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( las teorías y las prácticas de desarrollo desde la perspectiva de la modernidad robin 1. hissong 10 CUADERNOS OCASIONALES

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( las teorías

y las prácticas de desarrollo

desde la perspectiva de la modernidad

robin 1. hissong

10 CUADERNOS OCASIONALES

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Los valores y las instituciones de la modernidad

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Por ser un período de transformación en el cual lo nuevo apenas se hace visible, la época actual es también un período de crisis profunda, caracteriza-do por un alto nivel de incertidumbre. En otras palabras, "lo único seguro que percibimos' ercibimos es la sen-sación de incertidumbre."' Es verdad que cualquier proceso de transformación siempre significa una mi-rada hacia el futuro con el fin de buscar la resolución de los problemas y limitaciones de la actualidad o para definir nuevas metas y objetivos, y esta mira-da siempre trae consigo una cierta sensación de miedo; sin embargo, la época contemporánea tie-ne mayor connotación de crisis precisamente por la carencia de las bases teóricas y prácticas necesa-rias para afrontar los nuevos retos del desarrollo en casi todas sus dimensiones: en lo ecológico y am-biental, en lo cultural, en lo económico y social, y en lo político e institucional.

El intento de confrontar esta crisis nos puede lle- var a aferrarnos a la seguridad del pasado, al mantener el statu quo del presente, y a resistir los cambios estructurales, o tal vez a afrontar lo nuevo con los mismos esquemas interpretativos del pasa- do, pero anteponiéndoles los prefijos "neo" o "post", en un intento de adaptarlos, sin realizar, necesariamente, un cuestionamiento profundo de los mismos. A la vez, y posiblemente como una res- puesta mejor, la cuestión de la crisis nos puede motivar a pensar en el futuro, a pensar prospectí- vamente, El pensamiento prospectivo no significa simplemente predecir los cambios y sus impactos, sino también intervenir en elios con miras a reorien- tar nuestras propias acciones y las de otros seres humanos. En este sentido, pensar prospectivamente

12 puede ser ventajoso en cuanto a la promoción de Cine" una actitud más atrevida en torno al futuro, siem-

pre y cuando no se desconozcan ni e subvaloren tos procesos del pasado.

El hecho de que el cambio y la transformación impliquen un elevado nivel de incertidumbre, ge-nera una tendencia a asociar la noción de crisis con algún mal, con algo que debe ser evitado en lo po-sible y/o superado a muy corto plazo para que las cosas "vuelvan a la normalidad". Pero se puede afirmar que la crisis es inevitable en cualquier cam-po, en cualquier relación social, precisamente por el carácter dinámico de los procesos y relaciones sociales. Más que algo negativo, pensar la crisis pros-pectivamente significa comprenderla como una oportunidad social, en el sentido de permitir, tanto la ruptura con los valores y estructuras que ya no satisfacen los intereses de los actores sociales parti-cipantes como la creatividad de éstos en la cons-trucción de nuevos procesos, dinámicas, valores y esti ucturas acordes con sus intereses. Tanto la rup-tura como la creatividad se consideran entonces como componentes fundamentales de la transfor-mación social.

A la luz de lo anterior, se entiende que la crisis que enfrentan actualmente la teoría y la práctica del desarrollo, y, por ende, la planificación del de-sarrollo, debe ser abordada desde las nociones de ruptura y creatividad. Esto lleva a plantear que la resolución de la crisis actual no puede basarse sim-plemente en una búsqueda de nuevas técnicas y metodologías de carácter reformista, sino que, por el contrario, se requiere de una examen más a fon-do de los valores de M modernidad y de la modernización sobre los cuales se ha construido el paradigma del desarrollo durante este siglo. En otras palabras, la transformación no puede reducirse a

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preguntar cómo llegar a la meta, sino que es nece-sario preguntar cuál es la meta, por qué, para qué, con quién y para quién. Siendo así, el proceso de cuestionamiento puede significar la ruptura con al-gunos o con todos los valores que han predominado hasta ahora, así como la construcción creativa de valores nuevos; no obstante, esto no es un proceso automático. También es posible, y para algunos pro-bable, que la resolución de la crisis termine siendo un revestimiento de los valores modernos y un reen-cauzamiento de los procesos sociales hacia los mismos.

En este sentido, la transformación puede tener diferentes niveles de profundidad, desde la refor-ma de algunas prácticas e instituciones hasta la deconstrucción y reconstrucción de los valores cul-turales. Igualmente, puede tener diferentes oríge-nes. Es decir, una crisis puede emerger como resul-tado de una tendencia social cuya dinámica desborda las esh-ucturas —los límites de acción—existentes, perdiendo su hegemonía con respecto a las contratendencias, o sea, con respecto a aque-llas fuerzas y procesos sociales que buscan, con-cientemente o no, direcciones alternas a las ten-denciales. Igualmente, un sujeto social puede cobrar suficiente fuerza política para exigir una transfor-mación o redireccionamiento de una tendencia, puede buscar la ruptura con los esquemas actuales o proponer la construcción creativa y alternativa de esquemas o modelos nuevos.

aceptado que la intensidad y magnitud del proceso de transforrnación actual, exige una reflexión críti-ca acerca de los valores y principios que han servido como contexto y fundamento a las tendencias y contratendencias del desarrollo en este siglo. Esto nos remite a un análisis del proyecto cultural de la modernidad, del cual se han derivado los plantea-mientos teóricos y las proposiciones prácticas en torno al desarrollo, así como de las instituciones responsables de la difusión y reproducción del pro-yecto mismo.

Ciertamente, existe una época moderna que puede ser abordada, desde el análisis sociohistóri-co, como una realidad empírica. Pero, al mismo tiempo, la época moderna puede ser leída como un proyecto cultural, lo que permite ir más allá de considerar la modernidad únicamente como expe-riencia histórica, y analizar su contenido teleológi-co e ideológico —construido históricarnente—desde los valores culturales de la sociedad occiden-tal. De acuerdo con Azam, la modernidad es una estructura histórica y polémica de cambio y de cri-sis. Es un modo de civilización característico, que se opone rotundamente al modo de la tradición. Es, tanto mito como realidad, y se concreta en to-dos las esferas y espacios. "Movediza en sus for-mas, en sus contenidos, en el tiempo y el espacio, sólo es estable e irreversible como sistema de valo-res, como mito."2

No ha sido objeto de esta investigación analizar los orígenes o las causas de la crisis del desarrollo y la planificación en todo su detalle y profundidad ni, mucho menos, proponer lineamientos concre-tos para la resolución de la misma. Más bien, se ha

En este sentido, la discusión presentada en este capítulo se centra en la condición cultural de la modernidad, entendiendo cultura como "un cos-mos de ideas y valores que pretenden valer en sí y por sí, independiente de cualquier circunstancia de tiempo y espacio y, por ende, al margen de toda

13 cloer

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circunstancia real, externa y concreta." 3 Es la con-dición cultural de la modernidad la que ha permiti-do construir y difundir los diferentes valores que se interrelacionan en un "imaginario universal", co-nocido como modernismo.

Al mismo tiempo, es necesario recordar que "el ideal de la modernidad no puede satisfacerse con la sola coherencia abstracta e intemporal de sus valores e ideas, sino que para la prueba de su ver-dad tiene que convertirse en experiencia y enton-ces terrenalizarse deviniendo, por acción de los seres concretos, en mundo real objetivamente válido para todos y cada uno de ellos." 4

La necesidad que tiene el proyecto de la moder-nidad de convertirse en realidad, permite introducir el concepto de modernización desde dos perspec :

Uvas. Por un lado, desde la perspectiva del proyecto cultural propuesto en el siglo XVIII, se podría plan-tear la modernización como el proceso por el cual una sociedad se transforma culturalmente en una sociedad moderna mediante la adopción y asimi-lación de los valor/es propios del proyecto en cuestión. En este séntido, toda la época de la mo-dernidad habría sido conducida por el proceso de la modernización. Pero, por otro lado, y especial-mente desde finales del siglo XIX, la modernización se ha reducido en buena parte a la adopción de las prácticas, instituciones y valores más propios del sistema de producción capitalista y de la racionali-dad burguesa, lo cual, como veremos en la siguiente sección, ha significado cierta transformación en los valores del proyecto originario de la modernidad, creando así la escisión entre modernismo y moder-nización.5 De este modo, no se podría considerar la modernización como la vía para materializar el

proyecto de la modernidad, sino como un proceso por el cual se distorsiona el proyecto mismo.

Como mito y sistema de valores, se considera que el proyecto cultural de la modernidad emerge como una ruptura con los valores y prácticas socia-les premodernos, que encuentra sus límites en la construcción de un nuevo proyecto social, que po-dría ser la posmodernidad. Con respecto a esto último, más que afirmar la plena existencia de un proyecto cohesionado en tomo a la posmoderni-dad, es necesario tener en cuenta que existe una amplia gama de propuestas, aun cuando existe cier-ta discordancia entre quienes vislumbran un nuevo proyecto social y quienes se orientan más hacia una revalidación del proyecto de la modernidad. De cualqirier forma, se reconoce en los planteamien-tos posmodemos una reflexión importante en torno a la crisis de la modernidad y de sus valores, insti-tuciones y prácticas.

Planteando como hipótesis que la crisis del de-sarrollo es, primero, una crisis de los valores de la modernidad, y sólo secundariamente una crisis de las instituciones del mismo proyecto, se ha consi-derado necesario el análisis valorativo, tanto para mostrar las raíces profundas que tiene el concepto del desarrollo como para dar una dimensión de lo que significaría una reconceptualización y/o redi-reccionarniento del mismo. Este es el objetivo bási-co de la primera sección de este capítulo. Por otra parte, aun cuando la crisis institucional sea de ca-

.rácter secundario, es importante reflexionar en tor-no a las dos instituciones más representativas de la modernidad Estado y empresa— con las cuales el-proyecto de la modernidad ha podido materiali-zarse. En este sentido, como se podrá apreciar en

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la segunda sección del capítulo, el cuestionamien-to de los valores modernos no puede ignorar las instituciones encargadas de la promoción y rei-vindicación de los mismos, pues los procesos de ruptura, creación o mantenimiento de valores tam-bién se verán reflejados en las instituciones socia-les.

De otro lado, al análisis de los valores e institu-ciones de la modernidad, se incorporan las nocio-nes de espacio, tiempo y espacialidad-temporalidad como conceptos que permiten discutir el concepto de modernidad, así como diferenciar entre la pre-modernidad, la modernidad y la posmodemidad. Esta aproximación se considera util por varias ra-zones. En primer lugar, el espacio y el tiempo son considerados como categorías básicas de la exis-tencia humana. Es decir, no existe una práctica o proceso humano, o natural, por así decirlo, que no tenga una espacialidad y una temporalidad Más aún, el análisis de los procesos sociales requiere de una noción de espacialidad-temporalidad como campo relacional en el cual se producen y repro- - ducen dichos procesos. Por lo tanto, se considera que cualquier proyecto que busca transformar una sociedad debe abordar la problemática compleja de la transformación de prácticas y concepciones ' del espacio y del tiempo. Siendo así, se puede plan-tear que son precisamente estas transformaciones en las prácticas y concepciones temporales y espa-ciales las que sirven de fundamento para hablar de cambios entre la premodernidad, la modernidad y la posmodernidad; como categorías de análisis permiten superar la "historicidad momentánea" del análisis, sin perder de vista la conciencia histórica de los procesos sociales.

