Upload
nguyenmien
View
213
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
1
Identidad social, deporte y turismo deportivo: una aproximación
cualitativa.
Manuel Ángel Santana Turégano1, María de los Ángeles Barroso González
2.
Universidad de La Laguna
1 Introducción .............................................................................................................. 2 2 Ocio, deporte y turismo: un marco teórico para el análisis. ...................................... 5
3 Metodología e hipótesis. ......................................................................................... 10 4 Resultados. .............................................................................................................. 13 5 Conclusiones. .......................................................................................................... 17 6 Referencias .............................................................................................................. 18
Resumen: en los últimos años la práctica de actividades deportivas de fondo como el
atletismo, el triatlón o el ciclismo, que implican una considerable inversión en tiempo,
esfuerzo y también recursos monetarios por parte de sus participantes se ha
incrementado considerablemente. Siguiendo el concepto de ocio serio (Stebbins, 2007;
Shipway y Jones, 2007) los individuos construyen su identidad social, parcialmente a
través de la implicación en este tipo de actividades, lo que implica el desarrollo de una
carrera deportiva a medio y largo plazo que incluye como ritos de paso entre etapas la
participación en eventos masivos que se asocian viajes turísticos. Así, para los
maratonianos la realización de algún viaje anual para participar en determinados
maratones, para los ciclistas la participación en eventos como la “Quebrantahuesos” o la
“Etapa del Tour” prácticamente como un elemento clave para obtener la consideración
de “ciclista serio” y para los triatletas la participación en determinados eventos. Como
consecuencia de todo ello se ha desarrollado un sector de empresas que ofertan todo tipo
de servicios a este colectivo, desde “campus” de entrenamiento a viajes organizados a
eventos pasando por simples estancias en que combinar la práctica del deporte con el
descanso familiar. El objetivo de esta comunicación es, a través de entrevistas con
gestores, observación y charlas con participantes, acercarse al conocimiento empírico de
esta realidad tomando, la isla de Tenerife como campo de estudio. La aproximación
cualitativa permite reconstruir los esquemas mentales que utilizan los sujetos para dar
sentido a sus vidas, y desde un punto de vista teórico, contrastar empíricamente
proposiciones sobre los procesos de construcción de identidad social en sociedades de
modernidad líquida, postmodernas u otro tipo de calificativos que se han utilizado.
Desde un punto de vista práctico, el acercamiento pretende ofrecer herramientas para
mejorar la gestión tanto de las empresas como de los destinos en que se desarrollan este
tipo de actividades.
Palabras clave: turismo deportivo, ocio serio, identidad social, Tenerife.
1 Autor para correspondencia: correo electrónico: [email protected]; Teléfono móvil: 610 80 93 02.
Dirección Postal: Universidad de La Laguna, Facultad de Economía, Empresa y Turismo, Departamento
de Sociología y Antropología Social, Apartado 456, San Cristóbal de La Laguna- Tenerife. 2 Alumna de máster, Universidad de La Laguna
2
1 Introducción
En las dos primeras décadas del siglo XXI la práctica del deporte se ha convertido en un
fenómeno cuantitativamente tan importante que ha alcanzado relevancia sociológica.
Las estadísticas muestran que la práctica de deportes se ha generalizado a más de la
mitad de la población y se ha intensificado en algunos grupos sociales. Para el año 2015
puede estimarse que un 53% de la población española practicaba deporte con cierta
regularidad3. En los últimos 40 años se ha dado un incremento significativo: en 1975
sólo un 22% de la población practicaba deporte, en la década de 1980 el porcentaje se
estabilizó en torno al 35% y en la actualidad en España practica deporte cada semana el
46% de la población (García Ferrando, 2006; CSD, 2015). El fenómeno de la práctica
deportiva en España presenta una incidencia similar a la que puede encontrarse en otros
países occidentales avanzados. El porcentaje de población que practica deporte en
Canadá y los Estados Unidos ronda el 45% (datos de Kolokakis et al, 2012). Para el
conjunto de la Unión Europea el porcentaje de personas que practican deporte
habitualmente ronda el 42%, si bien existen diferencias significativas: en los países
nórdicos ronda el 70%, mientras que en algunos países del Este de Europa está en torno
al 25% (datos de Eurobarómetro para 2014; Comisión Europea, 2014). Traducidos en
personas, estos datos implican que en la Unión Europea más de 200 millones de
personas practican con regularidad algún deporte, y en el caso de España se trata de
unos 20 millones. Y de éstos, 9 millones lo hacen prácticamente a diario (el 20% de la
población), dedicando a ello una media de cinco horas semanales. En definitiva, para
gran parte de la población la práctica de algún deporte se ha convertido en una parte
más de la vida cotidiana. Como consecuencia de ello se ha desarrollado un amplio
mercado de productos y servicios asociados al deporte, entre otros el sector del turismo
deportivo. En este trabajo definiremos al turismo deportivo (activo) como aquellos
viajes turísticos en que la práctica activa de deporte(s) es un elemento central en la
motivación turística. Es decir, personas que realizan viajes, en gran medida, para
esquiar, montar en bicicleta, practicar senderismo, windsurf, surf, vela, jugar a deportes
individuales (tenis, pádel) o colectivos (fútbol, baloncesto).
En la actualidad (datos de la EHDE para 2015) las actividades deportivas más
practicadas en España son: ciclismo (38,7% de la población que practica deporte),
natación (38,5%), fútbol-fútbol sala (36%), senderismo- montañismo (31,9%), carrera a
pie (30,4%), gimnasia intensa (29%) y suave (28,8%), y musculación- culturismo
(20,1%)4. Como se puede ver, se trata de prácticas deportivas que implican en muchos
casos el desplazamiento por el territorio (ciclismo, senderismo- montañismo, carrera a
pie) y que por lo tanto se relacionan, por definición, con el turismo. Si recordamos que
la definición canónica del turismo considera que éste consiste en “viajes por motivos de
ocio que implican al menos una pernoctación”, y que todo lo que no implica
pernoctación se considera excursionismo, puede afirmarse que, prácticamente por
definición, los practicantes de muchos de los deportes más populares en la actualidad
son, prácticamente por definición, al menos excursionistas. Pero esto no ha sido siempre
así: en 1980 los deportes más practicados eran la natación (33%), el fútbol (31,7%) y el
ciclismo (19,1%) y las distintas modalidades que podrían englobarse como gimnasia y
carrera a pie se quedaban en torno al 20% respectivamente (García Ferrando, 2006). En
cualquier caso, el mundo del deporte entendido como práctica activa (y no mero
3 Datos de la Encuesta de Hábitos Deportivos en España, Consejo Superior de Deportes, 2015; en
adelante, EHDE. 4 Los porcentajes suman más de 100 porque cada persona puede practicar más de un deporte.
3
espectáculo) se ha convertido no sólo en un fenómeno sociológico sino en un mercado
emergente. Por dar sólo algunas cifras, en base a las estadísticas disponibles puede
estimarse que en 2015 cerca de 15 millones5 de personas en España van al gimnasio/
practican gimnasia, frente a los 2,2 millones que lo hacían en 1980. Unos 8 millones de
personas practican ciclismo, frente a los 2,2 que lo hacían en 1980. Y unos 6,5 millones
de personas practican la carrera a pie, a los que habría que sumar otros
aproximadamente 6 millones que practican el senderismo/montañismo (sólo dos
millones de personas practicaban la carrera a pie en 1980).
La creciente interrelación entre turismo y deporte se hace comprensible si tenemos en
cuenta que en los últimos 40 años hemos asistido a un cambio importante en el sistema
deportivo, y no sólo por el crecimiento en el volumen de quienes hacen deporte. El
deporte era tradicionalmente algo que se realizaba en entornos, tiempos y espacios
delimitados (ir a una piscina a nadar, jugar o entrenar al fútbol, baloncesto o voleibol).
En ese contexto, el turismo deportivo tenía que ver fundamentalmente con los viajes
que realizaban los equipos federados para participar en competiciones. En la actualidad,
por las modalidades que se practican, el deporte es cada vez más algo que se realiza al
aire libre y que, en muchos casos por la definición de la actividad, implica
desplazamiento por el territorio (ciclismo, atletismo, senderismo). El atractivo de viajar
para practicar deporte es mucho mayor en el sistema social del deporte de la actualidad
de lo que lo era en el de hace unos años: al fin y al cabo, si de lo que se trata, por
ejemplo, es de jugar al fútbol o al baloncesto, básicamente todas las canchas son
iguales, y si bien al aficionado medio podría gustarle practicar su deporte favorito en los
mismos escenarios que sus ídolos eso es imposible. Por el contrario, es viable que los
corredores populares participen en las pruebas más míticas (Maratón de Nueva York,
Londres o Berlín, por ejemplo), y que los aficionados al ciclismo puedan practicar su
deporte en las mismas carreteras (ciclismo de carretera) o pistas (ciclismo de montaña).
