Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836)Fundación Germán
Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal. Peñaranda de
Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor: Carabias Torres,
Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Centro de
Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de Bracamonte) Título: Historia
de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) [En línea] / Claudia Möller
Recondo, Ana María Carabias Torres Editorial: Peñaranda de
Bracamonte : Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003 Descripción
física: En línea (HTML) Clasificación: 946.0 Notas: Edición
electrónica a partir de la publicada en agosto de 2003 Materia:
Peñaranda de Bracamonte - historia Disponible en:
http://www.fundaciongsr.es/documentos/historia/introduccion-portada.pdf
Historia de
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Introducción
Este libro es el pri m e ro que se hace sobre la historia de
Peñaranda de Braca- monte y constituye la primera evaluación global
de su devenir desde mediados del siglo XIII hasta 1836. Es a
mediados del siglo XIII donde hemos localizado los pri m e ros
vestigios escritos sobre el asentamiento humano que derivó en la
actual Peñaranda de Bracamonte; asentamiento que necesariamente es
anteri o r a esta fe ch a . La fijación de este origen topa con la
dificultad de discernir con a c i e rto qué info rmación sobre Pe ñ
a ra n d ase re fi e ren a n u e s t raPe ñ a r a n d a , y cuál
no. Porque durante los pri m e ros siglos Pe ñ a ra n d ase llamaba
también la actual Pe ñ a- randi lla o Peñaranda del Sordo, l u g a
res ambos de poblamiento anteri o r.A q u é- lla evitó confusiones
re nunciando finalmente a su nombre y cambiándolo por el diminu t i
vo de Pe ñ a ra n d i l l ay la otra, con el tiempo abandonó la
primera part e de su denominación para llamarse simplemente S o r d
o s, cuando la actual Pe ñ a- randa de Bracamonte creció en
importancia y eclipsó a estos dos puebl o s homónimos pre e x i s t
e n t e s.
La fe cha de 1836 es un lugar común, a r b i t r a rio si se
quiere, que se ha constituído en el re fe rente básico del final
del régimen señori a l . Puesto que Peñaranda de Bracamonte fue una
villa de señorío, p a reció aceptable esta divi- sión cronológica
de lo que sería tratado en este primer volumen de la Historia de Pe
ñ a randa de Bra c a m o n t e, que ahora pre s e n t a m o s. C o
n fiamos que su segundo vo l u- men trate esta historia desde 1836
hasta el pre s e n t e.
S o b re la cronología abordada en este vo l u m e n , se habían
hecho algunos t r abajos de distinto carácter y temática parcial:
un buen estudio geográfico de la zona y otro sobre los orígenes del
señorío de Pe ñ a r a n d a ; va rios art í c u l o s s o b re el
arte del Convento de las Carm e l i t a s , un catálogo monumental
del Pa r- tido de Pe ñ a r a n d a , un trabajo sobre testamentos y
hagiografía del siglo XVI, l a biografía de un Bracamonte en las
Indias, y un artículo sobre los Tr atados de We s t falia en los
que participó don Gaspar. En los epígrafes corre s p o n d i e n t
e s analizamos el valor que cada uno de ellos ha tenido para este
estudio; sus re fe- rencias completas están en la bibl i o g r a r
f í a . S a l vo para la cuestión geográfrica y la art í s t i c a
, prácticamente todo estaba por hacer.
A iniciat i va del Excelentísimo Ayuntamiento de Peñaranda y con el
ap oyo i m p re s c i n d i ble de la Fundación Germán Sánchez
Ruipére z , la Excelentísima Diputación Provincial de Salamanca y
Caja Duero, se ha llevado a cabo esta i nvestigación en el marco de
la Universidad de Salamanca, mediante un conve-
nio adscrito a la Ley Orgánica de Refo rma Unive r s i t a ri a , a
rt .1 1 , que permite a sus pro fe s o res participar en proyectos
de investigación financiados por empre- sas pri vadas o públ i c a
s , ap rove chando el conocimiento e infraestructuras de la U n i
versidad de Salamanca. Estamos muy contentas y agradecidas a todas
estas i n s t i t u c i o n e s , y sobre todo a las personas que
las dirigían en el momento en que se fi rmó este conve n i o : re s
p e c t i vamente D. I s i d ro Rodríguez Plaza, D. G e r- mán
Sánchez Ruipére z , D. M a nuel Sánchez Velasco y D. S ebastián Bat
t a n e r. Pe ro q u i e ro hacer una mención especial, la que
merece D. Joaquín Pinto Escri b a n o, s u b d i rector de la
Fundación Germán Sánchez Ruipére z , en su sede de Pe ñ a r a n- da
de Bracamonte, sin cuya iniciat i va ,p romoción y constante
gestión este libro no hubiera sido posibl e.
El objetivo era obtener una visión de conjunto,incluso a sabiendas
del riesgo que esto supone, pues la amplitud de horizontes
necesariamente re s t a p rofundidad al estudio.Tenemos que
agradecer la confianza que estas institu- ciones pusieron en
nuestra potencialidad para un trabajo como éste, que cual- quier
conocedor de la investigación histórica consideraría a priori i m p
o s i bl e, una locura, teniendo en cuenta el ámbito de estudio y
el espacio cronológico en el que lo hemos culminado: veintidós
meses (marzo-2001/ diciembre - 2 0 0 2 ) .
Una locura porque ni siquiera se partía de un conocimiento básico
de qué fuentes documentales hab í a , dónde estaban conservadas o
qué tipo de info r- mación ap o rt ab a n . Los histori a d o res
sí sabemos que en un AR C H I VO HI S T Ó R I C O
PROV I N C I A L –en este caso el de Salamanca– están todos los
documentos notari a- les de la villa; que en el AR C H I VO DI O C
E S A N O D E SA L A M A N C A descansan todos los l i b ros
parroquiales de bautismo, m at rimonio y defunciones; que en el AR
C H I VO
HI S T Ó R I C O NAC I O NA L están los fondos documentales de la
Casa Ducal de Frías (Pe ñ a- ra n d a ) , aunque sin catalogar y
sin sospecharse qué cantidad ni qué calidad de i n fo rmación
podrían pro p o r c i o n a r.A este ingente volumen documental hab
í a que sumar, como proyecto seri o, la investigación en los arch i
vos generales, como el AR C H I VO GE N E R A L D E SI M A N C A S,
en mu chas de sus secciones –C á m a ra de C a s t i l l a ,D i
versos de Castilla,Contadurías Genera l e s,Escribanía Mayor de
Rentas,Mercedes y Privi- l e gi o s, Pat r o n ato Real,Consejo
Real, Contaduría de Mercedes, E s t a d o,D i rección General de
Rentas, Contaduría de Rentas y R e gistro General del Sello– ; el
AR C H I VO D EL A RE A L CH A N C I L L E R Í A D E
VA L L A D O L I D – s o b re todo en las secciones Pleitos
civiles,Planos y dibu j o s,R e gistro de Rea- les Ejecutorias– ;
otras secciones del AR C H I VO HI S T Ó R I C O NAC I O NA L– C o
n s e j o s,D i versos – M e s t a ,R e gistro General del Sello,
Órdenes Militares e I n q u i s i c i ó n– ; la RE A L AC A D E M I
A D E L A
HI S TO R I A, que conserva importante info rmación sobre linajes;
la BI B L I OT E C A
NAC I O NA L de Madri d , porque allí hay siempre de todo; la
biblioteca de la RE A L
AC A D E M I A ES PA Ñ O L A, porque mu chos de nu e s t ros condes
y vecinos fueron escri- t o re s ; o t ros arch i vos de la
Iglesia: AR C H I VO CAT E D R A L I C I O D E SA L A M A N C A – p
a r a actas cap i t u l a re s ,l i b ros de ap e o s ,d i e z m o
s , t a z m í a s , b e n e fi c i o s – ; los de institu- ciones
part i c u l a res como el del CO N V E N TO D E L A S CA R M E L I
TA So el del Conve n t o de los Franciscanos: el pri m e ro era muy
fácil de localizar y consultar; el segun- do no tanto: hubo que
rastrear pistas hasta localizar la info rmación en el AR C H I- VO
FR A N C I S C A N O IB E RO- AM E R I C A N O; el AR C H I VO D E
PROTO C O L O S D E MA D R I D – p a r a e s c rituras notariales
de los condes y de algunas fundaciones de part i c u l a re s – ;e
l AR C H I V I O STO R I C O BA N C O D I NA P O L I –para los
contratos de las obras de arte efe c- tuados por don Gaspar de
Bracamonte–; la BI B L I OT E C A NA Z I O NA L E“ VI T TO R I O EM
A-
Historia de Peñaranda de Bracamonte14
N U E L E I I ” D I NA P O L I y el AR C H I V I O D I STATO D I NA
P O Li –para la corre s p o n d e n c i a p a rticular de don
Gaspar de Bracamonte–; y otros arch i vos y bibliotecas de los que
hemos recogido info rmación menos abu n d a n t e, p e ro también
intere s a n t e, como los arch i vos Vat i c a n o s.
También estaba la cuestión de los señores de la villa: a partir del
siglo XVII el señor de Peñaranda fue asistente de la Audiencia de
Sevilla (don A l o n s o, I c o n d e ) ,p residente de va rios
consejos, incluido el de Estado, y virrey (don Gas- p a r, III
conde); m a e s t re de campo (don Gre g o rio Genaro, IV conde),
de la Cámara de Indias (don Pe d ro Fe rnández de Ve l a s c o,V
conde); m i e m b ros de la C o rte con oficios en ella (don
Bernardino –VII conde–, don Diego –IX conde– o de nu evo don
Bernardino –X conde–), hasta llegar a ocupar la presidencia del
Consejo de Ministros y el Ministerio de Estado. Estas
peculiaridades y la mag- nitud de la empresa obl i g aban a
trabajar en lugares va riados y dispersos, en los que estos
personajes dejaron su huella como miembros que fueron de la alta
administración del Estado.
El esfuerzo ha fru c t i ficado en la localización de un importante
elenco documental y en la cert i ficación de la pérdida de series
completas. E n t re ellas, la más lamentable es la inexistencia de
la re fe rente al concejo: la que se generó hasta la primera mitad
del siglo XVI fue destruida por indicaciones del señor de Peñaranda
en aquella época; el resto existía bien conservada en el momen- to
en que cerramos la cronología de esta obra, en el año 1836 –eso al
menos dicen los cap i t u l a res en va rios documentos– y no
sabemos cuándo se perdió. Faltan también los protocolos notariales
anteri o res a 1580 y en esta ausencia t u v i e ron mu cha culpa
los señores de la villa, que los destru ye ron o mandaro n d e s t
ru i r, según dire m o s. Del mismo modo se ha perdido
completamente el a r ch i vo del Convento de los Franciscanos y una
gran parte de la documenta- ción parro q u i a l . Estas
circunstancias nos han obligado a hacer re c o n s t ru c c i o-
nes indirectas de mu chos asuntos.
