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    EXHORTACIN APOSTLICA

    POSTSINODAL

    VERBUM DOMINI

    DEL SANTO PADRE

    BENEDICTO XVIAL EPISCOPADO, AL CLERO,

    A LAS PERSONAS CONSAGRADAS

    Y A LOS FIELES LAICOSSOBRE

    LA PALABRA DE DIOS

    EN LA VIDA Y EN LA MISIN DE LA IGLESIA

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    LIBRERIA EDITRICE VATICANA

    CIUAD DEL VATICANO

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    INTRODUCCIN

    L1. A PALABRA DEL SEOR permanece para

    siempre. Y esa palabra es el Evangelioque os anunciamos (1 P1,25: cf. Is40,8). Estafrase de la Primera carta de san Pedro, que retomalas palabras del profeta Isaas, nos pone frenteal misterio de Dios que se comunica a s mis-mo mediante el don de su palabra. Esta palabra,

    que permanece para siempre, ha entrado en eltiempo. Dios ha pronunciado su palabra eternade un modo humano; su Verbo se hizo carne (Jn1,14). sta es la buena noticia. ste es el anun-cio que, a travs de los siglos, llega hasta nosotros.La XII Asamblea General Ordinaria del Snodo

    de los Obispos, que se celebr en el Vaticano del5 al 26 de octubre de 2008, tuvo como tema LaPalabra de Dios en la vida y en la misin de la Iglesia.Fue una experiencia profunda de encuentro conCristo, Verbo del Padre, que est presente dondedos o tres estn reunidos en su nombre (cf. Mt

    18,20). Con esta Exhortacin, cumplo con agra-do la peticin de los Padres de dar a conocer atodo el Pueblo de Dios la riqueza surgida en lareunin vaticana y las indicaciones propuestas,como fruto del trabajo en comn.1En esta pers-

    1 Cf. Propositio1.

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    pectiva, pretendo retomar todo lo que el Snodoha elaborado, teniendo en cuenta los documentos

    presentados: los Lineamenta, el Instrumentum laboris,las Relaciones ante ypost disceptationem y los textosde las intervenciones, tanto ledas en el aula comolas presentadas in scriptis, las Relaciones de los cr-culos menores y sus debates, el Mensaje final alPueblo de Dios y, sobre todo, algunas propues-tas especficas (Propositiones), que los Padres hanconsiderado de particular relieve. En este sentido,deseo indicar algunas lneas fundamentales pararevalorizar la Palabra divina en la vida de la Igle-sia, fuente de constante renovacin, deseando almismo tiempo que ella sea cada vez ms el cora-zn de toda actividad eclesial.

    Para que nuestra alegra sea perfecta

    En primer lugar, quisiera recordar la belleza2.y el encanto del renovado encuentro con el Seor

    Jess experimentado durante la Asamblea sinodal.Por eso, hacindome eco de la voz de los Padres,me dirijo a todos los fieles con las palabras de sanJuan en su primera carta: Os anunciamos la vidaeterna que estaba con el Padre y se nos manifes-t. Eso que hemos visto y odo os lo anunciamospara que estis unidos con nosotros en esa uninque tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucris-to (1Jn1,2-3). El Apstol habla de or, ver, tocary contemplar(cf. 1,1) al Verbo de la Vida, porque lavida misma se manifest en Cristo. Y nosotros,

    llamados a la comunin con Dios y entre noso-

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    tros, debemos ser anunciadores de este don. Enesta perspectiva kerigmtica, la Asamblea sinodal

    ha sido para la Iglesia y el mundo un testimoniode la belleza del encuentro con la Palabra de Diosen la comunin eclesial. Por tanto, exhorto a to-dos los fieles a reavivar el encuentro personal ycomunitario con Cristo, Verbo de la Vida que seha hecho visible, y a ser sus anunciadores para queel don de la vida divina, la comunin, se extiendacada vez ms por todo el mundo. En efecto, par-ticipar en la vida de Dios, Trinidad de Amor, esalegra completa (cf. 1 Jn1,4). Y comunicar la ale-gra que se produce en el encuentro con la Perso-na de Cristo, Palabra de Dios presente en mediode nosotros, es un don y una tarea imprescindiblepara la Iglesia. En un mundo que considera confrecuencia a Dios como algo superfluo o extrao,confesamos con Pedro que slo l tiene pala-bras de vida eterna (Jn6,68). No hay prioridad

    ms grande que esta: abrir de nuevo al hombrede hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y noscomunica su amor para que tengamos vida abun-dante (cf.Jn10,10).

    De la Dei Verbum al Snodo sobre la Palabra de Dios

    Con la XII Asamblea General Ordinaria del3.Snodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios,somos conscientes de haber tocado en cierto sen-tido el coraznmismo de la vida cristiana, en con-tinuidad con la anterior Asamblea sinodal sobre laEucarista como fuente y culmen de la vida y de la misin

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    de la Iglesia. En efecto, la Iglesia se funda sobre laPalabra de Dios, nace y vive de ella.2A lo largo

    de toda su historia, el Pueblo de Dios ha encon-trado siempre en ella su fuerza, y la comunidadeclesial crece tambin hoy en la escucha, en la ce-lebracin y en el estudio de la Palabra de Dios.Hay que reconocer que en los ltimos deceniosha aumentado en la vida eclesial la sensibilidadsobre este tema, de modo especial con relacina la Revelacin cristiana, a la Tradicin viva y ala Sagrada Escritura. A partir del pontificado delPapa Len XIII, podemos decir que ha ido cre-ciendo el nmero de intervenciones destinadasa aumentar en la vida de la Iglesia la concienciasobre la importancia de la Palabra de Dios y delos estudios bblicos,3culminando en el ConcilioVaticano II, especialmente con la promulgacinde la Constitucin dogmtica Dei Verbum, sobrela divina Revelacin. Ella representa un hito en el

    camino eclesial: Los Padres sinodales... recono-cen con nimo agradecido los grandes beneficiosaportados por este documento a la vida de la Igle-sia, en el mbito exegtico, teolgico, espiritual,pastoral y ecumnico .4En particular, ha crecidoen estos aos la conciencia del horizonte trinita-

    2 Cf. XII ASAMBLEAGENERALORDINARIADELSNODODELOSOBISPOS, Instrumentum laboris, 27.

    3 Cf. LENXIII, Carta enc. Providentissimus Deus(18 no-viembre 1893):ASS26 (1893-94, 269-292; BENEDICTOXV, Car-ta enc. Spiritus Paraclitus (15 septiembre 1920):AAS 12 (1920),385-422; POXII, Carta enc. Divino afflante Spiritu (30 septiembre1943):AAS35 (1943), 297-325.

    4 Propositio2.

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    rio e histrico salvfico de la Revelacin ,5en elque se reconoce a Jesucristo como mediador y

    plenitud de toda la revelacin .6La Iglesia con-fiesa incesantemente a todas las generaciones quel, con su presencia y manifestacin, con sus pa-labras y obras, signos y milagros, sobre todo consu muerte y resurreccin gloriosa, con el envodel Espritu de la verdad, lleva a plenitud toda la

    revelacin .7De todos es conocido el gran impulso que la

    Constitucin dogmtica Dei Verbumha dado a larevalorizacin de la Palabra de Dios en la vida dela Iglesia, a la reflexin teolgica sobre la divinarevelacin y al estudio de la Sagrada Escritura. En

    los ltimos cuarenta aos, el Magisterio eclesial seha pronunciado en muchas ocasiones sobre estasmaterias.8 Con la celebracin de este Snodo, la

    5 Ibd.6 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre

    la divina revelacin, 2.7 Ibd., 4.8 Cf. Entre otros documentos de distinta naturaleza, va-

    se: PABLOVI, Carta ap. Summi Dei Verbum (4 noviembre 1963):AAS 55 (1963), 979-995; ID, Motu proprio Sedula cura(27 junio1971):AAS63 (1971), 665-669; JUANPABLOII,Audiencia Gene-ral (1 mayo 1985): LOsservatore Romano, ed. en lengua espaola(5 mayo 1985), 3;ID.,Discurso sobre la interpretacin de la Biblia enla Iglesia (23 abril 1993): AAS86 (1994), 232-243; BENEDICTO

    XVI, Discurso al Congreso Internacional por el 40 aniversario de la DeiVerbum (16 septiembre 2005):AAS97 (2005), 957; ID.,ngelus(6 noviembre 2005): LOsservatore Romano, ed. en lengua espao-la (11 noviembre 2005), 6. Se tengan en cuenta tambin los do-cumentos de la PONTIFICIACOMISINBBLICA, De sacra Scriptura etChristologia (1984); Unidad y diversidad en la Iglesia (11 abril 1988);La interpretacin de la Biblia en la Iglesia(15 abril 1993); El pueblo

    judo y sus sagradas Escrituras en la Biblia cristiana(24 mayo 2001);Biblia y moral. Races bblicas del obrar cristiano(11 mayo 2008).

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    Iglesia, consciente de la continuidad de su propiocamino bajo la gua del Espritu Santo, se ha sen-

    tido llamada a profundizar nuevamente sobre eltema de la Palabra divina, ya sea para verificar lapuesta en prctica de las indicaciones conciliares,como para hacer frente a los nuevos desafos quela actualidad plantea a los creyentes en Cristo.

    El Snodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios

    En la XII Asamblea sinodal, Pastores prove-4.nientes de todo el mundo se reunieron en torno ala Palabra de Dios y pusieron simblicamente enel centro de la Asamblea el texto de la Biblia, pararedescubrir algo que corremos el peligro de darpor descontado en la vida cotidiana: el hecho de queDios hable y responda a nuestras cuestiones.9Juntos he-mos escuchado y celebrado la Palabra del Seor.Hemos hablado de todo lo que el Seor est reali-

    zando en el Pueblo de Dios y hemos compartidoesperanzas y preocupaciones. Todo esto nos haayudado a entender que nicamente en el noso-tros de la Iglesia, en la escucha y acogida recpro-ca, podemos profundizar nuestra relacin con laPalabra de Dios. De aqu brota la gratitud por los

    testimonios de vida eclesial en distintas partes delmundo, narrados en las diversas intervencionesen el aula. Al mismo tiempo, ha sido emocionanteescuchar tambin a los Delegados fraternos, que

    9 Cf. Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2008):AAS101 (2009), 49.

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    han aceptado la invitacin a participar en el en-cuentro sinodal. Recuerdo, en particular, la me-

    ditacin, profundamente estimada por los Padressinodales, que nos ofreci Su Santidad BartolomI, Patriarca ecumnico de Constantinopla.10 Porprimera vez, adems, el Snodo de los Obisposquiso invitar tambin a un Rabino para que nosdiera un valioso testimonio sobre las Sagradas Es-crituras judas, que tambin son justamente partede nuestras Sagradas Escrituras.11

    As, pudimos comprobar con alegra y gra-titud que tambin hoy en la Iglesia hay un Pen-tecosts, es decir, que la Iglesia habla en muchaslenguas; y esto no slo en el sentido exterior deque en ella estn representadas todas las grandeslenguas del mundo, sino sobre todo en un sentidoms profundo: en ella estn presentes los mlti-ples modos de la experiencia de Dios y del mun-do, la riqueza de las culturas; slo as se manifiesta

    la amplitud de la existencia humana y, a partir deella, la amplitud de la Palabra de Dios .12Pudimosconstatar, adems, un Pentecosts an en camino;varios pueblos estn esperando todava que se lesanuncie la Palabra de Dios en su propia lengua ycultura.

