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Cuadernos del Bicentenario Independencia Raúl González Sierra

Independencia

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Cuadernos del Bicentenario

Independencia

Raúl González Sierra

Los Inicios La invasión napoleónica aceleró el comien-zo de la lucha por la independencia. Al descontento de los criollos se unió la opo-sición de los peninsulares respecto al nue-vo emperador; este hecho fue aprovechado por aquéllos mediante una seria de insu-rrecciones, primero, hasta el desarrollo de la guerra, después. La independencia se veía la única opción para establecer un go-bierno libre, capaz de administrarse y diri-girse por sí mismo, porque la corona espa-ñola ya no se ocupaba sus territorios y ten-ía sus propios problemas. Causas, desarrollo y consecuencias. Después de casi 300 años de dominación colonial española, en 1810, nuestro país conocido en esta época como la Nueva Es-paña, empieza a sacudirse del yugo y de-pendencia de la corona española para tra-tar de iniciar una vida independiente. Los españoles nacidos en América, los criollos, que habían abrevado las ideas de la Ilus-tración, en especial, de Montesquieu, de Rousseau, de Voltaire, fueron adquiriendo otra visión acerca de la sociedad, la cultu-ra, el gobierno, el pueblo, y poco a poco generaron la idea de que era necesario la independencia de esta parte del reino de España.

Los criollos, que eran un sector importante en la sociedad novo hispana, tenían acceso a la educación y a la cultura, tenían impor-tantes propiedades e intereses como para vivir una vida holgada económicamente, el propio Hidalgo tenía una hacienda y dos ranchos, es decir, al parecer, no tenían nin-guna necesidad como para conspirar y or-ganizar el movimiento revolucionario, sin embargo lo hicieron, y la explicación esta en que ambicionaban el poder político que los españoles peninsulares, los puros, les estaban negando, por ejemplo, un criollo no podía ser Virrey, ni oidor de la Real Au-diencia ni ocupar cualquier otro puesto de primer nivel en la estructura de la admi-nistración pública colonial, ni tampoco en la eclesiástica, es decir, estaban relegados por el simple hecho de ser criollos. Miguel Hidalgo, Ignacio López Rayón, Juan Aldama, Ignacio Allende, Mariano Abasolo, entre otros criollos, que tenían una posición económica envidiable, se lan-zaron en la lucha por la independencia pa-ra favorecer sus propios intereses. Pero, tanto el movimiento como las ideas que lo originaron se fueron radicalizando al calor de lucha revolucionaria, Miguel Hidalgo supo entender muy bien el papel histórico que estaba desempeñando y lo asumió con toda la responsabilidad que fue capaz, en-tendió que un movimiento solo por el po-der para sustituir a los españoles puros en el gobierno por los criollos, no tenía senti-do ni congruencia con el gran movimiento social que ya se había desencadenado.

De esta manera se comprende la actitud de Hidalgo al abolir la esclavitud y propug-nar por el establecimiento de un congreso cuyas leyes destierren la pobreza, moderen la devastación del reino y la extracción de su dinero. Además le da a la independen-cia un contenido agrario al declarar que se deben entregar a los indios las tierras de cultivo y garantizar el goce exclusivo de sus tierras comunales. Los acontecimientos centrales en las campañas de Hidalgo y de Morelos Las condiciones estaban dadas, tal como lo manifiesta el entonces obispo de Vallado-lid, Manuel Abad y Queipo en su "Representación" hecha al rey de España a fines de 1799, cuando le informa con lujo de detalles la situación económica y social que guardaba la Nueva España, más o me-nos de la siguiente manera: que la pobla-ción estaba compuesta de cuatro millones y medio de habitantes y que sólo un déci-mo de la población (los españoles) gozan de la riqueza , propiedades y beneficios, mientras que los otros nueve décimos(indios y castas) se abaten en la mayor mi-seria y degradación social. Además Abad y Queipo advertía sobre la necesidad de ex-pedir leyes benéficas para los indios.

Esto no quiere decir que este obispo haya estado de acuerdo con el movimiento por la independencia, sino todo lo contrario, incluso, fue uno de los que excomulgaron a Hidalgo por considerarlo revolucionario, enemigo del orden social y por atacar la propiedad de la tierra. Desde principios del siglo XIX empezaron a realizarse reuniones para planear la inde-pendencia del Virreinato de la Nueva Es-paña (México), en esta reuniones literarias destacó la de la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), ya una vez habia sido descubier-ta por la autoridad española, pero aún asi siguió su marcha en Queretaro. A este tipo de juntas siempre asistían Criollos (hijos de españoles nacidos en América), ya que ellos eran los que mas deseaban la libertad y eran los que en un momento dado pod-ían asumir el gobierno. Las conspiraciones surgieron tan pronto como se supo de la invasión de José Bonaparte. El 15 de septiembre de 1808, Francisco Primo de Verdad, Francisco Azcárate y fray Juan de Talamantes se alzaron contra el virrey José de Iturrigaray y, desconociendo al ayuntamiento de la ciudad de México, propusieron la crea-ción de una junta de Gobierno, semejante a las que funcionaban en España contra el invasor, con la esperanza de que le poder pasara al pue-blo, es decir, a los criollos ricos. La relación de los peninsulares no se hizo esperar. Temiendo que la colonia se independizara con ello, se acabara sus privilegios, encarcelaron a los re-beldes.

Tratado de Guadalupe

Final de la guerra El Tratado de Guadalupe Hidalgo puso fin a la guerra entre Estados Unidos y México. Fue fir-mado el 2 de febrero de 1848 y constituye el tratado más antiguo que todavía está en vigencia entre Estados Unidos y México. Como resultado del tratado, Estados Unidos adquirió más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados de valioso territorio y surgió como potencia mundial a fines del siglo xix. Más allá de las ganancias y las pérdidas territoriales, el tratado reviste importancia en la con-formación de la historia nacional e internacional de México y Estados Unidos. Durante la gue-rra entre Estados Unidos y México, los dirigentes estadounidenses adoptaron una actitud de superioridad moral en sus negociaciones del tratado. Vieron la incorporación forzosa de casi la mitad del territorio nacional de México como un acontecimiento predefinido por la providen-cia, que cumplía el destino manifiesto de difundir los beneficios de la democracia estadouni-dense a los pueblos inferiores del continente. En virtud de su victoria militar, Estados Unidos prácticamente dictó los términos del acuerdo. El tratado estableció un patrón de inequidad política y militar entre los dos países y, desde entonces, esta relación asimétrica ha acechado las relaciones entre Estados Unidos y México. El borrador del tratado fue llevado a México por Nicholas P. Trist, el comisionado de paz esta-dounidense, en el verano de 1847. Básicamente, exigía la cesión de Alta y Baja California y Nuevo México, el derecho de paso por el istmo de Tehuantepec y el río Bravo como frontera sur de Texas. A cambio, Estados Unidos pagaría hasta $20 millones a México y se haría cargo de hasta $3 millones de dólares por concepto de reclamos de ciudadanos estadounidenses en contra de México. En las siguientes negociaciones se abandonó la demanda de Baja California y el derecho de paso. Después de la campaña militar, que había acarreado la ocupación esta-dounidense de la mayoría de las principales ciudades de México, el gobierno mexicano acordó reunirse con Trist para discutir los términos de la paz. Sin embargo, justo antes de que comen-zaran las negociaciones, Trist recibió instrucciones del presidente James K. Polk de volver a Washington D.C. No obstante, Trist decidió quedarse y reunirse con los representantes mexi-canos pese a que no disponía del estatus oficial.

