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Pensamientos Guías para el Servicio Divino
Iglesia Nueva Apostólica
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Domingo, 1º de octubre Glorificar a Dios
agradeciendo
Miércoles, 4 de octubreSeguir a Jesús
Domingo, 8 de octubreUn dador alegre
Miércoles, 11 de octubreResistir a la tentación
Domingo, 15 de octubreDar parte de
nuestra riqueza
Miércoles, 18 de octubre Madurar a través de pruebas
Domingo, 22 de octubrePrimero el reino de Dios
Miércoles, 25 de octubreLa ayuda de Dios para nosotros
Domingo, 29 de octubreSalvación por medio de la intercesión
Servicio Divino para la juventudAvaricia, una expresión del pecado
Publicación mensual para los portadores de ministerio Octubre 2017
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Pensamientos Guías, octubre de 2017 Prólogo
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La serie temática del mes de octubre se ocupa de “nuestras ofrendas”. Es necesario dejar sentado que nuestros sacrificios y ofrendas nunca deben compararse con el sacrificio que Jesu-cristo ofreció por nosotros.
El primer Servicio Divino dominical comienza puntualizando los diferentes significados atribuidos al término “ofrenda” en el Anti-guo y en el Nuevo Testamento. Nunca veamos nuestras ofrendas materiales como una obligación molesta o esperemos bienestar terrenal como resultado de ellas. Por el contrario, siempre deben ser expresión de nuestro agradecimiento. La bendición de Dios excede en mucho las dimensiones materiales y temporales, por-que, en última instancia, atañe a nuestro futuro con Dios.
En el siguiente Servicio Divino dominical analizaremos cómo podemos dejar señales de nuestro amor y agradecimiento a Dios y a nuestro prójimo con nuestros imperfectos sacrificios.
“Más bienaventurado es dar que recibir” es el tema que se trata-rá el tercer domingo de octubre. Primero se ilustrará la diferencia entre la riqueza terrenal y la espiritual, y luego seremos exhor-tados a compartir con otros también nuestra riqueza espiritual.
El domingo siguiente nos ocuparemos de la cuestión de cómo establecer las prioridades cuando ofrendamos. El estar supedi-tados a la voluntad divina no significa renunciar a nuestra perso-nalidad. Estos esfuerzos servirán, antes bien, para nuestra salva-ción y para el apoyo activo de la Iglesia visible.
Finalmente, el último Servicio Divino dominical de octubre servirá de preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difun-tos. El énfasis se colocará en el pensamiento de cómo podemos anunciar la salvación en Cristo, en el mundo de aquí y en el del más allá.
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Agradecimiento por la cosecha
Glorificar a Dios agradeciendo
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos.Romanos 11:36
Mensaje
Ofrecemos a Dios nuestro agradecimiento.
Explicaciones
El día de agradecimiento por la cosecha nos debe hacer recordar que nuestra vida material y nuestra salvación se las debemos únicamente a Dios.
Todas las cosas son de Dios
Muchas personas creen que lo que tienen se debe únicamen-te a sus propios méritos. Por eso no tienen necesidad algu-na de agradecer a alguien por ello y menos aún, de compar-tirlo con otros. Cuando les falta algo, piensan que son víctimas de una injusticia y cuando los afecta una desgracia, quedan atónitos e indefensos.
Nosotros creemos que todo lo que disponemos sobre la tierra viene de Dios, nuestro Padre.
Como somos conscientes de la gracia de Dios, le damos a Él la gloria:
n agradeciéndole.
n confiando en Él, pues nuestro Padre conoce nuestras necesidades y se ocupa de nosotros (Mt. 6:33).
n compartiendo los dones; le damos a Dios la parte que le corresponde (de nuestro tiempo, de nues-tras fuerzas y de nuestros ingresos) y ayudamos a nuestro prójimo en la necesidad.
Todas las cosas son por Dios
Por Dios somos salvos:
n Nuestra salvación úni-camente es posible por Jesucristo. Como peca-dores estamos condena-dos a la muerte eterna, sean cuales fueren nues-tros esfuerzos y nuestros méritos. Únicamente a Jesucristo, que dio su vida por nosotros, le debemos nuestra salvación. A Él le damos la gloria permane-ciendo en el seguimiento.
n El Espíritu Santo es el que nos da el acceso a la sal-vación. Por Él estamos en condiciones de conocer a Jesucristo, el Salvador. Gracias a su actividad, nos beneficiamos con el efecto salvífico de los Sacramentos. Al Espíritu le damos la gloria acep-
Servicios Divinos para ocasiones especiales
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1.10.2017 Agradecimiento por la cosecha
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tando la prédica y la Santa Cena con fe y mantenien-do la promesa que hici-mos en el Bautismo con Agua y Espíritu.
n Hoy podemos recibir sal-vación porque Jesús ha enviado a sus Apóstoles y el Espíritu los ha dota-do tanto a ellos como a sus colaboradores de la autoridad y la santificación necesarias. No considera-mos a los portadores de ministerio como aquellos que conducen el Servicio Divino, sino como servido-res que Jesús ha enviado para nuestra salvación.
Todas las cosas son para Dios
Creemos que el obrar de Dios tiene como meta hacer posible al hombre alcanzar la comu-nión con Él.
Esta fe
n nos colma de la alegría de poder estar pronto con Jesús;
n nos da la certeza de que nada puede impedir a Dios preparar a la novia de Cristo;
n nos impulsa a anunciar la salvación en Cristo a nuestro prójimo.
Pensamientos del Apóstol Mayor
Resumen
Damos la gloria a Dios:
n Él se ocupa de nuestras necesidades; nosotros confiamos en Él y com-partimos los dones recibi-dos;
n Él nos salva; nosotros nos colocamos bajo su volun-tad, mantenemos nues-tras promesas y acepta-mos a sus enviados;
n Él nos conduce a su glo-ria; colmados de alegría por nuestra salvación, anunciamos a nuestro prójimo la salvación en Cristo.
