110
GU I LLERMO GARcíA VI LAPLANA maría de la Luz La maestrica BOCETO DE NOVELA PEDAGÓGICA Prólogo de o.a Natividad Oomínguez, de Roger ... Castellón: Imprenta de JUAN BTA. mAS: Balbas. 13

GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

  • Upload
    others

  • View
    6

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA

maría de la Luz

La maestricaBOCETO DE NOVELA PEDAGÓGICA

Prólogo de o.a NatividadOomínguez, de Roger ...

Castellón: Imprenta de JUAN BTA. mAS: Balbas. 13

Page 2: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 3: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

1 mARíA OE lA lUZ =.=

LA mAE5TRICA

Page 4: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

+

tlnftEBlA DE r yr EnUñAnlA

~iD~a ~~ ~~niamín ~all~~t~rfal[ó, núm. 4-[AHELLOn·Teléfono, 241

++++++++++++++++++++++++++++++++

firan ~urfido en Libro~ MDderno~ dePEDAGOGÍA, LITERATURA

DICCIONARIOSY OBRAS DE CONSULTA

Material moderno para la enseñanza de las [ieo[ias~e re[jben eomgos de trabaios de Imprenta yEn[uaderna[ión++++++++++++++++++++++++++++++++

ENCICLOPEDIA EN TRES GRADOS

PUBLICADA POR LA ASOCIACIÓN DE MAESTROS

NACIONALES DE CASTELLÓN

LA MAS SOLICITADA

LA MAS ECONÓMICA

: LA MAS NUEVA:

11 LA MAS COMPLETA

~~I~~~~EI§~~~

Page 5: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

maría de la Luz

La Maestrica. BÓCETO DE NOVElA PEDAGÓGICA

POR

Guillermo. Gorda Viloplono+ + +

imer premio del Concurso celebrado pOI' la Asociación

'Iindal de Maestros nacionales de (astellón de la Plana

9 L+:7PRÓLOGO

de D.a Natividad Domínguez, de RogerDirectora del Grupo Escolar Cervantes de Valencia

y Presidente de la Federación de maesÍl'os

nacionales de Levante

CflSTELLON·1925

imprenta de Juan Bautista mas, calle de Balbas, 13

Page 6: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

eJf fa. r T 6<>- cef.Jeu.cWn eL

JrG<>- ~~~~eL%:__n~, con taL <>-~.

Qft1t<~.

Page 7: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

* * *

No me atrevo a llamar prólogo a lassiguientes líneas. Porque ni es estudiode la novela, ni presentación del autor,ni critica del trabajo... sino que ,apenasvan a ser breves palabras representati­vas de mi entusiasmo por una Asocia­ción de Maestros que, además de aten­der con la escrupulosidad debida a to­dos sus complejos deberes' societarios,aun le queda tiempo, actividad y dineropara laborar en pró de la cultura y decuanto signifique enaltecimiento y pres­tigio de la Escuela Nacional.

Cuasi prólogo

IEl amistoso r'lquerimiento de mi ilus- !

tre y estimado compañero D. EmilioMonserrat Garcia, Presidente de la

;'3~~::x:>oIli=OC~~

.V

Page 8: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

'<:::>$oOPRótÓGOc::>~~

Asocif;lción de Maestros de Castellón, ime obliga a poner mi nombre en laspáginas de este boceto de novela decostumbres y escenas escolares premia-da en concurso por aquel1a Asociación.

No es la primera vez que esta enti­dad pujante siente las ansias del pen­samiento, columbra una vida espiritualllena de anhelos y estimula al trabajoliterario con el señuelo de preciadas re- ;¡

compensas, a los que, contempladoresde la naturaleza y observadores de lavida, saben hablar de una y de otra conbelleza, amor ypoesia.

y al calor de este estímulo, de estenoble acicate, surge en el amigo y com­pañero Guillermo GarCÍa ViJaplana unbrote de alma ansiada de recoger elexterior, aspirarlo como flor 'aromosa,asimilarlo como esencia propia y pro­yectarlo luego en forma de pedagogíahablada en u·na novelación, en unaobrita de un sentimentalismo sincero.

Editada con primoroso y exquisitogusto por la Asociación provincial delMagisterio Castel1onense, bien merece

VI

Page 9: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~~PRÓLOGO~

8 esta cultÍsÍma agrupacíón el homenaje ~~ de efusÍvas admiracíones que con todas Q

las fuerzas de mi alma le dedico. Y es ~que esta entidad quiere favorecer y .~ayudar siempre a los maestros que ha- ~cen versos, que imaginan novelas, ljue ~descansan de sus rudas tareas con di- ff

i vertimientos criticas, con disquisiciones Üfilosóficas: proteger, en fin, a todoscuantos se dedican a ocupacíones inte­lectuales reveladoras de una fina espi­ritualidad.

Toda esta enorme labor de cultura larealiza con una generosa indulgencia,que es el resorté invisible que mueve sufacultad de comprensión, y en el jurado ~de todos sus certámenes literarios siem­pre campea la serena lucídez del enten­dimiento y el alentador prestigio de la

bo~~and~erecen imitarse las luminosas ~iniCÍativas de la Asociación Caste1Jo- Inense inspiradas todas en el anhelo de,glorificándola, popularizar la figura delmaestro de instrucción primaria que nopodrá llunca dejar de ser grande e im-

VII

Page 10: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

rPRÓLOGO~~

~ portante en la vida del mundo, porque~ le basta para su grandeza la considera-X ción de que a su trabajo se ha enco-O mendado la '¡ormación de las almas de~ lós futuros hombres.

Por estas felices iniciativas recibanentusiastas plácemes la Asociación dem¡;lestros nacionales de Castel1ón y en

Emilio Monserrat García. Por secun­darlas con su labor, recíbalos tambiénGuillermo García Vilaplana al que de­seamos no ceje en estos ensayos de es­critor, no se detenga en estos esbozosde espontánea literatura y siendo, comonos parece que es, un lírico de la sencí­l1ez, l1egue a ser un novelista que apor­te caracteres de genuina representaciónhumana, que alcance personalidad biendefinida, que viva en la memoria detodos.....

;}fatividad :Dominguezdl! Roger.

VIU

Page 11: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~~~~ U\ MAESTRICA =o, Illtttllttlltttt .~il,l)

; I ~~

" i)

~

~I

()

~o~ oM ARÍA de la Luz! ¡María de la

~~Luz!-dijo apenas perceptible-

mente la Señá Carmela, aquella madre

Ibuenísima que adoraba en su hija. O

María de la Luz se removió bajo la

~colcha de su cama y preguntó:

~O -¿Qué hora es, madre? 8

~-Las nueve.

~-Que tal el día. ¿Hace sol?-Pregun-

O~

tó con impaciencia. ()

~-Una mañana que es una bendición

~~ de Dios, hija mía; no te he llamado an-

~ ~tes porque anoche estuviste con la luz ¡:;

encendida yo no se hasta qué hora. ti)

~ ~

Page 12: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

IGARCfA VILAPLANA <:::>l!~~!IC>I&Oec:oec>ec::<l<::~~'r -Estudiando madre; de un momento

~ a otro se anunciarán las oposiciones yhay que estar prevenida. .

La Señá Carmela entró, cruzó la ha­bitación, abrió la ventana, y el sol pe­netró triunfador en aquella estancia ilu­minándola con diafanidad portentosa;fué a chocar el rayo luminoso con elespejo del tocador y se reflejó sobt:e elsuelo policromado, llevando tras sí mi­llones de partículas que vagaban por elespacio como estela de polvillo de oro.

Era una habitación relativamente pe­queña pero atendida con solicitud y de­corada con el mejor gusto.

La joven maestra, sintió, al ver la luzdel sol, revivir todas las ilusiones de sujuventud. Se incorporó, se santiguó, aso-mó a sus labios una oración y empezóseguidamente, la tarea de vestirse.

2

Page 13: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

I

~'Cl!t::::>~ LA MAESTRICA =&C>"l

- ~O

~ 211

~1)o{~

H ' gABIA nacido María de la Luz, en ¡lun pueblo costeño y luminoso de X

Levante. Hija de una familia artesana, ~

honrada, humilde y laboriosa, pudo, por ¡ser hija única, además de disfrutar de {I

los caprichos de una niñez mimada, in­gresar en un colegio de lujo y fama de lacapital. Adquirió en dicho aristocrático ~(;colegio una educación muy aparente.Pintaba regular a la acuarela, tecleabael piano con ribetes de pianista, y hasta 8sabía pronunciar algunas frases en fran- g

() cés .Bon jour monsieup que unido, todo O8 esto, a un carácter aniñado, muy feme- I~¡

~. nino, de una sinceridad maravillosa, se 1('):

~~ atraía las simpatías de cuantas perso- _O nas la conocían y trataban.

~=c=~x:>:::>=~==~~~-3

Page 14: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

o

::::> GARCfA VJLAPLANA <::>@~~ll<O~@c>$C>@<::>ec::>e<:¡

Así salió del colegio a los catorceaños para estudiar, según su vocaciónla carrera del Magisterio. Cursó y cum­plió admirablemente, con asiduidad yaprovechamiento la misión de estudian­te, obteniendo nota de sobresaliente, encasi todas las asignaturas, de aquel cú­mulo de asignaturas que precisaba apro­bar para obtener el título de Maestra,nueve en cada curso, que constituían unplan antipedagógico, puesto que acaba­ban por formar un maremagnum en lacabeza mejor constituída y equilibrada.

Al fin de cuatro cursos, fué maestraMaría de la Luz. Oyó repetidas vecesde labios de sus meritísimas profesorasesta frase sacramental: •En manos delos maestros y aun más de las maestrasestá el porvenir del mundo. ¡pues noera ella nadie!

Porque eso sí, ella estaba convencidadel valar de aquellas esperanzadoraspalabras. A poco que se meditara lasignificación de aquellas frases, saltabaa la vista que la formación espiritualque hoy recibieran las niñas, había que

Page 15: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

eoibOo$C:>8c~>&c:4k>&<:)f¡c::4K:>óO LA MAESfRlcA ce<::>

influir directamente en el bien o en elmal de la sociedad de mañana. ¿Quiénsino las maestras tenían que educar alas niñas de hoy, futuras madrecitas,preparando así todo un porvenir?

Sin embargo, no acertaba a compren­der cómo una cosa tan clara, tan senci­lla, tan evidente, tardara tiempo y tiem­po en llegar, con la intensidad debida,al corazón del pueblo para que éste seapresurara a reparar y atender debida­mente la ens~ñanza nacional.

María de la Luz, sin ser una mujerespléndidamente hermosa, era una rubi­ta vivaracha y simpática, de abundantecabello dorado y finísimo que peinabacon una gracia especial, unos ojosgrandes, rasgados, reflejándose en elloslas luminosidades de aquel cielo eterna­mente azul y la sensibilidad de un almaexquisita, piel blanca y finísima, faccio­nes correctas, de regular estatura y for­mas deliciosamente proporcionadas.

Todos sus movimientos tenían la ca­racterística de estar dotados de ciertaagilidad que recordaba, en ciertos mo-

Page 16: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~:C::~::::;~L;r::i:~, dad de los simpáticos gorriones.1t María de la Luz, al regresar al pue­~ blo, después de obtener el triunfo en elQ último <sobresaliente- de la carrera, noQ cabía en sí misma de gozo, se sentía, si

cabe, hasta más mujer por haber logra­do su ideal, ser maestra, y abrazaba en­ternecida por una alegría incomparablea sus padres y a sus numerosas amigasque salieron a recibirla a la estación yque daban vivas y aplausos a la futuragloria nacional de la pedagogía moder-

~na. Así, así faltaban muchas maestras

. en España...Le sobraba razón a su madrina, doña

~ Adyutorio, cuando decía:~ -La niña, debe ir a la Escuela Supe­R rior del Magisterio, establecida allá en

iMadrid, donde reside la Corte, la No­

.. bleza y toda la gente bien, los inte1ec­< tua1es y los potentados. Esta es una es­o cuela especial para hacer Inspectores y~ Profesores de Normales (frase auténtica~ ~e :~ña Adyutorio) única salida brillan­Le tiene la carrera del Magisterio

6

Page 17: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

_', il

LA MAES1'RICA 2para la juventud lista y estudiosa que, icomo su ahijada, contaba con diez y -,

nueve primaveras y un caudal inmensode nobles y altísimas aspiraciones. Unavez ingresada en aquella escuela, allí se ~encargarían de la formación y coloca- nción de la profesora.

De tan alto renombre llegó a disfru­tar la mencionada escuela Superior delMagisterio que, algunos estudiantilIos,primerizos en las Normales, pp.dantes,por lo menos los que procedían de fa­milias venidas a menos, asegurabanmuy enfáticamente a los amigos, queellos no estudiaban para maestros, cosaque al parecer lo tenían a deshonor,sino que estudiaban para Inspectores oCatedráticos, 10 cual, claro está sonabaa pura fanfarronería, puesto que ello eracomo si un seminal ista nos asegurarao tratara de convencernos que estudia­ba para Obispo o Cardenal.