Tras este planteamiento, cualquiera podrá comprender que esto ha
sido un trabajo de equipo;de un equipo muy grande, donde cada uno
ha puesto lo que podía:las instituciones dinero, sin el cual ahora
yo no estaría escribiendo sobre Pe ñ a r a n d a ; un montón de pro
fe s o res consejo, ap oyo y documentación, p u e s sabiendo en lo
que estábamos trabajando nos han proporcionado información muy
importante y complementaria sobre el tema.La deuda con el Dr.
Francisco Javier Lorenzo Pinar es infinita; ha leído todo, ha
evitado que les aburriéramos con textos más fa rr agosos aún, nos
ha proporcionado la info rmación que iba encontrando en sus inve s
t i g a c i o n e s. El Dr. José Carlos Rueda Fe rnández también ha
sido un obligado consejero durante estos meses,y asimismo nos ha
ayudado a encontrar documentación de vital importancia para el
tema. La Dra. N i eve s Rupérez Almajano leyó la infernal primera
versión de lo referido a la Iglesia de San Miguel, que gracias a
sus consejos confiamos en que haya mejorado. La Dra. Águeda
Rodríguez Cruz nos ayudó con el santoral. El Prof. D. Ignacio
Izquierdo Misiego no ha ahorrado esfuerzo para cartografiar
perfectamente la reconstruc- ción espacial que habíamos elab o r a
d o. El Dr. José Ignacio Fo rtea Pérez ha re s- pondido, con la
maestría que le caracteriza, a nuestras constantes preguntas. D.
Francisco Hernández Méndez siempre ha estado a nuestra disposición,
ag i l i z a n- do los trámites y acompañándonos en las tareas del
Archivo del Convento de las
15Introducción
Carmelitas de Peñaranda,que él tan bien conoce, y facilitándonos la
consulta de sus trabajos sobre este conve n t o. Sin la
colaboración de la Dra. Pilar Zabala no hubieramos podido
interpretar los dispersos datos fiscales que se conservaban. El Dr.
Ángel Barrios García leyó y aposti lló sabiamente el capítulo de
histori a medieval de esta obra; los Dres.Antonio García y García y
Pedro Gil (OFM) nos ayudaron a localizar las fuente sobre los
Franciscanos; Fray PedroAliaga (OSST) las de los Tri n i t a ri o s
; Dª Cecilia Pa rra la documentación del A r ch i vo Histórico de
Protocolos de Madrid;y los Dres. Carlos Carrete Parrondo y Mª
Fuencisla García Casar a interp retar los datos sobre los judíos.
En los arch i vos nos han ap oya d o mu chos funcionarios anónimos
y otros con nombre : D.Vi c t o riano Antonio Car- bajo Mart í n ,
Dª Asunción Sáez, D. Pe d ro José Gómez González, D. Raúl Vi c e n
t e Baz y D. Claudio Calle Hern á n d e z . Nos ha enviado
documentos desde A m é rica D. Juan Martín Soria.Algunos conocidos
del pueblo han atendido generosamente a mis consultas: D. Isaac
Albarrán, D. Julio Muñoz, D. José de la Torre, D. Manuel Almeida,
D. Miguel Antona...
Los amigos han sufrido nu e s t ro abu rrido re l ato monotemático
durante este tiempo y han colaborado en la corrección de pru ebas
mecanográfi c a s : M a rtín Iacono, María del Pino Lecuona
Naranjo, Esther Ruiz Zap at e ro, F l o ri á n Fe rre ro Fe rre ro.
La fa m i l i a . . . todo esto junto, más el trabajo eficaz de ir
y ve n i r en busca de documentos que no teníamos a la mano: mi
padre, a sus 83 años, ha sido el primer lector, c o rrigiendo los
erro res mecanográficos –perdónenle a él si alguno encuentran, no a
nosotras, re s p o n s ables absolutas de ellos–; m i h e rmano
Ignacio ha hecho sus mu chos viajes a la Biblioteca Nacional en bu
s c a del dato que se re s i s t í a ; mi hermano Ángel, por vivir
más cerca, no ha parado por mi culpa de buscar mat e rial y medir
edificios para corroborar o no que las d e s c ripciones
documentales de los mismos que encontrábamos en los arch i vo s
eran o no la base de los existentes; mi primo Raúl (González
Salinero) me ha buscado y enviado con una celeridad pasmosa los
libros que necesitaba de M a d ri d .Y mi mari d o, Vicente Antonio
Sánchez We rn e r, además del cariño e i n finita paciencia, me ha
proporcionado el constante e impre s c i n d i ble ap oyo t é c n i
c o, tanto en el día a día, como en las situaciones de crisis aguda
provo c a- das por la m u e rt ede los ordenadore s.
La autoras de este libro han contado para realizarlo con la
colaboración de D.Vicente Antonio Sánchez We rner –en el soporte
info rmático para el análisis de d atos– y de los histori a d o res
Dª María del Carmen Ramos de Castro Ve l a s c o – t res meses–, Dª
Silvia Gordo Rubio y D. M a nuel Santos Burgaleta –seis meses cada
uno– en la transcripción paleográfica de los documentos.También ha
con- t ri buido a la localización de las fuentes Dª Mª de la Salud
González Fe rn á n d e z .
La Dra. Claudia Möller y yo hemos estado en todo cuanto hemos
podido, o rganizando y dirigiendo el trab a j o, t r a n s c ri b i
e n d o, c a rgando datos en las m á q u i n a s , i n t e rp re t
a n d o, e s c ri b i e n d o. Ella se ha llevado la peor part e,
porque se vio obligada a salir de España durante dos meses del año
2001 para buscar y t r a n s c ribir la documentación italiana:
julio y ag o s t o, en los ri g o res del ve r a n o de Nápoles y
Roma1; sin comentari o s.
Una amiga mía me enseñó sabiamente que una tiene que estar
dispuesta a pedir lo que está dispuesta a dar; yo he pedido mu cho
y es natural que ahora lo d i g a , y, más aún, que lo ag r a d e z
c a , en mi nombre y en el de la Dra. M ö l l e r. Pe r-
Historia de Peñaranda de Bracamonte16
dónenme aquéllos que nos hayan ayudado y ahora olvide mencionar; a
ellos también hago extensible este ag r a d e c i m i e n t
o.
Pe ro que nosotras hayamos volcado toda nuestra ilusión y esfuerzos
en este proyecto no significa que el trabajo esté bien hech o ;
esto habrán de juz- garlo los buenos histori a d o re s. Una cosa
sí debemos en justicia decir: h e m o s h e cho cuanto hemos podido
y dudamos que se hubiera podido hacer más en ese tiempo.Aun así
algunos nos acusarán de haber hecho un trabajo positivis- t a , con
más datos que interp retación de los mismos. Es ve r d a d ; no
veíamos la fo rma de interp retar sin pri m e ro conocer los hech o
s. Los histori a d o res consi- derarán obvias mu chas de las
explicaciones que ofre c e m o s , mientras que otras personas nos
acusarán de utilizar a veces expresiones incompre n s i bl e s. N o
s o t r a s hemos decidido escribir de la fo rma más sencilla
posibl e, p rimando el interés del ciudadano medio, sin especial
bagaje cultural en histori o g r a f í a , que hacer- lo para el
sector de los pro fe s i o n a l e s , al que estamos más
acostumbradas.Au n- que éstos reconocerán que siempre incluimos los
datos de arch i vo de cada d o c u m e n t o, por si interesara
ampliar el conocimiento de lo que sencillamente se intenta mostrar.
De esta fo rm a , será también un libro útil para el histori a d o
r.
El resultado global de esta investigación a mi me parece bu e n o :
h e m o s fijado la historia espacial de la villa; ampliado
sustancialmente la cuestión del o rigen del señorío; aclarado el
intrincado asunto de las juri s d i c c i o n e s ; e s t abl e-
cido la genealogía señorial y ampliado notablemente el conocimiento
que se tenía de la historia del art e. S a l vo el trabajo de
Franco Silva para el señorío m e d i eva l , nada se sabía de la
propia historia del señorío, poco de don Gaspar de B r a c a m o n
t e, nada de los impuestos, ni de la historia del concejo, ni de
las e rm i t a s , c o f r a d í a s , f u n d a c i o n e s , C o
nvento de San Francisco, ni de la fa m o s a i m agen de la Vi rgen
de la Po rt e r í a , ni de la demografía, la organización social,
la estructura sociopro fe s i o n a l , la educación, las fi e s t
a s. . .Antes de realizarse este t r abajo no teníamos idea de que
un conde de Peñaranda hubiera sido pre s i- dente del Gobierno
español, que hubiera habido un peñarandino en la expedi- ción que
fundó la ciudad de Córdoba, en A rg e n t i n a , o que tengamos
dos san- tos entre nu e s t ros antiguos ve c i n o s2. En cambio,
h ay temas que no hemos alcanzado a matizar bien y sobre los que
habrá que investigar más; e s p e c i a l- mente las cuestiones re
l at i vas al siglo XIX.Tenemos la suerte y la desgracia de ser las
pri m e r a s : al ab rir caminos, seguramente nos hemos equivocado
en mu ch a s c o s a s , p e ro albergamos la esperanza de que
otros puedan corregir nu e s t ro s e rro res cuanto antes –igual
que nosotras hemos corregido a otros en este l i b ro – , porque
significará que hab remos podido alentar el interés para conti-
nuar un camino que sólo está ab i e rt o.
Por lo que se re fi e re a la presentación del texto, intentando
ahorrar espa- c i o, hemos utilizado dos sistemas simultáneos de
cita: el americano –que anota ab reviadamente el apellido del
autor, año de edición y página, e n t re parénte- sis– para los
libros que se nombran va rias veces y cuya re fe rencia completa
está en la bibliografía fi n a l ; y el tradicional –desarrollando
completamente la cita– cuando nos re fe rimos a un trabajo una sola
ve z . A b reviamos también en lo p o s i ble las re fe rencias
archivísticas uti lizando un sistema de siglas y ab rev i at u- ras
e incluye n d o, también al fi n a l , la relación de las fuentes
manu s c ritas e i m p resas más importantes de las citadas en el
texto. El método de transcri p c i ó n
17Introducción
de los textos manu s c ritos es: o riginal en cursiva , d e s a
rrollo de las ab rev i at u r a s y unión o separación de palabras
según se hace hoy (usamos de estapor d e s t a ;d e l por de el) ,
acentuación y puntuación actuales, empleo de ( s i c ) cuando la
palab r a que antecede esté escrita de la fo rma que anotamos, e (
i l e gi bl e ) cuando haya rotura en el original y/ o no hayamos
podido leer la palab r a .Anotamos asimis- mo entre paréntesis las
letras o partes de la palabra o la frase que hubiera omi- tido el
amanu e n s e, y que consideramos necesarias para la comprensión
del t e x t o : e s c ribimos p l ( e ) i t ocuando el escribano
apunte p l i t o. D e n t ro de las citas textuales –que hemos
dicho que van en cursiva – , hemos aplicado negrita a las p a rtes
que queremos destacar. La ab reviación de las fe chas la hacemos
con su anotación nu m é rica separada por guiones, de manera que el
1 de enero de 1 5 3 0 , por ejemplo, se leerá mu chas veces en este
libro como 1 - 1 - 1 5 3 0.
