H Keller El Mundo Donde Vivo

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    Crea estar escribiendo prosa, a no ser por la traduccin en verso del pasaje magnfico

    de Job. Sin embargo les pareci a mis amigos que no haba coherencia entre este canto

    y el resto del libro; y esa fue la causa por la cual se convirti en poesa.

    Hellen Keller

    I

    VEO CON MI MANO

    Acabo de tener a mi perro en las manos. Estaba revolcndose en el csped, con un gozoinfinito en cada msculo y cada miembro. Quise tener una imagen completa de l, yentonces lo toqu tan levemente como si palpara telaraas; pero su cuerpo regordete

    giro sobre s mismo, se puso tieso y al pararse sobre sus patas traseras se endureci mstodava. Su lengua lami mi mano y apret su cuerpo contra el mo como si quisierahacerse un ovillo. Demostraba su jbilo a travs del rabo, las patas y la lengua. Sihubiese tenido la facultad de hablar estoy segura de que habra dicho, como yo, que elparaso slo se alcanza por medio del tacto; ya que el amor y de inteligencia residen enel.Este pequeo episodio me sugiri la idea de una charla sobre las manos.S resulta interesante y amena, se deber a mi "perro-estrella". De cualquier modo, essumamente agradable disponer de un tema que no haya sido monopolizado por otrapersona. Es como trazar un nuevo sendero en la selva virgen, dejando un rastroresplandeciente perdn de antes no existan las pisadas. El llevaros por un camino sinhuellas, a un mundo donde la mano es soberana, constituye para m una gran alegra.Pero en el mismo momento de partir tropezamos con una gran dificultad: temo quevosotros, tan acostumbrados a la luz, podis encontrar una serie de obstculosinvencibles cuando trat de conduciros a travs del mundo de la obscuridad y delsilencio. Bien se que los ciegos no somos los ms indicados para servir de gua. Peroaunque no pueda garantizaros que no os extrave, os prometo que no llevar hacia elfuego ni el agua, y que no caeris en ningn abismo. S me segus pacientementedescubriris que "donde hay un sonido muy sutil nada prevalece entre este y elsilencio", y que hay ms significado en cada cosa en s misma, que en todas las cosasque pueda abarcar la vista.

    Mi mano es para m lo que el odo y la vista juntos son para vosotros.Cuntas veces viajamos por las mismas carreteras, leemos los mismos libros, hablamosel mismo idioma, y no obstante nuestras experiencias son distintas! Todos los actos demi vida dependen de mi mano como de un eje central. A ello le debo mi continuocontacto con el mundo exterior. Tambin en mi mano la que me permite salir delaislamiento y de la obscuridad, mientras mis dedos anhelantes se apoderan de todo gocey actividad que encuentran a su paso. Al pasar por primera vez una simple palabra deotra mano la ma, al rozar suavemente otros dedos los mos, comenzaron la conciencia,el jbilo y la plenitud de mi vida. Como Job, siento que una mano me ha hecho, me hadado una forma, aunque un tanto vaga, y ha moldeado mi propia alma.

    En todos mis experimentos de ideas mi mano desempea un papel muy importante.Todo lo que me emociona o estremece, es como otra mano que me tocase en la sombra

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    y al hacerlo me revelase mi existencia misma. Tachar de irreales estas impresiones, queyo he acumulado por medio del tacto, equivale a opinar lo mismo de un espectculo quellena de jbilo vuestra alma o de una desgracia que hace afluir amargas lgrimas avuestros ojos.Es roce de las salas de una mariposa al agitarse en mi mano; los delicados ptalos de las

    violetas ya escondindose entre los dobleces de sus hojas, de inconfundible frescura, yairguindose sobre el csped de las praderas; los rasgos claros y firmes del cuerpohumano; el arco suave del cuello del caballo y el toque aterciopelado de su hocico, todoesto, con las numerosas combinaciones que resultan, cobra realidad en mi mente yconstituye mi mundo.La ideas forman el mundo donde vivimos, y son las impresiones las que transmiten lasideas. El mundo en el cual vivo se halla construido sobre una base de sensacionestctiles, desprovistas de todo color y sonido fsicos; pero a pesar de ello, es un mundodonde se respira y se vive. Cada objeto esta ntimamente ligado en mi mente a esascualidades tctiles, las cuales, combinadas de diversos modos, me proporcionan elsentido del poder, de la belleza o de la discordancia; ya que con la ayuda de mis manos

    pueda llegar a sentir tanto lo risible como lo admirable en el aspecto de las cosas.Observad que vosotros, los que dependis de vuestra vista, no os dais perfecta cuentadel nmero de las cosas tangibles que os rodean. Todo lo palpable es mvil o rgido,slido o lquido, grande o pequeo, clido o fro, y estas cualidades estn infinitamentematizadas.La frescura del nenfar es diferente de la del viento de una tarde de verano, y distinta asu vez de la de la lluvia que penetra en las entraas de la tierra y da vida y desarrollo asus frutos. El aterciopelado de la rosa no es el del durazno maduro ni el de la mejilla conhoyuelos de un niito. La dureza de la roca est relacionada con la de la madera, cmopuede estarlo la voz profunda y grave de un nombre con la voz suave de una mujer. Loque yo llamo belleza lo advierto slo en ciertas combinaciones de todas estas cualidadesy deriva, en gran parte, del torrente de lneas curvas y rectas que prevalece para msobre todas las cosas."Qu significado tiene la lnea recta para usted?" -- me preguntaris. Significa variascosas. En primer lugar, simboliza el deber. Parece tambin gozar de esa virtud de loinexorable, caracterstica del deber. Cuando tengo una misin de cumplir, y que no debeser abandonada, siento como si avanzara en lnea recta, decidida a llegar al punto dedestino y a proseguir sin desviarme hacia la derecha ni hacia la izquierda. Esto es, enuna palabra, lo que la lnea recta significa para m.Ahora en cambio, con el propsito de eludir esta reflexin moralizante ma, podispreguntarme: "Cmo siente usted a la lnea recta?" La siento, como supongo que es:

    recta, como un pensamiento montono y sin alternativas, de trazado infinito. Laelocuencia en el tacto no reside en las lneas rectas, sino en las que no lo son, o en unconjunto infinito de curvas y rectas. Estas aparecen y desaparecen; son, ora profundas,ora alargadas o extendidas. Se yerguen y se hunden bajo mis dedos, estn llenas derepentinos temblores y pausas y su variedad es inagotable y sorprendente. Como veis,no me hallo apartada del reino de lo bello, an cuando mi mano no puede percibir loscolores brillantes de una puesta del sol, de una montaa, o llegar hasta lasprofundidades azules del cielo.La fsica me indica cmo puedo vivir cmodamente en un mundo en el cual sedesconocen el color y el sonido, pero que est hecho en trminos de medidas, formas ycualidades inherentes, ya que al menos cada objeto se presenta a travs de mis dedos

    conservando siempre su posicin exacta y no como la imagen invertirle al reflejar en la

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    retina, la cual, segn tengo entendido, slo vuestro cerebro puede restituir a su posicinnormal por medio de un trabajo infinito y constante.Cualquier objeto tangible pasa en una forma completa a mi cerebro, no pierde su calorde vida en el y ocupa el mismo lugar que en el espacio ya que, sin egotismo, cabe decirque la mente est inmensa como el Universo mismo. Cuando pienso en las colinas,

    asoci inmediatamente a esta idea la fuerza requerida para ascenderlas. Cuando, encambio, es el agua lo que ocupa mi mente, siento la fra impresin de la zambullida y elrpido ceder de las olas que se encrespan, ondulan y agitan contra mi cuerpo. Mi manoreconoce con fidelidad los cambios agradables entre lo spero y lo suave, lo flexible y lorgido, lo curvo y lo tieso en la corteza de las ramas de un rbol. La roca inmutable, consus salientes y su corva superficie, se inclina bajo mis dedos en gran variedad de surcosy protuberancias. Las formas redondeadas de la sanda y las henchidas calabazas, quebrotan y maduran en los huertos extraos y remotos hasta donde no pueden llegar lasyemas de mis dedos, constituyen para m la parte ridcula de mi imaginacin y mimemoria tctil. La risa delicada de un beb alarga hasta el deleite mis dedos, los cualesencuentran entretenimiento tambin el vigoroso canto del autcrata del corral.

    Cierta vez fui duea de un gallo amaestrado que sola posarse en mi rodilla, estirar elcuello y cacarear. Un pjaro en mano vala entonces ms que dos en el corral.Mis dedos no pueden recibir la impresin de un gran conjunto la primera tentativa; pero,en cambio, siento una tras otra sus diversas partes, que luego mi mano unir entre s.Cuando recorro mi casa y toc, segn cierto orden, objeto por objeto, a cabo por formaren mi mente una idea detallada de la misma. En otras cosas mis dedos slo puedenpalpar lo que me muestran: cosas de importancia e inters, tallas de las paredes, oalguna curiosidad arquitectnica, expuesta all como en un lbum de familia. Es decir,que una casa con la cual no estoy bastante familiarizada carece para m, en un principio,del efecto o de la armona general del pormenor. No es una concepcin completa, sinouna sucesin de impresiones objetivas, que vienen hacia m aisladas e inconexas. Peromi mente est llena de asociaciones ideolgicas, sensaciones y teoras, y con esteprecioso material concluy por reconstruir la casa. Este proceso mental trae a mimemoria la construccin del templo de Salomn, donde no se conoca desarrollo ni elmartillo, m se escuchaba el ruido de herramienta alguna, mientras las piedras se ibancolocando sencillamente una sobre otra. La imaginacin es el trabajador silencio queextrae a la realidad del gran caos.Que insignificante sera mi mundo sin la imaginacin! Mi jardn no representara msque un trozo de tierra silencioso y salpicado de varas y estacas, en gran diversidad deformas y aromas. Pero en cuanto el ojo de mi mente se abre la belleza que encuentra enel, el suelo raso, libre ya de malezas, se ilumina de regocijo bajo mis pies, los setos se

    cubren de hojas y del rosal prodiga su fragancia por doquier. Conozco cual es el aspectode los rboles en flor y penetr ntimamente la tierna alegra de los pjaros al hacer susnidos.Este es el milagro de la imaginacin.Pero dicho milagro suele tener dos fases, cuando, con la ayuda de mis dedos, miimaginacin se esfuerza por encontrar la del artista hecha realidad en una obraescultrica. De acuerdo con mi sensibilidad, el mrmol es bello an siendo fro,inmvil e insensible comparado con el rostro expresivo y lleno de vida de una personaamiga. Encuentro verdadero placer en sus inflexiones y en sus curvas ondulantes. Sinembargo, algo falta en el y es el aliento.Ms, bajo el hechizo de la imaginacin, el mrmol se estremece y se convierte en la

    divina realidad de un ideal. La imaginacin pone una nota de sentimiento en cada lnea

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    y en cada curva, y de este modo la estatua se convierte en una diosa que respira, semueve y nos fascina.No obstante, hay ciertas esculturas, reconocidas como verdaderas obras de arte, que noson el del agrado de mis manos. El palpar lo que subsiste de la Victoria Alada deSamotracia, me hace pensar al instante en alguien que, si bien tiene la forma humana,

    vuela hacia m sin cabeza y sin miembros, en un sueo febril. La nica de la Victoriatiene un movimiento rgido, en nada semejante a los vestidos que ese sentido agitarse,plegarse o desplegarse con el viento. Pero la imaginacin complementa talesimperfecciones, e inmediatamente la Victoria se convierte en una figura poderosa yllena de bros, con rfagas marinas en su ropaje y un esplendor de conquista en sus alas.En una estatua hermosa encuentro tanto la perfeccin de la forma corprea como lascualidades de integridad y equilibrio. La Minerva, rodeada por un gran velo dereminiscencias poticas me proporciona una sensacin de alborozo casi fsico; y elcabello exuberante y nudoso de Baco y de Apolo, y la guirnalda de hojas de hiedra, tansugestiva, de las festividades paganas, realmente me entusiasman.Y as es como la imaginacin corona la experiencia de mis manos. stas aprehendieron

    su sagacidad de las sabias manos de la persona (aclaracin de pie de pgina: MissSilluvan, maestra de Helen Keller) que, guiada por su imaginacin poderosa, supoconducirme felizmente por senderos desconocidos, lograr que la sombra se convirtierael luz y hacer ms fcil m paso al travs de los caminos tortuosos.

