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Una Evangelización Perfectamente Inculturada Introducción Los Mexicas Dioses y políticos - Políticos y dioses Lesa Majestad divina Dos Mundos en Choque Apocalipsis El Trauma Indio de la Conquista Aqui se Cuenta...El Gran Acontecimiento Responsabilidades contradictorias E l Gran Acontecimiento Entrevista con Zumárraga Segunda Entrevista Con Zumárraga Las Flores Cuarta Aparición: La Imagen en la Tilma Inicio del Culto Comentario

Guadalupe

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HISTORIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

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Una Evangelizacin Perfectamente InculturadaIntroduccin

Los Mexicas Dioses y polticos - Polticos y dioses Lesa Majestad divina Dos Mundos en Choque Apocalipsis El Trauma Indio de la Conquista Aqui se Cuenta...El Gran Acontecimiento Responsabilidades contradictorias E l Gran Acontecimiento Entrevista con Zumrraga Segunda Entrevista Con Zumrraga Las Flores Cuarta Aparicin: La Imagen en la Tilma Inicio del CultoComentario

Los MexicasLos Mexicas, Tenochcas o Aztecas era una de tantas tribus, pobre y dbil cuando lleg, la ltima de todas y despus de un peregrinar de 208 aos, al Valle de Mxico, ya del todo ocupado por otras, pero a la que la singularizaba una conviccin interna indeleble, nada menos que la de ser el "Pueblo del Sol", lo que les di una fuerza fuera de toda proporcin con su insignificancia -Cosa exactamente igual a lo que habra de pasar a la llegada de los Espaoles, que tambin se crean enviados de Dios- fuerza tan indomable que en apenas siglo y medio llegaron a convertirse en dueos del Anhuac, pero que sera la misma que habra de paralizarlos antes los espaoles. Esa fuerza y esa debilidad, esa grandeza y esa miseria, fueron siempre la absoluta entrega con que vivieron su religin, sin la cual no los entenderamos. Esta era una mezcla, aun no muy homognea, de la agrcola de los pueblos sedentarios con los que se mezclaron a su llegada y de la suya propia, tpica de nmadas cazadores, de cuo astral[18]. Su religiosidad era abrumadora, mayor -si cabe- que la de todos los dems sus religiossimos coterrneos: "Pudese afirmar por verdad infalible -asegura Mendieta- que en el mundo no se ha descubierto nacin o generacin de gente ms dispuesta y aparejada para salvar sus nimas (siendo ayudados para ello), que los indios de esta Nueva Espaa."[19], y Sahagn no se queda atrs: "En lo que toca a religin y cultura de sus dioses no creo que ha habido en el mundo idlatras tan reverenciadores de sus dioses, ni tan a su costa, como estos de esta Nueva Espaa; ni los judos, ni ninguna otra nacin tuvo yugo tan pesado y de tantas ceremonias como le han tomado estos naturales por espacio de muchos aos.."[20]. Nunca se preocuparon por formularse una sistemacin teolgica muy coherente, y tanto menos en que pudiera parecerlo a ojos espaoles: "diferentemente relataban diversos desatinos, fbulas y ficciones"[21], pero todos sus mitos coincidan en asignar al hombre un lugar nobilsimo en cuanto a su origen y a su situacin ante sus dioses, ya que haba nacido por su inters y de su sacrificio, y era su colaborador en el sustento el orden csmico, tarea a la que se entregaron con arrolladora totalidad, pero que vino a resultarles espada de dos filos, pues, mientras se desenvolvi en un contexto cultural propicio, les confiri una fuerza irresistible, misma que se metamorfose en paralizante maleficio cuando hubo de enfrentarse a otra: la de los espaoles, no menos religiosa ni menos totalizante, pero que vea al mundo a su completo revs.

Huesos preciosos y sangre divinaSimplificando mucho tradiciones muy variadas y complejas, podramos decir que, segn las creencias de los pueblos que los haban precedido y que ellos adoptaron, todo el Anhuac perteneca a Quetzalcatl, un rey mtico divinizado a quien ellos referan todo lo bueno de su cultura. El haba inaugurado una edad de oro, hasta que un dios rival, Tezcatlipoca, haba conseguido embriagarlo y hacerlo pecar. Lleno de vergenza, se haba arrojado a una hoguera para purificarse, pero, no contento con eso, se haba autoexilado despus, aunque prometiendo volver a reasumir la soberana de sus tierras cuando lo considerase oportuno. Su retirada, pues, haba creado un "vaco de poder" que aprovecharon los mexicas, medio identificando a su dios tribal Huitzilipochtli con Tezcatlipoca, para justificar as instalarse ellos como dueos, si bien con la amarga certeza de que tendran que ceder ese dominio tan pronto como regresase su indiscutido titular legtimo: Quetzalcatl. Tambin, para ellos, este mundo no era el primero, sino el quinto, luego de otros cuatro anteriores, terminados en desastre por incuria de sus habitantes. Este quinto comenz a existir cuando el Sol, ayudado y comisionado por los dems dioses, haba creado a los hombres, lo que no le haba sido nada fcil, pues para ello hubo de sustraerle "huesos preciosos" al Seor del Inframundo: Mictlantecutli, mismo que hizo polvo a amas con su propia sangre. El, a su vez, haba nacido hijo virginal de la Tierra: Coatlcue, quien ya haba tenido antes muchos otros con su esposo el Cielo: Ilhucatl, que eran la Luna: Coyolxauhqui, y las Estrellas: Tzenzontlatoa. Estos se haban indignado tanto al notar en embarazo de su madre, que, queriendo vengar la afrenta inflingida a su padre, planearon matarla antes de que pariese a su mediohermano, pero, al intentarlo, naci ste, y con sus rayos: serpientes de fuego, haba acabado con todos ellos. Ya sin competidores rein entonces glorioso, llenando con su luz cielos y tierra, y todo pareca que iba permanecer siempre as, cuando sus mediohermanos se repusieron y lo destrozaron a l.

Cado en los abismos del mundo subterrneo -all donde antes haba robado los "huesos preciosos"- fue devorado por los monstruos y nunca hubiera salido de no ser porque sus hijos, los hombres, le brindaron entonces la sangre que l les haba compartido, permitindole as reponerse, volver a atacar y volver a vencer a sus contrincantes, originndose as el mundo que conocemos, de conflicto csmico perenne y cclico, en el que, gracias a la sangre humana, el Sol, la Luna y las Estrellas matan, mueren y renacen sin cesar. Ni qu decirse tiene que este orden es profundamente inestable, y slo subsiste gracias a esa "agua preciosa": la sangre humana, y que, en el momento en que sta faltase, morira el "Quinto Sol". Detrs de esos mitos haba una lgica impecable: Para los indios la vida era el movimiento -cosa en la que estamos enteramente de acuerdo- y "movimiento" se dice "ollin". El abstracto de esa palabra es "llotl" o "yllotl", que equivale a "movilidad". Ahora bien, la cosa ms en movimiento que ellos conocan en toda la creacin era el corazn, y, precisamente, "yllotl" (iollotl = "su movilidadad") es el nombre de "corazn" en la lengua nhuatl, y "vida" se dice "yolliliztli" que equivaldra a "corazonizar", "la accin de dar corazn". Cmo llega el movimiento del corazn a todas las partes del organismo? A travs de la sangre = "yeztli", que tiene la misma raz, de modo que para que el mundo viva, hay que brindarle corazones y sangre. La sangre, pues, era elemento esencial del orden csmico, y deber ineludible del "Pueblo del Sol" el procurrsela, tanto por razn de "nobleza obliga", ya que no hacan sino retornarle lo que l les haba donado antes, como porque sin da y sin noche no podran ellos vivir. La forma de atender a ese cometido era la guerra, la cosecha de corazones; pero, precisamente por eso, la guerra no era para los mexicanos el aniquilamiento de los enemigos, sino slo su sometimiento al orden que equilibraba a todos. Esto suena extrao, y hay que explicarlo un poco ms:

Ante todo, tomemos en cuenta que la idea india de creacin no era, como la de los hebreos, la de un poder absoluto que con un solo "Fiat" manda que se hagan las cosas, y stas quedan hechas, sino era "Macehualiztli" = "La accin de merecer, de ganar con total esfuerzo, entrega". No olvidemos que el ser humano para ellos era el "Macehualli" por antonomasia, es decir: el "Merecido" con la sangre y el sacrificio divinos, y por eso los arduos trabajos, las duras campaas, los actos de sacrificio fsico, a veces espantosamente duros, no los vean como carga o masoquismo, sino como una forma de asimiliarse a Dios. Tambin por eso, la mxima oracin era el canto y la danza, pues en ella se entrega todo el ser. Nos refiere Motolina: ".. la danza se llama maceualiztli, que propiamente quiere quiere decir merecimiento [...] ans como decimos merecer uno en las obras de caridad. de penitencia y en las otras virtudes hechas por buen fin. [...]. En estas no slo llamaban e honraban e alababan a sus dioses con cantares de la boca, ms tambin con el corazn y con los sentidos del cuerpo [...] , por lo cual aquel trabajoso cuidado de levantar sus corazones y sentidos a sus demonios, y de servirlos con todos los talantes del cuerpo...."[22], es decir: sentan que, alabndolo "con el corazn y con los sentidos del cuerpo, con aquel trabajoso cuidado de levantar sus corazones y sentidos con todos los talantes del cuerpo", en alguna forma se equiparaban a El y se asimilaban con El. Para el indio el "tquitl", (literalmente "corte", del verbo "tequi" = "cortar"), era simultneamente trabajo y gloria, dolor y exaltacin. "Tetequi" = "cortar persona" era "Sacrificarse al ydolo, sacando sangre de las orejas o dela lengua, y delos otros miembros"[23], amn de literalmente cortar a algunos, sacarles el corazn y ofrecerlo an palpitante a los dioses. Tambin, por eso, una dura tarea, prolongada incluso durante generaciones, pero sustentada por la conviccin de que era un asimilarse a Dios, (como haba sido su peregrinar hasta llegar a Mxico), la vean como noble, lgica, deseable. Fueron en eso tan coherentes, que su entrega y aprecio de lo que los misioneros consideraron "penitencia", los haca a ellos, misioneros cristianos, sentirse hasta avergonzados: "... siendo cristianos no nos disponemos a hacer por Jesucristo siquiera la centsima parte de lo que stos hacan por nuestro comn enemigo el demonio; la vergenza que los cristianos deberamos tener..."[24]. Esto es de suma importancia que lo tomemos en cuenta para entender nosotros ahora cmo pudieron ellos entender entonces a la Virgen de Guadalupe.