EL GRITO DE INDEPENDENCIA Este acontecimiento demostró a los, criollo que los medios pacíficos serían insuficien-tes para la lucha; en consecuencia a partir de entonces, empe-zaron a organizarse y a conspirar. Estas nueva juntas se disfrazaban como "Academia Literaria" y eran realizadas en la casa del Corregi-dor Miguel Domín-guez y de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. En estas reuniones también participaron Ignacio Allende, personaje importante en la sociedad y el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, el cual era in-fluyente entre los desprotegidos e índige-nas, También participó Mariano Abasolo. Esta conspiración tenía conexiones con la de Querétaro, que fue la de mayor trascendencia por-que en ella se encontraba con la de Querétaro, que fue la de mayor trascen-dencia porque se encontra-ba los líderes de la insu-rrección: Miguel de Hidal-go y Costilla, Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Mariano Jiménez, entre otros. La conspiración de Querétaro fue descubierta el 15 de septiembre de 1810 y provocó que se adelantaran el acon-tecimiento para la lucha. Josefa Ortíz, es-posa del corregidor Miguel Domínguez, avisó a Allende que la conjura había sido descubierta, y éste a su vez previno a Hidalgo, quien se apresuró a organizar la rebelión y a iniciarla durante la madruga-da del 16 de septiembre.

Miguel Hidalgo era párroco del pueblo de Dolores, de la intendencia de Guanajuato. Ex alumno de los jesuitas, poseía una gran cultura y fortuna; fue profesor y rector del colegio de San Nicolás en Valladolid. Se había distinguido por sus labores a favor de los indígenas y las castas, a quienes había enseñado alfarería, la cría del gusano

de seda y las primeras letras. De ahí fuera seguido por unos 600 hombres y la insurrec-ción se convertiría en un movimiento popu-lar y no sólo la de un grupo de criollos in-conformes. Fué Hidalgo el que

organizaría el movimiento popular Y Allende junto con Aldama serían las cabe-zas del ejército insurgente. El movimiento que organizaban debería estallar el 1º de diciemebre de 1810 para asi dar inició a la independencia, pero la conspiración contra la corona española fué descubierta por el virrey Francisco Venegas. El mensajero de la corregidora y el capitán Aldama llega-

ron al pueblo de Do-lores en la madruga-da del 16 de septiem-bre de 1810, y les avi-saron a don Miguel Hidalgo y Costilla y a Ignacio Allende, que la conspiración había sido descubierta. En-tonces Hidalgo ex-clamó: "Caballeros,

estamos perdidos. Aquí no hay más reme-dio que ir a coger gachupines". Llamó a misa y desde el púlpito un discur-so en contra del mal gobierno, invitando a la unión y a la rebeldía conjunta. A este acto se le conoce oficialmente como "Grito de Dolores". Sacaron a los presos de la cárcel y metieron en su lugar a todos los españoles que vivían en Dolores.

Tratado de Guadalupe

Final de la guerra El Tratado de Guadalupe Hidalgo puso fin a la guerra entre Estados Unidos y México. Fue fir-mado el 2 de febrero de 1848 y constituye el tratado más antiguo que todavía está en vigencia entre Estados Unidos y México. Como resultado del tratado, Estados Unidos adquirió más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados de valioso territorio y surgió como potencia mundial a fines del siglo xix. Más allá de las ganancias y las pérdidas territoriales, el tratado reviste importancia en la con-formación de la historia nacional e internacional de México y Estados Unidos. Durante la gue-rra entre Estados Unidos y México, los dirigentes estadounidenses adoptaron una actitud de superioridad moral en sus negociaciones del tratado. Vieron la incorporación forzosa de casi la mitad del territorio nacional de México como un acontecimiento predefinido por la providen-cia, que cumplía el destino manifiesto de difundir los beneficios de la democracia estadouni-dense a los pueblos inferiores del continente. En virtud de su victoria militar, Estados Unidos prácticamente dictó los términos del acuerdo. El tratado estableció un patrón de inequidad política y militar entre los dos países y, desde entonces, esta relación asimétrica ha acechado las relaciones entre Estados Unidos y México. El borrador del tratado fue llevado a México por Nicholas P. Trist, el comisionado de paz esta-dounidense, en el verano de 1847. Básicamente, exigía la cesión de Alta y Baja California y Nuevo México, el derecho de paso por el istmo de Tehuantepec y el río Bravo como frontera sur de Texas. A cambio, Estados Unidos pagaría hasta $20 millones a México y se haría cargo de hasta $3 millones de dólares por concepto de reclamos de ciudadanos estadounidenses en contra de México. En las siguientes negociaciones se abandonó la demanda de Baja California y el derecho de paso. Después de la campaña militar, que había acarreado la ocupación esta-dounidense de la mayoría de las principales ciudades de México, el gobierno mexicano acordó reunirse con Trist para discutir los términos de la paz. Sin embargo, justo antes de que comen-zaran las negociaciones, Trist recibió instrucciones del presidente James K. Polk de volver a Washington D.C. No obstante, Trist decidió quedarse y reunirse con los representantes mexi-canos pese a que no disponía del estatus oficial.

EL GRITO DE INDEPENDENCIA Este acontecimiento demostró a los, criollo que los medios pacíficos serían insuficien-tes para la lucha; en consecuencia a partir de entonces, empe-zaron a organizarse y a conspirar. Estas nueva juntas se disfrazaban como "Academia Literaria" y eran realizadas en la casa del Corregi-dor Miguel Domín-guez y de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. En estas reuniones también participaron Ignacio Allende, personaje importante en la sociedad y el cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, el cual era in-fluyente entre los desprotegidos e índige-nas, También participó Mariano Abasolo. Esta conspiración tenía conexiones con la de Querétaro, que fue la de mayor trascendencia por-que en ella se encontraba con la de Querétaro, que fue la de mayor trascen-dencia porque se encontra-ba los líderes de la insu-rrección: Miguel de Hidal-go y Costilla, Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Mariano Jiménez, entre otros. La conspiración de Querétaro fue descubierta el 15 de septiembre de 1810 y provocó que se adelantaran el acon-tecimiento para la lucha. Josefa Ortíz, es-posa del corregidor Miguel Domínguez, avisó a Allende que la conjura había sido descubierta, y éste a su vez previno a Hidalgo, quien se apresuró a organizar la rebelión y a iniciarla durante la madruga-da del 16 de septiembre.

Miguel Hidalgo era párroco del pueblo de Dolores, de la intendencia de Guanajuato. Ex alumno de los jesuitas, poseía una gran cultura y fortuna; fue profesor y rector del colegio de San Nicolás en Valladolid. Se había distinguido por sus labores a favor de los indígenas y las castas, a quienes había enseñado alfarería, la cría del gusano

de seda y las primeras letras. De ahí fuera seguido por unos 600 hombres y la insurrec-ción se convertiría en un movimiento popu-lar y no sólo la de un grupo de criollos in-conformes. Fué Hidalgo el que

organizaría el movimiento popular Y Allende junto con Aldama serían las cabe-zas del ejército insurgente. El movimiento que organizaban debería estallar el 1º de diciemebre de 1810 para asi dar inició a la independencia, pero la conspiración contra la corona española fué descubierta por el virrey Francisco Venegas. El mensajero de la corregidora y el capitán Aldama llega-

ron al pueblo de Do-lores en la madruga-da del 16 de septiem-bre de 1810, y les avi-saron a don Miguel Hidalgo y Costilla y a Ignacio Allende, que la conspiración había sido descubierta. En-tonces Hidalgo ex-clamó: "Caballeros,

estamos perdidos. Aquí no hay más reme-dio que ir a coger gachupines". Llamó a misa y desde el púlpito un discur-so en contra del mal gobierno, invitando a la unión y a la rebeldía conjunta. A este acto se le conoce oficialmente como "Grito de Dolores". Sacaron a los presos de la cárcel y metieron en su lugar a todos los españoles que vivían en Dolores.