    II

    OTRAS MANOS

    Al dar la mano al dar la mano siento hasta lo ms ntimo de m ser el calor y laproteccin que me comunica; es a ella a quien recurro en busca de apoyo y de solaz parami alma. Este pensamiento me ha hecho comprender perfectamente al Salmista cuandoeleva su voz con vehemencia y gozo en este canto: "Confo siempre en el Seor; sumano me sostendr y vivir seguro." Tambin hay algo de divino en la fuerza de la manohumana. Me han contado que la mirada de la persona amada hace estremecer an atravs de la distancia; pero que esta deja de existir al tomar entre las manos las del serquerido. Hasta las cartas que recibo son

    Cartas bondadosas que revelan la historia

    profunda del corazn,

    en donde sentimos la presencia de una mano.

    Es interesante observar las mltiples diferencias que hay entre las manos de unos yotros. Son las manos las verdaderas reveladoras de la vitalidad y la energa, la quietud yla cordialidad. No me di cabal cuenta de la potencia vital que es en realidad la mano,hasta el momento en que conoc las imgenes de yeso de la coleccin de moldes de Mr.Hutton. La mano tiene la plenitud de la vida en sus venas y se amoldamaravillosamente al espritu. Que distinta era la mano de Mr. Hutton a la de sureproduccin, exacta, pero apagada y sin sentido! De acuerdo con mi modo de ver, lomoldes no llegan a revelar en toda su magnitud la verdadera forma de la mano. De losmuchos moldes correspondientes a la coleccin de Mr. Hutton no alcance a reconocer

    ninguna mano amiga, ni siquiera la ma propia. Pero, en cambio nunca se borrar de mimente la sensacin de una mano afectuosa. Guardo en mis dedos el recuerdo de las

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    Nunca olvidar la manera con que me tendi su mano, pequea y trmula, paraestrechar la ma con afecto. Mis ojos se llenan de lgrimas al recordarlo. La pena, laobscuridad, el cansancio y la dulce resignacin podan percibirse en aquella delgada ycariosa mano que se mova a tientas.Creo que muy pocas de las gentes que no me conocen alcanzaran a comprender lo que

    en realidad significa para m el estado de nimo de una persona cuando se halla enameno dilogo con otra. Mi mano sigue sus ademanes; toc la suya, su brazo, su cara.Sin equivocarme puedo decirle cuando est alegre a causa de un buen chiste, aunque nome lo hayan repetido; o cuando relata un cuento lleno de vida y animacin. Uno de misamigos es algo agresivo y su mano presagia siempre una disputa. A travs de susmovimientos impacientes adivino que ya tiene su argumentacin dispuesta contraalguien. La he sentido estremecerse cuando un recuerdo sbito o una nueva ideaatraves su mente. Por momentos tiene ciertas ocasiones, sumando me ha revelado unaprofunda tristeza; mientras que en otras he sentido a su alma misma envolvindosemajestuosamente en la obscuridad, como en un manto.Otro de mis amigos tiene manos positivistas y enfticas que manifiestan una gran

    obstinacin en sus juicios. Es la nica persona que, cuando leo en sus labios, ponenfasis en sus palabras. Debo advertir que prefiero este nfasis variado al machacar deotras personas, cuyas frases uniformes en el tono son un incesante martilleo para mipalma.Hay manos que bullen de gozo al asir las vuestras. Otras, rebosantes de vida, palpitan yse dilatan. Muchas personas extraas han tomado mi mano entre las suyas con tantoamor y gozo como si fuera la de un ser querido, tal vez la de una hermana a quien no seha visto en mucho tiempo. Otros me ofrecen la mano con recelo, hasta con temor de unposible dao. Dichas personas, dan cortsmente slo la punta de los dedos, que seretraen sobre s mismos apenas roza los mos, o mentalmente desean no verse obligadosde nuevo a tocar una mano cuyo "valores est dormido". Esto slo me revela un esprituremilgado y un orgullo desagradable unido a no poca suspicacia; en una palabra, todo locontrario de lo que ocurre con las manos de quienes poseen un temperamento prdigo yafectuoso. La manera con que algunos ofrecen la mano me hace pensar en accidentes oen muertes repentinas.Cuan distinta esta mano de mal agero, de la rpida, hbil y sedante de la enfermeraque cuid con tanta solicitud a mi maestra y a quien recuerdo con verdadero afecto! Hetenido, entre las ma, manos de gente acaudalada, que nunca han trabajado; no obstante,no son tan hermosas cmo podra suponerse. Todo el caos de un carcter sin desarrollarse adivina bajo su redondez delicada y su piel tersa.Estoy persuadida de que no hay manos que puedan compararse con las del mdico en

    toda su magnitud, por su destreza perseverante, su dulzura, en la que hay en tanto decompasin, y su brillante eficacia. No debe, pues, extraar que Ruskin encuentre en eltoque certero del cirujano la misma perfeccin de examen y la precisin sutil que poneel artista al imitar fervorosamente a los grandes maestros, impulsado por el deseo de supropia perfeccin. Si el mdico es un hombre de naturaleza admirable, su tacto influircomo una verdadera cura en el nimo de sus pacientes. La mano de un querido amigomo, que fue mi mdico tanto en mis horas de enfermedad como de salud, distinguasepor un tacto siempre prdigo de afecto y que bien podra calificarse de mgico.Su espritu o alegre y cordial infunda bienestar a sus enfermos, necesitaran o nomedicamentos.As como las bellezas del rostro son muchas, ocurre lo mismo con las de la mano. El

    tacto tiene tambin sus xtasis. Las manos de las personas de individualidad ysensibilidad vigorosas son extraordinariamente movedizas. Basta slo una mirada a la

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    sentido sobrenatural y dan crdito al hecho de que todos los milagros y compensacionesque he recibido del cielo los he ganado y descubierto con las ayuda de mi buena manoderecha, y tambin con la izquierda, porque leo gracias a ella, y es para m tanverdadera y noble como la primera. Por qu desarrollo incompleto del poder humanoha sido descuidada la mano izquierda? Acaso no llegaremos a ser todos ambidiestros al

    alcanzar las cumbres de la civilizacin, y no seremos entonces doblemente triunfantesen nuestras luchas "mano a mano" (hand-to-hand)? A propsito, se me ocurre quecuando mi maestra dedicbase a educar mi espritu incorregible, su combate contra lasfuerzas de la obscuridad -- an contando con la ayuda de su recia disciplina y la delalfabeto manual, que era entonces como una luz en las tinieblas-- se poda considerardesde dos puntos de vista como una lucha mano a mano, cuerpo a cuerpo.Ningn ensayo podra estimarse completo si careciera de algunas citas de las obras deShakespeare. En un campo que, con la vanidad de mi juventud, cre exclusivamentemo, Shakespeare cosech frutos opimos. En casi todas sus obras existen pasajes en losque la mano representa un gran papel. El soliloquio transido de dolor de Lady Macbethsobre su manecita, de la cual ni todos los perfumes de Arabia podran borrar la mancha

    de sangre, es el momento ms conmovedor de la tragedia. Marco Antonio solicita deCleopatra para el ms valiente de sus soldados, Escaro, que le deje besar su mano,porque considera esto como la mejor recompensa: "Tu graciosa mano a sus labiosconfa." En un arrebato de clera, Marco Antonio se exalta por qu Tirreo, a quiendesprecia, se ha atrevido a besar la mano de la reina.

    Mi buena camarada, regio sello,de nobles corazones garanta!

    Cuando Cleopatra se ve amenazada con la humillacin, por favorecer el triunfo deCsar, toma una daga y dice: "Confiar en mi resolucin y en mis manos fieles." Con elmismo instinto veloz, Casio confa en sus manos cuando hiere de una apualada aCsar:"Hablen por mis manos!" "Oh, dejadme besar esa mano!" implora el ciego Gloster aLear. "Permitirme limpiarla antes", responde el viejo rey descorazonado, "a humanidadtrasciende". Cun profunda y triste la intencin de este sencillo rasgo! Nos revela antetodo lo que el tmido Lear lleva padecido, expiando, para hacernos luego comprenderque la realeza no es nunca un escudo contra la ingratitud y la crueldad. La exclamacinde Gloster al referirse a su hijo:

    Si vivo te tuviese otra vez en mis brazos,

    creera tener ojos de nuevo!

    es tan exacta a una vibracin dentro de mi ser, como el dolor intenso que el sufre. Elespectro, en "Hamlet", evoca el crimen que es causa de la tragedia:

    Durmiendo me priv fraterna mano,

    a la vez de la vida, la corona y la reina.

    Como suspende el animo aquel pasaje de "Otelo" de una amarga y doble intencin, enel que la sospecha del moro cubre de maldad sus frases sobre la mano de Desdmona;mientras ella, en su candor, responde slo al significado inocente de aquellas palabras:

    Verdad; puedes decirlo,pues di mi corazn con esta mano!

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    No son trgicos todos los pasajes de Shakespeare que versan sobre la mano. Recordadaquel juego de palabras de "Romeo y Julieta" en que el dilogo, con ritmo gil y sutil,teje un soneto encantador acerca de la mano. Y quien mejor que el amante conocer lamano de la amada?

    En todos los captulos de la Biblia se habla de la mano. Hasta se podra volver a escribirel xodo, como la historia de la mano. Todo ha sido hecho por las manos del Seor y deMoiss. La opresin de los Hebreos puede traducirse de este modo: "La mano delFaran oprimi a los Hebreos." Su partida de Egipto la expresan estas palabras: "ElSeor sac a los hijos de Israel de la casa de la servidumbre con una mano fuerte y unbrazo poderoso."Estas vividas palabras narran exactamente su retorno. Al extender Moiss sus manos,las aguas del Mar Rojo se apartan y permanecen divididas formando un doble muro. Ycuando el Seor levanta su mano, encolerizado, para reunirlas, miles de soldadosfaranicos perecen. Cada acto, cada mandato en la historia de Israel, al igual que en lade la raza humana, est dirigido por la mano.