En cualquier caso, la práctica del deporte y del turismo deportivo, no se reparte de
manera equitativa por el espacio social. Practican más deporte quienes tienen más
recursos (dinero y tiempo) para hacerlos, lo que enlaza con las teorías económicas y de
la elección racional que plantean la práctica deportiva como una elección de consumo
que maximiza la utilidad (Kolokai et al, 2012). Por ello, y en la medida en que el trabajo
doméstico sigue recayendo mayormente en las mujeres, es comprensible que, en la
medida en que tienen menos tiempo libre, las mujeres tiendan a practicar deporte en
menor medida que los hombres, algo que se da en menor medida en lugares como los
países nórdicos en que la igualdad de género es mayor. Pero es que, además, tanto en
España (EHDE, 2015) como a nivel internacional parece existir una relación positiva
entre nivel de estudios y práctica deportiva: entre las personas con mayor nivel de
estudio es más habitual la práctica deportiva6. Aunque un análisis detallado de estas
5 Para calcular estas cifras, además del porcentaje que cada actividad deportiva representa sobre el total
de personas que hacen deporte hay que tener en cuenta que la población española ha crecido entre 1980 y
2015, pasando de unos 38 a 46,5 millones de habitantes, y que el porcentaje de población que practica
deporte ha pasado del 30 al 45%, aproximadamente. Esta cifra se obtendría, multiplicando el porcentaje
de cada actividad por la población que practica deporte; para este caso de sumar las categorías de la
Encuesta de Hábitos Deportivos en España (EHDE) de “gimnasia suave”, “gimnasia intensa” y
“musculación- culturismo”. 6 De acuerdo con Kolokai et al (2012) esto podría interpretarse, desde los modelos de la elección racional,
con que un mayor nivel de estudios se relaciona con una mayor conciencia de los beneficios del deporte
para la salud. Desde un punto de vista sociológico ello podría asociarse más bien al proceso de
socialización: el proceso por el que una persona se convierte en alguien con educación superior tiene que
4
cuestiones superaría los límites de este trabajo, las estadísticas disponibles muestran que
hay deportes practicados fundamentalmente por hombres, otros por mujeres y otros que
son mixtos; deportes practicados más por personas jóvenes y otros por personas de más
edad; deportes que se asocian a las clases populares, deportes que se asocian a las élites
y deportes interclasistas7. Y, lo que es aún más importante, también muestran que todo
ello varía a lo largo del tiempo y el espacio, lo que remarca la necesidad de hacer un
estudio sociológico del deporte y de tener en cuenta las vivencias subjetivas en torno al
mismo: una misma actividad puede ser vivida y percibida de forma distinta por distintos
grupos sociales. La práctica deportiva puede ser vivida bien como un ámbito de
socialización, como una tarea asociada a la higiene y la salud o como actividad
fundamentalmente lúdica en sí, ya sea como espectador o como participante. De
acuerdo a los datos de la EHDE (Consejo Superior de Deportes, 2015) los principales
motivos que declaran los españoles para hacer deporte son: “estar en forma” (30%),
“diversión o entretenimiento” (23%), “motivos de salud” (14%) o “relajarse”. La
evolución de las motivaciones para hacer deporte implica cambios en las preferencias a
la hora de practicarlo, lo que se relaciona tanto con las actividades que se practican
(aparición y/o popularización de nuevas prácticas, del pádel al triatlón pasando por
zumba o pilates), como con las funciones y significados que social y sociológicamente
cabe atribuir al deporte.
En definitiva, en la actualidad un número importante de personas dedican gran cantidad
de tiempo y recursos a la práctica de actividades deportivas, lo que a menudo implica la
realización de viajes de mayor o menor distancia. En el marco de cambios sociales que
otorgan una mayor centralidad al ocio y el consumo en la construcción de la identidad,
se está asistiendo a un cambio en las funciones sociales asociadas al deporte. En las
sociedades que se han denominado modernas o fordistas, el ocio (y el deporte) era un
escaparate en el que demostrar la posición social que se adquiría en función de la
posición que se ocupaba en el sistema productivo. En las sociedades contemporáneas,
denominadas a menudo postfordistas o postmodernas, la cuestión es más compleja. Por
supuesto que la posición que se ocupa en el sistema productivo sigue siendo un
elemento clave en la definición de la identidad social. Pero, cada vez más, el ocio (y el
deporte, y el turismo deportivo) no son ya tan sólo un escaparate en el que demostrar la
posición social adquirida en el ámbito productivo, sino también un medio en el que
construir ésta. En la presentación del yo en la vida cotidiana, que hubiera dicho
Goffman, uno no se presenta ya, simplemente, como “profesor de universidad”, por
poner un ejemplo. Sino como “profesor de universidad que corre maratones sub tres
horas”. En este mismo sentido, las formas de consumo, tanto de ocio como de otros
productos, han pasado de modelos pasivos a otros en que el consumidor juega un papel
ver a menudo con la interacción con otras personas a través del deporte, y éste fenómeno no es nuevo.
Poniendo un ejemplo literario, ya en la década de 1920, Ernest Hemingway comienza su novela “Fiesta”
(“The sun also rises”) describiendo al protagonista, Robert Cohn, como boxeador en sus tiempos de
estudiante en Princeton. 7 Con datos de la EHDE: el fútbol es muy practicado por hombres y apenas por mujeres; el ciclismo es
practicado por muchos más hombres que mujeres, en el caso de la carrera a pie el desequilibrio es menor;
la natación es un deporte relativamente equitativo y las prácticas asociadas a la gimnasia están
feminizadas. En cuanto a la edad, el baloncesto y voleibol son más practicados en edades más jóvenes,
mientras que otros como la natación, el ciclismo y la carrera son más practicados entre grupos de edad
media. La misma actividad puede ser vivida de forma distinta: puede que hombres y mujeres practiquen
ciclismo o carrera a pie en niveles no muy distintos, según muestran los datos de la EHDE, pero a las
mujeres les gusta “competir” mucho menos que a los hombres, si tenemos en cuenta las cifras de
participación de las carreras populares, maratones y eventos ciclo deportivos que se celebran en España a
lo largo del año.
5
cada vez más activo en la elaboración de aquellos productos y servicios que consume
(del consumo al prosumo; sobre este concepto puede verse Ritzer, 2015). Y como un
interesante ejemplo de esto nos encontramos lo que en el marco de este trabajo
queremos analizar, la creciente participación popular en pruebas deportivas de
resistencia (maratones, carreras de trail running, triatlones o pruebas de ciclismo
popular8), que lleva a muchas personas a practicar turismo, desplazándose para
realizarlas, y también a menudo para entrenarlas. Un maratón es un espectáculo
deportivo, pero también, para un número de personas creciente, algo en lo que se
participa. Eventos tradicionales como el Tour de Francia implican cada vez más la
participación más o menos activa de los espectadores, que quieren también vivir el
deporte y no ser meros espectadores (para un análisis de este caso, véase Lamont,
2014). Como mero botón de muestra, desde 2012 en torno a 2 millones de personas
termina un medio maratón en los EEUU (datos de runners.com).
¿Cómo podemos entender desde la Sociología estos fenómenos? ¿En qué medida puede
el análisis de los mismos resultar relevante para la comprensión sociológica de las
sociedades contemporáneas? Lo que pretendemos realizar en este trabajo es una
aproximación al análisis sociológico del turismo que se relaciona con la participación
popular en pruebas deportivas de resistencia, ya sea para la participación en las mismas
o para entrenarlas. Para ello desarrollaremos, en primer lugar, las perspectivas teóricas
en torno al análisis del deporte y el ocio. Plantearemos que el papel que juega el deporte
en las sociedades contemporáneas se entiende mejor desde la dicotomía entre dos tipos
ideales de práctica deportiva, y que ambas tienen consecuencias muy diferentes para el
binomio turismo- deporte. Desde esta perspectiva teórica señalaremos algunos de los
ítems que resultan interesantes para caracterizar las realidades concretas, y pasaremos a
realizar un análisis empírico, en base al análisis de entrevistas semiestructuradas. De los
resultados del trabajo realizado se deduce que el marco teórico señalado resulta útil para
comprender el complejo fenómeno del deporte popular en la actualidad, aportando
pistas importantes de cara a la adecuada gestión práctica del mismo. Además, permite la
interpretación teórica de los fenómenos asociados al turismo de manera que resulta
fructífera para una mejor comprensión desde la Sociología de las sociedades
contemporáneas.
