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8/3/2019 Gustavo Bueno - Etnología y Utopía
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J U C A R U N I V E R S I D A D
•«3«»-
Gustavo BuenoETNOLOGÍA
Y UTOPIA
8/3/2019 Gustavo Bueno - Etnología y Utopía
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Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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ETNOLOGÍA Y UTO PIA
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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JÚCAR UNIVERSIDAD
Serie Antropología, dirigida por Alberto Cardín
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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GUSTAVO BUENO
ETNOLOGÍA Y UTOPIARespuesta a la pregunta:¿ Qué es la Etnología ?
EEISerie Antropología
J Ú C A R U N I V E R S I D A D
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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Cubierta; ]. Ai. Domínguez
Primera edición en Júcar Universidad: junio de 1987
© G . Bueno, 1971, 1987
Derechos exclusivos de esta edición
EDICIONES JUGAR, 1987
Fernández de los R íos, 20. 28013 Madrid - Alto Atocha, 7. G ijón
ISBN: 84-334-7013-2Depósito legal: B. 24.640 - 1987
Impreso en Komanyi/Valls. Verdaguer, 1. Cap:Uades (Barcelona)
Vrinted in Spain
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El utopismo que asociam os a la Etnología reviste de
ordinario una jorma gnóst ica , pacífica; pero puede tam-
bién combinarse con actitudes de extremada violencia
— de un alto voltaje, aunque los amperios sean, desde
luego, insignificantes, puesto que la corriente fluye más
de fuentes psicológicas (el resentimiento) que sociales.El ctnologismo, propicia, asimismo, el entendimiento de la
revolución — supresión de la división del trabajo en manual
e intelectual, de la oposición entre clases sociales, de la que
media entre ciudad y campo— no como un paso adelante
respecto de la estructura de la sociedad industrial, sino, de
hecho, co?no una regresión a la época feliz de la Barbarie
(la edad de oro), en donde, ciertamente, estas diferencias yoposiciones no existían. En España sabemos mucho de esto.
G. Brenan cuenta (F,l laberinto español, Ruedo Ibérico,
1962, pág. 125) que llegó a conocer a alguno de aquellos
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« GUSTAVO UUENO
apóstoles pr'nnhivos del anarquisfno rural andaluz que sos
tenía que ''cuando llegase la era de la libertad, los hom bres
se alimentarían de alimentos crudos cu ltivados con sus pro
pias ffianos". En nuestros días, la nostalgia por el "com unis-
1110 primitivo" germina en ambientes universitarios, como
versión violenta del hippisnio nacida de la concusión entre
civilización y capital ismo. Vero lo esencial es que el t e r r o -
rismo ctnoiogista brota él inisif/o de una actitud reacciona
ria: la nostalgia de la barbarie, de la que se habla más lar
gam ente en este libro.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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I N T R O D U C C I Ó N
I -OS TEMAS REMOVIDOS EN ESTAS PAGINAS exig i r í an acaSO,
para evitar mayor cantidad de malentendidos que los queellas mismas tratan de despejar, un volumen por lo menosdiez veces más grande. Pero, decididamente , he optado porel s is tema de "no deci r lo todo", para poder concentrarme
en la exposición de una tesis polémica, tan sencilla comourgente . (Pref iero esperar las objeciones—muchas de lascuales creo tener previstas— para desarrol lar , contestándolas, mi propia posición).
L a urgencia de una tesis como la que aqui se ofrecea la consideración del lector puede medirse, simplemente,mediante la constatación —en nuestro país y, desde luego,
en ot ros ya hace a lgún t iempo— de un fenómeno que meatrevería a calificar de alarmante: la rápida extensión del"punto de vis ta e tnológico", no ya ut i l izado como unaperspectiva científ ico-posi t iva —en cuyo caso ningunaseñal de alarma deberíamos hacer sonar— sino como unaalternativa a la filosofía.
Porque el punto de vista etnológico es ahora una f i losofía que no quiere presentarse como tal, sino que se disfraza de ciencia positiva y, por ello, se resuelve propiamente en ideología. De ciencia auxiliar y marginal que
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III GUSTAVO BUENO
cr;i todaví-.i hace unos años, (]iiicn: llegar a presentarse
como ciencia fi indaniental , como perspectiva rcductora
tic todas las dem ás ciencias hum anas, jn io ctnologismo.
I 'ero el ctnologismo ya no es una actitud científica, y por
ello ha interesado al gran púhlicr) de la "sociedad de con
s um o" . I,a p ojiularidad alcanzad a en los años sesenta po r
I.évi-Strauss ha sido nuichas veces explicada en estos tér
minos: no es el detalle científico y paciente de la vida
namhik"iüara lo (pie interesó "al hombre de la calle", sino
acaso esa suerte de suave epicureismo —apología de la
vida en una pequeña comunidad: knWi [•iui):;ac — diluida
en Tristes Tropiqucs. "I,os antropólogos sólo resultan
interesantes cuantió hablan del homl)re incluidos usted
y yo" —observa un "antropólogo", cuyas sut i les y , por
asi decir, malignas consideraciones sol)rc Lévi-Strauss han
sido ofrecidas al público español en reciente traducción. '
Pero dei)e existir algiuia ra/ón profunda para que la
l ' . tnología i)ueda haber llegado a presentarse, de hecho,
como una alternativa a la filosofía, incluso como su ver-
(higo - "m ue rte etno lógica de la I ' ilosofía". Si esta p re -
sentaciíHi es mi error, es !>reciso tiiagnosticar su génesis
y, lo que es más importante , t ra tar de comprender sus
"ra/ones", asignándole sus propios l ímites. No precisamente para dar por terminada la contienda. Más bien lo t]ue
pretenden estas páginas es foriuular, desde e! punto de
vista de la Fil()Sf)fía, un "reconocimiento de beligerancia".
I-o que se trata de cancelar es, simi>lemente, el bandidaje.
l'"l |)roblenia de fondo con el cual se enfrenta mi estu
dio es el problema de las relaciones entre la fíarharie y la
(jvUizadón. V.\ planteamiento (¡ue ofrc/co de este pro-i)lcma es el siguiente:
1.° D o y po r des con tado que la "C jvil i /ació n" sólo
puede entenderse a partir de la "fJarbarie". Desde ima
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ETNOLO GÍA y UTOPIA I Iaxiomática materialista, la transformación de la Barbarie
en Civilización tiene que ser pensada en términos de una
transformación de la "cantidad" ( tasa de producción, incremento demográfico, etc.) en "cualidad". La civil ización
no const i tuye el advenimiento de un "reino nuevo" (exó-
geno) del Espíri tu, pero tampoco el alejamiento de la
"Barbarie" representa algo así como la pérdida del Pa
raíso. La "sustancia" de la Barbarie y la de la Civilización
es la m ism a: la "C ul tur a hu m an a" . F.1 trán sito de la Ba r
barie a la Civilización es un proceso necesario, determinista.
2.° P er o , no ob stan te, la "C ivilizació n" instaura u n
"orden nuevo", con respecto a la "Barbar ie" . No es , por
ejemplo, la misma barbarie retocada o transformada, ni el
"pensamiento salvaje" es el mismo pensamiento racional ,
científico, aplicado a otra materia (Frazer, Lévi-Strauss) .
Menos aún, !a civilización resulta de alguna diferencia es-pecíficu . itiva, s implemente añadida (exógenamente, por
tanto ) a la Barbar ie y comb inada "c on for tab lem en te" con
ella. La civilización es la negación de la Barbarie. Pero una
negación dialéct ica, que debe comportar a lgo realmentepositivo, aunque esta posit ividad se consti tuya como una
negación. Una negación dialéctica, en vir tud de la cualla Barbarie, a la vez que queda negada, resulta incorporada a la Civilización.
Mi planteamiento es t ípicamente dialéct ico y del ibe
radamente he acentuado la terminología clásica de la dia
léct ica hegeliana, en tanto que —a pesar de Althusscr—
me parece inexcusable para toda perspectiva material ista.
Pero no se precipite el lector que en este momento crea
ya haberme "ca ta logado" i r revocablemente . Una cosa son
los planteamientos y otra cosa son los métodos de solución.
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12 GUSTAVO BUENO
Y ocurre que las respuestas a estos planteamientos
dialécticos suelen ser metafísicas o simplemente reducti-
bles a una mera re-exposición del mismo problema plan
teado, como si éste estuviera ya resuelto sin más que pro
ponerlo al margen de la lógica formal. Apelar al concepto
de Aufhebung (negación-incorporación), como apelar al
concepto de transformación de la cantidad en cualidad,
o a la potencia de la negación, capaz de sacar lo externo
de lo interno, es re-exponer la cuestión puesto que son
precisamente estos conceptos los que no se entienden.
¿Cómo podemos entender que lo que es negado sea, a la
vez, incorporado} ¿Cómo entender que la cantidad, al
crecer o disminuir, genere una nueva cualidad? ¿Cómo
la civilización debe ser a la vez un proceso nuevo, respec
to de la Barbarie, pero resultante de la Barbarie sin re
currir a ninguna instancia exógena}
Sin duda hay un modo de entender estos esquemas,
que consiste en utilizarlos como fórmulas denotativas ca
paces de reunir conjuntos de ejemplos, susceptibles de
ser analizados en sus términos. (De ahí que, recíproca
mente, alguien —incluyendo a Engels— saque la impre
sión de que estos esquemas son inducciones sobre los
ejemplos particulares). Pero mi hipótesis es que entenderestos esquemas es entenderlos lógicamente, desde la pers
pectiva lógico-formal. Fuera de esta perspectiva, no los
consideramos inteligibles propiamente. Por ello, quienes
piensan que la Dialéctica debe construirse al margen de
la lógica formal ("les logiciens formalistes cherchent á
clore le concept, á l'enfermer dans des limites fixes", dice
H. Lefebvrc en su Logique formelle, logique dialectique,pág. 114) dan lugar a que otros, más respetuosos del
formalismo, piensen que la Dialéctica es pura Metafísica
(véase, por ejemplo, Karl R. Popper: "¿Qué es la Dia-
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ETSOLOG IA Y UTOPIA li
léctica?", traducido en El desarrollo del conocimiento cien-
tífico, Buenos Aires, Paidós. 1967, págs. 359 a 386).
La Dialéctica no puede ponerse al margen de la Lógicaformal. Es la propia Lógica la que debe ser dialectizada,
desbloqueándola de sus "fijaciones" metafísicas (una de
ellas, es el propio formalismo). Es necesario construir, en
suma, una Dialéctica formal, una teoría de los "esquemas
de transformación dialécticos" en términos formales.
El presente trabajo es un ensayo de movilización de
uno de estos esquemas de transformación para aplicarlo al
caso que nos ocup a: la transformación de la "Idea de
Barbarie" en la "Idea de Civilización".
La Barbarie la concebimos por medio de la forma
lógica "Clase de clases" (distributivas), generadas a partir
de ciertas relaciones (no conexas, simétricas, etc.) que
constituyen su intensión lógica, su cualidad. Estas clases—cada una de las culturas bárbaras— tienen una extensión
lógica, variable dentro de ciertos márgenes, y que cons-
tituye parte de su cantidad, designable por variables arit-
méticas. A partir de la variación de las cantidades "bárba-
ras" —variación dependiente de su modo de producción
y, desde el punto de vista conceptual, intensional, re-
lativamente independiente del concepto de barbarie— po-demos pensar en un "esquema de transformación" que
tenga la forma de una negación de la configuración lógica
de partida ("Clase de clases") y en la cual se alcance una
configuración lógica o forma lógica nueva, aunque sea
sólo la negación de la ante rio r: me refiero a la "Clase
de un solo elemento". La Idea de Civilización se nos
presenta entonces como la negación de la pluralidad deCulturas bárbaras, mediante la conversión de esta plu-
ralidad en una única "Cultura universal" (Desde esta
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14 GUSTAVO BUENO
perspectiva, la Civilización es como la "universalización"
de la Barbarie).
Por supuesto, el proceso de transformación de la "Bar-
barie" en "Civil ización", no es un proceso instantáneo, ni
consciente:
N o es ins tantá ne o. Y una de las ventajas d e nu estr o
esquema lógico es que nos ofrece la forma misma de un
desarrollo gradual, cuyas fases no resultan "exteriores"
al esquema, puramente "empíricas". En rigor, a la "So-ciedad universal" sólo hemos l legado realmente en nuestra
época; el ecumenismo del crist ianismo medieval no re-
basó prácticamente los l ímites del mundo antiguo. Pero no
por ello sería legítimo concluir que, con anterioridad a la
época presente—al implacable "Presente universal" , cuya
faz dura será siempre una paradoja para todo espíri tu uto-
pista— no pu eda hablarse de "Civilización ". Es cierto qu e,a un cierto nivel de la conciencia individual (y aun co-
lectiva), la diferencia entre el "estado de barbarie" y el
"estado de civilización" es casi nula —como a un cierto ni-
vel abstracto, la diferencia entre la célula de un celentéreo
y la de un mamífero superior, puede pasarse por alto. Pero
los núcleos urbanos que "sin saberlo" están determinando
irrevocablemente el advenimiento del presente universal ,son ya nú cleos civilizados — y no bárb aro s— sencillamente
porque el sentido de su movmiiento está ya objetivamente
escrito en ellos, en la transformación de la conciencia que
ellos van operando, aunque no sea un "rasgo objetivo"
que pueda recogerse de los datos aislados. Tampoco po-
demos diferenciar las órbitas de los astros cuando nos
atenemos a los segmentos m uy cor tos — aunque en te ra -
mente objetivos— de sus tra ye cto ria s: es el desenvolvi-
miento de estas órbitas el que nos permitirá rcintcrpretar
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EISOLOGIA Y UTOPIA 15
el primer segmento como parte de una elipse, y el se-
gundo, como par te de una parábola.
No es "consciente". El proceso en vir tud del cual lasrelaciones de identidad van construyendo la transi t ividad
universal, está "por encima de las voluntades individuales".
Y, sin embargo, la Idea de un "Presente universal" es muy
ante rior a su efectiva realización : se constata claram ente ,
por ejemplo, hace veintitrés siglos en la filosofía estoica.
Pero esta Idea sería solamente una de tantas, entre el acer-
vo de las Ideas míticas, anteriormente a su verificación enel efectivo "Presente Universal". Por este motivo, la His-
toria universal — y, po r tan to , la Historia científ ica, qu e
debe considerar todas las relaciones causales que efecti-
vamente han conducido a l presente universa l—solamente
podía comenzar en la edad contemporánea . Con anter io-
r idad a es te "presente u niversal" , o inde pen dientem ente de
él (por abstracción), las Historias nacionales—en realidadcrónicas o anales—sólo podrían tener de Historia lo que
de Astronomía pudieran tener las cuidadosas y pacientes
observaciones sobre Venus o Marte del colegio sacerdotal
babilonio, o las que estuvieron a disposición del con-
greso de sacerdotes astrónomos mayas que, al parecer, se
reunió en Capan hace ya casi veinte siglos.
Nuestro esquema de t ransformación permite bosquejar
un "programa de invest igación" muy preciso, s i tenemos
en cuenta que de lo que ahora se trata es de determinar
qué co ntenidos cul turales— famil ia , t r ib u, m agia. . .— de -
penden de la situación inconexa (una situación de "alie-
nación"), plural , atr ibuida a las culturas bárbaras y qué
con tenido s culturales — Es tado , cienc ia. . .— implican la
cultura como "clase unitaria", o la contienen virtualmente.
Nuestro "esquema de t ransformación" instaura, por
lo demás, nuevos procesos dialécticos recurrentes. El
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¡6 GUSTAVO BUENO
advenimiento de la Civilización —de la Historia— es ahora
un proceso progresivo cuya forma dialéctica es siempre la
misma: la conexivización de relaciones inter-culturales,
a partir de la propagación de relaciones generalmente no-
simétricas (de dominación, de explotación) sobre las cuales
pueden irse construyendo relaciones simétricas de más
alto nivel material, y, con ellas, realizándose la transitivi-
dad de esa "identidad" que consideramos constitutiva de
la sociedad humana.
En cualquier caso, las ideas que se ofrecen en este libro,
no se presentan con la pretensión de que, quienes las lean,
conduzcan en adelante sus pensamientos siguiendo su
misma trayectoria. No influye más una masa lanzada vio
lentamente sobre un cuerpo que camina en su misma di
rección y sentido, que sobre otro que marchaba en direc
ción diferente, e incluso en sentido opuesto, pero a quienel choque le determina a tomar un nuevo rumbo.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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I
M E T A - E T N O L O G Í A Y F IL O S O F ÍA
UNA CIENCIA P O S I T I V A — c o m o , sin duda, lo es la Etnología— lleva acoplada u na "teo ría de la ciencia". Las I n tr o ducciones a los tratados científicos suelen contener la exposición de las opiniones que el autor mantiene sobre supropia ciencia. Y, en ocasiones, estas consideraciones llegan
a saturar íntegramente el volumen, que suele ser l lamado"metodo lóg ico" . ^
Pero este adjetivo encierra una peligrosa ambigüedad.Si bien una parte de estas consideraciones metodológicaspertenece, aunque obl icuamente , a l entramado específ icode la ciencia en cuestión, o de algún grupo de cienciasafines—V. gr. , en la Química, los capítulos consagradosa describir los tipos de matraces de que se dispone en elmercado; en las ciencias históricas, la exposición de losmétodos de elaboración de fichas, según códigos internacionales, o el recuerdo de las técnicas generales filológicaso estadísticas— otra p arte m uy abu nd ante desbo rda el entramado específico de cada ciencia particular y pertenece
a un metalenguaje —o, si se prefiere comparar cada ciencia a una suerte de ordenador, a su software— en cuy ovocabulario deben figurar abundantes palabras del tecnicismo filosófico y, particularmente, del tecnicismo lógico
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18 GUSTAVO BUENO
y epistemológico. Pongamos por caso: "grupo de trans
formaciones", "verdad", "matriz", "estructura reticular",
"recurrencia", "extensión / intensión", etc. La Teoría ge
neral de las ciencias particulares incumbe a la Filosofía, en
cuanto teoría del conocimiento científico y en cuanto
Ontología, dado que, entre otras razones, la delimitación
del objeto de una ciencia sólo puede llevarse a cabo me
diante la coordinación con los objetos de otras ciencias,
con las categorías explotadas por otras ciencias, de las
cuales no corresponde tener noticia a cada ciencia particu
lar, en cuanto tal.'
La Teoría de la Ciencia Etnológica, lo que podría lla
marse "Meta-Etnología" o "Peri-Etnología" * está espe
cialmente saturada de términos filosóficos, de jilosofemas.
Se comprende fácilmente, dadas las características de los
términos con los cuales interfiere: "Cultura / Naturaleza","Hombre / Mundo", "Mito / Ra/ón", etc. No tiene nada
de extraño el que los etnólogos cuando, aunque sea para
cumplir el trámite introductorio a sus Tratados, exponen
la estructura de su propio campo de estudio, se vean lan
zados, aunque no lo deseen—creo poder denunciar una
tendencia a silenciar, cuando se esboza ese género de
"metaetnología" en que consiste la propia historia artesa-nal, el nombre de Hegel, aunque se cite profusamente a
Darwin— a un curso torrencial de pensamientos filosófi
cos, muchas veces no controlados por la disciplina de la
tradición filosófico-académica. ¿Por qué prescindir de
esa función de semáforo —para utilizar la feliz expresión
de Trías'— que corresponde a las Ideas filosóficas? Es un
hecho que la mayor parte de los etnólogos, cuando se
obstinan en desviar la mirada de semejantes Ideas, no con
siguen formular la naturaleza del campo en el que, sin
embargo, se mueven como en su propia casa y, lo que es
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 19
peor, se extravían considerando como de su competencia
asuntos que deben ser incluidos evidentemente, o lo están
de hecho, en otras categorías científicas—la Sociología,la H istoria, la Psicología social— con n otable en tur bia
miento de los principios c inminente peligro de desaten
ción a los cometidos, por otro lado apasionantes, que
tienen asignados. *Y esto ocurre incluso cuando las definiciones de la
propia ciencia etnológica pretenden ser efectivas y no
intencionales.' U na definición efectiva pr o cu ra ajustarse
a aquello en que la propia ciencia, considerada como un
cucrp;) doctr inal y metodológico "en marcha", consis te .
Pero salvo que la efectividad de una definición se reduzca
al pro pio índice enum erat ivo de los capítulos del T ra ta d o
—-según el género de definición humorística que Edding-
tn n dio un a vez de la Fí sica : "Física es lo qu e se co ntiene en el Handbuch der Fhysik"— es evidente que no
es nada .sencillo determinar el campo que confiere homo
geneidad gnoseológica a asuntos tan diversos como el sis
tema Tonga de cepos polinesios y el sistema l<¡uer de
polí t ica descentral izada. Al proceder a la determinación
de este campo, se corre el peligro de acogerse a formu
laciones que no lo cubren por entero, que dejan fuera
otros temas efectivai/iente etnológicos. El peligro inverso
no es men os pr ob ab le: fórmulas que cub ren otras muc has
categorías y que, por tanto, no son discriminativas de la
E tno log ía—por e jemplo , cuando se p ropone la Culturacomo objeto formal de la Etnología. Por úl t imo, un r iesgo
posible, más sutil y, al parecer, de menor gravedad práct ica: cuando se acierta con una fórmula que, "efect iva
mente" , cubre " todo y sólo" lo definido, pero de un modo
oblicuo y no esencial.
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20 GUSTAVO BUENO
En los dos primeros casos —definiciones del objeto de
la Etnología demasiado estrechas o excesivamente am-
plias— es cuando las definiciones de Etnología propuestas
son meramente intencionales, en el sentido peyorativo que
esta palabra pueda albergar: utópico, desajustado a la
efectividad posible, y no sólo real, de esta ciencia.
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21 aUSTAVO HUENO
A ho ra b ie n: pese a estas pi int i iali /aciones — (]uc se
refieren, de hecho, a los motores ocasionales que ponen
en marcha las principales corrientes de interés por los te
nias etnológicos— , D it tnier l lega por f in a pro po ne r com o
campo objetivo de la Etno log ía misma — cualquiera qu e
sea el motivo que estimuló a los investigadores a intere
sarse por ese campo—al "Hombre , como creador de cul
tura". I,a F.tní)logía —tal parece ser el pensamiento de
Dit tmer—sería el es tudio de la cul tura in statu nasccns
y en este sentido, una ciencia cruce entre las ciencias de
la Naturaleza y las ciencias del l ' .spíritu. Pero como la
creación de la cu ltura — sobrcen tentlcmo s nos otros que
piensa Dir tmer—, de hecho, no tuvo lugar in illa tciiiporc,
sino que sigue teniendo lugar incesantemente, Dit tmer se
ve obligado a afirmar, por la fucr/.a de su definición, <|uc
la Etn olog ía " tam bién se interesa po r la H istoria" .
Me parece evidente que esta definición de Dit tmer es
intencional, en el sentido pey ora tivo — utop ism o— (]uc
encierra esa expresión. 1MI el libro de Dittmer, para ilecirlo
rápidamente, vemos i lustraciones tales conio la del "dig
natario abisinif) con tridente y adorno frontal fálico", pero
no vemos una imagen de (-arlomagno, de I l i t ler o de
Pío XII . Se di rá que esto carece de importancia; queDittmer pudo haber ilustrado sus textos con las figuras
de "dignatar ios europeos con báculo y adornos f rontales
solares". Pero lo cierto es que, efectivamente, no lo ha
hechf). Se trata de tomar en serio estas selecciones positi
vas, sospechando que, si ello es así, debe haber alguna
razón y no, simfilcmcnte, una arbitrariedad personal . Del
misnu) modo que cuando vis i tamos un Musco Etnológico,se nos ofrecen a nuestra vista, como objetos polariztidorcs,
carre tas, cestas de esparto , postes totém icos — pe ro no lo
comotoras, volquetes o postes telegráficos de al ta tcmión.
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ETNOLO GÍA Y UTO l'IA 23
que encontraremos, más bien, si hablamos de Muscos, enlas salas del Museo de Tecnología. Sin duda, el Director
de un Musco Etnológico puede ordenar , ocasionalmente ,la instalación de "series diacrónicas" de utensilios, desde unarco bosquimano con su carcaj repleto de flechas hastauna ametra l ladora con te leobjet ivo. Pero, evidentemente ,en estas series, la metralleta está puesta "entre comillas":es decir, cuando la vemos en esta serie, la contemplamosreducida a sus primeros términos y nos interesamos menos
por sus mecanismos —ininteligibles para el visitante noespecialista— qu e po r su lugar en la serie. E n cam bio , elvisitante cree poder entender siempre, tras una rápidaexplicación si llegara el caso, el "mecanismo" del "revól-ver" bechuana. Es un desafío. "Si no entiendo el meca-nismo de la metralleta, sé que lo entiende mi amigo X,que es ingeniero de armamento, pero que estudió conmigo
bachillerato, por cierto con notas menos bril lantes quelas mías. Pero no entender el mecanismo del "revólver"sería reconocerme por debajo de los bechuanas, lo quees evidentemente absurdo". Aparece aquí una dist inciónesencial entre dos niveles con los que tendremos que hacera lo largo de todas estas páginas: el nivel de una culturaaún n o especializada, o especializada m u y levem ente — el
nivel de la cultura bárbara— y el nivel de la cu ltur a alta-mente especializada, el nivel de la civilización que suponeespecialistas con verdaderos "secretos objetivos" profesio-nales—un l ibro de Álgebra superior es mucho más se-creto para el "hombre de la calle" de una gran ciudadde lo que podían serlo los papiros custodiados por lossacerdotes de Isis para el campesino del antiguo Egipto.Volvamos a l Museo Tecnológico: supongamos que aquíse exhibe la misma serie diacrónica de armamentos que laque vimos en el Museo Etnológico. La ordenación sera
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24 aUSIAVO BUENO
la inversa: e l arco y las i i .chas serán contemplados como
"formas primit ivas" de construir ingenios de lanzamiento
de proyectiles . I-as series de ambos Museos serían "cs-
calarmente" equivalentes , pero "vcctoria lmente" dis t in tas
y aún opuestas. F,n el Museo Ftnológico la metralleta s ig
nifica, por ejemplo: ' 'somos tan salvajes como los papúes".
En e l Museo Tecnológico e l arco nos sugiere acaso:
"Con semejante armamento dif íc i lmente podían haber
detenido es tos " indígenas" a uno solo de nues tros tanques" .En e l Museo Etnológico, la metra l le ta es contemplada
acaso con una mueca de horror . En e l Museo Tecnoló
gico , es m u y posible que el arco y las flechas pro m uev an
una benevolente sonrisa.
B) M auss es m uc ho más exp edit iv o: "La sc ience
eth no gra ph iqu e a po ur fin l 'observation des sociétés, po ur
but la connaissance des faits sociaux". Si Dittmer se en
contraba en su definición con la Historia, Mauss se mete
de l le n o— ¿c óm o p odía dejar de escuchar la voz de sus
manes?—en el campo de la Sociología . Es c ier to que e l
propio Mauss nos advierte, desde el principio, que su
libro toma, como campo de estudio, " las sociedades que
pue blan las colonias francesas" (la prim era edición ap are
ció en 1947) y las "sociedades en un estado análogo de
desarrollo". Pero esta restricción pasa por ser una acota
ción subjetiva—dictada por las propias l imitaciones de
materia l d isponible para e l autor—más bien que una aco
tación objetiva del campo etnológico. Si nos atenemos a
la definición intencional que hemos c i tado, Mauss debe
estar suponiendo la efectividad etnológica de otros estudios sobre las sociedades de la misma Francia metropoli
tana, s in que consten por ningún lado las fronteras de
dem arcación con la Sociología regional francesa.