    No la empleamos acaso en las grandes ocasiones de juramento, bendicin, maldicin,derrota, convenio, casamiento, construccin y destruccin? Este carcter sagrado queenvuelve a la mano se halla tambin en la ley mosaica que establece que ningnsacrificio ser vlido sino cuando el que lo realice apoye su mano sobre la cabeza de lavctima. La congregacin apoya la suya sobre las cabezas de los condenados a muerte:Cun terrible debi de ser esa condena silenciosa! Cuando Moiss construye el altar enel Monte Sina se le prohbe el uso de herramientas: recibe orden desde las alturasreconstruirlo con sus propias manos. La tierra, el cielo, el hombre y todos los animalesinferiores son sagrados ante el Seor por qu El los ha creado con sus mismas manos.Cuando el Salmista reflexiona ante los cielos y la tierra, exclama: "Que es el hombre,oh Dios mo!, que tan atento estis a todo cuanto hace? Por qu lo habis creado paradominar los trabajos que se realizan con la mano." El ademn suplicante de la manoacompaa a la plegaria, y la pureza de unas manos va siempre unida a un corazn sinmacula.Cristo consol, bendijo, cur y produjo e innumerables milagros con sus manos. Rozcon ellas los prpados de los ciegos y al instante sus ojos recobraron la luz. Jairo acudien su busca transido por un gran pesar, y Jess fue y con slo tomar sobre las suyas lasmanos de la hija del personaje la despert del sueo de la muerte devolvindola alcario de su familia. Recordad tambin como le dio la salud a la mujer encorvada. Jessle dijo: "Mujer, libre quedas de tu enfermedad" y al posar sobre ella sus manos la mujerse irgui en seguida, dando gracias y entonando alabanzas a Dios.

    Al mirar cualquier cosa, en torno a la Naturaleza, encontraremos a la mano en el tiempoy en la historia, en el trabajo y en la construccin; en el invento y, sobre todo, en el actoheroico de redimir al mundo entero de la barbarie en que est todava sumido parahacerlo adelantar en lo intelectual y lo moral; o sea para mostrarle en qu consiste suverdadera civilizacin. La mano simboliza tanto el poder como el mrito insuperable deltrabajo. La mano del mecnico, ese ministro de las fuerzas elementales; la del quehacha, serrucha, corta y construye, son tan igualmente tiles al mundo como la manodelicada del que pinta una flora como de la una urna griega, o la del hombre de estadoque redacta una ley.Los ojos no pueden decirle a la mano: "No tengo necesidad de ti." Bendita, pues, sea lamano! Y tres veces benditas las manos de todos los trabajadores de la Tierra!

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    IV

    EL PODER DEL TACTO

    Har algunos meses, en un peridico que anunciaba la publicacin de "Matilda Ziegler

    Magazine for the Blind" (Revista para ciegos Matilde Ziegler), apareci el siguientesuelto:"Muchos de los cuentos y de las poesas existentes debern ser suprimido, ya que aludenen su mayor parte al sentido de la vista. Tampoco publicaremos trozos descriptivos quese refieran a los claros de luna, a los arco iris, a la luz de las estrellas, a las nubes, o aellos hermosos paisajes, puesto que slo sirven para aumentar la afliccin del ciego."Esto significa entonces que no debo hablar de las bellas mansiones y los esplndidos

    jardines, porque no los he visto y la manera como meros imagin puede apartarsedemasiado de la realidad.No debo leer nada acerca de Pars, o de las Indias Occidentales, ya que no puedo ir averlas con mis ojos. Asimismo me est vedado soar con el cielo por no serme posible

    llegar al mirarlo. No obstante, mi espritu aventurero me impulsa a usar palabras que sehallan ntimamente ligadas con la vista y el odo, aunque slo puedo adivinar susignificado por medio de sus analogas y mi marginacin. Este juego, un tantoarriesgado, forma parte activa del encanto y de las travesuras de mi vida cotidiana. Meentusiasmo cuando leo descripciones de las maravillas que los ojos tienen el privilegiode contemplar. Ninguna de las frases que se han hecho sobre la luna y las nubes meentristece o aflige; sino que, por el contrario, transportan mi alma ms all de la realidadque limit mi desdicha.Parecera que los crticos se deleitaron al hablarnos de todo lo que no est a nuestroalcance. Suponen que tanto la ceguera como la sordera nos separan completamente delas cosas que slo pueden gozar los que oyen y ven, y por eso aseguran que a nosotros,los ciegos y sordos, no nos asiste ninguna facultad que nos permita discurrir sobre labelleza, el firmamento, las montaas, el canto de los pjaros y los colores.Tambin declaran que nuestras sensaciones tctiles son "sustitutivas"; en una palabra,como si nuestros amigos sintieran el calor y nos considerasen a nosotros incapaces desentirlo... Niegan a priori un mundo que nunca han visto, pero que yo he sentido.Algunos hasta han llegado a negar en existencia. Por eso, para convencerme a m mismade que existo, suelo recurrir al mtodo de Descartes: "Pienso, luego existo." As meinstalo en el mundo metafsico y vivo cmodamente en l, y a aquellos que han dudadode mi existencia les impondr como pena que traten de probar que soy un fantasma.Cuando consideramos lo poco que ha sido descubierto sobre las funciones mentales,

    este hecho de llegar a definir lo que se sabe o se ignora de ellas, no es, en verdad,sorprendente? Admito que hay en el universo visible innumerables prodigios que yoignoro; pero tambin, oh crtico confidente!, hay millares de sensaciones ntimas queyo sola percibo y con las cuales t no has soado nunca.La necesidad otorga a los ojos la preciosa virtud de ver, y en la misma forma suministraa todo el cuerpo un preciado poder de sensacin. Algunas veces me parece que en micuerpo han nacido miles de ojos, y que stos, atnitos, descubren un mundo diferentecada da.

    La obscuridad y el silencio en lugar de apartarme del resto del mundo y encerrarme enm misma, abren sus puertas, muy hospitalariamente, a las incontables sensaciones que

    me distraen e informan, amonestan y divierten. Con mis tres fieles guas, el tacto, elolfato y el gusto, realizo infinidad de incursiones en la regin limtrofe de la

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    experiencia y visible desde la ciudad de la luz. La Naturaleza se ajusta a las necesidadesde cada individuo. Si los ojos han sido apagados y ya no pueden apreciar la belleza deuna nueva alborada, el tacto se afina y se hace cada vez ms sutil y perspicaz. LaNaturaleza, a travs de los das, procede a fortalecer y aumentar los sentidos restantes.He aqu porque los ciegos oyen a menudo con ms facilidad y precisin que las

    personas normales. El sentido del olfato se convierte casi en una facultad nueva quepermite penetrar primero en la maraa y vaguedad que envuelven a las cosas, para saliral cabo victorioso de la empresa. Por esta misma razn, y de acuerdo con una leyinmutable, los sentidos se asisten unos a otros y se refuerzan entre s.No soy yo la ms indicada para decidir como se ve mejor, si con las manos o con losojos. Slo puedo aseguraros que el mundo que contemplo con el auxilio de mis manosse halla pletrico de vida y es por dems sonriente y halageo. El tacto nosproporciona a los ciegos muy agradables certidumbres, que no suelen ser interpretadasdel todo por muchos de nuestros afortunados semejantes, porque su sentido del tactoest sin cultivar. Cuando stos examinan las cosas, se llevan marginalmente las manos alos bolsillos o las cruzan. Por esto, acaso, su conocimiento de las cosas suele ser tan

    superficial como inexacto. Es probable tambin que nuestro conocimiento sobre losfenmenos que se producen a distancia de la mano sea igualmente imperfecto. Pero, decualquier modo, los ciegos alcanzamos a contemplarlos a travs del velo dorado de lafantasa. Sin embargo, no hay nada nebuloso o incierto con respecto a lo que podemostocar. Gracias al sentido del tacto, conozco los rostros de mis amigos, el conjuntoilimitado de lneas curvas y rectas, todas las variedades de superficie, era exuberanciadel suelo, las dedicadas configuraciones de las flores, las formas de los rboles y la grandiversidad de los vientos. Aparte de todos estos objetos, superficies y cambiosatmosfricos, tambin percibo incontables y sutilsimas vibraciones.He adquirido una extensa nocin de los actos cotidianos, de las curiosas idas y venidasque siento por todas partes en la casa. He llegado tambin a descubrir, siempre con lasuda del tacto, que las pisadas varan segn la edad, el sexo y hasta las costumbres delcaminante. Es imposible de confundir, por ejemplo, el correr de un nio, que consiste enpasos rpidos y cortos, con las pisadas de una persona adulta. El andar de un hombre

    joven, fuerte y gallardo, difiere de los pasos, pesados y sosegados, propios de lamadurez, y de los de un anciano qu ora arrastra los pies, ora golpetea con ellos el suelode un modo lento y vacilante. El piso liso una nia camina con ritmo rpido y elstico, ysu paso es por completo diferente de aqul ms grave y caracterstico de una mujermadura. Gracias a mis manos me redo de muy buena gana al sentir el crujido de unoszapatos nuevos, o del alboroto que haca en la cocina una criada corpulenta movindoseafanosamente de aqu para all. Cierto da, en el comedor de un hotel, una disonancia

    tctil atrajo poderosamente mi atencin. Permanec sentada e inmvil, tratando deescuchar con mis pies. Descubr entonces que dos mozos caminaban de un lado a otrocon diferente paso.Al mismo tiempo sent vibrar miles de ondas musicales a todo lo largo del piso, ycomprend que una orquesta estaba tocando en aquel momento. Uno de los mozoscaminaba al comps de la msica, gil y naturalmente; pero el otro haca caso omiso deella y se precipitaba de mesa en mesa al comps de alguna disonancia slo a su menteperceptible. Tanto su pasos me sugeran la imagen de un brioso corcel de guerraenjaezado con los pobres adornos de un caballo de tiro. Muy a menudo las pisadasrevelan en cierto modo el carcter y el estado de nimo del caminante. Puedo asegurarque siento en ellas firmeza e indecisin, prisa y determinacin, actividad y holgazanera,

    fatiga e indiferencia, timidez, malhumor y tristeza. Pero mi percepcin de esos estados

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    de nimo y rasgos individuales es en realidad exacta cuando corresponden a personascon quienes estoy familiarizada.Ciertos ruidos interrumpen frecuentemente las vibraciones de las pisadas, y entonces yoadvierto que alguien se arrodilla, da un puntapi, sacude o golpea algo, se levanta o sesienta. Del mismo modo puedo estar hasta cierto punto al tanto de los quehaceres de las

    personas que me rodean y de las distintas posturas que adoptan.Precisamente ahora, el paso corto y veloz, apagado y suave de unos pies desnudos yblandos, seguido por un brinco gil, me ha revelado que mi perro salt a la silla, con elpropsito de mirar por la ventana. An as, no dej de estudiarlo y analizarlo, porque enciertas ocasiones he sentido las mismas vibraciones y donde he encontrado al perro noha sido en la silla, sino en el sof.Cuando un carpintero trabaja en casa o en un granero prximo, se si esta aserrando omartillando, por la vibracin ya inclinada y altibaja del diente de la sierra, o por lasacudida retumbante de los golpes sucedindose entre s. Si me hallo cerca, ciertavibracin de una superficie de madera, que recorre del uno al otro extremo, me indicaque el carpintero est usando una garlopa.