2 Ocio, deporte y turismo: un marco teórico para el análisis.
El papel que el turismo y el deporte, como fenómenos enmarcados dentro del tiempo de
no trabajo o tiempo libre, han desempeñado en las sociedades occidentales ha cambiado
de manera significativa en los últimos 60 años, lo que se ha reflejado en los enfoques
teóricos que se han desarrollado para su análisis. Hasta aproximadamente la década de
1950 el papel que el ocio y el tiempo libre ocupaba en la sociedad no era para las
Ciencias Sociales objeto de una gran atención. Se consideraba que lo verdaderamente
digno de análisis era la producción de bienes y servicios, que organizaba los tiempos de
trabajo, y lo que las personas hacían en el tiempo que quedaba al margen de éste
(tiempo libre, ocio) era un epifenómeno. Se suponía que lo que las personas hacían en
8 A modo meramente ilustrativo: cada año se celebran a lo largo del mundo multitud de eventos como los
Maratones de Nueva York, París o Londres, la “Etapa del Tour de Francia” u otras pruebas de ciclismo
popular como la Quebrantahuesos (España) o la Maratona delle Dolomiti (Italia), o bien de Trail Running
o Triatlón que implican que una gran cantidad de personas se desplacen para realizarlas, e incluso a
menudo para entrenar para ellas, practicando por tanto turismo deportivo.
6
su tiempo de ocio era principalmente recuperar las energías físicas y mentales para estar
en condiciones de cumplir con sus compromisos laborales y de trabajo doméstico. La
vida cotidiana se organizaba en torno a jornadas de ocho horas, de lunes a viernes, con
fines de semana libres, aproximadamente un mes de vacaciones al año y diversas fiestas
repartidas a lo largo del año, que dan lugar, en algunos casos, a períodos vacacionales
más cortos. Aunque esto puede considerarse un tipo ideal teórico, que ha jugado un
papel clave en la configuración de los idearios y de las aspiraciones, en la práctica éste
modelo ha presentado importantes variaciones, no sólo entre las distintas clases sociales
sino también entre países, lo que se ha traducido en importantes diferencias en la
manera en que en cada país se ha desarrollado el ocio, el deporte y el turismo. Por hacer
referencia tan sólo a dos países relativamente cercanos culturalmente, la introducción de
la jornada laboral de 8 horas se realizó en Francia antes de la II Guerra Mundial, lo cual,
junto al importante papel que distintas organizaciones tuvieron en la postguerra, implicó
un importante desarrollo del sector del loisir en el país galo9. En Alemania y otros
países del centro y norte de Europa la situación socio- política de la postguerra y los
pactos entre organizaciones patronales y sindicales dieron lugar a un calendario anual en
que la existencia de unas segundas vacaciones en invierno se acabó viendo como un
derecho laboral más de los trabajadores10
. La situación ha sido históricamente distinta
en países como Japón y Estados Unidos, en que arreglos sociales distintos en torno al
tiempo de trabajo han contribuido a desarrollar sistemas de ocio relativamente distintos,
en que un número de días de vacaciones anuales más reducido se ha traducido en un
menor desarrollo del turismo.
Existe una abundante literatura, centrada en el mundo del turismo, que sintetiza la forma
en que el ocio se organiza (o se organizaba) en este contexto socio- histórico en torno al
concepto de turismo fordista (u ocio fordista; para una revisión sintética de las mismas
puede verse Santana Turégano, 2000: Mazón, 2001; Marrero Rodríguez, 2009). En este
contexto el tiempo de ocio era considerado un tiempo vacante, de ahí que la principal
pausa anual en el tiempo de trabajo era la vacación, que se ocupaba principalmente en
actividades pasivas (descansar en la playa), con el objetivo de recuperar fuerzas para la
actividad cotidiana. En un marco de divisiones temporales claras entre tiempo de ocio y
de trabajo cabe hablar de un esquema dual del ocio. Para el ocio cotidiano, como
pueden ser las tardes liberadas de trabajo o el fin de semana, actividades de ocio: como
pueden ser ir al cine o u otros espectáculos (también deportivos) la práctica de un
deporte, o cantar en un coro. Para el ocio “extraordinario” (la pausa anual), la vacación,
dedicada a múltiples actividades en función del presupuesto disponible y otros
condicionantes sociales. De ahí que la clara diferenciación entre el turismo y otras
actividades de ocio haya sido identificada como una de las características de este
modelo de ocio- turismo fordista (Santana Turégano, 2000). Sin salirnos de este
esquema podemos entender que las actividades a las que se dedica el tiempo de ocio en
9 Desde colonias de vacaciones en la montaña y la playa patrocinadas por sindicatos y asociaciones
gremiales al desarrollo del deporte como elemento con que ocupar el tiempo de ocio, que dio lugar al
desarrollo de federaciones deportivas “de ocio” paralelas a las puramente competitivas. Por ejemplo, para
el caso del ciclismo, además de la FFC (Féderation Française de Cyclisme (la de competición pura, que se
ocupa de asuntos como el Tour de Francia o los Juegos Olímpicos, http://www.ffc.fr/) existen la
Féderation Française de Cycloturisme (que se ocupa del ciclismo desde un punto de vista
fundamentalmente recreativo, excluyendo la competición, www.ffct.org) y la UFOLEP (Union Française
des Oeuvres Laïques d’Education Physique, www.ufolep.org ), creada en 1928, que se ocupa de lo que
podríamos denominar “deporte popular”. 10
Lo que indirectamente acabó repercutiendo en los países del Sur de Europa y otras zonas en la medida
en que los ciudadanos del norte comenzaron a viajar al sur en invierno.
7
las pausas cortas y cotidianas (tiempo diario de no trabajo, fines de semana) y
periódicas (vacaciones) pueden haber ido cambiando en función de la evolución de los
sistemas productivos. A mitad del siglo XX, cuando el trabajo cotidiano de gran parte
de la población trabajadora requería un considerable esfuerzo físico, tras el trabajo
“descansar” se casaba mejor con la realización de actividades pasivas (por ejemplo, el
deporte como espectáculo). En la actualidad, cuando los factores de estrés para la
mayoría de la población ocupada son psíquicos más que físicos, la práctica activa del
deporte se convierte en una opción más atractiva para realizar justamente esa ruptura
con las actividades propias del trabajo. La evolución de los sistemas productivos, junto
a cambios sociales más amplios, lleva al surgimiento de un nuevo modelo de ocio y
turismo, que ha sido denominado a menudo como postfordista. En el ámbito del
turismo, los cambios hacia este nuevo modelo se han asociado la aparición o
acentuación de tres características: de- diferenciación entre el turismo y otras formas de
ocio, desconcentración espacial y desconcentración temporal (Santana Turégano, 2000).
Aplicando de manera un tanto libre estas ideas al deporte podemos decir que la manera
en que las personas se acercan a la práctica deportiva en la actualidad se agruparían a
partir de la interacción de tres pares de polos contrapuestos: 1) el deporte como
actividad instrumental versus el deporte como actividad finalista 2) el deporte como
ámbito de especialización funcional y actividad auto- contenida versus el deporte como
espacio social multifunción y 3) el deporte como actividad concentrada espacial y
temporalmente versus el deporte como actividad cada vez menos concentrada en el
espacio (social) y el tiempo (social; ciclo de vida). En función de las distintas
combinaciones teóricamente posibles y empíricamente contrastables es posible hablar
de distintos modos de vivencia social del deporte, con implicaciones importantes tanto
para la relación entre turismo y deporte como para la gestión de cada uno de ellos por
separado. Al igual que ya se ha planteado respecto de los conceptos de turismo fordista
y postfordista, se trata de tipos ideales que, aunque surgen de forma diacrónica (primero
el ocio fordista, luego el postfordista) en la realidad se superponen temporalmente,
pudiendo encontrarse ambas en un mismo período de tiempo y para actividades y
espacios temporales similares. Cada práctica, cada evento o vivencia deportivo turístico
estará más o menos cerca de cada uno de los polos en función en que se den de manera
combinada unas características u otras. Antes de pasar a ver estos pares de valores
contrapuestos de manera detallada remarcamos que se trata de tipos ideales que en la
realidad nunca se encuentran de manera pura.
