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HERRIAK Komite Internazionalistak Komite Internazionalistak 07 Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después… a sus simpatizantes, enseguida… a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.” General Ibérico Saint Jean (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Mayo de 1977) forzada ha cobrado alrededor de 45,000 víctimas en Guatemala. Estas 45,000 personas desaparecidas junto con unos 150,000 asesinatos polí- ticos- forman parte del presente en una nación convulsionada por el terrorismo de estado. Brasil En Brasil los orígenes de las desapari- ciones también coinciden con la milita- rización del Estado a partir del golpe de 1964. Además de la voluntad política para desaparecer, las torturas a los presos engrosaron la lista de desaparecid@s. A menudo, los prisioner@s eran muert@s debido al brutal tratamiento de que eran víctimas y sus cuerpos eran sepultad@s bajo nombres falsos y actas de defun- ción también falsas, elaboradas con la complicidad del Instituto de Medicina Legal. Argentina En 1975, el ejército argentino recurrió por primera vez a la desaparición de personas en Tucumán, al reprimir un alzamiento guerrillero. Las víctimas fue- ron no sólo alzados en armas, sino tam- bién elementos de la población civil. A partir del golpe de estado que derrocó a María Isabel Perón en marzo de 1976, el poder político fue centralizado en su totalidad por los militares. Sus intencio- nes fueron anunciadas por el golpista general Videla, quien en 1975 había di- cho “...morirán tantos argentinos como sea necesario a fin de preservar el or- den”. Bajo una concepción que condu- Orígenes y Desarrollo Cuando los militares latinoamericanos empezaron a utilizar la práctica de la desaparición forzada de personas como un método represivo, creyeron que ha- bían descubierto el crimen perfecto: dentro de su inhumana lógica, no hay víctimas, por ende, no hay victimarios ni delito. La práctica de la desaparición forzada surgió en América Latina en la década del sesenta. Con algunos antecedentes mucho más atrás en el tiempo -como la desaparición de cadáveres en El Sal- vador en 1932, tras las masacres per- petradas por el régimen de Hernández Martínez-, el método como tal principia a configurarse en Guatemala entre los años 1963 y 1966. A lo largo de dos décadas, el método se extendió a El Salvador, Chile, Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Hon- duras, Bolivia, Haití y México. Amnistía Internacional, la Federación Latinoame- ricana de Asociaciones de Familiares de Detenid@s y Desaparecid@s (FEDE- FAM) y otros organismos de derechos humanos sostienen que, en poco más de veinte años (1966-1986), noventa mil personas fueron víctimas de esta abe- rrante práctica en diferentes países de América Latina. Guatemala Entre 1963 y 1968, “Guatemala fue per- diendo poco a poco su fisonomía jurí- dica a fin de someterse a los caprichos de unos pocos coroneles y oficiales.” En un proceso de creciente anulación de la sociedad civil a través de la utilización de prácticas terroristas, la desaparición Ana Lucrecia Molina Theissen jo a la deslegitimación total de l@s opositor@s, el método fue practicado clandestinamente, logrando imponer el silencio y la impunidad. Chile En Chile se empezaron a dar las desapa- riciones después del golpe que derrocó al gobierno de la Unidad Popular en sep- tiembre de 1973. Las detenciones-desapariciones estu- vieron a cargo, fundamentalmente, de la DINA (Dirección de Inteligencia Na- cional) establecida en 1974. Antes de su creación, las desapariciones eran responsabilidad de distintos cuerpos de seguridad y se procedía indiscriminada- mente. También se incorporó el factor de la clandestinidad en las operaciones a tra- vés de la utilización de agentes de civil armados en automóviles sin placas que conducían a las víctimas a cárceles se- cretas. El Salvador En 1967, en El Salvador, fue organizada la facción Organización Democrática Nacional (ORDEN) por iniciativa de un miembro del ejército. En 1970 pasó bajo el control directo del ejército. Después del golpe militar de 1979 la junta de gobierno la disolvió for- malmente; a esas alturas, tenía oficina propia en la sede del ejecutivo y unos 150.000 civiles armados. ORDEN continuó actuando pese a su formal disolución, cumpliendo con la- bores de información y aniquilación de supuestos enemigos subversivos en co- laboración con las fuerzas armadas. La desaparición forzada de personas en América Latina

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Número especial dedicado a las desapariciones forzosas en América Latina

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07“Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después… a sus simpatizantes, enseguida… a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos.” General Ibérico Saint Jean (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Mayo de 1977)

forzada ha cobrado alrededor de 45,000 víctimas en Guatemala.

