37
HITLER. SEGÚN SPEER GR.cNoez¡ Y DURACToN Los pnoyecros arquitectónicos de Hitler constituyen quizá Ia parte más sorprendente del libro de Speer que los re- gistra.* Al ser reproducidos en ilustraciones y hallarse en flagrante oposición a todos los objetivos de la arquitec- tura moderna, han provocado una sensación inusitada. Resultan inolvidables aun para quien sólo les haya echado una ojeada furtiva. Sin embargo, no podemos contentarnos con estas com- probaciones fáciles. No hay que fiarse de la unicidad de este tipo de fenómenos. Es preciso examinarlos más de cerca y determinar en qué conslsten y de dónde provienen realmente. En primer lugar es evidente -y el mismo Speer lo sub- raya- el paralelismo entre construcción y destrucción Los proyectos para la nueva Berlín fueron hechos en tiempo de paz. Su terminación estaba prevista para el año 1950. Pero incluso Speer, el taumaturgo que se ganó la confianza de Hitler gracias a la rapidez con que cum- plía sus encargos, se hubiera visto en problemas para concluirlos dentro de este plazo. El apasionamiento con que Hitler solicito esos proyectos no deja lugar a dudas sobre su seriedad. Pero al mismo tiempo se estaba desa- rrollando su plan de conquistar el mundo. Paso a paso, y de éxito en éxito, se fueron revelando asimismo la ampli- * Speer, Albert: Erinrwrungen (Memoriasl, 1969. [T.] 222

Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

HITLER. SEGÚN SPEER

GR.cNoez¡ Y DURACToN

Los pnoyecros arquitectónicos de Hitler constituyen quizáIa parte más sorprendente del libro de Speer que los re-gistra.* Al ser reproducidos en ilustraciones y hallarse enflagrante oposición a todos los objetivos de la arquitec-tura moderna, han provocado una sensación inusitada.Resultan inolvidables aun para quien sólo les hayaechado una ojeada furtiva.

Sin embargo, no podemos contentarnos con estas com-probaciones fáciles. No hay que fiarse de la unicidadde este tipo de fenómenos. Es preciso examinarlos más decerca y determinar en qué conslsten y de dónde provienenrealmente.

En primer lugar es evidente -y el mismo Speer lo sub-raya- el paralelismo entre construcción y destrucciónLos proyectos para la nueva Berlín fueron hechos entiempo de paz. Su terminación estaba prevista para elaño 1950. Pero incluso Speer, el taumaturgo que se ganóla confianza de Hitler gracias a la rapidez con que cum-plía sus encargos, se hubiera visto en problemas paraconcluirlos dentro de este plazo. El apasionamiento conque Hitler solicito esos proyectos no deja lugar a dudassobre su seriedad. Pero al mismo tiempo se estaba desa-rrollando su plan de conquistar el mundo. Paso a paso, yde éxito en éxito, se fueron revelando asimismo la ampli-

* Speer, Albert: Erinrwrungen (Memoriasl, 1969. [T.]

222

Page 2: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

tud y serieáad de este objetivo. Era impensable llevarlo acabo sin una guerra, de modo que la guerra fue tomadaen cuenta desde un comienzo. Por sólida que fuera la posi-ción adquirible sin una guerra, al Flnal había que desem-bocar en el conflicto. El Reich, que bajo la soberanÍa delos alemanes y quizá también de todos los ,,germanos',

debía llevar a cabo ia esclavización del resto de la Tierra,sólo podía actuar por medio del terror y haciendo corrermucha sangre. Y Hitler, consecuente con sus intenciones,se embarcó en la aventura bélica. La simultaneidad deeste embarcarse en la guerra y de la fijación de plazospara la realización de sus proyectos arquitectónicos, noslleva a sospechar que Hitler quiso camuflar con elros susintenciones bélicas. Es una posibilidad que speer tomatambién en consideración, aunque no se dé por satisfechoaceptándola. Hay que darle la razón cuando afirma laexistencia, en la naturaleza de Hitler, de dos componen-tes no ;uborünados uno al otro. Ambos, el placer de cons-truir y el de destruir, coexisten en Hitler y son igual-mente intensos y eficaces.

Este hecho determina asimismo la fuerte impresiónque esos proyectos arquitectónicos dejan en el espectador'actual. Al examinar aquellos pianos tomamos concienciade la aterradora destrucrión sufrida por las ciudadesalemanas. Conocemos el finai. ,*¡ ahora el principio nos espresentado de improviso en tocia su amplitud. En esteparalelismo reside lo realmente conmovedor de una con-frontación semejante. Nos parece inexpricabre y enigmá-tica. Pero es, de hecho, Ia expresión concentrada de algoque, más allá de Hitler, nos inquieta. Es, en el fondo, elúnico resultado incontrovertible y eternamente recu-rrente de toda la "historia", hasta la actualiclad.

Esto nos lleva a investigar, en todas las formas posi-bles, la súbita agravación que se produjo en ra historia alentrar Hitler en escena. Es imposible apartarse de ella

223

Page 3: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

con una mezcla de horror y repugnancia, como sería na-tural. Pero tampoco basta con darse por satisfecho con iosmedios habituales de la investigación histórica. Es evi-dente que no son suficientes. ¿Qué historiador hubierapodido predecir el caso Hitler? Y aun cuando una histo-riografía particularmente escrupulosa lograra liberarsede una vez por todas de Ia admiración por el poder quesiempre Ie ha sido inherente, sólo conseguiría, en elmejor de los casos, ponernos en guardia contra un nuevoHitler. Pero como éste surgiría en otro sitio, teruiría tam-bién otro aspecto y la advertencia sería superflua.

Para comprender cabalmente este fenómeno son im-prescindibles otros instrumentos. Hay que descubrirlos,ir a buscarlos y emplearlos dondequiera que se ofrezcan.EI método para una investigación de este tipo rio puedeexistir todavía. El rigor de las disciplinas especializadasse revela aquí como una práctica supersticiosa. f,o que se

les escapa es precisamente lo importante. Una r,isión nofragmentada del fenómeno es la condición preüa funda-mental. Cualquier arrogancia conceptual, por positivaqrre pueda haber sido en otras circunstancias, resultaaquí nociva.

Las eüficaciones de Hitler estaban destinadas a atraery contener ai mayor número posible de espectadores.Gracias a la creación de estas grandes masas logró elacceso al poder; pero sabía con qué facilidad tiende adisolverse toda gran masa. Sólo existen dos medios -de-jando aparte la guerra- para contrarrestar la disolución<ie ia masa. Uno es su crecimienio y el otro su repeticiónregular. Como buen conocedor empírico de la masa -y losha habido muy pocos-, sabía cuáles son sus formas y susmedios.

En plazas inmensas, tan grandes que resulte difícil lle-narlas, se le da a la masa la posibilidad de crecer: perma-nece abierta. El entusiasmo de la masa, que le interesaba

224

Page 4: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

muy especialmente a Hitler, es potenciado por su propiocrecimiento. Todo aquello que normalmente contribuye ala formación de este tipo de masas -las banderas, la mú-sica, las unidadcs en marcha que ac!úan como cristalesde masa y, particularmente, ia larga espera hasta que eipersonaje principal haga su aparición*, le era muy fami-liar a él y a sus secuaces. No es preciso hacer aquí unadescnpción detallada. to importante es, en relación con eltipo de proyectos arquitectonicos, poner de reiieve Ia cap-tación del concepto de masa abierta y de su posibilidad decrecer.

Los ediflrcios de tipo cultual son aptos para ia repeti-ción regular de las masas. Su modelo son las catedrales.La Kuppelberg (montaña abovedada), proyectada paraBerlín, debía ser 17 veces más amplia que la basílicade San Pedro. En última instancia, las construcciones deeste tipo sirven para congl'egar masas cerradqs. Por másamplias que sean, una vez llenas no permiten que lamasa siga creciendo: le imponen un límite. En lugar deun'crecimiento ulterior, lo importante en estos casos esque las oportunidades de reunirse se sucedan con regula-ridad. La masa que se disuelva al salir de esos lugaresdeberá aguardar confiadamente una próxima oportuni-dad de poder congregarse.

En las manifestaciones deportivas, la masa se encuen-tra encerrada en un círculo (o semicírculo). Un gran nú-mero de personas se sientan frente a frente: la masa se uea sí misma mienfras sigue los acontecimientos que se vandesan'oliando en su cenLro. En cuanto se forman <ios par-tidos, surge un sistema de masa doble, estimulado por lasluchas que están viendo. Los modelos de esta forma pro-vienen de la Antigüedad romana.

Otra forma de masa, que yo he calificado de lenta, secrea en las procesiones, desfiies y paradas. No quiero re-petir aquí lo que ya he escrito en Mg1p-f*4".1a propó-

., r.

, u._, .

.\r

,,1 ;' j\\\225: -, . ,ii

Page 5: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

sito de eila. Hitler estaba perfectamente consciente de suimportancia y le había dedicado, entre sus proyectos, unavía monumental de 120 metros de ancho y cinco kilóme_tros de largo.

