Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

  • Upload
    jchbg

  • View
    215

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/25/2019 Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

    1/5

    Debemos estar agradecidos a la editorial Katz porque al fin podemos disfrutar en el mbitohispanohablante de un libro de la sociloga marroqu Eva Illouz. En este caso, contamos conuna interesante e importante recopilacin de conferencias que la autora pronunci en Frncfortunos aos antes, que vienen a profundizar y aclarar asuntos tratados ya en otras obras ms for-males y sistemticas, como Consuming the romantic utopia, de 1997, y Oprah Winfrey andthe glamour of misery, publicada en 2002, de las que todava no contamos con traduccina nuestro idioma.

    Este conjunto de conferencias resulta atractivo y sugestivo porque no es una mera repeti-

    cin de argumentos precedentes sino, muy al contrario, un continuo y serio dilogo con ellos,desembocando en significativos matices, variaciones o al menos llamativas correcciones.Puede ser interesante, asimismo, porque presenta conexiones entre diversas teoras socialesy algunas de las lneas de investigacin que actualmente cuentan con gran resonancia en lasciencias sociales, vinculadas a cuestiones relativas a las emociones y la emocionalidad.

    Pues bien, cada vez puede identificarse entre la espesura sociolgica con mayor claridadun incremento en la propensin a ubicar las emociones en el centro mismo de sus anlisisy debates, debido a que empieza a interesar conocer cmo funciona realmente la energainterna que nos impulsa a un acto, lo que da cierto carcter o colorido a un acto (p. 15).Sin duda este acercamiento hacia el mundo de las emociones no es una novedad total, pues-to que, como la misma autora seala nada ms comenzar, los grandes institucionalizadores

    de la sociologa europea (Durkheim, Simmel, Weber, Marx...) ya trataron temas relaciona-dos con esas cuestiones.Sin embargo, hoy da el estudio sociolgico de las emociones no es tangencial sino cen-

    tral, porque puede ayudarnos a comprender cmo se relacionan las dimensiones cognitivasy prcticas en los individuos cuando se encuentran en diferentes situaciones o marcos sociales,debido a que sentir una emocin supone aceptar prcticamente (o en la prctica) determinadaconcepcin sobre cmo es el mundo y qu tiene valor. La sociologa y las emociones tienen,

    Eva Illouz

    Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo

    Buenos Aires, Katz Editores, 2007

    RES n 9 (2008) pp. 141-145

    13198 / Revista 9 (F) 26/6/08 16:40 Pgina 141

  • 7/25/2019 Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

    2/5

    entonces, importantsimos vnculos, que permanecen a una distancia conveniente de las con-cepciones de las llamadas ciencias cognitivas, ms tendentes a la naturalizacin (al mate-rialismo) radical, entablando deudas ineludibles con el pragmatismo de procedencia witt-

    gensteiniana.En este punto, parece obligado hacer especial mencin a Pierre Bourdieu, ya que sin dudafue uno de los que ms empeo puso en enclavar a la sociologa en esta tradicin de pensa-miento, sobre todo con su cardinal nocin de habitus. Y este texto de Illouz mantiene cla-ramente un nexo de unin con esa nocin, ya que la autora considera, al igual que el emi-nente socilogo francs, que cualquier accin es en verdad una puesta en marcha de unadisposicin internalizada (in-corporada) prerreflexivamente a partir de las condiciones socia-les de existencia. Y aade o explicita con mayor intensidad que ese procedimiento selleva a cabo finalmente a travs de una activacin emocional. Es decir, entendiendo que lasacciones no deberan concebirse como resultado de la intervencin exclusiva del clculoracional individual, ni tampoco como fruto de mecanismos neuronales, al menos en lo fun-

    damental, sino como parte de un complejo proceso de fusin con las condiciones sociohis-tricas de existencia a travs de las emociones, aunque no sin conflictos ni contradicciones.De este modo, Eva Illouz sostiene que en sus diversas (de/re)-construcciones el capitalis-