El proyecto de la modernidad

Aunque no existe una periodización única para marcar el inicio de la modernidad como proyecto cultural y etapa sociohistórica, podemos aceptar que la modernidad como experiencia se inicia en el si-glo XVI y se fortalece como proyecto conciente en la época posterior a la revolución francesa, en el siglo XVIII. Sin embargo, a partir del siglo XX, se comienza a perder la pureza de los principios rec-tores del proyecto de la Ilustración Francesa, al surgir la modernización y la cultura del modernismo." Con los avances en la ciencia y la tecnología, y con la consolidación de la racionalidad burguesa en tor-no a la acumulación y valorización del capital, la noción de "moderno" tiene una connotación mu-cho más material que reflexiva. Significa una cre-ciente disociación entre modernización y modernidad, la cual se puede caracterizar como "el divorcio entre la apropiación de la naturaleza por el hombre, liderada por el desarrollo de la ciencia y la técnica —la modernización—, y la apropiación del hombre de su propia naturaleza, lo que le per-mite el desencantamiento del mundo —a moder-nidad—." 7

Por lo tanto, aun cuando se ha hecho el esfuerzo por enfocar la discusión siguiente en los valores propios del proyecto de la modernidad, será impo-sible no reflexionar sobre otros valores más pro-pios de la modernización, dada la gran influencia que han tenido en el pensamiento y la práctica de casi todas las sociedades del planeta. El culto de lo nuevo por lo nuevo, la eterna búsqueda del pro-greso, la imposición de la racionalidad instrumen-tal-burguesa sobre la razón histórica emancipadora, entre otros, son más propios de los procesos de

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modernización del siglo actual; pero, al mismo tiem-po se ha recurrido a los valores e ideas del proyec-to de la modernidad para encontrar en ellos la validación ética de la modernización. En este senti-do, como se observará en las secciones siguientes, los intereses materiales (capitalistas) de la moder-nización no siempre coinciden con los valores fun-dacionales y liberadores del proyecto de la modernidad. Como afirma Corredor, "lo paradóji-co es que si bien no sería concebible una sociedad moderna carente de un proceso de modernización, este último no requiere ineluctablemente de la modernidad y aún menos conduce por sí mismo a ella."8

En la discusión que se presenta a continuación se ha pretendido una lectura de la modernidad y de la moderniz_ación desde sus valores más repre-sentativos. No pretende ser una "lista" exhaustiva, ni tarnpoco una categorización jerárquica de los valores. De hecho, los mismos valores conforman un tejido complejo, en el culd es difícil, muchas veces, distinguir un hilo de otro. Sin embargo, se considera que la forma de presentación perrnite indagar Sobre varios aspectos de suma importan-cia para el análisis e interpretación sobre la teoría del desarrollo, planteados en el siguiente capítulo.

• El ser humano como centro del universo

tima instancia al hombre y valen y significan en la medida de su servicio para la esencia, la existencia y la condición del mismo."9

La centralización del género humano significa, en primer lugar, una nueva relación entre éste y el mundo terrenal que lo rodea. Esta relación entre población humana y naturaleza será necesariamen-te mediada por la facultad de la razón, propia del género humano, que le da al ser humano el poder de utilización y explotación sobre los reclusos na-turales. Se produce así una ruptura en la relación integral entre ser humano y naturaleza, relación que existía desde la antigüedad, y según la cual "la en-tera gama de lo viviente, desde ballenas hasta vi-rus, desde robles hasta algas podía ser mirada como constituyendo una sola entidad viva, capaz de go-bernar la atmósfera terrestre para adecuarla a sus necesidades globales y dotada de facultades y po-deres mucho más allá de sus partes constituyen-tes."'° El desarrollo de las ciencias modernas y, con ellas, de la visión mecanicista (Newtoniana) del mundo, hizo posible ver el mundo de la naturaleza en términos matemáticos y luego mecánicos. Sig-nificaba la posibilidad de hablar de la "conquista de la naturaleza" mediante el uso de la técnica por parte del ser humano, y del ambiente como fuente, de por sí inacabable, de recursos necesarios para los nuevos procesos productivos.

El proyecto de la modernidad se caracteriza so- bre todo por la ubicación del ser humano en el centro del universo, desplazando así a Dios y a la organización social construida con base en las le- yes y autoridades teológicas. En este sentido, "las

ciDer ideas y valores supremos siempre se refieren en úl-

Por otra parte, la centralización del ser humano no significa tanto un énfasis en el ejemplar de la especie, como en el ser individual, "pues cada ser posee, mente adentro, el microcosmos que es sólo suyo, que en lo interno es infinito, y que, Ilámeselo alma, identidad o yo, es su insuplantable punto de partida para conocer, actuar y sentir en el mun-

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do."" Pero, además de esta condición de sujeto, como afirma Hernández, el proyecto de la moder-nidad reconoce en cada individuo la condición de persona humana y de ciudadano. La nueva con-cepción del ser humano como sujeto, persona humana y ciudadano, significa una nueva relación entre los sujetos, pues ya no existe una relación dada, política, económica o teológicamente (noble frente a siervo, por ejemplo), sino que ahora todos los sujetos tendrían una condición de libertad e igualdad frente a la sociedad y sus instituciones.

ante la ley. Pero también en lo económico, la liber-tad de la fuerza laboral y el libre comercio aluden a una "igualdad natural" para los miembros de la so-ciedad, ya que cada uno busca satisfacer sus pro-pias necesidades con sus propios medios. En últi-ma instancia, de acuerdo con el proyecto de la mo-dernidad, tanto el cuerpo político como el mercado permiten que el individuo "se libere" de las relacio-nes de dependencia personal, más propias de la épo-ca premodema.' 3

♦ El valor de la razón Aun cuando la noción de persona humana es de

origen cristiano y, por lo tanto, antecede a la mo-dernidad, de acuerdo con Hernández, el proyecto de la modernidad la reivindica como un concepto que permite "instaurar la igualdad de todos los in-dividuos ante el género".' 2 La noción de persona humana se refiere al valor del ser humano por sí mismo, una condición que le da derechos inajena-bles, tales como el derecho a la vida Como sujetos y personas, todos los individuos tienen el derecho de determinar y perseguir sus propias metas e inte-reses, una libertad negada bajo el sistema feudal en el cual la libertad se asemejaba a un privilegio privado, no generalizable a toda la sociedad.

Como límite a la libertad individual, la tercera condición del ser humano como ciudadano es la que permite reunir a todos los seres humanos den-tro de un solo orden social racional que busca no sólo proteger los intereses del individuo, sino tam-bién los intereses del colectivo. Es también una noción que alude al concepto de igualdad en el sentido de dar a todos los individuos los mismos derechos y libertades para realizarse libremente. En la esfera de lo político, la noción de ciudadano se refiere a una igualdad entre todos los ciudadanos

En un sentido estricto, la concepción de la razón en el Proyecto de la Modernidad significa un re-chazo de la tradición en el sentido Aristotélico, en donde la realidad se conoce mediante el consenso. Según Aristóteles,"en el conocimiento de lo justo y de lo injusto, no es posible alcanzar la misma certe-za a la que llega el razonamiento matemático, siendo preciso conformarse con un conocimiento proba-ble" . 8 La dependencia del "conocimiento probable" significó para Aristóteles la imposibilidad de descu-brir leyes universales basadas en la demostración, y por lo tanto, las leyes naturales serían aquellas leyes comunes a las sociedades civilizadas. Es de-cir, las leyes no se pueden descubrir mediante la razón, sino a través del estudio de la práctica his-tórica, lo cual significa otorgar mayor énfasis a la fuerza del consenso que a la razón "Justo natural es lo que en todas partes tiene la misma eficacia"." "En cual-quier materia, el consenso de todos los pueblos ha de considerarse ley de la naturaleza. El consenso de to-dos los pueblos es la voz de la naturaleza". 15

t La base del desarrollo y humanización del mur- _ clo moderno se encuentra en la facultad de la Ra- 1 17

L zón, la facultad que mejor distingue al género hu- ClIDEr

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mano de las demás especies. Es ésta, la que esta-blece el fundamento para el desarrollo de la cien-cia. Permite, tanto el dominio de las fuerzas, proce-sos y recursos de la naturaleza como la construc-ción secular del "mundo espiritual", es decir, de la cultura y el pensamiento. A raíz de esta doble con-notación de la razón se ha planteado el proyecto de la modernidad como un proyecto de liberación o emancipación de la humanidad, pero también como un modo de construcción de poder y domi-nación, en ambos casos gracias a la elevación de la razón como método para validar e idealizar la exis-tencia y la reproducción de los procesos y estructu-ras sociales.

Como fuerza emancipadora, hay que recordar que la elevación de la razón significó una libera-ción del ser humano de las interpretaciones de las, autoridades religiosas y de la tradición. En pala-bras de Weber, "Actúa racionalmente con arreglo a fines quien oriente su acción por el fin, medios y consecuencias implicadas en ellh y para lo cual so-pese racionalmente los medios con los fines, los fines con las consecuencias implicadas y los diferentes fines posibles entre sí; en todo caso, pues quien no actúe ni afectivamente (emotivamente, en particu-lar) ni con arreglo a la tradición." 16 Pero al mismo tiempo, como afirma Savater, la Ilustración hace énfasis en la delimitación de la razón. Es decir, no se considera como un don que conecta al ser hu-mano con el Dios—sin intermediario—, sino como un proCedimiento para manejar la finitud, lo terre-nal. Entonces, más que una posesión, es un forma de adquisición, o sea, más que una condición de la , vida, es un método. Tic, establece sus Principios l

,-Por sí misma, aufófio-mos y etéreos, sino que los obtiene de la observación de lo real, de la expe-

CIDEC iencia, del análisis, del tanteo y el cálculo.'?

En última instancia, para el proyecto de la mo-dernidad, el surgimiento de la razón en su sentido emancipador significó la ruptura con un orden so-cial fundamentado en las leyes divinas, es decir, con un orden recibido, y permitió reivindicar la existencia de un orden "producido" por y para los seres humanos. Se considera a la razón emancipa-dora, también llamada razón histórica, razón sustantiva o racionalidad material universalista, como el método que permite la construcción de un orden social basado en los principios de libertad, derechos inalienables, igualdad y fraternidad. En palabras de Quijano, la razón histórica permite com-batir "el oscurantismo que limita el conocimiento y reprime la necesaria libertad de la subjetividad." 18 _ .

Esta noción de la razón como fuerza liberadora se materializa en el empirismo lógico o positivismo lógico, el cual considera que la experiencia es la única vía que puede conducir al conocimiento del mundo. "Esta ciencia es distinta de su noble ances-tro griego, pues ya no se funda como aquél en la matriz filosófica-metafísica que entiende su tarea como una desinteresada búsqueda de la verdad por la verdad misma, sino que, desembarazada de toda metafísica religiosa o filosófica e instalada en sus nuevos e inconmovibles pivotes de la matematiza-ción y la experimentación, descubrirá que el saber no es producto de la contemplación, sino de la ac-tividad constructiva (i.e. productiva) para la cual está el hombre inmejorablemente aperado por la razón y por la cual está plenamente habilitado para el disfrute de sus resultados concretos." 19 Desde las proposiciones de la ciencia empírica fue posible considerar el mundo de la naturaleza como un mundo ordenado, regido por leyes universales, las cuales podrían ser descubiertas y comprendidas en

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beneficio del ser humano. No obstante, aun cuan-

do ello puede considerarse una nueva libertad para

el ser humano, también significa una imposición y limitación a la libertad en un sentido más amplio.

Como afirma Kolakowski, "Desde sus principios, el

empirismo lógico revestía claramente el carácter de

una escuela conciente de su particularidad, que

disponía de principios unánimamente reconocidos

por sus partidarios y que atacaba, como un solo

cuerpo, los puntos de vista contrarios." 2 "

El énfasis que hace el proyecto de la moderni-

dad en la búsqueda de leyes universales no implica

una falta de diferenciación al interior de la razón.

