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HUGO QUINTERO BERNATE Magistrado Ponente SP1784-2021 Radicación No. 59046 (Aprobado Acta No. 112) Bogotá, D.C., doce (12) de mayo dos mil veintiuno (2021). I. ASUNTO Resuelve la Corte el recurso extraordinario de casación presentado y sustentado por la defensa técnica de ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ, contra la sentencia de 23 de septiembre de 2020, proferida por una Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Bogotá. II. HECHOS De conformidad con los fallos de primera y segunda instancia, ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ laboró para el Terminal Marítimo y Fluvial de Cartagena del 05 de octubre de

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HUGO QUINTERO BERNATE

Magistrado Ponente

SP1784-2021

Radicación No. 59046

(Aprobado Acta No. 112)

Bogotá, D.C., doce (12) de mayo dos mil veintiuno

(2021).

I. ASUNTO

Resuelve la Corte el recurso extraordinario de casación

presentado y sustentado por la defensa técnica de ALFONSO

TABORDA GONZÁLEZ, contra la sentencia de 23 de

septiembre de 2020, proferida por una Sala de Decisión Penal

del Tribunal Superior de Bogotá.

II. HECHOS

De conformidad con los fallos de primera y segunda

instancia, ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ laboró para el

Terminal Marítimo y Fluvial de Cartagena del 05 de octubre de

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ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ

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1977 al 30 de junio de 1992, desempeñándose como auxiliar

de servicios varios en el último cargo ocupado. Igualmente,

TABORDA GONZÁLEZ en su calidad de trabajador del referido

puerto, participó del Sindicato de trabajadores de la entidad,

agremiación en la que además de afiliado, ejerció como

secretario y presidente.

Mediante acto administrativo de 19 de agosto de 1992,

Puertos de Colombia – Terminal Marítimo y Fluvial de

Cartagena – reconoció a favor de TABORDA GONZÁLEZ

pensión de jubilación especial, a partir del 01 de junio de

1992.

Disuelta y liquidada la empresa marítima y creada una

entidad para la gestión de los pasivos – FONDO DE PASIVO

SOCIAL DE LA EMPRESA PUERTOS DE

COLOMBIA - FONCOLPUERTOS –, miles de ex trabajadores

portuarios, en contubernio con abogados litigantes y

funcionarios administrativos del Fondo e incluso jueces de la

República, realizaron reclamaciones prestacionales ilegales, a

las cuales accedieron en detrimento de los bienes públicos.

En este contexto, se encuentra que en el año 1995,

ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ solicitó ante

FONCOLPUERTOS la reliquidación definitiva de prestaciones,

con base en los factores PRIMA PROPORCIONAL DE

SERVICIOS, PRIMA PROPORCIONAL DE ANTIGÜEDAD,

SOBRETASA, VACACIONES COMPENSADAS, MES DE

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HUELGA Y UNIFORMES, los cuales, afirmó el empleado, no

habían sido tenidos en cuenta al momento de su liquidación.

Es así que según acta Nr. 033 de 17 de enero de 1996,

se produjo acuerdo conciliatorio entre las partes respecto de

la petición elevada por TABORDA GONZÁLEZ, acordándose

un reconocimiento por parte del Fondo de $ 70.429. 008.oo a

favor del ex trabajador. Suma cuyo pago se ordenó por el

entonces Director General de FONCOLPUERTOS, HERNANDO

RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, a través de resolución Nr. 035 de

12 de enero de 1996, cancelada a su beneficiario por el Banco

Ganadero el 18 de enero siguiente.

Con posterioridad, se establece por parte del Grupo

Interno de Trabajo – Gestión Pasivo Social Puertos de

Colombia – Área Sistema Nacional de Pagos del Ministerio de

la Protección Social, que la reliquidación concedida al ex

trabajador, además de contener inconsistencias en las fechas

del acta de conciliación y la orden de pago, así como también,

adolecer de los documentos que se mencionaba respaldaban

la decisión, era a todas luces improcedente, ya fuera porque

unos factores habían sido ya liquidados en su momento o

porque otros carecían de sustento legal.

III. ACTUACIÓN PROCESAL RELEVANTE

1. El 04 de abril de 2007, la Fiscalía Octava Delegada,

adscrita a la Unidad Nacional de Delitos contra la

Administración Pública – Estructura de Apoyo para

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Foncolpuertos, profirió resolución de apertura de instrucción

en contra de ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ, disponiendo

su vinculación mediante indagatoria, diligencia adelantada el

12 de marzo de 2008.

2. El 20 de octubre de 2009 se declaró el cierre de la

investigación y el 22 de noviembre siguiente el instructor

calificó el mérito del sumario acusando a TABORDA

GONZÁLEZ como determinador del delito de peculado por

apropiación agravado, de conformidad con los artículos 397,

inciso segundo, y 30 del Código Penal.

3. Inconforme con la decisión, el apoderado del acusado

interpuso recurso de apelación.

4. La Fiscalía Veintidós, delegada ante el Tribunal

Superior de Bogotá, mediante resolución de 15 de junio de

2011 confirmó el llamamiento a juicio del señor ALFONSO

TABORDA GONZÁLEZ.

5. De la etapa del juicio conocieron en su orden los

Juzgados 31, 50, 51 y finalmente 16 Penal del Circuito de

Bogotá, autoridad judicial que a través de sentencia emitida el

30 de abril de 2020, condenó al procesado a 75 meses de

prisión y multa de 495.54 salarios mínimos legales mensuales

vigentes para el año 1996 – correspondientes al valor de lo

apropiado ilícitamente – e inhabilitación para el ejercicio de

derechos y funciones públicas por igual lapso de la pena

privativa de la libertad.

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Dispuso adicionalmente, el pago de igual proporción de

dinero por concepto de daños y perjuicios a favor de la Nación

(Unidad de Gestión Pensiones y Parafiscales – UGPP).

