fundamental que

anima a toda su filosofía. El que escribe hoy una cosa y mañana otra contradiciéndose, no

es un gran filósofo. Los grandes filósofos, ya lo decía Nietzsche, son grandes porque están

animados por un fuego, por una unidad, que le viene de esa visión primordial de la cual

todo su sistema, toda su filosofía trata de ser expresión. Acordémonos también de que mal

puro, así como la nada, o el error puro, obviamente no existe. Chesterton decía que un error

es una verdad que se volvió loca. Es una parte de la verdad que se exacerbó en contra de

otra. Entonces, en los grandes filósofos, que son espíritus superiores, poderosos, hay

grandes visiones profundísimas, y se las puede buscar en Hegel o en Nietzsche, y grandes

cosas, porque más allá de que radicalizaron un aspecto y eso los llevó a una cierta ceguera

en muchos otros aspectos, siempre se les cuela filosofía inclusive positiva, aún en contra de

su intención fundamental. Entonces, su intención fundamental es como una visión

parcializada de la realidad. Así como un pecado no es la búsqueda del mal en sí mismo sino

que es la búsqueda de un bien absolutizado o parcializado, lo mismo pasa con las filosofías

inmanentistas que pueden llegar a ser geniales. Por eso yo a veces, para evitar este tipo de

equívocos prefiero decir “intención fundamental” en lugar de “visión fundamental”, pero

inclusive se podría decir intuición fundamental.

Los grandes inmanentistas dicen: yo rechazo la realidad, no la quiero obervar o

porque no hay nada para observar, o porque yo quiero imponer mi voluntad sobre ella, o

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porque simplemente la realidad es una apariencia y no existe, etc. Entonces, el sentido de

realidad, obviamente, no lo tienen y les parece mal tenerlo. Siempre el inmanentismo es

una postura secundaria, todos los inmanentistas van a decir eso, porque la postura

espontánea, natural, desde el nacimiento (la palabra natural proviene de “nacimiento”), es

la postura realista, todos los inmanentistas lo dicen. Por eso, para todo inmanentista hay que

pasar la mayoría de edad, como decía Kant, y tener la audacia de ser adulto, y dejar de lado

esas ingenuidades del realismo. Hay que ver más allá de nuestra tendencia a aceptar una

realidad ordenada, y toda una serie de cosas, hay que empezar a negarla, socavarla y

destruirla. Por eso es que el inmanentismo es una postura secundaria, y a los inmanentistas

les gusta que sea así, porque parece una postura adulta. Pasar la niñez realista y llegar a la

adultez inmanentista. Entonces, nunca un inmanentitsta aceptaría si vos le decís que el

mundo hay que contemplarlo, es más, te insultaría. Eso, y pensar que todo autor en la

historia pensó que tenía igualmente razón y cosas por el estilo es una visión muy ingenua

de la historia y una visión ingenua del hombre. Porque no es cierto que todo hombre busca

la verdad, sino que es cierto que todo hombre busca la felicidad. Y ustedes vieron que la

felicidad se puede buscar de distintas maneras. Es, haciendo un paralelismo, como decir

que buscan el vicio. ¿Buscan la felicidad? Sí, ¿pero no piensan que la están buscando en el

bien? No, puede no estar buscando el bien. Porque si no, no habría males. Lo mismo, un

autor que diga que Dios es inmanente, que no existe, que es la materia, que no hay libertad,

que todo es necesario, que no hay sustancias particulares y cosas por el estilo, etc., no es un

autor que buscó la verdad y llegó a esas conclusiones contemplando la realidad. Ninguno

de los autores de actitud contemplativa y realista dijo eso. Estos autores dicen claramente:

yo me tuve que violentar, me tuve que forzar, tuve que dejar de lado mi espontaneidad

realista, y conquisté todo esto, que es una visión que yo sé que es contra natura, porque la

naturaleza es infantil. Yo tuve que conquistar por mi voluntad una visión que no es así. Por

eso para ser inmanentista hay que tener un grado de fortaleza casi heroico. Por eso Spinoza

era una especie de “asceta”. Porque hay que sujetarse, porque por los poros te surge el

realismo. Entonces, alguien que tiene constantes metafísicas tan claras como las

inmanentistas no es alguien que por un error técnico o por una falla derivó en eso. No, es

alguien que hizo un ejercicio muy profundo, muy continuo, y llegó a esto. Traten de buscar

si no, algún autor inmanentista que alegremente diga que contempla la realidad.

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Veamos las constantes metafísicas y van a ver que no es un simplismo reducir a los

autores por ellas, porque no se pueden aceptar esas constantes sin una opción fundamental.

Otra cosa es, si pienso que es un simplismo y es injusto reducir el tema a cuestiones

técnicas, o al tema gnoseológico. Pero cuando se va a las constantes metafísicas que hay

por detrás, tienen tal unidad, a uno se le imponen tan claramente y tan contundentemente,

que no se pueden adoptar unas por inadvertencia.

Por otro lado, a no ser que alguno haya sido preservado de las consecuencias del

pecado original o cosas por el estilo, será experiencia diaria suya, como mía, que mil veces

no hacemos lo que pensamos que deberíamos hacer, no pesamos como deberíamos,

falseamos la realidad, por un fin práctico llegamos a conclusiones que no son tales, usamos

la razón para violentar a otros queriendo imponernos a ellos, yo creo que eso es experiencia

diaria de cualquiera. Entonces, si uno experimenta en sí mismo eso, no es tan raro ver estas

cuestiones trasladadas a grandes sistemas filosóficos. Yo en el origen de todas estas

concepciones veo la respuesta que da cada hombre y cada filósofo a un tema filosófico que

es clave, que es como la encrucijada filosófica existencial por la que atraviesan todos los

hombres y todos los filósofos en particular, que es la encrucijada del dualismo, y después la

veremos. Para mí, dentro de las muchas posibilidades por las que alguien se hace

inmanentista, para mí quizá la clave que aglutina a todas las otras es ese tema de la

tentación o el problema o la encrucijada dualista (junto con los temas, íntimamente unidos a

éste, del mal y de la libertad), y la respuesta o la salida de él. Enseguida lo veremos.

Les propongo, insisto, a modo de hipótesis, ver cuáles son esas claves metafísicas.

Entonces, propongo por un motivo didáctico dibujar dos triángulos, que corresponden a la

postura realista y la inmanentista. En cada uno de sus vértices de esos triángulos, está una

gran constante metafísica que lleva indisolublemente a las otras constantes.

Por ejemplo, es típico partir en el realismo de una visión de la realidad creada,

ordenada. Aquí hay un orden que obviamente es natural, y que haya orden natural implica,

porque que las cosas ordenadas quiere decir que cada una está en su lugar, que esta no es

aquella, cada una es cada una, implica necesariamente que hay finitud. Decir que hay

finitud significa que cada una tiene su plenitud dentro de sus límites, es decir, que hay

consistencia. Ven que sólo si hay finitud hay orden, y sólo si hay orden hay finitud, porque

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hay límite y cada cosa es plena dentro de sus límites. O sea que aquí los límites son algo

bueno. No algo que reprime, sino algo que permite la plenitud. Entonces, si hay limites,

Dios es trascendente. Porque si las cosas terminan acá, porque tienen límite, porque hay

finitud, Dios no es las cosas, está más allá, es trascendente. Pero, es un Dios creador. Por

eso es que, en términos de la filosofía contemporánea y menos técnicos, se puede decir que

en el realismo siempre la clave es que en todos los temas hay una relación de presencia y

distancia: a nivel vertical, porque, en la relación de Dios con las creaturas, Dios está

presente en las cosas porque son ordenadas, verdaderas, etc., pero Dios no es las cosas. Van

a ver que eso es clave y en el tomismo se llama técnicamente la doctrina de la participación.

Las cosas participan de Dios y Dios no es las cosas. Ahora, esa presencia y distancia de tipo

vertical de Dios a las creaturas implica, y eso es importante en antropología, una presencia

y distancia de nivel horizontal, entre las cosas. Para un realista, las cosas pueden entablar

entre sí cierta comunicación: una cosa puede conocer a otra, una cosa puede querer a otra,

etc. Recuerdan que el conocimiento es hacerse lo otro en tanto que otro. Ven que hay una

relación de presencia y distancia. Hacerse lo otro, presencia de lo otro en mí; en tanto que

otro, distancia. Entonces, las cosas pueden tener esa relación de presencia y distancia que

implique una comunicación profunda, precisamente, porque esa relación a nivel horizontal

se basa en la vertical: yo puedo entablar relaciones con las cosas precisamente porque las

cosas tienen un origen común, tienen una cierta hermandad, que a mi me permite tomar

contacto, tener cierto conocimiento, de aquello que es “hermano” mío. Lo mismo ocurre en

el amor. ¿Por qué yo puedo querer a otra persona? En el amor siempre hay una relación de

presencia y distancia. El amor es unitivo, dos que se aman son uno mismo, pero siempre

hay distancia, porque si no no sería amor. Si es confusión, un amor panteísta o de dominio,

no hay verdadero amor. Van a ver que todo inmanentismo, como es una negación de cierto

aspecto del realismo, como es una exacerbación de un aspecto, siempre va a ser o presencia

sin distancia, o distancia sin presencia. Éstas son posturas inmanentistas extremas. Como

postura neta extrema acerca de la relación entre Dios y las cosas una filosofía de presencia

de Dios sin distancia sería un monismo o panteísmo; y distancia sin presencia sería un

nihilismo, un nominalismo extremo. Que haya cosas sin ningún sentido y sin ninguna

relación. Después van a ver que nihilismo - monismo, que son las dos grandes posturas

inmanentistas extremas, son dos caras de la misma moneda: todo gran monista fue nihilista

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y todo gran nihilista fue monista. Hegel, siendo monista era muy nihilista. Nietzsche,

siendo nihilista, era claramente monista. Uno lleva al otro. Y van a ver que eso que se da a

nivel vertical se va a dar a nivel horizontal, por ejemplo en la teoría del conocimiento. A

nivel inmanentista está la teoría del conocimiento donde el sujeto se impone sobre el

objeto, imponiéndose totalmente, una doctrina del conocimiento del dominio y de no

respeto a las cosas, y de proyectar mis categorías sobre las cosas, presencia sin distancia; o

una doctrina en la cual las cosas están allá y yo no puedo conocer nada, escepticismo. Así

ocurre con todos los temas. Inmanentismo siempre es una radicalización de un aspecto.