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ETNOLO GÍA y UTOP IA is
C) Lévi-Strauss co nce de que la Etn olog ía — y la
A ntro po logía — comienza preo cupá ndo se p or las socieda
des salvajes o primitivas. Pero esto es algo "que la historia
ha querido". Añade: también otras ciencias comparten
ese interés — co m o si quisiera de scar gar a la Etno log ía de
esa respon sabilidad en exclusiva— , y q ue , p o r otra pa rte
"se asiste a un curioso fe nó m en o: que la A ntr op olo gía se
desarrolla a medida que las sociedades salvajes desapare
c e n " {Anthropologie Striictiirale, pág. 378).
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III
L A " I L U S I Ó N E T N O L Ó G I C A "
¿Es UN AZAR QUK TANTO Dittiiicr coHio Mauss o Lcvi-Strauss, pongan de hecho, de algún modo, en conexiónsignificativa el campo de la Etnología con las vidas "ext rañas" a nuestra cultura, o (digámoslo con la intenciónde recuperar el sentido más fuerte y malsonante de unapalabra que muchos e tnólogos han quer ido conjurar ) conla vida de la barbarie, y, al propio t iempo, sus definicionesoperen la abstracción de los componentes de interés porlos "salvajes" mismos?
La abstracción de estos componentes—casi di r íamosel "exorcismo" de los mismos del ámbito de las definicio
nes intencionales—se consuma por la apelación a conceptos al parecer tan neutros como el de "Cul tura" o "Soc iedad humana" . En efec to , es tos conceptos incorporantanto los componentes "coloniales", "bárbaros" o "salvaj e s "— s egún t e r mi no l og í a s — como l o s componen t e s " c i vi l izados". Y, como en "Los cuarenta ladrones", la cr iadaanulaba la diferencia entre la casa de su amo y las restantes
del vecindario, marcando cruces en todas el las, así también,marcando todos los campos de estudio con el conceptode "Cul tura" o de "Sociedad humana" se anulan sus di ferencias más significativas, para nuestros propósitos. La
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ETNOLOGÍA y UTOPIA n
conexión originaria, entre la Etnología y la Barbarie, queda
abolida. Y lo que es más importante: la abolición de esta
conexión es además considerada por muchos investigadores
como uno de los más importantes resultados del "propio
punto de vista etnológico": "Salvaje es quien llama salvaje
a otro".
Por ello, cuando se trata de explicar la propensión
efectiva de la Etnología por la barbarie, se apelará a ins-
tancias suplementarias, dentro de la teoría intencionalsobre el objeto de una Etnología en la cual esta propensión
sería un "efecto secundario". ¿Por que. si un antropólogo
está interesado en el estudio de la Sociedad humana en
general, suele recaer en la consideración de las sociedades
ágrafas? Respuesta de Nade!: "Porque nos son menos
conocidas". "The answer is simply that our own society
is not thc only one, and its phenomena not the same as
those found, or apt to be found, in primitive society"
( op . cit., pág. 2). La respuesta de Nadcl es aparente, por-
que no contesta a lo que se pregunta: si aquellos obje-
tos que nos interesa conocer —cualquiera que sea el
motivo— constituyen un "campo gnoscológicamente ce-
rrado", en el cual estén objetivamente contenidos los ob-
jetos de la barbarie.'
No es circunstancial el que tantos etnólogos se mues-
tren, por un lado, atentos a la conexión entre Etnología
y salvajismo y, por otro, ofrezcan, como resultado impor-
tante y aún fundamental de su propio oficio, precisamente
la abolición de esa conexión, en cuanto exclusiva, al in-
corporarla a un sistema de conexiones más amplio ("Cul-
tura", "Sociedad"). Más que resultado de un azar nos
inclinamos aquí a ver los resultados de una dialéctica em-
pujada por motivos que no creo muy difícil determinar.
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28 GUSTAVO BUENO
Esta dialéctica, expuesta desde nuestros supuestos, podría
esquematizarse de este modo:
a) El "punto de vista e tnológico" es , or iginariamente ,
el punto de vista constituido por la consideración de las
cultu ras en su estado de barb arie. N o se trataría — com o
pr oc ur o demostrar— - de un interés ocasional, que pueda
situarse entre los motores psicológicos de la curiosidad
inicial o per m ane nte por la Etn olo gía ( D ittm er, N ad cl) ni
menos aún una gratui ta — epistemológicamente hablando—
y siempre obscura predilección por las culturas "lejanas y
exóticas" (Lévi-Strauss), sino de una preferencia esencial
y constitutiva del propio punto de vista etnológico, en
cuanto capaz de recortar un campo objetivo epistemológi
camente cerrado. Esto explica para nosotros, desde luego,
el que sea "de trámite" la orientación que todo etnólogo
manifiesta hacia las culturas salvajes.b) Pero la ciencia etnológica, en tanto se familiariza
con áreas culturales que, en un cierto sentido, resultan ser
tan extrañas unas respecto de las otras como pueda serlo
cu alq uie ra de ellas co n relació n a la nu estr a —a la que
dio lug ar a la pro pia ciencia etnológic a— , se cree ría em
pujada a concluir que el concepto mismo de barbarie es
preetnológico, es un concepto que pertenece a la clase delos conceptos etnocéntricos.
c) Por consiguiente, si la Etnología quiere ser una
ciencia objetiva, neutral, y no meramente una codificación
de los patrones valorativos de los cuales una cultura con
creta — en tre, po nga m os, las 620 registradas— , aun que no
sea la "nuestra" (la del etnólogo), dispone para enjuiciar
a las demás (etnocentrismo), será preciso que anule elconcepto de salvajismo o de barbarie, a efectos epistemo
lógicos, y se aplique imparcialmente al estudio objetivo de
las culturas en cuanto tales, en su estructura, en sus reía-
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ETNOLOGÍA y UTOPIA 29
Clones, etc. De este modo, la Etnología opera una suerte
de interiorización de la barbarie, al coordinarla a un mismo
nivel con la civilización dentro de una misma esfera epis
temológica en la cual la barbarie deja de ser extraña (ca
rece n de im por tancia los sentimientos privados de ex tra-
ñeza que el etnólogo pueda experimentar ante una deter
minada provincia de su propio campo).
Evidentemente , este proceso se manifestará como una
dialéctica progresiva y l iberadora a quien lo rec orr e t o
mando como punto de part ida lo que est imará como sim
ple apariencia psicológica o histórica ("los griegos fun
da ro n la E tno log ía al interesarse científicamente po r los
bárbaros"). Por este motivo, en la medida en que el punto
de panida (la fase a)) sea apariencia y no verdad, el pun
to de llegada (la fase c)) no consti tuirá la destrucción dia
léctica de una verdad, sino la aclaración de un simple proceso psíquico o histórico.
A ho ra bie n: para quien sostenga — com o aquí se in
tenta— que e l pu nt o d e part ida del in terés e tnológico no
es fenoménico o accidental , sino esencial, la conclusión a
la que se pretende l legar tendrá la forma de una dialéctica
regresiva, porque será la conclusión (la fase c)) la que
nos arroje efectivamente a una apariencia, a un error. Yes muy improbable que la construcción de una apariencia,
de un error, sea debida simplemente a un mecanismo de
equivocaciones "mentales". Con toda probabilidad, la
construcción renovada de un error está impulsada por
intereses más profundos que tienden a la adhesión hacia
la conclusión construida porque, en realidad, la dan por
supuesta.
La clave de esta "dialéctica de la apariencia", recorrida
por el etnólogo cuando recae en la "i lusión etnológica",
me parece que puede formularse sencil lamente como un
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ETNOLOGIA Y UTOPIA SI
La "ilusión etnológica" se lleva a cabo, o bien negati
vamente —por la identificación intencional con las cultu
ras concebidas como exteriores a la nuestra— o bien posi
tivamente, por una suerte de interiorización de esas formas
lejanas y primitivas en el seno de nuestra misma civiliza
ción, de tal suerte que sean las propias formaciones bár
baras las que, de algún modo, logren ser identificadas
en nuestro propio campo: no será ya preciso ni siquiera
salir de Francia para disponerse al descubrimiento del
"buen salvaje". Este se nos presentará, acaso no en el
estado solitario de Robinson, pero sí en el estado de con
vivencia con una pequeña comunidad, que puede ser la
aldea donde se pasa el fin de semana o el camping.
La forma que hemos llamado negativa de la dialéctica
de la apariencia etnológica, se verifica fácilmente en la
biografía de "antropólogos" tan eminentes, por otra parte,como Malinowsky. La forma positiva de esta dialéctica
puede servir para entender algo de lo que les ocurre a
"antropólogos" como Lévi-Strauss o J. Poirier. Pero, en
todos los casos, lo que parece claro es que la puesta
en marcha del proceso es la crítica de la sociedad civilizada
como sociedad —para decirlo con palabras de Lévi-
Strauss— "inauténtica".
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IV
C R ITIC A DE LA " ILUSIÓN ETNOLÓGIC A"
¿Y POR QUÉ CONSIDERAMOS COMO UNA apariencia el proyecto ( intencional) de una ciencia etnológica objet iva,s i tuada en un punto de vis ta "neutral" , "por encima" decualquier par t idismo cul tural , en un punto de vis ta "noe tnocén t r i co"?
Simplemente porque creemos que semejante neutral i dad es totalmente utópica y, por decir lo así , pre-cartesia-na: opera con la hipótes is de que podemos conocer a lmargen de l cogito, es deci r —si argumentamos con elconcepto de una c lase de 620 cul turas—al margen de laevidencia de que nuest ros propios pensamientos es tán ya
dados en una de esas 620 culturas, de que la ciencia etnológica es el la misma un producto cultural y, por consiguiente , que el e tnólogo sólo puede conocer c ient í f icamente desde unos pat rones cul turales que no pueden l legara "deducir lo a é l mismo" (como, según Hegel , t ra tabaKrug de deducir su propia pluma de escr ibi r ) puesto que"él mismo", y todo lo que él implica, está ya dado en el
principio del proceso de conocimiento científ ico {dialeloantropológico).
Un modo menos abs t rac to de exponer lo an ter ior eshablar de Museos etnológicos, en lugar de hablar de Cien-
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ETNOLOG ÍA y UTOPIA Ü
cia etnológica. A fin de cuentas, un Museo es a la Cienciaetnológica lo que un Laboratorio a la Ciencia natural:
parte intrínseca de la ciencia misma. Podemos explicarasí, y muy fác i lmente , un argumento que recorre pasosmuy semejantes a los que recorrió Godel en su famosoteorema, y que l imita las pretensiones reductoras de laIdea de "Cultura" del mismo modo que el teorema deGodel l imitó las pretensiones reductoras de la Idea de Forma. U n M useo e tno lóg ico es una con s t ruc ción — de la
dri l los, de m aderas— analizable, en prin cipio , según lascategorías de encuesta con las cuales el etnólogo acostumbra a proceder en el análisis de cualquier vivienda;es un objeto muy af ín a esos "objetos" cul turales quel lamamos habi taciones, templos o graneros, que el etnólogo estudia en las diferentes culturas. Pero el Museo esun "templo" en el que se custodian objetos in tocables
— tabuados , por tan to— proced entes de o tras cu l tu ras ,pero "puestos entre comillas", pese a que conserven la"textura, forma e incluso el olor" que nos l iga, a su través,con los pueblos lejanos (Lévi-Strauss, A. S., pág. 412).Pero el Museo es una cosa que no puede, salvo por broma,citarse a sí misma, porque en este caso debería contener supropia maqueta y a nosotros en ella, y así ad in^initum.
Luego existe por lo menos un "objeto cul tural" que nopuede contenerse en n ingún Museo: e l Museo mismo;hay por lo menos un producto cul tural que no per teneceal cam po de la E tno log ía: la propia Etno logía.
U n M useo "viv iente" — con nat ivos autént icos— , unMuseo de Hazclius, "al aire libre", llevado al límite, deja
de serlo para convertirse en una reserva, como la delMundo feliz de Huxley, más próxima al concepto de parque zoológico. Cuando se dice que los Shil luk o los Dinka,del Alto Nilo, se mantenían "fosil izados" hasta hace muy
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34 GUSTAVO BUENO
poco en el estadio anterior a la instauración de la divinamonarquía de Menes y que "en ellos tenemos un Muscoviviente que suplcmcnta y vivifica a las vitrinas de pre-historia de nuestras colecciones" (Cordón Childc), se estánegando precisamente e l concepto de "ÍMUSCO" — q u ejuega aquí tan sólo como una metáfora— por la sencillarazón de que los colonizadores, o sus médicos o misione-ros, incluso saltando por encima de esa "vocación" verda-
deramente "museológica" que caracter izó en gran medidael estilo del colonialismo británico (en tanto tendía areducir a los pueblos colonizados, "respetuosamente", a lacondición de Museos vivientes), l levan consigo siemprela tendencia a contagiar a ios indígenas con sus costum-bres, es decir, a "destruir el Museo". La Etnología nopuede t ra tar con e l "presente" histórico (ver más ade-
lante), porque en este presente las figuras del Museo vi-viente, l legan a tener, más o menos lentamente, relacionessimétricas con los visitantes, relaciones prácticas, capacesde poner en peligro la vida de los visitantes mismos.
¿Cómo sería posible l iberarnos, en resolución, de todoetnocentrismo para alcanzar el punto de vista de la máspura neutralidad. ' Debemos tener en cuenta que semejante
l iberación de la perspect iva de "nuestra cul tura" supondríala liberación de toda cultura, que nos depararía la pers-pectiva neutral , la perspectiva absoluta. Pero esta perspec-tiva absoluta — llamém osla la pers pectiv a cero, la que nose sitúa "en ninguna parte", o, lo que es igual, la que sesi túa en una ol ímpica "quinta dimensión"—es un con-ce pt o m etafísico, si se tom a en su sentido p osit iv o: paradecirlo con Leibniz, es "el punto de vista de Dios". Dioscontempla desde las alturas, sobre la faz de la Tierra, alos hombres que se agitan encapsulados en las propiasformas cul turales que han construido: e l e tnólogo que
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ETNOLOG ÍA y UTOPIA JS
co nc ep tú a m ctafísicanicnte su propia ciencia es, en rigo r,
una variante de quien se cree situado en la perspectiva
divina —el gnosticismo— o bien, más modestamente, de
quien se cree l iberado de toda perspect iva cul tural con
cre ta — es de cir, el nihilismo, el escepticismo. Que es , por
cierto, un "patrón cultural" , o, s i se quiere, una inst i tución,
un algori tmo mucho más caracterís t ico del "área de difu
sión helénica" que de la de los xvinnehago o de los avia-zulus
adoradores "con reservas" deUnkvlunkulu,
dequienes habló hace años Paul Radin.
Lo qu e m uch os etnólogos llegan a considerar co m o la
peculiar sabiduría de su "perspect iva etnológica" —una
sabiduría reductora, que oponen a la de los demás cient í
ficos y a la de los filósofos— es, sin em bar go , una sab i
dur ía transcendental (no científico-categorial) y, por ello,
puede ser ofrecida como al ternat iva al "etnocentrismo"filosófico. Pero, desde supuestos materialistas, semejante
sabiduría es, más que transcendental, el límite de toda
tra ns ce nd en tali da d: es la sabiduría teológica (g nosticismo)
o la sabid uría esc éptica (el nihilismo) bajo la form a asép
tica y "científica" de un neutralismo nivelador. Tanto la
una como la otra son sabidurías de cuño filosófico "helé
n i c o " , aunque en su posición límite, aquélla en la que la
propia sabiduría se destruye. El gnosticismo es el límite
nieta físico de la sab idu ría filosófica. El es ce ptic ism o es su
límite negativo, crít ico. Ambas destruyen la Filosofía a
partir de ella misma. La primera, porque cree "saberlo
t o d o " ; la segunda, porque dice, de acuerdo con su "algo
ri tm o" , no saber nada. Pe ro la Fi losofía — en c uy o seno
se conf iguró p rec isamente e l "arg um ento e tn oló gic o" :
basta recordar a Jenófanes, que sabía que los etíopes re
pres enta rían a sus dioses en n eg ro — se recup era co n la ne
gación de aquellos límites, con lo que Marx llamaba la
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56 GUSTAVO BUENO
"crítica de la crítica crítica", porque, efectivamente, aun-
que hay muchas cosas en el mundo que no caben en mifilosofía, también es verdad que si todo principiante es
un escéptico, todo escéptico es un principiante.
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38 GUSTAVO BUENO
dirección hacia la cual nosotros apuntamos aquí. Pero tam-
poco es menos cierto que el mecanismo de la "i lusiónetnológica" está siempre dispuesto, y en nuestros días, con
el auge de la l lamada "Antropología" o "Teoría general
de la C ul tur a" , func ionan do a toda m áquina. Po r este
motivo, aunque nuestro resultado no va ser el descubri-
miento de algún objeto inaudi to, como campo de elección
de la Etnología, sí va a exigir una reorganización original ,
usque ad fundamenta, de todo el material en l i t igio; por-que los idola theatri generados por tan i lust res etnólogos,
víct imas de la "i lusión etnológica", han confundido y
enredado de tal manera la verdad y el error, que volver a
despren der los equivale — para con t inuar la imagen ca r te-
siana— a tallar de nuevo la cabeza de una Minerva a partir
del bloq ue calizo que fraguó a su alred edo r, e nvo lviéndo la
por entero. En todo caso, no t ratamos tanto de alcanzarla determinación del objeto de la Etnología , cuanto de
descubrir las funciones críticas de esta asignación y los
efectos que tiene la desconsideración de la misma.
Pero este "objeto categorial" de la Etnología es ne-
cesar iamente un producto cul tural y , más precisamente,
un "producto" de la cul tura civi l izada. ¿Cómo escapar al
a rgumento de l etnocentrismo}
En el párrafo anter ior he desarrol lado argumentos
contra las pretensiones crí t icas del concepto de etnocen-
trismo desde una estrategia ad hominem. Pero dada la
amplia difusión que el concepto de etnocentrismo ha al-
canzado, en cuanto concepto f i losóf ico t ranscendental —en
el m arc o de posiciones relat ivistas— m e pare ce indispe n-
sable proceder al análisis del concepto en su propia es-
t ructura lógica. El concepto de etnocentrismo es uno de
los conceptos centrales, en el plano categorial , de la cien-
cia etnológica, en cuanto inst rumento cr í t ico.
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 39
V.\ concepto mismo de ctnoccntr ismo puede ser dialéc
t icamente reducido a sus justas pro po rcio ne s— rec or ta nd o
sus pretcnsiones de Idea crítica total— rec on oc ien do la
posibilidad de ciertos productos culturales cuya esencia
"etnocéntr ica" consist iera, precisamente, en dejar lo de ser .
lal cs pro du ct os cultura les son las "ve rdad es científ icas".
I .a crítica a la "crítica ctnoccntrista" se basa en realidad
en la circunstancia de que la nivelación de todas las cul
turas-— en aras de la objetividad y neu tralidad episte m ológicas—, es precisamente una posibilidad (límite) de nues
tra "cultura", en cuanto cultura lógico-universal . Pero
esta posibilidad es abstracta y, una vez utilizada, debe ser
rectif icada. La nivelación de las culturas origina un ver
dadero concepto genér ico precisamente cuando las cu l
turas .se asumen a su nivel genérico, a saber, el nivel de
la barbarie (ver más adelante). Pero este nivel se alcanza alprecio de la abstracción de las relaciones realmente asi-
viétricas que se establecen entre las culturas cuando al
gunas van entrando en un curso histór ico. Al tomar cada
"cultura" como simple elemento de una clase porf ir iana,
distr ibutiva, el concepto de "Cultura", logramos, s in duda,
elevarnos a una perspectiva real, pero a costa de dejar
fuera del cua dr o la ord en ac ión misma de las cu ltura s, ba
sada sobre relaciones asimétricas que en un concepto clase
deben ser abstraídas, pero que no por ello son menos
reales. El concepto de "asimetr ía" entre las culturas cubre
muchas relaciones. Me limitaré a sugerir las más directa
mente emparentadas con e l concepto de "etnocentr ismo".
F.l etnocentr ismo, como concepto cr í t ico absoluto, seconstruye, en rigor, sobre la abstracción de la asimetría
característica de ciertas relaciones entre las culturas, ele
vándose a un plano en el cual estas relaciones aparez
can como simétr icas. La construcción de una relación
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ETNOLOG ÍA y UTOPIA 41
o Morgan con los scnckas, no hubieran escrito sus res
pectivas obras.
La verdadera razón por la cual la "nivelación" de las
"620 cu l tur as" — indep end ientem ente que una de e llas, la
"occidental", sea considerada como una de tantas o, por el
con trario , sea interpretad a com o la cul tura superior— no
constituye una base suficiente para erigir el einologismocomo instancia crít ica radical, que aplica "transccndental-
m cn tc" el a rg um ento — catcgoria lmente vá l ido— del "e t -
nocentrismo", no es otra sino el carácter lógico-formal de
cada uno de los elementos de esa clase distributiva consti
tuida po r el co nc ep to de "C^ultura". N o p or estar ge og rá
fica- y aun his tóric am en te aisladas unas de otra s, las
"cul turas" son menos abstractas, menos fenoménicas. Al
in terpre ta r las como unidades, a efectos del "arg um en to
etnocéntr ico" , se las sustantifica —se las piensa por mediodel esquema de sustancia metafísica. Y, si esto es así, el
argumento etnocéntr ico resul ta estar inspirado en una hi-
póstasis metafísica del concepto de cultura. Y esto ocurre
incluso cuan do se conc ede — com o conce de Lcvi-Strauss,
consumando la "crí t ica de la cr í t ica" del argumento etno
cén tr ico desde la Etno logía— que la "cu l tura occid ental"
no es una cultura entre otras, sino la cultura superior, noya po rq ue las demás cul turas le oto rgu en espontáneam ente
esta dignidad, sino porque acaso la "superior energía" de
la cultura occidental le ha permitido "forcer le consente-
m e n t " (Race et Histoire, ed. Gonthicr, pág. 54). Pero no
se trata tanto de discutir si una cultura es o no es superior
a otras, si es mejor o peor que las otras, o que carezca de
sentido la discusión desde la hipótesis relativista de la ni
velación de las 620 culturas. Lo que desde el punto de
vista del análisis lógico filosófico quiero poner en duda no
es tanto la equivalencia de las culturas, o la eventual
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42 GUSTAVO BUENO
superioridad de alguna sobre las demás, sino la realidad
misma de esas culturas en cuanto unidades de atribución
de este t ipo de relaciones, en cuanto unidades configura
das en un plano superior al plano fenoménico. La crít ica
al concepto metafísico de etnocentrismo consiste esencial
mente en la negación de la posibilidad de la nivelación de
las "620 culturas" —incluida aquélla desde la que se ejecuta
la nivelación— es decir , la negación del co nc ep to de C ul
tur a com o con ce pto clase y la susti tución de ese c on cep to , o, al menos, de una gran parte de su extensión
lógica, por el concepto de un individuo, de un "universal
concre to" , h is tór icamente desar ro l lado . '
El análisis de la estructura lógica del concepto de "Cul
tura" en su uso efectivo, arroja como resultado que las
"620 cul turas" no const i tuyen la extensión de un concepto
p o r f i r i a n o —c u y a intensión constase de 10.000 rasgos o
pautas, y que distributivamente pudiesen considerarse par
ticipados por los elementos de la clase (aun agregando el
concepto de "participaciones defectivas", que es la forma
lógica consti tutiva de conceptos tales como el de "culturas
atécnicas") .
Más bien será preciso recurr i r a un t ipo de estructuralógica no porfiriana ni distributiva, la estructura matricial
de los "géneros combinatorios a tr ibut ivos", s i queremos
formular más adecuadamente las relaciones reales entre
esos momentos de la cultura que el etnologismo organiza
por medio de los conceptos de intensión y extensión p o r -
firianos. (Por supuesto tampoco se trata aquí de negar
la validez de los conceptos porfirianos en el campo de la
cultura, sino de determinar los límites de esa validez. Estos
límites —tal es la tesis que defiendo— coinciden con la
Idea de barbarie).
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 45
"razón"? El concepto racional que aparece inspirando
esta "apariencia" que es la "cultura occidental", en cuanto
"cultura universal" ¿no debe de ser coordinado precisa
mente con la Matriz misma en su conjunto, más que con
alguna de sus filas o con alguna de sus columnas? Si la
llamada "cultura occidental" es superior, pongamos, a
la cultura babilónica —y, más en concreto, puesto que la
"cultura universal" en cuanto Idea matricial realizada his-
tóricamente, como un individuo concreto, si la "culturahelénica" resultó ser más potente que la "cultura babiló
nica"— ¿no es sencillamente debido a que la ha asimila-
do —o en la medida en que la haya asimilado? No basta
siquiera decir que "la cultura griega no estuvo aislada",
sino que recibió la influencia de las culturas circundan
tes— "influencias que cada vez son mejor conocidas".
Porque de este modo, se sigue prisionero de la hipóstasis
de las filas, si bien compensada por el concepto de las
"influencias". Se opera entonces confundiendo planos di
ferentes, por ejemplo, el plano de las unidades geográficas
(más próximo a las "filas" de la matriz) y el plano verda
deramente matricial de la intersección de filas y columnas,
correspondientes, en la realidad, a un individuo que se
desarrolla en un espacio de cuatro dimensiones. Más exac
to sería decir que la cultura griega es el conjunto de esas
influencias —la astronomía babilónica, el alfabeto feni
cio...— en cuanto combinadas con otros rasgos de las
columnas según el modo de lo qvic llamamos una cultura
"universal".
En resolución, la "nivelación de las culturas" —operación en cierto modo constitutiva de la propia catcgori-
cidad etnológica— no significará tanto una nivelación de
las culturas en cuanto tales, sino en cuanto culturas dife
rentes de la nuestra —a saber: aquella en la que subsiste
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46 GUSTAVO BUENO
la propia racionalidad científica, y, por tanto, la Etnología
como ciencia . La "nivelación" de cul turas se producirá apropósi to de ciertos componentes genéricos de las cul tu-
ras — com po nen tes g enérico s q ue han dado lugar a reali-
dades culturales, a saber, las culturas bárbaras. Pero rias-
otros —los "civilizados", que hacemos ciencia, y ciencia
etnológ ica— nos const i tuim os sobre la barb arie , m ediante
la negación de su estado genérico, es decir, mediante el
"alejamiento" de su es tado genérico. De este modo, lacaracterís t ica de " lejanía" y "extrañeza" atr ibuidas ordi-
nariamente al material e tnológico, dejan de ser impre-
siones subjetivas e irrelevantes, para comenzar a ser pro-
piedades de objetiva significación epistemológica. (Véase
injra, § X ) .
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V I
D I S C U S I Ó N D E U N A D E F I N I C I Ó N CATEGORIAL
DF. F T N O L O C Í Í A
F'i, "PUNTO DK VISTA KTNOI.ÓCICO" no se constituye por laluz reflejada desde una "perspectiva transcendental" —laIdea de "Cultura" o la Idea de "Hombre"— sino precisa-mente por la luz reflejada desde una perspectiva catego-
rial-critica. ¿Cuál es ésta?
Me permito encarecer la importancia de este plantea-miento, cualquiera que sea la solución que se adopte: elde la necesidad de asignar a la Etnología una perspectivacategorial , si verdaderamente la F' tnología es una cienciapositiva, y la negación de que las Ideas de "Cultura", o de" H o m b re " s e a n categorías susceptibles de erigirse en ob-
jetos formales de ciencias positivas.Pero una cosa es convenir en este modo de plantear
el problema de la definición de la Etnología, y otra cosabien distinta es estar de acuerdo con la categoría concre taque debe serie asignada. En cualquier caso, las discusionesen torno a la adecuación de las diversas categorías quepuedan serle propuestas, ya se moverían en otro terreno y
estarían al resguardo de las paradojas inherentes a las de-finiciones de una ciencia positiva por asignación de cam-pos de estudio t ranscendentales. Más aún: hay propuestasque, consideradas en abstracto, pueden parecer simples
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 49
derechos" de la Etnología sobre las sociedades actuales,
si se toma la expresión "sociedades primitivas" en su sen
t ido directo. Poir icr no quiere que la Etnología sea una
"Arqueología social" (pág. 532). La solución es obv ia :
la Etnología no se preocupará tan to de "los primit ivos" ,
cuanto de la primitividad (pág. 529). Y ¿qué es la pri-
viitividad} Pensamos de inmediato en té rminos "evolu
cionistas" , como los de la Ancient Society de Mo rg a n .