En cuanto a los subrogados penales, negó la suspensión

condicional de la ejecución de la pena y se abstuvo de emitir

pronunciamiento respecto a la prisión domiciliaria.

6. Interpuesto recurso de apelación por la defensa, una

Sala de Decisión Penal del Tribunal Superior de Bogotá,

mediante providencia de 23 de septiembre de 2020 confirmó

en lo que fue objeto de impugnación, el fallo de primera

instancia.

7. Contra la anterior decisión el apoderado de

ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ interpuso oportunamente

el recurso extraordinario de casación y presentó, en tiempo,

el correspondiente libelo.

8. Adelantado el trámite legal pertinente y remitida la

actuación a la Corte, mediante auto de 07 de abril de 2021 y

por encontrarse cumplidos los presupuestos del

artículo 212 de la Ley 600 de 2000, se admitió la demanda

de casación interpuesta, ordenándose correr el traslado de

establecido por el artículo 213 ibídem.

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IV. LA DEMANDA

Previa relación de los hechos objeto de juzgamiento y de

la sentencia demandada, así como también, de la actuación

procesal y los sujetos procesales, el libelista formuló un único

cargo de nulidad, por violación al debido proceso, con

fundamento en la causal 3ª del artículo 207 de la Ley 600 de

2000.

Apoyado en extensa jurisprudencia de la Corte

Suprema de Justicia, califica la sentencia impugnada de

ausente de motivación en lo que fue objeto del recurso de

apelación interpuesto, específicamente en lo que tiene que

ver con el grado de participación – en calidad de

determinador – y el dolo, atribuidos al procesado.

Para el censor, la figura jurídica de la determinación,

supone la demostración de la tipicidad y la antijuridicidad de

la conducta punible cometida por el “determinado”, situación

que indica, los jueces de instancia no comprobaron,

despachando el tema con “argumentos puramente formales”.

Como tampoco se hizo respecto al mandato, orden, coacción,

asociación o consejo, a través del cual actúa el

“determinador”.

En igual sentido hizo referencia frente al dolo, respecto

del cual sostuvo que los falladores de primer y segundo grado

se abstuvieron de señalar prueba alguna de su existencia.

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Así las cosas, postula el casacionista que conforme al

artículo 306.2 del Código de Procedimiento Penal de 2000, la

falta de motivación de la sentencia de segunda instancia y/o

ausencia de pronunciamiento sobre los temas propuestos

por la defensa en la sustentación del recurso de apelación,

constituye violación clara al debido proceso y derecho a la

defensa de su representado, lo cual amerita casar la

sentencia impugnada y anular lo actuado por el Tribunal.

V. CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO

La Procuradora Tercera Delegada para la Casación

Penal solicitó no casar el fallo impugnado por carecer la

sentencia demandada del defecto fáctico denunciado por el

abogado defensor.

Al respecto estimó que de los fallos tanto de primera

como de segunda instancia, era fácilmente identificable cómo

del análisis de los medios de convicción acopiados, los

juzgadores habían extraído la calidad de participación del

acusado, así como también, su compromiso en el tipo

subjetivo de la conducta.

Luego de indicar “los elementos probados dentro del

proceso” relacionados con el “acuerdo criminal” y el dolo del

acusado, reseñados en las sentencias de primera y segunda

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instancia, concluyó que en sub iúdice había sido acreditada

la tipicidad y culpabilidad del acusado, resaltando que el fallo

de segundo grado, dio respuesta a los precisos elementos

constitutivos del disenso, fundamentó la valoración del

material probatorio existente y con base en ello determinó

tanto la forma de participación, como el dolo del actor.

En criterio de la delegada, el asunto se circunscribe a la

inconformidad del accionante con la solución jurídica dada

al caso en lo que tiene que ver con la tipicidad de la conducta,

la cual en criterio del censor exige la declaración judicial de

responsabilidad del funcionario público determinado, y el

dolo, categoría que insistió el recurrente, impone el deber de

demostración del conocimiento que de la ilicitud de la

conducta tenía el procesado. En últimas, refiere la

representante del Ministerio Público, la defensa de TABORDA

GONZÁLEZ lo que pretende es imponer su particular punto

de vista sobre la interpretación, alcance demostrativo y

valoración de los elementos probatorios, situación que

recuerda, es por entero ajena a la naturaleza del recurso de

casación.

De lo expuesto concluye en consecuencia, la

inexistencia material del vicio propuesto en el cargo, razón

suficiente para declarar la no prosperidad del mismo.

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VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. En atención a que los defectos de la demanda de

casación se entienden superados con su admisión, la Sala

procederá a examinar de fondo el reparo formulado por el

defensor de ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ.

2. Así pues, el problema jurídico a resolver consiste en

determinar, si en el sub iúdice se configura el defecto

demandado constitutivo de violación al derecho al debido

proceso y defensa. En otras palabras, si la sentencia de

segunda instancia carece de la argumentación debida, en

relación con los temas debatidos por la defensa en la

sustentación del recurso de apelación y que en últimas se

contraen a censurar la ausencia de demostración del grado

de participación y culpabilidad del procesado ALFONSO

TABORDA GONZÁLEZ.

Sólo, de confirmarse la existencia del defecto

denunciado, la Corte se ocupará de analizar si el mismo es

constitutivo de vulneración del debido proceso que amerite la

nulidad de lo actuado, tal como lo pretende el recurrente.

3. De la revisión de las sentencias de primer y segundo

grado, así como también, de la sustentación del recurso de

apelación interpuesto contra el fallo de primera instancia y

del material probatorio legalmente allegado al expediente, la

tesis de la Sala se decanta por afirmar, que los fallos de

primera y segunda instancia se ocuparon debidamente de

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sustentar y refutar las razones por las cuales se atribuían

tales categorías al procesado y no se acogían las tesis

expuestas por la defensa.