Todo el trabajo es re s p o n s abilidad conjunta e indivisible de
la Dra. C l a u d i a Möller y mía, p e ro yo le he pedido a ella
que me dejara escribir esta intro d u c- ción por el sentimiento
que este tema y trabajo tienen para mi: s oy peñarandi- na desde
cuantas generaciones re c u e r d o ; yo era una de las principales
intere- sadas en que esta obra se llevara a cab o, la fi rmara
quien la fi rm a r a ; mejor aún, que la fi rmaran cuantos más
mejor, porque la parte de verdad de mu chos ay u d a a re c o n s t
ruir la verdad de todos.
Ojalá que nuestro esfuerzo sirva para que el mejor conocimiento del
pasa- do que puede proporcionar este libro evite muchos errores en
el futuro
S a l a m a n c a , a 19 de diciembre de 2002 ANA MA R Í A CA R A B
I A STO R R E S
Historia de Peñaranda de Bracamonte18
Historia de
Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) Capítulo I: La tierra y el
paisaje
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Fundación Germán Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal.
Peñaranda de Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor:
Carabias Torres, Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez
Ruipérez. Centro de Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de
Bracamonte) Título: Historia de Peñaranda de Bracamonte
(1250-1836). Capítulo 1 [En línea] / Claudia Möller Recondo, Ana
María Carabias Torres Editorial: Peñaranda de Bracamonte :
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2003 Descripción física: En
línea (HTML) Clasificación: 946.0 Notas: Edición electrónica a
partir de la publicada en agosto de 2003 Materia: Peñaranda de
Bracamonte - historia Disponible en:
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Capítulo I
La tierra y el paisaje
El pasado y el presente de los pueblos está condicionado, e n t re
otras va ri abl e s , por su situación geográfica y por las
circunstancias históricas del espacio en el que se encuentre n .
Peñaranda de Bracamonte es hoy un partido judicial de la p rovincia
de Salamanca, situado a unos 899 m de altitud, en el extremo nor- o
riental de la prov i n c i a , que limita al Norte con la provincia
de Valladolid y Z a m o r a , al Este con las de Valladolid y
Ávila, al Suroeste con la tierra de Alba de To rmes y al Oeste con
la ciudad de Salamanca. Como dice el manu s c rito de la Fundazión
del Convento de re l i giosas carmelitas descalzas de Nuestra
Señora del Ore t o(sic) (AC P, sin cat a l o g a r ) , Peñaranda
está a siete leguas de Salamanca, c u at ro de Alba y nu eve de
Medina del Campo.
Pe ro el nombre de Pe ñ a ra n d atambién sirve para denominar
otros espacios, como la actual Peñaranda de Duero –en Burg o s – ,
y una población de Filipinas. La palabra B ra c a m o n t ees el
gentilicio de un linaje familiar procedente de Fran- c i a , que
vino a la Península Ibérica en la Edad Media y que se ha extendido
por todo el mu n d o.Al seguir precisamente el camino de los
individuos distingui- dos que llevan este ap e l l i d o, vemos
como el término llegó a fo rmar parte del n o m b re de Peñaranda
(de B ra c a m o n t e) así como de un caserío, a 6 km de Guía, de
cuyo municipio depende en Te n e ri fe1, y de un pueblecito de la
provincia de Valladolid (Rubí de B ra c a m o n t e) , l u g a res
que fueron ori g i n a riamente pro p i e d a d s e ñ o rial de
alguno de los miembros de este linaje.
Unida administrat i vamente a la jurisdicción terri t o rial de
Ávila hasta la re o rganización provincial de 1833, los mapas
antiguos y actuales nos confi r- man que el emplazamiento de
Peñaranda de Bracamonte se sitúa en un cruce de c a m i n o s , e n
t re el eje Norte-Sur de la Cañada Real de las Merinas extremeñas y
el Este-Oeste de los caminos de arri e ros que viajaban de
Salamanca hacia M a d rid y a otros lugare s. Aun así no debemos
interp retar que estos caminos fa c i l i t aban el viaje; pues
Mesonero Romanos calificó el de su familia de Madri d a Salamanca,
en el verano de 1813, de marcha heroica que ofrecía a la sazón más
peligr o que el que hoy suelen arrostrar los osados explora d o res
de las re giones polare s ( c f r. RO B L E D O, 2 0 0 1 , p. 4 4 5
) . Porque aunque el Ayuntamiento de Berrocal había solicitado la c
o n s t rucción de una vía de comunicación de Madrid a Salamanca, y
se hab í a p royectado otra que comunicara Santander y A n d a l u
c í a , vía Peñaranda (Í d .) , e l camino seguía siendo largo y
difícil: una herradura de Ávila a Salamanca, pasando por Pe ñ a r a
n d a ,Ve n t o s a , H u e rta y A l d e a l e n g u a , evitando
cruzar el río2.
Punto de tránsito, aun así, que facilitó la formación de un centro
de inter- cambios, de un mercado, convertido en el principal motor
económico y humano del poblamiento peñarandino desde sus inicios, y
que constituyó un pequeño c e n t ro de producción industrial y una
parada de viajeros para sus compras o para el descanso, también
usado en el pasado como final de jornada en el cami- no entre Ávila
y Salamanca,según descripción de Lar ruga (LARRUGA, 1795).
A fo rtunadamente existen excelentes estudios sobre las
características geo- g r á ficas del espacio peñarandino y de su
evolución histórica en las obras del p ro fesor Cab e ro Diéguez
(CA B E RO, 1 9 8 5 , 1 9 9 0 a , 1 9 9 0 b, 1 9 9 0 c, 1 9 9 2 , 1
9 9 5 ) y en el libro colectivo G e ografía de Castilla y
León(1992) – publicaciones que han s e rvido para completar y
actualizar otras más antiguas como el mat e rial car- t o g r á
fico del Servicio Geográfico del Ejército y otro s – ; también en
las de Cab o Alonso (CA B O, 1976) o Llorente Maldonado (L LO R E N
T E, 1 9 8 0 ) . El lector encontrará en estos libros info rmación
puntual sobre este aspecto. N o s o t r a s a m p l i a remos aquí
el conocimiento que en ellos se muestra del espacio histó- rico de
la tierra de Pe ñ a r a n d a . Lo pri m e ro que llama la atención
al lector at e n- to de la documentación antigua de Peñaranda es la
importancia de la villa como núcleo mercantil: el trazado de las
vías de comu n i c a c i ó n , la disposición urbanística de sus
calles y plazas… todo habla de la centralidad espacial, p o l í-
tica y económica de la plaza del mercado, hacia la que concurren y
de la que p a rten todos los caminos (véase fi g. 1 ) .
El terri t o rio histórico de la villa de Peñaranda era angosto;
así al menos lo s i n t i e ron mu chos vecinos que en va rias
ocasiones a lo largo de la historia se re fi ri e ron a la
imposibilidad de tener huertas o prados dentro del casco urba- n o,
d ebido precisamente a esta estre chez espacial del terri t o rio
urbanizado3. Los prados, las huert a s , los montes y los ejidos
tenían su lugar en las afueras de la villa.
A finales de la Edad Media, Peñaranda estaba en medio, p e ro
ajena, de una antiquísima red de caminos que enlazaban va rios
centros demográficos y eco- nómicos más activo s : los más cercanos
eran Salamanca, Ávila y Medina del Campo –con su importante fe ri a
– ; encaminándose hacia Va l l a d o l i d , desde allí se abría la
ruta que conducía hasta las otras dos famosas fe rias comerciales
caste- l l a n a s : Medina de Rioseco y Vi l l a l ó n , y, más
allá, hacia León.También se podía subir desde Valladolid hasta Burg
o s , que se conv i rtió en un signifi c at i vo empo- rio
comercial a partir del año 1505, con la creación de su Consulado.
En dire c- ción a Ávila se bifurcaban pronto las posibilidades de
continuar hacia To l e d o ( d i rección sureste) o hacia Segovia
(dirección nore s t e ) . Para viajar hacia el sur lo más útil era
emprender ruta desde Salamanca o To l e d o.Así pues, en los albo-
res del pobl a m i e n t o, Peñaranda no estaba bien comu n i c a d
a :q u e d aba alejada de la ve reda de la Calzada de la Plat a , o
La Guinea–que era como se conocía en la Edad Media esta vía ro m a
n a , que unía Asturica A u g u s t a ( A s t o rga) con E m e r i
t a A u g u s t a( M é ri d a ) – . Pe ro a su favor tenía la llanu
r a , que casi todo trajín autori z a .
Poco a poco, p e ro sobre todo desde que los señores de la villa fi
j a ron su residencia en ella, y desde que don Juan de Bracamonte
revitalizó el mercado semanal (año de 1505), la algarabía y
vitalidad de este mercado de los jueve s , fomentó el desarrollo de
la natural estructura radial de los caminos, con la p ropia villa
como orto y fin de todos ellos; y fue el siglo XVI el período en
el
Historia de Peñaranda de Bracamonte22
que se adere z a ron algunos de los más importantes (el Camino Real
de A l d e a- seca) y se cre a ron otros nu evos (C a r re a n u e
va, hacia Villar de Gallimazo, d i re c- ción Salamanca).
Tomando el pueblo como centro imag i n a rio del espacio, y
siguiendo la ru t a de las manillas de un re l o j , vamos a
recordar los lugare s ,c a m i n o s ,p r a d o s ,e j i d o s ,
etc. de los que hablan los documentos de la historia de Peñaranda,
advirtiendo que no resulta fácil interp retar acertadamente tantas
imprecisiones como las fuentes documentales ofrecen. Comenzamos el
recorrido por la primera vía de comunicación importante de
Peñaranda:el camino hacia Alba de Tormes,direc- ción suro e s t e,
villa de la que dependió jurisdiccionalmente en los pri m e ro s
siglos de su historia, y camino que enlazaba los términos de Nava
de Sotrobal, Coca de Alba, Peñarandilla, Garcihernández,Amatos,
etc. (véase fig. 2).
