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HISTORIA DE EUROPA TEMA 3 LA EUROPA DE ENTREGUERRAS: EXPECTATIVAS, INCERTIDUMBRE E INTOLERANCIA Profesor: Manuel Chust Asignatura: Historia de Europa – J02 Alumno: Jaime Antonio Ramia Peña Licenciatura en Derecho

HISTORIA DE EUROPA : LA EUROPA DE ENTREGUERRAS: EXPECTATIVAS, INCERTIDUMBRE E INTOLERANCIA

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HISTORIA

DE

EUROPA

TEMA 3

LA EUROPA DE ENTREGUERRAS: EXPECTATIVAS,

INCERTIDUMBRE E INTOLERANCIA

Profesor: Manuel Chust

Asignatura: Historia de Europa – J02

Alumno: Jaime Antonio Ramia Peña

Licenciatura en Derecho

ÍNDICE

• 3.1. La Revolución Rusa de 1917. Rasgos principales del

socialismo implantado en Rusia.

o (Páginas 3 – 9)

• 3.2. La crisis de las democracias europeas: el ascenso de los

fascismos.

o (Páginas 10 – 23)

• 3.3. La crisis de 1929 en la Europa capitalista.

Consecuencias sociales, políticas y económicas.

o (Páginas 24 – 25)

• 3.4. La II República y la Guerra Civil en España.

o (Páginas 26 – 37)

• 3.5. La II Guerra Mundial y la división de Europa.

o (Páginas 37 – 48)

3.1. La Revolución Rusa de 1917. Rasgos principales del socialismo

implantado en Rusia.

En 1914, el Imperio Ruso entró en la Primera Guerra Mundial al lado de Francia y Gran Bretaña. El conflicto bélico fue, una vez más, la chispa que desencadenó el movimiento revolucionario que, esta vez, habría de poner fin al zarismo. La revolución de 1917 se produjo en 2 fases.

La primera, en febrero, tuvo un carácter burgués y convirtió al imperio Ruso en una monarquía parlamentaria. La segunda, en octubre, tuvo un carácter socialista y dio lugar a la primera república socialista del mundo.

La 1ª Guerra Mundial abocó a la mayoría de la población a unas condiciones de vida miserables. La mayor parte de la industria se transformó en industria de guerra y con ello las necesidades básicas de la población quedaron desatendidas. A consecuencia de la leva, la falta de mano de obra en el campo redujo la producción agrícola y muchos campesinos se negaron a entregar las cosechas.

Los precios subieron con rapidez, la capacidad adquisitiva de los asalariados disminuyó vertiginosamente y la falta de materias primas hizo que muchas fábricas cerrasen y el paro y la conflictividad social aumentaron.

En el plano político, la guerra provocó la desintegración del Estado zarista. Los funcionarios estatales se mostraban descontentos porque el descenso de sus salarios era muy superior al del resto de los sectores sociales. Además, el desastre militar socavó la autoridad y provocó una situación de descontento entre los soldados y entre la población, que veía , espantada, como crecía el número de muertos en el frente (entre 3 t 5 millones de soldados en sólo dos años).

Con esta situación, las intrigas y complots en la corte eran continuos, sobre todo aprovechando las largas ausencias del zar mientras visitaba el frente. Los asuntos políticos quedaron en manos de la zarina, que hacía y deshacía a su antojo bajo la influencia de un extraño personaje, el monje Rasputín, quien en diciembre de 1916 cayó asesinado en una conspiración nobiliaria.

La falta de autoridad y el desbarajuste de la corte estimularon a la oposición en la Duma, donde la mayoría de los diputados se unieron para criticar la incapacidad de los ministros y de la familia real. Cada día crecía el convencimiento de que para salvar al país era necesario prescindir de los Románov e implantar un verdadero sistema parlamentario.

La Revolución de febrero

A mediados de febrero de 1917, el descontento popular en Petrogrado (nombre eslavo que había adoptado San Petersburgo) se tradujo en una serie de huelgas en las fábricas, manifestaciones en las calles y motines en las guarniciones.

El número de huelguistas aumentaba constantemente (el día 24, más de la mitad de los trabajadores de la ciudad estaban en huelga) y cada vez había más manifestaciones.

Igual que en el año 1905, los soldados recibieron la orden de disparar contra los manifestantes, pero esta vez desobedecieron, confraternizaron con la multitud y se amotinaron contra sus superiores, así que el éxito de la revuelta estaba asegurado.

Para defender la revolución, comenzaron a surgir los primeros grupos de obreros armados, que pronto constituyeron la Guardia Roja, organización que en los meses siguientes desempeñaría un papel fundamental.

En medio de todos estos acontecimientos, los obreros volvieron a resucitar el órgano de representación que había nacido en 1905: los soviets de obreros, de soldados y de campesinos que rápidamente se extendieron por todo el Imperio Ruso. En los soviets se agrupaban todas las fuerzas revolucionarias: eseritas (que contaban con mayoría de delegados), anarquistas, mencheviques y bolcheviques.

En la Duma, los diputados liberales, fundamentalmente del Partido Kadet, crearon un comité provisional. Los contactos entre este comité y el soviet de Petrogrado dieron como resultado una serie de acuerdos para establecer un gobierno provisional que sustituyese al zarista.

El nuevo gobierno se constituyó el 1 de marzo y al día siguiente, el zar, abandonado por todos, abdicó. El gobierno se comprometió a iniciar una serie de reformas de carácter político (libertad de opinión, de prensa, de reunión, etc.) y social (igualdad ante la ley, derechos sindicales, jornada laboral de 8 horas, etc.).

El Imperio Ruso se había convertido en una República Constitucional. Sin embargo, pronto se hizo evidente que las aspiraciones de los diversos sectores que habían destrozado al zar no coincidían.

Por un lado, la burguesía aspiraba a dirigir el país y a consolidar un régimen parlamentario de tipo occidental; por otro, un sector de las clases populares comenzaba a exigir un programa más ambicioso: salida inmediata de la guerra europea, reparto de tierras, mejoras en las condiciones laborales y, en definitiva, un sistema social y económico que garantizase la supervivencia.

La dualidad de poderes: gobierno y soviets (febrero - octubre de 1917)

El gobierno provisional estaba dominado por los partidos burgueses, agrupados en torno al Partido Kadet, y fue presidido en primer lugar por el liberal Luov y, a continuación, por el socialrevolucionario Kerenski.

El nuevo gobierno se encargó, sobre todo, de crear un régimen parlamentario capaz de dar eficacia y estabilidad al Estado. Una de las primeras decisiones que tomó fue la de cumplir con

los compromisos exteriores y continuar la guerra, proponiendo a la vez, unas reformas interiores para alcanzar la victoria militar.

En un principio, el gobierno provisional contaba con el apoyo de los soviets y de todos los partidos políticos, incluso del bolchevique.

Fue la vuelta de Lenin del exilio lo que dio un giro radical a la situación. Lenin defendió que la revolución no se podía mantener dentro de unos límites estrictamente burgueses y que era necesario i continuar avanzando hasta situar a los obreros en el poder.

En un artículo, conocido con el nombre de ``Tesis de Abril´´, defendió la necesidad de impedir la consolidación del poder burgués y de lanzarse inmediatamente a la revolución proletaria. Lenin hizo un llamamiento a favor de la inmediata salida de la guerra y se mostró partidario de retirar el apoyo al gobierno provisional.

El objetivo de los bolcheviques no era, por lo tanto, la construcción de un sistema parlamentario, sino la creación de una República de los Soviets de diputados obreros y campesinos.

Lenin vio claramente que la originalidad de la situación consistía en la existencia de una dualidad de poderes: un poder burgués, representado por el gobierno provisional, y otro obrero en manos de los soviets.

La fuerza en la calle la tenían los segundos, y si los soviets retiraban su apoyo al gobierno, éste se hundiría y aquéllos se convertirían en el único poder en Rusia. Convencido de la necesidad de tomar el poder, Lenin lanzó la consigna ``Todo el poder para los soviets´´, un grito que se convirtió en todo un programa de acción revolucionaria.

En el verano de 1917, la situación del pueblo ruso no había mejorado apenas: la guerra continuaba causando muchos problemas y persistía el hambre. Durante todo el mes de julio, las manifestaciones se sucedieron por todo el Imperio.

El ejército reprimió con dureza a los manifestantes y el gobierno, por su parte, acusó a los bolcheviques de incitar al pueblo a la violencia y al desorden. Se inició, también una persecución sistemática contra el Partido Bolchevique: su periódico ``Pravda´´ fue clausurado y Lenin tuvo que volver al exilio.

Mientras, todo el Imperio se desorganizaba de nuevo: en el campo, los campesinos ocupaban las tierras y se las repartían; en las ciudades muchas fábricas se declaraban en huelga y en los frentes los soldados desertaban y no obedecían a sus oficiales. Además, en agosto aumentó la inestabilidad política con la insurrección contrarrevolucionaria del general Kornílov, que sólo pudo ser frenada con la intervención de los obreros armados y de las milicias bolcheviques.

La revolución de octubre

Ante tal situación, los bolcheviques propugnaron la insurrección armada como la única vía posible para derrocar al gobierno provisional y consolidar el poder de los soviets. Por primera vez consiguieron que el soviet de Petrogrado, presidido por Trotski, y el de Moscú apoyasen sus planes.

La insurrección quedó definitivamente fijada para el 25 de octubre (7 de noviembre según el calendario occidental) con el fin de hacerla coincidir con la jornada de apertura del Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia, fijada para aquella fecha.

El levantamiento comenzó la noche del 24 de octubre en Ptrogrado bajo la dirección de un comité militar revolucionario que en pocas horas controló toda la ciudad y ocupó el Palacio de Invierno, sede del gobierno provisional. Todos los miembros del gobierno, con excepción de Kerenski, que consiguió huir, fueron detenidos. Durante las operaciones no se derramó sangre ni hubo víctimas.

Aquella misma tarde, el Congreso de los Soviets destituyó al gobierno provisional y aprobó la formación del Consejo de Comisarios del Pueblo, órgano representativo del primer gobierno obrero y campesino. En este consejo, los bolcheviques tenían la mayoría y Lenin fue nombrado su presidente.

El Congreso adoptó con rapidez las primeras medidas revolucionarias:

• En primer lugar, promulgó un decreto sobre la paz en el cual se proponía a todos los

pueblos y gobiernos beligerantes que estableciesen negociaciones inmediatas para alcanza una paz justa y democrática.

Una delegación soviética inició en Brest-Litovsk negociaciones con Alemania, cuyo resultado fue un tratado de paz que comporto unas pérdidas territoriales muy importantes para el nuevo Estado soviético.

• En segundo lugar, se firmó el decreto sobre la tierra, por el que se confiscaban las

propiedades de la Corona, de la nobleza y de la Iglesia, que se entregaban a los soviets para que las repartiesen entre los campesinos.

• En tercer lugar un decreto sobre las nacionalidades reconocía, a los diferentes pueblos

del Imperio Ruso, el derecho a la autodeterminación.

Finalmente, se estableció el control obrero sobre las empresas de más de cinco trabajadores y la nacionalización de la banca.

Rasgos principales del socialismo implantado en Rusia.

Durante veinte años, la URSS luchó para salir de su atraso secular mientras intentaba construir un régimen socialista. Para poder llevar a cado esta tarea, Lenin intentó, en un primer

momento, implantar un sistema de economía mixta, la NEP. Sin embargo, tras su fallecimiento, Stalin y el grupo mayoritario del Partido Comunista retomaron la socialización.

La nueva Economía Política (NEP) tenía que poner fin al ``comunismo´´ de guerra y conseguir tanto el aumento de la producción como el apoyo mayoritario de una población muy castigada por las duras condiciones de vida durante la guerra.

La nueva política económica suavizó las condiciones de trabajo en las industrias y permitió a los sindicatos recuperar su independencia. Se reconoció el derecho a la huelga, se desmilitarizó el trabajo y se establecieron estímulos salariales a la producción.

En el campo, la NEP permitió al campesino vender su producción en el mercado una vez entregada la parte que correspondía al Estado. Se suprimieron las requisas forzosas , se concedieron ventajas a los campesinos que aumentasen la superficie cultivable y los rendimientos y se permitió elegir entre la explotación comunitaria y la individual.

La NEP fue concebida inicialmente como una vuelta momentánea al capitalismo o , dicho más correctamente, como una etapa intermedia entre el capitalismo y el socialismo. Sus resultados económicos fueron evidentes.

La producción agrícola experimentó un incremento del 100% entre el ejercicio de 1921 y el de 1926-27. Así mismo, se triplicó la producción industrial y, a partir de 1926, la economía superó el nivel de producción de 1913.

El éxito económico conseguido por la NEP no estuvo, sin embargo, exento de problemas. Los precios se dispararon y se produjeron grandes oscilaciones que desorientaban al consumidor y provocaban importantes desfases entre los precios industriales, muy altos, y los bajos precios de los productos agrícolas.

Así mismo, la libertad de mercado provocó el enriquecimiento de los ricos propietarios (kulaks) y el empobrecimiento de los campesinos pobres o asalariados que no podían acceder a los productos industriales.

Cuando en el año 1924 murió Lenin, se abrió en la URSS une época de debate y de inestabilidad. En primer lugar, era necesario determinar la orientación económica que debía darse al Estado socialista, pues muchos miembros del Partido defendían una mayor intervención y el paso hacia una etapa de socialización acelerada.

Por otra parte, la muerte de un líder tan carismático como Lenin provocó un grave problema de sucesión. Nadie entre el resto de los líderes bolcheviques tenía el apoyo unánime del Partido y del conjunto de Bolcheviques. No obstante, en este debate destacaron dos personajes, Stalin y Trotski, que pos sus cargos y por su personalidad polarizaron la discusión.

Respecto a la cuestión económica, algunos líderes bolcheviques (Trotski) eran partidarios de acabar con la NEP y de ejercer una mayor presión política y económica sobre los campesinos, obligándoles a aumentar las ventas al Estado y estableciendo una política de bajos precios agrícolas.

Otros líderes del Partido defendían la política contraria: estimular a los campesinos para generar excedentes agrícolas que pudiesen ser intercambiados por bienes de consumo industrial.