Pe ro nos confundimos. Poi r ie r const ruye su c o n c e p to
de primitividad al margen de prejuicios evolucionistas o
historicistas, desde los cuales tendría sentido, por ejemplo,
hablar de "residuos primitivos en la sociedad industrial
avanzada". En realidad, aunque Poirier no cite siquiera
e l nombre deTónnies —tampoco aparece c i tado en n in
guna otra parte del abundante Manual— el concep to de
primitividad sigue muy de cerca al concep to de Gemeins-
chaft ( " C o m u n id a d " ) en cuanto opuesto a Gesellschajt
( la "Colect ividad" de Poirier). '^ Sinduda , la distinción
le viene a Poiricr a través de Lévi-Strauss y de Durkheim
("soc iedades orgánicas" /"soc iedades mecánicas") . " Pero
basta cotejar las tablas de rasgos diferenciales entre Co
munidades y Colectividades que ofrece Poirier y las de
Tónnies . Ahora b ien : la peculiaridad de Poiricr es insist i r —en la línea de Lévi-Strauss— en la coordinac ión b iu-
n ívoca ent re "Pr imi t iv idad" y " C o m u n id a d " , a efectos de
determinar el objeto de la Etnología .
U n a " c o m u n id a d " esuna sociedad "autent ica" , de v o
lumen pequeño , en cuyo ámbi to la comunicac ión es di-
recta —mantiene la "oral idad"— y cuyos pa t rones de
conducta t ienden a reiterarse (loque habría que poneren conexión con el "conscrva t i smo" de los"pueblos pr i
mit ivos") . Pero las comunidades se producen t ambién en
el seno de la sociedad "mecánica" , " inautcnt ica" . Por eso.
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perspectiva etnológica, salvo que se haga consistir esa vir-
tualidad crítica en el programa de descubrimientos de
la "inautenticidad" —tan metafísica— inherente a las "co-
lectividades":
1." No es adecuada. Ciertamente, el concepto de co-
munidad cubre gran parte de las sociedades primitivas.
Pero ni toda "sociedad primitiva", aunque sea comunita-
ria, pertenece al campo de la Etnología, ni toda comunidad
es primitiva (salvo un gratuito giro en el uso de la pala-bra en cuestión). Las bandas de honn'nidos del alto pa-
leolítico, deberían .ser clasificadas como comunidades, en
el sentido de Poiricr; pero su estudio corresponde a
los arqueólogos y jirehistoriadorcs, no a los etnólogos.
Las comunidades constituidas en la sociedad industrial
—la tripulación de un trnn.satlántico, o un club cientí-
fico— son estudiadas por la Sociología (Microsociología
o Psicología social). Sin duda, un etnólogo puede intere-
sarse por estas comunidades, pero también puede interesar-
se por un hormiguero y, desde luego, por el sistema solar.
De estas excursiones, podrá obtener sugerencias abundan-
tes ; pero estas sugerencias serán etnológicas cuando se
traduzcan en conceptos sobre sociedades bárbaras, no so-
bre sociedades animales o sobre conjuntos planetarios —
en cuyo caso el etnólogo sería bien venido como zoólogo
o como astrónomo.
2.° No es crítica, porque el concepto de "inautenti-
cidad" con el cual opera es ideológico. Si "autenticidad"
se utiliza simplemente como característica de las "comu-
nidades", decir que las "colectividades" no son "auténti-cas" es decir sólo que no son comunidades. Pero tanipoco
las comunidades son auténticas, si sobreentendemos:
"auténticas colectividades". Sólo cuando a la expresión
"autenticidad" se le acopla un juicio de valor, cobra su
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ETNOLO GÍA Y UTOPIA 53
estas semejanzas eran o no correctas ; tampoco eran correc-
tas la mayor parte de las leyes de la mecánica que propuso
Descartes y, sin embargo, sentó con ellas, en gran medida,
el método de la nueva Física). Pero de esto hemos de
t ra tar , aunqu e brev em ente , más ta rde (^ X II) .
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 57
p u e b l o s e n laH i s t o r i a d e l M u n d o . Y laH i s t o r i a s ó l o a p a
r e c e c o n la c o n s n t u c i ó n d e l E s t a d o . T a l e s la t e si s c e n t r a l ,
q u e H c g e l e x p o n e en la introduccióti a su Filosofía de la
Historia ( s o b r e t o d o , e n su c a p í t u l o I I I ) .
U n a v e r s ió n m o d e r n a d e l c r i t e r i o h e g c l i a n o — e l E s
t a d o — d e d i s t i n c i ó n e n t r e lacultura histórica y la cultura
no histórica ( d i g a m o s : s a l v a j e y b á r b a r a ) es el c r i t e r i o ,
t a n t e n a z m e n t e d e f e n d i d o p o r G o r d o n C h i l d e , d e la Ciu-
dad ( p a r a H c g e l , e l c o n c e p t o d e E s t a d o i n c lu í a m u y e s p e
c i a l m e n t e l a s . C i u d a d e s - E s t a d o a n t i g u a s ) . " En su m i s m a
l í n e a , R o b e r t R c d f i e l d . "
M e p a r e c e o p o r t u n o s u b r a y a r a q u í el h e c h o de q u e
M a r x h a y a s i d o u n o d e lo s p e n s a d o r e s q u e m á s p r o f u n d a
m e n t e h a n p e r c i b i d o la s i g n i f i c a c i ó n d e laciudad e n u n o s
t é r m i n o s no m e r a m e n t e " e m p í r i c o s " o " p o s i t i v o s " s i n o
t a l es q u e e n c a r n a n , a u n q u e " v u e l t a d e l r e v é s " , la I d e a h e -g e l ia n a d e l c n f r e n t a m i e n t o d e l E s p í r i t u y la N a t u r a l e z a .
Y p o r c i e r t o , lo s t e x t o s e s e n c i a l e s d e M a r x al r e s p e c t o n o
p e r t e n e c e n a la é p o c a a n t e r i o r a la " r u p t u r a " q u e A l t h u s -
s c r h a t e n i d o a b i e n s e ñ a l a r , s i n o a la f a s e m i s m a d e m a d u
r e z . E n l o s Fundamentos d e 1 8 5 7 , M a r x e x p l i c a a s í e l p a s o
d e la primera a la segunda f o r m a dep r o p i e d a d : " L a c o
m u n i d a d es a q u í t a m b i é n la p r i m e r a c o n d i c i ó n . P e r o ad i f e r e n c i a de n u e s t r a p r i m e r a f o r m a no es la s u s t a n c i a
d e la c u a l lo s i n d i v i d u o s s o n m e r o s a c c i d e n t e s . . . C o m o
b; i sc , e l l a n o s u p o n e l a t i e r r a s i n o l a c i u d a d ...L a s u p e r f i c i e
c u l t i v a d a r e p r e s e n t a el t e r r i t o r i o de la c i u d a d ; n o , c o m o
e n el o t r o c a s o , la a l d e a c o m o s i m p l e a p é n d i c e de la
t i e r r a " . "
2 ." L a s " c o o r d e n a d a s m a t e r i a l i s t a s " del c o n c e p t o de
" c u l t u r a b á r b a r a " se e n c u e n t r a n , p o r t a n t o , en el p r o p i o
M a r x , en su e s q u e m a , r e c i é n c o m e n t a d o , de las formas
d e p r o p ie d a d — c o n c e p t o de forma q u e s ó l o p u e d e ser
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 59
lógicas, en la trad ició n filosófica — pe ro las Ideas qu e
actúan y controlan el concepto de la "segunda revolución"
(La Revolución urbana) como cr i ter io de un nuevo nivel
de la "evolución del Espíritu" permanecen todavía en la
p en u mb r a .
En efecto : La "pr imera revolución" cor responde a lo
que , con lenguaje metafísico, se presenta a veces como
el proceso de "emancipación" del "hombre" por respecto
de la "N atura leza " — proceso tan mís ticamente presentadopor el propio Lévi-Strauss, a vueltas con el Incesto, en
Les structurcs élémentaires de la párente—, " al proceso
de "cx-sistcncia" del hombre con respecto a "sus causas
naturales". Para todo aquel que ila por descontado lo ab
surdo de pensar a l "hombre" como "emancipado" de la
Naturaleza, para todo aquél que niegue el concepto nieta-
físico de "Espíritu", aun en la versión de Tcilhard deChardin, porque piensa que, en algún sentido —no en
todos— la "N atura leza " juega respecto del " H o m b re " la
función del "Todo" respecto de la "par te" —en el sentido
de las partes de los recintos contemplados por e l Pr imer
principio de la Termodinámica— la cuestión estriba, si no
se quiere "borrar" la f igura misma del "hombre" de refe
rencia, en cuanto opuesto al "resto" de quien depende,
en realizar una Idea (dialéctica) capaz de conciliar la po
sibilidad del sostenimiento, por vía causal, y recurrente, de
lo que figura como una parte (el "hombre") en el seno
de un Todo ( la "Naturaleza") que la penetra por com
ple to . T al es el significado de "N atu ra lez a" , en el ma rco
de "nuestra" Termodinámica, aunqvic no lo sea así, al pa
recer, en el marco de la cultura del canaco del que nos
habla Leenhardt en Do Kavto. Esta Idea es un esquemaontoló^ico que hoy está ampliamente difundido, como
esquema ontológico causal, gracias a la extensión de
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60 GUSTAVO BUENO
ciertos conceptos cibernét icos . Y es es te esquema ontoló-
gic o causal, si no me e qu ivo co , el qu e confiere significación
filosófica a lo qu e d e otr a sue rte sería una trivialidad ciu -
pírica, a saber, el criterio de la "P ro du cc ió n de alim entos".
Más aún: si este concepto se configura como tal —sin
quedar di luido entre otros rasgos del plano empírico des
criptivo, junto con la cerámica o la piedra pulimentada—
es precisamente porque "real iza" en el campo antropoló
gico el esquema ontológico en cuestión —como lo realiza,
en el campo de la zoología de los vertebrados, el concepto
de la " termorregulación". Ello explicaría también la ant i
güedad de es te cri ter io —en cuanto l igado a la "autopro-
ducción" y al concepto de " l ibertad"— para diferenciar
la vida animal y la vida humana. Y no está de más recor
dar aquí que fue Hegel, el idealista, uno de los pensadores
modernos más familiarizados con este criterio, que, porotra parte, llegará a constituir una tesis central, tras la
Umstülpung, del marxismo. "Kl lobo —dice F.ngeis— no
deja viva, como el cazador, la cierva llamada a suminis
trarle el cervatil lo en el año venidero". ^" Si estos pensa
mientos —tan cercanos a la dialéctica del deseo de la
Fenomenología— se desc one ctasen de la Idea ontológic;i
que los anima (y el genio de Fngels propendía a desconectarlos mucho más de lo que permitía el genio de
iMarx) se desplomarían en triviales constataciones empí
ricas.
Pero las Ideas ontológicas que actúan tras el criterio
de la "segunda revolución" ( la "Revolución urbana") ape
nas han sido nombradas \wv la Filosofía académica y, en
consecuencia, el uso que se hace de ellas es muchas veces
tan certero como "incf)nsciente". F,n el párrafo siguiente
(& 8) intentaré aproximarme a una de estas Ideas, por
m ed io de un ;málisis de la Idea de I'ransitivid ad .
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V'HI
C O N S T R U C C I Ó N DE LA IDEA DE"CULTURA BÁRBARA"
A N T E UNA IDF.A COMO LA ni, "Cultura bárbara", el con-
vcncionalista p r o p e n d e a ver, s implemente , un a g r e g a d o
de rasgos dcscriptiv(is, ligados sin duda unos con o t r o s ,
pero separados de los d e m á s estadios por f ronteras "con
vencionales" , como se separan las regiones geográficas alaplicarles la ret ícula de los paralelos y los meridianos . Pero
desde una perspect iva "real is ta" —como la que a q u í a d o p
to— un "es tadio" —un momento, una figura— p u e d e ser
algo más que una u n i d a d c o n v e n c i o n a l ; d e b e e n c e r r a r
también una "unidad real" , ontológica . Adviértase que la
"rea l idad" de esta unidad incluye, tanto o más que la co-
nexión entre sus partes (que el convencionalista suele de-
fender) la separación con otros estadios o "fases", según
cri terios capaces de establecer un " c i e r r e c a t e g o r i a l " . T a m
bién en la serie de los vertebrados, pese a la cont inuidad
física de unas especies a otras dis t inguimos, como "está-
tíos", los peces, los anfibios, los reptiles, las aves. La " c u l t u
ra bárbara" es una especie o clase de cul tura en el sentidoen que los rept i les puedan ser una clase —o especie, o gé-
nero subal te rno, en la terminología porfir iana— de v e r
t e b r a d o s . A u n q u e de ellos hayan surgido los mamíferos ,
los reptiles instauran un "nivel o m o m e n t o b i o l ó g i c o "
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62 GUSTAVO BUENO
peculiar, en el que se contiene la recurrencia de su
m orfología, el "círc ulo niend eliano" (D ob zha nsk y) etc . ,y el "cnfrcntamiento" con las otras clases. La Idea de
"C ultur a bá rba ra" es también principalm ente el resul tado
del "enfre nta m ien to" de la cu l tura urba na, y del salva
jismo. El "cnfrcntamiento crít ico" de la civilización con
tra la bar bar ie, po dría pa rang ona rse co m o la versión cu ltu
ral del propio proceso biológico genético por el cual los
mann'feros se oponen a los reptiles, de los cuales brotaron,s in embargo.
P e ro , salvo que se mantenga un "agregacionismo" ra
dical , un atomismo cultural absoluto, tanto los convcncio-
nalistas en materia de estadios, como los realistas— que
pueden, en cambio, suscribir ampliamente muchos resul
tados de los "agrcgacionis tas"— suelen sobreentender que
los rasgos propios de cada estadio están trabados entre
sí, y muchas veces según el esquema causal. El fuego,
descubierto en el estado medio del salvajismo, sería la
causa de que los peces resulten comestibles, aunque tam
bién —sugiere Engeis— hay una suerte de causalidad in
versa. Se comprende entonces la tendencia a buscar "pri
meras causas" (dentro del universo del discurso en que
nos movemos). El "materialista" buscará estas primeras
causas en el cam po de la Biología o la T ec no lo gí a — en
ge ne ral : en las relaciones "radiales" que los "h om br es "
guardan con el medio natural (H-N). El " ideal is ta" bus
cará estas causas en el campo de la conciencia (" imagina
ción creadora", "razones de orden moral" de Redfield)
— es decir, en gen eral, en las relaciones " cir cu lar es" ( H -H ) qu e m antienen unos individu os con los dem ás. ^' Otr as
veces se prescinde de la cuestión causal y se presenta la
"unidad ontológica" en té rminos "es t ruc tura l i s tas" , o " fun-
cionalistas" o "mixtos". Casi nadie se atreve a sostener la
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 6?
unicidad de la causa: se citan varias causas primeras, con
juntadas por el azar—o, ai menos, por motivos exógenos
al Universo del Discurso— y, componiéndolas, se pretende
ofrecer la construcción de la "unidad ontológica del esta
dio en cuestión. La famosa distuición entre "Base" y "Su
perestructura" está afectada casi siempre, en los cconomi-
cistas, de estas relaciones causales. Cuando se proponen
como causas primeras del movimiento cultural los factores
económ icos — en e! sent ido del "eco nom icism o"— todo s
los demás rasgos culturales (sociales, políticos, artísticos)
aparecerán com o efec tos — subp rodu ctos— o bien , com o
inedias para un fin (causa finalis). Cada vez se ve con ma
yor claridad hasta qué punto es un esquema tosco e ina
decuado in terpre tar a las "superes t ruc turas" como sub
productos de conceptos cconomicis tas , incluso cuando se
compensa este esquema con el de la "influencia causalrecíproca" de la superestructura sobre la base. Althus.ser
y Godelier se han distinguido en el intento de aclarar la
cuestión, pero no creo que sea viable su camino ("causa
lidad estructural"). Es cierto que buscar la causalidad pri-
niera en el piano "circular" es signo inequívoco de idea
lismo. Stalin, en su respuesta a la Kraseninnikova, percibía
como idealista la tendencia de asimilar excesivamente ellenguaje — m edio de com unicació n entre los hom bres— a
los ins trumentos de producción. Las objeciones que Jcan
Suret Canale dir ige contra el proyecto de Antropología
m arxista d e C. M cillassoux — "el análisis de las socied ade s
primitivas a partir de un modo de circulación de sus pro
du cto s"— se m antiene tam bién en esta l ínea. ^ P er o, ¿no
recae Suret (Gánale en el economicismo?
La Idea de una "cultura bárbara" —la Idea de un
nivel cultural como el que queremos designar aquí por
nicdio de la palabra "b ar ba rie "— se refiere a una "un ida d
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64 GUSTAVO BUENO
ontológica" , no meramente empír ica . Por mot ivos que
aquí es imposible desarrollar , sup ong o q ue una "un idad
ontológica" de es te género sólo puede ser formulada en tér
minos lógico-dialéct icos — y no en térm inos "es tru ctu ra-
listas" o "funcionalistas", por ejemplo. Los conceptos ló
gico-dia léc t icos inc luyen in ternamente los componentes
"circulares" (sociales , e tc .) y los componentes "radiales"
(tecnológicos, etc.) de las culturas. Por este motivo, estos
conceptos ins tauran una luz más abstracta que la quealumbra al "sociologismo" no deseado de Meillassoux o al
"economicismo" no querido de Suret Gánale. La dif icul tad
estr iba en acertar con los conceptos abstractos adecuados.
Voy a recurrir a c iertos esquemas abstractos que ut i
licé ya hace casi veinte años para redcfinir los conceptos
prim itivos de la A nt ro po log ía filosófica." Se trata de cier
tas relaciones operatorias en las cuales se genera un tipode identidad que puede servir para definir la "comunica
ción" constitutiva de la Idea de Persona. Se parte de rela
ciones "materiales" (v. gr . de expresión) que cuando se
simetrizan y se hacen transitivas, pueden llegar a construir
un esquema "material" de ^-cflexividad, con el cual puede
coordinarse e l concepto de "conciencia" , en cuanto nutr i
do exclusivamente de relaciones "sociales" pero consis
tente, a su vez, en "representaciones nocmáticas". F,n este
sistema, el contenido "material" de las relaciones define
prec isam ente los "ob jetos cu ltura les" . I>os térm ino s "r e
cortados" en estas relaciones o]icratorias son los individuos
dorados de un sistema nervioso a nivel de honu'nidos en
tanto que fuentes de una "conciencia" al imentada s iempre
de un contexto social.
E l concepto de "comunicación" , en cuanto in tcrca iu-
bio de "mensajes" a través de medios materiales, fue puesto
en circu lació n po r M auss. Lc ach ^' \ e la perspicacia de
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ETNOLOGÍA Y UTOFIA 65
Mauss en haber recono cido que el co nc ep to de "relación
social" es algo n uiy co nc ret o — a saber, la comunicación.
Pero subrayar este t ipo de concreción, al modo como
Leach lo hace, implica la disposición hacia un desliza
miento a la "Psicología social", a la disolución de la teoría
de la cultura en teoría de la Información, o dicho en tér
minos más filosóficos, en el deslizamiento hacia el Idealis
m o. Porque no se trata de proceder como si la comunicación fuese algo así como la "transmisión" de mensajes
de unos sujetos a otros por medio de los "objetos cultu
rales". La Idea de comunicación se mantendría , en este
caso, en un estado metafísico, y las objeciones de Gorgias
o de Sócrates —las que San Agustín formuló en De Ma-gistro referidas a la imposibilidad de la enseñanza como
transmisión de s ignos— conservan todo su valor . Recono
cer el valor de estas objeciones tampoco significa recaeren algún género de solipsismo, puesto que el solipsismo
acepta la tesis de la imposibilidad de la comunicación
supuesta la realidad de los sujetos o conciencias indivi
duales . Pero aquí par t imos de la negación de todo sujeto-
nietaf ís ico. Por ta nto , los "sujetos" — que tam po co pu ede n
ser negados en absoluto, sin destruir la realidad misma
de la Cultura— aparecerán como resultados, ellos mismos,
y según diferentes maneras , del propio proceso cultural .
De aquí la necesidad de un aparato abstracto —por
respeto a la Psicología o Metafísica de la conciencia,
subjet iva— para poder operar en este terreno. "Las abs
tracciones —decía Lenin— cuando son verdaderas no nos
alejan de la realidad, sino que nos aproximan a ella". ^Po rqu e se trata de recu pe rar la real idad onto lógica — y
no p sicológica, o em pírica— dada en las relaciones d ialéc
t icas de comunicación, para lo cual es preciso contemplar
las como relaciones lógico-dialécticas de identif icación.
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66 GUSTAVO BUENO
La Teoría de la Identidad —cuyos antecedentes más
inmediatos habría que poner en Fichte y en Hegel— nos
ofrece esquemas lógico-dialéct icos que nos ayudan a com
prender la unidad entre los "componentes sociales" y los
"componentes cul tura les" de la "vida humana" por una
\ 'ía con cep tual y no m etafórica : com o cua nd o se dice,
con Kroeber, que "la sociedad y la cultura son las dos
caras de una misma hoja de papel carbón" o, lo que toda
vía es más fascinante para quienes envidian los procedimientos de las ciencias exactas, cuando se propone la
"ecu ación " de H oe b el : "Sociedad hum ana = Poblac ión +
Cultura" , y se habla de un "espacio coordenado" en el
cual sus "hechos bidimensionales" se instricen en el "eje
sociológico" y en el "eje cul tural" .
Y, si no me equivoc o, el co nce pto de "M od o de pr o
ducción" —que es el concepto que Marx ut i l iza para establecer los "estadios" culturales— debe ser elevado a un
nivel de abstracción similar a aquél en el cual subsiste
la Idea de Identificación cultural. De otra suerte, el con
cepto de "modo de producción" se desplomará como s im
ple agregado del concepto " radia l" de "medios de pro
ducción" ( inc luso " fuerzas de producción") y de l concepto
"c i rcu la r" de "Re lac iones de p roducc ión" .^ En e l con
cepto marxis ta de "modo de producción", as í como en la
idea de "Producción" que implica, alientan Ideas filosófi
cas que, por cierto, apenas han sido desarrolladas en el
materialismo histórico. Marx las util izó precisamente en
un grado de abstracción filosófico —de ahí la posibilidad
de una Teoría de la alienación (que sólo tiene sentido porrespecto a la Idea de Identidad) no míst ica. Cuando se
pretende que el desarrol lo del material ismo his tórico debe
caminar en el sentido de categoñzar estas Ideas, y todas
las demás, haciendo del Materialismo histórico una ciencia
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ETNOLO GÍA Y UTOPIA 67
positiva^ como quería K. Korsch antes de la guerra, y
L. Althusser después de ella, ^ lo que se consigue es des
t ru i r e l concepto mismo de "Modo de Producc ión" . En
particular es preciso subrayar que, en la Teoría de la
Ide ntid ad, la transit ividad — que se realiza ind ep en die nte
mente en diversos planos categoriales, entretejidos en syni-ploké— es un episodio con sti tutivo del proc eso m ismo
de identificación dialéctica, que se consuma, no tanto a
consecuencia de un "esfuerzo mental" , cuanto por e ldesarrollo de las con dicione s objetivas del m od o de p ro
ducción, por la "lógica misma de la producción" por así
decir lo .
Ahora bien: e l concepto de "Sistema (mejor: sym-ploké) de términos que se configuran en el proceso de
identificación determinado por la simetrización, transit i-
vización y reflcxivización de ciertas relaciones comunicat ivas" es un concepto l ímite , y , propiamente , puede ser
uti l izado como un esquema operatorio para analizar las
situaciones dadas en el proceso cultural, en su nivel onto-
lóg ico . C om o " can on " lo u t il iza ríamos para com pre nd er
el significado ontológico de la "(Ciudad", en la que existen
las "pe rson as" , con su "m ásca ra" de ciudad anos — es decir ,
en la "Civil ización". Por referencia a este modelo es comopodemos l legar a la construcción de niveles "defectivos",
de niveles culturales que "aún no han alcanzado el esta
dio de civil ización", aun cuando nuestro esquema opera
torio prescribe que estos niveles se realicen previamente
(la reflexividad sólo puede entenderse operatoriamente, a
partir de relaciones simétricas y transitivas). *̂ T o d o u so
de las relaciones reflexivas como si fuesen originarias, pri
m itivas, es m etaf ísico : y esto se aplica tan to a las teoría s
escolásticas sobre la "conscientia sui", como al uso de la
transform ación idén tica" de la T eo ría de la estr uctu ra de
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68 GUSTAVO BUENO
Lévi-Strauss. El concepto de "cultura bárbara", en cuanto
Idea de un nivel cultural característico, lo definiremos aquí(aunque serían necesarias mayores precisiones, a otros
efectos) como una symploké, en el sentido dicho, en la
cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado
la simetría, no han alcanzado la transitividad y, por tanto,
tampoco la reflexividad.
Si utilizamos el esquema niatricial de los géneros com
binatorios—del que hicimos uso en el análisis de la Ideade Cultura— combinado con el cr i ter io de la transit ividad,
como mecanismo de transformación del nivel de barbar ie
al nivel de civilización, podemos obtener un conjunto de
resultados interesantes que ofrezco en esbozo como mues
tra de la capacidad operator ia de estos conceptos abstrac
tos. En part icular , nuestros conceptos sugieren un esquema
mater ial is ta — que deberá ser realizado em pír icam ente—
de la transición del estado de "barbarie" a la "ciudad" que
Gordon Childe no considera al estudiar el proceso de apa
rición de los especialistas full time. Gordon Chi lde per
cibe un asp ec to sin du da esencial del pro ce so , a sa be r: la
necesidad de un excedente de reserva, en los poblados
neolíticos, en las comunidades campesinas o pescadoras,para poder alimentar a los "forjadores, artesanos o sacer
do te s " especialistas jull íhne. Pero es preciso considerar
también el aspecto recíproco del proceso: que, aun cuando
una co m un idad haya llegado a un nivel dem ográfico y
económico que le permite al imentar a todo un especialista,
o a equipos de especialistas full time, en cambio no puede
absorber la totalidad del producto especial izado. Estoobliga a pensar en la necesidad de que el forjador o el
sacerdo te viaje a otras com unidade s — lo que con vier te,
por ejemplo, al mago en una especie de misionero. De
este modo, la Ciudad aparece como la "negación de una
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 69
n eg ac ió n" : el aislamiento (i . c., la no transitivida d, incluso intransitividad) de las comunidades que se mantenían "a la defensiva" o, a lo sumo, dispuestas a emprenderagresiones físicas biológicas, pero no "agresiones culturales", como puedan serlo el proselit ismo religioso, o el comercio que busca nuevos mercados, es decir que realiza latransi t ividad recurrente de una s imetría .