    Una ligera agitacin en la alfombra me advierte que la brisa ha hecho volar los papelesde la mesa. Un golpe seco, un ruido de algo que gira, es la seal evidente de que unlpiz ha rodado por el suelo. Un golpe de sonido grave significa que un libro se hacado. Y otro, acompaado de uno gil, en la balaustrada de madera, anuncia que laescena est servida. Muchas de estas vibraciones se desvanecen al aire libre.En el csped o en el camino siento nicamente las que pertenecen a las ruedas al rodar yal aplastar el suelo con su peso, al que acompaa ruido prolongado y sordo.Al posar mis manos en los labios y la garganta de una persona, no slo lleg a tenerciertas ideas de las muchas vibraciones existentes, sino que hasta logr interpretar la risaahogada de un nio, la interjeccin de sorpresa de un hombre -- "cspita!"--, el "ejem"de molestia y perplejidad, el gemido de dolor, el grito, el murmullo, el sonido estridente,el sollozo, el acto de atragantarse, o el de abrir la boca en seal de agotamiento o deestupor. El lenguaje de los animales, a pesar de carecer de palabras, me resultasumamente elocuente: el ronroneo del gato, su maullido y su saliva en los momentos declera; el "guau-guau" del perro, que sirve de aviso o de alegre bienvenida, su gaido dedesesperacin y sus ronquidos en seal de contento; el mugir de la vaca; el refunfudel mono y el resoplido de un caballo; tanto como el rugir del len y del tigre. Tal vezdebiera agregar, para tranquilidad de los crticos y de las personas que an dudan de my leern cuidadosamente este ensayo, ese antdoto todos estos sonidos con mis propiasmanos.Desde mi niez hasta el presente he aprovechado todas las ocasiones para visitar los

    parques zoolgicos, las casas de fieras y los circos, y en esas circunstancias mi mano meha servido de odo para percibir los diferentes lenguajes de los animales, excepto el deltigre: a este lo he podido tocar nicamente en el Museo, donde es tan inocente como uncordero. Sin embargo le he odo claramente al asir con mis manos los barrotes de su

    jaula. No slo he tenido ocasin de tocar a varios leones vivos, sino que tambin los hesentido rugir, y sus rugidos majestuosos me parecieron semejantes al rumor producidopor la cada torrencial de una catarata sobre las rocas.Conozco el "plo-plo" del lquido al caer en un cntaro. De modo que si dejo derramar laleche de mi desayuno no puedo decir que fue por ignorancia. Tambin conozcofcilmente ruido de un corcho al saltar, el chisporroteo de una llama, el "tic-tac" de unreloj, el metlico girar de un molino de viento, el trabajoso subir y bajar de una bomba

    de agua, el chorro copioso de la manguera, el engaoso golpetear de la brisa en la puertao en la ventana, y muchas otras vibraciones imposibles de enumerar.

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    Hay vibraciones tctiles que no pertenecen a la sensibilidad propiamente dicha de lapiel, sino que presentan la epidermis, los nervios y los huesos como ocurre con el dolor,el calor y el fro. El solo toque de un tambor hiere las fibras ms ntimas de mi ser, hedesde el trax hasta los omplatos. El estrpito producido por un tren, un puente o unamquina de pulimento, permanece inalterable en m, mucho tiempo despus de haber

    desaparecido la causa. Si la vibracin y el movimiento se combinan en mi tacto porcualquier espacio de tiempo, la tierra parece huir bajo mis pies mientras permanezcoinmvil, lo cual explica por qu siento girar la plataforma de una estacin ferroviariacuando bajo del tren; y por qu se me hace difcil caminar firmemente por ella.Cada tomo de mi cuerpo equivale a un registro de vibraciones. Pero no quiero decircon esto que mis sensaciones sean del todo infalibles. Cierta vez, extend la mano y misdedos se encontraron con algo muy parecido a una piel, que brincaba y se contraa delmismo modo que un animal. Ms, no satisfechas con esta primera sensacin, mis manostocar el objeto nuevamente, sta vez con firmeza, y entonces descubr que lo que en unprincipio haba tomado por un animal, no era sino un abrigo de piel agitado y sacudidopor el viento.

    Tanto para ustedes como para m, pareca que la tierra carece de movimiento, mientrasel solo se hallar provisto de l, ya que sus rayos, durante la tarde y al acariciar mirostro, se van retirando ms y ms hasta que el aire se torna fro. sta mismo me hacecomprender por qu parecera que la playa se aleja, cuando en realidad es el buque elque se aparta de la costa. De ah que nos deje de comprenderos cuando afirmis que laslneas paralelas simulan encontrarse o que la tierra y el cielo parecen reunirse en unlugar infinito. Mis escasos sentidos me haban revelado estos engaos e imperfeccionesde la visin hace ya bastante tiempo.No slo los sentidos son engaosos. Numerosos modismos de nuestro idioma indicanque tambin las personas que gozan en su plenitud de los cinco sentidos encuentrandifcil mantener sus funciones en forma clara y precisa. Tengo entendido que nosotros,los ciegos, omos pasajes, vemos tonos y gustamos de la msica. Hasta me han referidoque las voces tienen color. El tacto, que yo supona solamente constituido para lapercepcin delicada, se extiende tambin a la del gusto. Es ste quien dirige las grandesy pequeas convenciones de la vida.Ciertamente, el lenguaje de los sentidos est lleno de contradicciones, ya que, a pesarende que el mundo de mis semejantes tiene cinco puertas de acceso, estos se sientenmenos cmodos en el que yo en el mo. No puedo entonces ser disculpada si esteensayo, fiel relato de mis sensaciones, carece de precisin?

    VLAS VIBRACIONES SUTILES

    Me he referido en varias ocasiones a las idas y venidas que diariamente surten a misfacultades de un caudal de conocimiento. Las vibraciones ms sublimes y grandiosas,que excitan mi emocin, son muchas y variadas. Escucho, con pavor el retumbar deltrueno y el torrente de sonidos del mar al arrojarse furioso contra la playa. Por eso megusta tanto el rgano: el instrumento de las innumerables voces, que capta y permiteescuchar todos los fragores del ocano. Si tuviramos la facultad de ver la msica, yopodra sealar con toda certeza dnde van las notas del rgano, a medida que se elevan

    y caen, suben ms alto, se mecen y oscilan, ora fuertes y profundas, ora agudas y

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    tempestuosas, para en seguida tornar a ser solemnes y suaves, con ciertas resonanciasms bien leves y como mezcladas con las anteriores.Hasta dira que la msica el del rgano convierte en xtasis los actos del sentimiento.No slo en el rgano encontramos este tangible deleite. Tambin nos lo producen otrosinstrumentos. Es asombroso observar como el violn vive y se estremece al responder al

    ms sutil deseo del ejecutante. La diferencia que existe entre las notas del violn pianoes que las primeras son mucho ms delicadas que las segundas.Siento ms hondamente la msica del piano cuando poso las manos en el. Si lasmantengo sobre la caja, logr distinguir pequeos trmolos, o cambios de meloda,seguidos siempre de silencio. Esto me explica, pues, como el sonido desaparecegradualmente para los que oyen:

    ...Cuan leves y claros,

    y cunto ms sutiles, claros y lejanos!

    Oh, dulces y remotos desde los peascos

    los cuernos de Elfland se van desvaneciendo

    (Aclaracin de pie de pgina: Elfland, pas imaginario donde las leyendas escocesassitan el reino de los elfos.)

    Soy capaz de aprehender el espritu y el genio dominante de la msica. Noto al instantelo mismo la danza alegre exalta sobre teclado, como la morosa endecha o la fantasa.Me conmuevo con slo sentir el ardiente palpitar de las notas que se confunden con lostonos atronadores de aquel pasaje de la "Valquiria", donde Wotan aviva el fuego casiapagado que protege a la durmiente Brunilda. Cuan maravilloso es el minstrumento enel cual un gran msico canta con sus manos! Nunca he logrado distinguir unacomposicin musical de otra. Pienso que esto es posible; pero la concentracin y elesfuerzo de mi atencin sera tan grande que dudo que el placer obtenido estuviese enproporcin con mi esfuerzo.Tampoco puedo distinguir fcilmente las piezas que se cantan. Pero goz de lasvariaciones de la voz al posar las manos en el cuello o la mejilla del cantante. Encambio, de cuando la voz es baja o aguda, clara o apagada, triste o alegre. La tenue ytrmula sensacin que produce la voz de una persona anciana difiere, conforme a mitacto, de la voz de una persona joven. El hablar despacioso, arrastrando las palabras, deun ingls del sur, es completamente distinto de la pronunciacin nasal de un yanqui.Algunas veces la sensacin del flujo y reflujo de una voz es tan fascinante que midetiemblan con deleite exquisito, a pesar de no entender una palabra de lo que se dice.Por otra parte, soy sumamente sensible a la aspereza de ciertos ruidos, tales como los de

    la molienda, del pulimento de los metales y del ronco rechinar de las rocas escarpadas.De las sirenas que previenen contra la niebla constituyen para m verdaderos martiriosvibratorios. He permanecido cerca de un puente en construccin y ese sentido, gracias altacto, el estrpito y el rodar ensordecedores donde las pesadas masas de piedra, el ruidosordo y prolongado de las mquinas, y el de los triples golpes de martillos que hacenpensar en Vulcano. Por otra parte, y gracias a mi sentido del olfato, he podidodiferenciar las ollas para el fuego de las de la brea y el cemento. De esta manera tengouna idea vivida de los importantes trabajos ejecutados as en acero como en piedra; ycreo, en suma, conocer todos los ruidos demonacos producidos por el hombre o por lasmquinas. El golpe originario por distintos cuerpos pesados al caer, el repentinoestremecimiento de los leos cortados al resquebrajarse, el hielo al hacerse pedazos con

    su chasquido cristalino, el estrpito de un rbol al ser derribado por el huracn, el caospersistente y horrsono que tiene su origen en las maniobras de los trenes de carga y en