Religin, metafsica y polticaLo hasta aqu expuesto de la religin mexicana da idea de que se trataba de una concepcin del universo primitiva e infantil, de tipo animista; pero no era as. Los indios captaron como nadie el problema metafsico de la inestabilidad de todo lo que vemos, y su respuesta filosfica fue tan sagaz y profunda que Len Portilla no duda en compararlos con los hebreos y escolsticos[25]. Su solucin al problema ontolgico de la dualidad-unidad de este mundo, como luz-tinieblas, masculino-femenino, vida-muerte, la expresaron explicando que, en la ms honda esencia del ser, en el Ser Supremo, no existe sino unidad y armona, (Es "Acto Puro", diramos nosotros), y que este nico Ser, armnico y perfecto, es lo nico perfectamente verdadero, la Verdad misma. El hombre, sin embargo, no es ese Ser y l y su mundo estn muy lejos de su unidad y armona: en su mundo, el Tlaltpac, que est a 13 cielos de distancia del mundo de Dios, el Omeyocan: Donde est la Dualidad, el Lugar de la Armona, todo ya se ve y es confusin y antagonismos. El nombre que asignaban a ese Ser Supremo era OMETEOTL[26], es decir: "Dios del Dos", "Dios de la Dualidad", (el que unifica y domina en s lo dual, el que es perfeccin y unidad absolutas). Tena otros muchos nombres, que eran formas de comprimir en feliz sntesis aspectos de su naturaleza tal como la conceban los tlamatinime, los sabios nahuas. Por ejemplo: Chalchiutlatonac = "El que hace brillar las cosas como jade", (el que crea el verdor, la vida); Citlallatonac-Citlaninicue = "El astro que hace brillar las cosas - la Falda de Estrellas", (el que que es dueo del da y de la noche); pero nos importa ms fijarnos en los cuatro que menciona la Seora del Tepeyac: "In tloque in Nahuaque", "Ipalnemohuani", "Moyocoyani Teyocoyani" y "Tocecuiyo in Ilhuicahua in Tlaltipaque in Mictlane", y, para mejor entenderlos, citemos largamente a Len Portilla que hace de ellos un inmejorable anlisis: "Comenzando por el difrasismo diremos que es una substantivacin de las dos formas adverbiales TLOC y NAHUAC. La primera (TLOC) significa CERCA... El segundo trmino NAHUAC, quiere decir literalmente EN EL CIRCUITO DE, o, si se prefiere, EN EL ANILLO... Sobre la base de estos elementos, aadiremos ahora el sufijo posesivo personal -E, que se agrega a ambas formas adverbiales TLOQU(E) y NAHUAQU(E), d a ambos trminos la connotacin de que el estar cerca, as como el son . Podria, pues, traducirse IN TLOQUE IN NAHUAQUE como . Fray Alonso de Molina en su diccionario vierte este difrasismo, que es autntica en la siguiente forma: . Clavijero, por su parte, al tratar en su Historia de la idea que tenan los antiguos mexicanos acerca del Ser Supremo, traduce TLOQUE NAHUAQUE como . Y Garibay, a su vez, poniendo el pensamiento nhuatl en trminos cercanos a nuestra mentalidad, traduce: ."[27]. "As como IN TLOQUE IN NAHUAQUE apunta a la soberana y a la accin sustentadora de OMETEOTL, as IPALNEMOHUANI se refiere a lo que llamaramos su funcin vivificante, de . El anlisis de los varios elementos de este ttulo del dios dual pondr de manifiesto su significado. IPALNEMOHUANI es, desde el punto de vista de nuestras gramticas indoeuropeas, una forma participial de un verbo impersonal NEMOHUA (o NEMOA), se vive, todos viven. A dicha forma se antepone un prefijo que connota causa IPAL-, por l, mediante l. Finalmente al verbo NEMOHUA (se vive) se le aade el sufijo participial -NI, con lo que el compuesto resultante IPAL-NEMOHUA-NI significa literalmente ." "Garibay, dando un sesgo potico a esa palabra, la suele traducir en sus versiones de los Cantares como , idea que concuerda en todo con la de . Penetrando ahora -hasta donde la evidencia de los textos lo permite- en el sentido ms hondo de ese trmino, puede afirmarse que est atribuyendo el origen de todo cuanto significa el berbo NEMI: moverse, vivir, a OMETEOTL. Completa, por consiguiente, el pensamiento apuntado por el difrasismo IN TLOQUE IN NAHUAQUE. All se significaba que OMETEOTL es cimiento del universo, que todo est en l. Aqu se aade ahora que por su virtud (IPAL-) hay movimiento y vida (NEMOA). Una vez ms

aparece la funcin generadora de OMETEOTL que, concibiendo en s mismo el universo, lo sustenta y produce en l la vida."[28].

"Moyocoyani Teyocoyani" son tambin participios de presente, como Ipalnemohuani, ambos del mismo verbo: yucuya o yocoya = "idear", "forjar con el pensamiento". El primero, con el prefijo reflexico Mo- = "se", "a s mismo", y el segundo con el prefijo transitivo Te- que indica "persona", "ser racional". Su traduccin, pues, sera "El que, pensando, se da la vida a s mismo y todos los dems". El ltimo: "Totecuiyo in Ilhuicahua, in Tlaltipaque in Mictlane" parecera cita de San Pablo (Fil. 2, 10), pues significa "Nuestro Seor, Dueo del Cielo, de la Tierra y del Mundo de los Muertos", que, en este caso, no es lirismo potico, sino expresin slidamente ontlgica de totalidad, dueo y razn de cuanto existe. Notas [18] Para una clsico exposicin de esto, cfr. CASO Alfonso: "El Pueblo del Sol", Fondo de Cultura Econmica, Mxico 1953. Tambin SEJOURNE Laurette: "Pensamiento y Religin en el Mxico Antiguo", Breviarios del Fondo de Cultura Econmica, Mxico 1957. [19] MENDIETA: Historia Ecca.: libro IV, cap. 21, p. 437. [20] SAHAGUN: "Historia General...", Prlogo, pp. 19-20. [21] MENDIETA: Historia Ecca..., lib. II, cap. 1, p. 77. [22] MOTOLINIA Fr. Toribio Paredes de Benavente O.F.M.: "Memoriales o Libro de las Cosas de la Nueva Espaa y de los Naturales de ella", U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, Mxico 1971, II parte, cap. 27, no. 782, p. 387. [23] MOLINA Fray Alonso de O.F.M.: "Vocabulario en Lengua Castellana y Mexicana y Mexicana y Castellana", 1a. Edicin Mxico 1555-1571; Editorial Porra, Biblioteca Porra no. 44, Estudio Preliminar de LEON-PORTILLA Miguel, 4a. edicin, Mxico 2001, Sub voce "Sacrificarse...", p. 106 v. [24] MENDIETA: "Historia Ecca...", libro II, Prlogo, p. 75. [25] LEON PORTILLA Miguel: "La Filosofa Nhuatl estudiada en sus Fuentes", U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, 4a. edicin, Mxico 1974, cap. III, p. 170, nota. [26] Cfr. LEON PORTILLA: "La Filosofa Nhuatl...", cap. III: Ideas metafsicas y teolgicas de los nahuas, nos. 3-5. [27] LEON PORTILLA: La Filosofa.., cap. 3, p. 167. [28] Ibidem, p. 168.

Dioses y polticos - Polticos y diosesQu papel tenan, entonces, los dems "dioses" si ste era el nico? Segn los mexicanos, todos eran el mismo y solo Ometotl, simples aspectos del nico verdadero, productos de la falaz percepcin humana. Ometotl, por ejemplo, ciertamente comprenda en su unidad toda la riqueza masculina y femenina, pero el hombre slo podia entender eso concibindolo como si fuera lo que conoce l: la pareja de hombre y mujer: "In Tonantzin in Totatzin" = "Nuestro Madre y Nuestro Padre", como "Ometecutli Omechuatl" = "Seor del Dos, Seora del Dos", a quienes, a su vez, conceba como padre de cuatro hijos, abuelos de ocho nietos, y as hasta la treceava potencia de distorcin en que se hallaba el mundo humano, el Tlaltpac, a cuyo nivel las dualidades ya constituan autnticos antagonismos tan feroces como los del Sol, Luna y Estrellas, pero todos esos "dioses", por ms opuestos y enemigos entre s que pudieran aparecer al observador humano, "eran tan slo otras tantas manifestaciones de lo Uno"[29]. Sin embargo, estos antagonismos, que en nada afectaban la armona de Ometotl, para el hombre era bsico que se mantuvieran tal como estaban, pues cualquier reajuste producira el fin de su "Quinto Sol". Esto en nada afectara a Ometotl, pero para el humano sera su inmediato fin. Esta idea de identidad bsica y antagonismos complementarios no era slo la base de su religin, sino tambin de su poltica. El "Imperio Mexicano", que los espaoles creyenros una unidad poltica totalitaria, jams existi: eran ciertamente conquistadores, pero jams fueron imperialistas, en el sentido socio-poltico que conferimos hoy a esa palabra, pues en poltica interior y exterior eran convencidos pluralistas[30]. La tribu estaba dividida en "calpullis", que eran grupos tanto territoriales cuanto clnicos y relativamente autnomos, cada cual con su propio templo, colegios, tribunales y control comunal de la tierra. Cada uno elega a un jefe, llamado "Tlatoani" = "El que habla"[31]. El conjunto de todos los tlatoanis, junto con representantes del clero y del ejrcito, constitua el Tlatocan, que era el cuerpo colegiado que efectivamente gobernaba Mxico. Ellos designaban a cuatro ejecutivos: El Cihuacatl = "Serpiente Mujer", (nombre de la diosa madre), General en Jefe del ejrcito; el Huey Calpizqui = "Gran Mayordomo", que atenda a todo lo interno a la tribu; el jefe del culto, que era un cargo doble, cuyos titulares llevaban el nombre de Quetzalcatl Tlaloc Tlamacazqui = "Serpiente emplumada sacerdote de Tlloc" y "Quetzalcatl Totec Tlamacazqui" = "Serpiente emplumada sacerdote de nuestro Seor", (nombres que, por s solos, nos hablan tanto de la teologa aun no homogamente asimilada de los primeros pobladores y de los ulteriores mexicas como de la importancia de Quetzalcatl), y, finalmente, el Huey Tlatoani = "Gran Hablante", quien, en la prctica, era el ms poderoso, pues se considera "imagen" de Huitzilopochtli y de l dependa la guerra o la paz, pero que de ningn modo era un "Emperador" como lo creyeron los espaoles. Esto es lo que era Motecuhzoma a su llegada. Esos cargos eran electivos e indefinidos en su duracin, no necesariamente vitalicios. Los nombrados podan ser removidos, depuestos y an ejecutados, si no cumplan a satisfaccin del Tlatocan[32]. En su poltica exterior, lo que buscaban prioritariamente eran alianzas que implicaban "nunca ser contrarios al imperio, dejar entrar y salir, tratar y contratar a los mercaderes y gente de l, enviando cierto presente de oro, pedrera, plumas y mantas, requirindoles que recibiesen a sus dioses mexicanos y los tuviesen en su templo y adorasen y reverenciasen [...] los pueblos que ans venan de su voluntad, sin haber precedido guerra, tributaban como amigos y no como vasallos, y servan trayendo presentes y estando obedientes"[33]. Esto no era mera imposicin colonialista, pues ese comercio poda resultar muy ventajoso para ambos. Mxico-Tenochtitln era riguosamente "industrial" en su economa: pequeo territorio superpoblado, importaba metales, plumas, fibras, madera, cuero, piedras y dems material primas, para recolocarlas luego ya elaboradas a cambio de alimentos y nuevos materiales. Dispona, adems, de la solicitadsima sal del lago -mercanca inapreciable en el altiplano, con millones de consumidores lejos del mar- y de pedernal y obsidiana, insustituibles para armas e instrumentos en un mundo neoltico, aun sin metales de uso prctico. El trato, sin embargo, no era exactamente igualitario, pues se parta del principio de que el dios tribal de Mxico era superior y deba detentar la preeminencia -sin desplazar a los de las otra tribus, por supuesto, pues todos eran partes del equilibrio goblal- as que se exiga poner a Huitizilopochtli en el templo local, junto con el dios de la tribu, pero ste NO reciba el mismo trato de reciprocidad, sino que era colocado en el templo de Mxico debajo de su titular. En cuanto al

presente, ste lo era en verdad, pues su monto y entrega quedaban al criterio de los interesados y era correspondido con munificencia, pero implicaba un claro vasallaje moral que no todos estaban dispuestos a aceptar, y no nada ms por orgullo, sino porque tambin pensaban que eso ira contra el equilibrio general, de cuya necesidad estaban igualmente convencidos.

