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Nº20 Año 10 Marzo 2018 Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

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Nº20Año 1

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Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Sumario

Portada Hna. Briseidy Stephany Jiménez Pilier, ctsj (República Dominicana) 1

Editorial 3

Pizarra Artística Convivir Hna. Claudia Figueroa Obando, ctsj (Chile) 4

Las Fundadoras Hoy La vida vocacionada de Teresa Guasch Hna. Rosa Nelly Pérez Hernández, ctsj (México) 5

Hemos Visto y oído ¿De qué sirve la vida si no es para darla? ¡Tú, Sígueme! Hna. Milka Ironelis Bautista Alcántara, ctsj (República Dominicana) 7

Al habla con... La Hna. Dioselina Tabares Suaza Hna. Judith Blanco Rodríguez, ctsj (España) 9

Clamor de vida para la misión Como las ondas del agua. Cultura vocacional Hna. María Lourdes Marco Playá, ctsj (España) 12

Desde Nuestro Derecho Vocación específica de las Carmelitas Teresas de San José Hna. María Soledad Martín Martín, ctsj (España) 14

Mirando Nuestro Mundo A ti joven, te digo, levántate toma tu camilla y echa a andar. Mc. 5, 41. Hna. Carmen Luisa Jiménez, ctsj (Cuba) 16

Al aire de los místicos El desarrollo de una vocación, Sor Isabel de la Trinidad Hna. Lisdey Marcela Sierra Cárdenas, ctsj (Colombia) 18

Ecos de la Iglesia “HAGAN LÍO” Papa Francisco Hna. María Ángeles Domínguez Carrera, ctsj (España) 20

Punto de vista Y tú, ¿qué piensas? Hna. Mercedes Trigo Prunera, ctsj (España) 22

Lee, ríe, juega Puede interesarte 25

Humor Hna. Alma Lidia Rodríguez Zorrilla, ctsj (Costa de Marfil) 26

Pasatiempo Hna. Dania Margarita Rodríguez Zorrilla, ctsj (Rep. Dominicana) 27

Revista: CarmelitasTsj Año 10 Número 20 Marzo 2018Edita: UndanetDiseño y maquetación: Desiderio Guerra© Hermanas Carmelitas Teresas de San José

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Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Editorial

La cultura vocacional es un tema que ha sido tra-tado en diversos foros sobre la pastoral voca-

cional y que en las realidades de la vida religiosa aún no acaba de encajar. El ámbito de la pastoral vocacional se ha visto influido por las diversas concepciones vo-cacionales en los distintos conti-nentes, lo que hace más difícil la universalización en el tratamien-to de ésta.

La historia nos ha dejado ver que en algunos momentos los pasto-ralistas han trabajado la pastoral vocacional independiente de la pastoral en su conjunto y en otras ocasiones se ha definido la pastoral vocacional dentro del contexto de un proceso que atraviesa el desarrollo de la fe durante toda la vida.

Las dinámicas y comprensiones de la pastoral vocacional, en algunas ocasiones, están más sujetas a las diversas mentalida-des y objetivos eclesiales que se desean impulsar, que al verda-dero y profundo sentido de un proceso que encamine la vida de un ser humano hacia la rea-lización plena de su vocación según el plan salvífico de Dios.

¿Cómo generar una cultu-ra vocacional en medio de la diversidad cultural que la pos-modernidad y la globalización han traído al mundo?

Pareciera que la cuestión está en optar por las pequeñas célu-las de la sociedad en la que nos encontramos y en actuar como levadura dentro de la masa con

la certeza de que es en Cristo, por él y con él, configurando nuestros sentimientos y afectos a su modo de vivir, como nues-tra mentalidad y cordialidad se imbuyen del modo de ser de Dios.

Si le damos un vistazo a la his-toria de salvación nos es fácil darnos cuenta de que el pe-queño resto, los anawim del pueblo de Dios, con la ayuda de los profetas fue encontrando el sentido de su historia, vincula-do a la experiencia de tener a Dios como Señor. Este camino no fue fácil y en muchos mo-mentos tomaron caminos que los alejaron del horizonte vital.

La vida religiosa nació en la Iglesia como profecía para el mundo de un modo de vida conducida por Dios, en el se-guimiento de Jesús, que optó por desprenderse de todo aque-llo que le impidiera la libertad de secundar la construcción de un mundo cargado de humani-dad, bajo la comprensión de la fraternidad y el cuidado de la creación. Hoy por hoy continúa siendo un estilo de vida que no encaja con los modos de hacer cultura y sociedad. Aun cuando la vida religiosa tiene en sus ma-nos la posibilidad de globalizar los valores del evangelio y hacer brotar las semillas de esperanza, solidaridad, amor, paz y liber-tad, entre otras, se ha dejado envolver por la inmediatez, el cumplimiento con los estánda-res de calidad, la competencia laboral, las optimizaciones de ofertas y nos hemos puesto a la tarea de ser efectivos echando

en el olvido que la política que la hace ser signo profético s ac-tuar en consecuencia con quien centra su pensar, actuar y sen-tir que es Jesucristo y la opción por sus preferidos.

Crear mentalidad filial, frater-na, inclusiva, solidaria, educar las emociones y los sentimientos y generar valores de humaniza-ción requiere de una apuesta por la configuración de la fa-milia según Dios, de una ética cristiana en las relaciones y de una defensa clara de la vida.

Nos encontramos ante reali-dades impulsadas por políticas que, con el pretexto de favorecer el desarrollo de la personalidad y libertad de los individuos, promueven leyes demoledoras del cuidado y promoción del ser humano y del ecosistema. Y, por otra parte, los avances científicos aún teniendo las re-gulaciones que se requieren van haciendo mella en la concep-tualización de la persona como una cosa que puede ser modifi-cable al gusto del consumidor.

La propuesta de generar una nueva cultura según el Espíri-tu de Jesús en el mundo es un desafío que implica, de manera especial, en los religiosos y re-ligiosas del mundo reafirmar la opción por acciones evangeli-zadoras y misioneras según los procesos de la semilla de mosta-za, el grano de trigo, la levadura, el reino de Dios, asumiendo las consecuencias vitales que trae ser testigos y testimonio de un modo concreto de pensar, sen-tir, y actuar: el de Jesús.

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

4 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Pizarra artísticaConvivir

Hna. Claudia Figueroa Obando, ctsj

5Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

La vida vocacionada de Teresa GuaschHna. Rosa Nelly Pérez Hernández, ctsj

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Dilucidar a Teresa como una mujer vocacionada es fas-cinante, en ella en-

contramos un paradigma para acercarnos al concepto de vo-cación dentro de esta nueva perspectiva de la “cultura vo-cacional” que nos urge a revi-sar, y si es necesario convertir, nuestra mentalidad (teología), sensibilidad (teofanía) y pra-xis (teopatía) para entendernos como personas vocacionadas.

1La vocación punto de en-cuentro entre Dios y el

hombre

La palabra vocación deriva del latín vocare, que significa “lla-mar”, es éste un concepto bien conocido que ya no nos causa sorpresa ni admiración, sin em-bargo, la vocación es el punto de encuentro entre Dios y el hombre, por lo tanto, es una realidad dinámica, viva, nunca terminada, nunca previsible, siempre abierta a la novedad de dos libertades que salen a encuentro la una de la otra en el máximo respeto de acogida dando como resultado una nue-va identidad. Este es el riego que corre todo aquel que se atreve a vivir con hondura su vida como lo hizo Teresa Guasch.

2Una nueva mentalidad, nueva espiritualidad, nue-

va praxis

Para vivir como una mujer vocacionada Teresa Guasch debió haber vivido un proce-so de conversión a tres niveles: mentalidad, sensibilidad o espiri-tualidad y praxis, que se dibujan perfectamente en su vida y obra.

•Por mentalidad entendemos la Teo-logía, es decir, esas convic-ciones intelectuales o principios que Teresa tenía sobre Dios. Situada en el horizonte de la cultura vocacional, la teología nos introduce en el misterio del Dios Amor que revela, comuni-ca y transmite una identidad en el don del llamamiento como invitación a vivir esa misma identidad. En otras palabras, Dios llama porque ama, lla-ma amando y, llamando, ama. Así, la vocación es revelación del amor de Dios, de donde se deduce que no hay vocación sin Dios y sin amor y que sólo a partir de ese Dios que ama y llama se puede dar lo que sólo Él da: Amor.

La vocación es, pues, una invi-tación a expresar el ser de Dios en su hacer salvífico.

El Dios revelado en las Sagradas Escrituras es el que “eternamen-te llama” (Jr. 1,5). “Creemos en un Dios que llama en un movi-miento inherente a su identidad de Dios Amor, manifestada en el Verbo y su accionar. La vocación es entonces una mani-festación de la identidad divina, una teofanía, y una invitación a vivirla en Jesucristo; una re-velación de Dios que ha de ser respetada, valorada y acogida, a través de una palabra teoló-gica que proviene de Él, como llamamiento, y de una palabra antropológica que depende del hombre, como respuesta. Es el diálogo entre las libertades del Creador y la creatura”1.

En Teresa Guasch la palabra teológica que se le dirige es: Jesucristo y la palabra antro-pológica es: su respuesta en esa nueva identidad que viene configurada por la experien-cia del Espíritu, como señalan las Constituciones: “Nuestro carisma en la Iglesia es una experiencia del Espíritu Santo [… la cual] consiste en una real configuración con Cristo en el misterio de su infancia espiri-tual y de su anonadamiento”2.