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    Entre mis experiencias y las del resto de mis semejantes no hay para m abismosinfranqueables que no pueda pasar. Y esto sucede porque poseo su sin fin de relaciones,tan variadas como instructivas, en estrecho contacto con el mundo, con la vida; o biencon la atmsfera, cuyo radiante vigor nos envuelve por igual a todos. La energaemocionante del aire, que encierra en si todo un universo, es calida y arrobadora. Slo

    soy capaz de suponer lo que deben de ser esos millares de sones que mis odos no hanlogrado percibir, despus de haber sentido jugar en mi cara a las numerosas ondas decalor y de sonido, en una gran variedad y combinaciones infinitas.El aire vara segn las diferentes comarcas, las estaciones del ao y hasta las diversashoras del da. Las brisas fragantes y puras del mar son distintas de las caprichosas quesuelen encontrarse a la orilla del ro, las cuales son hmedas y se hallan impregnadas delos olores de tierra adentro. El aire vigorizante, liviano y seco de las montaas, nuncapuede ser confundido con el acre y salado del ocano. La lluvia del invierno es densa,recia y apretada. En la primavera cobra nueva vitalidad. Es leve y variante y estcargada con miles de aromas palpitantes que provienen de la tierra, del csped y de losbrotes de las plantas. El aire a mediados del verano es denso y saturado, seco y

    abrasador, como si emanara de una caldera.Cuando una brisa refresca la quietud sofocante, trae con ella menos aromas que enmayo y con frecuencia indicios de tormenta. El torrente de frescura que barre conrapidez el aire pesado tiene cierta semejanza con el frescor estimulante del invierno.La lluvia durante esta estacin es fra y desapacible, sin aromas, lgubre. La lluvia de laprimavera es ligera, fragante y cargada del calor propio de la vida. Encantada la saludocuando visita la tierra, enriquece de los ros y los arroyos, riega prdigamente lascolinas, ablanda con sus chaparrones los surcos preparados para la sementera yproporciona un perfume que no alcanzo a aspirar tan intensamente como deseara. Lalluvia ese entonces bella, justa y digna de ser amada. Con sus gotas que parecen perlaslimpia cada hoja del rbol o del arbusto, suministra su vitalidad tanto a las hierbassaludables como a las nocivas, y dirase que, caritativamente, va en pos de todo serviviente que la necesite.Los sentidos se asisten y refuerzan entre s en tal alto grado, que no s con seguridad sies el del tacto o el del olfato el que me tiene en comunicacin directa con el mundo. Elro del tacto, por decirlo as, est unido en todo momento a los arroyos de la percepcinolfativa.Cada estacin tiene sus aromas caractersticos que la distinguen de las dems. Losterrosos y el de las savia son peculiares de la primavera. Los del esto estnimpregnados de la fragancia del grano y delheno maduro. A medida que la estacinavanza, uno fuerte y seco predomina, mientras que los vstagos dorados, los tenacetos y

    las siemprevivas sealan la marcha ascendente del ao. En otoo, los tiernos yseductivos perfumes llenan el aire, flotan en l an despus de alejarse de los cardos, delcsped, de las flores y de los rboles, y me hablan del tiempo y de sus cambios, de lamuerte y la renovacin de la vida, del deseo y de su logro.

    VI

    EL OLFATO, EL ANGEL CAIDO

    Debido a cierta razn inexplicable, el sentido del olfato no ocupa entre los dems el alto

    puesto que merece. Hasta se le podra comparar en cierto modo con el ngel cado. Loacogemos francamente en nuestra conversacin, cuando trata de embriagarnos con los

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    perfumes que emanan del bosque, o cuando nos seduce con la fragancia de los jardinesmaravillosos. Pero cuando nos hace notar algn olor feo ya no lo tratamos ni siquieracomo a un ngel rebelde, sino ms bien como a un demonio; y esto provoca su injustocastigo, pues realmente nos ha hecho el favor de advertirnos y no queremosreconocerlo. Es sumamente difcil mantener el verdadero significado de las palabras

    cuando se discute sobre los prejuicios de la humanidad. Por eso me resulta molestotener que referirme a las percepciones olfativas, las cuales deberan ser siempreverdicas y dignas.Segn mi experiencia, el olfato eso sent importantsimo. Encuentro en l una autoridadsuperior, debida a su nobleza, que tanto hemos descuidado y menospreciado. Todosrecordamos la orden del Seor para que el incienso ardiera siempre ante el altar,exhalando su perfume suave y delicado. Dudo que haya en el mundo sensacin visualms deliciosa que la de los aromas que se filtran al travs de las ramas caldeadas por elsol y mecidas por el viento; o, ms an, que la de esa marea de perfumes que ora sedilata, ora se hunde en el ter, para surgir una vez ms, llenando el orbe con su dulzurainvisible. Los vapores del universo nos hacen soar con mundos que nunca vimos y

    recordar fielmente y con la velocidad del relmpago las pocas de nuestras ms gratasexperiencias. No puedo oler las amapolas sin revivir las maanas estticas quepasbamos mi maestra y yo vagando por los campos, mientras aprenda yo nuevaspalabras y los nombres de las cosas. El olfato es un mago poderoso que nos transporta altravs de miles de millas y de todos los aos vividos. La fragancia de las frutas metransporta hasta mi casa del Sur, o bien aviva en mi memoria las travesuras de chicuela,en aquel huerto de durazneros.Otros olores, tan instantneos como efmeros, hacen que mi corazn se dilate de jbilo ose contraiga con un recuerdo hondamente penoso. Slo al pensar en ellos mi narizpercibe un gran nmero de perfumes que a su vez suscitan dulces reminiscencias de losveranos idos y de los remotos campos de mieses maduras.El ms dbil efluvio del perfume de una pradera donde el heno recin cortado yace bajoel sol ardiente, alej del todo de mi pensamiento los vocablos "aqu" y "ahora". As escomo una vez ms me hallo de regreso en el viejo granero pintado de rojo. Misamiguitos y yo estamos jugando all nuevamente. Es un granero inmenso, repleto defardos de heno, quebradizos y fragantes, y desde cuyas cimas el ms pequeo de losnios puede llegar a tocar los tirantes del techo. Abajo, esos correspondientes cuadras,estn los animales de la granja. Aqu est "Jernimo", el desobediente y feo "Jernimo",masticando su avena con aire pesimista, resuelto a encontrar mal su pitanza, o no tanbuena como debiera ser. Otra vez mis manos tocan a "Brown", el impaciente,agradecido y pequeo "Brown", siempre dispuesto a abandonar el jugoso forraje por

    una palmada, o el cuello, perfecto y elegante, a la espera de una caricia.Cerca de l est "Lady Belle", con su boca siempre hmeda, un verdadero primor,extrayendo perezosamente el licor de la alfalfa y del trbol, y soando con las praderasque en junio se colman de colores vivos, y con los ros y los arroyos murmurantes.El sentido del olfato me predice con varias horas de anticipacin una prxima tormentaantes de que haya alguna seal de ella. En esos casos noto primeramente una palpitacinde expectativa, un ligero temblor y una tensin en las ventanas de la nariz. A medidaque la tormenta avanza, stas se dilatan para recibir mejor la creciente de olores terrososque parecera se fueran multiplicando y extendiendo, hasta que siento l salpicar de lalluvia en mi mejilla. Y conforme la tempestad va alejndose, los olores se debilitan, seatenan, para morir luego ms all del espacio.

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    El olfato tambin me permite conocer la condicin de la casa en que entro. Hereconocido una casa de campo, ya pasada de moda, porque haba en ella, abandonadoscomo herencia de familia, diversas capas de olores de plantas, de perfumes y de ropa.En la quietud del atardecer hay menos vibraciones que durante el da; y es entoncescuando ms me fo del olfato. El olor sulfrico de un fsforo me advierte que las

    lmparas han sido encendidas. Algo despus noto el rastro inconstante de un olor querevolotea en el ambiente y luego se disipa. Es la seal del toque de queda; ha llegado lanoche y las luces deben apagarse.Fuera de la casa, y tambin por medio del olfato y del tacto, conozco el suelo por dondeando y los lugares que recorro. Algunas veces, cuando no hay viento, los distintosolores propios del campo hllanse tan diferenciados que puedo reconocer perfectamenteel carcter de este, y sito con toda facilidad una extensin de heno, un depsito, un

    jardn, un granero, una alameda de pinos, o la casa de la granja con su ventanas abiertas.El otro da fui a pasear por un bosque ya conocido por m. De pronto, un olorperturbador me hizo detener consternada. Una sacudida, peculiar y uniforme, sucedi aaquel olor, y a la sacudida, su vez, un pesado estruendo. Comprend entonces

    perfectamente el origen de las dos sensaciones. Estaban cortando los rboles. Nossubimos a la tapia de piedra a nuestra izquierda. sta hace las veces de lmite delbosque, al que he querido durante tanto tiempo, que me parece algo mo.Pero hoy una rfaga de aire desconocido y una inslita irrupcin de los rayos solaresfueron la seal es evidente de que mis amigos los rboles se haban marchado. El lugarestaba vaco, al igual que una casa desierta. Extend la mano. Donde antes erguanse lospinos inmutables, bellos y fragantes, mi mano encontr unos tocones lisos y hmedos.Semejantes a las astas de un venado herido, las ramas cortadas hallbanse esparcidaspor doquier. El amontonado y aromoso serrn pareca girar entorno a m como untorbellino. Sent un gran despecho al contemplar esa cruel destruccin de una bellezaque tanto am. Sin embargo no hay Naturaleza enojos ni resentimientos. El aire estigualmente cargado con las fragancias de la existencia y de la destruccin; ya que lamuerte, anloga al crecimiento en la Naturaleza, dirige eternamente a todos losconquistadores de la vida. El sol brilla como siempre, y el viento sopla con fuerza alpasar por los espacios recin abiertos. Estoy plenamente convencida de que una nuevaselva crecer donde ya ha habido otra, y de que esta ser tan bella y tan benfica comola anterior. Las sensaciones tctiles son permanentes y precisas.Los distintos olores, en cambio, son fugaces y cambiantes en sus matices, en sus gradosy en los puntos donde flotan. Pero hay algo ms en el olor, algo que me proporciona elsentido de la distancia. Estara por llamarlo horizonte: la lnea donde el olor y la fantasase encuentran en el lindero ms lejano del perfume.

    Ms que el tacto o el gusto, el olfato me permite suponer el modo con que la vista y elolor desempean probablemente estas funciones. El tacto parece residir en el objetotocado, ya que hay un roce de superficies. En el olfato no hay nocin del relieve, y elolor no aparece residir en el objeto en s, sino en el rgano. Desde el momento quehuelo un rbol a cierta distancia, es comprensible para m que una persona lo vea sinnecesidad de tocarlo. No me extraa el hecho de que esa misma persona capte con suretina la imagen del rbol desprovista de relieve; ya que mi olfato percibe al rbol comouna esfera traslucida, carente de capacidad y de volumen. Dejados en libertad los oloresno nos sugieren nada. Debo aprender, asocindolos con mis sensaciones, a juzgar segnellos la distancia, el lugar, las actividades y los alrededores, en la misma forma que,segn me dicen, la gente juzga tales hechos segn los olores el sonido y la luz.

