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HERÁCLITO Y ORIENTE SHRI AUROBINDO Ediciones elaleph.com

Heráclito y Oriente - elartedepreguntar.files.wordpress.com · HERÁCLITO Y ORIENTE 3 PRÓLOGO La revista Arya publicó en los años 1916-1917, un trabajo de Shri Aurobindo sobre

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H E R C L I T O YO R I E N T E

S H R I A U R O B I N D O

Ediciones elaleph.com

Diego Ruiz

Editado porelaleph.com

2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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PRLOGO

La revista Arya public en los aos 1916-1917,un trabajo de Shri Aurobindo sobre Herclito, re-producido en francs mucho ms tarde. Para estepensador indio el filsofo de Efeso pertenecera alperodo de transicin, que antes de llegar al apogeode la razn lgica se hallaba an inmerso en la at-msfera de los misterios, posicin que es discutidapor los comentaristas de Occidente.

Damos un resumen de este pequeo y denso li-bro, cuyos razonamientos y conclusiones resultanun tanto extraos, pero que tienen el mrito de ex-presar el punto de vista de un sabio de formacinhinduista, de gran fineza intelectual, tan alejado denuestra sensibilidad y de nuestra cultura.

No hay pensador griego -expresa Aurobindo-ms estimulante que Herclito en sus aforismos. A

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ciertos rasgos modernos agrega algo de la antiguaresonancia psquica, de la visin y de la palabra in-tuitivas de los viejos msticos. Se halla en l la ten-dencia al racionalismo, pero no esa fluida claridaddel espritu razonador que fue creacin de los so-fistas.

Herclito empleara el lenguaje de los misterios,aunque de manera nueva y personal, cuando hablade Hades y de Dionisio, del fuego siempre vivientey de las Furias. Y sera comprenderlo mal ver enesos nombres slo dioses con la significacin estre-cha que les da la religin mitolgica popular. Cuan-do Herclito se refiere al "alma seca" o al "almahmeda", habla del alma, en efecto, y no del inte-lecto, de psyj y no del nous. El "alma seca" delpensador griego sera la "conciencia del corazn"purificada de los psiclogos indios. El "alma hme-da" es la que se deja turbar por el vino impuro delxtasis sensual, la excitacin emotiva, por los impul-sos oscuros que tienen su fuente en un mundo infe-rior y tenebroso.

No considerar la influencia ejercida -segn Au-robindo- por el pensamiento mstico y por sus m-todos de expresin sobre las concepcionesintelectuales de los griegos, desde Pitgoras hasta

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Platn, sera desnaturalizar la evolucin histrica delespritu humano. Este pensamiento se separa deesta va para seguir una tendencia metafsica en rela-cin con los msticos por el origen de sus ideas, suestilo hermtico, su esfuerzo por apoderarse direc-tamente de la verdad mediante una intuicin antesque llegar a ella por la razn, si bien permanecesiendo intelectual por su mtodo y su fin. En la In-dia coincide con el primer perodo de los darshanas,en Grecia con los presocrticos. Luego se despliegael racionalismo filosfico: Buda, en la India; enGrecia, los Sofistas y Scrates. Herclito perteneceal perodo intermedio y no al apogeo de la razn; esel representante ms caracterstico de este perodo.De ah su pensamiento hermtico, cargado de senti-do y la dificultad de extraer lo que quiere decir y elintento de racionalizarlo por completo.

En la filosofa griega como en la India, el primerproblema que se ofrece al pensamiento es el de loUno y lo Mltiple. Por todas partes vemos multipli-cidad de objetos y seres. Es el caso de saber si elloes real o fenomnico, si el hombre posee una exis-tencia propia o es resultado efmero de la evolucino juego de algn principio originario. Dnde residela unicidad: en la materia, la inteligencia o el esp-

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ritu? Cul es el sentido de la unidad si es que ellaexiste? Si lo Mltiple y lo Uno son ambos verdade-ros, qu clase de relaciones mantienen entre s?

Herclito crea en la unidad y la multiplicidad ylas aceptaba como verdaderas y existentes. Diferaempero, de Anaximandro, que rechazaba la separa-cin por injusta, y de Empdocles, para quien todoera mltiple y uno alternadamente. La concepcindel efesio naci de su potente intuicin concreta delas cosas, de su agudo sentido de las realidades uni-versales. En nuestra experiencia del cosmos com-probamos esta coexistencia eterna y no podemossustraernos a ella. La mirada sobre lo mltiple nosrevela, en efecto, una profunda unidad cualquierasea el objeto que elijamos como punto de referen-cia. Y no obstante esta unidad slo se justifica por lamultiplicidad de sus poderes y formas de los que dealguna manera dependen.

Herclito en su concepto del fuego siempre vi-viente albergara la idea de algo superior a una sus-tancia o energa fsica. El fuego sera para l elaspecto fsico de una inmensa fuerza ardiente quecrea, modela y destruye, operaciones que constitu-yen un cambio incesante. La idea de lo uno que noes sustancia ni esencia estable, sino fuerza activa,

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especie de sustancial voluntad- de- devenir, tal, se-gn Aurobindo, es la base de la filosofa de He-rclito. Esto permitira realizar la aproximacinentre Nietzsche y el pensador griego, mas ello noexcluye al ser del problema de la existencia, es decir,no crea un abismo entre el ser y el devenir. El ser esun devenir constante, de modo que el devenir seresuelve como un ser eterno. Todo fluye porquetodo es cambio del devenir; no podemos entrar dosveces en las mismas aguas puesto que la corriente serenueva sin cesar. Sin embargo, gracias a su ojo pe-netrante fijado sobre la verdad de las cosas, el fil-sofo no puede dejar de ver otra verdad detrs deaqulla. Las aguas en que entramos son las mismas yno lo son, nuestra existencia es una eternidad y unainconstante fugacidad, somos y no somos. Herclitono resuelve la contradiccin; la expone y trata, a sumanera, de explicar el proceso. Lo observa como latransformacin e intercambio continuos, como unalucha creadora y decisiva; "el conflicto es el padre yrey de todas las cosas". Entre el fuego como ser y elfuego como devenir, la existencia describe una cur-va descendente y ascendente, que se ha llamado "elcamino hacia abajo y el camino hacia arriba". Estas

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son las ideas dominantes del pensamiento de He-rclito.

Dos afirmaciones del efesio nos dan el punto departida de su filosofa. En la primera nos dice que"es sabio admitir que todas las cosas son una", y porla segunda, sostiene que "lo uno surge de lo mlti-ple y de lo uno lo mltiple". Habra que aceptar quelo uno existe como consecuencia de lo mltiple, ascomo lo mltiple se da como el devenir de lo uno.Esta interpretacin muy cercana al pensamiento deNietzsche, concede mucha importancia a la teoraheracltea del cambio perpetuo. Si esto fuera cierto,sera difcil ver por qu habra buscado un principiooriginal y eterno, ese fuego que lo crea todo me-diante su transformacin perpetua, que lo gobiernatodo por la fuerza del rayo, que rene todo en suseno y lo destruye a travs del incendio cclico.Tampoco se explicara su concepto de la vida as-cendente y descendente ni podra aceptarse que He-rclito sostena la conflagracin csmica ni imaginarcul sera el resultado de tal conflagracin.

Herclito se hallaba preocupado por su idea deldevenir, que era para l la nica explicacin delcosmos, pero ste tena, no obstante, una base eter-na, un principio original nico. Tena siempre ante

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l la idea de un universo en movimiento perma-nente y sin embargo, detrs de todo ello vea tam-bin un principio constante de determinacin yhasta un misterioso principio de identidad. El alcan-ce del designio de Herclito es claro: se dan el ser yel devenir, y por ello tenemos una existencia eternay real, a la vez temporaria y aparente; no somos slouna transformacin incesante sino una existenciaconstante e idntica a s misma. El da y la nocheson uno, la muerte y la vida, el bien y el mal no sepresentan por separado, pues esto es lo Uno y todolo dems son sus formas y apariencias diversas. Elefesio explica el cosmos como la evolucin e invo-lucin de su principio eterno, el fuego -sustancianica y fuerza nica- lo que en su lenguaje metafri-co se expresa por el camino que asciende y que des-ciende. Del fuego proceden el aire, el agua y latierra, tal es el desarrollo de la energa segn la sen-da que desciende, y en la tensin misma de estaoperacin hay igualmente una fuerza potencial deretorno que obliga a las cosas a ascender. En eseequilibrio reside toda la accin csmica, el cual esun equilibrio de energas opuestas. Como el movi-miento de retorno del arco, al que Herclito locompara, la vida es un intercambio de reaccin y

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tensin que retiene una energa de liberacin; cadafuerza de accin es compensada por la reaccin co-rrespondiente. Por la resistencia de una y otra seoriginan todas las armonas de la existencia. Unadoctrina parecida la tenemos en la teora india delsamkhya, aunque ms matizada. La idea heraclteadel ascenso y del descenso, corresponde a la con-cepcin india del nevritti y pravitti (ascenso y des-censo) que tambin podra interpretarse como unciclo repetido de creacin y disolucin. La teora deHerclito se le asemeja. Lo mltiple sera entonceseterno no slo como potencia de manifestacin si-no por el hecho mismo de manifestarse.

Si la ley de transformacin determina la evolu-cin de la senda nica que asciende y desciende, lamisma ley domina en todo el trayecto del camino, yen sus recodos y en sus bordes donde se negaranmillones de cosas. Lo uno se intercambia constan-temente por lo mltiple; las mercancas son ofreci-das, desaparecen o son destruidas, pero en su lugartenemos el oro. El sol parece el mismo que se le-vanta cada da; lo cierto es que mantiene su identi-dad aparente por una constante transformacin.Hay destruccin continua y sin embargo nada seaniquila. La energa se reparte pero no se disipa. La

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ley es cambio y conservacin inalterable de la ener-ga dentro del cambio. La ciencia moderna, que po-see un conocimiento ms exacto de lo que seproduce en esta transformacin, confirma, en efec-to, la conclusin de Herclito. Es la ley de la con-servacin de la energa.

Ah reside el secreto activo de la vida; toda vidapsquica, mental o dinmica se mantiene por el in-tercambio constante. La teora de Herclito, empe-ro, no es del todo satisfactoria. Que la medida, elvalor de la energa cambiada permanezca invariableaunque modifique la forma, puede aceptarse, mas,por qu los objetos csmicos que recibimos enlugar del oro universal han de ser tambin fijos, esdecir, invariables? Cmo se produce esta eternidadde principios, elementos y clases de combinaciones,y asimismo la persistencia y retorno de las mismasformas que advertimos en el cosmos? Por qu lacorriente sera siempre la misma, como lo admiteHerclito, si bien las aguas resultaran distintas? Aeste propsito Platn construye su esquema deideas como modelos de las cosas que sera una ma-nera de responder al efesio. Herclito, por su parte,tiene su propia explicacin, dada por sus sugestivasfrases sobre la guerra, la justicia y la tensin. Es el

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primer pensador que ha considerado el mundo en-teramente en trminos de potencia. No slo hayguerra entre los seres, entre una fuerza y otra, sinoen el interior de cada uno, y esta oposicin tensacrea el equilibrio necesario para la armona.

