4
Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido Demócrata Cristiano Homilía pronunciada por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz durante la Misa que presidió el viernes 27 de julio de 2007, en la Catedral Metropolitana, con ocasión de los 50 años del Partido Demócrata Cristiano. Fecha: Viernes 27 de Julio de 2007 Pais: Chile Ciudad: Santiago Autor: Mons. Francisco Javier Errázuriz Ossa Queridos hermanos y hermanas en el Señor, Al recordar los orígenes del Partido Demócrata Cristiano y al recorrer su historia, ustedes han querido reunirse en este histórico templo, que es Casa de Dios y casa de su pueblo, para agradecerle al Señor por estos 50 años de historia, y por la misión que él les confió, que fue muy actual en el tiempo de la fundación de la Democracia Cristiana, y que no ha perdido nada de su actualidad de cara al presente y al futuro de nuestra patria. En la visión cristiana, dice el Papa Juan Pablo II, cada jubileo constituye un particular año de gracia. Y lo que celebramos de las personas, por ejemplo, las bodas de plata o de oro de un matrimonio, bien se puede aplicar también a las comunidades y a las instituciones. Todos estos jubileos personales o comunitarios tienen un papel significativo en la vida de los individuos y de las comunidades (cfr. Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, 15). En efecto, "en el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental". Por ello, la Iglesia no cesa jamás de celebrar a Jesucristo, el Verbo encarnado, en quien "el tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo es eterno" (ibid., 10). Es una hermosa tradición, entonces, que ustedes, año tras año, se reúnan para dar gracias a Dios por su historia, para recordar a sus antepasados y para orientar su trabajo futuro de cara a Dios. Celebrar un aniversario siempre está unido a innumerables recuerdos hermosos, que suscitan una profunda gratitud, a circunstancias dolorosas de desaliento, problemas internos, flaquezas y extravíos, que nos invitan a pedir perdón y a perdonar, como también a grandes desafíos, que nos proponen una renovación en el espíritu de los primeros y la resolución de reemprender con entusiasmo y valentía el camino iniciado. Hacemos memoria agradecida Son muchos los recuerdos que afloran en el corazón de todos ustedes. Abarcan todas las dimensiones de la vida del Partido, comenzando con el ardor de los primeros, propagando la doctrina social de la Iglesia, y así el tipo de sociedad que pretendían, con los ideales y los principios que fueron la causa y el ideario de su fundación, y que en estos 50 años se constituyeron en el mejor norte del trabajo realizado por el bien de Chile. Gratitud que recuerda las horas y los días de gran solidaridad con los pobres y los trabajadores del país, y el espíritu de amistad y compañerismo que ha animado frecuentemente las reuniones y convenciones del Partido. La Democracia Cristiana hace memoria de la visión de un país más justo, solidario y fraterno, que animó a los Presidentes de la República que el Partido le entregó al país, comenzando con don Eduardo padre, de inolvidable estatura como estadista y de inquebrantable fe y confianza en Dios, que hizo soñar a nuestra Patria con sus sueños políticos y sociales; continuando con don Patricio, que nos codujo con sabiduría y benevolencia, suscitando consensos, en el tránsito hacia la democracia; y con don Eduardo hijo, que trabajó para consolidar ese camino con tesón y realismo, impulsando la integración en la comunidad internacional. Todos ellos, ejemplos de la austeridad y la consagración

Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido

Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido Demócrata Cristiano

Homilía pronunciada por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz durante la Misa que presidió el viernes 27 de julio de 2007, en la Catedral Metropolitana, con ocasión de los 50 años del Partido Demócrata Cristiano.

Fecha: Viernes 27 de Julio de 2007Pais: ChileCiudad: SantiagoAutor: Mons. Francisco Javier Errázuriz Ossa

Queridos hermanos y hermanas en el Señor,

Al recordar los orígenes del Partido Demócrata Cristiano y al recorrer su historia, ustedes han querido reunirse en este histórico templo, que es Casa de Dios y casa de su pueblo, para agradecerle al Señor por estos 50 años de historia, y por la misión que él les confió, que fue muy actual en el tiempo de la fundación de la Democracia Cristiana, y que no ha perdido nada de su actualidad de cara al presente y al futuro de nuestra patria.

En la visión cristiana, dice el Papa Juan Pablo II, cada jubileo constituye un particular año de gracia. Y lo que celebramos de las personas, por ejemplo, las bodas de plata o de oro de un matrimonio, bien se puede aplicar también a las comunidades y a las instituciones. Todos estos jubileos personales o comunitarios tienen un papel significativo en la vida de los individuos y de las comunidades (cfr. Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, 15). En efecto, "en el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental". Por ello, la Iglesia no cesa jamás de celebrar a Jesucristo, el Verbo encarnado, en quien "el tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo es eterno" (ibid., 10).