Después de armar a 10 hombres se dirigieron a la cárcel para libertar a los presos, reuniendo hasta 80 hombres. Era domingo y llamó a misa más temprano que de costumbre. Hidalgo habló a los feligreses que acudieron increpándolos a levantarse en armas para derrocar al mal gobier-no y esperar un mejor porvenir. Las palabras de Hidalgo despertaron un vivo entusiasmo por la libertad, llegando a reunir casi 300 hombres. Prendieron al subdelegado, y así se adueñaron de la población sin la más mínima resistencia. Comenzaba la lucha por la Independencia. Se unió a ellos el Regimiento de la Reina, y la gente del campo, principalmente indios, armados con hondas, palos e instrumentos de labranza, algu-nas lanzas, espadas y machetes, tocó las campa-nas para llamar a la primera misa. Por ser do-mingo, acudieron muchas personas, que en su mayoría eran indígenas. Desde el atrio, el cura les hizo una enérgica exhortación a liberarse del yugo español y terminó su breve discurso al gri-to de "¡Viva la lndependencia! ¡Viva América! ¡Muera el mal gobierno! A lo que los feligreses emocio-nados respondieron: ¡Mueran los gachupines! " Rápidamente se organizaron, y a las once de la mañana, salieron de Dolores ochocientos hom-bres, armados con piedras, lanzas y palos. En su camino hacia la libertad, pasaron por varios pue-blos y ciudades, cuyos habitantes apoyaron su noble causa, y muchos de ellos se sumaron al ejército libertador. Al llegar a Atotonilco, Hidal-go tomó de la iglesia una pintura de la Virgen de Guadalupe, con la que improvisó un estandarte y, mientras lo agitaba a la vista de todos, gritó: "¡Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! ¡ Viva la América!"

Hidalgo trató de persuadir al intendente a ren-dirse, pero Riaño le mandó decir altiva y des-pectivamente que lo "esperaba con sus chus-mas" en el Castillo de Granaditas. El combate dio inicio al medio día del 28 de septiembre de 1810, entre una muchedumbre de indígenas, armados de piedras, lanzas y garrotes, y unas tropas muy bien equipadas. Los cañones eran tan potentes, que cada una de sus balas basta-ba para matar a docenas de insurgentes. No obstante, los sublevados no se daban por ven-cidos y continuaban luchando valerosamente. Aunque las armas de los realistas superaban en mucho a las piedras de sus enemigos, el número de éstos era inmensamente mayor. Los mineros de Guanajuato, apostados en los cerros lanzaban un verdadero alud de piedras. Repentinamente los españoles y sus partida-rios se sintieron perdidos y trataron de rendir-se, pero ya era demasiado tarde. El Pípila le prendió fuego a la puerta, los rebeldes entra-ron a la fortaleza y aniquilaron a casi todos sus defensores. Este sangriento acontecimiento indignó al go-bierno español y a los representantes de la iglesia, quienes se apresuraron a excomulgar a los insurgentes. La inquisición, que ya había sido suprimida legalmente en España, volvió a establecerse y le dio a Hidalgo el cargo de "impío que sembraba en todas partes el horror, la desolación, los robos..." Pero las acusaciones de los españoles no tenían ninguna validez pa-ra el cura, quien prometió que: "Ya no habría inquisidor gachupín, ni arzobispo gachupín, ni virrey gachupín, ni rey gachupín, ni santo ga-chupín". En Guadalajara, Hidalgo formó un gobierno provisional y redactó manifiestos que abolían la esclavitud y el tributo, y promulgaban el re-parto de tierras a los indígenas desposeídos. También en esa ciudad se publicó El Desperta-dor Americano, un periódico que se convirtió en el vocero de las ideas independentistas.

Hidalgo salió de la iglesia con su ejército. En atotonilco adoptó la imagen de la Virgen de Guadalupe como estandarte de la lucha y el grito de la multitud fue desde ese mo-mento: "Viva Nuestra Señora de Guadalu-pe" ¡Mueran los Gachupines!. Luego de vencer una escasa resistencia, entró en San Miguel el Grande, donde se le unió el ejército de Dragones de la reina que comandaba Allende. Después partieron a Celaya y Salamanca. Tomó la capital de Guanajuato después de un intenso y san-griento combate en el que destacó la actua-ción de un minero apodado El Pípila al in-cendiar la puerta de la Alhóndiga de Granaditas pa-ra facilitar la en-trada a los insur-gentes. El mismo hidalgo castigó severamente tales excesos con la pe-na de muerte. Los obispos de Mi-choacán, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca y Puebla excomulga-ron al cura y a sus colaboradores, pero cuando arribó con su ejército a Valladolid, logró retirada la excomunión. Batalla del Monte de las Cruces Después de Valladolid Hidalgo se dirigió a la capital del país, pasando antes por le monte de la Cruces, el cual divide a Toluca del Valle de México. Ahí sostuvo un duro enfrentamiento con las tropas realistas. El triunfo dejó el camino libre a la ciudad. Pi-dió hablar con el virrey, pero, antes de saber si iba a ser escuchado, ordenó la retirada por temor a que el ejército del español Félix María Calleja estuviera ya en camino y su tropa quedara cautiva en plena ciudad, atrapada y sin municiones para hacerle frente. .

Batalla de Aculco Estos temores fueron aprovechados por Ca-lleja, que se enfrentó a los rebeldes los de-rrotó en una región llamada San Jerónimo de Aculco, en Querétaro. De los 80,000 hombres victoriosos del monte de las cru-ces, sólo quedaron unos 40,000. Hidalgo se dirigió entonces a Valladolid Allende a Guanajuato, pero éste fue rechazado y obli-gado a huir hacia Guadalajara, donde pre-tendía unirse a aquel. Hidalgo ordenó la confiscación de los bie-nes que pertenecía a los españoles, el reco-

nocimiento del uso de las tierras como derecho exclu-sivo de sus dueños. Entre otras acciones políticas, in-vitó a los criollos a dejar el ejército español y unirse al insurgente. Fundó el perió-dico El Despertador Ameri-cano, para hacer llegar a la población las noticias sobre el nuevo gobierno y la lucha independentista.

Batalla de Puente de Calderón En Guadalajara, Hidalgo organizó su ejérci-to con unos 100.000 hombres, que se en-frentó al de Calleja en Fluente de Calderón. Después de seis horas de combate y cuando la batalla aún no estaba decidida, estalló una granada sobre un carro de municiones; esto causa pánico, desorden y finalmente la derrota de los insurgentes. Calleja entró vic-torioso, a la ciudad de Guadalajara el 21 de enero de 1811. Debido a este fracaso, Hidalgo dejó el man-do de las tropas insurgentes, en la hacienda de Pabellón, cerca de Aguascalientes. Al mando de una parte de la tropa, Hidalgo se encaminó hacia Zacatecas, pero como no tuviera el apoyo y apenas había logrado reunir algún dinero para la causa, continuó hacia el norte donde fue aprehendido defi-nitivamente.

