1
6/2/2018 Whoops-DiscoverSharePresent-SLIDEPDF.COM http://slidepdf.com/reader/full/histori-adela-amer-03-a-gus 1/1

Histori Adela Amer 03 a Gus

  • Upload
    raall10

  • View
    165

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • ^^

    .^

  • M\mUM mncteco Mifroqwfciwww,ufifn.edu - Guatemala

    HISTORIA

    Amrica CentralDesde el (lescubriniiento del pas por los Espaoles (1502)

    hasta su independencia de Espaa (1821)

    Precedida de una "Noticia Histrica" relativa las naciones que habitabanla Amrica Central la llegada de los espaoles

    OBKA CONTINUADA BAJO l\ AOMIXISTRACIO.V DEL

    Seor (enhimi. Diin M Mara Reyna BarriosV EX VIKTI) DE ENCARGO OFICIAL

    Cltjustn (Bmcz CarrilloIndividuo de la Facultad de Derecho de Guatemala y de la de El Salvador, de

    las Academias Espaolas de la Lengua y de la Historia, de la Matritensede Jurisprudencia y Legislacin, de las Sociedades Econmicas deBarcelona y Madrid, de la Asociacin Internacional de DerechoPenal establecida en Alemania y condecorado por el Go-

    bierno francs con las Palmas Acadmicas de I clase

    ^ a^OJ\xo rii ^

    (JUATEMALATiHooRAKiA Nacional

    1895

  • ES PROPIEDAD DEL AUTOR

  • INTRODUCCINIdea general de la situacin del reino de Guatemala

    en el lapso que abraza, este volumen

    1 686-1 748

    SUMARIO

    La historia colouial. Inters que ofrece. Modo de ser del reinode Guatemala en varios conceptos.Enumeracin de los puntos capita-les tratados en este libro.La Audiencia. El Superior Grobierno.

    Rgimen municipal. El Santo Oficio. Situacin econmica. Cos-tumbres. Justicia en materia criminal. Los aborgenes. Ciencias yliteratura. Bellas Artes. Materiales empleados en este volumen, yautoridad que merecen.

    Es propio de los pueblos cultos el empeo de descubrirla huella que en su marcha deja la humana especie y msaun los hechos de que ha sido teatro el suelo mismo enque respectivamente tienen asiento como entidades sobe-ranas. La novela histrica ofrece un provechoso intersque en vano se buscara en la que slo es parto de la ima-ginacin ms menos privilegiada del escritor. Re-constituir el pasado, resucitar personajes quienes tocdesempear importante papel en la escena pblica, paraadmirarlos en la intimidad interrogarlos sobre secretosque no deben permanecer desconocidos, es empresa tantil como necesaria.

  • IV INTRODUCCIN

    El antiguo reino de Guatemala, con todo y los pecu-

    liares rasgos de un organismo especial, no despieii:a gene-ralmente entre nosotros las simpatas que debii'ra lograr.

    (Jrecido es el nmero de los que slo atribuyen pivcio alpresente, y para quienes la Triple Alianza y la amistad de

    Francia y Rusia, los anarquistas europeos y la actitud de

    las kabilas del Riff, encieiTan ms atractivo que el modode ser que guardaban los puel)los que vivieron en el vas-

    to tenitorio de la Capitana General limitada ])or la Nue-

    va Espaa y el Nuevo Reino de Granada. Es que no ])o-seeii concepto claro de aquel estado social, y las vagas v

    inexactas noticias que de l tienen, slo al(*anzan pre-sentrselo plido y descolorido, vaciado en el molde deestrcbo rgimen, y por ende, falto de novedad y escaso

  • INTRODUCCIN V

    plenitud. Es de alta importancia descorrer el velo queimpide contemplar el desenvolvimiento de las agrupacio-

    nes que fueron el ncleo de la nacionalidad que surgi la vida al llegar su ocaso en este mismo siglo el gobier-no de la Madre Patria, no siempre juzgado con el serenoespritu que corresponde.

    Vivan, en lo general, nuestros antepasados en un so-

    siego muy parecido la somnolencia; pero en semejantemodo de ser, no faltaban vislumbres de patriotismo, noescaseaban las virtudes privadas, ni dejaban la ley y elmagistrado de merecer respeto y consideraciones. La be-neficencia, timbre de honor de la familia humana, practi-cbase con laudable afn; y si la hoiu'adez, que tanto en-

    noblecer los pueblos, no prevaleca incondicionalmente

    en todas* las clases sociales, sentanse en gi-ande escala su

    influj avasallador y su mgico prestigio. Lejos de nos-otros la idea de negar aquel organismo sus vacos ylunares. Absurdo sera asegurar que el genio del bienresplandeciera siempre en las mrgenes del modesto Pen-sativo, orillas del caudaloso Lempa, en el rico valle deOlancho; pero cabe declarar, dejando al dibujo la exacti-tud y la pureza de los perfiles y contornos, que los malosprocederes y los torpes manejos no encontraban justifica-cin, ni merecan disculpa, aunque se refugiaran bajo ar-tesonado seorial; que siempre que se descubran, lapblica vindicta era satisfecha. No fu, pues, como seempean en afirmarlo los que sin fro examen se dejan iral hilo de la corriente, tiempo caracterizado por vicios

    y abusos el del rgimen colonial; y si hubo funciona-rios que burlndose de las regias instrucciones se aparta-ran del derrotero honroso del deber, el juicio de residen-cia vena en su oportunidad hacerles sentir el peso de lajusticia por ellos atropellada; y en cambio, hubo tantos

  • VI IMKolH c ION

    que, con mano fimie, sostuvieron la ensea de la ley, sin

    que flaqueara su nimo ante el incentivo del peculadotentador, ni se dejasen airastrar del malvolo espritu defunesto despotismo.

    Menester es convenir, sin embarco, en pie, en tesis

    general, el aficionado las letras prefiere, por ejemplo, elconmovedor idilio de tala de Chateaubriand y las perfu-madas pginas de Graziella de Lamartine al extracto delas cdulas i*eales sobre el trilmto anual que nuestros abo-

    rgenes satisfacan como signo de vasallaje de la i*aza con-quistada los monarcas castellanos. Un cuento humo-rstico del travieso Luis Taboada, un ameno artculo dela bien reputada Pardo Bazn y los Recuerdos del tiempoviejo de don Jos ZoitIUi, en los que el poeta se destacaen su juvenil edad, atoiinentado por amargas incertidum-bres, decidido enumciparse de las aulas de derecho, \mvndisfrutar de su individualismo y hacer sacrificios en ai'as

    de las Musas, como si im genio profetice le anunciara larica herencia que las castellanas letras iba transmitir;esos y otros trabajos literarios anlogos dan al esjiritu unsolaz que no proporciona en nuestros fastos coloniales ]

    levantamiento, verbigracia, de los indios

  • INTRODUCCIN YII

    padas, c*on el estallido de mortfero can y los horriblessacrificios de humanos seres gastan la vitalidad de lospueblos, hay risueas y pacficas escenas, que denuncianel candor y el atraso propios de la infancia de las socieda-

    des, cuadros de relativo inters, de simptico colorido, queinstruyen los hombres serios y que. si no deslumhran

    Icon el ostentoso aparato de hbil poltica, gloria militar y

    f empresas gigantescas, ensanles cmo vivan los abor-I genes y las gentes de otras razas, cmo administraban es-;\ tas regiones los delegados del poder central, cmo se po-

    I nan en prctica las sabias leyes que el Consejo de Indias.^. elaboraba, cules eran los efectos del rgimen adoptado;

    ^ en una palabra, cules los elementos constitutivos de la

    |. sociedad que aqu vino formndose y de la que es una; prolongacin la que hoy, en brazos del gobierno propio y

    duea de su suerte, se alza rebosando de energa y se afa-na por un lisonjero porvenir en la tierra misma en que semeci la cuna de las generaciones hundidas ya en el abis-mo de la nada. No por correr tras lo agradable ha dedesecharse lo til; que todo tiene su lugar, y sera snto-

    ma de mental dolencia no simpatizar con lo que contribu-ye llevar luz al espritu. Mas no por eso se crea querehuseu su seductor esmalte estas pginas esos aconte-cimientos que impresionan el nimo de los que, si no ha-llan amenidad en una obra, la arrojan lejos de s, relegn-dola al desprecio y al olvido.

    Corren los siglos, caducan y se cambian las institucio-nes, los hombres mueren

    ;pero las sociedades nunca pere-

    cen, siempre estn renovndose, y la ley de la solidaridadrige imperturbable la familia humana, estimulndola escudriar el pasado, punto de partida de la actual exis-

    tencia. Al volver la vista al teatro de la colonia van yavislumbrndose las ideas que haban de encauzar nuestra

  • VIH INTRODUCCIN

    marcha en ms felices tiempos, por ms que en aqnllos,t 11 que la eiega obediencia, las preocupaciones y el fana-tismo religioso dominaban, no se conociese sino como iina\ aga aspiracin, en reducido crculo contenida, cual dbildestello de lejana luz, el sentimiento de la libertad indivi-dual, fuente inagotable de progi-eso en las asociaciones

    que han luchado por constituirse y engi*andecerse.

    La savia del aoso tronco hispano que daba vida alnaciente organismo colonial de Indias, sigui alimentandoal reino de Guatemala en el espacio de tiein[)o que abrazaeste libro. El espritu castellano apareci en estas tii'iTascon la conquista; y al salvar distancia tan larga, notandoinvisible, cual impalpable tomo, entre la niebla del Oca-no, bajo el sol del trpico, al penetraren nuestras selvasvrgenes y en nuestros feraces campos, con los recuerdosde un glorioso pasado y las esperanzas de risueo porve-nir, hizo ya columbrar en nuestros horizontes la transfor-macin incesante que experimentaran las entidades rpie,producto de la fusin de esj)aoles indios, asomaban la vida all donde tuvieron su asiento los pueblos que en-tre amarguras y lgi'imas inclinaron sumisos la cerviz ba-jo el incontrastable poder europeo.

    La sujecin del Peten Itza, obtenida \h)V la fuerza delas armas, ya que de otro modo no fu dado alcanzarla,descuella entre los culminantes hechos de aquel perodo;beneficio semejante no se consigui sino despus de in-tentos malogrados, cuantiosos gastos y trabajos estriles.Ocupa tambin un lugar entre lo ms conspicuo el pasopor el escenario piiblico del visitador don Francisco G-mez de la Madi-iz; su afn inmoderado de oro y podero,de fandangos y bureos, sus despticas providencias, susintrigas de mala ley, su fuga, su prisin y los motines ysangrientos conflictos por l provocados, le exhiben con

  • INTRODUCCIN IX

    los caracteres propios de una siniestra personalidad. Ha}'adems otros hechos de singular inters, tales como la in-surreccin de los zendales, sofocada expensas de ingen-tes sacrificios, y en la que muy triste papel representan eldiocesano de Chiapa, los magnates de Ciudad Real y al-gunos funcionarios piiblicos: los abusos cometidos por be-lethmitas y reprobados sev^eramente por el monarca, con

    i todo lo que concierne esa institucin de hermanos hos-

    tpitalarios: la ruina de la ciudad de Guatemala por causade los sacudimientos de tierra de 1717: los pavorosos fe-

    f nmenos volcnicos de 1728, en Costa Rica: las perturba-1 clones de Len de Nicaragua y el asesinato del goberna-I dor Poveda: el proceder ilegal de varios capitanes genera-les: la fundacin de la Casa de Moneda y de la Gaceta: el

    Santo Oficio: el Corregimiento del Valle: la creacin del^- Arzobispado: los disturbios de 1715 en Honduras; y las es-

    peciales facultades del coronel Vera en esa provincia ydel brigadier Fernndez de Heredia en Nicaragua. Esosy otros asuntos que sera largo enumerar, como la suspen-

    sin y el confinamiento del capitn general seor BarriosLeal, con su squito de curiosas peripecias, se destacan co-

    mo principales rasgos en las pginas de este volumen. (*)

    Era la Real Audiencia Pretorial quien gobernaba; enesa agi'upacin de letrados radicaba la plenitud del poderpiiblico: imeumbale en tal concepto satisfacer las necesi-dades materiales y morales; y bien se alcanza que, en tan

    amplia esfera de accin, en el vasto campo su laborabierto, rale imposible operar cumplidos beneficios. Nose provee al bien comn cuando se concentran as lasfuerzas necesarias para proteger los intereses colectivos,

    (*) Los tomos 1" y 2" de esta obra se deben la mu\' acreditada

    pluma del inolvidable esc-ritor guatemaltecio don Jos Milla.