En la misma dire c c i ó n , p e ro un poco más al nort e, salía el
camino que c o mu n i c aba con Salamanca, y que at r ave s aba (y
at r aviesa) el monte A r a u z o, e n el término de la Nava de
Sotro b a l , lugar que fue escenario de va rios conflictos j u
risdiccionales con Peñaranda por el disfrute de pastos para el
ganado.A pri n- cipios del siglo XVI éste se había conve rtido en
la vía de comunicación más i m p o rtante de la villa.Viniendo de
Salamanca se encontraban y cru z aban trans- versalmente otras dos
vías muy transitadas en aquellos siglos:
23I. La tierra y el paisaje
Fig. 1: Peñaranda de Bracamonte. Adaptación del mapa de Francisco
Coello (1867) elaborada por el Prof. José Ignacio Izquierdo
Misiego.
• El Cordel de Meri n a s , llamado en los documentos Camino Real,
que venía de la Nava , t o c aba levemente la villa y continu aba
en curva hacia el norte en d i rección a Aldeaseca de la Fro n t e
r a . Como su nombre indica, era muy usado para la trashumancia de
ganado, aunque abundan las noticias de altern at i va s utilizadas
por los pastores y sus ganados intentando zafarse del pago del por-
tazgo de A l d e a s e c a . • El más antiguo de los caminos hacia
el monte, conocido de tiempo inme- m o ri a l , y de gran
importancia para los ve c i n o s , que lo re c o rrían cientos de
veces acarreando leña y hojarasca para sus hogare s.
En el espacio comprendido entre estos caminos de Alba y Salamanca
se e n c o n t r aban algunos prados del concejo muy citados en los
documentos, como La Po z a , que lindaba con la parte urbanizada de
Peñaranda en el siglo X I V; en la línea del camino de Alba en su
ve reda sur, hasta el actual camino de Cañizal a Piedrahíta, se
ubicaban el disputado –según ve remos– prado de El Juncar del que
no queda hoy recuerdo en la cartografía por haberse integrado en su
actual casco urbano; y los prados llamados Po rt u g u e s e s ,
los Moscat e l e s ,l a s M a z o rr a s , majuelo Marín, La Raez y
El Márm o l . Como continuación de La Po z a , en la ve reda norte
del lindero del camino de Alba hasta el Cordel de Meri- n a s ,
seguía hacia el este el llamado Pradillo de Álva ro (que según un
memori- al de 1539 es desde el camino de A l va hasta llegar
frontero de La Po z a4) , el Cerro de la H o r c a , Las Chava s ,
Los Cach o n a l e s , Las Besanas, Picón de Carbonero s , la Ve r
d i- n a , el Lavajo Gonzalo y las Muñequillas. N o m b res de
lugares ab s o l u t a m e n t e
Historia de Peñaranda de Bracamonte24
F i g. 2 : Mapa de situación de Peñaranda en 1867.Adaptación del
mapa de Francisco Coello elaborada por el profesor José Ignacio
Izquierdo Misiego.
olvidados hoy, porque la mayor parte de ellos fueron absorbidos por
la urbani- zación peñarandina durante los siglos XVI y XVII.
Desde la actual carretera de Salamanca y hasta el camino de
Aldeaseca de la Fro n t e r a , e s t aban las Eri l l a s , las Pe
rr a s , C abeza Melón, las Reinas, se pro l o n- g aban las
Besanas y Besanillas, el Diezmo, la Rinconada, y más arriba las
Sola- nas y la Reguera, prado alargado hacia el norte ubicado entre
la ribera del Gua- reña y el camino de Cañizal a Piedrahíta, que
será una de las tierras más nombradas en los conflictos juri s d i
c c i o n a l e s.A t r avesando diametralmente este e s p a c i o,
se trazó una C a r re a n u e vaen la primera mitad del siglo XVI,
que se con- s e rva aún con el mismo nombre, y que separaba los
prados llamados las Pe rr a s , C abeza Melón y Besanas por un
lado, de las Eri l l a s , las Reinas, las Solanas y las B e s a n
i l l a s. Esta Carre a nu eva salía de Peñaranda ap rove chando
parte del Cordel de Merinas y se dirigía con nu evo rumbo hacia la
parte norte del Monte A r a u- z o, en dirección a Villar de
Gallimazo. El hecho de que se planeara y se cons- t ru ye r a , es
señal de la importancia que tenía el ap rove chamiento de este
monte, y quizá del interés del señor de Pe ñ a r a n d a , porque
at r ave s ab a , ya lo ve re m o s ,l o s montes de su pro p i e d
a d .
Hacia el oeste, desde la villa se ab ren en abanico el camino a
Cañizal y Pie- d r a h í t a , el camino de Paradinas y el que
conduce a Medina del Campo. E n t re los dos pri m e ros estaban
Entre c a m i n o s , la Chocolatera y A l d e re t e ; éste último
at r ave s aba el camino de Paradinas para continuar su extensión
hasta el de Medi- na en la parte más septentrional del espacio
peñarandino. Más al nort e, en el actual término de A l d e a s e c
a , e s t aban los Pradillos, también terreno disputado e n t re el
concejo y el señor que lo usurpó en el siglo XVI, según ve re m o
s.
Más allá de la carretera de Medina, hacia el suro e s t e, se ubica
el Prado H o rn o, e n f rente del actual cementerio –una parte del
cual se disputaron el con- cejo y el señor–; las Bizcocheras y los
Po z o s , lindando ya con la carretera de Á v i l a .E n t re ésta
y el camino vecinal que baja hacia el sur, d i rección Mancera de A
b a j o, se extendían los prados Pat a q u eb r a d a , el A rroyo
de San Jo s é , Rolones y B a rro de los Gat o s. Desde ahí, c e
rrando el círculo por el sur, los prados del Ines- t a l , el Cerro
de San Salva d o r, los Gordillos y las Gre d a s , hasta enlazar
fi n a l m e n- te con el camino de A l b a , at r avesando las Po
z i l l a s , los Enceraos y Po rt u g u e s e s5.
S o b re esta estructura terri t o rial hemos podido re c o n s t
ruir en parte la situación histórica de las propiedades señori a l
e s , la de algunos vecinos part i- c u l a re s , los bienes
comunalesy de propios. Nos sirven a este efe c t o : el Apeo de las
here d a - des que tenía el concejo de Pe ñ a randa en los términos
de la dicha villa(1464-1502) (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 1
r- 7 v ) ; un Memorial de los prados y montes e bienes rayzses que
el conçejo de la villa de Pe ñ a randa pide a Alonso de Bra c a m o
n t e ,mi señor,los quales prados e cosas de yuso con - tenidos
dize el dicho Alonso de Bracamonte ser suyos e lo aver sido de sus
anteçesore s,s e ñ o res que an sydo de la dicha villa, p resentado
como probanza en la Chancillería por parte de Alonso de Bracamonte
en marzo de 1539, para tratar de demostrar la fa l s e d a d de las
usurpaciones terri t o riales de las que le acusaba el concejo
(ARCHV, P l e i - tos Civiles,Z a randona y Balboa(F) C. 5 7 6 - 1
, s. f. ) ; también el Segundo memorial de los prados y tierras que
el concejo de Peñaranda considera usurpados por Alonso de B r a c a
m o n t e, anexo al interro g at o rio de la probanza presentada en
la Chanci- llería por parte del pri m e ro contra don Juan de
Bracamonte, en 19 de junio de 1545 (ARCHV, Pleitos Civiles,Z a
randona y Balboa (F) C. 1 5 2 5 - 1 , s. f. ) ; y la pro b a n z
a
25I. La tierra y el paisaje
de testigos presentada a 30-3-1556 por parte del concejo de
Peñaranda en la Chancillería para el pleito que trat aba contra don
Juan de Bracamonte, p re c i s a- mente sobre usurpación señorial
de bienes de propios (ARCHV, Pleitos Civiles, Z a randona y Balboa
(F) C. 1 2 2 4 - 1 , s. f. ) .
A través de los datos que nos proporcionan estas fuentes sabemos
que el t e rreno que ro d e aba la parte urbanizada de Peñaranda
eran bienes del concejo en 1419 (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f.
3 r ) . Conocemos también la existencia de una gran extensión de
monte alto en el espacio comprendido entre los caminos de Aldeaseca
de la Frontera y Alba de To rm e s , que continu aba sin solución
de con- t i nuidad hacia el norte y nore s t e. La espesura de la
masa arbórea se iba rari fi- cando a medida que nos acercábamos a
Pe ñ a r a n d a , en un círculo concéntri c o de monte salpicado
de tierras de lab o r, en el que los árboles escasean, d e j a n d
o poco a poco todo el espacio al cultivo del cere a l .
Esta concentración arbórea era, p u e s ,m ayor cuanto más separada
estuvie- ra la zona de los caminos de tránsito y del casco urbano
de la villa; así se dice: que entre el camino de Alba e A ra u zo
hacia el monte del dicho don Ju a n (al norte y noro e s t e del
puebl o ) ay muchas tierras de here d e r o s,l a b rantías e del
beneficio,las quales se aran e labran e s i e m b ran e cogen en
ellas pan los dueños e señores de ella, tanto que en ellas ay
encinas e matas e por el fin de ellas comienza el que se dice el
monte del dicho don Ju a n ,syn que aya otros moxones e cotos. En
este círculo concéntrico a la villa, i n t e rmedio entre los
pastos y tierras de c e real y el monte, algunos claros permitían
el cultivo del cereal panifi c able y rompían –no del todo– la
unifo rmidad cromática de pinos y encinas, en una c o n t i nuidad
paisajística que se dilat aba y se hacía cada vez más tupida, desde
la villa hasta el Monte A r a u z o.
De este amplio espacio, sólo estaba acotada desde mediados del
siglo XV la propiedad señori a l , con cotos hechos de tierra que
se re c o n s t ruían muy fre- c u e n t e m e n t e6, mientras que
la parte de monte perteneciente al concejo, a mediados del siglo
XVI: de uno,d i e z , ve y n t e ,q u a re n t a ,c i n q u e n t a
, e sesenta e ochenta e cient años a esta part e ,e más tiempo,no a
avido ny ay señales ni moxones ni cotos que dividan ni apart e n el
dicho monte de lo que es público e concegil e término de la dicha
villa de Pe ñ a ra n d a. H ab í a , p u e s , una clara distinción
entre las tierras señoriales y las que no lo eran, b a s a- da en
la presencia o no de estos acotamientos.