Estas 45,000 personas desaparecidas junto con unos 150,000 asesinatos polí-ticos- forman parte del presente en una nación convulsionada por el terrorismo de estado.

Brasil En Brasil los orígenes de las desapari-ciones también coinciden con la milita-rización del Estado a partir del golpe de 1964.

Además de la voluntad política para desaparecer, las torturas a los presos engrosaron la lista de desaparecid@s. A menudo, los prisioner@s eran muert@s debido al brutal tratamiento de que eran víctimas y sus cuerpos eran sepultad@s bajo nombres falsos y actas de defun-ción también falsas, elaboradas con la complicidad del Instituto de Medicina Legal.

Argentina En 1975, el ejército argentino recurrió por primera vez a la desaparición de personas en Tucumán, al reprimir un alzamiento guerrillero. Las víctimas fue-ron no sólo alzados en armas, sino tam-bién elementos de la población civil.

A partir del golpe de estado que derrocó a María Isabel Perón en marzo de 1976, el poder político fue centralizado en su totalidad por los militares. Sus intencio-nes fueron anunciadas por el golpista general Videla, quien en 1975 había di-cho “...morirán tantos argentinos como sea necesario a fin de preservar el or-den”.

Bajo una concepción que condu-

Orígenes y Desarrollo Cuando los militares latinoamericanos empezaron a utilizar la práctica de la desaparición forzada de personas como un método represivo, creyeron que ha-bían descubierto el crimen perfecto: dentro de su inhumana lógica, no hay víctimas, por ende, no hay victimarios ni delito.

La práctica de la desaparición forzada surgió en América Latina en la década del sesenta. Con algunos antecedentes mucho más atrás en el tiempo -como la desaparición de cadáveres en El Sal-vador en 1932, tras las masacres per-petradas por el régimen de Hernández Martínez-, el método como tal principia a configurarse en Guatemala entre los años 1963 y 1966.

A lo largo de dos décadas, el método se extendió a El Salvador, Chile, Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Hon-duras, Bolivia, Haití y México. Amnistía Internacional, la Federación Latinoame-ricana de Asociaciones de Familiares de Detenid@s y Desaparecid@s (FEDE-FAM) y otros organismos de derechos humanos sostienen que, en poco más de veinte años (1966-1986), noventa mil personas fueron víctimas de esta abe-rrante práctica en diferentes países de América Latina. GuatemalaEntre 1963 y 1968, “Guatemala fue per-diendo poco a poco su fisonomía jurí-dica a fin de someterse a los caprichos de unos pocos coroneles y oficiales.” En un proceso de creciente anulación de la sociedad civil a través de la utilización de prácticas terroristas, la desaparición

Ana Lucrecia Molina Theissen jo a la deslegitimación total de l@s opositor@s, el método fue practicado clandestinamente, logrando imponer el silencio y la impunidad.

Chile En Chile se empezaron a dar las desapa-riciones después del golpe que derrocó al gobierno de la Unidad Popular en sep-tiembre de 1973. Las detenciones-desapariciones estu-vieron a cargo, fundamentalmente, de la DINA (Dirección de Inteligencia Na-cional) establecida en 1974. Antes de su creación, las desapariciones eran responsabilidad de distintos cuerpos de seguridad y se procedía indiscriminada-mente.

También se incorporó el factor de la clandestinidad en las operaciones a tra-vés de la utilización de agentes de civil armados en automóviles sin placas que conducían a las víctimas a cárceles se-cretas.

El Salvador En 1967, en El Salvador, fue organizada la facción Organización Democrática Nacional (ORDEN) por iniciativa de un miembro del ejército. En 1970 pasó bajo el control directo del ejército. Después del golpe militar de 1979 la junta de gobierno la disolvió for-malmente; a esas alturas, tenía oficina propia en la sede del ejecutivo y unos 150.000 civiles armados.

