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4° Trimestre 2002 Año 5 N° 22 Revista del Movimiento Familiar Cristiano de C. R. Editada por la Asociación Evangelizadora de la Familia HOGAR Y FE Céd. 3-002-275803 Apdo. 1140-3000 Heredia Teléfonos 237-0705 - 238-1376 Fax: 261-1572 E-mail: [email protected] CONSEJO EDITORIAL Jorge y Carmencita Aguilar / Jorge y Xinia Sáenz / Luis y Laura Blanco / Walter y Ma. Elena Cruz DISTRIBUCIÓN Manuel y Gilda Morales Tel.: 261-7589 DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN AGUIJOSA PUBLICADO EN Imprenta Sáenz Lobo Tel.: 237-0064 Diseño de la portada: Collage Producciones Tel.261-8764 Email: [email protected] UNA LUZ PARA LA FAMILIA Editorial Hagan lo que les digo... 2 La Juventud opina Mueve montañas / Juventud promotora de fe 3 Comentario de actualidad Mons. Hugo Barrantes, 6° Arzobispo 4 El 2003 será diferente... ¡tendré objetivos! 5 Tipos de objetivos Las tres plenitudes / Premio Ludovico 6 Orientación familiar Un tiempo para el perdón 7 Opiniones sobre el tema Entrevistas a nuestros lectores 8-9 Ciudadanos de oro Espiritualidad en la vejez 10 Volver al primer amor 11 Tema de fondo La Fe... ¿es un regalo de Dios? 12-13 En familia El mejor de los regalos 14 Salud en casa Comer sanamente / 7 Tips sobre alimentación 15 Para los más chicos Decálogo para vacaciones 16 MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO. Entidad sin fines de lucro, inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones, expediente 1209 y con cédula jurídica N.° 3 -002-045708. Miembro de la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos, organismo consultor de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y reconocida por el Consejo Pontificio de la Santa Sede, como Asociación de Fieles Laicos de Derecho Privado, según decreto C.G.C. 87.036.83810001-24, del 23 de junio, 1989.

Hogar y Fe Nº 22

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Artículos variados para la familia.

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Page 1: Hogar y Fe Nº 22

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4° Trimestre 2002

Año 5 N° 22

Revista del Movimiento Familiar Cristiano de C. R. Editada por la Asociación Evangelizadora de la Familia

HOGAR Y FE Céd. 3-002-275803

Apdo. 1140-3000 Heredia

Teléfonos 237-0705 - 238-1376 Fax: 261-1572 E-mail: [email protected]

CONSEJO EDITORIAL

Jorge y Carmencita Aguilar / Jorge y Xinia Sáenz / Luis y Laura Blanco / Walter y Ma. Elena Cruz

DISTRIBUCIÓN

Manuel y Gilda Morales Tel.: 261-7589

DISEÑO Y

DIAGRAMACIÓN AGUIJOSA

PUBLICADO EN

Imprenta Sáenz Lobo Tel.: 237-0064

Diseño de la portada: Collage Producciones Tel.261-8764 Email: [email protected]

UNA LUZ PARA LA FAMILIA

Editorial

Hagan lo que les digo... 2

La Juventud opina

Mueve montañas / Juventud promotora de fe 3

Comentario de actualidad

Mons. Hugo Barrantes, 6° Arzobispo 4

El 2003 será diferente...

¡tendré objetivos! 5

Tipos de objetivos

Las tres plenitudes / Premio Ludovico 6

Orientación familiar

Un tiempo para el perdón 7

Opiniones sobre el tema

Entrevistas a nuestros lectores 8-9

Ciudadanos de oro

Espiritualidad en la vejez 10

Volver al primer amor 11

Tema de fondo

La Fe... ¿es un regalo de Dios? 12-13

En familia

El mejor de los regalos 14

Salud en casa

Comer sanamente / 7 Tips sobre alimentación 15

Para los más chicos

Decálogo para vacaciones 16

MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO. Entidad sin fines de lucro, inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones, expediente 1209 y con cédula jurídica N.° 3-002-045708. Miembro de la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos, organismo consultor de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y reconocida por el Consejo Pontificio de la Santa Sede, como Asociación de Fieles Laicos de Derecho Privado, según decreto C.G.C. 87.036.83810001-24, del 23 de junio, 1989.

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editorial

¿Cuántas veces, al igual que el hombre de nuestra historia, nos aferramos a una fe cie-ga, sin interpretar los signos y señales que el Señor nos envía? Generalmente creemos que las cosas que necesitamos, Dios nos las enviará como por arte de magia, sin mediar ningún esfuerzo de nuestra parte, excepto las peticiones a favor nuestro. Pedimos y luego nos cruzamos de brazos. Y entonces, fácilmente, decimos que Dios no nos escu-cha, rompiendo muchas veces nuestra rela-

ción con él.

En esta edición hemos querido destacar la virtud teologal de la fe, como un medio pode-roso para poder desarrollar nuestros valores humanos y cristianos, llevando una existen-cia donde haya congruencia entre fe y vida. ¿Cuántas veces decimos una cosa, pero ha-cemos otra? Si tenemos fe, debemos vivirla en todos y cada uno de nuestros actos, no sólo cuando estamos en el templo, en nues-tros equipos de base, en nuestro movimiento apostólico. Debemos ser fermento que haga a otros tener fe y esto no lo lograremos si no lo demostramos con actos y la hacemos vida. Recordemos que las palabras convencen,

pero el ejemplo arrastra.

Y es que la fe no debe ser un acto sólo del intelecto, ni del corazón. La fe exige acciones concretas. No se trata de memorizar tratados teológicos y páginas de la Biblia. Tampoco de hacer desplante de nuestras emociones,

con demostraciones externas de éxtasis y gestos exagerados de alabanza y oración. Se trata más bien de demostrar, con nues-tras obras, lo que sentimos en nuestro cora-

zón y conocemos por nuestra razón.

Se trata de vivir las 24 horas del día como cristianos creyentes, no sólo

cuando nos conviene.

Es sentir en nuestro quehacer coti-diano, la presencia de Dios guiándo-

nos.

Es cumplir nuestro deber, con justicia y

alegría.

Es predicar a nuestros hijos con el

ejemplo.

Es tratar a nuestros subalternos y aquellos que nos sirven, como nos

gustaría que nos trataran a nosotros.

Es respetar las ideas y actuaciones de los demás, aunque no las comparta-

mos.

Es ponernos “en los zapatos del otro”,

tratando de sentir lo que él siente.

Es no juzgar, si no queremos ser juz-

gados.

¿Difícil? Si. ¿Imposible? No.