  • X INTliOUCCION

    que demandan, para ser cual conviene administrados, es-

    pecalos aptitudes y expeditos procedimientos, inconcilia-

    bles con la lentitud de los trmites. Sistema peligroso

    por varias razones es la concenti*acin de poderes, y lo ad-

    ministrativo y lo judicial son ramos del gobierno que de-ben estar uno de otro separados. Por fortuna, no durmucho ese rgimen: en 15() se expidi cdula real encro-mendando exclusivamente el gobierno al presidente de laAudiencia, para que sta no se reservara ms que la justi-cia criminal y civil. Qued as esta colonia equiparadaen ese punto la Nueva Espaa, porque los viiTcyes resi-

    dentes en Mjico tenan el gobierno, y la Audiencia, cuyoparecer consultaban en negocios arduos, slo tena su

    cargo, y era bastante, el alto seoro de la justicia.

    Agi'ias contestaoues, que ms de una vez resonaroncon doloroso entrpito en el cuerpo so(;ial, ocuiTeron en(iuatemala, con desprestigio de la autondad y menoscabode los pblicos intereses, entre capitanes generales y oido-

    res; ft'utos amargos de las condiciones especiales del pas,

    en el que todo loia que presentarse erizado de difi-

    cultades.

    Importante papel desempeaban los Ayuntamientos, yes que su gestin, en vez de ceirse al gobierno local, pe-netraba en lo poltico hasta cierto j)unto: reflejbase (pii-z, aunque dbilmente, en esas corporaciones populares laimagen de los Concejos de la Edad Media en Espaa, elespi-itu del Municipio romano del tiempo de los visigodosen la Pennsula; imede decirse que conservaban l^nresto de sus antiguas facultades, de sus i)rimitivos privi-legios. Incuestionable era, pues, su prestigio, y los car-gos de capitulares fueron tan deseados, que los regimien-tos, puestos en pnl)lic) remate sornii la loy. disputaban-

  • INTRODUCCIN XI

    st'los los ricos vecinos, y obtenanse trueque de fuertessumas de dinero; indecoroso trfico para el erario pblico,

    pero que lejos de envilecer los oficios concejiles dbalesrealce al ponerlos en manos de gente distinguida y acau-

    dalada, la que de su posesin no reportaba, sin embargo,otras ventajas que las procedentes de la honra anexa lainvestidura, y sta impona deberes muy complejos y res-ponsabilidades ineludibles. El concepto que del rgimenmunicipal S(^ prc^fesaba permita los ayuntamientos ini-ciar y aun tratar asuntos de la competencia del gobierno.No se agitaban, pues, en el campo estrecho de la perpetuamenora, aunque no por eso dejaban de sentir en un casodado la tutela de la administracin. Testimonio elocuen-te de lo expuesto es la carta que el capitn Ursa dirigi la Ciudad de Guatemala; es decir, su cuerpo munici-pal, en marzo de l(i97, para participarle que, obtenida yapor l la conquista del Peten, estaba ocupndose en hacerque se ejecutaran los trabajos necesarios para abrir el ca-mino que haba de facilitar el trfico entre estas provin-cias y la de Yucatn. (*)

    Ayudada del derecho de peticin del que tanto usabaesa corporacin popular, fu un organismo de vida, noslo en su distrito, sino en las varias secciones del reino.

    En San Salvador, San Miguel y San Vicente, en Leny Granada, en Ciudad Real, Tegucigalpa, Comayagua yaun en otras poblaciones de menos valer hubo ayunta-mientos. Invoc la salud piiblica el de Cartago en 1712,y desconoci y depuso al gobernador de la pro\4ncia, reode imperdonables faltas.

    (* ) Coleccin de documentos antiguos del archivo del ayuntamien-to de la ciudad de Guatemala, formada por su secretario don RafaelArvalo. Edicin del Muaeo Guatemalteco, 1857, pginas 19(5 y l)7.

  • XII INTRODUCCIN

    Tal era el alcance de las facultades de esos cuerpos,

    hijas de la necesidad las veces.Alianza, en mala hora forjada, del ])oder civil y del

    edesistico, del trono y del altar, para el sostn de su res-

    pectiva prepotencia y absoluto predominio en la sociedad,fu el tribunal del Santo Oficio, organizado tambin luiu

    y que estaba en su apogeo en el tiempo de que en este vo-lumen se trata.

    Duele rcordar cmo sei'van sus inhumanos procedi-mientos pai'a pisotear las mximas de amor y caridad, depaz y tolerant^a, que el cristianismo predica y que son labase de su liberal rloctrina.

    No amarg los habitantes del reino de Guatemala el(espectculo horrible de la pena del fuego aplicada infe-lices procesados: el Supremo Tribunal estaba en Mjico,y esa ciudad iban los expedientes y los reos de los lla-mados delitos contm la fe: no ardieron, pues, aqu las lio-^ueras (pie en otras ])obla

  • INTRODUCX1IN XIII

    bi la muerte, ya se les quemara vivos, ya despus de ha-brseles dado el vil garrote.

    Exentos de tan nefando poder estaban por expresasleyes los indios; y sin embargo, traspasando los lmites desu jurisdiccin los inquisidores de Guatemala, no.tuvie-

    1 ron escrpulo en proceder las veces contra los aborge-I; lies encarcelndolos y azotndolos.

    ^ Dirase que no anidaba la clemencia en el nimo dei; jueces que no eran susceptibles de conmoverse ante el- martirio de los procesados; y no obstante, no era raro ver

    |; un 'aile inquisidor visitando un enfermo en humilde% choza, prodigndole consuelos y dolindose de sus desdi-|i chas el da mismo en que acababa de aplicar el brbaroI tormento del potro del agua un infeliz cuyos alaridos

    I no ablandaban su corazn, ni alteraban la serenidad de

    Isu semblante: dualidad extraa, amalgama informe de

    I bien y de mal, de entraas crueles y de bondadosossentimientos

    Ya se deja entender el sobresalto en que el Santo Oft-cio mantena los moradores del reino de Guatemala, quetemblaban ante la idea de una denuncia que los conduje-se al helado recinto de las prisiones inquisitoriales, por

    ms que aqu no hubiese revestido ese tribunal carctertan horrible como el que en otras partes del Nuevo Mun-do seal su existencia.

    Por lo dems, entregbanse los habitantes del pas,aunque sin grande actividad, las tareas que les daban elsustento; era crecido, sin embargo, el nmero de los queexperimentaban los rigores de la escasez; que no fu des-conocida en aquel tiempo la miseria, y sufranla hasta fa-milias de la alta clase social; hecho que encuentra expli-cacin suficiente en el lnguido estado que guardaban losintereses materiales. Por un motivo otro las haciendas

  • XI \ IM i )J ) I rr ION

    y crasas iban cayc^ndo en manos del elei'o regular, y tancreeiente aciunulacin embai-azaba el reparto eqnitativt)de la riqueza y atraa los conventos ninltitud de per-

    sonas, que al busca* al)rigo all contra la desnudez y elhambre, robaban calrala existencia econ^unica, dejandoas de sentirse en sta la aplicacin fecunda de las fuerzasindustriales. 8e alann el monarca y pivvino la Au-diencia que excogitara los medios ms adecuados y se lospropusiese, no slo j)ara im])edir que en las comunidadesmonsticas (continuaran concentrndose los bienes di' for-tuna, sino para evitar que vistiesen el sayal del fraile tan-

    tos individuos qm deban ocupai*se en la labranza d' latieiTa y en otros trabajos meor sas

  • INTKODUCCIOs XV

    que se acogieron los ai)siirdos vaticinios de catstrofesque hizo una atrevida l)eata: prueba evidente del fcilasenso que tan ridculos orcios dbase por desgracia.Las buenas costumbres extendanse en ancho campo; sloen la plebe de las principales ciudades se notaban daa-dos instintos, especialmente bajo el influjo de las bebidasalcohlicas, las que era nmy aficionada; y en algunaspoblaciones de Costa Rica y otras provincias encontraron

    % un portillo abierto los hbitos contrarios la sana moral,

    % fomentados por la miseria y la ignorancia.;v No imperaba entre nuestros mayores la sed de lucro yt>, de boato que hoy aguijonea la sociedad; eran en todoI, parcos y modestos. Las prcticas religiosas figuraban^ entre sus principales deberes, y el fanatismo, origen de

    il tantos males, haca sentir su incontrastable omnipoten-1 cia. Grande era el ascendiente del clero, y si no faltaban

    diocesanos y prrocos empeados en enriquecerse todotrance, dados usurpar los derechos de la potestad civil,no era corto el nmero de los que en todos sentidos ob-servaban conducta intachable; clrigos seculares y regu-lares hubo que, obedeciendo evanglicas mximas, en-cargronse de proteger los aborgenes y de restablecerla paz alterada en el seno de las familias.

    En gran respeto eran tenidas la autoridad paterna y lamaterna, y los hijos, aun casados y emancipados, mostr-banse siempre afectuosos y dciles con los autores de susdas. El torpe egosmo no se enseoreaba fcilmente delos nimos, porque los nobles sentimientos del coraznirradiaban con amplitud, derramando el blsamo de la di-cha en la existencia social.

    Distinguase la justicia criminal por el cruel esprituque la caracterizaba en Espaa, en Francia y en las demsnaciones del Yijo Mundo; tristes espectculos de casti-

  • XVI lMHoJ>LcilON

    gos corporales dbanse en calles y plazas, y los piiblicamente flagelados expuestos la vergenza pblica per-tenecan la clase nfima de la sociedad, criada en ini})uraatmsfera, y ms fcil, por ende, de mancharse con el ro-bo y los delitos de sangre.

    Sin embargo, entre la densa bruma del atraso y enmedio del vaco que de preciosos elementos se experimen-taba, mostrbanse las gentes satisfechas de una vida sinvariedad ni emociones, y c(m la quietud en el liogai-

  • INTRODUCCIN XVH

    fcil que prescindieran de sus tradicionales supersticiones,

    y al prosternarse ante las imgenes de los templos se figu-raban estar practicando su amado culto idoltrico. Laembriaguez, la que tan inclinados eran, embrutecalosms y ms, y las cofradas, en mala hora aqu organizadas,ya que por su medio no se buscaba objeto piadoso alguno,servanles para consumir el fruto de su trabajo y para quelibremente pudieran emborracharse con la regional chicha.

    Mal inspirados magnates y codiciosos funcionariosabusaban de los indios, si bien no tan frecuentemente co-mo s supone^ explotndolos de varios modos y tratndo-los con indebido rigor; por fortuna, el recurso de quejaante la Audiencia, ante el capitn general, lograba dis-minuir, ya que no desterrar del todo, tales demasas, gra-

    cias al correctivo por las leyes sealado y por las respec-

    tivas autoridades casi siempre impuesto.

    Aunque de amilanado espritu los aborgenes, resulta-do natural de la servidumbre en que estaban, consagr-banse, una buena parte de ellos al menos, personalesempresas, ya labrando sus propios campos, ya ejerciendoprovechosos oficios mecnicos, en los que daban testimo-nios de indudables aptitudes: muchos se enriquecieron,sealadamente los caciques, y llegaron vestir trajes depao y habitar cmodas y elegantes casas; fcil seracomprobarlo trayendo cuento nombres y apellidos. Pro-porcionbanseles escuelas para aprender leer y escribir,

    y no se les neg la entrada en las comunidades religiosasy en los colegios, fin de que, segn su capacidad, pudie-ran conferrseles las dignidades eclesisticas y oficios p-blicos (*). El pago del tributo anual las reales cajasexonerbalos de las alcabalas que cubran los dems po-

    (*) Cdula de 26 de marzo de 1697.