ORDEN continuó actuando pese a su formal disolución, cumpliendo con la-bores de información y aniquilación de supuestos enemigos subversivos en co-laboración con las fuerzas armadas.

La desaparición forzada de personasen América Latina

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DESAGERTUAK

Si hay algo que diferencia a las brigadas que desde Komite Internazionalistak he-mos realizado a México en los últimos años, en comparación con las que se organizaban en fechas anteriores a la controvertida su-bida al poder del actual presidente Felipe Calderón en 2006, es la constatación de las trágicas consecuencias que la llamada es-trategia de “guerra contra el narcotráfico” está teniendo para el conjunto del pueblo mexicano.

Prácticamente todas las organizaciones que hemos podido visitar estos últimos años durante las brigadas a México, coin-ciden en señalar que el camino tomado desde 2006 apunta a un evidente escenario de “colombianización” del país. Entendido éste, como un proceso a través del cuál, México habría pasado de ser un Estado pseudo-democrático, que utilizaba la re-presión como mecanismo de control social, a convertirse en un Estado terrorista que con el paso de los años ha ido formalizando la creación y financiación de grupos para-militares, con el objetivo de crear un tercer actor que le permita evadir responsabilida-des y seguir aparentando cierto grado de democracia, mientras se asegura un control absoluto sobre la población y el territorio.En el actual contexto de violencia guberna-mental y bajo el paraguas de la denomina-da “guerra contra el narcotráfico” se han multiplicado los casos de tortura, detencio-nes ilegales, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas de personas por parte del Ejército, policías y grupos para-militares. Tanto las cifras que se manejan, como los mecanismos utilizados para in-fundir terror en la población y someterla así a un férreo control, son impactantes, y además, permiten hacerse una idea de los niveles de violencia sistematizada que el pueblo mexicano vive hoy en día.

Solamente en los últimos 6 años se han con-tabilizado más de 50 mil muertes y 9 mil desapariciones forzadas; al menos 35 lu-chadorxs sociales y defensorxs de derechos humanos ejecutadxs extrajudicialmente; decenas de fosas comunes; masacres de jóvenes y migrantes, un número indetermi-nado de desplazamientos forzados... ade-más de los cientos de civiles asesinados en los operativos de las fuerzas armadas, con-tabilizados como “daños colaterales” en la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado iniciada por Felipe Calderón en 2006. Guerra que, como queda demostrado, más que combatir a los delincuentes, está siendo una guerra de tipo contrainsurgente que se ha extendido a todo el pueblo mexi-cano. Un proceso de militarización del país que tiene como finalidad criminalizar las luchas sociales.

Es especialmente preocupante el número de desapariciones forzadas que han tenido

lugar en México durante el último sexenio, cifras sólo comparables a las de las dicta-duras militares de las décadas de los 70 y 80 en el Cono Sur.

La desaparición forzada ha sido y es un método recurrentemente utilizado por el estado mexicano para infundir terror en la población, aislar a las personas y romper el tejido social, logrando así desarticular la lucha social y su objetivo final: el control absoluto de la población y el territorio como forma de garantizar la hegemonía de los grupos de poder.

Se trata de un método ejemplar de tortura prolongada no solo para las víctimas, sino también para las familias a las que se les estigmatiza y responsabiliza de los hechos. Además, la desaparición forzada en México corre el riesgo de convertirse en un “crimen perfecto” dado que esta práctica hace difícil la existencia de pruebas, testigos y huellas. Una persona es detenida para ser torturada e interrogada, posteriormente es asesinada y hacen desaparecer su cuerpo. Las autori-dades nunca reconocen su detención y la persona pasa a ser una entidad casi irreal. En la inmensa mayoría de los casos no hay investigación por parte de las autoridades, quedando así los crímenes impunes, por lo que la convierte en una práctica favorable y recurrente del Estado mexicano.