Si tuviéramos fe como un granito de mosta-za, podríamos hacer esto y muchas cosas

Dice una historia por ahí, que un hombre muy creyente en Dios, vivía a orillas de un río muy caudaloso, en una zona muy propensa a inundaciones. En una ocasión, ante la inminente llegada de un temporal, las autoridades, por medio de la radio y televisión, pidieron a los vecinos de la zona evacuar el área. El hom-bre de nuestra historia, creyendo firmemente en que Dios no permitiría que nada le pasara, hizo caso omi-so del aviso. Al llegar las lluvias, autoridades locales lo visitaron, para que abandonara su hogar, pero nuestro hombre, aferrado a su fe en Dios, ignoró nuevamente su petición. Al subir las aguas cada vez más, personeros de la Cruz Roja, a bordo de un bote, lo urgieron a dejar su casa, pero él seguía negándose, aduciendo que el Señor no lo dejaría perecer. Cuando las aguas habían cubierto la casa, las autoridades enviaron un helicóptero a rescatar al señor, que muerto de frío y empapado por la lluvia, se había refugia-do en el techo de su vivienda. Nuevamente, aduciendo que la protección del Todopoderoso estaba con él,

se negó a abandonar su vivienda.

Lo que tenía que pasar pasó, y el personaje de nuestra historia, murió arrastrado por las furiosas aguas. Cuando llegó al cielo, no dudó en exponer sus quejas al Creador: ¡Señor, fui un fiel creyente y confié en

que me protegerías! ¿Por qué dejaste que me ahogara?

Y el Señor le contestó: Pero hombre de Dios, primero te avisé por medio de la radio que abandonaras tu casa, luego mandé a las autoridades locales y a la Cruz Roja, a sacarte de tu vivienda, pero no hiciste ca-so. Hasta un helicóptero envié en el último momento y no aceptaste su ayuda. ¿Qué más podría haber

hecho yo?

Hagan lo que les digo...

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la juventud opina

Gilda González Sandoval Periodista

Todo con fe. Conseguir trabajo, recuperar la salud, obte-ner la felicidad, superar un malestar emocional, salir de

algún problema económico…

A todos los obstáculos de la vida se responde con fe, con esa energía que sale del alma, con esa fuerza que para nuestros abuelos mueve montañas ¡y las mueve!, nos hemos dado cuenta con

los años.

La fe no es más que creer que alguien superior a nosotros nos tiende siempre la mano, nos ayuda cuando estamos abati-dos, cuando buscamos y no encontra-mos. En la soledad, en la miseria, en la

tristeza y en la confusión.

Es la fe de que las cosas se pueden lograr y se

vive solo creyendo en ella.

No se puede perder, más bien se alimenta acercándonos más a Dios y a su palabra. Se mantiene cuando la reno-vamos prometiéndonos ser cada día mejores, luchar por los valores fundamentales de la vida como la honestidad,

la justicia y la lealtad.

La fe se lleva en las venas y se descubre todos los días. Primero se tiene fe en uno mismo y en Dios para luego

tener fe en las cosas y en que todo va a estar mejor.

Hay que tenerla presente siempre y debe ser la compa-

ñera en nuestro camino de vida.

Milagros sorprendentes y sin explicación nos han mostrado en la vida que solo la fe los puede lograr. Dios siempre la ha pedido por que estar con él es producto de simplemente

creer.

No podemos perder esa forma de vida y tenemos que compartirla con los nues-

tros, con hijos, padres y amigos.

La fe se hace más grande cuando se comparte y cuando se saborea entre mu-

chos. Así se logra una fuerza interna impor-tante para llevar las cosas a una respuesta po-

sitiva y satisfactoria.

La fe le devolvió la salud al enfermo, el alma al desvalido, la sonrisa a la tristeza… La fe unió familias, reconcilió enemigos, llevó alimento al hambriento y dio valor al dé-

bil.

La fe simplemente nos tiene acá, en la lucha diaria de la vida, en busca de ser cada vez mejores, nada más hay

que tenerla, valorarla y practicarla.

Para muchos la fe no existe, para otros lo es todo. Pero respetando las creencias que haya en tu cora-zón, quiero hablarte de esa fuerza sobrehumana que nos inunda, tanto en los momentos de mayor alegría como en esos momentos de sufri-miento y dificultad, cuando creemos que ya no podemos seguir adelante. Esa fuerza que mueve montañas y hace milagros en nuestras vidas, ese regalo que solo Dios brinda pa-ra saber que después de la guerra, siempre encontramos paz, después de la tormenta siempre llega la cal-ma y después de la oscuridad viene la luz, a llenarnos de fortaleza y de gozo para que podamos seguir el camino de la vida. La juventud se constituye en una gran fuerza promotora de fe, ya que si bien los jóvenes apenas esta-mos iniciando nuestro camino, so-mos los más expuestos a las tenta-ciones y debilidades de una vida superficial y mundana. Si todos los jóvenes volteáramos nuestros ojos

al Dios vivo, tengamos la certeza de que también nuestra Fe sería capaz de ayudarnos a desechar de nues-tras vidas tantos vicios, tantas inse-guridades y temores, que día a día inquietan nuestros corazones y desangran nuestras almas. Los jóvenes como promotores de Fe no solo conseguimos llevar el mensaje de Vida y de Esperanza a otras personas, y encender también en ellas la llama de la Fe; sino que en este proceso resultamos ser los más beneficiados, pues aprende-mos a desarrollar nuestra fe como uno de los pilares más grandes de nuestras vidas, lo cual nos enseña que si caminamos por los senderos del Señor, seremos capaces de ver la vida con optimismo y con confian-za, permitiéndonos, con nuestro propio esfuerzo, alcanzar más fácil-mente las metas y objetivos en la vida. Y es que la fe tiene efectos que van mucho más allá del campo pura-mente personal. Ya no es sólo tener

fe en que vas a ganar el curso lecti-vo, a conseguir un buen trabajo, o a construir tu casa propia. Debemos tener fe en que con nuestro aporte y con la ayuda de Dios podemos cada día construir una persona mejor, una familia y una sociedad mejores. Recuerda: Somos los constructores de nuestro propio futuro y del mundo que here-daremos a nuestros hijos. Por eso debemos adoptar hoy una actitud decidida y responsable ante este reto que tenemos en nuestras ma-nos. Preocúpate por cultivar tu fe cada día, deja sentir esa Presencia Divina desde lo más profundo de tu ser; llénate de esa fortaleza y con-fianza que sólo Dios puede dar y camina por la vida sin temores, con tu corazón lleno de gozo, esperanza y paz. ¡Eres un Hijo de Dios! ¡Él quiere lo mejor para ti! ¡Date una oportuni-dad!

Juventud promotora de fe Betty Vargas Ugalde

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comentario de actualidad

Mons. Hugo Barrantes 6º Arzobispo Metropolitano de San José

L uego de 23 años de vida arzobis-

pal de Mons. Román Arrieta Villalobos (1979-2002), su San-tidad Juan Pablo II elevó el sábado 13 de julio, a Mons. Hu-go Barrantes, 1er Obispo de Puntare-nas (1998-2002), co-mo 6º Arzobispo Me-tropolitano de San

José..

El significado para los fieles laicos, para los sacerdotes, religiosos y religiosas de la Arquidiócesis de San José del inicio de una nueva etapa dentro de la vida eclesial, será otro estilo pasto-ral, más cerca del Pueblo de Dios y con una perspectiva evangelizadora muy a lo Vaticano II, a lo Puebla o Santo Do-

mingo.

Los grandes retos pastorales han sido enumerados en su Homilía programática del 18 de octubre

con motivo de la toma de posesión:

Llevar la Buena Noticia a todos. “La misión es ur-gente, no hay tiempo que perder, no faltarán la situaciones difíciles, pues se encontrarán con

lobos y hasta habrá persecución”.