    No podemos olvidar, adems, que durantetodo el Snodo nos ha acompaado el testimo-

    10 Cf. Propositio37.11 Cf. PONTIFICIA COMISIN BBLICA, El pueblo judo y sus

    sagradas Escrituras en la Biblia cristiana(24 mayo 2001).12 Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2008): AAS

    101 (2009), 5.

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    nio del Apstol Pablo. De hecho, fue providencialque la XII Asamblea General Ordinaria tuviera

    lugar precisamente en el ao dedicado a la figuradel gran Apstol de los gentiles, con ocasin delbimilenario de su nacimiento. Se distingui en suvida por el celo con que difunda la Palabra deDios. Nos llegan al corazn las vibrantes palabrascon las que se refera a su misin de anunciador dela Palabra divina: hago todo esto por el Evange-lio (1 Co9,23); Yo escribe en la Carta a los Ro-manos no me avergenzo del Evangelio: es fuerzade salvacin de Dios para todo el que cree (1,16).Cuando reflexionamos sobre la Palabra de Diosen la vida y en la misin de la Iglesia, debemospensar en san Pablo y en su vida consagrada aanunciar la salvacin de Cristo a todas las gentes.

    El Prlogo del Evangelio de Juan como gua

    Con esta Exhortacin apostlica postsinodal,5.

    deseo que los resultados del Snodo influyan efi-cazmente en la vida de la Iglesia, en la relacinpersonal con las Sagradas Escrituras, en su inter-pretacin en la liturgia y en la catequesis, as comoen la investigacin cientfica, para que la Biblia noquede como una Palabra del pasado, sino comoalgo vivo y actual. A este propsito, me propongopresentar y profundizar los resultados del Snodoen referencia constante al Prlogo del Evangelio deJuan(Jn1,1-18), en el que se nos anuncia el fun-damento de nuestra vida: el Verbo, que desde el

    principio est junto a Dios, se hizo carne y habit

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    entre nosotros (cf. Jn1,14). Se trata de un textoadmirable, que nos ofrece una sntesis de toda la

    fe cristiana. Juan, a quien la tradicin seala comoel discpulo al que Jess amaba (Jn13,23; 20,2;21,7.20), sac de su experiencia personal de en-cuentro y seguimiento de Cristo, una certeza in-terior: Jess es la Sabidura de Dios encarnada, suPalabra eterna que se ha hecho hombre mortal.13

    Que aquel que vio y crey (Jn20,8) nos ayu-de tambin a nosotros a reclinar nuestra cabezasobre el pecho de Cristo (cf. Jn 13,25), del quebrotaron sangre y agua (cf.Jn19,34), smbolo delos sacramentos de la Iglesia. Siguiendo el ejem-plo del apstol Juan y de otros autores inspirados,

    dejmonos guiar por el Espritu Santo para amarcada vez ms la Palabra de Dios.

    13 Cf.ngelus(4 enero 2009): LOsservatore Romano, ed. enlengua espaola (9 enero 2009), 1.11.

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    PRIMERA PARTE

    VERBUM DEI

    En el principio ya exista la Palabra,y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios...

    y la Palabra se hizo carne ( Jn 1,1.14)

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    ELDIOSQUEHABLA

    Dios en dilogo

    La novedad de la revelacin bblica consiste6.en que Dios se da a conocer en el dilogo que de-sea tener con nosotros.14La Constitucin dogm-tica Dei Verbumhaba expresado esta realidad re-conociendo que Dios invisible, movido de amor,

    habla a los hombres como amigos, trata con ellospara invitarlos y recibirlos en su compaa .15Sinembargo, para comprender en su profundidadel mensaje del Prlogo de san Juan no podemosquedarnos en la constatacin de que Dios se noscomunica amorosamente. En realidad, el Verbo

    de Dios, por quien se hizo todo (Jn1,3) y quese hizo carne (Jn1,14), es el mismo que exista in principio (Jn1,1). Aunque se puede advertiraqu una alusin al comienzo del libro del Gne-sis (cf. Gn1,1), en realidad nos encontramos anteun principiode carcter absoluto en el que se nos

    narra la vida ntima de Dios. El Prlogo de Juannos sita ante el hecho de que el Logosexiste real-mente desde siemprey que, desde siempre, l mismo

    14 Cf. Relatio ante disceptationem, I.15 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbumsobre

    la divina revelacin, 2.

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    es Dios. As pues, no ha habido nunca en Dios untiempo en el que no existiera el Logos. El Verbo

    ya exista antes de la creacin. Por tanto, en el co-razn de la vida divina est la comunin, el donabsoluto. Dios es amor (1Jn4,16), dice el mismoApstol en otro lugar, indicando la imagen cris-tiana de Dios y tambin la consiguiente imagendel hombre y de su camino .16Dios se nos da a

    conocer como misterio de amor infinito en el queel Padre expresa desde la eternidad su Palabra enel Espritu Santo. Por eso, el Verbo, que desde elprincipio est junto a Dios y es Dios, nos revela almismo Dios en el dilogo de amor de las Personasdivinas y nos invita a participar en l. As pues,

    creados a imagen y semejanza de Dios amor, slopodemos comprendernos a nosotros mismos enla acogida del Verbo y en la docilidad a la obra delEspritu Santo. El enigma de la condicin humanase esclarece definitivamente a la luz de la revela-cin realizada por el Verbo divino.

    Analoga de la Palabra de Dios

    De todas estas consideraciones, que brotan7.de la meditacin sobre el misterio cristiano expre-sado en el Prlogo de Juan, hay que destacar ahora

    lo que los Padres sinodales han afirmado sobre lasdistintas maneras en que se usa la expresin Pa-labra de Dios . Se ha hablado justamente de unasinfona de la Palabra, de una nica Palabra que

    16 Carta enc. Deus caritas est(25 diciembre 2005), 1:AAS98 (2006), 217-218.

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    se expresa de diversos modos: un canto a variasvoces .17A este propsito, los Padres sinodales

    han hablado de un uso analgico del lenguaje hu-mano en relacin a la Palabra de Dios. En efecto,esta expresin, aunque por una parte se refiere ala comunicacin que Dios hace de s mismo, porotra asume significados diferentes que han de sertratados con atencin y puestos en relacin entre

    ellos, ya sea desde el punto de vista de la reflexinteolgica como del uso pastoral. Como muestrade modo claro el Prlogo de Juan, el Logosindicaoriginariamente el Verbo eterno, es decir, el Hijonico de Dios, nacido del Padre antes de todoslos siglos y consustancial a l: la Palabra estaba junto

    a Dios, la Palabra era Dios. Pero esta misma Pala-bra, afirma san Juan, se hizo carne (Jn 1,14);por tanto, Jesucristo, nacido de Mara Virgen, esrealmente el Verbo de Dios que se hizo consus-tancial a nosotros. As pues, la expresin Palabrade Dios se refiere aqu a la persona de Jesucristo,

    Hijo eterno del Padre, hecho hombre.Por otra parte, si bien es cierto que en el

    centro de la revelacin divina est el evento deCristo, hay que reconocer tambin que la mismacreacin, el liber naturae, forma parte esencialmen-te de esta sinfona a varias voces en que se expresa

    el nico Verbo. De modo semejante, confesamosque Dios ha comunicado su Palabra en la historiade la salvacin, ha dejado or su voz; con la po-tencia de su Espritu, habl por los profetas .18

    17 Instrumentum laboris, 9.18 Credo Niceno-Constantinopolitano: DS150.

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    La Palabra divina, por tanto, se expresa a lo largode toda la historia de la salvacin, y llega a su ple-

    nitud en el misterio de la encarnacin, muerte yresurreccin del Hijo de Dios. Adems, la palabrapredicada por los apstoles, obedeciendo al man-dato de Jess resucitado: Id al mundo entero yproclamad el Evangelio a toda la creacin (Mc16,15), es Palabra de Dios. Por tanto, la Palabra

    de Dios se transmite en la Tradicin viva de laIglesia. La Sagrada Escritura, el Antiguo y el Nue-vo Testamento, es la Palabra de Dios atestiguaday divinamente inspirada. Todo esto nos ayuda aentender por qu en la Iglesia se venera tanto laSagrada Escritura, aunque la fe cristiana no es una

    religin del Libro : el cristianismo es la religinde la Palabra de Dios , no de una palabra escritay muda, sino del Verbo encarnado y vivo .19Porconsiguiente, la Escritura ha de ser proclamada,escuchada, leda, acogida y vivida como Palabrade Dios, en el seno de la Tradicin apostlica, de

    la que no se puede separar.20Como afirmaron los Padres sinodales, de-

    bemos ser conscientes de que nos encontramosrealmente ante un uso analgico de la expresin Palabra de Dios . Es necesario, por tanto, edu-car a los fieles para que capten mejor sus diversos

    significados y comprendan su sentido unitario.Es preciso tambin que, desde el punto de vis-ta teolgico, se profundice en la articulacin de

    19 SANBERNARDO, Homilia super missus est, 4, 11: PL183, 86 B.20Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbumso-

    bre la divina revelacin, 10.

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    los diferentes significados de esta expresin, paraque resplandezca mejor la unidad del plan divino

    y el puesto central que ocupa en l la persona deCristo.21

    Dimensin csmica de la Palabra

    Conscientes del significado fundamental de8.

    la Palabra de Dios en relacin con el Verbo eternode Dios hecho carne, nico salvador y mediadorentre Dios y el hombre,22y en la escucha de estaPalabra, la revelacin bblica nos lleva a reconocerque ella es el fundamento de toda la realidad. ElPrlogo de san Juan afirma con relacin al Logosdivino, que por medio de la Palabra se hizo todo,y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho (Jn1,3); en la Carta a los Colosenses, se afirma tam-bin con relacin a Cristo, primognito de todacriatura (1,15), que todo fue creado por l y

    para l (1,16). Y el autor de la Carta a los Hebreosrecuerda que por la fe sabemos que la Palabra deDios configur el universo, de manera que lo queest a la vista no proviene de nada visible (11,3).

    Este anuncio es para nosotros una palabraliberadora. En efecto, las afirmaciones escriturs-

    ticas sealan que todo lo que existe no es frutodel azar irracional, sino que ha sido querido por

    21 Cf. Propositio3.22 Cf. CONGREGACINPARALADOCTRINADELAFE, Decl.

    Dominus Iesus, sobre la unicidad y la universalidad salvfica deJesucristo y de la Iglesia (6 agosto 2000), 13-15:AAS92 (2000),754-756.