  • XVm INTRODUCCIN

    bladores del pas, y los repartimientos que estaban suje-tos eiicontrbanse reglamentados de modo que por tal ser-vicio no sufriese menoscabo su salud, ni dejara de satis-facrseles el jornal devengado. Sieni})n' tuvieron suscabildos y aun gobernadores de su propia *i*aza, aunque

    con muy limitada autoridad unos y otros. As pues, susituacin pecidiar, si bien no libre de vacos y lunares,

    distaba mucho de merecer el lastimoso concepto

  • I*

    INTRODUCCIN XIX

    nutridos por lo comn de empalagosas citas latinas. Me-cidas en modesta cuna las ciencias y las letras, algn des-arrollo, sin embargo, adquirieron, merced la perseveran-cia (le sujetos estudiosos, del estado eclesistico con par-ticularidad:' y el divulgar tiles conocimientos era elgalard(')n ms preciado que para sus vigilias pudieran ape-tecer los (pie conservaban el fuego santo de la erudicinen el pas.

    El espritu de devocin, distintivo rasgo de la sociedadcolonial, resalta por lo comn en las composiciones en])rosM y verso de nuestros antepasados, aun cuando fueranstos del estado seglar. Reclambalo as el ])rofundo sen-timiento religioso de la poca; y no slo en los entremesesque eu l(>s monasterios representaban las novicias, no s-lo en las piezas dramticas que en escena se ponan en loscolegios de los P. P. de la Compaa de Jess, sino hastaen las comedias de casas particulares evitbase en lo ge-neral el tinte profano que de ciertos lmites saliese. (*)

    El ])erfinne del galanteo y del pundonor, que caracte-rizaba tantos productos literarios de la Espaa de aqueltiempo, no se saborea en los de Guatemala. Es que, talvez, no se concedieron los honores de la publicidad lasapasionadas rimas de atre\do galn, ni las armoniosasendechas de trovador infortimado. Nada hay que recuer-de miijeriles devaneos, ni caballerescos lances entre va-les paladines. Si mal aconsejadas sirvientas y poco es-crupulosos lacayos llevaban pulidos versos aristocrticasnias, no le es dado afimiarlo negarlo al que estas lneastraza. Y no es que escasearan los incidentes. En brazosdel alfrez don Rodrigo de Arias Maldonado y en la estn

    -

    (*) Haba en aquel tiempo (1686-1748) nn colegio dirigido por losjesiiitas en la ciudad de Guatemala y otro en Ciudad Real de Chiapa.

  • XX INTRODUCCIN

    cia de ste, muri, en nocturno solaz, una mujer de la al-ta clase social; y tan raro suceso, unido otros de anlogandole, hizo decir al festivo escritor peruano don RicardoPalma que no faltaron en aquel tiempo damas que tuvie-sen la fea costumbre de desfallecer y morir en* casa de susamantes. Esos y otros hechos peregrinos habran podidodar pbulo la imaginacin del versificador cu niu'stratierra. La catstrofe de la ciudad que en el risueo vallede Almolonga se alzaba, y que en Septiembre de 1541, entriste inolvidable noche, pei*eci por la violencia de lasaguas y de los sacudimientos subteiTneos, sucumbiendocon ella la desgi-aciada viuda del conquistador y tantosotros infortunados seres, es objeto propio para una com-posicin elegiaca. Nada hay, pues, en verso sobre acon-tecimientos tan curiosos, si se exceptian los romances del

    Dr. don Cristbal Hincapi Melndez, acerca de la ruinade la ciudad de Guatemala en 1717, y que segn el juiciode un ilustrado escritor guatemalteco, no son ms que cr-nicas rimadas. Distaban an nuicho los das en que de-bieran tales cosas aprovecharse para forjar poemas y es-cribir novelas con fondo histrico.

    Es genemlmente la literatura el reflejo de la sociedad,y, como todo lo que est llamado desenvolverse y crecer,recibe el influjo de la atmsfera que en suerte le toque.Muy privilegiados intrpretes de lo bueno y de lo bellobnllaban en la Pennsula en aquellos siglos, mientras queen nuestro pas, en el que todo era incipiente, aunque nofaltara la aficin la poesa, ieron contados los que porel mrito de sus tareas logi-aron recomendarse la poste-ridad. El soneto, de suyo tan difcil, y las dcimas, eran,sin contar algn otro, los gneros favoritos de los cultiva-dores de la gaya ciencia; pero el prosasmo y otros defec-tos deslizbanse menudo en las composiciones, malen-dolas y desnaturalizndolas.

  • INTRODUCCIN XXI

    'iva ya en el lapso enceiTado en este volumen el in-ohddable bardo guatemalteco Rafael Landvar; sin em-bargo, no haba producido an su admirable ingenio (1748)esos frutos sazonados que tan alto lugar le dan y que ha-cen de l un verdadero timbre de gloria para las letras co-loniales. (*)

    En cuanto las producciones en prosa, el gongorismo,como se dijo ya, encargbase de imprimirles su extrava-gante sello: comprubalo la Recordacin Florida de Fuentesy Guzmn, obra importante en varios conceptos; acredtalotambin el cronista Jimnez, que algn tributo quiso pa-gar al amaneramiento coiTuptor, vicio del que pudo en logeneral libertarse fray Francisco Vzquez en sus trabajoshistricos.

    Artificio y pedantera caracterizaban, pues, la mayorparte de los que en prosa y verso ejercitaron sus faculta-des. No llegaron entender que no est la belleza en elhiperblico y afectado estilo, y que la sana crtica tiene

    un importante papel que representar en el ameno campode las letras humanas. Malogi'banse as talentos claros,

    y esterilizbanse esfuerzos generosos, faltos aqullos ystos de la luz que da la imitacin acertada de los gi*andesmaestros. Hubo afortunadamente quienes se preserva-ran del contagio

    ; y aunque sin eximirse de imperfeccionesvarias, pudieron dejar recuerdo grato de su labor en losanales de la colonial literatura.

    No yacan en abandono las bellas artes; por el contra-rio, rendaseles vasallaje, y la escultura, que tanto crditodio Guatemala, era cultivada por sujetos de felices ap-

    (* ) Del padre Landvar y de los dems guatemaltecos que, ya como

    poetas, ya como prosistas, se sealaron en tiempo de la colonia, se tra-tar en seccin especial, en la que tendr cabida todo lo que se refiere ciencias, literatura y bellas artes.

  • XXn INTRODUCCIN

    titudes, pero faltos de esmerado aprendizaje en el ramoelegido. Ms que en la arquitectura, ms que en la msi-ca y la Miitura. encontr en la escultura el cnio de hbello facilidades para abnrse paso en nuestra tierra, in-terpretando con su divino lenguaje los nobles sentimien-tos del corazn. Hnnoso rastro de su habilidad dejaron(*n aquel perodo vanos hijos del pas. El artfice del Na-zareno de la Merced, que lo fu el inspirado Zijra, me-rece sin duda que se le recuerde; y la historia, llenando undeber de justicda, tiene pu* onsen'ar los nondires de losmaestros Blas Bodega y Matas Espaa, (pie produjeronen madera obras tan ntablesque c>n razn eran solieita-das dentro y fuera de este pas. Por desgracia, las (\scul-

    turas exteriores de los templos, exclusivamente decorati-vas, nada valen en lo que se refiere las figuras Inunanas;es nmy difcil encontrar en esos trabajos algn rasgo debelleza; no sucede lo mismo en la ornamentacin, en laque hay buenos rasgos, si l)en trazados con poca segun-

    dad y escaso dominio del asunto.Mucho por des*ar dejaba la arquitectura; en un j>rin-

    re(lomi]iaba. ti*Mie

  • INTKODUCCION XXIU

    mencionarse, adems de las obras del artista Montfar,algunos lienzos y ciiadi'os que adornaban las iglesias dela derruida capital y que hoy existen en la nueva ciudadde Guatemala.

    Sea como quiera, subsisten en nuestro pas trabajosde aquel tiempo, que ponen de relieve el estado que guar-daron las bellas artes; son testigos que, segn la expre-sin feliz de ^lontgut, podemos interrogar, y que conmisteriosos lazos nos unen al pasado colonial y mantienenen nuestras almas el culto bendito de los recuerdos.

    El autor de este volumen, en su afn de no defraudarla confianza del Gobierno Supremo de su patria, que tandelicado encargo quiso conferirle, nada ha omitido porpresentar una obra tan imparcial como nutrida de subs-

    tanciosos materiales; y as como el pintor aprecia cual-

    quier dato que se le da al ocuparse en trasladar al lienzola imagen de una persona que lleva largos aos de haberdesaparecido del mundo y de la que tan slo quedan dbi-les recuerdos; as tambin el encargado de ejecutar estetrabajo ha credo que nada deba desdear, ni aun detallesde aparente escasa significacin, siempre que pudieran

    servirle pax*a aclarar puntos obscuros y penetrar en el d-

    dalo de lo desconocido.

    En autoridades tan irrecusables como son los archivosde la Real Audiencia y del Superior Gobierno est basadoel relato; aqullos han sido el principal arsenal del naiTa-dor, y cada vez que el caso lo requiere ha citado los folios

    de las colecciones de los reales despachos y los nmeros delos legajos y expedientes, pues en cuanto las cdulasconsultadas, siempre se sealan las fechas respectivas,

    para no correr el riesgo de que se ponga en tela de juicio

  • XXrV INTRODUCCIN

    la legitimidad de las afirmaciones que se hacen, ya quehoy se proclama y acepta como regla saludallc el no pros-tar fe ms que los hechos conij)robados.

    En fonna de notas se citan tambin en los ron-espon-dientes pasajes, los autores estudiados. No se extraeque entre ellos no figure Bancroft ; ste no trata en lo quese refiere al lapso que abarca el presente volumen, msque de piiitas, de Belice, misioneros, turbulencias sus

  • HISTORIADE LA

    AMRICA Central

    CAPITULO I

    SUMARIO

    [ostilidades procedentes del exterior. Sus causas. Puertos for-

    tificados. Uolfo Dulce y su baluarte. Puerto Caballos y proyectode euiprender all varias obras. Dificultades que ese respecto opusoel gobernador de Honduras. Corsarios y piratas. Provisin de cier-tos cargos en militares. Medidas tomadas para combatir al enemigo.Ataques de que fu objeto Ni(!oya. El Elector de Brandeburgo y suspretensiones en Amrica. Choles y lacandones. Tributos. Arance-les paiToquiales.El Sr. Rodrguez, gobernador de Nicaragua.Instruc-ciones dadas los gobernadores de las provincias. Inters que ofreceel juicio de residencia del alcalde mayor de Tegucigalpa, por la aboli-cin de ciertas prcticas en esa alcalda mayor. Manejos de un supues-to abad. Recompensas otorgadas por servicios. Pago de sueldos deempleados. Escuelas. Leyes sobre la materia. Testimonio del padreGage. Publicacin de libros. Imprenta. Censura. Fondos destina-dos la Universidad. Recurso de queja ante el superior. Costa Rica.

    (1686)

    Espaa, fiel al estrecho criterio generalizado en el Vie-jo Mundo, no fund en estos pases un rgimen expansivocomo el creado all en la antigedad por el espritu hel-nico en las colonias griegas de Europa, Asia y frica; y launidad nacional que los reyes castellanos trataron de ex-

  • J HISTORIA DE LA

    tender y aiTaijai' en Amrica, exarerbase en diversosconceptos, encerrndf>se en redncido molde, ya por la eli-minacin de extraa gente, ya por el exelitsivismo en ma-teria de trfico mercantil.