4. Como premisas normativas que respaldan la anterior

tesis, se citan, entre las más importantes:

- El artículo 29 de la Constitución Política garantiza el

derecho al debido proceso, el cual rige para toda actuación

judicial y de conformidad con el cual, «Toda persona se

presume inocente mientras no se la haya declarado

judicialmente culpable» y «Quien sea sindicado tiene derecho

(…) a un debido proceso público (…); a presentar pruebas y a

controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la

sentencia condenatoria (…)».

- El artículo 13 de la Ley 600 de 2000, reitera la garantía

de contradicción, a la vez que impone a todo funcionario

judicial el deber de motivar todas aquellas decisiones que

afecten derechos fundamentales.

- El artículo 170 ibídem, en su numeral 4º, indica como

contenido indispensable de la sentencia «[e]l análisis de los

alegatos y la valoración jurídica de las pruebas en que ha de

fundarse la decisión.» que debe leerse en concordancia con

el 238 del mismo Estatuto en tanto manda que “El

funcionario judicial expondrá siempre razonadamente el

mérito que le asigna a cada prueba”.

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De la normativa anterior, surge la exigencia de la

motivación «en hecho» y «en derecho», como condición

necesaria para la validez de los pronunciamientos

jurisdiccionales en materia penal. En otras palabras, se

deduce el derecho de todo sindicado y/o acusado a obtener

la resolución del caso en que se ha visto involucrado, a través

de providencia motivada, esto es, a través de la

argumentación, sustentada tanto en la ley que gobierna el

caso, como en las pruebas legalmente aportadas a la

actuación.

Es esta la única forma de desvirtuar la presunción de

inocencia, vinculando la decisión judicial en derecho, a la

estricta legalidad; y de hecho, a la prueba de la hipótesis

acusatoria. Lo que permite a su vez que las decisiones sean

refutables a través de los recursos y controlables por una

instancia superior e incluso por la sociedad en general, pues

la motivación, sobre todo, estructura la legitimidad que en

democracia deben tener las decisiones de los Jueces.

Garantizándose a la par, los derechos a la defensa, de

contracción y al debido proceso.

Tratándose de la sentencia de segunda instancia, a

través de la cual se resuelve la impugnación propuesta por

la parte, igualmente la cobija el mismo deber, no sólo porque

con base en los argumentos del recurrente y aquellos

expuestos en el fallo de primera instancia, el superior

jerárquico examina y/o revisa el fundamento tanto legal

como fáctico de éste último, sino también, porque a partir de

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este examen, posibilita a las partes legitimadas, tomar una

acertada determinación acerca de la interposición del recurso

extraordinario de casación.

Luego entonces, la ausencia o deficiencia en la

motivación, compromete la espina dorsal del debido proceso

y garantías inherentes a éste, como lo son la presunción de

inocencia y los derechos a la defensa y contradicción.

5. La jurisprudencia de la Corte es extensa y prolífica

en el desarrollo del tema. Así se recordó en reciente

providencia:

«Constituye deber ineluctable de todo

funcionario judicial al proferir una decisión (sea que

se trate de sentencias o de providencias que

resuelven aspectos sustanciales), exponer de forma

detallada, coherente, lógica y comprensiva, los

supuestos vinculados inescindiblemente al objeto

que le es propio, vale decir, consignar las razones

fácticas y jurídicas, el valor suasorio otorgado al

conjunto probatorio y las inferencias y los juicios

lógicos sobre los cuales edificó la determinación y

que respaldan el sentido de la misma, aspectos

todos que procuran salvaguardar aquellas

garantías anejas al debido proceso, verbigracia, la

defensa técnica, la presunción de inocencia y el

contradictorio.

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Tiene dicho la Sala (Cfr. entre muchas otras,

CSJ SP, 24 jul. 2013, rad. 36448, CSJ AP, 17 nov.

2011, rad. 37695 y CSJ SP, 29 jul. 2008, rad.

24143) que, cuando en la sede extraordinaria se

reprocha una sentencia por irregularidades en su

motivación, es imprescindible que el censor precise

qué aspectos sustanciales, debida y

oportunamente propuestos a los juzgadores de

instancia, dejaron de ser resueltos, y si tales

defectos ocurrieron a consecuencia de alguna de las

siguientes situaciones, decantadas por la

jurisprudencia como causa enervante por falta de

motivación de la declaración de justicia expresada

en el fallo: (i) ausencia de motivación, es decir,

porque no se consignan las razones de orden

probatorio, ni los fundamentos fácticos y jurídicos

en que se apoya la sentencia; (ii) motivación

insuficiente, incompleta o deficiente, esto es,

porque se omitió el pronunciamiento de alguno de

los aspectos descritos, o porque los motivos

aducidos son insuficientes, de modo que impide

saber cuál es el fundamento de la decisión, o se

dejaron de examinar los alegatos de los sujetos

procesales en tópicos trascendentales para resolver

el problema jurídico concreto; (iii) motivación

equívoca, ambigua, ambivalente o dilógica, que

tiene ocurrencia cuando se involucran conceptos

excluyentes entre sí, al punto que es imposible

desentrañar el contenido de la motivación, o las

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razones expuestas en ella son contrarias a la

determinación finalmente adoptada en la resolutiva

y, (iv) motivación sofística, aparente o falsa,

esto es, cuando a través de una valoración

incompleta o deformada de la prueba se construye

una realidad diferente al factum, el juez se aparta

abiertamente de la verdad probada, para llegar así

a conclusiones abiertamente equívocas».1

6. Ahora bien, como premisas fácticas que respaldan la

tesis de la Sala y con respecto a los temas cuya motivación el

censor echa de menos y/o califica como insuficiente,

contrastadas las sentencias de primera y segunda instancia,

se estableció lo siguiente:

