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Guzmdn y el cocinero o del estilo de servir a príncipes. Breve cala y cata en el parasitismo del mundo aristocrático por Henri GUERREIRO (Uhiversidad de Ttaulouse-Le Hrrail) ... atgunoi hay qaz hacen homa y utado de comzn. y boJbeJi, y, pon ¿QA gnandu, en todo, 4on también gnandu comzdonu : y no HA gran- deza ni. izñofu.0 ilno glande ba.je.za y coóa ÁJI- dlgna de -sa aatonÁjdad dzjatee. ¿¿zvan. de ta gata y glotonvUa. [fiay Joan de Santa Mania, Tratado de república y policía christiana para reyes y Príncipes., tíadnÁd, 1615, p. 448). La tQM.plan.za aum&nta. to* blznu, ta tibe.- naLLdad toi goza, y ta pn.odlgalAM.ad toi con- •iume ISuó/iez de fijgu.eM.oa, El Pasagero Madnid, 1617, p . 314) (1) (1) Citamos por la edición preparada por Francisco Rodríguez Marín, biblioteca Renacimiento, 1913.

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Guzmdn y el cocinero

o del estilo de servir a príncipes.

Breve cala y cata en el parasitismo

del mundo aristocrático

por Henri GUERREIRO(Uhiversidad de Ttaulouse-Le Hrrail)

. . . atgunoi hay qaz hacen homa y utado decomzn. y boJbeJi, y, pon ¿QA gnandu, en todo,4 on también gnandu comzdonu : y no HA gran-deza ni. izñofu.0 ilno glande ba.je.za y coóa ÁJI-dlgna de -sa aatonÁjdad dzjatee. ¿¿zvan. de tagata y glotonvUa. [fiay Joan de Santa Mania,Tratado de república y policía christiana parareyes y Príncipes., tíadnÁd, 1615, p. 448).

La tQM.plan.za aum&nta. to* blznu, ta tibe.-naLLdad toi goza, y ta pn.odlgalAM.ad toi con-•iume ISuó/iez de fijgu.eM.oa, El Pasagero Madnid,1617, p . 314) ( 1 )

(1) Citamos por la edición preparada por Francisco Rodríguez Marín,biblioteca Renacimiento, 1913.

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E n l a s CaAXaA {¡amUUjViei de. moialldad ( 2 ) , p u b l i c a d a sen Madrid en 1603 por el Licenciado Don Francisco de Va-l l e s , natural de esta misma, vi l la y amigo de CristóbalPérez de Herrera, nos ha llamado la atención el que seael protagonista de su "Carta tercera" nada menos que uncocinero. Para nuestro propósito (que versará sobre loscapítulos V y VI del libro segundo, Primera parte, delGazmán de. At^anachz) (3), nada insignificantes resultan lospreliminares de la respuesta que da a una carta "de uncaballero amigo suyo", por las aclaraciones que suminis-tran acerca del contenido de la misma :

... te había e&cnlto con micha admlnaclón que unvecino ¿ayo cocinero (que pot otn.o nombiz ¿¿amanFigón) ¿e habla hecho en tn.et, año¿ en ta Conxz {ven-diendo codai, de come*) con má& de. cinco m¿L ducadoide caudal iln haben. temido ttáh cíe tA.e¿nta ízale* conque comenzó &u tnaJto-, y, quejándote eó-te cabatíeAode 6u. tontuna ponqué, en ue mlimo -tiempo habla veni-do a pobreza, ¿tomaba dichoso y bien a^onXunado a ¿uvecino...

Topamos otra vez con dicho personaje en el ThaXadodi la Ketlglón y vlnXudu que de.be teñen. eZ Príncipe. chnÁAtlano panaQobeKnaK y con&eAvan. -ÓOÓ utadoi..., publ icado en 1595 por e lpadre Jesuita Pedro de Rivadeneira (4) . Lo evoca CayoMario —"hombre bajo [que] por su valor vino a ser s ie teveces cónsul en Roma, y [ . . . ] en su tiempo fue p i lar y am-paro de aquella república"" — , al jus t i f icarse ante elpueblo con una "oración" en que opone la nobleza arraiga-da en la virtud a la heredada de los abuelos y al regalode varones i lus t res :

No puedo yo, no ¿o niego, hacen, ostentación de. ¿aiImágenes, de. to& tnxunioi> y de. ¿o¿ comuZadoi de mit,pn.ogenltoA.ei; pzAo &l ¿ueJie nucuaMo, podn,é naceA¿a

(2) Madrid, Luis Sánchez, 1603 (B.N.M. III 68305), p. 69.

(3) Citaremos, indicando tan salo los capítulos y páginas, por laedición del Guzmân de Alfavache de Benito Brancaforte, Madrid, Cáte-dra, 1979, Tomo I, pp. 287-315.

(4) véanse Obras escogidas del Padre Pedro de Rivadeneira , ed. deVicente de la Fuente, B.A.E., Madrid, 1910.

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 139

de ¿cu, atona* y de. ¿a¿> ba.ndeAai que. he. tomado a. ¿OÍ&nzm¿goi en ¿ai guzA/uu... éitai óon mid utatuai,uta. m¿ nobteza, no hejiedada. de. m¿& pa.dA.eA, como ¿a&mja deJUioí, ¿¿no alcanzada, con mü> iadoiei y peZi-QKot>. Vic&n que. ¿oy hombiz núitizo y toàco poKqaz nobanqu.eXe.0 ni hago combitu e¿p¿¿ndido& y uintuoíOócomo eZloi, ni. hay tnuhanu en m¿ ca ia , n¿ cocx.neA.06di micho pKzcÁo, y diczn ¿a vendad. [Libio 11, cap.VU, p. 530).

Comprobamos que en ambos casos este personaje —eldel cocinero que a cualquiera se le antojaría meramentet r i v i a l (lo cual parece t e s t i f i c a r hasta la fecha el s in-gular s i lencio de la c r í t i c a a su respecto) (5)— tienea otro personaje,noble, por competidor o compañero, cuan-do al tablado del mundo s a l e . Por lo demás, la temáticarozada rebasa con mucho al sujeto en s í , puesto que secontraponen en estos ejemplos el medro de un of ic ia l conel empobrecimiento de un cabal lero, la gula y vicios deunos nobles de l inaje con la verdadera nobleza. Si nosfijamos, por f in, en que Rivadeneira t rae a cuento a esteof ic ia l en medio de un capítulo todo él dedicado a "lajusta dis tr ibución de las honras" (6), estamos en mejorescondiciones para percibir exactamente el alcance —mayorde lo que a primera vista se creería— de la problemáticaa que remiten los epígrafes empleados por Mateo Alemánpara compendiar la materia novelada de los capítulos V yVI : "Como Guzmán de Alfarache s i rv ió a un cocinero"; "Enque Guzmán de Alfarache prosigue lo que le pasó con su amoel cocinero, hasta s a l i r despedido del" (7 ) .

(5) Notemos, por ejemplo, que Edmond Cros, al estudiar "les types dansGuzmán de Alfarache", ni siquiera se fija en él. Llega incluso a negarel realismo del episodio con el cocinero cuando emite el juicio siguien-te :"En fait, avec le début du Livre II de la Première Partie, commencenon pas l'errance de Guzmán à travers des cadres sociaux différents,mais plutôt une cascade de mouvements qui le fait passer d'un état àl'autre, d'un rôle à l'autre : garçon d'auberge, porte-hotte, marmiton,etc ." (Peotée et le Gueux. Recherches sur les origines et la naturedu récit picaresque dans "Guzmán de Alfarache", Paris, Didier, 1967,pp. 321-332, 336).

(6) 0b. c i t . , Libro I I , cap. VII, pp. 529-532.

(7) Ob. c i t . , p . 287 y 30t.

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De hecho, por poco que desentrañe su lógica inter-na y ahonde en su contenido novelesco, se da uno cuentade que tras el cocinero se trasluce del modo más realistaun debate muy parecido al encontrado en los dos autorescitados, llegando Mateo Alemán a plantear una problemáticarayana en la más eficiente razón de Estado.

EL MARCO NARRATIVO

KttacloneA Á

Para entender debidamente los dos capítulos denuestro estudio, se hace imprescindible, en efecto, situar-los dentro del marco narrativo que abarca la totalidaddel Libro segundo. La relación dialéctica que les confieresu"lógica temática, tenemos que buscarla en los capítulosinmediatamente anteriores que versan sobre "las vanas hon-ras". Ahí, a lo largo de catorce páginas (pp.268-281), de-sentraña Mateo Alemán el mecanismo de perversión ética ypolítica, aiiejo a una concepción errónea de la honra, queaqueja a toda la sociedad (8). Rematado el cuadro satíri-co —"Así que, deste modo van las cosas" (p. 2 8 1 ) — , arran-ca un amplio movimiento retórico en el que el lúcido y es-carmentado Guzmán condena la honra al uso y rechaza "man-dos [y] dignidades". Lo que de momento nos interesa eneste elogio —mas que de la vida poltrona, de la "mediocri-tas"— es que en él (cap. IV,§ 9-10, pp. 281-282) se per-filan casi todos los hilos temáticos que a continuación co-brarán pleno desarrollo. Ahí, como si fueran anejos a lahonra (calificada de "hinchazón"), se evocan de paso losexcesivos y excusados gastos en comidas y vestidos, sugi-riéndose ya unas normas de vida fundadas en la moderación.Ahí también asoman los dos compadres, "mayordomo" y "cama-rero"; y campean ya por sus respetos "cocinero [y] despen-sero", esos dos compinches que, con otros tales de su ta-maño y maña, vendrán a ser los protagonistas principalesde los dos capítulos siguientes. Ahí, por fin, anticipaMateo Alemán, según su método peculiar de elaboración na-rrativa, el próximo núcleo de sus reflexiones, medianteuna corta frase de sentido inequívoco :

(8) Véase nuestro artículo Honra, jerarquía social y pesimismo en laobra de Mateo Alemán, en Criticón, 25, pp. 115-182.

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¡Oh -tú, ciLcÁoio doi, tfizi y caafio neceó, que. a¿a mañana tu tz\¡antcu> a ¿a¿ feo-toó qaz QUÁJLWZA, b-incuidado de ÍVIM-UI ni 6<¿A óetu-úío ! Que, aanqae eó tfiü.-ba/o teneA amo, && mayon. te.neA mozo, como ùi&go dJjiz-moi. AJL mzdiodïa ¿a comida izguna, 6¿n pagan, coclne.-10 ni dupzmeAo... [Ibidm, p. 2i2).

El tema propuesto a nuestra meditación crítica es,pues, el de la servidumbre y sus servidumbres .

CowieZacAonu inteJupvu>oncüU& y upadalu

Esta temática está de hecho proclamada en los mis-mos umbrales del capítulo V, mediante el epígrafe que rei-tera el empleo del verbo "servir", dos veces aducido en lacita anterior, tanto en forma activa como pasiva. El ad-verbio temporal del inciso —"como luego diremos"— encuen-tra aquí, pues, su plena realización. Por otra parte, lamateria novelesca, sin que de momento entremos en pormeno-res, confirma este eje temático (9). Pese a esta evidencia,y para evitar posibles equivocaciones de interpretación,es necesario estudiar de antemano y con el mayor reparoal protagonista central del relato aquí destacado, o seaal cocinero, amo de Guzmán. El texto de Mateo Alemán, siem-pre muy trabajado, presenta en efecto cierta dificultad yambigüedades, que podrían inducir a una visión restrictivasi no las salváramos con dejar sentados la identidad y pa-pel de este personaje.

Transcurre el relato en la corte. Allí goza Guzmá'n,haciendo de esportillero, de esa "florida libertad" anejaa la "picardía", a la que, según dice,"se rinden todas laslozanías del curioso método de bien pasar que el mundo so-leniza" (p. 287, 289). Por cumplir Guzmán fielmente con sucargo (repárese en el pormenor para enjuiciar debidamentesu evolución moral futura), suele valerse de él un "despen-sero", encargándole los mantenimientos que compra en la

(9) Valga, para botones de muestra, las páginas 288-289: "Quien se po-ne a servir ninguna cosa debe rehusar..."; "asenté a mercedes..."; ""el que sirve se debe guardar..."; "gran alivio es a quien sirve...";"A unos es bien y merecen servirse..."; etc.

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plaza. Como le cobra alguna amistad con el trato, se empe-ña en quererle mejorar de fortuna, deslumbrándole con unaposible carrera "en la casa real" (p. 287). Alucinado portan risueñas perspectivas, nuestro héroe da su brazo atorcer y se mete a "sollastre o picaro de cocina", sirvien-do a un cocinero :

ULívóme. oí 6tñoi m¿ amo, que. ya no¿> conoc/amoi.{...] A&ínté. a. mMzdu como g a v ¿ & £ n . ( P . ZH).

Éste es e l amo d i r ec to a quien s i rve Guzmán, dequien depende y rec ibe órdenes, quien l e encarga e l t raba-jo y quien, a l f in y al cabo, le despedirá (10). Están pre-sentes el cocinero y su mujer a lo largo de todo e l episo-dio y Mateo Alemán ni una sola vez dejará de p rec i sa r estatrecha re lac ión de dependencia. Para e l l o antepone sistemá-ticamente al vocablo amo, e l adjet ivo posesivo mi (6 vecesen e l cap. V; 16 en el VI); al vocablo ama, e l posesivo mi(2 veces en e l cap . V; 6 en e l VI); al vocablo "amos", e lposesivo mis (4 veces en el V); y alguna que o t ra vez e lposesivo tú ante señor (1 vez en e l cap. V) y señora (1 .vezen e l cap. VI) (11) .