Dos intentos de ingreso fracasadosen la retumbante Escuela Superior delMagisterio, hicieron volver aquellos ojosazules con puntitos de oro, a la escuela

7

Page 18: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARéíA VILAPLANA

6 primaria. ¿Por qué no? Al fin, allí estabaS la verdadera obra de regeneración, enO la primera enseñanza, en la escuela úni­() ca, en la Escuela Nacional. Hacer deO las niñas mocosillas, mujeres conscien­O tes, librándolas de la esclavitud de laO ignorancia, abriéndolas a la vida hori­O zontes inagotables de virtud y saber eran labor meritísima, pero no con retóricas(.~

O de libracos, algunos perjudiciales, he-~ chos más para el negocio que para laO enseñanza, abstractos e incomprensi­O bIes, ni en repetir a todas horas pala­il bras incoherentes para aquellas infeli­O ces criaturas indefensas, sino primero~ observar y conocer, medir las cualida­'O des personales haciendo así el diagnós­O tico pedagógico de cada alumna, para~ poder después, equilibrar las facultadesO con métodos y procedimientos, con ex-O .plicaciones amorosas y demostrativas(} sobre casos prácticos e ir despertando yO a la vez llenando la curiosidad infantil,O cuya memoria ccomo una inmensa pá­O gina en blanco» pudiera ser llenada conO facilidad de conocimientos útiles y pro-

~1~~>$O<~O!iCX::X:X:X:)$C>=00<::>tlC>~OQl<:~8

Page 19: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

vechosos y por la educación, armonizarO la inteligencia con todo lo moral, lo físi­~O ca con lo inmaterial y con aquellas niñas\l _ desgraciadas, torpes, retrasadas menta­U_ les, víctimas inconscientes de . la casua­2 lidad o la herencia, volcar sobre ellasg todo el cuidado y amor de su vocación,2 envolviéndolas a todas, constantemente~ en un hálito de amorosa benevolencia y

~sacrosanta misericordia ...

Sí, sí, allí en la Escuela Nacional esta­ba la base fundamental del mejoramien­to de la sociedad y allí quería estar ella.

Había que acudir con solicitud pa­triótica a levantar la institución de laEscuela Nacional, menospreciada toda­vía por mm:hos ¡Dios sabe por quél

Ella se convertiría en escultora dealmas, formando caracteres con su tra­bajo pedagógico, salvando en lo posi­ble, a las generaciones donde todavíagravita la carroña de la ignorancia, in­cultura e inercia y lucharía en su es­cuela hasta trocar estas desidias y ca­lamidades en energía, inteligencia y vo­luntad.

9

Page 20: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCIA VILAPLANA

~ Para ella este trabajo era el mejor

~ medio de cumplir con el deber patrió- 1',Q tico, el más positivo medio de hacer~ patria.a Ansiaba que llegara el momento de­O seado de tener una Escuela NacionalI!J

~ en propiedad, aunque sabía que para~ ello, tenía que aprobar oposiciones te-

.Q rribles por largas y pesadas, en las queO mujeres más fuertes que ella y almas

~o bien templadas habían perdido parte de

fé en la justicia y agotaban energías enunos ejercicios interminables, pero aun

~ convencida de esta amarga realidad an­~ siaba la lucha, estudiando sin descanso,

~sin arredros, de día, con apuntes pa­seando por la playa de aquel mar siem­pre rizado de espumas, por donde cru­

~ zaban por lontananza los buques nim­O bados de humo y más a la orílla, las2 barcas pesqueras con sus velas blan- ~

O cas, inquietas e hinchadas como poéti- ~

~ cas e inmensas gaviotas y por la noche, 2~ en su cuarto de estudio desde la prima- ~

Ó vera hasta el otoño, con las ventanas g~ abiertas, por las que entraban a rauda- ~

~~10

Page 21: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

fPC>~00~ LA MAESTRICA

les, a bocanadas, los perfumes fragan­tes, como caricias a su espíritu, <lel azarde los naranjos y limoneros...

y era feliz así, apartada de todo -mun­danal ruido; con la amorosa esperanzay la fé puesta en conseguir su noble em­peño que constituía su único ideal, y enestos ratos de estudio y meditación quellegaban hasta al ensueño, se imagina­ba rodeada de muñequitas alegres y vi­vaces que la llamaban con vocecitas deángel •mi maestra. y ella se sentía or­gullosa como un Spencer, fuerte comoun Rousseau, sensible y misericordiosacomo un Peztalozzi.

Algunos días encontraba en sus coti­dianos paseos por la playa, al doctorIzaguirre, una mentalidad en medicinaresidente en Madrid y que solía pasaralguna temporada en Torrenostra, par­ticularmente, cuando el Gobierno de SuMajestad, le encargaba alguna Memoriasobre los bacilos de alguna enfermedado bien otra misión semejante que leobligaba a apartarse del bullicioso mo­vimiento de la Corte para reconcentrar

11

Page 22: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

su espíritu y atención en las investiga­ciones científicas para los trabajos en­comendados.

Era el doctor Izaguirre, por la vidaque hacía en el pueblo, tildado de re­traído y huraño, aparentaba unos cua­renta años, aunque en realidad teníaalgunos menos, moreno, de faccionesduras, con barba hirsuta y cejas pobla­das, abundantes, que ofrecían a su ros­tro un aspecto de acritud y asperezaque contrastaba con la dulzura de unmirar sereno y profundo. Sus ojos, bajoel toldíllo de aquellas cejas enmaraña­das, parecían esmeraldas con luz clara yapacible por las que se asomaba unalma inmensa. Vestía traje de playa, sinpretensión, limpio, aunque de toda supersona se exhalaba un algo de des­preocupación y abandono.

El doctor y la maestra se hablaronpor primera vez, una tarde que Maríade la Luz, quiso subir a un montículode piedras sueltas y resbaladizas paradivisar mas extensión de mar y luego,al querer bajar, vió el peligro en que

12

Page 23: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAESTRICA Oella misma, inconscientemente, se había nco~ocado y el doctor Izaguirre, que acer- ~

tó a pasar por allí, en aquel instante, ~

al notar la zozobra y la inquietud de Qaquella señorita, la que él conocía por ~< la graciosa e interesante 'señorita del ~

libro», acudió presuroso, con solicitud Qcaballeresca en su auxilio, ofreciéndole ~su ayuda, para 10 que, al subir hasta ,ella, le extendió con distinción y galan­tería su mano fuerte y velluda.

María de la Luz, con amable sonrisa ~

y gracioso azoramiento le expresó elsusto que había llevado por su atrevi~a

ascensión, dándole las gracias por tanoportuna ayuda. Desde entonces se co­nocieron y al principio solo alguna queotra vez, se veían, pero después, menu­dearon los encuentros casuales y se tra­taron con frecuencia.

Gustaban de encontrarse (por casua- ~

~ lidad) y la maestra, pedía al doctor, con

i interés, que le hablara de su ciencia. 'Aqu~llo~ mun¿os de~c?nocidospara ell.a Ode blche)os mlcroscoplCOS de los que el O