6.1. En el fallo de primer nivel, al momento de analizar

el grado de participación del acusado como determinador,

el a-quo, luego de citar el fundamento legal (artículo 30 de la

Ley 599 de 2000) y algunos apartes doctrinales y

jurisprudenciales acerca de este dispositivo amplificador,

consideró:

«Descendiendo al caso concreto, de acuerdo

con las pruebas que obran en la actuación, es claro

que el señor TABORDA GONZÁLEZ es responsable

a título de determinador del delito de peculado por

apropiación agravado, toda vez que si bien es cierto

que la doctrina penal ha admitido que la

1 CSJ, AP2973-2020, de 28 de octubre, Rad. 55008.

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determinación se fragua a través de las

modalidades a las que hace mención, no lo es

menos que, contrario a lo alegado por la defensa,

tales corresponden únicamente a ejemplos de

mecanismos, sin que alguna vez hubiese

establecido un número cerrado (numerus clausus),

de allí que haga también referencia a ‘Sin la

pretensión de agotar los desarrollos doctrinarios en

torno al tema…’ o a ‘cualquier otro medio’ (numerus

apertus) que viabilice efectivamente que el

determinador logre que el determinado obre

injustamente en el sentido ilícito que el primero se

propone, sin que para este efecto como en el

presente asunto, sea necesario el conocimiento

previo o concomitante, o la relación interpersonal,

negocial, de amistad o el común acuerdo expreso

entre éstos.

De lo anterior se desprende que no es

necesario el atisbo del hecho que vincula al

procesado con quien finalmente cuenta con la

disposición de los recursos del Estado, pues, como

se refirió, basta que haga surgir o reafirmar en el

determinado la idea o resolución de actuar contrario

a derecho, situación que se patentiza en el presente

caso, pues, si realmente hubiera actuado dentro de

los cánones de la rectitud y buena fe, no hubiera

solicitado reconocimiento de prestaciones, cuando

la empleadora había obrado de conformidad con la

CCT y la Ley. Así, al solicitar reclamaciones de las

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prestaciones sociales carentes de sustento, con el

propósito inequívoco de recibir beneficios

económicos, logrando ilícitamente la obtención de

dineros públicos, realizando gestiones que de su

parte eran necesarias para mover el aparato

administrativo, a fin de que fueran las autoridades

administrativas competentes las que dispusieran lo

necesario para que su propósito se materializara en

la realidad, es decir, lograr que del Tesoro nacional

se destinaran algunos rubros para engrosar

indebidamente su peculio personal.

(…)

Resulta diáfana la resolución en el acriminado

de que dichos servidores públicos cometieran una

conducta típica y antijurídica para beneficio propio,

como lo fue que se reconocieran reliquidaciones en

el acuerdo conciliatorio junto con la apoderada de

Foncolpuertos, que derivó en la concreción del acta

No. 033 y que tal entidad emitiera la resolución No.

035, mediante la cual ordenó pagar reliquidación

de prestaciones sociales.

El procesado presentó reclamaciones con el

propósito y voluntad inequívocos de conseguir que

la idea delictual se transformara con la necesaria

actuación del(os) respectivo(s) servidor(es)

público(s) o quien se le(s) equiparaba(n), en una

serie de decisiones o actos ilegales así como de la

conciliación favorables a la finalidad delictual por

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él trazada, la cual se concretó en la comisión del

delito de peculado por apropiación agravado.

(…)

(…) no era necesario que el mismo Director

ante quien se presentaron las reclamaciones

hubiese sido el que las resolviera, o que entre el

determinador y el determinado exista una relación

interpersonal, de negocios, de amistad o el común

acuerdo expreso, como pretende la defensa, toda

vez que para el caso bastó con que las actuaciones

del procesado, inequívocamente dirigidas a

defraudar el peculio público, constituyesen el

motivo de impulso de los trámites pertinentes y de

la apropiación irregular.

Por manera que es evidente que la

reliquidación de prestaciones sociales sin sustento

jurídico, fue posible con el concurso efectivo de

servidores públicos, (…) lo que confirma que si bien

es cierto el procesado no tuvo dominio del hecho,

teniéndolo el servidor público (…), no lo es menor

que consumó su propósito, logrando determinar con

su conducta criminal la comisión de las conductas

punibles aquí analizadas.

En virtud de lo anterior, el actuar de acusado

fue un medio eficaz e idóneo para determinar la

perpetración de los comportamientos ilícitos

examinados que derivaron en apropiación

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injustificada de dineros del Estado de manera

efectiva.

Por tal razón, el Despacho considera acertada

la acusación de la Fiscalía delegada en torno del

grado de participación del acusado, esto es, al

señalarlo como agente en calidad de determinador.»

Y en relación con el tipo subjetivo de la conducta

atribuida, la misma providencia estimó:

«(…) en torno del dolo requerido, es decir, al

conocimiento de que con su actuar se puede incurrir

en una conducta ilícita configuradora de punible, y

aun así se perpetra el comportamiento prohibido,

este Estrado aprecia que en injurada y ampliación

de la misma, el acusado expuso algunos elementos

de los que con suficiencia y con apoyo de los medios

suasorios obrantes en la actuación se desprende

que, aunque parece mostrar ajenidad respecto del

conocimiento de las ilicitudes examinadas, es todo

lo contrario lo que se concluye, esto es, que acorde

a lo aquí explicado, que no es necesario reiterar, por

un lado, el acriminado exportuario tenía plena

ciencia de que el comportamiento desatado era

constitutivo de conducta típica y antijurídica

delictiva de peculado por apropiación, aún,

inclusive, con las reiteraciones de quebrantamiento

del ordenamiento jurídico penal, y todavía sabiendo

que su proceder era ilegal, sin miramiento y sin

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ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ

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compasión alguna respecto del daño que iba a

provocar al patrimonio público, desarrolló las

actividades necesarias enfiladas para alcanzar el

protervo fin fraguado, lo que demuestra el alto nivel

del dolo y la indolencia con la que obró, toda vez

que aunque intentó demostrar que sus funciones

como líder sindical no fueron relevantes es

diametralmente opuesto lo que se encontró, ya que

revisada la hoja de vida, entre algunos cargos

desempeñados en FETRABOL, se halla el de

secretario y presidente de esa agremiación.