La rea l idad evocada por Mateo Alemán es , s in embar-go, mucho más compleja. Este cocinero es tá presentado enel cap í tu lo V como uno en t re tantos o f i c i a l e s de una casapa r t i cu l a r ("Despensero, cocinero, b o t i l l e r , veedor y losmás o f i c i a l e s todos hurtaban [ . . . ] " (p . 295).

Lo mismo ocurre en la página 301 ("veedor, cocine-ro y despensero, que son los t r e s del mohíno") y, por t e r -

(10) Pruebas de ello, las hay a cada paso. Nos limitaremos a dar tresejemplos :"Anduve a los principios con gran puntualidad y él me regala-ba. Mas no sólo a mis amos —que era casado— procuré agradar, sirvien-do de toda broza... (cap. V, p. 288); "Aconteció' que lo llamaron paraun banquete... Mandóme i r con é l . . . " (cap. VI, p. 306); "Apenas me vicon mi dinero, cuando mi amo estaba comigo [...].¿Esto tenía en mi ca-sa ? ¿ A vos daba mi pan y regalaba ? No ma's de un picaro, no me en-tréis más en casa..." (cap. VI, pp. 314-315).

(11) Véanse cap. V, p. 288, 291, 292, 293, 297; cap. VI, de la página306 a 315 sin excepción.

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cera vez, al final del capítulo VI :

E¿ tnjxldon. de mi amo ii.nXA.oto y pcuia. dcon mi cwtpa, a&tQaiumdo <ia {¿deZ¿dad con mi kuAto,zitando zt vzedoi pfiuzntz i¿ otn.oi cU.ad.oi gtwv&i dzana, [...] ttzgóiz a mí como un tzón [...]. (P. 373).

Claro que no son estos criados los del cocinerosino los de los señores nobles a quienes el mismo cocinerosirve. Esta realidad se desprende nítidamente del contex-to. Mateo Alemán, para sugerirla, le dará al mismo voca-blo amo nuevo valor semántico anteponiéndole siempre elartículo definido o un posesivo de clara connotación colec-tiva (12). Además, como si temiera que se frustrara la efi-cacia de su sátira con cualquiera ambigüedad perjudiciala su comprensión, zanja de una vez para siempre el dilemavaliéndose de la palabra señor (13) :

No había mozo tan dzivzntuAado qw¿ no ahovunz toimznudíítoi dz ¿ai galtinai [...] iin pzndonan ion, al-como.niai ni o&ia COACL, dude, lo nwa ne.c.QA>anÁo haitaLo de. me.Kio-6 xjnponXancÁa que en una caia de an ¿eño-t¿e gaita. (\J, p. 295).

En adelante, ampliando la temática, Mateo Alemánrecur r i r á al a r t í cu lo definido empleado en p lura l ("Granculpa desto suelen tener los amos", V, p . 301) para apun-ta r a toda una categor ía , cuya clase soc ia l se especif ica ,ya que forman parte de e l l a , entre o t ros , "señores y caba-l l e r o s " (V, p. 300).

(12) "Mas no sólo a mis amos [...] procuré agradar [...] pero a todoslos criados del amo procuré contentar. Así acudía en un vuelo al re-caudo del paje como del mayordomo, del maestresala, como del mozo decaballos". (V, p. 289); "yo acaso había quedado en la cocina del amoaderezando sartenes..." (V, p. 292); "Mandó nuestro amo al maestresalamirase qué era aquello" (V, p. 303).

(13) Esta palabra reaparece tres veces en la página 302: "Hay señorque no dará un real al sirviente más importante [...]"-, "que si no tealargas de lo que prometiste, siendo señor, no sera mucho que [ . . . ]" ;" [ . . . ] su criado lo defendió con pérdida del contrario, que lo retiróen cuanto su señor se puso en salvo".

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Un estudio concreto de las coordenadas espacialesconfirma este punto de v i s t a . Pasando por a l to de momentola multiplicidad de espacios entrevistos para atenernosa los más esenciales, vemos que la acción ocurre por loesencial en dos casas d i s t in tas : la del cocinero, amo deGuzmán, y la del señor, amo de ambos.

La casa del cocinero, varias veces evocada, desta-ca sobre todo al narrarse el episodio del "donoso lance"(V, § 12-17, pp. 291-294) y con ocasión del "banquete" (VI,§ 10-20, pp. 306-311). Huelga descr ib i r la en de t a l l e . Loque s i interesa es que está situada en un "barrio" de lavi l la de Madrid y forma parte de una manzana de casas, yaque todo lo saben los vecinos de la vida y milagros de losamos de Guzmán (14). Última precisión de importancia : lacasa está alejada de la del señor. Al amo de Guzmán lo l l a -raan para que se haga cargo de un "banquete de un príncipeextranjero nuevamente venido a la corte"(V,p.306). Traslá-dase el cocinero al lugar del trabajo mandándole a Guzmánque le acompañe ("Mandóme i r con él [ . . . ] . Luego que en laposada entramos [ . . . ] " , VI, p . 306). Después, al anochecer,Guzmán hará este camino-varias veces para poner a salvoel botín de la jornada ("comenzólos a es t ivar [los costa-l e s ] , y poniéndomelos al hombro [ . . . ] me hizo dar cuatrocaminos [ . . . ] " (VI, p . 307). Por f in , le mandará su amorecogerse a casa : "y con este alboroto me dijo : "Guzma-n i i lo , vete a casa [ . . . ] y mira por todo" (VI, p . 307).Esta realidad espacial se adivinaba ya en el primer episo-dio del "vasi l lo de pla ta" , cuando Guzmán narra por suspelos y señales todas sus acciones para hurtarlo :

Vo acaio había, quedado e.n ¿a cocina del amo adviz-zando t>aM.<LWU> / ' . . . ] . Luego como acabé ta toma, ¿turne, ala potada.. Hállela desaliñada, [...]. Hahijundo OAZQUML-do QJL huAXo, volvímt a la COCAJW., donde, no ^atXá tnqué ocupanme. haita la noche., que v-ino m¿ amo [...].(I/, p. 292).

"Ella daba voces que la oyeran en todo e l bar r io [ . . . ] " (p . 310);"Los unos cayendo, los otros trompezando, dando cada uno t rasp iés sefue como pudo, según me lo contó un vecino" (V, p . 292); "y supe des-pués, de una vecina nues t ra , a quien e l l a contó e l caso, [ . . . ] " ( p . 3 1 1 ) .

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. En el lado "opuesto" de este espacio narrativocampea la casa del señor en la que alguna que otra vezdescubrimos la "cocina" (V, p. 291 y 296); VI, p. 306 y312), "una pieza" (V, p. 291), el "tajo" (V, p. 294), un"corral" que a los criados les sirve de tablaje. Una casa,en fin, en cuyo seno penetra Guzmán (15), y de la que haceparte, pese a vivir en la otra.

José Deleito y Piñuela, valiéndose del testimoniode Madame d'Aulnoy, describe "El hogar-y la familia" conlas siguientes palabras :

CompttXaban ta upac¿oia v¿v¿znda mñonÁaí doxmL-toiloi, cuatáoi pana gua/idan joya&, aíaczncu,, dup&ma,cocina, y otnoi apoientoi de. ieAv-Ldo.

VeAO, contAMtando con tat pto{¡u^¿ón, no iotía. ha-b&* CÍICUUOÍ pana Loi, cAiadoi, ¿OÍ cuaZ&i && atojabanondintvüjmzniz e.n CMO& ve.c¿na&, a¿qu¿tadci& con tatobjeXo. (16)

La aparente complejidad del cuadro que acabamosde poner en claro refleja, pues, como se puede ver, unarealidad que se ciñe a la experiencia cotidiana de los ciu-dadanos de finales del quinientos. Penetremos ahora en estemundillo para ver como vive, cómo está representado, y cuá-les son las intenciones de Mateo Alemán al dárnoslo a cono-cer .

LOS DEMASIADOS CRIADOS

Lo primero que sa l ta a la v is ta es la numerosa ser-vidumbre que acompaña al señor. Abarca ésta desde los o f i -

(15) "Luego que allí entré, no se hacía de mi nucha confianza", (ob.cit.,p. 295).

(16) José Deleito y Piñuela, La mujer, la casa y la moda en la Españadel Rey poeta, Madrid, Espasa-Calpe, 1966. Véase, Segunda parte, "Lacasa", p . 93. De vez en cuando, como para confirmar lo que dice esteautor, Guzmán no vuelve a su casa y se queda en la del amo durmiendoal amor de la lumbre : "Muchas veces, acabada la hacienda, me echabaa dormir a la suavidad de la lumbre que sobraba de mediodía o de par-te de noche, quedándome a l l í hasta por la mañana" (V, p . 296).

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ciales más ínfimos, de ios que hace parte Guzmán a fuer de"sollastre o picaro de cocina", hasta los criados y oficia-les superiores. Así es como nos topamos con el mayordomo '{§ 5, p. 289), de quien nos dice Suárez de Fiqueroa quees

La. pvutona di mtu> confianza en la ana de un ieño* [...],de. quien pende e¿ buen Jieg-imiento det¿a. Tócale Kícono-c&n. lot, duaUdoi deZ ptocedeA, ¿a bondad áil manto.nl-mienta y ¿a modeJia.ci.on deZ pK&cAx>. (17)

Topamos también con el maestresala (ibidem), el cual tie-ne a' su cargo todo lo relativo al servicio de la mesa yla vigilancia de los pajes, como se puede comprobar al fi-nal del capítulo V (18); con el despensero, que tiene elcuidado de la despensa, compra diariamente lo necesario pa-ra la coniida (V, p. 287) y reparte a los demás criados dela casa lo necesario para su sustento (19); con el boti-ller (20), el veedor (21) y, por supuesto, el cocinero. Enel escalón inferior o extremo opuesto aparecen "el mozo decaballos" (V, p. 289), el numeroso grupo de "los mozos ypajes" (V, p. 296), del que constan esos "mancebitos" aquienes divisamos "en un corral de casa" (V, p. 303); y porfin, esos "ayudantes y trabajadores" (VI, p. 311), tal vezcontratados episódicamente para arrimar el hombro en lasgrandes comilonas .

(17) 0b. cit., p. 200.

(18) "Acuerdóme una vez que, estando porfiando una suerte con otrosmancebitos de mi talle en un corral de casa, se levantó gran grita.Manda nuestro amo al maestresala mirase qué era aquello" (p. 303).

(19) "Así tenía costumbre de llegarme al tajo, donde se repartíanlas porciones [...] Algunos le decían que pesase bien, el despenserorespondía que enjugaba la carne [ J" (V, p. 29U). También se le ci-ta en V, p. 301 y VI, p. 310.

(20) "El que tiene a su cargo la botillería, la despensa de un señor,y tomó el nombre de las botas o cubetas de vino aunque haya en ellatodo género de vituallas" ( Covarr-ubias ; V, p. 29<í).

(21) "En las casas de los señores se llama al que asiste con el des-pensero a la compra de los bastimentos" (CovarruMas; V, p. 295 y 301;VI, p. 313).

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 147

Mateo Alemán, no cabe l a menor duda , q u i e r e c r e a runa impresión de gentío y en algunas paginas se esmera enplasmarla, ora acumulando pronombres indefinidos y demos-trativos (22), ora valiéndose de plurales y acumulacio-nes (23). ' :

Con todo, no se limita,"como se podría presumir delo que precede, a delinear un mero cuadro costumbrista.Lasegunda característica en la que hace hincapié el autores en la vida regalada que pasa Guzmán., así como los máscriados, sirviendo. Pondera este hecho desde el principiodel capítulo V, cuando casi equipara su modo de vida conla "picardía" :

Entonce* pude. a^Vunan. que, de jada ¿a p-Lcasidía, co-mo KeÁna de quien no ¿e ka de habtaA y con qwien oViavida. potLticxL no &e. paede compatia/i, [...] aquéLLa. <¿n.a,aunque de algún cuidado, pon. ex&i&mo buena. {V, p . 2S1).

A l l í , en l a casa de l señor, cumple Guzmán con susquehaceres domésticos s in que aquello le impida holgar nid i v e r t i r s e (24) , come b ien , es bien t r a t a d o por su amo y

(22) "Uno me daba le comprase lo necesario, otro que le limpiase laropa, aqueste que le enjabonase un cuello, aquél que le llevase la ra-ción a su mujer y esotro a su manceba" (V, p. 289). "Luego que a l l íentré, no se hacía de mí mucha confianza. Fui poco a poco ganando cré-dito, agradando a los unos, contentando a los otros y sirviendo a to-dos" (V, p. 295).

(23) "Era de todos mis compañeros el primero al pelar de las aves [...]"(V, p.297); "los oficiales de casa" (V,p.298); " [ . . . ] mi amo y sus com-pañeros, yo y los míos, ayudantes y trabajadores" (VI, p.312); "mi amosintiólo y [ . . . ] estando el veedor presente y otros oficiales gravesde casa [ . . . ] " (VI, p. 313).