_ .. Estas construcciones e instalaciones, que ya en el papel' tienen algo frío y reservado debido a sus dimensiones,están, en el espíritu de su constructor, llenas de masasque se comportan diversamente según el tipo de reci_piente que las contenga o el E¡rado de limitación que lessea impuesto. Para representar con exactitud los hechos

s3sceptibles de ocurrir en dichos lugares, habría que des_cribir de principio a fin el desarrolio de uná concentra_ción de masas en cada uno de ellos. pero como ésta nopuede ser aquí nuestra tarea, tendremos que limitarnos aseñalar, en términos muy generales, la manera en queestos edificios e instalaciones hubieran podido animarse.. Es una animación destinada a prolongarse después dela muerte de su constructor. l"su esposo", dijc Hitler entono solemne a la mujer de Speer la primera tarde que se

-.conocieron, "construirá para mí edificios como no se han'ürielto a levantar hace cuatro milenios." Al decir estopiensa en las construcciones egipcias, sobre todo en laspirámides, a causa de su grandeza, pero también porquehace cuatro milenios que existen. No han podido ser ocul_tadas de ningún modo ni han sido encubiertas por nada:ningún acontecimiento ha podido dañarlas; es como sihubieran acumulado en sí mismas, a guisa de duración,sus milenios de existencia. Su carácter público y su dura-ción impresionaron fuertemente a Hitler, quien tal vez nose dio cuenta de que dichos monumentos, dadas las carac_terÍsticas de su construcción, servían también como sím_bolos de masa; aunque debió de sospecharlo gracias a suinstinto por todo cuanto se relacionara con la masa. puesesos monumentos, compuestos por bloques que fueronarrastrados y ensamblados gracias a los esfuerzos de

226

Page 6: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

miles y miles de hombres, constituyen el símbolo de unamasa que no se desintegrará nunca más.

Pero s¿s edificios no eran pirámides, y de éstas sóiodebían adoptar la grandeza y la duración. Tenían un es-pacio interior destinado a llenarse constantemente conlas masas vivas de cada generación. Debían ser construi-dos con la piedra más resistente, en parte para asegurarsu duración, pero también para que prolongaran Ia tradi-ción de aquellos que habían sobrevivido hasta esos días.

Desde el punto de vista del constructor, Ia comprensiónde estas tendencias no ofrece dificultad alguna. Claro queel problema de la duración es, en general, un asunto pre-cario y antes habría que estudiarlo en función de su na-turaleza y su valor. Pero presuponiendo que un hombreesté realmente poseído por este intenso anhelo de dura-ción, sin ningún tipo de escrúpulos y de un modo queprohíba cualquier indagación acerca de su sensatez o ab-surdidad, parece perfectamente posible que se ponga demanifiesto en este tipo de proyectos.

Las masas, gracias a cuya excitación Hitler llegó alpoder, deberán seguir siendo excitadas en forma ince-sante, aun cuando él mismo ya no exista. Y como suSsucesores no estarán en condiciones de hacerlo como é1,que es único en su género, les deja en herencia los mejo-res medios para conseguir ese objetivo: una serie de edifli-cios e instalaciones aptos para mantener viva esa tradi-ción de agitar a las masas. El hecho de ser construccionessuyos les confiere su aura particular: él espera üvir aúnel tiempo suficiente para consagrarlas y llenarlas de símismo durante algunos años. El recuerdo de sus esclavos,de las masas excitadas por él personalmente, deberá ser-vir de a1'uda a los más débiles entre sus sucesores. Esposible, e incluso probable, que éstos no merezcan seme-jante herencia, pero de este modo seguirá existiendo al me-nos el poder que él logro obtener a través de sus masas.

227

Page 7: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

Pues, en última instancia, se trata por supuesto delpoder. A estos "recipientes de masas" se suma lo quepodríamos denominar el componente áulico, Ia sede delpoder: su Cancillería del Reich -su propio palacio-, y nolejos de ella las sedes de los distintos ministerios quereciben su poder del propio dictador. Como un caprichoespecial tiene la intención de conservar el antiguo edifi-cio del Reichstag, intención que bien pudo serie sugeridapor la diferencia de proporciones: ;qué pequeño pareceráel antiguo Reichstag al lado de los nuevos colosos!

Su desprecio por el período de Weimar, cuyo único mé-rito consistió en ayudarlo en su ascensión, acabará con-tagiando a ürdos los que conlemplen el minúsculo edificiodel Reichstug a la sombra de los gigantescos monumentoshitlerianos. ¡Así de pequeños éramos y así de grandes noshemos vuelto gracias a éll Pero en su decisión intervienetambién un respeto piadoso por su propia historia: enaquel Eerbásúag se desarroiiaron muchos acontecimientosimportantes para él y, por consiguiente, deberá contarseentre los santuarios consagrados a su culto.

Por su propia ascensión siente Hitler. una veneraciónsupersticiosa. No le basta con que cada una de sus fasessea oficialmente catalogada, como sería natural esperarde una historiografÍa servil, sino que éi mismo habla deella en el círculo más ampiio o restringido de su corte. Sepasa horas y horas refiriéndose a esas fases y siemprevuelve a ellas. La historia de sus drficultades y reveses defortuna les resulta algo tan familiar a sus oyentes quepodríen scguii contá¡i,lola aulique éi ennrudeciera. Y aveces enmudece de veras y se queda dormido.

Siente especial predilección por Liry, la ciudad de sujuventud. No puede olvidar nada, de modo que tambiénrecuerda el desprecio con que Linz era tratada por elgobierno de Viena. Contra Viena sigue guardando unrencor muy profundo por lo mal que en elia le había ido.

228

Page 8: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

Ni siquiera su enirada.triunfal en marzo de 1938 lo re-

concilió con la capital austriaca: tanto antes corno des-

pués, Io único que le interesaba en Viena era ei Rlng con

sus edificios monumentales. Le parece imperdonable que

el Danubio quede a la izquierda del complejo urbano de

Viena. Linz, en cambio, está llamada a convertirse en

una segunda Budapest, con grandiosos edificios a ambas

orillas del Danubio. Es el lugar donde piensa pasar su

vejez y mandar construir su mausoleo. Lirz llegará a ser

finalmente más importante que Viena y vengará las hu-

millaciones de esos primeros tiempos con sus imponentesedificios nuevos. Una de las ideas predilectas de Hitlerera que Linz superase a Viena.

Y ya que ha hecho su aparición esta palabra' me parece

oportuno decir algo sobre el papel que desempeña en Hi-bier la idea de superar. Sin duda ofrece la mejor ocasión

de aproximarse a los mecanismos de su mente. Cada

una de sus empresas, pero también sus deseos márs hondos, le

son dictados por un imperativo de superación; podría lle-garse aI extremo de dehnirlo como a vn esc¿auo dc lasuperación. Pero tampoco es el único en serlo, ni muchomenos. Si tuviera algún sentido caracterizar la esencia de

nuestra sociedad a través de un solo rasgo, sólo podría-mos recaer en éste: el imperativo de superar. Este impe-rativo alcanzó en Hitler proporciones tales que resultaimposible no encontrarse con él a cada paso. Es lícitosuponer que este imperativo pueda arrojar alguna luzsobre su vacío inferior. respecto al cl-tal Speer escribe

unas cuantas palabras notables al hnal de su libro.Todo se mide y compara y todo se mide en la lucha. El

superador es un vencedor incesanle. La idea del combatecomo una necesidad absoluta, y de la legitimidad de

cualquier tipo de reivindicaciones una vez obtenida lavictoria, se halla tan hondamente arraigada en Hitlerque éste, si bien nunca toma en cuenta la posibilidad

229

Page 9: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

/ de una derota en su propio carnpo, acepta que, en caso deproducirse, pueda acarrear la ruina y destrucción inclusode dicho campo. El más fuerte es el mejor, el más fuertemerece vencer. Mientras le fue posible, consiguió victo-rias incruentas sorprendiendo al enemigo con su astucia.Las consideraba medios para robustecerse con miras a lavictoria definitiva, que sí debía ser cruenta: sin derra-mamiento de sangre nada es plenamente válido. Elpronto rompimiento de los tratados suscritos por Ribben-trop, y de los cuales éste se sentÍa orgullosísimo, lo hicie-ron reír hasta las lágrimas. No puede tomar en serio lostratados ya por el simple hecho de que no cuestan sangre,y juzga decadentes a los políticos que creen en ellos, puesesto supone arredrarse ante la guerra.

Mas no sólo en ias guerras pone Hitler de manifiesto sugusto por medir fuerzas y superar. Se halla literalmenteposeído por él: la superación se convierte en una prácticaincesante y es aplicada a cualquier circunsta.ncia comouna especie de panacea universal. Considera importanteencomendar la misma tarea a dos personas distintas paraque traten de superarse entre ellas.

En toda la Tierra no hay nada sensag.ional que Hitlerno se sienta estimulado a superar. Napoleón es, sin duda,la figura que más intensamente despierta su sentimientode rivalidad. Los Champs Elysées, que conducen hasta elArc de Triomphe, tienen dos kilómetros de largo: la víamonumental de Hitler no sólo será más ancha, sino quetendrá cinco kilómetros de longitud. El Arc de Triomphetiene 50 metros de alto, s¿r arco del triunfo tendrá 120metros. La unificació¡-r de Europa era la meta de Napo-león: él la conseguirá, y su obra tendrá larga duración.La campaña de Rusia le fue prescrita por el ejemplo na-poleónico. La energía que demostró en esta empresa, suobstinación por conservar -en contra de cualquier consejoy mejor parecer- posiciones conquistadas que eran ya in-

230

Page 10: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

sostenibles, pueden explicarse también por la necesidadimperiosa de superar el precedente napoleónico. Quiereutilizar el Cáucasc como base para iniciar una ofensivaconlra Persia, y aquÍ sus proyectos se cruzan con los pla-nes hindúes de Napoleón. Y el hecho de que éste se sin-tiera, a su vez, estimulado por el ejemplo de AlejandroMagno, confirma la existencia de una tradición historicaúnica que parece inextirpable: la de los superadores quesiempre reaparecen en escena.