Weber, por ejemplo, plantea una separación racio-

nal en la cultura moderna entre tres esferas

autónomas: ciencia, arte, y moral y derecho (éti-ca). 2 ' También, la emergencia y consolidación de

las diferentes disciplinas, tanto en las ciencias natu-

rales como en las sociales, representa un creciente

proceso de diferenciación. No obstante, esta apa-

rente capacidad de diferenciación ha sido limitada

en buena medida por la búsqueda de las ciencias,

dirigida a encontrar principios de validez universal

e interpretaciones totalizantes. 22 Es precisamente esta "ilusión" de la búsqueda de los principios uni-

versales, lo que hoy pone sobre el tapete los

esquemas interpretativos convencionales, por des-

conocer, y hasta poner en peligro de extinción, la

existencia de racionalidades diferentes.

sión de las prácticas económicas capitalistas y de

los valores de eficiencia, eficacia, utilidad, rendi-

miento y beneficio, valores propios del sistema

capitalista, que depende de la producción y repro-

dución de las relaciones de dominación. Por lo

tanto, y de acuerdo con el análisis marxista, la ra-

zón, convertida en instrumento del capitalismo y

de la burguesía, ordena no sólo las relaciones de

producción, sino que se extiende a todos las rela-

ciones sociales, dando lugar a nuevas clases sociales

y estableciendo una diferenciación entre ellas.

Es ésta, la racionalidad que surge y que se con-

solida, particularmente con el proceso de moderni-

zación del siglo XX, tanto en los países europeos,

en donde se origina el proyecto de la modernidad,

como en las sociedades colonizadas posteriormen-

te. Significa una disolución de la fuerza emancipa-

dora, a favor de la acumulación, o, en palabras de

Corredor, "la libertad que comporta la razón es

encadenada por las necesidades de valorización del

capital." 23 En el caso de los países de América Lati-

na, Quijano afirma que "la victoria de esta 'razón

instrumental' ha sido, sin embargo aún más pro-

funda y trágica [que en Europa], pues incluso las

corrientes de ideas y movimientos sociales cuyo

sentido mismo era la defensa de la racionalidad li-

beradora, y que de ese modo emergían como por-

tadoras de la primigenias promesas de la moderni-

dad, sucumbieron ante la fuerza de la 'razón instrumental'. ”24

Al mismo tiempo que surge la razón como méto-

do de liberación y de dominio espiritual, base para

el desarrollo de una ciencia racional y neutral, sur-

ge la racionalidad como instrumento de poder y de

dominación material sobre la naturaleza. ,- En—este - - sentido, se asátia -el -uso de la razón con la expan-

La "victoria" de la razón instrumental se deriva

en buena parte de la revolución científico-técnica,

desde el incio del siglo XX. Con ella, los principios

racionales de la ciencia permiten el desarrollo de la

tecnología como fuerza productiva. La percibida

19 cloer

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"eficacia" de la racionalidad técnica-instrumental, le da el impulso necesario para <difundirse univer-salmente como la acción más racional. Surgen im-portantes desarrollos en los sistemas de transporte y de comunicaciones, que cambian radicalmente las prácticas espaciales y temporales. Se logran im-portantes transformaciones en la organización del sistema de producción —taylorismo, fordismo, pos-fordismo—, un proceso que se acelera cada vez más. También, y tal vez como algo de mayor im-portancia, "los efectos de la revolución científico-técnica han desbordado por mucho el ámbito del dominio natural y han permeado, con mayor o menor intensidad, todo el espectro de las activida-des humanas, todos los lugares y niveles de la es-tructura social y el conjunto completo de las órbitas de la cultura."25

El valor del universalismo

Con base en lo anterior, se,puede visualizar me- jor cómo el proyecto de la modernidad se valora como un proyecto universal, tanto en sentido es- pacial como temporal. Es decir, la modernidad se define como proyecto válido para todos los lugares

i y sociedades, y en todos los tiempos. El uso de la razón como método para "descubrir la verdad", y la centralización del ser humano han proyectado un modo de vida propio de las sociedades de Occi- !ente (Europa en primer lugar y luego Norteaméri- a) como un espejo en el cual todas las demás ociedades pueden evaluar su grado de cercanía o ejanía con "lo moderno". Pero la evaluación no es de carácter informativo, no es para destacar las di- ferencias, sino para eliminarlas.. En otras palabras,

20 la "sociedad modema" representa la meta del pro- CIDEr ceso de desarrollo de las demás sociedades. En la

medida en que se extiende el proyecto de la mo-dernidad, se puede distinguir entre las sociedades propiamente modernas y aquellas tradicionales, considerando estas últimas como atrasadas o, a lo sumo, en vía de modernización. De esta manera no solamente se subvaloran las culturas y los cono-cimientos diferentes a lo moderno, sino que se so-brevaloran los principios difundidos.

Otra consecuencia del carácter universal del pa-radigma de Occidente, es la difiisión de la visión según la cual la -modernización sería una fase de transición de la sociedad tradicional-premoderna hacia la modernidad. De acuerdo con Corredor, esta visión no solamente difunde una visión lineal, homogénea y evolucionaria del paso hacia la mo-dernidad, sino que también "identifica la moderni-dad con un tipo general de sociedad, definida a partir de un proceso de cambio histórico que con-duce de la tradición a la modernidad, lo cual lleva, según A. Touraine, a presentar la humanidad como una caminata en la que cada animal camina por detrás del que lo precede."26

Paradójicamente, mientras las sociedades avan-zadas identifican el progreso con una noción del futuro ilimitado e infinito (todo es posible), para las sociedades en desarrollo el futuro se cierra en el presente; no es una opción "abierta" e impredeci-ble, sino un contenido definido, una meta a lograr. Desde esta perspectiva, el desarrollo se convierte en un concepto evolucionario, pero en forrna li-neal y con un fin predestinado.

Esto ha llevado a diferentes autores a anunciar el fin de la historia. "El trayecto cubierto por los países centrales representaría el curso que tiene que

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ser recorrido inexorablemente por las demás socie-dades del planeta; la humanidad habría llegado al agotamiento de las ideologías, al ocaso de la uto-pía, al cese de las alternativas y opciones." 2' De esta manera, se eliminan las alternativas culturales, y el espacio político para la toma de decisiones se reduce a favor de una creciente dependencia del aporte de decisiones técnicas, económicas, científi-cas y gerenciales.

♦ El valor de la homogeneidad

Junto con el valor del universalismo, se visualiza el valor de la homogeneidad, una noción que nace en las ciencias exactas y se extiende al estudio e interpretación de lo social. Con base en la convic-ción de que el universo era un todo homogéneo, el papel de la ciencia moderna era descubrir las leyes regularatorias. "Las cosas más variadas, incluidos los seres, las sustancias y las cualidades, eran obje-to de mediciones y clasificaciones. Merced a esta 'cualidad' de universo, lo diverso fue reducido a la verdad única de las leyes matemáticas y los movi-mientos de la naturaleza se asimilaron primero a los del reloj de Givanni Dondi [...] y después, a los de la máquina." 28

Como señalamos arriba, uno de los conceptos básicos promovidos por el proyecto de la moderni-dad es el de sujeto, concepto que reivindica la no-ción de igualdad de todos los individuos frente al género. "El valor de la persona se funda en que cada quien es un fin-en-sí-mismo y esto supone el derecho inalienable a que todos se asuman como tales y a que dispongan de las condiciones y los medios para realizarse libre y responsablemente" 2 9

Dicha igualdad se materializa dentro del ámbito

económico en el 'trabajador libre, y dentro del ámbito político en el 'ciudadano'.

Pero el valor de la homogeneidad no se limita al ser humano; también se extiende a las prácticas espáciales y temporales En la época del feudalis-mo, la noción de 'lugar' asume un significado legal, político y social. El concepto de feudo como una comunidad relativamente autónoma y autosuficien-te, en el sentido de una reducida interacción entre las comunidades, significa una particular concep-ción y práctica espacial. Los feudos gozan de una autonomía económica, social y hasta política por la fragmentación jerarquizada del poder feudal. Además, la organización política y social de esta época significa poca delimitación entre las obliga-ciones económicas, políticas y legales. Por ejemplo, la condición de un siervo era una obligación, tanto económica como legal y política. 3°

En la premodernidad, la relación entre pobla-ción y naturaleza, así como el interés en dominar el espacio y el tiempo, es básicamente una cuestión de supervivencia, puesto que todavía no surge la fuerza motriz de la acumulación capitalista. El es-pacio externo era generalmente conceptualizado como poblado por dioses, por alguna autoridad externa y por figuras míticas e imaginarias. 31 Tam-bién la representación del espacio tenía un estilo y carácter hedonístico y psico-fisiológico. En otras palabras, los mapas enfatizaron más lo sensual que lo racional y objetivo. La noción de tiempo predo-minante era la del tiempo durable (enduring time, de Gurvitch) 32 . De acuerdo con Quijano, las ex-pectativas de la humanidad tuvieron su sede en "el pasado", o sea, en la tradición, en la idea de ruti-nas cotidianas infinitas, etc. ciclar

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La progresiva monetización de la sociedad que se inicia en el Renacimiento, debido al comercio entre comunidades, incide en la configuración de un nuevo concepto del espacio y del tiempo. El interés por dominar el espacio y el tiempo en esta época refleja una eslrategia orientada hacia la acu-mulación y no solamente hacia la supervivencia. La diferencia es que el ordenamiento del espacio obedece, no tanto a la glorificación de Dios, sino a la necesidad de facilitar la liberación de la humani-dad en un sentido individualista, con una voluntad y unos intereses propios. Por lo tanto, se busca mucha más precisión en la medición del tiempo y en la representación del espacio, y, a diferencia de la visión limitante y fragmentada del feudo, se bus-ca una visión totalizante del globo.33

La necesidad, propia de la modernidad, de es-tandarizar los procesos productivos, los espacios de producción y reproducciónias prácticas de consu-mo, los procedimientos burocráticos, etc., muestra cómo se busca la homogeneidad a costa de la he-terogeneidad.

Las culturas que aún mantienen un concepto de heterogeneidad en sus prácticas productivas como estrategia de adaptación y producción del medio especifico en el cual se encuentran, son calificadas como ineficientes, irracionales, atrasadas o subde- sarrolladas, por no caber dentro los esquemas de la sociedad moderna predominante. Las estrategias de actores externos frente a estas culturas, siguen el impulso "endémico" de la modernización que, se- gún Berman, se califica como "el impulso de crear un entorno homogéneo, un espacio totalmente mo- dernizado en el que el aspecto y el sentimiento del

CIDIEr viejo mundo han desaparecido sin dejar huella."34

La noción del tiempo moderno también se ca-racteriza por su uniforrnidad, mientras la sociedad no moderna se caracteriza por tener una plurali-dad de tiempos. "En un sentido concreto, directo, el tiempo no moderno no es menos que el tiempo de siembra, crecimiento y cosecha. En el sentido realista, es el tiempo de la tormenta, que no sola-mente trae la deseada lluvia, sino también los vientos alisios, que impulsan el comercio interna-

rcior.)-1.1 El tiempo no moderno es el tiempo de estaciones, es el tiempo de día y noche. En cam-bio, el tiempo moderno es uniforme y monótono. Es el tiempo con ritrno de motor, tiempo que no sólo se mide sino que en cierto modo es producido por el sonido del reloj [...] 35.

