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Hechos de los Apóstoles Introducción Durante los tres años de la vida pública, Jesús puso las bases de su Iglesia: reunió a sus primeros discípulos y los asoció a su misión (Mc 3,13-16 ); constituyó a Pedro como responsable de la «comunión» (16,18) y guardián de la fe (Lc 22,31 ) en este nuevo pueblo de Dios; hizo de los Doce y los discípulos un pueblo de testigos (Jn 15,16 ) y les prometió el don del Espíritu que les descubriría la plenitud de esa luz que había venido a traer a la tierra (Jn 16,13 ). Hoy el Señor ya está resucitado; un pueblo nuevo y un mundo nuevo ha nacido del costado abierto de Jesús, como el niño nacido en la sangre y el agua que se escurren del vientre de su madre (Jn 19,34 ). Iluminado por la palabra de Jesús y animado por su Espíritu, este pueblo se pone en camino para anunciar a todas las naciones las maravillas de Dios y para reunir en la unidad a los hijos dispersos (Jn 11,52 ). En esta hazaña apostólica se destacarán dos grandes figuras: Pedro y Pablo. Pedro se dedicará en especial a la evangelización de los Judíos, Pablo será puesto aparte para anunciar la Buena Nueva de la salvación a los paganos (Gal 2,7 - 8). Lucas, autor del tercer Evangelio, dará testimonio de ese nacimiento de la Iglesia en el libro llamado Los Hechos de los Apóstoles, o probablemente en su origen Hechos de Apóstoles. Si existieron para esta obra, como para los Evangelios, relatos más antiguos que Lucas utilizó para redactar su texto, la armonización de esos diversos documentos fue hecha de una forma tan notable que hoy resulta muy difícil distinguirlos. Algunos especialistas piensan que en un principio Los Hechos de los Apóstoles formaban un mismo y único libro con el tercer Evangelio, y que habría sido dividido posteriormente. Sin embargo se da por seguro que desde principios del segundo siglo, Los

Hechos de Los Apóstoles

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Hechos de los ApstolesIntroduccinDurante los tres aos de la vida pblica, Jess puso las bases de su Iglesia: reuni a sus primeros discpulos y los asoci a su misin (Mc 3,13-16); constituy a Pedro como responsable de la comunin (16,18) y guardin de la fe (Lc 22,31) en este nuevo pueblo de Dios; hizo de los Doce y los discpulos un pueblo de testigos (Jn 15,16) y les prometi el don del Espritu que les descubrira la plenitud de esa luz que haba venido a traer a la tierra (Jn 16,13).

Hoy el Seor ya est resucitado; un pueblo nuevo y un mundo nuevo ha nacido del costado abierto de Jess, como el nio nacido en la sangre y el agua que se escurren del vientre de su madre (Jn 19,34). Iluminado por la palabra de Jess y animado por su Espritu, este pueblo se pone en camino para anunciar a todas las naciones las maravillas de Dios y para reunir en la unidad a los hijos dispersos (Jn 11,52).

En esta hazaa apostlica se destacarn dos grandes figuras: Pedro y Pablo. Pedro se dedicar en especial a la evangelizacin de los Judos, Pablo ser puesto aparte para anunciar la Buena Nueva de la salvacin a los paganos (Gal 2,7- 8).

Lucas, autor del tercer Evangelio, dar testimonio de ese nacimiento de la Iglesia en el libro llamado Los Hechos de los Apstoles, o probablemente en su origen Hechos de Apstoles. Si existieron para esta obra, como para los Evangelios, relatos ms antiguos que Lucas utiliz para redactar su texto, la armonizacin de esos diversos documentos fue hecha de una forma tan notable que hoy resulta muy difcil distinguirlos. Algunos especialistas piensan que en un principio Los Hechos de los Apstoles formaban un mismo y nico libro con el tercer Evangelio, y que habra sido dividido posteriormente. Sin embargo se da por seguro que desde principios del segundo siglo, Los Hechos de los Apstoles aparecen como un texto independiente.

Este testimonio sobre el nacimiento de la Iglesia nos ha llegado bajo dos formas diferentes: el texto corriente, representado por la mayora de los manuscritos antiguos de origen sirio y egipcio, y el texto llamado occidental, ms largo y muy marcado por las querellas que enfrentaban a los judos y a los primeros cristianos. Pero realidad las diferencias se notan tan slo en un nmero bastante reducido de versculos.

El libro de Los Hechos parece que no se desarrolla segn un plan riguroso, pero se pueden distinguir algunas grandes divisiones de la obra, en que se resalta el proyecto de Lucas. Ciertamente Lucas ha asignado la mejor parte a Pedro y a Pablo, pero no se refiere a ellos en exclusividad. A pesar de numerosas excepciones, la figura de Pedro domina en los doce primeros captulos, y la de Pablo en la segunda parte de la obra.

En el plano geogrfico se puede advertir que Los Hechos de los Apstoles nos conducen desde Jerusaln, pasando por Judea y Samara, hasta Roma, siguiendo as la misin que Jess fij a sus apstoles el da de su Ascensin (Hech 1,8). Los siete primeros captulos nos sitan en Jerusaln, despus, en los captulos ocho y siguientes, y siempre dando lugar a las excepciones, nos presenta la Iglesia que se desarrolla en Judea, en Samara y en la llanura costera. A partir del captulo 13, nos trasladan con Pablo a Asia Menor y a Grecia, para situarnos en el captulo 28 en Roma, en el tribunal del emperador, es decir, en el corazn mismo del mundo pagano. Ah se detiene bruscamente el libro de Los Hechos como si Lucas, cual si fuera un corredor encargado de acompaar la irradiacin de la Buena Nueva de Salvacin desde Jerusaln a los confines de la tierra, hubiese alcanzado su objetivo y cumplido su contrato.

Basta esto para darnos a entender que los Los Hechos, como tampoco los Evangelios, no se presentan como una historia detallada de la Iglesia primitiva o una biografa de Pedro o Pablo, sino como un testimonio de la obra del Espritu Santo.

En efecto, el Espritu Santo es el verdadero Hechor del nacimiento de la Iglesia, por lo que muchos comentaristas, ya desde los primeros siglos cristianos, no han vacilado en llamar a este libro como El Evangelio del Espritu Santo. Se podran retomar aqu, pero modificndolas, las palabras de Juan: El Espritu llev a cabo muchos otros signos que no han sido mencionados en este libro, pero estos han sido puestos por escrito para que ustedes crean que el Espritu est actuando en la Iglesia de Jesucristo.

En este libro de Los Hechos aparecen adems otros rasgos importantes, y en primer lugar que la Iglesia est enraizada en la experiencia y en la tradicin de la fe de Israel. Se manifiesta la misma conviccin que ya encontramos en los Evangelios: Jess cumpli las Escrituras, es decir, llev a su plenitud y transfigur en su propia persona todas las realidades del Antiguo Testamento: la realeza de David, la predicacin de los profetas, el Templo, el man, el cordero, etc. etc.

En Los Hechos de los Apstoles, a travs de las diversas predicaciones de Pedro, y en particular de Pablo, Lucas se dedica a sealar cmo el misterio de Cristo y de la Iglesia fueron anunciados y preparados en el Antiguo Testamento, pero tambin e inseparablemente, cmo este doble misterio devuelve todo su sentido a la historia de Israel.

En esta perspectiva Lucas destaca expresamente los paralelos entre Jess y su Igle sia, pero tambin entre el pueblo del Antiguo Testamento y la Iglesia; citemos, a manera de ejemplo, los paralelos entre la muerte de Esteban y la de Jess, la subida de Pablo a Jerusaln y la de Jess, o tambin el contraste entre la torre de Babel y Pentecosts.

Siempre en el mismo sentido, Jerusaln aparece a cada momento bajo la pluma de Lucas (58 veces). Tal como tambin lo hace en su Evangelio, donde la ciudad santa, a diferencia de los otros Evangelistas, es nombrada 30 veces, Lucas presenta a Jerusaln como el lugar donde se cumpli la salvacin y de donde debe partir el anuncio de la Buena Nueva a todas las naciones.

1 Lucas presenta su libro1 En mi primer libro, querido Tefilo, habl de todo lo que Jess comenz a hacer y ensear. 2 Al final del libro, Jess daba instrucciones mediante el Espritu a los apstoles que haba elegido y era llevado al cielo.

La Ascensin de Jess3 De hecho, se present a ellos despus de su pasin y les dio numerosas pruebas de que viva. Durante cuarenta das se dej ver por ellos y les habl del Reino de Dios. 4 En una ocasin en que estaba reunido con ellos les dijo que no se alejaran de Jerusaln y que esperaran lo que el Padre haba prometido. Ya les habl al respecto, les dijo: 5 Juan bautiz con agua, pero ustedes sern bautizados en el Espritu Santo dentro de pocos das. 6 Los que estaban presentes le preguntaron: Seor, es ahora cuando vas a restablecer el Reino de Israel? 7 Les respondi: No les corresponde a ustedes conocer los tiempos y las etapas que solamente el Padre tena autoridad para decidir. 8 Pero recibirn la fuerza del Espritu Santo cuando venga sobre ustedes, y sern mis testigos en Jerusaln, en toda Judea, en Samara y hasta los extremos de la tierra. 9 Dicho esto, Jess fue arrebatado ante sus ojos y una nube lo ocult de su vista. 10 Ellos seguan mirando fijamente al cielo mientras se alejaba. Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco, 11 que les dijeron: Amigos galileos, qu hacen ah mirando al cielo? Este Jess que les ha sido quitado volver de la misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo. Los discpulos esperan al Espritu Santo12 Entonces volvieron a Jerusaln desde el monte llamado de los Olivos, que dista de la ciudad como media hora de camino. 13 Entraron en la ciudad y subieron a la habitacin superior de la casa donde se alojaban. All estaban Pedro, Juan, Santiago y Andrs, Felipe y Toms, Bartolom y Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simn el Zelotes, y Judas, hijo de Santiago. 14 Todos ellos perseveraban juntos en la oracin en compaa de algunas mujeres, de Mara, la madre de Jess, y de sus hermanos.

Eleccin de Matas15 Uno de aquellos das, Pedro tom la palabra en medio de los discpulos haba all como ciento veinte personas, y les dijo: 16 Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura, pues el Espritu Santo haba anunciado por boca de David lo que hizo Judas; este hombre, que gui a los que prendieron a Jess, 17 era uno de nuestro grupo y haba sido llamado a compartir nuestro ministerio comn. 18 Sabemos que con el salario de su maldad se compr un campo, se tir de cabeza, su cuerpo se revent y se desparramaron sus entraas. 19 Este hecho fue conocido por todos los habitantes de Jerusaln, que llamaron a aquel campo, en su lengua, Hakeldam, que significa: Campo de Sangre. 20 Esto estaba escrito en el libro de los Salmos: Que su morada quede desierta y que nadie habite en ella. Y tambin est escrito: Que otro ocupe su cargo. 21 Tenemos, pues, que escoger a un hombre de entre los que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo en que el Seor Jess actu en medio de nosotros, 22 desde el bautismo de Juan hasta el da en que fue llevado de nuestro lado. Uno de ellos deber ser, junto con nosotros, testigo de su resurreccin. 23 Presentaron a dos: a Jos, llamado Barsabs, por sobrenombre Justo, y a Matas. 24 Entonces oraron as: T, Seor, conoces el corazn de todos. Mestranos a cul de los dos has elegido 25 para ocupar este cargo y recibir este ministerio y apostolado del que Judas se retir para ir al lugar que le corresponda. 26 Echaron a suertes entre ellos y le toc a Matas, que fue agregado a los once apstoles.