Hay lambién cosas más triviales que estimulan sudeseo de superación. La tribuna de honor en Nuremberges coronada por una figura catorce metros más alta quela estatua de la Libertad de Nueva York. El "Gran Esta-dio" de esa misma ciudad puede contener dos o tres veces

más gente que el Circo Máximo de Roma. Todt proyectala construcción, en Hamburgo, de un puente colgante quedeberá superar el Golden Gate Bridge de San Francisco.La estación central de Berlín debía echarle sombra a iaGrand Central Station de Nueva York. En la KuppeLbergde la gigantesca Sala de Congresos hubieran podido caberel Capitolio de Washington, la basílica de San Pedrode Roma y otros monumentos. El propio Speer no disi-mula en modo alguno el papel que desempeñó en estas"superaciones". Se hallaba, como él mismo dice, embria-gado por la idea de crear testimonios de piedra para lahistoria. "Pero también entusiasmaba a Hitler cuandopodía demostrarle que 'eclipsaríamos', al menos encuanto a las proporciones, los monumentos arquitectóni-cos más importantes de la histci'ia." Es evidenie queacabó contagiado por el delirio de grandeza de Hitler y nolograba resistirse a la confianza cada vez mayor que éstele brindaba. Pero ya por entonces hizo una observación",cuyo pleno significado quizás comprendería más tarde:i"Su pasión de construir para la eternidad lo llevó a desin-teresarse totaimente de las estructuras de comunicación,

231

Page 11: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

las urbanizaciones y las áreas verdes: Ia dimensión socialle era indiferente."

El delirio de superación va unido, como ya he mostradoen Masq ! poder, a la ilusión de seguir creciend,o, que a suvez es concebida como una especie de garantÍa de uiuirmás tiempo. En realidad, estos proyectos a largo plazodeben considerarse más bien como medios para prolongarla propia vida. En aquellos años expresó Hitler *rr.hu..dudas sobre la duración de su propia vida. ,,No vivirémucho más. Siempre he pensado que podría tomarmealgo de tiempo para llevar a cabo mis proyectos. ¡Tengoque realizarlos!" Estos temores son, dentro de su colorá_ción particular, típicos de una naturaleza paranoica. Enla decadencia real o aparente del cuerpo se ponen de ma_nifiesto otros peligros relacionados con una incoerciblepretensión de grandeza. En el caso Schreber, cuya para_noia se hallaba mucho más desarrollada, esta relaciónresulta sumamente esclarecedora. Las aprensiones deeste tipo no significan, desde luego, que se haya renun_ciado en lo más mínimo a esa pretensión de grandeza.Pero se produce una "útil" interacción entre la pietensión.y los temores. Los proyectos por cuya rbalización se teme-pues el tiempo que nos es dado suele parecernos excesi_vamente breve-, conservan su grandeza o bien crecenpara conseguir por la fuerza una prolongación de la pro_pia vida. Hitler tenía que estar vivo hasta 19b0, año enque los proyectos de la nueva Berlín serían ya una reali_dad; e incluso unos cuantos años más, a fin de que pu_diera impregnar de su propia persona esos edificios desü_nados a sucesores más débiles, eternizándolos para queéstos desempeñaran sus funciones.

- El efecto de este tipo de objetivos en el tiempo, concebi_dos con la máxima intensidad, resulta sorpréndente in_cluso en personas menos ambiciosas. Si no se hubiera

232

Page 12: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

producido la guerra, que desvió el destino de Hitler haciasu desenlace catastrófico, es probable que hubiera vividopara ver su nueva Berlín en 1950, pese a todas las apren-siones y posibies achaques.

EI- .qHco DEL TRIL;NFo

De todas las construcciones que Hitler proyecta para Ber-lín, el arco del triunfo es quizás, junto con la gran Kup-pelhalle, ia más próxima a su corazón. Ya lo había esbo-zado en 1925. Una maqueta de casi cuatro metros de alto,concebida con base en aquel proyecto inicial, fue la sorpresade Speer para el quincuagésimo cumpleaños de Hitler, enabril de 1939. Pocas semanas antes sus tropas habíanentrado en Praga. Parecía, pues, un momento muy indi-cado para construir un arco del triunfo. Hitler queda su-mamente conmovido por este regalo, que lo atrae cons-tantemente: lo contempla largo rato, se 1o enseña a sushuéspedes; a las Memorias de Speer va unida una foto-grafía que ilustra su entusiasmo. Difícilmente otro regaloha conmovido tanto el corazón de su destinatario.

Hitler y Speer ya habían hablado a menudo de estearco del triunfo. Su altura debía ser de 120 metros: másdel doble de la del Arc de Triomphe de Napoleón en pa-rís. "Al menos será un monumento digno para nuestrosmuertos de la Guerra Mundial. ¡El nombre de cada unode nrrestrcs I 800 000 caídcs scrá grebado c;l cl grani.,cl"Son palabras del propio Hitler, trarnmitidas por Speer.No hay nada que resuma en forma tan concisa la esenciade Hitler. La derrota de la primera Guerra Mundial no esreconocida y acaba transformada en victoria. Será cele-brada por un arco del triunfo dos veces más grande que elque le fue concedido a Napoleón por todas sus victorias.

233

Page 13: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

De este modo se manifiesta su intención de superar lasvictorias napoleónicas. Como se ha previsto que su dura-ción sea eterna, el arco será fabricado con piedra muydura. Pero en realidad está constituido por algo muchámás precioso: 1 800 000 muertos. El nombre de cada unode estos caídos será grabado en el granito. De este modose les rinden honores, pero también se los mantiene uni_dos, más densamente unidos aún que en cualquier masa.En aquel número enorme constituyen el arco del triunfode Hitler. Todavía no son los muertos de su nueva sue-rra, planeada y deseada por él mismo, sino los de la"pri-mera, en la que él participo como cualquier ohn ciudadano.Logró sobrevivirla, pero permaneció fiel a su re-cuerdo y nunca renegó de ella. El reconocimiento de esosmuertos ie dio la fuerza necesaria para no aceptar jamásel resuitado de ia guerra. Ellos eran su masa cuando aúnno tenía otra, y siente que realmente lo ayudaron a con_quistar el poder: sin los muertos de la primera GuerraMundial Hitler nunca hubiera existido. Su intenciónde reunirlos en un arco del triu¡rfo es el reconocimiento deesta verdad y de su deuda para con ellos. pero se trata desu arco del triunfo, que lievará s¿ nombre. Será difícilque alguien lea muchos de los otros nombres; aun cuandolograse hacer grabar en la piedra 1 800 000 nombres. Iagran mayoría de éstos nunca será tomada en considera-ción. Lo que permanecerá en la memoria será su número,y este número inmenso pertenece a s¿¿ nombre.

La sensación de esta masa de muertos es decisiva enHitler. Es su uerdadera masa. Sin ella es imposible en_tenderlo de veras, imposible entender sus inicios, su po-der, lo que llegó a emprender con este poder y el objetivofinal de sus empresas. Su obsesión, manifiesta en unavitalidad siniestra, son estos muertos.

234

Page 14: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

¡Vrcronresr ¡Vrcronr¡s!

¡Victoriasl ;Victorias! Si hay en Hirler alguna fatalidadque supera a todas las otras, es su fe en las victorias. Encuanto dejan de vencer, los alemanes ya no son su pueblo,y é1, sin mayores titubeos, les niega el derecho a la vida.Han demostrado ser los más débiles: no merecen piedadalguna y él desea su hundimiento, pues se lo merecen. Sihubieran seguido venciendo, como era habituai bajo susórdenes, habrían sido un pueblo diferente a sus ojos. Loshombres que vencen son hombres diferentes, aunquesigan siendo los mismos. El hecho de que tanta gentecrea todavía en é1, aunque sus ciudades yazcan en ruinasy prácticamente nada las deñenda de los ataques aéreosdel enemigo, no produce ninguna impresión en Hitler. Eifracaso de Goering después de tantas promesas vacías (yél estaba consciente, pues lo recriminaba por ellas) es, enúltima instancia, imputado nuevamente a la masa de losalemanes, pues ya no se hallan en condiciones de vencer.