Es una hermosa tradición, entonces, que ustedes, año tras año, se reúnan para dar gracias a Dios por su historia, para recordar a sus antepasados y para orientar su trabajo futuro de cara a Dios.

Celebrar un aniversario siempre está unido a innumerables recuerdos hermosos, que suscitan una profunda gratitud, a circunstancias dolorosas de desaliento, problemas internos, flaquezas y extravíos, que nos invitan a pedir perdón y a perdonar, como también a grandes desafíos, que nos proponen una renovación en el espíritu de los primeros y la resolución de reemprender con entusiasmo y valentía el camino iniciado.

Hacemos memoria agradecida

Son muchos los recuerdos que afloran en el corazón de todos ustedes. Abarcan todas las dimensiones de la vida del Partido, comenzando con el ardor de los primeros, propagando la doctrina social de la Iglesia, y así el tipo de sociedad que pretendían, con los ideales y los principios que fueron la causa y el ideario de su fundación, y que en estos 50 años se constituyeron en el mejor norte del trabajo realizado por el bien de Chile. Gratitud que recuerda las horas y los días de gran solidaridad con los pobres y los trabajadores del país, y el espíritu de amistad y compañerismo que ha animado frecuentemente las reuniones y convenciones del Partido.

La Democracia Cristiana hace memoria de la visión de un país más justo, solidario y fraterno, que animó a los Presidentes de la República que el Partido le entregó al país, comenzando con don Eduardo padre, de inolvidable estatura como estadista y de inquebrantable fe y confianza en Dios, que hizo soñar a nuestra Patria con sus sueños políticos y sociales; continuando con don Patricio, que nos codujo con sabiduría y benevolencia, suscitando consensos, en el tránsito hacia la democracia; y con don Eduardo hijo, que trabajó para consolidar ese camino con tesón y realismo, impulsando la integración en la comunidad internacional. Todos ellos, ejemplos de la austeridad y la consagración

Page 2: Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido

abnegada al servicio de Chile, que han marcado el camino histórico de nuestros Mandatarios. Habría que nombrar a tantos otros políticos de gran nivel, como al hermano Bernardo y a muchos más, que nos acompañan desde la casa del Padre. Ese recuerdo agradecido, que recorre los grandes hitos, y el trabajo, la reflexión y las luchas cotidianas del Partido, inspira el encuentro con el Señor en esta tarde. Por todas estas razones se dirige la gratitud de ustedes, los que participan en esta celebración litúrgica, hacia quienes abrieron el camino y a quienes lo recurrieron con fidelidad y amor al pueblo de Chile, con renuncias personales y desinterés. Sobre todo, recordándolos a ellos y las abundantes gracias recibidas de Dios, se eleva un himno de acción de gracias a Él, ya que encontraron en Cristo su inspiración y su fuerza, su bondad y su verdad.

Compromisos y arrepentimientos

En el acto inicial de perdón, ustedes han resumido las palabras de arrepentimiento que quieren dirigirle al Señor en este aniversario. Surgieron del corazón al recordar los grandes compromisos asumidos. En efecto, el Partido nació para luchar por la justicia social y ser expresión de una política inspirada en el concepto cristiano de la vida, de la familia y de la convivencia humana, basada en el respeto y la dignidad de la persona, para que ésta obtenga su pleno desarrollo espiritual y material. Es parte esencial de sus principios el reconocimiento de su naturaleza libre, su trascendencia espiritual, su realización en la vida familiar y colectiva, y la voluntad de propiciar una sociedad en la que el Estado respete el derecho de la familia a orientar la educación de los hijos. La Democracia Cristiana quiere construir una sociedad abierta a diferentes formas de asociación, a innumerable cuerpos intermedios, para que el tejido social sea denso, aglutine voluntades y fomente la actividad y la participación de todos; una sociedad en la que se de una convivencia positiva entre hombres y mujeres de ideas discrepantes. No olvida las enseñanzas clarividentes de don Jaime Castillo Velasco, de construir una sociedad que sea comunidad de comunidades, lo que constituye un desafío cultural urgente y actual. Asimismo, desde sus orígenes, el Partido cree firmemente en la paz como orientadora de la vida, y respalda la solución pacífica de los conflictos. Éstos son sólo algunos de los principios fundamentales de los cuales quieren hacer memoria para medir logros y fracasos, fidelidad a los principios y vacilaciones o errores al aplicarlos.