    mo ha llevado aparejada la construccin de una cultura emocional particular, y por eso seinteresa en averiguar qu cultura emocional sobresale en la actualidad, y cmo puede rela-cionarse con el capitalismo. La socorrida metfora delHomo sentimentalis ha sido la frmu-la escogida para caracterizar a los individuos que engrosan esa nueva cultura emocional quedomina el capitalismo, y que a grandes rasgos consiste en una cultura en la que las prcti-cas y los discursos emocionales y econmicos se configuran mutuamente y producen unamplio movimiento en el que el afecto se convierte en un aspecto esencial del comportamien-to econmico y en el que la vida emocional sobre todo la de la clase media sigue la lgi-

    ca del intercambio y las relaciones econmicas (pp. 19-20).As pues, puede hablarse de que a lo largo del siglo XX, sobre todo en el ltimo tercioy especialmente en EE UU, ha nacido un estilo emocional teraputico, esto es, un nuevomodo de gestionar y de preocuparse por la vida emocional que implica una honda reorgani-zacin de las ideas del yo, de la vida emocional y de las relaciones sociales. Pero para queese nuevo estilo emocional sea posible, parece indispensable el desarrollo paralelo de unaserie de tcnicas especficas que ayuden a comprender y manejar esas emociones. Y precisa-mente la primera conferencia incluida en el libro est dedicada, adems de a la descripcinde eseHomo sentimentalis que hace funcionar, no sin grumos y dificultades, a lo social, asealar las fuentes ideolgicas que ms han colaborado en su configuracin, que son, qui-ranlo o no, todas aquellas que tienen como gida a la terapia, como por ejemplo el psico-

    anlisis, la literatura de consejos y el feminismo.Es bien conocido que los inicios del psicoanlisis se remontan a finales del siglo XIX,pero tampoco debe escaprsenos que fue a comienzos del siglo siguiente, sobre todo despusde la llegada de Sigmund Freud a EE UU para pronunciar las famosas conferencias Clark,cuando pas a ocupar la primera lnea de los debates cientficos. No debe extraarnos, portanto, que el psicoanlisis haya contribuido directamente a la construccin de eseHomo sen-timentalis del que habla Illouz, debido a que desde entonces la construccin del yo empieza

    Jos Diego Santos Vega142

    13198 / Revista 9 (F) 26/6/08 16:40 Pgina 142

  • 7/25/2019 Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

    3/5

    a situarse en la vida cotidiana, en la familia y, sobre todo, en la sexualidad (y aqu las refe-rencias al primer volumen de la Historia de la sexualidad de Foucault son inevitables).Desde entonces, el yo pierde su evidencia teniendo que hurgar en situaciones cotidianas para

    encontrarlo, pues el yo ordinario, terrenal, se hizo misterioso, difcil de alcanzar (p. 26).No obstante, hubo que esperar a que el lenguaje y el espritu del psicoanlisis traspasa-sen las fronteras de la academia y preasen a toda la literatura de consejos para que los prin-cipios sustentadores del psicoanlisis/psicologa consiguiesen extenderse a la sociedad engeneral, convirtindose as en el vocabulario por medio del cual los individuos se compren-den a s mismos, e iniciando lo que hoy suele denominarse la psicologizacin del yo.Particularmente interesante resulta la intrusin de este lenguaje teraputico, fundamental-mente gracias a su divulgacin/vulgarizacin en la literatura de consejos, en la empresa,puesto que cada vez es ms frecuente que los criterios para la contratacin posean una estre-cha ligazn con habilidades comunicativas y reflexivas, crendose pues una nueva compe-tencia social con traduccin directa en una competencia profesional y reconocimiento social.

    Como se dijo antes, el feminismo es, a juicio de Illouz, otro factor esencial que ha favore-cido la formacin delHomo sentimentalis, porque la emancipacin requiere, o depende, de latoma de conciencia, con lo que la mujer se erige a la vez en sujeto y objeto de la terapia, enexaminante y examinada; relacionando adems la salud mental a la emancipacin poltica.