La guerra increbleSi rehusaban aceptar el trato, les concedan tres meses para reflexionar, reiterndoles cada mes la peticin, y, si perserveraban en su negativa, se les declaraba la guerra con largas y complicadas ceremonias. Pero era una guerra definitivamente extraa del punto de vista europeo, pues lo que pretenda era reactuar en la tierra el conflicto y el equilibrio del cielo, nunca destruir a los contrarios. No haba, por ejemplo, la menor prisa para iniciarla: hubo quien pidi, (y obtuvo!) 10 aos para prepararse antes de empezar las hostilidades. "Era ley entre ellos que antes de la batalla se avisaban algunos aos atrs, para que de una y otra parte estuvieran avisados y prevenidos [...] lo cual se guard hasta el tiempo que vinieron los espaoles en esta tierra."[34]. La batalla misma no poda ser ms absurda del punto de vista de la tctica europea, pues tena objetivos radicalmente distintos: no se trataba de herir y matar al enemigo, sino de convencerlo de su error al no aceptar la supremaca mexica, y resultaba por ello ms ceremonia litrgica que choque militar, regulada como estaba por estrictas leyes caballeroso-religiosas. En primer lugar, no de deba matar ni herir al contrario, sino desarmarlo y tomarlo prisionero. Como prisionero era "hijo" de su captor, consideraba gran honor su estado y ni por asomo se conceba que tratase de liberarse; ms an, si se escapaba y volva con los suyos, stos lo condenaban a una muerte afrentosa por haberlos as deshonrado. Quien llegaba a morir resultaba personalmente victorioso, y, quien lo mataba, avergonzado por su torpeza. Esto quedaba slidamente reforzado por su conviccin de que la vida ultraterrena no dependa de la conducta que se hubiese observado en este mundo, sino del gnero de muerte con que los dioses hubiesen concedido salir de l, y quien mora en batalla o en sacrifico, o mujeres en el parto, eran los verdaderamente afortunados, pues se hacan compaeros del Sol peleando siempre con l en su lucha victoriosa contra la Luna y las Estrellas. No se impeda la reunin de dispersos ni se persegua a los desbandados. La batalla terminaba tan luego como lo solicitaban los vencidos, o estimaban los vencedores que ya era abusivo prolongarla... En pocas palabras: haba que someter al enemigo, pero destruirlo era impensable, pues su misma oposicin era parte del orden que se pretenda mantener[35]. Una vez sometidos, segua una spera discusin respecto al monto del tributo que en adelante deberan pagar, tributo que era bastante moderado a juicio de un experto fiscal espaol, Alonso de Zorita: "... era poco lo que cada uno pagaba, y como la gente era mucha, vena a ser mucho lo que se juntaba [...] y cierto es que ahora, [en la poca espaola], paga ms un tributario que entonces seis..."[36]. El templo local era quemado, pero la ciudad no. Concertados los tributos, los mexicanos se retiraban con sus prisioneros, sin preocuparse usualmente en poner poner guarnicin alguna, sin inteferir directamente en la poltica local y dejndoles libres de hacer lo que quisiesen, con tal de que no faltara el tributo a su debido tiempo y que no se levantaran contra ellos.

Los EspaolesLos otros protagonistas, los espaoles de entonces, es fcil que creamos entenderlos porque, adems de descender de ellos, hablamos su lengua y llevamos sus nombres, pero, en realidad, podemos no conocerlos siquiera. Para empezar, algo que parece broma pero que es rigurosa verdad, es que "Espaa" NO conquist Mxico, pues adems de que no fue una guerra entre indios y blancos, sino entre indios manipulados por blancos, quien realmente vino a Mxico no fue "Espaa", sino Castilla, lo cual no es mero juego de palabras: Los dos reinos recin unidos, Castilla y Aragn, diferan mucho: en Aragn las cosas marchaban ms o menos bien; en Castilla la corrupcin y la venalidad campeaban por sus fueros, y esto iba a tener influencia

decisiva en el caso de Mxico[37]. Fray Francisco de Aguilar, un conquistador metido despus a fraile dominico, consigna una lista completa de las nacionalidades de sus colegas, en la que encontramos gentes tan inesperadas como griegos y venecianos, pero en la que brillan por su ausencia catalanes, mallorquinos, valencianos o cualesquiera sbditos del reino de Aragn: "... hubo gente de Venecia, griegos, sicilianos, vizcainos, montaeses, asturianos, portugueses, andaluces y extremeos."[38]. Espaa empezaba apenas a existir como entidad poltica. No tena unidad lingstica ni racial, pero en un punto en que todos concordaban era en que todos eran cristianos, sincera, profunda y hasta fanticamente cristianos, y ms exctamente catlicos, pero no vean a su religin como la vivimos hoy, sino con visos judaicos y musulmanes de Inquisicin y "Guerras Santas".

Lo que hoy, al menos en teora profesamos, es: "Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar inmunes de toda coaccin, tanto por parte de personas particulares y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que acte conforme a ella en privado y en pblico, solo o asociado con otros, dentro de los lmites debidos."[39]. "Es uno de los captulos principales de la doctrina catlica, contenido en la palabra de Dios y predicado constantemente por los Padres, que el hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios, y que, por tanto, nadie debe ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza [...] Est, por consiguiente, en total acuerdo con la ndole de la fe el excluir cualquier gnero de coaccin por parte de los hombres en materia religiosa."[40]. Pero todos los catlicos espaoles de entonces, luego de ocho siglos de guerra contra el Islam, para nada pensaban as, antes haban identificado el ser cristiano con el ser guerrero, y su llegada a Amrica la consideraron como una convocatoria divina a seguir luchando contra los infieles: "La mayor cosa despus de la creacin del mundo y la muerte del que lo cri, es el descubrimiento de las Indias [...] Nunca nacin extendi tanto como la espaola sus costumbres, su lenguaje y armas, ni camin tan lejos por mar y tierra, las armas a cuestas [...] Comenzaron las conquistas de indios acabada la de moros, para que siempre guerreasen espaoles contra infieles."[41].

Notas [29] "Waren nur ebensoviele Manifestationen des Einen", (BEYER Hermann: "Das astekische Goetterbield Alexander von Humbolt's", Mller Hnos. Mxico 1910, Apud LEON PORTILLA: La Filosofa Nahuatl..., p. 161. [30] Una excelente exposicin de cmo se hallaba organizada la sociedad mexicana y su gobierno, puede verse en SOUTELLE Jacques: "La vie quotidienne des Azteques a la veille de la conqute espagnole", Editorial Hachette, Pars 1955, Cap. II: "La societ et l'Etat au debut du XVe. Sicle", pp. 62-121. [31] El idioma nhuatl es uno de los ms ricos y expresivos que ha forjado la mente humana. Hablarlo con propiedad era todo un apreciado arte, tanto que existan dos idiomas: el vulgar: "macehuatolli" y el refinado: "tecpillatolli", por ello identificaban la autoridad mxima con la mejor manera de hablar. [32] Tzoc, quinto Huey Tlatoani, muy probablemente fue muerto, y Motecuhzoma II ciertamente fue depuesto. [33] IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: "Historia de la Nacin Chichimeca" en "Obras Histricas", U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, Mxico 1977, cap. 38, p. 103. [34] IXTLILXOCHITL: "Sumaria Relacin de las Cosas de la Nueva Espaa", cap. 5, p. 260. [35]Para una exposicin completa de los singulares usos de sus guerras, puede verse a MOTOLINIA O.F.M. Fr. Toribio Paredes de Benavente: "Memoriales o libro de las cosas de la Nueva Espaa", Edicin crtica de la U.N,A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, 2a. Edicin, Mxico 1971, preparada por Edmundo O'GORMANN, Nueva Transcripcin paleogrfica del manuscrito original, con la insercin de porciones de la "Historia de los Indios de la Nueva

Espaa", Vol. I, 2a. parte, cap. 12: "De las leyes y costumbres que los Indios de Anhuac tenan en las guerras", "Modo que tenan en la guerra y cmo se haban con los que prendan", "La honra que hacan al que el Seor prenda la primera vez, y la que al Seor mismo era hecha", pp. 344-352. [36] ZORITA Alonso de: "Breve Relacin de los Seores de la Nueva Espaa", Ed. Chvez Hayhoe, Mxico 1941, "El Prncipe", p. 148. [37] Un buen estudio a este respecto puede verse en PUIGGROS Rodolfo: "La Espaa que conquist el Nuevo Mundo", B. Costa Amic Editor, Coleccin "Ciencias Sociales", 5a. edicin, Mxico 1976. [38] AGUILAR O.P. Fr. Francisco de: "Relacin breve de la Conquista de la Nueva Espaa", U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, 7a. edicin, Mxico 1977, Segunda Jornada, p. 66. [39] CONCILIO VATICANO II: Declaracin "Dignitatis Humanae" sobre la libertad religiosa, I, no, 2. [40] Ibidem, II, no, 10. [41] LOPEZ DE GOMARA Francisco: "Historia General de las Indias", Biblioteca Ayacucho, Caracas 1979, Dedicatoria, pp. 7-8.

Lesa Majestad divinaLos espaoles eran, pues, tan religiosos y guerreros como los mexicanos, pero en forma castastrficamente distinta para stos ltimos, ya que ellos no buscaban consolidar un equilibrio titubeante, sino eliminar -por conversin o destruccin- a todo el que no pensase como ellos. Hoy, principios del tercer milenio, con casos con Afganistn y "Torres Gemelas", seguimos presenciando a qu extremos puede llevar el fanatismo religioso, de modo que no tenemos por qu hallar extrao el de quienes llegaron a Mxico hace casi cinco siglos, profundamente identificados con su fe y convencidos de que estaban peleando contra Satans en persona. Pese a su blica rudeza, ninguno se recuper jams del "schock" que les caus la religin indgena, para ellos espantosa y slo comprensible en clave de directa posesin diablica: "... cosas muy diablicas de ver -se horroriz Bernal Daz al conocer el Templo Mayor- tenan tanto que los doy a la maldicin [...], todo heda a carnicera [...], era una casa de dolos, o puro infierno, porque tena de la puerta una muy espantable boca de las que pintan que dicen estn en los infiernos con la boca abierta y grandes colmillos para tragar a las nimas..."[42]. Nada raro, entonces, que quienes en Europa, en guerras de religin, exterminaron sin contemplaciones a miles y miles de hermanos cristianos, por disenciones religiosas, a veces mnimas, que encendieron hogueras de Inquisicin slo por matices teolgicos, aqu se transformaran en indomables mquinas blicas, al convencerse de que jams podra haber guerra ms justa y gloriosa que la que los estaba enfrentando con el mismsimo Lucifer. As, cualquier cobarda o acomodo hubiese constituido alta traicin divina; cualquier valenta, aun llevada hasta la inconciencia y la insensatez, era herosmo; cualquier muerte, martirio... Y no hay que olvidar que podan darse el lujo de juntar otros motivos, menos nobles pero no menos poderosos, como la ambicin de honores y la avaricia de riquezas: "La causa principal por la que venimos a estas tierra -arengaba Corts a los suyos- es por ensalzar y predicar la fe de Cristo, aunque juntamente con ella se nos sigue honra y provecho, que pocas veces caben en un saco."[43]. No olvidemos, tampoco, que en aquel entonces la fantasa ms arrebatada era elemente normal de cualquier leitmotiv europeo y que, adems, el oceno actuaba como un colador que detena implacablemente toda mediocridad. El viaje a Las Indias era tan peligroso e incmodo que simplemente ningn mediocre lo hizo jams; ac no vino sino lo mejor y peor de Espaa, cuantitativamente mucho ms de lo primero, pero cualitativamente glorioso lo segundo, puesto que muchos misioneros fueron en verdad santos y hroes, y, aunque limitados por los condicionamientos de su cultura, desarrollaron una labor asombrosa que Dios iba a compensrselas con el milagro del acontecimiento guadalupano. Coln terque siempre que haba llegado a la India, pero pronto se convencieron los dems de que esto no lo era. Un concilio de telogos, convocado en Burgos en 1511, se plante el problema de si poda o n un monarca cristiano aceptar la soberana de esas nuevas tierras, y la obvia respuesta fue que no, puesto que ya tenan dueo legtimo en sus primeros habitantes, pero que, siendo stos paganos, tena el derecho y el sacro deber, recordado, insistido y aceptado con el Papa, de llevarles el Evangelio y la civilizacin, y solamente si a esto respondan ellos hostilmente, podran los espaoles proceder legtimamente a una guerra. Desde entonces tuvieron siempre la consigna de primero "exhortar y requerir", y nunca atacar sin ser atacados, y hasta deban llevar siempre un notario para dar fe oficial del cumplimiento de esto. Y esa consigna, en general, siempre la respetaron. Ms de 20 aos despus de Coln, cuando ya conocen Norte y Sudamrica, Mxico segua tan desconocido como Marte, pese a que Yucatn dista un paso de Cuba. La razn eran las condiciones geogrficas de las corrientes y vientos, que se conjugaban para hacerlo casi inaccesible a los barquitos de la poca. Un naufragio en el actual Quintana Roo es el primer contacto, y una chiripada el segundo, pues Hernndez de Crdoba viene a dar ac tambin involuntariamente, pero sin naufragar y puede regresar a contarlo, por lo que "aunque no trujo sino heridas del descubrimiento, trajo relacin como aquella tierra era rica de oro y plata, y la gente vestida"[44]. Juan de Grijalba capitana despus otra expedicin, en la que pasa por diversos xitos y descalabros, pero en la cual, sin imaginrselo siquiera, empieza a "conquistar" a Mxico, aunque no disparando un solo tiro, sino dando cuenta, con buen apetito, de un regio banquete.