• El valor del progreso

Si bien el progreso no se considera uno de los grandes valores de la modernidad en su fase inicial (siglo XVI y XVII) ni en el proyecto concientemente formulado alrededor de la Ilustración Francesa, gra-cias a los avances logrados en la ciencia y la tecnología, a partir de los inicios del siglo XX, cuan-do se oscurecen las diferencias entre modernidad y modernización, el progreso se ensancha como va-lor propio,lDe acuerdo con Corredor, este traspaso r de la modernidad a la modernización, refleja el tras-lado del énfasis de la transformación del ser humano (modernidad) a la tt-ansformación del entorno ma-terial (modernización).36

Como se señaló al principio, la centralización que hace el proyecto de la modernidad en el ser huma-no y en sus proyectos e intereses, implica un des-plazamiento de Dios y, por lo tanto, de la religión. Significa un cambio sustancial en los fines del ser

22

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humano, en el sentido de que la persecución de la redención espiritual a través de la fe, se cambia por la persecución del progreso a través de la ciencia, en el mundo terrenal. 37 Pero cabe destacar que, a lo largo de la historia de la modernidad y de la mo-dernización, el valor del progreso ha sido validado en buena medida gracias a la secularización, mas no a la negación, de la lógica cristiana, en particu-lar del protestantismo. Este proceso de seculariza-ción de valores ha permitido dar un fundamento ético a la racionalidad subyacente al orden social moderno, y de esta manera promueve una visión de la historia del cambio social como un proceso evolutivo hacia la salvación, la cual se materializa en la modernidad.

Inherentes al valor del progreso, se encuentran los conceptos de crecimiento y futuro. Es decir, el progreso se equipara al crecimiento (más es mejor) y se le atribuye una direccionalidad unilineal hacia el futuro. Como veremos en las secciones posterio-res, ambos conceptos han tenido una marcada influencia en las diferentes teorías del desarrollo, pues las interpretaciones y formulaciones acerca de la difusión del desarrollo tecnológico, la industriali-zación y la urbanización, frente a las actividades agrícolas tradicionales y el estilo de vida del cam-pesino, se basan en buena medida en el interés de superar el atraso del pasado, para emprender el camino hacia el progreso del futuro.

La concepción de pasado y futuro como conec-tados en forma lineal por el movimiento del reloj (tic, tic), representa la posibilidad de concebir la historia no sólo como pasado, sino corno un pro.yecto para el futuroLDe esta manera: érinturo reemplaza al pasado como el lugar de las expecta-

tivas de la humanidad, lo cual significa una profun da ruptura con la época anterior expresada en un cambio de valores culturales y en una profundiza-ción de los conceptos y prácticas temporales desplazamiento del pasado, del "tiempo durade-ro" de las sociedades tradicionales por una mirada hacia el progreso prometido en el futuro, significa un primer cambio radical 3H

De acuerdo con Gurvitch, el tiempo duradero se refiere a un tiempo continuo en el cual el pasado se proyecta al presente y al futuro; es propio de las relaciones sociales de las sociedades campesinas rurales y de las estructuras patriarcales. 39 En cam-bio, para las formaciones sociales capitalistas, la noción de tiempo propia es la del tiempo de avan-ce (time rushing forward), según la cual el futuro se convierte en presente. En la medida en que se con-solida la modernidad-modernización y en que avanzan la ciencia y la tecnología se entra en una fase de 'compresión" espacio-temporal, facilitada por los desarrollos de la comunicación y el trans-porte.

Como se puede ver, esta noción de progreso sig-nifica una obligación de buscar un continuo movi-miento hacia adelante, un proceso de cambio cons-tante que pasa por encima de cualquier otra visión del desarrollo. Como afirma Marx, "La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción, y por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales [...] Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cor-tejo de creencias y de ideas veneradas durante si-glos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas an-tes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se

23 CIDEr

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desvanece en el aire; todo lo sagrado es profana-do, y los hombres, al fin, se ven forzados a consi-derar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas." 4°

♦ El valor del orden

Para Hernández", la suma de las tres condicio-nes humanas mencionadas anteriormente (perso-na humana, sujeto, ciudadano) forman la base sobre la cual se construye el orden social racional. Esto significa una secularización de las relaciones y organizaciones sociales de la sociedad feudal, en donde el orden social se concibe como un orden recibido. Con el proyecto de la modernidad, se desarrolla la noción de un orden producido, carac-terizado por ser secular, racional y modificable por el ser humano. No obstante, aun cuando dicho or-den social sea reconocido coiniS "construido" ra-cionalmente, la presentación de la ciencia como algo neutral y de la racionalidad como método para descubrir la verdad ha logrado que el orden produ-cido sea percibido como un orden natural, que ofre-ce a todos igualdad de condiciones.

♦ Las relacionesentrein_dividuos obedecen a le-yes universales, eternas, propias e independientes de la voluntad del ser humano; lo importante es conocer (racionalmente) y obedecer estas leyes Esta noción no ignora, sino rechaza la concepción del cambio y la construcción social, tanto en términos históricos como espaciales: "Los cambios sociales son aproximaciones a la verdadera naturaleza o in-terferencias y desviaciones; siempre se refieren a un mismo y exclusivo principio de ordenamiento." 43

♦ Entender el orden social como un orden es-pontáneo, mas no como un producto histórico, sig-nifica no cuestionar las bases de su legitimidad y autoridad. Para el naturalismo, la economía es corno la naturaleza. un hecho presocial que no requiere legitimización. Puede traer beneficios a unos y des-gracias a otros; pero no porque la economía/natu-raleza sea buena o mala, sino como consecuencia de la acción de los hombres libres (que pueden o no obedecer a las leyes naturales) e ignorantes (que, a falta de un saber total, siempre corren riesgos)"?" Esta es una idea que apoya el mantenimiento del statu quo, salvo en los casos "correctivos".

24 CIDEC

La noción de orden social racional nace y se pro-mueve con el pensamiento del derecho natural, de los siglos XVII y XVIII, conocido como el iusnatura-lismo. Este pensamiento busca un método para des-cubrir las leyes del comportamiento humano, con formulaciones parecidas a aquellas encontradas en las ciencias exactas de la época. Aun cuando el ius-naturalismo se examinará más cuidadosamente en la siguiente sección, acerca de las institucio-nes de la modernidad cabe ahora destacar algu-nas de las características de esta concepción del orden42 :

♦ A esta concepción del orden subyace una no-ción de armonía o equilibrio, permitiéndose así una noción de autorregulación. Además, la noción de armonía natural permite concebir el orden natural como un orden universal. Es una noción que se relaciona con la visión de los procesos de la natu-raleza ' cuyo funcionamiento no depende de la intervención del hombre. De ahí, es posible conce-bir los procesos económicos como procesos naturales, guiados por "la mano invisible", sin ne-cesidad de intervención del Estado, aunque se requiere un Estado fuerte, precisamente para ga-rantizar las condiciones y existencia del mercado.

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.41. Se conoce o descubre la realidad social a tra-vés de la razón; es una construcción lógica que no responde a intereses, motivaciones o intuiciones. De esta manera, se ignora por completo el carácter teleológico del comportamiento humano.

Promueve la concepción de una sociedad con-formada por individuos "iguales" en cuanto a su sometimiento a la legalidad del orden. Esta noción se materializa en los conceptos de ciudadano (en lo político) y trabajador-consumidor (en lo econó-mico), conceptos que perrniten destacar la irnpor-tancia de relaciones impersonales.

4. A pesar del énfasis en la noción de igualdad, el orden social de la modernidad y de la moderni-zación responde básicamente a una visión patriar-cal de las relaciones sociales. En este sentido, ade-más de promover la jerarquización de las clases sociales, también se promueven estructuras y prác-ticas sociales que jerarquizan las relaciones socia-les según el género, con el género femenino en la posición dependiente. Ciertamente, existen argu-mentos a favor de la modernización como una vía para mejorar las condiciones de la mujer, al perrni-tir mayores oportunidades educativas y de empleo, y así permitirle "superar" sus valores y actitudes tra-dicionales.45 No obstante, es necesario tener en cuenta que el avance tecnológico ha significado la expropiación del papel productivo de la mujer y un creciente énfasis en su papel reproductivo y se-cundario. Por ejemplo, en la agricultura, la mujer muchas veces controla las técnicas y herramientas manuales; pero, la máquina es considerada una he-rramienta del hombre. Por lo tanto, en los lugares en donde predomina la agricultura tradicional, las mujeres pueden dominar la producción, sin em-

bargo, en las sociedades (capitalistas) más avanza4. das, las mujeres han visto una disminución en su"' rol de productoras.

A lo largo del desarrollo de la modernidad y del proceso de modernización, el concepto de "orden" se ha modificando sutilmente, desde la noción de un estado producto de la evolución de la razón y la racionalidad humana hacia un valor en sí mismo. Es decir, se vuelve importante no solamente cono-cer el orden, sino también mantenerlo, a riesgo de desatar las fuerzas del desorden (el caos). El caos deja de ser lo desconocido y se convierte en algo que es necesario reprimir y evitar, puesto que se equipara a los elementos, procesos y prácticas que no son funcionales al orden natural. Implica, en-tonces, una necesidad de expandir el orden y someter el desorden.

En la modernidad, esta noción de orden racio-nal-natural también funciona como instrumento de dominación. "Los mecanismos inconscientes de la dominación, y que los medios de comunicación explotan al máximo a través de la imagen, convier-ten a la sociedad moderna en una máquina que absorbe el espacio, el tiempo, las fuerzas naturales y los seres. Los individuos son reducidos, así, a la categoría de agentes de la producción y el consu-mo y representan las piezas de un complejo engranaje —la sociedad— cuyos movimientos es-tán programados de antemano."47 Se reproducen las relaciones de dominación, en buena parte gra-cias a la consolidación de las dos instituciones propias de la época moderna: empresa y Estado.

Aunque no cabe dentro de los alcances de este texto, presentar una discusión profunda en cuanto 25 a la caología, sí es necesario recordar algunos cam- CIDEr

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bios y desarrollos científicos posteriores al proyecto iusnaturalista que ponen sobre el tapete la noción del orden natural como producto de un universo homogéneo y mecánico. Desde la teoría de la rela-tividad de Einstein, que puso fin al concepto newtoniano en cuanto al espacio y tiempo absolu-tos, hasta la teoría cuántica, que introduce el concepto de la entropía como propiedad esencial del universo, se han debilitado las bases científicas de la noción de armonía. No obstante, el orden como valor aún prevalece, y todavía se encuen-tran alusiones a la necesidad de armonía y equilibrio en el discurso desarrollista.

Las instituciones de la modernidad

El proyecto de la modernidad se extiende y se reproduce sobre la base de dos instituciones fun-damentales: el Estado moderno y la empresa capitalista. Ambos, como proyecto originario, pro-mueven la razón en su dimensión liberadora. Por lo tanto, hemos dividido esta discusión en dos par-tes: en primer lugar, una discusión en torno al Estado moderno y su articulación con el modo de producción capitalista; posteriormente, se presenta una breve discusión en torno al aparato estatal moderno, con base en la obra de Max Weber.

El Estado capitalista

feudal implicaba descentralización, o ausencia de un poder fuerte y un mayor control por parte de la localidad el Estado moderno emerge como un in-tento de unificar, racionalizar y centralizar cada vez más, las relaciones sociales, económicas y políti-cas Como decía Heller "el Estado es la unidad de orden más altamente organizada cuyos tres elemen-tos -nación, territorio y poder estatal- están unidos en la constitución del Estado.""