La Teoría de la Transi t ividad permite ofrecer un es
quema materialista, pero no empírico, de la conexión entrela universalidad propia de la civilización y la constituciónde la ciudad, sin necesidad de recurrir a esquemas idealistas t ipo Jaspcrs o Hcideggcr, que insinúan, como génesisde la universalidad, una misteriosa y gratuita "caída enla reflexión" de las conciencias en un "Tiempo-eje". Ymenos aún, sin necesidad de apelar a la metafísica hegc-
l iana del "Espíri tu del Mundo" encarnado en el Estado.Cuando no se hace USÍ) de esta Idea, en cambio, el criteriode la Ciudad, como constitutivo de la Civilización, siguesiendo empírico. Y, además, conduce al grave error depermitir representarnos el acceso a la civilización, a partirde las comunidades bárbaras, en el momento en que se hacon stituido la prim era ciudad aislada —sea Tell-es-S ultan(Jericó), sea Chatai-Hüyük. Pero una ciudad, según nuestro esquema, existiendo aisladamente no es aún una ciudad.("hatal-Hüyük es más un concepto etnológico que his tór ico. La razón es que la Idea de Ciudad implica la plu-ralidad de ciudades para que pueda tomarse como líneadivisoria entre la Barbarie y la Civilizaci(')n. La pluralidad
de ciudades es una condición dialéctica de la ciudad y nouna resultante acumulativa de ciudades ya constituidas.Cada una de las ciudades implica a otras en virtud de supropia estructura interna— en virtud de la división deltrabajo en el sentido de los especialistas ///// time, división
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 71
inadecua da. El co nc ep to de ciudad es habitualm cnte pe n
sado bajo el esquema de la clase porfiriana, incluso por
Cordón Chi ldc . I ' I lo no obs ta para que tenga que recono
cer , pero como un hecho empírico, la pluralidad de ciu
dades ("Desde luego, Ercch no se encontraba ais lada. . ." ,
dice en lj)s orígenes de la civilización, pág. 181 de la
traducción española). Pero la util ización del esquema clase
porfiriana, obliga a Ch ilde a enfo car el pro ceso de tr an s
formación de un poblado en ciudad como un proceso deevolución interna ( teoría del excedente al imenticio, con
trolado por una casta sacerdotal , e tc .) . Después, c ierta-
nientc, estas ciudades entran en relaciones comerciales,
bél icas . . . La propuesta de un diferente esquema lógico
para pensar el co nc epto de Ciudad — en cua nto co nc ep to
no empírico, sino significativo en la constitución de la
Idea de civilización— equivale a la pro pu esta de un m étodo para investigar el proceso mismo de desarrollo de
las ciuda des. N o se trata , en m od o a lgu no , de olv idar la
continuidad física del proceso de la barbarie a la civili
zación. Los niveles arqueológicos en los que Erech apa
rece ya com o una ciudad — po nga m os hacia el año 3000—
están en contacto con los niveles en los cuales ICrech es
un poblado neolí t ico. Pero el esquema matricial nos ofre
ce la posibi l idad de comprender el carácter "cerrado" de
la etapa bárbara, de suerte que, por s í mismo, un poblado
bárbaro no contiene la " transformación" capaz de elevarlo
al nivel de la Cjudad (véase in^ra S X I). N o s ofrece el
esquema para la comprensión de cómo la ciudad sólo co-
niienza a significar algo nuevo en un contexto matricial depoblados, que paulatmamente, y "por encima de las vo
lun tade s— y de los p r oy ec tos — de sus pob ladores" , se
hace capaz de modificar la contextura misma de la con
ciencia. Sólo así cobra también siunificación la escritura.
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ETNOLOGÍA y uroriA 73
tituido por las comunidades campesinas (derivadas de lo
que Redfield llama sociedad folk) se establecen las relacio
nes características de explotación económica y de domina
ción política y cultural, es decir, de asimetrías brotadas
al mismo tiempo que se extienden, en otros estratos de la
sy7i7ploké, las transitividades de relaciones simétricas cada
ve/, más sutiles. Estas asimetrías culminan en la constitu
ción de las clases económicas y, particularmente, en la
institución de la esclavitud. Pero aunque los esclavos lle
garon a ser oficialmente "instrumentos o peculia parlan
tes" —es decir, aunque oficialmente se pretendió ignorar
todo tipo de simetría con los Hheri— es evidente que a ni
vel ontológico la simetría y la transitividad se mantuvo
siempre, y la propia teoría jurídica de la esclavitud, en el
Derecho romano, debe considerarse como un potente me
canismo de bloqueo de las contradicciones dialécticas queestaban en la base de la sociedad antigua.
La Ciudad marca la diferencia entre la Barbarie y la
Civilización y por tanto es una línea divisoria entre la F.t-
nología y la Historia (la diferencia entre Etnología e
Historia es mucho más compleja y de ello hablaremos
brevemente en un próximo párrafo). A medida que las
formas culturales urbanas aparecen incorporadas a la "racionalidad política", van escapando del campo iluminado
por el foco etnológico. No son los etnólogos, sino los so-
.ciólogos y los historiadores quienes nos hablan de Babi
lonia, Roma o Alejandría. No son los etnólogos, sino los
soci(')logos quienes estudian la contextura de Londres,
Nueva York, incluso (/alcuta. Ni son tampoco los etnó
logos, sino los economistas—1,5 l'.conomía Política—quie
nes estudian las leyes de la inflación, el descuento bancario
o los ciclos económicos. I'.sto no significa que el etnólogo
pueda desinteresarse por las categorías económicas, en
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74 GUSTAVO BUENO
absoluto. Pero son las categorías económicas de la Tribu,
y no las del Estado las que considera; los trueques que
tenían lugar a oril las del Río Congo, y no los negocios de
Bolsa que se realizan a orillas del Río Támesis.
La actualidad de la Etn olo gía , en cua nto a su m aterial
se refiere, depende por tanto de la persistencia de los pue-
blos "no colonizados", en un sentido análogo a como la
"actualidad" de la Geología depende de la persistencia de
las rocas terrestres, de que estas no desaparezcan en el
curso de un proceso de fusión cósmica. Por eso no resul-
tará extraño que sospechemos s i entre los componentes de
la "nostalgia" que los etnólogos de campo suelen manifes-
ta r por los "contemporáneos pr imi t ivos" , no hay que
con tar — apar te de o t ros com pon entes más p rofundos—
simp lem ente el p ur o am or al oficio: algo así co m o el
amor del médico por sus enfermos, quiero decir , en cuantoenfermos, que const i tuyen la garantía de la recurrencia
de su material; o el amor del l imosnero por los pobres,
quiero decir, en cuanto pobres, sobre los cuales su caridad
puede ser in in terrum pidam ente e jerc itada .
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ETNOLO GÍA Y UTOPIA 77
En cualquier caso, los conceptos funcionales no suplan
tan a los conceptos genér icos. Podemos formarnos un
concepto del espacio f ísico clásico pensándolo como la
clase de todos los puntos (átomos) , pero también podemos
pensarlo como un espacio cartesiano en el que cada punto
consta como intersección de tres rectas . Ambas concep-
tuacioncs organizan un mismo "mater ia l" : pero la orga
nización es op uesta, au nq ue con co nexiones mu y precisas,
"duales". El concepto genér ico de espacio, pone en pr imer
plano los puntos (átomos) y después, sobreafíade relacio
nes en tre ello s; el co nc ep to ab stracto-fu ncio nal, pasa a
pr imer término las l íneas y, como intersección, introduce
los puntos.
Un concepto genér ico —y fenoménico— de "Ciud ad"
es un concepto clase, cuya intensión variará según las de
finiciones (para algunos sociólogos, la ciudad es un asen
tamiento de por lo menos 50.000 personas dispuesto de
suer te que pueda ser atravesado en 60 minutos) pero cuyo
esquema lógico de co ns tru cc ió n es el m ism o: las diversas
ciudades (Babilonia, Tokio, París. . .) , es decir , los términos
de la extensión del concepto, son conceptuados como
puntos geográf icos. Estos puntos gcofráficos tienen unaest ruc tur a em pírica , sin dud a, pero a su vez, esta estr uc
tura es pensada en términos dis tr ibutivos (por ejemplo,
la vieja teoría de Burgess sobre la disposición zonal de las
ciudades en círculos concéntrico.s) . Y, por supuesto, entre
las notas intensionales del concepto ^cnoiiicnico de ciudadcontamos, no solamente notas tisicalistas (ecológicas, so
ciológicas, geográficas) sino tam bién notas fcno m eno lógi-cas (p or e jem plo, la autodc finicion jurídica de las ciudad es
como municipios, con respecto a los cuales la población
se agrupa en clases disyuntas) .
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78 GUSTAVO BUENO
Un concepto abs t rac to- funcional de "c iudad" des taca ,
ante todo, la complej idad de la es t ructura interna de toda
ciudad en tanto que sólo es concebible plenamente en un
tej ido de relaciones en el cual cada ciudad fenoménica
está envuel ta . Cada ciudad es ahora un "nudo" del entra
mado social —un "gangl io" , para usar una imagen zoo
lógica— de un entramado "abier to" y, vi r tualmentc al
menos , universal. La "universalidad" se refiere a la de
aquella clase de animales que históricamente han logrado
oponerse a todas las restantes clases de animales —al menos
es éste un cri terio más preciso que el concepto de "eman
cipación de la Naturaleza". Desde una perspect iva mate
rialista es absurdo pensar en la posibilidad de que ciertos
animales "se emancipen" de la Naturaleza. Pero si por
Naturaleza se entiende, no un concepto metafísico, sino
el conjunto de los ver tebrados, salvo los "homínidas" ,entonces e l concepto de "emancipación" puede tener una
significación opcracional, que comienza con la caza y la
domesticación y termina con el enjaulamicnto de las fieras
más terribles en el parque zoológico de la ciudad. Este
con trol deb e ser efect ivo, no m eram ente intenc iona l : y
la efectividad de tal "dominio sobre la Naturaleza" supo
ne la ciudad, en cuanto nudo de una red universal de ciudades y de zonas rurales, o .salvajes. F,s cierto que sólo en
época m uy rec iente — en la época moderna— podem os
hablar de una efectividad universal en este sentido, una
efectividad en la cual el co nc ep to abstracto-fim cional se
hace a su vez visible, fenoniénico, en cuanto se realiza en
la red de carreteras, hilos telefónicos o .señales de tele
visión, que enlazan constantemente los puntos más alejadosdel "cont inuo social" . Pero es ta visibilidad es siempre
pa rcial : los con tenido s del co nc ep to abst racto de ciudad
son siempre invisibles en su conjunto, precisamente porque
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 79
este concepto está destinado a totalizar componentes pre
téritos, invisibles, o distantes de la fenoménica y visible
realidad de la ciudad, ecológicamente considerada. Por
este motivo, el concepto abstracto funcional de ciudad
es utilizable para pensar las ciudades de un pasado en el
que todavía no podía considerarse efectivamente reali
zada la "Sociedad universal". Sólo en la medida en que
determinadas agrupaciones empíricas (Sidón, Babilonia,
Mohenjo-Daro) pueden ser intcpretadas como nudos de
la red social de la Historia Universal, podremos llamar
ciudades a estas agrupaciones empíricas, ciudades en el
sentido abstracto-funcional. F.videntcmcnte, lo que esta
famos haciendo al introducir la Idea de una "Sociedad
universal" efectiva es privilegiar la perspectiva de nuestro
presente universal . Cuando retiramos esta perspectiva, en
tonces la "ciudad" es sólo una continuación de la "aldea"ne.ilítica, un habitat presidido por leyes zoológicas gene
rales. Pe ro si cada " ald ea" , hacia los años 3500 a. C ,
sigue un curso de desarrollo visual, interno, solamente
procesos de orden muy dis t into —de orden externo a
cada aldea, a sa b er : la presión de unas aldeas sobre otras
vecinas en el ámbito de una región de regadío (el Eufrates,
el Indo, el Nilo)— pueden dar cuenta de la consti tuciónde realidades de una nueva c ate go ría : la ciuda d. La C iu
dad no aparece, por tanto, por crecimiento acumulat ivo
de la aldea, sino por la interacción de unas aldeas (alcan
zando, ciertamente, un nivel de desarrollo) sobre otras.
Ksta interacción p er tenec e a un orden o ntológ ico com ple
tamente nuevo. Si las "aldeas" pueden ser adscri tas a un
t ipo ontoló gico de orden 1, di remos que la ciudad pertenece un orden ontológico de t ipo 2. Este orden lo iden
t i f icamos precisamente con un "individuo" de cuatro di
m ens ione s: la "sociedad univ ersal".
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80 GUSTAVO BUENO
La ef icacia operacional del concepto abstracto funcio
nal de ciudad es innegable. No se trata de un concepto
metafísico, sino, incluso cuando se aplica al pasado, de
un concep to regulativo, capaz de rectif icar esquemas erró
neos y de orientar la investigación histórica y sociológica
mediante el planteamiento de nuevos problemas concre
tos. Sirva de ejemplo, digamos convencional , la Ciu
dad-Estado del mundo ant iguo. S i contemplamos es te
m un d o, co m o es f recuen te, desde la perspectiva ( fenom c-nológica, en pr imer grado) de Platón o Aris tóteles , nos
inclinaremos a descr ibir lo com o un "con jun to de ciuda
des" , autárquicas y autónomas, que mantienen poster ior
mente relaciones entre sí . Platón, en el octavo libro de
Las Leyes diseñó un modelo de ciudad ideal de escala
cier tam ente "fe no m én ica ": no debía sobrepasar los 5.040
habitantes y debía permanecer en lo que hoy l lamamos
"estado estacionar io" (vid. Lutfal la , VEtat stationnaire,
pág. 8 § 5). Y podríam os pensar que este m odelo platónico
no es otra cosa sino el reflejo de la es truc tura profun da de
la sociedad antigua. Nada más erróneo. Platón no refleja la
es tru ctu ra de la sociedad antigu a, sino qu e ofrece un p ro
grama de organización administrativa de la sociedad esclavis ta helénica—y la organización adminis trat iva es sólo un
momento (en el sentido de íhisserl) de la civilización helé
nica. Por ello, cuando, empujados por la realidad de las
relaciones interurbanas (en especial, por el incremento de
la mano de obra esclava) Alejandro y sus sucesores edifican
Estados supraurbanos ( los Lagidas, ios Scleucidas, los
Ptolomeos y, también, Roma) no son las piezas o partes
autónomas (las ciudades antiguas) las que se ensamblan en
una totalidad nueva, sino que es más i)icn esta totalidad
preexis tente la que se reorganiza adminis trat ivamente.
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86 GUSTAVO BUENO
un resul tado ver dad eram ente d ialéct ico, a sab er: que el
concepto abstracto de ciudad se realiza sobre todo en las
formaciones que fenoménicamente corresponden a l "cam
p o " y , rec íp rocamente , e l concep to func iona l de "campo"
se real iza en las ciudades "fenoménicas" , en cuanto dotadas
de "au tonomía" y "au ta rqu ía" . La opos ic ión c iudad /cam
p o , se nos revela , de es te modo, como una oposición mu
cho más profunda de lo que pudiera corresponder a una
oposición meramente empírico-his tórica. Los propios circui tos causales cerrados deben categorizarse en el concepto
"abs t rac to" de "campo" —y esos c i rcu i tos pueden pro
ducirse en el seno de sociedades de un elevado nivel tec-
nol(')gico o político (el ideal de la Polis platónica es un
ideal ciertam en te aldean o, co m o lo es, en gene ral, la Idea
nusm a fenom énica de la ciuda d com o re cin to suficiente
para que el ciudadano alcance la plenitud de sus derechosy el límite de su conciencia histórica.
4. F,l sistema dialéctico de las relaciones de oposición
entre c iudad y campo que es toy bosquejando puede
acog erse a un m od elo simplificado, que designaré p or m o
delo Me (modelo cícl ico). Me puede reducirse a cuatro
clases de términos: a. A, b, H, relacionados de tal suerte
( |ue unos se articulen a los otros bien sea inmediatamente,
bien sea metliatamente ([)or la mediación de terceros tér
minos del conjunto original , en la forma de productos
relativos). Articulación significa aquí cualquier tipo de re
laciones que entre los términos puedan establecerse siem
pre y cuando estas relaciones ,se piensen como ordenadas,
es i lecir , como precediéndose y sucediéndose las unas alas otras. Si esta sucesión es temporal, "articulación" com
pren de tan to la acción real de algún térm ino sobre ot ro
(moldeándolo de algún modo), cuanto la "acción ideal"
(en el ordo cofrnosccndi) por virtud de la cual tni término,
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 87
al art icularse con otro, lo declara y determina contex-
tualniente .
Me se const i tuye como modelo dia léct ico cuando sedan las siguientes condiciones:
1) Sus cu atr o térm inos están opue stos dos a dos según
dos cri terios diferentes, pero que también deben darse
combinados .
2) A nt e to do , la oposición t iene lugar según un c ri
terio lógico, que funda las parejas de opuestos (a/b) y
(A/B) en cuantos separados por una negación. Por eso
podríamos l lamar contradicción a esta prim era fo rma de
oposición.
3) En seg un do lugar, un cri terio epistemológico, que
da lugar a los pares opuestos (a /A) y (b/B). En vir tud de
este segundo tipo de oposición, los términos quedan sub-
sumidos o reducidos a su opuesto respectivo. Por esopodríamos designar este t ipo de oposición como subopo-sición.
4) Po r últ im o, la com binac ión de los dos cri terios
precedentes, fundará las parejas de opuestos (a/B) y (b/A).
Llamaremos contraposición a esta oposición compleja.
El "funcionamiento" de Me —si part imos del térmi
no a— es el sig uie nte : El térm ino a se art icula co n sucontradictorio b, generando relaciones de a hacia b, a las
cuales seguirán las recíprocas de b hacia a. A esta articu
lación se le atribuye, como efecto propio dialéctico, la
superaciótt de ambos (por tanto, la destrucción de estos
términos como figuras autónomas o sustantivas). Esta su
peración la definimos formalmente como la art iculación
de a, por la mediación de b, con su contrapicsto A y ,
asimismo, la de b con A. De este modo, obtenemos la
ar t iculación de A co n su contr adic tor io B. El resul tado
de esta articulación es la superación de ambos, que dcfi-
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S8 GUSTAVO BUENO
i i imos (de aquí la naturaleza circular de Me) como art icu
lación de B con su contrapuesto a, y de A con b. El
m ode lo M e co m po rta 12 t ipos de relaciones.
El modelo Me podría utilizarse para analizar la célebre
m atriz de "re pr od uc ció n sim ple" qu e consta en el l ibro 11,
capí tu lo XX de El Capital y que inspiró las matrices eco-
nomét r icas de Leonticff. (La fila I — "me dios de pr od uc
ción"— figuraría en el nivel estructural: la fila 11—"medios
de consumo"— en el nivel fenoménico) .
Si lo aplicamos a nuestro objeto, obtendremos el sis
tem a que sintetizam os en el siguien te diagra m a (a = C iu
dad , como concep to f enom énico ; b = Cam po fenomé
nico; A -^ Ciudad en el sentido funcional; B = Campo, en
el sentidí) funcional. La flecha continua, simboliza articu
lación inmediata; la f lecha discontinua, art iculación me
diata).
2^Lue¿y^enomáüca
JVwelestncctuixd'
CvadaxL
a ~:t <*^^
i ^
Campo
— • h
^ f !
51
¿'• ^
¡••| modelo contiene las líneas generales según las cuales
podrían ser pensadas dialécticamente las "interacciones"
entre la (andad y el (^ampo, en la medida en que a estas
interacciones se les atribuye una significaci<')n universal,
y no un alcance meramente empírico trivial. I ' . l esquemase propone , además , como un "operador" capaz de or ien
tar el orden de las investigaciones empíricas y prácticas,
que son las que, en todo caso, le prestan sentido.
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ETNOLO GÍA y UTO PIA S9
Si partimos de una ciudad empírica (fenoménica) del
ripo a, el modelo nos exige, desde luego (como es habitual,
por otra parte), su articulación con su hintcrland (su alfoz,un campo, que es un argumento de b). Como es sabido,
los geóg rafos en tienden po r hintcrland de una ciudad no
solamente su alfoz sino también todo aquello que sostiene
con la ciudad de referencia relaciones de "zona de mer
cado" . Pero la distribución de los puntos que representan
clientes de una ciudad es más densa en una zona de 10 ki
lómetros alrededor del centro urbano que en la zona comprendida entre los 10 y los 20 kilómetros y así sucesiva
men te .
Las relaciones t ipo (a/b) generan relaciones reciprocas
tipo (b/a). Estas relaciones —dado que a es un concepto
clase— deben ser entendidas como relaciones uniplurí-
vocas del "c am p o " a distintos nú cleos urb ano s (a^ az, as,
... a„). Es a partir de este conjunto de relaciones, que
brotan entre términos dados a nivel empír ico, cómo po
demos comprender la posibil idad de consti tución de un
nuevo nivel de relaciones, que no podrían brotar "analí
t icamente" de cada núcleo urbano aisladamente conside
rado, pero que generan de un modo, jior ilecirlo así, "sin-
tctic ) a prio ri" , dado que no es accidental la pluralidad
de núcleos urbanos en "áreas de regadío" tales como el
Eufrates, el Indo o el Nilo. Cuando los "poblados" quedan
ahsorlndos en un nuevo ortlen de relaciones que los en
vuelven, comienzan a ser "nudos" de relaciones. Es asi
como a nos remire (a través de b) a A, la "ciudad", en el
sentido estructural , y cómo b nos remite, a través de a,
a B, "el ca m po ", en el nuev o sen tido fun cional. Es asícom o A y B qued an frente a frente, para desarrollar re
laciones de un orden superior. La ciudad A es ahora una
estructura esencialmente "abierta" (virtualmente universal)
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90 GUSTAVO BUENO
que inco rpo ra el dibujo conce ptual m ismo del cam po b ;
m ientras que el cam po B se nos revela com o una forma
que se "cierra" sobre sí misma, aunque en escala distintade los poblados primitivos (a quienes también asume) y
por consigmcnte se art icula con el concepto empírico de
ciuda d, a. Pe ro los térm inos del t ipo A y B no pu ede n
ser pensados como términos de un orden en el que los
contenidos empíricf)s del tipo a y b hayan sido eliminados.
Po r el co ntr ari o, A y B sólo figuran en nuestro m odelo
en cuanto articulados a a y b y, pf)r consiguiente, en
cuanto realizados en determinaciones empíricas a las cua
les, al propio t iempo, desbordan o trascienden (supL'rcín).
Esta dialéctica del desarrollo de las ciudades, como pro
ceso objetivo "insconciente" en la escala de cada ciudad
empírica, corresponde a la conjunción de dos efectivas
tendencias contrapues tas :1) La tend enc ia de cada ciudad a "en cerra rse en sus
murallas", a erigirse en "centro del numdo", a coTisiderar
a los demás como "campo", "provincia" inexis tente en
una determinada tabla de valores. La ciudad se concil)e
como un Todo.
2) Pero también, a la real inmersión de cada ciudad
en un flujo de relaciones que determinan a caila ciu
dad como una parte, como lui eslabón especializado en u\\
conjunto (ciudades de consinno, de producción, núli ta-
res, etc.).
La reiteraci(')n del circuito en el (¡ue consiste e! mo
delo Me, nos permite ut i l izarlo como esquema del pro-
|)io proceso histórico milenario, en la medida en que esteproceso se contempla desde la dialéctica de las relaciones
entre el campo y la ciudad (La naturaleza dialéctica de
este modelo se corrobora por la observaciíui siguiente: el
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ETNOLOG IA Y UTOPIA 91
modelo contiene en sí mismo, como una posibil idad in-
terna, los episodios de destrucción de ciudades concretas
a^, al margen de la desaparición de la "ciudad" en ge-neral) .
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94 GUSTAVO BUENO
discriniinativos desde el criterio específico-material, pro-
•luesto por Hcgel; tanto en el Estado, como fuera de él ,
hay niveles de conducta consciente c inconsciente. Loinconsciente se diría que ocupa un mayor volumen en las
sociedades bárbaras—y esto es lo que explicaría la dife
renciación percibida por Lévi-Strauss, que, sin embargo
es sólo de grado, salvo que se entienda la Historia, al modo
hcgeliano, como el "reino de la razón".
Se trata aquí de ensayar los cri terios ontológicos de di
feren ciación en tre la B arbarie y la Civilización, que fueron
expuestos en párrafos anteriores, a efectos de tratar de
obtener con su ayuda algún indicio de la conexión entre
Ciudad, E scri tura e Histor ia — y, corre la t ivam ente , de la
conexión entre Barbarie , Agrafía y Etnología .
La tesis central se basa en pensar los signos escritos no
como un acontecimiento "epifenoménico" que dejase in
tacta, en lo esencial, una realidad "viviente" —y, par;i
quienes subrayan ya su consistencia "simbólica", el ca
rácter "epifenoménico" a tr ibuido a ia escr i tura denuncia
ría, para decirlo con expresión de J. Derrida, una concep
ción "fono ccntr is ta"— sino com o acontecimientos que
forman parte "sustantiva" de esa realidad y, por consi
guiente, reclaman el tanto de que les sea atribuida unacapacidad, mayor o menor, de modificar el resto del "con
t inuo c u l t u ra l" . ' ' Lévi-Strauss, com o es sabido, ha subra
ya do los límites de la es cr itu ra : en el neo lítico, la h um a
nidad ha dado pasos de gigante, sin escritura, mientras que
civil izaciones históricas, con escritura, han permanecido
estancadas. Esto es verdad. Pero no se trata de atribuir a la
escritura la causalidad exclusiva de los movimientos culturales, sino, más bien, una causalidad específica de deter
minaciones posit ivas. Se diría que Lévi-Strauss ha pro
pendido, en cambio, a considerar los efectos de la escritura
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96 GUSTAVO BUENO
co m un ica co n los dem ás. '̂ La definición qu e Plató n dio del
"pensamiento"—diálogo de l a lma cons igo misma—se hace
operatoria a partir precisamente de la util ización de la
escri tura . T o yn b ee ha subr ayad o —a diferencia de C hilde,
más interesado en destacar el estatuto de "casta enquis-
tada" que correspondió a los "letrados" en las antiguas
ciudades egipcias o chinas—la función que los escribas
han desempeñado en cuanto a la interconexión con otras
culturas, es decir, en su terminología, su sentido de in -
telligentsia. Efectivamente, mediante la escritura la trans
misión de las informaciones a través de las generaciones
— q u e , con la dependencia de la oralidad puede ser re
currente , pero no idéntica, por cuanto es tá subordinada al
narrador— puede alcanzar la identidad recurrente , la t ran-
sitividad, hasta el punto de que el pasado puede quedar
asimilado al presente en cuanto al modo de manifestarse
(un a car ta escrita hace un siglo es eq uiv alen te a un a car ta
escrita en el presente, y cuyo autor sea desconocido). De
otr o m o d o : las generaciones pretéri tas se enc ue ntra n,
m ediante la escri tura , re lacionándose co n nosotros — el
pu nt o d e referencia— de la misma m anera q ue nos rela
c ionamos nosotros con nues t ros contemporáneos . O nos
otros con nuestra descendencia futura. Estos mecanismos,en cu an to realizan un a form a o per atoria — no metafísica—
de identidad completamente nueva, abren también un es
pacio nuevo para la conciencia, el espacio en que con
siste la Historia. Y una de las mejores pruebas que puedo
aportar para demostrar que este espacio de relaciones de
identidad transi t iva es verdaderamente el espacio his tórico,
es l lamar la atención sobre la correspondencia que laspartes de es te "e spacio" — partes obtenidas según un
cr i te r io puramente " formal"— guardan con las "dimens io
nes" clás icamente atr ibuidas al Tiempo his tórico —Pasado,
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 97
Presente y Futuro— hasta el punto que esta corresponden-
cia puede servir para rcdefinir aquellas "dimensiones", que
son, por lo demás, y en sí mismas, puramente metafóricas,tomadas del "Tiempo cronológico"." 1.° El "pasado" es
la clase de acontecimientos que "influyen" —según la
identidad transitiva— en nosotros, pero no recíproca-
mente. El pasado se genera por la muerte. 2.° El "pre-
sente" es el campo de los acontecimientos ligados por
relaciones de reciprocidad en cuanto a la transitividad de
la comunicación. 3.° El "futuro" es la clase de los acon-
tecimientos en los cuales nosotros podemos "influir" pero
de suerte que ellos ya no pueden influir sobre nosotros,
que resultamos de ese modo, irrevocables.