Es un hecho que Hitler guarda rencor a su ejército porcada palmo de terreno conquistado que los soldadosabandonen. Mientras le sea posible, se opondrá tnnaz-mente a ceder cualquier tipo de posición obtenida, sin darimportancia al número de víctimas. Pues todo lo conquis-tado es para Hitler como un trozo de su propio cuerpo. Sudecaimiento físico durante ias últimas semanas de Ber-lín, decaimiento que Speer describe muy detalladamentey que le inspira compasión pese a todo lo que Hitler em-n-o¡diÁ cnnfr¡ ól n¡ oo nino o^c¡ -"^ l..li"*i-"^iÁ-.t^

su poderío. El cuerpo del paranoico es su poder, y con élmedra o se marchita. Hasta el último momento el dicta-dor se esfuerza por impedir que el enemigo profane aquelcuerpo. Es cierto que organiza la última batalla en tornoa Berlín para morir combatiendo, un lugar común ex-traído de la trastería de la historia, de Ia que su cerebro

235

Page 15: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

está imbuido. Sin embargo, le dice a Speer: ,,No comba_

tiré; corro ei enorme peligro de ser solamente herido ycaer vivo en manos de los rusos. Tampoco me gustaríaque mis enemigos trataran mi cuerpo como una carroña:he ordenado que me incineren.', Así, pues, él perecerá sincombatir mientras los otros combaten; y al margen de loque pueda sucederles a quienes combatan por é1, su únicapreocupación es que no le ocurra nada a su cuerpomuerto, pues este cuerpo era, pa-ra é1, idéntico a su poder;lo contenía.

Goebbels, sin embargo, que morirá muy cerca de é1,aún logrará superarlo en la muerte. Obliga a su mujer ya sus hijos a morirjunto con él.,,Mi mujery mis hijos nodeben sobrevivirme. Los norteamericanos los adilstra_rían. para hacer propaganda contra mí." Son sus propiaspalabras, tal como las ha transmitido Speer. A éste, queera amigo de Ia mujer de Goebbels, no se le permite des-pedirse de ella a solas. "Goebbels permaneció todo eltiempo a mi lado. . . Sólo al final ella aludió a algo querealmente ia conmovía: 'Me siento dichosa de que-allnenos Harald (su hijo de un matrimonio anterior) estévivo'." El último acto de poder de Goebbels consiste enimpedir que sus hijos lo sobrevivan: teme que puedan seradiestrados en su propio oficio -la propaganda_ contra é1.El hecho de quc al final aún se pro.*iuiu la satisfacciónde esta supervivencia no debe ser erróneamente interore_tado como una expiación de sus actividades: éstas alcan_zan en él su punto culminante.

La indit-erencia de Hitler ante el destino de su pueblo,cuya grandeza y prosperidad habían sido para él _segúnsus propias palabras- el auténtico sentido, el objetivo ycontenido de su vida, se pone de manifiesto en el libro dLSpeer con una evidencia sin precedentes. Es Speer quiende pronto asume la supuesta función inicial de Hitler:intenta salvar lo que para los alemanes aún es salvable.

236

Page 16: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

La tenacidad de su lucha contra Hitler, que por entonceshabía decidido el aniquilamiento total <ie los alemanes yen virtud de su autoridad aún tenía el poder suficientepara imponerse sobre é1, nos impone cierto respeto. Hitlerno disimula en absoluto sus intenciones.

Si perdemos la guerra [ie dice a Speer], el pueblo también seperderá. No es necesario tomar en consideración las cosasfundamentales que el pueblo alemán necesita para seguirviviendo en las condiciones más precarias. Por el contrario,pienso que es preferible destruir incluso aquellas cosas. Pueseste pueblo ha demostrado ser el más débil, y el futuro perte-nece exclusivamente al más fuerte de los pueblos orientales.Los que queden después de esta lucha serán sólo los medio-cres, pues los buenos habrán caído.

La victoria es elevada aquí expresamente al rango de ins-tancia suprema. Ya que su pueblo, al que él mismollevó a la guerra, ha demostrado ser el más débil, tam-poco deben seguir viviendo los que queden vivos al tér-mino de la conflagración. La razón más profunda de estaactitud es que él mismo no quiere que nadie Io sobrevivaA los enemigos que han vencido no puede impediries so-brevivirlo. Pero aún puede destruir lo que queda de supropio pueblo. Según un modelo bien ao'editado los dedaramediocres, "pues los buenos habrán caído". Los que toda-vía viven son candidatos a convertirse, para é1, en saban-dijas. Pero ni siquiera hace falta ilevar hasta el final esteDroceso de devaluación: le basta con declararlos medio-cres, como antes a todos los alienados. Todo 1o que habíaexterminado estaba vivo en éI. La mnso. de los asesinadosclamaba por su propio crecimiento.

El está perfectamente consciente de la magnitud nu-mérica de esta masa: que el hecho y el modo de su exter-minio permanecieran en secreto y sólo fueran conocidospor quienes participaron en elios, consolida la incidencia

237

Page 17: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

que tuvieron en Hitler. Se convirtieron en la masa másgrande de la cual disponía y eran, al mismo tiempo,su secreto. Como toda masa, ésta también tendía hacia sucrecimiento. Y como él no podía añadirle nuevos enemi_gos, pues éstos habían obtenido la primacía, se sintió im-pulsado a incrementar su número a costa de su propiopueblo. Antes y después de él debería morir el mayornúmero posible de gente. Sin conocer la trabazón internade estos procesos, parte de los cuales aún permanecíaoculta para é1, Speer debió experimentar el más profundohorror ante las declaraciones que los iban revelando. Elsignificado de las órdenes de destrucción impartidas porHitler era evidentísimo. Pero su fundame ntació n, .ourrdoalguien se oponía a é1, indujo a Speer a desearle lamuerte. Es difícil pensar hoy en día que no todos losalemanes que recibieron estas órdenes hubieran sentidolo mismo y reaccionaran de idéntica manera.

Todos nosotros, sin embargo, alemanes y no alemanes,nos hemos vuelto desconfiados frente a las órdenes engeneral, gracias al conocimiento,a posteriori, de aquellosprocesos. Sabemos más, aquel ejemplo monstruoso sehalla aún muy próximo a nosotros, e inciuso quienes to-davía son capaces de creer en órdenes, les darían un parde vueltas antes de obedecerlas. Por entonces la gente áraeducada, justamente por Hitler, con vistas a que recono-ciera la virtud suprema en el cumplimiento ciego de cad.auna de sus órdenes. Por encima de éstas no existía valoralguno: la demolición de todos aquelios valores que du-rante tanto tiempo habían sido considerados una especiede tesoro común de la humanidad se había operado conuna celeridad extraordinaria. Puede muy bien decirseque fue la toma de conciencia de este hecho lo que unió ala humanidad en la coalición más sorprendente para lu-char contra Hitler. Al despreciar estos valores. ai minus-

238

Page 18: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

valorar su tmportancia para los seres humanos de cual-quier especie, Hitler dio muestras de una ceguera slnparangón. Incluso si hubiera vencido _lo que rÁulta im_pensable-, su porier se habría disuelto muy rápidamentepor este mobivo. En todos ios rincones y confines de suReich se hubieran producirJo insurrecciones que habríanterminado contagiando a sus propio. ,".rluü.. Ei, queextraía su confianza de las victorias de Napoleón, ,ro

".ucapaz de aprender de sus derrotas. Su incentivo más pro_fundo era el deseo de superar las victorias napoleónicas.Como ya señalamos, es improbable que Hitler hubie¡ainsistido en la conquista de Rusia si Napoleón no hubierafracasado al intentarla. El espíritu ie Hitler estabainerme frente a la fascinación de todas las victorias de lahistoria. Pero también, y justamente para superarlas,debía trasmutar en victorias propias las derrotas de susmodelos.

Había tomado como punto de partida Versalles y laderrota de la primera Guerra Mun¿iat. Luchando contralas cláusulas del tratado de Versalles obtuvo sus prime_ras masas y conquistó finalmente el poder en Alemania.Paso a paso logró ir anulando ios efectos de Versalles. yen cuanto obtuvo su victoria sobre Francia, que significóla inversión de Versalles, estuvo perdido. pues entoncesquedó convencido de la posibilidad de convertir en victo_ria cualquier denota, incluso la de Napoleón en Rusia.

I,n voIupruoslDAD DEL.CHoRRo NUNIÉRICO

Se cree capaz de todo; no se arredra ni ante lo más difícil:si él lo hace, tiene que salir bien. Se trata de una serie deoecrslones, sorpresas, encubrimientos, exigencias, ame_nazas, promesas solemnes, rupturas de pactos, no agre_

239

Page 19: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

I

siones temporales y, por último, de guerras; pero tambiénse trata de una especie de omnisciencia referida, sobretodo, a sec¿ol'es especializados.

Su memoria para las cifras es un capítulo aparte. Lascifras no desempeñan para Hitler el mismo papel quepara los demás hombres. Tienen algo de las masas,que aumentan caprichosamente. Su pasión más intensase centra en ei número de alemanes que integrarán lapoblación totai de su Reich. La voluptuosidad del chorronumérico se torna clamorosa en sus discursos. El mediomás poderoso para excitar a la masa es la simulación desu crecimiento. Mientras la masa sienta que va en au_mento, no tendrá necesidad de disolverse. Cuanto mayorsea el número que se le proponga como objetivo, másprofunda será la impresión que se lleve de sí misma. perohay que ap¡rdizarle el deseo de crecer hasta alcar¿araquella cifra. La excitación aumenta cadavez más al cre_cer el número: i60, 65, 68, 80, 100 millones de alemaneslSin millones no puede hacerse nada; él ha experimentadoen sí mismo la eficacia de este número: logrará reunirlosa todos. La masa, impresionada por estas cifras, las in_terpreta como un crecimiento inmediato, y su intensidadaJ.canza así el más alto grado imaginable. Nadie que hayarecibido esta impresión logrará deshacerse de ella en sufuero interno. Volver incluso exteriormente a dicho es_tado será su manía incoercible.