Respecto a las ideas políticas sobre el camino que debía tomar la Revolución, también existían enfrentamientos. Para Trotski era necesario que la Revolución se extendiese por todo el mundo y que la Tercera Internacional la impulsase en todos los países a través de los diversos partidos comunistas.

Stalin, en cambio, defendía que el socialismo se podía construir en un solo país, de manera que la principal tarea de la Internacional era la defensa de la URSS. Para deshacerse de su oponente, Stalin se alineó, en un principio, con las posiciones más conservadoras en materia económica y llegó a conseguir la marginación y expulsión de Trotski del país en 1929.

Después, maniobró hábilmente para imponer sus principios, rechazar la política de economía mixta y defender un modelo de construcción del socialismo en la URSS basado en una fuerte industrialización.

Stalin fue el impulsor de lo que se conoce como la ``vía soviética a la industrialización´´. De acuerdo con su tesis sobre la necesidad de garantizar la supervivencia a la URSS, quiso asegurar su independencia industrial y energética.

Para poder asegurarla, en un territorio históricamente atrasado y devastado por una guerra civil, él y sus sucesores consideraron necesario poner todos los recursos económicos del país en función y al servicio de la industria pesada.

El deseo de planificar la economía para dar prioridad a determinadas cuestiones comenzó mucho antes. Así en 1920 el ``plan de electrificación´´, reformado en 1923 para el conjunto de la industria, iba ya en esta dirección. En 1924-25, Kondatrief elaboró un plan para la agricultura y en 1925, el XIV Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) decidió que lo esencial para la construcción socialista era la creación de industria pesada y que toda la economía tenía que ser planificada en esta dirección.

El instrumento principal de la planificación fue el GOSPLAN (Comisión del Plan del Estado), creado en 1921 como un organismo de carácter orientador.

Esta orientación coincidió con la política de la NEP hasta que el enfrentamiento entre economía planificada y libertad de mercado se hizo inevitable. Entre 1927 y 1928, se abandonó definitivamente la NEP y se adoptó un modelo de desarrollo basado en la planificación. El primer plan Quinquenal (1928-33) tuvo carácter vinculante para toda la producción de la URSS.

Para el esfuerzo industrial que se pretendía llevar a cabo se necesitaban unos capitales que debían proceder del resto de los sectores económicos, fundamentalmente de la agricultura.

Para conseguirlo se colectivizaron las explotaciones, ya fuese en cooperativas (koljoses), ya creando granjas estatales (sovjoses). Todo ello permitiría producir con menos efectivos y organizar y mecanizar amplias extensiones de tierra en las que la inversión fuese rentable. De

esta manera, se liberaba también mano de obra agrícola que podía ser ocupada en el sector industrial.

Sin embargo, los campesinos eran reticentes a las cooperativas por lo que su ritmo de creación era muy lento. En el año 1927, una profunda crisis agrícola provocó un gran descenso en la entrega de productos agrícolas fijados por la NEP y los kulaks y los campesinos en general fueron considerados responsables del desabastecimiento alimenticio.

En 1929 se forzó la colectivización de una gran parte de la tierra, utilizando muchas veces la coerción física o económica. El ritmo de colectivizaciones fue brutal. Si a principios de ese año sólo se había colectivizado el 4,1% de la tierra, en enero de 1930 era ya el 21% y el 58% en marzo del mismo año.

Esta rapidez provocó graves problemas, pues era imposible organizar y mecanizar una extensión tan grande de tierra. El propio gobierno tuvo que recordar que la colectivización era voluntaria yen septiembre de 1930 el porcentaje de tierras colectivizadas bajó al 21%. Sin embargo, la tendencia al alza continuó en los años siguientes y en 1934 el 75%de la tierra pertenecía ya a cooperativas o granjas.

La planificación impulsó el crecimiento de la industria y de la producción en general y en la década de los años treinta la URSS se pudo situar entre las potencias de primer orden en el terreno industrial. Ahora bien, fue un crecimiento desequilibrado. La industria de bienes de consumo era muy débil y la población padeció una falta crónica de productos.

Así mismo, la sumisión de la agricultura a la industria y el proceso de colectivización provocaron una ausencia de incentivos entre los campesinos y, como resultado, las previsiones de los planes quinquenales sobre la producción agrícola y ganadera no se cumplían nunca, dando lugar a déficits alimenticios.

Stalin superó todas las disputas internas mediante la formación de un grupo o casta de funcionarios que controlaba todo el aparato del Partido y del Estado. Las ``purgas´´ políticas se encargaron de anular cualquier disidencia.

Las más conocidas, las de 1935-1938, eliminaron a más del 50% de los miembros del Comité Central del Partido. Así, sin ningún tipo de oposición manifiesta, con una burocracia fiel y con una temible policía, Stalin concentró en sus manos todos los resortes del Estado soviético.

3.2. La crisis de las democracias europeas: el ascenso de los fascismos

El hundimiento de los imperios autoritarios en Europa tras la Primera Guerra Mundial reforzó el prestigio de las democracias liberales. Éstas fueron las vencedoras en la guerra, y en cierta forma, el mapa europeo se remodeló de acuerdo con los principios políticos que ellas defendían.

Pero, al mismo tiempo, los cambios provocados por el conflicto entrañaron una crisis profunda de los fundamentos económicos, sociales e incluso políticos sobre los que se asentaban dichos sistema. El resultado fue una etapa en la que el desarrollo de ideologías violentamente hostiles a la democracia liberal colocó a ésta en una posición de debilidad y repliegue.

La victoria de los Estados democráticos (Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Estados Unidos…) sobre los regímenes autoritarios de Austria, Alemania o Turquía, apareció como la victoria de la democracia. Los imperios autoritarios adoptaron fórmulas políticas parecidas a las de los vencedores.

Tal es el caso de Checoslovaquia, Polonia o Hungría, cuyas constituciones instauraron sistemas parlamentarios, implantándose el sufragio universal con gobiernos responsables ante el Parlamento. La propia Alemania se transformó en una República Federal, con una constitución de carácter progresista.

En los países de tradición liberal, la democracia se consolidó. El sufragio universal masculino se implantó en Gran Bretaña e Italia. Británicos y franceses adoptaron la jornada laboral de 8 horas. Se ampliaron las prestaciones por desempleo o enfermedad. Parecía que se había vuelto a la ``normalidad´´ de la preguerra, y el esfuerzo de los ciudadanos en la defensa de sus sistemas políticos se vio recompensado con una ampliación de la democracia social.

Difícil situación económica

El conjunto de países europeos se enfrentó a la reconstrucción de la posguerra en circunstancias muy difíciles. La economía, profundamente controlada durante el conflicto, volvió al libre juego del mercado y se desencadenó toda una serie de problemas.

En primer lugar, se produjo toda una altísima inflación y los precios se triplicaron o cuadruplicaron en poco tiempo. Gran parte de las producciones ligadas a la guerra (alimentación metalurgia, etc.) se hundieron, las empresas acumularon stocks y el paro aumentó de forma espectacular: así en Gran Bretaña había 1,2 millones de desempleados en 1920 y 2,5 en 1921.

En Alemania la situación fue especialmente dura. Debía pagar cuantiosas indemnizaciones de guerra Francia y a Gran Bretaña, que a su vez las necesitaban para saldar sus deudas con Estados Unidos, que las había abastecido de armamento y alimentos durante la guerra.

En 1923, el gobierno francés, decidió, como garantía de estos pagos, a ocupar el Ruhr, la gran zona minero-metalúrgica de Alemania. Ello provocó el hundimiento de la producción industrial alemana y una inflación vertiginosa.

La crisis de 1929 acabó de complicar la situación económica. El hundimiento d ela economía americana arrastró en mayor o menor medida, como hemos visto, a todos los países que mantenían relaciones comerciales o financieras con Estados Unidos.

Los capitales norteamericanos invertidos en Europa fueron rápidamente repatriados y muchas economías entraron en una etapa de recesión. En julio de 1932, la producción industrial mundial había caído en un 38% y el volumen del comercio mundial había descendido en un 25%.

Estas dificultades económicas se vieron acompañadas de una crisis social, que revistió en ocasiones características revolucionarias. En 1919 y 1920 se produjeron huelgas de ferroviarios, de mineros y de siderúrgicos en diversos países , que fueron duramente reprimidas por la policía y hasta por el ejército.

Los sindicatos socialistas y comunistas se reforzaron con un proletariado que no olvidaba que en Rusia se había producido una revolución que había llevado al poder a la clase obrera. Algunas movilizaciones, como la huelga general de 1926 en Inglaterra,, fueron duramente sofocadas y se tomaron medidas legislativas para limitar los derechos sindicales.

Todo ello condujo a que las democracias se encontraran fuertemente contestadas, tanto por un proletariado insatisfecho con la represión de sus derechos, como por la patronal o las clases medias, temerosas de una situación revolucionaria.

La debilidad de la democracia en Europa

La crisis económica propició, sobre todo en aquellos países donde el sistema liberal-parlamentario tenía escasa tradición, la aparición de regímenes autoritarios. Se trataba normalmente de dictaduras conservadoras que se apoyaban en los grandes propietarios, el ejército o la Iglesia, y que tenían como objetivo combatir el avance de las ideas socialistas y comunistas.

Así, en la década de 1920 se instauraron dictaduras en Portugal, Rumanía, Polonia Letonia y Yugoslavia. Esta tendencia se acentuó en los años 30, y a parecieron regímenes de este tipo en Grecia y Bulgaria. A finales del decenio, casi todos los Estados de Europa central y oriental eran dictaduras.

En España, un levantamiento militar de carácter fascista contra la Segunda República inició una terrible guerra civil (1936-39) que dio paso a la instauración de la dictadura franquista.Mientras, las democracias contemplaban con impotencia el ascenso de las formas autoritarias, especialmente el agresivo expansionismo del fascismo italiano y el de Alemania nazi.

Preocupadas por sus propios problemas económicos y por la crisis social desencadenada, Francia y sobre todo Gran Bretaña, se colocaron a la defensiva. Toleraron las agresiones contra

pequeños países y hasta en algún caso vieron el ascenso de las dictaduras como un mal menor frente al peligro comunista.

La aparición de los fascismos

Aunque el término fascismo se refiere, en un sentido estricto, a un fenómeno político concreto de la historia de Italia, es utilizado para designar todos aquellos fenómenos políticos que hicieron realidad, a partir de la Primera Guerra Mundial, una reacción violenta y autoritaria contra la extensión del principio de igualdad entre los ciudadanos.

El fascismo es, en primer lugar, una reacción contra la extensión del movimiento obrero socialista. Ello permite establecer dos puntos de referencia muy importantes para caracterizarlo: en primer lugar, el fascismo conecta de forma directa con el capitalismo moderno y, en segundo lugar, sólo se manifiesta allí done el capitalismo es incapaz de controlar la presencia del socialismo y el avance de las masas trabajadoras.

Se puede afirmar que allí donde existe una fuerte tradición parlamentaria que permite a la burguesía mantener su hegemonía mediante el sufragio universal, no surgen o no triunfan los movimientos fascistas. La burguesía controla el aparato estatal y consigue integrar dentro del sistema, mediante los mecanismos de la democracia parlamentaria, a la mayoría de las fuerzas obreras.

Sin embargo, allí donde hay una tradición ciudadana menos rica y menos articulada desde el punto de vista económico, político y cultural, que incapacita a la burguesía para dirigir el Estado liberal, el avance de un fuerte movimiento obrero origina reacciones antisocialistas de carácter agresivo que desembocan en la destrucción de las instituciones liberal-democráticas y en la aparición de las instituciones liberal- democráticas y en la aparición de formas o fenómenos fascistas.

Rasgos básicos del fascismo

Una característica de los movimientos fascistas es la de romper el aislamiento de la elite gobernante y crear un vínculo con las masas mediante un programa demagógico-populista, un jefe carismático y una práctica plebiscitaria.

Así pes, la instalación del fascismo en el poder supone la aparición de unas instituciones destinadas a manipular el sentimiento colectivo y a organizar todos los sectores de la vida social a través de fuertes movimientos de masas.

En el ámbito de las relaciones políticas internacionales, el fascismo se caracteriza por una intensa agresividad nacionalista e imperialista, regida por dos objetivos básicos: la beligerancia contra los Estados socialistas y las reivindicaciones territoriales (espacio vital, tierras irredentas).

De estas características surge un espíritu belicista que moviliza a todo el Estado, organizado militarmente y una clara teorización de la guerra como instrumento de progreso histórico y de selección de pueblos, razas y naciones.

La negación de las instituciones representativas hace que el fascismo fomente un personalismo desmesurado en torno a la figura de un jefe carismático y provindencial, conductor y salvador de la nación. Desarrolla una mística del poder personal rodeada de medios de propaganda y magnificada por una escenografía grandilocuente al servicio de la exaltación del jefe.

En relación con ello, el fascismo defiende una concepción antiigualitaria de la sociedad, donde dominan las elites y los elegidos, organizados en un partido único y dominante. Éstas tienen la responsabilidad de imponer un nuevo orden a través de la acción directa y priorizan claramente la violencia y el terrorismo.

El fascismo ensalza al Estado, que debe ser autoritario y centralista. Este Estado no tolera ni la separación ni el contrapeso de poderes, anula cualquier oposición y ejerce su acción con formas autoritarias. La organización de la economía está también impregnada de un fuerte intervencionismo estatal, que defiende el nacionalismo económico y la autarquía ante la competencia exterior.

Por otra parte, establece la organización corporativa de los diferentes grupos sociales, impidiendo la libre acción de los sindicatos y sometiendo toda actividad económica a los intereses de los grupos dominantes.

En el ámbito cultural, el fascismo presenta como un conglomerado ideológico poco homogéneo, que únicamente se unifica bajo la reivindicación de la primacía nacional o racial.

Por último, el fascismo rechaza la tradición racionalista y materialista adoptando posturas de desconfianza hacia la razón y de exaltación de elementos irracionales de la conducta, como el fanatismo, los sentimientos intensos y la obediencia ciega.