~ hablaba, tenían una trascendencia ex- O

~~~~13

Page 24: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

2 GARCIA VILAPLANA~~

~ traordinaria¡ ellos eran los causantes I~ de todas las enfermedades que padecía~ el hombre, mientras éste atendía ciega y ~Q torpemente a las cosas de bulto, que O~ saltaban a simple vista, sin prever que O@ ~1) lo invisible, lo microscópico era de una ~

~ importancia suprema y decisiva. i~ Todas las enfermedades eran produ-

~. cidas por ciertos protozoos que enta--¡ blaban una lucha encarnizada, insisten- i

te, cruenta con el organismo del hom-bre y del resultado del combate, se ma­nifestaba la enfermedad, vencedor el ~microbio, o al contrario, pasaba des- ~apercibido el microbio, siendo entonces ~

vencedor el organismo humano. ICuando el doctor daba estas leccio­

nes, lo hacía con tanta naturalidad, contanto acierto y sencillez, que alejaba Otoda idea de pedantería. Las palabras ~

fluían a sus labios con expontaneidad ~

maravillosa que acompañaba siempre 3con su característica sonrisa de bondad Oy simpatía. O

Sobre los extragos causados al hom- ~

bre po~ el alcoholism:=~

14

Page 25: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

oOO

dades, hoy tan en boga, el doctor se de­tenía en observaciones luminosas y ati­n:idas expuestas con mano maestr':l des­cribiendo el cuadro de dolor y de deso­lación que acarreaban estas terriblescalamidades al hogar de las víctimas ysus herederos.

La higiene ¡oh la higiene! la que tanabandonada tenían todavía los hombresdel siglo veinte, era la única contensión,que a modo de dique, podía evitar ladepauperación que lentamente amena­zaba exterminar la raza.

Oía la maestra extasiada aquellasexposiciones que demostraban conoci­mientos tan profundos, expuestos consencillez sorprendente, henchidas lasideas de luz y, de ciencia, en las queaquel hombre de aspecto hosco, revela­ba poseer un alma de artista, un talentoportentoso y un acendrado amor al pró­gimo.

Cada día, aquellos dos espíritus seaproximaban más.

Una tarde, al regresar al pueblo, cuan­do los últimos resplandores del astro

15

Page 26: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

19C>9C> GARCIA VILAPLANA~~

~ rey se reflejaban en las susurradoras y ~~ poéticas aguas del Mediterráneo como (Jg movedizas llamaradas df' fuego, María ng de la Luz, quedó sorprendida por unas Q~ palabras temblorosas y extrañas en la- Q~ bios del doctor Izaguirre. ~_'~ Había sido una tarde verdaderamente "Q espléndida de sol y de arte. )~ Nunca, como esta tarde, había estado iJ~ tan elocuente el doctor, que en su hura':'

ño aspecto parecía iluminado de santi­dad, cuando después de un prolongado Oy angustioso silencio murmuró de pron- ~to de esta manera: O

-Hasta aquí hemos llegado, María Qde la Luz. Yo-no puedo seguir ocultan- ~

do una pasión que me consume, que Óme devora lentamente y que es imposi- Ob1e dominar por más tiempo y menos ~huir de ella, hija seguramente de un ~

amor que jamás sospechara. He pensa- ~"

do, he meditado profundamente y siem- '-¡

pre que esto ocurre termino por hacer- 'me la sigui:n~e pregunta: ¿Por qué ocul- Qtar unsentlmlento tan fuerte que p~~~~ ~sancionarse con toda la~

t<J

Page 27: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~~ LA MAESTRICA Q8 soy le ofrezco con mi amor que es pro- ~

i mesa y esperanza a la vez, que es ílu- ~'sión y vida... )

y el doctor seguía balbuceando, tor- :'

~pemente, como un niño: . )

-Sí, sí, María de la Luz-solo usted ~puede ser la antorcha que inunde de luz ~

~ las tenebrosidades del camino de mi O~ existencia; solo Vd., con sus encantos ~

~de belleza, de juventud, de sinceridad y Ovirtud, puede ser mi fe inextinguible... º

María de la Luz estaba atónita, sor- Iprendida. ¿Qué era aquello que oía?¿Pero aquello era posible?

Comprendió que quizá ella obró lige­ramente al otorgar a aquel hombre cier- Ota confianza en tan escaso tiempo, pro- ~

pia más bien de admiración al sabio, Qque de afecto amoroso al hombre, pues- ~

to, que no pudo ni siquiera imaginarse Qsemejante salida. ~

O El doctor proseguía en su dec1ara- i;O ción sincera, rotunda, hasta que termi- .O nó rendido, jadeante, sudoroso.O No caben-concluyó diciendo-térmi-

nos medios, María de la Luz, en la sim-

..

Page 28: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~) G \RClA VILAPLA:-lA

. patía del amar, y esta rudeza mía, esta. expotaneidad mía en exponerle los sa­2 grados sentimientos y el porvenir queQ le ofrezco para toda una vida, entiénda~

10 bien, para toda una vida, reclaman,(: exigen de Vd. la misma franqueza en su

contestación, tan franca, se lo suplico,se lo ruego, se lo imploro, como mi ca-riño y mis palabras... O

El doctor estaba fatigado, suplicante ~y anheloso esperaba la contestación. OSus facciones se alteraban presentando 2un aspecto un tanto grotesco; un tic ner- ~

vioso le contraía algunos músculos, ha- Iciéndole cerrar rápidamente un ojo ycontraer el labio inferior.

Al fin le contestó María de la Luz;-Siento por Vd. mucha gratitud, le O

estimo a Vd. sinceramente, doctor, le ad- ~miro a Vd. como sabio y humanitario, ~señor Izaguirre, como al mejor maestro 3

Q que he conocido, pero como otra cosa... R~ francamente, no le amo a Vd... 3Q El doctor don Emilio Izaguirre, no 8~ supo replicar palabra y huyó de aquel ~

=J18

Page 29: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

rrido y María de la Luz, pasada la pri­mera impresión de aturdimiento, refle­xionó y lloró, lloró amargamente, abun­dantemente, con un dolor nuevo inex­plicable, como jamás había sospechadoque se podía llorar.

19

Page 30: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 31: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

te.-o.ec>$<:::+::::4<:::>&:::>I&<~::::>0oéC> LA MAESTRICA 2

Io~o

~~LA torre de la catedral de Murcia O

se destacaba enhiesta sobre el fir- ~

mamento cerúleo como una gran mole ~

de piedra y en lo más alto, una cruz de Rhierro parecía taladrar e incrustarse en ~oel mismo cielo, como prolongación delsímbolo que representaba.

El tren corría por la vega murciana ~

siempre verde y ubérrima, perfumada Opor abetos, magnolios y limoneros,ador- ~l»nada con surtidores de palmeras y pla­tanares de un verdor eterno y traspa-rente, adelfas, moreras frondosas y 01- 2mos copudos y milenarios. Las acequias, ~como arterias vitales, formaban laberín­ticas redes por donde el agua saltaba

eoe=.-=",= e ~oc~;l)O$=~

21

Page 32: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r: GA~C¡A VILAPLANA~

" cantarina entonando un eterno glú-glún rítmico y ante las puertas de barracas,g villas y hotelitos con tendencias marca­~ das a remembranzas morunas, abríanQ las corolas de fuego los claveles reven­O tones, y los jazmineros, los rosales y~ los heliotropos, trepaban triunfadores al~ cuidado de las amorosas manos de las

bellas huertanas.María de la Luz, asomada a la venta­

nilla del convoy veía incendiarse el fir­mamento mientras el sol hundía su dis­co luminoso por las azuladas y pal'duz­cas montañas de occidente y sus postre­ros rayos incendiaban el paisaje.

Ya era maestra nacional en propiedad,e iba a tomar posesión de su tan desea­do cargo.

g Al fin, sus sueños de plasmadora dealmas infantiles, se habían cumplido.

Solo le apenaba el haber tenido quesepararse de sus ancianos padres antela imposibilidad de seguirla en un viajelargo y costoso y por el estado de sa­lud de su pobre padre, que en compen­sación a sus trabajos en la marina, ha-

22

,

.'_. oo•• '~o

Page 33: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

()

LA MAESTRICA 4bía recogido a la vejez unos dolores ~reumáticos que exigían el cuidado in- (}sustituíb1e y constante de su esposa, Qpero no salió' de su casa paterna Maria nde la Luz, sin antes recibir, entre besos ~

y lagrimones, consejos saludables para ~

defenderse del pecado, amén de llevar a Qdocenas medallas y escapularios de toda ~íla corte celestial, que la señá Carmela,su madre, viejecita humilde, amorosa,limpia de cuerpo y alma, le había colo­cado hasta en el forro de algunas pren-das de vestir.

Paró el tren en la estación de Murcia,donde hubo que hacer trasLordo.

Era una estación nueva, amplia, deco- ~rada con sencillez.

Algunas mujeres, cargadas con ramosde flores, especie de incensarios ambu- Qlantes, iban y volvían ofreciendo con in­sistencia a los pasajeros del correo Ma­drid-Cartagena, la perfumada mercan-cía; los empleados, con trajes de mecá­nica y gorras festoneadas de encarnado,pasaban y traspasaban arrastrando ca- ~

rretillas de mano conduciendo los equi- ~

c::oec::..~eo.~=>c:<;lcx::x::¡.=c::>';Dc;oC><::::.c>(9Cq,c~~

23

Page 34: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCíA ViLAPLANA

2 pajes, produciendo en el arrastre un es·O trépito ensordecedor, mientras el tren es·~ peraba los minutos reglamentarios para~ proseguir vertiginosamente su caminog invariable.~ Salió el tren yen la estación inmedia­g ta, María de la Luz, hubo de apearse~ precipitadamente para hacer el últimoO trasbordo.R Estaba ya cansada de tanto ir en el~ tren y empezaba a marearse un poco.u Acomodada al fin en un vagón de~ tercera clase, muy pareci10 a un enor­~ me cajón de tabaco, sucio, con los cris­O tales de las ventanillas rotos, el tren em­~ prendió la marcha hacia Amora, que~ era el pueblo a donde iba destinada.~ ¿Cómo sería aquella población? No co­~ nocia allí a nadie, ni tampoco para na­~ die llevaba una mala tarjeta de presen­O tación.

~Como en una película cinematográ­

fica, iban pasando ante su vista paisajesmonótonos o sorprendentes y estacio­

2 nes y más estaciones, acabando por~ causarle un ligero sumernage.

-" :"-

Page 35: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

En casi todas las estaciones habíacambio de pasajeros y estos eran deuna gran heterogeniedad.

Soldados .que ahogaban sus tristesnostalgias hablando a gritos o entonan­do picarescas canciones. Iban a incor­porarse a filas y guardaban, de recien­te, el amargor de la despedida del pue­blo; mujeres que iban o volvían al mer­cado próximo cargadas con toda clasede cachivaches; gentes de la clase me­dia, mezcladas las que iban a fiestas,con las que habían recibido el alarman­te escrito o telegrama de .. ponte en ca­mino inmediatamente - y terminando poranunciar la gravedad o la muerte delpariente o amigo y entre toda esta poli­cromada pasajería, no faltaba jamás «elhombre del saco- el hombre gordo ysudoroso que mientras ensucia y moles­ta a los pasajeros, exclama:

-CabaIlers, fasen el favor...Ahora ya estaba en una provincia,

que aun siendo hermana de las del rei­no valenciano, por la aproximación to­pográfica y espiritual, se notaban algu-

25

Page 36: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r: GARCIA V1LAPLl\NA

(;3 nas distinciones de diferentes costum­~ bres que a María de la Luz, le llamaron2 la atención desde el primer momento,~ como la de llevar flores en la cabezag casi todas las mujeres de la huerta y,~ hasta de la ciudad; la sustitución de la~ democrática y típica blusa valenciana~ por las chaquetas cortas y estrechas deO los jornaleros del campo, y otros deta­~ lles que ella, como observadora, apenas~ los apercibía los iba anotando con ver­O dadera delectación en su memoria.O ¡Cuántas cosas contaría al escribir a suO pueblo!~ El tren llegó a Amora a las diez de laO noche.2 Una fila de coches y de tartanas es­O peraban la llegada de los viajeros, aménO de algún automóvil particular, y el vo­O cerío de los encargados de conducir los~ vehículos, era verdaderamente ensorde­(/) cedor:

~g. -cHotel Comercio •." -cFonda de España.-gritaban atro-" pelladamente.

- e La Confianza •.

~~~26

Page 37: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

I

r~ tAMAEStRICA~

-«Hospedería de San José.. QMaría de la Luz, quedó indecisa ante ~

tanta oferta. Pensó que no podía gastar ~2 mucho, pue's sus haberes eran entonces ~

~ harto reducidos y por otra parte, nece- Q2 sitaba hospedarse en sitio decente. ~9.

iAquello de .San José- le sonó a gloria .puesto que en la hospedería, natural­mente, sería más ¡>conómico el pupilaje ~que en el hotel y 10 de San José, le ofre- ~cía relativa garantía de moralidad. O

Estas consideraciones, hechas casi ~instintivamente, la decidieron a subir en ~el coche de la mencionada y última hos­pedería, y abría mucho los ojos paraver todo cuanto la noche le permitía de Ola población que iba a vivir. ~

8 Desde el primer golpe de vista el pue-blo, le pareció sorprendente. Aquello eraverdaderamente maravilloso. De la esta- Oción se divisaba una larga franja de luces Oque indicaban la extensión de Amora. §

Una vez el coche en marcha, pudo gconfirr~ar la grandios.idad. ?e aquella qpoblacIón, que para SI qUlSleran algu- Onas capitales de provincias. ~

º27

Page 38: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

[

~ GARélA V1LA~LANA~~

Los cocheros, una vez emprendida lamarcha, pugnaban por pasarse delanteunos a otros estableciéndose entre ellosla competencia por ver quién llegabaantes al pueblo, un verdadero pugilatoy, para que dejaran paso expedito, losconductores proferían voces y gritosininteligibles a los que iban delante, au­mentando la algarabía de los ruidososcascabeleos, el crugir de hierros y ma­deros y el trotar de las caballerías.

A los pocos momentos de partir dela estación, situada en las cercanías delpueblo, los carruajes tomaron una calleamplia y recta, de edificios altos y bienconstruídos.

Era una vía larga y moderna del ba­rrio de San Juao; recorrida esta calle,viraron los convoyes, para subir unacuesta y pasar sobre un puente sober­bio que separaba el barrio de la ciudadpropiamente dicha.

Bajo el puente, un río plateado por laluz de la luna, formaba remansos arras­trando con lentitud sus aguas traspa­rentes.

28

Page 39: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

@O LA MAESTRICA 2-Esta es la línea divisoria-señaló Q

un pasajero-hijo del pueblo que cono- Qciendo la ,::ondición de la forastera, la Oiba enterando de cuanto veían. ()

- Este puente, separa el barrio de la ~ciudad, cuyos respectivos vecinos ra ba- iJeros y chupatintas, se tienen rivalida- .des que empiezan a manifestarse en las ,~

pedreas de la infancia al salir de las es- ~'cuelas, y luego, estos rencores, durantoda la vida trasmitiéndose de genera­ción en generación.

El coche que conducía a María de laLuz, cruzó por las calles principales deAmora, donde se veían edificios monu~mentales de meritísima antigüedad, ver~

daderos palacios de piedra de silleríacarcomidos y musgosos por la acciónde los tiempos y en casi todos los por~

talones, de estilos determinados, unos ~

escudos linajudos recamadas de insig- Onias y trofeos, recordaban la grandeza Qaristocrática de los hijos de la Ciudad. O

La calle más importante, llamada La RCorredera, estaba poderosamente ilu­minada con profusión de focos eléctri-

Page 40: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

Q GARCIJI. VILAPLANA =s=

º COs y era dicha calle punto de conver­~ gencia de toda la animación de Amara.D Los comercios, sociedades, casinos yO cafés allí instalados indicaban clara­n mente, que aquello era el sitio más cén-

!<'I trico y concurrido de la Ciudad." Algunos grupos de hombres, senta­

dos en sendos sillones de mimbre, en. las puertas de círculos y cafés, mirabanQ curiosos, arrellanándose en los asientos~ y alargando el cuello cuanto podían, ~aQ llegada de los coches como queriendoO inquirir y conocer a los que iban en su~ interior. A María de la Luz, en cadaQ momento le parecía mayor su fortunaX por haber alcanzado escuela en pueblo~ tan importante.8 Por fin, el coche se internó por unQ laberinto de callejuelas en forma de zig­~ zag y paró ante la posada de «San José~.

~ Estaba situada esta posada en un edi­~ ficio nuevo que contrastaba poderosa­~ mente con las demás casas de la calle~ angosta y semioscura de cuyas sucias,~ viejas y agrietadas paredes, se despren­~ día un vaho picante y nauseabundo.

Page 41: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

oe~ LA MAESTRIC¡\~

1 Al descender del vehículo, una mujer qO de unos cincuenta años, fea, hidrópica O~ ~~Q y bigotuda, sa~ió de la posada y pre-O guntó cariñosamente: ®

~ -¿Viene Vd. sola?-¿Forastera, eh? Q~ Pase, pase... y tras de una pausa siguió ~

~interrogando-LV para muchos días? ~

-No sé, contestó la maestra distl'aí- Odamente, y como seguían, impertinentes O

~ ~

O las preguntas de la dueña, añadió: O~ -Yo soy la maestra en propiedad, ~~ que vengo destinada a una escuela de ~

O este Ayuntamiento. O~ Y encarándose el ama con la criada, ~~ una moza esperpento, alta, seca y medio OO desrringlada ordenó: -Pronto, entre ~~ Yd. inmediatamente el equipaje de la O~ Joven al número uno. Y volviéndose a O~ dirigir a la maestra, prosiguió con acen- ~~ to dulce: ~

-Tendrá Vd. la mejor habitación de Ola casa, señorita, no la molestará nadie. 'OEs una habitación amplia y bien venti- Olada, ya puede estar contenta y tranqui- O~a la señora, y sobre todo, con entera Omdependencia y confianza. 0

!1)

O

Page 42: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~eos= GARCIA VILAPLANA~~

. María de la Luz penetró en la hospe­dería que respiraba un ambiente de aseo

§ y pulcritud. Las habitaciones eran sen-~ cillas, pintadas con colores fuertes, pero~ se notaba una gran curiosidad, las pa-

~. redes limpias y ventiladas y muebles

claros y relucientes.( -Esto es el comedor, le iba indican­~ do el ama con solicitud.-Aquí las ha-

bitaciones, dormitorios... Y pasaba porun corredor largo.-Y ésta, ¿vé usted?¡Aquí, el número uno. Estará Vd. comolas propias rosas!