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Servicio Divino de entresemana4.10.2017
Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.Lucas 14:28-30
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Seguir a Jesús
Mensaje
El seguimiento a Cristo tam-bién implica renunciación.
Explicaciones
Una gran muchedumbre seguía a Jesús. Algunos sim-plemente sentían curiosidad por ver milagros; otros que-rían ser sanados; un tercer grupo esperaba que Jesús los liberara del yugo de los roma-nos. El Señor explicaba que un verdadero discípulo debía prescindir de muchas cosas y debía soportar gran cantidad de tribulaciones. Alguien que quería seguir a Jesús, primero se debía preguntar si estaba dispuesto a pagar el precio del seguimiento.
El seguimiento a Cristo
El objetivo de los Apóstoles no es solamente reunir a tantas personas como sea posible, sino formar a verdaderos dis-
cípulos de Jesús y, de ellos, tantos como sea posible.
¿Por qué seguir a Jesús?
¿Por qué nos hemos compro-metido a seguir al Señor?
n Para ser redimidos del pecado y del mal.
n Para entrar a su reino y tener comunión eterna con Él.
n Para llegar a ser semejan-tes a Él.
n Para colaborar en la sal-vación de toda la huma-nidad como el sacerdocio real.
Para alcanzar esta meta, debemos:
n renunciar al pecado. Renunciamos a todo lo que nos puede inducir al pecado.
n renunciar a las tradiciones (familiares, culturales) que no están en armonía con el Evangelio.
n superar nuestras propias ideas y expectativas. Permanecemos fieles a Cristo, incluso cuando nuestros deseos no se cumplen o no entende-mos el obrar de Dios. El sentir de Cristo debe ser el parámetro de nuestras acciones (Fil.2:5). Tam-bién con esta actitud tra-temos al prójimo, en lugar
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de apoyarnos solamente en nuestras propias expe-riencias y opiniones.
n tomar distancia de la idea de que nos merecemos la salvación (Mt. 20:1-16).
n estar dispuestos a los sacrificios que Jesús requiere de nosotros. Estos no son iguales para todos. Algunos discípulos tuvieron que abandonar todo por Jesús. María, Marta y Lázaro, por otro lado, pudieron continuar con su vida habitual. Pedro tuvo que morir como mártir y Juan se salvó de este fin (Jn. 21:22).
Vale la pena el seguimiento
La misión de un discípulo es demostrar que los favores de Jesús son tan grandes, que bien vale hacer todo sacrificio por ellos. El que no está dis-puesto a hacerlo, no puede ser su discípulo (Lc. 14:33).
A quienes abandonaron todo por Él, Jesús no sólo les pro-metió la vida eterna, sino tam-bién una rica compensación en esta vida (Mr. 10:29-30). ¡Pensemos en todos los favo-res que Él nos concede en su casa!
Pensamientos del Apóstol Mayor
Contexto
Las palabras de Jesús expli-can que no se puede ser un discípulo con ligereza, sino que para el seguimiento se nece-sitan una decisión consciente y la disposición a hacer sacri-ficios. Para explicarlo, Jesús utiliza el ejemplo de la cons-trucción de la torre (nuestra cita bíblica) y la imagen de la campaña militar cuidadosa-mente planificada (versículos 31 y 32). Jesús resume todo ello en el pasaje que dice que sólo puede ser su discípulo el que renuncia a aquello que le impide el seguimiento (versícu-lo 33).
Notas
Seguir a Jesús
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Resumen
n Seguir a Cristo requiere negarse a sí mismo, es decir renunciar a ciertas cosas, y estar preparado para hacer sacrificios.
n Con ello mostramos nuestra disposición al verdadero seguimiento.
n De este modo expresamos también que valoramos los favores que Dios nos concede.
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Nuestras ofrendas: dar una ofrenda pura a Dios
Servicio Divino dominical8.10.2017
Porque Dios ama al dador alegre.2 Corintios 9:7
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Un dador alegre
Mensaje
Damos por amor a Dios.
Explicaciones
Nuestra cita bíblica se refie-re a la colecta de dinero para la comunidad de Jerusalén. Pablo alienta a la comunidad de Corinto a ser generosa, también por el hecho de que sus miembros tienen más que los de Jerusalén. Este mensaje se puede generalizar y ser apli-cado a diferentes situaciones de la vida. Así, por ejemplo, puede referirse al matrimonio, a la familia y a las amistades. El que está siempre dando amor y brindando dedicación, a pesar de no recibir nunca nada a cambio, a la larga se cansará de dar y se sentirá profundamente decepcio-nado. Por otra parte, el que únicamente toma, destruye lo sustancial del vínculo humano.
Dones para beneficio de todos
En la Obra de Dios no es dife-rente. Nuestras comunidades y distritos, es más, toda la Iglesia, se pueden comparar con un organismo vivo. No es casual que el Apóstol Pablo utilizara la imagen de un cuer-po para ilustrar la comunión de los creyentes: cada miembro
realiza un aporte importante e imprescindible para beneficiar al todo.
Los dones que nuestro Padre celestial nos ha dado los apli-camos para provecho de todos (1 Co. 12:7). De ellos forman parte, por ejemplo, las aptitudes musicales o el don de poder consolar a otros y escucharlos. La habilidad de anunciar creíblemente la pala-bra de Dios es otro de esos dones de Dios, al igual que la habilidad para organizar activi-dades en la comunidad. Luego están aquellos que contribu-yen con sus talentos creativos y artísticos. No deben quedar sin mencionar en este con-texto nuestras posibilidades financieras.