• Por espiritualidad o sensibi-lidad entendemos Teo-fanía,

Las Fundadoras Hoy

1 CENCINI AMEDEO, Teología de las Vocaciones. En el II Congreso Continental Latinoamericano de Vocaciones, Costa

Rica, 2 de febrero, 2011.2 C.3

6 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacionalLas Fundadoras Hoy

La vida vocacionada de Teresa GuaschHna. Rosa Nelly Pérez Hernández, ctsj

es decir, la forma en la que Dios se revela y el hombre hace una experiencia de él. La teofanía desencadena un proceso vi-tal que afecta los dinamismos personales de la fe de aquel que es llamado y que respon-de. “Ya que la sensibilidad es asumida como el conjunto de motivaciones que dan significa-do e impulso a la realización de la persona humana en relación con Dios, con los hermanos y con la creación; es el paso de la teo-logía, a la experiencia personal, individualizadora, al ejercicio de apropiación que de ella hace el que es llamado”3 Esta espiritualidad o sensibili-dad en Teresa Guasch, se hace vida en la apropiación de dos vertientes que le van configu-rando con el Hijo: Se vive, se relaciona con Dios como hija, hija amada, esa sensibilidad la arroja sin más a vivir a la con-fianza filial sin límites porque Dios tiene ante ella un rostro muy concreto, es Abbá (Lc. 11,2) lleno de misericordia y ternura como se lo manifiesta Jesús el Hijo (Lc. 15), no pue-de ser de otra manera, ella así lo vive y lo experimenta y en segundo lugar, su Dios se hace pequeño, sencillo, se despoja de su categoría de Dios en Je-sús(Lc. 2,6-7; Fil. 2, 6-11); ese abajamiento de Dios marca su espiritualidad, ese total despojo de Dios, es captado por Teresa Guasch como humildad, cerca-nía, proximidad. Dios camina con el ser humano, se abaja, asumiendo su humanidad des-

de dentro, porque nada de lo humano le es ajeno.

• Finalmente, el cambio de mentalidad y sensibilidad necesariamente conlleva un cambio en la praxis, eso es la Teo-patía, es decir las convic-ciones (mentalidad-Teología) asumidas y vividas como mo-tivaciones, (sensibilidad o espiritualidad-teofanía) han de llevar conducir a la perso-na a un estilo de vida nuevo. Pues la vocación, en todas sus fases, desde la búsqueda a la elección final, es siempre un acontecimiento de maduración humana. Hay que reconocer el amor recibido y madurar la sensibilidad para descubrir que es totalmente lógico y natural donarse y donar la propia vida a los demás, ya que la vida es un bien recibido que por su propia naturaleza tiende a convertirse en bien donado. Es pues nece-sario pasar de la teología y de la teofanía a la teopatía, a la máxima expresión de la expe-riencia de Dios (activa y pasiva) en tres sentidos:

- Como un “sufrir a Dios”, o sus provocaciones y sus silencios. - Como un sufrir “como Dios”, sufrir como Él sufre. - Como un sufrir “en y para aquellos en los cuales Dios sigue sufriendo” hoy todavía.

Esto lo entendió y lo vivió Te-resa Guasch perfectamente, su estilo de vida y su vida entre-gada no podría seguir ya otro

derrotero más que el del Maes-tro, su opción preferencial4 por los que sufren, por los últimos y los pequeños fue tan sólo la expresión de la madurez que había alcanzado su vocación, esas frases que conservamos como legado suyo: “Todo por amor”, “la sencillez sea vues-tro distintivo”, “el bien siempre bien” y otras más, no son en Te-resa meras ideas, sino un estilo de vida que se había fraguado en el silencio y la contemplación de Aquel que la había llamado y llamándola la había configu-rado consigo en el Amor. La ternura y la misericordia ca-racterísticos del modo de ser de Teresa Guasch no son sino experiencia, camino que ella antes había recorrido en el co-razón de Dios desde su propia y peculiar historia personal que después se convierte en praxis liberadora para las huérfanas y mujeres de su tiempo.

3 Cfr. Op. Cit. CENCINI AMEDEO, Teología de las Vocaciones 4 Cfr. C. 5

7Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Hna. Milka Ironelis Bautista Alcántara, ctsj

¿De qué sirve la vida si no es para darla? ¡Tú, Sígueme!

Hemos visto y oído

La siguiente reflexión, hace énfasis en la en-trega desde la vida con-sagrada, no obstante,

es ajustable a cualquier otra opción de vida cristiana que desee darle un sentido pleno a su existencia desde la entrega incondicional.

Enfocaré esta reflexión a la luz del seguimiento de Jesús, des-de la perspectiva de que “para Dios todo es posible”. Lc 1, 37

¿De qué sirve la vida si no es para entregarla? Esta es una frase que podría sonar poética, que hace palpitar el corazón, es agradable al oído, de hecho, es muy usada para la promoción vocacional; pero en la práctica, en la vivencia diaria, sabemos que esto supone un gran reto, un gran desafío, implica un proyecto que ha de conjugar-se con la coherencia de vida y la fidelidad a ese proyecto; en el caso nuestro como mujeres consagradas, fidelidad al llama-do de Dios. Fidelidad que no es fácil, pero sí posible.

Es viable asumir el sentido de la vida desde la entrega, y así lo vi-ven muchos hermanos nuestros asimilándolo como un valor humano sin compromiso con el elemento de la fe. Pero los cris-tianos, más aún nosotras como consagradas, al optar por dar la vida, lo hacemos comprometi-das con nuestro ser y hacer para

expresar, comunicar, proyectar a la persona de Jesús, quien se entregó con y por amor.

Y el gran desafío de esta en-trega exige hasta el perfecto holocausto, hasta las últimas consecuencias, hasta ofrecer el último aliento, en entera fideli-dad, como Jesús.

¿Pero para ti, para mí, consti-tuidas de carne humana, frágil, débil, será posible? Nos dice la Palabra que “para Dios todo es posible”. Por tanto, es po-sible independientemente de mi naturaleza humana, porque esa disposición, ese deseo de darme, es iniciativa divina, es Dios quien pone en el corazón

8 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

humano la tendencia al bien, es Dios quien llama, capacita, acompaña, anima.

Aunque hemos de entender que ese acondicionamiento que nos viene como don de Dios no es una acción mágica, más bien, para que el sentido de la vida se exprese desde la entrega, supone respuesta desde unas actitudes o elementos esenciales:

• El elemento de la fe: creer que es Dios quien, habiéndome regalado la vida, me pide do-narla, entregarla, compartirla.

• La oración: así como para crecer y mantener la salud, la vida, necesito del alimento material, de igual modo ne-cesito el alimento espiritual, que nutra y fortalezca mi op-ción de vida. Una consagrada para tener firme sus signos vi-tales en la opción por Jesús, requiere cultivar el silencio, la oración, la contemplación, alimentarse de la Eucaristía, en definitiva, “gastar” muchas horas con el Amado.

• Reconocer a la comunidad como expresión de comunión, de compartir la vida y la mi-sión.

• Desarrollar entrañas de mi-sericordia, dejándose tocar, sensibilizar por la deshuma-nizante realidad que viven tantos hermanos nuestros.

• La vivencia de la misión en ca-lidad de enviada a comunicar a la persona de Jesús en nombre

de la comunidad, realizando dicha misión con verdadera entrega, con disponibilidad, alegría y desde los valores pro-pios, en nuestro caso, de una Carmelita Teresa de San José, y con sentido profético.

• Una marcada identificación con su familia religiosa, que sienta tener una identidad propia que le da referencia, que experimenta el sentido de pertenencia.

• Acogerse a la poderosa in-tercesión de nuestra Madre María como modelo de vida consagrada y mediadora por excelencia ante su Hijo Jesús.

Una consagrada que asuma su entrega desde estas dimensio-nes, su vida se traducirá en:

• Disponibilidad: en su tarea diaria y en la apertura a los cambios internos y externos, geográficos, comunitarios, institucionales…

• Dinamismo: la rutina no tendrá espacio en su vida, encontrará caminos para la creatividad, para ponerle no-vedad a la cotidianidad.

• Acoger a la comunidad como lugar de amor y de perdón.

• Superar la perseverancia, alcanzando la gracia de la fi-delidad.

• Asumir la pobreza como una riqueza, al descubrir a Dios como su gran tesoro.

• Signo de paz y capacidad de transmitirla y contagiarla.

• Reconocer sus límites para enfrentarlos y superarlos.

• No caminar sola, buscando el acompañamiento para vivir en constante discernimiento.

• Formación y actualización, porque está siempre en ca-mino, por reconocer que su proceso de crecimiento nunca termina.

• Dejar transparentar a Dios, se convierte en una necesidad.

Nos dice nuestro Derecho: “Nuestro carisma nos llama a la perfección de la caridad hasta el perfecto holocausto, mediante el ejercicio de las obras de mi-sericordia, principalmente con los más pobres… nos sentimos muy dichosas de servir a Jesús en ellos”. C 75

Todo esto es una exigencia, un reto a vivir con realismo, con coherencia y radicalidad nues-tro ser de consagradas. Nuestras venerables Madres Teresa Toda y Teresa Guasch, son un estímu-lo, una garantía de que: “Para Dios nada es imposible”.

Y si Dios nos dio la vida en en-tera gratuidad, ¿De qué sirve la vida si no es para darla?

El darse como Jesús, nunca pasa-rá de moda.