    Empebase frecnentemente la nacin espaola enguen-as con la Oran Bretaa y otros pueblos enropeos; yno slo por i^ansa de esis Inchas, sino por el afn ([iie eningleses y otros extnmjeros se desi)ertaba

  • r AMRICA C^ENTRAL 3Avis, en tal virtud, al g()l)ienio de Espaa (julio de1673) el capitn general Sr. Escobedo que, eon arreglo su encargo, haba ido la ciudad de Comayagua, y que,no obstante las dolencias fsicas que entonces aquejabanal gobernador de aquella provincia, don Pedro de Godoy,lo haba ste acompaado Puerto Caballos, yendo tam-bin con ellos el maestre de campo don Francisco de Cas-tro Ayala.

    Los referidos funcionarios y los pilotos de dos navesque all estaban fondeadas, examinaron el puerto; y des-pus de echar sonda en el canal, descubrise que haba detrece catorce palmos de agua (*) en un banco formadopor las avenidas del ro Mai*qus, (^ue en ese punto desem-boca. Veinte aos antes tena ese canal veinticuatro pal-mos; y el maestre de campo Sr. Ayala, comisionado paradar otra direccin al ro y evitar tales inconvenientes, fude parecer qiu' la mejora era fcil de conseguir, mpin-dose as el canal, en })eneficio de un puerto de ms de unalegua de largc y cei-ca de media de ancho, con buen fon-deadero en las mrgenes, de suerte que podra i)ermitirque en tierra se carenasen los buques. Por otra parte, elarl)olado de los contornos sera muy til para diversosobjetos, y la lengua de tierra de la herradura entre el mary el puerto era adecuada ])arM la fortiftcacin (jue debiei*alevantarse.

    Terminadas esas diligencias, volvi el Sr. Escobedo la ciudad de (TUtemala, \h)V la va de Golfo Dulce, dondetom algunas medidas de utilidad pblica. El Sr. CastroAyala se qued en Puerto Caballos; pero habiendo enfer-mado gravemente, por causa del mortfero clima, y pul-sando en el desempeo de su cometido difcultades que,como fundadaiente se presume, procedan de la oposi-cin que encontraba en el gobernador de Honduras donPedro de Godoy, regres la ciudad de Guatemala, sinejecutar cosa alguna de ])r(^>veclio en Puerto Caballos.

    (*.) Palmo: medida (jue equivale muy poeo menos de 2()}> milmetros.

  • 4 HISTORIA DE LA

    Interesado en el asunto el rey de Espaa, expidi en1674 otra cdula, en la que se recomendaban las obras di-chas, y se estinnaba al Sr. Castro Ayala realizarlas, ofre-cindosele el empleo de gobernador de Honduras, si da))apruebas de celo en el particular.

    De a(nierdo con esa nueva cdula dispuso el SuperiorGobierno de Guatemala que el referido maestre de campodon Francisco de Castro Avala cmnpliese con lo preveni-do sobre el 'ambio de cur^o del ro, manejndose

  • AMRICA CENTRAL 5

    Acordse, pues, que los cargos de gobernadores, alcal-des mayores y corregidores de la costa del mar y partidos

    m inmediatos se proveyesen en individuos acreditados comom soldados valerosos, y que todos los vecinos de esos pun-1 tos se les projiorcionasen lanzas, arcabuces, balas y plvo-

    ra; en el c^oncepto de que en los juicios de residencia de-ban responder de la conservacin y buen uso de esos ar-tculos de guerra los funcionarios dichos.

    Al llegar ac esa cdula, dispuso la Audiencia obser-I varia, y la transcribi los gobernadores de las varias

    ; pro\ncias del reino de Guatemala, para que la primeranoticia de la aproximacin desembarco de enemigos,acudieran con sus jefes los vecinos armados la parte

    I amenazada.

    I Entre las depredaciones ejercidas por los piratas enI Amrica, se haba hecho notar en aquel tiempo un saqueo

    I de consideracin consumado en la ciudad de Veracruz; suceso que sirvi de estmulo al rey para dictar las medi-i das de que se habla, y entre las que debe incluirse la or-

    ganizacin de tropa de caballera, con el objeto de quecon ms presteza se acudiese combatir los corsarios ypiratas. (*)

    (* ) Los excesos eu aquella inolvidable ocasin cometidos por los

    piratas en Veracruz. revisten tan inusitada crueldad, que se ha estimadooportuno darlos conocer. El historiador Riva Palacio ( Mxico d tra-vs de os Si(/los, tomo II, pginas 638, 639 y 640) los describe as:

    El lunes 17 de mayo de 1683, pesar de que por costumbre y pormandato real salan algunos barcos reconocer las embarcaciones queaparecan lo lejos, y aunque haba en la Caleta siete barcas de pesca-dores, ninguna de stas ni el viga salieron reconocer dos navios dealto bordo que se avistaron por barlovento como dos leguas del puer-to. Como los vecinos estaban en espera de la flota, con seales de ale-gra se recibi en Veracruz la noticia de haber aparecido aquellos na-vios; sin embargo, algunos comenzaron suponer que eran enemigos,porque eu llegando la boca del canal tomaron vuelta afuera, pesarde que el viento soplaba favorable; pero esos temores desechbanlosotros, di(!endo que si aquellos navios no entraban desde luego al puertoera porque pertene(;iendo la flota quedaban fuera en espera de la eapita-

  • 6 HISTORIA DE LA

    Haban los del mar del Sur atacado en 1684el partidc de Nicoya, y los vecinos de esos pueblos, aborgenes casien su totalidad, se esforzaron en la defensa, basta ponei-en fuga al fneinigo. causndole la muerto de algunos hom-bres, sin que i)oi' pai-te de la gente de Nic>ya iiubiese otr^desgi'acias (jue lamentar (jue la muerte de un indio y lasheridas i'er

  • AMRICA CENTRAL 7

    sta los tuviese presentes para conferirles empleos de losde nombramiento reservado ese alto cuerpo. Los caci-ques de Nicoya, defensores tambin de aquel partido, fue-ron objeto de una demostracin honrosa: diles el rey lasracias por conducto del capitn general de este pas.

    La (*onservaci(Sn de las Indias en poder de Espaa, eraasunto que preocupaba los reyes de Castilla, que vean

  • 8 HISTORIA DE LA

    des haba participado la Corte de Madiid que el rey deDinamarca y el Elector de Brandebiu'go estaban nego-ciando un tratado para comerciar con las Indias. Preve-nase, pues, al capitn jeneral de (xuateniala ([uc dictarasus providencias para que, en el caso de llegar estospuertos Inujues de alguno de los soberanos dichos, no losadmitiera, rechazando cualquier designio por ese mediointentado contra los dominios y vasallos del rev de Cas-tilla.

    Sojuzgadas por las armas de Espaa las naciones abo-rgen(s, y establecido tMi ellas, cual organismo de vida, elrgimen de la nueva adniinistraci

  • AMRICA CENTRAL 9

    i{\\v dej^eiide del gobierno ceiitrid, inieiiti'iis que la Vitrie-dad no tiene otra razn de ser, en los pueblos ya organi-zados, (ine la que se deduce de la existeneia de los muni-cipios que sea dado ir formando: al concentrar en unmismo punto muchos rayos de luz se extiende el campode la actividad liumaiui y se favorecen todos los progre-sos. La mejora de condicin del pas en sus varias par-tes, reclamaba la unidad administrativa, para que los des-heredados del Peten y Lacandn saboreasen los frutosdel gobierno europeo, que traa, con sus reglas de justicia,los cimientos de un porvenir ms venturoso que el quehubiera podido esperarse de la viciada civilizacin ante-rior la conquista de estas tierras por Alvarado, Olid,Hernndez de Crdoba y otros capitanes espaoles.

    Varios misioneros haban ya trabajado por la reduc-cin de los choles y lacandones, consiguiendo algiin fru-to, ainupie luego volvan aquellas tribus sus costumbresnmadas y salvajes. En 168G vinieron de Espaa nuevasrdenes para que no se desistiese del intento: hzose loposible por alcanzar ese beneficio; pero era empresa hartoescabrosa dominar la ndole rebelde de los indios v abrir-

    prodiijo all escenas (*(iim(>v('(l()ras; li()ml)irs liubo i[nv se arrojaron porlas ventanas matndose del golpe; moran las mnjeres de terroi- sofo-cadas por el calor y envenenadas por acpiella atmsfera corrompida.Algnnos ricos fnern sacados por los piratas de la iglesia, y se les diotormento ellos y is esclavos para ari'ancarles el secreto de riipiezas(pie se snp()nan ocnltas.

    Los iratas hicieron cargar y embarcar el })ot]i, valindose paraello de t()dos los hombres (pie haban a})rehendido, y separaron las mn-jeres ([ne les parecan ms bellas, dejando el resto en las prisiones.

    El viernes procedieron los piratas endVarcarse, llevndos todos

    los prisioneros, de los qne mnchos mnrieron en el trnsito antes de lle-gar los navios. Hasta el sbado 2 las diez de la maana no terminaipiella oi)eracin, qne ]>re

  • 10 HISTORIA DE LA

    e paso al tmvs de espesos ])osques y proiiKios l>arran-eos, bajo un sol abrasador y entre nuiltitud de reptilesvenenosos. Hubo, jues, de aplazai-sa, se encon-traban escasos de medios para satisfacer anualmente alsisten-cia U' proporcionaban. Acudieron los indj^enas al Supc*-ror iilobiem de Ouat(MnaIa, manifestando no serles yaposible; el paj^o d( la cuota dicha, y pidi(Mido (pie se de-clarase en tal conccptc lo (|nc flcbi'ran dar al Mira en losucesivo.

    Movido poi' lili s'iit lmenlo i' justicia Hasta el dominp l'. no pudieron volver Venu-ru/ los d*sjfraeia-dos

  • AMRICA CHENTEAL 11

    En la dicesis de Guatemala y en la de Chiapa exis-ta, en los puel)los de indios, la costumbre de que stossustentaran sus administradores eclesisticos con elproducto de los bienes de comunidad, y con tal motivoprevena el arancel vij^ente que no se exigiesen derechospor bautismos, casaniientos y dems servicios de los p-rrocos. La Auiliencia, tomando en consideracin lo ex-puesto, dispuso que se librara despacho para que los abo-rgenes del pueblo dicho no estuviesen obligados de modoalguno al contingente referido, y por ruego y encargo seprohibi al cura pedirles la cuota, debiendo ste confor-marse con el producto de lo que se denominaba snodo ydoctrina y (jue por reales cdulas le estaba asignado.

    Los i-eligiosos dominimnos de la provincia de Chiapaobjetaron la providencia, pretendiendo que los indios es-taban en el deber de sustentar los curas doctrineros, y(pie, en el evento de no ser eso posible en Escuintenango,se discurriese otro arbitrio apropiado, pues as lo precep-tuaban diferentes ordenanzas, autos acordados y realescdulas.

    tildo. Las pt-rdidas sufridlas t'U Veracniz se calciaron en ms de cua-tro millones le jx-sos; el nmero de muertos entre los vecinos de laciudad pas de trescientas i)ersonas. Los piratas desembarcaron msde nove

  • TJ HISTORIA DI 1 A

    El oidor fiscal, (M^iisiiltado al etWto, ])idi que se rojea-se y encarjase los obis])os del reino de (Tiiatemala, conaiTejlo cnones del Concilio Tridentino y del Mejicanoy setn'ni leyes rec>])ihnlas recientemente, ((ue hiciesen, sinolvidarse de las costumbres legtimamente establecidasen las respectivas dicesis, aranceles detallados sobre lo(jue en cada curato hubieran

  • AMRICA CENTliL 13

    tiirlo v\ seor Rodrguez antes de salir de la Pennsula,ante el l'onsejo de Indias.