Los otros medios empleados en tales ocasiones son muyconocidos y no serán objeto del presente estudio. Con_viene señalar, eso sí, el talento instintivc que, ,1esde eiinicio de su carrera, demostró poseer Speer al esbozarbanderas gigantescas y disponerias de modo particular.

En cuanto al gusto d-e Hitler por las grandes cifras,cabe añadir que se transfirió de los seres humanos a mu-chas otras cosas. Estaba perfectamente consciente de losenormes gastos que suponían sus edificios berlineses, y

240

Page 20: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

quería que alcanzasen la mayor cifra posible. EI ejempiode Luis II de Baviera no lo intimidaba sino que, por el

contratio, lo atraía. Se imaginaba que algún día podt'ía

atraer turistas norteamericanos citando la cifra de milmillones que había costado su Kuppelberg en Berlín, y ledivertía pensar que, de cara a ellos, dicha suma pudieraelevarse a mil quinientos millones. Recordaba con parti-cular fruición las cifras que superasen cuaiquier cosa;

eran sus números favoritos.En cuanto la guerra cambia de rumbo, Hitier tiene que

empezar a vérselas con otras cifras. Como nada ie puede

ser ocultado -él se reserva toda visión de conjunto y cual-quier decisión-, sus ministros tienen la obligación de co-

municarle las cifras de producción del enemigo que, alaumentar en forma brusca, presentan una anaiogía fatalcon sus propias cifras, tal como él so]ía usarlas antes paraalcanzar sus objetivos. Hitler las teme y se niega a hacer-les caso. La vitalidad de los chorros numéricos le resultademasiado familiar. Y ahora que se vuelven contra élsiente su hostilidad y trala de eludir su contagio no ha-ciéndoles caso alguno.

V tstres RlrcH¡\zADAS

Cuando las grandes ciudades alemanas iban reducién-dose a escombros una tras otra, Speer no fue el único en

considerar aconsejable, e incluso necesario, que Hitler vi-sitase esas ciudades. El ejemplo de Churchill estaba a Iavista de todo el mundb: nunca dejaba de presentarse antelas víctimas de la guerra que no participaran directa-mente en eI combate. Y así les demostraba no sólo su

intrepidez, sino también su adhesión. Pese a Ias tareasque lo agobiaban, se daba tiempo para üsitarlos y testi-moniarles, a través de su presencia, lo mucho que conta-

24r

Page 21: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

ban, ia importancia que Lenían. Exigla mucho más de lapoblación civil, pero a cambio la tomaba en serio. Es po-sible que si Churchill no hubiera actuado de ese modo, Iamoral de los ingieses hubiera menguado peligrosamenteen el curso del año en que tuvieron que enfréntarse, so_los, a un enemigo más fuerte y que iba venciendb entodas partes.

Hitler, por el contrario, se negaba obstinadamentea que Io vieran en las ciudades bombardeadas. Es difí_cil suponer que, al menos durante las fases iniciales deestos acontecimientos, le faltase el valor físico paratomar una decisión de este tipo. Sus tropas tenían granparte de Europa ocupada, y la idea de considera.se der.o_tado no hubiera cruzado por su mente. pero aparte de vera las personas que recibían órdenes directas de é1, y delos poquísimos que integraban su reducida corte, sóio es_taba acostumbrado a presentarse ante las masas, y estasmasas eran de un tipo muy particular.

Era un maestro de 7a acusacrín, que durante sus añosde ascensión fue el instrumenio que realmente empleópara convertir en masa a los seres humanos. y comoquiera que éstos lo habían ayudado a conseguir el poder,por espacio de varios años hizo cuanto pudo por satisfacerIas expectativas de esta masa y asegurarse su adhesiónentusiasta. Era la época de sus viajes triunfales por Ale-mania en una atmósfera de júbilo espontáneo y ya nomeramente "orquestado". Speer ha descrito la repercu-sión de dicha atmóst'era en el propio Hitler: se conside-raba el homb¡e más amado por el puebo en toda la hist¡_ria alemana. Desde Lutero no había habido nadie haciaquien los carnpesinos se voicaran espontáneamente y entodas partes. De todo esto, así como de sus preparativosen el ánrbito de la organización, extrajo Hitler ia fuerzapara proceder al ataque hacia el exterior. y empezó laserie de üct¡rias fáciles, consideradas más bien como una

242

Page 22: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

especie de milagros por ser obtenidas sin derramamiento

á""*.tg.u. Ante-s de que se disparase un solo tiro ya se le

:"rá"Uá el triunfador, y io seguía siendo.cuando se efec-

i..unun los primeros disparos' Le resultaba naturai pre-

sentarse ante quienes lo aclamaban como vencedor: di-

chas aclamaciones prolongaban el lipo y la constelación

Ju ,r,uru a Ia que desde un principio se había acostum-

brado. La masa que agradecía a su Ftihrer se había ro-

bustecido, pero seguía siendo el mismo tipo de masa que

át .r"uru y con la que siempre había operado' -

Esto deierminaba Ia imagen que él tenía de sí nris¡ic:

era incapaz de presentarse gnte cualquier otro trpo de

-u.u. Y sobre todo, no lo quería; consideraba nocivo mo-

difrcar o ampliar su imagen pública' Así como vigilaba

las fotoglafias que de él se publicaban y mantenía en

secreto la existencia de Eva Braun para no perder el

afecto de las mujeres alemanas hacia el hombre solitario'

ásí tampoco quería que su imagen se ülculara con la de

lasciud.ade.ul"^u''u.destruidas.Lafrguradeleterno-vencedorsehubieravistoempañada,ysucapacidadde.on.ugui. la victoria frnal habría perdido créditos' Prefi-

rió conservar su imagen intacta, no mancillada por nin-

guna d.estrucción en á interior de su Reich' ajena a todas

ellas.ño resulta fáeil determinar si, desde su punto de vis-ta

Iimitado, se equivocó al actuar así' Su fe en armas mila-

grosas, que se mantuvo en pie hasta el final' bien puede

Estar .eücionada con la integridad absoluta de su ima-

gen de eterno-vencedor' Mientras no se diera por ente-

radodeladestrucciónimperanteenAlemania,mientrasno permitiera que dicha destrucción se aproxÍmase a su

f"rrorru, Alemania, que el dictador, en su delirio' sentía

encarnada en su persona' no parecería derrotada'

Cabe decir también, sin embargo, que hubiera sido to-

talmente incapaz de visitar gente que tuviese auténticos

243

Page 23: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

motivos para lamentarse y estar de duelo. ¿C,rn qJu pulo.bras hubiera podido a;.tgirse a "irii'x" lr",..ilJ?í*i-sión por nadie, sa.ruo por".i mirmo-'"n su fase final; 6aquién hubiera podido *"rif".iu.--áu"_ur"ru creíble sucondolencia por una a""gru.iu u;"nu'i ñurr.u fue capaz deslmular _y mucho menos a" u*p",-i.rrur.,iur_ .u.rtimientos'débiles": los despreci"¡r. f-fiil".'".t,brosa es i n i ma g.ina bl

". L" .;;;';;"';;';,fl :1".¿: r.

^T;realmente a un hombru _r".rti.i"i*'.'Ou" lo relacionancon otros hombres, a:nque sean desconocidos, sin objetivoni cálculo alguno, sin ideas

";;;;;posibles éxiros oinfluencias_, esta carenc.ia total, este uac;o terribie lo hu-bieran mostrado en -"¿i^ j] ;:';-- "'Y, .,

^ ; ;;;:;; ;lffiT ""ffj:j:.:f,ff T ; H,-.*Xlde ponerse en una sñuación ,á_":.ri".

Mrsr¡Rro y uNrcrDAD

El séquito más restringido de Hitler en el Obersalzberg,esas pocas personas :"!:: l?. que pasa b.runu parte de sutiempo, es de una exigüid,al sñffi;". Lo integran elfotografo de confiarza, el "hof"r,;i.-;;;;;;.io, ta amiga, dossecretarias mujeres, la cocinera airtJii."l, por último, unhombre de naturaleza muy,lif;*rr;;Jriárquitecto

de ca_becera. Todos, salvo esta uitima y ""iá *""pción, han sidoelegidos según el orincipio a" rá""tillrl"lá., *a. primitiva.No sólo dependenLhlmente a" ¿f , ,"" *"upu.", de formu-l?:j:l"t" alguno sob¡e su persona. Enrre euos se sieni;esrempre segui.o de su inmen"u .,rp"rio.i¿uá. Wuau saben delo que realmente pasiH i rlr ñ;;;H ;F,:, ü "1"

;ñi.TJ.:: ",.",,n:il",T;molestado: la seguridad a" u.t"';,.terii es para él unanecesidad existencial suprema. Es el misterio del gran Es_tado sobre el cual sólo él Áu"iau; ñJr or"f"jr"rrficar a sus

244

Page 24: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

propios ojos la necesidad de ese misterio absoluto' Suele

á".i. .o" bastante frecuencia que no se fía de nadie' y

-,r.ho menos de las mujeres; y como no admite la proximi-

árd de ninguna mu¡ei capaz de pensar' le resulta fácil

rf"rru.." a iu desprecio.por ellas' Se encuentra a gusto en

medio de este grupo, dottá" nadie p'-rede aproximársele: allí

tir" ti" qrru lJ*álerten' como esa criatura única que éi se

imagina ser. Co*o nadie tiene derecho alguno sobre él' se

sienie protegido contra quienes pudieran pedlrle favores'