Hernn CortsQuien habia enviado a Grijalba era Diego Velzquez, Gobernador de Cuba, y an antes de que regresara empez a organizar una nueva expedicin, cavilando muchsimo respecto a quin poner al frente de ella, pues de todos desconfiaba, y con sobradas razones. Por fin se decidi por un "intelectual": Hernn Corts Monroy, a quien crey del todo dcil y confiable. Este haba llegado a Amrica huyendo de la inevitable mediocridad que le deparaba Espaa, y en Cuba sent fama de sabio, pues tena cierto barniz de jurista, adquirido en un fugaz paso por la Universidad de Salamanca. Velzquez lo crey dcil y manejable, aunque desde un principio el manejado fue l, ya que en el propio nombramiento influy Corts, sobornando con promesas y halagos a sus consejeros. Antes de mucho pudo Velzquez comprobar que de dcil y manejable no tena nada, y quiso removerlo, slo para constatar que era demasiado tarde y ver que se le fuera en sus narices. Llevaba "quinientos ocho soldados, sin maestres y pilotos y marineros, que seran ciento; y diez y seis caballos y yeguas [...] once navos grandes y pequeos [...] treinta y dos ballesteros y trece escopeteros"[45], amn de "doscientos isleos de Cuba para carga y servicio, ciertos negros y algunas indias"[46]. Era una fuerza considerable en sus circunstancias, pero ridcula para enfrentarse a un imperio de 30 millones... Desde un principio tuvo una suerte increble. En Cozumel consigue lo impensable: un intrprete de confianza en la persona de un nufrago, Jernimo de Aguilar, que ya hablaba el maya, y luego, en Tabasco, una india llamada Malintzin, a quien ellos llamaron respetuosamente Doa Marina, pues era princesa que saba tanto el maya como el nhuatl. Con ellos Corts pudo comunicarse con todo Mxico, bien a travs de un triple cedazo, cuyas distorciones es fcil imaginar. De hecho, fueron tan grandes que en ellas podemos ver el primero de los impoderables que determinaron la conquista. Corts, por ejemplo, jams afirm ser personalmente Dios; la Malinche, en cambio, por su cuenta y riesgo, empezaba todas sus traducciones con "-Estos dioses dicen:..."[47]. En Yucatn, entre batallas y acogidas amistosas, obtuvo buenos "rescates", (es decir: cambi baratijas por oro), pero, desde entonces, oy que ah haba muy poco, pero en cambio, en "Cula", muy lejos tierra adentro, exista un imperio fabuloso donde lo haba a montaas. Contra las expresas instrucciones de Velzquez[48] y pese al miedo de los suyos, decidi ir all costara lo que costara. Sus artimaas de leguleyo le facilitaron la clave: hizo que otros decidieran lo que l quera y fundaran, en Veracruz, un "Ayuntamiento", mera entelequia jurdica que, sin embargo, le ofreca el pretexto que necesitaba para desvincularse de Velzquez y depender directamente del Rey de Espaa, que era lo mismo que no depender de nadie, puesto que ste no tena la menor idea de lo que estaba pasando. Desde luego que sto era flagrantemente ilegal y penado con la muerte[49], pero harto saba l, y los hechos le dieron la razn, que en la corrupta Castilla lo que a la postre valdra iban a ser su triunfo y sus sobornos, y que nadie parara mientes en frusleras como la justicia o la ley. Con esto, sin embargo, ya no pudo pensar en volver a Cuba, pero s vea, en cambio, un imperio fabuloso que conquistar para Dios y para el Rey... Sus fuerzas no podan ser ms insuficientes, pero estaba cierto de tener a Dios de su parte, de modo que decidi -Y convenci a los suyos!de lanzarse a esa gran gesta "quemando" las naves.

MotecuhzomaYa para entonces Corts estaba en tratos con el propio Huey Tlatoani de Mxico Tenochtitlan, quien se preguntaba, angustiado, qu hacer con l. Este era Motecuhzoma Xocoyotzin, quien haba engrandecido como nadie a Tenochtitlan, aunque al precio de convertirse en un verdadero dspota, humillando a propios y extraos, especialmente al vecino y venerable Reino de Texcoco, cuyo Tlatoani, Netzahualpilli, haba incluso muerto amargado sus desaires, y luego, haba impuesto -contra todo derecho- como sucesor a un sobrino suyo, Cacamatzin, lo que provoc una rebelin de otro de los hijos, Ixtlixchitl, que "le tena muy gran odio y enemistad por haber sido causa de la muerte del rey Netzahualpiltzintli su padre, y deseaba mucho vengarla, si pudiese [...] Asimismo en este atrevimiento y discordia que hubo con sus hermanos y tos, se alteraron muchas provincias que queran negar la obediencia a Motecuhzoma por la demasiadas imposiciones de tributos que cada da les pona, usando ms de crueldad y tirana que de piedad, como haba sido costumbre entre los reyes sus

pasados; y los que esto ms frecuentaban fueron los de las provincias de Totonacapan..."[50]. Adems, el propio Motecuhzoma haca ms de 10 aos padeca una psicosis de terror, pues extraas seales haban empezado a caer sobre Mxico[51]: Desde un principio haba estado informado de la llegada de extraas gentes a Yucatn, y no pudo menos de relacionarlas con el prometido retorno de Quetzalcatl. El enfrentaba esas cosas desde un ngulo personal que se las presentaba dificilsimas: Bsicamente, l era sacerdote antes que guerrero, telogo antes que poltico, y, desde el punto de vista de su teologa, descontaba por absurda la mera idea de oponerse a los dioses y comprometer el equilibro del Quinto Sol. Saba de sobra que Huitzilopochtli, de quien l era representante. reinaba por va slo provisional, mientras no se presentara el legtimo soberano: Quetzalcatl. No era ningn ingenuo, pero estaba preso en las tan sutiles como indestructibles redes de su cosmovisin, y se daba perfecta cuenta de que esos recin llegados corcordaban en mucho con los esperados, aunque no del todo, pues stos diferan espantosamente del benigno personaje de las historias toltecas, ya que eran unos brutos que mataban por matar, olan atrozmente, mostraban una sed tan insaciable como inexplicable de oro, el "excremento de los dioses"[52] y, en una palabra, todo pareca mostrar que su cultura era incompatible con la del Anhuac, que entregrseles sera destruirse... pero tambin, en su mentalidad dualista, caba la posibilidad de fuese el propio Quetzalcatl, pero en su version opuesta, el malvolo Xlotl. Con slida lgica, lo primero que quiso dejar claro fue ver si se trataba efectivamente de Quetzalcatl o n, y para ello crea contar con una prueba infalible: Quetzalcatl, al revs de todos los dems dioses, no aprobaba los sacrificios humanos... Convoc, pues, a un emisario de su confianza y le instruy: "Yo e provedo de joyas y piedras y plumages para que los lleves en presente a los que an aportado a nuestras tierras y deseo mucho que sepas quin es el Seor y principal dellos, al cual quiero que le des todo lo que llevares y que sepas de raz si es el que nuestros antepasados llamaron Topiltzin y, por otro nombre, Quetzalcatl [...] Y si l es, saludarlo has de mi parte y darle este presente y ms: mandars, de mi parte, al Seor y gobernador de Cuetlaxtlan que provea de todos los gneros de comida que se pudieren haber [...] y presntaselo de mi parte, para que lo coma l y sus hijos y compaeros, y ntale si lo come, porque si lo comiere y bebiere es cierto que es Quetzalcatl, pues conoce ya las comidas de esta tierra y que l las dex y vuelve a regusto dellas [...] y no vayas temeroso ni con sobresalto, ni te de pena al morir a sus manos, que yo te prometo y te doy fe y palabra de te honrar y a tus hijos, y dalles muchas riquezas de tierras y cosas, y de los hacer de los grandes de mi consejo, y si acaso no quisiere comer de la comida que le diredes, sino personas, dexaos comer, que yo cumplir lo que tengo dicho con vuestras mujeres y parientes..."[53]. Todo esto suceda desde la segunda expedicin, la de Grijalba, que fue el primero que toc territorio de Motecuhzoma. El y los suyos, por supuesto que devoraron encantados el banquete que tan inesperadamente se les ofreca, y, desde luego, no mostraron inters alguno en comerse a los anfitriones. No pudieron entenderse al no haber intrprete, pero, a seas, les corroboraron que venan del oriente -de donde tena que retornar Quetzalcatl- y que deban retirarse, pero que pronto volveran. Por tanto, cuando Corts llega a Mxico, exactamente en el ao Ce Acatl = Uno Caa, el ao de Quetzalcatl, Motecuhzoma lo est esperando.

Jesucristo-QuetzalcoatlEsta vez Motecuhzoma quiere estar definitivamente seguro de la identidad del recin llegado, y, para ello, adems de alimentos y regalos, le enva las insignias de los dioses y ordena que -lo pida l o no- se le ofrende un sacrificio humano, a fin de estudiar su reaccin. Corts, sin tener la menor idea de que estaba siendo sometido a un riguroso examen, lo aprob brillantemente, pues no slo acept de mil amores los envos y rechaz, horrorizado, la sangre, sino que mont todo un despliegue de podero blico, con caonazos, cabalgatas y disparos, para mejor impactar a los visitantes, lo que logr apabullantemente y, como desde luego les expuso el "requerimiento", que sonaba ni ms ni menos que lo que los indios esperaban or: que vena, en nombre de Dios, a tomar posesin de esas tierras, Motecuhzoma no pudo ya permitirse dudar de que se trataba de

Quetzalcatl en persona, y empez a romperse la cabeza para resolver el problema de qu hacer con l. Atacarlo hubiera sido la opcin lgica de un guerrero, pero l -que antes que nada era telogo- estaba metafsicamente convencido que eso era precisamente lo nico que jams deba intentar, que cualquier padecimiento o humillacin era ms tolerable que el desastre total que sobrevendra de enfrentrsele abiertamente, por la irrefutable razn que Quetzalcatl era, en su propio reino, ms fuerte que Tezcatlipoca-Huitzilopochtli. En perfecto acuerdo a la mentalidad nhuatl, primero intenta lo primero, o sea aplacarlo pacficamente, envindole regios presentes, expresndole su pleno reconocimiento moral y solicitando, como favor, que renuncie -o al menos aplace- la toma de posesin de lo que le reconoce indiscutiblemente suyo: "-Y dile que le suplico yo -y que me haga este beneficio- que me deje morir, y que despus de yo muerto, venga muchonorabuena y tome su reino, pues es suyo y lo dej en guarda a mis antepasados, y, pues lo tengo de prestado, que me deje acabar y vuelva por l y lo goce mucho de norabuena."[54]. Corts nada entenda de los usos mexicanos, y esa poltica tuvo en l el efecto exactamente contrario. Deslumbrados todos los espaoles por la magnificencia de los regalos, (que decidieron usar para sobornar a Carlos V a que aprobara su traicin a Velzquez), lo que menos pensaron fue en contentarse con ellos y retirarse a aguardar a que Motecuhzoma muriese, antes Corts insisti en que quera una entrevista personal con l, pues a eso expresamente haba venido. A Motecuhzoma le son esto a malsimas noticias... Cuando haba sido elegido Huey Tlatoani, antes de aceptar tuvo que plantearse un grave problema de lealtad personal: l, por la fecha de su nacimiento y por su sangre tolteca, estaba consagrado a Quetzalcatl, y se le peda ahora que se ligara al servicio y engrandecimiento de Tezacatlipoca-Huitzilopochtli. Haba aceptado, confiando en que las cosas mantendran su statu quo y transcurriran siglos antes de que Quetzalcatl retornase... pero ahora l estaba ah, a pocas jornadas de distancia, y porfiaba en verlo a l, personalmente... Qu importancia poda tener l, su persona? Ignoraba por completo que, a ojos espaoles, l era "Emperador", es decir, dueo patrimonial del pas, de modo que ese inters directo por su persona slo atinaba a verlo como un peligro, tan incomprensible como ominoso, para s y para todo su pueblo.