Hemos visto y oído

¿De qué sirve la vida si no es para darla? ¡Tú, Sígueme!Hna. Milka Ironelis Bautista Alcántara, ctsj

9Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Al habla con..La Hna. Dioselina Tabares Suaza

Hna. Judith Blanco Rodríguez, ctsj

Nació el 2 de noviem-bre de 1972 en Mede-llín. Fue consagrada el 8 de septiembre

de 2001. En su vida ha vivido en lugares tan diversos como: Son-són, Medellín, México, Bogotá, Cúcuta y seis meses en España. Se ha dedicado a: la docencia, a misiones, a la pastoral, al acom-pañamiento vocacional y a la formación. • Un color: Azul.• Una película: El Guerrero pacifico. • Una flor: La margarita.• Una cita bíblica: “Rema mar adentro y echa las redes para pescar… En tu nombre, Señor, echaré las redes” Lc 5, 4-5.• Un sueño: Sueño con la liber-tad, la justicia y la igualdad entre los hombres.• Un paisaje: El atardecer.• Una comida: Bandeja paisa. • Una obra de misericordia: Dar de comer al hambriento. Enseñar al que no sabe.• Una preocupación: Nues-tros niños y jóvenes se están perdiendo en la droga. Los

habitantes de la calle y los migrantes necesitan atención, las familias disfuncionales au-mentan.

El título de esta revista… Hemos recibido la vida para en-tregarla ¿cómo te resuena? ¿qué imágenes te vienen? ¿qué emo-ciones? ¿qué pensamientos?

Lo que resuena es la experiencia de donación, de generosidad, de hospitalidad, de apertura y cercanía de muchos hombres y mujeres que se entregan sin esperar nada a cambio. Hom-bres y mujeres que son capaces de salir de su comodidad para acoger a los más necesitados. Hemos recibido la vida para entregarla como Jesús, por Je-sús, en Jesús y con Jesús. El más grande referente para mí es Je-sús y quizás por eso me viene la imagen del Amigo que es capaz de dar la vida por amor y la del pastor que cuida a sus ovejas porque las ama y las conoce. Ambos textos del Evangelio de San Juan y Jesús mismo se presenta como Amigo y Pastor y nos dice: “Nadie tiene amor más grande que el aquel que da la vida por sus amigos” Jn 15,13. “Yo he venido para que

tengan vida y vida en abundan-cia” Jn 10,10. Las emociones son de alegría y profunda gra-titud, de confianza y de deseos profundos de vivir en Jesús y de su mano entregar también mi vida; también hay tristeza, dolor en el corazón y algunas veces impotencia ante tanta in-justicia, desigualdad y desamor.

Entre mis pensamientos está pre-sente la esperanza, como dice el Papa Francisco. No nos dejemos robar la esperanza, y realmente la necesitamos para poder entre-gar la vida en Jesús, allí donde somos enviados por Él. Hemos recibido la vida para entregarla con amor y esperanza.

¿En qué pasaje de la vida de Jesús reconoces con más fuerza y claridad su vivencia vocacional de haber recibido para entre-gar: ¿en una parábola, en algún acontecimiento de su vida, en al-guna de sus palabras?

Quiero una vez más resaltar el pasaje bíblico del Buen Pastor, destacando algunas caracterís-ticas que para mí son claves en la vivencia vocacional, porque estas acciones del Pastor son de ternura, amor, cercanía y so-bre todo de humanidad. Esto, para mí, es un llamado que el mismo Dios me hace a recibir la vida para entregarla. Os in-vito a contemplar la figura del Pastor: llama a cada una de sus ovejas por su nombre, ellas lo escuchan y conocen su voz, Él va delante de ellas y lo siguen.

10 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacionalAl habla con ...

La Hna. Hna. Dioselina Tabares SuazaHna. Judith Blanco Rodríguez, ctsj

Él da la vida por sus ovejas, las conoce y ellas lo conocen a él. Las otras ovejas que nos son de este redil las guiará y hará un solo rebaño. Es el Pastor que no excluye y que se preo-cupa por todos. Nadie le quita la vida, Él mismo la da volun-tariamente por amor, no deja perder a ninguna que el Padre le ha confiado. Esto es recibir la vida para entregarla y es toda una vivencia vocacional que da sentido pleno a quienes nos arriesgamos a seguir a Jesús.

En el Antiguo Testamento hay muchos personajes que viven la vocación con mucho entusias-mo, no sin falto de dificultades personales y ambientales. ¿Cuál crees tú que hoy tiene más ac-tualidad entre los jóvenes?

Dentro de las vocaciones bíbli-cas del Antiguo Testamento, me llama la atención la vocación de Samuel y creo que puede ser muy actual en la realidad que vivimos. Hoy nuestros jóve-nes, aun no conocen la voz de Dios, la confunden entre tantas voces que escuchan y por eso buscan responder aquella que siempre han escuchado, algu-nos jóvenes están confundidos en medio de la noche que viven, ellos necesitan ser ejercitados en la escucha atenta. Y cuan-do tienen la oportunidad de encontrarse con personas que les ayuden a discernir y que les orienten en esta escucha atenta de la Palabra de Dios, ellos van respondiendo a esa llamada ge-nerosamente. Es una llamada que les transforma internamen-te y por eso son capaces de salir de sus propios intereses para anunciar el mensaje de Dios;

cuando se entusiasman, son ca-paces de conocer la voz de Dios que los llama y entregan su vida con generosidad como el joven Samuel, siendo capaces de decir “Habla Señor, que tu siervo es-cucha” (1Sam 3,10).

En un congreso sobre cul-tura vocacional, el Papa Francisco  afirmó la necesidad de volver a llevar a las comu-nidades cristianas una “nueva cultura vocacional”, que sepa contar la belleza de estar ena-morados de Dios. Pide que esta nueva cultura vocacional sea “capaz de leer con coraje la realidad tal como es, con sus fatigas y resistencias”, recono-ciendo, sin embargo, los signos de belleza del corazón humano. ¿Qué tres características pien-sas que podría tener esa nueva cultura vocacional?

• Según lo que afirma el Papa Francisco resalto tres:

• Acoger la belleza del corazón humano.

• Estar enamorados de Dios en-carnado en nuestro mundo.

• Enfrentar la realidad con co-raje y confianza en Dios.

El próximo sínodo de obispos versará sobre Jóvenes, fe y dis-cernimiento vocacional, ¿cómo estamos trabajando la atención al discernimiento dentro de la iglesia? ¿y en nuestra Congre-gación?

A nivel de Iglesia creo que se le está haciendo énfasis en los gru-pos juveniles y de catequistas. Y también a nivel Congregacio-nal en nuestros colegios se está hablando, motivando e instru-yendo sobre este sínodo tan

importante donde los jóvenes puedan expresar sus sueños.

«La guarda del corazón, el examen de sí mismo y el discernimiento, son las tres virtudes que guían al alma», Sen-tencia de los Padres del desierto. ¿Podrías hacer un comentario a esta afirmación como Carmelita Teresa de San José?

Estas virtudes que guían el alma según los Padres de desierto pueden ayudarnos a nosotras Carmelitas Teresas de San José a cultivar nuestra vida interior y a estar atentas a las mociones del Espíritu Santo. La guarda del corazón nos impulsa a es-tar en vela, con la actitud del centinela en medio de la noche que vivimos y en la que muchas veces nos quedamos estancadas o en largas esperas de un nuevo amanecer. El examen de sí mis-mo nos permite reconocernos frágiles, vulnerables y necesi-tadas de Dios, pero al mismo tiempo nos permite acoger la misericordia y vivir en camino de conversión. Y el discerni-miento es vital en nuestra vida consagrada, saber discernir es saber acoger la voluntad de Dios.

De las siguientes imágenes, ¿cuál elegirías para invitar a otros a seguir a Jesús y por qué?

11Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional Al habla con ...

La Hna. Hna. Dioselina Tabares SuazaHna. Judith Blanco Rodríguez, ctsj

Es curioso, pero me llama la atención, donde está el hom-bre construyendo con rocas y con un tronco. Creo que esta imagen puede ayudar a otros a seguir a Jesús, porque la llama-da de Dios se da en la diversidad de cada ser humano y Él se vale de nuestras diferencias para construir su obra, el llamado de

Dios es único y personal como lo son cada una de las rocas y del tronco, Él con sus propias manos nos sostiene. La voca-ción necesita de firmeza, solidez y sobre todo de Dios que la sostenga donde nos apoyemos unos a otros, Él cuenta con lo que somos para construir co-munidad.

¿En qué crees que ha cambiado la forma de entender y de vivir la cultura vocacional para las religiosas y religiosos?

Detrás de cada vocación hay un cristiano comprometido que quiere seguir a Cristo desde un estilo de vida concreto. Para los religiosos la cultura vocacional podría entenderse que ha cam-biado en su forma, pero no en su esencia. La esencia como tal, permanece: evangelizar, anun-ciar a Jesús, hacer presente los valores del Reino de Dios en cualquier lugar donde estemos, acogiendo la belleza del cora-zón humano, compartiendo la fe y enfrentado la adversidad con valentía y coraje. La cultu-ra vocacional nos permite una apertura a la vida y un respeto por la misma. Las religiosas nos enfrentamos continuamente a una cultura de muerte y es ahí donde estamos llamadas a vivir en clave vocacional, es decir, crear una atmósfera de armo-nía y de esperanza, potenciar el cuidado de la vida como don gratuito de Dios.

¿Qué destacarías de tu camino vocacional como Carmelita Te-resa de San José?