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    Dios, est en sus planes, en cuyo centro est la in-vitacin a participar en la vida divina en Cristo. La

    creacin nace del Logosy lleva la marca imborrablede la Razn creadora que ordena y gua. Los salmoscantan esta gozosa certeza: La palabra del Seorhizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejrcitos (Sal33,6); y de nuevo: l lo dijo, y existi, l lomand, y surgi (Sal33,9). Toda realidad expresaeste misterio: El cielo proclama la gloria de Dios,el firmamento pregona la obra de sus manos (Sal19,2). Por eso, la misma Sagrada Escritura nos in-vita a conocer al Creador observando la creacin(cf. Sb 13,5; Rm 1,19-20). La tradicin del pen-

    samiento cristiano supo profundizar en este ele-mento clave de la sinfona de la Palabra cuando,por ejemplo, san Buenaventura, junto con la grantradicin de los Padres griegos, ve en el Logosto-das las posibilidades de la creacin,23 y dice que toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto que

    proclama a Dios .24

    La Constitucin dogmticaDei Verbumhaba sintetizado esto declarando que Dios, creando y conservando el universo porsu Palabra (cf.Jn1,3), ofrece a los hombres en lacreacin un testimonio perenne de s mismo .25

    23

    Cf. In Hexaemeron,20, 5: Opera Omnia, V, Quaracchi1891, p. 425-426; Breviloquium,1, 8: Opera Omnia, V, Quaracchi1891, p. 216-217.

    24 Itinerarium mentis in Deum, 2, 12: Opera Omnia, V, Qua-racchi 1891, p. 302-303;Commentarius in librum Ecclesiastes, Cap. 1,

    vers. 11,Quaestiones, 2, 3:Opera Omnia, VI, Quaracchi 1891, p. 16.25 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre

    la divina revelacin, 3; cf. CONC. ECUM. VAT. I, Const. dogm. DeiFilius, sobre la fe catlica, cap. 2, De revelatione: DS3004.

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    La creacin del hombre

    La realidad, por tanto, nace de la Palabra9.como creatura Verbi, y todo est llamado a servir ala Palabra. La creacin es el lugar en el que se de-sarrolla la historia de amor entre Dios y su criatu-ra; por tanto, la salvacin del hombre es el motivode todo. La contemplacin del cosmos desde la

    perspectiva de la historia de la salvacin nos llevaa descubrir la posicin nica y singular que ocupael hombre en la creacin: Y cre Dios al hombrea su imagen; a imagen de Dios lo cre; hombre ymujer los cre (Gn1,27). Esto nos permite reco-nocer plenamente los dones preciosos recibidosdel Creador: el valor del propio cuerpo, el don dela razn, la libertad y la conciencia. En todo estoencontramos tambin lo que la tradicin filosfi-ca llama ley natural .26En efecto, todo ser hu-mano que llega al uso de razn y a la responsabi-

    lidad experimenta una llamada interior a hacer elbien 27y, por tanto, a evitar el mal. Como recuerdasanto Toms de Aquino, los dems preceptos dela ley natural se fundan sobre este principio.28Laescucha de la Palabra de Dios nos lleva sobre todoa valorar la exigencia de vivir de acuerdo con esta

    ley escrita en el corazn (cf. Rm2,15; 7,23).29A

    26 Cf. Propositio13.27 COMISINTEOLGICA INTERNACIONAL, En busca de una

    tica universal: nueva mirada sobre la ley natural(2009), 39.28 Cf.Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 2.29 Cf. PONTIFICIACOMISINBBLICA, Biblia y moral. Races

    bblicas del obrar cristiano(11 mayo 2008), nn. 13. 32. 109.

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    continuacin, Jesucristo dio a los hombres la Leynueva, la Ley del Evangelio, que asume y realiza

    de modo eminente la ley natural, liberndonos dela ley del pecado, responsable de aquello que dicesan Pablo: el querer lo bueno lo tengo a mano,pero el hacerlo, no (Rm7,18), y da a los hombres,mediante la gracia, la participacin a la vida divinay la capacidad de superar el egosmo.30

    Realismo de la Palabra

    Quien conoce la Palabra divina conoce10.tambin plenamente el sentido de cada criatura.En efecto, si todas las cosas se mantienen enaquel que es anterior a todo (Col1,17), quienconstruye la propia vida sobre su Palabra edificaverdaderamente de manera slida y duradera. LaPalabra de Dios nos impulsa a cambiar nuestroconcepto de realismo: realista es quien recono-

    ce en el Verbo de Dios el fundamento de todo.

    31

    De esto tenemos especial necesidad en nuestrosdas, en los que muchas cosas en las que se confapara construir la vida, en las que se siente la tenta-cin de poner la propia esperanza, se demuestranefmeras. Antes o despus, el tener, el placer y el

    poder se manifiestan incapaces de colmar las aspi-raciones ms profundas del corazn humano. En

    30 Cf. COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL, En busca deuna tica universal: nueva mirada sobre la ley natural, 102.

    31 Cf. Homila durante la Hora Tercia de la primera Congregacingeneral del Snodo de los Obispos (6 octubre 2008):AAS 100(2008),758-761.

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    efecto, necesita construir su propia vida sobre ci-mientos slidos, que permanezcan incluso cuan-

    do las certezas humanas se debilitan. En realidad,puesto que tu palabra, Seor, es eterna, ms es-table que el cielo y la fidelidad del Seor dura de generacin en generacin (Sal 119,89-90),quien construye sobre esta palabra edifica la casade la propia vida sobre roca (cf. Mt 7,24). Quenuestro corazn diga cada da a Dios: T eresmi refugio y mi escudo, yo espero en tu palabra (Sal119,114) y, como san Pedro, actuemos cadada confiando en el Seor Jess: Por tu palabra,echar las redes (L c 5,5).

    Cristologa de la Palabra

    La consideracin de la realidad como obra11.de la santsima Trinidad a travs del Verbo divino,nos permite comprender las palabras del autorde la Carta a los Hebreos: En distintas ocasiones

    y de muchas maneras habl Dios antiguamente anuestros padres por los profetas. Ahora, en estaetapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que hanombrado heredero de todo, y por medio del cualha ido realizando las edades del mundo (1,1-2).Es muy hermoso ver cmo todo el Antiguo Tes-tamento se nos presenta ya como historia en laque Dios comunica su Palabra. En efecto, hizoprimero una alianza con Abrahn (cf. Gn15,18);despus, por medio de Moiss (cf. Ex 24,8), lahizo con el pueblo de Israel, y as se fue revelan-

    do a su pueblo, con obras y palabras, como Dios

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    vivo y verdadero. De este modo, Israel fue expe-rimentando la manera de obrar de Dios con los

    hombres, la fue comprendiendo cada vez mejoral hablar Dios por medio de los profetas, y fuedifundiendo este conocimiento entre las naciones(cf. Sal21,28-29; 95,1-3; Is2,1-4;Jr3,17) .32

    Esta condescendencia de Dios se cumple demanera insuperable con la encarnacin del Verbo.

    La Palabra eterna, que se expresa en la creaciny se comunica en la historia de la salvacin, enCristo se ha convertido en un hombre nacidode una mujer (Ga4,4). La Palabra aqu no se ex-presa principalmente mediante un discurso, conconceptos o normas. Aqu nos encontramos antela persona misma de Jess. Su historia nica y sin-gular es la palabra definitiva que Dios dice a la hu-manidad. As se entiende por qu no se comien-za a ser cristiano por una decisin tica o una granidea, sino por el encuentro con un acontecimien-to, con una Persona, que da un nuevo horizonte ala vida y, con ello, una orientacin decisiva .33Larenovacin de este encuentro y de su compren-sin produce en el corazn de los creyentes unareaccin de asombro ante una iniciativa divinaque el hombre, con su propia capacidad racionaly su imaginacin, nunca habra podido inventar.Se trata de una novedad inaudita y humanamenteinconcebible: Y la Palabra se hizo carne, y acam-

    32 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 14.

    33 Carta enc. Deus caritas est(25 diciembre 2005), 1:AAS98 (2006), 217-218.

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    p entre nosotros (Jn1,14a). Esta expresin nose refiere a una figura retrica sino a una expe-

    riencia viva. La narra san Juan, testigo ocular: Yhemos contemplado su gloria; gloria propia delHijo nico del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn1,14b). La fe apostlica testifica que la Palabraeterna se hizo Uno de nosotros. La Palabra divinase expresa verdaderamente conpalabras humanas.

    La tradicin patrstica y medieval, al contem-12.plar esta Cristologa de la Palabra , ha utilizadouna expresin sugestiva: el Verbo se ha abreviado:34 Los Padres de la Iglesia, en su traduccin grie-ga del antiguo Testamento, usaron unas palabrasdel profeta Isaas que tambin cita Pablo paramostrar cmo los nuevos caminos de Dios fue-ron preanunciados ya en el Antiguo Testamento.All se lea: Dios ha cumplido su palabra y la haabreviado (Is10,23; Rm9,28)... El Hijo mismo es

    la Palabra, el Logos; la Palabra eterna se ha hechopequea, tan pequea como para estar en un pe-sebre. Se ha hecho nio para que la Palabra esta nuestro alcance .35Ahora, la Palabra no slo sepuede or, no slo tiene una voz, sino que tiene unrostroque podemos ver: Jess de Nazaret.36

    Siguiendo la narracin de los Evangelios, ve-mos cmo la misma humanidad de Jess se ma-

    34 Ho Logos pachynetai (o brachynetai) : cf. ORGENES, Periarchon, 1, 2, 8: SC252, 127-129.

    35 Homila durante la misa de Nochebuena (24 diciembre2006):AAS99 (2007), 12.

    36 Cf.Mensaje final.

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    nifiesta con toda su singularidad precisamenteen relacin con la Palabra de Dios. l, en efecto,

    en su perfecta humanidad, realiza la voluntad delPadre en cada momento; Jess escucha su voz yla obedece con todo su ser; l conoce al Padrey cumple su palabra (cf. Jn8,55); nos cuenta lascosas del Padre (cf.Jn12,50); les he comunicadolas palabras que t me diste (Jn17,8). Por tanto,Jess se manifiesta como el Logosdivino que se daa nosotros, pero tambin como el nuevo Adn, elhombre verdadero, que cumple en cada momentono su propia voluntad sino la del Padre. l ibacreciendo en sabidura, en estatura y en gracia anteDios y los hombres (L c 2,52). De modo perfec-to escucha, cumple en s mismo y nos comunicala Palabra divina (cf. L c 5,1).

    La misin de Jess se cumple finalmente enel misterio pascual: aqu nos encontramos ante el Mensaje de la cruz (1 Co1,18). El Verbo enmu-dece, se hace silencio mortal, porque se ha di-cho hasta quedar sin palabras, al haber habladotodo lo que tena que comunicar, sin guardarsenada para s. Los Padres de la Iglesia, contem-plando este misterio, ponen de modo sugestivoen labios de la Madre de Dios estas palabras: La

    Palabra del Padre, que ha creado todas las criatu-ras que hablan, se ha quedado sin palabra; estnsin vida los ojos apagados de aquel que con su pa-labra y con un solo gesto suyo mueve todo lo quetiene vida .37Aqu se nos ha comunicado el amor

    37 MXIMOELCONFESOR, Vida de Mara, 89: CSCO, 479, 77.

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    ms grande , el que da la vida por sus amigos (cf.Jn15,13).