Para entender la diferenciación entre el deporte como actividad finalista o como
actividad instrumental es necesario en primer lugar recordar la diferenciación entre
deporte y actividad física. Actividad física es cualquier actividad que conlleva esfuerzo
físico, con todo lo que ello implica (quema de calorías, desarrollo de la capacidad
cardíaca o de determinados músculos, etc.). Deporte es una actividad reglada, con unas
normas, pautas, competiciones y federaciones (el deporte es un juego). Generalmente el
deporte implica actividad física, pero no siempre (i.e. ajedrez). Y no toda actividad
física es deporte. El deporte, salvo que se practique de forma profesional, es una
actividad claramente de ocio, mientras que la actividad física puede a menudo realizarse
en actividades no de ocio: muchas actividades agrícolas y ganaderas tradicionales
implican actividad física, al igual que el transporte, en muchas ocasiones (desplazarse a
pie o en bicicleta). Existe un amplio consenso acerca de que ciertos niveles de actividad
física son necesarios para tener una vida saludable, y las campañas de promoción del
deporte se basan en ello. Que ahora se practique mucho más “deporte” tiene que ver con
8
que las personas, en su vida cotidiana y en su trabajo, realizan menos actividad física.
Por ello tenemos en la actualidad muchas personas que se acercan a la práctica
deportiva con una actitud higiénica y casi de obligación. Personas que, de la misma
manera que asumen que hay que lavarse los dientes o ducharse para mantener la salud,
asumen que hay que mantener ciertos niveles de actividad física. Pero a la vez nos
encontramos con muchas personas que reclaman que su actividad física sea algo
divertido y que les ayude a distraerse y/o distanciarse de su trabajo.
Si recordamos los datos de la EHDE anteriormente mencionados es evidente que
algunas de las prácticas “deportivas” más habituales en la actualidad son actividad
física, más que deporte: hacer gimnasia o musculación, e incluso natación, salvo para un
pequeño número de personas que lo hacen con ánimos competitivos, es una actividad
física, no un deporte. Y, aunque se pueden encontrar múltiples motivaciones que hagan
su práctica más agradable, la práctica de muchas de estas actividades tiene
fundamentalmente un carácter instrumental: se conciben más como un medio (para estar
en forma, para tener salud, para prevenir enfermedades) que como un fin en sí mismo.
En cuanto al resto de actividades deportivas más practicadas en España en la actualidad,
el senderismo- montañismo, el ciclismo y la carrera a pie (con la excepción del fútbol-
fútbol sala) son actividades que son, para la mayoría, más actividad física que deporte,
aunque algunas personas empiezan practicándolas como actividad física y terminan
haciendo de ellas un deporte, participando en competiciones. En este sentido, tenemos
una aproximación al deporte fundamentalmente instrumental cuando las personas
practican un deporte (en el sentido amplio de actividad física) fundamentalmente por los
beneficios de carácter biomédicos derivados de dicha práctica. Por el contrario, tenemos
una aproximación finalista a la práctica deportiva cuando las personas declaran
practicar un deporte porque disfrutan con la práctica, sea porque les divierte, les permite
relacionarse con el tipo de personas que valoran o estar en entornos que valoran (la
naturaleza) o por cualquier otro motivo.
En cuanto a la diferenciación entre la práctica deportiva como práctica auto
contenida o como espacio social multifunción, concebir la práctica deportiva como
una actividad auto contenida es vivir el deporte como una relación social que acaba y
termina en sí misma. Para estas personas se puede ir a una cancha a practicar un deporte
colectivo, a una instalación a practicar gimnasia o musculación o bien a un parque a
correr. Pero no se pretenden hacer amistades en el gimnasio, el parque o la cancha: el
rol de “deportista” es algo que adoptan las personas sólo durante el tiempo que practican
una actividad, y que además se disocia mucho del resto de roles que adopta cada
persona. El de deportista no es un rol que defina la identidad social de una persona. Por
el contrario, concebir la práctica deportiva como un espacio social multifunción es
concebirla como un ámbito que se entremezcla con otros. El de deportista es un rol más
total, que define la identidad social de una persona. Las “personas deportistas” visten
ropa deportiva o de “sport”, prefieren realizar vacaciones activas y su condición de
“personas deportistas” condiciona incluso a qué bares o restaurantes acudir (sports bar,
pizzerías y restaurantes italianos la víspera de una prueba de fondo, por ejemplo).
Haciendo deporte se pueden hacer amistades con las que además de compartir la
actividad deportiva podemos compartir relaciones de amistad en un sentido más amplio
(incluso, eventualmente, se pueden convertir en pareja); amistades que a veces pueden
tener también un valor laboral (se sellan contratos y relaciones laborales haciendo
deporte).
9
Como se puede deducir de los ejemplos anteriores, existe relación entre la visión
instrumental o finalista de la práctica deportiva y su concepción como actividad auto
contenida o como un espacio social multifunción, pero no de manera que quepa asociar
plenamente una variable a otra. En principio parecería que una visión no instrumental
del deporte favorecería no concebir la actividad como algo auto contenido, pero no
siempre es así. Se puede elegir como “deporte” la musculación, con una visión
fundamentalmente higiénica y casi médica y sin embargo concebir el gimnasio al que se
acude a hacer este deporte como un centro de interacción social. La observación
participante permite ver que hay muchas personas que acuden a los centros deportivos
con auriculares de música y no se relacionan apenas con el resto de usuarios,
transmitiendo de forma más o menos clara que “no vengo aquí a hacer amigos/as, sino a
cumplir con una obligación de salud”. Pero otras actitudes son también observables, y
eso tiene seguramente que ver con las actividades y con los ciclos de vida. Algunas
actividades deportivas se prestan más que otras a ser concebidas como un espacio social
multifuncional: mientras que es prácticamente imposible hablar mientras se practica
natación, ciclistas y corredores conversan durante buena parte de sus entrenos de baja
intensidad. En este sentido es ilustrativo el caso de los bike commutters, personas que
realizan desplazamientos de considerable distancia en bicicleta para ir a trabajar, que se
han incrementado mucho en algunos países en que existen políticas de promoción de la
bicicleta como medio de transporte: el tiempo que dedican en ir de casa al trabajo y
viceversa. Para muchas de estas personas, para las cuales la bicicleta es a la vez un
deporte y un medio de transporte, el ciclismo no es una actividad auto contenida sino un
espacio social multifuncional11
. En cualquier caso, como los ejemplos puestos ponen de
manifiesto, se trata de una cuestión que depende de la visión subjetiva de las personas.
Para algunas personas el de deportista es un rol total, que afecta a todas las parcelas de
su vida: se autodefinen como corredores, ciclistas, culturistas, montañeros o surferos,
por poner algunos ejemplos, lo que se asocia a estilos de vida, y a menudo a la
realización de viajes. Para otras, el de deportista es un rol parcial, que no resulta central
en definición de la identidad: de la misma manera que alguien se lava los dientes
cotidianamente con un dentífrico, practica un deporte para mantener un mínimo
bienestar físico, pero lo puede no afectar a su autopercepción mucho más que lo
primero. En el trabajo que aquí se presentará se intentará operacionalizar este concepto
a través de cómo las personas se auto presentan y se autodefinen.
Por último, respecto a la dicotomía entre el deporte como actividad concentrada
espacial y temporalmente versus el deporte como actividad cada vez menos
concentrada, el ejemplo de los bike commuters sirve de ilustración. Siguiendo modelos
que presentan sin duda una homología con la organización fordista de los tiempos de
trabajo, algunas personas tienen una concepción del deporte como algo que se hace en
espacios muy concretos (instalaciones construidas ex profeso) y en tiempos concretos y
definidos: acudir a una cancha a jugar un partido de tenis o a un gimnasio a una clase de
Zumba, Pilates o Body Pump serían ejemplos muy claros en este sentido. Por el
contrario, otras actividades se desarrollan en contextos en que no se da una separación
11
En muchos lugares del mundo cientos de miles de personas se desplazan desde las afueras al centro de
las grandes ciudades en bicicleta. No pocas de estas personas participan cotidianamente en los miles
eventos ciclistas, de triatlón o carreras populares que se celebran cada año, y conciben estos viajes como
parte de su entrenamiento. Con lo cual, podría pensarse que algunas de estas personas que usan la
bicicleta como medio de transporte están practicando deporte y otras no. Para un caso especialmente
ilustrativo, el uso de la bici como medio de transporte en el Reino Unido véase “Bike to work scheme en:
http://www.bike2workscheme.co.uk/
10
tan clara entre entornos para el deporte y para otro tipo de actividades: un entorno
natural, un parque urbano o una calle pueden servir para correr o montar en bicicleta,
pero también para otras cosas (habría una menor especialización funcional). Además,
los tiempos no están tan claramente definidos, tanto a nivel micro (un partido o una
clase dirigida tiene una duración predeterminada, un entreno de carrera o bici no) como
a nivel macro. Las estadísticas de la EHDE muestran que algunas prácticas deportivas
se asocian con determinadas fases del ciclo vital: el porcentaje de personas que
practican deportes como voleibol, baloncesto o atletismo es muy importante en los
grupos de edades más jóvenes y prácticamente inexistentes a partir de ciertas edades.