2 La venida del Espritu Santo

1 Cuando lleg el da de Pentecosts, estaban todos reunidos en el mismo lugar. 2 De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta rfaga de viento, que llen toda la casa donde estaban, 3 y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posndose sobre cada uno de ellos. 4 Todos quedaron llenos del Es pritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, segn el Espritu les conceda que se expresaran. 5 Estaban de paso en Jerusaln judos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo. 6 Y entre el gento que acudi al or aquel ruido, cada uno los oa hablar en su propia lengua. Todos quedaron muy desconcertados 7 y se decan, llenos de estupor y admiracin: Pero stos no son todos galileos? Y miren cmo hablan! 8 Cada uno de nosotros les omos en nuestra propia lengua nativa. 9 Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, 10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, 11 cretenses y rabes. Y todos les omos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios. 12 Todos estaban asombrados y perplejos, y se preguntaban unos a otros qu querra significar todo aquello. 13 Pero algunos se rean y decan: Estn borrachos! Jess es proclamado por primera vez14 Entonces Pedro, con los Once a su lado, se puso de pie, alz la voz y se dirigi a ellos diciendo: Amigos judos y todos los que se encuentran en Jerusaln, escchenme, pues hay algo que deben saber. 15 No se les ocurra pensar que estamos borrachos, pues son apenas las nueve de la maana, 16 sino que se est cumpliendo lo que anunci el profeta Joel: 17 Escuchen lo que suceder en los ltimos das, dice Dios: derramar mi Espritu sobre cualesquiera que sean los mortales. Sus hijos e hijas profetizarn, los jvenes tendrn visiones y los ancianos tendrn sueos profticos. 18 En aquellos das derramar mi Espritu sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarn. 19 Har prodigios arriba en el cielo y seales milagrosas abajo en la tierra. 20 El sol se convertir en tinieblas y la luna en sangre antes de que llegue el Da grande del Seor. 21 Y todo el que invoque el Nombre del Seor se salvar. 22 Israelitas, escuchen mis palabras: Dios acredit entre ustedes a Jess de Nazaret. Hizo que realizara entre ustedes milagros, prodigios y seales que ya conocen. 23 Ustedes, sin embargo, lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumpli el plan que Dios tena dispuesto. 24 Pero Dios lo libr de las ataduras de la muerte y lo resucit, pues no era posible que quedase bajo el poder de la muerte. 25 Escuchen lo que David deca a su respecto: Veo constantemente al Seor delante de m; est a mi derecha para que no vacile. 26 Por eso se alegra mi corazn y te alabo muy gozoso, y hasta mi cuerpo esperar en paz. 27 Porque no me abandonars en el lugar de los muertos ni permitirs que tu Santo experimente la corrupcin. 28 Me has dado a conocer los caminos de la vida, me colmars de gozo con tu presencia. 29 Hermanos, no voy a demostrarles que el patriarca David muri y fue sepultado: su tumba se encuentra entre nosotros hasta el da de hoy. 30 David era profeta y Dios le haba jurado que uno de sus descendientes se sentara sobre su trono. Por eso vio de antemano 31 y se refiri a la resurreccin del Mesas con estas palabras: no ser abandonado en el lugar de los muertos, ni su cuerpo experimentar la corrupcin . 32 Es un hecho que Dios resucit a Jess; de esto todos nosotros somos testigos. 33 Despus de haber sido exaltado a la derecha de Dios, ha recibido del Padre el don que haba prometido, me refiero al Espritu Santo que acaba de derramar sobre nosotros, como ustedes estn viendo y oyendo. 34 Tambin es cierto que David no subi al cielo, pero estas palabras son suyas: Dijo el Seor a mi Seor: Sintate a mi derecha, 35 hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 36 Sepa entonces con seguridad toda la gente de Israel, que Dios ha hecho Seor y Cristo a este Jess a quien ustedes crucificaron. 37 Al or esto se afligieron profundamente y dijeron a Pedro y a los dems apstoles: Qu tenemos que hacer, hermanos? 38 Pedro les contest: Arrepintanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el Nombre de Jess, el Mesas, para que sus pecados sean perdonados. Entonces recibirn el don del Espritu Santo. 39 Porque el don de Dios es para ustedes y para sus hijos, y tambin para todos aquellos a los que el Seor, nuestro Dios, quiera llamar, aun que estn lejos. 40 Pedro sigui insistiendo con ms argumentos. Los exhortaba diciendo: Aljense de esta generacin perversa y slvense. 41 Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel da se unieron a ellos unas tres mil personas. La primera comunidad42 Eran asiduos a la enseanza de los apstoles, a la convivencia fraterna, a la fraccin del pan y a las oraciones. 43 Toda la gente senta un santo temor, ya que los prodigios y seales milagrosas se multiplicaban por medio de los apstoles. 44 Todos los que haban credo vivan unidos; compartan todo cuanto tenan, 45 vendan sus bienes y propiedades y repartan despus el dinero entre todos segn las necesidades de cada uno. 46 Todos los das se reunan en el Templo con entusiasmo, partan el pan en sus casas y compartan la comida con alegra y con gran sencillez de corazn. 47 Alababan a Dios y se ganaban la simpata de todo el pueblo; y el Seor agregaba cada da a la comunidad a los que se iban salvando.

3 Pedro y Juan sanan a un hombre tullido

1 Un da Pedro y Juan suban al Templo para la oracin de las tres de la tarde. 2 Acababan de dejar all a un tullido de nacimiento. Todos los das lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto. 3 Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el hombre les pidi una limosna. 4 Pedro, con Juan a su lado, fij en l su mirada, y le dijo: Mranos. 5 El hombre los mir, esperando recibir algo. 6 Pero Pedro le dijo: No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesas Jess, el Nazareno, camina. 7 Y tomndolo de la mano derecha, lo levant. 8 Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empez a caminar. Luego entr caminando con ellos en el recinto del Templo, saltando y alabando a Dios. 9 Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, 10 y lo reconocieron: Es el tullido que peda limosna junto a la Puerta Hermosa! Y quedaron sin palabras, asombrados por lo que haba sucedido. 11 El hombre sanado no se separaba de Pedro y Juan, por lo que toda la gente, fuera de s, acudi y se reuni alrededor de ellos en el prtico llamado de Salomn. 12 Al ver esto, Pedro se dirigi al pueblo y les dijo: Israelitas, por qu se quedan tan maravillados? Ustedes nos miran como si hubiramos hecho caminar a este hombre por nuestro propio poder o santidad. 13 Pero no; es el Dios de Abrahn, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, el que acaba de glorificar a su siervo Jess. Ustedes lo entregaron y, cuando Pilato decidi dejarlo en libertad, renegaron de l. 14 Ustedes pidieron la libertad de un asesino y rechazaron al Santo y al Justo. 15 Mataron al Seor de la vida, pero Dios lo resucit de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. 16 Miren lo que puede la fe en su Nombre, pues en su Nombre acaba de ser restablecido este hermano al que ustedes ven y conocen. La fe que l nos inspira es la que lo ha sanado totalmente en presencia de todos ustedes. 17 Yo s, hermanos, que ustedes obraron por ignorancia, al igual que sus jefes, 18 y Dios cumpli de esta manera lo que haba dicho de antemano por boca de todos los profetas: que su Mesas tendra que padecer. 19 Arrepintanse, pues, y convirtanse, para que sean borrados sus pecados. As el Seor har llegar el tiempo del alivio, 20 envindoles al Mesas que les ha sido destinado, que es Jess. 21 Pues el cielo debe guardarlo hasta que llegue el tiempo de la restauracin del universo, segn habl Dios en los tiempos pasados por boca de los santos profetas. 22 Moiss afirm: El Seor Dios har que un profeta como yo surja de entre sus hermanos. Escuchen todo lo que les diga. 23 El que no escuche a ese profeta ser eliminado del pueblo. 24 Y despus todos los profetas, empezando por Samuel, anunciaron estos das. 25 Ustedes son los hijos de los profetas y los herederos de la alianza que Dios pact con nuestros padres, al decir a Abrahn: A travs de tu descendencia sern bendecidas todas las familias de la tierra. 26 Por ustedes, en primer lugar, Dios ha resucitado a su Siervo y lo ha enviado para bendecirles, con tal que cada uno renuncie a su mala vida.

4 Pedro y Juan son arrestados

1 Pedro y Juan estaban an hablando al pueblo, cuando se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos; 2 toda esa gente se senta muy molesta porque enseaban al pueblo y afirmaban la resurreccin de los muertos a propsito de Jess. 3 Los apresaron y los pusieron bajo custodia hasta el da siguiente, pues ya estaba anocheciendo. 4 Pero muchos de los que haban odo la Palabra creyeron, y su nmero lleg a unos cinco mil hombres. 5 Al da siguiente, los jefes de los saduceos se reunieron con los ancianos y los maestros de la Ley de Jerusaln. 6 All estaban el sumo sacerdote Ans, Caifs, Jonatn, Alejandro y todos los que pertenecan a la alta clase sacerdotal. 7 Mandaron traer a Pedro y Juan ante ellos y empezaron a interrogarles: Con qu poder han hecho ustedes eso? A qu ser celestial han invocado? 8 Entonces Pedro, lleno del Espritu Santo, les dijo: Jefes del pueblo y Ancianos: 9 Hoy debemos responder por el bien que hemos hecho a un enfermo. A quin se debe esa sanacin? 10 Spanlo todos ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre que est aqu sano delante de ustedes ha sido sanado por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos. 11 El es la piedra que ustedes los constructores despreciaron y que se ha convertido en piedra angular. 12 No hay salvacin en ningn otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningn otro Nombre por el que debamos ser salvados. 13 Quedaron admirados al ver la seguridad con que hablaban Pedro y Juan, que eran hombres sin instruccin ni preparacin, pero sa ban que haban estado con Jess. 14 Los jefes vean al hombre que haba sido sanado all, de pie a su lado, de modo que nada podan decir contra ellos. 15 Mandaron, pues, que los hicieran salir del tribunal mientras de liberaban entre ellos. Decan: 16 Qu vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusaln saben que han hecho un milagro clarsimo, y nosotros no podemos negarlo. 17 Pero prohibmosles que hablen ms de ese Nombre ante ninguna persona, no sea que esto se extienda entre el pueblo. 18 Llamaron, pues, a los apstoles y les ordenaron que de ningn modo ensearan en el nombre de Jess, que ni siquiera lo nombraran. 19 Pedro y Juan les respondieron: Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obecedecer a Dios. 20 Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y odo. 21 Insistieron ellos en sus amenazas y los dejaron en libertad. No encontraron manera de castigarlos a causa del pueblo, 22 pues todos glorificaban a Dios por lo que haba sucedido, sabindose adems que el hombre milagrosamente sanado tena ms de cuarenta aos.

La oracin de la comunidad23 Apenas quedaron libres, Pedro y Juan fueron a los suyos y les contaron todo lo que les haban dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos. 24 Los escucharon, y despus todos a una elevaron su voz a Dios, diciendo: Seor, t hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 25 T, por el Espritu Santo, pusiste en boca de tu siervo David estas palabras: Por qu se agitan las naciones y los pueblos traman planes vanos? 26 Se han aliado los reyes de la tierra y los prncipes se han unido contra el Seor y contra su Mesas. 27 Es verdad que en esta ciudad hubo una conspiracin de Herodes con Poncio Pilato, los paganos y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jess, a quien t ungiste. 28 As ellos consiguieron lo que t habas decidido de antemano y llevabas a efecto. 29 Y ahora, Seor, fjate en sus amenazas; concede a tus siervos anunciar tu Palabra con toda valenta, 30 mientras t manifiestas tu poder y multiplicas tus intervenciones, realizando curaciones, seales y prodigios por el Nombre de tu santo siervo Jess. 31 Terminada la oracin, tembl el lugar donde estaban reunidos. Todos quedaron llenos del Espritu Santo y se pusieron a anunciar con seguridad la Palabra de Dios. Los creyentes intentan poner en comn todos los bienes32 La multitud de los fieles tena un solo corazn y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenan en comn. 33 Los apstoles daban testimonio de la resurreccin del Seor Jess con gran poder, y aqul era para todos un tiempo de gracia sin igual. 34 Entre ellos ninguno sufra necesidad, pues los que posean campos o casas los vendan, traan el dinero 35 y lo depositaban a los pies de los apstoles, que lo repartan segn las necesidades de cada uno. 36 As lo hizo Jos, un levita nacido en Chipre, a quien los apstoles llamaban Bernab (que quiere decir: El que conforta). 37 ste vendi un campo de su propiedad, trajo el dinero de la venta y lo puso a los pies de los apstoles.