Son muchos aspectos que quiero destacar en mi camino vocacio-

nal como Carmelita Teresa de San José, pero resaltaré algu-nos: “No perdamos la Alegría” dice el papa Francisco y para mi ha sido fundamental mantener la alegría en mi seguimiento a Cristo. Tener la certeza de que la vocación es un regalo de Dios, fue Él quien tuvo la inicia-tiva de llamarme a permanecer en su amor. También destaco el deseo ardiente de anunciar el amor de Dios a los más po-bres. En ellos descubro el rostro de Jesucristo, misericordia del Padre. Enfatizo de manera significativa los espacios de mi-sión que he vivido en diversos lugares donde he sido envia-da. Valoro la vida comunitaria como medio de salvación en mi camino vocacional. Agradezco a las personas que, desde la sen-cillez, la oración y la cercanía me han acercado a Dios en mi camino vocacional, en especial agradezco a muchas hermanas de la congregación de quienes he aprendido a entregar la vida. Finalmente destacó la vida de nuestras Madres Fundadoras, su testimonio de vida y el caris-ma que nos transmitieron con el cual me siento profundamen-te identificada.

¿Quieres añadir algo más?

Solo agradecer la oportunidad que me dais de compartir parte de mi experiencia en mi viven-cia vocacional como Carmelita Teresa de San José.

Muchas gracias por tu aten-ción y aporte. Hasta la próxima Hermana.

12 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hna. María Lourdes Marco Playá, ctsj

Clamor de vida para la MisiónComo las ondas del agua. Cultura vocacional

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Quiero compartiros mi reflexión sobre la Cul-tura vocacional, utili-zando la metáfora de

las ondas que se producen en un lago al lanzar una piedra. Y, afinando un poco más, hacien-do alusión a las aguas amargas que Moisés, milagrosamente, endulzó tirando un leño en ellas (Ex 15,22-27).

Como todas las metáforas tie-nen sus limitaciones. A mí ésta me ayuda, al menos, para orga-nizar mi compartir y deseo, con ella, explicarme mejor.

Tres son los puntos que voy a tratar brevemente: 1) La situa-ción en la que nos encontramos / en el lago, además, de aguas amargas, pero agua, al fin y al cabo; 2) Una nueva cultura / la piedra que va a remover el agua y la va a potabilizar, y 3) la manera de construir la cultu-ra vocacional / la energía que la piedra, o el leño bíblico, trans-mite al agua y va expandiendo ondas hasta hacer del lago lu-gar de vida.

Situación actual.

Vivimos un período acelerado de cambios, algunos ya dicen que no nos encontramos, en una época de cambios sino en un cambio de época. No hace falta presentar evidencias de ello, porque salta a la vista y, además, porque fácilmente se encuentran muchos estudios bien sustentados y detallados.

Pero lo que nos interesa, desde esta reflexión, es señalar cómo esos cambios afectan a la hu-manidad y cuál es el aporte que nosotros, los seguidores de Je-sucristo, estamos enviados a evangelizar.

Y señalo la indiferencia religio-sa como ese concentrado salino que amarga el agua.

La justa y legítima autonomía que el progreso va otorgando a las cosas temporales, el secu-larismo la exalta de tal forma, que Dios está totalmente au-sente del significado del mundo y de la vida misma. También el consumismo desenfrenado, fruto de la revolución técni-co-científica, consigue desviar, e incluso apartar el interés del ser humano de la verdad religiosa, haciendo que la vida dependa más de estos aparatos que de

Dios. Aunque en algunos sec-tores sociales siguen vigentes los prejuicios anticlericales, queriendo quitar a Dios de en medio, es la indiferencia reli-giosa lo que más marca nuestra época, a mi manera de ver. El indiferente se limita a no tener presente a Dios en su vida. En ocasiones no tiene inconve-niente en participar en actos religiosos, pero su motivación básica es de tipo social o cultu-ral, nunca por convicción.

En este contexto la vida cris-tiana es vista como una opción privada, íntima. Por ello, como es obvio, la fe resulta difícil; y, si es difícil creer, mucho más di-fícil es dar la vida al Señor para ponerse a su servicio.

En el plano de la fe, esta situa-ción mueve el piso del creyente y experimenta la necesidad de

13Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Clamor de vida para la Misión

encontrar un sentido nuevo, un modo diferente de pensarse y de pensar su creencia, la salvación, el testimonio, la vocación mis-ma, la experiencia de Dios… El Papa Juan Pablo II percibió y expresó bien esta necesidad y animó a la Iglesia a afrontar el momento, dando un salto de calidad a la acción pasto-ral, de manera que se iniciara un proceso de construcción de una nueva cultura que forjase un modo totalmente distinto de vivir la realidad de la fe, y nombró a esa nueva cultura: “cultura vocacional” (XXX Jornada de oración por las vo-caciones)

Cultura vocacional

La cultura vocacional es la cul-tura del deseo de Dios, del Dios verdadero, del Dios de Jesucris-to. Cultura que nace se apoya y conduce al amor, piedra que remueve y potabiliza las aguas, fundamento de la cultura de la vida nueva.

La cultura vocacional es una mentalidad, un ambiente, un hábitat personal y comunita-rio que favorece el que cada persona, cada familia, cada institución se comprenda a sí misma en función de una mi-sión encomendada por Dios para la construcción del Rei-no. Supone unos valores, unos ideales, una forma de concebir la vida y de comprender la fe, que facilitan el que las personas se descentren de sí mismas, que miren más allá de sus propios proyectos y que se pongan a la escucha y al servicio de una mi-

sión que las trasciende y que les ha sido confiada por Dios mis-mo. Revaloriza la dimensión de la interioridad, invita a recono-cer y acoger el sentido profundo de la vida, compromete la men-te y el corazón de la persona en la búsqueda y construcción de lo bueno, lo verdadero, lo justo, de la comunión con todos nues-tros hermanos, especialmente, los más pequeños.

Cultura que no solo se afianza en la conciencia eclesial, sino que el horizonte de esta cultura llega hasta poder introducirse en la conciencia civil, en la con-cepción universal de que solo se puede construir futuro sobre un modelo de hombre vocacio-nado, llamado, convocado a responsabilizarse de sí mismo, del mundo, del entorno, de sus semejantes.

Manera de construir la cultura vocacional

Pues, para que surjan las on-das que remuevan el agua es necesario coger y lanzar con fuerza la piedra. La manera de construir la cultura vocacio-nal es que tú y yo, que quienes queremos vivir de manera más auténtica, más coherente la fe recibida, no solo sintamos que tenemos una misión, sino que nos repitamos muchas veces a nosotros mismos, como dice el Papa Francisco: Yo soy una misión, es decir, soy misión per-manente, aquí y ahora. Y esto, naturalmente, requiere confian-za en quien nos llama, audacia y creatividad, ganas de ir más allá, haciendo memoria de las

muchas historias de vocación, pues como escribe el Papa en su encíclica Evangelii Gaudium, es el mismo Señor quien invita a los llamados a no tener miedo de salir de sí mismos para con-vertirse en don para los demás.

Pues eso: ser ola que hace nacer y empujar nuevas olas, hasta que todo el lago sea fuente de vida.

La cultura vocacional ha de empezar por vivir coherente-mente la llamada personal a responsabilizarse de los otros. Posibilitar el nacimiento y cre-cimiento de comunidades de creyentes que vivan coheren-temente su llamada personal y se sientan responsables de la de los otros. Crear signos y lugares permanentes donde cultivar y mostrar la experiencia de Dios que se dirige al corazón de cada persona y le plantea llama-das, exigencias, invitaciones. Vivir y anunciar el evangelio de la vocación en la oración y celebraciones litúrgicas, en co-munión eclesial y en servicio a los hermanos, es fuerza que moviliza. El objetivo no es, sin más, que surja alguna vocación (al sacerdocio o a la vida consa-grada), sino que todo creyente llegue a ser persona llamada que llama, en un clima de fideli-dad vocacional.

De eso se trata: de ser ondas que produzcan nuevas ondas para humanizar el mundo, dejando que el Espíritu siga aleteando por las aguas (Gn. 1,1-2).

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Como las ondas del agua. Cultura vocacionalHna. María Lourdes Marco Playá, ctsj

14 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hna. María Soledad Martín Martín, ctsj

Vocación específica de las Carmelitas Teresas de San José

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Desde nuestro derecho

La vocación de la Carme-lita Teresa de San José es fundamentalmente llamada y convocación a

irradiar el rostro misericordioso de Dios desde la óptica de Teresa Toda y Teresa Guasch, dos muje-res que vivieron en fidelidad al DON recibido de Dios, convir-tiéndolo en el eje transversal y carismático de su vida al servicio de la Iglesia, lo plasmaron en acti-tud de permanente donación de-jándose conducir por el Espíritu y haciendo de sus vidas un vivo reflejo de la ternura del Padre al estilo de Jesús de Nazaret, razón de ser que va dando color y forma al carisma vivido por ellas a través de la misión, y que ha trascendi-do hasta nuestros días.

Es el modo de ser de Dios he-cho vida en Jesús de Nazareth, el hombre veraz y fiel a los de-signios del Padre, que anunció la Buena Noticia del Reino; que vino a humanizarnos y a rescatarnos de la esclavitud para devolvernos la libertad, el hombre de quien las Teresas se

enamoraron apasionadamente y lo hicieron vida en sus actitu-des, en su manera de ser y en sus hechos en el trato con la gente que les rodeaba. Experiencia permanente de Dios que nos compromete hoy a las Carme-litas Teresas de San José a vivir una profunda transformación en el encuentro con uno mismo y con el hermano, preferentemente con los huérfanos, por todo topo de orfandad, y los más necesita-dos de acogida y cariño.

Enfatizar, extender y consoli-dar el legado recibido de Teresa Toda y Teresa Guasch al ser-vicio de la Iglesia, para una sociedad necesitada de miseri-cordia y compasión, asumiendo el compromiso de encarnar una nueva evangelización donde nuestros destinatarios sean los preferidos de Jesús al estilo de las Teresas, marcando así una personalidad que define un perfil humano-espiritual en la capacidad de entrega al servicio del Reino, con un estilo parti-cular y concreto, acogiendo con ternura y misericordia al hermano e identificándose con unos rasgos propios del Cristo que se las reveló.