Entraron en el cuarto designado a lamaestra, y la dueña no cesaba de inte­rrogar, a la recién llegada, mientrasque ésta, a la vez, procuraba evitar todarespuesta, esquivez motivada por elcansancio del viaje tan largo y tan pe­sado, hasta que,cuando se iba a retirar,la dueña viendo· que la maestra no co­rrespondía a sus deseos de conversa­ción, atajó:

-¿Quiere..?¿Cómo es la graciadeVd..?-Me llamo María de la Luz, ¿Y Vd.,

cómo se llama?

-- -

Page 43: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

l"I'OeI'Oec::>f>=~C> LA MAESTRICA =oLa hostelera reflejó en su semblante ~

la satisfacción por verse interrogada, ºse pasó la mano por la cara, se apretó ~el nudo del pañuelo que tocaba su ca- Qbeza y después de absorber mucho aire ~por las narices, contestó: O

o-Como llamarme, me llamo Huertas, ~.

este es mi nombre de pila, como sueledecirse, pero aquí, todo el mundo me i'

conoce por la Juanela, mi hombre sellamaba Juan ¿sane Vd? Lo mataronuna noche, aquí unos malasombras¿sabe Vd? Y de ahí viene el que me lla­men así... Decía a la señorita, porqueveo que está rendida. ¿Quiere tomar al­guna cosa antes de acostarse?

-No, nada, Juanela, solo deseo des­cansar, muchas gracias.

- Pues que la señorita descanse yhasta mañana, buenas noches.

-Buenas noches...Apenas fueron perceptibles las últi­

mas palabras, porque en aquel mismoinstante, de1 interior de la casa, se oyóun estruendo de voces, gritos, y rasgueode guitarras y canÍo flamenco mezclado

...33

Page 44: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

toe= GARCfA VILAPLANA ~!=C~8<01IO&C>e<:::4lC>ec~

con voces aguardentosas de mujeres yberridos de hombres borrachos que, alherir los oídos castos de la maestra,tuvo que preguntar sorprendida, alar­mada, sin atreverse siquiera a respi­pirar...-¿qué es eso, Juanela?

-Nada, que han abierto la puerta delcuarto de confianza de la casa, una im­precaución, una tontería de la niña Sole,que tiene mu mala asaura, ¿sabe usted?dijo Juane1a, notablemente contrariada,pero sobreponiéndose enseguida, volvióa fingir naturalidad con tono hipócrita ydulzón: -No se alarme la señorita, poreso, que no es nada. Aquí no entra ma sque gente de postín y de muchísima con­fianza, y bajando la voz, dijo con granmisterio y casi al oído de la maestracomo queriéndola devolver la tranquili­dad perdida: -El Alcalde, el mismo 'Sr. Alcalde del pueblo, nada menos, está \'también ahí, Vd. no se preocupe de naday tranquilícese. ¡Vaya un hombre, eseAlcalde, rumboso y bien plantao! Nos­otras conseguimos de él cuanto le pedi­mos. Ya verá Vd., ya verá Vd., y total

34

-- --

Page 45: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MI\ESTRICA Ode malo nada, unas chicas del pueblo ~vecino, de Valdemores, unas infelices Qdesgraciadas y cua~ro amigos de íntima ~confianza de la casa. O

Cuanto más Juanela pretendía, ato- ~londradamente, tranquilizar a la foras- Q.

tera, mayor era la inquietud y zozobra ~que a ésta despertaba. O

María de la Luz, sintió un miedo ho- O®

rríble y una enorme contrariedad. ¿Dón- .de se había metido? ¿A qué sitio habíaido a parar? Pensó inmediatamente irse,escapar de aHí pata refugiarse en otraparte, en un hotel, en otra posada. ¿Perodónde iba una mujer sola a esas horassin conocer a nadie?

Quedó sola y decidió acostarse. Tem- jíblando de frío y miedo, cerró y cerrajó )la puerta con grande excitación.

Volvió a hacerse el silencio, pero no ~

quiso apagar la luz en toda la noche. ~

Transcurrieron momentos de angus- (;tia indescriptible. En sus oídos zumba- ~ban las notas de zambra y escánda-lo. ¿Qué era aqueHo? ¿Qué tal sería el ~Alcalde aquél? ¿Cómo sería aquel Presi- ~

35

Page 46: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r: GARCfA VILAPLANA

dente de la Junta local de enseñanza

i cuando iba a visitar a unas muchachasque le recibían con juergas y escánda­los? ¡Dios mío! ¡Dios mío! Instintiva-

i mente pensó en su pueblo, en sus pa­dres. ¡Si ellos supieran! y se vió sola,muy sola. Sintió el primer alfilerazo dedolor y amargura de su soledad, que lellegó a las entrañas y sus labios, tré-mulos, secos, calenturientos por el ho­rror, al buscar amparo, se posaron coninfinita fe sobre una medalla de la Vir­gen del Perpétuo Socorro, en un inmen­so beso de piedad...

36'

- .__.

,

,

Page 47: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

TOMó posesión María de la Luz dela Escuela Nacional a que fué des­

tinada. Una escuela rnral a unos doskilómetros del pueblo de Amara, puntopintoresco de la huerta y al que se lle­gaba por una amplia carretera som­breada por dos hileras de álamos enor­mes y frondosos que formaban un túnelde ramaje verdoso que permitía la pro­yección, sobre el polvo del suelo, dehumanitaria y bienhechora sombra enlos meses caniculares, dejando pasar elsol tibio y vivificador, cuando por losfríos del invierno, caían las hojas se- icas, con hosquedad de muerte, y el vien-to las barría levantando estrepitosos re­molinos.

:::>e<=1 :1:.oocO'110::::.:;¡~

37

Page 48: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r:' GARCÍA VILApLANÁ

Cuatro veces al día pasaba el camino" la maestrica, pues así la llamaron des­¡¡ de el primer momento los pacíficos ve­~ cinos de aquella pedanía.i¡ Habitaba en el centro de la población,g en una modesta casa particular, graciasQ a la compasión y a la misericordia de~ doña Petra, una compañera jubilada,~ muy viejecita y sin más familia que unQ sobrino que rara vez aparecía por casa;

¡I) doña Petra, se apiadó de la forastera al) recordar con añoranza amorosa tiem­~ pos pretéritos en que el Magisterio es­O taba movido por férvida vocación y al-

i' truismo, y los Ayuntamientos, en com­

pensación, explotaban inícuamente, co­, bardemente, esta virtud de la clase, con

sueldos irrisorios, vergonzosos, queg rara vez pagaban con puntualidad y() muchas veces ni aún con retraso, por 10~ que la gente del pueblo, al hablar de,Q los encargados de su enseñanza, aludíanº al hambre, y los ridiculizaban, burlán- Iº dose de su desgracia, sin pensar, ¡pobre.g gente! que aquellas burlas y escarnios,

~t::::::J38

·

Page 49: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAEStRICAlignorancia, que habían de convertirse,imprescindiblemente, en tósigos suici-das para el mismo pueblo.

María de la Luz, no sabía cómo ex- ~presar la gratitud a doña Petra. Esta, la ,había recomendado a la Junta local, ha- ~

bía roto lanzas en defensa de la Maes- )4trica, contrarrestando los extravagantes ~

y maliciosos comentarios como canse· ~'cuencia del pésimo efecto que causó enel pueblo la primera e involuntaria equi­vocación de la Maestra en la posada y, ,por último, al traérsela, como de su fa- ~milia, a su misma casa, la exhortabaconstantemente así:

-Ya pasó todo, María de la Luz, yahas tomado posesión de tu escuela ytodo está, gracias a Dios, ya en mar­cha. Estoy segura de que tu equivoca­ción ha de ser motivo para redoblar tucelo por la escuela y que desde hoy na- ~

dcoiesatengat mottivdOSb

para hablar de dtí, ~que an o e e preocupar a to a {

mujer honesta, y más si esa mujer esmocica y encargada, por añadidura, co­mo tú, de dar ejemplo. Por todo ello, yo,

Page 50: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCIAVILAPLANA~

~ hijica mía, me permito recomendarte laO virtud en todas sus variadas manifesta-.,)º ciones; no basta ser buena personica,(\ es preciso, es necesario, parecerlo yQ probarlo. De ahí que esos vestidos queftJ2 llevas, los arregles; no quiero decirteg con esto que estén mal del todo, ¡Dios9 me libre de eso! pero de todas maneras,~ es menester que los mejores añadién­Q doles, telas, puntillas, bordados... como~ quieras, pero hay que añadir algo que~ cubra más, ¿comprendes? como te diréO yo, que demuestre el más alto respeto a

~o la moral, que debe guardar toda buena

persona cristiana y piadosa como tú loeres.

) María de la Luz, oía a su protectora,dando muestras de afirmación y asen ti-

imiento, ¡ya lo creo! pero contrariada 'Y

. herida en lo más íntimo de su corazón.e Ella no creía merecer aquellos sermo-,¡ nes a toda hora de moralidad exagera-O da, aunque estuvieran dados en el más() ejemplar de los propósitos pero ¿cómo~ no cumplir extrictamente cuanto le in-~ dicara doña Petra?

W¡OIlO!ii<:::>'l~~=;)c~>OoO<::>Co&C><Oc:::X::=&:::;)lil<::::ot!)<~::lII

40

Page 51: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~::>8<:::G<~::>&::>Ib<~oe.o~ LA MAESTRICA~

Desde su mal paso dado en aquellaciudad, inconscientemente la noche quellegó, que no habíp tenido momento dereposo. El recibimiento en el Ayunta­miento con descaradas ironías para latoma de posesión; la conducta de la in­terina soez y provocativa al verse sus­tituída y... sin nómina; el mirar provo­cativo en unos y despectivos en otrosde los habitantes de Amara y el retrai­miento hacia ella de las mismas compa- ~ñeras, la tenían sumida en un constante ~

sopor de pena indescriptible, sobre todo ~

esto último la amargaba profundamentey entre tanta contrariedad y sinsabor,solo aquella doña Petra, se había apia­dado de ella y por eso cumpliría todossus caprichos al pié de la letra por ab­surdos y exagerados que ellos pare­cieren.

La esperanza de formar una buenaescuela, la animaba y le confortaba elánimo, deprimido por toda aquella seriede fracasos recibidos.

Aquellas niñas de pelo lacio y aceito­so, de vestidos y cuerpos sucios, por un

41

Page 52: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCIA VILAPLANA~~

O abandono punible, le inspiraban con el~ cariño lástima y compasión; pequeñas~ de espíritu, pero con unos ojos grandes,2 muy abiertos, aunque sin expresión, re­~ veladores de un estado anémico, de mi­g rar dulce, apacible, como beso de madre,~ como una noche lumínica de transpa­~ rencia estival...~ Ella las atraería, sí, las atraería a la~ escuela con solicitud maternal, e iría, siO fuera preciso, de casa en casa, de corti­2 jo en cortijo, en busca de niñas, daríaO un mitin pedagógico para decirles a los~ padres la obligación sagrada que tienen~ de llevar sus hijos a la escuela y la aten­O derían ¡vaya que la atenderían! y unaO vez acudieran las chiquillas, ya nadie~ se las arrancaría de su lado, por queO ella, con todo el amor, las cuidaría yO las mimaría poniendo en práctica, des­O pués de limpias y aseadas, aquellas her­() masas teorías de FrebeI. Ella seguiría a2 Decroly y a María Monterosi, atendien­~ do en la infancia a la educación del2 tacto, de la sensibilidad, de la atención, ~

O observando y guiando las nacientes ma-

O º42

Page 53: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

11

tollC>lIC>~.ec4C>S>C>~ LA MARSTRICA c:::>$00

~nifestaciones e iniciativas de sus peque~ ~'

ñas, para acudir después, oportunamen~te a la inteligencia y a la voluntad ar~

monizando cualidades hasta formar con- ~'

cretos y positivos caracteres.No consistiría su labor escolar en ir ~~

contra la naturaleza infantil, que es ale- lgría, acción, movilidad, sino en encau~

zar bien todas estas fuentes de valor yenergía y además dI:: las materias co­rri~ntes del programa oficial, les ense­ñaría a remendar, cortar y coser losvestidos, a ser limpias, curiosas y leshablaría del lavado, colado y empleo decloruros, a guisar, condimentar comidasvariadas y económicas, postres fáciles ybaratos, dulces y almíbares, un cursoen fin de economía y administracióndoméstica y por último, al despertar yequilibrar las facultades embrionariasde aquellas futuras madrecitas, las in­fundiría, con el calor de su vocación yde su fé, un sacrosanto amor a la Patriay un sublime respeto a Dios y a la Re­ligión.