Así, durante el tiempo que laboró en Puertos

de Colombia se observa que el procesado disfrutó

de varias comisiones viajando a diferentes

ciudades, (…) [se especifican 18 viajes en total] los

objetivos atendían diferentes materias, entre otros,

discusión del salario mínimo, reunión de comité

ejecutivo, reconocimiento de organizaciones y

sindicatos, hacer parte de la organización nacional

del CTC, realizar trabajos relacionados con los

cargos en la confederación, cumplir labores de la

CTC; asimismo, se encuentra se desplazó a otras

ciudades para asistir como instructor en cursos

sindicales, lo que demuestra que tenía amplio

conocimiento sobre las convenciones y los derechos

de los trabajadores.

De cara al material probatorio recaudado, si

bien es cierto está demostrado que ALFONSO

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ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ

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TABORDA GONZÁLEZ no ostenta título profesional,

no menos cierto es que para la configuración del

dolo y la representación intelectual de la ilicitud del

obrar, así como para el enderezamiento de la

voluntad para desplegar un accionar como el aquí

escrutado, no se requiere un meridiano o alto grado

de preparación académica en lo específico, de

suerte que las alegaciones enderezadas a

desvirtuar la existencia en el acriminado de la

intención proterva censurada por la Ley, palidece

completamente ante la luz reveladora de los

argumentos expuestos, ya que con suficiente

certeza aviene prístino que aun en la precariedad

de la preparación educativa con ocasión de su

desenvolvimiento en asuntos sindicales, le era

absolutamente claro que para conquistar el objeto

defraudatorio ideado requería la realización de

trámites que no eran ajenos a su básico entender,

en el asunto que nos compete por vía administrativa

incluso sin apoyo de abogado, (…) sumado a que de

su desenvolvimiento en los ámbitos personales,

sociales y laborales se desprende la ciencia de que

sabía que no debía reclamar conceptos que no le

eran adeudados y que obrar en tal sentido le podría

acarrear consecuencias jurídicas adversas, aunado

a los predicamentos que emergen de la experiencia

común de donde aviene admisible pregonar que en

los hogares, ámbitos escolares o de estudio así

como en los lugares de trabajo se insiste en el

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acogimiento, práctica y promoción de los principios

elementales que garantizan el mínimo de

convivencia digna y esperable conocidos como

honestidad, verdad, transparencia, respeto por lo

ajeno y también por lo público, entre otros. Así,

contrario sensu, inaceptable sería sostener que en

las instancias familiares, educativas y laborales, lo

que se enseña como deseable y lícito es atentar

contra dicha principalística, utilizar estratagemas,

duplicación de pedimentos o silenciar la realidad

para apropiarse indebidamente de lo público.

En atención a lo anterior, observa el Despacho

que se halla demostrada la situación de

compromiso subjetivo del acriminado en el

despliegue del operar delictivo escrutado, toda vez

que, contrario a lo alegado por la defensa, reposan

elementos cognitivos que arrojan conclusiones que

permiten arribar a un predicamento prístino y

completamente confiable tocante a este tópico”.»

Añadiéndose sobre este punto:

«Se agrega a lo dicho que el ex trabajador,

habida consideración de otros trámites alternos y

posteriores, persiguió reconocimientos dinerarios,

por ello tampoco le era ajeno el proceder que debía

emprender en el marco de la defraudación de

Foncolpuertos y exculpándose vanamente en su

otrora calidad de trabajador de bajo rango, lo cual

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no es de recibo para este Estrado, porque la

claridad de todas las circunstancias permiten

aseverar que el ex trabajador es una persona

reincidente en reclamaciones contra Puertos de

Colombia o Foncolpuertos, estando en algunas de

ellas apoyado de apoderado judicial, tanto es así

que en el material probatorio allegado se

encontraron 4 poderes e inclusive un memorial

dirigido al entonces Director revocando los poderes

conferidos a 7 abogados, así como mención de

resoluciones y actas de conciliación que dispusieron

el pago de acreencias laborales, diferentes al objeto

de estudio de la presente providencia, de las

gestiones que debían realizarse y las formas de las

mismas para extraerle dineros indebidamente a la

Nación, es diáfano que obró con pleno conocimiento

de que procedía de forma ilícita y que su actuar le

podría acarrear sanciones legales, ya que para un

ex trabajador oficial no es desconocido que

apropiarse ilegalmente del peculio público puede

configurar un delito y, por ello, ser sujeto pasivo de

pena.

(…)

Es menester mencionar que acorde a lo

probado en el expediente, es notoria la insistencia

del acriminado en lograr la extracción injustificada

de los recursos del Estado para engrosar su

patrimonio particular, siendo claro que el

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acriminado efectivizó el cometido propuesto de

persistir en cobros de sumas sin fundamento fáctico

y jurídico válido, logrando finalmente los efectos

económicos de la comentada resolución.

En este orden se aprecia que existe un

comportamiento reiterativo innegablemente

enderezado a obtener sin justificación alguna

dineros provenientes de las arcas públicas, siempre

pretextando derechos insatisfechos o presupuestos

normativos que eran inaplicables, siendo notorio un

obrar temerario y colmado de mala fe, contrario al

artículo 83 superior y 71 (numerales 1 y 2) del

otrora CPC, imperantes entonces.

De hecho, en este orden se percibe que el

proceder materia de causa no corresponde a una

actuación aislada, insular u ocasional, sino que

reviste todas las características de un obrar que

forma parte de una cadena de actividades

habituales y sistemáticamente programadas por el

acriminado para ser llevadas a cabo con fines

defraudatorios del tesoro público.