No sucede lo mismo en otros deportes.
Si tenemos en cuenta algunas de las cifras que vimos al principio resulta evidente que el
deporte ya no es una actividad auto contenida y restringida al ocio, sino que para un
número creciente de personas el deporte puede acabar siendo un modo de vida. De 1980
a 2015, tan sólo en España. Se ha pasado de 2,2 millones de personas que van al
gimnasio a 15, con todo lo que ello implica de compra de bienes (ropa, zapatillas) y
servicios (cuotas de gimnasios, entrenadores, nutricionistas). De 2 millones de personas
que practicaban ciclismo a 8, con lo que implica también grandes oportunidades en la
venta de bicicletas, accesorios y servicios para ciclistas (lo que incluye, en no pocos
casos, viajes). Y 2 a 12 millones de personas que bien sea porque practican la carrera a
pie, el senderismo o el montañismo, son potenciales compradores de “material de
running”, como ahora se suele decir. Hace 40 años el deporte como opción laboral era
algo reservado a unos pocos deportistas de élite. Ahora el “mundo del deporte” es una
opción de trabajo (o al menos de complementar ingresos) para quienes han de atender a
la creciente demanda de deporte popular, y que, dado el volumen que se ha alcanzado,
no se restringe tan sólo al deporte de élite.
3 Metodología e hipótesis.
El objetivo de este trabajo es conocer, desde una aproximación cualitativa, los modos
sociales de vivir el deporte. Las estadísticas disponibles muestran que la participación
activa en el deporte es algo que se ha incrementado muchísimo en los últimos años,
pero también que el deporte puede vivirse de manera distinta, que incluso una misma
actividad realizada al mismo tiempo por dos personas distintas puede tener significados
sociales distintos. Por lo tanto, enlazando con la larga tradición de la Sociología
comprensiva, el objetivo es conocer el sentido subjetivo que las personas otorgan a las
experiencias sociales que viven, bajo el supuesto, ya ampliamente trabajado en otros
ámbitos, de que éste resulta determinante de las propias experiencias (para una
aplicación de estas ideas a un campo tan aparentemente poco subjetivo como la
economía véase Dobbin, 2005). En el campo específico que aquí nos interesa, la
relación entre turismo y deporte, la hipótesis de partida es que la propensión de los
individuos a practicar turismo deportivo será mayor en la medida en que se
encuentren más cerca de los segundos pares de valores contrapuestos
anteriormente señalados. Es decir, en la medida en que las personas tengan una visión
finalista del deporte, más que instrumental, en que vean el deporte como un espacio
social multifuncional, y no como una actividad auto contenida, y que consideren que
puede verse de forma difusa en el tiempo (ciclo de vida) y espacio social, serán más
propensos a practicar turismo deportivo. En realidad, podría extenderse esta hipótesis,
combinándose con la idea de “relevancia de la identidad” (identity salience, Shipway y
11
Jones, 2007) para plantear que, en términos generales, las personas invertirán más
tiempo y esfuerzo en el deporte en la medida en que éste les permita construir una
identidad social positiva, y que ello se relaciona con los pares de valores contrapuestos
anteriormente señalados. Este marco teórico ayuda a comprender fenómenos
relativamente novedosos, como es el hecho de que en la actualidad una gran cantidad de
esfuerzos y recursos a actividades por las que no reciben remuneración monetaria. Por
supuesto, esta aproximación cualitativa parte de la complementariedad entre técnicas, y
del conocimiento obtenido mediante técnicas cuantitativas como la ya reseñada EHDE.
En etapas posteriores de la investigación sería interesante conocer la distribución social
de estas maneras de vivir socialmente el deporte, para lo que serían imprescindibles
técnicas cuantitativas.
Como hipótesis subsidiarias de éstas, se plantea que en un modelo “tradicional” de
deporte (fordista, moderno) el ciclo de vida y las características socio-
demográficas de la persona influye en la actitud que se adopta ante el deporte. Así,
a priori la visión higiénico-instrumental del deporte parecería más propia de los adultos
y de las personas con mayores obligaciones laborales y familiares. Quien construye su
identidad social (de manera satisfactoria) en el trabajo y/o la familia no se proyecta
tanto en el deporte. Por el contrario, para muchos jóvenes el deporte es un mecanismo
de proyección social en positivo: practican un deporte para competir, con el ánimo de
convertirse en profesionales y/o conseguir reconocimiento social en él. Sin embargo, en
un modelo de deporte menos tradicional (postfordista, postmoderno) los individuos
construyen su identidad también a través de sus prácticas de ocio, con lo que las
prácticas deportivas se relacionan menos con las distintas etapas del ciclo vital y/o
con características socio- demográficas. Practicar deporte, o practicar deporte con una
determinada orientación (no sólo como higiene) e intensidad, dedicando a ello
importantes inversiones en tiempo y dinero, ya no es algo propio sólo de jóvenes. Las
personas invierten tiempo y recursos en aquellas actividades, también de ocio, que les
permite presentar socialmente una auto imagen más positiva, como subrayan los
conceptos de “relevancia de la identidad” (identity salience) y ocio serio (serious
leisure), (Shipway y Jones, 2007; Stebbins, 1982, 1996, 2007). Por poner un ejemplo,
no es lo mismo auto presentarse como “profesor de sociología” que auto presentarse
como “profesor de sociología sub tres horas en maratón”. En un contexto en que correr
maratones está de moda, invertir tiempo en entrenar para correr maratones permite
construir una autoimagen más positiva. Y, en un contexto en que el deporte no es una
actividad auto contenida, tener una determinada marca en maratón constituye un capital
simbólico en dicho campo que puede traducirse en capital relacional o económico en
otros.
Para aproximarse a estas cuestiones se han combinado entrevistas semi-estructuradas y
observación participante. Se realizaron seis entrevistas, en el marco de un Trabajo de
Fin de Grado, a participantes en pruebas atléticas de larga distancia, que habían
realizado viajes asociadas a las mismas y por lo tanto turismo deportivo. Las entrevistas
fueron realizadas en Tenerife (Islas Canarias). También se realizó una entrevista al
gestor de una empresa de turismo deportivo, dedicada a atender a ciclistas que visitan la
misma isla con el objetivo principal de montar en bicicleta, lo que conciben como un
entrenamiento, generalmente para participar en otros eventos ciclo deportivos. Todo ello
se combinó con la observación participante, usando lo que se podría denominar “auto-
etnografía”, método que ya ha sido utilizado para el estudio de este tipo de fenómenos
en otras ocasiones, siendo aceptado como válido en las revistas más prestigiosas
12
(Lamont, 2014). Entre 2012 y 2016 participé en diversos eventos deportivos que se
asocian al turismo en mayor o menor medida. En el ámbito atlético, entre otras pruebas,
en 10 maratones. Tres veces en el maratón de Barcelona (2013, 2015, 2016), que, en
2016, con más de 20.000 inscritos, fue el 5º con mayor participación de los que se
celebraron en dicho año en Europa y un 43% de inscritos provenientes del extranjero
(Revista Runner’s Word en español, abril de 2016). Seis veces en el maratón de Gran
Canaria (2010, 2012,13,14,15 y 16) evento celebrado a finales de enero en dicha isla,
combinando pruebas de Maratón, Media Maratón y 10 K, con una participación total
rondando las 6.000 personas en las últimas ediciones, con una importante presencia de
corredores-turistas (provenientes del resto de Europa, de España y de otras Islas
Canarias). Una vez en el maratón de Rotterdam (2014), considerado de los más rápidos
de Europa, y con una participación cercana a los 11.000 participantes. Además, la
participación en eventos de carácter más local, en distintas partes del mundo, permitió
hacerse una idea de ciertas variaciones en la cultura deportiva entre países y de los
puntos en común. Entre las pruebas atléticas de carácter más local se participó, además
de en innumerables pruebas en Canarias, en 2013, en una carrera de 10 kms en Chicago
y una media Maratón en Massachussets (EEUU); en la Media Maratón de Montevideo
(Uruguay, 2012); en una carrera de 10 kms en Londres, y en la Media Maratón de St.