Doña Petra, la 'escuchaba fijando en

43

Page 54: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~ GARCfA VILAPLANA ~¡gc,!>O'.~c::I

el

ella sus ojillos diminutos, incrédulos yobservadores. Aquella viejecita, marchi~ta por los años y por el trabajo, pulcra,correcta, conservaba de su mocedad elmirar penetrante y dominador, comotodos los que han tenido necesidad deluchar por la vida. Oía a su huéspedacomo quien oye una santa promesa,pero aquella cabeza blanca, venerable,encanecida en la experiencia de unaescuela rural, se movía dudosa y aca~

baba diciendo:-Muy bien Marujica, Dios te oiga y

te ayude a poder cumplir tus buenospropósitos, pero pt epárate para lucharcon todos, sí, con todos, hijíca mía, has~ta con ciertas personas que pasan, ensociedad, por cultas e inteligentes. Aúnla sociedad no está suficientemente pre­parada para esos progresos, es decir,que aún hay hombres que se tienen ru­tinariamente por cultos y, que sin saberpor qué, son enemigos del maestro ypor consecuencia de la escuela nacio­nal, parece raro ¿verdad? pues es así;Marujita, es así... prepárate para luchar

44

Page 55: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~t04I1OlI04!9C:>IlIC(lJC0C;@C:o€.I<::>I@C> LA MAESTRICA~O@

con el analfab~tismo ambiente, con los Opadres egoístas, ignorantes y rutinarios; nprepárate para luchar... n

-¡Lucharé!-se apresuró a decir Ma- Oría de la Luz, con firmeza de convenci- ~da. -y si los padres, prosiguió dicien- Odo cada vez más entusiasmada, no res- Opondieran a mis requerimientos, si a ~pesar de mis persuasiones, de mis pro- ~mesas, de mis propagandas, hasta de Omis súplicas, siguieran sin mandar sus Qhijas a la escuela, entonces, acudiría a ~

@

las autoridades, factor también impres- ~

cindible de protección y ayuda para~stos casos, acudiría a la Junta local...

-(La Junta local! ¡La Junta local!­Doña Petra sonrió irónica, maliciosa­mente y en su boca desdentada y fofa,encarnada, como una herida, que con­trastaba con la palidez de su rostro secoYenjuto, como hecho de cera y papelmascado, se dibujó una sonrisa irónicay amarga, como mueca de dolor... ¡erala experiencia!

45

Page 56: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 57: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAESTRICA~

TODAS las tardes, cuando-Maríade la Luz, regresaba de su escuela,

de aquella escuela que hubo de impro-visar al aire libre, porque el local quele habían designado no servía para darclase por escasez de luz y ventilación,encontraba entre los numerosos carrua-jes de lujo que salían al paseo, uno, que Qtirado por enjaezddas yeguas iba guia- Xdo por un señorito jampón, postinoso, Ocon sombrero cordobés, que se le que- ~

daba mirando, y parecía mascullar al- ~

gunas interjecíones procaces y atrevi- ~

das. ~

María de la Luz, bajaba la cabeza y, Qencendida de rubor, apretaba el paso. n

~~:><::x::>=~~47

Page 58: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

-

r :A::::~L:::::to solo lo que le oc~-O rría en el mismo sitio y casi todas last'lO tardes. Mas adelante, en una jardinera«l

~ iban de juerga unos señoritos que laO abochornaban con piropos de muy malO gusto. -¡Olé, las chés castizas!-¡Vaya@)

() un bocao que fié en la nuez! y estas vo-O ces, mezcladas con ademanes soeces e~

() indecorosos; el tintineo de los cascabe- 1ro~ les y el rodar de los carruajes, llegaban() a los oídos de la joven, haciéndola es- i

() tremecer de vergüenza y coraje. En una ~1) de aquellas jardineras, iba Eleuterio, el~ sobrino de doña Petra, aquel ser des-~ preciable y poltrón, sin oficio y sin ga-O nas de trabajar y cargado con todas las1) calamidades físicas y morales, que, leQ guardaba a ella manifiesta antipatía~ desde que pagó con rotundo desdén la~ persecución pegajosa y el atrevimiento~ de una declaración, mas que de amor,Ü con miras marcadas a participar de los~ escasos haberes de la protegida de suO tía.~ Mas a pesar de ser todo esto muy8 desagradable, había otras escenas en

O48

Page 59: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAESTRICA ce<::>~

aquella misma carretera-paseo, que aún ~la torturaban más todas las tardes. Eran Oaquellas señoritingas, fátuas, de afecta- ~ción presuntuosa, .de caras antipáticas, ~.)

con cabelleras doradas por el oxígeno y ~

ojeras de azul de Dorín, que siempre, al ~

divisarla desde los coches, viéndola a gpié, con el traje de trabajo y llena dé Opolvo, se codeaban y empezaban los 9cuchicheos y gestos de descarada burla ~y menosprecio. Y era por ella, demasia-do comprendía la maestra que era porella. Se reían de su aspecto, se burla-ban de su falda polvorienta y sus zapa-tos viejos. ¿Qué culpa tenía ella de eso?¡Maldita sociedad aquellal

....... - 49

Page 60: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 61: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

eliANDO los días de lluvia, vien­to o frío, veíase obligada la maes­

tra a hacer la clase dentro del local, deaquel local, de paredes negruzcas y des­cascarijadas y. techo de teja vana, lasalumnitas parecían poseídas de unagran tristeza y melancolía. Apenas sipenetraba la luz en aquel local por unaventanuca guarecida por una reja degruesos barrotes de hierro a estilocárcel.

Aprovechaba" esos días la maestrapara explicar los deberes que tenían lasniñas para con Dios, para con los pa-

51

Page 62: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

o GARCIA VIALPALNA C4104K:>GloC>'IIil'C>tK:>4~~totI

~ hist orietas que despertaban y mante-O nían la atención de las a1umnitas, pues~ además de presentar estas lecciones de~ manera muy interesante, ponía en toda

i. ex¡»icación ese dulce indescriptible sen­. timiento de arte que atraía y sugestiona­

ba maravillosamente.O Ora versaban estas lecciones sobre

i alguno de los preceptos del Decálogo,ora sobre el cariño y respeto que debíána sus padres...

Así estaba un día hablando, sobreuno de los puntos que ella tornaba parair formando la conciencia de sus peque­ñas, cuando se oyeron gritos por laparte de la carretera. Las niñas recono­cieron enseguida por la voz a quien losprofería y exclamaron a coro:

-¡La Diabla! ¡La Diabla!, señoritaMaría, es la Diabla.

Ya tenía la Maestra antecedentes deesta errante desgraciada que solía pasar

§ todas las primaveras por aquellos an­() durria1es de la huerta para recojer cier­~ ~:s florecillas, que después vendía enLrmacias y droguerías de la población.

5Zt

Page 63: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAESTRICA~

La maestra, con las niñas, se acercó ~a la ventana atraída por la curiosidad,ya que los gritos eran cada vez másagudos, y vieron pasar a la Diabla, quea empujones, era conducida por unguarda rural entre burlas y escarniosde cuantos transeuntes acertaban a pa­sarpor allí en aquellos momentos.-Bue-na pieza, ¿eh?-decían al presenciar elespectáculo.-Nada bueno habrá hecho.Duro, duro con ella a ver si escarmien-ta... Y otros más curiosos preguntabanal guarda.

-Pues ¿qué es lo que ha hecho?-Pus ná, lo de siempre,. ¿qué ha de

ser? Un escandalaso soberbio en la ta­berna de Charito, pero lo que es hoy va

. a pagar todas las borracheras juntas. Aver si así escarmienta de una vez lamala pécora.

Resistíase la Diabla, a seguir al guar­da hasta el extremo de que en algunosmomentos, para contrarrestar la oposi­ción de la golfilIa, la llevaba casi a ras­tras.

La maestra, al ver aquella escena tan

53

Page 64: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCiA VILAPLANA

2 repugnante, mandó. un recado al guar­~ da, orrlenándole que condujese a la es­~ cuela a la golfí11a.g Obeaeció el gUflrda y cuando la Día­~ bla se encontró libre y escuchó la dulce~ voz qe la maestra, que la hacía pregun­Q tas carmosas, cesó de grttar y empezo aR tranquilizarse, sumisa y avergonzada,Q mientras las demás niñas, formaban un~ grupo apiñado, extrañadas y asustadí­O zas ante la presencia de la intrusa.

La Diabla, presentaba un aspecto gro­tesco, casi más bien diríamos guiñoles­co. Cubrían su estirado y delgaduchocuerpecito sucias y raras prendas devestir, hechas girones y, escondía su

O negra y enmarañada cabellera bajo unO pañolón negro y mugriento. Al primer~ golpe de vista, diríase que se trataba de~ un muchacho disfrazado de mascarón¡Q fijándose detenidamente se adivinaba a~ la chiquí11a de trece años, ojerosa y pa-(1 liducha, de carita ovalada y ojos al-() mendrados, nariz proporcionada y bocaQ como una guinda sin madurar, pero te.n2 sucia toda su personilla, tan abandona-

~,~~~<:~Si

Page 65: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

da, que' repugnaba solo el verla. El solhabía ennegrecido yapecado su rostro,contrastando la negrura de su cara yde sus manos con la blancura del res­to de su cuerpo.

El guarda seguía recriminando las fe­chorías de aquella maldad en formahumana, de aquella mala bestia, comoél decía y estaba dispuesto a meterla enchirona para que escarmentara de unavez.

-¿Le parece a Vd. la muy puerca, ha­berse emborrachado como una bruta?¿habrase visto, una cochina semejante?

La Diabla, permanecía inmóvil comopetrificada, apenas si protestaba, su mi­rada bovina no tenía expresión, hastaque la maestra, acariciándola y conamorosa solicitud, interrogó a la gol­filIa y ella sumisa contestó:

-No es mía toda la culpa, señoramaestra, eréame, .es de todos, sí, detodos.

-¿Cómo es eso, muchacha? a ver, aver, explícate...

La Diabla, cada vez más tranquila,

Page 66: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~ (JARciA VILA.PLANA <::::)GlO4~il=&cOc::::*=>&c>4k:>lil

más poseída de sí misma, fué explican­do su vida.

No había conocido jamás a sus pa­dres; desde que tenía uso de razón quevivía con una vieja gruñona, que la pe­gaba fuertes palizas cuando no llevabael dinero suficiente para la comida ymuchas noches se acostaba sin probarbocado. Hambre, sí, mucha hambre.¿Trabajar? dónde y cómo, si nadie laquería y fodos huían de ella como siapestara, como si fuera en verdad unadiabla del infierno? Jamás la habíanatendido en ninguna parte, nadie la es~

cuchaba y desamparada, errante, teníaque sacar dinero de alguna manera.Unas veces, llevando cargas de agua,otras cavando como un hombre, en laprimavera, buscando por acequias· yribazos malvas y malvaviscos, flores yplantas medicinales que luego le com-praban en algunas farmacias de Amora,pero llegaban épocas tan malas, tan se­cas, que no había más remedio que pe­dir limosna, implorando caridad. ¡Cari­dadl que parecía cada vez más alejada

56

Page 67: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

de las gentes y, para recojer algunasmonedas de cobre, había, en muchasocasiones, que dejarse atropellar bár­baramente por aquellas gentes brutalesque reían de su desgracia gustando deverla fumar y beber como un hombre, ysi no lo hacía, quedaba sin dinero, sinpoderse presentar ante la vieja gruñonaque la esperaba para darle una palizade muerte. Llevaba ya una semana ho­rrible de no recojer nada. Aquel díatambién se presentaba malo, ni trabajoen ningún sitio ni esperanza de tenerlo;de pronto en la taberna de Charito, es­taban unos chalanes que terminaban dehacer un trato de caballerías y al verlala llamaron para convidarla. Ella teníahambre y comió, pero la obligaron abeber más y más hasta que al fin cayóal suelo sin sentido. Por cada libaciónque ingería la premiaban aquellos hom­bres con algunos céntimos y de éstosdependía el poder satisfacer la codiciade aquella vieja, cuyo estado de ánimotan directamente había de repercutir en

C::>~O\!BC~

57

Page 68: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~ GAf¿CIA VILAPLANA ~.o1:~>o<l106l=llk:tl

ella... Ya ve Vd., señora maestra, como.todos son culpables...