La armona est presente, entonces, porque elcosmos, en su realizacin es armona; pero en suproceso el cosmos es lucha, oposicin, equilibrio deopuestos eternos. No puede haber verdadera paz amenos que se la entienda como tensin permanen-te, equilibrio de poder entre fuerzas hostiles, mutuaneutralizacin de excesos. La paz no puede crearnada ni mantener nada, por lo que el deseo de Ho-mero de que la guerra desaparezca entre los dioses ylos hombres es un monstruoso absurdo para He-rclito.

Acepta Aurobindo que el efesio es el primerpensador que ha enseado la ley de la relatividad.Puesto que todo es uno en su ser y mltiple en sudevenir, se deduce que todas las cosas, en su esenciadeben ser una. No podemos decir, pues, de algo quees bueno o malo, justo a injusto, bello o feo, sinodesde un punto de vista relativo, ya porque adop-tamos una posicin particular o porque pensamosen un fin prctico. l ofrece el ejemplo del agua de

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mar, buena para los peces, daina para el hombre.Las cosas son, en realidad, siempre las mismas yrevisten sus cualidades a causa de nuestra posicinen el universo del devenir, de la naturaleza de nues-tra visin y de la contextura de nuestro espritu.

A causa de su insistencia sobre la relatividad delbien y del mal se considera que Herclito habraenunciado una especie de supramoral, que es indis-pensable examinar de cerca. Herclito no niega -dice Aurobindo- la existencia de lo absoluto, puestoque para l lo absoluto se halla en lo Uno, en lo di-vino, no entre los dioses sino en la nica divinidadsuprema, el fuego. Se le reprocha haber atribuido larelatividad a Dios ya que ha dicho que el primerprincipio quiere y no quiere ser llamado Zeus. Elnombre Zeus slo expresa la idea relativa y humanade lo divino; en consecuencia, Dios, aun aceptandoel nombre, no est ligado ni limitado por l. Todasnuestras nociones de Dios son parciales y relativas.Esta es tambin la verdad proclamada por los Ve-das:

Brahma quiere ser llamado Vichn y sin embargono quiere, porque es asimismo Brahma y Maheshva-ra. Se trata pues de una aproximacin de los hom-bres a la divinidad y sta acept el tratamiento. En

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lo Uno desaparecen todas las distinciones. Hay unarazn en todos los casos, un Logos; slo que loshombres por el nivel de su mentalidad lo transfor-man cada uno en su pensamiento personal; vivensegn esta relatividad variable. Se sigue de ello quehay una manera absoluta, divina, de considerar lascosas. "Para Dios todas las cosas son buenas y jus-tas, pero los hombres tienen unas por buenas yotras por injustas". Existe, entonces, un bien abso-luto, una belleza absoluta y una justicia absoluta, delas cuales los objetos son expresiones relativas.

"Todas las leyes humanas son nutridas por unasola, que es divina". Esta frase -subraya Aurobindo-debera bastar para defender a Herclito contra todaacusacin antinmica. Es verdad que ninguna leyhumana es expresin absoluta de la justicia divina,mas extrae de sta su valor y su sancin. Herclitoadmite etapas relativas, si bien como pensador estobligado a superarlas. Todo es a la vez uno y mlti-ple, absoluto y relativo y todas las relaciones de lomltiple son relatividades y no obstante son nutri-das por lo absoluto que existe en ellas, retornan a ly subsisten por l.

La filosofa india -sostiene Aurobindo- ha com-prendido siempre su doble funcin; ha buscado la

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verdad, no slo por el placer intelectual sino a fin desaber cmo el hombre puede vivir por la verdad oluchar para alcanzarla. Los pensadores griegos, Pit-goras, Scrates, Platn, los estoicos, los epicreostenan tambin ese designio prctico si bien steactuaba sobre una minora cultivada, porque la filo-sofa helnica al aflojar los vnculos que la unan alos msticos, se separaba de la religin popular. Em-pero, slo la filosofa puede iluminar a la religin ysalvarla de la ignorancia v la supersticin, a la vezque nicamente la religin logra ofrecer, salvo ex-cepciones, ardor espiritual y poder eficaz a la filoso-fa.

Sin embargo, cuando se busca en las palabras deHerclito la explicacin humana de sus grandesplanteamientos quedamos desorientados. No nossirve de gua. Lo que habra que llamar su concep-cin aristocrtica de la vida, podramos considerarlacomo un resultado tico de su concepcin filosficade la aret, en tanto que naturaleza del principiooriginal. Nos dice que la mayora es mala y que unosolo, si es el mejor, vale por mil. De las reflexionesque a este respecto formula el pensador es posibleextraer una filosofa social y poltica; mas el dem-crata podra quiz contestarle que si existe en un

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individuo aislado o en una pequea lite, una virtud,un conocimiento y una fuerza superior y concentra-da, tambin se dan ellas en la multitud en forma di-fusa que al actuar colectivamente logran superaresas excelencias raras y aisladas y servir de contrape-so. Lo divino se manifiesta tanto en la colectividadcomo en el individuo, y la justicia en la que insisteHerclito exige que ambos produzcan su efecto yconserven su valor; ellos dependen uno del otro ypugnan por la realizacin de sus respectivas exce-lencias.

Debe observarse que Herclito en su concepcinde los dioses se aproxima a los viejos profetas vdi-cos si bien por su temperamento no tiene nada demstico. La religin vdica parece haber excluido lasimgenes materiales y fueron los movimientos pro-testantes del jainismo y del budismo los que o bienintrodujeron o por lo menos hicieron popular elculto de las imgenes en la India. Aqu tambin He-rclito prepara la va para la destruccin de la viejareligin en favor del reino de la filosofa y de la ra-zn pura y dej un vaco que vino despus a llenarel cristianismo, porque el hombre no puede vivirpor la sola razn. Cuando ya era demasiado tarde setrat de vitalizar la antigua religin mediante la ten-

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tativa de Juliano que intenta erigir un paganismoregenerado. El propsito fracas, pues era demasia-do filosfico y carente de la potencia dinmica queotorga el espritu religioso, en opinin de Aurobin-do.

As para la vida general del hombre Herclitonos da slo referencia de un principio aristocrticoen la sociedad. En religin, su influencia tenda adestruir la vieja creencia sin reemplazarla por algoms profundo. Si bien no fue l mismo un raciona-lista puro, prepar el camino al racionalismo filos-fico.

Herclito ha sido considerado en la antigedadcomo un pensador pesimista y de no pocas frasessuyas podramos deducir la vanidad de todas las co-sas. Si, en efecto, el principio originario y eterno delfuego es una sustancia o una fuerza psquica, enton-ces, puesto que todo el gran juego de la concienciaen nosotros se pierde en ese fuego y se disuelve enl no puede haber ningn valor espiritual en nuestroser y menos en nuestra obra. Mas hemos visto queel fuego heraclteo no es un principio puramentepsquico o inconsciente. Hay que aceptar que todaconciencia es un devenir, un juego que no tiene otroobjeto que ser jugado y que no ofrece otro fin que

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estar convencido de la vanidad de toda actividadcsmica por el retorno y la cada de esta actividaden la unidad indiscriminada del principio originario?

Este es uno de los sentidos dentro del cual po-demos comprender el pensamiento de Herclito. Suidea de que todas las cosas nacen de la guerra yexisten por la lucha llevara a esta conclusin. Sinembargo, hay otro aspecto del pensamiento del efe-sio. El dice que todo viene a la vida "segn la lu-cha", por el choque de las fuerzas. Expresa quetodo est tambin determinado. Mas, quin lo de-termina? La justicia de un choque de fuerzas, no esel destino; las fuerzas en conflicto "determinan",pero slo de momento en momento, segn su equi-librio, siempre cambiante y que puede modificarse sinuevas fuerzas aparecen. Si hay en las cosas unapredeterminacin, un destino inevitable, entoncesdebe haber detrs del conflicto algn poder que lasdetermine, que fije sus medidas. Herclito sostieneque, en realidad, todo nace segn la lucha, aunquetambin surge por el Logos. Este Logos no es unarazn inconsciente, porque su fuego es Zeus, eseternidad. El fuego, Zeus, es fuerza y asimismo, in-teligencia. Digamos pues, que es una fuerza inteli-gente la que es origen y duea de las cosas. Y ese

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Logos no puede tampoco ser idntico en su natu-raleza a la razn humana, porque el Logos es uno yuniversal, razn absoluta que por tanto cambia ydirige todas las actividades de lo mltiple. QuizFiln tena razn cuando deduca de esta idea unafuerza inteligente, Zeus o fuego, la energa o revela-cin de Dios. Herclito no se habra expresado enesos trminos ni pudo advertir lo que contena supropio pensamiento, pero el sentido dado por Filnes el que se encuentra cuando se profundizan y re-nen los diferentes fragmentos del efesio y se extraensus consecuencias.

Hay asimismo en Herclito, una gran laguna, ungrave defecto, ya en su conocimiento de las cosas,ya en su conocimiento del yo. Vemos en cuntasdirecciones la visin profunda de Herclito ha anti-cipado las generalizaciones ms vastas y profundasde la ciencia y la filosofa y cmo sus pensamientos,aun los ms superficiales, indican potentes tenden-cias del espritu occidental; comprobamos asimismola influencia de sus ideas en Platn, los estoicos, losneoplatnicos.

He tratado de mostrar -subraya Aurobindo- cuna menudo su pensamiento se identifica con el pen-samiento vdico o vedntico. Sin embargo, su reco-

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nocimiento de la verdad de las cosas se detiene antela visin de la razn universal; parece que l resu-mi el principio de las cosas en estos dos trminos:el aspecto de la conciencia y el aspecto del poder,una inteligencia suprema y una energa suprema. Elpensamiento indio ha visto un tercer aspecto del yoy de Brahma. El pensamiento europeo siguiendo lalnea de Herclito se ha adherido a la razn y a lafuerza. La fuerza es el primer estadio del mundo:guerra, choque de energas; el segundo, la razn,emerge de esta apariencia de fuerza en la cual estabaoculta y se revela como cierta justicia, cierta armo-na, inteligencia y razn determinante en el coraznde las cosas; el tercer aspecto es un secreto ms pro-fundo comprometido entre otros dos; felicidad, be-lleza, amor universales, que al apoderarse de ellospuede establecer algo ms elevado que la justicia,mejor que la armona, y ms verdadero que la razn:unidad y beatitud, xtasis de nuestra existencia reali-zada. De este ltimo poder secreto, el pensamientooccidental no ha visto ms que dos aspectos inferio-res, el placer y la belleza esttica; no ha descubiertoni la belleza espiritual ni la felicidad espiritual. Poresta causa Europa no ha podido jams erigir unareligin propia; ha debido tomarla de Asia. La cien-

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cia se posesiona de las medidas y de las utilidades dela fuerza; la filosofa impulsa a la razn hasta susltimas sutilezas; slo la filosofa y la religin inspi-radas pueden apoderarse del secreto supremo.

