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Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
II Encuentro hacia una pedagogía emancipatoria en NuestraAmérica
Directores de la publicación:
Pablo Frisch
Natalia Stoppani
Publicación Anual - Nº 2
ISSN: 2347-016X
Título de la publicación: II Encuentro hacia una pedagogía emancipatoria en Nuestra América
Directores de la publicación: Pablo Frisch y Natalia Stoppani
Título del artículo: “El encuentro semanal de la entrada”
Autor/es del artículo: Horacio Cárdenas, Gustavo Capialbi, Florencia De Vito y Bárbara Gallardo.
Director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini: Prof. Juan Carlos Junio
Subdirector: Ing. Horacio López
Director Artístico: Juano Villafañe
Secretario de Ediciones y Biblioteca: Jorge C. Testero
Secretario de Investigaciones: Pablo Imen
Secretario de Comunicaciones: Luis Pablo Giniger
Centro Cultural de la Cooperación Floreal GoriniAv. Corrientes 1543 (C1042AAB) - Ciudad de Buenos Aires - [011]-5077-8000 - www.centrocultural.coopwww.centrocultural.coop
De los autores
Proyecto pedagógico comunitario
El encuentro semanal de la entradaEl encuentro semanal de la entradaHoracio Cárdenas, Gustavo Capialbi, Florencia De Vito y Bárbara Gallardo.
Escuela primaria Nº 15 DE 13, barrio Samoré, Villa Lugano, CABA. En este rincón del arrabal
indoamericano desde hace tiempo que tenemos un encuentro semanal
por la mañana, luego de izar la bandera, donde el medio millar de
grandes y chicos del turno compartimos algo que nos una tanto como
ese símbolo de la Patria: un cuento, una música, una poesía, algunas
imágenes, algún instrumento, cualquier obra de nuestro pueblo
grande.
Durante el 2014 nos fuimos animando y los encuentros se transformaron en espacios de teatro por y
para toda la comunidad escolar.
Primero los hechos, las imágenesPrimero los hechos, las imágenes
Hacer Ctrl+clic en los enlaces pintados de rojorojo.Los antecedentes
Este proyecto surgió paulatinamente, tanto que es difícil datar su nacimiento. Sucedió
que un día a alquien se le ocurrió contar algo para todos en la entrada y con el tiempo esa
idea fue creciendo, sumando y cambiando la forma. Empezó como una iniciativa que se
hacía de vez en cuando. Después del izamiento de la bandera, nos quedábamos unos
minutos -pocos, no más de 10 o 15- para escuchar un cuento, una canción presentada,
algún ritmo distinto, una leyenda narrada, imágenes proyectadas. Buscábamos recuperar
un momento de encuentro y aprendizaje colectivo: escuela, familia, barrio.
Durante 2010 y 2011 compartimos historias y leyendas de latinoamérica que derivaron
en proyectos de murales colectivos.1 Después fueron los niños y niñas quienes quisieron
mostrar lo que sabían o simplemente les gustaba: una lectura, una melodía, un
instrumento que tocan… Y de ahí se fue desplegando el surtidor de ideas.
En el 2013
Además de cuentos leídos y narrados por docentes,2 más de una vez escuchamos
sentados y en silencio una música elegida que nos trajo los sonidos de algún rincón del
mundo, mostrando que “pueblos creando, fronteras borrando”. También fueron pasando
1 Se pueden ver los recorridos en esta entradaesta entrada.2 Para ubicar en contexto y espacio, se puede ver un video muy breve en este enlaceen este enlace que muestra la narración de un
cuento al comienzo de la jornada en 2013.
alumnos que querían mostrarnos sus conocimientos. Inspirados por ellos, los maestros
también nos animamos a preparar algo colectivo, como una tocata de percusión.
En el 2014
El 2014 comenzó con una representación, realizada por maestras y maestros, de La
planta de Bartolo, de Laura Devetach, otro de los tantos cuentos prohibidos por la última
dictadura cívico-militar. Por el Día de la Memoria la representamos; pero más para luchar
contra la Dictadura y sus herencias de silencio y mercancía. Y también para enarbolar los
sueños de la generación de Bartolo y sus chicos: una Patria Grande donde “los cuadernos
no se venden”, así como ningún derecho se entrega a los grandes fumadores de la
ambición. Acá unos fragmentos en breve video de Memoria, Verdad y Justicia: ver “ LaLa
planta de Bartoloplanta de Bartolo”.