Como institución de la modernidad, el Estado se construye como un proyecto racional y secular, al servicio de las pretensiones emancipadoras del pro-yecto de la modernidad. Así, entre el comienzo del siglo XVII y finales del siglo XVIII, se consolida el pensamiento denominado iusnaturalismo, o sea, la escuela del derecho natural mod mo la cual sirve de fundamento para el desarrollo del pensamiento liberal." El pensamiento iusnaturalista se contra-pone al derecho consuetudinario del sistema feudal, y pretende fundamentar todo el pensamiento en el método racional, es decir, en "aquel método que por primera vez en la historia de la reflexión sobre la conducta humana ha de permitir la reducción del derecho y la moral (así como la política) a cien-cia demostrativa". 50 En este sentido, el derecho natural o el derecho racional como también ha sido denominado, se opone a la tradición histórica, y también a la teología y a la ley divina, para analizar los principios de la conducta humana.

26 n'El"

El Estado moderno surge como contradicción a la sociedad feudal en Europa, en donde la organi-zación política significaba primordialmente el fraccionamiento y jerarquización del poder políti-co, económico y jurídico. Mientras que el sistema

El método racional se contrapone entonces al modelo aristotélico en varios sentidos. La legitimi-dad de la existencia y la organización de la sociedad civil ya no se sustentan en el principio de consenti-miento, basado en la tradición histórica, sino que se logran mediante un proceso racional. Igualmen-

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te, mientras que el modelo aristotélico afirma la existencia real de numerosas fases en el camino de la sociedad originaria (familia) a la comunidad per-fecta (polis), los iusnaturalistas plantean un modelo dicotómico en el cual el ser humano vive o en el estado natural o en el estado civil. Además, los ius-naturalistas conciben el estado natural ( que representa el individuo aislado) como un concepto lógico más que como un estado que haya existido en la historia. Hobbes, quien adoptó la postura más extrema, afirma que "desde la creación en adelan-te nunca el género humano se ha encontrado totalmente desprovisto de sociedad" . 51

Claro está que entre los iusnaturalistas se encuen-tran posiciones diferentes con respecto a la carac-terización del estado de naturaleza y del estado ci-vil. Hobbes, por ejemplo, al plantear el estado de naturaleza como un estado de quena en el cual pre-domina el interés individual por la propia supervi-vencia sobre la articulación regulada entre los hom-bres, considera el estado civil como producto de la razón y como forma de organización de la vida po-lítica de la sociedad 52 Locke, por su parte, describe el estado de naturaleza como un estado de paz, o sea, "como aquel estado en que viven o podrían vivir los hombres si fueran lo suficientemente razo-nables como para respetar las leyes naturales". 53

En tanto que el estado de paz universal es también un estado hipotético porque depende de la racio-nalidad de todos los hombres. Por lo tanto, en la práctica, sería más factible que el estado natural fuera un estado de guerra, por la fuerza que tiene el instinto de conservación. El estado civil es, en-tonces, el único que permite el florecimiento, la con-solidación y la preservación de las leyes naturales, de la razón. En la obra de Rousseau se plantean no

solamente los conceptos de estado de naturaleza y estado civil, sino también el de República, el cual permite una diferenciación adicional entre socie-dad civil y sociedad política (Estado). En este caso, el estado de naturaleza representa la existencia del "buen salvaje", el ser humano en total aislamiento de los demás. La sociedad civil surge por la inno-vación de la propiedad privada, y es allí donde tie-ne lugar lo que Hobbes había imaginado que suce-día en el estado de la naturaleza, es decir, el estallido de conflictos continuos y destructivos por la pose-sión de los bienes que el progreso técnico y la divi-sión del trabajo habían aumentado enormemen-te. 54 El momento culminante es la república, el estado de la razón, y la transformación de los "mu-chos yo" en el único "yo común", mediante el con-trato social. 55

El contrato social transfiere al Estado todos o al-gunos de los derechos que tiene el hombre en el estado de naturaleza, por lo cual el hombre natural se convierte en hombre civil o ciudadano. Para Hobbes, se transfieren todos los derechos, menos el derecho a la vida; por consiguiente, cuando el Estado no puede garantizar la vida de los miem-bros de la sociedad, se rompe el pacto. Rousseau lleva la noción de contrato social a sus últimas conse-cuencias y promueve la transferencia de todos los de-rechos individuales, ya que la autoridad a la cual se somete la sociedad no debe sólo proteger al indivi-duo, sino incluso transformarlo. Locke, por su par-te, es mucho más limitado, y plantea que al Estado sólo se transfiere la administración de la justicia

En síntesis, "[...]todos los autores examinados hasta el momento ven en el estado de naturaleza aquel cuyo protagonista es el individuo particular,

27 eh:ter

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con sus derechos y sus deberes, con sus instintos y sus intereses, directamente en relación con la natu-raleza de la que obtiene los medios para su propia supervivencia, y sólo indirectamente, esporádica-mente, con los demás hombres. El dato original [del estado civil] no es el appetitus societatis, sino el ins-tinto de conservación [...]. El instinto de conserva-ción mueve tanto al hombre de Hobbes y Spinoza como al de Pufendorf y Locke". 56

La construcción racional del Estado no solamente sirve para la organización política de la sociedad moderna, sino también se /relaciona con el desa-rrollo del modo de produéción capitalista lo cual refuerza aún más la diferenciación entre las formas de organización del poder precapitalistas y capita-listas.

En primer lugar, se puede afirmar que es la teo-ría burguesa clásica (el pensamiento liberal) la que diferencia por primera vez los conceptos de socie-dad civil y de sociedad política o Estado. "En la teoría política precapitalista, en la teoría política preestatal, no existen, por lo tanto, los conceptos de Estado y Sociedad propiamente dichos. Los conceptos de polis, civitas, etc., definen al mismo tiempo la comunidad civil y la comunidad políti-ca". 57

En segundo lugar, dentro del sistema feudal el concepto de libertad se asemeja más a un privile- gio privado que a un derecho público o natural. Entonces, la aristocracia feudal, las comunidades urbanas y rurales, y las corporaciones profesiona- les constituyen grupos privilegiados, es decir, son

28 libres. Pero el concepto de libertad no se extiende CIDEr a la sociedad en general y, por lo tanto, carece del

carácter de universalidad que surge con el Estado moderno. En la teoría liberal, el concepto de liber-tad aparece por primera vez como un "derecho natural".

En tercer lugar, se puede diferenciar entre el con-cepto de soberanía en la sociedad política feudal y aquel que surge con el Estado moderno La orga-nización del poder en los feudos implicaba cierta autonomía, tanto política como económica, pero también un alto grado de aislamiento y de frag-mentación de la soberanía de las formaciones so-ciales medievales, en el sentido de que no existía ninguna organización con la suficiente hegemonía para imponer su voluntad sobre el resto de la so-ciedad. De acuerdo con Perry Anderson, "el feu-dalismo como modo de producción se definía originariamente por una unidad orgánica de eco-nomía y política, paradójicamente distribuida en una cadena de soberanías fragmentadas a lo largo de toda la formación social". 58

Es decir, teniendo en cuenta el pluralismo del poder feudal, el concepto de soberanía feudal pre-supone la existencia de múltiples poderes políticos jerarquizados y, por lo tanto, "la soberanía es el instrumento utilizado para establecer una diferen-ciación jerárquica entre dichos poderes. El poder soberano es el primero entre estos múltiples pode-res".59 En fin, en el pensamiento precapitalista se usa el concepto de soberanía, para delimitar el po-der político del soberano de otros poderes políticos no soberanos.

Con la irrupción del Estado moderno, la teoría burguesa clásica plantea la existencia de un poder político soberano, absoluto e indivisible, en manos

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del Estado, y, por consiguiente, no admite la exis-tencia de otros poderes políticos paralelos a éste. "El concepto de soberanía no es un instrumento para la delimitación de las competencias de un poder frente a otros poderes políticos, sino que es un concepto que se aplica al único centro de poder existente en el país: al Estado".6"

Esta conceptualización implica no solamente la eliminación de cualquier poder paralelo al Estado, sino también la de cualquier centro de poder den-tro del Estado, puesto que éste sólo existe gracias a la "voluntad general" y no con base en las volunta-des privadas. Refiriéndose a la soberanía feudal, Hegel escribió: "En la antigua monarquía feudal, el Estado existía de cara al exterior, pero de cara al interior no sólo el monarca, sino ni siquiera el Esta-do eran soberanos (debería decir, ni siquiera existía el Estado). Por una parte, las funciones y poderes particulares del Estado y de la sociedad civil esta-ban agrupados en torno a las corporaciones y ciudades independientes y el todo era más un agre-gado que un organismo. Por otra parte, dichos poderes y funciones eran propiedad privada de in-dividuos y, en consecuencia, lo que éstos debían hacer en consideración del todo dependía de su opinión y buena voluntad."61

Ahora bien, con base en esta discusión en torno a los conceptos de Estado y sociedad civil, libertad y soberanía, es posible entender cómo el Estado representa una organización de poder claramente diferenciada de la época anterior. Pero, para lograr vincular el surgimiento del Estado con el modo de producción capitaliSta, es necesario examinar los cambios en las relaciones sociales de producción y dominación entre una época y otra. En este orden

de ideas se puede mosh-ar el vínculo que existe en-tre las relaciones de dominación política precapita-lista y las relaciones de producción. Es decir, el statu del trabajador precapitalista está determinado por las relaciones políticas, y, en este sentido, el statu que tiene el individuo en las relaciones de produc-ción corresponde directamente a su statu jurídico. Esto implica una serie jerarquizada de relaciones de dependencia entre individuos, y, por lo tanto, una organicidad fragmentada de la producción, lo cual impide procesos mayores de expropiación de excedentes y acumulación.

Sin embargo, al desarrollar las fuerzas del mer-cado, es necesario "liberar" a los trabajadores de sus relaciones de dependencia personal, y así, lo-grar un mismo statu jurídico para todos los indivi-duos: del trabajador en cuanto al mercado, del ciu-dadano en cuanto al Estado. Con ello se puede ver que el Estado moderno permite separar por prime-ra vez la esfera de la producción de la esfera políti-ca. "En el modo de producción capitalista [...], la forma de organización del poder político no es una relación de producción. La organización del proce-so productivo cae fuera de la esfera política y es resultado de relaciones consensuales efectuadas a través del mercado por individuos que se enfren-tan en cuanto personas con el mismo statu jurídi-co, en cuanto individuos que cambian mercan- cías" .62

Como se ha visto en los planteamientos anterio-res, la teoría iusnaturalista es un enfoque esencial-mente individualista, en cuanto se basa en el concepto de individuo para construir a partir de él la teoría del Estado.63 Una de las instituciones que 29 más apoya el individualismo y que más promueve ClIDEf

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el pensamiento liberal es la de la propiedad priva-da. Puesto que para Locke, la cuestión de la pro-piedad privada nace en el estado de naturaleza y

para Rousseau, en el estado civil (para ambos en el momento negativo) la razón básica para crear la sociedad civil (Locke) o la república (Rousseau), y,

por lo tanto, el Estado, es precisamente la necesi-dad de garantizar la propiedad privada Como se-ñala Harvey, el concepto de'la propiedad privada fue un factor importante para lograr imponer una nueva visión del espacio como universal, homogé-

neo, objetivo y abstracto. Con base en una obser-vación de Lefebvre, Harvey ¡firma que una de las formas por las cuales se logré la homogeneización

del espacio es mediante su total pulverización y frag-mentación en parcelas comercializables de propie-dad privada 64

También se destaca el individualismo en las di-ferentes concepciones del contrato social, puesto

que la sociedad política (civil o república) es una creación de los individuos, es el producto de la ar-

ticulación de voluntades individuales. Pero, como dice MacPherson acerca de Locke: "Semejante in-

dividualismo es necesariamente un colectivismo (en el sentido de afirmar la supremacía de la sociedad civil sobre cualquier individuo). Pues afirma una

individualidad que sólo puede realizarse plenamen-te acumulando propiedades, y que, por tanto, sólo puede ser realizada por unos pocos, y únicamente a costa de la individualidad de los demás." 65

Con base en las anteriores discusiones, es posi- ble identificar algunos de los principios más

característicos de la organización del Estado mo- 30 derno No cabe, dentro de los propósitos de este

CIDEr documento, discutir las diferencias específicas que

se podrían identificar a nivel de países particulares, aunque éstas son muy importantes. Por el contra-

rio, se busca destacar aquellos principios más

comunes a la mayoría de los países europeos de los siglos XVIII y XIX.