    En este gran misterio, Jess se manifiestacomo la Palabra de la Nueva y Eterna Alianza: lalibertad de Dios y la libertad del hombre se en-cuentran definitivamente en su carne crucificada,en un pacto indisoluble, vlido para siempre. Je-ss mismo, en la ltima cena, en la institucin dela Eucarista, haba hablado de Nueva y EternaAlianza , establecida con el derramamiento de susangre (cf.Mt 26,28;Mc 14,24;L c 22,20), mos-trndose como el verdadero Cordero inmolado,en el que se cumple la definitiva liberacin de la

    esclavitud.

    38

    Este silencio de la Palabra se manifiesta en susentido autntico y definitivo en el misterio lumi-noso de la resurreccin. Cristo, Palabra de Diosencarnada, crucificada y resucitada, es Seor detodas las cosas; l es el Vencedor, el Pantocrtor, y

    ha recapitulado en s para siempre todas las co-sas (cf. Ef1,10). Cristo, por tanto, es la luz delmundo (Jn8,12), la luz que brilla en la tiniebla (Jn1,54) y que la tiniebla no ha derrotado (cf. Jn1,5). Aqu se comprende plenamente el sentidodel Salmo119: Lmpara es tu palabra para mis

    pasos, luz en mi sendero (v. 105); la Palabra queresucita es esta luz definitiva en nuestro camino.Los cristianos han sido conscientes desde el co-mienzo de que, en Cristo, la Palabra de Dios est

    38 Cf. Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis(22 fe-brero 2007), 9-10:AAS99 (2007), 111-112.

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    presente como Persona. La Palabra de Dios es laluz verdadera que necesita el hombre. S, en la re-

    surreccin, el Hijo de Dios surge como luz delmundo. Ahora, viviendo con l y por l, podemosvivir en la luz.

    L legados, por decirlo as, al corazn de la13. Cristologa de la Palabra , es importante subrayar

    la unidad del designio divino en el Verbo encar-nado. Por eso, el Nuevo Testamento, de acuerdocon las Sagradas Escrituras, nos presenta el mis-terio pascual como su ms ntimo cumplimiento.San Pablo, en la Primera carta a los Corintios, afirmaque Jesucristo muri por nuestros pecados se-gn las Escrituras (15,3), y que resucit al tercerda segn las Escrituras (1 Co15,4). Con esto,el Apstol pone el acontecimiento de la muerte yresurreccin del Seor en relacin con la historiade la Antigua Alianza de Dios con su pueblo. Es

    ms, nos permite entender que esta historia reci-be de ello su lgica y su verdadero sentido. En elmisterio pascual se cumplen las palabras de laEscritura, o sea, esta muerte realizada segn lasEscrituras es un acontecimiento que contiene ens un logos, una lgica: la muerte de Cristo atestigua

    que la Palabra de Dios se hizo carne, historiahumana .39Tambin la resurreccin de Jess tie-ne lugar al tercer da segn las Escrituras : yaque, segn la interpretacin juda, la corrupcin

    39Audiencia General (15 abril 2009): LOsservatore Romano,ed. en lengua espaola (17 abril 2009), 15.

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    comenzaba despus del tercer da, la palabra de laEscritura se cumple en Jess que resucita antes de

    que comience la corrupcin. En este sentido, sanPablo, transmitiendo fielmente la enseanza delos Apstoles (cf. 1 Co15,3), subraya que la vic-toria de Cristo sobre la muerte tiene lugar por elpoder creador de la Palabra de Dios. Esta fuerzadivina da esperanza y gozo: es ste en definitiva elcontenido liberador de la revelacin pascual. Enla Pascua, Dios se revela a s mismo y la potenciadel amor trinitario que aniquila las fuerzas des-tructoras del mal y de la muerte.

    Teniendo presente estos elementos esenciales

    de nuestra fe, podemos contemplar as la profundaunidad en Cristo entre creacin y nueva creacin,y de toda la historia de la salvacin. Por recurrira una imagen, podemos comparar el cosmos a un libro as deca Galileo Galilei y considerarlo como la obra de un Autor que se expresa me-

    diante la sinfona de la creacin. Dentro de estasinfona se encuentra, en cierto momento, lo queen lenguaje musical se llamara un solo, un temaencomendado a un solo instrumento o a una solavoz, y es tan importante que de l depende el sig-nificado de toda la pera. Este solo es Jess... El

    Hijo del hombre resume en s la tierra y el cielo, lacreacin y el Creador, la carne y el Espritu. Es elcentro del cosmos y de la historia, porque en l seunen sin confundirse el Autor y su obra .40

    40 Cf.Homila en la solemnidad de la Epifana(6 enero 2009):LOsservatore Romano, ed. en lengua espaola (9 enero 2009), 7. 11.

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    Dimensin escatolgica de la Palabra de Dios

    De este modo, la Iglesia expresa su con-14.ciencia de que Jesucristo es la Palabra definitivade Dios; l es el primero y el ltimo (Ap 1,17).l ha dado su sentido definitivo a la creacin ya la historia; por eso, estamos llamados a vivir eltiempo, a habitar la creacin de Dios dentro de

    este ritmo escatolgico de la Palabra; la econo-ma cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva,nunca pasar; ni hay que esperar otra revelacinpblica antes de la gloriosa manifestacin de Jesu-cristo nuestro Seor (cf. 1 Tm 6,14; Tt 2,13) .41En efecto, como han recordado los Padres duran-

    te el Snodo, la especificidad del cristianismo semanifiesta en el acontecimiento Jesucristo, cul-men de la Revelacin, cumplimiento de las pro-mesas de Dios y mediador del encuentro entre elhombre y Dios. l, que nos ha revelado a Dios(cf.Jn1,18), es la Palabra nica y definitiva entre-

    gada a la humanidad .42San Juan de la Cruz haexpresado admirablemente esta verdad: Porqueen darnos, como nos dio a su Hijo, que es unaPalabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habljunto y de una vez en esta sola Palabra... Porquelo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo

    ha hablado a l todo, dndonos el todo, que es suHijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar aDios, o querer alguna visin o revelacin, no slo

    41 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 4.

    42 Propositio4.

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    hara una necedad, sino hara agravio a Dios, noponiendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer

    otra cosa o novedad .43

    Por consiguiente, el Snodo ha recomendado ayudar a los fieles a distinguir bien la Palabra deDios de las revelaciones privadas ,44cuya funcin no es la de... completar la Revelacin definitivade Cristo, sino la de ayudar a vivirla ms plenamen-te en una cierta poca de la historia .45El valorde las revelaciones privadas es esencialmente di-ferente al de la nica revelacin pblica: sta exigenuestra fe; en ella, en efecto, a travs de palabrashumanas y de la mediacin de la comunidad viva

    de la Iglesia, Dios mismo nos habla. El criterio deverdad de una revelacin privada es su orientacincon respecto a Cristo. Cuando nos aleja de l, en-tonces no procede ciertamente del Espritu Santo,que nos gua hacia el Evangelio y no hacia fuera.La revelacin privada es una ayuda para esta fe, y

    se manifiesta como creble precisamente cuandoremite a la nica revelacin pblica. Por eso, laaprobacin eclesistica de una revelacin privadaindica esencialmente que su mensaje no contienenada contrario a la fe y a las buenas costumbres;es lcito hacerlo pblico, y los fieles pueden dar su

    asentimiento de forma prudente. Una revelacinprivada puede introducir nuevos acentos, dar lu-gar a nuevas formas de piedad o profundizar las

    43 Subida del Monte Carmelo, II, 22.44 Propositio47.45 Catecismo de la Iglesia Catlica, 67.

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    antiguas. Puede tener un cierto carcter proftico(cf. 1 Ts5,19-21) y prestar una ayuda vlida para

    comprender y vivir mejor el Evangelio en el pre-sente; de ah que no se pueda descartar. Es unaayuda que se ofrece pero que no es obligatoriousarla. En cualquier caso, ha de ser un alimentode la fe, esperanza y caridad, que son para todosla va permanente de la salvacin.46

    La Palabra de Dios y el Espritu Santo

    Despus de habernos extendido sobre la15.Palabra ltima y definitiva de Dios al mundo, esnecesario referirse ahora a la misin del EsprituSanto en relacin con la Palabra divina. En efec-to, no se comprende autnticamente la revelacincristiana sin tener en cuenta la accin del Par-clito. Esto tiene que ver con el hecho de que lacomunicacin que Dios hace de s mismo implica

    siempre la relacin entre el Hijo y el Espritu San-to, a quienes Ireneo de Lyon llama precisamente las dos manos del Padre .47Por lo dems, la Sa-grada Escritura es la que nos indica la presenciadel Espritu Santo en la historia de la salvacin y,en particular, en la vida de Jess, a quien la Virgen

    Mara concibi por obra del Espritu Santo (cf.Mt1,18;L c1,35); al comienzo de su misin pblica,

    46 Cf. CONGREGACINPARALADOCTRINADELAFE,El men-saje de Ftima(26 junio 2000): LOsservatore Romano, ed. en lenguaespaola (30 junio 2000), 10.

    47Adversus haereses, IV, 7, 4: PG7, 992-993; V, 1, 3: PG7,1123; V, 6, 1: PG7, 1137; V, 28, 4: PG7, 1200.

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    en la orilla del Jordn, lo ve que desciende sobre sen forma de paloma (cf.Mt3,16); Jess acta, ha-

    bla y exulta en este mismo Espritu (cf.L c10,21);y se ofrece a s mismo en el Espritu (cf. Hb 9,14).Cuando estaba terminando su misin, segn elrelato del Evangelista Juan, Jess mismo pone enclara relacin el don de su vida con el envo delEspritu a los suyos (cf. Jn16,7). Despus, Jessresucitado, llevando en su carne los signos de lapasin, infundi el Espritu (cf.Jn20,22), hacien-do a los suyos partcipes de su propia misin (cf.Jn20,21). El Espritu Santo ensear a los disc-pulos y les recordar todo lo que Cristo ha dicho

    (cf.Jn14,26), puesto que ser l, el Espritu de laVerdad (cf.Jn15,26), quien llevar los discpulosa la Verdad entera (cf.Jn16,13). Por ltimo, comose lee en los Hechos de los Apstoles, el Espritu des-ciende sobre los Doce, reunidos en oracin conMara el da de Pentecosts (cf. 2,1-4), y les ani-

    ma a la misin de anunciar a todos los pueblos laBuena Nueva.48

    La Palabra de Dios, pues, se expresa con pa-labras humanas gracias a la obra del Espritu San-to. La misin del Hijo y la del Espritu Santo soninseparables y constituyen una nica economa de

    la salvacin. El mismo Espritu que acta en laencarnacin del Verbo, en el seno de la VirgenMara, es el mismo que gua a Jess a lo largo detoda su misin y que ser prometido a los disc-

    48 Cf. Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis(22 fe-brero 2007), 12:AAS99 (2007), 113-114.

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    pulos. El mismo Espritu, que habl por los pro-fetas, sostiene e inspira a la Iglesia en la tarea de

    anunciar la Palabra de Dios y en la predicacin delos Apstoles; es el mismo Espritu, finalmente,quien inspira a los autores de las Sagradas Escri-turas.