En este campo de transitividad es donde tienen posi-
bilidad de ordenarse causalmente los acontecimientos his-
tóricos. La famosa "unicidad" de los hechos históricos es
sólo una forma incorrecta de formular la inserción de las
res gestae en este plano único, por respecto a nosotros,
como punto de referencia. El conocimiento histórico en-
laza acontecimientos mediante funciones causales, que no
son "idiotéticas". Lo que es idiotético es cada valor de
la función — pero no es por eso más idiotética la Historia
de lo que pueda serlo la Astronomía. La Historia es así
siempre, virtualmente. Historia Universal, en la medida
en que todas las ordenaciones operadas según la transiti-
vidad —aunque se investiguen en cursos relativamente
autónomos (Historia de Egipto, de Grecia, etc.)— conflu-
yen en nuestro presente, que es un presente universal.
Mientras la Idea de Barbarie es, desde el punto de
vista lógico, un concepto de "clase", la Idea de Civiliza-ción, en cambio —en cuanto correlato de la Historia— no
podría ser utilizada como concepto de clase ("civilización
azteca", "civilización helénica", etc.) como era utilizada
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98 GUSTAVO BUENO
por los evolucionistas, al modo de Morgan y del propio
Engels. Se trata más bien de una expresión que designa a
un "in div idu o" — o ciase de un solo elem ento— a un co n
creto individual de cuatro dimensiones (cuando lo redu
cimos fisicaiísticamentc) que contiene como partes inte
grantes (no como partes lógicas), por ejemplo, el "área de
difusión helénica", el sistema decimal o binario, la escritura
silábica, etc. La individualidad de la "Civilización" no ex
cluye, en cambio, la posibilidad de que en ella se consti
tuy an relaciones "universales" (En el § X I aparec erán las
consecuencias gnoseológicas de esta tesis sobre la natura
leza lógica del concepto de Civilización). Sólo si existe una
"realidad concreta" que, a la vez, sea "universal", "racio
nal" es posible desbordar la conciencia relativista. Un cri
terio que fuera concreto, pero cuya sustancia no fuera en
sí misma la interna universalidad de la "civilización", resul
tar ía inadecuado evidentemente para nuestros propósi tos
(como si definiéramos la civilización como "el conjunto
de culturas desarrolladas entre los paralelos 37 y 43 a par
tir d el siglo XXX antes de C risto "). En el mo m en to en que
prescindimos de un individuo, que desempeñe algo como
el papel de parámetro de las funciones históricas, todas
las civilizaciones resultará n eq uivalentes y la unid ad funcional de la Historia carecerá, por así decir, de punto de
aplicación. Es lo que ocurre de hecho, cuando usamos
aisladamente el criterio de la escritura —u otro cualquie
ra— para determinar la presencia de la Civilización, con
cluyendo, por ejemplo, que los aztecas estaban a un nivel
comparable al de los españoles que los "descubrieron".
Según nuestro cri terio, no es irrelevante, sino esencialmente significativo para la Historia, el hecho de que fue
ran los españoles quienes descubrieron a los aztecas, y no
viceversa —• en tanto este descubrimiento no fue una aven-
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100 GUSTAVO BUENO
del Imperio romano, o de las "religiones universal-prose-
litistas", así como sus contrarios: los mitos sobre la infi
nitud de los mundos habitados, deberán ser realizados a
la luz del concepto lógico de la unicidad). Pero la unici
dad de la civilización constituye la negación dialéctica
del concepto clase, en la forma de la clase de un solo
elemento, a saber, la civilización histórica.
Se discutirá, sin duda, la realidad del esquema lógico
que atribuyo a la Idea de civilización, en cuanto vinculadoa un "intolerable etnocentrismo". Pero la alternativa es
renunciar a todo criterio serio de distinción entre Etnolo
gía e Historia. Y esto es lo que aquí —en este párrafo—
se trata de demostrar.
Las sociedades bárbaras, precisamente por cuanto en
ellas no reconocemos la transitividad efectiva de sus pro
cesos culturales, permanecen fuera del tiempo histórico,tal como lo hemos definido. Es totalmente erróneo pre
tender que esas sociedades están colocadas en un "presente
continuo", como sostiene Nadel (op. cit., págs. 9-10).
Nadel trata de convencernos de que el historiador se
ocupa de acontecimientos en cuanto pasados — mientras
que el antropólogo se interesaría por acontecimientos
"under the aspect of the present". Pero él mismo vienea reconocer que esto quiere decir muy poco, desde el
momento que duda si el pasado es lo que ocurrió hace un
año, diez, cincuenta o ciento (pág. 9). Nadel está prisio
nero de las categorías cronológicas y no sabe que la uni
dad del tiempo histórico no puede encontrarse directa
mente en el número de veces que un cuerpo gire alrededor
de otro, sino en la duración media de la vida de los indi
viduos; que las horas del tiempo histórico no las marca
el giro de las agujas en el reloj , ni siquiera las crecidas del
Nilo, sino la muerte de los ciudadanos.
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 101
Las sociedades bárbaras están fuera del Tiempo histó
rico. Esto, en principio, no tiene mayor misterio: también
lo están las sociedades de insectos. El material etnológico
es, históricamente hablando, utópico y ucrónico —aun
cuando cronológica y geográficamente, cada grupo tenga
unas coordenadas muy precisas, como, las tiene un hormi
guero. (El material etnológico se distribuye con más den
sidad por la periferia de Europa que en su centro; y,
dentro de Europa, más hacia los siglos medios —rurales—
que hacia los siglos extremos). Con respecto al tiempo
histórico el material etnológico —no el etnólogo— es ex-
travagante. Mientras en el Tiempo histórico los pueblos
confluyen, por definición, en un proceso unitario —que
consiste, acaso, en una guerra— un tiempo unitario por
respecto al presente práctico, en el "Tiempo etnológico"
los indios de las praderas o los maorícs de Nueva Zelanda
que figuran en los tratados de Etnología, flotan en un es
pacio-tiempo históricamente "irreal" — aquel en el cual se
tejen los "grupos de transformaciones", los "ciclos" ahis-
tóricos. La condición para que esos ciclos se produzcan es
precisamente su desconexión con el Tiempo histórico uni
versal, que totaliza el desarrollo de la civilización hacia
el presente unitario de una Sociedad Universal. La llamadaEtnohistoria es, según estas hipótesis, una denominación
provisional para designar la recuperación de materiales
realmente históricos pero que, hasta ahora, pasaban por
bárbaros; es decir, o no es Etnología o, si lo es, no es
Historia —al menos no lo es más de lo que pueda serlo
la Historia de los Primates.
Si nuestros criterios parecen capaces para establecer
líneas divisorias entre la Etnología y la Historia, podemos
pensar que también podrían diferenciar la Sociología y
la Etnología. Seré muy breve: El punto de vista
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104 GUSTAVO BUENO
2." Relaciones (Ru Ri, Rj, ••• Ry)- A Ins relaciones,
asociamos los Axiomas de la ciencia (Axiomas canónicos).3.° Operaciones ( * , , * 2 , * 3 , ••• * J , o f un to re s de
grado 1, 2, etc. (uniádicos, diádicos. . . )- En general , " leyesde composición" . A las operaciones, asociamos los Postu
lados propios de cada ciencia (Axiomas operator ios) .
Un a operación ^ j que com pon e términos de U —v. gr .
a, b— es cerrada respecto de U cuando su resul tado— c = a^i b— también per tenece z U; es decir , cuandomant iene con a o con b alguna de las relaciones R.
P o r cierre categorial entendemos la apt i tud que unconjunto de componentes gnoseológicos (de tipo 1, 2 y 3)t iene (cuando sus operaciones son cerradas) para construir verdades científ icas.
No es posible ofrecer ahora más precis iones. Suponemos que la unidad de una ciencia se consti tuye en virtudde un cierre categorial. El concepto de "c ier re ca tegor ia l "puede ut i l izarse, en muchos contextos, como al ternat ivaal concepto de "cor te epis temológico" de Bachelard-Al-thusser . Es te concepto ("cor te epis temológico") formulala unidad de cada ciencia en su momento negat ivo de se
paración de las demás, y de la Filosofía, pero no ofreceninguna explicación de la consti tución posit iva de esta unidad y sugiere peligrosamente la representación de esa separación como una desconexión entre campos cient í f icosque están, s in embargo, vinculados en symploké. Aquí d i remos que, s i una ciencia es "autónoma", no es tanto env i r tud de un "cor t e" (praecissio) cuanto en vir tud de un"cierre categorial" . Éste determina a aquél , aunque demodo abstracto, desde el momento que un campo cient í f icopuede l legar a art icularse en otro más amplio. En el plano,se cierran términos (puntos, l íneas . . . ) , relaciones (con-
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Iü6 GUSTAVO BUENO
Pero en las ciencias culturales, el "material" estudiadopuede ser , él mismo, operatorio similia sintilibus: en ellaslo "real" es, por así decir, "racional". Éste es el lugar pordonde se art icularían las cuest iones sobre la naturaleza"consciente" o " inconsciente" de las "es t ructuras antropológicas", que Lévi-Strauss, Lacan o Ricoeur susci tandesde una perspectiva lindante con el Psicoanálisis o laiMística. ^ La d istin ció n e n tre el nivel psicalista y el feno-
incnológico obl iga a int roducir un tercer nivel "semánt i c o " , que l lamamos ontológico, desde el cual se formulala art iculación entre los dos primeros. (Compárense estosniveles con el nivel "real", "ideal" y "normal" de Mali-novvsky, Brown o Leach) .
De la combinación de los ejes sintáct ico y semántico—a los que sería preciso agregar el "eje pragmático", esen
cial , por lo demás, a la Teoría de la Historia (el "Tiempohistórico", tal como lo definimos, es un concepto pragmático)— resulta una matriz de clasificación de las verdades etnológicas, que aquí no es posible desarrol lar . Perosí me parecía pert inente l lamar la atención sobre la necesidad de una matriz semejante, si se quiere introduciruna mínima clar idad sobre los debates "metodológicos"
de los "antropólogos" . Por e jemplo, la concepción de laEtnología como ciencia que debe orientarse a establecer"Postulados culturales" de diversas sociedades, o "Temascu lturale s" " po dría rcdefinirse co m o u n ejercicio de laEtnología a l nivel axiomát ico-fenomenológico. El "es-t ructural ismo" de Lévi-Strauss pretender ía s i tuar la Etnología a nivel cs t ructural -ontológico. ^
Ofrezco a cont inuación, y en esbozo, un programa deanálisis gnoseológico del "cierre categorial" de la Etnología, en cuanto a ciencia efect iva:
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 107
1. Lo s "T érm ino s" pr imi tivos de la Etnología per te
necen al plano fisical ista (cuerpos, movimientos, "exocul-
t i i ra"), o al fenom enológico (caur is, m i tos . . . ) o al onto ló -g i co ( concep to deorganismo individual . . . ) .
Las definiciones deestos términos son el resultado de
"despieces" or ientados a determinar "rasgos", "pautas
cu ltura les". ^' (La d ist inción en tre " pau tas ob jet ivas" — el
que las iglesias católicas posean vidrios de colores— y
"pautas cul turales subjet ivas" —el que los fieles católicos
hablen en vozbaja— muy f recuente ent re "ant ropólog o s " *' debe ría ser re-expuesta en térm inos m ás r igurosos).
Entre los diferentes niveles de definición existen diferen
cias y confl ictos que es preciso reconocer para plantear
los verdaderos problemas gnoseológicos de la Etnología .
A nivel fenomenológico un esclavo romano puede ser
cosa, peculiunt; pero a nivel ontológico, lo r econocemos
como "f)ersona". Inversamente, rebajamos a la consideración de cosa a un fet iche fenomcnológicamente definido
c om o " d i v i no" o "numinoso" . La dist inción entre estos
planos está en labase del propio razonamiento etnológico,
y ninguna beata "fidelidad" a los datos (fenom enológicos)
podría oscurecerla (si no pensáramos alesclavo como per
sona, ni s iquiera podríamos formar el concepto etnológico
de esclavo).
2. L as relaciones que l igan términos, también se man
t ienen en dis t intos planos. Tampoco es posible conside
rar los equivalentes en cuanto a la verdad de sus respectivos
"axiomas". Los "postulados cul turales" , en el sentido de
O pl e r , se mant ienen en el plano fenomenológico aunque
nose
d ena
nivelprotocolario
("cultura explíci ta") sinoestructural ("cul tura impl íci ta") .
Las relaciones fenomenológicas —en el sentido de
G r und l e r * ' — e n t r e un chamán y el espíri tu difunto, son
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108 GUSTAVO BUENO
erróneas a nivel ontológico y precisamente por este juicio
no neutral se plantean cuestiones típicas a la Etnología.
3 . Las operaciones de la ciencia etnológica se man-
tienen también a distintos niveles —acaso no a nivel onto-
lógico—. Entre los "postulados culturales" de Opler hay
algunos que se refieren a las operaciones. Es esencial te-
ner en cuenta la circunstancia de que las operaciones
gnoseológicas, en Etnología —y en otras ciencias huma-
nas— corresponden a operaciones del propio "material"
investigado: el "antropomorfismo" operatorio no es ahora
un resultado nietafísico, sino una condición epistemoló-
gica (por lo demás, las correspondencias son de muchos
tipos, y no solo biunívocas).
La aclaración de la naturaleza del nivel ontológico en
el que la Etnología se mueve, en cuanto ciencia racional,
es uno de los principales problemas filosóficos de la Teoríade la ciencia etnológica. Este libro sólo lo toca oblicua-
mente, pero su tesis es terminante: el nivel ontológico
de la Etnología es la "Civilización". Cuando —víctima de
la ilusión etnológica— alguien cree poder habitar en las
sociedades primitivas, "tales cuales son", lo único que pue-
de conseguir es mantenerse en un nivel fenomenológico,
lindante con el relativismo cultural y con el escepticismo.La prueba de mi tesis se basa en el análisis interno de
la propia Etnología efectiva, en particular, en el análisis
de las constantes etnológicas. Llamaré constantes etnoló-
gicas —por analogía con lo que en los sistemas formali-
zados se llaman constantes: el "O", el "1" etc. en Arit-
mética; el "H", el "O" en Química, etc.— a aquel
conjunto de términos o relaciones (predicados) incorpo-
rados al vocabulario etnológico tales que resultan ser im-
prescindibles para que la construcción etnológica sea posi-
ble en cuanto etnológica (es decir, que no se convierta, por
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 109
ejemplo, en Cibernética, Semiología, Ecología o Zoología).
Las constantes a que me refiero son de esa índole:
"tradición", "mentira", "relato", "pacto", "muerte", "geni
tor", etc., y se oponen a otras significaciones cales como
"dios" o "espíritu difunto", que, sin embargo, tienen una
verificación fenomenológica. Pero los "dioses" o los "es
píritus difuntos" no existen. ¿Dónde no existen? En el
espacio ontológico de la Etnología científica — de una
Etnología que no quiera ser, simplemente. Teología (el
ctnólogo-fenomenólogo realiza una ciencia que no se di
ferencia en rigor, de la del Teólogo musulmán o cristia
n o ; viceversa, la ciencia teológica en tanto que investiga
las estructuras racionales dadas en ciertos relatos míticos,
es etnología estructural). La Etnología científica debe,
precisamente, construir sus contenidos fenomenológicos, a
partir de los elementos de su nivel ontológico.
Por ello, una de las tareas más características de la cien
cia etnológica es la definición y redefinición de las cons
tantes etnológicas. Las definiciones de términos, por otra
parce, no se prueban sólo por su capacidad de aplicarse a
un material ("mariposas etnológicas"), sino por su capa
cidad de componerse con otros términos definidos en una
construcción desarrollada con identidades sintéticas. La
definición geométrica del "triángulo" no se justifica por
la posibilidad de aplicarla a siluetas más o menos triangu-
loides, sino también por la posibilidad de componerla (se
gún conexiones de identidad sintética) con circunferen
cias, rectángulos y conos —es decir, con otros términos
definidos. Esta posibilidad reside en el "espacio ontológico
de la geometría"— v. gr., el espacio euclidiano de la intuición (en el sentido de Kant). Las dificultades específicas
de la Etnología, en este trámite, derivan de que su proce
der es necesariamente hermenéutico, dado que el plano
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no GUSTAVO BUENO
fenomenológico no puede ser considerado como "lugar de
resolución o verificación última". Y esto es lo que obliga
a situarse en el nivel de la civilización. " Pa d r e " o " M ue r
t e " son términos fenomenológicos en muchas áreas etno
lógicas con un sentido no ontológico ("Padre" no es vis to
como "geni tor"; mori r es " i r a l Hades") . Por el lo, Padre
y Muerte deben ser redcfinidas a nivel ontológico —renun
ciar a ha ce rlo, es elegir la vía idealista-fcnom cno lógica en
Etnología. La dificultad está en ofrecer definiciones gc-
nuinas: y éstas se mantienen en el nivel "civilizado"—
como cuando se def ine "mana" {salva veritate) como " fo
nema de grado cero" , o "muer te" como la negación i r re
versible de la simetría en las relaciones con el muerto.
Podría temerse que no sea posible determinar cons-
tantes etnológicas —por tanto, conceptos realizables en di
versas áreas culturales— pero este temor es el temor mismopor la posibilidad de la Etnología como ciencia.
Con lo que precede podemos diseñar el significado de la
Idea de "B arb arie" — tal com o la expusimos en el § V IH —
en cuanto "espacio" en cuyo ámbito puede darse un pro
ceso de "cierre catcgorial". Establecimos, como cri terio
diferencial entre Barbarie y Civilización, la no-transitivi-
dad de las relaciones de "identif icación". C om o quiera
que este criterio afecta a las propias relaciones del U e tno
lógico, será preciso determinar de qué modo influye este
cr i ter io en la dis t inción Etnología-Histor ia .
1. El cam po o U niverso de la Etn olog ía, es el cam po
U con sti tuido po r las "cu lturas b árbara s". Pe ro los térmi-
nos de este campo tanto pueden ser los "rasgos" de cada" c u l t u r a " — a , b, c..., 7j—,cs decir , las "cabeceras" de
colu m na de la M atriz del § V , com o las propias "c ultu ras "
— A , B..., N— es decir, las cabeceras de fila, tomadas
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ETNOLO GÍA Y UTO PIA III
como unidades abstractas (como totalidades, no sólo como
clases de rasgos).
2. Nos referiremos especialmente, para abreviar, a lasrelaciones lingüísticas, co m o subclase — po r otr o lado emi
ne nte — de las relaciones de identificación. Estas relacio
nes ligan a los términos-individuos corpóreos de U, y son
simétricas, transitivas y reflexivas. Pero no son conexas,es decir, no se establecen entre dos cualesquiera de los tér
minos-individuos de U. Por tanto, estas relaciones instau
ran "clases circunconexas" —clases de equivalencia— en V.El cociente de U po r la relación L — lo que en lógica de
relaciones se expresa por la fórmula: U / L = K—es el
con jun to de "círcu los l ingüísticos", qu e o riginariamen te
habría que poner en correspondencia con el conjunto de
"cul turas bárbaras" (K = {A,B, C . . . , N }) .
La circumconexividad significa ahora que, en cada "cul
tura", los términos-individuos se identifican en el interior
del círculo, pero a un nivel material diferente para cada
c í rcu lo . *^ Las mismas "identificaciones" intraculturalcs son
la fuente de la diversidad inter-cultural, como el paralelis
mo entre los haces de rectas de un plano es la fuente de
la diversidad de estos haces, y aun de su oposición.
Ahora bien, entre las conexividades que forman K, esdecir, entre los términos A, B, C, etc., existen relaciones
de comunicación simétricas (tai como se revelan en el co
mercio intertribu, en los cambios de nuijeres, en la guerra).
Esta simetría es la que define la barbarie, tal como quedó
definida anteriomentc (§ VIII) . La no-traasit ividad (l igada
a la disposición no conexa de la relación L) no es, por tan
to , un concepto meramente negativo para nosotros (para elinvestigador). Contiene algo posit ivo en el objeto mismo,
a saber, el aislamiento de las comunidades. (La Civilización
es la negación de este "aislamiento" transitivo y sólo
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112 GUSTAVO BUENO
entonces la Barbarie aparecerá como la negación de esta
negación, com o un " e rr o r" ; la Civil ización será — en ter
minología hegel iana—la "verdad de la Barbar ie") .
La ausencia de escri tura se conecta ahora con la no-
transit ividad que comentamos. En ausencia de escri tura,
los contactos simétricos entre A y B, entre B y C, no t ie
nen por qué ser transi t ivos.
3 . La Idea de Barbarie, así entendida, lejos de desig
nar un campo amorfo def inido por una negat ividad ( lano-transit ividad), aparece como la condición para que se
instaure un cierre categorial en el que se recorre la es
t ructura misma de la Barbar ie . Dicho brevemente: e l " lu
gar de resolución" de las construcciones dadas por es te
cierre, son las "culturas" de la clase U.
Cuando el e tnólogo compone rasgos fl, b, c..., n, paraobtener formaciones cul turales dadas en cada "cul tura" ,
el cierre evidentemente se ha producido. Es, por lo demás,
muy discutible que estas construcciones sean tan r iguro
sas como algunos estructural istas piensan. La unidad de
cada cultura, para decirlo con palabras geológicas, es más
del t ipo conglomerado que del t ipo cristal. En e l conglo
merado existen cristales, incluso maclas; pero no por el lo,el conglomerado es un "supercristal". Ello no obsta para
que las par tes del conglomerado no deban adaptarse unas
a ot ras , incluso formar una unidad " term od iná m ica" : es to
es lo que el funcional ismo habr ía aprovechado. Las "ma
clas cul turales" const i tui r ían el fundamento del "est ructu-
ral ismo " — en oposición a la teoría del puzzle cultural , de
Boas o Lowie. Pero pretender reconstrui r "operator iamente" una cul tura concreta total a par t i r de sus rasgos
culturales, sería una empresa análoga a la del geólogo que,
tras machacar los cristales exagonales de cuarzo, los octae-
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ETNOLOGÍA Y UTOPÍA US
dros de magnetita, etc., que constan en un conglomerado,
pretendiese reobtener, a partir de la "estructura del todo"
—la disposición en el conglomerado, debida a circunstan-
cias "exógenas"— la estructura de cada parte cristalina, o
viceversa.
También el etnólogo se refiere a las culturas A, B, C...
t^ en sus relaciones. Pero estas referencias son distributi-
vas: es decir, tanto cuando atribuye un rasgo común a
todas ellas (v. gr. "en todas las sociedades está presente eltabú del incesto") como cuando la atribución se establece
según reglas combinatorias (los tipos de avunculado), el
lugar de resolución sigue siendo cada cultura particular,
considerada como "término". *^
El tránsito de la Etnología a la Historia no podría en-
tenderse a partir de un desarrollo interno de las operacio-
nes dadas en el campo de la Barbarie —en cuyo caso, estecampo no sería cerrado respecto de la Historia. Es pre-
ciso introducir nuevos conceptos (zoológicos, geográfi-
cos : por ejemplo, el aumento demográfico de las socieda-
des primitivas, en espacios geográficos limitados y la
"emergencia" de relaciones nuevas de "totalización" —un
caso interesante de aparición de "cualidades" nuevas a
partir del incremento de la cantidad) para aproximarnos
a la perspectiva histórica. (La Prehistoria se constituye por
una ordenación del material "salvaje" y "bárbaro" en el
tiempo cronológico —no histórico— y por una selección
de ese "material": la "exocultura" o cultura materiali-
zada. De ahí la proximidad de la Prehistoria y la Paleonto-
logía, como ciencia natural).
Sobre el nuevo espacio de transitividad de la Historia,
construido siempre sobre esos núcleos residuales de la Bar-
barie que son las Naciones, se abren las asimetrías, a un
nuevo nivel, determinadas por la causalidad en cuanto
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 115
neolítico. Como el arqueólogo excava en plena ciudad
—cuando no pone en peligro ciertos edificios— para
extraer reliquias prehistóricas, así "excava" el etnólogo en
plena civilización para extraer sus componentes bárbaros.
La mirada etnológica debe posarse también en la civiliza
ción, pero precisamente en la medida en que puede per
cibir en el orificio de la oreja enjoyada de una dama que
sale de la ópera el mismo orificio que desgarró el pabellón
de una oreja caduveo o bororo.
La dificultad reside en lo siguiente: ¿Qué significa
el mismo} Esta es la pregunta esencial, en cuya respuesta
está implicada toda tesis sobre la virtualidad crítica que
a la Etnología pueda corresponder (ver la Conclusión de
esta obra). Me limitaré aquí a plantear el problema desde
mi perspectiva filosófica.
Si no me equivoco, el nudo de la cuestión reside en la
circunstancia de que la Idea de Barbarie —tal como la he
mos construido— juega el papel lógico de género por
respecto a la Idea de civilización, y no de un modo muy
diferente a como el concepto de "Animal", o el de "Pri-
niate" juega el papel de género lógico (que los taxonomis-
tas designan de modos diferentes: "Reino", "Orden",
"Tipo", "Familia", etc.), por respecto al concepto de"Homo sapiens". Ahora bien: cuando se habla de "géne
ros lógicos", han de sobreentenderse tanto los "géneros
porfirianos" como los "géneros combinatorios", incluidos
los no distributivos. El famoso "triángulo universal" de
Lockc, en tanto que ese triángulo "no era" ni equilátero,
ni isósceles, ni escaleno, es decir, en tanto que era alguna
de esas especies de triángulo, independientemente de las
demás, es un ejemplo canónico de "género porfiriano",
como lo eran los géneros zoológicos en la época de
Linneo, anterior a la Teoría de la Evolución. Pero el
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116 GUSTAVO BUENO
darwinismo fue tanto una revolución de la "Ciencia de la
Lógica" como pudo serlo de la "Ciencia biológica". Por
lo que aquí respecta, la consecuencia principal —medida
sobre el "Árbol de Porfirio"— de la revolución evolucionista fue la siguiente: que las "especies" de un género ya
no son simplemente "distributivas". Existe un orden gené-
tico entre ellas, de suerte que el género comienza a ser,
de algún modo, lo que efectivamente "engendró" —ge
neró— las especies subsiguientes.
Por tanto, ¿1 género puede dejar de ser un simple
abstracto-negativo, para convertirse en un abstracto-posi
tivo, reclamando un estatuto análogo al de la especie, e
incluso al del individuo porfiriano, que podrá ser llamado,
a partir de ahora, individuo genérico. Tomemos el "género
lógico" de los primates. Supongamos que los primates ac
tuales proceden todos ellos de unos individuos mamíferos
que se parecen más a los lémures o tarsios actuales que a
los chimpancés o a los hombres. Este proto-lemur (que
también es un proto-chimpancé y un proto-hombre) es
una "especie genérica" (o, respectivamente, un "individuo
genérico"). Sería absurdo pensarlo como un lémur actual,
como sería absurdo pensar a los precursores actuales del
hombre como si fueran póngidos actuales. (En este caso,
valdría aquella "objeción" al transformismo, tan necia fuera
de este contexto: "¿Y por qué los monos actuales no se
transforman en hombres?"). Sólo cabe decir que, descon
tando otros rasgos fundamentales inscritos en su código
genético, los lémures actuales resultan de una "transfor
mación" distinta del mismo "protolemur" que hubo de
transformarse en hombre. Si la semejanza se pone a nivel
anatómico, podría decirse, por ejemplo, que los lémuresactuales resultan del protolemur a partir de transformacio
nes "métricas", en las que se conservan las congruencias.