(24) Tiene a cargo Guzmán tanto "la limpieza" de la casa del cocinero(V,p.288, 289; VI,p.311) como la que atañe propiamente dicho a su ofi-cio de pinche, o sea ayudar al cocinero en guisar la comida al medio-día y de noche, y mantener siempre limpios y bien arreglados la coci-na y cuantos utensilios son necesarios para ella. Podemos comprobar,sin embargo, que tiene momentos de libertad ("Las horas que me sobra-ban cuando no había quehacer, en especial por las tardes, que siempretenía más lugar [...]"; V, p.298) y que se divierte y huelga : "Mu-

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sus compañeros, y anda, por f in, sobrado de dinero (24bis)j

a c c m e en/ c¿e/tto modo votwi a. me naùiAat, encuanto a ¿a bucólica.

Pon. cua&quizA. niñeA-Ca. qus. hlcWia todoi me n&gaia-ban : uno me daba una tanja, otAo un HAJOJL, otno unjuboncUZlo, noplLLa o &ayo viejo con que cubnía mü>connu y no andaba tan mal toüado .- ¿a comida ¿egu-•ta y clvUa, [ ] La nación &lejtpn.z enteJia, que. aeÂZa no tocaba. [V, p. 290).

Lo que llama la atención en es te pa r t i cu la r no estanto el que Mateo Alemán se valga de una tradición cultu-ral que podemos ras t rea r en un Diego de Hermosilla o unMelchor de Santa Cruz (25) como el hecho de que u t i l i c eese material t rad ic ional con fines s a t í r i c o s . En efecto,s i bien es verdad que no hay que menospreciar el fondofolklórico subyacente en el r e la to , e l cual s i rve cumplidamente para enseñar delei tando, el blanco del autor es pon-derar la ociosidad de que gozan los criados en casa de unseñor y denunciar sus perjudiciales consecuencias. Esta

chas veces, acabada la hacienda, me echaba a dormir a la suavidad dela lumbre que sobraba de mediodía o de parte de noche [ . . .1. Cuandoen casa no había quehacer, dábanme los bellacos de los mozos y pajesmucho del sartenazo, culebras y pesadillas, echábanme libramientos,ahogándome a humazos" (V, p. 296).

(24 bis) Cabe relativizar notablemente este juicio. Resulta valederotan sólo para la primera temporada en que Guzmán se pone a servir y,sobre todo, no tiene nada que ver con el salario que se le paga. Enrealidad, se pone bien de manifiesto que anda bastante roto y desan-drajado : "Andaba yo con una camisilla vieja y un juboncillo roto"(VI,p. 312).

Mateo Alemán vuelve reiteradamente sobre este tema. Remitimos,demomento, al Libro III, cap. 7 de la Primera parte, pp. 1t26-f27, ya queal final de nuestro estudio se enfocará esta problemática de modo másamplio.

(25) Véanse Diego de Hermosilla, Diálogo de los pajes en que se tratade la vida que a mediados del siglo XVI llevaban en los palacios delos señores, del galardón de sus servicios,, y del modo cómo los gran-des se gobernaban y debieran gobernarse, ed. A.Rodríguez Villa, Madrid,Impr. de la Revista Española,1901.Melchor de Santa Cruz,Floresta espa-ñola de apothegmas o sentencias ,Madrid,Soc. de Bibl.Esp.,1953, ed.E. Benítez Claros.

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idea e s t á c laramente proclamada como la razón fundamentalde la perd ic ión de Guzmán :

Cuando comencé a ÍZAVIA, pnocunaba tnabajan y dan.güito -, dzópuéi ¿OÍ matot> amigoi me penxLLenon autcemen-te. La ociosidad ayudó gkan ponte y aun £ue ¿a cauAade todoi m¿6 dañoi. Como oí bien ocupado no hay vlA-tud que te ¿atte, at ocloio no hay vicio que no Leacompañe. [VI, p. 305].

Y para que nadie se llame a engaño sobre sus i n t en -c iones , Mateo Alemán genera l iza definiendo la ociosidady s in te t izando cuantos males acarrea (26) . Por lo pronto,y dejando de lado a "los malos amigos" sobre quienes vo l -veremos en breve, e l l a le indujo a Guzmán a jugar (27), arobar (28) y, por supuesto, a f a l t a r o descuidarse en e lo f i c io perdiendo de e s t e modo e l "crédi to ganado" (29) .

Este ambiente de superabundancia de cr iados y de-gradación moral, que Mateo Alemán pone en t e l a de j u i c iomediante el personaje ejemplif icador de Guzmán y "otrosmancebitos de [su] t a l l e " (V, p . 303), abarca una proble -mática singularmente amplia. L i t e r a to s , mora l i s t a s , t e ó l o -gos, reformadores y e s c r i t o r e s de la razón de Estado rozanel tema en sus t r a t ados y novelas; los mismos Procuradoresde Cortes t r a t a n del asunto en sus ses iones ; se examina,por f in , e s te problema en Juntas ad hoc y en los Consejos

(26) "Es la ociosidad campo franco de perdición [ . . . ] " etc.,cap.VI,p. 305.

(27) "Esto me hizo mucho daño y el haberme enseñado a jugar en la vi-da pasada; porque lo que ahora me sobraba,[...] todo lo vendía parael juego" (V, p. 290).

(28) "Yo quedé doctor consumado en el oficio y en breves días me refi-né de jugador y aun de manos, que fue lo peor. Terrible vicio es eljuego" (V,p.290)."Cuando las raciones no bastaban, porque para jugarno faltase, traía por la casa los ojos como hachas encendidas,[...]"(V,p.291).Repárese en que a Guzmán,que antes andaba holgado, ya no lebastan las "raciones"; ni siquiera sabe valerse útilmente de los 63reales ganados fraudulentamente (V,p.29<0 y, por fin, lo cogen la manoen el hurto por i r a vender un "zancarro'n" para ganarse unas "blanqui-llas" de que "tenía necesidad para holgarCse]" (VI, p. 314).

(29) V, p. 303.

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de l o s A u s t r i a s a t r a v é s de Memoriales y D i scu r sos que p r o -curan l a R e s t a u r a c i ó n p o l í t i c a de España ( 3 0 ) .

En sus Vidlogoi de philoiophia natuAaZ y monaJL, Pedro deMercado —"doctor y philósopho"— profetizaba ya, en 1558,la pérdida de "toda la riqueza de yndias"

Sigan [...] ¿a oc¿oi¿dad [qaz] hay en Eipaña, queno iólo noi pn.icAjm.ob de. eJULa, mai de acompañannoi yanjizannai de. hombnzi qaz huzlgan, qaz no iÂAvzn de. maique. paKzczn. antz lai gzntzi. V pana iólo Zite. z£ectohay nuchoi qaz tnaen diez hombizi y comlnmentz i& Via.zncua&io. (31)

El mercader de Medina del Campo, Juan de Lorza, protagonis-ta del ULÓZogo de toi paj'&i, pese a su deseo de que su hijoingrese en la casa de una "señoría", no deja de manifes-tar ciertas aprensiones :

POA vuzi&ia paAXe. conozco qaz a mí me. eAa muyhonw. dzjaA. mi. h¿jo zn ieAviclo di tan principaly donde ie zn&zñaAa a iex hombAz-, mai, pon. otfia, hzintejmdiAo o pn,ziumo que zn loi pala<U.oi dz loi i&ñon.ei,pon. la poca ai&nta que. con loi mu.chach.oi ie. -tiene, ol-vidan algunai VZCZÍ lo bae.no con qaz \¡¿znzn y apn.emd.en.lo malo qaz no lu conv¿znz. (32)

No andaba muy descaminado nuestro prudente mercader. Medra-no, paje de palacio, acababa de sugerirle algunos pormeno-res de la vida que pasa en palacio :

La pnÁnclpal y mái gaitoia lialia] e¿ la. ÍÁbenXadcon qaz noi de.jan v¿v¿n., qaz podemoi jugan., jalon, y

j y njUozan. a nueitxo gaito, qaz como tzngamoi

(30) Nos valemos, para compendiar toda una corriente ideológica, deltítulo de la obra de Sancho de Moneada, Restauración Política de Es-paña, edicidn a cargo de Jean Vilar, Madrid, Instituto de EstudiosFiscales, 1974.

(31) Ed. de Granada, 1558 (B.N.M./RA234). Véase "Diálogo Séptimo, delos estados [ . . . ] " , fol . 6 r ° .

(32) Ob. c i t . , cap. II , p. 16.

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aX.Qu.na. cuznta con iQJivíh, no hay nadlz quz ¿a tingacon no-io&ioA pafia que. izamoi OiLitianoi n¿ aun buznoi[...]. (33)

Esta pintura no es mera ficción literaria. En las Actas deCortes, Rodrigo Sánchez Doria, procurador por Sevilla (locual no deja de ser significativo), aboga, el 21 de noviem-bre de 1594, a favor de una "tasa de criados",

[i¿gnl£¿cando] ta mucha cantidad que. hay de. hombn.e¿mozo¿ en toi tuga/izi glande* dz&toi Rzynoi patia ÍZKVÍ/Ide. ZicudeAoi, paju y lacayo*, atznto a to quai haymicha fajJLta de. o\¿cíaJtzi en todoi toi O£¿C¿OÍ dz taRipúb¿¿ca, y iuptíca a¿ Rey no fiatz dzito y vza ii. ÍZ-*Á blzn posLoi t,e. ponga y ieftatz ta cantidad de pajuqui 4e kan de podtA t/uwi y dz quz zdad iztán tai, z&-

d ( 3 4 )

Hasta t a l punto que, en un "Memorial para su Magestad" del23 de noviembre de 1598 "sobre e l acrecentamiento de lalabranza y c r i anza" , se achaca s ign i f i ca t ivamen te l a " d i s -minución en la labranza"" —entre o t r a s v a r i a s causas— alos demasiados cr iados a t r a ídos por la vida más descansadade los pa lac ios y casas de señores :

Como ta vanidad ha caudado quz en zito¿> Rzynoi ha-ya máá pZKionai dz ta& quz ¿otean quz áz iltvan y ¿zn-gan cxXadot,, y todo* lo* quz toi tiznzn vayan cadadía zn awmnto dz ztíoi, y ztta iza vida ocLoia y de¿>-camada, en ta cual ¿e v-có-te y come con mió nzgato yabundancia que zn ta. dit tahKadon., y aun 4e uia dz toi\I¿C¿OÍ con mÓÁ tlczncla., zitá ctaKo quz ta mayon pXdz uta gzntz ÍZ ha iuiViaXdo dz ta tabianza. ( 35 )

Por lo visto, pese a sus loables intenciones, no surtieronel debido efecto tan acuciantes advertencias. Diez añosmás tarde, en enero de 1608, el insigne humanista Pedro deValencia —"en su tiempo conocidísimo [y] admirado por los

(33) Ibíd., cap. I, p. 11.

(3t) Actas de Cortes de Castilla, tomo XIII, p. 385.

(35) Ibíd., tomo XV, p. 749.

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s a b i o s e x t r a n j e r o s " ( 3 6 ) — d e n u n c i a l a misma l a c r a en suV-íbCuMO contta la odoiidad, s i n v a c i l a r en h a c e r de l a c a s areal y los nobles el blanco de su acertada puntería :

Aota, pata, tonque, tzita, fiuzta mznzitzt mayot au-totidad quz la mía, pa>ia, comznçando pon. la cabzça,czmutat toi exczioi Á. ptoponzt moditación [sic]. Avia-Í<L de ve*. i>¿ bu. Magzitad -tiene mayot ctna, ¿ mái nú-mzto de minLittoi i. ctiaioi d&l quz baita ¿ iotía boi-tât pata iu. ÍÍAVICÁO I appatato de n\agrU.^¿czncla I au-tofudad. Potquz uto, demú dzí ga&to quz ¿e tzc/izcz,ocupa -c hacz OCCOÍOÍ a un QUan númzKo. Potquz nuckoio todoi loi cJüjodoi, dz <sa Magzitad tA.zn.zn ctiladoi,, ¿cAladoi dz cAladoó i. tualta. con uto una gtan irul&L-pLLcaCsLón. También zn COA OÍ de loi m¿ni¿t>ioA y izñoAZi,G>iandz¿i ¿ pn.zla.dad ¿ cava£¿eA.oi, &z a acAzczntado mi-cho zn <u>toí> añoi zl nthneAo dz miado*, ¿ ¿z í-tguenuttiptícacLón dz ottoi ocioioi quz ¿OÍ, cUadoi mayo-n.<n ocupan zn m &(ZAv-Lc¿o. Lo¿ ¿zñon.z& ¿untan mzj'oti¡eA\)idoi, con mznoi námzto i. acogido dz ctíadoi, ¿ no^uzta tan gtandz ¿¿n núneAo dz OCÁOÍOÍ, potquz lo*quz una vez znttan aJULÁ., pattí.culanMe.ntz loi pagziquz znttan nuchachoi, n¿ zitudian, ni dzptzndzn ofáÁ.-do, ni. coia buzna, iino ¿o quz ¿e zictibzn pot ¿aipatzdzi; Qznztalmzntz ialzn VÍQÁOÍOÍ y j'ugadotzi,(...]. (37)

Su tajante conclusión en contra de las vanas honras —"Noes honra tener muchos criados; de enfermedad i flaquezaes no bastarse a s í , i aver menester a otros que nos vis-tan, que nos calcen, que nos compongan los cuellos, comosi fuéramos mancos" (38)— entronca de lleno con las teo-rías reformadoras de otro preclaro coetáneo _de Mateo Ale-mán, el Doctor Cristóbal Pérez de Herrera. Éste, en efec-t o , en sus Remed¿o¿ pata et bizn dz la ialud dzl cuztpo dz la Re-pubLLca., —opúsculo d i r i g i d o en 1610 "Al c a t ó l i c o y Podero-síssimo Rey de l a s Españas y Nuevo Mundo [ . . .] Don F e l i -

(36) Pedro de Valenci-a, Estudio biográfico-eritico, por Don ManuelSerrano y Sanz, Badajoz, Biblioteca de Archivo extremeño, 1910,p.5.