La Italia Fascista (1922-1939)

El fin de la Gran Guerra dejó en Italia graves secuelas económicas: en 1918 el coste de la vida había aumentado considerablemente respecto al de 1913, mientras los salarios reales habían disminuido aproximadamente en un tercio.

Este fue el origen de un movimiento huelguístico que alcanzo gran virulencia y que a menudo presentó objetivos revolucionarios. En 1919 se produjeron más de 1800 huelgas y en 1920 los obreros ocuparon numerosas fábricas en el Norte de Italia. En el campo, sobre todo en el centro del país, se desarrollo un movimiento de ocupación de tierras de los grandes propietarios.

Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el miedo al estallido de una revolución social empezó a asustar a la burguesía, que reclamó la necesidad de soluciones más estrictas.

En el ámbito político, la monarquía constitucional atravesaba una situación de fuerte inestabilidad y ningún partido conseguí obtener mayorías estables que permitiesen la formación de gobiernos duraderos. Así, entre 1919 y 1922, se suceden cinco gobiernos diferentes.

El régimen constitucional se apoyaba en una coalición de partidos liberables de centro, que empezó a verse fuertemente contestada tanto por el Partido Socialista, del cual en 1921 y bajo el impulso de Antonio Gramsci, se escindió el Partido Comunista Italiano, como por el Partido Popular, de inspiración católica y que recogía las aspiraciones de los sectores antisocialistas.

A todo lo anterior hay que sumar el nacionalismo revanchista derivado de la frustración ante los escasos resultados obtenidos de su colaboración con las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial.

Una parte de la opinión públicas empezó a denunciar la ``victoria mutilada´´ porque las promesas de recuperar las tierras irredentas no se habían cumplido totalmente. Este sentimiento, muy arraigado entre los ex combatientes (los Arditi) condujo a un grupo de ellos – ataviados con camisas negras y liderados por Gabriele d’Annunziio- a protagonizar entre otros actos de fuerza la ocupación del Fiume (zona reivindicada a la vez por Italia y Yugoslavia)

La subida al poder de Mussolini

En 1919, Benito Mussolini, un ex militante socialista expulsado del Partido, fundó los llamados Fasci di Combattimento, un movimiento que recogía antiguos combatientes y que presentaba un programa populista y nacionalista.

En 1921, Mussolini transformó el Fascio en el Partido Nacional Fascista, que se presentó como un recurso eficaz frente a la amenaza e bolchevización de Italia y, además, lo dotó de un programa nuevo que tenía como ejes vertebradores la construcción de un Estado fuerte (garante de la propiedad privada) y una ambiciosa política expansionista en el exterior.

El partido recibió ayuda financiera de la Confindustria (la mayor organización patronal italiana), el apoyo de importantes sectores del Ejército y la complicidad de algunos grupos liberales. Sus bases se nutrieron fundamentalmente de los descontentos sociales y políticos, buena parte de los cuales procedían de sectores de la pequeña burguesía.

Las Escuadras Fascistas protagonizaron numerosos actos de violencia social; éstos consistían en expediciones de castigo contra los políticos, ayuntamientos y periódicos de izquierda. Así pretendían acallar la protesta social y atemorizar a la población.

Estas expediciones contaban con la complicidad de la policía, que actuaba contra ellos sin contundencia, y de la justicia, que dictaba penas simbólicas a los escuadristas. El Partido Nacional Fascista demostró que contaba con una buena organización en la huelga de agosto de 1922. Cuando ésta se anunció, los fascistas comunicaron al Gobierno que, si é no era capaz de impedirla, ellos sustituirán al Estado.

Los escuadristas mantuvieron en funcionamiento el servicio de correos, trenes y autobuses, y con su acción se ganaron las simpatías de la clase media.

Pero, el golpe definitivo para hacerse con el poder llegó con la Marcha sobre Roma (8 de octubre de 1922), cuando unos miles de ``camisas rojos´´ ocuparon los edificios públicos de la capital. El Gobierno, quiso proclamar el estado de excepción el 28 de octubre, pero el monarca se negó a firmar el decreto y, entonces, el Gobierno dimitió. Asumiendo toda la responsabilidad, Víctor Manuel III pidió a Mussolini que constituyese un nuevo ejecutivo.

La subida al poder de Mussolini no significó el inmediato establecimiento de una dictadura, sino que ésta fue el resultado de un proceso de restricción de las libertades que se llevó a cabo entre 1922 y 1924.

Primero, un gobierno de coalición entre diferentes fuerzas políticas mantuvo formalmente la vida parlamentaria, así como la libertad política y sindical. El viraje definitivo hacia la dictadura tuvo lugar el año 1924, a raíz del asesinato del diputado socialista Matteotti, que había denunciado los crímenes perpetrados por las escuadras fascistas y el fraude con que el Partido Nacional Fascista había conseguido ganar las elecciones.

Los fascistas quedaron directamente implicados en el asesinato y para no tener que enfrentarse a las críticas del Parlamento, Mussolini asumió plenos poderes y silenció a toda la oposición.

La dictadura fascista

A partir de 1925, Mussolini inició un proceso encaminado a convertir Italia en un régimen totalitario en el que Estado y Partido Fascista quedasen completamente identificados. Aquel mismo año, una ley nombró a Mussolini jefe de Gobierno y todo el poder fue recayendo en sus manos. Él mismo nombraba y revocaba a sus ministros, legislaba mediante decretos y controlaba todo el poder ejecutivo.

En 1926, la Ley Rocco prohibió todos los partidos y sindicatos , a excepción de los fascistas, y en 1934, los sindicatos fueron integrados en 22 corporaciones que también contaban con representación de las organizaciones patronales. De las corporaciones salían los delegados que, juntamente con los representantes del Estado y del Partido, formaban Consejo Nacional de Corporaciones.

El Parlamento y el Senado se mantuvieron en un principio, peor totalmente desvirtuados. En 1928, el Parlamento pasó a depender del Gran Consejo Fascista (órgano superior del partido) que era el que en última instancia elegía a sus miembros.

La tare de desnaturalizar el Parlamento se completó en 1939, cuando fue sustituido por un órgano consultivo formado por los dirigentes de las corporaciones fascistas y pasó a denominarse Cámara de los Fasci y de las Corporaciones. Las autoridades provinciales (prefectos y subprefectos) y municipales (alcaldes) eran nombradas directamente por el gobierno y elegidos entre los fascistas más convencidos, y la administración política fue depurada de los elementos no adictos al régimen.

Finalmente, se creó una policía política, la OVRA (Organización de Vigilancia y Represión del Antifascismo) que perseguía a los opositores.

El régimen de Mussolini supo atraerse a la Iglesia Católica, con la cual firmó los PACTOS DE Letrán en 1929. Estos pactos supusieron, entre la Iglesia romana y el Estado, el reinicio de las relaciones después de la ruptura que se había producido en 1870.

El Papa Pío Xi reconoció el reino de Italia y a Roma como su capital, mientras el Estado italiano se comprometía a conceder al Vaticano una renta anual. A pesar de que algunos sectores eclesiásticos fueron poco a poco oponiéndose al fascismo, el apoyo del Papado al régimen constituyo uno de sus puntales más sólidos.

Un segundo elemento de popularidad para el fascismo fue su política exterior, orientada a satisfacer las aspiraciones redentistas y expansionistas de una parte de la población italiana. Así, se inauguró un programa de remilitarización y se inició una gran campaña de recuperación de los territorios irredentos (Trieste), de expansionismo colonial (Túnez y Albania, guerra y ocupación de Etiopía en 1935) y de reivindicaciones territoriales (Dalmacia), algunas de las cuales implicaban la rectificación de las fronteras con Francia (Niza, Saboya…)

Fuerte dirigismo económico

En el terreno económico, el fascismo instaló un verdadero capitalismo de Estado, que se caracterizó por un notable intervencionismo estatal, una fuerte protección a la industria nacional y por la tendencia de una política destinada a la autarquía económica.

En 1933 se creó el Instituto apra la Reconstrucción Industrial (IRI) con la finalidad de ayudar a empresas con dificultades mediante la compra de sus acciones a los grandes bancos a través de empresas filiales públicas.

De este modo, el Estado fue haciéndose con el control de sectores importantes de la economía (electricidad, siderurgia, construcción naval, química…) y, en 1939, el IRI poseía cerca del 45% de todas las acciones cotizadas en Bolsa.

En 1934, el Estado adoptó políticas proteccionistas y estableció un estricto control de los intercambios, autorizando solamente aquellas importaciones consideradas indispensables. La política autárquica condujo a una cierta renovación de la industria nacional, pero, en contrapartida, generó una producción industrial de elevados costes y de baja calidad.

Además, la orientación militarista de la industria distorsionó la producción y comportó el estancamiento de la industria ligera y de bienes de consumo. Otros proyectos que el fascismo puso en marcha, fueron los de obras públicas (construcción de autopistas, desecación de marismas, etc.), destinados a frenar el desempleo; el programa agrario, para fomentar la producción, y el plan de incentivación de la natalidad.

El estrecho vínculo entre el sector privado y el estatal tuvo su principal beneficiario en la poderosa y reducida oligarquía, identificada políticamente con el Partido Nacional Fascista. En contrapartida, el nivel de vida de los italianos se situó debajo del europeo. Los salarios reales disminuyeron, mientras el paro aumentó de 80.000 personas en 1926 a 964.000 durante 1934.

Estricto control social

El fascismo pretendió controlar y dirigir toda la sociedad a base de estimular su afiliación al partido o a los sindicatos fascistas. Así, para difundir y asegurar el futuro del régimen, se creó la Opera Nazionale Balilla, en la que era obligatorio matricular a todos los niños entre cuatro y catorce años (denominados según la edad como Hijos de la Loba, Balilla, Pequeños italianos), así como los adolescentes (Juventudes Fascistas, Grupos Universitarios Fascistas).

También se creó la Opera Nazionale Dopolavoro que organizaba actos y diversiones para los adultos fuera de la vida laboral.

El control del fascismo incidió también en el terreno de la educación, y así, en primaria, los maestros debían de vestir la camisa negra, mientras en la Universidad, los profesores habían de prestar juramento de fidelidad al régimen. El catolicismo fue declarado religión oficial, s e prohibió el divorció y la enseñanza religiosa se convirtió en obligatoria en las escuelas.

Periódicos, libros, emisiones de radio y publicidad quedaron impregnados de los valores fascistas, en un intento de controlar no solo la vida pública, sino también las conciencias, las lecturas y las opiniones del pueblo italiano.

El régimen favoreció los nuevos medios de comunicación social como la radio y el cine. En Roma se creó la Cinecittá, el Hollywood italiano, para favorecer el desarrollo de una producción cinematográfica propia que debía ejercer una gran labor propagandística. También se creó una potente res de emisoras de radio estatales con la misma finalidad.

La Alemania Nazi (1933-1939)

La abdicación, en 1918, del káiser Guillermo II dio lugar a la proclamación de un régimen republicano, la República de Weimar, cuya presidencia quedó en manos del socialista Ebert. La vencida Alemania inició su andadura democrática en unas condiciones políticas y económicas muy adversas.

La nueva República tuvo que asumir la derrota militar y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los vencedores. Además, la crisis económica y el desorden político radicalizaron las posturas de buena parte de los alemanes que se hicieron más receptivos al nacionalsocialismo.

Las debilidades de la República de Weimar

La nueva República, basada en una Constitución ampliamente democrática, fue incapaz de crear un sistema político estable y, al final, fue desbordada por el ascenso del nazismo.

En sus primeros años, la República tuvo que hacer frente a los intentos insurreccionales tanto de la derecha como de la izquierda que deseaban acabar con el régimen. En 1910 se produjo el levantamiento de la Liga Espartaquista (comunistas), que pretendía proclamar un gobierno de consejos obreros según el modelo soviético, pero fue duramente reprimido.

En 1920, el auge de grupos nacionalistas radicales, que acusaban al Gobierno de traición por haber firmado el armisticio y haber aceptado las condiciones del tratado de Verrsalles, se

tradujo en un conato de ocupación de Berlín. El golpe de Estado, que contaba con el apoyo de un sector del ejército, fracasó gracias al estallido de una huelga general.

Pocos años después, en 1923, Adolf Hitler protagonizó un fracasado putsch nacionalista y antidemocrático en Munich con el apoyo del general Ludentorff.

La situación económica atravesaba también un momento muy difícil. Las deudas de guerra y las fuertes reparaciones que Alemania tenía que pagar a los vencedores originaron un aumento vertiginoso de la inflación, que fue acompañada de una espectacular depreciación del marco alemán.

Las personas que vivían de capitales fijos se arruinaron y una buena parte de las pequeñas empresas tuvieron que cerrar, provocando con ello una gran subida de los índices de desempleo. La crisis llegó a su cénit en 1923, cuando los alemanes no pudieron pagar las deudas de guerra contraídas con Francia y las tropas galas ocuparon el rico territorio minero del Ruhr como garantía de cobro.

Entre 1924 y 1929, Alemania vivió un periodo de relativa estabilidad, gracias a una mejora económica. Sin embargo, la crisis de 1929, y más concretamente, la retirada de los créditos americanos, agravaron las dificultades y Alemania entró en una profunda etapa de recesión.

La producción disminuyó enormemente y el desempleo alcanzó los seis millones de parados en 1931. Los partidos gubernamentales de la llamada Coalición de Weimar (Paridos Socialdemócrata, Centro Católico y Partido Demócrata) fueron perdiendo el apoyo de los asalariados y e la pequeña burguesía empobrecida.

A partir de 1930, los diferentes gobiernos de coalición no tuvieron una mayoría suficiente en el Parlamento y con demasiada frecuencia se utilizó el recurso a disolverlo. La inestabilidad ministerial (19 gobiernos en trece años) era una prueba fehaciente de la fragilidad del sistema parlamentario.

La llegada al poder del nazismo

Adolf Hitler, ex combatiente de la Primera Guerra Mundial, inició su carrera política a los 30 años en un pequeño grupo extremista, antisemita, agresivo y racial, con eslóganes anticapitalistas, que en 1920 hizo público su programa y se denominó Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP).

En 1921, Hitler se puso al frente de este partido, reorganizándolo, multiplicando sus acciones de propaganda y dotándolo de un carácter violente con la creación de unos escuadrones paramilitares, las Secciones de Asalto (SA), que introdujeron la práctica de la amenaza y coacción contra sus adversarios.