    Ordenbasele en el citado ttulo subordinw su con-ducta las leyes, cdulas y provisiones dadas, y facult-hasele ])ara nonil)rar tenientes en los lugares de Nicara-gua qu

  • 14 HISTORIA II I \

    Personas que no han estiuiia la niarlia del jobienurlonial, que n liferentes penas al resil'nciado; p"ro.le.sco.so el rey le abdir la pn'u'tica, pu en el listrito mi-nero de Tegu*igalpa exista, de ha*er contribuir los in-s MU pai'ti'ular*s tributos ]>ani '1 al'all;lispo.sicin incumesen en tan reproba-do manejo los ab'aldes mayores de e.se pai'tido. Advir-tese, i)ues, (pie n (pie(hiban impunes los abusos de lasautoridad(s, portpU' d juici> de residencia era. mi nltinit'mnino, una sidudalde represi>n.

    Todo lo qiu* se refera al sostn ! la lruapiilidad enestos pases y al ulto pie mer(M*e la moral, era objeto departiMilar solieitinl jM>r part' l'l golMcrno de Kspaa, sibien el sistenm dominante mantena sus -olonias aj)ar-tadas del ti-ato y eomereio con extranjeros: nadie ei'alcito venir las Indias sin pemii.so de los reyes de Casti-

  • AMEICA CENTRAL 15

    lia; y si aliuit'ii, fuese ii subdito de aquellos monarcas,|)asal)a estas tierras sin tal requisito, se expona sert^nviadt) la Pennsula en el primer bajel que se presen-tara. Un finjido al^ad, que usaba el supuesto apelli-do Castaeda y que era natural de Italia, vino Lima,Mjico y otras ciudades, entre ellas Guatemala, dndose conocer como cannijo romano y delegado de la C'oi-tePonticia; arbitrios ingeniosos que le permitieron explo-tar los indios y aun la gente culta, y le atraan el res-peto de las autoridades, quienes en tal virtud no parecanecesaria la circunstancia del pasaj^orte exigido por laley para venir Amrica, Descubrise la superchera enEspaa, y spose que el falso delegado pontificio intenta-ba volver este pas, despus de haberlo abandonado pa-ra regresar Italia, y se expidij una real cdula, en laque se deca que aquel sujeto pensaba venir otra vez poric, en cuyo evento deban impedii-se sus manejos, con-trarios la moral y l quietud pblica, capturndoseley remitindosele la Pennsula. Juan Bautista Gogi,era realmente el nombre del supuesto Castaeda, que sepreparaba volver por Puerto Caballos, para seguir ex-plotando la credulidad de las gentes de este pas; raznpor la cual orden el capitn general de Guatemala algobernador residente en Comayagua que prendiese alaventurero, y diera cuenta, en el acto, de haberlo hecho,en el caso de que desembarcara en aquella provincia.

    La necesidad de recompensar con empleos y otros car-gos los habitantes de las Indias que hubiesen contradomritos en ser^cio de la causa pblica, dio motivo laemisin de varias cdulas, particularmente la de 27 defebrero de 1686, en la que prevena el rey que le informa-ran las autoridades de estos pases sobre las personas delestado eclesistico y seglar, distinguidas por su comporta-miento en favor de los intereses nacionales, para que enellas proveyese el monarca los empleos que antes eraii dediccin de los virreyes, presidentes y gobernadores deIndias, y cuya pro\dsin se haba ya reservado el sobera-no. Haba ste notado el descuido de esos funcionarios

  • sobre i*J particular, y r(lt*iial>a iiiievann'iiti', poi- la citada(dula, (jue si* le enviastMi circunstanciados informes, ha-ciende igiial encargo los arzobispos y obispos acerca delos eclesisticos y seglares beiu^niritos ijue hubiese eucada dicesis. Juzgbase provechoso al bien pblico re-tribuir de ese modo los iudividiios (jue se sealaranpor su celo en el sentido dicho. Obedecise en Guatema-la lo prevenido ese ivspecto, y environse HsjKia losinfonnes correspondientes. ,

    En la reglamentacin que para el buen mecanismo ad-ministiiitivo se hizo, no sse haba reprodiufido esa disposicin, por transa de losabusos que se conu>tan: pero inistindose en tales fal-tas, al menos por paHc

  • AMRICA CENTRAL 1 t

    dades del reino de Guatemala procuraban poner aqu enprctica, evitando cualquier descuido de los administra-dores de la Real Hacienda, y ms aun desde ((ue vino lacedida antes citada.

    No estaba olvidado el ramo de escuelas, y varias leyesde la Nueva Recopilacin de Indias prevenan el estable-cimiento de los planteles dichos, para

  • 1^ fllSiOHiA Di; I,

    A

    La It'V l.V;, ttulo 24'.'. lil)n) Iv dv la KtM-opilarifni dv In-dias, estableca riniiesen ohras sin prtM'ederla acostuiiibnida eeu8iu*a, y que ya impresas, entredir elaut)r editor veinte ejeni])lares, destinads al Consejo

  • AMRICA CENTRAL 19

    iiifis la ciudad capital, y ({ue en su origen fueron adjudi-

  • -!lea(ls durante el tieni])(le su go])iern, e(m (uejas que no fuesen de jijrave entida
  • CAPITULO II

    SUMARIOOuarnicioiu's de los castillos de San Jiuui de Xiearasito de la construccin de un templo. Terremoto ociuTdo en lamisma ciudad capital. Medidas tomadas para disminuii- el nmero deempleados plilicos. OcuiTencias en la provincia de Cliiapa, con moti-vo de insurreccin de a>)orgenes y de la escandalosa ejecucin de lajeira de muerte en un reo de asesinato.

    (1687-1694)El buen pie de las guarniciones de los castillos de 8an

    Juan de Nicaragua y San Felipe de Golfo Dulce, era asun-to que preocupaba al gobierno colonial, Aista la necesidadde poner al pas cubierto de las asechanzas de los ene-migos de Espaa. Dispsose en 1687, con arreglo ordenvenida de Madrid, que la gente que se destinase esasfortalezas estuviese bien asistida, pagndosele religiosa-mente sus haberes. El rey previno al capitn general noproveer encondendas, ni acordar pensi(')n alguna de las

  • 99 HISTORIA DE LA

    vacantes, sin constancia de estar ortante objeto. Pocos aos antes babanse internado'basta la capital de esa illtima provincia; batironse conlos defensores de la plaza, trunfaron y pusieron fuego varios editicios pblicos y casas particulares, despus desa

  • AMEKICA CENTRAL 1%)

    Reuni*'*r()ns' en KiS) muchos de esos aventureros enterritorio de la provineii de Honduras, procedentes unosdel Atlnti(o y otros del Paceo. Estos ltimos hablanpasado por el ro Segovia, ineendiando la ciudad de esenombre y aproximndose Trujillo, y todos juntos subie-ron despus por el Aguan, cuya })osibilidad para la nave-gacin era hasta entonces desconc^cida. Desembarcaroncuatrocientos en el interior, donde se dividieron en dossecciones; una de stas se encamin Olancho, y perdidaen las montaas, no pudo alcanzar su laado intento;pero la otra lleg Trujillo, cometiendo all atrocidades,y se llev al teniente del puerto y muchas personas ms,cuyo rescate se estimaba en (anco mil pesos. iVpenasinformado de lo ocurrido el capitn general, envi armasy otros elementos de guerra Trujillo; y para el resguar-

    ^ de Nicaragua remiti al gobernador de esa proviiicia, se-gn lo conmnicado por la Audiencia al rey, escopetas,plvora, l)alas y veinte mil pesos para el pago de la gentedestinada rechazar al enemigo. Al mismo gobernadorde Nicaragua previno despus el rey qu,e i)ai*ticipara in-mediatamente al capitn general cualesquiera noticias deinters respecto los piratas, cuidando de que el castella-no de la fortaleza d(dro San Juan redoblara su vigilanciapara impedir el acceso los adversarios.

    Hal)anse a

  • '24 HISTORIA DE LA

    Por un hiKiuc venido do Panam tvosi' vn (Tuatonia-la noticia de haber entrado en el Eseudo de Veraguas, porun ro no exploi-ado ain, sesenta pequeas enibareaeiones,cuya lente eje

  • AMERICA CENTRAL 2'

    Tiiente de oficiales reales de Nicaragua. Creyse necesa-rio investigar y corregir ciertos manejos de los encargados

    % de la hacienda pblica en la primera de esas provincias,de la que era entonces gobernador el maestre de campodon Manuel de Bustamante, caballero de la orden de San-tiago; y expidironse reales despachos al efecto, al referi-do seor Moya, quien deba llenar secretamente su come-tido, sin que en el negocio interviniese el gobernador Bus-tamante, y se previno ste (pie no molestara al comisio-nado en el ejercicio de sus funciones.

    tNegocios hay que demandan conocimientos especiales

    y aun tcnicos, la vez que independencia en el modo der proceder; y en tales casos, prescindindose de la unidad

    I ^idministmtiva, que por lo comiin ha menester para subuen rgimen un pas una provincia, encomindanse al-gunos servicios sujetos quienes con tal fin se concede,

    |. en crculo determinado, suficiente libertad de apreciaciny de accin. As sucedi en Costa Rica respecto al seorMoya, y as tambin se haba hecho aos antes en Hon-diu'as, al encargarse al seor Castro Ayala las mejoras queen Puerto Caballos era preciso emprender y de las que se

    ha hablado en el anterior captulo de este volumen.El antecesor de Bustamante en el gobierno de Costa

    Rica fu don Miguel Gmez de Lara, que ejerci el cargodesde 1681^ pues don Manuel de Bustamante no ocup elpuesto sino en abril de 1693.

    Gme^ de Lara hizo esfuerzos por alentar el mejora-miento material y moral, demostr conocer sus deberes, ydej recuerdos de su amor al bien comn; pero por faltasen que tuvo la desgi-acia de incuiTr, fu sometido jui-cio. En los primeros aos de su gobierno contbanse enel valle de Matina cincuenta y cinco haciendas de cacao,-con un total de 78,500 rboles.

    Bustamante dispuso que la ciudad de Esparza, arrui-nada por los corsarios, iese construida nuevamente, vol-viendo ella sus moradores, que la haban abandonado.El cabildo de la capital de la provincia acus en l(i94 ese-gobernador, 3^ el fiscal de la Audiencia, encontrando la

  • 26 HISTORLV DE LA

    acusacin fundada, fu de parecer que se le suspendieseen sus funciones. Sin embargo, no debe de haber i*eves-tido gi-ave carcter su culpabilidad, puesto que. aos les-pus, conttnsele la alcalda mayor de Chiai)a.

    Habanse ofrecido plazas de oidores en (Tuatemala los letrados Desde 1()S() estaban aprobados por el ('miscjo de lii(lias, si bien con algunas refonna.s, los estatutos que pnrji

    I rgimen de la Un iveleidad de Guatemala redact

  • rAMElUrA CENTKAl. 2

    hoy de la exclusiva eoinpeteiicia de los jueces. La mo-narqua de derecho divino y de legitimidad tradicionaladmita gi'an latitud en sus atribuciones.