Pe ro mientras gran parte del monte pertenecía al señor, la mayoría
de las fincas de labor eran concejiles o de propiedad part i c u l
a r. El documento citado alude a la coexistencia a veces de encinas
y explotación cere a l i s t a , e x p l i c a n d o que las matas
de encina gruesas están nacidas en tierras labrantías,las quales
están esentas,syn que a l rededor de ellas aya monte ny señal de
él,antes todas son tierras labra n t í a s,e que la dicha tierra
donde están las dichas matas se labra y siembra de pan y es tierra
labrantía concejil e de herederos y los son o t ras muchas tierras
alre d e d o r. Aunque otros espacios habían sido transfo rmados
por el hombre en tierras de labor, de manera que de las dichas
matas gruesas a lo que se dice monte ay mucha distancia de térm i n
o,p o rque de las dichas matas gruesas a lo que es monte ay muchas
t i e r ras de herederos ra s a s,las quales se labran e siembran y
en ellas se coxe pan syn que en las dichas tie- rras aya encinas ny
matas,antes son tierras rasas e labrantías que siempre se an arado
e labrado.
Este proceso destru c t i vo del monte en favor de la explotación
ag ro p e c u a- ria era menor en la linde de Carre a nu eva
recordemos que era éste un camino recién estre n a d o, en cuyas ve
re d a s , de propiedad mayo ri t a riamente señori a l , aún se
conservaban mu chos árboles del monte inicial que el nu evo
sendero
Historia de Peñaranda de Bracamonte26
h abía part i d o, c o m p a rtiendo espacio con el cultivo del
cere a l . Por eso el texto del interro g at o rio del pleito de
1537 pre g u n t ab a : Las matas que están a Carre a n u e- va . .
.si saven que sean y estén en tierras labra n t í a s,en las quales
se labra e se coxe pan por los ve c i n o s de la dicha villa cuyas
son las dichas tierra s,e si saven que de las dichas matas de Carre
a n u e va a lo que es monte ay mucha distancia.
A partir de Carre a nu eva se situaban la propiedad de un beneficio
de la Iglesia de San Miguel de Peñaranda y, más hacia el oeste, una
gran extensión de t e rreno perteneciente a la catedral de
Salamanca, que está desde el camino que ba a Pa ( ra)diñas y llega
hasta el término de Aldeaseca como se siguen los cotos de una parte
y de otra ( A H N, F r í a s, 1 6 3 7 - 1 1 , f. 1 r ) , al lado de
la cual algunos vecinos part i c u l a res tení- an sus prados: a
finales del siglo XV allí se encontraban los de Antón Mart í n ,
Rui López y otra de las tierras comprada por el mariscal don Álva
ro de Ávila, suponemos que en el contrato de compraventa de 1418.
Es más que pro b abl e que esta tierra sea a la que se re fi e re
el Memorial de los pra d o s. . . c i t a d o, como un peda - ço de
heras que es en el camino de Pa ra d i n a s,el qual rompió Juan de
Bracamonte syendo suyo e le junto con la tierra suya. Ninguno de
estos espacios estaba acotado en 1556.
F ro n t e ro con el monte del señor, e ansi mesmo linderos del
monte de la Nava e del monte de Sotrobal,está cierto término que se
dice de ‘La Dehesilla’, la qual no entra en el monte del dicho don
Ju a n ,p o rque esto siempre fue término de la dicha villa,p ú
blico e concejil, e por tal lo a tenido e poseído la dicha villa de
los dichos ochenta años a esta part e ,gozándolo por tal,en el qual
los c a rniceros de la dicha villa,e que se obl i gan a dar carne
en ella trayan sus ganados por la dicha Dehe- s i l l a ,el qual
como término distinto e apartado del monte del dicho don Ju a n ,a
estado y está coteado con sus cotos de tierra que dividen e parten
la dicha Dehesilla del dicho monte. Esta Dehesilla fue durante mu
chos años adjudicada por el concejo al arrendador anual de la car-
nicería mu n i c i p a l , como aneja a dicho arre n d a m i e n t
o, para que el carn i c e ro guardara allí las reses hasta el
momento de su sacri ficio para el consumo.
El señor de Peñaranda tenía en propiedad al menos otra gran
extensión de t e rreno en lo que desde la Edad Media se reconoce
con el nombre de la A l a m e- d a : la qual a sido siempre y fue
de los señores que an sido de la dicha villa y fue alameda y uvo
árbo - les en ella muy antiguos y el dicho Juan de Bracamonte la
tornó a poblar porque avía pocos árboles en ella. Se encontraba en
el extremo oriental de la villa, l i n d e ro con el camino de Á v
i l a , y en medio de la cual está actualmente la residencia de
mayo re s. En cam- b i o, s a l vo los Pradillos que están al nort
e, en el término actual de A l d e a s e c a , n o s ha sido
imposible localizar el resto de las propiedades terri t o riales
que el pro- pio Alonso de Bracamonte re c l a m aba como suyas en
1539: Yten los otros prados que son del dicho Alonso de Bra c a m o
n t e , que son los prados del Amo y las heras del Valle y el pra d
o M o c h a c h o,y las fuentes Mardomingo y las Fuentes de
Orosancho,y las Fuentes de Esrra . . . ,y el pra d o la Ju a n a ,y
el prado de Juan Panadero y el prado de Lucas. Pa rece que re c i b
í a n , al menos esta p a rt e, el nombre de alguno de los antiguos
pro p i e t a ri o s. Lo mismo podemos decir del lugar llamado La
Cava , que está tras las casas de Juan Cre s p o,la qual hera
propia del dicho Juan de Bracamonte e la metió en un corral suyo e
la tornó al luga r. Muy pro b abl e m e n- te fueron en general
prados muy cercanos al poblamiento peñarandino del siglo XVI y en
las sucesivas ampliaciones urbanísticas que los integraro n , a lo
l a rgo de los siglos, los nombres se perdieran. El resto del
espacio era pro p i e d a d de vecinos part i c u l a re s.
Con el paso de los años, Peñaranda se conv i rtió en un centro
terri t o ri a l :e n la T i e rra de Pe ñ a r a n d a . La
organización administrat i va que rat i ficó esta re a l i d a
d
27I. La tierra y el paisaje
fue establecida por la re fo rma administrat i va de Javier de
Burgos del año 1833, cuando se re e s t ructuró en provincias el
terri t o rio español. Sin embarg o, e s t a nominación de T i e
rra de Peñaranda tuvo su origen a finales del siglo XV y su
evolución a lo largo de los siglos XVI y XVII. Más allá del terri t
o rio circundan- te perteneciente a la jurisdicción del concejo,
Peñaranda se conv i rtió en el cen- t ro terri t o rial de un
señorío que incluyó a Aldeaseca de la Frontera (comprada por Juan
de Bracamonte a Felipe II), B ó veda del río Almar y Cantaracillo
(com- pradas a Felipe IV por don Gaspar de Bracamonte); abu n d a
remos en ello al h ablar de las juri s d i c c i o n e s.
Historia de Peñaranda de Bracamonte28
Historia de
Peñaranda de Bracamonte (1250-1836) Capítulo II: El nacimiento de
la villa
Claudia Möller Recondo Ana María Carabias Torres
Ediciones de la Diputación de Salamanca
Ediciones Bracamonte
Fundación Germán Sánchez Ruipérez Biblioteca Pública Municipal.
Peñaranda de Bracamonte Autor: Möller Recondo, Claudia Autor:
Carabias Torres, Ana María Autor: Fundación Germán Sánchez
Ruipérez. Centro de Desarrollo Sociocultural (Peñaranda de
Bracamonte) Título: Historia de Peñaranda de Bracamonte (1250-1836)
[En línea] / Claudia Möller Recondo, Ana María Carabias Torres
Editorial: Peñaranda de Bracamonte : Fundación Germán Sánchez
Ruipérez, 2003 Descripción física: En línea (HTML) Clasificación:
946.0 Notas: Edición electrónica a partir de la publicada en agosto
de 2003 Materia: Peñaranda de Bracamonte - historia Disponible en:
http://www.fundaciongsr.es/documentos/historia/cap2.pdf
ÍN D I C E
El origen y la evolución del nombre de Peñaranda de Bracamonte . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 1
La re p o blación y la creación del señorío . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 3 4
La re p o bl a c i ó n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 4 La creación del
señorío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . 3 5
• Don Álvaro de Ávila,I señor de Pe ñ a ra n d a . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . 3 7 • Don Álvaro de Bra c a m o n t e ,
II señor de Pe ñ a ra n d a . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 9
• La conflictiva sucesión de don Álvaro de Bra c a m o n t e . . .
. . . . . . . . . . . . . 4 0 • Los primeros abusos señoriales y
los primeros pleitos (1498-1512) . . . . . 4 7
La creación del mayo ra z go peñara n d i n o de los Bra c a m o n
t e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . 5 2
Las jurisdicciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . 5 5
Capítulo II
El nacimiento de la villa
El origen del nombre de Pe ñ a r a n- da de Bracamonte se encuentra
en documentos históricos de la re p o blación del valle del To rm e
s ,
en la primera mitad del siglo X (año 940) , como Pe ñ a. Según se
lee en Sam P i ro, el rey Ramiro, hacia el año 940, hallando el
lugar de Penna despobl a d o por las guerr a s , lo re p o bl ó .
Conocíase entonces sólo con el nombre Pe n n ap ro- cedente del
latín barbarizado de aquel tiempo.Así pues, Pe n n aes el origen
del topónimo actual, como lo han reseñado todos los histori a d o
res que hasta el p resente han hablado de esta cuestión: Francisco
García Igea en su “ R e s e ñ a h i s t ó rica de Pe ñ a r a n d a
” ap a recida en La Voz de Pe ñ a ra n d a, Pascual Madoz en su
Diccionario ge ogr á f i c o. . . , o más recientemente el pro
fesor Barrios (BA R R I O S, 1 9 8 2 y 1985).
El pro fesor Ángel Barrios ha estudiado la evolución medieval de la
zona y dice que una cosa es el nombre del pueblo y otra bien
distinta la fe cha de su fundación. En cuanto al topónimo, como
todos los aranda o nombres ter- minados en -anda, es seguro que el
origen filológico del nombre sea pre rro- mano y, por tanto, muy
antiguo; lo que no justifica que el origen del pobl a- miento sea
de esa misma fe ch a . Desde finales del siglo XI se produjo una
emigración masiva de gentes procedentes del norte peninsular hacía
las tie- rras situadas al sur del Duero y es bastante pro b able
que Peñaranda de Braca- monte naciera en ese momento, como lo
hicieron otros asentamientos ru r a- les de la zona (por ejemplo A
r a u z o ) , c reada por re p o bl a d o res procedentes de
Peñaranda de Duero que, en su emigración hacia el sur, se instalan
en la actual ubicación de Peñaranda de Bracamonte en algún momento
entre los siglos XII y XIII, y le ponen al nu evo asentamiento el
nombre de su lugar de o ri g e n1. No figura Peñaranda en la lista
completa de aldeas que integraban la diócesis de Ávila en el año
12502, p e ro sí en el en el testamento de don Domingo Mart í n e z
, obispo salmantino (Salamanca, 21 de enero de 1267)3, por lo que
decía este mismo pro fesor que el nacimiento de este asentemien- to
debió producirse entre los años 1250 y 1267 en la misma fro n t e r
a , e n t re los alfoces de Ávila, Salamanca y Alba de To rmes y en
el entre c ruzamiento de la cañada que en sentido meridiano unía a
Medina del Campo con Plasencia, y de los caminos que enlazaban a
Ávila con Salamanca, y a A r é valo con A l b a (BA R R I O S, 1 9
9 7 , p. 2 7 8 ) .