5 El fraude de Ananas y Safira

1 Otro hombre llamado Ananas, de acuerdo con su esposa Safira, vendi tambin una propiedad, 2 pero se guard una parte del dinero, siempre de acuerdo con su esposa; la otra parte la llev y la entreg a los apstoles. 3 Pedro le dijo: Ananas, por qu has dejado que Satans se apoderara de tu corazn? Te has guardado una parte del dinero; por qu intentas engaar al Espritu Santo? 4 Podas guardar tu propiedad y, si la vendas, podas tambin quedarte con todo. Por qu has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5 Al or Ananas estas palabras, se desplom y muri. Un gran temor se apoder de cuantos lo oyeron. 6 Se levantaron los jvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. 7 Unas tres horas ms tarde lleg la esposa de Ananas, que no saba nada de lo ocurrido. 8 Pedro le pregunt: Es cierto que vendieron el campo en tal precio? Ella respondi: S, se fue el precio. 9 Y Pedro le replic: Se pusieron, entonces, de acuerdo para desafiar al Espritu del Seor? Ya estn a la puerta los que acaban de enterrar a tu marido y te van a llevar tambin a ti. 10 Y al instante Safira se desplom a sus pies y muri. Cuando entraron los jvenes la hallaron muerta y la llevaron a enterrar junto a su marido. 11 A consecuencia de esto un gran temor se apoder de toda la Iglesia y de todos cuantos oyeron hablar del hecho. 12 Por obra de los apstoles se producan en el pueblo muchas seales milagrosas y prodigios. Los creyentes se reunan de comn acuerdo en el prtico de Salomn, 13 y nadie de los otros se atreva a unirse a ellos, pero el pueblo los tena en gran estima. 14 Ms an, cantidad de hombres y mujeres llegaban a creer en el Seor, aumentando as su nmero. 15 La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles y los colocaba en camas y camillas por donde iba a pasar Pedro, para que por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. 16 Acudan multitudes de las ciudades vecinas a Jerusaln trayendo a sus enfermos y a personas atormentadas por espritus malos, y todos eran sanados.

Los apstoles son nuevamente arrestados17 El sumo sacerdote y toda su gente, que eran el partido de los saduceos, decidieron actuar en la forma ms enrgica. 18 Apresaron a los apstoles y los metieron en la crcel pblica. 19 Pero un ngel del Seor les abri las puertas de la crcel durante la noche y los sac fuera, dicindoles: 20 Vayan, hablen en el Templo y anuncien al pueblo el mensaje de vida. 21 Entraron, pues, en el Templo al amanecer y se pusieron a ensear. Mientras tanto el sumo sacerdote y sus partidarios reunieron al Sanedrn con todos los ancianos de Israel y enviaron a buscar a los prisioneros a la crcel. 22 Pero cuando llegaron los guardias no los encontraron en la crcel. Volvieron a dar la noticia y les dijeron: 23 Hemos encontrado la crcel perfectamente cerrada y a los centinelas fuera, en sus puestos, pero al abrir las puertas no hemos encontrado a nadie dentro. 24 El jefe de la polica del Templo y los jefes de los sacerdotes quedaron desconcertados al or esto y se preguntaban qu poda haber sucedido. 25 En esto lleg uno que les dijo: Los hombres que ustedes encarcelaron estn ahora en el Templo enseando al pueblo. 26 El jefe de la guardia fue con sus ayudantes y los trajeron, pero sin violencia, porque tenan miedo de ser apedreados por el pueblo. 27 Los trajeron y los presentaron ante el Consejo. El sumo sacerdote los interrog diciendo: 28 Les ha bamos advertido y prohibido ensear en nombre de se. Pero ahora en Jerusaln no se oye ms que su predicacin y quieren echarnos la culpa por la muerte de ese hombre. 29 Pedro y los apstoles respondieron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucit a Jess, a quien ustedes dieron muerte colgndolo de un madero. 31 Dios lo exalt y lo puso a su derecha como Jefe y Salvador, para dar a Israel la conversin y el perdn de los pecados. 32 Nosotros somos testigos de esto y lo es tambin el Espritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen. 33 Ellos escuchaban rechinando los dientes de rabia y queran matarlos. 34 Entonces se levant uno de ellos, un fariseo llamado Gamaliel, que era doctor de la Ley y persona muy estimada por todo el pueblo. Mand que hicieran salir a aquellos hombres durante unos minutos 35 y empez a hablar as al Consejo: Colegas israelitas, no acten a la ligera con estos hombres. 36 Recuerden que tiempo atrs se present un tal Teudas, que pretenda ser un gran personaje y al que se le unieron unos cuatrocientos hombres. Ms tarde pereci, sus seguidores se dispersaron y todo qued en nada. 37 Tiempo despus, en la poca del censo, surgi Judas el Galileo, que arrastr al pueblo en pos de s. Pero tambin ste pereci y todos sus seguidores se dispersaron. 38 Por eso les aconsejo ahora que se olviden de esos hombres y los dejen en paz. Si su proyecto o su actividad es cosa de hombres, se vendrn abajo. 39 Pero si viene de Dios, ustedes no podrn destruirlos, y ojal no estn luchando contra Dios. El Consejo le escuch 40 y mandaron entrar de nuevo a los apstoles. Los hicieron azotar y les ordenaron severamente que no volviesen a hablar de Jess Salvador. Despus los dejaron ir. 41 Los apstoles salieron del Consejo muy contentos por haber sido considerados dignos de sufrir por el Nombre de Jess. 42 El da entero en el Templo y por las casas no cesaban de ensear y proclamar a Jess, el Mesas.

6 Los Doce y la eleccin de los Siete

1 Por aquellos das, como el nmero de los discpulos iba en aumento, hubo quejas de los llamados helenistas contra los llamados hebreos, porque segn ellos sus viudas eran tratadas con negligencia en el servicio diario. 2 Los Doce reunieron la asamblea de los discpulos y les dijeron: No es correcto que nosotros descuidemos la Palabra de Dios por hacernos cargo de este servicio. 3 Por lo tanto, hermanos, elijan entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espritu y de sabidura; les confiaremos esta tarea 4 mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oracin y al ministerio de la Palabra. 5 Toda la asamblea estuvo de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espritu Santo, a Felipe, Prcoro, Nicanor, Timn, Prmenas y Nicols, que era un proslito de Antioqua. 6 Los presentaron a los apstoles, quienes se pusieron en oracin y les impusieron las manos. 7 La Palabra de Dios se difunda; el nmero de los discpulos en Jerusaln aumentaba considerablemente, e incluso un buen grupo de sacerdotes haba aceptado la fe.

Historia de Esteban8 Esteban, hombre lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y seales milagrosas en medio del pueblo. 9 Se le echaron encima algunos de la sinagoga llamada de los libertos y otros llegados de Cirene, Alejandra, Cilicia y Asia. Se pusieron a discutir con Esteban, 10 pero no lograban hacer frente a la sabidura y al Espritu con que hablaba. 11 Al no poder resistir a la verdad, sobornaron a unos hombres para que afirmaran: Hemos odo hablar a este hombre contra Moiss y contra Dios. 12 Con esto alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la Ley, llegaron de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrn. 13 All se presentaron testigos falsos que declararon: Este hombre no cesa de hablar contra nuestro Lugar Santo y contra la Ley. 14 Le hemos odo decir que Jess el Nazareno destruir este Lugar Santo y cambiar las costumbres que nos dej Moiss. 15 En ese momento todos los que estaban sentados en el Sanedrn fijaron los ojos en Esteban, y su rostro les pareci como el de un ngel.