En el otro vértice que falta, es el tema que es aparentemente el talón de Aquiles del

realismo, y la clave del origen de ciertos inmanentistas. Porque los inmanentistas le dicen a

los realistas: son pobres infelices ustedes, la idea de una realidad ordenada, de un Dios

bueno, de un mundo donde todo está hecho para bien, donde todo está pensado de

antemano, donde todo es bueno y verdadero, etc. ¿dónde está eso, qué contemplaste, dónde

lo viste? Todo esto (todo el triángulo) es una gran fantasmagoría que no tiene sentido

precisamente por este tema del mal. No se dejen llevar por sus impulsos infantiles, acá hay

mal, cosas terribles, hay aberraciones, hay cosas imposibles de aceptar. Todo esto que dicen

ustedes los realistas es una especie de insulto, de bofetada al sufrimiento humano. ¿Cómo

es eso de qué hay un mundo tan bueno?. Sobre todo a la filosofía contemporánea este tema

la ha marcado mucho después de cierta crisis, particularmente el siglo XVIII, que es la

caída de todos los optimismos. En el siglo XVIII sucede el terremoto de Lisboa (1755), que

es lo que hizo a Voltaire cambiar de opinión, que al principio le gustaba un poco el

optimismo leibniziano, y a partir de ahí se radicalizó cada vez más el planteo sobre el mal

en el mundo. Con ciertas idas y vueltas, con Hegel medio se minimizó la cuestión, después

volvió a salir en relieve. Una obra clave, que es punto de referencia para toda la filosofía y

literatura contemporánea, que quedó como una especie de arquetipo del planteo de este

tema, es la obra del ruso Dostoyevski: Los hermanos Karamazov. Habría que leer sobre

todo el capítulo en que hay un diálogo entre Ivan K., que es el ateo, racionalista, etc., y

Alioscha K, que es un monje, un místico, etc. El tema es la confrontación entre la visión de

Alioscha, realista ingenuo, que ve sólo un mundo bueno, e Iván que dice algo así como:

supongamos que yo acepte que existe un Dios. Pero si yo acepto que existe tu Dios no

acepto este mundo que creó, yo me bajo, devuelvo la entrada. El tema que a Iván le parece

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más sensible y más a responder por un realista es el del sufrimiento de los niños, de los

inocentes. Entonces dice, tu Dios permite esto. Es más, vos me decís que es para una

armonía mayor, entonces la armonía mayor de tu Dios se basa en las aberraciones. Nadie,

evidentemente, puede aceptar eso, ese medio no puede ser justificado por los fines. Si hay

un Dios que puede permitir una cosa así, no lo impide, no es bueno, algo así como el

argumento de Pierre Bayle que dice que aquel que pudiendo impedir un mal no lo impide

no es bueno. Algo así como si una madre, pudiendo impedir que su hijo muera de hambre,

lo deja morir de hambre, ella no se puede excusar y decir “pero yo no lo maté, yo lo

permití”, cualquiera diría que esa madre es culpable,. Lo mismo para Dios, si pudiendo

impedirlo no lo impide, entonces obviamente no es bueno. Entonces, este es un tema muy

difícil, y en la historia de la filosofía moderna van a ver que muchos autores lo han pensado

y lo tratan muy explícitamente. Es uno de los temas clave de la filosofía. Entonces, qué

responde un autor a este tema es decisivo.

Sin entrar en detalles porque éste es un tema muy profundo, la doctrina realista dice

que el mal es ausencia de bien debido. No basta decir ausencia o negación de bien porque

sería la teoría opuesta. Sería decir que toda finitud es mala, porque en toda finitud hay

ausencia de bien, porque no es todo. Entonces todo lo finito sería malo como ser finito. Y

ésa es la teoría exactamente opuesta a la que estamos explicando, que lo finito es bueno en

la medida en que es finito, y es malo si se sale de los límites. Entonces, el mal es una

privación. Ahora, ¿qué relación, para que vean que no es una mera yuxtaposición de temas,

inmmediata, directísima, hay entre el mal como privación y la finitud y el orden? ¿por qué

no puedo concebir el mal como privación si no hay finitud? Porque yo para decir que a algo

le falta algo mi punto de referencia es lo debido. Si le falta algo de lo que tiene que tener

adentro sé que hay mal. Si no, no hay mal. Si a un hombre le faltan alas, es una falta pero

no es mal. Por eso ven que no se puede aceptar una cosa sin la otra. Ven que un tema va al

otro. Tanto es así que vieron que para el inmanentismo el mal es una especie de escándalo,

sería un argumento contra el realismo, porque si hay mal cómo puede existir Dios. Aquella

pregunta clásica que ya dice Santo Tomás: si Deus est, unde malum? (si existe Dios, ¿de

dónde viene el mal, cómo puede haber mal?. Si uno lo ve en su profundidad el tema, si hay

mal, Dios existe, es más, el mal sería el punto de partida de una prueba de la existencia de

Dios. Porque si hay mal como privación quiere decir que hay finitud, y si hay finitud hay

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orden y hay Dios.

Aclaración: el mal es una cuestión de hecho y no de derecho, no es que porque hay

finitud necesariamente hay mal. Esa sería precisamente la postura inmanentista. Por eso en

el vértice del mal está la libertad. Todo realista acepta que hay una libertad finita, creada. Si

no hubiera libertad no podría haber mal (al menos, el mal más grave, el moral).

Fíjense que el problema de todo inmanentista extremo, que niega que Dios es

trascendente, es el siguiente. Por ej. Ivan K dice que hay unos crímenes horribles, que yo no

puedo aceptar el mal, que es inaceptable un Dios que permita estas atrocidades, entonces

termina diciendo “no hay Dios”. Ahora, y éste es el gran problema, la gran cruz de los

inmanentistas es que empiezan negando a Dios precisamente por tratar de justificar el tema

del mal, o por tratar de justificar el tema de la libertad, y terminan negando las dos cosas,

tanto el mal como la libertad. ¿Por qué motivo? Porque si no hay Dios, o si Dios no es

trascendente, acá no puede haber orden natural y no puede haber finitud. En el monismo es

como que lo infinito se mete en lo finito y lo finito estalla, no hay limites, no hay orden.

Entonces, si no hay esencias, si no hay orden ¿puede haber mal como privación? ¿yo puedo

decir que a cada uno le corresponde algo y que por eso hay mal si no lo tiene? No, porque

yo para saber que algo está privado de algo que debería tener tengo que pensar que hay

esencias y que hay orden. ¿Y si nada puede estar privado de nada, por qué digo que es un

crimen atroz matar esos niños? No sería ningún crimen. El gran problema de los

inmanentistas es que comienzan rechazando a Dios por negar el mal para después decir que

el mal no es malo. Entonces ¿por qué se habían escandalizado?. Esto es un problema

interior del inmanentismo sin solución, pero que muchos inmanentistas lo ven y por él son

llevados a grandes torturas interiores. Por ejemplo si uno lee a Nietzsche o a Camus, van a

ver que es algo que los tortura. Por ej., Nietzsche, rechaza a Dios para salvar su libertad

porque le parece que si hay Dios no puede haber libertad. Ahora, si no hay Dios, y no hay

entonces finitud ni orden, cada ser finito no está destinado a su plenitud como finito,

entonces yo como ser finito no estoy destinado a mi plenitud, soy una parte que se tiene que

disolver en el todo. Entonces yo no tengo libertad ni realización personal ni nada que se le

parezca. Soy una especie de engranaje de una gran cosa, por eso es que Nietzsche siendo

nihilista era muy monista. Era hegeliano inclusive, podría decirse, a pesar de que lo

criticaba a Hegel. Entonces sentía, junto con ese deseo de omnipotencia y libertad personal,

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como una especie de frío que lo agarraba por la nuca y lo iba llevando hacia donde no se

puede resistir.

Entonces, si en un autor descubrimos una de estas constantes van a ver que

descubrimos todas las otras. Porque tienen una unidad intimísima. No se puede aceptar las

unas sin aceptar las otras. Entonces, si un autor es muy profundo en el tema de la libertad,

implícita o explícitamente están los otros temas. Y eso no es una cuestión técnica, es una

posición muy clara.

jueves 6-4

Estábamos terminando de ver, para poder juzgar a los autores en profundidad, más

allá de juicios ideológicos, etc., lo que serían estos aspectos más profundos que hay que ver

de cada autor, que serían las constantes metafísicas.

Dentro de esas constantes metafísicas están las del realismo y las del inmanentismo.

Recuerden que esto era para ver la intención profunda de un autor.