Las Teresas supieron leer a través de su historia personal lo que Dios les estaba ofre-ciendo, su realidad de dolor familiar, las hizo descubrir una necesidad social y eclesial y se convirtieron en cauce de la

ternura de Dios con los peque-ños y desvalidos de su tiempo, asumiendo cada uno de los mo-mentos y circunstancias que se les iban presentando, muchas veces difíciles, pero desafiantes, y ellas, mujeres emprendedoras y osadas, fueron capaces de sa-lir adelante, fiadas plenamente de Dios que las conducía a vivir una exigencia interior apasio-nante, experimentando con mucha fuerza su misericordia.

Dios las impulsaba a dar una respuesta de entrega y donación de sí mismas hasta el “perfecto holocausto”5, experiencia que les sirvió como punto de parti-da a esta Obra que comenzaba a gestarse sin ellas darse cuenta.

Las dos recibieron y compartie-ron el mismo DON carismático y en las dos es genuino, como lo es también en cada Carmelita Teresa de San José y en aquellas personas que entusiasmadas por su testimonio, seguimos a Jesús en este mismo estilo de vida, aprendiendo de ellas a mantener una actitud abierta y de permanente receptividad, dando respuesta en gratuidad como Jesús al llamado y con-vocación que el Padre le hacía permanentemente, disponibles y receptivas para una sociedad necesitada de misericordia y compasión.

Teresa Toda, en su experiencia con Dios, se encuentra con un

15Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Desde nuestro derecho

Vocación específica de las Carmelitas Teresas de San JoséHna. María Soledad Martín Martín, ctsj

Cristo que es “Camino, Verdad y Vida”. Un “camino” al encuen-tro del otro, desde la “verdad” y la transparencia; cargado de “vida” y dinamismo, capaz de contagiar y entusiasmar. Su hija Teresa Guasch, hace suya la hon-dura del Cristo que su madre le presenta, y juntas fundamentan su opción en las bases de cinco virtudes vividas plenamente por Jesús y que constituyen la iden-tidad Institucional: “humildad, sencillez, mansedumbre, morti-ficación y celo por la gloria de Dios”6.

Nuestro modelo de seguimien-to y configuración es Jesús de Nazaret en su entrega fiel a los designios del Padre. Vemos en María, Reina y Madre del Carmelo, la mujer fiel, sencilla, pobre, cercana y solidaria, mo-delo de disponibilidad humilde y total a la voluntad del Padre; San José, el hombre del silen-cio, la honradez, la prudencia, el respeto y el amor; ejemplo de trabajo y sencillez, y Teresa de Jesús, la gran reformadora que rompió con todos los esquemas de conformismo y comodidad, enamorada de un Jesús revolu-cionario y veraz, que optó por el amor y la ternura, y que de-nunció las situaciones injustas y opresoras de su pueblo; la gran maestra de oración y fiel hija de la Iglesia.

Las Carmelitas Teresas de San José siguiendo las huellas de Jesús y en fidelidad a Él, tene-

mos el compromiso urgente y exigente de continuar transmi-tiendo el carisma que hemos recibido de Dios con estos mati-ces propios que las Dos Teresas nos legaron.

La experiencia de abandono y sufrimiento que vivieron, forjó su interior de tal manera que las llevó a identificarse con Cristo en su pasión y muerte, paso in-dispensable que las conduciría hacia la Pascua.

Patrimonio Espiritual que hemos heredado quienes segui-mos en el día a día las huellas de las Teresas, con entusiasmo y creatividad nueva, con nue-vo impulso y nuevo ardor, para vivir este desafío en fidelidad y gratuidad toda nuestra vida, encarnando el Evangelio en cada lugar donde nos encontre-mos y de acuerdo a la realidad socio-cultural del momento, sa-biendo descubrir las “semillas del Verbo”, aprendiendo a ver a Cristo desde el corazón y la cultura como un don que supe-ra infinitamente toda previsión humana sin destruir lo ya sem-brado por Dios a lo largo de la historia7.

Cuando se haga realidad esta encarnación y seducidas por Jesús de Nazareth como las Teresas, seremos cauce de la mi-sericordia de Dios ayudando a nuestros hermanos a recuperar su dignidad para que puedan vi-vir con la libertad de los hijos de

Dios, venciendo el egoísmo que enfría y destruye esta dimensión evangélica. Sólo desde la Mise-ricordia y la ternura es posible humanizar el mundo. María, la madre de misericordia, mujer entregada y fiel al plan de Dios, es un ejemplo en la vivencia de esta dimensión y constituye el núcleo de la Vida Consagra-da, de quien tanto aprendieron Teresa Toda y Teresa Guasch, llegando su testimonio de vida hasta nuestros días.

Las Carmelitas Teresas de San José somos convocadas y en-viadas con la misma fuerza que experimentaron Teresa Toda y Teresa Guasch a realizar una misión, pero como ellas, necesita-mos alimentarnos del encuentro con Él para que la fuerza de su Espíritu nos impulse y nos forta-lezca aprendiendo a descubrirlo en los más débiles e indefensos.

La evangelización de nuestra sociedad nos urge y nos espera para que seamos capaces de en-tregar en gratuidad y fidelidad allí donde nos encontramos, todo nuestro “ser” y “queha-cer” redimiendo la pobreza y transformándola en evange-lio vivo, descubriendo quiénes son hoy nuestros huérfanos; necesitados de amor, acogida, ternura, compasión y miseri-cordia. Identificándonos con el Cristo liberador y solidario que le salió al encuentro a las Teresas, a quien ellas siguieron apasionadamente.

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

5 Cf. C 1883, IV 6; y 2003, 2.6 Cf. C.CTSJ, Madrid 2003, 67 Juan ESQUERDA BIFET, “Semillas del Verbo”, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid 1998, http://www.biblia.work/dic-

cionarios/semillas-del-verbo/ confirma la importancia y nos da la certeza de que Cristo está presente en el mundo y en todas las culturas.

16 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Levántate, es una llamada que urge a comunicar la vocación que hemos recibido, como Jesús

que acoge a cada uno desde su realidad, lo pone en pie y lo in-vita a caminar. Nuestro mundo, inquieto, abierto a la comunica-ción que, sin rostros presenciales se enamora y confía en un rostro visto a través de internet. Es im-portante en nuestras pastorales favorecer ambientes virtuales y no virtuales donde el ser huma-no se encuentre consigo mismo y reconozca su llamado más pro-fundo.

Pasar de la cultura del descar-te a la cultura vocacional nos

pone en alerta de que todas las edades y personas han de ser atendidas vocacionalmente, que nadie queda excluido de la atención vocacional, y la Iglesia a través de todas sus pastorales ha de animar a ese encuentro con Jesucristo que es, en defi-nitiva, la razón de ser de toda acción pastoral y de todo lla-mado, ya que vivimos en un mundo que tiende a desechar, excluir y en el llamado nadie queda fuera.

Según el Papa Francisco en la exhortación apostólica a la vida religiosa “Alegraos”, precisa que al llamarnos Dios nos dice: “¡Tú eres importante para mí,

te quiero, cuento contigo!”. ¡De ahí nace la alegría! La alegría de sentirse amado por Dios, sentir que para Él no somos núme-ros, sino personas; y sentir que es Él quien nos llama. Esto nos remite a que todo ser humano ha de encontrar su vocación profunda, y todas han de hacer un proceso de encuentro con el Dios de la vida que plenifica a todo ser humano.

Es necesario, por tanto, pro-mover una cultura vocacional que sepa “reconocer y acoger aquella aspiración profunda del hombre que lo lleva a descubrir que solo Cristo puede decirle toda la verdad sobre su vida.

Mirando nuestro mundo desde...A ti joven, te digo, levántate toma tu camilla y echa a andar.

Mc. 5, 41.Hna. Carmen Luisa Jiménez, ctsj

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

17Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Él que ha penetrado de modo única e irrepetible en el misterio del hombre” (Redemptor homi-nis 8).

Hablar de cultura vocacional me remonta a cada uno de los lugares, personas, vivencias, con los jóvenes en distintos lu-gares de misión, en los que la gente ha acogido con receptivi-dad y alegría, el anuncio, y se ha despertado la inquietud de responder a la llamada de Dios desde las distintas circunstan-cias en las que viven.

El acompañar diversas expe-riencias vocacionales fue una oportunidad de constatar que nuestros jóvenes, están se-dientos, necesitados de un acompañamiento, ante las in-quietudes que presentan con relación a sus vidas. Motivar a otros y a otras para la ex-tensión del Reino, entregando nuestro tiempo, los medios con los que contamos, con ilusión y la pasión por el anuncio del Evangelio.

Es preciso caer en la cuenta de los lugares donde se promue-ve la cultura vocacional: en

las familias, escuela, el parque, transporte público, los vecinos todos cada uno son parte de esta cultura vocacional, que nos mueve a no quedarnos pa-ralizados, nos lanza a apostar y a no perder de vista que es Je-sús el dueño, el que se acerca y toca a la joven y la echa andar, y a hacer conciencia de cuántas personas intervinieron en ese milagro para que esa joven se levantara.

El testimonio de entrega y com-promiso concreto con Dios, manifestado en los ancianos, jóvenes y niños se va sembran-do desde lo más pequeño, crece y se esparce, haciendo realidad la cultura vocacional que nos reúne a todos, nos convoca e invita orar por las vocaciones para la Iglesia.