71 Entonces el sumo sacerdote le pregunt: Es verdad lo que dicen? 2 Esteban respondi: Hermanos y padres, escchenme: El Dios glorioso se apareci a nuestro padre Abrahn mientras estaba en Mesopotamia, antes de que fuera a vivir a Jarn, 3 y le dijo: Deja tu pas y tu parentela y vete al pas que te indicar. 4 Entonces abandon el pas de los caldeos y se estableci en Jarn. Despus de la muerte de su padre, Dios hizo que se trasladara a este pas en que ustedes habitan ahora. 5 Y no le dio en l propiedad alguna, ni siquiera un pedacito de tierra donde poner el pie, sino que le prometi darle el pas en posesin, a l y a su descendencia despus de l. Se lo dijo a pesar de que no tena hijos. 6 Dios le habl as: Tus descendientes vivirn en tierra extranjera y sern esclavizados y maltratados durante cuatrocientos aos. 7 Pero yo pedir cuentas a la nacin a la que sirvan como esclavos. Despus saldrn y me darn culto en este lugar. 8 Luego hizo con l el pacto de la circuncisin. Y as, al nacer su hijo Isaac, Abrahn lo circuncid al octavo da. Lo mismo hizo Isaac con Jacob, y Jacob con los doce patriarcas. 9 Los patriarcas se pusieron celosos de Jos, hasta que lo vendieron, y fue llevado a Egipto. Pero Dios estaba con l 10 y lo libr de todas sus tribulaciones; le concedi sabidura y lo hizo grato a los ojos de Faran, rey de Egipto, que lo nombr gobernador de Egipto y de toda su casa. 11 Sobrevino el hambre por toda la tierra de Egipto y de Canan, y la miseria fue tan enorme que nuestros padres no encontraban qu comer. 12 Al enterarse Jacob de que haba trigo en Egipto, mand all a nuestros padres una primera vez. 13 La segunda vez Jos se dio a conocer a sus hermanos y as Faran conoci a la raza de Jos. 14 Luego Jos mand buscar a su padre Jacob con toda su familia, que se compona de setenta y cinco personas. 15 Jacob entonces baj a Egipto, donde muri l, y ms tarde tambin nuestros padres. 16 Sus cuerpos fueron llevados a Siquem y descansan en la tumba que Abrahn haba comprado en Siquem a los hijos de Hamor por cierta suma de plata. 17 Ya se iba acercando el tiempo de la promesa que Dios haba hecho a Abrahn; el pueblo creci y se multiplic en Egipto, 18 hasta que lleg otro rey a Egipto que no haba conocido a Jos. 19 Este rey, actuando con astucia contra nuestra raza, oblig a nuestros padres a que abandonaran a sus hijos recin nacidos para que la raza no sobreviviera. 20 Fue en ese tiempo cuando naci Moiss, que era precioso para Dios. Durante tres meses fue criado en la casa de su padre, 21 y cuando tuvieron que abandonarlo, la hija de Faran lo recogi y lo cri como hijo suyo. 22 As Moiss fue educado en toda la sabidura de los egipcios, 23 y lleg a ser poderoso en sus palabras y en sus obras. Tena cuarenta aos cumplidos cuando sinti deseos de visitar a sus hermanos, los israelitas. 24 Al ver cmo uno de ellos era maltratado, sali en defensa del oprimido y mat al egipcio. 25 Comprende ran sus hermanos que Dios lo enviaba a ellos como un libertador? Moiss lo crea, pero ellos no lo entendieron. 26 Al da siguiente vio a dos israelitas que se estaban peleando y trat de pacificarlos, dicindoles: Ustedes son hermanos, por qu se hacen dao el uno al otro? 27 Pero el que maltrataba a su compaero lo rechaz diciendo: 28 Quin te ha nombrado jefe y juez sobre nosotros? Quieres matarme a m como hiciste ayer con el egipcio? 29 Al or esto Moiss huy y fue a vivir en la tierra de Madin, donde tuvo dos hijos. 30 Pasados cuarenta aos se le apareci un ngel en el desierto del monte Sina en la llama de una zarza que arda. 31 Moiss qued perplejo ante esta visin y, al acercarse para mirar, oy la voz del Seor: 32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahn, de Isaac y de Jacob. Moiss sinti tanto miedo que no se atreva ni a mirar. 33 Pero el Seor le dijo: Qutate las sandalias, porque el lugar que ests pisando es tierra santa. 34 He visto cmo maltratan a mi pueblo en Egipto, he odo su llanto y he bajado para liberarlo. Y ahora ven, que te voy a enviar a Egipto. 35 A este Moiss, al que rechazaron diciendo: Quin te nombr jefe y juez?, Dios lo envi como jefe y libertador, con la asistencia del ngel que se le apareci en la zarza. 36 Y los hizo salir de aquel pas, realizando prodigios y seales en Egipto, en el mar Rojo y en el desierto durante cuarenta aos. 37 Este Moiss es el que dijo a los israelitas: Dios les dar un profeta como yo de entre sus hermanos. 38 Este es el que, en la asamblea del desierto, estuvo con el ngel que le hablaba en el monte Sina, y recibi las palabras de vida para comunicrselas a ustedes. 39 Nuestros padres no quisieron obedecerle, lo rechazaron y desearon volverse a Egipto. 40 Incluso dijeron a Aarn: Danos dioses que vayan delante de nosotros, porque no sabemos qu ha sido de este Moiss que nos sac de Egipto. 41 Y fabricaron en aquellos das un becerro, ofrecieron sacrificios al dolo y festejaron la obra de sus manos. 42 Entonces Dios se apart de ellos y dej que adoraran a los astros del cielo, como est escrito en el Libro de los Profetas: Acaso me ofrecieron ustedes vctimas y sacrificios durante cuarenta aos en el desierto? 43 Ms bien llevaban con ustedes la tienda de Moloc y la estrella del dios Refn, imgenes que ustedes mismos se fabricaron para adorarlas. Por eso yo los desterrar ms all de Babilonia. 44 Nuestros padres tenan en el desierto la Tienda del Testimonio; el que hablaba a Moiss le haba ordenado que la fabricara segn el modelo que haba visto. 45 Despus de recibirla, nuestros padres la introdujeron, al mando de Josu, en la tierra conquistada a los paganos, a quienes Dios expuls delante de ellos. Esto dur hasta los das de David. 46 David agrad a Dios y quiso darle una morada entre los hijos de Jacob. 47 De hecho fue Salomn quien le edific un templo. 48 En realidad, el Altsimo no vive en casas fabricadas por manos de hombres, como dice el Profeta: 49 El cielo es mi trono y la tierra el apoyo de mis pies. Qu casa me podran edificar?, dice el Seor. Cul sera el lugar de mi descanso? 50 No fui yo quien hizo todas estas cosas? 51 Ustedes son un pueblo de cabeza dura, y la circuncisin no les abri el corazn ni los odos. Ustedes siempre resisten al Espritu Santo, al igual que sus padres. 52 Hubo algn profeta que sus padres no hayan perseguido? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ustedes ahora lo han entregado y asesinado; 53 ustedes, que recibieron la Ley por medio de ngeles, pero que no la han cumplido. 54 Al or este reproche se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra Esteban. 55 Pero l, lleno del Espritu Santo, fij sus ojos en el cielo y vio la gloria de Dios y a Jess a su derecha, 56 y exclam: Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la derecha de Dios. 57 Entonces empezaron a gritar, se taparon los odos y todos a una se lanzaron contra l. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras. 58 Los testigos haban dejado sus ropas a los pies de un joven llamado Saulo. 59 Mientras era apedreado, Esteban oraba as: Seor Jess, recibe mi espritu. 60 Despus se arrodill y dijo con fuerte voz: Seor, no les tomes en cuenta este pecado. Y dicho esto, se durmi en el Seor.

81 Saulo estaba all y aprobaba el asesinato. Este fue el comienzo de una gran persecucin contra la Iglesia de Jerusaln. Todos, excepto los apstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samara. 2 Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron un gran duelo por l. 3 Saulo, por su parte, trataba de destruir a la Iglesia. Entraba casa por casa, haca salir a hombres y mujeres y los meta en la crcel.

Felipe anuncia la Palabra en Samaria4 Mientras tanto, los que se haban dispersado anunciaban la Palabra en los lugares por donde pasaban. 5 As Felipe anunci a Cristo a los samaritanos en una de sus ciudades adonde haba bajado. 6 Al escuchar a Felipe y ver los prodigios que realizaba, toda la poblacin se interes por su predicacin. 7 Pues espritus malos salan de los endemoniados dando gritos, y varios paralticos y cojos quedaron sanos. 8 Hubo, pues, gran alegra en aquella ciudad.

El mago Simn9 Haba llegado a la ciudad antes que Felipe un hombre llamado Simn. Tena muy impresionada a la gente de Samara con sus artes mgicas y se haca pasar por un gran personaje. 10 Todos estaban pendientes de l, pequeos y grandes, y decan: Este hombre es la fuerza de Dios, pues se hablaba de una tal gran fuerza de Dios. 11 Desde haca tiempo los tena alucinados con sus artes mgicas, y la gente lo segua. 12 Pero cuando Felipe les habl del Reino de Dios y del poder salvador de Jess, el Mesas, tanto los hombres como las mujeres creyeron y empezaron a bautizarse. 13 Incluso Simn crey y se hizo bautizar. No se separaba de Felipe, y no sala de su asombro al ver las seales milagrosas y los prodigios que se realizaban. 14 Cuando los apstoles que estaban en Jerusaln tuvieron noticia de que los samaritanos haban aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espritu Santo, 16 ya que todava no haba descendido sobre ninguno de ellos y slo haban sido bautizados en el nombre del Seor Jess. 17 Pero entonces les impusieron las manos y recibieron el Espritu Santo. 18 Al ver Simn que mediante la imposicin de las manos de los apstoles se transmita el Espritu, les ofreci dinero, 19 diciendo: Denme a m tambin ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espritu Santo. 20 Pedro le contest: Al infierno t y tu dinero! Cmo has pensado comprar el Don de Dios con dinero? 21 T no puedes esperar nada ni tomar parte en esto, porque tus pensamientos no son rectos ante Dios. 22 Arrepintete de esa maldad tuya y ruega al Seor que perdone tus intenciones, ojal lo haga. 23 Por que en tus caminos solamente veo amargura y lazos de maldad. 24 Simn respondi: Rueguen ustedes al Seor por m, para que no venga sobre m nada de lo que han dicho. 25 Pedro y Juan dieron testimonio y, despus de predicar la Palabra del Seor, volvieron a Jerusaln. Por el camino evangelizaron varios pueblos de Samara

Felipe bautiza a un Etope26 Un ngel del Seor se present a Felipe y le dijo: Dirgete hacia el sur, por el camino que baja de Jerusaln a Gaza; no pasa nadie en estos momentos. 27 Felipe se levant y se puso en camino. Y justamente pas un etope, un eunuco de Candaces, reina de Etiopa, un alto funcionario al que la reina encargaba la administracin de su tesoro. Haba ido a Jerusaln a rendir culto a Dios 28 y ahora regresaba, sentado en su carro, leyendo al profeta Isaas. 29 El Espritu dijo a Felipe: Acrcate a ese carro y qudate pegado a su lado. 30 Y mientras Felipe corra, le oa leer al profeta Isaas. Le pregunt: Entiendes lo que ests leyendo? 31 El etope contest: Cmo lo voy a entender si no tengo quien me lo explique? En seguida invit a Felipe a que subiera y se sentara a su lado. 32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era ste: Fue llevado como oveja al matadero, como cordero mudo ante el que lo trasquila, no abri su boca. 33 Fue humillado y privado de sus derechos. Quin podr hablar de su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra. 34 El etope pregunt a Felipe: Dime, por favor, a quin se refiere el profeta? A s mismo o a otro? 35 Felipe empez entonces a hablar y a anunciarle a Jess, partiendo de este texto de la Escritura. 36 Siguiendo el camino llegaron a un lugar donde haba agua. El etope dijo: Aqu hay agua. Qu impide que yo sea bautizado? ( 37 Felipe respondi: Puedes ser bautizado si crees con todo tu corazn. El etope replic: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.) 38 Entonces hizo parar su carro. Bajaron ambos al agua y Felipe bautiz al eunuco 39 Apenas salieron del agua, el Espritu del Seor arrebat a Felipe y el etope no volvi a verlo. Prosigui, pues, su camino con el corazn lleno de gozo. 40 En cuanto a Felipe, se encontr en Azoto y sali a evangelizar uno tras otro todos los pueblos hasta llegar a Cesarea.

9 Saulo encuentra a Cristo

1 Saulo no desista de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discpulos del Seor. Se present al sumo sacerdote 2 y le pidi poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quera detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusaln. 3 Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvi de repente una luz que vena del cielo. 4 Cay al suelo y oy una voz que le deca: Saulo, Saulo, por qu me persigues? 5 Pregunt l: Quin eres t, Seor? Y l respondi: Yo soy Jess, a quien t persigues. 6 Ahora levntate y entra en la ciudad. All se te dir lo que tienes que hacer. 7 Los hombres que lo acompaaban se haban quedado atnitos, pues oan hablar, pero no vean a nadie, 8 y Saulo, al levantarse del suelo, no vea nada por ms que abra los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9 All permaneci tres das sin comer ni beber, y estaba ciego. 10 Viva en Damasco un discpulo llamado Ananas. El Seor lo llam en una visin: Ananas! Respondi l: Aqu estoy, Seor. 11 Y el Seor le dijo: Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrars rezando, 12 pues acaba de tener una visin: un varn llamado Ananas entraba y le impona las manos para que recobrara la vista. 13 Ananas le respondi: Seor, he odo a muchos hablar del dao que este hombre ha causado a tus santos en Jerusaln. 14 Y ahora est aqu con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre. 15 El Seor le contest: Ve. Este hombre es para m un instrumento escogido, y llevar mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, as como al pueblo de Israel. 16 Yo le mostrar todo lo que tendr que sufrir por mi Nombre. 17 Sali Ananas, entr en la casa y le impuso las manos diciendo: Hermano Saulo, el Seor Jess, el que se te apareci en el camino por donde venas, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espritu Santo. 18 Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y recobr la vista. Se levant y fue bautizado. 19 Despus comi y recobr las fuerzas. Saulo permaneci durante algunos das con los discpulos en Damasco, 20 y en seguida se fue por las sinagogas proclamando a Jess como el Hijo de Dios. 21 Los que lo oan quedaban maravillados y decan: Y pensar que en Jerusaln persegua a muerte a los que invocaban este Nombre! Pero no ha venido aqu para encadenarlos y llevarlos ante los jefes de los sacerdotes? 22 Saulo, cada vez con ms vigor, demostraba que Jess era el Mesas, y refutaba todas las objeciones de los judos de Damasco. 23 Al cabo de muchos das, los judos decidieron matarlo, 24 pero Saulo lleg a conocer su plan. Da y noche eran vigiladas las puertas de la ciudad para poder matarlo. 25 Entonces sus discpulos lo tomaron una noche y lo bajaron desde lo alto de la muralla metido en un canasto. 26 Al llegar a Jerusaln intent juntarse con los discpulos; pero todos le tenan miedo, pues no crean que fuese realmente discpulo. 27 Entonces Bernab lo tom consigo, lo present a los apstoles y les cont cmo Saulo haba visto al Seor en el camino y cmo el Seor le haba hablado. Tambin les expuso la valenta con que haba predicado en Damasco en nombre de Jess. 28 Saulo empez a convivir con ellos. Se mova muy libremente por Jerusaln y predicaba abiertamente el Nombre del Seor. 29 Hablaba a los helenistas y discuta con ellos, pero planearon matarle. 30 Los hermanos se enteraron y lo llevaron a Cesarea, y desde all lo enviaron a Tarso. 31 La Iglesia por entonces gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samara. Se edificaba, caminaba con los ojos puestos en el Seor y estaba llena del consuelo del Espritu Santo.

