Hoy en día la frialdad anímica reinante es muy grande, y como estamos inmersos en esta frialdad, nos parece normal que sea así. Por ejemplo, nosotros damos por hecho y creemos que el presente pueblo gnóstico que hoy conformamos es un pueblo espiritual y hasta místico, similar al de las grandes culturas mistéricas del remoto pasado, pero no es cierto. Si pudiéramos comparar lo que hoy sentimos, la calidad de nuestras emociones (como seguidores del Espíritu que somos), con lo que sentían las personas de las antiguas culturas iniciáticas de tiempos idos, nos daríamos cuenta de que somos “cubitos de hielo” al lado de ellos. Este estudio comparativo nos hace darnos cuenta que necesitamos recuperar los valores que hemos perdido. ¡Vale la pena que estudiemos un poco las culturas antiguas para comprender esto y que, en consecuencia, nos esforcemos en volver hacia sí mismos! ¡Tenemos que retornar, lo más que se pueda, al estado y al ejemplo que nos dieron aquellas grandes culturas, donde lo Divinal era lo más importante, y no las ocupaciones sensuales que a nosotros hoy, tanto nos fascinan! Desgraciadamente, no tenemos cómo recibir un shock físico directo a nuestra conciencia, porque ya no existen estos entrañables grupos de místicos y sus maravillosas culturas en la tercera dimensión. ¡Vaya…, si pudiéramos regresar, siquiera por algunas horas a lugares como el antiguo Egipto y observar las mantralizaciones en masa que allí se

realizaban; o a un Templo original de Eleusis y contemplar a las Vestales adorando a Dios Madre con inciensos y canticos sagrados; o si pudiéramos ver un Templo Inca o Maya y a sus devotos practicando meditación; o entrar a un Templo Tibetano de los años de oro e impregnarnos de los rítmicos mantrams que por muchas horas seguidas allí se realizaban antes de entrar en meditación, entonces recibiríamos ese shock que en la forma de testimonio, nos demostraría cuán fríos somos los esoteristas modernos. Oramos, normalmente, cuando tenemos problemas, o cuando hay que curar a alguien, o para encontrar un trabajo o para recibir ayuda en el camino, en fin, para cosas más bien prácticas, pero no oramos “porque sí”, que en realidad significa: por amor desinteresado a Dios, por el mero hecho de buscarle, somos más bien interesados en recibir ayuda, pero no naturalmente “devocionales”. En la sumergida Atlántida, por ejemplo, la veneración, el recogimiento, la ocupación en el culto a la Divinidad, tomaba muchas horas del día, y todos los devotos desarrollaban una mística reverencial extraordinaria, y además, se disfrutaba de hacer estas prácticas de forma comunitaria. Los templos que se construían a los Dioses eran portentosos, y las comunidades de la época, vivían en torno a ellos. Los temas de conversación entre los aspirantes al Ser en aquellos tiempos y culturas, giraban en torno a los misterios iniciáticos. Se tomaba la palabra, espontáneamente, para indagar en las profundidades del Ser y sus ramificaciones. La amistad se complacía, emocionalmente, en hacer presente a alguna parte del Ser y en cómo llegar a encarnarla. ¡Ese era el tema principal entre los devotos!

Hoy, equivocadamente, vemos que quienes estamos en estos estudios, por lo común, nos ocupamos de conversaciones a veces hasta frívolas, que giran en torno a lo que dijo fulano y las críticas que generó zutano, asuntos de competencias entre las partes, divisiones entre las personas, sobre la última pareja que se separó, y, sobre todo, de cosas de la practicidad de la vida, que si bien son necesarias y de las que hay que ocuparse, no tienen por qué tornarse en “lo fundamental”. Pero es raro encontrar conversaciones que sean de verdad espirituales. Esto nos demuestra que, obviamente, el centro de gravedad de la inmensa mayoría de las personas que se han acercado a estos estudios, no está en la Gnosis misma, sino en las diversas materias de la vida física y de la personalidad. Las antiguas culturas Budistas en la China milenaria y en el antiguo Japón, el culto mistérico Maya en Tenochtitlán y, en general, los grupos esotéricos incluso más cercanos a nosotros en el tiempo como Templaros, Cátaros y otros invisibles al modernismo como La Orden del Cisne, estuvieron siempre relacionados a la oración de forma muy estrecha, el recogimiento era parte integrada de sus vidas; orar, era una especie de “rutina sagrada” que a nadie se le ocurría dejar para más tarde. Ahora, normalmente, las personas tendemos a posponer las oraciones, la interiorización, la meditación y las prácticas esotéricas en general, para después…, dejándolas en un segundo plano, y las hacemos, si es que la vida práctica nos da el tiempo. Es decir, el orden de prioridades está al revés. ¡Este curso práctico nos hace un enérgico llamado a regresar hacia el pasado esotérico superior que un día brilló sobre la tierra! ¡Es importante que retornemos a esos valores y prácticas de los tiempos en que existió

