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Nuestra clase media no va al paraíso (Próxima publicación en Razón Pública) Harvy Vivas Pacheco 1 De acuerdo con el BID y el Banco Mundial la clase media de América Latina ha tenido una expansión sin precedentes en la última década. Pasó del 20% al 30% de la población total de la región, suscitando declaraciones de optimismo de nuestro presidente Juan Manuel Santos quien afirmó recientemente que ya somos un país de clase media”. Pero, ¿Qué significa ser de clase media? ¿Cómo se mide? ¿Cuál es su magnitud, composición y perfil? ¿En qué se basa el optimismo del presidente Santos? De acuerdo con la metodología y las cifras del Banco Mundial y el BID, los ingresos de una familia de clase media oscilan entre los US$10 y los US$50 de ingresos diarios, mientras que un hogar “vulnerable” se mueve entre los US$4 y US$10 diarios y un hogar “pobre” no alcanza a superar el umbral de ingresos de US$4 al día. Esta medida absoluta no es más que una alternativa para medir la magnitud de los estratos y poderla comparar entre países. Existen, sin embargo, medidas relativas como las que propone la OCDE que clasifica a los estratos medios entre el 50% y el 150% de la mediana de los ingresos de los hogares. También se identifican enfoques sociológicos que aluden más al concepto de clase social que a los estratos socioeconómicos y consideran la división social del trabajo, el estatus ocupacional de los grupos sociales y la movilidad intergeneracional de las familias como categorías necesarias para su clasificación. El auge de la clase media Para el presidente Santos, en su reciente balance de gobierno 2010-2014, el auge de la clase media en Colombia es el resultado exitoso de sus estrategias de reducción de la pobreza, generación de empleo, sus programas de vivienda, seguridad, educación y salud, de tal manera que en su recuento afirma que hemos impuesto un “record” y que más de la mitad de los colombianos ahora pertenece a la clase media. Sin el ánimo de dañar la fiesta, vale anotar que el desenfrenado optimismo de nuestro mandatario esconde algunas imprecisiones que merecen un cuidadoso análisis: En primer lugar, resulta curioso que el presidente atribuya tal auge a sus políticas de gobierno, cuando las mismas cifras del Banco Mundial y el BID muestran que países tan disímiles en sus economías y en sus estrategias de desarrollo presentan un aumento incluso mayor de la clase media que el observado para Colombia. Este es el caso del Ecuador, que también obtuvo resultados exitosos en los últimos años y logró fortalecer a la clase media mediante un enfoque estatista que se inclina hacia los sectores más vulnerables de la población y con decididos esfuerzos de cambio en la matriz productiva y en la importancia de la economía solidaria y popular. Brasil traía una tendencia creciente desde hace muchos años con más del 54% de los hogares en este rango de ingresos; Chile en el 2007 ya contaba con más del 70% 1 Profesor titular del Departamento de Economía, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle, Cali. Investigador del Centro de Investigaciones Socioeconómicas CIDSE y director del Grupo de investigación en Economía Regional y Ambiental, GERA.

Harvy Vivas Nuestra Clase Media No Va Al Paraíso

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Nuestra clase media no va al paraíso (Próxima publicación en Razón Pública)

Harvy Vivas Pacheco1

De acuerdo con el BID y el Banco Mundial la clase media de América Latina ha tenido una expansión sin precedentes en la última década. Pasó del 20% al 30% de la población total de la región, suscitando declaraciones de optimismo de nuestro presidente Juan Manuel Santos quien afirmó recientemente que “ya somos un país de clase media”. Pero, ¿Qué significa ser de clase media? ¿Cómo se mide? ¿Cuál es su magnitud, composición y perfil? ¿En qué se basa el optimismo del presidente Santos? De acuerdo con la metodología y las cifras del Banco Mundial y el BID, los ingresos de una familia de clase media oscilan entre los US$10 y los US$50 de ingresos diarios, mientras que un hogar “vulnerable” se mueve entre los US$4 y US$10 diarios y un hogar “pobre” no alcanza a superar el umbral de ingresos de US$4 al día. Esta medida absoluta no es más que una alternativa para medir la magnitud de los estratos y poderla comparar entre países. Existen, sin embargo, medidas relativas como las que propone la OCDE que clasifica a los estratos medios entre el 50% y el 150% de la mediana de los ingresos de los hogares. También se identifican enfoques sociológicos que aluden más al concepto de clase social que a los estratos socioeconómicos y consideran la división social del trabajo, el estatus ocupacional de los grupos sociales y la movilidad intergeneracional de las familias como categorías necesarias para su clasificación.