Si bien en un principio la desaparición for-zada fue utilizada principalmente contra luchadorxs sociales, en los últimos años se ha dado un cambio en el perfil de las per-sonas que están siendo desaparecidas: hoy se desaparecen hombres, mujeres e incluso niñxs sin razón aparente. En su mayoría se trata de jóvenes entre 16 y 35 años, que ha-bitan en las zonas pobres de las ciudades y que, por lo general, no están organizadxs y no encajan con el tradicional perfil de lu-chadorxs sociales. Este cambio de perfil en las víctimas junto con el tratamiento que se

les está dando a las desapariciones desde los medios de comunicación ha contribui-do a crear confusión entre la población y ha vuelto más difícil identificar las desapari-ciones como una política de Estado. Y es que, el argumento del gobierno mexicano ha sido asociar las desapariciones a accio-nes de la delincuencia organizada, con el objetivo de evadir su responsabilidad y no llevar a cabo las investigaciones pertinen-tes. Muestra de ello es la presentación de las mismas como “levantones”, término creado desde el Estado para hacer refe-rencia a la desaparición de civiles por co-mandos armados ligados supuestamente al narcotráfico, la narcoguerrilla o la delin-cuencia organizada.

Aunque es muy difícil hablar de cifras, se calcula que desde que Calderón comenzara su particular guerra contra el narcotráfico en 2006, el número de personas detenidas-desaparecidas asciende y supera a día de hoy las 9.000. Solamente en el estado de Michoacán, en el último año y medio, han sido 503 los casos reportados, aunque hay sospechas de que puedan ser muchos más, ya que hay diseñada toda una política de hostigamiento por parte del gobierno a lxs familiares de las víctimas para que no pre-senten denuncias.

Aún así, pese a las dificultades cada día son más las personas que se suman a la lu-cha social, organizándose y movilizándose para denunciar la sistemática violación de los derechos humanos en el país. Y es que, tienen presente que sólo la organización de la sociedad podrá hacer frente y dete-ner la maquinaria de muerte y dolor que el gobierno de Felipe Calderón ha puesto en marcha, cuyo objetivo no es otro que pre-servar intereses económicos y políticos aje-nos a la mayoría de la población.

¡Porque vivos se los llevaron, vivos los que-remos!

2.011ko otsailaren 17an, Sandra Viviana Cuellar, Caliko etxetik irten eta Palmirara eraman behar zuen autobus geltokirantz abiatu zen, Kolonbia hego mendebaldean, baina ez zen inoiz bere helmugara iritsi. Sandrak 26 urte zituen, ingurumen ingenia-ria eta irakaslea zen, eta dantza maite zuen. Egun horretan, Palmirako unibertsitateko irakasle batekin geldituta zegoen. Pistarik ez, inork ez zuen ezer entzun, ezer ikusi… , bi egun beranduago, bere sakelakoa eta dokumentuak autobusa hartu behar zuen tokian aurkitu zituzten, gurasoen etxetik gertu. Beste milaka kolonbiar bezala desa-gertu arazi zuten…

Sandra, ibaien eta hezeguneen zaintzan aritzen zen, baita baso ustiapenarenga-tik mehatxatutako lurraldeen defentsan, hala nola ingurumenarekin erlazionaturiko gaietan komunitateek dauzkaten erabakit-zeko eskubideen alde. Badirudi, azkene-ko egunetan komunitate indigena baten ordezkariekin bilerak eduki zituela, ingu-rumen plan alternatibo bat aurrera erama-teko. Bere desagertzea guzti honekin erla-zionatuta egon daitekeela esan genezake beldurrik gabe. Kolonbian, giza eskubideen defentsan dihardutenak etengabeko arris-kuan daude.

Kolonbian datuak izugarriak dira, sines-gaitzak bere neurriarengatik. Azkeneko hiru urteetan, bere gogoaren kontra des-agertu araziak izan diren pertsonen ko-purua, 38.255ekoa izan daitekeela uste da (inoiz ezin baita zehatz-mehatz jakin), hau da, bai Argentina eta bai Txileko diktadure-tan baina lagun gehiago.

NBEren goi komisionatua den Cristhian Sa-lazarrek, 2.011ko maiatzean, desagertuak 57.200 lagun baina gehiago zirela adierazi zuen.

Piedad Cordobak, kongresuko senatari ohiak, aldiz, azkeneko 20 urteetan 250.000 izan daitezkeela desagertuak salatu zuen.2.011ko urtarrilean, Kolonbiako Fiskaliak plazaratutako txosten batek dio, 2.005eko ekainetik 2.010eko abendu bitartean, 34.467 lagun izan zirela desagertu araziak.