La semana siguiente compartimos otra obra de arte. Esta vez se trató de un cuento de
Ema Wolf, interpretado por maestros y maestras de la escuela. Porque la alegría y el
buen humor también reparan y liberan, compartimos las imágenes sin trípode: ver “El rey“El rey
que no quería bañarse”que no quería bañarse”.
Animados por las risas y el calor de nuestros pibes, que nos pedían autógrafos cual
estrellas de TV, en el siguiente encuentro compartimos una representación de un cuento
de Adela Basch, interpretada por maestras de la escuela. Porque el teatro es un arte del
pueblo desde que el nacimiento de la humanidad y porque siempre servirá para mostrar y
unir todas las caras que tienen las lunas, ahí lo intentamos con rana, gato y paloma, pero
sin micrófonos: Ver “Una luna junto a la laguna”“Una luna junto a la laguna”.
Con dos maestras de grado, un asistente celador, una profe de educación física, la
casera, una mamá y auxiliar de limpieza, la kiosquera, un papá, una abuela, una seño de
recuperación y la vicedirectora se puede cocinar. Se juntan alrededor del fuego y se
revuelven en un escenario. La sopa de la comunidad escolar se prepara en olla popular.
Esta vez compartimos esta leyenda de tradición folklórica con aroma a caldero: ver “La“La
piedra de hacer sopa”piedra de hacer sopa”.
Porque la literatura y el teatro invitan a criticar todo, desde la autoridad hasta las más
ingenuas obediencias, adaptamos un antiguo cuento japonés: Saburo, el tonto. El video y
un aplauso para los actores (dos maestras, dos mamás, un maestro y un papá) que
hablaron con sus palabras y con expresivos gestos:3 ver “Sabura, un cuento japonés”“Sabura, un cuento japonés”.
Continuó con una representación desopilante de un cuento de Ema Wolf, interpretado
por cuatro maestros (inglés, 1º, 4º y 5º grado) y un papá y una mamá de la escuela, de
3 Primero la versión escrita por Elsa Bornemann en este enlaceen este enlace, para comprender mejor las imágenes.
notables actuaciones, verdaderos prodigios en la técnica de la improvisación. Porque el
arte y el humor también sirven para ahuyentar monstruos y para derribar todos los muros,
va el video sin una pizca de miedo: ver ““¡¡Silencio niños!”Silencio niños!”.
Otra vez Ema Wolf nos brindó -sin saberlo- su arte. Maestras, maestros, niñas y niños
participaron acurrucaditos en la representación. Porque la literatura y el teatro también
sirven para refugiarnos juntos ante las inclemencias del tiempo: ver “Bajo el sombrero deBajo el sombrero de
JuanaJuana”.
En el siguiente encuentro las maestras adaptaron y representaron un cuento de Luis
Pescetti, con una elaborada escenografía (incluyendo niños-árbol, puntapiés de célebres
carreras actorales). Porque también el arte ayuda a mostrar nuestras cotidianas
confusiones, va el breve video de una Caperucita según el Dogma 95: ver “El narradorEl narrador”
Continuamos con un divertido cuento de Elsa Bornemann, con grandes actores de
todos los tamaños: una maestra de grado, una mamá, una seño de inglés, una auxiliar, un
papá y tres alumnos. Porque también el arte ayuda a analizar y sanar nuestros vínculos,
va el video de esta apegada familia: ver “Sobre la faldaSobre la falda”
Luego vino una jocosa e improvisada obra de Adela Basch, con notables actuaciones
infantiles (caja registradora incluida) más una seño, un profe y una amiga actriz, invitada
especial. Toda la escenografía y musicalización corrieron por cuenta de los chicos y
chicas de 5º grado. Porque otra de las funciones del arte es ridiculizar las obediencias
mecánicas, va el video sin guantes y sin casco: ver “El reglamento es el reglamentoEl reglamento es el reglamento”.
Luego las palabras, las reflexiones y los fundamentosLuego las palabras, las reflexiones y los fundamentos
Qué es el encuentro semanal
La propuesta de estas obras es compartir y disfrutar un rato en torno al arte. Y no que
sea una excusa para un trabajo escolar. ¡Grave peligro que corre cualquier actividad
dentro de la escuela! Por supuesto que está abierta la posibilidad para conversar sobre
las historias, para seguirlas trabajando, para ampliar, para buscar. Pero no es obligación
ni nació con esa intención.