Hidalgo salió de la iglesia con su ejército. En atotonilco adoptó la imagen de la Virgen de Guadalupe como estandarte de la lucha y el grito de la multitud fue desde ese mo-mento: "Viva Nuestra Señora de Guadalu-pe" ¡Mueran los Gachupines!. Luego de vencer una escasa resistencia, entró en San Miguel el Grande, donde se le unió el ejército de Dragones de la reina que comandaba Allende. Después partieron a Celaya y Salamanca. Tomó la capital de Guanajuato después de un intenso y san-griento combate en el que destacó la actua-ción de un minero apodado El Pípila al in-cendiar la puerta de la Alhóndiga de Granaditas pa-ra facilitar la en-trada a los insur-gentes. El mismo hidalgo castigó severamente tales excesos con la pe-na de muerte. Los obispos de Mi-choacán, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca y Puebla excomulga-ron al cura y a sus colaboradores, pero cuando arribó con su ejército a Valladolid, logró retirada la excomunión. Batalla del Monte de las Cruces Después de Valladolid Hidalgo se dirigió a la capital del país, pasando antes por le monte de la Cruces, el cual divide a Toluca del Valle de México. Ahí sostuvo un duro enfrentamiento con las tropas realistas. El triunfo dejó el camino libre a la ciudad. Pi-dió hablar con el virrey, pero, antes de saber si iba a ser escuchado, ordenó la retirada por temor a que el ejército del español Félix María Calleja estuviera ya en camino y su tropa quedara cautiva en plena ciudad, atrapada y sin municiones para hacerle frente. .

Batalla de Aculco Estos temores fueron aprovechados por Ca-lleja, que se enfrentó a los rebeldes los de-rrotó en una región llamada San Jerónimo de Aculco, en Querétaro. De los 80,000 hombres victoriosos del monte de las cru-ces, sólo quedaron unos 40,000. Hidalgo se dirigió entonces a Valladolid Allende a Guanajuato, pero éste fue rechazado y obli-gado a huir hacia Guadalajara, donde pre-tendía unirse a aquel. Hidalgo ordenó la confiscación de los bie-nes que pertenecía a los españoles, el reco-

nocimiento del uso de las tierras como derecho exclu-sivo de sus dueños. Entre otras acciones políticas, in-vitó a los criollos a dejar el ejército español y unirse al insurgente. Fundó el perió-dico El Despertador Ameri-cano, para hacer llegar a la población las noticias sobre el nuevo gobierno y la lucha independentista.

Batalla de Puente de Calderón En Guadalajara, Hidalgo organizó su ejérci-to con unos 100.000 hombres, que se en-frentó al de Calleja en Fluente de Calderón. Después de seis horas de combate y cuando la batalla aún no estaba decidida, estalló una granada sobre un carro de municiones; esto causa pánico, desorden y finalmente la derrota de los insurgentes. Calleja entró vic-torioso, a la ciudad de Guadalajara el 21 de enero de 1811. Debido a este fracaso, Hidalgo dejó el man-do de las tropas insurgentes, en la hacienda de Pabellón, cerca de Aguascalientes. Al mando de una parte de la tropa, Hidalgo se encaminó hacia Zacatecas, pero como no tuviera el apoyo y apenas había logrado reunir algún dinero para la causa, continuó hacia el norte donde fue aprehendido defi-nitivamente.

Debido a este fracaso, Hidalgo dejó el mando de las tropas insurgentes, en la hacienda de Pabellón, cerca de Aguascalientes. Al mando de una parte de la tropa, Hidalgo se encaminó hacia Zacatecas, pero como no tuviera el apo-yo deseado y apenas había logrado reunir algún dinero para la causa, continuó hacia el norte donde fue aprehendido definitivamente. Más tarde los caudillos y un ejército de unos 2,500 hombres con Ignacio López Rayón a la cabeza, pretendieron llegar a Estado Unidos en busca de municiones, y no las consiguieron. Fueron aprehendidos en Norias de Baján. La tropa fue sometida a un consejo de guerra y enviada a Durango. Hidalgo, Allende, Aldama y Mariano Abasolo fueron enviados a Chihu-ahua donde se les condenó a muerte. Hidalgo fue ejecutado el 30 de julio de 1811. Las cabe-zas de Miguel Hidalgo y Costilla, Allende, Al-dama, y Jiménez se conservaron en sal por los practicantes del hospital, y tras una larga pere-grinación por Chihuahua, Zacatecas, Lagos, León y Guadalajara, fueron fin colocadas, en octubre, en los cuatro ángulos de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.

. Desde Guadalajara, Hidalgo se dio a la tarea de reorganizar el movimiento y establecer cla-ramente sus propósitos. Por un lado, designó a Ignacio López Rayón como secretario de Esta-do y del Despacho, y a José María Chico, de Gracia y Justicia. Hidalgo pretendió hacer des-de Guadalajara los primeros contactos con Es-tados Unidos, enviando a ese país a Pascasio Ortiz Letona en calidad de embajador, pero éste cayó en manos del enemigo y no llegó a su destino. Igualmente, comisionó a varios simpatizantes para levantar en armas regiones tales como las provincias internas de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y otras más, quienes tuvie-ron mayor éxito en su empresa.Con el objeto de sofocar el movimiento, Félix María Calleja y José de la Cruz marcharon hacia Guadalajara con lo mejor del ejército del virreinato. Hidal-go salió a enfrentarlos con cerca de 80 mil hombres mal armados y peor organizados, en-tre quienes se contaban unos siete mil indios de Colotlán que sólo manejaban flecha y hon-da. La batalla tuvo lugar el 17 de enero de 1811 cerca de Zapotlanejo, en un lugar conocido co-mo Puente de Calderón, con la total derrota de los insurgentes.

Las campañas de Morelos. La muerte de los principales caudillo de la inde-pendencia no acabó con el movimiento. Éste fue continuado, por Ignacio López Rayón y, al sur, por José María Morelos y Pavón, quien daría la organización, estrategia y carácter militar que no había tenido entonces. Rayón reunió tropas insurgente dispersas y des-organizadas por la muerte de Hidalgo. De Co-ahuila pasó a Zacatecas pero, perseguido por Ca-lleja, sé transado a Michoacán, y en Zitácuaro formó una junta de Gobierno para unir y reorga-nizar el ejército y para establecer un gobierno li-bre; para ello expi-dió un Manifiesto a la Nación, este documento fue en-viado a Morelos, que lo rechazó porque no estaba de acuerdo conque Fernando III si-guiera gobernando a la colonia, como proponía la junta de Gobierno. En el año de 1810 el cura del pueblo de Carácuaro, José María Mo-relos y pavón, se enteró que en pueblo de Dolo-res, el cura Miguel Hidalgo, acaudillaba una re-belión en búsqueda de la libertad. Morelos sale en busca de los insurgentes. Hidalgo reconoce a su exalumno y dicta un nombramiento que decía: "Por el presente, comisiono a mi lugarteniente D. José María Morelos, para que en la costa del Sur Levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones verbales que le he comunicado", la muerte de los principales caudillo de la indepen-dencia no acabó con el movimiento. Éste fue continuado, por Ignacio López Rayón y, al sur, por José María Morelos y Pavón, quien daría la organización, estrategia y carácter militar que no había tenido entonces.