(37) 0b. c i t . , pp. 131-132.

(38) Ibidem.

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pe III [...]", y que de momento nos servirá de remate pro-visional en nuestra aproximación al tema del ocio—, rei-tera idénticas críticas destacando, entre otras muchascosas, que para llegar a que sea "muy cierta la prósperasalud" de España,

convizne. tmbi-Zn. mucho ponvue. númesio y ondín en £04QAAjxáot» : pue¿, mizntnxu, mí*> hay, ¿on p&oi ¿e/iu-úíoAtoi amoi y tínnín mayon. ntímeAo de enemtgo-6 ¿<M.CO-ÓO4doméi-tccoó. ( 3 9 )

Fácilmente se colige de cuanto precede la estrechadependencia que presenta el material artístico elaboradopor Mateo Alemán con la realidad político-económica evo-cada en este necesariamente breve elenco de autores y tex-tos. Este trasfondo sociohistorico y los problemas que en-traría se hacen aún más patentes si se repara con la debi-da atencio'n en dos ideas simultáneamente expuestas porPedro de Valencia y Pérez de Herrera : los gastos excesivosy la enemiga servidumbre.

LOS GASTOS DEMASIADOS

La gula

Cobra relieve el tema de "la bucólica" (ya aludi-do) desde el mismo ingreso de Guzmán en la casa señorial,al entonar éste unos loores al rico olorcillo que trascien-de de "ollas" y "guisados" (V, p. 290). Pero estas atrac-tivas sugerencias gustativas cobrarán sin tardar visosmás reales y nutritivos al manifestarse bajo las apetito-sas formas de "las gallinas", "los capones", el "carnero",la "ternera" (V, p. 295), sin olvidar "aves", "perdices","conejos" y, para rematarlo todo, alguna caza mayor comoel "jabalí" y el "venado" (V, pp. 298-299). Esta profu-sión y riqueza de mantenimientos no menos ordinaria (40)

(39) Cristóbal Pérez de Herrera, Remedios para el trien de la saluddel cuerpo de la República, Madrid, 1610 (B.N.M., V/Ca-1136 n°41,fol. 15 v°).

(4-0) Mateo Alemán escribe en efecto :"Lo ordinario y siempre, nuncafaltaban menudillos de aves y despojos de terneras Í...3" (V,p.298).

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que real (41), a la que no le queda en zaga la calidad(42),alcanzarán dimensiones pantagruélicas en el "banquete"ofrecido en aras de "un príncipe estranjero" . Entonces escuando se echa la casa por la ventana :

Bia gtonÁxi de. veA ta MOJÚA ptunagoAÍa det capón,de. ¿a peAdZz, de. ta tóAXola, dz ¿a gattCna, deJL pavo,zoizatu, píchonu, codoinLcu, pottoi, paloma/, y gan-

(41) Nos suministra Rodrigo Sánchez Doria un testimonio fidedigno delas costumbres alimenticias de los castellanos de fines del Quinientos.Con ocasión de una discusión acerca de la utilidad u oportunidad deuna "sisa" sobre "los tres frutos, vino, carne, aceite" aclara, enefecto, el 26 de Mayo de 1595 en la Corte, el tipo de comida de losricos ("los pavos, gallinas, conexos, perdices, tortas reales, manjarblanco y otras comidas preciosas y regaladas, [—] para ricos y gran-des") y de la gente pobre ("El alimento más de pobres, son sardinasy abadejo, y de esto comen todo el año, pues con ello y migas, se •sostenían sin poner olla de carne en todo el año", Actas, XIV, p. 57y 63). . .

Igual vision, enderezada a la denuncia de "la mal ordenadadistribución de bastimentos", figura en El Pasajero de Suárez de Fi-gueroa :

Grandísimos desórdenes suceden en este particular{los mantenimientos] : algunos, que no está en manosdel que rige remediarlos ; otros, que sólo es suya laculpa, y así, debría también ser el castigo sólo suyo.Los primeros consisten en la mal ordenada distribuciónde bastimentos ; gastando excesiva cantidad las despen-sas de embajadores, titulares y otras habitaciones degula. Véndese allí por doblado interés de lo que cues-ta en la plaza cualquier cosa de las que se hallan só-lo en ellas con facilidad y apetece el gusto con ansia:Xa perdiz, eX conejo, él capón, Xa ternera, el salmón,Xa trucha, Xa Xamprea, eX besugo, etc. (Ob. cit.,p.201).

Véase también sobre el mismo tema, para tener una vision comparativa,Lawrence Stone, La crisis de la aristocracia, 1558-1641, Madrid, Bi-blioteca de la Revista de Occidente, 1976, cap. 10: "El gasto sun-tuario", pp. 253-256.

(42) Véase para más detalles el § 25, pp. 298-299.

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40-& que., iacando poi zntA.e todo la¿ cabezas de ¿OÍconejoi, panícLan iaLLn. de. loi, \J¿VVIOÍ; colgué a.ofm paAte pjvwHu de tocino, pinza* cte tztnzAa, ve-nado, jabati, can.nen.0, lengua*, l&chonu y cabhÁAoi.(l/I, p. 307).

La finalidad de tamaños amontonamientos de comesti-bles que, por otra parte, sólo representan una ínfima par-te de la realidad (43), es obvia. Mateo Alemán procurallamar la atención no tanto sobre cuanto "en una casa deun señor se gasta" (V, p. 295) como sobre los derrochesculinarios excusados que en ella imperan :

¡ Cuát andaba todo ! ¡ Qué iln oidzn, cuznta, n¿cancÁzAto ! ¡ <&i£ &¿n duelo ¿e pedia, qué t>i.n dolon.ie daba ! ¡ Con qué gtoMa de fizcÁjaía, qui poco <segastaba, cuánto ¿e K.ehu.ndLa. ! Pedían azícxvi pana, toh-ta& y pana tQKtat, azúca/i, cío* y tA.u uece¿ pan.a cadacoia. (l/I, p. 312) .

De esta retahila de frases exclamativas de sentidocontrastado procede una contradictoria aunque complementa-r ia realidad casera en la que rezuman una perniciosa incu-ria e irresponsabilidad de las que participan tanto el amocomo el criado. Aquél administra mal su hacienda, éste nocumple debidamente con sus obligaciones domésticas.

Las cr í t icas contra parecidas acti tudes, cuyas per-judiciales consecuencias analizaremos a continuación, lasencontramos una vez más, formando un como contrapunto rea-l i s t a a la "poética historia" alemaniana, en varios auto-res del Siglo de Oro.

No deja de ser significativo, por ejemplo, que elvalor amplificativo y en parte simbólico de la última fra-se de la cita del Guzmán de A£¡Jatac/ie entronque a nivel de susentido l i t e r a l con una práctica social que a la sazón vie-ne atestiguada por Juan de Mariana en su Ve Aege et A.eg-i& ÁJU-titutLone (44). Por c ier to , esta temática de la gula puede

"Entapizóse el patio todo a la redonda en muy buenos clavos quepuse, de manera que, mi fee os prometo, según lo que allí campeaba,raepareció haber traído de cinco partes las dos,[...]" (VI, p. 308).

Ctt) "Se gasta hoy en una sola ciudad en postres y en azúcar lo que

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aparecemos como una constante tradicional , no habiendotratado polí t ico que no verse sobre la "virtud de la tem-planza" (45). También los teólogos, por supuesto, la con-denan y podemos encontrar ya en el mismo Catzclimo ck&iitla-no de Bartolomé Carranza, publicado a principios del r e i -nado de Felipe II (1558), unas bien sentidas advertenciasen contra de e l la :

csúAtLanoi iotlaiz man. zt ayuno en ta pzn.-¿zcclón quz ¿06 Apóitolu ¿o zn6e.naA.on &n la Iglzila-,y dzipaú qaz cayó de aquzt gn,ado, a ¿o mznoi hablaondzn, Qwan.dan.do en e£ cornea tai tzyzi natuA.alzi. Vzn.oe.n Zita edad ÍZ. na pvidido lo ano y ¿o otn.o, y háizdziondznado tanto, quz nunca znt/iz gzntLlzi t>z vio tan-to dziondzn. Ño -áe ha. di llaman, ya vicio, ilno dlipana-te. y locuAa-, poique., zntuz tlzo& y pobite, la mayon.pantz de la kaclznda ¿>z gaita en comzn.. En otKOi tlzm-poi, loi maloi hacían dit comui y dzl faefae/i dzlzltz-,agona haczn honn.a y oitzntaclón, y uta buzna panXzdz iu honn.a en comzn. michoi platoi dz COÍOÓ coitoiaiy n.aKOi. ( 4 6 )

Lo específico, sin embargo, es que ya se enlace esta alo-cada fiebre de consumo con una mentalidad ar is tocrát ica ,fenómeno social pernicioso que ira' incrementándose hastalas postrimerías del s iglo XVI y no cejará en sus estragosdurante el reinado de Felipe I I I . Por eso son tan precio-sos y plasmados de sentido polí t ico los testimonios de unJuan de Santa María, cuando lamenta "la ceguedad de la

en tiempos de nuestros padres no se gastaba en toda España" {La Digni-dad real y la Educación del Rey, Libro II, cap. IV, "De la regla quedebe guardar el Rey en comer y en vestir", Madrid, Centro de estudiosconstitucionales, 1981, p. 163).

(45) Véanse, por ejemplo, el Tratado del Príncipe christiano ya cita-do, Libro segundo, cap.XXI,"De la virtud de la templanza que debe te-ner el príncipe",pp.5H9 b-550 a; y los Diez libros de la Razón de Es-tado de Juan Botero, Libro segundo, "De la templança", Madrid, LuysSánchez, 1593, fo ls . 65 v°-68 r ° .

(46) Bartolomé Carranza de Miranda, Comentarios sobre el catecismochristiano, ed. cr í t ica y estudio histórico por José Ignacio TellecheaIdígoras, Madrid, B.A.C.,1972,tomo II,"Del precepto y obligación quetenemos al ayuno", pp. 455-456.

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gente noble" en todo género de "deleytes, regalos, comidas,bebidas, entretenimientos, e tc ." :

Mucha* vzzzi me patio a comidzn.an ta czguzdad de.la gzntz noblz, quz kazLzndo tan gnan caudal y puntodz honna de no pagan, pzcko ni. tnÁbuto, aunquz no izamái que una blanaa y que pzn.dzn.dn loa vidai antzi quecon^ziaMz pzchznoi, quanto mái nobtzi y mai gn.and.zi,izñonzi ÍZ comidznan, mái ÍZ glonÁan dz tnA.butarU.oi,y mea i,z n-Lndzn y iugztan a zitz ¿n^ame. tnÁbuto y tL-na.no pzcho quz ÍZ paga al güito. /Qué mz&a& tan Ziplén-dlácus ! ¡ Quz dz manjanzi tan zxquiAÁXoi ! ¡ %iz u¿-noi tan pizcioioi ! ¡ %iz n.zgaloi tan coitoioi !¡ Q¡iz dz n.<MDiza<iÁ.onu tan dz GzntUzi I V todo patapagan, al güito Zitz ¿uzno tan dua^onado [...] ¡0czguzdad dz ¿a noblzza din¿&t¿ana ! (47)

Esta ofuscación nobiliaria, fautora de gastos exce-sivos y tal vez de "los pecados públicos", ya se habíaconvertido en materia de Estado en las Cortes, en las im-portantísimas sesiones que se reunieron en los años 1592-1598. Para "la conservación y bien destos Reynos", nosdice el mercader y gran procurador de Burgos, Gerónimo deSalamanca :

[...] ÍZ pnopu6¿&n,on al R&yno do-i COÍOÍ dz pantzdz iu Magzitád pon zl izñon. Vnziidzntz dz Caitizia yA¿>Á¿tzntZ6 dz ConXzi, la una, quz ¿z dlziz ondzn cómonzionman un coitumbnzi y pzcado-i pábllcoi, y loi zx-CZÍ-IVOÍ gaitoi dz loi natunalu dzlloi, quz vzndadzna-me.ntz e¿ acudin. a la. ¿uzntz y a nzmzdXan. loi dañoi ymenoócafao* dzt>ta izpúbdca., tan op>Um¿da con guznnai,nzcziidadzi y tnabajoi.[...] ML panzczA. en e¿-te pnxmzn.punto ZÍ quz ÍZ comultz muy dz vznai con peMonai quzlo zntlzndan y comidznzn, y iupliquzn a ¿u MagzitadhumUdzmentz quz con z^zeto pongan en Zito n.zmzdÁ.0,i-in aezpelón [sic] dz pzmonai, puzi loi abuioi y zx-CZÍOÍ quz zitán ¿ntnoducldoi, gznznalmzntz hablando,ion en pZKionai dz nz&pzto y podzKoiai, quz, con ¿ubuzn, o mal zj&mplo, haczn mucho pnovzcho o daño[...]. (48)

(47) Ob. c i t . , pp. 360-361.(48) Actas, XIV, pp. 542-543 (4 abril 1596).