Es importante señalar que en atención a los

derechos que legal y constitucionalmente tienen las

personas, pueden elevar reclamos ante las

autoridades; no obstante, lo que causa

contrariedad es el abuso de las prerrogativas con el

único fin de desangrar las arcas estatales, pues

claramente los pedimentos realizados lejanos a

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buscar justicia, pretendían incrementar

indebidamente el patrimonio; a lo que se suma, que

no le bastó el reconocimiento efectuado y reconocido

a través de diferentes resoluciones tanto antes

como después de la que es objeto de la presente

causa, ya que fueron múltiples los ruegos que elevó

fundamentados en derechos que no le asistían o ya

habían sido reconocidos,

Además, se recuerda que nunca se acreditó

conducta de la que se desprenda el rechazo de los

resultados dinerarios obtenidos a su favor, sino que

por el contrario se observa satisfacción con el actuar

reiterado, aserto que adquiere mayor vigencia

cuando de la revisión de la hoja de vida se aprecia

que previo a realizar la reclamación objeto de

causa, realizó otra con la que obtuvo reliquidación

de prestaciones que también fueron tenidas en

cuenta en la conciliación No. 033; asimismo, de

manera sucesiva en pretéritas ocasiones intentó

reajustes, situaciones que revelan el dolo con que

actuó.»

6.2. En la sentencia de segunda instancia, por su

parte, el Tribunal, ante lo que constituía objeto de

impugnación y que el censor aduce echar de menos, realizó

un juicioso y concreto análisis.

En este sentido, luego de explicar y puntualizar, con

base en la jurisprudencia vigente de la Sala de Casación

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Penal que «si el extraneus (particular en un delito especial)

instiga a la ejecución de la conducta antijurídica de forma

accesoria (en tanto carece del dominio de la acción) puede ser

objeto de reproche penal en la calidad aludida (determinador)»,

realizó el ad-quem la siguiente argumentación:

«De entrada, el censor sustenta que este

instrumento de reclamación directa [acta de

conciliación Nr. 033] se halla desprovisto de

cualquier insinuación defraudatoria, como quiera

que se efectuó ante una dependencia estatal y no

medió intervención de un abogado que agenciara

las pretensiones del acusado.

Sin embargo, contrario a su postulación, dicho

medio (la conciliación), bajo las circunstancias

analizadas por la primera instancia, constituyó un

verdadero acto ejecutivo de naturaleza delictiva, en

tanto consagraba la solicitud de unos derechos

laborales ilegales.

No cabe duda que, conforme el Código

Procesal Laboral vigente para la época de los

acontecimientos (Decreto Ley 2158 de 1948), este

mecanismo se instituía en una vía diferente a la

demanda, con la finalidad de resolver controversias

fuera del campo jurisdiccional, con los mismos

efectos vinculantes de una decisión judicial (…)

No por ello, como parece entender el apelante,

tal medio de resolución alternativa excluye per se el

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ánimo esquilmatorio de quienes lo utilizan para

adueñarse ilegítimamente de las arcas de la

Nación.

Escenario que, en efecto, puso de presente el

Grupo Interno de Trabajo (GIT) en oficio no. GPSPC-

ASNP de 7 de marzo de 2007:

“Se revisó la tarjeta salarial del

señor Alfonso Taborda González

correspondiente al último año de

servicios, comprendido entre el 30

de junio de 1991 y 1 de julio de

1992, quien se desempeñaba al

momento del retiro en el cargo de

Auxiliar de Servicios Varios y se

verificó que todos los valores allí

registrados fueron incluidos en la

base de la liquidación de

prestaciones sociales,

independientemente de si fueron

causadas en dicho periodo (…)

Por todo lo anteriormente expuesto,

el Acta de Conciliación No. 33 del 17

de enero de 1996, carece de

sustento probatorio.”

Precisamente, a propósito de este espectro de

situaciones en las que ex trabajadores de la extinta

Puertos de Colombia requirieron mediante acuerdos

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directos el aumento sistemático de sus prestaciones

jubilatorias, el Máximo Tribunal de justicia

ordinaria ha señalado que:

“(…) el reconocimiento de

obligaciones ilegales a través deuna

conciliación, configura un acto

idóneo e inequívocamente

encaminado a apropiarse de los

recursos de la administración

pública, esto es, a poner en peligro y

lesionar afectivamente el bien

jurídico protegido con el delito de

peculado por apropiación” (CSJ,

Rad. 48419.)

Y si bien, como alega el inconforme, su

procurado se limitó a requerir de la entidad el pago

de unas acreencias, ese solo comportamiento bastó

para desplegar todo el andamiaje administrativo

(agotamiento de vía gubernativa) en aras de

incrementar en forma ilícita su patrimonio.

Ahora, no puede negarse que a los empleados

del puerto les asistía el derecho a demandar

prerrogativas no satisfechas a su retiro; no

obstante, en este caso, la que planteó TABORDA

GONZÁLEZ, carecía de ese sustento legal

convencional.

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Adicional a esta inconsistencia de

sustentación, la Sala coincide con el impugnante en

que, la forma de participación imputada requiere de

la contribución de un determinado inducido a

realizar la conducta típica, de manera que uno y

otro extremo subjetivo quede totalmente definido en

el pliego de cargos y el fallo de instancia.

Empero, aunque indefectiblemente se requiera

de alguien que ejecute la acción, nada impide

atribuir responsabilidad al procesado sin tener

prueba de la identificación del autor, o como en el

presente caso, que se haya declarado su

responsabilidad en los hechos.

Ciertamente, lo único que se exige es la

certeza de su existencia, por manera que, como lo

afirmó el a quo, se conoce que fueron los

representantes de Foncolpuertos (administrativos)

quienes accedieron a sus indebidas reclamaciones,

a sabiendas de la falta de acreditación probatoria

para el efecto (por demás, ordenando el gasto cinco

días antes de efectuarse la conciliación).