Nuestras Madres Fundadoras, mujeres en camino que supieron encarnar en sus vidas la llama-da de Dios y la trasmitieron en cada lugar, espacio donde iban ofreciendo la vida y entregan-do nuestro carisma. Haciendo realidad lo que hoy somos cada una las que conformamos esta gran familia. Somos parte de

esta realidad en la que, como Carmelitas Teresas de San José, nos hemos comprometido a ex-tender el Reino de Dios por el mundo.

Si miramos nuestra historia vocacional nos damos cuen-ta que nos marcó una palabra de alguien entusiasmado por Dios, un rosario de una abue-la, de una madre, un gesto de ternura para una realidad de pobreza, un canto en la escuela, diferentes experiencias que nos levantaron y dimos una repues-ta generosa a Dios.

En el hoy de la historia, cada rostro de nuestra misión espera por ese ¡levántate!, acompañe-mos sin pesimismo, sin tragedia, sin dramatismo, Dios sigue caminando hoy, y su llamada acontece en cada lugar de nues-tra historia. La vida de Teresa Toda y Teresa Guasch tocan la realidad de nuestro mundo y nosotras debemos seguir impul-sando el carisma para que cada rostro, donde haya una Carme-lita Teresa de San José, conozca y se enamore de Jesús.

Estamos creando una cultura vocacional cuando vivimos con alegría y de manera comprome-tida nuestra vocación, cuando ayudamos a todas las perso-nas niños, jóvenes y adultos a ser conscientes de sus recursos interiores y de la llamada que Dios les hace y así prepararlos para preguntarse acerca del sentido de su vida de su futuro y de su vocación como personas y como cristianos.

Mirando nuestro mundo desde...

A ti joven, te digo, levántate toma tu camilla y echa a andar. Mc. 5, 41.

Hna. Carmen Luisa Jiménez, ctsj

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

18 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Desde hace un buen tiempo vengo expe-rimentando una res-petuosa necesidad al

acercarme a la vida de los santos y es sencillamente: ¡dejarles ha-blar a ellos, indagar en qué terre-no humano se sembró Dios para regalarles sus inmensas gracias y finalmente dar una palabra fren-te a su doctrina como una eterna aprendiz, que sólo alcanza a bal-bucear sus textos en esa hermosa experiencia de descubrirlos tan humanos y divinos! Tan hones-tos y transparentes para poder entregarle a la humanidad lo que Dios ha hecho en ellos, aquello que algún día todos los místicos Carmelitas llamaran: “Cantar las misericordias del Señor”.

Con esta necesidad me acerco entonces a algunos rasgos vo-cacionales de Sor Isabel de la Trinidad intentando compren-der lo que ella misma quiso dejarnos a partir de su vida ínti-ma que fue la plenitud misma de su nombre: Sor Isabel, es decir la Casa de Dios, habitada por la Trinidad. No podemos ignorar esta profunda experiencia de ha-bitación de Dios que esta mujer vivió a lo largo de su vida.

¿Pero qué pudo pasar en la vida de Sor Isabel para llegar a es-

tos umbrales con Dios? ¿Qué la pudo enamorar tanto como para llegar a gritar con su vida misma esta convicción de sentir-se eternamente unida a un Dios Familia-Trinidad? Ella misma nos lo tendrá que contar.

Cólera y sensibilidad fueron los estados emotivos que acom-pañaron a Elisabeth Catez Rolland, desde muy temprana edad. ¿Pataletas de niña huér-fana de padre a los siete años? ¿Influencia del ambiente militar en el que nació? (hija y nieta de oficiales). No podríamos afir-marlo. Lo que sí sabemos es que desde muy joven ella mis-ma fue haciendo consciente sus impulsos desde un proceso de conversión; lucha que por su parte confesaría “que determi-nó todo un despertar respecto a las cosas divinas” (Recuerdos, p. 6, edición 1935). El día que ella hizo consciente qué defec-tos la dominaban, comenzó una dura batalla espiritual que continuó hasta los dieciocho años. El sacerdote que la pre-paraba a la primera comunión y que la conocía bien, decía a una amiga íntima de su madre: «Con su temperamento, Isabel Catez llegará a ser una santa o un de-monio.»

A los diecinueve años, anota en su Diario: “He tenido hoy la alegría de ofrecer a mi Jesús va-rios sacrificios sobre mi defecto dominante, pero ¡cómo me han costado! Reconozco en eso mi debilidad…Paréceme, cuando recibo una observación injusta, que siento hervir la sangre en las venas, ¡tanto se rebela mi ser! Pero Jesús estaba conmigo. Oía yo su voz en el fondo de mi co-razón y entonces estaba pronta a soportarlo todo por su amor” (Diario, 30 de enero 1899).

Aquí podemos redescubrir una hermosa faceta vocacional: la del Maestro que se acerca a lo más hondo de la persona y la va transformando. “Nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre… A partir de enton-ces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: “¿Quieren marcharse también ustedes”? Pedro le con-testó: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eter-na. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn 6, 65-69).

La lectura de obras de Santa Teresa por el año 1899 le per-mite hacer otra de sus grandes confesiones en su Diario en

El aire de los místicosEl desarrollo de una vocación,

Sor Isabel de la TrinidadHna. Lisdey Marcela Sierra Cárdenas, ctsj

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

“¡Oh, Dios mío, ¡Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme enteramente de mí para establecerme en Ti, …Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti, … Inunda mi alma

de paz; haz de ella tu cielo, la morada de tu amor y el lugar de tu reposo. Que nunca te deje allí solo, sino que te acompañe con todo mi ser, toda despierta en fe, toda adorante, entregada por

entero a tu acción creadora”. (Elevación a la Santísima Trinidad. Sor Isabel de la Trinidad).

19Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional El aire de los místicos

El desarrollo de una vocación, Sor Isabel de la TrinidadHna. Lisdey Marcela Sierra Cárdenas, ctsj

cuanto a su vida espiritual en la que muestra el inicio de su vida mística después de un buen com-bate espiritual que traía por más de una década y que según ella duraría toda la vida. Su vínculo con la espiritualidad carmelita-na comenzó a germinar desde un gusto por la oración contem-plativa, de inmersión honda y silenciosa en el misterio de la Tri-nidad. Su corta vida (26 años) le alcanzó para descubrir las Tres Personas de la Trinidad palpi-tando dentro de ella hasta tal punto, de enamorarla y hacer de esta profunda vivencia interior una puerta abierta para todas las personas que quieran hacer su recorrido interior de la mano de Dios: «La Trinidad, he ahí nuestra morada, nuestra “casa”, la casa paterna de la que no de-bemos salir nunca... Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día en que comprendí eso, todo se iluminó en mí...» (El cielo en la tierra, Primera Contemplación).

Cuánto bien nos haría conservar nuestra morada en la casa pater-na, a todos los que nos hemos sentido llamados a “estar con Él”. Cuidar nuestra identidad de hijos y de hermanos como

uno de los tesoros más grandes e insobornables en el día a día de nuestro camino vocacional. A Sor Isabel le bastó sentirse habitada para ser ella misma y caminar desde esta convicción.

«¡Cuán feliz es uno cuando vive en la intimidad con Dios, cuando ha hecho de su vida una efusión, un intercambio de amor, cuando sabe encontrar al Maestro en el fondo de su propia alma! Entonces no está ya uno nunca solo y necesita soledad a fin de gozar de la presencia de este Huésped adorado... Todo se ilumina y ¡es tan lindo vivir!» «Me preguntáis cuáles son mis ocupaciones en el Carmelo; podría contestaros que para la Carmelita no hay más que una: Amar, orar» «La vida de una Carmelita, es una comunión con Dios de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. ... Lo vemos a través de todo, pues Lo llevamos en nosotros y nues-tra vida es un cielo anticipado.» (Carta a F. de S., 28 de abril de 1903 y 1904).

“Una Carmelita Teresa de San José, es una mujer con una fuerte experiencia de Dios, que impulsa toda su vida hasta tener a Cristo como valor absoluto de su exis-

tencia…” C8. Si a sor Isabel de la Trinidad la sedujo la belleza, el silencio y la soledad que se pueden experimentar en el Car-melo para vivir su vida interior, a nosotras Hermanas Carmelitas Teresas de San José, nos conti-núe cautivando la oportunidad que se nos regala a diario de cultivar una vida interior con el Señor desde tantos medios que se nos regalan gratuitamente: la Eucaristía, la oración personal y comunitaria, la Adoración del Santísimo, los abundantes me-dios para enriquecer nuestra fe (Ejercicios Espirituales, forma-ción, viajes y peregrinaciones), nuestros hermanos más pobres, la vida y la fe de las personas con quienes vivimos y trabaja-mos, entre otros.

Entonces, muy seguramente al atardecer de nuestras vidas y al ritmo vocacional que cada una estemos viviendo podremos mu-sitar a nuestro Señor las mismas palabras de Sor Isabel: “¡Oh, Dios mío, ¡Trinidad a quien adoro! … que te acompañe con todo mi ser, toda despierta en fe, toda adorante, entregada por entero a tu acción creadora”. (Elevación a la Santísima Trini-dad. Sor Isabel de la Trinidad).

20 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

“HAGAN LÍO” Papa FranciscoHna. María Ángeles Domínguez Carrera, ctsj

Desde el famoso “hagan lío”, palabras con las cuales el Papa hacía un llamamiento de

autenticidad y compromiso a los jóvenes en la JMJ de Brasil, y por-que está convencido de que los jóvenes son el futuro de la Iglesia, no ha cejado en el empeño de que la juventud, una de sus gran-des preocupaciones, sea abordada e integrada en el camino empren-dido por la Iglesia de anunciar la Alegría del Evangelio.