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De igual modo y con igual finalidad político-social,enfoca Pérez de Herrera esa problemática del desconcier-to existente "en los platos y comidas". Pero con la parti-cularidad de coincidir plenamente con el mismo Mateo Ale-mán, al poner en claro el tipo de relaciones sociales yvivencias económicas que se dan en concreto entre losnobles y su servidumbre y al destacar ^ e n su "traza yorden como en estos Reynos se escusen tantos gastos detrages, joyas, comidas, criados y otros excessos"— ellatrocinio de ésta y el menoscabo económico de aquéllos:

V a&¿ mlimo pa/izce. conveniA micho, ¿e. ponga ondenen ta micha, deóCiden que. ay en ¿OÍ ptatoi y comidoi,que ion catna. de tanta* en^eJunedadu y nzczAidad : yaJL <J¿n iizndo iupe>i¿&ia¿, tai, goçan toi dupem,ZAx>i,compnadoiu y cozineAoi con ¿o que. ie. apn.ovzchan, ytoi demás cnXadoi que andan zntKe. ttto, que quandotingan a ta mua toi plato*, <&e tu ha ya {.¿¿iodo yhuAtado ta. mitad dzt vatoi deZtoi, no contiendo más nime.joi toi amoi ni comb-idadoi, embaçâtdoic, y aun ahi-tandoie. con tantoi manja>iíi di^eAentu, de que proce-den también tiuchai enieAmedade¿ de atmai y aieApoi ygiandte n<¿c<¿ÁÍdad<¿¿> y menoicaboi de hacienda (...].(49)

H nabo

El tema del robo, al que se dedican en la casa deun noble sus propios criados, campea, en efecto, por ca-si todas las páginas dé ambos capítulos. Un análisis se-mántico formal limitado a los verbos hurtar, robar, sisar,sus derivados y substitutos (substantivos y pronombres)nos deparan unas cifras del mayor interés. En el capítu-lo V, que consta de 17 páginas, topamos, respectivamente,con diez y seis, cuatro, y, por fin, dos ocurrencias; enlo que al capitulo VI (12 páginas) se refiere, se da hur-tar seis veces y ladrón, cuatro. Pero aquello no es nada

Remedios pava el bien de la salud del cuerpo de la República,citado, folios l t r°-15 r ° . A continuación, sugiere que "bastaríapor prematica (que todos obedecerán de muy buena gana) quatro o seisplatos a lo más, con otros tantos principios y postres, como lo ayen Portugal, con que se convidarían unos a otros con más facilidady gusto [ . . . ] " (ibidem, fol . 15 v°).

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en comparación con cuantos vocablos y expresiones se rela-cionen directamente con esta misma actividad delictiva.En efecto, si apuramos nuestra recopilación ampliandonuestro estudio con breve análisis semántico conceptualalcanzamos unas cifras a la verdad impresionantes. Tantoes así que el texto arroja, en el primer caso, veintiochoocurrencias de este tipo, y, en segundo término, diez (50).O sea que en veintinueve páginas se toca el tema del hur-to unas setenta veces, casi 2,5 veces por página. Resultamuy claro que para Mateo Alemán éste es un problema delos más acuciantes, al gue le dedica todo su cuidado es-merándose en desentrañar cuántas modalidades presenta.

Descuella como primer rasgo, aunque no el más im-portante, la influencia perjudicial del ambiente caserosobre el protagonista. De ello nos dará fe Mateo Alemán,o más bien el narrador, recalcando varias veces el papelperjudicial desempeñado por las "malas compañías" (51).No se trata, ni mucho menos, de consideraciones abstrac-tas. Estos "malos amigos" tienen una identidad de las másprecisas —"[...] allí me afiné (nos dice Guzmán) con losotros ministros y sirvientes de casa" (VI, p.305)— y suinfluencia negativa estriba no tanto en malos consejoscomo en obras censurables, realidad de la que consta estafrase inequívoca del propio héroe :

Micho zxpznÁMíntí. de. ot/io/¡. Ato habto di ¿o que. medlj&n.on, i - ú t o l o q u e m ¿ 6 o ¡cu, u t e A o n . ( V , p . Z 9 ? ) .

Por de pronto, lo que ve y mira con el mayor cuida-do y aprovechamiento es la extremada maestría de uñas del

(50) Para que quede claro el tipo de ocurrencias recopiladas traemosa colación unas cuantas .-"jugador de manos" (V, p. 290); "y el vasi-llo [...] pidiéndome que lo alzase (V,p.292); "luego lo trasponía"(V,p.291); "Aprendí a jugar de dedillo" (V,p.29t); "No había mozoque no ahorrase" (V,p.295); "Querían ver si era levantisco, de losque quitan y no ponen" 'V,p.297); "heridas limpias" (V, p.297),etc.

(51) "Si malas compañías no me dañaran, yo comencé bien y corría me-jor" (V, p.296)."Perdíme con las malas compañías, que son verdugosde la virtud, escalera de los vicios [...]"; "Cuando comencé a ser-vir, procuraba trabajar y dar gusto; después los malos amigos me per-dieron dulcemente" (VI, p.305).

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despensero de casa que, como si fuera el mismísimo Caco,se las apaña para "jugar de dedillo, balanza y golpete",cercenando en el "tajo", como Pedro por su casa, "dosonzas" en cada porción repartida a los criados, i Que nole vengan con protestas que no vienen a cuento 1 Biensaben todos —contesta él con descaro— "que enjugaba lacarne y que, recibiéndola en un peso y en fil, no podíadejar de hacer un poco de refacion para las mermas de mu-chos (V, p.294). ¿ Le quedará en zaga su compadre, "eltraidor" del cocinero ? Tal para cual. A éste, a fuerde amo, tendrá Guzmán no ya que contemplarle sino darleuna mano "para trasponer el cebollino, resultas de la co-cina" , dando varios caminos desde la casa del señor has-ta la suya con atiborrados costales de mantenimientos acuestas (VI, pp. 306-307). Últimamente, tras los "banque-tes", que todos, en torno suyo, dan en llamar "jubileos"por aquello de a rio vuelto, ganancia de pescadores,bien podrá Guzmán dar por rematados sus estudios ladrones-cos, pues'a ojos vistas y con la mayor naturalidad todosroban à cual mas :

(...] puedo cvití.^i.can. que. m¿ amo y ÍUA compañeAoi,yo y ¿OÍ míoi, ayudante* y Viabajado>iz¿, tzníamoi móóquz haceji ew pon&n. cobio a ¿o huktado, que. iazón a ¿OÍ

j[VI, pp. 3I1-31Z).

Fuera de que, yendo todos al hilo de la gente, ya habíacursado nuestro curioso y aprovechado héroe varios gra-dos en el arte, haciendo prácticas de corredor de comer-cio en pro de "los oficiales de casa", al darle éstos"sus percances" (V, p.298). Si es verdad, como reza elrefrán, que la ocasión hace al ladrón, no se extrañaranadie de que se le vea — a l final del capítulo V I — ir"a [su] puesto, con ánimo de dar gatada a un forastero"y se le coja, por así decirlo, con el hurto en las manos.Valgan para remate y descargo de su culpa, aunque no desu conciencia (52), estas razones, entre ingenuas y liíci-das, aducidas en su defensa :

(52) "Lo de los otros era pecado venial y en mí mortal. Fue muy bienpues degeneré de quien era, haciendo lo que no debía.[...] No puselos ojos en mí sino en los otros" (VI, p.305).

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Andaba tntn.& loboi .- ewóewéme a dan. autttdoi (...]Todoi jugaban y junaban, todo* tobaban y binaban .- hi-ce, lo qui loi oùiob. [...]. (V, p . 303).

Unos cuantos rasgos indisociables configuran laamplitud de esta actividad delictiva. Podría considerár-sela, por una parte, como una forma de delincuencia, tan-to instituida o normalizada como estatuida o reivindica-da; por otra, se la podría calificar de l í c i t a y tolera-da a la par que provechosa.

La normalizacio'n del hurto, que es el envés de sugeneralización (53), se encarece varias veces en el tex-to. Baste recordar que una de las acostumbradas tareasde Guzmán y, por supuesto, de otros criados (54), consis-te en despachar fuera de casa toda clase de mantenimien-tos robados dentro de ella por sus compañeros. A sabien-das de todos se hace aquello, pues hay hora, s i t io públi-co y parroquianos diputados para semejante t rato, verda-dero mercado paralelo :

LOA hoiat que me àobiaban cuando no había, qu.zhao.zn.,en upzcial pon ta& toAxtu, {...] ¿borní con ttloi, (loi,pejic.ano.Zi] a lai pazAtai de la caKnijuuúa, donde. zAanuutn.o pauto y lo acudían a cooptan, lot, que. lo ha-blan mznuteA. IV,pp.298-299).

Resulta aún más patente esta realidad cuando se da el ca-so a mayor escala, en ocasiones sonadas como l a s de los"banquetes". Tanto es así que, para conferir visos y d i -mensiones naturales y consabidos a la actuación del coci-nero, Mateo Alemán se vale de la expresión "según e l usoy costumbre" (VI, p.306), y que los mismos actores ce le -bran entre s í e l acto con un lenguaje cifrado de s i g n i f i -cado económico harto conocido (VI, p .312! .

(53) Mateo Alemán vuelve insistentemente sobre ello : "Despensero,cocinero, botiller, veedor y los más oficiales, todos hurtaban [...]"(V, p.295); " [ . . . ] pues todos hurtan y todos llevan lo que puedencercenar de lo que tienen a cargo [ . . -]" (V, p.301).

(54) " ¡ Oh, cuántas veces vi llevar y lleve' tortas de manjar blan-co [...]!"(V, p.302).

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La promoción d e l robo a l rango de una a c t i v i d a dno sólo normal y corriente sino justificada ya, cuando nocasi reivindicada como tal por aquéllos que delinquen,constituye el segundo rasgo del siguiente juicio valora-tivo de Mateo Alemán :

[...] todoi hunXaban y dudan vznüvlQA de deAzchocon tanta pubLLcÁdad y duvzngüznza como 4-t lo tn\iLz-nan pot zjzcwtonUa. ((/, p.Z92).

Esta es una opinión muy arraigada en la mente de los mis-mos ladrones domésticos, quienes, según dice Guzmán, ca l i -fican de "derechos" cuanto hurtan (55). Por último, ejem-plifica Mateo Alemán esta atrevida mentalidad al evocarcómo obra aviesamente el cocinero, movido por hondo sen-tido de la propiedad y, por lo tanto, de una sana j u s t i -cia distr ibutiva que,;por si las moscas, ha de comenzarpor uno mismo ! :

M¿̂ amo comenzó a duttiozasi, dlvídi/i y lompzn. congnand¿&¿ma dz&txzza, poniendo^ gznzn.ot> apanXz, y dzcada cota lo que le pertenecía, con^omm. a ¿u. aAonceZ,ponqué con ot/io¿ cuÁdadoi no hublziz algún dz&cwido y&e. mezcZaien ¿a& acclonu, ilendo ju&to dan. lo dz Ce-ban, a Cuan, y apot>zt>i.onoJUsi cada cual en *a haciznáa.[VI, pp. 307-308). (56)

Huelgan largas d isquis ic iones acerca de la l i c i t u ddel hurtar en casa de nobles. Por cuanto se ha expuesto,aquello se cae de su peso (57). Lo c e r t i f i c a el mismo Guz-mán —ese mozo aún ignorante de todo punto en el e s t i l ode se rv i r a p r ínc ipes — al confesar a p a r t i r de vivenciaspersonales que el jugar, s i s a r y hurtar "no lo tenía pormalo [ . . . ] antes por l í c i t o y permitido" (V, p.303) . Laingenuidad de este acertado y lógico ju ic io , var ias veces

(55) "[...] todo resultaba de lo que llamaban ellos provechos y dere-chos [ . . . ]" (V, p.298).

(56) Nótese la ironía del vocablo jurídico ("arancel") y del signi-ficado invertido de la conocida frase del Evangelio.

(57) Repárese que Mateo Alemán emplea al respecto una expresión cla-rísima : "los [hurtillos] de permisión" (V, p.294).

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emitido por Guzmán sobre los "desordenes" que presencia (58),le da pie a Mateo Alemán para matizar el alcance de la t o -le rancia vigente, pasando de un plan más bien general ala despiadada denuncia de una jerarquía de criados de a l -tos vuelos encas t i l l ados en sus prerrogat ivas d e l i c t i v a s :

[. V 7 de¿puz¿ me duzngañamon, qaz pendí b¿zn yznttndí mai. Volque, ¿a guacia dtuta. bvJLa iólo tazon-cexLLó z¿ UÓO a Co¿ fieAmcwoó mayon.e¿ dz lo. copiadla, de.tuicoà y podejioioi,, a ¿o& p>uLvadoi, a lot, IrUnchadot,,a Lot> aM.QgajnX.Zd, a ¿OÍ izgaZadoiZb qaz tiznzn ¿ágivL-mas de coo.odnJüLo, a toi aZacAanzi qaz no muzndzn con¿a boca y hieAzn con ¿a cota, a loi ¿¿sonj'eAoi que condatczi patabhatt a.ca>UcÁan zí. csxznpo y con amcwgaób duVuiyzn <L¿ auna. [VI, pp.305-306).