    Conscientes de este horizonte pneumatol-16.

    gico, los Padres sinodales han querido sealar laimportancia de la accin del Espritu Santo en lavida de la Iglesia y en el corazn de los creyentesen su relacin con la Sagrada Escritura.49Sin la ac-cin eficaz del Espritu de la Verdad (Jn14,16)no se pueden comprender las palabras del Seor.Como recuerda san Ireneo: Los que no partici-pan del Espritu no obtienen del pecho de su ma-dre (la Iglesia) el nutrimento de la vida, no recibennada de la fuente ms pura que brota del cuerpode Cristo .50Puesto que la Palabra de Dios llega

    a nosotros en el cuerpo de Cristo, en el cuerpoeucarstico y en el cuerpo de las Escrituras, me-diante la accin del Espritu Santo, slo puede seracogida y comprendida verdaderamente gracias almismo Espritu.

    Los grandes escritores de la tradicin cristia-

    na consideran unnimemente la funcin del Es-pritu Santo en la relacin de los creyentes conlas Escrituras. San Juan Crisstomo afirma que laEscritura necesita de la revelacin del Espritu,

    49 Cf. Propositio5.50Adversus haereses,III 24,1: PG7, 966.

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    para que descubriendo el verdadero sentido de lascosas que all se encuentran encerradas, obtenga-

    mos un provecho abundante .51Tambin san Je-rnimo est firmemente convencido de que nopodemos llegar a comprender la Escritura sin laayuda del Espritu Santo que la ha inspirado .52San Gregorio Magno, por otra parte, subraya demodo sugestivo la obra del mismo Espritu en laformacin e interpretacin de la Biblia: l mis-mo ha creado las palabras de los santos testamen-tos, l mismo las desvela .53Ricardo de San Vc-tor recuerda que se necesitan ojos de paloma ,iluminados e ilustrados por el Espritu, para com-prender el texto sagrado.54

    Quisiera subrayar tambin, con respecto a larelacin entre el Espritu Santo y la Escritura, eltestimonio significativo que encontramos en lostextos litrgicos, donde la Palabra de Dios es pro-clamada, escuchada y explicada a los fieles. Se tra-

    ta de antiguas oraciones que en forma de epclesisinvocan al Espritu antes de la proclamacin delas lecturas: Enva tu Espritu Santo Parclito so-bre nuestras almas y haznos comprender las Es-crituras inspiradas por l; y a m concdeme inter-pretarlas de manera digna, para que los fieles aqu

    51 Homiliae in Genesim, 22: PG53, 175.52Epistula120, 10: CSEL55, 500-5006.53 Homilae in Ezechielem, 1, 7, 17: CC142, p. 94.54 Oculi ergo devotae animae sunt columbarum quia

    sensus eius per Spiritum sanctum sunt illuminati et edocti, spi-ritualia sapientes Nunc quidem aperitur animae talis sensus,ut intellegat Scripturas : RICARDODESANVCTOR,Explicatio inCantica canticorum, 15: PL196, 450 B. D.

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    reunidos saquen provecho . Del mismo modo,encontramos oraciones al final de la homila que

    invocan a Dios pidiendo el don del Espritu so-bre los fieles: Dios salvador te imploramos enfavor de este pueblo: enva sobre l el EsprituSanto; el Seor Jess lo visite, hable a las mentesde todos y disponga los corazones para la fe yconduzca nuestras almas hacia ti, Dios de las Mi-

    sericordias .55De aqu resulta con claridad que nose puede comprender el sentido de la Palabra sino se tiene en cuenta la accin del Parclito en laIglesia y en los corazones de los creyentes.

    Tradicin y Escritura

    Al reafirmar el vnculo profundo entre el17.Espritu Santo y la Palabra de Dios, hemos senta-do tambin las bases para comprender el sentidoy el valor decisivo de la Tradicin viva y de las Sa-gradas Escrituras en la Iglesia. En efecto, puesto

    que tanto am Dios al mundo, que entreg a suHijo nico (Jn3,16), la Palabra divina, pronun-ciada en el tiempo, fue dada y entregada a laIglesia de modo definitivo, de tal manera que elanuncio de la salvacin se comunique eficazmen-te siempre y en todas partes. Como nos recuerda

    la Constitucin dogmtica Dei Verbum, Jesucristomismo mand a los Apstoles predicar a todoslos hombres el Evangelio como fuente de todaverdad salvadora y de toda norma de conducta,

    55 Sacramentarium SerapionisII (XX): Didascalia et Constitu-tiones apostolorum, ed. F.X. FUNK, II, Paderborn 1906, p. 161.

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    comunicndoles as los bienes divinos: el Evan-gelio prometido por los profetas, que l mismo

    cumpli y promulg con su boca. Este mandatose cumpli fielmente, pues los Apstoles, con supredicacin, sus ejemplos, sus instituciones, trans-mitieron de palabra lo que haban aprendido delas obras y palabras de Cristo y lo que el EsprituSanto les ense; adems, los mismos Apstoles

    y otros de su generacin pusieron por escrito elmensaje de la salvacin inspirados por el EsprituSanto .56

    El Concilio Vaticano II recuerda tambinque esta Tradicin de origen apostlico es unarealidad viva y dinmica, que va creciendo en la

    Iglesia con la ayuda del Espritu Santo ; pero noen el sentido de que cambie en su verdad, quees perenne. Ms bien crece la comprensin delas palabras y las instituciones transmitidas , conla contemplacin y el estudio, con la inteligenciafruto de una ms profunda experiencia espiritual,

    as como con la predicacin de los que con la su-cesin episcopal recibieron el carisma seguro dela verdad .57

    La Tradicin viva es esencial para que laIglesia vaya creciendo con el tiempo en la com-prensin de la verdad revelada en las Escrituras;

    en efecto, la misma Tradicin da a conocer a laIglesia el canon de los libros sagrados y hace quelos comprenda cada vez mejor y los mantenga

    56 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 7.

    57 Ibd., 8.

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    siempre activos .58En definitiva, es la Tradicinviva de la Iglesia la que nos hace comprender de

    modo adecuado la Sagrada Escritura como Pala-bra de Dios. Aunque el Verbo de Dios precede ytrasciende la Sagrada Escritura, en cuanto inspira-da por Dios, contiene la palabra divina (cf. 2 Tm3,16) en modo muy singular .59

    De aqu se deduce la importancia de edu-18.car y formar con claridad al Pueblo de Dios, paraacercarse a las Sagradas Escrituras en relacin conla Tradicin viva de la Iglesia, reconociendo enellas la misma Palabra de Dios. Es muy importan-te, desde el punto de vista de la vida espiritual, de-

    sarrollar esta actitud en los fieles. En este sentido,puede ser til recordar la analoga desarrollada porlos Padres de la Iglesia entre el Verbo de Dios quese hace carne y la Palabra que se hace libro .60Esta antigua tradicin, segn la cual, como dicesan Ambrosio, el cuerpo del Hijo es la Escritura

    que se nos ha transmitido ,61 es recogida por laConstitucin dogmtica Dei Verbum, que afirma: La Palabra de Dios, expresada en lenguas huma-nas, se hace semejante al lenguaje humano, comola Palabra del eterno Padre, asumiendo nuestradbil condicin humana, se hizo semejante a los

    hombres .62Entendida de esta manera, la Sagrada

    58 Ibd.59 Cf. Propositio3.60 Cf.Mensaje final, II, 5.61Expositio Evangelii secundum Lucam6, 33: PL 15, 1677.62 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobre

    la divina revelacin, 13.

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    Escritura, an en la multiplicidad de sus formas ycontenidos, se nos presenta como realidad unita-

    ria. En efecto, a travs de todas las palabras de lasagrada Escritura, Dios dice slo una palabra, suVerbo nico, en quien l se dice en plenitud (cf.Hb 1,1-3) ,63 como ya advirti con claridad sanAgustn: Recordad que es una sola la Palabra deDios que se desarrolla en toda la Sagrada Escritu-ra y uno solo el Verbo que resuena en la boca detodos los escritores sagrados .64

    En definitiva, mediante la obra del EsprituSanto y bajo la gua del Magisterio, la Iglesia trans-mite a todas las generaciones cuanto ha sido re-velado en Cristo. La Iglesia vive con la certeza deque su Seor, que habl en el pasado, no cesa decomunicar hoy su Palabra en la Tradicin viva dela Iglesia y en la Sagrada Escritura. En efecto, laPalabra de Dios se nos da en la Sagrada Escrituracomo testimonio inspirado de la revelacin que,

    junto con la Tradicin viva de la Iglesia, es la reglasuprema de la fe.65

    Sagrada Escritura, inspiracin y verdad

    Un concepto clave para comprender el tex-19.to sagrado como Palabra de Dios en palabras hu-

    63 Catecismo de la Iglesia Catlica, 102. Cf. RUPERTO DEDEUTZ, De operibus Spiritus Sancti, I, 6: SC131, 72-74.

    64Enarrationes in Psalmos, 103, IV, 1: PL 37, 1378. Afir-maciones semejantes en ORGENES, IohannemV, 5-6: SC120, p.380-384.

    65 Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobre la divina revelacin, 21.

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    manas es ciertamente el de inspiracin. Tambinaqu podemos sugerir una analoga: as como el

    Verbo de Dios se hizo carne por obra del EsprituSanto en el seno de la Virgen Mara, as tambinla Sagrada Escritura nace del seno de la Iglesiapor obra del mismo Espritu. La Sagrada Escri-tura es la Palabra de Dios, en cuanto escrita porinspiracin del Espritu Santo .66De ese modo, sereconoce toda la importancia del autor humano,que ha escrito los textos inspirados y, al mismotiempo, a Dios como el verdadero autor.

    Como han afirmado los Padres sinodales, apa-rece con toda evidencia que el tema de la inspira-cin es decisivo para una adecuada aproximacina las Escrituras y para su correcta hermenutica,67que se ha de hacer, a su vez, en el mismo Espri-tu en el que ha sido escrita.68Cuando se debilitanuestra atencin a la inspiracin, se corre el riesgode leer la Escritura ms como un objeto de curio-

    sidad histrica que como obra del Espritu Santo,en la cual podemos escuchar la voz misma del Se-or y conocer su presencia en la historia.

    Adems, los Padres sinodales han destacadola conexin entre el tema de la inspiracin y el dela verdad de las Escrituras.69Por eso, la profundiza-

    cin en el proceso de la inspiracin llevar tambinsin duda a una mayor comprensin de la verdad

    66 Ibd.,9.67 Cf. Propositiones5. 12.68 Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,

    sobre la divina revelacin, 12.69 Cf. Propositio12.

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    contenida en los libros sagrados. Como afirma ladoctrina conciliar sobre este punto, los libros ins-

    pirados ensean la verdad: Como todo lo queafirman los hagigrafos, o autores inspirados, loafirma el Espritu Santo, se sigue que los librossagrados ensean slidamente, fielmente y sinerror la verdad que Dios hizo consignar en dichoslibros para salvacin nuestra. Por tanto, toda laEscritura, inspirada por Dios, es til para ensear,reprender, corregir, instruir en la justicia; para queel hombre de Dios est en forma, equipado paratoda obra buena (2 Tm3,16-17 gr.) .70

    Ciertamente, la reflexin teolgica ha consi-

    derado siempre la inspiracin y la verdad comodos conceptos clave para una hermenutica ecle-sial de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, hayque reconocer la necesidad actual de profundizaradecuadamente en esta realidad, para respondermejor a lo que exige la interpretacin de los textos

    sagrados segn su naturaleza. En esa perspectiva,expreso el deseo de que la investigacin en estecampo pueda progresar y dar frutos para la cien-cia bblica y la vida espiritual de los fieles.