    Llegado este punto, Eva Illouz seala que el nuevoHomo sentimentalis, resultado de esaconstante psicologizacin del yo, produce nuevas formas de sociabilidad y de vivir que fun-dan valores morales como la igualdad y la cooperacin, y a la misma vez constituyen nue-vas formas de control social. Esto quiere decir que las relaciones sociales, especialmente lasms ntimas, y las emociones que necesariamente las acompaan sufren una potente racio-nalizacin al intentar conseguir la igualdad y un intercambio justo, y esa racionalizacino intelectualizacin de las emociones mediante diferentes tcnicas teraputicas conlleva su

    destruccin o su clausura, porque obliga a un continuo distanciamiento de tales emociones,perdiendo as su capacidad para orientarnos de manera rpida en el mundo social.Ah radica la paradoja del lenguaje teraputico: ofrecer tcnicas especficas para tomar

    conciencia de las emociones con el objetivo de vivirlas plena y satisfactoriamente, unidoa una legitimacin subjetiva de los propios sentimientos; pero que en realidad se conviertenen objetos externos al sujeto que deben controlarse y observarse, ayudando a que las relacio-nes puedan volverse mercancas intercambiables.

    En la segunda conferencia, Illouz trata de advertirnos de que a pesar de que el psicoan-lisis, el feminismo y la literatura de consejos colocaron el basamento para la existencia del

    Homo sentimentalis, estos elementos no encajan como la seda y tuvieron que deshacersedel determinismo freudiano, como tambin hiciera Jng, discpulo del aqul. Para ello recu-

    rrieron a la narrativa de la autorrealizacin, tan propia del american dream y tan extendidaen las ltimas tres dcadas por la literatura de autoayuda, que se impone como un frreoimperativo, manteniendo una ceida relacin con la sexualidad (con lo que la ruptura con elpsicoanlisis fue slo parcial).

    En esta nueva etapa se radicalizan los lazos con la salud, ya que quien no gue su com-portamiento en pos de la autorrealizacin, o tenga problemas a la hora de conseguirlo, serconsiderado simplemente un enfermo: alguien saludable equivale a alguien realizado a s

    Crtica de libros 143

    13198 / Revista 9 (F) 26/6/08 16:40 Pgina 143

  • 7/25/2019 Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

    4/5

    mismo. Por esta misma razn aparecen, dice Illouz, mltiples instituciones que ofrecen unantida representacin de ese nuevo estilo emocional y que se afanan en hacerlo cumplir con-virtiendo las emociones en objetos pblicos que deben ser expuestos, debatidos y analizados,

    como ocurre en los grupos de apoyo, talk shows, grupos de rehabilitacin, Internet, etc.Hacerse a uno mismo y ser feliz es una tarea continua que consiste en ir aprendiendo delsufrimiento, que ahora es parte constitutiva de la identidad. As, en vez promover un incre-mento desmesurado de la felicidad como parece prometer, elHomo sentimentalis actual ni-camente se encuentra con una multiplicidad heterognea de formas de sufrimiento, puesto queen gran medida la autorrealizacin slo est definida por sus disfunciones, en negativo.

    La autora finaliza la segunda conferencia realizando un escueto seguimiento del profun-do proceso de institucionalizacin delHomo sentimentalis mediante el Estado y el Mercado(p. 126 y ss.), al convertir la salud emocional en una nueva mercanca muy valiosa, capaz deproducir nuevas clasificaciones de las personas porque su posicin en el espacio socialempieza a depender de su capacidad de desplegar este estilo emocional (habitus?) que aca-

    bamos de describir.La tercera y ltima conferencia deja de lado esa labor ms genealgica e intenta averi-guar cmo se pone en prctica en un ejemplo muy interesante a causa de su evidente falta decorporalidad: las relaciones amorosas en Internet.

    Illouz observa que las pginas web dedicadas a ofertar contactos amorosos exigen a todosy cada uno de los participantes la realizacin de un perfil de su personalidad, una versindigital de s mismos, que luego se relacionar y cruzar con el resto de perfiles. Este ejerci-cio, consistente en responder a un cuestionario propuesto por la pgina web, exige de la per-sona un intenso proceso de autoobservacin, reflexividad y autoclasificacin al aclarar susgustos y preferencias, su personalidad... que transforma al yo privado en una representa-cin pblica frente a muchos yoes privados.