Pedro visita las iglesias32 Pedro, que recorra todos los lugares, fue tambin a visitar a los santos que vivan en Lida. 33 All encontr a un tal Eneas, que era paraltico y desde haca ocho aos yaca en una camilla. 34 Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te sana. Levntate y arregla tu cama. Y de inmediato se levant. 35 Todos los habitantes de Lida y Sarn lo vieron y se convirtieron al Seor. 36 En Jope haba una discpula llamada Tabita (o Dorcas en griego), que quiere decir Gacela. Haca muchas obras buenas y siempre ayudaba a los pobres. 37 Por aquellos das enferm y muri: despus de lavar su cuerpo, lo pusieron en la habitacin del piso superior. 38 Como Lida est cerca de Jope, los discpulos, al saber que Pedro estaba all, mandaron a dos hombres con este recado: Ven inmediatamente a donde nosotros. 39 Pedro se fue sin ms con ellos. Apenas lleg lo hicieron subir a la habitacin del piso superior, donde le presentaron a todas las viudas, que estaban llorando, y le mostraban las tnicas y mantos que Tabita haca mientras viva con ellas. 40 Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y or. Luego se volvi al cadver y dijo: Tabita, levntate. 41 Ella abri los ojos, reconoci a Pedro y se sent. El le dio la mano y la ayud a levantarse; luego llam a los santos y a las viudas y se la present viva. 42 Esto se supo en todo Jope, y muchos creyeron en el Seor. 43 Pedro permaneci en Jope bastante tiempo, en casa de un curtidor llamado Simn.

10 Pedro bautiza a Cornelio

1 Viva en la ciudad de Cesarea un hombre llamado Cornelio, que era un capitn del batalln Itlico. 2 Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los que temen a Dios. Daba muchas limosnas a los judos pobres y oraba constantemente a Dios. 3 Una tarde, alrededor de las tres, tuvo una visin de la que no pudo dudar: un ngel de Dios entraba a su habitacin y le llamaba: Cornelio! 4 El lo mir frente a frente y se llen de miedo. Le dijo: Qu pasa, seor? El ngel respondi: Tus oraciones y tus limosnas han subido hasta Dios y acaban de ser recordadas ante l. 5 Ahora enva algunos hombres a Jope para que traigan a un tal Simn, llamado Pedro, 6 que se aloja en la casa de Simn, el curtidor, que est junto al mar. 7 Apenas desapareci el ngel que le hablaba, Cornelio llam a dos criados y a un soldado piadoso que estaba a su servicio. 8 Les explic todo y los envi a Jope. 9 Al da siguiente, mientras iban de camino, ya cerca de la ciudad, Pedro subi a la azotea para orar. Era el medioda. 10 Sinti hambre y quiso comer. Mientras le preparaban la comida tuvo un xtasis: 11 vio el cielo abierto y algo que descenda del cielo: era como una tienda de campaa grande, cuyas cuatro puntas venan a posarse sobre el suelo. 12 Dentro haba toda clase de animales cuadrpedos, reptiles y aves. 13 Entonces una voz le habl: Pedro, levntate, mata y come. 14 Pedro contest: De ninguna manera, Seor! Jams he comido nada profano o impuro. 15 Y se le habl por segunda vez: Lo que Dios ha purificado no lo llames t impuro. 16 Esto se repiti por tres veces. Despus aquella cosa grande fue levantada hacia el cielo. 17 Despus de volver en s, Pedro buscaba en vano el significado de aquella visin, cuando justamente se presentaron los hombres enviados por Cornelio. Haban preguntado por la casa de Simn y ahora estaban a la puerta. 18 Llamaron y preguntaron si se alojaba all Simn, llamado Pedro. 19 Como Pedro an segua recapacitando sobre la visin, el Espritu le dijo: Abajo estn unos hombres que te buscan. 20 Baja y vete con ellos sin vacilar, pues los he enviado yo. 21 Pedro baj adonde ellos y les dijo: Yo soy el que ustedes buscan. Cul es el motivo que los trae aqu? 22 Ellos respondieron: Nos enva el capitn Cornelio. Es un hombre recto, de los que temen a Dios, y lo aprecian todos los ju dos. Ha recibido de un santo ngel la orden de hacerte venir a su casa para aprender algo de ti. 23 Entonces Pedro los invit a pasar y les dio alojamiento. Al da siguiente parti con ellos, y algunos hermanos de Jope le acompaaron. 24 Al otro da llegaron a Cesarea. Cornelio los estaba esperando, y haba reunido a sus parientes y amigos ms ntimos. 25 Cuando Pedro estaba para entrar, Cornelio le sali al encuentro, se arrodill y se inclin ante l. 26 Pedro lo levant diciendo: Levntate, que tambin yo soy un ser humano. 27 Entr conversando con l y, al ver a todas aquellas personas reunidas, 28 les dijo: Ustedes saben que no est permitido a un judo juntarse con ningn extranjero ni entrar en su casa. Pero a m me ha manifestado Dios que no hay que llamar profano a ningn hombre ni considerarlo impuro. 29 Por eso he venido sin dudar apenas me llamaron. Ahora deseara saber por qu me han mandado a buscar. 30 Cornelio respondi: Hace cuatro das, a esta misma hora, estaba yo orando en mi casa, cuando se present delante de m un hombre con ropas muy brillantes, que me dijo: 31 Cornelio, tu oracin ha sido escuchada y tus limosnas han sido recordadas ante Dios. 32 Enva mensajeros a Jope y haz buscar a Simn, llamado Pedro, que se hospeda en casa del curtidor Simn, junto al mar. 33 Te mand a buscar en seguida y t has tenido la amabilidad de venir. Ahora estamos todos aqu, en la presencia de Dios, dispuestos a escuchar todo lo que el Seor te ha ordenado. 34 Entonces Pedro tom la palabra y dijo: Verdaderamente reconozco que Dios no hace diferencia entre las personas. 35 En toda nacin mira con benevolencia al que teme a Dios y practica la justicia. 36 Ahora bien, Dios ha enviado su Palabra a los israelitas dndoles un mensaje de paz por medio de Jess, el Mesas, que tambin es el Seor de todos. 37 Ustedes ya saben lo que ha sucedido en todo el pas judo, comenzando por Galilea, despus del bautismo que predic Juan. 38 Jess de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espritu Santo y poder. Y como Dios estaba con l, pas haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo. 39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el pas de los judos y en la misma Jerusaln. Al final lo mataron colgndolo de un madero. 40 Pero Dios lo resucit al tercer da e hizo que se dejara ver, 41 no por todo el pueblo, sino por los testigos que Dios haba escogido de antemano, por nosotros, que comimos y bebimos con l despus de que resucit de entre los muertos. 42 El nos orden predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos. 43 A El se refieren todos los profetas al decir que quien cree en l recibe por su Nombre el perdn de los pecados. 44 Todava estaba hablando Pedro, cuando el Espritu Santo baj sobre todos los que escuchaban la Palabra. 45 Y los creyentes de origen judo, que haban venido con Pedro, quedaron atnitos: Cmo! Dios regala y derrama el Espritu Santo tambin sobre los que no son judos! 46 Y as era, pues les oan hablar en lenguas y alabar a Dios. 47 Entonces Pedro dijo: Podemos acaso negarles el agua y no bautizar a quienes han recibido el Espritu Santo como nosotros? 48 Y mand bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Luego le pidieron que se quedara algunos das con ellos.

11 Pedro justifica su conducta

1 Los apstoles y los hermanos de Judea tuvieron noticias de que tambin personas no judas haban acogido la Palabra de Dios. Por eso, 2 cuando Pedro subi a Jerusaln, los creyentes judos comenzaron a criticar su actitud: 3 Has entrado en la casa de gente no juda y has comido con ellos! 4 Entonces Pedro se puso a explicarles los hechos punto por punto: 5 Estaba yo haciendo oracin en la ciudad de Jope cuando en un xtasis tuve una visin. Algo bajaba del cielo, algo que se pareca a una gran tienda de campaa, y llegaba hasta m, posndose en el suelo sobre sus cuatro puntas. 6 Mir atentamente y vi en ella cuadrpedos, bestias del campo, reptiles y aves. 7 O tambin una voz que me deca: Pedro, levntate, mata y come. 8 Yo contest: De ninguna manera, Seor! Nunca ha entrado en mi boca nada profano o impuro. 9 La voz me habl por segunda vez: Lo que Dios ha purificado, no lo llames t impuro. 10 Esto se repiti por tres veces y despus fue retirado todo al cielo. 11 En aquel momento, tres hombres que haban sido enviados a m desde Cesarea, llegaron a la casa donde nosotros estbamos. 12 El Espritu me dijo que los siguiera sin vacilar. Me acompaaron estos seis hermanos y entramos en la casa de aquel hombre. 13 El nos cont cmo haba visto a un ngel que se present en su casa y le dijo: Enva a alguien a Jope, y que traiga a Simn, llamado Pedro. 14 El te dar un mensaje por el que te salvars t y toda tu familia. 15 Apenas haba comenzado yo a hablar, cuando el Espritu Santo baj sobre ellos, como haba bajado al principio sobre nosotros. 16 Entonces me acord de la palabra del Seor, que dijo: Juan bautiz con agua, pero ustedes sern bautizados en el Espritu Santo. 17 Si ellos crean en el Seor Jesucristo y Dios les comunicaba el mismo don que a nosotros, quin era yo para oponerme a Dios? 18 Cuando oyeron esto se tranquilizaron y alabaron a Dios diciendo: Tambin a los que no son judos les ha dado Dios la conversin que lleva a la vida.

La fundacin de la Iglesia de Antioqua19 Algunos que se haban dispersado a raz de la persecucin cuando el asunto de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioqua, pero slo predicaban la Palabra a los judos. 20 Sin embargo, unos hombres de Chipre y de Cirene, que haban llegado a Antioqua, se dirigieron tambin a los griegos y les anunciaron la Buena Noticia del Seor Jess. 21 La mano del Seor estaba con ellos y fueron numerosos los que creyeron y se convirtieron al Seor. 22 La noticia de esto lleg a odos de la Iglesia de Jerusaln y enviaron a Bernab a Antioqua. 23 Al llegar fue testigo de la gracia de Dios y se alegr; animaba a todos a que permaneciesen fieles al Seor con firme corazn, 24 pues era un hombre excelente, lleno del Espritu Santo y de fe. As fue como un buen nmero de gente conoci al Seor. 25 Bernab sali para Tarso en busca de Saulo, 26 y apenas lo encontr lo llev a Antioqua. En esta Iglesia trabajaron juntos durante un ao entero, instruyendo a muchsima gente, y fue en Antioqua donde los discpulos por primera vez recibieron el nombre de cristianos. 27 Por aquel tiempo bajaron algunos profetas de Jerusaln a Antioqua. 28 Uno de ellos, llamado Agabo, dio a entender con gestos profticos que una gran hambre vendra sobre todo el mundo, la que de hecho sobrevino en tiempos del emperador Claudio. 29 Entonces cada uno de los discpulos empez a ahorrar segn sus posibilidades, destinando esta ayuda a los hermanos de Judea. 30 As lo hicieron, envindosela a los presbteros por medio de Bernab y Saulo.