    Dios Padre, fuente y origen de la Palabra

    La economa de la revelacin tiene su co-20.mienzo y origen en Dios Padre. Su Palabra hizoel cielo; el aliento de su boca, sus ejrcitos (Sal

    70 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 11

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    33,6). Es l quien da a conocer la gloria de Dios,reflejada en Cristo (2 Co4,6; cf.Mt16,17; L c9,29).

    Dios, fuente de la revelacin, se manifiestacomo Padre en el Hijo Logos hecho carne (cf.Jn1,14), que vino a cumplir la voluntad del que lohaba enviado (cf. Jn 4,34), y lleva a trmino laeducacin divina del hombre, animada ya ante-riormente por las palabras de los profetas y lasmaravillas realizadas tanto en la creacin como enla historia de su pueblo y de todos los hombres.La revelacin de Dios Padre culmina con la entre-ga por parte del Hijo del don del Parclito (cf.Jn14,16), Espritu del Padre y del Hijo, que nos gua hasta la verdad plena (Jn16,13).

    Y as, todas las promesas de Dios se han con-vertido en Jesucristo en un s (cf. 2 Co1,20). Deeste modo se abre para el hombre la posibilidadde recorrer el camino que lo lleva hasta el Padre(cf.Jn14,6), para que al final Dios sea todo para

    todos (1 Co15,28).Como pone de manifiesto la cruz de Cristo,21.

    Dios habla por medio de su silencio. El silenciode Dios, la experiencia de la lejana del Omnipo-tente y Padre, es una etapa decisiva en el caminoterreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada. Col-gado del leo de la cruz, se quej del dolor cau-sado por este silencio: Dios mo, Dios mo, porqu me has abandonado? (Mc15,34;Mt27,46).Jess, prosiguiendo hasta el ltimo aliento de vidaen la obediencia, invoc al Padre en la oscuridad

    de la muerte. En el momento de pasar a travs de

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    la muerte a la vida eterna, se confi a l: Padre, atus manos encomiendo mi espritu (L c23,46).

    Esta experiencia de Jess es indicativa de lasituacin del hombre que, despus de haber escu-chado y reconocido la Palabra de Dios, ha de en-frentarse tambin con su silencio. Muchos santosy msticos han vivido esta experiencia, que tam-bin hoy se presenta en el camino de muchos cre-

    yentes. El silencio de Dios prolonga sus palabrasprecedentes. En esos momentos de oscuridad,habla en el misterio de su silencio. Por tanto, enla dinmica de la revelacin cristiana, el silencioaparece como una expresin importante de la Pa-labra de Dios.

    LARESPUESTADELHOMBREALDIOSQUEHABLA

    L lamados a entrar en la Alianza con Dios

    Al subrayar la pluriformidad de la Palabra,22.hemos podido contemplar que Dios habla y viene

    al encuentro del hombre de muy diversos modos,dndose a conocer en el dilogo. Como han afir-mado los Padres sinodales, el dilogo, cuando serefiere a la Revelacin, comporta elprimadode laPalabra de Dios dirigida al hombre .71El miste-rio de la Alianza expresa esta relacin entre Dios

    que llama con su Palabra y el hombre que res-ponde, siendo claramente consciente de que nose trata de un encuentro entre dos que estn almismo nivel; lo que llamamos Antigua y NuevaAlianza no es un acuerdo entre dos partes iguales,

    71 Propositio4.

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    sino puro don de Dios. Mediante este don de suamor, supera toda distancia y nos convierte en sus

    partners , llevando a cabo as el misterio nupcialde amor entre Cristo y la Iglesia. En esta visin,cada hombre se presenta como el destinatariode la Palabra, interpelado y llamado a entrar eneste dilogo de amor mediante su respuesta libre.Dios nos ha hecho a cada uno capaces de escuchar

    y respondera la Palabra divina. El hombre ha sidocreado en la Palabra y vive en ella; no se entiendea s mismo si no se abre a este dilogo. La Palabrade Dios revela la naturaleza filial y relacional denuestra vida. Estamos verdaderamente llamadospor gracia a conformarnos con Cristo, el Hijo del

    Padre, y a ser transformados en l.

    Dios escucha al hombre y responde a sus interrogantes

    En este dilogo con Dios nos comprende-23.mos a nosotros mismos y encontramos respues-ta a las cuestiones ms profundas que anidan en

    nuestro corazn. La Palabra de Dios, en efecto,no se contrapone al hombre, ni acalla sus deseosautnticos, sino que ms bien los ilumina, puri-ficndolos y perfeccionndolos. Qu importantees descubrir en la actualidad que slo Dios respondea la sed que hay en el corazn de todo ser humano. En

    nuestra poca se ha difundido lamentablemente,sobre todo en Occidente, la idea de que Dios esextrao a la vida y a los problemas del hombrey, ms an, de que su presencia puede ser inclu-so una amenaza para su autonoma. En realidad,toda la economa de la salvacin nos muestra que

    Dios habla e interviene en la historia en favor del

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    hombre y de su salvacin integral. Por tanto, esdecisivo desde el punto de vista pastoral mostrar

    la capacidad que tiene la Palabra de Dios paradialogar con los problemas que el hombre hade afrontar en la vida cotidiana. Jess se presen-ta precisamente como Aquel que ha venido paraque tengamos vida en abundancia (cf. Jn10,10).Por eso, debemos hacer cualquier esfuerzo para

    mostrar la Palabra de Dios como una apertura alos propios problemas, una respuesta a nuestrosinterrogantes, un ensanchamiento de los propiosvalores y, a la vez, como una satisfaccin de laspropias aspiraciones. La pastoral de la Iglesia debesaber mostrar que Dios escucha la necesidad del

    hombre y su clamor. Dice san Buenaventura en elBreviloquium: El fruto de la Sagrada Escritura noes uno cualquiera, sino la plenitud de la felicidadeterna. En efecto, la Sagrada Escritura es precisa-mente el libro en el que estn escritas palabras devida eterna para que no slo creamos, sino queposeamos tambin la vida eterna, en la que vere-mos, amaremos y sern colmados todos nuestrosdeseos .72

    Dialogar con Dios mediante sus palabras

    La Palabra divina nos introduce a cada uno24.

    en el coloquio con el Seor: el Dios que habla nosensea cmo podemos hablar con l. Pensamosespontneamente en el Libro de los Salmos, don-de se nos ofrecen las palabras con que podemosdirigirnos a l, presentarle nuestra vida en colo-

    72 Prol.: Opera Omnia, V, Quaracchi 1891, p. 5, 201-202.

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    quio ante l y transformar as la vida misma en unmovimiento hacia l.73En los Salmos, en efecto,

    encontramos toda la articulada gama de senti-mientos que el hombre experimenta en su pro-pia existencia y que son presentados con sabidu-ra ante Dios; aqu se encuentran expresiones degozo y dolor, angustia y esperanza, temor y ansie-dad. Adems de los Salmos, hay tambin muchos

    otros textos de la Sagrada Escritura que hablandel hombre que se dirige a Dios mediante la ora-cin de intercesin (cf.Ex33,12-16), del canto dejbilo por la victoria (cf.Ex15), o de lamento enel cumplimiento de la propia misin (cf. Jr20,7-18). As, la palabra que el hombre dirige a Dios

    se hace tambin Palabra de Dios, confirmando elcarcter dialogal de toda la revelacin cristiana,74y toda la existencia del hombre se convierte en undilogo con Dios que habla y escucha, que llamay mueve nuestra vida. La Palabra de Dios revelaaqu que toda la existencia del hombre est bajo la

    llamada divina.75

    Palabra de Dios y fe

    Cuando Dios revela, el hombre tiene que25.someterse con la fe (cf. Rm16,26; Rm1,5; 2 Co

    10,5-6), por la que el hombre se entrega entera ylibremente a Dios, le ofrece el homenaje total

    73 Cf. Discurso en el encuentro con el mundo de la cultura en elCollge des Bernardins de Pars (12 septiembre 2008): AAS 100(2008), 721-730.

    74 Cf. Propositio4.75 Cf. Relatio post disceptationem, 12.

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    de su entendimiento y voluntad, asintiendo li-bremente a lo que l ha revelado .76 Con estas

    palabras, la Constitucin dogmtica Dei Verbumexpresa con precisin la actitud del hombre enrelacin con Dios. La respuesta propia del hombre alDios que habla es la fe. En esto se pone de mani-fiesto que para acoger la Revelacin, el hombredebe abrir la mente y el corazn a la accin del

    Espritu Santo que le hace comprender la Palabrade Dios, presente en las sagradas Escrituras .77En efecto, la fe, con la que abrazamos de coraznla verdad que se nos ha revelado y nos entrega-mos totalmente a Cristo, surge precisamente porla predicacin de la Palabra divina: la fe nace delmensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cris-to (Rm10,17). La historia de la salvacin en sutotalidad nos muestra de modo progresivo estevnculo ntimo entre la Palabra de Dios y la fe,que se cumple en el encuentro con Cristo. Con l,efectivamente, la fe adquiere la forma del encuen-tro con una Persona a la que se confa la propia

    vida. Cristo Jess est presente ahora en la histo-ria, en su cuerpo que es la Iglesia; por eso, nuestroacto de fe es al mismo tiempo un acto personal yeclesial.

    El pecado como falta de escucha a la Palabra de Dios

    La Palabra de Dios revela tambin inevita-26.blemente la posibilidad dramtica por parte de lalibertad del hombre de sustraerse a este dilogo

    76 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 5.

    77 Propositio4.

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    de alianza con Dios, para el que hemos sido crea-dos. La Palabra divina, en efecto, desvela tambin

    el pecado que habita en el corazn del hombre.Con mucha frecuencia, tanto en el Antiguo comoen el Nuevo Testamento, encontramos la descrip-cin del pecado como un no prestar odo a la Palabra,como ruptura de la Alianzay, por tanto, como la ce-rrazn frente a Dios que llama a la comunin con

    l.78En efecto, la Sagrada Escritura nos muestraque el pecado del hombre es esencialmente des-obediencia y no escuchar . Precisamente la obe-diencia radical de Jess hasta la muerte de cruz(cf. Flp2,8) desenmascara totalmente este pecado.Con su obediencia, se realiza la Nueva Alianza

    entre Dios y el hombre, y se nos da la posibili-dad de la reconciliacin. Jess, efectivamente, fueenviado por el Padre como vctima de expiacinpor nuestros pecados y por los de todo el mundo(cf. 1 Jn 2,2; 4,10; Hb 7,27). As, se nos ofrecela posibilidad misericordiosa de la redencin y el

    comienzo de una vida nueva en Cristo. Por eso, esimportante educar a los fieles para que reconoz-can la raz del pecado en la negativa a escuchar laPalabra del Seor, y a que acojan en Jess, Verbode Dios, el perdn que nos abre a la salvacin.