Para el inmanentismo no hay orden natural, y obviamente no hay finitud. Porque si

no hay limites en las cosas que las distinga, no puede haber cosas finitas. Ahora, si esto es

así, obviamente Dios no es trascendente sino inmanente. Dios penetra en las mismas cosas

y se confunde con ellas. Por eso decíamos, hay una finitización de lo infinito o una

infinitización de lo finito. O, lo que es lo mismo, hay una presencia sin distancia o una

distancia sin presencia. Entonces, el próximo tema sería el del mal. En este contexto ¿qué

es el mal? Gran parte de los inmanentistas comienzan por rechazar una metafísica realista

precisamente por el tema del mal. Porque esa noción de orden de la que hablan los realistas,

y de un creador bueno e inteligente aparentemente sería incompatible con esta existencia

del mal en el mundo. Por eso es que muchos dicen que por eso no hay orden, no hay Dios,

etc. Ahora, en este contexto, negando el orden y negando a Dios, ¿en qué se transforma el

mal? ¿qué es el mal? Porque fíjense que el mal ya no puede ser una cierta privación como

lo era para el realismo. ¿por qué?2 No puede ser porque no habiendo limites yo no tengo

2 Coment. entre paréntesis de Roldán: ¿el mal es “pasarse de la raya”, “pasarse del límite” o “quedarse más acá de la raya”? No debe entenderse como que ese pasarse de la raya es, suponiendo que el límite está (dibujo un cuadrado) en el contorno del cuadrado, como si hubiera una fuerza muy grande afuera y te pasás

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punto de referencia para decir si algo es propio de su esencia o no. Entonces, van a ver que

en todos los autores inmanentistas aparecen estas constantes muy claramente. Y respecto

del mal en todos los inmanentistas, por lo pronto, no hay nada claramente malo, lo cual ya

de entrada, y antes de profundizar en acerca de lo que es, es una cierta paradoja y es un

problema muy serio para ellos. Porque supónganse, por ejemplo, ese pasaje tan famoso que

todos los filósofos tienen en cuenta, de los hermanos Karamasov de Dostoievsky. Allí Ivan,

el hermano ateo, racionalista, le decía al hermano creyente que este Dios que permite el

asesinato de niños, la tortura de inocentes y cosas por el estilo, que son cosas aberrantes que

el espíritu se resiste a aceptar, este Dios no puede existir, no es un Dios bueno, no existe

Dios. Y después tenía que terminar diciendo que esas muertes de niños, esas torturas a

niños por el estilo, etc., no son malas. Fíjense que esa paradoja, esa parábola tan extraña,

siempre la describen todos los inmanentistas que lo sienten como un gran desgarro.

Rechazar a Dios, rechazar el orden por el tema del mal, para después decir que no hay mal.

Eso pasa en todos. Se pueden dar muchísimos ejemplos al respecto. Pero entonces ¿qué es

el mal para una postura inmanentista? Fíjense que el mal, precisamente, empieza a ser

necesario, ya no libre, viene a ser ontológico, tiende a ser consistente, porque el mal

comienza a ser la finitud. Esta finitud que positivamente no está, es precisamente algo

negativo. Pues dentro de la postura inmanentista el mal es no tener todo. De tal manera que

todo lo finito por ser finito es malo. O lo que es lo mismo, si lo único que existe es un único

ser, una única substancia, si eso es lo único que existe todas las cosas finitas en sí mismas

no tienen consistencia, son apariencia, están destinadas no a ser plenas sino a disolverse en

el todo. Supónganse ustedes un totalitarismo que puede ser marxista, o nazi, o fascista.

Cada uno de los individuos está destinado a disolverse en el todo. Justamente lo

supremamente malo es que alguien se quiera sustraer a eso, que alguien quiera ser en eso

individual. Por eso el individuo está hecho para alimentar al todo, es una parte del todo.

Fíjense que en la postura realista cada uno de los seres tiene su lugar propio, tiene su

consistencia propia y está hecha para su plenitud. Acá, en cambio, lo finito está hecho para

su destrucción. No puede tener consistencia propia, se tiene que necesariamente disolver en

el todo. Es por ejemplo, como decía Hegel, es como si el infinito le dijera a lo finito: mors

de ese limite. Ahora, ese pasarse del área del cuadrado ¿es más que el área del cuadrado? No, en realidad pasarse de los limites del cuadrado metafísicamente es quedarse más acá, reducir el área del cuadrado. Si fuera aumentarla, entonces sería que en el mal, en el vicio, o lo que sea, hay más que en el orden. Entonces fíjense que no sería “pasarse”, porque al decir pasarse parece que hay más, y en realidad hay menos.

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tua vita mea (tu muerte es mi vida). Porque se va alimentando de la destrucción de todos

los seres finitos. Entonces, lo finito en tanto que tal, siempre está destinado a destruirse. Y

lo malo son precisamente los límites, porque los límites siempre son artificiales. Eso es lo

que sucede en ética, y en tantos autores que tratan este tema de la filosofía moderna, de que

todo límite es malo y es represivo, no puede haber límites naturales. Fíjense que en el

realismo los limites precisamente porque son naturales, plenifican a cada sustancia. Acá en

cambio, los limites siempre la empobrecen, me reprimen, etc. Por eso tienen este origen por

ejemplo doctrinas morales como las iluministas, o doctrinas antropológicas y morales como

la freudiana. Donde hay por ejemplo, un “Ello” que es un deseo oceánico de todo placer, y

siempre un superyó que siempre reprime, que siempre limita. Siempre el límite es malo.

Por ejemplo, esa obra tan famosa e importante de Freud que se llama El malestar en la

cultura. Allí Freud dice, fíjense el nombre, que todo hombre tiene ese impulso de placer

como infinito. Entonces lo que sucede es que si tratara de satisfacerlo, obviamente chocaría

con lo demás y sería su destrucción. Entonces tiene que limitarse, pero ese límite siempre

es represivo, siempre implica menos placer. Por eso la cultura, que es toda la limitación de

esos impulsos, va reprimiendo cada vez más. Por eso tiene que avanzar la cultura, porque si

no perecemos, y con la técnica y todo esto vamos viviendo más, pero a medida que avanza

la cultura avanza el malestar. Porque cada vez somos más reprimidos y cada vez nuestros

deseos más íntimos se cumplen menos. Por esto es un tema fundamental de todas las

filosofías y de todas las éticas. Por ejemplo a Freud en esto le responde un autor de la

escuela de Frankfurt que se llama Marcuse. Él era tenido por ideólogo de la revolución de

la Sorbona y después las universidades americanas, en el 68 en Francia. Un autor

aparentemente de la liberación sexual y cosas por el estilo. Sin embargo Marcusse escribe

una obra que se llama Eros y civilización. Esa obra quiere ser la respuesta a El malestar en

la cultura. Porque lo que propone en esa obra es que puede haber eros, o sea impulso,

instinto o lo que sea, no contrapuesto a civilización, y civilización no contrapuesta o

limitadora de eros. Eso quiere decir que puede haber límites que plenifiquen y que no sean

represivos. Decir que hay límites que plenifican y que no sean represivos es decir que hay

límites naturales. O sea, es decir que hay finitud. Porque decir que hay finitud significa

decir que hay consistencia en lo finito y que hay plenitud dentro de los límites. Este tema de

que haya o no haya límites es un tema central de la filosofía de todas las épocas y sirve para

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distinguir realismo de inmanentismo.

Pregunta: que no haya límites daría entender como que hay una libertad plena.

Resp: Por lo pronto está la paradoja ésta del mal, porque yo niego a Dios y a todo el orden

porque hay mal, y después termino negando el mal. Con el tema de la libertad, es el otro

tema donde pasa lo mismo. Comienzo negando a Dios o al orden para ser totalmente libre,

porque siento que Dios y el orden me limitan, pero en la medida en que yo niego a Dios y

niego al orden también tengo que negar la libertad, porque todo es necesario. Como yo en

el fondo no soy nada y estoy destinado a perecer, no puede aspirar libremente a ninguna

plenitud. Por eso, los grandes inmanentistas, monistas o nihilistas, a la par que buscaron la

libertad sintieron que la libertad se disolvía en sí misma. Nietzsche, que quería buscar y

llegar al superhombre, terminaba diciendo “yo termino dándome cuenta de que todo es

trágico, de que yo soy parte de un todo impersonal que me va devorando, siento una especie

de frío en la nuca que me va atrapando” y justamente no soy libre. Todos los grandes

inmanentistas lo han dicho, van a ver que es un tema central. Por ejemplo Spinoza, que es

un gran monista, un gran inmanentista. Y aparentemente Spinoza propone la vida libre

intelectual, fuera de las pasiones de todo los hombres, etc., y termina diciendo claramente

que no hay ninguna libertad, que yo soy parte del todo, etc.

O sea, al no haber limites, parecería haber libertad total, absoluta. Es muy

interesante en filosofía, en literatura, cómo el “todo está permitido”, esta frase tan famosa

de Iván Karamazov que después repite Sartre, moralmente, antropológicamente y

metafísicamente, siempre, y no hay otra posibilidad, es sinónimo de, se convierte

inmediatamente, en “nada está permitido”. Y esto es más profundo. Porque, por ejemplo, en

este mismo diálogo de Iván y Alioscha, Iván le dice a Alioscha: “todo está permitido

porque no hay Dios y entonces no tengo límites”; cuando sigue el diálogo le empieza a

decir el hermano creyente: “pero entonces ¿y las cosas que vos querías de chico, la mujer

amada, el sepulcro de las personas queridas, las hojas tiernas de los árboles, etc., ya no son

nada, porque no tienen consistencia, ya no las querés más? E Iván dice: “efectivamente, ya

no las puedo querer”. ”Pero entonces ¿qué vas a hacer de tu vida –le dice Alioscha-, ya

todo lo que te atraía no te atrae más ni te puede atraer?” “Yo me voy a refugiar -le dice el

hermano- en la fuerza de los Karamazov”. Y la fuerza de los Karamazov consiste en

emborracharse, en perder la conciencia, en mancillar todo lo que me rodea, que no me

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importe absolutamente nada, que yo no pueda distinguir nada, es decir, en el inmoralismo.