La intervención es de quien tenga ganas de compartirla. La propone a los compañeros
y, si gusta, en pasillos, recreos y ratos libres se va armando. Las familias, por supuesto,
están siempre invitadas.
El encuentro semanal no es solo para que unos muestren y otros aplaudan. No es una
exhibición ni un desfile; menos todavía un concurso de delfines o princesas. Es una
porción del trabajo que hacemos todos los días en la escuela, nunca solos, siempre con
otros. Por eso, al mostrar algo de lo que somos colectivamente, es una muestra de
nuestra identidad.
Y además es un recorrido por la historia, por las costumbres, por las tradiciones y la
cultura creadora de nuestro pueblo. Es justamente lo contrario a las vitrinas polvorientas
de un museo. Es una búsqueda de nuestras raíces, de las historias que nos contaron
antes de nacer, de las formas que hombres y mujeres eligieron -un poco más lejos, un
poco más cerca de donde nos haya tocado nacer- para hablar del mundo, de sus miedos,
de sus sueños, del amor y de la muerte.
El papel del arte
El arte y la cultura que los pueblos hacen expresan sus maneras de ver el mundo,
dibujan poéticamente su corazón y su mirada, son las más bellas maneras en que
desafían sus miedos, son el resultado poético de la lucha por desentrañar los misterios de
la vida. Más altos, menos callados, más negros o en otro idioma, todos los seres humanos
tenemos miedos, amamos la vida, buscamos amor y nos preguntamos sobre el tiempo.
Por eso, de muy distintas maneras, todos hacemos lo mismo. Por eso, a pesar de ser
distintos, todos somos hermanos.
En este sentido crece nuestra idea de Nación, malentendida como una porción de la
pampa húmeda. En nuestra escuela, casualmente llamada “República Argentina”, trabajan
y aprenden hijos de todos los rincones del continente. Si aquí trabajan y crecen, si aquí
hablan y piensan, también debería ser su Bandera la que izamos por la mañana. Con el
arte podemos hacer fácil lo difícil. En tiempos de racismo necio y de ignorante desprecio,
el arte enlaza hermanos de sangre y destino. Porque lo bello enamora, deshace prejuicios
y discute los malos juicios.
Este encuentro semanal luego de izar la Bandera busca recuperarle su significado
original. La Bandera es el símbolo de la Patria, la más grande que se pueda. Y tener
Patria significa ser parte de una identidad colectiva, significa dejar de ser un objeto para
convertirse en sujeto, un artífice de su destino proyectado. Una identidad colectiva
entendida no como algo impuesto e inmodificable sino como producto dialéctico entre lo
subjetivo y lo social. Dicho mejor por Octavio Paz: “buscarme entre los otros, / los otros
que no soy si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia, / no soy, no hay yo,
siempre somos nosotros”.
El arte es producto colectivo. Aunque la obra final tenga una sola firma, la fuente es
popular, es de un conjunto que el artista expresa. Por eso el arte también fomenta la
participación, es una invitación a formar parte de algo común.
El arte, además, es causa y consecuencia de una creación. Apreciando y haciendo el
arte desarrollamos la creatividad. Y si no somos creativos, si no inventamos, estamos
perdidos. Quien tiene identidad tiene conciencia de su origen y de su lugar en el mundo.
Sólo así uno puede ser capaz de transformar su realidad. Sin identidad, sin pertenencia,
somos marionetas de la historia, tristes títeres de la ambición ajena. Somos una boya, una
hojita seca en el vendaval del tiempo, un grano de arena, polvo, nada…
Papel político de la enseñanza para la identidad
La educación puede orientarse en un sentido liberador si contribuye a construir una
mirada de la realidad en sus múltiples caras y contracaras, como la luna junto a la laguna
que es una y muchas a la vez. La educación es emancipadora si ayuda a ver el mundo en
su vasto despliegue de contradicciones, alimentando la identidad colectiva del pueblo,
rescatando la memoria de la comunidad en que se inserta, sean cuales fueren sus temas.
No hace falta leer el 18 Brumario, ni visitar el museo del soviet, ni recitar el dogma
intergaláctico sobre la moral y el comportamiento revolucionario. Las coplas tradicionales,
la observación del alma humana -en su máscara de tragedia, en su máscara de comedia-,
la comparación creativa y el pensamiento colectivo pueden ser políticamente mucho más
fecundos que la repetición de una doctrina.