-Pues no y no-dijo apiadada lamáestra-esta vez, quiero intercederpor tí y nada pagarás. Este hombre,

~g (señalando al gUárdá), hoy te dejará

libre, pero si esto se repite, yo seré laprimera en castigarte. Procura gánar eldinero con dignidad, bUSCá, solicitá coninterés y sin descánso ocupación, tra-

~ bajando honestamente y huye de esa (\O gente málvada por ignoranciá que no 9O tienen ni siquiera idea de 10 que es la~ conciencia y prométeme que no volve-O rás más por esos sitios.O La Diabla y el guarda, salieron de la

O~ escuela, gimoteando aún la primera por I

la desgracia de no tener quien la guiára~ ~n la ;idá y ~l segun~ol j~~~ndO y per-

~g Juran o ~ue esta s.erIa a u tlma vez que

pasara sm escarmIento, rapaza tan soezy descarada.

g d Vol~iódla chl~bse al su lhtabidtuall

silencioO espues e a el' o a era o a escena~ descrita y la maestra, aprovechando

~O(!lCa)(Eqcu>'ilei'Cl1:l1.la¡c:::><°~pc°>c:rt:::oQuKn:><id::::>acd:>c::>h:::::ao@bcl0><:':xa~ICa>iJs>O$mc'ñ)iia

>c:

s:>GC::l4il

53

Page 69: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

I

~ lA MAESTRlcA 2del hogar y de la famma poniendo como ~ejemplo, y tomando como centro de in-· ~

terés, aquella criatura que acababan de .ver sola y sin amparo de nadie, sin ca­riños ni afectos, expuesta siempre a lasmás horrorosas caídas. En cambio vos­otras... las que crecéis al calor vivifican-te de vuestras amorosas madres y delhogar paterno...

Al terminar la clase, las niñas se des­pidieron, como de costumbre, de sumaestra. Las pequeñuelas se iban engrupitos que se desiminaban por aque­lla frondosísima huerta, entrecortadapor acequias y veredas. Iban esta vezun tanto tristes y preocupadas meditán-do, sintiendo y comentando entre ellaslo que acababan de ver y oir.

Esa tarde cuando llegaron a sus res­pectivos hogares, besaron con más emo­ción que otras veces a sus madres, y loscorazoncitos latieron más intensamentey es que, aquella lección, dada tan opor­tuna y hábilmente por la maestra a raízde lo ocurrido entre el guarda y la Dia­bla, despertó en las embrionarias con-

59

Page 70: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

ciencias de las niñas, un sentimientonuevo de gratitud y amor filial, conoci­miento, para ellas, humildes y eternascampesinas, mil y mil veces más impor­tante y trascendental que los complica­dos tratados de la gramática, de la his­toria, o de la geometría...

y la Diabla no volvió jamás por ~

aquellos andurriales ni a volverse a sa-ber más de ella.

60

Page 71: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

!

.oe~ LA MAESTRICA

~~U NA tarde recibió la visita de la O

Junta local de Primera enseñan- ~za. Formaban la comisión un concejal Oen representación del Alcalde-Presiden-te, el Sr. Cura y el dignísimo y nuncabien ponderado secretario de aquel Ex­celentísimo Ayuntamiento, funcionariopulcro y relamido, muy dado a recitar,aún sin venir a cuento, hechos históri­cos, citas y fechas de disposiciones le­gislativas, más que verídicas, pertene­cientes a la más atrevida camelografíaconvencional, fanfarrona y atrevida. ~

-Pasábamos por ahí y hemos queri- ~

do saludar a Vd.-Dijeron casi a coro O

L:0s tres señores mencionados. O

O\!)Oo$~=~~

ól

Page 72: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~K:>49= GARCIA VILAPLANA~

.. -Mil gracias, balbuceó la maestra,. turbadísima ante la visita de aquellos. señores y ofreciéndoles sendas sillas,O pudo decir:~ -Les estoy esperando hace ya mucho~ tiempo. Es preciso, y yo en ello confío,9 que ustedes me ayudarán a organizarQ esta escuela, ya que no hay forma deO hacer que vengan las niñas con la asi-!"l

~ duidad debida.O Ustedes, pueden hablar con aquellosO padres que faltan a la Ley y obligarles a~ que manden a sus hijas a recibir la en-

¡ señanza que les corresponde y necesi­tan.

-Es Vd. muy jóven, señorita, inte- I~ rrumpió el secretario, tomando aires deO autoridad, mientras pretendía escupir~. una brizna de tabaco que parecía estarO siempre adherida molestando aquella ¡O lengua viperina.-La escuela, no la hacen sinólel maestro. Chréame. a m! que tengo .Ó por o menos muc os mas anos que us- O~ ted y conozco bien estos casos. Procure 8~ la maestra, en vez de venir tarde, llegar ~

.. a su hora, trabaje Vd. como Dios man- O

(íZ

Page 73: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

Pee>lllC>6C~::o@<::>8<::>@':::::><i<:~::>0'::> LA MAESTRICA Oda, como se ha trabajado siempre, sin ~tanta escusa ni tanto requilorio y pronto Qverá Vd. los resultados. ~-y apropósito-añadió el concejal- O

son numerosísimas las denuncias que ~recibimos quejándose de Vd. ¿Cómo se ~

®las compone, para que hayan llegado Qlas cosas a ese extremo? 'O

~a

-y algunas de esas denuncias-con-· O®

tinuó el sacerdote, la acusan a Vd. de Ono enseñar debidamente la religión. Ya ~sabe Vd., hija mía, que mucho antes gque Costa dijera aquello de -educación ~y despensa., el Cardenal MoncilIoes Opredicaba -pan y catecismo. porque sin Oéste, no puede haber educación moral y ~además, no me negará Vd. el deber que ~

se tiene en toda Escuela del Estado, de ienseñar la Santa Religión por el Cate-cismo y la Historia Sagrada. '

-No ignoro nada de lo que me dicen '.y lo cumplo todo exactamente-dijo en- ~

tre humillada y altiva la maestrica, pero ~

existe injusticia al hablar y juzgar una ~

labor que no conocen. Aquí tengo a es- ~

tas niñas y pronto se convencerán de ~

Page 74: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r: GARCIA VILAPLANA_

que, lo que afecta a la maestra, ha cum-~ plido con su deber y, abriendo un ar-e mario, empezó antes de preguntar a las, niñas, por enseñar una colección de

trabajos manuales.Verdaderas maravillas de papel ple­

gado se ofrecieron a los ojos de aquel( tribunal frío e indiferente; cuadernos de

dibujo y ~scritura, libretas con proble­mas y toda clase de labores, que eranreflejo de un trabajo ímprobo y bien di­rigido, iban pasando de mano en manode aquellos señores, que apenas hacíancaso.

-Bueno, basta, no se moleste más,porque todo esto es muy bonito, pero noprueba el estado que se halla la ense­ñanza en esta escuela. ¿Quién sabe porquién estará hecho todo esto? ¿Quiénsabe si estará hecho por Vd. misma?Para saber a ciencia cierta el trabajoque se realiza, es preciso conocer, exa­minar a las niñas una por una. ComoVd. comprenderá esto es cosa de ir másdespacio y ahora no podemos perdermás tiempo, pesan sobre nosotros mil

64

11

Page 75: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

ocupaciones de más trascendencia, yhoy no es nuestra misión someter a unexámen a las niñas; además, bástele aVd. con saber que. este pueblo es nobley hospitalario y no quiere, de ningunamanera, perjudicar a nadie y menos alos forasteros, si ellos, claro está, no seobstinan en que se les perjudique. Asípues, en la primera junta que celebre­mos se anularán las denuncias recibi~

das y nada pasará, pero debe Vd., esosí, tomar nuestro leal consejo y es queen el primer Concurso debe Vd. salir omejor aún, permutar con doña Eduvi­gis, que es hija de esta ciudad yeso sí,para esta permuta encontrará Vd. en

~ nosotros toda suerte de facilidades.O. Piénselo, piénselo detenidamente y verá,

lo si se fija, que lo único que le conviene

es marcharse cuanto antes.Así hablé. el señor Secretario en nom­

~ bre de la Junta local de Primera ense­O ñanza a la que tenía el honor de perte­O necer y de enredar...2 Ya se disponían a abandonar el local­~ escuela, cuando la maestra abatidísima,O

Page 76: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r: GARCIA VILAPLANA

~ quiso insistir en que preguntasen losO señores de la Comisión a las niñas, so­~ bre 10 que quisieran, de la asignatura~ que tuvieran por conveniente, pero fué~ empeño vano; lentamente los tres seño­~ res se aprOXImaron a la puerta, volvlen­~ do a pretexta! enormes quehaceres, pro­~ metiendo volver otro día, otro rato, tanQ pronto 10 permitieran las múltiples ocu­Tí paciones, pero que no olvidara, mien­l\ tras tanto, la recomendación que le de-

~jaban en bien suyo y de la enseñanzadel pueblo.

La maestra quedó sorprendida y aba­tidísima. Cuando los señores de la Junta

O local, hubieron salido, reunió en un~ grupo a las niñas mayorcitas y las abra­Q zó a todas ¿se merecía ella eso? Cuando() creyó llegado el momehto de su fortuna,() de su felicidad, por haber obtenido una() escuela; cuando ella ponía su fervor, suO entusiasmo y su vocación a favor de la~ Escuela Nacional, encontraba la indi­O ferencia de los de abajo y el desprecio,l} odio de contrarío, de los de arriba, deLdoS aquellos que ella esperaba acobijo,

~(5

I~

Page 77: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

g

I

LA MAESTRICA ~Q

amor, gratitud... ¿Pero qué era aquello? ~¡Qué decepción tan terrible! ~

y la figura noble, apacible, serena del "doctor Izaguirre, que jamás se había

¡,

apartado de su mente, se erguía en su ~

sensitiva alma a cada golpe que recibía. ~

¿Qué sería de aquel hombre, de aquel ()apóstol, de aquel maestro que Dios qui- ~so poner en su camino como redentor ~y ella vanidosa, ignorante, insensata- ~

mente había de palabra despreciado? ~

67

Page 78: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 79: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

'---------~-------~--~~

LA MAESTRlCA~

CUANDO el doctor Izaguirre, oyóde manera tan franca y sincera

aquellas rotundas palabras de labios dela maestra, corrió a refugiarse al cuartode la fonda y allí pensó y meditó sobresu situación.

Era en verdad una situación ridículapero ¿no hubiera sido mucho peor-pen­saba-que la muchacha, careciendo desinceridad le hubiera aceptado poregoismo o por compromiso? Desde lue­go que a pesar del disgusto y del ridícu­loy de cuantas otras cosas pensara, po­día estar satisfecho, o por lo menostranquilo, puesto que había resuelto laincógnita, que le atormentaba desde ha­cía algún tiempo, de si le quería o noaquella encantadora criatura.

69

Page 80: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

rGARciA ViLAPLANA . ,

Acabó por preparar la maleta aque~

lla misma noche y emprender su retornoa la Corte, pues siempre el ruído de las

t<~ multitudes, ha sido bálsamo recomen~

!l dado para aminorar los disgustos cau~

~sados por las terribles catástrofes del

• amor..' No guardaba, a pesar de su íntima~ contrariedad, y pasados los primeros¡ momentos de aturdimiento, rencor a

María de la Luz, antes al contrario, conla franqueza que se había expresado la

~maestra, comprendió la magnanimidadd:l alma de aquella mujer sencilla e in­genua.

El la amaba de veras y la perdonaba.

~No era de ella toda la culpa de la ca­

tástrofe, sinó también la culpa era de élque no supo preparar el terreno para

Q el amor y menos supo ser oportuno en(1 la declaración, que al recordarla se atri­O buía d sí mismo el fracaso, atribuyéndo­O lo al poco conocimiento y menos prác­O tica que' tenía en esas lides; si se hubie­g se tratado del estudio de microbios <;>

~~::::::~i::otra'(Q

Page 81: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

f::>8ó$~otlI<;':>'<IC>I!;o(&O'~ LA MAESTRICA~( Qsuerte hubiera corrido, pero ¡con una ~mujerl ¿Qué sabía él del corazón feme~ ~nino? r!

~El debió hablarle a María, más de (\

~.fJamor que de ciencia o por 10 menos _

compaginar una cosa con otra y así lahubiese podido observar y hacer deduc- ~:ciones provechosas que le hubieran "inhibido del bochornoso fracaso.

Al que no perdonaría nunca sería a él !mismo. ¿Pero cómo había podido pasartodo aquello? El tan pulcro, tan come~

dido, no acertaba a comprender cómopudo caer en ridículo semejante. Si es~

taba, como desde luego estaba, enamo~rado de aquella mujer, ¿por qué no es- (perar otra ocasión más propicia? ¿por5lué tal precipitación?