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ETNOLO GÍA Y UTOPIA 117
mientras que los póngidos y los hombres resultan del pro-
to-lem ur a par tir de transformaciones "pro yectiv as". ¿Q ué
otra cosa significa la afirmación, tantas veces repetida por
los zoólogds, según la cual en las selvas africanas actualeses posible percibir "sincrónicamente" los principales es
labones de la serie "diacrónica" de los primates? Y, sin
embargo, puede decirse que aquellos "protolemures" estántanto en los lémures actuales, como en los hombres, "que
l levan un protolcmur dentro".
Apliquemos estos conceptos a nuestro caso. Las socie
dades bárbaras son ahora, respecto de la sociedad civilizada, como los "protolemures", pero también como los
lémures son por respecto del hombre. Los "contemporá
neos primitivos" juegan ahora el papel de los lémures
contemporáneos .
La Barbarie, como género dialéctico, es la cultura de
la que hubo de brotar la "civilización". La Barbarie, como
"género porfiriano", comprende también a los "contemporáneos primitivos".
Por consiguiente, cuando, hablamos de sociedades bár
baras, tanto nos referimos a una "especie genérica" de la
Cultura—en cuanto de ella se generó la civilización—
cuanto a la "especie porfiriana" de los contemporáneos
primitivos. En modo alguno estamos, por tanto, autori
zados lógicamente a identificar a nuestros precursores bárbaros con los contemporáneos primitivos, pese a sus seme
janzas morfológicas. Tal comparatismo resulta ser sólo la
utilización inadecuada de un esquema genérico-porfiriano.
De donde resulta que, cuando hablamos de los compo-nentes bárbaros de la Sociedad civilizada incurrimos en la
misma complejidad que cuando hablamos de los "compo
nentes animales" del "Homo sapiens". Animal es la especie porfiriana de los actuales animales pero también es la
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118 GUSTAVO BUENO
"especie genérica" de la que surgió el hombre y, por
tanto, el hombre nada tiene que no sea animal en algún
sentido.Para referirme solamente a nuestro caso: cuando ha
blamos de Barbarie como campo de la Etnología apunta
mos a muy diversos planos:
A. Como campo de elección, a todas las "especies"
de sociedades "proto-civilizadas", pero también a las es
pecies porfirianas de las sociedades "marginadas" actuales
(principalmente, los "contemporáneos primitivos").
B. Como campo de selección, a los componentes bár
baros de la civilización que sean realmente "segregables",
es decir, "selcccionablcs" por el proceso del cierre ca
tegoría! etnológico. Por ello, la expresión "componentes
bárbaros" de la Civilización es muy ambigua y es preciso
distinguir urgentemente por lo menos tres categorías:
a) Los componentes que llamaremos (convencional-
mente) arcaicos de nuestra cultura civilizada. Es decir,
aquellas formaciones culturales que son estimadas —por
criterios que aquí no es posible analizar— como algo que
"es preciso" segregar de nuestro mundo, aunque viven
en él como "supervivencia", pero también como "re
fluencia" del fondo salvaje del material civilizado.Naturalmente, es imposible mantener una actitud neu
tral al tratar de hacer una lista de estos componentes que
llamamos "arcaicos". Cualquier acto de ejemplificación de
un "componente arcaico" es ya un acto crítico. El "cierre
categorial etnológico" se constituye solamente en el seno
de la Idea de civilización. Por ello, y sin otro objeto que
ilustrar el concepto, daré, como ejemplos de arcaísmos
bárbaros de nuestra civilización, a los ritos, tan extendidos,
del culto a las ánimas, o a los conjuros con intenciones
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ETNOLOG ÍA y UTOPIA 119
meteorológicas (Deliberadamente, prefiero omitir ejemplos
políticos).
b) Los componentes que l lamaríamos antiguos denuestra cultura. Son formaciones culturales que se en-
cuentran en la barbarie protocivilizada y en la barbarie
"marginal", pero que coexisten en la civilización, de suerte
que podemos entender su sust i tución por ot ros , pero
sin que esta sustitución sea "exigible". Pongo por ejemplo
la rueda del carro de una granja que gira por la carretera
al lado de la rueda del automóvil.Pero es preciso tener en cuenta que si lo "antiguo"
puede ser sust i tuido, no por el lo todo lo que puede ser
sust i tuido es "antiguo", en este sentido etnológico. El pri-
mer modelo de motor de explosión, el primer t ipo de cine-
matógrafo, ha sido sustituido, pero no por ello es "anti-
g u o " etnológicamente hablando. Llamémoslo "clás ico".
Clásicos son los componentes culturales que han surgidoen el seno de la "civilización" como causas de los actuales
y que han sido sustituidos, o están en trance de serlo:
desde los Elementos de Euclides hasta la orquesta de cuer-
da. (Separaríamos, por el lo, los componentes "clásicos"
de los meros subproductos de la civilización).
c) Los componentes que l lamaremos básales o funda-
mentales es decir, las formaciones culturales que se danen la barbarie y que han sido incorp orad as — com o el
quiasma óp tico de los pro tolem ures en los hom bres— a las
formas civil izadas, de suerte que, hoy por hoy, es impo-
sible pensar siquiera en segregar estas formaciones sin que
la propia civilización se desplome. Por así decir, estas for-
maciones es tán " t ranscendentaimente" ar t iculadas a nues-
t ro cogito. Valga como ejemplo la misma rueda, no yaen la forma de rueda de carro, sino de rueda de turbina
o de rueda de una hélice. Toda utopía revolucionaria se
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120 GUSTAVO BUENO
basa en el olvido de que existen efectivamente en la civi
l ización "componentes fundamentales" . La cuest ión es determinar, en cada caso, si una institución (la familia, el
Esta do , etc.) es, o no es fu nd am en tal; si es, o no es, arcai
ca o ant igua. Pero no p or el lo es m enos fundam ental saber
que "no todo es tá permi t ido" .
Evidentemente , e l campo selectivo de la Etnología se
ext iende a los componentes arcaicos y a los componentes
antiguos de la Civil ización, en tanto que ellos consti tuyenla intersección de las clases "sociedades bárbaras protoci-
vil izadas" y "sociedades bárbaras marginadas". Pero a su
campo ya no per tenecen ni los "componentes clásicos"
ni los componentes "fundamentales" , que ya no tenemos
derecho a l lamar "bárbaros" en cuanto concepto de una
clase oponible a la "civil ización". La importancia crí t ica
del estu dio de las socied ades p rimitivas m argin ales reside,
por tanto, según estos principios, en su papel de selectores
de los componentes "arcaicos" y "ant iguos", más que su
eventual papel de selectores de los componentes "básales",
que sería el papel que resulta de los principios de Lévi-
Strauss (véase la nota n." 52, en nuestra Cjmclusión).
Por úl t imo: La "excavación etnológica" de las formas
"arcaicas" y "antiguas" es la operación mediante la cual
el etnólogo "l ibera" a tantos contenidos de la civil ización
del t iempo histórico, traspasándolos a la atmósfera intem
poral de la Barbarie, en la cual los hombres repiten los
mismos modelos "cerrados" en medio de todas sus var ian
tes. La Etnología arroja sobre el material civilizado una luz
"ul t rav ioleta" m ediante la cual se destacan com po nen tesabstractos , pero reales , de una cul tura intemporal .
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X II
L A S " E S C U E L A S E T N O L Ó G I C A S " Y S U S I G N I F I C A D O G N O S F . O L Ó G I C O
RESULTA SIEMPRE SORPRENDENTE la pluralidad de escuelas
en disciplinas qu e — co m o, la P sicología, la S ociología ola Etnología o "Ant ropología"— pre tenden ser científicas.
¿Cómo una ciencia puede estar "rota" en escuelas, hasta
el punto de ser frecuente, en las exposiciones académicassobre un tema dado, referirse a "lo que dice cada una delas escuelas sobre e! asunto", como si resultase ingenuoofrece r "lo qu e dice la ciencia", en su estado actual? ¿ N oes esto escandaloso para una ciencia positiva?
Una ventaja muy considerable de la gnoseologíaconstruct ivis ta es que nos pone en condiciones de re- inter
pretar las más importantes "escuelas etnológicas" (evolucionismo, funcionalismo, difusionismo, cstructuralismo,culturalismo) como algo más que simples episodios de laHis to r i a de l a E tno log ía—como \m Musco de doctr inas yacanceladas, salvo la propia, adjetivada con el nombreant iguo más el pref i jo "neo"— o como Teorías disyunt ivas,que se excluyen unas a otras. La incompatibil idad se produce, es verdad, a ciertos niveles, pero más bien 7>icta-
etnolóffcos que etnológicos. Se diría que se trata de unaincom pat ibi lidad apare nte, debida a una metactnología inadecuada que la escuela en cuestión lleva acoplada. Por
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122 GUSTAVO BU ESO
ello, no deja de ser interesante observar que muchos etnó
logos, en la práctica, suelen pensar que "cada escuela t ienesus méritos, y su parte de razón". De lo que se trata aqui
es de determinar esa "parte de razón" que pueda corres
ponder a cada "escuela" desde una perspect iva gnoseoló-
gica constructivista. Con frecuencia, esa parte de razón
se determina por medio de cri ter ios empíricos o especia
les (v. gr. si se dice que el estructuralismo es válido para
los aborígenes australianos), y, aunque los criterios sean"es truc tura les" (com o ejemplo po nd ría la expl icación qu e
da W . Sch m idt del orde n de las teorías sobre la religión,
como imagen invertida de la serie de aparición de las pro
pias religiones) no son gnoscológicos.
V o y a in tentar dem ostrar cóm o esa "pa r te de ra zón "
que justifica a cada escuela etnológica de las consideradas — no a todas , porque evidentem ente hay escuelas fun
dadas sobre cri ter ios especiales, no gno seoló gicos: v. gr . ,
la escuela "panbabilonis ta"— debe ser recordada según
líneas gnoseológicas. Que las grandes escuelas etnológicas
se diferencian más bien a un nivel lógico, que a un nivel
empír ico o especí f ico . Dicho de o t ro modo: que la opo
sición entre el difusiofíismo y el evolucionismo es de natu
raleza distinta de la oposición entre panbabilonismo y el
enanismo. M i tesis significa ta m b ié n : qu e las difere ncia s
entre estas escuelas etnológicas no se mantiene a un nivel
ideológico o antropológico-filosófico, aunq ue co n frecue n
cia las polémicas se desenvuelven en estos planos. Todo
está muy concertado, s in duda, pero anal izarlo exigir íamuchas más páginas de las que dispongo. Me arr iesgo a
ofrecer en esqueleto la demostración de que existe una
estructura lógica que controla las oposiciones que confi
guran las escuelas etnológicas.
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124 GUSTAVO BUENO
entre las filas existe línea continua: es decir, se reconoce
el "pluralismo cultural". El "pluralismo cultural" no figura,
por tanto, en mi análisis, como "una teoría" más, entre
las teorías etnológicas, sino como teoría asociada a la pro-
pia catcgoricidad etnológica. (Por lo demás, el pluralismo
cultural al que me refiero es muy indeterminado; está
percibido desde la perspectiva lógica de la distributividad
y, por lo tanto, es compatible con teorías antropológicas
"monogenistas", como las de la "Escuela de Viena", que,no obstante, reconoce el "pluralismo cultural" en su prác-
tica etnológica. Incluso los "hiperdifusionistas" proceden
dentro del esquema del pluralismo cviltural: lo que se pro-
ponían estudiar era precisamente de qué modo los patro-
nes culturales egipcios se fueron distribuyendo en la plu-
ralidad de comunidades precedentes.)
También las cabeceras de columna (/, 2, i..., 10.000)
se han de suponer en número finito y cerrado, aunque
las líneas de columna se tracen "punteadas" (es decir,
aunque los rasgos se consideren como abstractos, hipótesis
que no todas las escuelas admiten).
He de insistir en la tesis de que es en la determinación
de las unidades de columna donde reside uno de los prin-
cipales cometidos del trabajo científico etnológico. I.a
disparidad de opiniones será aquí continua, porque el pro-
greso de la Etnología reside precisamente en la mayor
precisión con que se logren determinar estas unidades
(¿serán diecisiete los elementos necesarios para caracte-
rizar las entradas de las casas de las culturas indias, tal
como los establecía la "escuela" de Kroeber, o bastarán
con cinco?). Pero lo realmente importante desde el punto
de vista gnoseológico es saber cuál es el "lugar" donde
ocurren estas discusiones, cuáles son, por así decir, los
"carriles lógicos" en que se mueven. El supuesto de que
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 125
la Matriz distributiva de la Barbarie está cerrada es lo
que hace posible plantear el t ema de la Etno log ía como
una "combina tor ia" de e lementos : g ran mér i to de Lév i -
Strauss es habe r insistido sobre este pu nt o — aun cu an do
fuera generalizándolo a la "civi l ización", como esp o r lo
demás frecuente entre los "an t ropó logos" . Ahora b ien :
desde nuestro punto de vista, el motivo de que el plantea
miento "combinatorio" valga para laBarbarie (para la E t
nología) y nopara laCivilización (para laHistor ia ) es de
índole material-catego rial , a saber: Q ue dam os ya po r c lau
surada la Barbarie, en un sentido análogo a como damos
por clausuradas las series de reptiles jurásicos. Estar clausu
rada no significa que no sea posible proseguir el análisis de
sus elementos en planos cada vez más abstractos, de suerte
que sea preciso reorganizar las filas y las columnas de la
matriz (eneste sentido, la Etnología , como la Paleontología, sigue siempre abierta: precisamente gracias al des
arrollo de la "ciencia civil izada"). Pero una matriz gnoseo-
lógicamente cerrad a — aunqu e este m etodo lógicam ente
abierta— qu e además es distributiva, con tiene sus elemen-
tos ya dados (entre estos e lementos, d int inguiremos los
tres niveles: términos, relaciones y operaciones) . Llamé
moslos estereotipos. En cambio, en una matriz abierta, losestereot ipos, o sus resul tados, pueden combinarse y re-
combinarse a su vez, para dar lugar a forniaciones nuevas.
Llamaremos formas (elementales) a los elementos de una
Matr iz antropológica abier ta . Uti l izando esta terminología ,
podr íamos dec i r que la Etnología procede por medio de
conceptos estereot ipados, mientras que laHistoria incluye,
en su "cierre categoria l" , la posibilidad de l as "metamor
fosis" de sus gomias. Es una diferencia similar a la que
media entre laCiencia de los Reptiles jurásicos y la Bio
química general . En la Bioquímica, es la "Na t u r a l e z a "
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726 GUSTAVO BUENO
la responsable del carácter abierto de sus operaciones;
en la Historia, lo es la "Cultura civilizada". Y esprecisamente la distributividad de la Matriz antropológica
de la que partimos (la distributividad "por filas") la que nos
prohibe pasar al esquema de un Género abierto combina
torio. Porque si pasamos el cuadro [11, 6] a una cabecera
de fila, al componerlo con una columna, pongamos la F,
obtendríamos el cuadro [V, II, 6]. Tendríamos entonces
unidas las culturas V y VI, en contra de la hipótesis dela Barbarie como negación de la Sociedad Universal —la
clausura de las columnas nos impide agregar otras nuevas
componiendo cuadros de una misma fila —por ejemplo
[/, / ; 1,3]—porque con ello obtendríamos una nueva
columna N, contra la hipótesis. (Naturalmente, en la Ma
triz pueden figurar cuadros como cabeceras, siempre que
se satisfaga la condición de clausura.)
La Etnología utiliza, como modo típico de conccptua-
ción, el modo característico de distribución estereotipada
de sus elementos—cuando se compara materialmente con
la Historia, que es, en principio, abierta, aun cuando esta
apertura sólo pueda darse sobre nuevos estereotipos. Pero
existen, aun dentro de la misma Etnología, muchos nive
les materiales de distribución, de estereotipia. Y cuando
los resultados obtenidos en un nivel resultan insatisfacto-
rios, el motivo puede ser, no tanto la estereotipia cuanto
la altura del nivel material. De lo que se trata (supuesto
que se den por válidos los elementos) no es de eliminar la
estereotipia, sino de elevar la construcción a otros niveles.
Supongamos que estamos a un nivel —0.
Hemos aisladoun esquema que damos como simple (v. gr., un tipo de
entrada de casa, "oración silenciosa", "relación jocosa",
"Idea de Dios único moral", etc.). La distribución por filas,
consiste en ir buscando "ejemplares" de este esquema
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 127
elemental . El resultado es un concepto-colección e tno ló
gico , una "clase". Estamos así en un nivel material de cons
t rucc ión en el que se mueve gran par te de la pr oduc c ión
etnológica ( t ipo "Complejo del cabal lo" de Wiss ler , o
"Mito del eterno retorno" de Eliade) . Si los resultados son
"amorfos" esto esdebido a que los "ejemplares" aparecen
acumulados unos aotros en colección dis tr ibutiva: es to es
"Etnograf ía ver t ical" . Pero si hacemos "Etnograf ía ho r i
zonta l" , obtenemos también conceptos "amorfos" , que yano l lamaremos "Colecciones", s ino "Agregados". (El con
cepto de "Etnografía", tal como lo definimos en el párrafo
anter ior , se mantiene porqyc los términos no son sola
m en te los elementos sino también cons t ruc c iones— por
nicdio de relaciones y operaciones— que son ten/tinos por
respecto a construcciones ul ter iores .)
En cualquier caso, no hay razón para abominar de
los co nce pto s etnográf icos e stereotipados, cuan do estos
conceptos sean fuertes, es decir , cuando tengan fuerza
suficiente para penetrar en el material. Caben, eso sí , "con
ceptos blandos" , "co nce ptos e t iqu eta" — "mar iposas an tro
pológicas", que diría Leach— es decir , rasgos superficiales,
puramente descriptivos de caracteres superficiales, que son
pseudoconceptos. "Autant diré que Ton peut disposer les
papillons selon leur couleur, leur taille ou la forme de
leurs ailes, suivant l 'humeur du monient" , d ice Leach en
su Rethinking Anthropology ( trad. francesa con el t í tu lo
de Critique de rAnthropologie, Paris, P. U. F., 1968,
pág. 15).
Ahora bien: La insuf ic iencia de estos conceptos-colección (o conceptos -agregado) no consiste en que s iempre
sean "mar iposas e tnológicas" ; únicamente lo son cuando
son blandos ("conceptos-e t iqueta") . Pero si, aun siendo
conceptos- fuer tes , son insuficientes, esto será debido a
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m GUSTAVO BUENO
que los ejemplares de las colecciones, o los elemento!,
de los agregados no han sido compuestos por medio de
categorías materiales etnológicas, sino con categorías lógi
cas generales (como puedan serlo los mismos conceptos de
"clase" o de "agregado", de "reunión a l azar") . Podría
ocurrir que no fuese posible llevar la composición más
adelante : entonces habría que concluir , senci l lamente , que
la Etnología no puede arrogarse el estatuto de una ciencia
de la jerarquía de la Química o de la Cristalografía. LaEtn olog ía estar ía s implem ente a un nivel cuas i-desc ript ivo ;
toda ella sería cuasi-Etnología y esta es, seguramente,
la realidad efectiva, hoy por hoy, de esta ciencia. Pero si la
co ns truc ció n e tnológica pue de l levarse más adelante — en
algunos sectores de la "matr iz antropológica" parece que
esto se ha logrado—será porque se establecen conexiones
cate^oriales entre los ejemplares de la colección, o entrelos e lementos, e tc . Conexiones categoria les: no m eram ente
funciones matemáticas, como dice Leach, acaso sin adver
tir muy bien lo que dice, al establecer la tipología de su
relación p/q (op. cit. , pág. 29).
Ahora bien: desde el punto de vista de nuestra matriz,
las conexiones categoriales pueden llevarse "por filas" o
"por columnas", o por ".fi las y columnas". Como en las
cabeceras de columna consideramos representados a los
Términos, Relaciones y Operaciones, será también posible
intentar componer rasgos de cabecera . En todos estos pro
cesos que, al reiterarse, dan lugar a diferentes niveles ma
teriales de la construcción etnológica, la conccptuación es
cada vez más rica y com pleja — pero no m enos e stereoti
pada. Tenemos aquí presentes todos esos procedimientos
que Leach l lama "generalizaciones", y que opone a las
"comparaciones" (que cubren, según é l , tanto los concep
tos-colecc iones-fu ertes c om o los con cep tos- etiqu eta, las
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 129
"mariposas etnológicas". También es verdad que los con
ceptos de "comparación" y de "generalización" de Leach
son ellos mismos "mariposas gnoseológicas", pero no porello son del todo inútiles, por venir de quien vienen).
Con lo que precede, disponemos ya de los principales
elementos que nos permiten establecer el significado gno-
seológico de las grandes "escuelas etnológicas", así como
la naturaleza distributiva y estereotipada de los conceptos
que en cada escuela se segregan:
1. Si componemos horizontalmente términos primiti
vos, lo que hacemos es construir "estructuras" ideales (tipo
"avunculado", o tipo "potlach") o "algoritmos", si nos
movemos a nivel operatorio. La "escuela estructuralista"
encuentra aquí su campo de elección. (La teoría de la es
tructura de Lévi-Strauss —el "grupo de transformacio
nes"— es sólo un caso particular; hay estructuras, inclusoalgebraicas, que no son grupos; pongamos por caso, las
álgebras de Boolc).
Ahora bien: aun cuando estas estructuras prevean
composiciones combinatorias alternativas, su desarrollo
ulterior sigue siendo distributivo en las diferentes filas. F,l
contenido de lf>s estereotipos se ha enriquecido, pero la
"estereotipia" del avunculado sigue siendo del mismo gé
nero que la estereotipia de la "relación jocosa".
2. Si componemos vcrticalmcnte unidades primitivas
("culturas"), obtenemos agrupaciones, series. La relación
catcgorial más típica, acaso sea la de relación genética
entre esas unidades —por tanto, conceptos tales como el
de "ciclo cultural"; o "áreas culturales". La distributivi-
dad es aquí la tlcfinición misma de las unidades que sirven
de base. FJ llamado morfologisiiio de Boas o Lowie en
cuentra en este lugar de la matriz, su campo de elección.
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¡30 GUSTAVO BUENO
3 . Si componemos cuadros ver t ica lmente , obtenemos
una "ordenación de ejemplares" (según diversas relacio-
nes categoriales) que transforman las colecciones en series.Si las relaciones son de índole geográfica, obtenemos "dis-
tr ibuciones geográficas", mapas de dispersión; si hablamos
de operaciones, los ejemplares se nos aparecen causándose
los unos a los otros, es decir, según el esquema de la di-
fusión diacrónica. Estamos, en resumen, en la perspectiva
pro pia de la "escuela difusionista". A dv iértase q ue las se-
ries así obtenidas no anulan la distributividad de los este-reotipos, sino que la realizan.
4. Si com ponem os cuadros horizontalmcnte y les apli-
camos relaciones y operaciones, transformamos los agre-
gados en total idades de par tes interdependientes . Tal es
el cauce en que se mueve la "escuela funcionalista". La
distributividad de la co nc ep tua ció n funcionalista está dada
por la circunstancia de que las total idades funcionales t ie-
nen lugar en cada fila.
5. Por úl t imo, s i combinamos cuadros pertenecientes
a fi las y a columnas diferentes (tomemos la diagonal como
prototipo l ímite) estamos en la si tuación de conocer el
proceso de aparición de dist intos términos de diferentes
culturas a part ir de otros términos de otras culturas dadas.Tal es la perspectiva del evolucionismo etnológico. La dis-
tr ibutividad queda aquí también verificada (en la Barbarie)
desde el momento en que se admiten sociedades indepen-
dientes, que siguen cursos de evolución paralelos. (Por lo
demás, es obvio advert i r que el "evolucionismo" es una
Idea que también se aplica a la "Civilización".)
En el diagrama que sigue, se resume cuanto ha quedado
d i c h o :
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Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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m GUSTAVO BUENO
Cuando se abstraen las flechas, estamos en la íLtnología
descr ipt iva o en el "enciclopedismo" t ipo Frazer , The gol-
den bougb, 18W.Paradig?nas. 1.—De la "escuela es tru ctu rali sta ": L év i-
S t rauss : Anthropologie structurale, 1958. 2.—Funciona
l i smo: Mal inowsky: A scientific thcory of culture, 1949.
3 .—Morfo log i smo: Boas : General Anthropology, 1938.
4.—Difusionismo. Kroeber: Anthropologie, 1948. 5.—Evo
luc ion i smo: Morgan : Ancient Society, 1877.
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XII I
C R Í T I C A D E L A " T E O R Í A D E L A C U L T U R A " YD E L A " A N I R O P O L O G I A C U L T U R A L " C O M O
C I E N C I A S
L A TFORÍA SOBRK. F.L OBJKTO de la Etnología que hemosdesarrollado significa tanto o más que por lo que afirma—el objeto de la Etnología es la "Cultura bárbara"— porlo que niega. Nos referiremos aquí solamente a las dos ne-gaciones más importantes que nuestra tesis implica.
I .—La Etnología no puede ser definida como la "Cien-cia de la Cultura" en general . Ya demostramos cómo porlo menos existe un objeto cultural que no puede ser some-t ido a anál isis e tnológico: e l Museo e tnológico. Pero hayrazones muy variadas.
Ante todo, razones efectivas. De hecho, disciplinas queevidentemente se ref ieren a campos cul turales, como laLingüística general, la Filología clásica, la Economía po-lí t ica, etc. , quedan fuera de los métodos de la Etnología.
Sería precisa una r ed uc ció n de toda s estas ciencias — laE co no m ía P olít ica, la Filología clásica, etc .— a la E tn o -logía para que la concepción de la Etnología como "cien-cia general de la Cultura" no fuese utópica, puramente
intencional.¿Cabría entonces atribuir a la Etnología la tarea de
establecer la Teor ía genera l de la Cul tura? Tampoco,porque esa generalidad se da sólo al nivel de la barbarie.
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U4 GUSTAVO BUENO
como género. La generalidad de la Etnología no es otra
cosa sino la apariencia de generalidad fundada en la natu
raleza genérica de la barbarie. Pero en cuanto la Etnologíarebasase esc nivel de generalidad, para referirse a la Cul
tura en su totalidad, dejaría de ser Etnología—se conver
tiría en Filosofía de la Cultura, C'ibcrnética o Teoría de
la Información. *' '
Es cierto que algunos conceptos etnológicos son ofre
cidos com o si totalizasen el cam po ínteg ro de las cul tur as ;
por ejemplo, la "universalidad del incesto" o la imivcrsali-
dad de la "técnica de deformación del cuerpo". Pero de
nuevo, estos conceptos o son sociológicos, o no son con
ceptos, s ino meramente criterios descriptivos^ como pue
dan serlo el "conceptf)" de dendrita utilizado por los
geólogos para describir rocas cuya forma recuerda a los
árboles. Estos conceptos valen lo que pueda valer el "con
cep to" de circtmvolución apl icado a un cerebro humano
y a los surcos de una nuez. No permiten "construir"
nada, sino reunir materiales muy heterogéneos enlazados
por un cri terio superficial , que sólo la pedantería puede
querer hacer pasar por un concepto científico. Son sim
ples "mariposas etnológicas".