Estos son, pues, los privilegiados que preferente o exclu-sivamente gozan de la impunidad e indulto pródigamenteotorgados por aquellos príncipes a quienes roban sirvién-doles. La relativa exclusión de las capas inferiores deldisfrute de tan sabrosa "indulgencia" (59) permite desci-frar el sistema de relaciones sociales y económicas en queestriba el gobierno de una casa noble. La respuesta, como

(58) "Pero si disculpas valen y la que diere en esto se me admite,como tan libremente vía que todos llevaban este paso, parecióme latierra de Jaula y que también había de caminar por a l l í , creyendo—como dije— ser obra de virtud" (VI, p. 305).

(59) Se destaca esta discriminación, en el capítulo VI, por medio dealgunos juicios sobre el trato diferente que se les reserva a unosmismos actos censurables, según la categoría de quienes incurren enellos : "Ladrones hay dichosos, que mueren de viejos; otros desdicha-dos, que por el primer hurto los ahorcan..." (VI, p.305); "Estos ta-les eran a quien todo les estaba bien, y en los como yo era maldad ybellaquería" (VI, p.306). Este dictamen le viene como pintiparado aGuzmán : recuérdese que su amo le ofende públicamente ante "otroscriados graves de casa" por haber hurtado "seis tr istes huevos" (VI,p. 313) y que, al fin y al cabo, será echado de casa bastante injus-tamente, a fuer de "bellaco" [y] picaro", por uno de los mayores la-drones de ella, que no tiene empacho en reprocharle una sisa de tansólo "tres reales y medio" (VI, pp. 31H-315).

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se podía p r eve r , es una p a r a d o j a . Los hombres de más con-fianza son aquéllos de quienes más debiera desconfiar elseñor. Pero el caso es qne el mismo hurto se convirtió paraellos en la palanca con que se acreditaron y de la que sevalen para alcanzar a mansalva el blanco que, sirviendo,se propusieron : o sea, el enriquecerse :

Patzclómz lícito lo que. eÂlo* hacían, iln comldz-KOA que., poi utaA. acAzdltodot, y &nvzj&cldo6 en huAtan.tu utaba blzn ha.c.eAJt.0, puei a¿>-¿ habían de midnaji ypajva z¿o il/ivzn a bu&noi. (Vi, p. 305).

El lucro granjeado por los criados en sus incesan-tes y acostumbrados hurtos : tal es el postrer rasgo aque se atiene Mateo Alemán. Porque ahí esta el quid; nose piense que aquellos "provechos" tan defendidos son depoca monta. Asegura Guzman que las vituallas despachadasfraudulentamente representan una quinta parte de los man-tenimientos comprados. Cuatro veces más, encarece MateoAlemán, que los derechos del almojarifazgo de Sevilla queeran el cinco por ciento del valor de la mercancía. Ademásse ha de advertir que la cantidad no les lleva ventaja ala calidad ni diversidad de los manjares :

í Oh, cuánta* V&CZÍ vi UZVOA y ll&vé tonta* demanían blanco, líchonu, plchonu, palomino*, qun&oide cl&n dl^vwncÁM, y pKovlnclaA y O&LO& Infinita*COÓOÍ a i/ende/t, qu.& e¿ pKoLLjldad KH^eJüjilai, y ¿altantlzmpo y memo'Ua pana contanZai, ! (I/,pp.302-30'à) .

Esta diatriba en contra de los "desordenes" en quese regodean todos los criados, si bien se perfilaba yacuando Guzmán contaba sus quehaceres de por las tardes (60),dónde verdaderamente halla su cabal plasmación novelescaes con ocasión del derroche que en los banquetes se da.Ahí es donde Mateo Alemán echa el resto censurando la lo-cura ostentosa de los príncipes para destacar la magnitudde la estafa, perpetrada por algunos de los criados más en-cumbrados. Para dar en el blanco, nos pinta las rufianes-

(60) "Lo ordinario y siempre, nunca faltaban menudillos de aves y des-pojos de terneras, perdices, gallinas, [...]" (V, p.298).

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c a s hazañas d e l c o c i n e r o con unos v i s o s de d i l u v i o (61)y de s a q u e o , s u g i r i e n d o una vez más que e l mismo rey nopuede emparejar con aquél en cuanto al botín conquista-do (62).

Resumiendo : el desvanecimiento de los nobles afe-rrados a la vana honra y su corolar io , el parasitismo so-c ia l (aquí representado por el sinnúmero de cr iados) , suprodigalidad (ejemplificada por los demasiados gastos enplatos y comidas), su desgobierno y dejadez, fautorestanto de descomunales desperdicios como de una universalrapiña, no por doméstica, menos f iera (63) : t a les son

(61) "Cada uno y todos [los costales] parecían el arca de ttoé, y nosé si en ella hubo de tantos individuos o Dios después los crió" (VI,p. 307).

(62) Véanse al respecto las expresiones guerreras tales como "destro-zar", "aposesionarse", "trofeos de la victoria" y, por fin, el "cuar-to de mi amo" que alude irónicamente al "quinto de su Magestad". Re-párese que si en el capítulo V declaraba Mateo Alemán que las ganan-cias distraídas eran el 20%, ya representan ahora el 25%, llegandoincluso hiperbólicamente al 40% :"[ . . . ] me pareció haber traído decinco partes las dos [ . . . ]" (VI, p.308). Esta misma idea se encuentraen los Diálogos de philosophía natural y moral. Pedro de Mercado, ca-lificando a "los mozos" como "una de las mayores plagas que Españatiene", destaca a continuación los inmensos privilegios que tienenpara sisar :

[...] por su mano aomemoe malo o bueno, poco o mucho,lo que nos quieren dar. Porque tampoco nos es licitocomer sino por mano de despenseros.

- Meo - De essos dezia el obispo de Almería quetienen mayor poder que el Rey, porque el Rey ha preten-dido echar sisa en muchas partes y no ha salido conella, y ellos nos la llevan cada día. Finalmente, noacabo de entender de qué sirven mocos y despenseros ahombre, sino de robarlo : que otra cosa no oygo sinoquexarse de hurtos que hazen. (Ob. cit., fol. 11 v").

(63) Para Guzmán, sus compañeros son unos "lobos" (V, p.303). Segui-rá valiéndose de la misma meta'fora, en e l capítulo VI (p.312), cuan-do evoca su propia si tuación : "con esto c re í que pues era , como d i -cen, e l pan de mi compadre, y e l duelo ajeno, que no tenía yo menoscolmillos para ganar esta indulgencia [ . . . ] " .

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ios hilos temáticos dialécticamente trabados de los episo-dios novelescos que se ciñen a la figura del cocinero.Pero contentarnos con destejerlos sería pararnos tan sa-lo en la urdimbre de un texto cuya trama presenta un al-cance sumamente amplio y complejo. Porque el blanco delas preocupaciones alemanianas al que van enderezados to-dos sus tiros satíricos es fundamentalmente económico ysocio-político.

"LA CRISIS DE LA ARISTOCRACIA"

La coherencia interna del pensamiento alemanianoen ambos capítulos arraiga, en efecto, en un acendradonúcleo de consideraciones de economía doméstica y polí-tica entrañablemente vinculadas con la moral, que se plas-man en seis compendiosos párrafos del capitulo V.

Como remate o coronación de toda la narración, Ma-teo Alemán, en primer lugar, pone el dedo en la llaga se-ñalando sin ninguna ambigüedad, por medio de un retruéca-no, el daño económico sufrido por las haciendas particu-lares de los nobles :

Hitad, ¡ qué d&Azchoi tan tueÁtoi y qué pn.ove.choitan daüo6O6, pana no ¿aca/i&e cada día. (¡acuZtadu, em-peña/i¿e ¿OÍ utadoi y v&ndeA ¿OÍ vaiáltoi ! 11/, §25,p. 299).

Ante tamaños estragos —desvinculación de mayoraz-gos o cuando menos hipotecas sobre ellos, estados señoriarles empeñados, enajenación de lugares y jurisdicciones deseñorío—, que no pueden dejar de provocar grave deterio-ro en la producción agrícola, lamentará a continuacióncon grave ironía que los mismos nobles no se avengan aaniquilar esa plaga tan dañina de criados y prefieran fra-guar con sus propias manos su perdición, por impotencia,ceguera y, sobre todo, irresponsabilidad suicida :

¡Pobiu de. ¿06 itñoiu que. no puede* o no ¿abe.n o,pon. me/o* de.cÁA, no quÁzuzn con&umin. uta ¿angosta du-tnuyendo tan dañoia potUía ! [V, § 26, p. 299) .

Este descalabro en las fortunas de la aristocraciase fundamenta, como hemos visto, en unas impertinentesexigencias sociales o normas de vida que en el Siglo deOro se relacionaban directamente con la honra. Tratase

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concretamente, para los nobles, de sustentar a toda cos-ta y de modo harto desfasado un boato u "ostentación"desmedida que se compagine decorosamente, sea con sustatus social a secas, o sea con el rango que dentro deél anhelan alcanzar o pretenden aparentar . El vocabloque le sirve a Mateo Alemán para cifrar la esencia ideo-lógica de esta mentalidad nobiliaria honrosa a la par quesu manifestación sociológica es el verbo "entronizarse"(V, § 26, p. 299). Esto destaca el estrecho entronquede la problemática planteada con la condenación de las"vanas honras" pronunciada en los capítulos III y IV delmismo Libro II y que aquí se reitera :

La tocusia y de¿\jane.c¿m¿znto de toi, hombiu, como•te deeúz, Io6 tna&n peAcUdoi en vanidades [...]. [V,S 27, p.300).

Ahora bien, este hundimiento económico o, para me-jor decir, esta conciencia del empobrecimiento gradual dela nobleza, los contemporáneos de Mateo Alemán no deja-ron de consignarla en sus escritos.

Daremos aquí unos pocos ejemplos que sería fácilmultiplicar. Fray Juan de Santa María, a quien ya hemosvisto condenar la ceguedad de "los que consumen sus ha-ziendas, sus estados y mayorazgos en servir al vientrey al gusto" (ob. cit., cap. XXVIII, p. 362), no se dapor satisfecho sin volver ahincadamente sobre el mismoasunto "[para] dejar condenadas y reprobadas [...] dos[costumbres] particularmente muy perniciosas que tocanal gusto y al tacto [ .. . J, que son el excesso en los gas-tos de vestidos y comidas y el de los vicios públicos".Su insistencia se explica porque

pon. ea-te canino ¿e acaban tai gnandu cao ai y comien-zan otAM de nuzvo, nacida* y vUadab en malot, t/uUoiy PÍOKU coituntiu [...]. (64)

Lo que este autor encarece en 1615, ya por losaños de 1563 se oía en las Cortes de Castilla donde sesignificaba que "la causa por la cual los grandes seño-

Fray Juan de Santa María, ob. cit., cap. XXX, pp. 452-453. Véa-se también pp. 587-588.

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res, caballeros y gente principal de este reino estángastados y destruidos son las muchas compras usurariasy deudas que contraen" (65). No extrañará, pues, que unDiego de Hermosilla, ponderando "la poca orden y recato"con que los nobles gastan su hacienda, contraponga elbuen estado de las fortunas de los nobles de antaño conla gravosa situación de los de su tiempo :

Put* ttzgáo¿ a ¿OÍ pnu&ntu, que. aw>¿ como ¿&o¿o-CAoi isKpoitu.na.ban o. Coi Rzyu pon. pnÁMÁJtzg¿06 pata.haczA. mayonazgo* y acn.zc&nta¿¿oi, éitoi otnot> ¿OÍ miz-tin pon. cédula*, y LLczncÁai paña vexuLeJULot, y dLü>m¿-

UM ( 6 6 )

En adelante, esta realidad de una decadencia econó-mica de la aristocracia invadirá los varios tratados delos escritores de la razón de Estado. Martín González deCellorigo reflexiona sobre ella, procurando medios paraata jar la , en su MzmonÁat de ¿a potZtica niCUanÂa. y ÙXJUL Autau-nación de ta n.zpúbtíca de España y zitadoi deZta y duemp&ño unlvzn.-ia¿ dutoi n.Z¿no¿ ( 6 7 ) . Asimismo la evoca Francisco O r t i zLucio en su Rupúbtlca dvUátíana y up&jo de. ¿o& qu& ¿a n¿ge.n...,señalando ahincadamente cómo el empobrecimiento de cier-tos sectores de la aristocracia procede de la vida diso-luta que llevan :

Tambiín ay otAau> ca4a¿ de tablage. que. iub&n depunto poique, a eJUai van ¿OÍ ¿&ñon.e¿ de. -t¿Cu¿o, yacaece que ay aJUUL qwizn juegue de ventaja y aun conante, y ayuda deJL demonio, y con eJUba tu ganan ¿u¿ ne.n-tai y aun eJL mayorazgo. [...] E&toó pinnAen un aímaiy iui mayonazgoi o lo¿ empzñan cacando pana uto ¿a-cuttadu deJL Rey, duo¿¿ando a 4u¿ vaiattoi /".. J . ( 6 8 )

(65) Henry Kamen, El Siglo de Hierro,Madrid,Alianza Editorial, 1977,p. 159.