Su preocupación es una urgente evangelización.

“Esta es la misión de la Iglesia: evangelizar”.

Una renovación pastoral de la Arquidiócesis. “La pastoral de la pura conservación del redil, es bue-na, pero se ha vuelto insuficiente. Hemos llegado

al final de la fe heredada”.

Una vivencia en la Iglesia particular de la verdadera

comunión. “Hay que su-perar el concepto de «organización» para lle-

gar a la «comunidad»”.

La Iglesia está al servi-cio de todos. “Debe ser servidora de la humani-dad a ejemplo de su Maestro. Debe procurar que la caridad de las palabras se haga reali-dad por la caridad de las

obras”.

El obispo debe estar dispuesto para todos. “Debe tener un corazón de puertas abiertas ante una humanidad que gi-me con dolores de par-

to”.

Una de las tareas preo-cupantes los pobres. “La Pastoral Social seguirá ocupando un lugar pre-ponderante en la Arqui-diócesis. Las institucio-nes de carácter humani-tario ya existentes, y otras se hagan necesa-rias, contarán con el apoyo entusiasta del

pastor”.

“Es importante recor-dar la relación Iglesia y

poder civil. La indiscutible independencia de la Iglesia y del Estado no se puede traducir en indi-

ferencia”.

Debemos prepararnos paras los grandes cambios venideros: “Se exige la creatividad; estar al frente

del cambio en vez de estar en frente del cambio”

Su pensamiento finaliza con una solícita oración a Maria “Reina de los Ángeles” , donde le presenta “las alegrías y las tristezas, las esperanzas y sufrimientos, los desvelos y las necesidades de la Arquidiócesis de

San José.

Prof. Oscar Lobo Oconitrillo Secretario Ejecutivo Comisión Nacional de Comunicación Social

Monseñor Hugo Barrantes se mostró muy complacido al recibir un ejemplar de nuestra revista, a la que deseó un futuro promisorio dentro de la Pastoral Familiar.

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Decía una persona muy amargada y con poco sentido de la vida: ¡para que tanta celebra-ción! ¿qué es eso de época navideña? ¿qué es eso de año nuevo?; sí todos los años son iguales, es el ser humano el que ha “inventado“ que cada 365 días se cambie de número de año. Efectivamente, los días de fin y principio de año son iguales, en sí mismos, y también es cierto que desde nuestros an-cestros, es el ser humano, según sus raíces culturales, el que ha dividido el tiempo en diferentes periodos de semanas, meses y

años.

Pero, lo importante de juntar los días en pe-ríodos de tiempo, es que tenemos la oportuni-dad replantearnos nuevas metas u objeti-vos, nuevas esperanzas, que le den ilusión

día a día a nuestras vidas.

Importancia de tener objetivos

La formulación de objetivos para el ser hu-mano es muy importante, porque lo compro-mete a que cada año sea diferente y crecer

en aspectos materiales, espirituales, familia-res, de superación personal y profesional. Le permite identificar los recursos con que conta-rá, y prever los diferentes obstáculos a que se enfrentará. Le da los segundos, terceros y hasta cuartos aires, para que lo que no se alcanzó en un periodo de tiempo; con ilusión,

esfuerzo y perseverancia, se logre en otro.

Características de los objetivos

Los objetivos para que sean un reto personal,

deben tener varias características claves:

1. Ser medibles (voy a ahorrar determi-nada suma de dinero, voy a pintar mi

casa, etc.)

2. Ser obtenidos en un periodo de tiem-

po determinado (un mes, un año, etc.)

3. Tener un responsable de obtenerlos

(yo me comprometo a...)

4. Dejarlos por escrito (lo que no se escribe, se lo lleva el viento y el tiem-

Como formularlos:

¿Qué haré a partir del año 2 003, para que en el año “x” esté mejor? Ejemplo;

EDAD ACTUAL (en el 2.003)

¿EN EL 2.005 LAS EDADES SERAN?

¿EN EL 2 010 LAS EDADES SERÁN?

¿EN EL 2 015 LAS EDADES SERÁN?

Mi edad actual 32 años

34 años 39 años 44 años

La edad de mi primer hijo 11 años

13 años 18 años 23 años

La edad de mi segundo hijo

2 años

4 años 9 años 14 años

Además es necesario que nos formulemos algunas preguntas: -¿Qué estaré haciendo para cuando tenga 39 años? ¿Cuándo tenga 44 años? -¿Voy a estar en el mismo trabajo? -¿Será suficiente el ingreso actual? -¿Vamos a estar en la misma casa? -¿Habré terminado mis estudios? -¿Qué año está cursando mi primer hijo en el 2010? -¿Qué necesitará, que no necesita ahora? -¿Estaré en capacidad de ponerlo en la univer-sidad en el 2010?

El contestar estas preguntas, nos permite mon-tar el “plano” de nuestra vida y la de nuestros seres queridos mientras dependan de noso-tros, como si se tratara del plano de la casa que algún día ocuparemos. Nos sirve, no para ver todo lo que nos falta, si no para identificar nuestras posibilidades y de priorizar nuestros recursos, y nos den una visión clara de hacia donde queremos llegar en determinado perio-do de tiempo.

En esta vida, hay para usted, posiblemente más salud, incluso más años de vida, mejores ingresos, más re-conocimiento de los demás, más satisfacciones personales, paz mental y autorrealización personal, de la que usted mismo supone posible.

Dale Carnegie

Para mí... el 2003 será diferente...

Walter Cruz Fonseca

Objetivos económicos

¿Cómo mejorar mis ingre-

sos?

¿La casa que tengo requiere

reparaciones?

¿Necesito una moto, un ca-

rro?

¿Cómo voy a cubrir las ne-

cesidades de educación de mis hijos?

¿Qué está necesitando mi

esposa? Objetivos de salud

¿Necesito bajar de peso?

¿Voy a dejar de fumar?

¿Necesito practicar un de-porte?

¿Me hacen falta anteojos?

¿Cómo está la salud de mis seres queridos?

Objetivos familiares

¿Cómo están mis relaciones

familiares?

¿Qué espera mi familia de

mí?

¿Debo ser mas tolerante?

¿Debo ser más cariñoso?

Objetivos espirituales

¿Estoy satisfecho con mi crecimiento espiritual?

¿Qué debemos mejorar en las creencias espirituales que tenemos?

Objetivos laborales

¿Qué debo hacer para mejo-rar en la empresa donde laboro?

¿Cómo están las relaciones con mis compañeros?

¿Qué debo hacer para su-perarme?

TIPOS DE OBJETIVOS

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Habla San Alberto Magno que existen tres géneros de plenitudes: "la plenitud del vaso, que retiene y no da; la del canal, que da y no retiene, y la de la fuente, que crea, retiene y da". ¡Qué tremenda verdad!

Efectivamente, yo he conocido muchos hombres y mujeres-vaso. Son gentes que se dedican a alma-cenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría. Tienen, pero no comparten. Retienen, pero no dan. Son magníficos, pero magníficamente estériles.