Q ue e l Etn ólo go — com o el econom ista , o el h is tor iado r, o co m o el f ísico o el polí t ico— pue da y deba ha cer
reflexiones filosóficas sob re la Cu ltu ra tota l — reflexiones
inspiradas po r su propia especialidad— no significa en to n
ces que él hable como etnólogo. Habla como fi lósofo, y,
desde el punto de vista de su especialidad, las reflexiones
sobre la Cultura son "comentarios a la salida" de su es
pecíf ico recinto de t rabajo. Por supuesto, estos "comentarios a la salida" son indispensable cauce para que el re
cinto renueve su oxígeno y para que sus inquilinos no
mueran de asfixia. Pero lo que no se debe querer es hacer
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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ETNOLOGÍA y UTOPIA ns
pasar estas reflexiones—que pueden tener más importan
cia general que el trabajo específico— por trabajo cientí
fico.II.—La Etnología no puede ser definida como "Ciencia
del Hombre", como Antropología.
La "Antropología" tiene un sentido preciso como cien
cia natural. Pero la "Antropología cultural" no. O bien
se sobreentiende como el estudio del "primate cultural
preurbano" —y entonces, es Etnología (o, en todo caso,
hay que definir convencionalmentc el área de la Antropo
logía), o bien quiere ser el estudio del "Hombre en gene
ral", la "Ciencia general" del Hombre, la "Astronomía"
de las ciencias humanas (Levi-Strauss). Pero esta ciencia
es puramente intencional. Hcrskovits venía a reconocerlo
ingenuamente cuando decía que la Antropología no cae
bajo ninguna de las ramas en que se dividen las ciencias
(ciencias exactas, naturales, sociales...).'" Como que se
mejante "Antropología" es un puzzle de trozos curiosos
de diferentes ciencias. No por construir la palabra "Cos
mología" c inscribirla como título de un Departamento
universitario tenemos asegurada la "ciencia general del
Universo" —salvo que bajo este pabellón se acoja scncilla-
nicntc la Mecánica.La "Antro|-)ología" no es una ciencia positiva.^ En
tanto en cuanto es realmente la interferencia de diversos
campos científicos, la "Antropología" designará el con
junto de consideraciones, ya no científicas sino filosófi
cas, que pueda construirse sobre los resultados de esos
campos científicos ("Antropología filosófica"). Y, por su
puesto, el análisis de la Idea de Hombre, considerada comouna efectiva Idea filosófica.
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C ONC LUSIÓN
¿A TRAVÉS DE QUÉ MECANISMOS la E tn o lo g ía — q u e ha sid oaquí conside rada co m o ciencia posi t iva— pu ed e l legar apresentarse como una alternativa de la Filosofía? "Encierta manera—dice Paul Mercicr— la enseñanza de la an-tro po log ía deb e llenar un va cío — al igual que la sociolo-
gía, en algunas instituciones francesas de enseñanza, pa-rece destinada a reemplazar a la filosofía". *' ¿Como puedecomprenderse que una ciencia pueda llenar el vacío quedejase no otra ciencia, sino la filosofía?
Respondo: de ninguna manera, sa lvo de un modo so-fístico, a saber, erigiéndose la Etnología misma en unaapariencia de Filosofía, al mismo tiempo que ella se des-figura como ciencia, convirt iéndose en ideolof!;ía que quie-re hacerse pasar como ciencia.
La Etnología, como ciencia posi t iva, es, por sí misma,categorial , "neutral". Constata la inst i tución de la covada
en algunas zonas sudamericanas o las formas del parentescokariera y, por supuesto, t rata de establecer las conexiones
entre aquellas instituciones con otras acaso descritas enGalicia o en Bretaña. Pero ¿qué t iene que ver este t ipode conocimientos positivos especialmente con la Filosofía?Es de ci r : ¿Q ue tienen que ver más estos conoc imie ntos
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ETNOLOG ÍA Y UTOPIA 137
con la Filosofía de lo que tengan que ver los conocimien
tos zoológicos o los terniodinániicos, que, desde luego,
"t ienen mucho que ver" con la Filosofía? Sin embargo,no es m uy co m ún pr ete nd er sust ituir la Filosofía p or la
Zoología o por l a Termodinámica .
El mecanismo de sustitución que he llamado sofístico
podría ser analizado de este modo: La Etnología opera
con contenidos posit ivos cate^orialcs —según nuestra te
sis : con los con tenido s de la "cu ltura b ár b ar a" : la cavada,
el parentesco kariera, pero también el mito del "árbolmediador entre cielo y tierra" o la brujería. Ahora bien-,
estos contenidos categorialcs, aunque científ icamente de
ban ser tratad os con la m á s escrupulosa "n eu tral id ad ",
de hecho están entretej idos con las "Ideas generales" —sean
filosóficas, sean teológicas, sean metafísicas— de tal suerte
que fácilmente pueden ser art iculados en el marco de una
concepción "general" más o menos impl íci ta , y queresulta aparentemente derivada de los propios "datos et
nológicos". La evidente art iculación de estos datos con
aquellas Ideas hace pensar, en virtud del sofisma de "afir
mación del consecuente" que tales Ideas están art iculadas,
apoyadas internamente en los datos etnológicos. Sin
embargo, por decirlo así, son las Ideas (metafísicas o teoló
gicas) las que van "en busca de los datos etnológicos" y no
son los datos etnológicos los que hacen brotar las Ideas
genuinas, internas a los datos. Se trata de una utilizaciónque penui te grados muy f inos de vi r tuosismo—de sof ís
tica.
La manera más conocida de utilización de la I ' tnología
para defe nde r con cep cione s metafísicas es esa "h erm en éu
t ica etno lóg ica" q ue ya fue co noc ida po r los griegos y qu e
hoy es abundantemente empleada por los crist ianos. Se dan
po r sob reenten didas ciertas Ideas, ciertos Pr inc ipio s: por
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na GUSTAVO BUENO
ejemplo, que e l Hombre ha s ido creado por Dios y que
recibió , in illo tempore, una revelación; que e l pecado
original enturbió esta ciencia primordial y que, más tarde,la catástrofe fue reparada por la Buena Nueva, un reflejo
de la cual consta en ios Evangelios canónicos. Ahora bien:
es evidente que estos principios pued en funcionar de un
m odo m uy parecido a un "a lgo ri tm o" apl icable al material
etn oló gico , instaura ndo una férti l lec tura de los datos et
nológicos . Mediante la Hermenéutica e tnológica , és ta
queda constituida en un poderoso instrumento al serviciode una Dogmática teológica y práct icamente , en e l sus-
titutivo de la Filosofía —en su servicio escolástico de fun
dadora de los "praeambula fidei" . (Sería interesante estu
diar en detalle los isomorfismos existentes entre el proceso
por el cual la Etnología "atea" de hoy quiere presentarse
como sustitutivo de la Filosofía y el proceso por el cual
e l " tradic ional ism o" cr is tiano — de Rog cr Bacon a Lam cn-
nais— quería presentarse como la verdadera alternativa
a la "Teología filosófica". F,l conflicto entre F'.tnología y
Filosofía parece, en efecto, similar al conflicto entre
Teología bíblica y Teología dogmática. F 's te estudio
mostraría quizá curiosos paralelismos "estrvicturales":
pong am os po r caso, Sartre-Santo Tomás verms Lévi-
Strauss-San Buenaventura). Supuesta, en resolución, una
revelación in illo tewpore y una revelación en tiempos
his tóricos , e l materia l e tnológico queda automáticamente
"orientado", como las l imaduras cuando se pone un imán
po r debajo del papel que las sop orta y qu e, incluso, p uede
permanecer invisible, mediante sencillos artificios. F"l mate
rial etno lógic o que da, por así decir, polar izad o: las m itolo
gías salvajes o bárbaras aparecerán como "reconstrucciones
confu sas" de la sabiduría prim ordial o com o "p re pa ra
ción evangélica". '" Muchas veces estos presupuestos o
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 139
"pr ejuic ios" alterarán pro fun dam ente las relaciones del
material mismo etnológico. Puesto que se supone que la
sabiduría primordial fue revelada por un Dios monoteísta,y no engañador, se irá en busca de la "Idea de un Dios
monoteísta", cuyos vestigios han de encontrarse en las
bandas humanas más salvajes de las cuales podamos tener
información. *•* Otras veces, este supuesto, en tanto va
acompañado de la tes is del "olvido práct icamente to ta l"
de la sabiduría primordial, actuará tan débilmente que se
reducirá a lo sumo a la condición de una "hipótesis detrabajo" , que permite la completa neutralidad e tno ló
gica. •" Pe ro en to do caso, se habrá frenad o el vig or del
"ar gu m en to e tn oló gic o" : dejará de ser escandaloso el que
los "sa lvajes" compartan con nosotros "creencias" o "r i tos"
determinados. Por el contrario, la presencia de estos ri tos
o creencias será s iempre bienvenida. F,l argumento del
"consensus omnium", apl icado a contenidos sobrenatura les ,funciona ahora a plena m áquin a.
Lo que interesa, sobre todo, subrayar aquí es lo s i
guiente : que la ciencia etnológica no puede, en cuantotal ciencia, oponerse a la utilización ideológica (apologé-tica) que de sus datos hace la ''Hermenéutica''. E s
perfectamente posible que un cr is t iano, o un mahometano,
l legue a ser un e tnólog o co m pete nte , c ient íf ico y "h on ra-t lo" , sin necesidad de que su alma esté "dividida en
d o s " : "ciencia" y "Fe" . La "Fe" contiene entre sus dog
mas suficientes dispositivos para hacerse com pa tible co n
cualquier genero de resultados científicos, que se dan "en
otro plano". No es, pues, invcsngando las "variedades de
la experiencia religiosa" como pueda llegarse a la demo
lición de un sistema de creencias religiosas; esta investi
gación puede incluso robustecer aquel s is tema. Hay ejem
plos abundantes. La discusión sobre la Idea de Dios, por
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140 GUSTAVO BUENO
ejemplo, hay que plantearla en el terreno filosófico —en
cuanto a su vez, desde luego, incorpora los datos etnoló
gicos junto con otros de diversas categorías (semánticos,
sociológicos, psicológicos). Sólo desde aquí pueden cobrar
un sentido las "variedades de la experiencia religiosa". (No
es estudiando los nudos que los antiguos egipcios daban
a un cordel, según "distancias pitagóricas" — 3 , 4, 5—,
como podemos demostrar el teorema de Pitágoras. Pero
después de demostrado —y los cordeles pueden jugar un
papel en esta demostración— la consideración de los nudos
se llena de significación.)
Pero existe otro modo más sutil, porque ya no es "her-
méneutico", sino crítico, de utilización de la Etnología al
servicio de una ideología. Su aspecto crítico le permite
presentarse como una alternativa de la Filosofía. Prefigu
rado en los cínicos, podemos constatarlo en Rousseau—"el más etnólogo de los filósofos"—. Es la médula del
"ctnologisnio" característico de Lévi-Strauss y de tantos
otros etnólogos, o de otras personas que lo son menos,
de nuestros días. La ideología presupuesta ya no se adopta
en nombre de una Autoridad revelante, ninguna Biblia se
cita ahora. Pero sí se perciben algunos vestigios de esa
tradición: la tradición del "Paraíso perdido", la tradiciónde la "C>oniunidad perdida" y del "Hombre" extraviado en
la "civilización". Por lo demás, suele suponerse que el
hombre puede volver a contemplar —en el recuerdo, al
menos— el Paraíso perdido, y de este modo, la Etnología,
como contemplación pura, asume la función redentora
de la Humanidad extraviada por el pecado original de la
civilización inauténtica.
Una contemplación que busca la redención, en la for
ma de una "preservación del recuerdo", esto es el ^nos-
ticismo. Es evidente que esta utilización de la Etnología
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¡42 GUSTAVO BUENO
virtud de una gratuita identificación entre la Humanidad
y el Salvajismo. Por consiguiente, esta crítica consiste en
una superposición de dos niveles culturales, de los cualesuno es preferido por motivos estéticos o psicológicos —el
resentimiento contra la propia cultura. Sin duda, la crí
t ica etnolog ista es m ejor q ue el co nf or m ism o: es así un
sucedáneo de la verdadera crítica, que sólo puede ser la
crí t ica revolucionaria . Ahora bien; es tas formas de cn-
frentamiento entre la Etnología y la Filosofía, en virtutl
de las cuales la Etnología toma el lugar de una Filosofía
(com o "e tnologismo herm enéu t ico" o "c tnologismo cr í
t ico") —de una Filosofía acaso eventualniente desfalleci
da— se producen, si nuestro análisis es correcto, en virtud
de mecanisnios extrínsecos de articulación entre los datos
científicos de la Etnología y concepciones ideológicas afi
nes a la Filosofía, o que pueden considerarse como sus
límites (la metafísica y el nihilismo). Por consiguiente,
desde nuestro punto de vista, y aun cuando estas formas
de enfrentamiento y sustitución de la Filosofía por la
Etnología sean más populares, en la sociedad de consunio,
no son las más profundas. Ni siquiera constituyen un en
frentamiento, salvo en la apariencia.
¿Quiere decir lo anterior que carece de todo sentidoserio el pensar siquiera en que la Etnología, en cuanto
ciencia positiva, pueda ser una alternativa capaz de en
frentarse con la Filosofía? En modo alguno; al menos,
mi conclusión es contraria .
La Etnología, precisamente en su función de ciencia,
co nstitu ye una perspectiva que se enfrenta incesan tem ente
a la Filosofía, aun qu e en un nivel m uc ho más pr of un do ,del cual serían los etnologismos (hermenéutico y crít ico)
phaeiwmcna bcne ^iindata. Pues la Etnología es una cien
cia positiva y, como tal ciencia se mantiene en un plano
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ETNOLOG ÍA y UTOPIA MÍ
distinto del de la Filosofía. Pero, por otro lado es una
ciencia en cuyo campo se encuentran todos los materiales
culturales que soportan la "civil ización" y, por tanto, laFilosofía misma. De aquí que sus propensiones "reducto-
ras" estén siempre dispuestas a en co ntr ar alimento y sa
t isfacción. Es preciso que intentemos acertar con fórmulas
capaces de establecer estas relaciones dialécticas de con
flicto entre una ciencia (la Etnología) y la Filosofía, así
como también de explicar de qué manera la "neutralidad"
científica de la Etnología puede alcanzar, por sí misma,una significación crítica.
Para com enz ar po r la segu nda cue stió n: ¿Cuál es el
mecanismo propio de la crhicn etnológica, en lo que tiene
de critica específicamente categorial y científica. '
Consideremos el mecanismo que antes hemos l lamado
"crítica por centrifugación". Significa algo así como la
"exportación" de a lgún contenido de la "c ivi l ización"
—a saber, los que hemos l lamado "arcaicos" y los "anti
gu os " en el ^ X I— ha cia las regione s del salvajismo o de
la barbarie. Sin embargo, podría decirse que la Etnología
no "exporta" por sí misma, sino sólo abre los caminos
para que la exp orta ció n p ueda llevarse a efec to po r ob ra
de las ciencias particulares o de la Filosofía. Pero la crt-tica es el "acto mismo de exportar", es decir, de desalojar
un "contenido de la civil ización" transfiriéndolo al campo
de la barbarie. Ahora bien: de que algunos pueblos primi
tivos utilicen la rueda, el fuego o la numeración decimal,
no se sigue que debamos tri turar esos contenidos, y
expulsarlos de la civilización, como expulsamos la antro
pofagia o como quería Platón expulsar a los poetas dela República , de la Ciudad. Tampoco porque los pr imates
niastiquen sus alimentos podemos considerar la masticación
como inhumana .
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144 GUSTAVO BUENO
La crítica gcnuinamcntc etnológica no puede tener,
por tanto, la simple forma de la constatación científica
de "isomorfismos" entre la civilización y la barbarie. Una
institución no queda refutada mediante su comparación
con otra. La crítica científica es sobre todo una actividad
dirigida contra conceptos y proposiciones. La crítica et-
nológica específica debe entenderse como crítica a propo-
siciones etnológicas. ¿De qué manera una crítica proposi-
cional puede ser una crítica a contenidos de la propia
"civilización", una "crítica mundana" y no meramente
académica? Gracias a que en nuestra "civilización" existen
instituciones, mitos o formaciones culturales en general
que llevan acopladas proposiciones de sentido etnológico
— o , si se prefiere, preetnológico, precientífico. (También
en la cultura bárbara existen proposiciones preetnológicas:
por ejemplo, los mitos etiológicos acerca de objetos cultu
rales). De este modo la crítica científica etnológica, sin sa
lirse de su propio campo "neutral", puede alcanzar una
significación crítica en nuestra cultura y una primera po
sibilidad de intersección con !a crítica filosófica (que,
desde siempre, ha asumido como significativa la crítica
etnológica).
Este mecanismo crítico de la etnología se confundemuchas veces con el "relativismo": como si a la crítica
etnológica le correspondiese la crítica de nuestra cultura,
y no más bien de las proposiciones preetnológicas inser
tadas en nuestros patrones culturales. Pero la crítica de
una proposición acoplada a una institución no es por sí
misma la crítica de dicha institución, por ejemplo de la
institución de la propiedad o de la monogamia. El "co
munismo primitivo"— si es que puede considerarse como
un "dato etnológico"— no refuta la institución de la pro
piedad, pero sí la proposición que esta institución puede
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA H$
llevar asociada, a saber: que la propiedad fue creada por
Dios junto con el hombre desde su principio.
Y para resolver nuestra primera cuestión —¿cuál esel esquema del conflicto dialéctico entre Filosofía y Etno-
logía?— será preciso recurrir al concepto de "materiali-
dad trascendental". La crítica filosófica es el regreso hacia
la M. T . Esto no equivale al nihilismo, si mantenemos la
evidencia de la realidad práctica misma de la concien-
cia, del cogito. Que no será ya un copulo formal sino un
cogito con una "moral provisional", una "implantación
práctica" en contenidos culturales "fundamentales" que
no es posible liquidar desde el principio — la "duda" sólo
es universal porque es "metódica"; fuera de esto, sería
locura. La crítica filosófica, en cuanto método, supone,
por decirlo así, la utilización de una función en ejercicio
de identificaciones lógicas (transitivas) con ciertos pará-
metros, aplicada a variables indeterminadas y sustituibles.
Ahora bien: precisamente porque la Etnología no tiene
por qué saber nada de esas variables —aunque las use—
o de esas identificaciones —aunque las practique— puede
proceder a la incoación de la ilimitada "centrifugación"
de toda variable y de todo parámetro. Las ideas que, desde
un cogito históricamente determinado, pueden revelarse
como absolutamente racionales y transcendentales, son
puestas en duda por la crítica etnológica. Los "dioses bár-
baros" son ahora los auténticos "genios malignos" de la
conciencia filosófica, y contra ellos ha de levantarse de
nuevo la evidencia del cogito. ^^
La Etnología desempeña así, juntamente con el Psico-
análisis y la Sociología, funciones catárticas, de drenaje, conrespecto a la conciencia filosófica (académica o mun-
dana). Pero la Etnología no ofrece criterios de centrifu-
gación: por ese motivo, existe siempre el peligro, si no
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146 GUSTAVO BUENO
se ejerce una discriminación filosófica, de que al arrojar
el agua sucia del baño se arrastre también al niño.
Por este motivo, en cierto modo, el "punto de vista
etnológico" y el "punto de vista filosófico" tienden a
oponerse muchas veces ante un contenido cultural con-
creto, aunque "formalmente" la oposición no existe, por
cuanto el "punto de vista filosófico" tiene ya previsto el
"descuento" etnológico a sus evidencias como dispositivo
inherente a su propia crítica. Pero es muy probable que
el etnólogo propenda a ver, en un texto de Bergson, la
estructura de un mito dakota; mientras que el filósofo
tenderá a presentir en el mito dakota la prefiguración de
un concepto de Bergson. La tendencia a reducirse es mu-
tua y universal: ante cualquier material concreto, tratado
por el filósofo, el etnólogo tiene que descubrir sus com-
ponentes "arcaicos". Y aunque hay formaciones que caenabiertamente en el campo de la barbarie (el mito del árbol
mediador) y formaciones que caen abiertamente en el
campo de la "civilización" (la teoría aristotélica del silo-
gismo), la mayor parte —en rigor, todas— presentan as-
pectos bárbaros y aspectos racionales: una flauta, Ulises
o la teoría platónica de las tres almas. No cabe una discri-
minación general y a priori. Por ello, el "enfrentamiento"tiene que hacerse en cada caso. El punto de articulación
por el cual la filosofía reduce a su vez a la Etnología,
es la misma naturaleza racional de la ciencia etnológica: el
etnólogo, aun en sus más radicales "reducciones", está em-
pleando el "aparato gnoseológico" característico de una
cierta forma de "cultura".''
Adviértase que esta función crítica que corresponde
a la Etnología es independiente de la voluntad subjetiva
del etnólogo. Puede el etnólogo desentenderse subjetiva-
mente de toda cuestión filosófica, cerrarse sobre "sus
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ETNOLOGÍA Y UTOPÍA 147
cacharros" o sobre sus "bororos". Incluso si aceptase la
definición de Etnología que le proponemos, podría argu-
nientar, desde ella, que su campo es "la barbarie" y que,en consecuencia, tan sin cuidado le traen las cuestiones
filosóficas, como las electrónicas, que pertenecen al campo
de la civilización. Esto es verdad, pero, si bien subjetiva-
nicntc pueda intentar desconectarse, objetivamente la co
nexión existe, aunque sólo sea porque la propia Filosofía
le saldrá al paso: tanto cuando establece proposiciones
etnológicas que refutan otras proposiciones "etnológicas" interesantes para el filósofo, como cuando extien
de , en general, su mirada hacia formaciones básales de
la civiji/nción que, desde su punto de vista abstracto, tie
nen cjue aparcccrselc simplemente como nrcmcas. Tampo
co el gc(')logo que va buscando uranio se detiene ante una
escultura de gran valor artístico que lo contenga. C!omo
geólogo no tiene por qué saber nada de esas formas artís
ticas y, subjetivamente, puede desconectarse de ellas, dis
poniéndose a triturar la estatua del mismo modo que tri
turó un guijarro, seleccionado por su contador Geiger.
Por últ imo: sería excesivo pensar que las conexiones
entre Etnología y Filosofía tienen lugar, únicamente, en
nn plano crítico. A éstas nos hemos referido, dado el plan
teamiento de nuestro problema. Pero evidentemente tam
bién median múltiples relaciones entre la Etnología y la
Filosofía a un nivel no "crítico", sino "geométrico" —en
la tarca de la "Geometría de las Ideas". La Etnología es
;i'i"ia fuente positiva de materiales indispensables para
reconstruir genéticamente el mundo de nuestras Ideas y,
junto con la Psicología o la Sociología, desempeña la fun
ción de "Embriología" de la conciencia racional. Por in
termedio de las "formas" bárbaras es posible llegar a veces
a descomponer relaciones entre Ideas que se presentan
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¡48 GUSTAVO BUENO
como directas, y que resultan ser, por ejemplo, productos
relativos dados a través de términos etnológicamente per
filados. Pero tampoco debemos desorbitar la comparación.
Al asimilar la Etnología con una Embriología de nuestra
conciencia racional lo que queremos destacar es que la
significación de ciertos puntos del cctodcrmo del huevo
de un vertebrado se apoya en el ojo del adulto y no vice
versa: sin el ojo, esos puntos del ectodermo pasarían m-
cluso desapercibidos. A pesar de lo cual, a través de esas
minúsculas formaciones es como podemos reconstruir re
laciones —"a través del tiempo"— entre, pongamos, los
bastoncitos de una retina y las células del área 17 de
Brodmann.
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N O T A S
1 Leach: Léi'i-Strauss, antropólogo y fitósofo. Trad. de JoséR. Llobcra. Barcelona, Cuadernos Anagrama, 1970. Pág. 14.
2 Muy interesante es el libro de S. F. Nadcl: Tbe Foundationof social Anthropology, pub licado en 1951. Fifth imprcssion, 1909.London, Cohen-West .
3 Aristóteles, Metafísica, 1025 b ; 1063 b .
4 P or analogía con las expresiones "M eta-filosofía" o "Peri-filo-
sofía", y en general, "M eta-ciencia". Ver, po r ejem plo: G . Rad -ni tzkv: Anglo-Saxon Schools of Metascieticc. AkndemifórtlagctGó ceborg , Sw eden, 1968. R. H . Low ie utilizó el term ino "m eta-etnografía" para designar la obra de R. Bcnedict.
5 E. Trías ; La filosofía y su sombra, Barcelona, Scix Barral,1969. Pág. 42.
6 N adel, op . cit., protesta de la costum bre de señalar límitesa priori reivindicando la libertad del investigador para explorarpor donde le plazca. Comparto este principio de libertad frentea las prescripciones de los filósofos, que, sin duda, pueden equivocarse. Pero la cuestión no es la libertad ante ciertas fronterasprop uestas, sino la de si existen objetivam ente fronteras.
7 Esta distinción la tomo de R. Boudon, que la aplica a la definición de "estructura": A quoi sen la notio?i de "structure"}París, Gallim ard , 1968. Págs. 35 y 36.
8 La expresión "preferencia de la Etnología por los primitivos"es capciosa porque, a la vez que alude al efectivo ínteres etnológico,
sugiere que ese interés es uno entre otros posibles —y por ello,cabe preferir. Pero esa preferencia no tiene más alcance que la"preferencia" de la Astronomía por los astros, o la "preferencia"de la Aritmética por los números.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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9 H a y una c i enc i a qu e a f ron t a ge nc r i c a mc n t e la c u l t u r a hum a na ,
en cu an to con cep to c la se ; p e ro en t re todas l as c la ses qu e p ue de n
con s t ru i r se so bre l a s cosas cul tura le s , so lam ente exis te una qu e
a pr e s a c ompone n t e s ve r da de r a me n t e r e a l e s y ge né r i c os de l a c u l t u ra : la "c lase" de las cul turas bárbaras , y , por tanto, e l nive l de la
"ba r ba r i e " . T a n t o lo s gé ne r o s po rf i ri a nos c om o los gé n e r os c o m
bina tor ios pueden genera r c la ses (d i s t r ibut ivas ) . —Advié r ta se que
e l modo "d i s t r i bu t i vo" de c onc e p t ua c i ón e t no l óg i c a , que c onduc e
a la "nivelac ión" de las cul turas , sue le e jecutarse a par t i r de la
Idea de una "razón universa l" : e l sa lva je ser ía , en su s i tuac ión, tan
rac iona l como e l c iv i l i zado. Pe ro e s ta r azón genér ica ( formal ) e s
inse rv ib le pa ra nues t ro caso , porque conviene inc luso a los anima
les. ( Ta mbi é n un pe z , c ua ndo t r a ga e l a nz ue l o , ob r a c on "c ohe r e n c ia lógica" , que no es o t ra cosa s ino e l pa t rón mismo de conduc ta
d e su s is tema nervio so) . P er o la razón hay qu e po ner la a o t ro n ive l .
El sa lva je no es i r rac io nal p or a ta car a las brujas cu an do és tas
le moles tan ("como lo har ía un c ivi l izado") s ino por creer en
br u j a s. En o t r o o r d e n : a un c onc e d i e nd o a Lé v i - S t ra us s que e l
s is tema to té m ic o y e l s is tema de cas tas fueran aná logo s en cu an to
3 pro ced im ien tos de d i fe renc iac ión soc ia l , hab r ía qu e redu c i r e s ta s
semejanzas a un p lano formal , porque l a ma te r i a de l tó tem es
in t rans i t iva , a sí co m o las m uje res cam biadas , m ient ra s que l a ma ter ia de las cas tas es vi r tua lmente t rans i t iva , y abre e l camino a la
c ivi l izac ión ( ve r § X I) .
10 "E l arc o y la f lecha fo rm an par a e l e tn ól og o un a espe cie , la
cos tumbre de de formar e l c ráneo de los n iños e s una e spec ie , e l
hábi to de agrupar los números en decenas e s una e spec ie . La d i s
t r ibuc ión geográ f ica de e s tos obje tos y su t r ansmis ión , de r egión
a región , deben se r e s tudiados de l a misma manera que por los
natura l is tas la dis t r ibución geográf ica de sus especies animales ov e g e t a l e s " , d e c í a T y l o r iPrimitive Culture, I, 7).