El auge de la clase media Para el presidente Santos, en su reciente balance de gobierno 2010-2014, el auge de la clase media en Colombia es el resultado exitoso de sus estrategias de reducción de la pobreza, generación de empleo, sus programas de vivienda, seguridad, educación y salud, de tal manera que en su recuento afirma que hemos impuesto un “record” y que más de la mitad de los colombianos ahora pertenece a la clase media. Sin el ánimo de dañar la fiesta, vale anotar que el desenfrenado optimismo de nuestro mandatario esconde algunas imprecisiones que merecen un cuidadoso análisis: En primer lugar, resulta curioso que el presidente atribuya tal auge a sus políticas de gobierno, cuando las mismas cifras del Banco Mundial y el BID muestran que países tan disímiles en sus economías y en sus estrategias de desarrollo presentan un aumento incluso mayor de la clase media que el observado para Colombia. Este es el caso del Ecuador, que también obtuvo resultados exitosos en los últimos años y logró fortalecer a la clase media mediante un enfoque estatista que se inclina hacia los sectores más vulnerables de la población y con decididos esfuerzos de cambio en la matriz productiva y en la importancia de la economía solidaria y popular. Brasil traía una tendencia creciente desde hace muchos años con más del 54% de los hogares en este rango de ingresos; Chile en el 2007 ya contaba con más del 70%

1 Profesor titular del Departamento de Economía, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad

del Valle, Cali. Investigador del Centro de Investigaciones Socioeconómicas CIDSE y director del Grupo de investigación en Economía Regional y Ambiental, GERA.

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de su población en estratos medios y algunos países como Costa Rica y Panamá ya habían sobrepasado años atrás el 50% en este rango medio de ingresos.

En segundo lugar, aunque las cifras de la última década revelan un notorio incremento de la clase media en América Latina y el Caribe, es preciso considerar que más allá de las estrategias de gobierno, el aumento de la clase media se asocia a factores estructurales y de transición demográfica, como es el caso de la disminución del tamaño promedio de los hogares, la vinculación creciente de las mujeres al mercado laboral, el aumento en los costos de oportunidad de tener hijos, las menores tasas de fecundidad y la reducción de las razones de carga económica de la población económicamente activa (tasas de dependencia). Por supuesto, es evidente también que el crecimiento económico sostenido de la última década en la región se asocia estrechamente al comportamiento favorable de los mercados de materias primas y bienes de extracción.

Estos cambios estructurales han traído beneficios derivados del denominado “bono demográfico”, que explica como el mayor número relativo de perceptores de ingresos por hogar se relaciona estrechamente con un mayor ingreso por persona en paridades de poder de compra y la aparición de nuevos patrones de consumo de bienes durables, activos domésticos, bienes importados y otros cambios que regularmente se asocian a la clase media.

En tercer lugar, el auge de la clase media se relaciona estrechamente con la reducción estadística del número de pobres y en la disminución de la desigualdad agregada del ingreso. Sin embargo, tal y como se anotó, su magnitud depende de la metodología utilizada y del enfoque adoptado para su definición, pues la medida absoluta del BID es sensible a los umbrales superior e inferior, mientras que la medida relativa no permite comparaciones directas entre países. Por tal razón, la definición del rango US$10-US$50 dólares en paridades de poder de compra (dólares comparables entre países) puede resultar controvertida y más bien revela el surgimiento de un segmento de población que se encuentra en el purgatorio y que afronta penalidades y elevados riesgos de caer en la pobreza, este es el caso de los denominados “vulnerables” por el BID y el Banco Mundial con ingresos entre US$4-US$10 al día.