públicamente la luz del esoterismo, porque esos valores nos salvarán el alma! Hoy, nos hemos vuelto tan lerdos que hasta ponemos en tela de juicio, por ejemplo, el tiempo que tiene que durar una meditación, porque hay una película que se quiere ver, o porque queremos entretenernos en internet, pero con cosas que no ofrecen nutriente alguno al alma. O sentimos que es tedioso arrodillarnos para hacer nuestras prácticas porque estamos cansados. O vemos como inútil la creación de un escenario propicio para la adoración del Ser, como podría ser, por ejemplo, un templo. ¡Somos una sociedad muy lunar! Estamos sin embargo dispuestos a dejar nuestro pellejo en la materia, eso sí… En una casa muy bonita, por ejemplo, con muchas habitaciones, situada en el mejor barrio de la ciudad, endeudándonos por treinta o cuarenta años para pagarla. Pero, “¡no, construir un templo, no!”, porque se dice “¡eso es tirar el dinero a la basura, es un despilfarro!”. ¡Eso se llama materialismo y ceguera interior! ¡Los antiguos iniciados nos hubieran censurado y nos hubieran recriminado duramente esta forma mediocre y fría de pensar! ¿Se imaginan ustedes a los egipcios pensando así? ¡En tal caso su gloria arquitectónica jamás hubiera existido, y mucho menos, su gloria interna! A nuestros yoes sí los queremos cuidar ¿he?, pero al Eterno Padre Cósmico que nos dio la vida, al Todopoderoso, a él, no le queremos dar la atención que merece. ¡Esto es raro! ¿No les parece? ¿No creen ustedes que nuestro Creador, el Ser, la bondad de las bondades, la misericordia de las misericordias, merece más dedicación y amor de nuestra parte? Pensémoslo un poquito, pensémoslo… A menos que…, claro…, no creamos en él.

El V.M. Samael nos explica que necesitamos desarrollar las emociones superiores a la par de la oración, para que el milagro de recorrer este camino, se haga posible. Nuestro bendito Maestro nos dice: Imaginación, inspiración e intuición, son los tres caminos obligatorios de la Iniciación. Cuando uno es capaz de imaginar algo, cuando es capaz de sentirse uno inspirado y de llegar a derramar lágrimas al contemplar ese “algo”, entonces siente también algo más profundo, más hondo: la voz del silencio, de la que hablara Helena Petronila Blavatsky: la intuición. ¡La Intuición es maravillosa! Por medio de la Imaginación, puede uno ver el Mundo Astral. A través de la Inspiración, puede uno llegar al Mundo Mental, pero la Intuición lo lleva a uno mucho más lejos, la Intuición lo lleva a uno al Mundo del Espíritu Puro, entonces puede uno contemplar, allá, el espectáculo de la Naturaleza, del Universo; ver a la Naturaleza, al Universo, tal como es; moverse en el Mundo del Espíritu Puro, platicar uno con los Devas, con los Elohim o Prajapatis, con esa Hueste Creadora del Demiurgo. Puede hablar directamente con ellos para recibir la Enseñanza, la Sapiencia. Esto es “Intuición”. No olviden, pues, que la Imaginación, la Inspiración y la Intuición, son los tres caminos obligatorios de la Iniciación. No sería posible entender realmente a los Seres estrictamente espirituales que viven allá, en la región de los Elohim, si uno no tuviera desarrollada la Intuición, nada entenderíamos, porque ellos hablan en cierta forma, en cierta manera, y si uno no es Intuitivo, pues no los entiende (hay que saberlos entender). Cualquier Facultad es útil dentro de su órbita, fuera de su órbita es inútil. Dejemos al Intelecto en su órbita y apelemos a la Imaginación. Vamos a desarrollarla, y cuando ya la hayamos desarrollado, entonces subiremos por las escalas de la Inspiración y de la Intuición. Incuestionablemente que, con paciencia, se puede llegar muy lejos, de verdad, muy lejos en estos estudios. Pero hay que trabajar, porque si todo lo volvemos teoría, entonces nos quedamos en puras teorías. Hasta aquí las palabras del V.M. Samael.