Herclito hubiera podido comprobarlos de con-ducir su visin un poco ms lejos. La fuerza slologra producir el equilibrio, la lucha que es justicia;en esta lucha acaece un cambio constante, y una vezque la necesidad de ste es comprendida, surge laposibilidad de modificar y reemplazar la guerra porla razn como principio determinante del cambio.Herclito vio claramente esta posibilidad. Del cam-bio -segn Aurobindo- podemos ascender a la no-cin ms elevada del intercambio, una dependenciamutua hecha del don de s como secreto oculto dela vida; de ah puede surgir la potencia del amor quereemplaza la lucha y supera el fro equilibrio de larazn. Ella es la puerta del xtasis divino. Herclitono lo ha advertido y sin embargo, su frase sobre elreino del infante toca casi el corazn de este secre-to. Ese reino es evidentemente espiritual, es el co-ronamiento, es el dominio al que llega el hombreperfecto; y el hombre perfecto es un divino infante.El alma que despierta al fuego divino, que lo aceptasin temor ni reserva, que se abandona a l en una

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pureza espiritual que permite a la fuerza inquieta yturbulenta del hombre liberarse de las angustias yaflicciones y devenir el fuego gozoso de la voluntaddivina, que logra que la razn relativa y vacilante seareemplazada por este conocimiento divino, neciopara el griego y el hombre racional.

Alfredo Llanos

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HERCLITO Y LA MSTICA

La filosofa y el pensamiento griegos son quizsel ms poderoso estimulante intelectual, la luz msfructfera que el mundo haya conocido. La filosofaindia en sus comienzos, era intuitiva, incitaba conpreferencia a una visin ms penetrante de las co-sas; no se ha concebido nada ms elevado y msprofundo, ni que revele mejor los abismos y lascumbres, ni que con mayor pujanza abra perspecti-vas ilimitadas, como el verbo divino e inspirado, elmantra (pensamiento piadoso) del veda y del ve-danta. Cuando esta filosofa se torn intelectual,concisa y tom como base la razn, devino asimis-mo rgidamente lgica, amante de la exactitud y sis-tematizacin, inclinada hacia una especie de

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geometra del pensamiento. El espritu griego po-sea, por el contrario, un gnero de precisin fluida,una lgica que indagaba de manera flexible; sus ras-gos dominantes residan en la perspicacia y la acui-dad de su intelecto, y por exhibir esa energadetermin sin duda todo el carcter y la extensindel pensamiento europeo ulterior. Y no hay pensa-dor helnico ms seductor que Herclito, segn susfragmentos [aforismos en el original]; conservaadems, esa excitante facultad intelectual ms madu-ra con el agregado de la antigua visin psquica, esdecir, la visin y la palabra intuitivas de los antiguosmsticos. Se advierte en l la tendencia al raciona-lismo, pero aun no la elocuente claridad del espriturazonador que fue creacin de los sofistas.

R. D. Ranade ha publicado un pequeo tratadosobre la filosofa de Herclito que, segn la compa-ginacin, parece el extracto de una obra ms im-portante, aunque no sabemos cul. Podrasuponerse que fue desglosado de una recopilacinde ensayos sobre filsofos o de una historia de lafilosofa. Tal obra debida a este gran escritor y no-table sabio, encierra, por cierto, un valor inestima-ble. El profesor Ranade, en efecto, posee el raroprivilegio de explicar con simplicidad y atractiva

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comprensin; ms an, logra conferir un cautivanteinters a temas como la filologa y la filosofa que ellector medio est dispuesto a rechazar por pesados,difciles, tediosos y secos. A la claridad luminosa, ala lucidez y al encanto en la expresin, le agrega unasimilar y correcta exposicin de los enunciados, to-do enmarcado de manera perfecta, como es naturalen la lengua v el espritu de griegos y franceses,aunque raro en ingls. En esas diecisiete pginas, hapresentado el pensamiento del viejo y enigmticoefesio con una transparencia y plenitud que nossubyugan, ilustran y encantan.

Slo con referencia a uno o dos puntos delica-dos, no estara dispuesto a suscribir sus conclusio-nes. El profesor Ranade rechaza categricamente laopinin de Pfleiderer, quien considera a Herclitocomo un mstico, opinin por cierto exagerada, yan falsa en la forma en que ha sido expuesta. Pare-ce, sin embargo, que detrs de esta concepcinerrnea se escondiera una verdad parcial. Las inju-rias que Herclito dirige a los misterios de su tiempono son por completo concluyentes a este respecto;lo que desprecia en realidad, son los aspectos deoscura magia, de excitacin sensual que aqulloshaban adquirido, por lo menos en las ltimas fases

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de su evolucin, a medida que se acentuaba el pro-ceso de decadencia que, un siglo ms tarde debaconvertir a los propios misterios de Eleusis en blan-co de las osadas bromas de Alcibades y sus compa-eros. Se lamenta de que los ritos secretos,conservados por el pueblo con veneracin igno-rante y supersticiosa, "mistifiquen de manera impalo que los hombres consideran como misterios". Serebela contra la oscuridad con que el xtasis dioni-saco enfoca los secretos de la naturaleza; peropuesto que hay tanto un misterio apolneo y lumi-noso como un misterio dionisaco tenebroso, y aveces temible, se da tambin en la mstica tntrica(ritual) una senda de la mano derecha (dakshina) yotra de la izquierda (vama). Si bien no participa deninguna clase de culto ni de ceremonia ridcula, He-rclito nos sorprende, empero, como si fuera -porlo menos intelectualmente- un descendiente de losmsticos y del misticismo, aunque quizs un hijorebelde. Se adivina en l algo del estilo de aqullos,un atisbo de la intuicin apolnea (apollinienne)1 quepenetra los secretos de la existencia.

1 Quiz se trata de un error de correccin, pero hemos respetado el ori-ginal francs, aunque pensamos que el trmino exacto sera dionisaca.(N. del T.).

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Por cierto, segn Ranade, lo que es aforismo noes misticismo; aforismo y epigrama son con dema-siada frecuencia, o an tal vez por lo general, unesfuerzo condensado, un fecundo empeo del inte-lecto. Sin embargo el estilo de Herclito, tal como lodescribe el mismo Ranade, es aforstico y epigram-tico. Tambin es hermtico, y este ltimo carcterno radica slo en la oscuridad voluntaria de un in-telectual que procura condensar en exceso sus pen-samientos o pretende llenarlos de ideas evocadoras,por dems comprimidas. Es enigmtico segn elestilo mstico, a la manera en que el pensamientomstico intentaba expresar el enigma de la existen-cia, en el lenguaje propio del enigma. Qu es, porejemplo, el "fuego siempre viviente" en el que elfilsofo descubre la sustancia primera originaria eimperecedera del universo, a la que identifica cons-tantemente con Zeus y la eternidad? Cmo com-prender el "rayo que todo lo dirige"? Interpretar elfuego como simple fuerza material de calor y llama,o simplemente como una metfora que designa elser, que es eterno devenir, sera, me parece, desco-nocer el sentido de las palabras de Herclito. Ellasencierran a la vez ambas ideas y todo cuanto lasrene. Mas de inmediato nos vemos remitidos en-

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tonces a la lengua y al ritmo del pensamiento de losVedas; esto nos recuerda el fuego vdico, que secanta en los himnos como el creador de los mun-dos, el secreto inmortal subyacente en los hombresy en las cosas, el contorno de los dioses, Agni, que"deviene" por todas partes los dems inmortales, yl mismo se convierte en todos los dioses y los con-tiene; tambin nos trae a la memoria el rayo vdico,el fuego elctrico, el sol, que es la verdadera luz, elojo, el arma milagrosa de los divinos antecesoresMitra y Vacuna. Es el mismo estilo hermtico, lamisma y rica manera de pensar. Aunque las concep-ciones no son idnticas, existe un parentesco evi-dente.

El lenguaje mstico plantea siempre el problemaque con rapidez se torna oscuro, incomprensible ohasta engaoso para los que no poseen su secreto yllega a ser un enigma para la posteridad. Ranade nosdice que es imposible saber qu pensaba Herclitocuando escribi: "Los dioses, mortales; los hom-bres, inmortales". Pero resulta en verdad imposiblesi no aislamos a este pensador de las antiguas con-cepciones de los msticos? El rishi [iniciado] vdicotambin invoca la aurora: "Oh t, diosa y huma-na!". En los Vedas constantemente se llama "hom-

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bres" a los dioses, y es tradicional emplear los mis-mos trminos para designar a los hombres y a losinmortales. La inmanencia del principio inmortal enel hombre y el descenso de los cielos en la repre-sentacin de la inmortalidad constituyen casi la ideabsica de los msticos. Asimismo, Herclito parecereconocer la unidad inseparable de lo eterno y locontingente, lo que es siempre y por ello parece queno existe sino en esta lucha y cambio que son uncontinuo extinguirse. Los dioses se manifiestan co-mo lo que cambia y perece sin cesar, y el hombre esen principio un ser eterno. No se trata de que He-rclito formule anttesis estriles; su mtodo con-siste en una exposicin de antinomias y un bosquejode conciliacin en los trminos mismos de su opo-sicin. As cuando afirma que el vocablo avco(bis), es vida (bos), mas su obra es la muerte, nointenta realizar un trivial juego de palabras; habla delprincipio de la guerra como origen y rey de todo,que reduce la existencia csmica, en apariencia, a unproceso de vida, pero que en verdad es un procesode muerte. Los Upanishads haban captado la mis-ma verdad cuando declaraban que la vida es el do-minio del rey de la muerte; la describan como locontrario de la inmortalidad, y hasta decan que en

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la tierra toda vida y existencia fue de antemanocreada para la muerte a fin de servirle de alimento.

Si se interpreta el lenguaje heraclteo en sentidodemasiado literal, aunque se tome en cuenta el ca-rcter simblico y fecundo que lo caracteriza, secorre el riesgo de mutilar su pensamiento. Herclitoenaltece el "alma seca" como lo mejor y ms sabio,pero sostiene que las almas sienten placer y con-tento en devenir hmedas". La tendencia del almaque procura su placer natural es una especie de mo-licie en la que sumerge el vaho del vino: debe re-primirse, pues Dioniso, dios del vino, y Hades,seor de la muerte, seor de los mundos inferioresy oscuros, son una sola y misma divinidad. Ranadevio en el panegrico del alma seca un elogio de la luzseca de la razn: con ello intenta probar que He-rclito fue un racionalista, no un mstico, y con to-do, cosa extraa, entiende las expresiones opuestassobre el alma hmeda y Dioniso como paralelas, ensentido material y por completo diferente, como sise tratara de una desaprobacin moral respecto deluso del vino. Indudablemente no es as. Herclitono puede designar como "alma seca" la razn de unhombre sobrio y como "alma hmeda" la sinrazno el extravo de un ebrio; y cuando manifiesta que

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Dioniso y Rades forman uno no es slo para adver-tirnos que el vino es funesto para la salud! Es ev i-dente que, como siempre, aqu utiliza un lenguajefigurado y simblico para trasmitir una idea profun-da que en la forma comn resultara empobrecida ysuperficial.