También adoptó una serie de emblemas parecidos a los del fascismo italiano (camisa parda, saludo a la romana, cruz gamada, etc…).

Reconocido como Führer (Jefe) del Partido, protagonizó, en 1923 el putsch de Munich contra la República de Weimar. Por ello fue detenido y condenado a cinco años de prisión, que quedaron reducidos a seis meses. Durante este periodo, Adolf Hitler escribió Mein Kampf (Mi lucha), obra en la que exponía su desprecio por la democracia parlamentaria y su odio al bolchevismo, y apostaba por un liderazgo único y fuerte para dirigir al pueblo alemán.

Asimismo defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de forjar un Gran Reich (Imperio) con todos los territorios de población germánica, a la vez que postulaba un programa de expansión territorial, que definía como la conquista del ``espacio vital´´.

Al salir de prisión, su posición dentro del partido y su liderazgo político estaban más reforzados, y en 1925 llegó a crear su propia milicia, la SS (Grupo de Protección). Sin embargo, la mejora de la situación económica y social entre 1924 y 1929 hizo perder terreno a los nazis, que se vieron obligados a reducir su activismo y a aceptar momentáneamente el juego parlamentario.

La difícil coyuntura económica derivada de la crisis de 1929 fue la que ofreció una nueva oportunidad a los nacionasocialistas, que el aumento del malestar social favoreció la difusión de su discurso radical y provocó la polarización política.

Así, en las elecciones de 1932, salieron elegidos 196 diputados nazis y 100 comunistas. Ante aquello, las fuerzas conservadoras, más alarmadas por la influencia comunista, prefirieron llegar a un acuerdo con los nazis y, en enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller en un gobierno de coalición. El Führer juró la Constitución, pero su intención era convertir la República en un Estado autoritario.

Las razones del éxito electoral de los nazis hay que buscarlas en el apoyo que hallaron entre las clases medias, los campesinos arruinados y los obreros desesperados, ante la miseria y el paro, que en 1932 llegó a afectar al 29,9% de la población activa.

Por otro lado, su nacionalismo radical les hizo ganar adeptos entre los militares y antiguos combatientes y entre la burguesía, que deseaba un poder fuerte. Además Hitler contaba con el apoyo de importantes personalidades de la industria y de las finanzas y disponía de ayudas económicas procedentes de algunos grandes empresarios (Thyssen, Stinnes y Krupp). Además para una parte importante de la opinión publica alemana, Hitler era un eficaz defensor del orden frente al comunismo.

La dictadura nazi

La construcción del Estado autoritario se inició el mismo año 1933, cuando Hitler consiguió del presidente Hindenburg el permiso para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones, que se fijaron para el día 5 de marzo.

Un decreto del Gobierno prohibió la prensa y las reuniones de los opositores. Los registros y las persecuciones se multiplicaron, mientras que en las calles lo ``camisas pardas´´ sembraban el pánico y el terror. El 27 de febrero se produjo el incendio del Reichstag, del que fueron falsamente inculpados los comunistas. El atentado sirvió de excusa para suspender las

libertades individuales, suprimir el control judicial sobre las detenciones y restablecer la pena de muerte.

La concentración de poderes en manos de Hitler se completó cuando, en agosto de 1934, después de la muerte de Hindenburg, acumuló las funciones de canciller y presidente y se proclamó Führer y canciller del Reich (Reichfuhrer). Entonces se hacía necesario conseguir la total sumisión del Partido a sus directrices, ya que un sector de las SA, liderado por Röhm, mantenía diferencias políticas con el Führer y continuaba con las primitivas consignas anticapitalistas.

Su neutralización se llevó a cabo durante la Noche de los cuchillos largos (1934) en la que fueron asesinados el propio Röhm y más de 300 dirigentes de las SA.

En pocos meses, los nazis transformaron Alemania en una dictadura. Se decretó la disolución de los partidos y sindicatos y se suprimieron las libertades y las garantías individuales. Sólo fue autorizado el partido Nacionalsocialista, y todos los trabajadores fueron conminados a afiliarse en el único sindicato, el Frente de Trabajo Nacionalsocialista.

La administración pública fue depurada con una ley que autorizaba el despido por razones políticas y raciales. La judicatura desapareció como poder independiente y quedó sometida a la voluntad del Partido al tiempo que se formaban unos tribunales excepcionales para delitos políticos. Los poderes locales de los diversos Estados (Lander) fueron suprimidos y transferidos al Reich. Se inició la identificación entre Partido y Estado, que se constituyó como un Estado unitario y centralizado.

Bajo la autoridad incontestable del Führer, un abanico de poderes ejecutivos, a modo de oficinas ministeriales dirigidas por hombres plenamente identificados con Hitler competían, a menudo entre sí, para ganar mayor influencia política en la gestión del régimen.

Así, por ejemplo, ejercieron una gran influencia Goering, en el ámbito económico, Goebbels, en propaganda, y Himmler, en la represión política. Este último dirigía un auténtico imperio del terror: las SS, que sustituyeron a la policía, y la nueva Gestapo (Policía Secreta), que se encargaba de la represión e los opositores al régimen y del control sobre la opinión pública.

En 1933 se abrieron los primeros campos de concentración (Dachau), y hacia 1934 ya existían unos 50. No eran todavía campos de exterminio, pero la población recluida era sometida a unas condiciones de vida infames. Mal alimentados y obligados a trabajos forzados, muchos prisioneros alemanes dejaron su vida en ellos.

Autarquía económica y rearme

En el ámbito económico, la principal preocupación del régimen era asegurar un relanzamiento económico que convirtiese nuevamente a Alemania en una gran potencia mundial. La política nacionalsocialista se basó en un fuerte dirigismo estatal, y tenía como objetivo conseguir la autarquía económica necesaria para convertir Alemania en un Estado autosuficiente.

Se dio prioridad a la industria pesada, sobre todo a la de armamento, que alcanzó un gran desarrollo a causa de la remilitarización. Con esta finalidad, en 1936, se elaboró un Plan

Cuadrienal de autoabastecimiento económico y fomento de una industria de sustitución capaz de producir todas las materias que el Reich no poseía en cantidad suficiente.

Además, el Estado pasó a ejercer un fuerte control sobre los precios y los salarios con el fin de frenar la inflación, realizando fuertes inversiones e iniciando numerosos planes de obras públicas para acabar con el paro.

Los resultados económicos del nazismo fueron muy desiguales. En 1939, Alemania se había convertido en la segunda potencia industrial del mundo. El índice de producción industrial creció enormemente, aunque con una gran diferencia entre el sector de equipamientos (156%) y el de bienes de consumo (19%).

Se consiguió la plena ocupación, pero la capacidad adquisitiva de lso obreros se estancó, su jornada laboral se alargó (10 horas) y los derechos sindicales fueron suprimidos. La inflación fue controlada pero el comercio exterior se paralizó y el déficit exterior alemán se mantuvo, a pesar de la autarquía.

La política económica nazi reafirmó algunos de los rasgos más característicos de l capitalismo alemán. Durante este periodo se aceleró el proceso de concentración de capital y los beneficios de las empresas monopolistas aumentaron enormemente. La Banca, la segunda gran aliada del nazismo, también obtuvo elevados beneficios.

La clase media, que había puesto tantas esperanzas en el nuevo régimen, experimentó una tenue mejora de su situación, ya que los privilegios otorgados a la Banca le dejaron poco margen de maniobra. La clase obrera aunque vio cómo desaparecía el grave problema del paro, inició un grave empeoramiento de sus condiciones salariales y de trabajo.

La pureza racial

El nazismo aspiraba a la identificación de toda la sociedad con el Estado y por ello impulsó la nazificación de todos los aspectos de la vida institucional y cotidiana. En primer lugar, pretendía asegurar la pureza racial del pueblo alemán y el concepto de ``arianización’’ se convirtió en símbolo de la sociedad nazi.

Se afirmaba que la raza aria, cuyos individuos se identificaban no sólo por unas características físicas, sino también ideológicas, debía ser protegida mediante la exclusión de quienes presentaban cualquier discapacidad física, de las minorías étnicas, de los disidentes, etc… ya que éstos representaban un peligro para el nuevo orden social.

Además, se favoreció la natalidad de los ``verdaderos´´ arios y se adoptaron un conjunto de medidas eugenésicas con el fin de esterilizar a los individuos con enfermedades hereditarias en aras de una perversa experimentación científica.

Sin embargo, la cuestión racial que alcanzó mayor magnitud fue la persecución de los judíos. Las causas del antisemitismo alemán hay que buscarlas en el deseo de ofrecer a la nación alemana una explicación fácil de sus infortunios, una cabeza de turco a la que atribuir todas las responsabilidades.

Además, algunos judíos poseían grandes fortunas, hecho que provocaba el resentimiento de una parte de la población. La política antijudía pasó por diferentes fases: en 1933 se promulgó el boicot a los negocios de los judíos, en 1935 se dictaron las Leyes de Nuremberg que impedían los matrimonios mixtos y excluía a los judíos de la ciudadanía alemana, y en 1938 se les obligó a llevar un distintivo.

La animadversión contra los judíos se materializó en múltiples persecuciones, la más dramática de las cuales fue la llamada ``Noche de los cristales rotos´´, en la que fueron destruidos más de 7000 comercios, incendiadas las sinagogas y asesinados multitud de judíos.

Cohesión social e ideológica

Para el Estado nazi, la sociedad alemana debía tener una total cohesión racial y también presentar una absoluta unidad ideológica. Para garantizar la normalización de la cultura en un sentido racista y nacionalista, y fomentar su difusión, se creó el Ministerio de Cultura y Propaganda, que fue confiado a Goebbels.

Se depuró la Universidad y el sistema educativo por lo que muchos intelectuales huyeron de Alemania. La ciencia y la cultura (Periódicos, editoriales, emisoras de radio, cine…) se ``nazificaron´´, aniquilando brutalmente la libertad intelectual y desmantelando toda la elite artística y literaria.

Se censuró toda la producción literaria y artística; se crearon listas de autores prohibidos y la quema de libros considerados perniciosos se convirtió en un acto ritual del nazismo.

El futuro del Reich, según sus dirigentes, dependía de la adhesión de la juventud al nacionasocialismo y por ello el nazismo dedicó grandes esfuerzos a la educación de los jóvenes. Se reorganizó y se politizó el sistema educativo, a la vez que se introducía la censura en las escuelas y en los libros de texto.

También se fomentaron las organizaciones de recreo y de educación juvenil, entre las que las juventudes hitlerianas, desempeñaban un papel fundamental. La educación se orientó en un sentido ``machista´´ y el papel de la mujer en la sociedad se redujo a las llamadas tres ``K´´: Kinder, Kirche, Kücke (hijos, iglesia y cocina)

La oposición interior fue débil, ya que cualquier muestra de disidencia era atajada con una brutal represión. Comunistas y socialistas fueron perseguidos y enviados a campos de concentración, ante lo cual muchos de ellos se vieron obligados a emigrar.

Expansión territorial

El régimen nazi no puede entenderse sin su vocación expansionista. Hitler vinculó estrechamente la oposición al Tratado de Versalles de 1919 con la formulación de la superioridad racial en su voluntad de implantar un nuevo orden en Europa, asentado en el dominio germánico. Por ello, la política exterior del régimen fue condicionante fundamental del Führer, hasta el punto de determinar su acción de gobierno.

Las exigencias nazis de revisión del Tratado de Versalles no pretendían un retorno a las fronteras anteriores a 1919. Apuntaban más lejos: a la construcción política del Gran Reich alemán (que debía comprender todos los territorios de habla alemana) y a la conquista del ``espacio vital´´ (Lebensraum), identificado con los países habitados por los pueblos eslavos, considerados racialmente inferiores y débiles.

Eso iba a conllevar la ocupación directa de nuevos territorios (Polonia, Ucrania…), que habían de quedar al servicio de la raza superior, y la destrucción total de sus enemigos: el bolchevismo y el judaísmo. Todo ello había de culminar con la desaparición de la URSS.

3.3. La crisis de 1929 en la Europa capitalista. Consecuencias sociales, políticas y económicas.

La crisis del 29 tuvo lugar tras unos años de crecimiento económico extraordinario de Estados Unidos. Tanto durante la guerra de 1914, como en los años de la recuperación postbélica, las necesidades de los contendientes aumentaron espectacularmente la demanda de productos americanos.

Los positivos resultados internos de esta demanda, junto con las mejoras tecnológicas y la implantación de nuevas formas de organización del trabajo hicieron aumentar todavía más su competitividad y la renta media de sus habitantes.

Sin embargo, este crecimiento fue también muy desequilibrado y, en octubre de 1929, el hundimiento de la Bolsa de Nueva York inició una crisis económica sin precedentes, cuyas consecuencias recayeron sobre la economía mundial.

La situación interna de Estados Unidos repercutió sobre el resto de los países, en especial sobre los europeos, cuyas economías arrastraban grandes problemas derivados de la Primera Guerra Mundial.

Por un lado, la crisis americana detuvo la corriente de préstamos hacia Europa, que en los años anteriores había permitido cubrir el desequilibrio comercial. Por otro, al reducirse las importaciones estadounidenses, disminuyó la demanda de productos europeos. El hundimiento del comercio internacional facilitó que los efectos de la recesión se difundiesen por todo el mundo.

La depresión en Europa

La retirada de fondos monetarios y el cese de las inversiones para hacer frente a la falta de liquidez en Estados Unidos, puso de manifiesto las importantes dificultades en las que se encontraba el sistema financiero de varios países europeos.

La gravedad de la crisis varió de un país a otro, pero todos experimentaron un descenso en su producción industrial y agrícola, una disminución de los intercambios y un gran aumento del desempleo.

A los efectos iniciales de la caída de las exportaciones y de la cancelación de los préstamos desde Estados Unidos se sumó la crisis financiera de 1931, iniciada con la quiebra del Credit Anstalt, principal banco de Austria. Los créditos entre entidades hicieron que las dificultades afectaran al conjunto del sistema bancario europeo, en especial al de Hungría, Checoslovaquía, Rumanía, Polonia y Alemania.