Rayón reunió tropas insurgente dispersas y desorganizadas por la muerte de Hidalgo. De Coahuila pasó a Zacatecas pero, perseguido por Calleja, sé transado a Michoacán, y en Zitácuaro formó una junta de Gobierno para unir y reorganizar el ejército y para establecer un gobierno libre; para ello expidió un Mani-fiesto a la Nación, este documento fue enviado a Morelos, que lo rechazó porque no estaba de acuerdo conque Fernando III siguiera gober-nando a la colonia, como proponía la junta de Gobierno. Al sur Morelos formó un ejército, cumpliendo las indicaciones que tiempo atrás le dictara Hidalgo. Utilizó como táctico militar la rapi-dez para actuar y la sorpresa como rama de

lucha; al mismo tiempo hizo uso de las guerrillas en todos los pue-blos para reforzar más ataques. Mo-relos había sido alumno de Hidal-go en el Colegio de San Nicolás; en 1799 se hizo sacerdote y des-tacó por su labor a favor de los po-bres. Salió del cu-

rato con tan sólo 25 hombre para ponerse al servicio del movimiento rebelde; su antiguo maestro le ordenó insurreccionar y tomar el puerto de Acapulco. Primera Campaña de Morelos En Octubre de 1810 Morelos salió de Carácua-ro con 25 hombres armados con algunas esco-petas rumbo a la costa, a su ingenio militar, Morelos ganó adeptos en todo el territorio; pronto se le unieron varios caudillos que fue-ron de gran ayuda. Durante tres meses More-los organiza lo necesario para la lucha gracias a grandes sumas de dinero que recibía y que se manejaba en beneficio siempre de la causa.

. Adquirió provisiones como pólvora y otras co-sas, la situación del país se presentaba muy favo-rable para los insurgentes, el virrey Venegas da-ba instrucciones a Calleja y le informaba sobre la inseguridad que se vivía en la ciudad de México, ya que estaba rodeado de insurgentes que inter-ceptaban con actividad; las comunicaciones esta-ban interrumpidas tanto en Veracruz como en Acapulco, en Tecpan, los hermanos Pablo, José Juan y Hermenejildo Galeana; en Chilpancingo, Miguel, Victor, Máximo, Leonardo y Nicolás Bra-vo, y en Tuxtla, Vicente Guerrero. Con ellos llegó al puerto de Acapulco e intentó apoderarse de él, ya que era de suma importan-cia por ser el lugar clave del tráfico comercial con Filipinas y del envío de mercancías a la ciudad de México; . Pero no logró dominarlo, sino sólo mantenerlo aislado. Marchó a Chilapa, Guerrero, y ahí se dedicó a adiestrar al ejército, disciplina-rio y fortalecerlo Militarmente. Segunda Campaña de Morelos En esta campaña, la finalidad de Morelos era avanzar hacia el centro del país y llegar a la capi-tal. Divide a sus hombres en tres partes, una aba-jo las órdenes de Miguel Bravo y Valerio Trujillo, pretenda avanzar al centro del país y llegar a la capital. Dividió al ejército: él se dirigía a Puebla y México, Miguel Bravo y Valerio Trujano a Oaxa-ca, y los Galeana a Toluca; dejó una parte de la

tropa cerca de Acapulco, por si se podía reiniciar la lucha. Morelos y los Galeana cumplieron su cometido, Valerio Trujano logró entrar a Huajua-pan, en Oaxaca, pero Miguel Bravo no consiguió su propósito. Ante tal acometida, el virrey or-denó a Calleja que detuviera al avance de los re-beldes. Mientras tanto, Morelos y su ejército hab-ían tomado Cuautla e instalado una fortificación para vencer a Calleja, hasta entonces había gana-do todos los encuentros contra los insurgentes. Éste, al ver que no podía vencerlos en combate, intentó dominarlos por hambre; los cercó durante 73 días, esperando la rendición que no iba a lle-gar; incluso les ofreció un indulto que Morelos no aceptó. Todos los pobladores apoyaban a los in-surgentes; hasta se cuenta la historia de un niño, Narciso Mendoza, que disparó un cañón contra el enemigo, al ver a los suyos tan cerca de la de-rrota. Con todo, en la ciudad nadie pensaba ren-dirse. En esta campaña se le unen valiosos hombres, entre otros, los curas José Manuel Herrera y Ma-riano Matamoros, quien llegaría a ser lugarte-niente, junto Hermenejildo Galeana. Cuando Mo-relos vio la imposibilidad del triunfo y que la ayuda de víveres y municiones no llegaba, se vio obligado a romper el sitio y abandonar el lugar donde se encontraban con pocas bajas del ejército insurgente. Volvió a Chilapa, Guerrero, y ahí ini-ció su siguiente campaña.

. Adquirió provisiones como pólvora y otras co-sas, la situación del país se presentaba muy favo-rable para los insurgentes, el virrey Venegas da-ba instrucciones a Calleja y le informaba sobre la inseguridad que se vivía en la ciudad de México, ya que estaba rodeado de insurgentes que inter-ceptaban con actividad; las comunicaciones esta-ban interrumpidas tanto en Veracruz como en Acapulco, en Tecpan, los hermanos Pablo, José Juan y Hermenejildo Galeana; en Chilpancingo, Miguel, Victor, Máximo, Leonardo y Nicolás Bra-vo, y en Tuxtla, Vicente Guerrero. Con ellos llegó al puerto de Acapulco e intentó apoderarse de él, ya que era de suma importan-cia por ser el lugar clave del tráfico comercial con Filipinas y del envío de mercancías a la ciudad de México; . Pero no logró dominarlo, sino sólo mantenerlo aislado. Marchó a Chilapa, Guerrero, y ahí se dedicó a adiestrar al ejército, disciplina-rio y fortalecerlo Militarmente. Segunda Campaña de Morelos En esta campaña, la finalidad de Morelos era avanzar hacia el centro del país y llegar a la capi-tal. Divide a sus hombres en tres partes, una aba-jo las órdenes de Miguel Bravo y Valerio Trujillo, pretenda avanzar al centro del país y llegar a la capital. Dividió al ejército: él se dirigía a Puebla y México, Miguel Bravo y Valerio Trujano a Oaxa-ca, y los Galeana a Toluca; dejó una parte de la

tropa cerca de Acapulco, por si se podía reiniciar la lucha. Morelos y los Galeana cumplieron su cometido, Valerio Trujano logró entrar a Huajua-pan, en Oaxaca, pero Miguel Bravo no consiguió su propósito. Ante tal acometida, el virrey or-denó a Calleja que detuviera al avance de los re-beldes. Mientras tanto, Morelos y su ejército hab-ían tomado Cuautla e instalado una fortificación para vencer a Calleja, hasta entonces había gana-do todos los encuentros contra los insurgentes. Éste, al ver que no podía vencerlos en combate, intentó dominarlos por hambre; los cercó durante 73 días, esperando la rendición que no iba a lle-gar; incluso les ofreció un indulto que Morelos no aceptó. Todos los pobladores apoyaban a los in-surgentes; hasta se cuenta la historia de un niño, Narciso Mendoza, que disparó un cañón contra el enemigo, al ver a los suyos tan cerca de la de-rrota. Con todo, en la ciudad nadie pensaba ren-dirse. En esta campaña se le unen valiosos hombres, entre otros, los curas José Manuel Herrera y Ma-riano Matamoros, quien llegaría a ser lugarte-niente, junto Hermenejildo Galeana. Cuando Mo-relos vio la imposibilidad del triunfo y que la ayuda de víveres y municiones no llegaba, se vio obligado a romper el sitio y abandonar el lugar donde se encontraban con pocas bajas del ejército insurgente. Volvió a Chilapa, Guerrero, y ahí ini-ció su siguiente campaña.