El inmoralismo clásicamente es como una versión en el orden ético, del panteísmo. Es

“aspiro a todo sin querer nada en particular, porque todo es lo mismo”. Me da lo mismo, no

distingo nada. Todo viene bien. En el fondo no quiero nada. Hay muchos autores actuales

que han interpretado todo este tema del inmoralismo, por ejemplo, el planteo por autores

del s. XVIII como el marqués de Sade, autor de obras pornográficas, precisamente como la

contracara de una filosofía de este tipo. ¿Por qué? Hay autores de la escuela de Marcuse,

de esta escuela de Frankfurt (Horckheimer y Adorno), que hacen un análisis de estas obras

del marqués de Sade diciendo: esas orgías que él describe en sus novelas, lejos de ser la

liberación total, y uno lo ve en sus personajes, son la máxima represión. Porque para

participar de esas orgías donde parece que todo está permitido, los personajes mismos dicen

que hay que ser una especie de asceta del desierto. Porque hay que reprimir fortísimamente

cualquier afecto o cualquier amor a ninguna de esas personas en particular, porque apenas

yo la quiero un poco a esta persona, no puedo hacer cualquier cosa con ella. Entonces hay

que reprimirse máximamente. El inmoralismo, entonces, sería un hacer que nada valga, que

yo no pueda querer a nada y que tenga que reprimir todo querer a alguien. Apenas yo quise

algo en particular quiere decir que ya estoy afirmando lo finito y la consistencia de lo

particular. Por eso para el monismo no se puede querer nada. Querer algo es precisamente

afirmar lo finito. De tal forma que el “todo está permitido” es “nada está permitido”. Les

doy un ejemplo por medio de la literatura muy interesante y muy gráfico. Por ejemplo el

Retrato de Dorian Gray. Es un personaje, el de Dorian Gray, muy atractivo físicamente, de

mucho éxito mundano, de una gran belleza, noble, con mucha plata y prestigio, etc.

Entonces un pintor descubre en él esa belleza y esa mirada inteligente y hace un retrato, y

este Dorian Gray se apena de que esa perfección que tiene este retrato necesariamente se

vaya a perder. Y que el pierda lo mejor de la vida. Y pide fervientemente que eso no se

pierda. Entonces empieza a darse cuenta en la vida que va pasando, ahí no lo dice

explícitamente pero que ha hecho una especie de pacto con el demonio sin darse cuenta,

pero lo reconoce por los resultados, y descubre que lo que va envejeciendo es el retrato que

él tiene guardado en una habitación cerrada a la que nadie tiene acceso, y él está siempre

igual. Y no sólo va envejeciendo el retrato, sino que solamente en el retrato se van

marcando las huellas de sus inmoralidades. Entonces, como es una persona que tiene el

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mundo a sus pies, que no envejece, que tiene la belleza perfecta, atrae a todo el mundo,

puede hacer lo que quiere, todos se rinden a sus pies, absolutamente todo está a su

disposición. Entonces, todas las bajezas, inmoralidades que va cometiendo se van marcando

en el retrato que cada vez es más repugnante. Y él siempre con la misma cara de inocente,

de sincero, de profundo, etc. Entonces ocurre que va avanzando la vida de este Dorian Gray

y de a poco se le va haciendo cada vez más insoportable. Lo va consumiendo primero un

tedio cada vez más grande, porque todo es hacer lo mismo, todo lo tiene al alcance y todo le

da lo mismo. Fíjense que el aburrimiento es un tema que vamos a ver en la materia porque

muchos autores lo tratan, por ejemplo Pascal. Es un tema antropológicamente de mucha

raíz metafísica y muy importante. Aburrimiento3, es como actitud psicológica el panteísmo.

Quien se aburre, está diciendo que todo es lo mismo. ¿Vieron que cuando uno está aburrido

todo día es gris, es igual al día siguiente, y uno ya no distingue, no hay cosas que se

destaquen, no hay cosas que atraigan?. El aburrimiento es eso, el tedio vital, y es una

especie de panteísmo. Y ese aburrimiento nos lleva a escapar de la realidad4. Entonces pasa

que siempre, por otro lado, el que se aburre va adquiriendo esa noción de que todo es lo

mismo, entonces de que yo mismo no valgo nada, y entonces va adquiriendo de a poco

pánico. La palabra pánico viene de pan, todo. El todo éste indiferenciable produce pánico

porque precisamente es un todo impersonal que me va envolviendo y que me va a destruir,

y yo no valgo nada así como no vale nada todo lo que me rodea. Por eso el pánico es una

experiencia interior o intrínseca a este monismo. Hay muchos ejemplos sobre esto. Y este

Dorian Gray, a la par que siente tedio va sintiendo pánico, que su vida ya no tiene sentido,

que se va a acabar y que no hizo absolutamente nada, y que ya es incapaz de querer a nadie.

Entonces el libro termina con que una vez decide que con la enésima mujer que iba a

engañar y traicionar y abandonar, en este caso una campesina, dará un paso adelante y por

una vez en su vida hará un acto de renuncia y de amor a alguien. Decide dejarla ir, no

humillarla, no mancillarla, etc. Entonces cuando le va a contar a un amigo (Lord Henry),

feliz de que por primera vez pudo querer algo después de tantos años de una vida que era

un infierno, absolutamente aislado sin querer nada, el amigo le dice que en realidad es un

hipócrita, porque eso que aparentemente es querer a alguien es una nueva experiencia como

3 Aburrimiento >> aborrecimiento. 4 La palabra aburrimiento viene no de “ser un burro”, que los burros se aburren, sino que viene de aborrecimiento. Quien se aburre es que aborrece la realidad, porque todo es lo mismo, nada atrae.

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las anteriores, solo que ahora tiene esa experiencia nueva de que abandonó a esa chica y se

cree muy grande, pero es una nueva manifestación de su hipocresía y de su cinismo.

Entonces Dorian Gray se desespera más y entra de nuevo el pánico de que la vida no tiene

salida y de que no se puede comunicar con nadie, y de que nunca puede querer a nadie, y

sube corriendo a la habitación en la que tenía escondido su retrato para ver si ahora el rostro

estaba un poquito más dulcificado o era todavía más repugnantemente y vil que antes. Y

sube y la ve precisamente peor, se confirma entonces que no pudo querer a nadie y que lo

hecho era un acto más de egoísmo. Entonces, desesperado, apuñala el retrato para destruirlo

y terminar con eso, y después lo encuentran muerto, apuñalado él mismo, y el retrato

perfecto como al comienzo y él convertido en una máscara horripilante. En esta obra

clásica está descrito con gran profundidad psicológica ese tema de que el que tiene todo, en

un sentido de tenerlo sin límites, el mundo a los pies, en realidad no tiene nada. Y con un

gran sufrimiento psicológico. Que es lo que sucede en todo inmoralismo. Queriendo todo,

si a ese todo yo le destruyo los límites propios, no tengo nada. Es el tema del amor de

dominio. Cuando yo quiero algo, pero lo quiero no en el sentido de comunicar, de presencia

y distancia, de unirme con la otra persona, pero precisamente respetándola porque es

distinta, y entonces comunicándome, y entonces, en cambio, la quiero totalmente,

sacándole los limites y dominándola y haciendo lo que quiero con la otra persona, en el

fondo la otra persona se me esfuma, y lo que aparentemente era cercanía es lejanía, y existe

en realidad una gran frialdad. Es el gran tema postmoderno, y que después de la ruptura de

los límites propia del dualismo viene que ya no se quiere nada, que ya nada es atractivo,

que ya todo es lo mismo. Es el tema que los postmodernos comparan con la inflación. La

inflación por así decirlo, es que la moneda perdió sus límites y hay tanta moneda que ya no

vale nada. Hay mucha pero no hay nada. Hay, por ejemplo, inflación de sexualidad, la

sexualidad está en todos lados, pero, a fuerza de estar en todos lados no está en ningún lado

(Baudrillard). Hay libertad total, porque tengo carencia de toda limitación, y en el fondo no

tengo libertad porque no puedo querer ni una sola cosa. Por eso yo les decía que el proceso

que siempre se da en un monista, es por ejemplo, “Si Deus est, unde malum?”, si hay Dios,

¿de dónde viene el mal, como puede ser haya mal?. Pero siempre termina en que si yo

como respuesta a esto niego a Dios, siempre termino: “Si Deus non est, unde bonum”?. Si

Dios no es, cómo hay bien? No hay nada bueno, no puedo querer nada, nada me puede

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satisfacer, obviamente.

Entonces, para ser libre yo tengo primero que ser algo consistente. Si yo me

disuelvo en el todo yo no puedo ser principio de nada. Y a su vez, segundo, para querer

algo, ese algo tiene que ser eso y no aquello. No que todo sea intercambiable, que todo dé

lo mismo. Por eso yo les decía que el inmoralismo es una especie de panteísmo. Porque el

monismo, el panteísmo, es ausencia de límites y entonces todo es lo mismo. Por eso es que

en la pornografía en cualquier manifestación no hay personajes con nombres propios,

psicología profunda, etc., sino que todo es intercambiable. Eso es lo mismo que decir que

no hay finitud. Ese tema de la finitud, insisto, es un tema fundamental de la cultura de todas

las épocas. Es un tema muy actual y que está muy puesto de relieve en toda discusión a

cualquier nivel. Otro ejemplo es el de una revista que por casualidad había recibido de la

librería Gandhi, más bien izquierdista o “progresista”. Saca periódicamente una revista de

un tema central, y se supone que es la avanzada intelectual. Y en este tema era relacionada

con el cuerpo humano, pero desde una perspectiva filosófica, citando a todos los autores de

moda norteamericanos, europeos, etc. Fíjense el nivel de los artículos., y siempre estaba el

tema del límite atrás. Uno de los artículos era un análisis de una mujer acerca de las revistas

pornográficas vigentes desde un punto de vista filosófico. En este artículo decía: las revistas

pornográficas más clásicas, en realidad, no son nada transgresoras. En realidad son una

especie de penetraciones culturales de la Iglesia Católica y del Papa, son aliadas del Papa.