12 Muerte de Santiago. Liberacin milagrosa de Pedro

1 Por aquel tiempo el rey Herodes decidi apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. 2 Hizo matar a espada a Santiago, hermano de Juan, 3 y, al ver que esto agradaba a los ju dos, mand detener tambin a Pedro: eran precisamente los das de la fiesta de los Panes Azimos. 4 Des pus de detenerlo lo hizo encerrar en la crcel bajo la vigilancia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno, pues su intencin era juzgarlo ante el pueblo despus de la Pascua. 5 Y mientras Pedro era custodiado en la crcel, toda la Iglesia oraba incesantemente por l a Dios. 6 Llegaba el da en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la crcel. 7 De repente la celda se llen de luz: estaba el ngel del Seor! El ngel toc a Pedro en el costado y lo despert dicindole: Levntate en seguida! Y se le cayeron las cadenas de las manos. 8 El ngel le dijo en seguida: Ponte el cinturn y las sandalias. As lo hizo, y el ngel agreg: Ponte el manto y sgueme. 9 Pedro sali tras l; no se daba cuenta de que lo que estaba ocurriendo con el ngel era realidad, y todo le parecan visiones. 10 Pasaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abri sola. Salieron y se metieron por un callejn, y de repente lo dej el ngel. 11 Entonces Pedro volvi en s y dijo: Ahora no cabe duda: el Seor ha enviado a su ngel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judos contra m. 12 Pedro se orient y fue a casa de Mara, madre de Juan, llamado tambin Marcos, donde muchos estaban reunidos en oracin. 13 Llam a la puerta, y fue a atender una muchacha llamada Rodesa. 14 Reconoci la voz de Pedro, y fue tanta su alegra, que en vez de abrir la puerta entr corriendo a contar que Pedro estaba a la puerta. 15 Los dems le dijeron: Ests loca! Como ella segua insistiendo, ellos dijeron: Ser su ngel. 16 Pedro segua llamando. Cuando abrieron y vieron que era l, se quedaron sin palabras. 17 Les hizo seas con la mano pidiendo silencio, y les cont cmo el Seor lo haba sacado de la crcel. En seguida les dijo: Comuniquen esto a Santiago y a los hermanos. Luego sali y se fue a otro lugar. 18 Al amanecer no fue poco el alboroto entre los soldados: Qu haba pasado con Pedro? 19 Herodes orden buscarlo y, como no lo encontraron, hizo procesar y ejecutar a los guardias. Despus baj de Judea a Cesarea y se qued all. Muerte de Herodes20 Por aquel entonces Herodes estaba muy irritado con los ciudadanos de Tiro y de Sidn. De comn acuerdo se presentaron ante l y, despus de ganarse a Blasto, tesorero del rey, buscaron una solucin pacfica, ya que su pas dependa del de Herodes para su abastecimiento. 21 El da sealado, Herodes, vestido con el manto real, se sent en la tribuna y les dirigi la palabra. 22 Entonces el pueblo lo empez a aclamar: Esta es la voz de Dios, no de un hombre! 23 Pero de repente lo hiri el ngel del Seor por no haber devuelto a Dios el honor, y empez a llenarse de gusanos que lo coman, hasta que muri. 24 Mientras tanto la Palabra de Dios creca y se difunda. 25 Bernab y Saulo haban terminado su misin y se volvieron a Jerusaln; traan con ellos a Juan, llamado tambin Marcos.

13 Pablo es enviado por la Iglesia

1 En Antioqua, en la Iglesia que estaba all, haba profetas y maestros: Bernab, Simen, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahem, que se haba criado con Herodes, y Saulo. 2 Un da, mientras celebraban el culto del Seor y ayunaban, el Espritu Santo les dijo: Seprenme a Bernab y a Saulo y envenlos a realizar la misin para la que los he llamado. 3 Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron. Primera misin de Pablo4 Enviados por el Espritu Santo, Bernab y Saulo bajaron al puerto de Seleucia y de all navegaron hasta Chipre. 5 Llegados a Salamina, comenzaron a anunciar la Palabra de Dios en las sinagogas de los judos. Juan les haca de asistente. 6 Atravesando toda la isla hasta Pafos, encontraron a un mago judo, un falso profeta llamado Bar-Jess, 7 que estaba con el gobernador Sergio Paulo, el cual era un hombre muy abierto. Este hizo llamar a Bernab y Saulo, pues de seaba escuchar la Palabra de Dios, 8 pero el otro pona trabas. El Elimas (ste era su nombre, que significa el Mago), intentaba apartar al gobernador de la fe. 9 Entonces Saulo, que no es otro que Pablo, lleno del Espritu Santo, fij en l sus ojos 10 y le dijo: T, hijo del diablo, enemigo de todo bien, eres un sinvergenza y no haces ms que engaar. Cundo terminars de torcer los rectos caminos del Seor? 11 Pues ahora la mano del Seor va a caer sobre ti, quedars ciego y no vers la luz del sol por cierto tiempo. Al instante qued envuelto en oscuridad y tinieblas, y daba vueltas buscando a alguien que lo llevase de la mano. 12 Al ver lo acontecido, el gobernador abraz la fe, pues qued muy impresionado por la doctrina del Seor.

Pablo en la capital de Pisidia13 Pablo y sus compaeros se embarcaron en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. All Juan se separ de ellos y regres a Jerusaln, 14 mientras ellos, dejando Perge, llegaban a Antioqua de Pisidia. El sbado entraron en la sinagoga y se sentaron. 15 Despus de la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: Hermanos, si ustedes tienen alguna palabra de aliento para los presentes, hablen. 16 Pablo, pues, se levant, hizo seal con la mano pidiendo silencio y dijo: Hijos de Israel y todos ustedes que temen a Dios, escuchen: 17 El Dios de Israel, nuestro pueblo, eligi a nuestros padres. Hizo que el pueblo se multiplicara durante su permanencia en Egipto, los sac de all con hechos poderosos 18 y durante unos cuarenta aos los llev por el desierto. 19 Luego destruy siete naciones en la tierra de Canan y les dio su territorio en herencia. 20 Durante unos cuatrocientos cincuenta aos les dio jueces, hasta el profeta Samuel. 21 Entonces pidieron un rey, y Dios les dio a Sal, hijo de Cis, de la tribu de Benjamn, que rein cuarenta aos. 22 Pero despus Dios lo rechaz y les dio a David, de quien dio este testimonio: Encontr a David, hijo de Jes, un hombre a mi gusto, que llevar a cabo mis planes. 23 Ahora bien, Dios ha cumplido su promesa: ha hecho surgir de la familia de David un salvador para Israel, ese es Jess. 24 Antes de que se manifestara, Juan haba predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo de conversin. 25 Y cuando estaba para terminar su carrera, Juan declar: Yo no soy el que ustedes piensan, pero detrs de m viene otro al que yo no soy digno de desatarle la sandalia. 26 Hermanos israelitas, hijos y descendientes de Abrahn, y tambin ustedes los que temen a Dios, a todos nosotros se nos ha dirigido este mensaje de salvacin. 27 Es un hecho que los habitantes de Jerusaln y sus jefes no lo reconocieron, sino que lo procesaron, cumpliendo con esto las palabras de los profetas que se leen todos los sbados. 28 Aunque no encontraron en l ningn motivo para condenarlo a muerte, pidieron a Pilato que fuera ejecutado. 29 Y cuando cumplieron todo lo que sobre l estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en un sepulcro. 30 Pero Dios lo resucit de entre los muertos. 31 Durante muchos das se apareci a los que haban subido con l desde Galilea a Jerusaln, y que haban de ser sus testigos ante el pueblo. 32 Nosotros mismos les traemos ahora la promesa que Dios hizo a nuestros padres, 33 y que cumpli para nosotros, sus hijos, al resucitar a Jess, como est escrito en el Salmo: T eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. 34 Dios lo resucit de entre los muertos, y no volver a conocer muerte ni corrupcin. Pues as lo dijo: Les dar las cosas santas, las realidades verdaderas que reservaba para David. 35 Asimismo est dicho en otro lugar: No permitirs que tu santo experimente la corrupcin. 36 Bien saben que David, despus de haber servido durante su vida a los designios de Dios, muri, se reuni con sus padres y experiment la corrupcin. 37 Otro, pues, es el que no sufre la corrupcin, y se es Jess, al que Dios resucit. 38 Sepan, pues, hermanos, cul es la promesa: por su intermedio ustedes recibirn el perdn de los pecados y de todas esas cosas de las cuales buscaron en vano ser liberados por la Ley de Moiss. 39 Quien cree en este Jess es liberado de todo esto. 40 Tengan, pues, cuidado de que no les ocurra lo que dijeron los profetas: 41 Atiendan ustedes, gente engreda, asmbrense y desaparezcan. Porque voy a realizar en sus das una obra tal, que si se la contaran no la creeran. 42 Al salir Pablo y Bernab de la sinagoga, les rogaban que de nuevo les volvieran a hablar de este tema el sbado siguiente. 43 Y cuando se dispers la asistencia, muchos ju dos y de los que temen a Dios les siguieron. Pablo y Bernab continuaron conversando con ellos, y los exhortaban a perseverar en la gracia de Dios. 44 El sbado siguiente casi toda la ciudad acudi para escuchar a Pablo, que les habl largamente del Seor. 45 Los judos se llenaron de envidia al ver todo aquel gento y empezaron a contradecir con insultos lo que Pablo deca. 46 Entonces Pablo y Bernab les hablaron con coraje: Era necesario que la Palabra de Dios fuera anunciada a ustedes en primer lugar. Pues bien, si ustedes la rechazan y se condenan a s mismos a no recibir la vida eterna, sepan que ahora nos dirigimos a los que no son judos. 47 El mismo Seor nos dio la orden: Te he puesto como luz de los paganos, y llevars mi salvacin hasta los extremos del mundo. 48 Los que no eran judos se alegraban al or estas palabras y tomaban en consideracin el mensaje del Seor. Y creyeron todos los que estaban destinados para una vida eterna. 49 Con esto la Palabra de Dios empez a difundirse por toda la regin. 50 Pero los judos incitaron a mujeres distinguidas de entre las que teman a Dios y tambin a los hombres importantes de la ciudad y promovieron una persecucin contra Pablo y Bernab hasta que los echaron de su territorio. 51 As que los apstoles se fueron a la ciudad de Iconio, pero al salir sacudieron el polvo de sus pies en protesta contra ellos. 52 Dejaban a los discpulos llenos de gozo y Espritu Santo.

14 Evangelizacin de Iconio

1 En Iconio ocurri lo mismo. Pablo y Bernab entraron en la sinagoga de los judos y hablaron de tal manera que un gran nmero de judos y griegos abrazaron la fe. 2 Pero entonces los judos que se negaron a creer excitaron y envenenaron los nimos de los paganos contra los hermanos. 3 Con todo, permanecieron all un buen nmero de das. Predicaban sin miedo, confiados en el Seor, que confirmaba este anuncio de su gracia con las seales milagrosas y los prodigios que les conceda realizar. 4 La poblacin de la ciudad se dividi, unos a favor de los judos y otros a favor de los apstoles. 5 Un grupo compuesto de paganos y judos, con sus jefes al frente, se prepar para ultrajar y apedrear a los apstoles. 6 Ellos, al enterarse, huyeron a la provincia de Licaonia, a las ciudades de Listra, Derbe y alrededores, 7 donde se quedaron evangelizando.