    Ofrece un ejemplo de los detalles qu^ Igs-inonav-cas descendan, lo ocurrido en la ciudad capital de estepas al abogado don Antonio de Avila y Quiones. ^^ylste en eiaaidal(>so amancebamiento con^Nicolasa clej&uz-jnn, habiendo ya cometido antes en otras partes faltasanlogas. El rey don Carlos II, sabedor de ese concubi-nato, que la Audiencia no haba aiin reprimido, expidicdula (30 de mayo de 1687) disponiendo que por su delitopagara el seor Avila una multa de quinientos ducados,que seran remitidos al secretario de S. M., y que, eiicaSodeoUiL corregirse^ se le (-oiifinU'^ ^i l*i i^^l'^

  • 28 HISTORIA DE LA

    dbiles, que haban perdido sus sagrados derechos comopueblo independiente y soberano; y los delegados del reyen las ludias tenan espe

  • AMRICA ( 'ENTRA J. 29

    liaha tonicido grandes proporciimes en nuiclios puntos,sobre todo en la eiudad de la Habana y en haciendas dela isla de C'uba. El preeio de las posesiones di

  • '\0 HISTORIA DE LA

    Como se ve, las tierras y casas i])aii cayendo en intlerdel clero rejiilar, y tan creciente acnnnilaci sociallos elementos de pi*ospendad (|ue necesitaba para su ade-lanto en todos sentidos. Kn ninjru ])as se desarrolltanto como en Espaa la institucin denominada ManosMuertas^ y en ninguno. fu menester emplear mayor sumade esfueraos pan cond)atirla. Desde ]T){)H niei

  • AIVrRICA CENTRAL 31

    Deseoso de volverse Espaa el general seor Henr-jiiez de Guzmn, dimiti el mando de este pas desde 1687,y vino reemplazarle en enero del ao subsiguiente el ge-neral don Jacinto de Barrios Leal, caballero de la ordende Calatrava (*). Al desembarcar en la costa del Norte elseor Barrios Leal, fu objeto de un ataque por parte delos piratas, que lo despojaron de los bienes que traa, ycuyo precio hace montar algn cronista unos trescien-tos mil pesos, clculo que no deja de parecer exagerado.Festejronle los vecinos al llegar la ciudad capital, ymostrronse todos satisfechos de la moderacin con quecomenz ejei'cer el gobierno. Con l vinieron de Espaa

  • 'A2 HISTOLV DE LA

    hibaii venido al pas. Fueron toniand(> cuerpo las disi-dencias de esa fuente nacidas; y como al capitn ijeneralquisiesen'molestarle los que no simpatizaban con l, diri-ieron stos representaciones al monarca, quien nonibnun juez pesquisidor en la persona del Licenciado don Fi'r-nando Lpez Ui*sino y Orbaneja, oidor de la Real ( -hanci-llera de Mjico.

    Lle^^adoste la

  • AMRICA CENTRAL 'X\

    Los avSiint

  • ^U HISTORIA DE LA

    8an Salvador y 8an Mi^iel; lo que demuestra (pie esteltimo foiTuaba parte del territorio de su maudo, si bienen el real despacho s(31o se habla de la ciudad de Sait Sal-t'ddor y su distrito en las trovincias de Guatemala: pero esindudable ndon Jos de Ajruilar HeboUedo, (pie construy*') la principaliglesia de Carmelitas Descalzas, sacndola de cimientoscon sus projos fondos. Creyse autorizado por ese ser-vicio obtener el patronato de la ij^lesia, y lo s>licit

  • AMRICA CENTRAL 35

    como esa gracia hii))iest' ya sido otoracla don fJiiaii So-lano de Herrera y sii mujer doa Fi'aiieisca de Monsalve,veeinos de la eiudad de Lima, ({iie dieron para la funda-ein de ese mismo convento de Carmelitas treinta mil pe-sos, cediendo las instancias de fray Kodri:o de la Cruz,belethmita inatemalteco. (jue ])as al Per por asuntosde su orden, no fu posible acordar el privilenoci en la antigua ciudad: fu en la imeva delValle de la Ermita donde en 1781 tuvo origen su existen-cia. El real palacio de fnes del siglo XYIl, experimen-t modificaci(mes en su fbrica mediados de la subsi-guiente centuria. Por lo dems, no reflejan buen gustoarquitectnico esos edificios; nada hay en ellos que los re-comiende los amigos de la esttica: son enormes masasde i)iedra y ladrillo, tan mal sostenidas algunas, que es deextraar que no se hayan hundido por s mismas antesde los terremotos de 1773, segn el dictamen de un inge-niero militar esjjaol, que las examin poco tiempo des-pus de tan inolvidable catstrofe.

    Como es bien sabido, ocurran frecuentemente terre-motos en el reino de Cxuatemala, sobre todo en algunospuntos; y el 12 de febrero de 1689 experimentse uno muy^olento en la ciudad capital, cuyos edificios sufrieron portal causa algunos desperfectos. ( *

    )

    (*) Crnic}! iii''

  • .;(> HLSTOKIA DK LA

    No slo i'U (lUitt'inala, sino en las otras colonias(le la Amrica cs{)aola, vena sintindose el nial que nace(le la abundancia excesiva de empleados; multiplicidadmuy daosa al )>uen mecanisnu

  • AMRICA CENTRAL 37

    brera, en abono de su conducta, que se haba encargadodel proceso por no estar en Ciudad Real el alcalde mayor,y que hallndose inquietos los indios de algunos de aque-llos pueblos con motivo de una sedicin no sofocada andel todo, se haba visto en la necesidad de omitir trmiteslegales; aada que los aborgenes se mostraban desde eljjrincipio quejosos de que no se ahorcase en el acto al reo,y decan en voz alta, que si el matador hubiese sido indio,no se hubiera demorado la ejecucin de la pena caj)ital.La Audiencia de este pas, presidida por el visitador seorLpez Ursino, reprob el hecho; y el rey, instruido de loque haba pasado, orden en 1693, al alcalde mayor deChiapa, seor Meneos, que procurara no volviesen ocu-rrir atentados de ese gnero.

    Garantizbase as el respeto las leyes y su fiel obser-vancia, porque las atribuciones de los funcionarios esta-ban escrupulosamente definidas; y la vida de un hombre,aun en circunstancias tan difciles como las que Cabreracupieron en medio de la agitacin de la provincia, no podaquedar al arbitrio de un solo agente de la autoridad p-blica.

  • CAPITULO III

    SUMARIOn 'apitn ^:em>ralM'ir Sn*ln^z 1' HeiTos|M- la eiutlnd l* ^unda exp' ' ijflesia l*l ('d'jfi le Cristi en la iulal -apital.

    Oisminu*i'>n h* l>s alir|en's vn Costa Hiea: mision's 1> rM'ol'tos -nesa provin^ia. y };dH'nnulr Serrano le Keyna.- ( 'onli

  • AMRICA t;ENTRAL 39

    ca, y de los que haban escrito cartas Espaa para cou-sejuir sil mina; que no era hombre tan generoso que sesobrepusiese los odios que en su espritu haban nacidopor el coniportainiento de sus adversarios. El oidor quepor l haba sido connadp antes de la llegada del seorLpez Ursino, se mantuvo en el lugar donde se le des-tin('), no liabindole permitido el seor Barrios que torna-

    ra al desenijeo de su alto cargo en la capital, y tampocof el visitador lo haba relevado del confinamiento. Tan^ exacto es lo que se dice sobre el nimo quisquilloso deli man

  • 40 HISTORIA DE LA

    aquel territoro por. Ococingo; los otros dos jefes expedi-'ionarios, que eran los capitanes Melchor Rodrguez yJuan Daz de Velasco, deban encaminarse, respectiva-mente, por Huehuetenango y Yerapaz. En cuanto al ca-pitn Juan de Mendoza, ignorbase su ])aradcro, y no j)u-do pensarse en l para conferirle comisior un ruml)o, por el de la Verapaz, pues s()lo |K)r allhaba ])robabilidade8 de feliz xito. Fu desatendido eldictamen del ilustrado fraile cronista, (piien se desigu')para ir con la secci('n de Juan Daz de Velasco. El capi-tn general seor Barrios nombn', para (|U( le acom])aa-ran, al Dr. don BaHoloni de Amz(iuita y varias perso-luis de las ms visibles familias. Deba (componerse cadauna de las tres divisiones, de (encogidos soldados, para darseguridad los religiosos quienes s( coiitiaba la con-quista por medios jmc.ficos, pues haba prohibido el reysometer los infieles del Itza por medio de las armas.Pidironse donativos; es decir, caballos, muas, dinero yvvt^res los pueblos de San Salvador, Guatemala y Chia-pa, y allegronse algunos auxilios por ese medio. Encuanto al gobierno, encomend(>selo el s(or Barrios aloidor don Ios de Scals, (piien no corresponda en justi-cia tal designacin; pero hzo.se as, porpie el caf)itn ge-neral quena molestar los otros individuos de la Audien-cia que se le haban mostmdo hostiles en la pesquisa deque i objeto

    () DitM el ar/ s*;!ior

  • AMERICA CENTRAL 41

    No era slo iruatemala quien deba realizar la empre-a de que se habla. Don Martn de Ursa y Arsmendi,vecino de Mrida de Yucatn, haba solicitado del rey que.se le autorizase para al)rir un camino entre aquella ju'o-

    J vinia y las de Guatemala, sojuzgando de paso los in-dios infieles. Pretenda, en oambio, el nombramiento degobernador de Yucatn, ya que se comprometa hacerde su caudal los gastos todos, sin gravar la Real Hacienda.Desde 1G90 se le confiri el gobierno de Yucatn, al acep-

    J tar el monarca la oferta referida, y en 1698 se expidi otra|. real cdula para hacer saber la Audiencia de Guatemala' la necesidad de que, con los recursos de este pas, se ayu-

    ilase al logi-o de im proyecto de tan vital inters. Preve-nase que se formaran en el territorio del Itza poblaciones

    de trecho en trecho, para que de ese modo tuvieran dondealojarse en el camino los expedicionarios, y se fomentarael trfico entre estas provincias y la de Yucatn.

    Tambin don Juan del* Castillo y Toledo representms adelante al rey el deseo de ganar mritos apHcndose contribuir la realizacin del proyecto indicado, puesera conocedor del paraje por donde debiera darse comien-zo la conquista; y el soberano, queriendo aprovechar elconcurso del seor del Castillo y Toledo, previno la RealAudiencia de este pas que aprovechara los servicios deaqul, sin dejar de entenderse con el gobernador de Yu-catn, segn se ve por cdula de 1695.

    Oportunamente se explicar la pai'te principal (juetoc en la sujecin del Peten don Martn de Ursa yArismendi, caballero de la orden de Santiago, hombi'e tanvaleroso como entendido. Corresponde ahora decir (pie.las tres divisiones organizadas en la ciudad de Guatemala sepusieron en marcha para sus respectivos destinos, experi-mentando penalidades sin nmero al penetrar en el mon-tuoso territorio objeto de la empresa. Despus de mu-chos das de sufrimiento lleg el capitn general seo-Ban'ios, con el oidor Amzquita y dems compaeros, unlugar bastante poblado, en el Lacandn, al que dieron pornombre "villa de los Dolores;" all disi)uso mandar unos

  • 42 HISTORIA DE LA

    iiiaiitos individuos en busca edicionarios y para facilitar la conjuista, cons-tiaiysc en iu\\\e\ sitio un reducto provisional, y coloc-ronse en l treinta soldados espaoles indios el '2 deAbril de 1695, da en que estuvo concluido el fuert(

    I)p Ddores al Ttza (laguna del Peten) liaba una largadistancia, que slo poda salvarse en quince jornadas, se-gi'in decan los indios lacandones; pero hay que advertirque no mere

  • AMRICA CENTRAL 43

    ('outrabaii preciosas aves, 'venados, dantas, cerdos monte-ses, pericos y tortugas pequeas. El alcalde mayor deCobn haba recibido orden de enviarles vveres y otrosauxilios; pero llen medias su encargo, privndolos detan necesaidos recursos. Iban abriendo camino y cons-truyendo ranchos, y tenan que batirse frecuentemente,

    I con los indios, que en actitud hostil les salan al paso.t Despus de largas y penosas jornadas llegaron un pun-i to del ro Chacal, distante ms de ochenta leguas de Ca-I habn, y all resolvieron, el 24 de Abril, volverse ese l-V timo lugar citado, movidos ello por las copiosas lluvias,

    escasez de abastos y ataques de los aborgenes: el padre. Cano fu el autor de tal iniciativa, la que se adhirieron

    el capitn Daz de Velasco y el inolvidable cronista frayFrancisco Jimnez, qu(? formaba parte de la expedicin.

    Ejecutse lo dispuesto orillas del ro Chacal, y esfcil de comprender que en el viaje de regreso experimen-taron tantas privaciones como en su entrada por aquellosagrestes sitios.