¿Pertenece usted a la clase media? Aunque los estereotipos suelen resultar odiosos, muchos se auto-perciben de clase media, a pesar de que sus perfiles los acerquen más a los “vulnerables” que a las élites. Si nos atenemos a los perfiles normativos del Banco Mundial, usted es de clase media si vive en zonas urbanas, viaja corrientemente en avión, puede planear sus vacaciones, cuenta con un empleo formal, la escolaridad del cabeza de hogar supera el promedio, su hogar no sobrepasa los tres miembros, sus hijos van a escuelas y colegios privados, tiene tarjetas de crédito y es muy atractivo para el mercado financiero formal. Si no se ajusta a esta lista de chequeo, es posible que usted pertenezca a los segmentos bajos de la clase media o quizá al grupo de los “vulnerables”, probablemente esté al borde del abismo y en el primer desliz puede caer de bruces al grupo de los pobres. La clase media no va al paraíso Para muchos gobiernos de América Latina, tal y como lo aseveran los informes de desarrollo de la OCDE, la clase media es un importante suceso estadístico, pero su posicionamiento económico real no es prioritario para los actores políticos. Esto es consistente con los resultados publicados en un documento reciente del BID sobre dinámica de la pobreza, vulnerabilidad y la clase media en América Latina, el cual controvierte muchos de los resultados de informes anteriores y el desbordado optimismo de nuestro presidente. Utiliza micro-datos de encuestas de hogares de América Latina y encuentra que la pobreza crónica y

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de larga duración persiste y que la clase media afronta riesgos elevados de caer en la pobreza y cuenta con restricciones drásticas de acceso a las redes de protección social y laboral. Lo anterior nos lleva a pensar que la clase media no va al paraíso. En muchos países de América Latina y el Caribe, como es el caso de Colombia, la proporción de trabajo informal de los estratos medios es mucho más elevada que la proporción de ocupaciones formales, lo que se refleja en la precariedad de los regímenes de protección social y en la reducida cobertura de cotización pensional. Adicionalmente, la clase media enfrenta racionamiento de crédito de la banca formal y acude con frecuencia a vías informales de financiamiento con tasas de interés que alcanzan niveles de usura. Ahora bien, en vista de que la clase media no es homogénea en su composición, queda claro que los hogares ubicados en la parte baja de la distribución de ingresos presentan condiciones de alta vulnerabilidad y riesgo de caer en situaciones de desempleo y pobreza, envía a sus hijos a colegios privados de baja calidad en medio de un mercado altamente segmentado en el que la educación de calidad opera como un “bien de club” o que es excluyente en el consumo para algunos estratos que no pueden pagar los “bonos voluntarios” de los colegios de élite. Esto trunca, por supuesto, sus posibilidades de movilidad social y agudiza los factores inerciales de la vulnerabilidad. En cambio, la clase media ubicada en la parte superior de la distribución realiza enormes esfuerzos para enviar a sus hijos a colegios privados con resultados altos en las pruebas de estado, están dispuestos a pagar los onerosos bonos voluntarios que exigen estos colegios, lo cual asegura el ingreso a universidad con estándares elevados de exigencia y facilita una mejor movilidad entre generaciones. Se trata así de segmentos de ingreso disímiles y que enfrentan diferentes probabilidades de caer en situaciones de vulnerabilidad. El balance general de las cifras y el análisis cuidadoso de los acontecimientos socio-demográficos de la realidad colombiana, nos hacen pensar que todavía falta mucho tramo por recorrer para que podamos afirmar con optimismo y orgullo que “ya somos un país de clase media”.