(66) Ob. cit., pp. 71-72.

(67) Valladolid, 1600 (B.N.M., R/9267), fol. 62r°/v°.

(68) En Madrid, por Juan Flamenco, 1606, p. 13. Nótese que Mateo Ale-mán dirige la misma crítica al noble : "Poneste a jugar en un restolo que tienes de renta en un año" (V, § 29, p. 302).

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 169

Una de l a s preocupaciones c e n t r a l e s de todos los "pape les"entregados por C r i s t ó b a l Pérez de Herrera a l rey Fe l ipe I I Ie n t r e 1598 y 1618 s e r á , por f i n , e s t e endeudamiento g r a -dual de l a nobleza y sus consecuencias sobre todo e l cue r -po de la repúbl ica . En sus Rumzdioi pana zl bizn de la ¿aluddzl cu.zn.po cíe la. Kzpública hará radicar este menoscabo económi-co tanto en "los vicios y desórdenes de alguna [gente] dela de más calidad" como en "los muchos y extraordinariosgastos en trages, comidas superfluas y otras cosas". Enconclusión hará hincapié en la

•ímaciable. izd que tienen loi en^enmoi dzitz mal, conque padzczn todo* ztloi un dz&zo vehementísimo de ha-ziznda, pon. la gnan nzcuàidad Que dsJULa tiznzn condut, gaitoi extnaondina>U.ot>, quz e& la nazón poique, ¿ecau&an mucha* mohatAM, y otn,o¿ dz&óndznzi de. que. pro-ceden plzytoi de. acn.zzdon.zt, que. ¿OÍ acaban la& hazien-dajt, tacando ^acultadu &obn.z ¿u¿ mayoiazgo-i y e¿ta-do¿, pata toman. cen¿o¿, du-Oiu.ye.ndo a ¿u¿ {¡-Ladoiu.y como un mal acornea otA.o, y un Qa&to y zmpe.no ucauta dz mucho mayoi, vienen ca&i todo* a ZitaA apuAa-doi y no tznzK caudal paAa poden, vivüi ni. acudln. al&ZK\i4.c¿o dz vuutAM. Hagutad como lo dzazan y deben,ni a la ÓatLi facción dz ¿u¿ acn.zzdon.zt, a qu¿zn dzxanpzn.didoi>, ¿altando zllot> a ottiot, que lu pn.z6tan.ony (¡¿Mon, ni a la paga dz ¿u¿ cniadoi y ÍOCOIKO dz¿u¿ pobn.z& vaialtoi y deudo* : y lo quz pzon. e¿, noteñen, un conaienciM con la ¿zgunÁMad quz convient.( 69 )

Refleja pues Mateo Alemán, en es ta parte del Guzmdndz M^an.achz, una problemática socia l y económica con laque se enfrentaban sus conciudadanos y que los h i s to r i ado-res modernos dan por incuestionable en sus estudios (70).

(69) 0b. cit., fols. 6 v°/7 r°; 8v°

(70) Véanse al respecto, Bartolomé Bennassar, Valladolid au Siècled'Or, Paris-La Haye, Mouton, 1967, chapitre III, "Les moyens de l'éco-nomie : monnaie, crédit, revenus" (y particularmente lo que se refie-re a los censos y a la aristocracia "à l'épreuve", pp. 258-272); Char-les Jago, La "crisis de la aristocracia" en la Castilla del sigloXVII, en Poder y Sociedad en la España de los Austrias, Barcelona,editorial Crítica, 1982, pp. 248-286; Janine Fayard, Les membres duConseil de Castille à l'époque moderne (1681-1746), Genève-Paris, Li-

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También salta a la vista la filiación ideológica que sepuede entablar entre su propio enfoque crítico y el diag-nóstico emitido por un hombre tan al tanto de la coyuntu-ra socio-económica como lo estaba Pérez de Herrera. MateoAlemán dista mucho, en efecto, de contentarse con pintarun mero cuadro costumbrista. Tampoco se limita a señalarla crisis económica atravesada por la aristocracia a cau-sa de su dedicación suicida a lo que se ha denominado el"consumo conspicuo". Una lectura detenida de este textosumamente enrevesado y preñado de sentido, permite hacer-se cargo de que al evocar críticamente al caballero untanto irresponsable, al titulado agobiado de censos, algrande sumido en trabajos, el autor del Guzmán de. At^aAachzpersigue, en realidad, un cometido señaladamente grave :encarecer el gran aprieto en que se encuentra el Rey,sus instantes y urgentes necesidades económicas, sus tri-bulaciones, las pesadas obligaciones, en fin, con que debecumplir para obrar en beneficio del bien de sus reinos yconservación de sus estados :

FUe-6, a ¿e que. no z& o£¿do. holgado y que. &t Kzyno duejvm ni. ducan&a. con zt Kzpo&o dzl ganapán ni co-me, con zt dz&cuÁdo que. zt o^iciat, y te. a^tigz BÚAto que. ¿a con.ona te. canga, que. cuanto zt mejicaden. can.-ga. Mcu> te. ¿nqiuLeta cómo tizne, dz pnovzeA ¿tu a/unadaique. ai cabaZWuo eZ apnzitan. ¿u¿ axmcu>. y no hay ¿cui-tado muy empuñado, que. zt Wij na to zití mái, ni anan-dz tan ananás, que. toi t/tabajoi y pteadumb>ie&dzt Kzyno izan méu> giandzi y giavzi. [V, § 26, p. 299).

Mas allá de la dramática situación política y ha-cendística de la corona, directa o indirectamente pendien-te del estilo de vida de la nobleza (71), estamento bási-

brairie Droz, 1979, Livre VI, "Les Fortunes", pp. 351-420; Henry Ka-men, ob. cit., cap. 4 : "Nobles y Caballeros", pp. 159-200; AntonioDomínguez Ortiz, Las clases privilegiadas en la España del AntiguoRégimen, Madrid, ISTMO, 1973, pp. 147-166.

(71) En 1596 la corona va de nuevo hacia la bancarrota. Esta corre-lación la hace muy a las claras Fray Juan de Santa María casi al fi-nal de su Tratado : "Todos los Príncipes prudentes y sabios en losImperios gastados, siempre tuvieron por único remedio de su reparo yconservación, el escusar gastos C---] y siendo tan excesivas las ren-

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 171

co del "absolutismo"; mas a l i a también de una defensa yalabanza de la rea leza ( l a s c u a l e s , por lo demás, no sonincondic iona les ) (72), lo que se mani f ies ta aqu í , en t é r -minos gene ra l e s , es una re f l ex ion sobre " la c r i s i s de l aa r i s t o c r a c i a " (73), l legando Mateo Alemán a poner en t e l ade j u i c i o su capacidad ( ¿ ma te r i a l tan só lo ?) para hacerfrente, en cuanto clase gobernante, a sus deberes cívicos.Aparece de modo muy claro ese tema de su degeneración mo-ral y cívica al final del § 26 : al sentido de responsa-bilidad y la conciencia dramática de la coyuntura socio-económica compartidas por la corona, se contraponen, pa-ra censurarlas, la vida holgada, la inconsciencia, la fal-ta de solidaridad, el egoísmo, la hipocresía y, por fin,cifrándolo todo, la codicia de los representantes de unestamento que, en su mayoría, posponen ciega y alocadamen-te el interés público, el bien común, al medro personal :

ét ve£a cuando todoi duenmen-, [...]. Viabaja cuan-do todo* huetgan, ponqué u cavío y cann.eteno-, ¿ca-peta y gime cuando todo* n¿en, y ion poco* toi, que¿e du&ten dit que. no ¿ea pon. ¿a intenue., debiendopon. t>¿ ioto ÍVL amado, tímido y nupetado. Poco¿ te.¿notan vendad, pon no ien odiador. POCOÍ lo. desenga-ñan-, ettoi ¿aben et ponqué, y pana qué, y &abemot> to-doi que to hacen pon. adetantan&e y votan. annJJba, ¿eacomo {¡tiene, aunque ¿ean tai ata& de cena y hayan de

tas que tienen algunos Reyes, y tan grandes los tesoros que entran ensu poder y los tributos que les pagan, los pechos y alcaualas, andanempeñados : los gastos ordinarios mal proveydos, los extraordinariosmal pagados, las ciudades consumidas, y los vasallos sin aliento, nisubstancia para poder llevar tanta carga; y todo no luze más que silo hecharan en la mar [ . . . ] - La causa desto den los naturales, y losReyes la que quisieren para su escusa, que yo para mí tengo, que esla poca y mala cuenta en la hazienda y mucho desorden en los gastos[ . . . ] (cap. XXXVII, pp. 586-5B9).

(72) Mateo Alemán da a entender, en efecto, que el Rey también ten-drá su responsabilidad en no tener buenos ministros y consejeros :"Pocos le tratan verdad, por no ser odiados" (V, p. 300).

(73) Véase Lawrence Stone, La crisis de la aristocracia, 1568-1641,Madrid, Biblioteca de la Revista de Occidente, 1976.

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cae*, en et man. di icaAo. [V, § 26, p. 300).

¿ Significara esto que Mateo Alemán inhabilitairremisiblemente y en 'bloque al estamento nobiliario ? Nonos es hacedero contestar a tan complejo problema dentrodel marco reducido de un estudio ceñido a dos capítulos.Aduciremos, con todo, que ciertas proposiciones alemania-nas nos mueven a pensar que no es éste su enfoque. En rea-lidad, su posición no es tan simple como a primera vistapudiera parecer.

Podemos comprobar, en primer lugar, que no todoslos miembros de este estamento están aquejados por la de-cadencia moral circundante. Parece como si descollara desu misma crítica una pequeña minoría —ésos "pocos" quesiguen acatando unos valores arraigados en la virtud— ala que Mateo Alemán se niega a poner en entredicho.

Por lo demás, en su examen crítico del descalabroeconómico de la nobleza, no deja de poner singularmentela mira en la clase media nobiliaria —"séniores y caballe-ros"— para lamentar insistentemente y de modo harto signi-ficativo una decadencia económica que provoca su posterga-ción, cuando no su mera desaparición progresiva de la vidaciudadana y política :

[...] los que. más lastiman son señóles y cabaUeAos,que., sentando sin necesidad, v¿ene.n a la nzcesidad.Volque., aun pocas expensas, mucha* veces he.chas consu-men la sustancia, vaseZes ca.yo.ndo la plana, peía a peJLo,de. donde, quedando sin cañonea, ¿os ¿LamaAon petoneso petados. Luego se. nzcogen a las aldeas o casvúas,donde, dan en cnJuux. czhonu, gaJiLLnas y pollos, conta.n~do los huzvos dz cada dea, ka.ci.endo dallos caudal pnJj\-cijpal. (I/, § 27, p. 300).

Repárese, de paso, que, como para respaldar un punto devista que podría no tener nada de circunstancial en la vi-sión del mundo de Mateo Alemán, este tipo del "caballero",aunque "de ilustre sangre" venido a menos, campea de nue-vo en la Segunda parte del Guzman di. At^a/iacko. en la figurade Don Luis de Castro. Arruinado por amores, acaba arrin-conado y pobre, haciendo de "criado" del condestable de

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C a s t i l l a , Don A l v a r o d e Luna ( 7 4 ) . ¿ No t e r n e r a M a t e o A l e -mán una erosión del sector medio de la aristocracia, unaruptura del equilibrio dentro de este mismo estamento afavor de los sectores de la alta nobleza ?¿ No sería éstauna de las preocupaciones que asoma tras los consejos deprudencia dados al "escudero", personaje por lo demás des-piadadamente criticado por su miseria, en el capítulo VI? :

S¿ i& alaJigaKz tí podzn.oio, dzténgat>z zí zócudzAO;no qu¿QAa. con i¡ui tn.u haczn. ¿o qaz e£ otAo contn.zl.nta ¿ No con¿¿dzAa qaz ¿on abanto* y COÍOÍ {aeAade. 6ti natuAat, di qaz toda müwuAan, nÁíndoiZ dit, ygentada ¿a au&tancÁa, ÍZ qa&da pobie. aAAlnconado ?[...]S¿ ti, cu.zn.vo y no &abz ni pazdt mú de giaznan., i paAaqué qaLwi cantan, y pKZclaKàz d& voz, aanqixz zt adwta-don ¿e diga qae. ta tiznz bu&na ?¿ No ve. qaz ¿o ha.czpon. qwUanZz z¿ qauo y bwilanJLo 1 [V, S 27, p . 301) .