Cuando llegó a Madrid, volvió a me­ditar sobre su situación acerca de lala maestra y, a medida que iban des- i~pareciendo los efectos de la primeraImpresión de desagrado, iba recono­ciendo 10 mucho que tenía que agrade~ '

cer a María de la Luz, por S=Jneidad y franqueza.

~C404104K:~

71

-,- -

Page 82: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r· GARdA VIÜi>ÚNA .' . .

Reconocía lo antedicho, pero sintien­. do un profundo dolor de amarga con­R trariedad, puesto que con ella se derrum-

nbó todo el castillo de dorad?ls ilusionesque forjara con la ~speranza del amor

1.

~de <la linda e ingénua pueblerina, de

. aquella muchachita que a fuerza de es­cucharle embobada, con los ojos muy

) abiertos corno dos pedacitos de cielo y~ .

~la boca encendida como una guinda,acabó por grabársele al doctor en lomás íntimo de su alma, hasta llegar mo­mento de no poder vivir sin su recuerdo.

Procuró olvidarla amorosamente ycambió su norma de vida.

Para buscar el deseado olvido, asistióa tertulias distinguidas donde conoció ytrató artistas de fama, a cabarets lujo­

II sos, ensordecedores por las notas ato­~ londradoras de los jazz-bans unidas~ a la algarabía de risas y gritos de his­~ téricas y morfinómanas, concurrió aQ los vistosos y elegantes tes-dansants del(¡ Palace y del Ritz, conoció la vida de losO noctívagos y sus amoríos fáciles en~L-) el Ideal Rosales, Parisiana, Fornos,

oeos~oO<:X;:¡~lC>C::X::>c><::>lllo::x:>e:>OIlOllOlJ>04II,o'II

12

Page 83: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

2

I

,

. LA MAESTRICA lMaxim's, Ideal Room, sin faltar de vezen vez a la excursión a casa Camorra ,>

en la Cuesta de las Perdices; :frecuentó isociedades de las más extravagantes y .atrevidas ideas y, hasta aceptó interven- (¡¡

ción en la política, ¡qué sarcasmo! cosa !que él siempre había mirado con horror.

Fué allá en Madrid, concejal primero, .diputado provincial después, diputado acortes, luego.

Seguía la política pedagógica, comola más moderna y redentora, es decir,pensaba que para poder realizar las ini~

ciativas nobles, para que el pueblo ayu­dara con plena y expontánea confianzaa sus gobernantes, para toda soluciónbeneficiosa al país, era preciso, indis­pensable, que estuviera este pueblo su­ficientemente preparado, educado sinapasionamientos, con una aspiraciónnacional; precisaba una enseñanza queno tuviera más punto de mira ni más in­terés que el perfeccionamiento del ciu­dadano, sin inclinarle hacia una filia­ción política ni a una determinada clasesocial, sinó que tendiera a unificar e in-

73

.

Page 84: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

o

tensificar el verdadero amor a la Patria.Toda otra clase de política que no estu­viera íntimamente relacionada con Jaantedicha, el doctor la renunciaba inhi­biéndose de toda complicidad.

Había renunciado altas prebendas,l~

probando su abnegación y sacrificio.Era el Mesías del resurgimiento so­

cial, corno solían llamarle sus amigos.Tenía que luchar terriblemente con las

grandes entidades e instituciones de laenseñanza partidista que, apoyadas mu- schas de ellas por los altos políticos ven- ~

cían siempre, dejando abandonada la iverdadera escuela del pueblo, la Escue-la Nacional, y era combatido por decir-le al pueblo que debido a este estado deabandono, se realizaban ciertos nego-cios, explotando la inconsciencia de los ~niños y la vanidad, la rutina y el fana­tismo de los padres.

El sentía y pregonaha las teorías del gLeón de Graus: «Educación y despensa, ~instrucción y fomento> ... Pero esto queél sentía, que tan ruidosos éxitos le pro­porcionaba en sus campañas, compren-

O<::::.eo&08C:>GlO<:::<:::>ooeo<::O<:>C::::>OGOC:::x:><::::>llK::>e08.oeJ

74

Page 85: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

I

~ LA MAESTRlcA -=*Qdía que era difícil de llevar a una reali- ~dad inmediata. ¡Estaban aún tan distan- Otes! ¡Había que recorrer tanto camino!

El pueblo estaba sin preparación. Ahíestaban patentes los casos d~ un Minis­tro, al que, en aquellos días, se comba­tía por haber presentado a las Cortesunos proyectos de fomento que eranútiles y prácticos para el país, pero ¿cómoconsentirlo sus contrarios políticos?¿cómo dejar triunfar a don Fulano? Losperiódicos de la oposición trinaban encontra yel pueblo seguía ciego, rutina­rio e inconsciente a los que más levan­taban la voz.

Había que luchar aún terriblementecontra la rutina, había que hacer sanaopinión, era indispensable, y la semillade esta opinión solo podía sembrarseen la Escuela Nacional preparando alos niños con todos los cuidados, hacién-dolos ciudadanos conscientes, y desde ..los primE'ros años, que pobres y ricos,desde el más alto al más bajo se cono­ciesen y tratasen en esa edad infantilque todo es amor y simpatía, evitando

75

Page 86: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r; GAIK!A VILAPLANA=S=~

así esa separación de clases que des- ~pués degenera en odio y amenaza y ~~

~ pesa constantemente sobre la sociedadQ actual.Q Esta misma escuela, que tan altos 119. fines estaba llamada a prestar a la pa-Q tria, aún era una verdadera vergüenza ~~ nacional. Establecidas estas Escuelas g ,~ Nacionales, en habitaciones sucias e !

inmundas, locales que a los Ayunta­mientos ya no les servían para nada(después de haber servido para todo) ,.faltos de higiene y de material, sin luzni ventilación, tenían que escribir losniños en algunas escuelas, en bancos enforma de ataúd, expuestos los alumnosa deformaciones y a enfermedades peli­grosísimas.

Las aulas destinadas a Escuelas Na­cionales, parecían más bien cárceles Qcoercitivas que locales destinados para (\

~desenvolver misión tan sacrosanta y Q

.: luego, al frente dIe estods ebstablecimlien- ~

tos, personas cu tas y e uena v~on­Q tad, ciedrto, perOl ridiculibzadas'd soldasl'

amarga as por e peso a ruma or e

~oflC~>Ill<:>'O'lC:>O'C><~::>::=C<::>f.)<::>O~

76

Page 87: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~:::>'J)<:::loS<::::0o&c::::@<::>®=~~)oO LA MAESTRICA <:::>8:<:>0

desprecio y de la indiferencia, de todo ~un país, que está contaminado del anal- ()fabetismo ambiente. ~

(~

Aquel estado de cosas no podía con- Otinuar por más tiempo. ~

Afortunadamente, el pueblo, empeza- Oba a presentir a su enemiga terrible, la - ~incultura, y ansiaba su regeneración ~por medio de la Escuela Nacional, pero ~era un ansia, una energía que no sabía Oel mismo pueblo manifestar, y menos ~encauzar, que tropezaba y caía, hasta ()

@

que se estrellaba, ante la mala volun- D

tad, y las promesas incumplidas de los ~de arriba, de aquellos que tenían para )la educación de sus hijos expléndidospalacios, sostenidos por donativos amillares y toda suerte de protecciones,sin meditar, que al crear en la infanciadistinciones de clases, tenían que serfunestas para los mismos poderosos, el idía de mañana. -

Por eso Izaguirre, puesto ya en estosproblemas, que al fin y al cabo eran ~

también de higiene, de higiene moral,los defendería, trabajando por ellos con

-= . -.77

-

Page 88: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

GA~ciA VILAj)LANA~~$o

así esa separación de clases que des­pués degenera en odio y amenaza ypesa constantemente sobre la sociedadactual.

Esta misma escuela, que tan altosfines estaba llamada a prestar a la pa­tria, aún era una verdadera vergüenza ~

nacional. Establecidas estas Escuelas gNacionales, en habitaciones sucias e !inmundas, locales que a los Ayunta­mientos ya no les servían para nada(después de haber servido para todo) .faltos de higiene y de material, sin luzni ventilación, tenían que escribir losniños en algunas escuelas, en bancos enforma de ataúd, expuestos los alumnosa deformaciones y a enfermedades peli­grosísimas.

Las aulas destinadas a Escuelas Na­cionales, parecían más bien cárceles ~

coercitivas que locales destinados para adesenvolver misión tan sacrosanta y 2luego, al frente de estos establecimien- ~

tos, personas cultas y de buena v~oun­tad, cierto, pero ridiculizadas, solas,amargadas por el peso abrumador del

a.oecoSC>C&C~>Oo=:>0<:::<::)oo<;>::::>OO-oCK::>00

76

Page 89: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

desprecio y de la indiferencia, de todo~~ un país, que está contaminado del anal­

fabetismo ambiente.Aquel estado de cosas no podía con­

8 tinuar por más tiempo.~ Afortunadamente, el pueblo, empeza­~~ ba a presentir a su enemiga terrible, la

incultura, y ansiaba su regeneraciónpor medio de la Escuela Nacional, pero

~l era un ansia, una energía que no sabíael mismo pueblo manifestar, y menosencauzar, que tropezaba y caía, hastaque se estrellaba, ante la mala volun-

O tad, y las promesas incumplidas de losQ de arriba, de aquf>llos que tenían para~ la educación de sus hijos expléndidos() palacios, sostenidos por donativos a~ milIares y toda suerte de protecciones,O sin meditar, que al crear en la infancia~ distinciones de clases, tenían que ser

~~ funestas para los mismos poderosos, el8 día de mañana.

Por eso Izaguirre, puesto ya en estosO problemas, que al fin y al cabo eran ~

O también de higiene, de higiene moral, ~

~~"::>lIkl::::.0a.cs:::::od~eofe~n?d=:;;e:>;:r?íac:;::,~tcra~b;:>,aoj<:axn:><d~o::::.pc°><:r:>=e:::>1lS<IO:::>slll=co@<nO(iloO~'77

Page 90: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

Q..o.e= GARCI,\ VILAPLANA~~

~ toda la fuerza de su voluntad y de su "~ ciencia.~ Una tarde, en el Congreso de losQ Diputados, se comentaba con calor y~ elocuencia el rasgo patriótico de un im­~ portante donativo a favor de la enseñan­~ za del pueblo.() Se trataba de un español enriquecidoO por laboriosidad, que convencido del(1 valor de la enseñanza y educación na­~ cional, legaba parte de su fortuna paraO montar una gran escuela-sanatorio,, donde se atendiera al cuerpo y al alma

de la niñez desvalida. Este gran patriciodejaba al Estado, una cantidad impor­tante para que, inmediatamente y bajola dirección de persona competente, seempezaran las obras de la Escuela. ElGobierno, consignó su reconocimientopor el rasgo de álto y positivo civismo,aunque no faltó quien creyera, que aque­llo era una gran estupidez, y se encargócon el beneplácito de la cámara, al doc­tor Izaguirre, la dirección, construccióny todo cuanto afectara a las obras delsanatorio-escuela.

Page 91: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

Aceptó complacido, el doctor, el en­cargo de confianza que aquello impli­caba y en cuestión que tanto se habíainteresado.

Se alejaría otra vez de las indignasluchas políticas, para sumir su espírituen la placidez de una playa levantina,para llevar la redención a los niños, lacuración material y moral y allí, unavez inaugurada la escuela, personal­mente, con la práctica y la observación,estudiaría el tipo modelo oficial de lafutura Escuela Nacional, con todos losadelantos y descubrimientos modernos,va que solo esta escuela, era capaz depreparar al pueblo para formar unapatria de paz y de amor.

Consultó tratados, comparó las es­cuelas de unos yotros países, de aque­llos países civilizados que la EscuelaNacional, había colocado a la cabezade la civilización, y empezó, con la debi­da ayuda de personas técnicas, a levan­tar el plano del edificio.

Su escuela no adolecería de nada.

79

Page 92: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

o/..iO'PO GARCIA VILAPLANA~<::>ll() o~ Pensó, que una de las causas princi- O() pales del retraimiento de la infancia a O~ la escuela, era debido a que los niños O~ tenían que ganar algún dinero para ayu- O

~" darse así mismos y a veces a los padres, ~

tanto para la manutención, como para Ovestirse y, previniendo esto, se monta- O

~ ~

Q ría un comedor escolar para que los ()~ niños pobres pudieran comer gratis y ii~ A() un ropero, donde vestir a los pequeños OQ que por su pobreza no pudieran hacerlo~ en sus casas. Habría también en la es-

¡º cuela, un campo de experimentaciónagrícola, a fin de que el niño, por supropia mano, sembrara la semílla, lacuidara hasta verla transformada en

~planta y luego en fruto, despertando así ¡la observación del alumno y fomentan-do al propio tiempo la afición al estudiode la agricultura, hoy tan necesitada de

~ hombres que la amen y la compren<;lan. ~

~ Establecería talleres para que los niños ~

i mayorcitos, y después de determinada ~

, la orientación profesional, se iniciaran Oen los oficios y por último, destinaría 8una gran terraza cara al Mare Nos-

Page 93: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

trum, destinada a baños de sol, aplica­ción de la h~lioterapia, y allí respirar elyodo, emanado de las aguas marinas,tónicas y salutíferas mezcladas con lasesencias y resinas de los pinos, tomillosy romeros.

