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HOMILIA IVº DOMINGO TIEMPO ORDINARIO -2017
CICLO “A”
* Profeta Sofonías: Unas palabras hermosas e interpelantes que no
debemos olvidar: “Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre”.
* Salmo Responsorial 145. Felices los que se apoyan en Dios y ponen
su esperanza en Él. ¿Dónde fundamentamos nuestra persona y nuestra
existencia?
* Primera Carta de San Pablo a los Corintios 1,26-31. Dios ha
escogido lo humilde y débil del mundo para confundir a los soberbios. ¿Somos,
nos sentimos y actuamos nosotros como humildes y sencillos?
*Evangelio según San Mateo 5,1-12s. Las bienaventuranzas son el
mejor retrato de Jesús y la carta magna del Reino de Dios. Escuchemos hoy las
bienaventuranzas de Jesús con amor. Revisemos nuestra vida, nuestros
comportamientos…a la luz de las Bienaventuranzas de Jesús.
II.- SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA
LAS BIENAVENTURANZAS
1.- ¿CUÁLES SON LAS BIENAVENTURANZAS?
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino
de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y
regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos”
(Mt.5,3-12).
2.- ¿QUÉ SON LAS BIENAVENTURANZAS
* Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su
caridad. “Las bienaventuranzas son como una velada biografía interior de
Jesús, como un retrato de su figura…Por su oculto carácter cristológico las
Bienaventuranzas son señales que indican el camino también a la Iglesia, que
debe reconocer en ellas su modelo; orientación para el seguimiento que afecta a
cada fiel, si bien de modo diferente según las diversas vocaciones” (Benedicto
XVI, Jesús de Nazaret, 102).
* Las bienaventuranzas expresan la vocación de los fieles asociados a la
gloria de la Pasión y de la Resurrección de Jesucristo. “Las bienaventuranzas
son la transposición de la cruz y de la resurrección a la existencia del discípulo.
Pero son válidas para los discípulos porque primero se han hecho realidad en
Cristo como prototipo” (Ibd. 101);
* Iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana.
“Las bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del
mundo y del hombre que Jesús inaugura, y en las que “se invierten los valores”
(Ibd. 99).
* Son promesas paradójicas que sostienen la esperanza de los cristianos en
las tribulaciones, sufrimientos, persecuciones. “Las paradojas que Jesús presenta
en las Bienaventuranzas expresan la auténtica situación del creyente en el
mundo, tal como las ha descrito Pablo (cf. 2Cort.6,8-10)” (Ibd. 99-100).
* Anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas
aquí y ahora. “Son promesas escatológicas, pero no debe entenderse como si el
júbilo que anuncian deba trasladarse a un futuro infinitamente lejano o sólo al
más allá…Ya ahora algo del “eschaton”, de lo que está por venir, está presente.
Con Jesús, entra alegría en la tribulación” (Ibd. 99).
* Quedan inauguradas en la vida de la Stma. Virgen María y de todos los
santos. Las bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el
Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna,
la filiación, el descanso en Dios.
* Las bienaventuranzas son “el carnet de identidad de los cristianos y el
programa para lograr la santidad, pues el cristianismo es una religión para
practicarla y no para pensarla”. En este pasaje Cristo “nos indica el programa de
vida, la identidad de los cristianos, yendo a contracorriente con respecto a lo que
se ‘suele hacer en el mundo’” (Papa Francisco).
*“El mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo lindo de
la vida. E ignora, mira hacia otro lado cuando hay problemas de enfermedad,
problemas de dolor en la familia. El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las
situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas como son y
llora en su corazón es feliz y será consolada” (Papa Francisco).
El catecismo de la Iglesia Católica
1725 Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde
Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de felicidad
que Dios ha puesto en el corazón del hombre.
1726 Las bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el
Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna,
la filiación, el descanso en Dios.
1727 La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es
sobrenatural como también lo es la gracia que conduce a ella.
1728 Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a
los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios
sobre todas las cosas.
1729 La bienaventuranza del cielo determina los criterios de discernimiento en
el uso de los bienes terrenos en conformidad a la Ley de Dios.
Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los
bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre
todas las cosas; nos impelen a amar al prójimo. La bienaventuranza del cielo
determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes terrenos en
conformidad a la Ley de Dios. (Catecismo de la Iglesia católica; nn. 1716-1729)
3.- EXPLICACIÓN DE LAS BIENAVENTURANZAS
1.- Bienaventurados los pobres de espíritu… Felices los que no tienen el
corazón apegado a las cosas de este mundo: dinero, poder, fama… Felices los
que no tienen nada que defender y a nadie a quien atacar… Felices los que
trabajan por la liberación integral de los oprimidos, de los empobrecidos… “Los
pobres son más bien los que no tienen nada que esperar del mundo, pero lo
esperan todo de Dios, los que no tienen más recursos que en Dios, pero también
se abandonan a Él” (G.Borkamm, Jesús de Nazaret, 81).
“El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo
la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y,
según la fortuna también, miden la honorabilidad [...] Todo esto se debe a la
convicción [...] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es
uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro [...] La notoriedad, el
hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse
una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un
bien soberano, un objeto de verdadera veneración» (Juan Enrique Newman,
Discourses addresed to Mixed Congregations, 5 [Saintliness the Standard of
Christian Principle]).
“Es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo.
No se trata solo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar
juntos, en todos los ámbitos, un problema que interpela nuestra conciencia
personal y social, para lograr una solución justa y duradera” (Papa Francisco;
Jornada mundial de la alimentación (16-X-2013).
Nuestra acción ha de ser el servicio a los otros y, ante todo, a los pobres
para que no lo sean. Nunca el dinero o el poder han de ser el móvil de nuestra
acción. Se llaman dichosos no a los que tienen, a los felices, a los triunfadores,
sino a los pobres, a los hambrientos, a los que lloran, a los perseguidos…Es por
lo que Jesús en su “predicación inaugural” en Nazaret toma una palabra del
profeta Isaías (61,1) y dice que ha sido enviado a anunciar la buena noticia a los
pobres, a notificar la liberación a los presos, a dar nueva luz a los ciegos, a
liberar a los esclavos, a proclamar un año de gracia del Señor (Lc.4,18).
“Felices, Bienaventurados, los pobres”. Cuando el hombre considera que está
satisfecho, “ya no hay lugar para la Palabra de Dios” (Papa Francisco).
2.- Bienaventurados los mansos…. Felices los que tienen un corazón dispuesto
siempre a perdonar, a comprender a todos… Felices los que tienen un corazón
que no devuelve mal por mal sino que siempre ofrece y regala el bien. Felices
los que no se dejan arrastrar por la venganza….
“Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el comienzo es un
mundo de guerras, un mundo donde se pelea por todas partes, donde en todo
lugar hay odio. “Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, paz, mansedumbre”.
Aunque el mundo considera necio al que es manso en la vida, “que piensen lo
que quieran”, pues los mansos heredarán la Tierra” (Papa Francisco).
3.- Bienaventurados los que lloran…. Felices los que comparten el
sufrimiento de los demás, haciéndolo suyo…. Felices los que alivian el dolor de
los sufrientes Felices los que enjugan las lágrimas de los que lloran, de los
enfermos, de los desvalidos… Felices los que “bajan de la cruz a los nuevos
crucificados” de la historia…
El Papa Francisco afirma: “Los que lloran serán consolados, pero con “el
consuelo de Jesús, no el del mundo”.
4.- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia… Felices
los que desean ser santos… Felices los que trabajan por implantar la justicia en
el mundo. Felices los que respetan los derechos humanos de todos.
El Papa Francisco, al denunciar las injusticias, nos recuerda que “son
Bienaventurados los que luchan contra estas injusticias”.
5.- Bienaventurados los misericordiosos…. Felices los que tienen un
corazón compasivo y misericordioso Felices los que perdonan. Felices los que
no se dejan llevar por el odio ni por el rencor.
El Papa Francisco afirma que “son felices los que comprenden los
errores de los demás, los que no se vengan”. Felices los que perdonan, los
misericordiosos. ¡Porque todos somos un ejército de perdonados! Y por ello es
Bienaventurado el que va por ese camino del perdón”.