En la Casa del Señor, a la luz de la parábola del sembrador que ha sido proclamada, cada uno quiere reflexionar sobre la calidad de la tierra, de su tierra y de nuestra tierra, a la cual llegó la semilla de la Palabra del Reino: a veces no fue una tierra fértil, sino la aridez del borde del camino, otras veces tan sólo un terreno pedregoso, otras una tierra con espinas, donde las seducciones del mundo ahogaban la semilla; pero muchas veces esa tierra fue fértil, recibió la Palabra del Reino con gozo, con sed de verdad y de bien, enteramente abierta, para que diera el ciento por uno. Por eso los aniversarios son ocasiones propicias para reconocer los logros y los errores y para reasumir la misión con fuerza y esperanza. Con el compromiso de todos, ¡proclamen la vigencia de los grandes principios y orientaciones en el trabajo por el bien de Chile, sobre todo de los más desprotegidos y marginados, e irrádienlos en la vida interna del Partido

Hacia el Bicentenario

El Documento de Trabajo de la Conferencia Episcopal (septiembre de 2004), titulado "En Camino al Bicentenario", afirma que "construir la Patria es una tarea interesante, hermosa, desafiante, que a todos nos concierne (). En este sentido pensamos que el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional puede ser ocasión de reencuentro con el alma de Chile -en palabras consagradas por el recordado Cardenal Silva Henríquez- y de proyección de la mirada hacia el futuro con la voluntad de refundar a Chile, a partir de la fecundidad de los valores esenciales que sustentan nuestra identidad nacional" (n. 4). Los políticos cristianos tienen el imperativo de contribuir al embellecimiento del alma de la Patria, "deben ofrecer el aporte del testimonio de su fe, sabiendo que los principios evangélicos que profesan serán siempre los que sostengan las decisiones que ellos tomen" (n. 38).

Por eso, más allá de cualquiera ambición personal, que es una tentación fácil en la vida de los partidos entre quienes quieren tener autoridad para gobernar, pongan todos los medios necesarios y la generosidad imprescindible para realizar lo que quieren los miembros del Partido y el pueblo de Chile: que ya en el umbral del Bicentenario vivan e irradien un fuerte espíritu de comunión y colaboración, en libertad, respeto y solidaridad, que se base en la verdad y ofrezca caminos valiosos, sin neutralizar las mejores opciones por conveniencias electorales; un espíritu que sea capaz

Page 3: Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido

de infundir confianza al pueblo en la noble vocación de quienes dedican su vida a la política. Este espíritu visionario, coherente y generoso ha atraído a innumerables chilenos desde los primeros orígenes del nuevo partido, hace ya 70 años con la Falange Nacional.

El testimonio de los primeros

Aniversarios son fechas dedicados al recuerdo, a la reflexión sincera, a la renovación en el espíritu de los fundadores, y a la corresponsabilidad por la misión de la comunidad, que celebra en nuevos tiempos que cambian y desafían. Por eso recordemos esos primeros orígenes, cuando un puñado de dirigentes juveniles, que habían dado gran importancia a formarse con dedicación, recorría las ciudades grandes y las pequeñas, difundiendo una nueva visión de país en base a la doctrina social cristiana, dando respuesta a los grandes problemas creados por la organización existente de la sociedad industrial, creando con sus persuasivos discursos, sus foros abiertos y su entusiasmo un movimiento social en torno a sus ideas y sus proyectos, con fe en Dios y en el porvenir de la Patria.

El origen de una entidad vigorosa, siempre entrega elementos esenciales a quienes reasumen la misión para los próximos 50 años. Hemos escuchado en las entrevistas de estos días la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la enseñanza social de la Iglesia. Los primeros la hicieron propia con el apoyo sobre todo de un gran sacerdote jesuita, el P. Fernando Vives Solar, que contara entre sus discípulos también a Mons. Manuel Larraín y a san Alberto Hurtado. El partido naciente era una escuela de formación de líderes, que se formaban en los grandes valores como también en los criterios de discernimiento de las realidades circunstanciales. Desde el Concilio Vaticano II, con la constitución pastoral Gaudium et Spes, y los siguientes documentos pontificios y del episcopado latinoamericano, esta enseñanza se ha enriquecido, abarcando los temas antiguos y los nuevos, ampliando el horizonte de la acción cultural, pastoral y política de quienes los conocen. Basta recorrer el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia para descubrir su impactante actualidad. En los orígenes, quienes impulsaron la nueva visión fueron jóvenes fuertes en su fe, que dieron un testimonio de unidad entre ellos, y fueron capaces de soñar y de actuar, para construir la historia sobre cimientos sólidos y con altos ideales, buscando el bien de la Patria con generosidad y total desinterés, sin admitir ofertas que limitaran su coherencia ética. Trabajaron con mucha libertad en el diálogo directo con amplios estratos de la sociedad, creando una opinión pública, al comienzo minoritaria pero luego creciente, a modo de un fermento. Miraban cara a cara los grandes problemas de su tiempo, que en parte subsisten y en buena medida han adquirido nuevas, decisivas y desafiantes dimensiones, pero los miraban con la fe cierta de poder revertir la situación.