En Listra y Derbe8 Haba en Listra un hombre tullido, que se vea sentado y con los pies cruzados. Era invlido de nacimiento y nunca haba podido caminar. 9 Un da, como escuchaba el discurso de Pablo, ste fij en l su mirada y vio que aquel hombre tena fe para ser sanado. 10 Le dijo entonces en voz alta: Levntate y ponte derecho sobre tus pies. El hombre se incorpor y empez a andar. 11 Al ver la gente lo que Pablo haba hecho, comenz a gritar en la lengua de Licaonia: Los dioses han venido a nosotros en forma de hombres! 12 Segn ellos, Bernab era Zeus y Pablo Hermes, porque era el que hablaba. 13 Incluso el sacerdote del templo de Zeus que estaba fuera de la ciudad, trajo hasta las puertas de la misma toros y guirnaldas y, de acuerdo con la gente, quiso ofrecerles un sacrificio. 14 Al escuchar esto, Bernab y Pablo rasgaron sus vestidos para manifestar su indignacin y se lanzaron en medio de la gente gritando: 15 Amigos, qu hacen? Nosotros somos humanos y mortales como ustedes, y acabamos de decirles que deben abandonar estas cosas que no sirven y volverse al Dios vivo, que hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos. 16 El permiti en las generaciones pasadas que cada nacin siguiera su propio camino, 17 pero no por eso dej de manifestarse, pues continuamente derrama sus beneficios. El es quien desde el cielo les da las lluvias, y los frutos a su tiempo, dando el alimento y llenando los corazones de alegra. 18 Aun con estas palabras, difcilmente consiguieron que el pueblo no les ofreciera un sacrificio, y que volvieran cada uno a su casa. 19 Se quedaron all algn tiempo enseando. Luego llegaron unos judos de Antioqua e Iconio y hablaron con mucha seguridad, afirmando que no haba nada de verdadero en aquella predicacin, sino que todo era una mentira. Persuadieron a la gente a que les dieran la espalda y al final apedrearon a Pablo. Despus lo arrastraron fuera de la ciudad, convencidos de que ya estaba muerto. 20 Pero sus discpulos se juntaron en torno a l, y se levant. Entr en la ciudad, y al da siguiente march con Bernab para Derbe.

Vuelven a Antioqua21 Despus de haber evangelizado esa ciudad, donde hicieron muchos discpulos, regresaron de nuevo a Listra y de all fueron a Iconio y Antioqua. 22 A su paso animaban a los discpulos y los invitaban a perseverar en la fe; les decan: Es necesario que pasemos por muchas pruebas para entrar en el Reino de Dios. 23 En cada Iglesia les hacan designar presbteros y, despus de orar y ayunar, los encomendaban al Seor en quien haban credo. 24 Atravesaron la provincia de Pisidia y llegaron a la de Panfilia. 25 Predicaron la Palabra en Perge y bajaron despus a Atala. 26 All se embarcaron para volver a Antioqua, de donde haban partido encomendados a la gracia de Dios para la obra que acababan de realizar. 27 A su llegada reunieron a la Iglesia y les contaron todo lo que Dios haba hecho por medio de ellos y cmo haba abierto las puertas de la fe a los pueblos paganos. 28 Permanecieron all bastante tiempo con los discpulos.

15 Controversias. Concilio de Jerusaln: la Iglesia, ser juda?

1 Llegaron algunos de Judea que aleccionaban a los hermanos con estas palabras: Ustedes no pueden salvarse, a no ser que se circunciden como lo manda Moiss. 2 Esto ocasion bastante perturbacin, as como discusiones muy violentas de Pablo y Bernab con ellos. Al fin se decidi que Pablo y Bernab junto con algunos de ellos subieran a Jerusaln para tratar esta cuestin con los apstoles y los presbteros. 3 La Iglesia los encamin, y atravesaron Fenicia y Samara. Al pasar contaban con todo lujo de detalles la conversin de los paganos, lo que produjo gran alegra en todos los hermanos. 4 Al llegar a Jerusaln fueron recibidos por la Iglesia, por los apstoles y los presbteros, y les expusieron todo lo que Dios haba hecho por medio de ellos. 5 Pero se levantaron algunos del grupo de los fariseos que haban abrazado la fe, y dijeron: Es necesario circuncidar a los no judos y pedirles que observen la ley de Moiss. 6 Entonces los apstoles y los presbteros se reunieron para tratar este asunto. 7 Despus de una acalorada discusin, Pedro se puso en pie y dijo: Hermanos: ustedes saben cmo Dios intervino en medio de ustedes ya en los primeros das, cuando quiso que los paganos escucharan de mi boca el anuncio del Evangelio y abrazaran la fe. 8 Y Dios, que conoce los corazones, se declar a favor de ellos, al comunicarles el Espritu Santo igual que a nosotros. 9 No ha hecho ninguna distincin entre nosotros y ellos, sino que purific sus corazones por medio de la fe. 10 Quieren ustedes mandar a Dios ahora? Por qu quieren poner sobre el cuello de los discpulos un yugo que nuestros padres no fueron capaces de soportar, ni tampoco nosotros? 11 Segn nuestra fe, la gracia del Seor Jess es la que nos salva, del mismo modo que a ellos. 12 Toda la asamblea guard silencio y escucharon a Bernab y a Pablo, que contaron las seales milagrosas y prodigios que Dios haba realizado entre los paganos a travs de ellos. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago tom la palabra y dijo: Hermanos, escchenme: 14 Simen acaba de recordar cmo Dios, desde el primer momento, intervino para formarse con gentes paganas un pueblo para l. 15 Los profetas hablan el mismo lenguaje, pues est escrito: 16 Despus de esto volver y construir de nuevo la choza cada de David. Reconstruir sus ruinas y la volver a levantar, 17 para que el resto de los hombres busque al Seor: todas esas naciones sobre las cuales ha sido invocado mi Nombre. As lo dice el Seor, que hoy realiza 18 lo que tena preparado desde siempre. 19 Por esto pienso que no debemos complicar la vida a los paganos que se convierten a Dios. 20 Digmosles en nuestra carta (que se abstengan de lo que es impuro por haber sido ofrecido a los dolos, de las relaciones sexuales prohibidas, de la carne de animales sin sangrar y de comer sangre. 21 Porque desde tiempos antiguos leen a Moiss todos los sbados en las sinagogas de cada ciudad.)

La carta del concilio, el principio de libertad22 Entonces los apstoles y los presbteros, de acuerdo con toda la Iglesia, decidieron elegir a algunos hombres de entre ellos para enviarlos a Antioqua con Pablo y Bernab. Fueron elegidos Judas, llamado Barsabs, y Silas, ambos dirigentes entre los hermanos. 23 Deban entregar la siguiente carta: Los apstoles y los hermanos con ttulo de ancianos saludan a los hermanos no judos de Antioqua, Siria y Cilicia. 24 Nos hemos enterado de que algunos de entre nosotros los han inquietado y perturbado con sus palabras. No te nan mandato alguno nuestro. 25 Pero ahora, reunidos en asamblea, hemos decidido elegir algunos hombres y enviarlos a ustedes junto con los queridos hermanos Bernab y Pablo, 26 que han consagrado su vida al servicio de nuestro Seor Jesucristo. 27 Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, que les expondrn de viva voz todo el asunto. 28 Fue el parecer del Espritu Santo y el nuestro no imponerles ninguna otra carga fuera de las indispensables: ( 29 que no coman carne sacrificada a los dolos, ni sangre, ni carne de animales sin desangrar y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas.) Harn bien si se abstienen de esto, dejndose guiar por el Espritu Santo. Adis. 30 Despus de despedirse fueron a Antioqua, reunieron a la asamblea y entregaron la carta. 31 Cuando la leyeron, todos se alegraron con aquel mensaje de aliento. 32 Judas y Silas, que tambin eran profetas, dieron nimo y confortaron a los hermanos con un largo discurso. 33 Se quedaron all algn tiempo, y los hermanos los despidieron en paz para volver a la comunidad que los haba enviado. 34 Pero Silas prefiri quedarse con ellos y Judas volvi solo. 35 En cuanto a Pablo y Bernab, se detuvieron en Antioqua, enseando y anunciando con muchos otros la Palabra de Dios.

Segunda misin de Pablo36 Pero un da Pablo dijo a Bernab: Volvamos a visitar a los hermanos y veamos cmo estn en cada una de las ciudades donde hemos anunciado la Palabra del Seor. 37 Bernab quera llevar con ellos tambin a Juan, llamado Marcos, 38 pero Pablo consideraba que no deban llevar consigo a quien los haba abandonado en Panfilia, cuando deba haber compartido sus trabajos. 39 Se acaloraron tanto que acabaron por separarse el uno del otro. Bernab tom consigo a Marcos y se embarc rumbo a Chipre. 40 Pablo, por su parte, eligi a Silas. Los hermanos lo encomendaron a la gracia de Dios y parti. 41 Recorri Siria y Cilicia confirmando a las Iglesias y entregando las decisiones de los presbteros.

16 Pablo lleva a Timoteo consigo

1 Pablo se dirigi a Derbe y despus a Listra. Haba all un discpulo llamado Timoteo, hijo de una mujer juda que haba abrazado la fe, y de padre griego; 2 los hermanos de Listra e Iconio hablaban muy bien de l. 3 Pablo quiso llevarlo consigo y de partida lo circuncid, pensando en los ju dos que haba por aquellos lugares, pues todos saban que su padre era griego. 4 A su paso de ciudad en ciudad iban entregando las decisiones tomadas por los apstoles y presbteros en Jerusaln y exhortaban a que las observaran. 5 Estas Iglesias se iban fortaleciendo en la fe y reunan cada da ms gente. 6 Atravesaron Frigia y la regin de Galacia, pues el Espritu Santo no les dej que fueran a predicar la Palabra en Asia. 7 Estando cerca de Misia intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consinti el Espritu de Jess. 8 Atravesaron entonces Misia y bajaron a Trade. 9 Por la noche Pablo tuvo una visin. Ante l estaba de pie un macedonio que le suplicaba: Ven a Macedonia y aydanos. 10 Al despertar nos cont la visin y comprendimos que el Seor nos llamaba para evangelizar a Macedonia.

Pablo pasa a Europa11 Nos embarcamos en Trade y navegamos rumbo a la isla de Samotracia; al da siguiente salimos para Nepolis. 12 De all pasamos a Filipos, una de las principales ciudades del distrito de Macedonia, con derechos de colonia romana. Nos detuvimos all algunos das, 13 y el sbado salimos a las afueras de la ciudad, a orillas del ro, donde era de suponer que los judos se reunan para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que haban acudido. 14 Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de prpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Seor le abri el corazn para que aceptase las palabras de Pablo. 15 Recibi el bautismo junto con los de su familia, y luego nos suplic: Si ustedes piensan que mi fe en el Seor es sincera, vengan y qu dense en mi casa. Y nos oblig a aceptar.

Pablo y Silas en prisin16 Mientras bamos un da al lugar de oracin, sali a nuestro encuentro una muchacha esclava que estaba poseda por un espritu adivino. Adivinando la suerte produca mucha plata a sus amos. 17 Empez a seguirnos a nosotros y a Pablo gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altsimo y les anuncian el camino de la salvacin. 18 Esto se repiti durante varios das, hasta que Pablo se cans, Se volvi y dijo al espritu: En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella Y en ese mismo instante el espritu la dej. 19 Al ver sus amos que con ello se esfumaban tambin sus ganancias, tomaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza ante el tribunal. 20 Y los presentaron a los magistrados diciendo: Estos hombres son judos y estn alborotando nuestra ciudad; 21 predican unas costumbres que a nosotros, los romanos, no nos est permitido aceptar ni practicar. 22 La gente se les ech encima. Los oficiales mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear. 23 Despus de haberles dado muchos golpes, los echaron a la crcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado. 24 Este, al recibir dicha orden, los meti en el calabozo interior y les sujet los pies con cadenas al piso del calabozo.