Herclito emplea la vieja expresin de los miste-rios, aunque de manera personal y nueva, acordecon sus propios fines; as habla de Hades y Dioniso,del fuego siempre viviente y de las Erinias, o de losemisarios de la justicia que sorprendern al sol sisupera sus medidas. Sera un error asignar a la pala-bra de los dioses significados estrechos y triviales talcomo procede la religin popular mitolgica. Cuan-do Herclito habla del "alma seca" y del "alma h-meda" no se refiere al intelecto, psyj y no nous.Psyj corresponde ms a chetas o chitta de la psi-cologa india, y nous a buddhi. El alma seca del pen-sador helnico coincide con la "conciencia delcorazn" purificada, shuddha china, de los psiclo-gos indios, los que a travs de su experiencia en-contraban all la primera base de un intelectodepurado, vishiddha buddhi. El "alma hmeda" esla que se deja turbar por el vino impuro del xtasissensual, por la excitacin emotiva, por un impulso y

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una inspiracin oscuros que se nutre en un mundotenebroso inferior. Dioniso es el dios del delirio dela ebriedad, el dios de los misterios bquicos, "delos paseos en la noche, de los magos, de las bacan-tes, de los msticos"; por ello Herclito expresa queDioniso y Hades slo son uno. Por el contrario, laadoracin exttica por el sendero indio bhakti ob-jeta que se busque con exclusividad por va de ladiscriminacin intelectual el "conocimiento seco", yemplea el epteto de Herclito, mas en sentido pe-yorativo, no de alabanza.

No detenerse en la influencia del pensamientomstico y sus mtodos de expresin, en las concep-ciones intelectuales helnicas desde Pitgoras hastaPlatn, sera desnaturalizar la evolucin histrica delespritu. Dicha concepcin se sirvi, en principio,del estilo y la disciplina simblicos, intuitivos y eso-tricos de los msticos, videntes vdicos y vednti-cos, maestros ocultos de los misterios rficos ypadres egipcios. Luego se deshizo de sus velos y seorient hacia una filosofa metafsica vinculada a losmsticos en cuanto que de ella provinieron tanto suspostulados fundamentales, como su estilo aforsticoy hermtico del comienzo, combinada con el es-fuerzo por penetrar directamente la verdad ms por

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una visin intelectual, que por el uso sistemtico dela razn: sin embargo, prevaleci lo intelectual en sumtodo y en su fin. En la India se cumple el primerperodo de los darshanas [sistemas filosficos], en laHlade, el de los primeros filsofos intelectuales.Luego irrumpi el racionalismo filosfico, en la In-dia Buda o los budistas y los filsofos lgicos, enGrecia los sofistas, Scrates y los que les sucedie-ron. Por cierto que el mtodo intelectual no co-mienza con ellos, pero con ellos alcanz su plenitudy su madurez. Herclito pertenece al perodo detransicin, del cual es su representante ms conspi-cuo, y no al del apogeo de la ra-zn; de all su estilohermtico, su pensamiento conciso y grvido desentido; difcil de dilucidarlo y racionalizarlo porcompleto. La exposicin de la historia del pensa-miento se resiente en gran medida por el descono-cimiento de los ms-ticos, nuestros primeros padres,purve pitarah.

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II

LA UNIDAD Y LA MULTIPLICIDAD

Cul es con exactitud la idea dominante delpensamiento de Herclito?

Dnde hall su punto de partida? Cules sonlos grandes lineamientos de su filosofa? Si su pen-samiento no se desarrolla segn el mtodo severa-mente sistemtico de los filsofos posteriores, siste no nos llega en vastas oleadas de razonamien-tos sutiles e imgenes ricas como las de Platn, sinoms bien en frases aforsticas desprendidas, lanzadascomo flechas hacia la verdad, no se presenta sinembargo en forma de reflexiones filosficas disper-sas. Entre sus frases existe correlacin e interde-pendencia; todas ellas parten lgicamente de su

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concepcin fundamental de la existencia misma yretornan de manera constante para justificarse.

En la filosofa griega como en la india, el primerproblema que se plantea al pensamiento es el de loUno y lo Mltiple. A nuestro alrededor vemos unamultiplicidad de seres y de cosas; es real o slo fe-nomnica o prctica, maya, vyava-hara? El hombreindividual por ejemplo -y esta es la cuestin que nosincumbe ms de cerca- tiene una existencia esenciale inmortal que le sea propia o bien es slo el resul-tado fenomnico y efmero dentro de la evolucin yel juego de algn principio original nico? Materia,inteligencia, espritu, cul ser la nica realidad dela existencia? Existe la unidad del todo? y, si existe,es una unidad total o de principio primordial? Unresultado o un origen, una unidad que contiene to-do, o bien una unidad de naturaleza, o en cambiouna unidad de esencia?, lo cual representa los dife-rentes puntos de vista de pluralismo, del sam khya,del vedanta. O an, si lo Mltiple y lo Uno son ver-daderos, cules son los vnculos entre estos dosprincipios eternos del ser, o bien se reconcilian enun Absoluto ms all de ellos? Aqu no se trata deestriles problemas de lgica, ni de luchas entrebrumosas abstracciones metafsicas, como quisiera

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hacernos creer en su desprecio el hombre prcticoque vive dentro de sus sensaciones, pues de nuestrarespuesta depender nuestra concepcin de Dios,de la existencia, del mundo, y tambin de la vida y eldestino humanos.

Herclito crea en la unidad y la multiplicidad, lasdos verdaderas y coexistentes; difera en esto, segnnos lo recuerda Ranade, tanto de Anaximandroquien -como nuestros mayavadines- rechaza la ver-dadera realidad de lo mltiple; o de Empdocles,para quien el todo era, de manera alternada, uno ymltiple. La existencia es pues para Herclito eter-namente una y eternamente mltiple, igual que co-mo concluyeron Ramanuja y Madhva, aunque muydiferente en espritu y desde un punto de vista porcompleto distinto. La opinin de Herclito naci desu poderosa intuicin concreta de las cosas, de susentido agudo de las realidades universales; enefecto, en nuestra experiencia del cosmos encon-tramos siempre esta coexistencia eterna y en verdadno podemos eludirla. Por todas partes nuestra mi-rada sobre lo Mltiple nos revela una eterna unidad,cualquiera sea el objeto que elijamos como principiode ella. Y sin embargo sta es ineficaz como no seapor la multiplicidad de sus poderes y sus formas, y

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en ninguna parte la vemos despojada ni separada deaqulla. Una Materia, muchos tomos, muchoplasma, muchos cuerpos; la energa, pero muchasfuerzas; lo mental, o por lo menos la sustanciamental, pero muchos seres mentales; el espritu peromuchas almas. Quizs esta multiplicidad regreseperidicamente a lo uno del que en su origen sali,all se disuelve, y all es reabsorbida; mas el hechomismo de esta evolucin e involucin que la siguenos obliga a suponer la posibilidad y an la necesi-dad de una evolucin repetida; tal multiplicidadpues, no se destruye en verdad. Por su yoga, el ad-vaitista, regresa a lo nico, all se resume, cree estardespojado de lo mltiple y quiz cree haber proba-do con ello la irrealidad; mas es la actitud de un in-dividuo, un corte en la multiplicidad, y lamultiplicidad contina existiendo a pesar de todo.Tal experiencia slo prueba que existe un plano enla conciencia en el cual el alma puede realizar -nonicamente percibir por el intelecto- la unidad delespritu; es todo lo que demuestra. Herclito se apo-ya y encuentra su base en esta verdad de la unidad ymultiplicidad eternas. De hecho no trata de supri-mirla por el razonamiento, sino que la acepta con

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firmeza, con todas sus consecuencias, como fluyede todo el resto de su filosofa.

No obstante, antes de continuar, falta resolveruna cuestin. Puesto que existe lo uno eterno, ques? Es fuerza, mente, materia, alma? o, ya que lamateria comporta muchos principios, hay un prin-cipio originario de la materia que haya hecho apare-cer el resto o algn poder de su propia actividad seha transformado en todo lo que vemos? Los anti-guos pensadores griegos conceban la sustanciacsmica como si poseyera cuatro elementos, deja-ban de lado, o bien no haban descubierto el quinto,el ter, en el que el anlisis indio halla el principiooriginario. En tanto, procuraban descubrir la natu-raleza primordial; para uno es el aire, para el otro elagua, mientras que Herclito, como hemos visto,descubre y simboliza la fuente y la realidad de todacosa en el fuego siempre viviente. "Ni hombre, nidios", dice "ha creado el universo, pero haba, hay yhabr fuego siempre viviente".2

En el Veda, en el lenguaje ms antiguo de losmsticos en general, los nombres de los elementos oprimeros principios de la sustancia eran empleadoscon un significado netamente simblico. As es co- 2 Referencia al fragmento 30 de Herclito. (N. del T.).

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mo el smbolo del agua se emplea de continuo en elRig-Veda. All se ha dicho que al comienzo era elocano inconsciente, de donde naca lo Uno, por lainmensidad de su energa; pero segn los trminosde ese himno, est claro que no se trata de un oca-no fsico sino ms bien del caos informe del incons-ciente, donde en la penumbra, envuelto en tinieblasan ms espesas, se conserva escondido lo divino, ladivinidad. Asimismo, los siete principios activos dela existencia all se llaman olas o aguas; en un con-texto que exhibe el sentido simblico, hallamos lossiete ros, el agua grande, los cuatro ros superiores.Vemos fijarse esta imagen en los mitos purnicos deVishnu durmiendo sobre la serpiente infinita en elocano de leche; an en una poca tan anterior co-mo la del Rig-Veda, el ter es el smbolo ms alto delo infinito, lo peiron de los griegos: el agua simbo-liza ese mismo infinito en su aspecto de sustanciaoriginal; el fuego y el poder creador, la energa acti-va de lo infinito; el aire, principio de la vida, se des-cribe como lo que hace descender fuego sobre latierra desde lo alto de los cielos. Por tanto no signi-ficaban slo smbolos. Resulta claro que los msti-cos vean un nexo ntimo, un paralelismo de hecho,entre las actividades fsicas y las actividades psqui-

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cas; por ejemplo entre la accin de la luz y el fen-meno de la iluminacin mental. Para ellos, el fuegoera a la vez la energa luminosa divina, la voluntadprofeta de lo divino universal que actuaba y creabatodas las cosas, y el principio psquico, creador detodas las formas sustanciales del universo, que ardesecretamente en toda vida.