El don de Dios para nosotros
Con su muerte en la cruz, Jesús nos ha dado un don impagable que consiste en la condición previa para la redención y la vida eterna con Dios. A pesar de que no podemos “pagar” el amor y la misericordia de Dios, de todos modos nos sentimos impulsa-dos a involucrarnos en la Obra de Dios con todos nuestros dones y a no conformarnos con el papel de espectadores o consumidores.
Actitudes expectantes
No debemos permitir que en nosotros sobrevenga una actitud expectante equivoca-da. Nunca pensemos: “¿Qué puede hacer la Iglesia por
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mí?”. Porque “la Iglesia” no es cualquier comunidad basada en intereses. Es probable que se comiencen a hacer obser-vaciones y comparaciones: ¿Qué hacen, en realidad, los demás y cuál es mi aporte en contrapartida? Después tal vez se comprueba que los otros aparentemente “aportan” menos que uno y se comien-za a repensar o a retacear el propio compromiso activo. Se piensa, entonces, “que prime-ro hagan algo los demás…”
O bien nos podrían llegar a molestar las decisiones o un comportamiento erróneo de los portadores de ministerio o de los hermanos y hermanas en la fe.
El don como expresión de agradecimiento
No debemos considerar nues-tra propia ofrenda financiera como si fuera la cuota del socio de un club que se mide de acuerdo con lo que se conside-ra razonable y provechoso para uno mismo. Si pensáramos de esta forma nos estaríamos pri-vando de la alegría de devolver al gran Dios, al dador de todo don perfecto, un don imperfec-to como señal de nuestro amor.
Dios no mide el amor que nos tiene en el volumen de los dones y los esfuerzos que le ofrecemos. Su amor hacia nosotros no se puede com-prar. La actitud del dador ale-gre solamente demuestra que hemos comprendido que Dios nos ama y que nosotros tam-bién lo amamos.
Contexto
En la Biblia, la práctica de la siembra y la cosecha se suele vincular con la experiencia de la bendición divina. Cuando la bendición de Dios se posa en la tierra, la cosecha será abundante (Gn. 26:12). Si bien aquí la cosecha se refiere al resultado final de una colec-ta de dinero, esta expresa al mismo tiempo la abundancia de bendición del tiempo final: ¡Dad en abundancia, porque la recompensa de Dios estará en consonancia con lo que hayáis dado!
Notas
Dar una ofrenda pura a Dios
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Resumen
n El que siempre está únicamente dando, pronto se cansará. Y el que sólo toma, pronto se sentirá decepcionado.
n Dios nos ha dado dones para usarlos en provecho de todos.
n Con su muerte en la cruz, Jesús nos ha dado un don impagable.
n No debemos desarrollar pretensiones equivocadas en relación con la Iglesia.
n Nuestra ofrenda es expresión del agradecimiento a Dios.
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Servicio Divino de entresemana11.10.2017
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.1 Corintios 10:12-13
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Resistir a la tentación
Mensaje
Dios nos da la fuerza para resistir a la tentación.
Explicaciones
El Apóstol Pablo recordó a los corintios que los israelitas habían muerto en el desierto por caer en la tentación. Dios puso a prueba a su pueblo durante cuarenta años al atra-vesar el desierto (Dt. 8:2). Esta prueba debía hacer posible que el pueblo elegido fortaleciera su fe y su vínculo con Dios.
Dios prueba nuestro agradecimiento
Dios probó el agradecimiento de su pueblo dándole maná (Dt. 8:16). Israel debía reco-nocer que dependía comple-tamente de la gracia de Dios y que debía estarle agradecido. Pero para el pueblo, el maná era un alimento demasiado liviano y monótono (Nm. 21:5). El Señor también pone a prue-
ba nuestro agradecimiento. Muchos de nosotros no posee-mos riquezas terrenales, pero Dios nos concede riqueza espi-ritual a todos. ¡Son bienaven-turados los que pueden reco-nocer el desvelo divino y están agradecidos por los dones que han recibido por gracia!
Dios prueba nuestra madurez
En el monte Sinaí, Dios puso a prueba la madurez de su pueblo. Debía seguir siéndole fiel, incluso durante la ausen-cia de Moisés, pero en cam-bio, el pueblo construyó un becerro de oro, celebró y lo adoró (Éx. 32). Examinemos nuestra madurez espiritual: ¿Nos orientamos en los man-damientos de Jesús aun cuan-do estamos solos y lejos de nuestro entorno habitual y de nuestros predecesores?
Dios prueba nuestra confianza
Cuando Israel llegó a la fronte-ra con la tierra prometida, Dios puso a prueba su confianza. Pero el pueblo no escuchó las explicaciones de Josué y Caleb, y creyó que era imposi-ble conquistar aquellas tierras. ¿Y nosotros? Confiemos en Dios incluso cuando la Iglesia visible tenga deficiencias y no nos ofrezca todo lo que consi-deremos imprescindible. ¡Dios la conducirá a la terminación!
Consolación
La palabra del Apóstol es con-soladora, porque nos recuerda
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la fidelidad divina. El Todopo-deroso se ocupa de que nin-guna tentación sea imposible de superar. Si bien no le pro-híbe al maligno que nos tiente, nos proporciona las fuerzas necesarias para resistirnos a él. Por supuesto que depen-de de nosotros hacer uso de estas fuerzas.
Fortalecimiento
Dios nos fortalece mediante su palabra y la Santa Cena. A veces, este alimento puede parecer liviano o magro como el maná. Pero no olvidemos que también fue el maná el que posibilitó a los israelitas atravesar el desierto y con-quistar a sus enemigos. La palabra de Dios y la Santa Cena sólo pueden ejercer en nosotros sus plenos efectos si las recibimos con fe.