En este país, tras el cierre del Drmstäder Bank, en junio de 1931, el conjunto de los bancos tuvo que suspender sus actividades varias semanas, mientras la caída de producción se aceleraba. Entre 1928 y 1932, la reducción en la industria rozó el 30%.

La recesión alemana, inducida tanto por la drástica caída de la inversión extranjera como por la cada vez más grave situación bancaria, aceleró la crisis en Europa.

Los problemas de Gran Bretaña empeorarían la situación general. Aunque sus apuros no fueron tan dramáticos como en Alemania, la imposibilidad de mantener la libra como moneda central del sistema monetario internaciona – pues el dólar era más atractivo al ser más competitivas sus mercancías- llevó a éste a la quiebra.

Además, sostener una cotización elevada de la libra encareció las exportaciones y abarató las importaciones, con lo cual la economía se estancó y abarató las importaciones, con lo cual la economía se estancó y la libra perdió su papel de referencia.

La ausencia de confianza en la libra fomentó la conversión de moneda en oro, y las reservas británicas se agotaron. En 1931 se suspendió la convertibilidad de libras en oro, lo cual provocó una devaluación de esta moneda.

La depresión no tuvo en todas partes la virulencia que alcanzó en Alemania o Estados Unidos. Francia es un excelente ejemplo de los países que conservaron su tipo de cambio fijo respecto al patrón oro. Pero al mantener fija la cotización de sus monedas mientras otros las devaluaban, perdieron competitividad en el mercado internacional.

Para contrarrestar esta tendencia pusieron grandes obstáculos a las importaciones, fijando cantidades máximas de determinados productos (contingentes) o firmando acuerdos con otros países para saldar los desequilibrios comerciales con mercancías (clearing). Estas medidas agravaron la crisis internacional, aunque suavizaron las dificultades interiores.

3.4. La II República y la Guerra Civil en España.

De forma precipitada e imprevista la II República se proclama el 14 de Abril de 1931, entre la esperanza y alegría de unos y el escepticismo de otros. Con esta proclamación culmina la Revolución Liberal Burguesa, ya que supone una implantación de un régimen auténticamente democrático con amplia participación de las masas, y se inician una serie de profundas reformas políticas y sociales. Los grandes desafíos del nuevo régimen eran:

• La construcción de un poder civil fuerte mediante la separación Iglesia-Estado y la

reforma del Ejército.

• La reforma económica, concretada en el medio rural (Reforma Agraria).

• La organización territorial, basada en autonomías regionales compatibles con un

Estado integral, para la satisfacción de los nacionalismos.

Uno de los principales protagonistas del período fue Manuel Azaña, del partido Izquierda Republicana/Acción Republicana (de base burguesa, reformista pero no revolucionario), que formó parte del gobierno provisional, fue presidente del gobierno durante la etapa de la ``República de izquierdas´´ y presidente de la República durante el gobierno del Frente Popular.

Las circunstancias internacionales no eran muy propicias para la segunda experiencia republicana española, pues Europa vivía el ascenso de regímenes totalitarios que, desde la derecha (nazismo alemán y fascismo italiano) y desde la izquierda (comunismo soviético), amenazaban los regímenes democráticos y constituían modelos a seguir o alcanzar para una parte de la burguesía y del proletariado español respectivamente.

Por otra parte las circunstancias económicas tampoco eran alentadoras, ya que la proclamación de la II república española se produjo en un momento en que la economía mundial se hallaba inmersa en la grave crisis iniciada en 1929 con el hundimiento de la Bolsa de Nueva York (Crack del 29) que se extendió a lo largo de la década siguiente.

Durante la II República se distinguen claramente tres ETAPAS:

1. ``La república de izquierdas´´ ``bienio social-azañista´´ o bienio reformista´´ (1931- 1933), en que se programaron las grandes reformas sociales y políticas y que a su vez se divide en dos períodos:

o El gobierno provisional

o El gobierno ``azañista´´

2. ``La República de derechas´´ o ``bienio negro´´ (1934-1936), en que se frenaron las reformas de la etapa anterior.

3. El gobierno del ``Frente Popular´´ (febrero-julio de 1936), nueva etapa de izquierdas en que se desencadenó la guerra civil.

1.LA REPÚBLICA DE IZQUIERDAS O BIENIO REFORMISTA

1.1 EL GOBIERNO PROVISIONAL

Tras conocerse el exilio del rey y proclamarse el nuevo régimen, se formó un gobierno provisional integrado por los partidos republicanos firmantes del Pacto de San Sebastián y por socialistas, presidido por Niceto Alcalá Zamora (del partido Derecha Liberal Republicana), cuyo objetivo fue convocar elecciones a Cortes Constituyente y que además realizó las primeras reformas.

Primeras reformas: en medio de un ambiente muy agitado por graves episodios de anticlericalismo y por continuas huelgas promovidas por los anarquistas, el Gobierno provisional emprendió:

1. La reforma del ejército mediante la llamada ``Ley Azaña´´, que pretendía modernizar el ejército al tiempo que reducía el número de oficiales, desproporcionado comparrado con el número de efectivos (por ejemplo, en 1917 había un oficial por cada tres soldados), ofreciendo el retiro voluntario a todos aquellos que no jurasen fidelidad al nuevo régimen. La reforma también supuso el cierre de la Academia Militar de Zaragoza (a cuyo frente estaba el joven general Francisco Franco) y la creación de la Guardia de Asalto (fuerza de orden púlbico de filiación republicana). Con esto se pretendía ``purgar´´ el ejército español de elementos antirepulbicanos. Esta ley causó un enorme malestar en el estamento militar y un amplio sector del ejército se opuso a ella por considerarla una agresión a su tradición.

2. La autonomía de Cataluña: mientras el 14 de Abril dse proclamaba en MADRID la II República, Francesc Macià (de Esquerra Republicana de Catalunya) proclamaba ``L’Estat Català´´ en Barcelona. La secesión catalana fue resuelta con la concesión anticipada de un régimen autonómico provisional, a la espera de la aprobación de una nueva Constitución española y de un Estatuto de Autonomía.

La Constitución de 1931: En las primeras elecciones republicanas, a Cortes Constituyentes, ganó la coalición republicano-socialista formada por el partido Izquierda Republicana/Acción Republicana de Azaña y el PSOE. La nueva Constitución, aprobada el 9 de noviembre de 1931, tenía como objetivo la construcción de un régimen plenamente democrático y sus características principales son:

- Nueva organización territorial: el Estado integral se compatibiliza con las autonomías regionales. En esos momentos sólo Cataluña, que ya antes de aprobada la Constitución tenía una autonomía provisional, contaba con un Estatuto (aprobado en agosto por referéndum popular) que, ya aprobada la Constitución, fue aprobado por las Cortes en 1932. El País Vasco obtuvo su Estatuto, aprobado por las Cortes ya iniciada la guerra civil (octubre de 1936), mientras que Galicia nunca pudo verlo aprobado por las Cortes debido al estallido de la guerra.

- Amplia declaración de derechos y libertades, con la ampliación de la participación política a la mujer.

- Sufragio universal y femenino.

- División de poderes:

o El Ejecutivo residía en el Consejo de Ministros cuyo presidente era responsable

de su gestión ante las Cortes; el Poder Legislativo residía en Cortes unicamerales.

o Se creó el cargo de Presidente de la República: elegido cada 6 años por los

diputados y por un número igual de compromisarios elegidos por sufragio universal. Las Cortes podían destituirlo. Nombraba y separaba libremente (o cuando lo decidían las Cortes) al presidente del Gobierno y podía disolver las Cortes.

o En la relación entre los poderes, predominaba el Legislativo. El presidente de

la República tenía que ajustarse a la composición de las Cortes al nombrar al presidente del gobierno.

- Se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales para resolver las infracciones contra la Constitución y arbitrar los conflictos entre poderes y entre la Administración Central y las regiones autónomas.

- Se estableció la separación Iglesia-Estado:

o Libre ejercicio privado y público de cultos y matrimonio civil.

o Prohibición de ejercer la enseñanza y actividades económicas a los religiosos.

o Prohibición de ``votos de obediencia´´ a autoridades que no fueran las del

Estado Español (por ello se disolvió la Compañía de Jesús)

o Supresión del presupuesto de culto y clero católicos.

La cuestión religiosa creó un gran malestar en el colectivo católico y provocó la dimisión como ministros de los católicos Alcalá Zamora y Miguel Maura (Derecha Liberal Republicana)

1.2 EL GOBIERNO DE AZAÑA (1931-1933)

Una vez aprobada la Constitución, las Cortes eligieron como presidente de la República a Niceto Alcalá Zamora y se formó un Gobierno republicano-socialista presidido por Manuel Azaña, que emprendió una amplia campaña de reformas (obras públicas, política educativa y cultural, política social…), de la que destacan la Ley de Reforma Agraria y la reforma educativa.

a)La Ley de Reforma Agraria:

o Objetivo: acabar con el problema social del campo en las regiones latifundistas, donde

abundaban los campesinos sin tierras desde las desamortizaciones y desvinculaciones del siglo XIX (con la ``proletarización´´ del campesinado), convirtiéndolos en pequeños propietarios mediante ``repartos de tierra´´.

o Medidas: la expropiación, con indemnización excepto para los nobles de las grandes

propiedades no explotadas directamente y el asentamiento en ellas de campesinos sin tierras.

o Resultados: escasos, por la lentitud y complejidad de la Ley de Reforma y la falta de

recursos financieros por parte del organismo responsable, el IRA (Instituto de Reforma Agraria).

o Consecuencias: la lentitud del proceso produjo una gran decepción del campesinado,

que había depositado sus esperanzas en esta Reforma Agraria, y provocó una gran conflictividad social en el campo impuslada por los anarquistas, que promovieron la ocupación de fincas y enfrentamientos con la Guardia Civil.

En este ambiente se produjeron la revuelta campesina de Castilblanco en Extremadura (en este caso alentada por los socialistas de la UGT) y los gravísimos ``hechos de Casas Viejas´´ (Cádiz, en enero de 1933), que consistieron en una matanza de campesinos a manos de la

Guardia Civil. La gravedad de tal represión provocó la dimisión de Azaña y la convocatoria de elecciones anticipadas.

b) La reforma educativa

Se inició ya con el gobierno provisional, con el objetivo de fomentar la enseñanza laica frente al protagonismo de la religiosa, y se concretó especialmente en establecer: una enseñanza primaria obligatoria y gratuita, financiada y organizada por el Estado. Se emprendió entonces una gran campaña de construcción de escuelas, en la que colaboraban los Ayuntamientos (cedían los terrenos y participaban en los gastos de construcción con el Estado).

Una vez aprobada la Constitución, que prohibía a las órdenes religiosas impartir enseñanza, se planteó un grave problema de escolarización, por falta de infraestructuras y de personal docente.

Paralelamente creció la oposición al gobierno azañista en distintos ámbitos:

- Político:

o del Partido Radical de Lerroux, que había quedado fuera de la coalición

republicano-socialista del Gobierno.

o De la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), fundada en

1933 por Gil Robles, era un gran partido de masas ``accidentalista´´ (ni monárquico ni republicano) , defensor del Catolicismo y de la propiedad.

- Militar: frustrado golpe de Estado del general Sanjurjo en Sevilla (verano 1932)

- Social: sobre todo de los anarquistas de la CNT, que promovieron huelgas e insurrecciones campesinas en protesta por la lentitud de la Reforma Agraria.

3. LA REPÚBLICA DE DERECHAS, BIENIO RECTIFICADOR O ``NEGRO´´ (1933-1936)

Las elecciones generales de noviembre de 1933 fueron ganadas por la CEDA seguida del Partido Radical de Lerroux, que formó gobierno. Las causas que explican la derrota de la izquierda son:

a) El voto femenino: las mujeres votaban por primera vez y mayoritariamente se inclinaron por partidos de derecha.

b) La abstención promovida por la CNT, que privó de los votos obreros y campesinos a los partidos de izquierdas, especialmente al PSOE.D

c) La desunión de las izquierdas, que concurrieron a las elecciones cada una por su lado.

2.1 Características de la etapa

• Gran inestabilidad política, ya que ni la CEDA ni el Partido Radical de Lerroux obtuvieron individualmente la mayoría absoluta en las Cortes. El Partido Radical tuvo que contar con el apoyo de la CEDA para gobernar.

• Freno a toda la obra reformista emprendida en la etapa anterior de izquierdas.

• Radicalización del movimiento obrero con el consiguiente crecimiento espectacular de

la conflictividad social (continuas huelgas y enfrentamientos en el campo).

2.2 La Revolución de Octubre de 1934

a) Detonante: La entrada en el Gobierno de Lerroux de tres ministros de la CEDA (en los ministerios de Trabajo, Justicia y Agricultura), considerada por los socialistas formación política antirrepublicana y pro-fascista. Como protestas el PSOE y la UGT convocaron una huelga insurreccional en toda España, especialmente grave en Asturias y Cataluña.

b) La Revolución de Octubre en Asturias, protagonizada por la UGT, la CNT y los comunistas (PCE), fue una auténtica insurrección de una República Socialista. La insurrección acabó con una durísima represión del Ejército dirigida por Franco (más de mil muertos y miles de encarcelados).

c) La Revolución de Octubre en Cataluña: aquí el detonante fue un conflicto entre la Generalitat catalana y el Gobierno Central: mientras las Cortes españolas estaban dominadas por la derecha, en el Parlament Català las izquierdas tenían la mayoría.

En febrero de 1934 el Parlament Català aprobó la Ley de Contratos de cultivo, que transformaba los contratos de arrendamiento de los ``rabassaires´´ en arriendos muy a

largo plazo `(` a rabassa morta´´), lo que prácticamente equivalía a la propiedad de la tierra.

Los terratenientes catalanes, agrupados en La Lliga, consiguieron que el Tribunal de Garantías Constitucionales anulase dicha ley. Ello provocó la retirada de las Cortes de los diputados catalanes, excepto los de la Lliga; en solidaridad con ellos, también se retiraron los diputados nacionalistas vascos.