    Manifestar sinceramente que mi conocimiento de las gentes en general se debe adeterminadas exaltaciones. Hasta llego a distinguir, muy a menudo, el trabajo en que las

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    personas se hallan ocupadas. Los olores propios de la madera, del hierro, de la pintura yde las drogas quedan adheridos a las prendas de vestir de quienes manipulan con ellos.Es as como distingo a un carpintero de un herrero, a un artista cree un albail o de unqumico. Cuando alguien pasa rpidamente de un sitio a otro, percibo un olor que meindica el lugar donde ha estado: la cocina, el jardn o la alcoba del enfermo. Las diversas

    fragancias y olores que se desprenden del jabn, del agua de tocador, de la ropa limpia,de los materiales de lana y seda y de los guantes, me proporcionan agradables ideas defrescura y buen gusto. No quiero decir con esto que yo posea una capacidad y sutilezaolfativas como las de los sabuesos y algunos animales salvajes. Los lisiados y losciegos, sobre todo, no deben fiarse demasiado de mi destreza, tomndola, ejemplo,porque aparte del agua y de los rastros ya gastados, o de las huellas confusas ycontradictorias, all muchas otras cosas que me dejan perpleja. No obstante, lasemanaciones humanas son tan variadas y tan fciles de reconocer como las manos y lascaras.Las que provienen de las personas que ms quiero son tan precisas y evidentes para m,que nada puede borrarlas. Pienso que reconocera instantneamente las de un amigo

    ntimo, an estando en el corazn del frica; y lo hara con la misma prontitud delperro, ese hermano mo que ladra...Cierta vez, hace ya muchos aos, estando en una estacin de ferrocarril, atestada degente, una seora me bes a toda prisa al pasar junto a m. Fue todo tan fugaz que notuve tiempo ni de tocarle el vestido. Pero, en cambio, el perfume que dej con su besooper en m como un sortilegio, ya que por un instante me pareci vislumbrarla. Hapasado mucho tiempo desde entonces y, sin embargo, aquel perfume sigue fresco en mimemoria.Es muy difcil expresar con palabras lo que es en s la fugaz emanacin personal.Dirase que no existe un vocabulario adecuado para describir con rigurosa fidelidad losdistintos olores. Por esa causa, en ms de una ocasin debo recurrir a una frase ometfora aproximada.Algunas personas emanan unos olores, vagos e insubstanciales, que flotan en elambiente, burlando todo esfuerzo que trate prevn identificarlos.Esto yo lo considero como el fuego fatuo de mi experiencia olfativa. Algunas veces doycon personas desprovistas de una emanacin peculiar, y rara vez esta clase de gentesson joviales o amenas. En cambio el que tiene una emanacin fuerte posee muy amenudo gran vitalidad y energa y una mente vigorosa.Las emanaciones masculinas, por regla general, son ms intensas que las femeninas,ms vivas, ms ampliamente diferenciadas que las de nosotras, las mujeres. En las delos hombres jvenes existe algo elemental, algo parecido al fuego, a la tormenta y al

    salitre del mar. Laten de jbilo y de deseo. Sugieren todas las cosas que son a la vezfuertes, bellas y gozosas. Y me proporcionan un sentimiento de alegra fsica. Mepregunto si otras personas han observado, como lo he hecho yo, quien todos los niitostienen una misma exhalacin, pura, simple, indescifrable, como su personalidadincipiente. Slo a la edad de seis a siete aos es cuando comienzan a individualizarse enste sentido. Entonces, sus olores se desarrollan y maduran junto con sus energasmentales y musculares.Lo que yo he escrito acerca del olfato, especialmente del humano, ser tal vezinterpretado como el sentimiento normal de una persona que carece de la nocin del"Mundo de la realidad y de la belleza que slo la vista permite percibir". Existenalgunas personas ciegas para el olor o sordas para el sonido. Pero la mayora de ellas

    son ciegas y sordas para el olfato. No rechazaramos una composicin musical teniendocomo nico testimonio el de un odo incapaz de distinguir un acorde de otro, ni tampoco

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    nos atreveramos a juzgar un cuadro conforme al parecer de un crtico insensible alcolor. Las sensaciones del olfato, que regocijan, instruyen y enaltecen mi vida, nodejarn de ser agradables simplemente porque algn crtico que dispone de los anchos ybrillantes senderos de la vista no haya pensado en cultivar su sentido olfativo. Sin lassensaciones tmidas, fugaces y hasta frecuentemente inadvertidas, y sin las certezas que

    tanto el gusto como el olfato y el tacto me proporcionan, me vera obligada a tomarprestada de los dems mi concepcin del universo. Carecera entonces de esa alquimiapor medio de la cual y infundo ahora a mi mundo luz y color, y me faltara la centellaceleste de Proteo, dominadora de la forma. La realidad sensitiva que se va entretejiendoy soporta todas las pruebas y ensayos de mi imaginacin verase frustrada.La tierra slida se ablandara bajo mis pies y se dispersara por el espacio. Los objetostan queridos por mis manos perderan sus relieves y se convertiran en cosas muertas,entre las que yo andara como si fueran fantasmas invisibles.

    VII

    VALORES RELATIVOS A LOSSENTIDOS

    Cierta vez y durante varios das estuve privada de los sentidos del olfato y el gusto.Como consecuencia de la prdida total del primero, el simple hecho de aspirar el aire yno poder a revertir ni uno solo de sus mltiples aromas me pareca inverosmil. Aquellasensacin era probablemente semejante, aunque inferior en intensidad, a laexperimentada por alguien que pierde la vista para siempre, pero que no abandona laesperanza de recuperarla cualquier da y en cualquier momento. Por esta misma razncontaba yo con que recuperara el olfato, tarde o temprano. No obstante, como elmilagro tardaba en producirse, un sentimiento de soledad invadi mi alma en forma taninfinita como la del aire, cuya multitud de olores echaba tanto de menos.Los numerosos y sutiles encantos con que el olfato me favorece se transformaron por unperodo en anhelantes recuerdos. Cuando recupere en el sentido perdido, mi coraznsalt alborozado en mi pecho. Hans Andersen, en su cuento "La reina de las nieves", ladulce historia de dos nios, Kay y Gerda, da con perfeccin una nota de dramatismodelicado en el pasaje que trata de las flores. Kay, a quien el trozo de vidrio del malvadohechicero ha vuelto ciego para el amor humano, abandona su casa impetuosamente nobien descubre que las rosas han perdido su fragancia.La prdida del olfato, por unos das, me proporcion una idea ms clara y precisa de la

    que antes haba tenido sobre lo que realmente significa quedarse ciego de un modorepentino e irremediable. Con un pequeo esfuerzo de imaginacin comprend entoncescomo deba de sentirse uno cuando una espesa cortina lo aparta instantneamente tantode la visin de la luz del da como de las estrellas y el firmamento. Creo estar viendo losojos del ciego esforzndose por vislumbrar la luz, cuando trata, nos sin temor, de volvera sus antiguas caminatas contemplativas; pero el vaco inmutable que le rodea hace quesu conciencia palpe la realidad de las tinieblas en que vive.La prdida temporal del olfato me prob tambin que la ausencia de un sentido no traecomo consecuencia el entorpecimiento de las facultades mentales, y que no deforma laidea general que pueda tenerse del mundo. De esto deduzco que la ceguera y la sorderano llegarn nunca a corromper el orden ntimo del intelecto. Yo s perfectamente que,

    an en el caso de que los olores dejasen de existir para m, seguira poseyendo

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    considerable parte del mundo. Tanto las novedades como las sorpresas abundaran y lasaventuras haranse para m ms frecuentes en la obscuridad total.En mi clasificacin de los sentidos, el olfato ese algo inferior al odo, y el tacto muysuperior a la vista. Grandes artistas y filsofos estn de acuerdo conmigo y justificanesta teora. Diderot dice: "Je trouvais que de tous les sens, Poeil tait le plus superficiel;

    Poreille, le plus orgueilleux ; Podorat, le plus voluptueux ; le got, le plus superstitieuxet le plus inconstant ; le toucher, le plus profond et le plus philosophe." (Aclaracin depie de pgina: "Encuentro que, todos los sentidos, el de la vista es el ms superficial, eldel odo el ms orgulloso, el del olfato el ms voluptuoso, el del gusto el mssupersticioso y voluble, el del tacto el ms profundo y filosfico.")Una persona amiga, a quien nunca conoc personalmente, me enva un pasaje del libro"Renacimiento en Italia", de John Addington Symonds:"Lorenzo Ghiberti, despus de describir una pieza de cultura antigua que habaadmirado en Roma, opinaba: 'El hecho de expresar la perfeccin de la maestra y delarte que hay en ella, est por encima del poder de la palabra. Su ms exquisita bellezano podra tampoco ser descubierta por la vista; pero s, nicamente, por el tacto de la

    mano experta al palpar la.' "De otra escultura clsica existente en Padua, Symonds dice:"Cuando triunf la fe cristiana, dicha estatua fue soterrada en aquel lugar por algn almasensible que, vindola tan perfecta, moldeada con tan maravilloso arte y con tanextraordinaria fuerza intelectual, se compadeci de ella y procedi a construir unsepulcro con ladrillos, donde puso la estatua, cubrindola con una gran losa para que nopudiera ser daada. Los motivos que hacen de ella una dulce beldad son innumerables,pero no todos pueden ser plenamente comprendidos por los ojos, bien sea a causa deuna luz demasiado brillante o demasiado dbil. Pero la mano descubrir todos susencantos con slo tocarla."Extended vuestras manos para sentir el deleite de los rayos solares. Acercad los tiernoscapullos a vuestra mejilla, y adivinad con vuestros dedos el donaire de sus ptalos, sudelicada mutabilidad de forma, su flexibilidad y frescura. Exponed vuestro rostro a lasfuertes rfagas que barren los Cielos, "aspirad las grandes corrientes de ah que puro piesurcan el espacio", y maravillaos, maravillaos, si, de la incalculable actividad del viento.Reunid, nota a nota, la msica infinita que se desliza hasta nuestra alma, y que provienede las sonoridades tctiles, las cuales, a su vez, dirase que se desprenden de millares deramas y cataratas. Como puede marchitarse el universo cuando el sentido sentimental yhondsimo del tacto se mantiene fiel a su funcin? Si un hada me pusiera en ladisyuntiva de escoger entre el sentido de la vista y el del tacto, no vacilara en preferir elclido y carioso contacto de mis manos con la riqueza, la movilidad y plenitud

    generosas de la forma.

    VIII

    EL MUNDO DE LOS CINCO SENTIDOS

    Los poetas nos han relatado las innumerables maravillas de la noche. Por mi partepuedo decir que la noche de la ceguera tambin tiene sus encantos. La noche de laignorancia y de la insensibilidad es la nica tiniebla impenetrable. Los ciegos nosdiferenciamos de los que no lo son, no tanto por el nmero de los sentidos como por el

    uso que hacemos de ellos, con la imaginacin y el valor, para que nos conduzcan a lasabidura, la cual se encuentra bastante ms all de nuestros sentidos.

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    Es ms difcil ensear a pensar a un ignorante, que ensear a imaginarse en sumagnificencia al Nigara, a un ciego inteligente. He andado con personas cuyos ojosestn llenos de vida, pero que desgraciadamente no saben descubrir nada en un bosque,en el mar, en el cielo; nada en las calles de la ciudad y, lo que es peor, nada tampoco alos libros.

