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Redacción, Administración y Publicidad. C/ Morales Contreras, 2. Soria 42003. Tel.: 975 21 20 63. Fax: 975 22 15 04. E-mail de Redacción: redaccion@hds- elmundo.es E-mail de Publicidad: [email protected] HERALDO DIARIO DE SORIA VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2017 VIRGINIA FERNÁNDEZ SORIA «El día a día de un farmacéutico rural es con el coche para arriba y con el coche para abajo». Así resu- me Ainhoa Esteban su labor como boticaria de Recuerda, licencia que cuenta con dos botiquines, en Quintanas de Gormaz y en Rioseco de Soria. Hace ocho años decidió dejar Gijón y, junto a su pareja, Ru- bén, adquirir la licencia en un pue- blo. Aunque en un primer momen- to la búsqueda se centró en «los pueblos costeros», el elevado coste les hizo mirar hacia el interior. «Buscábamos una farmacia en un pueblo que tuviera bar, que fuera rentable y en la que no tuviéramos que hacer guardias», recuerda. Y así llegaron a Recuerda. «Tenía bo- tiquines y eso me obligaba a mo- verme, que es lo que me gusta», re- conoce Ainhoa, que conoce a los vecinos de los tres municipios en los que trabaja por el nombre, a los que les ha devuelto «la tranquili- dad». «Además de dar el servicio de farmacia entablamos una rela- ción con ellos y parece que se sien- ten más tranquilos desde que sa- ben que vengo», explica. Ainhoa y Rubén ya se han acos- tumbrado al modo de vida del me- dio rural, «con calidad de vida, sin prisas ni estrés, y con mucho tiem- po para hacer cosas». Tiempo que han dedicado a hacer del botiquín de Quintanas de Gormaz un espa- cio, moderno, acogedor, dedicado a los vecinos, a todos. Tanto es así que en el rincón en el que están co- locados los productos destinados a las mascotas cuentan con fotogra- fías de los perros del pueblo. «Te- nemos también un rincón infantil pero nos dimos cuenta de que no había niños y decidimos poner a los perros», comentan. «Es un am- biente muy familiar», añaden. Esa tranquilidad del otoño-invier- no se rompe con la llegada de vera- neantes, cuando para Ainhoa co- mienza «la locura». «Son dos tem- poradas muy distintas. En verano puedo atender en un día a 20 perso- nas y en invierno a dos», explica. Ainhoa tiene su hogar en Re- cuerda, justo encima de la farma- cia que regenta, y los vecinos de los tres municipios se han conver- tido ya casi en familia; una familia unida por el medio rural. CUANDO un amigo te llamaba para ir de marcha, qué tiempos aquellos, te duchabas, aunque no te hiciera fal- ta, te ponías tus mejores galas, arre- glado pero informal, y te transporta- bas a través de un 127, de un Renault 6 o de un 1.500 hacia los lugares más concurridos de la comarca para pasar una noche diver- tida. Eran tiempos donde no existía el botellón, pero en los bares podías pedirte medio cubata; donde nadie co- nocía el kalimotxo, pero estaba a la orden del día la mezcla más viril del mercado que sin lugar a dudas era el sol y sombra; y los controles de alcoholemia eran desconocidos hasta por la Guardia Civil, que solo apa- recía si la pelea era muy salvaje. Ahora cuando un amigo te llama al móvil para ir de marcha tienes que enfundarte un chándal deportivo pe- ro molón, unas zapatillas que han costado un riñón, y salir de casa andando o en bicicleta para juntarte con otro montón de gente que también participa en la ca- rrera de turno por un fin social y solidario. Todos juntos como hermanos, poniéndote lo que te mande la organización para que quede bonito en las fo- tos, y liarte a correr, andar o pedalear a lo tonto modo- rro hasta llegar a la meta. Compartes unos kilómetros a trote cochinero con otro montón de gente que ingie- re fruta o barritas energéticas y habla a grito pelado para que todo el mundo se entere de que participa en la marcha. Las carreras populares y las mar- chas solidarias han proliferado de tal manera que es difícil no tener alguna programada cada fin de semana que queda libre de otros acontecimientos importantes. Casi todas las asociacio- nes organizan su propia carrera con fines solidarios, animando a la población a participar y de paso a cola- borar económicamente con sus fines sociales; todo muy loable. Esta moda de ir de marcha es bastante más sana que la que practicábamos nosotros en la juventud, pero tie- ne el inconvenientes de, aparte de beber solo agua, te- ner que ver a nuestros políticos y fuerzas vivas disfra- zados de deportistas, trabajando en festivos y sonrien- do forzados al populacho sudoroso que al parecer disfruta en estos menesteres. Vamos de marcha PASABA POR AQUÍ LUIS MIGUEL LARGO La farmacéutica que devolvió «la tranquilidad» Ainhoa Esteban apostó por adquirir una licencia en un pueblo y le convenció que Recuerda contaba con dos botiquines, los de Rioseco de Soria y Quintanas de Gormaz EL MUNDO... RURAL UN SERVICIO DOBLE. Ainhoa Esteban no sólo se encarga de expender las medicinas a sus vecinos sino que entabla con ellos una estrecha relación propia del día a día. LUIS ÁNGEL TEJEDOR