En la primera epístola a los Corintios, el Apóstol Pablo habla de manera impactante sobre los dones del Espíritu Santo, en el sentido de que a los creyentes no les faltará nin-gún don necesario para vencer (1 Co. 1:7-8). Esto no signifi-ca que Dios donará todos los dones a cada uno. Antes bien, la plenitud de estos dones ha sido dada a la Iglesia. Por lo tanto, en la comunión fraternal encontramos todos los dones necesarios para superar las pruebas. ¡Alentémonos, edi-fiquémonos y ayudémonos mutuamente!
Pensamientos del Apóstol Mayor
Contexto
En el pasaje bíblico citado, Pablo advierte del falso senti-do de seguridad. Demuestra que nadie puede permanecer por sí mismo con Dios, sino que solamente es posible con la ayuda de Dios. El pueblo de Israel durante el éxodo por el desierto es un ejemplo que advierte de ello.
Notas
Resistir a la tentación
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Resumen
Las pruebas permitidas por Dios nos muestran en qué situación se encuentran:
n nuestro agradecimiento,
n nuestra madurez y
n nuestra confianza en Dios.
Dios nos consuela, experimentamos fortalecimiento y Él nos da dones espirituales para superar las pruebas.
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Nuestras ofrendas: más bienaventurado es dar que recibir
Servicio Divino dominical15.10.2017
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan las esperanzas en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.1 Timoteo 6:17
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Dar parte de nuestra riqueza
Mensaje
Agradecemos a Dios por la riqueza que hemos recibido y la compartimos con otros.
Explicaciones
Muchas personas consideran que su riqueza sólo es fruto de su trabajo y que se debe pura y exclusivamente a su éxito personal. Es por eso que no tienen la necesidad de agra-decerle a alguien y de entregar una parte de ella. Se adjudican su riqueza únicamente a ellos mismos. Sin embargo, cuan-do les falta algo, lo consideran una injusticia.
La riqueza terrenal desempeña un papel central para muchas personas, pero nosotros sabe-mos que esta riqueza no es todo, sino que somos cons-cientes de que también hay algo más. Recordemos lo que dice Ap. 3:17 sobre la supues-ta riqueza: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enrique-cido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú
eres un desventurado, misera-ble, pobre, ciego y desnudo”.
La riqueza espiritual
No toda persona puede tener riqueza terrenal, pero toda per-sona puede ser rica en lo espi-ritual. Dios posibilita el acceso a esta riqueza por medio de:
n el renacimiento de agua y del Espíritu (Ti. 3:5),
n la gracia que nos redime del pecado y de la muerte espiritual (Ef. 1:7).
n la comunión con Jesu-cristo en la Santa Cena.
n la promesa de Jesús, de que estaremos con Él para siempre (Ro. 8:17).
No ser altivos
Cuando reconocemos las riquezas que hemos recibido de Dios, no seamos altivos ufanándonos de nuestros pro-pios logros, sino agradezcá-mosle a Él. Lo haremos:
n dándole parte de nuestro tiempo, nuestra fuerza, nuestras capacidades, nuestros ingresos y nues-tras posesiones.
n confiando en Él. Nuestra vida está en sus manos. Dios nos cuida.
n haciendo su voluntad y de este modo, honrándolo.
n orientando nuestra vida en el Evangelio de Cristo.
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Disfrutar todas las cosas
El Evangelio no nos prohíbe disfrutar de nuestra riqueza terrenal, pero esta no debe estar en el centro de nuestros pensamientos e intentos. Más allá de esto, debemos com-partir parte de nuestra riqueza terrenal con los que pasan por necesidades.
Además, el Evangelio señala que también existe la rique-za espiritual, la cual asimismo debemos compartir con los demás. No pensemos sólo en nosotros. Dejemos que también otros tengan parte de nuestra riqueza espiritual. Podemos:
n anunciar la salvación en Jesucristo y la doctrina de los Apóstoles a nuestro prójimo.
n estar dispuestos a perdo-nar y a reconciliarnos con cada persona.
n convertirnos en bendición para nuestro prójimo por medio de la gracia divina que nos ha sido regalada.
n dar testimonio sobre el retorno de Cristo para buscar a su novia.
Disfrutemos de este modo nuestra riqueza espiritual e intercedamos para que otras personas también tengan el anhelo de poseerla.
Contexto
El final de 1 Timoteo está diri-gido a los ricos. Timoteo es alentado a llamar a los ricos a la modestia y a no depender de su riqueza, sino de Dios que es fuente de toda rique-za. Los ricos son exhortados a no buscar en primera línea las posesiones terrenales, sino la riqueza ante Dios. Esta riqueza se muestra en las bue-nas obras que una persona realiza y es expresión de la fe en Jesucristo. El buen funda-mento que se atesora, del que habla 1 Ti. 6:19, es el recono-cimiento del Evangelio, espe-cíficamente el saber que la salvación proviene únicamente de Jesucristo (Mt. 6:20-21).
Notas
Más bienaventurado es dar que recibir
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Resumen
n Muchas personas consideran que su riqueza sólo es fruto de su trabajo y que se debe pura y exclusivamente a su éxito personal.
n No toda persona puede tener riqueza terrenal, pero toda persona puede ser rica en lo espiritual.
n El Evangelio no nos prohíbe disfrutar de nuestra riqueza terrenal, pero esta no debe estar en el centro de nuestros pensamientos e intentos.
n Dejemos que también otros tengan acceso a esta riqueza espiritual.
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Saber bíblico: José y sus hermanos
Servicio Divino de entresemana
Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.Génesis 50:19-20
Madurar a través de pruebas
Mensaje
Lo malo que nos sucede, puede servir para bien.
Explicaciones
Gn. 50 habla sobre la muerte de Jacob y de que sus hijos, que habían vendido a su her-mano José a Egipto, de pronto volvieron a sentir temor de que José todavía quisiera vengarse de ellos por su mala acción. El temor de los hermanos fue refutado con la exclamación: “¡No temáis! ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?”. José sólo podía repetir delante de los hermanos lo que ya había dicho antes (Gn. 45:5). No podía actuar como un juez, porque Dios le había ordena-do salvar a la familia de Jacob para que se convirtiera en un gran pueblo.