Dercubre stiintegridad en su propia dureza' No se aparta

J" ,t .orr.upción Jei poder;ha ábsorbido en sí mismo todo el

poder de sus modelos historicos, y en la coherencia con que

io defiende encuentra la razón de sus propios éxitos'

No obstante, se da perfecta cuenta de que no puede ejer-

cer el poder sin la ayuda de esos pocos que contribuyeron a

su-ascensión y se mostraron fieles' A éstos les permite

muchas cosas, siempre que se pongan a su servicio y acep-

ten sin objeciones todo cuanto él decida' No se Ie escapa una

,átu a" sus debilidades, que llegan hasta ia corrupción' Y

las aceptará mientras lÁs 'onoz'o,

mientras ninguna de

ellas le sea ocultada: la omnisciencia también en t'elircirir.r

con ellos se cuenta enbre sus exigencias fundament¿rles' Se

preocupa de reservarse esta omnisciencia delimitando cui-

iadosamente la autoridad de los otros' Sóio él ' y nadie más'

debe estar informado de todo' Se considera un maestro en

este arte de separar las tareas que confía a cada uno de sus

ayudantes. Y se guarda bien de tenerlos mucho tiempo

"É..u. nu". oocl-rían llegar a sa,ber más Ce lo que ól misnio

i"s p".-it". Desde su punto de vista reveia un instinto

certero a este respecto, pues el único que siempre esta a su

lado, Bormanh, se entera de muchas cosas por su cargo oe

secretario y Ilega realmente a conseguir poder'

Se tiene la impresión de que Hitler necesitaba jus-

tamente las debilidades de aquellos en quienes había

áelegado parte del poder' De este modo no sólo los tiene más

245

Page 25: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

I

entre sus manos y no ha de buscar muchos motivos cuandodecida destituirlos, sino que además conserva frente a ellosun sentimiento de superioridad moral. para él es necesariopoder afirmar su inmunidad ante una serie de debilidadescomunes, tales como la avidez, la concupiscencia, la vani_dad y todo aquello que integra la existencia del hombre"pequeño" y corriente. puede justificar políticamente sucontrol sobre todas las imágenes suyas déstinadas al granpúblico. Lo preocupa la posibilidad de engordar, p".o io

",una cuestión de vanidad: un Führer con baniga es inima_ginable. Sus edificios gigantescos deberán impresionar aotros poderosos y volverios más fácilmente dáciles. peroante todo, como él mismo afrrma, están concebidoS para laeternidad: habrán de consolidar la autoconscienciá de supueblo cuando él ya no exista. Todo cuanto emprende, in_cluso los proyectos más desmesurados, se halla al serviciode esta tarea; y como posee en abundancia aquel talentotípico del paranoico para encontrar motiuos, no halla nadaque no pueda justificar de modo convincente frente a losdemásyasímismo.

Dentro de su círculo estrecho e inofensivo puede expre^sarse libremente sobre sus cómplices: no se reprime enabsoluto, y resulta divertido, peio también esclárecedor,leer en el libro de Speer en qué términos se refiere a ellos. Seburla de la pasión de Goering por la caza: es muy fácilmatar animales a distancia, tarea que, por lo demás, perte_nece más bien al carnicero. Sobre quienes matan hombresno se pronuncia. ¿Le parecerá algo más peligroso en cadacaso? La "filosofía" de Rosenberg le resulta incomprensible.Aunoue no lo manifieste, unc tiene la impresión de que leenvidia la difusión y las tiradas gigantescas de su libro.Cierto es que las tiradas de Meii Kantpf (Mi lucha) sonmuchísimo mayores, pero no le gusta.rudu qo" se le apro_xime en cualquier campo y, aunque sea desde lejos, atántecontra su unicidad. La germanomanía de Himmler le

246

Page 26: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

crispa los nervios. ¿Vale ia pena recordarle al mundo que,en tiempos del Imperio romano, los germanos habitaban encabañas de barro? Hitler parece avergonzarse de estos an-tiguos germanos, que vivían sin arte ni cultura. El, quesabe apreciar a Grützner y ia Ringstrasse de Viena, sesiente muy superior a ellos. Se expresa con cierta mordaci-dad sobre Himmler cuando éste habla de Carlomagno comodel asesino de los sajones. Él aprueba la matanza de lossajones, pues gracias al Imperio franco penetró en Alema-nia la cultura. El hecho de que apruebe la mata¡za de lossajones germánicos es como un preanuncio de su posteriorindiferencia ante el destino de los alemanes. Y no toleraque se difame a Carlomagno simplemente porque lo consi-dera un precursor suyo. En el fondo, sólo respeta a losgermanos a partir del Sacro Imperio Romano-Germánico:es irresistible la fuerza de atracción que los Imperios ejer-cen sobre é1, que se halla a punto de fundar sa propioImperio universal.

La relación de Hitler con Speer es esencialmentedistinta de cualquiera otra. Como el mislno Speer reconoció,el dictador redescubría en él su propia juventud. No sóloporque, gracias a Speer, las ambiciones arquitectónicas desu juventud se verán plenamente realizadas, sino porqueen el trato con él recuperará parte del entusiasmo quecolmaba su soledad juvenil. Tal vez sintiera asimismo algode la relativa pureza de aquellos primeros años de bocetosapresurados y sin perspectivas de realización, que expre-saban cierta admiración por otra cosa, ya existente. Quizálo que más admiraba e:"a la "gren" ai'quitectur"a. Pero r¡.¡hubiera sido capaz de entender que, al realizar esos bocetos,destruía el único elemento valioso de su admiración: sucarácter de sueño y de veneración. A partir de entonces,toda "realización" ejercerá sobre él un poder furibundo alque someterá cualquier sentimiento vital que hubiera con-servado.

247

Page 27: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

/DnsrRuccróm

La.doble complacencia tanto en la duración como enla destrucción, característica del pu.u.roi"o, ha sido exami_nada detenidamente a propósito del ,,caso Schreber,,. Laamenaza contra la propia persona, que es sentid.a en formaaguda, como si existiese p".-a.r".rtumente, es contrarres_tada de dos maneras: por un lado mediante la extensión

sobre espacios enormes que, por así decirlo, quedan incor_porados a la propia persona, y, por el otro, consiguiendo unaduración ,,eterrla". La fórmuü a"l .n"i"f, milenario,, nopodría calificarse de inmodesta para ,,

"u.o de paranoia

avanzada. Todo cuanto .ro "a

lr.ro mismo acaba siendo ani_quilado o sometido, y la su.misiór, sOto "qriuale aquí a unaso]u9ión tqm-¡roral, que fácilmente

"e t.a=.rsfo.ma en exter_minio rotal. Cualquier resistencia en el ámbito d; ü;;"pt"esfera de poder es sentida como algo irrioi"raUle, la oposi_ción, afirma Speer. podía hacer

"--putid".". de rabia aHitler. Sólo se -ort.á¡u u";;;üJli; donde no dispo_nía aún de poder absoluto, pues se trahbl a" p.o"ur* qlrule servirían para adquirir Ll poder. ni n"r"rr, en toda suextensión, es su propia persona por fin libre a* puhg.os, qruno podrá estar realmente tranquila mientras no logre ex_tenderse sobre toda la Tierra. El objetirro de la duración seacopla a esto como anillo al dedo: "; i; Erinnerungen(Memorins) de Speer abundan tos testimJnios.

En el pináculo de la Kuppetberg ¡".ii"*.'a" Hitler, a 290metros de altura, debía coloca.." ,r., águila. A comienzosdel verano de 19Bg manifiesia . Sp";;i respecto: .,Allíarriba no deberá estarya el águila ,o¡r" fu

".rz gamada: ¡eláguila dominará de ahí al globo t r.aq"JlUl águila sobreel globo terráqueo ha de ser la co.orración áel edificio másgrande del mundo!',

^ Ya dos años antes, en 1g32, al discutir el proyecto delGran Estadio, había dicho casi ¡";-;-ü, ..En

1940, los

248

Page 28: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

Juegos Olímpicos se celebrarán aún en Tokio. Pero luego

tendrán Iugar siempre en Alemania."Los libros que más a fondo le interesan y constituyen sus

lecturas de cabecera, tratan de guerra o de arquitectura. Enestos campos sorprende incluso a especialistas por la preci-

sión de sus conocimientos, y gracias a su memoria le resultafácil derrotarlos en cualquier discusión sobre ambos temas.