Un error en el que caímos al principio y que debe evitar el inve s
t i g a d o r que estudie este tema es el de confundir los nombres
de algunos lugares cer- canos que re c i b i e ron en esa época la
denominación común de Pe ñ a ra n d a. S e c o n s e rva el
testamento del arcipreste de A l b a , Juan Mart í n , de 8 de
septiembre de 1244, en cuyo copete se habla de Pe ñ a randa del
Sordoy en el interior ap a rece el n o m b re de Pe ñ a ra n d a, s
i n m á s. Similar pro blema de identificación se genera en la
documentación correspondiente al pueblo actual de Pe ñ a r a n d i
l l a , que fo r- m aba parte del alfoz de Alba desde comienzos del
siglo XII con el nombre de Pe ñ a ra n d a. Pasados los años, una
vez que se consolidó la más reciente pobl a c i ó n de Peñaranda
(de Bracamonte), sin duda para evitar la homonimia, p a s a ron a
ser conocidas re s p e c t i vamente por S o r d o sy el diminu t i
vo Pe ñ a ra n d i l l a que hoy t i e n e n . Así pues, la tardía
creación de Peñaranda de Bracamonte respecto de estas otras aldeas
y, s o b re todo, el rápido crecimiento demográfico y mat e ri a l
de la de Bracamonte motivó que los lugares más antiguos tuviera que
cambiar el nombre común inicial de Peñaranda por los actuales de S
o r d o sy Pe ñ a ra n d i l l a. Fenómeno el de Peñarandilla
similar al ocurrido entre Granada y Granadilla, aunque inve rt i d
o.
Años más tarde, en un deslinde de heredades de la villa, realizado
el 6-3- 1 4 1 9 , se escribe Peña A ra n d a( A H N, F r í a s, 1 6
3 7 - 1 1 , f. 3 r ) . Pe ro durante el siglo XV la denominación
más habitual del término fue Pe ñ a randa de cabe Cantara z i l l
o, para distinguirla de Pe ñ a r a n d i l l a ; así ap a rece
tanto en el año 1407 (MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 6 5 ) , como en
1418. D atos que nos confi rman que aún no se hab í a fijado defi n
i t i vamente el nombre y que cada cual se re fería al término en
la donominación que le era más fa m i l i a r.
H ablando de pobl a d o res que migran de un lugar a otro se cita a
B a rt o l o m é G ó m e z ,hijo de Diego Gómez,d i f u n t o,que
fue de La Nava , que procedía de Pe ñ a randa de cabe C a n t a ra
c i l l oy se instala en La Nava el 30-11-1418 (Libros de Acuerdos
del Concejo de A l b a , 1 4 1 8 , 7 7 ; c f r. MO N S A LVO, 1 9 8
8 , p. 7 9 ) . Poco a poco se va acortando la denominación y el
26-10-1423 se alude al término como Pe ñ a randa de Cantara c i - l
l o(Libros de Acuerdos del Concejo de A l b a, 1 4 2 3 , f. 7 2 - 7
2 v ; c f r. MO N S A LVO, 1 9 8 8 , p. 6 4 , n o t a ) , modo en
el que sigue ap a reciendo en los documentos de mediados de s i g l
o, como ocurrió en el documento que se re fi e re al barbero A l
fonso que, p rocedente de Pe ñ a randa de Cantara c i l l o,
obtiene carta de vecindad en Macotera el 9-5-1458 (MO N S A LVO, 1
9 8 8 , p. 8 0 ) .
Desde finales del siglo XV y durante la mayor parte del siglo XVI,
el topó- nimo casi exclusivo fue el de Pe ñ a ra n d asin más, p e
ro a mediados de esta centu- ria los foráneos empezaron a llamarla
también Pe ñ a randa del Mercado, en re fe re n c i a a la re l
evancia que adquirió el mercado semanal a ella concedido en 1375
por el monarca Juan I. Esta dualidad sincrónica de denominación
toponímica se p e rpetuó durante mu cho tiempo; como ejemplo
podemos traer a colación la c a rta de poder de 30-10-1616, o t o
rgada por Francisco González, que usa los dos térm i n o s ; dice
que éste era
… vecino de la villa de Pe ñ a randa del Merc a d o,estante al
presente en esta de Madrid, o t o rgo e conozco que por la presente
le doy poder cumplido y bastante,como de derecho se re q u i e re y
es neçesario,a Lore n zo González,mi hijo,vecino y residente en la
dicha villa de Pe ñ a r a n d a,especialmente para que el suso
dicho,por mí y en mi nombre y re p re s e n t a n d o
Historia de Peñaranda de Bracamonte32
mi persona y para mí mismo,pueda reçebir e cubrir la venta de
qualesquier casas y bien- e s,h u e rtas y eredades y juros,y otras
qualesquier açiendas y marave d í e s. . .y expre s a m e n- te obl
i go y otorgo así,ante el presente escrivano y testigos que fue
fecha y otorga d a ,en la villa de Madrid, d o m i n go treinta de
otubre de mil y seizientos y diez y seis años. . . ( A H P S , P r
o t o c o l o s,2 5 3 1 , f. 2 3 3 r ) .
El nombre actual de Peñaranda de Bracamonte proviene de la
concesión por Felipe III del título de conde de Peñaranda a don
Alonso de Bracamonte, por real despacho de 31 de enero de
1602.
II. El nacimiento de la villa 33
LA R E P O B LAC I Ó N
Ante la falta de noticias documentales s o b re la re p o blación
peñarandina, m e t o- dológicamente podría estar justificada la ap
roximación a los orígenes de Pe ñ a r a n-
da mediante el trasvase de info rmación de lo que ocurrió en áreas
colindantes, j u s t i ficada por la homogeneidad económica y
social del momento en el espa- cio comprendido entre el Duero y el
Sistema Central –la E x t re m a d u ra del Duero (MÍ N G U E Z, 1
9 9 7 , p. 16)– Pe ro habl a remos sólo de lo que dicen los
documentos encontrados y los expertos en la mat e ri a .
La debilidad de la romanización de la zona y la escasez de
asentamientos visigóticos podrían explicar la rapidez con la que
los musulmanes ocuparo n este terri t o ri o. En el 714 encontramos
a Musa at r avesando la meseta, s i g u i e n d o el curso del
Duero y avanzando –sin quedarse– hacia terri t o rio astur. Dice
Mín- guez (MÍ N G U E Z, 1 9 9 7 , p. 24) que no hay constancia de
que en esta pri m e r a e t apa de dominación musulmana se
realizase ninguna expedición seria sobre el actual terri t o rio
salmantino, lo que vendría a re a fi rmar la tesis de la superfi-
cial romanización de esta tierr a .Tampoco se ha conservado ni un
solo dato que p e rmita mantener la tesis de la huida demográfica
ante estas incursiones.A b a n- d o n a d a , p u e s , la
hipótesis de despoblación de la cuenca del Duero de Sánch e z A l b
o rnoz (SÁ N C H E Z AL B O R N O Z, 1 9 6 6 ) , según Barrios
(1982 y 1985), Vi l l a r (1986) y Mínguez (1997) cabe suponer que
el campesinado hispano-visigodo p e rmaneció en su hábitat . El
espléndido estudio toponímico de Barrios (1982 y 1985) permite
corroborar el poblamiento ante la perv i vencia de topónimos p re
rromanos en la re g i ó n , e n t re los que estaría –como hemos
dicho antes– el n o m b re de Pe ñ a ra n d a, p o blada
seguramente por castellanos del Norte (BA R R I O S, 1 9 8 5 , p. 6
7 ) . En torno a los años 939-940 se produce la re p o blación de
la f rontera del To rmes por Ramiro II; y después la llevada a cabo
por A l fonso V I en las últimas décadas del siglo XI y primeras
del XII, que fue más import a n t e.
Con la división de los reinos de León y Castilla en 1157 se establ
e c i e ro n en sus inmediaciones los límites fro n t e ri z o s
:Alba quedó en la frontera frente a C a s t i l l a ; lo que
después fue Pe ñ a r a n d a , muy próxima a la frontera frente a
León (de ahí los topónimos de Aldeaseca de la Fro n t e r a , Z o
rita de la Fro n t e r a ) . Po r- que la división terri t o rial
adscribía Ávila a Castilla y Salamanca a León. En 1196 el ejército
castellano ocupa y saquea el terri t o rio de A l b a , lo que tuvo
que
hacerse desde las tierras de Pe ñ a r a n d a . Pe ro ninguna
noticia explícita hay sobre Peñaranda en las crónicas de la época,
ni en las cristianas ni en las árab e s ; q u i- zás lo exiguo de
su hábitat o su inexistencia hasta mediados del siglo XIII expli-
carían este silencio.
En el proceso re p o blador de Peñaranda no hubo singularidad
alguna en cuanto al modo: la organización terri t o rial y social
tuvo que pasar por la acción eclesiástica, pues la iglesia rural
fue el centro, no sólo re l i g i o s o, d e estas pequeñas
comunidades campesinas y, de hech o, el pro fesor Mínguez (MÍ N G U
E Z, 1 9 9 7 , p. 33) defiende que la re c o n s t rucción o
ampliación de la iglesia es una de las primeras acciones de la
colonización. A partir del siglo X I V, influyó decididamente la
voluntad y la acción continuada de los señore s de la villa; f u e
ron ellos los que dieron el ve r d a d e ro empuje re p o bl a d o
r, fa c i l i- tando el asentamiento de nu evos vecinos mediante la
donación de terrenos a quienes estuvieran dispuestos a quedarse y
edificar una casa para su vivienda en el plazo de un año.
LA C R E AC I Ó N D E L S E Ñ O R Í O
De extraordinario debemos calificar el estudio que hizo Franco
Silva sobre Á l va ro de Ávila y los orígenes del condado de
Peñaranda (FR A N C O SI LVA, 1 9 8 7 ) . Nada se había publicado
con anteri o ridad sobre este personaje, nada tampoco s o b re el
señorío de Pe ñ a r a n d a , y él supo extractar magistralmente lo
funda- mental de los orígenes de esta historia según la
documentación de la Casa Ducal de Frías, que ahora completamos,
ampliamos y continuamos con otras f u e n t e s.