No se sabe con certeza hasta qu punto los pri-meros filsofos griegos conservaron alguna de estascomplejas nociones en sus generalizaciones sobre elprincipio originario. Mas Herclito en su concep-cin del fuego siempre viviente, tiene la idea clarade algo ms que una sustancia o energa fsica. Elfuego para l es, por as decir, el aspecto fsico deuna gran fuerza ardiente que crea, modela y destru-ye, operaciones stas cuya suma es un cambioconstante e incesante. La idea de lo uno que devieneeternamente lo mltiple y de lo mltiple que devie-ne eternamente lo uno, y de lo uno que por consi-guiente no es an sustancia o esencia estable sinofuerza activa, especie de sustancial voluntad-de-devenir, tal es la base misma de la filosofa heracl-tea.

Nietzsche, a quien con razn Rande asocia conHerclito, Nietzsche, el ms vital, el ms concreto y

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ms fecundo de los pensadores modernos -como loes Herclito entre los antiguos- fund todo su pen-samiento filosfico sobre esta concepcin de laexistencia y del mundo como una inmensa volun-tad-de-devenir y un juego de energa; para l el po-der divino era el verbo creador, comienzo de todaslas cosas, a lo cual aspira la vida. Mas solo afirma eldevenir y excluye el ser de su concepcin; en resu-men, pues, su filosofa es poco satisfactoria, insufi-ciente, mal equilibrada; hace pensar, pero noresuelve nada. Herclito no excluye al ser de losdatos del problema de la existencia, aunque no esta-blezca una oposicin, ni cree un abismo entre el sery el devenir. A causa de su concepcin de la exis-tencia, a la vez una y mltiple, se ha visto precisadoa aceptar como simultneamente verdadero lo uno ylo otro, dos aspectos de su fuego siempre viviente.El ser es un devenir eterno, y sin embargo el deve-nir se resuelve en ser eterno. Todo fluye, porquetodo es cambio en el devenir; no podemos entrardos veces en el mismo ro, pues ste es otro, siem-pre distintas las aguas que corren. A pesar de todo,por preocupado que estuviera respecto de este as-pecto de la existencia, no pudo evitar que su ojopenetrante, fijo sobre la verdad de las cosas, le deja-

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ra ver otra detrs de aqulla. Las aguas en las cualesentramos son y no son las mismas, nuestra propiaexistencia es una eternidad y una fugacidad ince-sante; somos y no somos. Herclito no resuelve laantinomia, la expone y procura a su manera explicarel proceso.

Herclito ve ese discurrir como transformacin ytransformacin continuas, cambio e intercambiodentro de un todo constante, que dirige para el restoun choque de fuerzas, una lucha creadora y decisiva,"la guerra que es origen y reina de todas las cosas".Entre el fuego como ser y el fuego en el devenir, laexistencia describre una curva descendente, pravittiy nivritti, que se la ha llamado "el camino hacia arri-ba y hacia abajo,"3 por el que todo debe transcurrir.Tales son las ideas rectoras del pensamiento hera-clteo.

3 Herclito, fragmento 60 (N. del T.).

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III

LA IDENTIDAD EN EL CAMBIO

Dos apotegmas de Herclito nos dan el punto departida de la totalidad de su pensamiento. El prime-ro, dice que es sabio admitir que todas las cosas sonuna; en el segundo, expresa; "Lo uno proviene deltodo, y todo de lo uno". Cmo habr que com-prender estas sentencias cargadas de sentido? Sermenester interpretarlas una por medio de la otra yconcluir que para l lo uno slo existe como resul-tante de lo mltiple, as como lo mltiple no existesino como un devenir de lo uno? Esto parece supo-ner Ranade cuando nos dice, en efecto, que tal filo-sofa niega el ser y afirma slo el devenir, como lohace Nietzsche, como hacen los budistas. Por ciertoque ello sera dar exagerada importancia a la teora

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heracltea del cambio perpetuo aislndola demasia-do del resto. Si tal fuera la concepcin, resultaradifcil comprender por qu habra buscado un prin-cipio originario y eterno, el fuego siempre vivienteque todo lo crea por su perpetuo cambio, que go-bierna todo por la fuerza resplandeciente del "rayo",que retoma todo en su seno en un abrazo cclico;tambin sera difcil explicar su concepto del caminoascendente y descendente, y casi imposible admitirlo que afirma Rnade, es decir, que Herclito soste-na la teora de una conflagracin csmica, y seradifcil imaginar cul podra ser el resultado. Reducira nada todo el devenir? De ningn modo. El pen-samiento heraclteo est en las antpodas de un nihi-lismo especulativo. Convertirlo en otra suerte dedevenir? Es evidente que no; una conflagracin ab-soluta, en efecto, no podra tornar las cosas exis-tentes ms que a un principio eterno de ser, Agni,su regreso al fuego inmortal. Algo eterno, que en smismo es eternidad, algo que para siempre es uno -pues el cosmos es eternamente uno y mltiple, y aldevenir no cesa de ser uno- algo que es Dios (Zeus),algo que puede representarse como fuego, ese fuegoque, aun siendo una fuerza siempre activa, es sinembargo una sustancia o por lo menos una fuerza

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sustancial y no slo una abstracta voluntad-de-devenir, algo de donde surge y retorna todo devenircsmico. No es esto acaso el ser eterno?

A Herclito le preocupaba su idea del devenireterno, a la que consideraba nica y verdadera expli-cacin del cosmos, pero con todo, su cosmos tenauna base eterna un principio originario nico. Yesto distingue de modo radical su pensamiento delde Nietzsche y los budistas. De l ms tarde toma-ron los griegos la idea del perpetuo fluir de las co-sas: "todas las cosas fluyen"4. Herclito sostenasiempre el criterio del universo en movimientocontinuo y en cambio perpetuo, y sin embargo de-trs de ello, en todo ello, ver asimismo un princi-pio constante de determinacin y aun un misteriosoprincipio de identidad. Cada da, dice, un nuevo solse levanta; sea, pero si el sol es siempre nuevo, si noexiste ms que por cambio constante, como sucedeen la naturaleza, es a pesar de todo el mismo fuegosiempre-viviente que, con el sol, se levanta al alba.Nunca podemos entrar dos veces en el mismo ro,pues siempre son aguas nuevas las que corren; y sinembargo, dice Herclito, "entramos y no entramos

4 La afirmacin no se encuentra en Herclito, pero Platn se la atribuyeen el dilogo Crtilo. (N. del T).

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en las mismas aguas, somos y no somos". El signifi-cado es claro: hay en las cosas, en todas las existen-cias, sarva bhutani, tanto una identidad como uncambio constante; tanto un ser como un devenir, yde all tenemos una existencia eterna y real as comouna existencia temporaria y aparente; no slo somosuna transformacin incesante, sino tambin unaexistencia constante e idntica a s misma. Zeusexiste. Fuego activo inmortal y verbo eterno, lo uno,por lo cual todas las cosas se unifican, toda ley ytodo resultado perpetuamente determinado, todadimensin inalterablemente mantenida. El da y lanoche no forman sino uno, la muerte y la vida sonuno, la juventud y la vejez son slo uno, el bien y elmal no son ms que uno, porque eso es lo nico, ytodo ello son sus formas y sus apariencias diversas.

Herclito no hubiera aceptado como origen delas cosas un principio puramente psicolgico delYo, pero en esencia no est muy lejos del punto devista vdico. Los budistas de la escuela nihilista em-pleaban a su manera las mismas imgenes, los ros yel fuego. Como Herclito, vieron que nada en elmundo permanece idntico durante dos instantes,aun cuando la continuidad de formas sea lo msevidente. La llama se conserva inalterable en apa-

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riencia, pero cada instante es otro fuego y no elmismo; el ro conserva su curso porque sus aguassiempre se renuevan. De ello extraen la conclusinque no existe esencia de las cosas, que nada existepor s mismo; el devenir externo es cuanto pode-mos llamar apariencia; detrs, la nada eterna el vacoabsoluto o quizs un no-ser-originario. Herclito,por el contrario, vea que si la llama existiera slopor un cambio perpetuo, o ms bien por una trans-formacin constante de la sustancia de la lengua defuego, debiera existir un principio de existencia co-mn a ambas que convirtiera una forma en otra.An si la sustancia de la llama cambia siempre, elprincipio del fuego permanece idntico y siempreproduce los mismos resultados de energa, mantienesiempre las mismas medidas.

El Upanishad tambin describe el cosmos comoun movimiento y un devenir universales; todo estoque es mvil en la movilidad, jagatvam jagat -el tr-mino mismo que designa el universo, jagut, tieneuna raz que corresponde a la idea de movimiento-de suerte que el universo entero; el macrocosmos esun vasto principio del movimiento y por conse-cuencia de cambio y de inestabilidad, mientras quecada cosa en el universo es ella un microcosmos de

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ese mismo cambio y de esa misma inestabilidad. Lasexistencias son "todas devenires", el atman existenteen s, Svayambhu, ha devenido todos los devenires.La relacin entre Dios y el mundo se resume en lafrmula: "Es l quien por todas partes es movi-miento desde afuera, su paryagat"; es el seor, elvidente y el pensador, que deviniendo en todo lugar-el logos de Herclito, Zeus, lo uno del cual provie-nen todas las cosas- "ha establecido justamente to-das las cosas, segn su naturaleza, desde los tiempossin comienzo". Herclito dice: "Todas las cosas sonfijas y determinadas". Reemplazad su fuego por elAtman vedntico y nada existe en las expresionesdel Upanishad que el pensador efesio no hubieraaceptado como figura de su propio pensamiento.Acaso los Upanishads no emplean, entre otrasimgenes, el propio smbolo del fuego? "Como unfuego nico ha entrado en el mundo y se ha mode-lado segn sus diferentes formas", as el ser nicoha devenido todos esos vocablos y todas esas for-mas y sin embargo permanece lo nico. Herclitoexpresa con exactitud la misma cosa: Dios es todoslos contrarios. "Asume diversas formas, como elfuego, que baado en especias, adopta el nombrecorrespondiente al gusto de cada uno". Cada cual lo

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llama a voluntad, dice el sabio efesio, y "Lo Uno, lonico sabio, rehsa y acepta ser llamado con elnombre de Zeus." Esto es lo que tambin deca enel pasado el indio Dirghatamas en su extenso himnode los Misterios divinos en el Rig-Veda: "A lo Unoque existe, los sabios lo llaman con muchos nom-bres". Aunque est investido de todas esas formas,dice el Upanishad, no tiene ninguna forma que pue-da satisfacer la intuicin. El, cuyo nombre es unpotente esplendor. Apreciamos an cun prximosdel significado y del estilo de los sabios vedas y ve-dnticos estn los pensamientos y hasta las expre-siones e imgenes del efesio.