(…)

Y es que en efecto, la Fiscalía no estaba

conminada a relacionar elementos de convicción

encaminados a reconocer quiénes intervinieron en

la cadena delictiva, mucho menos “aportar

testimonio o confesión” de alguno de los partícipes

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(como lo exige el opugnador), pues, como se

desprende de la jurisprudencia en cita, la

responsabilidad penal es de carácter individual.

En estos términos, la intervención del

encartado resultó definitiva para que la actuación

en comento se concretara, producto

indudablemente de su solicitud, con la cual efectuó

la sustracción de rubros oficiales, cometido que

únicamente se lograría a través de la labor

fraudulenta de los funcionarios públicos inducidos

por él mismo, quienes con ocasión y en ejercicio de

sus deberes ostentaban la disponibilidad jurídica

de los bienes de la Nación.

Indiscutiblemente, aunque no contaba con tal

facultad, menos aún, con la potestad para

direccionar tales caudales a su peculio, es decir,

carecía de las calidades jurídicas exigidas al sujeto

activo de la conducta que se le atribuye, de ahí que

se pregone su carácter de inductor, cuando, en

condición de pensionado de la compañía, provocó el

aumento de sus prebendas laborales y, con ello,

allanar el camino para alcanzar su premeditado fin.

Valoración que no se edifica, como

erróneamente propone el opugnador, en un

supuesto “engaño” no comprobado por parte de su

prohijado, pues, importante resulta destacar que no

es el comportamiento que se le reprocha (el cual

tiene cabida bajo otra figura como el fraude

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procesal) sino el de determinar o incitar a servidores

públicos con el fin de recibir, ilegalmente, el pago de

millonarios beneficios económicos con cargo al

Estado, es decir, cometer el ilícito de peculado por

apropiación.»

También precisó el Tribunal respecto al dolo atribuido

al procesado:

«Y es que el ánimo defraudatorio del acusado,

referido al dolo, remite en su estudio al proceso

interno de naturaleza mental o psíquica que por lo

regular no es perceptible o palpable a través de

medios suasorios directos (testimonio, confesión,

documento, etc.), por manera que, tiene como fuente

común de prueba la indiciaria, lo cual no quiere

decir que sea imposible establecer, toda vez que

puede evidenciarse por los actos externos que

despliega el agente y en general, del cúmulo de

circunstancias que rodearon el suceso.

Así, como lo advirtió el a quo, nada impide que

a partir de elementos con los que se encuentra

acreditada la subsunción del comportamiento del

procesado en la norma (tipicidad) y la contrariedad

del mismo con el bien que protege el legislador

(antijuridicidad), también logre inferirse con

observancia de los postulados de la sana crítica, el

conocimiento y voluntad de aquel en la realización

del punible.

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En ese orden, ha de tenerse en cuenta en

primera medida, el contexto en el que se

desarrollaron los hechos, pues según la experiencia

en esta clase de procesos, a raíz de la liquidación

de Puertos de Colombia y la creación de

Foncolpuertos, numerosos ex trabajadores

representados por litigantes inescrupulosos,

promovieron juicios, entre otras acciones, en las que

exigieron con insistencia la declaratoria de

prerrogativas laborales inexistentes a las que no

tenían derecho porque ya les habían sido

debidamente computadas y canceladas al

momento de su retiro voluntario, o por haber

obtenido pensión. Esto, con la aquiescencia de

empleados judiciales y directivos de la empresa,

quienes extendieron providencias y resoluciones

revestidas de aparente legalidad,

Situación de la que, sin duda alguna, tenía

conocimiento el aquí encartado, pues además del

escándalo que a nivel nacional desató esa

condición de la Compañía, el precitado ostentaba la

cualidad de líder sindical, tal como lo afirmó en

diligencia de indagatoria rendida el 12 de marzo de

2008:

(…)

Luego, su amplio recorrido laboral y gremial le

permitía discernir sobre esa coyuntura de ilicitud de

la que finalmente, como muchos otros

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pertenecientes a la asociación, se valió para lograr

el cobro de acreencias concedidas indebidamente.

Al respecto, para el censor, la primera

instancia de forma indebida fundamentó la

responsabilidad de TABORDA GONZÁLEZ de

manera “sofística”, en una única reclamación por la

cual fue acusado, sin embargo, el diligenciamiento

da cuenta que, la conciliación aludida en

precedencia no fue la única exigencia del

prenombrado.

Así, los medios suasorios arrimados al

trámite, concretamente el historial de pago,

informan que aquél se benefició en el trámite de

otros procesos adelantado en forma concomitante a

los aquí reseñados, en los cuales pretendió el

reajuste de cesantías, así como el de la asignación

de jubilación, el reconocimiento de sus diferencias e

intereses moratorios, como a continuación se

ilustra:

[Se reseñan 4 procesos judiciales, a través de

los cuales en total, se recocieron más de

$ 528’000.000 (…) a favor del procesado y se

mencionan otras 4 reclamaciones administrativas

formuladas por el mismo ex trabajador.]

La situación descrita (lamentablemente

desatendida por el ente acusador en la

investigación), contrario a las disertaciones de las

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que se sirve el inconforme para exculpar la

conducta de su patrocinado, representa una clara

demostración del actuar doloso del mismo, dirigido

específicamente a la apropiación de recursos

públicos, pese al conocimiento que tenía acerca de

las prestaciones convencionales reconocidas en

debida forma por la extinta portuaria, al momento

de su desvinculación»

7. Llegados a este punto, contrastadas por un lado, la

normativa que impone el deber de motivación de las

decisiones judiciales, y por otro, la fundamentación realizada

por los juzgadores de instancia respecto a los puntos que el

censor aduce echar de menos, se constata que contrario a los

postulados de la defensa, los funcionarios sí se ocuparon en

desarrollar la argumentación debida, pronunciándose, en el

caso del Tribunal, sobre aquellos aspectos que constituyeron

objeto de disenso por parte de la defensa con la sentencia de

primera instancia; en el caso del a-quo, respecto a la totalidad

de componentes del tipo objetivo y subjetivo que conforman

el delito imputado, incluyendo en ello la respuesta a los

alegatos de conclusión del apoderado de TABORDA

GONZÁLEZ.