Sea lo que fuere, digamos, por f in , que s i levantaacta del hundimiento económico re la t ivo de la nobleza ydel angustioso empobrecimiento de c ie r tos sectores de e l l a ,no lo hace tanto para r a t i f i c a r l o s como para proponer unosremedios que los superen. Para e l l o , aboga a favor de unplan, s i no de austeridad, s í , por lo menos, de saneamien-to de la economía doméstica que, s i bien se ap l i ca r í aante todo a las casas nobles, debería ser la pauta acatadapor todos :

(74) Segunda parte, 1,1, cap. IV : "En estas fiestas y otras ocasio-nes encaminadas a este solo fin, me gasté de manera, sacando facul-tades para vencer dificultades y vendiendo posesiones que, siendoconocidamente mucho lo que mis padres me dejaron, todo lo consumí,hasta quedar tan pobre, que la merced sola de vuestra señoría es laque me sustenta. Y aunque no es aquesto lo que pide menor sentimien-to, verse un caballero como yo, de mi calidad y prendas, mi haciendadeshecha, tan arrinconado y pobre que la necesidad me obligue a ser-vir, habiendo sido servido siempre —que aunque confieso por muchafelicidad el ser criado de vuestra señoría, no se duda cuánta sea labuena fortuna de aquéllos que pasan su vida con seguridad y descuido,sin sobresaltos ni desvelos en buscar medios con que granjear volun-tades— [.. .]"(t . II, p. 82). Asoman aquí algunos detalles de la vi-sión típicamente alemaniana del mundo.

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3¿e no iimpiz ti uta. b-Len al ¿eñon. guaAdwi, niaJt pobnji g&ttaA. EnfLeXztUmizntoi han de. tvn&n.; moóténgante, talo/, que ¿eon pana wt/iitznvuii t) no pata

d {V, § Zt, p. 300].

Para mantener en pie su caudal, no hay deber másurgente ni conveniente para todos que reparar con sumadiligencia y vigilancia "en las cosas de la hacienda". Encuanto a las casas nobles, cabria fomentar una gestiónsana de los bienes que evite el robo pero también los"desperdicios", porque, según afirma Mateo Alemán, "eldejar perder no es franqueza". Habría, pues, que promoveruna economía casera racionalizada cuyo fundamento seríauna acertada inversión de las riquezas personales. Entra-ñaría, por supuesto, una baja en la compra de mantenimien-tos, un control estricto de la actividad de la servidum-bre y, en cuanto a su contratación, tras imprescindiblesdespidos de personal, una regulación según mejores oríge-nes sociales. Cabe señalar, en efecto, una contradicciónen este particular. Si a los nobles les roban sus criados,gran parte de la responsabilidad les incumbe a los amos,puesto que para llevar adelante su vida desbaratada y ha-cer frente a sus tribulaciones financieras, no sólo con-tratan a villanos miserables sino que se niegan a pagar-les sus servicios conforme a su virtud y justo precio (75):

(75) Esta idea asoma en varios lugares del Dialogo de los pajes, so-bre todo en el "Coloquio Tercero", cuyo resumen es sumamente signi-ficativo : "Entra Guzmán, Godoy, Lorza y el Duque, en que se tratade cuan advertidamente lo hacen los señores en quitar el buen tra-tamiento a quien se le debe y le merece, dándole a quien lo podríanexcusar : y de cuan trocados están sus casas y manera de vivir delas de sus antepasados por el poco caudal que hacen de la gente no-ble y pobre [...]" (ob. cit., p. 61). A continuación, dos criados delSeñor Duque confirman lo consignado arriba :

Godoy - Pues agora si un otro alguno quisiere hacerlo que Hernán Pérez, ¿ qué diría sino la casa de fula-no es de tantos vagabundos, chismeros,tramposos y gen-te desta traza [ ] ?(P. 65).

Esto se relaciona directamente con el endeudamiento de lanobleza, cono se puede comprobar por las razones de Guzmán, otro cria-do del Duque :

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 175

¿No se acuerda de la casa del abuelo del Duque yaun de la de su padre, cuántos hijos de nobles, deudosy criados de sus casas se criaban en ellas? Agora veisque le sirven al Duque sino el hijo del judío o villa-no que le salió' por el censo [...]. (P. 69).

Unos veinte años más tarde, por los mismos anos de la elabo-ración del Guzmán de Alfarache, viene a proferir el mismo juicio FrayMarco Antonio de Camos en su Microcosmia y govierno Universal del hom-bre christiano para todos los estados, y cualquiera de ellos, Madrid,1595 :

del desauydo que ay en esta parte procede ver lostiempos tan trocados : que años airas no auía caballe-ro que no tuviese por bien que su hijo sirviese, yassí estauan las casas de los señores llenas de gentenoble, tan buenos como sus amos en calidad y limpiezade linaje : y por consiguiente personas que estimauanel honor y de quien se podían confiar. Pero viendo lapoca cuenta que con la institución de sus criados losseñores tienen, hánse retirado los caualleros : de quenascen dos inconvenientes [ 1; el otro es que sesirven los señores de gente allegadiza, gente baxa yde villanos. (Véase, "Diálogo Duodécimo, de los seño-res y Titulados, cómo han de proceder en su estado ycon sus subditos, y del origen del señorío", p. 148).

El núcleo de ideas que acabamos de desarrollar representapara Mateo Alemán una amplia y grave problemática sobre la que vuel-ve a reflexionar numerosas veces. En la Segunda parte, 1. I, cap. II,plantea de nuevo el tema del estilo de vida absurdo de los "príncipes",relacionándolo directamente con los gastos demasiados :

Del mucho poder y poca virtud en los hombres naceno premiar tanto servicios buenos y trabajos persona-les de sus fieles criados, cuanto palabras dulces delenguas vanas, por padecerles que lo primero se les de-be por lo que pueden, y así no lo agradecen, y de losegundo se les hace gracia, porque no lo tienen y com-pran sus faltas a peso de dineros. [...I

De aquí nacen los gastos demasiados, las prodigali-dades, las vanas magnificencias que sobre tabla se pa-gan de contado, con suspiros y lágrimas. (T. S, p. 46).

Profiere un juicio parecido en esta misma Segunda parte (1,I, cap. VII, p. 111), y había sugerido ya un remedio en la Primeraparte :

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Oían colpa d&ito ia&t&n tineA lo¿ amo¿>, dandoÍCULOAÁO y moJL pagado, ponqat ¿e &¿n.vzn d& nece.-

(,JLtadoí> y deZtoi hay pocoi que. izan ¿¿z¿&4. (I/, § 28,p. 301).

En contraste con esta actitud inmoral, mezquina yeconómicamente contraproducente, propugna Mateo Alemánunas relaciones sociales y domésticas renovadas: en con-formidad tanto con la moral como con la economía : a lajust icia , generosidad y sentido de humanidad del señornoble habrán de corresponder la fidelidad, la dedicación,el respeto y estimación, el amor, en fin, del criado, enbeneficio de la fama de aquél así como de su hacienda (76)

Si supiesen los señores cuánto les importan honra-dos y buenos criados, la comida se quitarían para dár-sela, por ser ellos la verdadera riqueza. ï es imposi-ble ser el criado diligente con el señor que no lo ama-re. (L. III, cap. IX, p. 443).

(76) Recalca mucho esta idea Mateo Alemán. Ya había aludido a ella enel mismo capítulo V (p. 289); de nuevo la señala diciendo que "con loque hurtan veedor, cocinero y despensero, que son los tres del mohí-no, se pueden gratificar seis criados" (V, §28, p . 301). Por fin, laejemplifica en un breve exemplum (V, § 30, p . 302).

Un espejo de perfecto señor, a quien se debiera imitar, se-gún está evocado por Mateo Alemán, es el Cardenal :

Era humanísimo caballero, trataba y estimaba suscriados, favorecíalos, amábalos, haciendo por elloslo posible, con que todos lo amaban con el alma y ser-vían con fidelidad; que sin duda al amo que honra elcriado le sirve, y si bien paga, bien le pagan; perosi es humano, lo adoran. Y al contrario al señor so-berbio, mal pagador, de poco agradecimiento [...].(Parte I, 1. 3, cap. IX, p. 443J.

A este respecto disentimos por completo de la interpretacióndesenfocada dada al episodio del Cardenal por Michel Cavillac en sutesis titulada Gueux et marchands dans le "Gusmán de Alfarache"(1599-1604), Institut d'Etudes Ibériques et Ibéro-Américaines del'Université de Bordeaux, 1983. Véase más particularmente el capítuloVil :"Un anti-modèle d'assistance : Rome et la charité aris tocrat i-que du Cardinal" (pp. 370-390).

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A¿¿ que, ¿¿ quieAU que &algan de ¿>u paio (loicKiadoi], avzntajándoiz en tu. 4en.vx.c-c0, de lo qwipleAdei tan dzibanatadame.nte. gánale* ¿ai voluntadu,que iená gana*, no tí Koben la hacienda, d&frLzndantu piAAona, lluitt&n tu. ¿ama y daeen tu. vida. (I/,S 30, p. 302) .

Asi que propone Mateo Alemán a las grandes familiasnobles una reformación moral que esté acompañada por unaracionalización de la gestión de su economía doméstica.La base de su fomento seria evidentemente un ideal de vi-da fundado sobre la moderación o nediocritas, tínica víafecunda tanto para que los particulares no se arruinencomo para que enriquezcan :

Saquete, de. aquí en Limpio que, il e¿ lico ¿e. qu¿-6¿<iAz gobeAnaA, te alegato que nunca Í><UIÁ pobi<L; yi¿ zl pobie. ¿e comidiere, que. pauto ¿eta íleo, aco-modóndoit todoi en todo con e l tiempo. [V, S 27, p.300) .

Estas líneas directrices, claro está, van dirigi-das ante todo a la aristocracia, emparejando Mateo Alemánen este particular con el propósito de González de Cello-rigo, quien anhela

quz lo¿ tetatoi móó pKincÀpatu de Uta lípúbllaa,poK 6<LK\JÁA a. 4U. VúncÁjpz y cumptüi con ¿u obligacióny hazoji lo que. Vlo& manda, y pon. ÓU bien pasUlautaA,y pon. eJL blzn de la paXMa y hon/ia de. todoi, tomanla mano en t>eA eitoi loi piüMiiioi en itauln. lai onde.-naclonu del izyno, anuí en ni exceèû de loi gcomo en piocunaA. pon. et bien de an hazlendai entodo buen tfiato. (77)

(77) Ob. c i t . , fol . 32. Treinta folios mas lejos añade unas precisio-nes : "Han de aceptar la cura [los nobles] [ . . . ] , la quai sera'más fá-c i l de pasar s i los primeros que tomen la mano en evitar costas ygastos excusados fueren los más poderosos, para que con su buen ejem-plo sigan lo mismo los demás, y en bien propio suyo y de todos, seponga moderación en todo lo que fuere contrario al bien de su desem-peño" (Fol. 62).

Igual punto de vista comparte Pérez de Herrera. Al dirigirse

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178 Henri GUERREIRO Criticón, 28, 1984

Pero es e v i d e n t e que e s t e programa de reformaciónmoral y r e s t a u r a c i ó n económica (cuya base s o c i a l habr íade s e r , acaso , una renovada a r i s t o c r a c i a , v i r t u o s a y cum-p l ido ra de sus deberes c í v i c o s ) tampoco perdona a c a t e -gor í a alguna de l a s que se h a l l a n por debajo de l a noble-za, o sea a l "ganapán", a l " o f i c i a l " n i a l "mercader", pa-ra quienes debe ser norma irrefragable de la vida políti-ca no sólo el cumplimiento de su papel social dentro delmarco de la sociedad sino también el estricto respeto dela jerarquía :

En COA ocaiionu ha di moifioAii cada uno con£on.-me a quien te, qui pana uo lo ti&nz-, pito no eapasie-jándoiz todoi lado a iodo, pie. con pin. cabeza concabeza. [...]

Lo m¿&mo digo a todoi .- qui cada uno il conozcaa t>i mUmo, tiente il tztnplz di 4u¿ aciKOi, no quivuagaita/i lí hiwio con la tima, di pato, y lo que. él mm.-nuML det o-Oio, CÍZMZ la puz/ita pata qui il otxo nolo twAnu/ii del. A todoi conviini dotmiA zn un pie., co-mo la gnulla, en loe, co6<u de. la haciinda [...]. [V,S 27-26. pp. 300-30J)..

Saqúese en limpio dé estas calas en el parasitismonobiliario, t a l cual lo ha enfocado Mateo Alemán medianteel personaje del cocinero, que si dejasen de ser las man-siones de los nobles un seminario de ociosos y un semille-ro de vicios, s i se ciñesen sus dueños a una "moderacióny mediocridad bastante y honrada" (78), con servidumbremoderada y honesto sustento, acaso habría más dinero parainvertir prudentemente, más oficiales para el trabajo pro-ductivo y competirían las obras de los vasallos con las

al Rey para que se haga cargo de "la gran necesidad que hay de que[...] ponga los ojos en lo que importa", declara :

y así mismo se procuren encaminar e •inclinar [a losvasallos] a gastar menos y a vivir con más concierto,sin tanta prodigalidad y excesivos gastos en todo, co-mençando por los grandes, Títulos, caualleros y gentenoble, viendo el gusto que vuestra Hagestad muestra deque así se haga, y los de todos estados se dispongana lo mismo. ('Remedios para el bien. . . , fol . 21).

(78) ídem, fo l . 7 v°.

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EL PARASITISMO DEL MUNDO ARISTOCRÁTICO 179

de sus señores, redundando todo en pro de la conservacióny restauración política de España.¿ Rasgos burgueses ? Si,¿ Finalidades burguesas ? Mucho lo dudamos.