Franco Silva establecía la primera noticia sobre la señorialización
de Pe ñ a- randa en el año 1376, en el que Enrique II concede este
lugar a Nuño Núñez de Villazán como parte de los bienes que habían
pertenecido a Juan Fe rn á n d e z , vecino de Ávila. No se conoce
desde cuándo era Juan Fe rnández pro p i e t a rio de esta tierr a
, ni si fue o no el pri m e ro en esta pro p i e d a d . Ni Frando
Silva ni noso- tras hemos encontrado el documento que acredita la
entrega de la otra parte de la villa a Mosén Rubí de
Bracamonte.
Hubo pro blemas desde estos pri m e ros momentos. Se litigó pleito
entre Nuño Nuñez de Villazán y el infante don Juan de Po rt u g a l
, duque de Valencia y señor de Alba de To rm e s , s o b re la
mitad de la villa de Pe ñ a r a n d a , un palacio, casas y va rias
tierras y heredades que pretendía el dicho Nuño en virtud de un p
rivilegio que le había concedido el rey Enrique en la hera del
1414,que viene a ser el año de 1376, en el que le hizo merced de
todos los bienes que tenía Juan Fe r- n á n d e z , vecino de
Ávila, en el que decía Nuño se comprendía la mitad de Pe ñ a- r a n
d a , por haber sido bienes de Juan Fe rn á n d e z , y que el
infante había entrado en la partición injustamente. H e chas las “
p ro b a n z a s ” –es decir, las pru eb a s – , s e dictó
sentencia y siguió ejecutoria de la Chancillería de Valladolid en
el año 1 4 0 3 , mandando restituir a Nuño en la posesión en que
estaba de la mitad del lugar de Pe ñ a r a n d a , su justicia
civil y cri m i n a l , y del palacio, bu eye s , bienes y viñas de
que fue despojado, con todos los frutos y re n t a s , más 14.168
marave- díes por las costas, nombrando al bachiller Pe d ro de
Capillas como juez para su
II. El nacimiento de la villa 35
c u m p l i m i e n t o. Una escritura de concordia puso fin defi n
i t i vo a esta demanda ( A H N, F r í a s, 1 4 5 2 - 2 0 ) .
Esta propiedad le causó a Núñez de Villazán algunos pro bl e m a s
; quizá fue- ran éstos la causa que le condujeron a ve n d e r l a
. El mejor postor fue don Álva ro y la venta se efectuó en 1409; en
ese año, la mitad del lugar de Peñaranda es a d q u i rida a Nuño
Núñez de Villazán por don Álva ro, uno de sus compañero s en la
Cort e, alguacil mayor de Fe rnando de A n t e q u e r a . La
escritura de ve n t a , fi r- mada el día 26 octubre, t r a s p a s
ab atodos sus va s a l l o s,s e ñ o r í o,m e r o,mixto
imperio,con la jus- ticia civil y criminal, j u r i s d i c c i ó n
,t é rm i n o s,e x i d o s,m o n t e s,p ra d o s,e t c . por
precio de 31.000 m a r avedíes y se realizó ante el escribano
público de Valladolid Fe rnán González de Monroy. En la venta se
compre n d i e ro n también varias casas, p a l a c i o, t i e r
ras y viñas que nombra y le vendió asimismo por precio de 800
florines de oro ante Fe rnán González,n o t a r i o p ú blico de Va
l l a d o l i d( A H N, F r í a s, 1 6 3 0 - 1 5 ) .
De la otra mitad de Peñaranda sólo sabemos que antes de 22-12-1412
h abía pertenecido a doña Urraca González, fe cha en que ésta hizo
donación a sus hijos Alonso Rodríguez de Contreras –c a n ó n i go
en las yglesias de Burgos e de Segov i a , hijo de Pero Rodríguez
de Contre ra s– y Diego de Contreras de unas casas en la ciudad de
Ávila, cerca de la Iglesia de Santo Domingo, junto con todos sus
bienes en d i cha ciudad, más de todo el señorío,de mero,misto
imperio e jurediçión e casas e tierras e viñas e solares e prados e
pastos e otras fronteras e montes e aguas corrientes e estantes e
fuentes e térm i n o s que ella avía e le pertenesçía de derecho en
Pe ñ a r a n d a,l u gar que es en el obispado de Salamanca,ç e r c
a de Cantara ç i l l o,aldea de la dicha çibdad de Ávila.
En virtud de la escritura de partición entre estos herm a n o s , o
t o rgada por Alonso Rodríguez de Contreras y Diego de Contre r a s
, también del día 22-12- 1412 –con licencia de su hermano mayor y
tutor, Nuño González–, le tocó en s u e rte a Alonso la villa de
Peñaranda según y como la había poseído su madre. Ambos hermanos
pre s t a ron juramento el 4-10-1418 de comprometerse a mantener
perpetuamente la irreversibilidad del acto. Porque en la carta de
donación de doña Urraca se especifi c aba expresamente que la villa
de Pe ñ a- randa no podría ser vendida ni enajenada sin licencia de
la donat a ri a ;p e ro más tarde Alonso Rodríguez de Contreras
llegó a un acuerdo con su madre, f ruto de una sentencia arbitral
dictada a 23-9-1418 por Fe rnand González de Oviedo, en virtud de
la cual Alonso Rodríguez de Contreras ab a n d o n aba las demandas
i n t e rpuestas contra su madre por ciertos bienes a cambio de que
doña Urr a c a le diese permiso para la venta de Pe ñ a r a n d a ,
para lo que finalmente otorgó un c o m p romiso de licencia fe
chado también a 23-9-1418.
Alonso Rodríguez de Contreras otorg a , por ello, e s c r i t u ra
de ve n t ade la mey t a ( s i c ) de Pe ñ a ra n d a,que es çerca
de Cantara ç i l l o. . .por presçio e quantya de tres mil florines
de oro del cuño de A rag ó n ,buenos e de justo peso, e por un moro
que llaman Muhamed y çient fa n e gas de t r i go. . . .4 El benefi
c i a rio de esta venta era, e fe c t i va m e n t e, don Álva ro
de Ávila, que ha sido considerado el primer señor de Pe ñ a ra n d
a, aunque ya hemos visto que no lo fue en sentido estricto –porque
antes lo fue Alonso Rodríguez de Contre r a s , por ejemplo–, p e
ro sí quizá en cuanto al esfuerzo con el que logró poblar y favo
recer la entonces aldea de Pe ñ a r a n d a .
Se conserva asimismo el juramento otorgado por Alonso Rodríguez de
Con- t reras (Madri g a l , 9-10-1418) el mismo día en que vendió
la mitad de la villa de Peñaranda al mariscal Álva ro de Ávila,
quien jamás contradeciría ninguno de los
Historia de Peñaranda de Bracamonte36
ap a rtados especificados en dicha ve n t a , como tampoco trataría
de reclamar dere- cho alguno de propiedad sobre parte alguna de la
villa en virtud de ninguna de las escrituras contenidas en la carta
de ve n t a .Además existe aún la carta de pag o o t o rgada por
Juan de Contre r a s , hijo de Pe ro Rodríguez de Contre r a s , m
o n t e r o m ayor que fue del Rey, vecino de Segov i a , en nombre
de su hermano Alonso Rodrí- guez de Contre r a s , de 2.500
florines aragoneses recibidos del mariscal Álva ro de Ávila como
parte del pago por la compra de la mitad de la aldea con su juri s
d i c- ción (Medina del Campo, 4 - 1 1 - 1 4 1 8 ;A H N, F r í a s,
1 6 2 8 - 1 , s. f. ) .
Don Álvaro de Ávila, I señor de Peñaranda El día 10 de octubre de
1418 se produce un acontecimiento de gran
i m p o rtancia para la vida del lugar: la toma de posesión de la
villa y el re q u e- rimiento de vasallaje a sus vecinos por parte
del mariscal Álva ro de Ávila. Dice el documento que ese día, en Pe
ñ a r a n d a , l u gar de Álvaro de Ávila, mariscal de A ragón y
mayordomo mayor del infante don Pe d r o, ante el escribano Esteban
Mart í n e z , el dicho mariscal fiso repicar una campana del dicho
luga r,que se acostumbra repicar quando se fase conçejo en el dicho
luga r,e ella repicada tres ve ze s,los omes buenos del dicho lugar
se ay u n t a - ron a su conçejo. El mariscal hizo leer ante el
concejo una carta ( inserta en el documento) otorgada en Madrigal a
9-10-1418 y fi rmada de Alonso Rodrí- guez de Contre r a s , señor
que hera de la meytad (sic) del dicho luga r, d i rigida al c o n ç
e i o, alcaldes e alguacil e omes buenos de Pe ñ a randa çerca de
Cantara ç i l l o, haciéndoles saber que h abía vendido su mitad de
la villa con su jurisdicción al mariscal Álva ro de Ávila y re q u
i riéndoles que le aceptasen por legítimo señor de la villa.Tras la
lectura de la cart a , el mariscal pidió al concejo que la
cumpliese, a lo que éste re s p o n d i ó
...que heran placenteros e les plazía de ello. . .e cada uno de
ellos e los otros del dicho luga r que ay estavan pre s e n t e
s,besaron la mano del dicho señor mariscal por señor de todo el
dicho luga r,y le fisyeron juramento sobre la señal de la cruz e
las palabras de los Santos E va n ge l i o s,según la fo rma de
dere c h o,de le tener e aver por señor del dicho luga r,e guar-
dar el serviçio de nuestro señor el Rey e suyo e obedecer e cumplir
sus cartas y manda- mientos y guardar sus secretos y faser en todo
e por todo todo e quanto buenos e leales vasallos pueden e deven fa
s e r,e el dicho señor mariscal dixo e prometió al dicho conçeio e
alcaldes e alguacil e omes buenos del dicho su luga r,que él les
guardará todos sus usos e c o s t u m b res e fueros que han e
tienen...,t ras lo cual don Álvaro tomó posesión de los tér- minos
y bienes de la villa (A H N,F r í a s,1 6 2 8 - 1 ) .
Don Álva ro era un personaje importante en el panorama político del
m o m e n t o. Franco Silva justifi c aba su ascensión política y
económica por sus s e rvicios al infante don Fe rnando de A n t e q
u e r a , que tras la mu e rte de su her- m a n o, E n rique III,
se conv i rtió en regente de su sobri n o, Juan II. Como su c a m a
re ro, a su lado y favor guerreó en la toma de A n t e q u e r a ,
c u yo hero í s m o fue recompensado por don Fe rnando con el
nombramiento de mariscal de Castilla (1411). D i rigió también las
tropas castellanas que cuidaban del parla- mento de A l c a ñ i z ,
y naturalmente fue uno de los invitados a la pro c l a m a c i ó n
de don Fe rnando como Rey de A r agón en Caspe y a su posterior
coronación –a la que asistió con su suegro mosén Rubí de
Bracamonte– en Zarag o z a ; p a rt i c i-
II. El nacimiento de la villa 37
pó asimismo activamente a favor de este nu evo monarca en el
reclutamiento de t ropas para enfrentarse al rebelde conde de Urg e
l .