La oración está íntimamente ligada a estos tres peldaños iniciáticos. Intentaremos comprenderlos en relación al desarrollo de la mística y la oración, intentaremos comprender de qué forma todo esto se relaciona. Si experimentamos con la imaginación, unida ésta a estados místicos, podremos advertir de inmediato que la imaginación es un “poder creador” muy efectivo, con la capacidad de invocar, atraer y plasmar fuerzas superiores. La imaginación aumenta grandemente la atracción de las fuerzas divinales, porque es como un agente directriz de las energías, un eficaz intermediario. Muchas personas parece que, cuando hablamos de imaginación, le otorgan a ésta la capacidad de “ver”, pero no la capacidad de “crear”. Bueno, pues el V.M. Samael le llama a la imaginación, “imaginación creadora”, no por casualidad, sino porque la imaginación realmente crea. Permítannos repetir este concepto para reflexionar y comprenderlo mejor: “La imaginación invoca, atrae y plasma las fuerzas superiores”. Lo que resulta muy alentador, es que es instantáneo, es decir, esto funciona en el momento en que uno comienza a imaginar. No es como tantas cosas en nuestros estudios que requieren años de práctica para recién comenzar a disfrutar sus efectos, como sucede con la meditación, por ejemplo, que es un terreno que se conquista lentamente. ¡La imaginación actúa y es efectiva, tan pronto uno la pone en práctica! Si alguien no tiene aún la capacidad de imaginar nada, o lo que percibe es muy borroso, o está siempre expresado en un degradé de grises, logrará progresar muy rápidamente si consigue disparar emociones de

entusiasmo unidas a la imaginación. Si uno se lo propone, es muy fácil sentir un poco de entusiasmo por algo, simplemente a través de la reflexión y de la palabra, y con un poquito de determinación, todo el mundo puede comenzar a tener imaginación consciente. Si el interesado logra crear en su interior el necesario entusiasmo, uniéndolo a un poquito de fe mientras practica, logra de inmediato comenzar a visualizar mejor que antes. La realidad es que la capacidad de visualizar se desarrolla muy rápidamente con la práctica, en apenas unas pocas semanas o un par de meses. Si uno se acostumbra a imaginar, la claridad, los colores, las formas, la sensación de lo que uno está viendo, mejoran rápidamente. Cuando la imaginación es muy intensa y se une a las emociones superiores, es decir, cuando la imaginación se une al llamado “segundo peldaño”, “la inspiración”, el poder creador de la imaginación es entonces formidable, al punto de atraer hacia nosotros a los seres superiores a quienes estamos orando. La imaginación unida a la inspiración, tiene el poder de conectar dimensiones entre sí. Crea como un puente por el cual se conectan mundos muy distintos, como por ejemplo, el mundo físico con el mundo causal, donde residen tantos seres de conciencia despierta, prestos a ayudarnos. Si aprendemos a estar en silencio, si hacemos de la oración una forma de la meditación, una meditación mística, y siguiendo nuestro corazón aprendemos a bucear en nuestro propio interior, entonces va apareciendo tímidamente, la intuición. Si la intuición comienza a funcionar, como nos lo explica nuestro Avatara, entonces comenzamos a comprender lo que estamos viviendo, más y más.

Tenemos que saber entender lo que el V.M. Samael nos está explicando sobre estos tres peldaños, nos referimos a que la imaginación, la inspiración y la intuición, no es que, o se tengan o no se tengan. En realidad, el desarrollo de estas facultades es paulatino. Si nosotros aprendemos a imaginar mejor, podremos sentir mejor, y si podemos imaginar y sentir mejor, tendremos un poquito más de intuición. Aprender a imaginar es bastante fácil. Aprender a sentir inspiración es más difícil porque requiere cohesión interior, hay que conectarse más profundamente con uno mismo, hay que quitarse la herrumbre emocional que uno carga encima, la frialdad, y aprender a prestar más atención al Centro Emocional Superior y sus mensajes. La intuición, sin embargo, no se posee por desearla, la intuición es el resultado del trabajo interior, y fundamentalmente, de la meditación y el desembotellar la esencia a través de la muerte del ego. Lo que a nosotros nos interesa, es comprender que la oración y la mística están condicionadas por estos tres peldaños. Los estados místicos están contenidos en estos tres peldaños. Hasta podríamos decir que la conquista de la imaginación, la inspiración y la intuición, son en realidad, procesos místico-religiosos. El camino de la oración unido a la mística, nos ayudará a desarrollar la imaginación, la inspiración y la intuición. Mientras más oremos y mejor lo hagamos, más y más se irán desarrollando estos tres peldaños, íntimamente relacionados con la oración correcta, es decir, con el Tercer Estado de Conciencia o Recuerdo de Sí. La oración es un coadyuvante general en el desarrollo psíquico y espiritual de todo devoto, desarrolla la concentración, la capacidad de recordarse a sí mismo, las emociones superiores, la fe consciente, procura

la meditación, nos ayuda a mejor comprendernos a sí mismos, atraemos ayudas de lo alto, etc. Como estamos comenzando a vislumbrar, convertirnos en verdaderos místicos (como nuestros hermanos del pasado lo fueron), se puede, pero no es tan así nomás…, se requiere de un trabajo interior y de un desarrollo de nuestra psiquis. Utilicemos todos estos grandiosos conocimientos brindados por el V.M. Samael Aun Weor, y aprovechemos nuestra existencia para desarrollarnos.