Será entonces emancipatoria nuestra pedagogía en tanto contribuya a que los seres
humanos nos armemos colectivamente a nosotros mismos como partícipes del mundo y
artífices de nuestro destino, para lo cual se precisa la identidad y la conciencia de la
cultura como creación constante en el seno del pueblo. El arte popular nos permite
creernos capaz de rehacer, de comprender y de producir.
La institución y la “institucionalización”
Los encuentros son una herramienta para fomentar el equilibrio necesario en las
prácticas institucionales, para no quedar inocentemente absorbidos por la inercia feroz de
lo pre-establecido, por las invisibles resistencias al cambio de la escuela. La
institucionalización de estos encuentros puede funcionar, en su verdadera complejidad, a
la vez como obstáculo y como motor.
Como obstáculo si se confunde su carácter estructural con el vaciamiento del sentido,
con la rigidez, con el orden impuesto o la verticalidad, clásico peligro de las instituciones.
Si perdura como rutina y como cáscara, no sirve.
Pero puede funcionar como motor, en cambio, si se afirma como derecho adquirido,
eso que trasciende a las personas y sus matices en el ejercicio de sus roles. Si algo está
institucionalizado, establecido como un bien de la comunidad, resiste a los
individualismos, al carácter del líder impuesto por la verticalidad.
El anhelo entonces es institucionalizar los encuentros como prácticas participativas,
cooperativas y reflexivas.
Un lugar de crecimiento
Este proceso que andamos transitando es un fiel reflejo de lo que es crecer. Tal vez
siempre estuvo allí, como esa piedra del camino que se hace visible cuando alguien la
convierte en payana. Es crecer en muchos aspectos: el crecimiento propiamente dicho de
los chicos como alumnos y de los adultos, no como actores, sino como personas que se
animan a un poquito más, acción que desbarata la idea de “siempre los mismos”. De
expansión de los espacios: convertir un patio en un anfiteatro; llevar la biblioteca a otro
nivel, complementando ese funcional refugio de la escuela. De expansión del propio texto
que puede -y debe- salir del eterno papel para darle movimiento tal como la era
audiovisual propone y, a veces, impone. De la expansión de las fronteras limitantes que
ofrecen los manuales que el poder reparte. De la apertura al diálogo, a la tertulia que se
da en el aula después de cada representación: hablar así de literatura es una gran
conquista. Del sentimiento de pertenencia que nos enmarca a todos, alumnos, docentes y
padres, en nuestra querida escuela.
Maestras y Maestros de la Escuela 15 DE 13Contacto: <[email protected]>
AnexoAnexo
Algo más de las obritas
En La Planta de Bartolo se puede ver cómo los niños siguen disfrutando y haciendo
propio el triunfo sobre el poderoso con sus intentos de corrupción. Ellos forman parte
arrojando espontáneamente los papelitos, cantando ese rebelde arroz con leche y
festejando su partida al ocaso de la historia.
Por eso será una obra siempre actual mientras exista un injusto sistema de
concentración de la riqueza. Ahí se plantea un proyecto distinto.
Unos días después de El rey que no quería bañarse, un chico le gritó a Kevin, el
maestro que había interpretado al rey protagonista: “¡Bañate, mugriento!”. Se repitió un
par de veces hasta que el profe pidió otro personaje pues lo seguían acusando de su falta
de aseo.
Al final de La piedra de hacer sopa, cuando los pibes prueban de la cuchara que les
acerca la madre, hay uno que se abanica varias veces la boca porque “la sopa está
caliente”. Los niños se lo creyeron. Eso muestra que se creó la magia. ¡El misterio
ficcional estaba funcionando! ¿Qué más, señores? ¡Pasen y vean!
Estos ejemplos muestran vínculos tejidos entre lo imaginario y lo real. Por eso decimos
que no estamos solamente despertando risas tiernas, estamos brindando símbolos,
metáforas para jugar con las cosas del mundo. Estamos construyendo una mirada poética
para ver y transformar la realidad.
En Sabura hay quienes dicen que la historia deja una enseñanza para los pibes; otros,
que para los padres… O quizás no deje ninguna enseñanza. Tal vez sea solo un juego
para divertir ¿o no?
Para algunos, el cuento pone en tela de juicio la “obediencia mecánica” o “acrítica”,
bastante común en algunos pibes (el famoso “¿si te dicen que te tires al río vos te tirás?”
-y… muchos sí-). Paro otros (más desde el lado de Saburo): el problema lo tienen los
adultos que no saben explicar sus órdenes, que no saben ejercer su autoridad.