En primer lugar, con base en los principios indi-vidualistas del iusnaturalismo, el Estado liberal vela por el reconocimiento y protección de los derechos naturales individuales. En efecto, se afirma que "los

derechos propios del individuo son en su origen independientes del Estado, que lejos de crearlos se limita sólo a reconocerlos [...]" 66 Los derechos na-turales que el Estado reconoce abarcan básicamente tres aspectos: 67 el derecho a la seguridad, o sea, el derecho a la vida. el derecho a la propiedad, o sea,

el derecho a los medios de supervivencia; y el de-recho a la libertad, en el sentido de permitir al individuo tomar sus propias decisiones sobre su vida.

Siendo derechos naturales del hombre, se refie-

ren, tanto a los derechos de cada individuo frente a sus semejantes como a los derechos que mantiene

la sociedad en su conjunto frente a los abusos del Estado. Al respecto, Benjamín Constant, en 1829, afirma: "Durante 40 años he defendido el mismo

principio: libertad en todo, en religión, en filosofía, en literatura, en industria, en política; y entiendo por libertad el triunfo de la individualidad, tanto sobre la autoridad que quisiera gobernar por el des-

potismo, como sobre las masas que reclaman el derecho de avasallar a la minoría por la mayoría. El despotismo no tiene derecho alguno. La mayo-

ría tiene el de constreñir a la minoría a respetar el orden, pero todo lo que no perturbe el orden, todo

lo que no es sino interno, como la opinión, todo lo

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que, en materia de industria deja a la industria rival

que se ejercite libremente, es individual, y no po-

dría ser legítimamente sometido al poder social" 68

de no serio, no habría garantía de que las institu-

ciones de propiedad esenciales para esta clase de

individualismo tuvieran sanciones adecuadas." 7°

En segundo lugar, además de promover las li-

bertades individuales, el Estado liberal promueve

el principio de la igualdad, según el cual se reúnen

todos los intereses individuales en relaciones socia-

les aparentemente igualitarias. En la esfera política,

es una igualdad entre todos los ciudadanos ante la

ley. En io económico la libertad de la fuerza laboral y el libre comercio como derechos naturales, tam-

bién implican condiciones de igualdad en cuanto

permiten a los miembros de la sociedad buscar sa-

tisfacer sus propias necesidades con sus propios medios.

Tanto el concepto de derecho o libertad natural como el de igualdad, se definen como conceptos

universales. Se puede ver entonces que la univer-

salización de la libertad individual y, a su vez, la de

la igualdad en su máxima expresión implica un

conflicto entre individuos y entre el individuo y la

sociedad. El límite impuesto a la libertad puede pro-

mover la "igualdad", pero viola el derecho del in-

dividuo. Igualmente, como ya señalamos con las

palabras de MacPherson, la plena realización del

individuo sólo se hace a costa de otros individuos."

Entonces, la cuestión gira en tomo a quién o qué

sirve de mediador de este conflicto. Dentro del li-

beralismo se pueden identificar dos mediadores

principales: por un lado, el Estado, que garantiza la

institucionalización del orden, y, por otro, la ética

basada en la racionalidad del ser humano, la cual

sirve para promover la responsabilidad individual.

En cuanto al primero, encontramos que "la autori-

dad política ha de ser superior a los individuos; pues,

En cuanto a la ética basada en la racionalidad,

hay que tener en cuenta el "interés" que motiva al

individuo. En las palabras de Manent, "El interés o

la utilidad, tal como regulan el mercado, no son,

por lo tanto, ni opinión, ni pasión, ni necesidad,

aún si allí encuentran su primera causa. Son ese

aspecto del motivo individual que es fijado por los

otros, en una relación social imprevisible e impe-

riosa" En este sentido, los liberales asumen que

cuando el individuo actúa racionalmente en fun-

ción de su propio interés, la sociedad también se

beneficia. De acuerdo con Locke,"siendo todos

iguales e independientes, ninguno debe dañar a otro

en su vida salud, libertad o posesiones." 72

Encontramos algo similar dentro de los princi-

pios burgueses del modo de producción capitalista. El principio de la libertad individual permite la ne-

cesaria liberación del trabajador y el derecho a la

propiedad privada, y, por consiguiente, la aparien-

cia de una igualdad social, gracias a la "mano

invisible" del mercado. Pero también se encuentra

un conflicto potencial entre la competencia perfec-

ta del mercado (igualdad) y la tendencia hacia la

concentración en manos de una minoría (libertad).

Nuevamente, este conflicto está mediado por el or-

den (Estado) y la ética de la responsabilidad individual.

Un tercer principio del Estado liberal se relacio-

na con la soberanía y la neutralidad de la autoridad.

Es decir, siendo un poder soberano, el Estado man-

tiene una neutralidad frente a los intereses de los

31 ciDer

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individuos, grupos y clases sociales, ya que no se admite la existencia de un poder paralelo al Estado ni tampoco la materialización de un poder particu-lar dentro del Estado. El hecho de que ningún grupo o clase pueda apoderarse del Estado implica una "neutralidad" de éste frente a la sociedad. Por otra

parte, dicha neutralidad se garantiza mediante la concepción de igualdad ante la ley y los derechos individuales, siendo ambos conceptos provenien-

tes del derecho natural. En este sentido, el Estado garantiza los derechos naturales de todos los miem-bros de la sociedad, y por ello, el poder (Estado) es

neutro ante los intereses del individuo en particu-lar.

---

Igualmente, el pensamiento liberal supone que el Estado tiene una autonomía de acción en la so-

ciedad. Al concebir el Estado como un poder sobe-rano, los iusnaturalistas lo conciben como una

"superestructura" por encima de la sociedad civil. Es decir, por un lado se separa la esfera económica

de la política, y se considera a ésta como pertene-ciente a un orden superior. Por otro lado, se consi-dera que el Estado es la instancia en la cual se

"colectiviza" el interés público, y que, por lo tanto, puede actuar autónomamente en función del bien común.

Cabe destacar sin embargo, la preocupación de algunos pensadores liberales por la cuestión de la

soberanía ilimitada del Estado, puesto que se con- sidera que ésta generaría una tendencia hacia el

despotismo, violando así el principio de la neutrali- dad y autonomía. Constant, por ejemplo, afirma

que no se puede tener la soberanía ilimitada y que, 32 en consecuencia, habría que distribuir y balancear

CIDEf los poderes. Plantea la creación de un poder neu-

tro, encamado en la figura del monarca constitu-cional, que estaría por fuera de las tres ramas de

poder, para evitar que una rama destruya a otra.

El último principio que se debe enunciar se refie-re a la intervención limitada del Estado. En este

sentido, lejos de manejar las fuerzas del mercado, el Estado se limita a velar por la libre expansión de

estas fuerzas. Claro está, que ni siquiera los libera-les más radicales proponen un Estado no-inter-vencionista. El simple hecho de cobrar impuestos

o de organizar un ejército para garantizar la seguri-dad interna contra un enemigo externo, signifi-ca la creación de un Estado fuerte e intervencionis-ta.

Con base en lo anterior, se pueden mencionar tres críticas fundamentales en cuanto al pensamien-to liberal clásico. La primera, tiene que ver con el

método construido para "racionalizar" la conducta

humana, al tratar de estudiarla con los mismos ins-trumentos conceptuales utilizados en las ciencias

naturales. Es así como en su ataque al concepto del derecho divino, trata de construir un sistema de derecho abstraído de la historia de las relaciones

sociales, es decir, un sistema de derecho natural y universal, desprovisto de cualquier noción de es-pacialidad-temporalidad. Como afirma Bobbio, este afán de universalizar y racionalizar el derecho na-

tural, significa, en última instancia, una "desnatu-ralización" del mundo. 73 "El iusnaturalismo había creído que podía descubrir leyes universales de la

conducta más allá de la historia, remontándose a

la naturaleza del hombre abstraída de las condicio-nes históricas que determinan sus leyes cambian-

tes según los pueblos y las épocas, y al hacerlo ha-bía librado una memorable batalla contra el

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principio de autoridad que dominaba el estudio del derecho; por el contrario, el historicismo en sus di-ferentes versiones rehabilitó, contra la crítica racio-nalista, la autoridad de la historia, condenando en bloque, indiscriminadamente, a todos aquellos que —aún perteneciendo a tendencias metafísicas di-ferentes y llegando a conclusiones políticas contra-puestas, igualmente fascinados por el éxito de las ciencias físicas y atraídos por la idea de encontrar un orden racional en el mundo de los hom-bres, del misrno modo que los grandes científicos, de Descartes a Newton, habían encontrado un or-den racional en el cosmos— habían emprendido el intento de construir un sistema universal del dere-cho, es decir, válido para cualquier tiempo y lu-gar".74

En segundo lugar, puede plantearse una crítica al idealismo de los iusnaturalistas, dado que su én-fasis en los conceptos de igualdad, neutralidad, libertad, individualismo y bienestar no permite una clara conceptualización de las relaciones de poder y dominación de la sociedad capitalista. Es así que, al presentar el Estado como una forma de organi-zación política que "protege" al individuo contra el despotismo —tanto de una minoría como de la mayoría—, y como una organización que no inter-viene en las esferas privadas de la sociedad, se esconde la verdadera fuerza de la autoridad estatal sobre el interés individual.

La tercera crítica mantiene una estrecha relación con la anterior, pero específicamente tiene que ver con el planteamiento iusnaturalista acerca del esta-do civil como el momento positivo o racional que supera el conflicto que predornina en el estado de naturaleza. Es lógico suponer que el estado civil

supera" al estado de naturaleza al imponer un or-den particular en la sociedad; el problema consiste en suponer que dicho orden sustituye el conflicto-guerra por el "comportarniento basado en la razón". Más bien, y teniendo en cuenta la relación estrecha entre el Estado moderno y el modo de producción capitalista, este nuevo orden no elimina el conflic-to, sino lleva a la consolidación ordenada del conflicto inherente e irremplazable de las relacio-nes sociales capitalistas.

En síntesis, se puede afirmar que más que cons-truir una teoría del Estado, el pensamiento liberal "idealiza" el poder estatal y termina por promover unos principios ideológicos para la organización del poder en una sociedad capitalista. Con base en un método "racional", se prornueve un "orden" espe-cífico, que aparenta la neutralidad y autonomía de la autoridad frente a la sociedad, pero que, al mis-mo tiempo, garantiza las relaciones de dominación capitalistas. Por lo tanto, el orden real establecido por la relación entre el Estado, como poder sobe-rano, y la sociedad civil, se disfraza con un orden aparente en el cual el pueblo es soberano.