Esto (estas revistas pornográficas de las que habla esta filósofa) no es revolucionario

filosóficamente, porque en una revista donde está claramente diferenciado el rol del hombre

con respecto al rol de la mujer, y donde se muestran mujeres, en la medida de lo posible,

bellas, estéticas, femeninas, etc. Y eso no es más que la tradición occidental cristiana de

que hay límites, de que hay belleza, de que hay una primacía de la contemplación, de que lo

bello está por encima, de que el hombre no es la mujer, etc., decía esta autora. Eso no es

revolucionario, eso es ultraconservador, tradicionalista, de ultraderecha, este tipo de

revistas. En realidad, revistas que respetan la verdadera revolución filosófica actual,

postmoderna, tienen que ser revistas en las que no esté claro, por lo pronto, lo masculino y

lo femenino; que haya una mezcla indefinida, y que tampoco haya belleza sino que hayan

cosas desagradables. Porque ¿por qué son desagradables? Y esta mujer decía, al principio a

mí eso me producía náuseas, pero ¿por qué me producía náuseas? por mis prejuicios

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filosóficos tradicionales de que había límites, de que más allá del límite eso era malo, y

cosas por el estilo. Cuando yo pueda hacer esa revolución mental y ver que esos limites no

están, que el orden de las cosas, la estética, etc., es en realidad una idea reaccionaria, de

derecha, etc., voy a poder apreciar que esto es verdaderamente la verdad de la filosofía de

que no hay limites. Otro artículo era, insisto, citando autores contemporáneos, era sobre el

trasvestismo. Y decía que los travestis que nosotros podemos conocer acá, son ultra

conservadores, son una confirmación de las ideas tradicionales de la Iglesia y cosas por el

estilo, porque en todo caso son hombres que quieren ser mujeres, y que quieren ser lindas

mujeres. ¿Qué es verdaderamente un travesti revolucionario de acuerdo a esta perspectiva

filosófica? alguien que deje de ser hombre para no ser nada. Que no se sepa ya lo que es. Si

es claramente definido, y quiere ser mujer, eso ya es límite, y eso tiene que ser dejado de

lado. Y otro artículo, por ejemplo, era un estudio del por qué del rechazo, no sólo de la

Iglesia sino de tantos gobiernos e instituciones, a la clonación, y a la clonación humana en

particular. El motivo del rechazo, en el fondo es una tradición y un miedo a perder lo

individual. Si cada cosa es única e irrepetible, no se debe repetir precisamente porque sería

perder los límites y hacer que todo sea intercambiable. Ése es el motivo metafísico por el

cual la gente rechaza la clonación. Pero de acuerdo a las ideas actuales, donde ya no hay

límite, donde ya no hay orden, etc., la clonación más bien es una manifestación de eso y

hay que abrirse a eso, porque corresponde a estos principios. Ven que es un tema

fundamental a todo nivel. Es un tema que siempre está en juego más allá de lo técnico, el de

estas grandes constantes metafísicas. Por eso, analizando a un autor, si yo voy a descubrir

esas constantes metafisicas, siempre doy en el clavo de su intención más profunda.

Un par de cosas más para completar este tema de estas grandes constantes

metafísicas. El tema clave por el cual psicológicamente alguien opta por el inmanentismo, y

les había dicho que es el tema del mal y la libertad, se puede explicar de esta manera (me

detengo en esto porque es un tema clave en la filosofía moderna): Como una postura, como

una salida al tema filosófico al que todo autor se enfrentó es el tema del dualismo. Es un

tema que estuvo muy particularmente de relieve en la filosofía moderna. El tema del

dualismo es un tema clave y la respuesta que se le dé es lo que generalmente pone a un

autor dentro del realismo y del inmanentismo. ¿Qué sería el dualismo? Ustedes vieron que

la metafísica que estudiaron no es dualista. Los entes finitos están constituidos por dos

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principios que precisamente no son dos cosas, sino que forman una sola cosa. Porque todo

objeto está compuesto por un acto participado y una potencia participante que lo limita,

siempre hay para el pensamiento realista clásico esta composición y esta armonía. El

dualismo siempre es una cuestión que se presenta cuando yo dos principios que tienen que

estar en armonía los transformo en dos cosas cada una de las cuales tiene sus leyes propias,

que entran en conflicto con la otra, y siempre una domina a la otra. Por ejemplo, alma

contra cuerpo, voluntad contra afectividad, fe contra razón, estado contra individuo,

inteligencia contra sensibilidad. Son todos ejemplos de dualismo donde yo pongo dos

cosas, cada una con una legalidad independiente de la otra y que entra en conflicto con la

otra y trata de dominarla. Ese conflicto, ese intento de relacionar estas fuerzas que

aparentemente están en pugna, es un tema que se ha presentado en la mayoría de los

filósofos y al que se le han dado distintas respuestas. El tema es que el dualismo es siempre

una postura provisoria, porque siempre genera una tensión, y hay que tratar de resolverla de

alguna manera. Entonces, vamos a explicar lo esencial. ¿Cuáles son las salidas posibles del

dualismo? En el dualismo siempre hay un principio que domina al otro, y es todo este tema

de la represión, del límite artificial, de que el límite no es plenitud, eso es el dualismo.

Entonces pasa que como el dualismo es un estado de tensión, de equilibrio inestable,

siempre pide una salida, y en la historia se han visto precisamente, distintas salidas del

dualismo. Siempre en las salidas del dualismo hay dos etapas, y una segunda a su vez que

puede tener dos posibilidades.

Cuando uno tiene límites que son artificiales, represivos, etc., cuando yo me libero

de esos límites siempre hay un primer momento optimista, porque por fin me saqué este

peso de encima. Vieron que es como el primer momento de una revolución. En una

revolución siempre hay un primer momento de euforia, nos liberamos de estos límites que

nos dominan. O una persona en su vida personal, supónganse muy escrupulosa, muy

estructurada, que de repente dice que bueno, yo mando estos limites al diablo, me libero,

empiezo a respirar, basta de represión. Ahora ¿qué pasa? Eso es un primer momento

negativo. Lo único que dice es yo me liberé de esos límites que yo veía como artificiales y

como represivos. Es simplemente un sacar algo, pero no te dice lo positivo que es qué se

pone ahí. Pero ¿qué pasa en la salida del día después, qué pasa al día siguiente? Fíjense que

aquí hay dos posibilidades de respuestas a este dualismo. Una es la que podemos llamar

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inmanentista, y otra que es la realista. Una de las posibilidades es, habiendo sacado,

habiéndome liberado yo de todo límite artificial, me libero de todo límite. O sea, no sólo

me libero de los límites artificiales, si no de la posibilidad de todo limite, aún de los límites

naturales. Esa sería la postura inmanentista, monista metafísicamente. Donde si ya no hay

límites, tampoco naturales, todo es lo mismo. Eso es lo que le pasa a tanta gente que cae en

el inmoralismo. Vivió una moral represiva, donde todo lo veía como pecado, se liberó

pensando “¡qué grandes placeres voy a tener!”, y que cuando cayó en el inmoralismo y ya

empezó a no querer nada porque todo le era lo mismo, descubrió con gran pesimismo que

ahora no puede querer nada. Antes le parecía que no podía querer nada por reprimido, y

ahora le parece que no puede querer nada por liberado. Porque precisamente hay

coincidencia en el fondo metafísico de ambas actitudes. Algo así como si yo, políticamente,

supónganse, me libero de limites represivos, etc., para querer dejar de lado todo limite, en

una sociedad donde no hay ningún tipo de limite natural de ningún tipo es una sociedad

totalitaria. Porque no hay nada que pueda resistir a la ley del más fuerte. Yo me acuerdo de

otra novela de Dostoyevski muy famosa, Los demonios o Los endemoniados, hay un

revolucionario intelectual que les propone a los otros revolucionarios su doctrina y dice

“Tenemos que liberar de esta opresión del zar” y cosas por el estilo, necesitamos liberarnos,

dice, pero la única posibilidad de liberarnos es perder totalmente la libertad, porque apenas

nos hayamos liberado de todos los límites, tenemos que poner un gobierno fuertemente

totalitario, es la única posibilidad, porque sin límites, todo orden que tengamos que poner

va a ser un orden artificial, y como artificial, siempre violento y siempre represivo.

Entonces, es la salida inmoralista. Es lo que sucede con todas las novelas románticas del

siglo XVII y XVIII. Ven que ustedes pueden hacer, paralelamente a una historia más

técnica de los autores, una historia cultural, de la literatura que hay por atrás, etc. En las

novelas del siglo XVII y XVIII siempre hay por detrás, y lo mismo en los filósofos, en

muchos autores hay un acentuar este dualismo represivo. Ahora, ¿cómo se sale de eso? En

general ¿cuál es la trama de las novelas románticas? Como es imposible la realización en

lo finito, la salida es disolvernos en el todo. Como en el joven Werther de Goethe. El amor

por una mujer que a su vez no puede querer porque está casada, y se mata diciendo “nos

encontramos en el infinito y disueltos en el todo”. Entonces, rechazando el límite porque el

límite me reprime y no nos podemos realizar, perdemos todo límite. Entonces, por eso,

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después de una filosofía como la de Kant, represiva, etc., aparece Hegel, el monista. Por

eso este tema del límite es importantísimo de tener en cuenta, y la salida de ese dualismo.