De igual manera verifica la Sala que la motivación

expuesta, es contentiva de unos fundamentos tanto

jurídicos, como fácticos, demostrados a través de las pruebas

legalmente aportadas a la actuación y se insiste, contienen

respuesta a los debates planteados por el apelante en su

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escrito de impugnación, inexistiendo la violación a garantías

fundamentales alegada por el recurrente.

8. Así, frente a la impugnación del fallo de primer grado,

puso en claro el Tribunal, con base la tesis actual de la Corte,

que:

- Aunque el artículo 397 del Código Penal alude a un

sujeto activo cualificado (servidor público), los particulares

también pueden lesionar el bien jurídico de la administración

pública.

- En tal evento, si participa directamente en la

apropiación ilícita del patrimonio público, se tendrá como un

verdadero coautor, de acuerdo con lo dispuesto por el inciso

final del artículo 30 ibídem.

- Por el contrario, si el particular no domina la ejecución

material del acto, pero ejerce influjo suficiente para hacer

nacer en el servidor público la idea criminal y logra que este

lleve a cabo el ilícito, asiste como determinador.

- Así, el particular que hace nacer o refuerza la idea en

otro, la decisión de llevar a cabo el hecho delictivo, en cuya

ejecución posee algún interés, puede ser objeto de reproche

penal en calidad de determinador.

Calidad que infirió de las pruebas legalmente aducidas

al proceso, tales como:

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- Acta de conciliación Nr. 33 de 17 de enero de 1996

suscrita por el procesado y la apoderada del

FONCOLPUERTOS, de la que se advierte que fue el propio

TABORDA GONZÁLEZ, quien (a través de su solicitud de

reliquidación) provocó de las autoridades administrativas de

la liquidada empresa, el otorgamiento, en detrimento del

tesoro público, de emolumentos totalmente ilegítimos.

Petición que incluso el implicado aceptó haber realizado en

indagatoria.

- Y reporte presentado por del Grupo Interno de

Trabajo – Gestión Pasivo Social Puertos de Colombia – Área

Sistema Nacional de Pagos del Ministerio de la Protección

Social, a través del cual, con base en la legislación entonces

vigente y la Convención Colectiva de Trabajo aplicable al ex

trabajador, se demuestra la ilegalidad de algunas de sus

pretensiones por un lado, y de otro, la improcedencia de la

reliquidación de otros factores invocados, al haber sido

reconocidos en pretérita oportunidad al procesado.

Y frente a la demostración del tipo subjetivo o conciencia

y voluntad de la ilicitud de la conducta desplegada, en

concreto, fue demostrada por el ad-quem a través del proceso

inferencial lógico, deducido de elementos probatorios

legalmente aducidos, tales como:

- La hoja de vida del procesado, así como la información

aportada en indagatoria, demuestran su amplia experiencia

sindical, al haber participado no sólo como integrante del

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sindicato de trabajadores de la empresa portuaria, sino

también, al haber ostentado los cargos de secretario y

presidente del colectivo. Lo cual permitió deducir el

conocimiento que el acusado tenía acerca de la legislación

laboral aplicable a su caso, así como también, de los términos

de la Convención Colectiva de Trabajo existente, y por lo tanto,

la ilegalidad e improcedencia de su pretensión.

- En el mismo documento aparecen cuatro (4)

reliquidaciones de prestaciones sociales y reajuste pensional

reconocidas al trabajador comprometido (dos por orden

judicial), así como también igual número de reclamaciones

administrativas con el mismo propósito elevados por el

procesado. Documentos debidamente relacionados en la

sentencia de segunda instancia y los cuales permitieron de

manera lógica concluir el ánimo defraudatorio del acusado,

pretendiendo sacar provecho de la descontrolada

administración que padecía el Fondo de Pasivos.

Luego entonces, se insiste, no padeció el fallo de segunda

instancia de defecto alguno de motivación, vicio respecto del

cual, valga la pena mencionar, el libelista, pese a la múltiple

jurisprudencia que citó, no precisó el aspecto sustancial o

causa enervante, insistiendo a lo largo de la demanda en la

ausencia de la misma en lo que toca al grado de participación

y el elemento subjetivo del tipo penal atribuido o culpabilidad

del acusado.

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9. Lo que deja ver el contenido de la demanda

propuesta, más bien, es la intención del casacionista de

revivir en esta sede la discusión planteada en apelación y que

no fue acogida por el Tribunal, pretendiendo, como lo

concluyó también la Agencia del Ministerio Público, imponer

su particular punto de vista sobre la interpretación, alcance

demostrativo y valoración probatoria, ocultando tal propósito

a través de la causal invocada.

En este orden, no concluye la Corte la vulneración al

debido proceso y defensa alegada por el demandante y que

amerite la nulidad de lo actuado. En consecuencia, el cargo

propuesto no prospera.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE

JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando

Justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE:

Primero: NO CASAR la sentencia de 23 de septiembre

de 2020 emitida por el Tribunal Superior de Bogotá,

mediante la cual confirmó el fallo proferido por el Juzgado 16

Penal del Circuito de la misma ciudad, a través del cual

condenó al ciudadano ALFONSO TABORDA GONZÁLEZ,

como determinador de la conducta punible de peculado por

apropiación agravado.

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Segundo: Contra esta decisión no procede recurso

alguno.

Comuníquese, cúmplase y devuélvase al Despacho de

origen.

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NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA

Secretaria