La burocracia en la obra de Max Weber

Luego de la anterior discusión en tomo a la cons-trucción del Estado y su relación con la sociedad moderna, es necesario analizar más a fondo algu-nos aspectos al interior de esta institución; es decir, examinar cómo el Estado se materializa en un apa-rato moderno. Para ello, nos basamos en la obra de Max Weber, por la influencia que ha tenido en promover la teoría y la práctica de la burocracia 33 racional legal. cloer

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Para poder comprender el pensamiento de Max Weber en tomo a la burocracia es necesario discu-tir primero algunas de sus consideraciones en tomo al concepto del Estado moderno, puesto que We-ber concibe la burocracia como una forma particular de organización administrativa que está directamen-te ligada al surgimiento y desarrollo del modo de producción capitalista y al del Estado moderno.

Cabe, además, subrayar la imposibilidad de ha-cer una conexión directa entre los planteamientos de los liberales clásicos y la obra de Weber, debido a que el enfoque "realistaryde Weber se contrapo-ne al pensamiento "idealista" de los primeros. En una frase, entre pensadores como Weber (además de Marx y Maquiavelo) y los pensadores al estilo de Locke o Constant, se encuentra la diferencia entre quienes tratan de mirar "el rostro demoníaco del poder" y quienes hacen propuestas con el fin de "hacer ese rostro más humano". 75

Sin embargo, lo anterior no significa que no se puedan encontrar puntos de comparación, bien sea de continuidad o bien de ruptura, en cuanto a los aspectos inherentes al concepto de Estado. Sola-mente, que estos puntos de continuidad y/o ruptura deben ser debatidos desde una óptica más realista en cuanto a la forma, los objetivos e instrumentos al alcance del Estado moderno.

Uno de los aspectos que tienen en común las obras de los clásicos modernos y la obra de Weber es su gran influencia en el pensamiento y la prácti- ca política de países occidentales. Las Constitucio- nes nacionales de los regímenes democráticos ac-

34 tuales deben a los liberales sus artículos sobre los CiDEr derechos fundamentales del individuo y las sepa-

raciones tradicionales del poder estatal en las ra-mas ejecutiva, legislativa y judicial; pero, estos mis-mos regímenes deben a Weber los conceptos de "monopolio de la fuerza' y 'dominación legal", además de mucha de la estructura del aparato es-tatal en el cual se materializan dichos regímenes.

Entonces, para comprender el Estado y la buro-cracia en Weber, hay que tener en cuenta una serie de conceptos tales como política, dominación, le-gitimidad, asociación de dominación, poder y monopolio de la fuerza legítima.

En primer lugar, una asociación se define como "una relación social con una regulación limitadora hacia fuera cuando el mantenimiento de su orden está garantizado por la conducta de determinados hombres destinada en especial a ese propósito." 76

Así que una asociación debe contar con un diri-gente y, eventualmente, con un cuadro adminis-trativo, quienes implantan y mantienen el orden de la asociación. El cuadro administrativo consiste en "la probabilidad, en la que se puede confiar de que se dará una actividad, dirigida a la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo de hombres cuya obedien-cia se espera". 77

Una asociación puede tener una gran variedad de significados, desde una familia, una comunidad o un sindicato, hasta la Iglesia o el Estado. Sin em-bargo, estas dos últimas se caracterizan como asociaciones de dominación, ya que sus miembros están sometidos a relaciones de dominación en vir-tud del orden vigente. Puede ser una asociación de dominación política "cuando y en la medida en que su existencia y la validez de sus ordenaciones, den-

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tro de un ámbito geográfico determinado, estén ga-rantizados de un modo continuo por la amenaza y aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo." 78

como el carácter que toma el ejercicio de la domi-nanción [...] parece adecuado distinguir las clases de dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad." 8 '

Ahora bien, para poder aclarar el concepto de asociación de dominación, es necesario presentar los conceptos weberianos de poder y dominación. Weber define poder como la probabilidad de im-poner la propia voluntad, dentro de una relación social. Sin embargo, considerando que en cualquier situación dada, alguien siempre está en la posición de imponer su voluntad, se ve la necesidad de in-troducir un concepto de mayor precisión, el de dominación. Por dominación debe entenderse "la probabilidad de encontrar obediencia a un man-dato de determinado contenido entre personas dadas "79 La dominación también se diferencia de la disciplina, por la cual debe entenderse "la pro-babilidad de encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en vir-tud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática." 8°

Weber diferencia entre tres tipos puros de domi-nación: la dominación tradicional, la dominación carismática y la dominación racional-legal. Los tres tipos implican diferencias en la caracterización del cuadro administrativo, en las relaciones entre el di-rigente y el cuadro administrativo, y en cuanto al concepto de legitimidad. El concepto de legitimi-dad es fundamental, ya que para Weber todas las asociaciones procuran despertar y fomentar la creencia en su legitimidad. "Según sea la clase de legitimidad pretendida es fundamentalmente dife-rente tanto el tipo de la obediencia, como el del cuadro administrativo destinado a garantizarla,

De acuerdo con Weber, toda dominación sobre una pluralidad de hombres requiere de un cuadro administrativo. "Este cuadro administrativo puede estar ligado a la obediencia de su señor por la cos-tumbre, de un modo puramente afectivo, por inte-reses materiales o por motivos ideales con arreglo a valores. La naturaleza de estos motivos determi-na en gran medida el tipo de dominación [...] Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que los motivos puramente afectivos y de valor (ra-cionales con arreglo a fines), no pueden represen-tar los fundamentos en que la dominación confía. Normalmente se les añade otro factor: la creencia en la legitimidad." 82

La legitimidad de una dominación sólo se consi-dera como una probabilidad, la de ser tratada como dominante y mantenida en una proporción impor-tante. La obedencia a una dominación no necesariamente (ni siempre) se da por la creencia en la legitimidad de la dominación. Los individuos o grupos pueden fingir su adhesión por razones de oportunidad, intereses materiales propios o sólo aceptarla por falta de otra defensa. "Más bien, su propia pretensión de legitimidad, por su índole la hace «válida» en grado relevante, consolida su exis-tencia y codetermina la naturaleza del medio de dominación."t3

El Estado moderno, cuyo surgimiento está direc-tamente ligado a la afirmación del modo de pro-ducción capitalista se basa en una relación de do- CIDEr

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minación racional-legal en la cual la legitimidad de la dominación se sustenta en la "creencia en la le-galidad de ordenaciones estatuidas y de los dere-chos de mando de los llamados por esas ordena-ciones a ejercer la autoridad legal" ." Y para ejercer y garantizar la continuidad de esta dominación, man-tiene el monopolio de la fuerza legítima En este sen-tido, Weber define el Estado a través de un medio y no con base en los fines perseguidos por el Estado.

Según Bobbio, 85 si decimos que el Estado es el ordenamiento jurídico al que se atribuye el uso ex-clusivo del poder coactivo para‘ ejecución de sus normas; y si admitimos que en todo grupo huma-no hay, junto al poder coactivo, otras dos formas de poder —el poder ideológico y el poder econó-mico—, podemos precisar por qué el uso exclusivo del poder coactivo es condición necesaria de la existencia del Estado.

Un Estado puede renunciar al monopolio del poder ideológico —que Weber atribuye al grupo hierocrático, diferenciado del grupo político— como históricamente ha sucedido con la separación de Iglesia y Estado, y, más claramente aún, con la re- nuncia del Estado a la profesión de una fe o una ideología propias mediante el reconocimiento de los derechos de libertad religiosa y de opinión Igual- mente, el Estado puede renunciar al monopolio del poder económico, como ha sucedido con el reco- nocimiento de la libertad de empresa, que ha caracterizado la formación del Estado liberal como Estado del laissez faire. Pero no puede renunciar al monopolio del poder coactivo sin dejar de ser un Estado. La desmonopolización del poder coactivo representaría, pura y simplemente, la vuelta al es-

CiDer tado de naturaleza hobbesiano, es decir, al estado

de la concurrencia sin reglas de las fuerzas indivi-duales, a la guerra de todos contra todos.

La definición que da Weber del Estado no signi-' fica una ruptura completa con la tradición clásica del pensamiento político, pues ella recoge el plan-teamiento de Hobbes en cuanto al desarrollo del Estado basado en la renuncia a la fuerza física por parte de los individuos, con el fin de lograr el "po-der común" y protección para todos. Sin embargo, mientras que para Hobbes el Estado tiene el fin de preservar la paz y, por consiguiente, de proteger la vida de los individuos que se han confiado a él, Weber afirma que "no es posible definir un grupo político —y tampoco el Estado— señalando el fin de su acción como grupo, por la sencilla razón de que no ha existido ningún fin que no haya sido perseguido alguna vez por los grupos políticos; y no ha habido ninguno, desde la garantía de la se-guridad personal a la determinación judicial del derecho, que han perseguido todos ellos." 86

Aquí también vemos en Weber un concepto his-tórico del Estado, ya que el monopolio de la coacción física refleja los procesos de concentra-ción y unificación del poder, propios del Estado moderno, y las transformaciones socioeconómicas que han posibilitado tal concentración y unifica-ción. Se puede sintetizar el concepto del Estado en Weber como "un instituto político de actividad con-tinuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden vigente. Dícese de una acción que está políticamente orientada cuando y en la medida en que tiende a influir en la dirección de una asociación política; en especial a la apro-

36

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piación o expropiación, a la nueva distribución o atribución de los poderes gubernamentales."87

Es importante destacar la cuestión de la conti-nuidad, en cuanto, según Weber, además de ser absoluto, el poder soberano debe ser perpetuo. Ofrece el ejemplo de un poder no perpetuo de he-cho: un grupo de bandidos que ocupa temporal-mente una aldea, aunque, durante el tiempo que dure esta ocupación, su poder sea absoluto (y de-tente el monopolio de la fuerza). Como ejemplo de un poder no perpetuo de derecho: el dictador ro-mano, que tenía efectivamente plenos poderes, pero por tiempo limitado.

Ahora bien, en cuanto al concepto de burocra-cia, hay que recordar la relación entre el Estado moderno y el modo de producción capitalista. En este sentido la burocracia se contrapone a la admi-nistración de la sociedad feudal, que se caracteriza por un equipo humano que posee en propiedad los medios de administración. En la asociación feu-dal, por ejemplo, el vasallo asume personalmente los gastos de administración y de justicia dentro de su feudo y financia los gastos de la guerra. El poder del señor y la legitimidad de ese poder de domina-ción descansan en la lealtad personal hacia él.88

Es en el ámbito del análisis de las características estructurales de la burocracia, concebida como administración por parte de funcionarios asalaria-dos, donde se sitúa el "modelo burocrático", el tipo ideal de burocracia legal-racional elaborado por Max Weber. La construcción de los tipos ideales es la base del cuerpo teórico de Weber. "El método científico, consistente en la construcción de tipos, investiga y expone todas las conexiones de sentido

irracionales, afecflyamente condicionadas, del com-portamiento que influyen en la acción, como 'desviaciones' de un desarrollo de la misma 'cons-truido' como purarnente racional con arreglo a fines."89 Es una construcción analítica que permite comprender la acción real, influida por irracionali-dades de toda especie, como una desviación del desarrollo esperado de la acción racional.

Cuando Weber desarrolla el concepto de buro-cracia en su sentido típico-ideal se refiere a un apa-rato administrativo racional-legal (en vez de tradi-cional o carismático) y liga su existencia al nacimiento y al desarrollo del Estado y del capita-lismo modernos, los cuales requieren de un cre-ciente proceso de racionalización en las esferas políticas, sociales y económicas. Sin embargo, re-conoce que lo racional no necesariamente predo-mina en la realidad, a pesar de lo que, mediante una construcción típico-ideal, el investigador pue-de apoyarse en el análisis empírico para identificar todas las "irracionalidades" encontradas en la rea-lidad. La burocracia racional-legal se caracteriza por:

1. La existencia de un sistema de reglas genera-les que vinculan del mismo modo a los detentadores del poder, al aparato administrativo y a aquellos sobre los cuales se ejerce el poder. La legitimidad del mandato depende del hecho de que el propio mandato no traspase los límites designados por las reglas y de que se ejercite según procedimientos legalmente establecidos.