    Fatigados y medio enfermos en su mayora, llegaron Cahabn, desde donde particip el capitn Daz de Ve-lasco al oidor Lie. don Jos de Scals todo lo ocurrido; yel indicado oidor, reprobando la resolucin tomada, previ-no que volviesen todos al punto de donde haban retroce-dido, y que en l se parapetasen hasta saber del seor Ba-rrif)S Leal, para ponerse sus rdenes, pues aun no setena noticia en la ciudad de Guatemala de que tambinel capitn general, abrumado por los padecimientos y sinconocer el rumbo que hubiese de seguir para llegar lalaguna del Itza, haba decidido suspender sus operacionesy marcharse la ciudad

  • 44 HISTOIiA DE LA

    en otras de ^rave earcter, dando as luirar, al.uii tifiu])despus, que el rey lo llamase Espaa.

    Ms afoi-tunado el eapitn don" Martn de rrsa yArismendi, cuyo ])uen juieio se debi el aeertado arre-glo de su expedicin, ])udo ponei*se en niarrlia sin tantostro])iezos, alcanzandalabras con relacin ese ltimo.Se le dio sepultura en la capilla del Socorro de la iglesiacatedral, y se hicieron sus funerales con la pompa coires-pondiente su ultn nuiro. (*)

    () Al morir un caiutn ;-iieral t

  • AMRICA CENTRAL 45

    Por segunda vez se eiiearg(') del gobierno del pas eloidor don Jos de Seis; y como tambin ese funcionariosiin])atizaba ardientemente con la coniiuista del Itza, dis-puso al eteeto una nueva expedieirestar, (ompeli

  • 4i HISTORIA DK LA

    iiiendi; pero ya se ver lo ilusorio dv tal reiuliciara ofi*ecerloen infame holo-(;austo los dolos de la isla de la laguna. As tenninsu existencia el valeroso capitn .Juan Daz de Velasco,\ictima de su recomendable celo en favor de los interesesdel rey de Castilla.

    No recibiendo el oidoi* Amzquita noticias de aqueldesgraciado, jmsose en camino para la laginia el 21 deMarzo; lleg all y divis la isla del Peten; mas como notuviese ni balsas jiara [lasar, regi'es al tabacal, donde fuacosado ]K)r los aborgenes, que venan en son de guen-a.Dispuso despus retroceder San Pedro Mrtir, dondeestara menos mal, hzolo as, construyendo un ])rovi-sional baluai-te en ese sitio, que dista sesenta legiuis deCahabn.

  • AMEICA CENTRAL 47

    Es ya oportunidad de decir que el maestre de eaupodon Jaeobo de Alcayaga, que tom el rumbo de Hueliue-tenango, lleg con los suyos la villa de los Dolores delLacandn, donde ya los aborgenes se mostraban muy su-misos los frailes que los catequizaban, pues lial)an que-dado all algunos de stos con la guarnicin de tropa es-paola encargada del reducto construido por el seor Ba-rrios Leal.

    Se dirigi despus Alcayaga, por fragoso terreno yatravesando l)arrancos y ros, en busca de pueblos lacan-dones, y encontr los de Peta y Mop, cuyos habitantes leofrecieron, efectundolo as algunos, trasladarse con supobre ajuar Dolores.

    Resolvise en seguida construir piraguas para ir alItza por el ro Lacandn; y estando entretenido en esastareas, llegronle auxilios de hombres y vveres, enviadosdesde la ciudad de Guatemala. Concluidas las jiraguas,metise en ellas con su gente, navegando ro abajo, porespacio de treinta y dos leguas, hasta encontrarse conotro ro ms caudaloso, que corre por la Yerapaz y Cam-peche, y que en el punto donde haba llegado Alca-yaga, se une al Lacandn, formando con ste uno solo, ylleva sus aguas al mar del Norte. Por ese ro continuaronsu marcha hacia arriba; y habiendo recorrido ms de cienleguas, segn los mismos expedicionarios decan, aunqueparece exagerado el clculo, sin hallar el Itza, del que msy ms se apartaban por no conocer el camino, se decidie-ron volver atrs, abrumados por la fatiga, y entraron enDolores el 29 de Abril.

    Entretanto, haba hecho su entrada en la ciudad deGuatemala, desde el 25 de Marzo (1696), don Gabriel Sn-chez de Berrospe, nombrado gobernador, capitn generaly presidente, y ces as la segunda interinidad del oidordon Jos de Scals. El nuevo mandatario era muy enten-dido en negocios de poltica y administracin; y sabedorde la conducta observada en la conquista del Itza, que tandescontento tena al pas, expidi rdenes para que Amz-quita y Alcayaga regresasen con sus respt^ctivas di^'isio-

  • 48 HISTORIA DE LA

    lies la ciudad caijital, dejando una e.seulta de treintasoldados en la villa de Dolores. Providencia ai*ertadafu la (jue el seor Berrospe tin

  • AMRICA CENTRAL 49

    de (los lloras, al cabo de las cuales tremolaba, en sealde triunfo, el estandarte de Castilla en (4 ms elevado

    adoratorio de los indgenas.f Tom posesin del Peten el mismo da l-i de MarzoI el capitn Ursa en nombre del soberano espaol, y orde-. n que se rompiesen los dolos que en los adoratorios y|; en las casas se hallaban y cuyo niimero era considerable.: Muchos de los contrarios haban perecido en la refriega,

    y otros se haban arrojado la laguna, ahogndose no po-cos y escapando los dems. Recibase afablemente losque tornaban la isla, para hacerles ver (|ue no se busca-

    J ba su exterminio, sino su mejora de condicin bajo losauspicios de un gol)ierno civilizado. Apenas obtenida la

    ' victoria, psola Ursa en noticia del capitn general de Guatemala, para

  • O HISTOlIA DE I.A

    El seor >Sin -hez de Bt'iTospe, c-apitii general dvGuatemala, no perda de ^ista el lleno de sus deberes enlo que toca la civiliza'iu de los aborireues. ])ara (pieno se malot;raseii los frutos alcanzados por los misionerosque haban conseguido atraerse los oliles y hacerlessim})tico el nuevo estado scx-ial que los convidaban.Paia ir colocndolos en aj;rnpaciones reufulares, dispusoen 1697 el refendo seor Snchez Kl valle

  • AMRICA CENTRAL 51

    despus, respectivaueiite, la ciudad de Guatemala y la de Mrida de Yucatn. Quedaron en el Peten dos je-fes; es decir, el militar y el civil, algunos religiosos, cator-ce familias espaolas, un cirujano y varios oficiales me-cnicos, enviados todos de (xuatemala.

    Conseguido por el seor de Ursa el importante obje-to que haba embargado su atencin y sus recursos, im-l>onindole molestias y privaciones de toda clase, solicitdel rey el ])remio correspondiente servicio de tanto inte-rs, y algn favor adems para los caJ^os qu^ en la expe-dicin le haban prestado su valioso concurso. Pretenda,en tal virtud, que se le concediese, con ttulo de Castilla,el de Adelantado del Itza y dems naciones aborgenespor l sojuzgadas, y una encomienda de indios por valorde cuatro mil ducados de producto al ao, por juro de he-redad, para s y sus siu/esores. Visto el memorial en elConsejo de Indias, y examinados por ste los dems infor-mes relativos al caso, entre otros el del Cabildo secular deMrida de Yucatn, muy favorables al peticionario, en(juien concurra tambin la circunstancia de la proteccinque los aborgenes de su provincia dispensaba, resolviel rey diferir el despacho del negocio hasta que el capitngeneral y los oidores de Guatemala no informasen S. M.,detalladamente, sobre todo lo ejecutado por el seor Ur-sa y sobre los frutos obtenidos de su empresa. Prevenatambin el rey que se le dijese por la Audiencia de Gua-temala todo lo que en el Peten fuera necesario para sos-tener el presidio all establecido, y para conservar sumisosy en paz los indios de aquellos puntos. (*)

    Aunque el Peten, situado en territorio de Guatemala,dependiese, como era natural, de la autoi'idad superior deeste pas, el jefe de la guarnicin que all haba solicitms adelante, del gobernador de Yucatn, don Martnde Ursa, dos quintales de plvora y otros auxilios; yproporcionados por el dicho gobernador, comuniclo steal rey. El monarca le dio las gracias por ese nuevo ser-

    (*) Real

  • .)*J HTSTOKIA DE LA

    virio, y nnlfiui ntia Vfz la Aiilioin-ia dr (iialfinaia i\\irsuniinistra.se al indicado estaVdi'ciniicnto todo lo quo fiu^somenester para su defensa y conservaeiui. (*)

    Coujuistado el Peten, habase o})tenido all v\ triunfode la civilizacin sobre la barbarie: no humeaba ya enla isla ni en otros de aquellos sitios la samrre d

  • AMRICA CENTRAL 53

    rrospe y la considerable cantidad de dinero en ellas in-vertida, y legada por el piadoso don Juan de Langarica,vecino de la misma ciudad de Guatemala. (*)

    En relacin con ese instituto hay que exponer algosobre Costa Rica. Hostilizados por los piratas muchosde aquellos pueblos, en los que abundaban los indgenas,fueron desapareciendo stos y confinndose los montes.Para continuar la (^]>ra de la reduccin de los de Talaman-ca y otros de aquellos lugares, fueron all algunos recole-tos; es decir, religiosos del Colegio de Cristo. Llegados la ciudad de Cartag(^ detuvironse en ella algunos das, yse dirigieron despus las montaas, en las que bautiza-ron muchos indios, establecindolos en pueblos y pro-porcimndoles directores espirituales. No slo de Gua-temala, sino de Nicaragua fueron con tal objeto CostaRica, entonces y des] mes, misioneros de la citada orden,sin (jue los retrajeran de su labor los sufrimientos y aunmartirios que experimentaban.

    En 1698 se encarg del gobierno de Costa Rica donFrancisco Serrano de Reyna. Entr en el pas por el puertode Caldera, y residenci su antecesor, quien se previ-no que no se ausentara de la provincia sino despus determinado el juicio de responsabilidad.

    Entre los deberes de los gobernadores contbase laproteccin reclamada por las Misiones establecidas entrelos indios infieles.

    Como es bien sabido, hablando en general, no eran losal)orgenes muy dados la vida regularizada que las au-toridades espaolas se empeaban en proporcionarles;huan los montes ms remotos, no slo por volver susantiguas costumbres, que eran ms de su gusto, sino porevitar las vejaciones que los sometan los encomenderos.

    El gobierno civil y el eclesistico tenan especial en-cargo de protegerlos, oponindose los abusos de loshacendados y dems industriales, y aun de los funciona-rios y empleados, ])ues tambin entre stos haba algu-

    l* ) .IlUllTOS.

  • r)4 HISTORIA DK LA

    nos inclinados la *xj>l(>ta(*in de los na-turales. Procuraba el rey poner remedio tales denuisasconminando los culpables or la del ao d'1()9:{. ()

    Los desnmnes de las autoridades revestan las \ tt i scar'ter tan (iniel que los aborgenes se entregaban re-presalias lastimosas. En WXy hul)oen Tuxtla, de la pro-vin

  • *
  • 7)(i HI.ST)KIA DE LA

    Un esciitor europeo de aquella poca dice que un pases tanto ms rico cuanto mayor es el producto de oro yplata que de la tien-a extrae, que de fuera recibe. En-tendalo as el gobierno espaol bajo el intlujo de lasdeas en Europa dominantes, y baba recomendado coni'specialidad la explotacin de los minerales de Amrica.Tan cierto es esto, que los gobeniadoi*es de estas provin-cias fomentaban de particular modo ese ramo dla indus-tria, atribuyndole positivo inters, y la tarea de descubrirminas em una de las ocupaciones preferentes. No pocasestaban trabajndose en aquel tienqx, y en KJO) se en

  • AMRICA CENTRAL 57

    Los ingleses, que queran mal Espaa y deseabanexplotar los dominios espaoles en Amrica, establecieroncortes de madera en el litoral del Norte de Nicaragua, ycomenzaron introducir furtivamente, por ese rumbo,sus artefactos. Su presencia en esos lugares, en los quese mantenan por el beneficio que de dichas industriasrales dado reportar, sirvi de pretexto para que ms ade-lante Inglaterra tratara de hacer valer ttulos de propie-dad en esa faja del territorio del reino de Guatemala. (*)

    () Historia de Xinirafftta, por el Dr. don Toms Ayn.