Son simples servidores de su egoísmo. También he conocido hombres y mujeres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que cuando le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar pozo adentro. Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas deprisa, creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un mo-do de calmar sus picores del alma. Hombre-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles, sacer-dotes o seglares. Dan y no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos.

Qué difícil, en cambio, encontrar hombres y mujeres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la pro-

pia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos. Cristo -pienso- debió ser así. Él era la fuente que

brota inextinguible, el agua que calma la sed para la vida eterna. Nosotros -¡ah!- tal vez ya haría-mos bastante con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña

de la vida.

LAS TRES PLENITUDES

José Luis Martín Descalzo

Miembros actuales de la Junta Directiva de Hogar y Fe con el Premio Ludovico 2002. De izquierda a dere-cha: Jaime y Vicky Zamora, Jorge y Carmencita Aguilar, Jorge y Xinia Sáenz, Manuel y Gilda Morales y Walter y María Elena Cruz

Nuestra publicación, se vio galardona-da con el Premio Ludovico 2002, en

categoría revista.

Los premios Ludovico son otorgados por un jurado nombrado por la Confe-rencia Episcopal de Costa Rica, a aquellas publicaciones, programas de radio y T.V., emisoras radiales y tele-visivas y comunicadores católicos, que se destacan en la evangelización

y promoción humana.

Este año, junto a programas como Buen Día y Familia y Juventud; emiso-ras como Radio Emaús y Radio Fides; publicaciones como los periódicos quincenales de La Nación y el Pbro. Freddy Munguía, comunicador social; la revista HOGAR Y FE recibió de manos del jurado calificador la placa

de ganadores en nuestra categoría.

Esta distinción, sin lugar a dudas, se debe al esfuerzo conjunto de lectores, colaboradores, distribuidores y anun-ciantes, a quienes agradecemos de

corazón su apoyo y dedicación.

¡Qué el Señor los bendiga a todos!

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M.Sc. Rocío Vindas Montoya Psicóloga

orientación familiar

UN TIEMPO PARA EL PERDON

T an trillado

como suena,

la Navidad es la época del

amor, la paz y el perdón. Es-

tas son condiciones difíciles

de lograr, ya que cuando una

persona se ha sentido muy

herida, puede experimentar

intensos sentimientos de re-

sentimiento, enojo y tristeza.

En un principio, el dolor emo-

cional que algunas heridas

provocan parece ser intermi-

nable, e incluso parece ser

más intenso en algunas épo-

cas en que se supone que la

gente se debe sentir feliz.

Perdonar muchas veces

pareciera inconcebible, espe-

cialmente cuando se vive co-

mo si fuera un favor que se le

está haciendo a quién consi-

deramos nuestro ofensor. Sin

embargo el perdón, más que

beneficiar al otro, beneficia a

quién perdona. Cuando no se

perdona nos tragamos nuestro

propio enojo, nos envenena-

mos y esa furia que nos en-

viamos hacia adentro se con-

vierte en depresión.

Perdonar no significa

aceptar una situación de abu-

so y permitir que ésta se con-

tinúe dando, como sucede

cuando estamos envueltos en

los círculos de la violencia.

Perdonar no significa expo-

nerse o dejar de protegerse.

Ni tiene la intención de querer

cambiar a quien ofendió.

Perdonar no significa

siempre el reconciliarse con

quien nos ofende y creer que

todo va a volver a ser igual

que antes. Muchas veces hay

situaciones en las que esto es

humanamente imposible.

Perdonar no implica que

de forma mágica el otro va a

reconocer su error y nos va a

pedir perdón. Es un regalo

gratuito al otro y a mí mismo,

que tal vez nunca nos va a ser

dado de vuelta, no se nos va a

corresponder.

Más que perdonar al otro

por lo que hizo muchas veces

es perdonarse a uno mismo

por lo que no pudo hacer: por

no haber sabido como defen-

derse, por no haber encontra-

do las palabras correctas, por

no haber sido lo suficiente-

mente inteligente, fuerte, o

asertivo....por no haber sido

lo suficientemente aceptado y

amado por el otro.

Nadie puede forzar al

perdón. No se puede dar de

un momento a otro. Tampoco

se puede esperar que llegue

solo porque puede durar en

llegar más tiempo que la vida.

Tal vez sea aquel día que,

luego de enfrentarse con sus

sentimientos más profundos,

usted decida: ya estoy cansa-

do de sufrir.

Perdonar es un acto libe-

rador para quién perdona.

Liberador del dolor que pro-

voca el resentimiento. Libe-

rador del enojo que espanta la

paz interior. Liberador de la

tristeza que le da la bienveni-

da al proceso de sanarse a uno

mismo. Simplemente tomar el

dolor y dejarlo ir.

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ciudadanos de oro

Mabell Granados de Porras Gerontóloga. M.F.C. De Cartago

La espiritualidad constituye un modo de vida adquirido por cada cual a

través del tiempo y que ayuda a aceptar la realidad. La vivencia cotidiana durante la vejez, está íntimamente ligada a la espirituali-

dad, sustentada por la fe en Dios.

La espiritualidad se convierte en la vejez como bálsamo y guía espiritual, como expe-riencia trascendental, transformadora, capaz de prodigar una sensación de plenitud, de seguridad personal y protección divina, que calma, mitiga y sana, que ayuda a aceptar el paso de los años e incluso la cercanía de la

muerte.

A través de esta espiritualidad la persona adulta mayor construye su propio sentido de identidad, que se mantiene entre lo imagina-rio y lo real, entre lo que se desea y lo que es. En otras palabras, es una experiencia que permite a quienes la viven separarse de sí mismos, definirse y definir a los demás y transformarse en sujetos activos. Un anciano espiritual es un individuo que ha encontrado su espacio autónomo controlado, el cual le permite cumplir sus propósitos, suplir sus necesidades, darse cuenta de sus fuerzas y debilidades, valorarse e interrogarse a sí mismo sobre lo que ha sido, es y será, y en función de ello, plantear esquemas de acción

y negociación.

La espiritualidad se relaciona con la salud, el envejecimiento y la muerte, y cumple la fun-ción de la religión pero sin instituciones. Es decir que la espiritualidad y sus prácticas no se restringen a espacios predeterminados como la iglesia, ni a tiempos preestablecidos como los de un acto religioso, sino que pue-den ser observadas en cualquier momento y lugar. La espiritualidad se transmite de una generación a otra, principalmente en el ho-gar, al practicarla diariamente con los demás miembros de la familia y ver cómo permite

internalizar modelos de conducta deseables.

La espiritualidad como modo de vida.

La mayoría de las personas adultas mayores coinciden, según estudios, en que es en la vejez cuando la espiritualidad tiene el más notable impacto en el comportamiento hu-mano. Ellos mismos reconocieron que son más espirituales ahora que antes, expresan que es en esta etapa de la vida cuando más se deja ver la forma en que cada cual vive su

relación con lo divino. Para ellos la espirituali-dad es un asunto personal, que consiste en resaltar la manera en que un individuo expre-sa ante lo divino sus peticiones, sus senti-mientos, su percepción del mundo, y que de acuerdo con la capacidad, sensibilidad y voluntad de cada cual, en cuanto a orar, leer la Biblia y percibir la respuesta, es como el creyente toma sus decisiones y las manifies-

ta a quienes le rodean.