6.- Bienaventurados los limpios de corazón Felices los que tienen un
corazón sencillo y transparente Felices los que tienen un corazón sin dobleces y
sin hipocresías. Felices los que tienen un corazón sin envidias y sin odios…
Felices los que “no manchan” su corazón ni con el mal que no hacen ni con el
bien que hacen. Ciertamente, según su grandeza y su inexpresable gloria, “nadie
verá a Dios y seguirá viviendo”, porque el Padre es inasequible; pero su amor,
su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que
lo aman el privilegio de ver a Dios [...] “porque lo que es imposible para los
hombres es posible para Dios” (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 20,
5).
El Papa Francisco nos dice: “Bienaventurados los que tienen el corazón
puro, sencillo, puro sin malezas, un corazón que sabe amar con esa pureza tan
linda” (Papa Francisco).
7.- Bienaventurados los que trabajan por la paz… Felices los que tienen
un corazón reconciliado con Dios, consigo mismo y con los demás. Felices los
que se esfuerzan en construir un mundo pacífico, fraterno… Felices los que
tienden puentes de encuentro y de entendimiento entre los pueblos, las familias,
los matrimonios…
El Papa Francisco advierte que es más común “ser trabajadores por
guerras o al menos trabajadores de malentendidos”. “Cuando oigo algo de éste y
voy y se lo digo, con una versión ampliada (...). El mundo de los chismes. Esta
gente que chismea no trabaja por la paz, es enemiga de la paz. No son
bienaventurados”.
8.- Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia…. Felices
los que son perseguidos por defender la justicia, la paz, los derechos
humanos…. Felices los que han optado por los más pobres trabajando por su
liberación integral aun en medio de dificultades…. Felices los que sellan su fe
con el martirio.
EL PAPA FRANCISCO PROPONE ESTAS SEIS
BIENAVENTURANZAS
Papa Francisco propone 6 bienaventuranzas ante el dolor de nuestra
época Malmö, 01 Nov. 2016 / 10:26 am (ACI).-
El Papa explicó que “las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús”.
1.- “Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón”.
2.- “Bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía”.
3.- “Bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y
luchan para que otros también lo descubran”.
4.- “Bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común”.
5.- “Bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el
bien de otros”.
6.- “Bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena
comunión de los cristianos”.
“Todos los que hacen esto son portadores de la misericordia y
ternura de Dios, y recibirán ciertamente de él la recompensa merecida”.
4.- LAS ANTÍTESIS DE LAS BIENAVENTURANZAS
“Pero ¡ay de vosotros, los ricos! porque ya habéis recibido vuestro
consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis
hambre.
¡Ay de los que reís ahora! porque os afligiréis y lloraréis.
¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de
ese modo trataron sus antepasados a los falsos profetas”
(Lucas 6,24-26).
Terminamos. Unidos en el Señor.
Cáceres, 23 de enero de 2017
Florentino Muñoz Muñoz
VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA DE «SANTA MARIA A SETTEVILLE»
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Domingo 15 de enero de 2017
El Evangelio nos presenta a Juan [el Bautista] en el momento en el que nos da testimonio de Jesús. Viendo a Jesús venir hacia él, dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: “Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí”» (Juan 1, 29-30). Este es el Mesías. Da testimonio. Y algunos discípulos, escuchando este testimonio —discípulos de Juan— siguieron a Jesús; fueron detrás de Él y se quedaron contentos: «Hemos encontrado al Mesías» (Juan 1, 41). Han escuchado la presencia de Jesús. ¿Pero por qué han encontrado a Jesús? Porque ha sido un testigo, porque ha habido un hombre que ha dado testimonio de Jesús.