Por otro lado. Para el inmanentista hay que narcotizar la inteligencia, que no se dé

cuenta de la terrible realidad. Eso es lo que dicen gran parte de los inmanentistas. En el

diálogo de los hermanos Karamazov que mencionamos, el hermano ateo dice algo a cuento

de esto. Le dice: ”para explicarte lo que yo quiero decir te voy a contar un cuento”. Es uno

de los pasajes más famosos de la literatura universal. Es la leyenda del Gran Inquisidor. Se

trata de que en el siglo XVI, el siglo del dominio de España, de Carlos V y después de

Felipe II. En plena época de la inquisición, de repente, por las calles de Sevilla aparece

Jesucristo nuevamente caminando. Entonces la gente empieza a acercarse a Él, atraída por

su bondad, por su inteligencia, y se empiezan a dar cuenta que algo dimana de Él, y que

realmente es Cristo que ha bajado de nuevo a la tierra. Entonces en medio de ese

entusiasmo creciente de la gente en torno a Cristo, de repente aparece una figura sombría y

todos se callan como por un miedo ya aprendido en el pasado, que es la figura severa del

gran Inquisidor que interviene, el Inquisidor supremo. Entonces, con un gesto nomás dice

que lo prendan, que encarcelen a Jesucristo. Lo llevan a la cárcel y se entrevistan. Entonces

el gran Inquisidor le dice “¿A qué viniste a molestarnos de nuevo, haciendo que la gente

piense, que se crea libre, que se crea digna, que se piense que tiene un cielo?. Vos estás

arruinando todo, y querés hacer infeliz a la gente. Porque en realidad el gran Inquisidor

tenía esta idea inmanentista, monista, de que la vida es terrible porque el mal es la finitud, y

cada hombre esta hecho para destruirse en el todo, no tiene felicidad. Y cualquiera que lo

despierte lo va a hacer consciente de esa terrible verdad, y además no es ninguna liberación

esto, es la terrible consciencia de la esclavitud. Entonces el gran Inquisidor dice “Nosotros,

los grandes dirigentes del mundo, tenemos que cargar sobre nuestras espaldas este terrible

secreto. Esto es lo que ha hecho la Iglesia después de vos. Vos dejaste este mensaje de gran

infelicidad, de hacer consciente a la gente de esto que es terrible. Nosotros, de a poco, le

sacamos a la gente esta idea tan espantosa y empezamos a dominarla, la empezamos a

infantilizar, le empezamos a decir que nos pida permiso para hacer esto y para hacer lo otro,

que cuando haga tal cosa nosotros le tenemos que perdonar y si no no, le dimos diversión,

le dimos fiestas, y entonces así la gente pasa por la vida sin pensar y pasa por la vida feliz.

¿A costa de qué? Del sacrificio de unos pocos, que somos nosotros, que somos los que

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conocemos esto terrible. Entonces, si vos ahora venís a despertarlos, arruinás todo y vas a

hacer infelices a todos”. Entonces para el inmanentista siempre hubo como un orgullo de

ser lúcido, de ser consciente, pero al mismo tiempo ningún inmanentista dijo que esto es la

felicidad, esto es la liberación o cosas por el estilo. Siempre han dicho esto es espantoso,

esto es terrible. Y esto siempre me hace acordar a una obra notable de la literatura española,

de un literato filósofo que es Miguel de Unamuno, se llama San Manuel Bueno, mártir. Es

una novela corta. Se trata de un pueblito español en el que se destaca como la figura

principal del pueblo un sacerdote, Don Manuel Bueno, que para todos indudablemente es

un santo. Vive ayudando a todos, predicando, con una ortodoxia muy firme y muy

profunda, ayudando a la gente a todo nivel, aún material, trabajando junto con ellos, con un

ejemplo de vida intachable, con una moralidad a toda prueba, sin descansar, siempre

desviviéndose por el bien de todos, un santo seguramente. Y a ese pueblito llega también

un personaje, un muchacho que se había ido a estudiar a la ciudad derecho, y volvió con las

ideas progresistas, racionalistas, ateas, de moda en el momento. Pero también sobrepasaba

la mediocridad intelectual de este pueblo. Entonces en seguida en el pueblo se vio la

oposición de estas dos grandes figuras, este cura de ideas retrógradas para el ateo, y este

ateo intelectual que había estudiado en la ciudad. Entonces el encuentro se produce, y todos

esperan y confían en que el santo de su pueblo lo iría a convertir. Y sucede que

efectivamente lo convierte. Este hombre descubre esa santidad, vuelve a comulgar, y se

convierte en la mano derecha de Manuel Bueno, ayuda a todo el mundo también, con una

especie de heroísmo sin igual, sin descansar. Ahora, ¿qué termina sabiendo sobre todo un

personaje, que es el que relata el cuento, al final de la novela? Que Manuel Bueno, el cura,

en realidad es ateo. Que no cree, que ve lo terrible que es eso, la ausencia de libertad

implica la esclavitud, que el mal es la finitud, etc. Él dice “¿Cuál es el único pecado? El

haber nacido”. Y entonces pasa que como ve que todo eso es terrible, se desvive porque los

demás crean. Porque se da cuenta de que la única manera de hacer soportable la vida es

creer, y entonces precisamente no pensar y no ver con profundidad lo que sucede. Entonces

no quiere descansar un momento, también porque él no quiere pensar, no puede pensar, y

toda su vida fue una huida del suicidio. Entonces, se desvive en un activismo para no

pensar y para hacer que los demás no piensen. Entonces les da preceptos escritos, los hace

trabajar, les da los consuelos de la religión, etc., precisamente para que nadie piense. Y la

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conversión, en realidad, de este hombre que llegó, es una conversión a esa idea, es una

conversión interior precisamente al mismo ateísmo. Porque en un primer momento éste que

viene con todo el optimismo y la petulancia de la ciudad tiene el ateísmo o el monismo

como en este primer momento optimista superficial. Pero después se da cuenta que la

postura mas coherente es la del cura. Que eso es trágico. O se suicida, o cargan los dos,

como nuevos cristos, con la verdad terrible y ayudan a que los demás no acaben con ella.

Entonces en eso para mí es una novela interesantísima y que precisamente descubre eso,

que es una visión superficial pensar esto de la liberación de que todo está permitido y cosas

por el estilo. Es precisamente todo lo contrario. Por eso me parece profundo decir que se

trata entonces de no pensar, de no ver, porque la realidad es insoportable. Hay que huir de

ella. Hay todo una serie de autores contemporáneos que hablan de lo que es la psicología de

la huida. Que quien sabe que la realidad es así de terrible, tiene la psicología del que huye.

La psicología del que huye es la del fugitivo, en cualquier lugar no estoy a gusto, siempre

es provisorio, y tarde o temprano me van a atrapar. Filosóficamente significa que nada me

satisface, en nada estoy a gusto, y tarde o temprano me voy a despertar y voy a ver que la

realidad es insoportable. Entonces lo único que puedo hacer en mi vida es escaparme de

cualquier manera posible. Eso por ejemplo lo van a ver en lo que dice Voltaire. El dice, nos

tenemos que escapar en el activismo, en esto o lo otro, porque no se puede soportar la

realidad tal cual es.

Hay otro ateo que es el ateo cínico, y hay muchos así en la literatura. Que piensa

que todo es una porquería, y precisamente actúa de esa manera. Que todo sea una porquería

y que nadie vale. También está esta posibilidad. El tema es que como siempre el

inmanentismo es una postura secundaria, es siempre un haber negado el realismo, en parte

o totalmente. Recuerdan que decíamos que la postura espontánea es el realismo y el

inmanentismo es una actitud refleja posterior. Como dice Spinoza, el inmanentista de niño

es contemplativo, entonces después tengo que dejar esa postura infantil, tengo que rechazar

ese asombro imbécil que tiene la gente y pasar a esta postura secundaria. Ahora, lo que

ocurre es que en esa secundariedad, en ese rechazo de lo que yo espotáneamente creía,

necesariamente se produce lo que clásicamente en filosofía se llama nostalgia. Siempre hay

algo de nostalgia. Recuerdan que la palabra nostalgia proviene de nosteo, volver, y de algós

dolor (como analgésico). Entonces nostalgia es el dolor de la vuelta, o el dolor de no poder

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volver. Entonces siempre, como lo primero querido y lo único que se puede querer son esas

constantes realistas, eso que hay límites, que yo contemplaba la realidad, y cosas por el

estilo, en el inmanentismo siempre se siente una cierta nostalgia. Una nostalgia por aquello

que yo creía. Vieron que hay grandes autores ateos que dicen “cómo recuerdo cuando yo

era niño y creía en esas cosas, pero ya no las puedo creer, pero qué bien que me sentía en

ese momento”. Por eso queda, aunque yo diga eso no existe, queda como un cierto aprecio

en algunos y en otros no, y eso se explica, creo, de esta manera, por esa nostalgia. Fíjense

que ese tema de la nostalgia es tipico y clásico de la filosofía realista. Es el tema de la

filosofía clásica del viaje. Recuerdan que el modelo clásico del viaje era el de Ulises, que

iba a pelear a Troya y después pasaba mil aventuras, pero ¿por qué eran un paso adelante

cada una de las aventuras por las que atravesaba Ulises? Porque cada una de ellas era un

paso hacia volver a Ítaca que era el punto de partida. Porque van a ver que ese tema del

progreso cuando lo veamos en el s. XVIII en la filosofía iluminista es un tema fundamental.