La adversidad hizo que José cambiara para bien
Muchas veces durante su juventud, José se había com-
portado con sus hermanos de un modo que les hacía sentir hostilidad hacia él. Así, por ejemplo, había contado a su padre que los hermanos no tenían buena reputación y que se hablaba mal de ellos (Gn. 37:2). También narraba sueños, en los que él era el que reinaba y sus hermanos lo servían (Gn.37:5-11). Por eso, a nadie puede sorprender que sus hermanos le tuvieran envidia.
Pero lo que vivió en Egipto, que en parte fue malo, cambió la actitud de José. Allí se con-virtió en un hombre:
■■ que se orientaba en la voluntad de Dios y se resistió a la mujer de Potifar que intentaba seducirlo. Por eso tuvo que soportar una denun-cia falsa y un duro castigo (Gn. 39).
■■ que ya no utilizaba su don de interpretar los sueños para destacarse, sino para ayudar a los demás (Gn. 40).
■■ que ya no era frívolo ni presumido, sino que se había vuelto circunspecto, ocupándose intensa-mente del bienestar de la comunidad y del Estado (Gn. 41:47-57).
■■ que dejó de ser venga-tivo, en cambio ayudó a sus hermanos a comprar trigo, cuando llegaron a Egipto.
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18.10.2017
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A pesar de las injusticias que vivió, José no endureció su corazón, sino que fue obe-diente a la voluntad de Dios y se mostró abierto a las necesi-dades de otras personas.
José como ejemplo
La historia de José es única y, a pesar de todo, algo de ella podemos referir a nosotros. Por lo tanto,
■■ orientémonos en la volun-tad de Dios, aunque, a veces, hacerlo tenga des-ventajas para nosotros;
■■ apliquemos nuestros dones, no sólo para nues-tro propio interés, sino también para otros;
■■ no sólo veamos solo a nosotros mismos y a nuestro bienestar, sino miremos también por el bienestar de otras per-sonas;
■■ no seamos rencorosos, sino misericordiosos y perdonemos a quien nos pide perdón.
También nosotros podemos cambiar y madurar por lo bueno y lo malo que ocurre en nuestra vida, habiéndonos propuesto asemejarnos a la naturaleza de Cristo. Por otra parte, nuestra actitud puede fortalecerse al reunirnos alre-dedor del altar de Dios, anhe-lar que llegue el día del retorno de Cristo y esperar la termina-ción en la nueva creación.
Contexto
La cita bíblica forma parte del final de la historia de José. En ella se explica que la historia de vida de José y la historia de la salvación están en estre-cha relación. Todo lo que vivió José, finalmente sirvió para que una familia se pudiera convertir en un gran pueblo. El libro del Génesis finaliza con el relato sobre la muerte de José.
Notas
Saber bíblico: José y sus hermanos
Resumen
■■ Las malas experiencias en su vida hicieron que José madurara.
■■ Al actuar según la voluntad de Dios, José ya no se colocaba en el centro, sino que estaba interesado en el bienestar de otros y se mos-traba dispuesto a perdonar.
■■ Lo malo que ocurre en nuestra vida pueden servir para orientar-nos en la voluntad de Dios, aplicar nuestros dones para otros y no ser rencorosos.
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Nuestras ofrendas: establecer prioridades correctamente
Servicio Divino dominical22.10.2017
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.Mateo 6:33
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Primero el reino de Dios
Mensaje
Le damos prioridad al reino de Dios.
Explicaciones
El concepto “reino de Dios” se refiere, en primer lugar, a la comunión eterna con Dios.
n Debemos “buscar” el reino de Dios, es decir tener la aspiración de llegar a él. No tenemos automáticamente un derecho adquirido a la redención. La entrada al reino es una expresión de la gracia que el Señor concede a los que se pre-paran para ello.
n “Primeramente” significa que para nosotros la sal-vación debería tener máxi-ma prioridad. Nos toma-mos tiempo para asistir al Servicio Divino, para orar y leer en la Sagrada Escri-tura. Cuando tomamos decisiones, primero pen-samos en nuestra salva-ción y renunciamos a todo lo que podría ponerla en riesgo. Pero “primeramen-te” también significa que
la búsqueda de salvación no nos releva de cumplir con nuestras obligaciones familiares, profesionales y sociales.
n Jesús espera de nosotros que confiemos en Dios. El que ha entregado a su Hijo para nuestra salva-ción, también nos dará lo que necesitamos para ser salvados (Ro. 8:32).
Justicia divina
Ocupémonos también de que Dios gobierne ya hoy en nues-tro corazón y busquemos la justicia divina.
n Verifiquemos si realmente es Dios el que inspira nuestras palabras y accio-nes. La oración sincera y una examinación profun-da de nuestra conciencia nos ayudarán en nuestros esfuerzos. Si fuera nece-sario, corrijamos aquello que no está en orden.
n Como pecadores debe-mos ser justificados por la gracia de Jesús, el Justo. Sabemos que estamos completamente supedi-tados a la gracia, por lo que demostramos humil-dad ante Dios y nuestro prójimo, y estamos dis-puestos a perdonar para recibir perdón.
n El supeditar nuestra voluntad a la voluntad divina no significa renun-ciar a nuestra personali-dad o individualidad. Es
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importante que nuestra primera preocupación siempre sea cumplir la voluntad de Dios y recibir su gracia.