Si deseamos comprender el pensamiento de He-rclito, debemos poner cada uno de sus apotegmasen el sitio que le corresponde. "Sabio es admitir quetodas las cosas son una" -no slo, observmosle,porque provengan de la unidad y vuelvan a ella, sinoque son una, ahora y siempre-, todo era, es y ser elfuego siempre-viviente. Segn nuestra experiencia,todo parece mltiple, todo pare-ce un eterno deve-nir de mltiples existencias; dnde habr en todoesto un principio de identidad eterno? Es verdad,dice Herclito, parece as; pero la sabidura mira msall y ve la identidad de todas las cosas; la noche y el

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da, la vida y la muerte, el bien y el mal, no es msque uno, lo eterno, lo idntico; los que no ven enlos objetos ms que diferencia no conocen la verdadde los objetos que observan. "Hesodo no conocael da y la noche, pues es lo Uno". Ahora bien, loeterno y lo idntico que son en todas las cosas, esen efecto, lo que entendemos por ser; lo que preci-samente niegan aquellos que slo ven el devenir.Los budistas nihilistas5 sostenan que no sustenta-ban otras ideas que no fueran mltiples, y formasimpermanentes constituidas por combinaciones departes y elementos; ninguna unidad, en ningunaparte identidad; pasad ms all de las ideas y lasformas y no hallaris ms que extincin del yo, va-co, nada. Sin embargo es necesario postular unprincipio de unidad en alguna parte, si no en la baseo en el corazn secreto de las cosas, por lo menosen la accin de stas. Los budistas persisten en sos-tener su principio universal de karma, que en cuantose re-flexiona, remite en definitiva a la concepcinde una energa universal como causa del mundo,creadora y conservadora, de medidas invariables.Nietzsche negaba el ser, mas debi referirse a una 5 El propio Buda guard silencio a este respecto; su fin, nirvana, era unanegacin de la existencia fenomnica, pero no necesariamente una sepa-

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universal voluntad de ser, en la que si se profundiza,no parece distinto del upanishdico tapo brahma,"la Energa-Voluntad es Brahma". El samkhya pos-terior negaba la unidad de las existencias conscien-tes, pero afirmaba la unidad de la naturaleza, Prakiti,que a la vez vuelve a ser el principio original, lasustancia de las cosas, la energa creadora, la physisde los griegos. Entonces es prudente admitir quetodas las cosas son una; porque es a lo que impulsala intuicin, lo que el alma y el corazn trataban dealcanzar y a lo que el pensamiento en su transcursollega en el acto de negacin.

Herclito vea lo que deben ver todos los queobservan el mundo con un poco de atencin, valedecir, que en todo este movimiento, este cambio,esta diferenciacin, hay algo que proclama estabili-dad, que vuelve a la identidad, que asegura la uni-dad, que triunfa en la eternidad, que tiene lasmismas medidas: es, era y ser siempre. Somosiguales a pesar de nuestras diferencias, partimos delmismo origen, avanzamos por las mismas leyes uni-versales, vivimos, disentimos y luchamos en el senode una unidad eterna, buscamos siempre lo que ligaa todos los seres y lo que hace de todas las cosas, racin de toda existencia

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una. Cada cual lo ve a su manera, destaca uno uotro aspecto, pierde de vista los otros o los minimi-za y por consiguiente les asigna otro nombre. Elpropio Herclito, atrado por su aspecto de fuerzacreadora y destructiva, lo llam fuego. Mas cuandogeneraliza, se expresa de manera por dems amplia:lo uno que es el todo, es el todo que es uno, Zeus,la eternidad, el fuego. Habra podido decir con elUpanishad: "Todo eso es Brahma", aunque no hu-biera podido continuar diciendo: "Este Yo esBrahma", pero hubiera podido aseverar quiz res-pecto de Agni lo que dice una sentencia vednticade Vayu: t eres la manifestacin de Brahma.

Sin embargo podemos concebir lo Uno en mo-dos diferentes. Los advaitistas afirmaron lo uno, elser, pero desecharon toda cosa por ser Maya (ilu-sin) o bien, reconocieron la inmanencia del ser enesos devenires que no obstante son no-yo, en cam-bio de aquello. La filosofa vishnuta vive la existen-cia, como eternamente una en el ser, Dios, que eseternamente mltiple por su naturaleza o su ener-ga-conciencia en las almas que devienen l o queexisten en l. En la Hlade tambin, Anaximandroneg la realidad mltiple del devenir. Empdoclesafirm que el todo es eternamente uno y mltiple:

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todo es uno que deviene mltiple y que luego retor-na a la unidad. Pero Herclito no quiere cortar as elmundo del enigma. "No", en realidad dice, "yo meatengo a mi idea de unidad eterna de todas las cosas;nunca dejan de ser una. Todo es mi fuego siempre-viviente, lo que asume formas y nombres diversos,lo que se transforma en todo lo que es y lo que porconsiguiente permanece l mismo, no por algunailusin o simple apariencia de devenir, sino con rea-lidad estricta y positiva". Todas las cosas son pueslo uno en su realidad, su sustancia, su ley y su raznde ser; lo uno dentro de sus formas, sus valores, suscambios devienen realmente todas las cosas. Cam-bia, y sin embargo es inmutable, pues no aumenta nidisminuye, y ni por un instante pierde su naturalezay su identidad eternas, que son las del fuego siem-pre-viviente. Muchos valores que siempre se redu-cen a una misma medida y rige para todos losvalores; cantidad de devenires que vuelven dentrode la misma inalterable energa; diversos deveniresque a la vez representan el ser eterno nico y a l sereducen.

Aqu Herclito introduce su apotegma, "Lo Unofuera de todo y todo fuera de lo Uno", con el cualexplica la marcha del cosmos, igual que con "Todas

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las cosas son una" expone su criterio respecto de laeterna verdad del cosmos. En el proceso del cos-mos, dice, lo uno deviene de manera constante to-das las cosas, es el fluir eterno de las cosas; perotambin todas las cosas en su principio de unidadretornan eternamente, de all la unidad del cosmos,la uniformidad que precede el fluir del devenir, laestabilidad de las medidas, la conservacin de laenerga a pesar de todos los cambios. Herclito seexpresa por completo con su teora segn la cual elcambio tiene como carcter propio una modifica-cin constante. Mas entonces no tiene fin el mo-vimiento permanente de las cosas hacia arriba yhacia abajo? Ya que el movimiento descendentedemasiado ha triunfado al crear el cosmos, notriunfar tambin el movimiento ascendente disol-viendo el cosmos en el fuego siempre-viviente? Yello nos remite a otro interrogante: Herclito ad-mita o no admita la teora de una conflagracinperidica? "El fuego vendr sobre todas las cosas ylas juzgar y las condenar". Si lo crea, una vez mshallamos una coincidencia sorprendente entre elpensamiento heraclteo y nociones similares en losindios: el pralaya peridico, la conflagracin purni-ca del mundo por la aparicin de doce soles, la teo-

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ra vedntica de los ciclos eternos de manifestaciny retraccin. En verdad las dos lneas de pensa-miento son esencialmente parecidas, y de modoinevitable deban desembocar en conclusiones se-mejantes.

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IV

EL CAMINO HACIA ARRIBA Y HACIAABAJO

Fuera de su principio eterno nico del fuego -a lavez que sustancia y fuerza nica- Herclito explicael cosmos como evolucin e involucin, lo que ensu lenguaje figurado define como "el camino haciaarriba y hacia abajo". "El camino hacia arriba y haciaabajo", dice, "es uno y el mismo". Del fuego, prin-cipio radiante y productor de energa, proceden elaire, el agua y la tierra, tal es el desarrollo de la ener-ga en la ruta que desciende; y en la tensin mismade este trabajo hay asimismo una fuerza potencialde retorno que hace remontar las cosas a su fuenteen el sentido inverso. En el equilibrio de estas dosfuerzas ascendente y descendente, radica toda la

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accin csmica; todo es equilibrio de fuerzasopuestas. Como el movimiento de retroceso delarco, con el que Herclito lo compara, el movi-miento de la vida es una energa de accin y reac-cin que retiene una energa de liberacin, siendocompensada cada fuerza de accin por una corres-pondiente fuerza de reaccin. Todas las armonasde la existencia se crean por la resistencia de una aotra.

En la teora india del samkhya, encontramos lamisma idea: la evolucin de estados sucesivos deenerga extrados de una misma sustancia-fuerzaprimera. All en verdad, el sistema propuesto es mscompleto y ms convincente. Comienza por laenerga original, la energa raz, mula-prakriti, quecomo sustancia primera, pradhana, se transformapor desarrollo y cambio, en cinco principios sucesi-vos. Esto es, el ter, ignorado pon los griegos comoprimer principio, pero redes cubierto por la cienciamoderna6, y no el fuego; luego siguen el aire, el fue-go -energa gnea, radiante y elctrica- el agua, latierra, lo fluido y lo slido. Como Anaxmenes, elsamkhya reconoce en el aire, el primero de los cua-

6 En la actualidad ha vuelto a ser rechazado, si bien esto no pareciera serterminante ni definitivo.

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tro principios admitidos por los griegos, aunque nolo considere la sustancia originaria, y as difiere delorden de Herclito. Mas l concede al principio delfuego la funcin de crear todas las formas, -as co-mo Agni, en el Veda, es el gran conductor de losmundos- y por lo menos all los dos pensamientoscoinciden. En efecto, es posible que Herclito hayaelegido el fuego -en tanto que principio de energa,al margen de toda formacin y transformacin- co-mo smbolo representante material de lo Uno. Re-cordemos al respecto hasta qu punto la cienciamoderna tiene en cuenta a estos pensadores anti-guos por la importancia que ella concede a la elec-tricidad y a las fuerzas radioactivas el fuego y el rayoheraclteo, el triple Agni indio- en la transformacinde los tomos y la transmutacin de la energa.

Pero los griegos no impulsaron hasta el discer-nimiento final que en la India se atribuy a Kapila,el supremo pensador analtico; la discriminacinentre Prakriti (sustancia) y sus principios csmicos,los veinticuatro tattvas (principios) constitu-yen losaspectos subjetivos y objetivos de la naturaleza, yentre Prakriti y Purusha, alma-conciencia y energa-naturaleza. Asimismo, mientras que en el samkhya,el ter, el fuego y los otros principios son la evolu-

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cin objetiva de Prakriti, los aspectos evolutivos dela physis original; los antiguos griegos no pudieronsuperar estas expresiones de la naturaleza y ascenderhasta la idea de una energa pura, que diera cuentade la faz subjetiva de las mismas. El fuego de He-rclito ha de servir a la vez de sustancia primera decualquier materia, de dios y de la eternidad. El pen-samiento cientfico moderno ha conservado estapreocupacin por la energa naturaleza y tampocoha tenido xito en penetrar sus relaciones con elalma; tambin all encontramos parejo esfuerzo -poridentificar algn principio primero de la naturalezapor la fuerza original, ter o electricidad.