La espiritualidad es una práctica constante que el individuo adopta y adapta, y que con-siste en vivir la vida conforme el creyente cree que Dios quiere que la viva. Es una práctica donde uno mismo se impone lo que debe hacer, da energías personales, infunde amor para enfrentar la vida diaria, es aceptar quiénes somos y qué estamos llamados a ser, dirigiendo nuestras vidas en torno a ese

ser que nos creó”

Ser una persona espiritual hace al individuo una persona especial, es decir, una persona de la cual se tiene un buen concepto, a quien se le tiene confianza. Una persona espiritual es una persona que sabe enfrentar la vida,

una persona positiva.

La espiritualidad fortalece y anima, cambia lo negativo en positivo, hace que el creyente tenga control sobre sí mismo. Una de las maneras en que se puede vivir la espirituali-dad verdadera, es reflejando los frutos del espíritu: gozo, paz, paciencia, benignidad, amor, fe, templanza, mansedumbre, lo que le permite a la persona cuando estás cerca de ella, transmitir sinceridad, ser diferente a las demás, en cuanto a que no es egoísta, siem-

pre busca el bien de los que la rodean.

Poder optar por la espiritualidad, llega a ser una demanda irresistible para cualquier an-ciano pues a través de ella se organiza y estructura su forma de vivir, pensar y actuar y

gozar de bienestar.

Implica, como bien apunta Pittard (1994:19), “conexión, integración e integridad”. Ya que el anciano no sólo se interconecta como creyente con otros creyentes y se comparten propósitos y significados de la vida, sino que a través de la espiritualidad los ancianos son capaces de suplir el contacto físico y sentir-se interconectados tanto en un mundo mate-

rial como en un mundo sobrenatural.

Alejandro (78 años): “Yo puedo estar descansando o cortando café o desgranando maíz y puedo estar en comunión con Él, orando o cantando, pidién-dole su presencia e iluminación en tal problema, necesidad o situación. O bien, puedo darle las gracias por las bondades recibidas. Con ello estoy ejerci-tando mi espiritualidad. No ne-cesito seguir un ritual, puedo interrumpir mi canto o mi ora-ción en el momento en que yo quiera y proseguir cuando pue-da. Cada cual de acuerdo a sus situaciones, circunstancias y necesidades puede practicar su espiritualidad“. Manuel (75 años): “La espiri-tualidad lleva a tener paz, a aceptar con tranquilidad los designios de Dios. Una perso-na espiritual al borde de la muerte, puede decir: Señor llévame, estoy a gusto con lo que tú decidas. Una persona con una falsa espiritualidad, tendrá miedo o preocupación en los momentos críticos de su vida”. Marta ( 82 años) En mi caso, que ya no puedo ir constante-mente a la iglesia porque no siempre tengo quien me lleve y me traiga, yo me encierro en mi cuarto y en mi cama me pongo a orar con Dios, le digo lo que me pasa, lo que me duele, lo que me preocupa y Él me con-suela y me conforta de tal ma-nera, que cuando llegan mis hijos o mis vecinos y me pre-guntan cómo me siento, yo les comparto todo lo que Dios ha-ce conmigo y la importancia de

TESTIMONIOS ESPIRITUALES

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MSc Eddy Alberto Porras Salazar Asesor de Educación Religiosa, Heredia

H abía llegado la noche de Navidad y en la casa de

una familia particular se podía obser-var sobresaliendo en la cochera el carro último modelo que esa noche sería entregado al hijo mayor de la casa. La habitación de la niña lucía radiante pues toda una colección de muñecas barbies hacía juego con la habitación bien decorada. Sólo falta-ba algo para que en aquella familia todo fuera perfecto, “el amor”. Hacía mucho tiempo que no se asomaba en la relación de familia, específica-mente de pareja. Todo lucía radian-te, pero también silencioso y frío, pues el calor del hogar y la comuni-cación de familia parecía morir, sin

que nadie hiciera nada.

Esa noche, el hombre de la casa, se preparaba para ir a visitar una de sus aventuras amorosas que había adquirido en la calle; mientras se ponía su traje nuevo, podía contem-plar el rostro demacrado y malhumo-rado de su esposa, de pronto una gran interrogante surgió dentro de la mente de aquel hombre: ¿Y a la vie-ja, que le daré para ver si cambia ese gesto amargado? Ya sé, llena-ré un cheque, lo firmaré y lo pondré sobre la mesa. ¡Aquí te queda mi regalo, llénalo por la cantidad que quieras, a ver si cambias tu sem-blante que ya repugna!. Después de terminar su afirmación sólo se escu-chó el golpe de la puerta, mientras

se retiraba.

Al amanecer, cerca de las dos de la mañana, el hombre llegaba a la ca-sa, traía una gran preocupación en medio de su embriaguez, la noche no había sido tan agradable, pues ni siquiera su conquista había llegado a lugar de la cita. ¿Por cuánto dinero habrá llenado cheque la señora?, Es más, por qué me siento tan vacío, nadie me ha dicho feliz navidad, ni

siquiera mis hijos.

Después de abrir la puerta notó que

aún el carro estaba en la cochera, que en el cuarto de la niña ninguna muñeca se había desempacado y

sobre la mesa, el cheque en blanco.

¡Mal agradecidos, me esmero por-que sean felices, pero ustedes no agradecen nada, en especial usted que tenía la oportunidad de tener

mucho dinero, vieja tonta!.

Temblorosos por las palabras fuertes e hirientes de su papá, su hijo mayor de 18 años y su hija de 9 no podían decir ni media palabra. Sin embargo su esposa dijo unas palabras carga-

das de mucho sentimiento.

- Prefiero un “te quiero” y un beso cargado de amor y frases de ternura, a todo el dinero del mundo. Y noso-tros, papá queremos decirte esa pa-labra con mucho amor y no con te-mor, ese sería el mejor regalo que nos des y nos permitas darte, replicó

el joven de 18 años.

Por un momento hubo un silencio en el ambiente, mientras las lagrimas corrían por las mejillas de cada uno

de los miembros de aquella familia.

¡Perdonen, me equivoqué!, creí que la riqueza y lo material que les había dado era suficiente para que fueran felices. Ahora comprendo que aún te amo y que necesitas de mí al igual que yo necesito de ti. Ahora comprendo que la felicidad no se compra ni se vende, sino que se ma-nifiesta con amor. ¡Queridos hijitos

perdónenme, mi amor, perdóname!

Aquella noche el verdadero espíritu de la navidad, el espíritu de Dios se apoderó de aquel hogar desplegan-do un cúmulo de ternura en cada rincón y volviendo los ideales de

aquella familia al primer amor.

Pueda que el trasfondo de esta his-toria se revierta en el diario vivir de muchas familias costarricenses, y que la protagonista de esta historia fuera la mujer o cualquiera de los hijos, en lugar del hombre; pero lo importante es recordar que navidad es tiempo de amar de volver a nue-vos ideales de ser constructores de la civilización del amor, protagonis-tas del mensaje de Cristo y no es-pectadores de muchas familias que se destruyen en la violencia, las dro-gas, la desintegración u otros facto-

res que degradan a la familia.