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Redacción, Administración y Publicidad. C/ Morales Contreras, 2. Soria 42003. Tel.: 975 21 20 63. Fax: 975 22 15 04. E-mail de Redacción: [email protected] E-mail de Publicidad: [email protected] DIARIO DE SORIA VIERNES 20 DE OCTUBRE DE 2017

VIRGINIA FERNÁNDEZ SORIA «El día a día de un farmacéutico rural es con el coche para arriba y con el coche para abajo». Así resu-me Ainhoa Esteban su labor como boticaria de Recuerda, licencia que cuenta con dos botiquines, en Quintanas de Gormaz y en Rioseco de Soria. Hace ocho años decidió dejar Gijón y, junto a su pareja, Ru-bén, adquirir la licencia en un pue-blo. Aunque en un primer momen-to la búsqueda se centró en «los pueblos costeros», el elevado coste les hizo mirar hacia el interior. «Buscábamos una farmacia en un pueblo que tuviera bar, que fuera rentable y en la que no tuviéramos

que hacer guardias», recuerda. Y así llegaron a Recuerda. «Tenía bo-tiquines y eso me obligaba a mo-verme, que es lo que me gusta», re-conoce Ainhoa, que conoce a los vecinos de los tres municipios en los que trabaja por el nombre, a los que les ha devuelto «la tranquili-dad». «Además de dar el servicio de farmacia entablamos una rela-ción con ellos y parece que se sien-ten más tranquilos desde que sa-ben que vengo», explica.

Ainhoa y Rubén ya se han acos-tumbrado al modo de vida del me-dio rural, «con calidad de vida, sin prisas ni estrés, y con mucho tiem-po para hacer cosas». Tiempo que han dedicado a hacer del botiquín de Quintanas de Gormaz un espa-cio, moderno, acogedor, dedicado a los vecinos, a todos. Tanto es así que en el rincón en el que están co-locados los productos destinados a las mascotas cuentan con fotogra-fías de los perros del pueblo. «Te-nemos también un rincón infantil pero nos dimos cuenta de que no había niños y decidimos poner a los perros», comentan. «Es un am-biente muy familiar», añaden.

Esa tranquilidad del otoño-invier-no se rompe con la llegada de vera-neantes, cuando para Ainhoa co-mienza «la locura». «Son dos tem-poradas muy distintas. En verano puedo atender en un día a 20 perso-nas y en invierno a dos», explica.

Ainhoa tiene su hogar en Re-cuerda, justo encima de la farma-cia que regenta, y los vecinos de los tres municipios se han conver-tido ya casi en familia; una familia unida por el medio rural.

CUANDO un amigo te llamaba para ir de marcha, qué tiempos aquellos, te duchabas, aunque no te hiciera fal-ta, te ponías tus mejores galas, arre-glado pero informal, y te transporta-bas a través de un 127, de un Renault 6 o de un 1.500 hacia los lugares más concurridos de la comarca para pasar una noche diver-tida.

Eran tiempos donde no existía el botellón, pero en los bares podías pedirte medio cubata; donde nadie co-nocía el kalimotxo, pero estaba a la orden del día la mezcla más viril del mercado que sin lugar a dudas era el sol y sombra; y los controles de alcoholemia eran desconocidos hasta por la Guardia Civil, que solo apa-recía si la pelea era muy salvaje.

Ahora cuando un amigo te llama al móvil para ir de marcha tienes que enfundarte un chándal deportivo pe-

ro molón, unas zapatillas que han costado un riñón, y salir de casa andando o en bicicleta para juntarte con otro montón de gente que también participa en la ca-rrera de turno por un fin social y solidario.

Todos juntos como hermanos, poniéndote lo que te mande la organización para que quede bonito en las fo-tos, y liarte a correr, andar o pedalear a lo tonto modo-rro hasta llegar a la meta. Compartes unos kilómetros a trote cochinero con otro montón de gente que ingie-re fruta o barritas energéticas y habla a grito pelado para que todo el mundo se entere de que participa en

la marcha. Las carreras populares y las mar-

chas solidarias han proliferado de tal manera que es difícil no tener alguna programada cada fin de semana que queda libre de otros acontecimientos importantes. Casi todas las asociacio-

nes organizan su propia carrera con fines solidarios, animando a la población a participar y de paso a cola-borar económicamente con sus fines sociales; todo muy loable.

Esta moda de ir de marcha es bastante más sana que la que practicábamos nosotros en la juventud, pero tie-ne el inconvenientes de, aparte de beber solo agua, te-ner que ver a nuestros políticos y fuerzas vivas disfra-zados de deportistas, trabajando en festivos y sonrien-do forzados al populacho sudoroso que al parecer disfruta en estos menesteres.

Vamos de marcha

PASABA POR AQUÍ

LUIS MIGUEL LARGO

La farmacéutica que devolvió «la tranquilidad»

Ainhoa Esteban apostó por adquirir una licencia en un pueblo y le convenció que Recuerda contaba con dos

botiquines, los de Rioseco de Soria y Quintanas de Gormaz

EL MUNDO... RURAL

UN SERVICIO DOBLE. Ainhoa Esteban no sólo se encarga de expender las medicinas a sus vecinos sino que entabla con ellos una estrecha relación propia del día a día. LUIS ÁNGEL TEJEDOR

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