No es para menos. Porque si mi-ramos al futuro, la verdad es que se presenta un tanto incierto, al menos en lo tocante a las voca-ciones. La falta de vocaciones al sacerdocio o a la vida religiosa, al menos en Europa, es uno de los grandes desafíos de la Iglesia Católica.

El título del Sínodo que se cele-brara en octubre: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacio-nal” tiene sobre todo la intención de acompañar a los jóvenes en su camino existencial hacia la madurez para que, a través de un proceso de discernimiento puedan descubrir su proyecto de vida y realizarlo con alegría, abriéndose al encuentro con Dios y con los hombres y participando activamente en la edificación de la iglesia y de la sociedad.

Este documento preparatorio se estructura en tres apartados:

• Los jóvenes y el mundo dehoy, que describe las caracterís-

ticas de la sociedad actual que pueden influir en el discerni-miento vocacional.

• Fe, discernimiento y voca-ción, donde expone los pasos fundamentales del proceso de discernimiento para descubrir la propia vocación.

• La acción pastoral, donde se proponen los componentes fundamentales para una acción pastoral vocacional, así como los lugares e instrumentos de evangelización.

En medio de un mundo que cambia rápidamente y que hace que los jóvenes vivan en medio de la incertidumbre y la vulne-rabilidad, sin saber muy bien donde pisan, todo supone un desafío y una oportunidad. Las rápidas trasformaciones pueden hacer que los jóvenes experi-menten dificultades que limitan la libre elección de opciones de vida. El Papa Francisco pregun-ta: ¿Cómo podemos despertar la grandeza y la valentía de elecciones de gran calado? Solamente promoviendo la participación en proyectos con-cretos donde los jóvenes sean protagonistas sintiéndose útiles para mejorar la sociedad en la que viven. Si queremos que en la sociedad o en nuestras co-munidades suceda algo nuevo, debemos dejar espacio para que los jóvenes puedan actuar.

El objetivo de este Sínodo res-ponde al deseo de la Iglesia de encontrar, acompañar y cuidar a los jóvenes ayudándoles a des-

cubrir su propia vocación. La Iglesia quiere estar cerca de los jóvenes, haciendo camino con ellos en medio de sus debilida-des y dificultades.

La fe es al mismo tiempo don del amor y tarea como respuesta al saberse elegido y amado.

El discernimiento vocacional es el proceso por el cual cada per-sona realiza, gracias al diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por el estado de vida (matrimonio, ministerio ordenado, vida consa-grada). El Espíritu habla y actúa a través de los acontecimientos que requieren ser iluminados para recorrer las fases del discer-nimiento: reconocer, interpretar y elegir.

El discernimiento vocacional es un proceso que se desarrolla en el tiempo en el que el Señor se hace presente a través de mo-mentos decisivos que hay que saber identificar. La vocación, que es personal, siempre se or-dena a una misión y responde a un proyecto de Dios. El camino vocacional incluye la disponibi-lidad a vivir la existencia desde la generosa entrega.

Para poder acompañar a los jó-venes es preciso adecuarse a sus tiempos y a sus ritmos en la bús-queda más o menos consciente de un sentido para sus vidas, que consiste sobe todo en llevarlos al encuentro con Dios Padre.

Ecos de la IglesiaHemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

21Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional Ecos de la Iglesia

“HAGAN LÍO” Papa FranciscoHna. María Ángeles Domínguez Carrera, ctsj

Para estructurar un estilo pas-toral hay tres verbos que nos pueden ayudar: salir, ver y llamar. Y considerar que los jóvenes son sujetos y no obje-tos que necesitan comunidades que ofrezcan experiencias de crecimiento y de discernimien-to realmente significativas. Así como figuras de referencia.

Uno de los instrumentos a nuestro alcance es el lenguaje, nuestro lenguaje eclesial tiene que conectar con los jóvenes, tenemos que ofrecer espacios y momentos de silencio y con-templación, caminos de oración dentro de los procesos educati-vos y evangelizadores, donde los jóvenes puedan saborear el trato de amistad con quien sabemos nos ama.

Quizá sea este el momento de plantearnos qué hacer después de cada experiencia con jóve-nes, cómo nosotras podemos ofrecerle el puente hacia la vida adulta, desde la Palabra, la ce-lebración y el testimonio. Y además plantearnos dentro de nuestro dinamismo pastoral, un acompañamiento que sal-ga al encuentro de los jóvenes, buscándolos allí don ellos es-tán, acompañar y ser testigos no es posible sin una experiencia de conversión personal, ofre-ciéndonos como primeras a convertirnos nosotras mismas en verdaderas y auténticas tes-tigos en dejarse acompañar: “guías guiadas” que hacen de sí mismas la experiencia personal de acompañamiento espiritual. Solo entonces, estaremos en condición de ofrecerla a otros, generando procesos y vínculos con los jóvenes que les afecten,

les comprometan y los preparen para el encuentro. Tenemos que estar dispuestas a remangarnos y mancharnos de barro porque los jóvenes hoy necesitan que estemos presentes en su vida y atentas a su cotidianidad, pro-poniendo y no criticando.

En la carta que el Papa Francis-co dirige a los jóvenes junto con el documento preparatorio del Sínodo, citaba lo que Dios dijo a Abrahán: Vete de tu tierra…, a la tierra que yo te mostraré (Gn 12,1), invitando a los jóve-nes a “salir” para lanzarse hacia un futuro no conocido, pero prometedor de seguras realiza-ciones y escuchar la voz de Dios que resuena en sus corazones. Y afirma que la tierra hacia don-de Dios llama a los jóvenes, que ellos mismos desean profunda-mente y quieren construir, es una sociedad más justa y fraterna. Y haciendo referencia a las pala-bras “Venid y veréis” (Jn 1,38), y a la mirada de Jesús sobre los discípulos que se le habían acer-cado, el Papa Francisco pregunta a los jóvenes si se han encontra-do con esta mirada y si, en medio del ruido, han logrado escuchar la llamada que sigue resonando en el corazón de cada uno para abrirlo a la alegría plena.

Es una llamada a cada una de nosotras para que nos hagamos compañeras de camino de los jóvenes, salgamos y abramos nuestras comunidades. Somos mediación para que otros lle-guen a Dios y encuentren vida. Confiemos en los jóvenes. San Benito recomendaba a los aba-des consultar también a los jóvenes antes de cada decisión importante, porque “muchas ve-

ces el Señor revela al más joven lo que es mejor” (Regla de San Benito III,3).

Como Carmelitas Teresas de San José, sea cual sea nuestro servicio en este momento, es-tamos invitadas a acoger esta reflexión del Papa Francisco que nos confirma una vez más en el servicio a los demás, según la es-piritualidad y el testimonio que nos han dejado nuestra Madres Teresa Toda y Teresa Guasch de ser madres, maestras y amigas. Revisemos nuestras actitudes y motivaciones y dejemos que este mensaje eclesial reavive en no-sotras la fascinante vocación de educadoras y comprometámo-nos con los jóvenes que son la esperanza y futuro del mundo y de la iglesia de hoy. En este mun-do globalizado y fragmentado, sufren, muchas veces, por la pér-dida de personas de referencia que les anuncien con entusias-mo y credibilidad la belleza y el gozo del Evangelio.

Hagamos lío, y veamos qué ac-ciones pastorales favorecer para proponer a los jóvenes y que se sientan implicados y protago-nistas de su camino de fe; cuáles son los procesos de discerni-miento que se están generando a nivel comunitario para salir, ver y llamar, que en definitiva son los modos en que Jesús se encontraba con las personas de su tiempo.

Confiamos a María este camino en el que, con toda la iglesia, nos interrogamos sobre como acom-pañar a los jóvenes en acoger la llamada a la alegría del amor y la vida en plenitud.

Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 201822

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Punto de vista

“La vocación es un don”, pero experimentar todo lo que soy como don de Dios es un ver-dadero regalo. ¿Cómo vivo mi vocación? Pues la vivo acogien-do este don, descubriendo al Dios que me habla en lo senci-llo de cada día, en la alegría de la entrega y en el dejarme tocar por cada una de las situaciones que me rodean, haciéndolas parte de mi oración y mis sue-ños. La cuido en la medida que comparto en comunidad, en la medida en que disfruto lo que hago y me hace feliz, cuando leo un buen libro, planifico y realizo mi proyecto de vida, cuando priorizo los momentos orantes y el encuentro con la

Palabra de Dios diariamente, sobre todo cuido mi vocación cuando vivo los Sacramentos, me siento Iglesia y parte de una Congregación, reconociendo el don de gracia heredado de nuestras Madres Fundadoras en mí.

Por ello: Doy gracias a Dios, a las personas que hacen camino conmigo y a mi Congregación de CTSJ, por todo lo que he vivido y estoy viviendo en esta etapa de mi vida.

Hágase en mí según su Palabra.(Lc 1,38)Haciendo un recorrido por mi vida, María ha ido acom-

pañándome en este camino vocacional. Su SÍ me ha marca-do profundamente y con mucha frecuencia ha sido tema de re-flexión, de oración y entrega.

Al contemplar el “Hágase en mí según su palabra”, a la edad y en las circunstancias que Ella lo pronunció, me ha mantenido en un clima de confianza ante Dios. Su Sí, ante la Cruz, me ha ido dando un talante de poder aco-ger la cruz de cada día, envuelta en el silencio, en la prueba, el dolor y la incertidumbre, con cierta ecuanimidad.