Seamos portadores de buenas nue-vas que prediquen el renacimiento

(Este es un relato auténtico. Por razones obvias se

omiten los nombres de los protagonistas.)

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tema de fondo

El autor de este poema tenía fe, era un creyente cuando

lo escribió. Pero para muchos cristianos hoy, en muchos países, Dios es un problema. No quieren ni oír hablar de la fe. Basta con una cierta espiritualidad en esta nueva era de la humanidad, en esta sociedad del conocimiento, de las maravillas de la tecnología y de la biología. La fe ya práctica-mente no existe, ni tiene porque existir, dicen. Casi nadie se decla-ra “ateo” –es decir el que no acep-ta la existencia de Dios-, sino que se declaran “agnósticos” –es de-cir, todo conocimiento de lo divino es inaccesible al entendimiento humano-, no es posible aceptar lo que no se puede conocer por ex-periencia. Los más respetuosos con los creyentes dicen sencilla-mente: yo no reprocho nada al creyente, simplemente acepto que soy limitado como ser humano. “Ni lo niego, ni lo afirmo”. “No es un tema que me preocupe”, dicen

algunos.

Nada extraño es tener tentaciones contra la fe. Los santos las han tenido. Santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, Doctora de la Iglesia, un personaje extra-ordinario del siglo XIX, que murió tuberculosa a los 24 años y que con sus escritos transformó la espiritualidad de millones de cris-tianos, haciéndola más humana y natural, durante año y medio y hasta el momento de su muerte, siente durísimamente esa tenta-ción contra la fe. He aquí las pala-bras que le entrega a la priora de su monasterio: “De pronto las ti-nieblas que me rodean se hacen más espesas... ¡todo ha desapa-recido!... me parece que las tinie-blas, adoptando la voz de los pe-

cadores, me dicen, burlándose de mí: Sueñas con la luz... sueñas con la posesión eterna del crea-dor de todas estas maravillas... adelante, adelante, alégrate con la muerte, que te dará, no lo que esperas, sino una noche más pro-funda todavía, la noche de la na-da... Madre amantísima –le dice a la priora- no quiero escribir más

sobre eso, temo blasfemar...”

En cambio, uno de los grandes científicos del siglo XVII, Blas Pascal, matemático, físico e inge-niero, que hizo grandes descubri-mientos e inventos, nos invita en su obra “Pensamientos” a hacer una “apuesta” por Dios: “¿Y vues-tra felicidad? Pesemos la ganan-cia y la pérdida apostando a que existe Dios. Tengamos en cuenta estos dos casos: si ganan, ganan todo, y si pierden, no pierden na-da. Apuesten, pues, bien sin vaci-

lar a que Él existe. Es admirable.”

Según la carta a los hebreos, “la fe es la manera de tener lo que esperamos, el medio para cono-cer lo que no vemos”. (Heb

11,1) Y pone como ejemplos de fe: Abel, Noé, Abraham, Isaac, Sara, Moisés, Rahab... porque la fe tiene sus efectos. “Gracias a la fe, sometieron países, establecie-ron la justicia, vieron realizarse las promesas de Dios, cerraron la boca de los leones, apagaron la

violencia del fuego...”.

La fe es un regalo de Dios. No se puede merecer, no se puede ad-quirir por nuestros propios me-dios. Sólo por la gracia. Si pode-mos pedirla, como aquel padre del niño enfermo de epilepsia: “Creo, pero auméntame la fe”.

(Mc 9,24)

“Señor no estás conmigo aunque te nombre siempre. Estás entre nubes, donde mi voz no alcanza, y si a veces resurges, como el sol tras la lluvia, hay noches en que apenas logro pensar que existes. Eres una ciudad detrás de las montañas. Eres un mar lejano que a veces se oye. No estás dentro de mí. Siento tu negro hueco devorando mi entraña. Como una hambrienta boca. ..................................................... Marcado por tu hierro vago por las montañas, abandonado, inútil como una oveja sola. Hombre de Dios me llamo. Pero sin Dios estoy.” José María Valverde.

Fray José Carlos Fernández Cid, op

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¿es un regalo de Dios?

Es indudable que existe también la fe humana. Todos tenemos esa fe con frecuencia, en los familiares, en los amigos, en el novio o la novia. Es un modo natural de tener con-fianza, esperanza, felicidad. Y a na-die nos sorprende esa “fe humana”. La pregunta se impone: ¿Y porqué nos negamos cada vez más a tener fe divina? La pregunta queda en el aire... Sin duda muchos y muchas “sienten” importantes motivos, a menudo tremendas tristezas, y amarguras, y reproches... a alguien; y muchos por qués que no tienen fácil respuesta que los permita

quien es sabio y nos ama.

Cuando yo era pequeño, como de tres o cuatro años, recuerdo que estaba en la cama con mucha fie-bre. Los juguetes y los muñecos que había en mi habitación, a causa de la fiebre me parecía que bailaban y adquirían una apariencia horrible, que me asustaban. Mi mamá que estaba sentada a mi lado, acaricián-dome y enjugándome el sudor, me dijo: “Voy a apagar la luz para que puedas dormir”. Yo le contesté llo-rando: “No mamá, no te vayas”. Y me dijo: “No si no me voy a mar-char. Me quedaré contigo. Te lo pro-meto. Pero voy a apagar la luz para que puedas dormir”. Nunca le pre-gunté si aquella noche se quedó junto a mi cama, pero tuve fe que

cumplió su palabra.

Hay una frase de San Pablo, que siempre me ha fascinado y que ex-plica maravillosamente lo que es la fe. “Sé muy bien de quien me he fiado” (2 Tim 1,12) La fe que Dios nos ha regalado, tenemos que vivir-la en la comunidad cristiana, tene-mos que compartirla, tenemos que celebrarla y tenemos que trasmitirla a otros. Todo eso hará que aumente por la fuerza del Espíritu Santo que

invada nuestra vida.

La fe se presenta a nosotros de dos maneras distintas, como dicen los Padres de la Iglesia. Así lo explica San Cirilo de Jerusalén: “La fe, aun-que por su nombre es una, tiene dos realidades distintas. Hay, en efecto, una fe por la que se cree en los dogmas y que exige que el espí-ritu atienda y la voluntad se adhiera a determinadas verdades; esta fe es útil al alma, como dice el Señor: “El que cree en el Hijo no está conde-nado, sino que ha pasado de la muerte a la vida... La otra fe es aquella que Cristo concede a algu-nos como don gratuito: Uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, se-gún el mismo Espíritu. Hay quien por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíri-

tu, el don de curar.