Zeintzuk dira derrigorrezko desagertzea-ren biktimak?Hasiera batean gehienbat aurkari poli-tikoak, mugimendu sozialeko pertsonak, sindikalistak… izan baziren ere, azke-neko urteetan biktimen espektroa zabal-du egin da, eta aurrekoez gain, txiroak, prostitutak,trabestiak eta drogadiktoak ere aurkitu daitezke desagertuen zerrendetan. Beraz, “garbiketa-sozialaz” ere mintza ge-nezake.

Zergatik burutzen da praktika lazgarri hau? Azken finean, bilatzen den helburua “erre-

bindikazioaren disuasioa” da, hau da, mezu argi bat zabaldu nahi da: “bide honetatik jarraitzen baduzue, begira zer pasatuko zaizuen”. Beldurra gizarteko sektore jakin batzuetan eragitea bilatzen da, eta beraz, izua zabaltzea, aldez aurretik pentsatutako plan baten baitan. Praktika beraz, aurka-riaren eliminazio fisikoan datza eta honek dakarren ondorioetan.

Nor da estrategia makabro honen erant-zulea? Estatua bera. Behartutako desagertzea estatu krimen bat da. Kolonbiako Gober-nua erantzulea da, bai batzuetan ezer ere ez egiteagatik, bai onartzeagatik bestetan, edota zuzenean parte hartzeagatik, ejertzi-toa edo poliziak direla, edo paramilitarren bitartez. Gainera, krimen gehienak erant-zule gabe geratzen dira, beraien egileek zigorgabetasun osoaz jarduten direlarik, gobernuaren konplizitatea agerian utziaz. Azkenean, esan genezake estatuak bere botere guztiak erabiltzen dituela, hau da, militarra, paramilitarra, administratiboa eta judiziala bere helburuak lortzeko.Estrategia honen espiral eroan, desagertu araziak diren pertsona asko, egun batzuk beranduago Kolonbiako beste paraje bate-tan, borrokan hildako gerrillariak bailitzan agertzen dira, gerrillariz jantzita eta guzti . Militarrek gerrillaren kontrako gudan arrakastak behar dituzte, ordain sariak lort-zeaz gain, eta honenbestez, puntu honeta-raino iristeko ez dute eskrupulorik azaltzen. Pertsona hauei, “positibo faltsuak” izene-kin ezagutzen zaie.

Zer suposatzen du guzti honek biktimen familiarrekiko? Erabateko babesik eza. Bere familiarraren desagertzeak dakarren sufrimendua izu-garria da, gorpua ez egotea etengabeko buruhausteak sortarazten die familiarrei, zer gertatu zen, nolakoak izan ziren bere bizitzako azkeneko momentuak, tortura-tua izan zen ala ez, non egongo den gor-pua etengabe galdetzeaz, nork eta zergatik desager arazi egin zuen …, Sandra Vivia-naren amak, gaur egun, oraindik uste du, agian norbaitekin norabaitera joan zela, eta agian, egunen baten deituko duela, edo besterik gabe bueltatuko dela … Gainera bakarrik sentitzen dira estatuaren aurrean, batzuetan mehatxuak jasotzeraino salake-ta jartzeagatik, prozesua hasteagatik…

Memoria galeriako esposizio batetan, nor-baitek poema eder batean utzi zuen idatzi-ta, “Hainbeste dira egunez egun, besterik gabe agertzen ez direnak, non egunen ba-tean lurzoruan ez diren sartuko eta ernal-duz lurralde osoa estaliko duten. Eta ibilbi-de makabro batean, aberriaren benetako aurpegia erakutsiko dute…”

Sandra Viviana, urte bete pasa da, baina oraindik itxoiten zaitugu… bitartean, egin dezakegun gauza bakarra, zu ez ahaztea da, zure irribarrea gogoratzea, zure memo-ria gure bihotzetan mantentzea itzali ezi-nezko su bat bezala.

Ez desagertze , ezta ahanztura gehiagorik ere Kolonbian! Inoiz ere!!

Desagertuak Kolonbian:Estatuaren benetako aurpegia

Desapariciones forzadas en México:mecanismo de terror y control social