La Iglesia de Cristo y el reino de Dios
El reino de Dios ya ha comen-zado en Cristo y está presen-te en su Iglesia (Catecismo INA PyR 135, Catecismo INA 12.1.7.2.3).
n Ocupémonos de que la presencia del Señor se pueda percibir cada vez con más fuerza en la Iglesia visible. Esforcémo-nos para asegurar que el amor, la gracia y la paz prevalezcan en las comu-nidades.
n Lo primero que busca-mos en la Iglesia visible es nuestra salvación. En la Iglesia podemos encon-trar muchas respuestas a nuestras necesidades y nuestras preocupaciones, pero no perdamos de vista la meta: ¡obtener la salvación!
n Para cumplir con su encargo, la Iglesia visible necesita nuestras ofren-das y nuestra colabora-ción. ¡Demos a la Iglesia la parte que le correspon-de! Gracias a la bendición de Dios tendremos lo que debemos tener para ser hijos de Dios felices y fir-mes en la fe.
Pensamientos del Apóstol Mayor
Contexto
La cita bíblica forma parte del Sermón del Monte. Le antece-den directamente las palabras de Jesús sobre las preocupa-ciones por hacerse tesoros (Mt. 6:19-32): es inútil preocu-parse por las cosas terrenales. Lo importante es preocupar-se por la salvación del alma. El versículo siguiente resume todos estos pensamientos (versículo 34).
El Sermón del Monte conti-núa con diversas advertencias sobre cómo vivir de acuerdo con la voluntad de Dios (Mt. 7:1-23) y finaliza con la pará-bola de la edificación de la casa (versículos 24-29).
Establecer prioridades correctamente
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Resumen
El concepto “reino de Dios” se refiere, en primer lugar, a la comunión eterna con Dios, aunque también a la Iglesia de Cristo. La búsqueda del reino de Dios significa que:
n demos prioridad a la salvación de nuestra alma.
n permitamos que Dios gobierne en nuestro corazón y anhelemos la gracia de su justicia.
n nos esforcemos por lograr que la presencia de Cristo se perciba cada vez más en la comunidad y por apoyar la misión de la Iglesia visible a través de nuestras ofrendas.
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Servicio Divino de entresemana25.10.2017
Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho.Génesis 21:19
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La ayuda de Dios para nosotros
Mensaje
El Espíritu Santo nos enseña a reconocer la ayuda de Dios.
Explicaciones
El cuidado que Dios prodigó a Agar e Ismael
Dios había prometido a Agar, la sierva egipcia de Sara y madre de Ismael, que su hijo sería padre de una gran nación (Gn. 16:10). Pero Agar tuvo que huir de la ira de Sara y anduvo errante con Ismael, hijo de ella y de Abraham, por el desierto (Gn. 21:14). Agar perdió toda esperanza después de que su reserva de agua se hubo ago-tado; estaba dispuesta a morir junto a su hijo. Fue entonces cuando Dios envió a un ángel para recordarle que Él cum-plía fielmente sus promesas. Le abrió los ojos y ella vio una fuente que hasta ese momen-to no había notado. Agar sacó agua de allí y se salvaron (Gn. 21:17-19).
Jesús prometió que el Padre nos cuidaría y que velaría por nuestras necesidades (Mt.
7:11). Dios percibe lo que necesitamos y nos contesta, por ejemplo, en los Servicios Divinos. El Espíritu Santo nos recuerda que Dios cumple sus promesas y nos fortalece para que confiemos en Él.
La ayuda de Dios, hoy
El Espíritu Santo nos permite descubrir la ayuda divina y nos alienta a hacer uso de ella.
n La mayor ayuda divina tiene su fundamento en el sacrificio de Cristo. Al probarnos el Hijo de Dios su amor por medio de su muerte en la cruz, pode-mos ser definitivamente liberados de todo el mal. ¡Seamos conscientes del alcance del sacrificio de Jesús!
n Dios nos ayuda dándo-nos sus mandamientos. Quienes cumplen los mandamientos se aho-rran mucha desdicha. El ejemplo de Naamán nos muestra que es impres-cindible obedecer a Dios si queremos recibir la ayuda divina (2 R. 5:14).
n Frecuentemente espera-mos un cambio especta-cular de nuestra situación. Pero en la mayor parte de los casos, la ayuda de Dios se reconoce recién a largo plazo. Dios salvó a la viuda de Sarepta haciéndole llegar día a día lo que ella necesitaba (1 R. 17:16).
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n Es muy frecuente que Dios se valga de nuestro prójimo para ayudarnos. ¡No rechacemos la ayuda de nuestro prójimo!
Reconocer la ayuda de Dios
Dios nos ha dado la victoria en Cristo. Pero comprobamos una y otra vez que no logra-mos hacer el bien que quere-mos hacer (Ro.7:19). Aún así no debemos rendirnos. Reco-nozcamos y aceptemos la ayuda de Dios:
n valorando el sacrificio de Cristo. Del agradecimien-to y del amor al Redentor sacamos las fuerzas para seguir luchando.
n llevando a la práctica la prédica: el Servicio Divino nos ofrece la posibilidad de obtener “pequeñas” victorias.
n aceptando la gracia divina por medio del perdón de los pecados. Podemos “arrancar de cero”, sin tener que arrastrar la carga de los fracasos que llevamos a cuestas.
n no llevando ninguna lucha solos. Nos necesitamos los unos a los otros para salir victoriosos.
Aceptemos la ayuda de Dios para que seamos salvados.
Pensamientos del Apóstol Mayor
Contexto
Agar (Gn. 16; 21; 25:12; Gá. 4:21-31) es la sierva egipcia de Sara y la segunda mujer de Abraham. Como Sara no le podía dar hijos, sería Agar quien tendría un hijo de Abra-ham. Durante el embarazo de Agar se produjeron las prime-ras peleas entre las mujeres, por lo que Agar fue echada. Sin embargo, regresó con la familia de Abraham después de un encuentro con Dios y allí dio a luz a un hijo de éste (Gn. 16). Al dejar de amamantar al niño llamado Ismael, Sara de nuevo desató su ira contra ella. Así fue que Abraham dio a Agar y al niño algo de pan y agua, y los envió al desierto de Beerseba. En este paraje, ambos casi mueren de sed, si no hubiera sido por la inter-vención de Dios, que los salvó (Gn. 21:8-21).