Para salir del problema aceptamos que en realidad es un juego, y que la tendencia a
obtener moralejas de la literatura no les sirve ni a la moral ni a la literatura. Como dice
Ricardo Mariño: “Las grandes obras literarias no enseñan nada, al menos no
directamente; y al contrario: crean encrucijadas que provocan más preguntas que
respuestas”.
El Frankenstein de ¡Silencio niños! -vale la pena decirlo- es un papá boliviano,
costurero, de condición muy humilde. Este hombre encontró la posibilidad de expresar sus
notables cualidades artísticas en medio de un tiempo histórico que se las niega a la gran
mayoría, y más a laburantes como él. Para eso también debe estar la escuela ¿o no?
Y la obra muestra que al miedo se lo desarma así, reconociéndolo, conociéndolo…
hasta que la risa nos dice que lo hemos vencido.
En Bajo el sombrero… la metáfora queda clara: la esperanza se sigue enredando en
una escuela que se ofrece como un gran refugio, cobijo del tiempo para todos los que
vienen llegando.
Vientos de realidad esperanzada (extractos de devoluciones)
Armado a partir de comentarios escritos por espectadores
Cada una de las obras seleccionadas promueve ideas profundas: la lucha por los
ideales, la resistencia, la Libertad, lo fundamental de lo colectivo para lograr aquello que
parece no ser… y hasta la necesidad del reír por puro placer. Las representaciones bien
logradas sirven como puente para asir de modo más tangible aquellas ideas. Nos
muestran los colores con los que le damos sentido a la vida. Porque somos parte de este
mundo que habitamos y, en este mundo no alcanza con querer a los chicos, hay que
darles espacio, tiempo, libertad, palabra y pensamiento. ¿Por qué? Porque creemos en
una sociedad más justa.
La misión del teatro, entre tantas otras, es ésta: vernos sin intermediarios y, si la
esperanza está a nuestro cargo, hacer algo por cambiar nosotros para cambiar lo que nos
rodea.
No existe la censura, allí todos podemos expresarnos y construir a partir de nuestra
imaginación colectiva. El arte nos sensibiliza, nos abre y nos comunica con nuestra parte
más interna y con los otros. En su maravillosa inutilidad, el arte nos aleja de la alienación
del consumo.
Estos encuentros dan lugar a que la representación teatral, como forma artística,
adquiera otro sentido: deja de mirarse como un bien consumo de los sectores
privilegiados para convertirse en una herramienta que promueve el pensamiento -además
del placer- en los sectores populares.
Si de dejar huella se trata, si de abrir la puerta grande a la cultura, si de encontrarnos
con los otros a través del arte, estos momentos convierten a la escuela en algo más de lo
que suele ser, transforman a los docentes, a los alumnos, a las familias en mucho más
también. Muestra y demuestra que se puede hacer otra cosa en las escuelas, disfrutar el
día a día, compartir más, reír más… Son experiencias propagadoras del “sí se puede”.
Vivir la experiencia de representar para los chicos es algo inigualable. Encontrar el
tono, vestirse distinto, sentarse en el piso con un padre, pensar en un auditorio al que
tenemos cerca todos los días, tener la clara intención de un mensaje y saber que es para
ellos, es una apuesta a una vida escolar y a toda la vida futura. Uno ya no es el mismo.
“Hoy la maestra jugó a ser… y yo sabía que era para mí y lo puedo contar” traduciría más
o menos lo que piensan los niños sobre lo que andamos haciendo.
Las caras de los chicos son reveladoras del interés por la propuesta. Hay un
aprendizaje del hacer artístico. No solo se aprende a ser actor/actriz sino también
espectador/a.
Demuestra que es posible educar desde el arte, jugando con una alegre “indisciplina”,
en libertad organizada.
La dulzura, la ternura y el humor; la alegría de construir codo a codo; el afán de ser
didácticos, divertidos y contundentes; la colaboración, el deleite y el compromiso; el
entusiasmo, la creatividad y el amor que tiene toda la comunidad educativa son la única
manera de contagiar a los niños y niñas las ganas de aprender. Además nos muestran
que el trabajo con y para los chicos es gratificante.
¡Un orgullo de la Escuela Pública! Una esperanza que no muere y se mantiene de pie.
Sigamos con el arte de inventar que vamos más que bien. ¡Y que viva el teatro como
canal de emancipación pedagógica! Por la esperanza de una escuela y una sociedad que
rían y que aprendan.