    Mara Mater Verbi Dei y Materfidei Los Padres sinodales han declarado que el27.

    objetivo fundamental de la XII Asamblea era re-

    78Por ejemplo Dt28,1-2.15.45; 32,1; de los profetascf.Jr7,22-28;Ez2,8; 3,10; 6,3; 13,2; hasta los ltimos: cf. Za3,8. Parasan Pablo, cf. Rm10,14-18; 1 Ts2,13.

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    novar la fe de la Iglesia en la Palabra de Dios ;por eso es necesario mirar all donde la recipro-

    cidad entre Palabra de Dios y fe se ha cumplidoplenamente, o sea, en Mara Virgen, que con sus a la Palabra de la Alianza y a su misin, cumpleperfectamente la vocacin divina de la humani-dad .79La realidad humana, creada por medio delVerbo, encuentra su figura perfecta precisamente

    en la fe obediente de Mara. Ella, desde la Anun-ciacin hasta Pentecosts, se nos presenta comomujer enteramente disponible a la voluntad deDios. Es la Inmaculada Concepcin, la llena degracia por Dios (cf. L c1,28), incondicionalmen-te dcil a la Palabra divina (cf. L c1,38). Su fe obe-

    diente plasma cada instante de su existencia se-gn la iniciativa de Dios. Virgen a la escucha, viveen plena sintona con la Palabra divina; conservaen su corazn los acontecimientos de su Hijo,componindolos como en un nico mosaico (cf.L c2,19.51).80

    Es necesario ayudar a losfi

    eles a descubrir deuna manera ms perfecta el vnculo entre Marade Nazaret y la escucha creyente de la Palabra di-vina. Exhorto tambin a los estudiosos a que pro-fundicen ms la relacin entre mariologa y teologade la Palabra. De esto se beneficiarn tanto la vidaespiritual como los estudios teolgicos y bblicos.Efectivamente, todo lo que la inteligencia de la feha tratado con relacin a Mara se encuentra enel centro ms ntimo de la verdad cristiana. En

    79 Propositio55.80 Cf. Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis(22 fe-

    brero 2007), 33:AAS99 (2007), 132-133.

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    realidad, no se puede pensar en la encarnacindel Verbo sin tener en cuenta la libertad de esta

    joven mujer, que con su consentimiento cooperade modo decisivo a la entrada del Eterno en eltiempo. Ella es la figura de la Iglesia a la escuchade la Palabra de Dios, que en ella se hace carne.Mara es tambin smbolo de la apertura a Diosy a los dems; escucha activa, que interioriza, asi-

    mila, y en la que la Palabra se convierte en formade vida.

    En esta circunstancia, deseo llamar la aten-28.cin sobre la familiaridad de Mara con la Palabrade Dios. Esto resplandece con particular brillo enel Magnificat.En cierto sentido, aqu se ve cmoella se identifica con la Palabra, entra en ella; eneste maravilloso cntico de fe, la Virgen alaba alSeor con su misma Palabra: ElMagnficatunretrato de su alma, por decirlo as est completa-mente tejido por los hilos tomados de la SagradaEscritura, de la Palabra de Dios. As se pone de

    relieve que la Palabra de Dios es verdaderamentesu propia casa, de la cual sale y entra con toda na-turalidad. Habla y piensa con la Palabra de Dios;la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, ysu palabra nace de la Palabra de Dios. As se ponede manifiesto, adems, que sus pensamientos es-

    tn en sintona con el pensamiento de Dios, quesu querer es un querer con Dios. Al estar ntima-mente penetrada por la Palabra de Dios, puedeconvertirse en madre de la Palabra encarnada .81

    81 Carta. enc. Deus caritas est(25 diciembre 2005), 41:AAS98 (2006), 251.

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    Adems, la referencia a la Madre de Dios nosmuestra que el obrar de Dios en el mundo implica

    siempre nuestra libertad, porque, en la fe, la Pala-bra divina nos transforma. Tambin nuestra ac-cin apostlica y pastoral ser eficaz en la medidaen que aprendamos de Mara a dejarnos plasmarpor la obra de Dios en nosotros: La atencin de-

    vota y amorosa a la figura de Mara, como modeloy arquetipo de la fe de la Iglesia, es de importanciacapital para realizar tambin hoy un cambio con-creto de paradigma en la relacin de la Iglesia conla Palabra, tanto en la actitud de escucha orantecomo en la generosidad del compromiso en la mi-

    sin y el anuncio .82Contemplando en la Madre de Dios una exis-

    tencia totalmente modelada por la Palabra, tam-bin nosotros nos sentimos llamados a entrar en elmisterio de la fe, con la que Cristo viene a habitar

    en nuestra vida. San Ambrosio nos recuerda quetodo cristiano que cree, concibe en cierto sentidoy engendra al Verbo de Dios en s mismo: si, encuanto a la carne, slo existe una Madre de Cristo,en cuanto a la fe, en cambio, Cristo es el fruto detodos.83As pues, todo lo que le sucedi a Mara

    puede sucedernos ahora a cualquiera de nosotrosen la escucha de la Palabra y en la celebracin delos sacramentos.

    82 Propositio55.83 Cf. Expositio Evangelii secundum Lucam 2, 19: PL 15,

    1559-1560.

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    LAHERMENUTICADELASAGRADAESCRITURAENLAIGLESIA

    La Iglesia lugar originario de la hermenutica de la Biblia

    Otro gran tema que surgi durante el Snodo,29.y sobre el que ahora deseo llamar la atencin, es lainterpretacin de la Sagrada Escritura en la Iglesia. Pre-

    cisamente el vnculo intrnseco entre Palabra y femuestra que la autntica hermenutica de la Bibliaslo es posible en la fe eclesial, que tiene su para-digma en el s de Mara. San Buenaventura afirmaen este sentido que, sin la fe, falta la clave de acce-so al texto sagrado: ste es el conocimiento de

    Jesucristo del que se derivan, como de una fuente,la seguridad y la inteligencia de toda la SagradaEscritura. Por eso, es imposible adentrarse en suconocimiento sin tener antes la fe infusa de Cris-to, que es faro, puerta y fundamento de toda laEscritura .84E insiste con fuerza santo Toms de

    Aquino, mencionando a san Agustn: Tambinla letra del evangelio mata si falta la gracia interiorde la fe que sana .85

    Esto nos permite llamar la atencin sobre uncriterio fundamental de la hermenutica bblica: ellugar originario de la interpretacin escriturstica es la vida

    de la Iglesia.Esta afirmacin no pone la referenciaeclesial como un criterio extrnseco al que los exe-getas deben plegarse, sino que es requerida por la

    84 Breviloquium, Prol., Opera Omnia, V, Quaracchi 1891, p.201-202.

    85 Summa Theologiae, I-II, q. 106, a. 2.

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    realidad misma de las Escrituras y por cmo sehan ido formando con el tiempo. En efecto, las

    tradiciones de fe formaban el ambiente vital en elque se insert la actividad literaria de los autoresde la sagrada Escritura. Esta insercin compren-da tambin la participacin en la vida litrgica y laactividad externa de las comunidades, su mundoespiritual, su cultura y las peripecias de su destino

    histrico. La interpretacin de la sagrada Escri-tura exige por eso, de modo semejante, la parti-cipacin de los exegetas en toda la vida y la fede la comunidad creyente de su tiempo .86 Porconsiguiente, ya que la Escritura se ha de leere interpretar con el mismo Espritu con que fueescrita ,87es necesario que los exegetas, telogosy todo el Pueblo de Dios se acerquen a ella segnlo que ella realmente es, Palabra de Dios que senos comunica a travs de palabras humanas (cf. 1Ts2,13). ste es un dato constante e implcito enla Biblia misma: Ninguna prediccin de la Escri-tura est a merced de interpretaciones personales;porque ninguna prediccin antigua aconteci pordesignio humano; hombres como eran, hablaronde parte de Dios (2P 1,20-21). Por otra parte,es precisamente la fe de la Iglesia quien reconoceen la Biblia la Palabra de Dios; como dice admi-rablemente san Agustn: No creera en el Evan-gelio si no me moviera la autoridad de la Iglesia

    86 PONTIFICIACOMISINBBLICA, La interpretacin de la Bi-blia en la Iglesia (15 abril 1993), III, A, 3.

    87 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 12.

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    catlica .88Es el Espritu Santo, que anima la vidade la Iglesia, quien hace posible la interpretacin

    autntica de las Escrituras. La Biblia es el libro dela Iglesia, y su verdadera hermenutica brota de suinmanencia en la vida eclesial.

    San Jernimo recuerda que nunca podemos30.leer solos la Escritura. Encontramos demasiadas

    puertas cerradas y caemos fcilmente en el error.La Biblia ha sido escrita por el Pueblo de Dios ypara el Pueblo de Dios, bajo la inspiracin del Es-pritu Santo. Slo en esta comunin con el Pueblode Dios podemos entrar realmente, con el noso-tros , en el ncleo de la verdad que Dios mismoquiere comunicarnos.89El gran estudioso, para elcual quien no conoce las Escrituras no conocea Cristo ,90 sostiene que la eclesialidad de la in-terpretacin bblica no es una exigencia impuestadesde el exterior; el Libro es precisamente la voz

    del Pueblo de Dios peregrino, y slo en la fe deeste Pueblo estamos, por decirlo as, en la tonali-dad adecuada para entender la Escritura. Una au-tntica interpretacin de la Biblia ha de concordarsiempre armnicamente con la fe de la Iglesia ca-tlica. San Jernimo se diriga a un sacerdote de la

    siguiente manera: Permanece firmemente unidoa la doctrina tradicional que se te ha enseado,

    88 Contra epistulam Manichaei quam vocant fundamenti, 5, 6:PL42, 176.

    89 Cf.Audiencia General (14 noviembre 2007): LOsservatoreRomano,ed. en lengua espaola (16 noviembre 2007), 16.

    90 Commentariorum in Isaiam libri, Prol.: PL24, 17.

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    para que puedas exhortar de acuerdo con la sanadoctrina y rebatir a aquellos que la contradicen .91

    Aproximaciones al texto sagrado que pres-cindan de la fe pueden sugerir elementos intere-santes, detenindose en la estructura del texto ysus formas; sin embargo, dichos intentos seraninevitablemente slo preliminares y estructural-mente incompletos. En efecto, como ha afirmado

    la Pontificia Comisin Bblica, hacindose eco deun principio compartido en la hermenutica mo-derna, el adecuado conocimiento del texto b-blico es accesible slo a quien tiene una afinidadviva con lo que dice el texto .92Todo esto ponede relieve la relacin entre vida espiritual y her-

    menutica de la Escritura. Efectivamente, con elcrecimiento de la vida en el Espritu crece tam-bin, en el lector, la comprensin de las realidadesde las que habla el texto bblico .93La intensidadde una autntica experiencia eclesial acrecientasin duda la inteligencia de la fe verdadera respec-

    to a la Palabra de Dios; recprocamente, se debedecir que leer en la fe las Escrituras aumenta lavida eclesial misma. De aqu se percibe de modonuevo la conocida frase de san Gregorio Magno: Las palabras divinas crecen con quien las lee .94De este modo, la escucha de la Palabra de Dios

    introduce y aumenta la comunin eclesial de losque caminan en la fe.