  • CAPITULO IV

    SUMARIO

    Venida dfl Livnciutl don Franeis

  • %AMRICA CENTRAL 59

    bemador. Extrao manejo del rector de los jesutas. Conferencia deste y del prelado con los oidores. Pretensiones del obispo. Reuninde gente en el colegio de la Compaa de Jess. Ridculo pliego envia-do la Audiencia por la Madriz. Actitud del pblico. Disposicionestomadas para el regi'eso del gobernador y de Duardo. Entrada de esteiiltinio en la ciudad. Entredicho fulminado por el obispo. Comuni-dades de religiosos. Conferencia celebrada entre los oidores y el obis-po. Convenio ajustado para la partida del visitador. Trmino del en-tredicho. Precauciones que se tomaron. Regreso del gobernador.

    Oficios divinos el jueves y viernes. Viaje emprendido por la Madriz.

    Su squito. Conducta que l y el provisor observaron en el camino.

    Llegada de los viajeros Tehuantepec. Sealamiento de lugar para

    ^residencia temporal del visitador. Reflexiones.

    (1700)

    La marcha tranquila y aun montona, si se quiere,del pas, en el que rara vez se experimentaban aconteci-mientos ruidosos, se alter el ao de 1700, al venir Gua-temala, con la investidiu'a de visitador, el Lie. don Fran-

  • >( Hi^^iuiUA JK LA

    Snchez de BeiTOspe, gobernador del reino de (luateniala.Con este iiltimo haba tenid(> tani])in algnnas desavenen-cias el anciano Sr. de las Navas, obispo de la dicesis, enquien ejerca funesto influjo su sobrino el ambicioso pro-visor eclesistico Sr. Sncdiez. Adems, en las ricas mi-nas del Corpus de Hondin*as se haban cometido fraudescontra el real erario, ainique el Sr. Snchez de Berrospeenvi, en cum[)liniiento de su deber, al dicho mineral unempleado que corrigiese tales alnisos. Puesto todo en noti-cia del Consejo de Indias, discum aqiud alto cuerpo queera menester mandar Guatemala un juez pesquisidor, ylogi' ])ara s el cargo el referido Sr. (lmez de la Madriz.

    Limitbanse sus facultades los indi

  • AMEKK. A CENTRAL 61

    El 1? de Enero de ITO estaba ya en la ciudad capitaldel reino de Gruateniala, llegado tres das antes, don Fran-cisco Gmez de la Madi'iz, con el nombramiento que se leexjidi en Espaa en Junio de 1699. Spose oportuna-mente ac su desembarco en Veracruz, y los oidores Ozae-ta y Amzquita le enviaron al camino, sin prdida detiempo, informes apasionados contra el capitn general,

    i gobernador y presidente de la Audiencia, don Gabriel

    I Snchez de Berrospe, urdiendo ya con anticipacin la tra-

    I ma en que ellos mismos deban perderse. Vinieron con elI visitador dos oidores, el Dr. don Gregorio Carrillo y Escu-|! dero y el Lie. don Pedro de Eguaras, hombres distingui-I dos, quienes nunca pudo aqul enredar en sus torcidos

    I propsitos.Como dice el cronista Jimnez, era el Sr. Gmez de

    la Madriz muy dado bureos y fandangos, amigo, consi-guientemente, de las mujeres, y en particular del oro y dela plata, que toda costa deseaba adquirir en estas tieiTas,aun con menoscabo del real servicio. Cuando entr enla capital estaba de ella ausente, tomando baos enEscuintla, el Sr. Snchez de Berrospe; pero no por eso de-j ste de escribirle felicitndole por su llegada, y cincodas despus torn la ciudad, para conceder el pase losreales despachos del juez pesquisidor, fin de que pudieracomenzar ejercer sus funciones. Corresponda la Au-diencia de Guatemala, en virtud de los despachos dichos,no embarazar al visitador en el desempeo de su man-dato, sino, ms bien, prestarle todo el apoyo que fuesemenester, y en tal sentido se manejaron el gobernador delreino y dems funcionarios, con excepcin de Ozaeta yAmzquita, quienes, valindose del concurso de muchosindividuos, entre otros del inquieto provisor seor Sn-chez, dironse concertar sus maquinaciones, con disimu-lo al principio, y descaradamente ms tarde.

    Enfermo el seor Berrospe, pues por tal motivo habaestado en Escuintla, voMse pronto ese lugar; y libresde la presencia del mandatario en la ciudad el visitador ysus secuaces, cuvo nmero aumentaba visiblemente, orde-

  • 62 HISTORIA LE LA

    n el mismo visitador, sin jurisdiccin al efecto, que seexcarcelara un individuo detenido por faltas bien com-probadas, y notific Ozaeta y Amzquita aut) de resi-dencia, para que se creyese que no prescinda del lleno desus deberes, aun cuando fuesen otras sus intenciones,pues estaba resuelto no perder auxiliares de tanta im-portancia. Comenz despus jn-opalar (|ue traa invali-des facultades; y obrando sin escnipulo, dio libertad al-gunos esclavos, y no vacil en sei-virse hasta de sujetosde malos antecedentes, eligiendo entre ellos sus es])as,para siiber si alguien le era hostil. Resultado de talesmaniobras fu la confusin que en la ciudad y aun en lasjirovincias sobrevino; lleg el desbarajiiste tal extremoque fu preciso llamar al gobernador drl reino, para jiirrestableciese la calma, pues hasta las mujeres casadaseran vctimas del s^or d' 1m M.-idri/. pic las requera deamoits.

    Abandon ]M)r s'gunda vez v\ svun' Hen*osj)e el pue-blo de Escuintla, tan favomble al alivio que buscaba, ymarch la ciudad capital; pero su presencia en ella nofu bastante impedir los desafueros del juez pesquisi-dor, en mala hora venido (tuatemala. Entre los abusosde ese funcionario puede citarse, por ejemplo, el cometidoen el es(?ribano real, Guillenno de Pineda; era ste unhombre de bien, estimado de todos por su honradez; ])i-dile aqul que le entregara ciertos autos, ronininiHlolocon multa; y como no los tuviese, acudi, atligido, bus-car al oidor Amzquita, en cuyo poder paraban; recibilosde ste, y los llev al visitador antes de expirar el plazo alefecto asignad); sin embargo, siendo ya las o

  • AMRICA CENTRAL 63

    Era tal su audacia, no slo con la gente de escasa im-portancia social, sino hasta con personas de alto rango,que en una junta de Hacienda, la que se le invit asis-tir por mera cortesa, trat de ladrones los oficiales rea-les, acusndolos de no haber remitido fondos al gobiernode Espaa en los ltimos diez aos; afirmacin tan injus-ta como torpe, pues aquellos empleados se manejaban conprobidad, y pudieron presentarle en el acto los libros enque constaban las partidas de lo que poco antes se habaremitido la Pennsula. Como siempre, abrogse en esajunta facultades que distaba mucho de poseer, y dict dis-posiciones inicuas contra individuos del Comercio de Gua-temala; acudieron stos inmediatamente quejarse antel; y en vez de orlos y atenderlos, los amenaz con gravescastigos si no se sometan lo ordenado. El contadormayor, empleado pundonoroso, fu victima del carcterinsolente del terrible juez pesquisidor, que lo molest yvej de todas maneras. Las multas eran su procedimien-to favorito; quera enriquecerse, y encontraba en ese me-dio un recurso fcil.

    Tenan los fi^ailes dominicanos un litigio en curso antela Real Audiencia, por causa del "ingenio de Ans" deAmatitln, en el que gozaban de derechos que les eran dis-putados por los padres jesutas; se apoyaron stos en el juezpesquisidor, que haba ofrecido favorecerlos en el negocio;y en lugar del triunfo que pretendan, slo consiguieronenajenarse por sus intrigas la voluntad del pblico.

    Tambin en lo eclesistico atribuase poderes, hizocreer que estaba autorizado para la remocin de provin-ciales de institutos monsticos. Su amigo el oidor Amz-quita trabajaba contra el jefe de los dominicanos, y obtu-vo que en perjuicio del provincial de esa orden fuesepresentado un escrito al visitador; mas el cronista frayFrancisco Jimnez y otros indAdduos de dicha comunidaddesbarataron el plan urdido.

    Tantos desmanes deban obligar los vecinos de lacapital ponerse en guardia para conjurar la tormentaque tan pavorosa se mostraba. Llamaron, pues, al seor

  • 64 HISTORIA DE LA

    Hnchez dv Berrospe, gobernador del reino de luateniala,que estaba nuevamente en Eseuintla; vino el mandata-rio, no obstante su falta de salud, y lo recibieron todoscon demostraciones de jiibilo, yendo nnicbos a encontrar-le hasta Ciudad Vieja; lo e la piardia del palacio, inhi)Mn

  • AMBICA CENTRAL 65

    con destino Patnlul; y multitud de personas, que lo esti-maban, fueron encaminarlo hasta Ciudad Vieja.

    Consternado qued con tal acontecimiento el vecindario de la ciudad de Uuatemala, juguete ya, ms que antes,de los caprichos del dspota que haca sentir su om-nipotencia en el gobierno, en la justicia, en la fuerza mi-

    I litar y hasta en los negocios eclesisticos. Los planes

    I proditorios de aquel sujeto podan ms fcilmente des-I arrollarse desde que estaba eliminado de la esfera admi- nisti*ativa el gobernador del reino, capitn general la

    vez y presidente de la Audiencia, al que supeditaba quien,por un pretenso derecho })ropio, ejerca ya dominio abso-

    ^luto en esta colonia.

    Marchse Patulul el seor Snchez de Berrospe, sinalimentar ya en el camino ilusiones respecto las mirasdel insolente usur})adoi>, sin empearse en galvanizar es-peranzas muertas, y ndose poco, nada, de lo que hi-

    f cieran los oidores Duardo, Eguaras y Carrillo, porque, ${ juicio de aqul, eran casi impotentes para destruir los^ elementos conjurados contra el rgimen legal. Hizo el

    Yaje jornadas cortas, seguido de escasa servidumbre, yal encontrarse en Panajachel, sintindose cansado, resol-vi permanecer all, y busc refugio en el convento, paraque no se le obligara continuar hasta el pueblo que parasu estancia se le haba sealado.

    Pocos das despus de la partida del gobernante apare-ci al amanecer, en una de las puertas de la iglesia cate-dral, un pasqun, que denunciaba las sumas de dinero quepor varios conceptos haba percibido el visitador. Fuerade s el que de tal modo era atacado, y omitiendo la ave-riguacin del caso, mand prender cuatro respetablesvecinos, como si fuesen reos de lo que l calificaba de cri-minal atentado, y los redujo prisin en obscuros calabo-zos de la crcel. Con tal proceder subi de punto la in-quietud de la gente, que todo lo tema de quien no se cui-daba de lastimar derechos y comprometer intereses.

    Eran para l aliados poderosos los milicianos del ba-rrio de San Jernimo, quienes se haba ya ganado, im-

  • HlSTIilA DE LA

    portndole poco inquirir, })ues no pens en ello, la culpa-))ilidad que les resultase en el motn de l(i97, prinei})alobjeto de la comisin que lo trajo Guatemala. Contaba,pues, con esos auxiliares y con muchos malvados que sele fueron uniendo.

    La Audiencia, pre.sidida por el seor Duardo, vea condisgusto tales manejos, inspirados por la perversidad.La llave de la Sala de Anuas estaba en poder del mismoseor Duardo, (juien con-esponda guardarla; pero el vi-sitador mand cambiar la ceiTadura, para poder servirsede aquellos elementos de gueiTa; y el seor Duardo, quelo supo, puso en la crcel al capitn (pie [)or oi'den de laMadriz haba hecho el cambio de cernidura, y lo despojde la nueva llave que tena. As [)u'es, cuando ms ade-lante quiso el visitador abnr la Sala para annar los delban-io de San Jernimo, no pudo conseguirlo, como sutiempo s* dir, libei*tndo8e as la poblacin de las arterasasechanz