Durante las próximas cuatro semanas, vamos a entrar en una práctica que, en palabras del V.M. Samael, es la más poderosa que existe para el desarrollo de nuestro corazón: la meditación en el “Padre Nuestro”. Veamos en un resumen todas las instrucciones necesarias para bien realizar esta práctica, recopiladas de la obra de nuestro Avatara: Nos dice el Maestro: El Padre Nuestro es la oración más perfecta que existe porque tiene siete peticiones mágicas especiales. Es por eso que esta oración es la más poderosa y su sentido está mucho más allá de lo que sus palabras en principio sugieren, es decir, tiene verdades esotéricas altísimas que sólo la conciencia puede sentir y comprender. “En el corazón reside el Íntimo, en el corazón está Dios, el que despierta el Chacra del corazón adquiere la intuición. El que despierta el Chacra del corazón, aprende a estudiar todas las cosas con el corazón y se vuelve Sabio. La oración del Padre Nuestro es el poder mágico más grandioso para despertar el Chacra del corazón. Orar es conversar con Dios. El Padre Nuestro sirve para conversar con Dios”. Haciendo un resumen de las distintas indicaciones que el Maestro nos da en su obra sobre cómo realizar la práctica, estudiemos lo siguiente: Para realizar la práctica, el estudiante tiene que acostarse de espaldas formando una estrella con su cuerpo, es decir, abriendo piernas y brazos, y relajarse bien haciendo uso de profundas respiraciones, y a la vez, como en una meditación, tiene que ir calmando su mente. Después de relajar su cuerpo y calmar su mente, el estudiante ha de concentrarse en su corazón y en su Dios Interno, en su Íntimo, y

comenzar a orar el Padre Nuestro, pero de forma muy, muy lenta, tomándose varios minutos para cada una de sus frases. La idea no es orar mecánicamente, sino que cada frase sea reflexionada en detalle, descubriendo su sentido, penetrando en él emocionalmente, navegando en cada uno de los pormenores que nuestro corazón nos traiga a la conciencia. Cuando ya se está reflexionando en profundidad, hay que ir dejando que el sueño del cuerpo nos invada, combinando la oración, el semisueño, la reflexión y la adoración, como siempre, bajo el elemento conciliador y unificador que es el Recuerdo de Sí. Dado a que lo mejor es llegar al sueño, es decir, a literalmente dormirnos hacia el final de la práctica, obviamente, será mejor hacerla de noche. Para aquellos que están acostumbrados a dormir una siesta, durante la hora de la siesta también podría esta práctica, ser realizada. Tiempo: En realidad, no podemos ponerle a esta práctica un tiempo demasiado fijo. Sólo haremos referencia a lo que nos dice el Maestro, quien nos recomienda utilizar al menos una hora en meditar el Padre Nuestro completo. También es importante conocerlo de memoria, ya que no podemos hacer estar práctica con los ojos cerrados y estando relajados, mientras leemos, hay que aprenderlo de memoria. Nos dice el V.M. Samael que podemos lograr tener experiencias extraordinarias a través de este método de oración con el Padre Nuestro en meditación, y que por eso es importante que, al despertar, utilicemos las técnicas para bien recordar los sueños, es decir, por ejemplo, no movernos para que la memoria no se nos borre, realizar el Mantram

“Raom Gaom” para recordar lo soñado, si es que no nos acordamos del sueño, y escribir en un cuaderno nuestras experiencias. Tengamos en cuenta que existen muchas versiones del Padre Nuestro. El tiempo pasa, y, equivocadamente, las gentes van diversificando esta oración (y en realidad, todo lo que es religioso), a veces poniéndole más palabras, a veces quitándole algunas. Por eso nos remitiremos al Padre Nuestro original, que recomendamos se utilice para esta práctica, el cual es Gnóstico en un ciento por ciento, y que es el siguiente: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en los cielos. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos de todo mal y de todo peligro. Porque tuyo es el Reino del Poder, de la Gloria y de la Fuerza, por los siglos de los siglos. Amén.” Mucha suerte, caminante, durante estas cuatro próximas semanas con la práctica del Padre Nuestro, que tu aliento no decaiga, y sigamos con perseverancia adentrándonos en el mundo de la verdadera mística. Al final de estas cuatro semanas, obviamente, habremos logrado dar pasos definitivos en nuestro progreso. ¡Fuerza y adelante! ¡Hagamos de la oración, una forma de vida!