    Que mscara ms tonta resulta entonces el sentido de la vista! Sera mucho mejor flotarsiempre la noche de la ceguera, gozando de la razn, de sentido comn, del sentimientoy de la inteligencia, que contentarse en con el mero hecho de ver. Los que ven disponende los gloriosos espectculos de las puestas de sol, de las rosadas auroras, el de losadmirables velos purpreos que envuelven las colinas distantes y, sin embargo, muchasalmas navegan a travs de ese mundo encantado con o mirar rido e intil.El infortunio de los ciegos es inmenso e irreparable. Pero no nos priva de compartir connuestros semejantes la accin altruista, la amistad, el buen humor, la imaginacin y lasapiencia. Nuestra voluntad interior es quien dirige nuestro destino. Somos capaces deser buenos, y, cuando los somos, nos encanta amar y ser amados. Asimismo poseemosaptitudes que nos permiten ser cada da ms prudentes, ms hbiles e instruidos.

    Poseemos, como los dems hijos de Dios, las fuerzas otorgadas por el espritu. Por esotambin vemos nosotros los relmpagos y omos los truenos del Sina; tambinmarchamos a travs del desierto y de la soledad, que se alegran a nuestro paso, ymientras los recorremos Dios hace que el yermo florezca como un rosal. Tambin antenosotros se abre la Tierra Prometida, brindndonos las riquezas del espritu y lainvisible perdurabilidad de la Naturaleza y de la vida.El hombre ciego inteligente vuelve la cara hacia lo desconocido, y se aferra a ello. Quems hace el mundo de los hombres que ven? El ciego tiene imaginacin, simpata,humanitarismo, y estas condiciones le permiten participar, a modo de apoderado, en laposesin de un sentido del cual carece. Cuando se encuentra con las palabras color, luz,fisonoma, conjetura, adivina y descifra su significado mediante las analogas que leproporcionan los dems sentidos. Yo tiendo siempre a pensar, a razonar y a inferir comosi fuera duea de cinco sentidos en lugar de tres. Esta tendencia ma es ms fuerte quemi razn: es involuntaria, habitual e instintiva. No puedo obligar a mi mente a que diga"Siento", en vez de "Veo" y que "Oigo". La palabra "Siento" prueba que es unaconvencin, lo mismo que "Veo" y que "Oigo", siempre que me esfuerzo por encontrarlos vocablos adecuados para describir con exactitud las cosas exteriores que afectan amis tres sentidos.Cuando un hombre pierde una pierna, su cerebro sigue incitndole a usar el miembroque ya no tiene y que todava parece estar en su sitio. Estar el cerebro constituidovendetta de manera que contine excitando las actividades de la vista y el odo, an

    despus que ambos sentidos desaparecieron?Podra parecer que los cinco sentidos slo llegar a trabajar juntos, en perfecta armona,nicamente cuando todos residen en un mismo cuerpo. No obstante, cuando a dos o tresde ellos se les priva de la ayuda necesaria, pasan a otro cuerpo, y descubren que en l seacoplan perfectamente con los que ya estaban all. Cuando las manos me duelen por elexcesivo uso que hecho de ellas, encuentro descanso con el auxilio de la vista de otraspersonas. Cuando mi mente trabaja con ms lentitud, fatigada de tanto pensar en laobscuridad, en la ausencia de la msica y el color, o en la libertad de la substancia,recobra su elasticidad no bien recurre a la colaboracin de otra mente que domina la luz,la armona y el color. Ahora bien, si los cinco sentidos permanecieran inseparablementeunidos, la vida del ciego y sordo no podra ser ms rigurosa ni austera en relacin con la

    vida de los que oyen y ven.

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    De acuerdo con todo arte, toda naturaleza y todo pensamiento coherente sabemos que elorden, la proporcin y la forma son elementos esenciales de la belleza. Ahora bien, laforma, la proporcin y el orden son elementos evidentes al tacto. Pero la belleza y elritmo son, como el amor y la fidelidad, ms profundos que stos. Surgen de un procesoespiritual ligeramente subordinado a las sensaciones. La forma, la proporcin y el orden

    estn imposibilitados de engendrar por s solos en la mente la idea abstracta de labelleza, a menos que exista ya una comprensin mutua de alma que de vida a estoselementos. Muchas personas, a pesar de poseer una vista excelente, son ciegas en suspercepciones. Otras, an que dispongan de unos odos perfectos, son del todo sordaspara el sentimentalismo.Sin embargo, son las nicas que se atreven a marcar lmites a la visin de los que,careciendo de 1 o de dos sentidos, poseen voluntad, alma, pasiones e imaginacin. Lalealtad o la fidelidad no son ms que un remedo, si no nos sirven para construir unmundo indeciblemente ms perfecto y ms bello que el material. En conclusin,tambin puedo construirme un mundo mejor, pues hoy otra hija de Dios y, como tal,heredera de un fragmento de la Mente que cre el Universo.

    Entre todas las cosas existe una consonancia, una mezcla de cuando conocemos sobre elmundo espiritual y el material. Para m consiste en todas las impresiones y vibraciones,en el calor y en el fro, en el gusto y en el olfato, y en las sensaciones que stastransmiten a la mente, combinndose hasta lo infinito con las distintas ideas agrupadas yel conocimiento adquirido. Ninguna persona que reflexione creer lo que, en ciertaocasin, dije sobre los distintos significados de las pisadas: que stas estn ntimamenterelacionadas con el ir y venir de las gentes. Insisto en que representan una intervencinde lo espiritual en ciertos elementos naturales y en los sentimientos tctiles, y unconocimiento adquirido de hbitos fsicos y de rasgos morales propios de seresaltamente organizados.Qu significara para m cada olor sino estuviera ntimamente relacionado con laestacin del ao, el lugar donde vivo y la gente a quien conozco? Algunas veces elresultado de tal mezcla es una discordante pulsacin de las cuerdas, que est por ciertomuy lejos de ser una meloda y menos an una sinfona. (Para tranquilizar a quienes seasombren de mis afirmaciones, dir que he sentido a un msico afinar su violn, y quehe ledo sobre una sinfona, de modo que tengo una clara percepcin intelectual de mimetfora.) Precisamente con la instruccin y la prctica, las facultades renen las notasprdidas y las combinan en un todo abundante y armonioso. Si la persona que lleva acabo esta tarea est peculiarmente dotada, la llamamos poeta. Los ciegos y sordos noson grandes poetas, es verdad. Empero, se encuentra de cuando en cuando a un ciego ysordo que ha conquistado para si el magno reino de la Belleza.

    Posee un pequeo tomo de poesas escrito por una dama sorda y ciega: Madame BertheGaleron. En toda su poesa hay una gran exuberancia y variedad de pensamiento. Ora estierna y dulce, ora apasionada, pattica y fatalista.Victor Hugo la llam "La Grande Voyante". ("La Gran Vidente"). Su obra literariaconsiste en diversas comedias, todos de las cuales han sido llevadas a la escena en Pars.La Academia Francesa premi grandemente su labor.Las maravillas innmeras del universo nos son reveladas en la medida exacta con quesomos capaces de recibirlas. La sutileza de nuestra visin no depende de cuanto somoscapaces de ver, sino de cuanto somos capaces de sentir. Pero tampoco es el meroconocimiento el nico creador de la belleza. La Naturaleza dedica sus ms exquisitascanciones a aquellos que la aman con sinceridad. No descubre sus secretos a los que

    acuden a ella con el nico propsito de satisfacer sus ansias de anlisis, o simplemente

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    para reunir informes materiales, sino a los que saben hallar en sus mltiples fenmenosmotivos de sentimientos delicados y sublimes.Se me debe negar el uso de adjetivos tales como "frescura" y "centelleo", "obscuro" y"lobreg"? He caminado al despuntar el alba por las praderas. Ese sentido an rosalcargado de roco y de fragancia. He percibido la encorvadura del lomo de m gatito y

    sus mltiples gracias durante el juego.He conocido los distintos modos de obrar, dulces y tmidos a la vez, de los niitos. Heconocido tambin la parte opuesta, triste y lamentable, de todas estas sensaciones, y elrecuerdo que de ellas guardo es el de una espantosa realidad tctil. Recordar algunasveces que he andado por un camino polvoriento, tanto como mis pies me lopermitieron. De repente, en un recodo, me encontr con la maleza, innoble ydevoradora: extend las manos y stas tocaron un rbol hermoso al que una plantaparsita semejante a un vampiro le haba quitado la vida. He tocado tambin a un bellopajarito cuyas alas suaves y sedosas colgaban blandamente a cada lado de su cuerpecitoy cuyo pequeo corazn haba cesado de latir. He llorado sobre la debilidad y ladeformidad de un nio lisiado, ciego de nacimiento y, peores an, estulto. Si tuviera el

    genio de Thomson, yo tambin podra escribir una "City of Dreadful Night",valindome solamente de mis sensaciones tctiles. Podremos llegar a formar ennuestras mentes una idea de la belleza por medio de contrastes tan irreconciliables, ypodremos saber con certeza cuando nos encontraremos con la soledad?He aqu, como elocuente testimonio del poder de la visin de un hombre ciego, lossiguientes versos:

    LA MONTAA AL PINO

    Oh t!: Alto, majestuoso monarca de los bosques,

    que te levantas donde ninguna planta osa trepar;

    viejo te llaman los hombres y dicen que te yergues

    hace ya un siglo sobre mi rugosa faz.

    Sin embargo, para m tu vida es breve

    cuando recuerdo las cosas sucedidas.

    Los reyes de las selvas que han pasado

    sobre el lugar donde luces tu verdor;

    por qu soy an ms vieja que el hombre primigenio,

    que todas las criaturas de la tierra,

    que todos los pjaros, que los peces, que las plantas.

    Yo fui el primer vago esquema que Dios hizo:

    slo las aguas del inquieto mary las estrellas eternas de los cielos

    me ganan en edad.

    Me alegro de que mi amigo Mister Stedman conociera ya esta poesa cuando preparabasu Antologa, pues, conocindola tan admirable poeta y crtico, no poda dejar deincluirla en su tesoro de la Poesa Americana. El poeta Clarence Hawkes ha vivido enlas ms completas tinieblas desde su niez; sin embargo, encuentra en la naturaleza lasleves indicaciones que necesita para la combinacin de sus imgenes mentales.Fuera del conocimiento de las impresiones que recibe, Hawkes construye una obramaestra que, al igual que un cuadro famoso, cuello de las paredes de su pensamiento. Y

    todos los verdaderos espritus del mundo penetran en la casa del poeta.