La teora de la creacin del mundo por algunasuerte de transformacin evolutiva fuera de la sus-tancia o energa original, parinama, es comn en lossistemas de los antiguos griegos y en el de los in-dios, cualesquiera sean sus divergencias respecto dela naturaleza de la physis originaria. Lo que distin-gue a Herclito entre los primeros sabios helnicoses su concepcin del camino ascendente y descen-dente, que es un solo y mismo camino en el descen-so y en el retorno. Lo dicho s corresponde con laidea india denivritti y pravritti, doble movimientodel alma y la naturaleza: pravritti hacia el afuera y

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hacia el antes, nivritti el movimiento de retorno ha-cia lo interior. Los pensadores indios se concentra-ron en este doble principio en lo que respecta a laaccin del alma individual que ingresa y se retira delproceso de la naturaleza; sin embargo, ellos vean unmovimiento peridico anlogo de la naturalezamisma antes y despus, lo cual lleva a un ciclosiempre repetido de creacin y disolucin; sostenanla teora de un pralaya (conflagracin) peridico. Lateora heracltea parece proponer una solucin pare-cida. En caso contrario sera necesario suponer quepuesta en juego, la tendencia descendente prevalecesiempre sobre la tendencia ascendente, o bien que elcosmos procede siempre de la sustancia originaria ya ella retorna eternamente; mas de all, en verdad,nunca regresa. Lo mltiple ser entonces eterno noslo como manifestacin de potencia, sino dentrodel hecho mismo de la manifestacin.

Es posible que Herclito haya tenido esta idea,pero no es la conclusin lgica de su teora. Ellocontradice lo que sugiere a la evidencia su metforadel camino, la cual implica un punto de partida yuno de retorno. Tambin existe la afirmacin clarade los estoicos en el sentido de que Herclito creaen la teora de la conflagracin csmica, que no po-

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dran sostener si por lo general no se la hubiera ad-mitido como propia de su enseanza. Los argu-mentos modernos que enumera Ranade contra estaconcepcin se sustentan en equvocos. Lo que de-clara Herclito no es simplemente que lo uno essiempre mltiple, que lo mltiple es siempre uno,sino en sus propios trminos, "que fuera de todo, loUno, y fuera de lo Uno, todo". Trtase de la mismaidea que Platn explcita en trminos diferentescuando dice "La realidad es a la vez mltiple y una,y en su divisin est siempre reunida"7. Lo cual re-presenta una constante corriente y contracorrientede cambio, el camino que asciende y desciende, ynosotros podemos suponer que si lo uno, por uncambio de arriba a abajo, deviene por entero el todoen el proceso descendente, mas permanece sin em-bargo eternamente lo nico, fuego siempre-viviente,asimismo el todo, por un desarrollo ascendente,puede retornar por completo a lo Uno y no obs-tante existir en esencia, ya que de nuevo es posibleque se manifieste en el ser y diversificado porque serepite el movimiento descendente. Cualquier difi-cultad desaparece si recordamos que el proceso im-

7 Alusin al fragmento 10. (N. del T.). (La numeracin es la de Diels-Kranz).

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plica evolucin e involucin -as como el vocabloindio que designa la creacin, srishti, significa libe-racin o proyeccin de lo que estaba retenido o la-tente- y que la conflagracin destruye las formasexistentes, pero no el principio de multiplicidad. Nosubsistira entonces ninguna inconsecuencia en lateora heracltea de la conflagracin peridica; msbien se tratara de la mayor expresin de cambio, laculminacin lgica, completa de su sistema.

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V

LA GUERRA Y LA ARMONA

Si la ley de transformacin determina la evolu-cin y la involucin en el camino ascendente y des-cendente, idntica ley rige a todo lo largo delsendero, en cada uno de sus pasos y sus giros, en losmillones de cosas que se negocian en las mrgenesde la ruta. Por doquier existe la ley de cambio e in-tercambio. La unidad, amoibe, y la multiplicidad seligan cada instante en esa relacin activa. Lo uno secambia de continuo por lo mltiple; vosotros habisdado oro y en cambio habis recibido mercancas8,pero ellas en realidad no representan sino el valordel oro. Lo mltiple se trueca constantemente en louno; esas mercancas se dan o desaparecen o se 8 Alusin al fragmento 90 de Herclito. (N. del T.).

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destruyen, decimos, mas en su lugar hay oro, ener-ga-sustancia original por el valor de aqul. Veis elsol y pensis que es siempre el mismo sol que selevanta cada da; pues lo que conserva la forma, laenerga, el movimiento y todas las dimensiones delsol, es el constante don de s que hace el fuego encambio de las partculas elementales que componenel sol. La ciencia demuestra que ello es verdad detodas las cosas y como ejemplo del cuerpo humano:es siempre el mismo, pero slo mantiene su identi-dad aparente por una constante transformacin.Hay destruccin continua y sin embargo no haydestruccin. La energa se reparte, pero en realidadnunca se disipa; la ley, consiste en el cambio y laconservacin inalterable de la energa en el cambio yesto no es destruccin. Si el mundo de multiplicidades destruido por el fuego, a pesar de ello no hay fin,y el mundo no ser destruido, sino trocado por elfuego. Adems, existe trueque entre todos esos de-venires que slo son otros tantos valores activos delSer, tantos otros objetos que constituyen un valor yuna medida fija en oro universal. El fuego tomaforma de sustancia y la entrega en canje por otra,cambia un valor aparente, mas la energa-sustanciapermanece la misma y el nuevo valor equivale al

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antiguo, igual que el combustible se transforma enhumo, en brasa y en ceniza. La ciencia moderna,que tiene un conocimiento ms exacto de lo que enverdad acontece en este cambio, confirma sin em-bargo la conclusin de Herclito. Es la ley de con-servacin de la energa.

All radica, prcticamente, el secreto activo de lavida; toda vida fsica o mental o simplemente din-mica se mantiene a travs de un constante cambio eintercambio. Sin embargo, hasta aqu, la explicacinde Herclito no es del todo satisfactoria. Que lamedida, el valor de la energa intercambiada perma-nezca invariable, an cuando cambie la forma, sea,pero por qu las partculas csmicas que recibimoscomo oro universal tambin sern fijas y, en unsentido, invariables? Cul es la explicacin? Cmose produjo esa eternidad de principios y de ele-mentos y de gnero de combinaciones, y asimismoesa persistencia y ese retorno de las mismas formasque observamos en el cosmos? Por qu, despusde todo, en ese constante flujo csmico, las cosaspermanecern siempre iguales? Por qu el sol, aun-que siempre nuevo, ser en la prctica el mismo sol?Por qu los ros sern siempre los mismos roscomo admite el propio Herclito, si bien son siem-

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pre otras las aguas, an otras las aguas que all co-rren? Platn introdujo a este respecto su sistemaeterno de las ideas fijas, por medio del cual parecehaber querido designar a la vez una idea-realidadoriginaria y un esquema paradigmtico de todas lascosas. Una filosofa idealista de tipo indio podradecir que esta fuerza, la Shakti, que vosotros llamisfuego, es una conciencia que mantiene por su ener-ga, el esquema original de las ideas y las formas co-rrespondientes a las cosas. Pero Hrclitoproporciona otra explicacin que, aunque no deltodo satisfactoria, sin embargo, es profunda y plenade verdades sugerentes. Se la halla en sus sobreco-gedoras frases sobre la guerra, la justicia, la tendn,las furias que persiguen a los transgresores de lasmedidas. Es el primer pensador que ha visto porentero al mundo en trminos de potencia.

Cul es la naturaleza de este cambio Es la l u-cha, eris, es la guerra, polemos! Cul es la regla?Cul el resultado de la guerra? Es la justicia, Ycmo acta esa justicia? Por una justa tensin y unajusta compensacin de fuerzas, que produce la ar-mona de las cosas y, por consiguiente, se presume,la estabilidad de aqullas. "La guerra es origen detodo y rey de todo"; "el devenir de todas las cosas

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depende de la lucha"; "conocer esta lucha, es cono-cer la justicia"9, tales son sus magistrales apotegmasal respecto. En primer trmino, no vemos por quel cambio habra de ser lucha; sin embargo, deberaser comercio. Lucha hay, mas por qu no podraser tambin intercambio voluntario y pacfico? Noes eso lo que quiere Herclito. Nada de paz! Estarade acuerdo con el alemn moderno que ve en elcomercio mismo una parte de la guerra. Cierto queexiste un comercio, mercanca contra oro, oro con-tra mercancas, mas el propio comercio y todas lascondiciones que lo rodean se rigen por una fuerzapoderosa, y aun violenta, el fuego universal. Eso eslo que quiere significar cuando se refiere a las furiasque persiguen al sol. "Por temor de El, dice el Upa-nishad, el viento sopla... y merode la muerte". Yentre los seres hay constante prueba de fuerza; y porla guerra nacen, y por ella conservan respectiva-mente su medida. Observamos que tiene razn; queha aprehendido el aspecto inicial de la naturalezacsmica. Todo ah es choque de fuerzas y por esechoque, por esa lucha, desgarrndose, combatin-dose, no slo advienen las cosas a la existencia, sinoque tambin la conservan. Karma? Ley? Pero l e- 9 Alude al fragmento 80. (N. del T.).

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yes diferentes se oponen y se rechazan, y por sutensin mantienen el equilibrio del mundo, Karma?Es la justicia imperiosa de una potencia coactivaeterna, son las furias que nos persiguen si transgre-dimos sus medidas.

La guerra, sostiene Herclito, no es simple injus-ticia, violencia catica; es justicia, aunque sea vio-lenta, la nica especie posible. Desde este punto devista, debemos admitir una vez ms que tiene razn.Por la energa que se insumi y por el valor de stase determinarn los resultados, y cuando dos fuer-zas se enfrentan, gasto de energa significa demos-tracin de fuerza. Las recompensas sern atribuidasal fuerte segn su fuerza y al dbil segn su debili-dad? Tal es la ley primera, por lo menos en el mun-do, aunque ella se atempere con la ayuda del fuerteal dbil, que, despus de todo, no ha de ser injusticiani violacin de medidas, aun tratndose deNietzsche y de Herclito. Y a veces no hay detrsde la debilidad una fuerza inmensa, la fuerza propiade la presin que se ejerce sobre los oprimidos, laque atrae su reaccin terrible, el retroceso del arco,Zeus, el fuego eterno, atento a sus medidas? Noslo existe la guerra entre uno y otro ser, entre unay otra fuerza, sino que en el interior de cada uno hay

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una oposicin eterna, tensin de los contrarios, y essta la que crea el equilibrio necesario y produce laarmona. La armona pues, est presente, ya que elcosmos mismo en su realizacin, es armona; masesto acontece porque el cosmos en su proceso esguerra, tensin, oposicin, equilibrio de eternoscontrarios. No podra existir verdadera paz, a no serque por paz se entienda una tensin estable, unequilibrio de poder entre fuerzas hostiles, una espe-cie de mutua neutralizacin de excesos. La paz nopuede crear nada, no puede sostener nada, y el rue-go de Homero porque acabe la guerra entre los dio-ses y entre los hombres es un absurdo monstruoso,pues significara el fin del mundo. Peridicamentepuede haber un fin, no por la paz o la reconcilia-cin, sino por un ataque del fuego, to pur pelton,un juicio fulgurante y una condena. La fuerza hacreado el mundo, la fuerza es el mundo, la fuerzasostiene el mundo por su violencia; la fuerza pondrfin al mundo, y lo volver a crear eternamente.