    91Epistula52, 7: CSEL54, 426.92 PONTIFICIACOMISINBBLICA, La interpretacin de la Bi-

    blia en la Iglesia (15 abril 1993), II, A, 1.93 Ibd., II, A, 2.94 Homiliae in Ezechielem1, 7, 8: PL76, 843 D.

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    Alma de la Teologa

    Por eso, el estudio de las sagradas Escrituras31.ha de ser como el alma de la teologa .95Esta ex-presin de la Constitucin dogmtica Dei Verbumse ha hecho cada vez ms familiar en los ltimosaos. Podemos decir que en la poca posterior alConcilio Vaticano II, por lo que respecta a los es-

    tudios teolgicos y exegticos, se han referido confrecuencia a dicha expresin como smbolo de uninters renovado por la Sagrada Escritura. Tam-bin la XII Asamblea del Snodo de los Obisposha acudido con frecuencia a esta conocida afir-macin para indicar la relacin entre investigacin

    histrica y hermenutica de la fe, en referencia altexto sagrado. En esta perspectiva, los Padres hanreconocido con alegra el crecimiento del estudiode la Palabra de Dios en la Iglesia a lo largo delos ltimos decenios, y han expresado un vivo agra-decimiento a los numerosos exegetas y telogosque con

    su dedicacin, empeo y competencia han con-tribuido esencialmente, y continan hacindolo,a la profundizacin del sentido de las Escrituras,afrontando los problemas complejos que en nues-tros das se presentan a la investigacin bblica.96Ytambin han manifestado sincera gratitud a los miem-

    bros de la Pontificia Comisin Bblicaque, en estrecha

    95 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobrela divina revelacin, 24; cf. LENXIII, Carta enc. ProvidentissimusDeus (18 noviembre 1893), Pars II, sub fine: ASS26 (1893-94),269-292; BENEDICTO XV, Carta enc. Spiritus Paraclitus (15 sep-tiembre 1920), Pars III:AAS12 (1920), 385-422.

    96 Cf. Propositio26.

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    relacin con la Congregacin para la Doctrina dela Fe, han ido dando en estos aos y siguen dando

    su cualificada aportacin para afrontar cuestionesinherentes al estudio de la Sagrada Escritura. ElSnodo, adems, ha sentido la necesidad de pre-guntarse por el estado actual de los estudios bbli-cos y su importancia en el mbito teolgico. Enefecto, la eficacia pastoral de la accin de la Igle-sia y de la vida espiritual de los fieles depende engran parte de la fecunda relacin entre exegesis yteologa. Por eso, considero importante retomaralgunas reflexiones surgidas durante la discusinsobre este tema en los trabajos del Snodo.

    Desarrollo de la investigacin bblica y Magisterio eclesial

    En primer lugar, es necesario reconocer el32.beneficio aportado por la exegesis histrico-crti-ca a la vida de la Iglesia, as como otros mtodos

    de anlisis del texto desarrollados recientemen-te.97Para la visin catlica de la Sagrada Escritura,la atencin a estos mtodos es imprescindible yva unida al realismo de la encarnacin: Esta ne-cesidad es la consecuencia del principio cristianoformulado en elEvangelio de san Juan: Verbum caro

    factum est (Jn1,14). El hecho histrico es una di-mensin constitutiva de la fe cristiana. La histo-ria de la salvacin no es una mitologa, sino unaverdadera historia y, por tanto, hay que estudiarla

    97 Cf. PONTIFICIACOMISINBBLICA, La interpretacin de laBiblia en la Iglesia (15 abril 1993), A-B.

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    con los mtodos de la investigacin histrica se-ria .98As pues, el estudio de la Biblia exige el co-

    nocimiento y el uso apropiado de estos mtodosde investigacin. Si bien es cierto que esta sensi-bilidad en el mbito de los estudios se ha desa-rrollado ms intensamente en la poca moderna,aunque no de igual modo en todas partes, sin em-bargo, la sana tradicin eclesial ha tenido siempreamor por el estudio de la letra . Baste recordaraqu que, en la raz de la cultura monstica, a laque debemos en ltimo trmino el fundamentode la cultura europea, se encuentra el inters porla palabra. El deseo de Dios incluye el amor por

    la palabra en todas sus dimensiones: Porque, enla Palabra bblica, Dios est en camino hacia no-sotros y nosotros hacia l, hace falta aprender apenetrar en el secreto de la lengua, comprenderlaen su estructura y en el modo de expresarse. As,precisamente por la bsqueda de Dios, resultan

    importantes las ciencias profanas que nos sealanel camino hacia la lengua .99

    El Magisterio vivo de la Iglesia, al que le co-33.rresponde interpretar autnticamente la Palabrade Dios, oral o escrita ,100ha intervenido con sa-

    98 Intervencin en la XIV Congregacin General del Snodo (14octubre 2008): LOsservatore Romano, ed. en lengua espaola (24octubre 2008), 8; cf. Propositio25.

    99 Discurso en el encuentro con el mundo de la cultura en el Collgedes Bernardinsde Pars (12 septiembre 2008): AAS 100 (2008):

    AAS100 (2008), 722-723.100 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum,sobre

    la divina revelacin, 10.

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    bio equilibrio en relacin a la postura adecuadaque se ha de adoptar ante la introduccin de nue-

    vos mtodos de anlisis histrico. Me refiero enparticular a las encclicas Providentissimus DeusdelPapa Len XIII y Divino afflante Spiritu del PapaPo XII. Con ocasin de la celebracin del cen-tenario y cincuenta aniversario, respectivamente,

    de su publicacin, mi venerable predecesor, JuanPablo II, record la importancia de estos docu-mentos para la exegesis y la teologa.101La inter-vencin del Papa Len XIII tuvo el mrito deproteger la interpretacin catlica de la Biblia delos ataques del racionalismo, pero sin refugiarse

    por ello en un sentido espiritual desconectado dela historia. Sin rechazar la crtica cientfica, des-confiaba solamente de las opiniones preconce-bidas que pretenden fundarse en la ciencia, peroque, en realidad, hacen salir subrepticiamente a laciencia de su campo propio .102El Papa Po XII,

    en cambio, se enfrentaba a los ataques de los de-fensores de una exegesis llamada mstica, que re-chazaba cualquier aproximacin cientfica. La En-cclica Divino afflante Spiritu, ha evitado con gransensibilidad alimentar la idea de una dicotomaentre la exegesis cientfica , destinada a un usoapologtico, y la interpretacin espiritual reser-vada a un uso interno , reivindicando en cambio

    101 Cf. JUANPABLO II, Discurso con motivo del 100 aniversa-rio de la Providentissimus Deusy del 50 aniversario de la Divinoafflante Spiritu(23 abril 1993):AAS86 (1994), 232-243.

    102 Ibd., n. 4:AAS86 (1994), 235.

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    tanto el alcance teolgico del sentido literal de-finido metdicamente , como la pertenencia de

    la determinacin del sentido espiritual en elcampo de la ciencia exegtica .103De ese modo,ambos documentos rechazaron la ruptura en-tre lo humano y lo divino, entre la investigacincientfica y la mirada de la fe, y entre el sentidoliteral y el sentido espiritual .104Este equilibrio seha manifestado a continuacin en el documentode la Pontificia Comisin Bblica de 1993: Enel trabajo de interpretacin, los exegetas catlicosno deben olvidar nunca que lo que interpretan esla Palabra de Dios. Su tarea no termina con la dis-

    tincin de las fuentes, la defi

    nicin de formas ola explicacin de los procedimientos literarios. Lameta de su trabajo se alcanza cuando aclaran elsignificado del texto bblico como Palabra actualde Dios .105

    La hermenutica bblica conciliar: una indicacin que seha de seguir

    Teniendo en cuenta este horizonte, se pue-34.den apreciar mejor los grandes principios de laexegesis catlica sobre la interpretacin, expresa-dos por el Concilio Vaticano II, de modo parti-cular en la Constitucin dogmtica Dei Verbum: Puesto que Dios habla en la Escritura por medio

    103 Ibd., n. 5:AAS86 (1994), 235.104 Ibd., n. 5:AAS86 (1994), 236.105 PONTIFICIACOMISINBBLICA,La interpretacin de la Bi-

    blia en la Iglesia (15 abril 1993), III, C, 1.

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    de hombres y en lenguaje humano, el intrpretede la Escritura, para conocer lo que Dios quiso

    comunicarnos, debe estudiar con atencin lo quelos autores queran decir y Dios quera dar a cono-cer con dichas palabras .106Por un lado, el Con-cilio subraya como elementos fundamentales paracaptar el sentido pretendido por el hagigrafo elestudio de los gneros literarios y la contextualiza-

    cin. Y, por otro lado, debindose interpretar enel mismo Espritu en que fue escrita, la Constitu-cin dogmtica seala tres criterios bsicos paratener en cuenta la dimensin divina de la Biblia: 1)Interpretar el texto considerando la unidad de todala Escritura; esto se llama hoy exegesis cannica;2) tener presente la Tradicin viva de toda la Iglesia;y, finalmente, 3) observar la analoga de la fe. Slodonde se aplican los dos niveles metodolgicos, elhistrico-crtico y el teolgico, se puede hablar deuna exegesis teolgica, de una exegesis adecuadaa este libro .107

    Los Padres sinodales han afirmado con ra-zn que el fruto positivo del uso de la investiga-cin histrico-crtica moderna es innegable. Sinembargo, mientras la exegesis acadmica actual,tambin la catlica, trabaja a un gran nivel encuanto se refiere a la metodologa histrico-crti-ca, tambin con sus ms recientes integraciones,es preciso exigir un estudio anlogo de la dimen-

    106 N. 12.107 Intervencin en la XIV Congregacin General del Snodo (14

    octubre 2008):LOsservatore Romano, ed. en lengua espaola (24octubre 2008), 8; cf. Propositio25.

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    sin teolgica de los textos bblicos, con el fin deque progrese la profundizacin, de acuerdo a los

    tres elementos indicados por la Constitucin dog-mtica Dei Verbum.108

    El peligro del dualismo y la hermenutica secularizada

    A este propsito hay que sealar el grave35.

    riesgo de dualismo que hoy se produce al abordarlas Sagradas Escrituras. En efecto, al distinguir losdos niveles mencionados del estudio de la Biblia,en modo alguno se pretende separarlos, ni con-traponerlos, ni simplemente yuxtaponerlos. stosse dan slo en reciprocidad. Lamentablemente,

    sucede ms de una vez que una estril separacinentre ellos genera una separacin entre exegesisy teologa, que se produce incluso en los nivelesacadmicos ms elevados .109 Quisiera recordaraqu las consecuencias ms preocupantes que sehan de evitar.

    a) Ante todo, si la actividad exegtica se redu-ce nicamente al primer nivel, la Escritura mismase convierte slo en un texto del pasado: Se pue-den extraer de l consecuencias morales, se puedeaprender la historia, pero el libro como tal hablaslo del pasado y la exegesis ya no es realmente

    teolgica, sino que se convierte en pura historio-grafa, en historia de la literatura .110 Est claro

    108 Cf. Propositio26.109 Propositio27.110 Intervencin en la XIV Congregacin General del Snodo(14

    octubre 2008):LOsservatore Romano, ed. en lengua espaola(24octubre 2008), 8; cf. Propositio26.

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