Su arquitectura sóio es comprensible a partir de su objetivo:

la duración "eterrta"; Hitler aborrece lo que no es piedra, y

el vidrio, detrás del cual es imposibie esconderse y que

además es frágil, despierta su repulsa más profunda como

materiai para edificios grandes.Al principio sabe ocultar mejor su placer de destruir,

cuyo efecto será tanto más siniestro cuando al fin se mani-fieste. A finales de julio de 1940, tres días después de laentrada en vigor del armisticio con Francia, Hitler se llevaconsigo a Speer y a unos pocos más en una visita a París,donde nunca había estado. En tres horas visita la gran

Ópera, demostrando conocerla a fondo ("¡Fíjese qué bien laconozco!"), la Madeleine, los Champs Elysées, el Arc de

Triomphe, la Tour Eiffel, los Invalides, donde rinde home-

naje a Napoleón, el Pantheon, el Louvre, la Rue de Rivoli y,

flinalmente, el Sacre Coeur de Montmartre' Al cabo de estas

tres horas declara: "Siempre había sido el sueño de mi vidapoder ver París. No puedo decir 1o feliz que me siento por

haberlo realizado."Esa misma tarde, de vuelta en su cuartel general, la

pequeña alcoba de una casa de campesinos, encomienda a

Speer que reanude las ediiicaciones en Berlín, y añade:

"¿No es hermosa París? ¡Pues Berlín tendrá que ser muchomás bellal Muchas veces me he preguntado si no habría que

destruir París; aunque cuando todo esté iisto en Berlín,París ya no será más que una sombra. ¿Por qué, entonces,

habríamos de destruiria?" Speer se queda sorprendido por

la tranquilidad con que Hitler habla de la destrucción de

249

Page 29: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

París, ,,como si se tratase de la cosa más obvia d"l *.,.r1,,.Aquí se pone de manifiesto l" p.".i^il"d entre superar ydestruir. La superación

"0"";;tlu;r;tl,p ro n to, di fi e re I a d e s t ru c c i ó n. L "

fá.; i ;;?JJ :,"T#l:::cia salvó temporalmente a parís. parís-debía seguir exis_tiendo para quedar u^i" .ornu.ul" il'i,ruun Berlín.Poco después, en 1940 t"dur-iu, s;;", "."rr"¡u cómo Hi_tler, durante una cena en la Cancili"Á aul Reich, ,,se va

i-1f".':l:9:-más v.más, ur h";i;;;';;;" deririo de des_trucción". ,.¿Ha visto usted algun;;;; ;" ptano de Lon_dres? La densidad de.las .;".;;;""", es tal que basta_ría con un solo fb:"_-l::rái;;;;#:"rhuir la ciudadentera, como ya ocurrió hace más be iOó uno.. Con ayudade innumerables bomba, tn.unáiJi? nolri.ima efica-cia, Goering quiere crear focos ¿u l.r*nalo en los barriosmás diversos de Londre"; .1, io.*'áu"i.r.".raio por todaspartes. A millares. pues luego ." ,"u"i .tesco mar de fueso. ;i-;":::,:';::il_'-*".en un gigan-i¿uu1,,"1",;;.'ili"0"t,#i:.",T:.i""":r,g"1""1:.*,Hrrcon las bombas ince¡rdiarias .a;"';""d" destruir total_mente Londres! ¿eué podrá., hr"".lifll.on sus bombe_ros cuando se desencadene esta

"f"rai""Z,,El placer de desrruir uu ai.igtü'lorl, ,," vergrienzaalguna, a Lula ciudad a" o"t r rir'ñ;:;" habftantes, yprecisamente el número de estos iuúliu.rr". debió dehaber contribuido a.potenciar uqu"i-piu.ur. La fusiónde millares de focos ¿

el es presen*"ü **;T;tmX ffilf*" mar de rue-

sirve a menudo como símboro de masa o.rlil_*.i:-Jtructora. Hitier no se contenta con "i ,i*bolo, vuelve atransfbrmarlo en la realidad o";-;;;;"*nta y utiliza elfulso cgyo masa para tu ¿*t ,"".iii'?u"Lora.ur.Este "delirio de áes

rí a en r a * *.,'" ;; ;;,",,:i: .#:.XA; HH'f:j,}ffi :;maneras distintas. In que -af

pf u.r"O fu"u f,o.ra.u" ,i.,250

Page 30: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

éxito alguno, se convirtió en realidad para las ciudades

ái"*..,Á. Es como si Hitler y Goering hubieran inducido

v persuadido a sus enemigos a utilizar esa arrna' inven-

iuL pot ellos mismos. Pero hay también un segundo as-

p".r", no menos terrible, y es que las ideas de destrr-rcción

iotal le resultaban algo tan familiar a Hitler que ya no

iogr.Uu" impresionarlo demasiado' Las mayores atroci-

da-des no Io sorprendían: él mismo las había pensado y

,up"".uao largo ti"-po. Las destrucciones de ciudades

enteras empezaron en su mente y ya se habían convertido

"r, ,.l.r. ,trr"rru tradición bélica cuando se volvieron seria-

mentecontraAlemania.Yentonceshuboque..hacerlesfrente", como a todo el resto' Él se negaba a tener cono-

cimientodeellasmedianteunainspecciónocular'ynilaáestrrr.cló., de Hamburgo ni la de Berlín lo hubieran in-

ducido a ceder un solo palmo de territonio ruso con-

quistado.Y de este modo se produjo la situación, que hoy parece

increíble, de que el territorio de su Reich seguía ocu-

oando aún buena parte de Europa mientras las grandes

"l,rd^d", alemanas iban cayendo en ruinas una tras otra'

Había asegurado la invulnerabilidad de su persona en

sentido estiicto. Su persona más amplia duraba junto con

la extensión del Reich.

Es imposible imaginar adecuadamente la destrucción

tal como se presentá en la mente de un paranoico' Sus

defensas internas, que se hallan al servicio de su creci-

miento y eternización' se alzan precisamente contra este

contagio por Ia destrucción. Pero ésta mora en él' pues es

puJ"-i"t"grante de su ser, y cuando se manifiesta de

i*prorriro ln el mundo exterior, no importa de qué lado'

"o'p""d" sorprenderlo ni extrañarlo en modo alguno' La

vioiencia de ios procesos que acontecen en su interior es

i" q"" ¿f impone al *undo como visión' Su espíritu puede

ser'tan insignifrcante como el de Hitler, puede' por así

25r

Page 31: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

decirlo, no ofrecer nada que posea algún valor a juicio deuna instancia imparciai, pei.o la intensidad de sus procesosde destn¡cción intemos lo hará aparecer co*o ,risio.r^.]óo profeta, como redentor o como Führer.

D¡rrtstoNps, ESCLAVos. cÁx,t.{RAS DE r;As

Durante la guerra, el placer que provoca en Hitlerla masa reunida en torno a él se debilita rápid.amente.Se ha acostumbrado a llegar, a través de la radio, a lamasa más grandé Que jamás pudo concebir: todos losalemanes. Tampoco tiene ya ocasión de referirse al in-cremento pacífico de Ia población de alemanes. Su ocupa_ción es la guerra, que él considera, junto con la arquitec-tura, como su auténtica profesión. Ahora op".u con diui-siones que están siempre listas, a sus órdenes, y de lascuales puede disponer a su antojo. Su objetivo principales, por entonces, tener bajo control a los generales. Ahorale toca convencer a los especialistas de la"guerra. Al prin-cipio logra doblegarlos mediante victorias rápidas y sor-presivas. Las victorias hacia las que antes arengaba a lasmasas, ias victorias que había prometido y gracias alas cuales logró formar su masa, se vuelven ahora reali-dad: la fase inicial.

Nada es más importante para él que tener razón frentea los reparos de los especialistas. Cada previsión suyaque se cumpla pasará a ser parte integrante de su auto-consciencia. La paranoia, que tiene dos caras, ab¿¡i,-lt natemporalrnen+,e la cie la persecución y asume por entero lade la grandeza.

Su cabeza nunca está libre de masas, pero la composi_ción y la función de éstas se ha modificaáo. Si antes con_quisto a sus alemanes, ahora conquistará esclouos. Sonútiles, y su número será mucho mayor que el de los ale-

252

Page 32: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

manes.PeronobienladireccióndelaguerratropiezaconJiñrrttuaut, es decir en Rusia' y en cuanto sus propias

ciudades alemanas son amenazadas por las bombas' otra

masa cobra forma en él: )a de ios judíos que hay que

"*t",*i.'u.. Los ha reunido, y ahora puede aniquilarlos.

lu uttt". había dicho en forma suficientemente ciara lo

[u" perr.ubu hacer con ellos: pero al proceder seriamente

ál e*te.-ittio, se preocupa de que Ia operación perma-

nezca en secreto."-E;; posible hallarse tan cerca de Ia fuente del poder

cortro lo estaba Speer, y no verse directamente conl-ron-

tado con dicho exterminio' El testimonio de Speer me

;;r;." particuiarmente significativo a este respecto' No

.¿lo u.trr,ro consciente de la fase de esclavitud y trabajo

forzad.o, sino que la incluyó en el ámbito de sus compe-

Lencias. Sus proyectos se basaban parcialmente en ella'

Pero del extárminio no tuvo noticias sino mucho más

tard.e, cuando la guerra ya parecía perdida' Las verdade-

ras revelaciones iobre los campos de concentración sor-

p."r,'.au" a Speer al final, cuando ya estaba en lucha con-'tra Hitler, ysólo en Nuremberg ejercen sobre éi su pleno

efecto.Bstoresu]tacreíbleyaporelsimplehechodequeio-tt"uu a postular una culpabilidad colectiva del mando

.,rpr"rrro alemán. La firmeza de su comportamiento en

circunstancias dificiles -tuvo que autoafirmarse ante los

"ou.trudor, que lo consideraban un traidor-' la franqueza

de sus declaraciones -no cohonesta ninguna-' y su obra

pti".ip"f , que llevará a cabo escribiendo sus ll{cmorias

á,rrurr, losaños de cárcel y tiene por objetivo imposibili-

iu. lu formación de una leyenda en torno a Hitler' son

todos hechos que presuponen el efecto tardío de aquellas

revelaciones.Hitier consiguió, pues, en líneas generales' que la ma-

yoría de los alemanes no se enterara de la más mons-

truosa de sus empresas: el exterminio en las cámaras de

253

Page 33: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

gas. Pero los efectos de ésta en su conci"rr.iu fr"rorr. ),cambio, mucho mayores. Cualquier marcha atrás le esta_ría vedada para siempre. No le quedaba posibilidad al_guna de firmar Ia paz. Sólo tenía una salidá: la victoria. vcuanto más imposible parecía ésta, tanto mayor

"ru ,,

propia unicidad.