61

Page 94: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 95: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~ LAMAESTRlCA o~ ~

i . IB

M ARÍA de la Luz, sentía ante larealidad, desfallecer en su espí­

ritu todos los ideales que la vocación

Ilevantara antes de tomar posesión de laEscuela Nacional, en propiedad.

Ni padres ni autoridades respondíana sus requerimientos y súplicas en favorde aquella infancia desvalida, olvidadae indefensa. ¡Cómo aquellos niños, queeran la única esperanza del pueblo, esta- ~

ban considerados como trastos, como es­torbos! ¡Cómo podrían exigir cuentas alser hombres de este abandono tan pron- ~l

to tuvieran los niños pobres, uso de ra- ~

zón y se vier.an atados al yunque de laignorancia, para toda la vida...

~'Q<:;~~:><::>(l!=e~::>OC:.t

Page 96: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

GARCIA VILAPLANA C>el104~lllC>ecGC.-c:>4ll<:::oec::>&c~

Solo los niños, de las casas pudien­tes, tenían colegios particulares bienmontados, que disfrutaban de granfama, más que por los procedimientospedagógicos empleados, por la clasearistocrática que acudía a ellos y, fren­te a estos colegios, todos los partidospolíticos levantaban escuelas partidis­tas, que medraban a la sombra de ladesamparada Escuela Nacional, cole­gios donde los hijos de los correligio­narios, recibían la enseñanza que alpartido le convenía que recibieran yque abusando los directores del fanatis­mo de los padres y de la ignorancia eindefensa de los niños, volcaban sobrelos tiernos y vírgenes corazones de lainfancia, lentamente, el odio a los con­trarios, a los enemigos, a los que nopensaban como ellos.

La Escuela Nacional, ha sido y serásiempre combatida por elementos con­trarios a la unificación y al despertar

~ del pueblo, porque el triu~fo de la Es­~ ~~ela Nacional, sería el fracaso y laLuerte de los que han de vivir del par-

8'!

Page 97: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

tídismo, de los que les interesa, parasus fines políticos, que el pueblo vivadividido, ignorante, para poderlo com­batír, dominar y vencer.

lCuándo los hombres se darán per­fecta cuenta de que no debe existir másque una sola escuela, en la que, sin pa­sión de ninguna clase, se atienda exclu­sivamente a la debida preparación delniño, hasta hacerle consciente y útilpara sí y para la sociedad! ¡Cuándo loshombres reconocerán y laborarán conentusiasmo por la proclamación de laEscuela Nacional, como única, comohija legítima del pueblo para formar, dela inocente y maleable infancia, un mun­do de justicia y de amorl

Los obreros del campo, de la ciudad,los intelectuales, los patronos, todos seagrupan en sociedades legítimamenteconstituídas para defenderse y mejorar­se. Solo los niños, siguen solos y a.ban·donados a pesar de instituciones de re­lumbrantes nombres.

La pobre maestra, sentía de día endía la amargura de su fracaso, fracaso

Page 98: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

o GARCIA VIL APLANA c:::)(l~~i)Coec@C>(9<::::\!DC~:>0<:~

que reflejaba, no solamente el estadoactual de incultura y analfabetismo delpueblo, sino algo más grave. Expresaba,un porvenir tenebroso, puesto que, cornoal niño de hoy no se le atendía, las co-sas seguirían así, hasta que Dios qui­siera...

Hasta los padres de aquellas criaturi­tas que la maestra cuidaba con solici­tud maternal, empleando con ellas lasteorías modernas de la pedagogía, se­guramente, imbuídas por malas volun­tades, fueron a protestar, y a quejarsede la maestrica. ¿Qué era aquello queno aprendían sus hijas? Esa maestra notrabajaba. todd el día se lo pasaban ju­gando los niños, levantando los brazos enposturas ridículas y haciendo pajaritasde papel. Aquello de la gimnasia y de lostrabajos manuales para atender al mús­culo, al tacto y a la atención, eran mú­sicas celestiales para aquella gente ig­norante y desconfiada. Si no tenía ga­nas de trabajar, la señoritinga, que seretirara de la carrera, y estaban dis­puestas a no mandar a sus hijas a aque-

Page 99: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

LA MAESTRICA Olla escuela. Vaya una manera de vivir irobando y estafar al pueblo y mientras,al contribuyente, todos son a apretarlela argolla, con tributos y gabelas ¿Es ~que se creía la maestrica pedantona yfátua que allí no entendían de escuelas?La que más y la que menos conocía lalábor de doña Fructuosa y la de doñaFilomena; ¡aquellas sí que eran buenasmaestras! Las niñas entraban en cIaseantes de las ocho y no salían hasta biendadas las doce y sin parar un momento, gsiempre trabajando,aunque aquello que ~

las pobres mujeres llamaban trabajarconsistía en entonar un eterno y monó­tono sonsonete, o en repetir por milési-ma vez la tabla de Pitágoras, mientrasel mugre.de unas manecitas infantiles,robaba la nitidez a unos trapos, puestosen un bastidor, semanas interminables...

Aquellas quejas mortificantes,bochor­nosas para la maestrica, llegaron al fina ser denunciárlas a la misma Inspec­ción, denuncia, hecha más por manoanónima yenvidiosa (quizás de la mis­ma carrera) que por aquellas pobres

Page 100: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

OARCfA VILAPLANA C)lilCl4l>OtI<::>@IOtK:>'l~l104t041DO$

mujeres incapaces de recurrir en formaa nada serio y beneficioso. Para unpueblo así, no había redención posible.

Había perdido María de la Luz, todaesperanza en su obra salvadora de edu- Ocación y era su sentimiento de profunda· 8amargura por estrellarse tona tentativahacia la escuela de mejoramiento. Lasmejores y más puras iniciativas se per­dían, cuando no en la inmensidad delvacío, entre odios y envidias contra ella.Solo el recuerdo de aquel hombre quela quiso bien, la consolaba y la inunda-ba de estoicismo, para proseguir aquelcamino de soledad Y. de punzantes espi­nas. Era su vida, como el caminante ~que muere de sed al borde de una cis-terna in1accesible. ¡Qué podía hacer ni .esperar

Muchas veces pensó y hasta escribió ~

para consultar su caso a aquel hombre aque la inició a conocer el más alto con- Icepto del arte y del deber, de la abnega­ción y del sacrificio, que la había hechocompenetrar en las obras de patriotismohumano y positivo, pero otras tantas

Page 101: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r.

LA MAESTRICA =1veces, después de escritas páginas inter- ,minables, había roto los escritos consi­derando una sarcástica ironía, el acudir lal hombre que ella misma había despre­ciado y ofendido.

Ella evocaba, a cada instante, loscotidianos paseos por Torrenostra, aquelpunto pintoresco de marinería andante,con sus variadas notas de color, des­de el vivo color amarillo de las bayetasde los marineros, hasta el verde intensoy el encarnado punzante de las barca­zas, enclavadas en la arena, formandouna diminuta escuadra y, a cuya som­br~, infinidad de mujeres desenmaraña­ban las jarcias preparándolas para lapróxima pesca.

Todo pasaba ante su imaginación, ysu espíritu revivía aquel pasado que lailusión doraba su vida llenándola de luzy esperanza.

89

Page 102: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 103: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

~~~ LA MAESTRICA ce<:>il

O ~

I !~ ~E N la playa de Torrenostra, y en- g

tre una frondosa pinada que besa Qlas rizadas aguas del mar poético, una TI

legión de obreros trabajan sin .descanso glevantando un edificio soberbio. ()

Tocan a su fin las obras y el doctor,que no s(> ha separado un momento de

de enamorado, está muy satisfecho.Tambíén le han confirmado, al doctor

Izaguirre, los poderes para que lo dis­ponga todo e ina ugure la escuela cuan- Oto antes y que, del personal del Estado, ()elija al que ha de actuar bajo su direc- ~ción. Estos nombramientos, precisa que Orecaigan en personas de reconocida vo- O

~ cación y altos conocimientos, y él, el ~

~doctor, d(>sde el primer momento, sueña (;')para Directora, con María de la Luz.

. Un día la maestrica recibió, por con-

t.::::::~91

Page 104: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r GARCIA VILAPLANA =

• Primera enseñanza, un oficio, en el queel Director General del ramo, la propo-

~nía para la Dirección de un Grupo Es­

o colar y que entre otras cosas decía:

l· «Atendiendo a las especiales condicio­

nes que en Vd. concurren... » María dela Luz, creyó morir de alegría. Aquello

2 equivalía a su salvación, en un puebloO irredento.

Pronto cundió la noticia de que lamaestrica se marchaba. El semanariodel pueblo titulado «El Faro de Amora-,al despedir a la maestra decía.: «el Go­bierno de S. M. ha propuesto por méri­tos excepcionales, a la señorita Maríade la Luz... » y terminaba la gacetillaensalzando el triunfo de la maestrica.

El pueblo fijó entonces en la maestrasu veleidosa atención y el mismo díaque se fué la maestrica, para no volvernunca, ¡jamás! a Amora, los amoreños,empezaron a reconocer en aquella mu­jer, a una jóven simpática, inteligente, auna imponderable virtuosa y a unamaestra insustituíble..... ¡pero ya eratardel

~O(

Page 105: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r~ LA MAESTRICA

~~~

I ~~ ~

LA Escuela-sanatorio que legó alpueblo español un hombre de po­

sitivo amor a España, se ha inaugura-do. En él se refugian cincuenta niños yotras cincuenta niñas que reciben, 10que como niños tienen verdadero dere­cho a recibir; alimentos sanos y abun­dantes,cuidados, instrucción, educación.Los directores de esta institución, Emi-lio Izaguirre y María de la Luz, trabajancon afán por aquella infancia y los niñoscorresponden a este amor queriéndolescomo a verdaderos padres... De sus na­cientes y vibrantes facultades que mi­den, armonizan y fomentan, van for­mando caracteres, van haciendo hom-bres, ¡orjónciudada~..-----J

93

Page 106: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

eoG!C> GARCIA VILAPLANA C>t~~tc<Z=sc:>@C>@<::>e<:~~

~ Por las tardes, cuando las tareas del ~~Q colegio terminan, salen de paseo con~ los niños, por el monte o por la playa y

ellos los siguen enamorados de su obra. 8Van arrancando juventudes a la muer- ~

te para darlas a la sociedad salvas, li- Qbres, fuertes. ~

Hoy ha sido un día espléndido, como Oaquel de antaño. Quizás por esta cir- Ocunstancia, sin saber por qué hoy más 'Oapreciada que otras tardes, el doctor, al ~

retorno del paseo le ha dicho unas pa- Olabras a María, y ésta se ha puesto en­carnada como una amapola.

-¿Te acuerdas, Mariita, qué torpeanduve la tarde aquella que te hablé deamor, por primera vez?

María de la Luz, ha bajado la cabezay ha suspirado. Sonríe, y no obstantesus ojos se humedecen.

- Yo también estuve torpe, Emilio;jamás sentí tanta amargura; creí aqueldía, que te había perdido para siempre...

Izaguirre, es feliz....María de la Luz, era la misma; fran­

ca, ingénua, sincera; como él la amaba,como él la quería.

Page 107: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

A

r~'" LA ••ESl1Ue.-o

QUÍ termina este boceto de no~

vela pedagógica, escrito exclusi~

vamente para la propaganda de la Es~

cuela Nacional, hoy aún tan lejos decomprensión y por consiguiente de ca­riño, por parte de nuestra sociedad.

El pueblo de Amora, como los perso~

najes que intervienen en este boceto sonsupuestos, nadie debe molestarse, sonhijos exclusivamente de milIares depueblos que se han portado mal en todocuanto se ha relacionado con la escuelay el maestro.

Afortunadamente, parece que la Es~

cuela Nacional entra en período de re­surgimiento práctico, gracias al interésque demuestran los que hoy rigen nues~

.95

Page 108: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

r::::~:t:~::~::uramente convencidosde esta necesidad imprescindible y so­cial para hacer una patria gloriosa.

Pongamos, pues, todos los amantesdel progreso, un poquito de nuestra par­te, para unificar el sentir del pueblo yde las autoridades, y nuestra EscuelaNacional, triunfará como merece.

Playa de Torrenostra, Agosto 1924.

Page 109: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI
Page 110: GU ILLERMO GARcíA VI LAPLANA - Repositori UJI

EncuadernacionesBALLE5TER