    Asimismo, aquellos usuarios que han mostrado coincidencias significativas en el perfil,pueden leer una autopresentacin escrita con el supuesto fin de invitar a sorprender y agra-dar; as como ver fotos con intenciones similares, a travs de la cual la tecnologa consiguecorporeizar de alguna manera las relaciones. Sin embargo, tiene el efecto contrario, y tam-bin podra decirse que perniciosos, debido a que estas tcnicas acarrean la uniformidad y laestandarizacin en el uso del lenguaje y del aspecto fsico. Todo ello no hace sino ontologi-zar la subjetividad, es decir, fijarla, atarla, limitarla a esos elementos teniendo destacadasconsecuencias en la manera que tienen de vivir (gestionar) las relaciones sociales porqueexiste una agudizacin de la singularidad, se organizan fundamentalmente bajo la estructuradel mercado (eleccin), sobre todo porque hay una ntida e indita visualizacin del conjun-to de la competencia (resto de perfiles) y ahora el conocimiento precede a la atraccin, es

    decir, los otros son antes un conjunto de atributos ms o menos atractivos que una presenciacorporal.Esta situacin parece hacerse de mayor envergadura cuando pasamos a analizar los

    encuentros que resultan de estas pginas. Normalmente suelen ser bastante voluminosos, porlo que se establecen estrategias de coste-beneficio para poder manejarlos, intentando desha-cerse de las personas aburridas y poco atractivas, para fijarse exclusivamente en aque-llas en las que el aspecto fsico entra dentro de la norma y su personalidad por el contrario

    Jos Diego Santos Vega144

    13198 / Revista 9 (F) 26/6/08 16:40 Pgina 144

  • 7/25/2019 Honneth - Reconocimiento y Obli Morales

    5/5

    se salga, salga fuera de la norma, premindose especialmente el cinismo o, lo que es lomismo, la reflexividad con una pizca de crueldad o frialdad.

    Como puede suponerse, esta experiencia se aleja bastante del amor romntico, o sea, de

    la espontaneidad, de la atraccin sexual y el desinters en el interior de una economa de laescasez; es ms, esa racionalizacin de las relaciones ntimas, esa interaccin textual descor-poreizada y esa instrumentalizacin de las interacciones romnticas dentro de una absolutaeconoma de la abundancia o del exceso acaba por destruir dicha experiencia del romance.En este punto, contraviene en algn sentido la tesis de su anterior libro Consuming theromantic utopia, en el que sostena que hoy en da la experiencia del amor y del romanticis-mo no poda entenderse fuera del circuito del consumo y, en consecuencia, ste posibilitabaa aqulla. Illouz concluye, entonces, que Internet desata la fantasa pero inhibe sentimientosromnticos por exceso de informacin (p. 217) y, seguramente, por extensin, debamosampliar el radio de accin de estas conclusiones a otras muchas situaciones y campos socia-les, o al menos investigar en tal direccin.

    De manera que parece sensato, pues, interesarse en continuar limpiando, o ms bien ayu-dar a construir, este camino bsico para la sociologa, como ya hicieran tantos otros; pero,eso s, es necesario no quedarse en generalizaciones excesivas y, por el contrario, esmerar-nos en desvelar certeramente aquellos diferentes mecanismos por los que los individuos dansentido, consciente y sobre todo inconscientemente, a sus comportamientos, pensamientosy sentimientos; y cmo afecta todo ello a la manera en que se producen las relaciones socia-les, tanto las ms formales como las menos, como por ejemplo las amistosas. En definitiva,la lectura de este libro no slo es recomendable sino que puede ser til para conocer algunosde los trayectos por los cuales la sociologa est comprometida en transitar.

    JOS DIEGO SANTOS VEGA

    Universidad Complutense de [email protected]

    Crtica de libros 145

    13198 / Revista 9 (F) 26/6/08 16:40 Pgina 145