El problema se agravó con la rebelión de la Generalitat, cuando Lluís Companys (de Esquerra Republicana y presidente de la Generalitat) proclamó el 6 de Octubre ``L’Estat Català dins la República Federal Espanyola´´. Esta rebelión no contó con el apoyo de los socialistas y anarquistas. La rebelión acabó con la consiguiente represión del Ejército y la suspensión del Estatuto de Autonomía Catalán.

d) Balance de la revolución de Octubre: miles de encarcelados y sensación de que las izquierdas y derechas españolas no tenían ya posibilidad de convivencia.

2.3 La caída de las derechas

A finales de 1935 ``el escándalo del estraperlo´´ desprestigió al Partido Radical y provocó la dimisión de Lerroux y las elecciones generales anticipadas.

El estraperlo fue un turbio asunto de corrupción política consistente en que dos holandeses, llamados Strauss y Perlo (de la combinación de los dos nombres nació el popular término, sinónimo de estafa), en unos momentos en que el juego de la ruleta estaba prohibido en España, consiguieron el permiso de políticos radicales, previo soborno con regalos (consistentes en sendos relojes de oro), para instalar en el Casino de San Sebastián una variedad del juego de la ruleta ``trucado´´ mediante un mecanismo eléctrico que aseguraban ganar siempre a la banca. Desde entonces la palabra ``estraperlo´´ se incorporó al lenguaje como sinónimo de fraude y contrabando.

3. EL GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR

El ``Frente Popular´´ fue una coalición electoral de las izquierdas promovida por Azaña y el socialista Prieto integrada por Izquierda Republicana, PSOE,PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación) y republicanos nacionalistas (Esquerra Republicana de Cataluña y nacionalistas gallegos).

En estas últimas elecciones republicanas, celebradas el 16 de febrero de 1936, izquierdas y derechas obtuvieron un número muy similar de votos, en torno a los 4 millones cada una. No obstante, la causa que explica el triunfo del Frente Popular es la unión de las izquierdas frente a la dispersión de las derechas: la CEDA, el Bloque Nacional (monárquicos y tradicionalistas), la

Lliga y la FE de las JONS (Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, fundada por José Antonio en 1933).

El nuevo gobierno, íntegramente republicano (sin socialistas) presidido por Manuel Azaña, llevó a cabo su programa electoral:

• Amnistía de presos políticos (los encarcelados por la Revolución de Octubre).

• Restablecimiento de la autonomía catalana.

• Recuperación de la Reforma Agraria.

En mayo las Cortes destituyeron a Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República y eligieron a Manuel Azaña, quien nombró como presidente del Gobierno a Santiago Carares Quiroga, que iba a vivir, entre los extremismos de derechas e izquierdas, el deslizamiento de España hacia la guerra civil:

• Huelgas constantes convocadas por socialistas y anarquistas con el objetivo de realizar una revolución social.

• La FE de las JONS vivió un ``aluvión´´ de nuevos afiliados, procedentes sobre todo de la

CEDA. Mientras, el PCE también aumentaba extraordinariamente su afiliación. Ambas formaciones políticas organizaron grupos ``paramilitares´´.

• Agitación social marcada por la polarización política derechas-izquierdas que se

traducía en lucha callejera a tiro limpio.

• Lock-outs patronales, fuga de capitales, conspiraciones militares…, una de las cuales estaba en marcha desde el triunfo del Frente Popular en las elecciones.

El 12 de julio fue asesinado por unos pistoleros de derechas el teniente Castillo (de la Guardia Civil de Asalto del PCE) y aquella misma noche una patrulla de la Guardia de Asalto sacó de su casa al diputado monárquico del Bloque Nacional Calvo Sotelo (a pesar de gozar de inmunidad parlamentaria) y le asesinó de dos tiros.

La conspiración militar que estaba en marcha desde hacía varios meses ya no esperó más. El 17 de julio las tropas de Melilla se sublevaron contra el Gobierno de la República. Empezaba la guerra civil.

3.4.2 LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Desde el triunfo del ``Frente Popular´´ en las elecciones de febrero de 1936, se preparaba un golpe de Estado militar cuyo objetivo era acabar rápidamente con el gobierno de izquierdas. Pero la tenaz resistencia abortó las expectativas de rapidez y lo que en principio era un expeditivo golpe de Estado derivó en una larga y cruenta guerra, entre julio de 1936 y abril de 1939. Los sublevados contaban con el apoyo de las fuerzas políticas de derechas (tradicionalistas, falangistas, CEDA, monárquicos y conservadores en general) mientras el Gobierno, por su parte, fue apoyado por las fuerzas políticas de izquierda y las grandes sindicales (UGT, FAI, CNT).

Los contendientes formaron dos bandos, al aglutinarse y definirse ideológicamente ``a la contra´´: los fieles al Gobierno, conocidos como ``republicanos´´, se declararon ``antifascistas´´, identificando al Fascismo con los sublevados. Los sublevados por su parte, se autodenominaron ``nacionales´´ y se definieron como ``anticomunistas´´, identificando el Comunismo con los republicanos (a los que llamaron ``rojos´´).

SUBLEVACIÓN Y GUERRA CIVIL

La sublevación no fue obra toda del Ejército, puesto que muchos oficiales, junto a miembros de la Guardia Civil y otras fuerzas del orden, se mantuvieron fieles al Gobierno y a la Constitución. Esto significó que el golpe de Estado no triunfara en todo el territorio nacional y, por tanto, que esa resistencia lo transformara en una guerra fratricida.

Los implicados tenían diferentes ideologías, algunos eran monárquicos, otros tradicionalistas, otros republicanos, y otros, como Sanjurjo, Mola y Franco, no tenían una filiación política determinada. El jefe de la sublevación era Sanjurjo (que murió al estrellarse el avión que les trasladaba de Portugal a España para ponerse al frente de la insurrección), y el coordinador y organizador de la trama conspiradora fue el general Mola.

El 17 de julio se sublevó la guarnición de Melilla y al día siguiente, Franco voló desde Canarias a Marruecos par aponerse al frente del Ejército de áfrica (del Protectorado Español). Ese mismo día el 18 de julio, la sublevación se extendió por casi toda la península, pero con diversa suerte.

El Gobierno mantuvo bajo su control Madrid, las grandes zonas industriales de Cataluña y País Vasco, el Norte (excepto Galicia) y el Levante. Un hecho importantísimo en los primeros momentos fue el paso del estrecho de Gibraltar por las tropas de África (Legión y regulares marroquíes, que formaban temibles unidades de choque), a primeros de agosto, bajo el mando del general Franco, que contó con el apoyo de la aviación italiana enviada por Mussolini.

Durante los primeros meses de la guerra, el objetivo de las tropas nacionales fue la toma de Madrid, que chocó con una ardua resistencia que se mantuvo hasta el fin del conflicto. En octubre de 1937 las tropas nacionales consiguieron controlar todo el Norte peninsular.

En 1038, la ofensiva nacional hacia el Mediterráneo desde el interior dividió el territorio republicano en dos partes aisladas entre sí. Los intentos de reunificarlas se concretaron en la

larguísima Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), en la que prácticamente quedó destruido el ejército republicano. En enero de 1939 se derrumbó la resistencia republicana en Cataluña.

En los últimos meses de la guerra, cuando ésta se daba ya por perdida para los republicanos, el último presidente del gobierno republicano, el socialista radical Negrín decidió mantener la resistencia en Madrid, a pesar del sufrimiento y la penuria de su población Civil.

El propósito de Negrín era prolongar el conflicto hasta que estallase la inminente II Guerra Mundial, con lo que la guerra española se internacionalizaría y el bando republicano recibiría el total apoyo de las potencias democráticas contra el fascismo. Negrín contaba con ello con el apoyo de los comunistas, mientras se le oponían los socialistas moderados, los republicanos y los anarquistas.

Esto provocó enfrentamientos armados en las calles de Madrid, constituyendo una ``guerra civil dentro de la guerra civil´´ que terminaron con el golpe de Estado del general Casado, que destituyó a Negrín y rindió la capital a los nacionales a finales de marzo. El 1 de abril finalizaba la guerra.

La victoria del bando nacional se explica por el desequilibrio de fuerzas:

a) el bando nacional se caracterizó por la fuerte autoridad y la unidad de mando, reforzadas cuando en octubre de 1936 el general Franco fue nombrado Generalísimo de los Ejércitos.

La mayor parte de sus fuerzas eran unidades del ejército, muy disciplinadas, a las que se integraban los jóvenes movilizados tras recibir instrucción. Los medios materiales y la ayuda exterior fueron superiores a los del bando republicano.

b) el bando republicano se caracterizaba, en cambio, por la desunión y la falta de autoridad, de disciplina y de coordinación. Sus fuerzas eran muy heterogéneas: algunas unidades del ejército y de la Guardia Civil junto a ``milicias populares´´, organizadas por sindicatos y partidos de izquierda.

La España Republicana se llevó la peor parte en cuanto a apoyo del exterior, a las pérdidas sufridas en los combates, a la escasez de alimentos y pertrechos militares y al éxodo masivo de población civil.

2. DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO

La guerra civil española provocó una honda división de la opinión pública internacional, como proyección de la pugna existente en Europa entre el Fascismo (Alemania, Italia), el Comunismo

(URSS) y la Democracia (Reino Unido, Francia). En agosto de 1936 se formó en Londres un ``comité de no intervención´´ impulsado por Francia y el Reino Unido para evitar la internacionalización del conflicto español y , por tanto, impedir el apoyo declarado y oficial de cualquier Estado a uno u otro bando.

Pero este organismo fracasó ya que únicamente las potencias democráticas europeas del momento, Reino Unido y Francia, así como EEUU y Canadá, se mantuvieron neutrales, mientras Alemania, Italia, la Unión Soviéticas y Portugal apoyaron abiertamente al bando que gozaba de sus simpatías.

2.1 AYUDAS AL BANDO NACIONAL

Desde los primeros momentos del alzamiento, los sublevados contaron con el apoyo alemán, italiano y portugués. La ayuda de la Alemania de Hitler consistió fundamentalmente en aviones, artillería, tanques, servicios de transmisiones e instructores. El conjunto de alemanes que luchó en España lo hizo en la llamada ``Legión Cóndor´´ de aviación.

Por su parte la Italia de Mussolini, además de aviación, artillería y material de transporte, envió varias divisiones de su Ejército, su marina obstaculizó el tráfico marítimo republicano y sus submarinos hundieron numerosos barcos, de distintas nacionalidades, que transportaban suministros de víveres y armamento a los puertos de la España republicana. El Portugal de Salazar puso a disposición de los sublevados sus puertos y además envió unos 20.000 voluntarios, los llamados Viriatos.

2.2 AYUDAS AL BANDO REPUBLICANO

Habiéndose cerrado a la República española la posibilidad de adquirir armamento en Francia, Reino Unido y EEUU, el Gobierno republicano sólo encontró el apoyo decidido de Méjico (que envió fusiles) y, sobre todo, la Unión Soviética, cuyos envíos de artillería, tanques, aviación y armamento ligero permitieron al ejército republicano resistir toda la guerra.

Así mismo participaron en ella numerosos militares soviéticos, en calidad de instructores, tanquistas y pilotos de aviación. Por otra parte, numerosos antifascistas de todo el mundo, principalmente europeos (franceses, alemanes, italianos, belgas, checos, ingleses, yugoslavos…), norteamericanos y canadienses, lucharon en España a favor de la República, en las Brigadas Internacionales, organizadas por el ``Komintern´´ (la Internacional Comunistas), aunque no todos sus componentes eran comunistas. El número de brigadistas fue aproximadamente de unos 45.000 combatientes.

3. DIMENSIÓN INTERNA DE LA GUERRA

3.1 LA ``ESPAÑA REPUBLICANA´´

Durante la guerra, la España Republicana representó la legalidad constitucional, pero esa legalidad se tradujo internamente en falta de autoridad, desorden y predominio de los elementos más exaltados, que se tradujeron en sucesivos cambios de gobierno, que trataron inútilmente de dirigir la guerra y gobernar en medio de frecuentes enfrentamientos entre las distintas fuerzas del bando republicano.

En este ambiente, durante su gobierno, Largo Caballero unificó militarmente las distintas milicias y unidades armadas republicanas en un Ejército Popular, lo que provocó la resistencia de los anarcosindicalistas.

La inestabilidad y radicalización política propició una enorme disgregación interna, mientras el Gobierno se veía impotente ante la revolución proletaria llevada a cabo por los ``comités revolucionarios´´. Éstos surgieron a escala local, desmarcados del Gobierno Central y estaban integrados por representantes cada vez más radicales de partidos y sindicatos obreros, especialmente comunistas y anarquistas.

Los comités ocuparon el poder en los municipios detentando funciones judiciales, policiales y militares (organizaban sus propias ``milicias populares combatientes´´), y protagonizaron la llamada ``revolución en marcha dentro de la guerra´´ modificando la estructura de propiedad según la ideología dominante: realizaron una acelerada ``reforma agraria´´ basada en expropiaciones forzosas sin indemnizaciones de las tierras de los sospechosos de simpatizar con el enemigo, seguidas de repartos entre los campesinos o colectivizaciones. También se colectivizaron las industrias.

Otra característica era el anticlericalismo, ya que la Iglesia fue identificada como ``aliada natural´´ de los sublevados, por lo que se prohibió el culto, excepto en el País Vasco, y el clero fue víctima de una durísima persecución.

3.2 LA ``ESPAÑA NACIONAL´´

La característica general era un orden sin fisuras, basado en:

a) una autoridad fuerte: El 1 de octubre de 1936 una Junta de Generales proclamó a Franco Generalísimo de los Ejércitos, Jefe del Gobierno y Jefe del Estado. La sede del gobierno rebelde se ubicó en Burgos en 1938 y a partir de entonces Franco comenzó a ser llamado ``caudillo de España´´. Éste no se definió sobre la forma de Estado hasta mucho tiempo después, entendiendo su Jefatura como vitalicia.

b) la unidad ideológica: por el ``Decreto de Unificación´´ (abril de 1937), los partidos políticos que apoyaron la sublevación se unificaron en la ``Falange Tradicionalista de las JONS´´, que se constituía en partido único a cuyo frente se puso Franco, como ``Caudillo´´ tras depurar a los que se oponían.

c) el apoyo de la Iglesia: la España nacional, confesionalmente católica, protegió a la Iglesia y se apoyó en ella. Tanto el clero español como la Santa Sede estuvieron abiertamente de su parte y, así, el levantamiento militar fue bautizado con el nombre de Cruzada.

4. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

4.1 DEMOGRÁFICAS Y SOCIALES: la guerra provocó el consiguiente descenso demográfico debido a:

• la mortalidad directa de la guerra (en los frentes y por bombardeos).

• la represión en la retaguardia llevada a cabo por los dos bandos.

• el exilio (de más de medio millón de personas, aunque muchos regresaron más tarde).

• la subnatalidad (o descenso de las tasas de natalidad), propia de una situación de guerra y posguerra.

Desde el punto de vista social, hay que considerar el alto número de heridos y mutilados, así como los numerosos prisioneros de guerra que llenaron las cárceles franquistas. La guerra marcó moralmente la sociedad de la posguerra, dificultando la reconciliación entre vencedores y vencidos.

4.2 ECONÓMICAS

La guerra tuvo efectos desastrosos, por la destrucción total o parcial de viviendas, industrias y red y material de transportes. El medio agrario también sufrió la devastación.

4.3 POLÍTICAS

El régimen político del bando nacional se consolidó en España, liquidando el régimen democrático republicano y estableciéndose una dictadura durante casi cuarenta años.

3.5. La II Guerra Mundial y la división de Europa

La línea de continuidad entre las dos grandes guerras del siglo XX es bien evidente. La mayoría de los problemas que llevaron a la Segunda Guerra Mundial fueron conflictos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial fueron conflictos que no se habían resuelto en la Primera Guerra Mundial o que tenían su origen en ella.

La humillación de Alemania en el Tratado de Versalles, la crisis económica de los años treinta y el ascenso al poder del nazismo provocaron en este país un sentimiento de revancha que culminó en una actitud agresiva hacia el resto de Europa.

Los escasos veinte años que separaron la Primera Guerra Mundial de la Segunda estuvieron llenos de conflictos. Una terrible crisis económica, derivada del crac de 1929, había trastornado el viejo orden económico del continente. Los problemas económicos habían facilitado la implantación de regímenes fascistas en Italia y Alemania y, por otra parte, habían hecho que se tambalearan los sólidos sistemas democráticos parlamentarios de la Europa Occidental.

Las consecuencias del Tratado de Versalles en Alemania habían hecho tomar conciencia de una gran humillación ante los aliados. El programa de Hitler de reunir en un gran Reich a todos los pueblos de la lengua alemana y conquistar para este país el espacio vital necesario para su seguridad y desarrollo económico fue recibido con esperanza por parte de amplios sectores de la población alemana.

De esta forma, Hitler pudo conducir la política alemana hacia una carrera de agresiones territoriales que sólo podían tener la guerra como resultado final.

También en Italia existía una gran insatisfacción respecto al resultado de las conferencias de paz, en las que habían quedado satisfechas sus aspiraciones, sobre todo territoriales; por eso, se lanzó a una política exterior muy agresiva.

Las democracias, debilitadas por los problemas económicos, daban tumbos entre lo que consideraban dos grandes amenazas: el fascismo y el bolchevismo. El miedo que provocaba este último impidió a muchos países occidentales (sobre todo a Francia y Gran Bretaña) poder mantener una actitud firme y capaz de contener las agresiones de Hitler.

Por ello, su política exterior en los años treinta fue de claudicación, de dejar hacer a los alemanes con la ilusión de que eso evitaría la guerra.

Lejos de Europa, el imperialismo japonés, con su vieja voluntad de convertirse en el dueño de Asia, había comenzado también una política expansionista. La ocupación de China, que se inició en 1931, fue un intento de dar salida a la crisis económica, ya que la economía china ofrecía amplias posibilidades de inversión para el capital nipón.

En este contexto, la oposición de Japón a la Unión Soviética, a la que consideraba como su gran enemigo asiático, reforzó aún más la alianza nipona con las potencias fascistas.

Finalmente, el desprestigio y la debilidad de la Sociedad de Naciones añadieron una razón más para preparar la guerra. En un momento de ascenso de los totalitarismos y de debilidad de las potencias occidentales, las relaciones internacionales fueron deteriorándose a lo largo de la década de los años treinta y la Sociedad de Naciones no fue capaz de hacer nada ante ello.

Además los Estados Unidos, la retirada de Japón y de Alemania y la entrada muy tardía de la URSS, impidieron que este organismo fuese un verdadero foro internacional para dirimir los conflictos antes de llegar al enfrentamiento armado.

El camino hacia la guerra

En el marco de estas relaciones internacionales tan deterioradas, una serie de hechos prepararon el camino hacia la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, se aceleraron las agresiones japonesas en el área del Pacífico.

El intento japonés de conquistar China en 1931 significó el fin de la distensión tras la Primera Guerra Mundial y el comienzo de un período pre-bélico. Ante la condena de la Sociedad de Naciones (SDN), Japón se retiró de la organización y ninguna potencia se atrevió a aplicar sanciones en su contra.

En el continente europeo, hacia la mitad de los años treinta, se rompió el precario equilibrio que se mantenía desde 1918. La agresión italiana a Etiopía fue la señal del comienzo de una serie de actos de fuerza que, como en el caso de Japón, las sanciones de la SDN (Sociedad de Naciones) fueron incapaces de detener.

Italia, que quedaba aislada internacionalmente, optó por aliarse con la Alemania nazi, alianza que consolidó durante la intervención de los dos Estados en la guerra civil española. Las potencias democráticas occidentales (Francia y Gran Bretaña), para no aumentar la tensión con Alemania e Italia, mantuvieron una actitud de no intervención, que evidentemente benefició a la causa franquista en España, que recibió ayuda de nazis y fascistas.

Ahora bien, fue la política expansionista y agresiva de Alemania la que dio los pasos definitivos hacia la guerra. Entre 1933 y 1939 Hitler se convirtió en el amo de la política internacional, tras el desafío de su retirada de la Sociedad de Naciones en 1933.

El siguiente acto exterior de Hitler fue la victoria en el plebiscito del Sarre (enero de 1935), que era un territorio con población de habla alemana que el Tratado de Versalles había confiado a la Sociedad de Naciones. A partir de ese triunfo, Hitler comenzó su ofensiva de transgresión de dicho tratado. Primero, en marzo de 1935, restableció el servicio militar obligatorio y, en marzo de 1936, remilitarizó Renania.

A partir de 1937 Hitler inició una política de ampliación del Reich, al que pretendía incorporar los pueblos alemanes situados en otros Estados. La llevo a cabo en dos fases:

A. En primer lugar (1938) con el Anschluss , es decir la incorporación de Austria al Reich. Las tropas alemanas entraron en Austria y, bajo la presión de las bayonetas se realizó un referéndum que apoyó la anexión.

Hitler tenía ya una cobertura legal para justificar su actuación. Las democracias occidentales se quedaron boquiabiertas, pero nadie se atrevió a levantar ni un dedo contra Hitler.

B. A continuación, el Führer , reclamó la libertad de los Sudetes, un territorio de Bohemia donde vivían más de tres millones de alemanes. El gobierno checo se negó a entregar los territorios y, para evitar un conflicto armado, se convocó la Conferencia de Munich, a la que asistieron Hitler, Mussolini y los jefes de gobierno francés (Daladier) y británico (Chamberlain).

El acuerdo que se firmó fue un gran triunfo del Führer, porque le permitió unir los Sudetes al Reich en septiembre de 1938.

La búsqueda de alianzas y el estallido de la guerra

La alianza entre Alemania e Italia data de 1935, a raíz de las sanciones que impuso la Sociedad de Naciones al régimen de Mussolini por la invasión de Etiopía. La guerra civil española les dio la primera ocasión efectiva de colaborar bélicamente y en 1936, Mussolini proclamó la constitución del Eje Roma-Berlín, que tenía un carácter de manifestación de solidaridad, pero no de alianza militar.

Por otra parte, Japón, que estaba en guerra con China, como temía una posible intervención soviética, firmó con Alemania el Pacto Antikomintern (1936), al que más tarde se adhirieron Italia, Hungría y España.

Con esta red de alianzas como telón de fondo, dos victorias diplomáticas de Hitler dejaron preparado el terreno para empezar la guerra. En primer término, la firma de una alianza ofensiva con Italia (Pacto de Acero) consolidó la colaboración de las dos potencias en el terreno militar.

En segundo lugar, la firma del pacto de no agresión germano-soviético, neutralizó el peligro que podría suponer la enemistad de la URSS. Para Hitler era importante la no intervención soviética cuando ocupase Polonia, que era el siguiente paso de su expansionismo. Además, unas clausulas secretas del tratado pactaban la división de Polonia en dos zonas de influencia y que Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania quedasen bajo control Ruso.

Una vez establecidas las alianzas que le garantizaban el apoyo militar necesario, Hitler se decidió a iniciar su plan. El 28 de abril exigió a Polonia la devolución de Danzig al Reich y el derecho a construir una carretera a través del corredor polaco.

La negativa de Polonia, con el apoyo de Francia y Gran Bretaña, constituyó la excusa para justificar la invasión. El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas invadieron Polonia y el día 3 Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.

El desarrollo de la guerra

A pesar del Pacto de Acero, Italia, de momento, no entró en guerra, y todo el peso de la ofensiva militar lo llevó Alemania. Con una táctica sorprendente, con un ejército magníficamente preparado y jugando con el factor sorpresa, los alemanes avanzaron sin dificultades por el territorio europeo.

Los aliados adoptaron una estrategia defensiva basada en el convencimiento de que la línea Maginot francesa detendría la ofensiva alemana. Los hechos desmintieron rápidamente esta creencia y la guerra se extendió por todo el territorio europeo.

Las rápidas victorias alemanas (1 de septiembre de 1939-22 de junio de 1941)

La guerra comenzó con dos estrategias muy diferentes. Los alemanes querían una guerra rápida y corta, una guerra relámpago, y por eso comenzaron con unas ofensivas ágiles y potentes. En esta primera etapa de la guerra, toda la iniciativa correspondió a los ejércitos alemanes, que fueron los protagonistas de todas las ofensivas.

La táctica de ``guerra relámpago´´ comenzó con la campaña de Polonia. Las unidades alemanas deshicieron, sin mucho esfuerzo, al ejército polaco. Varsovia cayó en manos de los alemanes el

26 de septiembre y, paralelamente, el ejército soviético invadió Polonia oriental y Finlandia, y se estableció una línea de separación ruso-alemana en el río Bug.

A continuación, a comienzos de 1940, Alemania ocupó Dinamarca y Noruega (abril de 1940) a fin de controlar la evacuación del mineral de hierro sueco, vital para su abastecimiento industrial.

Las victorias que obtuvo en los primeros meses de la guerra y la impotencia de Francia y Gran Bretaña animaron al alto mando alemán a iniciar la campaña de Francia. La ofensiva alemana comenzó con la ocupación de Francia y Bélgica, que fueron invadidas en 48 horas (mayo de 9140), y las tropas nazis entraron en Francia por las Ardenas, cercando a las tropas franco-británicas que, arrinconadas y sin capacidad de contraofensiva, tuvieron que ser evacuadas por Dunquerque.

La famosa línea Maginot no había servido de nada ante el cambio de táctica de los alemanes, que ocuparon el país por el norte y no por el este, como habían previsto los estrategas franceses. El 14 de junio, los alemanes entraron en París y el mariscal Pétain, el antiguo héroe de Verdún, solicitó el armisticio, mientras el ejército Hitleriano ocupaba el territorio francés hasta Caen, Orleans y Valence.

Mussolini, completamente seguro del éxito alemán y de la derrota francesa, decidió entrar en la guerra, e Italia se unió a las operaciones alemanas a partir del 10 de junio.

En el verano de 1940, tan sólo Gran Bretaña constituía un peligro para el dominio y la expansión alemana. Hitler decidió iniciar la ``batalla de Inglaterra´´, un proyecto de ocupación de la isla por mar.

A fin de asegurar el éxito de la operación, la aviación alemana se concentró sonbre el archipiélago en agosto. Los bombardeos fueron terribles y Londres sobre todo fue brutalmente castigada por la Luft-Waffe.

Sorprendentemente, la aviación británica, la RAF, repeló la agresión y Hitler tuvo que renunciar a su proyecto de invasión. Entonces el Führer decidió, con la ayuda de Italia,

trasladar el escenario de las actuaciones bélicas a otros lugares, y en primavera de 1941 ocupó Grecia, Yugoslavia y una parte de Egipto.

El equilibrio de fuerzas (22 de junio de 1941-3 de septiembre de 1943)

A comienzos del verano de 1941 Alemania decidió cambiar el frente de operaciones hacia el este, iniciando la llamada ``campaña de Rusia´´. La alianza que unia a alemanes y soviéticos había sido concebida por el Führer como un pacto temporal que no tenía otro objetivo que garantizar la tranquilidad a sus espaldas.

En aquellos momentos estaba decidido a eliminar el régimen bolchevique y a apropiarse de los recursos soviéticos de alimentos, minerales y petróleo. Así pues, las tropas alemanas avanzaron por Polonia y entraron en Rusia, pero fueron detenidas por una resistencia heroica cerca de Leningrado, que estuvo asediada prácticamente tres años, y de Moscú (diciembre de 1941).

Un segundo elemento que tuvo una gran transcendencia para el curso de la guerra fue la entrada de EEUU en el conflicto. Desde 1939 Estados Unidos había apoyado a los aliados mediante la venta de armas a crédito y el suministro, sobre todo a Inglaterra, de materias primas vitales para su industria.

Los japoneses, aprovechándose de la caída de Holanda y de Francia, habían ocupado las colonias asiáticas de Indonesia, Malasia, Birmania y las Indias holandesas. Los norteamericanos se opusieron a esta expansión y exigieron a los japoneses la evacuación de los territorios ocupados.

Japón respondió, sin declaración previa de guerra, bombardeando la flota americana en Pearl Harbour (diciembre de 1941). Estados Unidos declaró inmediatamente la Guerra a Japón, Alemania y a Italia. La guerra en el Pacífico, que tendría como principales protagonistas a las marinas americanas y japonesa, acababa de comenzar.