La ayuda de Dios para nosotros
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Resumen
El Espíritu Santo nos enseña a reconocer la ayuda de Dios:
n en el sacrificio de Cristo.
n en la prédica.
n en su gracia y
n en la comunión fraternal.
Depende de nosotros aceptar la ayuda de Dios.
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Preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos
Servicio Divino dominical29.10.2017
El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.2 Reyes 5:14
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Salvación por medio de la intercesión
Mensaje
Buscamos nuestra salvación y también intercedemos por la de los demás.
Explicaciones
La curación de Naamán puede ser considerada una metáfora de la salvación. Naamán sim-boliza a una persona enferma de pecado, que vivía alejada de Dios. Eliseo representa al Redentor que lo puede sanar.
Naamán, el general del ejército que estaba enfermo
Naamán, el general del ejército de origen arameo, primero se dirigió en su necesidad al rey de Israel, quien no podía hacer nada por él. No era la persona indicada a quien dirigirse, por-que, después de todo, un prín-cipe de este mundo estaba en condiciones de ofrecer riqueza, honores y poder, pero cierta-mente no podía sanarlo. Naa-mán estaba gravemente enfer-mo, no obstante, Dios lo había usado para llevar a la práctica sus planes (versículo 1).
Eliseo no prestó atención a los valiosos regalos que Naamán le quiso entregar. Para ser sana-do, el enfermo tuvo que creer en la palabra del profeta y obe-decerle. Nadie puede ganarse su salvación por medio de bue-nas obras, tampoco por medio de ofrendas y sacrificios. Debe aceptar el Evangelio y orientar su vida en él.
El mensajero
Eliseo no apareció personal-mente ante Naamán, sino que envió a un mensajero para comunicarle sus indicaciones. Jesucristo envió a sus Apósto-les, sus mensajeros, para expli-car el Evangelio a los hombres. No es lo importante su persona. Lo decisivo es que difunden verazmente la voluntad de quien los ha enviado. De nosotros depende aceptarlos y seguir las enseñanzas que transmiten.
Siete zambullidas
Naamán tuvo que zambullirse en el Jordán. Este ejercicio sim-boliza el Bautismo con Agua y es una referencia al lavado del pecado original (Catecismo INA 8.1.2.1). Para ser salvados, debe ser lavado el pecado ori-ginal, el viejo Adán. Y uno debe llegar a ser una nueva criatu-ra en Cristo. Esto ocurre por medio del Bautismo con Agua y Espíritu.
El general sirio tuvo que zam-bullirse siete veces en el agua para quedar totalmente limpio. El número “siete” representa el cumplimiento, la perfección. Pero haber sido bautizado no
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basta para la redención. Debe-mos luchar sin cesar en contra de la vieja criatura hasta que Jesús nos conceda la victoria definitiva.
Todo esto se aplica a noso-tros y también a las almas del más allá
Por medio de una muchacha israelita, Naamán supo dónde encontrar ayuda. A pesar de que había sido arrancada de su familia, la niña había conserva-do su fe y quiso ayudar a quie-nes la tenían cautiva. La niña representa a los que, a pesar de tener que experimentar prue-bas, conservan la confianza en su Redentor, confiesan su fe y desean la salvación a su pró-jimo, aunque éste le hubiera proferido un daño. Sigamos el ejemplo de esta muchacha.
Los criados, finalmente, con-vencieron a Naamán de superar sus reservas y seguir el con-sejo del profeta. Nuestra tarea consiste en ayudar a nuestro prójimo a seguir al Señor y a edificarnos unos a otros en la comunidad (1 Ts. 5:11).
Pensamientos del Apóstol Mayor
Contexto
El general del ejército arameo (= sirio), es decir el militar de más alto rango en Siria, contrajo una grave enfermedad (lepra o psoriasis). A pesar de estar Siria en guerra con Israel, primero buscó ayuda en lo del rey de Israel. Este lo envió al profeta, el que a su vez le envió a su criado. Esta situación enojó al general, quien inició su viaje de regreso (versículo 11). A pesar de todo, los criados de Naamán finalmente lo convencieron de seguir las indicaciones del pro-feta. Y de este modo, Naamán fue sanado.
Notas
Preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos
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Resumen
Para ser salvados es necesario:
n creer en Jesucristo.
n seguir su doctrina.
n oír la palabra de sus mensajeros.
n luchar sin cesar en contra de la vieja criatura.
Nuestra tarea consiste en anunciar la salvación en Cristo y edificarnos unos a otros. Lo mismo se aplica al mundo del más allá.
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Servicio Divino para la juventudOctubre 2017
Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.1 Timoteo 6:9-10
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Avaricia, una expresión del pecado
Mensaje
El amor al dinero es un obstácu-lo en nuestro camino a una vida plena.
Explicaciones
El pasaje bíblico citado nos confronta con varias pregun-tas: ¿Quién de nosotros, si se le pregunta si quiere ser rico, diría que no? ¿Qué hay de malo en desear tener dinero y posesio-nes?
Naturalmente, las circunstan-cias imperantes en la época de la cita bíblica no pueden compararse para nada con las actuales. Algunas injusticias sociales se daban por hecho. Por eso se les aconsejaba a los esclavos servir a sus amos. Cuando los amos eran cristia-nos no se les ordenaba liberar a los esclavos. Antes bien, se les decía a los esclavos que debían servir mejor a sus amos creyen-
tes (1 Ti. 6:1-2). Un enunciado como este explica con claridad que no todas las referencias bíblicas sobre la vida terrenal se pueden aplicar tal cual son al mundo en el que vivimos actualmente.