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VI

EL LOGOS, RAZ DE LO RELATIVO YLO ABSOLUTO

Herclito es el primero y ms consecuente de losmaestros que ensearon la ley de la relatividad; ellaes el resultado lgico de sus concepciones filosfi-cas primordiales. Ya que todo es uno en su ser ymltiple en su devenir, se deduce que todas las co-sas, en esencia, deben ser una. La noche y el da, lavida y la muerte, el bien y el mal, slo pueden seraspectos diferentes de la misma realidad absoluta.En verdad, la vida y la muerte no son sino una, ypodemos decir, desde el punto de vista en que nosubiquemos, que toda muerte no es ms que el pro-ceso de transformacin de la vida o que toda vidano es ms que actividad de la muerte. En verdad las

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dos son una sola energa cuya actividad nos presentauna dualidad de aspectos. Desde cierto punto devista nosotros no somos, pues nuestra existencia esslo una incesante transformacin de energa; segnotro enfoque somos, porque en nosotros el ser essiempre el mismo y sustenta nuestra secreta identi-dad. De modo que no podemos decir de algo que esbueno o malo, justo o injusto, lindo o feo, sino des-de un punto de vista relativo, ya sea porque adop-tamos una postura particular, o porque pensamosen un fin prctico o hacemos una relacin vlida enuna circunstancia. Herclito propone el ejemplo del"mar, la ms pura e impura de las aguas", elementoperfecto para los peces, abominable e imbebiblepara el hombre. Acaso no es esto aplicable a todaslas cosas? Por cierto, son siempre las mismas y estninvestidas por sus cualidades y sus propiedades acausa de nuestra posicin en el universo del devenir,de la naturaleza de nuestra intuicin y del contextode nuestro espritu. Todas las cosas completan elcrculo y vuelven a la unidad eterna: en su comienzoy en su fin son idnticas. Slo en el arco del devenirstas varan en s mismas y difieren unas de otras, yno hay all nada absoluto en ellas. La noche y el dason idnticos; no es sino la naturaleza de nuestra

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visin, nuestra posicin en la tierra y nuestras rela-ciones terrestres y solares las que crean la diferencia.Lo que para nosotros es da es noche para otros.

A causa de la insistencia respecto de la relativi-dad del bien y del mal Herclito aparece como sihubiera enunciado una suerte de supramoral, peroes bueno revisar con cuidado en qu consiste enrealidad. Herclito no niega la existencia de lo ab-soluto, mas para l lo absoluto se halla en lo uno, enlo divino, no en los dioses, sino en la nica divini-dad suprema, el fuego. Se le ha hecho cargo de ha-ber atribuido la relatividad a Dios va que ha dichoque el principio quiere y no quiere que se lo designeZeus. Mas esto es engaarse respecto de su pensa-miento. El nombre de Zeus no expresa sino la idearelativa y humana de lo divino; por consiguientedios, al aceptar el nombre, no est ligado ni limitadopor l. Todas nuestras nociones sobre l son par-ciales y relativas, "El se llama segn el gusto de cadauno"; lo cual no es ms que la verdad proclamadapor los vedas: "Uno solo existe, que los sabios lla-man con diversos nombres". Brahma desea ser lla-mado Vishnu y sin embargo no lo desea, ya quetambin es Brahma y Maheshvara y todos los diosesy el mundo y todos los principios y todo lo que es, y

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sin embargo no es ninguna de esas cosas, neti, neti(ni esto ni aquello). Como los hombres se le acer-can, as l los acepta. Mas tanto para Herclito co-mo para el vedantista, lo uno es absoluto. Esto sedestaca con claridad en todas sus manifestaciones;da y noche, bien y mal no son sino uno, porque ensu esencia ellos son lo uno y en lo uno desaparecenlas distinciones que hacemos entre ellos. Hay unverbo, una razn en todas las cosas, un logos, y estarazn es una; slo los hombres, por la relatividad desu mente, la transforman cada uno en su pensa-miento personal, en su modo personal de conside-rar las cosas; ellos viven segn esa relatividadvariable. Resulta que hay una manera absoluta, divi-na de encarar las cosas. "Para Dios todas las cosasson buenas y justas, pero los hombres consideranalgunas como buenas y otras como injustas". Existepues un bien absoluto, una belleza absoluta, unajusticia absoluta para la cual todas las cosas son ex-presin relativa. Hay en el mundo un orden divino;cada cosa realiza su naturaleza segn su lugar en elorden; y segn su lugar y su simetra en la nica ra-zn de las cosas, sta es buena, justa y bella, preci-samente porque la realiza segn las medidas eternas.Como ejemplo, la guerra mundial puede ser consi-

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derada por algunos como un mal, como una matan-za abominable, y a otros puede parecer buena porlas nuevas posibilidades que abre para la humani-dad. A la vez es buena y mala. Pero es la concepcinrelativa. Porque se realiza en su totalidad y se cum-ple un plan divino en todas sus circunstancias y encada una de ellas, dentro de la vasta razn de lascosas, la justicia divina, la fuerza divina, es, desde elpunto de vista absoluto, buena y justa, para dios, nopara el hombre.

Resulta entonces que el punto de vista relativono tiene ninguna validez? Ni por un instante. Alcontrario, segn cada mentalidad -y segn la necesi-dad de su naturaleza y su posicin- debe ser la ex-presin de la ley divina que le resulte propia.Herclito lo dice con claridad: "Todas las leyes hu-manas se nutren de una sola, la divina". Esta frasedebiera bastar plenamente para defender al filsofocontra cualquier acusacin de antinomismo. Y escierto que ninguna ley humana es la expresin ab-soluta de la justicia divina, pero de ella extrae suvalor y su sancin; es vlida para su propio objeto,en su lugar, en su tiempo, tiene su necesidad relati-va. Aunque las nociones humanas de bien varensegn las transformaciones del devenir, el bien y la

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justicia humanos no persisten menos en el transcu-rrir de las cosas v conservan la medida de stas. He-rclito admite modelos relativos, mas comopensador, est obligado a superarlos. Todo es a lavez uno y mltiple, uno absoluto y uno relativo ytodas las relaciones de lo mltiple son relatividadesy sin embargo se nutren con lo absoluto que habitaen ellas, a l vuelven y por l subsisten.

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VII

HERCLITO Y LA FILOSOFA

Las ideas de Herclito sobre las que he insistidohasta aqu son generales, filosficas, metafsicas;ellas apuntan a las primeras verdades de la existen-cia, devanam prathama vratani (las primeras leyesoperativas de los dioses) que la filosofa busca enprimer trmino porque son la clave de todas lasotras. Mas cul es el resultado prctico en la vida yel anhelo de los hombres? Pues, en definitiva, elvalor real que la filosofa tiene para el hombre, esesclarecerlo respecto de la naturaleza de su ser, res-pecto de los principios de su psicologa, de sus rela-ciones con el mundo y con dios, sobre loslineamientos fijos o las vastas posibilidades de sudestino. La endeblez de la mayora de los filsofos

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europeos (salvo los de la antigedad) consiste enque ellos viven por dems en las nubes e investiganla pura verdad metafsica por ella misma con excesi-va exclusividad; han sido un tanto estriles porquese inclinan demasiado indirectamente hacia la vida.El gran mrito de Nietzsche entre los pensadoreseuropeos recientes radica en que ha restituido a lafilosofa un poco de su antiguo dinamismo, de suantigua fuerza prctica, aunque por la presin deesta tendencia, quizs haya descuidado en demasael sesgo dialctico y metafsico del pensamiento fi-losfico. Sin ninguna duda, cuando buscamos laverdad, debemos procurarla en principio por smisma, y no encaminarnos con prevencin, con unfin prctico preconcebido que podra alterar nues-tros puntos de vista desinteresados; pero en cuantose la encuentra, su repercusin en la vida asume unaimportancia capital, es el verdadero justificativo dela labor consagrada a nuestro estudio. La filosofaindia ha comprendido siempre su doble funcin; habuscado la verdad no slo por placer intelectual oporque as es el dharma (ley) natural de la razn,sino con el objeto de saber cmo el hombre puedevivir por la verdad o luchar para alcanzarla. De allsu influencia inmediata en la religin, en las ideas

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sociales, en la vida cotidiana del pueblo; de all tam-bin su inmenso poder dinmico sobre el pensa-miento y la actividad del humanismo indio. Lospensadores griegos, Pitgoras, Scrates, Platn, losestoicos, los epicreos tenan ese fin prctico, esafuerza dinmica, pero que slo actuaba en una mi-nora cultivada; pues la filosofa griega al debilitarlos vnculos que la unan con los msticos, se separde la religin popular. Ahora bien, igual que en logeneral, slo la filosofa puede llevar luz a la religiny salvarla de la grosera, la ignorancia y la supersti-cin; asimismo la religin es la nica que puedeconferir, salvo excepciones, ardor espiritual y podereficaz a la filosofa impidindole devenir vaca desustancia, abstracta, estril. Cuando las dos herma-nas divinas se separan, es un desastre para ambas.

De manera que si en las palabras de Herclitobuscamos la aplicacin humana de sus grandes pen-samientos fundamentales, nos engaamos. No nosgua de ningn modo expresamente y, a ultranza,nos deja que extraigamos nosotros mismos lo quepodamos de la prieta riqueza de sus ideas primeras.En esto consiste lo que podra llamarse su concep-cin aristocrtica de la vida y podramos conside-rarla como un resultado moral de su teora filosfica

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de la potencia, en tanto que naturaleza del principiooriginario. Nos dice que la mayora es mala, la mi-nora buena, y segn l, uno solo, si es el mejor, valepor mil10. Potencia de conocimiento, potencia decarcter -el carcter, sostiene, es la fuerza divina delhombre-, potencia y excelencia en general son loque importa en la vida humana, y son de un valorsupremo; estos atributos, en su grado puro, elevado,son raros entre los hombres, los alcanzan slo algu-nos, y con dificultad. De estas aclaraciones, quhasta ah son vlidas, podramos extraer una filoso-fa social y poltica. Mas el demcrata bien podraresponder que si existe, en un individuo aislado o enuna pequea minora, la virtud, el conocimiento y lafuerza eminentes y concentrados, tambin en lamultitud existe virtud, fuerza difusa que, al actuar demanera colectiva, puede sobrepasar raras y aisladasexcelencias y hacerles ms que contrapeso. Si comotambin lo afirmaba el viejo pensamiento indio, elrey, el sabio, el mejor, es Vishnu en persona, engrado al que no puede acceder el hombre comn,prakrito janah, l es lo mismo que los "cinco", delgrupo, del pueblo. Lo divino es samashti (agregado)tanto como vyashti (conjunto); l se manifiesta en la