Sabemos perfectamente que la ora-ción tiene un lugar importantísimo en nuestra fe. Jesús nos dice: “Sin mí no pueden ustedes hacer na-da” (Jn 15,5), pero también nos ha dicho: “Pidan y recibirán, busquen y encontrarán, llamen y se les abri-rá” (Lc 11,9) Cada vez que nos po-nemos en oración entramos de una manera muy eficaz en”la onda” de Jesús, nuestro amigo, nuestro her-mano, nuestro compañero de ca-mino, nuestro salvador. “Lo que us-tedes pidan en mi nombre, lo haré yo, para que el Padre sea glorifica-do en su Hijo” (Jn 14,13) ¿Y nuestra oración sirve para que alguien reci-ba la fe o la recupere? Tenemos que decir con gran esperanza que si. La Palabra del Señor nos anima a confiar en el poder de la oración y de la gracia: “¿Qué padre de uste-des si su hijo le pide pan, le da una piedra, o si le pide un pescado, le da una serpiente, o si le pide un huevo, le da un alacrán? Pues si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuanto

más el Padre del cielo dará el Espí-ritu Santo a los que se lo pidan”. (Lc

11,11-13)

Sí, tenemos que confiar en que la fe está muy “atada” a la oración y se han dado conversiones. Ya sé que algunos me dirán: eso fue cierta-mente un fenómeno que se dio bas-tante en el siglo XX, como Maritain, Edith Stein, García Morente, por poner algunos ejemplos, pero este siglo XXI es muy distinto. Admita-mos que tengan ustedes algo de razón. También era distinto el siglo IV y las oraciones de Santa Mónica lograron la conversión de su hijo San Agustín. Confiemos en la fuer-za que Dios le concede a nuestra oración. No porque sea necesaria. Dios conoce nuestras necesidades espirituales y materiales y nos ama, pero Él ha querido que se lo pida-mos, que oremos, y Jesús nos lo manifestó muchas veces y de mu-chas maneras. Sí, la fe está muy vinculada a la oración. Por eso de-

cía la Madre Teresa de Calcuta:

El fruto de la oración es la fe, el fru-to de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, el fruto del ser-

vicio es la paz.

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en familia

William y Ma. de los Ángeles de Ramírez

P ara reflexionar, en esta época de fin y principio de

año, damos a conocer carta de una estimable señora quien, después de experimentar “un infierno” matrimo-nial y estando casi a punto de aban-donar la lucha que por bastante tiempo había librado en pro de la felicidad de su familia, decide, con renovada fe y esperanza en el Se-ñor y en las personas, iniciar una nueva acción y promover una nueva

oportunidad.

Lo siguiente es parte de la carta: ( por razones obvias se omiten algu-

nos datos)

“Estoy aquí en un país extranjero en donde se me presentó una oportuni-dad de trabajo y convenimos en familia que me vendría por un corto tiempo, pero quise escribirles para expresarles que siempre les recuer-do con mucho cariño por tanta ayu-da brindada en aquellos momentos tan desesperantes de mi vida y de mi matrimonio, momentos en los que creía iba a morir, o más bien, quería morir por tanto sufrimiento y dolor. Pero después de tanta trage-dia, vino la felicidad de nuevo y hoy día, mi esposo tiene varios meses de no tomar licor y de haber vuelto, poco a poco, a manifestar las actitu-des del hombre del cual yo me ena-

moré hace muchos años.

Soy feliz de nuevo y mi familia tam-bién, porque él nos ha demostrado muchas cosas que yo creía, por la situación que estábamos viviendo, imposibles de recuperar y más bien, estar al borde de un abismo. Hasta ha llegado a decirme que desearía borrar todo el daño que nos hizo, de muy diversas maneras y que uste-des bien conocen, todos muy dolo-rosos, además del alcoholismo y las lamentables consecuencias de esta grave enfermedad. Él me dice que no quiere volver a recordar, pues su conciencia lo atormenta por los re-mordimientos del mucho mal que nos ocasionó. Pero yo le respondo

que lo pasado pasó y que espere-mos sentirnos y ser mejores cada

día.

Sí quiero ser honesta y contarles que a veces me aflige el recuerdo de lo que hizo y cómo lo hizo y es aquí donde traigo a la memoria sus consejos que me permiten seguir adelante, de manera positiva, sin aquellas depresiones ocasionadas por el dolor experimentado en lo

más profundo de mi ser.

Estoy segura que este corto distan-ciamiento por asuntos laborales ahora sí nos ayudará, pues desde algún tiempo antes de venirme, ya nuestra situación había dado un vuelco y siento que en este momen-to nos hacemos falta el uno al otro y deseamos estar juntos lo más pron-

to posible.

Espero que cuando retorne a Costa Rica poder hablarles de muchas cosas lindas que nos han venido sucediendo, a mi esposo, a mí y a nuestros hijos, como producto de una nueva visión de matrimonio y como resultado de la disposición y la cooperación de todos para perdo-nar y corregir los errores que come-temos en perjuicio de nuestra fami-

lia.

Espero también poder atenderlos en nuestro HOGAR, así, con mayúscu-la, pues ahora sí se vive la fraterni-dad, pues quiero que mi esposo y mis hijos conozcan a quienes me ayudaron a no tomar la decisión del divorcio o de la separación, antes bien, a pensar en buscar otras al-ternativas para la solución de los

conflictos que vivíamos y eso, toda la vida, ellos y yo, se los agradece-remos, pues de otra manera nuestra familia estuviera en estos momentos destrozada, como lo hacen las tan-tas locuras que a veces los espo-sos, padres de familia e hijos come-

temos.

Muchas, muchas gracias por todo, que Dios y la Virgen los bendigan a

ustedes y a su familia”.

¿Por qué dar a conocer esta misiva

y particularmente en este tiempo?

Por una sola razón: los mejores regalos que podemos ofrecer no son siempre aquellos llenos de colo-rido, sabor, tamaño, belleza o valor. No, el mejor de ellos será siempre el deseo y la actitud personal para que nuestra familia disfrute, desde esta época de Navidad y por siempre, lo que el nacimiento del Hijo de Dios representa: amor, gozo, paz, uni-

dad, entrega...

Y esta carta, como refrescante oasis en medio de la aridez, la desespe-ranza, el maltrato, el desánimo y la soledad en que pueden estar vivien-do algunas familias, nos da testimo-nio que sí se puede vivir o recobrar la cordialidad en el hogar. Todo se circunscribe al hecho de querer y dar a los demás “los mejores rega-

los”.

Nota muy importante: Las cajas

para colocar esos regalos no cues-tan dinero, tampoco el papel ni los moños para envolverlos. Y los rega-los están dentro de cada uno de nosotros, no tenemos que comprar-los. Quienes los reciban, lo agrade-cerán para siempre. Quienes los

den, obtendrán excepcional alegría.

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¿Le ha ocurrido a usted, que la maestra le dice que su hijo o hija no presta atención en clase, ni termina sus trabajos a tiempo?. ¿O quizás, su hijita de dos años, corre por toda la casa, rompe todo lo que toma, y con frecuencia tiene rabie-tas?, ¿O ha observado que su hijo o hija presenta una conducta diferente a la acostumbrada? Una alimentación deficiente podría explicar el comportamiento de estos niños. Por eso...

7 TIPS SOBRE ALIMENTACIÓN

1- Alimentos nutritivos como: nueces, almendras, queso, verduras, frutas, granos y legumbres, pueden ayudar a niños y adolescentes que han tenido un nivel bajo de respeto de sí mismos, depresión, dolores de cabeza y de estómago, acné grave, hiperactividad, alergias.