La codicia es pecado
Ahora transfiramos la cita bíbli-ca a nuestra época. No nos está prohibida la aspiración por mejorar nuestro estándar de vida. Tampoco nos están veda-das las profesiones que nos pueden reportar altos ingresos. Lo decisivo es la motivación: si deseamos algo que le perte-nece al prójimo, esto es peca-do según establece el noveno mandamiento. ¡Esta regla toda-vía es válida!
Los deseos pueden incremen-tarse y convertirse en codicia, la que en general se desarro-lla como resultado de la envi-dia. Ella impulsa al codicioso a apropiarse sin miramientos de las posesiones de otros. Pablo llama idólatras a los avaros (Ef. 5:5). La búsqueda desenfrena-da de posesiones materiales produjo gran cantidad de cala-midades en el transcurso de los milenios, por ejemplo en la forma de fraudes, robos, asesi-natos e incluso guerras.
El amor al dinero es pecado
El concepto central menciona-do en la cita bíblica es el amor al dinero. Aquellos que aman el dinero:
n multiplican su patrimonio a costas de otros.
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n debido a su riqueza no se sienten obligados a nada y no comparten con los demás. No toman en con-sideración el sufrimiento del prójimo.
n son egoístas, les es ajena la disposición al sacrificio.
En Ec. 5:10 se presenta el amor al dinero como una adic-ción. “El que ama el dinero, no se saciará de dinero”. Siempre quiere más y nunca está satis-fecho.
Rico en la vida real
Las indicaciones concretas diri-gidas a los ricos siguen siendo relevantes para esta época: ellos no deben ser altivos ni arrogantes. Deben hacer el bien con su dinero, entregando una parte a los demás. De este modo pueden atesorar “para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Ti. 6:17-19).
En la referencia a la “vida eter-na” vemos nuestro futuro con Dios. Para ella debemos juntar tesoros. Seremos ricos en Dios, si actuamos de acuerdo con su voluntad. La voluntad de Dios se opone al egoísmo: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (He. 13:16).
Jesús dice que el amor al próji-mo es parte del mayor manda-miento. Sin embargo, ¡el amor al dinero y el amor al prójimo son opuestos irreconciliables!
Contexto
1 Ti. 6:6-8 exhorta a la modes-tia en cuestiones materiales. En los versículos 9 y 10 se critica la búsqueda de riqueza material. Si la vida exclusiva-mente gira en torno a las cosas materiales, esto conduce a que el hombre se aleje de Dios y pierda de vista a Dios como el centro de la vida.
Dos imágenes expresan el carácter de advertencia que tiene este pasaje: la avidez de riqueza, que es como un lazo para el hombre, y las condi-ciones necias y dañosas que hacen que el hombre se hunda igual que un barco sobrecarga-do, imposible de maniobrar.
Notas
Avaricia, una expresión del pecado
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Resumen
La Biblia da importantes indicaciones para nuestra vida, incluyendo las siguientes:
n La codicia y el amor al dinero son pecado. Violan el mandamiento del amor al prójimo.
n La riqueza nos obliga a compartir.
n Atesoramos para la vida eterna obrando de acuerdo con la voluntad de Dios.
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Notas
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Notas
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Notas
Calendario de Servicios Divinos para el giro de año 2017 / 2018
Miércoles / Jueves, Servicio Divino 20 / 21 de Diciembre de 2017
Domingo, 24 de Diciembre de 2017 Sin Servicio Divino
Lunes, 25 de Diciembre de 2017 Servicio Divino de Navidad
Miércoles / Jueves, Sin Servicio Divino 27 / 28 de Diciembre de 2017
Domingo, 31 de Diciembre de 2017 Servicio Divino de fin de año
Miércoles / Jueves, Sin Servicio Divino 3 / 4 de Enero de 2018
Domingo, 7 de Enero de 2018 Servicio Divino de comienzo de año
Día/fecha Servicio Divino
A partir del miércoles 10 de enero de 2018, los Servicios Divinos volverán a tener lugar en los días y horarios habituales.
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Noviembre
1 Mi Mt. 18:1-5
2 Ju
3 Vi
4 Sa
5 Do Sal. 34:19
6 Lu
7 Ma
8 Mi Ro. 4:20-21
9 Ju
10 Vi
11 Sa
12 Do Ap. 22:13
13 Lu
14 Ma
15 Mi Lc. 8:14
16 Ju
17 Vi
18 Sa
19 Do 2 Co. 1:7
20 Lu
21 Ma
22 Mi 2 Cr. 15:7
23 Ju
24 Vi
25 Sa
26 So Ro. 5:1-2
27 Lu
28 Ma
29 Mi Hch. 9:40
30 Ju
Octubre
1 Do Ro. 5:1-2
2 Lu
3 Ma
4 Mi Lc. 14:28-30
5 Ju
6 Vi
7 Sa
8 So 2 Co. 9:7
9 Lu
10 Ma
11 Mi 1 Co. 10:12-13
12 Ju
13 Vi
14 Sa
15 Do 1 Ti. 6:17
16 Lu
17 Ma
18 Mi Gn. 50:19-20
19 Ju
20 Vi
21 Sa
22 Do Mt. 6:33
23 Lu
24 Ma
25 Mi Gn. 21:19
26 Ju
27 Vi
28 Sa
29 Do 2 R. 5:14
30 Lu
31 Ma
Agradecimiento por la cosecha
Servicio Divino en ayuda para los difuntos
Último Servicio Divino del año litúrgico
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Editor: Jean-Luc Schneider,
Zürich/Suiza
Verlag Friedrich Bischoff GmbH
Frankfurter Straße 233
Triforum A
63263 Neu-Isenburg
Gerente:
Jürgen Kramer
Redactor responsable:
Reinhard Kiefer
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Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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