Albans (Inglaterra), en 2015. En el ámbito del ciclismo, la experiencia de observación
participante se centró en la participación, en 2012, en la Etapa del Tour, evento de
ciclismo popular que consiste en realizar, un par de días antes, exactamente la misma
etapa que los profesionales de la carrera ciclista realizarán después. La etapa recorrida,
Pau- Bagnères de Luchon, contó con la participación de más 5.000 ciclistas
provenientes de todo el mundo. En 2014, en el Swiss Alpen Challenge, celebrado en
Meiringen (Alpes Suizos), evento que incluía pruebas de distintas distancias (se
participó en la de 137 kilómetros). Por último, se participó en 2013 en un Triatlón
Olímpico de carácter más local (Triatlón de Mogán, Gran Canaria). Además, y aunque
la recogida de datos no fue sistemática, con anterioridad al período analizado se
realizaron también otros viajes de turismo deportivo12
.
La información recogida de las entrevistas fue grabada y transcrita. La proveniente de la
observación participante fue recogida en forma de notas, que fueron publicadas en un
blog; la interacción que estos medios permiten, así como el seguimiento del número de
visitas, permitieron también obtener información valiosa. Con posterioridad, una vez
desarrollado el marco teórico, la información fue sometida a un análisis categorial, con
el objetivo de recoger aquellos verbatim y fragmentos que aportaran información sobre
12
Participación en los maratones de Madrid y Valencia en 2011. Participación en la vuelta Cicloturista
“Giro delle Dolomiti”, en Bolzano, Italia, en 2011, y en la vuelta cicloturista a Maspalomas (Gran
Canaria), en los años 2008, 09, 10, 11 y 12. Travesía de los Alpes Franceses con la empresa especializada
en cicloturismo activo “Terra Diversions, julio de 2009. Stage cicloturista en los Pirineos con la empresa
especializada SR Events (julio de 2010). Además de todo lo anterior, obviamente se realizaron
innumerables entrenamientos, fundamentalmente en ciclismo y carrera a pie, que también permitieron
recabar información valiosa. Es destacable, como elemento de contraste, los realizados en bicicleta con el
CC Islington (Londres, Reino Unido), entre mayo y junio de 2015, que permitieron ver similitudes y
diferencias entre la “cultura ciclista” en dicho lugar y la propia de Canarias y otros lugares de España.
También la conversación y las charlas que se pudieron realizar mientras corría a pie en diversos lugares
de España, Reino Unido, Uruguay, Argentina o Estados Unidos, o montaba en bicicleta en Italia, Francia
o Suiza, permitieron ver motivaciones y prácticas similares (y algunas diferencias) entre los practicantes
de éstas disciplinas en diversos lugares del mundo. Por último, la visita regular al Centro Deportivo San
Benito (La Laguna, Tenerife), permitió hacer observación (y conversación informal) de quienes acudían a
la piscina, a la sala de musculación y a algunas actividades dirigidas (Stretching, Total Body, ABDS).
13
los pares de valores contrapuestos: 1) deporte instrumental/finalista 2) deporte
autocontenido/espacio social múltiple y 3) actividad concentrada espacial y
temporalmente/difusa.
4 Resultados.
De los resultados del trabajo empírico realizado se deduce que, efectivamente, entre las
personas que practican turismo deportivo se puede encontrar una visión finalista del
deporte. El deporte es algo que se practica como un fin en sí mismo, y no tan sólo como
un medio o instrumento para conseguir otros fines, como pudiera ser la salud o bajar de
peso. Para algunas personas (que no cobran por ello) el deporte es su pasión. Así, se
pueden encontrar, por ejemplo, personas que se desplazan desde Australia, Israel o
Estados Unidos a la isla de Tenerife (un día de viaje) a entrenar en bicicleta. Y el
entrenamiento no es algo que se haga para obtener un resultado extra deportivo. Se trata
de personas que no van a lograr, gracias a su entrenamiento, ganar dinero, cambiar su
situación socio- económica o un empleo. A menudo los practicantes de distintas
actividades deportivas de fondo expresan la idea de que no les obsesiona las
competiciones, como pueden ser un maratón, una prueba ciclo deportiva o un triatlón,
sino que entrenan “para disfrutar”. Y a menudo se encuentra en su discurso la idea de
que disfrutan enormemente practicando su deporte(s) favorito, ya sea en su entorno
habitual o viajando para ello:
yo es que disfruto mucho cuando corro, tanto en los entrenamientos como en las carreras,
eh... veo igual que si llueve o ves realmente como corren los barrancos o como florecen,
pues todas estas cosas… a mí me reportan mucho y eso me da…bastante, bastante energía
para seguir corriendo… (corredora de Trail, 47 años)
Ahora bien, una particularidad de la participación en pruebas deportivas de fondo es que
las personas obtienen placer de actividades físicamente extenuantes, por lo que el
discurso a menudo presenta expresiones contradictorias en que se mezcla los términos
“sufrir” y “disfrutar”. Algo que tienen en común todos los participantes en los deportes
de resistencia (endurance sports) es que, de alguna manera “disfrutan sufriendo”, lo que
contribuye a generar una identidad común compartida (“nosotros” frente a “los demás”).
Aunque estamos hablando de actividades fuertemente físicas, se asocian a menudo a
estados mentales, y es bastante habitual el uso de términos tan abstractos como
“filosofía”.
Porque se sabe que en todas las carreras sufres, pero yo creo que ya de antemano sabes
que vas a sufrir, pero si encima sufres más de lo esperado, creo que yo la satisfacción la
tengo clarísimo, las carreras voy a disfrutar, en cuanto yo ya me va mal y realmente eso,
yo me retiro, porque esto, yo no soy profesional, esto es amateur y lo hago porque quiero,
esa es mi filosofía (corredora de Trail, 47 años)
No es extraordinario que el discurso adopte la forma de cierta oposición entre un
“nosotros”, los que practicamos estas actividades, que somos capaces de valorar el
esfuerzo, de sacrificarnos por entrenar, y así obtener la recompensa que es la
satisfacción de terminar y “disfrutar” del deporte, y un “ellos”, la población general, que
quizá no tiene tanta “capacidad de sacrificio/esfuerzo”, un término que se convierte en
un mantra en muchas sub culturas deportivas. A veces se usa la expresión inglesa no
pain no gain, para señalar que se trata de actividades en que hay que sufrir para obtener
una ganancia. Con lo cual, respecto a la dicotomía del deporte como actividad finalista o
14
instrumental, cabe afirmar que, efectivamente, es vivido, de forma genérica, como una
actividad finalista (practico el deporte X porque me gusta). Pero, a la vez, a menudo la
práctica concreta es vivida de forma instrumental. Podría decirse que las personas
plantean que, en términos generales, les gusta el deporte (correr/nadar/montar en bici)
pero que, de forma puntual, hay días en que no lo hacen porque les apetezca, sino
porque quieren entrenar para disfrutar cuando vayan a la prueba X (lo que,
generalmente, se asocia a prácticas de turismo deportivo). En este sentido es también
interesante destacar que la participación en pruebas deportivas de resistencia se asocia a
un ethos meritocrático: hay que sacrificarse para obtener resultados; quien obtiene
resultados es porque ha sabido sacrificarse. En este sentido, se dan a veces jerarquías
alternativas a los de otros ámbitos de la vida cotidiana. Quizá en otros ámbitos el
prestigio y el estatus se asocien a cuestiones como el salario, cómo este se obtiene (cuál
es el trabajo), la casa o el coche. En este tipo de espacios sociales, el prestigio y el
estatus se asocian a cuestiones que sólo parcialmente coinciden con lo anterior. Haber