Aumentó su pat rimonio el 20 de mayo de 1413, cuando en re c o m p
e n s a por su ap oyo y trabajo recibió del regente castellano el
lugar vallisoletano de Fuente el Sol (AHN, F r í a s, 1 6 3 7 - 6 )
. Ese mismo día el mariscal instituye mayo- razgo sobre ese lugar
(AHN, R G S, l e g. 3 7 . 6 3 9 , e x p. 2 6 1 ) , lo que será una
de las causas de enfrentamiento entre sus sucesore s , según ve re
m o s. Este pat ri m o n i o t e rri t o rial de don Álva ro de
Ávila recibió un notable impulso a raíz de su mat ri- monio con
Juana, una de las hijas de Rubí de Bracamonte (castellanización de
R o b e rt de Braquemont): almirante francés, n atural de Norm a n
d í a , c a m a re ro del Rey de Francia desde 1406, que había
llegado a Castilla en 1386 en ap oyo del bastardo Enrique de
Trastámara para luchar contra Po rt u g a l ; h abía sido embajador
en Castilla (año de 1407) y pert e n e c í a , como Álva ro, al
grupo de Fe rnando de A n t e q u e r a , a quien había ayudado en
la campaña de Granada. Rubí se afincó defi n i t i vamente en
Castilla hacia 1418, cuando el partido bor- goñón le despojó de sus
rentas francesas, según Adeline Rucquoi y Franco Silva (FR A N C O
SI LVA, 1 9 8 7 , p. 2 1 9 , n o t a ) .
Tras haber utilizado el mat rimonio para emparentar con la alta
nobl e z a castellana –véase la explicación al árbol genealógico en
el apéndice de este tra- b a j o – , Rubí dejó a su hija Juana la
recompensa que Enrique II le había entre g a- do al afincarse en
Castilla, consistente en bienes y heredades en Medina de Rio- s e c
o. Su testamento, fe chado en Madrid el 4 de ab ril de 14195, pocos
días antes de su mu e rt e, así lo determ i n a , al igual que la
cesión a su hijo Luis de las pose- siones en Francia y a su hijo
Juan del resto de las posesiones de Castilla. D evo l- vía a su
esposa doña Leonor los 500 florines de su dote (para ser pagados en
las 1.000 doblas de oro que poseía de juro de heredad sobre las
alcabalas de Santander) y le dejaba además las casas de To l e d o,
d e j aba 10.000 francos a su hija Aldonza para que le sirvieran de
dote en su mat rimonio con mosén Pe re de Rávila, 30.000 maravedíes
al monasterio de Santa Clara de Medina del C a m p o, 100
maravedíes para la obra de la catedral de Toledo y cantidades d i
versas a sus cri a d o s. Dejó asimismo facultad a su esposa para
elegir el lugar en el que sería enterr a d o, s i e m p re que
fuera sede episcopal, con una serie de donaciones a aplicar a dicho
lugar; fue enterrado pri m e ro en la capilla mayo r del convento
dominico de San Pe d ro Márt i r, y más tarde trasladados sus re s
t o s por su ye rn o, Á l va ro, a la capilla mayor del convento de
Ávila que mandó fun- dar en su testamento.
Franco Silva no acierta a explicarse la pérdida de influencia que
sufri ó don Álva ro de Ávila a partir de la mu e rte de su suegro,
en 1419; explica que a c abó aceptando el oficio de mayordomo mayor
del infante aragonés don Pe d ro y que desde 1420 no hay más
noticias sobre él. Quizá aceptara este puesto como muestra de una
lealtad incuestionable al padre, su antiguo pro- t e c t o r, p e
ro ante su desap a rición de la vida política cabría pensar que en
un momento no determinado la abandonó y se dedicó a explotar su
señorío, viviendo pro b ablemente en Pe ñ a r a n d a . Esta
posibilidad se fundamenta en el análisis del contenido de los
bienes que fueron inve n t a riados a su mu e rt e, q u e o c u
rrió en el año de 1435; este inve n t a rio fue realizado al año
siguiente por To ribio Ruiz, tutor de las personas y bienes del
finado y constituye, a juicio
Historia de Peñaranda de Bracamonte38
de Franco Silva , una fo rtuna nobiliara de tipo medio, fo rmada
por bienes inmu ebles y mu ebles considerabl e s6. Puede
consultarse su contenido en el ap a rtado HI S TO- R I A E C O N Ó
M I C A D E L S E Ñ O R Í O D EPE Ñ A R A N DA en el que tratamos
de la economía del señorío de Pe ñ a r a n d a .
Al analizar el contenido de este documento se llega a la conclusión
de que es la t o r re y casa fuert ede Peñaranda la que, e n t re
todas, tiene las mayo res posibi- lidades de hab i t ab i l i d a d
, y la única en la que se encontraron las alhajas, s i g n o –en
nuestra opinión– de que pre s u m i blemente servía de residencia
habitual –o bastante habitual– a la familia en el momento del
óbito.
Don Álvaro de Bracamonte, II señor de Peñaranda El I señor de
Peñaranda mu rió en 1435. La descendencia de Álva ro de
Ávila fue abu n d a n t e ; t u vo al menos diez hijos, de los
cuales nu eve fueron legí- timos (Álva ro, J u a n , I n é s ,A l d
o n z a , L e o n o r, I s ab e l , J u a n a , María y Rubí) y uno
i l e g í t i m o, del que nadie había hablado y que sería de vital
importancia para la h i s t o ria de Pe ñ a r a n d a :Alonso
Rodríguez Manjón; el resto de los hijos eligiero n el apellido de
la esposa, B r a c a m o n t e, quizá por más ilustre, para perp e
t u a r s e. E l p rimogénito que continuó la línea sucesoria fue
Álva ro de Bracamonte, q u e sería el II señor de Peñaranda y II
señor de Fuente el Sol. Después de su mu e r- t e, y sin que los
documentos nos aclaren del todo cómo y por qué, su herm a- no Juan
separó el señorío de Fuente el Sol, c o nv i rtiéndose en III señor
de Fuen- te el Sol, como ve re m o s.
De 1436 a 1445 el señor de Peñaranda arregló con sus hermanos los
pro- blemas suscitados por la herencia de su padre : con fe cha 5
de diciembre de 1436 entregó a su hermana María,esposa de Pedro de
Ávila,10.000 maravedí- es de juro en el sexmo de Covaleda (Ávila),
la heredad de Vi n i e g ri l l a , con su molino y los bienes que
había en él, y siete pares y medio de bu eyes que daba en arriendo,
700 fanegas de pan por mitad trigo y cebada, 20.000 maravedíes en d
i n e ro, 40 marcos de plata y 38.000 maravedíes en ajuar (AHN, F r
í a s, 1 6 3 1 - 1 1 ) . Al año siguiente entregaba a su hermano
Juan el término de La Cruz (en Canta- racillo), con 16 pares de
bueyes y 10.000 maravedíes pertenecientes al juro de las 1.000
doblas de oro que el mariscal poseía sobre las alcabalas de
Santander. Y ese mismo año se fi rma la Transacción hecha entre los
señores Álvaro Dávila7 y Álvaro de Bra- camonte de la herencia del
mariscal Álvaro de Ávila,su padre y mi señora doña María de
Bracamon - te,su madre,hija de Mosén Rubí de Bracamonte(AHN, Frías,
1794-4). Álvaro con sus her- manos otorgan escritura por la que
vende las tercias y pechos de Medina de Rioseco a Fa d rique
Enríquez, almirante de Castilla (RAH, M - 5 0 - 9 - 8 5 6 ,5 2 8 0
2 ) . En 1445 da a su hermana Aldonza las heredades y casas de
Medina de Rioseco, valoradas en 40.000 maravedíes y 18.000
maravedíes de juro de heredad en las tercias, martiniega, humazga y
yantar de la misma villa.
En 1479 figura don Álva ro como procurador de Ávila, p restando
jura- mento en la cédula de los re yes Enrique IV y de doña Juana
de Po rt u ga l ,por la que ordenan que se h aga el juramento de
here d e ra de Castilla a doña Ju a n a( la Beltraneja) (RAH, M - 1
3 - 9 - 8 2 0 i , 4 8 3 6 1 ) . Se conserva el albalá tomando a
Álva ro de Bracamonte como paje de la re i n a , donde se le
señalan 9.400 maravedíes anuales para su mantenimiento y vestido
(AG S , R G S, 1 5 - V I I I - 1 4 7 5 , f. 5 8 1 ) .
II. El nacimiento de la villa 39
Para la villa, el señorío de este II señor de Peñaranda significó
el comien- zo de una larga etapa de nu evas imposiciones y abusos
señoriales que conti- nu a ron temporalmente con sus sucesores y
que concluye ron –tras mu ch o s pleitos y años– en la pérdida defi
n i t i va de estos dere chos por parte de los peña- r a n d i n o
s : la obligación de todos los vecinos de contri buir anualmente
con un o b re ro y una obrera –para lab o res agrícolas en las
fincas señoriales– y la entre- ga anual de una gallina; la
usurpación del dere cho a nombrar libremente las a u t o ridades
concejiles –especialmente al procurador general y a los alcaldes–,
la usurpación de tierras y bienes concejiles –prados, e j i d o s
,m o n t e s – , la impo- sición de nu evos dere chos sobre el
tránsito de mercancías y animales, e t c. D e todo ello habl a
remos más adelante, en el capítulo dedicado al poder señori a l .
Aunque el de Bracamonte se arrepintió en su testamento de estos abu
s o s , e n c a rgando a su sucesor que acabase con ellos y re s t
i t u yese los dere ch o s8, aquéllos se generalizaro n .
Por lo que se re fi e re a la creación del señorío, ahora interesa
recordar la vida afe c t i va del II señor de Pe ñ a r a n d a ,
que fue bastante intensa y es necesari o adentrarse en una parte de
ella para explicar la historia de la villa, que se vio f u e
rtemente influída por sus veleidades amoro s a s. Á l va ro de
Bracamonte se casó pri m e ro con una joven de la familia de los
Álva rez de To l e d o, Leonor de To l e d o, igual que lo había
hecho su abuelo Rubí de Bracamonte. La esposa recibió de la tía-abu
e l a , Leonor Álva rez de Toledo (viuda de su abuelo Rub&i