Adv i é r t a s e que t a mbi é n c a be e n t e nde r d i s t r i bu t i va me n t e a un
"gé ne r o c ombi na t o r i o" , v . g r . , un s i mpl e j o . Lé v i - S t r a us s s e c onduc e
de n t r o de un e s que ma no por f i r i a no , po r que s us c u l t u r a s no r e
p i t en ra sgos un i form es — prec i sam ente é l qu ie re des taca r la s dife-
rencias. Pe r o s u e s que ma s i gue s i e ndo d i s t r i bu t i vo , a de c ua do , po r
t a n t o , pa r a c onc e p t ua l i z a r la ba r ba r i e . La ún i c a ma n e r a de c on s t r u i r
u n g é n e r o c o m b i n a t o r i o abierto es incorpora r a l a s cabece ras de
c o l umna a l gunos "c ua dr os " de l a ma t r i z . V i d . no t a 43 .
U Encyclopédie de la Pléiade, Par is , Gal l im ard , 1968. Pág s 527-
595.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 151
12 F e r d i n a n d T o n n i e s : Gem einschait imd Gcse llschaft. T r a d , e s p .
en L osad a , Bue no s A i res , 1946. A pé nd ice , § 7 , pá g . 313, pa ra c o -
te ia r e l cuadro con e l de Poi r i e r , op . c i t . , pág . 546.
1 3 D u r k h e i m : De la dk'ision du trarail so cial. L i b r o L c a p . V H .V e r t a m b i é n G . G u r v i t c h : Les cadres snciaux de la conna issatice,
P . U. F., 1966.
1 4 H e g c l : Philosophie des Geistcs, Enzyklopadie, pvírrafo 394
Ed . Me i ne r , pá g . 322 .
15 What happened in History. H a r d m o n s w o r t h , 1 9 6 4 . M an
fnakes hi?nself, Lo nd r e s , 1936 ( t r a d . e sp . e n Br e v i a r i os Fo nd o de
C u l t u r a ) . Social Evolution ( t r ad . e sp . en Cienc ia Nueva , 1965) .
e t c é t e r a .
F . T on n i e s ha b í a ob s e r va do : " . . . c ua n t o m á s se ge ne r a l i z a el e s t a do
de s oc ie da d e n una na c i ón o g r u po de na c i one s , t a n t o má s el c o n
junto de e se pa í s o l a to ta l idad de e se mundo t i enden a pa rece r se
a una so la gra n c iu da d" . O p . c i t . § 4 .
16 El mundo primitivo y su transformación. T r a d . e s p . F o n d o
de C u l tu ra , 1936. P ág . 12.
17 "E lle su pp o se , elle aussi , la coimnune c o m m c c o n d i t i o n p r e -
mi é r e . . . Le s c ha mps r e p r é s c n t e n t l e t e r r i t o i r e de l a v i l l e ; c e n ' e s t
pas un v i l l age , s imple accessoi re de l a campagnc" . Marx: Grun-drisse der Kritik der Folitischen ókono mie. I r ad . f r ancesa de
R o g e r D a ng e r v i l l e . Pa r is , A n t h r o po s , 1969. V o l . I, pá g . 439 .
18 What happened..., p á g . 3 . — M o r t i m c r W h c e l c r , e n s u p r ó
log o a la 4." ed . inglesa de Social Evolution (vid. t rad. esp. en
C i e n c i a N u e v a ) m u e s t r a c ó m o e l d e s c u b r i m i e n t o d e M i c h a e l V e n -
t r i s ( i n t e r p r e t a c i ón de l s i l a ba r i o mi c é n i c o ) ha br í a ob l i ga do a C h i l dc
a cor regi r su de f in ic ión de c iv i l i zac ión —o bien , habe r inc lu ido
en su extens ión a l a cu l tura micénica , en luga r de cons ide ra r l a como
m u e s t r a d e la " b a r b a r i e a v a n z a d a ", M o r t i m c r W h c c l e r o p i n a q u ela de f in ic ión or ig ina l d e c iv i l i zac ión de Ch i lde (p or la e sc r i tura )
e r a un poc o r e s t r i ng i da e i n t r a ns i ge n t e . P r e c i s a me n t e po r e l l o e s
necesa r ia l a cons t rucc ión de Ideas ( f i losóf icas ) que pres ten sent ido
a e s tos r a sgos a i s l ados . De hecho, e l propio Chi lde , a l exc lu i r
a l a cu l tura micénica de l a c iv i l i zac ión no u t i l i za "a i s l adamente"
e l c r i t e r io d e l a e sc r i tu ra . V e r pá g . 187 de l a t r ad . e sp .
ro Pa r i s , M o u to n , 1967, pág . 29 . Se d i r ía qu e Lé vi -St rau ss ha
c o n v e r t i d o e l problema de l inces to —sin duda muy di f í c i l— en un
misterio. Por o t r a pa r t e s upone ya da da l a e s t r uc t u r a s oc i a l que e lp r op i o i nc e s t o de be r í a e xp l i c a r . En ge ne r a l , s upone r da da " r e pe n
t i n a m e n t e " c ua l q u i e r e s t r uc t u r a c u l t u r a l —e l i nc e s t o , e l le ngua j e ,
e tcé te ra— es confesa r que se r enunc ia a ana l i za r los e squemas de
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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transformación. El "instante" cronológico es un eufemismo del "instante" lógico, es decir, de la gratuita aparición de esa estructura.Cuando hay una construcción dialéctica, la instantaneidad crono
lógica de su aparición es irrelevante, en principio, y, generalmente,inverosímil.
20 El papel del trabajo en el proceso de transformación delmono en hombre. En Dialéctica de la Naturaleza (Ed. Dietz,Band 20, págs. 444-455).
21 Las denom inaciones " circular" y "radial" se tom an de undiagrama de los ejes del espacio antropológico en el cual las circunferencias homocéntricas representasen los "ejes sociales" (Religión, Política, Derecho, Moral...) y los radios los "ejes que contie
nen las relaciones de los hombres y el medio natural" (relacionestecnológicas, científicas, etc.).
22 Claude ¡Vleillassoux: Anthropologie économique des Goiirode Cote d'Ivoire. París, Mouton, 1964. E. Terray: Le marxisniedevant les sociétés "primitives". Paris, Maspero, 1969. J. Suret Gánale: Estructuralismo y antropología económica. En Estructura-lismo y marxismo. Barcelona, M. Roca, 1969, pág. 151.
23 Para una construcción de la Idea de Persona. Madrid, 1953.(Rev. FU. del Instituto "Luis Vives" del C. S. I. C , tom o X II,págs. 503-563).
24 Leach, op. cit., pág. 9.
25 Cahiers Pbilosophiques, Eds. Sociales, Paris, 1955, pág. 14.
26 Así, E. Te rray ; op . cit., pág. 97: "Rappellons qu'uii mode deproduction est un systcme comprenant trois instances: une baseéconomique, une supcrestructure juridico-politiquc et une super-estructurc idéologique". Pre gun tam os: ¿Por qué tres y no siete?
27 Karl Korsch: Karl Marx, 2.» ed., Europa Vcrlag, Wien, 1964,S 4 : "Philosophische und wisscnchaftlichc Kr itik".Althusser: Pour Marx y l.ire le Capital, Paris, Maspero (Trad. csp.México, Siglo XXI, 1969).
28 Vid . infra, § XI. Ve o, a posteriori, en Lévi-Strauss, unafórmula literalmente inversa: por respecto a las sociedades primitivas —en cuanto se edifican sobre relaciones que asocian positivamente a las personas (v. gr., en el parentesco) "ce sont les sociétésde l 'homme moderne que dcvraient plutót étre définies par un
caractére privatif" (Anthrop. Stnict., pág. 400).29 "La base de tod o régimen de división de trabajo un poco
desarrollado y condicionado por el intercambio de mercancías esla separación entre la ciudad y el campo. Puede decirse que toda
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 153
la historia económica de la sociedad se resume en la dinámica deeste antagonismo" (Marx, El Capital, trad. esp. Fondo de Cultura,r. I., pág. 286. Edición Dietz, Band 23, XII, pág. 373). En Ideo
logía alemana (ed. Dietz, Band. 3, pág 22: trad. esp. EdicionesPueblos Unidos, Montevideo 1968, pág. 21), la "segunda forma depropiedad" se construye precisamente sobre la oposición Ciudad-Campo (Gegensatz von Stadt und Land) y poco después se iniciaexplícitamente la transformación de esta distinción, más bien sociológica, en una distinción histórico-dialcctica, precisamente en ladistinción Barbarie-Civilización (pág. 50 de Dietz; pág. 55 esp.).Asimismo se esboza el mecanismo pt)r el cual la civilización instaura la Historia Universal: cuando la apropiación (Aneignung)se halla condicionada por fuerzas productivas desarrolladas desuerte que constituyen una totalidad y sólo se realizan dentro de unintercambio universal iuniversellen Verkehrs).—La "escuela inglesa"(Childe, Thomson, Farrington, Bernal, etc.) ha aceptado ampliamente las ideas de Marx-Engels al respecto, en cuanto enlazancon la tradición de Morgan. Thomson, sin embargo, se inclinaa excluir de la civilización a las ciudades del Hierro primitivo y aconsiderar como concepto burgués la definición de la "civilización" por medio de la "ciudad": la escritura y la división enclases serían tan características de la civilización como el desarrollourbano (Studies in Ancient Geek Society, vol. 2: The First Philos-ophers, London, 1955, pág. 175). Thomson tiene, sin duda, razóncuando "ciudad" se considera como un fenómeno "arquitectónico",pero no cuando se considera a la ciudad como la cristalización deun proceso mucho más complejo en el que hay que contar eldesarrollo de las fuerzas productivas, de la estructura social y política, etc. etc. (Tan improbable como que la observación astronómica comenzase en una ciudad —sin duda hay una tradición astrológica preurbana— es que la acumulación y sistematización de lasobservaciones a partir de las cuales puede constituirse un cuerpode doctrina astrológica pudiera haberse realizado en condicionesdistintas a las que disfrutaron los sacerdotes-ciudadanos de Babilonia.).
30 En Ethnologie Genérale, Paris, Pléiade, pág. 1447. A Des-champs deben oponérsele los materiales recogidos por A. Leroy-Gourhan en Le geste et la parole, Paris, Albin Michel, 1965, 2 vols.
31 Sin embargo, creo que el planteamiento de Derrida adolece
del mismo exclusivismo que atribuye al "fonocentrismo"; aunquede signo contrario: el "gramacentrismo", ostensible en su propuesta de sustitución de la Semiología por la Gramatología o "cienciade la escritura". Yo presupongo la tesis de que los fonemas y los
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grafemas pertenecen a sistemas esencialmente distintos, irreductiblesmutuamente, pero en symploké; y que la oposición entre estossistemas tiene que ver, desde luego, con la oposición entre una
conciencia bárbara y una conciencia civilizada —la ciencia indisolublemente ligada a la escritura, de acuerdo con Derrida (aunquesin que ello excluya su esencial vinculación con las operacionesmanuales). Vid. J. Derrida, De la Grammatologie, en Critique,diciembre 1965 y enero 1966.
32 Los "efectos" operad os p or la escritura en la transformaciónde la conciencia tienen lugar "por encima de la voluntad" (soninconscientes, en la acepción 4 de nuestra nota 36) ante todo porque la escritura no puede interpretarse como criterio aislado. (Ca
ben sociedades no ágrafas en el estado de la barbarie). Por otraparte, los "efectos" de la escritura sólo pueden formularse pormedio de Ideas ontológicas. Por ello, la "Gramatología" seríamás bien filosofía que ciencia (Derrida concede que no es cienciahumana, ni regional). La Idea ontológica que me parece está en labase de la gramatología filosófica es la Idea de "conciencia corpórea". Precisamente porque a partir de la escritura se hace posible la "objetivación" del cuerpo, es por lo que la escritura es elresponsable principal de ese "desajuste" que está en la base de la
conciencia corpórea racional.33 Weinricht , Tempus. Besprocbene u»d Erzdhlen Zeit. Stut-
tgar t, 1964. Sobre la conexión entre la "lincaridad del T ie m po " yla "lincaridad de la escritura" vid. Derrida, op. cit., II, pág. 38donde cita a Saussure y a Hcidegger. Leach: Critique de la Anthr.,cap. VI.
34 Etnogra fía, E tnología y A ntrop olog ía no serían ciencias distintas, sino los tres estadios de complejidad creciente de una misma
ciencia {A. S., pág. 388, 415, etc.).35 P. Metáis: La cor deleite de coquillages. Année Sociologique,
1949-50. Págs. 43 y 55.
36 Con una misma palabra de c uño negativo (in-consciente),pero que asocia teorías demasiado "positivas" (sobre el sub-cons-ciente: Freud, Ricreur.. .) se cubren situaciones totalmente heterogéneas. P or ejem plo: 1." Las efectivam ente inconscientes, en elsentido psicoanalítico; 2.° Los procesos conscientes in acto exer-citu, V. gr. la llamada lógica utens versus lógica docens. En estas
situaciones la "gramática explícita" no es una elevación a la conciencia de "reglas inconscientes", sino su extensión a otros campos:es el mecanismo de las fábulas y el de la lógica formal; 3.° Situaciones prácticas controladas por leyes naturales (biológicas, etc.)
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ETNOLOGÍA Y UTOPIA 15$
desconocidas por los salvajes o bárbaros. Por ejemplo, la situación"geopolítica" del Mediterráneo en el Neolítico; 4." Situacionesprácticas controladas por leyes culturales resultantes del propioproceso, pero actuantes "por encima de la voluntad". Ejemplo: la
efectiva función de Bancos desempeñada por los Templos súmenos (Childe); la "ley de bronce" de Lasalle. Todas estas acepciones de "Inconsciente" pueden ser reagrupadas en dos rúbricas quellamaremos, respectivamente, Inconsciente subjetivo (el de Freud,pero también el de Jung) c Inconsciente objetivo. El inconscienteobjetivo es una expresión que tiene como referencia las formaciones sociales (pero no siempre supraestructuralcs) que envuelven alos individuos psicológicos, que presionan a los individuos "desdefuera", y no desde el interior de su dotación instintiva, y que dan
razón de una gran porción de su conducta. Las formaciones inconscientes objetivas son producidas por los mismos individuosincluso cuando, actuando según fines "personales", trazan, "independientemente de su voluntad" figuras que los envuelven y queestán dotadas de causalidad sui generis. Los lenguajes nacionalesserían el primer gran contenido del Inconsciente objetivo: a través de ellos, y en su apariencia, quedan los individuos moldeadospor sus antepasados (por la "conciencia" de sus antepasados. Esesta "conciencia" la que se transforma necesariamente, al menos
cu parte, en Inconsciente objetivo). Pero también son contenidosdel Inconsciente objetivo cantidad de estructuras sociológicas —losclanes de la Barbarie, o las clases sociales de la civilización— enlas cuales se configura la propia conciencia racional-individual. Sinembargo, muchas de estas estructuras inconscientes objetivas sonellas mismas estructuras racionales ("espíritu objetivo" de Hegel),de suerte que notarlas como incoascientes es tan sólo una determinación relativa a una ulterior formulación que incluso no depende genéticamente, de un modo directo, de ellas. A título de
ejemplo: la acuñación de moneda (hacia el siglo VI a. C. enGrecia) podría considerarse como una de las primeras realizaciones de la estructura platónica de las Ideas (los "universales" de laEdad Media), porque allí un paradigma (el cuño), se multiplicadistributivamente en una materia "signata quantitate", como dirádespués Santo Tomás (La misma discusión entre "metalistas" y"nominalistas" —de que Aristóteles da ya testimonio, en Política,1257 b—• puede ponerse en correspondencia con la discusión entre"realistas" y "nominalistas" a propósito de los "universales"). Sin
embargo sería gratuito ver en Platón al pensador que transformólas monedas en Ideas —como tampoco podríamos afirmar que losautores de la "doctrina de la sigilación", como Gilberto Porreta-no, se limitaron a transformar las Ideas de Platón en monedas.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
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J56 GUSTAVO BUENO
Sin embargo, puede decirse que una serie de monedas acuñadascontiene de un modo objetivo, aunque inconsciente, la Teoría delas Ideas de Platón. Asimismo, la técnica del tejido (ñnal del pa
leolítico) realiza en cierto modo la estructura que Platón llamaríasymploki, pero más porque un tejido es un tipo de symploké (unamatriz plana cartesiana) que porque la Idea platónica de la sym-ploké sea simplemente una "proyección", o "reflejo supraestruc-tural" de la técnica del tejido. Esto mismo debe aplicarse a grancantidad de mitemas —respecto de teorías científicas o fílosófícas.Si el "ser esférico'" (euxuxXsíui; áv) de Parm énides pu ed e leg ítim amente ponerse en conexión con el "Huevo primordial" de tantasmitologías cercano orientales, no es sólo (necesariamente) porqueel Ser eleátíco sea un "Huevo" en estado abstracto (un conceptodel estadio metafísica de Comte) cuanto, también, porque el "Huevo primordial" realiza la Idea de totalización racional a partir deldesarrollo inaudito hasta entonces de una imagen rural, que esinconsciente por referencia a su elaboración ulterior. Mientras elanálisis etnológico propende (legítimamente, por lo demás) a veren el Ser esférico de Parménides la presencia inconsciente del"Huevo primordial" —es decir, propende a contemplar una formación civilizada desde la barbarie—, el análisis filosófico (noetnológico) se dispondrá a ver en el "Huevo primordial" la figura
inconsciente del Ser de Parménides, y sólo de este modo, la Historia comienza a poder ser una tarea crítica y de crítica inmanente.Nosotros entendemos mejor que Leibniz la estructura del cálculodiferencial —estructura que estaba inconscientemente ("oscuramente") guiando las especulaciones del propio Leibniz—; Kant entendióel "problema de Hume" mejor que el propio Hume. Si llamamos "metalepsis" a esta trasposición de consecuentes y antecedentes, habría que decir que el conocimiento histórico y filosófico esesencialmente metaléptico —mientras que el etnológico, es ana
léptico—, aunque sólo son posibles desde el "presente civilizado".
37 Morris Opler: Them es as dynam ic forces in culture. American Journal of Sociology, 51-1945, págs. 198-206. Hoebel: Elhombre en el mundo primitivo. Trad. esp. Barcelona, Ed. Omega,1961, págs., 178 y ss. —En particular, los "postulados básicos Ifugao"y los "postulados básicos Ashanti", págs. 180-183. Las siete hipótesis, ocho reglas y diecisiete definiciones que propone Leach paradescribir el parentesco "jinghpaw", serían Axiomas, Reglas y de
finiciones fenomenológicas.38 H ab ría que m atizar m ucho más. En Anthr. Struct., el aná
lisis estructural busca la determinación de la "gramática" de lasformas culturales. Esta "Gramática" es inconsciente, pero es Gra-
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ETNOLOGÍA y UTOPIA isi
mática: es decir, "conjunto de reglas", axiomática. En la Penséesauvage se habla de invariantes ontológicos.
39 La determinación de estas unidades culturales es una de las
tareas científicas más importantes y propias de las ciencias antropológicas. Ncurath y otros piensan que tales unidades deben serdeterminadas en sistemas de coordenadas fisicalistas. Pero es imposible prescindir de las "coordenadas fenomenológicas", porqueéstas imponen incluso la propia "escala" a las descripciones fisicalistas. Supongamos que las unidades físicas están a "escala" dededos, brazos —y, por tanto, de asas, cuñas, etc. Si trasponemosesas unidades y hablamos de células, ácidos nucleicos, o átomosde silicio, o circuitos reverberantes, nos escapamos del campo de
la Etnología, para ingresar en el de Citología, Bioquímica, Fisiología, o Cibernética. Las unidades de la ciencia etnológica debenposeer en todo caso la aptitud para "reconstruir" objetos (feno-menológicos) tales como "olla" o "vaca" — objetos que existen precisamente en un espacio etnológico". (Como observa Carnap, "vaca",en Biología, es "conjunto de células"; en Física, es "constelaciónde electrones", etc.).
40 Herskovit: El hombre y sus obras, trad. esp. México, Fondode Cultura Económica, 1964, 2.* ed., cap. XIII, pág. 223.
41 Max Scheler: Vom eivigen ini Menschen, 1921. Otto Grund-1er: Elemente zu einer Religions philosopbie aus phanomenologis-che Grundlage, 1922.
42 Podemos aducir aquí conocidas ideas tipo Sapir (The Statusof Linguistic as a Science, 1929): "The fact of the matter is thatthe "real world" is to a large extent unconsciously built up on thelanguage habits of the group. No two languages are ever sufficientlysimilar to be considered as representing the same social rcality".
Kluckhohn y Leighton, hablando de los Navajo, sostienen que lafalta de equivalencias entre el idioma navajo y el idioma ingleses sólo la expresión exterior de intrínsecas diferencias entre los dospueblos "in premisses, in basic categories, in training, in fundamental sensitivities, and in general view of the world" (Apud.HarryHoijcr: The Relation of Language to Culture, en AnthropologyToday, ed. Sol Tax, 1962).
43 De este modo, las partes del Género (aunque sea combuiato-
rio) son simétricas en su función de partes; forman una clase dis
tributiva. Los géneros combinatorios atributivos—en los cuales lasintersecciones de la matriz pasan a constituirse en cabeceras de
nuevas columnas—son abiertos e instauran una asimetría interna
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158 GUSTAVO BUENO
con las partes mismas del género. Elsta es la asimetría característicadel material histórico—frente a la simetría del material etnológico.
Acaso aquí reside el fundamento de lo que podría llamarse
"actitud contemplativa" de la Etnología, ad ntodum Lévi-Strauss,en tanto que ciencia de los modelos culturales. Badiou (Le conceptde modele, Paris, Maspero, 1969) ha objetado a la ciencia de Lévi-Strauss su orientación hacia un empirismo burgués camuflado, queutiliza un concepto de modelo no práctico (que no transforma larealidad), sino quietista, que deja intacta la realidad. No es posibleaquí reanalizar la posición de Badiou (muy pronto habrá ocasiónde hacerlo). Tan sólo me limitaré a apuntar que la naturalezacontemplativa asociada a Lévi-Strauss habría que referirla a sus
manifestaciones- metactnológicas, más que a su propia práctica etnológica. El estatuto gnoseológico que, en nuestro cuadro, corresponde a los modelos, es, evidentemente, el de operadores o axiomasoperatorios. En esta hipótesis, no podrían jamás ser "especulativos".Su practicidad, reinterpretada desde una implantación política dela filosofía, podría residir precisamente en la propensión de la Etnología a presentar las formaciones irrevocables de la barbariecomo algo ya dado, no transformable por nosotros (asimetría), peroque, precisamente por ello, ofrece a la filosofía política el recorte
del mundo practicable de la cultura. En este mismo orden, la distinción entre un nivel burgués y un nivel proletario en los conceptos de ios "continentes científicos" (Badiou, ibidem, pág. 61)carecería de sentido directo, y debería aplicarse más a las meta-ciencias (o teorías de la ciencia) que a las ciencias mismas, aun sinnegar el efecto mediato sobre éstas que aquéllas puedan tener.
44 En este plano se mueven los conceptos clásicos de "C ultura "de Tylor (que conecta cultura y aprendizaje), de Kroeber ("herencia social"), etc. Vid. Irvin Hallowell: Culture, Personality and
Society, en Anthropology Today, pág. 353.45 He rskov it, op. cit.. Introdu cción. G . M urd ock acuñó el tér
mino "lesocupethy" para designar a esta ciencia, como un acróstico de The Science of Hum an Leaming, Society, Culture andPersonality, 1949.
46 N ad a se consigue con d ecir qu e "d e todos los estudiosos delhombre, el antropólogo es el más inclinado a ver la realidad humana "holísticamente" como lo hace Robert Redfield, creyendoque consigue algo, en Relations of Anthropo logy to the Social
Sciences and to the Humanities (en Anthropology Today, pág. 458).
47 Paul M ercie r: Histoire de l'anthropologie, P. U. F., 1966,trad. esp. ed. Península, 1969, pág. 210. Son muy interesantes losinformes biográficos que nos ofrece "el más filósofo de los ctnó-
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
8/3/2019 Gustavo Bueno - Etnología y Utopía
http://slidepdf.com/reader/full/gustavo-bueno-etnologia-y-utopia 159/160
ETNOLO GÍA Y UTOPIA 159
logos" , Lév i -S t rauss , en Tristes Trapiques, p r e c i s a m e n t e p o r q u e
m ues t ra n la a l te rna t iva "en c ie rc i c io " : "T ou te fo is , )e dev ine des
causes p lus personne l les au dégout rap idc qu i m 'é lo igna de la ph i -
l o s o p h ie c t me fit m ' ac c ro ch e r á l ' c th n o g rap h ic co m n ic a u n e p l an che de sa lu t" {Tristes Trapiques, cap. VI, pág . 56) .
48 A b u n d an te in fo rm ac ió n en P in a rd d e la B o u l l ay e , El estudiaco?nparado de las religiaves, t rad . esp. , Madrid , Ed. Fax, 1942 (§ 38,
53, e tc . ) .
49 W . S ch m id t , en e s p añ o l : Manua l de Mistaría caviparada delas religiones, E s p as a -C a lp c , 1941 (Q u in ta p a r t e : " F u n d am en to s
metód icos y con ten ido de la c reenc ia en e l a l to Dios en los pueb los
p r imi t iv o s " ) . L u i s C cn c i l l o : Mita (Sem ántica y realidad). M a d r i d ,
B. A . C , 1970.
50 F . K ó n i g y o t r o s : Cristo y las religiofies de la tierra. T r a d .
csp. de V ald és del T o r o , .Madrid , B, A. C , 1964, 2 ." cd .
51 El papel de la Filosofía en el conjunto del saber, pág. 103
y ss.
52 "L 'c tudc de ees sauvagcs appor tc au t re c l iosc que la rcvc la t ion
d 'un é ta t de na tu re u top ique , ou la découver tc de la soc ie tc par -
fa i te au coeur des fo rc ts ; e l le nous a ide á ba t i r un modele thcor i -
que de la soc ie tc humainc" e tc . Tristes trapiques, pág. 453.53 La capacidad reductara de la Etnología es la misma capacidad
r e d u c t o r a d e l Género ( la Barbarie) respecto de la especie (la civi
l izac ión) , según se d i jo en e l § XL A su vez , l a capac idad re du c
tora de la Fi losofía es la misma capacidad reductora de la Idea
filosófica en cu y o ám bi to se ci err a la categoría de la Barbarie . Ex
cav amo s u n a c iu d ad an t ig u a : b a jo l a p r imera cap a d e e s co mb ro s ,
l a s h u e l l a s d e o t ro t r a zad o n o s " en v u e lv en " ; y t o d av ía n o s s en t imo s
reducidas por la capa más profunda, en la que res ide la expl icación
de tan tas conf igu rac iones que hab íam os reg is t ra do en e l n ive l ante r io r . Por f in l l egamos a l " sue lo v i rgen" de nues t ra excavac ión , a
la "Geo log ía" . Las capas bárbaras que nos envo lv ían quedan ahora ,
a su vez , "cog idas p or la espa lda" . Ah ora nos s i tuam os en un p lano
"a n t e r i o r " a la p ro p ia barb ar ie —el p lano en e l cua l se conf ig uran
los co nc ep tos geo ló g icos , e l p lano d e la implacab le rea l idad c i
vi l izada.
Gustavo Bueno, Etnología y utopía, Azanca, Valencia 1971; Júcar, Madrid 1987
8/3/2019 Gustavo Bueno - Etnología y Utopía
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