participado (y terminado) en determinadas pruebas, como, por ejemplo, ser un “Ironman
Finisher”, haber terminado X maratones o una de las pruebas ciclodeportivas míticas (la
etapa del Tour, la Quebrantahuesos, la Marmotte, entre otras) otorga prestigio, de la
misma manera que hacerlo en determinados tiempos. Con lo cual pasamos al otro par de
valores contrapuestos que analizábamos, el deporte (el turismo deportivo) como práctica
auto contenida o como espacio social multifunción. De forma coherente con la hipótesis
planteada, las personas que se implican más en la práctica deportiva, y en el turismo
deportivo, tienden a concebirla como un espacio social multifunción. La práctica del
deporte es un ámbito en que no sólo se practica deporte:
Es un deporte muy sociable, súper sociable, tú sal a correr y un entrenamiento puede ser ir
a hacer senderismo al Teide. Cuando antes no subía nadie al Teide, ahora subes un sábado
y… parece eso la romería de Garachico (corredor, entrenador personal y organizador de
carreras de trail y asfalto en Tenerife, 37 años)
Cuando se pregunta a los practicantes de estas actividades qué es lo que les aporta, en
general tienden a identificarse mucho con la práctica de este tipo de actividades, hasta el
punto de que a la mayoría les resultaría difícil concebir su vida sin practicar algún tipo
de actividad parecida a la que realizan. Aunque el deporte se practica como un fin en sí
mismo, implica, según los participantes, múltiples beneficios de cara a la vida cotidiana:
Si tú me dices a mí defínelo en una palabra… equilibrio. Y ya después te puedo decir:
¿equilibrio por qué? Porque me permite olvidarme de los problemas de la familia, de los
niños, la mujer, me permite olvidarme un poco del trabajo, me permite compartir con otra
gente que no está en mi entorno laboral, mi entorno diario, me permite evadirme, si todo
eso que te estoy contando lo defines en una palabra es “equilibrio” (corredor de trail y
asfalto en Tenerife, 41 años)
Aunque los aspectos de evasión, que son comunes a otras formas de ocio (el ocio
escapista) están sin duda presentes en este tipo de prácticas, más que tratarse de
paréntesis en la vida cotidiana, de vacaciones, en el sentido de “tiempos vacantes”, se
trata de partes constitutivas de la vida cotidiana. Teniendo en cuenta la cantidad de
tiempo y recursos que se dedican a este tipo de prácticas no es extraordinario que
desempeñen un papel importante en la autodefinición de la identidad personal. No se
sabe si es antes el huevo o la gallina, si es que por tener determinadas características
15
personales las personas acaban practicando ciertos deportes o es al revés, o es que
desarrollan estas características a través de la práctica deportiva, pero parece innegable
que hay una relación entre ambas:
Y después lo llevas a la vida y te das cuenta de que, si eres capaz de hacer eso, cualquier
problema en la vida lo afrontas de otra manera… No es que le recomiende a todo el mundo
hacer burradas de éstas, pero deporte sí, y no tienes por qué correr, hacer senderismo,
ciclismo… a mí me da vida (corredor de trail, ex ciclista y actualmente propietario de tienda
especializada, 38 años)
La idea de que “el deporte es vida”, expresada de múltiples maneras, como por ejemplo
“correr es vida, lo demás son detalles13
” acaba convirtiéndose en una idea prescriptiva:
todo el mundo debería de hacer deporte, algún deporte. Como muestra la trayectoria
profesional de este entrevistado, el extraordinario crecimiento de la práctica activa de
deporte es un nicho de mercado y una posible fuente de trabajo para algunas personas.
Los millones de personas que practican este tipo de deportes, en la medida en que se
socializan en la subcultura de una práctica deportiva se convierten en consumidores de
una serie de bienes, lo que tradicionalmente ha sido más habitual, como pueden ser
zapatillas, bicicletas, mochilas de trail o barritas energéticas. Pero también de servicios,
algo hasta ahora menos habitual: desde entrenadores a fisioterapeutas pasando por
nutricionistas. Al igual que fuera estudiado por Bourdieu (1999) para el consumo
cultural y los estilos de vida (y el autor francés también hablaba de las prácticas
deportivas) tiende a darse una creciente mediación, con la proliferación de profesiones
que se desarrollan en torno a tareas de mediación e interpretación, ya sea con el medio
cultural o natural (guías, monitores de buceo, parapente) o incluso con el propio cuerpo,
que es sometido a disciplina a través del entrenamiento:
Entreno con un entrenador personal, tengo un entrenador personal desde hace ahora
pues… dos años y medio (…) eso sí se lo recomiendo a todo el mundo, tiene que haber
alguien que sepa lo que está haciendo. Yo lo que veo por ejemplo en Trail Running, es que
veo mucha gente que se mete sin saber lo que realmente es, termina las pruebas, me parece
muy bien, pero yo creo que el nivel de exigencia tanto físico como de salud que tiene este
tipo de pruebas requiere que haya detrás alguien que te acompañe, tanto en la parte física
como en la de salud. Y después, yo tengo un fisioterapeuta, amigo desde hace muchos años,
que cada 15-20 días, tiene que haber un masaje de descarga, un poco que te evalúe, como
está tu cuerpo…” (corredor de trail y asfalto en Tenerife, 41 años)
En definitiva, el auge de este tipo de actividades deportivas implica el crecimiento de
todo un conjunto de profesiones: fisioterapeuta deportivo, entrenador personal,
nutricionista deportivo. Aunque para la mayoría el deporte es una forma de ocio, un
consumo que les cuesta dinero, para un número no desdeñable de personas es una
forma, al menos potencial, de ganarse la vida, en que se puede invertir para obtener
estatus y prestigio. No es lo mismo tener un entrenador personal, fisioterapeuta o
nutricionista “cualquiera” que uno que ha hecho tales o cuales pruebas, a tales o cuales
niveles. Si en el modelo tradicional del deporte (que aquí hemos denominado a veces,
de manera simplificada, fordista), las posibilidades de ganarse la vida con el deporte se
limitaban a ser deportista de élite, o entrenador o fisioterapeuta de estos, ahora las
posibilidades se amplían enormemente. Dado que ahora también muchos deportistas
13
Lema de la LPA Night Run, carrera urbana nocturna celebrada en Las Palmas de Gran Canaria en que
participé en 2013 y 2014.
16
populares pagan por servicios como los de fisioterapia o entrenamiento personalizado,
es posible que más personas se dediquen a este tipo de profesiones.
Por último, en cuanto a la dicotomía entre la práctica deportiva como actividad
concentrada o desconcentrada espacial y temporalmente (ciclo de vida) de las
entrevistas realizadas se deduce que existen unas trayectorias o carreras deportivas. Las
personas comienzan practicando unos deportes, y a menudo por lesiones o problemas de
salud acaban pasando a otros y, como suele suceder con tantas otras cuestiones de la
vida social, las trayectorias están segmentadas por género y (aunque sean menos visible
a simple vista en las entrevistas) clase social:
En el mundo del deporte comencé jovencísimo, con 10 años. Empecé jugando al fútbol, y
cuando eso jugaban los niños de 10 años con los hombres de 16. (…) Pues en aquel
entonces tuve que empezar a hacer deporte a escondidas de mi padre, cogí, empecé a hacer
hockey, baloncesto (…) Y luego empecé con la lucha, y con la lucha estuve hasta los 33-34
años, que me vino la lesión de espalda, y tuve que dejar de luchar, todavía me quedaban
años por delante, pues empecé con la bicicleta, la bicicleta me dolía también la espalda y
me dedicaba a salir a correr (corredor de Trail, 54 años).