Hoy vivo mi vocación, sabien-do que Jesús me sostiene y que María me acompaña como Ma-dre en este caminar desde la fe.

Esta certeza me ha impulsa-do a cuidar aquello que no es negociable, a alimentarme de la Palabra y a vivir los sacra-mentos, como mediaciones de gracia que Dios pone en mi camino. A través de todo esto, he podido descubrir los cien-tos por uno que muchas veces vivimos los consagrados, como son, los tiempos orantes que cada día tenemos, la Eucaris-tía, la liturgia, experiencia de

Y tú, ¿qué piensas?Hna. Mercedes Trigo Prunera, ctsj

Ya hace un tiempo que la reflexión pastoral de la Iglesia remarca mucho el carácter vocacional de toda pastoral. Y así, la Iglesia nos invita a fomentar la cultura de la vocación en nuestros ambientes, ya que todos

estamos llamados a descubrir el proyecto de Dios en nuestra vida.

Haciendo un recorrido por tu propia trayectoria vocacional, ¿podrías expresar cómo vives y cuidas tu propia vocación?

Hna. Socorro González González, ctsj

Directora Colegio Fe y Alegría Azua

Hna. María Lucía Castrillo Mardones, ctsj

Directora Hogar de la Niña y la Joven

23Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional Punto de vista

Y tú, ¿qué piensas?Hna. Mercedes Trigo Prunera, ctsj

comunión con las hermanas, el entorno y la proyección apos-tólica. Ésta, me ha impulsado a salir de mi misma viviendo la desinstalación como opción, descubriendo en este proceso la “gracia” de poder servir, y ver muchas veces en esos rostros a ese Jesús necesitado de tan-tas cosas. Es gracia también, el poder hacer consciente este llamado y estar presta para acoger, amar y a entregar tantas cosas buenas que Él pone en mi corazón.

Desde la contemplación de los diferentes momentos que María vivió, he descubierto la bondad de Dios en mi vida y he podido cantar sus alabanzas con senci-llez, porque la obra es de EL.

Se me pide una reflexión de “Cómo vivo y cuido mi voca-ción” Voy a intentar plasmar lo que significa para mí esta frase.

En este año, cumplo 60 años de vida religiosa. Alabo y doy gra-cias al Señor por ello.

La vocación es algo personal que no se enseña, se “contagia” con la forma y modo de vivir de la propia persona y en la Con-gregación.

Mi vocación la estoy viviendo en el contacto y cercanía cons-tante con la vida en relación con las personas que me ro-dean. Sólo desde esta realidad, he intentado descubrir lo que Dios quiere y me tiene destina-do. Mi vocación religiosa me ha invitado siempre a dedicar-me en servicio a los demás a través de mi compromiso. La he percibido siempre como una llamada libre y plena. He inten-tado vivirla de manera alegre y con sentido del humor. No fui elegida por mi buena conducta, condiciones personales, por mis virtudes y cualidades, no sobre-salientes: “Eligió a los que Él quiso para que estuvieran con Él” (Mc 3,13)

Me llamó con ternura, pero mi respuesta quizá no haya sido un permanente sí al Padre, aunque quiero dejar actuar a Dios en mí, yo le respondo desde mi li-bertad, y siempre fiándome de Él. He tenido presente al vivir mi vocación, dejarme interpe-lar por los problemas humanos, por la falta de valores y por los acontecimientos de mi vida como signos del amor de Dios.

Sigo trabajando en la vivencia de mi vocación para que ma-dure mi fe contemplando la actitud de total disponibilidad de Jesús al Padre, imitando la respuesta de María y haciendo de la vida un servicio de amor a los hermanos.

Desde que comencé a tomar conciencia sobre mi propia vida, inicié un camino de búsqueda sobre mi quehacer y en ocasio-nes con dificultad al escuchar en silencio sobre mis talantes y capacidades, sin embargo, con mi familia y el contexto don-de me fui edificando empecé a construir la verdadera misión que Dios deseaba conmigo.

El estar siempre rodeada de per-sonas que creen y se conectan con el Ser amado me permitió que el llamado fuera compren-dido. Santa Teresita del niño Jesús decía que la vocación del

Hna. María Carmen Gil Arnaiz, ctsj

Hogar Santa Teresa

Adriana de Francisco LarrañagaProfesora Colegio El Carmen Teresiano. Fraternidad Carmelitana Bogotá

24 Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacionalPunto de vista

Y tú, ¿qué piensas?Hna. Mercedes Trigo Prunera, ctsj

ser humano debería estar dirigi-da a ser “Palabra de Dios,” y es allí en donde todo mi ser y ha-cer refleja la presencia del Señor en mí, expresado en el acom-pañamiento a mis estudiantes, con palabras de amor gratifi-cantes para el crecimiento de cada uno, en el trabajo con mis compañeros, con los consejos a mi hijo para que cada día lo viva con alegría y en el diálogo con mi esposo para que nuestro caminar sea más sosegado.

Estoy feliz al saber que descu-brí mi vocación no solo como profesional, sino como amiga, mamá y esposa, todo gracias al estar inmersa en un carisma donde Dios es vida, alegría y fundamento de mí ser. Por estas y muchas más razones seguiré

en este camino y tal vez sea sen-dero nuevo para los que están conmigo.

La Hermana Eulalia nos invitó a Rocío, mi mujer, y a mí a unas reuniones donde hablaríamos

de Cristo, de la Iglesia y del Ca-risma de la Congregación. Lo que acepté como un lugar don-de podría ahondar en mi fe, y vivirla en una comunidad. En poco tiempo sentí que ésta lla-mada a vivir en la Fraternidad Carmelitana “Anawin” de Lepe se convirtió en una auténtica llamada vocacional a vivir mi fe en el Carisma de las Vene-rables Madres Teresa Toda y Teresa Guasch. En la medida de mis posibilidades, y con to-das mis limitaciones, procuro vivir el Anonadamiento y la Infancia Espiritual en la fami-lia, el trabajo y en la sociedad. Doy a diario gracias a Dios por ser tan bueno y misericordioso conmigo. Por llamarme por mi nombre y quererme tanto.

Manuel Ponce Ortiz

Fraternidad Carmelitana Lepe

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Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

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Libro: No cuentan los números

Autor: Amadeo Cencini

Amadeo Cencini descubre en este libro que el objetivo último del anuncio del Evangelio de la Vocación es el crecimiento de una nue-va cultura vocacional, que es la única que puede convertirse en un terreno fecundo, donde cada vocación pueda ser acogida, valorada y amada.

Recurso para la oración

Evangelio orado. Carmelitas Descalzos de la Provincia Ibérica

Evangelio Orado es un diario de oración que brinda varias posibi-lidades: orar escuchando, leyendo la oración de cada día, escuchar sólo la canción o leer sólo el Evangelio.La aplicación ofrece un espacio de oración a quienes buscan un en-cuentro con el Dios vivo. Escuchar e interiorizar las canciones orantes puede encender en tu corazón la más viva llama del Espíritu.Evangelio Orado está impulsado y promovido por Grupo Editorial Fonte y el Centro de Iniciativas de Pastoral de Espiritualidad (CIPE).www.grupoeditorialfonte.comwww.cipecar.org

Película: La fuente de las mujeres

Radu Mihaileanu es un poeta del cine. Sus obras tienen esa expre-sividad que deja al espectador atrapado por las musas, sean ellas la música, la poesía o el canto. En La fuente de las mujeres, se adentra en las profundidades místicas que tan bien describe San Juan de la Cruz cuando nos habla de la fuente que mana, esa que fluye singularmente en la noche de las vidas. Esta cinta, presentada inter-nacionalmente en Cannes, ha sido especialmente recomendada por el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) como una obra que promueve la igualdad de género, por su capa-cidad para “transmitir una imagen igualitaria de ambos sexos, sin situaciones vejatorias o discriminatorias para uno de los dos”, sin promover un lenguaje sexista, sin acudir a la violencia, destacando la presencia y las capacidades femeninas “en aquellos sectores y niveles claramente masculinizados”. (tomado de: http://www.elespec-tadorimaginario.com/la-fuente-de-las-mujeres/)

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Reflexiona, ríe, juegaHumor

Hna. Alma Lidia Rodríguez Zorrilla, ctsj

27Hermanas Carmelitas Teresas de San José • año 10 • nº20 • Marzo 2018

Hemos recibido la vida para entregarla. Cultura vocacional

Reflexiona, ríe, juegaPasatiempo

Hna. Dania Margarita Rodríguez Zorrilla, ctsj

Ayuda a estos jóvenes a encaminarse hacia Dios, el gran tesoro, quien da sentido a sus vidas.

Coloque encima de la mesa diez monedas formando triángulo, según indica el dibujo.

Cambiando de lugar solamente tres monedas, procure que la base del triángulo quede invertida, es decir, con el vértice hacia abajo.

Hay una palabra CLAVE PARA EL CAMINO VOCACIONAL que ayuda a toda persona en el proceso de descubrir el proyecto de Dios en su vida.

PISTAS:Esta palabra contiene:- 14 LETRAS.- 6 VOCALES, algunas repetidas más de una vez.¿CUÁL ES LA PALABRA MÁGICA?Escríbela en los pentágonos:

-Valor de las letras: A – 5; T – 1; F – 2; X – 4; H – 3.-Pase la moneda 7 a la izquierda de la 2 y la 10 a la derecha de la 3. Por último coloque la 1 en la parte inferior, entre la 8 y la 9. -Palabra mágica: DISCERNIMIENTO

¿Qué valor han de tener las letras para que el resultado de la suma sea correcto?

Marzo 2018© Hermanas Carmelitas Teresas de San JoséNº20Año 1

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