Liberacin milagrosa25 Hacia media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los dems presos los escuchaban. 26 De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la crcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas. 27 Se despert el carcelero y vio todas las puertas de la crcel abiertas. Creyendo que los presos se haban escapado, sac la espada para matarse, 28 pero Pablo le grit: No te hagas dao, que estamos todos aqu. 29 El hombre pidi una luz, entr de un salto y, despus de encerrar bien a los dems presos, se arroj temblando a los pies de Pablo y Silas. 30 Despus los sac fuera y les pregunt: Seores, qu debo hacer para salvarme? 31 Le respondieron: Ten fe en el Seor Jess y te salvars t y tu familia. 32 Le anunciaron la Palabra del Seor a l y a todos los de su casa. 33 El carcelero, sin ms demora, les lav las heridas y se bautiz con toda su familia a aquella hora de la noche. 34 Los haba llevado a su casa; all prepar la mesa e hicieron fiesta con todos los suyos por haber credo en Dios. 35 Por la maana los magistrados enviaron a unos oficiales con esta orden: Deja en libertad a esos hombres. 36 El carcelero se lo comunic a Pablo y Silas, diciendo: Los magistrados han dado orden de dejarlos en libertad. Salgan, pues, y marchen en paz. 37 Pero Pablo le contest: A nosotros, ciudadanos romanos, nos han azotado pblicamente y nos han metido en la crcel sin juzgarnos, y ahora quieren echarnos fuera a escondidas? Eso no. Que vengan ellos a sacarnos. 38 Los oficiales transmitieron esto a los magistrados, que se llenaron de miedo al escuchar que eran ciudadanos romanos. 39 Fueron a la prisin acompaados por un grupo de amigos de Pablo y les pidieron que se marcharan, dicindoles: Cmo bamos a pensar que ustedes fueran muy buena gente! Y cuando Pablo y Silas estaban para irse, les rogaron: Ahora que se van libres, por favor, no nos creen problemas por haberles hablado duramente. 40 Apenas dejaron la crcel fueron a casa de Lidia. All se encontraron con los hermanos, a los que dieron nimo antes de marcharse.

17 Dificultades en Tesalnica

1 Pablo y Silas atravesaron Anfpolis y Apolonia, y llegaron a Tesalnica, donde los ju dos tenan una sinagoga. 2 Pablo, segn su costumbre, fue a visitarlos y por tres sbados discuti con ellos, basndose en las Escrituras. 3 Las interpretaba y les demostraba que el Mesas deba padecer y resucitar de entre los muertos. Y les deca: Este Mesas es precisamente el Jess que yo les anuncio. 4 Hubo algunos que se convencieron y formaron un grupo en torno a Pablo y Silas. Lo mismo hicieron un buen nmero de griegos, de los que temen a Dios, y no pocas mujeres de la alta sociedad. 5 Los judos no se quedaron pasivos: reunieron a unos cuantos vagos y maleantes, armaron un motn y alborotaron la ciudad. Hicieron una demostracin frente a la casa de Jasn, pues queran a Pablo y Silas para llevarlos ante la asamblea del pueblo. 6 Pero al no encontrarlos all, arrastraron a Jasn y a otros creyentes ante los magistrados de la ciudad, gritando: Esos hombres que han revolucionado todo el mundo han llegado tambin hasta aqu 7 y Jasn los ha hospedado en su casa. Todos ellos objetan los decretos del Csar, pues afirman que hay otro rey, Jess. 8 Lograron impresionar al pueblo y a los magistrados que los oan, 9 los cuales exigieron una fianza a Jasn y a los dems hermanos antes de dejarlos en libertad. 10 Aquella misma noche los hermanos enviaron a Pablo y Silas a la ciudad de Berea. Al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judos. 11 Estos eran mejores que los de Tesalnica, y recibieron el mensaje con mucha disponibilidad. Diariamente examinaban las Escrituras para comprobar si las cosas eran as. 12 Un buen nmero de ellos abraz la fe y, de entre los griegos, algunas mujeres distinguidas y tambin bastantes hombres. 13 Pero cuando los judos de Tesalnica se enteraron de que Pablo estaba predicando la Palabra de Dios en Berea, fueron tambin all para agitar al pueblo y crear disturbios. 14 Inmediatamente los hermanos hicieron salir a Pablo hacia la costa, mientras Silas y Timoteo se quedaban en Berea. 15 Los que acompaaban a Pablo lo llevaron a Atenas, y despus regresaron a Berea con instrucciones para Timoteo y Silas de que fueran a reunirse con l lo antes posible. Pablo en Atenas16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espritu herva viendo la ciudad plagada de dolos. 17 Empez a tener contactos en la sinagoga con judos y con griegos que teman a Dios, hablando tambin con los que diariamente se encontraban en las plazas de la ciudad. 18 Algunos filsofos epicreos y estoicos entablaron conversacin con l. Unos preguntaban: Qu querr decir este charlatn?, mientras otros comentaban: Parece ser un predicador de dioses extranjeros. Porque le oan hablar de Jess y de la resurreccin. 19 Lo tomaron, lo llevaron con ellos a la sala del Arepago y le preguntaron: Podemos saber cul es esa nueva doctrina que enseas? 20 Nos zumban los odos con esas cosas tan raras que nos cuentas, y nos gustara saber de qu se trata. 21 Se sabe que para todos los atenienses y los extranjeros que viven all no hay mejor pasatiempo que contar o escuchar las ltimas novedades. 22 Entonces Pablo se puso de pie en medio del Arepago, y les dijo: Ciudadanos de Atenas, veo que son personas sumamente religiosas. 23 Mientras recorra la ciudad contemplando sus monumentos sagrados, he encontrado un altar con esta inscripcin: Al Dios desconocido. Pues bien, lo que ustedes adoran sin conocer, es lo que yo vengo a anunciarles. 24 El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en l no vive en santuarios fabricados por humanos, pues es Seor del Cielo y de la tierra, 25 y tampoco necesita ser servido por manos humanas, pues qu le hace falta al que da a todos la vida, el aliento y todo lo dems? 26 Habiendo sacado de un solo tronco toda la raza humana, quiso que se estableciera sobre toda la faz de la tierra, y fij para cada pueblo cierto lugar y cierto momento de la historia. 27 Haban de buscar por s mismos a Dios, aunque fuera a tientas: tal vez lo encontraran. 28 En realidad no est lejos de cada uno de nosotros, pues en l vivimos, nos movemos y existimos, como dijeron algunos poetas suyos: Somos tambin del linaje de Dios. 29 Si de verdad somos del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a las creaciones del arte y de la fantasa humanas, ya sean de oro, plata o piedra. 30 Ahora precisamente Dios quiere superar esos tiempos de ignorancia, y pide a todos los hombres de todo el mundo un cambio total. 31 Tiene ya fijado un da en que juzgar a todo el mundo con justicia, valindose de un hombre que ha designado, y al que todos pueden creer, pues l lo ha resucitado de entre los muertos. 32 Cuando oyeron hablar de resurreccin de los muertos, unos empezaron a burlarse de Pablo, y otros le decan: Sobre esto te escucharemos en otra ocasin. 33 As fue como Pablo sali de entre ellos. 34 Algunos hombres, sin embargo, se unieron a l y abrazaron la fe, entre ellos Dionisio, miembro del Arepago, una mujer llamada Dmaris y algunos otros.

18 Pablo en Corinto

1 Tiempo despus Pablo dej Atenas y se fue a Corinto. 2 All se encontr con un judo llamado Aquila, natural del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila, a consecuencia de un decreto del emperador Claudio; porque todos los judos haban recibido la orden de abandonar Roma. Pablo se acerc a ellos, 3 pues eran del mismo oficio y se dedicaban a fabricar tiendas. Y se qued a vi vir y a trabajar con ellos. 4 Todos los sbados Pablo entablaba discusiones en la sinagoga, tratando de convencer tanto a los ju dos como a los griegos. 5 Al llegar de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedic por entero a la Palabra, y aseguraba a los judos que Jess era el Mesas. 6 Como se oponan y le respondan con insultos, se sacudi el polvo de sus vestidos mientras les deca: Nada tengo ya que ver con lo que les suceda; ustedes son los nicos responsables. En adelante me dirigir a los paganos. 7 Pablo cambi de lugar y se fue a la casa de un tal Tito Justo, de los que temen a Dios, que estaba pegada a la sinagoga. 8 Crispo, uno de los dirigentes de la sinagoga, crey en el Seor con toda su familia; y de los corintios que escuchaban a Pablo, muchos crean y se hacan bautizar. 9 Una noche el Seor le dijo a Pablo en una visin: No tengas miedo, sigue hablando y no calles, 10 pues en esta ciudad me he reservado un pueblo numeroso. Yo estoy contigo y nadie podr hacerte dao. 11 Pablo sigui enseando entre ellos la Palabra de Dios, y permaneci all un ao y seis meses. 12 Siendo Galin gobernador de Acaya, los judos acordaron unnimemente hacer una manifestacin contra Pablo; lo llevaron ante el tribunal y lo acusaron: 13 Este hombre incita a la gente a que adoren a Dios de una manera que prohbe nuestra Ley. 14 Pablo iba a contestar, cuando Galin dijo a los judos: Judos, si se tratara de una injusticia o de algn crimen, sera correcto que yo los escuchara. 15 Pero como se trata de discusiones sobre mensajes, poderes superiores y sobre su Ley, arrglense entre ustedes mismos. Yo no quiero ser juez de tales asuntos. 16 Y los ech del tribunal. 17 Entonces toda la chusma agarr a Sstenes, que era un dirigente de la sinagoga, y empezaron a golpearlo delante del tribunal, pero Galin no se preocup de ello. 18 Pablo se qued en Corinto todava algn tiempo. Despus se despidi de los hermanos y se embarc para Siria, acompaado por Priscila y Aquila. Haba hecho un voto, y solamente en el puerto de Cencreas se cort el pelo. 19 As fue como llegaron a Efeso, y all dej que ellos se fueran. Pablo entr en la sinagoga y empez a discutir con los judos. 20 Le rogaban que se quedara en Efeso por ms tiempo, pero Pablo no acept, 21 y se despidi de ellos con estas palabras: Si Dios quiere, volver de nuevo por aqu. Y se fue de Efeso por mar. 22 Desembarc en Cesarea. Subi a saludar a aquella Iglesia y despus baj a Antioqua. 23 Permaneci all por algn tiempo, y luego se fue a recorrer, una ciudad tras otra, las regiones de Galacia y Frigia fortaleciendo a los discpulos. 24 Un judo llamado Apolo, natural de Alejandra, haba llegado a Efeso. Era un orador elocuente y muy entendido en las Escrituras. 25 Le haban enseado algo del camino del Seor, y hablaba con mucho entusiasmo. Enseaba en forma acertada lo referente a Jess, aunque slo se haba quedado con el bautismo de Juan. 26 Hablaba, pues, con mucha conviccin en la sinagoga. Al orlo Aquila y Priscila, lo llevaron consigo y le expusieron con mayor precisin el camino. 27 Como pensaba pasar por Acaya, los hermanos lo alentaron y escribieron a los discpulos para que lo recibieran. De hecho, cuando lleg, ayud muchsimo a los que la gracia de Dios haba lle