Yo siempre me ha gustado… el mundillo del deporte, recuerdo que de pequeña (…) yo veía
a los chicos entrenando en la charca del manisero, y se me estallaban los ojos, me
desconsolaba (…) Pero ya cuando me desarrollé, como digo yo, con 14 años, ya yo me vi
como que yo no me veía ahí, y lo dejé (…) siempre he intentado estar un poco ligada al
deporte, en el sentido de gimnasia de mantenimiento, una temporada también corría, pero
corría un poco por mantenerme. Después otra temporada estuve haciendo spinning, estuve
también haciendo natación, y bueno, por último, he retomado otra vez con el tema de
correr... (corredora de Trail, 47 años)
En definitiva, la especialización y el gran desarrollo experimentado por el mundo del
deporte implica que, cada vez más, las personas vean la práctica activa del deporte
como algo que les acompaña durante toda su vida, si bien, obviamente, van cambiando
las modalidades practicadas, los intereses e incluso algo tan subjetivo como el ánimo
con que se practica una actividad, que en algunos casos puede ser la misma pero puede
practicarse con sentidos distintos a lo largo de las distintas etapas del ciclo de vida. Éste
es un fenómeno social relativamente novedoso, y es que si bien no hace tanto “hacer
deporte” era algo que se concebía como propio de gente joven nos encontramos ahora
que algunas prácticas y espacios deportivos se acaban convirtiendo en un espacio
importante para la sociabilidad de las personas no precisamente jóvenes. Dado que, por
lo general, se trata de personas con mayor poder adquisitivo y, en muchos casos,
también más tiempo libre, son un tipo de clientela muy apetecible para toda la oferta
especializada que surge en torno al mundo del deporte, entre otros ámbitos, en el
turismo deportivo. Por poner sólo ejemplos que nos son cercanos: quizá hasta los 25 o
30 años quienes participan en pruebas de atletismo, ciclismo o triatlón tienen un espíritu
más competitivo, y viajan, en gran medida con ese afán. Sin embargo, a medida que van
cumpliendo años tienen por lo general mayor poder adquisitivo. Quizá
“competitivamente” nunca pudiste ir al maratón de Berlín, a pedalear en los Alpes o
hacer una etapa del Tour de Francia. Pero ahora puedes, “turísticamente”, pagar a una
agencia de turismo deportivo y participar en uno de esos maratones, o participar en la
Etapa del Tour o eventos similares que reproducen milimétricamente los recorridos de
grandes eventos ciclistas. En definitiva, parece un fenómeno que ha llegado para
quedarse.
17
5 Conclusiones.
El objetivo de este trabajo era acercarse al fenómeno del creciente turismo deportivo
desde una perspectiva sociológica que permitiera comprender teóricamente estos
fenómenos. Para ello, y tras exponer las cifras, cuantitativamente tan importantes, que
han alcanzado en la actualidad tanto la práctica del deporte como el turismo deportivo,
hemos desarrollado un marco teórico que parte de las diferentes funciones que cumple
el ocio en las sociedades modernas y en las postmodernas. Planteábamos como hipótesis
que las nuevas formas de vivir subjetivamente el deporte favorecen el surgimiento y el
desarrollo del turismo deportivo. Y para ver esto hemos hecho un análisis, a través de
entrevistas semi- estructuradas, en torno a tres pares de valores contrapuestos: la
práctica deportiva como actividad finalista o instrumental; como actividad
autocontenida o como espacio social multifunción y por último como actividad
concentrada o desconcentrada tanto en el espacio como en el tiempo (ciclo vital).
Los resultados del trabajo empírico están en la línea de trabajos realizados
anteriormente en contextos relativamente distintos de los nuestros. Así, por ejemplo, la
idea de la existencia de unas trayectorias y carreras, tanto en la práctica deportiva como
en el deporte turístico, desarrollada por Buning y Gibson (2015) para países
anglosajones, parece encontrarse también en el análisis realizado en un contexto
relativamente distinto (Canarias). Las ideas desarrolladas pos Shipway y Jones (2007) y
Shipway et al (2016), en torno al concepto de “relevancia de la identidad” (identity
salience), y cómo las personas tienden a invertir más en aquellas actividades que les
permiten construir una identidad social en positivo también parecen útiles para el
análisis de la realidad. Por último, conceptos como el de ocio serio (Stebbins, 1982,
1996, 2007) también parecen útiles para comprender el significado subjetivo que las
personas otorgan a las prácticas de deporte y de turismo deportivo en que participan.
En cualquier caso, lo que aquí hemos realizado no es más que una primera
aproximación cualitativa, que ha permitido hacer emerger algunos discursos, a un
fenómeno multifacético. Sin duda sería conveniente, de cara al futuro, hacer trabajos
complementarios, también de carácter cuantitativo, a diferencia de los anteriormente
mencionados (mayoritariamente cualitativos), que ayudaran a cartografiar la difusión
social de determinadas prácticas. Porque, efectivamente, sabemos que este tipo de
prácticas, que pueden parecer sorprendentes o incluso incomprensibles al profano, se
dan en la actualidad. Efectivamente, hay personas que dedican mucho tiempo y dinero a
entrenar y a viajar para participar, por ejemplo, en eventos de deportes de fondo como
pueden ser el ciclismo, las carreras (de montaña y de asfalto) y los triatlones. Pero ¿de
cuántas personas estamos hablando? ¿Qué perfiles sociodemográficos tienen? Sabemos
que la disponibilidad de ocio y recursos, así como la necesidad de construir una
identidad social en positivo, se encuentran entre las motivaciones que están detrás de
estas prácticas, pero, ¿se dan por igual en todos los grupos sociales? ¿Hay diferencias
por género y/o clase social? Creemos que el avance en estas líneas de trabajo puede ser
positivo tanto teórica como pragmáticamente. Empezando por esto último, parece obvio
que un mayor conocimiento de estos fenómenos permitiría planificar mejor el sector y
las distintas actividades. Así, por ejemplo, desde el punto de vista de las políticas
públicas de promoción de la actividad física como mecanismo para mejorar la calidad
de vida y evitar enfermedades, un mayor conocimiento de las motivaciones y prácticas
permitiría planearlas más adecuadamente, evitando emplear recursos en infraestructuras
que quizá después sean infrautilizadas. También, es obvio que el conocimiento de este
18
tipo de cuestiones puede ser muy interesante para toda la industria que se ha
desarrollado en este sector. Pero pensamos también que este tipo de trabajos tiene
también un interés teórico, pues nos pueden ayudar a comprender mejor las sociedades
contemporáneas, en las que el ocio juega un papel cada vez mayor en la construcción de
la identidad.
6 Referencias
Bourdieu, P. (1999). La distinción: criterio y bases sociales del gusto. Taurus Ediciones.
Buning, R. J., & Gibson, H. (2015). The Evolution of Active-Sport-Event Travel
Careers. Journal of Sport Management, 29(5).
Comisión Europea (2014): El Eurobarómetro sobre el deporte revela un grado elevado
de inactividad en la UE, nota de prensa, disponible en:
http://europa.eu/rapid/press-release_IP-14-300_es.htm
Consejo Superior de Deportes (CSD) (2015): Encuesta de hábitos deportivos en España
2015, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, disponible en
http://www.csd.gob.es/csd/sociedad/encuesta-de-habitos-deportivos/encuesta-
de-habitos-deportivos-en-espana-2015/
Running USA (2016)Datos de Runners.com. 2015 National Runner Survey, disponible
en: http://www.runningusa.org/2015-national-runner-survey, visitado en junio
de 2016
Dobbin, F. (2005). Comparative and Historical Perspectives in Economic
Sociology. The handbook of economic sociology, 26.
García Ferrando, M. (2006). Veinticinco años de análisis del comportamiento deportivo
de la población española (1980-2005). Revista internacional de
sociología, 64(44), 15-38.
Kokolakakis, T., Lera-López, F., & Panagouleas, T. (2012). Analysis of the
determinants of sports participation in Spain and England. Applied
Economics,44(21), 2785-2798.
Lamont, M. (2014). Authentication in sports tourism. Annals of Tourism Research, 45,
1-17.
Marrero Rodríguez, J. R. y González Ramallal, M (2009). Manual de Sociología del
Ocio Turístico. Septem ediciones. Oviedo.
Mazón, T. (2001). Sociología del turismo, Madrid, Ramón Areces
19
Shipway, R., & Jones, I. (2007). Running away from home: Understanding visitor
experiences and behaviour at sport tourism events. International Journal of
Tourism Research, 9(5), 373-383.
Shipway, R., King, K., Lee, I. S., & Brown, G. (2016). Understanding cycle tourism
experiences at the Tour Down Under. Journal of Sport & Tourism, 1-19.
Santana Turégano, M.A (2000): Turismo fordista y posturismo. Una primera
aproximación a la operativicación de conceptos en Latiesa Rodríguez y Álvarez
Sousa: El turismo en la sociedad contemporánea: diversificación, competitividad
y desarrollo, Granada, Urbano Delgado.
Ritzer, G. (2015). The “New” World of Prosumption: Evolution,“Return of the Same,”
or Revolution?. In Sociological Forum (Vol. 30, No. 1, pp. 1-17).
Stebbins, R. A. (1982). Serious leisure a conceptual statement. Sociological
Perspectives, 25(2), 251-272.
Stebbins, R. A. (1996). Cultural tourism as serious leisure. Annals of tourism research,
23(4), 948-950.
Stebbins, R. A. (2007). Serious leisure: A perspective for our time (Vol. 95).
Transaction Publishers.