El tema del progresismo. Clásicamente, en el progreso, y el avance, yo parto de un punto de

partida y doy una vuelta y vuelvo al punto de partida. ¿Qué es avanzar? Volver al punto de

partida. Yo progreso con respecto a mí mismo. Si no hay un punto de referencia que soy yo

mismo, no progreso. Eso es lo que pasa en las críticas al iluminismo. Los iluministas

hablan mucho del progreso, pero si no hay un punto de referencia con respecto a todo eso

¿por qué yo digo que un momento es mejor al anterior? Y por eso es que los postmodernos

actuales hablan del fin de la historia, que todo es la misma porquería y que el progreso es

un mito. Por eso esto de que el viaje clásico es volver al punto de partida. Encontrarme con

mí mismo. ¿Qué es viajar? ¿Cuál es el sentido clásico del viajar? Que en la medida en que

yo me abro a lo otro me encuentro cada vez más conmigo mismo y valoro más lo propio.

Es algo enriquecido, con más poder de querer lo propio y por eso yo progreso. ¿Cuál es el

sentido del viaje inmanentista y que es todo un tema en filosofía? Yo me voy perdiendo en

la multiplicidad y cada vez valoro menos nada porque ya todo da lo mismo en esa

diversidad. Uds vieron que hay un Ulises de este autor contemporáneo irlandés, James

Joyce, es una de las obras más famosas de la literatura del s XX. En el libro el autor sale de

un punto de partida, y cada vez va haciendo más cosas, se va dispersando mentalmente, va

contando más cosas sin ninguna unidad, hasta que queda en la absoluta diversidad. Hay una

Odisea, por ejemplo, de un autor griego muy bueno, de fondo inmanentista que se llama

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Kazantzakis que termina la Odisea después de las mil aventuras y peripecias de Ulises,

Ulises parado en la proa de su barco termina diciendo “en ese momento, después de todas

las aventuras en las que yo pensaba que avanzaba, etc., adquirí una certeza trágica: que

Ítaca no existe, que yo no voy hacia ningún lado”, que no hay ningún fin, que no hay

ningún límite, nada que yo quiera y con lo que me voy a poder reencontrar sino que me

disuelvo en el todo.” Es la postura monista. Entonces, el tema de la nostalgia, de volver a lo

propio, es un tema también clave. Este tema de disfrazarse en lo múltiple que no tiene

sentido y de progresar como vuelta a lo propio es un tema que aparece, van a ver, en gran

parte de los autores que vamos a ver este año, particularmente a partir del siglo XVIII. El s.

XVIII está lleno de libros de viajes, se pone de moda el tema de los libros de viajes y en

general con ese sentido inmanentista de perderse en lo múltiple. Por ejemplo, libro famoso

de viajes en un sentido inmanentista, libro terrible, pesimista en grado máximo es Los

viajes de Guliver, de Johnathan Swift. En general se dice que es un libro para niños porque

se entresacan algunas cosas, es un libro de un pesimismo y una amargura terribles. Por el

sentido de los libros de viajes es que yo empiezo a comparar otras culturas con la mía, y la

mía con otras, y empiezo a ver que todo da lo mismo, que no eran las cosas tan seguras

como yo pensaba. Porque son mis mismas cosas en otro contexto y veo que lo que yo

consideraba que era seguro en realidad era ridículo, entonces los viajes, en este sentido

inmanentista, me llevan a relativizar todo, que todo sea lo mismo y no haya límites. Un

ejemplo de los viajes de Gulliver es el viaje que hace Gulliver a Liliput, esa tierra donde

todos son pequeñitos. Y hay allí una guerra entre Liliput y Blefuscu, que son vecinos, en la

que interviene Gulliver porque éstos se matan, se masacran, y cosas por el estilo. Y el

motivo por el cual se peleaban era por cuál era el lado por el cual había que cascar los

huevos, si el lado más finito o la base. Una cosa absurda, y estos hombrecitos miserables se

asesinan, corre la sangre. “¡Qué absurdo!” decía Gulliver, pero enseguida reflexiona un

poquito y dice “bueno, absurdo, pero yo vengo de Europa donde la gente se mata por si el

pan es pan o no es pan” (Guerras de religión). Entonces ven que en otro contexto de esos

seres ridículos él relativiza todo, lo nuestro es absurdo. Y a su vez se compara, en éste

como en otros tantos libros de viajes, con otras culturas que aparentemente son ridiculas

pero son superiores a las nuestras. Saben que el último viaje de Gulliver es a un reino donde

hay unos seres nobilísimos, perfectos, sin ningún tipo de bajeza moral, que son con forma

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de caballo, son caballos. Y hay unos seres despreciables, innobles, con todo tipo de vicios,

que andan sobre dos patas, que son hombres. Entonces son repugnantes, con todo tipo de

malicia ya esencial. Y Gulliver precisamente empieza a hacer la comparación entre los dos

mundos. Y ve que precisamente todo lo que él consideraba los grandes ideales de su

cultura, en el fondo era una hipocresía que era pura bajeza. Entonces cuando él vuelve del

viaje no puede vivir con la familia, quiere vivir encerrado en un establo con los caballos,

etc. Los viajes lo ayudaron entonces a descubrir ese perderse en el todo y que nada

entonces tenga valor. Voltaire escribe todo tipo de libros de viajes. En Micromegas escribe

sobre un viaje intergaláctico. El gigante Micromegas viene a este planeta y se encuentra en

una gotita de agua con un ser minúsculo, que en el fondo es un navío, que a su vez tiene

seres más minúsculos que son hombres. Y justamente los que viajaban en ese barco eran

filósofos. Y cada uno empieza a decir sus ideas. Y va ridiculizando a todas, hasta que el

más ridículo de todos los filósofos es un hombrecito que tiene un bonete y habla con voz

chillona, y es un filósofo tomista, y le dice el ridículo este con una especie de megáfono, le

dice al gigante Micromegas que la verdad más profunda es que todo el universo está hecho

para los hombres. Y los hombres son esos gusanitos. Y entonces el gigante termina el

cuento con una especie de carcajada de los dioses que se escuchó en todo el universo por

las pretensiones de ese insecto miserable que se atrevía a decir semejantes estupideces.

Entonces, el libro de viajes como pérdida de todo punto de referencia y de todo limite.

Entonces, lo último que vimos es que este tema del dualismo es un tema clave,

porque una posibilidad era rechazar entonces todo límite artificial y junto con eso todo

límite natural. O ¿cuál sería la posibilidad realista ahí? Sacudirme de los límites artificiales

pero para redescubrir los límites naturales. Rechazar los artificiales represivos para

entonces redescubrir los naturales. Entonces esa no sería precisamente una salida monista o

panteísta. Van a ver ustedes que hay autores en la filosofía moderna que trascienden ese

dualismo, esa limitación, y pretenden volver a la idea de limites naturales, de la esencia de

las cosas, etc.

Cualquier relista en el fondo, en su vida ha tenido que distinguir entre lo que es

límite represivo y lo que es límite natural. Entonces, en todo realista una respuesta a ese

tema está.

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Entonces eso serían algunos criterios no técnicos pero sí de grandes constantes

metafísicas para juzgar a un autor en profundidad y no quedarnos solamente en cuestiones

técnica ajenas a la intención más profunda del autor, como en general ha figurado en tantos

manuales de la historia de la filosofía moderna. Entonces, ahora podemos volver a lo que

les decía. ¿Por qué la historia de la filosofía moderna a sido sobre todo ideológica? Porque

en gral, no han tenido en cuenta esto, se han limitado a considerar ciertos temas técnicos, y

ha sido entonces una manipulación, la aplicación de un esquema necesario, de un desarrollo

necesario. Entonces, vamos a repasar brevemente y profundizar cuáles son esos esquemas

más utilizados para ver si a lo largo de todo el año podemos ir liberándolos de ellos.

La mejor manera de no reducir un autor a esquemas, de respetar las intenciones más

profundas, si es que estas son las grandes opciones que trascienden todas las épocas, es

buscar esa intención más profunda del autor y respetar lo que el realmente pensó.

En principio cualquier se puede reducir a esquemas, a una fórmula. El gran

problema de la filo no es el formalismo sino el formulismo. Fórmula, por la terminación de

la palabra, es una pequeña forma. Forma es la amplitud o profundidad. Cuando vos

representás por una fórmula y confundís la fórmula con la realidad, eso es formulismo. Y lo

podés hacer con cualquier cosa y aún con fórmulas muy buenas. Si vos reducís la filo de

Sto Tomás a fórmulas, y te parece que hablar de Sto Tomás es repetir esas fórmulas, ahí no

estás respetando a Tomás y lo estás convirtiendo en un esquema, y estás convirtiéndote en

un formulista. Entonces, esos esquemas, si yo me creo que son la realidad, y simplemente

quiero ser automático: descubro esto y entonces listo, clasifico en inmanentistas o realistas,

eso es formulismo y sería ponerle límites artificiales. Ahora, pensar que todo intento de

entender a un autor, sería aplicarle límites, no se si te das cuenta que es aplicar a la historia

de la filo este mismo tema. Una cosa es huir de los límites artificiales, y otra cosa es pensar

que yo no puedo descubrir nada, es decir, que no hay verdad y que no hay ningún tipo de

limites. Si yo pensara que toda descripción o idea o comprensión de un autor siempre es la

aplicación de un esquema, estaría diciendo que no se puede entender nada de ningún autor,

que hay absoluta incomunicación en filosofía, y que yo no puedo pensar nada. Entonces,

¿hay que intentar siempre en historia de la filo rechazar los limites, los esquemas

artificiales? Por supuesto. Ahora ¿eso significa que yo tengo que huir de entenderlo en

profundidad porque en realidad no hay maera de entenderlo, o sea no hay un limite natural?

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Yo creo que no, que eso sería la salida monista, etc.