2- A los niños y adolescentes les encanta consu-mir caramelos y chocolates y de hecho ellos pre-fieren los dulces a las frutas. Lamentablemente las golosinas no solo perjudican los dientes, sino que les da dolor de estómago, les quita el hambre y pueden presentar estreñimiento, sobre todo si consumen muchas galletas.

3- Un consumo excesivo de golosinas, podría ser la explicación de la hiperactividad de un niño, pues se sospecha que este problema se asocia a un deficiencia metabólica del azúcar.

4- Un vaso de cualquier gaseosa, equivale a 13 cucharaditas de azúcar. Mantenga en la refrige-radora jugos de frutas, son deliciosos y nutriti-vos, además el agua fresca les encanta, y los médicos y nutricionistas recomiendan tomar de 6 a 8 vasos de agua diariamente.

5- Es importante también tomar en cuenta los productos que contienen condimentos, son he-chos a base de harina de trigo, vienen en bolsitas que llaman la atención y son salados, que actual-mente están consumiendo niños y jóvenes. Estos productos o sustancias, son nocivas para el orga-nismo, se cree, que el contenido irrita el niño, su conducta se altera, los vuelven agresivos, al igual que las gaseosas, sobre todo las oscuras.

6- Un desayuno con jugo de frutas, pan, cereales ( ideal sería la granola) y leche, sería el menú adecuado.

7- El niño o adolescente mal alimentado se cansa con facilidad y su atención se debilita en la clase, sobretodo en la última parte de la mañana.

Bueno espero que tomen en cuenta estos consejitos, y le pongan atención a sus hijos y lo que se les da. Hasta pronto.

Licda María Marlen Pacheco Castillo Enfermera

salud en casa

Cuando ordena pescado o legum-bres, solicite que los alimentos sean cocinados sin mantequilla o aceite, o con poco

aceite o mantequilla.

Cuando ingiera pastas, busque salsas preparadas con tomate, en vez de crema. Las prepara-das a base de tomate tienen menos grasa y calorías. Ade-más, la salsa de tomate cuenta

como una legumbre.

Ingiera agua, gaseosas dietéti-cas, té o café sin azúcar, en vez de las gaseosas corrientes

y bebidas alcohólicas.

Comparta el postre con un ami-go. La mitad del postre equiva-

le a la mitad de las calorías.

Cuando escoja una sopa, pien-se que las sopas a base de cremas son más altas en gra-sas y calorías que la mayoría de las sopas corrientes. Las sopas pueden servir como en-trada o aperitivo y la mayoría son bajas en calorías y llenan bastante, de manera que así se come menos de otras comidas

altas en calorías.

Para acompañar los alimentos escoja vegetales en vez de

harinas.

A las papas asadas póngales salsa en vez de mantequilla,

queso o tocino.

No coma más cuando está lleno — hay que escuchar los avisos que el organismo nos

da.

Pida los emparedados con mostaza en vez de mayonesa

o "salsas especiales". La mos-taza agrega sabor sin casi adi-

cionar calorías.

Lleve la mitad de la comida a la casa. La segunda mitad puede servir como una segunda comi-

da..

Si quiere comer menos, ordene dos aperitivos, o un aperitivo y una ensalada como plato fuer-

te.

Si puede escoger el acompa-ñamiento, opte por papas asa-das o legumbres hervidas en

vez de papas a la francesa.

Busque los alimentos que sean horneados o al vapor. Estos métodos de cocinar usan me-nos grasa en la preparación y por lo general son más bajos

en calorías.

Pan sin nada es relativamente bajo en grasa y calorías. Es la mantequilla y la margarina que se le pone lo que aumenta la

grasa y las calorías.

Escoja las entradas con frutas y legumbres como ingredientes clave, ya que son buenas fuen-tes de fibra dietética, lo mismo que de muchas vitaminas y

minerales.

Escoja alimentos integrales, como pan integral y alimentos

preparados con arroz integral.

Disfrute alimentos cuyo sabor ha sido dado por hierbas fres-cas en vez de grasas, aceites y mantequilla. Las hierbas le dan un sabor único a cualquier pla-

to.

Si está desesperado por un postre, opte por algo bajo en grasas, como helado "de sor-

(Continúa en la página 16)

La Navidad está aquí de nuevo y eso significa comer, comer y más comer. Pero no nos preocupemos, no tenemos que hacer a un lado los platos deliciosos. Podemos disfrutar de las comidas siempre y cuando estemos seguros de lo que comemos.

El norteamericano promedio gana típicamente entre 7 y 10 libras durante las fiestas de Navidad. Si usted quiere ser algo diferente al norteamericano prome-dio, debe tomar una ruta diferente durante estas celebraciones. Algunas sugerencias para que nuestra salud no sufra una vez que llega el año nuevo son:

COMER SANAMENTE Dr. José F. Chavarría M.

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para los más chicos

betera" o frutas frescas.

Recuerde no negarse los alimentos que usted ama. Todos los alimentos pueden calzar en una dieta bien

balanceada.

Procure mantener un horario normal de alimentación. Si va a ir a una fiesta , no se salte horas de comida para dejar espacio. Esto facilita ingerir alimentos me-

nos nutritivos.

Visualice los alimentos como una fuente de energía,

no como algo a temer o resistir.

Recordemos ponerle color a los alimentos. Cuantos más alimentos anaranjados, amarillos, rojos y verdes

incluyamos en la dieta, más nutritivos son.

Lo más importante es no permitir que las decisiones con respecto a las comidas en un día determinado de esta linda época de fin de año, nos dicten cómo nos vamos a valorar nosotros mismos. Nuestra valía no proviene de lo que comemos o de cuánto comemos sino de las cua-lidades únicas y grandiosas que nuestro Creador nos

(Viene de la página 15)

Vive la naturaleza. En la playa, en la montaña, en la serranía, descubre la presencia de Dios. Alábale por

haber hecho la naturaleza tan hermosa.

Vive tu nombre y condición de cristiano. No te avergüences en verano de ser cristiano. Fal-

searías tu identidad. Soy

Católico Vive el domingo, que en vacaciones sigue siendo el Día del Señor. Dios no se

va de vacaciones. Tienes más tiempo libre, acude a la Eucaristía dominical.

Vive la familia. Dialoga, juega, goza con ellos sin prisas. Reza en familia.

Asiste al templo también con ellos.

Vive la vida. La vida es el gran don de Dios, no hagas peligrar tu

propia vida, y evita riesgos a la vida de los demás.

Vive la amistad. Desde la escucha, la confianza, la

ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respeto a la dignidad sagrada de las demás personas.

Vive la justicia. No esperes que todo te lo den hecho.

Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétalos y respeta sus bienes.

Vive la verdad. Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la pre-

sunción engañosa e interesada o la vanagloria

Vive la limpieza de corazón. Supera la codicia, el egoísmo y el hedonis-

mo. Vacación no equivale a permisividad.

Vive la solidaridad. No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vaca-

ciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco toma vaca-ciones.

Estos diez puntos se resumen en dos: En vacaciones, sigue acordándote de Dios y del prójimo.

DECÁLOGO PARA VACACIONES

Autor: Monseñor Javier Salinas

Referencias: http://www.askmen.com/sports/foodcourt. http://www.restaurant.org/pressroom/pressrelease. http://www.usa-gymnastics.org/publications/usa-gymnastics.