Dioses de carne duraAl fallar su diplomacia, no le quedaba sino rendirse o pelear, y a pelear se entreg con todas sus fuerzas, aunque, con sagacidad teolgica, evit hacerlo en el terreno militar -donde se consideraba derrotado de antemano- y resolvi hacerlo en el mgico: si Tezcatlipoco haba vencido una vez a Quetzalcatl, quiz pudiera hacerlo de nuevo: "Envi Moctezuma adivinos, agoreros y nigromnticos, para que mirasen si podan hacer contra ellos algn encantamiento o hechizera, para que enfermasen, o muriesen, o se volviesen. Y estos hicieron todas las diligencias, como Moctezuma les haba mandado, contra los espaoles; pero ninguna cosa les aprovech ni tuvo efecto..."[55]. "Hicieron todo su poder y usaron de sus artes endemoniadas y fabulosas, y a cabo de muchos das que haban porfiado y trabajado de matar a los espaoles con estas artes mgicas, volvieron a Moctezuma y le dijeron que aquellos eran dioses y que sus artes y hechiceras no les comprendan [...] y que la carne de aquellos dioses era dura y que no podan entrar en ellos, no hacer impresin cosa de encantamiento, porque no les podan hallar el corazn..."[56]. Total, que su iniciativa result un desastre, puesto que los espaoles ni siquiera se enteraron y, en cambio, todos los indios s, con lo que se vino a reforzar enormemente la fama de esos "dioses", al reconocerlos invencibles la confesin de los brujos. Ante eso, Motecuhzoma opt por una nueva tctica: dado que los dioses dependan de los hombres para su sustento, y stos, aunque le hacan ascos a la sangre consuman vidamente todas "las comidas de esta tierra", manda que no se les proporcionen ms. Y as, los espaoles que, hasta ese momento, se haban visto atendidos como dioses, ven de repente esfumarse a sus solcitos proveedores y quedan abandonados a los mosquitos y a su suerte en las arenosas playas de Veracruz. Ellos teman un enfrentamiento militar casi tanto como Motecuhzoma, y por las mismas razones: se saban derrotados de antemano, de modo que, ante eso, los ms pugnaron por retirarse cuanto antes, y volver despus, mayores en nmero y pertrechos; pero es entonces cuando Corts -con un gesto indudablemente herico- decide quedarse, fundar Veracruz y vencer o morir en el intento.

Pronto su buena estrella volvi a brillar en la persona de unos indios de raro aspecto, que resultaron ser totonacas en bsqueda del patrocinio de Quetzalcatl-Jesucristo contra Huitzilopochtli. Cortes capt al instante que el monoltico imperio que pretenda enfrentar tena resquebrajaduras, y tanto ms que tambin le lleg otra embajada, que l y todos los espaoles callaron siempre, pero que iba a ser la decisiva para su empresa: ".. y en este medio tiempo llegaron otros embajadores de Ixtlilxchitl en competencia contra sus hermanos y el rey Motecuhzoma su to, a dar la bienvenida a Corts y a los suyos y a ofrecrsele por su amigo, dndole noticia del estado en que estaban las cosas del imperio, y el deseo de vengar la muerte de su amado padre Netzahualpiltzintli, y libertar el reino del poder de tiranos, envindole algunos dones y presentes de oro, mantas de algodn y plumera. De que se holg infinito Corts saber las alteraciones y bandos que haba entre estos seores [...] y vi luego abierto el camino para la felicidad que despus le sucedi, y que juntndose con uno de los bandos, se consumiran ellos entre s, y l se hara seor de entrambos."[57]. Por lo tanto, ante la oportunidad que se le presentaba tan en bandeja de plata, no slo acept el padrinazgo, sino que se las arregl para enemistarlos con los mexicanos, haciendo que asaltasen y encarcelasen a sus recaudadores, a quienes luego solt de trasmano para tambin quedar bien con Motecuhzoma. Para colmo de su suerte, un error garrafal suyo Marina lo transform en fortuna: Corts exigi a sus nuevos protegidos no slo que jurasen vasallaje al Rey de Espaa, sino que renegasen de sus dioses y aceptasen exclusivamente al suyo: ".. les dijo que ahora los tendramos como a hermanos y que les favorescera en todo lo que pudiese contra Moctezuma y sus mexicanos, porque ya envi mandar que no les diesen guerra, y pues que en aquellos sus altos cues no haban de tener ms dolos, que l les quiere dejar una gran seora, que es madre de nuestro Seor Jesucristo, en quien creemos y adoramos.."[58], pero que, que de no hacerlo, "no los tendramos por amigos, sino por enemigos mortales.."[59]. Para la mente india, semejantes mtodos misioneros eran inauditos: en religin eran tan pluralistas como en poltica. No tenan el menor inconveniente en aceptarle a Quetzalcatl el nuevo nombre de "Jesucristo", ni en aceptarle una madre o toda la parentela que se quisiese; pero de ninguna manera estaban dispuestos a eliminar a todos los dems dioses, pues eso provocara la ruina de todo el cosmos. A punto estuvo Corts, y todos los espaoles, de perecer ah mismo a manos de sus flamantes aliados, pero fue Marina quien par en seco a los totonacas, hacindoles ver que ya no tenan opcin: haban ofendido mortalmente a Motecuhzoma y su nica defensa era Quetzalcatl, as que no les quedaba otra que aceptar sus exigencias, por injustas e insolentes que fuesen. As, pronto sus dolos rodaron hechos trizas y ellos, con infinita amargura, pero para siempre. "se convirtieron" a Jesucristo-Quetzalcatl. Ya Corts, hiciera lo que hiciera, contara invariablemente con su lealtad y la de los sucesivos "conversos", no tanto porque la hubiera ganado, sino porque la conviccin de stos no les dejaba otra salida.

Notas

[42] DIAZ DEL CASTILLO Bernal: "Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espaa", Ed. Porra, Coleccin "Sepan Cuantos..." no 5, 11a. edicin, Mxico 1976, pp. 174-176. [43] GOMARA: "Historia de la Conquista...", cap. 120, p. 189. [44] GOMARA: "Historia de la Conquista...", cap. 5, p. 12. [45] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 26, p. 42. [46] GOMARA: "Historia de la Conquista...", cap. 8, p. 19. [47] DURAN: "Historia de la Indias...", II tomo, cap. 69, p. 500, et passim. [48] Pueden verse estas Instrucciones en ZAVALA Silvio: "Las Instituciones Jurdicas en la Conquista de Amrica", Imp. Helnica, Madrid 1935, pp. 308-315. [49] La Ley de las Siete Partidas, vigente en Espaa, prevea: "... si alguno por s tomase podero para ser adalid, mager fuese para ello, debe morir por ende..." Ley V, citada por SEPTIEN Y DE LA LLATA Jos Antonio: "Hernn Corts y el Tribunal de la Siete Partidas", Ed. Cimatario, Quertaro 1947, p. 8. Apud GUZMAN Eulalia: "Relaciones de Hernn Corts", Editorial Orin, 2a. edicin, Mxico 1966, 1a. Relacin, p. 61.

[50] IXTLILXOCHITL Fernando de Alva: Obras Histricas, U.N.A.M., Instituto de Investigaciones Histricas, 2 tomos, Mxico 1977, 2 tomo, Historia de la Nacin Chichimeca, cap. 76, p. 192. (Y es precisamente ahi, entre los totonacas, donde Corts empezar su entrada a Mxico.) [51] Los augurios funestos, parte coincidencias naturales, parte fenmenos paranormales fruto de la angustia colectiva, pueden verse en SAHAGUN: "Historia General...", libro 12, cap. 1, pp. 723-724. [52] Oro, en nhuatl se dice "teocutlatl" = "excremento de dios", lo cual haca que, para los mexicanos, en afn de los espaoles por l viniese a resultar una perversin, una verdadera coprofilia. [53] DURAN: Historia de las Indias..., tomo II, cap. 69, no. 11, p. 507. [54] DURAN: "Historia de las Indias...", tomo II, cap. 69, p. 508. [55] SAHAGUN: "Historia Gral...", lib. 12, cap. 8, nos 7 y 8, p. 767. [56] DURAN: "Historia de las Indias...", tomo II, cap. 69, p. 508. [57] Alva Ixtlilxchitl: Historia de la Nacin Chichimeca, cap. 80, p. 201. [58] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 52, p. 89. [59] DURAN,"Historia de las Indias...", tomo II, cap. 51, p. 87.

Dos Mundos en ChoqueCuando Corts deja Cempoala, la capital totonaca, y se lanza a conquistar Mxico, ms que un enfrentamiento militar se inicia el de dos cosmovisiones irreconciliables: dos mundos estn a punto de chocar. Para los espaoles, todos los indios estn en poder de Satn, y no cabe sino convertirlos o exterminarlos; para los indios, los espaoles son dioses, con legtimos derechos sobre la tierra, y les corresponde el lugar de preeminencia, pero nunca el de exclusividad. Al llegar a territorio tlaxcalteca, NO fueron recibidos de paz, y los primeros contactos no pudieron augurarles nada peor: La primersica escaramuza fue entre seis espaoles a caballo contra "unos quince hombres con espadas y rodelas". Los quince acabaron muertos, pero "defendironse tan bien un rato de los seis, que hirieron a dos de ellos y les mataron dos caballos de dos cuchilladas, y, segn algunos que lo vieron, cortaron cercn de un golpe cada pezcuezo, con riendas y todo."[60]. Si quince por poco acaban con seis y liquidaron a dos valiossimos caballos, no les cost mucho hacer las cuentas de cmo les poda ir en lo sucesivo en una batalla seria. Y, cuando vino la primera: "Turbados y afligidos -por no decir llenos de miedo- de ver tanto esfuerzo en unos indios y tantos que cubran el sol y que era la primera refriega en que se vean, y ellos tan pocos y no muy bien apercibidos, y con temor de verse metidos en reino extrao y de brbaros, y las espaldas no muy seguras, y entre ms gente que las arenas del mar, que a papirotes los podan matar, o decir a un conquistador religioso que se hall seglar en ese combate y conflicto, que muchos hubo que se les saltaron las lgrimas y dieron por mucho no ser nacidos, ya que maldecan al Marqus por haberlos trado en aquel extremo y punto tan temeroso."[61]. Sin embargo, pronto se llevaron la grata sorpresa de ver que contaban evidentemente con una especial asistencia divina, pues siendo esos indios estupendos soldados y luchando con nunca vista bravura, no mataban a ninguno de ellos, "muriendo de los suyos infinitos, que como estaban apretados, haca riza en ellos la artillera"[62]. Pero, aun as, tras das y noches de pelear, llegaron a la conclusin de que esa empresa era una locura, y le exigieron a Corts huir de regreso al mar: Si la pequea Tlaxcala se mostraba invencible, qu sera la legendaria Tenochtitlan?! Corts, herido l mismo y enfermo, les di la razn: lo que estaban haciendo era una locura, pero de siempre haban sabido que lo era, y la haban emprendido confiando no en sus fuerzas, sino en Dios, cuya era la causa que por la que militaban, y, si haban llegado a donde estaban, era patentemente porque El los guiaba y defenda, de modo que sera hacerle traicin dejar de confiar en su auxilio, retirndose ahora... Y los convenci! Supieron tragarse su terror y seguir adelante, lo cual debe hacernos apreciar su autntico herosmo, pues, en ese momento, de veras sentan que se les cerraba el mundo. Pero realmente no era as: los tlaxcaltecas ya haban admitido que Quetzalcatl haba probado ser, efectivamente, ms poderoso que su dios tribal Camaxtle, y decidieron pasarse a su bando con armas y bagajes, para gran desconsuelo de Motecuhzoma, que vea as cumplirse sus peores pesadillas, y mucho ms cuando los vio desafiar -y vencer!- al propio dios del fuego, Xiuhtecutli, escalando el Popocatpetl.