Entonces, se trata de llegar realmente a la intención más profunda, a no imponerle

esquemas técnicos de una época, etc. Y yo les quería mostrar que si hay tal unidad entre

esas constantes metafísicas, realmente eso es lo que se juega detrás de todo. Si la Metafísica

es la disciplina más profunda y no se reduce a otra anterior, realmente lo que hay de fondo

en juego en cualquier autor es esa cuestión metafísica. El problema de cuando se la reducía

a una cuestión gnoseológica, en realismo e inmanentismo, es que eso no es lo más

profundo. Y entonces yo a veces producía injusticias por reducir a un autor a un esquema o

cosas por el estilo. Entonces si la metafísica es lo más profundo, y yo realmente voy al quid

metafísico, realmente le estoy haciendo justicia al autor. Esa es la intención.

Insisto, si alguien dijera que hacer esto es un prisma particular, y que entonces es un

empobrecimiento y es una limitación. Lo que vos estás afirmando al decir eso es una

afirmación metafísica muy fuerte. Estás diciendo que toda limitación u orden que yo

descubro en la realidad es un empobrecimiento, es una limitación, o que todo juicio de un

autor necesariamente no le hace justicia porque es reducirlo a un esquema determinado,

estarías diciendo que todo límite posible o toda conceptualización posible es artificial y en

el fondo es restrictiva.

martes 11-4

Hasta ahora habíamos visto el tema de las grandes constantes metafísicas como pto

de vista propuesto para la lectura de los autores. Esto puede verse no sólo a través de la

historia de la filosofía sino a través de la historia de la literatura, que corre paralelamente.

Por ejemplo, una obra que es de las primeras novelas psicológicas, o para muchos la

primera, al menos de las modernas, es una obra del siglo XVII de Madame de Lafayette que

se llama La princesa de Clèves. Es la historia de un amor imposible de Madame de Clèves,

casada a su vez con el Señor de Clèves, un señor impecable, muy noble, etc., pero le

empieza a atraer y empieza a ser atraída “inconscientemente”, por un señor que es una

especie de playboy de la época. Ella no quiere saber nada con eso, pero, inconscientemente,

cada vez es más atraída por él, y ella lo niega totalmente. Hasta el marido, que cree ver algo

en un gesto de ella, le reprocha amargamente su traición. Ella le dice que no, que no tiene

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nada que ver, y le dice: “-esto es algo que no tiene nada que ver conmigo”, esa especie de

pasión inconsciente por este hombre; “si de mí hubiera dependido, yo solamente te querría

a vos”. Entonces, fíjense dos elementos por lo pronto: esto de que el amor con su marido

era imposible, el tema de la imposibilidad de lo finito, como en esas novelas que son

trágicas porque lo finito no puede ser pleno. Y el dualismo: si de mí hubiera dependido lo

que yo pienso y lo que yo quiero, y hubiese sido mi voluntad, es una cosa; esta pasión

inconsciente es otra. Entonces ven ese dualismo entre dos cosas, cada una con sus leyes

propias. Entonces el marido de esta mujer termina muriendo de pena, aunque, fíjense,

aparentemente no tiene ninguna culpa, pues si no se hubiera acercado el otro hombre estaría

libre. Pero el otro hombre se acerca y le dice que no, que ella va a seguir la virtud más

rígida, que se va a oponer a la pasión, y él le pide aunque sea una entrevista en la que

aunque sea le declare su amor y ella le dice que sí, que no va a traicionar nada con él, que

va a quedarse encerrada en un convento hasta el fin de la vida, pero que aunque sea por una

vez le va a decir que sí, que lo entiende y que su amor va a ser eterno. Entonces, no sé si

ven que es imposible de realizar algo finito, pero no pasa nada, es decir, no es la salida

inmoralista, pero es otro tipo de salida monista. “Nuestro amor va a ser eterno” significa:

nada, porque no es nada personal sino una especie de salida que preanuncia esas salidas

románticas que son del siglo siguiente, o del otro, donde empiezan a haber suicidios, donde

los dos se funden en el todo, etc. Es muy interesante este tema y habría que estudiarlo

detenidamente viendo los detalles dualistas, los anuncios de salidas monistas, etc. Es una

cosa que avanza un tiempo después y si uno lee las obras románticas o pre-románticas, por

ejemplo el Werther de Goethe, y ve como este hombre con un amor imposible termina

suicidándose, etc.. Ya es otra cosa. Pero en todos los casos es la imposibilidad de lo finito y

la disolución en el todo. Por eso esto (este tema) es un elemento común en toda la filosofía.

Sobre qué relación hay entre la literatura y la filosofía: En historia, obviamente, una

conexión fija o una ley universal y necesaria no se puede hacer porque depende de la visión

de cada autor, de la libertad propia. Ahora, que hay cierto planteo en común, y cierto

ambiente cultural que obviamente refleja temas similares y preocupaciones similares, yo

creo que es indudable. Entonces, ¿en qué favorece el estudio de la literatura o de otro tipo

de manifestaciones culturales artísticas? Primero, que sitúa más a la filo en su ambiente

histórico que como hemos dicho es indispensable. Esa temporalidad necesariamente hay

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que utilizarla, y una mentalidad atemporal en filo sería una visión racionalista. Y segundo,

que a veces ciertos temas permiten verlos más allá de los planteos técnicos que a veces se

dan en filo. Es decir, si bien la técnica me ayuda a manifestar las ideas y las intuiciones

profundas, en algún caso puede la técnica puede limitar. Entonces a veces un contacto con

la literatura permite aclarar ciertos temas de manera no técnica.

¿Por qué motivo una obra literaria no es filosófica? Por lo pronto, la intención de la

obra literaria es otra. Hay obras literarias que tienen propiamente una intuicion filosófica.

Entonces estrictamente se estudian como tales, como obras de Voltarie por ejemplo. Pero

en general, en tanto el objetivo es ése, esas obras no son tan literarias. Otra cosa es el

contenido filosófico implícito a toda manifestación humana, y no solamente en obras

literarias sino en otro tipo de obras de arte, etc. Entonces en ese caso merece ser estudiado.

Ahora, obviamente, toda la tarea histórica de una selección, selecciona primordialmente lo

más propiamente filo. Y lo otro, como aclaraciones, complementos, etc. Pero insito, no hay

que dejarlas de lado.

Síntesis

1. Realismo

Hay Dios y es trascendente. En el mundo hay entes finitos. La finitud está

tensionada por la realización de su propia esencia. Una esencia que está ordenada al ser.

Porque el ser significa plenitud, permanecer en sus propios límites es bueno. Hay entonces

un lugar para lo finito y más allá de él existe el Infinito. Hay participación y creación por

la cual los seres finitos reciben el ser y los hacen distintos. Ahora bien, si cada cosa tiene

una esencia propia, querida por el Creador y por lo tanto intrínsecamente buena, el mal es la

ausencia de un bien debido. Esto es, falta de plenitud en el ser que tiene capacidad para

alcanzar el bien. El origen del mal es moral, el libre albedrío.

2. Inmanentismo

Hay un Dios inmanente, esto es panteísmo. Todo es Dios y nada hay fuera de él. No

hay entes finitos, puesto que todo es infinito. Tampoco hay esencias fuera de Dios ni, por lo

tanto, orden entre ellas. Los principios morales, que no pueden surgir de la esencia de cada

cosa puesto que no la tienen, necesariamente deben venir de fuera, deben ser extrínsecos.

Porque las cosas particulares no tienen valor, no hay bien en ellas. Y si no hay bien en el

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ser, el mal es ontológico, necesario. Es algo que no cambia. Y tiene su raíz en la finitud. Lo

finito y lo finito se invaden mutuamente. "Mors tua, vita mea", diría el todo. No obran los

individuos sino el todo.

3. Nociones características

Por lo tanto podemos señalar las nociones características de ambas posturas:

1Esquema de las opciones fundamentales en filosofía

1. Si me encuentro en una teoría con entes finitos que son determinados, que hay un orden,

hay dignidad en las sustancias particulares, me encuentro ante una postura realista.

2. Si por el contrario, un autor me habla de la totalidad, de que no hay distinción entre los

seres particulares, que el mal es en cierta manera ontológico, por lo tanto no se deja lugar

para la libertad, me encuentro con una posición inmanentista.

Traducido en escuelas filosóficas concretas, podemos encontrar dos grandes

vertientes realistas con sus deformaciones inmanentistas. El platonismo, basado en la

doctrina de la participación, y el aristotelismo, con su filosofía de las sustancias particulares

son realistas y complementarias entre sí. El platonismo, por oposición al empirismo

(aristotelismo mal entendido) puede degenerar en el racionalismo, el idealismo, el

panteísmo. Por el contrario el aristotelismo, por oposición al racionalismo, puede caer en un

empirismo, un nominalismo y un escepticismo.

Traducido a escuelas

filosóficas concretas

Realismo Inmanentismo

Platonismo ------ Racionalismo. Idealismo. Panteísmo.

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(participación)

Aristotelismo ----- Empirismo. Nominalismo. Escepticismo.

(sust. part.)

Tanto aristotelismo como platonismo se reclaman mutuamente. En el tomismo hay

conciliación de las dos. El extremo del platonismo es acentuar la unidad, el orden: caigo en

el racionalismo, el idealismo y, en el fondo, en el panteísmo. La acentuación del

aristotelismo es el empirismo, de ahí al nominalismo y por último al escepticismo. Estas

últimas son posturas superficiales también del panteísmo, es decir, también los dos

extremos se reclaman mutuamente.

Se podría hacer un cuadrado de oposición. Cuando alguien quiere combatir el

platonismo se cae a veces en un empirismo. Y cuando se quiere combatir exageradamente

al aritotelismo se termina cayendo en un panteísmo.

Sin embargo, esta interpretación corre el riesgo de ser puras fórmulas. Puede ser un

esquema de comprensión, un planteo epistemológico previo para los distintos autores.