Dnlm,ro y REALTDAD

Res'lta difíeil_ separar delirio y realidad en Hitler: ambosplanos se entrecruzan incesantemente. pero este simplehecho apenas distingue a Hitler de los otros. La ver_dadera üferencia radica en la fuerza de su delirio, queno se contenta con pequeñas satisfacciones como la mayo_ría de los hombres. Su delino es, dentro de su herÁe_tismo, el elemento primario, y no está dispuesto a sacrifi_car la más mínima parte de sí mismo. To.lo cuanto semanifiesta en la realidad es referido al delirio como tota_lidad. Su contenido es tal que sólo una cosa puede ali_mentarlo: los éxitos. El fracaso no puede rozar realmentea Hitler. Él tiene una función única: estimula a encon_trar¡uevas recetas para el éxito. y en esta imperturbabi_lidad de su delirio descubre su dureza. Todo cuanto hayaagarrado alguna vez, permanece y no se desintegra. Nin_guno de los edificios que pensaba construir se ñalla tansolidamente afianzado como su delirio. No es un delirioque le permita retirarse en sí mismo y vivir al margendel mundo: su naturaleza es tal que lo obliga a imporiér_seio a quienes io rodean. El camino que otros recorren encasos sólo aparentemente afines, ya sean inventores opersonas particularmente poseídas por su delirio creador,el camino que consiste en convencer a personas aisladas oproducir obras a las que, en cierto -oáo, encomiendan latarea de la persuasión, este camino no es el suyo. pues no

254

Page 34: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

sólo sería demasiado lento, sino que tampoco correspondeal contenido de su delirio. Desde el catastrófico ftnal de iaprimera Guerra Mundiai, Hitler se halla cohnado por

la masa de los soldados alemanes caidos, que para él no

pueden haber caído en vano y por lo tanto permanecenvivos de un modo que sólo a él le es pecuiiar. Quierereconvertirlos en aquella masa que existía al estallar Iaguerra. Es la masa que constituye su fuerz a, la que al sertomada como punto de referencia constante Io ayuda aexcitar nuevas masas y a cong"regarlas a su alrededor.Hitler se da muy pronto cuenfa de Ia eficacia de estafuerza, y gracias a una práctica y ampiiación incesantesIogla convertirse en verdadero amo y señor de las masas.Mientras de masas se trate, sabe que le es perfectamenteposible transformar su delirio en realidad. Ha descu-bierto, por así decirlo, el punto débil de la reaiidad, elpunto en que ésta es más fluida y frente al cual se arre-dra la mayoría de quienes le bemen a ia masa.

Su respeto por la otra realidad, la estótióo, no se ve

incrementado por este hecho. El poder que se alimenta de

masas, el poder en bruto, seguirá siendo durante muchotiempo el único del cual dispone, y aunque crezca rápi-damente, no será lo que él realmente quiere: su delirioexige el poder político absoluto en el Estado. No bien lohaya conseguido, podrá echar seriamente mano de la rea-lidad. Es perfectamente capaz de distinguirla de su deli-rio. Su sentido de la realidad, dei que se enorgullece mu-chísimo, consiste en el ejercicio del poder. Y utiliza elpoder para ir imponiendo f'aso a paso el contenido de sudelirio al medio que lo rodea y a Sus inslrumentos. Mien-tras todo vaya bien, para éstos es imposibie, y menos aúndeseable, darse cuenta del carácter ilúsorio de la estruc-tura en la que se hallan incluidos y de la cual participan.Sólo a partir de ios fracasos empieza a dejarse ver, de

modo sorprendentemente claro, la irrevocable rigidez, io

:z55

Page 35: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

realmente delirante de toda su empresa. nt aUismo eltredelirio y realidad se amplía, y la firmeza de su fe en símismo durante la época de dicha se presenta ahora comola desdicha de Alemania, así como desde el comienzohabía sido la desdicha del resto del mundo.

Hitler sigue insistiendo en su derecho al pronóstico. Élsolo y nadie más puede pronosticar lo que acontecerá. Laexactitud de sus pronósticos ha quedado demostrada sufi_cientes veces. La realidad del futuro le pertenece: él la haincluido dentro de su esfera de poder. Considera las ad_vertencias como un estorbo para su futuro. Lo exasperan,aunque provengan de sus colaboradores más acrisolados.Las rechaza con la máxima dureza, como si fueran unaespecie de insubordinación. Sus predicciones acaban ad_quiriendo, para é1, el carácter de órdenes que imparte alfuturo.

La capacidad de intuir pensamientos ajenos, típicatanto del paranoico como del poderoso, comienza a reve_lar su carácter delirante. Le habÍa sido útil para evaluara sus adversarios, cuyas intenciones lograba descubrircuando aún se hallaban totalmente ocultas. A esta caoa_cidad y a sus predicciones exactas se refiere su ,.sexto

sentido". Pero ahora que está acosado, Ia falsedad de sucapacidad de intuición queda al descubierto. Durantemucho tiempo considera el desembarco en Normandíacomo un simple ardid: el verdadero desembarco tendrálugar en Ia zona de Calais. Las medidas que toma contrael enemigo son dictadas por esta falsa intuición, de la quenada puede alejarlo y a la cual se afeu.a, irrquebrania-blemente, hasta que ya es demasiado tard,e.

El atentado fallido del 20 de julio de 1944 tiene comoconsecuencia la última potenciación eficaz de su senti-miento de poder. Hitler ha sobrevivido de milagro; ñasido, pues, un auténtico milagro. por una vez Stalin seconvierte en su modelo. Aprueba ia manera como Stalin

256

Page 36: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

eliminó a los generales rusos, y aunque no sepa nada en

concreto sobre la traición de que eran acusados, acepta

que debieron de ser culpables porque él también odia a sus

proirios generales. Ordena que sean perseguidos con la

r-.áxima dureza y los hace ejecutar del modo más infa-

mante- f)e su ejecución extrae la forma más primitiva de

poder: la de sobrevivir a los enemigos. Disfruta viendo la

filmación de esas ejecuciones y la hace proyectar en su

círculo íntimo. Pero también se reserva unas cuantas víc-

timas pará más tarde y organiza nuevas ejecuciones de

vez en cuando, según las circunstancias y su propia nece-

sidad.Ei 12 de abril de 1945' 18 días antes de morir, Hitier

mandó llamar urgentemente a Speer. "Al verme se aba-

lanzó hacia mí con una vivacidad poco habituai en é1,

como un poseído, agitando en la mano una noticia perio-

dística: '¡Aquí, lea, aquíl ¡Nunca quisieron creerlo! ¡Aquíl'Las palabras se le atragantaban: 'He aquí el gran mila-g1'o que yo siempre he pronosticado. ¿Quién tiene razón

áhora? La guerra no se ha perdido. ¡l,ea! ¡Roosevelt ha

muerto!' No iograba calmarse."La prolonga"iót d" la guerra hasta ese momento apa-

rece justificada. Parecen repetirse los sucesos del frnai de

la Guerra de los Siete Años, cuando Federico fue salvado

de un peiigro sumamente serio por la muerte de su peor

enemiga. Pocas cosas han contribuido en forma tan de-

terminante a la absurda prolongación de la guerra como

la creencia en este vira.je de un destino histórico' Federico

el Grande fue uno de los primeros modelos durables de

Hitler: al final era el único.En su bunker, que Speer compara con una cárcel, ro-

deado de ruinas por todas partes, con los rusos a las puer-

tas de Berlín -de la que muy poco queda-, Hitler es capaz

de esperar un viraje en el curso de la guerra al enterarse de

la muerte de un enemigo personal. Hasta Io último, el

257

Page 37: Hitler, según Speer; Grandeza y duración.pdf

verdad.ero acontecer histórico es tán sólo, para "i, u.ru

lucha entre unos cuantos -poquísimo*, poá"ro"or, quuson los únicos que cuentan: el destino del mundo dependede quién sobreviva a quién, y nada reveia más clara-mente la devastación provocada en Ia mente de Hitler porla idea de poder y su entrega absoluta a ella. A la desa_parición de Roosevelt, del mismo hombre a quien despre_ciaba, tildándolo de "paralítico,', se aferra entonces suúltima esperanza.

Teniendo en cuenta la eficacia de los modelos históri-cos, su peligrosidad aún no del todo comprendida, seríaaconsejable res€ñar en todos ros iibros de lectura delmundo esta escena del bunher, tal como la ha narradoSpeer. Por ahora no podemos hacer mucho más que pre-sentar contrafiguras de ve¡dad absoluta frente a la efica-cia, no agotada, de esos modelos fatales. La vergüenzaante esta situación, la intuición de su igaominia, lá esen-cia de Ia visión falsa, todo esto, junto, produciría unaimpresión indestructible.

7971

258