La dificultad para entrar al centro del país orilló a Morelos a marchar sobre Oaxaca, donde consi-guió un vigoroso triunfo. Ahí organizó un go-bierno provisional y fundó el periódico El correo Americano del Sur, cuyo propósito era difundir la doctrina revolucionaria. Esta estabilidad y los éxitos obtenido por Mata-moros y Bravo en Puebla y Veracruz animaron a Morelos a tomar Acapulco, lo cual logró en 1813. Tales victorias fortalecieron la causa insurgente y le dieron mayor esperanza de triunfo. Cuarta Campaña de Morelos. Antes de iniciar la siguiente campaña, Morelos había establecido las bases del gobierno mexica-no. En ese año (1813), Calleja fue nombrado vi-rrey; ello trajo un recrudecí miento de los ataques realistas contra el insurgente. Después de haber instalado el Congreso en Chilpancingo y con el deseo de ampliar sus conquistas, Morelos preten-dió llegar a Valladolid, en combinación con Bra-vo y Matamoros. Pero Calleja ordenó la derrota del caudillo, objetivo casi logra, de no ser porque Morelos dividió su ejercito para evitar el desas-tre; en ese percance cayó prisionero Mariano Ma-tamoros.

Una vez concentradas las tropas, Morelos se pone al frente de su ejército; mientras tanto los realistas reciben refuerzos y se realizan el cam-bio de mando, el cual debía ser entregado a Calleja. A pesar de sus logros, Morelos poseía un alto sentido de respeto y disciplina a la autoridad, ya que se subordinó a las órdenes que él mis-mo había creado y que había depositado y en-comendado en los representantes que la Cons-titución establecía, Desanimado por esto, Mo-relos el Congreso y se fue a Acapulco, donde permaneció inactivo hasta 1815. En este sitio se enteró de las persecuciones y recuperación de algunos territorios por parte de los realistas. Calleja lo acosaba sin descan-so, obligándolo a huir a distinto lugares, hasta que los atrapó en las cercanías de Puebla y Guerrero, en pleno combate. En Temalaca, Morelos fue hecho prisionero por Manuel de la Concha. Lo traslada a la ciudad de México para ser juzgado, pues la iglesia lo consideró como hereje y enemigo cristiano. Fue conduci-do a México para ser juzgado y fusilado en San Cristobal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815.

La Etapa de Resistencia 1813-1817 La muerte de Morelos dejó al movimiento insur-gente sin un jefe capaz de acaudillarlo. Los com-bates se sucedían aislada y desordenadamente. El Nuevo virrey, Juan Ruiz Apocada, que sustituyó a Calleja debido a sus crueldades y excesos, pro-metió el perdón a los insurrectos si entregaban las armas; muchos de ellos lo aceptaron, pues creyeron perdida de lucha. Esto fue un golpe pa-ra los que seguían luchando, ya que cedieron va-rios territorios que antes se había ganado, como el puerto de Boquilla de Piedra que permitía la entrada de Armas y municiones procedentes de los estados fronterizos. Precisamente es esos momentos llegó a México el español Francisco Javier Mina, que sabía del mo-vimiento y quería dar ayuda en su patria y de ser expulsado de ésta por oponerse a Fernando VII En el destierro conoció a fray Servando Teresa de Mier, quien le habló del movimiento de Indepen-dencia; de esta manera, Mina vio la posibilidad de luchar contra el gobierno tiránico del rey. En Londres, Mina conoció al religioso, político e historiador Fray Servando Teresa de Mier, quien escribía sobre las guerras de independencia en México, y se unió en la lucha de los que buscaban su independencia en la Nueva España al formar y comandar una expedición invitando a Mier y a veintidós insurgentes más de diversas nacionali-dades fue así como partió de Liverpool el día 15 de mayo de 1816 rumbo a los Estados Unidos a donde llegó el 30 de junio donde encontró no po-cas dificultades para llevar a cabo su proyecto, pero al fin logró armar dos embarcaciones dirigi-das por norteamericanos y las envió por delante para salir después el mismo en su nave el 27 de septiembre para llegar a Puerto Príncipe y luego partir de ahí el 23 de octubre a Galveston a don-de arribó el 24 de noviembre de 1816. Mina no obtuvo en un principio gran aceptación popular; incluso se le veía con desconfianza por-que sus intereses políticos no correspondían a la del pueblo inconforme. Cuando Mina regresó al

fuerte del Sombrero, el Virrey Apodaca, teme-roso de que sus triunfos lo volvieran más fuer-te y difícil de detener, ordenó atacarlo dura-mente, sitiando el fuerte. No obstante siguieron las dificultades para eje-cutar sus planes de modo que tuvo que viajar a Nueva Orleans donde permaneció un tiempo para embarcarse de nuevo rumbo a Galveston el día 16 de marzo de 1817. Llegó al Río Bravo y siguió al sur de modo que el 15 de abril des-embarcó en Soto la Marina población que no le costó ningún trabajo tomar. El 17 de mayo un barco español llegó a Soto la Marina y hundió una de las naves de Mina, otro barco pudo huir y el tercero quedó emba-rrancado; a raíz de ello el caudillo prosiguió su expedición tierra adentro y la breve pero fructífera campaña de Mina, en territorios de San Luis Potosí, Zacatecas y Guanajuato, puso en jaque a los realistas, obteniendo importan-tes triunfos. El insurgente Pedro Moreno estu-vo al lado de Mina en la batalla del fuerte del Sombrero donde los realistas fueron rechaza-dos a pesar de contar con 2,500 hombres debi-damente pertrechados y 14 cañones. La parti-cipación de Mina era vista con desconfianza por los insurgentes motivo por el cual no

INDEPENDENCIA EN TAMAULIPAS Cuando estalló la revolución de Indepen-dencia en 1810, gobernaba la provincia del Nuevo Santander el coronel Manuel Itur-be, quien trata de reunir tropas suficientes para combatir la rebelión. No obstante, las tropas reunidas se decla-raron a favor de la Independencia, se apo-deraron de la capital (San Carlos) e hicie-ron huir a Iturbe. Acontecimientos impor-tantes en Nuevo Santander fueron la de-rrota de los insurgentes Luis Herrera y Blanca, el 12 de abril de 1811, la derrota de Juan de Villerias en Estanque Colorado, el 19 de mayo de ese año. La insurgencia en Tamaulipas tuvo un fuerte brote popular en las zonas de Tula y Palmillas, en donde la insurrección de aguayo toma la forma de una rebelión militar, en tanto que la de Tula es una genuina revolución. El 4 de diciembre de 1810, Bernardo Gómez de Lara, más conocido como el “Huacal”, Mateo y Lucas Zúñiga y Martín Gómez de Lara, ocuparon el cuartel de Tu-la, dominando la situación. Esta ocupación fue temporal, ya que en mayo de 1811, fue reocupada por tropas realistas al mando de Joaquín de Arredondo. La caída de Tu-la constituye la primera de una cadena de derrotas, en las que son ejecutados los jefes insurgentes, oriundos de Tula, Bernardo Gómez de Lara, Juan Nepomuceno Jimé-nez y Juan Bautista de las Casas.