Quetzalcatl contra QuetzalcatlEs muy posible que Motecuhzoma s haya pretendido intentar, en Cholula, el ataque directo a los invasores. Sus convicciones teolgicas debieron llevarlo a la idea de que no podan ser el benvolo monarca del que hablaban los toltecas, sino su infame gemelo Xlotl, y que la forma de eliminarlo era oponerlo contra s mismo, cosa que poda hacer en Cholula, que era la ciudad santa del Quetzalcatl tolteca. Pero Corts percibi la conjura y se adelant, baando en sangre la ciudad. Su rapidez y crueldad en nada mermaron su fama de dios, antes la confirmaron a ojos mexicanos, que esperaban precisamente eso de unos dioses que se respetasen. Ante eso, el incansable Motecuhzoma opt por una forma de resolver conflictos que haba de funcionarle a maravilla a sus sucesores de siglos despus: comprar al lder: "... l te promete de te enviar al puerto [a condicin de que se retirasen], mucha cantidad de oro y plata y ricas piedras para ese vuestro rey, y para t y para cada uno de tus hermanos, una carga."[63]. La oferta era de vrtigo: 10 toneladas de oro, sin peligros ni trabajos! Por poco caen los espaoles en la tentacin de aceptarla, pero venci su conviccin de ser paladines de Dios y del Rey, y la rehusaron, aceptando enfrentarse a las terribles consecuencias de desafiar, ellos tan dbiles, a los

todopoderosos, lo cual tambin nos demuestra que eran unos hroes, mucho ms quijotes que sanchopanzas. Desesperado, entonces, Motecuhzoma se resolvi por una medida espantosa para todos, puesto que arriesgaba un cataclismo universal y acabar con el Quinto Sol: Disfraz de nobles a nuevos brujos y los envi a envenenar a Quetzalcatl... Hubiera sido facilsimo hacerlo: la herbolaria mexicana dispona de toda suerte de drogas, pero nuevamente, a fuer de telogo, Motecuhzoma razon que un dios era inmune a venenos normales y requera de especiales, por lo que le mand un guiso de carne humana sacrificada a Huitzilopochtli. Si Corts, que nunca fue melindroso, se la hubiera comido, por supuesto que nada le hubiera pasado, pero Motecuhzoma, que no era ningn tonto, habra descubierto de inmediato que era un simple mortal y no el dios que l crea... toda la sutil trama de equvocos estaba a punto de desmoronarse... pero aconteci de nuevo lo inaudito: una nueva casualidad vino a dejar las cosas como antes, y mejor que antes, para Corts: Marina sospech algo al or habla a los "nobles" con lenguaje de plebeyos, y comunic sus inquietudes a Corts, quien los hizo confesar la verdad. Sin darse cuenta del alcance mgico del hecho, y slo asqueado de que se hubiese pretendido que l comiese carne humana, la hizo enterrar y reclam agriamente a Motecuhzoma, quien qued apabullado ante la evidente invencibilidad del dios... Todava intent mandarle un nuevo comando de brujos a atacarlo cuando descendi al Valle, slo para ser informado por stos que los dioses se rehusaban ya a colaborar. Motecuhzoma vi entonces culminar su drama: Literalmente haba hecho TODO su posible, y, literalmente, TODO le haba fallado. Lo primero que pens fue en inmolarse l mismo. Lejos de ser un cobarde que todo lo sacrific por miedo a morir, su primer intento haba sido ese. Desde la llegada de los "dioses" haba tomado nota de su inexplicable inters por su persona: "hacan con mucha instancia preguntas tocante a Motecuhzoma: cmo era, si acaso muchacho, si acaso hombre maduro, si acaso viejo, si acaso ya un anciano, si tena cabeza blanca..."[64], y, ante eso, haba decidido librar a su pueblo de la amenaza que poda l representar retirndose, o quitndose la vida. El P. Durn, en captulo 87, narra sabrosamente el largo calvario de Motecuhzoma para obtener la anuencia divina de suicidarse, y la final amarga negativa[65]: su destino era morir, s, a manos de esos "dioses", y de eso qued tan seguro que se ocup de encomendar a sus hijos a un amigo de su confianza: "... te ruego y te pido de merced, que despus de que sean venidos los dioses y yo sea muerto a sus manos -que yo s que me han de matar- que tomes a mis siete hijos que dejo a tu cargo, y los ampares..."[66]. Haciendo, pues, cuentas, nada le quedaba por hacer sino afrontar, con toda la dignidad de un prcer mexicano, la suerte del vencido... Haba intentado reiteradamente un arreglo diplomtico, reconociendo sin ambages la preeminencia de Quetzalcatl, envindole esplndidos regalos y otorgando a sus envados plena libertad de comercio, que era todo lo que se estilaba entre gentes bien educadas... se lo haban rechazado. Haba intentado una y otra vez el ataque mgico... haban resultado contraproducentes. Los tlaxcaltecas haban probado la confrontacin directa... haban acabado alindose con l. Haba intentado enfrentarlo contra s mismo en Cholula... se haba demostrado ms fuerte que nunca. Haba intentado el soborno... haban resistido. Haba intentado envenenarlo... haba sido descubierto y puesto en vergenza. Haba solicitado ofrendar su propia vida... haba sido rechazado. Qu ms poda hacer, sino afrontar su destino conforme al cdigo del prisionero, desplegando no mera resignacin, sino hasta colaboracin y cario hacia su vencedor, "su padre" segn la ms pundonorosa tica militar... Y lo hizo, efectivamente, escandalizando generaciones futuras por su "cobarda" y asombrndolos a ellos, que nunca se esperaron esa reaccin cuando, una vez en Mxico, lo tomaron preso a traicin.

Nuevos vasallosAl ser recibidos e instalados los espaoles en Mxico por sus anfitriones indios, con inmenso pasmo mutuo, Corts expuso a Motecuhzoma su cantilena de que vena en nombre de Dios y dems, y ste hubo de contestarle que ya lo saba, que de siempre lo haban sabido l y sus antecesores, y por ello, en pleno y justo uso de sus facultades de Huey Tlatoani, acept jurar vasallaje al Rey de Espaa al estilo espaol, y entreg como regalo, ("tributo" entendieron los espaoles), un impresionante tesoro. Con esto, el equvoco Cristo-Quetzalcatl llega a su mximo xito, pues Corts ya es dueo de Mxico sin haber disparado un solo tiro: pero todo se funda en un frgil juego de errores y cada parte entiende cosas incompatiblemente distintas: Para los espaoles, Motecuhzoma posee el "imperio" como bien suyo patrimonial, y lo ha entregado in perpetuum a su propio emperador,

Carlos V de Alemania y I de Espaa, de quien Corts es ahora representante plenipotenciario. Mxico es ya un "reino" ms de Espaa, como Castilla, Len o Aragn, sometido de inmediato a sus leyes y, apenas posible, a su cultura y a su religin, cosa sta ltima la de la mxima importancia. Para los indios, lo nico que haba sucedido era que haba terminado la hegemona de Huitzilopochtli-Tezcatlipoca y reinaba, de nuevo y como antes, Quetzalcatl. Exista una federacin que estipulaba nunca ser enemigos, libertad de comercio y el derecho a poner la imagen nueva de Quetzalcatl junto a -nunca en lugar de!- la de Huitzilopochtli en el Templo Mayor. No habiendo habido resistencia ni guerra, no exista obligacin de tributo ninguno, aunque bien cuidaran ellos de mandar regios regalos... De ah en fuera nada iba a cambiar de su religin, leyes o cultura, y Corts y los suyos ya no eran sino embajadores cesantes, que nada tenan que seguir haciendo entre ellos, y cuya presencia empezaba ya a colmarles el plato. Para Motecuhzoma las cosas eran personalmente distintas: l si haba luchado contra ellos y era su prisionero; para l no exista, pues, ms salida honrosa que la muerte. Cuando, de improviso, lleg un inesperado "Tezcatlipoca hispano" en la persona de Pnfilo de Narvez, enviado por Velzquez con copiosas tropas para vengar la traicion de Corts, l ni siquiera intent aprovecharse, antes se lo inform a Corts y le ofreci la ayuda de sus guerreros, que ste se guard mucho de aceptar, hecho como estaba a las traiciones y temindolas de su prisionero, a quien le haba dado mil motivos para odiarlo, cuya colaboracin y cario no atinaba a explicarse, y tema fuera slo una pantalla. Sali de Mxico, con la mayora de sus tropas, a combatir a las de Nrvaez, dejando en su lugar a un matasiete: Pedro de Alvarado. Por esos das caa la fiesta mxima de Tenochtitlan: Txcalt, la fiesta de Tezcatlipoca, el antiguo vencedor de Quetzalcatl... Los aliados tlaxcaltecas, quedados con Alvarado, estaban muertos de miedo: Desde el 2 de febrero de ese ao de 1520, haba concludo el ao Ce Acatl -el ao de Quetzalcatl- e iniciado el Ome Tcpatl = Dos Pedernal, por lo tanto, la fuerza de Quetzalcatl se haba desvanecido... Estaban en plena capital de su archienemigo Huitzilopochtli-Tezcatlipoca, y ya Corts haba tenido que salir a enfrentar a un Tezcatlipoca blanco, que pareca traer todas las de ganar, y, para colmo, se avecina el 16 de mayo, la mxima fiesta de Tezcatlipoca... Cualquiera comprendera que van a ser atacados y eliminados!! Y as se lo comunicaron a Alvarado, que comparta cien por ciento sus temores... El historiador tezcocano Ixtlilxchitl, que, en general, no es nada favorable a los mexicanos, comenta sin embargo: "... ciertos tlaxcaltecas [...] por envidia, lo uno acordndose que en semejane fiesta los mexicanos solan sacrificar gran cantidad de cautivos de la nacin tlaxcalteca, y lo otro que era la mejor ocasin que ellos podan tener para poder henchir las manos de despojos y hartar su codicia y vengarse de sus enemigos [...] fueron con esta invencin al capitn Pedro de Alvarado, que estaba en lugar de Corts, el cual no fue menester mucho para darles crdito, porque tan buenos filos y pensamientos tena como ellos..."[67]. Eso pues, y su loca avaricia al ver las riqusimas joyas de los danzantes, hicieron que diera la orden de atacar a la nobleza mexicana inerme, provocando una matanza espantosa en el Templo Mayor. Pero, lejos de obtener el mismo efecto que Corts haba logrado en Cholula, lo que provoc fue que los mexicanos se sintieran objeto de una autntica traicin de parte de Quetzalcatl, al habere violado el trato de "nunca ser enemigos", y, desligados as de su pacto, se volvieran contra l cual furiosas avispas, aunque -eso s- siempre guardando el indiscutido respeto a sus leyes litrgico-guerreras, que les garantizaban que morir era vencer y les conminaban a no matar sino cautivar vivo al contrincante.