Así sucede en nuestra vida. Hay muchos cristianos que profesan que Jesús es Dios; hay muchos sacerdotes que profesan que Jesús es Dios, muchos obispos... ¿Pero todos dan testimonio de Jesús? ¿O ser cristianos es como... una forma de vivir como otra, como ser hincha de un equipo? “Pero sí, soy cristiano...”. O como tener una filosofía: “Yo cumplo los mandamientos, soy cristiano, tengo que hacer esto...”. Ser cristiano, en primer lugar, es dar testimonio de Jesús. Lo primero. Y esto es lo que han hecho los Apóstoles: los Apóstoles han dado testimonio de Jesús, y por esto el cristianismo se ha difundido en todo el mundo. Testimonio y martirio: lo mismo. Se da testimonio en lo pequeño, y algunos llegan a lo grande, a dar la vida en el martirio, como los Apóstoles. Pero los Apóstoles no habían hecho un curso para convertirse en testigos de Jesús; no habían estudiado, no fueron a la universidad. Habían escuchado al Espíritu dentro y han seguido la inspiración del Espíritu Santo; han sido fieles a esto. Pero eran pecadores, ¡todos! Los doce eran pecadores. “¡No, Padre, solamente Judas!”. No, pobrecillo... Nosotros no sabemos qué ha sucedido después de su muerte, porque la misericordia de Dios está también en el momento. Pero todos eran pecadores, todos. Envidiosos, tenían celos entre ellos: “No, yo tengo que ocupar el primer lugar y tú el segundo...”; y dos de ellos hablan con la madre para que vaya a hablar con Jesús y que les dé el primer lugar a sus hijos... Eran así, con todos los pecados. También eran traidores, porque cuando Jesús fue capturado, todos se escaparon, llenos de miedo; se escondieron: tenían miedo. Y Pedro, que sabía que era el jefe, sintió la necesidad de acercarse un poco a ver qué sucedía; y cuando la asistenta del sacerdote dijo: “Pero tú también eres...”, dijo: “¡No, no, no!”. Renegó de Jesús, traicionó a Jesús. ¡Pedro! El primer Papa. Traicionó a Jesús. ¡Y estos son los testigos! Sí, porque eran testigos de la salvación que Jesús lleva, y todos, por esta salvación se han convertido, se han dejado salvar. Es bonito cuando, en la orilla del lago, Jesús hace ese milagro [la pesca milagrosa] y Pedro dice: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lucas 5, 8). Ser testigo no significa ser santo, sino ser un pobre hombre, una pobre mujer que dice: «Sí, soy pecador, pero Jesús es el Señor y yo doy testimonio de Él, y yo busco hacer el bien todos los días, corregir mi vida, ir por el camino correcto».
Solamente quisiera dejaros un mensaje.
Esto lo entendemos todos, lo que he dicho: testigos pecadores. Pero, leyendo el Evangelio, yo no encuentro un cierto tipo de pecado en los Apóstoles. Algunos violentos había, que querían incendiar un pueblo que no les había acogido... Tenían muchos pecados: traidores, cobardes... Pero no encuentro uno: no eran chismosos, no hablaban mal de los otros, no hablaban mal uno de otro. En esto eran buenos. No se “desplumaban”.
Yo pienso en nuestras comunidades
Cuántas veces, este pecado, de quitarse la piel el uno al otro, de hablar mal, de creerse
superior al otro y ¡hablar mal a escondidas! Esto, en el Evangelio, ellos no lo han hecho. Han hecho cosas feas, han traicionado al Señor, pero esto no. También en una parroquia, en una comunidad donde se sabe... este ha engañado, este ha hecho esa cosa..., pero después se confiesa, se convierte... Todos somos pecadores. Pero una comunidad donde hay chismosos y chismosas, es una comunidad incapaz de dar testimonio.
Yo diré solamente esto: ¿queréis una parroquia perfecta?
Nada de chismes. Nada. Si tú tienes algo contra uno, vas a decírselo a la cara, o dilo al párroco; pero no entre vosotros. Este es el signo de que el Espíritu Santo está en una parroquia. Los otros pecados, todos los tenemos. Hay una colección de pecados: uno toma este, uno toma ese otro, pero todos somos pecadores. Pero eso que destruye, como el gusano, a una comunidad son los chismorreos, a la espalda.
Yo quisiera que en este día de mi visita esta comunidad hiciera el propósito de no chismorrear. Y cuando te vienen ganas de decir un chisme, muérdete la lengua: se hinchará, pero os hará mucho bien, porque en el Evangelio estos testigos de Jesús —pecadores: ¡también han traicionado al Señor!— nunca han chismorreado uno del otro. Y esto es bonito.
Una parroquia donde no hay chismes es una parroquia perfecta, es una parroquia de pecadores, sí, pero de testigos. Y este es el testimonio que daban los primeros cristianos: «¡Cómo se aman, cómo se aman!». Amarse al menos en esto. Comenzad con esto. El Señor os dé este regalo, esta gracia: nunca, nunca hablar mal uno del otro.
Gracias.