Entre noviembre de 1942 y septiembre de 1943 se detuvo la ofensiva de las potencias del Eje en los distintos frentes. Ello cambió el desarrollo de la guerra y abrió el principio de las ofensivas aliadas, que se desarrollaron en fases sucesivas:

a) La Batalla de Stalingrado.

Después de una impresionante resistencia de casi un año, las divisiones alemanas que asediaban la ciudad capitularon en febrero de 1943. Ésta fue la primera derrota del ejército alemán desde el inicio de la guerra, y a partir de este momento los soviéticos iniciaron una ofensiva que obligó a los alemanes a retroceder constantemente hacia el oeste.

b) La ofensiva americana en el Pacífico.

Una vez reconstruida la flota del Pacífico, los norteamericanos infligieron una primera derrota a los japoneses en la batalla del mar del Coral (mayo de 1942), que salvó a Australia de caer en manos de Japón.

En otoño del mismo año EEUU inició una gran ofensiva al desembarcar en las Islas Salomón y al obligar a los japoneses a evacuar Guadalcanal, lo que frenó definitivamente la expansión del Imperio Nipón.

c) La ofensiva anglo-americana en África.

La campaña de Rommel y del Afrika Korps para ocupar el canal de Suez se vio detenida en El Alamein por las tropas británicas dirigidas por Montgomery. Al mismo tiempo, y con una estrategia concertada, el 8 de noviembre de 1942, los aliados desembarcaron en el África francesa y las tropas de Rommel fueron vencidas definitivamente en Túnez (mayo de 1943)

d) La campaña de Italia

Con la decisiva ayuda de las tropas norteamericana, se produjo, en julio de 1943, un desembarco aliado en Sicilia, y desde esta isla se fue preparando el asalto sobre el sur de Italia.

Incapaz de actuar en tantos frentes al mismo tiempo, Hitler tomó la decisión de abandonar la zona. El Gran Consejo fascista intentó forzar la dimisión de Mussolini y el mismo Rey nombró al mariscal Badoglio jefe del gobierno.

Badoglio se encargó de firmar un armisticio con las tropas aliadas inmediatamente después de que éstas desembarcaran en Calabria y comenzaran a avanzar hacia el norte.

A partir de ese momento y hasta el final de la guerra, Italia permaneció dividida en dos zonas, con la línea divisoria en los alrededores de Nápoles. La parte norte quedó bajo dominio alemán, con la República Social Fascista de Saló, creada por Mussolini.

El sur fue ocupado por los aliados y se estableció un sistema monárquico con un gobierno de coalición antifascista que declaró la guerra a Alemania el 13 de septiembre de 1943.

El hundimiento de las potencias del Eje (septiembre de 1943-agosto de 1945)

Durante los años 1942 y 1943 cambió definitivamente el curso de la guerra y las ofensivas de los aliados fueron las que obligaron a los alemanes a replegarse y a adoptar una estrategia para la que no se habían preparado: frenar el avance del adversario.

Además, durante este último período, los países occidentales utilizaron dos nuevos tipos de acciones que hicieron disminuir mucho la resistencia alemana. En primer lugar, se generalizaron los bombardeos masivos sobre las ciudades alemanas. Por otro lado, las acciones de la resistencia en los territorios ocupados por los nazis se intensificaron y ayudaron en gran medida a desorganizar y desmoralizar a los ocupantes.

A partir de 1944 las tropas aliadas se lanzaron al asalto definitivo contra las potencias del Eje. Éstas fueron las diversas ofensivas:

a) La ofensiva rusa de 1944.

En junio de aquel año el Ejército Rojo inició su gran ofensiva hacia Alemania. Progresivamente, Polonia, Rumanía y Bulgaria fueron liberadas por las tropas soviéticas.

b) La campaña de Italia.

Desde sus posiciones en el sur de la península, los aliados comenzaron a avanzar hacia el norte y se abrieron camino en la decisiva batalla de Montecassino; llegaron a Roma en junio de 1944. Mussolini, finalmente, fue detenido y ajusticiado por los partisanos en los últimos días de la guerra.

c) La campaña de Francia.

El momento decisivo para la liberación de Europa fue el desembarco aliado en Normandía (6d de junio de 1944). El frente Alemán se rompió en Avranches (julio de 1944) y París fue liberado el 24 de Agosto.

d) El hundimiento de Alemania.

A partir de febrero de 1945 los rusos avanzaron hacia Alemania por el este, mientras que el resto de los países aliados lo hacían hacia el oeste. Aislados y agotados, los

ejércitos alemanes se vieron impotentes para contener el avance aliado y Berlín cayó el 2 de mayo, poco después de que Hitler se hubiese suicidado.

Inmediatamente tuvo lugar la rendición de las tropas alemanas, la ocupación del norte de Italia y la capitulación sin condiciones, el 7 de mayo ante los norteamericanos y el 8 ante los soviéticos.

De los frentes de la Segunda Guerra Mundial sólo quedaba abierto el del Pacífico, donde vencer militarmente a Japón era un trabajo muy costos y que podía ser muy largo. En primer lugar, se iniciaron una serie de ofensivas para debilitar al ejército japonés, y los norteamericanos, bajo el mando de Mac Arthur, ocuparon las islas Marshall, las Marianas, las Carolinas, las Filipinas y Okinawa, desde donde comenzaron a bombardear Japón.

Sin embargo, se preveía una resistencia nipona todavía larga y, para forzar una rápida rendición, Truman, el nuevo presidente norteamericano, decidió lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima (6 de agosto de 9145) y Nagasaki (9 de agosto). El 2 de septiembre los japoneses capitularon ante los americanos.

Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba destrozada. Dos países EEUU y la URSS, eran los únicos capaces de afrontar, gracias a su potencia económica, el esfuerzo de reconstrucción de la posguerra.

Pero estos dos Estados tenían una organización política, social y económica completamente antagónica. Esta situación totalmente nueva en el mundo supuso el enfrentamiento entre dos sistemas, entre dos bloques de países encabezados por EEUU y la URSS.

Impacto demográfico y económico

Aún antes de cumplirse los treinta años del final de la Primera Guerra Mundial, la humanidad había vuelto a ser duramente golpeada. La Segunda Guerra Mundial arrojó un balance de entre 40 y 50 millones de muertos.

Diversos factores nos explican esta cifra impresionante: la sofisticación de los armamentos, los bombardeos masivos sobre las ciudades, las deportaciones nazis y la subalimentación crónica de la población, que provocó un aumento de la mortalidad, sobre todo infantil.

Es preciso constatar, comparándolo con la Primera Guerra Mundial, el brutal aumento del número de muertos entre la población civil (en Polonia, cerca del 97% de las bajas fueron civiles y en la Unión Soviética, cerca del 50%).

Las destrucciones materiales tampoco fueron comparables con las de la Primera Guerra Mundial y afectaron sobre todo a las ciudades, las vías de comunicación y las instalaciones industriales. Como consecuencia, la capacidad industrial quedó notablemente mermada y las comunicaciones fueron en buena parte interrumpidas al desaparecer carreteras y vías férreas.

Las ciudades quedaron destruidas y una gran parte de los inmuebles tuvieron que ser demolidos.

Los gobiernos europeos tuvieron que resolver el problema de abastecimiento de la población ya que la falta de comida era estremecedora y se tuvo que racionar, de manera que se convirtieron en cotidianas las colas de gente para abastecerse de alimentos. El mercado negro estaba a la orden del día, los precios se dispararon y la inflación era cada vez mayor.

Como consecuencia del endeudamiento de los Estado beligerantes y de la misma inflación, las monedas europeas fueron perdiendo valor.

Por otro lado, la Segunda Guerra Mundial agravó la decadencia económica de Europa y fortaleció la economía norteamericana. Así, Estados Unidos se enriqueció notablemente con el conflicto y pasó a controlar los 2/3 de las reservas mundiales de oro y a ocupar el primer lugar en el ranking mundial de la producción de bienes básicos.

Por el contrario, Europa perdió definitivamente todos los fundamentos de su antigua hegemonía mundial, y el desastre demográfico y la ruina económica y financiera colocaron a su economía en dependencia de la de Estados Unidos.

También la Unión Soviética salió muy reforzada, a pesar de las pérdidas humanas y el coste material del conflicto. La URSS se convirtió en una gran potencia, reconocida como tal por todos los Estados y presente en todos los foros internacionales a partir de 1943.

El mundo socialista se engrandeció notablemente, ya que las tropas soviéticas ejercieron su control hasta una línea que llegaba, al norte, hasta el Elba; en el centro, hasta Praga y Viena; y al sur, hasta Trieste. La mayoría de estos países se convirtieron en democracias populares de economía socialista, lo que supuso el fin del aislamiento político y económico de la URSS.

La división de Europa

En 1945, tras la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, el antagonismo entre los países occidentales y la Unión Soviética surgió rápidamente. La Conferencia de Yalta había dividido Europa en dos zonas de influencia y tanto americanos como soviéticos se mostraron decididos a mantenerlas, recelando en todo momento de las actuaciones del bloque rival.

Ambas potencias, EEUU y la URSS, se mostraron decididas a extender su área de influencia y configraron sendos bloques de países aliados. Para afianzar este dominio, entre 1946 y 1948, Estados Unidos obligó a expulsar a los comunistas de los gobiernos de coalición que se habían formado en muchos países (Francia, Italia, Bélgica y Dinamarca).

Por su lado, la URSS también propició la ruptura de los gobiernos de coalición en su zona de influencia para que el partido Comunista se hiciera con el control exclusivo del poder, marginando completamente a las otras fuerzas políticas.

El incremento de la mutua desconfianza

La permanencia del Ejército Rojo en Europa oriental sembró la desconfianza entre los antiguos aliados, y más aún cuando la URSS se mostró decidida a conservar todas las conquistas efectuadas después del pacto germano-soviético.

Además, en Polonia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Alemania oriental, Albania y Yugoslavia, con el apoyo del ejercito soviético, la URSS impulsó la formación de las llamadas democracias populares, en las que los partidos comunistas acabaron convirtiéndose en fuerzas gobernantes y en árbitro de la nueva situación.

Por su parte, Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental, denunciaron el peligro de la expansión comunista e intentaron impedir su avance por Europa. Así ocurrió en Grecia, en 1946 cuando, ante el temor al triunfo de las guerrillas comunista que habían liberado el país de la ocupación alemana, las fuerzas británicas intervinieron en el Península Balcánica para frenar su avance.

Al mismo tiempo, el presidente Truman envió barcos de guerra americanos al Mediterráneo oriental para mostrar su determinación de defender la región. Según la división de Yalta, Grecia pertenecía al bloque occidental, y por tanto, no se iba a permitir allí el incremento de la influencia comunista.

Dichas actuaciones fueron consideras por la URSS como una intromisión en los asuntos internos de un Estado y un intento de extender la influencia angloamericana por Europa Occidental. Además, el papel hegemónico de Estados Unidos en la nueva Organización de Naciones Unidas (ONU) y su indiscutible liderazgo económico tras los acuerdos monetarios de Bretton Woods (1944), acrecentaron ostensiblemente las diferencias entre los antiguos aliados.

Por otro lado, Stalin quería aprovechar la victoria sobre Alemania para poner fin al tradicional aislamiento de la URSS y creía que había llegado el momento de la expansión mundial del comunismo.

La ruptura del año 1947

La ruptura entre los bloques se confirmó en 1947, cuando una serie de acontecimientos marcaron claramente la división del mundo en dos frentes contrapuestos. Ese mismo año, el presidente de EEUU difundió la Doctrina Truman, que defendía la necesidad de sustituir el tradicional aislacionismo americano por una política de intervención que asegurase la contención del comunismo en Europa.

Truman ofreció apoyo político y militar a todos los países que se sintieran amenazados por el comunismo y creó un agencia de información, la CIA (Central de Inteligencia Americana) al servicio de esta causa.

En esta línea de contención, el secretario de Estado americano, George Marshall, en su discurso de 1947, expuso que la reconstrucción europea constituiría la mejor arma contra el

avance del comunismo y, para ello, presentó un programa de asistencia a Europa: el Plan Marshall.

El Plan ofrecía una ayuda colectiva de cuatro años de duración, en forma de créditos y donaciones, que debían de repartirse entre los países que lo aceptasen. Como condición previo, se exigía la expulsión de los ministros comunistas de los gobiernos de coalición.

La mayoría de los países aceptaron la propuesta en julio de 1947, aunque fue rechazada por la URSS y los países del Este, que denunciaron la ayuda americana como una vía de control y dependencia respecto a Estados Unidos. Los países que aceptaron el Plan, un total de 16, crearon la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) y, entre los años 1947 y 1952, recibieron casi 13.000 millones de dólares.

En 1947, la URSS convocó en Polonia una reunión de dirigentes de partidos comunistas europeos, en la cual aprobaron el informe presentado por Jdanov, brazo derecho de Stalin, que dividía el mundo en dos sectores irreconciliables: el llamado imperialista, dirigido por EEUU y el democrático y antimperialista, liderado por la URSS.

La URSS manifestó su decisión de ponerse al frene de las fuerzas antimperialistas y antifascistas y de liderar la lucha revolucionaria contra el colonialismo político y económico. En la conferencia se instó a los partidos comunistas de Europa central a poner fin a los gobiernos de coalición y a substituirlos por gobiernos comunistas sumisos a Moscú.

En esta conferencia también se creó el Kominform, una organización que señalaría a los partidos comunistas de Europa la estrategia en cada momento.

La propuesta de Jdanov tuvo su primera manifestación conflictiva en Checoslovaquia. En el año 1948, este país estaba gobernado por un Frente Nacional que agrupaba a comunistas, socialistas, demócratas y populares. Siguiendo las nuevas directrices de Moscú, el Partido Comunista, que tenía el apoyo de buena parte del Ejército, forzó al presidente de la República a presentar su dimisión y a ceder el poder a Klement Gottwald, secretario general del Partido.

Los occidentales denunciaron el golpe e Praga y lo valoraron como una ocupación ilegal del poder.