La Noche TristeTan completo era este respeto que ni siquiera impidieron la entrada de Corts, que volvi con cuantiosos refuerzos: toda la gente de Narvez, que encantada se pas a su bando ante el seuelo del oro. Contando en ellos, estaba seguro de arreglarlo todo fcilmente. Para su amarga sorpresa, pronto comprob que no era as. Pese a que los indios llevaban desventaja aplastante ante su artillera, su nmero y bravura disipaban toda esperanza de victoria. "Me respondieron -narra l a propsito de un intento suyo de transar- que bien vean que reciban de nos mucho dao, pero que ellos estaban determinados de morir veinte y cinco mil de ellos y uno de los nuestros, nos acabaramos nosotros primero, porque ramos

pocos y ellos muchos..."[68]. "... no aprovechaban mucho nuestros tiros, ni escopetas, ni ballestas, ni lanzas, ni estocadas que les dbamos, ni nuestro buen pelear, aunque les matbamos y heramos muchos de ellos, por las puntas de las lanzas y de las espadas se nos metan [...] Aunque estuvieran all diez mil Hctores troyanos y tantos Roldanes no les pudiesen entrar [...] y no s por qu lo escribo aqu tan tibiamente, porque unos tres o cuatro soldados que se haban hallado en Italia, juraron muchas veces a Dios que guerras tan bravosas jams haban visto entre cristianos y contra la artillera del rey de Francia ni del gran Turco..."[69]. Adems, l traa oculto en la manga, (tan oculto, de hecho, que jams lo mencion a nadie, y si lo conocemos es por una fuente india, el Cdice Ramrez): nada menos que "mas de 200 mil hombres"[70] al mando de Ixtlilxchitl, que atacaban a los mexicanos a pocas cuadras de su cuartel: "cuando l estaba en el mayor fuego de la guerra le socorra con picar a los mexicanos por la parte de San Antn, de manera que los haza que acudiesen all y dejasen de cargar a los del fuerte (aunque esto lo callan los espaoles no s por qu).."[71]. Pese a eso, pronto fue evidente que nada de eso iba a funcionan, y no tuvo ms remedio que tragarse su orgullo e ir a pedirle a su prisionero que lo sacara del atolladero. Para Corts no haba en ello problema: el emperador era dueo de la nacin... Motecuhzoma, en cambio estaba seguro de haber sido ya depuesto por el Tlatocan, y bien saba que, si ahora se presentaba ante su pueblo para abogar por los traidores, eso le costara la vida... y eso precisamente fue lo que decidi hacer. Es triste constatar que Corts nunca entendi a Motecuhzoma, ni en sus miserias ni en su grandeza, igual que tampoco lo entenderan los ms de los mexicanos de entonces y de ahora. Cierto que fue un tirano abominable, vanidoso y arbitrario; pero, desde que llegaron los espaoles, su actuacin jams dej de ser coherente, valiente y hasta picamente grandiosa, dentro, desde luego, de su personal cosmovisin, y, sin embargo, eso mismo le mereci fama de cobarde ante el propio Corts: "Hombre sin corazn y de poco deba ser Moctezuma, pues se dej prender, y preso, nunca procur soltura..."[72]. Por supuesto que Motecuhzoma jams iba a pretender la vileza de liberarse! Muy lejos de eso, se prest a la ltima ignominia que le exiga su captor -su "padre"- de abogar por ellos, pese a su alevosa traicin, y eso le cost la vida... Muerto l, Corts hubo de enfrentar la cruda realidad de que no le quedaba ms recurso que la huda. Huyeron, en efecto, cargados de botn, para encontrar la muerte la gran mayora de ellos y de sus aliados indios, en una derrota tan desastrosa que hubiera debido ser el final de su aventura, de no ser porque los equvocos mutuos provocaron otra vez lo imposible: Para los indios era impensable exterminar al enemigo, y mucho menos, en este caso, al propio Quetzalcatl; al contrario, era indispensable que sobrevivieran los ms posibles de los derrotados tanto para no afectar al equilibrio de que eran parte, como para luego hubiese tributarios y heraldos de la invencibilidad de Huitzilopochtli, cosa sta ltima que ahora resultaba especialmente importante, puesto que todo el mundo haba siempre estado de acuerdo en que Quetzalcatl era el ms fuerte y dueo legtimo del pas, que ellos slo haban tenido en usufructo provisional. Ahora haba vuelto, y se le haba devuelto: mas l, cobarde y arteramente, haba traicionado el pacto y, en la lucha subsiguiente, se haba patentizado que No era el ms fuerte, que Huitzilopochtli lo haba vencido en buena lid, de modo que era esencial que las pruebas vivas de ese triunfo siguieran as, pruebas y vivas, por lo que no slo no los exterminaron, sino hasta cuidaron de que volviesen salvos a Tlaxcala: "... siempre tenamos escuadrones de mexicanos que nos seguan, mas ya no se osaban llegar, y aquellos que venan era como quien dice: ."[73].

El Ocaso del Quinto SolDe todo esto los espaoles no tenan la ms mnima idea, antes, razonando por lo que hubieran ellos hecho, les pareca palmariamente milagro que los mexicas se limitasen a ese hostigamiento. Su terror era tal que, cuando se encontraron en la llanura de Otumba a un inmenso ejrcito, enviado por Ixtlixchitl, que vena en su socorro lo atacaron y mataron a muchos antes de caer en la cuenta de su equivocacin[74]. Cuando, por fn, llegaron a Tlaxcala, muertos de miedo de que sus antiguos aliados actuaran como hubieran actuado ellos, es decir: abandonado al dbil para congraciarse con el fuerte y vencedor, hallaron slo lealtad y apoyo... que no les convenci.

Ignoraban que todos sus aliados no tenan ya otra alternativa, como en el caso de los totonacas. Por ello no caban en s de asombro e indignacin al enterarse de que Corts, lejos de huir cuanto antes hacia el mar, pretenda volver a reconquistar Mxico: "Que piensa Corts? Qu quiere hacer de nosotros? Por qu nos quiere tener aqu, donde muramos de mala muerte? Qu le merecemos para que no nos deje ir? Estamos descalabrados, tenemos los cuerpos llenos de heridas y podridos, con llagas, sin sangre, sin fuerza, sin vestidos; vmonos en tierra ajena, pobres, flacos, enfermos, cercados de enemigos y sin esperanza ninguna de subir donde camos. Harto locos sandios seramos si nos dejsemos meter en otro semejante peligro como el pasado. No queremos morir locamente como l, que en la insaciable sed de gloria y mando tiene en no estima su muerte, cuanto ms la nuestra, y no mira que le faltan hombres, artillera, armas y caballos, que hacen la guerra en esta tierra, y que le faltar la comida, que es lo principal. Yerra, y de verdad mucho lo yerra, en confiarse en estos de Tlaxcalan, gente, como todos los indios son, liviana, mudable, de novedades amiga, y que querr ms a los de Cula que a los de Espaa; y que si bien ahora disimulan y temporizan con l, en viendo ejrcitos mexicanos sobre s, nos entregarn vivos a que nos coman y sacrifiquen, que cierto es que nunca pega bien ni dura amistad entre personas de diferente religin, traje y lenguaje."[75] Con todo, y por increble que parezca, Corts los convenci de lo contrario, hablndoles con la autoridad de quien cree profundamente lo que dice. Qu ms prueba podan pedir de la voluntad y asistencia de Dios que seguir vivos?: "Menos ramos cuando a esta tierra entramos y ningn amigo tenamos; y, como bien sabis, no pelea el nmero, sino el nimo: no vencen los muchos, sino los valientes..."[76]. No era muy exacto esto ltimo, pues pronto cont con innumerables aliados, el ms poderoso de los cuales fue una espantosa pandemia de viruela, trada por un negro de Narvez, que para los no inmunizados indios "fue entre ellos tan grande enfermedad y pestilencia mortal en toda la tierra, que en algunas provincias mora la mitad de la gente, y en otras poco menos..."[77]. La fuerza de este "aliado" no estuvo slo en acabar con enemigos, sino en el efecto que caus en la mente india, pues toda su concepcin de valores ticos en torno a la guerra se colaps violentamente: Hasta ese momento, se supona que Quetzalcatl era el legtimo y bondadoso soberano, aborrecedor de la sangre y de la muerte, que volva a liberarlos del yugo de los "villanos" Tezcatlipoca y Huitzilopchtli, idea que los espaoles no haban hecho sino fomentar... Sin embargo, ahora resultaba que este Quetzalcatl espaol siempre haba procedido al revs, siempre se haba mostrado como el verdadero villano, desmintiendo sistemticamente sus palabras con sus acciones, al grado de quebrantar alevosamente un solemne pacto formal, provocando as su aplastante derrota y evidenciando su inferioridad real, con lo que haba quedado claro que sus adversarios eran en realidad los fuertes y los leales... A ojos de todos, pues, ya el asunto quedaba zanjado: Tezcatlipoca y Huitizilopochtli reinaran en adelante indiscutidos... Pero, hete aqu que, de improviso, el derrotado Quetzalcatl se muestra an ms alevoso e innoble de lo que podra jams haberse credo, lanzndose a masacrar por igual a amigos que a enemigos, con un arma nueva y desconocida, pero tan espantosamente eficaz que cobraba de un golpe ms vctimas que todas las antiguas guerras juntas... Como es lgico, ante eso las reacciones indias se polarizaron y se rigidizaronn: Los partidarios de Huitzilopochtli empendose ms que nunca en luchar con estricto apego a sus limitantes leyes de guerra, mientras que los alineados con Quetzalcatl empiezaron a hallar "divina" la idea espaola de asolar y matar indiscriminadamente, al grado que pronto los ya numerossimos aliados de Corts[78], que antes, como todos, "mas pugnaban por prenderse que por matarse [...] ni hacer otro mal y dao en el hombre, ni mujer, ni casa, ni sementera, sino slo traer de comer al dolo ..."[79], desecharon todas sus represiones ancestrales y acabaron convirtindose en tan desenfrenados asoladores y asesinos que, a su lado, sus maestros espaoles parecan ingenuos principiantes por no asesinar a mansalva, sino contentarse con saquear: ".. nuestros soldados hasta romperles y ponerles en huida no curaban de dar cuchilladas a ningn indio, porque les pareca crueldad; en lo que ms se empleaban era en buscar una buena india o haber algn despojo, y lo que comunmente hacan era reir a los amigos porque eran tan crueles y por quitarles algunos indios o indias porque no las matasen."[80]. As, el ms valioso aliado de Corts result la terca fidelidad de los mexicas a sus leyes caballeroso-litrgicas ante la desatada violencia de los enemigos, fidelidad que los llev a la

derrota entre continuas victorias. El propio Corts fue hecho prisionero dos veces, una en Xochimilco y otra en Mxico: para los indios eso era victoria definitiva, y, a sus ojos, l se cubri de oprobio al dejarse ayudar a escapar... para los espaoles esos mismos "escapes milagrosos" resultaban claras muestras de la asistencia divina, que ms los impulsaban a proseguir la lucha. Por fn, tras enconada y penossima resistencia, cay Tenochtitlan. Para los indios no represent eso algo inaudito: cierto que nunca haba existido una ciudad tan poderosa, pero ya otras haban alcanzado enhiestas cumbres, cado despus, y el mundo en torno a ellas haba seguido su curso... Ahora, en cambio, era su propio mundo el que iba a desaparecer.