Insurgentes los tres, fueron los hermanos Gutiérrez de Lara, José Bernardo, militar, y José Antonio, presbítero, quien se pusieron a disposición del padre Hidalgo, de Igna-cio Allende y de Mariano Jiménez, en-cargándose a José Antonio contribuir a la causa de la Independencia en las villas del norte de Tamaulipas; en tanto José Bernar-do fue nombrado teniente coronel por los caudillos, designándosele embajador de los insurgentes ante el gobierno de Was-hington. Francisco Javier Mina conoció en Londres al inquieto fraile regiomontano Servando Teresa de Mier, con quien proyectó una expedición naval militar a México, con el propósito de contribuir a la lucha de Inde-pendencia. En mayo de 1816, Mina, fray Servando y 32 oficiales italianos, españoles e ingleses zarparon de Liverpool con desti-no a América. Los expedicionarios desem-barcaron en el lugar conocido actualmente con el nombre de la Pesca, que forma parte del actual municipio de Soto la Marina, el 15 de abril del mismo año. Mina y sus hombres ocuparon la pequeña población de Soto la Marina localizada co-rriente arriba del mencionado río instru-yendo a autoridades civiles; asimismo se instalo la primera imprenta de Tamauli-pas. J. Manuel Bangs, originario de Boston, fue el impresor estando la imprenta bajo la dirección del doctor Joaquín infante, de la Habana. Esta imprenta fue la primera que opero en la zona de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas.

INDEPENDENCIA EN TAMAULIPAS Cuando estalló la revolución de Indepen-dencia en 1810, gobernaba la provincia del Nuevo Santander el coronel Manuel Itur-be, quien trata de reunir tropas suficientes para combatir la rebelión. No obstante, las tropas reunidas se decla-raron a favor de la Independencia, se apo-deraron de la capital (San Carlos) e hicie-ron huir a Iturbe. Acontecimientos impor-tantes en Nuevo Santander fueron la de-rrota de los insurgentes Luis Herrera y Blanca, el 12 de abril de 1811, la derrota de Juan de Villerias en Estanque Colorado, el 19 de mayo de ese año. La insurgencia en Tamaulipas tuvo un fuerte brote popular en las zonas de Tula y Palmillas, en donde la insurrección de aguayo toma la forma de una rebelión militar, en tanto que la de Tula es una genuina revolución. El 4 de diciembre de 1810, Bernardo Gómez de Lara, más conocido como el “Huacal”, Mateo y Lucas Zúñiga y Martín Gómez de Lara, ocuparon el cuartel de Tu-la, dominando la situación. Esta ocupación fue temporal, ya que en mayo de 1811, fue reocupada por tropas realistas al mando de Joaquín de Arredondo. La caída de Tu-la constituye la primera de una cadena de derrotas, en las que son ejecutados los jefes insurgentes, oriundos de Tula, Bernardo Gómez de Lara, Juan Nepomuceno Jimé-nez y Juan Bautista de las Casas.

Insurgentes los tres, fueron los hermanos Gutiérrez de Lara, José Bernardo, militar, y José Antonio, presbítero, quien se pusieron a disposición del padre Hidalgo, de Igna-cio Allende y de Mariano Jiménez, en-cargándose a José Antonio contribuir a la causa de la Independencia en las villas del norte de Tamaulipas; en tanto José Bernar-do fue nombrado teniente coronel por los caudillos, designándosele embajador de los insurgentes ante el gobierno de Was-hington. Francisco Javier Mina conoció en Londres al inquieto fraile regiomontano Servando Teresa de Mier, con quien proyectó una expedición naval militar a México, con el propósito de contribuir a la lucha de Inde-pendencia. En mayo de 1816, Mina, fray Servando y 32 oficiales italianos, españoles e ingleses zarparon de Liverpool con desti-no a América. Los expedicionarios desem-barcaron en el lugar conocido actualmente con el nombre de la Pesca, que forma parte del actual municipio de Soto la Marina, el 15 de abril del mismo año. Mina y sus hombres ocuparon la pequeña población de Soto la Marina localizada co-rriente arriba del mencionado río instru-yendo a autoridades civiles; asimismo se instalo la primera imprenta de Tamauli-pas. J. Manuel Bangs, originario de Boston, fue el impresor estando la imprenta bajo la dirección del doctor Joaquín infante, de la Habana. Esta imprenta fue la primera que opero en la zona de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas.

Miguel de la Garza y José Honorato de la Garza, en cuyo domicilio se hacían las jun-tas que presidía el alcalde José Antonio Fernández de Córdova. La conspiración cobró fuerza al recibirse la invitación de Zenón Fernández, quien se adhirió a la causa de Iguala en Río Verde. El alcalde de Aguayo, acompañado por los ve-cinos de la Villa, invito al gobernador José Ma. Echegaray a secundar el movimiento de Independencia, renunciando a la gober-natura, y designando una junta de notables como gobernador a Felipe de la Garza, em-pezando así en Tamaulipas una vida sobe-rana y libre. La independencia se proclamó en nombre del Departamento del Nuevo Santander, aunque por la costumbre se le designaba en documentos oficiales como provincia, sien-do facultada para nombrar diputados pro-vinciales y para que gobernara una diputa-ción provincial. Felipe de la Garza gobernó la entidad hasta el 26 de septiembre de 1822, siendo reemplazado por Pedro José Lanuza, por la protesta e intento de rebelión contra el autoritarismo del emperador Itur-bide. Fue designado por el congreso consti-tuyente del estado, el coronel José Bernardo Gutiérrez de Lara.

Los insurgentes de Soto la Marina dividieron sus fuerzas en dos: correspondiendo una a la habili-tación y defensa del fuerte y la plaza. Se asignó a la otra fuerza, la misión de penetrar a profundi-dad en el territorio de México. La columna que salió de Soto la Marina al mando de Mina, inició su marcha el 24 de mayo de 1817, asaltando la Hacienda del coronel realista Cayetano Quintero, llamado el Cojo, heredad que después fue del General Manuel González. Pasaron a San Luis por la Sierra de Tanchipa para realizar la marcha hasta Guanajuato, donde cayó Mina prisionero en la ranchería de Venadito, siendo fusilado en el Cerro del Bellaco. La gesta de Mina se relaciona con la incorpora-ción a sus huestes de 300 tamaulipecos volunta-rios de los voluntarios tamaulipecos a la causa insurgente, constituyen importantes hechos de la Revolución de Independencia, y evidentemente integra una página de honor en la historia de Ta-maulipas. La proclamación del Plan de Iguala del 24 de febrero de 1821 como derivación del pacto político y militar celebrado entre Vicente Guerre-ro y Agustín de Iturbide, dio lugar a adhesiones que pusieron fin al poderío colonial. En Nuevo Santander conspiraban por la Independencia en la Villa de Aguayo, desde abril de 1821, Eleno de Vargas, Francisco Guerra, Pedro, Francisco y

A la muerte de Mina, los fracasos continuaron, los lugares fortificados, como el fuerte de Palmi-llas en Veracruz o el de Jaujilla en Michoacán, ca-yeron en manos del enemigo, lo mismo que jefes como Rayón y Bravo, que fueron condenados a cadena perpetua. Después una nueva etapa de lucha estaba cerca, Guadalupe Victoria Peleaba en Veracruz, mientras Vicente Guerreo lo hacía en las montañas del sur. Guerrero tenía experien-cia en la insurgencia; había combatido bajo las órdenes de Galcana y Morelos, quien lo consi-deró un hombre 1" y valiente, cualidades que no tardó en demostrar. Guerrero libró muchas batallas con éxito. En 1812 siendo apenas capitán derrotó al español Llano, lo que le valió seguidores para la causa insurgen-te; en 1815, con el grado de coronel, obtuvo en Tiapa una gran Victoria; en 1816 derrotó a los re-alistas en el cerro de Piaxtía. Debido a sus victo-rias, fue nombrado general en jefe de las tropas del sur, sostuvo una lucha en casi oda la zona del río balsas y la costa del sur, que le proporcionó valiosos recursos para la lucha. Mientras tanto el brigadier Armijo renunció a su cargo porque no pudo detener el avance de las tropas sureñas, que afianzaron la acción bélica del insurgente hasta la consumación de la independencia.