Por los caminos de Dios

Nos anima el testimonio de los primeros, pero también la invitación que nos ha hecho la primera lectura de este día viernes. En toda la Iglesia de rito latino esa lectura del Éxodo nos ha trasladado hay al monte Sinaí. Al tercer mes de la salida de Egipto, Dios llamó a su siervo Moisés y le anunció que sellaría una alianza con el pueblo. Se trata del pueblo israelita, conformado por nuestros "hermanos mayores en la fe", según palabras del Papa Juan Pablo II. Todo el pueblo respondió unánimemente: "Haremos todo cuanto ha dicho el Señor". Les había prometido que serían un pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos de la tierra, adquirido por él al sacarlo de la esclavitud de Egipto.

En el Sinaí, como Pastor y legislador del pueblo, le reveló los diez mandamientos. Se refieren al vínculo que los une a él, su único Señor, Creador del universo y Padre de toda la humanidad, ante quien tambalean, caen y se rompen los ídolos. Y se trata de las relaciones de justicia, de respeto y de gratitud que deben existir entre los seres humanos.

Son mandamientos basales, que dan consistencia a toda la construcción social, y que nunca han sido abolidos. Sin embargo, cuando los examinamos a la luz de fuertes tendencias de nuestro tiempo, que se autodenominan "progresistas", que nacen lejos de nuestra cultura pero que también nos amenazan, descubrimos que ellas van socavando nuestras ideas y nuestras costumbres, alejándolas paso a paso, pero radicalmente, de los mandamientos del Sinaí. Estas tendencias le abren amplio camino a ese condicionamiento cultural que el Papa Benedicto XVI tildó de "dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus ganas".

Page 4: Homilía en la Misa con ocasión de los 50 años del Partido

Pues bien, la Providencia divina quiso que sus mandamientos fueran proclamados hoy en la liturgia de la Iglesia, cuando ustedes celebran su aniversario. Meditar en ellos nos une con el pueblo judío y con todas las confesiones cristianas. ¿Cuál era la importancia que les reconocía Moisés, el guía profético del pueblo, con quien Dios hablaba cara a cara como ocurre con un amigo Ya anciano, respetado y admirado por todos, le habló al pueblo de estos mandamientos. Lo invitó a hacer la opción más radical que se puede pedir. Le dijo: "Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos de Yahvéh, tu Dios (), si amas a Yahvéh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivirás y te multiplicarás; Yahvéh tu Dios te bendecirá en la tierra que vas a entrar a poseer. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas () yo os declaro que pereceréis" Agregó Moisés: "Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante de la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yahvéh tu Dios, escuchando su voz, uniéndote a él; pues en eso está tu vida."

Queridos hermanos, son palabras solemnes que llegan hasta nosotros con la autoridad de quienes las pronunciaron: nada menos que Moisés y el mismo Señor. Por eso, al celebrar este gran aniversario los invito a alabar a Dios por estos mandamientos en los cuales condensó tanta sabiduría, y a rezar para que ellos siempre encuentren en ustedes los aliados que le abren espacio a esos caminos suyos en la vida personal y familiar, en la educación y la vida laboral, en la vida cotidiana y en la responsabilidad política, con el entusiasmo y la fe de los primeros, que hoy recordamos.

Quisiera concluir con la cita del número 34 de "Lircay", en el que se explica el simbolismo del emblema que los distingue desde entonces, y que ustedes traerán al altar nuevamente en esta Eucaristía. Dice así: La insignia es "una flecha vertical, que corta dos barreras: son los obstáculos que encontraremos dentro y fuera de nuestras filas y que tenemos la confianza de vencer siempre que sigamos la dirección de la flecha que se afirma en la tierra y se dirige hacia el cielo". Esta noble intención, que se refiere no sólo a lo inmediato sino también a los planes de mediano y largo plazo, la encomendamos a la intercesión de Nuestra Señora del Carmen, que vela por el bien de nuestro pueblo, como también a la intercesión de nuestros santos, especialmente de san Alberto Hurtado.

Amén

� Francisco Javier Errázuriz OssaCardenal Arzobispo de Santiago