Notas [60] GOMARA, "Historia de la Conquista...", cap. 45, p. 79. [61] DURAN: "Historia de las Indias...", tomo II, cap. 72, no. 19, p. 529. [62] DIAZ Bernal, "Historia Verdadera...", cap. 78, p. 136. [63] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 87, p. 157. [64] SAHAGUN: "Historia General...", Libro 12, cap. 9, no. 5. p. 768. [65] Cfr.DURAN: "Historia de las Indias...", tomo II, cap. 67, pp. 491-497. [66] DURAN:"Historia de las Indias...", tomo II, cap. 71, no. 17, p. 520. [67] IXTLILXOCHITL: "Obras Histricas", Historia de la Nacin Chichimeca, tomo II, cap. 88, p. 228. [68] CORTES Hernn: "Cartas de Relacin", Editorial Porra, Colecccin "Sepan Cuantos..." no. 7, 14a. edicin, Mxico 1985, 2a. Carta Relacin, p. 81. [69] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 126, pp. 249-250. [70] TOVAR JUAN DE S.J.: Cdice Ramrez. Aunque consta que este Padre, el primer jesuita mexicano, lo redacto tomndolo de fuentes indgenas, el nombre est ya indeleblemente asociado al de su primer editor, Jos F. Ramrez, quien encontr el manuscrito en el convento de San Francisco. Editorial Porra, Biblioteca Porra no. 61, (Junto con Crnica Mexicana de TEZOZOMOC), 2a. edicin, Mxico 1975, no. 2, cap. sin nmero, p. 144. [71] Ibidem, p. 145. [72] GOMARA: "Historia de la Conquista...", cap. 89, p. 141. La opinin es del propio Gomara, pero no olvidemos que l nunca estuvo en Mxico, sino fue capelln de Corts, quien fue su fuente principal de informacin, de modo que todo lo que l dice es como un eco del conquistador. No tena ste idea de que, para un preso mexicano, era impensable deshonra "procurar soltura"! [73] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 128, p. 261. [74] Cfr. GONZALEZ Ruy: "Epistolario de la Nueva Espaa", recopilado por DEL PASO Y TRONCOSO Francisco, Mxico 1939, tomo III, no. 369. Tambin TOVAR S.J. Juan de: "Cdice Ramrez", Editorial Porra, Biblioteca Porra no. 61, 2a. Edicin, Mxico 1975, no. 2. p. 145. [75] GOMARA: "Historia de la Conquista.,.", cap. 113, p. 179. [76] GOMARA: "Historia Verdadera...", cap. 114, p. 180. [77] MOTOLINIA: "Memoriales...", 1a. parte, cap. 2, no. 37, p. 21. [78] Segn Ixtlilxchitl haba 250,000 guerreros, 8,000 oficiales y 50,000 labradores del propio Texcoco; 50,000 de Chalco, Itzocan, Cuauhnhuac, Tepeyacac; 50,000 de Otumba, Tolanztzinco, Xicotpec; 50,000 de Tziuhcohucaz, Tlatlautitepec y ms de 300,000 tlaxcaltecas, huexutzincas y cholultecas, a ms de 16,000 canoas. (IXTLILXOCHITL, ibidem, p. 461). [79] DURAN: "Historia de las Indias...", tomo I, cap. 3, p. 34. [80] DIAZ Bernal: "Historia Verdadera...", cap. 142, p. 307.

ApocalipsisNingn indio, de ningn bando, pens ni pudo pensar jams lo que seguira a la victoria que haban logrado para "Quetzalcatl", que en realidad fue para Espaa. Lo que sigui, en pocas palabras, fue el fin de su mundo, Charles Gibson, en su libro "Los Aztecas bajo el Dominio Espaol", calcula conservadoramente que la poblacin del solo Valle de Mxico se desplom de cosa de milln y medio de indios a apenas setenta mil en su punto ms bajo[81], y en algunos casos concretos las cifras eran an ms espantosas. Chimalhuacn, por ejemplo, de 8,000 a 300; Chicolapa, de 6,000 a 200; Tizayuca, de 4,000 a 150[82], y esos pueblos todava podan decirse "afortunados"... otros muchos, sobre todo fuera del Valle, sencillamente dejaron de existir... (Vale la pena abrir un parntesis y hacer notar que estas cifras dicen mucho ms que una catstrofe demogrfica; tambin quieren decir que el Mxico actual NO es ya un mundo indio, sino genuinamente mestizo. El desplome de la poblacin indgena igual bastante las proporciones numricas de los dos fundadores de nuestra raza. Hemos de reconocer que -para bien o para malMxico es sociolgica y racialmente una entidad nueva, hija de los dos.) Las solas cifras son estremecedoras, pero examinar la forma puede darnos una mejor idea de ese apocalipsis indio, que fue el doloroso parto de nuestra raza. Por supuesto que la inmensa mayora de esos millones no sucumbieron al filo de las espadas espaolas. Ya Bernal Daz, ms por modestia que por apologa, lo desmiente: "... harto tenamos que defendernos que no nos matasen y nos llevasen de vencida, que aunque estuvieran los indios atados, no hiciramos tantas muertes, en especial que tenan sus armas de algodn, que les cubran en cuerpo, arcos y saetas, rodelas, lanzas grandes, espadas de navajas que cortan ms que nuestras espadas, y muy denodados guerreros."[83].

Importaciones letalesLa mayora de esas muertes obedeci a que la presencia espaola -voluntaria e involuntariamente- desquicio en todo sentido al mundo indio. Unas pocos de esas importaciones nacieron de codicia y rapacidad, pero las ms graves, las epidemias, fueron del todo involuntarias, y algunas nacieron incluso de buena voluntad. Producto de rapacidad y codicia fue exigirles tributos imposibles, cazarlos como a bestias para reducirlos a esclavos o enterrarlos en las minas: "... como los tributos era tan continuos, para los cumplir vendan a sus hijos y tierras a los mercaderes, y faltando de cumplir el tributo, hartos murieron por ello, unos a tormentos, otros en prisiones, de las cuales salan tales que muchos moran, porque los trataban bestialmente..."[84]. "Las minas, a las cuales de sesenta y setenta leguas, y aun ms [como 400 kilmetros] los indios cargados iban con mantenimientos; e la comida que para s mismo llevaban a unos se les acababa en llegando a las minas, a otros en el camino de vuelta, antes de su casa, a otros detenan los mineros algunos das para que los ayudasen a descupetar, o los ocupaban en hacer casas y servirse de ellos, a do acababan la comida, o se moran all en las minas o por el camino; otros volvan tales que podan escapar; pero de estos, y de los esclavos que en las minas murieron, fue tanto el hedor que caus pestilencia, en especial en las minas de Huaxyacac en las cuales media legua alderredor y mucha parte del camino apenas pisaban sino sobre huesos o sobre muertos..."[85]. Naci, en cambio, de buena voluntad, forzar a los indios dentro de las leyes y estructuras espaolas, lo que de inmediato provoc el colapso de su gobierno interno y una corrupcin y explotacin de indios contra indios tan generalizada y profunda que, hasta nuestros das, casi cinco siglos despus, no se ha podido eliminar: "Dicen los religiosos antiguos que despus que los naturales estn en sujecin de los espaoles se perdi la buena manera de gobierno que entre ellos haba, comenz a no haber orden ni concierto, y se perdi la polica y justicia y ejecucin de ella que entre ellos haba, y se han frecuentado muchos los pleitos y divorcios, y anda todo confuso."[86] "Preguntando a un indio principal de Mxico qu era la causa por que ahora se haban dado tanto los indios a pleitos y andaban tan viciosos, dijo: "[87]. Y esto vena a sumarse a la irreparable tragedia de que la clase dirigente india haba quedado prcticamente eliminada, cosa especialmente grave en su contexto, Aun hoy, en nuestras sociedades democrticas y tecnificadas, una bien organizada masacre de unos pocos miles de dirigentes, bastara para dejarnos sin cerebro y sin manos. En qu pararamos, por ejemplo, si de improviso nos quitasen a todos los ingenieros, mdicos, profesores, intelectuales... aun suponiendo que libros, mquinas e instalaciones continuasen intactos? En el Anhuac la ciencia, a ms de profundamente amalgamada con la religin, haba sido, por necesidad, casi esotrica, pues los cdices pictografiados suponan una explicacin oral memorizada. Los espaoles, convencidos de que eran obras diablicas, no slo exterminaron a esos lectores, sino a los propios libros, al grado de que de centenares de miles no conservamos sino unos cuantos... Aunque la conquista slo hubiese costado al mundo indio la ablacin de su clase dirigente, esa nica herida ya habra sido culturalmente mortal.

Alimentos mortferosNada ms que la mejor de las buenas voluntades fue lo que produjo otra catstrofe, por cambiarles su rgimen alimenticio, con la mejor intencin de mejorarlo. La dieta india haba sido bsicamente vegetariana, cimentada en cuatro productos bsicos: maz. frijol, chile y "huatli". Los cuatro, juntos, bastan para una dieta correctamente balanceada en carbohidratos, proteinas, minerales y vitaminas[88]. Los espaoles eliminaron el "huatli" ("Amarathus Leococarpus"), parte porque no les gust su sabor inspido, pero sobre todo porque era un elemento de primera importancia en el culto religioso[89], pero con eso les quitaron -sin pretenderlo ni saberlo, desde luego- la indispensable tiamina, rompiendo as el equilibrio de la nutricin india[90]. En su lugar les ofrecieron todos los alimentos europeos, tanto vegetales como animales, que los indios adoptaron de inmediato, pero que nunca llegaron a ocupar el lugar "normal" de los antiguos, pues, hasta la fecha, son alimentos "de lujo", no de consumo diario, y si, en cambio, su produccin vino a romper an ms el ya deficiente equilibrio: "Otras cosas se pudieran decir que son causa para se acabar y consumir estas misrrimas gentes; pero dir una que es por si sola bastante para ello, y es la multitud de labranzas que ahora hay de espaoles, porque ahora diez, quince, veinte aos haba muy pocas y muchos ms indios que ahora, y les hacan ir por fuerza a ellas, donde padecan hartos trabajos, y como la gente era mucha y las labranzas pocas, no se senta ni echaba tanto de ver. Ahora son las heredades muchas y muy grandes, los indios muy pocos, y ellos las han de alimpiar, labrar, desherbar, y coger y encerrar los frutos en casa, y as cargan todos estos trabajos sobre los pocos que han quedado, siendo diez veces ms los espaoles y heredades y labranzas y estancias, que antes eran, y los indios son de tres partes la una de los que sola haber, y en estos pocos nunca falta pestilencia, y as mueren de ordinario muchos.."[91]. "Halos consumido hacerlos hacer gran suma de estancias de ovejas, vacas, puercos y cercas para ellas, fuera de su natural, de su paso y de su modo de trabajar y de su ordinario, ocupndolos en ello muchos das, u aun semanas, y en hacer muchos otros edificios en el campo y en las heredades y huertas y caminos, puentes, fuentes, albarradas, ingenios de azcar, y traan todos los materiales para estas obras a su costa y a sus cuestas, sin paga y sin darles siquiera la comida..." [92]. "Con la conquista espaola -analiza Gibson- el equilibrio de recursos y poblacin cambri abruptamente. Los conquistadores talaron grandes cantidades de rboles para utilizarlos como material y combustible. Sus arados penetraron ms profundamente en la tierra que los palos de cavar de los indgenas, y su ganado y sus ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos molinos harineros concentraban o disminuan las afluencias de agua. Ninguno de los nuevos procedimientos era desastroso en s mismo, pero el efecto combinado a travs de los aos fue una disminucin acelerada del terreno agrcola. En la estacin de lluvias, las tierras altas bajaron hasta el fondo del valle. La erosin produjo barrancas y las laderas, que antes haban sido susceptibles de cultivo, se volvieron yermas."[93].

Ms dao, sin embargo, sufrieron los indios por lo que los espaoles les dieron que por lo que les quitaron, sobre todo el mal ejemplo, (irresistible cuando viene de una cultura dominante), y el alcohol. Mendieta, advirtiendo que en poblaciones organizadas, como Mxico y Puebla, s podan encontrarse espaoles ejemplares que podan edificar a los indios, lamenta que los que convivan con ellos, s