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    Era realmente un singular poeta del que imagino a la montaa como "El primera vagoesquema que Dios hizo". Tal es la verdadera maravilla de su poesa, y no que un ciegohablara tan confiadamente del cielo y del mar. Nuestras ideas sobre el primero consistenen una acumulacin de rpidas visiones tctiles, de alusiones literarias y deobservaciones ajenas, juntando se todo en una mezcla sentimental. Mientras atraviesa el

    espacio continuo e infinito y siento el aire de cada lugar y a cada instante, mi rostro slopercibe una parte pequesima de la atmsfera. Me han hablado de las grandesdistancias que separan a la Tierra del Sol y de los otros planetas y estrellas. Multiplicpor un milln de veces las medidas extremas de altura y ancho, que obtengomentalmente con la ayuda del tacto, y de este modo alcanzo a tener un sentido profundode la inmensidad del cielo.Llevadme constantemente sobre el agua, el agua y slo el agua, y me daris y la idea

    justa de la soledad e inmensidad del mar, que tanto satisfacen a la vista. He navegado enun pequeo bote de vela que despus la marea arrastr hacia la playa. No estoy, pues,en condiciones para comprender la idea figurada del poeta: "El verdor de la primaverainunda la tierra como una marea"? He sentido como la llama de una vela se inclina y

    agita en la brisa. No puedo entonces decir: "Millares de lucirnagas revolotean, a caday all, en el csped hmedo de inicio roco, como pequeas y temblorosas luces"?Combinad el espacio infinito del ter: el calor del sol, la preponderancia de los perfumescaprichosos; las nubes, tantas veces descritas a mi espritu comprensible, el frecuenteabrirse paso de un arroyuelo por entre la tierra frtil. O combinad la extensin del lago,de aguas estremecidas por el viento; la ondulacin de las colinas, que tan bien conocemi tacto y vuelven a mi memoria cuando me encuentro lejos; el conjunto dominante derboles y ms rboles, al caminar a su vera; el talante que trat de guardar cuando otrosme explican, comedidos, las distintas direcciones de los lugares ms importantes delpaisaje, y os sentiris ms seguros de mi panorama mental.

    El lmite ms remoto y al cual me pensamiento ira libre de obstculos es el horizonte dela mente. De este, supongo, proviene el que se capta con la vista.El tacto no puede salvar la distancia; se ajusta nicamente a lo relativo al contacto de lassuperficies, mientras que el pensamiento salva este gran abismo. Por tal razn puedousar trminos descriptivos an al referirme a objetos que estn lejos del alcance de missentidos. Si he comprobado la redondez del tierno cuerpecito de un nio, me es posibleaplicar esta misma percepcin a las lejanas colinas, u o cualquier otro aspecto delpaisaje.

    XANALOGIAS DE LA PERCEPCIONDE LOS SENTIDOS

    Nadie ha tocado el contorno de una estrella, ni el semblante majestuoso de la luna. Noobstante, por mi parte estoy segura de que Dios hay iluminado mi mente con dos luces,de las cuales la mayor gobierna por el da, y la menor durante la noche, y que juntas meproducen la sensacin de poder conducir por cuenta propia el timn de la barca de mivida; con la misma certidumbre de alcanzar el cielo que los que navegan confiados en laestrella Polar. Quiz mi sol no brilla como el vuestro. Puede ser que los colores que

    glorifican mi mundo, el azul del firmamento y el verde de las campias del mismo, no

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    sean anlogos a los que constituyen vuestro deleite; pero mi azul y mi verde no dejarnpor eso de ser dos colores en mi mente.Mis ojos ignoran el brillo del sol, el resplandor del relmpago y el despertar de losrboles en primavera; pero yo s que todo eso existe, no menos que os consta a vosotrosla existencia nivel paisaje al volverle la espalda.

    Comprendo perfectamente que el color escarlata difiere del carmes, igual que lafragancia de una naranja es distinta vela de una toronja. Concibo tambin que cada colorposea varios matices que imagino a los que puedan ser. Tanto en el olfato como en elgusto hay ciertas variedades que, dada su relativa importancia, no deben ser tenidas porfundamentales; por eso les doy tambin el nombre de matices. Cerca de mi hay mediadocena de rosas. Tienen el inconfundible perfume que las distingue de las dems flores;sin embargo, mi olfato me dice que no son todas iguales. La "Belleza Americana" esdistinta de la "Jacqueminot y de "La France". As como algunos de vuestros colores seatenan y hasta se borran al contacto del sol, los aromas de ciertas hierbas se debilitan odesvanecen de un modo semejante para un sentido olfativo. La frescura de una flor quetengo en las manos es parecida a la que encuentro en una manzana recin arrancada del

    rbol. Empleo estas analogas tan slo para ampliar mis conceptos sobre los colores.Algunas de las analogas establecidas por m entre las diversas cualidades de superficiey vibracin, gusto y olfato, las establecen otros en igual forma entre la vista, el odo y eltacto. Este hecho me incita a perseverar en mi tarea, que tiende a salvar el vacoinmensurable que existe entre la vista y el tacto.Claro est que comprendo y alabo el placer que sienten mis semejantes con la bellezaque ven en las armonas que escuchan. Este nexo entre la humanidad y yo debe subsistirfirmemente, aun cuando fueran errneas las ideas en que lo fundo.Existen para mis manos innumerables vibraciones, dulces unas y hermosas otras, apesar de que tienen que atravesar otras substancias adems del aire antes de sermeperceptibles. Es as como llego a imaginarme los sonidos suaves y encantadores, y suartstica y armoniosa coordinacin, que recibe el nombre de msica. Pienso tambin enque dichos sonidos van a travs del aire hasta vuestros odos, producindoosimpresiones en cierto modo del gnero de las mas. Se en que consisten los tonos,porque los percibo tctilmente en algunas voces. El calor vara notablemente en el fuegoy en el sol, en las manosy en la piel de los animales; pero, no obstante, yo s muy bien lo que se llama un solfro. Reflexiono acerca de las infinitas variedades de la luz que hieren vuestra vista, fraso calidas, vvidas o dbiles, suaves o deslumbrantes, pero que son siempre unaexpresin de la luz, mientras imagino su trayectoria por el aire en pos de un sentido tanamplio como la vista y no otro tan limitado como el tacto. Gracias a la gran experiencia

    que he adquirido respecto a las distintas voces, presumo cmo el ojo puede distinguirinnumerables matices en el conjunto de la luz. Cuando leo en los labios de una dama,noto simultneamente un tono grave y otro alegre, en medio de su voz aguda yondulante de soprano. Cuando siento mis mejillas calientes se que me he puestocolorada. Tanto he hablado y ledo sobre lo colores que, involuntariamente, les doysignificados propios, al igual que la gente provee de sentido a trminos abstractos comoesperanza, idealismo, monotesmo, intelecto; los cuales no pueden ser representados porobjetos visibles, pero s comprenderse por medio de analogas entre los conceptosinmateriales que entraan y las ideas que stos despiertan y a su vez provienen decausas exteriores.Esta fuerza de correlacin me lleva a afirmar el color blanco es elevado y puro, el verde

    exuberante, el rojo viva expresin del amor, de la vergenza o del poder. Para m, la

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    vida sera obscura y estril, en una palabra, una lobreguez total, si yo careciera de estasequivalencias del color.De este modo, y gracias a una ley interna de integridad, mis pensamientos nuncacarecen de color. Pero en cambio obliga a mi mente a diferenciar el color y el sonido detodas las cosas del universo. Desde el principio de mi educacin, los objetos me fueron

    descritos con sus colores y sonidos por mi maestra, que posea un espritu muy sagaz ydelicados sentimientos para todo. He aqu por qu casi constituye un hbito para m elimaginar que las cosas animadas e inanimadas tienen tanto color como resonancia. Unaparte de este concepto se explica por dicha costumbre. Otra la encuentro en elsentimiento del alma. El cerebro, con su configuracin de cinco sentidos, mantiene susderechos y se hace responsable. Adems, el mundo entero necesita que los colorescontinen existiendo, tenga o no tenga yo conocimiento de ellos. Y para no quedar fueradel mundo por esta causa, tom parte en el al discutir o imaginarme los colores que misojos no pueden ver, pero mi mente si, y de este modo no comparto la dicha de los queme rodean y contemplan atentamente los encantadores matices de un atardecer o lostonos de un arco iris.

    Mi mano participa grandemente en este conocimiento mltiple, mas no debe olvidarseque mis dedos slo perciben una porcin muy pequea de una superficie, y debenrecorrerla varias veces hasta que mi tacto llegu a conocerla bien. Es todava msimportante recordar que mi imaginacin no est limitada a ciertas porciones de tiempo,espacio y distancia, sino que une simultneamente dentro de s las diversas partes de untodo tal como si realmente las hubiera visto o conocido, en lugar de slo intuirlas. Apesar de percibir tan slo una parte de mi caballo, como ste es sumamente nervioso yno dejan que mis manos recorran su cuerpo durante mucho tiempo, y he tenido qu yreconociendo sucesivamente su corva, su hocico, su casco y sus crines, he acabado porsaber en que consiste un caballo y, en consecuencia, por imaginarme a los corceles deApolo recorriendo los cielos.Con tal fuerza activa, sera imposible que mi pensamiento fuera vago o confuso. Por elcontrario, ha llegado a ser poderoso y preciso, lo cual, en suma, no es sino el corolariode la verdad filosfica que establece que el mundo real slo existe en nuestra mente.Queda entendido que nunca puedo tocar al mundo en toda su integridad, sino en unaparte menor que lo que oyen y ven. Pero todas las criaturas y todos los objetos pasanntegramente en imgenes a mi cerebro que ocupan all mismo el espacio del que gozanen el mundo material. Confieso que en lugar de los trminos pinos, ola, vaivn ysusurro, mis pensamientos de vastas ramificaciones son los nicos que proporcionangran musicalidad a la idea de cadenas de montaas, cuyas cumbres, elevndose, sesuceden las unas a las otras. Basta que me nombren a una rosa para que yo sienta

    enseguida su fragancia. Al instante un suave perfume se introduce sutilmente por lasaletas de mi nariz, y la flor ejerce su presin contra mi palma, en toda su extensiblesuavidad de redondeados ptalos y bordes ligeramente ondulados, corvo el tallo ymarchitas las hojas. Cuando contemplo el mundo en conjunto, el hombre, la bestia, elave, el reptil, la mosca, el cielo, el ocano, las montaas, el llano, la roca y el guijarroaparecen con rapidez en mi mente. El calor de la vida y la realidad de la creacin estnformados sobre todo el palpitar de las manos humanas, el lustre de la piel de losanimales, los movimientos flexibles y sinuosos de sus cuerpos, el agudo zumbido de losinsectos, la aspereza de las pendientes al encalarlas, la inestabilidad del mar y elmovimiento de las olas al romperse contra las rocas. Es extrao, pero no puedo obligar ami tacto a penetrar este universo en ninguna de sus mltiples direcciones. Tan pronto

    como trato de hacerlo, todo se desvanece y slo quedan pequeos objetos, limitadasporciones de una superficie, meras seales tctiles y un caos de cosas, dispersas, por

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    azar. Ninguna emocin viva, ni ningn deleite se provoca de tal modo. Ms restituid alartstico incomprensible sentir e interior su legtimo dominio, y entonces meproporcionaris una alegra que ser la mejor prueba de la realidad ms perfecta.

    XI

    ANTES DEL DESPERTAR DEL ALMA

    Durante los aos anteriores a la aparicin de mi maestra, yo desconoca mi propia vida.Hasta entonces viva en un mundo al que no puede considerarse tal. Se me haceimposible describir en forma adecuada aquel tiempo de inconsciente a la vez queconsciente inexistencia. Ignoraba que yo pudiera tener algn conocimiento, o que viva,actuaba o deseaba. Careca tanto de voluntad como de inteligencia. Cierta vez unimpulso, ciego y natural, me llev a los objetos y a los hechos. Mi ment