Factores políticos que influyeron en la consumación La Revolución Constitucionalista en España A Principios de Siglo XIX España se hallaba convulsionada debido a la ocupación de su territorio por le ejército francés, por le encarce-lamiento de Fernando VII y por la imposición de José Bonaparte como gobernante. Los patriotas españoles organizaron la lucha para deshacerse de los franceses y de paso ter-minar con el gobierno absolutista, basándose en las ideas de los ideólogos de la Ilustración. Además, organizaron juntas que gobernaran al país en la ausencia de su monarca. Las Cortes reunidas en Cádiz, en 1810, habían redactado una constitución de enfoque liberal, en la que se declaraba a los pueblos como soberano y a las Cortes de cómo su representante, limitán-dose la autoridad del rey. La constitución de Cádiz fue jurada y promulgada el 30 de sep-tiembre de 1812, y se dispuso que también fue-ra aplicada a las colonias americanas.

Alianza de Guerrero e Iturbide Alrededor de Iturbide, nuevo centro de atención, se fue conformando un partido integrado por miembros del alto clero, pro-pietarios de minas y grandes haciendas, co-merciantes, autoridades y, desde luego, al-tos jefes militares. Los conjurados de la Pro-fesa lograron que Iturbide tuviera el mando del ejército del Sur. Con este apoyo y con más efectivos militares, Iturbide se lanzó en contra de Guerrero y Pedro Ascen-cio, pero al resultar derrota-do y después de evaluar la situación – que no era favo-rable – decidió aliarse con Guerrero para lograr la inde-pendencia, para lo cual con-certó entrevista con los jefes insurgentes, hasta que logró reunirse con Guerrero en Acatempan el 10 de febrero de 1821. Guerrero representaba la lucha por la consecución de los ideales de los primeros insurgentes; deseaba obtener la independencia para que cambiara el mo-do de vida de los mexicanos y ya no dependieran de la corona española, formando una nación gobernadora con leyes liberales y democráticas. Iturbide, representaba a la co-rriente conservadora, para colo-carse ventajosamente. Quería la independencia, pero únicamen-te para las clases privilegiadas conservaran su situación El día 24 de febrero de 1821 se firmó el Plan de Iguala. Entre sus puntos importantes tenemos: La reli-gión Católica sería la única aceptada. La Nueva España sería independiente de cual-quier otra potencia. Su gobierno seria una monarquía constitucional, a cargo de un miembro de la casa de Habsburgo, protegi-do por el ejército de las tres garantías. Reli-gión, independencia y Unión. .

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Iturbide y Guerrero encontraron al Plan de Iguala por parte de los absolutistas, encabe-zados por le virrey, quien decidió enviar tropas a combatirlos. Sin embargo, gradual-mente diversos jefes militares se fueron su-mando al Plan y se enfrentaron a los realis-tas, hasta dejarles únicamente las ciudades de México y Veracruz. Estando así la situa-ción, el 30 de julio desembarcó es este puer-

to Juan O´donojú, que había sido nombrado virrey, en situa-ción de Apodaca. O´donojú al darse cuenta de que no podría de tener el rumbo del aconteci-miento, decidió buscar un arre-glo con los Insurrectos, para lo cual se reunió en Córdoba con Iturbide. Se acordó reformar el Plan de Iguala, obteniendo co-mo un resultado que se firmara el 24 de agosto los tratados de Córdoba. Entre los asuntos pac-tados figuran:

Sustituir al posible monarca Habsburgo por uno de la casa de Borbón. Nombrar a la nueva nación como Imperio Mexicano.

Considerar a O´donojú para ocupar un puesto en la nueva junta provisional de gobierno. Para consumar la ansiada inde-pendencia sólo faltaba entrar en la capital, en la que se encontra-ba fuerzas del ejército español al mando del mariscal Novella. O´donojú, según los tratados, arregló la salida de esas tropas y se preparó la llegada del ejército trigarante para el día 27 de sep-tiembre. El día 24, no obstante, Vicente Filisola había arribado a

la capital con cuatro mil hombres, siendo el primer jefe del ejército independentista en llegar, Tres días después entraron las fuer-zas trigarantes, con Iturbide al frente. Éste se dirigió al Palacio, en donde, junto con O´donojú, presenció el desfile de las tropas y asistió a la celebración de los servicios re-ligiosos en la catedral

A la muerte de Mina, los fracasos continuaron, los lugares fortificados, como el fuerte de Palmi-llas en Veracruz o el de Jaujilla en Michoacán, ca-yeron en manos del enemigo, lo mismo que jefes como Rayón y Bravo, que fueron condenados a cadena perpetua. Después una nueva etapa de lucha estaba cerca, Guadalupe Victoria Peleaba en Veracruz, mientras Vicente Guerreo lo hacía en las montañas del sur. Guerrero tenía experien-cia en la insurgencia; había combatido bajo las órdenes de Galcana y Morelos, quien lo consi-deró un hombre 1" y valiente, cualidades que no tardó en demostrar. Guerrero libró muchas batallas con éxito. En 1812 siendo apenas capitán derrotó al español Llano, lo que le valió seguidores para la causa insurgen-te; en 1815, con el grado de coronel, obtuvo en Tiapa una gran Victoria; en 1816 derrotó a los re-alistas en el cerro de Piaxtía. Debido a sus victo-rias, fue nombrado general en jefe de las tropas del sur, sostuvo una lucha en casi oda la zona del río balsas y la costa del sur, que le proporcionó valiosos recursos para la lucha. Mientras tanto el brigadier Armijo renunció a su cargo porque no pudo detener el avance de las tropas sureñas, que afianzaron la acción bélica del insurgente hasta la consumación de la independencia.

Factores políticos que influyeron en la consumación La Revolución Constitucionalista en España A Principios de Siglo XIX España se hallaba convulsionada debido a la ocupación de su territorio por le ejército francés, por le encarce-lamiento de Fernando VII y por la imposición de José Bonaparte como gobernante. Los patriotas españoles organizaron la lucha para deshacerse de los franceses y de paso ter-minar con el gobierno absolutista, basándose en las ideas de los ideólogos de la Ilustración. Además, organizaron juntas que gobernaran al país en la ausencia de su monarca. Las Cortes reunidas en Cádiz, en 1810, habían redactado una constitución de enfoque liberal, en la que se declaraba a los pueblos como soberano y a las Cortes de cómo su representante, limitán-dose la autoridad del rey. La constitución de Cádiz fue jurada y promulgada el 30 de sep-tiembre de 1812, y se dispuso que también fue-ra aplicada a las colonias americanas.