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HIPERIÓN 1.1 2C) lejana música, mientras una nube tormentosa se balanceaba en el lecho del Éter, y de vez en cuando resonaba a lo lejos a través de la calma, como un gigante dormido cuando más fuerte respira en sus •terribles sueños. Nuestras almas tenían que atraerse con tanta más fuerza porque hasta entonces habían estado cerradas contra nuestra voluntad. Nos encontrábamos como dos torrentes que ruedan desde lo alto del monte y echan fuera de sí la carga de tierra y piedras y madera podri- da y él inerte caos que los frena para abrirse paso el uno hacia el otro y llegar a confluir en aquel punto donde, atrapándose uno al otro con la misma fuerza/unidos en una sola corriente majestuosa, comienza su peregrinaje hacia el inmenso mar. Él, expulsado por el destino y la barbarie de los hombres de su propia casa, viviendo entre extranjeros, lleno de amargura y fiereza desde su temprana juven- tud y, sin embargo, en lo profundo de su corazón lleno de amor, lleno de deseo de atravesar su ruda corteza para acceder a un elemento más amigo; yo, tan alejado en mi interior ya de todo, tan extraño y solitario con toda mi alma entre los hombres, tan ridiculamente acompañado en las más queridas melodías de mi cora- zón por el sonar de los cascabeles del mundo; yo, anti- pático para todos los ciegos y paralíticos y, sin embar- go, demasiado ciego y paralítico para mí mismo, tan sobrecargado en mi mismo corazón de todo lo que, aunque fuera de lejos, me asemejara a los listos y a los razonadores, a los bárbaros y a los ingeniosos, y tan lleno de esperanza, tan lleno sólo de la espera de una vida más hermosa... ¿No debíamos, dos jóvenes así, caer el imo en brazos del otro con prisa alegre y tormentosa?

Holderlin - Hyperion - 0044

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  • HIPERIN 1.1 2C)

    lejana msica, mientras una nube tormentosa se balanceaba en el lecho del ter, y de vez en cuando resonaba a lo lejos a travs de la calma, como un gigante dormido cuando ms fuerte respira en sus terribles sueos.

    Nuestras almas tenan que atraerse con tanta ms fuerza porque hasta entonces haban estado cerradas contra nuestra voluntad. Nos encontrbamos como dos torrentes que ruedan desde lo alto del monte y echan fuera de s la carga de tierra y piedras y madera podri-da y l inerte caos que los frena para abrirse paso el uno hacia el otro y llegar a confluir en aquel punto donde, atrapndose uno al otro con la misma fuerza/unidos en una sola corriente majestuosa, comienza su peregrinaje hacia el inmenso mar.

    l, expulsado por el destino y la barbarie de los hombres de su propia casa, viviendo entre extranjeros, lleno de amargura y fiereza desde su temprana juven-tud y, sin embargo, en lo profundo de su corazn lleno de amor, lleno de deseo de atravesar su ruda corteza para acceder a un elemento ms amigo; yo, tan alejado en mi interior ya de todo, tan extrao y solitario con toda mi alma entre los hombres, tan ridiculamente acompaado en las ms queridas melodas de mi cora-zn por el sonar de los cascabeles del mundo; yo, anti-ptico para todos los ciegos y paralticos y, sin embar-go, demasiado ciego y paraltico para m mismo, tan sobrecargado en mi mismo corazn de todo lo que, aunque fuera de lejos, me asemejara a los listos y a los razonadores, a los brbaros y a los ingeniosos, y tan lleno de esperanza, tan lleno slo de la espera de una vida ms hermosa...

    No debamos, dos jvenes as, caer el imo en brazos del otro con prisa alegre y tormentosa?