2. Ser una organización jerárquica y monocráti-ca: existe una cadena de mando en la cual las diversas posiciones están ocupadas por particula-res y no por estructuras colegiadas.

37 cloe

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3. Mantener un sistema de división del trabajo formalizado; los procedimientos administrativos estandarizados; y realizar la selección de los fun-cionarios por medio de concursos que aseguren su competencia.

4. Desvincular a los funcionarios de los medios de administración.

5. Mantener la disciplina del puesto; el ejercicio de las funciones administrativas sobre bases conti-nuadas; y el principio de la oficialidad de los actos administrativos.

6. Asegurar una despersonalización" de la acti-tud del funcionario con el fin de que actúe de un modo formalmente igual para "cualquiera". Esto significaría en principio que todas las personas ten-drían el mismo nivel de acceso a la administración.

7. Tener una "superioridad técnica" con respecto a las demás formas de administración: "En la ad-ministración burocrática —y concretamente en la monocrática, confiada a funcionarios individuales cualificados— la precisión, la rapidez, lo unívoco, la publicidad de las acciones, la continuidad, la dis-creción, la cohesión, la rígida subordinación, la reducción de los contrastes, los gastos objetivos y personales, están producidos de manera mejor que todas las formas colegiadas o de puestos honora-rios o asumidos como profesión secundaria." 9°

Comentarios adicionales

Con el análisis realizado en este capítulo se han podido destacar los principales valores promovidos por el proyecto cultural de la modernidad y por el proceso de modernización, valores que han influi-do, tanto en las instituciones rectoras del orden social construido a partir de esta época como en las prácticas sociales espaciales y temporales que han permitido legitimar y reproducir dicho orden. A manera de síntesis, cabe destacar lo siguiente:

♦ La modernidad como proyecto cultural repre-senta una transformación cualitativa en la organización social económica y política de las so-ciedades en las cuales se concientiza dicho proyecto. En este sentido, es posible diferenciar claramente una época moderna de la época predecesora, a la cual nos hemos referido como premoderna.

49. El proyecto de la modernidad se concibió y se promovió como un proyecto emancipador del ser humano, y debe ser valorado en este sentido. La secularización de los valores e instituciones signifi-có la liberación de las autoridades e instituciones religiosas, así como la instauración de un nuevo principio de igualdad entre los miembros de la so-ciedad. En este sentido, representa un esfuerzo importante por valorar las capacidades e intereses del ser humano individual y por organizar una so-ciedad en beneficio, tanto del individuo como del colectivo.

38 ciDer

8. Estar siempre subordinada a una autoridad no burocrática en la misma medida en que está subordinada la administración de una empresa a la dirección de ella.

♦ También es cierto que el Proyecto de la Mo-dernidad, orientado hacia la transformación del ser humano, fue debilitado en la medida en que se con-

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solidaron las fuerzas de la modernización. Estas fuer-zas orientadas más a la transformación de lo ma-terial, significaron la consolidación de las relacio-nes sociales propias del modo de producción capi-talista, las cuales terminan por sujetar, en vez de liberar, a los seres humanos en una relación de dominación y de desigualdad.

Sin embargo, teniendo en cuenta que la moder-nidad requiere de algún proceso de modernización, no es posible criticar la modernización como un proceso aislado del mismo proyecto de la moder-nidad. Por el contrario, se puede plantear que los mismos principios este proyecto traen consigo las semillas de las relaciones de dominación y las des-igualdades económicas y políticas. El énfasis dado a la razón, al considerarla como única y universal, necesariamente busca sujetar y dominar otras cos-movisiones culturales. La legitimación de un orden social racionalmente construido, con sus caracte-rísticas de homogeneidad y autoregulación, preten-de absorber todo lo demás, considerado como des-orden y caos.

♦ En la medida en que la construcción del espa-cio, las prácticas espaciales y temporales, las instituciones, prácticas sociales, teorías y esquemas interpretativos se derivan del proyecto de la mo-dernidad, es claro que la crisis actual de las estructuras sociales, económicas, políticas e institu-cionales debe ser analizada a la luz del proyecto de la modernidad y de la modernización. Esto signifi-ca un proceso de ruptura y creación en el cual se tiene presente, tanto un cuestionamiento de los va-lores expuestos como también la construcción de nuevos valores, hasta ahora no contemplados.

Notas Heinz B. Sonntag (ed.), Nuevos ternas, nuevos contenidos?, Caracas, UNESCO, Editorial Nueva Sociedad, 1989, pág. 127.

Gilberto Azam, El modernismo desde dentro, Barcelona,

Editorial Anthropos, 1989.

3 Miguel Angel Hernández, "La modernización social y el mun-

do moderno", en Misión de Ciencia y Tecnología. Estructura

Científica, Desarrollo Tecnológico y Entorno Social, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional, DNP y FONADE, 1992,

pág. 487. 4 Ibid., pág. 489.

sMarshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La

experiencia de la modernidad, Bogotá, Siglo XXI editores,

1991.

6 Ibid.

Consuelo Corredor Martínez, Los límites de la moderniza-ción, Bogotá, CINEP, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia, pág. 41.

8 Ibid., pág. 38.

9 Miguel Angel Hernández, op. cit., pág. 488.

'" J. Lovelock, citado por Arturo Eichler, "Oiko-Cultura: nece-

sidad y alternativa" en Edgardo Lander (ed.). Modernidad

y universalismo, Caracas, UNESCO, Rectorado Universi-

dad Central de Venezuela. Editorial Nueva Sociedad, 1991.

pág. 18.

"Miguel Angel Hernández, op. cit., pág. 490.

12 Ibid.

13 Pierre Manent, "La situación actual del liberalismo", en Cien-

cia Política, 1 trimestre de 1987. "Aristóteles, Etica nicomoquea, citado en Norberto Bobbio,

Estudios de Historia de la Filosofía: de Hobbes a Gramsci, Madrid, Editorial Debate, 1985, pág. 86.

15 Cicerón, Tusculanae, citado en Norberto Bobbio, op. cit.,

pág. 86.

16 Max Weber, Economía y sociedad, México, Fondo de Cul-

tura Económica, 7a. reimpresión, 1984, pág. 21.

17 Fernando Savater, "El pesimismo ilustrado", en G. Vattimo

et al, En torno a la posmodernidad, Barcelona, Anthropos,

1990, pág. 112.

18 Aníbal Quijano, "Modernidad, identidad y utopía en Amé-rica Latina", en Edgardo Lander, op. cit.

19 Miguel Angel Hernández, op. cit., pág. 496. 20 Leszek Kolakowski, op. cit., pág. 214.

21 Max Weber, Economía y sociedad, op. cit.

22 Ver, por ejemplo, Norbert Lechner, "Un desencanto llama-

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do postmoderno", en Fernando Calderón (comp.), Imáge- nes desconocidas. La modernidad en la encrucijada postmodema, Buenos Aires, Editorial Clacso, 1988.

23 Consuelo Corredor, op. cit., pág. 43. "Aníbal Quijano, op. cit. 25 Miguel Angel Hernández, op. cit., pág. 498. 26 Consuelo Corredor, op. cit., págs. 46-47. "Edgardo Lander, "El fin de la historia y el futuro del mundo

periférico", en Edgardo Lander (ed.), op. cit., pág. 7. 28 Héctor Fernando López A., "El descirden: la teoría del caos

y las ciencias sociales", en Ediciones del CENES, Nos. 15- 16.

"Miguel Angel Hernández, op. cit., pág. 491. 3° Ver David Harvey, The condition of postmodemity. An en-

quiry finto the origins of cultural change., Basil Blackwell, 1991. Ibid.

32 Ibid. 33 Ibid. 34 Marshall Berman, op. cit.,, pág. 60. 35 Tielman Schiel, "Modernidad e invención de la tradición"

en Lander, op. cit., pág. 66. 36 Consuelo Corredor, op. cit. "Miguel Angel Hernández, op. cit. 'Ver David Harvey, op. cit. 39 Citado en Harvey, op. cit. "Citado por M. Berman, op. cit., pág. "Miguel Angel Hernández, op. cit. 48 Ver, por ejemplo, Norbert Lechner, La conflictiva y nunca

acabada construcción del orden deseado, Madrid: Siglo XXI de España editores, S.A., 1986.

43 Ibid., pág. 18. " Ibid. 45 Bemard Rosen; Anita LaRaia, "Modernity in women: an

index of social change in Brazil", en Journal of Marriage and the Family, xxxiv,May 1972, pág. 354.

" Ver, por ejemplo, Esther Boserup, Women's role in econo-mic deuelopment, 1970. Balandier, citado en H. F. López, op. cit., pág. 99.

"Hermann Heller, Teoría del Estado, México, Fondo de Cul-tura Económica, 1987, pág. 141

49 Norberto Bobbio, op. cit., pág. 73.

40 Ibid., pág. 75. Hobbes, Questions concerning liberty, necessity and chance

al:~ (1656), citado en Norberto Bobbio, op. cit., pág. 105.

58 Norberto Bobbio, op. cit. 53 Ibid., pág. 107.

"Ibid., pág. 111. Ibid.

56 Ibid., pág. 113.

"Javier Pérez Royo. "La ciencia política como teoría del Esta-do" en introducción a /a teoría del Estado, Editorial Blume, 1980, pág. 17.

58 Perry Anderson, El Estado absolutista, México: Siglo XXI editores, 1985, pág. 13.

59 Pérez Royo, op. cit., pág. 21 Ibid., pág. 23.

" Hegel, citado en Pérez Royo, op. cit pág 29 'Pérez Royo, op. cit., pág. 34. "Cabe mencionar, sin embargo, el debate que surgió dentro

de la escuela del derecho natural entre los proponentes del derecho natural individual y los del derecho natural social, quienes se basan en la sociedad en vez de en el individuo. Ver, por ejemplo, Norberto Bobbio op cit y C B MacPher-son, La teoría política del individualismo posesivo, Barcelona, Editorial Fontanella, 1979.

"David Harvey, op. cit.

65 C.B. MacPherson, op. cit., pág. 218. 66 Guido de Ruggiere, Historia del liberalismo europeo, Ma-

drid, 1944, pág. XXI. " Pierre Manent, op. cit. 68 Benjamín Constant, Los principios de la política, Buenos

Aires, Editorial Americalee, 1943.

69 C.B. MacPherson, op. cit. Ibid., pág. 218

71 Pierre Manent, op. cit, pág. 27. 72 Locke, citado en C.B. MacPherson, op. cit., pág. 173. "Norberto Bobbio, op. cit., pág. 6. 74 !bid., Pág. 90 . "Norberto Bobbio, op. cit., pág. 258. 76 Max Weber, Economía y sociedad, op cit., pág. 39. 77 1bd., pág. 170. 78 1bid. "Ibid pág 43

Ibid., op. cit., pág. 43. " Ibid., Pág. 171. "Ibid pág 170 83 Ibid., pág. 171. "Ibid., pág. 172.

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'Norberto Bobbio, op. cit. 89 Max Weber, Economía y sociedad, °p. cit., pág. 7.

"Max Weber, op. cit. Max Weber, citado por Angelo Panebianco, «Las burocra-

87 !bid., págs_ 43-44, cias públicas» en Gianfranco Pasquino, et. al., Marina/ de 88 Max Weber, El político y el científico, págs. 89-90. ciencia política, Alianza Universidad Textos, pág. 372.

ciper